Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Cuanto tiempo más nos vas hacer esperar??
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
No sé... te juro que escribo cada día un poco aunque sea pero no acabo. Llevo 4000 palabras y me queda la mitad, o casi...Ruth Maria escribió:Cuanto tiempo más nos vas hacer esperar??
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
estoy segura que valdra la pena la espera!!
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Aunque pensandolo bien un spoiler no estaria nada mal!!
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Espero jejeRuth Maria escribió:estoy segura que valdra la pena la espera!!
Ruth Maria escribió:Aunque pensandolo bien un spoiler no estaria nada mal!!
Va, llevo muchos días ya... te hago caso.
Es un pequeño resumen de lo que llevo. De todas las escenas hay algo...
- Spoiler :
- -¿Qué le ha pasado? ¿Qué momentos? –preguntó preocupada Beckett agarrándola por las brazos para que se estuviese quieta.//-Me equivoqué, mamá. Tenías razón –sollozó. –Tenía que haber hablado con él y, ahora... –no pudo terminar la frase, rompió a llorar en los brazos de su madre.// -Mami, venga –le apremió, peleando con el agarre de su madre para volver a ponerse de pie. –Vamos a verlo. ¡Mami! –gritó rompiendo a llorar. Beckett abrazó con todas sus fuerzas a su hija. Le dio un beso en la coronilla y pasó su mano por la pequeña espalda de la niña, en una leve caricia. // Los ojos de la pequeña comenzaron a brillar de alegría. -¡Rick! –gritó contenta soltándose de la mano de su madre para ir salir corriendo hacia su amigo.
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Que ganas de leerlo completo
Yaye- Escritor - Policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Cada vez me dejas con ganas de más!!
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Créeme si te digo que este fic es el que más sigo después de la serie. No tardes demasiado porfis
K//S- Ayudante de policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Oh Gracias (?) No sé bien qué decir, jeje Siento a espera, pero será largo para compensar (o a menos, espero que merezca la pena la espera)K//S escribió:Créeme si te digo que este fic es el que más sigo después de la serie. No tardes demasiado porfis
jajaja es lo que pasa con los spoilersRuth Maria escribió:Cada vez me dejas con ganas de más!!
A ver si lo acabo... yo tb tengo ya ganasYaye escribió:Que ganas de leerlo completo
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Quiero mas pero tendré que saber esperar
trolido- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Quiero leeerr!!!
Apocalipsis.- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Hasta cuándo nos vas a tener con esta angustia?? Estamos ansiosas por saber como sigue tu historia
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Siento haber tardado tanto. Se me ha hecho difícil terminarlo. Es largo, espero que compense y que haya merecido la pena esperar...
PD: Siento si hay muchos errores. Quería subirlo ya y ahora mismo, es tan tarde, que estoy más dormida que despierta...
Sentado en la arena de aquella playa colombiana, en Coveñas, Castle, miraba al frente, observando el ir y venir de las olas. Rompiendo en la orilla, arrastrando la arena hacia dentro al volver al mar.
Era algo tan simple y tan diferente a su vida en ese momento. Todo se había complicado de repente. Tan solo unos meses atrás, era un escritor de Best Seller, con el que casi todas las mujeres quería pasar, aunque fuera, un buen rato. Poder decir que se habían acostado con él. Vivía con su madre en una gran casa y su mayor problema era cumplir con los plazos que le marcaba la editorial. Sonrió irónico. Ese “gran problema” era lo que menos le importaba en ese momento.
Acababa de perder a su madre, lo más bonito y sincero que había tenido en su vida. Y lo más importante. La única persona que lo había querido y apoyado siempre. Lo había querido como solo una madre sabe querer. Pero todo lo que habían vivido, lo había unido más a su madre, haciendo de su lazo algo irrompible, algo que solo la muerte puede romper, o, tal vez, no. Ni siquiera la muerte podría romper esa conexión.
Su móvil sonó, otra persona que quería darle su pésame. Bufó y cortó la llamada. No quería oír más cuánto lo sentía “X” persona. Le daba igual. Y más cuando venía de esa gente que nunca había estado a su lado. No los entendía. ¿Para qué lo hacían? ¿Para quedar bien? ¿Dónde habían estado antes? ¿Y dónde están ahora? Una llamada, un “siento tu perdida” no cambia nada, no ayuda. Para qué decir tantas palabras, tantos “llámame si necesitas algo” “aquí estoy para lo que haga falta” “me tienes aquí para desahogarte” si después no volvían a llamar ni a acercarse para saber cómo estaba. Las palabras se las lleva el viento y “bien quedas” hay muchos, demasiados.
Sentía rabia contra ese tipo de gente, contra él, contra el mundo. Le habían quitado a lo más preciado que tenía. A la persona que menos se merecía ese final tan anticipado. Ella, su madre, se merecía otra oportunidad y no la había tenido. Y eso lo llenaba de furia.
La pantalla de su móvil se iluminó con la entrada de un nuevo mensaje y pudo ver la foto de su fondo de pantalla. Una foto que se hizo con Sophie y Kate aquel día en el parque de atracciones. Tomó su móvil, que estaba en la arena, ignorando el mensaje y buscó en su galería. Divagó por todas sus fotos, dándose cuenta que se había echado demasiadas fotos con las Beckett. Borró más de la mitad, sintiendo la ira recorrer por sus venas.
Se había dejado engañar como un tonto. Una vez que sus problemas se habían resueltos, lo había echado de su vida. Había estado con él por agradecimiento y lástima. Chasqueó la lengua, nunca en su vida se había sentido tan estúpido. Ni siquiera cuando su ex lo utilizó para conseguir una buena vida y fama.
La niña, Sophie, le hacía tanta falta pero, ella, pronto se había olvidado de él y lo había remplazado por el primero que se le había acercado. Tampoco tuvo que ser muy importante para ella. Rio irónicamente, la niña había llamado papá a aquel desconocido y él, Castle, nunca había sido su padre, no tenía porqué sentirse traicionado, pero lo hacía.
Si algo tenía claro, es que no las quería devuelta en su vida. Aunque con tantos kilómetros de distancia, era casi imposible, por no decir nada probable, de que las volviera a ver.
10 de Septiembre
Kate acababa de salir de una floristería, había ido a comprar algo que le había pedido su hija para una actividad extraescolar.
-¡Ey! –exclamó una mujer agarrándola del brazo para llamar su atención. Kate la miró con el entrecejo fruncido, no conocía a aquella mujer. -¿Qué tal está Richard? Me enteré de lo que pasó… -preguntó con el rostro tan serio que Kate se confundió más.
Beckett la miró con más atención y ahora sí que sabía quién era. La había reconocido. Era la mujer que se estaba besando con Rick cuando, él y ella, eran novios en aquella cafetería. Kate la miró sin comprender. ¿Por qué la había parado y le preguntaba por Castle?
-Tú eres Kate, ¿no? Eres idéntica a la mujer de la foto que me enseñó un amigo, a su novia, si no eres tú, disculpa. –Siguió al ver que Beckett estaba totalmente perdida.
-Sí, sí, yo soy Kate –Dijo totalmente desorientada. Rick le había enseñado una foto y le había hablado de ella a esa mujer. No entendía nada.
-Entonces, no me he confundido. Yo soy Ella –se presentó tendiendo su mano.
La abogada miró la mano y luego la miró a los ojos duramente. –Sé perfectamente quién eres. Eres la mujer que se estaba besando con Rick en una cafetería hace como dos meses.
Ella abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar sin saber qué decir. -¿Richard te contó? –logró preguntar varios segundos después.
-No, yo os vi –confesó.
La mujer se pasó la mano por el pelo. –Lo siento, yo… yo en ese momento no sabía que tenía novia. Me lo contó Richard cuando se separó… Lo siento –repitió.
-Ya –ironizó.
-No, de verdad. –Siguió Ella. –Yo conocí a Richard cuando llegó de Colombia en ese momento no tenía novia y, bueno, después de pasar tanto tiempo con él en el hospital por el tema de las donaciones, me enamoré de él. Estuvimos un tiempo sin vernos, supongo que ahí fue cuando vosotros comenzasteis a salir. Ese día nos volvimos a ver y yo, después de confesarle mis sentimientos, lo besé. A él no le dio tiempo a reaccionar, pero cuando lo hizo, me separó. Me contó que tenía novia y que era muy feliz. Me estuvo enseñando fotos desde su móvil. Tuyas y de una niña, tu hija, creo. –Al ver cómo la abogada se había puesto pálida y sus ojos se humedecían, se preocupó. –Espero no haberos causado muchos problemas, yo me sentí fatal cuando Richard me lo dijo. Yo no sabía… -Dijo poniéndose nerviosa. Dos lágrimas habían escapado de los ojos de Kate. –Lo siento mucho, de verdad. –Insistió.
-Me precipité y me equivoqué –confesó con la mirada fija en algún punto perdido por encima del hombro de aquella mujer.
-No me digas que… -Kate asintió. -¡Oh, Dios! –exclamó angustiado. –Lo siento, lo siento tanto. –Ella dio una vuelta sobre sí misma. –Entonces… -comenzó a decir –Richard estuvo solo en esos momentos. ¡Joder! –Gritó ofuscada. -¡Todo por mi culpa!
-¿Qué le ha pasado? ¿Qué momentos? –preguntó preocupada Beckett agarrándola por las brazos para que se estuviese quieta.
-¿No lo sabes? –Respondió con otra pregunta. Al ver la cara de desconcierto de la abogada, se llevó las manos a la cara. –Su… su madre murió. Ella necesitaba un trasplante de corazón.
-¿Qué? –gritó alarmada Kate, sintiendo cómo su respiración se agitaba y comenzaba a respirar rápido.
-Ellos llegaron aquí para intentar lograr el trasplante pero escuché, cuando fui a unos de las reuniones del hospital, que Martha no lo consiguió. Hace como mes y medio.
Kate se pasaba la mano por la frente mientras se movía de un lado a otro, caminado tan solo unos pasos para volver al mismo sitio. Sin podérselo creer. Sintiendo como el dolor y la culpabilidad se cernían sobre ella. Eso no podía ser verdad. De pronto salió corriendo dejando a Ella con la palabra en la boca, necesitaba ir al lotf, necesitaba verlo y cerciorarse de que Martha estaba bien. Eso no podía haber ocurrido. No. Se negaba rotundamente.
Llegó hasta su coche y tiró las bolsas dentro sin importarle si los objetos que había comprado se partían o no. Eso le daba igual. Entró lo más deprisa que pudo y antes de poner en marcha su coche, buscó su móvil. Había borrado su número, por lo que tuve que buscar aquel mensaje que se había permitido guardar. Cuando lo encontró llamó pero el buzón de voz le saltó sin ni siquiera dar el primer tono de llamada. Tras intentarlo varias veces, teniendo el mismo resultado. Dio la vuelta a la llave, arrancando el motor.
Superaba el límite de seguridad pero, ese momento, le importaba un bledo. Tenía que llegar lo antes posible y ver que madre e hijo estaban bien.
Agradeció al cielo que hubiese aparcamiento justo delante del edificio del escritor, cosa casi imposible y corrió hasta la puerta. Se vio frenada por el portero.
-¿Señorita Beckett? –preguntó extrañado de verla por allí.
-¿Está el señor… –se maldijo por no saber su apellido. -¿Está Rick arriba?
El portero la miró incrédulo. –El señor Castle ya no vive aquí, señorita. –Se limitó a contestar.
-¿Cómo? –Kate sintió como todo se derrumba a su alrededor. Sus llamadas no tenían éxito y si ahora no vivía ahí, no tenía nada para encontrarlo. -¿Cuándo se fue? –preguntó, intentando no llorar y disipar el nudo que se le había formado en la garganta.
-¿No sabes? –inquirió sorprendido. Al mirarla directamente a los ojos, supo que no. –Cuando la señora Martha murió, el señor Castle se fue. Estuve hablando con él, estaba destrozado –añadió pero al ver cómo dos lágrimas escapaban de los ojos de la abogada, se calló. –Lo siento, señorita, siento que se tenga que enterar por mí, yo pensé que…
Beckett hizo un gesto para que aquel hombre que tenía en frente se relajara. -¿Sabes... sabes dónde está? ¿A dónde se fue? –preguntó esperanzada.
