MI VIDA SIN TI, Epílogo
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Cata Castillo
54 participantes
Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Que ganitas de que todo pase ya y se puedan volver a ver. Espero que por lo menos Rick pueda estar en el parto, ya que se ha perdido todo el embarazo.
Continúa pronto y solucionalo cuanto antes.
Continúa pronto y solucionalo cuanto antes.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Diooos mio me ha emocionado mucho, realmemte bueno, ojala llegue ya el momento del esperado rencuentroo ambos se lo merecen estan sufriendo mucho, a un asi me ha encantado!
Sigue con el proximo prontoo!
Sigue con el proximo prontoo!
L-beckett41319- As del póker
- Mensajes : 355
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 28
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Me has hecho llorar ME ENCANTA
EverKB- Ayudante de policia
- Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 13/01/2013
Edad : 26
Localización : NYC
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
ay gracias por otro capitulazo mas pobre castle y mi kate k lo yame aunk solo sdma para escuxar su voz
dcastle- As del póker
- Mensajes : 494
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Edad : 28
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Me gusta, aunque un poco triste. Sigueee.
Delta5- Escritor - Policia
- Mensajes : 10286
Fecha de inscripción : 30/07/2012
Localización : Ciudadano del Mundo
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
No se como lo haces Cata pero consigues emocionarme con tus capítulos.
Este ha sido fantástico. Imaginarme a Castle desolado, vestido siempre de negro y deseoso de terminar con la saga de Nikki Heat ha sido muy triste.
Me reitero nuevamente en que me encanta la nueva vida de Kate y que ahora la comparta con su padre me gusta aun más.
El final ha sido precioso. La dedicatoria de Castle no podía ser mejor, me ha emocionado hasta a mi jaja
Genial Cata, ya estoy deseando leer el capítulo del viernes
Este ha sido fantástico. Imaginarme a Castle desolado, vestido siempre de negro y deseoso de terminar con la saga de Nikki Heat ha sido muy triste.
Me reitero nuevamente en que me encanta la nueva vida de Kate y que ahora la comparta con su padre me gusta aun más.
El final ha sido precioso. La dedicatoria de Castle no podía ser mejor, me ha emocionado hasta a mi jaja
Genial Cata, ya estoy deseando leer el capítulo del viernes
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Lo haces de maravilla, me he emocionado casi hasta las lágrimas leyendo como describías los sentimientos del pobre Castle y !lo clavas de verdad!, mi madre se paso 5 años de negro cuando murió mi padre porque decía que así es como veía su vida, su futuro y a su corazón.
Y bueno la pobre Kate temiendo que el pueda olvidarla me ha dado una ternura cuando ha leído la dedicatoria, en fin deseando que llegue el viernes
Y bueno la pobre Kate temiendo que el pueda olvidarla me ha dado una ternura cuando ha leído la dedicatoria, en fin deseando que llegue el viernes
macucaro- Ayudante de policia
- Mensajes : 90
Fecha de inscripción : 15/02/2013
Localización : Sevilla
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
¡¡¡¡Me has dedicado el capitulo!!!! Muchisimas gracias por f¡la dedicatoria y por felicitarme!!
Leí tu capitulo el mismo día que lo subiste, pero te comento hoy porque lo estuve leyendo desde el móvil y no me gusta mucho poner desde ahi los comentarios.
Sobre el capitulo, me ha encantado. Muy triste, pero precioso. Me encantó la dedicatoria del libro de Castle y como has descrito los sentimientos de cada uno. Sobre lo de vestir de negro del escritor, creo que has acertado en ello, porque cuando mis abuelos murieron, yo tambien fui vestida entera de negro durante una larga temporada. He llorado en este capitulo porque odio ver sufrir así a los dos, separados por miles de km. Él queriendo encerrarse en casa o en comisaría pero obligado a asistir a las firmas de libros etc. y ella pensando que Castle se había olvidado de ella... espero que haya recapacitado al ver la dedicatoria del libro. Un beso y sigue pronto!!
Leí tu capitulo el mismo día que lo subiste, pero te comento hoy porque lo estuve leyendo desde el móvil y no me gusta mucho poner desde ahi los comentarios.
Sobre el capitulo, me ha encantado. Muy triste, pero precioso. Me encantó la dedicatoria del libro de Castle y como has descrito los sentimientos de cada uno. Sobre lo de vestir de negro del escritor, creo que has acertado en ello, porque cuando mis abuelos murieron, yo tambien fui vestida entera de negro durante una larga temporada. He llorado en este capitulo porque odio ver sufrir así a los dos, separados por miles de km. Él queriendo encerrarse en casa o en comisaría pero obligado a asistir a las firmas de libros etc. y ella pensando que Castle se había olvidado de ella... espero que haya recapacitado al ver la dedicatoria del libro. Un beso y sigue pronto!!
RcKb- As del póker
- Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 25
Localización : NY, Sacramento & Tokyo
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
¡Hola gente! Ante todo agradecer a todos los que leéis y comentáis. Me alegro de que os vaya gustando la historia, aunque os esté haciendo llorar (nada más lejos de mi intención, no os sabía tan sensibles), lo siento, pero según mis cálculos, aún quedan algunos capítulos más de pañuelos. Aquí os dejo un nuevo capítulo de mi dramática historia, he querido que me saliera más alegre, pero no hay manera. Será mi culpa, que estoy como el tiempo, revuelta y eso se refleja en la historia.
Feliz fin de semana, y hasta el martes.
AVISO: Aunque los principales personajes pertenecen a Andrew Marlowe, otros que aparecen y todos los lugares y situaciones que se describen en esta historia, son producto de mi imaginación. Si por alguna casualidad, algo resultara conocido de haberlo leído en otro fic de Castle, es pura coincidencia. Si al narrar algo, cometo algún error sobre algún tema de los tratados, ruego que disculpéis mi ignorancia y mi atrevimiento a escribir sobre ello.
Capítulo 6:
“Piensa en todo aquello que tienes y no en lo que te falta”
Anónimo
Las dos últimas novelas de Nikki Heat, pronto se convirtieron en el número uno en ventas. Castle se vio obligado a dar más entrevistas de las que quería, pues lo invitaron a varios programas de televisión. La situación por la que estaba pasando, que se había filtrado a la prensa, sin él quererlo y su aire triste, despertaron gran morbo en una amplia mayoría de lectores, sobre todo entre el público femenino, aunque eso era lo último que él hubiese deseado que pasase.
Estaba más que harto de llamadas, entrevistas y sesiones de fotos. Se lo había dicho a Gina y sobre todo a Paula, que era su publicista, pero estas estaban encantadas con toda esta fama y le decían a Castle, no sin falta de razón que era él mismo quien estaba provocando todo este fenómeno publicitario.
Se habían formado clubs de fans por internet, cuyo fin era consolar al triste y solitario escritor, y es que para gran disgusto de Castle, su nombre había vuelto a salir en la lista de los solteros más codiciados, del “New York Ledger”, en está ocasión ocupando el quinto lugar y todo a causa del interés enfermizo suscitado por la muerte de Kate.
Cada vez que tenía una entrevista o una sesión de fotos, ponía su mejor cara de póker y como si fuese el mayor de los sacrificios se prestaba a hacerlo. Paula llegó a reñirle, pues alguna vez contestó de malas maneras a alguna pregunta imprudente, pero eso lejos de darle mala publicidad, aumentaba el interés pues se le disculpaba su forma de comportarse debido al mal momento por el que pasaba.
Alexis estaba de exámenes y pasaba la mayor parte de su tiempo en el campus, pero Martha no quería dejarlo solo y estaba presente en todo momento, sabía lo mal que lo estaba pasando. Una mañana Castle leyó por equivocación una carta dirigida a su madre, en la que la invitaban a participar en un seminario de teatro en Boston. Martha no le había dicho nada, pues no tenía pensamiento de asistir, pero su hijo, le insistió tanto que al final y un poco a regañadientes, se decidió a hacerlo.
Lo llamaba a cada poco, como temerosa de que algo le pasara, mientras ella no estaba. Castle, armado de una gran dosis de paciencia le contestaba de la mejor de las maneras, agradeciendo en el fondo que su madre estuviese tan pendiente en todo momento. Realmente no sabía que habría sido de él, si Martha no hubiese estado ahí para cuidarlo y consolarlo.
Su trabajo en la comisaría seguía sin dar frutos, más de una vez Gates lo mandó a la escena del crimen con los chicos, alegando que necesitaba que le diera el aire. El capitán no podía evitar sentir lástima por ese hombre que parecía no ser capaz de superar la pérdida de Becket.
Un día acompañó a Ryan y a Esposito a la morgue y una triste Lanie, le dijo que entendía que volviese a rehacer su vida, ahora que Kate no estaba, pero que a ella le costaba mucho verlo con otras, la cara de sorpresa que se le puso fue tal, que la forense le tendió un diario, abierto por una determinada página.
- Ves, aquí te relacionan con la soltera número siete, por la foto que os hicieron en la gala benéfica de la otra noche – dijo Lanie señalando el artículo del periódico – lo siento, pero todavía recuerdo lo mal que le sentó a Kate cuando saliste la otra vez en la lista de solteros más famosos.
- No es lo que parece – dijo compungido sentándose en un taburete que allí había – es todo marketing publicitario – intentó explicar – parece que a determinado público le llama la atención el dolor ajeno, estoy harto de todo esto, le he dicho a Gina y a Paula, que no quiero más publicidad ni artículos morbosos, que sigo soltero, pero que no estoy disponible – y para gran consternación de Lanie, Esposito y Ryan que lo miraban asombrados, se echó a llorar – si hubiese sabido que pasaría todo esto, no hubiese escrito los malditos libros.
- ¡Ey, chico escritor! – dijo Lanie apenada al ver a aquel hombre tan grande llorando como un chiquillo – a nosotros no tienes que explicarnos nada, sabemos lo que siempre has sentido por ella, y también sabemos que no vas a olvidarla tan fácilmente.
- No lo soporto, la echo de menos todos los días – siguió llorando – más de una vez me tengo que tragar las lágrimas, para no preocupar a mi madre y a Alexis, pero cada día que pasa, siento que no puedo seguir así, no puedo vivir sin ella.
- Lo sé, es demasiado duro – dijo Lanie acercándose a abrazarlo, mientras que las lágrimas también caían por el rostro de la forense – ya ves, yo tampoco puedo evitar hartarme de llorar cada vez que me acuerdo de ella.
Ryan y Esposito, miraban el cuadro que tenían delante. Castle llorando como un niño consolado y abrazado por una Lanie, que parecía aún más pequeña al lado de la envergadura del escritor y que también lloraba con pesar, provocando el llanto de los dos detectives que intentaban hacerse los fuertes y aguantarse las lágrimas. Cuando se calmaron, se miraron entre ellos y afirmaron con la cabeza, como si hicieran un pacto mudo de no volver a hablar del tema.
A partir de ese día, Castle se bajaba algunas veces a la morgue a hablar con Lanie. Esta le contaba muchas de las batallitas y conversaciones que había tenido con su amiga, con él como principal protagonista, lo que provocó más de una sonrisa en el atormentado escritor, haciendo más llevadero el sentimiento de pérdida de los dos.
Aquel día, había estado a primera hora en el cementerio acompañado de Martha, que ya había vuelto de su seminario, y después de desayunar juntos, ella se fue a su escuela de teatro y él decidió dar un paseo hasta la comisaría aprovechando la bonita mañana que hacía.
De repente, los titulares de los diarios desde los expositores de venta, le llamaron la atención. Decían que el senador Bracken sería juzgado en menos de un mes, que ya todo estaba listo para llevar a cabo el juicio. Se alegró por ello.
Castle pensó con tristeza que Kate no estaría allí, para ser testigo de primera fila, del proceso que debía llevar a la cárcel al asesino de su madre, toda la vida queriendo hacer justicia, y ahora que tenía esa oportunidad, ella no iba a estar ahí para presenciarlo. Compró varios diarios y fue leyéndolos por encima, dándose cuenta de la envergadura que tenía la vista que se iba a llevar a cabo. Llegó a la comisaría, se sirvió un café y se metió en la sala de descanso, que se había convertido en su área de trabajo. Aquel día no abrió ninguna carpeta de ningún archivo, leyó todos los diarios y uso el ordenador para consultar la prensa digital.
Leyendo el nombre del gran número de personas que tendrían que testificar, dio con el nombre de Kate, y la reseña del desgraciado fallecimiento de la testigo a causa de un aparatoso accidente de tráfico.
Fue entonces cuando se le encendió la bombilla, lo relacionó todo y se dio cuenta de quien era el verdadero culpable del asesinato de Kate Becket. Con los periódicos en una mano, salió de la sala de descanso como una exhalación, sorprendiendo a sus amigos, que en seguida se dieron cuenta de que algo pasaba, por lo que se levantaron de sus mesas para seguirlo hasta el despacho de Gates, donde entró sin siquiera llamar.
- Fue él, ¿verdad? – preguntó nervioso mientras blandía el periódico.
Gates que no pudo evitar el respingo ante la sorpresiva entrada de Castle en el despacho, se levantó diciendo enfadada:
- Pero, ¿Qué manera de entrar en mi despacho es esta?
- Fue Bracken quien mató a Kate, ¿verdad? – volvió a preguntar indignado – fue él, usted lo sabía y ha estado ocultándomelo todo este tiempo.
- ¿Y por qué querría el senador Bracken matar a la detective Becket? – preguntó Gates haciéndose la nueva.
- Porque él mató a su madre y ella lo sabía, por eso.
- ¿Es cierto eso? – preguntó Esposito que parecía a punto de pegar a alguien – ¿es verdad lo que dice Castle?
- Claro que no – dijo Gates molesta e intentando parecer creíble – ese hombre está en la cárcel, desde allí no pudo organizar nada de esto.
- Con buenos contactos como los que este tipo tiene que tener, se puede organizar lo que sea desde cualquier sitio – dijo Ryan muy serio – fuimos unos ciegos, ninguno caímos en que pudiera haberlo hecho él.
