"¿Siempre llevas condones en los bolsillos?" (13 Capítulos, TERMINADO)

Kate salió del baño, y al ver de nuevo a Rick dormido, algo se le movió en el estómago y no reprimió una amplia sonrisa. "Cuánto duerme este hombre…" pensó. Se acercó a él y se sentó a su lado observándole. Durante unos instantes todo estuvo en silencio y sosegado, hasta que Castle se movió en sueños y aterrizó casi encima de Beckett, pero ésta se dio cuenta antes de que sucediese y se apartó rápidamente, aunque debió de ser de una forma un poco brusca y ruidosa, pues Rick se despertó.
- ¿Qué haces? Me has despertado… -se quejó con una voz extraña y al ver a Kate saltando del sofá sonrió.
- Sí… Sobre todo despertado… Se notaba a la legua que te estabas haciendo el dormido –le acusó.
- ¿Yo?
- Tú –indicó convencida.
- Estaba dormido, Kate –dijo sincero.
- Ibas a abrazarme.
- ¿A abrazarte?
- Bueno, no a abrazarme, más bien te has abalanzado sobre mí.
- Oh, Dios santo Kate. Que exagerada eres… -rió.
- ¿Exagerada? ¿Yo? Exagerado tú, que te tomas un par de copas y ya me llamas con la excusa de que no puedes conducir –dijo gesticulando más de la cuenta.
- ¿Y tú qué sabes cuántas copas he tomado yo o cuántas he dejado de tomar? ¡Oh! ¡¿Me espías?! –se estaba divirtiendo con esa conversación.
- Más quisieras, gatito –contestó poniendo énfasis en la última palabra. Ahora ella también se lo estaba pasando bien.
- ¡Prometiste no volver a llamarme así! –articuló como un niño pequeño levantándose del sofá apoyándose en el pie que no le dolía.
- No, tú me lo pediste, pero me conoces lo suficientemente bien como para saber a la perfección que yo siempre hago lo que creo conveniente –respondió de pie, frente a él.
- ¿Y crees conveniente llamarme gatito?
- No, la verdad es que eso lo hago por el simplísimo hecho de divertirme –respondió sonriente.
- Claro, toda la comisaría sabe que tu pasatiempo favorito es meterte conmigo –dijo Rick elevando levemente una ceja y Kate sonrió.- Bueno, eso o cualquier otra cosa relacionada con mi persona –siguió con segundas.
- Eres un escritor arrogante y exagerado…
- Pero piensas en mí, eso ya es algo. Y además, los que se pelean se desean –canturreó.
- ¡Y encima infantil! Tú lo tienes todo, ¿eh?
- Sí. Soy caballeroso, apuesto, gentil, amable… ¡y un fiera en la cama!
- Caballeroso, mmm… bueno, no te lo puedo negar –consideró a la vez que le guiñaba un ojo-; apuesto, pues tampoco estás tan mal –opinó escaneándole de arriba abajo-; gentil sí que lo eres; pero amable se podría considerar su sinónimo…
- Tres de cuatro, me lo tomaré como un cumplido.
- Hazlo –le dijo ella guiñándole de nuevo.
- ¿Y sobre lo de ser un fiera en la cama no tienes nada que decir? –cuestionó con picardía.
- Ahí tenemos de nuevo al arrogante Richard Castle –recitó como si hubiese público.
- Sería Richard Alexander Rodgers –la corrigió-. Y nadie es perfecto, ni tan siquiera yo –declaró con una sonrisa.
- Yo sí –afirmó orgullosa riendo.
- ¿Y soy yo el arrogante? –Kate asintió- ¿Y en qué se diferencia tu inmodestia de la mía?
- En que si yo te llamase desde un bar a las tantas de la noche, estoy segura de que no aceptarías venir a recogerme.
- Sí lo haría –le interrumpió seguro.
- Y en el caso de que lo hicieras –siguió como si él no hubiese dicho palabra-, no me levantarías del suelo porque estuviese coja y me llevarías hasta la misma puerta de mi casa.
- No, yo te llevaría en mis brazos hasta tu cama y me quedaría toda la noche a tu lado por mucho que me amenazases con dispararme o detenerme. O incluso te traería aquí y yo dormiría en el suelo, a tu costado, para que no pasases la noche sola –observó serio.
- ¿Por qué te ibas a molestar en hacer tanto por mí? –interrogó con miedo en voz baja.
Rick iba a decirle que porque la quería, porque la amaba con todas sus fuerzas y porque nunca desaprovecharía la oportunidad de pasar tiempo con ella. Pero únicamente dijo, también en voz baja:
- Porque somos amigos, Kate.
