Mr. Brightside (Terminado)

Aysss como echaba de menos tu historia.

Gracias por darnos un "aperitivo"

MAGNIFICO FIC

un saludo y felicidades por el trabajo ^^

Cuando llegó al escritorio de Beckett ella no estaba allí, así que decidió esperarla sentándose en su silla. Dio un par de vueltas con aprovechando que la silla del escritorio tenía ruedas, y se dio cuenta de que, entre el papeleo, había un libro muy gastado. Como si lo hubieran leído mil veces:

- Que madrugador, ¿A qué debemos tal evento? – Se acercó hasta él con unas carpetas en la mano.
- Me aburría en casa – Ella asintió como si eso fuera muy común en él – Dime una cosa, ¿Cuántas veces has leído este libro?

Sintió algo de vergüenza cuando le vio con su libro entre las manos:

- ¿Sabes lo que es la privacidad? – Le quitó el libro de las manos y lo guardó en un cajón, después hizo chasquear sus dedos y le hizo un gesto para que se levantara de su sitio.
- No sabía que en el fondo eras una romanticona.
- Digamos que la vida no se resume en libros sobre asesinatos…
- Claro que no – Dijo mirándola de esa manera en la que ella entendió – Pero me sigue pareciendo adorable – La miró con ternura – Es más estoy convencido de que también tienes todos los libros de Nicholas Sparks, ya sé que regalarte para tu cumpleaños.
- Es un buen libro, y admito que lo he leído varias veces, de todas maneras, es un best seller…
- Por favor no te justifiques, no es necesario – Dijo con algo de sorna.
- Es que quiero que dejes de mirarme así.
- ¿Así cómo? – La miró fijamente.
- Como si acabaras de descubrir que tengo sentimientos y que eso te sorprendiera y te encantara.
- Admito que me encanta – Intentó no darle mucha importancia – Además creo que van ya por la edición 23 o así… - Disimuló para saber cuánto sabía ella.
- 25 – Dijo buscando entre sus papeles y entonces se dio cuenta de lo que él tramaba.
- Aja – Murmuró encantado.
- Si que sabes sacarme de quicio – Ella también murmuró.
- Si quieres puedo mover algunos hilos y que nos presenten al autor.

Ella dejó lo que estaba haciendo y le miró fijamente, se acercó y él también a ella:

- Me parece increíble que se te olvide que voy armada.- Susurró y al escritor le pareció sugerente, haciéndole sonreír complacido.
- Nunca se me olvida.

Se aguantaron un instante, haciendo de ese momento algo divertido:

- Chicos nos acaban de pasar un aviso – Esposito les hizo un gesto aún aguantando el teléfono contra su oreja, sentando en su propio escritorio.


Yacía en la cama con los ojos. Si no hubiera sido por su palidez nadie hubiera dicho que estaba muerta. Tenía un aspecto relajado, y unas evidentes marcas moradas en el cuello.

Beckett se puso de cuclillas al lado de la cama y la observó, miró al suelo consciente de que no debía tener más de 20 años, se colocó mejor los guantes y miró a Lanie, que apuntaba en su cuaderno:

- Sé lo que me vas a preguntar, y todavía no te puedo decir nada – La detective fue a hablar pero Lanie no le dejó, haciéndole un gesto con el boli para que se detuviera – No des nada por sentado, esas marcas pueden ser cualquier cosa. Cuando tenga algo te lo diré.
- Me dirás por lo menos una hora aproximada, ¿No? – Lanie sonrió.
- Sobre las cuatro de la madrugada.
- Gracias – Dijo riendo y Lanie asintió.

Castle había estado dando una vuelta por el piso mientras los del CSI hacían su trabajo y Esposito y Ryan preguntaban a los vecinos, y a la chica que la había encontrado.


Colocó en la pizarra la foto de la chica cuando estaba viva, con una sonrisa de oreja a oreja, lo que la hizo negar débilmente:

- ¿Qué tenemos?
- Amanda Halpern, trabajaba como camarera, en un pub que está a menos de 10 minutos de su casa. La ha encontrado su compañera de piso, que anoche durmió en casa de su novio. Según su compañero en el bar – Miró las notas – Salió anoche a las 3:30, tenía que madrugar hoy para un examen de la universidad – Ryan dejó el cuaderno en su mesa.
- La puerta no estaba forzada y nadie vio ni escuchó nada.
- Trabajamos con un margen de 30 minutos, entre las 3:30 y las 4:00. Aunque esperaremos los resultados del laboratorio.
- Han sacado varias huellas – Esposito dio un paso mientras ella escribía en la pizarra la línea temporal – Nadie la vio irse acompañada del pub, y no han sabido decirnos si tenía novio o si había alguien.


Aquel camarero se secaba las manos concentrándose en cada movimiento:

- Abrimos de 9:00 a 3:00 de la mañana, somos 4 camareros y la dueña que, a veces, echa un cable. Los turnos son variados, sobre todo porque la mayoría de nosotros vamos a la universidad – Señaló con la cabeza a sus otros compañeros de trabajo que parecía tristes por la noticia recibida.
- ¿Alguien extraño que destacar? – Beckett volvió a pensar en lo joven que era la chica.
- Esto es un bar, siempre tienes que aguantar a algún que otro borracho o algún listillo, luego está la gente que es más habitual, y luego los graciosillos aleatorios. Pero nunca nada que no se haya solucionado…
- Vivía al final de esta calle, pensábamos que no ocurriría nada – Dijo el chico de gafas frotándose la frente.

El chico de la barba, al que interrogaban, agachó la mirada:

- No es culpa vuestra – Dijo Castle.
- Era una buena chica, puntual, siempre sonreía, amable con todos. No conozco a nadie que se mereciera esto menos que ella – Suspiró dejando el trapo con el que se secaba las manos.
- Es muy probable que os vuelvan a llamar.
- Sin problemas.
- Un segundo – Castle se quedó impresionado por la cantidad de fotos y autógrafos de la pared – Parece que por aquí a pasado un montón de buenos actores, escritores, y filántropos.
- Sí, bueno, esto es más un bar – cafetería. Nos gusta pensar que un tipo como Charles Bukowski vendría a un sitio así.

increíble capitulo gracias por subir

Dianna, la compañera de piso de Amanda, estaba sentada frente a Esposito. Tenía los ojos rojos y resecos, cansada de llorar:

