UN PASEO POR CENTRAL PARK (Stanathan)

agecastbet escribió:HUAUUUUUUU¡¡¡¡¡¡¡¡¡ y eso que solo he estado un día sin entrar por aquí, que si tardo más se había terminado la historia, pero no te creas ni por un momento que me incomoda, en modo alguno, jajajajajaja
Sigue tan seguido como ahora, no tengo ningún problema en leer de dos en dos o de tres en tres o.............. me los pienso leer todos, jajajajajajaja
Muy bien, es una historia muy creíble, jajajajaja

BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSS

uy! no te emociones, que apartir de ahora las entregas van a ser más relajadas.
Y la historia creo que va para largo, ya veremos
bueno, esta semana a ver si puedo subir algún capi más.
Besos y gracias por leer y comentar

preciosooo sigueeee

Me encanta, una historia increible. Continua pronto.

wawww!!!! esta geniaaal!! continualo prontoooo:)

Ya estoy otra vez por aquí. ¿Qué tal, os habeís recuperado del anterior?
Pues ahora os dejo otro, pero aviso soy muy mala

Besos y como always, gracias por leer y comentar.



Capítulo 7

Durante el resto del concierto no se despegaron ni un solo segundo. En aquel recinto, en aquel momento, sólo existían ellos dos. Se habían aislado del resto de mundo, habían caído como Alicia a través de una abertura en la realidad y se habían topado con un mundo mágico del cuál no querían escapar. Pero al igual que la pequeña protagonista de Carroll, no tuvieron más remedio que regresar.

Mientras volvían al hotel, no se les hizo necesario decir nada, el simple contacto de sus manos y alguna mirada les servía para expresar todo lo que sentían en esos momentos.
Stana no quería pensar en nada más allá de lo que tenía a su lado. Se sentía abrumada por todo lo que había pasado, en lo último que quería poner sus pensamientos era en esa llamada. Pero conforme se iban acercando a su destino, ese pensamiento empezaba a tomar posiciones. No sabía a qué tenía más miedo, si a creer que todo lo que había ocurrido con Nathan era el resultado de esa llamada o que no lo fuera. O a algo peor, como el hecho de cómo le iba a decir que tenía pareja.

Cuando entraron en el ascensor para dirigirse a sus habitaciones, Nathan no perdió el tiempo.

- Estaba deseando llegar para hacer esto- le susurró desde atrás, mientras le recorría todo el cuello con su boca, para a continuación pasar sus manos por la cintura intentando acceder a ella por la abertura trasera de su blusa.

- No...por favor... no- comenzó a decir ella con un leve susurro apenas articulado.
Apretó los labios, intentando, en vano, no capitular ante semejante asedio. Pero era superior a ella y más después de la noche que habían pasado. Y sin más se entregó al deseo, disfrutando de cada roce, de cada caricia, de cada susurro que él le brindaba.

Las puertas se abrieron y se separaron en un instante, ya que justo en su planta, uno de los huéspedes maldecía en voz alta intentando abrir su habitación con la tarjeta magnética, sin conseguirlo.
Eso dio a Stana un respiro para volver a recuperar el control y adelantarse un poco, intentando llegar a la habitación sin un asalto más de Nathan.

- ¡Hey! No corras tanto que no te vas a escapar de mí- le dijo él por detrás, riéndose.

Al llegar a su puerta, él la alcanzó, dándole la vuelta y apoyándola contra ella.

- ¿Acaso te doy miedo Srta. Katic?- le preguntó él, con la mirada fija en su boca.

-Nathan… para por favor.- le suplicó en un susurro.

Pero él parecía no escucharla y seguía allí atravesándola con la mirada, esa mirada que Stana intentaba evitar a toda costa, porque sabía que no podría resistirse y no sería justo para ninguno de los dos. Volvió a enterrarse en su cuello, aspirando su esencia…

- Nathan... no… ¡Nathan!…- le gritó ella, sacándole de la nube en la que se encontraba.

