(+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Porque lo cortas ahi?!?!?!?!?, jajajaj,Kate poco a poco
Va aceptando que no tiene que meterse en otras parejas,
Jajaja, me gusta, sigue
Va aceptando que no tiene que meterse en otras parejas,
Jajaja, me gusta, sigue
chelcas- Escritor - Policia
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castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
noooo como lo dejas asiiii... me encanto el capitulo, amo la relacion de ambas parejas, continua prontoo please...
Emily Claire- Actor en Broadway
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
me matas con dejarlo asi!!!! porfa continua pronto! k me facino el capitulo!
cururi- As del póker
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Holaa!!! reconozco que al principio de la historia me costó ver a Kate en esta postura pero POR DIOSSS!!! como no imaginarlo?? si creo que hasta he llegado a envidiarla!! jajjaa. ...espero el prox cap pronto!...
melu_lop13- Escritor novato
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
ES MUY BUENO ESPERO LO SIGAS PRONTO
Casbeck.mongar- Ayudante de policia
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Ésta sería la segunda parte del capítulo 41 largo que tenía pensado subir, dividido al final en tres capítulos. La última la subiré pronto, mientras, aquí tenéis. Espero que os guste.
Los minutos pasan, espero, mi corazón late desbocado bajo mi pecho, lo ansia a él, todo mi cuerpo lo ansía, lo necesita. Estoy parada junto a la cama, desnuda, arrodillada con las piernas separadas y las manos sobre los muslos. Él nunca me ha enseñado esta postura, pero Internet es una fuente de información inagotable. Como todo lo demás al principio me parecía humillante, pero ahora, saber que esto le complace me resulta muy satisfactorio, me excita.
Escucho la puerta abrirse con suavidad y cerrarse. No me muevo, estoy de espaldas a él, sus pasos resuenan en el piso, camina de forma segura, tal como él sabe. Para junto a mí, sin hablar y me acaricia el cabello, rozándome justo bajo la oreja, provocándome un escalofrío que baja por todo el cuerpo.
-Estás preciosa así –dice en voz baja -. Me complaces, cariño. Me complaces mucho.
Negar que soy sumisa cuando esas palabras provocan que se me ericen los pezones sería absurdo y él lo sabe. Y se aprovecha de ello. Acaricia uno, pellizcándolo con suavidad y suelto todo el aire que estaba conteniendo en un bajo gemido. Después se aparta, yendo hasta la cómoda y vuelve, sentándose en la cama. Mi mirada sigue clavada en el suelo, así que sólo puedo ver sus zapatos, hasta que mi amo me llama, con voz ronca.
-De pie, mi amor.
Me tiende su mano y la acepto, me tiemblan las piernas y esta vez no es por la excitación. En sus ojos veo algo nuevo, algo que hasta entonces creía intuir pero seguía escondido. Me coloca en su regazo, atravesada, no me preocupa, confío plenamente en él. Su mano pasea, experta, por mi espalda, mis nalgas, la línea que las separa, mis pliegues y una y otra vez traza el mismo recorrido, hasta dejarme retorciéndome.
-No te muevas –me regaña.
Me penetra con un dedo, apenas entrando y me obligo a tomar aire y calmarme, relajarme e ignorar el placer que me hace pedir más. Hoy no quiero decepcionarlo. Él continúa, unos segundos antes de sacarlo y dejar su mano sobre mi culo. Está caliente.
-Quiero hacerte el amor, Kate. Aquí. –Juega suavemente entre mis nalgas, presionando sobre mi ano. –Quiero que seas mía de todas las maneras posibles.
Dios. ¿Quiere foll… hacerme el amor por detrás? ¿Ahora? Me ha preparado para eso, pero…
-No ahora –añade y la tensión abandona mi cuerpo. Puede que él lo haya notado. –Pero esta noche, lo haré. ¿Lo aceptarás por mí, cariño?
-Sí –susurro. Reprimo las protestas, los miedos y es lo único que digo. Confío en él. Quiero hacerlo, por él y por mí. Quiero ser suya, completamente. Y tienes tu palabra de seguridad.
-Voy a terminar de prepararte –habla en voz baja, tranquilizadora –Con esto –Coloca un plug anal delante de mis ojos, es más grande que los otros, bastante más grande. Asiento en silencio -. Quiero que lo lleves durante al menos un par de horas.
-Se darán cuentan –Objeto, pensando en Matt y en Pam.
-¿Eso te importa más que complacerme? –pregunta, con frialdad.
-No, lo siento, amo –respondo rápidamente. Si hubiera dicho esto unas semanas atrás la inspectora Beckett le hubiera dado un buen bofetón a la sumisa Kate, pero ahora se llevan bien, son una sola. Odio decepcionarlo.
-No lo notarán –dice, tranquilo -. Estarán demasiado centrados el uno en el otro, no te preocupes.
-Está bien –murmuro.
-Ahora sólo relájate… y siente.
Deja el plug a un lado y siento como indaga en mi culo con dedo bien lubricado. Lo desliza con rapidez, para volver a sacarlo y volver a meterlo de nuevo, se siente muy bien. Vuelve a retirarse y ahora mete dos, más despacio. Sus manos son grandes, sus dedos me llenan, suspiro, cada lenta penetración es un golpe de fuego sobre mi clítoris. Sigue, sin prisa y de repente me da un fuerte azote, metiendo ambos dedos de golpe.
-¡Amo!
-¿Te está gustando? –Pregunta, sabiendo de sobra la respuesta. Nadie me ha conocido sexualmente como él, ni primer novio, que me enseñó los placeres del sexo vainilla, ni siquiera mi última pareja, con el que creía que pasaría el resto de mi vida. Rick conoce mi cuerpo, mis reacciones, sabe lo que hacer para llevarme al límite y una vez allí, pasar a otra dimensión. Ahora, cuando lo siento en un lugar tan prohibido, donde nadie antes me había tocado, me doy cuenta de que esta conexión tan fuerte que hay entre nosotros no existiría si él no fuera quien es, un amo. Un dominante. Y un gran hombre.
-Sí, amo.
-Esta noche será aún mejor –promete antes de darme una nueva palmada, más suave que la anterior -. Coge el plug y lubrícalo bien –me ordena. Vuelvo la cabeza sobre mi hombro, sorprendida, pero él se limita a esperar, impasible. Obediente tomo el juguete anal y el lubricante y lo impregno bien, hasta que prácticamente se escurre entre mis manos. –Suficiente, dámelo.
Se lo entrego y cierro los ojos, calmada. Noto el frío del lubricante, se siente diferente sobre el dilatador que sobre sus dedos. –Necesito algo de ayuda, ábrete para mí, Kate.
-¿Qué me…
-Así –me interrumpe y me toma con brusquedad, separándome las nalgas –Mantenlas abiertas.
-Sí, señor –jadeo. Mantenerme abierta estando tumbada bocabajo y atravesada no es precisamente cómodo, pero ahora mismo no es algo que me importe, no cuando la punta del plug empieza a presionar en mi ano.
-Ohh… -suelto un gemido, las sensaciones me invaden, el dilatador entrando, mis manos ofreciéndome voluntariamente para él, su erección presionando bajo su pantalón, el silencio que nos invade, la intimidad… todo es increíble.
-Bien… -susurra -. No puedo esperar a hacértelo yo mismo, estar tan dentro de ti que no te quepa la menor duda de quién es tu amo… darte placer hasta dejarte ronca de tanto gritar… -presiona un poco más, el grosor aumenta, mi cuerpo se resiste, pero continua, implacable. Empieza a doler, pero no es algo que no pueda aceptar, deseo más –respira, Kate –me indica, pasando la mano por mi clítoris –Nunca había estado tan hinchado, bonita –comenta -. Quizás cuando termine con esto me dé un banquete –entra un poco más; gimo -. O puede que coja un vibrador y lo ponga al máximo sobre él –otro poco; jadeo –también podría ordenarte que te masturbaras para mí y me limitase a mirar; ver cómo te corres me vuelve loco.
Dios. En mi culo el juguete sigue haciendo de las suyas, ya no falta mucho, sólo la parte más…
-¡Ay! –Eso duele. Mucho. El amo me acaricia el trasero, relajándome, vuelve a frotar ligeramente sobre el clítoris.
-Ya casi está, pequeña. Respira hondo y tómalo.
No me da otra opción, tomo aire y el mete el resto del dilatador de golpe, quedando solo la base. Estoy confundida, dolorida por una parte y terriblemente excitada por otra. El ardor en mi culo no disminuye, pero mi clítoris… necesito que haga algo.
-Muy bien cariño –dice, orgulloso -. Lo has hecho muy bien –me aparta las manos y mis nalgas se cierra alrededor de la base, estoy sensible. Cierro los ojos e intento moverme, incomoda, teniendo un fuerte azote por respuesta; la quemazón de la piel sólo se suma al ardor -. No te muevas –me advierte.
-Lo siento… pero…
-Quieres correrte ya, lo sé. Normalmente jugaría un buen rato contigo, pero no están esperando así que…
Sin terminar la frase me mete de golpe dos dedos en la vagina y los mueve, dándome otro azote. Despiadado, me penetra una y otra vez alternando azotes en cada nalga y sobre la base del dilatador, enviándome cada vez más cerca del clímax, todo en mi interior se aprieta. Estoy lista para… -No te corras, todavía no –dice, excitado.
Se levanta dejándome bruscamente en la cama echada sobre la espalda, joder, el plug parece hundirse más aún aunque no sea posible, por favor. Lo miro desabrocharse los pantalones y bajarse los boxers de seda, antes de tomarme y acercarme al borde, poniendo mis piernas sobre sus hombros.
-No voy a durar, tenemos prisa y tú ya estás lista –observa -. Así que córrete cuando quieras, cariño.
Y me la mete, de golpe. Es demasiado, la estrechez provocada por el dilatador se siente con cada embestida, yo lo noto, él lo nota, lo puedo ver en su mandíbula, aprieta los dientes, queriendo contenerse un poco más.
-Rick… -gimo su nombre y de repente para, saliendo hasta dejar sólo la punta, bajando mis piernas. Lo miro, excitada y confundida.
-¿Quién soy para ti ahora mismo? –me dice, frotando cruelmente sobre mi clítoris.
-Amo, amo, lo siento, por favor, por favor –suplico y me mira satisfecho antes de volver a embestir, rápido.
-Rodéame con las piernas –cuando obedezco él me toma y empieza a hacérmelo de pie, sin necesitar apoyarse. Sus manos frotan sobre mi culo, caliente por los azotes y por el sexo frenético, el plug me está volviendo loca, siento su miembro más grande y duro que nunca. –Vamos pequeña –murmura, por el esfuerzo -. Córrete para mí.
Capítulo 42
Los minutos pasan, espero, mi corazón late desbocado bajo mi pecho, lo ansia a él, todo mi cuerpo lo ansía, lo necesita. Estoy parada junto a la cama, desnuda, arrodillada con las piernas separadas y las manos sobre los muslos. Él nunca me ha enseñado esta postura, pero Internet es una fuente de información inagotable. Como todo lo demás al principio me parecía humillante, pero ahora, saber que esto le complace me resulta muy satisfactorio, me excita.
Escucho la puerta abrirse con suavidad y cerrarse. No me muevo, estoy de espaldas a él, sus pasos resuenan en el piso, camina de forma segura, tal como él sabe. Para junto a mí, sin hablar y me acaricia el cabello, rozándome justo bajo la oreja, provocándome un escalofrío que baja por todo el cuerpo.
-Estás preciosa así –dice en voz baja -. Me complaces, cariño. Me complaces mucho.
Negar que soy sumisa cuando esas palabras provocan que se me ericen los pezones sería absurdo y él lo sabe. Y se aprovecha de ello. Acaricia uno, pellizcándolo con suavidad y suelto todo el aire que estaba conteniendo en un bajo gemido. Después se aparta, yendo hasta la cómoda y vuelve, sentándose en la cama. Mi mirada sigue clavada en el suelo, así que sólo puedo ver sus zapatos, hasta que mi amo me llama, con voz ronca.
