Oportunidades perdidas...
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Oportunidades perdidas...
I loveeeeee it!
Sigue!
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Aliciaa- Ayudante de policia
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Oportunidades perdidas...
¡Perdón por la tardanzaaa! Estuve enferma y ayer cuando terminé de escribir era muy tarde para subirlo aquí
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Dedicado a Becky, Valme, Reyes y Lau por ayudarme a continuar cuando tuve mi crisis de inspiración. ¡Gracias musas! Y sin olvidar a mis leales Raquellions jajaja que llenan mi vida de risas y desvaríos Os dejo con toda la intriga en este capítulo pero creo que merece la pena. ¡Decirme que os parece!
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Lo que había parecido en un primer momento una sencilla pelea entre bandas se había complicado rápidamente. Beckett miró la pizarra, llena de pruebas pero ninguna que les ayudara, y se pasó una mano por la cara, cerrando los ojos mientras suspiraba con cansancio. Volvió a repasar por decimoquinta vez todo lo que tenían pero no sacó nada en claro, solo que el leve dolor de cabeza de hace dos horas se había convertido en una migraña en toda regla… Llevaba dos noches sin dormir mucho por culpa de las pesadillas que había vuelto a raíz de la visita a la UCI. Apoyó la cabeza encima de la mesa, permitiéndose un descanso.
Una suave mano tocó su hombro haciendo que la detective se sobresaltase:
- Vete a casa, Beckett. Son las once de la noche y no sacamos nada en claro – dijo Castle, también con aspecto de cansado.
- Castle… - empezó la detective pero al ver la determinación del escritor, asintió levemente y se levantó, agradeciéndole la ayuda para ponerse la cazadora. Kate le dejó conducir a él, y aunque intentó protestar por el hecho de que Castle luego se fuera andando a casa, perdió la discusión.
A la mañana siguiente entró en la comisaria con fuerzas renovadas. La preocupación de Castle la noche anterior la había conmovido de tal manera que por una noche había podido dormir de un tirón.
- Buenos días, Castle – saludó la detective, sorprendida.
- Buenos días, detective. Es más, preciosos. Me ha venido la luz esta mañana y ya sé que se nos escapaba.
Beckett se acercó a él a toda prisa, dejando lo que estaba haciendo y tomando el café que la esperaba encima de la mesa con una sonrisa tonta. Le miró, expectante.
- Estaba repasando todo por millonésima vez cuando me di cuenta de un detalle importante. Droga.
- ¿Droga? ¿Se dedican a vender droga? ¡Claro, Castle! – Dijo, dando una palmada – Todo es una lucha… - empezó la detective.
- Para ver quien tiene el territorio para… - continuó el escritor.
- Vender más droga. Quien conseguía…
- La mejor venta y los mejores…
- Compradores – dijeron a la vez, mirándose mientras sonreían ampliamente.
- Dios, Castle… ¡Ahora mismo te comería a besos! Voy a informar a Gates – dijo Beckett dándose la vuelta rápidamente, dejando a Castle embobado mirando donde no debía.
Una hora más tarde ya lo tenían todo planeado para conseguir las pruebas definitivas. Habían buscado el territorio neutro entre ambos grupos, y justo allí había una discoteca: "Pirámide". Ese sería el principal punto de venta así que Castle y Beckett iban a ir allí fingiendo ser unos ricos compradores con ganas de fiesta.
- Detective, Castle… Tengan cuidado – dijo Gates. Castle y Beckett se miraron sorprendidos por la muestra de afecto por parte de Gates, cuando ésta añadió – No vayáis a fastidiar toda la operación. – Y se encerró de nuevo en su despacho.
Castle estaba muy nervioso por la misión y porque cada vez que iban de incógnito Beckett le sorprendía con algún modelito que quitaba el aliento, así que estaba deseando que llegara la noche. El día pasó lentamente para ambos, que daban vueltas por la comisaria recogiendo más información que pudieran usar y hablando con algunos de narcóticos para no descubrirse en plena acción. Castle y Beckett quedaron en reunirse en casa de Beckett, el escritor la recogería allí con el ferrari y luego le dejaría conducir a Kate porque sabía cómo disfrutaba la detective al tener ese coche en las manos. Sonrió solo de pensarlo y miró el reloj, hora de ir a por Beckett.
Se echó un último vistazo en el espejo, unas cuantas gotas de colonia más y colocándose un pelo rebelde salió de su casa tras un "Buenas noches, madre" gritado al aire, y se fue aunque no oyó la respuesta. Bajó hasta el coche cantando una canción de One Direction:
- If you dont wanna take it slow, and you just wanna take me home, baby say Yeah Yeah, Yeah, Yeah Yeah… and let me kiss you!
Calló al entrar en el coche y se quedó pensando "¿¡Cómo demonios me sé yo esa canción?!" Al cabo de un rato estaba parado enfrente de la puerta de la casa de Beckett, respiró hondo y llamó a la puerta.
Beckett salió de la ducha escurriéndose el pelo mientras bailaba al son de la canción de Ke$ha:
- Looking for some trouble Tonight, take my hand I'll show you the wild side, like it's the last night of our lives, we'll keep dancing 'til we die…
Cantó mientras sacudía la cabeza. Fue bailando hasta su dormitorio y abriendo el armario, Kate miró entre sus vestidos mientras se mordía el labio. Al elegir uno no pensó en cómo le quedaría o con qué combinarlo, sino en provocar a Castle. Se sorprendió al darse cuenta de eso y no pudo evitar sonreír al mirarse en el espejo. La detective se sacó una foto y se la envió a Lanie por whatsapp con un mensaje: "¿Qué tal estoy?" A los 5 segundos recibió la respuesta: "Wow, chica. Si no me fueran los hombres, me acostaría contigo… Ten cuidado que Castle va a acabar ardiendo" Beckett empezó a reírse y secándose y peinándose, se echó más colonia por el cuello, eligió unos taconazos y se miró al espejo. "Ardiente y tentadora."
Se retocó el maquillaje mientras seguía bailando al son de la música. Estaba decidiendo que chaqueta coger cuando oyó que llamaban a la puerta. Abrió la puerta y se quedó sin respiración. Dios, ¡que sexy estaba Castle así! Sonrió mientras se mordía el labio y se hizo a un lado. Castle tardó un poco en reaccionar y entrar, murmurando un "Hola" al pasar al lado de la detective.
- Cojo una chaqueta y nos vamos.
El escritor solo asintió, con la vista clavada en su vestido, intentado respirar con normalidad. Beckett iba… Wow, no había palabras. Llevaba un vestido rojo pasión corto y ajustado a sus curvas, palabra de honor y con escote de corazón, y unos taconazos color crema a juego con la americana del mismo color que acababa de coger. Castle cerró los ojos cuando al pasar Kate, dejó tras de sí su peculiar aroma a cerezas.
Tardó unos segundos en sobreponerse y seguirla, sonriéndole al dejar caer las llaves del ferrari en la mano abierta de Kate. Ella le miró, mordiéndose el labio de esa manera que hacía que Castle quisiera mordérselo. Beckett estaba aguantando la risa, sabía que Castle estaba alucinando con su vestido y eso le encantaba. En el espacio reducido del ascensor, le llegó el aroma de la colonia del escritor. Irresistible. La detective volvió a mirarle de reojo, esa nueva forma de vestirse era súper sexy. Cuando le abrió la puerta esperaba verle con una camisa y americana; no con vaqueros ajustados, camisa blanca básica y una americana negra.
Entraron en el ferrari y Beckett sonrió al sentir el rugido del motor. Miró a Castle que estaba con la vista perdida en las piernas de la detective. Kate carraspeó y encendió la radio. Llegaron a la discoteca enseguida. La detective dejó la americana en la entrada y miró a Castle, que asintió levemente, y cogiéndose del brazo del escritor entraron en la discoteca riéndose y tonteando. Beckett le guio directamente a la pista de baile y estuvieron bailando un rato, rozando sus cuerpos y tentándose mutuamente. Castle estaba extasiado con el cuerpo de la detective, que se contoneaba y rozaba con él, volviéndole loco. El olor a cereza le rodeaba, transportándole y su cabello le hacía cosquillas. Kate se giró, y susurrándole al oído le dijo:
- Tengo sed. ¿Me traes un Martini?
Castle contuvo la respiración y asintió, al alejarse no pudo evitar mirar su culo, que se movía al ritmo de la música. Se giró antes de que le pillara y fue a la barra del bar:
- Dos Martinis – gritó al camarero. Se sentó en uno de los taburetes y al sacar la cartera del bolsillo, se le vio un poco la placa de Beckett. La guardó, pensando que nadie lo había visto pero el barman sí y aprovechando un cambio de luces, echó unas pastillas en ambas bebidas, siguiendo el protocolo anti-policías de la discoteca. El escritor no lo vio e inocentemente, volvió a la pista de baile con Beckett y le dio la suya, dando ambos un trago a sus bebidas.
Al cabo de un rato Castle y Beckett empezaron a sentirse contentos y libres, sin ningún tipo de prejuicio ni miedo. El tonteo pasó a otro nivel, subiendo el calor y la tensión sexual entre ambos. Sus cuerpos estaban muy juntos, no había ni un espacio. Las manos jugaban con el pelo, el cuello, el cuerpo, y se recorrían tratando de grabar el camino. Dejaron las copas abandonadas a la mitad cuando notaron que todo brillaba con más intensidad a su alrededor. Sus labios estaban siempre tentadoramente cerca pero en ningún momento se llegaron a tocar, era más excitante ese tonteo. Castle se inclinó y le susurró a la detective en el oído:
- Kate, estas muy sexy esta noche. – sintió el estremecimiento de su musa contra su cuerpo.
- Tu también, Castle. Deberías vestirte así más a menudo… - Beckett rozó con sus labios el lóbulo y la mejilla del escritor. Se miraron con ojos oscurecidos por el deseo y con las pupilas dilatadas por la droga. Sin decir ni una palabra, todo con los ojos, se cogieron del brazo y salieron de la discoteca a toda prisa, conduciendo a demasiada velocidad hacia el sitio más cercano. El fuego les consumía, el magnetismo se sentía en el ambiente y no podían apartar las manos el uno del otro, eran como imanes de polos opuestos, el yin y el yang.
Las puertas del ascensor se cerraron con un "plin" que fue como una señal para ambos, les faltó tiempo para lanzarse a los brazos del otro, buscando sus labios con desesperación, ansiando probarlos. Se enzarzaron en una pelea de lenguas, buscando conquistar la boca del otro. Los chupetones del cuello mostraban que ya había sido probado y los gemidos y suspiros de ambos llenaban el ascensor, como música celestial. Kate no atinaba a meter la llave en la cerradura con tanta prisa y deseo, con ese fuego que la consumía por dentro y necesitaba ser sacado ya. La ropa le sobraba, el pelo la estorbaba, solo podía sentir los labios de Castle recorriendo cada centímetro de piel que encontraban.
La puerta del loft se abrió de golpe, dando paso estrepitosamente, y entre risas y gemidos, a Castle y Beckett perdidos en los labios del otro… Kate tiró sus tacones sin ningún cuidado y para no notar la diferencia de altura, enredó sus largas piernas en la cintura del escritor, sintiendo sus manos en el culo al cogerla Castle en brazos, sin separarse ni un minuto de los adictivos labios de su musa. Se dirigieron torpemente a la habitación, tirando varias cosas a su paso y apoyándose en todas las paredes que encontraban para perderse un poco más en el paraíso que el otro le ofrecía. Pero el fuego pedía ser sacado ya… Castle consiguió llegar y dejando suavemente a Beckett en la cama, se pasó al tentador cuello. El olor a cerezas le envolvió y él siguió besando, mordiendo y chupando cada centímetro de piel que la detective tenía al descubierto. Las habilidosas manos de Castle encontraron la cremallera del vestido pero Beckett, en un rápido movimiento, cambió los puestos y lanzando la americana y la camiseta del escritor a cualquier rincón de la habitación, volvió a perderse en sus labios. Se separaron cuando los pulmones les pedían a gritos aire y Kate acarició el torso de Castle. No era el más trabajado pero eso no lo hacía menos irresistible. Sintió las manos del escritor por su cintura, por sus piernas, por su espalda. La cremallera del vestido bajó y éste salió volando. Castle tumbó a la detective, disfrutando de las vistas. La pasión se calmó, dándole protagonismo al amor y a la sensación de sentirse infinitos.