- ¿Había alguien en su vida? – Esposito intentaba ser comprensivo después de casi una hora.
- ¿Se refiere a un novio o algo así? – Él se limitó a asentir – No tenía novio oficial, o al menos nadie que yo viera por casa – Esposito estaba apuntando eso cuando ella recordó algo – Bueno, algo raro había. Hablaba con alguien, bueno, discutían. Como si la estuvieran agobiando, no sé, como cuando quieres que alguien se implique más en una relación. No es que a ella le preocupara el compromiso, sino que era muy joven y bueno…Todos hemos sido jóvenes.
- ¿Sabes su nombre, algo?
- No, se solía esconder en su habitación. Para eso Amanda era muy reservada. Pero no se trataba de un acosador. No sé explicarlo. Se echaban en cara que se iban de vacaciones y luego ella no llamaba más, no sé.
- Relájate, no te pongas nerviosa, lo estás haciendo bien.
- Verás, yo tenía un novio, Tim. Nos pasábamos la vida discutiendo porque todo le daba igual, quería estar conmigo, pero siempre encontraba algo mejor que hacer. Y te agobias de esperar, y de que la otra persona no se fije en ti. Te cansas de las promesas, pero no puedes evitar pasar por esa fase en la que te conviertes un poco en…”un grano en el culo”.
- Sé lo que quieres decir. ¿Así que solía llamar él?
- A Amanda le gustaba tomar cervezas con sus amigos, conocer gente en el bar. Era realmente extrovertida en ese aspecto y muy amable. Además tenía mucho éxito con los chicos. Todo el mundo, con un par de copas de más, encuentra el valor que no tiene de normal.
- Entiendo.
- Eso puede desesperar a cualquiera. Con lo raro que es encontrar un hombre preparado para el compromiso.


Castle estaba dispuesto a desarrollar una de sus teorías por eso se puso de pie orgulloso:

- Puedo entender la situación, quiero decir – Intentó arreglarlo al ver la mirada de todos – Te obsesionas con algo que no está saliendo bien, y tiras y tiras de la cuerda hasta que se rompe – Ante su propia reflexión agachó la mirada y al otro lado de la sala Beckett también.
- Esperaba una de tus historias, en plan sinopsis de libro, a lo Stephen King. – Ryan intentó que la situación no se tensara.
- Dame un segundo y te doy tal teoría que antes de terminar de hablar Hollywood ya me ha comprado los derechos.
- Ilumínanos hermano – Dijo Esposito con sorna y Castle sonrió.
- Amanda conoce a un chico dulce, detallista y obsesivo – Comenzaba un relato de terror, teniendo a todos en vilo – Así que pasa de ser un tipo encantador a un acosador con un arsenal de reproches. No llamas, no haces por buscarme, no me haces caso – Miró a Beckett pero en seguida apartó la mirada – Amanda solo quería algo de diversión, salir a cenar, charlar, pero no un tipo encima de ella organizándole la vida. Así que una noche la espera en su patio, ella llega después de un largo turno, con ganas de dormir y madrugar para estudiar. Él se pone metafísico, le pide subir un segundo y charlar como adultos y ella accede por no escucharle. Incluso le parece ver un atisbo del chico dulce que conoció. Pero una vez en el piso y con ella negándose a comprometerse, e incluso, cuando la situación se tensa, pedirle que se marche, que tiene cosas que hacer. Le desquicia y le aprieta la garganta hasta que ella deja de respirar – Paró y tomó un gran bocanada de aire - ¿Mejor?
- Escalofriante – Dijo Esposito riéndose – Es una conclusión a la que podría haber llegado hasta Ryan – Ryan levantó la cabeza ofendido – Así hasta yo escribo un libro.
- Lo cierto – Admitió la derrota – Es que o me pongo a trabajar en mi nuevo libro o me dedico a vender flores a las parejas en Central Park. – Todos rieron.
- ¿Tenemos algo sobre el supuesto novio? – Preguntó Beckett.
- Estamos en ello – Ryan le lanzó una mirada a Esposito por haberse burlado de él.
- Deja de mirarme así, tienes otras virtudes – Esposito sonrió – Solo que ni tu las sabes – Ryan le enseñó su anillo de bodas - ¿Eso? Eso solo significa que Jenny tiene una increíble fe en la humanidad.

El móvil de Beckett sonó y Castle la miró, se había acostumbrado a que ella sonriera como una boba cuando se trataba de un mensaje de Josh, e incluso aunque era doloroso mirarla, lo cierto es que le encantaba esa sonrisa, aunque no fuera para él:

- Es Lanie – Castle se alegró – Ya tiene la autopsia.


Lanie ya les esperaba al lado del cadáver de la chica, y cuando la forense quitó la sabana, Beckett y Castle la miraron con una mezcla de ternura y pena. No solo porque era una chica guapa:

- Era muy joven – Reflexionó Castle.
- Demasiado joven – Lanie también la miró, y todos intentaron sacarse de la cabeza ciertos pensamientos y centrarse.
- ¿Qué tienes?
- Asfixias por acción mecánica externa – Señaló los hematomas de su cuello - Sobre cuello, con las manos.
- ¿Huellas?
- Una parcial cerca de la nuez, pero no hay nada en la base de datos.
- Pero si para comprobar ¿No?
- Si me traes algo con que hacerlo te daré un resultado.
- ¿Algo más?
- Ahora que lo dices sí, fue asfixiada por la espalda.
- A traición – Dejó caer Castle con cara seria.
- Sí, y no tiene piel debajo de las uñas, quien lo hizo fue rápido.
- ¿No hay nada específico sobre el atacante?
- No es alguien con las manos muy grandes, pero si con mucha determinación, y bastante fuerza.

El escritor volvió a casa, dejando la chaqueta encima del sofá, olía a comida y fue directo a la cocina pero de camino algo le detuvo, lo cogió entre las manos y lo llevó con él hasta la cocina:

- ¿Está de moda este libro o qué? – Sonrió dándole un beso en la mejilla a Alexis, que preparaba la cena y le miró extrañada – Bekcett también lo tiene. Aunque me alegra que el tuyo no esté tan destruido como el suyo.
- Lo cierto es que el mío se lo llevó Ashley a Stanford y he tenido que comprar otra copia.
- Vaya, te creía anti Crepúsculo y defensora a muerte de Harry Potter, y ahora va a ser que al final mis genes sí que se están perdiendo.
- No te confundas, es una gran historia de amor. Además en la nueva edición viene reseñas de fans a los que el libro les ha cambiado la vida y la forma de pensar.
- Si yo lo hiciera para mi próxima novela no me cabrían en un libro – Dijo orgulloso.
- No creo que a nadie le haya cambiado la vida las escenas ligeras de ropa de Heat y Rook, más allá de a ti. Que dejas bien claro que son fantasías sexuales.
- Me asusta que conozcas ese término – Se sentó en el taburete frente a ella en la barra americana mientras ella seguía cocinando – Estoy perdiendo a mi bebe.
- No, papá, en serio, deberías leerlo.
- Lo llevaré al baño para tener algo aparte de la Game Boy – Ella le tiró el trapo de la encimera a la cara.
- Entre que no lees y no escribes, estás de un insoportable…
- ¿Cómo sabes que no escribo? Me paso horas en mi despacho.
- Probablemente jugando a Angry Birds o a Zombis contra plantas mediante Facebook.
- Me ofende que pienses así de mí.
- Papá te pasas el día jugando, tienes las puntuaciones más altas, además cada vez que superas el record sale publicado.
- Esa es la herencia que intento dejarte, demostrarte que tu viejo es bueno en todo lo que hace. Y que si le dedicas el suficiente tiempo y las ganas necesarias tú también podrás ser un as al Angry Birds.
- Leerlo no te hará ningún mal, puede que incluso saques algunas ideas nuevas y te vuelvas un romántico empedernido.
- En realidad lo que deseas es que me pase a la novela rosa, y escriba bajo el seudónimo de Justina Ice – Se quedó mirando como si aquella fuera la mejor idea de su vida.
- Puede que así dejaras de estar alicaído porque Beckett está con Josh.
- Si conocieras a ese tipo te darías cuenta de que es un poco capullo – Puso morros como cada vez que Alexis o su madre le sacaban el tema de Josh.
- Ahí está, otra vez.
- Otra vez no. Es un cretino, y cada vez que viene a recogerla y Beckett no está delante es un capullo en toda regla.
- ¿Con Esposito y Ryan también?
- No, bueno, solo conmigo – Se intentó justificar.
- ¿Y no será que tu ya tienes asumido que es un capullo y ni siquiera te quieres molestar en conocerle?
- Pero tú, ¿De qué parte estás?
- De la tuya, papá, siempre de la tuya.