Él se la quedó mirando, desconcertado por la forma en la que ella le había llamado la atención. No sabía lo que ocurría, no quería ni siquiera imaginárselo, no después de lo que habían vivido esa noche.

- Perdóname, lo siento, pero es que…- se disculpó ella, sin saber cómo decirle lo que venía a continuación.- No puedo seguir Nathan, no puedo hacerlo- siguió diciéndole ella, intentando zafarse de su abrazo.

- ¿Pero qué te pasa?- le preguntó él alarmado.- ¿he hecho algo que te haya molestado?- le dijo intentando encontrarle sentido a lo que estaba pasando, dejando espacio entre ambos para que ella recobrara el control y pudiese explicarse.

-No es por tu culpa… es que... ¡Dios! No sé cómo decirte esto- dijo ella con desesperación y sin poder mirarle a la cara.

-Es por la llamada… ¿no?- le preguntó él, reconociendo en su rostro la misma mirada que había visto esa tarde, confirmando algo que ya intuía.

Él la cogió suavemente por la barbilla, levantándosela para que lo mirara. Pero ella quería evitarlo a toda costa, porque si él miraba a través de sus ojos, lo sabría, vería la culpa en ellos y no quería hacerle daño.
Ella intentó zafarse de sus manos, pero no pudo y no le quedó más remedio que mirarle con ojos abatidos por la impotencia y al borde de las lágrimas.

- Stana… no sé lo que ocurre, no sé lo que pasa por tu mente ahora mismo, pero sí sé una cosa…-hizo una pausa porque quería encontrar las palabras adecuadas, las palabras que la trajeran de vuelta a él, a ese momento de la noche en el que ella se había entregado por completo, sin miedo, sin temor alguno.- Sé que todo se ha precipitado en nuestras vidas, que es como si nos hubieran lanzado a toda velocidad y no nos diera tiempo a tomar conciencia de las cosas, pero lo que ha ocurrido esta noche, eso ha sido… mágico. Dijiste que era una pena no valorar los momentos que nos da la vida, que era una pena que no hubiera nadie que nos enseñase a apreciarlos, pues sabes qué, ese voy a ser yo.

- Nathan…, no tienes ni idea- le contestó ella negando levemente con la cabeza y bajando la mirada.-Estoy intentando decirte que no puedo seguir con esto porque… porque le haría daño a alguien más.

Una vez dicho eso, cerró los ojos apretando fuertemente la mandíbula, como si esperase a que una bomba se les precipitase encima y acabara con ellos. Pero tras un instante que le pareció una eternidad, no ocurrió nada, ninguna catástrofe, ninguna explosión, nada, y eso fue lo peor de todo, porque una parte de ella deseaba con todas sus fuerzas que todo acabase ahí mismo.
Cuando abrió los ojos, se encontró con su mirada, con esos ojos que antes la habían mirado con deseo, con admiración, pero ahora tenía miedo de lo que podría ver en ellos, tal vez dolor, tal vez decepción.
En un principio no supo interpretar lo que veía. Sí, vio algo parecido al dolor, pero había algo más, pensaba, mientras que su mente intentaba procesar todo aquello.- ¿odio?- no, no era eso, era otra cosa.

- Dios, no…- dijo ella abatida en el momento que reconoció el gesto.
La mirada que en un principio era una mezcla de dolor, confusión y decepción se tornó en algo parecido a la determinación. Él había decidido ya. Había decidido no rendirse.

- Ahora mismo no puedo decirte nada, no tengo derecho a decirte nada… excepto que si es amor lo que os une, lo de esta noche ha sido la interpretación de tu vida.- le afirmó él con un tono en el que se mezclaban todas las emociones en una.

