UN PASEO POR CENTRAL PARK (Stanathan)

Si tanto reprimirse no es bueno, jejejeje, a ver como terminan la noche

Continúa pronto.

madre miaaa quiero que marlowe te contrate para escribir escenas así entre Castle y Beckett me lo voy imaginando y con a música y diosss jaja enhorabuena porque escribes que da gusto esperando el 10 un saludo

sigueeee

esta muy bien felicidades un bso sigue pronto:)

Ya sé que os he hecho esperar un poquito, pero lo que viene a continuación merece la pena. Así que espero que lo disfruteis.
Muchas gracias a todos los que comentáis, perdonadme si no os respondo, pero es que tengo el tiempo justo
Prefiero dedicar el poco tiempo que tengo a escribir la historia de estos dos.
Ah! una cosita. Aviso a navegantes: contenido mayores de 18 años.


Capítulo 10

Sonrió sin creerse lo que oía y se dirigió lentamente hacia ella, con miedo a que saliera huyendo como ocurrió la última vez. Pero eso no fue lo que ocurrió. Ella le cogió de la cintura y le atrajo de golpe hacia ella. Se quedaron a milímetros el uno del otro, mirándose, sintiendo sus respiraciones, hasta que él respondió empujándola contra la pared y besándola con intensidad.

Cómo pudieron, abrieron la puerta de la habitación y ni siquiera encendieron la luz. Seguían con sus bocas pegadas, saboreando el calor que emitían, respirando el aliento del otro, mordiéndose con ansias. Nathan la tenía aprisionada contra la pared, sin poder escapar de su cuerpo.

La humedad de sus cuerpos mojados empezó a evaporarse con el aumento de temperatura. Él la tenía fuertemente cogida por el cuello, no paraba de besarla y el movimiento de su entrepierna sobre ella, la estaba volviendo loca. Pero sin más, se separó de ella de golpe, dejándola sin aliento contra la pared.

Respiraba ruidosamente con la boca entreabierta, casi sin aliento. Con la mirada oscurecida por la intensidad del deseo, no podía dejar de admirarla. La miró de arriba abajo, con codicia, anhelando el roce de su piel bajo sus manos, pero allí estaba, sin moverse, esperando una señal.
Ella no podía resistir ni un segundo más sin notar su cuerpo sobre ella y adivinando lo que él quería, echó la cabeza hacia atrás, apoyándola en la pared, cerró los ojos y muy despacio se mordió sensualmente el labio inferior. Al ver ese gesto, él cogió aire por la boca, al mismo tiempo que negaba muy despacio con la cabeza.

- No sabes bien lo que acabas de hacer- le dijo él con media sonrisa.
Y justo en ese momento, se acercó a ella muy lentamente, pensando bien cuál iba a ser su próximo movimiento. Le acarició el hombro lentamente, aprovechando el movimiento para bajarle el tirante del vestido, dejando la piel húmeda al descubierto. Acercó su boca lentamente a ella y comenzó a besarle todo el hombro pasando muy despacio hacia su cuello. Ya allí, la succión de sus labios se intensifico, provocando en ella un suspiro de placer.

Stana no podía reaccionar más que a sus caricias, a cada roce que él le proporcionaba, dejándola sin aliento. Buscó su cuello, para devolverle lo mismo que ella recibía, pero sus besos llevaban más urgencia que los de él, era demasiado lo que habían estado esperando y al tocar su piel con ellos, no pudo evitar morderle y dejarse llevar por la pasión.
Eso hizo que él aumentara el ímpetu de sus besos y que una de sus manos empezara a buscar acceso a su cuerpo. La bajó por el muslo y fue recogiendo el vestido poco a poco con los dedos, hasta que por fin su mano logró colarse por debajo, la colocó entre las piernas y empezó a masajearle el muslo por su interior. Ella le facilitó el acceso a su interior, separando un poco las piernas.