-No, el señor solo me dijo que dejaría Nueva York, decía que le traía recuerdos muy dolorosos. Que abandonaría el país. Me contó que ya no tenía nada más que hacer aquí.
-¿Sabes hacia dónde se fue? –inquirió intentando de aguantar el tipo, al menos, lo máximo posible.
- Ni él mismo sabía hacia dónde iba a ir. Creo recordar, que me dijo que elegiría cuando llegase al aeropuerto. Siento no ser de mucha ayuda.
Kate negó con la cabeza. –Me has ayudado bastante. Gracias –dijo con la voz tan rota que aquel hombre, que solo la había visto pasar con Rick y su hija por allí de vez en cuando, sintió pena.
Salió lo más deprisa que pudo de allí, escondiéndose en su coche. Ya dentro de éste, se permitió llorar libremente. Intentó tranquilizarse un poco, lo suficiente, para poder conducir.
-¡Mamá! –exclamó, tirándose en sus brazos cuando Johanna abrió la puerta.
-Katie –dijo asustada -¿Qué ha pasado? ¿Qué tienes? –La señora Beckett ayudó a entrar a su hija en su casa y la arrastró hasta el sofá. –Katie, cuéntame, por favor. Háblame. –Le suplicó ante el silencio y el incesante llanto de ésta.
-Me equivoqué, mamá. Tenías razón –Sollozó. –Tenía que haber hablado con él y, ahora... –no pudo terminar la frase, rompió a llorar, nuevamente, en los brazos de su madre.
-Hija, cuéntame todo. Tal vez, si hablas con él... Necesito que lo digas para poder aconsejarte.
Los siguientes minutos pasaron acompañados de las palabras de Kate contándole todo lo que había averiguado ese día. Palabras rotas por llantos. Silencios quebrados por sollozos. Y lágrimas saliendo de los ojos de Beckett hasta morir en el pantalón o en el dorso de su mano.
-¡Lo ha pasado solo! El peor momento de su vida… y ¡no estuve a su lado! –Johanna la abrazó. –¡No me lo voy a poder perdonar nunca! –Tomó aire. –Martha, mamá, Martha… -El nudo de su garganta le impidió seguir.
-Shh… Katie –dijo acariciando su espalda, sin dejarla de abrazar –tú no lo sabías, cariño. Tú no tienes la culpa de nada. Tranquilízate.
-Mamá, no puedo ¡él estuvo solo! –gritó contra el cuello de su madre. –Solo…
Johanna siguió acariciándola mientras su hija lloraba sin parar.
Jim entró en su casa y se encontró a su mujer y su hija sentadas en el sofá. Kate llorando y Johanna intentando que se calmarla.
-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien, Katie? –Su mujer negó con la cabeza y le hizo un gesto para que no preguntase.
-Mejor ve a recoger a Sophie al colegio. –Jim asintió y volvió a salir de la casa.
-Kate, intenta estar calmada cuando llegue Sophie –le pidió. –Sabes que tu hija adoraba a esa mujer y a Rick.
-Sí –contestó.
-¡Mira, mami, el dibujo que he hecho! –exclamaba por el camino con el papel en alto. Cuando llegó se lo tendió.
Kate tomó el dibujo y sentó a su hija en su regazo. Sonrió e intentó parecer normal. En el papel se podía distinguir lo que serían cuatro personas y el mar, supuso por los peces de alrededor.
-¿Te gusta? –le preguntó ilusionada.
-Sí, cariño, es muy bonito. -Le dio un beso en la mejilla.
-La seño nos dijo que dibujáramos un momento feliz y yo dibujé cuando fuimos con Rick al acuario –confesó sin más, encogiéndose de hombros risueña. -Lo pasamos muy bien, ¿a que sí, mami? –Kate asintió, aguantándose las ganas de llorar. –Mira –dijo señalando el garabato más pequeño – esta soy yo. Ésta tú, Rick y su mamá –prosiguió. –Beckett le sonrió, sintiendo sus ojos humedecerse.
Recordó aquel fantástico día. Sin duda, había sido uno de esos días que no olvidarás nunca. Fue completamente feliz. El momento se revivió en su mente.
FLASHBACK
-Dicen que los caballitos de mar, buscan una pareja para toda la vida. –Le susurró, Castle, abrazándola por la espalda. –Y que cuando su pareja muere, ellos, al poco tiempo, también lo hacen. No pueden vivir el uno sin el otro.
-Por eso, podría decirse que, los caballitos de mar, mueren de amor –Terminó de decir ella.
-Exacto.
Observaron como una de las parejas, que tenían en frente, con sus colas enredadas en una rama, tenían sus cabezas pegadas. Un gesto amoroso.
Beckett si dio la vuelta en el abrazo y le sonrió. Castle juntó sus frentes. –A mí también me gustaría pasar mi vida con la misma persona –susurró antes de besarla. –Desearía que esa persona fueses tú. –Dijo antes de atrapar sus labios de nuevo. –Puede que sea demasiado pronto para decirte todo esto, pero es la verdad, Kate. –Ésta sonrió y le dio un tierno beso.
-A mí también me pasa lo mismo contigo. –Sonrió. Richard la abrazó.
FLASHBACK
Retiró su mirada de su hija y del dibujo para evitar que Sophie se diese cuenta de que sus ojos estaban inundados de lágrimas, posando su mirada en la televisión.
La presentadora de aquel programa de cotilleos empezó a hablar sobre otra noticia y una foto de Richard y su madre, una foto de hace unos meses, ellos estaban sentado en la mesa de un restaurante, salió en primer plano.
“La madre del escritor Richard Castle murió hace más de mes y medio en un hospital neoyorkino. El escritor, que tenía una presentación de sus libros traducidos a nuestro idioma recientemente, la ha cancelado” –anunció la presentadora y los otros componentes del programa empezaron a debatir si había hecho bien o no.
“Seguro que se está consolando yendo de cama en cama y no es capaz de cumplir con su trabajo” –escupió una de las “periodistas”.
Sophie, que había prestado atención al programa justo para ver la foto de Martha y Rick, miró a su madre con el entrecejo fruncido. -¿Por qué está Rick y su mamá en la tele? –le preguntó.
Kate no supo qué decir y supo por el cambio en la cara de su hija, que Sophie había escuchado cuando la presentadora gritó que Martha estaba muerta y que era compresible que Rick cancelase todo.
-Mami –gimoteó la pequeña. Kate buscó el mando de la televisión rápidamente hasta dar con él y pulsar el botón de apagar. –Mami –repitió -¿por qué esa mujer ha dicho eso? –lloriqueó.
Puso cada una de sus manos en la cintura de su hija. –Sophie, cariño, -Beckett suspiró, sabía que debía contárselo, pero ¿cómo se cuenta eso a niño? -¿te acuerdas de tu conejito?
La niña asintió. –Sí, se murió porque estaba enfermo.
-Mmm hmm –asintió. -¿Y te acuerdas qué te dije?
-Me dijiste que él estaba contento en el cielo jugando con otros conejitos y que no tenía que estar triste porque él estaba contento. –recordó. Bigotitos, un conejo blanco que le había regalado Jim a su nieta en su tercer cumpleaños había muerto hacía unos meses. Un mes antes de conocer a Rick.
-Pues verás, cariño, la mamá de Rick también estaba enferma y…
-¿Se ha muerto? –preguntó alarmada la niña con un deje de dolor en su rostro. –Kate asintió, aguantándose sus ganas de llorar. -¿Y Rick?
-Rick está bien, cariño.
-Pero ¡estará muy triste! –gritó sin dejar acabar a su madre.
Kate tomó aire y lo soltó poco a poco, intentando controlar sus emociones.
-Yo me puse muy triste cuando murió Bigotitos. Rick tiene que estar triste. Quiero verlo y darle besos y abrazos, como tú a mí. –La niña se bajó del regazo de su madre. –Vamos a su casa, mami –dijo tirando del brazo de su madre para que se levantase.
-Cariño, -la llamó, intentado volver a tomarla en brazos, cosa que le costó más de lo que esperaba –Rick… -Kate se calló sin saber qué decirle a su hija.
-Mami, venga –le apremió, peleando con el agarre de su madre para volver a ponerse de pie. –Vamos a verlo. ¡Mami! –gritó rompiendo a llorar. Beckett abrazó con todas sus fuerzas a su hija. Le dio un beso en la coronilla y pasó su mano por la pequeña espalda de la niña, en una leve caricia.
-Ya está, cariño. Martha está en el cielo y, como tu conejito, ella también está feliz, Sophie. –Dejó otro beso en la cabeza de su hija.
-Pero… pero ya no… ya no voy a poder jugar con… con ella –gimoteó.
-Tal vez, pero ¿te digo un truco? –la respuesta afirmativa de la pequeña fue inmediata -Si cierras tus ojitos, hazlo- le ordenó suavemente. Comprobó que su hija le había hecho caso. –Ahora, piensa en Martha y a lo que te gustaría jugar con ella. Imagínatelo. –Se quedó callada durante unos segundos. -¿Lo ves? –la niña asintió. –Siempre podrás jugar con ella, siempre que quieras. Tan solo tienes que pensar en Martha.
-¿Y disfrazarme con su ropa y jugar a ser modelos? –preguntó esperanzada, mirando a su madre con los ojos rojos.
-Claro que sí, cariño. Todo lo que quieras. –Sonrió amargamente.
-Pero Rick,… -siguió. –Seguro que está triste. Yo quiero verlo y contarle un cuento, como él a mí. –Beckett suspiró resignada.
-Rick no está, cariño. Regresó al extranjero. –Confesó limpiándose una lágrima rebelde que había logrado escapar de sus ojos.
El rostro de su hija se contrajo en un gesto de dolor. –No, mami, tiene que estar en su casa. Venga, vamos. Él no se despidió de mí. Llámalo, verás, llámalo –le ordenó nerviosa.
Kate sacudió la cabeza. –No, Sophie, se fue. Ya estuve en su casa y no está.
-Llámalo, mami, llámalo –repitió.
Sacó su móvil e hizo lo que su hija le había pedido. Sabía que no dejaría de pedírselo hasta que lo hiciera.
-No, mami, ese número no es, es otro. –Dijo cuando escuchó la voz de la máquina que te avisa de que te ha saltado el buzón de voz.
-Sophie, sí es –la niña comenzó a negar con la cabeza y a mover sus piernas, negándose.
Johanna y Jim, que habían estado en un segundo plano, intervinieron para ayudar a su hija con su nieta, que negaba una y otra vez y pedía ver a su amigo. Johana tomó a Sophie en brazos mientras Jim abrazó a Kate, que no aguantando más las lágrimas, lloraba sin cesar.
Después de pasar todo el día en casa de sus padres, Kate, llegó a su casa tras cenar. Su hija se había quedado dormida en el coche durante el trayecto. Abrió a puerta con dificultad, al tener a la pequeña Sophie en brazos.
Con cuidado la acostó en su cama, no le apetecía dormir sola. Se sentó a su lado y acarició la mejilla de su hija. Había estado llorando tanto por Martha y por Rick que tenía que estar agotada. Se había empecinado en ir a ver a su amigo para darle su apoyo, o como ella había dicho: darle muchos besos y abrazos y contarle un cuento.
En ese momento una frase que Richard le había dicho varias veces, le vino a la mente: “Ella me ayuda a mí más que yo a ella” Ahora sí cayó en el verdadero significado de esas palabras. Si tan solo no lo hubiese separado de su hija… Ella no lo había separado en sí, pero si la niña no hubiese escuchado la conversación, no lo hubiese rechazado aquel día. Suspiró con tristeza y sintió cómo una lágrima resbalaba por su mejilla izquierda.
