Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Ruth Maria escribió:No te preocupes que igual estamos ansiosos por saber el desenlace de esta gran historia. Realmente nos hemos identificado con los sentimientos de uno y otro pero ya va siendo hora que sean felices
Me alegra que haya sido aquí. Ya traigo el último capi
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Ya traigo el último capítulo. Es muy, muy largo. Largo hasta el cansancio. 10316 palabras en total… Vamos, estoy segura de que la mitad se va a aburrir antes de acabarlo… xD Normal.
Encima tampoco es que me guste mucho este capi, por no decir NADA. Pero demasiado largo como para hacerlo de nuevo…
Gracias a todo aquel que ha gastado un ratito de su tiempo en leer este intento de fanfic y, más aún, al que me ha dejado su opinión, animándome a seguir.
…. ¡Ánimo!
Sophie agarraba su plato de plástico, con el fondo de una niña con una coleta a cada lado, por los bordes opuestos con sus pequeñas manitas, caminando detrás de su madre. Llevando su plato, con los resto de la cena, a la cocina. Rick iba detrás de ellas.
Con la ayuda de su padre, la pequeña, metió su platillo y su tenedor en el fregadero, era demasiado alto para su diminuta estatura. Ésta le sonrió agradecida.
-Creo –dijo el escritor tomando a su hija en sus brazos –que es hora de ir a dormir. –Caminó hasta la habitación infantil seguido de Kate. Colocó a la niña encima de la cama, después de que Beckett retirara las sábanas. Y la tapó.
Los dos adultos se sentaron en uno de los lados la cama.
-¿De qué quieres que vaya el cuento hoy? –le preguntó, acariciando su mejilla.
La niña arrugó la nariz y luego miró hacia abajo. Comenzó a jugar con sus deditos, dudosa de preguntar lo que quería o no.
-¡Eh!, pequeña –la llamó a Rick, alzando su barbilla para que lo mirase. -¿Pasa algo?
Sophie miró a su madre y a su padre. –Yo… yo quiero dormir con vosotros. ¿Puedo? –pidió con ojos suplicantes.
Castle y Kate se miraron y los dos sonrieron. Richard volvió a coger a la pequeña en brazos.
-Claro que puedes. Vamos a la cama de mamá. –Sophie besó varias veces la mejilla de su padre, contenta. Aprovechó la cercanía de su madre y rodeó su cuello con uno de sus bracitos, atrayéndola para hacer lo mismo. Besar y besar su mejilla.
Richard contó el cuento personalizado que su hija le pidió. Los tres charlaban animadamente acostados en la cama de matrimonio.
Kate estaba en medio de padre e hija. Estaba tumbada sobre su espalda y estaba siendo abrazada por ambos lados por las dos personas más importantes de su vida. Sonreía sin poderlo evitar. Era lo único que había hecho desde que esa mañana se había despertado abrazada al escritor.
-¿Te pasa algo? –le preguntó a su novio cuando Rick torció el gesto.
-No –sonrió primero, luego la besó.
-Rick… -insistió Kate.
-Solo es que me siento incómodo –le confesó. –Quiero ducharme. Necesito una ducha –se apresuró a aclarar ante el cambio de semblante que había sufrido la cara de su pareja. Que ahora respiro aliviada. –Me pica todo el cuerpo, pero no tengo ropa limpia para ponerme –El escritor estaba solo vestido con su bóxer. La ropa que llevaba puesta, se estaba lavando en esos momentos.
La abogada sonrió. –Sí, sí que tienes. –Se levantó de la cama. –Ven –le pidió a Richard. –Ahora volvemos, cariño –le dijo a su hija que hablaba con una de sus muñecas.
La siguió hasta la habitación de al lado, ésa que Kate utilizaba como vestidor. Beckett abrió uno de los cajones y sacó lo que ahí guardaba.
-Es tu pijama. El que dejaste el primer fin de semana que dormiste aquí. Sophie quería que…
-Quería asegurarse de que volvería a dormir aquí y dejé la ropa de dormir -sonrió Castle recordándolo.
-También dejaste esto –dijo, cogiendo ahora la ropa interior del cajón.
-¿Ha estado siempre ahí? –preguntó elevando la ropa. –Digo, ¿no te deshiciste de esto cuando pensabas que…? –Kate negó.
-No ha estado siempre ahí –respondió con una semi sonrisa. –A veces, -agachó su mirada, posándola en sus pies para, después de coger aire, volver a alzarla. –he usado la camiseta como pijama. Eso hacía que te sintiera más cerca –confesó, sonrojándose.
Richard se acercó a ella, dejó la ropa en el estante más cercano y rodeó su cintura con sus fuertes brazos. Sonrió. Kate envolvió su cuello, mirándolo fijamente con una media sonrisa.
-Puedes usarla cada vez que quieras. –Eliminó la poca distancia que había entre sus bocas, besándola con dulzura. Cuando se separaron, cogió la camiseta ancha, que estaba utilizando Kate como pijama, por el dobladillo y la sacó por encima de su cabeza.
-¿Qué haces? –preguntó divertida. –Sophie puede venir a buscarnos.
Rick la acercó a él y la abrazó, escondiendo su cara en el cuello de ella. –He extrañado estar así. Piel con piel. Pero no voy a hacer nada. No ahora –susurró en su oído. –Aunque me encantaría. –Rio, separándose y tomando su camiseta para colocársela a Kate. –Quiero vértela puesta y que duermas con ella hoy.
Cuando tuvo la prenda sobre su cuerpo, la abogada, lo abrazó. Dejó un beso en su pecho. Se separó lo mínimo para poder mirarlo a los ojos.
-Te he echado tanto de menos –acarició su mejilla. –Te quiero mucho, mucho –rio, al darse cuenta que eso era lo que solía decir su hija. -¿Sabes? –Rick la miró con atención. –Creo que me sé todos tus libros de memoria. –Le confesó con una sonrisa tímida.
-¿Te has leído mis libros? –preguntó sorprendido.
Asintió. –Todos tus libros. Más de una vez. A veces, me imaginaba que eras tú el que me los leía… -Richard rozó la mejilla de su novia con sus dedos suavemente. Acercó sus labios a su frente y la acarició antes de depositar un beso.
-¿Cómo sabías que…
-La tele –respondió. –Varios días después entré en una librería y vi tus libros. Compré todos los que había. Los que faltaban los compré por internet. No sabes lo orgullosa que me sentí cuando vi, que todos ellos, eran Best sellers. –Ambos sonrieron. –Soy la novia de un famoso y talentoso escritor. –Bromeó Kate, apretando con ambas manos su culo.
-¡Eh! –Se quejó divertido Richard.
Kate se puso seria. –Sabes que no me importa que seas un escritor famoso ni tu dinero ni nada de eso, ¿verdad? –cuestionó Beckett con un deje de preocupación en su voz.
-Lo sé, no te preocupes. –Le sonrió para tranquilizarla.
-Yo te quiero por cómo eres. Por cómo me tratas, por todo lo que me hace sentir cuando te veo interactuar con Sophie. Con nuestra hija –una sonrisa apreció en la cara de los dos sin remedio al escuchar “nuestra”-. Cuando te veo con ella un sentimiento que no sé cómo describir, se instala en mi pecho. Por tu generosidad. Por el amor que nos demuestras. Por lo que me hace sentir con un simple roce. Porque en tus brazos es en el único sitio que me siento protegida. Es el único lugar del mundo en el que quiero estar. Porque cuando estoy contigo siento que no puedo ser más feliz. –Sonrió tímidamente. Agachó la cabeza. –Yo nunca me he confesado a nadie –confesó con cierto nerviosismo. –O hacer lo que sea esto. Yo… -Kate levantó la vista, dejando ver sus mejillas enrojecidas. –Te quiero –dijo con cierto nerviosismo.
Rick la miraba emocionado. La alzó, rodeándola con sus brazos. Dio una vuelta con ella para luego volverla a dejar en el suelo. Se acercó a Kate despacio, sin quitar los ojos de los de ella. Rozó con sus labios, la suave piel de los suyos, acercándose, reconociendo su aliento, probando el sabor de su respiración, uno beso dulce que se intensificaba poco a poco, tomándose todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de su boca.
Un beso que fue seguido de otro más explorador y provocativo, uno que se apropió de sus labios como si fueran suyos. Los saboreó. Los acarició, hasta que con pequeños mordisquitos su boca hizo estremecer a la suya. La lengua de Richard, recorrió sus labios de lado a lado como quien prueba un helado.
Un instante después, se alejó un poco para mirarla a los ojos y sonreírle amorosamente. –Es lo más bonito que me han dicho nunca. –Los dos sonrieron. –Te quiero mucho –le dijo antes de seguir con el beso.
Ambas lenguas jugando entre sí, acariciándose mutuamente mientras las manos del escritor se perdían sobre su nuca y su cabello. Las de Kate acariciando la espalda y la cintura de su novio.
-Ya estoy de vuelta. –Beckett se giró, sonriéndole y dejó un pequeño beso en sus labios. Ambos apoyaron sus frentes, mirándose con una sonrisa. –Creo que tenemos una conversación pendiente. –Recordó el escritor. Notó cómo el cuerpo de su novia se tensaba. –Tranquila, solo vamos a hablar. –Frotó su espalda con una mano.
Kate asintió.
Se sentó sobre la cama e hizo que Kate lo hiciera en medio de sus piernas. Y apoyara su espalda en su pecho. El escritor la abrazo y retiró el pelo de su cuello para dejar ahí un beso.
Miro hacia el lado izquierdo de la cama. Sophie estaba profundamente dormida, abrazada a su “hija”. Sonrió.
-Se la ve feliz. –Habló Richard, rompiendo el silencio.
-Es muy feliz –aseguró Kate. –Tú la haces muy feliz. –Se giró para darle un beso. –Ella siempre te quiso como su papá. Ella misma me pidió que Will no fuese su padre. Sophie solo te quería a ti para ese puesto. –Se volteó para mirarlo al no escucharlo decir nada. Éste sonrió por inercia pero su rostro se veía serio.
-¿Qué? –preguntó, cuando la mirada de él se posó sobre la suya, moviendo su cuerpo todo lo que pudo para mirarlo más cómodamente.
-Es solo que… ¿qué paso entre tú y Will? –inquirió, sorprendiendo a la abogada. Que cerró su boca sin saber que decir.
-No pasó nada. Nada –repitió, mirándolo a los ojos. –Después de lo de la cafetería, cuando te vi, unos días más tarde, me lo encontré. Éramos amigos desde hace algunos años. Él estaba enamorado de mí y me volvió proponer casarme con él. Cuando Dan me dejó, él me dijo que si yo quería se haría cargo, que sería un padre para Sophie. Yo me negué. No lo quería. Pero esta vez, yo estaba tan dolida, que acepté. Pero –se colocó sobre sus rodillas –nunca pasó nada entre nosotros. Yo no podía. Cada vez que él intentaba acercarme a mí, yo me alejaba. Yo no lo quería. Te quería a ti –le confesó. –Will siempre supo de mis sentimientos por ti. Cuando me enteré de la verdad, ya no pude seguir con ese compromiso. Nunca debí aceptar.
-Pero en el parque…
-Lo sé,… yo… supongo que quería pagarte con la misma moneda. No sé. Lo siento –se disculpó, completamente arrepentida. –Fue el único beso que nos dimos.
Acarició despacio la cara del escritor.
-Ya no importa –dijo, abrazándola y dejando un beso sobre su cabeza.
-Rick… yo… -titubeó.
-Dime –la animó con su suave tono de voz.
-Siento… siento no haber estado contigo cuando más me necesitaba. Yo…
-Tú no lo sabías.
-Pero…
-Te mentiría si te dijese que no me hubiese gustado tenerte conmigo en esos momentos pero… -Richard exhaló un largo suspiro. –Fue muy duro –confesó, evitando mirarla. –Tuve que ver cómo mi madre se iba muriendo y yo no podía hacer nada. Despedirme de ella para siempre. –Los ojos del escritor se aguaron. Y tímidas lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas.
La abogada lo abrazó, apretándose contra él todo lo que pudo.
-Lo siento –susurró con algo de emoción en su voz.
-Volví a Colombia. Todos nuestros conocidos, bueno, algunos vinieron a verme o me llamaron cuando se enteraron. Todos me prometían apoyo pero luego de eso, nadie volvía. Lo hacían por obligación y por quedar bien.
-Estuviste solo… ¡Dios! –exclamó al borde de las lágrimas. –Lo siento, lo siento tanto.
-¡Eh! –Rick tomó su cara entre sus manos. –Tú no lo sabías.
-Pero…
-Pero nada. Ahora estás conmigo. –Dibujó una triste sonrisa con sus labios.
-Ahora y siempre, Rick. Nunca voy a volver a dejarte solo.
-Lo sé, amor. –Besó sus labios con cuidado. –Yo nunca he hablado de mis sentimientos con nadie.
-Conmigo lo puedes hacer. Yo puedo escucharte –dijo entre suspiros Kate. –Estoy aquí –se enjuagó las lágrimas.
El escritor la atrajo hacia él, obligándola a recostarse en su pecho. Tomó aire antes de empezar a hablar.
-Mi madre era la única persona que tenía. Ella siempre estuvo a mi lado. Siempre fuimos nosotros dos. –Sonrió ante un recuerdo que inundó su mente. –Cuando me enteré de su enfermedad, cuando el doctor Kovacic me contó cuál era la extensión de su enfermedad, supe que ahí había cambiado mi vida. Mi madre se moría y yo solo podía esperar a que ocurriese un milagro. –Sollozó. -Vinimos aquí porque el doctor me dijo que habría más posibilidades. Hice campañas para sensibilizar a la gente. Intenté encontrarle un donante. Pero no pude. No lo logré a tiempo. – el escritor agachó la cabeza, las lágrimas se deslizaban por su rostro sin parar. –Empeoró. El tiempo cada vez se hacía más ínfimo… Fue horrible tenerme que despedir. –Se quedó callado durante unos segundos. Kate lo acariciaba. –Murió entre mis brazos. –Después de decir aquello, Rick, no pudo continuar hablando. Lloraba y lloraba sin para con la cara escondida en el cuello de Beckett, que se había puesto de rodillas, para mirarlo a la cara mientras hablaban.
Por el rostro de la abogada también recorrían algunas lágrimas. Le dolía ver a su novio tan triste. Y Martha. La apreciaba mucho.
Cuando el escritor se logró tranquilizar, le contó lo que su madre le había dicho en sus últimos días. Lo que le dijo del bebé y sobre buscarla.
Recordó viejas anécdotas con su madre. Momentos de su infancia y adolescencia. Sonriendo nostálgicamente relatando estos. Riendo, contando algunas de sus muchas travesuras.
El tema fue variando, hasta llegar a hablar sobre la ayuda que le prestó a Kate durante el juicio.
-Nunca me contaste de qué conocías al Alcalde. –Le recordó.
-Es verdad. –Reconoció. –Pues conocerlo, fue algo raro. Antes de que se hiciese alcalde, Bob, estuvo en Colombia de vacaciones. Era amigo de un gran amigo mío por esos tiempos. Estuvimos jugando al póker juntos varias veces. Estuvo todo un verano allí, así que fuimos entablando una gran amistad aunque al principio no nos podíamos ni ver. Se hizo muy fan de mis libros. –Rio.
-Así que, ese era el gran secreto –dijo, mordiéndose el labio. –Pensé que habría algo más detrás. Por tanto secretismo, digo.
-No, no hay nada más. –Sentenció con una sonrisa. –Pero ahora quiero yo preguntarte algo –dijo, poniéndose serio. Kate asintió, dándole permiso. -¿De dónde sacaste el dinero para devolvérmelo?
La abogada se quedó en silencio durante unos segundos. –El primer sobre –suspiró. No quería hablar de eso –era el dinero que tenía ahorrado y lo que me dejaron algunos amigos. Y el segundo, pedí un préstamo –acabó, mirando hacia abajo.
-No… Kate, yo… estoy muy arrepentido de todo eso. No tenía que haber dicho nada. Yo no lo sentía. Yo quiero devol… -Beckett puso dos dedos sobre sus labios para silenciarlo.
-No, ese dinero es tuyo.
-¡Pero te has endeudado por mi culpa! –exclamó exasperado.
-No, es tu culpa. Eran mis gastos, al fin y al cabo.
-Kate… por favor –pidió, apenado.
-No, Rick. Lo iré pagando poco a poco.
-Pero, ahora, somos pareja y…
-No, Rick, somos parejas pero no por eso tiene que hacerte cargo de este tipo de cosas, además, yo trabajo.
-Sí, pero tendrás la deuda hasta que pagues la última cuota y…
-Y nada –Kate lo besó en los labios, sonriendo. –Ya nos tomaremos una cerveza cuando pague todo para celebrarlo –Le guiñó un ojo sonriente.
Castle bufó. Sabía que no iba a conseguir salirse con la suya.
Kate se despertó la primera. Esbozó una sonrisa cuando notó el cuerpo del escritor, totalmente, abrazado al de ella. Su espalda y su pecho estaban completamente pegados. Su hija, frente a ella, dormía con la cara escondida en su pecho y con un bracito por encima de su cintura.
