UN PASEO POR CENTRAL PARK (Stanathan)

Hola a tod@s, aquí estoy con otra historia. Aunque siempre he escrito sobre Castle y Beckett, esta vez me he dedicado a sus interpretes.
En el fondo me siento un poco rara escribiendo sobre ellos, ya que son personas reales a las cuales no conozco y sólo se dejan entrever a través de sus personajes.
Pero bueno, dejándome llevar por un Tuit que Stana publicó hace un tiempo, pues surgió esta historia y de cómo pudo haber sido en la realidad.
Quiero aclarar que esta historia es casi en su totalidad ficticia, a excepción de la información que hizo pública Stana, la cual cito en alguna parte de la historia. Que la escribo por satisfacer ese deseo que casi todos tenemos ( ya sé que es enfermizo, pero q le vamos a hacer) y por entender el origen de esa química tan increible que tienen entre los dos.
Siempre desde el respeto a estos dos grandes actores que nos hacen sufrir y disfrutar al mismo tiempo.
Bueno no me enrollo más. Aquí va el primer capítulo de unos cuantos, aviso que va a ser larga.
El tema del inicio ya ha sido tocado en más de una ocasión, pero lo he hecho para ubicar la historia.


UN PASEO POR CENTRAL PARK

La prueba

Capítulo 1

Miró el despertador, eran las 4 de la mañana. Remoloneó un poco entre las sábanas, no tenía ánimos para ir a más pruebas. Ya había pasado por cinco en una semana y de ninguna había sacado nada en claro, bueno eso sí, que sus ahorros iban mermando cada vez más. Pero su agente había insistido, le había costado mucho que la incluyeran en una de ellas, por lo visto, las audiciones estaban terminando ya y habían cerrado el plazo. Cerró los ojos un momento más, suspiró y se levantó con gran esfuerzo. Antes de nada, preparó café y cogió una bolsa para meter algo de ropa para el resto del día, ya que aparte de esta prueba, tenía otras dos más y todas eran en Newport Beach.

Mientras se daba una ducha, repasaba en voz alta las líneas de la primera prueba.

– ¡Menuda porquería de papel!- dijo con desesperación.

Pero no le quedaba alternativa. Llevaba ya una temporada sin conseguir nada y las pruebas cada vez estaban más reñidas. Además tenía al casero encima para que le pagase el alquiler de la última semana.
- Bueno, tal vez si le doy otro enfoque al personaje lo pueda mejorar un poco e incluso consiga que me lo den…- pensó para sí, no muy convencida. Soltó un fuerte suspiro y cogió la toalla.

Se vistió, cogió todo lo que había preparado y salió a toda prisa del apartamento. Se metió en el coche de alquiler y tomó dirección hacia la autopista Pacific Coast. Esta carretera recorría toda la costa y aunque no era la más adecuada para ir a Newport, si era la menos concurrida a esas horas.
Siempre que podía tomaba esta autopista para poder disfrutar de las vistas del océano. Le encantaba el olor del mar al amanecer y los colores que adquiría el cielo. Desde que había llegado a Los Ángeles, se había quedado prendada de esos colores, que iban desde el rosa anaranjado hasta el casi púrpura en ocasiones. Stana sabía que la alta contaminación tenía algo que ver, pero prefería pensar que eran así en este lado del planeta.

Mientras conducía escuchando un tema de Faithless, dio un sorbo al café que se había preparado y pensó en la otra prueba de la que le había hablado su agente. Este papel le gustaba mucho más, de hecho su agente no dudó por un momento en proclamar a los cuatro vientos que estaba hecho para ella. Pero dudaba mucho que se lo fueran a dar, ya que los productores, a estas alturas del casting, ya tendrían seleccionadas a un par de actrices con cierto caché y simplemente querrían descartar posibilidades. No estaba mal, una poli con carácter, fuerte, decidida y con un pasado dramático, a la que se le pega un escritor de éxito dispuesto a todo para encontrar la inspiración de su próxima novela. Para variar, estaría bien conseguir ese papel. Tal vez, con suerte, duraría más de dos capítulos y podría pagar así el alquiler de los próximos meses y relajarse un poco.- Pensó suspirando, mientras el sol asomaba por el horizonte.

* * * * * * * *

Llegó a las oficinas de SAS. Casting. con tiempo para repasar un poco y centrarse en ese magnífico papel. – pensó con cierta sorna.

Pasó a la sala de las audiciones, hizo su prueba y no le sorprendió en absoluto la típica frase de: “muchas gracias, ya nos pondremos en contacto con su agente…”.
Se subió al coche y sacó un gran vaso con zumo de frutas que había preparado, ya que nunca sabía si iba a tener tiempo de ir a comer o tomarse algo. Mientras tanto, localizaba la dirección de la otra prueba y buscaba con ayuda del GPS la mejor ruta y sobre todo la más rápida.

Llegó pronto, aunque era ya el último día de las audiciones, se había congregado un grupo considerable de aspirantes. Las miró de reojo, intentando sopesar sus posibilidades.
Aquellas pruebas se estaban convirtiendo en una verdadera Sabana africana llena de leonas capaces de cualquier cosa por conseguir un papel. No quiso seguir con aquel juego porque la estaba poniendo todavía más nerviosa de lo que ya estaba. Daba igual para lo que fuera, siempre se ponía de los nervios.

– ¡Dios! tengo que volver a las clases de yoga- Dijo murmurando y recriminándose por no sacar tiempo para ello.

Entró en el baño, realizó unos ejercicios de respiración durante unos minutos, se miró en el espejo para darse el visto bueno y salió en dirección al mostrador para entregar la documentación.
Mientras esperaba a que le llegase su turno, se fue a una esquina más tranquila para ensayar un poco el texto y sobre todo meterse en el personaje. Por lo que pudo vislumbrar del texto que le había entregado su agente, tenía que realizar un interrogatorio al escritor, mostrándose profesional y a la vez con una actitud desafiante y seductora. Se quedó un rato pensando cómo diablos iba a conseguir eso. Encima no era precisamente sexy la ropa que llevaba. Con las prisas se le había olvidado coger la camisa que tenía preparada para esta prueba y lo único que tenía era lo que llevaba puesto, es decir, una camisa-túnica, que iba estupenda para la otra prueba pero para hacer de poli no creía que fuera lo más apropiado. Menos mal que ahora siempre venía preparada para cualquier eventualidad, y más después de haberse quedado medio desnuda, en mitad de una prueba, porque la falda que le dejaron, prácticamente, le estalló por las costuras.
Se sentó en el suelo y empezó a sacar de su bolso toda una colección de artículos de incalculable valor para una actriz en plena búsqueda. Miró a su alrededor tranquilamente, pensando en lo que iba a hacer y justo al lado de la máquina de cafés vio lo que necesitaba.

- Creo que puede valer- se dijo, levantándose y dirigiéndose hacia él decidida.

Pero justo cuando llegó a su lado, él se levantó con un café en la mano y se la quedó mirando con una sonrisa que la dejó paralizada durante un par de segundos. Ella le miró sin poder disimular su sorpresa y su nerviosismo. Miró un segundo hacia abajo intentando recobrar el control y pensar que decirle. Ahora ya no podía darse la vuelta, aunque ganas no le faltaron. No sabía lo que la había puesto más nerviosa, si descubrir quién era o la mirada que le había echado.