- ¡Maldita sea!, usted lo sabía, y no ha dicho nada, me ha tenido aquí como un idiota, trabajando en cosas inútiles, para mantenerme ocupado como si fuese un estúpido.
- Las cosas no son como usted cree – mintió descaradamente Gates – nadie puede saber quién atentó contra la detective Becket, yo misma acabo de enterarme que fue Bracken quien mató a la madre de Kate, usted con su trabajo, lo único que ha hecho es ir descartando posibles sospechosos.
- Pues yo estoy seguro de que Bracken tiene algo que ver, se la tenía jurada – siguió insistiendo Castle.
- Ahora que me dice esto, me pondré en contacto con antiguos compañeros de asuntos internos para que indaguen entre los posibles contactos de Bracken y me digan si es posible que tuviese algo que ver.
- Ya le digo yo que no va a hacerle falta indagar mucho – reiteró Castle.
- Debo suponer que ustedes dos también estaban al tanto de este asunto, ¿no? – les preguntó a Ryan y Esposito.
- Si señor – dijeron al unísono.
- Espero que esta sea la última vez que me ocultan información de este calibre, si lo hubiese sabido de antemano, hubiésemos podido tomar medidas a tiempo, y a lo mejor se hubiesen podido evitar muchas cosas que ya no tienen arreglo – dijo Gates, sintiéndose mezquina por inculparlos indirectamente de la muerte de Becket.
A los tres se les descompuso la cara, al darse cuenta de que quizás tuviesen parte de culpa en todo este asunto.
- Será mejor que vuelvan a sus respectivos trabajos – dijo muy seria y maldiciéndose interiormente al ver las caras de aquellos tres hombres – entendería que no quisiera seguir viniendo a la comisaría, señor Castle.
- No se va a librar de mi tan fácilmente – dijo Castle muy digno – iré a Casa de Becket, para ver si encuentro algo más que pueda inculpar a Bracken, ella investigaba por su cuenta y con lo que sea, volveré aquí, quiero estar en primera fila, cuando condenen a ese hijo de puta.
Y salió del despacho seguido por Ryan y Esposito, dirigiéndose a la sala de descanso para recoger sus cosas. Los dos amigos lo miraban mientras cerraba el ordenador y lo metía en su funda.
- ¿Qué vas a hacer ahora? – le preguntaron.
- Ya se lo he dicho a Gates, iré a casa de Kate a ver si encuentro algo.
- ¿Has vuelto por allí después de…? – preguntó Ryan.
- No, no he sido capaz – dijo serio Castle – pero esto es de fuerza mayor.
- Si quieres podemos ir contigo – dijo Esposito – pero tendrás que esperar a que sea la hora de salir.
- No – dijo categórico – esto es algo que debo hacer solo – pues tampoco le apetecía que fueran los chicos por muy amigos que fuesen de Kate, no quería exponer ante ellos, detalles de su intimidad.
Se despidió de ellos y salió de la comisaría. Tuvo la suerte de coger un taxi en seguida y le dio la dirección de ella. Pagó y se bajó, cuando llegó al portal tuvo que detenerse y respirar varias veces. Sabía que iba a pasar un mal rato, pero también sabía que tenía que dar ese paso, y ese momento era tan bueno, como cualquier otro.
Aprovechó que un vecino salía, para entrar él. Subió al último piso y deteniéndose delante de la puerta, buscó en sus bolsillos el manojo de llaves donde llevaba entre otras las de la casa de ella. Abrió la puerta y entró. Estaba oscuro y olía a cerrado. Cuando ella vivía esa casa olía de otra manera, olía a vida y a ella y su inconfundible aroma de cerezas. Encendió la luz y entró con sigilo, como no queriendo profanar su memoria. Los muebles estaban cubiertos de polvo, no había tenido ánimos ni siquiera para ir un día, recoger sus cosas y cubrir los muebles con sábanas.
Todo estaba como lo dejaron el último día que pasaron allí, el día que ella lo dejó para siempre. Se quitó el abrigo y dejándolo sobre el sofá, fue a abrir las ventanas. La nostalgia lo embargó, aquella casa era Kate y a él le estaba costando mucho estar allí.
No sabía por donde empezar a mirar, porque estaba más que seguro que Kate no le hubiese ocultado ninguna nueva información que hubiese encontrado, así que empezó a mirar los cajones del mueble del salón, para encontrarse con lo que ya sabía que allí había.
Pasó al dormitorio y tuvo que sentarse en la cama al recordar los días que pasaron allí, sobre todo los dos últimos, cuando ella ya sabía que estaba en peligro y se amaron intensamente. Empezaron a escocerle los ojos y a formársele un nudo en la garganta, pero se hizo el fuerte y se dijo que había ido allí para algo, así que se levantó y empezó a mirar en los cajones del mueble, algunos llenos con ropa de él, que no había sido capaz de ir a recoger. Terminó de mirar por allí y abrió el ropero, ver su ropa volvió a emocionarlo y se dijo que tendría que armarse de valor y recoger todas las cosas de ella, para poder dejar el piso, era absurdo seguir pagando un alquiler, por algo que no se usaba.
Castle sabía que ella guardaba objetos personales en cajas dentro del ropero, así que cogió una de ellas y se sentó en la cama para verla. Entre varios papeles y tarjetas, le llamó la atención un paquete envuelto en papel de regalo con un lazo rojo y una tarjeta, que abrió curioso. Cuando leyó “Feliz primer aniversario”, supo que ese era el regalo que ella le iba a hacer para celebrar, su primer año juntos. Suspiró y lo abrió. Era un marco de fotos, al principio no adivino lo que era, pero cuando le dio la vuelta y escrito por detrás leyó con la redonda y clara letra de Kate, un “Felicidades papá” y volvió a mirarlo, fue cuando se dio cuenta que aquella foto era una ecografía, la ecografía del hijo que hubiera debido tener con Kate y que había muerto con ella en la explosión.
Fue demasiado para él, se levantó y golpeó fuertemente la pared con el puño, lastimándose la mano, que empezó a sangrarle por los nudillos y luego se derrumbó en el suelo llorando con desesperación. No sentía el dolor de la mano, solo el del corazón, aquel funesto día, no solo había perdido a su mujer, sino también a su hijo, un hijo al que ni siquiera tuvo la posibilidad de conocer.
Estuvo horas allí llorando abrazado al marquito de fotos que ella preparara con tanta ilusión para regalarle, hasta que no le quedaron lágrimas. Perdió totalmente la noción del tiempo, hasta que fue capaz de levantarse y guardándose la ecografía en el bolsillo interior de la chaqueta, salió de la habitación para coger sus cosas y salir de esa casa.
Cuando llegó a su casa una ansiosa Martha lo estaba esperando. Se asustó al verle la cara, sabiendo que algo malo había pasado. Lo llevó hasta el sofá y sentándose con él, lo invitó a contarle. Él solo fue capaz de meter la mano en el bolsillo para sacar el marco con la ecografía de su malogrado bebé.
Martha tomó el marco advirtiendo la mano magullada de su hijo llena de sangre seca. Miró la foto enmarcada, comprendiendo todo por lo que su hijo estaba pasando y lamentando ella misma no haber podido conocer y querer a su nieto. Tampoco pudo evitar las lágrimas y se abrazaron los dos llorando por esa vida no nacida.
cada día, contra el horror de no comprender ya en absoluto
el por qué de recordar. Y como tú, he olvidado”
Marguerite Duras
Leía indignada aquel artículo absurdo del “New York Ledger”, donde colocaban a Castle en el puesto número cinco de los solteros más cotizados. Y como en renglones posteriores lo relacionaban con aquella Barbie rubia, que ocupaba el puesto número siete.
- Maldita seas Richard Castle, no estás soltero, no lo estás, tú eres mío – refunfuñó indignada – no puedes ir saliendo con la primera fulanilla que se te ponga por delante.
Jim no pudo evitar sonreír al escucharla hablar tan enfadada con el ordenador.
- Por mucho que te moleste él no se va a enterar, y además ese artículo no es muy de fiar, no te sofoques, hija, que no merece la pena, y menos como estás ahora, no es bueno que te lleves esos disgustos.
Y es que Kate estaba ya casi a punto de dar a luz, y se sentía hinchada, gorda y fea.
- Es que no soporto verle con otra, ya sé que técnicamente no me está engañando, pero no puedo evitar estar molesta.
- Seguro que todo forma parte de una campaña publicitaria – razonó Jim con sensatez, intentando calmar a su hija.
- No sé si será como dices papá – suspiró Kate – pero al ver noticias como esa lo primero que pienso es que ya se ha olvidado de mí, y que se está consolando con la primera que se le pone por delante.
- No sé hija – dudó Jim – la verdad no lo creo, pero tampoco puedes enfadarte con él, si es como dices.
- Lo sé y por eso me molesta. Tiene todo el derecho del mundo a olvidarme y rehacer su vida, quizás yo también deba aprender a olvidar.
Pam, que en todo ese tiempo que llevaban retiradas en Santa María Beach, se había convertido en una gran amiga, se acercó a ellos, con más prensa en la mano,
- Sé que sería mejor que no vieras estos – dijo tendiéndoles los periódicos – pero vas a enterarte tarde o temprano.
Eran los mismos diarios que en Nueva York, habían llamado la atención de Castle, sobre el próximo juicio de Bracken.
- Por fin – dijo con un suspiro – ya queda menos, solo espero haber dado a luz al pequeño Ricky, lo único que me faltaba es no poder asistir al juicio, por estar de parto.
- Ese no es problema – aclaró Pam – el juicio va a ser un largo proceso, te dará tiempo de parir y de medio criar al niño.
- ¿Y cuándo podré irme de aquí?
- Cuando la fecha sea puesta, y sepamos que día tendrás que declarar, te sacaremos de aquí y te devolveremos a Nueva York, siguiendo el mismo procedimiento que llevamos a cabo para sacarte – explicó Pam – te alojarás en otro piso franco y desde allí y con el mayor de los cuidados te llevaran al tribunal.
- No veo la hora de que todo esto termine – dijo seria.
- Lo entiendo perfectamente – dijo Pam – yo misma estoy ya un poco harta de estar aquí.
- ¿En serio? – preguntó Kate – creía que esto eran para ti, como unas vacaciones.
- Si, y así ha sido, pero es que han sido unas vacaciones demasiado largas, no estoy hecha yo para tanta tranquilidad – dijo con una sonrisa.
- Por lo que se ve el único que ha disfrutado de la paz de este lugar he sido yo – intervino Jim.
- ¿Te encuentras con ánimo de asistir al mercadillo o te sientes demasiado pesada?
- Esta noticia que me has dado, me ha animado bastante, os acompañaré y venderé mis pulseras y abalorios, mientras pueda estar sentada no me cansaré mucho.
Como cada martes, jueves y domingos, se fueron al mercadillo de artesanía y productos ecológicos y naturales, que se organizaba en la plaza y calle mayor de Santa María Beach. Pam vendía sus cuadros, sobre todo pequeñas acuarelas, con paisajes de la playa o de las pintorescas casitas del pueblo, Kate vendía su artesanía y desde que llegó allí, Jim se sumó a ellas, vendiendo flores y algunas hortalizas de su propio huerto.
Kate se colocó uno de los estrafalarios sombreros que siempre se ponía para salir y se cubrió el rostro con unas grandes gafas de sol, en forma de óvalo y de montura de pasta lila, que casi le tapaban la cara por completo. Era su forma de camuflarse de las posibles fotos que pudiesen hacerle la avalancha de turistas que llegaban esos días al olor del mercadillo.
Pam ya había cargado la furgoneta con sus cosas y la cesta que contenía todo lo hecho por Kate. Jim se apresuró a meter unos cuantos canastos más con todo lo que quería poner a la venta.
Llegaron a la plaza del pueblo donde ya había muchos puestos montados, saludaron a los vecinos y conocidos y empezaron a montar su propio chiringuito, en la zona que tenían asignada. Empezó a llegar gente, que se paraban a comprar.
Kate se sentía molesta, un extraño dolor en el bajo vientre la hacía moverse y rebullirse inquieta en la silla donde estaba sentada. Su padre la miró preocupado.
- ¿Te pasa algo?
- No nada, solo que me duelen un poco los riñones de estar en esta silla.
- ¿Quieres que te acompañe a casa y te echas un poco?
- Pero no podemos dejar a Pam con todo ella sola, mejor espero un rato.
Pero seguía estando molesta. Mark y Kendra se pararon a comprarle tomates a Jim, alegando que eran los mejores que habían comido nunca. Estuvieron un rato hablando con ellas, hasta que fue Kendra, quien se dio cuenta del gesto de dolor de Kate.
- ¿Te encuentras bien?
- Si – dijo ella, terca y cabezota como era habitual – solo me duele un poco el vientre y los riñones.
- ¿Y cada cuanto tiempo te dan los dolores? – preguntó Mark, que había estado atento a la pregunta de su mujer.
- Pues como cada ocho o diez minutos, ¿por qué?, todavía queda una semana, ya tuve una falsa alarma el otro día y me dijisteis que eran los dolores de encajamiento.
- Pues me parece que esta vez estás teniendo contracciones y deberías irte al hospital.
- ¿Ya? – dijo Jim alarmado.
- Será mejor que recojáis esto y vengáis a casa, pero si como dijiste quieres tenerlo en el hospital será mejor que salgamos para allá.
- Habrá que avisar que vamos, para que lo tengan todo preparado y sean lo más discretos posible.
- Pues no se hable más – dijo Jim bastante nervioso.
Empezaron a recoger, y ante las preguntas de sus vecinos de puesto, les dijeron que Kate se encontraba muy cansada y que para ella, había sido ya una larga jornada, teniendo en cuenta su estado.
Los Pilcher, que así se llamaban los del puesto de al lado, vendían miel y productos de cera, de sus colmenas, asintieron comprensivos.
