Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Qué eterno!! A mi se me ha hecho corto!!
Me encanta la manera de sacar el "te quiero"! Aunque sí, a Martha es para matarla, pobres bebés, que no los dejan ser fabricados...
Me encanta la manera de sacar el "te quiero"! Aunque sí, a Martha es para matarla, pobres bebés, que no los dejan ser fabricados...
Rizoss- Autor de best-seller
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Localización : Vigo
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
genial capitulo esta muuy interesante seguid así y subid otro capi pronto porfaa
evameva124- Actor en Broadway
- Mensajes : 210
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Me encanta!!! El proximo plis!!
carly becket- Policia de homicidios
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
preciosooo seguiiid
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
WWOOOWWW!!! Realmente un capitulo revelador aunque en algunas partes no entendí mucho.
Pero realmente me a gustado como siempre Martha es una genia
Y la parte de que los dos se abrieron y dijeron lo sentían muy enternecedor
Pero realmente me a gustado como siempre Martha es una genia
Y la parte de que los dos se abrieron y dijeron lo sentían muy enternecedor
Maku_Stanathan- Policia de homicidios
- Mensajes : 652
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Muy bueno, como todo en general. Es un fic que tiene de todo, momentos divertidos, y otros más serios para pensar en lo que ocurre en una pareja. El personaje de Martha, tan bueno como en la serie.
marypaz- Policia de homicidios
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
teneis olvidado el fic.. porfavor seguid pronto no nos dejeis asii!
evameva124- Actor en Broadway
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Edad : 26
Localización : mi casa
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
¡¡Dios, menudo capitulazo!! Lo que me he perdio al no entrar
Andy, escribes espectacularmentebien
Espero que sigais pronto
Andy, escribes espectacularmentebien
Espero que sigais pronto
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
gua que pedazo de capitulo!!!!!
siguelo por el amor de DIIOS
GENIALLLLLL!!!!!!
claudialovescastle- Escritor novato
- Mensajes : 3
Fecha de inscripción : 19/02/2012
Edad : 27
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Oh Dios, esto es una tortura para nosotros, que nos gusta la literatura Castlelística
Ni se os ocurra parar ahi... por cierto, que suerte que Martha no sabe la cantidad de gente que está detrás de ella con un hacha... es verdad que la ignorancia es felicidad... hasta las propias escritoras están enfadadas con ella!! chicas, os quiero, no dejéis de escribir
Ni se os ocurra parar ahi... por cierto, que suerte que Martha no sabe la cantidad de gente que está detrás de ella con un hacha... es verdad que la ignorancia es felicidad... hasta las propias escritoras están enfadadas con ella!! chicas, os quiero, no dejéis de escribir
Evissima- As del póker
- Mensajes : 451
Fecha de inscripción : 15/07/2011
Edad : 27
Localización : España xD
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Aquí os traigo nuevo capi (oooooooooeeeeeeeeeeee!!!)
Como siempre, queríamos daros las gracias por vuestra paciencia, por sacar un ratito para leernos y por esos comentarios que nos hacen más felíz que un regalíz
Y una vez dicho esto (que mi abuela siempre me decía que es de bien nacidos ser agradecidos.... bueno, y también me cantaba lo de "grandes y gooooordaaaaaaaas y eran belloooootaaaaaas" ) chicos... ¡¡A LEER!!
Capitulo 17: Esencia de zanahorias y chettos
Se quedaron inmóviles, esperando algún indicio de donde podría encontrarse la hija de Jack. Si es que realmente era ella la que estaba escondida entre los espejos.
Una sombra negra apareció a la derecha de Beckett, que se irguió e hizo un movimiento con la mano a Castle para que estuviera atento, por lo que pudiera pasar.
Otra vez la sombra. Rápida, fugaz, por el franco izquierdo.
Beckett giró sobre sus talones y apartó con cuidado a Martha para que se pusiera detrás de ella.
Dio un paso y agudizó el oído. Nada. Otro paso más. Por el rabillo del ojo le pareció que algo se había vuelto a mover más a la izquierda. En un rápido movimiento apuntó con el arma a lo que ella creía que había visto moverse, pero solo pudo ver su reflejo y el de Martha tras ella.
Un momento… ¿Dónde se había metido Castle?
Mierda. Sabía que no podía llamarle a voces porque espantaría a la inesperada visita.
Miró a su derecha y le pareció ver el reflejo de la puerta por la que habían entrado.
-Dea –La voz de Martha hizo que la detective la mirara con interés- La hija de Jack, la chica que buscáis… se llamaba Dea. Era una niña rara, con esas gafas gigantes de pasta con lunares rosas que le ocupaban toda la cara, ese parche en el ojo. Qué pintas llevaba! Y siempre comiendo zanahorias...
Beckett meditó unos segundos sin dejar de mirar los espejos que la rodeaban.
-Martha, ahora quiero que sigas mis instrucciones- La mujer asintió despacio con la cabeza- Estoy viendo la puerta de entrada hacia allí. No se si es un reflejo o la verdadera, pero necesito que llegues hasta ella y pidas refuerzos- Le tendió su teléfono con el nombre en la pantalla de “Esposito” listo para dar a la tecla de llamada.
Martha lo cogió y comenzó a caminar hacia su meta, pero antes de llegar, un espejo estalló justo a su lado.
Gritó tanto como en la única película de miedo que había participado, en la que hacía de extra interpretando a un ama de casa rodeada de Critters sedientos de carne humana.
Beckett intentó llegar hasta ella, pero cuando quiso alcanzarla, Martha ya no estaba allí, pero la detective pudo escuchar el portazo que pegó al salir de la sala de espejos, así que supuso que Esposito y los demás no tardarían en aparecer.
Escuchó otro ruido, pero, sin saber dónde estaba Castle exactamente, no se atrevía siquiera a apuntar con la pistola, por lo que empezó a adentrarse sigilosamente entre la multitud de detectives que proyectaba su propio reflejo.
Unos pasos rápidos la alertaron. Si su oído no le fallaba, alguien estaba acercándose a su posición. La sombra apareció como una mata de cabello largo, moreno y rizado y, entre algunos mechones, la cara de una guapa chica con ojos de gato.
Beckett corrió hacia ella, pero se dio de bruces contra un espejo, haciendo eco en la sala por el golpe, a lo que le siguieron unos cuantos improperios verbales.
Una risita apagada le hizo darse la vuelta ¿También se iba a reír de ella? Lo que le faltaba.
-¡¡Alto, policía!!- Gritó. Pero la chica no estaba mucho por la labor y volvió a desaparecer.
Se oyó otro golpe, pero este no sonó igual que el que Beckett se había dado contra el espejo. Y luego se oyó a Castle.
-¡La tengo! Beckett, rápido, átala a una silla o lo que tengas que hacer, que al final… ¿¡¿Te quieres estar quieta, criatura?!?
La chica ahora bufaba bajo los brazos de Castle, intentaba escapar, morderle, pero Castle la tenía agarrada desde detrás apresándole los brazos por debajo del pecho e intentando esquivar las patadas… bueno, las coces que Dea, la hija de Jack lanzaba contra él.
Cuando consiguieron salir de la sala de espejos, Esposito, Ryan y algunos agentes más, estaban aparcando sus coches fuera y se encargaron de Dea, que seguía intentando escapar, pero ahora, las patadas y los movimientos casi compulsivos de su cuerpo, los acompañaba con gritos de rata, ladridos, y demás repertorio. Esa chica era un espectáculo andante, al igual que su padre, cuando le vieron por última vez mientras los celadores le devolvían a su celda.
Una vez en comisaría, Beckett se encontró una carpeta encima de su mesa. Eran los resultados que el laboratorio había mandado después de analizar el libro.
-“Book of Essence of the Soul”- Recordó Beckett abriendo la carpeta.
En aquél informe se analizaba el contenido, no como el original, sino como una copia hecha a mano por algún experto, seguramente un monje, ya que el texto tenía unos 300 años de antigüedad y fue mandado escribir por algún rey europeo de la época, ya que tenía un sello de cera rojo con unas iniciales que estaban algo desgastadas, ya que el paso del tiempo y las condiciones de conservación no eran las mejores.
Beckett hizo una llamada al laboratorio. Quería estudiar ese libro un poco más despacio. Cuando lo encontraron, a Castle solo le dio tiempo de leer un poco por encima, pero seguro que ahí dentro tenía que estar una respuesta fiable de cómo salir del cuerpo de su compañero y regresar al suyo.
Una vez que tuvieron el libro en las manos, se metieron en una de las oficinas cerradas que usaban cuando alguna investigación se les volvía complicada y necesitaban más intimidad.
-Veamos- Beckett empezó a buscar las páginas en las que Castle había empezado a encontrar pistas sobre su pequeña “transformación”.- Esto es lo que leíste en el coche, lo del cambio de almas y demás- Siguió pasando hojas- ¡Aquí!