-De pie, mi amor.
Me tiende su mano y la acepto, me tiemblan las piernas y esta vez no es por la excitación. En sus ojos veo algo nuevo, algo que hasta entonces creía intuir pero seguía escondido. Me coloca en su regazo, atravesada, no me preocupa, confío plenamente en él. Su mano pasea, experta, por mi espalda, mis nalgas, la línea que las separa, mis pliegues y una y otra vez traza el mismo recorrido, hasta dejarme retorciéndome.
-No te muevas –me regaña.
Me penetra con un dedo, apenas entrando y me obligo a tomar aire y calmarme, relajarme e ignorar el placer que me hace pedir más. Hoy no quiero decepcionarlo. Él continúa, unos segundos antes de sacarlo y dejar su mano sobre mi culo. Está caliente.
-Quiero hacerte el amor, Kate. Aquí. –Juega suavemente entre mis nalgas, presionando sobre mi ano. –Quiero que seas mía de todas las maneras posibles.
Dios. ¿Quiere foll… hacerme el amor por detrás? ¿Ahora? Me ha preparado para eso, pero…
-No ahora –añade y la tensión abandona mi cuerpo. Puede que él lo haya notado. –Pero esta noche, lo haré. ¿Lo aceptarás por mí, cariño?
-Sí –susurro. Reprimo las protestas, los miedos y es lo único que digo. Confío en él. Quiero hacerlo, por él y por mí. Quiero ser suya, completamente. Y tienes tu palabra de seguridad.
-Voy a terminar de prepararte –habla en voz baja, tranquilizadora –Con esto –Coloca un plug anal delante de mis ojos, es más grande que los otros, bastante más grande. Asiento en silencio -. Quiero que lo lleves durante al menos un par de horas.
-Se darán cuentan –Objeto, pensando en Matt y en Pam.
-¿Eso te importa más que complacerme? –pregunta, con frialdad.
-No, lo siento, amo –respondo rápidamente. Si hubiera dicho esto unas semanas atrás la inspectora Beckett le hubiera dado un buen bofetón a la sumisa Kate, pero ahora se llevan bien, son una sola. Odio decepcionarlo.
-No lo notarán –dice, tranquilo -. Estarán demasiado centrados el uno en el otro, no te preocupes.
-Está bien –murmuro.
-Ahora sólo relájate… y siente.
Deja el plug a un lado y siento como indaga en mi culo con dedo bien lubricado. Lo desliza con rapidez, para volver a sacarlo y volver a meterlo de nuevo, se siente muy bien. Vuelve a retirarse y ahora mete dos, más despacio. Sus manos son grandes, sus dedos me llenan, suspiro, cada lenta penetración es un golpe de fuego sobre mi clítoris. Sigue, sin prisa y de repente me da un fuerte azote, metiendo ambos dedos de golpe.
-¡Amo!
-¿Te está gustando? –Pregunta, sabiendo de sobra la respuesta. Nadie me ha conocido sexualmente como él, ni primer novio, que me enseñó los placeres del sexo vainilla, ni siquiera mi última pareja, con el que creía que pasaría el resto de mi vida. Rick conoce mi cuerpo, mis reacciones, sabe lo que hacer para llevarme al límite y una vez allí, pasar a otra dimensión. Ahora, cuando lo siento en un lugar tan prohibido, donde nadie antes me había tocado, me doy cuenta de que esta conexión tan fuerte que hay entre nosotros no existiría si él no fuera quien es, un amo. Un dominante. Y un gran hombre.
-Sí, amo.
-Esta noche será aún mejor –promete antes de darme una nueva palmada, más suave que la anterior -. Coge el plug y lubrícalo bien –me ordena. Vuelvo la cabeza sobre mi hombro, sorprendida, pero él se limita a esperar, impasible. Obediente tomo el juguete anal y el lubricante y lo impregno bien, hasta que prácticamente se escurre entre mis manos. –Suficiente, dámelo.
Se lo entrego y cierro los ojos, calmada. Noto el frío del lubricante, se siente diferente sobre el dilatador que sobre sus dedos. –Necesito algo de ayuda, ábrete para mí, Kate.
-¿Qué me…
-Así –me interrumpe y me toma con brusquedad, separándome las nalgas –Mantenlas abiertas.
-Sí, señor –jadeo. Mantenerme abierta estando tumbada bocabajo y atravesada no es precisamente cómodo, pero ahora mismo no es algo que me importe, no cuando la punta del plug empieza a presionar en mi ano.
-Ohh… -suelto un gemido, las sensaciones me invaden, el dilatador entrando, mis manos ofreciéndome voluntariamente para él, su erección presionando bajo su pantalón, el silencio que nos invade, la intimidad… todo es increíble.
-Bien… -susurra -. No puedo esperar a hacértelo yo mismo, estar tan dentro de ti que no te quepa la menor duda de quién es tu amo… darte placer hasta dejarte ronca de tanto gritar… -presiona un poco más, el grosor aumenta, mi cuerpo se resiste, pero continua, implacable. Empieza a doler, pero no es algo que no pueda aceptar, deseo más –respira, Kate –me indica, pasando la mano por mi clítoris –Nunca había estado tan hinchado, bonita –comenta -. Quizás cuando termine con esto me dé un banquete –entra un poco más; gimo -. O puede que coja un vibrador y lo ponga al máximo sobre él –otro poco; jadeo –también podría ordenarte que te masturbaras para mí y me limitase a mirar; ver cómo te corres me vuelve loco.
Dios. En mi culo el juguete sigue haciendo de las suyas, ya no falta mucho, sólo la parte más…
-¡Ay! –Eso duele. Mucho. El amo me acaricia el trasero, relajándome, vuelve a frotar ligeramente sobre el clítoris.
-Ya casi está, pequeña. Respira hondo y tómalo.
No me da otra opción, tomo aire y el mete el resto del dilatador de golpe, quedando solo la base. Estoy confundida, dolorida por una parte y terriblemente excitada por otra. El ardor en mi culo no disminuye, pero mi clítoris… necesito que haga algo.
-Muy bien cariño –dice, orgulloso -. Lo has hecho muy bien –me aparta las manos y mis nalgas se cierra alrededor de la base, estoy sensible. Cierro los ojos e intento moverme, incomoda, teniendo un fuerte azote por respuesta; la quemazón de la piel sólo se suma al ardor -. No te muevas –me advierte.
-Lo siento… pero…
-Quieres correrte ya, lo sé. Normalmente jugaría un buen rato contigo, pero no están esperando así que…
Sin terminar la frase me mete de golpe dos dedos en la vagina y los mueve, dándome otro azote. Despiadado, me penetra una y otra vez alternando azotes en cada nalga y sobre la base del dilatador, enviándome cada vez más cerca del clímax, todo en mi interior se aprieta. Estoy lista para… -No te corras, todavía no –dice, excitado.
Se levanta dejándome bruscamente en la cama echada sobre la espalda, joder, el plug parece hundirse más aún aunque no sea posible, por favor. Lo miro desabrocharse los pantalones y bajarse los boxers de seda, antes de tomarme y acercarme al borde, poniendo mis piernas sobre sus hombros.
-No voy a durar, tenemos prisa y tú ya estás lista –observa -. Así que córrete cuando quieras, cariño.
Y me la mete, de golpe. Es demasiado, la estrechez provocada por el dilatador se siente con cada embestida, yo lo noto, él lo nota, lo puedo ver en su mandíbula, aprieta los dientes, queriendo contenerse un poco más.
-Rick… -gimo su nombre y de repente para, saliendo hasta dejar sólo la punta, bajando mis piernas. Lo miro, excitada y confundida.
-¿Quién soy para ti ahora mismo? –me dice, frotando cruelmente sobre mi clítoris.
-Amo, amo, lo siento, por favor, por favor –suplico y me mira satisfecho antes de volver a embestir, rápido.
-Rodéame con las piernas –cuando obedezco él me toma y empieza a hacérmelo de pie, sin necesitar apoyarse. Sus manos frotan sobre mi culo, caliente por los azotes y por el sexo frenético, el plug me está volviendo loca, siento su miembro más grande y duro que nunca. –Vamos pequeña –murmura, por el esfuerzo -. Córrete para mí.
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Como extrañaba este fic! no tardes tanto en actualizar, me gusta la actitud de kate tan entregada a rick y asumiendo su papel de sumisa al 100%
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Wao me emcantó,
Sigue pronto, ahora tendré que volver a leer el otro
Para ver como es que camina kate, jajaajajjsjajajaja, sigue
Sigue pronto, ahora tendré que volver a leer el otro
Para ver como es que camina kate, jajaajajjsjajajaja, sigue
chelcas- Escritor - Policia
- Mensajes : 1437
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Edad : 31
Localización : México
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Madre mia como me as dejadooo sigueee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Capítulo 43
-Quédate quieta.
Rick intenta no reírse de mí, si no estuviera conduciendo le daría un codazo. Maldita sea, no vuelvo a dejar que me ponga esa cosa en el trasero, es imposible quedarme quieta en el asiento del coche. Ni caminar cómodamente. Se van a dar cuenta y más ellos, que están acostumbrados a esas cosas. Esta me la pagas, amo.
-En serio, para, parece que tienes pulgas.
-¡Pues deja que me quite esto!
-No.
-No lo aguanto, por favor, quiero quitármelo -¿Por qué coño estoy rogándole a un hombre para quitarme un tapón del culo?
-Si tan horrible es tienes una palabra de seguridad, ¿recuerdas? Manzanas.
-¡Manzanas, plátanos, naranjas, cerezas, fresas, uvas! ¡Dios, no puedo más!
-Exagerada… -Lo fulmino con la mirada, él chasquea la lengua y para a un lado de la carretera. –Bien, arrodíllate sobre el asiento, dándome la espalda.
-¿Qué?
-Voy a quitártelo.
-¡Aquí!
-Tú eres la que no puedes aguantar.
-¡No vas a quitarme esta cosa aquí! ¡Estás loco!
-Ahora no pasa nadie –dice, aburrido.
-Estás de coña –lo miro, incrédula.
-¿En qué quedamos, te lo quito o no?
-¡Aquí no!
-¿Entonces dónde? ¿En el refugio, delante de los bichos? Nunca me ha interesado la zoofilia, Kate –. Se está burlando de mí. Reprimo un "vete a la mierda" y me cruzo de brazos, como una cría. –Nos están esperando… -canturrea.
-Arranca –mascullo entre dientes.
-Buena chica.
Imbécil.
El refugio me deja con la boca abierta, o lo haría si no estuviera demasiado centrada en caminar sin imitar al pato Donald. Al sexto paso sencillamente no puedo más y lo agarro bruscamente del brazo, tirando de él hasta encontrarnos detrás de unos árboles. Miro alrededor, parece que nadie nos ve.
-Quítame esto. Ahora.
-Esto también es un sitio público, cariño –comenta, divertido.
-Me lo quitaré yo –gruño, librándome de las bragas -¿Me las sostienes? –digo de mal humor.
-Será un placer. –Su tonito burlón me saca de quicio, pero tengo otras cosas de las que ocuparme. El problema es que no tengo ni idea de cómo quitarme esto. –Prueba a hacer fuerza, como si estuvieras…
-¡CALLA! –Él entrecierra los ojos, serio.
-No me gusta ese tono, cariño.
-Perdone usted, su graciosa majestad.
-Apóyate contra el árbol –me ordena, guardándose las bragas en el bolsillo. Lo miro, con desconfianza, él resopla.
-Obedece o te dejo con eso hasta que publique mi nueva novela.
-Cabrón. –Pero sé que no amenaza en vano así que me vuelvo, apoyando las manos sobre la áspera corteza del árbol, separando las piernas.
-Agáchate un poco, deja el culo en alto.
