Vuelta al Trabajo - [Actualizado 18-04-2012]

estupendo capitulo

Eii de nuevo. No me imaginé que os gustaría el tema de los colorines.
La aplicación del móvil sí que me la he inventado. Si existe eso es pura casualidad.

Cuando vi por la web lo de los colorines de la ducha no dudé en incorporarlo al fic. Es un trasto que cuando lo ví pensé:

"¿Quien sería el tonto en ponerse esto en la ducha? Ya tienes termostato Quitado que tengas insensibilidad dérmica y quieras ahorrarte el termómetro digital... no veo otro motivo".

Si buscais en google-imágenes "light shower" o "Shower light" veréis que hay bastantes modelos, de ducha y de lavabo... Impresionante... como dice el refrán: para gustos colores... y desde luego no he llegado a ese nivel de rarezas.

Saludos.

qwerty escribió:Eii de nuevo. No me imaginé que os gustaría el tema de los colorines.
La aplicación del móvil sí que me la he inventado. Si existe eso es pura casualidad.

Cuando vi por la web lo de los colorines de la ducha no dudé en incorporarlo al fic. Es un trasto que cuando lo ví pensé:

"¿Quien sería el tonto en ponerse esto en la ducha? Ya tienes termostato Quitado que tengas insensibilidad dérmica y quieras ahorrarte el termómetro digital... no veo otro motivo".

Si buscais en google-imágenes "light shower" o "Shower light" veréis que hay bastantes modelos, de ducha y de lavabo... Impresionante... como dice el refrán: para gustos colores... y desde luego no he llegado a ese nivel de rarezas.

Saludos.

MARAVILLOSO FUE ESTE CAPITULO, YA TE LO COMENTE Y TU LO SABES
SIGUE ASI QUE SIEMPRE TRAES ALGO NUEVO!!!!

siguelo prontoo...esta genial

- Ya, bueno… en ese salto me mareé de lo lindo. Pasaban demasiado cerca de los riscos.
- Afortunadamente era el último y pudimos descansar en el acantilado.
- Sí… – Castle dudaba si preguntarle sobre lo que le había pasado en el acantilado - ¿Puedo preguntarte algo? Si no quieres contestar me lo dices tranquilamente y no vuelvo a sacar el tema.
- Ehhh… – Se imaginaba que era por lo sucedido en el acantilado. No sabía darle una explicación coherente sobre el abrazo que le había dado, pero también le había dicho que podía negarse a contestar… - Pregunta.
- Tu… ¿Qué te pasó en el acantilado?... ¿Por qué te reías de esa forma? Al principio parecía que estabas descansando pero… la mañana tampoco ha sido tan divertida como para que te rieses de esa forma.
- Eso… - creía que le preguntaría por el abrazo pero… no. Preguntó por lo de antes – fue algo extraño.
- ¿Me lo cuentas?
- No sabría decírtelo, no sabría explicarlo.
- Inténtalo – Dejó Castle la segunda tartera sobre la mesa para prestarle más atención, por una vez le pareció que le iba a contar algo personal a la primera, sin tener que insistirle.
- Ha sido algo más emocional que otra cosa. No sé explicarlo.
- ¿Y si lo comparas con un ejemplo? Igual resulta más fácil.
- Eso… - intentó encontrar un símil para intentar hacer la comparación – ha sido como cuando reinicias un ordenador…
- Ahora no te sigo bien. ¿Te reiniciaste? ¿Puedes explícamelo? Por favor – Beckett dejó ahora su comida sobre la mesa y se apoyó con las manos en el suelo, mirando al grifo del minibar.
- Yo… Al principio estaba descargando la adrenalina. Pensaba en los saltos realizados y por cada respiración sacaba toda la tensión del salto.
- A mí también me pasaba lo mismo.
- Luego… cuando ya no quedaban saltos que recordar se me quedó la mente en blanco.
- Para ese entonces aún no habías empezado a reírte ¿verdad?
- No. Luego… en ese estado me acordé de un recuerdo mío de niña – Paró unos segundos – Las sensaciones que tenía eran parecidas a aquel recuerdo. Estaba en los columpios balanceándome, me encontraba un poco mareada, a cada balanceo me daba el aire en la cara… como en el cañón… y eso sucedió en un viaje que hicimos… no me acuerdo dónde. Hacía mucho calor y había hierba artificial, sólo unos pocos árboles alrededor del parque… no sé porqué me recordó aquello. No tiene nada de especial pero es uno de los recuerdos bonitos de cuando era niña, allí estaban papá y mamá turnándose para empujarme en el columpio.
- Entiendo… ¿por eso te reías?
- No… exactamente no… - se tomó unos segundos para continuar - ese recuerdo ha sido el primero de una serie, se enlazaban unos con otros. Eran recuerdos de toda mi vida. Todos ellos tienen un significado especial para mí. De estar quieta en la nada pasé a activar una parte que tenía guardada pero que no sacaba de hacía tiempo – paró unos segundos – Luego esos recuerdos desaparecieron y se pasaron a ideas, sensaciones que tengo de lugares, de ideas, de recuerdos… no sé… sentimientos que guardo hacia personas… hacia hechos… nada específico. No sé explicarlo.
- Reset… Hiciste un reinicio en tu cabeza. Pasaste de estar con la mente en blanco a activar todos los recuerdos y sentimientos felices de tu vida.
- … Más o menos. Un reset.
- ¿Sabes? Me recuerda un poco a la conversación que tuvimos en tu casa cuando te propuse lo del viaje.
- ¿Cómo? ¿Qué parte?
- Cuando hablamos de la gente del parque. De esa gente que parecía estar bien cuando también deben de tener problemas.
- ¿Tanto se parece?
- Sí. En aquella ocasión me dijiste que esa gente del parque parecía feliz, no querías salir para no verles las caras, porque querías ser como ellos y ni siquiera podías estar serena – Pausó un momento y continuó – Creo… que no tenías que ver otras caras, sólo tenías que ver la tuya, pero dentro de ti. No era necesario imitar a los demás, hacer lo que ellos hacen. Tenía que salir de ti. Fíjate cómo te has puesto por recordar… lo que hayas recordado… la risa que has sacado. Si toda esa gente del parque te hubiera visto ahora, habrían sido ellos los envidiosos.

Beckett pensó un momento en lo que le había dicho. Retomó la tartera con la comida y continuó:
- Cuando me propusiste lo de las vacaciones me dijiste que vendrías en calidad del psicólogo para su paciente. Ahora estás haciendo eso.
- Y esta mañana era el camarada para divertirse.
- Incluso es posible que tengas razón, Sr. Psicólogo.
- Siempre la tengo.
- No abras la bocaza que lo fastidias.

