Mr. Brightside (Terminado)

sigueeeeee

Llevo varios dias leyendote y me he registrado solo para decirte que tu fic me tiene enamorada!! Es como estar leyendo un guion de uno de los capitulos de la serie!!

Fantastico!! Felicidades por esa gran imaginacion y por compartirla con nosotros!!

LeFleur89 escribió:Llevo varios dias leyendote y me he registrado solo para decirte que tu fic me tiene enamorada!! Es como estar leyendo un guion de uno de los capitulos de la serie!!

Fantastico!! Felicidades por esa gran imaginacion y por compartirla con nosotros!!

Vaya, muchas gracias (no se me ocurre nada más que decir, soy un desastre)

Castle escribió:

LeFleur89 escribió:Llevo varios dias leyendote y me he registrado solo para decirte que tu fic me tiene enamorada!! Es como estar leyendo un guion de uno de los capitulos de la serie!!

Fantastico!! Felicidades por esa gran imaginacion y por compartirla con nosotros!!

Vaya, muchas gracias (no se me ocurre nada más que decir, soy un desastre)

Jajaja no pasa nada, con que sigas deleitandonos con tus historias me doy por satisfecha!

LeFleur89 escribió:

Castle escribió:

LeFleur89 escribió:Llevo varios dias leyendote y me he registrado solo para decirte que tu fic me tiene enamorada!! Es como estar leyendo un guion de uno de los capitulos de la serie!!

Fantastico!! Felicidades por esa gran imaginacion y por compartirla con nosotros!!

Vaya, muchas gracias (no se me ocurre nada más que decir, soy un desastre)

Jajaja no pasa nada, con que sigas deleitandonos con tus historias me doy por satisfecha!

Gracias a tod@s los que leen y comentan, que aunque no diga nada de forma individual, es agradable ver que estáis aquí.


Capitulo 17

Cuando llegaron a la escena del crimen ya había gente allí, y los curiosos se agolpaban tras las vallas del ferrocarril. Lanie estaba allí de cuclillas al lado de la puerta del copiloto del coche sobre el que habían dado el aviso.

Un agente les señaló a quien había dado el aviso, un hombre negro y corpulento de cara amable que parecía inquieto.

Ambos se acercaron al coche por el lado donde estaba Lanie y vieron el interior completamente empapado en sangre, tanto que no se distinguía nada más:

- ¿Qué puedes decirnos?
- Que de quien quiera que fuera esta sangre no puede haber ido muy lejos.
- ¿Qué quieres decir? – Dijo el escritor mirando perplejo el interior del coche.
- Que no hay cadáver.

De repente a Castle le pareció el mejor caso del mundo y Beckett sonrió al ver la cara del escritor:

- Ovnis – Dijo mirándola y señalando al cielo – No estamos solos.
- No empecemos con lo galáctico tan temprano que acabamos de llegar.

La detective dio la vuelta y tiró de la palanca para abrir el maletero, él iba detrás de ella, todavía emocionado:

- Como al final sean Ovnis te vas a sentir muy ridícula ignorándome – Ella le miró de camino al maletero y sonrió con maldad.
- Creo que prefiero arriesgarme.

En el maletero había un papel doblado y un gato de esos para levantar el coche. El gato no tenía ni rastro de sangre y el papel era un recibo por la compra de un cerdo vivo al nombre de Ralph Morgan:

- ¿A nombre de quien está el vehículo? – Preguntó en voz alta la detective.
- Alexander Novak – Contestó un agente y ella metió el papel en una bolsa de pruebas.

Siguió mirando a todas partes de esa manera tan intensa que a Castle le encantaba.

A unos metros de la escena del crimen había una tubería de calefacción de cierta marca conocida llena de sangre, hizo un gesto para que la embolsaran como prueba. Siguió caminando con el escritor a un par de pasos detrás de ella. Allí en el suelo, abierta, había una cartera de hombre y unas gafas bastante usadas. Recogió la cartera, no había dinero, pero si una foto de matrimonio y el carnet de Alexander Novak.
Siguió con el recorrido pero no vio nada más interesante.

