Treinta días (Día 30)
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Treinta días (Día 30)
Castle de morritos porque nadie se ha acordado de su cumple. Qué me gustaría que algo así pasara en la serie, jejeje, ha sido genial.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Treinta días (Día 30)
Me gusta mucho este capítulo porque es muy completo, divertido y a la vez muy tierno al final.
Lo que me he reído con la escena de Espo y Ryan, era imaginármelo y no poder dejar de reírme
La escena final ha sido tan tierna
Muy buen capítulo Sara!
Lo que me he reído con la escena de Espo y Ryan, era imaginármelo y no poder dejar de reírme
La escena final ha sido tan tierna
Muy buen capítulo Sara!
Re: Treinta días (Día 30)
Beckett_Castle_Alba escribió:Me gusta mucho este capítulo porque es muy completo, divertido y a la vez muy tierno al final.
Lo que me he reído con la escena de Espo y Ryan, era imaginármelo y no poder dejar de reírme
La escena final ha sido tan tierna
Muy buen capítulo Sara!
No se puede decir más... Alba ya lo dice todo...
Esperando otro....
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Treinta días (Día 30)
Ñaaaaa! ^^ Día 28, ya va quedando menos! Muchas gracias por tiraros leyendo y comentando todo este tiempo, me habeis motivado mucho para llevar este desafio dia a dia ^^. Bueno, el de hoy era un tema algo... especial por asi decirlo jajaja. No se me ocurria bien un momento asi destacado, porque estos dos siempre estan haciendo el cabra . Pero bueno, he intentado darle mi toque personal, ya me direis como ha salido jajaja. espero que os guste! <3
***
Día 28: Fotos
A Castle se le vienen a lo largo todo tipo de ideas lo suficiente estúpidas como para que acaben ganándose el calificativo de peligrosas. Ya no es solo sobre cómo se desenvuelve un caos, si no qué hay que hacer en el caso. Y si Beckett se hubiera fiado de él alguna vez sobre su metodología personal acerca de cómo abordar una redada, atraco o cualquier otra cosa relacionada con un asunto demasiado turbio, da por hecho que llevarían mucho tiempo descansando bajo la tierra.
Pero la de hoy ha sobrepasado los límites.
-No, Castle. Hay cosas pocos probables. Otras imposibles. Después las que suelen quedarse simplemente en el remoto inconsciente de cada uno, reflejadas en los sueños más extraños y perturbadoras que uno puede tener. Y en el último lugar van tus ideas.
Castle la mira, fingiendo resentimiento, esforzándose por poner la mejor de sus expresiones de aflicción. Sabe que siempre que tiene un gesto así, tarde o temprano, la voluntad de la detective se acaba doblegando ante él- Venga, Beckett. Solo será un ratito.
Suspira, mirando su reloj- Llegamos tarde.
-Diez minutos. Como mucho. Si Gates te echa la bronca, ya me encargaré yo de asumir toda responsabilidad. Le diremos que había atasco, yo qué sé. Pero –hace un puchero, Beckett no puede evitar soltar su carcajada mientras mira esa cara de perro abandonado-, por favor.
Respira con pesadez, observando a Castle con suspicacia, y a la vez con una mezcla entre inseguridad y culpabilidad. Ese es el primer paso. Castle ya se lo conoce. Después pondrá otra excusa, menos verídica que la anterior, y tras pensárselo un poco, no más de medio minuto, acabará cediendo ante sus caprichos. Por eso, sigue sin apartar esa expresión de su rostro, fijando su mirada en ella, en sus ojos. Sabe que es la forma más rápida de zanjar todo eso.
-Castle, ni siquiera sé si llevo dinero –ahí empiezan las excusas pobres y sin fundamente. El escritor sonríe para sus adentros.
-Pago yo. Soy más o menos rico, seguro que encuentro algún billete por ahí –asegura, casi con sorna e ironía. Beckett resopla, cansada.
-¿Y si luego no nos gusta?
-Nos va a gustar. En todo caso, no te gustarán a ti. Pero yo estaré encantado de guardarlas –sigue con sus pucheros, sonriendo levemente. Beckett le mira con ternura y casi puede percibir las palabras mágicas-. Venga, Beckett. Por favor.
Exasperada, se encoge de hombros, inspirando profundamente- Vale, vale. Pero no te entretengas. Y pagas tú, ¿eh?
Castle da un leve brinco, feliz, y la detective se ríe ante el gesto. Dirigiéndose hacia su objetivo rozando la carrera, se saca de forma torpe unos billetes de su bolsillo. Solo necesita siete dólares. Cuando los tienes en su mano, con una alegría incontenible, los intenta meter por la ranura. Le cuesta acertar por su desaforada emoción, pero acaba apañándoselas para pagar todo íntegramente. Después, agarra de la mano a Beckett y se meten juntos, sin mirar mucho, dentro del pequeño espacio. Casi se caen al suelo, pero acaban recomponiéndose.
-En serio, ¿cómo pretendes que salgamos vivos de aquí?
-Venga. Es un fotomatón. Está hecho para que entren, por lo menos, cuatro personas –Beckett le mira, escéptica, él se muerde los labios-. Yo he llegado a estar aquí con seis.