Volvieron a sus envases para acabar la comida. Al cabo de 10 minutos más habían despachado con todo lo que había dentro.
- Buahhh!!! ¡Qué bueno estaba! – Repantigándose en el sillón - Cuando uno tiene hambre cualquier cosa le sienta bien.
- Ni que lo digas – Beckett se echó hacia atrás apoyándose contra el asiento del sofá – Hoy me habría comido cualquier cosa.
- Ja, ja, ja. – Se quedó callado mirando por la ventana - ¿Te apetece hacer algo? ¿Ir a algún sitio?
- ¿Me lo preguntas? ¿Acaso no tenías todo el viaje planeado?
- Todo no. No sabía en qué estado volveríamos del desierto, cómo estaríamos de cansados… Para ahora y esta noche no tengo nada preparado pero sí sé qué podemos hacer por la ciudad.
- A ver, dilas.
- Esta tarde-noche se celebra la liga de lucha libre.
- Nah… Hoy no me apetece ver a tíos que sudan por sólo respirar.
- Hace un par de semanas se acabó el rodeo, ahora no hay nada en ese estilo.
- Habrán otras cosas.
- Hay varios espectáculos en los hoteles: Actuaciones de falsos Elvis… El circo del Sol… Cher…
- ¡Eso no! – cortó tajante - es una tortura.
- ¿Lo dices por los espectáculos o por Cher? – Peguntó jocoso.
- Eh… Eso no te importa. Sigue.
- Jo, jo, jo. Creo que hay más miga que sacar… ¿Algún trauma infantil o juvenil con Cher?
- Ninguno.
- ¿En serio? Podrías contármelo.
- Mejor si se lo preguntas a Espósito o Ryan. Ellos te pueden dar más detalles. Dí más cosas.
- Jo, jo, jo. Eso tiene buena pinta ¿En serio que no vas a contármelo?
- No. Yo tuve una laaaaaarga sesión, más que suficiente. Pero la peor parte de las escuchas la tuvieron ellos, te pueden recitar todas sus letras, creo que aún sueñan con las canciones… no me extrañaría que aún tengan pesadillas con ellas y la discoteca… ¡Va! ¡Céntrate!
- ¿Discoteca con canciones de Cher? Jo, jo, jo, jo… Está bien… veamos… Podemos hacer… Lo siento, tengo que preguntar: ¿Fueron de incógnito? – Beckett contrayendo los labios aguantando una risa lo miró sin afirmar pero tampoco lo desmintió - ¿Tienes alguna foto de ellos? Jo, jo, jo, jo.
- ¡No! No nos vamos haciendo fotos de los disfraces de incógnito… Va Rick, deja eso para cuando llegues a N.York. ¿Qué más cosas?
- Qué mala eres… Prosigamos… Podemos ir a dar una vuelta y ver la ciudad desde abajo, ver el encendido del volcán del Mirage, el corredor luminoso…
- Eso ya lo he visto… Pero sí están las fotos de la detención.
- ¿De qué hablas?
- De lo de Cher. Aquella vez habían fotógrafos en la detención, estarán dentro del expediente.
- Jo, jo, jo, jo... Será diver…ti…do ¿Cómo me cuentas eso? No es propio de ti contar este tipo de detalles.
- Cuando las veas y vayas a mofarte de ellos de paso les dices que les descuento una.
- No sé lo que os traéis entre manos pero eso ya parece más “Beckett”.
- Bien. Sigue.
- Ir al circuito de carreras para alquilar un bólido y correr.
- ¿Recuerdas que hemos hecho persecuciones en N.York? No vamos tan rápido como con un bólido pero correr sin chocarte con los otros coches es… muy fuerte.
- Eso es porque eres tú la que siempre conduces. Eres la que te diviertes.
- ¿Divertirme? No es muy gracioso que digamos. Las persecuciones son estresantes.
- A ver… ¿qué más?... Pues para desestresar… Esta tarde podemos hacer cosas de chicas.
- ¿Qué?... ¿Me dejarás que te pinte las uñas de los pies?... ¿Depilarte las piernas?
- ¿Qué? – Confuso – No me refería a eso… Ir de tiendas, aquí abajo hay una galería enorme. Podemos comprar cualquier cosa ropa, discos… cualquier cosa, sabes lo grande que es.
- Ja, ja, ja. Agradezco la aclaración. No quiero gastarme dinero.
- Yo pago. Ya te lo he dicho varias veces: gastos pagados.
- Y yo te he dicho que no quiero deberte nada.
- Ya bueno… ¿Te has traído otro vestido? El de anoche lo manchaste.
- No. Cuando hice la maleta sólo me dijiste uno ¿Por qué?
- Para entrar esta noche al casino. Tendrías que comprarte otro.
- Puedo ir con ropa más normal.
- O ir a alguna discoteca… Studio 54… Pure, es más tranquilo… Tao, tiene unos reservados buenísimos, disfrutas de la música y sin agobios… Ir a bailar al Voodoo… Asomarte a las terrazas del Mix… Para estos sitios mejor si vas más elegante.
- … - Pensó un instante – Es posible.
- Pues hay que ir de tiendas. La tintorería no es tan rápida por las tardes.
- … Tal vez.
- Esta tarde también podríamos ir a jugar al golf.
- No sé jugar.
- Yo te enseño.
- No quiero más sol.
- Ehhh… Me has convencido. Yo también he tenido bastante sol en el desierto…
- ¿Algo más?
- No me has dejado muchas opciones más… ¿Entonces esta tarde-noche casino y discoteca? Aún tenemos que gastarnos el dinero de las fichas.
- Vale, bien. Casino y discoteca.
- ¿Bajamos de compras?
- No. Todavía no. Quisiera quedarme un rato en el hotel - Se levantó del suelo y se sentó en el sofá, giró la cabeza para mirar por la ventana y sonrió de nuevo.
- ¿Otra vez con las sensaciones del acantilado?
- Sí.
- Me alegro que pasase… por ti, pero también me alegro de haber estado ahí – Beckett rodó la vista de la ventana hacia él gesticulando una interrogación.
- ¿Qué quieres decir? – Volvió a girarse para mirar a través de la ventana.
- Porque la próxima vez que vuelvas a tener pensamientos alegres… incluirás lo de hoy como algo para recordar… Yo también estaba ahí… la próxima vez que tengas que recordar cosas felices, también me incluirás en el día de hoy en esos pensamientos. Ya no seré sólo el bufón pesado que te sigue a todas partes.
- Pero si tú ya estabas incluidos en esos pensamientos… - Dijo absorta mirando el paisaje…
- ¿Qué?... ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué he hecho…?

Beckett salió de su ensimismamiento cuando oyó que se alteraba Castle. No se creía que lo que había dicho lo hubiera hecho en voz alta. Era más una respuesta para su cabeza que unas palabras a articular.

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Hace un rato me pasé por spoilers y ...

Spoiler:

Este capítulo es un poco más largo pero como las frases son más cortas… compensa.

Jajaja a ver que contesta Beckett ahora ante lo que dijo!
Muy buen capítulo!!!!

Muy chulo, enhorabuena síguelo pronto!

genial capitulo


gracias por otro capi

Venga que se inventara Beckett ahora para salir de esta,por lo de los columpios estas perdonada,sigue sigue que toca noche casino-discoteca siiii

- ¿Qué?... ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Qué he hecho…?

Beckett salió de su ensimismamiento cuando oyó que se alteraba Castle. No se creía que lo que había dicho lo hubiera hecho en voz alta. Era más una respuesta para su cabeza que unas palabras a articular.