-Dios, no puedo creer que esté haciendo esto aquí –suspiro, aunque en parte me gusta la idea. Me coloco como me ordena, dejando que él termine de acomodarme. Espero, pero antes de que me de cuenta me propina un fuerte azote. -¡Ay!
Dolorida me froto sobre la zona golpeada, lo miro por encima del hombro: -¡A qué ha venido eso!
-Si gritas a tu amo conseguirás unos azotes –se limita a responder –Vuelve a colocarte.
-Pero…
-Kate, haz lo que te digo, ahora.
Resignada y sabiendo que esto es parte del juego me giro y cierro los ojos, soportando cinco palmadas más, avergonzada de que me esté haciendo esto al aire libre y también excitada, para que negarlo. Me frota ligeramente, calmando el escozor y me da un beso en el hombro, sobre la tiranta del vestido. –Bien mi amor, espero que esto te sirva de recordatorio. Tu cuerpo es mío siempre, en cualquier lugar.
-Sí, amo –susurro.
-Ahora relájate –murmura -. Voy a quitarte el plug, no te tenses.
Con cuidado y mucha paciencia lo quita, sintiéndome rara cuando el juguete abandona mi trasero. Me acaricia, haciendo círculos alrededor, esperando unos minutos a que me sienta mejor. -¿Mejor?
-Creo que sí. –Decirle que ahora me siento vacía después de la que le he armado para que me quite el puñetero chisme sería la gota que colma el vaso, pero yo no sabía qué me iba a sentir así, es extraño.
-Esta noche te llenaré yo mismo –dice en mi oído -. Mientras me gusta que te sientas así, como si necesitaras algo…
-¿Cómo lo sab…
-Leo tu cuerpo –me recuerda -. No tendrás que esperar mucho, cariño –promete. Se agacha y me desliza las bragas por las piernas, bajándome después el vestido. Al volverme veo como sus ojos están oscurecidos, excitados, me toma de la barbilla, acercando su boca a la mía -. Hoy serás completamente mía. Para siempre.
No añade nada más, me toma de la mano y se dirige al coche, donde deja el dilatador antes de guiarme hacia la enorme mansión, utilizada ahora como hogar para animales abandonados. En la entrada un hombre joven se presenta como Michael y nos dice que le acompañemos, ajeno a lo que acaba de pasar unos metros más allá. Nos lleva hasta un espacio patio porticado con jaulas bajo los soportales. Junto a una de ellas, Pam y Matt se besan, con ímpetu, como si no hubiera nada más alrededor. Hasta que cierto idiota, más conocido como "amo", "señor" o Castle para los que no conocen su lado pervertido los interrumpe, ganándose una mirada enojada de su amigo antes de volver a hablar con ella, creo que sobre una perra. Luego se vuelve hacia nosotros y su mirada se clava en la mía:
-¿Has sido mala, nena? –Se burla en voz baja, sabiendo que no responderé con su empleado a dos pasos más allá. Dos segundos después se dirige hacia su sumisa, preguntándole si quiere ver a los cachorros, pero antes de seguirlos un perro me llama la atención. Me recuerda a otro perro al que vi hace mucho tiempo…
-¿Cómo se llama ese?
-Royal –responde Michael, pasando a enumerar sus cualidades. Rick me mira con curiosidad.
-¿Estás pensando en adoptar un perro? –Niego, tristemente, aunque tener a un ser peludo que me espere al llegar del trabajo no estaría mal…
-No… estaría demasiado tiempo solo, es sólo que, me resulta familiar.
Restándole importancia sigo al resto; Michael nos guía hasta el patio de los cachorros; allí la pareja nos deja con el cuidador: Matt se lleva un cachorro que al parecer está herido y Pam lo acompaña. Unos segundos después Michael se disculpa y también se marcha, dejándonos solos. Me vuelvo hacia Rick.
-¿Matar a otro amo está permitido dentro de vuestro mundo? –Pregunto, recordando la mirada burlona del pelirrojo, molesta.
-Sólo si no te cogen –responde, divertido, tendiéndome un cachorrito. Al instante olvido el enojo y me dedico a jugar con el animal, lanzándole una pelota. El perrito corre a por ella antes de volver y dejarla en mis pies, meneando el rabo.
-Eres una monada.
-¿Tuviste mascotas de niña?
Me sorprende con esa pregunta, niego. – Mi madre era alérgica a casi todo. ¿A qué viene eso?
-Curiosidad. Apenas sé nada de ti… de como eras antes de que te hicieras policía. Déjalo, es sólo una tontería.
-No… está bien. Me hubiera encantado tener un perro o un gato y a mi madre también, pero con su alergia era imposible, se ponía malísima. ¿Y tú?
-Alguno hubo.
Nos quedamos en un cómodo silencio, jugando con los cachorros, intercambiando miradas, hasta que Matt y Pam vuelven, cabreados.
-¿Va todo bien? –Pam asiente, estoy por dejarlo pasar, pero Rick suelta una carcajada.
-¿Te ha meado el perro encima? –Señala el pantalón del pelirrojo, quien responde de la forma más borde posible, teniendo por respuesta una burla de Pam. Él la fulmina con la mirada y le ordena seguirle, pero ella se da la vuelta, ignorándole y se marcha. Antes de que Matt la siga lo detengo y le digo que me deje a mí.
Al parecer el problema está relacionado con Audrey, una perrita maltratada a la que ella quiere adoptar, pero el veterinario no parece muy conforme. Indignada ante la posición del pelirrojo quiero intervenir cuando éste aparece, seguido por mi amo, pero Rick no me lo permite, callándome con un beso de esos que te dejan sin aliento. Parpadeando por la sorpresa lo dejo arrastrarme hasta la gatera, dice algo como que quiere llevarle un compañero para Isis. Allí, me deja a un lado y se sienta en el suelo.
-Déjalos, cariño, Matt sólo quiere que Pam saque su carácter. Desde lo que le pasó apenas se valora a sí misma, tiene que volver a defenderse.
-¿Entonces dejará que se quede con Audrey?
-Supongo que sí.
-¿Y eso de que vas a adoptar un gato?
-Son adorables, ¿no te parece?
Los gatos se acercan a él sin temor y empiezan a trepar por su cuerpo; Rick los recibe, mimoso, tatareando algo, acariciándolos, feliz. Cuesta creer que sea el mismo hombre que un rato antes me estaba metiendo un dilatador en el culo.
-¿Lo sabías? –La pareja ha vuelto, todo el enojo desaparecido. Matt me mira, extrañado; Pam parece tan asombrada como yo.
-Sois una monada, no sé con cual de vosotros quedarme… -Rick sigue a lo suyo.
-Nunca más podré tomarlo en serio como amo –observo.
-Yo tampoco –responde Pam.
-Rick, tío, estás echando tu fama a perder.
Él continúa hablándoles en voz baja, al final la situación empieza a darme miedo y me marcho, siguiendo a Pam. Fuera ella me mira, divertida y al final acabamos las dos a carcajadas.
-El mismo hombre que me azota el culo y me folla como un animal acuna gatitos. Da mal rollo.
-Míralo por el lado bueno, el día en que te apetezca una zurra sólo tienes que recordarle este momento.
-Hablando de zurras, ¿qué tal tu culo?
-Aún duele –respondió, haciendo una mueca -. Pero eso es lo de menos, el muy cabrón después se dedicó a ponerme cachonda y dejarme a medias.
-No se te ha notado nada –observo. No creo que sea necesario decirle que yo me siento igual… aunque el momento gatuno ha acabado con mi libido.
-Al entrar y ver a los perros se me ha pasado el subidón –se encoge de hombros -. Pero ahora… esto de no llevar bragas y que me dé el aire ahí abajo no ayuda nada.
-¿Necesitas que te calme un poquito, nena? –Matt aparece detrás de ella, una sonrisa de satisfacción y orgullo masculino en el rostro. Pam se muerde la lengua. Miro hacia la mansión:
-¿Dónde está Rick?
-Terminando de rellenar los papeles de la adopción de Alexis.
-¿Alexis? –repetimos a la vez
-La gata que acaba de adoptar. Pelirroja y con los ojos azules, a mí me recuerda mucho a Martha.
-¿Ha adoptado a un gato que se parece a su madre? –Pam lo mira, perpleja.
-¿Conocéis a su madre?
-Claro –responden los dos. Asiento, tratando de ignorar de nuevo esa sensación de que ellos se conocen desde hace siglos, mientras que yo sólo soy una mujer a la que conoce desde hace unas semanas. Pero le importas y lo sabes –Mira, ahí viene tu amo. –Lleva envuelta en una manta a una gatita de poco más de tres meses, mirándola embobado, los ojos tiernos. –Esto empieza a darme miedo hasta a mí –comenta Matt, tirando de Pam para conducirla hasta el coche.
Rick me da un beso y me pide que coja al animalito para dirigirse al otro coche, durante apenas unos segundos. Después me abre la puerta del copiloto y me indica que me siente, con la gata en brazos. La verdad es que es una monada.
-¿Te gusta?
-Es bonita –me limito a decir, queriendo evitar sus ojos escrutadores.
-Es para ti.
-Espera, ¿qué?
-¡Sorpresa!
-Pero… dijiste que era para hacerle compañía a…
-Tenía que disimular. Es tuya, Kate.
-¿Por qué?
-¿No la quieres? –pregunta. Por primera vez lo veo dubitativo, incluso dolido. Niego, rápida.
-Claro que la quiero, no me lo esperaba pero…
-Dijiste que no podías tener un perro porque pasaría mucho tiempo solo… los gato son más independientes, pero puede quedarse en mi apartamento con Isis hasta que sea un poco más mayor…
Ha pensado en todo, pienso, aún aturdida. -¿Por qué me la regalas? –acierto a decir.
-Porque quería devolverte algo por todo lo que tú me estás dando –responde -. Y por lo que me vas a dar esta noche.
Esta noche… bajo la mirada, concentrándome en el gatito que se ha acomodado sobre mis rodillas, las patas delanteras escondidas bajo su cuerpo. Por todo lo que tú me estás dando…
-Kate, ¿estás bien? –Me mira preocupado. Acaricio al animal, que ronronea y me estiro, sin molestarla, para tomar un beso de mi amo.
-Gracias –murmuro en su boca.
-Siempre.
El resto de la tarde lo pasamos tranquilos él y yo en la casa, con Always –me he negado a llamarla Alexis (nombre elegido por mi amo en honor al personaje de una serie de televisión, personaje que yo detesto) y tras mucho pensarlo me he decidido por Always… que se me antoja… especial. A él le ha parecido bien -. Matt y Pam se han ido antes de lo previsto, al parecer a ella le ha surgido algo en su tienda y él por supuesto no ha querido que se fuera sola. Al principio Rick y yo nos hemos ofrecido a acompañarlos, preocupados, pero la anticuaria le ha quitado importancia.
-Pruébalo.
Rick me tiende una copa de vino, interrumpiendo mis juegos con la gata. Obediente tomo un sorbo y saboreo el líquido. Afrutado, delicioso. Bebo un poco más antes de mirarlo, sonriente:
-¿Intenta emborracharme, amo?
-No sé cómo puedes pensar eso de mí, cariño –responde, divertido. Entusiasmada le quito la copa de la mano y me siento a horcajadas sobre él, tomando la iniciativa, sorprendiéndole. Empiezo a besarle, en la boca, la mandíbula, muerdo el lóbulo de su oreja, desabrocho dos botones de su camisa… -Kate, amor, esper…
-Oh, por favor, déjame llevar el control por una vez, aunque sean cinco minutos –le ruego.
-Te doy diez, ¿pero podríamos ir a un sitio donde ella no nos mire?
Ella son dos ojos felinos azules que nos miran fijamente. Vuelvo la mirada hacia Rick, quien espera.
-Sí, mejor.
Rick se levanta, llevándome consigo hacia el cuarto de juegos, donde sé que no voy a tener ningún control. Lo miro, con cierta indignación, pero antes de que pueda protestar me deja en el suelo, sentándose en la cama.
