Mr. Brightside (Terminado)
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
LeFleur89 escribió:Echo de menos tu fic ¡¡Si es que no puedes abrir la caja de sentimientos de Beckett, que duerman juntitos, que vayan a desayunar tortitas y dejarnos así, sin nada más!! ¡Es cruel! xD
Además, estoy pensando seriamente en copiarme todo tu fic para tenerlo guardado en el pc y así poderlo releer de nuevo
Hola!
Ahora ando con un poco de lío y sé que tengo costumbre de desaparecer "temporalmente" de vez en cuando , pero para que el fic vaya funcionando es mejor este método que agobiarme y escribir basura, que me lo echéis en cara y llore xDDDD
Harías bien en guardarlo, alguien tiene que ser responsable. Ya que yo no lo tengo guardado
Castle- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
En el fondo me siento mal por no escribir, lo admito :
Se dejó guiar por la mano de ella a través de su piso a oscuras, solo se soltó de él cuando llegaron a la habitación. Fuera hacía una noche despegada de luna llena, y esta se veía grande y luminosa, tanto que parecía que no hacía falta más luz, y esta se colara por la ventana y entre las cortinas, como la brisa que hacía; refrescante y agradable.
Fue entonces cuando al besarla a oscuras supo que ella tenía razón, estar enamorado hacía que todas las canciones tuvieran sentido. Ella le había calado, y aquello iba más allá de una obsesión. Sabía reconocer que a veces era como un niño, y que cuando se encaprichaba con algo debía tenerlo, eso ya le había pasado con Gina, y conocía esa sensación de tener que salirse con la suya. Pero esta vez era diferente, ella le había llegado tan hondo que la idea de no pasar a su lado el resto de sus días se le hacía incomprensible.
Así que allí estaban, ella de rodillas en la cama, cerca del borde, besándole a él que estaba de pie, buscando que aquello no acabara.
Suspiró cuando tuvieron que tomar aire y separarse, y vio los ojos de ella, incluso en la noche, y se detuvo a contemplarla, a ver a través de ella, y eso hizo que la detective sonriera. Cogió su cara con ambas manos y quiso decir algo, y aunque normalmente era bueno con las palabras, no encontraba exactamente como expresarse. Y puede que ella viera todo aquello, y que también supiera ver a través de él. Porque cogió sus manos y las sostuvo un segundo antes de tirar, suavemente, de él y caer los dos sobre la cama.
Se había sentido sola infinidad de veces, era algo en lo que siempre caía, desde que tenía uso de memoria. Había creído estar enamorada, se había aferrado a sueños imposibles, le habían roto el corazón. Había peleado, había amado, había estado al borde del precipicio infinidad de veces. Y aún así siempre se había sentido sola. Daba igual que tipo de relación tuviera, e incluso ya no quería pensar si es que era una persona muy complicada y nadie la lograba entender. No quería pensar si la culpa era de ella o de ellos, que habían estado en su cama, en su cocina, usando su baño, y aún así no le habían mirando nunca como él aquella noche.
Era fácil de entender, o quizás se dio cuenta en ese mismo instante; cuando ambos caían mansamente sobre la cama, fundidos en un abrazo y un beso infinitos . No podía dejarle escapar por una razón muy sencilla. Desde que le conocía, con él nunca se había sentido sola. Y aquella sensación nueva, era adictiva.
Fue cuidadoso deshaciéndose de la ropa de ella, tanto que se olvidó de que el aún conservaba la suya, pero era difícil estar atento a los detalles. No estaba dispuesto a abandonar sus labios, y tampoco a evitar el contacto de la piel de ella contra la de él.
Kate puso de su parte y le ayudó a desvestirse, juntando sus frentes para recobrar el aliento y continuar hasta que ambos quedaron igual.
Fue entonces cuando ella le mordió el lóbulo de la oreja, y luego bajó hasta su cuello, pero cuando Richard quiso reprenderla, aguantándose la risa, ella se mordía el labio inferior, y solo pudo dejarse arrastrar.
Fue entonces cuando al besarla a oscuras supo que ella tenía razón, estar enamorado hacía que todas las canciones tuvieran sentido. Ella le había calado, y aquello iba más allá de una obsesión. Sabía reconocer que a veces era como un niño, y que cuando se encaprichaba con algo debía tenerlo, eso ya le había pasado con Gina, y conocía esa sensación de tener que salirse con la suya. Pero esta vez era diferente, ella le había llegado tan hondo que la idea de no pasar a su lado el resto de sus días se le hacía incomprensible.
Así que allí estaban, ella de rodillas en la cama, cerca del borde, besándole a él que estaba de pie, buscando que aquello no acabara.
Suspiró cuando tuvieron que tomar aire y separarse, y vio los ojos de ella, incluso en la noche, y se detuvo a contemplarla, a ver a través de ella, y eso hizo que la detective sonriera. Cogió su cara con ambas manos y quiso decir algo, y aunque normalmente era bueno con las palabras, no encontraba exactamente como expresarse. Y puede que ella viera todo aquello, y que también supiera ver a través de él. Porque cogió sus manos y las sostuvo un segundo antes de tirar, suavemente, de él y caer los dos sobre la cama.
Se había sentido sola infinidad de veces, era algo en lo que siempre caía, desde que tenía uso de memoria. Había creído estar enamorada, se había aferrado a sueños imposibles, le habían roto el corazón. Había peleado, había amado, había estado al borde del precipicio infinidad de veces. Y aún así siempre se había sentido sola. Daba igual que tipo de relación tuviera, e incluso ya no quería pensar si es que era una persona muy complicada y nadie la lograba entender. No quería pensar si la culpa era de ella o de ellos, que habían estado en su cama, en su cocina, usando su baño, y aún así no le habían mirando nunca como él aquella noche.
Era fácil de entender, o quizás se dio cuenta en ese mismo instante; cuando ambos caían mansamente sobre la cama, fundidos en un abrazo y un beso infinitos . No podía dejarle escapar por una razón muy sencilla. Desde que le conocía, con él nunca se había sentido sola. Y aquella sensación nueva, era adictiva.
Fue cuidadoso deshaciéndose de la ropa de ella, tanto que se olvidó de que el aún conservaba la suya, pero era difícil estar atento a los detalles. No estaba dispuesto a abandonar sus labios, y tampoco a evitar el contacto de la piel de ella contra la de él.
Kate puso de su parte y le ayudó a desvestirse, juntando sus frentes para recobrar el aliento y continuar hasta que ambos quedaron igual.
Fue entonces cuando ella le mordió el lóbulo de la oreja, y luego bajó hasta su cuello, pero cuando Richard quiso reprenderla, aguantándose la risa, ella se mordía el labio inferior, y solo pudo dejarse arrastrar.
* * *
Castle- Policia de homicidios
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Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
precioso capiii me encantaaa
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Me encanta tu fic, es genial, espero ver el siguiente capitulo pronto!!!!
eectcastle- Ayudante de policia
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Localización : Castellon
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Lejos el mejor capi
Me encanto, tan dulce...y si lo admito soy una romantica total
Me encanto
Siguelooooooooooooooo please
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silvanalino- Escritor - Policia
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Edad : 51
Re: Mr. Brightside (Terminado)
genial el capi como siempreee!!
beckett castle- Escritor novato
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Fecha de inscripción : 03/03/2012
Re: Mr. Brightside (Terminado)
¡PRECIOSO! ¡Magnífico! ¡La espera definitivamente ha merecido la pena! ¡Grandioso!
¿Y cómo es que no lo tienes guardado? ¡Sacrilegio no tener guardado éste maravilloso fic! Pues cuando tenga tiempo y lo guarde si quieres te lo pado para que lo tengas como oro en paño jeje
¿Y cómo es que no lo tienes guardado? ¡Sacrilegio no tener guardado éste maravilloso fic! Pues cuando tenga tiempo y lo guarde si quieres te lo pado para que lo tengas como oro en paño jeje
LeFleur89- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 22/04/2012
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Después de los exámenes, de un evento importante y de recargar pilas con algunas ideas allá vamos
Capítulo 18
- Espero que haya una buena explicación para todos esto – Gates daba un pequeño paseo mirando a todos sus chicos.
- Si que la hay… - El escritor quiso terminar la frase pero la jefa le interrumpió.
- Seguro que sí, pero sobre todo quiero que sea metódico con los detalles – Lo decía refiriéndose a su nariz sangrando, incluso era muy probable que se estuviera aguantando la risa porque tenía aquellos papeles tamponando la hemorragia.
- Señora, nosotros… - Beckett rezó para que le llegara la inspiración divina y poder decir algo mínimamente lógico – El caso tomó un rumbo que no esperábamos.
- De esto también estoy convencida porque es el caso que más refuerzos ha necesitado en los últimos 5 años.
Esposito miró a Ryan, y después se miraron todos los demás, esperando no decir nada que les hundiera.
Ante el silencio Gates tomó aire y se sentó tras su escritorio:
- Estoy ansiosa por escuchar la historia, pero preferiría hacerlo mañana. A una hora decente y con un café en el cuerpo – Dejó claro que no le hacía gracia estar tan tarde en la comisaria – De momento váyanse a casa.
Todos fueron a salir por la puerta, y cuando Castle se levantó Gates añadió:
- Señor Castle póngase hielo antes de que se le quede la cara de Mike Tyson.
- Gracias señor – Dijo sonriendo intentando demostrar que en este tiempo había logrado ablandarle el corazón.
- Y si alguien le pregunta, por favor, diga que el puñetazo se lo he dado yo – Así logró quitarle la sonrisa al escritor y dejar claro que estaba equivocado.
Lanie les esperaba ya vestida de calle y con la chaqueta puesta, algo impaciente:
- ¿Cómo ha ido?
- Tenemos 5 horas para inventarnos una excusa mejor – Dijo Beckett cogiendo su chaqueta.
- Podría haber sido peor – Apuntó Esposito mientras todos se montaban en el ascensor.
- No lo creo – Murmuró Ryan.
Lanie miraba fijamente el perfil de Castle, centrándose en su nariz:
- Estás muy gracioso – Había intentado aguantarse la risa, pero no había podido.
- Creo que debería cogerme la baja – Fingió que era peor de lo que era.
- Primero deberías de ir a un médico a que te coloque bien el tabique.
Castle la miró extrañado, Ryan se despidió y Esposito fue a por el coche para llevar a Lanie, mientras Beckett y Castle esperaban con ella:
- Tienes una fractura y lo tienes un poco desviado, deberías de hacer algo antes de que se te hinche la cara.
- Tiene mucho cuento – Murmuró Beckett.
- ¿Podrías…? – Le preguntó Castle señalándose la nariz y con cara de perrito.
Lanie sonrió, y le dio su bolso a Beckett, haciendo crujir sus nudillos antes de ponerse manos a la obra:
- Te va a doler un poco – Advirtió y él se hizo el gallito.
Apretó con los dedos de ambas lados, alrededor del puente de su nariz, e hizo un movimiento seco, haciendo que el hueso crujiera y Castle diera un respingo hacia atrás:
- ¿Un poco? – Los ojos del escritor se llenaban de lagrimas y Lanie sonreía - ¿En serio?
Esposito llegó con el coche y ambos se despidieron, mientras la forense subía al coche le recordó que se pusiera hielo.
Castle se aguantó todo el camino las lágrimas, pese a que ella le miraba de reojo e intentaba no reírse cuando recordaba el puñetazo.
- Deberíamos dejarlo estar – Le dijo ella durante el desayuno y él no dijo nada – Es posible que después de todo aquel detective te engañara.
Quiso poder decir que no, que estaba convencido de que su padre era Patrick Doyle el jefe de la mafia irlandesa, y que por eso él tenía esos preciosos ojos azules. Quiso decirle que estaba convencido de que el detective no se equivocaba, igual que estaba convencido de que no se equivocaba con Josh, pero no podía decir nada de aquello. Y se limitó a callarse y ella asumió que tenía razón.
Llevaban tres meses buscando a su padre por cada Pub, tugurio, antro y almacén irlandés de Nueva York. Aunque en realidad llevaban tres meses arrestando a delincuentes e inventando excusas para justificar ante Gates las detenciones.
Pero hasta ahora no tenía nada, nadie de la gran mafia decía ni una palabra, y aunque algunos habían pasado a prisión por acumulación de delitos, no parecían tenerle miedo a pasar una época en la sombra mientras su familia era mantenida por la organización. Así que no tenía nada. Bueno, Castle tenía un horrible dolor en la nariz.
El escritor dejó la bolsa de hielo derretida en la pila y fue a cambiarse:
- Creo que deberías de tomarte un tiempo – Dijo ella y él sintió una punzada en el orgullo – Necesito algo para que Gates no nos eche y no deje a los sospechosos en la calle, y no eres de mucha ayuda cuando te pones cabezón.
Se volvió a dejar caer sobre el taburete de la cocina y ella le besó en la sien antes de salir por la puerta.
Alexis se había mudado a Columbia, al fin empezaba la universidad y cuando la llevó al campus se dio cuenta de que se iba a sentir muy solo y que iba a echarla mucho de menos. Martha había empezado a salir con un director de segunda de Broadway y estaba intentando que la enchufara en cualquier show, por lo que pasaba demasiado tiempo fuera de casa.
Casi una semana después de salir del despacho de Gates volvió a quedarse en medio del apartamento de Beckett esperando que se le ocurriera algo que hacer.
Volvió a buscar el nombre de Patrick Doyle en internet, y no pudo ponerle una cara reciente. Volvió a leer los titulares que ya había leído, volvió a leer palabras como “jefe de la mafia”, “asesino” “distribuidor”…Y se preguntó si ese hombre realmente existía o si solo era la sombra de alguien. Fue Beckett la que hace una semana le dio una foto antigua y desgastada, en color sepia, echa a demasiada distancia, de 3 hombres vestidos de militares.
Beckett había conseguido apretarle bastante las tuercas a uno de los chicos de la calle que pasaba droga para Doyle, y este le había conseguido esa foto, y había asegurado que Doyle era el del medio a cambio de un poco de manga ancha. Aunque lo cierto es que hasta Beckett pensaba que aquel tirillas les había tomado el pelo.
Doyle no era más que una cara borrosa en una foto de hace muchos años en las que parecía sonreír. Castle pensó en enseñarle la foto a su madre, pero no quería disgustarla en balde, además estaba convencido de que si Doyle era tan listo como decían no solo le habría dado un nombre falso, si no una vida falsa.
Abrió un documento nuevo, y empezó a escribir sin guiarse por sus notas, solo escribía palabras, y palabras, esperando que ella solas se unieran y le llevaran a algún sitio mejor. Pero pronto se dio cuenta de que aquello era esperar demasiado.
El escritor se sentía como una mujer florero esperando en casa a que su hombre llegara y poder ponerle un plato caliente encima de la mesa, incluso se duchó y se peinó diferente para ver si ella lo notaba y si le lanzaba algún piropo al respecto.