-Me alegra saber qué tienes contactos hasta en el mundo del contorsionismo, Castle. Pero yo soy poli. Lo mío son las esposas, no los espectáculos circenses.
-Anda, no te quejes tanto y ven aquí –se sienta sobre el taburete, atrayendo el cuerpo de la detective y sentándola sobre sus piernas-. Además, no tenemos casi ninguna foto juntos –Castle acaricia la nuca de su novia con la punta de su nariz, dejando algún que otro beso casual en su piel, percibe cómo se estremece sobre su cuerpo. Si hay algo de lo que puede sentirse orgulloso es de su innato y portentoso poder de convicción-. Y sonríe. De por sí, eres preciosa. Pero cuando sonríes, aún más.
Puede ver a su musa ruborizándose, deja escapar una carcajada- Eh, te he dicho que no te entretengas, ¿verdad? Haz ya las fotos.
Castle se maneja con habilidad por la pantalla. Su brazo izquierdo envuelve la cintura de la policía, mientras que con su mano derecha va seleccionando las opciones. Una tirada de quince fotos, Beckett suelta un sonido de asombro y le mira con desaprobación, cruzándose de brazos.
-¿A eso le llamas ser breve?
-Venga, ni que nos vayamos a tirar media hora por foto –la policía sigue observándole con un trasfondo receloso en sus ojos-. Confía en mí. Sé lo que hago.
Cuando termina, le hace una señal a Beckett estrechándola más entre sus brazos. Y justo un poco antes de que la máquina les avisase de que va a tirar la primera foto, Castle se las arregla para hacer cosquillas a Beckett. En su cintura, por debajo de su ombligo. Sabe dónde se esconden sus puntos débiles y se aprovecha de eso. Ella se retuerce sobre él, riéndose, y el escritor supone que la policía ya se ha dado cuenta de qué va todo eso. La segunda no tarda en salir y ahora es ella la que hace uso de sus conocimientos sobre cada una de las zonas erógenas del cuerpo de su compañero.
A la décima foto Beckett se ha desinhibido completamente, imitando las poses de su novio. Torpes, ridículas y, sobre todo, excesivamente adorables. Castle se pregunta qué clase de fotos saldrán, por las caras y movimientos que están haciendo. Pensará la gente que tendrán algún tipo de problema, de deficiencia mental, pero eso le da igual. Le encanta cuando Beckett saca ese lado más infantil. Esa cara oculta que se esfuerza por esconder, pero qué él es capaz de sacar a relucir. Y está muy mona cuando se deja llevar por sus emociones. Lo que más le apasiona de todo eso es saber que ella está cómoda haciendo ese tipo de tonterías porque él está ahí. Es gracias a él, y eso le hace sentirse como un rey.
Quedan tres, y Castle toma del cuello, con dulzura, a la detective. No le dice nada, pero ella capta perfectamente el mensaje y se ladea levemente, inclinándose hacia él. Oye el sonido que emula los disparos de la cámara. Tres tomas de un progresivo, lento, y sensual acercamiento hasta que sus labios consiguen rozarse y, finalmente, unirse. Escuchan el aviso de la máquina, pidiéndoles que recojan las fotos, pero ellos se toman su tiempo para profundizar un poco más ese beso, disfrutarlo y separarse con la misma velocidad.
-Hay veces que me asombra tu capacidad para enredarme, Castle.
-Qué quieres que te diga. Tengo mis encantos.
Beckett deja otro beso, corto, fugaz sobre sus labios- Calla, tonto. Y que sepas que me voy a quedar con las más bonitas.
Él simplemente se encoge de brazos, envolviéndola y disfrutando más de su calor.
Y asegura que, desde ese día, el fotomatón será uno de sus lugares de máxima inspiración para escribir todo tipo de locuras y tonterías.
***
Thaaaaaank you por leer estas chorradillas! <3 Mañana el penultimo! ^^
***
Día 28: Fotos
A Castle se le vienen a lo largo todo tipo de ideas lo suficiente estúpidas como para que acaben ganándose el calificativo de peligrosas. Ya no es solo sobre cómo se desenvuelve un caos, si no qué hay que hacer en el caso. Y si Beckett se hubiera fiado de él alguna vez sobre su metodología personal acerca de cómo abordar una redada, atraco o cualquier otra cosa relacionada con un asunto demasiado turbio, da por hecho que llevarían mucho tiempo descansando bajo la tierra.
Pero la de hoy ha sobrepasado los límites.
-No, Castle. Hay cosas pocos probables. Otras imposibles. Después las que suelen quedarse simplemente en el remoto inconsciente de cada uno, reflejadas en los sueños más extraños y perturbadoras que uno puede tener. Y en el último lugar van tus ideas.
Castle la mira, fingiendo resentimiento, esforzándose por poner la mejor de sus expresiones de aflicción. Sabe que siempre que tiene un gesto así, tarde o temprano, la voluntad de la detective se acaba doblegando ante él- Venga, Beckett. Solo será un ratito.
Suspira, mirando su reloj- Llegamos tarde.
-Diez minutos. Como mucho. Si Gates te echa la bronca, ya me encargaré yo de asumir toda responsabilidad. Le diremos que había atasco, yo qué sé. Pero –hace un puchero, Beckett no puede evitar soltar su carcajada mientras mira esa cara de perro abandonado-, por favor.