Cerró los ojos y disfrutó unos minutos más, hasta que finalmente, se levantó para ir a preparar el desayuno. Hoy quería hacerlo ella. Quería mimar a su escritor, lo había visto muy mal la noche anterior cuando le estuvo contando lo ocurrido con su madre, Y aunque, luego la conversación y su ánimo mejoraron, se le veía triste.
Estaba tan inmersa en sus pensamientos mientras cocinaba las tortitas para su hija que no se percató de la presencia de Castle hasta que éste la abrazo por detrás.
-Hey, buenos días –le susurró Rick en el oído.
-Buenos días –respondió, girándose Kate. –Quería llevarte el desayuno a la cama –le confesó después de besarlo.
-Bueno, -dijo Richard ladeando la cabeza - puedo ayudarte a terminar y, luego, volvemos a la cama.
-Ya casi he terminado. Yo lo acabo. Hoy me toca a mí.
Castle le dio un sonoro beso en la mejilla.
-¿Te sientes mejor? –le preguntó, rozando sus dedos delicadamente por su mejilla.
-Sí. –Sonrió. –He dormido con mi hija y mi novia. Las dos chicas más guapas de todo Nueva York, y del mundo. Me estás preparando el desayuno… ¿qué más puedo pedir? –Se puso serio antes de continuar: -tú y Sophie sois mi felicidad. –La abrazó fuertemente.
-Te quiero Rick –musitó Kate. Tras decir eso, besó su cuello.
Quince minutos más tarde. Los tres desayunaban alegremente en la cama.
Después de desayunar, Richard, les contó la idea que se le había ocurrido mientras comían. Ante el entusiasmo de Sophie y Rick, Kate, no pudo negarse. Además, a ella también le apetecía estar esos tres días en un hotel rural en la montaña.
Descansarían y aprovecharían el tiempo al máximo para estar juntos. Eso era lo que más quería. Estar los tres juntos. Y estarían y, encima, rodeados de naturaleza y tranquilidad.
Para la hora de comer ya tenían listo todo lo que iban a necesitar ese fin de semana. Comieron en un restaurante cerca de una de las salidas de Nueva York.
Viernes noche
Después de dejar a su hija dormida en la cama que compartirían los tres, Richard, salió de la habitación con algo en la mano que había sacado de su maleta.
Vio a Kate sentada en un cojín frente a la chimenea, observando las llamas. Cogió el vino y las dos copas que había en una mesilla y caminó hacia su novia. Se sentó justo detrás, pegando su espalda a su cuerpo. Dejó lo que había traído a su lado en el suelo, menos eso que había traído de la ciudad, que había dejado detrás de él, fuera del alcance de la vista de Beckett.
Sirvió vino en las dos copas y le dio una a ella. Brindaron por ellos y su relación. Compartieron algunas caricias y besos. Hasta que Rick, sacó el libro. Dentro de él, había una rosa. Exactamente en la segunda hoja, donde él había escrito una dedicatoria para Kate.
Rodeó el cuerpo de la abogada con sus brazos y puso el libro delante de ella. Lo abrió y dejó unos segundos para que ella leyese lo que le había escrito.
Luego, lo leyó él. Un susurro sobre su oído. Entregándole la flor.
“Los cuentos más bonitos no son los que se escriben, sino los que se viven. Te quiere, Rick.”
Kate le sonrió antes de juntas sus labios con los suyos. Cuando se separaron, Castle, pasó la página y comenzó a leer el primer capítulo de uno de sus libros. Beckett se acomodó en sus brazos con una sonrisa, recordando lo que le había dicho la noche anterior. Rick estaba leyendo para ella, como ella le había confesado que había imaginado muchas veces.
Un rato más tarde el libro había pasado a un segundo plano. Lo único que deseaban en ese momento era besarse y acariciarse. La semi oscuridad y el sonido del crepitar del fuego, hacían que en la estancia se hubiese formado un escenario íntimo y romántico.
-Rick,… -jadeó Kate mientras éste besaba húmedamente su cuello.
-Quiero hacerte el amor, Kate. Aquí y ahora. –Dijo, mirándola con los ojos oscurecidos por el deseo.
-Sophie… -fue lo único que dijo Beckett.
-Está dormida y no se va a despertar.
Castle volvió a atrapar los labios de su novia. Mordió su labio inferior y tiró de él.
-Dime que tú no lo deseas, Kate… -metió sus manos por debajo de la camiseta de pijama que estaba usando la abogada. Tocando su piel caliente, subiendo con sus manos por sus costados.
Ésta gimió cuando las manos de su novio tocaron sus pechos. –Yo también lo deseo, Rick. Quiero hacer el amor contigo.
Eso fue suficiente para que, el escritor, se deshiciese de la parte de arriba de su pijama. Dejándola semi desnuda delante de él al no llevar sujetador.
La contempló por varios segundos antes de volver a besar su cuello. De dejar besos por su clavícula y hombro para luego ir bajando. Cogió la rosa que descansaba a su lado y acarició el torso de su novia con ella, apenas rozándola. Sonriéndole.
Kate se la quitó de las manos y se puso de rodillas. Ahora fue su turno de besar su cuello, su mandíbula y su pecho. De acariciarlo, como el anteriormente había hecho con ella.
Tumbada bocabajo sobre la alfombrada desnuda y tapada con una fina sabana, Kate conversaba con Rick después de haber hecho el amor. Los dos tenían una sonrisa en su cara.
El escritor rozaba con la rosa la espalda desnuda de su novia, mientras la escuchaba hablar, embelesado.
-Rick… -lo llamó Kate, poniéndose seria.
-Dime –le contestó sin dejar de mirarla y acariciarla.
-Yo sé que… a lo mejor es demasiado pronto… -decía nerviosa y titubeando –pero –se incorporó, sentándose –me gustaría… quiero que te vengas a vivir con Sophie y conmigo –terminó de decir de corrido.
-¿Quieres que me mude con vosotras? –preguntó divertido Richard por el nerviosismo de ella.
-Sí –afirmó, ansiosa.
-A lo mejor sí que es demasiado pronto –el rostro de Beckett se contrajo- pero me da igual. Yo también quiero vivir con vosotras. Despertarme todos los días a tu lado y al de nuestra hija cuando se acueste con nosotros. Quiero que seas lo primero que vea al abrir los ojos.
La abogada lo estrechó entre sus brazos mientras sonreía. –Te quiero –murmuró en su oído.
Richard abrió la puerta del loft en el que había vivido con su madre. Iba acompañado de Kate, él mismo le había pedido que lo hiciera cuando le contó el motivo de su vuelta a Nueva York.
Faltaban 5 días para el cumpleaños de su madre, que sería el día en el que le harían el homenaje.
La abogada cerró la puerta y se colocó al lado de su novio. Éste se había quedado parado en mitad de la entrada mirándolo todo con tristeza. Entrelazó sus dedos con los suyos y besó su mejilla.
-Ahí –señaló el centro de la sala –se desmayó una de las últimas veces. –Miró las escaleras –En su habitación fue la última vez. –Kate apretó en agarre de su mano, cuando silenciosas lágrimas comenzaron a recorrer el rostro del escritor.
Tiró de su mano y lo llevó hasta la cocina. –Aquí –dijo, obligándolo a mirarla -, aquí nos felicitó por nuestro noviazgo. –Caminó varios pasos, arrastrándolo con ella. –En el tercer escalón nos dedicó una última mirada mientras subía con Sophie. Fue el día que hizo el amor por primera vez. –Aquí –lo empujó hasta la mesa del comedor –me contó algunas de tus trastadas de niño. No te quedes con los recuerdos malos, cariño –le pidió, agarrando sus dos manos.
El escritor como respuesta la estrechó entre sus brazos.
Un poco más tarde, Kate y Rick, entraban en la habitación de Martha. Querían buscar algo que la identificara, algo que la definiera para el día del homenaje.
Richard abrió todos los cajones, entreteniéndose con casi todo lo que encontró. Explicándole a Kate la historia de ese objeto o esa foto. Sonreía y lloraba al recordar.
A su lado, Kate, lo escuchaba atenta, regalándole caricias de vez en cuando.
-Ya verás, que poco a poco, la recordarás con menos dolor. Hasta que el dolor desaparezca completamente. –Apretó el agarre de sus manos unidas.
Siguió buscando entre sus cosas. Una caja con el nombre de Richard grabado en la tapa, aprecio al final de su armario. La tomó entre sus manos con cuidado. Se sentó en la cama de su madre con Kate. La miró antes de abrirla, ésta la animó a que lo hiciera.
Ahí, en la blanca caja, encontró fotos de ellos dos juntos. Había desde que Rick era un bebé hasta las últimas fotos que se habían tomado. También, halló su peluche favorito de niño y el regalo que le hizo con nueve años a su madre. Una rosa de papel.
Entre las fotos un DVD apareció.
Bajaron hasta el despecho para reproducirlo.
Martha Rodgers apareció en primer plano en la pantalla de 47 pulgadas que estaba colgada de la pared.
Kate y Richard se miraron.
-Querido, -se escuchó la voz de la actriz proveniente del plasma –si estás viendo esto es que ya el tiempo se me agotó. Pero eso no importa ahora –los ojos rojos e irritados de Castle, se volvieron a llenar de lágrimas. –Cuando me enteré de la verdad… sé que lo hiciste para protegerme, para que fuese feliz. No quiero ni imaginar el dolor y la carga que llevaste tú solo. No te estoy reclamando nada. No podría. Desde el día que naciste, has sido mi mayor tesoro. Esa persona que me sacaba una sonrisa pese a todo. Por la que cada día me levantaba para seguir luchando y darte una vida mejor. Sé que a veces no fui buena madre, que te dejaba mucho tiempo solo o bajo cuidado de niñeras. Siento no haber pasado más tiempo contigo. –Martha suspiró. Y Richard negaba con la cabeza. –En estos meses me has cuidado y te has preocupado para que fuese feliz. Me hiciste uno de mis sueños realidad. La escuela de teatro. Nunca pude tener un hijo que fuese mejor persona que tú, Richard.
Los ojos de la actriz cada vez estaban más y más rojizos. Se notaba que intentaba no llorar pero no estaba teniendo un buen resultado. –Quédate con los momentos felices. Con las noches de Noche Buena disfrazados. Con tus trastadas en los camerinos de los teatros. Con nuestras noches de soñar despiertos. Con nuestros besos y abrazos. No importa que no me puedas ver, yo siempre estaré contigo. Viviré dentro de ti, hijo –La actriz se limpió una lágrima traicionera. Kate, que se había levantado y abrazaba a Richard desde atrás, besó su mejilla cuando sollozó.
-Y, recuerda, querido, tú siempre has sido mi mayor sueño. Te quiero, Richard.
-Yo también te quiero, madre –gimoteó Richard, a la pantalla negra. La grabación había acabado.
Kate lo rodeó hasta ponerse cara a cara y lo estrechó entre sus brazos, fuertemente. Richard lloró en su hombro.
21 de Diciembre
El día del homenaje a Martha Rodgers había llegado, Kate sabía lo que eso significaba para Richard, aunque él intentase disimular su dolor. Sobre todo, delante de Sophie.
Desde el día que habían ido al loft, el escritor, estaba cabizbajo. Sonreía forzadamente la mayor parte del día. Algunas noches, después de que la niña se durmiese, veía una y otra vez el DVD. Ella se quedaba con él en silencio, abrazándolo y acariciándolo. Susurrándole “Te quieros” y palabras amorosas.
Esa mañana había decidido sorprenderlo cuando se despertarse, quería que al menos fuese feliz por unos instantes en ese duro día.
Con un rotulador permanente escribió en su pecho desnudo. A la altura de su corazón. Parando cuando notaba que Rick se removía, no quería que se despertarse antes de tiempo.
Más abajo, siguió escribiendo.
Escribió varios “Te quieros” por su pecho. Sophie, que se había despertado e ido a la habitación de sus padres a buscarlo, con la ayuda de su madre, escribió en algunos espacios “Te quiero, papi”. Tapándose la boca con una de sus manitas para no reír. Estaba pintando en el cuerpo de su padre. Y eso, no se debía hacer. Había que pintar en un papel.
Después, las dos Beckett fueron a la cocina y terminaron el desayuno que Kate había estado cocinando antes de ir a pintar a Richard. Colocaron todo encima de la mesilla y se subieron a la cama. Una a cada lado del escritor.
Sophie, por su parte izquierda, daba besos a su padre para despertarlo en la mejilla y en la frente. Kate, por el otro lado, hacía lo mismo que su hija. Dejando pequeños besos en sus labios.
Castle respondió a uno de los besos que Beckett le había dado en la boca, revelando, así, que estaba despierto. Luego, besó a su hija en la frente que reía sin saber el porqué. Kate, también, comenzó a reír al ver la cara de desconcierto del escritor.
Que sin saber la razón de sus risas, sonrió. Cuando miró hacia abajo, donde los ojos de su hija no paraban de mirarlo, descubrió el secreto.
-¡Oh! –exclamó divertido. Distinguió algunos “te quieros” y sonrió. –Veo que es lo habéis pasado bien mientras dormía. –Miró a sus dos chicas alternativamente. Las Beckett sonrieron.
-¡Sí! –gritó Sophie acompañado de una risita.
Dejó un beso en su frente y atrajo a Kate, poniendo una mano en su cuello, para besarla. –Yo también os quiero mucho.
Beckett sonrió sobre sus labios.
-¿Podrías leerme lo que pone aquí? –señaló su corazón. –No alcanzo a leer.
Una sonrisa tímida apareció en el rostro de la abogada. Asintió y empezó a leer, notando cómo se ruborizaba:
Cuando terminó, los ojos de Kate buscaron los de su novio, que la miraban con una mezcla de ternura, amor y emoción. Ella sonrió tímidamente.
Richard, acortó la distancia que separaban sus labios, besándola con toda la dulzura que era capaz. Queriendo demostrarle con ese beso, lo que habían significado esas palabras para él.
-Gracias –susurró en sus labios. –Gracias –repitió.
-No tienes que darla. –Le dio un corto beso.
-¿Y aquí? ¿Qué pone? –colocó un dedo justo en su cadera. Kate había escrito algo algunos centímetros por encima de la tira de su bóxer.
Beckett rio avergonzada por tener que leérselo y se mordió el labio antes de empezar a leer:
Rick alzó las cejas divertido, provocando que Kate riera. –Vaya, abogada, no conocía está faceta tuya. Pero me encanta. –Volvió a besarla. –Gracias por traer en este día tan difícil felicidad a mi vida.
-Aquí –Sophie que se había cansado de esperar su turno, los interrumpió. –Aquí he escrito yo, papi –señaló uno de los “te quiero, papi” que había pintado con ayuda de su madre. -¡Y aquí! –Exclamó con una sonrisa.
Miró todo los puntos de su pecho donde su hija colocó su dedito. -¡Oh, vaya! Pues sí que me quieres mucho, has escrito muchos te quieros. –Sophie sonrió feliz. –Yo también te quiero mucho, mucho, pequeña. –Rodeó su pequeño cuerpo con sus brazos y la apretó contra su pecho.
Kate se unió al abrazo unos segundos después. –Hasta en los peores días es posible la alegría –murmuró en el oído del escritor. –Te quiero, amor.
Con una gran pantalla detrás de él en las que iban saliendo fotos de su madre y su madre y él, Richard, hablaba desde el corazón. Emocionado.
Kate, sentada junto a sus padres y su hija en el centro de la tercera fila, escuchaba atenta las palabras de Rick. Quería subir y abrazarlo en ese momento pero no debía hacerlo.
-“Aun recuerdo esas mañanas en la que amanecíamos juntos en la cama. Yo jugaba a despertarla mientras ella se revolvía y me abrazaba, pidiéndome un ratito más. Llegaba muy tarde de trabajar y yo me despertaba muy temprano.
Recuerdo sus firmes pasos de camino hacia el colegio, donde sus manos me transmitían seguridad, sus dulces besos y esa manera de tocar mi pelo justo antes de entrar para adentro y prometerle que iba a estudiar.
Ahora es muy distinto, ya no está a mi lado. Ya no está aquí, se ha ido a donde no hay regreso, donde no la puedo buscar… pero en mi corazón, que aún llora su partida, siempre va a estar.
La siento aquí, en los cajones que guardan sus fotos, en este dolor de la realidad de su ausencia, en cada puerta de teatro, en cada recuerdo que tengo grabado.
Puede que ya no te vea pero te sigo sintiendo junto a mí, mamá” –Terminó de decir mientras una tímida lágrima se deslizaba por su rostro.
Todos los que habían acudido rompieron el total silencio que se había instalado durante las palabras del escritor con aplausos. Richard agradeció los aplausos con un movimiento de cabeza y bajó del escenario. Encontrándose con Kate y su hija justo al acabar las escaleras. Los tres se fundieron en un abrazo.
Dos horas más tarde, Kate, Rick y Sophie llegaban a su casa. Los tres parecían bastante cansados. La niña se había quedado dormida en el coche pero al tomarla su padre en brazos para sacarla del asiento trasero, se había despertado. Y no se había vuelto a dormir mientras caminaba hasta su casa y subían en el ascensor. Había algo que tenía que hacer junto a su madre.
Cuando se hubieron puesto cada uno su pijama se metieron en la cama de matrimonio. Kate, salió de la habitación, asegurándole que volvía enseguida. Y así lo hizo, pero no sola. Traía con ella una guitarra.