- Somos infinitos – murmuró Kate al recordar la frase de la película.
Castle sonrió y besándola lentamente fue bajando para besar su pecho, su vientre… Todo lo que encontraba a su paso. Beckett suspiraba y se agarraba a las sábanas, sintiéndose transportada al paraíso por los labios del escritor y el calor que la recorría. Castle se levantó para quitarse el pantalón. Se agarró al borde de la cama y cerró los ojos un momento, Kate pensó que era porque se había mareado al levantarse demasiado rápido, pero de repente el escritor se desplomó en el suelo, pálido.
- ¡Castle! – gritó asustada Beckett. Se levantó de un salto y fue hacia donde estaba él. Se arrodilló a su lado y puso la cabeza del escritor en su regazo.
- Castle, por favor… Vamos, no me dejes… - Empezó a llorar, la habitación le daba vueltas de forma vertiginosa, los oídos le zumbaban, sentía la boca seca y pastosa. Tocó al escritor. Estaba frío. A la detective no se le ocurrió comprobar si tenía pulso, no podía pensar. Todo le daba vueltas y no sabía ni donde estaba. Vio el iPhone de Castle en el suelo y se lanzó a por él, marcando tres veces porque se juntaban los números y los veía borrosos.
A la cuarta fue la vencida.
- Esposito – contestó, adormilado.
- A-Ayúdanos – susurró Beckett antes de desmayarse. El iPhone golpeó el suelo junto a la mano inerte de la detective.
- ¿Beckett? ¿Qué ha pasado? ¡Beckett! ¡BECKETT! – se oía la amortiguada y alarmada voz de Espo pero no había nadie consciente para responder…
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Dedicado a Becky, Valme, Reyes y Lau por ayudarme a continuar cuando tuve mi crisis de inspiración. ¡Gracias musas! Y sin olvidar a mis leales Raquellions jajaja que llenan mi vida de risas y desvaríos Os dejo con toda la intriga en este capítulo pero creo que merece la pena. ¡Decirme que os parece!
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Esa sensación de sentirse infinitos
Lo que había parecido en un primer momento una sencilla pelea entre bandas se había complicado rápidamente. Beckett miró la pizarra, llena de pruebas pero ninguna que les ayudara, y se pasó una mano por la cara, cerrando los ojos mientras suspiraba con cansancio. Volvió a repasar por decimoquinta vez todo lo que tenían pero no sacó nada en claro, solo que el leve dolor de cabeza de hace dos horas se había convertido en una migraña en toda regla… Llevaba dos noches sin dormir mucho por culpa de las pesadillas que había vuelto a raíz de la visita a la UCI. Apoyó la cabeza encima de la mesa, permitiéndose un descanso.
Una suave mano tocó su hombro haciendo que la detective se sobresaltase:
- Vete a casa, Beckett. Son las once de la noche y no sacamos nada en claro – dijo Castle, también con aspecto de cansado.
- Castle… - empezó la detective pero al ver la determinación del escritor, asintió levemente y se levantó, agradeciéndole la ayuda para ponerse la cazadora. Kate le dejó conducir a él, y aunque intentó protestar por el hecho de que Castle luego se fuera andando a casa, perdió la discusión.
A la mañana siguiente entró en la comisaria con fuerzas renovadas. La preocupación de Castle la noche anterior la había conmovido de tal manera que por una noche había podido dormir de un tirón.
- Buenos días, Castle – saludó la detective, sorprendida.
- Buenos días, detective. Es más, preciosos. Me ha venido la luz esta mañana y ya sé que se nos escapaba.
Beckett se acercó a él a toda prisa, dejando lo que estaba haciendo y tomando el café que la esperaba encima de la mesa con una sonrisa tonta. Le miró, expectante.
- Estaba repasando todo por millonésima vez cuando me di cuenta de un detalle importante. Droga.
- ¿Droga? ¿Se dedican a vender droga? ¡Claro, Castle! – Dijo, dando una palmada – Todo es una lucha… - empezó la detective.
- Para ver quien tiene el territorio para… - continuó el escritor.
- Vender más droga. Quien conseguía…
- La mejor venta y los mejores…
- Compradores – dijeron a la vez, mirándose mientras sonreían ampliamente.
- Dios, Castle… ¡Ahora mismo te comería a besos! Voy a informar a Gates – dijo Beckett dándose la vuelta rápidamente, dejando a Castle embobado mirando donde no debía.
Una hora más tarde ya lo tenían todo planeado para conseguir las pruebas definitivas. Habían buscado el territorio neutro entre ambos grupos, y justo allí había una discoteca: "Pirámide". Ese sería el principal punto de venta así que Castle y Beckett iban a ir allí fingiendo ser unos ricos compradores con ganas de fiesta.
- Detective, Castle… Tengan cuidado – dijo Gates. Castle y Beckett se miraron sorprendidos por la muestra de afecto por parte de Gates, cuando ésta añadió – No vayáis a fastidiar toda la operación. – Y se encerró de nuevo en su despacho.
Castle estaba muy nervioso por la misión y porque cada vez que iban de incógnito Beckett le sorprendía con algún modelito que quitaba el aliento, así que estaba deseando que llegara la noche. El día pasó lentamente para ambos, que daban vueltas por la comisaria recogiendo más información que pudieran usar y hablando con algunos de narcóticos para no descubrirse en plena acción. Castle y Beckett quedaron en reunirse en casa de Beckett, el escritor la recogería allí con el ferrari y luego le dejaría conducir a Kate porque sabía cómo disfrutaba la detective al tener ese coche en las manos. Sonrió solo de pensarlo y miró el reloj, hora de ir a por Beckett.
Se echó un último vistazo en el espejo, unas cuantas gotas de colonia más y colocándose un pelo rebelde salió de su casa tras un "Buenas noches, madre" gritado al aire, y se fue aunque no oyó la respuesta. Bajó hasta el coche cantando una canción de One Direction:
- If you dont wanna take it slow, and you just wanna take me home, baby say Yeah Yeah, Yeah, Yeah Yeah… and let me kiss you!
Calló al entrar en el coche y se quedó pensando "¿¡Cómo demonios me sé yo esa canción?!" Al cabo de un rato estaba parado enfrente de la puerta de la casa de Beckett, respiró hondo y llamó a la puerta.
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Beckett salió de la ducha escurriéndose el pelo mientras bailaba al son de la canción de Ke$ha:
- Looking for some trouble Tonight, take my hand I'll show you the wild side, like it's the last night of our lives, we'll keep dancing 'til we die…
Cantó mientras sacudía la cabeza. Fue bailando hasta su dormitorio y abriendo el armario, Kate miró entre sus vestidos mientras se mordía el labio. Al elegir uno no pensó en cómo le quedaría o con qué combinarlo, sino en provocar a Castle. Se sorprendió al darse cuenta de eso y no pudo evitar sonreír al mirarse en el espejo. La detective se sacó una foto y se la envió a Lanie por whatsapp con un mensaje: "¿Qué tal estoy?" A los 5 segundos recibió la respuesta: "Wow, chica. Si no me fueran los hombres, me acostaría contigo… Ten cuidado que Castle va a acabar ardiendo" Beckett empezó a reírse y secándose y peinándose, se echó más colonia por el cuello, eligió unos taconazos y se miró al espejo. "Ardiente y tentadora."
Se retocó el maquillaje mientras seguía bailando al son de la música. Estaba decidiendo que chaqueta coger cuando oyó que llamaban a la puerta. Abrió la puerta y se quedó sin respiración. Dios, ¡que sexy estaba Castle así! Sonrió mientras se mordía el labio y se hizo a un lado. Castle tardó un poco en reaccionar y entrar, murmurando un "Hola" al pasar al lado de la detective.
- Cojo una chaqueta y nos vamos.
El escritor solo asintió, con la vista clavada en su vestido, intentado respirar con normalidad. Beckett iba… Wow, no había palabras. Llevaba un vestido rojo pasión corto y ajustado a sus curvas, palabra de honor y con escote de corazón, y unos taconazos color crema a juego con la americana del mismo color que acababa de coger. Castle cerró los ojos cuando al pasar Kate, dejó tras de sí su peculiar aroma a cerezas.
Tardó unos segundos en sobreponerse y seguirla, sonriéndole al dejar caer las llaves del ferrari en la mano abierta de Kate. Ella le miró, mordiéndose el labio de esa manera que hacía que Castle quisiera mordérselo. Beckett estaba aguantando la risa, sabía que Castle estaba alucinando con su vestido y eso le encantaba. En el espacio reducido del ascensor, le llegó el aroma de la colonia del escritor. Irresistible. La detective volvió a mirarle de reojo, esa nueva forma de vestirse era súper sexy. Cuando le abrió la puerta esperaba verle con una camisa y americana; no con vaqueros ajustados, camisa blanca básica y una americana negra.
Entraron en el ferrari y Beckett sonrió al sentir el rugido del motor. Miró a Castle que estaba con la vista perdida en las piernas de la detective. Kate carraspeó y encendió la radio. Llegaron a la discoteca enseguida. La detective dejó la americana en la entrada y miró a Castle, que asintió levemente, y cogiéndose del brazo del escritor entraron en la discoteca riéndose y tonteando. Beckett le guio directamente a la pista de baile y estuvieron bailando un rato, rozando sus cuerpos y tentándose mutuamente. Castle estaba extasiado con el cuerpo de la detective, que se contoneaba y rozaba con él, volviéndole loco. El olor a cereza le rodeaba, transportándole y su cabello le hacía cosquillas. Kate se giró, y susurrándole al oído le dijo:
- Tengo sed. ¿Me traes un Martini?
Castle contuvo la respiración y asintió, al alejarse no pudo evitar mirar su culo, que se movía al ritmo de la música. Se giró antes de que le pillara y fue a la barra del bar:
- Dos Martinis – gritó al camarero. Se sentó en uno de los taburetes y al sacar la cartera del bolsillo, se le vio un poco la placa de Beckett. La guardó, pensando que nadie lo había visto pero el barman sí y aprovechando un cambio de luces, echó unas pastillas en ambas bebidas, siguiendo el protocolo anti-policías de la discoteca. El escritor no lo vio e inocentemente, volvió a la pista de baile con Beckett y le dio la suya, dando ambos un trago a sus bebidas.
Al cabo de un rato Castle y Beckett empezaron a sentirse contentos y libres, sin ningún tipo de prejuicio ni miedo. El tonteo pasó a otro nivel, subiendo el calor y la tensión sexual entre ambos. Sus cuerpos estaban muy juntos, no había ni un espacio. Las manos jugaban con el pelo, el cuello, el cuerpo, y se recorrían tratando de grabar el camino. Dejaron las copas abandonadas a la mitad cuando notaron que todo brillaba con más intensidad a su alrededor. Sus labios estaban siempre tentadoramente cerca pero en ningún momento se llegaron a tocar, era más excitante ese tonteo. Castle se inclinó y le susurró a la detective en el oído:
- Kate, estas muy sexy esta noche. – sintió el estremecimiento de su musa contra su cuerpo.
- Tu también, Castle. Deberías vestirte así más a menudo… - Beckett rozó con sus labios el lóbulo y la mejilla del escritor. Se miraron con ojos oscurecidos por el deseo y con las pupilas dilatadas por la droga. Sin decir ni una palabra, todo con los ojos, se cogieron del brazo y salieron de la discoteca a toda prisa, conduciendo a demasiada velocidad hacia el sitio más cercano. El fuego les consumía, el magnetismo se sentía en el ambiente y no podían apartar las manos el uno del otro, eran como imanes de polos opuestos, el yin y el yang.
Las puertas del ascensor se cerraron con un "plin" que fue como una señal para ambos, les faltó tiempo para lanzarse a los brazos del otro, buscando sus labios con desesperación, ansiando probarlos. Se enzarzaron en una pelea de lenguas, buscando conquistar la boca del otro. Los chupetones del cuello mostraban que ya había sido probado y los gemidos y suspiros de ambos llenaban el ascensor, como música celestial. Kate no atinaba a meter la llave en la cerradura con tanta prisa y deseo, con ese fuego que la consumía por dentro y necesitaba ser sacado ya. La ropa le sobraba, el pelo la estorbaba, solo podía sentir los labios de Castle recorriendo cada centímetro de piel que encontraban.