Castle, que estaba en el otro lado de la habitación, se dio contra el pico de la mesa al ir corriendo donde Beckett se encontraba.
-Mira Castle, este es el conjuro que nos hicieron y, según esto, la forma de revertirlo es haciendo lo que dice aquí.
Castle empezó a leer por encima del hombro de Beckett todo el proceso. Era demasiado, pero el hecho de tener a Dea en comisaría les facilitaba mucho las cosas.
-Vale, entonces… solo tenemos que encontrar unas supuestas botellitas donde se guarda parte de nuestra esencia original, unas plantas de las que no hemos oído hablar nunca y celebrar un rito en el que los “cambiantes” - Beckett hizo una mueca con la boca remarcando la palabra- Se referirá a nosotros, no? -Miró hacia atrás y vio a Castle tan cerca, que no pudo evitar dar un saltito, poniéndose un paso más hacia delante y girando un poco el libro, para que él pudiera verlo sin pegarse tanto a ella.
Carraspeó y siguió leyendo, intentando recomponerse de la sensación que le producía estar tan cerca.
-Como decía... los cambianes, si... esto... aquí. Hay que hacer un rito en el que... ¿pero qué clase de depravado escribió esto?? Nuestra alma se transportará mediante la unión de la apertura de nuestra línea de la vida... en nuestras manos.
Indicó el dibujo en el que se mostraba, bajo la descripción del rito, un cuchillo rajando una de las líneas naturales de una mano. ¿Era necesario dibujar tanta sangre?- Y todo esto hay que hacerlo en un lugar sagrado.
-Si, pero no vale cualquiera. Tiene que ser un sitio en el que Dea crea. –Comentó Castle señalando uno de los párrafos que le había dado tiempo a leer antes de la huida de su compañera, intentando ignorar el gesto de Beckett aun que, para qué negarlo, no le había sentado nada bien.
-¿Y cómo vamos a encontrar un sitio así?
-Tendremos que preguntarle a ella.
-Se ha negado a hablar con todos.
-Creo que hay alguien con quien si querría hablar.- Contestó con una sonrisa dirigiéndose a la puerta.
-Me das tanto miedo cuando dices esas cosas…
***********************************************
Sabían que lo que estaban haciendo no estaba bien. Sabían que si Gates se enteraba, les pondría, como poco, a dirigir el tráfico por unos cuantos meses. Pero también sabían que no les quedaba más remedio que hacer las cosas a su manera y, aun que a Beckett le costó convencer a sus compañeros para que les ayudaran y guardaran silencio, todo sea dicho, a cambio de un mes entero de barra libre los fines de semana en el Old Haunt, al final Ryan y Esposito accedieron a ayudarles.
El plan: llevar a la detenida, aspirante a bruja con más mala leche que un mico hambriento, a un encuentro con su padre, alegando que se había negado a prestar declaración si no le dejaban verlo antes.
Por supuesto era todo invención del escritor. Y fue él el que se encargó de firmar con el nombre de Dea, calcandose de su D.N.I., todos los impresos que hacían falta para que esa visita fuera legal. Profesionalidad ante todo.
Y así Castle y Beckett llegaron con Dea a la prisión del Upstate Correctional, donde se encontraba Jack de Rèmy.
Ryan ya se había encargado por teléfono de preparar todo el encuentro entre ellos y el residente en la sala de visitas.
Mientras esperaban a Jack, esposaron a Dea a uno de los bancos que había reservados para cuando los “inquilinos” más peligrosos recibían a sus parientes.
Castle se apoyó en una mesa cercana y Beckett se puso a su lado. Los dos en silencio.
Entonces, Castle sintió que algo apretaba su brazo. Era la mano de Beckett, mientras le miraba timidamente con sentimiento de culpa por haberse portado antes así con él. Castle le sonrió, aceptando su disculpa silenciosa.
El ruido de una puerta abriéndose les hizo dejar de mirarse como tórtolos y dirigir su atención a los guardias que traían al hombre del pelo de paja, alias Jack.
-Hija, ¿Qué has hecho?
-Magia, papá… como lo que tú hacías cuando era pequeña.
-No, Dea. Lo mío no era magia, eran trucos fáciles para engañar a la gente de los pueblos y sacarles todo el dinero que tenían. Lo hacía para que pudiésemos sobrevivir.
-No, no, no… ¡NO! Tú eres un gran mago!
-No, pequeña, yo era un impostor con mucha palabrería que sabía como hacer que la gente viera solo lo que yo quería. ¿En serio no te diste cuenta?
Ella miraba con ojos llorosos a su padre. Aun que se tapaba la boca con una mano, se podía distinguir como le temblaban los labios, mientras apretaba la mandíbula con rabia.
-¿No lo entiendes?- Prosiguió Jack al no obtener respuesta de su hija- Por eso no quería que tú tuvieras nada que ver con el circo y menos con la magia. Por eso, cuando eras pequeña, me llevé aquel juego de Magia Borras que te regaló para tu cumpleaños ese estúpido payaso de Andersson.
-Pero, papá, tú dijiste que mi juego de magia se lo llevó un perro en la boca. Me acuerdo perfectamente.- Cuadró los hombros y frunció los labios antes de seguir- Dijiste “un perro con las patas muy largas, nena, que corría como el demonio. No pude alcanzarle porque corría muchísimo. Toma, una zanahoria”. Siempre me hacías comer zanahorias.
-Algo tenía que inventarme. No hacías más que preguntar. Preguntas, preguntas, preguntas ¿Saben lo que es tener una niña de 9 años? – Miró a Castle y a Beckett. Castle asintió con comprensión. Siempre pensó que Alexis era la criatura más curiosa del mundo- Un continuo tercer grado sobre absolutamente TODO. Fue lo primero que se me ocurrió decirte.
-Vale – La chica miraba al infinito, como recordando, aun que más bien parecía una serpiente esperando para atacar.- Pero… tú sabías que, pegado bajo el tablero de ese juego, yo tenía escondido un sobre con lo que había ahorrado de mi paga ¿Qué pasó con él?
Jack abrió los ojos y tensó los labios. Le acababa de pillar.
-Me lo gasté –Reconoció en voz baja- En Chettos Rizos.
-¡Papá! Todas esas bolsas que te compraste… ¿Fue con los ahorros de tu hija de 9 años? ¡Sabías que los Chettos Rizos no me gustaban y no fuiste capaz de traerme ni una mísera bolsa de patatas fritas!
-¡Estabas en pleno desarrollo! No te iba a atiborrar de “grasas trans” para que te quedaras como un espantajo desnutrido ¿Qué clase de padre sería entonces?
-Claro que no… zanahorias ¡Siempre zanahorias!
-Son buenas para la vista, cariño ¿Qué es lo que no entiendes?
-¡Basta ya!- La voz de Beckett en el cuerpo de Castle hizo el silencio en la sala y consiguió ser el centro de atención de todos los presentes.
Beckett suspiró. Jack y su hija reflexionaron sobre su discusión. Nunca podían estar juntos en la misma sala más de una hora seguida, pero este, sin duda, había sido su record. Claro que nunca se les había dado una situación parecida: él cumpliendo condena y ella a punto de hacerlo. Eso podría alterar más de la cuenta a cualquiera.
Lo suyo la típica relación amor/ odio entre padre e hija. Siempre preparados un saco entero de cosas que echarse en cara en el momento menos indicado y delante de quien fuera. Vivían con ello y se querían así, a fuerza de costumbre.
-¿Por qué nos han traído a los dos aquí?- Preguntó Jack algo más calmado.
-Su hija mató al dependiente de una librería, como ya sabe. Esa tienda tiene una colección “privada” a la que nadie tenía acceso y ella necesitaba la tarjeta del dependiente para poder entrar, procurando no dejar testigos de su paso.
El preso asintió con la cabeza, sabiendo ya como seguía la historia.
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Como siempre, queríamos daros las gracias por vuestra paciencia, por sacar un ratito para leernos y por esos comentarios que nos hacen más felíz que un regalíz
Y una vez dicho esto (que mi abuela siempre me decía que es de bien nacidos ser agradecidos.... bueno, y también me cantaba lo de "grandes y gooooordaaaaaaaas y eran belloooootaaaaaas" ) chicos... ¡¡A LEER!!
Capitulo 17: Esencia de zanahorias y chettos
Se quedaron inmóviles, esperando algún indicio de donde podría encontrarse la hija de Jack. Si es que realmente era ella la que estaba escondida entre los espejos.
Una sombra negra apareció a la derecha de Beckett, que se irguió e hizo un movimiento con la mano a Castle para que estuviera atento, por lo que pudiera pasar.
Otra vez la sombra. Rápida, fugaz, por el franco izquierdo.
Beckett giró sobre sus talones y apartó con cuidado a Martha para que se pusiera detrás de ella.