- Lo siento..., no era mi intención que…- pero antes de que ella acabara la frase, él la miró con decisión y antes de que pudiera reaccionar, la besó con furia sin que ella lo evitara. Cuando se separaron casi sin aliento, él la soltó dejándola indefensa, sin fuerzas para luchar.

- Stana… no voy a hacer nada que tú no quieras. Te respeto y nunca te haría daño a sabiendas. Necesitas aclarar tus pensamientos y yo no voy a entrometerme. Además pase lo que pase, quiero que sepas que soy tu compañero, tú amigo y eso jamás va a cambiar. Pero sí te voy a decir algo, no soy una persona que se rinda fácilmente y menos después de lo de esta noche. Te he visto tal como eres Stana y no puedes engañarme… - le dijo Nathan mirándola fijamente, intentando averiguar si algo de lo que le había dicho había arañado su coraza, aunque sólo fuera levemente.

Él le acarició el rostro suavemente y se dio la vuelta para dirigirse a su habitación, dejándola allí sola con sus pensamientos.

Me encanta, pero quiero que desaparezca el novio ese, no me gusta.
Continua pronto.

No tengo palabras para describir lo que sentir
Después de leer el capítulo de tu fic, solo se que
Me gustó, muy bueno, sigue pronto

Te está quedando muy bien. Me gusta.

Espero que puedas continuar pronto.

preciosooo sigueloooo

Me encanto.... sigue pronto porrr favorrr .... .........

Hola a todos, este capítulo ha tardado un poquito más , pero ya está aquí. Hoy no me enrollo, sólo deciros gracias por vuestros comentarios y por supuesto por leer.

Capitulo 8


Cuando entró en su habitación, la cabeza le daba vueltas, su corazón iba desbocado al igual que su respiración. Stana no podía creer cómo se había precipitado todo, no podía pensar y menos después de todo lo que había ocurrido, después de todo lo que él le había dicho ahí fuera. Lo peor o tal vez fuera lo mejor, es que sabía que tenía razón. Lo que Nathan le había hecho sentir con una simple caricia, estaba a años luz de lo que había sentido nunca anteriormente.

Mientras se quitaba los zapatos, abrió el mini bar de la habitación y se sirvió una copa, la necesitaba si quería poner algo de orden en sus pensamientos.

Justo en la habitación de enfrente Nathan hacía lo mismo, pero no con ese objetivo. Él no quería pensar, no quería sentir, por lo menos no esa noche. Ya iba por la segunda copa, cuando su móvil empezó a sonar. Por un momento tuvo la esperanza de que fuera ella, pero al coger el aparato sus esperanzas se desvanecieron.

- ¡Hey! ¿Cómo está mi hermano favorito?- preguntaron desde el otro lado de la línea.

- Favorito o no, sólo tienes un hermano, así que vete acostumbrando-le contestó Nathan, con la misma broma de siempre. Por lo menos, él siempre era capaz de sacarle una sonrisa, así que se alegraba que le hubiese llamado.

- ¿Qué te ocurre? ¿Pronóstico de tormenta en el paraíso?- le preguntó Jeff, notando el tono de voz de su hermano.

- Más o menos- le contestó Nathan sin añadir nada más.

- Sólo hay dos cosas que te pongan así, mujeres o mujeres, ¿me equivoco?- le dijo Jeff que lo conocía de sobra como para adivinar lo que pasaba.

Nathan simplemente, se limitó a sonreír con cierta tristeza al otro lado del aparato. No dejaba de asombrarse de lo transparente que era para su hermano. Siempre adivinaba cuando estaba metido en algún problema. Y se había metido en muchos a lo largo de toda su vida, pero él había estado ahí, a su lado, en el momento oportuno para sacarle las castañas del fuego.

- Sí y no. Sí, es una mujer pero no es sólo eso, también... es mi compañera de reparto.- Le dijo esto último casi susurrando, esperando la reacción de su hermano.