Respira con pesadez, observando a Castle con suspicacia, y a la vez con una mezcla entre inseguridad y culpabilidad. Ese es el primer paso. Castle ya se lo conoce. Después pondrá otra excusa, menos verídica que la anterior, y tras pensárselo un poco, no más de medio minuto, acabará cediendo ante sus caprichos. Por eso, sigue sin apartar esa expresión de su rostro, fijando su mirada en ella, en sus ojos. Sabe que es la forma más rápida de zanjar todo eso.
-Castle, ni siquiera sé si llevo dinero –ahí empiezan las excusas pobres y sin fundamente. El escritor sonríe para sus adentros.
-Pago yo. Soy más o menos rico, seguro que encuentro algún billete por ahí –asegura, casi con sorna e ironía. Beckett resopla, cansada.
-¿Y si luego no nos gusta?
-Nos va a gustar. En todo caso, no te gustarán a ti. Pero yo estaré encantado de guardarlas –sigue con sus pucheros, sonriendo levemente. Beckett le mira con ternura y casi puede percibir las palabras mágicas-. Venga, Beckett. Por favor.
Exasperada, se encoge de hombros, inspirando profundamente- Vale, vale. Pero no te entretengas. Y pagas tú, ¿eh?
Castle da un leve brinco, feliz, y la detective se ríe ante el gesto. Dirigiéndose hacia su objetivo rozando la carrera, se saca de forma torpe unos billetes de su bolsillo. Solo necesita siete dólares. Cuando los tienes en su mano, con una alegría incontenible, los intenta meter por la ranura. Le cuesta acertar por su desaforada emoción, pero acaba apañándoselas para pagar todo íntegramente. Después, agarra de la mano a Beckett y se meten juntos, sin mirar mucho, dentro del pequeño espacio. Casi se caen al suelo, pero acaban recomponiéndose.
-En serio, ¿cómo pretendes que salgamos vivos de aquí?
-Venga. Es un fotomatón. Está hecho para que entren, por lo menos, cuatro personas –Beckett le mira, escéptica, él se muerde los labios-. Yo he llegado a estar aquí con seis.
-Me alegra saber qué tienes contactos hasta en el mundo del contorsionismo, Castle. Pero yo soy poli. Lo mío son las esposas, no los espectáculos circenses.
-Anda, no te quejes tanto y ven aquí –se sienta sobre el taburete, atrayendo el cuerpo de la detective y sentándola sobre sus piernas-. Además, no tenemos casi ninguna foto juntos –Castle acaricia la nuca de su novia con la punta de su nariz, dejando algún que otro beso casual en su piel, percibe cómo se estremece sobre su cuerpo. Si hay algo de lo que puede sentirse orgulloso es de su innato y portentoso poder de convicción-. Y sonríe. De por sí, eres preciosa. Pero cuando sonríes, aún más.
Puede ver a su musa ruborizándose, deja escapar una carcajada- Eh, te he dicho que no te entretengas, ¿verdad? Haz ya las fotos.
Castle se maneja con habilidad por la pantalla. Su brazo izquierdo envuelve la cintura de la policía, mientras que con su mano derecha va seleccionando las opciones. Una tirada de quince fotos, Beckett suelta un sonido de asombro y le mira con desaprobación, cruzándose de brazos.
-¿A eso le llamas ser breve?
-Venga, ni que nos vayamos a tirar media hora por foto –la policía sigue observándole con un trasfondo receloso en sus ojos-. Confía en mí. Sé lo que hago.
Cuando termina, le hace una señal a Beckett estrechándola más entre sus brazos. Y justo un poco antes de que la máquina les avisase de que va a tirar la primera foto, Castle se las arregla para hacer cosquillas a Beckett. En su cintura, por debajo de su ombligo. Sabe dónde se esconden sus puntos débiles y se aprovecha de eso. Ella se retuerce sobre él, riéndose, y el escritor supone que la policía ya se ha dado cuenta de qué va todo eso. La segunda no tarda en salir y ahora es ella la que hace uso de sus conocimientos sobre cada una de las zonas erógenas del cuerpo de su compañero.
A la décima foto Beckett se ha desinhibido completamente, imitando las poses de su novio. Torpes, ridículas y, sobre todo, excesivamente adorables. Castle se pregunta qué clase de fotos saldrán, por las caras y movimientos que están haciendo. Pensará la gente que tendrán algún tipo de problema, de deficiencia mental, pero eso le da igual. Le encanta cuando Beckett saca ese lado más infantil. Esa cara oculta que se esfuerza por esconder, pero qué él es capaz de sacar a relucir. Y está muy mona cuando se deja llevar por sus emociones. Lo que más le apasiona de todo eso es saber que ella está cómoda haciendo ese tipo de tonterías porque él está ahí. Es gracias a él, y eso le hace sentirse como un rey.
Quedan tres, y Castle toma del cuello, con dulzura, a la detective. No le dice nada, pero ella capta perfectamente el mensaje y se ladea levemente, inclinándose hacia él. Oye el sonido que emula los disparos de la cámara. Tres tomas de un progresivo, lento, y sensual acercamiento hasta que sus labios consiguen rozarse y, finalmente, unirse. Escuchan el aviso de la máquina, pidiéndoles que recojan las fotos, pero ellos se toman su tiempo para profundizar un poco más ese beso, disfrutarlo y separarse con la misma velocidad.