INCREÍBLE CAPI

Teresita_yocastle$$NYPD escribió:INCREÍBLE CAPI

Gracias!

Ryan jugaba con un boli entre las manos, mientras, junto Esposito, repasaban la lista de llamadas del móvil de la víctima:

- Hay varios números que se repiten estos últimos 3 meses.
- Podría ser peor, ¿Te acuerdas de aquella súper modelo? Que recibía 250 llamadas al día, aquello sí que me dio ganas de devolver la placa.
- Ya – Rió – Total para que al final el asesino ni la conociera.
- ¿Y Castle y Beckett?
- Están interrogando a la dueña del bar. Preguntándole por clientes y tal.

Llamaron a la puerta y ambos entraron colocándose la chaqueta:

- ¿Habéis sacado algo en claro?
- La jefa nos ha contado una historia muy interesante. Vamos a comprobarla.
- Que lo paséis bien – Dijo el escritor con sorna y ellos dos fingieron que tenía gracia.

Acudían a casa de uno de los camareros compañeros de Amanda Halpern. Llamaron a la puerta y el chico de la barba, con quien hablaron la primera vez, abrió sonriendo, pero le cambió la cara al verles:

- Hola Justin, ¿Podemos hablar un momento?


Estaban sentados en los sofás del piso de estudiantes del chico mientras este miraba al suelo:

- Sí, claro que estaba enamorado de Amanda, todos los del bar lo estábamos.
- No todos los del bar tienden a tomarse tan mal ser rechazados.
- Pensaba que le gustaba, quiero decir hacíamos bromas, nos pasábamos las noches sirviendo juntos, incluso compartíamos el horario porque estábamos más cómodos. Ella tenía éxito con los chicos, pero no salía nunca con nadie, nunca hablaba de nadie…
- Hasta que un día empezó a hacerlo – Le cortó Castle.
- Hace dos meses o así empezó a decir que creía que estaba enamorada, y me hice ilusiones. No era muy específica, pero estaba sonriente, luminosa, y me permití imaginarme que era por mí, al fin y al cabo, como ella decía “nos pasamos el día juntos”.
- Pero te declaraste y la cosa no salió como pensabas.
- Una noche, después del turno, la acompañé a casa. Estaba nervioso y ella tenía esa sonrisa. Había estado diciendo que era hora de tomar decisiones, y oír como hablaba de valor, de enfrentarse a sus miedos y del amor… Cuando llegamos a su portal la besé.
- Y no te correspondió.
- Me apartó de un empujón, y aunque no fue brusca, e intentó ser amable yo…
- Tu jefa – Dijo la detective – Nos ha dicho que estabas haciendo algunas “trampas” – Decidió llamarlo así – Para que despidieran a Amanda, además de obligarla a que no querías coincidir con ella nunca más.
- Me rompió el corazón ¿Vale? – Dijo defendiéndose – Estaba herido, y la sola idea de pensar que me había comportado como un pagafantas con ella me volvía loco. Daba igual cuanto la quisiera, y cuales fueran mis intenciones, ella ya había tomado una decisión – Castle sintió como el corazón se le tensaba – Se había enamorado de otro – El chico empezó a sollozar – Y le daba igual que yo, prácticamente, le suplicara.
- Vas a tener que acompañarnos a comisaría – Ella se incorporó y sacó las esposas.
- Yo no la maté – Se secó las lagrimas con la manga de la sudadera – La quería no la mate.


Una vez en la sala de interrogatorios y tras el cristal, Beckett y Castle le observaban, tras un par de horas:

- Creo que dice la verdad – Dijo Castle – Estaba enamorado de ella, no creo que le hiciera daño.
- Te sorprendería saber la de veces que he tenido esa impresión y luego estaba equivocada.
- Vamos a ver, es cierto que robó dinero de la caja para que la inculparan, que empezó con pequeños hurtos de alcohol, pero era solo porque no podía tenerla cerca.
- Pues que se hubiera ido él – Beckett fue tajante y ambos se dieron cuenta de que era como si se estuviera atacando.
- Ya te ha dicho que lo pensó, pero necesitaba el trabajo para cubrir sus gastos, está lejos de casa y no tiene nada más – Tensó la mandíbula – Estoy seguro de que si hubiera tenido otra posibilidad se hubiera ido.
- De todas maneras – Intentó relajarse – Da igual lo que tú o yo pensemos, probablemente pase la noche en el calabozo hasta que Lanie nos dé los resultados.


Beckett recibió una llamada antes de que abandonaran la sala de interrogatorios, y por como sonrió al ver quien era Castle supo que se trataba de Josh, y eso le mosqueó más. Salió en busca de Ryan y Esposito, pero ya no estaban. Y como Beckett jugueteaba con su pelo a la vez que hablaba embobada por teléfono pensó que era el momento de irse a casa.


El escritor llegó en el justo momento en el que a Beckett hablaba por teléfono, así que dio unas zancadas hasta ponerse a su altura, para saber cuál era el resultado del análisis de la huella:

- ¿Entonces es seguro? Bien. Sí, luego hablamos – Colgó.

Castle esperó impaciente, pero según su criterio ella estaba tardando demasiado en desvelar el misterio:

- ¿Y bien? – Insistió.
- No coinciden – Lo dijo como decepcionada, como si estuviera convencida de que había sido Justin – Ahora llamaré para que le dejen en libertad.
- ¿Por qué pareces tan decepcionada?