- Tú nueva compañera de reparto…, de tú nuevo trabajo…- le dijo con tono serio. – ¿Nathan te has vuelto loco? ¿Sabes lo que has luchado por esto y ahora que casi lo tienes, lo vas a tirar a la basura?

- Sí lo sé…, pero esta vez es diferente, ella es diferente. No sé cómo explicarlo, pero desde que la vi lo supe…- afirmó él, quedándose en silencio sin saber que más decir.

- Nate, sabes que siempre he sido sincero contigo y te he puesto los pies en el suelo cada vez que hacías alguna locura, pero esto no es ninguna tontería, es tu carrera y te la vas a jugar porqué, por un revolcón.- Le dijo Jeff algo enfadado.

- ¡No!.. no es eso. Si fuera eso esta noche me habría acostado con ella, si hubiera querido.- Le dijo Nathan molesto.

Esa repuesta dejó un tanto descolocado a Jeff, que siempre veía a su hermano de mujer en mujer sin muchos remilgos. Sí que le había visto enamorado alguna que otra vez, pero Los Ángeles le había vuelto más duro y simplemente se limitaba a dejarse llevar.

-¿Y qué piensas hacer?-Le preguntó Jeff, preocupado.

-De momento nada. Ella tiene…pareja y necesita tiempo para aclararse.- le explicó un tanto abatido.

-Tal vez sea mejor así. Vais a empezar a trabajar, y ya sabes lo complicado que se puede volver todo si encima le añades una relación.- Sentenció, esperando haberle convencido, aunque fuera momentáneamente.

Tras una breve pausa, Jeff quiso desviar un poco la conversación ya que ésta se había vuelto un poco tensa y empezaron a hablar de otras cosas, de lo diferente que era Nueva york comparado con Los Ángeles, del comienzo del rodaje en un par de días y de lo que iba a cambiar su vida como todo esto saliera bien.

Cuando Nathan colgó, estaba agotado. Emocionalmente, estos últimos días habían sido una montaña rusa y necesitaba descansar. Pero sus pensamientos volvieron a la habitación de enfrente, lo que hizo que se sirviera su tercera copa de la noche.



Al día siguiente, Andrew los había citado en la recepción, ya que iban a ir al nuevo set de rodaje, situado en uno de los edificios anexos al rio Hudson.
Cada uno bajó por separado, porque no estaban preparados para ese encuentro, no a solas.
Andrew y Stana estaban hablando en la recepción, cuando vieron llegar a Nathan que salía diligente del ascensor. Cuando llegó a su altura, saludó con esa sonrisa suya, intentando aparentar que todo iba bien, que nada había ocurrido. Y maldita sea, se le estaba dando demasiado bien, pensó Stana algo incomoda con la situación. Pero una mirada fugaz de ambos, bastó para remover los cimientos de cada uno de ellos.

Durante los dos días siguientes, el ritmo de trabajo fue frenético, con lo que les vino bien para centrarse y no pensar demasiado. Además no tuvieron demasiado contacto, ya que Andrew quería trabajar los personajes por separado con cada uno de ellos. Aparte de numerosas cuestiones que ultimar con el equipo técnico, también se tuvieron que ocupar del alojamiento, ya que al día siguiente llegaba el resto de compañeros.

No fue hasta la noche del domingo, cuando coincidieron a solas en el restaurante del hotel. Al entrar, él la vio sentada en una de las mesas del fondo, así que se armó de valor y fue hacia ella. Después de todo, tendrían que hablar seriamente de lo que había ocurrido, no podían evitarlo por más tiempo.

- ¿Me puedo sentar?- le preguntó él, sobresaltándola. Retirando la silla antes de que ella contestara.

- si…. Claro- le contestó ella, sacándola de sus pensamientos.

-Stana… tenemos que hablar de lo que pasó la otra noche- le dijo mientras la miraba directamente, intentando que ella le devolviese la mirada.- Mira, lo entiendo, ahora no es el momento. Tenemos que centrarnos en nuestras carreras y…. tengo que respetar que tengas pareja, no me queda más remedio.