-Diez minutos, Kate.
Suficiente para volverte loco.
Lamiéndome el labio camino hacia atrás, abro la cómoda de los juguetes, esos que para mis manos están prohibidos, pero hoy no. Durante diez minutos. Miro en los cajones, pensando, ¿qué puedo usar para que enloquezca? Y entonces lo encuentro, justo lo que necesito…
Al volverme él me observa, sorprendido, sus ojos pasan de mi rostro a la mecha de la vela que llevo despacio hacia él, no quiero que se apague. Lo oigo tragar saliva; es divertido.
-Kate… aunque no te lo creas, no tengo mucha resistencia al dolor.
-Hombres… -lo miro burlona -. Sois tan poco resistentes…
-Te quedan ocho minutos –me recuerda, dedicándome una mirada que promete consecuencias. Deliciosas consecuencias.
-Desnúdate –le ordeno. Él se levanta, desabrochando los botones de su camisa, despacio. Chasqueo la lengua –Más rápido.
-No te pases –me advierte, pero obedece y termina, quedando completamente desnudo, su pene apuntando hacia mí.
-Túmbate.
-Cielo… tengo miles como esa… -Y las pienso usar como acerques esa llama a mi polla. No lo dice, pero lo deja intuir. Tratando de no reír, dejo la vela con cuidado sobre una mesita y empiezo a desnudarme, quitándome el vestido, el sujetador, quedando sólo en bragas. El amo "destronado" no se pierde ningún detalle, ni de mis pezones, que pellizco hasta dejarlos erectos y deseosos de sus manos, ni de mis dedos, que se pierden dentro de la lencería. Me acaricio despacio, gimiendo, me noto hinchada y mojada, él sigue mirando, anhelante.
-¿Quieres esto? –Saco los dedos y se los acerco a la boca; Rick los lame, uno a uno, mordiéndome antes de volver a dejarlos libres.
-Cinco minutos –susurra.
-¿Qué podría hacer con esto? –Tomo la vela y me enfrento a él, que niega.
-Ni se te ocurr…
Pero sorprendiéndole y sin dejarle acabar dejo caer un par de gotas de cera, no sobre él… sobre mí, concretamente sobre mi pezón. La sensación me hace gritar, duele, pero cada chispa de dolor va hasta mi clítoris, es…
-Hazlo otra vez –murmura. Esta vez no mira mis pechos, ni mis manos, ni la vela, sólo se centra en mi rostro, se pierde en el placer que ve en mis ojos, en mi boca…
Tentativamente, temiendo y deseando el dolor a la vez, dejo que otra gota caliente caiga sobre mi otro pezón; cierro los ojos, un gemido muere en mi garganta.
Rick se levanta, intenta quitarme la vela, dejar el juego que lo está volviendo loco sin necesidad de tocarlo. Darme placer para él es una tortura si no puede tocarme, si no puede aliviarse –Aún me quedan tres minutos.
-¿Quieres matarme? –protesta.
-Siéntese, señor Castle.
Obedece, a regañadientes, callando sus protestas cuando le arrojo las bragas a la cara, quedando desnuda. Sacudiendo la cabeza se las quita y abre la boca, desmesuradamente; la llama está cerca de mi clítoris, siento el calor, pero por mucho que quiera seguir con este juego no me siento capaz de llegar tan lejos, no si él no me… Ahí está la sumisa otra vez.
-¿Necesitas algo? –pregunta en voz baja, reclamando mi atención. No se burla, ni se rie, me mira con deseo, veneración y… admiración. –Pídelo, cariño.
-Necesito más de esto –susurro. Asiente, me tiende la mano y me empuja con suavidad, acostándome en la cama, sin dejar de mirarme a los ojos. Con una mano sostiene la vela y con la otra juega ligeramente entre mis pliegues, encontrando su objetivo; mi vagina se aprieta ante las caricias, apenas me roza, sólo las yemas de sus dedos juegan a los lados de mi clítoris, lo rodean o presionan sobre él, una, dos… más, necesito más.
-Estás lista –afirma más para sí que para mí -. –Apóyate sobre tus codos, quiero que veas esto.
Atenta miro donde su mano sigue jugando despacio, manteniendo mi cuerpo despierto, rogando por más. Lento, me penetra con un dedo, inclinándolo antes de volver a sacarlo. Una, dos, tres… entra y sale, cuatro… cinco… seis… y entonces…
-Ahhhhhh –Nada puede asemejarse a esto. El calor más ardiente se apodera de mí y todo por esas pequeñas gotas que caen sobre mi clítoris. Siento como si estuviera en una nube, flotando, apenas puedo verle, sólo puedo sentir; más cera cae y el placer aumenta, ya no duele, nada, sólo queda el placer.
-Kate. –Escucho su voz, lejana, me cuesta enfocarlo. –Vuelve conmigo, cariño.
-¿Qué… que fue eso? –No puedo llamarlo orgasmo, esto es algo más, algo que nunca antes había sentido. El amo me acaricia la mejilla, sonriendo.
-Ocurre a veces, cuando las sensaciones son muy intensas, ya sea dolor o placer… la sumisa se siente como trasladada a otro lugar… el subspace. Normalmente es necesaria más estimulación pero tú… siempre me sorprendes, cariño.
-Ha sido increíble.
-Eso dicen –Me besa, siento sus labios suaves sobre los míos, aún me siento un poco desorientada, pero no cambiaría esta sensación por nada. -¿Lista para más?
-Dame un minuto –respondo, disfrutando de su carcajada. Rick se aleja y va hacia la dichosa cómoda, me pregunto qué va a coger ahora… me sólo vuelve con un pequeño vibrador y un bote de lubricante. Sexo anal, ¿recuerdas? Creo que quiero volver al subspace.
-Vamos a hacer esto, muy, muy despacio –Su tono ha cambiado, sigue siendo amable pero ahora parece diferente, autoritaria, firme. –Colócate sobre la mesa, sobre tus rodillas –me ordena, señalando con una cabezada la mesa acolchada. Aún me tiemblan las piernas pero voy hacia allí, arrodillándome, con la cabeza gacha. –Voy a quitarte todo el control –murmura -. Primero voy a atarte, después te azotaré durante un rato, sin palas ni fustas, sólo con mi mano, mi piel chocando sobre la tuya… -Dios, sólo hazlo. Sus palabras hacen que mi cuerpo vuelva a racionar, lo necesito, sus manos sobre mí, su miembro dentro de mí, por favor. –y luego te haré completamente mía. –Un dedo bien lubricado indaga entre mis nalgas, me penetra, lento pero sin parar; más, por favor, más. Pero él se retira y tomando las esposas me ata los tobillos, dejando mis piernas ligeramente separadas. Tomando unos cojines los coloca bajo mi estómago y me hace inclinarme sobre ellos, mi culo queda bien alto para él. –Las manos –exige. Las coloco sobre la mesa, sin temor, disfrutando al oír el chasquido de los grilletes cerrándose alrededor de mis muñecas, forradas de cuero por dentro. –Veamos… -se aparta, mirándome y niega. Lo sigo con la mirada, sin poder moverme, preocupada. Busca algo en el último cajón y vuelve con una gran correa que coloca sobre mi espalda, empujándome sobre los cojines; ata la correa a la mesa, aprisionándome, limitando mis movimientos, tengo que apoyar una mejilla sobre la base acolchada. Ahora sí que me siento restringida. Y eso hace que me moje aún más. –Ahora estás preparada. Recuerda amor, tu palabra de…
-Manzanas, manzanas, lo sé y si necesito parar un momento, naranja. Lo sé, amo, ahora por favor, ¿puedes zurrarme?
Suelta otra carcajada y negando con la cabeza se agacha, hasta quedar a mi altura. –Kate… -aún riendo me toma de la barbilla para reclamar un beso que no puedo, ni quiero negarle. -¿Necesitando unos azotes, cielo?
-Sí, amo –susurro.
-Disfruta, cariño.
Uno tras otro los azotes caen sobre mi trasero, fuertes, duros, dominantes. Cada nalgada arranca un gemido de mi boca y más fluidos humedecen mi vagina y pliegues. El dolor es delicioso, tan placentero… estoy ardiendo por dentro y por fuera. –Mira ese rojo… -murmura, parando, posando las manos sobre ambas nalgas, apretándolas, aumentando el dolor y el placer. Una mano baja y acaricia mi entrada -¿Deseas algo aquí, Kate? –pregunta; siento dos dedos indagando en mi vagina, pero sin profundizar; uff…
-Sí, por favor, señor, necesito… algo. –Lo que sea.
-Estás siendo tan buena… -No tengo tiempo a decir nada, introduce el vibrador en mi vagina y lo enciende.
-Dios…
-Vamos a dejarlo al tres… por ahora –Habla en voz baja, sexy, dominante. Deja el vibrador en mi interior, colocado de tal forma que las vibraciones golpean una y otra vez sobre el punto G; me retuerzo, lo que me permiten las ataduras y vuelve a empezar. Otra lluvia de azotes cae sobre mi culo, ahora más fuertes que antes.
-Amo… amo… ohh…
-Vas a correrte, Kate, para mí… -Otro azote, más vibraciones, nalgada, vibraciones… -Ahora. –Y una última palmada me lleva al orgasmo, el dolor enviando chispas de placer por todo mi cuerpo. El no poder moverme, las vibraciones, su dominación todo se une para dejarme temblorosa sobre la mesa, cansada y aun así… deseosa de…
-¡Rick!
Nerviosa siento como esparce una gran cantidad de lubricante entre mis nalgas, penetrándome con dos dedos a la vez. Deja el vibrador al uno, aún siento como mi vagina se contrae a la par que él retira y vuelve a meter los dedos en mi ano, despacio y profundo.
-Shh… no te tenses –murmura, acariciando mi espalda, retirando los dedos, sustituyéndolos por la punta de su erección. –Ahora vas a ser mía, cariño.
Lentamente siento como su pene cubierto con un condón va atravesando el anillo de músculos; me muerdo los labios y cierro las manos en puños, no quiero quejarme, pero duele. –Así, pequeña, así, un poco más. –Echándose ligeramente hacia atrás empuja de nuevo con más fuerza, introduciendo la cabeza completamente, arrancándome un grito.
El amo no se mueve, frota mis nalgas con suavidad y retira el vibrador de mi vagina, dejándolo ahora apoyado sobre mi clítoris, demasiado sensible. De repente el placer de las vibraciones se funde con el dolor, confundiéndome. –Eso es… ¿te gusta?
-No… no lo sé...
-Recuerda tu palabra de seguridad –dice y vuelve a empujar, despacio pero esta vez sin parar, hasta que se entierra profundamente dentro de mi culo. Joder, es demasiado. –Ah… Kate, dios, no voy a poder contenerme.
Para él debe ser algo increíble, pero yo sigo sintiendo mucho dolor… y aun así no quiero decepcionarle, quiero complacerle, a pesar del… -No pareces disfrutar de esto, cariño… vamos a solucionarlo.
Abro la boca para preguntar pero no me da la oportunidad de decir nada y de repente las vibraciones, antes suaves sobre mi clítoris, suben, haciéndome gritar, sobrepasándome. Ahora el ardor que noto en mi ano se vuelve increíble, me siento estirada y el dolor es bueno, muy, muy bueno. Todo dentro mí se aprieta y mi vientre se contrae. –Mucho mejor –murmura y se retira, embistiendo de nuevo, rápido.
-¡Amo!
-Vamos a arder, cariño. Juntos. –Y vuelve a echarse hacia atrás; las vibraciones siguen golpeando sobre mi clítoris y él sigue embistiéndome una y otra vez, chocando contra mis nalgas, calientes por la azotaina. –Sí, sí, sí… -Cada embestida me vuelve loca, quiero más, más de él, más fuerza, más dureza, más control… Su miembro está más duro de lo que nunca antes lo había sentido, ha sido mucho tiempo preparándome para esto, deseando poder tomarme así, deseando hacerme disfrutar de ello. La sensación, antes tan dolorosa ahora es… Todo se funde en algo tan erótico que nos lleva a él y a mí a un punto donde por fin nos sentimos como uno solo. Donde alcanzamos el orgasmo y ardemos. Juntos.