Con cuidado para no despertarla le dio un suave beso a su hija en la frente antes de ir a buscar a la habitación de la pequeña el pijama para cambiarla. Varios minutos después, Kate, se acostaba al lado de Sophie en su cama. Se acercó a ella hasta tenerla completamente pegada a su cuerpo.
Necesitaba sentir el calor que desprendía el cuerpo de la niña para sentirse mejor. Se odió a sí misma por todo lo que estaba viviendo en esos momentos, por lo que le había hecho pasar a Rick, por no haber estado con él en los, que, seguro, habían sido, los peores momentos de su vida. Castle siempre había estado para ella, apoyándola en todo. Ella, sin embargo, siempre se había comportado muy mal con él.
Lo había juzgado mal desde el principio y, a la más mínima, había desconfiado de él, sin darle una oportunidad siquiera para explicarse.
Su vista divagó por la oscuridad de su habitación hasta quedarse fija en el hueco del otro lado de la cama. Si ella no hubiese sido tan estúpida, ahora mismo, estaba segura, Rick dormiría con ellas. Porque si algo sabía, es que nunca lo hubiera dejado solo y hubiese hecho todo lo que estuviese en su mano para ayudarlo.
La realidad era otra, lo había hecho sufrir más. Sollozó sin poder remediarlo y apretó más el abrazo con su hija. La niña se removió y Kate suavizó el agarre.
Se quedó mirando a su pequeña atentamente y sonrió amargamente, recordando uno de los momentos vivido junto a ella y a Richard el último día que disfrutaron juntos.
FLASHBACK
Castle estaba sentado en su cama apoyando su espada en el cabecero de ésta. Sophie estaba sentada entre sus piernas y Kate en su lado izquierdo, con su rostro apoyado en el hombro de su novio. Él rodeaba ambas con sus brazos.
La niña reía a carcajadas por algo que su amigo le había dicho. Rick sonreía y tenía esa mirada de niño travieso que a ella tanto le gustaba. Beckett solo los observaba embobada, sin decir nada pero sin poder evitar tener una sonrisa en su rostro. La típica sonrisa de adolescente enamorada, porque así era como se sentía.
Con su mano izquierda, acarició el torso de su novio que estaba cubierto por una camiseta de manga corta negra. Horas antes, habían estado piel contra piel y había sido, simplemente, maravilloso.
El escritor la miró sonriendo con la mirada y ella le correspondió inmediatamente. Se irguió lo suficiente para que sus labios llegasen a su mejilla y lo besó tiernamente ahí durante varios segundos, alargando el beso. Él le respondió con otro beso en la frente con la misma delicadeza. Ella cerró los ojos ante el suave contacto, sin dejar de sonreír.
Cuando se giraron vieron que Sophie los miraba con cara de pilla y con sus ojos iluminados.
-¿Qué? –dijo Castle, que fue el primero en reaccionar. La niña se encogió de hombros como respuesta. -¿No vas a decir nada ahora, enana? –La niña negó aguantándose la risa. –Ahora verás –acto seguido Rick comenzó una guerra de cosquillas contra la pequeña.
Varios minutos le costó a Sophie regular su respiración tras la pelea. -¿Quieres mucho a mami, Rick? –le preguntó con la misma mirada de antes.
Castle asintió. –Mmm hmm, quiero mucho a tu mami –contestó, apretando a Kate contra su pecho. Kate sonrió y atrajo a su hija para que se uniera al abrazo.
FLASHBACK
Se limpió como pudo las lágrimas con el dorso de su mano. Castle sí que le había dicho que la quería y ella se había negado a verlo después de haberlo visto besándose con la otra mujer. Ahora que sabía toda la verdad, sentía un gran peso sobre sus hombros. Una culpabilidad que nunca iba a poder curar ni dejar ir, simplemente, porque nunca iba a poder reparar todos esos errores.
No iba a poder pedirle perdón por cómo lo trato en el parque, ni por haber rechazado sus llamadas, por haberse besado con otro delante de sus narices… en ese instante, Kate, abrió los ojos, dándose cuenta por primera vez en todo el día, de su otro gran problema: estaba prometida con un hombre al que no amaba. Si algo tenía claro, es que, después de saber la verdad, no podía casarse con Will. Se odió por haber sido tan egoísta, por haber aceptado su propuesta y haberle dado esperanzas.
Pero si ella había aceptado, había sido por dos motivos: por darle esa figura paterna a su hija y por el despecho después de haberse creído ser utilizada por Rick. Ya sabía la verdad, por un lado, y, por el otro, Sophie no quería a Will como padre. Seguir con ese compromiso solo traería dolor y sufrimiento para ambas partes. Tenía que hablar con él lo antes posible.
Comenzó a recordar todos los momentos vividos con Rick y con Martha. Le había cogido un gran cariño a la que había sido su suegra por unos días. Era una gran mujer por la que ella había sentido una gran admiración.
Saber que había estado tan enferma y ella no lo había sabido, la carcomía por dentro. Cuántas veces habría necesitado una palabra de apoyo, una mano amiga sobre su hombro o un simple abrazo para agarrarse a la vida. Ella no le había dado nada de eso y… y le había prometido no dejar solo a su hijo, aquel día en el parque y a la primer oportunidad lo había abandonado. Eso, también, la acompañaría siempre.
FLASHBACK
-Aunque no me creas, querida, tu hija le hace más bien a Richard que él a ella. –Escuchó que le decía Martha .La miró confusa y curiosa. Rick le había dicho algo parecido cuando comenzaron a conocerse. Escuchar esas mismas palabras en la boca de Martha aumentó su interés por saber el porqué de todo aquello. –Desde hace meses no veía sonreír a mi hijo de verdad, desde antes de mudarnos a Nueva York. Richard no lo está pasando bien, él se cree que me engaña y que logra disimular su angustia y su dolor delante de mí, pero no es así. Hoy es la primera vez que lo estoy viendo despreocupado y feliz. Feliz jugando con tu hija. Tu pequeña es la única luz que tiene ahora mismo la vida de mi hijo. –Martha cogió aire. –Richard se cree que es capaz de cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros… él solo. –La actriz se calló durante varios segundos, intentando coger fuerzas. – Prométeme que no lo vais a dejar solo, prométemelo –pidió la actriz. Ante el tono de súplica que había utilizado Martha, ella no pudo hacer más que prometérselo y tomar una de sus manos entre la suya para darle apoyo. –Gracias, querida –le agradeció de corazón. -Os va necesitar cuando…
Justo en ese momento su hija había llegado gritando, haciendo que Martha se callase.
FLASHBACK
Al día siguiente
Se llevó una mano a la cabeza, le dolía después de no haber dormido casi nada en toda la noche y los ojos le escocían por haberse pasado tantas horas llorando. Había estado llorando hasta quedarse sin lágrimas, hasta que sus ojos se prohibieron llorar más.
Escuchaba un pitido de fondo, algo molesto. Se sentía confusa y no sabía de dónde provenía. Le costaba abrir los ojos, estaba demasiado cansada.
-Mami, tu móvil –se quejó su hija, dado que el estridente ruido no paraba de sonar. Beckett suspiró y alargó su mano para coger el aparato, dándose cuenta que lo que pitaba era la alarma. La apagó y se llevó las manos a la cara, frotándose los ojos que le picaban por la irritación.
Iba a ser un día duro, no solo por todo lo que había pasado el día anterior, además de eso, tenía que hablar con Will. Ella en ningún momento lo había engañado. Él sabía perfectamente de sus motivos por el cual lo había aceptado, pero, aún así, le había dado esperanzas y él se había ilusionado.
Nunca debió aceptar su propuesta. Se suponía que llevaban dos meses de relación y no habían compartido nada, no nada más a lo que habían compartido en sus años de amistad. Solo se habían besado una vez y había sido aquel día en el parque…
Aprovecharía las dos horas que tenía libre en su trabajo, porque eso era otra, tenía que ir a trabajar cuando lo único que quería era volver a meterse entre las sábanas y quedarse ahí hasta olvidar todas las idioteces que había cometido en esos últimos meses. Algo imposible, porque, antes que nada, era madre y Sophie había sufrido demasiado con las malas nuevas para ver como su madre se hundía. Tenía que seguir hacia delante por ella o, al menos, actuar que lo hacía.
-Lo siento, Will, pero no puedo. –Se disculpó por enésima vez. –No después de saber la verdad.
Éste sacudió la cabeza. –No me preguntes porqué pero sabía que esto terminaría pasando.
-Yo… Lo siento, sé que he sido una egoísta y que no debería de haberte dado esperanzas pero…
Will suspiró y se llevó las manos a la cabeza, despeinándose. –Comprenderás que, después de esto, no pueda seguir a tu lado ni siquiera como amigos. –Beckett asintió, incapaz de decir algo más que no fuera volver a pedirle perdón. –De verdad, espero que puedas encontrarlo y disculparte con él. Me gustaría que fueses feliz, Kate. Si él te quiere te terminara perdonando. –Sonrió amargamente para darle ánimos a la que hasta hace unos minutos había sido su amiga. Se levantó con pesar del sofá y posó una mano en el hombro de Beckett. –Adiós, Kate. Te deseo lo mejor. –La abogada no pudo ni siquiera mirarlo a la cara y cuando escuchó la puerta cerrarse, se recostó en el sillón, dejando las lágrimas salir una vez más.
Días más tardes
Pasó por el escaparate de una librería a la que solía ir para comprar libros, pero esta vez solo estaba de pasada. Todavía tenía libros sin leer desde la última vez que compró, pero algo le hizo entrar solo para mirar.
Una vez dentro, ojeó las nuevas colecciones de libros hasta que sus ojos se pararon en una saga cuyo autor era un tal “Richard Castle”, recordó a la mujer del programa y, eso, hizo que cogiera la primera entrega entre sus manos. Abrió la portada y una foto de Rick apareció ante ella en la esquina superior izquierda del libro.
Sostuvo como pudo las lágrimas en sus ojos, desde hacía días era así, siempre tenía ganas de llorar y a lo más mínimo sus ojos se llenaban de lágrimas. Paseó sus dedos con delicadeza por la foto, acariciándolo.
Tragó saliva para disipar el nudo que se le había formado en la garganta y tomó uno todos los libros con el nombre de “Richard Castle” que había en los estantes. Todos con un “Best seller” inscrito en la tapa de libro. Sonrió, Rick, su Rick, era un escritor de éxito, quién se lo iba a decir.
Su vuelo iba con retraso, cosa que hacía que estuviese más nervioso. Habían pasado 5 meses desde que había dejado Nueva York. Había regresado a su país pero también era demasiado doloroso estar ahí. Demasiados buenos recuerdos que jamás se volverían a repetir.
Días. Eso era lo que había durado en tierras colombianas antes de salir huyendo de su país natal.
Cogió el primer vuelo cuando llegó al aeropuerto aquella mañana en la que no aguantó más. El destino lo había llevado hasta una pequeña isla en Grecia, Iraklia. Una isla no muy conocida con poco más de 100 habitantes.
Había llegado ahí buscando evadirse, buscando tranquilidad y soledad. Necesitaba la soledad para volver a reconstruirse. Había vivido tenido demasiados “malos momentos” en poco tiempo, lo que había hecho que se resquebrajase por dentro. Tenía que buscar algo por lo que seguir, por lo que luchar. Algo que le devolviese la ilusión de vivir.
En todos esos meses no había encontrado nada. No tenía nada ni a nadie.
Gina, su editora, había estado intentando comunicarse con él, tras varios meses lo había conseguido, aunque no con demasiado éxito. Había pedido algo de tiempo para comenzar con la aventura de un nuevo libro, pero, tal vez, eso era lo que necesitaba. Sumergiese en la escritura que tan amiga había sido siempre. Adentrarse en sus trabajos de documentación para hacer el libro más real.
Debía volver a plantearse esa decisión.
Suspiró tapándose la cara con sus manos. Le esperaba un viaje muy largo hasta Nueva York.
Cuando los alumnos de su madre se habían puesto en contacto con él a través de su publicista, Paula, no había podido negarse a volver.