Dio un paso y agudizó el oído. Nada. Otro paso más. Por el rabillo del ojo le pareció que algo se había vuelto a mover más a la izquierda. En un rápido movimiento apuntó con el arma a lo que ella creía que había visto moverse, pero solo pudo ver su reflejo y el de Martha tras ella.
Un momento… ¿Dónde se había metido Castle?
Mierda. Sabía que no podía llamarle a voces porque espantaría a la inesperada visita.
Miró a su derecha y le pareció ver el reflejo de la puerta por la que habían entrado.
-Dea –La voz de Martha hizo que la detective la mirara con interés- La hija de Jack, la chica que buscáis… se llamaba Dea. Era una niña rara, con esas gafas gigantes de pasta con lunares rosas que le ocupaban toda la cara, ese parche en el ojo. Qué pintas llevaba! Y siempre comiendo zanahorias...
Beckett meditó unos segundos sin dejar de mirar los espejos que la rodeaban.
-Martha, ahora quiero que sigas mis instrucciones- La mujer asintió despacio con la cabeza- Estoy viendo la puerta de entrada hacia allí. No se si es un reflejo o la verdadera, pero necesito que llegues hasta ella y pidas refuerzos- Le tendió su teléfono con el nombre en la pantalla de “Esposito” listo para dar a la tecla de llamada.
Martha lo cogió y comenzó a caminar hacia su meta, pero antes de llegar, un espejo estalló justo a su lado.
Gritó tanto como en la única película de miedo que había participado, en la que hacía de extra interpretando a un ama de casa rodeada de Critters sedientos de carne humana.
Beckett intentó llegar hasta ella, pero cuando quiso alcanzarla, Martha ya no estaba allí, pero la detective pudo escuchar el portazo que pegó al salir de la sala de espejos, así que supuso que Esposito y los demás no tardarían en aparecer.
Escuchó otro ruido, pero, sin saber dónde estaba Castle exactamente, no se atrevía siquiera a apuntar con la pistola, por lo que empezó a adentrarse sigilosamente entre la multitud de detectives que proyectaba su propio reflejo.
Unos pasos rápidos la alertaron. Si su oído no le fallaba, alguien estaba acercándose a su posición. La sombra apareció como una mata de cabello largo, moreno y rizado y, entre algunos mechones, la cara de una guapa chica con ojos de gato.
Beckett corrió hacia ella, pero se dio de bruces contra un espejo, haciendo eco en la sala por el golpe, a lo que le siguieron unos cuantos improperios verbales.
Una risita apagada le hizo darse la vuelta ¿También se iba a reír de ella? Lo que le faltaba.
-¡¡Alto, policía!!- Gritó. Pero la chica no estaba mucho por la labor y volvió a desaparecer.
Se oyó otro golpe, pero este no sonó igual que el que Beckett se había dado contra el espejo. Y luego se oyó a Castle.
-¡La tengo! Beckett, rápido, átala a una silla o lo que tengas que hacer, que al final… ¿¡¿Te quieres estar quieta, criatura?!?
La chica ahora bufaba bajo los brazos de Castle, intentaba escapar, morderle, pero Castle la tenía agarrada desde detrás apresándole los brazos por debajo del pecho e intentando esquivar las patadas… bueno, las coces que Dea, la hija de Jack lanzaba contra él.
Cuando consiguieron salir de la sala de espejos, Esposito, Ryan y algunos agentes más, estaban aparcando sus coches fuera y se encargaron de Dea, que seguía intentando escapar, pero ahora, las patadas y los movimientos casi compulsivos de su cuerpo, los acompañaba con gritos de rata, ladridos, y demás repertorio. Esa chica era un espectáculo andante, al igual que su padre, cuando le vieron por última vez mientras los celadores le devolvían a su celda.
Una vez en comisaría, Beckett se encontró una carpeta encima de su mesa. Eran los resultados que el laboratorio había mandado después de analizar el libro.
-“Book of Essence of the Soul”- Recordó Beckett abriendo la carpeta.
En aquél informe se analizaba el contenido, no como el original, sino como una copia hecha a mano por algún experto, seguramente un monje, ya que el texto tenía unos 300 años de antigüedad y fue mandado escribir por algún rey europeo de la época, ya que tenía un sello de cera rojo con unas iniciales que estaban algo desgastadas, ya que el paso del tiempo y las condiciones de conservación no eran las mejores.
Beckett hizo una llamada al laboratorio. Quería estudiar ese libro un poco más despacio. Cuando lo encontraron, a Castle solo le dio tiempo de leer un poco por encima, pero seguro que ahí dentro tenía que estar una respuesta fiable de cómo salir del cuerpo de su compañero y regresar al suyo.
Una vez que tuvieron el libro en las manos, se metieron en una de las oficinas cerradas que usaban cuando alguna investigación se les volvía complicada y necesitaban más intimidad.
-Veamos- Beckett empezó a buscar las páginas en las que Castle había empezado a encontrar pistas sobre su pequeña “transformación”.- Esto es lo que leíste en el coche, lo del cambio de almas y demás- Siguió pasando hojas- ¡Aquí!
Castle, que estaba en el otro lado de la habitación, se dio contra el pico de la mesa al ir corriendo donde Beckett se encontraba.
-Mira Castle, este es el conjuro que nos hicieron y, según esto, la forma de revertirlo es haciendo lo que dice aquí.
Castle empezó a leer por encima del hombro de Beckett todo el proceso. Era demasiado, pero el hecho de tener a Dea en comisaría les facilitaba mucho las cosas.
-Vale, entonces… solo tenemos que encontrar unas supuestas botellitas donde se guarda parte de nuestra esencia original, unas plantas de las que no hemos oído hablar nunca y celebrar un rito en el que los “cambiantes” - Beckett hizo una mueca con la boca remarcando la palabra- Se referirá a nosotros, no? -Miró hacia atrás y vio a Castle tan cerca, que no pudo evitar dar un saltito, poniéndose un paso más hacia delante y girando un poco el libro, para que él pudiera verlo sin pegarse tanto a ella.
Carraspeó y siguió leyendo, intentando recomponerse de la sensación que le producía estar tan cerca.
-Como decía... los cambianes, si... esto... aquí. Hay que hacer un rito en el que... ¿pero qué clase de depravado escribió esto?? Nuestra alma se transportará mediante la unión de la apertura de nuestra línea de la vida... en nuestras manos.
Indicó el dibujo en el que se mostraba, bajo la descripción del rito, un cuchillo rajando una de las líneas naturales de una mano. ¿Era necesario dibujar tanta sangre?- Y todo esto hay que hacerlo en un lugar sagrado.
-Si, pero no vale cualquiera. Tiene que ser un sitio en el que Dea crea. –Comentó Castle señalando uno de los párrafos que le había dado tiempo a leer antes de la huida de su compañera, intentando ignorar el gesto de Beckett aun que, para qué negarlo, no le había sentado nada bien.
-¿Y cómo vamos a encontrar un sitio así?
-Tendremos que preguntarle a ella.
-Se ha negado a hablar con todos.
-Creo que hay alguien con quien si querría hablar.- Contestó con una sonrisa dirigiéndose a la puerta.
-Me das tanto miedo cuando dices esas cosas…
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Sabían que lo que estaban haciendo no estaba bien. Sabían que si Gates se enteraba, les pondría, como poco, a dirigir el tráfico por unos cuantos meses. Pero también sabían que no les quedaba más remedio que hacer las cosas a su manera y, aun que a Beckett le costó convencer a sus compañeros para que les ayudaran y guardaran silencio, todo sea dicho, a cambio de un mes entero de barra libre los fines de semana en el Old Haunt, al final Ryan y Esposito accedieron a ayudarles.
El plan: llevar a la detenida, aspirante a bruja con más mala leche que un mico hambriento, a un encuentro con su padre, alegando que se había negado a prestar declaración si no le dejaban verlo antes.
Por supuesto era todo invención del escritor. Y fue él el que se encargó de firmar con el nombre de Dea, calcandose de su D.N.I., todos los impresos que hacían falta para que esa visita fuera legal. Profesionalidad ante todo.
Y así Castle y Beckett llegaron con Dea a la prisión del Upstate Correctional, donde se encontraba Jack de Rèmy.
Ryan ya se había encargado por teléfono de preparar todo el encuentro entre ellos y el residente en la sala de visitas.
Mientras esperaban a Jack, esposaron a Dea a uno de los bancos que había reservados para cuando los “inquilinos” más peligrosos recibían a sus parientes.
Castle se apoyó en una mesa cercana y Beckett se puso a su lado. Los dos en silencio.
Entonces, Castle sintió que algo apretaba su brazo. Era la mano de Beckett, mientras le miraba timidamente con sentimiento de culpa por haberse portado antes así con él. Castle le sonrió, aceptando su disculpa silenciosa.
El ruido de una puerta abriéndose les hizo dejar de mirarse como tórtolos y dirigir su atención a los guardias que traían al hombre del pelo de paja, alias Jack.