-Hay veces que me asombra tu capacidad para enredarme, Castle.
-Qué quieres que te diga. Tengo mis encantos.
Beckett deja otro beso, corto, fugaz sobre sus labios- Calla, tonto. Y que sepas que me voy a quedar con las más bonitas.
Él simplemente se encoge de brazos, envolviéndola y disfrutando más de su calor.
Y asegura que, desde ese día, el fotomatón será uno de sus lugares de máxima inspiración para escribir todo tipo de locuras y tonterías.
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Re: Treinta días (Día 30)
Estupendo, me ha gustado mucho, (como todos). Que pena que ya solo queden 2 capítulos.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Treinta días (Día 30)
Hermoso capítulo, siempre quise entrar a esas cabinas, mientras me conformo con el Pudding jajaja....
Ya falta poco para el final, espero q te animes después a hacer alguna historia más
Ya falta poco para el final, espero q te animes después a hacer alguna historia más
Re: Treinta días (Día 30)
Muy bonito
Y lo que te dije antes...ahora que casi va a acabar este FANTASTICO FIC, para que yo no este trite rienes que seguir MAS A MENUDO con el de DRAGON..
ME ENCANTA ORNITORRINCO! Grrrr Grrrrr
Y lo que te dije antes...ahora que casi va a acabar este FANTASTICO FIC, para que yo no este trite rienes que seguir MAS A MENUDO con el de DRAGON..
ME ENCANTA ORNITORRINCO! Grrrr Grrrrr
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
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Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: Treinta días (Día 30)
Joo molaría ver eso en la serie!!
Como siempre me ha encantado
Sólo quedan 2
Como siempre me ha encantado
Sólo quedan 2
forever23- As del póker
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Edad : 32
Localización : Bilbao
Re: Treinta días (Día 30)
Q BONITO
Pero "NO QUIERO QUE ACABE EL FIC!!!"
Pero "NO QUIERO QUE ACABE EL FIC!!!"
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: Treinta días (Día 30)
Ay por dios que monada de capitulo!
Adoración máxima!
Adoración máxima!
Aliciaa- Ayudante de policia
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Treinta días (Día 30)
Ha sido un capítulo muy gracioso, me imagino a los dos haciendo todo tipo de pallasadas dentro del fotomatón La foto final no podía ser mejor
Precioso Sara, como cada capítulo. Me va a dar pena cuando se acabe este reto, es estupendo poder leer cada día una pequeña escena escrita por ti.
Precioso Sara, como cada capítulo. Me va a dar pena cuando se acabe este reto, es estupendo poder leer cada día una pequeña escena escrita por ti.
Re: Treinta días (Día 30)
Me ha encantado, siento no haber comentado, ni tiempo que tengo. Bueno una boda emocionante y perfecta, Me ha encantado el fotomatón, como Kate al principio es reacia y termina dandolo todo (hasta más que Castle). Bueno que decir que tan solo nos quedan dos, pero que ganas de leer, es contradicctorio.
Deseando que llegue la penúltima.
Deseando que llegue la penúltima.
Invitado- Invitado
Re: Treinta días (Día 30)
Hooooooli! Muchisimas gracias por comentar y leer y todo, ya queda menos . Bueno, que traigo el penúltimo díaaaaa! <3 Este tema no sabía muy bien cómo desarrollarlo (venga, estos dos son pura chuchería, CUÁNDO no están haciendo algo que parezca tremendamente dulce y adorable? ). Así que he decidido tomarlo al pie de la letra . espero que os guste el resultado! ^^
***
Día 29: Chocolate
Hoy no ha sido un buen día. Y parece que, últimamente, nunca lo llega a ser. Es eso lo que colma cada gota de su paciencia en estos últimos meses. Tener la sensación de que todo, aparentemente, tiende a derrumbarse. No recuerda la última vez que se tumbó en su cama con una sonrisa en sus labios, y se acabó durmiendo de la misma manera, pensando que todo en su vida va como la seda y deseando que llegara el día siguiente para despertarse y dar los buenos días al mundo. Ahora solo reza para no tener pesadillas, porque le supone quedarse otra noche sin dormir.
Y eso, al cabo de tantos años, acaba minando su moral. Lo peor viene cuando no puede evitar que su complejo de mártir salga a relucir y se sienta como si fuera la culpable de todos los males que nacen a su alrededor a diario.
Quiere pensar que es algo pasajero. Que es producto de su primera sesión con Burke, cosa que él ya le ha explicado, porque Beckett tiene tal obsesión con tener todo bajo control que en cuanto ve que un solo cimiento se tambalea, ya da por hecho que la inestabilidad es tan evidente que va a caer sí o sí, sin remedio alguno. Y eso suele pasar cuando se desahoga y le cuenta qué es lo que va mal en su vida. Esas pequeñas inseguridades.
El hecho de que está mintiendo a su mejor amigo. Esa también es una buena razón, básicamente porque se acuerda de hoy y también se acuerda de su sonrisa cuando empezó a bajar la guardia ya darse cuenta de que todo volvía a estar, más o menos, bien, y como, implacable, le dice que le va a ayudar a derrumbar ese muro. Confiado. Es algo que la derrite de amor por dentro, pero de la misma manera, le pesa sobre la conciencia. Y le duele, porque él no se merece eso. Sabe que no se merece eso.