A Beckett esa respuesta la pilló desprevenida, ni siquiera planeaba formular su pregunta y, aunque Castle no le había pedido matrimonio, sí le había contestado a una pregunta tras la cual ella imaginaba un incómodo silencio. Y eso fue lo que hubo después, un incómodo silencio por parte de una Kate Beckett con la cara desencajada y por parte de un Richard Castle con los ojos brillantes. Tras unos momentos, ella rompió ese silencio:
- Bueno…
- Bueno… -siguió él.
- Creo… Creo que mejor me voy y te dejo dormir.
- ¿Y esas copas? –preguntó con un tono de desesperación en su voz.
- El ambiente está demasiado cargado, Castle.
- El alcohol podría ayudarnos.
- Para arreglar este momento necesitaríamos el suficiente alcohol como para provocarnos un coma etílico a cada uno.
- Bien, si te quieres ir, vete.
- Creo que será lo mejor.
Rick asintió levemente y acompañó a Kate apoyando el pie a medias hasta la puerta. Le dolía, pero era por ella, y a ella no podía privarle de nada. Se la abrió y ella antes de salir se despidió con un afectivo y duradero abrazo. Él acarició su espalda, ella hundió su nariz en su hombro y ambos cerraron los ojos. Después se separaron despacio y, aún agarrados, se miraron a los ojos y Kate dijo:
- Adiós Rick.
- Adiós Kate –le respondió Castle.

***

Se descubrió a sí misma en el ascensor del edificio de Rick. Fíjate tú, hacía solo un par de horas desde que había estado con él el día anterior y era como si ya necesitase volver a verlo. Decidió no contenerse las ganas y así fue como llegó hasta allí. Llamó al timbre un par de veces y tras esperar un poco Rick le abrió. Éste vestía la misma camisa con la que el día anterior ella le había dejado en su casa, pero desabrochada. Iba descalzo, sin pantalones y despeinado. Beckett le miró de arriba abajo, así vestido (o más bien, tan poco vestido) resultaba todavía más atractivo.
- Perdón. Esto… ¿Te he despertado? –preguntó Kate con la mirada fija en sus abdominales. Era una pregunta bastante estúpida, pues era evidente que sí.
- ¿Eh…? Eh… Juzga por ti misma, Kate –respondió con una voz ronca. Si se estaba dando cuenta de que Kate no le estaba mirando precisamente a la cara, lo disimulaba muy bien.
- ¿Sueles dormir en calzoncillos y con una camisa de manga larga? –cuestionó aún en la puerta.
- Suelo dormir en calzoncillos, la camisa me la he puesto para abrirte.
- Pues si no te la cierras, no va a servir de mucho –observó señalando la camisa.
- Insistías tanto con el dichoso timbrecillo que no me ha dado tiempo –se disculpó abrochándosela.
- ¿Me vas a invitar a pasar?
- Oh, sí claro. Pasa, pasa –Rick se apartó y Kate pasó y echó un vistazo. La casa seguía como ayer, salvo por un par de cervezas vacías en la encimera de la cocina.
- ¿A qué has venido? ¿Tenemos un caso? –preguntó mientras cerraba la puerta
- Yo también me alegro de verte –dijo en tono irónico girándose para mirarle.
- Lo siento.
- Pues no, nadie ha muerto.
- ¿Entonces?
- Estás hoy un tanto descortés… Pues estoy aquí porque quería ver si tenías resaca o un aguante de narices –dijo señalando las cervezas.
- Más bien la primera –respondió yendo hacia la cocina y sujetándose la cabeza.
- ¿Y tu pie? ¿Qué tal va? –curioseó.
- ¿Eh? Pues va bien –se sentó en un taburete-. Ya verás como no es nada y mañana estoy como nuevo –la verdad es que ya ni se acordaba, no le dolía.
- A ver, déjame ver –se agachó a su lado y le cogió el pie-. Yo no tengo una carrera de medicina, pero si te duele será por algo. Debería usted ir al médico, señorito escritor –agregó levantándose y mirándole a la cara.
- ¿Al médico? Bah. Ya te he dicho que no es nada.
- En serio Castle, no te hagas el héroe.
- Que no quiero ir, si ya sé lo que me van a decir. “Señor Castle –imitó despectivamente la voz de un médico-, tiene usted un esguince. Deberá llevar un vendaje durante las próximas dos semanas y no podrá apoyar el pie”.
- ¿Entonces qué te da miedo?