Mientras él recorría el camino al que había sido invitado, ella se centraba en saborear cada rincón de su piel, su lengua se perdía entre su cuello y el pecho, mientras que sus manos iban hábilmente abriéndole la camisa. Cuando él alcanzó lo que ambos deseaban, ella ya no pudo resistirse más, así que le cogió la mano y no le dejó opción. Con ese gesto, se volvió loco y por encima de su interior de encaje la notó ardiendo. Le encajó la mano y la empezó a deslizar entre la prenda, al principio reconociendo sus reacciones y después dejándose llevar, transportándola a un nivel superior.

Ella al notar como sus dedos recorrían su interior buscando aumentar su placer, se pegó todavía más a su cuerpo, moviéndolo acompasadamente contra su mano, mostrándole el ritmo que la iba a llevar al éxtasis. Ya le había quitado la camisa, cuando él viendo que ella se acercaba peligrosamente al límite, fue bajando el ritmo. Quería que disfrutase, pero primero la iba a llevar dónde no había estado antes.

Sacó la mano, provocando que ella abriera los ojos y le mirara, suplicando que siguiera, pero él quería jugar y con los dedos todavía húmedos, se los acercó a sus propios labios y comenzó a saborearlos uno por uno, muy cerca de su boca, dejándolos a medio camino de la suya. Ella no se lo pensó, le cogió la mano y se la acercó a su boca, entreabriendo los labios poco a poco e introduciendo uno de los dedos muy despacio, saboreando no sólo su propia esencia sino el sabor de él, de su boca. Él sintió como su lengua le recorría cada uno de los dedos, provocando que su excitación se disparara. No dejaban de mirarse mientras todo eso acontecía, hasta que ninguno de los dos pudo más y volvieron a perderse entre besos y gemidos.

Él le quitó el vestido, que todavía llevaba pegado al cuerpo por la humedad, dejándola en ropa interior. Se quedó unos segundos deslumbrado por tener ese cuerpo para su disfrute y se arrodilló ante ella, la cogió por las caderas y se la acercó en un solo movimiento dejándola a merced de su boca. Ella le agarró la cabeza tirándole del pelo, acercándole todavía más, guiándole por su estómago hasta el borde de su braguita, allí él acarició con su boca y su lengua todo el bajo vientre, dibujando lentamente todo el contorno, haciendo que ella casi no se tuviera en pie, necesitando apoyarse en sus hombros. Siguió bajando por sus muslos, evitando todavía su centro necesitado. Ella se apoyó contra la pared que tenía detrás, aprovechando él para bajarle lentamente la prenda y cogerle las piernas y ponerlas sobre sus hombros, dejándola así totalmente accesible para él.

El inesperado movimiento la cogió por sorpresa, la excitación la recorrió, provocándole una descarga que la atravesó entera hasta llegar hasta su interior. Él acercó su boca hacia dónde ella le dirigía, mientras que con sus manos la agarraba por detrás ayudándose de ellas para llegar más profundamente a su centro húmedo. Los gemidos iban subiendo de intensidad a la vez que su lengua se afanaba en recorrer cada zona, cada pliegue, centrándose en su prominencia. Todo en ella pulsaba por estallar y fue cuando él desde atrás, empezó a conspirar con su mano, introduciéndole los dedos en su interior, de golpe, sin miramientos ya que en ese momento su cuerpo se lo estaba pidiendo a gritos. Conforme sus dedos jugaban en su interior, ella iba perdiendo el control de sí misma, sus gemidos se habían convertido en gritos que amenazaban con despertar al huésped de la habitación de al lado, pero nada les importaba, sólo satisfacerse mutuamente.

Antes de que ella se precipitara y sucumbiera al orgasmo, él quería verla, quería mirarla a los ojos, no quería perderse detalle, así que separó su boca de ella y le bajó las piernas, mientras sus manos siguieron haciendo su trabajo, sólo que ahora desde delante. Con la mano libre la fue recorriendo, le quitó el sujetador, mientras ella se aferraba a él con fuerza, deslizando sus manos por su espalda y hombros. Le quería dentro, le necesitaba, pero por alguna razón que no lograba alcanzar a comprender, él seguía centrándose en ella, la estaba volviendo loca. Nunca ningún hombre la había llevado al abismo y la había dejado allí sin soltarla. Él saboreó cada uno de sus pezones, notando como se endurecían a cada pasada de sus labios. Abandonó sus pechos y siguió camino hacia su cuello.