Suspira, dos toques secos sobre su puerta la sobresaltan. Son las once y media, no recuerda haber pedido comida ni haber invitado a nadie. Pero aún así se levanta, con pesadez dirigiéndose hacia la puerta, para abrirla.
Y ahí está.
-Buenas noches –saluda, con timidez. Inseguro. Ella no dice nada, solo lo mira, atónita-. Uhm, lo siento. Tenía que haber avisado –agacha su cabeza, rascándose la nuca y a Beckett le recorre un cosquilleo sugestivo en el estómago-. ¿Te pillo en mal momento?
-N–no. No, qué va. Pasa –una sonrisa nerviosa se esboza sobre sus labios, casi no puede sostener el contacto visual. Todavía está todo demasiado reciente-. ¿Cómo es que has venido?
-Yo… bueno, es que… –titubea, pensativo. Beckett está tan acostumbrada ver al Castle desinhibido e indolente que cuando le ve en su faceta más intimista, más humana solo puede morirse aún más por dentro-. Toma.
Le extiende una especie de paquete, no muy grande pero con volumen. A la detective le cuesta contener el incipiente rubor de sus mejillas. Lo coge, temblando levemente, no se molesta mucho en ocultar su asombro, mezclado con ilusión. Mira a su amigo brevemente. Sonríe, expectante, y ella le sonríe también. Desenvuelve con cuidado el papel de regalo, no quiere tener a Castle recordándole constantemente lo bruta que es abriendo regalos, como si fuera una niña.
Cuando se deshace del envoltorio, observa que es una caja de cartón. La abre, moderando su impaciencia.
Y ve el cielo abierto.
-Espero que te guste. Aunque… bueno, ¿a quién no?
Es una tarta de tamaño medio, con una gruesa cobertura de sirope de chocolate. Por encima, además de tener todo tipo de confeti, hay grabado con chocolate blanco “a la mejor detective de Nueva York”. Siente el irrefrenable deseo de echarse encima de Castle y dar rienda suelta a todo por lo que se está castigando. A todo lo que ha estado conteniendo. Y se hace más insufrible cuando sabe que no. Todavía no. Así que simplemente se limita a mirarlo, a los ojos, sin miedo. En un breve momento, expresando todo lo que tiene miedo a decir verbalmente, recordando todos esos duelos visuales en los que Beckett se censuraba lo máximo que podía.
-Castle –masculla, dejando la tarta sobre la encimera de su cocina- Aprovecha para sacar dos cucharas de postre de su cajón y cediéndole una a su compañero-. No tenías por qué.
-Sí, sí tenía que hacerlo. Hoy no he estado muy fino, ¿sabes? –se dirige hacia el sofá, ella le sigue, cogiendo la tarta y sentándose sobre la mullida superficie sosteniendo su regalo en sus muslos- No he sabido ponerme en tu lugar y… vamos, que me he comportado como un capullo sin saber la mitad de la historia. Lo siento.
-No, no ha sido nada. De verdad. Yo también he tenido parte de la culpa, tenía que haberte llamado –Beckett inaugura el pastel, tomando un trozo con la cuchara. Siente cómo la mezcla entre el bizcocho y el chocolate se derretían en su boca y era un delicioso placer. Le cuesta contener un gemido cuando lo saborea.
-Vaya, me alegro de que te guste –suelta una carcajada. Beckett se muerde el labio mientras se encoge de hombros-. No sabía cuál cogerte, así que probé con la de chocolate. Dicen que estimula las endorfinas, ya sabes. La hormona de la alegría.
-Muchas gracias, de verdad. Ha sido tan… –se ríe- dulce.
-Nunca mejor dicho –y el escritor se dispone a asaltar la jugosa suculencia. Cuando la prueba, suelta un sonido similar al de Beckett, y sueltan una carcajada a la vez.
-Oye, Castle –el aludido se gira hacia ella, con la boca llena de chocolate y sus mofletes inflados. La detective no puede evitar mirarle con ternura. Su compañero es adorable, es un hecho innegable-. Ya sé que nunca te he dicho esto, pero… gracias.
Traga todo lo que tiene dentro- Sí. En realidad lo has dicho hace un momento.
-Déjame terminar –traga saliva, descargando su peso con comodidad sobre su sofá-. A lo que me refería es que… nunca te he agradecido como te mereces todo lo que haces por mí –él la mira, extrañado pero atento, dejando su cucharilla sobre la mesa-. Sí, ya sabes. Estos tres años, trayéndome un café todas las mañanas, ayudándome a meter a los malos en la cárcel y apañándotelas para hacerme reír cuando la cosa se ponía tensa. Probablemente no te hayas dado cuenta porque soy una persona muy cerrada, pero… haces que todo sea mucho más fácil. Que no me cueste tanto madrugar y saber que tengo que enfrentarme a un día duro rodeada de todo tipo de delincuentes y metida en casos peligrosos de los es difícil creer que salga viva. Me das fuerzas, Castle. Y aunque no lo parezca… es algo que tengo muy presente.