La puerta del loft se abrió de golpe, dando paso estrepitosamente, y entre risas y gemidos, a Castle y Beckett perdidos en los labios del otro… Kate tiró sus tacones sin ningún cuidado y para no notar la diferencia de altura, enredó sus largas piernas en la cintura del escritor, sintiendo sus manos en el culo al cogerla Castle en brazos, sin separarse ni un minuto de los adictivos labios de su musa. Se dirigieron torpemente a la habitación, tirando varias cosas a su paso y apoyándose en todas las paredes que encontraban para perderse un poco más en el paraíso que el otro le ofrecía. Pero el fuego pedía ser sacado ya… Castle consiguió llegar y dejando suavemente a Beckett en la cama, se pasó al tentador cuello. El olor a cerezas le envolvió y él siguió besando, mordiendo y chupando cada centímetro de piel que la detective tenía al descubierto. Las habilidosas manos de Castle encontraron la cremallera del vestido pero Beckett, en un rápido movimiento, cambió los puestos y lanzando la americana y la camiseta del escritor a cualquier rincón de la habitación, volvió a perderse en sus labios. Se separaron cuando los pulmones les pedían a gritos aire y Kate acarició el torso de Castle. No era el más trabajado pero eso no lo hacía menos irresistible. Sintió las manos del escritor por su cintura, por sus piernas, por su espalda. La cremallera del vestido bajó y éste salió volando. Castle tumbó a la detective, disfrutando de las vistas. La pasión se calmó, dándole protagonismo al amor y a la sensación de sentirse infinitos.
- Somos infinitos – murmuró Kate al recordar la frase de la película.
Castle sonrió y besándola lentamente fue bajando para besar su pecho, su vientre… Todo lo que encontraba a su paso. Beckett suspiraba y se agarraba a las sábanas, sintiéndose transportada al paraíso por los labios del escritor y el calor que la recorría. Castle se levantó para quitarse el pantalón. Se agarró al borde de la cama y cerró los ojos un momento, Kate pensó que era porque se había mareado al levantarse demasiado rápido, pero de repente el escritor se desplomó en el suelo, pálido.
- ¡Castle! – gritó asustada Beckett. Se levantó de un salto y fue hacia donde estaba él. Se arrodilló a su lado y puso la cabeza del escritor en su regazo.
- Castle, por favor… Vamos, no me dejes… - Empezó a llorar, la habitación le daba vueltas de forma vertiginosa, los oídos le zumbaban, sentía la boca seca y pastosa. Tocó al escritor. Estaba frío. A la detective no se le ocurrió comprobar si tenía pulso, no podía pensar. Todo le daba vueltas y no sabía ni donde estaba. Vio el iPhone de Castle en el suelo y se lanzó a por él, marcando tres veces porque se juntaban los números y los veía borrosos.
A la cuarta fue la vencida.
- Esposito – contestó, adormilado.
- A-Ayúdanos – susurró Beckett antes de desmayarse. El iPhone golpeó el suelo junto a la mano inerte de la detective.
- ¿Beckett? ¿Qué ha pasado? ¡Beckett! ¡BECKETT! – se oía la amortiguada y alarmada voz de Espo pero no había nadie consciente para responder…
Re: Oportunidades perdidas...
Me ha encantado, continúa.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Oportunidades perdidas...
muy bueno, sigue,
que no les pase
nada malo
que no les pase
nada malo
chelcas- Escritor - Policia
- Mensajes : 1437
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Edad : 31
Localización : México
Re: Oportunidades perdidas...
que bueno, me encanta. Continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: Oportunidades perdidas...
Sigueeeeeeeeeeeeeeeeeeee
EverKB- Ayudante de policia
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Edad : 26
Localización : NYC
Re: Oportunidades perdidas...
Hay dios mio que me da un ataqueeeeeeee!!!!!
Sigueeee
Sigueeee
xCaskett- Escritor - Policia
- Mensajes : 1693
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 27
Localización : En Málaga, Al lado del el chale en la playa de Castle
Re: Oportunidades perdidas...
Lo has dejado en lo mejor, continúa pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Oportunidades perdidas...
jojo ya quiero saber que pasaaaaaaaa
¿por que lo dejas asi? en fin esto se esta poniedo muuuuuy interesanteeee espero que lo les pasa nada a ninguno de los dossss
sigueeeeee plisssss
¿por que lo dejas asi? en fin esto se esta poniedo muuuuuy interesanteeee espero que lo les pasa nada a ninguno de los dossss
sigueeeeee plisssss
Re: Oportunidades perdidas...
Aquí llega la continuación. Espero que no hayáis muerto de intriga jajaja que va, tampoco es para tanto A ver que os parece, espero no decepcionar a nadie... Os recuerdo que el asesino sigue libre así que aún queda un poco para el final.
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"Piii-piii. Piii-piii. Piii-piii…" El lento pitido de una máquina le retumbaba en la cabeza, aumentando el dolor que ya de por sí tenía. Se le escapó un quejido al cegarse cuando abrió los ojos y una deslumbrante luz blanca le dio en ellos.
- No se preocupen, está perfectamente. – Comentó una voz grave. Castle no la reconoció, pero sí reconoció esos delgaditos brazos que se abrazaron a él:
- Hey, calabacita. ¿Qué tal? – preguntó, con voz ronca y la boca pastosa. El escritor se incorporó lentamente, quedando sentado y fijándose por primera vez donde estaba. La blanca habitación del hospital estaba llena, la estrecha camilla se le quedaba pequeña, la aguja intravenosa que le conectaba al desfibrilador le molestaba. Castle se pasó una mano por la cara, desperezándose, y entonces recordó todo vagamente.
- ¿¡Dónde está Beckett?! – inquirió, asustado. Espo se adelantó, calmándole:
- Tranquilo, está todavía durmiendo bajo los efectos del sedante ahí al lado – señaló al otro lado de una cortina. Castle se relajó aunque algo en la cara de Ryan le hizo quedarse un poco inquieto, y entonces vio la cara de molestia de Alexis. Suspiró y miro a Ryan, esperando una explicación. Éste se echó a un lado y Lanie se acercó a su cama:
- ¿Cómo te encuentras?
- Con dolor de cabeza, desorientado y no recuerdo muchas cosas… Pero bien. ¿Qué nos pasó? Lo último que recuerdo es… - se calló cuando a la mente le vinieron todos los besos con Beckett y la escena de la cama. Se mordió la lengua, y sacudió la cabeza con gesto derrotado.
- Os drogaron. Por el contenido de vuestro estómago os lo echaron en la bebida sin que os dierais cuenta. – Lanie aguantó una sonrisa al ver la cara de pánico de Castle mientras buscaba en su lisa barriga una cicatriz. – Castle, un lavado de estómago. – todos rieron al ver la cara de alivio del escritor.
- Beckett consiguió llamar a Esposito antes de perder el conocimiento, y él movió todos los hilos para encontraros – continuó Ryan.
- De nada, hermano. No sé qué habríais hecho sin mí – bromeó Espo. Castle sonrió y le puso una mano en el hombro.
- Señor Castle, necesito que se centre. ¿Recuerda cuando pudieron echarle la droga y porque? – preguntó Gates, haciéndose notar en esa pequeña reunión "familiar". El escritor la miró, frunciendo el ceño y cuando parecía que iba a negar, exclamó:
- ¡El barman! Cuando fui a pagar se me salió un poco la placa de Beckett del bolsillo. Debió de verla… Si no, no tengo ni idea de quien pudo ser. – Gates asintió y dándole las gracias, le hizo una señal a los detectives, que se retiraron sin duda para ir a por el camarero. "En la que te has metido chaval" pensó Castle.
- ¿Dónde…? ¿Dónde nos encontraron? Recuerdo una casa… Pero está demasiado borroso todo.
- Estabais en casa de Beckett, os encontraron en su habitación, tirados ambos en el suelo. – Lanie omitió lo de que estaban ambos escasos de ropa, ya lo hablaría luego con Beckett. Castle simplemente asintió, intentando disimular el rubor. De eso sí que recordaba algunas cosas… Y nada desagradables. Hizo un gesto de cansancio y el médico les aconsejó que le dejaran descansar. Se despidieron dándole besos y con la promesa de volver al día siguiente, Castle asintió y se quedó dormido enseguida.
Despertó más entrada la tarde, y lo primero que hizo fue levantarse despacio e ir a visitar a su vecina. Tenía la sensación de que algo no iba bien… La encontró en una cama igual a la suya, pálida y respirando con ayuda de uno tubito en la nariz. "A mí no me pusieron eso" pensó Castle, alarmado.
- ¿Señor Castle? ¿Señor Castle? ¿Dónde demonios ha ido? – preguntó su médico, sin verle.
- Estoy aquí – respondió el escritor, saludando por el borde de la cortina. El médico se le acercó y mirando a Beckett con tristeza, comprobó algo en un bloc que llevaba:
- Mañana, si todo va bien, podrá irse a casa, Sr. Castle.
- Yo no me voy hasta que mi compañera no esté bien. ¿Qué le pasa? Esta peor que yo… - la desesperación en la cara y la voz del escritor era notable. El médico apoyó una mano en su hombro, compasivo:
- Parece ser que a ella le afectó más la droga, no sabemos aún porque. Quizá estuviera con alguna medicación para superar el trauma de esa cicatriz… - Pero Castle ya estaba negando con la cabeza.
- Si estuviera con medicación no habría bebido… La conozco. – El doctor se encogió de hombros, sin respuesta. Castle se dejó caer en una silla de plástico que estaba al lado de la cama de Beckett, haciendo caso omiso a lo de que tenía que reposar. Le colocó el pelo a Kate, y recordó lo sexy que estaba con ese vestido. La imaginó así porque verla pálida y respirando con ayuda le dolía mucho.
- ¿Por qué tú, Kate? Te pasa todo a ti… Por una vez me podría haber pasado a mí. – susurró el escritor. En la mesilla, al lado de un ramo de flores un poco mustias, había un libro un poco malgastado. Castle lo cogió y vio que era "Romeo y Julieta". Lo abrió por donde estaba la marca y empezó a leerle a Beckett:
- "[…]En semejante tren, galopa ella por las noches al través del cerebro de los amantes, que en el acto se entregan a sueños de amor; sobre las rodillas de los cortesanos, que al instante sueñan con reverencias; sobre los dedos de los abogados, que al punto sueñan con honorarios; sobre los labios de las damas, que con besos sueñan sin demora: esos labios, empero, irritan a Mab con frecuencia, porque exhalan artificiales perfumes y los acribilla a ampollas…"
Y así llegó la noche pero Castle siguió leyéndole. No tocó el plato de comida que una enfermera le dejó a los pies de la cama de Beckett, solo bebió agua porque sentía la garganta seca como un desierto. Sobre las 12 de la noche, dejó un momento el libro para estirarse como un gato en la silla. Se levantó y se inclinó sobre Beckett, colocándole otro pelo rebelde detrás de la oreja. Volvió a tomar asiento y continuó:
- "[…] Que Romeo venga, inadvertido, en silencio, a mis brazos. Los amantes celebran sus amorosos ritos con la sola luz de su belleza, pues siendo ciego busca el amor la noche. Ven, noche oscura, ven matrona sabiamente enlutada, y enséñame a perder un fácil juego, ése que juegan dos virginidades inocentes. Cubre la sangre indómita que arde en mis mejillas con manto de tinieblas, hasta que el tímido amor se decida, y amar no sea sino pura inocencia. Ven, noche; ven, Romeo; ven, tú, día de la noche. Tú que yaces sobre alas nocturnas, y en ellas más blanco apareces que la nieve sobre el cuervo. ¡Ven, dulce noche, amor de negro rostro! Dame a mi Romeo y, cuando muera…"
Justo ese momento eligió Beckett para abrir los ojos lentamente, adaptándolos a la luz. Giró la cabeza para mirar a Castle, quitándose el tubito de la nariz, y siguió ella con ese párrafo, su preferido de toda esa obra maestra de Shakespeare:
- "… tómalo, y haz de sus pedazos estrellas diminutas que iluminen el rostro del Cielo, de tal forma que el mundo entero ame la noche, y nadie rendirá tributo al sol radiante…" - Castle levantó la cabeza, sorprendido. Sonrió ampliamente al verla despierta y recuperando poco a poco el color en el rostro. Se levantó, dejando el libro olvidado y cogió la mano de Kate, sin pensar en lo que hacía. Ella se la apretó suavemente:
- Hey. ¿Qué haces aquí? – preguntó la detective, con voz un poco ronca.
- A mí también me drogaron, ¿recuerdas? – contestó el escritor, divertido.