-Hija, ¿Qué has hecho?
-Magia, papá… como lo que tú hacías cuando era pequeña.
-No, Dea. Lo mío no era magia, eran trucos fáciles para engañar a la gente de los pueblos y sacarles todo el dinero que tenían. Lo hacía para que pudiésemos sobrevivir.
-No, no, no… ¡NO! Tú eres un gran mago!
-No, pequeña, yo era un impostor con mucha palabrería que sabía como hacer que la gente viera solo lo que yo quería. ¿En serio no te diste cuenta?
Ella miraba con ojos llorosos a su padre. Aun que se tapaba la boca con una mano, se podía distinguir como le temblaban los labios, mientras apretaba la mandíbula con rabia.
-¿No lo entiendes?- Prosiguió Jack al no obtener respuesta de su hija- Por eso no quería que tú tuvieras nada que ver con el circo y menos con la magia. Por eso, cuando eras pequeña, me llevé aquel juego de Magia Borras que te regaló para tu cumpleaños ese estúpido payaso de Andersson.
-Pero, papá, tú dijiste que mi juego de magia se lo llevó un perro en la boca. Me acuerdo perfectamente.- Cuadró los hombros y frunció los labios antes de seguir- Dijiste “un perro con las patas muy largas, nena, que corría como el demonio. No pude alcanzarle porque corría muchísimo. Toma, una zanahoria”. Siempre me hacías comer zanahorias.
-Algo tenía que inventarme. No hacías más que preguntar. Preguntas, preguntas, preguntas ¿Saben lo que es tener una niña de 9 años? – Miró a Castle y a Beckett. Castle asintió con comprensión. Siempre pensó que Alexis era la criatura más curiosa del mundo- Un continuo tercer grado sobre absolutamente TODO. Fue lo primero que se me ocurrió decirte.
-Vale – La chica miraba al infinito, como recordando, aun que más bien parecía una serpiente esperando para atacar.- Pero… tú sabías que, pegado bajo el tablero de ese juego, yo tenía escondido un sobre con lo que había ahorrado de mi paga ¿Qué pasó con él?
Jack abrió los ojos y tensó los labios. Le acababa de pillar.
-Me lo gasté –Reconoció en voz baja- En Chettos Rizos.
-¡Papá! Todas esas bolsas que te compraste… ¿Fue con los ahorros de tu hija de 9 años? ¡Sabías que los Chettos Rizos no me gustaban y no fuiste capaz de traerme ni una mísera bolsa de patatas fritas!
-¡Estabas en pleno desarrollo! No te iba a atiborrar de “grasas trans” para que te quedaras como un espantajo desnutrido ¿Qué clase de padre sería entonces?
-Claro que no… zanahorias ¡Siempre zanahorias!
-Son buenas para la vista, cariño ¿Qué es lo que no entiendes?
-¡Basta ya!- La voz de Beckett en el cuerpo de Castle hizo el silencio en la sala y consiguió ser el centro de atención de todos los presentes.
Beckett suspiró. Jack y su hija reflexionaron sobre su discusión. Nunca podían estar juntos en la misma sala más de una hora seguida, pero este, sin duda, había sido su record. Claro que nunca se les había dado una situación parecida: él cumpliendo condena y ella a punto de hacerlo. Eso podría alterar más de la cuenta a cualquiera.
Lo suyo la típica relación amor/ odio entre padre e hija. Siempre preparados un saco entero de cosas que echarse en cara en el momento menos indicado y delante de quien fuera. Vivían con ello y se querían así, a fuerza de costumbre.
-¿Por qué nos han traído a los dos aquí?- Preguntó Jack algo más calmado.
-Su hija mató al dependiente de una librería, como ya sabe. Esa tienda tiene una colección “privada” a la que nadie tenía acceso y ella necesitaba la tarjeta del dependiente para poder entrar, procurando no dejar testigos de su paso.
El preso asintió con la cabeza, sabiendo ya como seguía la historia.
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
como molaaaaaaaaa por dios mio fantástico capitulo
muchas gracias por escribir y subir capitulo
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CASKETT ALWAYS
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
me encantaa sigueee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
¡¡¡SEGUID PRONTO PLEASE!!!
caskett mola- Autor de best-seller
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
WOW; WOW, WOW
Siguelo porfa, porfa, porfa!!!
Me ENCANTAAAAA
Siguelo porfa, porfa, porfa!!!
Me ENCANTAAAAA
carly becket- Policia de homicidios
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Estoy deseando saber como terminará. Es muy divertido.
marypaz- Policia de homicidios
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Gastarse los ahorros en Chetos??? Y darle a la niña zanahorias?? Así de rara quedó, la pobre! XDXDXD
Espero ansiosa el siguiente... Desi... no te dejes llevar por la procrastinación!!
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Rizoss- Autor de best-seller
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
woooooooooooooooooooooooooooooow!!!!!! me encanta!!!! felicidades me la he leido toda del tiron... me encantan!!! seguirrr
Jani91- Actor en Broadway
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Oaaaaaaaaaaaaaaaaoaoaoaoaaoaoaoaooa uaaaaaaaaaaaaaaaa!!
Vale, ya desperté
Mee encaaanta como escribíiis!!!! seguidlooo!!!!
PD: gastarse los ahorros de la chiquilla en cheetos? pero por dios jack, se un hombre!
Vale, ya desperté
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PD: gastarse los ahorros de la chiquilla en cheetos? pero por dios jack, se un hombre!
Evissima- As del póker
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
mee encantaaaaa seguidd pronto porfaa no nos hagais esperar tanto como la ultima vez
evameva124- Actor en Broadway
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
QUIEROOOO CAPITULO NUEVO POR FAVOR
QUIERO SABER COMO CONTINUA
EXTRAÑO ESTA HISTORIA MUCHO
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CASKETT ALWAYS
Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Repito lo que he dicho siempre....los fics que tienen varios capitulos, hay que leerlos cuando ya se han subido completos...porque la espera se hace eterna y se llega a perder la trama teniendo que empezar de nuevo desde el principio.
marypaz- Policia de homicidios
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
Primero de todo, mil y una disculpas por tardar tanto tiempo en actualizar! Llevamos un lío de organización porque entre unas cosas y otras nos está siendo difícil escribir las 3 a la vez o quedar para hablar trama y revisar lo escrito. Subimos este capi nuevo en nombre de DmL, que ha estado teniendo problemas con el ordenador y en parte por eso no ha podido subir lo escrito; oficialmente es suyo, mío es el próximo y el que probablemente sea el último de rkel84. Vamos, que dentro de no mucho vais a poder leerlo entero ya sin parones sentimos mucho este lío, en serio. Muchas gracias a los que seguís leyéndolo y os gusta
Por cierto, he estado preparando un vocabulario sánscrito-ruseño para el próximo capítulo que espero que os guste
Kate Beckett dejó a la “familia feliz” en aquella habitación custodiada por un policía despidiéndose con un "llevadla a la 12th" y se encaminó hacia la salida, directa a su coche. Castle la seguía con pasos rápidos y largos pero le estaba costando lo suyo no parecer una grulla caballeresca con esos taconazos.
“¡Beckett! ¿Dónde vamos?”
Beckett se giró torturándole con la mirada. Castle se percató al instante de que tendría que haber dicho Castle pero no le dio mayor importancia, nadie se había enterado. Él quería saber adónde iba, no le importaba seguir a su propia imagen sabiendo que dentro se encontraba su musa aunque se dirigiesen al mismo Infierno pero su curiosidad podía con él.
“Beckett” dijo ya en un susurro, porque ella se encontraba a escasos centímetros mirando hacia los lados para cerciorarse de que nadie escuchara. “¿Dónde vas tan rápido?”
“Volvemos a la sala de los espejos.”
“¿Para qué? Si ya tenemos a la loca, sólo necesitamos que hable, y según están las cosas no creo que tardases mucho en conseguirlo.”
“¿Pero tú has oído bien lo que ha pasado allí dentro? Esos dos están como una cabra, un abogado bien podría alegar que no está en plenas facultades, o que esto se debe a que de pequeña no comió suficientes Chettos. Necesitamos pruebas que la sitúen en la escena del crimen a la hora del asesinato.”
“Entonces en marcha.”
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De nuevo en aquella sala, Castle pensaba que tenía que incluir una escena final para su libro que se desarrollase en un sitio como ese. Donde la percepción cambia, donde empiezas a cuestionarte cosas que antes ni siquiera hubieses pensado.
Castle y Beckett se habían dividido con la intención de encontrar antes la entrada secreta que había utilizado Dea. La verdad es que la buena iluminación de la sala era todo un punto a su favor, así como la ausencia de ninguna otra persona, menos mal que Castle había aprendido a insinuarse a los hombres, porque de otra manera jamás hubiesen conseguido que el dueño les echase un cable, a menos que hubiesen ido a pedir una orden, pero habrían perdido toda la mañana. Lo dicho, un alivio que Castle fuese tan “mujer”.