–Dios, cómo le gustaba sentirlo sobre su piel- pensó ella acelerando su respiración con cada incursión de sus dedos dentro de ella.
Le agarró por detrás la cabeza y se la levantó para que la mirara, necesitaba esos ojos que la habían embelesado desde el primer momento. Se perdieron unos segundos, hasta que él notó como su interior empezaba a contraerse. No iba a aguantar mucho más, así que la sujetó con su cuerpo contra la pared y aumentó el ritmo de su mano, mientras que con la otra mano la sujetaba para que no dejara de mirarle. Ella cayó al abismo y él la siguió con la mirada, perdiéndose en sus ojos.

Ella con la respiración disparada seguía aferrada a él, desnuda, casi sin poder tenerse en pie. Él no estaba mejor, aunque había evitado caer en ese abismo con ella, lo había disfrutado igualmente.

Ella abrió los ojos y lo vio sonreír, estaba sudado y mojado de la lluvia al mismo tiempo. Se quedó perdida en su rostro durante un rato hasta que él la besó suavemente.

-Esto no es justo…- le dijo ella sonriéndole, devolviéndole el beso y quedándose a escasos centímetros de su boca.

-¿Acaso no te ha gustado?- le preguntó él en un susurro, casi sin separarse de su boca.

- No, pero… creo que deberías quitarte el resto de la ropa- le dijo ella, señalándole con la mirada sus abultados pantalones.
- Si quieres puedes ayudarme con eso-le dijo con gesto pícaro, señalando hacia abajo.

- Uhm… se me ocurren unas cuantas cosas, pero tal vez sean demasiado para ti- le dijo ella elevando las cejas de manera juguetona.

Acto seguido, deslizó su mano hasta la cintura del pantalón y dándose media vuelta, tiró de él dirigiéndolo hacia la cama. Él se dejó guiar gustoso.

esta geniaaaal!!! sigue asiiii:)

Sigueeeeeeeee

asi termina????, muy bueno el capitulo,
me gusto mucho, sigue pronto

just... WOW
genial capitulo.. me gusto mucho sigue pronto

Y lo dejas en ese punto. Esas cosas no se hacen, ahora no podre dormir, me pasare las noches en vela
Me encanta, continua pronto.

Perdón pero, ¿qué pasó con este fic? ES TAN BUENOOOOOOOOOO!

Perdonaddd!!! de verdad, pero la realidad se impone a veces y no se puede evitar. Sigo con el fic pero a ratitos, ya que mi vida ociosa se acabó y el trabajo reclama. Pero os prometo que en breve subiré otro capi.

Ya, ya sé que he tardado una eternidad, pero ya he comentado que el trabajo me lo impide y lo que es más, también secuestra a mi muso inspirador.
Pero como lo prometido es deuda, aquí va otro capítulo más.

Así que tened un poquito de paciencia conmigo, que todo llegará.


Capitulo 11

Las luces brillaban por toda la terraza del edificio, todos corrían de acá para allá ultimando detalles antes de empezar a rodar. Habían montado toda una fiesta en la terraza del edificio colindante al set de rodaje. Era una de las escenas más importantes, ya que en ella, se presentaba al no tan simple personaje que era Richard Castle.

Nathan se acercó por detrás silenciosamente y la besó en el cuello. Ella pegó un respingo, pero se dejó hacer.

- Uhmmm… Nathan nos pueden ver – susurró ella, sin separarse de él ni un centímetro.

- Están muy ocupados y nadie se va a fijar en lo que te estoy haciendo, además voy de camuflaje- le dijo riéndose y señalándose las gafas de sol que llevaba puestas para el rodaje, mientras sus manos les recorrían los hombros sensualmente.

Ella se habría quedado allí eternamente, bajo el tacto de aquellas manos que tan bien empezaban a conocerla, pero no quería correr el riesgo de que los descubrieran. Así que se volvió hacia él y lo besó rápida pero intensamente.