- La verdad es que está borroso, recuerdo hasta… - ella también se calló de golpe y se ruborizó levemente. Carraspeó, incómoda – Tengo lagunas. Dejémoslo así… ¿Dices que nos drogaron? ¿Por qué?
Castle sonrió, ante la parte preguntona de Beckett, pero al ir a responder la sonrisa desapreció y dejó caer la cabeza:
- Mea culpa, mea culpa… Mea máxima culpa.
Kate se incorporó y levantándole la cabeza al escritor, obligándole a mirarla, esperó su respuesta:
- Al ir a pagar las bebidas se me salió un poco tu placa del bolsillo, pensé que nadie lo había visto pero el camarero debió de hacerlo porque nos echó pastillas en la bebida…
- Venga ya, Castle. ¿Te culpas por eso? ¡Le podría haber pasado a cualquiera!
- Ya, pero debería haber tenido más cuidado. Si te hubiera pasado algo por mi culpa nunca me lo habría perdonado. – Beckett puso su mano en la mejilla del escritor y mirándole fijamente, rebosando ternura, sonrió y le dijo:
- Pero no me ha pasado, estoy perfectamente. ¿Ves? Así que cambia esa cara y comete inmediatamente eso – señaló con la cabeza la bandeja.
- Solo si tú me acompañas. – replicó el escritor, poniendo morritos. Kate se río y acabó aceptando, no había quien se resistiera a esa cara. Se hizo a un lado, dejándole a Castle un hueco a su lado en esa estrecha cama, y hombro con hombro, comenzaron a hablar y bromear mientras compartían la bandeja con comida.
Al terminar Castle se puso serio y se giró ligeramente hacia Beckett para poder verle mejor la cara. Kate notó el cambio y se puso también seria, mirando expectante al escritor en espera de que hablara. Castle se aclaró la garganta y empezó:
- Sé que te acabas de despertar, pero noté que lo recuerdas y si espero más nunca te lo voy a decir porque siempre me va a faltar el valor necesario. He aprendido a decir las cosas en el momento y no dejarlo pasar porque luego pasa lo que pasa… Que es demasiado tarde. – Beckett tragó saliva notablemente, intentando que su mente no se colapsara con todas las cosas que no le había dicho, la más importante era que…
- Lo recuerdo todo. – dijo en ese momento el escritor. Kate palideció y se mentalizó de que no hablaban de eso. Abrió y cerró la boca varias veces antes de hablar:
- Yo también, Castle. Y… Estoy de acuerdo, hay que hablarlo todo ahora. Por eso te pido que me dejes empezar. Yo… Anoche me dejé llevar demasiado. – frunció el ceño, intentando recordar lo de la discoteca con claridad. Un "Kate, esta noche estas muy sexy" le vino a la mente, pero no se centró en eso – Antes incluso de que nos drogaran jugué demasiado contigo, no pensé en cómo iba vestida, ni en el ambiente en el que estábamos… No me centré en que era una misión. Ese fue mi error, y lo siento. Siento haberte tentado, haber jugado demasiado fuerte contigo.
- No, no, no. Para nada. Beckett, eso fue… estuvo muy bien. Íbamos de una pareja rica con ganas de fiesta, todo habría ido bien si no hubiera tenido yo ese fallo técnico. A lo que me refería fue lo de después. Nos encontraron en tu casa, Beckett, y aunque nadie lo mencionó por lo que recuerdo debíamos de estar muy ligeros de ropa. Ahí quiero llegar, lo que pasó en tu habitación.
- Castle. – Cortó la detective antes de que siguiera hablando – Estábamos drogados. No pensábamos con claridad. Todo brillaba y sonaba más y mejor…
- Pero… - algo en la mirada de Beckett le hizo parar. Tuvo una gran sensación de deja-vù. Otro momento en el hospital, con Kate en la cama recién despertada y ligeramente despeinada. Las ojeras marcadas y la palidez notable, pero había sonreído nada más verle llegar. Y al preguntarle si no recordaba nada de su declaración, algo en la mirada de la detective le hizo cambiar la pregunta en el último instante. Un rastro de dolor, de tristeza, de miedo, de esperanza… Todo mezclado de una forma que te desconcertaba. Allí estaba otra vez esa mirada, diciéndole que callara pero al mismo tiempo, ahora le pedía que continuara. Dudó y esa fue su perdición…
- Estoy muy cansada… - dijo la detective, desviando rápidamente la mirada y suspirando. Parecía tremendamente exhausta. Castle fue a levantarse pero ella le susurró:
- No. Por favor… Todo me recuerda demasiado a cuando me dispararon. ¿Puedes quedarte conmigo? – la súplica en su voz y la desesperación de sus ojos conmovieron profundamente a Castle, que dándole un suave beso en la frente, se acostó, dejando que Beckett se apoyara en su pecho. Se sentía infinitamente cómodo… Y entonces recordó:
- Somos infinitos… - murmuró. Pensó que Kate no lo había oído pero tras bostezar se oyó su voz somnolienta:
- No me robes las frases, escritorzuelo. – Castle no pudo evitar reírse y colocándose mejor, susurró:
- Buenas noches, Kate.
Pero no hubo respuesta. La detective ya se había dormido con una sonrisa pintada en la cara.
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Mea culpa, mea culpa… Mea máxima culpa
"Piii-piii. Piii-piii. Piii-piii…" El lento pitido de una máquina le retumbaba en la cabeza, aumentando el dolor que ya de por sí tenía. Se le escapó un quejido al cegarse cuando abrió los ojos y una deslumbrante luz blanca le dio en ellos.
- No se preocupen, está perfectamente. – Comentó una voz grave. Castle no la reconoció, pero sí reconoció esos delgaditos brazos que se abrazaron a él:
- Hey, calabacita. ¿Qué tal? – preguntó, con voz ronca y la boca pastosa. El escritor se incorporó lentamente, quedando sentado y fijándose por primera vez donde estaba. La blanca habitación del hospital estaba llena, la estrecha camilla se le quedaba pequeña, la aguja intravenosa que le conectaba al desfibrilador le molestaba. Castle se pasó una mano por la cara, desperezándose, y entonces recordó todo vagamente.
- ¿¡Dónde está Beckett?! – inquirió, asustado. Espo se adelantó, calmándole:
- Tranquilo, está todavía durmiendo bajo los efectos del sedante ahí al lado – señaló al otro lado de una cortina. Castle se relajó aunque algo en la cara de Ryan le hizo quedarse un poco inquieto, y entonces vio la cara de molestia de Alexis. Suspiró y miro a Ryan, esperando una explicación. Éste se echó a un lado y Lanie se acercó a su cama:
- ¿Cómo te encuentras?
- Con dolor de cabeza, desorientado y no recuerdo muchas cosas… Pero bien. ¿Qué nos pasó? Lo último que recuerdo es… - se calló cuando a la mente le vinieron todos los besos con Beckett y la escena de la cama. Se mordió la lengua, y sacudió la cabeza con gesto derrotado.
- Os drogaron. Por el contenido de vuestro estómago os lo echaron en la bebida sin que os dierais cuenta. – Lanie aguantó una sonrisa al ver la cara de pánico de Castle mientras buscaba en su lisa barriga una cicatriz. – Castle, un lavado de estómago. – todos rieron al ver la cara de alivio del escritor.
- Beckett consiguió llamar a Esposito antes de perder el conocimiento, y él movió todos los hilos para encontraros – continuó Ryan.
- De nada, hermano. No sé qué habríais hecho sin mí – bromeó Espo. Castle sonrió y le puso una mano en el hombro.
- Señor Castle, necesito que se centre. ¿Recuerda cuando pudieron echarle la droga y porque? – preguntó Gates, haciéndose notar en esa pequeña reunión "familiar". El escritor la miró, frunciendo el ceño y cuando parecía que iba a negar, exclamó:
- ¡El barman! Cuando fui a pagar se me salió un poco la placa de Beckett del bolsillo. Debió de verla… Si no, no tengo ni idea de quien pudo ser. – Gates asintió y dándole las gracias, le hizo una señal a los detectives, que se retiraron sin duda para ir a por el camarero. "En la que te has metido chaval" pensó Castle.
- ¿Dónde…? ¿Dónde nos encontraron? Recuerdo una casa… Pero está demasiado borroso todo.
- Estabais en casa de Beckett, os encontraron en su habitación, tirados ambos en el suelo. – Lanie omitió lo de que estaban ambos escasos de ropa, ya lo hablaría luego con Beckett. Castle simplemente asintió, intentando disimular el rubor. De eso sí que recordaba algunas cosas… Y nada desagradables. Hizo un gesto de cansancio y el médico les aconsejó que le dejaran descansar. Se despidieron dándole besos y con la promesa de volver al día siguiente, Castle asintió y se quedó dormido enseguida.
Despertó más entrada la tarde, y lo primero que hizo fue levantarse despacio e ir a visitar a su vecina. Tenía la sensación de que algo no iba bien… La encontró en una cama igual a la suya, pálida y respirando con ayuda de uno tubito en la nariz. "A mí no me pusieron eso" pensó Castle, alarmado.
- ¿Señor Castle? ¿Señor Castle? ¿Dónde demonios ha ido? – preguntó su médico, sin verle.
- Estoy aquí – respondió el escritor, saludando por el borde de la cortina. El médico se le acercó y mirando a Beckett con tristeza, comprobó algo en un bloc que llevaba:
- Mañana, si todo va bien, podrá irse a casa, Sr. Castle.
- Yo no me voy hasta que mi compañera no esté bien. ¿Qué le pasa? Esta peor que yo… - la desesperación en la cara y la voz del escritor era notable. El médico apoyó una mano en su hombro, compasivo:
- Parece ser que a ella le afectó más la droga, no sabemos aún porque. Quizá estuviera con alguna medicación para superar el trauma de esa cicatriz… - Pero Castle ya estaba negando con la cabeza.
- Si estuviera con medicación no habría bebido… La conozco. – El doctor se encogió de hombros, sin respuesta. Castle se dejó caer en una silla de plástico que estaba al lado de la cama de Beckett, haciendo caso omiso a lo de que tenía que reposar. Le colocó el pelo a Kate, y recordó lo sexy que estaba con ese vestido. La imaginó así porque verla pálida y respirando con ayuda le dolía mucho.
- ¿Por qué tú, Kate? Te pasa todo a ti… Por una vez me podría haber pasado a mí. – susurró el escritor. En la mesilla, al lado de un ramo de flores un poco mustias, había un libro un poco malgastado. Castle lo cogió y vio que era "Romeo y Julieta". Lo abrió por donde estaba la marca y empezó a leerle a Beckett:
- "[…]En semejante tren, galopa ella por las noches al través del cerebro de los amantes, que en el acto se entregan a sueños de amor; sobre las rodillas de los cortesanos, que al instante sueñan con reverencias; sobre los dedos de los abogados, que al punto sueñan con honorarios; sobre los labios de las damas, que con besos sueñan sin demora: esos labios, empero, irritan a Mab con frecuencia, porque exhalan artificiales perfumes y los acribilla a ampollas…"
Y así llegó la noche pero Castle siguió leyéndole. No tocó el plato de comida que una enfermera le dejó a los pies de la cama de Beckett, solo bebió agua porque sentía la garganta seca como un desierto. Sobre las 12 de la noche, dejó un momento el libro para estirarse como un gato en la silla. Se levantó y se inclinó sobre Beckett, colocándole otro pelo rebelde detrás de la oreja. Volvió a tomar asiento y continuó:
- "[…] Que Romeo venga, inadvertido, en silencio, a mis brazos. Los amantes celebran sus amorosos ritos con la sola luz de su belleza, pues siendo ciego busca el amor la noche. Ven, noche oscura, ven matrona sabiamente enlutada, y enséñame a perder un fácil juego, ése que juegan dos virginidades inocentes. Cubre la sangre indómita que arde en mis mejillas con manto de tinieblas, hasta que el tímido amor se decida, y amar no sea sino pura inocencia. Ven, noche; ven, Romeo; ven, tú, día de la noche. Tú que yaces sobre alas nocturnas, y en ellas más blanco apareces que la nieve sobre el cuervo. ¡Ven, dulce noche, amor de negro rostro! Dame a mi Romeo y, cuando muera…"
Justo ese momento eligió Beckett para abrir los ojos lentamente, adaptándolos a la luz. Giró la cabeza para mirar a Castle, quitándose el tubito de la nariz, y siguió ella con ese párrafo, su preferido de toda esa obra maestra de Shakespeare:
- "… tómalo, y haz de sus pedazos estrellas diminutas que iluminen el rostro del Cielo, de tal forma que el mundo entero ame la noche, y nadie rendirá tributo al sol radiante…" - Castle levantó la cabeza, sorprendido. Sonrió ampliamente al verla despierta y recuperando poco a poco el color en el rostro. Se levantó, dejando el libro olvidado y cogió la mano de Kate, sin pensar en lo que hacía. Ella se la apretó suavemente:
- Hey. ¿Qué haces aquí? – preguntó la detective, con voz un poco ronca.
