Problemas 5 terminado (15/02/2014)
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Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Ha pasado tiempo, ¿eh? Bueno, no me matéis porque aquí dejo la continuación del capítulo 5 (el anterior fue un adelanto). Se que es aburrido, cada vez voy de mal en peor. Un saludo!
***
Royce entró por las puertas de la comisaría mirando su reloj. Llegaba tarde, un par de minutos, lo suficiente para que su compañera se tirara todo el día reprochándoselo. Él sonrió encogiéndose de hombros. Se estaba acostumbrando a su carácter e incluso le gustaba verla en modo cabreo. Era divertido.
Por eso seguramente había dicho al pobre chico del bar cafetería que no tenía prisa por ser atendido.
Pero, asombrosamente, Kate no lo esperaba al lado de la entrada como siempre hacía. La entrada estaba llena de policías entrando y saliendo con algún que otro detenido, pero de ella ni rastro.
Ya no habría diversión.
―Qué raro... ―la buscó con la mirada por toda la primera planta. Al no verla, se acercó al mostrador principal e hizo un saludo con la cabeza antes de hablar―. ¿Hey Ibañez, has visto a mi compañera?
Un hombre con los botones del uniforme a punto de estallar en la zona de la barriga y un bigote extenso, pasó de discutir con una señora que intentaba entrar con barios gatos al recinto, a mirar a Royce con una sonrisa, cosa que le sorprendió, porque Ibañez no era muy “de sonrisas”.
―¿La novata? ―preguntó el hombre sin importarle la indignación de la mujer por pasar de ella.
―Sí, ella. ―sonrió Royce ante el mote. Se lo habían puesto en su primera semana en el cuerpo, tras estrellar el coche policial contra una boca de incendios.
Entonces Ibañez rió descolocando a Royce. Una cosa era que sonriera y otra que soltara carcajadas como lo estaba haciendo, con la cabeza mirando al techo y una mano en la barriga.
Royce retrocedió un paso por si los botones saltaban.
―Esa chica es única. ―rió el hombre secándose una lágrima con sus dedos regordetes―. Acabará conmigo con un ataque de risa un día de estos. Está arriba, en la sala de descanso de la tercera planta.
Tras señalar hacia el ascensor, Ibañez se giró dispuesto a continuar con la discusión de la mujer de los gatos, pero cuando lo hizo no había nadie. Volvió a mirar hacia el ascensor y vio a la mujer entrando rauda hacia el interior, con ambos mininos ronroneando en sus brazos.
La mujer los meció de un lado a otro y le sacó la lengua cuando las puertas se cerraban.
―¡Alto!
Royce elevó las cejas al ver a Ibañez rodear el mostrador para correr hacia la mujer, volviendo a bocear y fruncir el ceño como siempre hacía. Las puertas se cerraron antes de que él llegara y Royce lo vio golpeando el ascensor con una palma de la mano, recobrando el aliento con un par de gotas de sudor resbalando por su frente.
―Maldita Cat Woman setentera...
―Mejor voy por las escaleras. ―informó Royce girándose para que no lo viera sonreír.
Por eso seguramente había dicho al pobre chico del bar cafetería que no tenía prisa por ser atendido.
Pero, asombrosamente, Kate no lo esperaba al lado de la entrada como siempre hacía. La entrada estaba llena de policías entrando y saliendo con algún que otro detenido, pero de ella ni rastro.
Ya no habría diversión.
―Qué raro... ―la buscó con la mirada por toda la primera planta. Al no verla, se acercó al mostrador principal e hizo un saludo con la cabeza antes de hablar―. ¿Hey Ibañez, has visto a mi compañera?
Un hombre con los botones del uniforme a punto de estallar en la zona de la barriga y un bigote extenso, pasó de discutir con una señora que intentaba entrar con barios gatos al recinto, a mirar a Royce con una sonrisa, cosa que le sorprendió, porque Ibañez no era muy “de sonrisas”.
―¿La novata? ―preguntó el hombre sin importarle la indignación de la mujer por pasar de ella.
―Sí, ella. ―sonrió Royce ante el mote. Se lo habían puesto en su primera semana en el cuerpo, tras estrellar el coche policial contra una boca de incendios.