Mientras hacía la cena se dio cuenta de que por eso odiaba tanto estar ocioso porque se convertía en una marujona de 70 años viendo programas del corazón y esperando a alguien del exterior que le contara cosas interesantes sobre la vida de los demás.
Cuando por fin oyó las llaves en la puerta se levantó como un resorte del sofá, apagó la tele y lo colocó todo bien:
- Hola – Beckett parecía que había tenido el peor día de su vida.
- ¿Qué tal el día? – Ella metió la cabeza en la nevera en busca de una cerveza y él se recriminó seguir comportándose como una ama de casa
- Horrible – Le miró intentando sonreír mientras bebía - ¿Y tú?
Quiso decirle que había limpiado un poco por encima, que había hecho la cama, y había visto dibujos animados y programas de corazón, pero no le dio tiempo:
- ¿Qué hay de cenar? – Dijo ella levantando las cejas.
- Pensaba que podíamos cenar fuera, una hamburguesa o algo – “antes de que la casa se me caiga encima” pudo añadir, pero se calló.
- Bufff – Resopló ella – Estoy agotada, me haré un sándwich.
En un mundo paralelo una versión mejorada de ambos está cenando en un restaurante de lujo, brindando con champan del caro y comiendo caviar como si lo regalaran:
- Aunque primero me daré una ducha.
Salió de la cocina rumbo al baño mientras él seguía allí y se deshacía su intento de peinado nuevo.
Aquella noche hablaron de que Gates no estaba muy contenta, pero que lo había dejado pasar, que quizás era buen momento para que él volviera, pero que tenían que aparcar definitivamente el caso de su padre. Castle no dijo nada.
Ya en la cama, con el olor de la piel de ella tan cerca, se preguntó si se aparecería mínimamente a su padre.
Capítulo 18
- Espero que haya una buena explicación para todos esto – Gates daba un pequeño paseo mirando a todos sus chicos.
- Si que la hay… - El escritor quiso terminar la frase pero la jefa le interrumpió.
- Seguro que sí, pero sobre todo quiero que sea metódico con los detalles – Lo decía refiriéndose a su nariz sangrando, incluso era muy probable que se estuviera aguantando la risa porque tenía aquellos papeles tamponando la hemorragia.
- Señora, nosotros… - Beckett rezó para que le llegara la inspiración divina y poder decir algo mínimamente lógico – El caso tomó un rumbo que no esperábamos.
- De esto también estoy convencida porque es el caso que más refuerzos ha necesitado en los últimos 5 años.
Esposito miró a Ryan, y después se miraron todos los demás, esperando no decir nada que les hundiera.
Ante el silencio Gates tomó aire y se sentó tras su escritorio:
- Estoy ansiosa por escuchar la historia, pero preferiría hacerlo mañana. A una hora decente y con un café en el cuerpo – Dejó claro que no le hacía gracia estar tan tarde en la comisaria – De momento váyanse a casa.
Todos fueron a salir por la puerta, y cuando Castle se levantó Gates añadió:
- Señor Castle póngase hielo antes de que se le quede la cara de Mike Tyson.
- Gracias señor – Dijo sonriendo intentando demostrar que en este tiempo había logrado ablandarle el corazón.
- Y si alguien le pregunta, por favor, diga que el puñetazo se lo he dado yo – Así logró quitarle la sonrisa al escritor y dejar claro que estaba equivocado.
Lanie les esperaba ya vestida de calle y con la chaqueta puesta, algo impaciente:
- ¿Cómo ha ido?
- Tenemos 5 horas para inventarnos una excusa mejor – Dijo Beckett cogiendo su chaqueta.
- Podría haber sido peor – Apuntó Esposito mientras todos se montaban en el ascensor.
- No lo creo – Murmuró Ryan.
Lanie miraba fijamente el perfil de Castle, centrándose en su nariz:
- Estás muy gracioso – Había intentado aguantarse la risa, pero no había podido.
- Creo que debería cogerme la baja – Fingió que era peor de lo que era.
- Primero deberías de ir a un médico a que te coloque bien el tabique.
Castle la miró extrañado, Ryan se despidió y Esposito fue a por el coche para llevar a Lanie, mientras Beckett y Castle esperaban con ella:
- Tienes una fractura y lo tienes un poco desviado, deberías de hacer algo antes de que se te hinche la cara.
- Tiene mucho cuento – Murmuró Beckett.
- ¿Podrías…? – Le preguntó Castle señalándose la nariz y con cara de perrito.
Lanie sonrió, y le dio su bolso a Beckett, haciendo crujir sus nudillos antes de ponerse manos a la obra:
- Te va a doler un poco – Advirtió y él se hizo el gallito.
Apretó con los dedos de ambas lados, alrededor del puente de su nariz, e hizo un movimiento seco, haciendo que el hueso crujiera y Castle diera un respingo hacia atrás:
- ¿Un poco? – Los ojos del escritor se llenaban de lagrimas y Lanie sonreía - ¿En serio?
Esposito llegó con el coche y ambos se despidieron, mientras la forense subía al coche le recordó que se pusiera hielo.
Castle se aguantó todo el camino las lágrimas, pese a que ella le miraba de reojo e intentaba no reírse cuando recordaba el puñetazo.
* * *
- Deberíamos dejarlo estar – Le dijo ella durante el desayuno y él no dijo nada – Es posible que después de todo aquel detective te engañara.
Quiso poder decir que no, que estaba convencido de que su padre era Patrick Doyle el jefe de la mafia irlandesa, y que por eso él tenía esos preciosos ojos azules. Quiso decirle que estaba convencido de que el detective no se equivocaba, igual que estaba convencido de que no se equivocaba con Josh, pero no podía decir nada de aquello. Y se limitó a callarse y ella asumió que tenía razón.
Llevaban tres meses buscando a su padre por cada Pub, tugurio, antro y almacén irlandés de Nueva York. Aunque en realidad llevaban tres meses arrestando a delincuentes e inventando excusas para justificar ante Gates las detenciones.
Pero hasta ahora no tenía nada, nadie de la gran mafia decía ni una palabra, y aunque algunos habían pasado a prisión por acumulación de delitos, no parecían tenerle miedo a pasar una época en la sombra mientras su familia era mantenida por la organización. Así que no tenía nada. Bueno, Castle tenía un horrible dolor en la nariz.
El escritor dejó la bolsa de hielo derretida en la pila y fue a cambiarse:
- Creo que deberías de tomarte un tiempo – Dijo ella y él sintió una punzada en el orgullo – Necesito algo para que Gates no nos eche y no deje a los sospechosos en la calle, y no eres de mucha ayuda cuando te pones cabezón.
Se volvió a dejar caer sobre el taburete de la cocina y ella le besó en la sien antes de salir por la puerta.
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Alexis se había mudado a Columbia, al fin empezaba la universidad y cuando la llevó al campus se dio cuenta de que se iba a sentir muy solo y que iba a echarla mucho de menos. Martha había empezado a salir con un director de segunda de Broadway y estaba intentando que la enchufara en cualquier show, por lo que pasaba demasiado tiempo fuera de casa.
Casi una semana después de salir del despacho de Gates volvió a quedarse en medio del apartamento de Beckett esperando que se le ocurriera algo que hacer.
Volvió a buscar el nombre de Patrick Doyle en internet, y no pudo ponerle una cara reciente. Volvió a leer los titulares que ya había leído, volvió a leer palabras como “jefe de la mafia”, “asesino” “distribuidor”…Y se preguntó si ese hombre realmente existía o si solo era la sombra de alguien. Fue Beckett la que hace una semana le dio una foto antigua y desgastada, en color sepia, echa a demasiada distancia, de 3 hombres vestidos de militares.
Beckett había conseguido apretarle bastante las tuercas a uno de los chicos de la calle que pasaba droga para Doyle, y este le había conseguido esa foto, y había asegurado que Doyle era el del medio a cambio de un poco de manga ancha. Aunque lo cierto es que hasta Beckett pensaba que aquel tirillas les había tomado el pelo.
Doyle no era más que una cara borrosa en una foto de hace muchos años en las que parecía sonreír. Castle pensó en enseñarle la foto a su madre, pero no quería disgustarla en balde, además estaba convencido de que si Doyle era tan listo como decían no solo le habría dado un nombre falso, si no una vida falsa.
Abrió un documento nuevo, y empezó a escribir sin guiarse por sus notas, solo escribía palabras, y palabras, esperando que ella solas se unieran y le llevaran a algún sitio mejor. Pero pronto se dio cuenta de que aquello era esperar demasiado.
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El escritor se sentía como una mujer florero esperando en casa a que su hombre llegara y poder ponerle un plato caliente encima de la mesa, incluso se duchó y se peinó diferente para ver si ella lo notaba y si le lanzaba algún piropo al respecto.
Mientras hacía la cena se dio cuenta de que por eso odiaba tanto estar ocioso porque se convertía en una marujona de 70 años viendo programas del corazón y esperando a alguien del exterior que le contara cosas interesantes sobre la vida de los demás.
Cuando por fin oyó las llaves en la puerta se levantó como un resorte del sofá, apagó la tele y lo colocó todo bien:
- Hola – Beckett parecía que había tenido el peor día de su vida.
- ¿Qué tal el día? – Ella metió la cabeza en la nevera en busca de una cerveza y él se recriminó seguir comportándose como una ama de casa
- Horrible – Le miró intentando sonreír mientras bebía - ¿Y tú?
Quiso decirle que había limpiado un poco por encima, que había hecho la cama, y había visto dibujos animados y programas de corazón, pero no le dio tiempo:
- ¿Qué hay de cenar? – Dijo ella levantando las cejas.
- Pensaba que podíamos cenar fuera, una hamburguesa o algo – “antes de que la casa se me caiga encima” pudo añadir, pero se calló.
- Bufff – Resopló ella – Estoy agotada, me haré un sándwich.
En un mundo paralelo una versión mejorada de ambos está cenando en un restaurante de lujo, brindando con champan del caro y comiendo caviar como si lo regalaran:
- Aunque primero me daré una ducha.
Salió de la cocina rumbo al baño mientras él seguía allí y se deshacía su intento de peinado nuevo.
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Aquella noche hablaron de que Gates no estaba muy contenta, pero que lo había dejado pasar, que quizás era buen momento para que él volviera, pero que tenían que aparcar definitivamente el caso de su padre. Castle no dijo nada.
Ya en la cama, con el olor de la piel de ella tan cerca, se preguntó si se aparecería mínimamente a su padre.
* * *
Castle- Policia de homicidios
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Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
tenemos capiii gracias castle por escribir capitulo nuevo
me he leído otra vez la fic entera por que tengo mala memoria xD
me he leído otra vez la fic entera por que tengo mala memoria xD
______________________
CASKETT ALWAYS
Re: Mr. Brightside (Terminado)
pobre castle
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Que ganas tenia de seguir leyendo este fic! Continua pronto
KBCAlways- As del póker
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Edad : 29
Localización : Granada
Re: Mr. Brightside (Terminado)
- Desde luego cuando un tonto coge un camino, o se acaba el tonto o se acaba el camino – Castle entornó los ojos y ella soltó una carcajada – En serio, escucha, cuando alguien quiere creer algo realmente parece que todo se alinea para que lo creas del todo.
- No sé por dónde vas – Le dio un bocado a la pizza.
- Que te has querido creer que Patrick Doyle es tu padre, que eres mitad irlandés, y que el cielo es fucsia. ¿Ahora me entiendes?
- Soy mitad irlandés – Protestó por lo bajito dejando el trozo de pizza.
- Podrías ser mitad italiano, o mitad portugués…eso da igual.
Se acercó a él sentándose en su regazo y le besó en la mejilla, abrazándole:
- Da igual quien sea tu padre, tu eres tú, independientemente de quien sea tu padre.
- Es una duda existencia – La abrazó por la cintura – Quizás así me comprenda mejor, o quizás…No sé – Apoyó la frente en la barbilla de ella – Quizás solo quiera tenerle delante y que vea lo que se ha perdido.
* * *
El sábado por la tarde llamaron al timbre y Beckett abrió algo desconfiada porque no esperaban a nadie. Ahí estaba un mensajero que preguntaba por Richard Castle. Este salió sorprendido pero cuando volvió al salón con él sobre iba sonriente:
- ¿Qué es eso?
- Un poco de diversión – Abrió el sobre y la invitación elegante y dorada que había dentro.
Ella se asomó por encima de su hombro, apoyándose en él:
- ¿Qué es “Core”?
Castle la miró como su fuera una marciana:
- Me sorprende que vivas en esta ciudad y no sepas que es Core. Parecías una chica lista – Fue entonces cuando se llevó una colleja y supo que se la merecía.
- Suéltalo.
Se sentó en el sofá mientras él permanecía de pie contentísimo con su invitación:
- Es un selecto club de 1400 miembros que se encuentra en la calle 55 en Manhattan. Fundado en 2000. Con 150 eventos anuales.
- Menuda tontería.
- ¿perdona? Creo que no comprendes la parte de SE-LEC-TO CLUB! Allí rueda el champan, y la elegancia y la soberbia.
- Y las chicas despampanantes.
- Y las chicas despampanantes – Repitió.
- No creo que merezca ni uno de los 35.000 dólares que te cuesta.
- Pensaba que no tenías ni idea de que era Core.
- Soy una chica lista, nacida y crecida en Nueva York – Dijo intentando imitar el tono de voz de Castle.
- ¿Quieres ir? – Levantó las cejas divertido.
* * *
Beckett no había hablado con Gates, y tampoco sabía cómo abordar el tema, pero un día. Una semana después, Gates solo dijo:
- ¿Dónde está Castle? ¿Ya se está escaqueando? – Y siguió leyendo su carpeta con informes como si nada, mientras Ryan, Esposito y Beckett se miraban entre ellos y sonreían.
* * *
De camino a la escena del crimen se mantuvieron en silencio, pero había dejando atrás esos silencios incómodos, y ahora era totalmente distinto:
- ¿Dónde vamos? – intentó cambiar de tema y dejar de mirarla.
- Han encontrado un coche en el parking del aeropuerto.
- No sabía que ahora nos dedicábamos a tráfico, ¿falta de personal? – Intentó ser gracioso.
- No sé mucho más, pero estoy segura de que no es solo un coche, Esposito parecía emocionado con el caso.
* * *
Aparcaron y tuvieron que ir andando hasta la zona, que quedaba algo alejada, había varios curiosos y cuando traspasaron la línea amarilla de seguridad Castle corrió hacía el coche involucrado mirándolo de la misma manera que hacía segundos miraba a la detective.
Al acercarse pasó por medio de Esposito y Ryan apartándolos, y acarició la carrocería con la yema de los dedos:
- Precioso ¿eh? – Esposito y Ryan se acercaron riendo.
- Es un Pontiac Firebird del ’69 – Murmuró Castle sin dejar de acariciarlo.