- ¿Eh? No… Nada… Cosas mías.
- ¿Cosas tuyas? Pero si has dicho que yo también estaba incluido… me gustaría saber qué es lo que hice para ganar ese privilegio.
- Ehh… No es nada importante.
- Para mí SÍ tiene importancia.
- Y… ¿Y si no quisiera decírtelo? – Ahora dirigiéndose hacia Castle desconcertada.
- Por favor… No puedes dejarme con la miel en los labios – Estirándose hacia ella – Quiero… Necesito saber qué he hecho – Beckett lo miraba indecisa – Me has recriminado muchas veces lo que hago mal… Casi nunca me has dicho lo que hago bien… o lo has hecho con indirectas ¿Podrías decírmelo? Lo que he hecho para destacar. Así podría repetirlo… o hacer algo parecido… o… no sé… saberlo… Por favor.

Beckett estaba indecisa, lo tenía enfrente y no estaba segura de seguir adelante con esa conversación, recorría la habitación con la mirada, primero a Castle, luego a los botes de comida, al minibar, otra vez a Castle, a la puerta de salida, a Castle, a la lámpara de pie, de vuelta a los botes de comida, a Castle, a la puerta de salida… Después de unos segundos de meditar terminó diciendo:
- No tienes que hacer nada en especial, sólo continuar haciendo lo de hasta ahora.
- ¿Qué? ¿Continuar haciendo lo de hasta ahora? No puedes decirme que has recordado un momento bueno conmigo y luego decirme que no tengo que hacer nada.

Castle se recostó en el sillón y apoyó la cabeza en una mano. Meditaba la contestación de Beckett con gesto fruncido.
- No es justo. Creo que me merezco un poco de sinceridad por tu parte.
- Yo… - tragó saliva - Estoy siendo sincera.
- ¿Qué?... No te creo – empezó a pensar en voz alta - ¿Qué no sería cuando nos libramos de la bomba? La sensación de volver a nacer fue única… o… cuando estuvimos en el congelador a punto de morir… pero eso fue angustioso, o… ¿no seria la noche cuando…?
- No sigas que no va por ahí. ¿Sabes lo que pensé de ti cuando nos vimos por primera vez? – Interrumpió Beckett, Castle iba a llegar al momento en que se besaron y tampoco quería sacar el tema ahora, sería mucho más embarazoso.
- ¿Eh? Sí… ¡No!
- Sí o no. ¿Te aclaras?
- Sí quiero saberlo pero no ahora. No cambies de conversación. – Ahora fue Beckett la que frunció los labios.
- No he cambiado de conversación… ¿Quieres saber lo que pensé de ti cuando nos vimos por primera vez? Mejor dicho, cuando te interrogué por primera vez, porque aquello no fue una conversación normal.
- ¿No has cambiado de conversación?, ¿ese momento bueno fue al principio de todo? Pero… aquella vez te molestaste mucho. Te contestaba… con verdades, pero fue todo en guasa. Casi te saco de quicio. Creí que pensaste que era un patán, un grosero un farsante.
- Casi aciertas en lo que pensé de ti… y sí… el interrogatorio fue muy molesto.
- ¿Entonces? ¿Fue realmente ese principio un momento bueno? ¿no?... ¿qué?... ¿En qué quedamos?
- Yo… Aquella primera vez pensé… – Paró unos segundos a tomar aire - ¿Cómo es posible que este… - pensaba las palabras exactas para lo que tenía en mente – impulsivo… narcisista… infantil… - recalcó cada uno de los adjetivos y paró para pensar en la continuación.
- ¿Has dicho “impulsivo narcisista infantil”? – Sacó a Beckett de sus pensamientos.
- Si… - esbozó una sonrisa. - ¿Qué pasa? Más o menos es lo que pensé.
- No. Nada… Cuando yo te dije lo que pensé de ti la primera vez que nos vimos fui más benévolo… Impulsivo narcisista infantil – Repitió los adjetivos para memorizarlos.
- Pero se aproxima bastante a cómo actuaste conmigo en la sala de interrogatorios.
- Impulsivo narcisista infantil… Ésa definición es para enmarcar, me han llamado de todo y usando más palabras… creo que tú eres la que mejor me ha definido usando los menos adjetivos posibles – Sonrió – Impulsivo narcisista infantil. Je, está bien.
- Pues lo que pensé fue… ¿Cómo es posible que este impulsivo narcisista infantil… me haga sentir tan bien?
- ¿Qué…? ¿Qué has dicho?... ¿Puedes repetirlo?
- No entendía cómo un tío tan… - estaba pensando en usar unos adjetivos que no lo iban a dejar muy bien – No entendía cómo un tío tan… como tú, era capaz de hacerme sentir bien.
- Pero no nos conocíamos. ¿además de molestarte te hacía sentir bien? ¿Surgió en ese momento? ¿Eso es compatible?
- No sé si es compatible, pero no me refiero a eso. Entonces tú y yo no nos conocíamos… Mejor dicho, no nos conocíamos personalmente… Aunque de algún modo yo sí te conocía.

Castle intentaba seguir el razonamiento de Beckett, a veces le costaba seguirla porque divagaba.

- ¿Me conociste en alguna firma? ¿Leíste algo de mi vida en las revistas? ¿de la tele?
- No. Te conocía de tus libros. Había leído la mayoría y me gustaban… me gustan. Los libros los has escrito tú y en ellos dejas tus ideas, de algún modo proyectas en esas páginas lo mejor de ti dejando a un lado tu frivolidad. De eso te conocía… Y cuando te conocí en persona me mostraste tu parte más superficial. Pensé que eras así y no entendía cómo una persona que escribe de esa manera, que la lectura se hace tan especial, podía ser a la vez tan…
- ¿Tan?
- Tan Castle.
- ¡Wow! Rectifico lo que he dicho antes – le había declarado que para ella dejaba lo mejor de él en las páginas haciendo una lectura “especial” - puedes insultarme todo lo que quieras si la continuación es como lo que me has dicho.
- Yo…
- ¿Y el que te guste mi lectura fue suficiente para meterme en esos recuerdos del acantilado? Porque a mí me gustan otros escritores pero no puedo considerarlos de esa forma.
- Bueno… Contigo fue distinto.
- ¿Por qué soy distinto a otros autores?

Ella sabía que Castle sacaría otra conclusión más, y se le ocurriría pronto. Había pasado mucho tiempo desde que lo conoció en la fiesta de presentación de su último libro de Derrick Storm y pensó que nunca le diría el motivo de ser una lectora acérrima suya. Pero… los días y los meses habían pasado, ya no era lo mismo. Ahora, casi sin darse cuenta había sacado el tema y se lo había dicho… divagando bastante, pero se lo había dicho. No tardaría mucho en averiguar el motivo real, pero la diferencia de decírselo ahora a entonces es que en esta ocasión, cuando él lo entendiese no se iba a sentir en una posición de inferioridad frente a él.

Decidió adelantarse y contarlo.

