(+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
¡HOLA!
Mañana termino las recuperaciones y pronto empiezo el curso. La experiencia me dice que escribo mejor cuando estoy agobiada con trabajos y otras cosas, no sé por qué :S
Así que supongo que muy pronto volveré a la carga con todos los fics que tengo atrasados.
Mientras (aprovecho para darme publicidad ) si queréis poder leer estas dos historias que estoy empezando (no son fic).
http://maria-de-la-o6.webnode.es/candela-/
http://maria-de-la-o6.webnode.es/otra-insufrible-historia-de-amos-y-sumisas/
Espero que os guste.
Nada más, nos vemos MUY pronto y como siempre, gracias por la paciencia.
Besitos
Mañana termino las recuperaciones y pronto empiezo el curso. La experiencia me dice que escribo mejor cuando estoy agobiada con trabajos y otras cosas, no sé por qué :S
Así que supongo que muy pronto volveré a la carga con todos los fics que tengo atrasados.
Mientras (aprovecho para darme publicidad ) si queréis poder leer estas dos historias que estoy empezando (no son fic).
http://maria-de-la-o6.webnode.es/candela-/
http://maria-de-la-o6.webnode.es/otra-insufrible-historia-de-amos-y-sumisas/
Espero que os guste.
Nada más, nos vemos MUY pronto y como siempre, gracias por la paciencia.
Besitos
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Pues me gusta mucho que decidas volver a escribir me gustan mucho tus fic
trolido- As del póker
- Mensajes : 387
Fecha de inscripción : 04/12/2012
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
BIEEEEEENNNNN!!!
LEILAKB- Actor en Broadway
- Mensajes : 202
Fecha de inscripción : 08/11/2011
Edad : 34
Localización : madrid
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
La verdad es que echaba de menos este fic, estoy deseando que lo continues. Gracias
erikal- Actor en Broadway
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Gracias a dios reapareciste ! Se te extraña en tus fics
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Me encantan!, me estoy leyendo la segunda y me tiene enganchada, espero maána poder terminar el capi dos, tienes talento!!!!!!! espero esta tambien, enserio me encanta la historia
Apocalipsis.- As del póker
- Mensajes : 385
Fecha de inscripción : 08/08/2013
Edad : 27
Localización : Vivo con David el Nomo :3
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Es incrieble la menera que describes cada situacion y la manera de abrir el mundo del sado para los que deconocemos totalmente este tema, es interesante adentrarse a este mundo de esta manera! Me he enganchado de tal manera k lo lei en un dia y solo te puedo decir k me quedo con curiosidad de saber k sigue y hacia donde va la relacion! Ojala puedas seguir pronto!
Verispu- As del póker
- Mensajes : 437
Fecha de inscripción : 24/06/2013
Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Hey echa en falta este fic, espero que lo continues que me gusta muchísimo.
erikal- Actor en Broadway
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Me he leído los dos, escribes genial....
trinity640- Actor en Broadway
- Mensajes : 204
Fecha de inscripción : 01/07/2012
Edad : 47
Localización : Andalucia
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Porque tienes tan abandonado el fic si yo k soy relativamente nueva por aqui estoy sufriendo imagina los fans k te siguen desde que empezaste? Ojala puedas continuar pronto
Verispu- As del póker
- Mensajes : 437
Fecha de inscripción : 24/06/2013
Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando Cuando
Verispu- As del póker
- Mensajes : 437
Fecha de inscripción : 24/06/2013
Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Cuando continuaras?? Necesito saber que pasara en este nuevo giro que le has dado al fic
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Pediría perdón por la tardanza pero creo que sería ofensivo para vosotros... no sé quien querrá leer esto después de tanto tiempo, pero bueno, aquí tenéis. Perdonad
Capítulo 34
-¿Estamos solos? –pregunto con recelo. Esta noche no quiero a terceras personas en esta habitación, sólo lo quiero a él, a él y todo lo que tenga preparado para nosotros. Rick se ríe, adoro esa risa, le hace más humano, más niño, pero enseguida se pone serio de nuevo. También me gusta así, con esa mirada llena de promesas eróticas.
-Esta noche es para nosotros, mi amor. Para ti y para mí.
Mi amor. Dos palabras y todo mi cuerpo es reconfortado, como si se tratase de un bálsamo. Se acerca a mí, acariciando mis muñecas, mis tobillos, estoy atada a la gran cama, para su placer de amo, para el mío de sumisa. Esta noche soy realmente feliz, ni un solo pensamiento de vergüenza o tristeza me invade, ya he aprendido a aceptar lo que soy, lo que quiero, lo que queremos. Y eso le hace feliz a él.
-¿Están demasiado apretadas? –pregunta, manipulando con destreza las esposas de cuero. Niego con una sonrisa, ansiosa, por favor, necesito que empiece -. Bien –se inclina de nuevo para darme un beso en los labios, lento, dulce, cálido. Pero ahora quiero más y aunque apenas puedo moverme atrapo su boca con fuerza, mordiéndole. Él se retira, he hecho enfadar al amo. Espero.
-Lo siento, señor –digo con una risilla. Ladea la cabeza, de un lado a otro, mirándome ceñudo.
-¿Todavía no has aprendido que no debes cabrear a tu amo? –pregunta con paciencia, como si fuera una niña pequeña. Sí, puede parecer humillante pero el juego es así. Me gusta este juego. Y quiero jugar.
-Estás muy atractivo cuando te enfadas, señor –respondo hábilmente. Yo también he aprendido mis trucos, alabar al amo puede ser muy útil, aunque dudo mucho que me libre del castigo.
Rick no responde, suspira y mira hacia el techo, supongo que preguntándose mentalmente qué ha hecho él para dar con la sumisa más desobediente de todo el país. No me preocupa. Sé que me adora. Tanto como yo a él. De nuevo siento su peso en el colchón, me toma de la barbilla, con firmeza. Ese agarre sólo hace que suba la temperatura aún más, lo miro con deseo, muevo suavemente las caderas desnudas todo lo que me dejan las ataduras, quiero provocarle. Sé cómo hacerlo.
-Quieta –gruñe, pero su entrepierna dice otra cosa. Vuelvo a moverme, ganándome una palmada en el muslo, una de esas que me hacen gemir -. Primero me muerdes y ahora te mueves sin permiso. Eso merece un castigo… ¿no crees?