-¡KATE! –Grita mi nombre en una última poderosa embestida que lo termina todo; cae sobre mí, agotado; yo apenas puedo hablar, me falta el aire. Haciendo un gran esfuerzo apaga el vibrador y se aparta, dejándome dolorida y vacía, pero satisfecha y una a una suelta las ataduras, cogiéndome en brazos. Rodeo su cuello con ambos brazos y apoyo mi cabeza en su pecho, me besa en el pelo, antes de dejarme sobre la cama, acostándose a mi lado.
-Kate, yo… -Me mira, su mano en mi pelo me acaricia, dulce, tierno, sus ojos no se apartan de los míos, abre la boca, las palabras no le salen, un dedo mío sella sus labios.
-Tranquilo. Yo también.
A veces no hace falta decir nada para decirlo todo.
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Wao, wao, wao, me encanta,
Sigue
Sigue
chelcas- Escritor - Policia
- Mensajes : 1437
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Edad : 31
Localización : México
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Agüita
Impresionante
Impresionante
femesiana- Escritor novato
- Mensajes : 24
Fecha de inscripción : 06/03/2014
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Sigueeee me encantaaa
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Cada capítulo supera al anterior!! Por que tardas tanto en actualizar?? Aún así vale la pena la espera!!quien diria kate tan entregada en el papel de sumisa!
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Sólo comentar que me lo he leído TODO en una tarde (capítulos y comentarios). ¡ME EN-CAN-TA! Continúa pronto, please.
Smarties- Escritor novato
- Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 11/11/2011
Edad : 32
Localización : Las Palmas de Gran Canaria
XiaoRK- Escritor novato
- Mensajes : 12
Fecha de inscripción : 20/01/2014
Edad : 24
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Sigue por favor me encanta tu fic
fancastlefati94- Escritor novato
- Mensajes : 30
Fecha de inscripción : 20/03/2013
Edad : 30
Localización : castellon
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Perdón por la tardanza, es que apenas me paso por el foro. Dos capítulo como compensación:
-Buenos días.
El susurro lo hace despertar, se incorpora, parpadeando, enfocando los ojos en mí; sus labios se curvan hacia arriba.
-Buenos días.
Dejo cuidadosamente la bandeja con el desayuno sobre sus rodillas y me siento a su lado, robándole un beso. Rick me responde antes de soltar una carcajada, señalando a nuestros pies. Isis da un salto y con esa dignidad de gato de raza pura camina hacia nosotros. Aún en el suelo Always se esfuerza por alcanzar la cama, sin rendirse a pesar de su torpeza. Al final me estiro y la cojo en brazos, colocándola junto a nosotros, provocando un bufido por parte del otro animal. Rick la regaña.
-Sé amable con el nuevo miembro de la familia.
Me pregunto si se refiere a mi nueva mascota o a mí. Prefiero no preguntar, así que tomo una taza de café; él empapa las tortitas en sirope de chocolate antes de llevarse un buen trozo a la boca, manchándose la comisura de los labios, relamiéndose después. –Es el mejor desayuno que he tomado nunca –dice, con la boca llena.
-Venga ya, ¡me vas a decir que nunca antes habías desayunado tortitas!
-Saben mejor cuando te las prepara una preciosa mujer –responde alzando las cejas.
-No hagas eso –lo regaño.
-¿Hacer qué?
-Provocarme.
-¿No te gusta? –se burla.
-No cuando voy a tener que ir trabajar en –miro mi reloj –media hora.
-Media hora da para mucho –responde, travieso. Niego, levantándome antes de que me atrape.
-Me tengo que duchar. No quiero llegar tarde, no voy a darle motivos al capitán para que cambie de opinión. –Tras mis "vacaciones" Montgomery ha accedido a dejarme volver hoy, pero con la condición de que me limite al papeleo por al menos un par de días. No me ha hecho mucha gracia, pero es mejor que nada.
-Aguafiestas –murmura.
-¿Sabes? –Lo miro con picardía –Es una lástima que no haya por aquí un hombre imaginativo que sepa cómo convertir un aburrido día de papeleo en una sesión… divertida.
Él abre la boca, cerrándola antes de cambiar a esa mirada de amo que me vuelve loca. –Oh sí, es una verdadera pena. Aunque…
-¿Sí?
-Puede que conozca a un tío que sepa transformar una sesión de papeleo en una… caliente sesión.
-¿En serio?
-Ve al cuarto. Hay una caja dorada sobre el sillón, tráemela. Y nada de mirar.
Corro, más bien vuelo y en menos de treinta segundos estoy de vuelta. Él señala su lado de la cama y coloco la caja ahí, esperando, ansiosa. Rick simplemente la deja donde la he puesto y toma su taza de café. -¿No tenías que ducharte? –pregunta tras un momento.
-Imbécil –mascullo antes de entrar en el baño.
Ya duchada salgo desnuda, con el cabello aún mojado, cepillándomelo. Rick se despide de alguien por teléfono y me observa. –Era Matt –dice.
-Creía que no quería que lo molestásemos por unos días -. Eso fue lo que dijo el domingo pasado, tras estar a punto de joder su "lo que quiera que tenga" con Pam. Han pasado ya dos días desde entonces y no sabíamos nada de ellos. A veces una pareja necesita intimidad.
-Ya bueno… llama para aclarar que los días se van a convertir en dos semanas. Se la lleva a España.
-¿España?
-Ajá. Ella necesita unas vacaciones después del desastre en la tienda y… al parecer han hablado con una dominatrix española, la dueña de un club privado en Madrid. Quizás el cambio de aires la ayude a relajarse.
-¿Se sabe algo del ataque a la tienda?
-El cabrón del ex lo niega todo. No hay pruebas, así que…
-Se librará –mascullo, luego sonrío -. Es una suerte que conozca a algunos tipos en la cárcel. Supongo que a ese hijo de puta no le vendría mal una visita.
-Mi vengativa inspectora –susurra, tendiéndome la mano. Ha dejado la bandeja en la mesita, así que me coloca sobre su regazo, atrapando mi labio entre sus dientes. -¿No quieres saber que hay en esa caja?
-¿Me lo vas a decir ahora?
Él abre la tapa y saca una bala vibradora, plateada. La cojo, sin disimular mi decepción. Tanto suspense para esto… Rick disimula una risa.
-No pareces muy emocionada –comenta, cogiendo el juguete -. Esto, cariño, es una maravilla que cuesta 300 dólares.
Lo miro con la boca abierta -¿Estás de coña?
-¿Sabes por qué es tan caro? –pregunta, divertido -. Porque con esto un amo tiene el total control de su sumisa. Con esto en tu coño y el mando en mi mano, puedo provocarte desde la otra punta de la ciudad, durante horas, hasta que te hayas corrido tantas veces que no puedas ni andar... más entretenido que el aburrido papeleo, ¿no crees?
Trago saliva, moviéndome incómoda por la humedad que se acumula entre mis piernas. -¿Y si quisiera quitármelo?
-No lo harás sin mi permiso –responde tranquilamente -. Y no porque lo diga yo, sino porque tú misma no querrás hacerlo. Ahora… no te muevas.
Tantea entre mis piernas, rozando mis labios, ligeramente hinchados; abofetea con poca fuerza el interior de los muslos, separándolos. –No parece que vaya a necesitar lubricación –dice rozando la bala entre los pliegues. Lo introduce poco a poco, hasta dejarlo bien adentro.
-No se caerá… -digo. Él entrecierra los ojos.
-¿Crees que dejaría que hicieras el ridículo en tu lugar de trabajo? –pregunta.
-Supongo que no.
-Velo por tu bienestar, Kate –dice, rozando sus dedos sobre el clítoris –No lo olvides. Si no puedes soportar el juego sólo mándame un mensaje al móvil y lo apagaré.
-¿En serio?
-Cuando un amo y una sumisa mantienen una relación estable llega un momento en el que él no tiene que recordarle cada dos por tres que hay una palabra de seguridad que lo para todo. Tú y yo aún no estamos en ese punto, pero llegaremos. Mientras tanto te lo diré siempre que juguemos, así te sentirás más segura.
-Me gustaría llegar a ese punto –digo en un bajo gemido; él no para de tocarme.
-Pronto –promete con una última caricia, antes de mirar el reloj -. Tú tienes que estar en comisaría en diez minutos y yo tengo una reunión con mi editora. Así que… arriba.
Dejo una nueva carpeta en el escritorio conteniendo un jadeo. El muy cabrón ha subido otra vez las vibraciones, me siento empapada. Cuento, uno, dos, tres… joder… cuatro, cinco, seis y paran. Mantiene el compás desde la última media hora, torturándome. Tampoco ayuda que el aire acondicionado de la comisaría esté estropeado, aumentando la sensación de calor. Cruzo y descruzo las piernas, mirando nerviosa a mi alrededor, nadie me presta atención.
-¡Eh, Beckett! –Ryan se acerca a mí, lleva una caja con donuts. Me tiende uno de frambuesa antes de mirar la silla vacía junto a mi escritorio -¿Dónde se ha metido su sombra?
-Tenía una reunión –respondo sin entusiasmo ganándome una sonrisilla por su parte -¿Qué?
-Nada… cualquiera que no te conociera diría que el escritor te ha llegado… muy hondo.
No lo sabes tú bien.
-¿No tienes que trabajar?
-La verdad es que no, no hay ningún caso por resolver, el papeleo está terminado…
-¿Y el caso…
-Beckett, no. Montgomery nos ha prohibido hablarte de eso. Aunque –añade bajando la voz -. Cuando atrapamos al malo por error la rodilla de Esposito acabó en la entrepierna de Raglan…
-¿Por error? –sonrío. Él se aleja, divertido.
Muerdo el donut y me relamo, el relleno de frambuesa está delicioso, los donuts pueden ser mejor que el sex… Joder, otra vez no. Un gemido fuerte se me escapa de entre los labios y Ryan y una agente se giran, con curiosidad. –Ohh… -Dios, Rick me vas a matar –DeliciOSO –Aprieto el puño por debajo del escritorio, las vibraciones golpean justo sobre el punto G, la bala parece mucho más grande con todo apretado ahí abajo. Estoy a punto de correrme a pocos metros de mis compañeros de trabajo y de mi jefe y… Espera. Estoy a punto de correrme con Montgomery a unos pasos y me da igual. Quiero ese orgasmo. Quien me ha visto y quién me ve… sólo necesito controlar…
No puedo pensar, no cuando todo mi cuerpo está tenso, desesperado por esto. Una gota de sudor corre por mi frente, cierro los ojos, me muerdo el labio con fuerza y…
-¿Beckett, estás bien? –Espo me mira, preocupado. No puedo hablar, no cuando todo mi cuerpo tiembla y mi vagina se aferra a esa bala. De repente las vibraciones desaparecen, dándome un pequeño respiro. Joder. Acabo de tener un orgasmo y tengo a mi compañero preguntándome si estoy bien.
-Sí… sólo… hace bastante… calor –jadeo. Por suerte no es Lanie, ella habría notado el clímax desde el otro lado de la habitación. El detective se da por satisfecho o quizás no quiere insistir porque se dirige a su escritorio. Suspiro, aliviada, disfrutando de la sensación post-orgasmo. Me siento tan relajada… hasta que llega un mensaje que me hace reír como una tonta:
¿Vamos a por el segundo?
