Segundas Oportunidades Cap 9 ( 19/12/13) TERMINADO

Por primera vez en mucho tiempo, amanecía con él levantándose, no es que fuera poco común que él estuviera despierto a esas horas, lo raro es que en lugar de acostándose se estuviera levantando. Salió de la cama, se dio una ducha rápida, se secó frente el espejo mientras observaba su reflejo en él, tenía que afeitarse. Tomó la maquinilla y a falta de espuma de afeitar usó jabón.

Se vistió y bajó a desayunar, café, bollos, y unos huevos revueltos, aquella mañana se había levantado con hambre. Tras terminar el desayuno tuvo que correr en dirección a su habitación, quizás era demasiado pronto para meter tanto alimento en su estómago, una vez en su cuarto de aseo vomitó todo lo desayunado. Se lavó los dientes, la cara, y volvió a mirar su reflejo en el espejo.

-Poco a poco, no seas ansioso – le dijo al hombre del espejo.

Tomó su chaqueta y salió de allí.

El ruido del ascensor anunció a los detectives de la llegada de alguien a su planta, el sonido de unas muletas hizo que inmediatamente la detective Beckett supiera de quien se trataba y una pequeña sonrisa se instauró en su rostro.

-Buenos días, no te esperaba tan pronto – la detective tomó un sorbo de su café.

-Bueno, hay un refrán español que dice que a quien madruga dios le ayuda – contestó él al tiempo que guiñaba un ojo.

-Te veo de buen humor, eso es bueno. ¿Café? – él tan solo asintió y acompañó a la detective hasta la sala de descanso.

-Gracias – dijo cuando ella le tendió la taza- he vomitado todo lo que desayuné esta mañana, supongo que comí demasiado.

-Tienes que ir poco a poco Rodgers, tu estómago no está acostumbrado a ingerir algo que no sea – bajó la cabeza como no sabiendo si continuar.

-Alcohol, lo puedes decir con toda tranquilidad – terminó la frase él tomando después un gran sorbo de aquel café- ¿Habéis averiguado algo sobre Gina?

-Nada, es como si se la hubiera tragado la tierra, su familia no sabe nada de ella, sus compañeros de trabajo lo mismo, sus amigos igual.

-Vaya – Kate había comenzado a caminar hacia su mesa y Rick la siguió con sus muletas, al llegar se sentó en una silla cerca de la mesa de la detective.

-Tranquilo, daremos con ella.

La detective se fijo en él, por su rostro se diría que estaba pensando en algo, los ojos se movían con rapidez como si estuvieran tratando de dar con la información correcta que le suministraba su cerebro.

-Lo tengo – dijo por fin él sonriendo- Cuando Gina y yo teníamos nuestros encuentros sexuales usábamos un pequeño motel de mala muerte, tal vez ha vuelto a hospedarse en él.

-Es una idea, y tal vez la mejor que tenemos hasta ahora. ¿Recuerdas el nombre? – Rick asintió al tiempo que escribía algo en un papel.

-Ahí tienes el nombre y la dirección – le tendió el papel a ella.

-Espo, Ryan – los detectives se giraron – tenemos una pista – Rick se ponía en pie – Lo siento, tú no puedes venir – él se volvía a sentar- Eres un civil, no puedes acompañarnos.

-Ya, además voy con muletas, sólo sería un estorbo, lo entiendo – sintió un bajón se había imaginado yendo a por la mala y deteniéndola- esperaré aquí.

Los tres detectives salieron en busca de la sospechosa, Beckett esperaba que él estuviera en lo cierto, seguro que de ser así aquello le daría un impulso en su recuperación.

Mientras esperaba en aquella comisaria, sintió nuevamente el temblor en sus manos, sintió el dolor en su estomago, cerró los ojos al descubrir las imágenes que aquellos le mostraban, tenía que salir de aquel lugar.

La Guarida, su refugio tantas veces, allí se sentía seguro, se sentía en casa, y sin embargo aquella mañana no terminaba de decidirse a bajar aquellas escaleras. Por primera vez en casi cinco años, se encontraba agusto con él mismo, cierto que la ausencia de alcohol en su organismo dolía, pero aún así se sentía feliz.

Comenzó a caminar por la ciudad, despacio, mirando cada calle por la que pasaba como si fuera la primera vez que la veía, y de alguna forma era la primera vez, la primera en mucho tiempo que las recorría estando sobrio.