Recogieron todo y se montaron en la furgoneta para llegar hasta la casa de Mark, para que ellos recogieran su propio coche. Por el camino Kendra había avisado de que iban para allá y en seguida que los Lester estuvieron preparados, salieron lo más deprisa posible rumbo al hospital.
Cuando llegaron, ya los estaban esperando con todo preparado, llevaron a Kate a una habitación y al ir a subirse a la cama, rompió aguas. Pam, que había asistido con ella a las clases de parto sin dolor, que impartía la misma Kendra, no se separaba de su lado.
Todo fue más rápido de lo que se esperaba, y en un par de horas Kate tuvo por fin, a su pequeño Ricky en sus brazos.
CONTINUARÁ…
Feliz fin de semana, y hasta el martes.
AVISO: Aunque los principales personajes pertenecen a Andrew Marlowe, otros que aparecen y todos los lugares y situaciones que se describen en esta historia, son producto de mi imaginación. Si por alguna casualidad, algo resultara conocido de haberlo leído en otro fic de Castle, es pura coincidencia. Si al narrar algo, cometo algún error sobre algún tema de los tratados, ruego que disculpéis mi ignorancia y mi atrevimiento a escribir sobre ello.
Capítulo 6:
“Piensa en todo aquello que tienes y no en lo que te falta”
Anónimo
Las dos últimas novelas de Nikki Heat, pronto se convirtieron en el número uno en ventas. Castle se vio obligado a dar más entrevistas de las que quería, pues lo invitaron a varios programas de televisión. La situación por la que estaba pasando, que se había filtrado a la prensa, sin él quererlo y su aire triste, despertaron gran morbo en una amplia mayoría de lectores, sobre todo entre el público femenino, aunque eso era lo último que él hubiese deseado que pasase.
Estaba más que harto de llamadas, entrevistas y sesiones de fotos. Se lo había dicho a Gina y sobre todo a Paula, que era su publicista, pero estas estaban encantadas con toda esta fama y le decían a Castle, no sin falta de razón que era él mismo quien estaba provocando todo este fenómeno publicitario.
Se habían formado clubs de fans por internet, cuyo fin era consolar al triste y solitario escritor, y es que para gran disgusto de Castle, su nombre había vuelto a salir en la lista de los solteros más codiciados, del “New York Ledger”, en está ocasión ocupando el quinto lugar y todo a causa del interés enfermizo suscitado por la muerte de Kate.
Cada vez que tenía una entrevista o una sesión de fotos, ponía su mejor cara de póker y como si fuese el mayor de los sacrificios se prestaba a hacerlo. Paula llegó a reñirle, pues alguna vez contestó de malas maneras a alguna pregunta imprudente, pero eso lejos de darle mala publicidad, aumentaba el interés pues se le disculpaba su forma de comportarse debido al mal momento por el que pasaba.
Alexis estaba de exámenes y pasaba la mayor parte de su tiempo en el campus, pero Martha no quería dejarlo solo y estaba presente en todo momento, sabía lo mal que lo estaba pasando. Una mañana Castle leyó por equivocación una carta dirigida a su madre, en la que la invitaban a participar en un seminario de teatro en Boston. Martha no le había dicho nada, pues no tenía pensamiento de asistir, pero su hijo, le insistió tanto que al final y un poco a regañadientes, se decidió a hacerlo.
Lo llamaba a cada poco, como temerosa de que algo le pasara, mientras ella no estaba. Castle, armado de una gran dosis de paciencia le contestaba de la mejor de las maneras, agradeciendo en el fondo que su madre estuviese tan pendiente en todo momento. Realmente no sabía que habría sido de él, si Martha no hubiese estado ahí para cuidarlo y consolarlo.
Su trabajo en la comisaría seguía sin dar frutos, más de una vez Gates lo mandó a la escena del crimen con los chicos, alegando que necesitaba que le diera el aire. El capitán no podía evitar sentir lástima por ese hombre que parecía no ser capaz de superar la pérdida de Becket.
Un día acompañó a Ryan y a Esposito a la morgue y una triste Lanie, le dijo que entendía que volviese a rehacer su vida, ahora que Kate no estaba, pero que a ella le costaba mucho verlo con otras, la cara de sorpresa que se le puso fue tal, que la forense le tendió un diario, abierto por una determinada página.
- Ves, aquí te relacionan con la soltera número siete, por la foto que os hicieron en la gala benéfica de la otra noche – dijo Lanie señalando el artículo del periódico – lo siento, pero todavía recuerdo lo mal que le sentó a Kate cuando saliste la otra vez en la lista de solteros más famosos.
- No es lo que parece – dijo compungido sentándose en un taburete que allí había – es todo marketing publicitario – intentó explicar – parece que a determinado público le llama la atención el dolor ajeno, estoy harto de todo esto, le he dicho a Gina y a Paula, que no quiero más publicidad ni artículos morbosos, que sigo soltero, pero que no estoy disponible – y para gran consternación de Lanie, Esposito y Ryan que lo miraban asombrados, se echó a llorar – si hubiese sabido que pasaría todo esto, no hubiese escrito los malditos libros.
- ¡Ey, chico escritor! – dijo Lanie apenada al ver a aquel hombre tan grande llorando como un chiquillo – a nosotros no tienes que explicarnos nada, sabemos lo que siempre has sentido por ella, y también sabemos que no vas a olvidarla tan fácilmente.
- No lo soporto, la echo de menos todos los días – siguió llorando – más de una vez me tengo que tragar las lágrimas, para no preocupar a mi madre y a Alexis, pero cada día que pasa, siento que no puedo seguir así, no puedo vivir sin ella.
- Lo sé, es demasiado duro – dijo Lanie acercándose a abrazarlo, mientras que las lágrimas también caían por el rostro de la forense – ya ves, yo tampoco puedo evitar hartarme de llorar cada vez que me acuerdo de ella.
Ryan y Esposito, miraban el cuadro que tenían delante. Castle llorando como un niño consolado y abrazado por una Lanie, que parecía aún más pequeña al lado de la envergadura del escritor y que también lloraba con pesar, provocando el llanto de los dos detectives que intentaban hacerse los fuertes y aguantarse las lágrimas. Cuando se calmaron, se miraron entre ellos y afirmaron con la cabeza, como si hicieran un pacto mudo de no volver a hablar del tema.
A partir de ese día, Castle se bajaba algunas veces a la morgue a hablar con Lanie. Esta le contaba muchas de las batallitas y conversaciones que había tenido con su amiga, con él como principal protagonista, lo que provocó más de una sonrisa en el atormentado escritor, haciendo más llevadero el sentimiento de pérdida de los dos.
Aquel día, había estado a primera hora en el cementerio acompañado de Martha, que ya había vuelto de su seminario, y después de desayunar juntos, ella se fue a su escuela de teatro y él decidió dar un paseo hasta la comisaría aprovechando la bonita mañana que hacía.
De repente, los titulares de los diarios desde los expositores de venta, le llamaron la atención. Decían que el senador Bracken sería juzgado en menos de un mes, que ya todo estaba listo para llevar a cabo el juicio. Se alegró por ello.
Castle pensó con tristeza que Kate no estaría allí, para ser testigo de primera fila, del proceso que debía llevar a la cárcel al asesino de su madre, toda la vida queriendo hacer justicia, y ahora que tenía esa oportunidad, ella no iba a estar ahí para presenciarlo. Compró varios diarios y fue leyéndolos por encima, dándose cuenta de la envergadura que tenía la vista que se iba a llevar a cabo. Llegó a la comisaría, se sirvió un café y se metió en la sala de descanso, que se había convertido en su área de trabajo. Aquel día no abrió ninguna carpeta de ningún archivo, leyó todos los diarios y uso el ordenador para consultar la prensa digital.
Leyendo el nombre del gran número de personas que tendrían que testificar, dio con el nombre de Kate, y la reseña del desgraciado fallecimiento de la testigo a causa de un aparatoso accidente de tráfico.
Fue entonces cuando se le encendió la bombilla, lo relacionó todo y se dio cuenta de quien era el verdadero culpable del asesinato de Kate Becket. Con los periódicos en una mano, salió de la sala de descanso como una exhalación, sorprendiendo a sus amigos, que en seguida se dieron cuenta de que algo pasaba, por lo que se levantaron de sus mesas para seguirlo hasta el despacho de Gates, donde entró sin siquiera llamar.
- Fue él, ¿verdad? – preguntó nervioso mientras blandía el periódico.
Gates que no pudo evitar el respingo ante la sorpresiva entrada de Castle en el despacho, se levantó diciendo enfadada:
- Pero, ¿Qué manera de entrar en mi despacho es esta?
- Fue Bracken quien mató a Kate, ¿verdad? – volvió a preguntar indignado – fue él, usted lo sabía y ha estado ocultándomelo todo este tiempo.
- ¿Y por qué querría el senador Bracken matar a la detective Becket? – preguntó Gates haciéndose la nueva.
- Porque él mató a su madre y ella lo sabía, por eso.
- ¿Es cierto eso? – preguntó Esposito que parecía a punto de pegar a alguien – ¿es verdad lo que dice Castle?
- Claro que no – dijo Gates molesta e intentando parecer creíble – ese hombre está en la cárcel, desde allí no pudo organizar nada de esto.
- Con buenos contactos como los que este tipo tiene que tener, se puede organizar lo que sea desde cualquier sitio – dijo Ryan muy serio – fuimos unos ciegos, ninguno caímos en que pudiera haberlo hecho él.
- ¡Maldita sea!, usted lo sabía, y no ha dicho nada, me ha tenido aquí como un idiota, trabajando en cosas inútiles, para mantenerme ocupado como si fuese un estúpido.
- Las cosas no son como usted cree – mintió descaradamente Gates – nadie puede saber quién atentó contra la detective Becket, yo misma acabo de enterarme que fue Bracken quien mató a la madre de Kate, usted con su trabajo, lo único que ha hecho es ir descartando posibles sospechosos.
- Pues yo estoy seguro de que Bracken tiene algo que ver, se la tenía jurada – siguió insistiendo Castle.
- Ahora que me dice esto, me pondré en contacto con antiguos compañeros de asuntos internos para que indaguen entre los posibles contactos de Bracken y me digan si es posible que tuviese algo que ver.
- Ya le digo yo que no va a hacerle falta indagar mucho – reiteró Castle.
- Debo suponer que ustedes dos también estaban al tanto de este asunto, ¿no? – les preguntó a Ryan y Esposito.
- Si señor – dijeron al unísono.
- Espero que esta sea la última vez que me ocultan información de este calibre, si lo hubiese sabido de antemano, hubiésemos podido tomar medidas a tiempo, y a lo mejor se hubiesen podido evitar muchas cosas que ya no tienen arreglo – dijo Gates, sintiéndose mezquina por inculparlos indirectamente de la muerte de Becket.
A los tres se les descompuso la cara, al darse cuenta de que quizás tuviesen parte de culpa en todo este asunto.
- Será mejor que vuelvan a sus respectivos trabajos – dijo muy seria y maldiciéndose interiormente al ver las caras de aquellos tres hombres – entendería que no quisiera seguir viniendo a la comisaría, señor Castle.
- No se va a librar de mi tan fácilmente – dijo Castle muy digno – iré a Casa de Becket, para ver si encuentro algo más que pueda inculpar a Bracken, ella investigaba por su cuenta y con lo que sea, volveré aquí, quiero estar en primera fila, cuando condenen a ese hijo de puta.
Y salió del despacho seguido por Ryan y Esposito, dirigiéndose a la sala de descanso para recoger sus cosas. Los dos amigos lo miraban mientras cerraba el ordenador y lo metía en su funda.
- ¿Qué vas a hacer ahora? – le preguntaron.
- Ya se lo he dicho a Gates, iré a casa de Kate a ver si encuentro algo.
- ¿Has vuelto por allí después de…? – preguntó Ryan.
- No, no he sido capaz – dijo serio Castle – pero esto es de fuerza mayor.
- Si quieres podemos ir contigo – dijo Esposito – pero tendrás que esperar a que sea la hora de salir.
- No – dijo categórico – esto es algo que debo hacer solo – pues tampoco le apetecía que fueran los chicos por muy amigos que fuesen de Kate, no quería exponer ante ellos, detalles de su intimidad.
Se despidió de ellos y salió de la comisaría. Tuvo la suerte de coger un taxi en seguida y le dio la dirección de ella. Pagó y se bajó, cuando llegó al portal tuvo que detenerse y respirar varias veces. Sabía que iba a pasar un mal rato, pero también sabía que tenía que dar ese paso, y ese momento era tan bueno, como cualquier otro.
Aprovechó que un vecino salía, para entrar él. Subió al último piso y deteniéndose delante de la puerta, buscó en sus bolsillos el manojo de llaves donde llevaba entre otras las de la casa de ella. Abrió la puerta y entró. Estaba oscuro y olía a cerrado. Cuando ella vivía esa casa olía de otra manera, olía a vida y a ella y su inconfundible aroma de cerezas. Encendió la luz y entró con sigilo, como no queriendo profanar su memoria. Los muebles estaban cubiertos de polvo, no había tenido ánimos ni siquiera para ir un día, recoger sus cosas y cubrir los muebles con sábanas.
Todo estaba como lo dejaron el último día que pasaron allí, el día que ella lo dejó para siempre. Se quitó el abrigo y dejándolo sobre el sofá, fue a abrir las ventanas. La nostalgia lo embargó, aquella casa era Kate y a él le estaba costando mucho estar allí.
No sabía por donde empezar a mirar, porque estaba más que seguro que Kate no le hubiese ocultado ninguna nueva información que hubiese encontrado, así que empezó a mirar los cajones del mueble del salón, para encontrarse con lo que ya sabía que allí había.