Castle no dice nada. Se limita a sonreír, pero con ese brillo especial. Ese que tanto le encanta a Beckett. Y sabe que es una de las razones por las que le encanta sentir cerca al escritor. Porque cuenta con que, sin hacer mucho esfuerzo, este le contagie esa felicidad que lleva connatural a él, y es algo que también agradece muchísimo. En un determinado momento, nota su mano ciñéndose a la suya, y ella afianza más el contacto. Vuelven a mirarse, con esa sonrisa impregnada en sus miradas, en ese breve momento de sincronía en el que los dos pueden sentir las emociones del otro sobre sus pieles. Y cuando esos pequeños milagros pasan, Beckett sabe que ha encontrado su pequeño rincón en la vida.
-Para eso están los compañeros, ¿no? –él se encoge de hombros, y ella asiente- Además, ¿qué sería de mí sin mi musa?
Y vuelven a endulzarse con el delicioso sabor del chocolate.
***
Espero que os haya gustado ^^. Y si ha estado un poco flojo, lo sieeeento. Pero prometo compensarlo con el de mañana (y creo que todos, TODOS sabeis lo que toca ). Bueno, nos vemos mañana, cuando cierre este desafio .
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Día 29: Chocolate
Hoy no ha sido un buen día. Y parece que, últimamente, nunca lo llega a ser. Es eso lo que colma cada gota de su paciencia en estos últimos meses. Tener la sensación de que todo, aparentemente, tiende a derrumbarse. No recuerda la última vez que se tumbó en su cama con una sonrisa en sus labios, y se acabó durmiendo de la misma manera, pensando que todo en su vida va como la seda y deseando que llegara el día siguiente para despertarse y dar los buenos días al mundo. Ahora solo reza para no tener pesadillas, porque le supone quedarse otra noche sin dormir.
Y eso, al cabo de tantos años, acaba minando su moral. Lo peor viene cuando no puede evitar que su complejo de mártir salga a relucir y se sienta como si fuera la culpable de todos los males que nacen a su alrededor a diario.
Quiere pensar que es algo pasajero. Que es producto de su primera sesión con Burke, cosa que él ya le ha explicado, porque Beckett tiene tal obsesión con tener todo bajo control que en cuanto ve que un solo cimiento se tambalea, ya da por hecho que la inestabilidad es tan evidente que va a caer sí o sí, sin remedio alguno. Y eso suele pasar cuando se desahoga y le cuenta qué es lo que va mal en su vida. Esas pequeñas inseguridades.
El hecho de que está mintiendo a su mejor amigo. Esa también es una buena razón, básicamente porque se acuerda de hoy y también se acuerda de su sonrisa cuando empezó a bajar la guardia ya darse cuenta de que todo volvía a estar, más o menos, bien, y como, implacable, le dice que le va a ayudar a derrumbar ese muro. Confiado. Es algo que la derrite de amor por dentro, pero de la misma manera, le pesa sobre la conciencia. Y le duele, porque él no se merece eso. Sabe que no se merece eso.
Suspira, dos toques secos sobre su puerta la sobresaltan. Son las once y media, no recuerda haber pedido comida ni haber invitado a nadie. Pero aún así se levanta, con pesadez dirigiéndose hacia la puerta, para abrirla.
Y ahí está.
-Buenas noches –saluda, con timidez. Inseguro. Ella no dice nada, solo lo mira, atónita-. Uhm, lo siento. Tenía que haber avisado –agacha su cabeza, rascándose la nuca y a Beckett le recorre un cosquilleo sugestivo en el estómago-. ¿Te pillo en mal momento?
-N–no. No, qué va. Pasa –una sonrisa nerviosa se esboza sobre sus labios, casi no puede sostener el contacto visual. Todavía está todo demasiado reciente-. ¿Cómo es que has venido?
-Yo… bueno, es que… –titubea, pensativo. Beckett está tan acostumbrada ver al Castle desinhibido e indolente que cuando le ve en su faceta más intimista, más humana solo puede morirse aún más por dentro-. Toma.
Le extiende una especie de paquete, no muy grande pero con volumen. A la detective le cuesta contener el incipiente rubor de sus mejillas. Lo coge, temblando levemente, no se molesta mucho en ocultar su asombro, mezclado con ilusión. Mira a su amigo brevemente. Sonríe, expectante, y ella le sonríe también. Desenvuelve con cuidado el papel de regalo, no quiere tener a Castle recordándole constantemente lo bruta que es abriendo regalos, como si fuera una niña.
Cuando se deshace del envoltorio, observa que es una caja de cartón. La abre, moderando su impaciencia.
Y ve el cielo abierto.
-Espero que te guste. Aunque… bueno, ¿a quién no?
Es una tarta de tamaño medio, con una gruesa cobertura de sirope de chocolate. Por encima, además de tener todo tipo de confeti, hay grabado con chocolate blanco “a la mejor detective de Nueva York”. Siente el irrefrenable deseo de echarse encima de Castle y dar rienda suelta a todo por lo que se está castigando. A todo lo que ha estado conteniendo. Y se hace más insufrible cuando sabe que no. Todavía no. Así que simplemente se limita a mirarlo, a los ojos, sin miedo. En un breve momento, expresando todo lo que tiene miedo a decir verbalmente, recordando todos esos duelos visuales en los que Beckett se censuraba lo máximo que podía.