Castle arrugó el entrecejo y la miró sorprendido.
-¡Mami y yo te hemos preparado una canción! –gritó Sophie poniéndose de rodillas en la cama. Kate sonrió, asintiendo y se sentó en un lado de la cama. Su hija se puso a su lado. Las dos miraron a Rick, que las miraba con una enternecida sonrisa y con los ojos brillantes.
Las primeras notas inundaron la habitación. Madre e hija se miraron antes de comenzar a cantar:
Comenzaron un poco descoordinadas, pero al llegar al tercer y cuarto verso, cambió. Los cantaron en perfecta sincronía.
Sophie hizo un gesto a su madre para que la dejase cantar sola, el final de la estrofa. Recitando el verso mirando a su padre a los ojos, con una sonrisa. Algo sonrojada.
Las Beckett remarcaron el “all I ever need is you”, posando su vista en el escritor.
Rieron mientras cantaban, mirándose alternativamente entre ellos.
Terminaron de cantar la canción alargando el “You”. Sonriéndole a Rick, no solo con los labios, sino también con los ojos.
Kate y Richard estaban algo emocionados. La abogada dejó la guitarra en el suelo y padres e hija se envolvieron en un abrazo.
-Gracias por esto, mis amores –dijo con la voz algo entrecortada por la emoción el escritor. -¡Me hacéis tan feliz! Gracias por todo lo que habéis hecho por mí en el día de hoy. Os quiero –besó a sus dos chicas en la cabeza.
Beckett fue la primera en separarse. –No tienes que agradecer nada, amor –besó sus labios,-te mereces todo esto. Tú siempre has estado cuando te hemos necesitado y ahora te toca ti recibir nuestros mimos. –Sonrió, rozando el moflete húmedo de Richard pro culpa de algunas lágrimas que había escapado sin su permiso.
-No llores, papi –le pidió Sophie. –Mami y yo te hemos cantado para que estés feliz.
-Y estoy muy feliz, cariño. Gracias.
Se volvieron a abrazar.
-¿Cómo y cuándo habéis organizado todo esto? –preguntó minutos después el escritor.
-¡Ah! –las dos Beckett se encogieron de hombros, misteriosas.
24 de diciembre
Kate, Sophie y Richard estaban casi listos para poder salir de casa. Se habían vestido elegantemente para ir a celebrar Noche Buena en casa de Jim y Johanna, a la que iban a acudir algunos familiares y amigos.
Pensativo y algo triste, Castle, estaba sentado en el sofá esperando a madre e hija.
Por el pasillo, Beckett, observó la tristeza y seriedad que revelaba la cara del escritor. Suspiró y se acercó a él. Dándole un beso en el cuello antes de sentarse a su lado. Tomó una de sus manos.
-Voy a llamar a mi madre para decirle que no vamos a ir. –Su novio la miró confundido.
-¿Por qué? –atinó a preguntar.
-Porque no es justo. No es justo que tengas que venir con nosotras. No es un día fácil. Esta noche es uno de esos días en los que se echa más de menos a los seres queridos que ya no están con nosotros. No es justo para ti.
-Kate…
Ésta lo frenó. –Yo solo quiero pasar esta noche contigo y con Sophie. Es lo único que me importa. Con mis padres y los demás podemos pasarlo otro año. Éste nos podemos quedar aquí y pasarlo a nuestra manera. Ya sabes, entre besos y caricias –Susurró en su oído, provocativa.
-Pero…
-No hay peros que valgan. No creo que tengas ganas de mucha fiesta. –Rick le dio la razón. –Así que…
-¿Y la comida? ¿Qué van a decir tus padres? Seguro que ya nos están esperando.
-Podemos comer cualquier cosa –se encogió de hombros. –Y por mis padres no te preocupes, lo entenderán. –Le dio un corto beso.
-Gracias.
-Siempre –susurró, pegando su frente a la de su novio, sonriendo.
Sophie apareció por el pasillo con una de sus hijas en brazo. –Ya estoy –les dijo, mientras caminaban hacia ellos. –Amy también quería venir pero al final he decidido llevarme a Clare. A Amy ya la llevé al parque ayer. Además, Clare se ha portado mejor. –Les contó, luego, besó a su muñeca y habló con ella como si pudiese escucharla y contestarle.
Sus padres se miraron y sonrieron.
Justo a las 00:00 se escucharon el sonido de unas campanas en el rellano de la puerta del departamento. Sophie miró a sus padres con la boca abierta.
-¿Por qué no abrimos? Vamos a ver quién es –Dijo Rick, poniéndose de pie y cogiendo a cada una de sus chicas de la mano.
Cuando estuve frente a la puerta, cogió a la niña en brazos antes de abrirla. Frente a ellos, estaba Santa Claus con dos de sus ayudantes. Cada uno traía dos sacos rojos llenos de regalos. Había incluso dos, que no cabía en los sacos y estaban de pie en el suelo.
La pequeña abrió la boca y los ojos desmesuradamente.
-Santa Claus –susurró, completamente sorprendida e ilusionada.
Su padre la puso en el suelo.
-Santa Claus y elfos pasad. –Los invitó Castle haciéndose a un lado para que pudieran entrar.
Kate se acercó a su pareja, ella no sabía nada de eso. Al parecer Richard se las había ingeniado para que esas tres personas que tenía delante, tuviesen los regalos de Navidad de su hija sin ni siquiera haber salido de casa.
-Tú debes ser Sophie –le dijo Santa Claus a una entusiasmada Sophie, que asintió enérgicamente varias veces, moviendo su cabeza y musitando un casi inaudible “Sí” –Veo que te has portado muy bien y has sido una niña muy buena. Tienes muchos regalos. ¿Has sido buena? –le preguntó, inclinándose.
-Sí, sí –respondió rápidamente. –He sido buena –su voz sonó segura y deseosa porque la creyera y le diese los regalos.
-Papá, mamá –se dirigió ahora a los adultos. -¿Ha sido buena?
La pequeña los miró ansiosa por escuchar sus respuestas.
-Muy, muy buena. Sophie es la niña más buena del mundo –Rick fue el primero en contestar.
Santa Claus miró a Kate. Ésta aún estaba asimilando ese gesto que Richard había tenido con su hija. –Ha sido muy buena. Se merece todos esos regalos que ha traído para ella, señor Santa.
La niña sonrió feliz, saltando levemente sobre sus piernas.
-He sido muy buena, señor Santa Claus –repitió Sophie mirando a ese hombre gordo vestido de rojo de larga barba blanca.
-Hmmm… parece que así ha sido. –Pasó dos dedos por el pómulo de la pequeña en una leve caricia. -Veamos entonces que traemos para ti.
El anciano fue sacando uno a uno los regalos de su saco. La pequeña iba abriéndolos igual de entusiasmada que el primero. Cada vez que descubría que era ese paquete, reía y gritaba. Luego, se los mostraba a sus padres, feliz.
-Aquí pone otro nombre. –Dijo Santa, arrugando el entrecejo. –Pone Katherine –miro a Kate. –Supongo que eres tú. –Ésta asintió mirando a Richard que le sonreía.
Lo tomó entre sus manos y lo abrió, descubriendo los zapatos de tacón que se había parado a admirar en una tienda de Midtown East. Se había enamorado de esos zapatos pero eran demasiado caros para su economía. Castle quiso comprárselo pero ella se negó. Ahora, se los había regalado.
Dibujó un “gracias” con sus labios. Rick le sonrió y se encogió de hombros.
A los zapatos le siguieron todo aquello que se había parado a admirar durante aquel paseo. Chaquetas, abrigos, bolsos,… todo de alta gama.
Sophie tampoco podía quejarse, había recibido nuevas muñecas, o hijas, dos juegos de té. Ropa y pañales para sus muñecas. Juegos de mesa infantiles. La muñeca de la princesa Elsa de la película Frozen en tamaño real. También a Olaf. Una diadema de princesa. Un Castillo para jugar con Barbie, le habían regalado dos. Un maletín de doctora que a la niña le había encantado “Ya podía cuidar mejor a sus papás cuando estuvieran enfermos” según había dicho. Entre otros muchos juguetes.
Kate se sorprendió cuando varios de los regalos, los que anteriormente había llevado a casa de su madre, aparecieron en el saco de Santa y se los entregó a Rick.
Un helicóptero teledirigido, una foto de ellos tres en un precioso marco, un nuevo reloj y algunos regalos más, fue lo que Castle recibió.
Un rato más tarde, cuando Sophie cayó rendida por el cansancio de tanto jugar con sus juguetes nuevos.
Kate y Richard entraban en su habitación. Castle abrazó a su novia por la espalda. –Gracias por todos los regalos, me han encantado.
-A mí también los tuyos. Pero no debiste gastarte tanto dinero, yo no puedo permitirme lo mismo…
-El dinero no me importa, ya lo sabes. Yo solo quería hacerte feliz. Además, sabes que todo lo que tengo, también, es tuyo.
La abogada negó, acurrucándose en su pecho. –Tengo otro regalo para ti –le confesó, rozando con su nariz el cuello del escritor.
-¿Ah, sí? –inquirió, sonriendo.
-Sí –dejó un beso en sus labios y se separó para ir a buscarlo. Abrió uno de los cajones de la cómoda y sacó un pequeño estuche. Lo dejó en la mesita de noche y le dijo que se pusiera el pijama. Ella comenzó a desvestirse. Castle no tardó en hacerle caso, sacándose todo la ropa y poniéndose tan solo el pantalón de pijama. Cuando, estuvieron de rodillas en el centro de la cama, Kate abrió el estuche sacando dos colgantes plateados. En cada uno de ellos, había una medalla en forma de corazón, más bien, eran la mitad de un corazón. Los dos encajaban perfectamente formando el corazón completo.
En una de las medallas, plateadas también, estaba grabado el nombre de Richard. En el otro “Kate”. Beckett le tendió el collar con el medallón grabado con el nombre de ella.
-Es un poco cursi –comenzó a decir riendo y algo ruborizada Kate -, entre los dos forman un corazón. Separados solo son la mitad. Necesitan estar juntos para estar completos, al igual que yo te necesito junto a mí para no sentir que me falta mi mitad. Tú eres mi mitad, Rick. Solo tú puedes hacerme feliz. Solo a ti te quiero. Eres el amor de mi vida. –Sonrió tímidamente.
Richard la besó, saboreó sus labios. Recorrió con su lengua cada rincón de la boca de su novia. Mordió su labio superior. Luego el inferior.
-Y yo solo te necesito a ti Katherine Beckett para ser feliz. Tú y Sophie sois lo más importante de mi vida. Habéis llenado mi vida de felicidad. Tú, también, eres el amor de mi vida.
Se volvieron a besar.
Cada uno ayudó al otro al ponerse el colgante. Rick miró con una sonrisa a su novia cuando vio la palabra “Siempre” grabada por detrás de las medallas.
-Yo también tengo otra cosa para ti. –Le dijo saliendo de la cama para ir a buscarla.
Regresó con un papel en la mano, se lo entregó. El papel tenía forma de labios. Olía al perfume que Rick usaba.
Leyó lo que había escrito en voz baja:
Cuando terminó, lo miró. Entonces se fijó que cada vez estaban más cerca. Sus alientos se entremezclaban por culpa de la cercanía.
Castle comenzó a recitar la poesía, mientras iba haciendo lo que las palabras decían:
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, -Rick rozaba con su pulgar los labios de Kate. Dibujaba su silueta. Recorría su entorno mientras seguía: - hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, -posó sus ojos en los de ella - de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran –[sus labios se rozaban entre sí - y luchan tibiamente -a partir de aquí iba haciendo exactamente lo que iba diciendo para parar unos segundos, el tiempo suficiente para recitar la siguiente frase y ponerlo en práctica. -Mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”
-Wow –exclamó Beckett cuando Richard terminó el último verso. –Ha sido increíble. –Rio, perdida en sus ojos.
-Tú eres increíble –La besó de nuevo. Bajó hasta su cuello y lo mordió suavemente para comenzar a besarlo lánguidamente. –Ahora toca la segunda parte de mi regalo –confesó, alzando las cejas. Provocando la risa de su novia.
Encima tampoco es que me guste mucho este capi, por no decir NADA. Pero demasiado largo como para hacerlo de nuevo…
Gracias a todo aquel que ha gastado un ratito de su tiempo en leer este intento de fanfic y, más aún, al que me ha dejado su opinión, animándome a seguir.
…. ¡Ánimo!
Capítulo 32
Sophie agarraba su plato de plástico, con el fondo de una niña con una coleta a cada lado, por los bordes opuestos con sus pequeñas manitas, caminando detrás de su madre. Llevando su plato, con los resto de la cena, a la cocina. Rick iba detrás de ellas.
Con la ayuda de su padre, la pequeña, metió su platillo y su tenedor en el fregadero, era demasiado alto para su diminuta estatura. Ésta le sonrió agradecida.
-Creo –dijo el escritor tomando a su hija en sus brazos –que es hora de ir a dormir. –Caminó hasta la habitación infantil seguido de Kate. Colocó a la niña encima de la cama, después de que Beckett retirara las sábanas. Y la tapó.
Los dos adultos se sentaron en uno de los lados la cama.
-¿De qué quieres que vaya el cuento hoy? –le preguntó, acariciando su mejilla.
La niña arrugó la nariz y luego miró hacia abajo. Comenzó a jugar con sus deditos, dudosa de preguntar lo que quería o no.
-¡Eh!, pequeña –la llamó a Rick, alzando su barbilla para que lo mirase. -¿Pasa algo?
Sophie miró a su madre y a su padre. –Yo… yo quiero dormir con vosotros. ¿Puedo? –pidió con ojos suplicantes.
Castle y Kate se miraron y los dos sonrieron. Richard volvió a coger a la pequeña en brazos.
-Claro que puedes. Vamos a la cama de mamá. –Sophie besó varias veces la mejilla de su padre, contenta. Aprovechó la cercanía de su madre y rodeó su cuello con uno de sus bracitos, atrayéndola para hacer lo mismo. Besar y besar su mejilla.
XXX
Richard contó el cuento personalizado que su hija le pidió. Los tres charlaban animadamente acostados en la cama de matrimonio.
Kate estaba en medio de padre e hija. Estaba tumbada sobre su espalda y estaba siendo abrazada por ambos lados por las dos personas más importantes de su vida. Sonreía sin poderlo evitar. Era lo único que había hecho desde que esa mañana se había despertado abrazada al escritor.
-¿Te pasa algo? –le preguntó a su novio cuando Rick torció el gesto.
-No –sonrió primero, luego la besó.
-Rick… -insistió Kate.
-Solo es que me siento incómodo –le confesó. –Quiero ducharme. Necesito una ducha –se apresuró a aclarar ante el cambio de semblante que había sufrido la cara de su pareja. Que ahora respiro aliviada. –Me pica todo el cuerpo, pero no tengo ropa limpia para ponerme –El escritor estaba solo vestido con su bóxer. La ropa que llevaba puesta, se estaba lavando en esos momentos.
La abogada sonrió. –Sí, sí que tienes. –Se levantó de la cama. –Ven –le pidió a Richard. –Ahora volvemos, cariño –le dijo a su hija que hablaba con una de sus muñecas.
La siguió hasta la habitación de al lado, ésa que Kate utilizaba como vestidor. Beckett abrió uno de los cajones y sacó lo que ahí guardaba.
-Es tu pijama. El que dejaste el primer fin de semana que dormiste aquí. Sophie quería que…
-Quería asegurarse de que volvería a dormir aquí y dejé la ropa de dormir -sonrió Castle recordándolo.
-También dejaste esto –dijo, cogiendo ahora la ropa interior del cajón.
-¿Ha estado siempre ahí? –preguntó elevando la ropa. –Digo, ¿no te deshiciste de esto cuando pensabas que…? –Kate negó.
-No ha estado siempre ahí –respondió con una semi sonrisa. –A veces, -agachó su mirada, posándola en sus pies para, después de coger aire, volver a alzarla. –he usado la camiseta como pijama. Eso hacía que te sintiera más cerca –confesó, sonrojándose.
Richard se acercó a ella, dejó la ropa en el estante más cercano y rodeó su cintura con sus fuertes brazos. Sonrió. Kate envolvió su cuello, mirándolo fijamente con una media sonrisa.
-Puedes usarla cada vez que quieras. –Eliminó la poca distancia que había entre sus bocas, besándola con dulzura. Cuando se separaron, cogió la camiseta ancha, que estaba utilizando Kate como pijama, por el dobladillo y la sacó por encima de su cabeza.
-¿Qué haces? –preguntó divertida. –Sophie puede venir a buscarnos.
Rick la acercó a él y la abrazó, escondiendo su cara en el cuello de ella. –He extrañado estar así. Piel con piel. Pero no voy a hacer nada. No ahora –susurró en su oído. –Aunque me encantaría. –Rio, separándose y tomando su camiseta para colocársela a Kate. –Quiero vértela puesta y que duermas con ella hoy.
Cuando tuvo la prenda sobre su cuerpo, la abogada, lo abrazó. Dejó un beso en su pecho. Se separó lo mínimo para poder mirarlo a los ojos.
-Te he echado tanto de menos –acarició su mejilla. –Te quiero mucho, mucho –rio, al darse cuenta que eso era lo que solía decir su hija. -¿Sabes? –Rick la miró con atención. –Creo que me sé todos tus libros de memoria. –Le confesó con una sonrisa tímida.