- Porque… de alguna manera tú me ayudaste.
- ¿Cómo?
- Con tus libros.
- No me refería a eso. Estamos hablando de lectura así que seguro que fue con mis libros ¿Cómo te ayudé? ¿Qué eran los libros para ti? ¿En qué te ayudé?
- ¿Que qué son los libros para mí?... Bufff – resopló y se quedó pensativa, apenas había hablado del tema con otras personas y confesárselo a Castle directamente era mucho más embarazoso – No sé explicarlo bien… Ayer me dijiste que a Alexis le sirvieron las novelas de Harry Potter para superar o distraerse de la separación de sus padres, de tu separación con tu primera esposa.
- Sí.
- Para mí… De una forma parecida tus novelas me sirvieron para superar o distraerme de… mi obsesión…
- ¿Te refieres a…?
- Sí – Le cortó - Al caso de mi madre. A unos les sirven libros de psicología, a otros los de autoayuda, a tu hija los de fantasía, a mí me sirvieron los tuyos.
- Eso es…
- Fueron como una distracción, una escapatoria de mi congoja… durante una temporada esperaba con ansias que sacases el siguiente porque era lo único que me relajaba… aquellas noches eran interminables y leerte era… me hacía sentir bien… las noches las pasaba mejor… Luego, cuando ya no los necesité se me quedó el hábito de comprar tus libros, es por eso que me he leído casi toda tu obra – Volvió a sentarse en el suelo y comenzó a recoger los bártulos de la comida.

......sigueeeeeeeeeeeeeeeee,por el amor de dios no lo dejes asi,te gusta dejarnos a medias eh,maria teresaaaaa sigueelooooooooo

Ahhhh no lo dejes asíí!!!!!!!
queremos que sigas esta tremendo!!!!!!!!!!!!!!!
Enhorabuena, me encanta la conversacion que estan teniendo!!!!

Las conversaciones de ellos en el fic me encantan, pero esta ha sido de las mejores. Tienes que seguirlo ya! está muy interesante!

maravillosooooo!!!!..sigue asiii qu se besen yaa

brillanteeeeeeeeeeeeeeeee capitulooooooooooooo


continua


pronto



gracias por otro capitulo

Muy buen capitulo, mas cuando Kate se abre y puede expresar todo lo que le esta pasando y de una vez por todas se da cuenta que estan enamorados!!!!!!
Felicitaciones por el capitulo, no veo la hora de leer el proximo

¡WOW! - ¡GRACIAS POR LOS COMENTARIOS!
Me he pasado dos minutines para ver si había alguna reacción a lo escrito y me ha encantado leeros. Ha sido genial, así dan ganas de seguir.

Como dije esta parte es la más FAN-FIC de todo, aún le quedan algo más de 2 capítulos. Un pequeño detalle, Beckett no le está declarando que está enamorada de él (aunque tod@s sabemos que sí lo está) sólo le está confesando lo que significaba Castle antes de conocerlo... como persona... como amigo ahora... como... no sé ni lo que estoy escribiendo (para esta chica es toooooodo un avance).

A ver si para el Domingo o Lunes puedo subir otra parte... ¡DIOS! lo que me cuesta escribir y buscar un sitio donde pillar wifi, que las bibliotecas ya van cerrando...

Tooooda esta conversación y lo que viene habría sido la parte final de la versión abreviada. Al animarme a alargarlo he tenido que sustituir este final por otro en casa de Beckett entre ella y Josh... Juas, juas, juas. - Ni punto de comparación...

Este segundo final ya está escrito y no se va a cambiar. Lo hago así para no emparanoiarme y que se me vaya el hilo de la historia.

Saludos y nos seguimos leyendo...

Domingo o lunes? no puede ser!!

Va muy bien esto! Cada vez mejor
Seguilooo!!!

Continuaaa continuaaaa xDDD

Como preveo que esta semana se me va a hacer muy complicado conectarme os envío los 3 capítulos que suelo subir por semana a la vez.

Así que leerlos despacito que en 8 días ni me veis el pelo por estos lares.

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- Fueron como una distracción, una escapatoria de mi congoja… durante una temporada esperaba con ansias que sacases el siguiente porque era lo único que me relajaba… aquellas noches eran interminables y leerte era… me hacía sentir bien… las noches las pasaba mejor… Luego, cuando ya no los necesité se me quedó el hábito de comprar tus libros, es por eso que me he leído casi toda tu obra – Volvió a sentarse en el suelo y comenzó a recoger los bártulos de la comida.

Castle enmudeció al instante, sabía que Beckett se había leído la mayoría de sus libros porque en charlas triviales le había demostrado que conocía detalles de sus novelas, incluso de las de menos éxito. Creía que al ser policía le gustaba ese género de literatura y que a diferencia de los expedientes reales, en sus libros leía cómo cogían al malvado y el protagonista siempre acababa bien por muchos aprietos que le pusiera.

Ahora, se lo estaba aclarando, le estaba diciendo que la había ayudado hacía ya años de la misma forma que estaba haciendo ahora en ese fin de semana y además también por el asesinato de su madre. Castle tardó unos segundos eternos en asimilar la respuesta. Se sentía abrumado por todos los sentimientos que se arremolinaban a la vez, sentimientos de escritor hacia una seguidora… unidos a los de un amigo… a los de un admirador de su trabajo policial y cautivado por ella. Sintió que se le erizaba todo el cuerpo.

- Kate…
- ¿Si? – Dijo suavemente.
- Kate. No tengo palabras para expresar… para decirte…
- ¿Si?
- Acabas de hacer realidad uno de mis sueños.

Beckett ignoraba la reacción que tendría Castle a lo que acababa de decir y no tenía claro si quería escuchar la respuesta que le iba a dar. Tenía ganas de escapar de la habitación pero su cuerpo no obedecía a su cabeza y no movía ni un músculo.

- Kate, como escritor siempre es agradable escuchar a algún lector que alguno de sus libros ha sido realmente importante, que le ha inspirado… no esa retahílas de falsos elogios que sólo buscan acercarse a ti o a tu dinero. Pero lo que me acabas de decir supera… todo. Para un escritor es una ilusión con que alguna de sus novelas la conviertan en una buena película… tener imitadores… pero también un escritor sueña que alguno de sus libros sirva para algo más que para adornar la estantería. El saber que alguno de tus libros ha servido para reconfortar a alguien… para ayudar… para verdaderamente ayudar a alguien es… alentador. Y si además escuchar esto viene de una persona tan cercana a mí…, es sublime… es… único… Eres única Kate… Yo creía que nadie más que yo hacía estos “regalos especiales” pero tú… me has superado de todas todas. Yo… gracias – Ya emocionado – Sé que el motivo es amargo pero no puedo decirte otra cosa que gracias.
- A ti – Haciendo una pequeña mueca de correspondencia.

Castle se levantó cogiendo los cacharros de la comida ya recogidos y se los llevó para tirarlos en la papelera de la zona del minibar. Estuvo paseando por la habitación nervioso.

Al cabo de unos minutos, de pié mirando por el ventanal el canal del hotel preguntó:
- ¿Por qué yo? ¿Por qué no otro autor? Hay gente que escribe mejor que yo.
- No lo sé… ciertamente. Quizás porque todo empezó para sentirme más cerca de ella.
- ¿Cómo?... Más cerca de tu madre… pero… - intentó pensar pero no le salían las ideas claras - No te entiendo. Nunca he escrito el tema de relación entre padres e hijos. O si lo he hecho ha sido superficialmente.

Castle se giró y fue directamente a la barra del minibar, se sentó en uno de los taburetes y esperó a que Beckett se lo aclarase.