- Lo que yo decía, precioso.
- Dentro de este coche – Dijo el escritor – Hasta un tipo como tú parecería guapo – Oyó a Beckett reírse y a Ryan aguantarse la carcajada mientras Esposito se alejaba.
- Yo solo veo un coche azul y negro – Murmuró Ryan apuntando en su libreta.
La cara del escritor hizo que enseguida quisiera rectificar:
- Bonito, pero un coche azul y negro.
- Por cosas como esta tienes mi infinito desprecio.
- ¡chicos! – Llamó la detective su atención – Siento fastidiaros el fórum sobre coches, pero tenemos un cadáver.
Castle se acercó hasta donde estaba ella y el forense.
En el maletero del Pontiac había, semi enrollado en una alfombra, el cuerpo de un hombre, con un cuchillo de carnicero clavado en el corazón.
* * *
Lanie empezó a leer directamente el informe cuando los vio entrar:
- Raymond Baley, 25 años – Ambos se acercaron.
- He oído por ahí que las puñaladas en el corazón suelen acabar en muerte- Parpadeó rápido con su cara adorable cuando Lanie le miró.
- Puede que un 97% de las veces sea así.
- Dejar de picaros – Sonrió Beckett – Cuéntenos doctora.
- Menos cachondeo – Sonrió la forense – Le partieron el corazón, literalmente.
- Que poético – Dijo el escritor acercándose a la radiografía que la forense le enseñaba.
- Tan poético como mortal. El cuchillo le atravesó el corazón y se lo partió en dos.
Condujeron hasta la casa de la familia Baley para comunicarles lo ocurrido.
* * *
Al entrar se dieron cuenta de que estaban en medio del brindis de una boda. Un hombre de mediana edad brindaba por los novios sonrientes y todos brindaban con ellos después de sus grandes palabras. Aunque la presencia de Beckett y Castle no pasó desapercibida, nadie quiso darle importancia.
Ambos esperaron a que alguien se acercara, aunque todos les miraban de reojo. Se mantuvieron alejados, esperando:
- Incómodo – Murmuró el escritor mientras los invitados les miraban.
Beckett solo asintió.
* * *
El hombre del brindis se les acercó:
- ¿Puedo ayudarles?
- Buscamos a la familia Baley – El hombre no comprendió.
- Yo soy Raymond Baley – Les tendió la mano.
- ¿Senior? – Preguntó el escritor mientras estrechaba su mano.
- Sí… - Dudo.
- Somos la detective Beckett y Richard Castle de la policía de Nueva York…Quizás necesitemos hablar en un lugar más privado.
Aquella casa era enorme, incluso más allá de poder celebrar una boda en el jardín principal:
- Bonita casa – El hombre les ofreció asiento y Castle fue educado.
- Gracias – Seguía extrañado por la visita de la policía.
- Raymond, ¿qué ocurre? – Entró una mujer echa puro nervio.
- Son de la policía de Nueva York.
- Venimos a hablarles de Raymond Junior.
Cuando terminó de hablar el servicio se tuvo que llevar a la mujer a la cocina porque se había desmayado y el padre, simplemente, se quedó mirando al infinito durante un tiempo, y ninguno de los dos quiso quitarle eso.
* * *
Se quedó asomado a la ventana viendo como los novios sonreían rodeados de sus seres queridos, volviendo a brindar y bailando:
- Ese es mi otro hijo Michael – Se frotó la frente.
- ¿No se han preocupado porque hoy no ha aparecido?
- A Ray no le gusta Christina, la nov…mujer de Mike – Se auto rectificó – No iba a venir.
- ¿Desde cuándo no sabe nada de é?
- Ayer por la mañana, llamó para decir que pasaría un tiempo fuera…pensando.
- En el bolsillo de su abrigo había dos billetes de avión para Canadá.
- Suponía que se refería a unos días en una casita en la montaña o algo así.
- ¿No sabe quién puede ser la otra persona para la que compró el billete?
- Ni idea, no tenía novia ni nada así… - Y rompió a llorar – Lo siento, ahora no creo que pueda ser de más ayuda.
De vuelta a la comisaría, Ryan, Esposito y Castle escuchaban a Beckett en silencio:
- Ray no terminó sus estudiso de medicina, por mucho que su padre le obligara, estaba un poco a la sombra de su hermano Michael que es un médico de irrefutable nivel. Ray iba un poco por la mala vida, carreras de motos, y varias detenciones por ello, altercados en bares y un largo etc que llevaba a su padre por la calle de la amargura.
- ¿Empezamos por ahí? – Preguntó Esposito.
- Sí, nosotros esperaremos a que venga el hermano – Miró su reloj – Que debe estar a punto de llegar.
* * *
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Cuando Castle se sentó esperando a Beckett en la silla de al lado de su escritorio pudo ver el post it de llamadas:
- ¿Cuándo has vuelto a saber de James Casey? – Dijo cuando ella volvió.
- Mantenemos contacto por email, y a veces me llama – Levantó la ceja esperando que ella continuara – Hablamos de casos, nada más.
- Y luego el raro soy yo.
- Yo no quedo con mis amigos para jugar al póker dejando que la conversación derive en cual es el crimen perfecto.
- Lo dejé claro en mi penúltimo libro de Derrick Storm si lo hubieras leído lo sabrías.
- ¿En serio? ¿De verdad crees que nadie se hubiera dado cuenta del pinchazo tras la oreja?
- ¿Perdona? – Fingió ofenderse – Es el crimen perfecto, bien desarrollado y presentado.
- Todos los forenses o detectives de tus libros de Derrick Storm son pobres tontos que están para rellenar y ensalzar al protagonista.
- Yo tengo un uso perfecto de la narrativa, si lees las críticas del Times lo sabrás.
- ¿A quién habrás sobornado para que hablen tan bien de ti?
- Espero que no tengas tantas quejas sobre Nicki Heat…
- No, todo lo contrario, hasta tú tienes que estar sorprendido de tener un personaje tan bueno – Le guiñó un ojo para que supiera que todo el mérito era de ella.
- Así que yo soy algo así como un biógrafo, solo que cambio localidades y nombres.
- Bueno, y fantaseas bastante…sobre todo con las escenas subiditas de tono.
- Es mi toque personal.
- Da la impresión de que eres un salido – Supo donde golpearle y él ya se había dado cuenta que ella ganaba todas las peleas, las que eran serias y las que no.
- Y así es. Triste es que hayas tardado tanto en darte cuenta – Sonrió digno.
- No me hagas hablar – Bajó la voz dándole a entender sobre sus vidas privadas.
Más o menos tenían contrastadas todas las coartadas de los sospechosos, menos la de la hermana de la novia Holly, les bailaban las horas y no lograban verla en ninguna de las cámaras de seguridad.
Por suerte Esposito había conseguido encontrar el arma homicida en una de las papeleras del parking y en el cuchillo había muestras de ADN, que no estaban en el CODIS, habían pensado en pedírselo a la novia, pero no querían destapar la caja demasiado pronto.
Para desgracia de Beckett en la primera reunión para establecer coartadas Molly mostraba mucho más interés en Castle y en tontear con este que en lo que ella le preguntaba. Lo cual le hizo fruncir el ceño, sobre todo cuando empezó a ensalzar el trabajo de Richard en su último libro de Nikky Heat y ya que entonces el escritor se vino arriba. Desviándose ambos del tema principal.
Holly lo había dejado claro Ray no le caía bien, era brusco y soez con su hermana, y por extensión con ella pero no podían encerrarla solo por eso.
* * *
- A ver si lo he entendido bien, ¿Quieres que te consiga una muestra de ADN de Holly?
- Si – Asintió muy a su pesar.
- ¿Ligándomela?
- Si – Levantó el labio superior algo asqueada, pero girando la cabeza a tiempo para que él no lo viera.
- ¿En serio?
- ¿Podrías ser un poquito más profesional? – Se estaba cansando.
- No, si lo hago para que quede claro, delante de testigos – Señaló con la cabeza a Esposito y a Ryan que no estaban muy entusiasmados – lo que me estás pidiendo. Abusas de mi cuerpo para conseguir eso. Soy un hombre objeto – Dijo con tristeza – Soy un hombre objeto – Repitió mucho más contento admirándose.
- No te emociones Cassanova. Antes probamos con el Latino musculoso y el sensible y vergonzoso tirillas – Ryan se ofendió pero no llegó a decir nada – Pero digamos que no ha funcionado.
- Vaya… - Dijo menos emocionado – Pero bueno, no creo ser el único en haberse dado cuenta de cómo la sospechosa me mira el trasero – Dijo muy pillo.
- ¿Vas a hacerlo o no?
- Depende.
- ¿De qué? – Se extrañó.
- De un par de cosas que tú y yo aclararemos luego. Primero, ¿Cuál es el plan?
El plan era fácil según Esposito, hacer creer a la sospechosa que ella también estaba en peligro, Castle haría de guardaespaldas, la llevaría a cenar y a dar una vuelta. En todo momento Beckett y Esposito les vigilarían. Cuando el camarero se llevara el vaso o los cubiertos Ryan los recogería y lo mandaría al laboratorio.
* * *
Beckett acercó a Castle hasta el piso de la sospechosa en coche, después se reuniría con Ryan y Esposito. Al escritor le había puesto un micro por si acaso:
- ¿Quieres que repasemos el plan? – Propuso ella mientras él se quitaba el cinturón de seguridad y miraba el edificio.
- ¿Quieres que practiquemos como tengo que ligármela?
- Quiero que no metas la pata – Se tensó.
- Es una pena tener que pasar un viernes por la noche de misión…
- Céntrate.
- Está bien – Accedió – La llevo a cenar al “bel’epoque” y vosotros os hacéis cargo.
- Exacto.
- Entonces…¿voy? – Ella asintió.
- Suerte.
Castle abrió la puerta, pero antes de terminar de salir, volvió al coche, Beckett pensó que se olvidaba algo. Pero no, solo la besó en los labios, rápido y salió del coche.
Llamó a la puerta y le hizo un gesto con el pulgar hacia arriba para que ella supiera que todo iba bien.
Mientras Beckett se quedaba en el coche, tocándose con la yema de los lados los labios, y con una sonrisa tonta en la boca.
* * *
Beckett escuchaba la conversación igual que Esposito y Ryan:
- Buenas noches – La miró de arriba abajo – Vaya, estás increíble.
- Gracias – Ella sonreía complacida dentro de aquel vestido rojo tan sugerente – Pensaba que no ibas a encontrar el valor para invitarme a cenar.
- Bueno, soy algo así como tu protector.
- ¿Rollo superhéroe? – Se cogió del brazo del escritor y fueron a coger un taxi.
- Algo así – Beckett resopló en el coche, sabía que Castle solo cumplía órdenes - ¿Entonces te apetece cenar en un restaurante lujoso de…?
- Paso – Dijo cortándole y él se quedó sorprendido igual que los demás – Tengo otros planes en mente – Le pasó el dedo índice por los botones de la camisa, desabrochándole el primer botón.
- Pero…hay tiempo para todo – Ninguna mujer se le había tirado antes tan en plancha.
- Mira, vamos a ponerlo así, yo tengo hambre, pero de otra cosa.
- Pero…
El escritor no llegó a decir nada, ella paró un taxi y subieron. Beckett estaba algo en shock, y le costó arrancar. No iba a perderle de vista ni un instante, y más quedándose a solas con una sospechosa de asesinato.
El taxi les dejó en una de las discotecas de moda:
- ¿Qué vamos a hacer? – Preguntó Ryan por la radio – Ahí dentro el micro no va a funcionar.
- Ya lo sé – Dijo ella pensativa desde el coche.
- ¿Esperamos? – Sugirió Esposito.
- No, no podemos… - Se quitó el moño y se ahueco el pelo dejando que cayera por sus hombros.
- ¿Y entonces?
- Venid aquí, montar guardia en la puerta – Abrió su bolso empezó a maquillarse mirándose en el espejo retrovisor – Yo os avisaré si algo pasa. Estad atentos a mis indicaciones – Se quitó la chaqueta.
- ¿Vas a entrar? – Se tocó con la yema del dedo índice los labios y salió del coche.
- No creo que tengamos otra opción – Fue al maletero y sacó una camiseta larga negra.
Se cambió en el asiento de atrás del coche, haciendo mucho más larga la camiseta, hasta el punto de que parecía un vestido corto. Se quitó el cinturón de los pantalones de vestir y se lo puso en la cintura. Antes de ir hacía la discoteca, volvió a mirarse en la ventanilla, repasando el maquillaje:
- Guapa – Le silbaron y piropearon unos chicos ebrios que pasaban rumbo a la discoteca y ella sonrió de lado.
Ryan y Esposito aparcaron justo cuando ella cruzaba para entrar, se miraron entre ellos, mientras el ruido de la gente y las luces de colores teñían la ciudad.
Parecía factible interceptar una copa de la sospechosa cuando el camarero se la llevara, o al menos pensaba en maneras de conseguir lo que quería mientras entraba. No tuvo ni que hacer cola, la pasaron directamente, como si fuera VIP. Dándose cuenta de que ellos acababan de entrar.
Se volvió a ahuecar el pelo nada más entrar, mientras veía a toda esa gente bailar y beber, mientras las luces bailaban más deprisa que ellos. Bajó los escalones con los tacones, sin tener ni idea de donde estaba Castle y la sospechosa.
* * *
Después de tres chupitos de tequila seguidos Castle pidió casi llorando un whiskey doble solo, aún retumbaban las palabras de Holly en su cabeza:
- El tequila se toma, sin sal, sin limón y sin poner caras raras.
Él no era de estar bebiendo a saco, era de quedarse en casa con su copa y un buen libro, ya no tenía 20 años ni la necesidad de emborracharse rápido para no enterarse de nada de lo que pasaba a su alrededor, y perder la vergüenza.
Otros tres chupitos después, tuvo la sensación de ver a Beckett al otro lado de la barra, incluso entornó los ojos para centrarse, pero si aquella era Beckett tenía una mirada más salvaje y apetecible, y estaba rodeada por dos cachas pasados de moreno artificial invitándola a beber. Fue entonces cuando entendió que no podía ser ella, ya que debería de estar en el coche, deseando que él saliera para cruzarle la cara:
- Me vuelves loca – Le susurró Holly al odio.
Y después le besó fuerte, con ganas, como besaría alguien que acaba de cumplir un cuarto de siglo y que siente que la vida se le acababa para vivirla deprisa. Justo como Holly.
Después de aquel beso de tornillo, Castle sacudió la cabeza. Holly había estado haciendo amigos, un grupo de chicas y de chicos con los que bailaba mientras Castle intentaba no perder el conocimiento.
Volvió a mirar donde le parecía haber visto a Beckett, pero todo lo que estuviera más allá de su nariz estaba distorsionado y confuso. Calculó que no llevarían ahí ni dos horas, cuando Holly le cogió de la mano y lo arrastró a fuera por la parte trasera.