-¿Te has leído mis libros? –preguntó sorprendido.
Asintió. –Todos tus libros. Más de una vez. A veces, me imaginaba que eras tú el que me los leía… -Richard rozó la mejilla de su novia con sus dedos suavemente. Acercó sus labios a su frente y la acarició antes de depositar un beso.
-¿Cómo sabías que…
-La tele –respondió. –Varios días después entré en una librería y vi tus libros. Compré todos los que había. Los que faltaban los compré por internet. No sabes lo orgullosa que me sentí cuando vi, que todos ellos, eran Best sellers. –Ambos sonrieron. –Soy la novia de un famoso y talentoso escritor. –Bromeó Kate, apretando con ambas manos su culo.
-¡Eh! –Se quejó divertido Richard.
Kate se puso seria. –Sabes que no me importa que seas un escritor famoso ni tu dinero ni nada de eso, ¿verdad? –cuestionó Beckett con un deje de preocupación en su voz.
-Lo sé, no te preocupes. –Le sonrió para tranquilizarla.
-Yo te quiero por cómo eres. Por cómo me tratas, por todo lo que me hace sentir cuando te veo interactuar con Sophie. Con nuestra hija –una sonrisa apreció en la cara de los dos sin remedio al escuchar “nuestra”-. Cuando te veo con ella un sentimiento que no sé cómo describir, se instala en mi pecho. Por tu generosidad. Por el amor que nos demuestras. Por lo que me hace sentir con un simple roce. Porque en tus brazos es en el único sitio que me siento protegida. Es el único lugar del mundo en el que quiero estar. Porque cuando estoy contigo siento que no puedo ser más feliz. –Sonrió tímidamente. Agachó la cabeza. –Yo nunca me he confesado a nadie –confesó con cierto nerviosismo. –O hacer lo que sea esto. Yo… -Kate levantó la vista, dejando ver sus mejillas enrojecidas. –Te quiero –dijo con cierto nerviosismo.
Rick la miraba emocionado. La alzó, rodeándola con sus brazos. Dio una vuelta con ella para luego volverla a dejar en el suelo. Se acercó a Kate despacio, sin quitar los ojos de los de ella. Rozó con sus labios, la suave piel de los suyos, acercándose, reconociendo su aliento, probando el sabor de su respiración, uno beso dulce que se intensificaba poco a poco, tomándose todo el tiempo del mundo para recorrer cada milímetro de su boca.
Un beso que fue seguido de otro más explorador y provocativo, uno que se apropió de sus labios como si fueran suyos. Los saboreó. Los acarició, hasta que con pequeños mordisquitos su boca hizo estremecer a la suya. La lengua de Richard, recorrió sus labios de lado a lado como quien prueba un helado.
Un instante después, se alejó un poco para mirarla a los ojos y sonreírle amorosamente. –Es lo más bonito que me han dicho nunca. –Los dos sonrieron. –Te quiero mucho –le dijo antes de seguir con el beso.
Ambas lenguas jugando entre sí, acariciándose mutuamente mientras las manos del escritor se perdían sobre su nuca y su cabello. Las de Kate acariciando la espalda y la cintura de su novio.
XXX
Cuando regresó a la habitación, Castle, se encontró con Kate recostada de lado, acariciando la cara de la niña que dormía. Sonreía y se veía muy feliz. Se acercó y se acostó detrás de ella abrazándola por la espalda. Besó su pelo.-Ya estoy de vuelta. –Beckett se giró, sonriéndole y dejó un pequeño beso en sus labios. Ambos apoyaron sus frentes, mirándose con una sonrisa. –Creo que tenemos una conversación pendiente. –Recordó el escritor. Notó cómo el cuerpo de su novia se tensaba. –Tranquila, solo vamos a hablar. –Frotó su espalda con una mano.
Kate asintió.
Se sentó sobre la cama e hizo que Kate lo hiciera en medio de sus piernas. Y apoyara su espalda en su pecho. El escritor la abrazo y retiró el pelo de su cuello para dejar ahí un beso.
Miro hacia el lado izquierdo de la cama. Sophie estaba profundamente dormida, abrazada a su “hija”. Sonrió.
-Se la ve feliz. –Habló Richard, rompiendo el silencio.
-Es muy feliz –aseguró Kate. –Tú la haces muy feliz. –Se giró para darle un beso. –Ella siempre te quiso como su papá. Ella misma me pidió que Will no fuese su padre. Sophie solo te quería a ti para ese puesto. –Se volteó para mirarlo al no escucharlo decir nada. Éste sonrió por inercia pero su rostro se veía serio.
-¿Qué? –preguntó, cuando la mirada de él se posó sobre la suya, moviendo su cuerpo todo lo que pudo para mirarlo más cómodamente.
-Es solo que… ¿qué paso entre tú y Will? –inquirió, sorprendiendo a la abogada. Que cerró su boca sin saber que decir.
-No pasó nada. Nada –repitió, mirándolo a los ojos. –Después de lo de la cafetería, cuando te vi, unos días más tarde, me lo encontré. Éramos amigos desde hace algunos años. Él estaba enamorado de mí y me volvió proponer casarme con él. Cuando Dan me dejó, él me dijo que si yo quería se haría cargo, que sería un padre para Sophie. Yo me negué. No lo quería. Pero esta vez, yo estaba tan dolida, que acepté. Pero –se colocó sobre sus rodillas –nunca pasó nada entre nosotros. Yo no podía. Cada vez que él intentaba acercarme a mí, yo me alejaba. Yo no lo quería. Te quería a ti –le confesó. –Will siempre supo de mis sentimientos por ti. Cuando me enteré de la verdad, ya no pude seguir con ese compromiso. Nunca debí aceptar.
-Pero en el parque…
-Lo sé,… yo… supongo que quería pagarte con la misma moneda. No sé. Lo siento –se disculpó, completamente arrepentida. –Fue el único beso que nos dimos.
Acarició despacio la cara del escritor.
-Ya no importa –dijo, abrazándola y dejando un beso sobre su cabeza.
-Rick… yo… -titubeó.
-Dime –la animó con su suave tono de voz.
-Siento… siento no haber estado contigo cuando más me necesitaba. Yo…
-Tú no lo sabías.
-Pero…
-Te mentiría si te dijese que no me hubiese gustado tenerte conmigo en esos momentos pero… -Richard exhaló un largo suspiro. –Fue muy duro –confesó, evitando mirarla. –Tuve que ver cómo mi madre se iba muriendo y yo no podía hacer nada. Despedirme de ella para siempre. –Los ojos del escritor se aguaron. Y tímidas lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas.
La abogada lo abrazó, apretándose contra él todo lo que pudo.
-Lo siento –susurró con algo de emoción en su voz.
-Volví a Colombia. Todos nuestros conocidos, bueno, algunos vinieron a verme o me llamaron cuando se enteraron. Todos me prometían apoyo pero luego de eso, nadie volvía. Lo hacían por obligación y por quedar bien.
-Estuviste solo… ¡Dios! –exclamó al borde de las lágrimas. –Lo siento, lo siento tanto.
-¡Eh! –Rick tomó su cara entre sus manos. –Tú no lo sabías.
-Pero…
-Pero nada. Ahora estás conmigo. –Dibujó una triste sonrisa con sus labios.
-Ahora y siempre, Rick. Nunca voy a volver a dejarte solo.
-Lo sé, amor. –Besó sus labios con cuidado. –Yo nunca he hablado de mis sentimientos con nadie.
-Conmigo lo puedes hacer. Yo puedo escucharte –dijo entre suspiros Kate. –Estoy aquí –se enjuagó las lágrimas.
El escritor la atrajo hacia él, obligándola a recostarse en su pecho. Tomó aire antes de empezar a hablar.
-Mi madre era la única persona que tenía. Ella siempre estuvo a mi lado. Siempre fuimos nosotros dos. –Sonrió ante un recuerdo que inundó su mente. –Cuando me enteré de su enfermedad, cuando el doctor Kovacic me contó cuál era la extensión de su enfermedad, supe que ahí había cambiado mi vida. Mi madre se moría y yo solo podía esperar a que ocurriese un milagro. –Sollozó. -Vinimos aquí porque el doctor me dijo que habría más posibilidades. Hice campañas para sensibilizar a la gente. Intenté encontrarle un donante. Pero no pude. No lo logré a tiempo. – el escritor agachó la cabeza, las lágrimas se deslizaban por su rostro sin parar. –Empeoró. El tiempo cada vez se hacía más ínfimo… Fue horrible tenerme que despedir. –Se quedó callado durante unos segundos. Kate lo acariciaba. –Murió entre mis brazos. –Después de decir aquello, Rick, no pudo continuar hablando. Lloraba y lloraba sin para con la cara escondida en el cuello de Beckett, que se había puesto de rodillas, para mirarlo a la cara mientras hablaban.
Por el rostro de la abogada también recorrían algunas lágrimas. Le dolía ver a su novio tan triste. Y Martha. La apreciaba mucho.
Cuando el escritor se logró tranquilizar, le contó lo que su madre le había dicho en sus últimos días. Lo que le dijo del bebé y sobre buscarla.
Recordó viejas anécdotas con su madre. Momentos de su infancia y adolescencia. Sonriendo nostálgicamente relatando estos. Riendo, contando algunas de sus muchas travesuras.
El tema fue variando, hasta llegar a hablar sobre la ayuda que le prestó a Kate durante el juicio.
-Nunca me contaste de qué conocías al Alcalde. –Le recordó.
-Es verdad. –Reconoció. –Pues conocerlo, fue algo raro. Antes de que se hiciese alcalde, Bob, estuvo en Colombia de vacaciones. Era amigo de un gran amigo mío por esos tiempos. Estuvimos jugando al póker juntos varias veces. Estuvo todo un verano allí, así que fuimos entablando una gran amistad aunque al principio no nos podíamos ni ver. Se hizo muy fan de mis libros. –Rio.
-Así que, ese era el gran secreto –dijo, mordiéndose el labio. –Pensé que habría algo más detrás. Por tanto secretismo, digo.
-No, no hay nada más. –Sentenció con una sonrisa. –Pero ahora quiero yo preguntarte algo –dijo, poniéndose serio. Kate asintió, dándole permiso. -¿De dónde sacaste el dinero para devolvérmelo?
La abogada se quedó en silencio durante unos segundos. –El primer sobre –suspiró. No quería hablar de eso –era el dinero que tenía ahorrado y lo que me dejaron algunos amigos. Y el segundo, pedí un préstamo –acabó, mirando hacia abajo.
-No… Kate, yo… estoy muy arrepentido de todo eso. No tenía que haber dicho nada. Yo no lo sentía. Yo quiero devol… -Beckett puso dos dedos sobre sus labios para silenciarlo.
-No, ese dinero es tuyo.
-¡Pero te has endeudado por mi culpa! –exclamó exasperado.
-No, es tu culpa. Eran mis gastos, al fin y al cabo.
-Kate… por favor –pidió, apenado.
-No, Rick. Lo iré pagando poco a poco.
-Pero, ahora, somos pareja y…
-No, Rick, somos parejas pero no por eso tiene que hacerte cargo de este tipo de cosas, además, yo trabajo.
-Sí, pero tendrás la deuda hasta que pagues la última cuota y…
-Y nada –Kate lo besó en los labios, sonriendo. –Ya nos tomaremos una cerveza cuando pague todo para celebrarlo –Le guiñó un ojo sonriente.
Castle bufó. Sabía que no iba a conseguir salirse con la suya.
XXX
Kate se despertó la primera. Esbozó una sonrisa cuando notó el cuerpo del escritor, totalmente, abrazado al de ella. Su espalda y su pecho estaban completamente pegados. Su hija, frente a ella, dormía con la cara escondida en su pecho y con un bracito por encima de su cintura.
Cerró los ojos y disfrutó unos minutos más, hasta que finalmente, se levantó para ir a preparar el desayuno. Hoy quería hacerlo ella. Quería mimar a su escritor, lo había visto muy mal la noche anterior cuando le estuvo contando lo ocurrido con su madre, Y aunque, luego la conversación y su ánimo mejoraron, se le veía triste.
Estaba tan inmersa en sus pensamientos mientras cocinaba las tortitas para su hija que no se percató de la presencia de Castle hasta que éste la abrazo por detrás.
-Hey, buenos días –le susurró Rick en el oído.
-Buenos días –respondió, girándose Kate. –Quería llevarte el desayuno a la cama –le confesó después de besarlo.
-Bueno, -dijo Richard ladeando la cabeza - puedo ayudarte a terminar y, luego, volvemos a la cama.
-Ya casi he terminado. Yo lo acabo. Hoy me toca a mí.
Castle le dio un sonoro beso en la mejilla.
-¿Te sientes mejor? –le preguntó, rozando sus dedos delicadamente por su mejilla.
-Sí. –Sonrió. –He dormido con mi hija y mi novia. Las dos chicas más guapas de todo Nueva York, y del mundo. Me estás preparando el desayuno… ¿qué más puedo pedir? –Se puso serio antes de continuar: -tú y Sophie sois mi felicidad. –La abrazó fuertemente.
-Te quiero Rick –musitó Kate. Tras decir eso, besó su cuello.
Quince minutos más tarde. Los tres desayunaban alegremente en la cama.
XXX
Después de desayunar, Richard, les contó la idea que se le había ocurrido mientras comían. Ante el entusiasmo de Sophie y Rick, Kate, no pudo negarse. Además, a ella también le apetecía estar esos tres días en un hotel rural en la montaña.
Descansarían y aprovecharían el tiempo al máximo para estar juntos. Eso era lo que más quería. Estar los tres juntos. Y estarían y, encima, rodeados de naturaleza y tranquilidad.
Para la hora de comer ya tenían listo todo lo que iban a necesitar ese fin de semana. Comieron en un restaurante cerca de una de las salidas de Nueva York.
Viernes noche
Después de dejar a su hija dormida en la cama que compartirían los tres, Richard, salió de la habitación con algo en la mano que había sacado de su maleta.
Vio a Kate sentada en un cojín frente a la chimenea, observando las llamas. Cogió el vino y las dos copas que había en una mesilla y caminó hacia su novia. Se sentó justo detrás, pegando su espalda a su cuerpo. Dejó lo que había traído a su lado en el suelo, menos eso que había traído de la ciudad, que había dejado detrás de él, fuera del alcance de la vista de Beckett.
Sirvió vino en las dos copas y le dio una a ella. Brindaron por ellos y su relación. Compartieron algunas caricias y besos. Hasta que Rick, sacó el libro. Dentro de él, había una rosa. Exactamente en la segunda hoja, donde él había escrito una dedicatoria para Kate.
Rodeó el cuerpo de la abogada con sus brazos y puso el libro delante de ella. Lo abrió y dejó unos segundos para que ella leyese lo que le había escrito.
Luego, lo leyó él. Un susurro sobre su oído. Entregándole la flor.
“Los cuentos más bonitos no son los que se escriben, sino los que se viven. Te quiere, Rick.”
Kate le sonrió antes de juntas sus labios con los suyos. Cuando se separaron, Castle, pasó la página y comenzó a leer el primer capítulo de uno de sus libros. Beckett se acomodó en sus brazos con una sonrisa, recordando lo que le había dicho la noche anterior. Rick estaba leyendo para ella, como ella le había confesado que había imaginado muchas veces.
Un rato más tarde el libro había pasado a un segundo plano. Lo único que deseaban en ese momento era besarse y acariciarse. La semi oscuridad y el sonido del crepitar del fuego, hacían que en la estancia se hubiese formado un escenario íntimo y romántico.
-Rick,… -jadeó Kate mientras éste besaba húmedamente su cuello.
-Quiero hacerte el amor, Kate. Aquí y ahora. –Dijo, mirándola con los ojos oscurecidos por el deseo.
-Sophie… -fue lo único que dijo Beckett.
-Está dormida y no se va a despertar.
Castle volvió a atrapar los labios de su novia. Mordió su labio inferior y tiró de él.
-Dime que tú no lo deseas, Kate… -metió sus manos por debajo de la camiseta de pijama que estaba usando la abogada. Tocando su piel caliente, subiendo con sus manos por sus costados.
Ésta gimió cuando las manos de su novio tocaron sus pechos. –Yo también lo deseo, Rick. Quiero hacer el amor contigo.
Eso fue suficiente para que, el escritor, se deshiciese de la parte de arriba de su pijama. Dejándola semi desnuda delante de él al no llevar sujetador.
La contempló por varios segundos antes de volver a besar su cuello. De dejar besos por su clavícula y hombro para luego ir bajando. Cogió la rosa que descansaba a su lado y acarició el torso de su novia con ella, apenas rozándola. Sonriéndole.
Kate se la quitó de las manos y se puso de rodillas. Ahora fue su turno de besar su cuello, su mandíbula y su pecho. De acariciarlo, como el anteriormente había hecho con ella.
XXX
Tumbada bocabajo sobre la alfombrada desnuda y tapada con una fina sabana, Kate conversaba con Rick después de haber hecho el amor. Los dos tenían una sonrisa en su cara.
El escritor rozaba con la rosa la espalda desnuda de su novia, mientras la escuchaba hablar, embelesado.
-Rick… -lo llamó Kate, poniéndose seria.