- ¿Sabes cómo conocí tus libros? ¿cómo me convertí en una seguidora tuya? – Ya que había empezado no podía tirarse para atrás, le contaría todo lo que preguntase acerca del tema de sus libros.
- ¿Tiene que ver, verdad? ¿No me estarás cambiando la conversación?
- Está relacionado.
- Cuéntalo. Siempre es agradable conocer cómo una lectora te descubre.
- Yo… - tomó aire y paró a pensar la mejor manera de seguir – como casi todo lo importante en mi vida fue a través de mi madre.
- Cómo.

El semblante de Beckett se agravó. Ya había hablado muchas veces del asesinato de su madre con Castle, unas veces con más objetividad que otras y esta vez le iba a contar un detalle nuevo, un detalle personal que no aparecía en el informe. Le dolía recordar los hechos pero se encontraba con los suficientes ánimos para hacerlo.

- Después de la conmoción del asesinato, el intentar asimilar que tu familia, que mi madre ya no la vas a volver a ver más viene lo peor, para mí fue lo peor – Paró unos segundos – Después del funeral, después que todos se han ido viene la otra realidad: el día a día. El vacío que deja en tu vida.
- ¿Qué pasó?
- Cuando todo el mundo se ha vuelto a sus casas te quedas tú en la tuya pero sin esa persona. Paseas por la casa de habitación en habitación buscando algo y no sabes lo que es… Sabes que no va a estar pero sigues buscando algo, se hace raro no escuchar los pasos, el ruido de abrir y cerrar cajones, todo está en silencio. Demasiado silencio. Veía a mi padre desolado en el sofá y yo no sabía dónde permanecer. Cualquier punto de la casa era terrible.
- Lo siento.
- Sí, bueno… ya pasó. Después del funeral toca recoger, guardar o tirar las cosas. La ropa del armario, los archivos abiertos encima de la mesa de trabajo, algunas medicinas del botiquín. Dejas algunas fotos, figuras… dejar a la vista algunas cosas es doloroso pero guardarlas aún es peor… es como si te deshicieras de ella…
- Lo… lo siento. ¿Quieres continuar? No es necesario que me lo cuentes.
- Estoy bien. En esos primeros días prácticamente no tiramos nada, guardamos sus cosas en cajas y las almacenamos para verlas más adelante – Pensó unos segundos en la línea del tiempo de cómo ocurrieron los hechos – Un par de años más tarde más o menos, estaba dispuesta a investigar el caso de mi madre. Averiguar el por qué, el cómo había sucedido. Lo que nos dijo la policía no me convencía. No me creía que había sido un asesinato casual. No había sido un asesinato pasional ni por dinero porque no la robaron, supuse que era relacionado con algo de su trabajo. Así lo primero que hice fue desempolvar la documentación del trabajo de mi madre.
- Querías averiguar lo último en que trabajaba.
- Así es. Sacamos las cajas de los archivos y comenzamos a clasificar la documentación… por clientes y por fechas… en una de esas cajas encontramos un libro, una novela… ese libro era tuyo, una de tus primeras novelas. Supongo que para distraerse, para descansar entre demanda y demanda leía novelas y en aquel momento tenía una tuya entre manos. Cogí la novela y sin quitarle siquiera el marca-páginas la guardé en la estantería.
- ¿Lo leíste?
- No en ese momento. Pasaron las semanas… quizás meses intentando desenredar la información. Ella era ordenada pero como llevaba varios pleitos a la vez y mi padre y yo no recogimos con demasiado cuidado estaba todo mezclado. Tiempo más tarde ya habíamos averiguado los últimos casos que llevaba, pero teníamos un muro para seguir… Un enorme muro, así tenía que seguir por otro camino… - paró un momento - ¿Rick?
- ¿Si?
- ¿Me puedes dar un poco de agua? – Restregándose cara y cuello con las manos.
- ¿Eh?... Sí, sí claro… agua… - Se levantó del taburete a buscar un vaso y un botellín de agua fresca – Ten, toma.
- Gracias… - Castle se sentó de nuevo en el sillón donde había comido. Esperó a que se tomara el agua. Dejó una poca en el botellín.
- ¿Continúas o quieres parar?
- Sigo – Tomó aire y prosiguió – Después, en todo el tiempo libre que me quedaba llamé, investigué, interrogué a cualquier persona que pudiera darme algo de información y – tomó aire - también intenté meterme en la cabeza de mi madre. Qué pensaba… cómo actuaba… quería seguir sus pasos para intentar continuar lo que estaba haciendo… quizás de ese modo consiguiera averiguar más. Intenté pensar como ella…
- Pero… eso era demasiado personal… eso es para volverse loco.
- Ya te dije que necesité un año de terapia… No fui sólo por el dolor de la pérdida.
- Ohg…
- Para conseguir meterme en la mente de mi madre hice todo lo que hacía ella y un día recordé tu libro y lo leí. Ya que era un libro de su gusto… quería seguir también sus gustos.
- Pero…
- Pero ¿qué?
- Pero… si seguir sus pasos te llevó a esa… inestabilidad psicológica ¿Leer mis libros no deberían haberte conducido a ese estado también? En lugar de ayudarte… habrían sido peores para ti.

- Pero…
- Pero ¿qué?
- Pero… si seguir sus pasos te llevó a esa… inestabilidad psicológica ¿Leer mis libros no deberían haberte conducido a ese estado también? En lugar de ayudarte… habrían sido peores para ti.
- Si lo miras de esa parte… sí. Pero… aquella primera novela que te leí también me distrajo. Me enfrasqué en la historia y me olvidé del motivo por el que la había cogido. Esos días en que la leí fueron… no sé cómo explicártelo pero… me sentí mejor. No sé si fue inconscientemente… por empatía… que al igual que a ella la entretenía también me produjo ese efecto en mí, o porque tengo su mismo gusto o porque saber que esas páginas eran una de las últimas cosas que tocó y la recordaba leyendo en el sofá de casa con la tele puesta y por tanto me hacía sentir más cerca de ella… No sé muy bien por qué, pero sucedió.
- Increíble.
- Después de leerla varias veces me fui a una librería a preguntar si el mismo autor tenía más novelas publicadas. Así compré una segunda novela tuya y me pasó lo mismo. Cuando estaba más agobiada de lo normal, cuando apenas podía dormir… Con tus libros encontraba un descanso.
- ¿Te recetaron pastillas?
- Sí. Pero decidí no tomarlas, sé lo que pasa si te acostumbras a los tranquilizantes, tampoco quería ir drogada por la calle y son adictivas… quería mantener todas mis facultades al 100%… más o menos al 100%, lo que pudiera.
- Entonces… ¿con mis novelas te sentías mejor?
- Sí.

Beckett se sentó en el sofá, se sirvió el resto del agua y se la bebió recreándose en el vaso.

- Kate…
- ¿Si?
- ¿Te das cuenta…?
- ¿Si?
- ¿Te das cuenta que antes de conocernos realmente… tú eres la persona que más provecho ha sacado a mis novelas y que además más provecho has dado a mis novelas? Yo te ayudé a través de los libros y tú me has ayudado también a través de los libros. Nikki Heat es un personaje más complejo y completo que Derrick Storm.
- Es sólo casualidad. Además, tienes muchos lectores, puede que hayan más personas que les hayas ayudado de otra manera. Y lo de Nikki Heat… fue una coincidencia que hubiera aquel asesinato por el que tuve que interrogarte… habrías escogido a otra persona… además Nikki la inventaste tú, yo no soy esa. Sólo te he ayudado a dar algo de visión.
- No. Nada de eso. Tú no eres Nikki, pero sabes a lo que me refiero… tu me has hecho enriquecerme como persona, yo también he evolucionado y el personaje conmigo - Castle esperó su respuesta pero como no llegaba añadió – Ahora soy yo el que necesita un trago.