-Castle –masculla, dejando la tarta sobre la encimera de su cocina- Aprovecha para sacar dos cucharas de postre de su cajón y cediéndole una a su compañero-. No tenías por qué.
-Sí, sí tenía que hacerlo. Hoy no he estado muy fino, ¿sabes? –se dirige hacia el sofá, ella le sigue, cogiendo la tarta y sentándose sobre la mullida superficie sosteniendo su regalo en sus muslos- No he sabido ponerme en tu lugar y… vamos, que me he comportado como un capullo sin saber la mitad de la historia. Lo siento.
-No, no ha sido nada. De verdad. Yo también he tenido parte de la culpa, tenía que haberte llamado –Beckett inaugura el pastel, tomando un trozo con la cuchara. Siente cómo la mezcla entre el bizcocho y el chocolate se derretían en su boca y era un delicioso placer. Le cuesta contener un gemido cuando lo saborea.
-Vaya, me alegro de que te guste –suelta una carcajada. Beckett se muerde el labio mientras se encoge de hombros-. No sabía cuál cogerte, así que probé con la de chocolate. Dicen que estimula las endorfinas, ya sabes. La hormona de la alegría.
-Muchas gracias, de verdad. Ha sido tan… –se ríe- dulce.
-Nunca mejor dicho –y el escritor se dispone a asaltar la jugosa suculencia. Cuando la prueba, suelta un sonido similar al de Beckett, y sueltan una carcajada a la vez.
-Oye, Castle –el aludido se gira hacia ella, con la boca llena de chocolate y sus mofletes inflados. La detective no puede evitar mirarle con ternura. Su compañero es adorable, es un hecho innegable-. Ya sé que nunca te he dicho esto, pero… gracias.
Traga todo lo que tiene dentro- Sí. En realidad lo has dicho hace un momento.
-Déjame terminar –traga saliva, descargando su peso con comodidad sobre su sofá-. A lo que me refería es que… nunca te he agradecido como te mereces todo lo que haces por mí –él la mira, extrañado pero atento, dejando su cucharilla sobre la mesa-. Sí, ya sabes. Estos tres años, trayéndome un café todas las mañanas, ayudándome a meter a los malos en la cárcel y apañándotelas para hacerme reír cuando la cosa se ponía tensa. Probablemente no te hayas dado cuenta porque soy una persona muy cerrada, pero… haces que todo sea mucho más fácil. Que no me cueste tanto madrugar y saber que tengo que enfrentarme a un día duro rodeada de todo tipo de delincuentes y metida en casos peligrosos de los es difícil creer que salga viva. Me das fuerzas, Castle. Y aunque no lo parezca… es algo que tengo muy presente.
Castle no dice nada. Se limita a sonreír, pero con ese brillo especial. Ese que tanto le encanta a Beckett. Y sabe que es una de las razones por las que le encanta sentir cerca al escritor. Porque cuenta con que, sin hacer mucho esfuerzo, este le contagie esa felicidad que lleva connatural a él, y es algo que también agradece muchísimo. En un determinado momento, nota su mano ciñéndose a la suya, y ella afianza más el contacto. Vuelven a mirarse, con esa sonrisa impregnada en sus miradas, en ese breve momento de sincronía en el que los dos pueden sentir las emociones del otro sobre sus pieles. Y cuando esos pequeños milagros pasan, Beckett sabe que ha encontrado su pequeño rincón en la vida.
-Para eso están los compañeros, ¿no? –él se encoge de hombros, y ella asiente- Además, ¿qué sería de mí sin mi musa?
Y vuelven a endulzarse con el delicioso sabor del chocolate.
***
Espero que os haya gustado ^^. Y si ha estado un poco flojo, lo sieeeento. Pero prometo compensarlo con el de mañana (y creo que todos, TODOS sabeis lo que toca ). Bueno, nos vemos mañana, cuando cierre este desafio .
Re: Treinta días (Día 30)
¿Flojo? De eso nada, Sara. Ha sido muy tierno leer como Castle cuida de Kate, como le lleva esa tarta y la comparten las dos juntas.
Me encanta, y estoy deseando que llegue mañana porque el de mañana tiene pinta que va a ser un final con fuegos artificiales
Gracias por tu dedicación cada día Sara
Me encanta, y estoy deseando que llegue mañana porque el de mañana tiene pinta que va a ser un final con fuegos artificiales
Gracias por tu dedicación cada día Sara
Re: Treinta días (Día 30)
No he podido leer los capítulos hasta hoy, y en el primero el día de los inocentes que has descrito (es el día de los inocentes??). Bueno y aunque no lo sea, no sólo es divertido y está muy bien rematado por la fiesta sorpresa, sino que a mí en particular me ha traído recuerdos de una persona que ya no está con nosotros y que fue la mejor amiga que ha tenido mi madre, parecían mellizas, pues iban siempre juntas, y desde que falta tanto mi madre, como mi padre y yo misma la echamos mucho a faltar, aunque parecen malos recuerdos, no lo son, pues cada vez que la recuerdo me tengo que reír, pues era una auténtica CRACK...... sobre todo el día de los Santos Inocentes.........era temible, y después de organizarle el desaguisado al desafortunado de turno, venía a contárselo a mi madre y se partían las dos de risa, aunque sus bromas nunca fueron de mal gusto. BUENO no quiero alargarme, pero te doy las gracias por hacerme recordarla de nuevo.