Por lo que le habían explicado Jesse McGraff, el hombre negro y corpulento había encontrado el coche al amanecer cuando se dirigía a trabajar a la estación de ferrocarril. Era hora de hablar con él:

- Señor McGraff, soy la detective Beckett – Le estrechó la mano – Del departamento de homicidios. ¿Por qué no me cuenta lo que ha visto?
- Como…Como le he dicho a su compañero – Parecía entre afectado y nervioso – Este es el atajo que cojo para ir al trabajo, ahorro casi 15 minutos… - Jesse carraspeó sabiendo que no se centraba – antes de llegar ya veía el coche a lo lejos, con las dos puertas abiertas y bueno, este es un sitio muy extraño para dejar un coche, entre ambas vías y… - Intentó calmarse – Me acerqué y vi toda esa sangre, llamé enseguida a la policía.
- ¿Ha tocado algo?
- No, no, directamente he llamado a la policía.
- ¿Quiere decir que es imposible que mande las pruebas al laboratorio y que encuentren sus huellas?
- He…He visto la cartera en el suelo – Decía apurado – Y la he cogido, pero dentro no había nada. Lo juro. He…He mirado dentro por si alguien necesitaba ayuda médica pero me he tenido que alejar enseguida porque había mucha sangre, y…
- No se preocupe – Apuntó en su libreta.
- Sé que…quizás sea pronto, pero ¿Puedo marcharme a trabajar?

Ella le miró y asintió, en ese instante Castle vio como desmenuzaba la actitud y los movimientos del testigo:

- Le llamaremos si necesitamos algo más.

El hombre se alejó cabizbajo y con prisa, mientras ella terminaba de apuntar en su libreta:

- Se te da tan bien leer a la gente que me da miedo – Ella sonrió.

Un agente se acercó y le dio un papel con información:

- ¿De qué se trata? – Dijo cuando el agente se alejó.
- Vamos a hacerle una visita a señora Novak.


Conducía la detective, la casa no quedaba demasiado lejos del lugar del crimen:

- ¿Vas a ir a la fiesta sorpresa para Esposito?
- Sí, incluso ya tengo el regalo.
- Sé puntual – Dejó caer.
- Detective sus insinuaciones son un insulto para mí – Se puso trágico e hizo que sonriera.

Ella paró el coche:

- ¿Es aquí? – El escritor se sorprendió era un barrio residencial muy colorido.
- Déjame hablar a mí – Y él se limitó a asentir.


Cuando llamaron a la puerta les abrió una mujer no muy mayor que no hace demasiado debía de ser preciosa, o eso pensó el escritor, pero tenía unos ojos tristes que le habían colocado más de 10 años encima:

- ¿Beatrix Novak? - Asintió como si ya se temiera lo peor - ¿Alexander Novak es su marido?

Volvió a asentir, esta vez más temerosa, dio un paso atrás y soltó la puerta para dejarles entrar.

Castle dio un vistazo al vecindario antes de entrar, parecía un lugar tranquilo y agradable para niños, incluso en el pequeño jardín de la entrada había columpios. Todo era de colores llamativos, excepto los ojos de la señora Novak:

- Siéntense, por favor.

Parecía más bien como si ella necesitara urgentemente sentarse, imaginándose lo que iba a venir. El salón era grande y colorido, y lo presidía una gran foto familiar, de ella y su marido, donde ella llevaba en brazos a un niño rubio, precioso y sonriente, de unos dos años. Fue entonces cuando Castle vio que en aquella foto, esa misma mujer que ahora parecía terriblemente triste y sola. Era sonriente, desprendía fuerza y energía:

- ¿Qué ha pasado? – Estaba inquieta.
- Hemos encontrado el coche de su marido, sus gafas y su cartera, pero no a él.
- ¿Qué quiere decir? ¿Le han robado?
- Eso queremos saber. No sabrá usted donde está, ¿no?
- Pensaba que se había levantado temprano, pero ahora entiendo que no volvió de trabajar.
- ¿Suele llegar tarde?
- Depende, están cerrando un negocio importante en Seatle. Suele viajar allí con frecuencia.
- ¿Le importa que vaya al baño? – Preguntó el escritor con una sonrisa adorable.
- En el pasillo, la segunda puerta a la izquierda.