-Dime –le contestó sin dejar de mirarla y acariciarla.
-Yo sé que… a lo mejor es demasiado pronto… -decía nerviosa y titubeando –pero –se incorporó, sentándose –me gustaría… quiero que te vengas a vivir con Sophie y conmigo –terminó de decir de corrido.
-¿Quieres que me mude con vosotras? –preguntó divertido Richard por el nerviosismo de ella.
-Sí –afirmó, ansiosa.
-A lo mejor sí que es demasiado pronto –el rostro de Beckett se contrajo- pero me da igual. Yo también quiero vivir con vosotras. Despertarme todos los días a tu lado y al de nuestra hija cuando se acueste con nosotros. Quiero que seas lo primero que vea al abrir los ojos.
La abogada lo estrechó entre sus brazos mientras sonreía. –Te quiero –murmuró en su oído.
XXX
Richard abrió la puerta del loft en el que había vivido con su madre. Iba acompañado de Kate, él mismo le había pedido que lo hiciera cuando le contó el motivo de su vuelta a Nueva York.
Faltaban 5 días para el cumpleaños de su madre, que sería el día en el que le harían el homenaje.
La abogada cerró la puerta y se colocó al lado de su novio. Éste se había quedado parado en mitad de la entrada mirándolo todo con tristeza. Entrelazó sus dedos con los suyos y besó su mejilla.
-Ahí –señaló el centro de la sala –se desmayó una de las últimas veces. –Miró las escaleras –En su habitación fue la última vez. –Kate apretó en agarre de su mano, cuando silenciosas lágrimas comenzaron a recorrer el rostro del escritor.
Tiró de su mano y lo llevó hasta la cocina. –Aquí –dijo, obligándolo a mirarla -, aquí nos felicitó por nuestro noviazgo. –Caminó varios pasos, arrastrándolo con ella. –En el tercer escalón nos dedicó una última mirada mientras subía con Sophie. Fue el día que hizo el amor por primera vez. –Aquí –lo empujó hasta la mesa del comedor –me contó algunas de tus trastadas de niño. No te quedes con los recuerdos malos, cariño –le pidió, agarrando sus dos manos.
El escritor como respuesta la estrechó entre sus brazos.
Un poco más tarde, Kate y Rick, entraban en la habitación de Martha. Querían buscar algo que la identificara, algo que la definiera para el día del homenaje.
Richard abrió todos los cajones, entreteniéndose con casi todo lo que encontró. Explicándole a Kate la historia de ese objeto o esa foto. Sonreía y lloraba al recordar.
A su lado, Kate, lo escuchaba atenta, regalándole caricias de vez en cuando.
-Ya verás, que poco a poco, la recordarás con menos dolor. Hasta que el dolor desaparezca completamente. –Apretó el agarre de sus manos unidas.
Siguió buscando entre sus cosas. Una caja con el nombre de Richard grabado en la tapa, aprecio al final de su armario. La tomó entre sus manos con cuidado. Se sentó en la cama de su madre con Kate. La miró antes de abrirla, ésta la animó a que lo hiciera.
Ahí, en la blanca caja, encontró fotos de ellos dos juntos. Había desde que Rick era un bebé hasta las últimas fotos que se habían tomado. También, halló su peluche favorito de niño y el regalo que le hizo con nueve años a su madre. Una rosa de papel.
Entre las fotos un DVD apareció.
Bajaron hasta el despecho para reproducirlo.
Martha Rodgers apareció en primer plano en la pantalla de 47 pulgadas que estaba colgada de la pared.
Kate y Richard se miraron.
-Querido, -se escuchó la voz de la actriz proveniente del plasma –si estás viendo esto es que ya el tiempo se me agotó. Pero eso no importa ahora –los ojos rojos e irritados de Castle, se volvieron a llenar de lágrimas. –Cuando me enteré de la verdad… sé que lo hiciste para protegerme, para que fuese feliz. No quiero ni imaginar el dolor y la carga que llevaste tú solo. No te estoy reclamando nada. No podría. Desde el día que naciste, has sido mi mayor tesoro. Esa persona que me sacaba una sonrisa pese a todo. Por la que cada día me levantaba para seguir luchando y darte una vida mejor. Sé que a veces no fui buena madre, que te dejaba mucho tiempo solo o bajo cuidado de niñeras. Siento no haber pasado más tiempo contigo. –Martha suspiró. Y Richard negaba con la cabeza. –En estos meses me has cuidado y te has preocupado para que fuese feliz. Me hiciste uno de mis sueños realidad. La escuela de teatro. Nunca pude tener un hijo que fuese mejor persona que tú, Richard.
Los ojos de la actriz cada vez estaban más y más rojizos. Se notaba que intentaba no llorar pero no estaba teniendo un buen resultado. –Quédate con los momentos felices. Con las noches de Noche Buena disfrazados. Con tus trastadas en los camerinos de los teatros. Con nuestras noches de soñar despiertos. Con nuestros besos y abrazos. No importa que no me puedas ver, yo siempre estaré contigo. Viviré dentro de ti, hijo –La actriz se limpió una lágrima traicionera. Kate, que se había levantado y abrazaba a Richard desde atrás, besó su mejilla cuando sollozó.
-Y, recuerda, querido, tú siempre has sido mi mayor sueño. Te quiero, Richard.
-Yo también te quiero, madre –gimoteó Richard, a la pantalla negra. La grabación había acabado.
Kate lo rodeó hasta ponerse cara a cara y lo estrechó entre sus brazos, fuertemente. Richard lloró en su hombro.
XXX
21 de Diciembre
El día del homenaje a Martha Rodgers había llegado, Kate sabía lo que eso significaba para Richard, aunque él intentase disimular su dolor. Sobre todo, delante de Sophie.
Desde el día que habían ido al loft, el escritor, estaba cabizbajo. Sonreía forzadamente la mayor parte del día. Algunas noches, después de que la niña se durmiese, veía una y otra vez el DVD. Ella se quedaba con él en silencio, abrazándolo y acariciándolo. Susurrándole “Te quieros” y palabras amorosas.
Esa mañana había decidido sorprenderlo cuando se despertarse, quería que al menos fuese feliz por unos instantes en ese duro día.
Con un rotulador permanente escribió en su pecho desnudo. A la altura de su corazón. Parando cuando notaba que Rick se removía, no quería que se despertarse antes de tiempo.
Más abajo, siguió escribiendo.
Escribió varios “Te quieros” por su pecho. Sophie, que se había despertado e ido a la habitación de sus padres a buscarlo, con la ayuda de su madre, escribió en algunos espacios “Te quiero, papi”. Tapándose la boca con una de sus manitas para no reír. Estaba pintando en el cuerpo de su padre. Y eso, no se debía hacer. Había que pintar en un papel.
Después, las dos Beckett fueron a la cocina y terminaron el desayuno que Kate había estado cocinando antes de ir a pintar a Richard. Colocaron todo encima de la mesilla y se subieron a la cama. Una a cada lado del escritor.
Sophie, por su parte izquierda, daba besos a su padre para despertarlo en la mejilla y en la frente. Kate, por el otro lado, hacía lo mismo que su hija. Dejando pequeños besos en sus labios.
Castle respondió a uno de los besos que Beckett le había dado en la boca, revelando, así, que estaba despierto. Luego, besó a su hija en la frente que reía sin saber el porqué. Kate, también, comenzó a reír al ver la cara de desconcierto del escritor.
Que sin saber la razón de sus risas, sonrió. Cuando miró hacia abajo, donde los ojos de su hija no paraban de mirarlo, descubrió el secreto.
-¡Oh! –exclamó divertido. Distinguió algunos “te quieros” y sonrió. –Veo que es lo habéis pasado bien mientras dormía. –Miró a sus dos chicas alternativamente. Las Beckett sonrieron.
-¡Sí! –gritó Sophie acompañado de una risita.
Dejó un beso en su frente y atrajo a Kate, poniendo una mano en su cuello, para besarla. –Yo también os quiero mucho.
Beckett sonrió sobre sus labios.
-¿Podrías leerme lo que pone aquí? –señaló su corazón. –No alcanzo a leer.
Una sonrisa tímida apareció en el rostro de la abogada. Asintió y empezó a leer, notando cómo se ruborizaba:
-“Te quiero, son dos palabras muy fácil de decir pero que no logra expresar todo lo que siento por ti. Por eso busqué en mi corazón cómo poder decir de una manera diferente lo que representas en mi vida. Busqué y busqué entre tantas frases aquella que mejor pudiera cumplir los requisitos que mis sentimientos necesitaban expresar...
Cuando estoy contigo solo existe amor en mi corazón, el tiempo me da igual, pues el estar contigo es magia, hechizo y encanto. Con solo rozar mi piel mi cuerpo se estremece. Mis latidos se desbocan cuando te tengo cerca. Mis ojos brillan y mis labios se curvan hacia arriba.
Hoy al despertar, quisiera provocarte una sonrisa, recordarte que me tienes para ti. Recordarte que te quiero y no puedo vivir sin ti.”
Cuando estoy contigo solo existe amor en mi corazón, el tiempo me da igual, pues el estar contigo es magia, hechizo y encanto. Con solo rozar mi piel mi cuerpo se estremece. Mis latidos se desbocan cuando te tengo cerca. Mis ojos brillan y mis labios se curvan hacia arriba.
Hoy al despertar, quisiera provocarte una sonrisa, recordarte que me tienes para ti. Recordarte que te quiero y no puedo vivir sin ti.”
Cuando terminó, los ojos de Kate buscaron los de su novio, que la miraban con una mezcla de ternura, amor y emoción. Ella sonrió tímidamente.
Richard, acortó la distancia que separaban sus labios, besándola con toda la dulzura que era capaz. Queriendo demostrarle con ese beso, lo que habían significado esas palabras para él.
-Gracias –susurró en sus labios. –Gracias –repitió.
-No tienes que darla. –Le dio un corto beso.
-¿Y aquí? ¿Qué pone? –colocó un dedo justo en su cadera. Kate había escrito algo algunos centímetros por encima de la tira de su bóxer.
Beckett rio avergonzada por tener que leérselo y se mordió el labio antes de empezar a leer:
“Cuando nadie nos veía
nos subía hasta la fiebre
y entres ruegos y caricias,
entre el sudor y la saliva
nos demostrábamos todo el amor
que por nuestros cuerpos corría.”
nos subía hasta la fiebre
y entres ruegos y caricias,
entre el sudor y la saliva
nos demostrábamos todo el amor
que por nuestros cuerpos corría.”
Rick alzó las cejas divertido, provocando que Kate riera. –Vaya, abogada, no conocía está faceta tuya. Pero me encanta. –Volvió a besarla. –Gracias por traer en este día tan difícil felicidad a mi vida.
-Aquí –Sophie que se había cansado de esperar su turno, los interrumpió. –Aquí he escrito yo, papi –señaló uno de los “te quiero, papi” que había pintado con ayuda de su madre. -¡Y aquí! –Exclamó con una sonrisa.
Miró todo los puntos de su pecho donde su hija colocó su dedito. -¡Oh, vaya! Pues sí que me quieres mucho, has escrito muchos te quieros. –Sophie sonrió feliz. –Yo también te quiero mucho, mucho, pequeña. –Rodeó su pequeño cuerpo con sus brazos y la apretó contra su pecho.
Kate se unió al abrazo unos segundos después. –Hasta en los peores días es posible la alegría –murmuró en el oído del escritor. –Te quiero, amor.
XXX
Con una gran pantalla detrás de él en las que iban saliendo fotos de su madre y su madre y él, Richard, hablaba desde el corazón. Emocionado.
Kate, sentada junto a sus padres y su hija en el centro de la tercera fila, escuchaba atenta las palabras de Rick. Quería subir y abrazarlo en ese momento pero no debía hacerlo.
-“Aun recuerdo esas mañanas en la que amanecíamos juntos en la cama. Yo jugaba a despertarla mientras ella se revolvía y me abrazaba, pidiéndome un ratito más. Llegaba muy tarde de trabajar y yo me despertaba muy temprano.
Recuerdo sus firmes pasos de camino hacia el colegio, donde sus manos me transmitían seguridad, sus dulces besos y esa manera de tocar mi pelo justo antes de entrar para adentro y prometerle que iba a estudiar.
Ahora es muy distinto, ya no está a mi lado. Ya no está aquí, se ha ido a donde no hay regreso, donde no la puedo buscar… pero en mi corazón, que aún llora su partida, siempre va a estar.
La siento aquí, en los cajones que guardan sus fotos, en este dolor de la realidad de su ausencia, en cada puerta de teatro, en cada recuerdo que tengo grabado.
Puede que ya no te vea pero te sigo sintiendo junto a mí, mamá” –Terminó de decir mientras una tímida lágrima se deslizaba por su rostro.
Todos los que habían acudido rompieron el total silencio que se había instalado durante las palabras del escritor con aplausos. Richard agradeció los aplausos con un movimiento de cabeza y bajó del escenario. Encontrándose con Kate y su hija justo al acabar las escaleras. Los tres se fundieron en un abrazo.
Dos horas más tarde, Kate, Rick y Sophie llegaban a su casa. Los tres parecían bastante cansados. La niña se había quedado dormida en el coche pero al tomarla su padre en brazos para sacarla del asiento trasero, se había despertado. Y no se había vuelto a dormir mientras caminaba hasta su casa y subían en el ascensor. Había algo que tenía que hacer junto a su madre.
Cuando se hubieron puesto cada uno su pijama se metieron en la cama de matrimonio. Kate, salió de la habitación, asegurándole que volvía enseguida. Y así lo hizo, pero no sola. Traía con ella una guitarra.
Castle arrugó el entrecejo y la miró sorprendido.
-¡Mami y yo te hemos preparado una canción! –gritó Sophie poniéndose de rodillas en la cama. Kate sonrió, asintiendo y se sentó en un lado de la cama. Su hija se puso a su lado. Las dos miraron a Rick, que las miraba con una enternecida sonrisa y con los ojos brillantes.
Las primeras notas inundaron la habitación. Madre e hija se miraron antes de comenzar a cantar:
“Sometimes when I'm down and alone
I feel just like a child without a home
The love you give me keeps me hangin' on, honey
All I ever need is you
I feel just like a child without a home
The love you give me keeps me hangin' on, honey
All I ever need is you
Comenzaron un poco descoordinadas, pero al llegar al tercer y cuarto verso, cambió. Los cantaron en perfecta sincronía.
Your my first love, your my last
Your my future, your my past
Ohhh loving you is all I ask, honey
All I ever need is you.
Kate posó sus ojos en los de su novio, mirándolo con una sonrisa. Cantándole. Rick sonrió, emocionado. Your my future, your my past
Ohhh loving you is all I ask, honey
All I ever need is you.
Winters come and then they go
And we watch the melting snow
Sure summer follows spring, all the things you do
Give me a reason to build my world around you.
Some men follow rainbows I am told
Some men search for silver, some for gold
But I found my treasures in my soul
And all I ever need is you.
And we watch the melting snow
Sure summer follows spring, all the things you do
Give me a reason to build my world around you.
Some men follow rainbows I am told
Some men search for silver, some for gold
But I found my treasures in my soul
And all I ever need is you.
Sophie hizo un gesto a su madre para que la dejase cantar sola, el final de la estrofa. Recitando el verso mirando a su padre a los ojos, con una sonrisa. Algo sonrojada.
Without love I'd never find the way
Through ups and downs of every single day
And I won't sleep at night until you say
Honey, all I ever need is you
Through ups and downs of every single day
And I won't sleep at night until you say
Honey, all I ever need is you
Las Beckett remarcaron el “all I ever need is you”, posando su vista en el escritor.
La, La, La, La, La, La
Rieron mientras cantaban, mirándose alternativamente entre ellos.
The love you give me keeps me hangin' on
Honey, all I'll ever need is you
La, La, La, La, La, La
Honey, all I'll ever need is you
La, La, La, La, La, La
But I found my treasures in my soul
Honey, and all I ever need is you
Honey, and all I ever need is you
Terminaron de cantar la canción alargando el “You”. Sonriéndole a Rick, no solo con los labios, sino también con los ojos.
Kate y Richard estaban algo emocionados. La abogada dejó la guitarra en el suelo y padres e hija se envolvieron en un abrazo.
-Gracias por esto, mis amores –dijo con la voz algo entrecortada por la emoción el escritor. -¡Me hacéis tan feliz! Gracias por todo lo que habéis hecho por mí en el día de hoy. Os quiero –besó a sus dos chicas en la cabeza.
Beckett fue la primera en separarse. –No tienes que agradecer nada, amor –besó sus labios,-te mereces todo esto. Tú siempre has estado cuando te hemos necesitado y ahora te toca ti recibir nuestros mimos. –Sonrió, rozando el moflete húmedo de Richard pro culpa de algunas lágrimas que había escapado sin su permiso.
-No llores, papi –le pidió Sophie. –Mami y yo te hemos cantado para que estés feliz.
-Y estoy muy feliz, cariño. Gracias.
Se volvieron a abrazar.
-¿Cómo y cuándo habéis organizado todo esto? –preguntó minutos después el escritor.
-¡Ah! –las dos Beckett se encogieron de hombros, misteriosas.