“Castle, ¿ves algo?”
Beckett hablaba mirando su imagen en uno de los espejos, un Castle con expresión seria devolviéndole la mirada, pero en realidad no tenía ni la más mínima idea de dónde estaba el Castle con el que ella hablaba. La angustia de no ver más que la misma figura repetida por todas partes y ese sentimiento de soledad estaba empezando a hacer mella, aunque ayudaba ver el reflejo de Castle y no el suyo propio porque así sentía que le tenía cerca de ella, como siempre, aunque en este momento no fuese más que lo que ella quería pensar.
“Aún no.”
Respondió Castle un momento después, Beckett pensó que estaría ensimismado con alguna teoría de las suyas y no se habría enterado hasta entonces. Castle respondió que no había visto nada aún; en parte cierto porque, relacionado con en caso, no había visto nada, pero relacionado con SU caso, estaba viendo mucho.
La figura de Beckett, rodeándole desde cada ángulo llevaba a la realidad una perfecta metáfora de su propia mente. Beckett en cada rincón de su cabeza y su pensamiento. Se había convertido en el centro de su vida, en una especie de agujero negro que se tragaba con él todos sus intentos de ser algo más para ella. Estaba cansado de eso, necesitaba algo más. Los últimos días había ocurrido algo entre ellos, pero al igual que siempre, no sabía si iba a durar o iba a desaparecer igual que había llegado. Sacudió la cabeza para no pensar en eso, no era el momento.
“¡¿Tú ves algo?!”
Gritó Castle, teniendo la sensación de haberse alejado mucho de ella. El susto que se llevó fue épico cuando su espalda chocó con un brazo de Beckett y se alejó con un salto y un pequeño grito al mismo tiempo. Beckett sonrió evitando así la carcajada que quería salir.
“No, Castle. No veo nada. Estoy empezando a agobiarme porque aquí no estamos haciendo más que perder el tiempo. Deberíamos pedir unos planos de aquí y orientarnos con ellos.”
“¿De verdad crees que va a haber un plano de esto? Beckett, es una feria...”
“¿Entonces qué sugieres que hagamos tío list- ASDAFOAJG!!!!”
“Jesús.” dijo Castle
“Creo que eres alérgico a algo que hay aquí.”
“Hazlo otra vez.” contestó él, muy ocupado en mirar entre dos espejos.
“¿Que lo haga otra vez? Castle, los estornudos no se pueden repetir tantas veces como quieras, no se si estabas al tanto de esto o te ha pillado muy por sorpresa...” Beckett se reía de la estúpida petición de su compañero mientras le miraba alejarse de ella muy despacio, andando hacia atrás.
“¿Qué estás haciendo?” dijo mientras se disponía a seguirle.
“¡¡Quieta!!” dijo él levantando un brazo en señal de que se detuviese. “No te muevas, necesito que te quedes justo ahí para no volver a perder ese espejo.”
“De qué coñ-” Castle definitivamente se ha vuelto loco, pensó mientras le veía agacharse y llenarse las manos de tierra del suelo.
Castle se levantó, con las manos llenas de tierra, y dio una fuerte palmada que retumbó entre los espejos. La pequeña nube de polvo creada por la arena empezó a desvanecerse mientras caía en horizontal hacia el suelo.
“Castle...” Beckett no encontraba una explicación lógica para todo aquello, y al ver que su compañero volvía a agacharse con intenciones de hacer lo mismo empezó a ponerse nerviosa. “Castle, deja de jugar con la arena.”
“Mira,” se acercaba a ella con las palmas de las manos hacia arriba, portando la arena que había cogido. “cuando has estornudado, justo aquí, he visto que toda la guarrería que sale de una persona cuando estornuda se metía por ahí -señaló un espejo con un movimiento de cabeza- así que como estás poco colaboradora y no querías estornudar para corroborarlo, he tenido que llenarme las manos de tierra para hacerlo yo. Y me he ido un poco lejos para comprobar que no fuese una corriente de aire que se diese en toda la sala. Allí el polvo ha caído al suelo, miremos aquí.”
Justo cuando Beckett tenía la boca abierta para replicar, él dio la palmada, y justo como él dijo, vieron como ese polvo se metía entre ese espejo, como si hubiese algo detrás. Los dos se miraron, Beckett con una expresión de “no puedo creer que sea cierto” y Castle con la suya de “soy el mejor detective del mundo”
“Esa debe ser la entrada.” Beckett empezó a mirar con detalle cada centímetro del espejo para intentar abrirlo. Su mecanismo era el mismo que el de una puerta. ¡Menos mal!
Nada más abrir, se encontraron dentro de una pequeña habitación, con el aire viciado y una iluminación pésima. Castle estaba con la boca abierta, sin saber muy bien dónde fijar los ojos, todas las paredes estaban llenas de cosas, objetos extraños, libros, muñecos... Castle no se hubiese extrañado en absoluto si hubiesen encontrado un tenedor y una estatua tamaño real del príncipe Eric.
“Este sitio me recuerda un poco a...” empezó Beckett.
“La Sirenita” Castle terminó su frase, porque era justo lo que estaba pensando él en ese momento. Ante la mirada de sorpresa de Beckett, y la pequeña sonrisa que empezaba a formar en sus labios ante un “pienso reírme de ti por ver dibujitos durante el resto de mi vida” Castle le dio una explicación. “Era la película favorita de Alexis, y creo que a día de hoy lo sigue siendo. Cuando era pequeña venía triste del colegio porque los niños se reían de su pelo porque era “raro”... supongo que sería la única pelirroja de su clase. Yo le dije que ella era Ariel, y le puse la película. Desde ese día y durante un par de años estuvo esperando a que el pelo terminase de ponerse rojo y le creciese una cola de sirena. Obviamente, los chistes de los otros niños de su clase le dieron igual, porque ella era la princesa de los mares y lo demás le importaba más bien poco.”
Beckett sonrió, era una historia preciosa. Una pregunta recorrió su mente en un segundo. ¿Sus hijos serían pelirrojos como Alexis o con el pelo castaño como ella? Se puso roja como un tomate. Dio gracias al cielo por la penumbra que escondía su rostro.
Castle encontró una lámpara de lava azul y la encendió, dando un aspecto completamente de cueva submarina llena de tesoros al más estilo Disney. Salvo que los tesoros de la Sirenita eran mucho menos siniestros que los de esta otra. Gracias a la iluminación podían distinguirse algunos detalles más, pero aún así había demasiadas cosas...
“Jamás encontraremos lo que necesitamos.” dijo Beckett.
“No te rindas tan pronto” dijo Castle con dos muñecos en las manos. Uno tenía un par de botones verdes cosidos en la cara, y un vaso desechable con marcas de café atado a la espalda. El otro, con botones azules, tenía la foto de Castle de la contraportada de sus libros. Eran ellos, sin duda alguna. “Aquí hay unos botes.” en uno ponía una P y en el otro una W, al ver la foto que había entre dichos botes entendieron el significado de las iniciales. Eran ellos, Beckett llevaba el chaleco antibalas donde ponía POLICE y Castle iba detrás de ella, con el suyo de WRITER.
“Vale, esto es nuestro.” dijo Beckett mientras cogía todo con un cuidado extremo. “Llama a Espo, dile que tienen que buscar pruebas aquí, nosotros nos vamos.”
-----------------------------------
“Pensé que íbamos a tu piso” dijo Castle confundido cuando Beckett giró con el coche, yendo hacia comisaría en vez de a su casa.
“¿Sabes cómo utilizar los muñecos y los tarros para arreglar lo nuestro? porque yo no, y necesitamos que Dea hable. Se nos acaba el tiempo.”
“Cierto...”
------------
‘Entiendo que el objetivo de todo esto era tenernos así hasta que Ash y Pikachu queden los primeros en la liga Pokémon, pero vas a entender que no nos pensamos quedar de brazos cruzados’
‘No os merecéis saber como deshacerlo’ escupió Dea.
Llevaban un rato de visita en la celda de la sirenita frustrada. Que iban a poder trincarla por el asesinato de chico de la librería? Ryan y Esposito se estaban encargando de eso, el escritor les había invitado a una cena con batido incluido si le prestaban ‘especial atención’ a este caso. Que Miss Magia Potagia les enseñaría a volver a sus cuerpos? Si Castle sabe hacer salsa carbonara seguro que también podrá apañar una silla eléctrica... si, verdad?
‘Explícame una cosa, Dea’- comenzó Beckett, si era la mejor poli de Nueva York tendría que ser capaz de superar esta guerra tan especial. -‘Hiciste esto porque encarcelamos a tu padre. Él cometió un crimen, eso lo sabes, verdad? Pensabas cargar contra cualquiera que le tocase un pelo aunque lo mereciese?’