Respiró hondo y pensó que ya era hora de poner en marcha a su personaje. - que mejor momento que este- se dijo. Y justo cuando iba a abrir la boca…

- ¿En que la puedo ayudar señorita…..? – le preguntó él, dejando en suspenso el final de la frase, con todo el encanto que pudo. Mientras se acercaba a ella, invadiendo un poco su espacio.

Ella logró no perder la poca compostura que le quedaba. No era de las que se amedrentaba ante este tipo de hombres. Los Ángeles estaba llena de tíos así. Ya estaba acostumbrada a lidiar con todo tipo de actores o aspirantes a actores, que se creían con todo el derecho a poseer lo que se le ponía en su camino. De hecho, su novio Kris no tenía nada que ver con ese mundillo y daba gracias por ello. Pero con este le iba a costar más de lo que estaba dispuesta a admitir.

– Stana… Stana Katic -le contestó mirándole directamente a los ojos, pasando la mirada de uno al otro, sin poder evitar perderse en ellos durante un rato. Hasta que volvió a la realidad, preguntándose qué coño le estaba pasando con él.

-Uhmm Stana, bonito nombre. Bueno, ¿qué es lo que necesitas? ¿Quieres que ensayemos un poco antes de tu prueba?- le preguntó él sin dejar de mirarla a esos ojos que lo estaban desafiando.

No… la verdad es que tengo 10 minutos antes de que me llamen y no puedo ir con esta facha, así que… ¿qué tal se te da cortar? - Le preguntó ella mirándole fijamente y sosteniendo las tijeras con aire despreocupado. Actuando tal y como su personaje de Kate Beckett lo haría.

En un principio, él la miró sorprendido y por un segundo, se quedó con cara de bobo. No era la típica actriz con las que estaba acostumbrado a tratar.
Al salir de la sala de audiciones, la había visto entrar en el edificio y observar con detenimiento la competencia que esperaba. Le había hecho gracia la expresión de ella, comprendiendo la jungla que tenía allí delante. Él la había mirado sin que ella lo advirtiera. Hizo su típico análisis de probabilidades, mirándola de arriba abajo, con la cabezada ladeada y con esa sonrisa juguetona que tan buen resultado le daba con todas las mujeres. – ¡Vaya lo que nos trae hoy el día!- pensó, preguntándose qué número le habrían dado para la prueba.

-Bueno… te llamas Nathan ¿no?– le dijo ella, sacándolo de sus pensamientos, mirándole fijamente a los ojos y acercándose más a él con las tijeras en la mano. Lo que provocó que él se quedara literalmente entre la espada y la pared, asintiendo con la cabeza a la afirmación que ella había hecho. Ahora era ella la que se estaba comportando de manera descarada. Se sacó la camisa enorme del pantalón y le pasó las tijeras.- Necesito que la cortes por dónde yo te diga, pero hazlo bien recto, ¿vale?- le dijo divertida levantando una ceja, para que no quedara duda que era una amenaza no una advertencia.

Él se quedó unos segundos como ido, sobre todo al verla sacarse la camisa. Por un momento, creyó que era el hombre más afortunado de la tierra, pero al ver las tijeras hizo que sus pensamientos bajaran de golpe y se estrellaran contra el suelo. Al tenerla de repente tan cerca, se quedó literalmente prendado de esos ojos color avellana, o tal vez eran verdes. Ahora era él el que se perdió en ellos por un instante. Ella se dio cuenta y se alejó de él, sobresaltada y sonrojada al mismo tiempo. Le dio las tijeras y miró hacia los faldones de la camisa, esperando que él reaccionase y que por Dios, empezara a cortar porque si no, no sabía dónde la iba a llevar esto
Mientras él cortaba la camisa, Stana intentó relajarse. Pero era difícil, ya que él bromeaba constantemente sacando toda su artillería de encanto infantil y juguetón, que a ella no le quedó más remedio que seguir, incluso disfrutar.

-¡Dios mío! tiene la sonrisa más bonita que he visto en mi vida- pensó Nathan, mientras bromeaba con ella y la observaba reírse de sus tontas bromas.

- ¿Ha quedado satisfecha con mi trabajo señorita?- le preguntó a la vez que hacía una reverencia con gesto exagerado. Ella lo miró sonriendo, pero cambiando el gesto por una fingida molestia. –No está mal- le dijo ella intentando provocarle. Pero la provocación se volvió en contra de ella en cuanto sus palabras abandonaron sus labios.

- Lo siento, pero no he tenido suficiente tiempo para mostrarte todas mis habilidades, Srta. Katic- le dijo acercándose a ella y susurrándoselo al oído. Provocando en ella un estremecimiento y dejándola desarmada por completo.

-¡Por dios!- se dijo así misma aguantando el aliento. No sabía cómo controlar aquello y atropelladamente se colocó bien la camisa.- ¿Qué tal ahora?- le preguntó ella.

- La perfecta inspectora Beckett- le dijo él satisfecho.

- Muchas gracias Sr. Castle- le replicó ella bromeando

En ese mismo instante, se acercó un miembro del equipo, que según dedujo Stana debía de ser uno de los productores.
- ¿Nos disculpa un momento señorita? Nathan quiero hablar contigo sobre un tema. Por favor, en cinco minutos te espero dentro- le dijo el hombre con algo de urgencia.

- Encantado de conocerte Stana, pero sintiéndolo mucho el trabajo me reclama- le dijo él mientras se alejaba en dirección a la sala de audiciones, dedicándole una sonrisa y despidiéndose con la mano.

Stana se quedó unos segundos con la mano paralizada en un saludo y con una sonrisa en sus labios. Se volvió hacia dónde había dejado sus pertenencias, sacudiendo la cabeza divertida, pensando en lo que acababa de ocurrir.

jajajajajajaja, Muy bien, te ha quedado divertido al final, no se si es lo mismo que ya he leído en algún que otro sitio, pero le has dado un toque personal y sobre todo con sentido del humor, y eso me encanta, así que me gustaría que lo siguieras, y si tal como dices ya tienes más, pues subelos cuanto antes a que esperas, jajajajajaja

BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS

Capítulo 2
Stana lo había reconocido nada más verlo. Su agente le había dicho que al personaje de Richard Castle lo habían elegido desde un principio, sin casting previo, ya que según los creadores de la serie era el actor perfecto para este papel. Ella sabía que había hecho un par de series que no tuvieron mucho éxito y después coincidió con él en algún que otro evento, pero sin llegar a conocerlo en persona.

Mientras tanto, se fue de nuevo al baño para recogerse el pelo y darse un aire más serio y adecuado para una inspectora de la policía de NY. Se maquilló ligeramente, dándose énfasis en sus ojos pero sin pasarse. Se acomodó la camisa por dentro del pantalón negro y se miró de nuevo al espejo.

-Eres Katherine Beckett inspectora de policía, sobrevives en un mundo de hombres y ahora sal ahí y demuestra lo que vales- se dijo así misma varias veces con los ojos cerrados, como si de un mantra se tratara. Respiró profundamente hasta que se sintió preparada y abrió los ojos.

- Número ciento veinticinco, por favor pase a la sala- la llamó una de las asistentes que se encargaba de ir organizando a las aspirantes.