Beckett se quedó haciéndole preguntas, mientras que él iba al baño. No tardó mucho y cuando salió se coló en una de las habitaciones. Allí había una cama y ropa recién planchada sobre la misma. No había nada encima de la mesilla. Y solo en la comoda había una foto del señor Novak con un coche de lujo, la funda de unas gafas que no estaban dentro y que no eran las de la escena del crimen y las cerillas de un bar cercano a la estación. El escritor tuvo una corazonada y abrió el marco de la foto para encontrarse con una inscripción:

“Gracias por estos días inolvidables. Nicole.”

Dejó todo como lo había encontrado y se coló en la habitación de al lado, esperando encontrar la habitación del bebe.

Cuando salió de nuevo al salón Beckett aún seguía con su ronda de preguntas:

- ¿Conoce a un tal Ralph Morgan?
- Trabaja con Alexander en la empresa. Tiene una granja en las afueras, no es un tipo muy agradable, ni muy limpio.

Parecía que conocía a Morgan demasiado bien:

- Perdone – Dijo el escritor mientras la detective escribía - ¿Puedo preguntar por el pequeño? – Señaló con la cabeza el retrato mientras se sentaba de nuevo en el sillón.

La mujer miró la foto y agachó la cabeza soltando un gran suspiro:

- Teddy murió hace dos años. Se atragantó con una moneda, ¿menuda estupidez, verdad? – Era obvio que se sentía culpable y fue entonces cuando el escritor entendió tanta tristeza.
- Sentimos su pérdida – Beckett comprendió también el dolor de sus ojos.
- Ha sido difícil seguir adelante.
- ¿Cuánto hace que usted y su marido no duermen juntos?

Beckett le dio tal manotazo que a ambos les extrañó que la mujer no se diera cuenta, peros simplemente miraba al suelo:

- Más de año y medio. Alexander y yo tenemos diferentes formas de recomponernos.
- ¿Qué quiere decir? – No estaba seguro de sacarle el tema de Nicole.
- Morgan y él salen, y después llega totalmente borracho a casa.
- ¿Suelen ir al bar “Creeben’s”?
- Allí es donde él y Morgan se pasan la vida.

Se despidieron lamentando la mala suerte, pero al ir a salir por la puerta Beckett vio una caja de herramientas y algunas tuberías:

- Están arreglando el calefactor de fuera.
- Gracias por todo.
- Encuéntrenle – Aquel ruego estaba a punto de ir acompañado de lágrimas pero cerró la puerta antes de derrumbarse.

Llegó a la altura del escritor que se había quedado parado en medio del pequeño paseo de piedra mirando los columpios de colores:

- A veces pienso que no tienes tacto.
- Tampoco sabía muy bien cómo sacar el tema – Ella asintió comprendiendo y continuó andando.
- ¿Qué pasa? – Dijo al ver que él no se movía.
- Sé que te vas a cabrear pero tengo una teoría.
- Todas tus teorías me cabrean.

El escritor sonrió y caminó rodeando la casa por el jardín hasta llegar a la altura donde estaba el calefactor:

- Muy bien, un calefactor, enhorabuena – Hizo ademan de irse.
- No, fíjate bien. Entre las piezas que hay dentro, y las que hay montadas aquí, ¿qué dirías que falta?

Ella lo miró con detenimiento y tardó segundos en contestar:

- El regulador y el medidor…
- Justo lo que tenemos en una bolsa de pruebas lleno de sangre.
- Voy a llamar para que se den prisa con la sangre y pediré la dirección del bar – Ella sacó el móvil y mientras lo tenía contra la oreja él sacó la caja de cerillas que se había llevado de la habitación y sonrió.

Cuando entraron fueron directos a hablar con el camarero, este les indicó que el señor Morgan era un habitual que siempre se sentaba en el fondo. Cuando Castle y Beckett se encaminaron hacia él y antes de que pudieran decir nada, el tipo del fondo salió corriendo. Beckett que se lo veía venir salió en seguida detrás, mientras se identificaba como policía de Nueva York.