Me encojo de hombros, como si no fuera a mí a la que va a castigar, como si estuviéramos hablando de cualquier cosa. Pero por dentro cada célula arde, suplica por más. Más dolor, más placer, más de él.
-Sí, creo que estás de acuerdo en que no puedo dejar pasar este comportamiento –comenta, con aire distraído, mientras que me acaricia junto sobre el clítoris. Maldita sea, ahora sí que no puedo evitar contonearme, pero estoy atada. A su merced -. A tu cuerpo le encanta esto –susurra -. Mira como te mojas sólo de pensar en ello…
El muy cabrón tiene decidido torturarme antes de hacer nada. Me arqueo, quiero más, pero sus caricias son ligeras, como las de una pluma, no es ni de cerca lo suficiente para alcanzar el clímax. Estoy empapada. Estoy dolorida por la necesidad. Y estoy a su merced.
-Seguro que ahora te gustaría haber sido más amable –me dice, acompañando sus palabras con un dedo que penetra en mi interior. Mi vagina se aferra a él, cierro los ojos, desesperada por sus lentos movimientos. Su otra mano sigue jugando con el clítoris, lo acaricia, lo rodea, lo roza... entonces para y dejo de sentir su peso a mi lado y eso me hace gritar, furiosa.
-¡Maldita sea, vuelve!
Rick me mira con una evidente diversión en su rostro, aunque eso no evita que me de dos fuertes azotes, esta vez en mi empapado centro. Joder. Otro como ese y me correré…
-¿Eso es todo lo que puedes hacer? –me burlo; él entrecierra los ojos y va hacia la cómoda, sacando un látigo de gran tamaño. Mis ojos se abren como platos, no será capaz.
-Siempre he querido usar uno de estos –me informa, como si me hablase de probar un nuevo coche -. ¿Qué te parece, cariño? ¿Lo suficiente aterrador para que dejes de querer llevar el control?
-Eres un cabrón –le espeto, haciéndole reír.
-Sí, mi amor, pero este cabrón quiere follarte como no lo había hecho nunca, así que… ¿me dejas ser el amo o probamos esto?
Murmuro por lo bajo un “esta me la pagas en comisaría” pero luego alzo la mirada, desafiante. Inspiro hondo, él es el amo y yo simplemente no puedo más.
-Haz lo que creas conveniente, señor –contesto con suavidad, como una sumisa haría.
-Me gusta cómo suena eso. –Y arroja el látigo al suelo, tumbándose a continuación a mi lado. Sus labios vuelven a secuestrar los míos, esta vez le dejo llevar el control, sobre todo porque mi mente está pendiente de esa mano que viaja hacia el sur, hasta llegar al clítoris y hace círculos sobre él.
-Ah… por favor… -suplico en su boca. Eso lo hace parar, sujetando mis caderas, evitando que pueda arquearme.
-Dilo, Kate –susurra, mordiéndome en el cuello, aprieto los puños, por favor sólo un poco más.
-Por favor… por favor… -Dos dedos se mueven en mi vagina, entran y salen, rápidos, curvándose justo donde se tienen que curvar, pero no es suficiente. Sé lo que quiere. Y sé que debo dárselo. Quiero dárselo. –Señor por favor... deja que me corra.
Despierto de golpe, todavía con los ecos del orgasmo en mi cuerpo. Miro a mi alrededor. No puede ser, estoy en mi habitación, en mi apartamento. Sólo era un sueño. Y aun así, puedo notar el placer y puedo oír ese te quiero que dijo después de llevarme a lo más alto.
Apenas he dormido esta noche, no he dejado de dar vueltas, preguntándome si algo de ese sueño puede llegar a ser verdad y si quiero que así sea. Richard Castle no es el hombre del que me enamoraría, es un compañero, un amigo y un tío con el que tener buen sexo, pero no sé si podría ser algo más. O quizás sólo quiera engañarme a mí misma y verlo así, porque no me conviene enamorarme. Mis historias de amor nunca acabaron bien, siempre tenía alguna excusa a mano, “esto no funciona”, “creo que necesito algo más” y todas eran mentira. No era yo la que necesitaba algo más en mis relaciones, porque lo tenía, eran ellos los que necesitaban algo más de lo que yo podía darles. Y ahora tengo miedo, porque si de nuevo se repite la historia, esta vez saldrá herido alguien que realmente me importa. Porque Richard, el amo sexy, frío y a veces adorable me importa. Más de lo que estaría dispuesta a reconocer.
Al llegar a comisaría noto que algo ha cambiado, miro extrañada hacia mis compañeros, pero ambos me rehúyen la mirada. Quizás sean imaginaciones mías, producto de la falta de sueño, así que me dirijo a mi escritorio y empiezo a ojear el papeleo, actividad tan necesaria como aburrida. Pero los constantes murmullos no acaban nunca y empiezo a cansarme. Alzo la mirada, desafiante y atrapo la de Esposito, que me observa, serio.
-¿Qué?
Él mira hacia otro lado, negando, fingiendo y miro a Ryan, que parece nervioso. Ahora, sí, han acabado con mi paciencia.
-¿Se puede saber qué diablos pasa? –Estoy de pie, junto a ellos, mis manos en la cintura, mi expresión de profesora cabreada. Ambos se miran, parecen dialogar entre ellos, en silencio y al final Javier suspira; parece preocupado.
-Tienes que saber algo.
-Chicos, me estáis empezando a asustar.
-Se trata de John Raglan… -dice con tacto. Por unos largos minutos mi cerebro no responde a su voz y se traslada a otro tiempo, años atrás, en el justo momento en que mi vida cambió para siempre.
-¿Qué… -carraspeo, fingiendo indiferencia, aunque deteste ese nombre -… qué pasa con él?
-Está aquí.
-No puede ser, lo trasladaron a Narcóticos –Mucho antes de yo llegar aquí, pienso.
-Ha vuelto para colaborar–responde Ryan -. Raglan está aquí, Beckett, pero sólo por un caso.
-Ya… -Tengo un nudo en la garganta, me cuesta hablar.
-Y… -Miro a Esposito, que aún no ha terminado -… vamos a tener que trabajar con él.
-Entiendo.