Mientras se dirigía hacia la sala, su mirada fue cambiando y sus gestos se fueron transformando, dejando atrás a Stana y convirtiéndose en el momento que atravesaba la puerta, en la inspectora Beckett.

La sala estaba ocupada por una serie de mesas alineadas al fondo de la misma. En ellas se sentaban unas diez personas, entre productores, ejecutivos de la cadena, directores y por supuesto, los creadores de la serie. Entre ellos reconoció a al hombre que les había interrumpido en el pasillo y por supuesto, a Nathan. Justo al lado de dónde ella se había colocado, un asistente con una cámara estaba preparando su equipo para grabar la prueba en cuanto le dieran la orden.

- Se llama usted Stana Katic ¿correcto?- le preguntó el mismo hombre que había reconocido anteriormente y que tenía encima de la mesa toda su documentación.

-Sí-contestó ella de manera segura y mirándolo a los ojos, pero desviando la mirada brevemente hacia dónde se encontraba Nathan, que la miraba con la misma sonrisa que le había dedicado al despedirse.

- Pues si no le importa vamos a comenzar, pero en vez de hacerlo con el primer texto, vamos a pasar directamente a la escena del interrogatorio y para ello la va ayudar el Sr Fillion. ¿Algún problema con ello?- preguntó el productor. –Si lo ve necesario podemos darle algo de tiempo para que se prepare- le comentó.

- No, no es necesario. Pongámonos a ello- dijo ella con convicción.

Ambos se sentaron en torno a una mesa, el uno frente al otro. Mientras el cámara se preparaba para grabar y colocaban bien la iluminación, él la miró durante unos instantes mientras ella respiraba profundamente con los ojos cerrados, concentrándose.

- No te preocupes, estás preparada- le dijo él en voz muy baja.

En ese momento ella abrió los ojos y lo miró tranquila. – Gracias…- contestó esbozando una leve sonrisa. Al tiempo que él le guiñaba un ojo para darle ánimos.

- Cuando queráis podéis empezar- les dijo el productor.

A partir de ese momento fue como un baile, en el que ellos dos eran los protagonistas y nadie más existía en aquella sala. Cada palabra que ella emitía encontraba rápidamente su réplica en el otro, sin un traspié, con fluidez. Sus miradas lo decían todo, no hacía falta poner atención a lo que decían, porque verlos interactuar era más que suficiente para sentirse absorbidos por ellos. Era una lucha en igualdad de condiciones y justo cuando ella veía que podía perder el desafío, se levantaba de la silla y se acercaba peligrosamente a su rostro, retándole un poco más.

Cuando terminaron la prueba, se miraron sonriendo. Lo sabían. Eran ellos. No hacía falta buscar más. Ambos habían terminado exhaustos de esa lucha, sus corazones poco a poco encontraban su ritmo natural, el color que habían adquirido sus mejillas bajaba unos tonos y sus respiraciones volvían a normalizarse.

Todos en aquella sala se habían quedado en absoluto silencio. En el aire se palpaba la electricidad que esas dos personas habían generado en sólo cinco minutos. De todos los allí presentes, sólo había una persona que sonreía, aparte de ellos dos. Esa persona había confirmado lo que había presenciado minutos antes, fuera de esa sala.

Cuando terminó, el productor se acercó a ellos y les dio las gracias. Habló un rato más con Stana para preguntarle un par de datos que le faltaban y le dijo que por favor esperara un rato fuera que en seguida uno de sus asistentes le daría instrucciones para una segunda prueba.
Cuando salió, no se creía lo que había pasado allí dentro. Estaba en una nube, la adrenalina a su nivel más alto, pero a la vez con la calma que se sigue de una tormenta. Porque sin duda alguna, era eso lo que había experimentado allí dentro.

Mientras esperaba sentada en el pasillo, pasó la número 126 para la prueba. Se sonrieron brevemente y siguió su camino hacia el interior de la sala. Stana no quería estropearlo, pero en su interior lo sabía, era ella.



Gracias por vuestros comentarios y críticas, todo ayuda.

Sigueee!...Me ha gustado mucho.

Vaya si lo sé te pido todo el relato de golpe, eso es lo que llamo yo rapidez, jajajajajaja
Tan bueno como el primero, así que ya estoy dispuesta a leer el siguiente, jajajaja
Bueno tampoco es para tanto, no hay prisa, pero no lo pauses demasiado, jajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

muy, muy buenos los capítulos y la historia,
sigue cuando puedas, esta interesante

agecastbet escribió:Vaya si lo sé te pido todo el relato de golpe, eso es lo que llamo yo rapidez, jajajajajaja
Tan bueno como el primero, así que ya estoy dispuesta a leer el siguiente, jajajaja
Bueno tampoco es para tanto, no hay prisa, pero no lo pauses demasiado, jajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

Jajajajaj no hay problema, es que tengo bastante avanzado pero no quiero que os pegueis un atracón
Esta tarde subiré más.
Besos y gracias por leer y comentar.

Me gusta, continua pronto!

Como prometí, aquí teneis la continuación. Espero que os guste.



New York City

Capítulo 3


Todo fue muy precipitado. Su agente la llamó al día siguiente de la prueba diciéndole, bueno gritándole, que la habían elegido. Tenía que presentarse en los Estudios Raleigh a primera hora para firmar el contrato y ultimar todo.
Ella no cabía en sí de felicidad, no podía creerse que en el último momento la hubieran elegido a ella y encima con sólo un par de pruebas.
Esa misma noche, llamó a Kris para contarle todo lo que había ocurrido, ya que no había tenido ocasión todavía, porque él se encontraba fuera de Los Ángeles por cuestiones de trabajo. Así que estuvieron un rato hablando de todos los cambios que se avecinaban, sobre todo si ella se tenía que trasladar a Nueva York. En cuanto colgó, se sintió un poco sola, no ya por tenerlo lejos sino porque le había parecido notar un ligero tono de reproche en su voz. No era justo, él sabía que era actriz y que todos los días luchaba por hacerse un hueco en este mundillo. No podía entender cómo no la estaba apoyando justo ahora que estaba a punto de conseguir su sueño.

- No pienso enfadarme por esto- se dijo.

–No va a lograr que me sienta mal- Así que cogió de nuevo el teléfono y llamó a unos amigos para ir a tomar unas cervezas y celebrarlo.

A la mañana siguiente salió en dirección a los estudios. En cuanto llegó, dio su nombre en la garita informando al guardia que la estaban esperando para una reunión. Le dieron un pase identificativo y se dirigió hacia las oficinas que habían junto a las naves dónde se encontraban los sets de rodaje.
En la reunión se encontraba su agente, dos de los productores y varios ejecutivos de la cadena. En cuanto entró todos se levantaron para saludar y comenzar las presentaciones.

- Bueno a mí ya me conoces- le dijo Marlowe sonriéndole y dándole la mano.

Ella le correspondió con una de sus sonrisas y siguió saludando al resto de los allí presentes. Todo transcurrió sin problemas y al cabo del rato, ya estaba otra vez en su coche. No le había dado tiempo a asimilar todo lo que habían hablado, pero lo más importante era que se iban a N.Y para comenzar el rodaje en unos días. Parte del equipo ya se encontraba allí, menos ella, Nathan y Marlowe, ya que se habían tenido que quedar para terminar el casting. Y otra de las cosas importantes de las que habían hablado, era de su personaje y de los ajustes que tendría que hacer para ello. Estaba eufórica por el contrato que había conseguido y encima era por la temporada entera, 10 capítulos. Y con unas condiciones envidiables.