- Nathan... el problema es que ahora, ni siquiera sé si tengo pareja- le dijo ella agradecida de poder desahogarse.- No he podido hablar con él cara a cara, porque cuando me ocurrió todo esto no estaba en L.A. Hablé con él esa noche por teléfono pero lo note distante, creí que se alegraría por mí pero parece ser que no es así. Y el otro día, cuando estábamos cenando que recibí esa llamada, era él. Empezó a decirme ciertas cosas, que me dejaron claro que no estaba dispuesto a seguirme hasta N.Y. Empezó a echarme en cara que mi carrera era más importante que él, que siempre había renunciado a cosas por mí, que incluso se había mudado a Los Ángeles por mí y que ahora otra vez tenía que sacrificarse, pero que ya no estaba dispuesto a seguir haciéndolo.- Le terminó de contar ella, con un suspiro de resignación.

- No te preocupes, verás cómo estos días le han servido para pensárselo mejor y seguro que te llama en cualquier momento para pedirte perdón. Así somos los hombres y encima no lo podemos evitar, si no mírame a mí- le dijo a ella con esa sonrisa que la volvía loca, haciéndola sonreír por primera vez en todo ese tiempo.

Cenaron tranquilamente y hablaron de las escenas que empezarían a grabar al día siguiente. Se alegraron de poder rebajar la tensión que se había acumulado entre ellos, los dos últimos días. Mientras tomaban una última copa tras la cena, la magia los volvió a sorprender, sin pretenderlo habían vuelto a conectar y esta vez sabían a lo que atenerse.

- Te he echado de menos estos días- le dijo él sin más. Sabía que era peligroso aventurarse por ese camino pero no podía evitarlo, agarrándose a una leve esperanza de respuesta por parte de ella.

- Yo también- le contestó ella sin dejar de mirarle, sin poder evitar perderse en él.

Pero ninguno de los dos querían estropear la tregua que habían conseguido. Así que se levantaron y se dirigieron hacia el ascensor. Ella entró nerviosa por el recuerdo de la última vez, el recuerdo de sus labios en su cuello, en su cuerpo, de sus manos acariciándola. Pero justo cuando andaba perdida en ellos, sus manos se rozaron levemente, sólo fue un segundo, pero lo justo para que una descarga se desplazase por el ascensor y les atravesase de arriba abajo. Ambos se estremecieron, intentando que el otro no se diera cuenta de ello, pero era demasiado tarde, demasiado intenso y sin mirarse, buscaron de nuevo esa sensación, uniendo sus manos durante todo el trayecto de subida.

Muy lindo, me gusto,
Muy buena la historia
Sigue pronto

simplemente perfectoooo!!! continualo prontooo!!!

Me ha gustado mucho. Espnque ruedas continuar pronto.

sigueeee

Me encanta. Esos dos estan que echan chispas. Continua pronto, que quiero saber que pasa.

Muy bueno...
Sigue pronto! Quiero ver que pasa, esto se pone bueno.

Buenas noches.... el mejor momento para daros un capitulito más
La cosa ya se va poniendo calentita
Besos y gracias por aguantarme.


Capitulo 9

El caos reinó durante toda la semana. La llegada del resto del equipo y del reparto, las presentaciones, reuniones, las lecturas del guión y los cambios que le siguieron, fueron la tónica durante toda la primera semana. Pero el trabajo duro, en equipo, les sirvió para conocerse entre ellos y estrechar lazos, ya que les iba a hacer falta ante lo que se les avecinaba.

La primera escena que tuvieron que rodar, la realizaron en el mismo hotel, en la piscina de la última planta. Esto fue de gran ayuda, porque tener que buscar localizaciones en N.Y es más difícil de lo que parece, aparte de los permisos y licencias. Además, fue mucho más cómodo para todo el equipo.