Los chicos estaban preparándole un homenaje a Martha junto al grupo de teatro de ésta. Debía volver por unos días a la ciudad en la que tantos malos momentos había vivido. Se lo debía a su madre.
Después de trabajar durante un rato con todos los que estaban orquestando el homenaje a su madre, salió de la escuela que él mismo le regaló para darle ánimos.
Caminó sin rumbo fijo, sus piernas lo llevaron hasta un parque. No era el parque al que solía ir a jugar con Sophie. Estaba bastante lejos del otro.
Vio a los niños correr y jugar. Estaban tan llenos de vida, de alegría. Justo lo que a él le hacía falta, así que, sin pensárselo dos veces, caminó cruzando el parque para unirse a ellos.
Al ser Sábado, Kate y su hija, habían pasado el día entre tiendas y paseando por las calles de Manhattan. Estaban muy lejos del parque al que iban todas las tardes, por lo que decidieron ir al parque más cercano, total, se trataba de jugar y pasárselo bien. Eso podrían hacerlo en cualquier parque.
Sophie caminaba tomada de la mano de su madre. Ambas sonriendo mientras hablaban. Planeando a lo que iban a jugar cuando llegaran.
Varios minutos después, madre e hija entraban en la zona de juego de ese nuevo parque para ellas. Su sitio de juegos por esa tarde.
La niña giró la cara para mirar al frente, dejando de mirar a su madre. Kate, que seguía con sus ojos puestos en su hija, entrecerró los ojos cuando ésta se quedó quieta y dejó de andar. Mirando al frente, tapándose la boca con su mano libre, pasando su bracito por alrededor del cuello de su muñeca para que no se cayera.
Los ojos de la pequeña comenzaron a brillar de alegría. -¡Rick! –gritó contenta soltándose de la mano de su madre para ir salir corriendo hacia su amigo.
Al escuchar ese nombre, Kate, giró su visa hasta el lugar al que su hija estaba mirando. Su corazón se aceleró cuando lo vio allí, a pocos metros de ella, jugando con algunos niños.
El escritor seguía dando vueltas agarrado de la mano de dos niños que a su vez estaban agarrados a otros.
-¡Rick! –volvió a gritar la pequeña a tan solo unos pasos de su amigo. Richard buscó con la mirada esa voz que tanto conocía.
-Sophie –fue lo único que dijo, borrando la sonrisa que había tenido segundos antes en su rostro.
La niña corrió hasta Castle, abrazándose a una de las piernas del escritor, inclinado la cabeza hacia atrás, mirándolo con una enorme sonrisa en su rostro. -¡Rick!
-Sophie –repitió en el mismo tono serio, apoyando sus manos en los hombros de la pequeña, sin abrazarla. Ésta seguía mirándolo con la misma sonrisa.
-Te he echado de menos –le confesó apretando más el agarre de su pierna. –He echado mucho de menos jugar contigo.
-¿Quieres jugar? –le preguntó, serio. La niña asintió feliz. –Chicos, -dijo dirigiéndose al grupo de niños con el que jugaba –ella es Sophie y va a jugar también con nosotros. –La pequeña se desilusionó al escuchar que su amigo no iba a jugar solo con ella, sino con todos. Después de tanto tiempo, Sophie, lo quería solo para ella.
Kate, que seguía todo desde el mismo lugar, se dirigió al banco más cercano. Nerviosa. No sabía qué hacer. Tal vez debía ir ya e intentar hablar con él o esperar a que llegase la hora de irse y entonces hacerlo. No sabía cómo iba a reaccionar Castle, si iba a querer escucharla o no. Y si la iba a perdonar... Ella se sentía tan culpable por todo, por no haber estado con él en el peor momento de su vida que no sabía si ella se había perdonado a sí misma por sus errores. Tenía que darle una oportunidad a Sophie, ella llevaba meses soñando con esto. Primero su hija, luego ella.
Vio cómo su hija comenzaba a jugar con el escritor y con los demás niños. Castle no la había rechazado aunque tampoco lo había visto muy entusiasmo con el reencuentro después de meses sin ver a la pequeña.
-¿Podemos jugar al pilla-pilla? –Pidió Henry, un niño de ojos azules de no más de 6 años. Richard asintió.
-Venga, ¡a correr todos! Yo la quedo primero –se ofreció el adulto.
Todos los niños comenzaron a correr por el parque, incluida Sophie.
Corría despacio, dejando que los niños se le escapasen. Los niños reían. Había corrido detrás de casi todos. Sophie aún esperaba que su amigo corriese detrás de ella y poder escapar de él como antes, pero Rick nunca iba a por ella.
Se acercó más al escritor y lo llamó, buscando que corriera detrás de ella. Castle la miró y luego corrió detrás de otra niña.
Sophie, que ya había comenzado la carrera, se quedó quieta, observando cómo Richard corría y reía con los demás niños, con todos menos con ella. Los ojos de la pequeña comenzaron a llenárseles de lágrimas, sus labios se curvaron hacia abajo y apretó sus brazos alrededor de la muñeca.
Beckett se levantó del banco al ver de lejos a su hija correr hacia ella con uno de sus bracitos estirazado hacia delante y el otro agarrando a su muñeca con los ojos llorosos. Sophie se abrazó fuertemente a su cuello y sollozó con la cara escondida entre el hombro y el cuello de su madre.
-Ya no me quiere, mami –gimoteó. –Ya no me quiere. –La niña comenzó a llorar con fuerzas y Kate sintió una punzada en el pecho. –Vámonos, mami, vámonos.
Con su hija en brazos, Kate, caminó hacia la salida del parque. Rick, que había visto cómo la niña había corrido hasta Kate y se había abrazada a ella, se quedó paralizado cuando la mirada aguada de la pequeña se encontró con la de él.
Sophie lo miraba con dos lágrimas recorriendo sus mejillas y los ojos humedecidos, con expresión triste. En ese momento, el escritor, se odió por haberla tratado tan mal. Tan solo era una niña, una niña que lo había enamorado desde el minuto uno. Una niña triste por no tener papá. Una niña a la que quería como a su hija y que, ahora, le había partido el corazón con su indiferencia y frialdad.
Los niños seguían corriendo alrededor suyo. Llamándolo para que corriese detrás de ellos pero Rick se había quedado quieto, observando cómo madre e hija desaparecían. Notó como una mano le tiró del pantalón pero no le prestó atención.
En ese momento, la muñeca de Sophie se calló al suelo al aflojar el agarre tenía alrededor de ella. Kate, se agachó sin soltar a su hija para recogerla y al levantarse, dio un tras pie cayéndose hacia delante. En un acto reflejo, la abogada, apoyó su mano derecha en el suelo para no caerse encima de su hija, haciendo un esfuerzo para aguantar su peso.
Castle salió corriendo nada más ver perder el equilibrio a su exnovia.
Kate, que caminaba con su hija en brazos, se abrazaba fuertemente a Sophie, sintiendo cómo sus ojos se anegaban de lágrimas, haciendo borrosa su visión. Escondió su rostro en el cuello de la niña pidiéndole perdón por lo que había pasado con Rick. Era su culpa que ahora Castle tampoco quisiese saber nada de ella. La niña que no entendía nada, seguía llorando en el hombro de su madre.
La muñeca se cayó de las manos a su hija. Estaba tan envuelta en pedirle perdón a su niña y en abrazarla, que no se fijó en dónde pisaba y una piedra hizo que se resbalara y cayera. En un acto reflejo, apoyó su mano derecha en el suelo para no caerse encima de su hija, haciendo un esfuerzo para aguantar su peso. Sintió cómo su mano crujía y soltó un pequeño gritito de dolor. Rápidamente se puso de rodillas y volvió a abrazar a su hija cuando comprobó que no se había golpeado, olvidando el dolor de su mano.
Beckett volvió a pedirle perdón a su hija, aunque, esta vez, no sabía si lo hacía por haberse caído o por lo de su amigo. O ambas. Sollozó en el cuello de su hija en el mismo momento que notó cómo alguien la agarraba por la cintura y la ayudaba a levantarse.
Rápidamente, reconoció su voz. Se quedó sin habla cuando Castle entró en su campo de visión.
-¿Estáis bien? –preguntó preocupado. La niña asintió aun con el rostro húmedo por las lágrimas y sus ojos llenos de tristeza. Kate no dijo nada y dejó que el escritor tomase a su hija en brazos.
PD: Siento si hay muchos errores. Quería subirlo ya y ahora mismo, es tan tarde, que estoy más dormida que despierta...
Capítulo 24
Sentado en la arena de aquella playa colombiana, en Coveñas, Castle, miraba al frente, observando el ir y venir de las olas. Rompiendo en la orilla, arrastrando la arena hacia dentro al volver al mar.
Era algo tan simple y tan diferente a su vida en ese momento. Todo se había complicado de repente. Tan solo unos meses atrás, era un escritor de Best Seller, con el que casi todas las mujeres quería pasar, aunque fuera, un buen rato. Poder decir que se habían acostado con él. Vivía con su madre en una gran casa y su mayor problema era cumplir con los plazos que le marcaba la editorial. Sonrió irónico. Ese “gran problema” era lo que menos le importaba en ese momento.
Acababa de perder a su madre, lo más bonito y sincero que había tenido en su vida. Y lo más importante. La única persona que lo había querido y apoyado siempre. Lo había querido como solo una madre sabe querer. Pero todo lo que habían vivido, lo había unido más a su madre, haciendo de su lazo algo irrompible, algo que solo la muerte puede romper, o, tal vez, no. Ni siquiera la muerte podría romper esa conexión.
Su móvil sonó, otra persona que quería darle su pésame. Bufó y cortó la llamada. No quería oír más cuánto lo sentía “X” persona. Le daba igual. Y más cuando venía de esa gente que nunca había estado a su lado. No los entendía. ¿Para qué lo hacían? ¿Para quedar bien? ¿Dónde habían estado antes? ¿Y dónde están ahora? Una llamada, un “siento tu perdida” no cambia nada, no ayuda. Para qué decir tantas palabras, tantos “llámame si necesitas algo” “aquí estoy para lo que haga falta” “me tienes aquí para desahogarte” si después no volvían a llamar ni a acercarse para saber cómo estaba. Las palabras se las lleva el viento y “bien quedas” hay muchos, demasiados.
Sentía rabia contra ese tipo de gente, contra él, contra el mundo. Le habían quitado a lo más preciado que tenía. A la persona que menos se merecía ese final tan anticipado. Ella, su madre, se merecía otra oportunidad y no la había tenido. Y eso lo llenaba de furia.
La pantalla de su móvil se iluminó con la entrada de un nuevo mensaje y pudo ver la foto de su fondo de pantalla. Una foto que se hizo con Sophie y Kate aquel día en el parque de atracciones. Tomó su móvil, que estaba en la arena, ignorando el mensaje y buscó en su galería. Divagó por todas sus fotos, dándose cuenta que se había echado demasiadas fotos con las Beckett. Borró más de la mitad, sintiendo la ira recorrer por sus venas.
Se había dejado engañar como un tonto. Una vez que sus problemas se habían resueltos, lo había echado de su vida. Había estado con él por agradecimiento y lástima. Chasqueó la lengua, nunca en su vida se había sentido tan estúpido. Ni siquiera cuando su ex lo utilizó para conseguir una buena vida y fama.
La niña, Sophie, le hacía tanta falta pero, ella, pronto se había olvidado de él y lo había remplazado por el primero que se le había acercado. Tampoco tuvo que ser muy importante para ella. Rio irónicamente, la niña había llamado papá a aquel desconocido y él, Castle, nunca había sido su padre, no tenía porqué sentirse traicionado, pero lo hacía.
Si algo tenía claro, es que no las quería devuelta en su vida. Aunque con tantos kilómetros de distancia, era casi imposible, por no decir nada probable, de que las volviera a ver.
XXX
10 de Septiembre
Kate acababa de salir de una floristería, había ido a comprar algo que le había pedido su hija para una actividad extraescolar.