El escritor agradeció el aire fresco en la cara, pero poco lo pudo disfrutar, ella le lanzó contra la pared y aterrizó con sus labios sobre los de él, abriéndole la boca con ferocidad. El escritor solo se pudo dejar hacer, ni siquiera estaba seguro de que todo aquello ocurriera en la vida real.
Holly le agarraba la cara con ambas manos, para que no se escabullera ni un milímetro, y después se dejó caer por el lóbulo del escritor y por todo su cuello paseándose con su lengua.
Fue entonces cuando oyó la puerta abrirse de golpe, y vio a Beckett con una camisa ancha, maquillada y con el pelo rebelde mirarles de arriba abajo, quiso que la tierra se le tragase en ese instante.
Ella se quedó algo parada, pero respondió rápido, del escote se sacó una bolsa de pruebas donde dentro se podía ver un bastoncillo con capucha especial para muestras de ADN, se lo dejó allí y volvió a entrar, y hasta Castle se dio cuenta de que lo hizo de mal humor. La única que parecía no enterarse de nada era Holly que seguía su camino de saliva por el cuello del escritor.
* * *
Beckett salió de la discoteca con paso seguro y cara de rompe corazones, era evidente que poca ropa y unas largas piernas con tacones podían hacer que chicos de 25 años la invitaran a copas toda la noche. Estaba segura de que jamás se iba a cansar de escuchar sus lloriqueos para que se quedara más cuando aseguró que tenía una urgencia y que tenía que volver a casa.
Condujo hasta su casa y se dio una ducha, aún no se había molestado en recoger la ropa que se había estado quitando cuando sonó el timbre de la puerta. Se puso una toalla alrededor del cuerpo y miro por la mirilla sonriendo con malicia. Después abrió la puerta:
- Buenas noches – Dijo al verle apoyado en el marco de la puerta sosteniendo la bolsa de pruebas con el bastoncillo dentro y mirándole desde abajo con la mirada dura pero inocente.
- Buenas noches.
Sabía que si se esperaba a que ella le dejara entrar no lo haría así que se metió dentro:
- Como si estuvieras en tu casa – Él no le hizo caso, solo se desplomó en el sofá – No puedes quedarte demasiado, mañana madrugo.
- ¿Y Esposito y Ryan?
- Les he dicho que se fueran a casa nada más salir de la discoteca.
- No voy a volver a beber – Sonrió para sí mismo cuando se dio cuenta de que eso lo había dicho ya demasiadas veces.
Ella resopló pensando que era un mentiroso, fue a la cocina y le acercó un vaso de agua:
- Lo digo en serio, mañana madrugo, tengo que llevar eso al laboratorio.
- ¿Crees que para mí ha sido agradable? – No quería dar rodeos.
- No te veía sufriendo.
- Prácticamente ha sido acoso sexual.
- ¡Venga va! – Protestó ella riéndose y de pie para que él se fuera.
- ¿Sabes qué? Vamos a darnos 10 segundos – El escritor se cruzó de brazos después de beberse el agua de un trago y ella se desquició.
- ¿Qué? Ni de coña – Castle hizo como si no la escuchara – A mi no me vengas con esas mierdas – Protestó.
- 5 segundos – Dijo él.
- ¡Que te den! – Se alejó de él rumbo al baño, ya encontraría él la salida cuando ella dejara de hacerle caso.
Pero lejos de eso, el actor la cogió con suavidad del codo acercándola a él, haciendo que cayera, prácticamente sobre su pecho, le levantó la barbilla con una mano y la besó con ganas. La detective al principio se resistió, pero no demasiado. Después de los primeros segundos, se deshizo del brazo de él sobre su codo y hasta Castle entendió que se iba a alejar, pero lejos de eso, se quitó la toalla y se abalanzó sobre él. Dándole el tiempo justo al escritor para quitarse la chaqueta mientras ella le quitaba el cinturón del pantalón y lo guiaba entre besos hasta su cama.
* * *
- Enhorabuena – Dijo Gates mientras se llevaban a Holly esposada hacia el calabozo – Por lo visto Raymond Baley se metió en su ropa interior en la presentación y luego actuó como si no la conociera. Él pensaba irse a Canadá con un amigo, y ella le rompió el corazón con un cuchillo de 17 cm.
Ambos sonrieron mientras la capitana volvía a su despacho. Castle volvió a tocarse el cuello, como llevaba haciendo toda la mañana. Caminaron hasta el escritorio de ella:
- Me va a salir un chupetón – Protestó por lo bajo, pero ella hizo como si nada.
- No sé de qué me hablas – Recogió unas carpetas con informes y sonrió con maldad cuando él no la vio.
- Me va a salir un chupetón porque te pasaste la noche mordiéndome y arañándome.
Beckett se giró seria, poniendo esa mirada de cuando él se pasa echándole imaginación al asunto:
- No flipes – Y miró a su alrededor dándole a entender que la conversación tenía que acabar ahí.
- No me malinterpretes, Dios me libre – Miró al cielo agradecido por lo de anoche – Que te prohíba volver a hacerme una cosa así, pero hoy el único que está dolorido soy yo.
Le miró fijamente y se mordió el labio inferior haciendo que él se tensara:
- Si de verdad quieres que lo de anoche se repita, siéntate y cállate – Lo dijo tan sugerente y tan malvada, que Castle se sentó de golpe y se calló.
Haciendo que ella se riera con malicia y disfrutara como una niña alejándose pasillo arriba para entregar los informes que llevaba en los brazos.
* * *
Castle- Policia de homicidios
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
muy bueno pobre castle ahora es el perrito de beckett el perrito sexual por fin estan juntos hacia tiempo que no lo leia ya me tenias en asquas haber cuando estaban juntos !!!!porfiin!! porque estan juntos verdad?
castlelover- As del póker
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Capitulo 19
El escritor se quitó las gafas de sol al entrar, aquello era como Chernóbil nada más empezar la fiesta. El humo todavía lo cubría casi todo, y había pequeños focos de fuego que los bomberos intentaban sofocar. Esposito resopló pensando en la de pruebas que se iban a perder con el agua.
Beckett iba delante, decidida, colocándose los guantes y acercándose a Lanie que estaba inclinada sobre los restos carbonizados de lo que parecía un esqueleto:
- Menuda fiesta – Dijo Esposito señalando con la cabeza los catéter y los vasos de precipitado de lo que quedaba de una mesa de laboratorio.
- De momento lo único que es seguro es que este buen hombre ya no estaba vivo cuando pasó todo esto – Hizo un aspaviento con la mano señalando el lugar sin quitar la vista del cadáver ni de su carpeta.
Beckett se acercó a ella por detrás, para ver lo que la forense veía, está le señaló con el boli, pero sin tocar, la zona donde había un agujero de bala:
- Un 22 – Farfulló la detective.
Ryan y Esposito echaron un vistazo a lo que quedaba de la caravana, mientras el jefe de los bomberos hablaba con Beckett y Castle miraba con detenimiento la mesa de laboratorio mientras Lanie seguía apuntando en su libreta sobre el cadáver:
- Cuando mal está haciendo Breaking Bad – Castle examinó por encima los apuntes quemados, los compuestos y el material.
- Los bomberos dicen que está todo rociado con gasolina, desde la mesa hasta la puerta, y que allí comenzó el fuego – Ahora ya no había ni paredes, ni puerta, solo el recuerdo vago de donde debían estar antes de todo esto.
- He encontrado una cartera – Dijo Ryan abriendo lo que alguna vez fue una cartera de piel – Carter Bishop. Pero vamos que podía ser – Señalando el cadáver – Carter o Santa Claus – Ya que el cuerpo estaba irreconocible.
- Me lo llevo ya al laboratorio – Beckett asintió.
El móvil de Castle sonó, acababa de recibir un mensaje, lo leyó deprisa y lo guardó en su bolsillo:
- Lanie – Dijo mientras está se alejaba con los de su equipo y el cadáver en una bolsa y una camilla - ¿Podría ir con vosotros?
Beckett se extrañó, igual que los demás, pero no dijo nada:
- La última vez que tu y yo estuvimos en mi furgoneta nos asaltaron con fusiles unos encapuchados, no sé si estoy segura de querer volver a correr el riesgo – Castle sonrió de lado.
Castle miró a Beckett igual que Lanie, y esta actuó como si no le importara:
- Ya sabes que el mono escritor odia el papeleo, y aquí poco puede descubrir.
Lo que en realidad ocurría es que Castle quería ir a comisaria sin Beckett, ni siquiera se quedó con Lanie en la morgue. Se despidió y fue directamente a los archivos, donde ya había alguien esperándole:
- Gracias – Dijo llegando apurado, después de una pequeña carrera.
- De gracias nada – El oficial del archivo extendió la mano.
Castle hizo un pequeño gesto de fastidio por darse cuenta de que aquello no era un favor en el estricto valor de la palabra y sacó un sobre que el oficial examinó con detenimiento, sobre todo el interior. Ahí estaban, dos entradas para los Mets. El oficial sonrió y le tendió una carpeta:
- Esto va así; tú no has estado aquí, no nos conocemos, y tienes 20 minutos para leerlo y devolvérmelo. Si Beckett se entera… - Suspiró sin quitar la cara de mala leche – Bueno si se entra te matará ella misma, así que ni siquiera tendré que hacer el esfuerzo.
- Tranquilo, me sobraran 10 minutos, son un lector rápido – Habló orgulloso pero al oficial no le importaba lo más mínimo.
La carpeta era sobre el caso de drogas en un bar irlandés del centro, una redada protagonizada por antivicio en uno de los locales que se pensaba que pertenecía a Patrick Doyle. Condenaron a un par de chicos a 5 años de cárcel, nada vinculaba a Doyle con el local, pero había rumores de que lo tenía a un nombre falso. Los chicos no dijeron ni pio y el caso se cerró.
Por lo menos ahora tenía un lugar al que ir, pensó volviendo al escritorio de Beckett:
- ¿De dónde vienes tan contento? – Beckett estaba sentada en su escritorio.
- De almorzar.
- Tío – Protestó Esposito - ¿Ahora te vas solo a almorzar?
- Lo siento, me moría de hambre – Intentó disimular, mientras escondía bien la dirección del bar en su chaqueta.
- ¿Tanta prisa para eso? – Estaba claro que Beckett sospechaba.
- La caravana pertenecía a Wilson Bishop – Interrumpió Ryan que llegaba con cosas nuevas del caso – Padre de Carter. Aunque realmente le pertenecía a Carter ya que su padre murió de cáncer el año pasado. Y eso fue todo lo que le dejó.
- Carter tenía varios casos pendientes por tráfico de drogas, y una condena de 5 años, de la que salió el año pasado.
- ¿Algún patrón en común? – Beckett se levantó y caminó hacía la pizarra.
- Siempre trabajaba con Lincoln Jankins, de su misma edad, y con los mismos antecedentes, también salió el año pasado por la misma condena.
- ¿Dónde vive? – Preguntó la detective mientras apuntaba en la pizarra.
- Con su madre, a unas manzanas de la caravana.
- Vamos a mandarle recuerdos – Cogió sus cosas y miró a Castle que parecía que tenía la cabeza en otra cosa - ¿Vienes?
Invitó al escritor a cenar a su casa, aunque ya ni siquiera hacía falta eso, habían tomado cierta rutina que para ambos era agradable. Así que mientras él cocinaba ella preparaba la mesa. Solo había una regla, nada de trabajo en casa. Y a ambos les parecía bien.
Desde que había salido de la caravana con Lanie por la mañana le notaba absorto, como si tuviera la cabeza en otra cosa:
- ¿Qué ocurre? – Preguntó cuando los dos se sentaron en el sofá a ver la tele.
- ¿Con qué?
- No te hagas el loco… - Se molestó.
- Gina me agobia para que haga las cosas en el plazo – No era eso, ella lo sabía.
- Quiero que me prometas algo.
Él le prestó atención algo contrariado:
- Prométeme que no vas a ir detrás de Patrick Doyle – Quiso hacerse el sorprendido pero ella iba bastantes pasos por delante – Sé cuando se te mete algo en la cabeza, ese hombre no va a tener las respuestas que buscas y es peligroso.
- ¿Me lo pides como parte de la policía de Nueva York?
- Te lo pido para no tener que sacar tu culo de un antro lleno de irlandeses que se creen gánster.
- Entonces, quizás deberías de pedírmelo por favor – Vio la preocupación en los ojos de la detective e intentó quitarle hierro al asunto.
- Vale – Accedió – Por favor no me obligues a meterte un tiro.
La caravana estaba en un camping en la periferia de la ciudad, no era precisamente un lugar de lujo, y la gente que acababa allí estaba a un paso de mendigar en la calle si no lo hacían ya. La mayoría vivían de vender chatarra, y del robo de vehículos, incluso de asaltar casas o de la prostitución. Allí había niños y perros vagabundos con demasiada hambre como para respetar ciertas cosas.
Pese a que se dividieron para preguntar no lograron sacar nada, y patearse todo aquel lugar en balde hacía que ninguno pusiera buena cara:
- Es una pequeña localidad dispuesta a guardar silencio.
- Pues no tenemos nada – Murmuró Ryan asqueado.
- Bueno, Jankins ha pasado la noche en el calabozo, quizás ahora esté mucho más comunicativo.
- Quizás el mono le haga más hablador – Sentenció Beckett.
En la sala de interrogatorios Lincoln Jankins se subía por las paredes, estaba esquelético, y se le notaban los pinchazos en los brazos. Llevaba una camisa a cuadros sin mangas, unos vaqueros sucios y hechos trizas, y unas botas demasiado viejas para ser suyas. Apenas tenía dientes y los que aún le quedaban eran casi de color negro y los hacía chirriar por la ansiedad:
- Esto es fácil tú me dices lo que quiero saber y te dejó ir a casa – Beckett estaba tranquilísima tomándoselo todo con mucha calma.
- Si te dijo lo que quieres saber no llegaré a casa.
- Creo que no te haces una idea de lo que es pasar el mono en la cárcel.
Lincoln sudaba frío desde hacía varias horas, y sus manos callosas y mugrientas no servían para mantener su frente seca. Temblaba y le faltaba poco para retorcerse en la silla:
- No sería la primera vez – Se abrazó a sí mismo por el frío.
Beckett recibió un aviso al móvil para que saliera, Lanie la esperaba con los resultados:
- Los ingredientes eran: Acetona, aguarrás, lejía – Empezó a enumerar – Cloruro sodio, amoniaco…
- Anfetaminas – Concluyó la detective.
- A parte, tenías razón la bala era un 22, la hemos recuperado de dentro del cráneo. Hay coincidencia en balística. Ha sido usada en varios robos a una licorería.
- ¿La misma licorería?
- Esta gente con el mono no parece capaz de regar con nitidez, parece que no lo sepas.