Llegó hasta un pequeño parque, libre de niños a aquellas horas, se sentó en uno de los columpios, y comenzó a pensar en todo lo sucedido en aquellos días.

-Necesito un trabajo – dijo finalmente en alto.

Los detectives regresaron a la comisaría con la sospechosa detenida.

Beckett buscó por toda la planta, pero no había rastro de Richard, con un halo de tristeza comenzó el interrogatorio. No fue difícil conseguir la confesión de la mujer. El caso estaba cerrado.

Tras realizar el correspondiente informe Kate decidió marcharse a casa, antes paró en el albergue.

-Buenas tardes, Rick termina de entrar en su habitación – Martha la sonrió nada más verla.

-Gracias – contestó la detective devolviendo la sonrisa- ¿la 12? – la mujer asintió.

Rick, tumbado en su cama, intentaba pensar en todo lo que tenía que hacer, buscar trabajo, reuniones de alcohólicos anónimos, y sobre todo, necesitaba un ordenador para plasmar la idea para un libro que iba tomando forma en su mente. Unos golpes en la puerta le sacaron de sus pensamientos.

-Está abierto – dijo sin moverse de la cama.

-Hola – Kate asomó la cabeza.

-Adelante detective – se sentó apoyando la espalda en el cabecero de la cama- ¿todo bien?

-Perfecto, tenías razón ella estaba en el motel – tomó una silla y la acercó a la cama- la tenemos a ella y a su confesión.

-Bien, todo ha terminado – Kate se fijó en que en el rostro de él no existía la alegría que debería.

-¿Todo bien? – preguntó.

-Sí, ¿por qué lo dices?

-No sé, supuse que estarías exultante por la resolución del caso, sobre todo teniendo en cuenta que fuiste tú quien nos dio la pista sobre su paradero, pero no lo pareces, diría que incluso estás triste.

-No, estoy contento – intentó sonreír quedando sólo en una mueca lo que logró- ¿Por qué lo hizo?

- Te culpa de, y son palabras textuales suyas, la mierda de vida que tiene. Te vio por casualidad un día saliendo del bar y todo el odio que había ido acumulando salió, aquella noche iba a por ti, pero luego pensó que era aun mejor el que pudieras terminar acusado de asesinato.

-¿Le costó mucho a tu padre salir del alcohol? – Kate se sorprendió por la pregunta- Digamos que me interesa más eso que hablar de la loca de Gina.

-Fue duro no lo voy a negar, duro no sólo para él también para la gente que le queríamos – se quedó colgada de la mirada de él, del azul intenso de aquellos ojos.

-Necesito un trabajo, tengo que ir a reuniones, tengo que hacerme un chequeo médico, quiero un ordenador, pero me valdría una máquina de escribir – Kate le miraba sorprendida- Quiero retomar mi vida, bueno quiero tener una vida. ¿Me ayudarás? – preguntó tomando una de las manos de la detective entre las suyas.

Kate sonrió, puso su mano libre sobre las de él.

-Claro, lo de las reuniones iremos a hablar con mi padre, podemos cenar con él y que te comente las opciones, lo del trabajo veré que podemos hacer y tengo una vieja máquina de escribir en mi casa, es tuya si la quieres – según ella iba hablando en el rostro de él se iba dibujando una sonrisa.

-Gracias – fue lo único que pudo decir.

Tres meses habían pasado desde la resolución del caso, en Richard no quedaba nada de aquel vagabundo sospechoso de asesinato.

Todas las semanas acudía puntual a sus reuniones de alcohólicos anónimos, cada quince días acudía a su médico para pasar las correspondientes analíticas, y todas las mañana llegaba puntual a su puesto de trabajo. Cada noche al regresar a su pequeña habitación alquilada se sentaba a escribir en la vieja máquina que la detective le había proporcionado.

Aquella mañana llegó como siempre puntual al trabajo, dejó sus cosas en la zona de empleados y se puso su camiseta, su placa identificativa y comenzó a atender clientes.

-Buenos días detectives, ¿lo de siempre? – preguntó acercándose a una mesa.

-Hola Rick, a mi hoy me apetecen unos huevos revueltos. Espo, ¿tú?

-Hola, a mí sí tráeme lo de todos los días.

-Perfecto, y ¿Ryan? – preguntó extrañado por su ausencia.