-¡Ey! –exclamó una mujer agarrándola del brazo para llamar su atención. Kate la miró con el entrecejo fruncido, no conocía a aquella mujer. -¿Qué tal está Richard? Me enteré de lo que pasó… -preguntó con el rostro tan serio que Kate se confundió más.
Beckett la miró con más atención y ahora sí que sabía quién era. La había reconocido. Era la mujer que se estaba besando con Rick cuando, él y ella, eran novios en aquella cafetería. Kate la miró sin comprender. ¿Por qué la había parado y le preguntaba por Castle?
-Tú eres Kate, ¿no? Eres idéntica a la mujer de la foto que me enseñó un amigo, a su novia, si no eres tú, disculpa. –Siguió al ver que Beckett estaba totalmente perdida.
-Sí, sí, yo soy Kate –Dijo totalmente desorientada. Rick le había enseñado una foto y le había hablado de ella a esa mujer. No entendía nada.
-Entonces, no me he confundido. Yo soy Ella –se presentó tendiendo su mano.
La abogada miró la mano y luego la miró a los ojos duramente. –Sé perfectamente quién eres. Eres la mujer que se estaba besando con Rick en una cafetería hace como dos meses.
Ella abrió la boca para decir algo pero la volvió a cerrar sin saber qué decir. -¿Richard te contó? –logró preguntar varios segundos después.
-No, yo os vi –confesó.
La mujer se pasó la mano por el pelo. –Lo siento, yo… yo en ese momento no sabía que tenía novia. Me lo contó Richard cuando se separó… Lo siento –repitió.
-Ya –ironizó.
-No, de verdad. –Siguió Ella. –Yo conocí a Richard cuando llegó de Colombia en ese momento no tenía novia y, bueno, después de pasar tanto tiempo con él en el hospital por el tema de las donaciones, me enamoré de él. Estuvimos un tiempo sin vernos, supongo que ahí fue cuando vosotros comenzasteis a salir. Ese día nos volvimos a ver y yo, después de confesarle mis sentimientos, lo besé. A él no le dio tiempo a reaccionar, pero cuando lo hizo, me separó. Me contó que tenía novia y que era muy feliz. Me estuvo enseñando fotos desde su móvil. Tuyas y de una niña, tu hija, creo. –Al ver cómo la abogada se había puesto pálida y sus ojos se humedecían, se preocupó. –Espero no haberos causado muchos problemas, yo me sentí fatal cuando Richard me lo dijo. Yo no sabía… -Dijo poniéndose nerviosa. Dos lágrimas habían escapado de los ojos de Kate. –Lo siento mucho, de verdad. –Insistió.
-Me precipité y me equivoqué –confesó con la mirada fija en algún punto perdido por encima del hombro de aquella mujer.
-No me digas que… -Kate asintió. -¡Oh, Dios! –exclamó angustiado. –Lo siento, lo siento tanto. –Ella dio una vuelta sobre sí misma. –Entonces… -comenzó a decir –Richard estuvo solo en esos momentos. ¡Joder! –Gritó ofuscada. -¡Todo por mi culpa!
-¿Qué le ha pasado? ¿Qué momentos? –preguntó preocupada Beckett agarrándola por las brazos para que se estuviese quieta.
-¿No lo sabes? –Respondió con otra pregunta. Al ver la cara de desconcierto de la abogada, se llevó las manos a la cara. –Su… su madre murió. Ella necesitaba un trasplante de corazón.
-¿Qué? –gritó alarmada Kate, sintiendo cómo su respiración se agitaba y comenzaba a respirar rápido.
-Ellos llegaron aquí para intentar lograr el trasplante pero escuché, cuando fui a unos de las reuniones del hospital, que Martha no lo consiguió. Hace como mes y medio.
Kate se pasaba la mano por la frente mientras se movía de un lado a otro, caminado tan solo unos pasos para volver al mismo sitio. Sin podérselo creer. Sintiendo como el dolor y la culpabilidad se cernían sobre ella. Eso no podía ser verdad. De pronto salió corriendo dejando a Ella con la palabra en la boca, necesitaba ir al lotf, necesitaba verlo y cerciorarse de que Martha estaba bien. Eso no podía haber ocurrido. No. Se negaba rotundamente.
Llegó hasta su coche y tiró las bolsas dentro sin importarle si los objetos que había comprado se partían o no. Eso le daba igual. Entró lo más deprisa que pudo y antes de poner en marcha su coche, buscó su móvil. Había borrado su número, por lo que tuve que buscar aquel mensaje que se había permitido guardar. Cuando lo encontró llamó pero el buzón de voz le saltó sin ni siquiera dar el primer tono de llamada. Tras intentarlo varias veces, teniendo el mismo resultado. Dio la vuelta a la llave, arrancando el motor.
Superaba el límite de seguridad pero, ese momento, le importaba un bledo. Tenía que llegar lo antes posible y ver que madre e hijo estaban bien.
Agradeció al cielo que hubiese aparcamiento justo delante del edificio del escritor, cosa casi imposible y corrió hasta la puerta. Se vio frenada por el portero.
-¿Señorita Beckett? –preguntó extrañado de verla por allí.
-¿Está el señor… –se maldijo por no saber su apellido. -¿Está Rick arriba?
El portero la miró incrédulo. –El señor Castle ya no vive aquí, señorita. –Se limitó a contestar.
-¿Cómo? –Kate sintió como todo se derrumba a su alrededor. Sus llamadas no tenían éxito y si ahora no vivía ahí, no tenía nada para encontrarlo. -¿Cuándo se fue? –preguntó, intentando no llorar y disipar el nudo que se le había formado en la garganta.
-¿No sabes? –inquirió sorprendido. Al mirarla directamente a los ojos, supo que no. –Cuando la señora Martha murió, el señor Castle se fue. Estuve hablando con él, estaba destrozado –añadió pero al ver cómo dos lágrimas escapaban de los ojos de la abogada, se calló. –Lo siento, señorita, siento que se tenga que enterar por mí, yo pensé que…
Beckett hizo un gesto para que aquel hombre que tenía en frente se relajara. -¿Sabes... sabes dónde está? ¿A dónde se fue? –preguntó esperanzada.
-No, el señor solo me dijo que dejaría Nueva York, decía que le traía recuerdos muy dolorosos. Que abandonaría el país. Me contó que ya no tenía nada más que hacer aquí.
-¿Sabes hacia dónde se fue? –inquirió intentando de aguantar el tipo, al menos, lo máximo posible.
- Ni él mismo sabía hacia dónde iba a ir. Creo recordar, que me dijo que elegiría cuando llegase al aeropuerto. Siento no ser de mucha ayuda.
Kate negó con la cabeza. –Me has ayudado bastante. Gracias –dijo con la voz tan rota que aquel hombre, que solo la había visto pasar con Rick y su hija por allí de vez en cuando, sintió pena.
Salió lo más deprisa que pudo de allí, escondiéndose en su coche. Ya dentro de éste, se permitió llorar libremente. Intentó tranquilizarse un poco, lo suficiente, para poder conducir.
XXX
-¡Mamá! –exclamó, tirándose en sus brazos cuando Johanna abrió la puerta.
-Katie –dijo asustada -¿Qué ha pasado? ¿Qué tienes? –La señora Beckett ayudó a entrar a su hija en su casa y la arrastró hasta el sofá. –Katie, cuéntame, por favor. Háblame. –Le suplicó ante el silencio y el incesante llanto de ésta.
-Me equivoqué, mamá. Tenías razón –Sollozó. –Tenía que haber hablado con él y, ahora... –no pudo terminar la frase, rompió a llorar, nuevamente, en los brazos de su madre.
-Hija, cuéntame todo. Tal vez, si hablas con él... Necesito que lo digas para poder aconsejarte.
Los siguientes minutos pasaron acompañados de las palabras de Kate contándole todo lo que había averiguado ese día. Palabras rotas por llantos. Silencios quebrados por sollozos. Y lágrimas saliendo de los ojos de Beckett hasta morir en el pantalón o en el dorso de su mano.
-¡Lo ha pasado solo! El peor momento de su vida… y ¡no estuve a su lado! –Johanna la abrazó. –¡No me lo voy a poder perdonar nunca! –Tomó aire. –Martha, mamá, Martha… -El nudo de su garganta le impidió seguir.
-Shh… Katie –dijo acariciando su espalda, sin dejarla de abrazar –tú no lo sabías, cariño. Tú no tienes la culpa de nada. Tranquilízate.
-Mamá, no puedo ¡él estuvo solo! –gritó contra el cuello de su madre. –Solo…
Johanna siguió acariciándola mientras su hija lloraba sin parar.
XXX
Jim entró en su casa y se encontró a su mujer y su hija sentadas en el sofá. Kate llorando y Johanna intentando que se calmarla.
-¿Qué ha pasado? ¿Estás bien, Katie? –Su mujer negó con la cabeza y le hizo un gesto para que no preguntase.
-Mejor ve a recoger a Sophie al colegio. –Jim asintió y volvió a salir de la casa.
-Kate, intenta estar calmada cuando llegue Sophie –le pidió. –Sabes que tu hija adoraba a esa mujer y a Rick.
-Sí –contestó.
XXX
Sophie llegó sonriente a casa de sus abuelos. Su madre estaba sentada en el sofá viendo las noticias y su abuela terminaba de cocinar. Saludó a su abuela y corrió hacia su madre. -¡Mira, mami, el dibujo que he hecho! –exclamaba por el camino con el papel en alto. Cuando llegó se lo tendió.
Kate tomó el dibujo y sentó a su hija en su regazo. Sonrió e intentó parecer normal. En el papel se podía distinguir lo que serían cuatro personas y el mar, supuso por los peces de alrededor.
-¿Te gusta? –le preguntó ilusionada.
-Sí, cariño, es muy bonito. -Le dio un beso en la mejilla.
-La seño nos dijo que dibujáramos un momento feliz y yo dibujé cuando fuimos con Rick al acuario –confesó sin más, encogiéndose de hombros risueña. -Lo pasamos muy bien, ¿a que sí, mami? –Kate asintió, aguantándose las ganas de llorar. –Mira –dijo señalando el garabato más pequeño – esta soy yo. Ésta tú, Rick y su mamá –prosiguió. –Beckett le sonrió, sintiendo sus ojos humedecerse.
Recordó aquel fantástico día. Sin duda, había sido uno de esos días que no olvidarás nunca. Fue completamente feliz. El momento se revivió en su mente.
FLASHBACK
-Dicen que los caballitos de mar, buscan una pareja para toda la vida. –Le susurró, Castle, abrazándola por la espalda. –Y que cuando su pareja muere, ellos, al poco tiempo, también lo hacen. No pueden vivir el uno sin el otro.
-Por eso, podría decirse que, los caballitos de mar, mueren de amor –Terminó de decir ella.
-Exacto.
Observaron como una de las parejas, que tenían en frente, con sus colas enredadas en una rama, tenían sus cabezas pegadas. Un gesto amoroso.
Beckett si dio la vuelta en el abrazo y le sonrió. Castle juntó sus frentes. –A mí también me gustaría pasar mi vida con la misma persona –susurró antes de besarla. –Desearía que esa persona fueses tú. –Dijo antes de atrapar sus labios de nuevo. –Puede que sea demasiado pronto para decirte todo esto, pero es la verdad, Kate. –Ésta sonrió y le dio un tierno beso.
-A mí también me pasa lo mismo contigo. –Sonrió. Richard la abrazó.
FLASHBACK
Retiró su mirada de su hija y del dibujo para evitar que Sophie se diese cuenta de que sus ojos estaban inundados de lágrimas, posando su mirada en la televisión.
La presentadora de aquel programa de cotilleos empezó a hablar sobre otra noticia y una foto de Richard y su madre, una foto de hace unos meses, ellos estaban sentado en la mesa de un restaurante, salió en primer plano.
“La madre del escritor Richard Castle murió hace más de mes y medio en un hospital neoyorkino. El escritor, que tenía una presentación de sus libros traducidos a nuestro idioma recientemente, la ha cancelado” –anunció la presentadora y los otros componentes del programa empezaron a debatir si había hecho bien o no.