Beckett no contestó, se limitó a marcar y a hablar con la gente de los calabozos para que dejaran al chico libre. Después colgó y miró la pizarra:

- Si es verdad lo que cuentan y medio bar acudía solo por ella, pudo ser cualquiera. Tanto algún habitual como alguien que ese día pasaba por allí.
- No creo, en el momento en que le dejó entrar en su piso. Dianna dijo que pese a ser tan extrovertida no era de esas que se fían a la hora de abrir la puerta.
- Pero puedo amenazarla en el patio y obligarla a que le llevara a casa.
- Quizás hable mi instinto de escritor, pero estrangular a alguien por la espalda parece muy visceral, hecho desde el mismo odio. Como si el culpable tuviera mucho en contra de la víctima.
- Puede que Esposito y Ryan nos desvelen más. Han ido a buscar al “acosador”.
- Estaba pensando – Dijo mirando la foto de la chica en la pizarra – Que es algo improbable que si el asesino hubiera tenido un arma hubiera acabado usando las manos. Quiero decir, parece como si realmente fuera a hablar con ella, y acabara tomando la decisión en el último instante.
- Es posible que tu teoría inicial fuera muy básica, pero correcta.
- Aun así es muy revelador lo que dijo Justin. Se había enamorado de su “acosador”, estaba dispuesta a dar el paso.
- Puede que al final se arrepintiera – Dijo mirándole – Hay gente que no está hecha para el compromiso.

Volvieron a mirarse intensamente, como últimamente volvía a ser habitual, y a veces, lejos de ser agradable, era incomodo, como cuando llevas mucho tiempo callándote las cosas y al final solo tienes reproches hacia la otra persona:

- Chicos – Dijo Esposito desde lejos acompañado, a pocos pasos, por Ryan.

Llegaron a la misma altura y Esposito no podía parar de sonreír:

- Id a la sala de espera, tenemos un cambio de guión de los que le encantan al mono escritor.
- ¿Tenéis al novio?
- Sí – Dijo Ryan – Y seguro que esto no os lo esperáis.

Puesta al día por fin!! me encanta la historia

Castle entró primero, lleno de curiosidad. Y pese a que en la sala solo había una persona, le tomó un instante entenderlo. Mientras, Beckett ya había pasado delante de él y se sentaba enfrente del testigo. Solo cuando empezaron a hablar caminó hasta ponerse detrás de la detective:

- Buenas tardes – Le tendió un pañuelo y sacó su blog de notas y su bolígrafo.
- Hola – Sollozaba lento y las lágrimas le caían en silencio.
- ¿Cómo te llamas? – Beckett tomó una postura comprensiva, en aquellos ojos rojos había mucha tristeza.
- Rebecca. Rebecca Tancredi – Después de secarse las lágrimas apretó con fuerza el pañuelo en su puño.
- Muy bien Rebecca, cuéntame.
- Conocía a Amanda – Hablar en pasado no le resultaba fácil – Porque una noche fui con los compañeros de trabajo a tomar algo al bar donde trabajaba. Me costó entender que me estaba echando los trastos, porque lo cierto es que nunca me lo había planteado, ni siquiera se me había pasado por la cabeza. Pero lo cierto es que tenía una sonrisa increíble y…y se reía de todas las tonterías que yo decía – Beckett asintió con ternura – Cuando me quise dar cuenta estábamos solas charlando en la barra, y era casi la hora de cerrar.
- ¿Os volvisteis a ver?
- Cada día de la semana durante casi un mes. Quedamos para merendar, para tomar café, para cenar, y al final…Acabamos desayunando.
- ¿Cuánto tiempo?
- Casi dos meses y medio.
- Supongo que mis compañeros te habrán contado porque estás aquí.
- Salir con ella era difícil, quiero decir, nos sacábamos casi 8 años. Y yo acababa de salir de una relación donde mi novio pasaba, literalmente, de mi – Suspiró aguantando el volver a llorar – Me enamoré de una cría que aún iba a la universidad. Yo que me prometí que nadie volvería a romperme el corazón – Las lágrimas brotaron y esta vez no se pudo contener.
- ¿Por qué dices que era difícil?
- Era un encanto ¿sabe? dulce, cariñosa, un cielo. Pero aún tenía esa mentalidad…No sé, cuando estaba conmigo estábamos genial, pero en cuanto cruzaba la puerta tenía la sensación de que si yo no iba detrás no la volvería a ver. Incluso me aguantaba las ganas de llamarla o de insistir por ver que hacía, pero simplemente no sabía nada de ella. Y llegó un momento en el que empecé a obsesionarme con que no saliera bien, y estar sola.

Beckett miró al suelo y suspiró, sabía perfectamente lo que quería decir, fue apuntando en su libreta:

- Así que un día me cansé de esperar, y le dije que se acababa. No dijo nada, se levantó y se fue. Y todo lo intenso que parecía que teníamos se quedó en nada. Así que se acabaron los reproches, las excusas y las promesas – Suspiró rendida como si aquella decisión hubiera sido muy difícil de tomar.
- ¿No os volvisteis a ver?
- No, durante un tiempo. Pero hará cosa de una semana me llamó, y me dijo que quería verme, que podíamos quedar para tomar un café. Yo no me fiaba, pero quedamos en que la recogería en la universidad, después de su examen. Cuando no apareció me enfadé muchísimo y fui a su casa a decirle por última vez que estaba harta, pero cuando llegué estaba la policía y una vecina decía que habían encontrado un cadáver y entonces lo supe, era ella. Así que me volví a casa – sonrió con tristeza y algunas lágrimas más cayeron – Y desde entonces no he podido parar de llorar.

No había que ser ni escritor de novelas ni detective de homicidios de la policía de Nueva York para darse cuenta de que aquella chica no había matado a Amanda Halpern. Es más, ambos, no podían dejar de mirarla con el alma rota:

- ¿Saben quien ha sido?
- Todavía no tenemos nada concreto – Castle observó como Beckett le cogía la mano para reconfortarla - ¿Te habló de alguien?
- ¿Cómo quien? – Miró al escritor.
- Alguien que la molestará, o que le llamará la atención.
- Ella era amable con todo el mundo y eso solía llevar a los hombres a alguna confusión, pero nunca había tenido problemas con nadie. A veces me contaba historias de escritores frustrados que iban al bar a escribir. Poetas que daban recitales donde acudían 4 gatos. Ese tipo de gente creativa que piensa que sus miserias les harán millonarios.
- ¿Alguien en concreto?
- Me contó algo acerca de un chico que había escrito un libro y se estaba vendiendo muy bien. Era muy raro, ya que se sentaba en una mesa, al fondo, y se pasaba escribiendo en su bloc de notas horas, hasta que era hora de cerrar, podía estar con una copa toda la noche. Y Amanda decía que tenía una mirada muy profunda, como si se fijará en los detalles, en todos los detalles.
- ¿Te dijo nombres, o el título del libro?
- Si lo hizo no lo recuerdo – Negó débilmente.
- No te preocupes – Intervino por primera vez Beckett desde hacía minutos.
- Puede que sí que haya algo, me dijo que le regaló una copia firmada del libro. Supongo que estará en su casa.
- Gracias.