- ¿Miedo? Yo no tengo miedo de nada, Kate –ella le miró enarcando una ceja en señal de desaprobación-. Es solo que no me apetece ir por ahí con un pie vendado y unas muletas. Sería incómodo para perseguir a los malos –le dijo y le guiñó un ojo.
- Pues como mínimo deja de apoyarlo, que se te va a poner peor.
- ¿Y qué voy? ¿A la pata coja?
- Ayer te ayudé –dijo quitándose la chaqueta y poniéndola sobre la encimera, al lado de las cervezas vacías-, y hoy también te puedo ayudar yo –se ofreció-. Venga, vamos al sofá.
Kate agarró las manos de Rick y le puso en pie sin darle tiempo a oponerse, seguidamente pasó una mano por su cintura y él se sujetó de su cuello, al igual que ayer, solo que ahora él estaba sobrio, no llevaba pantalones y ella no planeaba irse de allí en seguida. Más bien planeaba quedarse todo el día. Al llegar al sofá ambos se sentaron y encendieron la televisión con el mando a distancia.
- ¿No tienes hambre? –preguntó ella
- ¿Por qué lo dices?
- Bueno, te he despertado y no te he visto desayunar, lo que conlleva que no lo has hecho –se explicó.
- Eres un lince, Kate –le dijo con ironía.
- ¿Quieres que te prepare algo de comer? ¿Un café o…? –él no la dejó acabar.
- No hace falta, no tengo hambre –la interrumpió y ella le sonrió.
- ¿Seguro? ¿O es que no quieres que prepare yo nada porque esta es tu casa?
- Seguro Kate.
Después de ver un rato la televisión, ella le hizo una pregunta a Castle para saciar su curiosidad.
- ¿Por qué te has tapado?
- ¿Perdón? –respondió él mirándola a los ojos, no sabía a qué se refería.
- Antes, cuando he llegado, ¿por qué te has puesto la camisa? –volvió a preguntar señalándola.
- ¿Cómo que porqué me la he puesto?
- Quiero decir, ya te he visto el pecho muchas veces.
- ¿Cuándo? –consultó él.
- Vale, un par únicamente –admitió-. Pero me refiero a que hay confianza, no entiendo el por qué de tu vergüenza.
- No es vergüenza –se defendió.
- ¿No? –cuestionó ella.
- No, es más bien educación. ¿Tú me abrirías la puerta de tu casa en bragas?
- Como comprenderás, no es lo mismo.
- Bueno, pues incluyendo también un sujetador.
- ¿Cómo que incluyendo un sujetador? ¿Es que no lo incluías antes?
- He dicho “en bragas”, sin nada más. Pero… si pensabas que también podrías llevarlo… ¿Por qué has dicho que no es lo mismo?
- Pues porque no es lo mismo.
- ¿Por qué razón? –siguió sin darle tiempo a contestar a Kate- Bueno, que nos desviamos, ¿tú me abrirías en ropa interior?
- Pues… no lo sé.
- ¿Lo ves? No lo harías.
- Supongo que… quizás…
- No me lo creo.
- Pues no te lo creas, pero ese no es el tema. El tema es: ¿por qué te has tapado?
- Ya te lo he dicho, por educación. Aunque tú fueras capaz de abrirme la puerta en ropa interior –se burló con un tono irónico-, yo no sabía quién llamaba a la puerta. ¿Y si abriese en calzoncillos a Obama?
- ¿Y para qué iba Obama a visitarte a ti?
- Quién sabe… -dijo riendo.
- Bueno, ¿y después? Cuando ya sabías que era yo, te has abrochado la camisa.
- ¡Porque me has obligado tú! –se quejó.
- ¿Qué yo te he obligado?
- ¡Sí! ¡Me habías dicho que si no me la cerraba de poco me iba a servir!
- Y ha sido entonces cuando te he puesto mi pistola en la sien, ¿verdad? –preguntó ella bromeando.
- No, eso ha sido después, cuando me has coaccionado para que me sentase en el sofá.
- Bien, eso no te lo discuto –rió-. Pero lo de que te he obligado a abrocharte la camisa sí que es mentira.
- Ha sido prácticamente una orden –Kate le miró con desaprobación-. ¡Si no lo hubiese hecho habría sido una situación muy violenta! –se justificó.
- ¿Por qué? Ni que se te saliesen las lorzas –dijo riendo y Rick arrugó el entrecejo confuso-. La verdad es que estás bastante bueno –confesó sincera con una mirada lasciva.

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Quizás en este me he pasado un poco con Kate… Ella nunca diría eso, a no ser que estuviese borracha Pero bueno, me gusta cómo me ha quedado esa última frase