Aquel hombre salió por la salida de emergencia y corrió por el callejón con Beckett pisándole los talones y con Castle muy cerca, aunque estaba a punto de parar y ponerse a vomitar.

Llegó un momento en el que la detective le sacó varias zancadas al escritor y después de cruzar la carretera, a punto de ser atropellados ella y el sospechoso, le dio alcance en el siguiente callejón, haciéndole un placaje contra la pared:

- Policía de Nueva York – Le repitió apretando los dientes mientras le daba la vuelta y le colocaba las esposas.
- No os había escuchado.
- ¿Sordera selectiva? Veamos qué bien se te da eso en comisaría.

Justo cuando ya caminaba con él de vuelta al coche Castle llegaba a su altura:

- Suerte que este caso no depende solo de ti – Dijo ella con sorna al ver como a él le costaba respirar.
- Me gusta verte correr.


Beckett y Esposito estaban al otro lado del espejo en la sala de interrogatorios:

- Ha decidido que es demasiado listo como para contarnos nada – Esposito le miraba a través del cristal.
- Puede que una noche en el calabozo le refresque la memoria.
- ¿Y Castle?
- Supongo que intentando no vomitar – Esposito soltó una carcajada.
- Lanie aún no tiene los resultados de las pruebas.
- Esperaremos a mañana para tener más cosas encima de la mesa.
- Ni idea del móvil ni nada, ¿no? – Ella negó con la cabeza.

Lo que no quería decirle a su compañero era que el escritor era el encargado de comprar la tarta para su fiesta sorpresa. Miró el reloj y rezó para que no se retrasase.

Siempre tan chusma Castle, pero por lo menos ayuda con el caso.

uuh que ganas de leer ya lo de la fiesta sorpresa de Esposito!!

Genial genial genial el fic! No me cansare de repetirlo!!

Y yo que me estaba esperando para leer el capi mañana de camino a clase pero nada, no he podido resistirme!!

Que buena pinta tiene el caso y que interesante se pone la fiesta de Espósito, ahora que Kate se está replanteando sus sentimientos...

Cuando Castle llamó a la puerta del piso de Lanie, fue Beckett quien le abrió la puerta, y quien se quedó sin palabras:

- Hola chicos – Dijo entrando con una rubia despampanante colgada del brazo – Esta es Michelle, hemos tenido un accidente muy divertido en la pastelería y le he preguntado si le apetecía conocer a gente estupenda.

Tanto Lanie, como Kevin y Jenny se quedaron parados mirando la cara de Beckett, que intentó recomponerse cuando Josh se acercó a presentarse.


Después de casi dos horas seguía evitando al escritor y a su acompañante, esta vez refugiándose en la cocina, donde la encontró la forense:

- ¿Qué haces? – Le quitó la botella de vodka de la mano para que dejara de bebérsela a morro y a palo seco, pero se dio cuenta de que casi no quedaba.
- Me estoy escondiendo de Castle y la chica de la sonrisa endemoniada.
- No sé por qué dices eso, es un encanto – Beckett la miró con odio y Lanie prefirió haberse callado - ¿Por qué te lo tomas así?
- Porque es un engreído incapaz de mantenerse dentro de sus pantalones.
- Querida – Dijo intentando ser comprensiva y acercándose – La última vez que vi a Castle comportarse como el antiguo Castle fue hace tanto tiempo que pensaba que había probado la castración química.
- Ah ¿Estás justificando que traiga a una tía que acaba de conocer?
- No, te estoy diciendo que se ha cansado de que le des largas.
- ¿Así que la culpa es mía? – Intentó quitarle la botella de las manos pero Lanie se apartó a tiempo.
- No, pero tú has decidido quedarte con el buenorro de la moto, y a mí me parece muy bien, pero no te puedes emborrachar porque él quiera darse una alegría.
- Tengo una bronca descomunal con Josh por él y ahora viene con una rubia del brazo.
- Kate, no puedes tenerlo todo, si eliges algo otra cosa se escapará.
- Es un niño grande jugando con granadas – Fue rápida le arrebató la botella de la mano y dio un trago.
- Así que mientras te siga por toda la ciudad con los pantalones puestos está bien, en el momento en el que dejas de tenerle te molesta todo lo que hace.