No digo nada más, vuelvo a mi escritorio y sigo con el papeleo; no me afecta, no quiero que me afecte, es sólo un caso, con un viejo conocido, nada más. Pero no engaño a nadie; no engaño a mis amigos, que me dan unos minutos de intimidad, no me engaño a mí misma, me hierve la sangre de saber que él está aquí. Mis ojos siguen clavados en el folio que tengo delante, pero no leen nada. Otra vez mi mente se ha desconectado de esta comisaría y viaja al pasado.
-¿Entonces se acabó? ¿Lo va a dejar así?
-Mire, lo siento mucho, pero no hay nada con lo que seguir. Ni una sola prueba y tengo otros casos que investigar. Su madre no es la única mujer a la que han asesinado…
-¡Y si fuera su madre! ¿Se contentaría con un “no puedo hacer nada más”?
-No espero que lo entienda. Enfádese, tiene derecho a odiarme, pero no puedo hacer nada más por usted. Lo lamento mucho, señorita.
-¿Inspectora Beckett?
Esa voz… no ha cambiado mucho en estos diez años. Miro hacia arriba, me tiembla la mano, aprieto el puño con rabia, pero me obligo a serenarme. No voy a montar un espectáculo.
-Inspector Raglan –saludo intentando disimular normalidad.
-Me alegra verla, inspectora. La última vez usted sólo era una joven estudiante de Stanford…
-Y usted un detective que se rendía demasiado rápido.
Él acepta la pulla, me mira compasivo y eso si que me pone de los nervios. Me pongo a su altura y sin hacerle caso me dirijo a mis hombres, que parecen dispuestos a matar al inspector.
-Tenemos trabajo, ¿no?
Durante la siguiente hora ellos me ponen al día y Raglan espera apoyado en mi escritorio, jugueteando con mis elefantes. Parece que todo sigue igual, pienso cabreada.
-En resumen, un par de hombres sin identificar; un viejo apartamento a nombre de una anciana de paradero desconocido y veinte kilos de heroína guardados en el congelador –concluye Ryan.
Asiento.
-¿Han analizado la droga?
-Estamos en ello –Raglan deja los elefantes y se acerca a nosotros. Me obligo a ser profesional.
-Los cuerpos se encontraron con un par de balazos. Uno entre los ojos y el otro directo al corazón. Completamente limpios, ni una gota de sangre. ¿Tenéis a alguien en vuestra lista que firme así? –Esposito pregunta; le inspector aparta la mirada y se centra en él.
-No.
-Hay algo que no entiendo… si matas a los dos tíos, ¿por qué no aprovechas para llevarte la droga?
-¿Y por qué tantas molestias en limpiar la sangre?
Han pasado varias horas desde que empezamos a trabajar en el caso y no hemos sacado nada nuevo. Ryan y Esposito se sientan a mi lado con bolsas de comida china y empiezan a sacar los paquetes. Acepto un rollito de primavera y lo muerdo distraída, sin dejar de mirar las fotos del escenario.
-Vamos, deja eso unos minutos, es hora de comer.
-Sí, además hoy invita Ryan.
Ambos me sonríen, saben que quiero resolver este caso, no sólo por justicia, sino para demostrarle a cierto inspector que rendirse a la primera no es de buen poli, y sé que puedo contar con ellos, tengo su apoyo. Cierro la carpeta y la dejo a un lado.
-Pásame el cerdo agridulce.
Comemos entre risas, escuchando las novedades sobre la novia de Ryan y por un rato puedo olvidarme de todas las preocupaciones. Lástima que la felicidad no dure mucho.
-¿Inspectora? ¿Podría hablar con usted unos minutos?
Intercambio una mirada con mis chicos, quienes le dedican una mirada poco amigable al inspector. Sonrío falsamente.
-Por supuesto, ¿quiere sentarse?
-Preferiría hablar a solas –contesta, ignorando a los detectives. Me encojo de hombros, como si no me importase nada de lo que tiene que decirme y lo acompaño hasta una sala vacía.
-Usted dirá.
-Tengo nueva información sobre el caso de su madre.
Golpeo con fuerza la puerta de su loft. Richard Castle me abre sorprendido, obviamente no me esperaba y mucho menos así.
-Kate, ¿estás bien?
Le doy una fuerte bofetada por respuesta. Él me mira fijamente, acariciándose la mejilla donde lo he golpeado. Mi corazón bombea la sangre con demasiada rapidez, me duele todo, él se echa a un lado, dejándome entrar, sin hablar.
-¿No vas a hacer nada? –pregunto, mi voz reflejo de la ira. Niega, aún en silencio. Furiosa vuelvo a alzar el brazo, trato de golpearle de nuevo, pero esta vez me sujeta, apenas unos segundos antes de soltarme, impasible. Dejo caer el brazo. –Maldita sea, te he pegado, ¿qué coño te pasa? ¿Es que no vas a castigarme? ¡Actúa como un amo! –le reprocho, antes de lanzarme contra él y golpearle en el pecho. Una vez. Y otra. La lluvia de puños no parece afectarle, me deja seguir, hasta que me canso y caído rendida sobre su pecho. No lloro, porque no voy a compartir mi pena con él. No quiero su lástima, sólo quiero olvidar.
-¿Qué ha ocurrido?
-Nada –murmuro. No voy a hablarle de mi madre, ni del cabrón que ha vuelto a reabrir viejas heridas, no es asunto suyo. Ahora soy egoísta, no me interesa lo que él piense, lo que quiera, lo que sienta… sólo importo yo. Sólo mi odio y mi necesidad. -Necesito dolor. Por favor, amo –suplico.
-No –responde, su voz apenas suena más alta que la mía. Mi rostro sigue enterrado en su pecho, alzo la mirada, parece enfadado.
-Por favor –sollozo, me aparto, mi mirada se vuelve acusadora -. Dices que tienes que ocuparte de mis necesidades, me pegas cada vez que te viene bien, –ignoro el dolor en sus ojos, ahora está dolido, pero me da igual, quiero ser cruel – ahora soy yo la que necesito esto y te niegas. ¡Te niegas! ¡Qué tengo que hacer! –tomo una bonita escultura que hay sobre una mesita y la arrojo al suelo, partiéndole en mil pedazos. Richard ni se inmuta - ¿Cómo saco tu furia? ¿Tus ganas de herirme? –Su gata que hasta entonces se había mantenido quieta en una esquina huye hacia el dormitorio, mientras que yo tomo unas velas que forman un bonito centro de mesa y las golpeo contra la pared. Parezco una niña de diez años con una pataleta, pero no parece que eso le afecte. Con la respiración entrecortada me vuelvo hacía él, mis ojos llenos de lágrimas.