Castle se levantó dirigiéndose a la neverita del minibar, allí encontró dos botellitas de whisky, una la dejó sobre la mesita de la sala frente a Beckett y la otra la destapó y se volvió a sentar en el taburete del minibar.

Beckett veía a Castle pensativo sentado en uno de los taburetes vaciando el botellín de whisky a pequeños sorbos, estaba rumiando todo lo que había escuchado. Para ella era más fácil pasar este trago porque tenía asumido desde hacía mucho tiempo la razón de ser una lectora incondicional de Castle. Para Beckett lo que le había costado era el decírselo, el confesárselo después de tanto tiempo pero pasado el pavor inicial le resultó más sencillo el hablar ya que ahora era un asunto a compartir y no sentía que se rebajaba a sus ojos.

Todo había empezado por un despiste, por un pensamiento dicho en voz alta pero había sido un momento oportuno. Se acordó de aquella pizarra imaginaria de su casa llena de todos sus asuntos resueltos y por resolver, la nota de lectora de Castle había que cambiarla de asuntos privados a asuntos compartidos.

Beckett veía a Castle en el taburete agitado. Daba la apariencia de tranquilidad pero sus manos lo delataban, cuando se ponía nervioso y se excitaba más de lo normal tenía que jugar con algo entre los dedos, más de lo que era habitual en él. El semblante parecía serio, pero sus manos no paraban de jugar con el botellín de whisky en la barra del minibar, estaba dándole vueltas como si jugase a la ruleta.

Después de unos minutos volvió a preguntar.
- Hay algo que aún no consigo entender.
- Dime.
- Me has dicho que te reías por pensamientos felices… Por sentimientos… y me has dicho que yo estaba incluido porque te hice sentir bien…
- Así es.
- Y el que yo apareciese de esa forma significa que estoy relacionado con el caso de tu madre.
- Sí.
- Entonces… ¿También han aparecido otras personas que te han ayudado con eso?
- Ehhh… Sí.
- Imaginemos por un momento que esas personas y yo te hayamos ayudado de algún modo.
- No es una suposición.
- Ahora mismo me resulta más sencillo suponerlo que admitirlo… Si eso es así de manera intrínseca has recordado el asesinato y sin embargo te estabas riendo. ¿Eso es posible?
- Ehhh… Eso es lo que no puedo explicarte bien… cuando he llegado a esa parte todos vosotros no estabais visualizados, no habían hechos concretos… no estaba recordando cuando te leía a ti, no recordaba a… - perfilando una sonrisa - cuando me hacía reír mientras hacía el amor con él, no recordaba ese abrazo de consuelo de mi padre… era más una idea… los sentimientos que reúno hacia cada uno de vosotros, que todo el asunto en sí. Sólo recordaba la parte buena de cada uno pero a la vez de una manera no definida… No puedo explicarlo… no sé explicarlo.
- No estoy seguro de entenderte…
- Ese momento ha sido como… no sé… utilizando un símil… si fuese una pintura… si fuese un libro… sería una escena en que mi dolor era una noche de tormenta en medio del océano y yo había naufragado con mi padre. Cada uno de vosotros tenía un papel en esa escena dependiendo de lo hicisteis… pero no tiene por qué parecerse ese papel a lo que hicisteis por mí… sólo sentía… sólo me han salido las emociones buenas de cada uno de vosotros hacia mí o… mías hacia vosotros… de cómo me ayudasteis.
- Ya – A pesar que Castle le había afirmado que lo entendía, su cara no decía lo mismo.
- Veamos… la noche de tormenta era la oscuridad en la que yo estaba inmersa… mi padre había naufragado conmigo pero yo puede mantenerle a flote y logré que subiera a una barca… Recuerdas que te dije que es alcohólico y que le ayudé a salir ¿verdad?
- Sí.
- Luego, mi padre desde ese bote salvavidas me gritaba dando ánimos para que siguiera adelante para que subiera y no me rindiera… no puede subirme a bordo no tenía fuerzas suficientes pero estaba ahí, animándome cerca de mí.
- Ya.
- Royce fue el que se tiró al agua conmigo. Él me quitó los zapatos para que no me hundiera y me enseñó a batir brazos y piernas para que no me ahogara. Él fue quien me enseñó a mantenerme a flote y para cuando se marchó ya sabía nadar en el mar… El capitán era el que traía comida para que no desfalleciera… En la realidad Royce era el subordinado y fue él quien realmente me adiestró, tanto en lo profesional como en lo personal… el capitán era el que me asignaba los casos, hacía que me mantuviera ocupada pensando en otras cosas… Luego… otras personas como Will… Sorenson – le puntualizó el apellido para que se acordase - eran los que iban en botes salvavidas o barcos como el de mi padre, no podía subir a bordo pero agarrándome a la borda de sus barcos o cogiendo el flotador de socorro hacían que descansara y que continuara nadando…
- ¿Yo qué fui en esa escena? ¿Otro capitán de barco donde agarrarse?
- No.
- ¿No? Entonces… ¿Qué papel me has dado?
- Tuuuu… - descansó un momento – fuiste el farero.
- ¿El…? ¿Farero…?
- Sí, el farero. Así, de la misma manera que el navegante o en mi caso: el náufrago no conoce al farero, yo no te conocía por aquella época. No podías ser otro en una lancha porque no sabía cómo eras…

- ¿No? Entonces… ¿Qué papel me has dado?
- Tuuuu… - descansó un momento – fuiste el farero.
- ¿El…? ¿Farero…?
- Sí, el farero. Así, de la misma manera que el navegante o en mi caso: el náufrago no conoce al farero, yo no te conocía por aquella época. No podías ser otro en una lancha porque no sabía cómo eras…
- Bueno, el farero no es un personaje tan malo… Ha dado para muchos cuentos y novelas. Pero… me habría gustado ser un personaje algo más cercano a ti para poderte sostener en mi barca. El farero es un solitario. Ahora que ya me conoces… ¿Ya me incluirías en la categoría de capitán de barco? Iría en un yate… aunque sea en una balandra.
- No. Tú fuiste el farero y cada uno es y fue una cosa diferente para mí. Eso no puedes cambiarlo.

Castle se quedó un poco decepcionado con la respuesta. Le pareció un personaje lejano. Ya que utilizando el símil, un navegante sólo parlotea de vez en cuando con el farero y sólo cuando las cosas están complicadas. Él la había sacado de apuros pero en ese símil no se incluye las conversaciones triviales pero no menos importantes que no se pueden tener con el farero.

Beckett se levantó hacia las ventanas y pudo oírla mientras le daba las espaldas.

- No lo entiendes aún ¿verdad?