Al día siguiente, se encontraba en el aeropuerto de los Ángeles a las 6 de la mañana. Con el equipaje justo y con el corazón en un puño. Todos los nervios que había estado acumulando en esos pocos días, estaban a punto de pasarle factura y encima tendría que viajar con Marlowe y Nathan.
No sabía cuál de los dos la ponía más nerviosa. No veía a Nathan desde la prueba, ya que la segunda la realizó ella sola ante la cámara y con un texto diferente. Así que estaba nerviosa porque no sabía cómo iba a reaccionar después de lo que habían experimentado, tanto en la prueba como antes de ella.
Al pensar en ello sintió remordimientos, no sabía exactamente porqué, pero era eso lo que sentía. Bueno si lo sabía, Kris. Suspiró profundamente, justo cuando vio aparecer a Nathan por el pasillo de la terminal. Su corazón dio un vuelco y sin querer apretó las manos en torno al asa del equipaje nerviosa.

- Buenos días Srta.… Katic- le dijo Nathan con una gran sonrisa. Al tiempo que se acercaba a ella para darle un abrazo y un beso en la mejilla.

- Hola, me alegro de volver a verte- le contestó ella, un poco descolocada al ver como se acercaba para darle el beso. Por un momento pensó que la iba a besar en los labios y eso hizo que le subiera la temperatura un par de grados por lo menos.

- Yo también me alegro de verte, pero sabía que te volvería a ver pronto- le contestó divertido, dándose cuenta del efecto que había provocado en ella ese acercamiento.

- ¿Y cómo es eso?- le preguntó ella, intentando relajarse y recuperar el control.

- Lo supe desde que Andrew nos vio en el pasillo- afirmó el convencido. Mientras Stana lo miraba con la boca abierta.
- En cuanto le vi la cara, supe que ya había encontrado a su detective- le comentó Nathan.

- Eso y que en cuanto entré por la puerta, me sometió al tercer grado sobre ti- le contó él riéndose.

Stana no sabía dónde mirar, notaba que el calor le subía por las mejillas y su respiración no era tranquila precisamente. Mientras tanto, él la miraba divertido y a la vez embelesado con su belleza. Esta mujer había despertado algo en él que ninguna otra había podido.
Cuando estaban haciendo la prueba, fue algo totalmente nuevo y refrescante. Se había dejado llevar. Más bien, se había sentido arrastrado por ella, por su fuerza, por su mirada y por esa voz, que susurrando, lo transportaba muy lejos de allí.
Justo en ese momento, Nathan salió de su trance, ya que por los altavoces realizaban la llamada de embarque para Nueva York. Al mismo tiempo, llegaba Andrew corriendo, saludando atropelladamente y recobrando poco a poco el aliento, ya que creía que perdía el vuelo.

El vuelo transcurrió más relajado de lo que Stana en un principio pensó. Tanto Nathan como Andrew bromearon gran parte del viaje, haciendo que ella se sintiera tranquila y dejara salir su lado más travieso, sorprendiendo a un Nathan cada vez más encandilado. Hablaron un poco de todo, de sus viajes, de los gustos de cada uno, de comida, ya que tanto Nathan como ella eran grandes aficionados a la cocina. Y también durmieron a ratos. Así transcurrieron las casi 7 horas de vuelo de Los Ángeles a Nueva York.

En cuanto llegaron al J.F.K, un coche de la productora les estaba esperando para llevarlos al hotel. Andrew se despidió de ellos en la recepción, comentándoles que tenía que reunirse con los de la cadena y que se verían al día siguiente.
A ellos les dieron las tarjetas magnéticas de sus correspondientes habitaciones y se montaron en el ascensor hasta la décima planta. Stana fue la primera en localizar su habitación. Mientras Nathan buscaba la suya, ella lo llamó para indicarle que estaba justo en frente de su puerta. Ella lo esperó apoyada en el marco de la puerta para despedirse, ya que estaba muerta del viaje.

- Bueno Nathan nos vemos mañana en la reunión- le dijo ella frotándose los ojos enrojecidos por el cansancio.

- ¿Después vas a bajar a cenar?- le preguntó él, esperanzado en volver a pasar una rato más con ella. Porque aunque estaba cansado, eran sólo las tres de la tarde y con el cambio de hora sabía que se despertaría y no podría volver a dormir.

- No lo sé… creo que pediré algo al servicio de habitaciones y me tomaré un baño relajante- dijo esto último sin pensarlo, pero se dio cuenta demasiado tarde y al mirar a Nathan vio un brillo en sus ojos que no presagiaba nada bueno.

-Bueno, si necesitas compañía no dudes en avisar- le dijo él guiñándole un ojo, con cara de pillo, mientras se daba la vuelta para encaminarse a su habitación.

- Nooo… creo… en fin, estoy muy cansada y seguramente caiga rendida en un rato. Nos vemos mañana- dijo ella balbuceando y entrando con prisas en la habitación.

Una vez dentro, se apoyó en la puerta y respiró hondo. No podía creer como ese hombre le hacía perder los papeles con tanta facilidad. En cuanto creía que le tenía pillada la medida, él saltaba con una de sus ocurrencias y la superaba por completo. Mientras pensaba en ello, le oyó desearle un “que descanses” desde el otro lado de la puerta y eso hizo que se le dibujara una sonrisa en el rostro.

Me encanta, continua pronto.

Continuaaaaaa:D
Que me encanta!

Muy bueno, sigue, esta
Buena la historia

Capítulo 4

Después de deshacer el equipaje y de refrescarse un poco, se puso cómoda con unos leggins y una camiseta, y se tumbó en la cama. No tardó ni cinco minutos en dormirse.
Cuando despertó, todo estaba ya a oscuras. Miró el reloj totalmente desorientada y vio que sólo eran las 6 de la tarde, hasta que se dio cuenta que no había cambiado la hora, ya que eran las 10p.m hora local.
Se levantó y encendió las luces. Se dio cuenta que tenía un hambre horrorosa y miró el teléfono para llamar al servicio de habitaciones, pero cuando ya tenía el auricular en la mano…pensó que no le apetecía cenar sola. Marcó el número de la habitación de enfrente y contuvo la respiración, casi tentada de colgar.

- Hola- contestaron con voz somnolienta desde el otro lado del auricular.

- Eh… hola, soy yo…, perdona ¿te he despertado?... lo siento. Te dejo descansar- dijo ella rápidamente, arrepintiéndose de haber llamado. Pero antes de poder colgar. Él la cortó.

- No, no, ya estaba despierto, sólo que estaba tumbado en la cama viendo la tele- le contestó rápidamente esperando que ella le hubiera creído.- Dime, Srta. Katic ¿ya reclamas mi compañía? – le preguntó él, sabiendo el efecto que causaba en ella ese juego.

Ella se lo imaginó con una sonrisa provocadora en su rostro y eso le dio fuerzas para contraatacar.