XXX
24 de diciembre
Kate, Sophie y Richard estaban casi listos para poder salir de casa. Se habían vestido elegantemente para ir a celebrar Noche Buena en casa de Jim y Johanna, a la que iban a acudir algunos familiares y amigos.
Pensativo y algo triste, Castle, estaba sentado en el sofá esperando a madre e hija.
Por el pasillo, Beckett, observó la tristeza y seriedad que revelaba la cara del escritor. Suspiró y se acercó a él. Dándole un beso en el cuello antes de sentarse a su lado. Tomó una de sus manos.
-Voy a llamar a mi madre para decirle que no vamos a ir. –Su novio la miró confundido.
-¿Por qué? –atinó a preguntar.
-Porque no es justo. No es justo que tengas que venir con nosotras. No es un día fácil. Esta noche es uno de esos días en los que se echa más de menos a los seres queridos que ya no están con nosotros. No es justo para ti.
-Kate…
Ésta lo frenó. –Yo solo quiero pasar esta noche contigo y con Sophie. Es lo único que me importa. Con mis padres y los demás podemos pasarlo otro año. Éste nos podemos quedar aquí y pasarlo a nuestra manera. Ya sabes, entre besos y caricias –Susurró en su oído, provocativa.
-Pero…
-No hay peros que valgan. No creo que tengas ganas de mucha fiesta. –Rick le dio la razón. –Así que…
-¿Y la comida? ¿Qué van a decir tus padres? Seguro que ya nos están esperando.
-Podemos comer cualquier cosa –se encogió de hombros. –Y por mis padres no te preocupes, lo entenderán. –Le dio un corto beso.
-Gracias.
-Siempre –susurró, pegando su frente a la de su novio, sonriendo.
Sophie apareció por el pasillo con una de sus hijas en brazo. –Ya estoy –les dijo, mientras caminaban hacia ellos. –Amy también quería venir pero al final he decidido llevarme a Clare. A Amy ya la llevé al parque ayer. Además, Clare se ha portado mejor. –Les contó, luego, besó a su muñeca y habló con ella como si pudiese escucharla y contestarle.
Sus padres se miraron y sonrieron.
XXX
Justo a las 00:00 se escucharon el sonido de unas campanas en el rellano de la puerta del departamento. Sophie miró a sus padres con la boca abierta.
-¿Por qué no abrimos? Vamos a ver quién es –Dijo Rick, poniéndose de pie y cogiendo a cada una de sus chicas de la mano.
Cuando estuve frente a la puerta, cogió a la niña en brazos antes de abrirla. Frente a ellos, estaba Santa Claus con dos de sus ayudantes. Cada uno traía dos sacos rojos llenos de regalos. Había incluso dos, que no cabía en los sacos y estaban de pie en el suelo.
La pequeña abrió la boca y los ojos desmesuradamente.
-Santa Claus –susurró, completamente sorprendida e ilusionada.
Su padre la puso en el suelo.
-Santa Claus y elfos pasad. –Los invitó Castle haciéndose a un lado para que pudieran entrar.
Kate se acercó a su pareja, ella no sabía nada de eso. Al parecer Richard se las había ingeniado para que esas tres personas que tenía delante, tuviesen los regalos de Navidad de su hija sin ni siquiera haber salido de casa.
-Tú debes ser Sophie –le dijo Santa Claus a una entusiasmada Sophie, que asintió enérgicamente varias veces, moviendo su cabeza y musitando un casi inaudible “Sí” –Veo que te has portado muy bien y has sido una niña muy buena. Tienes muchos regalos. ¿Has sido buena? –le preguntó, inclinándose.
-Sí, sí –respondió rápidamente. –He sido buena –su voz sonó segura y deseosa porque la creyera y le diese los regalos.
-Papá, mamá –se dirigió ahora a los adultos. -¿Ha sido buena?
La pequeña los miró ansiosa por escuchar sus respuestas.
-Muy, muy buena. Sophie es la niña más buena del mundo –Rick fue el primero en contestar.
Santa Claus miró a Kate. Ésta aún estaba asimilando ese gesto que Richard había tenido con su hija. –Ha sido muy buena. Se merece todos esos regalos que ha traído para ella, señor Santa.
La niña sonrió feliz, saltando levemente sobre sus piernas.
-He sido muy buena, señor Santa Claus –repitió Sophie mirando a ese hombre gordo vestido de rojo de larga barba blanca.
-Hmmm… parece que así ha sido. –Pasó dos dedos por el pómulo de la pequeña en una leve caricia. -Veamos entonces que traemos para ti.
El anciano fue sacando uno a uno los regalos de su saco. La pequeña iba abriéndolos igual de entusiasmada que el primero. Cada vez que descubría que era ese paquete, reía y gritaba. Luego, se los mostraba a sus padres, feliz.
-Aquí pone otro nombre. –Dijo Santa, arrugando el entrecejo. –Pone Katherine –miro a Kate. –Supongo que eres tú. –Ésta asintió mirando a Richard que le sonreía.
Lo tomó entre sus manos y lo abrió, descubriendo los zapatos de tacón que se había parado a admirar en una tienda de Midtown East. Se había enamorado de esos zapatos pero eran demasiado caros para su economía. Castle quiso comprárselo pero ella se negó. Ahora, se los había regalado.
Dibujó un “gracias” con sus labios. Rick le sonrió y se encogió de hombros.
A los zapatos le siguieron todo aquello que se había parado a admirar durante aquel paseo. Chaquetas, abrigos, bolsos,… todo de alta gama.
Sophie tampoco podía quejarse, había recibido nuevas muñecas, o hijas, dos juegos de té. Ropa y pañales para sus muñecas. Juegos de mesa infantiles. La muñeca de la princesa Elsa de la película Frozen en tamaño real. También a Olaf. Una diadema de princesa. Un Castillo para jugar con Barbie, le habían regalado dos. Un maletín de doctora que a la niña le había encantado “Ya podía cuidar mejor a sus papás cuando estuvieran enfermos” según había dicho. Entre otros muchos juguetes.
Kate se sorprendió cuando varios de los regalos, los que anteriormente había llevado a casa de su madre, aparecieron en el saco de Santa y se los entregó a Rick.
Un helicóptero teledirigido, una foto de ellos tres en un precioso marco, un nuevo reloj y algunos regalos más, fue lo que Castle recibió.
Un rato más tarde, cuando Sophie cayó rendida por el cansancio de tanto jugar con sus juguetes nuevos.
Kate y Richard entraban en su habitación. Castle abrazó a su novia por la espalda. –Gracias por todos los regalos, me han encantado.
-A mí también los tuyos. Pero no debiste gastarte tanto dinero, yo no puedo permitirme lo mismo…
-El dinero no me importa, ya lo sabes. Yo solo quería hacerte feliz. Además, sabes que todo lo que tengo, también, es tuyo.
La abogada negó, acurrucándose en su pecho. –Tengo otro regalo para ti –le confesó, rozando con su nariz el cuello del escritor.
-¿Ah, sí? –inquirió, sonriendo.
-Sí –dejó un beso en sus labios y se separó para ir a buscarlo. Abrió uno de los cajones de la cómoda y sacó un pequeño estuche. Lo dejó en la mesita de noche y le dijo que se pusiera el pijama. Ella comenzó a desvestirse. Castle no tardó en hacerle caso, sacándose todo la ropa y poniéndose tan solo el pantalón de pijama. Cuando, estuvieron de rodillas en el centro de la cama, Kate abrió el estuche sacando dos colgantes plateados. En cada uno de ellos, había una medalla en forma de corazón, más bien, eran la mitad de un corazón. Los dos encajaban perfectamente formando el corazón completo.
En una de las medallas, plateadas también, estaba grabado el nombre de Richard. En el otro “Kate”. Beckett le tendió el collar con el medallón grabado con el nombre de ella.
-Es un poco cursi –comenzó a decir riendo y algo ruborizada Kate -, entre los dos forman un corazón. Separados solo son la mitad. Necesitan estar juntos para estar completos, al igual que yo te necesito junto a mí para no sentir que me falta mi mitad. Tú eres mi mitad, Rick. Solo tú puedes hacerme feliz. Solo a ti te quiero. Eres el amor de mi vida. –Sonrió tímidamente.
Richard la besó, saboreó sus labios. Recorrió con su lengua cada rincón de la boca de su novia. Mordió su labio superior. Luego el inferior.
-Y yo solo te necesito a ti Katherine Beckett para ser feliz. Tú y Sophie sois lo más importante de mi vida. Habéis llenado mi vida de felicidad. Tú, también, eres el amor de mi vida.
Se volvieron a besar.
Cada uno ayudó al otro al ponerse el colgante. Rick miró con una sonrisa a su novia cuando vio la palabra “Siempre” grabada por detrás de las medallas.
-Yo también tengo otra cosa para ti. –Le dijo saliendo de la cama para ir a buscarla.
Regresó con un papel en la mano, se lo entregó. El papel tenía forma de labios. Olía al perfume que Rick usaba.
Leyó lo que había escrito en voz baja:
Cuando terminó, lo miró. Entonces se fijó que cada vez estaban más cerca. Sus alientos se entremezclaban por culpa de la cercanía.
Castle comenzó a recitar la poesía, mientras iba haciendo lo que las palabras decían:
“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, -Rick rozaba con su pulgar los labios de Kate. Dibujaba su silueta. Recorría su entorno mientras seguía: - hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.
Me miras, -posó sus ojos en los de ella - de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran –[sus labios se rozaban entre sí - y luchan tibiamente -a partir de aquí iba haciendo exactamente lo que iba diciendo para parar unos segundos, el tiempo suficiente para recitar la siguiente frase y ponerlo en práctica. -Mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”
-Wow –exclamó Beckett cuando Richard terminó el último verso. –Ha sido increíble. –Rio, perdida en sus ojos.
-Tú eres increíble –La besó de nuevo. Bajó hasta su cuello y lo mordió suavemente para comenzar a besarlo lánguidamente. –Ahora toca la segunda parte de mi regalo –confesó, alzando las cejas. Provocando la risa de su novia.
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Los subo en dos veces porque no me cabía en un solo comentario...
27 de enero
Justo ese día se cumplía un año del día en el que Rick se enteró de que a su madre le quedaban unos meses de vida. Y aunque no quería, en esos momentos era muy feliz junto a Kate y su hija, no podía evitar sentirse triste. Ese día cambió su vida para siempre.
La abogada sabía lo que significaba ese día en la vida de su novio, así que, junto a Sophie, le habían preparado un regalo.
Eran las 6 de la tarde cuando regresaron del parque. Madre e hija se perdieron rápidamente por el pasillo, dejando al hombro de sus vidas sentado en la sala. Un ratito después, volvieron a aparecer.
La pequeña le dio algo envuelto en papel de regalo.
-¿Y esto? –les preguntó, mirándolas.
-Es un regalo –respondió Sophie como si fuese lo más obvio del mundo.
-Ya, pero ¿por qué?
-¿Hace falta un porqué para que queramos regalarte algo? –inquirió Kate con los ojos entrecerrados, con media sonrisa en su rostro. Castle la miró y también achinó los ojos, divertido.
-Ábrelo, papi –le pidió impaciente su hija que quería saber ya la reacción de su padre ante lo que le habían preparado.
-Voy –contestó el escritor, comenzando a desenvolverlo.
Un libro hecho a mano. Fue lo que el papel de color amarillo, guardaba. En la portada había una foto de él, su nombre y el título del libro: “Nuestro héroe”. Las miró antes de pasar a la primera página. En la primera página, a la izquierda, había tres fotos de él, a la derecha (la que sería la segunda página) salía él con un vaso de café. Abajo Kate había escrito. Fue pasando página por página, leyendo todas las notas, sonriendo y emocionándose, Sophie también había participado en las notas. Era el regalo perfecto.
-No sé cómo daros las gracias ya por todo lo que estás haciendo por mí –gimoteó Rick. El escritor había comenzado a llorar sin poder aguantarse más las ganas. Tenía a la novia e hija perfecta.
Se estaban desviviendo por hacerlo feliz. Cada vez que tenía un mal día, los sorprendían con algo. Hacían que ese día fuese, también, un bonito recuerdo. Sumándole alegría para reducir la tristeza.
-Pues no las des –respondió Kate, sentándose en sus piernas. –Estamos aquí, amor. Para lo bueno y para lo malo. Para sacarte siempre una sonrisa. No nos gusta verte triste. Sophie se sentó encima de su madre, quedando los tres abrazados.
-Te quiero, papi – le dijo su hija, limpiándole las húmedas mejillas con sus pequeñas manitas. –No llores. –le pidió. Richard le dedicó una sonrisa.
XXX
3 meses más tarde
Habían decidido ir a pasar ese fin de semana a la casa que el escritor acababa de comprar en Los Hamptons. El tiempo era totalmente primaveral, así que, los acompañaba en ese pequeño viaje.
El viernes lo pasaron, admirando la casa, las vistas desde el porche hacia la playa; Caminando por la playa y paseando por la zona. Cenaron en uno de esos restaurantes a primera línea de playa.
La niña había acabo agotada. Se había quedado dormida en los brazos de su padre mientras volvían a casa. Rick fue a subir a la pequeña a su habitación. Tras eso, bajó con una caja en sus manos, que había sacado de su maleta.
Se encontró con Kate en el porche, sentada en los escalones. La abrazó desde atrás y dejó un tierno besó en su cuello descubierto. Tiró de ella hasta pisar la arena de la playa.
-¿Qué es eso? –le preguntó con una sonrisa Kate.
Richard se hizo el misterioso. La destapó, dejando ver pequeñas cajitas en si interior. Cada una tenía un número. Cogió la primera y se la dio.
Cuando Kate la abrió, se encontró con dos objetos en miniatura. Uno era un vaso de café con el símbolo de la cafetería donde ellos solían ir. El otro una camisa blanca, manchada de, lo que parecía, café. Una sonrisa se dibujó en su cara.
-Esas dos cosas fueron las culpables de que nos conociéramos –Castle rompió el silencio. –Y no sabes cuánto se los agradezco.
-Y yo –confesó Kate. Con una gran sonrisa.
Le tendió la caja con el número dos. Dentro había una diminuta muñeca. Morena y de ojos verdes. Sus pies pisaban un suelo de césped.
-Sophie fue la que hizo que nos reencontrásemos, aunque el encuentro fuera algo desastroso. Me odiabas –dijo, riendo.
Kate se ruborizó. –Me avergüenzo de todo eso, de todo lo que te dije.
Otra caja. Unos columpios del mismo tamaño guardaba en su interior. –Ahí fue donde nuestra relación cambió. Firmamos la paz.
Siguiente. Unos papeles.
-Conseguir la custodia de Sophie fue lo que nos terminó uniendo. Nos conocimos y nos enamoramos.
Cuarta caja. Un mini objeto rojo con la palabra “malos entendidos” escrita en blanca era lo que tenía en el centro.
-Hubo muchos malos entendidos que nos separaron, pero no fueron los suficientemente fuerte como para separarnos para siempre.
Cinco, eso tenía pintado la tapa de la siguiente caja. Un parque apareció ante Beckett cuando la abrió.
-En un parque nos volvimos a reencontrar.
Le tendió la sexta y última caja. Un corazón con la palabra amor grabada, se encontraba en su interior.
-El amor fue el responsable, el amor que sentíamos el uno por el otro, de que dejásemos los malentendidos y todo lo malo detrás. Que perdonáramos nuestros errores para ser feliz. –Richard dejó caer la caja sobre la arena. Kate lo miraba intensamente con los ojos acuosos.
-Kate, mi amor, -la llamó Rick tomándola de las manos –gracias a ti y a nuestra hija, por supuesto, me he dado cuenta de que la vida puede ir muy cuesta arriba a veces. Puede hacerte sentir como que no vales nada, que eres un ser minúsculo en un mundo demasiado grande. Te hace creer que no tiene sentido seguir viviendo. Te arranca lo que más quieres. Te deja hundido. Pero, también, puede ser un camino de rosas. Puede hacerte sentir el hombre más feliz y grande del mundo, un mundo demasiado pequeño para la gran felicidad que estás sintiendo. Te hace ver que te van a faltar años para vivir todo lo que quieres experimentar. Te regala momentos inolvidables, risas, abrazos. Te regala el amor. Hace que te sientas flotando en una nube de felicidad. Tú y Sophie me habéis demostrado que la vida puede ser cualquier cosa pero, sobre todo, que la vida es bonita.
-Rick –musitó Kate.
-Déjame acabar, por favor. –Le pidió con una sonrisa algo tímida. –La vida me llevó hasta Nueva York para arrebatarme a mi madre –suspiró- pero, también, me llevó hasta aquí para ponerte en mi vida, para regalarme a una hija. Para enseñarme que es amar de verdad. Para darme lo que siempre he querido: una familia. Por eso –el escritor se arrodilló frente a su novia –Kate Beckett, ¿quieres casarte conmigo? –preguntó nerviosamente, abriendo un pequeño estuche que sacó del bolsillo de su pantalón. Mostrando un bonito anillo.
Beckett se dejó caer frente a él en la arena. Lo besó con todo el amor que pudo. Pegó su frente a la de él cuando la falta de aire provocó que se separaran. –Claro que quiero, amor –contestó entre lágrimas.
Colocó el anillo en su dedo antes de volver a besa sus labios.