- A mí también me drogaron, ¿recuerdas? – contestó el escritor, divertido.
- La verdad es que está borroso, recuerdo hasta… - ella también se calló de golpe y se ruborizó levemente. Carraspeó, incómoda – Tengo lagunas. Dejémoslo así… ¿Dices que nos drogaron? ¿Por qué?
Castle sonrió, ante la parte preguntona de Beckett, pero al ir a responder la sonrisa desapreció y dejó caer la cabeza:
- Mea culpa, mea culpa… Mea máxima culpa.
Kate se incorporó y levantándole la cabeza al escritor, obligándole a mirarla, esperó su respuesta:
- Al ir a pagar las bebidas se me salió un poco tu placa del bolsillo, pensé que nadie lo había visto pero el camarero debió de hacerlo porque nos echó pastillas en la bebida…
- Venga ya, Castle. ¿Te culpas por eso? ¡Le podría haber pasado a cualquiera!
- Ya, pero debería haber tenido más cuidado. Si te hubiera pasado algo por mi culpa nunca me lo habría perdonado. – Beckett puso su mano en la mejilla del escritor y mirándole fijamente, rebosando ternura, sonrió y le dijo:
- Pero no me ha pasado, estoy perfectamente. ¿Ves? Así que cambia esa cara y comete inmediatamente eso – señaló con la cabeza la bandeja.
- Solo si tú me acompañas. – replicó el escritor, poniendo morritos. Kate se río y acabó aceptando, no había quien se resistiera a esa cara. Se hizo a un lado, dejándole a Castle un hueco a su lado en esa estrecha cama, y hombro con hombro, comenzaron a hablar y bromear mientras compartían la bandeja con comida.
Al terminar Castle se puso serio y se giró ligeramente hacia Beckett para poder verle mejor la cara. Kate notó el cambio y se puso también seria, mirando expectante al escritor en espera de que hablara. Castle se aclaró la garganta y empezó:
- Sé que te acabas de despertar, pero noté que lo recuerdas y si espero más nunca te lo voy a decir porque siempre me va a faltar el valor necesario. He aprendido a decir las cosas en el momento y no dejarlo pasar porque luego pasa lo que pasa… Que es demasiado tarde. – Beckett tragó saliva notablemente, intentando que su mente no se colapsara con todas las cosas que no le había dicho, la más importante era que…
- Lo recuerdo todo. – dijo en ese momento el escritor. Kate palideció y se mentalizó de que no hablaban de eso. Abrió y cerró la boca varias veces antes de hablar:
- Yo también, Castle. Y… Estoy de acuerdo, hay que hablarlo todo ahora. Por eso te pido que me dejes empezar. Yo… Anoche me dejé llevar demasiado. – frunció el ceño, intentando recordar lo de la discoteca con claridad. Un "Kate, esta noche estas muy sexy" le vino a la mente, pero no se centró en eso – Antes incluso de que nos drogaran jugué demasiado contigo, no pensé en cómo iba vestida, ni en el ambiente en el que estábamos… No me centré en que era una misión. Ese fue mi error, y lo siento. Siento haberte tentado, haber jugado demasiado fuerte contigo.
- No, no, no. Para nada. Beckett, eso fue… estuvo muy bien. Íbamos de una pareja rica con ganas de fiesta, todo habría ido bien si no hubiera tenido yo ese fallo técnico. A lo que me refería fue lo de después. Nos encontraron en tu casa, Beckett, y aunque nadie lo mencionó por lo que recuerdo debíamos de estar muy ligeros de ropa. Ahí quiero llegar, lo que pasó en tu habitación.
- Castle. – Cortó la detective antes de que siguiera hablando – Estábamos drogados. No pensábamos con claridad. Todo brillaba y sonaba más y mejor…
- Pero… - algo en la mirada de Beckett le hizo parar. Tuvo una gran sensación de deja-vù. Otro momento en el hospital, con Kate en la cama recién despertada y ligeramente despeinada. Las ojeras marcadas y la palidez notable, pero había sonreído nada más verle llegar. Y al preguntarle si no recordaba nada de su declaración, algo en la mirada de la detective le hizo cambiar la pregunta en el último instante. Un rastro de dolor, de tristeza, de miedo, de esperanza… Todo mezclado de una forma que te desconcertaba. Allí estaba otra vez esa mirada, diciéndole que callara pero al mismo tiempo, ahora le pedía que continuara. Dudó y esa fue su perdición…
- Estoy muy cansada… - dijo la detective, desviando rápidamente la mirada y suspirando. Parecía tremendamente exhausta. Castle fue a levantarse pero ella le susurró:
- No. Por favor… Todo me recuerda demasiado a cuando me dispararon. ¿Puedes quedarte conmigo? – la súplica en su voz y la desesperación de sus ojos conmovieron profundamente a Castle, que dándole un suave beso en la frente, se acostó, dejando que Beckett se apoyara en su pecho. Se sentía infinitamente cómodo… Y entonces recordó:
- Somos infinitos… - murmuró. Pensó que Kate no lo había oído pero tras bostezar se oyó su voz somnolienta:
- No me robes las frases, escritorzuelo. – Castle no pudo evitar reírse y colocándose mejor, susurró:
- Buenas noches, Kate.
Pero no hubo respuesta. La detective ya se había dormido con una sonrisa pintada en la cara.
Re: Oportunidades perdidas...
Lo llevas muy bien, sigueeee.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Oportunidades perdidas...
AY MAAAAAAI QUE BONITO*_*
Aliciaa- Ayudante de policia
- Mensajes : 60
Fecha de inscripción : 22/10/2012
Re: Oportunidades perdidas...
Me encanta, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: Oportunidades perdidas...
Que bonito, me gusta mucho. Sigue!
xCaskett- Escritor - Policia
- Mensajes : 1693
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 27
Localización : En Málaga, Al lado del el chale en la playa de Castle
Re: Oportunidades perdidas...
MUY BUENO, SIGUE
PRONTO
PRONTO
chelcas- Escritor - Policia
- Mensajes : 1437
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Edad : 31
Localización : México
Re: Oportunidades perdidas...
es muy bonito continua
ZOMAtitos&Oreos- Autor de best-seller
- Mensajes : 863
Fecha de inscripción : 02/02/2013
Edad : 25
Localización : Con los ZOMAtes parlantes XD
Re: Oportunidades perdidas...
! QUÉ BIEN LOS DOS FICS ¡, pero mejor que ya no se esquiven ni se engañen, buen punto para ti. No es que tardes pero sigue que esto va cogiendo carrerilla y quiero ver a dónde va, no sea que me esté emocionando y luego me lleve un chasco. BESOTESSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: Oportunidades perdidas...
Que bonitoooo. Continúa pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Oportunidades perdidas...
sigueeeeeee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Oportunidades perdidas...
Intentaré con todas mis fuerzas que eso no paseagecastbet escribió:! QUÉ BIEN LOS DOS FICS ¡, pero mejor que ya no se esquiven ni se engañen, buen punto para ti. No es que tardes pero sigue que esto va cogiendo carrerilla y quiero ver a dónde va, no sea que me esté emocionando y luego me lleve un chasco. BESOTESSSSSSSSSSSSSSS
Re: Oportunidades perdidas...
¡Ya estoy de vueltaa! Gracias por todo vuestro apoyo y vuestros comentarios, no sabéis cuanto me alegran los días
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Para mis Raquellions, que me explotan pidiendo más y más capis jajaja
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Castle y Beckett se quedaron dos días más en el hospital. Beckett recuperándose y Castle acompañándola. Habían tenido una discusión sobre el tema pero acabó con un "¡Que cabezota eres!" de la detective y una sonrisa triunfal del escritor. Kate no podía enfadarse con él, no después de todo lo que había hecho por ella… Una cálida sensación se extendía por su pecho cada vez que pensaba en ello, mezclada con deseo y una sonrisa tonta salía a la luz. Por el momento, ambos habían evitado ser interrogados por los chicos y Lanie sobre las circunstancias en las que les habían encontrado; pero ahora, parados delante de la puerta del despacho de Gates, temblaban ante la posibilidad de ese interrogatorio mucho peor. Se miraron, mostrando una temblorosa sonrisa, respiraron hondo y entraron en el despacho.
- Detective, Sr. Castle… Siéntense. – saludó Gates, señalándoles dos sillas delante de su mesa. Castle y Beckett tomaron asiento, en silencio, esperando las incómodas preguntas que inevitablemente tendrían que venir. Pero, para sorpresa de ambos, Gates no sacó el tema:
- Bien, obviamente vuestra misión fracasó por la razones que fueran… - Castle se removió inquieto en su silla. – Creo que son mayorcitos para darse cuenta del asunto, y aunque no van a tener represalias por mi parte, espero que no vuelva a repetirse… Sino, despídanse el uno del otro. – Gates les miró a ambos, seria. Había preparado esta conversación desde el primer momento que les vio juntos, así que se recostó en su silla y continuó:
- Los detectives Ryan y Esposito consiguieron pillar al camarero gracias a la declaración del Sr. Castle, el caso ya está cerrado. Recojan las cosas de la pizarra y váyanse para casa, hoy no les necesitamos por aquí. Descanse detective, el lunes empezará de nuevo. Y Sr. Castle usted váyase a hacer lo que quiera que haga…
Kate reprimió una sonrisa ante el comentario de la capitana, y se levantaron obedientemente. Iban a irse ya cuando Gates les dijo:
- ¿Sabrán comportarse, no? Forman un buen equipo, y aunque no soy dada a los elogios, supongo que ya se habrán dado cuenta. El capitán Montgomery les tenía en alta estima, y yo no quisiera tener que romper esa imagen. Los rollos de pareja, fuera de las misiones y el trabajo… Por muy drogados que fueran.
Castle estaba sorprendido y Beckett alucinaba. Se quedaron parados en la puerta, mirando a Gates con cara de no terminar de creerse lo que acababa de dar por hecho.
- ¿Se van a quedar ahí todo el día? ¡Venga, para casa! – comentó la capitana.
Reaccionaron y mascullando un "perdone" salieron atropelladamente del despacho. Esposito y Ryan les esperaban, disimuladamente, y al ver las caras que traían Espo se acercó a su compañero y le dijo:
- Ya puedes ir soltando el dinero, hermano.
Ryan puso mala cara, y sacó la cartera pero no le dio el dinero, alegando que todavía no sabían con total certeza que había pasado:
- ¿No ves las caras? Bye-bye colega. Nos quedamos sin escritor. – Espo puso cara de pena.
- No. No os libraréis de mi tan fácilmente, chicos. – intervino Castle, que lo había oído. – Solo ha dado por hecho que éramos pareja y nos ha dicho que nos concentráramos. – se sentó en su silla y les miró, sonriendo por primera vez.
- ¡JA! ¡Tomaaa! "Ya puedes ir soltando el dinero, hermano" – repitió Ryan con burla. Esposito le fulminó con la mirada y le dio a regañadientes lo pactado.
- ¿Otra vez apostando? No tenéis remedio… - Beckett sacudió la cabeza mientras ella y Castle quitaban todo de la pizarra. Terminaron y Castle se quedó un momento callado, se le iluminó la cara al tener una idea y comentó:
- Venga, ¿qué os parece unas cañitas esta tarde con una partida de billar? Nosotros y Lanie. Y Jenny, por supuesto. – añadió al ver la cara de Ryan. Éste asintió, satisfecho.
- Por mí, perfecto. Hace tiempo que no quedamos. – Esposito estuvo de acuerdo, Beckett rezongó un poco pero acabó por aceptar y un whatsapp de "Oh, yeah, chico escritor" de Lanie confirmó el plan. Acordaron estar a las ocho en "La taberna" el mejor sitio para jugar al billar de todo Manhattan y New York. Beckett se fue a buscar a Lanie para irse juntas a casa y arreglarse, tras despedirse con un guiño del escritor. Castle se quedó un rato más, charlando con los chicos.