- Pues la verdad es que estaba pensando en darme ese baño relajante ahora y necesito…-, hizo una pausa, dejando que sus palabras hicieran su efecto.- Necesito que alguien me traiga una copa de vino cuando el servicio de habitaciones llegue- poniendo una voz lo más sugerente posible.

Nathan se quedó de piedra, no pensó ni por un momento que ella le diera semejante réplica.

Ella sabía que había ganado este asalto, le había dejado k.o.- ¿estás ahí?- le preguntó ella con voz turgente.

-Si… si- le contestó él sin que casi pudiera articular las palabras.

Mientras tanto, la oyó reírse al otro lado del aparato y justo en ese momento se dio cuenta de su juego.
-Eres mala Srta. Katic, muy mala- le dijo riéndose él también.

- Dónde las dan las toman- le dijo ella riéndose todavía.- No en serio, me acabo de levantar y me apetecía tomar algo… ¿te gustaría acompañarme? Te invito a una cerveza. – le dijo ella con seguridad.

- Si claro, me visto y te paso a recoger- le contestó él rápidamente.

- No hace falta que te arregles, el bar está justo enfrente de tu habitación- le dijo ella divertida.

- Bueno, bueno, ya veo que me está dando usted una paliza, eh?- Le dijo suspirando a modo de rendición.- Está bien en cinco minutos me paso. Dile al camarero que nos prepare una buena mesa si quiere ganarse una generosa propina.

En cinco minutos ya tenía a Nathan llamando a la puerta. Cuando le abrió, se encontró con esos ojos azules que ya estaban empezando a hipnotizarla. Tuvo que hacer un serio esfuerzo por dejar de mirarlos, pero por suerte el chico del servicio de habitaciones los interrumpió justo a tiempo.
Stana se dejó los leggins y sólo se cambió la camiseta por una de manga larga, pero con un generoso escote que hacía que se resbalase dejando uno de sus hombros al descubierto. Él se había puesto una camiseta negra y unos vaqueros que resaltaban y mucho su trasero, dejando a Stana con la mirada perdida en ese punto en el momento que le hacía pasar a la habitación.

* * * * * * * *

Eran ya las dos de la mañana y ellos seguían hablando y bromeando sobre cualquier cosa. Él le estuvo hablando del resto de compañeros de reparto, ya que ella no había llegado a conocerlos todavía. También estuvieron hablando sobre la ciudad, sobre qué podrían hacer estos días antes de comenzar el rodaje. Nathan le preguntó si conocía bien la ciudad y ella le dijo que sólo había venido una vez y hacía ya mucho tiempo, así que prácticamente no la conocía. Él se alegró por ello, ya que así podría aprovechar y enseñarle un montón de rincones interesantes que no venían en las guías.

Durante todo el rato que estuvieron hablando, ella no paró de sonreír. Era superior a ella. No sabía si era debido al alcohol o a su simple compañía, pero se sentía embriagada. Mientras que de fondo, en el ambiente, se oía “Stardust” de John Coltrane.

Después de cenar, se habían sentado en el sofá que tenía la sala de la suite. Ella se había sentado de lado, cruzando las piernas y había cerrado los ojos durante un momento para disfrutar de la música. Él la miraba, recostado desde la otra esquina del sofá, con la cabeza ladeada. En su rostro se le adivinaba una sonrisa, pero ésta no era por su propia felicidad, sonreía porque la veía feliz y relajada, a pesar de los cambios que había sufrido su vida en tan sólo unos días.

Antes se había levantado para ofrecerle la última cerveza que quedaba y al cogerla, le rozó levemente los dedos de la mano. Ese simple gesto, provocó en ambos una descarga eléctrica que hizo que, por lo menos a él, se le erizara cada centímetro de su piel y no dudó en sospechar que a ella también le había ocurrido lo mismo. Ahora mientras la miraba disfrutar de la música, su mente vagaba por cada rincón de su perfecta piel, por la curvatura de su hombro al descubierto, por su pelo cayendo suavemente sobre el respaldo del sofá, hasta que se detuvo en su boca y en sus labios entreabiertos. Fue justo en ese instante cuando lo supo, supo que había caído irremediablemente en sus redes.

Había estado con numerosas mujeres, sobre todo desde que estaba en Los Ángeles. En esa ciudad todo era fácil, pero al igual que estás en lo más alto, de repente te lanzan al vacío sin contemplaciones. Él lo había experimentado tanto a nivel personal como profesional y eso había hecho que se tomara las relaciones de manera superficial, sin involucrarse demasiado a sabiendas que te podían herir con gran facilidad. Eso tenía sus ventajas, pero a la vez te hacía sentir vacío y solo, aunque estuvieras rodeado de gente. Pero ella… ella era diferente. Parecía que todavía no le había afectado esa ciudad. Era un ser puro, complejo, pero a la vez enormemente seductor.
Él se escondía detrás de esa fachada de seductor con gran encanto, pero sabía que con ella tenía que tener cuidado, tanto por ella como por él. Se dio cuenta que tenía miedo, miedo de la posibilidad de algo más.

-¿Nathan?- lo llamó ella, sacándolo de sus pensamientos.- Es tarde y mañana tenemos que madrugar.

- Sí… tienes razón- contestó él, reincorporándose en el sofá.

Se miraron durante unos instantes, sin decir nada, no hacía falta. Estaban conectados, al igual que les ocurrió en la prueba en aquella sala, sólo que ahora hasta la música los acompañaba en esa peculiar danza que los dos habían comenzado en el momento que se conocieron. Se estaban perdiendo en aquel mar de silencio, sin saber que decir, dudando cómo actuar y justo entonces fue cuando Stana logró encontrar esas palabras que necesitaba, pero que no eran las que deseaba decirle.

- Nathan…, es hora de que te vayas- Le dijo ella, mientras al mismo tiempo bajaba la mirada para que no pudiera intuir lo que de verdad ansiaba en aquel momento.

Se levantaron. Lo acompañó hasta la puerta, quedándose enganchada a ella, usándola como escudo, mientras esperaba a que él saliera. No dejando ni el más mínimo resquicio a la posibilidad de algo más. Esa noche ninguno de los dos pudo dormir.

Muy buena la historia, me gusta. Espero que puedas continuar pronto.

eflkawjdgfslakjdhkajfbhskj ¿Qué decirte? SIGUEE!!

Me encanta como escribes!
Sigue sigue sigue:D

Bueno como vereis no estoy tardando mucho con los nuevos capítulos, gracias a que la diosa Inspiración no se aleja de mi lado estos días.
Ahora la cosa comienza a animarse así que un poquito de paciencia.
Espero que lo disfruteis y como siempre gracias por leer y comentar.

New York (comienza el trabajo)

Capítulo 5

Todavía quedaban cuatro días para que comenzara el rodaje, por lo que sólo había llegado a la ciudad parte del equipo técnico, los productores y el equipo de guionistas. El resto no llegaría hasta la semana siguiente junto con los demás actores, ya que no tendrían que grabar sus escenas hasta entonces.
Nathan y Stana eran la excepción. Marlowe quería tenerlos cerca para preparar las primeras tomas de rodaje y ultimar los cambios en el guión. Ellos bromeaban, diciéndole que eran su inspiración, al igual que Beckett lo era para Castle.