“Seguro que se está consolando yendo de cama en cama y no es capaz de cumplir con su trabajo” –escupió una de las “periodistas”.
Sophie, que había prestado atención al programa justo para ver la foto de Martha y Rick, miró a su madre con el entrecejo fruncido. -¿Por qué está Rick y su mamá en la tele? –le preguntó.
Kate no supo qué decir y supo por el cambio en la cara de su hija, que Sophie había escuchado cuando la presentadora gritó que Martha estaba muerta y que era compresible que Rick cancelase todo.
-Mami –gimoteó la pequeña. Kate buscó el mando de la televisión rápidamente hasta dar con él y pulsar el botón de apagar. –Mami –repitió -¿por qué esa mujer ha dicho eso? –lloriqueó.
Puso cada una de sus manos en la cintura de su hija. –Sophie, cariño, -Beckett suspiró, sabía que debía contárselo, pero ¿cómo se cuenta eso a niño? -¿te acuerdas de tu conejito?
La niña asintió. –Sí, se murió porque estaba enfermo.
-Mmm hmm –asintió. -¿Y te acuerdas qué te dije?
-Me dijiste que él estaba contento en el cielo jugando con otros conejitos y que no tenía que estar triste porque él estaba contento. –recordó. Bigotitos, un conejo blanco que le había regalado Jim a su nieta en su tercer cumpleaños había muerto hacía unos meses. Un mes antes de conocer a Rick.
-Pues verás, cariño, la mamá de Rick también estaba enferma y…
-¿Se ha muerto? –preguntó alarmada la niña con un deje de dolor en su rostro. –Kate asintió, aguantándose sus ganas de llorar. -¿Y Rick?
-Rick está bien, cariño.
-Pero ¡estará muy triste! –gritó sin dejar acabar a su madre.
Kate tomó aire y lo soltó poco a poco, intentando controlar sus emociones.
-Yo me puse muy triste cuando murió Bigotitos. Rick tiene que estar triste. Quiero verlo y darle besos y abrazos, como tú a mí. –La niña se bajó del regazo de su madre. –Vamos a su casa, mami –dijo tirando del brazo de su madre para que se levantase.
-Cariño, -la llamó, intentado volver a tomarla en brazos, cosa que le costó más de lo que esperaba –Rick… -Kate se calló sin saber qué decirle a su hija.
-Mami, venga –le apremió, peleando con el agarre de su madre para volver a ponerse de pie. –Vamos a verlo. ¡Mami! –gritó rompiendo a llorar. Beckett abrazó con todas sus fuerzas a su hija. Le dio un beso en la coronilla y pasó su mano por la pequeña espalda de la niña, en una leve caricia.
-Ya está, cariño. Martha está en el cielo y, como tu conejito, ella también está feliz, Sophie. –Dejó otro beso en la cabeza de su hija.
-Pero… pero ya no… ya no voy a poder jugar con… con ella –gimoteó.
-Tal vez, pero ¿te digo un truco? –la respuesta afirmativa de la pequeña fue inmediata -Si cierras tus ojitos, hazlo- le ordenó suavemente. Comprobó que su hija le había hecho caso. –Ahora, piensa en Martha y a lo que te gustaría jugar con ella. Imagínatelo. –Se quedó callada durante unos segundos. -¿Lo ves? –la niña asintió. –Siempre podrás jugar con ella, siempre que quieras. Tan solo tienes que pensar en Martha.
-¿Y disfrazarme con su ropa y jugar a ser modelos? –preguntó esperanzada, mirando a su madre con los ojos rojos.
-Claro que sí, cariño. Todo lo que quieras. –Sonrió amargamente.
-Pero Rick,… -siguió. –Seguro que está triste. Yo quiero verlo y contarle un cuento, como él a mí. –Beckett suspiró resignada.
-Rick no está, cariño. Regresó al extranjero. –Confesó limpiándose una lágrima rebelde que había logrado escapar de sus ojos.
El rostro de su hija se contrajo en un gesto de dolor. –No, mami, tiene que estar en su casa. Venga, vamos. Él no se despidió de mí. Llámalo, verás, llámalo –le ordenó nerviosa.
Kate sacudió la cabeza. –No, Sophie, se fue. Ya estuve en su casa y no está.
-Llámalo, mami, llámalo –repitió.
Sacó su móvil e hizo lo que su hija le había pedido. Sabía que no dejaría de pedírselo hasta que lo hiciera.
-No, mami, ese número no es, es otro. –Dijo cuando escuchó la voz de la máquina que te avisa de que te ha saltado el buzón de voz.
-Sophie, sí es –la niña comenzó a negar con la cabeza y a mover sus piernas, negándose.
Johanna y Jim, que habían estado en un segundo plano, intervinieron para ayudar a su hija con su nieta, que negaba una y otra vez y pedía ver a su amigo. Johana tomó a Sophie en brazos mientras Jim abrazó a Kate, que no aguantando más las lágrimas, lloraba sin cesar.
XXX
Después de pasar todo el día en casa de sus padres, Kate, llegó a su casa tras cenar. Su hija se había quedado dormida en el coche durante el trayecto. Abrió a puerta con dificultad, al tener a la pequeña Sophie en brazos.
Con cuidado la acostó en su cama, no le apetecía dormir sola. Se sentó a su lado y acarició la mejilla de su hija. Había estado llorando tanto por Martha y por Rick que tenía que estar agotada. Se había empecinado en ir a ver a su amigo para darle su apoyo, o como ella había dicho: darle muchos besos y abrazos y contarle un cuento.
En ese momento una frase que Richard le había dicho varias veces, le vino a la mente: “Ella me ayuda a mí más que yo a ella” Ahora sí cayó en el verdadero significado de esas palabras. Si tan solo no lo hubiese separado de su hija… Ella no lo había separado en sí, pero si la niña no hubiese escuchado la conversación, no lo hubiese rechazado aquel día. Suspiró con tristeza y sintió cómo una lágrima resbalaba por su mejilla izquierda.
Con cuidado para no despertarla le dio un suave beso a su hija en la frente antes de ir a buscar a la habitación de la pequeña el pijama para cambiarla. Varios minutos después, Kate, se acostaba al lado de Sophie en su cama. Se acercó a ella hasta tenerla completamente pegada a su cuerpo.
Necesitaba sentir el calor que desprendía el cuerpo de la niña para sentirse mejor. Se odió a sí misma por todo lo que estaba viviendo en esos momentos, por lo que le había hecho pasar a Rick, por no haber estado con él en los, que, seguro, habían sido, los peores momentos de su vida. Castle siempre había estado para ella, apoyándola en todo. Ella, sin embargo, siempre se había comportado muy mal con él.
Lo había juzgado mal desde el principio y, a la más mínima, había desconfiado de él, sin darle una oportunidad siquiera para explicarse.
Su vista divagó por la oscuridad de su habitación hasta quedarse fija en el hueco del otro lado de la cama. Si ella no hubiese sido tan estúpida, ahora mismo, estaba segura, Rick dormiría con ellas. Porque si algo sabía, es que nunca lo hubiera dejado solo y hubiese hecho todo lo que estuviese en su mano para ayudarlo.
La realidad era otra, lo había hecho sufrir más. Sollozó sin poder remediarlo y apretó más el abrazo con su hija. La niña se removió y Kate suavizó el agarre.
Se quedó mirando a su pequeña atentamente y sonrió amargamente, recordando uno de los momentos vivido junto a ella y a Richard el último día que disfrutaron juntos.
FLASHBACK
Castle estaba sentado en su cama apoyando su espada en el cabecero de ésta. Sophie estaba sentada entre sus piernas y Kate en su lado izquierdo, con su rostro apoyado en el hombro de su novio. Él rodeaba ambas con sus brazos.
La niña reía a carcajadas por algo que su amigo le había dicho. Rick sonreía y tenía esa mirada de niño travieso que a ella tanto le gustaba. Beckett solo los observaba embobada, sin decir nada pero sin poder evitar tener una sonrisa en su rostro. La típica sonrisa de adolescente enamorada, porque así era como se sentía.
Con su mano izquierda, acarició el torso de su novio que estaba cubierto por una camiseta de manga corta negra. Horas antes, habían estado piel contra piel y había sido, simplemente, maravilloso.
El escritor la miró sonriendo con la mirada y ella le correspondió inmediatamente. Se irguió lo suficiente para que sus labios llegasen a su mejilla y lo besó tiernamente ahí durante varios segundos, alargando el beso. Él le respondió con otro beso en la frente con la misma delicadeza. Ella cerró los ojos ante el suave contacto, sin dejar de sonreír.
Cuando se giraron vieron que Sophie los miraba con cara de pilla y con sus ojos iluminados.
-¿Qué? –dijo Castle, que fue el primero en reaccionar. La niña se encogió de hombros como respuesta. -¿No vas a decir nada ahora, enana? –La niña negó aguantándose la risa. –Ahora verás –acto seguido Rick comenzó una guerra de cosquillas contra la pequeña.
Varios minutos le costó a Sophie regular su respiración tras la pelea. -¿Quieres mucho a mami, Rick? –le preguntó con la misma mirada de antes.
Castle asintió. –Mmm hmm, quiero mucho a tu mami –contestó, apretando a Kate contra su pecho. Kate sonrió y atrajo a su hija para que se uniera al abrazo.
FLASHBACK
Se limpió como pudo las lágrimas con el dorso de su mano. Castle sí que le había dicho que la quería y ella se había negado a verlo después de haberlo visto besándose con la otra mujer. Ahora que sabía toda la verdad, sentía un gran peso sobre sus hombros. Una culpabilidad que nunca iba a poder curar ni dejar ir, simplemente, porque nunca iba a poder reparar todos esos errores.
No iba a poder pedirle perdón por cómo lo trato en el parque, ni por haber rechazado sus llamadas, por haberse besado con otro delante de sus narices… en ese instante, Kate, abrió los ojos, dándose cuenta por primera vez en todo el día, de su otro gran problema: estaba prometida con un hombre al que no amaba. Si algo tenía claro, es que, después de saber la verdad, no podía casarse con Will. Se odió por haber sido tan egoísta, por haber aceptado su propuesta y haberle dado esperanzas.
Pero si ella había aceptado, había sido por dos motivos: por darle esa figura paterna a su hija y por el despecho después de haberse creído ser utilizada por Rick. Ya sabía la verdad, por un lado, y, por el otro, Sophie no quería a Will como padre. Seguir con ese compromiso solo traería dolor y sufrimiento para ambas partes. Tenía que hablar con él lo antes posible.
Comenzó a recordar todos los momentos vividos con Rick y con Martha. Le había cogido un gran cariño a la que había sido su suegra por unos días. Era una gran mujer por la que ella había sentido una gran admiración.
Saber que había estado tan enferma y ella no lo había sabido, la carcomía por dentro. Cuántas veces habría necesitado una palabra de apoyo, una mano amiga sobre su hombro o un simple abrazo para agarrarse a la vida. Ella no le había dado nada de eso y… y le había prometido no dejar solo a su hijo, aquel día en el parque y a la primer oportunidad lo había abandonado. Eso, también, la acompañaría siempre.
FLASHBACK
-Aunque no me creas, querida, tu hija le hace más bien a Richard que él a ella. –Escuchó que le decía Martha .La miró confusa y curiosa. Rick le había dicho algo parecido cuando comenzaron a conocerse. Escuchar esas mismas palabras en la boca de Martha aumentó su interés por saber el porqué de todo aquello. –Desde hace meses no veía sonreír a mi hijo de verdad, desde antes de mudarnos a Nueva York. Richard no lo está pasando bien, él se cree que me engaña y que logra disimular su angustia y su dolor delante de mí, pero no es así. Hoy es la primera vez que lo estoy viendo despreocupado y feliz. Feliz jugando con tu hija. Tu pequeña es la única luz que tiene ahora mismo la vida de mi hijo. –Martha cogió aire. –Richard se cree que es capaz de cargar con todo el peso del mundo sobre sus hombros… él solo. –La actriz se calló durante varios segundos, intentando coger fuerzas. – Prométeme que no lo vais a dejar solo, prométemelo –pidió la actriz. Ante el tono de súplica que había utilizado Martha, ella no pudo hacer más que prometérselo y tomar una de sus manos entre la suya para darle apoyo. –Gracias, querida –le agradeció de corazón. -Os va necesitar cuando…
Justo en ese momento su hija había llegado gritando, haciendo que Martha se callase.