-¿Has acabado? –pregunta; se ha sentado en el sofá y tiene las manos entrelazadas bajo su barbilla. No parece que una mujer haya entrado en su casa, le haya dado una buena bofetada y se haya puesto a destrozarle el apartamento. Aparto la vista, dispuesta a marcharme, a desahogar mi ira de otro modo. Parece que a él no le importa.
Voy hasta la puerta, pero al abrirla una mano la cierra con fuerza. Escucho su respiración detrás de mí, sigue tranquilo o eso trata de aparentar.
-Te quiero arriba, desnuda, sobre la mesa –dice en voz muy baja, tanto que aunque me hable al oído apenas puedo escucharle -. Sube, ahora.
No añade nada más, va hacia su escritorio y cierra la puerta y yo me quedo ahí, parada y sola en su salón, sin saber que hacer. Pero algo dentro de mí me dice que he ganado, que voy a tener lo que quería. Subo las escaleras despacio, cada peldaño se me hace más agotador que el anterior, pero entonces estoy junto a la puerta y la abro con decisión, porque de nuevo la rabia forma parte de mí. De mi cuerpo; de mi mente; de mi vida.
Me quito la ropa tal como él me ha ordenado y la dejo sobre la cama. Me planto junto a la mesa acolchonada, esa que una vez se me antojó erótica. Miro las esposas, esas con las que Richard puede atarme, pero no me asustan. Me siento sobre ella, juego con el frío metal que podría aprisionar mi muñeca.
Richard entra en la habitación sin mirarme y de repente me siento como si una corriente helada me rozase la piel.
-Sobre tus manos y rodillas –dice mientras mira en su cómoda. Obedezco automáticamente, sin pararme a pensar en que ese tono de voz frío y vacío era algo que desconocía. ¿De verdad quiero ponerme en sus manos? -¿Vas a decirme que ha ocurrido? –pregunta, aunque no parece interesado, al contrario, lo oigo ausente. Y ahí está la ira otra vez. Cierro los puños con fuerza, siento que tiemblo de rabia.
-No –respondo fríamente.
-No, señor –me corrige, dándose la vuelta y acercándose a mí. Lo ignoro, no tengo intención de llamarlo señor ahora, no estoy de humor para jugar a la sumisa obediente. Quiero que me castigue, que me haga sentir todo el dolor que pueda y más. Y para ello tengo que cabrearle. -¿Vas a empezar de una vez?
-Empezaré cuando quiera –contesta, tomando una de mis muñecas y esposándola. No había notado lo larga que es la cadena. Lentamente y sin hablarme me ata las esposas en manos y pies, dejándome a su merced. Pero no tengo miedo, ni estoy preocupada. Esto es lo que quiero. Y cuanto más horrible sea, mejor. –Te has ganado un castigo a pulso, Kate.
No puedo evitar sonreír, cierro los ojos preparada para lo que venga. Cualquier cosa es mejor que oír una y otra vez la voz de mi madre. Kate, te rendiste; Kate, yo confiaba en ti; Creía que encontrarías justicia. Clavo con tanta fuerza las uñas en las palmas de mi mano que creo que sangro, pero no aflojo. Richard se coloca delante de él. Me enseña algo, un cinturón.
-Voy a azotarte con esto –me dice -. No voy a ser amable, te va a doler y acabarás suplicándome que pare. Pero no lo haré.
Asiento, desafiante. Me da igual que piense en mi bienestar o no, no quiero mimos. No ahora. Él continúa hablando, ajeno a mis sentimientos.
-No estás acostumbrada. Vas a sentir como si te quemase con fuego, una y otra vez. ¿Lo entiendes, Kate?
-Sí, empieza maldita sea.
Él niega, parece triste. Se coloca detrás de mí y acaricia mis nalgas con una mano, pero yo me retuerzo.
-¿Eso es todo? –lo provoco.
-Espero que un día me confíes no sólo tu castigo –murmura -sino también lo que sientes –No puedo responder a eso. ¿Richard está dolido porque no confío en él? Intento decir algo, pero se me traba la lengua. –Tu palabra de seguridad es manzana –me recuerda. Y el cinturón se estrella contra mi piel.
Decía la verdad, no ha sido amable. Duele, duele como nunca me había dolido antes. Y antes de que me de tiempo a prepararme para el siguiente escucho como el cuero corta el aire y resuena de nuevo, sobre mi nalga derecha. Forcejeo con las correas, un acto reflejo de quien necesita aliviarse, pero estoy inmovilizada.
-Deja de forcejear –me ordena -. Sólo conseguirás que te de aún más fuerte.
Hijo de puta. Me he vuelto loca, cómo he podido creer que esta es la mejor forma de olvidar el caso de mi madre. Olvidar su voz, esa que escuché durante años en mis pesadillas. Kate, me has abandona…
Ahí está el cinturón de nuevo, golpeando con crueldad sobre mi cuerpo. Se me saltan las lágrimas, no puedo con esto, debo pararle, prefiero seguir pensando en mis pesadillas. Kate, me mataron, creía que te impor…
Un nuevo impacto, cortando mis pensamientos, quemándome la piel. –Basta –gritó, pero él me ignora y vuelve a azotarme, esta vez consiguiendo que el cinturón me de en ambas nalgas. Aprieto los dientes, mientras que me trago las lágrimas. Cómo puede ser tan cruel, sabe que no puedo más, me tiene a su merced, puede hacer conmigo lo que le plazca, puede hacerme daño toda la tarde, hasta que se canse. Yo sólo quería olvidar…
Y de repente lo comprendo. Cuando un nuevo golpe me hace gritar tan alto que creo que me he desgarrado la garganta comprendo que ya no estoy pensando en mi madre. Richard me está dando lo que quiero. Lo que necesito. Me está obligando a olvidar.
-No te he oído contar –dice fríamente. Tengo que calmarme antes de responder, me cuesta hablar.
-No… no me dijis… dijiste que contara…
-Ya va siendo hora que aprendas lo que quiero de ti. Volvemos a empezar. Diez azotes, cuenta Kate –y alza el brazo de nuevo. Cuento alto y claro.