Se levantó y se fue al salón donde todos estaban bailando incluido Castle con la rubia, le dio otro trago largo a la botella y se les quedó mirando tan fijamente que ambos se dieron cuenta. Michelle huyó al baño y él se acercó. Había bastante gente, y todos animados, pero cuando el escritor la miró a los ojos supo que algo no iba bien:

- Estás enfadada – No lo preguntó, lo afirmó y Beckett casi le aplaude por la obviedad - ¿Y Josh?
- Se ha marchado – Puso los ojos en blanco como si no quisiera hablar del tema y antes de que le diera otro trago a la botella Castle se la quitó de las manos.
- Ya está bien – Ella protestó o al menos eso pensó él ya que la música estaba alta.

Ofendida dio media vuelta y se marchó hacia el balcón para tomar el aire. Pero nada más cruzar la puerta se dio cuenta de que él la había seguido:

- Quiero estar sola.
- Borracha en un balcón no me parece una buena idea.
- No te necesito – Y aquello le pareció al escritor una bala envenenada.

La tomó del brazo para que se diera la vuelta:

- ¿Qué te pasa conmigo? ¿Te has enfadado por qué he venido con alguien?
- ¿Por qué debería de estarlo? Vuelves a tener citas, enhorabuena.
- ¿Acaso no debería tenerlas?
- Está claro que tienes que cubrir tus necesidades – Murmuró intentando soltarse de la mano de él.

Estaba claro que ella sabía donde dar para hacer daño. Lo cierto es que la última mujer con quien había estado era ella, y ahora aquello le parecía tan lejano que no sabía cómo afrontarlo:

- Si no quieres que salga con ella todo lo que tienes que hacer es decir algo.

Tenía los ojos cerrados y las palabras salían de dentro de él. Desde que había ido a su apartamento llevaba la idea en la cabeza y aunque no le había contado que le había puesto un detective si le contó lo que había estado investigando:

- Si no dices nada pienso salir con ella y con las que haga falta.
- ¿Y qué debería decir?

Si que estaba enfadada, sus ojos clavados en él eran un libro abierto:

- No hagas eso, no me vuelvas a hacer esto. No te cueles en mi cama cuando quieres y te arrepientas antes de que salga el sol. No me uses, porque ya estoy cansado. He estado ahí para ti y me has cerrado la puerta en la cara, y no me vas a volver a tener a tus pies a menos que me asegures que tú…

Era cierto, y lo sabía de sobra, su inseguridad le hizo no aceptar que sentía algo por él, y prefirió hacerle creer que solo era sexo para ella. Pero ahora que nadie les interrumpía y que tenían los ojos clavados en los del otro con tanta intensidad que lo de alrededor no importaba. Simplemente lo hizo.

Se acercó a él y le guió la cara hasta la de ella, y le besó. El gesto fue rápido por si se arrepentía y él la recibió sorprendido pero agradecido. La detective deslizó la palma de su mano por la mejilla de él despacio.

Eran conscientes de que se besaban con hambre, como si nunca lo hubieran hecho, y el sabor del vodka en los labios de ella lo hacía más interesante.
Instantes después el escritor oyó la puerta abrirse, y cuando se separó de los labios de Beckett, aún cuando la mano de ella seguía en su mejilla y sus bocas seguían cerca.

Vio a Michelle asombrada y dos segundos después desapareció por la puerta.

No supo bien que hacer, si seguirla y darle una explicación o agarrar a Beckett de la muñeca para que no se escapara, pero antes de poder tomar una decisión, la detective se había secado los labios con el dorso de la mano y se había esfumado también.

Le costó unos segundos ir detrás de ella, y cuando llegó a su altura, lo único que vio fue como se metía en un taxi y desaparecía, y aunque intentó corres, se vio solo, en la calle, de madrugada y con la sensación de que ella le había vuelto a dejar tirado.