-Está haciendo una cura, quiere llegar sin limpio a su boda – contestó Kate encogiéndose de hombros.

-¿Qué? – dijo riéndose.

-Lo que has oído – contestó Espo.

Tras llevar el desayuno a los detectives y cobrarles continúo atendiendo al resto de clientes. El ritmo de aquella cafetería era vertiginoso, todos los policías de la 12th pasaban por allí tanto a la hora del desayuno como si podían a la hora del almuerzo.

Era su hora de salida, regresó a la zona de empleados poniéndose nuevamente su ropa.

-Jefe, recuerda que mañana tengo sesión, llegaré tarde – dijo antes de salir.

-Rick, no hace falta que me lo digas cada semana, lo recuerdo. Anda vete a casa y descansa, hoy hemos tenido esto lleno – dijo un hombre clavo entrado en kilos.

-Hasta mañana Carlos – dijo Rick saliendo ya.

Metió sus manos en los bolsillos y comenzó a caminar.

-Hola – dijo una voz a su espalda.

-Hola – contestó él girándose y sonriendo- ¿Día tranquilo?

-Sí, ¿el tuyo?

-No, si vosotros estáis sin casos, nosotros estamos hasta arriba – ambos estaban parados en mitad de la acera.

-Rick, ¿te apetece un café?

-Estoy cansado – viendo la decepción reflejada en el rostro de su acompañante- pero no puedo negarme a tomar un café con la detective Beckett.

-Bien, conozco un sitio perfecto, el dueño se llama Carlos y tienen el mejor café de la ciudad.

-Estás de broma ¿no?

-Claro – contestó ella soltando una carcajada.

-Menos mal, por un momento pensé que me ibas a invitar a tomar café en el lugar en el que trabajo.

-No, vamos a uno que hay cerca de tu casa, así luego te pilla cerca.

Ambos se montaron en el coche de la detective, durante aquellos tres meses no habían sido pocas las veces que se habían visto, solos o en compañía de Jim. Para Jim ayudar a Rick era una forma de compensar al universo por haber logrado que él mismo saliera del pozo del alcoholismo. La detective pensaba que pese a lo que Rick hizo no merecía el castigo que la vida le dio.

El trayecto hasta la cafetería la hicieron en silencio, Kate miraba de reojo a Rick viendo como éste iba sumergido en sus propios pensamientos, razón por la cual decidió que sería mejor esperar a que fuese él el que comenzase una conversación.

Tuvieron suerte y encontraron un sitio para aparcar justo frente al local al que iban, Rick no olvidaba su pasado caballeroso, así que fue el primero en descender del vehículo y rodeo el mismo para así abrir la puerta del conductor.

Un tímido –gracias- fue lo único que la detective pudo pronunciar.

Decidieron sentarse en una mesa junto al gran ventanal, mientras esperaban la llegada de la camarera, Rick perdía su mirada a través del cristal.

-Un centavo por tus pensamientos – Kate le miró intrigada.

-Lo siento, hoy justo hace seis años que mi vida cambio, tan solo recordaba cómo se me fue todo de las manos – contestó aun sin mirar a la detective.

-Lo siento, no tenía ni idea, supongo que lo que menos querías era tomar algo conmigo – agachaba la cabeza.

-No, me has salvado – por fin la miraba- hoy llevo todo el día muriéndome por tomar una copa. Probablemente si no llega a ser por ti, habría tirado por la borda todo lo que he conseguido. Así que gracias – sonrió, negando al mismo tiempo con la cabeza- parece que lo único que soy capaz de decirte siempre es gracias. Estoy abonado a esa palabra.

- Siendo así, me alegro de haberte visto y estar ahora aquí tomando un café – sonrió y le acarició una mano- ¿Cómo llevas el libro?

La cara de su acompañante se iluminó al escuchar la pregunta – Bien, he avanzado mucho, se podría decir que tengo ya casi terminado el manuscrito.

-Vaya, eso sí es una buena noticia.

-Sí – un halo de tristeza ensombreció su rostro- no sé para qué me esfuerzo nadie lo publicará.

-¿Por qué? Si es bueno lo harán – ella sabía perfectamente cuál era el miedo de él.

-Soy Richard Rodgers, seguro que me ignoran por mi pasado.

-Cambiemos el nombre – dijo ella de pronto.

- ¿Qué?