Castle no entendía la posición de Beckett ¿Qué faltaba más? ¿Qué no entendía? Ese algo más era importante pero le faltaban datos o un poco más de tiempo para deducirlo. Ahora Beckett, estaba pensativa mirando las góndolas que surcaban bajo la ventana en ese canal artificial. Castle vio que quería añadir algo, así que esperó a que se decidiera. Al final, Beckett con los pies anclados al suelo y sin sacar las manos de los bolsillos del pantalón se giró de cintura y manteniéndole la mirada aclaró el símil de una manera muy tranquila.

- Tú eras el farero… Tú pusiste un punto de luz en medio de aquella oscuridad.
- ¿Qué? – Lo dijo casi en un susurro.
- Yo sabía nadar en aquella oscuridad pero no sabía si nadaba mar adentro o hacia la costa – volvió a girarse para contemplar las góndolas - podía agarrarme a las barcas pero no sabía la dirección hacia tierra firme ni cuanto faltaba para llegar, estaba completamente perdida. El leer tus libros hacían que me olvidase de todo por un momento… me hacían sentir bien… y luego, cuando volvía a la realidad, muchas veces lo veía todo con otra perspectiva. Es por eso que tú fuiste el farero, me diste una orientación nueva, una luz que me guiaba a tierra firme.

Castle escuchó atónito todo lo que le dijo Beckett. Ella estaba de espaldas mirando lo que sucedía 40 pisos más abajo. Se resistía a creer que fuera verdad lo que le había revelado, pero también era demasiado serio como para que fuese mentira. Quería… necesitaba verla de frente, tenerla cara a cara, tenía que convencerse que lo que había escuchado era cierto, completamente cierto.

Se levantó del taburete y se dirigió a la cristalera, miró abajo para comprobar lo que miraba Beckett: las góndolas. No aguantó mucho quieto, se giró para verla fijamente.

Al notar que era observada un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, levantó la vista para encontrar la de él. Se encontró a un Richard Castle serio y un poco pálido a pesar de la cara arrebolada debido al sol del desierto. Al principio de todo pensaba que al contárselo la ridiculizaría o la haría sentir dependiente de él y por eso calló el secreto durante tanto tiempo. Ahora había llegado a un punto que sabía que no lo haría, sabía que encontraría su comprensión y el Castle que se encontraba plantado con ella estaba visiblemente conmovido. Quería serenarlo.

- Richard – Dijo delicadamente.

Sin pensar, Castle dio un gran paso eliminando la distancia que los separaba, pasó los brazos debajo de los de ella abrazándola, estrechándola tan fuerte que prácticamente la tenía levantada del suelo. Sintió un tacto que subía por su hombro y otra mano se posó en medio de la espalda abrazándolo dulcemente.

Al cabo de unos minutos Castle oyó la voz suave de Beckett justo al lado de su cogote.
- Rick, por favor.
- … - No podía contestar aún.
- Richard, por favor. Afloja un poco. Apenas puedo respirar y me estoy empezando a marear… me duele la herida… Y… me estás clavando la barbilla en la espalda.
- Perdón – A Castle apenas le salió un hilo de voz. Se dio cuenta que la mantenía casi en volandas y disminuyó la fuerza, iba a separarse.
- No te he dicho que te apartes – Le susurró sin dejar que se separara – Sólo que no aprietes tanto. Puedes quedarte un rato más.
- Ok – Se acomodó escondiendo la nariz entre el cuello y el pelo de Beckett y disminuyó la fuerza que aplicaba, ahora ella había conseguido apoyar del todo los pies en el suelo y ya no estaba sostenida en el aire.

Castle ahora más despejado empezó a recobrar sus sentidos y a percatarse de la situación. En un flash repasó todos los hechos desde que dijo “Servicio de habitaciones” con dos bolsas de comida en las manos hasta hacía unos minutos cuando oyó “Puedes quedarte un rato más”. Estaba abrazando a Beckett aún con bastante fuerza e inevitablemente se acordó de la situación del acantilado que había sucedido hacía unas horas. La diferencia es que en la habitación fue él quien buscó a Beckett.

Pasado un rato se relajó un poco más y espontáneamente tomó una bocanada grande de aire mientras le sobó la espalda buscando una posición más adecuada a su flojera. Ahora apenas la presionaba, notaba el movimiento acompasado de la respiración de Beckett junto con su olor: esa esencia tan característica mezcla de jabón, suave agua de colonia y el propio aroma de su piel. Al sentir perfume tan exquisito desde la concavidad del cuello de Beckett no pudo reprimir una sonrisa. Tras un rato en ese estado pudo oír:

- ¿Te encuentras bien? ¿Ya pasó?
- Sí.
- Bien… - notaba que Castle cada vez se movía más y volvía a su estado habitual así que le preguntó - ¿Quieres separarte ya?
- Dame un minuto más.
- Lo que necesites… ¿Rick?
- ¿Si?
- ¿Estas riendo?
- Un poco – Beckett sonrió también porque se estaba acordando que ella también se reía en sus brazos hacía tan solo un par de horas.
- ¿En qué estás pensado?
- … En mi casa… en mi hogar.
- ¿Tu hogar?
- Sí. Cuando estás de gira fuera de casa deseas volver a pesar que todas estas suites sean cómodas. Cuando abres la puerta de casa sientes que ese es tu hogar, el sitio donde descansas, donde te recuperas, donde trabajas, es el lugar al que perteneces… ahora… contigo… siento lo mismo… no importa dónde estemos, si en una suite, si en el desierto o en el polo… ahora… ahora mismo tú me haces sentir esa paz, esa energía que sólo encuentras en casa – Se separó un poco para mirarla y decírselo directamente manteniendo el abrazo bajando las manos a la cintura – Kate eres mi hogar.

Se dieron cuenta que la conversación acababa de girar de lo que habían significado el uno por el otro en el pasado a lo sentían en ese momento. Beckett ya no tenía tan clara esta parte, además ya no tenía que ver con el tema de ser una lectora de Castle o por qué se reía en el acantilado. Para ese día ya había hecho suficientes confesiones personales y tampoco quería que Castle continuara. Habían pasado una jornada memorable y con emociones fuertes y no quería que se estropeara por nada, temía que por un impulso del momento hubiera alguna confesión por parte de alguno de ellos que luego en frío podrían arrepentirse. Fue deslizando sus manos de los hombros de Castle hacia sus muñecas, esperaba que ocurriese algo que rompiera del todo ese abrazo o que la dejase ir sin ser incómodo para ambos. Los dos se resistían a separarse del todo pero sabían que el estrujón que había dado Castle a Beckett había llegado a su fin.

qwerty escribió:- ¿No? Entonces… ¿Qué papel me has dado?
- Tuuuu… - descansó un momento – fuiste el farero.
- ¿El…? ¿Farero…?
- Sí, el farero. Así, de la misma manera que el navegante o en mi caso: el náufrago no conoce al farero, yo no te conocía por aquella época. No podías ser otro en una lancha porque no sabía cómo eras…
- Bueno, el farero no es un personaje tan malo… Ha dado para muchos cuentos y novelas. Pero… me habría gustado ser un personaje algo más cercano a ti para poderte sostener en mi barca. El farero es un solitario. Ahora que ya me conoces… ¿Ya me incluirías en la categoría de capitán de barco? Iría en un yate… aunque sea en una balandra.
- No. Tú fuiste el farero y cada uno es y fue una cosa diferente para mí. Eso no puedes cambiarlo.