Entonces Ibañez rió descolocando a Royce. Una cosa era que sonriera y otra que soltara carcajadas como lo estaba haciendo, con la cabeza mirando al techo y una mano en la barriga.
Royce retrocedió un paso por si los botones saltaban.
―Esa chica es única. ―rió el hombre secándose una lágrima con sus dedos regordetes―. Acabará conmigo con un ataque de risa un día de estos. Está arriba, en la sala de descanso de la tercera planta.
Tras señalar hacia el ascensor, Ibañez se giró dispuesto a continuar con la discusión de la mujer de los gatos, pero cuando lo hizo no había nadie. Volvió a mirar hacia el ascensor y vio a la mujer entrando rauda hacia el interior, con ambos mininos ronroneando en sus brazos.
La mujer los meció de un lado a otro y le sacó la lengua cuando las puertas se cerraban.
―¡Alto!
Royce elevó las cejas al ver a Ibañez rodear el mostrador para correr hacia la mujer, volviendo a bocear y fruncir el ceño como siempre hacía. Las puertas se cerraron antes de que él llegara y Royce lo vio golpeando el ascensor con una palma de la mano, recobrando el aliento con un par de gotas de sudor resbalando por su frente.
―Maldita Cat Woman setentera...
―Mejor voy por las escaleras. ―informó Royce girándose para que no lo viera sonreír.
***
Ronroneó. Se sentía bien, a gusto, protegida. Aquellos brazos que la rodeaban con rigidez le gustaban. Se removió un poco buscando el cuello de la policía y volvió a enterrar su nariz allí, cerrando sus ojos. Y suspiró. Le encantaba poner su carita allí. Olía a cerezas. Le gustaban las cerezas. Pero había algo que no le gustaba. Notó que algunos hombres la llamaban, no por su nombre, pero le preguntaban cosas. Ya habían estado un rato así, haciendo muchas preguntas. Incluso una mujer le obligó a mirarle para ponerle algo que escocía mucho en la herida de su frente. Pero las preguntas no cesaron. Cerró los ojos con fuerza, aferrándose a la chaqueta de la policía con sus pequeñas manitas. No quería moverse de allí.
―Creo que la niña no hablará.
Escuchó decir a la voz amable que les había seguido desde el parque.
―Lo mejor será dejarla un rato para que se tranquilice. Mi hija parece tener un don para eso. ―la escuchó reír.
Los brazos que la rodeaban hicieron un pequeño “tic”, tensándose un poco más ante el último comentario de aquella voz. Pero a Alexis le gustó eso. Porque los brazos la acercaron más a ella.
Las voces se alejaron poco a poco, entre risas y algún que otro “¡Tu puedes novata!” que volvieron a producir ese “tic” en la mujer policía.
Pronto se hizo el silencio. Escuchó una puerta cerrarse y unos tacones acercándose a ellas. Luego el sofá donde estaban sentadas se hundió un poco, y notó la presencia de la mujer amable.
―Tranquila pequeña, Kate no se moverá de aquí hasta que encuentren a tus padres.
Oh, eso le gustó. Con cuidado, como si fuera a aparecer un cocodrilo debajo del sofá o algo por el estilo, Alexis separó un poquito su cabeza del escondite con olor a cerezas, solo unos centímetros, lo suficiente para mirar de reojo a la mujer amable. Ésta le sonrió. Luego la vio levantarse para dirigirse hacia la puerta, pero Alexis prefirió volver a esconder su cabeza en su escondite.
―Vigilaré que nadie entre desde fuera. ―informó nuevamente la mujer, haciendo que Alexis suspirara en el cuello de la policía. Pero el cuerpo de la señorita policía se puso rígido, más tenso de lo que estaba ya.
―Mamá... ―la pequeña no registró el tono de miedo en su voz, simplemente cerró los ojos inspirando el perfume de la señorita policía―. ¿Me vas a dejar, sola?
―No hija, estaré afuera, vigilando que ningún bruto asuste sin querer a la pequeña. Tiene sueño. Tranquilízala y se dormirá.
―¿Tranquilizarla?