-Claro, busquemos un seudónimo, algo que ellos no asocien con quien eras. Inventemos un autor.

-Claro, eso sería una solución. Kate te quiero – se levantó acercándose a la detective y besándola haciendo que ambos se miraran sorprendidos por lo que habían sentido- me has vuelto a salvar la vida.

-Bueno, no es para tanto.

Un silencio bastante incomodo se instauró entre ellos, ninguno sabía cómo continuar aquella conversación, un beso dado por efecto de la alegría había logrado que ambos se encerraran en sus pensamientos.

-Es tarde, será mejor que me vaya a casa – fue Kate la que con aquella frase rompió aquel incómodo silencio.

-Sí, yo mañana tengo reunión.

Ambos salieron, y en la acera se despidieron sin atreverse siquiera a rozarse.

-Gracias por el café Kate, no vemos otro día – dijo él al tiempo que comenzaba a andar en dirección a su casa.

-Hasta otro día Rick – dijo ella ya montándose en su coche.

Una vez que Rick dejó de estar dentro de su visión no pudo evitar pasar sus dedos por sus labios, aquel beso había provocado algo que ella dejándola fuera de juego. Arrancó el coche decidiendo que lo mejor era olvidar aquel beso, a fin de cuentas él sólo la había besado por agradecimiento.

Rick llegó a su habitación, tiró su chaqueta sobre la cama y se sentó delante de la vieja máquina de escribir. Había mentido un poco, realmente su manuscrito estaba terminado, sólo faltaba la dedicatoria, y ahora tenía muy claro lo que poner. No le llevó más de diez minutos darle forma a los sentimientos que se agolpaban en su cerebro. Tras aquello se fue desnudando y se metió en la ducha.

Apoyó las manos en la fría pared, dejando que el agua helada le recorriera el cuerpo entero. Recordaba lo sentido tras posar sus labios sobre los de la detective, había sido tan solo una caricia pero no podía negar que algo dentro de él se había removido. Ahora ya tenía palabras para describir lo que sentía por ella, la quería, se había ido enamorando de aquella mujer. Golpeó con la mano la pared, ella nunca se fijaría en alguien como él, no tenía nada que ofrecerle. Cerró el grifo, salió de aquella ducha y se enrolló la toalla sobre su cuerpo, tumbándose aun mojado sobre la cama. Lentamente se fue quedando dormido, con el recuerdo de aquellos labios.

La mañana siguiente la detective quedó a desayunar con su padre como hacían cada semana, su tradición era desayunar juntos al menos una vez por semana.

-Buenos días Katie – saludo Jim a su hija dejando un beso en su mejilla.

-Hola papá, ¿qué tal la semana? – preguntó sentándose.

-Ajetreada, tengo un juicio sobre competencia desleal complicado, pero bueno, ¿y la tuya?

-Liada, parece que todos los asesinos se han puesto de acuerdo.

-Vaya, creo que vas necesitando vacaciones – Kate le miró alzando una ceja- te ves cansada, tienes ojeras – explicó Jim.

-No he dormido muy bien hoy – comenzó a tomar su café- el caso dando vueltas en mi cerebro – dijo evitando así las preguntas de su padre.

-Esta mañana he visto a Rick, hemos ido juntos a la reunión. Estaba pletórico, me dijo algo de cambiarse el apellido – Kate se atragantó al escuchar a su padre hablar de Rick- ten cuidado.

-¿Cambiarse el apellido?

-Sí, me dijo que quiere dejar totalmente en el pasado a Richard Rodgers, así que ha decido cambiar el apellido legalmente – contestó él encogiéndose de hombros- me ha pedido ayuda legal para ello.

-Vaya, pero si yo sólo le propuse que usara seudónimo para intentar publicar su novela.

-Así que fuiste tú. Me dijo que alguien le había dado la idea – tomó un trozo de su pastel- por cierto, el sábado iremos juntos al beisbol, es su día libre y le he invitado.

-Pero, papá, es nuestro día de beisbol –se quejó ella.

-Pensé que no te importaría, creía que erais amigos, ¿os habéis peleado?

-No, y claro que somos amigos, sólo creía que querías que estuviéramos solos, nunca hemos invitado a nadie – realmente se sentía estúpida, pero aquella invitación le había puesto nerviosa- ¿ha aceptado?

-Sí, ni siquiera se lo ha pensado.