- Y… ¿nos vas a contar de una vez que pasó? – Ryan enarcó las cejas y se acercó a ellos. Esposito se sentó en el borde de la mesa y Castle puso cara de circunstancias, pero al ver que no colaba, suspiró y se encogió de hombros:
- Nos drogaron y se nos fue de las manos. No tiene más ciencia…
- Venga ya. Y yo soy monja. – Esposito miró a Ryan, extrañado por la comparación. Su compañero hizo caso omiso y continuó – Lleváis unos días muy raros, más cercanos el uno con el otro… El otro día Beckett nos llama de repente, enfadada contigo. Luego os quedáis pillados en un ascensor, JUNTOS… Algo pasa.
- Aja – apostilló Esposito.
- No hay nada, chicos. Una serie de coincidencias… Y lo de su enfado fue que dije lo que no debía, ya sabéis que bocazas puedo ser. ¡Hey! – exclamó al ver las caras de los otros y sus miradas cómplices. Espo y Ryan se rieron:
- Era coña, hermano. Todos lo somos a veces – comentó Ryan.
- Exacto, Té dulce – le picó Castle. Se río al ver la cara del recién casado y mirando el reloj dijo:
- Os dejo, que hay que ponerse guapo para ligar esta noche – guiñó un ojo y se fue hacia el ascensor. Le llegó el grito de Esposito "Ten cuidado no vaya a ser que alguien se ponga celosaaaa" seguido de las risas de sus amigos. El escritor les hizo un gesto nada bonito con un dedo y se metió en el ascensor.
Una vez en su casa, pensó en lo que le había comentado Beckett en la discoteca; y en vez de coger una camisa, se decidió por un jersey ligero azul, de manera que resaltara sus ojos, y una chaqueta que dejaría en el coche para que no le estorbara. Unas gotas de colonia por aquí, colocarse un pelo rebelde por allá, una miradita en el espejo y tras darle un beso a su madre, salió en dirección "La Taberna", sin poder evitar pensar qué tal le habría ido a Beckett con Lanie y como iría vestida esa noche.
El viaje en coche hasta su casa había sido en silencio, excepto por la música de la radio. Después de que la forense la hubiera obligado a contarle con pelos y señales la charla de Gates y de que se hubiera reído un buen rato, se habían metido en el coche y no habían vuelto a hablar. Kate se hizo ilusiones que se rompieron nada más cerró la puerta de su loft.
- Entonces… ¿me vas a decir de una vez por todas que pasó la otra noche con Castle? ¿O tengo que sacar mi bisturí? – preguntó Lanie mientras se sentaba en un sillón, sirviéndosecon una copa de vino y mirada inquisitiva. "De esta no te libras" parecía decir. Beckett suspiró, y dando un trago a su copa, se encogió de hombros:
- Nada. Estábamos drogados, Lanie. Solo se nos fue un poco de las manos…
- Yo también he estado drogada y no me han encontrado en ropa interior con un chico que me había dicho que me quería, en mi habitación… - ante la mirada escéptica de Beckett dijo:
- En serio. Nunca me ha pasado.
- A cada persona le pasa lo que le pasa, Lanie… Yo tampoco dejé a mi amiga borracha tirada en el bar cuando me salió un rollo de una noche. – dejó caer Kate. Su amiga hizo gesto de dolor, pero se río y aclaró:
- Que conste que le dije a Brian que llamara Castle, y hablé con él esa noche. Me dijo lo mismo que tu… ¿No le leerías…? – Se interrumpió y entrecerrando los ojos, siguió – El caso, que me desvío de él… ¿Lo has hablado con el chico escritor?
- Sí. El día que me desperté en el hospital. Me dijo que no lo iba a dejar pasar que luego pasaba lo que pasaba, lo hablamos y quedó claro que fue por la droga. – terminó la detective, cansada ya del tema.
- Me cuesta aceptar eso, pero bueno – Lanie se recostó en el sillón y bebió un poco de su copa. Se quedó en silencio por unos segundos y luego preguntó:
- Y… ¿Qué tal es? – Beckett casi escupe el vino pero se contuvo y le lanzó una mirada horrorizada a su amiga. - ¿¡Qué?! Tengo curiosidad. Hablan maravillas de él, y tú y yo siempre nos hemos contado estas cosas…
- ¡Lanie! ¡Pero es Castle! – la forense murmuró "Pues no tuviste ningún problema en liarte con él" antes de levantarse, mirando el reloj.
- No te libras, eh. Que lo sepas… Vamos a vestirnos, no quiero llegar tarde.
- ¿Y desde cuando la señorita Parish no quiere llegar tarde a una cita? Será desde que esta Espo porque si no… - comentó Beckett, riéndose y esquivando por los pelos un golpe de Lanie. Kate le dio un beso en la mejilla:
- Pero si sabes que te adoro, tonta. – y riendo fueron juntas al armario de la detective. Beckett le prestó a Lanie un vestido morado de lentejuelas que a la forense le encantaba, y ella buscó algo más simple. Después de mucho rebuscar encontró la falda que buscaba y mirando que no le quedara muy corta, cogió una camiseta azul clarito a juego y se vistió. Lanie silbó al verla y Beckett dijo un "Wow" al mirar a su amiga. Estaba impresionante…
- A Espo se le van a salir los ojos de las órbitas cuando te vea, morena.
- Pues Castle se va a perder en tus piernas, guapa, esa falda te queda… - hizo un gesto con la mano y se echaron a reír. La ronda de piropos había pasado. Calzándose los tacones y echándose un poco más de perfume, salieron del loft de Beckett con las americanas en una mano y bromeando sobre la paliza que les iban a dar a los chicos en el billar.
Llegaron al bar con un poco de adelanto y cogieron mesa antes de que se abarrotara el local, ya que era pequeño pero bastante conocido… Les trajeron las bebidas y Lanie se río cuando vio que la detective miraba la suya con desconfianza, pero al final, dio un sorbo y rezó para que no pasara nada. Los chicos llegaron al poco tiempo, entraron por la puerta riendo y bromeando, llamando la atención de todas las chicas que estaban ya en la taberna. Lanie y Beckett les saludaron desde la mesa, sonriendo y dejando claro que esos eran suyos. Se levantaron para darle dos besos a una radiante Jenny, y luego, a Castle y Beckett les tocó pringar e ir a por las bebidas de los demás. Mientras estaban en la barra, en la mesa los demás confabularon contra ellos…
La partida comenzó, la tiza iba rodando por todos, que querían tener el taco a punto para ganar. Las risas, apuestas, bromas y bastante tonteo entre Lanie y Espo llenaron el ambiente. Lanie se hizo la inexperta y dejó que Esposito la enseñara como colocar la mano y el taco, de forma que estaban todo el rato uno encima del otro. Todos estaban relajados y disfrutando, algunos más que otros. Castle tenía unas vistas maravillosas, situado como estaba a un lado, cada vez que Beckett se inclinaba para darle a las bolas, él perdía la mirada por esas interminables piernas que además, hoy conjuntaban con su ropa ya que los dos iban vestidos de azul. Castle se adelantó en el marcador, seguido por Beckett, Jenny, Lanie, Espo y por último Ryan; que era la primera vez que jugaba. Las cervezas se acumulaban en la mesa de al lado y las horas pasaban pero ninguno parecía darse cuenta. Cuando Jenny ganó al billar, sorprendiendo a todos, se pasaron a las cartas, pidiéndoles la baraja a unos viejos que estaban ya demasiado borrachos para jugar. Se sentaron en una mesa por parejas: Castle y Beckett en un banco, Ryan y Jenny en otro, y Espo y Lanie en otro. Era alucinante como parecía que había un imán, ya que sus cuerpos se rozaban continuamente y las manos chocaban todo el rato. Las miradas se trababan y las sonrisas no faltaban… Kate se estaba dejando llevar y bromeaba con el escritor todo el rato, de forma que de tanto reírse estaban apoyados el uno en el otro.
Siguieron apostando pero ninguno pudo contra Beckett y Castle, imparables cuando se trataba de cartas. Al final solo quedaron ellos dos jugando, y los demás les observaban, viendo cómo se picaban y reían el uno del otro, afianzando el plan que habían ideado antes.
- Venga, Castle. ¿Vas o no vas? – dijo Beckett, tras esperar casi 5 minutos. El escritor frunció el ceño, concentrado. La detective puso los ojos en blanco y suspiró.
- Sin presión, por favor. La cerveza empieza a afectar… - todos se rieron y miraron como iban: si Castle ponía, ganaba. Si no podía, ganaba Beckett. La tensión se palpaba, ya que aunque estaban de broma, había habido muchas apuestas. La detective se echó hacia atrás en el bancola silla, esperando tranquilamente. Castle suspiró con frustración y dejó las cartas en la mesa, negando con la cabeza. Los gritos de queja de Espo y Ryan llenaron el local, habían perdido la apuesta. Las chicas sonrieron y recogieron sus respectivos botines. Las bromas por parte del lado femenino crecieron y los chicos solo podían reírse y tratar de defenderse mutuamente. Castle les devolvió la baraja a los viejos y volvió a la mesa, sonriendo triunfal.
- Quita esa sonrisa, te he machacado – dijo Kate, levantándose para ir al baño y así dejando pasar a Castle a su lado.
- Mmmm… Da igual, me ha sabido bien esta derrota. – Castle fue a pasar por delante de ella, para sentarse en su sitio. Quedaron muy juntos y la detective se echó un poco para atrás pero sus piernas tropezaron con el banco.
- Cuando quieras te doy la revancha – bromeó para quitar un poco la tensión. Castle sonrió traviesamente.
- No me servirá cualquier revancha, detective – susurró, y continuó su camino hasta la silla. Beckett suspiró y se dirigió al baño, sin darse cuenta de que alguien la seguía de cerca. Al ir a entrar sintió una mano en su hombro, y pensando que era Castle se giró sonriendo pero se le borró la sonrisa de golpe:
- ¿Qué coño haces tú aquí?
- Baja los humos, detectiiive. – Arrastró la palabra, haciendo que sonara despectiva.- He pasado a saludar. ¿Me vas a arrestar?
- Déjame en paz.
- Oh, vamos, uno rapidito en el baño.
- Josh, estas borracho. – dijo Beckett, apartando a su exnovio. Pero este se volvió a pegar a ella:
- Puede. Ya he visto que estas muy bien acompañada… Te faltó el tiempo para dejarme e ir corriendo a los brazos de ese escritorzuelo, ¿eh zorra?
La detective le empujó lejos de ella y alzó la voz:
- Josh, no me hagas pegarte.
- Uuuuuy, mira como tiemblo – levantó una mano y la movió, sonrió con sorna – Solo te pido un último polvo, si quieres te pago. ¿Cuánto te da el escritor por el día entero? ¿1.000? Te doy el doble.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que Castle estaba allí hasta que giró a Josh hacia él y le dio un puñetazo en toda la boca, rompiéndole el labio.
- ¡Hijo de puta! ¡Me ha roto el labio! ¿¡Y ahora qué voy a hacer?!
- Eres cirujano, gilipollas, no modelo. Cósetelo – dijo Castle enfadado. Josh fue a por él, dándole otro puñetazo en el labio.
- Diente por diente – soltó una carcajada, cortada por un golpe de Castle en la barriga. Fue a por el escritor pero estaba tan borracho que tropezó y se cayó, golpeándose con una silla. El dueño del bar salió de detrás de la barra y echó a Josh a empujones. Castle pidió disculpas, y solo entonces fue consciente de Beckett y del dolor de su mano. Hizo un gesto de dolor, sacudiéndola. Kate se pegó a su espalda, dando gracias mentalmente a los tacones, y frenó a Castle cuando iba a ir tras su exnovio, susurrando en su oído:
- No merece la pena… Ven al baño, que te limpio eso.
Entraron juntos en el baño, que era de esos que juntaban el lavabo con el váter. Tras coger el botiquín que les ofreció el dueño, cerraron la puerta y Castle se sentó en el váter. Beckett mojó un algodón y se acercó a él, limpiándole el labio entre gestos de dolor del escritor. Al ir a cambiar de algodón, Castle la miró fijamente y preguntó:
- ¿Estás bien? ¿No te tocó, verdad?