FLASHBACK
XXX
Al día siguiente
Se llevó una mano a la cabeza, le dolía después de no haber dormido casi nada en toda la noche y los ojos le escocían por haberse pasado tantas horas llorando. Había estado llorando hasta quedarse sin lágrimas, hasta que sus ojos se prohibieron llorar más.
Escuchaba un pitido de fondo, algo molesto. Se sentía confusa y no sabía de dónde provenía. Le costaba abrir los ojos, estaba demasiado cansada.
-Mami, tu móvil –se quejó su hija, dado que el estridente ruido no paraba de sonar. Beckett suspiró y alargó su mano para coger el aparato, dándose cuenta que lo que pitaba era la alarma. La apagó y se llevó las manos a la cara, frotándose los ojos que le picaban por la irritación.
Iba a ser un día duro, no solo por todo lo que había pasado el día anterior, además de eso, tenía que hablar con Will. Ella en ningún momento lo había engañado. Él sabía perfectamente de sus motivos por el cual lo había aceptado, pero, aún así, le había dado esperanzas y él se había ilusionado.
Nunca debió aceptar su propuesta. Se suponía que llevaban dos meses de relación y no habían compartido nada, no nada más a lo que habían compartido en sus años de amistad. Solo se habían besado una vez y había sido aquel día en el parque…
Aprovecharía las dos horas que tenía libre en su trabajo, porque eso era otra, tenía que ir a trabajar cuando lo único que quería era volver a meterse entre las sábanas y quedarse ahí hasta olvidar todas las idioteces que había cometido en esos últimos meses. Algo imposible, porque, antes que nada, era madre y Sophie había sufrido demasiado con las malas nuevas para ver como su madre se hundía. Tenía que seguir hacia delante por ella o, al menos, actuar que lo hacía.
XXX
-Lo siento, Will, pero no puedo. –Se disculpó por enésima vez. –No después de saber la verdad.
Éste sacudió la cabeza. –No me preguntes porqué pero sabía que esto terminaría pasando.
-Yo… Lo siento, sé que he sido una egoísta y que no debería de haberte dado esperanzas pero…
Will suspiró y se llevó las manos a la cabeza, despeinándose. –Comprenderás que, después de esto, no pueda seguir a tu lado ni siquiera como amigos. –Beckett asintió, incapaz de decir algo más que no fuera volver a pedirle perdón. –De verdad, espero que puedas encontrarlo y disculparte con él. Me gustaría que fueses feliz, Kate. Si él te quiere te terminara perdonando. –Sonrió amargamente para darle ánimos a la que hasta hace unos minutos había sido su amiga. Se levantó con pesar del sofá y posó una mano en el hombro de Beckett. –Adiós, Kate. Te deseo lo mejor. –La abogada no pudo ni siquiera mirarlo a la cara y cuando escuchó la puerta cerrarse, se recostó en el sillón, dejando las lágrimas salir una vez más.
XXX
Días más tardes
Pasó por el escaparate de una librería a la que solía ir para comprar libros, pero esta vez solo estaba de pasada. Todavía tenía libros sin leer desde la última vez que compró, pero algo le hizo entrar solo para mirar.
Una vez dentro, ojeó las nuevas colecciones de libros hasta que sus ojos se pararon en una saga cuyo autor era un tal “Richard Castle”, recordó a la mujer del programa y, eso, hizo que cogiera la primera entrega entre sus manos. Abrió la portada y una foto de Rick apareció ante ella en la esquina superior izquierda del libro.
Sostuvo como pudo las lágrimas en sus ojos, desde hacía días era así, siempre tenía ganas de llorar y a lo más mínimo sus ojos se llenaban de lágrimas. Paseó sus dedos con delicadeza por la foto, acariciándolo.
Tragó saliva para disipar el nudo que se le había formado en la garganta y tomó uno todos los libros con el nombre de “Richard Castle” que había en los estantes. Todos con un “Best seller” inscrito en la tapa de libro. Sonrió, Rick, su Rick, era un escritor de éxito, quién se lo iba a decir.
XXX
Su vuelo iba con retraso, cosa que hacía que estuviese más nervioso. Habían pasado 5 meses desde que había dejado Nueva York. Había regresado a su país pero también era demasiado doloroso estar ahí. Demasiados buenos recuerdos que jamás se volverían a repetir.
Días. Eso era lo que había durado en tierras colombianas antes de salir huyendo de su país natal.
Cogió el primer vuelo cuando llegó al aeropuerto aquella mañana en la que no aguantó más. El destino lo había llevado hasta una pequeña isla en Grecia, Iraklia. Una isla no muy conocida con poco más de 100 habitantes.
Había llegado ahí buscando evadirse, buscando tranquilidad y soledad. Necesitaba la soledad para volver a reconstruirse. Había vivido tenido demasiados “malos momentos” en poco tiempo, lo que había hecho que se resquebrajase por dentro. Tenía que buscar algo por lo que seguir, por lo que luchar. Algo que le devolviese la ilusión de vivir.
En todos esos meses no había encontrado nada. No tenía nada ni a nadie.
Gina, su editora, había estado intentando comunicarse con él, tras varios meses lo había conseguido, aunque no con demasiado éxito. Había pedido algo de tiempo para comenzar con la aventura de un nuevo libro, pero, tal vez, eso era lo que necesitaba. Sumergiese en la escritura que tan amiga había sido siempre. Adentrarse en sus trabajos de documentación para hacer el libro más real.
Debía volver a plantearse esa decisión.
Suspiró tapándose la cara con sus manos. Le esperaba un viaje muy largo hasta Nueva York.
Cuando los alumnos de su madre se habían puesto en contacto con él a través de su publicista, Paula, no había podido negarse a volver.
Los chicos estaban preparándole un homenaje a Martha junto al grupo de teatro de ésta. Debía volver por unos días a la ciudad en la que tantos malos momentos había vivido. Se lo debía a su madre.
XXX
Después de trabajar durante un rato con todos los que estaban orquestando el homenaje a su madre, salió de la escuela que él mismo le regaló para darle ánimos.
Caminó sin rumbo fijo, sus piernas lo llevaron hasta un parque. No era el parque al que solía ir a jugar con Sophie. Estaba bastante lejos del otro.
Vio a los niños correr y jugar. Estaban tan llenos de vida, de alegría. Justo lo que a él le hacía falta, así que, sin pensárselo dos veces, caminó cruzando el parque para unirse a ellos.
XXX
Al ser Sábado, Kate y su hija, habían pasado el día entre tiendas y paseando por las calles de Manhattan. Estaban muy lejos del parque al que iban todas las tardes, por lo que decidieron ir al parque más cercano, total, se trataba de jugar y pasárselo bien. Eso podrían hacerlo en cualquier parque.
Sophie caminaba tomada de la mano de su madre. Ambas sonriendo mientras hablaban. Planeando a lo que iban a jugar cuando llegaran.
Varios minutos después, madre e hija entraban en la zona de juego de ese nuevo parque para ellas. Su sitio de juegos por esa tarde.
La niña giró la cara para mirar al frente, dejando de mirar a su madre. Kate, que seguía con sus ojos puestos en su hija, entrecerró los ojos cuando ésta se quedó quieta y dejó de andar. Mirando al frente, tapándose la boca con su mano libre, pasando su bracito por alrededor del cuello de su muñeca para que no se cayera.
Los ojos de la pequeña comenzaron a brillar de alegría. -¡Rick! –gritó contenta soltándose de la mano de su madre para ir salir corriendo hacia su amigo.
Al escuchar ese nombre, Kate, giró su visa hasta el lugar al que su hija estaba mirando. Su corazón se aceleró cuando lo vio allí, a pocos metros de ella, jugando con algunos niños.
El escritor seguía dando vueltas agarrado de la mano de dos niños que a su vez estaban agarrados a otros.
-¡Rick! –volvió a gritar la pequeña a tan solo unos pasos de su amigo. Richard buscó con la mirada esa voz que tanto conocía.
-Sophie –fue lo único que dijo, borrando la sonrisa que había tenido segundos antes en su rostro.
La niña corrió hasta Castle, abrazándose a una de las piernas del escritor, inclinado la cabeza hacia atrás, mirándolo con una enorme sonrisa en su rostro. -¡Rick!
-Sophie –repitió en el mismo tono serio, apoyando sus manos en los hombros de la pequeña, sin abrazarla. Ésta seguía mirándolo con la misma sonrisa.
-Te he echado de menos –le confesó apretando más el agarre de su pierna. –He echado mucho de menos jugar contigo.
-¿Quieres jugar? –le preguntó, serio. La niña asintió feliz. –Chicos, -dijo dirigiéndose al grupo de niños con el que jugaba –ella es Sophie y va a jugar también con nosotros. –La pequeña se desilusionó al escuchar que su amigo no iba a jugar solo con ella, sino con todos. Después de tanto tiempo, Sophie, lo quería solo para ella.
Kate, que seguía todo desde el mismo lugar, se dirigió al banco más cercano. Nerviosa. No sabía qué hacer. Tal vez debía ir ya e intentar hablar con él o esperar a que llegase la hora de irse y entonces hacerlo. No sabía cómo iba a reaccionar Castle, si iba a querer escucharla o no. Y si la iba a perdonar... Ella se sentía tan culpable por todo, por no haber estado con él en el peor momento de su vida que no sabía si ella se había perdonado a sí misma por sus errores. Tenía que darle una oportunidad a Sophie, ella llevaba meses soñando con esto. Primero su hija, luego ella.
Vio cómo su hija comenzaba a jugar con el escritor y con los demás niños. Castle no la había rechazado aunque tampoco lo había visto muy entusiasmo con el reencuentro después de meses sin ver a la pequeña.
-¿Podemos jugar al pilla-pilla? –Pidió Henry, un niño de ojos azules de no más de 6 años. Richard asintió.
-Venga, ¡a correr todos! Yo la quedo primero –se ofreció el adulto.
Todos los niños comenzaron a correr por el parque, incluida Sophie.
Corría despacio, dejando que los niños se le escapasen. Los niños reían. Había corrido detrás de casi todos. Sophie aún esperaba que su amigo corriese detrás de ella y poder escapar de él como antes, pero Rick nunca iba a por ella.
Se acercó más al escritor y lo llamó, buscando que corriera detrás de ella. Castle la miró y luego corrió detrás de otra niña.
Sophie, que ya había comenzado la carrera, se quedó quieta, observando cómo Richard corría y reía con los demás niños, con todos menos con ella. Los ojos de la pequeña comenzaron a llenárseles de lágrimas, sus labios se curvaron hacia abajo y apretó sus brazos alrededor de la muñeca.
Beckett se levantó del banco al ver de lejos a su hija correr hacia ella con uno de sus bracitos estirazado hacia delante y el otro agarrando a su muñeca con los ojos llorosos. Sophie se abrazó fuertemente a su cuello y sollozó con la cara escondida entre el hombro y el cuello de su madre.
-Ya no me quiere, mami –gimoteó. –Ya no me quiere. –La niña comenzó a llorar con fuerzas y Kate sintió una punzada en el pecho. –Vámonos, mami, vámonos.
Con su hija en brazos, Kate, caminó hacia la salida del parque. Rick, que había visto cómo la niña había corrido hasta Kate y se había abrazada a ella, se quedó paralizado cuando la mirada aguada de la pequeña se encontró con la de él.
Sophie lo miraba con dos lágrimas recorriendo sus mejillas y los ojos humedecidos, con expresión triste. En ese momento, el escritor, se odió por haberla tratado tan mal. Tan solo era una niña, una niña que lo había enamorado desde el minuto uno. Una niña triste por no tener papá. Una niña a la que quería como a su hija y que, ahora, le había partido el corazón con su indiferencia y frialdad.