Llegó detrás de unas gafas de sol y se preparó un café cargado en la sala de descanso, Esposito la siguió de cerca, y le habló mientras se preparaba el café:

- Desapareciste.
- Me empecé a encontrar mal…
- Ya, esa seguro que es la excusa que también pone Castle por pirarse de mi fiesta con aquella rubia – Respiró aliviada porque nadie se había dado cuenta y Castle no lo había contado.
- ¿Dónde está?
- ¿Quién? ¿El mono escritor?
- No lo sé. Pero tenemos que empezar el interrogatorio ya, además tengo algo que te va a encantar.
- ¿Qué?
- Los resultados del laboratorio. Es una pena que Castle no este, es mejor que los ovnis.

 
Cuando entró sola en la sala de interrogatorios lo hizo de mal humor y después de haberse leído el informe:

- Espero que una noche en el calabozo te haya dado ganas de hablar – Pero no le contestó.

Sonrió para sí misma, e hizo eso que tan bien se le daba:

- Verás se me he quedado pálida cuando el laboratorio nos ha dicho que las pruebas de sangre el coche de tu amigo Alexander eran en realidad sangre de cerdo – Él siguió como si nada – Y justo encontramos en su maletero un recibo a tu nombre por la compra de un cerdo vivo.
- Tengo una granja en las afueras – Dijo desafiante.
- Una granja que no ve un animal desde – Leyó el informe – 2009 cuando sanidad te la cerró y te obligó a sacrificar a los animales por un virus. Empieza a cantar o te colgaré un asesinato y me iré por donde he venido.
- No pueden cargarme el asesinato de nadie – Entonces vio que realmente la noche en el calabozo había hecho mella en él.
- Te aseguro – Puso las manos encima de la mesa y le miró con desafió y ese hombre se hizo pequeño – Que el calabozo te va a parecer Disneylandia comparado con la cárcel.
- Alexander conoció a una chica en Seatle, una tal Nicole, se enamoraron y bueno, iba varias veces al mes a visitarla. Le decía a su esposa que eran negocios y…Si se divorciaban ella se quedaría con la mitad de todo y él no estaba por la labor así que…
- Le ayudaste a fingir su propia muerte.
- Se suponía que estaba todo planeado, que nadie sufriría.
- Sabes tan bien como yo que su esposa sí que está enamorada de él, y que esto, unido a lo que ya acarrea, iba a ser su fin – Morgan acachó la cabeza culpable - ¿Dónde está?
- En mi casa – Murmuró.

Beckett mandó una patrulla y fue a hablar ella misma con Beatrix Novak. A Ralph Morgan le imputaron los delitos por fingir un asesinato y se lo llevaron entre sollozos.


Por el camino de piedra Beckett se fijó en los columpios de colores que brillaban bajo el sol. Llamó a la puerta y la señora Novak la recibió.

Una hora después y aún con la taza humeante de té en sus manos dejaba que Beatrix se desahogara:

- Fui a hacer la compra y dejé a Teddy con él. Lo cierto es que no era lo habitual, era como si el niño le molestara, pero eso lo entendí después, mucho después. No quiero decir que él lo hiciera…Por Dios – Dijo para sí misma – Pero no le prestaba toda la atención que necesitaba, y esa fue la última vez que vi a mi bebe.
- ¿Usted sabía lo de Seatle?
- Me lo imaginaba, pero lo cierto es que le quiero desde los 16 años, y entonces y ahora se me hace difícil pensar estar sin él. Ni siquiera he trabajado nunca.

Miró el móvil una vez más esperando que Castle la llamara, pero no lo hizo y sabía perfectamente porque. Había ido demasiado lejos, esta vez había metido la pata hasta el fondo, y ni siquiera sabía qué hacer. Pero tenía que solucionar algo antes.

Es Genial
Gracias y por favor date prisa con el siguiente capitulo.

Kate deja el vodka y aclárate. Esta chica se parece a "El perro del hortelano" que "ni come ni deja comer"

Y al final el tal Alexander no estaba muerto que estaba de parranda...

Estaba en casa cuando sonó el timbre, Alexis y su madre no estaban y no iban a venir en toda la noche, por lo que le pareció un plan perfecto pasarse la noche en calzoncillos, jugando a la videoconsola y comiendo pizza. Necesitaba cualquier distracción para no centrarse en Beckett y su bipolaridad, porque iba a acabar con él.