Pasó al dormitorio y tuvo que sentarse en la cama al recordar los días que pasaron allí, sobre todo los dos últimos, cuando ella ya sabía que estaba en peligro y se amaron intensamente. Empezaron a escocerle los ojos y a formársele un nudo en la garganta, pero se hizo el fuerte y se dijo que había ido allí para algo, así que se levantó y empezó a mirar en los cajones del mueble, algunos llenos con ropa de él, que no había sido capaz de ir a recoger. Terminó de mirar por allí y abrió el ropero, ver su ropa volvió a emocionarlo y se dijo que tendría que armarse de valor y recoger todas las cosas de ella, para poder dejar el piso, era absurdo seguir pagando un alquiler, por algo que no se usaba.
Castle sabía que ella guardaba objetos personales en cajas dentro del ropero, así que cogió una de ellas y se sentó en la cama para verla. Entre varios papeles y tarjetas, le llamó la atención un paquete envuelto en papel de regalo con un lazo rojo y una tarjeta, que abrió curioso. Cuando leyó “Feliz primer aniversario”, supo que ese era el regalo que ella le iba a hacer para celebrar, su primer año juntos. Suspiró y lo abrió. Era un marco de fotos, al principio no adivino lo que era, pero cuando le dio la vuelta y escrito por detrás leyó con la redonda y clara letra de Kate, un “Felicidades papá” y volvió a mirarlo, fue cuando se dio cuenta que aquella foto era una ecografía, la ecografía del hijo que hubiera debido tener con Kate y que había muerto con ella en la explosión.
Fue demasiado para él, se levantó y golpeó fuertemente la pared con el puño, lastimándose la mano, que empezó a sangrarle por los nudillos y luego se derrumbó en el suelo llorando con desesperación. No sentía el dolor de la mano, solo el del corazón, aquel funesto día, no solo había perdido a su mujer, sino también a su hijo, un hijo al que ni siquiera tuvo la posibilidad de conocer.
Estuvo horas allí llorando abrazado al marquito de fotos que ella preparara con tanta ilusión para regalarle, hasta que no le quedaron lágrimas. Perdió totalmente la noción del tiempo, hasta que fue capaz de levantarse y guardándose la ecografía en el bolsillo interior de la chaqueta, salió de la habitación para coger sus cosas y salir de esa casa.
Cuando llegó a su casa una ansiosa Martha lo estaba esperando. Se asustó al verle la cara, sabiendo que algo malo había pasado. Lo llevó hasta el sofá y sentándose con él, lo invitó a contarle. Él solo fue capaz de meter la mano en el bolsillo para sacar el marco con la ecografía de su malogrado bebé.
Martha tomó el marco advirtiendo la mano magullada de su hijo llena de sangre seca. Miró la foto enmarcada, comprendiendo todo por lo que su hijo estaba pasando y lamentando ella misma no haber podido conocer y querer a su nieto. Tampoco pudo evitar las lágrimas y se abrazaron los dos llorando por esa vida no nacida.
* * * * * * * * *
“Luché por mi cuenta, con todas mis fuerzas,cada día, contra el horror de no comprender ya en absoluto
el por qué de recordar. Y como tú, he olvidado”
Marguerite Duras
Leía indignada aquel artículo absurdo del “New York Ledger”, donde colocaban a Castle en el puesto número cinco de los solteros más cotizados. Y como en renglones posteriores lo relacionaban con aquella Barbie rubia, que ocupaba el puesto número siete.
- Maldita seas Richard Castle, no estás soltero, no lo estás, tú eres mío – refunfuñó indignada – no puedes ir saliendo con la primera fulanilla que se te ponga por delante.
Jim no pudo evitar sonreír al escucharla hablar tan enfadada con el ordenador.
- Por mucho que te moleste él no se va a enterar, y además ese artículo no es muy de fiar, no te sofoques, hija, que no merece la pena, y menos como estás ahora, no es bueno que te lleves esos disgustos.
Y es que Kate estaba ya casi a punto de dar a luz, y se sentía hinchada, gorda y fea.
- Es que no soporto verle con otra, ya sé que técnicamente no me está engañando, pero no puedo evitar estar molesta.
- Seguro que todo forma parte de una campaña publicitaria – razonó Jim con sensatez, intentando calmar a su hija.
- No sé si será como dices papá – suspiró Kate – pero al ver noticias como esa lo primero que pienso es que ya se ha olvidado de mí, y que se está consolando con la primera que se le pone por delante.
- No sé hija – dudó Jim – la verdad no lo creo, pero tampoco puedes enfadarte con él, si es como dices.
- Lo sé y por eso me molesta. Tiene todo el derecho del mundo a olvidarme y rehacer su vida, quizás yo también deba aprender a olvidar.
Pam, que en todo ese tiempo que llevaban retiradas en Santa María Beach, se había convertido en una gran amiga, se acercó a ellos, con más prensa en la mano,
- Sé que sería mejor que no vieras estos – dijo tendiéndoles los periódicos – pero vas a enterarte tarde o temprano.
Eran los mismos diarios que en Nueva York, habían llamado la atención de Castle, sobre el próximo juicio de Bracken.
- Por fin – dijo con un suspiro – ya queda menos, solo espero haber dado a luz al pequeño Ricky, lo único que me faltaba es no poder asistir al juicio, por estar de parto.
- Ese no es problema – aclaró Pam – el juicio va a ser un largo proceso, te dará tiempo de parir y de medio criar al niño.
- ¿Y cuándo podré irme de aquí?
- Cuando la fecha sea puesta, y sepamos que día tendrás que declarar, te sacaremos de aquí y te devolveremos a Nueva York, siguiendo el mismo procedimiento que llevamos a cabo para sacarte – explicó Pam – te alojarás en otro piso franco y desde allí y con el mayor de los cuidados te llevaran al tribunal.
- No veo la hora de que todo esto termine – dijo seria.
- Lo entiendo perfectamente – dijo Pam – yo misma estoy ya un poco harta de estar aquí.
- ¿En serio? – preguntó Kate – creía que esto eran para ti, como unas vacaciones.
- Si, y así ha sido, pero es que han sido unas vacaciones demasiado largas, no estoy hecha yo para tanta tranquilidad – dijo con una sonrisa.
- Por lo que se ve el único que ha disfrutado de la paz de este lugar he sido yo – intervino Jim.
- ¿Te encuentras con ánimo de asistir al mercadillo o te sientes demasiado pesada?
- Esta noticia que me has dado, me ha animado bastante, os acompañaré y venderé mis pulseras y abalorios, mientras pueda estar sentada no me cansaré mucho.
Como cada martes, jueves y domingos, se fueron al mercadillo de artesanía y productos ecológicos y naturales, que se organizaba en la plaza y calle mayor de Santa María Beach. Pam vendía sus cuadros, sobre todo pequeñas acuarelas, con paisajes de la playa o de las pintorescas casitas del pueblo, Kate vendía su artesanía y desde que llegó allí, Jim se sumó a ellas, vendiendo flores y algunas hortalizas de su propio huerto.
Kate se colocó uno de los estrafalarios sombreros que siempre se ponía para salir y se cubrió el rostro con unas grandes gafas de sol, en forma de óvalo y de montura de pasta lila, que casi le tapaban la cara por completo. Era su forma de camuflarse de las posibles fotos que pudiesen hacerle la avalancha de turistas que llegaban esos días al olor del mercadillo.
Pam ya había cargado la furgoneta con sus cosas y la cesta que contenía todo lo hecho por Kate. Jim se apresuró a meter unos cuantos canastos más con todo lo que quería poner a la venta.
Llegaron a la plaza del pueblo donde ya había muchos puestos montados, saludaron a los vecinos y conocidos y empezaron a montar su propio chiringuito, en la zona que tenían asignada. Empezó a llegar gente, que se paraban a comprar.
Kate se sentía molesta, un extraño dolor en el bajo vientre la hacía moverse y rebullirse inquieta en la silla donde estaba sentada. Su padre la miró preocupado.
- ¿Te pasa algo?
- No nada, solo que me duelen un poco los riñones de estar en esta silla.
- ¿Quieres que te acompañe a casa y te echas un poco?
- Pero no podemos dejar a Pam con todo ella sola, mejor espero un rato.
Pero seguía estando molesta. Mark y Kendra se pararon a comprarle tomates a Jim, alegando que eran los mejores que habían comido nunca. Estuvieron un rato hablando con ellas, hasta que fue Kendra, quien se dio cuenta del gesto de dolor de Kate.
- ¿Te encuentras bien?
- Si – dijo ella, terca y cabezota como era habitual – solo me duele un poco el vientre y los riñones.
- ¿Y cada cuanto tiempo te dan los dolores? – preguntó Mark, que había estado atento a la pregunta de su mujer.
- Pues como cada ocho o diez minutos, ¿por qué?, todavía queda una semana, ya tuve una falsa alarma el otro día y me dijisteis que eran los dolores de encajamiento.
- Pues me parece que esta vez estás teniendo contracciones y deberías irte al hospital.
- ¿Ya? – dijo Jim alarmado.
- Será mejor que recojáis esto y vengáis a casa, pero si como dijiste quieres tenerlo en el hospital será mejor que salgamos para allá.
- Habrá que avisar que vamos, para que lo tengan todo preparado y sean lo más discretos posible.
- Pues no se hable más – dijo Jim bastante nervioso.
Empezaron a recoger, y ante las preguntas de sus vecinos de puesto, les dijeron que Kate se encontraba muy cansada y que para ella, había sido ya una larga jornada, teniendo en cuenta su estado.
Los Pilcher, que así se llamaban los del puesto de al lado, vendían miel y productos de cera, de sus colmenas, asintieron comprensivos.
Recogieron todo y se montaron en la furgoneta para llegar hasta la casa de Mark, para que ellos recogieran su propio coche. Por el camino Kendra había avisado de que iban para allá y en seguida que los Lester estuvieron preparados, salieron lo más deprisa posible rumbo al hospital.
Cuando llegaron, ya los estaban esperando con todo preparado, llevaron a Kate a una habitación y al ir a subirse a la cama, rompió aguas. Pam, que había asistido con ella a las clases de parto sin dolor, que impartía la misma Kendra, no se separaba de su lado.
Todo fue más rápido de lo que se esperaba, y en un par de horas Kate tuvo por fin, a su pequeño Ricky en sus brazos.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Localización : Al sur del sur
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
me encanta, continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Nació el pequeño Rick mientras el mayor está triste por su "muerte"... Juntalos pronto!
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Sencillamente precioso, continúa.
Delta5- Escritor - Policia
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Localización : Ciudadano del Mundo
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Esta vez no me emocionado casi hasta las lagrimas !! he llorado como una magdalena cuando Rick ve la ecografia de su hijo !!
Eres genial en serio, escribes tan bien que no hacen falta imagenes para ver el dolor reflejado en el rostro de Rick !! porque se ve !!, pero bueno ya ha nacido el pequeño Ricky y una nueva vida siempre es esperanza y el juicio por fin va a celebrarse y yo esperaré impaciente al martes para el siguiente capitulo !! Ay Dios no puedo con la vida !!
macucaro- Ayudante de policia
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Localización : Sevilla
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Sin duda tienes un don para escribir y conseguir emocionarme Cata.
La parte de Castle me ha tenido con un nudo en la garganta, sobre todo cuando vuelve de nuevo a la casa de Kate, recuerda todo lo vivido con ella en esa casa y ve el regalo de aniversario de Kate, la ecografía de su futuro hijo.
La parte de Kate ha estado genial; por fin tiene a su pequeño Ricky en sus brazos.
Parece que se va acercando el momento en el que Beckett podrá volver a su vida de antes. Que ganas de leer ese reencuentro de los dos.
Como siempre, estupendo Cata.
La parte de Castle me ha tenido con un nudo en la garganta, sobre todo cuando vuelve de nuevo a la casa de Kate, recuerda todo lo vivido con ella en esa casa y ve el regalo de aniversario de Kate, la ecografía de su futuro hijo.
La parte de Kate ha estado genial; por fin tiene a su pequeño Ricky en sus brazos.
Parece que se va acercando el momento en el que Beckett podrá volver a su vida de antes. Que ganas de leer ese reencuentro de los dos.
Como siempre, estupendo Cata.
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Que me ha gustado el capítulo. Me ha dado mucha pena cuando Rick ha encontrado el marco con la ecografía, han sido un golpe muy fuerte.
Continua pronto.
Continua pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
enorme esk pienso k castle piensa k ya no la volvera a verla mas y k pudieron tener al peke y me entran ganas d llorar , k se vean o algo por favor , sigueeee k aki t esperamos con ansias jee saludos
dcastle- As del póker
- Mensajes : 494
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Edad : 28
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
¿Has dejado que nazca sin su papá para verlo?
Acabo de leer tu fic desde el principio y me ha gustado mucho... ¡gracias por compartirlo! Estoy deseando que se reencuentren Me gusta que sufran un poquito, así que tampoco hace falta que te des prisa
Acabo de leer tu fic desde el principio y me ha gustado mucho... ¡gracias por compartirlo! Estoy deseando que se reencuentren Me gusta que sufran un poquito, así que tampoco hace falta que te des prisa
girl_4_charmed- Actor en Broadway
- Mensajes : 236
Fecha de inscripción : 24/09/2011
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
El gran Rick no ha podido ver de nacer al pequeño Rick
Venga por favor JUNTALOSSS! No les/nos hagas sufrir mas! El pobre gran Rick esta destrozado, ha perdido a su novia y a su futuro bebe, si es que dan ganas de llorar
Con lo ñoña quee soy yo...
CONTINUA PRONTO!
Venga por favor JUNTALOSSS! No les/nos hagas sufrir mas! El pobre gran Rick esta destrozado, ha perdido a su novia y a su futuro bebe, si es que dan ganas de llorar
Con lo ñoña quee soy yo...
CONTINUA PRONTO!