Cuando llegó el fin de semana, ya habían adelantado bastante. Habían rodado unas cuatro escenas, en las que había intervenido todo el reparto. Las cosas parecían ir cuadrando e iban cogiendo ritmo poco a poco. Todos estaban encantados con el buen ambiente que se había creado en estos días. Stana al principio estaba muy nerviosa, primero porque era a la única que no conocían y segundo, porque recaía sobre ella gran parte del peso de la primera escena . Pero una vez comenzado el rodaje y gracias al apoyo que le ofrecieron, tanto el equipo como sus propios compañeros, logró centrarse y bordar la escena. Mucha de la ayuda vino de parte de Rob, el director, todo estaba perfectamente claro en su mente, por lo que era muy fácil dejarse guiar por él. Pero ella sabía que mucho del apoyo lo había recibido de él. Nathan había estado atento a cada movimiento, a cada réplica que ella necesitaba e incluso había improvisado más de una vez para relajar el ambiente. Era como el bufón de la corte, no paraba de hacer el payaso siempre que podía y la verdad , todos lo agradecieron.

Había buena química entre los actores. Nathan congenió estupendamente con Susan y Molly, les encantó rodar las primeras escenas de familia, una familia una tanto atípica que daba mucho juego a la hora de actuar. Pero con quien más a gusto se sentían era con Jon, sobre todo Stana, ya que él también había sido una de las últimas incorporaciones y muchas de las escenas las hacía con él.

El sábado por la noche, decidieron quedar todos para ir a cenar y divertirse un poco, ya que en toda la semana habían tenido un solo respiro. Eligieron un local en Madison Ave, que Susan conocía bien, ya que estuvo muchos años trabajando en N.Y. Además era perfecto ya que tenía música en directo y era ideal para una larga velada. Cenaron animadamente y las botellas de vino fueron cayendo sin que nadie pusiera remedio. Todos estaban muy felices por lo bien que se estaba desarrollando todo y bromearon con sus respectivas pruebas para el casting. Cuando Nathan empezó a contar cómo había sido la prueba con Stana, todos se quedaron con la boca abierta mientras relataba como había cortado la camisa de Stana y cómo los había visto Andrew.

Durante toda la narración, Stana no sabía dónde meterse, se había puesto roja como un tomate mientras los demás reían viendo a Nathan imitar a Andrew, mientras éste le interrogaba sobre ella. Él la miraba buscando su complicidad , animándola para que se soltara un poco, pero lo que provocó fue que ella se levantara muy seria , se le acercara a centímetros de su cara y lo mirara fijamente, haciendo que él se quedara clavado en la silla, con ella casi encima. Todos se les quedaron mirando, esperando una reacción. Ella cogió el cuchillo con dos dedos y lo balanceo delante de su rostro, de la misma manera que lo hizo en aquel pasillo con las tijeras, dejándolo en trance, pasando la mirada de ella al cuchillo numerosas veces. En ella se empezó a dibujar una sonrisa, hasta que volvió la cabeza hacia los demás sin moverse de su posición…- esta reacción es lo que hizo que consiguiera el papel- dijo ella empezando a reírse, dejando a Nathan perplejo y con cara de tonto.

Ella volvió a sentarse y lo miró divertida, mientras él recuperaba el aliento y le dedicaba una mirada retadora, con la intención de tomarse la revancha. Los demás los miraban riéndose, mientras le tomaban el pelo a Nathan.

Cuando terminaron de cenar, pasaron a otra zona para tomarse unas copas y disfrutar de la música que se oía desde dónde habían estado cenando. El ambiente era ligeramente diferente al del restaurante, que era de diseño típicamente nórdico, líneas rectas y minimalista. El lugar en el que entraron, te acogía y te llevaba suavemente al ritmo de la música. Una asombrosa vocalista a lo Amy Winehouse, cantaba “ you sent me flying” y había varias parejas bailando en una pequeña pista. El lugar estaba ligeramente iluminado sólo por el escenario, lo que acentuaba todavía más el efecto de la música.