- ¿Nada de la pistola?
- Nada, solo las coincidencias.
- Bien – Se quedó pensativa – Gracias.
Se despidió de Lanie y se acercó a Ryan y a Esposito, estos dejaron lo que estaban haciendo:
- Vamos a la licorería – Le pasó la dirección a Esposito.
- ¿Y Jenkins? – Preguntó Ryan.
- Mételo en el calabozo hasta agotar las 72 horas, a ver si así quiere cantar.
- ¿Y si no? – Beckett se tensó por la negatividad de Ryan.
- Pues no nos quedará otra que seguirle, lo cual no me apetece nada – Esposito se levantó para ponerse en marcha con cara de que a él tampoco le apetecía.
- Buenas tardes – Se sorprendió a si mismo siendo decidido.
Al entrar en el pub irlandés todos se le quedaron mirando mientras se sentaba en la barra y luego se quedaron mirando entre ellos. Dejaron de lado el partido que veían por la Tv y aunque nadie se acercó, excepto el camarero de detrás de la barra, estuvieron con la oreja puesta:
- ¿Te has perdido? – El camarero le sirvió una pinta aunque no la hubiera pedido.
- Gracias – Aceptó la bebida – No, vera, me llamo… - Titubeó un poco – Alex Conrad – Fue lo primero que se le ocurrió – Y estoy escribiendo un libro – Bebió un trago largo mientras el camarero miraba al resto del bar, en su mayoría hombres – Y tengo un irlandés muy cabreado que busca venganza en un bar.
- Vaya – Fingió asombrarse el camarero mientras el resto se reía.
- El dueño del bar es un mafioso con un imperio en cosas ilegales – El ambiente se tensó de golpe y los que fingían estar a otra cosa se empezaron a acercar.
- ¿Y qué le hace pensar que aquí podríamos ayudarle?
- Bueno, sois irlandeses – Miró a su alrededor como le rodeaban – Y parecéis bastante cabreados.
De repente al escritor le parecieron enormes aquellos tipos, y que su plan tenía muchas lagunas:
- ¿Qué haces aquí chico? – Le preguntó un hombre más mayor que se abría paso.
- Estoy buscando a alguien – Castle tragó saliva con dificultad.
- Este no es un buen lugar para buscar a nadie – Sentenció quedando enfrente del escritor.
Aquel hombre no era muy alto pero tenía algo en la mirada, como si hubiera visto muchas cosas feas en esta vida:
- Será mejor que te vayas – Le hizo una seña a los demás para que se olvidaran y le dejaran irse.
- Busco a Patrick Doyle – Dijo mientras el hombre se alejaba y este se paró de golpe.
- No puedes estar hablando en serio chico – Intentó hacer como si nada – Un buen irlandés siempre da una segunda oportunidad así que no te lo volveré a decir – Se encendió un cigarro aún de espaldas al escritor – Será mejor que te vayas. Va en serio.
- He esperado mucho tiempo no me voy a ir sin hablar con Patrick Doyle.
Aquel hombre soltó una sonora carcajada:
- Pareces un chico lo bastante listo como para saber que coger ese camino no te llevará a un sitio donde quieras quedarte.
- Correré el riesgo – Se impuso el escritor y tomó una mala decisión.
- Llevarle a la trastienda.
Antes de que se pudiera dar cuenta recibió un puñetazo en el estomago que le dejó sin aire instantáneamente, y después algo duro le golpeó la cabeza por detrás, desplomándose sin conocimiento en cuestión de segundos.
Deseó haberle hecho caso a Beckett cuando recibió el tercer puñetazo en la cara, los dos primeros le habían dado en el ojo y otro en la boca, donde ya podía notar la sangre, el tercero acertó en su pómulo haciendo que le escociera.
Estaba atado a una silla en la parte trasera de un pub irlandés, rodeado de gente que no le conocía pero que ya le odiaba, y que le estaba trabajando la cara para dejarle más guapo. Nadie sabía que estaba allí, y aquellos matones le habían vaciado los bolsillos, y en general le había cacheado repitiéndole que era un poli y que donde tenía el micro:
- No sé qué has venido a buscar aquí pero más te vale que empieces a cantar.
- Solo quiero hablar con…
- Si vuelves a decir ese nombre te corto la lengua – Le advirtió y Castle sabía que iba en serio.
Suspiró mientras observaba la nueva cara de Castle y miró a uno de sus chicos:
- Busca en los alrededores lo que sea, un coche, una furgoneta o cualquiera que no debería de estar ahí – El tío asintió y desapareció - Te voy a dar otra oportunidad.
Castle no dijo nada y aquel hombre le hizo un gesto para que continuaran con su nuevo look.
- Estoy llamando a Castle y no me lo coge – Le dijo Beckett a Esposito antes de entrar en la licorería.
- Estará jugando a la videoconsola – Se quedó pensativa pero prefirió aceptar esa opción.
- Solo espero que no esté haciendo ninguna estupidez.
- Es Castle – Sonrió Esposito – Seguro que está haciendo una estupidez.
Perdió el conocimiento o al menos eso le pareció porque cuando el agua con cubitos de hielo le golpeó en la cara, dejó de tener el rostro entumecido y todo le quemaba, hasta que notó todas sus fracciones congelarse:
- Será mejor que nos digas que haces aquí – Le habían quitado la camisa en busca de micros y le habían trabajado bien el estomago porque le ardía.
Estaba a punto de decir algo, cualquier cosa para que le dejaran en paz, si le preguntaban había matado a Kennedy, a Lincoln, a Bin Laden y a Dumbledore. Pero no le hizo falta, la puerta de la parte de atrás se abrió de golpe.
De los seis hombres que había pegándole y riéndose de él solo quedó en pie el más mayor, y todo en cuestión de segundos, cerró los ojos y solo oyó zumbidos, “silenciadores” pensó, pero mantuvo los ojos cerrados mientras un pequeño ejército vestido de traje y corbata se desplegaba entre los cuerpos. Y los pasos a su alrededor se hicieron claro:
- Odio cuando montas este tipo de fiestas y no me invitas – El hombre mayor parecía cagado de miedo.
- Tommy yo…
- Tu eres muy estúpido para llevar tantos años vivos – Se desplegaron y vaciaron el bar a balazos silenciosos.
Mientras el tío engominado del traje azul marino se quitaba la chaqueta y se la daba a uno de sus chicos y se arremangaba la camisa blanca:
- Todo despejado – Dijo uno de los chicos.
- Bien, bien, bien – El tal Tommy le quitó el pañuelo del bolsillo delantero de la chaqueta a uno de sus chicos – Desatadle.
Una vez lo hicieron los brazos de Castle cayeron hacía delante, solo pudo mantener su cuerpo sentado mientras luchaba por respirar:
- Ponte de rodillas – Aquel hombre ahora no parecía tan temible – Con las manos detrás de la cabeza.
- Tiene que ser un malentendido – Dijo mientras obedecía.
- Si que debe ser eso – Miró fijamente a Castle por primera vez – Dios que cuadro – Murmuró – Si que te han dejado guapo colega – Le dio el pañuelo al que tenía a su derecha – Échale un cable – El tío asintió – Con cariño no vayas a joderle más de lo que está.
Castle tenía mucho sueño, estaba derrotado, pero notaba como su visión mejoraba:
- Verás en mi familia tenemos algunas reglas – Dijo mirando al viejo – Algo así como unos mandamientos. Y tú te los has pasado por el forro de los huevos – Le pidió con gestos la pistola a otro de los que iban con él.
- No sabía…
Le puso el cañón contra la frente y el miedo fue claro en sus ojos, luego el tal Tommy solo tuvo que apretar el gatillo y el zumbido retumbó en la sala.
Se había salpicado levemente con pequeñas gotas en la camisa blanca:
- No gano para el tinte, joder – Protestó.
Castle pensó que toda aquella gente a la que no conocía de nada le iban a matar de todas maneras.
Tommy cogió otra silla y la puso cara a la de Castle secándose las manos con otro pañuelo. Le tocó levemente la barbilla para examinar sus heridas:
- ¿Vais a traerle agua o es que tengo que estar yo en todo? – Le obedecieron de inmediato.
Pero el escritor se desmayó.
Cuando se despertó sentía que había estado durmiendo años, y en ese tiempo un montón de apisonadoras le hubieran pasado por encima, era una habitación con poca luz, a su alrededor solo una mesilla y un armario al final. Lo unicó fuera de lugar era un carrito que se parecía a los de curas de un hospital:
- Buenos días – Murmuró una voz que conocía mientras su vista aún estaba borrosa.
- ¿Dónde estoy? – Logró decir pero se sentía agotado.
- Tranquilo, todo va a ir bien.
Le llevó bastante ver con nitidez de nuevo a Tommy, allí estaba comiéndose una manzana rojísima a bocados:
- Tengo que advertirte que tu amiga la poli estuvo llamando insistentemente, cuando por fin lo cogí no fue nada amable – Sonrió – Tiene agallas, me gusta – Volvió a sonreír – Me amenazó con meterme un tiro en la cabeza, así que he tenido que apagar tu móvil y quitarle la batería.
- ¿Dónde….estoy? – Intentó incorporarse pero parecía misión imposible.
- Has necesitado pasar por chapa y pintura, esos irlandeses te dejaron hecho un cromo.
Volvió a intentar incorporarse y Tommy se le acercó:
- Relájate, no podrás ir a ninguna parte…de momento – Se levantó y dejó la silla donde estaba sentado cerca de la cama, a un lado – Y por cierto…añadió antes de irse – Somos italianos, italianos por el amor de dios…- Alzó los brazos al cielo - Deja de pasearte por los bares irlandeses de una vez. No siempre voy a poder salvarte el culo.
Cerró los ojos agotado y en una especie de sueño recordatorio, a su mente vino el nombre de Tommasso Doyle, hijo único de Patrick Doyle. Engominado, creído y fanfarrón. Soñó con la figura borrosa de Patrick Doyle, con la posibilidad de que Tommy fuera su medio hermano, con la idea de no poder salir de allí porque había llegado demasiado lejos.
Llevaba despierto un buen rato cuando la puerta se abrió, ya había mirado en los cajones, y había buscado su ropa y su móvil, pero no tenía suficientes fuerzas para salir de la cama. Notó su piel tirante e imaginó los puntos en su ceja y los morados de su cuerpo:
- La bella durmiente ha salido del sueño – Tampoco conocía a aquel hombre, pero parecía muy tranquilo. Castle le miró sin saber y entonces se presentó – Me llamo Patrick.
Patrick Doyle no parecía el asesino despiadado y escurridizo que todo el mundo juraba que era, vestía normal, nada de trajes como Tommy, iba bien afeitado y con el pelo bien cortado y hubiera pasado desapercibido tanto en un centro comercial como en un parque. Aquel hombre no parecía tener las manos manchadas de sangre ni ser un monstruo atroz:
- Sé que tienes muchas preguntas así que será mejor que empieces a disparar. Eres demasiado culo inquieto para seguir callado.
El escritor se quedó en silencio, quizás porque llevaba demasiado tiempo esperando ese momento. Lo escudriñó con la mirada esperando que aquel hombre que parecía tan apacible cambiara de golpe. Pero lejos de eso cogió la silla y la puso cerca de la cama, para después sentarse:
- ¿Dónde estoy?
- En una clínica de Nueva Jersey, aquí hay médicos muy buenos.
- ¿Cómo has conseguido meterme?
- Como casi todo en esta vida, pagando – Hubo una larga pausa.
- ¿Cuánto tiempo llevó aquí?
- Casi cuatro días – Era directo, franco y sereno – Vamos Richard eso no es lo que quieres saber – Protestó.
- Estoy algo tenso por si sacas una pistola y me metes un tiro – Intentó romper el hielo y consiguió que Doyle sonriera.
Le enseñó con un gesto que no llevaba armas:
- ¿Es mi hermano? – Señaló con la cabeza hacía fuera.
- Si –Tomó aire – Tommy es tu medio hermano.
- ¿De verdad eres mi padre? – Se fijo en que tenía los ojos azules como él.
- Me temo que si chico.
Otro silencio incomodo, se sentía como si tuviera 15 años y sus padres se acabaran de separar:
- Eres un chico listo y no tenemos demasiado tiempo. La detective Beckett está moviendo cielo y tierra. Eres bueno eligiendo.
- Sí, pero no lo bastante bueno – Sintió la puntaza en su corazón.
- ¿Eso crees, que le crié a él y me olvidé de ti? – Castle le aguantó la mirada – No podrías estar más equivocado.
Buscó su cartera en sus bolsillos y la sacó, allí había una foto de su familia; Tommasso, él y una señora que supuso que era su mujer y al lado una foto de cuando Castle tenía unos 5 años:
- Estuve ahí, pero tú no me veías – El escritor no comprendía – Ya es bastante difícil proteger una familia, imagínate dos. Te hablo de la mafia, de los rusos, chinos, irlandeses… - Suspiró intentando volver a centrarse – Estuve ahí cuando entraste en la universidad, cuando te graduaste…Tengo todos tus malditos libros.
- Pero no te importó dejarme solo.
- Conocía tu madre cuando era muy joven y una prometedora estrella de Brodway. Le mentí, le dije que estaba en la ciudad por negocios. Cenamos, bailamos, reímos…nos enamoramos y a la semana yo ya estaba en un avión de vuelta a Milán. No le dije mi verdadero nombre no quería que supiera que era un Doyle y como este negocio ha pasado de padres a hijos. No le dije que estaba casado, que ya tenía una familia. Simplemente desaparecí. Y tiempo después cuando quise buscarla me enteré que tenía un crió…Un niño espabilado de ojos azules, que no tenía padre. No podía poner a tu madre en peligro y aunque hice por volver a verla no puedo culparla porque no quisiera saber nada de mí. Eso sí, le estuve enviando dinero hasta que publicaste tu primer Best Seller. Sé que te da la impresión de que has estado solo, pero siempre he estado ahí. Tengo tus libros firmados, me has visto cien veces, pero nunca he podido…
- Supongo – Empezó el escritor con un nudo en la garganta – que no eres consciente de lo que significa pensar que otra persona tiene algunas claves de tu vida para que termines de conocerte a ti mismo. Y supongo que no eres capaz de entender que yo no necesito dinero, o tu preocupación a escondidas. Yo lo que quería era que estuvieras, daba igual quien fueras o si tenías otra familia. Era lo mínimo que me merecía. Porque llevo mucho tiempo culpándome por no se lo suficiente para ti.
Cuando cruzó la puerta ella ya le esperaba impaciente, comiéndose las uñas. Le habían dejado llamar antes y le habían llevado hasta un lugar para que cogiera un taxi, y se lo habían pagado.
Lo único que Patrick Doyle le dijo antes de subirse a un coche de lujo con su hijo oficial fue:
- Sé que crees que soy un cabrón. Pero para mí la sangre siempre es más espesa - Después de eso sacó un pañuelo, se hizo un pequeño corte con una navaja y empapó el pañuelo con su sangre - Yo estoy seguro. Pero es mejor que tu también lo estés.