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
CÓMO DECIRLO, ............... UNA MARAVILLA DE CAPITULO¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Me encanta cómo escribes y describes todo, pero ya tengo el corazón como una uva pasa, por Dios, si no los juntas de momento, haz que él sepa algo, .....por que de seguir así creo que vamos a desbordar el Manzanares, hija de mi vida¡¡¡¡¡,.....me gusta que en los capítulos haya algo de bueno y malo, pero es que tú te llevas la palma en esto de hacerlos sufrir a ellos y penar a nosotros, un poquito de compasión, que para Pasión de Semana Santa .....!!!! la nuestra ¡¡¡¡.
Bueno esa amenaza de que la cosa va para largo, no se si tomármela o echármela por encima, ..... si ya está el juicio y tiene que declarar, no pienso que sean muchos los testigos que sepan lo mismo que ella, pues se los ha cargado el Senador, con lo que me quedo es que Beckett es la principal testigo sino la única, ....ANSÍ QUE TIENES QUE JUNTARLOS YA¡¡¡¡¡¡¡¡, que con la edad de Castle no se juega a estos disgustos, por que te lo cargas en un pis pas, ya sabe del niño ....... pues si antes estaba triste ahora ya no tiene motivos casi de seguir viviendo y sabemos las ideas peregrinas que se le ocurren; sino acuérdate de Romeo y Julieta, y cómo terminaron los dos.
Por lo menos podías hacer un esfuercito y acortarnos la espera de la penitencia, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS
Me encanta cómo escribes y describes todo, pero ya tengo el corazón como una uva pasa, por Dios, si no los juntas de momento, haz que él sepa algo, .....por que de seguir así creo que vamos a desbordar el Manzanares, hija de mi vida¡¡¡¡¡,.....me gusta que en los capítulos haya algo de bueno y malo, pero es que tú te llevas la palma en esto de hacerlos sufrir a ellos y penar a nosotros, un poquito de compasión, que para Pasión de Semana Santa .....!!!! la nuestra ¡¡¡¡.
Bueno esa amenaza de que la cosa va para largo, no se si tomármela o echármela por encima, ..... si ya está el juicio y tiene que declarar, no pienso que sean muchos los testigos que sepan lo mismo que ella, pues se los ha cargado el Senador, con lo que me quedo es que Beckett es la principal testigo sino la única, ....ANSÍ QUE TIENES QUE JUNTARLOS YA¡¡¡¡¡¡¡¡, que con la edad de Castle no se juega a estos disgustos, por que te lo cargas en un pis pas, ya sabe del niño ....... pues si antes estaba triste ahora ya no tiene motivos casi de seguir viviendo y sabemos las ideas peregrinas que se le ocurren; sino acuérdate de Romeo y Julieta, y cómo terminaron los dos.
Por lo menos podías hacer un esfuercito y acortarnos la espera de la penitencia, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
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Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Querida Cata, sabes que suelo ser una gran fan de tus historias y que no suelo comentar mucho los fics de los demas (mal hecho por mi parte) aunque los siga. Vamos a ver como te digo esto... me he negado a leer un solo capitulo de este fic hasta que no empieces a darle una solucion al asunto porque empiezo a leer cualquier capitulo y me entra una angustia que no puedo seguir, asi que hasta que no vayas dandole una solucion conmigo no cuentes pa sufrir (jaja, lo dice una que siempre esta haciendo daño a Castle de mil manera posibles) que si, que si, que soy una incongruente, lo reconozco pero es que...anda dale una solucion ya... que se junten... aunque tengas que hacerle daño a Castle (jajajajaja), por fi... eso si, prometo que cuando comiences a darle una solucion al asunto hare de tripas corazon y me leere todos los capitulos de un tiron.
amnigl- Autor de best-seller
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Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
¡ooooh por fin nació el pequeñooo Rickyy!!! jeje
Kate estará muy contenta
por otra parte Rick sufriendo yase dio cuenta de que iba(bueno tiene) un hijo con Kate sabes me hiciste llorar cuando en algunas escenas dios soy una sensible perdida...
en finme ha gustado muchisimo el capi y estaré aquí esperando la contiii asi que no tardes plisss que ya quiero saber que pasa...
Kate estará muy contenta
por otra parte Rick sufriendo yase dio cuenta de que iba(bueno tiene) un hijo con Kate sabes me hiciste llorar cuando en algunas escenas dios soy una sensible perdida...
en finme ha gustado muchisimo el capi y estaré aquí esperando la contiii asi que no tardes plisss que ya quiero saber que pasa...
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
¡Hola! Quiero agradecer de nuevo, a todos los que leéis y comentáis. Os dejo el capítulo de hoy, siento que las cosas no vayan sucediendo más deprisa, pero a veces los personajes toman su propio rumbo y nada puedo hacer. Así que seguimos con un poco de pena, lo digo por si queréis dejar de leer o levantaros por los pañuelos.
Me voy corriendo a ver capítulo de anoche, que por lo que he leído por ahí estuvo espectacular y acaba de terminar la descarga. ¡Feliz semana y hasta el viernes!
AVISO: Aunque los principales personajes pertenecen a Andrew Marlowe, otros que aparecen y todos los lugares y situaciones que se describen en esta historia, son producto de mi imaginación. Si por alguna casualidad, algo resultara conocido de haberlo leído en otro fic de Castle, es pura coincidencia. Si al narrar algo, cometo algún error sobre algún tema de los tratados, ruego que disculpéis mi ignorancia y mi atrevimiento a escribir sobre ello.
Capítulo 7:
“Aprendí que no se puede dar marcha atrás,
que la esencia de la vida es ir hacia adelante.
La vida, en realidad, es una calle de sentido único.”
Agatha Christie
Castle estuvo casi diez días sin aparecer por la comisaría. Saber que Kate estaba embarazada cuando murió lo sumió de nuevo en una profunda tristeza. Martha, lo miraba preocupada, lamentándose que aquel hecho volviera a alterarle, ahora que parecía que empezaba a recuperarse un poco. Alexis vino de Columbia a quedarse unos días, había terminado sus exámenes exitosamente, y pensó en pasar ese tiempo con su padre. Venía decidida a organizar varias actividades padre – hija, a ver si así conseguía animarlo un poco.
Cuando lo vio otra vez tan decaído, se preocupó y fue cuando su abuela, le contó lo de la ecografía que había encontrado en casa de Kate. Alexis lo sintió mucho y se le hizo un nudo en la garganta. Se dirigió al despacho donde su padre permanecía sentado delante del ordenador, mirando al vacío.
- La abuela me lo ha contado – dijo acercándose a la mesa.
- Iba a ser padre otra vez – suspiró Castle – yo quería tener hijos con Kate, pero pensé que quizás aún no estuviese preparada.
- Lo sé – dijo Alexis – y lo siento mucho – se le saltaron las lágrimas – de verdad papá, me hubiese encantado tener un hermano.
- Quise hacer las cosas en orden – siguió Castle a lo suyo – primero pedirle que se casara conmigo y ya luego tener hijos, pero no me dio tiempo, me la quitaron antes de que ni siquiera pudiese darle su anillo de compromiso.
- ¿Le compraste un anillo a Kate? – preguntó Alexis sorprendida – ¿Ibas a pedirle que se casara contigo?
- Se lo iba a pedir por nuestro primer aniversario, ese era mi regalo, yo le pediría matrimonio y ella me iba a decir que iba a ser padre – suspiró audiblemente – y en solo unos minutos mi vida se fue a la mierda. Ojalá hubiese estado en ese coche con ella.
- No digas eso papá – sollozó Alexis – puedo entender lo mal que lo estás pasando, pero yo también te necesito, no sé qué hubiese sido de mí, si te hubiese perdido.
Castle alzó la vista y miró a su hija, que lloraba sin ningún tipo de recato y se le partió el alma. Su niña no tenía la culpa de su desesperación. Se levantó y se acercó a ella para abrazarla.
- Lo siento cariño – le dijo mientras la besaba en la cabeza – no me hagas caso.
- ¿Por qué no te arreglas y te vienes a dar un paseo? – le preguntó – hace un día precioso, anda anímate.
No tenía ningunas ganas de salir a la calle, pero Alexis no tenía la culpa y además le vendría bien un poco de aire.
- Vale, voy a ducharme y me arreglo para salir.
- Mientras yo se lo digo a la abuela, por si quiere acompañarnos – y salió del estudio en dirección a la cocina.
Castle entró al baño para ducharse y afeitarse, había vuelto a descuidarse en su aspecto personal. Tardó alrededor de media hora, pues una vez debajo del chorro de agua caliente dejó volar su imaginación recordando las veces que había hecho el amor, con Kate en esa misma ducha.
Cuando salió de su cuarto al estudio, ya vestido y como era habitual en él en los últimos tiempos, de riguroso negro, le sorprendió oír voces en el salón de la casa. Y más se sorprendió cuando vio a Lanie y Esposito sentados en el sofá.
- ¡Hola chicos! – saludó – ¿Qué os trae por aquí?
- ¡Tú, nos traes por aquí! – dijo Lanie un poco exaltada – ¿se puede saber por qué has desaparecido sin decir nada?
- Yo no he desaparecido – dijo confuso – solo dejé de ir unos días porque no me sentía bien – dijo sin querer dar más explicaciones.
- Cuando uno no puede asistir a su trabajo, llama para excusarse – dijo Esposito – pensamos que te había ocurrido algo.
- ¿Y por qué iba a ocurrirme algo?
- Cuando te fuiste el último día ibas a ir a casa de Becket a ver si encontrabas algo que pudiese servirnos de ayuda – explicó Javier – era la primera vez que ibas a entrar en esa casa desde, desde… – y no supo cómo seguir.
- Desde la muerte de Kate – dijo Castle – si, era la primera vez que iba hasta allí.
- ¿Y encontraste algo? – preguntó Esposito curioso – ¿has visto algo que nos pueda servir para seguir la investigación?
- Yo…, yo no encontré nada – dijo con un nudo en la garganta y sentándose en el sofá frente a ellos.
Lanie no había apartado la mirada de Castle y perspicaz como era notó enseguida, que el escritor no les contaba la verdad.
- Sí que encontraste algo, ¿cierto Castle?, ¿Qué es lo que viste en casa de Kate que te ha trastornado tanto?
Castle iba a seguir guardando el secreto, pero tampoco tenía nada de malo, compartirlo con sus amigos, a lo mejor eso le aliviaba un poco su pesada carga.
- Kate estaba embarazada – dijo escuetamente, mirando a Lanie a los ojos – encontré el regalo que iba a hacerme por nuestro primer aniversario – y se levantó para traer del cajón de la mesa del estudio la ecografía enmarcada, que le tendió a la forense.
- ¡Oh Castle! – dijo Lanie comprensiva y con los ojos brillantes – lo siento, lo siento tanto, imagino como debiste sentirte – dijo tomándole las manos intentando transmitirle ánimos.
- ¿Y encontraste algo más que pudiera servirnos? – dijo Esposito un poco brusco, interrumpiendo el conmovedor momento.
- ¡Javi no seas burro! – le riñó la forense indignada – ya nos contará Castle si encontró algo o no.
- No pude seguir buscando – dijo el escritor con culpabilidad – me derrumbé y cuando me repuse un poco me vine a casa, no he vuelto a ir por allí – dijo suspirando – y sé que tengo que hacerlo, debo recoger sus cosas y dejar la casa, por mucho que me duela, ella no va a volver, es absurdo seguir pagando el alquiler.
- ¿Quieres que te ayude a recoger sus cosas? – se ofreció Lanie – Kate era mi amiga, sé que pasaremos un mal rato, pero podemos pasarlo juntos.
- ¿Harías eso por mí? – preguntó Castle.
- Por ti y por Kate – le contestó Lanie – si quieres podemos quedar mañana aprovechando que es domingo y empezar a recoger algunas cosas, sé donde conseguir cajas.
Y viendo que Esposito iba a volver a intervenir probablemente para decir otra inconveniencia, lo señaló mandándolo a callar, antes de que volviese a meter la pata, diciendo:
- Y estaremos pendientes por si encontramos algo que pueda servir a la investigación.
- ¿Cuándo volverás por comisaría? – preguntó Javier – Gates nos preguntó si te había ocurrido algo.
- Volveré el lunes, debo terminar de revisar todos esos archivos, ¿se sabe ya la fecha del juicio contra Bracken?
- No – dijo Javier – después de las noticias que salieron el otro día cuando tú llevaste los periódicos, no se ha vuelto a saber nada, supongo que saldrá en prensa cuando se sepa la fecha. No te preocupes que ya nos enteraremos.
- Quiero estar allí y ser testigo de primera fila cuando condenen a ese desgraciado a cadena perpetua, lástima que no haya pena de muerte en este estado – se lamentó Castle hablando con rencor.
- Yo también, y Ryan, eso no vamos a perdérnoslo.
Lanie y Javier se despidieron de él y como prometió, salió a dar un paseo con su hija. Martha les dijo que prefería quedarse en casa y preparar el almuerzo.
Al día siguiente se encontró con Lanie en la entrada del apartamento de Kate, que es donde habían quedado. Ella llevaba varias cajas desmontadas para utilizarlas para embalar las cosas de Becket.
Estuvieron gran parte del día guardando la ropa y otras pertenecías de Kate. Muchas prendas, todavía conservaban su olor. Los dos lo pasaron mal, muy mal, porque no podían evitar evocar muchos momentos que habían compartido con ella. Más de una vez terminaron los dos llorando o riendo, recordando alguna anécdota. Fue una larga jornada, pero al final habían empaquetado toda la ropa y objetos personales en varias cajas, incluidos los libros y discos. Solo quedaba desmontar el ordenador y vaciar los cajones donde ella guardaba documentos y papeles importantes.
- ¿Qué vas a hacer con todo esto? – preguntó Lanie señalando el montón de cajas.
- Supongo que alquilaré un trastero para guardarlo todo, no me siento capaz de regalar nada – dijo con un suspiro – ¿tú quieres quedarte con algo?
- Solo con algunas fotos, si no te importa.
- Claro que no, puedes llevarte lo que desees, no imagino nadie mejor para quedarse con sus cosas.
- ¿Y el piso?, ¿Dejarás de pagar el alquiler?