-¡Uno! –Manzana, manzana, manzana pienso, pero no lo digo. No, porque sé que después de esto no voy a poder pensar en otra cosa en mucho tiempo, él se encargará de ello. De repente el dolor deja de ser cruel y es una escapatoria, cobarde quizás, pero útil. Puedo sentirlo como una tortura o refugiarme en él y eso último hago.
-Dos –suspiro, aceptando el dolor agradecida. Poco a poco mi respiración se calma, porque por mucho que duela, me siento mejor. Ya no me siento tan perdida, sé donde estoy. Sé con quien estoy. Y no estoy en ese callejón donde la encontraron a ella. Estoy en una habitación cálida, que huele a cuero, a él y a mí. Estoy en mi refugio.
Capítulo 34
-¿Estamos solos? –pregunto con recelo. Esta noche no quiero a terceras personas en esta habitación, sólo lo quiero a él, a él y todo lo que tenga preparado para nosotros. Rick se ríe, adoro esa risa, le hace más humano, más niño, pero enseguida se pone serio de nuevo. También me gusta así, con esa mirada llena de promesas eróticas.
-Esta noche es para nosotros, mi amor. Para ti y para mí.
Mi amor. Dos palabras y todo mi cuerpo es reconfortado, como si se tratase de un bálsamo. Se acerca a mí, acariciando mis muñecas, mis tobillos, estoy atada a la gran cama, para su placer de amo, para el mío de sumisa. Esta noche soy realmente feliz, ni un solo pensamiento de vergüenza o tristeza me invade, ya he aprendido a aceptar lo que soy, lo que quiero, lo que queremos. Y eso le hace feliz a él.
-¿Están demasiado apretadas? –pregunta, manipulando con destreza las esposas de cuero. Niego con una sonrisa, ansiosa, por favor, necesito que empiece -. Bien –se inclina de nuevo para darme un beso en los labios, lento, dulce, cálido. Pero ahora quiero más y aunque apenas puedo moverme atrapo su boca con fuerza, mordiéndole. Él se retira, he hecho enfadar al amo. Espero.
-Lo siento, señor –digo con una risilla. Ladea la cabeza, de un lado a otro, mirándome ceñudo.
-¿Todavía no has aprendido que no debes cabrear a tu amo? –pregunta con paciencia, como si fuera una niña pequeña. Sí, puede parecer humillante pero el juego es así. Me gusta este juego. Y quiero jugar.
-Estás muy atractivo cuando te enfadas, señor –respondo hábilmente. Yo también he aprendido mis trucos, alabar al amo puede ser muy útil, aunque dudo mucho que me libre del castigo.
Rick no responde, suspira y mira hacia el techo, supongo que preguntándose mentalmente qué ha hecho él para dar con la sumisa más desobediente de todo el país. No me preocupa. Sé que me adora. Tanto como yo a él. De nuevo siento su peso en el colchón, me toma de la barbilla, con firmeza. Ese agarre sólo hace que suba la temperatura aún más, lo miro con deseo, muevo suavemente las caderas desnudas todo lo que me dejan las ataduras, quiero provocarle. Sé cómo hacerlo.
-Quieta –gruñe, pero su entrepierna dice otra cosa. Vuelvo a moverme, ganándome una palmada en el muslo, una de esas que me hacen gemir -. Primero me muerdes y ahora te mueves sin permiso. Eso merece un castigo… ¿no crees?
Me encojo de hombros, como si no fuera a mí a la que va a castigar, como si estuviéramos hablando de cualquier cosa. Pero por dentro cada célula arde, suplica por más. Más dolor, más placer, más de él.
-Sí, creo que estás de acuerdo en que no puedo dejar pasar este comportamiento –comenta, con aire distraído, mientras que me acaricia junto sobre el clítoris. Maldita sea, ahora sí que no puedo evitar contonearme, pero estoy atada. A su merced -. A tu cuerpo le encanta esto –susurra -. Mira como te mojas sólo de pensar en ello…
El muy cabrón tiene decidido torturarme antes de hacer nada. Me arqueo, quiero más, pero sus caricias son ligeras, como las de una pluma, no es ni de cerca lo suficiente para alcanzar el clímax. Estoy empapada. Estoy dolorida por la necesidad. Y estoy a su merced.
-Seguro que ahora te gustaría haber sido más amable –me dice, acompañando sus palabras con un dedo que penetra en mi interior. Mi vagina se aferra a él, cierro los ojos, desesperada por sus lentos movimientos. Su otra mano sigue jugando con el clítoris, lo acaricia, lo rodea, lo roza... entonces para y dejo de sentir su peso a mi lado y eso me hace gritar, furiosa.
-¡Maldita sea, vuelve!
Rick me mira con una evidente diversión en su rostro, aunque eso no evita que me de dos fuertes azotes, esta vez en mi empapado centro. Joder. Otro como ese y me correré…
-¿Eso es todo lo que puedes hacer? –me burlo; él entrecierra los ojos y va hacia la cómoda, sacando un látigo de gran tamaño. Mis ojos se abren como platos, no será capaz.
-Siempre he querido usar uno de estos –me informa, como si me hablase de probar un nuevo coche -. ¿Qué te parece, cariño? ¿Lo suficiente aterrador para que dejes de querer llevar el control?
-Eres un cabrón –le espeto, haciéndole reír.
-Sí, mi amor, pero este cabrón quiere follarte como no lo había hecho nunca, así que… ¿me dejas ser el amo o probamos esto?
Murmuro por lo bajo un “esta me la pagas en comisaría” pero luego alzo la mirada, desafiante. Inspiro hondo, él es el amo y yo simplemente no puedo más.
-Haz lo que creas conveniente, señor –contesto con suavidad, como una sumisa haría.
-Me gusta cómo suena eso. –Y arroja el látigo al suelo, tumbándose a continuación a mi lado. Sus labios vuelven a secuestrar los míos, esta vez le dejo llevar el control, sobre todo porque mi mente está pendiente de esa mano que viaja hacia el sur, hasta llegar al clítoris y hace círculos sobre él.
-Ah… por favor… -suplico en su boca. Eso lo hace parar, sujetando mis caderas, evitando que pueda arquearme.
-Dilo, Kate –susurra, mordiéndome en el cuello, aprieto los puños, por favor sólo un poco más.
-Por favor… por favor… -Dos dedos se mueven en mi vagina, entran y salen, rápidos, curvándose justo donde se tienen que curvar, pero no es suficiente. Sé lo que quiere. Y sé que debo dárselo. Quiero dárselo. –Señor por favor... deja que me corra.