Sophie veía la televisión. Esa misma mañana sus padres le habían contado que se iban a casar. Sonreía contemplando cómo en la tele una pareja se casaba. Un amigo de ellos hacía de cura en una boda improvisada. Una idea se cruzó por su cabeza. Corrió a buscar a sus padres.
Cuando los encontró, empezó a hablar atropelladamente. Les constó entenderla, pero finalmente lo hicieron.
Ella quería casarlos ese mismo día. Como en la serie, ella sería la que los casaría.
Rick sonrió ante la ocurrencia de su hija y aceptó. A Kate tampoco le disgustaba la idea. Complacer a su hija siempre era un placer.
-Las alianzas las compré el mismo día que el anillo de compromiso –le informo el escritor cuando su novia puso eso como una pega.
-Entonces, creo que, nos casamos. –La niña saltó feliz.
Entre los tres prepararon un ramo de flores con las rosas plantadas en el jardín.
Adornaron un trozo de playa con pétalos y velas y dieron comienzo a la repentina boda.
La niña no sabía muy bien qué decir, así que, su padre la estuvo ayudando.
-Estamos aquí reunidos para casar a… -susurró Richard.
Sophie sonrió y repitió sus palabras.
Los novios estaban cogidos de la mano, frente a su hija. Sonreían felices. Puede que esa boda no fuese legal, que no sirviera. Pero para ellos era una boda de verdad. Al fin y al cabo, una boda significa prometerse amor eterno, estar en las buenas y en las manos. Unirse para siempre. Y eso, lo iban a hacer, fuese oficial o no.
Solo necesitaban estar juntos ellos tres para llevarlo a cabo. Ellos eran su familia. Sí, había más personas, como los padres de Kate, pero para esta boda significativa, bastaba con estar ellos juntos. Además, había sido una idea del momento de su hija.
-¿Aceptas a mami como esposa? –le preguntó Sophie a su padre cuando hubo recibido su ayuda.
-Sí, acepto –respondió, mirando a los ojos a su futura “esposa”.
-¿Y tú, mami, aceptas a papi?
-Sí, acepto –contestó igual que había hecho el escritor.
-Entonces,… -escuchó el susurro de su padre antes de seguir –os declaro marido y mujer. Se pueden dar un beso. –Sin esperar más, los recién casados se besaron.
-Nos hemos casado –dijeron los dos a la vez, riendo.
La niña corrió hacia ellos y se abrazó a sus piernas, inclinando la cabeza para mirarlos con una sonrisa. Sus padres se la devolvieron. Y Rick la alzó en brazos.
Estuvieron jugando en la arena durante un rato. Luego, volvieron a la casa e hicieron su pequeña fiesta. Bailaron y rieron.
Los novios, bailaron pegados, la canción de “In my veins”, mirándose a los ojos. Besándose y acariciándose.
Un rato más tarde, los tres estaban metidos en la bañera. La pequeña jugaba con una de sus muñecas y la espuma que se había formado. Kate y Rick disfrutaban del momento.
-Nunca me imaginé que nuestra boda fuese así –dijo Rick –en la playa. Con nuestra hija casándonos. Ha sido mejor de lo que nunca me podría haber imaginado. Ha sido perfecta. –Dejó un beso en el cabello de su, ahora, esposa.
-Yo tampoco, pero no la cambio por ninguna otra. Puede que no sea oficial, pero es lo que representa una boda. Amor y unión.
-Y eso, entre nosotros, sobra –siguió Castle, riendo.
-Y que no falte.
-Nunca –respondió, buscando sus labios.
-Rick, tengo que decirte algo… -dijo, girándose un poco para mirarlo a los ojos.
-Pues tú dirás.
-Estoy…. Estoy embarazada –soltó nerviosa.
-¡Oh, Dios! –exclamó Richard, tapándose la boca. -¿De verdad? –preguntó con una gran sonrisa.
-Sí, me hice la prueba antes de venir. Quería prepararte una sorpresa pero…
-Kate es perfecto. Este momento es perfecto. -Decía Rick de corrido, besándola una y otra vez en los labios. –Vamos a ser papás. –Su voz mostraba la emoción que estaba sintiendo en esos momentos.
-¿Estás feliz? –inquirió para asegurarse.
-¿No se nota? ¡Ahora mismo soy el hombre más feliz del mundo! Esto en la bañera con mi mujer y mi hija. Me he casado con el amor de mi vida y me acabo de enterar de que voy a ser papá. ¡Estoy felicísimo! –gritó, estrechándola.
Sophie se unió a la máxima felicidad de sus padres cuando se enteró de la buena nueva. “¡Un hermanito!” había gritado contentísima.
Los señores Beckett habían sido invitados a pasar el domingo con ellos en Los Hamptons.
-¡Abus, abus! –exclamó la niña nada más verlos entrar. –¡Papi y mami se han casado y voy a tener un hermanito! -gritaba ilusionada Sophie.
Johana miró a su hija y vio la alianza en su dedo. El escritor también la tenía.
-¿Os habéis casado y no nos habéis avisado? –espetó la señora Beckett enfadada.
Kate y Rick rompieron a reír ante la mirada furiosa de la madre de ésta y la cara de incredulidad de Jim.
-¿Otro nieto? –preguntó el señor Beckett
Su hija asintió, todavía riendo, mientras sus padres abrieron la boca sin saber qué decir. Cerrándola sin emitir una sola palabra.
-¡Mi única hija se casa y no me invita a la boda! Y encima me tengo que enterar que voy a ser de nuevo abuela por mi nieta de 4 años. –Kate y Rick rompieron en carcajadas y Sophie los acompañó, abrazándose a las piernas de sus padres. -¡Y se ríen! –exclamó Johanna mirando a su marido exasperada.
FIN
Si has llegado hasta aquí… GRACIAS
La idea del DVD pertenece a Maiia84 ella aún no me perdona que haya “matado” a Martha y quería que saliese una última vez.
La descripción del beso es de Julio Cortázar (el regalo de Rick a Kate por navidad, el papel).
La canción que cantan Sophie y Kate a Rick es All I ever need is you de Kenny Rogers
El “libro” que le regalan “existe”. El otro día (se ve que me aburro mucho) me entretuve y lo hice yo… no es una gran cosa. Está hecho a la ligera y todo eso… Además, mi letra… Bueno, la niña lo escribe porque su madre le agarra la mano y la mueve ella y eso.
Lo he subido aquí http://tinypic.com/1r54b0vs
Creo que no se me olvida nada por decir, pero a saber…
Gracias de nuevo por haber compartido esta “aventura” conmigo
XXX
27 de enero
Justo ese día se cumplía un año del día en el que Rick se enteró de que a su madre le quedaban unos meses de vida. Y aunque no quería, en esos momentos era muy feliz junto a Kate y su hija, no podía evitar sentirse triste. Ese día cambió su vida para siempre.
La abogada sabía lo que significaba ese día en la vida de su novio, así que, junto a Sophie, le habían preparado un regalo.
Eran las 6 de la tarde cuando regresaron del parque. Madre e hija se perdieron rápidamente por el pasillo, dejando al hombro de sus vidas sentado en la sala. Un ratito después, volvieron a aparecer.
La pequeña le dio algo envuelto en papel de regalo.
-¿Y esto? –les preguntó, mirándolas.
-Es un regalo –respondió Sophie como si fuese lo más obvio del mundo.
-Ya, pero ¿por qué?
-¿Hace falta un porqué para que queramos regalarte algo? –inquirió Kate con los ojos entrecerrados, con media sonrisa en su rostro. Castle la miró y también achinó los ojos, divertido.
-Ábrelo, papi –le pidió impaciente su hija que quería saber ya la reacción de su padre ante lo que le habían preparado.
-Voy –contestó el escritor, comenzando a desenvolverlo.
Un libro hecho a mano. Fue lo que el papel de color amarillo, guardaba. En la portada había una foto de él, su nombre y el título del libro: “Nuestro héroe”. Las miró antes de pasar a la primera página. En la primera página, a la izquierda, había tres fotos de él, a la derecha (la que sería la segunda página) salía él con un vaso de café. Abajo Kate había escrito. Fue pasando página por página, leyendo todas las notas, sonriendo y emocionándose, Sophie también había participado en las notas. Era el regalo perfecto.
-No sé cómo daros las gracias ya por todo lo que estás haciendo por mí –gimoteó Rick. El escritor había comenzado a llorar sin poder aguantarse más las ganas. Tenía a la novia e hija perfecta.
Se estaban desviviendo por hacerlo feliz. Cada vez que tenía un mal día, los sorprendían con algo. Hacían que ese día fuese, también, un bonito recuerdo. Sumándole alegría para reducir la tristeza.
-Pues no las des –respondió Kate, sentándose en sus piernas. –Estamos aquí, amor. Para lo bueno y para lo malo. Para sacarte siempre una sonrisa. No nos gusta verte triste. Sophie se sentó encima de su madre, quedando los tres abrazados.
-Te quiero, papi – le dijo su hija, limpiándole las húmedas mejillas con sus pequeñas manitas. –No llores. –le pidió. Richard le dedicó una sonrisa.
XXX
3 meses más tarde
Habían decidido ir a pasar ese fin de semana a la casa que el escritor acababa de comprar en Los Hamptons. El tiempo era totalmente primaveral, así que, los acompañaba en ese pequeño viaje.
El viernes lo pasaron, admirando la casa, las vistas desde el porche hacia la playa; Caminando por la playa y paseando por la zona. Cenaron en uno de esos restaurantes a primera línea de playa.
La niña había acabo agotada. Se había quedado dormida en los brazos de su padre mientras volvían a casa. Rick fue a subir a la pequeña a su habitación. Tras eso, bajó con una caja en sus manos, que había sacado de su maleta.
Se encontró con Kate en el porche, sentada en los escalones. La abrazó desde atrás y dejó un tierno besó en su cuello descubierto. Tiró de ella hasta pisar la arena de la playa.
-¿Qué es eso? –le preguntó con una sonrisa Kate.
Richard se hizo el misterioso. La destapó, dejando ver pequeñas cajitas en si interior. Cada una tenía un número. Cogió la primera y se la dio.
Cuando Kate la abrió, se encontró con dos objetos en miniatura. Uno era un vaso de café con el símbolo de la cafetería donde ellos solían ir. El otro una camisa blanca, manchada de, lo que parecía, café. Una sonrisa se dibujó en su cara.
-Esas dos cosas fueron las culpables de que nos conociéramos –Castle rompió el silencio. –Y no sabes cuánto se los agradezco.
-Y yo –confesó Kate. Con una gran sonrisa.
Le tendió la caja con el número dos. Dentro había una diminuta muñeca. Morena y de ojos verdes. Sus pies pisaban un suelo de césped.
-Sophie fue la que hizo que nos reencontrásemos, aunque el encuentro fuera algo desastroso. Me odiabas –dijo, riendo.
Kate se ruborizó. –Me avergüenzo de todo eso, de todo lo que te dije.
Otra caja. Unos columpios del mismo tamaño guardaba en su interior. –Ahí fue donde nuestra relación cambió. Firmamos la paz.
Siguiente. Unos papeles.
-Conseguir la custodia de Sophie fue lo que nos terminó uniendo. Nos conocimos y nos enamoramos.
Cuarta caja. Un mini objeto rojo con la palabra “malos entendidos” escrita en blanca era lo que tenía en el centro.
-Hubo muchos malos entendidos que nos separaron, pero no fueron los suficientemente fuerte como para separarnos para siempre.
Cinco, eso tenía pintado la tapa de la siguiente caja. Un parque apareció ante Beckett cuando la abrió.
-En un parque nos volvimos a reencontrar.
Le tendió la sexta y última caja. Un corazón con la palabra amor grabada, se encontraba en su interior.
-El amor fue el responsable, el amor que sentíamos el uno por el otro, de que dejásemos los malentendidos y todo lo malo detrás. Que perdonáramos nuestros errores para ser feliz. –Richard dejó caer la caja sobre la arena. Kate lo miraba intensamente con los ojos acuosos.
-Kate, mi amor, -la llamó Rick tomándola de las manos –gracias a ti y a nuestra hija, por supuesto, me he dado cuenta de que la vida puede ir muy cuesta arriba a veces. Puede hacerte sentir como que no vales nada, que eres un ser minúsculo en un mundo demasiado grande. Te hace creer que no tiene sentido seguir viviendo. Te arranca lo que más quieres. Te deja hundido. Pero, también, puede ser un camino de rosas. Puede hacerte sentir el hombre más feliz y grande del mundo, un mundo demasiado pequeño para la gran felicidad que estás sintiendo. Te hace ver que te van a faltar años para vivir todo lo que quieres experimentar. Te regala momentos inolvidables, risas, abrazos. Te regala el amor. Hace que te sientas flotando en una nube de felicidad. Tú y Sophie me habéis demostrado que la vida puede ser cualquier cosa pero, sobre todo, que la vida es bonita.
-Rick –musitó Kate.
-Déjame acabar, por favor. –Le pidió con una sonrisa algo tímida. –La vida me llevó hasta Nueva York para arrebatarme a mi madre –suspiró- pero, también, me llevó hasta aquí para ponerte en mi vida, para regalarme a una hija. Para enseñarme que es amar de verdad. Para darme lo que siempre he querido: una familia. Por eso –el escritor se arrodilló frente a su novia –Kate Beckett, ¿quieres casarte conmigo? –preguntó nerviosamente, abriendo un pequeño estuche que sacó del bolsillo de su pantalón. Mostrando un bonito anillo.
Beckett se dejó caer frente a él en la arena. Lo besó con todo el amor que pudo. Pegó su frente a la de él cuando la falta de aire provocó que se separaran. –Claro que quiero, amor –contestó entre lágrimas.
Colocó el anillo en su dedo antes de volver a besa sus labios.
XXX
Sophie veía la televisión. Esa misma mañana sus padres le habían contado que se iban a casar. Sonreía contemplando cómo en la tele una pareja se casaba. Un amigo de ellos hacía de cura en una boda improvisada. Una idea se cruzó por su cabeza. Corrió a buscar a sus padres.
Cuando los encontró, empezó a hablar atropelladamente. Les constó entenderla, pero finalmente lo hicieron.
Ella quería casarlos ese mismo día. Como en la serie, ella sería la que los casaría.
Rick sonrió ante la ocurrencia de su hija y aceptó. A Kate tampoco le disgustaba la idea. Complacer a su hija siempre era un placer.
-Las alianzas las compré el mismo día que el anillo de compromiso –le informo el escritor cuando su novia puso eso como una pega.
-Entonces, creo que, nos casamos. –La niña saltó feliz.
Entre los tres prepararon un ramo de flores con las rosas plantadas en el jardín.
Adornaron un trozo de playa con pétalos y velas y dieron comienzo a la repentina boda.
La niña no sabía muy bien qué decir, así que, su padre la estuvo ayudando.
-Estamos aquí reunidos para casar a… -susurró Richard.
Sophie sonrió y repitió sus palabras.
Los novios estaban cogidos de la mano, frente a su hija. Sonreían felices. Puede que esa boda no fuese legal, que no sirviera. Pero para ellos era una boda de verdad. Al fin y al cabo, una boda significa prometerse amor eterno, estar en las buenas y en las manos. Unirse para siempre. Y eso, lo iban a hacer, fuese oficial o no.
Solo necesitaban estar juntos ellos tres para llevarlo a cabo. Ellos eran su familia. Sí, había más personas, como los padres de Kate, pero para esta boda significativa, bastaba con estar ellos juntos. Además, había sido una idea del momento de su hija.
-¿Aceptas a mami como esposa? –le preguntó Sophie a su padre cuando hubo recibido su ayuda.
-Sí, acepto –respondió, mirando a los ojos a su futura “esposa”.
-¿Y tú, mami, aceptas a papi?
-Sí, acepto –contestó igual que había hecho el escritor.
-Entonces,… -escuchó el susurro de su padre antes de seguir –os declaro marido y mujer. Se pueden dar un beso. –Sin esperar más, los recién casados se besaron.
-Nos hemos casado –dijeron los dos a la vez, riendo.
La niña corrió hacia ellos y se abrazó a sus piernas, inclinando la cabeza para mirarlos con una sonrisa. Sus padres se la devolvieron. Y Rick la alzó en brazos.
Estuvieron jugando en la arena durante un rato. Luego, volvieron a la casa e hicieron su pequeña fiesta. Bailaron y rieron.
Los novios, bailaron pegados, la canción de “In my veins”, mirándose a los ojos. Besándose y acariciándose.
XXX
Un rato más tarde, los tres estaban metidos en la bañera. La pequeña jugaba con una de sus muñecas y la espuma que se había formado. Kate y Rick disfrutaban del momento.
-Nunca me imaginé que nuestra boda fuese así –dijo Rick –en la playa. Con nuestra hija casándonos. Ha sido mejor de lo que nunca me podría haber imaginado. Ha sido perfecta. –Dejó un beso en el cabello de su, ahora, esposa.
-Yo tampoco, pero no la cambio por ninguna otra. Puede que no sea oficial, pero es lo que representa una boda. Amor y unión.
-Y eso, entre nosotros, sobra –siguió Castle, riendo.
-Y que no falte.
-Nunca –respondió, buscando sus labios.
-Rick, tengo que decirte algo… -dijo, girándose un poco para mirarlo a los ojos.
-Pues tú dirás.
-Estoy…. Estoy embarazada –soltó nerviosa.