- Mis abogados se estaban encargando de este alquiler y el del estudio del padre de Kate. Creo que contrataré una empresa, para que vacíe el estudio del señor Becket y lleven todo al trastero que alquilaré. Después pueden llevarse estas cajas y los muebles, de momento lo guardaré ahí, ya más adelante veré que hago.
- ¿Terminamos de revisar los cajones a ver si encontramos algo que pueda ser útil?
- Claro – dijo Castle lacónico.
Al final solo había lo que Castle, sabía que Kate tenía, lo de la ventana y poco más. Terminaron de recogerlo todo, cuando los sorprendió el timbre de la puerta. Castle fue a abrir y se encontró con Esposito que venía a recoger a Lanie. Lo hizo pasar mientras que terminaba de recoger y le comentó que desafortunadamente no habían encontrado nada interesante.
Castle cerró la casa y se despidieron hasta el día siguiente, que se verían en comisaría.
El lunes por la mañana, después de desayunar, Castle volvió al cementerio. Después de enterase del embarazo de Kate, se encerró en su casa y no fue capaz de ir a verla.
Se sentó como siempre junto a su lápida y quitó la flor marchita para cambiarla, esta vez por dos rosas, una roja por ella y otra blanca por su bebé. Le contó que se había enterado que estaba embarazada y que le había encantado su regalo de la ecografía enmarcada. Que ser el padre de su hijo hubiese sido el mejor de los regalos. Por primera vez le contó lo que él pensaba regalarle, el anillo de compromiso y se lamentó por la vida que pudieron haber tenido.
No pudo evitar emocionarse, estuvo allí un rato, hasta que decidió que era el momento de irse. Se levantó y se despidió de ella con un sentido:
- Adiós mi amor, me voy a la comisaría, ahora me toca a mí hacer justicia.
Y salió del cementerio poniendo rumbo a la 12th. Cuando llegó, saludó a los chicos y a Gates, que estaba fuera de su despacho, hablando con ellos.
- Me alegra ver que ya está bien – le dijo Gates sincera, realmente había llegado a preocuparse por el escritor – ya me dijo Esposito que estuvo un poco indispuesto.
- Gracias señor, con su permiso volveré a mi trabajo – y sin decir más se dirigió a la sala de descanso a seguir con la tarea que se había autoimpuesto, que ahora además consistía en investigar al senador Bracken, pues aunque Gates no se lo había confirmado, Castle estaba más que seguro de que era él, el culpable de la muerte de Kate.
Gates lo miró con lástima, empezaba a caerle bien ese hombre. Era sorprendente la devoción que demostraba por su inspectora. Más de una vez tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano, para no gritarle que Becket estaba viva, aunque no pudiera reunirse con ella en esos momentos y que podía volver a sonreír y a gastar bromas.
Otra cosa que hizo Castle, una vez fue capaz de volver a pensar con un poco de cordura, fue ponerse en contacto con la fiscalía del estado para ofrecerse como testigo para el juicio. Habló con los abogados que le atendieron y les contó todo lo que sabía sobre el caso de Johanna Becket, los policías corruptos y las sospechas que tenía que quizás la muerte de Kate no había sido accidental como todos pensaban.
Los abogados tomaron nota de todo y le dijeron que se pondrían en contacto con él en el caso de que lo necesitasen, y que en las investigaciones que habían tenido que llevar a cabo para preparar el caso, ya se habían topado con esa historia y se habían documentado para presentarla como parte de la acusación.
Lo único que lamentaba Castle de toda esta situación es que con toda seguridad el nombre de Roy Montgomery saldría a la luz y no precisamente por sus proezas como policía.
Un par de semanas más tarde, recibieron la desagradable noticia de que al senador Bracken le había dado un infarto cerebral y estaba muy grave en el hospital, por lo que el juicio se retrasaría hasta que estuviese restablecido.
- Espero que ese hijo de puta sobreviva para que lo juzguen y lo condenen – dijo Ryan muy cabreado.
- Si – corroboró Esposito – sería muy injusto que muriese en una cómoda cama de hospital, sin posibilidad de pudrirse en la cárcel.
Castle que estaba allí con ellos y que no había recibido muy bien la noticia dijo categórico.
- Sobrevivirá, tiene que vivir para pagar con el resto de su vida todos y cada uno de los crímenes que ha cometido. Y nosotros vamos a verlo caer en lo más bajo. Mientras, hay que seguir investigando, para encontrar todo lo que sirva para acabar con él.
Y sin más, se volvió a su despacho a seguir trabajando.
y más desinteresada que la de vuestra madre.”
Honoré de Balzac.
Kate tuvo un parto relativamente corto, enseguida le pusieron a su bebé encima y ella solo pudo mirarlo con infinita ternura, pero se lo llevaron tan pronto para reconocerlo y asearlo que casi ni le dio tiempo a ver cómo era. Pero todos le dijeron que el bebé estaba bien, lo que la tranquilizó bastante.
Cuando estaba ya en la habitación, acompañada de Pam y su padre, llegó la enfermera con el niño y se lo puso en los brazos. El bebé estaba despierto y al mirarlo no pudo evitar recordar lo que le contó Castle que había sentido cuando le pusieron a Alexis en los brazos, porque ella sintió lo mismo. Al ver a su niño, ella también se sintió golpeada como por un relámpago, por ese sentimiento que Rick describía, como el inexplicable amor que solo puedes sentir por tu bebé y supo que como a él le pasó, su vida también había cambiado para siempre.
Solo lamentó que él, no estuviera allí con ella y su niño, y se fuera a perder los primeros días, meses o quizás años de la vida de su hijo.
Afortunadamente se recuperó muy bien del parto y en un par de días estaba de vuelta en casa. Jim y Pam, estaban un poco preocupados y habían hablado con Mark, pues temían que dado el estado de angustia en que se encontraba, y tantos cambios que últimamente había sufrido, terminaran degenerando en una depresión post parto.
Pero nada más lejos de eso, desde que Kate tuvo a su niño con ella, se sintió la mujer más feliz del mundo.
El bebé nació grande, 50 cm y 3,900 kilogramos y aunque los primeros días era difícil verle el parecido con nadie, y Mark le dijo que el color de ojos en un bebé no se definía hasta por lo menos los seis meses, ella estaba segura que el color gris azulado de los ojos de Ricky, terminaría convirtiéndose en un luminoso azul como los de su padre.
Unos meses antes del nacimiento habían empezado a preparar la habitación del niño. Justo al lado del dormitorio principal y enfrente del dormitorio que ocupaba Jim, había una habitación que habían destinado para ser su cuarto. Pam pintó tres de las paredes de azul celeste con nubecitas, simulando el cielo, y en la cuarta había dibujado un mural que sería la fantasía de cualquier niño, con un bosque encantado, que llegaba hasta una playa en la que había fondeado un barco pirata. A Kate le entusiasmó, y se prometió que cuando volviese a Nueva York, le pediría a Pam, que volviese a decorar la habitación de su hijo. Jim había comprado una bonita cuna y el resto de los muebles de madera de pino, en tono natural a un artesano de la zona. Así que la habitación del pequeño ya estaba completamente lista cuando este llegó a la casa, aunque como unos vecinos, le regalaron un precioso moisés de mimbre hecho por uno de ellos, Kate decidió usar este durante los primeros meses para poder tener al niño con ella en el cuarto, lo más cerca posible.
Pam estuvo de acuerdo, diciendo que así ella también podía ayudar en el cuidado del bebé, al fin y al cabo, era su otra mamá.
Ricky era un niño bastante tranquilo aunque tremendamente glotón, y que solo lloraba con desconsuelo cuando tenía hambre, lo que en las primeras semanas, era cada dos horas. Kate había decidido criarlo ella, mientras pudiese y de momento el niño se sentía totalmente satisfecho con la leche materna.
Le había ido sacando una foto cada día desde que nació, quería que su padre, pudiese conocer como había sido su hijo en cada momento de su vida. Claro que además de la foto diaria, le hacía muchas más, cuando estaba solo o con ella, bañándolo, con el abuelo, incluso dándole de mamar, se había sacado más de una fotografía.
Se sentía totalmente satisfecha en su nuevo rol de madre, la verdad es que nunca llegó a pensar, que su maternidad, la hiciese sentirse tan realizada. Ricky cada vez se parecía más a Castle, para su gran alegría. Tendría tres semanas, cuando le dedicó su primera sonrisa y ella en ese momento y a pesar de las circunstancias se sintió la mujer más feliz del mundo.
Otra amiga del pueblo, le regaló una manta portabebés, llamada manta canguro. A ella le encantó, aunque también había comprado un cochecito, llevar a su hijo siempre con ella, le apetecía mucho más.
Le aconsejaron que podría sacarlo a la calle, cuando tuviese dos semanas. Ella empezó las salidas, con paseos cortos por la playa, casi siempre en compañía de Jim y de Pam. Los dos estaban encantados y felices, con la llegada del bebé, Jim estaba plenamente dichoso con la llegada de su primer nieto y Pam, a quien le encantaban los niños, estaba reviviendo su propia maternidad con la llegada de Ricky y además era para Kate, una fuente inagotable de buenos consejos. Acudía a ella con frecuencia, cuando tenía alguna duda, y siempre sabía como actuar ayudándola a resolverla.
Aunque no tuviera allí a su padre, Ricky era afortunado de contar con su abuelo y Pam. Por fortuna, el niño se criaba sano y feliz. Era un bebé bastante sonriente que hacía las delicias de los tres adultos, sobre todo de su mamá que estaba absolutamente enamorada de su hijo.
Al mes de haber nacido Ricky, llegó Pam muy seria a la casa. Venía con su teléfono en la mano y le dijo a ella y a Jim que se sentaran que tenía algo importante que decirles.
Lo primero que pensó Kate, es que a Castle le había pasado algo, así que se sentó temblorosa esperando las malas noticias que creía que iba a oír. Lo que tenía que comunicarle era el infarto cerebral sufrido por Bracken, que le había dejado paralizado medio cuerpo y que esta circunstancia retrasaría el juicio varios meses. Kate lo lamentó mucho, se había hecho ilusiones de que en poco más de un par de meses podría volver a Nueva York, pero por otra parte saber que toda su gente de la ciudad se encontraba bien, hizo que se sintiera mejor. Además el niño era demasiado pequeño y temía tenerse que separar de él mientras durase el juicio, y para eso si que no estaba preparada.
Como si supiera que hablaban de él, Ricky empezó a lloriquear, demandando su ración de alimento. Estaba cómodamente instalado en su moisés, que al ser bastante manejable llevaban de un lado para otro de la casa, según estuviesen. El único sitio donde no lo ponían era en el estudio, por el fuerte olor a pinturas y disolvente, así que desde que nació, ella hacía su trabajo en la mesa del comedor.
Kate no tuvo más remedio que seguir viviendo en Santa María Beach. La verdad es que, a pesar de las circunstancias, se sentía cómoda en aquel lugar, y aunque no era donde quería estar, no podía dejar de reconocer, que era un buen sitio para criar a su hijo.
Fueron pasando los meses, Ricky iba con Kate a todas partes. En el pueblo todos lo conocían y le hacían carantoñas cuando lo veían en el portabebés con su madre. Él, que a medida que pasaba el tiempo era más sociable y extrañaba poco a los demás, a todos les contestaba con un sonrisa, que conmovía a Kate cada vez que la veía, pues le recordaba muchísimo a la sonrisa de Castle. Era costumbre verla en el mercadillo vendiendo su artesanía con el bebé a cuestas, siempre bien protegido con un gorrito y vistiendo alguno de aquellos peleles que a Kate no le gustaban mucho, pero que no podía dejar de reconocer que lo hacían parecer muy gracioso, vestido como ella decía de hippie bebé, aunque realmente más de una vez, parecía un duendecillo.
Aunque aún era pequeño, a ella le gustaba enseñarle las fotos del teléfono, o incluso algún video del ordenador, para que conociese a su papá.
Seguía pendiente de la vida de Castle, por internet, pero como su padre le dijera una vez, después de acabar la saga de Nikki Heat, de manera tan precipitada como lo hizo, no se había vuelto a saber de él en relación a la publicación de una nueva novela, aunque si había seguido asistiendo a algunos actos de promoción de sus otros libros, y como ya se había hecho habitual en él en los últimos meses, siempre serio, triste y vestido de negro.
Seguía molestándole mucho cuando en alguno de estos actos y a pesar de su cara larga y algunas veces, incluso de desagrado, lo veía rodeado de mujeres hermosas, o lo que era peor, con Gina colgada de su brazo. Entonces achuchaba al bebé y le decía seria:
- Mira mi amor, ese es el ligón de tu papá, a mí a lo mejor me ha dejado de querer, pero a ti te va a adorar desde el mismo momento en que te conozca.
- Mira que decirle esas cosas al niño – la reprendía su padre – Richard Castle no te ha dejado de querer, no ves la cara de kilómetro que lleva puesta.
- No sé si me habrá dejado de querer o no, pero seguro que ha vuelto a estar con Gina – dijo mordaz y dolida – ella siempre está ahí con él, y no creo que Castle haya aguantado todos estos meses que llevamos sin vernos, de celibato.
- ¿Y por qué no? – dijo Jim muy serio e incluso molesto – a mí me costó mucho tiempo recuperarme de la muerte de tu madre, mucho y no me fui ni a los dos días, ni a los dos meses, a echar un polvo con la primera que se me puso por delante.
- ¡Papá! – exclamó Kate sorprendida de la forma de hablar de padre y tapándole los oídos a Ricky – no hables así delante del niño, bueno y delante mía tampoco – dijo apurada.
- Solo quiero decirte que a lo mejor en un futuro Castle rehace su vida, pero por como yo lo veo, sigue estando destrozado por tu pérdida y de momento no creo que ni se le haya pasado por la imaginación acostarse con nadie. Todavía está de duelo.
- Solo espero que me dé tiempo a volver a casa antes de que se le pase la pena, no soportaría llegar y encontrármelo con otra.