Despierto de golpe, todavía con los ecos del orgasmo en mi cuerpo. Miro a mi alrededor. No puede ser, estoy en mi habitación, en mi apartamento. Sólo era un sueño. Y aun así, puedo notar el placer y puedo oír ese te quiero que dijo después de llevarme a lo más alto.
Apenas he dormido esta noche, no he dejado de dar vueltas, preguntándome si algo de ese sueño puede llegar a ser verdad y si quiero que así sea. Richard Castle no es el hombre del que me enamoraría, es un compañero, un amigo y un tío con el que tener buen sexo, pero no sé si podría ser algo más. O quizás sólo quiera engañarme a mí misma y verlo así, porque no me conviene enamorarme. Mis historias de amor nunca acabaron bien, siempre tenía alguna excusa a mano, “esto no funciona”, “creo que necesito algo más” y todas eran mentira. No era yo la que necesitaba algo más en mis relaciones, porque lo tenía, eran ellos los que necesitaban algo más de lo que yo podía darles. Y ahora tengo miedo, porque si de nuevo se repite la historia, esta vez saldrá herido alguien que realmente me importa. Porque Richard, el amo sexy, frío y a veces adorable me importa. Más de lo que estaría dispuesta a reconocer.
Al llegar a comisaría noto que algo ha cambiado, miro extrañada hacia mis compañeros, pero ambos me rehúyen la mirada. Quizás sean imaginaciones mías, producto de la falta de sueño, así que me dirijo a mi escritorio y empiezo a ojear el papeleo, actividad tan necesaria como aburrida. Pero los constantes murmullos no acaban nunca y empiezo a cansarme. Alzo la mirada, desafiante y atrapo la de Esposito, que me observa, serio.
-¿Qué?
Él mira hacia otro lado, negando, fingiendo y miro a Ryan, que parece nervioso. Ahora, sí, han acabado con mi paciencia.
-¿Se puede saber qué diablos pasa? –Estoy de pie, junto a ellos, mis manos en la cintura, mi expresión de profesora cabreada. Ambos se miran, parecen dialogar entre ellos, en silencio y al final Javier suspira; parece preocupado.
-Tienes que saber algo.
-Chicos, me estáis empezando a asustar.
-Se trata de John Raglan… -dice con tacto. Por unos largos minutos mi cerebro no responde a su voz y se traslada a otro tiempo, años atrás, en el justo momento en que mi vida cambió para siempre.
-¿Qué… -carraspeo, fingiendo indiferencia, aunque deteste ese nombre -… qué pasa con él?
-Está aquí.
-No puede ser, lo trasladaron a Narcóticos –Mucho antes de yo llegar aquí, pienso.
-Ha vuelto para colaborar–responde Ryan -. Raglan está aquí, Beckett, pero sólo por un caso.
-Ya… -Tengo un nudo en la garganta, me cuesta hablar.
-Y… -Miro a Esposito, que aún no ha terminado -… vamos a tener que trabajar con él.
-Entiendo.
No digo nada más, vuelvo a mi escritorio y sigo con el papeleo; no me afecta, no quiero que me afecte, es sólo un caso, con un viejo conocido, nada más. Pero no engaño a nadie; no engaño a mis amigos, que me dan unos minutos de intimidad, no me engaño a mí misma, me hierve la sangre de saber que él está aquí. Mis ojos siguen clavados en el folio que tengo delante, pero no leen nada. Otra vez mi mente se ha desconectado de esta comisaría y viaja al pasado.
-¿Entonces se acabó? ¿Lo va a dejar así?
-Mire, lo siento mucho, pero no hay nada con lo que seguir. Ni una sola prueba y tengo otros casos que investigar. Su madre no es la única mujer a la que han asesinado…
-¡Y si fuera su madre! ¿Se contentaría con un “no puedo hacer nada más”?
-No espero que lo entienda. Enfádese, tiene derecho a odiarme, pero no puedo hacer nada más por usted. Lo lamento mucho, señorita.
-¿Inspectora Beckett?
Esa voz… no ha cambiado mucho en estos diez años. Miro hacia arriba, me tiembla la mano, aprieto el puño con rabia, pero me obligo a serenarme. No voy a montar un espectáculo.
-Inspector Raglan –saludo intentando disimular normalidad.
-Me alegra verla, inspectora. La última vez usted sólo era una joven estudiante de Stanford…
-Y usted un detective que se rendía demasiado rápido.
Él acepta la pulla, me mira compasivo y eso si que me pone de los nervios. Me pongo a su altura y sin hacerle caso me dirijo a mis hombres, que parecen dispuestos a matar al inspector.
-Tenemos trabajo, ¿no?
Durante la siguiente hora ellos me ponen al día y Raglan espera apoyado en mi escritorio, jugueteando con mis elefantes. Parece que todo sigue igual, pienso cabreada.
-En resumen, un par de hombres sin identificar; un viejo apartamento a nombre de una anciana de paradero desconocido y veinte kilos de heroína guardados en el congelador –concluye Ryan.
Asiento.
-¿Han analizado la droga?
-Estamos en ello –Raglan deja los elefantes y se acerca a nosotros. Me obligo a ser profesional.
-Los cuerpos se encontraron con un par de balazos. Uno entre los ojos y el otro directo al corazón. Completamente limpios, ni una gota de sangre. ¿Tenéis a alguien en vuestra lista que firme así? –Esposito pregunta; le inspector aparta la mirada y se centra en él.
-No.
-Hay algo que no entiendo… si matas a los dos tíos, ¿por qué no aprovechas para llevarte la droga?
-¿Y por qué tantas molestias en limpiar la sangre?
Han pasado varias horas desde que empezamos a trabajar en el caso y no hemos sacado nada nuevo. Ryan y Esposito se sientan a mi lado con bolsas de comida china y empiezan a sacar los paquetes. Acepto un rollito de primavera y lo muerdo distraída, sin dejar de mirar las fotos del escenario.
-Vamos, deja eso unos minutos, es hora de comer.
-Sí, además hoy invita Ryan.
Ambos me sonríen, saben que quiero resolver este caso, no sólo por justicia, sino para demostrarle a cierto inspector que rendirse a la primera no es de buen poli, y sé que puedo contar con ellos, tengo su apoyo. Cierro la carpeta y la dejo a un lado.