Beckett le miró con infinito cariño:
- ¿Y me lo preguntas tú, el de la mano machacada y el labio partido? – Sacudió la cabeza, sonriendo, pero se puso seria – No me tocó, tranquilo, no le habría dejado.
Castle asintió y reprimió un gemido cuando Beckett puso alcohol en la herida. Apretó los puños pero eso solo hizo que la mano herida lanzara punzadas de dolor. La detective vio en la mirada del escritor dolor y dijo:
- Venga, campeón, que tú puedes. – Castle soltó una carcajada temblorosa.
- Ni que fuera un niño pequeño – comentó.
- Por tus caras así parece…
- Entonces, ¿lo siguiente que es? ¿Darme besos en las heridas para que curen? – lo dijo de broma pero Beckett se inclinó más sobre él, y cogiendo su mano dolorida, le fue dando besos en los nudillos. Soltó la mano y mirándole fijamente los labios, rozó con los suyos los del escritor. Castle soltó el aire de golpe y buscó los labios de la detective, intercambiando un suave beso. Miró a Kate, que tenía los ojos oscurecidos por el deseo.
- Gracias – susurró Beckett contra sus labios – Por cuidarme.
- Siempre, ya lo sabes… - respondió Castle.
Kate pidió permiso con la mirada y sentándose en la pierna de Castle, le dolían los pies de estar de pie con los tacones, se puso a vendarle la mano con cuidado. La mano sana del escritor subía y bajaba por su espalda, en una tierna caricia. Toda la pasión y el deseo que había protagonizado sus anteriores encuentros ahora quedaban relegados por el cariño y la ternura. Se miraron a los ojos y Castle acarició la mejilla de la detective:
- Siento haberle pegado… Sé que no querías hacerlo pero no pude soportar ver cómo te llamaba puta. – Ella sacudió la cabeza, poniendo su mano encima de la del escritor.
- Se lo merecía. Si no lo hacías tú lo iba a hacer yo… - sonrió, traviesamente. Castle sonrió también, sin retirar la mano. Se quedaron en silencio un rato, mirándose, Beckett sentada en la pierna de Castle, diciéndoselo todo con la mirada. Unos golpes en la puerta interrumpieron el momento de la pareja:
- ¿Vais a tardar mucho más? No aguanto…
Castle y Beckett contuvieron la risa, y cogidos de la mano, salieron del baño, dejando entrar a una chica que daba saltitos para no hacerse pis encima. Ya en el bar no encontraban a sus amigos por ningún lado y el dueño les dijo que se habían ido corriendo. Kate frunció el ceño y miró su bolso, Lanie había cogido las llaves de su coche… Sacudiendo la cabeza y sonriendo a medias, cogió su iPhone, que parpadeaba.
"Baila con el chico escritor, tómate unas copas y no vayas a tu loft, Espo y yo la vamos a armar gorda." Sintió la risa de Castle en su oreja, haciéndola estremecer, logrando que la piel se le pusiera de gallina y que una oleada de calor le recorriera el cuerpo. También había leído el mensaje. Beckett se mordió el labio y miró al escritor que la llevó hasta la puerta.
- Hay mucha gente, conozco un sitio mejor.
Salieron juntos de la taberna, en silencio, todavía dados de la mano. Castle le dejó su chaqueta a Beckett, que con la camiseta de tirantes se estaba helando, y pasó un brazo por sus hombros. No hablaron en todo el camino hasta llegar a la casa de Castle, como descubrió la detective con sorpresa. Miró al escritor acusadoramente:
- Le prometo que mis intenciones son puras, detective – aclaró él, con las manos en alto. Beckett soltó una carcajada:
- No tienes remedio, Castle…
- ¿Sinceramente? Nunca lo he buscado. Si fuera normal sería un soso.
- Tienes razón, a mí me gustas así de loco y extravagante. – Castle le guiñó un ojo y entraron juntos en el edificio.
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Para mis Raquellions, que me explotan pidiendo más y más capis jajaja
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Siempre, ya lo sabes…
Castle y Beckett se quedaron dos días más en el hospital. Beckett recuperándose y Castle acompañándola. Habían tenido una discusión sobre el tema pero acabó con un "¡Que cabezota eres!" de la detective y una sonrisa triunfal del escritor. Kate no podía enfadarse con él, no después de todo lo que había hecho por ella… Una cálida sensación se extendía por su pecho cada vez que pensaba en ello, mezclada con deseo y una sonrisa tonta salía a la luz. Por el momento, ambos habían evitado ser interrogados por los chicos y Lanie sobre las circunstancias en las que les habían encontrado; pero ahora, parados delante de la puerta del despacho de Gates, temblaban ante la posibilidad de ese interrogatorio mucho peor. Se miraron, mostrando una temblorosa sonrisa, respiraron hondo y entraron en el despacho.
- Detective, Sr. Castle… Siéntense. – saludó Gates, señalándoles dos sillas delante de su mesa. Castle y Beckett tomaron asiento, en silencio, esperando las incómodas preguntas que inevitablemente tendrían que venir. Pero, para sorpresa de ambos, Gates no sacó el tema:
- Bien, obviamente vuestra misión fracasó por la razones que fueran… - Castle se removió inquieto en su silla. – Creo que son mayorcitos para darse cuenta del asunto, y aunque no van a tener represalias por mi parte, espero que no vuelva a repetirse… Sino, despídanse el uno del otro. – Gates les miró a ambos, seria. Había preparado esta conversación desde el primer momento que les vio juntos, así que se recostó en su silla y continuó:
- Los detectives Ryan y Esposito consiguieron pillar al camarero gracias a la declaración del Sr. Castle, el caso ya está cerrado. Recojan las cosas de la pizarra y váyanse para casa, hoy no les necesitamos por aquí. Descanse detective, el lunes empezará de nuevo. Y Sr. Castle usted váyase a hacer lo que quiera que haga…
Kate reprimió una sonrisa ante el comentario de la capitana, y se levantaron obedientemente. Iban a irse ya cuando Gates les dijo:
- ¿Sabrán comportarse, no? Forman un buen equipo, y aunque no soy dada a los elogios, supongo que ya se habrán dado cuenta. El capitán Montgomery les tenía en alta estima, y yo no quisiera tener que romper esa imagen. Los rollos de pareja, fuera de las misiones y el trabajo… Por muy drogados que fueran.
Castle estaba sorprendido y Beckett alucinaba. Se quedaron parados en la puerta, mirando a Gates con cara de no terminar de creerse lo que acababa de dar por hecho.
- ¿Se van a quedar ahí todo el día? ¡Venga, para casa! – comentó la capitana.
Reaccionaron y mascullando un "perdone" salieron atropelladamente del despacho. Esposito y Ryan les esperaban, disimuladamente, y al ver las caras que traían Espo se acercó a su compañero y le dijo:
- Ya puedes ir soltando el dinero, hermano.
Ryan puso mala cara, y sacó la cartera pero no le dio el dinero, alegando que todavía no sabían con total certeza que había pasado:
- ¿No ves las caras? Bye-bye colega. Nos quedamos sin escritor. – Espo puso cara de pena.
- No. No os libraréis de mi tan fácilmente, chicos. – intervino Castle, que lo había oído. – Solo ha dado por hecho que éramos pareja y nos ha dicho que nos concentráramos. – se sentó en su silla y les miró, sonriendo por primera vez.
- ¡JA! ¡Tomaaa! "Ya puedes ir soltando el dinero, hermano" – repitió Ryan con burla. Esposito le fulminó con la mirada y le dio a regañadientes lo pactado.
- ¿Otra vez apostando? No tenéis remedio… - Beckett sacudió la cabeza mientras ella y Castle quitaban todo de la pizarra. Terminaron y Castle se quedó un momento callado, se le iluminó la cara al tener una idea y comentó:
- Venga, ¿qué os parece unas cañitas esta tarde con una partida de billar? Nosotros y Lanie. Y Jenny, por supuesto. – añadió al ver la cara de Ryan. Éste asintió, satisfecho.
- Por mí, perfecto. Hace tiempo que no quedamos. – Esposito estuvo de acuerdo, Beckett rezongó un poco pero acabó por aceptar y un whatsapp de "Oh, yeah, chico escritor" de Lanie confirmó el plan. Acordaron estar a las ocho en "La taberna" el mejor sitio para jugar al billar de todo Manhattan y New York. Beckett se fue a buscar a Lanie para irse juntas a casa y arreglarse, tras despedirse con un guiño del escritor. Castle se quedó un rato más, charlando con los chicos.
- Y… ¿nos vas a contar de una vez que pasó? – Ryan enarcó las cejas y se acercó a ellos. Esposito se sentó en el borde de la mesa y Castle puso cara de circunstancias, pero al ver que no colaba, suspiró y se encogió de hombros:
- Nos drogaron y se nos fue de las manos. No tiene más ciencia…
- Venga ya. Y yo soy monja. – Esposito miró a Ryan, extrañado por la comparación. Su compañero hizo caso omiso y continuó – Lleváis unos días muy raros, más cercanos el uno con el otro… El otro día Beckett nos llama de repente, enfadada contigo. Luego os quedáis pillados en un ascensor, JUNTOS… Algo pasa.
- Aja – apostilló Esposito.
- No hay nada, chicos. Una serie de coincidencias… Y lo de su enfado fue que dije lo que no debía, ya sabéis que bocazas puedo ser. ¡Hey! – exclamó al ver las caras de los otros y sus miradas cómplices. Espo y Ryan se rieron:
- Era coña, hermano. Todos lo somos a veces – comentó Ryan.
- Exacto, Té dulce – le picó Castle. Se río al ver la cara del recién casado y mirando el reloj dijo:
- Os dejo, que hay que ponerse guapo para ligar esta noche – guiñó un ojo y se fue hacia el ascensor. Le llegó el grito de Esposito "Ten cuidado no vaya a ser que alguien se ponga celosaaaa" seguido de las risas de sus amigos. El escritor les hizo un gesto nada bonito con un dedo y se metió en el ascensor.
Una vez en su casa, pensó en lo que le había comentado Beckett en la discoteca; y en vez de coger una camisa, se decidió por un jersey ligero azul, de manera que resaltara sus ojos, y una chaqueta que dejaría en el coche para que no le estorbara. Unas gotas de colonia por aquí, colocarse un pelo rebelde por allá, una miradita en el espejo y tras darle un beso a su madre, salió en dirección "La Taberna", sin poder evitar pensar qué tal le habría ido a Beckett con Lanie y como iría vestida esa noche.
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El viaje en coche hasta su casa había sido en silencio, excepto por la música de la radio. Después de que la forense la hubiera obligado a contarle con pelos y señales la charla de Gates y de que se hubiera reído un buen rato, se habían metido en el coche y no habían vuelto a hablar. Kate se hizo ilusiones que se rompieron nada más cerró la puerta de su loft.
- Entonces… ¿me vas a decir de una vez por todas que pasó la otra noche con Castle? ¿O tengo que sacar mi bisturí? – preguntó Lanie mientras se sentaba en un sillón, sirviéndosecon una copa de vino y mirada inquisitiva. "De esta no te libras" parecía decir. Beckett suspiró, y dando un trago a su copa, se encogió de hombros:
- Nada. Estábamos drogados, Lanie. Solo se nos fue un poco de las manos…
- Yo también he estado drogada y no me han encontrado en ropa interior con un chico que me había dicho que me quería, en mi habitación… - ante la mirada escéptica de Beckett dijo:
- En serio. Nunca me ha pasado.
- A cada persona le pasa lo que le pasa, Lanie… Yo tampoco dejé a mi amiga borracha tirada en el bar cuando me salió un rollo de una noche. – dejó caer Kate. Su amiga hizo gesto de dolor, pero se río y aclaró:
- Que conste que le dije a Brian que llamara Castle, y hablé con él esa noche. Me dijo lo mismo que tu… ¿No le leerías…? – Se interrumpió y entrecerrando los ojos, siguió – El caso, que me desvío de él… ¿Lo has hablado con el chico escritor?
- Sí. El día que me desperté en el hospital. Me dijo que no lo iba a dejar pasar que luego pasaba lo que pasaba, lo hablamos y quedó claro que fue por la droga. – terminó la detective, cansada ya del tema.
- Me cuesta aceptar eso, pero bueno – Lanie se recostó en el sillón y bebió un poco de su copa. Se quedó en silencio por unos segundos y luego preguntó:
- Y… ¿Qué tal es? – Beckett casi escupe el vino pero se contuvo y le lanzó una mirada horrorizada a su amiga. - ¿¡Qué?! Tengo curiosidad. Hablan maravillas de él, y tú y yo siempre nos hemos contado estas cosas…
- ¡Lanie! ¡Pero es Castle! – la forense murmuró "Pues no tuviste ningún problema en liarte con él" antes de levantarse, mirando el reloj.