El grupo se sentó en un pequeño reservado con sillones de dos plazas que quedaban casi a nivel del suelo con grandes cojines que te abrazaban al sentarte. Stana se sentó en uno de los sillones más apartados, mientras el resto se repartían entre los demás sillones. Nathan llegó el último y no dudó un segundo dónde sentarse. Al minuto aparecieron dos camareros con botellas de champagne que dispuso entre las mesas. Todos se miraron ya que todavía no habían pedido nada.

- He pensado que había que celebrar nuestra primera semana de trabajo en N.Y y qué mejor manera que esta, ¿no?- dijo un Nathan sonriente, levantándose del lado de Stana para brindar.

Todos levantaron sus copas y brindaron por ellos y por las cosas buenas que les depararía el futuro. Justo en ese momento, los dos se miraron pensando en lo qué tendría el destino preparado para ellos , aunque en el fondo ya lo sabían.

Tras unas copas, algunos se fueron despidiendo para irse a descansar y sólo quedaron Susan con unos amigos que se había encontrado en el local, Jon que estaba bailando con una chica que había conocido en la barra y ellos dos.
La música cada vez más íntima les envolvía conspirando en su contra y el champagne tampoco ayudaba mucho. Los dos se estaban dejando llevar por todo esto, mientras notaban el calor de sus cuerpos que cada vez se situaban más pegados.

- ¿Quieres más?- le dijo él mirando que tenía la copa casi vacía. Ella afirmó con la cabeza, mientras él se levantaba para coger una nueva botella y traérsela al asiento.

- Así nos aseguramos que no nos falte el suministro- le dijo guiñándole un ojo, a la vez que llenaba de nuevo las copas y apoyaba el brazo en el respaldo para mirarla.

Ella sabía de sobra cómo la estaba mirando y eso estaba haciendo que su temperatura comenzara a subir. Se bebió de un golpe la copa y se volvió hacia él.

- Esto es peligroso… ¿lo sabes verdad?- le dijo ella muy seria, pero sin evitarle la mirada.

- El peligro lo tenemos todos los días, a todas horas.- le dijo él, desviando la mirada para seguir a sus dedos mientras recorrían todo el contorno de su pierna por encima del vestido. – Sin ir más lejos… ayer cuando estábamos rodando y te acercaste a mí para regañarme, sentí tu respiración tan cerca que tuve que contenerme para no besarte.

Ella no le detuvo y la mano siguió su camino a lo largo de toda la pierna, deleitándose con las sensaciones que estaba provocando en ella. Él levantó la mirada y la observó mientras ella tomaba un sorbo de su copa. Su mano decidió que tenía que subir más y llegar a su zona preferida, su cuello. Una vez allí recorrió suavemente la zona rozándola con la punta de sus dedos, pasándolos por detrás de su cuello, provocando que la piel se le erizara.
Allí se quedó un buen rato, paseándolos por la zona de la clavícula hasta llegar a perderlos entre su pelo, subiéndolos por su nuca y masajeando la zona suavemente.
Ese masaje provocó un leve gemido de placer, que él notó a través de su mano. Stana cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en su mano. El alcohol ya estaba haciendo estragos en ella y sentía como su cabeza le daba vueltas, pero no creía que sólo fuera por eso. Él soltó su copa y posó su otra mano sobre su muslo, por debajo del vestido. El contacto de la fría mano sobre su piel le provocó un escalofrío que le atravesó el estómago y se dirigió hacia su parte más íntima. Estaba perdiendo el control y no podía permitirlo, no otra vez.