Castle se quedó un poco decepcionado con la respuesta. Le pareció un personaje lejano. Ya que utilizando el símil, un navegante sólo parlotea de vez en cuando con el farero y sólo cuando las cosas están complicadas. Él la había sacado de apuros pero en ese símil no se incluye las conversaciones triviales pero no menos importantes que no se pueden tener con el farero.

Beckett se levantó hacia las ventanas y pudo oírla mientras le daba las espaldas.

- No lo entiendes aún ¿verdad?

Castle no entendía la posición de Beckett ¿Qué faltaba más? ¿Qué no entendía? Ese algo más era importante pero le faltaban datos o un poco más de tiempo para deducirlo. Ahora Beckett, estaba pensativa mirando las góndolas que surcaban bajo la ventana en ese canal artificial. Castle vio que quería añadir algo, así que esperó a que se decidiera. Al final, Beckett con los pies anclados al suelo y sin sacar las manos de los bolsillos del pantalón se giró de cintura y manteniéndole la mirada aclaró el símil de una manera muy tranquila.

- Tú eras el farero… Tú pusiste un punto de luz en medio de aquella oscuridad.
- ¿Qué? – Lo dijo casi en un susurro.
- Yo sabía nadar en aquella oscuridad pero no sabía si nadaba mar adentro o hacia la costa – volvió a girarse para contemplar las góndolas - podía agarrarme a las barcas pero no sabía la dirección hacia tierra firme ni cuanto faltaba para llegar, estaba completamente perdida. El leer tus libros hacían que me olvidase de todo por un momento… me hacían sentir bien… y luego, cuando volvía a la realidad, muchas veces lo veía todo con otra perspectiva. Es por eso que tú fuiste el farero, me diste una orientación nueva, una luz que me guiaba a tierra firme.

Castle escuchó atónito todo lo que le dijo Beckett. Ella estaba de espaldas mirando lo que sucedía 40 pisos más abajo. Se resistía a creer que fuera verdad lo que le había revelado, pero también era demasiado serio como para que fuese mentira. Quería… necesitaba verla de frente, tenerla cara a cara, tenía que convencerse que lo que había escuchado era cierto, completamente cierto.

Se levantó del taburete y se dirigió a la cristalera, miró abajo para comprobar lo que miraba Beckett: las góndolas. No aguantó mucho quieto, se giró para verla fijamente.

Al notar que era observada un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, levantó la vista para encontrar la de él. Se encontró a un Richard Castle serio y un poco pálido a pesar de la cara arrebolada debido al sol del desierto. Al principio de todo pensaba que al contárselo la ridiculizaría o la haría sentir dependiente de él y por eso calló el secreto durante tanto tiempo. Ahora había llegado a un punto que sabía que no lo haría, sabía que encontraría su comprensión y el Castle que se encontraba plantado con ella estaba visiblemente conmovido. Quería serenarlo.

- Richard – Dijo delicadamente.

Sin pensar, Castle dio un gran paso eliminando la distancia que los separaba, pasó los brazos debajo de los de ella abrazándola, estrechándola tan fuerte que prácticamente la tenía levantada del suelo. Sintió un tacto que subía por su hombro y otra mano se posó en medio de la espalda abrazándolo dulcemente.

Al cabo de unos minutos Castle oyó la voz suave de Beckett justo al lado de su cogote.
- Rick, por favor.
- … - No podía contestar aún.
- Richard, por favor. Afloja un poco. Apenas puedo respirar y me estoy empezando a marear… me duele la herida… Y… me estás clavando la barbilla en la espalda.
- Perdón – A Castle apenas le salió un hilo de voz. Se dio cuenta que la mantenía casi en volandas y disminuyó la fuerza, iba a separarse.
- No te he dicho que te apartes – Le susurró sin dejar que se separara – Sólo que no aprietes tanto. Puedes quedarte un rato más.
- Ok – Se acomodó escondiendo la nariz entre el cuello y el pelo de Beckett y disminuyó la fuerza que aplicaba, ahora ella había conseguido apoyar del todo los pies en el suelo y ya no estaba sostenida en el aire.

Castle ahora más despejado empezó a recobrar sus sentidos y a percatarse de la situación. En un flash repasó todos los hechos desde que dijo “Servicio de habitaciones” con dos bolsas de comida en las manos hasta hacía unos minutos cuando oyó “Puedes quedarte un rato más”. Estaba abrazando a Beckett aún con bastante fuerza e inevitablemente se acordó de la situación del acantilado que había sucedido hacía unas horas. La diferencia es que en la habitación fue él quien buscó a Beckett.

Pasado un rato se relajó un poco más y espontáneamente tomó una bocanada grande de aire mientras le sobó la espalda buscando una posición más adecuada a su flojera. Ahora apenas la presionaba, notaba el movimiento acompasado de la respiración de Beckett junto con su olor: esa esencia tan característica mezcla de jabón, suave agua de colonia y el propio aroma de su piel. Al sentir perfume tan exquisito desde la concavidad del cuello de Beckett no pudo reprimir una sonrisa. Tras un rato en ese estado pudo oír:

- ¿Te encuentras bien? ¿Ya pasó?
- Sí.
- Bien… - notaba que Castle cada vez se movía más y volvía a su estado habitual así que le preguntó - ¿Quieres separarte ya?
- Dame un minuto más.
- Lo que necesites… ¿Rick?
- ¿Si?
- ¿Estas riendo?
- Un poco – Beckett sonrió también porque se estaba acordando que ella también se reía en sus brazos hacía tan solo un par de horas.
- ¿En qué estás pensado?
- … En mi casa… en mi hogar.
- ¿Tu hogar?
- Sí. Cuando estás de gira fuera de casa deseas volver a pesar que todas estas suites sean cómodas. Cuando abres la puerta de casa sientes que ese es tu hogar, el sitio donde descansas, donde te recuperas, donde trabajas, es el lugar al que perteneces… ahora… contigo… siento lo mismo… no importa dónde estemos, si en una suite, si en el desierto o en el polo… ahora… ahora mismo tú me haces sentir esa paz, esa energía que sólo encuentras en casa – Se separó un poco para mirarla y decírselo directamente manteniendo el abrazo bajando las manos a la cintura – Kate eres mi hogar.

Se dieron cuenta que la conversación acababa de girar de lo que habían significado el uno por el otro en el pasado a lo sentían en ese momento. Beckett ya no tenía tan clara esta parte, además ya no tenía que ver con el tema de ser una lectora de Castle o por qué se reía en el acantilado. Para ese día ya había hecho suficientes confesiones personales y tampoco quería que Castle continuara. Habían pasado una jornada memorable y con emociones fuertes y no quería que se estropeara por nada, temía que por un impulso del momento hubiera alguna confesión por parte de alguno de ellos que luego en frío podrían arrepentirse. Fue deslizando sus manos de los hombros de Castle hacia sus muñecas, esperaba que ocurriese algo que rompiera del todo ese abrazo o que la dejase ir sin ser incómodo para ambos. Los dos se resistían a separarse del todo pero sabían que el estrujón que había dado Castle a Beckett había llegado a su fin.

Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh y lo vas a dejar asiiii cuanto tiempoooooooooooooooooooooooooooooo?????????????? tu nos kieres matarrrrrrrr