Pero el segundo no llega. La bala debe haberse quedado sin batería. Vaya estafa… ¿y esto cuesta 300 dólares? El papeleo me aburre y mi parte sumisa y atrevida quiere seguir jugando. Decido mandarle un mensaje:
Sigo esperando
Pasan cinco minutos. Diez. Quince. No responde. Suspiro, quizás esté demasiado ocupado con la editora. Su ex, me recuerda una desagradable voz en mi cabeza, pero no importa. No soy celosa. No me importa que se lleve tan bien con Pam; ni que su editora sea la sumisa que le enseñó a ser un amo controlador y posesiv…
¿Va todo bien?
No debería mandarle mensajes sólo porque lleve un buen rato ignorándome, parezco una cría. Dejo el móvil a un lado y me centro en el papeleo; la bala vibradora yace en mi interior abandonada, pero ya no la siento, es como si no estuviera ahí.
-¡Tenemos un caso! –Esposito anuncia dos horas después. Aturdida levanto la cabeza del ordenador, es casi la hora de comer. Ryan coge su chaqueta y me mira con compasión, le respondo con un ceño fruncido, intentando disimular la envidia. –Te mantendremos informada –me consuela.
-Traedme un perrito a la vuelta –murmuro.
Pasa otra hora de interminable papeleo y la cabeza me da vueltas de tanto mirar la pantalla del ordenador y la del móvil. Rick sigue ignorándome y yo sigo aburrida. Esposito y Ryan salen del ascensor, serios. -¿Caso difícil?
-Una mujer, sin identificar, torturada y estrangulada –responde el rubio, entregándome algunas fotos. Las observo con rabia y lástima. Ojos oscuros, piel clara, cabello castaño y rizado. Muy guapa. Las marcas en su cuello indican que la estrangularon con un cinturón o algo por el estilo. Otras fotos muestran marcan de golpes y heridas de arma blanca en brazos, pechos y piernas.
-¿Hora de la muerte? –pregunto.
-Hace dos horas, tres como mucho.
-¿Cómo dices?
-El asesino la mató a plena luz del día y por la cantidad de sangre que encontramos en la escena del crimen, la hirió allí mismo. No se molestó en esconderse.
-¿Y nadie vio nada? –pregunto, perpleja.
-Callejón cerrado. Pon un par de contenedores de basura bloqueando la calle y tienes un perfecto escenario ajeno a las miradas de curiosos.
-Pero por Dios, ¡mira estas fotos! ¿Nadie la oyó gritar?
Esposito señala una foto de la cara de la pobre mujer -¿Ves estas marcas en la boca?
-Cinta aislante –murmuro -. Pero no tiene la boca tapada.
-El asesino se la quitó antes de largarse.
-No tiene sentido. Torturas a una chica, la estrangulas, la dejas tirada en un callejón pero ¿te molestas en quitarle el esparadrapo de la boca?
-Encontramos una sustancia en los labios, el CSI lo está analizando, pero yo te digo, y no me preguntes porqué lo sé, que es un hidratante labial –dice Ryan.
-¿Y qué? Eso no tiene nada de raro.
-La chica llevaba pintalabios; creemos que el hidratante lo llevaba… él.
-¿El tío la mató y luego la besó?
-Eso parece.
Esposito va a decir algo, pero su teléfono suena. –Es Lanie –dice, alejándose. Treinta segundos después se acerca.
-Buenas noticias, el cabrón dejó una huella en su cuello. Me la ha mandado al correo.
-Buscad en la base de datos –Ambos me miran –Es lo que os diría si llevara este caso –digo volviendo a centrarme en el papeleo. Se dirigen a sus respectivos escritorios y aprovecho para echar una última ojeada a las fotos. Averiguaremos quien te hizo esto. Ryan recibe otra llamada.
-Han encontrado la cartera de la chica en uno de los contenedores.
-¿Identific… -Espo se interrumpe, mirando la pantalla de su ordenador -. El programa tiene una coincidencia. Y nuestro tío es…
-o-
-Déjanos a nosotros, Beckett.
-Sí, mejor no intervengas.
No respondo, me duele el pecho, apenas puedo respirar. Todo es un error. Sabes que es un error. Confías en él. Es un error. Ryan golpea la puerta, Espo saca la orden y las esposas. Él abre la puerta.
-¡Eh, ¿me echabais de menos?! –sonríe, alegre.
-Richard Castle, queda detenido por el asesinato de Kyra Blaine.
-Richard Castle.
Esposito entra en la sala con una mirada de puro desprecio, Ryan le sigue, serio. No puedo entrar ahí, no lo soportaría y por eso espero tras la ventana, sin poder apartar la mirada de la de él. Está asustado. Recuerdo cuando lo traje para interrogarlo, cuando nos conocimos. Entonces parecía otra persona, un hombre seguro de sí mismo. Pero ahora… está aterrado.
-Quién iba a decirnos que teníamos al monstruo en casa, ¿eh? –Esposito se sienta, saca las fotos de la chica y las va poniendo en la mesa, una a una. Rick parpadea. Me centro en su expresión, no veo culpabilidad, sólo dolor. Quizás…
-¿Dónde está Beckett?
-¿Qué pasa Ricky? ¿Crees que Beckett va a ser más blanda? Olvídalo, amigo, ahora le das asco. Centrémonos en esto, ¿quieres? ¿Por qué la mataste?
-Yo no la maté.
-¿En serio? Hemos hablado con su madre, ¿sabes? Al parecer tuviste una relación con ella… hasta que te dejó.
-Eso fue hace años.
-Castle –Ryan intercede –Quizás prefieras esperar a que llegue tu aboga…
-No necesito un abogado. Yo no he matado a Kyra, no la veía desde que me dejó.
-Entonces explícanos qué hace una huella tuya en su cuello.
-Debe ser un error –responde.
-Un error. Vamos, eres escritor, ¿no se te ocurre nada mejor? Porque a mí sí. Escucha: una chica guapa se enamora de un rico escritor, pero comprende que no tdo lo que reluce es oro así que… lo abandona. Él se cabrea, pero decide dejarlo pasar porque claro, el famoso Richard Castle no se arrodilla detrás de una chica. Pero de repente, un día la ve por la calle, la ira se apodera de él…
-No sabes lo que dices.
-Está tan guapa, la reconoce enseguida y va tras ella. Quizás sólo quiere saludarla.
-Esposito…
-Pero ella no quiere no verlo, así que él se cabrea…
-Para…
-La sigue, la arrastra hacia un callejón y ahí, la mata.
-¡Basta! –Rick se levanta, furioso. Corro hacia la sala, Ryan está pálido, Javi simplemente sonríe. El escritor se vuelve hacia mí, visiblemente aliviado. –Kate –dice en apenas un susurro.
-Esposito, Ryan, salid.
-Podemos ocuparnos de esto –replica Esposito.
-Yo también.
-El caso es nuestro –insiste, Ryan lo coge del brazo. –Déjala a ella.
-Gracias –musito cuando pasa junto a mí. Esposito le lanza una última mirada de asco antes de salir. Rick se vuelve hacia mí, aún esposado, niega con la cabeza.
-Yo no lo hice. Tienes que creerme, jamás la mataría.
-¿Por qué no me dijiste que ibas a verla? –Me mira, confundido. Luego se deja caer en la silla.
-No me crees –dice, agotado.
-Explícame lo de la huella –No le contradigo. Él mira hacia la pared, antes de volver su mirada hacia mí, dolido. –Quiero un abogado.
-Rick…
-Diga lo que diga ya has elegido a quien creer. Tengo derecho a un abogado. No diré nada más hasta que esté aquí.
-De acuerdo. –Me levanto, dirigiéndome hacia la puerta, pero antes me vuelvo. –No he dicho que no te crea.
-Pero no lo has negado –responde.
Esposito sale de la sala de observatorio, me mira, fijamente. -¿Qué ha sido eso?
-¿Qué?
-Eso. He estado observando. No soy idiota. Esas miradas, ¿qué hay entre él y tú?
Ryan está detrás de él, parece haber llegado a la misma conclusión que su compañero, aunque no es tan hostil. Esposito en cambio… ya ha condenado a Rick.
-Eso no es asunto tuyo.
-Es mi sospechoso. Ahora sí es asunto mío.
-No –respondo en voz baja, mi voz es fría, mi mirada mortal -. No lo es.
Espero en mi escritorio en silencio, ignorándolos, atenta al ascensor. Esposito habla con el capitán, que se acerca a mí, serio. –Inspectora –me llama.
-Señor.
-Deje que ellos se ocupen de este caso. ¿He sido claro?
-Señor…
-Beckett. Me daría igual lo que haya pasado entre ustedes si no afectara al trabajo –Parece tranquilo, amable -. Pero esto es diferente. Se trata de un sospechoso de asesinato. No intervenga, no puede ayudarle.
Asiento mirando al suelo. Montgomery me aprieta suavemente el hombro y luego entra en su despacho. Ryan se sienta en la silla de Rick.
-Yo creo en él –Sorprendida espero a que siga -. Lo sé, tenemos pruebas, en realidad apenas lo conocemos y por lo que sabemos de él podría ser un asesino psicópata, pero… creo en Castle. ¿Estoy loco?
-Gracias, Ryan –le sonrío, triste. Me siento culpable. Nuestro amigo no ha dudado de él ni un momento y yo… tengo la imagen del rostro sin vida de Kyra grabada en mi memoria. Esposito se dirige al rubio, sin dignarse a mirarme.
-Mientras viene el abogado he mandado un equipo a su casa, quizás encontremos el arma homicida.
-¿De verdad crees que fue él? –pregunta.
-Encontramos su huella en su cuerpo. Es su ex. ¿Tú no?
-Se supone que somos amigos.
-Eh. Somos policías. Si las pruebas dicen que fue él, fue él. ¿Vale?
-Una sola huella no basta para condenarle.
-Muy bien –espeta -. Ya veo que tendré que hacer esto yo solo.
Se marcha, cabreado. Ryan niega. –Esa historia que se ha inventado en la sala de interrogatorios… es absurda. Está claro que el crimen estaba premeditado. ¿O tú te imaginas a Castle paseando con un cuchillo?
-No, claro que no –suspiro -. Escucha –añado, en voz baja -. Castle tenía hoy una reunión con su editora, Gina… Gina no sé qué. ¿Podrías confirmarlo?
-Claro –Me da una palmadita y se va.
No puedo evitar volverme hacia la sala de interrogatorios, donde sé que él está esperando, solo, asustado y herido. No soporto esta sensación. Tengo… tengo que consolarlo, como sea. Pero cómo hacerlo sin que note que tengo dudas.
Las puertas del ascensor se abren y junto con el que supongo es el abogado de Rick entra la última persona que me esperaba aquí. Troy Stewart.
-o-
-Gregory Partwhe, abogado de Richard Castle –El letrado estrecha con frialdad la mano de Esposito, quien lo acompaña hasta la sala. Empiezo a seguirlos, pero el amigo de Rick, me frena.
-¿Podemos hablar?
-Ahora no es buen momento.
-Mi amigo está siendo acusado de asesinato. Tú, están ayudando a eso. Creo que es un excelente momento para hablar –contesta. Entrecierro los ojos, aprieto el puño conteniendo las ganas de darle un puñetazo. Ya no recordaba lo mal que me caía este capullo.
Entro con él en la sala de descanso y me cruzo de brazos, apoyándome junto a la máquina de capuchinos.
-¿Cómo puedes hacerle esto? –suelta sin rodeos.
-Quien coño te crees que…
-Soy su amigo y a diferencia de ti, le creo.
-Yo también.
-¿En serio? ¿Y por qué tus ojos me dicen que me estás mintiendo? –Se acerca más a mí, no aparto la mirada, aunque la punzada de culpabilidad sea cada vez más dolorosa -. ¿O quizás te preocupa que él la eche de menos? –murmura.
-No tienes ningún derecho a…
-Él te quiere. Al principio creí que serías sólo una más, un capricho al que follarse para no pensar a cada segundo en Kyra. Pero al parecer me equivoqué. Significas mucho para Richard. Para mi amigo. Si no eres capaz de apoyarlo ahora, destrozarás lo que tenéis.