Después desapareció.
Cuando abrió con las llaves que ella le había dado a Beckett le faltó tiempo para saltar en sus brazos y darse cuenta de que estaba hecho un cromo:
- ¿Cómo estás? – Dijo cogiéndole la cara entre las manos y examinándole.
Pero Castle se rompió y empezó a llorar sin consuelo, dejándose caer.
Gracias por leer
El escritor se quitó las gafas de sol al entrar, aquello era como Chernóbil nada más empezar la fiesta. El humo todavía lo cubría casi todo, y había pequeños focos de fuego que los bomberos intentaban sofocar. Esposito resopló pensando en la de pruebas que se iban a perder con el agua.
Beckett iba delante, decidida, colocándose los guantes y acercándose a Lanie que estaba inclinada sobre los restos carbonizados de lo que parecía un esqueleto:
- Menuda fiesta – Dijo Esposito señalando con la cabeza los catéter y los vasos de precipitado de lo que quedaba de una mesa de laboratorio.
- De momento lo único que es seguro es que este buen hombre ya no estaba vivo cuando pasó todo esto – Hizo un aspaviento con la mano señalando el lugar sin quitar la vista del cadáver ni de su carpeta.
Beckett se acercó a ella por detrás, para ver lo que la forense veía, está le señaló con el boli, pero sin tocar, la zona donde había un agujero de bala:
- Un 22 – Farfulló la detective.
Ryan y Esposito echaron un vistazo a lo que quedaba de la caravana, mientras el jefe de los bomberos hablaba con Beckett y Castle miraba con detenimiento la mesa de laboratorio mientras Lanie seguía apuntando en su libreta sobre el cadáver:
- Cuando mal está haciendo Breaking Bad – Castle examinó por encima los apuntes quemados, los compuestos y el material.
- Los bomberos dicen que está todo rociado con gasolina, desde la mesa hasta la puerta, y que allí comenzó el fuego – Ahora ya no había ni paredes, ni puerta, solo el recuerdo vago de donde debían estar antes de todo esto.
- He encontrado una cartera – Dijo Ryan abriendo lo que alguna vez fue una cartera de piel – Carter Bishop. Pero vamos que podía ser – Señalando el cadáver – Carter o Santa Claus – Ya que el cuerpo estaba irreconocible.
- Me lo llevo ya al laboratorio – Beckett asintió.
El móvil de Castle sonó, acababa de recibir un mensaje, lo leyó deprisa y lo guardó en su bolsillo:
- Lanie – Dijo mientras está se alejaba con los de su equipo y el cadáver en una bolsa y una camilla - ¿Podría ir con vosotros?
Beckett se extrañó, igual que los demás, pero no dijo nada:
- La última vez que tu y yo estuvimos en mi furgoneta nos asaltaron con fusiles unos encapuchados, no sé si estoy segura de querer volver a correr el riesgo – Castle sonrió de lado.
Castle miró a Beckett igual que Lanie, y esta actuó como si no le importara:
- Ya sabes que el mono escritor odia el papeleo, y aquí poco puede descubrir.
Lo que en realidad ocurría es que Castle quería ir a comisaria sin Beckett, ni siquiera se quedó con Lanie en la morgue. Se despidió y fue directamente a los archivos, donde ya había alguien esperándole:
- Gracias – Dijo llegando apurado, después de una pequeña carrera.
- De gracias nada – El oficial del archivo extendió la mano.
Castle hizo un pequeño gesto de fastidio por darse cuenta de que aquello no era un favor en el estricto valor de la palabra y sacó un sobre que el oficial examinó con detenimiento, sobre todo el interior. Ahí estaban, dos entradas para los Mets. El oficial sonrió y le tendió una carpeta:
- Esto va así; tú no has estado aquí, no nos conocemos, y tienes 20 minutos para leerlo y devolvérmelo. Si Beckett se entera… - Suspiró sin quitar la cara de mala leche – Bueno si se entra te matará ella misma, así que ni siquiera tendré que hacer el esfuerzo.
- Tranquilo, me sobraran 10 minutos, son un lector rápido – Habló orgulloso pero al oficial no le importaba lo más mínimo.
La carpeta era sobre el caso de drogas en un bar irlandés del centro, una redada protagonizada por antivicio en uno de los locales que se pensaba que pertenecía a Patrick Doyle. Condenaron a un par de chicos a 5 años de cárcel, nada vinculaba a Doyle con el local, pero había rumores de que lo tenía a un nombre falso. Los chicos no dijeron ni pio y el caso se cerró.
Por lo menos ahora tenía un lugar al que ir, pensó volviendo al escritorio de Beckett:
- ¿De dónde vienes tan contento? – Beckett estaba sentada en su escritorio.
- De almorzar.
- Tío – Protestó Esposito - ¿Ahora te vas solo a almorzar?
- Lo siento, me moría de hambre – Intentó disimular, mientras escondía bien la dirección del bar en su chaqueta.
- ¿Tanta prisa para eso? – Estaba claro que Beckett sospechaba.
- La caravana pertenecía a Wilson Bishop – Interrumpió Ryan que llegaba con cosas nuevas del caso – Padre de Carter. Aunque realmente le pertenecía a Carter ya que su padre murió de cáncer el año pasado. Y eso fue todo lo que le dejó.
- Carter tenía varios casos pendientes por tráfico de drogas, y una condena de 5 años, de la que salió el año pasado.
- ¿Algún patrón en común? – Beckett se levantó y caminó hacía la pizarra.
- Siempre trabajaba con Lincoln Jankins, de su misma edad, y con los mismos antecedentes, también salió el año pasado por la misma condena.
- ¿Dónde vive? – Preguntó la detective mientras apuntaba en la pizarra.
- Con su madre, a unas manzanas de la caravana.
- Vamos a mandarle recuerdos – Cogió sus cosas y miró a Castle que parecía que tenía la cabeza en otra cosa - ¿Vienes?
* * *
Invitó al escritor a cenar a su casa, aunque ya ni siquiera hacía falta eso, habían tomado cierta rutina que para ambos era agradable. Así que mientras él cocinaba ella preparaba la mesa. Solo había una regla, nada de trabajo en casa. Y a ambos les parecía bien.
Desde que había salido de la caravana con Lanie por la mañana le notaba absorto, como si tuviera la cabeza en otra cosa:
- ¿Qué ocurre? – Preguntó cuando los dos se sentaron en el sofá a ver la tele.
- ¿Con qué?
- No te hagas el loco… - Se molestó.
- Gina me agobia para que haga las cosas en el plazo – No era eso, ella lo sabía.
- Quiero que me prometas algo.
Él le prestó atención algo contrariado:
- Prométeme que no vas a ir detrás de Patrick Doyle – Quiso hacerse el sorprendido pero ella iba bastantes pasos por delante – Sé cuando se te mete algo en la cabeza, ese hombre no va a tener las respuestas que buscas y es peligroso.
- ¿Me lo pides como parte de la policía de Nueva York?
- Te lo pido para no tener que sacar tu culo de un antro lleno de irlandeses que se creen gánster.
- Entonces, quizás deberías de pedírmelo por favor – Vio la preocupación en los ojos de la detective e intentó quitarle hierro al asunto.
- Vale – Accedió – Por favor no me obligues a meterte un tiro.
* * *
La caravana estaba en un camping en la periferia de la ciudad, no era precisamente un lugar de lujo, y la gente que acababa allí estaba a un paso de mendigar en la calle si no lo hacían ya. La mayoría vivían de vender chatarra, y del robo de vehículos, incluso de asaltar casas o de la prostitución. Allí había niños y perros vagabundos con demasiada hambre como para respetar ciertas cosas.
Pese a que se dividieron para preguntar no lograron sacar nada, y patearse todo aquel lugar en balde hacía que ninguno pusiera buena cara:
- Es una pequeña localidad dispuesta a guardar silencio.
- Pues no tenemos nada – Murmuró Ryan asqueado.
- Bueno, Jankins ha pasado la noche en el calabozo, quizás ahora esté mucho más comunicativo.
- Quizás el mono le haga más hablador – Sentenció Beckett.
* * *
En la sala de interrogatorios Lincoln Jankins se subía por las paredes, estaba esquelético, y se le notaban los pinchazos en los brazos. Llevaba una camisa a cuadros sin mangas, unos vaqueros sucios y hechos trizas, y unas botas demasiado viejas para ser suyas. Apenas tenía dientes y los que aún le quedaban eran casi de color negro y los hacía chirriar por la ansiedad:
- Esto es fácil tú me dices lo que quiero saber y te dejó ir a casa – Beckett estaba tranquilísima tomándoselo todo con mucha calma.
- Si te dijo lo que quieres saber no llegaré a casa.
- Creo que no te haces una idea de lo que es pasar el mono en la cárcel.
Lincoln sudaba frío desde hacía varias horas, y sus manos callosas y mugrientas no servían para mantener su frente seca. Temblaba y le faltaba poco para retorcerse en la silla:
- No sería la primera vez – Se abrazó a sí mismo por el frío.
Beckett recibió un aviso al móvil para que saliera, Lanie la esperaba con los resultados:
- Los ingredientes eran: Acetona, aguarrás, lejía – Empezó a enumerar – Cloruro sodio, amoniaco…
- Anfetaminas – Concluyó la detective.
- A parte, tenías razón la bala era un 22, la hemos recuperado de dentro del cráneo. Hay coincidencia en balística. Ha sido usada en varios robos a una licorería.
- ¿La misma licorería?
- Esta gente con el mono no parece capaz de regar con nitidez, parece que no lo sepas.
- ¿Nada de la pistola?
- Nada, solo las coincidencias.
- Bien – Se quedó pensativa – Gracias.
Se despidió de Lanie y se acercó a Ryan y a Esposito, estos dejaron lo que estaban haciendo:
- Vamos a la licorería – Le pasó la dirección a Esposito.
- ¿Y Jenkins? – Preguntó Ryan.
- Mételo en el calabozo hasta agotar las 72 horas, a ver si así quiere cantar.
- ¿Y si no? – Beckett se tensó por la negatividad de Ryan.
- Pues no nos quedará otra que seguirle, lo cual no me apetece nada – Esposito se levantó para ponerse en marcha con cara de que a él tampoco le apetecía.
* * *
- Buenas tardes – Se sorprendió a si mismo siendo decidido.
Al entrar en el pub irlandés todos se le quedaron mirando mientras se sentaba en la barra y luego se quedaron mirando entre ellos. Dejaron de lado el partido que veían por la Tv y aunque nadie se acercó, excepto el camarero de detrás de la barra, estuvieron con la oreja puesta:
- ¿Te has perdido? – El camarero le sirvió una pinta aunque no la hubiera pedido.
- Gracias – Aceptó la bebida – No, vera, me llamo… - Titubeó un poco – Alex Conrad – Fue lo primero que se le ocurrió – Y estoy escribiendo un libro – Bebió un trago largo mientras el camarero miraba al resto del bar, en su mayoría hombres – Y tengo un irlandés muy cabreado que busca venganza en un bar.
- Vaya – Fingió asombrarse el camarero mientras el resto se reía.
- El dueño del bar es un mafioso con un imperio en cosas ilegales – El ambiente se tensó de golpe y los que fingían estar a otra cosa se empezaron a acercar.
- ¿Y qué le hace pensar que aquí podríamos ayudarle?
- Bueno, sois irlandeses – Miró a su alrededor como le rodeaban – Y parecéis bastante cabreados.
De repente al escritor le parecieron enormes aquellos tipos, y que su plan tenía muchas lagunas:
- ¿Qué haces aquí chico? – Le preguntó un hombre más mayor que se abría paso.
- Estoy buscando a alguien – Castle tragó saliva con dificultad.
- Este no es un buen lugar para buscar a nadie – Sentenció quedando enfrente del escritor.
Aquel hombre no era muy alto pero tenía algo en la mirada, como si hubiera visto muchas cosas feas en esta vida:
- Será mejor que te vayas – Le hizo una seña a los demás para que se olvidaran y le dejaran irse.
- Busco a Patrick Doyle – Dijo mientras el hombre se alejaba y este se paró de golpe.
- No puedes estar hablando en serio chico – Intentó hacer como si nada – Un buen irlandés siempre da una segunda oportunidad así que no te lo volveré a decir – Se encendió un cigarro aún de espaldas al escritor – Será mejor que te vayas. Va en serio.
- He esperado mucho tiempo no me voy a ir sin hablar con Patrick Doyle.
Aquel hombre soltó una sonora carcajada:
- Pareces un chico lo bastante listo como para saber que coger ese camino no te llevará a un sitio donde quieras quedarte.
- Correré el riesgo – Se impuso el escritor y tomó una mala decisión.
- Llevarle a la trastienda.
Antes de que se pudiera dar cuenta recibió un puñetazo en el estomago que le dejó sin aire instantáneamente, y después algo duro le golpeó la cabeza por detrás, desplomándose sin conocimiento en cuestión de segundos.
Deseó haberle hecho caso a Beckett cuando recibió el tercer puñetazo en la cara, los dos primeros le habían dado en el ojo y otro en la boca, donde ya podía notar la sangre, el tercero acertó en su pómulo haciendo que le escociera.
Estaba atado a una silla en la parte trasera de un pub irlandés, rodeado de gente que no le conocía pero que ya le odiaba, y que le estaba trabajando la cara para dejarle más guapo. Nadie sabía que estaba allí, y aquellos matones le habían vaciado los bolsillos, y en general le había cacheado repitiéndole que era un poli y que donde tenía el micro:
- No sé qué has venido a buscar aquí pero más te vale que empieces a cantar.
- Solo quiero hablar con…
- Si vuelves a decir ese nombre te corto la lengua – Le advirtió y Castle sabía que iba en serio.
* * *
Suspiró mientras observaba la nueva cara de Castle y miró a uno de sus chicos:
- Busca en los alrededores lo que sea, un coche, una furgoneta o cualquiera que no debería de estar ahí – El tío asintió y desapareció - Te voy a dar otra oportunidad.
Castle no dijo nada y aquel hombre le hizo un gesto para que continuaran con su nuevo look.
- Estoy llamando a Castle y no me lo coge – Le dijo Beckett a Esposito antes de entrar en la licorería.
- Estará jugando a la videoconsola – Se quedó pensativa pero prefirió aceptar esa opción.
- Solo espero que no esté haciendo ninguna estupidez.
- Es Castle – Sonrió Esposito – Seguro que está haciendo una estupidez.
* * *
Perdió el conocimiento o al menos eso le pareció porque cuando el agua con cubitos de hielo le golpeó en la cara, dejó de tener el rostro entumecido y todo le quemaba, hasta que notó todas sus fracciones congelarse:
- Será mejor que nos digas que haces aquí – Le habían quitado la camisa en busca de micros y le habían trabajado bien el estomago porque le ardía.