Ese día, temprano, llegaron a la sala de reunión localizada en el mismo hotel para mayor comodidad del equipo, ya que las localizaciones estaban ultimándose y el set de rodaje principal estaba inhabitable todavía. Nathan ya llevaba un rato allí pero Stana se incorporaría más tarde a la reunión, ya que tenía una cita con los asesores de imagen.
Hablaba animadamente con algunos miembros del equipo, pero de vez en cuando, miraba disimuladamente para la puerta de entrada, esperando ver entrar a su “musa”. La noche anterior había sido increíble, pero a la vez desconcertante. Él sabía que algo había ocurrido, algo indescifrable y a la vez maravilloso, pero había algo en ella que no sabía interpretar.

La reunión se había desarrollado según el horario y parte del equipo ya había salido para comenzar su trabajo. En la sala sólo quedaban unas pocas personas, entre ellas Nathan que discutía una escena con Marlowe y unos cuantos asistentes que ultimaban algunos trabajos. Ninguno se dio cuenta que Stana había entrado en la sala. Ninguno se dio cuenta, por la sencilla razón de que Stana ya había empezado su transformación.

- Buenas tardes a todos, siento llegar tan tarde- saludó ella nada más entrar.

Tanto Nathan como Andrew levantaron la mirada y se quedaron con la boca abierta. Stana se había convertido de la noche a la mañana en la inspectora Beckett de homicidios. Andrew sonrió abiertamente, satisfecho con el cambio, viendo como la imagen que tenía en mente cada vez se acercaba más a la realidad. En cambio, Nathan se había quedado con cara de bobo mirándola de arriba abajo, sin poder creerse lo que veía. Su largo pelo castaño había pasado a ser una melena corta tres tonos más oscura, que le enmarcaban perfectamente su rostro y hacían que esos ojos fueran todavía más cautivadores, si es que eso era posible. Llevaba puesto unos pantalones negros de Alexander McQueen y un abrigo rojo de Burberry, haciendo que destacara como faro en la oscuridad.

- ¿Qué tal el cambio?- les preguntó Stana a ambos, pero dirigiendo la mirada a un Nathan que parecía alucinado, mientras bajaba un poco la mirada superada por la situación y se tocaba nerviosa su corta melena.

Andrew se levantó dirigiéndose hacia ella, dándole un abrazo y gritando a todos los presentes- os presento a la inspectora Beckett de homicidios de Nueva York.- De repente todos comenzaron a aplaudir y a darle la enhorabuena. La cara que se le quedó a Stana no era muy diferente de la que tenía Nathan, aparte claro, del color de su rostro que apenas se diferenciaba del abrigo que llevaba puesto.

Andrew la cogió amablemente del brazo y la acompañó hasta la dónde estaba sentado con Nathan. Nathan se levantó, todavía sin decir palabra, y la ayudó a acomodarse en la silla, mientras ella se quitaba el abrigo. Dejando a la vista su silueta bajo una muy ajustada camisa negra.

- No me has dicho nada- le dijo ella, mirándolo casi a su misma altura, debido a los altos tacones que llevaba.

- Estás…wow… estás preciosa- terminó diciéndole, mientras se sentaban al mismo tiempo sin dejar de mirarse.

Ella sonrió nerviosa, sin dejar de tocarse el pelo. Le iba a costar acostumbrarse a esta nueva imagen, pero viendo el efecto que había tenido en él, estaba bastante satisfecha. No sabía si iba a causar el mismo efecto en su novio. Se sorprendió pensando en él, ya que desde que había salido de Los Ángeles apenas lo había hecho.
Durante las siguientes dos horas, estuvieron hablando sobre las escenas que iban a rodarse en un par de días y de las nuevas localizaciones para la comisaria 12. Al terminar, se fueron a comer algo y se despidieron de Andrew ya que estaba muy ocupado. Ellos tenían el resto del día libre, así que decidieron irse a descansar un rato y quedaron en verse para la cena.



Estaba terminando de arreglarse, cuando oyó sonar el teléfono de la habitación, instantáneamente se le dibujó una sonrisa en el rostro. Era Nathan preguntándole si ya estaba lista, que en cinco minutos la recogía en su habitación. Le comentó que cogiera algo de abrigo, ya que aunque durante el día hacía calor, por la noche cambiaba bastante y le tenía preparada una sorpresa, así que lo iba a necesitar.

Cuando ella abrió la puerta, ya volvía a ser en parte la Stana que él empezaba a conocer, sólo que con el pelo corto.

-Te he dicho ya… que estás preciosa- le dijo él, notando que ella todavía se encontraba un tanto rara con el cambio.

-Sólo una docena de veces hoy- contestó ella riéndose y ruborizándose, como las últimas veces que él le había hecho el mismo comentario.

- Pues vete acostumbrando porque voy a seguir haciéndolo- afirmó el muy serio, pero haciéndole un guiño acto seguido. Siguiéndola con la mirada mientras se dirigían el ascensor, perdiéndose en la curva de su trasero enfundado en esos vaqueros.

- No puedo contigo- dijo ella en broma, mordiéndose el labio y pensando lo encantador que podía llegar a ser. Contoneándose intencionadamente al andar, dándose cuenta de lo que él estaba mirando.

Sigueeeee,me gusta muchooo!! Muy buena historia,en serio... Actualiza cuando quieras

Antes de empezar, comentaros que el capítulo es bastante largo. Lo iba a dividir pero me pareció que os perderíais un poco la continuidad y la mágia del momento , así que he decidido dejarlo entero y que muráis de indigestión
además os voy a dejar un enlace para que entreis en ambiente y os los imagineis con todo lujo de detalles:
https://youtu.be/jOSQY81JzTA (1 canción)
https://youtu.be/BHAVsWksQLA (2 canción)
os hará falta para el concierto.
Vamos allá. Espero que lo disfrutéis.


Capítulo 6

Fueron a cenar a un pequeño restaurante italiano en la 57 con Lincoln, que estaba muy cerca de Central Park. Durante la cena no dejaron de bromear, ni de alabar la extraordinaria comida que allí se servía y el vino tan exquisito que el maître les había sugerido. Para ellos el tiempo parecía haberse detenido. Estaban en una nube, tal vez ese vino tenía algo que ver con el grado de embriaguez que estaban sintiendo, pero el resultado era el mismo. No podían dejar de mirarse y de perderse en el otro. Se estaban comiendo literalmente con la mirada y el hecho de estar tan próximos en esa pequeña mesa, no estaba ayudando mucho. Hasta que Nathan no pudo contenerse, envalentonado por el alcohol, le tomó su mano y se la llevó a los labios, besándola, dejándola allí por unos segundos, notando la suavidad y el aroma de piel. No perdieron el contacto visual en ningún momento. Hasta que un teléfono empezó a sonar, dejándolos por un instante, desconcertados por la interrupción. Stana volvió en sí, dándose cuenta que era el suyo el que estaba sonando. Cuando vio de quién era la llamada se le cambió la cara, disculpándose con Nathan y abandonando la mesa para ir a contestar.

No hacía más que mirar hacia afuera, por al gran ventanal que había junto a la mesa. La veía con gesto serio, dando vueltas en círculos y mirando hacia sus pies, mientras hablaba por teléfono. Parecía discutir con alguien, pero por lo que veía se había dado por vencida y estaba deseando dar por terminada la conversación. Él se preguntaba con quién estaría discutiendo, aunque sabía de sobra que no era asunto suyo.