-Vámonos que en unos minutos nos llamarán para rodar- le dijo ella con cierta urgencia, ya que los técnicos andaban colocando el equipo muy cerca de dónde ellos estaban.

Él la siguió con gesto enfurruñado, como el de un niño al que le han quitado un juguete. Ella lo miró divertida, sacudiendo la cabeza.- No tienes remedio… pero si te portas bien a lo mejor te doy un regalito luego- le dijo ella guiñándole un ojo. Esto hizo que Nathan cambiara rápidamente su gesto abatido, por una gran sonrisa.

Justo en ese momento, Anne, la chica que se encargaba de avisar a los actores para grabar, los alcanzó para darles las instrucciones de la escena que iban a empezar a rodar primero.

El rodaje de la escena se alargó durante buena parte de la tarde noche. Todo había sido preparado meticulosamente, tanto que después del rodaje continuaron la fiesta para para aprovechar todo el equipo de cattering y personal que habían contratado.

Ellos disfrutaron de todo aquello, relacionándose y bromeando con el resto de compañeros del equipo. Procuraron mantener las distancias durante bastante tiempo, hablando normalmente y fingiendo que no había más que simple compañerismo, pero las miradas que se dedicaban, para un ojo experto no pasaban desapercibidas.

Stana se dirigió a la barra para pedir una copa. Al pasar por detrás de Jon y Nathan, no se lo pensó y le pasó distraídamente la mano por el trasero, Nathan pegó un respingo que casi tira la copa, haciendo que Jon lo mirara extrañado. Cuando él se dio la vuelta, Stana ya iba de camino a la barra mirándolo de reojo, soltando una carcajada.


Cuando le sirvieron la copa, ella se volvió hacia dónde estaba él, pero ya no le vio. Miró a un lado y a otro pero no lograba localizarle. Eso hizo que le buscara con cierta ansiedad, no sabía porqué pero eso era lo que sentía. Desde que se habían conocido era como si un resorte se hubiera disparado en ella y ya no pudiera controlarse, le deseaba como a ningún otro antes. No quería, mejor dicho no podía estar sin ese hombre y eso empezaba a asustarla.

- Srta. Katic es usted una descarada, ¿lo sabía?- le preguntó él al oído, sorprendiéndola, a la vez que la sacaba de sus pensamientos.

- ¿Tenias miedo de que hubiera desaparecido con una de esas actrices tan atractivas?- pero antes de terminar la pregunta vio que algo no iba bien.- ¿Te ocurre algo?- le preguntó con cierto tono de preocupación, ya que no era esa precisamente, la reacción que quería provocar.

Ella le miró durante un instante, sin emitir palabra alguna le cogió de la mano y tiró de él. Se escabulleron por uno de los pasillos que llevaban hacia la zona de montacargas y entraron en uno de ellos. Stana se aseguró de que no los hubiese visto nadie antes de cerrar las puertas y darle al botón de bajada.

Nathan la miraba alucinado a la par que confuso. Estaba expectante, ya que no se esperaba esta reacción por parte de ella, pero empezaba a conocerla y ya sabía que había un lado oculto, un lado apasionado e impulsivo, que empezaba a volverle loco.

Mientras estaba perdido entre sus pensamientos y su boca, ella se le acercó mirándolo desafiante y con un deseo en sus ojos, que hubiera desarmado al más valiente de los hombres, y que demonios, a cualquier mujer también. Este último pensamiento aumentó su excitación, poniendo en su rostro una sonrisa maliciosa.

- Sé exactamente lo que estás pensando- le dijo ella, acercándose peligrosamente a su boca, pero dejándole anhelante y aumentando su ritmo respiratorio. Le quería justo donde le tenía. En estas pocas semanas que llevaban juntos, ya sabía que botón apretar para hacerle despegar, y uno de ellos era ese.