Trato de decir algo, pero él me da la espalda, yendo hacia la puerta –No quiero volver a ver a mi amigo en el fondo de un pozo. No le hagas daño.
La rabia me consume y sin poder evitarlo cojo una taza y la lanzo contra la pared, haciéndola añicos. No sé qué hacer, no sé qué pensar ni cómo actuar. Esto me supera. Sólo hubo un caso que me superó tanto como este y fue el de mi madre. Cansada me dirijo a la sala contigua a la de interrogatorios, pero Esposito sale y se acerca a mí.
-Han registrado la casa. ¿A qué no adivinas que hemos encontrado?
Capítulo 44
-Buenos días.
El susurro lo hace despertar, se incorpora, parpadeando, enfocando los ojos en mí; sus labios se curvan hacia arriba.
-Buenos días.
Dejo cuidadosamente la bandeja con el desayuno sobre sus rodillas y me siento a su lado, robándole un beso. Rick me responde antes de soltar una carcajada, señalando a nuestros pies. Isis da un salto y con esa dignidad de gato de raza pura camina hacia nosotros. Aún en el suelo Always se esfuerza por alcanzar la cama, sin rendirse a pesar de su torpeza. Al final me estiro y la cojo en brazos, colocándola junto a nosotros, provocando un bufido por parte del otro animal. Rick la regaña.
-Sé amable con el nuevo miembro de la familia.
Me pregunto si se refiere a mi nueva mascota o a mí. Prefiero no preguntar, así que tomo una taza de café; él empapa las tortitas en sirope de chocolate antes de llevarse un buen trozo a la boca, manchándose la comisura de los labios, relamiéndose después. –Es el mejor desayuno que he tomado nunca –dice, con la boca llena.
-Venga ya, ¡me vas a decir que nunca antes habías desayunado tortitas!
-Saben mejor cuando te las prepara una preciosa mujer –responde alzando las cejas.
-No hagas eso –lo regaño.
-¿Hacer qué?
-Provocarme.
-¿No te gusta? –se burla.
-No cuando voy a tener que ir trabajar en –miro mi reloj –media hora.
-Media hora da para mucho –responde, travieso. Niego, levantándome antes de que me atrape.
-Me tengo que duchar. No quiero llegar tarde, no voy a darle motivos al capitán para que cambie de opinión. –Tras mis "vacaciones" Montgomery ha accedido a dejarme volver hoy, pero con la condición de que me limite al papeleo por al menos un par de días. No me ha hecho mucha gracia, pero es mejor que nada.
-Aguafiestas –murmura.
-¿Sabes? –Lo miro con picardía –Es una lástima que no haya por aquí un hombre imaginativo que sepa cómo convertir un aburrido día de papeleo en una sesión… divertida.
Él abre la boca, cerrándola antes de cambiar a esa mirada de amo que me vuelve loca. –Oh sí, es una verdadera pena. Aunque…
-¿Sí?
-Puede que conozca a un tío que sepa transformar una sesión de papeleo en una… caliente sesión.
-¿En serio?
-Ve al cuarto. Hay una caja dorada sobre el sillón, tráemela. Y nada de mirar.
Corro, más bien vuelo y en menos de treinta segundos estoy de vuelta. Él señala su lado de la cama y coloco la caja ahí, esperando, ansiosa. Rick simplemente la deja donde la he puesto y toma su taza de café. -¿No tenías que ducharte? –pregunta tras un momento.
-Imbécil –mascullo antes de entrar en el baño.
Ya duchada salgo desnuda, con el cabello aún mojado, cepillándomelo. Rick se despide de alguien por teléfono y me observa. –Era Matt –dice.
-Creía que no quería que lo molestásemos por unos días -. Eso fue lo que dijo el domingo pasado, tras estar a punto de joder su "lo que quiera que tenga" con Pam. Han pasado ya dos días desde entonces y no sabíamos nada de ellos. A veces una pareja necesita intimidad.
-Ya bueno… llama para aclarar que los días se van a convertir en dos semanas. Se la lleva a España.
-¿España?
-Ajá. Ella necesita unas vacaciones después del desastre en la tienda y… al parecer han hablado con una dominatrix española, la dueña de un club privado en Madrid. Quizás el cambio de aires la ayude a relajarse.
-¿Se sabe algo del ataque a la tienda?
-El cabrón del ex lo niega todo. No hay pruebas, así que…
-Se librará –mascullo, luego sonrío -. Es una suerte que conozca a algunos tipos en la cárcel. Supongo que a ese hijo de puta no le vendría mal una visita.
-Mi vengativa inspectora –susurra, tendiéndome la mano. Ha dejado la bandeja en la mesita, así que me coloca sobre su regazo, atrapando mi labio entre sus dientes. -¿No quieres saber que hay en esa caja?
-¿Me lo vas a decir ahora?
Él abre la tapa y saca una bala vibradora, plateada. La cojo, sin disimular mi decepción. Tanto suspense para esto… Rick disimula una risa.
-No pareces muy emocionada –comenta, cogiendo el juguete -. Esto, cariño, es una maravilla que cuesta 300 dólares.
Lo miro con la boca abierta -¿Estás de coña?
-¿Sabes por qué es tan caro? –pregunta, divertido -. Porque con esto un amo tiene el total control de su sumisa. Con esto en tu coño y el mando en mi mano, puedo provocarte desde la otra punta de la ciudad, durante horas, hasta que te hayas corrido tantas veces que no puedas ni andar... más entretenido que el aburrido papeleo, ¿no crees?
Trago saliva, moviéndome incómoda por la humedad que se acumula entre mis piernas. -¿Y si quisiera quitármelo?
-No lo harás sin mi permiso –responde tranquilamente -. Y no porque lo diga yo, sino porque tú misma no querrás hacerlo. Ahora… no te muevas.
Tantea entre mis piernas, rozando mis labios, ligeramente hinchados; abofetea con poca fuerza el interior de los muslos, separándolos. –No parece que vaya a necesitar lubricación –dice rozando la bala entre los pliegues. Lo introduce poco a poco, hasta dejarlo bien adentro.
-No se caerá… -digo. Él entrecierra los ojos.
-¿Crees que dejaría que hicieras el ridículo en tu lugar de trabajo? –pregunta.
-Supongo que no.
-Velo por tu bienestar, Kate –dice, rozando sus dedos sobre el clítoris –No lo olvides. Si no puedes soportar el juego sólo mándame un mensaje al móvil y lo apagaré.
-¿En serio?
-Cuando un amo y una sumisa mantienen una relación estable llega un momento en el que él no tiene que recordarle cada dos por tres que hay una palabra de seguridad que lo para todo. Tú y yo aún no estamos en ese punto, pero llegaremos. Mientras tanto te lo diré siempre que juguemos, así te sentirás más segura.
-Me gustaría llegar a ese punto –digo en un bajo gemido; él no para de tocarme.
-Pronto –promete con una última caricia, antes de mirar el reloj -. Tú tienes que estar en comisaría en diez minutos y yo tengo una reunión con mi editora. Así que… arriba.
Dejo una nueva carpeta en el escritorio conteniendo un jadeo. El muy cabrón ha subido otra vez las vibraciones, me siento empapada. Cuento, uno, dos, tres… joder… cuatro, cinco, seis y paran. Mantiene el compás desde la última media hora, torturándome. Tampoco ayuda que el aire acondicionado de la comisaría esté estropeado, aumentando la sensación de calor. Cruzo y descruzo las piernas, mirando nerviosa a mi alrededor, nadie me presta atención.
-¡Eh, Beckett! –Ryan se acerca a mí, lleva una caja con donuts. Me tiende uno de frambuesa antes de mirar la silla vacía junto a mi escritorio -¿Dónde se ha metido su sombra?
-Tenía una reunión –respondo sin entusiasmo ganándome una sonrisilla por su parte -¿Qué?
-Nada… cualquiera que no te conociera diría que el escritor te ha llegado… muy hondo.
No lo sabes tú bien.
-¿No tienes que trabajar?
-La verdad es que no, no hay ningún caso por resolver, el papeleo está terminado…
-¿Y el caso…
-Beckett, no. Montgomery nos ha prohibido hablarte de eso. Aunque –añade bajando la voz -. Cuando atrapamos al malo por error la rodilla de Esposito acabó en la entrepierna de Raglan…
-¿Por error? –sonrío. Él se aleja, divertido.
Muerdo el donut y me relamo, el relleno de frambuesa está delicioso, los donuts pueden ser mejor que el sex… Joder, otra vez no. Un gemido fuerte se me escapa de entre los labios y Ryan y una agente se giran, con curiosidad. –Ohh… -Dios, Rick me vas a matar –DeliciOSO –Aprieto el puño por debajo del escritorio, las vibraciones golpean justo sobre el punto G, la bala parece mucho más grande con todo apretado ahí abajo. Estoy a punto de correrme a pocos metros de mis compañeros de trabajo y de mi jefe y… Espera. Estoy a punto de correrme con Montgomery a unos pasos y me da igual. Quiero ese orgasmo. Quien me ha visto y quién me ve… sólo necesito controlar…
No puedo pensar, no cuando todo mi cuerpo está tenso, desesperado por esto. Una gota de sudor corre por mi frente, cierro los ojos, me muerdo el labio con fuerza y…
-¿Beckett, estás bien? –Espo me mira, preocupado. No puedo hablar, no cuando todo mi cuerpo tiembla y mi vagina se aferra a esa bala. De repente las vibraciones desaparecen, dándome un pequeño respiro. Joder. Acabo de tener un orgasmo y tengo a mi compañero preguntándome si estoy bien.
-Sí… sólo… hace bastante… calor –jadeo. Por suerte no es Lanie, ella habría notado el clímax desde el otro lado de la habitación. El detective se da por satisfecho o quizás no quiere insistir porque se dirige a su escritorio. Suspiro, aliviada, disfrutando de la sensación post-orgasmo. Me siento tan relajada… hasta que llega un mensaje que me hace reír como una tonta:
¿Vamos a por el segundo?
Pero el segundo no llega. La bala debe haberse quedado sin batería. Vaya estafa… ¿y esto cuesta 300 dólares? El papeleo me aburre y mi parte sumisa y atrevida quiere seguir jugando. Decido mandarle un mensaje:
Sigo esperando
Pasan cinco minutos. Diez. Quince. No responde. Suspiro, quizás esté demasiado ocupado con la editora. Su ex, me recuerda una desagradable voz en mi cabeza, pero no importa. No soy celosa. No me importa que se lleve tan bien con Pam; ni que su editora sea la sumisa que le enseñó a ser un amo controlador y posesiv…
¿Va todo bien?
No debería mandarle mensajes sólo porque lleve un buen rato ignorándome, parezco una cría. Dejo el móvil a un lado y me centro en el papeleo; la bala vibradora yace en mi interior abandonada, pero ya no la siento, es como si no estuviera ahí.
-¡Tenemos un caso! –Esposito anuncia dos horas después. Aturdida levanto la cabeza del ordenador, es casi la hora de comer. Ryan coge su chaqueta y me mira con compasión, le respondo con un ceño fruncido, intentando disimular la envidia. –Te mantendremos informada –me consuela.
-Traedme un perrito a la vuelta –murmuro.
Pasa otra hora de interminable papeleo y la cabeza me da vueltas de tanto mirar la pantalla del ordenador y la del móvil. Rick sigue ignorándome y yo sigo aburrida. Esposito y Ryan salen del ascensor, serios. -¿Caso difícil?
-Una mujer, sin identificar, torturada y estrangulada –responde el rubio, entregándome algunas fotos. Las observo con rabia y lástima. Ojos oscuros, piel clara, cabello castaño y rizado. Muy guapa. Las marcas en su cuello indican que la estrangularon con un cinturón o algo por el estilo. Otras fotos muestran marcan de golpes y heridas de arma blanca en brazos, pechos y piernas.
-¿Hora de la muerte? –pregunto.
-Hace dos horas, tres como mucho.