- No te libras, eh. Que lo sepas… Vamos a vestirnos, no quiero llegar tarde.
- ¿Y desde cuando la señorita Parish no quiere llegar tarde a una cita? Será desde que esta Espo porque si no… - comentó Beckett, riéndose y esquivando por los pelos un golpe de Lanie. Kate le dio un beso en la mejilla:
- Pero si sabes que te adoro, tonta. – y riendo fueron juntas al armario de la detective. Beckett le prestó a Lanie un vestido morado de lentejuelas que a la forense le encantaba, y ella buscó algo más simple. Después de mucho rebuscar encontró la falda que buscaba y mirando que no le quedara muy corta, cogió una camiseta azul clarito a juego y se vistió. Lanie silbó al verla y Beckett dijo un "Wow" al mirar a su amiga. Estaba impresionante…
- A Espo se le van a salir los ojos de las órbitas cuando te vea, morena.
- Pues Castle se va a perder en tus piernas, guapa, esa falda te queda… - hizo un gesto con la mano y se echaron a reír. La ronda de piropos había pasado. Calzándose los tacones y echándose un poco más de perfume, salieron del loft de Beckett con las americanas en una mano y bromeando sobre la paliza que les iban a dar a los chicos en el billar.
Llegaron al bar con un poco de adelanto y cogieron mesa antes de que se abarrotara el local, ya que era pequeño pero bastante conocido… Les trajeron las bebidas y Lanie se río cuando vio que la detective miraba la suya con desconfianza, pero al final, dio un sorbo y rezó para que no pasara nada. Los chicos llegaron al poco tiempo, entraron por la puerta riendo y bromeando, llamando la atención de todas las chicas que estaban ya en la taberna. Lanie y Beckett les saludaron desde la mesa, sonriendo y dejando claro que esos eran suyos. Se levantaron para darle dos besos a una radiante Jenny, y luego, a Castle y Beckett les tocó pringar e ir a por las bebidas de los demás. Mientras estaban en la barra, en la mesa los demás confabularon contra ellos…
La partida comenzó, la tiza iba rodando por todos, que querían tener el taco a punto para ganar. Las risas, apuestas, bromas y bastante tonteo entre Lanie y Espo llenaron el ambiente. Lanie se hizo la inexperta y dejó que Esposito la enseñara como colocar la mano y el taco, de forma que estaban todo el rato uno encima del otro. Todos estaban relajados y disfrutando, algunos más que otros. Castle tenía unas vistas maravillosas, situado como estaba a un lado, cada vez que Beckett se inclinaba para darle a las bolas, él perdía la mirada por esas interminables piernas que además, hoy conjuntaban con su ropa ya que los dos iban vestidos de azul. Castle se adelantó en el marcador, seguido por Beckett, Jenny, Lanie, Espo y por último Ryan; que era la primera vez que jugaba. Las cervezas se acumulaban en la mesa de al lado y las horas pasaban pero ninguno parecía darse cuenta. Cuando Jenny ganó al billar, sorprendiendo a todos, se pasaron a las cartas, pidiéndoles la baraja a unos viejos que estaban ya demasiado borrachos para jugar. Se sentaron en una mesa por parejas: Castle y Beckett en un banco, Ryan y Jenny en otro, y Espo y Lanie en otro. Era alucinante como parecía que había un imán, ya que sus cuerpos se rozaban continuamente y las manos chocaban todo el rato. Las miradas se trababan y las sonrisas no faltaban… Kate se estaba dejando llevar y bromeaba con el escritor todo el rato, de forma que de tanto reírse estaban apoyados el uno en el otro.
Siguieron apostando pero ninguno pudo contra Beckett y Castle, imparables cuando se trataba de cartas. Al final solo quedaron ellos dos jugando, y los demás les observaban, viendo cómo se picaban y reían el uno del otro, afianzando el plan que habían ideado antes.
- Venga, Castle. ¿Vas o no vas? – dijo Beckett, tras esperar casi 5 minutos. El escritor frunció el ceño, concentrado. La detective puso los ojos en blanco y suspiró.
- Sin presión, por favor. La cerveza empieza a afectar… - todos se rieron y miraron como iban: si Castle ponía, ganaba. Si no podía, ganaba Beckett. La tensión se palpaba, ya que aunque estaban de broma, había habido muchas apuestas. La detective se echó hacia atrás en el bancola silla, esperando tranquilamente. Castle suspiró con frustración y dejó las cartas en la mesa, negando con la cabeza. Los gritos de queja de Espo y Ryan llenaron el local, habían perdido la apuesta. Las chicas sonrieron y recogieron sus respectivos botines. Las bromas por parte del lado femenino crecieron y los chicos solo podían reírse y tratar de defenderse mutuamente. Castle les devolvió la baraja a los viejos y volvió a la mesa, sonriendo triunfal.
- Quita esa sonrisa, te he machacado – dijo Kate, levantándose para ir al baño y así dejando pasar a Castle a su lado.
- Mmmm… Da igual, me ha sabido bien esta derrota. – Castle fue a pasar por delante de ella, para sentarse en su sitio. Quedaron muy juntos y la detective se echó un poco para atrás pero sus piernas tropezaron con el banco.
- Cuando quieras te doy la revancha – bromeó para quitar un poco la tensión. Castle sonrió traviesamente.
- No me servirá cualquier revancha, detective – susurró, y continuó su camino hasta la silla. Beckett suspiró y se dirigió al baño, sin darse cuenta de que alguien la seguía de cerca. Al ir a entrar sintió una mano en su hombro, y pensando que era Castle se giró sonriendo pero se le borró la sonrisa de golpe:
- ¿Qué coño haces tú aquí?
- Baja los humos, detectiiive. – Arrastró la palabra, haciendo que sonara despectiva.- He pasado a saludar. ¿Me vas a arrestar?
- Déjame en paz.
- Oh, vamos, uno rapidito en el baño.
- Josh, estas borracho. – dijo Beckett, apartando a su exnovio. Pero este se volvió a pegar a ella:
- Puede. Ya he visto que estas muy bien acompañada… Te faltó el tiempo para dejarme e ir corriendo a los brazos de ese escritorzuelo, ¿eh zorra?
La detective le empujó lejos de ella y alzó la voz:
- Josh, no me hagas pegarte.
- Uuuuuy, mira como tiemblo – levantó una mano y la movió, sonrió con sorna – Solo te pido un último polvo, si quieres te pago. ¿Cuánto te da el escritor por el día entero? ¿1.000? Te doy el doble.
Ninguno de los dos se dio cuenta de que Castle estaba allí hasta que giró a Josh hacia él y le dio un puñetazo en toda la boca, rompiéndole el labio.
- ¡Hijo de puta! ¡Me ha roto el labio! ¿¡Y ahora qué voy a hacer?!
- Eres cirujano, gilipollas, no modelo. Cósetelo – dijo Castle enfadado. Josh fue a por él, dándole otro puñetazo en el labio.
- Diente por diente – soltó una carcajada, cortada por un golpe de Castle en la barriga. Fue a por el escritor pero estaba tan borracho que tropezó y se cayó, golpeándose con una silla. El dueño del bar salió de detrás de la barra y echó a Josh a empujones. Castle pidió disculpas, y solo entonces fue consciente de Beckett y del dolor de su mano. Hizo un gesto de dolor, sacudiéndola. Kate se pegó a su espalda, dando gracias mentalmente a los tacones, y frenó a Castle cuando iba a ir tras su exnovio, susurrando en su oído:
- No merece la pena… Ven al baño, que te limpio eso.
Entraron juntos en el baño, que era de esos que juntaban el lavabo con el váter. Tras coger el botiquín que les ofreció el dueño, cerraron la puerta y Castle se sentó en el váter. Beckett mojó un algodón y se acercó a él, limpiándole el labio entre gestos de dolor del escritor. Al ir a cambiar de algodón, Castle la miró fijamente y preguntó:
- ¿Estás bien? ¿No te tocó, verdad?
Beckett le miró con infinito cariño:
- ¿Y me lo preguntas tú, el de la mano machacada y el labio partido? – Sacudió la cabeza, sonriendo, pero se puso seria – No me tocó, tranquilo, no le habría dejado.
Castle asintió y reprimió un gemido cuando Beckett puso alcohol en la herida. Apretó los puños pero eso solo hizo que la mano herida lanzara punzadas de dolor. La detective vio en la mirada del escritor dolor y dijo:
- Venga, campeón, que tú puedes. – Castle soltó una carcajada temblorosa.
- Ni que fuera un niño pequeño – comentó.
- Por tus caras así parece…
- Entonces, ¿lo siguiente que es? ¿Darme besos en las heridas para que curen? – lo dijo de broma pero Beckett se inclinó más sobre él, y cogiendo su mano dolorida, le fue dando besos en los nudillos. Soltó la mano y mirándole fijamente los labios, rozó con los suyos los del escritor. Castle soltó el aire de golpe y buscó los labios de la detective, intercambiando un suave beso. Miró a Kate, que tenía los ojos oscurecidos por el deseo.
- Gracias – susurró Beckett contra sus labios – Por cuidarme.
- Siempre, ya lo sabes… - respondió Castle.
Kate pidió permiso con la mirada y sentándose en la pierna de Castle, le dolían los pies de estar de pie con los tacones, se puso a vendarle la mano con cuidado. La mano sana del escritor subía y bajaba por su espalda, en una tierna caricia. Toda la pasión y el deseo que había protagonizado sus anteriores encuentros ahora quedaban relegados por el cariño y la ternura. Se miraron a los ojos y Castle acarició la mejilla de la detective:
- Siento haberle pegado… Sé que no querías hacerlo pero no pude soportar ver cómo te llamaba puta. – Ella sacudió la cabeza, poniendo su mano encima de la del escritor.
- Se lo merecía. Si no lo hacías tú lo iba a hacer yo… - sonrió, traviesamente. Castle sonrió también, sin retirar la mano. Se quedaron en silencio un rato, mirándose, Beckett sentada en la pierna de Castle, diciéndoselo todo con la mirada. Unos golpes en la puerta interrumpieron el momento de la pareja:
- ¿Vais a tardar mucho más? No aguanto…
Castle y Beckett contuvieron la risa, y cogidos de la mano, salieron del baño, dejando entrar a una chica que daba saltitos para no hacerse pis encima. Ya en el bar no encontraban a sus amigos por ningún lado y el dueño les dijo que se habían ido corriendo. Kate frunció el ceño y miró su bolso, Lanie había cogido las llaves de su coche… Sacudiendo la cabeza y sonriendo a medias, cogió su iPhone, que parpadeaba.
"Baila con el chico escritor, tómate unas copas y no vayas a tu loft, Espo y yo la vamos a armar gorda." Sintió la risa de Castle en su oreja, haciéndola estremecer, logrando que la piel se le pusiera de gallina y que una oleada de calor le recorriera el cuerpo. También había leído el mensaje. Beckett se mordió el labio y miró al escritor que la llevó hasta la puerta.
- Hay mucha gente, conozco un sitio mejor.
Salieron juntos de la taberna, en silencio, todavía dados de la mano. Castle le dejó su chaqueta a Beckett, que con la camiseta de tirantes se estaba helando, y pasó un brazo por sus hombros. No hablaron en todo el camino hasta llegar a la casa de Castle, como descubrió la detective con sorpresa. Miró al escritor acusadoramente:
- Le prometo que mis intenciones son puras, detective – aclaró él, con las manos en alto. Beckett soltó una carcajada:
- No tienes remedio, Castle…
- ¿Sinceramente? Nunca lo he buscado. Si fuera normal sería un soso.
- Tienes razón, a mí me gustas así de loco y extravagante. – Castle le guiñó un ojo y entraron juntos en el edificio.
Re: Oportunidades perdidas...
muy bueno,
sigue
sigue
chelcas- Escritor - Policia
- Mensajes : 1437
Fecha de inscripción : 27/01/2012
Edad : 31
Localización : México
Re: Oportunidades perdidas...
Muy bueno, primero Gates les perdona y luego Castle se lía a mamporros con Josh, un capítulo divino. Sigue.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: Oportunidades perdidas...
Que gran capitulo. Continúa pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
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