Estaba a punto de decir algo, cualquier cosa para que le dejaran en paz, si le preguntaban había matado a Kennedy, a Lincoln, a Bin Laden y a Dumbledore. Pero no le hizo falta, la puerta de la parte de atrás se abrió de golpe.
De los seis hombres que había pegándole y riéndose de él solo quedó en pie el más mayor, y todo en cuestión de segundos, cerró los ojos y solo oyó zumbidos, “silenciadores” pensó, pero mantuvo los ojos cerrados mientras un pequeño ejército vestido de traje y corbata se desplegaba entre los cuerpos. Y los pasos a su alrededor se hicieron claro:
- Odio cuando montas este tipo de fiestas y no me invitas – El hombre mayor parecía cagado de miedo.
- Tommy yo…
- Tu eres muy estúpido para llevar tantos años vivos – Se desplegaron y vaciaron el bar a balazos silenciosos.
Mientras el tío engominado del traje azul marino se quitaba la chaqueta y se la daba a uno de sus chicos y se arremangaba la camisa blanca:
- Todo despejado – Dijo uno de los chicos.
- Bien, bien, bien – El tal Tommy le quitó el pañuelo del bolsillo delantero de la chaqueta a uno de sus chicos – Desatadle.
Una vez lo hicieron los brazos de Castle cayeron hacía delante, solo pudo mantener su cuerpo sentado mientras luchaba por respirar:
- Ponte de rodillas – Aquel hombre ahora no parecía tan temible – Con las manos detrás de la cabeza.
- Tiene que ser un malentendido – Dijo mientras obedecía.
- Si que debe ser eso – Miró fijamente a Castle por primera vez – Dios que cuadro – Murmuró – Si que te han dejado guapo colega – Le dio el pañuelo al que tenía a su derecha – Échale un cable – El tío asintió – Con cariño no vayas a joderle más de lo que está.
Castle tenía mucho sueño, estaba derrotado, pero notaba como su visión mejoraba:
- Verás en mi familia tenemos algunas reglas – Dijo mirando al viejo – Algo así como unos mandamientos. Y tú te los has pasado por el forro de los huevos – Le pidió con gestos la pistola a otro de los que iban con él.
- No sabía…
Le puso el cañón contra la frente y el miedo fue claro en sus ojos, luego el tal Tommy solo tuvo que apretar el gatillo y el zumbido retumbó en la sala.
Se había salpicado levemente con pequeñas gotas en la camisa blanca:
- No gano para el tinte, joder – Protestó.
Castle pensó que toda aquella gente a la que no conocía de nada le iban a matar de todas maneras.
Tommy cogió otra silla y la puso cara a la de Castle secándose las manos con otro pañuelo. Le tocó levemente la barbilla para examinar sus heridas:
- ¿Vais a traerle agua o es que tengo que estar yo en todo? – Le obedecieron de inmediato.
Pero el escritor se desmayó.
* * *
Cuando se despertó sentía que había estado durmiendo años, y en ese tiempo un montón de apisonadoras le hubieran pasado por encima, era una habitación con poca luz, a su alrededor solo una mesilla y un armario al final. Lo unicó fuera de lugar era un carrito que se parecía a los de curas de un hospital:
- Buenos días – Murmuró una voz que conocía mientras su vista aún estaba borrosa.
- ¿Dónde estoy? – Logró decir pero se sentía agotado.
- Tranquilo, todo va a ir bien.
Le llevó bastante ver con nitidez de nuevo a Tommy, allí estaba comiéndose una manzana rojísima a bocados:
- Tengo que advertirte que tu amiga la poli estuvo llamando insistentemente, cuando por fin lo cogí no fue nada amable – Sonrió – Tiene agallas, me gusta – Volvió a sonreír – Me amenazó con meterme un tiro en la cabeza, así que he tenido que apagar tu móvil y quitarle la batería.
- ¿Dónde….estoy? – Intentó incorporarse pero parecía misión imposible.
- Has necesitado pasar por chapa y pintura, esos irlandeses te dejaron hecho un cromo.
Volvió a intentar incorporarse y Tommy se le acercó:
- Relájate, no podrás ir a ninguna parte…de momento – Se levantó y dejó la silla donde estaba sentado cerca de la cama, a un lado – Y por cierto…añadió antes de irse – Somos italianos, italianos por el amor de dios…- Alzó los brazos al cielo - Deja de pasearte por los bares irlandeses de una vez. No siempre voy a poder salvarte el culo.
Cerró los ojos agotado y en una especie de sueño recordatorio, a su mente vino el nombre de Tommasso Doyle, hijo único de Patrick Doyle. Engominado, creído y fanfarrón. Soñó con la figura borrosa de Patrick Doyle, con la posibilidad de que Tommy fuera su medio hermano, con la idea de no poder salir de allí porque había llegado demasiado lejos.
* * *
Llevaba despierto un buen rato cuando la puerta se abrió, ya había mirado en los cajones, y había buscado su ropa y su móvil, pero no tenía suficientes fuerzas para salir de la cama. Notó su piel tirante e imaginó los puntos en su ceja y los morados de su cuerpo:
- La bella durmiente ha salido del sueño – Tampoco conocía a aquel hombre, pero parecía muy tranquilo. Castle le miró sin saber y entonces se presentó – Me llamo Patrick.
Patrick Doyle no parecía el asesino despiadado y escurridizo que todo el mundo juraba que era, vestía normal, nada de trajes como Tommy, iba bien afeitado y con el pelo bien cortado y hubiera pasado desapercibido tanto en un centro comercial como en un parque. Aquel hombre no parecía tener las manos manchadas de sangre ni ser un monstruo atroz:
- Sé que tienes muchas preguntas así que será mejor que empieces a disparar. Eres demasiado culo inquieto para seguir callado.
El escritor se quedó en silencio, quizás porque llevaba demasiado tiempo esperando ese momento. Lo escudriñó con la mirada esperando que aquel hombre que parecía tan apacible cambiara de golpe. Pero lejos de eso cogió la silla y la puso cerca de la cama, para después sentarse:
- ¿Dónde estoy?
- En una clínica de Nueva Jersey, aquí hay médicos muy buenos.
- ¿Cómo has conseguido meterme?
- Como casi todo en esta vida, pagando – Hubo una larga pausa.
- ¿Cuánto tiempo llevó aquí?
- Casi cuatro días – Era directo, franco y sereno – Vamos Richard eso no es lo que quieres saber – Protestó.
- Estoy algo tenso por si sacas una pistola y me metes un tiro – Intentó romper el hielo y consiguió que Doyle sonriera.
Le enseñó con un gesto que no llevaba armas:
- ¿Es mi hermano? – Señaló con la cabeza hacía fuera.
- Si –Tomó aire – Tommy es tu medio hermano.
- ¿De verdad eres mi padre? – Se fijo en que tenía los ojos azules como él.
- Me temo que si chico.
Otro silencio incomodo, se sentía como si tuviera 15 años y sus padres se acabaran de separar:
- Eres un chico listo y no tenemos demasiado tiempo. La detective Beckett está moviendo cielo y tierra. Eres bueno eligiendo.
- Sí, pero no lo bastante bueno – Sintió la puntaza en su corazón.
- ¿Eso crees, que le crié a él y me olvidé de ti? – Castle le aguantó la mirada – No podrías estar más equivocado.
Buscó su cartera en sus bolsillos y la sacó, allí había una foto de su familia; Tommasso, él y una señora que supuso que era su mujer y al lado una foto de cuando Castle tenía unos 5 años:
- Estuve ahí, pero tú no me veías – El escritor no comprendía – Ya es bastante difícil proteger una familia, imagínate dos. Te hablo de la mafia, de los rusos, chinos, irlandeses… - Suspiró intentando volver a centrarse – Estuve ahí cuando entraste en la universidad, cuando te graduaste…Tengo todos tus malditos libros.
- Pero no te importó dejarme solo.
- Conocía tu madre cuando era muy joven y una prometedora estrella de Brodway. Le mentí, le dije que estaba en la ciudad por negocios. Cenamos, bailamos, reímos…nos enamoramos y a la semana yo ya estaba en un avión de vuelta a Milán. No le dije mi verdadero nombre no quería que supiera que era un Doyle y como este negocio ha pasado de padres a hijos. No le dije que estaba casado, que ya tenía una familia. Simplemente desaparecí. Y tiempo después cuando quise buscarla me enteré que tenía un crió…Un niño espabilado de ojos azules, que no tenía padre. No podía poner a tu madre en peligro y aunque hice por volver a verla no puedo culparla porque no quisiera saber nada de mí. Eso sí, le estuve enviando dinero hasta que publicaste tu primer Best Seller. Sé que te da la impresión de que has estado solo, pero siempre he estado ahí. Tengo tus libros firmados, me has visto cien veces, pero nunca he podido…
- Supongo – Empezó el escritor con un nudo en la garganta – que no eres consciente de lo que significa pensar que otra persona tiene algunas claves de tu vida para que termines de conocerte a ti mismo. Y supongo que no eres capaz de entender que yo no necesito dinero, o tu preocupación a escondidas. Yo lo que quería era que estuvieras, daba igual quien fueras o si tenías otra familia. Era lo mínimo que me merecía. Porque llevo mucho tiempo culpándome por no se lo suficiente para ti.
* * *
Cuando cruzó la puerta ella ya le esperaba impaciente, comiéndose las uñas. Le habían dejado llamar antes y le habían llevado hasta un lugar para que cogiera un taxi, y se lo habían pagado.
Lo único que Patrick Doyle le dijo antes de subirse a un coche de lujo con su hijo oficial fue:
- Sé que crees que soy un cabrón. Pero para mí la sangre siempre es más espesa - Después de eso sacó un pañuelo, se hizo un pequeño corte con una navaja y empapó el pañuelo con su sangre - Yo estoy seguro. Pero es mejor que tu también lo estés.
Después desapareció.
Cuando abrió con las llaves que ella le había dado a Beckett le faltó tiempo para saltar en sus brazos y darse cuenta de que estaba hecho un cromo:
- ¿Cómo estás? – Dijo cogiéndole la cara entre las manos y examinándole.
Pero Castle se rompió y empezó a llorar sin consuelo, dejándose caer.
* * *
Gracias por leer
Castle- Policia de homicidios
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
sigueeeeloooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Wowwwwwwww que capitulo increibleeeee
Muy fuerte todo, me encantooo
Sigue
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silvanalino- Escritor - Policia
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Edad : 51
Re: Mr. Brightside (Terminado)
increíble capitulos me ha gustado
gracias por continuar
gracias por continuar
______________________
CASKETT ALWAYS
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Sin palabras... leído entero y sin palabras (bueno una si.... sigueeeeee)
Anver- Policia de homicidios
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Capitulo 20
La calle estaba transitada y hacía un buen día para ir en manga corta, se quedó pensativa mirando la gente pasar, y con algo más en sus pensamientos:
- Pareces triste.
- Solo pensaba – Dijo cuando al fin salió de su ensimismamiento.
- ¿Quieres tomar algo? – Se ofreció a sacarla de aquel tumulto de gente y ella asintió.
Se sentaron en la terraza de una cafetería cercana y pidieron algo:
- Sé que ha sido un poco precipitado llamarte.
- No te preocupes, lo cierto es que me viene bien.
- ¿Problemas? – Desdobló la servilleta.
- Castle aún está algo convaleciente y muy deprimido.
- Siento oír eso.
- Está siendo muy difícil… - Se dio cuenta de lo que hacía – Pero no te quiero aburrir.
Les sirvieron, mientras Beckett intentaba dejar a un lado ciertas cosas. Él empezó a almorzar hasta que se dio cuenta de que ella le miraba impaciente:
- Veo que no eres de las que esperan.
- Eres tu quien me pidió insistentemente que nos viéramos.
Ambos se dieron cuenta de que la camarera al alejarse no había podido evitar echar la mirada atrás, algo más curiosa y detenida:
- Es imposible deshacerse de ese tipo de miradas – Beckett le volvió a mirar – Da igual que me deje crecer el pelo o intente ocultarlo – Se quitó los guantes y las gafas de sol, cosas que Beckett no les había dado mayor importancia.
Ahí estaba James Casey casi un año después del gran accidente donde el propio Roy Montgomery había perdido la vida. Con una parte de la cara quemada y la mano izquierda también, y parte de su pecho y de su espalda, aunque eso la detective lo sabía de haber leído el informe:
- Tengo nuevo mote, aunque nadie se ha atrevido a decírmelo a la cara. ¿No te lo imaginas? – Sonrió y Beckett solo puedo ver el infierno que tuvo que pasar con los injertos de piel y las curas – Dos caras. Creativo ¿Eh? – Su sonrisa era cansada y parecía que llevaba siendo tiempo así – Y aún así tengo que dar gracias de estar vivo. Bueno – Intentó dejar de ser un aguafiestas – En realidad solo tengo que darte las gracias a ti.
Ella sonrió tímidamente y agachó la mirada culpable, aquello no estaba siendo fácil:
- Estoy en deuda contigo – Le cogió la mano que ella tenía sobre la mesa con su mano derecha – Y estás haciendo un gran trabajo intentando no mirarme con lastima.
- Siento mucho no haber hecho más.
Casey vio en la mirada de Beckett culpabilidad, y supo que ella nunca le miraría como una curiosa o como un monstruo. Ella había estado visitándole todo ese tiempo en el hospital y nunca fue condescendiente o grosera con actitud o palabras.
Ella le miró a los ojos y le apretó la mano:
- Quiero devolverte el favor – Murmuró y ella le prestó atención – Tengo amigos pendientes del caso de tu madre, eso ya te lo dije. Como también dije que si te podía ayudar a cazar al Dragón lo haría y creo que ha llegado el momento.
Cuando cruzó la puerta aún estaba un poco abrumada por lo que Casey le había dicho, y algo preocupada por llegar tan tarde. Pero ahí estaba él, como venía siendo costumbre, mirando a la infinita noche sentado frente a la ventana, perdiéndose en las luces:
- ¿Has cenado? – Preguntó despacio.
- No tengo hambre – Murmuró abatido y eso también era costumbre.
No insistió, había dejado de hacerlo hacía ya tiempo, y sin decir nada más se fue a dormir y él se quedó allí, en penumbra, mirando al infinito.
James le había dado tiempo para pensar, para decidirse. Iba a quedarse casi una semana en la ciudad y quería que ella se pensara bien si tomar esa decisión. Así que era en todo lo que podía pensar mientras trabajaba:
- ¿Qué tal Castle? – Lanie la sacó de sus pensamientos mientras compartían un momento en la cafetería.
- No lo sé – Y había tanta tristeza en su mirada que la forense lo vio en seguida – Quizás no sea todo culpa suya, creo que tampoco estoy haciendo nada por ponerle las cosas fáciles.