La pequeña no lo pudo ver, pero la abogada extendió los brazos rodeando al aire, como si abrazara a alguien, y movió su mano derecha de arriba a bajo, como si acariciara a un bebé invisible. Todo eso adornado con una sonrisa de medio lado.
Luego se dio la vuelta y cerró la puerta antes de que su hija pudiera decir nada.
Con la boca semi abierta, Kate miró la cara de su madre entre las persianas de la ventana, sonriéndole. Y Kate vocalizó un inaudible “¿Por qué?” que si hubiera salido con voz habría parecido un gemido de perrito abandonado.
―Creo que la niña no hablará.
Escuchó decir a la voz amable que les había seguido desde el parque.
―Lo mejor será dejarla un rato para que se tranquilice. Mi hija parece tener un don para eso. ―la escuchó reír.
Los brazos que la rodeaban hicieron un pequeño “tic”, tensándose un poco más ante el último comentario de aquella voz. Pero a Alexis le gustó eso. Porque los brazos la acercaron más a ella.
Las voces se alejaron poco a poco, entre risas y algún que otro “¡Tu puedes novata!” que volvieron a producir ese “tic” en la mujer policía.
Pronto se hizo el silencio. Escuchó una puerta cerrarse y unos tacones acercándose a ellas. Luego el sofá donde estaban sentadas se hundió un poco, y notó la presencia de la mujer amable.
―Tranquila pequeña, Kate no se moverá de aquí hasta que encuentren a tus padres.
Oh, eso le gustó. Con cuidado, como si fuera a aparecer un cocodrilo debajo del sofá o algo por el estilo, Alexis separó un poquito su cabeza del escondite con olor a cerezas, solo unos centímetros, lo suficiente para mirar de reojo a la mujer amable. Ésta le sonrió. Luego la vio levantarse para dirigirse hacia la puerta, pero Alexis prefirió volver a esconder su cabeza en su escondite.
―Vigilaré que nadie entre desde fuera. ―informó nuevamente la mujer, haciendo que Alexis suspirara en el cuello de la policía. Pero el cuerpo de la señorita policía se puso rígido, más tenso de lo que estaba ya.
―Mamá... ―la pequeña no registró el tono de miedo en su voz, simplemente cerró los ojos inspirando el perfume de la señorita policía―. ¿Me vas a dejar, sola?
―No hija, estaré afuera, vigilando que ningún bruto asuste sin querer a la pequeña. Tiene sueño. Tranquilízala y se dormirá.
―¿Tranquilizarla?
La pequeña no lo pudo ver, pero la abogada extendió los brazos rodeando al aire, como si abrazara a alguien, y movió su mano derecha de arriba a bajo, como si acariciara a un bebé invisible. Todo eso adornado con una sonrisa de medio lado.
Luego se dio la vuelta y cerró la puerta antes de que su hija pudiera decir nada.
Con la boca semi abierta, Kate miró la cara de su madre entre las persianas de la ventana, sonriéndole. Y Kate vocalizó un inaudible “¿Por qué?” que si hubiera salido con voz habría parecido un gemido de perrito abandonado.
***
Cuando Royce salió de las escaleras, tuvo que parar a los dos pasos y parpadear por si lo que estaba viendo era un espejismo.
Toda la planta de detectives miraban hacia la sala de descanso haciendo un corrillo, como si fuera el patio de una escuela, susurrando y riendo de algo que él no podía apreciar desde allí. Pero lo que más le sorprendió fue ver a Montgomery ―el capitán―, riendo con Johanna al lado, en primera fila de lo que parecía ser un espectáculo.
―¿Qué me he perdido? ―preguntó Royce cuando pudo hacerse un hueco entre todos los policías, situándose al lado del capitán y la abogada―. Hola Johanna, ¿qué haces aquí?
La segunda pregunta superó a la primera en importancia. Al menos para Royce. Ver a la madre de su compañera, ahí, sonriendo cómo si su autor favorito no se hubiera retirado hace apenas unos días, le sorprendió más que el corrillo de policías. Según Kate su madre era “un fantasma ejerciendo de abogada”, que no sonreía apenas. Pero ahora parecía que la sonrisa se le saldría de la cara.