El segundo capítulo también ha sido motivo de recordatorio, pues quién no ha hecho lo mismo cuando éramos adolescentes.
En fin muy bonitos los dos, por la carga emocional que conllevan, aunque parezcan livianos, no es así, ..........por lo menos para mí. GRACIAS POR ESCRIBIRLOS.........Y PROVOCAR ESTOS RECUERDOS DE MI VIDA¡¡¡¡¡¡
El segundo capítulo también ha sido motivo de recordatorio, pues quién no ha hecho lo mismo cuando éramos adolescentes.
En fin muy bonitos los dos, por la carga emocional que conllevan, aunque parezcan livianos, no es así, ..........por lo menos para mí. GRACIAS POR ESCRIBIRLOS.........Y PROVOCAR ESTOS RECUERDOS DE MI VIDA¡¡¡¡¡¡
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: Treinta días (Día 30)
Estupendo el capítulo de hoy, que pena que mañana se termine esta historia, pero seguro que muy pronto nos sorprendes con otra.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Treinta días (Día 30)
Me he leído el 27, 28 y 29 seguidos. Son perfectos, bueno, como todos ¡Qué voy a decir que no haya dicho ya! Nunca decepcionan.
Lo de penúltimo capítulo me ha sentado como un jarro de agua fría...
Lo de penúltimo capítulo me ha sentado como un jarro de agua fría...
Re: Treinta días (Día 30)
Hay una verdad universal a la que todos tenemos que hacer frente, tanto si queremos como si no. Todo finalmente termina. Por mucho que he esperado este día, nunca me han gustado los finales…El último día de verano…El capítulo final de un buen libro…Despedirse de un gran amigo. Pero los finales son inevitables. Las hojas caen. Cierras el libro. Dices adiós. Hoy es uno de esos días para nosotros. Hoy decimos adiós a todo lo que nos era familiar, todo lo que nos era cómodo. Estamos saliendo adelante. Pero precisamente porque nos vamos, y eso duele… Hay algunas personas que son tan parte de nosotros que estarán con nosotros pase lo que pase. Son nuestra tierra firme… Nuestra Estrella del Norte, y las voces de los pequeños claros en nuestros corazones que estará con nosotros… siempre
Tenía que ponerlo para despedir el fic.. T_T Lo voy a echar de menos la verdad, ya era costumbre, este será otro de los que probablemente me imprima para leermelo cuando me aburra!
Todos los días han sido geniales, bien descritos y bien narrados, espero que este no sea tu último fic pequeña ornitorrinca
Tenía que ponerlo para despedir el fic.. T_T Lo voy a echar de menos la verdad, ya era costumbre, este será otro de los que probablemente me imprima para leermelo cuando me aburra!
Todos los días han sido geniales, bien descritos y bien narrados, espero que este no sea tu último fic pequeña ornitorrinca
PartnersAlways- As del póker
- Mensajes : 373
Fecha de inscripción : 26/11/2012
Re: Treinta días (Día 30)
Que pena que esto llegue ya al final. El capítulo de hoy ha sido supertierno, seguro que si duerme y despierta con una sonrrisa en sus labios.
Espero que no dejes de escribir, lo haces muy bien.
Espero que no dejes de escribir, lo haces muy bien.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Treinta días (Día 30)
Me ha parecido muy tierno, ese Rick siempre pensando en ella, llevandole un tarta de chocolate, todos sabemos que es imposible que a nadie le guste el chocolate, es demasiado,....¡ORGASMICO!
Muchas gracias, pesé a ser corto ha tenido unos sentimientos perfectamente descritos y muy tierno.
¡HOY EL ÚLTIMO! (mis sentimientos,.... ,....etc)
Muchas gracias, pesé a ser corto ha tenido unos sentimientos perfectamente descritos y muy tierno.
¡HOY EL ÚLTIMO! (mis sentimientos,.... ,....etc)
Invitado- Invitado
Re: Treinta días (Día 30)
No puede ser! No quiero que acabé! JOPEEE
Capitulo genial como todos, oix que bonitos!
Capitulo genial como todos, oix que bonitos!
Aliciaa- Ayudante de policia
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Treinta días (Día 30)
Se nos van acabando las entregas diarias!!
¿Que pena no? Lo único bueno es pensar que si tienes por ahí uno a medias, supongo que lo continuarás cuando acabes este.
Genial Sara.
¿Que pena no? Lo único bueno es pensar que si tienes por ahí uno a medias, supongo que lo continuarás cuando acabes este.
Genial Sara.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Treinta días (Día 30)
Genial esto de tener un fic todos los dias y por eso me da pena jope ademas de que me gustan las historias claro esta
trolido- As del póker
- Mensajes : 387
Fecha de inscripción : 04/12/2012
Re: Treinta días (Día 30)
Porque se tiene que terminar??
Me gusta mucho este fic de 30 días!
Escribes genial Sara, ya sabes que me encanta
Con ganas de leer el último día
Me gusta mucho este fic de 30 días!
Escribes genial Sara, ya sabes que me encanta
Con ganas de leer el último día
forever23- As del póker
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Edad : 32
Localización : Bilbao
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