- Ya verás como él te espera, aunque no sepa que estás viva, él sigue esperando.
- Pero si sabe, bueno cree que yo no voy a volver – dijo suspirando y empezando a notar que se le saltaban las lágrimas – ¿Qué es lo que espera?
- Espera a haber superado tu ausencia y a estar preparado para dejar que otra persona entre en su corazón y me parece que le queda mucho para conseguirlo, así que quédate tranquila, hija.
En ese momento Ricky empezó a protestar, era un poquito impaciente, pero en eso salía a su papá.
- Me parece que este caballerito tiene hambre – dijo el abuelo con una sonrisa.
- Si – dijo Kate riendo ante los morritos Castle de su hijo – mejor no hacerle esperar – y fue a sentarse en la mecedora que había junto a la ventana, para darle de mamar.
CONTINUARÁ…
Me voy corriendo a ver capítulo de anoche, que por lo que he leído por ahí estuvo espectacular y acaba de terminar la descarga. ¡Feliz semana y hasta el viernes!
AVISO: Aunque los principales personajes pertenecen a Andrew Marlowe, otros que aparecen y todos los lugares y situaciones que se describen en esta historia, son producto de mi imaginación. Si por alguna casualidad, algo resultara conocido de haberlo leído en otro fic de Castle, es pura coincidencia. Si al narrar algo, cometo algún error sobre algún tema de los tratados, ruego que disculpéis mi ignorancia y mi atrevimiento a escribir sobre ello.
Capítulo 7:
“Aprendí que no se puede dar marcha atrás,
que la esencia de la vida es ir hacia adelante.
La vida, en realidad, es una calle de sentido único.”
Agatha Christie
Castle estuvo casi diez días sin aparecer por la comisaría. Saber que Kate estaba embarazada cuando murió lo sumió de nuevo en una profunda tristeza. Martha, lo miraba preocupada, lamentándose que aquel hecho volviera a alterarle, ahora que parecía que empezaba a recuperarse un poco. Alexis vino de Columbia a quedarse unos días, había terminado sus exámenes exitosamente, y pensó en pasar ese tiempo con su padre. Venía decidida a organizar varias actividades padre – hija, a ver si así conseguía animarlo un poco.
Cuando lo vio otra vez tan decaído, se preocupó y fue cuando su abuela, le contó lo de la ecografía que había encontrado en casa de Kate. Alexis lo sintió mucho y se le hizo un nudo en la garganta. Se dirigió al despacho donde su padre permanecía sentado delante del ordenador, mirando al vacío.
- La abuela me lo ha contado – dijo acercándose a la mesa.
- Iba a ser padre otra vez – suspiró Castle – yo quería tener hijos con Kate, pero pensé que quizás aún no estuviese preparada.
- Lo sé – dijo Alexis – y lo siento mucho – se le saltaron las lágrimas – de verdad papá, me hubiese encantado tener un hermano.
- Quise hacer las cosas en orden – siguió Castle a lo suyo – primero pedirle que se casara conmigo y ya luego tener hijos, pero no me dio tiempo, me la quitaron antes de que ni siquiera pudiese darle su anillo de compromiso.
- ¿Le compraste un anillo a Kate? – preguntó Alexis sorprendida – ¿Ibas a pedirle que se casara contigo?
- Se lo iba a pedir por nuestro primer aniversario, ese era mi regalo, yo le pediría matrimonio y ella me iba a decir que iba a ser padre – suspiró audiblemente – y en solo unos minutos mi vida se fue a la mierda. Ojalá hubiese estado en ese coche con ella.
- No digas eso papá – sollozó Alexis – puedo entender lo mal que lo estás pasando, pero yo también te necesito, no sé qué hubiese sido de mí, si te hubiese perdido.
Castle alzó la vista y miró a su hija, que lloraba sin ningún tipo de recato y se le partió el alma. Su niña no tenía la culpa de su desesperación. Se levantó y se acercó a ella para abrazarla.
- Lo siento cariño – le dijo mientras la besaba en la cabeza – no me hagas caso.
- ¿Por qué no te arreglas y te vienes a dar un paseo? – le preguntó – hace un día precioso, anda anímate.
No tenía ningunas ganas de salir a la calle, pero Alexis no tenía la culpa y además le vendría bien un poco de aire.
- Vale, voy a ducharme y me arreglo para salir.
- Mientras yo se lo digo a la abuela, por si quiere acompañarnos – y salió del estudio en dirección a la cocina.
Castle entró al baño para ducharse y afeitarse, había vuelto a descuidarse en su aspecto personal. Tardó alrededor de media hora, pues una vez debajo del chorro de agua caliente dejó volar su imaginación recordando las veces que había hecho el amor, con Kate en esa misma ducha.
Cuando salió de su cuarto al estudio, ya vestido y como era habitual en él en los últimos tiempos, de riguroso negro, le sorprendió oír voces en el salón de la casa. Y más se sorprendió cuando vio a Lanie y Esposito sentados en el sofá.
- ¡Hola chicos! – saludó – ¿Qué os trae por aquí?
- ¡Tú, nos traes por aquí! – dijo Lanie un poco exaltada – ¿se puede saber por qué has desaparecido sin decir nada?
- Yo no he desaparecido – dijo confuso – solo dejé de ir unos días porque no me sentía bien – dijo sin querer dar más explicaciones.
- Cuando uno no puede asistir a su trabajo, llama para excusarse – dijo Esposito – pensamos que te había ocurrido algo.
- ¿Y por qué iba a ocurrirme algo?
- Cuando te fuiste el último día ibas a ir a casa de Becket a ver si encontrabas algo que pudiese servirnos de ayuda – explicó Javier – era la primera vez que ibas a entrar en esa casa desde, desde… – y no supo cómo seguir.
- Desde la muerte de Kate – dijo Castle – si, era la primera vez que iba hasta allí.
- ¿Y encontraste algo? – preguntó Esposito curioso – ¿has visto algo que nos pueda servir para seguir la investigación?
- Yo…, yo no encontré nada – dijo con un nudo en la garganta y sentándose en el sofá frente a ellos.
Lanie no había apartado la mirada de Castle y perspicaz como era notó enseguida, que el escritor no les contaba la verdad.
- Sí que encontraste algo, ¿cierto Castle?, ¿Qué es lo que viste en casa de Kate que te ha trastornado tanto?
Castle iba a seguir guardando el secreto, pero tampoco tenía nada de malo, compartirlo con sus amigos, a lo mejor eso le aliviaba un poco su pesada carga.
- Kate estaba embarazada – dijo escuetamente, mirando a Lanie a los ojos – encontré el regalo que iba a hacerme por nuestro primer aniversario – y se levantó para traer del cajón de la mesa del estudio la ecografía enmarcada, que le tendió a la forense.
- ¡Oh Castle! – dijo Lanie comprensiva y con los ojos brillantes – lo siento, lo siento tanto, imagino como debiste sentirte – dijo tomándole las manos intentando transmitirle ánimos.
- ¿Y encontraste algo más que pudiera servirnos? – dijo Esposito un poco brusco, interrumpiendo el conmovedor momento.
- ¡Javi no seas burro! – le riñó la forense indignada – ya nos contará Castle si encontró algo o no.
- No pude seguir buscando – dijo el escritor con culpabilidad – me derrumbé y cuando me repuse un poco me vine a casa, no he vuelto a ir por allí – dijo suspirando – y sé que tengo que hacerlo, debo recoger sus cosas y dejar la casa, por mucho que me duela, ella no va a volver, es absurdo seguir pagando el alquiler.
- ¿Quieres que te ayude a recoger sus cosas? – se ofreció Lanie – Kate era mi amiga, sé que pasaremos un mal rato, pero podemos pasarlo juntos.
- ¿Harías eso por mí? – preguntó Castle.
- Por ti y por Kate – le contestó Lanie – si quieres podemos quedar mañana aprovechando que es domingo y empezar a recoger algunas cosas, sé donde conseguir cajas.
Y viendo que Esposito iba a volver a intervenir probablemente para decir otra inconveniencia, lo señaló mandándolo a callar, antes de que volviese a meter la pata, diciendo:
- Y estaremos pendientes por si encontramos algo que pueda servir a la investigación.
- ¿Cuándo volverás por comisaría? – preguntó Javier – Gates nos preguntó si te había ocurrido algo.
- Volveré el lunes, debo terminar de revisar todos esos archivos, ¿se sabe ya la fecha del juicio contra Bracken?
- No – dijo Javier – después de las noticias que salieron el otro día cuando tú llevaste los periódicos, no se ha vuelto a saber nada, supongo que saldrá en prensa cuando se sepa la fecha. No te preocupes que ya nos enteraremos.
- Quiero estar allí y ser testigo de primera fila cuando condenen a ese desgraciado a cadena perpetua, lástima que no haya pena de muerte en este estado – se lamentó Castle hablando con rencor.
- Yo también, y Ryan, eso no vamos a perdérnoslo.
Lanie y Javier se despidieron de él y como prometió, salió a dar un paseo con su hija. Martha les dijo que prefería quedarse en casa y preparar el almuerzo.
Al día siguiente se encontró con Lanie en la entrada del apartamento de Kate, que es donde habían quedado. Ella llevaba varias cajas desmontadas para utilizarlas para embalar las cosas de Becket.
Estuvieron gran parte del día guardando la ropa y otras pertenecías de Kate. Muchas prendas, todavía conservaban su olor. Los dos lo pasaron mal, muy mal, porque no podían evitar evocar muchos momentos que habían compartido con ella. Más de una vez terminaron los dos llorando o riendo, recordando alguna anécdota. Fue una larga jornada, pero al final habían empaquetado toda la ropa y objetos personales en varias cajas, incluidos los libros y discos. Solo quedaba desmontar el ordenador y vaciar los cajones donde ella guardaba documentos y papeles importantes.
- ¿Qué vas a hacer con todo esto? – preguntó Lanie señalando el montón de cajas.
- Supongo que alquilaré un trastero para guardarlo todo, no me siento capaz de regalar nada – dijo con un suspiro – ¿tú quieres quedarte con algo?
- Solo con algunas fotos, si no te importa.
- Claro que no, puedes llevarte lo que desees, no imagino nadie mejor para quedarse con sus cosas.
- ¿Y el piso?, ¿Dejarás de pagar el alquiler?
- Mis abogados se estaban encargando de este alquiler y el del estudio del padre de Kate. Creo que contrataré una empresa, para que vacíe el estudio del señor Becket y lleven todo al trastero que alquilaré. Después pueden llevarse estas cajas y los muebles, de momento lo guardaré ahí, ya más adelante veré que hago.
- ¿Terminamos de revisar los cajones a ver si encontramos algo que pueda ser útil?
- Claro – dijo Castle lacónico.
Al final solo había lo que Castle, sabía que Kate tenía, lo de la ventana y poco más. Terminaron de recogerlo todo, cuando los sorprendió el timbre de la puerta. Castle fue a abrir y se encontró con Esposito que venía a recoger a Lanie. Lo hizo pasar mientras que terminaba de recoger y le comentó que desafortunadamente no habían encontrado nada interesante.
Castle cerró la casa y se despidieron hasta el día siguiente, que se verían en comisaría.
El lunes por la mañana, después de desayunar, Castle volvió al cementerio. Después de enterase del embarazo de Kate, se encerró en su casa y no fue capaz de ir a verla.
Se sentó como siempre junto a su lápida y quitó la flor marchita para cambiarla, esta vez por dos rosas, una roja por ella y otra blanca por su bebé. Le contó que se había enterado que estaba embarazada y que le había encantado su regalo de la ecografía enmarcada. Que ser el padre de su hijo hubiese sido el mejor de los regalos. Por primera vez le contó lo que él pensaba regalarle, el anillo de compromiso y se lamentó por la vida que pudieron haber tenido.
No pudo evitar emocionarse, estuvo allí un rato, hasta que decidió que era el momento de irse. Se levantó y se despidió de ella con un sentido:
- Adiós mi amor, me voy a la comisaría, ahora me toca a mí hacer justicia.
Y salió del cementerio poniendo rumbo a la 12th. Cuando llegó, saludó a los chicos y a Gates, que estaba fuera de su despacho, hablando con ellos.
- Me alegra ver que ya está bien – le dijo Gates sincera, realmente había llegado a preocuparse por el escritor – ya me dijo Esposito que estuvo un poco indispuesto.
- Gracias señor, con su permiso volveré a mi trabajo – y sin decir más se dirigió a la sala de descanso a seguir con la tarea que se había autoimpuesto, que ahora además consistía en investigar al senador Bracken, pues aunque Gates no se lo había confirmado, Castle estaba más que seguro de que era él, el culpable de la muerte de Kate.
Gates lo miró con lástima, empezaba a caerle bien ese hombre. Era sorprendente la devoción que demostraba por su inspectora. Más de una vez tenía que hacer un esfuerzo sobrehumano, para no gritarle que Becket estaba viva, aunque no pudiera reunirse con ella en esos momentos y que podía volver a sonreír y a gastar bromas.
Otra cosa que hizo Castle, una vez fue capaz de volver a pensar con un poco de cordura, fue ponerse en contacto con la fiscalía del estado para ofrecerse como testigo para el juicio. Habló con los abogados que le atendieron y les contó todo lo que sabía sobre el caso de Johanna Becket, los policías corruptos y las sospechas que tenía que quizás la muerte de Kate no había sido accidental como todos pensaban.
Los abogados tomaron nota de todo y le dijeron que se pondrían en contacto con él en el caso de que lo necesitasen, y que en las investigaciones que habían tenido que llevar a cabo para preparar el caso, ya se habían topado con esa historia y se habían documentado para presentarla como parte de la acusación.
Lo único que lamentaba Castle de toda esta situación es que con toda seguridad el nombre de Roy Montgomery saldría a la luz y no precisamente por sus proezas como policía.