―Acompañé a Kate para “ayudarla”. ―sonrió la abogada señalando hacia la sala de descanso.
Royce siguió con la vista hacia donde Johanna señalaba. Y su boca se abrió como un porta aviones.
―¿Pero... qué? ¿Eso de ahí es una niña? ¿Kate está abrazando a una niña?
―¿No es genial? ―saltó Johanna como si fuera el mejor regalo del mundo.
Montgomery río.
―La agente Beckett y su madre encontraron a una niña perdida mientras comían. ―informó el capitán―. Su compañera parece ser la única que puede coger a la niña.
Desde fuera, Royce vio como la niña se separaba del cuello de la policía, intentando acomodarse en el regazo de ésta. Sus ojos estaban cerrados pero se notaba despierta, pues sollozaba de vez en cuando. Kate se mantenía estática con los ojos cerrado con fuerza, como si pensara que al abrirlos la niña desaparecería de allí.
―¿Y eso? ―preguntó Royce sin separar los ojos de Kate, que, justo en ese momento, empezó a mover una mano por la espalda de la niña, sin cerrar los ojos. La pequeña ronroneó y volvió a colocar su cabecita en el cuello de la policía. Kate abrió los ojos ante el contacto, tensándose.
Más de un policía rió observando la escena.
―No lo sabemos. ―siguió Montgomery tras una pausa―. Pero solo permite que ella se acerque, no la suelta.
Él oficial de entrenamiento no pudo evitar sonreír ante la estampa. ¿Kate acariciando a una niña para dormirla? Si alguien le hubiese dicho que alguna vez tendría oportunidad de verlo se hubiera reído en su cara.
―Es el don Beckett. ―confirmó Johanna con una sonrisa de medio lado.
Royce miró a la niña cómodamente acurrucada en el regazo de Kate y sonrió.
―Sí, debe ser eso.
Toda la planta de detectives miraban hacia la sala de descanso haciendo un corrillo, como si fuera el patio de una escuela, susurrando y riendo de algo que él no podía apreciar desde allí. Pero lo que más le sorprendió fue ver a Montgomery ―el capitán―, riendo con Johanna al lado, en primera fila de lo que parecía ser un espectáculo.
―¿Qué me he perdido? ―preguntó Royce cuando pudo hacerse un hueco entre todos los policías, situándose al lado del capitán y la abogada―. Hola Johanna, ¿qué haces aquí?
La segunda pregunta superó a la primera en importancia. Al menos para Royce. Ver a la madre de su compañera, ahí, sonriendo cómo si su autor favorito no se hubiera retirado hace apenas unos días, le sorprendió más que el corrillo de policías. Según Kate su madre era “un fantasma ejerciendo de abogada”, que no sonreía apenas. Pero ahora parecía que la sonrisa se le saldría de la cara.
―Acompañé a Kate para “ayudarla”. ―sonrió la abogada señalando hacia la sala de descanso.
Royce siguió con la vista hacia donde Johanna señalaba. Y su boca se abrió como un porta aviones.
―¿Pero... qué? ¿Eso de ahí es una niña? ¿Kate está abrazando a una niña?
―¿No es genial? ―saltó Johanna como si fuera el mejor regalo del mundo.
Montgomery río.
―La agente Beckett y su madre encontraron a una niña perdida mientras comían. ―informó el capitán―. Su compañera parece ser la única que puede coger a la niña.
Desde fuera, Royce vio como la niña se separaba del cuello de la policía, intentando acomodarse en el regazo de ésta. Sus ojos estaban cerrados pero se notaba despierta, pues sollozaba de vez en cuando. Kate se mantenía estática con los ojos cerrado con fuerza, como si pensara que al abrirlos la niña desaparecería de allí.
―¿Y eso? ―preguntó Royce sin separar los ojos de Kate, que, justo en ese momento, empezó a mover una mano por la espalda de la niña, sin cerrar los ojos. La pequeña ronroneó y volvió a colocar su cabecita en el cuello de la policía. Kate abrió los ojos ante el contacto, tensándose.
Más de un policía rió observando la escena.