-Vale, pues nada el sábado iremos los tres el partido – el móvil de la detective comenzó a sonar, al mirar vio que era de la 12th- tengo que contestar es trabajo – se excusó ante su padre, la conversación fue breve- Lo siento papá tengo que regresar a la 12th, tenemos un nuevo sospechoso – dejó un beso en la mejilla de su padre y tomando la cazadora de la silla abandonó el local.

Tres horas después de aquella conversación la detective se encontraba en la morgue hablando con su amiga.

-Le ha invitado al beisbol – dijo un tanto nerviosa.

-¿A quién? y ¿quién?–preguntó sin entender nada Lanie.

-Mi padre a Rick – contestó sentándose en uno de los taburetes metálicos de la sala.

-Ah, ¿y? – continuaba sin entender.

-Pues eso, que el sábado iremos los tres juntos al beisbol – para ella tenía lógica lo que decía.

-Ya, Kate cariño, seguro que en tu cerebro hay partes que te callas y que dan sentido a esta conversación pero si no lo verbalizas no me enteraré de nada.

-Ayer me besó – la boca de la forense se abrió al máximo.

-Bien, me alegro, chica hace mucho que no le das una alegría a ese cuerpo – fue lo que la forense contestó.

-No bien, no. Dios Lanie, ni siquiera fue un beso, fue más bien una caricia con sus labios, y sentí como una corriente recorría mi cuerpo – decía ella sonrojándose y sin poder evitarlo pasaba sus dedos por sus labios.

-Chica, estás colada por él – Kate la miró alzando una de sus cejas- Vamos Kate, es obvio que eso es cierto. Aprovecha el sábado y ataca – dijo riéndose.

-Lanie, no creo que él quiera una relación ahora, está ocupado en arreglar su vida.

-¿Quién ha hablado de relación? Date una alegría.

-Lanie, no soy de esas – contestó algo molesta.

-Chica, pues tú verás lo que haces. Pero ten cuidado, porque Rick está realmente bueno, no vaya a llegar una lagarta y te lo robe – esto último que dijo la forense hizo que su rsotro reflejase enfado.

-Será mejor que vuelva al trabajo – fue lo único que dijo.

-Kate, a veces merece la pena arriesgarse.

 

 

La cola daba la vuelta a la manzana, un montón de personas esperaban pacientemente su turno, varias mujeres se acicalaban para lograr que les prestase atención. Dentro del local, él sonreía y firmaba como un autómata, no lograba sentirse cómodo en aquellas grandes firmas, le gustaban mucho más cuando lograba convencer a su publicista y agente para que se hicieran en una pequeña librería y siempre precedidas de una lectura y debate del libro, pero esta vez no había logrado convencerlas. Era su tercer libro sobre la saga de Nikki Heat, desde el mismo día de su lanzamiento se había alzado con el puesto número uno de ventas, así que la firma tenía que ser a lo grande.

-¿Me firmas en el pecho? – Escuchar aquella pregunta hizo que levantase su cabeza encontrándose con unos preciosos ojos- ¿En serio Castle? – Preguntó al ver la reacción que él había tenido- sólo te ha faltado babear – Dijo alzando una de sus cejas.

-Te había reconocido – puso la mejor de sus sonrisa intentando librarse de la bronca pero ella alzó aún más la ceja- Vale, ya sabes que estas grandes firmas me aburren – dijo en un susurro para que sólo ella pudiera escucharle.

-Lo sé, cariño – Dejó salir su sonrisa para que él viera que no estaba enfadada.

-¿Qué haces aquí? – La siguiente mujer en la fila tosió como síntoma del tiempo que la mujer de ojos verdes llevaba entreteniendo al escritor – Discúlpenme – dijo poniéndose en pie- vamos a hacer un pequeño receso, no siento las piernas ni las manos de tanto tiempo que llevo sentado y firmando, serán sólo cinco minutos lo prometo – su agente le miró con cara de poco amigos pero él sólo tomó de la mano a la mujer- Me has salvado de una muerte por aburrimiento.

-Mira que eres exagerado, es tu trabajo.

-No, mi trabajo es escribir, esto es un añadido – la tomaba de la cintura acercando así ambos cuerpos- Te he extrañado.

-Y yo a ti – posó sus labios sobre los del escritor.