Beckett se incorporó y se despidieron. Castle y ella iban a salir por la puerta, y el escritor la miró una última vez. Ahí estaba desolada, con los ojos vidriosos y sin ser capaz de centrarse en nada. Por eso deshizo sus pasos y se sentó frente ella, como había hecho Beckett, y la miró con ternura bajo la atenta mirada de la detective:

- Rebecca – Sonrió – Ella te quería, tenía sus dudas, y bueno…nadie es perfecto. Pero te quería y estaba dispuesta a hacerlo para siempre. Quería verte y decírtelo, estaba preparada. No paraba de hablar de ti. Puede que no fuera perfecto pero…iba a intentarlo.

Rebecca sonrió con tristeza y Castle entendió que era lo que necesitaba escuchar, era peor la incertidumbre, y el sentir que dabas sin recibir nada a cambio. Comprendía lo difícil de estar ahí, y la sensación de que solo uno hace fuerza para que todo salga bien. Beckett sonrió, pero él no lo vio. Estaba orgullosa de ver como las palabras del escritor calmaban una parte del dolor de la chica.


Castle y Beckett revisaban los libros de la casa de la víctima en silencio, no habían hablado mucho desde que habían salido de la entrevista con Rebecca. Ambos habían visto reflejados sus sentimientos en las dos.

Amanda tenía libros por todas partes; arquitectura, cine, fotografía, cómics, y muchas novelas, que era en lo que estaban centrados.

Llegaron a la habitación y empezaron con la estantería grande que era donde más libros había. Cada uno en un lado, con solo la respiración del otro como sonido envolvente.

El escritor estaba realmente concentrado en lo que hacía, y reflexionaba para sí mismo esperando comprender porque estaba tan afectado por las palabras de la chica de comisaría. Pensaba que quizás renunciar a Kate no era tan fácil como pensaba, igual que abandonarse a la idea de que otro hombre durmiera con ella. Y aunque había llegado a la conclusión de que ya había pasado lo peor, lo cierto es que historias como esa hacían que su corazón diera un vuelco, recordándole que es imposible negar lo evidente.

Cogió el siguiente libro y recordó el titulo. Había dado con algunos libros que había leído y otros que estaban en su lista de pendientes. Pero le pareció curioso que la victima también tuviera el mismo libro que la detective. Aunque le descolocaba ya que no se asociaba al tipo de novelas que parecía que a la víctima que le gustaba. Y al abrirlo supo que ese era el libro que buscaban:

- Premio.

Que mono Castle consolando a Rebeca :3 Me ha gustado mucho, continua pronto

me gusta gracias subir

Buen capitulo
Espero el siguiente

Esperando el próximo! gran capi!!

- ¿No estás nerviosa? – Ella iba delante por el largo pasillo, hacía segundos que habían dejado atrás el ascensor y estaba convencida que de un momento a otro él iba a decir justo eso – Vamos, mujer, te encanta ese libro.
- Parece que de los dos la que va a ser profesional, una vez más, soy yo.

Él corrió un poco hasta alcanzarla:

- Ha sido una suerte que en la editorial nos dieran su dirección – Dijo ella llevando la pelota al terreno que le interesaba.
- Ahora le debo un favor a Gina y eso no es ninguna suerte.

El móvil de ella pitó y miró el mensaje que había recibido:

- Las huellas de Rebecca no coinciden – Dejó el móvil en el bolsillo y ambos pusieron esa expresión triste por recordar la historia que había detrás de la muerte de Amanda.

Se plantaron delante de la puerta y llamaron al timbre.

Un chico joven, de pelo rubio y algo largo abrió la puerta y se sorprendió al ver la placa de la detective:

- ¿Tate Rivers?

Segundos después charlaban en el despacho de él:

- Enhorabuena por el libro – Castle lo dijo con segundas para poner nerviosa a la detective.
- Gracias – Se mostraba sereno y agradecido - ¿Ustedes dirán?
- Venimos por Amanda Halpern.
- No me suena – Y Beckett se dio cuenta de que no decía la verdad.
- Vaya, pues nos han contado que le firmó una copia de su libro firmada.
- Firmo muchos libros, el libro se vende muy bien.
- Pero no creo que con una dedicatoria tan especial – Le lanzó el libro sobre el escritorio.

Tate cogió el libro entre las manos y no le hizo falta abrirlo para saber que la dedicatoria le delataba:

- Ella era camarera del bar donde suelo ir, coincidía con ella todas las noches, y llegamos a hacernos…amigos – En esa última parte titubeo, y Beckett se dio cuenta de que no era tan bueno mintiendo como escribiendo.
- Tiene que ser muy gratificante escribir un libro y que en tan poco tiempo se convierta en un éxito – Castle se tomó la licencia y Beckett se lo permitió.
- Ha sido toda una sorpresa. Prácticamente tuve que ir yo mismo de editorial en editorial para que alguien le echara un ojo.
- Sí, y ha dado grandes resultados. Por lo que tengo entendido antes vivía en la otra punta de la ciudad. En un piso de una sola habitación con unos vecinos un tanto peculiares – Tate se puso incomodo.
- Sí, vivía en un sitio mucho más pequeño que este, con menos luz, y más ratas.
- Y portero – Picó el escritor y se dio cuenta de que hurgar en su pasado era una buena baza.
- ¿A dónde quieren llegar?
- Me he permitido hacer un cálculo y de aquí al bar hay un montón de kilómetros. Digamos que hay que cruzar media ciudad – El chico les miró sin comprender – Seguías acudiendo cada viernes y sábado, puntual para tomarte tu cerveza. Eso es una pasta en taxi.
- Me siento a gusto allí, es donde pude escribir el libro y donde mejor se tomaron la noticia de la publicación. Tiene una servilleta firmada por mí.
- Eso nos dijo Justin, que todo el escritor que pública firma una servilleta como detalle – Eso hizo que Tate se enfadara, parecía que sus raíces y el hacerle de menos no le gustaba.
- Me gusta la música y el ambiente no creo que eso sea un delito.
- Desde que murió Amanda no ha vuelto a pasarse por allí.
- Cuando me enteré de la noticia – Se puso solemne – No me lo podía creer, era un encanto. Pensé que era lo mejor.
- Necesitamos una muestra de sus huellas – Dijo la detective.
- ¿Supongo que están apelando a mi buena fe?
- Sería muy importante para la investigación.
- Bueno, no necesito llamar a mi representante para que alguien me diga que eso sería una publicidad horrible para mí. Si tienen algo sólido contra mi vengan con una orden y les daré todo lo que quieran – Ambos se imaginaban esa reacción.
- Gracias por su tiempo – Beckett se puso de pie y Castle la miró como si fuera muy pronto para irse.
- Si no desean nada más, tengo que coger un taxi en – Miró su reloj de pulsera – 10 minutos.
- Por supuesto – Ella le hizo un gesto con la mirada para que el escritor empezará a moverse. Y él lo hizo a regañadientes.

Se metieron en el coche y ella condujo un poco hasta que él reventó evidentemente molesto:

- Es la primera vez que tengo tan claro que alguien es el asesino.
- No te precipites – Él protestó removiéndose en su asiento – Solo tenemos que investigarle un poco más para ponerle contra las cuerdas.