―No lo sabemos. ―siguió Montgomery tras una pausa―. Pero solo permite que ella se acerque, no la suelta.
Él oficial de entrenamiento no pudo evitar sonreír ante la estampa. ¿Kate acariciando a una niña para dormirla? Si alguien le hubiese dicho que alguna vez tendría oportunidad de verlo se hubiera reído en su cara.
―Es el don Beckett. ―confirmó Johanna con una sonrisa de medio lado.
Royce miró a la niña cómodamente acurrucada en el regazo de Kate y sonrió.
―Sí, debe ser eso.
***
Movía el brazo derecho de arriba a bajo, acariciando la espalda de la niña en movimientos casi robóticos. <>, se dijo a si misma. Y eso hacía, la acariciaba con los ojos cerrados con fuerza, temiendo abrirlos por si se encontraba con las pupilas azules de la pequeña.
Pero el sonido de la puerta abriéndose le hizo abrir los ojos.
―Oficial Beckett. ―le saludó el capitán con tono firme y algo suave.
Kate lo observó cerrar la puerta para luego verlo sonreír de medio lado. Aunque pronto borró su sonrisa adquiriendo un porte más serio.
―Nos han informado de que el padre de la niña está al venir. Al parecer hizo una descripción a un policía del centro de su hija, y este la transmitió por radio. El padre tardará media hora en venir.
Pero Kate no respondió, se quedó quieta, estática más bien sin quitar ojo a las ventanas de la sala.
―Retiraré a los policías para que no os molesten. ―intentó tranquilizarla―. Bueno, si necesita algo... ―dijo tocando el pomo de la puerta.
―Sí.
El capitán la miró expectante. Kate ojeó por el rabillo del ojo como la niña dormía profundamente y aprovechó el momento.
―Necesito ir al lavabo, señor.
Pero el sonido de la puerta abriéndose le hizo abrir los ojos.
―Oficial Beckett. ―le saludó el capitán con tono firme y algo suave.
Kate lo observó cerrar la puerta para luego verlo sonreír de medio lado. Aunque pronto borró su sonrisa adquiriendo un porte más serio.
―Nos han informado de que el padre de la niña está al venir. Al parecer hizo una descripción a un policía del centro de su hija, y este la transmitió por radio. El padre tardará media hora en venir.
Pero Kate no respondió, se quedó quieta, estática más bien sin quitar ojo a las ventanas de la sala.
―Retiraré a los policías para que no os molesten. ―intentó tranquilizarla―. Bueno, si necesita algo... ―dijo tocando el pomo de la puerta.
―Sí.
El capitán la miró expectante. Kate ojeó por el rabillo del ojo como la niña dormía profundamente y aprovechó el momento.
―Necesito ir al lavabo, señor.
***
―¿Y mi hija, dónde está mi hija?
―Señor, tranquilícese por favor. ―sugirió Ibañez sin dejar de mirar hacia el ascensor―. ¿Su hija es pelirroja?
―¡Sí! ¿La ha visto? Me dijeron que estaría aquí, ¿dónde está?
Ibañez desvió su vista del ascensor para mirar al hombre que tenía delante. Tenía el pelo despeinado, barba de más de tres días y la camisa más arrugada y sudada que había visto en su vida. Además, jadeaba como si hubiera corrido un maratón.
―Tercera planta en la sala de...
No pudo terminar, porque el hombre corrió hacia el ascensor.
Sin pensárselo dos veces, el ex escritor corrió hacia el sofá y se arrodilló abrazando a su niña.
―Calabaza... ―besó su cabecita, acariciando su pelo. ―Calabaza... Dios, estás bien...
Desde la puerta abierta, Montgomery observó como el hombre cogía a su hija en brazos, levantándose para abrazarla mejor. La niña fue despertando poco a poco, rodeando el cuerpo de su padre con sus brazitos y piernas.
―Mi calabaza... ―susurró ahogadamente el hombre sobre el pelo de su hija, respirando, como si no lo hubiera hecho durante años.
Montgomery sonrió cuando la niña suspiró abrazando más a su padre.