-¿Cómo dices?
-El asesino la mató a plena luz del día y por la cantidad de sangre que encontramos en la escena del crimen, la hirió allí mismo. No se molestó en esconderse.
-¿Y nadie vio nada? –pregunto, perpleja.
-Callejón cerrado. Pon un par de contenedores de basura bloqueando la calle y tienes un perfecto escenario ajeno a las miradas de curiosos.
-Pero por Dios, ¡mira estas fotos! ¿Nadie la oyó gritar?
Esposito señala una foto de la cara de la pobre mujer -¿Ves estas marcas en la boca?
-Cinta aislante –murmuro -. Pero no tiene la boca tapada.
-El asesino se la quitó antes de largarse.
-No tiene sentido. Torturas a una chica, la estrangulas, la dejas tirada en un callejón pero ¿te molestas en quitarle el esparadrapo de la boca?
-Encontramos una sustancia en los labios, el CSI lo está analizando, pero yo te digo, y no me preguntes porqué lo sé, que es un hidratante labial –dice Ryan.
-¿Y qué? Eso no tiene nada de raro.
-La chica llevaba pintalabios; creemos que el hidratante lo llevaba… él.
-¿El tío la mató y luego la besó?
-Eso parece.
Esposito va a decir algo, pero su teléfono suena. –Es Lanie –dice, alejándose. Treinta segundos después se acerca.
-Buenas noticias, el cabrón dejó una huella en su cuello. Me la ha mandado al correo.
-Buscad en la base de datos –Ambos me miran –Es lo que os diría si llevara este caso –digo volviendo a centrarme en el papeleo. Se dirigen a sus respectivos escritorios y aprovecho para echar una última ojeada a las fotos. Averiguaremos quien te hizo esto. Ryan recibe otra llamada.
-Han encontrado la cartera de la chica en uno de los contenedores.
-¿Identific… -Espo se interrumpe, mirando la pantalla de su ordenador -. El programa tiene una coincidencia. Y nuestro tío es…
-o-
-Déjanos a nosotros, Beckett.
-Sí, mejor no intervengas.
No respondo, me duele el pecho, apenas puedo respirar. Todo es un error. Sabes que es un error. Confías en él. Es un error. Ryan golpea la puerta, Espo saca la orden y las esposas. Él abre la puerta.
-¡Eh, ¿me echabais de menos?! –sonríe, alegre.
-Richard Castle, queda detenido por el asesinato de Kyra Blaine.
Capítulo 45
-Richard Castle.
Esposito entra en la sala con una mirada de puro desprecio, Ryan le sigue, serio. No puedo entrar ahí, no lo soportaría y por eso espero tras la ventana, sin poder apartar la mirada de la de él. Está asustado. Recuerdo cuando lo traje para interrogarlo, cuando nos conocimos. Entonces parecía otra persona, un hombre seguro de sí mismo. Pero ahora… está aterrado.
-Quién iba a decirnos que teníamos al monstruo en casa, ¿eh? –Esposito se sienta, saca las fotos de la chica y las va poniendo en la mesa, una a una. Rick parpadea. Me centro en su expresión, no veo culpabilidad, sólo dolor. Quizás…
-¿Dónde está Beckett?
-¿Qué pasa Ricky? ¿Crees que Beckett va a ser más blanda? Olvídalo, amigo, ahora le das asco. Centrémonos en esto, ¿quieres? ¿Por qué la mataste?
-Yo no la maté.
-¿En serio? Hemos hablado con su madre, ¿sabes? Al parecer tuviste una relación con ella… hasta que te dejó.
-Eso fue hace años.
-Castle –Ryan intercede –Quizás prefieras esperar a que llegue tu aboga…
-No necesito un abogado. Yo no he matado a Kyra, no la veía desde que me dejó.
-Entonces explícanos qué hace una huella tuya en su cuello.
-Debe ser un error –responde.
-Un error. Vamos, eres escritor, ¿no se te ocurre nada mejor? Porque a mí sí. Escucha: una chica guapa se enamora de un rico escritor, pero comprende que no tdo lo que reluce es oro así que… lo abandona. Él se cabrea, pero decide dejarlo pasar porque claro, el famoso Richard Castle no se arrodilla detrás de una chica. Pero de repente, un día la ve por la calle, la ira se apodera de él…
-No sabes lo que dices.
-Está tan guapa, la reconoce enseguida y va tras ella. Quizás sólo quiere saludarla.
-Esposito…
-Pero ella no quiere no verlo, así que él se cabrea…
-Para…
-La sigue, la arrastra hacia un callejón y ahí, la mata.
-¡Basta! –Rick se levanta, furioso. Corro hacia la sala, Ryan está pálido, Javi simplemente sonríe. El escritor se vuelve hacia mí, visiblemente aliviado. –Kate –dice en apenas un susurro.
-Esposito, Ryan, salid.
-Podemos ocuparnos de esto –replica Esposito.
-Yo también.
-El caso es nuestro –insiste, Ryan lo coge del brazo. –Déjala a ella.
-Gracias –musito cuando pasa junto a mí. Esposito le lanza una última mirada de asco antes de salir. Rick se vuelve hacia mí, aún esposado, niega con la cabeza.
-Yo no lo hice. Tienes que creerme, jamás la mataría.
-¿Por qué no me dijiste que ibas a verla? –Me mira, confundido. Luego se deja caer en la silla.
-No me crees –dice, agotado.
-Explícame lo de la huella –No le contradigo. Él mira hacia la pared, antes de volver su mirada hacia mí, dolido. –Quiero un abogado.
-Rick…
-Diga lo que diga ya has elegido a quien creer. Tengo derecho a un abogado. No diré nada más hasta que esté aquí.
-De acuerdo. –Me levanto, dirigiéndome hacia la puerta, pero antes me vuelvo. –No he dicho que no te crea.
-Pero no lo has negado –responde.
Esposito sale de la sala de observatorio, me mira, fijamente. -¿Qué ha sido eso?
-¿Qué?
-Eso. He estado observando. No soy idiota. Esas miradas, ¿qué hay entre él y tú?
Ryan está detrás de él, parece haber llegado a la misma conclusión que su compañero, aunque no es tan hostil. Esposito en cambio… ya ha condenado a Rick.
-Eso no es asunto tuyo.
-Es mi sospechoso. Ahora sí es asunto mío.
-No –respondo en voz baja, mi voz es fría, mi mirada mortal -. No lo es.
Espero en mi escritorio en silencio, ignorándolos, atenta al ascensor. Esposito habla con el capitán, que se acerca a mí, serio. –Inspectora –me llama.
-Señor.
-Deje que ellos se ocupen de este caso. ¿He sido claro?
-Señor…
-Beckett. Me daría igual lo que haya pasado entre ustedes si no afectara al trabajo –Parece tranquilo, amable -. Pero esto es diferente. Se trata de un sospechoso de asesinato. No intervenga, no puede ayudarle.
Asiento mirando al suelo. Montgomery me aprieta suavemente el hombro y luego entra en su despacho. Ryan se sienta en la silla de Rick.
-Yo creo en él –Sorprendida espero a que siga -. Lo sé, tenemos pruebas, en realidad apenas lo conocemos y por lo que sabemos de él podría ser un asesino psicópata, pero… creo en Castle. ¿Estoy loco?
-Gracias, Ryan –le sonrío, triste. Me siento culpable. Nuestro amigo no ha dudado de él ni un momento y yo… tengo la imagen del rostro sin vida de Kyra grabada en mi memoria. Esposito se dirige al rubio, sin dignarse a mirarme.
-Mientras viene el abogado he mandado un equipo a su casa, quizás encontremos el arma homicida.
-¿De verdad crees que fue él? –pregunta.
-Encontramos su huella en su cuerpo. Es su ex. ¿Tú no?
-Se supone que somos amigos.
-Eh. Somos policías. Si las pruebas dicen que fue él, fue él. ¿Vale?
-Una sola huella no basta para condenarle.
-Muy bien –espeta -. Ya veo que tendré que hacer esto yo solo.
Se marcha, cabreado. Ryan niega. –Esa historia que se ha inventado en la sala de interrogatorios… es absurda. Está claro que el crimen estaba premeditado. ¿O tú te imaginas a Castle paseando con un cuchillo?
-No, claro que no –suspiro -. Escucha –añado, en voz baja -. Castle tenía hoy una reunión con su editora, Gina… Gina no sé qué. ¿Podrías confirmarlo?
-Claro –Me da una palmadita y se va.
No puedo evitar volverme hacia la sala de interrogatorios, donde sé que él está esperando, solo, asustado y herido. No soporto esta sensación. Tengo… tengo que consolarlo, como sea. Pero cómo hacerlo sin que note que tengo dudas.
Las puertas del ascensor se abren y junto con el que supongo es el abogado de Rick entra la última persona que me esperaba aquí. Troy Stewart.
-o-
-Gregory Partwhe, abogado de Richard Castle –El letrado estrecha con frialdad la mano de Esposito, quien lo acompaña hasta la sala. Empiezo a seguirlos, pero el amigo de Rick, me frena.
-¿Podemos hablar?
-Ahora no es buen momento.
-Mi amigo está siendo acusado de asesinato. Tú, están ayudando a eso. Creo que es un excelente momento para hablar –contesta. Entrecierro los ojos, aprieto el puño conteniendo las ganas de darle un puñetazo. Ya no recordaba lo mal que me caía este capullo.
Entro con él en la sala de descanso y me cruzo de brazos, apoyándome junto a la máquina de capuchinos.
-¿Cómo puedes hacerle esto? –suelta sin rodeos.
-Quien coño te crees que…
-Soy su amigo y a diferencia de ti, le creo.
-Yo también.
-¿En serio? ¿Y por qué tus ojos me dicen que me estás mintiendo? –Se acerca más a mí, no aparto la mirada, aunque la punzada de culpabilidad sea cada vez más dolorosa -. ¿O quizás te preocupa que él la eche de menos? –murmura.
-No tienes ningún derecho a…
-Él te quiere. Al principio creí que serías sólo una más, un capricho al que follarse para no pensar a cada segundo en Kyra. Pero al parecer me equivoqué. Significas mucho para Richard. Para mi amigo. Si no eres capaz de apoyarlo ahora, destrozarás lo que tenéis.
Trato de decir algo, pero él me da la espalda, yendo hacia la puerta –No quiero volver a ver a mi amigo en el fondo de un pozo. No le hagas daño.
La rabia me consume y sin poder evitarlo cojo una taza y la lanzo contra la pared, haciéndola añicos. No sé qué hacer, no sé qué pensar ni cómo actuar. Esto me supera. Sólo hubo un caso que me superó tanto como este y fue el de mi madre. Cansada me dirijo a la sala contigua a la de interrogatorios, pero Esposito sale y se acerca a mí.
-Han registrado la casa. ¿A qué no adivinas que hemos encontrado?
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Muy bueno! y pobre castle jo:(
XiaoRK- Escritor novato
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Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
pon nuevo capi:'(
#WaitingFor #Impacient #Obsessive
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XiaoRK- Escritor novato
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Fecha de inscripción : 20/01/2014
Edad : 24
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Creo que no me gusta el sado ..... lo leo y me da rabia :$ es algo raro. Pero quiero que continues porfavoor ... SIGUEEE !! Quiero que se enamoren ( y tengan relaciones como una pareja normal aunque si quiero eso , estoy leyendo el fic equivocado .... CONTINUA !!
Aylin_NYPD- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 03/09/2013
Localización : madrid
Re: (+18) Amo del Universo - ÚLTIMOS CAPÍTULOS Y EPÍLOGO
Aquí os cuelgo cinco capítulos que tengo subidos en FF desde hace siglos.
PD: quien quiera sexo "normal": A. Defina "normal". B. Por falta de sexo en este foro no será, lea otro fic.
PD: quien quiera sexo "normal": A. Defina "normal". B. Por falta de sexo en este foro no será, lea otro fic.
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