Miró hacia el panel de mandos y apretó el botón de parada, dejando el ascensor entre dos plantas. Él la había seguido con la mirada y cuando se encontraron a medio camino, él quiso sujetarla pero ella ya se había adelantado y le empujó con su cuerpo contra el enrejado del montacargas, sintiendo con su cadera la presión que ya empezaba a notarse bajo el pantalón. Ella no dudó y colocó su pierna justo en medio, rozándole despacio pero con intensidad. Él emitió un gruñido mientras ella seguía con su movimiento, disfrutando de su contacto. Su mano se coló por su camisa y comenzó a sacar cada uno de los botones, dejando vía libre a la boca para saborear su piel. Paseaba sus labios por su pecho, saboreando cada centímetro de piel, su lengua tampoco se detenía degustando su sabor, bajando con cada botón liberado. Su otra mano jugueteaba por su espalda, aspirando a introducirse por su pantalón.

- ¿Sabes que me vuelve loca tu culo?- le dijo, mientras su mano seguía la línea de su columna hasta llegar a la ansiada meta.

Le gustaba que ella tomase el control, pero cada vez estaba más excitado y sabía que las tornas iban a cambiar de un momento a otro.
Se separó de él, ordenándole con la misma mirada que no se moviera ni un milímetro de dónde estaba. Empezó pausadamente a soltar cada botón de su camisa, dejando al descubierto un sujetador negro de encaje. Él no podía apartar la mirada del espectáculo que ella le estaba mostrando. Hizo un amago de acercarse, pero ella protestó y antes de que pudiera dar un paso, ya le había parado en seco.

Su respiración era cada vez más rápida e intensa, pero ella seguía jugando con él. Se agarraba al enrejado para no saltar sobre ella, porque disfrutaba de cada movimiento, de cada caricia que se dedicaba, porque sabía que se lo dedicaba a él. La había visto buscarle en la fiesta, le gustó ver su expresión de temor, sólo fue un segundo pero ahí estaba. Habían transcurrido sólo unas semanas, pero la mutua dependencia que mostraban era cada vez más fuerte, no pasaba ni un minuto sin que se buscaran con la mirada, daba igual lo que estuvieran haciendo, siempre buscándose, siempre encontrándose. La observó apoyada en la pared del montacargas, había comenzado a introducirse la mano por delante del pantalón, acariciándose lentamente, bajando muy despacio la cremallera, invitándole con sus caricias y con sus gemidos.

Ya no pudo contenerse y se lanzó a por la presa. Sus bocas se encontraron fácilmente, cada contacto entre sus labios, entre sus lenguas, ya no era una lucha como al principio de su relación, sino un intenso baile que ambos conocían perfectamente. Se saborearon con desesperación, compartiendo la intensidad de ese deseo, que se había prendido en ellos desde un inicio.

Sin separar sus bocas, comenzaron a desnudarse mutuamente. Su camisa cayó al suelo y con el torso desnudo, la recorrió con sus manos quitando el último obstáculo que quedaba entre sus pieles.

Su mano se dirigió hacia su entrepierna, estimulando cada centímetro de él, aumentando su excitación e intensificando la respiración de ella, al verle reaccionar. Le quería dentro ya, quería que la llenase de cualquiera de las maneras, quería que le hiciera olvidar sus temores. Mientras se acariciaban, los besos se volvieron más desesperados. Él le sujetó la cara entre las manos, queriéndola besar aún más, dudó y decidió bajar sus manos sin perder el contacto de su piel, por sus brazos, por su cintura, hasta llegar a sus pantalones. Ella hizo el amago de bajárselos para facilitarle el acceso, pero él le sujetó la mano girándola hacia la pared del montacargas. Le colocó las manos sobre el enrejado como si estuviera escenificando una de las detenciones de la detective.

-¿Qué se siente estando al otro lado detective?- le preguntó él al oído, mordiéndole el lóbulo de la oreja al mismo tiempo. Ella sólo emitió un gemido de placer por respuesta. Le recorrió con sus labios toda la línea de la columna, introdujo sus manos por ambos costados acomodándolas para sujetarla, masajeándola con fuerza, tanteándola, mientras aprovecha para ir bajándole los pantalones junto la ropa interior.