Cuando ella volvió a entrar, no dijo nada, simplemente se sentó y se terminó la copa de un solo trago.

- ¿Todo va bien?- le preguntó él, intentando no inmiscuirse demasiado.

- Si, todo va bien...- contestó ella, sin más, dando un largo suspiro.

- Si… lo de antes te ha molestado, lo siento. No era mi intención.- le dijo él, creyendo que en parte ella había reaccionado así por su culpa. Ella lo miró con un atisbo de sonrisa en sus labios y negó con la cabeza, pero su mirada seguía perdida en esa llamada.

- Me dijiste que tenías una pequeña sorpresa para mí, ¿no?- le dijo ella de repente, intentando quitarle importancia a lo que acababa de suceder.

- Sí, claro- le dijo él rápidamente, alegrándose de que fuera ella la que cambiara de tercio.

Pagaron la cuenta y una vez fuera, ella respiró profundamente como queriendo librarse de lo que estaba ocupando su mente. El sol ya se había ocultado y una leve brisa refrescaba el ambiente, provocando en ella un escalofrío. Él la miró intentando averiguar lo que le pasaba por la mente en ese instante, justo en ese momento ella le devolvió la mirada, expectante. Él pegó un pequeño respingo viéndose sorprendido en sus pensamientos e intentó disimular como pudo.

- Vamos, te voy a llevar a un lugar precioso en esta época del año- le dijo él, ofreciéndole su brazo para que se dejase guiar.
Cruzaron la calle y sólo tuvieron que caminar durante unos minutos, ya que él había elegido ese restaurante porque quedaba muy cerca para los planes que tenía en mente.


Cuando llegaron a la entrada de Central Park, ella lo miró y sonrió.

–Cuando llega el buen tiempo organizan muchos espectáculos y hay mucha gente paseando, ya que es el único lugar de esta ciudad dónde se puede estar fresco en verano. Pero ahora es el mejor momento para visitarlo.- le explicó él mientras se dirigían hacia una de las entradas del parque.

- ¿De verdad?.... ¿No estarás planeando seducirme esta noche Sr. Fillion?- le preguntó ella, volviendo casi a ser la misma Stana de hacía una hora.

- No te equivoques señorita, soy todo un caballero- le dijo él con seguridad. ¿No creerás que iba a utilizar un truco tan manido contigo?... tengo otros planes para ti- le afirmó, acercándose peligrosamente a sus ojos, para dejarle claro que sabía lo que hacía. Dejándola con la incertidumbre de aquellas palabras.

Nada más entrar, Stana se quedó maravillada, ya que uno de los senderos principales que se adentraban en el parque, tenía toda la arboleda de los márgenes iluminada con miles de bombillas blancas, para regocijo de todos los paseantes. Numerosas parejas se hacían fotos a lo largo del recorrido y muchos artistas callejeros amenizaban el paseo con su música o sus bailes.

Nathan se alegró de haberla llevado allí, al menos había logrado que su sonrisa volviera. Pasearon durante largo rato, mientras él le iba enseñando los típicos rincones del parque. Stana insistió en hacerse una foto subida en el monumento a Balto, el perro que tantas historias había inspirado, provocando las risas de los dos, al tener que salir corriendo cuando el guarda los increpó como a niños pequeños.

Pasearon por algunos de los numerosos puentes que se encontraban por todo el parque, de distintas épocas y estilos, pero cada uno único y hermoso. Se detuvieron en uno que Stana recordaba haber visto en algún documental, todo de ladrillo rojo, muy parecidos a los que hay en muchas localidades de Inglaterra. Allí permanecieron durante un rato apoyados, viendo pasar a varios turistas navegando en pequeñas embarcaciones de madera. Y allí, se volvieron a mirar de la misma manera que lo habían estado haciendo en el restaurante, pero esta vez fue ella la que dio el paso, cogiéndole la mano y entrelazándola con la suya.
- Gracias por todo- dijo ella, tirando de él hacia el final del puente, sin soltarse las manos.

Durante un buen rato no dijeron nada, sólo disfrutaron del calor de sus manos y de alguna caricia que Nathan le regalaba en el dorso de la mano con su pulgar. Ese simple gesto, la estaba volviendo loca. Cada vez que notaba su roce le provocaba una descarga que la atravesaba. Aunque la discusión que había tenido por teléfono pujaba por hacerse sitio, ella no lo permitió. Estaba demasiado enfadada y dolida como para permitirlo.

Se sentó en un banco junto a la escultura de Alicia en el país de las maravillas, homenaje a Lewis Carroll, mientras Nathan iba a por unas bebidas a un puesto ambulante que había cerca de allí.

- Has elegido bien- le dijo él cuando volvía con las bebidas, señalando la escultura con la cabeza.

- ¿Eh?… sí…- le contestó ella, sacándola de sus pensamientos.-De pequeña me encantaba Alicia, me gustaba pensar que en cualquier momento podría perderme en ese mundo, dónde las cosas que damos por seguras no lo son en absoluto.- le confesó ella, con la mirada perdida en sus propios recuerdos.

- Bueno… eso no se diferencia mucho de la vida real, ¿no crees?- le comentó él.

- Sí, tristemente es así, pero aquí no hay ningún personaje que te lo haga ver- le contestó ella con cierto aire de melancolía.

- Bueno… sólo tienes que estar atenta y valorar cada momento, intentando saborearlo al máximo- le dijo él pasándole la bebida, con esa sonrisa que la volvía loca.
Ella le devolvió la sonrisa, dando por seguro que eso era lo que él hacía constantemente.

En ese mismo momento, se empezó a oír música a lo lejos por encima de los árboles. Se miraron y tuvieron la misma idea.

- ¿Vamos?- dijeron los dos al mismo tiempo, provocando en ambos una sonrisa.
La tomó de la mano y se dejaron guiar por la música que flotaba por todo el parque.


Por fin, llegaron a la zona llamada The Lake (el lago), situado casi en el centro de la zona sur del parque.
Ya desde lejos, se podían apreciar las luces de un gran escenario montado en la parte alta de la plaza dónde se encontraba la fuente Bethesda, muy conocida por haber sido la localización de multitud de películas y series. Rodearon el lago dónde muchos aprovechaban el paseo en barca para disfrutar de la música que provenía de lo alto de la gran plazoleta. Cuando llegaron a la plaza, subieron una de las dos grandes escalinatas que conducían hasta lo alto. Y justo arriba, se quedaron parados mirando el gran escenario, totalmente sorprendidos al descubrir el grupo que allí estaba tocando.

- No puede ser...- dijo Nathan en voz alta. Mirando a Stana con una gran sonrisa y con los ojos abiertos como platos.

- ¿Duran-Duran?- exclamó Stana casi gritando y mirándolo como si aquello fuera una broma.

- No me mires así, que no ha sido cosa mía- le dijo Nathan, todavía con la sorpresa en la cara.

- Es genial- le gritó Stana, al mismo tiempo que le cogía la cara con las dos manos y le plantaba un beso en los labios.