Los niños seguían corriendo alrededor suyo. Llamándolo para que corriese detrás de ellos pero Rick se había quedado quieto, observando cómo madre e hija desaparecían. Notó como una mano le tiró del pantalón pero no le prestó atención.
En ese momento, la muñeca de Sophie se calló al suelo al aflojar el agarre tenía alrededor de ella. Kate, se agachó sin soltar a su hija para recogerla y al levantarse, dio un tras pie cayéndose hacia delante. En un acto reflejo, la abogada, apoyó su mano derecha en el suelo para no caerse encima de su hija, haciendo un esfuerzo para aguantar su peso.
Castle salió corriendo nada más ver perder el equilibrio a su exnovia.
XXX
Kate, que caminaba con su hija en brazos, se abrazaba fuertemente a Sophie, sintiendo cómo sus ojos se anegaban de lágrimas, haciendo borrosa su visión. Escondió su rostro en el cuello de la niña pidiéndole perdón por lo que había pasado con Rick. Era su culpa que ahora Castle tampoco quisiese saber nada de ella. La niña que no entendía nada, seguía llorando en el hombro de su madre.
La muñeca se cayó de las manos a su hija. Estaba tan envuelta en pedirle perdón a su niña y en abrazarla, que no se fijó en dónde pisaba y una piedra hizo que se resbalara y cayera. En un acto reflejo, apoyó su mano derecha en el suelo para no caerse encima de su hija, haciendo un esfuerzo para aguantar su peso. Sintió cómo su mano crujía y soltó un pequeño gritito de dolor. Rápidamente se puso de rodillas y volvió a abrazar a su hija cuando comprobó que no se había golpeado, olvidando el dolor de su mano.
Beckett volvió a pedirle perdón a su hija, aunque, esta vez, no sabía si lo hacía por haberse caído o por lo de su amigo. O ambas. Sollozó en el cuello de su hija en el mismo momento que notó cómo alguien la agarraba por la cintura y la ayudaba a levantarse.
Rápidamente, reconoció su voz. Se quedó sin habla cuando Castle entró en su campo de visión.
-¿Estáis bien? –preguntó preocupado. La niña asintió aun con el rostro húmedo por las lágrimas y sus ojos llenos de tristeza. Kate no dijo nada y dejó que el escritor tomase a su hija en brazos.
Caskett23- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Precioso!!! Me encanta, cada día mejor...
Ya hacia unos cuantos capis q no comentaba, lo siento mucho, pero cada día esta historia me gusta y emociona más. Espero q puedas continuar pronto, y muchas gracias...
Ya hacia unos cuantos capis q no comentaba, lo siento mucho, pero cada día esta historia me gusta y emociona más. Espero q puedas continuar pronto, y muchas gracias...
anfrig- Ayudante de policia
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Bueno ya va siendo hora de que te deje un comentario, pues a pesar de que he ido leyendo todo lo que has escrito, no he tenido mucho tiempo para comentar en todos aquellos fics que sigo, precisamente por intentar leerlos todos y mantenerme informada de como van, evitando que se me quede alguno pendiente.
No tengo demasiada disponibilidad y entro a salto de mata, deprisa y corriendo, pero hoy y a pesar de las horas, ya no puedo dejar de hacer un comentario, y esperando que el resto no se lo tomen a mal, ya iré haciendo lo mismo con todos, cuando tenga algo más de tiempo para dedicar.
Cómo he de decir que tus capítulos son de la medida apropiada y con una métrica estupendísima. No he visto a lo largo de todo el tiempo que llevas subiendo los capítulos, a nadie protestando por la longitud, debe de ser lo mismo por lo que dice el refrán, el burro grande, ande o no ande, pues tú pareces convencida de que hay alguien en contra de que nos deleites más que la mayoría de los compañeros escritores de fics. Sabes que me encantan los supercapítulos EXTRA, y además si son tan buenos e interesantes como este, aún más.
Desde el primer capítulo me enganchó tu historia, por ser tan diferente y a la vez tan semejante a los protagonistas, si no en la historia dentro de la serie, sí en su esencia, en la esencia de los protagonistas, en esa espléndida visión del alma de estos personajes. A la vez y mal que me pese (no por ti sino por la crueldad de la vida real) que sabes mezclar muy bien los buenos ratos y la complejidad de sus vivencias, con la cruda realidad que nos ofrece la vida, cuando pone mala cara. Manejas muy bien las situaciones, las reacciones de todos y cada uno de los personajes, sin sacarlos de su papel, pero con el trasfondo de sus personalidades, haciendo que se equivoquen una y otra vez, como pasa de verdad en la vida real.
Me tienes el corazón en un puño, lo sabes verdad?, no me gusta como se comportan unos con los otros, pero todo tiene su razón y su explicación, pero espero que tenga también la mejor solución, la que saque a flote y demuestre la verdad de los sentimientos, dejando de lado lo malo que ha habido de por medio. Aunque eso creo que empieza a tener cerca la solución, pues a pesar de todo no se olvidan y son incapaces de desentenderse de lo que les pasa. Todos tenemos la mala costumbre de equivocarnos, pero solo unos pocos aplican el perdón para corregir y enmendar los errores y admitir los propios. Todos aquellos que así lo hacen son los que consiguen llevar adelante sus sentimientos y conseguir la felicidad, esa que nos mantiene vivos y unidos a los que amamos.
Bueno creo que merezco el perdón por mi falta de comentarios anteriores, espero conseguir la absolución y como premio que nos subas el siguiente capítulo lo antes posible, jajajajajajaja
Espero poder seguir comentando tan rápido, pero si no lo hago no creas que es por falta de interés, sino por los imponderables que a veces nos surgen y que no nos dejan hacer lo que quisiéramos, sino lo que podemos.
Ya sabes impaciente por seguir leyendo y conocer todos los detalles de esa inminente reconciliación, pues creo que ya han cometido el error de separarse más veces de las necesarias, espero que hayan aprendido a perdonar más rápido, con cada fallo anterior.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
No tengo demasiada disponibilidad y entro a salto de mata, deprisa y corriendo, pero hoy y a pesar de las horas, ya no puedo dejar de hacer un comentario, y esperando que el resto no se lo tomen a mal, ya iré haciendo lo mismo con todos, cuando tenga algo más de tiempo para dedicar.
Cómo he de decir que tus capítulos son de la medida apropiada y con una métrica estupendísima. No he visto a lo largo de todo el tiempo que llevas subiendo los capítulos, a nadie protestando por la longitud, debe de ser lo mismo por lo que dice el refrán, el burro grande, ande o no ande, pues tú pareces convencida de que hay alguien en contra de que nos deleites más que la mayoría de los compañeros escritores de fics. Sabes que me encantan los supercapítulos EXTRA, y además si son tan buenos e interesantes como este, aún más.
Desde el primer capítulo me enganchó tu historia, por ser tan diferente y a la vez tan semejante a los protagonistas, si no en la historia dentro de la serie, sí en su esencia, en la esencia de los protagonistas, en esa espléndida visión del alma de estos personajes. A la vez y mal que me pese (no por ti sino por la crueldad de la vida real) que sabes mezclar muy bien los buenos ratos y la complejidad de sus vivencias, con la cruda realidad que nos ofrece la vida, cuando pone mala cara. Manejas muy bien las situaciones, las reacciones de todos y cada uno de los personajes, sin sacarlos de su papel, pero con el trasfondo de sus personalidades, haciendo que se equivoquen una y otra vez, como pasa de verdad en la vida real.
Me tienes el corazón en un puño, lo sabes verdad?, no me gusta como se comportan unos con los otros, pero todo tiene su razón y su explicación, pero espero que tenga también la mejor solución, la que saque a flote y demuestre la verdad de los sentimientos, dejando de lado lo malo que ha habido de por medio. Aunque eso creo que empieza a tener cerca la solución, pues a pesar de todo no se olvidan y son incapaces de desentenderse de lo que les pasa. Todos tenemos la mala costumbre de equivocarnos, pero solo unos pocos aplican el perdón para corregir y enmendar los errores y admitir los propios. Todos aquellos que así lo hacen son los que consiguen llevar adelante sus sentimientos y conseguir la felicidad, esa que nos mantiene vivos y unidos a los que amamos.
Bueno creo que merezco el perdón por mi falta de comentarios anteriores, espero conseguir la absolución y como premio que nos subas el siguiente capítulo lo antes posible, jajajajajajaja
Espero poder seguir comentando tan rápido, pero si no lo hago no creas que es por falta de interés, sino por los imponderables que a veces nos surgen y que no nos dejan hacer lo que quisiéramos, sino lo que podemos.
Ya sabes impaciente por seguir leyendo y conocer todos los detalles de esa inminente reconciliación, pues creo que ya han cometido el error de separarse más veces de las necesarias, espero que hayan aprendido a perdonar más rápido, con cada fallo anterior.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Precioso, un gran capítulo. Me ga gustado mucho como has transmitido el dolor de ambos en esta situación. Y con ese final me has dejado ko, con ese vacío que le estaba haciendo a la pequeña y la desilusion de ésta al ver que ya no la quería.
Me he quedado con ganas de seguir leyendo más. Espero que puedas continuar pronto.
Me he quedado con ganas de seguir leyendo más. Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Excelente!! Sophie sufre al ver que su amigo es diferente pero las condiciones cambian. Kate tendrá que asumir las consecuencias de sus actos y sufrir un poco más por ser tan dura con rick, aunque ya huele a reconciliación !!
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Preciosooo sigueloooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Me gusto mucho como desarrollaste el capitulo, la manera de enterarse de lo de Marthe y mira por quien aclarando todo de una vez, pobre como va a cargar con ese remordimiento de conciencia, pero lo que si me dejo muy enojada fue la forma de comportarse de Rick con la niña y ahora el tambien tiene algo en que pensar, espero el siguiente capi con esa charla que hace tanto se deben! Continua pf!
Verispu- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Sera meter mucha presion para que subas el proximo capitulo?? Para Rick esta claro que trato mal a Sophie pero como sera su comportamiento con kate??
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
sigue, a ver que pasa con kate
Caskett(sariita)- Policia de homicidios
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
desde luego valió la pena la espera, un gran capitulo espero que las cosas vallan mejorando poquito a poco
trolido- As del póker
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Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
...esperando el siguiente!!!!!!
Lo dicho me encanta cada vez que mencionas a mi país!!!!
Lo dicho me encanta cada vez que mencionas a mi país!!!!
colombianita- Ayudante de policia
- Mensajes : 78
Fecha de inscripción : 03/05/2013
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Precioso!!! Me encanta.Ya hacia unos cuantos capis q no comentaba pero la verdad es que ha estado genial TODO. No se que decirte, solo que me ha encantado el capitulo y que espero con ansias el siguiente.
Me ha encantado el cap. Todo.Continuaaaaaaa
Me ha encantado el cap. Todo.Continuaaaaaaa
Carelyn- As del póker
- Mensajes : 374
Fecha de inscripción : 30/04/2013
Re: Qué bonita la vida. (Capítulo 32) 07/05 TERMINADO
Me a Facinado!!!! me encanto... lo ame
esta kate k tiene k darse cuenta de las cosas por otras personas en vez de confiar un pokito! pobre rick todo desconsolado y kate toda tristona y culpable!!!! y la nena es la k lo pasa peor por la culpa de los grandes!!! espero k rick se de cuenta del daño k le hace a la niña! y k estos 2 porfavor... porfavor se den unos minutos para conversar!!!!
continua prontito porfis!
esta kate k tiene k darse cuenta de las cosas por otras personas en vez de confiar un pokito! pobre rick todo desconsolado y kate toda tristona y culpable!!!! y la nena es la k lo pasa peor por la culpa de los grandes!!! espero k rick se de cuenta del daño k le hace a la niña! y k estos 2 porfavor... porfavor se den unos minutos para conversar!!!!
continua prontito porfis!
cururi- As del póker
- Mensajes : 447
Fecha de inscripción : 15/03/2013
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