―Parece que encontramos a papá. ―susurró Royce acercándose al capitán con menos dificultad que cuando entró la última vez, pues no había ni un solo policía fuera de su puesto de trabajo.
El capitán se giró hacia él para comprobar que iba solo.
―¿Y la agente Beckett?
Royce se encogió de hombros, poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón.
―Encerrada en el cuarto de baño sin intención de salir. Pero me dijo que me inventara una excusa, cómo era... ―miró hacia el techo como si estuviera pensando―. Ah, sí. Esta indispuesta por que ha desayunado algo en mal estado.
Montgomery retuvo su mirada en la del oficial de entrenamiento, ahora sorprendentemente serio, como si de verdad intentara que sonara creíble después de haber pronunciado la palabra “excusa”. Al final, el capitán suspiró, negando con la cabeza.
―Se le da bien esto de cubrir a tus compañeros. ―ironizó el capitán, volviendo a su porte serio a los dos segundos―. Pero si ve o considera que la oficial Beckett...
―Es buena agente. Solo que tiene una fobia absurda por los pequeños seres menores de edad.
―Vaya... Está bien saberlo.
Royce asintió y ambos volvieron su atención al padre y la niña. En ese momento él la hablaba entre susurros, acariciando la herida de la niña con suavidad.
―¿Sabe? Es irónico. ―empezó Royce en voz baja, sin quitar ojo a la escena padre e hija―. Ella esquiva a los niños como si fueran a estallar, pero los niños se acercan a ella como si fuera una princesa Disney. Debería haber visto a los pequeños de la escuela, apenas me hacían caso a mí. ―rió.
Montgomery lo miró.
―¿Cree que debería de tomar cartas en el asunto? Una agente con miedo a los niños...
―Oh, tranquilo ―volvió a reír―, su madre ya se ocupara de ello.
―Señor, tranquilícese por favor. ―sugirió Ibañez sin dejar de mirar hacia el ascensor―. ¿Su hija es pelirroja?
―¡Sí! ¿La ha visto? Me dijeron que estaría aquí, ¿dónde está?
Ibañez desvió su vista del ascensor para mirar al hombre que tenía delante. Tenía el pelo despeinado, barba de más de tres días y la camisa más arrugada y sudada que había visto en su vida. Además, jadeaba como si hubiera corrido un maratón.
―Tercera planta en la sala de...
No pudo terminar, porque el hombre corrió hacia el ascensor.
***
Alivio. Eso fue lo que sintió Rick cuando vio a su hija durmiendo, sola, tumbada en el sofá abrazándose a si misma. Como si buscara el calor de alguien.Sin pensárselo dos veces, el ex escritor corrió hacia el sofá y se arrodilló abrazando a su niña.
―Calabaza... ―besó su cabecita, acariciando su pelo. ―Calabaza... Dios, estás bien...
Desde la puerta abierta, Montgomery observó como el hombre cogía a su hija en brazos, levantándose para abrazarla mejor. La niña fue despertando poco a poco, rodeando el cuerpo de su padre con sus brazitos y piernas.
―Mi calabaza... ―susurró ahogadamente el hombre sobre el pelo de su hija, respirando, como si no lo hubiera hecho durante años.
Montgomery sonrió cuando la niña suspiró abrazando más a su padre.
―Parece que encontramos a papá. ―susurró Royce acercándose al capitán con menos dificultad que cuando entró la última vez, pues no había ni un solo policía fuera de su puesto de trabajo.
El capitán se giró hacia él para comprobar que iba solo.
―¿Y la agente Beckett?
Royce se encogió de hombros, poniendo sus manos en los bolsillos del pantalón.
―Encerrada en el cuarto de baño sin intención de salir. Pero me dijo que me inventara una excusa, cómo era... ―miró hacia el techo como si estuviera pensando―. Ah, sí. Esta indispuesta por que ha desayunado algo en mal estado.
Montgomery retuvo su mirada en la del oficial de entrenamiento, ahora sorprendentemente serio, como si de verdad intentara que sonara creíble después de haber pronunciado la palabra “excusa”. Al final, el capitán suspiró, negando con la cabeza.
―Se le da bien esto de cubrir a tus compañeros. ―ironizó el capitán, volviendo a su porte serio a los dos segundos―. Pero si ve o considera que la oficial Beckett...