Volvieron a comisaría y allí ya estaban Esposito y Ryan:

- ¿Cómo ha ido?
- Deberíamos de haber venido con él en el maletero – Dijo de malhumor el escritor.
- ¿Vosotros habéis tenido más suerte? – Dijo ella poniendo los ojos en blanco.
- Hemos investigado a Rivers como nos pediste y este chico es una joya – Esposito miró a Ryan para que continuara.
- Su madre lo abandonó cuando tenía 10 años. A los 14 encontró el cadáver de su padre en el desván, se había ahorcado. Se fue a vivir con sus abuelos paternos. Él murió de un ataque al corazón dos años después y su abuela cuando tenía 20 de un ictus. Desde entonces ha ido malviviendo con trabajillos y poco más. Antes de triunfar con el libro vivía prácticamente en la mendicidad.
- Es una especie de viuda negra. Que mal rollo – Castle puso una de sus típicas caras de susto.

Buen capítulo! Tate me suena mucho a America horror story jjaajaja

excelente capi

Jorja escribió:Buen capítulo! Tate me suena mucho a America horror story jjaajaja

Y así es xDD. El apellido de "Rebecca", está sacado de Sarah Tancredi de Prision Break.

Cuando Castle vio al chico que repartía el correo por la comisaría, dejó de lado el café que se estaba tomando y corrió, de una forma que a Beckett le pareció muy graciosa, hasta él. La detective le observaba con su café caliente entre las manos mientras el chico le daba un paquete marrón al escritor. Después de eso volvió a acercarse a la pizarra blanca donde estaban los demás:

- ¿Ahora recibes el correo aquí? – Protestó ella.
- Solo si quiero que mi madre no lo vea – Esposito y Ryan se lanzaron hacía él cuando estaba a punto de abrir el paquete.
- Dios, espero que no sea ninguna tontería de índole sexual o algún cómic escandalosamente caro.
- No, no es eso – Cuando del paquete salieron papeles Esposito y Ryan perdieron interés.
- ¿Y nos vas a desvelar el misterio o podemos seguir a lo que estábamos? – Dijo ella, dejando el café.
- Continúe usted majestad – Le hizo una reverencia y ella siguió.

Miró a Esposito y Ryan que ya se habían vuelto a centrar y dejó al escritor en un segundo plano:

- Bien, ¿Qué es lo que os contaron en el bar sobre Rivers?
- Que era un tipo solitario y silencioso, que al principio pensaban que era mudo o algo así. Se sentaba allí horas y ya está.
- Pero si insinuó que Amanda y él eran amigos – Rió Castle de fondo sabiendo que tenía razón en respecto a Rivers.
- Es más la gente del bar recuerda que como mucho habrán hablado tres veces.
- Puede que sea la relación de amistad más larga que ha tenido ese chaval – Castle hablaba de fondo pero los demás seguían a lo suyo.
- A mi Rivers también me da mala espina pero no podemos centrarnos en la intuición, tenemos que buscar pruebas. ¿Cómo va lo de la casa?
- Podemos meter prisa – Dijo Ryan y ella le hizo un gesto con la cabeza para que lo hiciera.

Esposito y Ryan salieron, y ella se acercó a donde estaba el escritor:

- ¿A qué viene tanto secretismo? Espero que no sea nada ilegal.
- Nada – Cerró lo que estaba leyendo y lo guardó – ¿Estás enfadada conmigo por meter baza contra Rivers? – Y esperó distraer su curiosidad.
- No, pero no me gusta que les animes a dar cosas por sentado.
- No son niños, saben que yo estoy aquí para molestar y crear teorías absurdas, nada más.
- ¿A qué viene eso?
- Estás enfadada conmigo porque piensas que es imposible que alguien que ha escrito un libro tan moñas sobre una historia de amor, pueda haber matado a una chica.
- No, y eso que dices es una tontería. Pero no pienso entrar al trapo. No sé qué te traes entre manos pero de repente te has puesto muy insoportable.

Estaba en lo cierto, pero no iba a admitir nada hasta que tuviera un plan pensado, al fin y al cabo no creía que ella fuera muy comprensiva ante el hecho de haber contratado un detective privado.


Horas después había quedado con ese mismo hombre en “The Hunter” el bar que compró cuando apareció aquel hombre muerto en el puerto:

- ¿Quiere tomar algo? – Castle leía el periódico en una mesa con banco en el fondo del bar, y saludó con una copa en la mano.
- Whisky – Le dijo al camarero mientras se acercaba al escritor – Me ha sorprendido que quisiera verme, pero no más que me pidiera que le enviará los informes por correo ordinario – Rió sentándose frente al escritor – Supongo que es cierto lo que dicen y se puede esperar cualquier cosa de usted.
- Quería hablar con usted y se me da mejor el cara a cara – El camarero sirvió la copa y se marchó.
- Es curioso viniendo de alguien que ha intentado evitar el contacto real conmigo. Seguro que pensaba que si no me conocía era como escribir un pasaje de alguno de sus libros – Dio un sorbo corto y volvió a sonreír.

Castle se quedó callado porque hasta él pensaba que ese era el motivo, aquel hombre de mediana edad e informal no parecía un detective privado, si no un contable sin su uniforme del trabajo. Las gafas de pasta negra, su delgadez, y el pelo a lo cepillo no le hacían parecer alguien capaz de sujetar un arma:

- Soy bueno en lo que hago porque paso desapercibido – Castle se quedó mirándole fijamente un instante como si le hubiera leído la mente – Oh vamos señor Castle a mí también me encantan los detalles, leer entre líneas. Usted y yo tenemos mucho en común – Volvió a beber – Yo también soy un tipo curioso.
- No sé qué quiere decir – Pero puede que para su desgracia si lo supiera.
- Me resultó extraño que no le encargará este tipo de trabajillo a su compañera en la comisaría del distrito 12 – Castle se tensó – Venga, deje de mirarme como si leyera a través de usted. Antes de que colgara el teléfono, la primera vez que hablamos, yo ya sabía quién era usted y cuál era su talla de calzoncillos.

Apuró la copa y se giró para hacerle una seña al camarero y que trajera otra más:

- Supongo que le habrán dicho que se parece a Kevin de Sin City pero mucho más hablador – La mejor forma de que no supiera como de hondo se estaba llegando a meter era mantener un tono de humor.

Ambos rieron por el comentario y el camarero trajo la copa, llevándose la anterior:

- Pero cuando después de pedirme que empezará a trabajar para usted me pidió que le dedicara un poco de tiempo a la Detective Katherine Beckett realmente captó toda mi atención.
- Soy así de estrafalario – Jugó pasando su dedo índice por el borde del vaso.
- Y créame es difícil seguir a alguien tan desconfiado.