-Aún no me has dicho qué haces aquí – volvió a preguntar cuando ambos se separaron para respirar.

-Tenía papeleo – dijo encogiéndose de hombros- y pensé en venir a ver a mi marido – sonrió mordiéndose el labio inferior.

-Me echabas de menos, no puedes estar sin mí ni un día.

-No te lo creas tanto – le dio un pequeño golpe en el brazo – sólo lo hice por librarme del papeleo.

-Ya, puedes disfrazarlo como quieras, pero ambos sabemos que te morías por verme. No pasa nada por reconocerlo, es más, Kate si no llegas a venir tú hubiera sido capaz de salir corriendo a verte – ella sonrió al escuchar aquello- Te quiero Kate – ambos se fundieron nuevamente en un apasionado beso.

-Debes regresar, dijiste cinco minutos y ya han pasado – dijo Kate apoyando su cabeza en el pecho de él.

-Cierto, ¿vendrás a recogerme luego?- Ella asintió- Si por un milagro termino antes iré a la 12th yo.

-Rick -Él la miró- nada de firmar en el pecho, recuerda que tengo un arma – dijo ella dirigiéndose a la salida del edificio.

Cerca de las ocho de la noche Castle por fin dio por terminada la firma, tras despedirse de los organizadores salió de allí, tomó entre sus manos el móvil y cuando iba a marcar un coche se detuvo ante él.

-Siento llegar tarde – dijo el conductor a través de la ventanilla bajada del copiloto.

-Estaba a punto de llamarte – dijo él subiéndose en el coche y besando a su ocupante.

-La tarde se fue liando – dijo a modo de disculpa- ¿pillamos algo de cena de camino?

-Perfecto, no me apetece nada ponerme ahora a cocinar.

-¿Cómo ha ido?

-Si lo que quieres saber es si he firmado algún pecho, la respuesta es no, pero sí que me lo han pedido – dijo Castle sonriendo.

-No tienen vergüenza – No se terminaba de acostumbrar al éxito que él tenía con las mujeres.

-Cariño, da igual lo que ellas pidan, sólo existe una mujer a la que firmaría en el pecho y eres tú – dejaba su mano sobre la de la detective en la palanca de cambios.

-Bien, me gusta que lo tengas claro. Por cierto, mañana había pensado en quedar con mi padre y con los chicos, igual ya es hora de contarlo – giró su cabeza para ver el rostro de él.

-Me parece genial, tengo unas ganas locas de que todos se enteren – dijo él sonriendo.

-He hablado con Gates esta tarde, se lo he contado y le he pedido que me deje haciendo trabajo en comisaría.

-Genial, me asusta que pueda pasaros algo.

-No nos va a pasar nada, lo único que pasará es que tendremos un hijo que nacerá aburrido.

-Una hija, va a ser una hija – contestó él totalmente convencido.

-¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Lo sé – contestó encogiéndose de hombros- Tengo que llamar a Martha si se pierde la noticia es capaz de matarme.

-Adoro a esa mujer. Te ayudó mucho al principio.

-Cierto, pero fue gracias a ti y a tu padre a quienes logré salir del infierno – dijo con cierta nostalgia.

-Mi amor, saliste porque eso era lo que tú querías.

El día siguiente transcurrió con total tranquilidad, al final de la jornada, todos los miembros de la 12th que eran importantes para la pareja se acercaron hasta la casa de la detective y el escritor, allí se encontraban ya Jim, Martha, Castle y Kate que había salido antes ya que no se encontraba del todo bien.

La cena transcurría entre risas, en un momento dado Kate y Rick se miraron y ambos sonrieron asintiendo. Ambos se tomaron de la mano y se pusieron en pie haciendo que todos los presentes les mirasen.

-Bueno, la cena de hoy tiene un significado – comenzó el escritor.

-Que va más allá del hecho de que seáis nuestros amigos – continuó la detective.

Ambos se miraron, sonrieron, ella apoyó su cabeza en el hombro de él – Estamos embarazados- dijeron a la vez.

-Enhorabuena –dijeron todos al unísono.

-Felicidades Katie – Jim con los ojos vidriosos dejó un tierno beso en la mejilla de su hija- felicidades Rick.

-Felicidades muchachos – Martha se abrazó a ambos- seré abuela postiza.

-Nada de postiza, serás su abuela. Te lo has ganado en estos tres años Martha – dijo Rick.

FIN