A Nathan aquello le cogió tan de sorpresa que se quedó allí plantado con los ojos más abiertos, si es que eso era posible. Mientras, Stana ya se estaba dirigiendo hacia la taquilla para comprar un par de entradas.

El lugar ya se encontraba abarrotado de gente, así que las gradas estaban totalmente descartadas. Nathan la miró y le hizo un gesto con la cabeza, señalando un pequeño espacio que se abría a la derecha que llevaba justo a uno de los lados del escenario. No era de las mejores posiciones para verlo, pero por lo menos estarían más cómodos sin todo el tumulto de gente alrededor. La cogió de la mano y se abrió paso hasta alcanzar una de las barreras colocadas en el lateral del escenario. Les costó bastante llegar hasta allí, ya que justo estaba sonando uno de los temas más conocidos del grupo y la gente no paraba de saltar y empujar.

Stana había tardado poco en meterse en el ambiente. Estaba bailando, dejándose llevar por esa energía especial que se crea en todos los conciertos. Nathan volvió la cabeza y la miró divertido. –Esta mujer me vuelve loco- pensó mientras tiraba de ella para hablarle.

- Ven, ponte delante de mí- le dijo él acercándose a su oído para que ella pudiese oírle. Ella asintió con la cabeza y se colocó entre la barrera y él.

Cuando terminó la canción, Stana se apoyó en la barrera, asomada, mientras que Nathan desde atrás también se sujetó a ella, de manera que la tenía rodeada con sus brazos. Esa posición que en otro contexto hubiera sido incómoda para ambos, ahora era extremadamente excitante. Notar el calor que empezaba a emitir su cuerpo y el roce de sus brazos rodeándola, la estaba encendiendo como una antorcha. Además allí dentro también hacía bastante calor, por lo que aprovechó para quitarse la chaqueta, quedándose con una blusa de raso cogida al cuello, con toda la espalda al aire.

Esta acción dejó a Nathan sin aliento, que se la quedó mirando de arriba abajo. Notando su cuerpo contra su torso, notando el calor que le estaba transmitiendo y el olor de su piel embriagándole. Todo eso estaba siendo demasiado para él y la gente que tenía tras de sí no estaba ayudando, ya que cada vez le empujaban más hacia ella.

- Menos mal que ya empiezan a tocar de nuevo- se dijo para sí suspirando, esperanzado en que le sería más fácil disimular su excitación si la gente empezaba a bailar y a moverse. Pero lo que empezó a sonar “Skin trade”, no era especialmente movido.

- ¡wow! Me encanta esta canción- le gritó Stana volviéndose para mirarle. Comenzando a bailar al ritmo de la canción.

Se empezó contonear de manera sinuosa, lentamente, dejando que la música entrara en ella y la guiara. Sin mirar hacia atrás, agarró suavemente las caderas de él, haciendo que se movieran con su misma cadencia, a su mismo ritmo, quedando pegados en esa suave danza. Al mismo tiempo, él colocó las manos en su cintura evitando que se separaran. Ella se apoyó en él por completo, dejándose llevar con los ojos cerrados, sintiendo todas y cada una de esas sensaciones.
Cuando acabó la canción, no pararon, sólo disminuyeron el ritmo, rogando para que la siguiente no les hiciera separarse y parece que sus súplicas fueron escuchadas, porque lo siguiente que empezó a sonar fue “Save a prayer”.

-Parece que los dioses están con nosotros- le susurró Nathan al oído, aprovechando el acercamiento para rozarle cuello suavemente con sus labios.

Ella sonrió ante el comentario sin abrir los ojos, dejándose llevar. Sus manos se posaron sobre las de él, guiándole para que la abrazara con más fuerza, con el único deseo de sentirle más cerca. Él respondió acercándola todavía más, dejando caer su mentón en el hueco que formaba su cuello y el hombro. Allí se quedó, aspirando su aroma, hasta que ella ladeó la cabeza, dejándole acceso a su boca para que le besara el cuello. La sensación de notarle, de sentir sus labios, su aliento, la dejó extasiada. Cada uno de esos besos provocó en ella un estremecimiento que la atravesó entera. Él no se podía creer que eso estuviera pasando. Albergaba alguna esperanza de que algo ocurriera, pero no esa noche y de esa manera. ¡Dios! No imaginaba poder saborearla así, sentir los latidos de su corazón acelerándose en cada caricia, en cada roce.

Stana estaba totalmente entregada, le daba igual el resto del mundo, sólo le importaba tenerle allí como le tenía, solícito ante cada gesto de ella, cada movimiento, intentando satisfacerla en cada deseo y la verdad, lo estaba consiguiendo. Ella no pudo más y se giró, abriendo los ojos por primera vez desde que todo comenzó. Sus ojos se encontraron y lo que vieron no eran los mismos ojos azules que había conocido hasta ahora, eran diferentes, intensos, excitantes, oscurecidos por el deseo. Paseó los suyos por su boca intentando provocarle, mirándole de nuevo a los ojos, hasta que Nathan ya no pudo aguantar más su desafío y la besó sin dejar de abrazarla, atrayéndola hacia él.

El primer contacto de sus labios fue lento, explorando un terreno aún desconocido por ambos, pero conforme iban descubriéndose, la intensidad de ese beso fue aumentando. Stana fue la primera en lanzarse, mordiéndole suavemente el labio inferior, provocando en él un pequeño gruñido de placer, pasando sin resistencia a degustar el resto de su boca. Sus lenguas se abrían paso a través de sus labios, saboreándose, perdiéndose entre sus propias respiraciones. Resistiéndose, luchando en una batalla por llevar el control, algo a lo que ninguno de ellos estaba dispuesto a ceder. Ella no sólo exploraba con su boca sino que con sus manos iba perfilando su cuello, su espalda, y por último con ellas se introdujo por debajo de su camisa. Esta última incursión provocó que él se rindiera sin remedio, la tomó por el cuello con las dos manos y se la quedó mirando fijamente.

- ¡Dios, que hermosa eres!- le dijo con la respiración agitada casi sin aliento. Para volver a besarla con pasión, sin posibilidad de escape.

No sabían cuándo, pero en algún momento había cambiado la música y la gente alrededor saltaba como loca. Pero ellos se habían perdido por el camino, en su propio mundo del que no querían regresar, pero la realidad se fue imponiendo poco a poco, hasta que por fin despertaron.
Se miraron como si acabaran de despertar de un profundo sueño, sin apenas separación entre sus rostros y bocas. Se apoyaron frente con frente, sintiendo sus respiraciones agitadas, sin poder retirar sus manos del otro. Ella seguía deleitándose con el tacto de sus manos sobre la piel de su espalda y él tampoco podía resistirse al suave contacto de las suyas por debajo de su camisa.

- Creo que a partir de ahora, Duran Duran va a pasar a un lugar privilegiado en mi discografía- dijo él rompiendo el hielo, con una gran sonrisa en sus labios.

- No puedo estar más de acuerdo- le contestó ella, riéndose y besándolo de nuevo.

me encanta este fic !!!!!!!!!! siguelo pronto estoy super enganchada

Dioooooos
Me ha encantado, UNBELIEVABLE!
Como has descrito toda la escena concierto y todo, y ese minipunto con la mención a mi tocaya.
Continua pronto por favor!

Muy bueno, sigue pronto,
Me gusta la historia