-Pásame el cerdo agridulce.
Comemos entre risas, escuchando las novedades sobre la novia de Ryan y por un rato puedo olvidarme de todas las preocupaciones. Lástima que la felicidad no dure mucho.
-¿Inspectora? ¿Podría hablar con usted unos minutos?
Intercambio una mirada con mis chicos, quienes le dedican una mirada poco amigable al inspector. Sonrío falsamente.
-Por supuesto, ¿quiere sentarse?
-Preferiría hablar a solas –contesta, ignorando a los detectives. Me encojo de hombros, como si no me importase nada de lo que tiene que decirme y lo acompaño hasta una sala vacía.
-Usted dirá.
-Tengo nueva información sobre el caso de su madre.
Golpeo con fuerza la puerta de su loft. Richard Castle me abre sorprendido, obviamente no me esperaba y mucho menos así.
-Kate, ¿estás bien?
Le doy una fuerte bofetada por respuesta. Él me mira fijamente, acariciándose la mejilla donde lo he golpeado. Mi corazón bombea la sangre con demasiada rapidez, me duele todo, él se echa a un lado, dejándome entrar, sin hablar.
-¿No vas a hacer nada? –pregunto, mi voz reflejo de la ira. Niega, aún en silencio. Furiosa vuelvo a alzar el brazo, trato de golpearle de nuevo, pero esta vez me sujeta, apenas unos segundos antes de soltarme, impasible. Dejo caer el brazo. –Maldita sea, te he pegado, ¿qué coño te pasa? ¿Es que no vas a castigarme? ¡Actúa como un amo! –le reprocho, antes de lanzarme contra él y golpearle en el pecho. Una vez. Y otra. La lluvia de puños no parece afectarle, me deja seguir, hasta que me canso y caído rendida sobre su pecho. No lloro, porque no voy a compartir mi pena con él. No quiero su lástima, sólo quiero olvidar.
-¿Qué ha ocurrido?
-Nada –murmuro. No voy a hablarle de mi madre, ni del cabrón que ha vuelto a reabrir viejas heridas, no es asunto suyo. Ahora soy egoísta, no me interesa lo que él piense, lo que quiera, lo que sienta… sólo importo yo. Sólo mi odio y mi necesidad. -Necesito dolor. Por favor, amo –suplico.
-No –responde, su voz apenas suena más alta que la mía. Mi rostro sigue enterrado en su pecho, alzo la mirada, parece enfadado.
-Por favor –sollozo, me aparto, mi mirada se vuelve acusadora -. Dices que tienes que ocuparte de mis necesidades, me pegas cada vez que te viene bien, –ignoro el dolor en sus ojos, ahora está dolido, pero me da igual, quiero ser cruel – ahora soy yo la que necesito esto y te niegas. ¡Te niegas! ¡Qué tengo que hacer! –tomo una bonita escultura que hay sobre una mesita y la arrojo al suelo, partiéndole en mil pedazos. Richard ni se inmuta - ¿Cómo saco tu furia? ¿Tus ganas de herirme? –Su gata que hasta entonces se había mantenido quieta en una esquina huye hacia el dormitorio, mientras que yo tomo unas velas que forman un bonito centro de mesa y las golpeo contra la pared. Parezco una niña de diez años con una pataleta, pero no parece que eso le afecte. Con la respiración entrecortada me vuelvo hacía él, mis ojos llenos de lágrimas.
-¿Has acabado? –pregunta; se ha sentado en el sofá y tiene las manos entrelazadas bajo su barbilla. No parece que una mujer haya entrado en su casa, le haya dado una buena bofetada y se haya puesto a destrozarle el apartamento. Aparto la vista, dispuesta a marcharme, a desahogar mi ira de otro modo. Parece que a él no le importa.
Voy hasta la puerta, pero al abrirla una mano la cierra con fuerza. Escucho su respiración detrás de mí, sigue tranquilo o eso trata de aparentar.
-Te quiero arriba, desnuda, sobre la mesa –dice en voz muy baja, tanto que aunque me hable al oído apenas puedo escucharle -. Sube, ahora.
No añade nada más, va hacia su escritorio y cierra la puerta y yo me quedo ahí, parada y sola en su salón, sin saber que hacer. Pero algo dentro de mí me dice que he ganado, que voy a tener lo que quería. Subo las escaleras despacio, cada peldaño se me hace más agotador que el anterior, pero entonces estoy junto a la puerta y la abro con decisión, porque de nuevo la rabia forma parte de mí. De mi cuerpo; de mi mente; de mi vida.
Me quito la ropa tal como él me ha ordenado y la dejo sobre la cama. Me planto junto a la mesa acolchonada, esa que una vez se me antojó erótica. Miro las esposas, esas con las que Richard puede atarme, pero no me asustan. Me siento sobre ella, juego con el frío metal que podría aprisionar mi muñeca.
Richard entra en la habitación sin mirarme y de repente me siento como si una corriente helada me rozase la piel.
-Sobre tus manos y rodillas –dice mientras mira en su cómoda. Obedezco automáticamente, sin pararme a pensar en que ese tono de voz frío y vacío era algo que desconocía. ¿De verdad quiero ponerme en sus manos? -¿Vas a decirme que ha ocurrido? –pregunta, aunque no parece interesado, al contrario, lo oigo ausente. Y ahí está la ira otra vez. Cierro los puños con fuerza, siento que tiemblo de rabia.
-No –respondo fríamente.
-No, señor –me corrige, dándose la vuelta y acercándose a mí. Lo ignoro, no tengo intención de llamarlo señor ahora, no estoy de humor para jugar a la sumisa obediente. Quiero que me castigue, que me haga sentir todo el dolor que pueda y más. Y para ello tengo que cabrearle. -¿Vas a empezar de una vez?
-Empezaré cuando quiera –contesta, tomando una de mis muñecas y esposándola. No había notado lo larga que es la cadena. Lentamente y sin hablarme me ata las esposas en manos y pies, dejándome a su merced. Pero no tengo miedo, ni estoy preocupada. Esto es lo que quiero. Y cuanto más horrible sea, mejor. –Te has ganado un castigo a pulso, Kate.