‘Tu no lo entiendes!!! TU-NO-LO-ENTIENDES!!’- bramó la chiquilla, despertando a los demás presos. ‘Es todo lo que tengo..’
‘Dea’
‘Puede que me diese de comer como si fuese un caballo pocho y que se pusiera a hacer cosas raras a su edad... una vez voló la mesa de mi profesora en la reunión de padres y le llenó la silla con tiza roja. Pero me dio la mejor infancia que ninguna de esas niñas tontas de clase ha tenido jamás!! Está como unas maracas pero por favor, mi padre es todo lo que tengo’ gimoteó, consecuencia del bajón de adrenalina al pegar esas voces. ‘Nunca... habéis tenido a una persona por la que haríais todo? Lo daríais todo?’
Él tragó saliva.
Ella dejó de mirar a Dea como si fuese una presa.
No. No se avergonzarían de hacer cualquier salvajada por salvarse el uno al otro. Y si fuesen unos cualesquiera sin recursos y apenas un sitio donde caerse muertos no dudarían en seguir esa locura hasta el final con tal de que el otro saliese mínimamente bien parado.
En ese momento se empezaron a preguntar si Dea no los estaba torturando, quizá era su manera de pedir clemencia para su padre. Anular una sentencia con la justificación de que ‘para dejar de tener los cuerpos cambiados’ era tan ridículo que casi podía oír la risa del juez. Entonces qué?
‘Habrá pena de muerte para los dos, verdad?’
‘No. No tiene por qué, además vuestros delitos no tie..’
‘Y si la pido?’ y aquí nuestros protagonistas quedaron pasmados. Da igual la edad que tuviera, aun no sabía vivir sin su padre, prefería morir antes que enfrentarse al mundo sola.
‘Dea, mírame. No, no me saques la lengua, mírame!’ Beckett se había arrodillado delante de ella, sujetándole las manos. ‘Sí, él irá a la cárcel, y tú también. No hay manera humana para nosotros de impedirlo. Pero te prometo esto: lo volverás a ver. Será dentro de algunos años si no conseguimos organizar visitas, pero te prometo que a tu padre no le pasará nada sin que lo vuelvas a ver tu antes. Y estará bien, te sonreirá como cuando eras pequeña y te dirá que comas todos los días ensalada.
Dejarnos con el problema puesto no te va a devolver lo que tenías antes, pero ayúdanos y te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que no le pierdas.’
En silencio, Dea dejó de mirar a Beckett como un fantasma y comenzó a mover los brazos con gestos torpes. Se estaba sacando de dentro de su camiseta de piedra-papel-tijera-lagarto-spock, que había robado a un socorrista el verano anterior, una cadena vieja que sujetaba una piedra amatista con engarce de plata acabado en punta.
‘Me lo prometes? Estaremos bien?’ suplicó a Beckett con la mirada, que asentía temblorosa.
Se escuchó un ‘clic’ y la piedra amatista se desplazó, dejando un compartimento en la plata. Viendo esto, supusieron que quitarle la llave y el código de la tarjeta de identificación al bibliotecario el día del asesinato habría sido un juego para ella. Deslizó la punta del engarce por su brazo, dejando tras de sí una línea de sangre que apresuró a escurrir en el compartimento del colgante.
‘Entonces creo que vais a necesitar esto’
Y pasó la siguiente media hora explicándoles paso a paso como deshacer la adulescencia.
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“Me muero de nervios” repetía Castle una y otra vez dando saltitos alrededor de Beckett mientras ella se peleaba con la llave de su piso para abrir la puerta. Malditos dedos enormes fhawruhgaorhgoarvaerveharo!!
“Castle, me estás poniendo nerviosa.”
“Ohh! tú también lo sientes verdad? Esto es algo grande, algo muuuy grande. Sólo tenemos una oportunidad, no es como en el Angry Birds, que si no te gusta como ha salido reinicias nivel. No se puede reiniciar nivel, Beckett! NO SE PUEDE!!”
“Castle! deja de hablar. Por Dios. Me estás poniendo nerviosa. Deja de pensar así. Piensa más como si fuese... una receta. Tenemos los ingredientes -señaló los muñecos y los botes-, las herramientas necesarias para hacerlo -metió la mano en el bolsillo del vaquero y sacó el colgante- y tenemos la cocina, o la iglesia, como prefieras llamarlo. Así que va a salir bien. TIENE que salir bien”
“Sí, porque la verdad... no aguanto más estos tacones, ni tener que peinarme tanto tiempo...”
“Anda ya! si tú tardas más que yo en peinarte, seguro.”
“... ni que se clave el cierre del sujetador en la espalda...”
“Qué quejica eres! a mi no me gusta tener que llevar esta ropa interior y no me oirás quejarme” comentaba Beckett divertida.
“...ni que cuando me froto los ojos los niños del parque digan 'mira mama un panda’”
“JAJJAJAJA esa te la buscas tú solo”
“...ni que me tire la cicatriz del lado cuando me giro en la cama mientras duermo...” dijo Castle casi sin darse cuenta. A Beckett se le cambió la cara, la sonrisa que tenía hasta el momento desapareció al instante, nada más oír la palabra cicatriz. Por mucho que hubiese intentado ocultar a Castle las marcas físicas de todo aquello, no se había dado cuenta hasta ese momento de que no podría ocultárselas del todo.
“Castle... yo... lo siento.” instintivamente se llevó las manos al pecho, donde estaba aquella marca que le recordaba a diario lo cerca que estuvo de perderlo todo. “Sé que es algo que existe, está ahí y no puedo evitar que exista. Pero no quería que tú...” agachó la cabeza, no era capaz de perderse en la mirada de Castle.
Él cogió sus manos y las llevó con increíble delicadeza hasta su pecho, donde se encontraba la herida. “Kate, no tienes porqué alejar esto de mí. Ahora también es parte de mi vida.”
“Pero no quiero que la sientas así... habría preferido simplemente que la vieras, no que tengas que sufrirla físicamente” Contestó soltando sus manos de las de él y metiéndolas en los bolsillos llena de vergüenza.
“¿Verla?” Beckett no le había dejado en todo este tiempo que se mirara ni a los dedos de los pies si no estaba completamente vestido y ahora estaba hablando de enseñarle su cicatriz. Había que ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar “¿Me dejarías... verla??”
“Sí” Respondió, tal vez demasiado rápido. Suspiró intentando ganar tiempo para normalizar sus palabras “Pero no ahora. Quiero que la veas desde el otro lado, Castle. Quiero que me mires de frente y que esta... “cosa”... me tire a mi. Te prometo que, en cuanto volvamos a nuestros cuerpos, la verás.”
Castle asintió satisfecho con la respuesta. Beckett quería compartir eso con él. Quién sabe qué más estaría dispuesta a compartir con él a partir de ahora?? Ese hechizo les había unido de una manera tal que estaba empezando a pensar que, si todo aquello no hubiera pasado, nunca habrían llegado al punto en el que estaban ahora. Eran más que compañeros. Ambos sabían que les separaba una noche de distancia para poder ser una pareja de verdad y en todos los aspectos.
Cada uno empezó a prepararse para su excursión nocturna pensando en la conversación que acababan de tener y, a los pocos minutos, Castle ya bajaba por las escaleras con un sueter, un poco más ancho y más apropiado para salir de noche que la camisa blanca y fina que se había puesto esa mañana, mientras Beckett envolvía unos sandwiches que había preparado para el camino.
Revisaron 20 veces que lo llevaban todo antes de salir del apartamento y, una vez en el ascensor de camino al parking, entrelazaron los dedos de sus manos en silencio. Unidos se sentían más fuertes, más protegidos. Pero aún así, por dentro, rezaban todo lo que sabían para que aquello saliera bien.
CAPITULO 18 - Miss Magia Potagia
Kate Beckett dejó a la “familia feliz” en aquella habitación custodiada por un policía despidiéndose con un "llevadla a la 12th" y se encaminó hacia la salida, directa a su coche. Castle la seguía con pasos rápidos y largos pero le estaba costando lo suyo no parecer una grulla caballeresca con esos taconazos.
“¡Beckett! ¿Dónde vamos?”
Beckett se giró torturándole con la mirada. Castle se percató al instante de que tendría que haber dicho Castle pero no le dio mayor importancia, nadie se había enterado. Él quería saber adónde iba, no le importaba seguir a su propia imagen sabiendo que dentro se encontraba su musa aunque se dirigiesen al mismo Infierno pero su curiosidad podía con él.
“Beckett” dijo ya en un susurro, porque ella se encontraba a escasos centímetros mirando hacia los lados para cerciorarse de que nadie escuchara. “¿Dónde vas tan rápido?”
“Volvemos a la sala de los espejos.”
“¿Para qué? Si ya tenemos a la loca, sólo necesitamos que hable, y según están las cosas no creo que tardases mucho en conseguirlo.”