- Vuelvo en seguida- le susurro ella, acercándose peligrosamente a sus labios. Dejándole allí con el corazón desbocado por la posibilidad de ese beso. No quería estropear lo que habían conseguido esta semana, después de lo del concierto. Tenía razón y era un riesgo para sus carreras, además ella se encontraba en una posición muy vulnerable y no valía la pena fastidiarlo todo.” Amy” seguía torturándoles, esta vez con una preciosidad de tema con el que la vocalista estaba realmente disfrutando.

Al rato, la vio aparecer por el fondo de la pista, ya no quedaba nadie más allí que ellos dos. Hacía ya rato que Jon había desaparecido y Susan también. Así que ya no había nada que los detuviese, a no ser que ellos lo evitaran, pero tal y como estaban las cosas, dudaba mucho que pudiera contenerse mucho más.

Lo vio allí sentado mirándola y tuvo que reprimir las ganas de salir corriendo en dirección contraria, pero se negó. Ya estaba harta de controlarse, ya se había cansado de ser la única en una relación que se había agotado hacía ya mucho. Y con respecto a sus carreras…tampoco iba a ser buena esta tensión. Eso se decía a si misma intentando convencerse.

Mientras parecía debatir consigo misma, él se levantó y se dirigió hacia dónde estaba ella. No fue consciente de ello hasta que se lo encontró delante, con esos ojos de un azul profundo acentuado por la oscuridad y el deseo. Sonó de fondo “love is a loosing game”.

La cogió de la mano y la acompañó al centro de la pista. Ella ya no dudó y le pasó los brazos por el cuello, mientras él se la acercaba sujetándola por la cintura, quedando así unidos, sin necesidad de nada más. No era cómo en el concierto, allí era puro deseo, esto era diferente, esto era pura necesidad. El hecho de haberse reprimido, de haber evitado lo inevitable había causado el efecto contrario y ahora estaban ahí, intentando saciarse con el contacto del otro.

Ella se refugió en su cuello, absorbiendo su aroma, su calor. Él simplemente se dejó llevar y cerró los ojos. Así disfrutaron el uno del otro recuperando el tiempo perdido. Cuando volvieron en sí, la música había bajado su volumen intentando sutilmente que abandonaran la pista. Miraron a su alrededor y ya no quedaba nadie. Los camareros recogían todo y en el escenario sólo quedaba la vocalista cantando suavemente a capela, sentada en un banco alto, mientras los músicos recogían el equipo. Se separaron, no sin esfuerzo. Nathan se dirigió a los músicos para darles las gracias, junto con una buena propina.

- Hay que ser amables, si queremos que la próxima vez nos dejen disfrutar un poco más- le dijo él mostrándole una sonrisa.

Cuando salieron eran más de las dos de la madrugada y llovía a mares, por lo que encontrar un taxi iba a ser casi misión imposible. Él la miró,- el hotel no está muy lejos, ¿nos arriesgamos?- le preguntó con cierto aire de desafío en su voz. Ella no contestó, sólo se quitó los tacones y empezó a correr bajo la lluvia.- ¿A qué esperas?- le dijo volviéndose hacia él.

Cuando llegaron al hotel, estaban empapados y el recepcionista los miró incrédulo, bajo la mirada divertida de ambos. Cogieron las tarjetas y subieron corriendo al ascensor.
Llegaron riéndose, medio borrachos a sus respectivas puertas.

-Tuve que haberme traído la botella que se quedó en la mesa- le dijo él secándole la mejilla con el dorso de su mano, observando como su vestido se le pegaba al cuerpo, dejando muy poco a la imaginación.
Ella tampoco podía dejar de mirarle, mojado de la cabeza los pies, con el flequillo revuelto y pegado a su frente.

-Eso tiene fácil arreglo, podemos llamar al servicio de habitaciones y que nos traigan una.- dijo ella señalando su puerta con la cabeza.
Eso fue todo lo que él necesitó, para saber que tenía vía libre.

Woao muy bueno, se va calentando
La cosa, me gusto, sigue pronto

Me encanta, muy bonito.
Continua pronto.