No puedo evitar sonreír, cierro los ojos preparada para lo que venga. Cualquier cosa es mejor que oír una y otra vez la voz de mi madre. Kate, te rendiste; Kate, yo confiaba en ti; Creía que encontrarías justicia. Clavo con tanta fuerza las uñas en las palmas de mi mano que creo que sangro, pero no aflojo. Richard se coloca delante de él. Me enseña algo, un cinturón.
-Voy a azotarte con esto –me dice -. No voy a ser amable, te va a doler y acabarás suplicándome que pare. Pero no lo haré.
Asiento, desafiante. Me da igual que piense en mi bienestar o no, no quiero mimos. No ahora. Él continúa hablando, ajeno a mis sentimientos.
-No estás acostumbrada. Vas a sentir como si te quemase con fuego, una y otra vez. ¿Lo entiendes, Kate?
-Sí, empieza maldita sea.
Él niega, parece triste. Se coloca detrás de mí y acaricia mis nalgas con una mano, pero yo me retuerzo.
-¿Eso es todo? –lo provoco.
-Espero que un día me confíes no sólo tu castigo –murmura -sino también lo que sientes –No puedo responder a eso. ¿Richard está dolido porque no confío en él? Intento decir algo, pero se me traba la lengua. –Tu palabra de seguridad es manzana –me recuerda. Y el cinturón se estrella contra mi piel.
Decía la verdad, no ha sido amable. Duele, duele como nunca me había dolido antes. Y antes de que me de tiempo a prepararme para el siguiente escucho como el cuero corta el aire y resuena de nuevo, sobre mi nalga derecha. Forcejeo con las correas, un acto reflejo de quien necesita aliviarse, pero estoy inmovilizada.
-Deja de forcejear –me ordena -. Sólo conseguirás que te de aún más fuerte.
Hijo de puta. Me he vuelto loca, cómo he podido creer que esta es la mejor forma de olvidar el caso de mi madre. Olvidar su voz, esa que escuché durante años en mis pesadillas. Kate, me has abandona…
Ahí está el cinturón de nuevo, golpeando con crueldad sobre mi cuerpo. Se me saltan las lágrimas, no puedo con esto, debo pararle, prefiero seguir pensando en mis pesadillas. Kate, me mataron, creía que te impor…
Un nuevo impacto, cortando mis pensamientos, quemándome la piel. –Basta –gritó, pero él me ignora y vuelve a azotarme, esta vez consiguiendo que el cinturón me de en ambas nalgas. Aprieto los dientes, mientras que me trago las lágrimas. Cómo puede ser tan cruel, sabe que no puedo más, me tiene a su merced, puede hacer conmigo lo que le plazca, puede hacerme daño toda la tarde, hasta que se canse. Yo sólo quería olvidar…
Y de repente lo comprendo. Cuando un nuevo golpe me hace gritar tan alto que creo que me he desgarrado la garganta comprendo que ya no estoy pensando en mi madre. Richard me está dando lo que quiero. Lo que necesito. Me está obligando a olvidar.
-No te he oído contar –dice fríamente. Tengo que calmarme antes de responder, me cuesta hablar.
-No… no me dijis… dijiste que contara…
-Ya va siendo hora que aprendas lo que quiero de ti. Volvemos a empezar. Diez azotes, cuenta Kate –y alza el brazo de nuevo. Cuento alto y claro.
-¡Uno! –Manzana, manzana, manzana pienso, pero no lo digo. No, porque sé que después de esto no voy a poder pensar en otra cosa en mucho tiempo, él se encargará de ello. De repente el dolor deja de ser cruel y es una escapatoria, cobarde quizás, pero útil. Puedo sentirlo como una tortura o refugiarme en él y eso último hago.
-Dos –suspiro, aceptando el dolor agradecida. Poco a poco mi respiración se calma, porque por mucho que duela, me siento mejor. Ya no me siento tan perdida, sé donde estoy. Sé con quien estoy. Y no estoy en ese callejón donde la encontraron a ella. Estoy en una habitación cálida, que huele a cuero, a él y a mí. Estoy en mi refugio.
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Me encanta, aunque hace tiempo que no subias capitulo, no has perdido qualidades!! Quando puedas, sube mas!!
MARIAFV- Ayudante de policia
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 09/10/2013
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
me pillaste cenando porque si no hubiera sido la primera grrrrr =_="
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Por fin las musas te hicieron mirar hacia el amo.
Este es uno de los capitulos de esta historia que mas me gustan, me hace entender y comprendo a Kate, y pienso... y por que no?
Estupendo, impresionante
Este es uno de los capitulos de esta historia que mas me gustan, me hace entender y comprendo a Kate, y pienso... y por que no?
Estupendo, impresionante
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
buenisimo como siempre!!! continua cuando puedas!
cururi- As del póker
- Mensajes : 447
Fecha de inscripción : 15/03/2013
Edad : 36
Localización : World Citizen
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Capi nuevo! Capi nuevo! Capi nuevo! Siiiiiiiiii, siiiiiiiiiiiiiiiii! Feliz feliz feliz! Claro k lo queremos leer y ha valido la pena! Oh Kate no haces bien cabreando al amo, el no solo quiere ser utilisado quiere formar parte de tu vida! Gracias y por favor ahora si no nos hagas esperar tanto!
Verispu- As del póker
- Mensajes : 437
Fecha de inscripción : 24/06/2013
Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
wao increíble me encantó el final,
muy bueno, sigue pronto
muy bueno, sigue pronto
chelcas- Escritor - Policia
- Mensajes : 1437
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Edad : 31
Localización : México
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
increíble!!!, con cada capitulo te superas mas... por fin volviste me encanta hacia donde va este fic... espero con ansias todo lo que escribes, ojala no te abandone otra ves la inspiración... sigue prontoooo
Emily Claire- Actor en Broadway
- Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 16/10/2012
Edad : 31
Localización : Chile, Viña del Mar
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
como echaba demenos tu fic!!!!! sigue prontooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Vaya sorpresa, gracias por continuar, espero que sigas pronto que este fic me tiene enganchadisima.
erikal- Actor en Broadway
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 21/07/2013
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Oh Kate...
Continúa prontoooo
Continúa prontoooo
Caskett_Dever- Ayudante de policia
- Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 09/06/2013
Edad : 31
Localización : cantabria
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Te digo la verdad me he enamorado de toda tu fic soy bastante pervertida jajajajja
por favor continua pronto quiero mas
por favor continua pronto quiero mas
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