“¿Pero tú has oído bien lo que ha pasado allí dentro? Esos dos están como una cabra, un abogado bien podría alegar que no está en plenas facultades, o que esto se debe a que de pequeña no comió suficientes Chettos. Necesitamos pruebas que la sitúen en la escena del crimen a la hora del asesinato.”
“Entonces en marcha.”
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De nuevo en aquella sala, Castle pensaba que tenía que incluir una escena final para su libro que se desarrollase en un sitio como ese. Donde la percepción cambia, donde empiezas a cuestionarte cosas que antes ni siquiera hubieses pensado.
Castle y Beckett se habían dividido con la intención de encontrar antes la entrada secreta que había utilizado Dea. La verdad es que la buena iluminación de la sala era todo un punto a su favor, así como la ausencia de ninguna otra persona, menos mal que Castle había aprendido a insinuarse a los hombres, porque de otra manera jamás hubiesen conseguido que el dueño les echase un cable, a menos que hubiesen ido a pedir una orden, pero habrían perdido toda la mañana. Lo dicho, un alivio que Castle fuese tan “mujer”.
“Castle, ¿ves algo?”
Beckett hablaba mirando su imagen en uno de los espejos, un Castle con expresión seria devolviéndole la mirada, pero en realidad no tenía ni la más mínima idea de dónde estaba el Castle con el que ella hablaba. La angustia de no ver más que la misma figura repetida por todas partes y ese sentimiento de soledad estaba empezando a hacer mella, aunque ayudaba ver el reflejo de Castle y no el suyo propio porque así sentía que le tenía cerca de ella, como siempre, aunque en este momento no fuese más que lo que ella quería pensar.
“Aún no.”
Respondió Castle un momento después, Beckett pensó que estaría ensimismado con alguna teoría de las suyas y no se habría enterado hasta entonces. Castle respondió que no había visto nada aún; en parte cierto porque, relacionado con en caso, no había visto nada, pero relacionado con SU caso, estaba viendo mucho.
La figura de Beckett, rodeándole desde cada ángulo llevaba a la realidad una perfecta metáfora de su propia mente. Beckett en cada rincón de su cabeza y su pensamiento. Se había convertido en el centro de su vida, en una especie de agujero negro que se tragaba con él todos sus intentos de ser algo más para ella. Estaba cansado de eso, necesitaba algo más. Los últimos días había ocurrido algo entre ellos, pero al igual que siempre, no sabía si iba a durar o iba a desaparecer igual que había llegado. Sacudió la cabeza para no pensar en eso, no era el momento.
“¡¿Tú ves algo?!”
Gritó Castle, teniendo la sensación de haberse alejado mucho de ella. El susto que se llevó fue épico cuando su espalda chocó con un brazo de Beckett y se alejó con un salto y un pequeño grito al mismo tiempo. Beckett sonrió evitando así la carcajada que quería salir.
“No, Castle. No veo nada. Estoy empezando a agobiarme porque aquí no estamos haciendo más que perder el tiempo. Deberíamos pedir unos planos de aquí y orientarnos con ellos.”
“¿De verdad crees que va a haber un plano de esto? Beckett, es una feria...”
“¿Entonces qué sugieres que hagamos tío list- ASDAFOAJG!!!!”
“Jesús.” dijo Castle
“Creo que eres alérgico a algo que hay aquí.”
“Hazlo otra vez.” contestó él, muy ocupado en mirar entre dos espejos.
“¿Que lo haga otra vez? Castle, los estornudos no se pueden repetir tantas veces como quieras, no se si estabas al tanto de esto o te ha pillado muy por sorpresa...” Beckett se reía de la estúpida petición de su compañero mientras le miraba alejarse de ella muy despacio, andando hacia atrás.
“¿Qué estás haciendo?” dijo mientras se disponía a seguirle.
“¡¡Quieta!!” dijo él levantando un brazo en señal de que se detuviese. “No te muevas, necesito que te quedes justo ahí para no volver a perder ese espejo.”
“De qué coñ-” Castle definitivamente se ha vuelto loco, pensó mientras le veía agacharse y llenarse las manos de tierra del suelo.
Castle se levantó, con las manos llenas de tierra, y dio una fuerte palmada que retumbó entre los espejos. La pequeña nube de polvo creada por la arena empezó a desvanecerse mientras caía en horizontal hacia el suelo.
“Castle...” Beckett no encontraba una explicación lógica para todo aquello, y al ver que su compañero volvía a agacharse con intenciones de hacer lo mismo empezó a ponerse nerviosa. “Castle, deja de jugar con la arena.”
“Mira,” se acercaba a ella con las palmas de las manos hacia arriba, portando la arena que había cogido. “cuando has estornudado, justo aquí, he visto que toda la guarrería que sale de una persona cuando estornuda se metía por ahí -señaló un espejo con un movimiento de cabeza- así que como estás poco colaboradora y no querías estornudar para corroborarlo, he tenido que llenarme las manos de tierra para hacerlo yo. Y me he ido un poco lejos para comprobar que no fuese una corriente de aire que se diese en toda la sala. Allí el polvo ha caído al suelo, miremos aquí.”
Justo cuando Beckett tenía la boca abierta para replicar, él dio la palmada, y justo como él dijo, vieron como ese polvo se metía entre ese espejo, como si hubiese algo detrás. Los dos se miraron, Beckett con una expresión de “no puedo creer que sea cierto” y Castle con la suya de “soy el mejor detective del mundo”
“Esa debe ser la entrada.” Beckett empezó a mirar con detalle cada centímetro del espejo para intentar abrirlo. Su mecanismo era el mismo que el de una puerta. ¡Menos mal!
Nada más abrir, se encontraron dentro de una pequeña habitación, con el aire viciado y una iluminación pésima. Castle estaba con la boca abierta, sin saber muy bien dónde fijar los ojos, todas las paredes estaban llenas de cosas, objetos extraños, libros, muñecos... Castle no se hubiese extrañado en absoluto si hubiesen encontrado un tenedor y una estatua tamaño real del príncipe Eric.
“Este sitio me recuerda un poco a...” empezó Beckett.
“La Sirenita” Castle terminó su frase, porque era justo lo que estaba pensando él en ese momento. Ante la mirada de sorpresa de Beckett, y la pequeña sonrisa que empezaba a formar en sus labios ante un “pienso reírme de ti por ver dibujitos durante el resto de mi vida” Castle le dio una explicación. “Era la película favorita de Alexis, y creo que a día de hoy lo sigue siendo. Cuando era pequeña venía triste del colegio porque los niños se reían de su pelo porque era “raro”... supongo que sería la única pelirroja de su clase. Yo le dije que ella era Ariel, y le puse la película. Desde ese día y durante un par de años estuvo esperando a que el pelo terminase de ponerse rojo y le creciese una cola de sirena. Obviamente, los chistes de los otros niños de su clase le dieron igual, porque ella era la princesa de los mares y lo demás le importaba más bien poco.”
Beckett sonrió, era una historia preciosa. Una pregunta recorrió su mente en un segundo. ¿Sus hijos serían pelirrojos como Alexis o con el pelo castaño como ella? Se puso roja como un tomate. Dio gracias al cielo por la penumbra que escondía su rostro.
Castle encontró una lámpara de lava azul y la encendió, dando un aspecto completamente de cueva submarina llena de tesoros al más estilo Disney. Salvo que los tesoros de la Sirenita eran mucho menos siniestros que los de esta otra. Gracias a la iluminación podían distinguirse algunos detalles más, pero aún así había demasiadas cosas...
“Jamás encontraremos lo que necesitamos.” dijo Beckett.
“No te rindas tan pronto” dijo Castle con dos muñecos en las manos. Uno tenía un par de botones verdes cosidos en la cara, y un vaso desechable con marcas de café atado a la espalda. El otro, con botones azules, tenía la foto de Castle de la contraportada de sus libros. Eran ellos, sin duda alguna. “Aquí hay unos botes.” en uno ponía una P y en el otro una W, al ver la foto que había entre dichos botes entendieron el significado de las iniciales. Eran ellos, Beckett llevaba el chaleco antibalas donde ponía POLICE y Castle iba detrás de ella, con el suyo de WRITER.
“Vale, esto es nuestro.” dijo Beckett mientras cogía todo con un cuidado extremo. “Llama a Espo, dile que tienen que buscar pruebas aquí, nosotros nos vamos.”
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“Pensé que íbamos a tu piso” dijo Castle confundido cuando Beckett giró con el coche, yendo hacia comisaría en vez de a su casa.
“¿Sabes cómo utilizar los muñecos y los tarros para arreglar lo nuestro? porque yo no, y necesitamos que Dea hable. Se nos acaba el tiempo.”
“Cierto...”
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‘Entiendo que el objetivo de todo esto era tenernos así hasta que Ash y Pikachu queden los primeros en la liga Pokémon, pero vas a entender que no nos pensamos quedar de brazos cruzados’
‘No os merecéis saber como deshacerlo’ escupió Dea.