Pensó que se trataba de Alexis, diciendo que al final no se iba a dormir con sus amigas, ya que no parecía muy convencida de dejarle solo en casa con la actitud y esa carita de pena que tenía en los últimos días:

- Hola.

Hay estaba ella, sonriendo tibiamente y con ojeras en los ojos. Se le antojó preciosa, pero no estaba dispuesto a perdonarla solo porque estuviera allí:

- Hola – Dijo serio sin dejarle entrar y ella entendió la indirecta.
- Siento haberme ido así – Castle asintió como si eso no fuera suficiente – Vaya, ahora eres tu el que está enfadado – No la miró, no podía.

Por lo menos agradecía que no le hubiera pillado en calzoncillos, aún, y que acabara de llamar para que le trajeran la pizza. Ambos se quedaron en silencio:

- Si has acabado, tengo cosas que hacer – Fue a cerrar la puerta pero ella puso la mano antes de que terminase de cerrarse.
- Me lo merezco. Siempre meto la pata contigo. Pero no sé cómo explicarme…
- No quiero tener que amenazarte con que seas franca, ni tener que dejar la comisaría porque somos incapaces de entendernos, pero ha llegado un momento en el que eres como una pared de cemento y yo me doy cabezazos sin parar.
- Lo sé… - Murmuró como una niña pequeña.

Ahí estaba esa parte de ella que era inevitable para él, le miraba así y no podía cerrarle ninguna puerta.

Así que, sin decir nada, caminó hacía el salón y se sentó. Ella sonrió de lado ante la oportunidad y pasó, cerrando la puerta tras de ella:

- ¿Y Alexis y tu madre?
- Tengo la casa para mí solo – Señaló la videoconsola encendida y el panfleto de la pizzería.
- Si hubieras estado comiendo helado me recordarías a mí en mis momentos más bajos… - Intentó probar rompiendo el hielo antes de sentarse.
- Está en el congelador.

Entonces sí que era serio, era la primera vez que era tan consciente de lo que sus acciones hacían en él, y se acordó de Lanie y de todos sus consejos y de cómo, parecía ser, que no quería ver que Castle sufría por ella.

Se sentó en el sofá y se cogió sus propias manos, cayendo en la cuenta de que se sentía como una quinceañera, y mucho mejor que con Josh:

- Parece que mi subconsciente me negaba el hecho de poder hacerte daño. Pensaba que era mentira que pudieras sentir algo profundo hacía mí – Él quiso interrumpirla pero ella le pidió un segundo – No sabía cómo hacerle frente.
- Sé que he cometido muchos errores y que tú eres perfecta, y que… - Se sentía ridículo, era un adulto inseguro que estaba dispuesto a hacer lo que ella quisiera.
- No soy perfecta – Negó débilmente con la cabeza – No he dejado de meter la pata contigo porque dudaba de la veracidad de tus sentimientos, y eso me hace sentirme miserable.

Se aguantaron un instante la mirada y ella se dio cuenta de que ser tan cerrada emocionalmente tenía este tipo de consecuencias, sabía que no era suficiente, que tenía que abrirse más, dejar todas las cartas encima de la mesa, y esperar que él aún quisiera estar con ella:

- Llevas un día fuera de la comisaría y ya te echaba de menos, y quería llamarte o escribirte un mensaje para decírtelo, pero, aunque sea difícil, quería venir aquí y decírtelo a la cara.

Tomó aire y continuó:

- He tenido que zanjar algunas cosas antes de venir; he hablado con Josh. No te preocupes no le he contado lo de tu padre, y que por eso estabas la otra noche en casa. Pero si que he tenido que explicarle que lo nuestro no iba a salir bien, porque estoy enamorada de otra persona. Solo espero seguir siendo especial para ti, y que no sea demasiado tarde.

El escritor se quedó paralizado, sin aliento, frío, incluso se planteo el hecho de estar soñando, como si todo aquello no fuera real y su cerebro lo hubiera inventado para que dejara de sentirse mal.