El escritor se encuadró pensando que ya era suficiente:

- Deje de actuar como si le hubiera pedido que le pinchara el teléfono o que se colara en su piso y me trajera una muestra de su ropa interior. Solo fue curiosidad, tan pronto como colgué sabía que era una estupidez.
- Y aún así no me llamó hasta un par de días después – Castle aguantó el golpe – No me malinterprete, en mi trabajo la primera regla es no preguntar. Yo vivo de su curiosidad, pero usted tiene una curiosidad fascinante si me permite que se lo diga.
- De todas maneras si le he citado aquí es porque quiero pagarle sus servicios y dar por terminado el asunto – Colocó su mano en la mesa, apartó su chaqueta y dejó ver un sobre grande de color marrón.

El detective privado sonrió algo decepcionando porque el escritor intentaba despacharle demasiado pronto:

- Me imaginaba algo así. Por lo que he decidido traer el resto de la información.

Sacó de la bandolera que llevaba dos sobres blancos, uno más grueso que el otro, y después puso cada mano encima de cada sobre:

- Le voy a dar la oportunidad de redimirse – Castle le miró extrañado – Vamos, no deje que mi boca me pierda, soy un buen tipo…en el fondo – Aclaró sonriendo de una forma que a Castle le provocó un escalofrío.

Le tendió el sobre más grueso y lo arrastró hasta dejarlo en su lado:

- Ahora bien, ¿Cuánto quiere saber del doctor Josh Davison?
- ¿Doctor? – Se escapó de sus labios.
- Cardiólogo, nada más y nada menos.

continuaaaaaaaaa cuando puedas esta muy interesante

Uysss 6 capítulos seguidos, que gusto!! Te he dicho alguna vez que me encanta esta historia?jejejeje

Estoy intrigada con la trama del asesinato de Amanda, pero más con la información del detective privado. Que tendrá sobre el jodio Josh?(como odio a ese tio).

Espero que sigas escribiendo tan a menudo como lo has hecho estos últimos días.

Mi ordenador acaba de resucitar después de un montón de tiempo muerto



Descansaba sobre el pecho desnudo de Josh, tenía sueño pero era incapaz de dormirse. En cambio él llevaba ya rato con una respiración profunda y lenta. Lo que la tenía en vela era su cerebro funcionando.

Estaba convencida que hace un par de semanas alguien la seguía, sabía perfectamente cuando alguien era un observador empedernido, pero aquel tipo delgaducho se escabulló entre la multitud antes de que ella le viera la cara. Era posible que Josh tuviera razón y que todo lo creara su imaginación, porque de repente un día dejó de sentir esos ojos sobre ella.

Se quedó absorta mirando por la ventana mientras las cortinas se movían bailando con la brisa que entraba de la ventana semi abierta, pensó en que se le ocurriría a Tate Rivers para justificar sus huellas en el vaso de la encimera de Amanda Halpern.
Cuanto más centrada estaba en esos pensamientos y con la vista fija en las cortinas llamaron insistentemente a la puerta, haciendo que Josh se despertará de golpe y que la mirara, se incorporó y saltó de la cama antes de que ella pudiera decirle nada. Caminó a oscuras solo con los pantalones del pijama puestos y se tomó un instante antes de abrir la puerta.

Ella quiso decirle que no se preocupara, que estaba armada, que era policía. Pero lo agradable de estar con Josh es que ella no tenía que ser la detective que era el resto del día.

Ella también salió de la cama, también caminó a oscuras, y un par de pasos detrás de él. Cuando Josh abrió la puerta y la luz del pasillo iluminó parte de la entrada ella se asomó con cautela. Josh miró al suelo y se frotó los ojos como si estuviera reuniendo toda la paciencia del mundo:

- ¿Está Kate? – Josh frunció el ceño y tensó la mandíbula.
- Tío, ¿Sabes qué hora es?

La detective cogió una bata y se acercó a la puerta, y por un instante le pareció mentira que allí estuviera Castle. Se puso al lado de Josh y dejó su mano sobre el pecho de él para que la dejara a ella manejar la situación. Josh murmuró algo que ninguno de los dos entendió, pero que Castle pudo adivinar que no se trataban de palabras agradables hacia él.

Cuando el escritor observó ese gesto, y vio el torso musculado y peludo de Josh alejarse, y a ella escondiéndose dentro de esa bata se imaginó que quizás debería de haber venido antes y hacer un “coitus interruptus” en toda regla, porque la idea de ella y ese tal cardiólogo, desnudos hacía que sus tripas ardieran:

- ¿Todo está bien? – El gesto de preocupación de ella le hizo sentirse abatido.

Y vio que era un error haber seguido su instinto y plantarse allí de madrugada y con el peso del mundo a sus espaldas no era una buena idea:

- De repente siento que he tenido una idea de mierda al venir – Sus ojos señalaron el camino por donde Josh se había ido y ella agachó la mirada culpable.
- ¿Estás bien? – Vio en los ojos del escritor la tristeza infinita y sintió que daba igual que hora fuera o quien estuviera en su cama, ella siempre le abriría la puerta.
- Si, es solo que… - No sabía cómo manejarlo – Creo que estas últimas semanas he cometido varios errores.
- ¿Qué quieres decir?
- ¿sabes cuando dices que un día mi imaginación y mi curiosidad me meterían en un lío? – Ella asintió débilmente, temiéndose lo peor – Ahora sé que tienes toda la razón.


A la mañana siguiente en la sala de interrogatorios Tate Rivers se mostraba inquietantemente sereno, tenía las manos cruzadas encima de la mesa y no prestaba atención a nada especialmente.

Beckett vio como Castle se frotaba los ojos por el cansancio y respiró hondo antes de abrir el informe que le habían pasado en el laboratorio:

- Cuando hablamos en su despacho nos dijo que nunca había tenido contacto con la victima fuera del bar, ¿cierto?
- Así es.

Castle también podía ser bueno con los detalles e incluso insoportable. Se fijó en la actitud de Tate, en como sonreía de lado ajeno a todo. Se fijó en que no clavó la mirada en la detective en ningún momento, ni siquiera cuando ella le dijo que habían encontrado sus huellas en un vaso en el piso. Simplemente estaba allí sentado, mirándose las manos. Fue ahí cuando el escritor empezó a tener esa sensación en la boca del estomago, y algo en él se activó, sintiendo desprecio por aquel aprendiz de Patrick Bateman.

Le observó con detenimiento y cuanto más lo hacía más molesto se sentía, incluso el hecho de que Tate se mordiera las uñas y tuviera las cutículas hechas un desastre como si se las arrancara con un cutter:

- ¿Puedes explicarnos entonces que hacían tus huellas allí?
- Puede que cogiera el vaso del bar, no lo sé – Su indiferencia y lo absurdo que le resultaba que no la mirara encendió también a la detective.

Se puso de pie despacio y en seguida dejó caer los informes sobre la mesa haciendo un ruido sonoro lo que hizo que Tate la mirara:

- ¿Sabes que creo? Que estabas obsesionado con ella y esa noche pusiste cualquier excusa para que ella te dejara entrar en su casa.