-¡Oh, Dios! –exclamó Richard, tapándose la boca. -¿De verdad? –preguntó con una gran sonrisa.
-Sí, me hice la prueba antes de venir. Quería prepararte una sorpresa pero…
-Kate es perfecto. Este momento es perfecto. -Decía Rick de corrido, besándola una y otra vez en los labios. –Vamos a ser papás. –Su voz mostraba la emoción que estaba sintiendo en esos momentos.
-¿Estás feliz? –inquirió para asegurarse.
-¿No se nota? ¡Ahora mismo soy el hombre más feliz del mundo! Esto en la bañera con mi mujer y mi hija. Me he casado con el amor de mi vida y me acabo de enterar de que voy a ser papá. ¡Estoy felicísimo! –gritó, estrechándola.
Sophie se unió a la máxima felicidad de sus padres cuando se enteró de la buena nueva. “¡Un hermanito!” había gritado contentísima.
XXX
Los señores Beckett habían sido invitados a pasar el domingo con ellos en Los Hamptons.
-¡Abus, abus! –exclamó la niña nada más verlos entrar. –¡Papi y mami se han casado y voy a tener un hermanito! -gritaba ilusionada Sophie.
Johana miró a su hija y vio la alianza en su dedo. El escritor también la tenía.
-¿Os habéis casado y no nos habéis avisado? –espetó la señora Beckett enfadada.
Kate y Rick rompieron a reír ante la mirada furiosa de la madre de ésta y la cara de incredulidad de Jim.
-¿Otro nieto? –preguntó el señor Beckett
Su hija asintió, todavía riendo, mientras sus padres abrieron la boca sin saber qué decir. Cerrándola sin emitir una sola palabra.
-¡Mi única hija se casa y no me invita a la boda! Y encima me tengo que enterar que voy a ser de nuevo abuela por mi nieta de 4 años. –Kate y Rick rompieron en carcajadas y Sophie los acompañó, abrazándose a las piernas de sus padres. -¡Y se ríen! –exclamó Johanna mirando a su marido exasperada.
FIN
Si has llegado hasta aquí… GRACIAS
La idea del DVD pertenece a Maiia84 ella aún no me perdona que haya “matado” a Martha y quería que saliese una última vez.
La descripción del beso es de Julio Cortázar (el regalo de Rick a Kate por navidad, el papel).
La canción que cantan Sophie y Kate a Rick es All I ever need is you de Kenny Rogers
El “libro” que le regalan “existe”. El otro día (se ve que me aburro mucho) me entretuve y lo hice yo… no es una gran cosa. Está hecho a la ligera y todo eso… Además, mi letra… Bueno, la niña lo escribe porque su madre le agarra la mano y la mueve ella y eso.
Lo he subido aquí http://tinypic.com/1r54b0vs
Creo que no se me olvida nada por decir, pero a saber…
Gracias de nuevo por haber compartido esta “aventura” conmigo
Caskett23- As del póker
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Edad : 30
Localización : Cádiz
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Excelente! me has sacado las lagrimas cuando lei la parte del DVD, es tan triste al igual el momento en que Rick hablo en el homenaje a Martha. La parte final super graciosa inmaginar tanto a Johanna y Jim enfadados porque de verdad se la creen que estan casados!! jaja. Mis respetos por este gran fic!! si te animaras a un epilogo seria perfecto
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Que bonito todo el capítulo. Me he emocionado mucho con el DVD que le dejó la madre, con el discurso dado y con el esfuerzo de Kate y Sophie para que en todo momento el estuviese feliz, incluso en esos días en los que el recuerdo era demasiado doloroso.
Me ha hecho mucha gracia la emoción de Shopie cuando iba a contarle su plan de casarles, durante la ceremonia y cuando le contaba a sus abuelos que se habían casado, jejeje.
Me uno a la moción de Ruth María, un epílogo sería perfecto
Muchas gracias por compartir la historia con tod@s nosotr@s
Me ha hecho mucha gracia la emoción de Shopie cuando iba a contarle su plan de casarles, durante la ceremonia y cuando le contaba a sus abuelos que se habían casado, jejeje.
Me uno a la moción de Ruth María, un epílogo sería perfecto
Muchas gracias por compartir la historia con tod@s nosotr@s
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Largo....si, pero hermosooooo, esta historia me engancho desde el principio, un gusto que hablases de mi país, pero sobretodo me gusto esa magia que tienen tus palabras para contar tanto momentos triste, de rabia y de amor...
Gracias por compartir tu talento
Yo también quiero un epilogo
Gracias por compartir tu talento
Yo también quiero un epilogo
colombianita- Ayudante de policia
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 03/05/2013
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Dices que es un capítulo largo pero yo no lo creo así porque en él transmites una diversidad de emociones que cuando nos damos cuenta ya se acabo y nos quedamos con ganas de más.
Sinceramente me ha encantado, has conseguido emocionarme tanto de tristeza como de alegría.Lo sencillo sería que una vez que ya están juntos pues hacer un final feliz y punto,pero tú has ido más allá y has plasmado la realidad ,que después de la perdida de un ser querido cuesta continuar , que es lo que le pasa a él con sus bajones de ánimos después de ver el dvd o en fechas en concreto ,pero con la ayuda de las personas que te quieren todo es más fácil y aquí Kate y la niña demuestran todo su amor en los momentos que más lo necesita.Por cierto,precioso como le pide Rick a Kate que se case con él.
Ha sido un placer leer tu historia durante estos meses y comparto la opinión de un epílogo y si no es así,espero leer pronto una nueva historia tuya
Sinceramente me ha encantado, has conseguido emocionarme tanto de tristeza como de alegría.Lo sencillo sería que una vez que ya están juntos pues hacer un final feliz y punto,pero tú has ido más allá y has plasmado la realidad ,que después de la perdida de un ser querido cuesta continuar , que es lo que le pasa a él con sus bajones de ánimos después de ver el dvd o en fechas en concreto ,pero con la ayuda de las personas que te quieren todo es más fácil y aquí Kate y la niña demuestran todo su amor en los momentos que más lo necesita.Por cierto,precioso como le pide Rick a Kate que se case con él.
Ha sido un placer leer tu historia durante estos meses y comparto la opinión de un epílogo y si no es así,espero leer pronto una nueva historia tuya
nusky- Ayudante de policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Prexioosooo solo falta un epilogoo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Esta precioso el final te quedo divino
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Caskett(sariita)- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Buenooooooo!!!!!! qué capitulazooooooo y de los que me gustan a mi, largos y con detalles de todo tipo.
Menudo ramillete de sentimientos, puros y completamente salidos del centro del corazón. Me has puesto los vellos como escarpias, haciéndome sentir todo aquello que les iba pasando, claro que el sumum ha sido ese DVD que grabó Martha, qué lástima que ella no pueda estar con ellos en estos momentos. pero todos sabemos que el hombre propone y Dios dispone, todos estamos atados a las normas que nos aplica la vida y esta como bien dice Castle, te da y te quita a su gusto, no al nuestro. Tan pronto te sientes en la cúspide de la felicidad, como hundido en lo más profundo del pozo del desánimo.
Magistral esta historia y sobre todo este final. Sencillo y muy vivido por ellos al igual que por nosotros los lectores, sin artificio, sin ostentaciones, sólo las vivencias de una familia que pronto crecerá, y se mantendrá unida en el tiempo. Has conseguido mantenerme atada a tu relato, aunque no siempre haya comentado por falta de disponibilidad, pero he de decir que nunca me lo he perdido, lo he seguido con el máximo interés, pues es fácil con tu estupenda redacción.
No puedo poner peros a nada, lo has bordado, sin embargo no puedo sustraerme al clamor popular que te solicita un epílogo. Tampoco es que te lo exija, pues he de reconocer que has completado tu hermosa historia con un final estupendo, un broche perfecto, claro que siempre estaría mejor poder seguir leyendo un poquito más, sobre todo ante las dudas que has dejado en los padres de Kate de no saber si se han casado de verdad o no. Esa pequeña explicación que hará expandir su felicidad un poco más y alegrarme un rato más a mí misma.
Quién dijo que este capítulo era largo???? para nada es mi medida justa de lo que debe de ser un capítulo o mejor dicho de lo que deberían ser todos los capítulos de fics.JAJAJAJAJAJAJAJA por si no te lo he dicho nunca, yo soy lectora de largo recorrido, para mí leer no es un trabajo, sino más bien un placer, que es aún mayor si lo que leo es de la calidad de lo que escribes tú.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Menudo ramillete de sentimientos, puros y completamente salidos del centro del corazón. Me has puesto los vellos como escarpias, haciéndome sentir todo aquello que les iba pasando, claro que el sumum ha sido ese DVD que grabó Martha, qué lástima que ella no pueda estar con ellos en estos momentos. pero todos sabemos que el hombre propone y Dios dispone, todos estamos atados a las normas que nos aplica la vida y esta como bien dice Castle, te da y te quita a su gusto, no al nuestro. Tan pronto te sientes en la cúspide de la felicidad, como hundido en lo más profundo del pozo del desánimo.
Magistral esta historia y sobre todo este final. Sencillo y muy vivido por ellos al igual que por nosotros los lectores, sin artificio, sin ostentaciones, sólo las vivencias de una familia que pronto crecerá, y se mantendrá unida en el tiempo. Has conseguido mantenerme atada a tu relato, aunque no siempre haya comentado por falta de disponibilidad, pero he de decir que nunca me lo he perdido, lo he seguido con el máximo interés, pues es fácil con tu estupenda redacción.
No puedo poner peros a nada, lo has bordado, sin embargo no puedo sustraerme al clamor popular que te solicita un epílogo. Tampoco es que te lo exija, pues he de reconocer que has completado tu hermosa historia con un final estupendo, un broche perfecto, claro que siempre estaría mejor poder seguir leyendo un poquito más, sobre todo ante las dudas que has dejado en los padres de Kate de no saber si se han casado de verdad o no. Esa pequeña explicación que hará expandir su felicidad un poco más y alegrarme un rato más a mí misma.
Quién dijo que este capítulo era largo???? para nada es mi medida justa de lo que debe de ser un capítulo o mejor dicho de lo que deberían ser todos los capítulos de fics.JAJAJAJAJAJAJAJA por si no te lo he dicho nunca, yo soy lectora de largo recorrido, para mí leer no es un trabajo, sino más bien un placer, que es aún mayor si lo que leo es de la calidad de lo que escribes tú.
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agecastbet- Escritor - Policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
jajaja ven las alianzas y todo.. normal que lo piesen xD No creo que haga el epílogo.. no ahora al menos.Gracias por leer y comentarRuth Maria escribió:Excelente! me has sacado las lagrimas cuando lei la parte del DVD, es tan triste al igual el momento en que Rick hablo en el homenaje a Martha. La parte final super graciosa inmaginar tanto a Johanna y Jim enfadados porque de verdad se la creen que estan casados!! jaja. Mis respetos por este gran fic!! si te animaras a un epilogo seria perfecto
jajaj sí es largo, demasiado largo xD y un poco repetitivo, la verdad. Muchas gracias por todo lo que me dices. El epílogo.. no creo que lo haga. Qué más decir? No sabría cómo hacerlo.agecastbet escribió:Buenooooooo!!!!!! qué capitulazooooooo y de los que me gustan a mi, largos y con detalles de todo tipo.
Menudo ramillete de sentimientos, puros y completamente salidos del centro del corazón. Me has puesto los vellos como escarpias, haciéndome sentir todo aquello que les iba pasando, claro que el sumum ha sido ese DVD que grabó Martha, qué lástima que ella no pueda estar con ellos en estos momentos. pero todos sabemos que el hombre propone y Dios dispone, todos estamos atados a las normas que nos aplica la vida y esta como bien dice Castle, te da y te quita a su gusto, no al nuestro. Tan pronto te sientes en la cúspide de la felicidad, como hundido en lo más profundo del pozo del desánimo.
Magistral esta historia y sobre todo este final. Sencillo y muy vivido por ellos al igual que por nosotros los lectores, sin artificio, sin ostentaciones, sólo las vivencias de una familia que pronto crecerá, y se mantendrá unida en el tiempo. Has conseguido mantenerme atada a tu relato, aunque no siempre haya comentado por falta de disponibilidad, pero he de decir que nunca me lo he perdido, lo he seguido con el máximo interés, pues es fácil con tu estupenda redacción.
No puedo poner peros a nada, lo has bordado, sin embargo no puedo sustraerme al clamor popular que te solicita un epílogo. Tampoco es que te lo exija, pues he de reconocer que has completado tu hermosa historia con un final estupendo, un broche perfecto, claro que siempre estaría mejor poder seguir leyendo un poquito más, sobre todo ante las dudas que has dejado en los padres de Kate de no saber si se han casado de verdad o no. Esa pequeña explicación que hará expandir su felicidad un poco más y alegrarme un rato más a mí misma.
Quién dijo que este capítulo era largo???? para nada es mi medida justa de lo que debe de ser un capítulo o mejor dicho de lo que deberían ser todos los capítulos de fics.JAJAJAJAJAJAJAJA por si no te lo he dicho nunca, yo soy lectora de largo recorrido, para mí leer no es un trabajo, sino más bien un placer, que es aún mayor si lo que leo es de la calidad de lo que escribes tú.
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Muchas graciasmoxaCaSkett(sariita) escribió:Esta precioso el final te quedo divino
Despues te comento bien que estoy por móvil
Gracias :)No creo que lo hago, al menos no ahora.castle&beckett..cris escribió:Prexioosooo solo falta un epilogoo
no? Más de uno se debió cansar y dejar de leer antes de terminar xDnusky escribió:Dices que es un capítulo largo pero yo no lo creo así porque en él transmites una diversidad de emociones que cuando nos damos cuenta ya se acabo y nos quedamos con ganas de más.
Sinceramente me ha encantado, has conseguido emocionarme tanto de tristeza como de alegría.Lo sencillo sería que una vez que ya están juntos pues hacer un final feliz y punto,pero tú has ido más allá y has plasmado la realidad ,que después de la perdida de un ser querido cuesta continuar , que es lo que le pasa a él con sus bajones de ánimos después de ver el dvd o en fechas en concreto ,pero con la ayuda de las personas que te quieren todo es más fácil y aquí Kate y la niña demuestran todo su amor en los momentos que más lo necesita.Por cierto,precioso como le pide Rick a Kate que se case con él.
Ha sido un placer leer tu historia durante estos meses y comparto la opinión de un epílogo y si no es así,espero leer pronto una nueva historia tuya
Me alegra que te haya gustado. Es que si quería hacerlo real, todo lo que puede ser real, y no hacer salto en el tiempo, no podía hacer que Castle estuviese bien y todo guay para él.. no tendría sentido. Al menos, no para mí. Con la ayuda de tus seres queridos, siempre es más fácil y te ayuda a seguir e ir olvidando el dolor.
En principio, se lo iba a pedir de otra forma pero se me ocurrió eso y bueno xD
No creo que haga un epílogo, no ahora al menos.
Empecé a escribir otra: Obligada a improvisar, se llama jeje
oh muchas graciascolombianita escribió:Largo....si, pero hermosooooo, esta historia me engancho desde el principio, un gusto que hablases de mi país, pero sobretodo me gusto esa magia que tienen tus palabras para contar tanto momentos triste, de rabia y de amor...
Gracias por compartir tu talento
Yo también quiero un epilogo
Gracias a vosotros por leer y comentar, al fin y al cabo sin eso no hubiese seguido jeje
La idea del DVD fue de una amiga que adora a Martha. jajaja con lo que le ha costando a la niña que estuviesen jutos, normal que estuviese emocionada xDDYaye escribió:Que bonito todo el capítulo. Me he emocionado mucho con el DVD que le dejó la madre, con el discurso dado y con el esfuerzo de Kate y Sophie para que en todo momento el estuviese feliz, incluso en esos días en los que el recuerdo era demasiado doloroso.
Me ha hecho mucha gracia la emoción de Shopie cuando iba a contarle su plan de casarles, durante la ceremonia y cuando le contaba a sus abuelos que se habían casado, jejeje.
Me uno a la moción de Ruth María, un epílogo sería perfecto
Muchas gracias por compartir la historia con tod@s nosotr@s
No creo que escriba un epílogo, al menos no por ahora...
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Bueno pues que podría decirte que no te hayan dicho ya, de verdad que todas tus historias son de lo mejor. Siempre logras que me meta de lleno en la historia y que pueda sentir cada cosa que le pase al personaje. Cada vez que te leo es como ver castle pues es como si lo estuviera viendo. En fin......
BESOOOOSSSSSS
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Caskett(sariita)- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Excelentisimo fic! Ha estado genia!!!!!
28Caskett- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
oh, muchas gracias Me dejas sin saber qué decirte, la verdad...moxaCaSkett(sariita) escribió:Bueno pues que podría decirte que no te hayan dicho ya, de verdad que todas tus historias son de lo mejor. Siempre logras que me meta de lleno en la historia y que pueda sentir cada cosa que le pase al personaje. Cada vez que te leo es como ver castle pues es como si lo estuviera viendo. En fin......
BESOOOOSSSSSS
De nuevo, gracias. Un beso
Gracias!!28Caskett escribió:Excelentisimo fic! Ha estado genia!!!!!
Caskett23- As del póker
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