Ella le miró esperando una reacción fuera cual fuera, porque realmente estaba convencida de que él ya había sobrepasado el límite:

- ¿Cómo puedes pensar que no eres especial?

Fue lo que le salió del corazón y se agradeció a sí mismo por no haber tartamudeado. La detective le miró y sonrió como llevaba meses sin hacer:

- Así que había pensado en pedirte asilo político, quedarme a dormir.

No había sido fácil romper con Josh, podía verlo, pero estaba eufórico porque ella por fin salía de su caparazón:

- La última vez que te toqué te asustaste un poco, y puede que si duermes conmigo te rodee con mis brazos, consciente o inconscientemente.


Oyó ruido en la cocina, y miró instintivamente el reloj, no era demasiado tarde, pero ella seguía dormida sobre su pecho y aquello era lo único que le importaba. Se deshizo feliz del abrazo, sonriendo como un loco porque era la primera vez que ella no salía de puntillas de la cama que compartía con él.

Bajó las escaleras con cuidado y vio a su madre en la cocina buscando algo para almorzar, y le pidió silencio.

Se dio cuenta de que la noche anterior habían dejado la caja de la pizza y lo bebido en el salón. Y es que ¿Cómo resistirse a que ella le tomara de la mano y la llevara a la cama? Aunque fuera para que la abrazara hasta que se quedara dormida. Lo cierto es que supo que ella necesitaba descansar, y él era feliz disfrutando de su perfume y de cómo le cogía las manos entre las suyas:

- Demasiado triste para limpiar pero no para tener relaciones sexuales.
- ¿Qué? No hemos dormido juntos, bueno si hemos dormir… ¿Por qué estoy teniendo esta conversación? – Dijo viendo como su madre recogía lo de la noche anterior – No me obligues a quitarte las llaves – Marta soltó una carcajada mientras recogía y él la perseguía de un lado a otro, volvió a hacerle un gesto para que callara.
- ¿Y quién es la afortunada?

Castle no tuvo que contestar, bajando las escaleras descalza, cambiada y con el pelo un poco alborotado:

- Buenos días, Martha – Sonrió.

Martha Rodgers no podía sonreír más:

- Katherine Beckett – Dijo sonriendo más y haciendo que la detective también sonriera, después miró a su hijo que estaba comiendo un trozo de pizza fría con cara de satisfacción – Richard haz un desayuno como Dios manda, que tenemos una invitada especial.

Richard Castle puso los ojos en blanco, pero sonrió de buen gusto, solo había una cosa mejor que despertarse y que Beckett aún estuviera por allí y era desayunar tortitas con ella.

Porfin estan juntos!! lo que les ha costado... Sigue pronto

Esas tortitas les tuvieron que saber a gloria!!
Genial. Muchas gracias por hacer cosas tan chulas!

preciosooooo ya era horaaaaaaa

sigueeeee

Ooooooh!!! Yo es que a Beckett en estas situaciones me la comeria a besos!!! Asi me gusta, que vaya asomando la cabeza tras su coraza!!

Tortitas!!

Hermoso capítulo! Por fin se le aclararon las ideas a Kate!

No puedo creer que tenia varios capitulos de esta historia y yo ni enterada!!!
Algo me esta pasando!!!!!!!!!
Al finnnnnnnnnnnnnnnnnnnnn, que chica dificil para expresar sus sentimientos!!!! menos mal que esta Castle para que reacione!!!
Y siiiiiiiiiiiiii CHAUUUUUU JOSH PARA SIEMPREEEEEEEEEEEEEEEEEE

Sigue!!!!!!!!!!!!
Me encanta tu fic!!!!!!!!!!

holaaaaaaaaaaaa!!! soy nueva en tu fic y tengo q decir q me lo he leido entero y me encanta!! sigue prontoo

Echo de menos tu fic ¡¡Si es que no puedes abrir la caja de sentimientos de Beckett, que duerman juntitos, que vayan a desayunar tortitas y dejarnos así, sin nada más!! ¡Es cruel! xD

Además, estoy pensando seriamente en copiarme todo tu fic para tenerlo guardado en el pc y así poderlo releer de nuevo