―Es buena agente. Solo que tiene una fobia absurda por los pequeños seres menores de edad.
―Vaya... Está bien saberlo.
Royce asintió y ambos volvieron su atención al padre y la niña. En ese momento él la hablaba entre susurros, acariciando la herida de la niña con suavidad.
―¿Sabe? Es irónico. ―empezó Royce en voz baja, sin quitar ojo a la escena padre e hija―. Ella esquiva a los niños como si fueran a estallar, pero los niños se acercan a ella como si fuera una princesa Disney. Debería haber visto a los pequeños de la escuela, apenas me hacían caso a mí. ―rió.
Montgomery lo miró.
―¿Cree que debería de tomar cartas en el asunto? Una agente con miedo a los niños...
―Oh, tranquilo ―volvió a reír―, su madre ya se ocupara de ello.
okusak- Policia de homicidios
- Mensajes : 749
Fecha de inscripción : 03/05/2012
Edad : 34
Localización : Entre la nebulosa Nervitana y el país de nunca jamás.
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
¬¬ Jess deja de decir que es una mierda blablabal POR QUE NOOOOOOOOOO ¬¬
Ahora el capi..ME ENCANTAAA que mona Alexis y Johanna...el don beckett que lo aproveche bien Kate xD
Continua pronto (pasame lo que tengas )
Y PREMIOOOO????
BEESSSSSOOSSSS
Ahora el capi..ME ENCANTAAA que mona Alexis y Johanna...el don beckett que lo aproveche bien Kate xD
Continua pronto (pasame lo que tengas )
Y PREMIOOOO????
BEESSSSSOOSSSS
ZOMAtitos&Oreos- Autor de best-seller
- Mensajes : 863
Fecha de inscripción : 02/02/2013
Edad : 25
Localización : Con los ZOMAtes parlantes XD
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Jajajajaja, tanto miedo le tiene a los niños que se hs escondido y todo en el baño??? me imagino a todos obsevandola y ella queriendo desaparecer.
Espero que puedas continuar pronto
Espero que puedas continuar pronto
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Por fin continuas que bien ojala ya no lo abandones tanto ha estado my bien el capi pf sigue siiiiiiiiiiiii!
Verispu- As del póker
- Mensajes : 437
Fecha de inscripción : 24/06/2013
Edad : 46
Localización : Mexico, Oaxaca
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Tomaaaaaaaaaaa no sabes lo que me he alegrado cuando he visto que había nuevo capi! pero ahora que lo he acabado de leer me pienso que no debería haberlo leído porque me dejas con ganas de mucho másssssssss joe quiero más, me encanta este fic y encima lo dejas ahí cuando parece que se van a conocer ESTO NO SE HACE. Pero bueno hay más y me alegro (es que soy bipolar xD) Describes tan bien que hasta he podido "oler" a Kate, enganchas con cada historia Jess, si tienes más sube eh! :PUn besazo.
dcastle- As del póker
- Mensajes : 494
Fecha de inscripción : 25/10/2012
Edad : 28
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Sigue pronto
yamicastkett- Actor en Broadway
- Mensajes : 209
Fecha de inscripción : 29/12/2012
Edad : 31
Localización : alicante
caskett_10fogue- Actor en Broadway
- Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Edad : 39
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Gracias por comentar, luego contestaré uno a uno los comentarios. De mientras, afirmo y confirmo que no tendré tiempo hasta junio. Un saludo!
okusak- Policia de homicidios
- Mensajes : 749
Fecha de inscripción : 03/05/2012
Edad : 34
Localización : Entre la nebulosa Nervitana y el país de nunca jamás.
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
Jess me encanto el capi! Espero con ansias el siguiente besos
katebeckett78- Ayudante de policia
- Mensajes : 142
Fecha de inscripción : 19/10/2013
Edad : 34
Re: Problemas 5 terminado (15/02/2014)
AYYYY POR FAVOR CONTINUA PRONTOOO!!
Marialovescastle- As del póker
- Mensajes : 350
Fecha de inscripción : 09/02/2014
Edad : 25
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