A Rivers le faltaba echarse a reír a carcajada limpia y por como miraba a la detective y empezaba a sonreír parecía que no quedaba demasiado para que lo hiciera:

- Tienen una imaginación desbordante. No me extraña el éxito de Nikki Heat.

Castle tensó la mandíbula y se escuadró, aquello podía con él.

Beckett sonrió de lado, como si tuviera a Rivers exactamente donde quería:

- Hemos estado indagando en tu pasado Tate – Él le prestó atención, pero no demasiada – Y hemos reabierto el caso de la desaparición de tu madre.
- ¿Por qué eso fue lo que te dijo, no? Que te había abandonado – Castle supo lo que la detective pretendía.
- Pero él no sabía que tú le habías visto, ¿verdad?
- Había varias denuncias por maltrato y algunas puestas incluso por los vecinos, nada que llegara a juicio, porque tu padre siempre lograba convencerla, ¿no es cierto?

A Tate Rivers ya no le gustaba el tema de conversación y se dedicó a mirarse con atención las uñas con gesto serio:

- Apuesto a que esa noche discutieron, y tú te asomaste a ver. Y viste lo que se suponía que no debías ver. Probablemente la golpeara y al caer se diera contra una mesa, o una silla. Y ya no se volvió a mover. Te escondiste y fingiste que no habías visto nada. Hasta que tuviste la edad suficiente como para vengarte. Tu madre era la comprensiva, la que te leía cuentos, quien te arropaba, quien iba a verte a los partidos, quien te cuidaba cuando estabas enfermo…Y él solo estaba por allí, ni siquiera sabía que existías, y le quitó la vida a lo que más querías. Así que tú hiciste lo mismo.
- ¿Saben? De verdad creo que solo hay tres tipos de recuerdos: los malos que se vuelven horribles, los buenos que se vuelven maravillosos y los malos que resulta que no fueron tan malos
- Te enamoraste de ella – Dijo Beckett – Y como eres demasiado tímido pensaste que cuando terminaras el libro ella lo entendería todo. Pero nada cambió, ella también actuaba como si no existieras.

Rivers se mordió el labio como si se aguantara las lágrimas:

- Ella sabía que me basé en ella para la protagonista. Éramos nosotros, y aún así…
- Te dijo que lo leería y tú esperaste paciente.
- Pensaba que vendría y me diría que…que…que me correspondía. Era tan amable.
- ¿Qué pasó esa noche?
- Esperé a que saliera del bar – Seguía mirándose las manos – y me quedé cerca de su portal. Cuando apareció le pregunté por el libro, por qué le había parecido, y me dijo que no había tenido tiempo…Entonces lo supe – Se aclaró la garganta y miró a la detective – Le hablé de otras cosas, presentaciones, firmas de libros…Y ella me dijo que tenía ganas de acabar los exámenes, que había encontrado a alguien, y estaba tan radiante y tan feliz que no pude soportarlo, le pedí un vaso de agua y aceptó encantada. Una vez arriba, esperé que se diera la vuelta y le apreté la garganta con todas mis fuerzas, ni siquiera se resistió, estaba tan enfadado que duró segundos.
- Eres un monstruo… - Murmuró Castle y salió de la sala, bajo la atenta mirada de la detective, dando un portazo.


Beckett se acercó a Esposito que traía pruebas de casa de Tate Rivers:

- Tenía como unos cien cuadernos con cada movimiento de la víctima, realmente se había obsesionado con ella.
- Sí, da el perfil.
- ¿Es cierto lo de sus padres? ¿Cómo lo habéis descubierto?
- En realidad fue Castle – Lo miró por encima del hombro de Esposito, sentado al lado del escritorio de ella con cara de enfado – Se leyó el historial y se inventó la historia.
- Y ha resultado cierta…
- Puede que sea mejor en esto de lo que estamos dispuestos a aceptar.
- Pero no le diremos nada – Sonrió Esposito.
- No le diremos nada – Repitió ella.

Se acercó a donde estaba el escritor y se sentó en su silla, mirándole con atención y fijándose en como él la esquivaba:

- No puedes hacer eso en una sala de interrogatorios.
- ¿El qué? – Intentó hacerse el despistado.
- Enfadarte.
- No lo entiendes – Levantó la vista y tenía los ojos vidriosos – Se querían. Amanda y Rebecca se querían. Estoy enfadad porque ellas se querían y él decidió que ella no podría ser de otra persona. El amor está pasando de moda porque la gente que se quiere no puede estar junta.

Ella iba a decir algo, algo respecto a ellos, de cómo el amor no es siempre arcoíris y mariposas. Pero no puedo, vio, por encima del escritor a Josh y solo puedo agachar la cabeza, Castle miró hacía donde ella y también vio al médico. Se levantó y se fue por las escaleras dispuesto a no cruzar ni la mirada con él.

Cuando el cardiólogo llegó a su altura, ella ya tenía la sensación en la boca del estomago, incluso antes de que él hablara:

- Llevas esquivándome días – Dijo ella con la boca pequeña.
- No puede plantarse en tu casa de madrugada.
- Somos compañeros.
- No, sois más que eso, y por eso no se puede presentar en tu casa cuando quiera, y menos aún que tu pierdas el culo.
- Estás equivocado.
- No, no lo estoy. Se supone que estás conmigo, que se tendrían que acabar las llamadas, y las tonterías, es solo un escritor, ni siquiera tendría que estar aquí, seguro que te acaban metiendo un tiro por su culpa. Es infantil e irresponsable, y sobre todo, no tiene derecho sobre ti, no puede manejarte así.

Siguieron discutiendo, y al final Josh se marchó. A Beckett no le apetecía volver a su apartamento vacío así que no lo hizo.


- Sabes que siempre me alegro de que vengas, pero no parece una visita de cortesía – Su padre se sentó el sofá frente a ella, y le tendió la taza de té.
- Es que estoy perdiendo mi fe en la humanidad – Sonrió triste.
- Deberías ser un poco más concreta.
- Me preguntaba acerca de… - Tomó aire - ¿Puedes enamorarte de la persona incorrecta?
- No existe la persona incorrecta, ni eso del amor platónico – Sonrió mirándola – Existe el amor para el que no se tiene valor. Entiendo que temas que te hieran, exponerte y que te rompan el corazón, pero la otra opción es mucho más triste.
- Yo solo quería alguien con quien pasar los viernes por la noche; ir al cine, cenar, tomar algo…
- Cielo – Le cogió las manos entre las suyas – No se trata de con quién quieres pasar el viernes por la noche, sino con quien pasarías el sábado entero.
- Si, pero es que son todos los sábados del resto de mi vida.
- Bueno, un día llegará alguien que te quite el aliento, literalmente, como si el oxigeno no te llegará a los pulmones. Alguien que te ponga mariposas en el estomago.

ajcfmnwhjdnhujew Siguelo pronto por favor!!!

Seguilo, se pone bueno esto