Un cuento de Navidad... al estilo Castle

15 DE DICIEMBRE

-¿Sabe? La entiendo. He visto su historial, se ha pasado toda su vida luchando por la ONG, asegurándose de que esas familias tengan una vida justa.
-Yo no la tuve… mi madre… se prostituía, mi padre murió, no llegaba ni para pagar la luz…
-Y decidió que haría todo lo posible para que otros niños no pasaran por su misma situación.
-La ONG es mi vida… ver las caritas de los niños cuando juegan, la de los padres cuando les encontramos un trabajo digno… a veces vienen adolescentes emocionados, a enseñarnos sus notas del instituto, quieren que nos sintamos orgullosos…
-Y un día llega un hombre que dice que también quiere ayudar y confía en él.
-Pero…
-Creyó que solo abusaba de su buena fe…
-Debió de ser horrible que Tom le contase lo que había visto entre Santa Claus y Bianca.
-No me lo creí… no podía creerlo, pero…
-Estaba cansada. Ha visto muchos desaprensivos que abusan de la confianza de esos pequeños, que les hacen daño…
-Yo no quería… solo quería hablar con él, preguntarle por qué había hecho eso.
-Pero él lo negó todo, ¿verdad? –Ella asintió, con lágrimas en los ojos.
-Hablé con él pero lo negó todo; se fue pero yo… le seguí, fue a la Quinta Avenida, me quedé esperando…
-A que saliera de la Casa de Santa Claus y después se enfrentó a él.
-Llevé mi pistola… no me fiaba de él y… tenía miedo, me dijo que era mentira, que nunca le haría daño a un niño…
-Sacó el arma para obligarlo a confesar.
-Se asustó, intentó quitármela, apre… apreté el gatillo, fue un accidente, se lo juro.
-Pero… ¿por qué… por qué vino aquí, por qué nos ayudó a identificarlo? –Pregunté, sin entender.

-Yo lo sé. –Dijo Castle. -Usted estaba destrozada, había matado a un hombre… y entonces la pequeña Bianca…
-Me preguntó por Santa Claus, me dijo que había hablado con él de sus renos y de su casa en el Polo Norte, ¡dios! Si solo hubiera preguntado…
-Entendió que Santa Claus decía la verdad y eso… la mataba por dentro, porque usted no es una mala persona.
-Quería… hacer algo por él, no sabía si tenía familia, me sentía… me siento tan culpable…
-Por eso vino aquí…
-Quería darle un entierro digno, intentar pagar lo que he hecho… -La mujer no pudo seguir hablando, rompió a llorar, destrozada.

Castle y yo nos miramos, con tristeza.

-Samantha… tiene que decirnos una cosa más… ¿por qué lo arrojó al parque desde lo alto? ¿y cómo lo hizo? –Ella me miró hipando, pero sorprendida.
-¿Qué?, ¿de qué habla? Yo… lo dejé tirado en el callejón, se lo juro.

Salimos de la sala de interrogatorios, en silencio. Me senté en el escritorio, suspiré.
-¿Crees qué dice la verdad?
-No lo sé Castle, pero eso no importa, ha confesado el crimen…
-Pero no sabemos aún quien es la víctima, ¿no tenemos que seguir investigando?
-Lo haremos, pero ambos sabemos como va a acabar esto...
-Será enterrado como un Desconocido...
-Sí.
-Es una tragedia… una mujer cree algo que no es y un hombre acaba muerto.
-Un buen hombre además…
-Sí, es triste.
-Lo sé, Castle, lo sé.

-¿Inspectora Beckett, señor Castle?
-Capitán Gates.
-Solo quería saludarlos y felicitarlos por este maravilloso trabajo.
-Pero... no hemos identificado a la víctima... -Castle la miraba muy sorprendido.
-Lo sé, pero aún así, han encontrado a la asesina. Por cierto, les quiero presentar a alguien. Saluda, Celine. -Una niña de siete años apareció ante nuestros ojos, Gates la había tenido oculta detrás de ella.
-Ho... ¡mamá, son ellos, son ellos, los de vídeo! ¡y ayer estuvieron en casa! -Gates sonrió amablemente a la pequeña, mientras que yo intercambiaba con Castle una mirada de terror.
-Gracias cielo, ahí está la sala de descanso, cógete algo de la máquina, espérame allí. -La pequeña fue corriendo a la sala. La capitana nos miró fijamente, en silencio, con un peligroso brillo en los ojos. -A mi despacho. -Dijo entre dientes.