Llevaban un rato de visita en la celda de la sirenita frustrada. Que iban a poder trincarla por el asesinato de chico de la librería? Ryan y Esposito se estaban encargando de eso, el escritor les había invitado a una cena con batido incluido si le prestaban ‘especial atención’ a este caso. Que Miss Magia Potagia les enseñaría a volver a sus cuerpos? Si Castle sabe hacer salsa carbonara seguro que también podrá apañar una silla eléctrica... si, verdad?
‘Explícame una cosa, Dea’- comenzó Beckett, si era la mejor poli de Nueva York tendría que ser capaz de superar esta guerra tan especial. -‘Hiciste esto porque encarcelamos a tu padre. Él cometió un crimen, eso lo sabes, verdad? Pensabas cargar contra cualquiera que le tocase un pelo aunque lo mereciese?’
‘Tu no lo entiendes!!! TU-NO-LO-ENTIENDES!!’- bramó la chiquilla, despertando a los demás presos. ‘Es todo lo que tengo..’
‘Dea’
‘Puede que me diese de comer como si fuese un caballo pocho y que se pusiera a hacer cosas raras a su edad... una vez voló la mesa de mi profesora en la reunión de padres y le llenó la silla con tiza roja. Pero me dio la mejor infancia que ninguna de esas niñas tontas de clase ha tenido jamás!! Está como unas maracas pero por favor, mi padre es todo lo que tengo’ gimoteó, consecuencia del bajón de adrenalina al pegar esas voces. ‘Nunca... habéis tenido a una persona por la que haríais todo? Lo daríais todo?’
Él tragó saliva.
Ella dejó de mirar a Dea como si fuese una presa.
No. No se avergonzarían de hacer cualquier salvajada por salvarse el uno al otro. Y si fuesen unos cualesquiera sin recursos y apenas un sitio donde caerse muertos no dudarían en seguir esa locura hasta el final con tal de que el otro saliese mínimamente bien parado.
En ese momento se empezaron a preguntar si Dea no los estaba torturando, quizá era su manera de pedir clemencia para su padre. Anular una sentencia con la justificación de que ‘para dejar de tener los cuerpos cambiados’ era tan ridículo que casi podía oír la risa del juez. Entonces qué?
‘Habrá pena de muerte para los dos, verdad?’
‘No. No tiene por qué, además vuestros delitos no tie..’
‘Y si la pido?’ y aquí nuestros protagonistas quedaron pasmados. Da igual la edad que tuviera, aun no sabía vivir sin su padre, prefería morir antes que enfrentarse al mundo sola.
‘Dea, mírame. No, no me saques la lengua, mírame!’ Beckett se había arrodillado delante de ella, sujetándole las manos. ‘Sí, él irá a la cárcel, y tú también. No hay manera humana para nosotros de impedirlo. Pero te prometo esto: lo volverás a ver. Será dentro de algunos años si no conseguimos organizar visitas, pero te prometo que a tu padre no le pasará nada sin que lo vuelvas a ver tu antes. Y estará bien, te sonreirá como cuando eras pequeña y te dirá que comas todos los días ensalada.
Dejarnos con el problema puesto no te va a devolver lo que tenías antes, pero ayúdanos y te prometo que haré todo lo que esté en mi mano para que no le pierdas.’
En silencio, Dea dejó de mirar a Beckett como un fantasma y comenzó a mover los brazos con gestos torpes. Se estaba sacando de dentro de su camiseta de piedra-papel-tijera-lagarto-spock, que había robado a un socorrista el verano anterior, una cadena vieja que sujetaba una piedra amatista con engarce de plata acabado en punta.
‘Me lo prometes? Estaremos bien?’ suplicó a Beckett con la mirada, que asentía temblorosa.
Se escuchó un ‘clic’ y la piedra amatista se desplazó, dejando un compartimento en la plata. Viendo esto, supusieron que quitarle la llave y el código de la tarjeta de identificación al bibliotecario el día del asesinato habría sido un juego para ella. Deslizó la punta del engarce por su brazo, dejando tras de sí una línea de sangre que apresuró a escurrir en el compartimento del colgante.
‘Entonces creo que vais a necesitar esto’
Y pasó la siguiente media hora explicándoles paso a paso como deshacer la adulescencia.
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“Me muero de nervios” repetía Castle una y otra vez dando saltitos alrededor de Beckett mientras ella se peleaba con la llave de su piso para abrir la puerta. Malditos dedos enormes fhawruhgaorhgoarvaerveharo!!
“Castle, me estás poniendo nerviosa.”
“Ohh! tú también lo sientes verdad? Esto es algo grande, algo muuuy grande. Sólo tenemos una oportunidad, no es como en el Angry Birds, que si no te gusta como ha salido reinicias nivel. No se puede reiniciar nivel, Beckett! NO SE PUEDE!!”
“Castle! deja de hablar. Por Dios. Me estás poniendo nerviosa. Deja de pensar así. Piensa más como si fuese... una receta. Tenemos los ingredientes -señaló los muñecos y los botes-, las herramientas necesarias para hacerlo -metió la mano en el bolsillo del vaquero y sacó el colgante- y tenemos la cocina, o la iglesia, como prefieras llamarlo. Así que va a salir bien. TIENE que salir bien”
“Sí, porque la verdad... no aguanto más estos tacones, ni tener que peinarme tanto tiempo...”
“Anda ya! si tú tardas más que yo en peinarte, seguro.”
“... ni que se clave el cierre del sujetador en la espalda...”
“Qué quejica eres! a mi no me gusta tener que llevar esta ropa interior y no me oirás quejarme” comentaba Beckett divertida.
“...ni que cuando me froto los ojos los niños del parque digan 'mira mama un panda’”
“JAJJAJAJA esa te la buscas tú solo”
“...ni que me tire la cicatriz del lado cuando me giro en la cama mientras duermo...” dijo Castle casi sin darse cuenta. A Beckett se le cambió la cara, la sonrisa que tenía hasta el momento desapareció al instante, nada más oír la palabra cicatriz. Por mucho que hubiese intentado ocultar a Castle las marcas físicas de todo aquello, no se había dado cuenta hasta ese momento de que no podría ocultárselas del todo.
“Castle... yo... lo siento.” instintivamente se llevó las manos al pecho, donde estaba aquella marca que le recordaba a diario lo cerca que estuvo de perderlo todo. “Sé que es algo que existe, está ahí y no puedo evitar que exista. Pero no quería que tú...” agachó la cabeza, no era capaz de perderse en la mirada de Castle.
Él cogió sus manos y las llevó con increíble delicadeza hasta su pecho, donde se encontraba la herida. “Kate, no tienes porqué alejar esto de mí. Ahora también es parte de mi vida.”
“Pero no quiero que la sientas así... habría preferido simplemente que la vieras, no que tengas que sufrirla físicamente” Contestó soltando sus manos de las de él y metiéndolas en los bolsillos llena de vergüenza.
“¿Verla?” Beckett no le había dejado en todo este tiempo que se mirara ni a los dedos de los pies si no estaba completamente vestido y ahora estaba hablando de enseñarle su cicatriz. Había que ver hasta dónde estaba dispuesta a llegar “¿Me dejarías... verla??”
“Sí” Respondió, tal vez demasiado rápido. Suspiró intentando ganar tiempo para normalizar sus palabras “Pero no ahora. Quiero que la veas desde el otro lado, Castle. Quiero que me mires de frente y que esta... “cosa”... me tire a mi. Te prometo que, en cuanto volvamos a nuestros cuerpos, la verás.”
Castle asintió satisfecho con la respuesta. Beckett quería compartir eso con él. Quién sabe qué más estaría dispuesta a compartir con él a partir de ahora?? Ese hechizo les había unido de una manera tal que estaba empezando a pensar que, si todo aquello no hubiera pasado, nunca habrían llegado al punto en el que estaban ahora. Eran más que compañeros. Ambos sabían que les separaba una noche de distancia para poder ser una pareja de verdad y en todos los aspectos.
Cada uno empezó a prepararse para su excursión nocturna pensando en la conversación que acababan de tener y, a los pocos minutos, Castle ya bajaba por las escaleras con un sueter, un poco más ancho y más apropiado para salir de noche que la camisa blanca y fina que se había puesto esa mañana, mientras Beckett envolvía unos sandwiches que había preparado para el camino.
Revisaron 20 veces que lo llevaban todo antes de salir del apartamento y, una vez en el ascensor de camino al parking, entrelazaron los dedos de sus manos en silencio. Unidos se sentían más fuertes, más protegidos. Pero aún así, por dentro, rezaban todo lo que sabían para que aquello saliera bien.
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Re: Exchange of Souls ( DmL, rkel84, V_K) capítulo 20 (FIN)
que feliz nuevo capitulooooooooooooooooooo
muchas gracias por escribir otro IMPRESIONANTE
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CASKETT ALWAYS
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