Un par de semanas más tarde, recibieron la desagradable noticia de que al senador Bracken le había dado un infarto cerebral y estaba muy grave en el hospital, por lo que el juicio se retrasaría hasta que estuviese restablecido.
- Espero que ese hijo de puta sobreviva para que lo juzguen y lo condenen – dijo Ryan muy cabreado.
- Si – corroboró Esposito – sería muy injusto que muriese en una cómoda cama de hospital, sin posibilidad de pudrirse en la cárcel.
Castle que estaba allí con ellos y que no había recibido muy bien la noticia dijo categórico.
- Sobrevivirá, tiene que vivir para pagar con el resto de su vida todos y cada uno de los crímenes que ha cometido. Y nosotros vamos a verlo caer en lo más bajo. Mientras, hay que seguir investigando, para encontrar todo lo que sirva para acabar con él.
Y sin más, se volvió a su despacho a seguir trabajando.
* * * * * * * * *
“Jamás en la vida encontraréis ternura mejor y más desinteresada que la de vuestra madre.”
Honoré de Balzac.
Kate tuvo un parto relativamente corto, enseguida le pusieron a su bebé encima y ella solo pudo mirarlo con infinita ternura, pero se lo llevaron tan pronto para reconocerlo y asearlo que casi ni le dio tiempo a ver cómo era. Pero todos le dijeron que el bebé estaba bien, lo que la tranquilizó bastante.
Cuando estaba ya en la habitación, acompañada de Pam y su padre, llegó la enfermera con el niño y se lo puso en los brazos. El bebé estaba despierto y al mirarlo no pudo evitar recordar lo que le contó Castle que había sentido cuando le pusieron a Alexis en los brazos, porque ella sintió lo mismo. Al ver a su niño, ella también se sintió golpeada como por un relámpago, por ese sentimiento que Rick describía, como el inexplicable amor que solo puedes sentir por tu bebé y supo que como a él le pasó, su vida también había cambiado para siempre.
Solo lamentó que él, no estuviera allí con ella y su niño, y se fuera a perder los primeros días, meses o quizás años de la vida de su hijo.
Afortunadamente se recuperó muy bien del parto y en un par de días estaba de vuelta en casa. Jim y Pam, estaban un poco preocupados y habían hablado con Mark, pues temían que dado el estado de angustia en que se encontraba, y tantos cambios que últimamente había sufrido, terminaran degenerando en una depresión post parto.
Pero nada más lejos de eso, desde que Kate tuvo a su niño con ella, se sintió la mujer más feliz del mundo.
El bebé nació grande, 50 cm y 3,900 kilogramos y aunque los primeros días era difícil verle el parecido con nadie, y Mark le dijo que el color de ojos en un bebé no se definía hasta por lo menos los seis meses, ella estaba segura que el color gris azulado de los ojos de Ricky, terminaría convirtiéndose en un luminoso azul como los de su padre.
Unos meses antes del nacimiento habían empezado a preparar la habitación del niño. Justo al lado del dormitorio principal y enfrente del dormitorio que ocupaba Jim, había una habitación que habían destinado para ser su cuarto. Pam pintó tres de las paredes de azul celeste con nubecitas, simulando el cielo, y en la cuarta había dibujado un mural que sería la fantasía de cualquier niño, con un bosque encantado, que llegaba hasta una playa en la que había fondeado un barco pirata. A Kate le entusiasmó, y se prometió que cuando volviese a Nueva York, le pediría a Pam, que volviese a decorar la habitación de su hijo. Jim había comprado una bonita cuna y el resto de los muebles de madera de pino, en tono natural a un artesano de la zona. Así que la habitación del pequeño ya estaba completamente lista cuando este llegó a la casa, aunque como unos vecinos, le regalaron un precioso moisés de mimbre hecho por uno de ellos, Kate decidió usar este durante los primeros meses para poder tener al niño con ella en el cuarto, lo más cerca posible.
Pam estuvo de acuerdo, diciendo que así ella también podía ayudar en el cuidado del bebé, al fin y al cabo, era su otra mamá.
Ricky era un niño bastante tranquilo aunque tremendamente glotón, y que solo lloraba con desconsuelo cuando tenía hambre, lo que en las primeras semanas, era cada dos horas. Kate había decidido criarlo ella, mientras pudiese y de momento el niño se sentía totalmente satisfecho con la leche materna.
Le había ido sacando una foto cada día desde que nació, quería que su padre, pudiese conocer como había sido su hijo en cada momento de su vida. Claro que además de la foto diaria, le hacía muchas más, cuando estaba solo o con ella, bañándolo, con el abuelo, incluso dándole de mamar, se había sacado más de una fotografía.
Se sentía totalmente satisfecha en su nuevo rol de madre, la verdad es que nunca llegó a pensar, que su maternidad, la hiciese sentirse tan realizada. Ricky cada vez se parecía más a Castle, para su gran alegría. Tendría tres semanas, cuando le dedicó su primera sonrisa y ella en ese momento y a pesar de las circunstancias se sintió la mujer más feliz del mundo.
Otra amiga del pueblo, le regaló una manta portabebés, llamada manta canguro. A ella le encantó, aunque también había comprado un cochecito, llevar a su hijo siempre con ella, le apetecía mucho más.
Le aconsejaron que podría sacarlo a la calle, cuando tuviese dos semanas. Ella empezó las salidas, con paseos cortos por la playa, casi siempre en compañía de Jim y de Pam. Los dos estaban encantados y felices, con la llegada del bebé, Jim estaba plenamente dichoso con la llegada de su primer nieto y Pam, a quien le encantaban los niños, estaba reviviendo su propia maternidad con la llegada de Ricky y además era para Kate, una fuente inagotable de buenos consejos. Acudía a ella con frecuencia, cuando tenía alguna duda, y siempre sabía como actuar ayudándola a resolverla.
Aunque no tuviera allí a su padre, Ricky era afortunado de contar con su abuelo y Pam. Por fortuna, el niño se criaba sano y feliz. Era un bebé bastante sonriente que hacía las delicias de los tres adultos, sobre todo de su mamá que estaba absolutamente enamorada de su hijo.
Al mes de haber nacido Ricky, llegó Pam muy seria a la casa. Venía con su teléfono en la mano y le dijo a ella y a Jim que se sentaran que tenía algo importante que decirles.
Lo primero que pensó Kate, es que a Castle le había pasado algo, así que se sentó temblorosa esperando las malas noticias que creía que iba a oír. Lo que tenía que comunicarle era el infarto cerebral sufrido por Bracken, que le había dejado paralizado medio cuerpo y que esta circunstancia retrasaría el juicio varios meses. Kate lo lamentó mucho, se había hecho ilusiones de que en poco más de un par de meses podría volver a Nueva York, pero por otra parte saber que toda su gente de la ciudad se encontraba bien, hizo que se sintiera mejor. Además el niño era demasiado pequeño y temía tenerse que separar de él mientras durase el juicio, y para eso si que no estaba preparada.
Como si supiera que hablaban de él, Ricky empezó a lloriquear, demandando su ración de alimento. Estaba cómodamente instalado en su moisés, que al ser bastante manejable llevaban de un lado para otro de la casa, según estuviesen. El único sitio donde no lo ponían era en el estudio, por el fuerte olor a pinturas y disolvente, así que desde que nació, ella hacía su trabajo en la mesa del comedor.
Kate no tuvo más remedio que seguir viviendo en Santa María Beach. La verdad es que, a pesar de las circunstancias, se sentía cómoda en aquel lugar, y aunque no era donde quería estar, no podía dejar de reconocer, que era un buen sitio para criar a su hijo.
Fueron pasando los meses, Ricky iba con Kate a todas partes. En el pueblo todos lo conocían y le hacían carantoñas cuando lo veían en el portabebés con su madre. Él, que a medida que pasaba el tiempo era más sociable y extrañaba poco a los demás, a todos les contestaba con un sonrisa, que conmovía a Kate cada vez que la veía, pues le recordaba muchísimo a la sonrisa de Castle. Era costumbre verla en el mercadillo vendiendo su artesanía con el bebé a cuestas, siempre bien protegido con un gorrito y vistiendo alguno de aquellos peleles que a Kate no le gustaban mucho, pero que no podía dejar de reconocer que lo hacían parecer muy gracioso, vestido como ella decía de hippie bebé, aunque realmente más de una vez, parecía un duendecillo.
Aunque aún era pequeño, a ella le gustaba enseñarle las fotos del teléfono, o incluso algún video del ordenador, para que conociese a su papá.
Seguía pendiente de la vida de Castle, por internet, pero como su padre le dijera una vez, después de acabar la saga de Nikki Heat, de manera tan precipitada como lo hizo, no se había vuelto a saber de él en relación a la publicación de una nueva novela, aunque si había seguido asistiendo a algunos actos de promoción de sus otros libros, y como ya se había hecho habitual en él en los últimos meses, siempre serio, triste y vestido de negro.
Seguía molestándole mucho cuando en alguno de estos actos y a pesar de su cara larga y algunas veces, incluso de desagrado, lo veía rodeado de mujeres hermosas, o lo que era peor, con Gina colgada de su brazo. Entonces achuchaba al bebé y le decía seria:
- Mira mi amor, ese es el ligón de tu papá, a mí a lo mejor me ha dejado de querer, pero a ti te va a adorar desde el mismo momento en que te conozca.
- Mira que decirle esas cosas al niño – la reprendía su padre – Richard Castle no te ha dejado de querer, no ves la cara de kilómetro que lleva puesta.
- No sé si me habrá dejado de querer o no, pero seguro que ha vuelto a estar con Gina – dijo mordaz y dolida – ella siempre está ahí con él, y no creo que Castle haya aguantado todos estos meses que llevamos sin vernos, de celibato.
- ¿Y por qué no? – dijo Jim muy serio e incluso molesto – a mí me costó mucho tiempo recuperarme de la muerte de tu madre, mucho y no me fui ni a los dos días, ni a los dos meses, a echar un polvo con la primera que se me puso por delante.
- ¡Papá! – exclamó Kate sorprendida de la forma de hablar de padre y tapándole los oídos a Ricky – no hables así delante del niño, bueno y delante mía tampoco – dijo apurada.
- Solo quiero decirte que a lo mejor en un futuro Castle rehace su vida, pero por como yo lo veo, sigue estando destrozado por tu pérdida y de momento no creo que ni se le haya pasado por la imaginación acostarse con nadie. Todavía está de duelo.
- Solo espero que me dé tiempo a volver a casa antes de que se le pase la pena, no soportaría llegar y encontrármelo con otra.
- Ya verás como él te espera, aunque no sepa que estás viva, él sigue esperando.
- Pero si sabe, bueno cree que yo no voy a volver – dijo suspirando y empezando a notar que se le saltaban las lágrimas – ¿Qué es lo que espera?
- Espera a haber superado tu ausencia y a estar preparado para dejar que otra persona entre en su corazón y me parece que le queda mucho para conseguirlo, así que quédate tranquila, hija.
En ese momento Ricky empezó a protestar, era un poquito impaciente, pero en eso salía a su papá.
- Me parece que este caballerito tiene hambre – dijo el abuelo con una sonrisa.
- Si – dijo Kate riendo ante los morritos Castle de su hijo – mejor no hacerle esperar – y fue a sentarse en la mecedora que había junto a la ventana, para darle de mamar.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Muuuy buenoo!! Ya se va acercando en momento del gran reencuentroo!!
Sigue pronto estoy enganchadisima!! Me encantaa!
Sigue pronto estoy enganchadisima!! Me encantaa!
L-beckett41319- As del póker
- Mensajes : 355
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 28
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
Me encanta el bebé, así buenecito y tranquilo, bien alimentado, lo malo es que el tipo éste encima retrasa más el reencuentro de nuestra pareja.
Ya se me está haciendo largo hasta a mi, es que no te puedes cargar al tipejo de una vez, qué más da que se muera en la cárcel o en la cama de un hospital, con tal de que se muera de una santa vez, y si no voy yo y lo remato......... tio pesado, hasta para morirse, jajajajajajajaja
Por lo demás muy buena la historia, muy triste la recogida de Lanie y Castle del apartamento de Kate, triste también por Alexis y su abuela que al fin y al cabo ha perdido también a su nieto. Incluso Gates está impaciente por volver a ver a su inspectora, aunque tenga que aguantar a Castle.
Lo que no nos cuentas en tu historia es si Gates sabe del bebé, por que ella podría hacer algo para que Castle mejore de su tristeza.
Siguelo pronto que ya tengo mono del bebé y de ver a sus padres juntos, que a este paso Castle se va a encontrar con alguna pájara que se le lleve al huerto, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Ya se me está haciendo largo hasta a mi, es que no te puedes cargar al tipejo de una vez, qué más da que se muera en la cárcel o en la cama de un hospital, con tal de que se muera de una santa vez, y si no voy yo y lo remato......... tio pesado, hasta para morirse, jajajajajajajaja
Por lo demás muy buena la historia, muy triste la recogida de Lanie y Castle del apartamento de Kate, triste también por Alexis y su abuela que al fin y al cabo ha perdido también a su nieto. Incluso Gates está impaciente por volver a ver a su inspectora, aunque tenga que aguantar a Castle.
Lo que no nos cuentas en tu historia es si Gates sabe del bebé, por que ella podría hacer algo para que Castle mejore de su tristeza.
Siguelo pronto que ya tengo mono del bebé y de ver a sus padres juntos, que a este paso Castle se va a encontrar con alguna pájara que se le lleve al huerto, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: MI VIDA SIN TI, Epílogo
No tardes mucho en juntarlos
Pobre Castle se va a perder ver a su hijo crecer..... dios, este fic me tiene enganchadísima!
Tengo unas ganas ya de que se reencuentren!
Sigue asi!
Pobre Castle se va a perder ver a su hijo crecer..... dios, este fic me tiene enganchadísima!
Tengo unas ganas ya de que se reencuentren!
Sigue asi!
Aitana- As del póker
- Mensajes : 253
Fecha de inscripción : 25/11/2012
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