No pudo evitar quedarse rendido durante unos minutos, en el masaje de cada una de sus nalgas, rozándose contra ellas, sin quitarse todavía su propia ropa.

- Por favor….. hazlo ya, no aguanto más, fóllame- le gritó ella sin poder controlarse.

Él no se hizo esperar, se terminó de desabrochar el pantalón, dando vía libre a toda su excitación.
La penetró de golpe, sin preliminares, sin esperas. Se agarraba fuertemente a ella, marcándole los dedos a modo de garra, como si pudiera escaparse. Cerró los ojos, disfrutando de cada impulso, de cada lamento, notándola húmeda, notando su calor y de cómo encajaba a la perfección en ella. Cada vez empujaba con más fuerza, con más intensidad, notaba como ella iba cediendo a la fuerza de su cuerpo, quedando casi pegada a la reja. Pero él no bajó el ritmo, simplemente la abrazó desde atrás, quedando sus antebrazos como protección, apoyados en el enrejado. Ella se acomodó entre ellos, mordiéndolos suavemente, saboreándolos, ahogando sus propios gemidos en ellos.


El roce de su lengua, de su aliento sobre su piel le estaba llevando al límite, esa sensación le atravesaba e iba directa a su miembro. Le encantaba notarla en todas sus formas, ver su espalda arqueándose contra su pecho, recibiendo cada envite, cada empuje en su interior. Le volvían loco sus gemidos, profundos y sensuales, haciendo que sus brazos la agarraran más firmemente, mientras sus manos se deleitaban con el roce de su piel y el tacto de sus pezones, tan firmes como su propio miembro.
Ella notaba su respiración profunda y entrecortada en su nuca. Echó la cabeza hacia atrás provocándole para que la saboreara, notó como su respiración se tornaba en profundos gemidos, casi guturales, que se mezclaban con apasionados mordiscos, que provocaban en ella más placer si es que eso era posible. Durante un rato, fue este el ritmo impuesto por ambos, sin cambiar de posición, no hacía falta, sentían todo lo que anhelaban así, y entre respiraciones agitadas y gemidos, unas palabras lucharon por salir.

- Stana…Stana no sabes cuánto te necesito- Se le escapó en un susurro, apenas audible y mucho menos entendible.

Pero ella lo captó tan claro y cristalino como si lo hubiera dicho ella misma. No quería responderle a eso, ya que su necesidad era aún mayor que la de él, eso lo sabía desde hacía tiempo y era algo que no podía evitar.

Ella soltó sus manos del enrejado para agarrarse a él desde atrás, se pegó más a su pecho, notando su respiración agitada y esa necesidad vital, tan fuerte como la de ella. En ese momento formaban un solo ente con el mismo grado de fusión. Y como tal, llegaron al límite de ebullición al mismo tiempo, evacuando en su interior toda esa tensión, notando como ella lo acogía, pulsando alrededor de su erección.
Durante los minutos siguientes fueron bajando el ritmo poco a poco, hasta ir amainando, llegando a un movimiento lento y suave en el que se quedaron durante un rato. Cuando las respiraciones se normalizaron, siguieron abrazados en la misma posición, pegados el uno al otro, sin tener que mirarse para saber lo que el otro estaba pensando en ese momento.

- Tengo miedo…- dijo ella, sin ni siquiera abrir los ojos. - Tengo miedo de salir de esta burbuja y que todo termine. Me gustaría… escapar de aquí contigo y no mirar hacia atrás.

A modo de respuesta, él le cogió suavemente el rostro desde atrás y se lo giró para besarla en los labios tan suavemente como si se fuera a romper. No pudo decir nada más porque el también sentía lo mismo.

Muy lindo, mes gustó mucho,
Que bien se llevan y que palabras,
Sigue pronto

Espectacular como siempre

Muy bueno, me encanta.
Continua pronto.

Me encantó

sigue prontooo:) muy buenoo:)

Máaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas !

Preciosoooo sigueeee

solo hay 4 palabras que te quiero deci (y no son estas) son estas:
WOW quiero mas capitulos!!!!!!!!!!!!!!!!!