- Es normal que este de bajón después del pastel que acaba de descubrir.
- Desde que le llegó la confirmación del laboratorio está evitando a su madre y me evite a mí, solo finge cuando habla por teléfono con Alexis.
- Yo me pongo en su lugar y tengo escalofríos, ese tipo está buscado por medio mundo, la interpol lo considera altamente peligroso. Y conforme se le quedó la cara a Castle ya me lo creo todo.
- Ya te dije que asegura que eso no se lo hizo Doyle.
- ¿Y lo del medio hermano? Eso es mucho que asimilar.
- El problema es que no está triste o enfadado… Está tragándoselo todo, da malas contestaciones, y su actitud me hacen ganas de coger la puerta y largarme.
- Nunca le dejarías solo.
- Ya no puedo más, está cambiado, duerme a deshoras y está cayendo en una espiral de depresión que es insostenible. Se está haciendo daño porque si.
- Debe ser difícil acostumbrarse a querer a alguien que no te va a devolver ni la mitad.
No le dijo nada de Casey, ni del plan que este había estado cocinando, ni de sus dudas, simplemente no dijo nada más.
- He llamado a Gina – Le dijo él nada más volver al apartamento, empezaba a crecerle una barba incipiente.
- ¿Y qué tal? – Ella dejaba la bolsa de la compra.
- Le he dicho que no voy a escribir más durante una temporada – Beckett se quedó helada.
- ¿Por qué?
- Porque tengo la impresión de que ya no puedo escribir, estoy seco.
- ¿Qué ha dicho ella?
- Que va a llamar a los abogados, pero es algo con lo que me amenaza siempre.
- ¿Y qué piensas hacer?
- ¿Qué quieres decir?
- No creo que sea bueno que tengas tanto tiempo libre.
- Bueno, como ya soy mayorcito había pensado en verme todo Star Tek Galáctica o Expediente X – Dijo de mala gana – Quizás me vaya de vacaciones una temporada, a ver Alexis o algo.
Ella prefirió callarse:
- Aunque no sabía que ahora eras mi madre y querías organizarme la agenda – Allí estaba empezando todo otra vez, y ya sabía cómo acababa.
Así que simplemente se fue.
- Quizás lo mejor sea que se vaya una temporada – Casey cogía el café con los guantes y las gafas de sol puestos.
- No quiero que se vaya.
- Tampoco quieres que se quede – Beckett se quedó pensativa – O quizás lo mejor sea que te vayas tu.
- No, no quiero dejarle tirado. Me necesita, aún no sabe cómo, pero sé que necesita que este a su lado.
- Te está echando.
- Es su manera de afrontar los problemas. Es un niño grande – Le justificó.
- Pero no tienes que aguantarlo porque si.
Iba a decir que le quería, pero se calló y se dejó ensimismar por el reflejo de sus ojos en las gafas de él.
Había intentado ser comprensiva y estar ahí, el problema era que él no quería ayuda, parecía que le gustaba estar cabreado todo el día o pensativo mirando por la ventana, dejando pasar las horas muertas. Tenía el corazón roto.
La calle estaba transitada y hacía un buen día para ir en manga corta, se quedó pensativa mirando la gente pasar, y con algo más en sus pensamientos:
- Pareces triste.
- Solo pensaba – Dijo cuando al fin salió de su ensimismamiento.
- ¿Quieres tomar algo? – Se ofreció a sacarla de aquel tumulto de gente y ella asintió.
Se sentaron en la terraza de una cafetería cercana y pidieron algo:
- Sé que ha sido un poco precipitado llamarte.
- No te preocupes, lo cierto es que me viene bien.
- ¿Problemas? – Desdobló la servilleta.
- Castle aún está algo convaleciente y muy deprimido.
- Siento oír eso.
- Está siendo muy difícil… - Se dio cuenta de lo que hacía – Pero no te quiero aburrir.
Les sirvieron, mientras Beckett intentaba dejar a un lado ciertas cosas. Él empezó a almorzar hasta que se dio cuenta de que ella le miraba impaciente:
- Veo que no eres de las que esperan.
- Eres tu quien me pidió insistentemente que nos viéramos.
Ambos se dieron cuenta de que la camarera al alejarse no había podido evitar echar la mirada atrás, algo más curiosa y detenida:
- Es imposible deshacerse de ese tipo de miradas – Beckett le volvió a mirar – Da igual que me deje crecer el pelo o intente ocultarlo – Se quitó los guantes y las gafas de sol, cosas que Beckett no les había dado mayor importancia.
Ahí estaba James Casey casi un año después del gran accidente donde el propio Roy Montgomery había perdido la vida. Con una parte de la cara quemada y la mano izquierda también, y parte de su pecho y de su espalda, aunque eso la detective lo sabía de haber leído el informe:
- Tengo nuevo mote, aunque nadie se ha atrevido a decírmelo a la cara. ¿No te lo imaginas? – Sonrió y Beckett solo puedo ver el infierno que tuvo que pasar con los injertos de piel y las curas – Dos caras. Creativo ¿Eh? – Su sonrisa era cansada y parecía que llevaba siendo tiempo así – Y aún así tengo que dar gracias de estar vivo. Bueno – Intentó dejar de ser un aguafiestas – En realidad solo tengo que darte las gracias a ti.
Ella sonrió tímidamente y agachó la mirada culpable, aquello no estaba siendo fácil:
- Estoy en deuda contigo – Le cogió la mano que ella tenía sobre la mesa con su mano derecha – Y estás haciendo un gran trabajo intentando no mirarme con lastima.
- Siento mucho no haber hecho más.
Casey vio en la mirada de Beckett culpabilidad, y supo que ella nunca le miraría como una curiosa o como un monstruo. Ella había estado visitándole todo ese tiempo en el hospital y nunca fue condescendiente o grosera con actitud o palabras.
Ella le miró a los ojos y le apretó la mano:
- Quiero devolverte el favor – Murmuró y ella le prestó atención – Tengo amigos pendientes del caso de tu madre, eso ya te lo dije. Como también dije que si te podía ayudar a cazar al Dragón lo haría y creo que ha llegado el momento.
* * *
Cuando cruzó la puerta aún estaba un poco abrumada por lo que Casey le había dicho, y algo preocupada por llegar tan tarde. Pero ahí estaba él, como venía siendo costumbre, mirando a la infinita noche sentado frente a la ventana, perdiéndose en las luces:
- ¿Has cenado? – Preguntó despacio.
- No tengo hambre – Murmuró abatido y eso también era costumbre.
No insistió, había dejado de hacerlo hacía ya tiempo, y sin decir nada más se fue a dormir y él se quedó allí, en penumbra, mirando al infinito.
* * *
James le había dado tiempo para pensar, para decidirse. Iba a quedarse casi una semana en la ciudad y quería que ella se pensara bien si tomar esa decisión. Así que era en todo lo que podía pensar mientras trabajaba:
- ¿Qué tal Castle? – Lanie la sacó de sus pensamientos mientras compartían un momento en la cafetería.
- No lo sé – Y había tanta tristeza en su mirada que la forense lo vio en seguida – Quizás no sea todo culpa suya, creo que tampoco estoy haciendo nada por ponerle las cosas fáciles.
- Es normal que este de bajón después del pastel que acaba de descubrir.
- Desde que le llegó la confirmación del laboratorio está evitando a su madre y me evite a mí, solo finge cuando habla por teléfono con Alexis.
- Yo me pongo en su lugar y tengo escalofríos, ese tipo está buscado por medio mundo, la interpol lo considera altamente peligroso. Y conforme se le quedó la cara a Castle ya me lo creo todo.
- Ya te dije que asegura que eso no se lo hizo Doyle.
- ¿Y lo del medio hermano? Eso es mucho que asimilar.
- El problema es que no está triste o enfadado… Está tragándoselo todo, da malas contestaciones, y su actitud me hacen ganas de coger la puerta y largarme.
- Nunca le dejarías solo.
- Ya no puedo más, está cambiado, duerme a deshoras y está cayendo en una espiral de depresión que es insostenible. Se está haciendo daño porque si.
- Debe ser difícil acostumbrarse a querer a alguien que no te va a devolver ni la mitad.
No le dijo nada de Casey, ni del plan que este había estado cocinando, ni de sus dudas, simplemente no dijo nada más.
* * *
- He llamado a Gina – Le dijo él nada más volver al apartamento, empezaba a crecerle una barba incipiente.
- ¿Y qué tal? – Ella dejaba la bolsa de la compra.
- Le he dicho que no voy a escribir más durante una temporada – Beckett se quedó helada.
- ¿Por qué?
- Porque tengo la impresión de que ya no puedo escribir, estoy seco.
- ¿Qué ha dicho ella?
- Que va a llamar a los abogados, pero es algo con lo que me amenaza siempre.
- ¿Y qué piensas hacer?
- ¿Qué quieres decir?
- No creo que sea bueno que tengas tanto tiempo libre.
- Bueno, como ya soy mayorcito había pensado en verme todo Star Tek Galáctica o Expediente X – Dijo de mala gana – Quizás me vaya de vacaciones una temporada, a ver Alexis o algo.
Ella prefirió callarse:
- Aunque no sabía que ahora eras mi madre y querías organizarme la agenda – Allí estaba empezando todo otra vez, y ya sabía cómo acababa.
Así que simplemente se fue.
* * *
- Quizás lo mejor sea que se vaya una temporada – Casey cogía el café con los guantes y las gafas de sol puestos.
- No quiero que se vaya.
- Tampoco quieres que se quede – Beckett se quedó pensativa – O quizás lo mejor sea que te vayas tu.
- No, no quiero dejarle tirado. Me necesita, aún no sabe cómo, pero sé que necesita que este a su lado.
- Te está echando.
- Es su manera de afrontar los problemas. Es un niño grande – Le justificó.
- Pero no tienes que aguantarlo porque si.
Iba a decir que le quería, pero se calló y se dejó ensimismar por el reflejo de sus ojos en las gafas de él.
Había intentado ser comprensiva y estar ahí, el problema era que él no quería ayuda, parecía que le gustaba estar cabreado todo el día o pensativo mirando por la ventana, dejando pasar las horas muertas. Tenía el corazón roto.
* * *
Castle- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Ella estaba despierta cuando él llegó, y parecía que debía ser así porque nada más verle tambalearse en la entrada supo que las cosas no iban a salir bien.
El escritor se sujetaba a duras penas como a duras penas lograba estar de pie. Dejó las llaves en la entrada y cuando vio la cara de desaprobación de ella también supo que aquello no iba a terminar bien. Así que se mantuvo de pie como pudo esperando que ella atacara primero:
- ¿Sabes? Estaba contenta porque pensaba que habías decidido tomar el aire, y que estabas mejor – Miró al suelo tensando la mandíbula – Pero me ha llamado Kevin, tu camarero, para decirme que tu solo ibas a llevar a la ruina tu propio bar – Castle sonrió orgulloso.
- La pregunta es…¿Dónde has estado tu? – Ella se quedó extrañada – Porque si vuelvo a oír que has quedado con Casey voy a volverme loco.
- ¿A qué viene eso?
- Dímelo tu – Arrastró las palabras.
- ¿Celos? ¿En serio?
- Celos no. Es que tengo la impresión de que buscas cualquier excusa para joderme, como todos los demás.
- ¿Qué? – Aquello era delirante.
- Parece – Dijo pareciendo confuso y apoyándose en la encimera de la cocina – que todo el mundo espera tener su oportunidad para joderme, y que tu no vas a ser diferente.
- No sé que crees que está pasando con James pero no es así.
- ¿James? – Se rió como si aquello no tuviera gracia y su carcajada retumbó en todo el piso – Ahora es ¿James?
- No eres el único que lo esta pasando mal, eso lo sabes ¿No?
- ¿A ti tu padre no te ha dado una patada en el culo desde que naciste?
Ambos se quedaron en silencio, Beckett recordando a su madre mientras apartaba la vista de él, y Castle viendo en la mirada de ella que había metido la pata hasta el fondo:
- Por lo visto crees que disfruto viéndote tan jodido – Sus ojos se llenaron de lágrimas – Y últimamente no haces más que estar equivocado.
- Kate yo… - Intentó disculparse pero ella no estaba dispuesta.
- No, no quiero saberlo… - Se puso seria secándose las lágrimas – Ya no quiero saberlo.
Se quedó callado esperando poder intentar un acercamiento, pero ella desapareció, y él supo que había llegado demasiado lejos.
Beckett se tumbó en la cama y empezó a llorar en silencio abrazada a la almohada. Solo escuchó el portazo de la puerta y no supo sin sentirse mejor o totalmente perdida.
Miro sus guantes de cuero marrón y su traje chaqueta azul marino. Reparó en cada detalle de su camisa blanca, de sus zapatos negros, de su barba, su pelo largo y sus gafas de sol. Llevaba un par de noches sin dormir y cada detalle era analizado y recordado por su cerebro. Hasta el niño de la tercera fila jugando con su avión de juguete, la mujer del pelo rubio con su martini blanco, la pareja de recién casados dormitando, el abuelo discutiendo con su mujer en voz baja, el hombre de mediana edad calvo que salía del baño subiéndose la bragueta.
Sacudió la cabeza intentando sacarse a toda esa gente de su cabeza, y volvió a centrarse en Casey:
- Cuando lleguemos al hotel seré más preciso. De momento solo puedo decirte que tendrás al dragón frente a frente. Que tendrás tu oportunidad.
Ella asintió débilmente y miró por la ventanilla del avión. Pensó en el escritor, en su excedencia, en Lanie diciéndole que se precipitaba, que se equivocaba.
Llamó a la puerta nervioso, se ajustó la corbata, se colocó bien los gemelos y miró por enésima vez el ramo de rosas rojas, enorme y precioso, que sostenía, lo olió y sonrió de lado.
Tenía en mente una gran noche, una gran disculpa, un gran lo siento que sabía que era necesario. Solo había necesitado una noche entera para verlo todo claro. Después de salir del apartamento de Beckett estaba furioso, quería romperlo todo, empezar de cero. Pero luego pensó en ella, en como la necesitaba, como era lo único indispensable en su vida, como su madre y su hija.
Entendió que ya tenía una familia, que no necesitaba a Patrick Doyle, ni su cariño, no necesitaba un medio hermano como Tomasso, engominado y con el gatillo fácil. No necesitaba a un hombre mezquino que no se preocupaba más que de si mismo. Y que pese a que sabía que existía, que era su hijo, decidió que era mejor que creciera solo, a la sombra de las niñeras que le ignoraban o de los maridos de su madre, que o pasaban de él o tenía la mano muy larga. Prefirió ver como se consumía en aquel internado siendo solo un niño. Y pensó que ojalá le compensaran los cumpleaños a los que faltó, los días del padre que no disfrutó, las navidades, las vacaciones…Pero lo que más le hubiera gustado echarle en cara es que se había perdido a Alexis. Y eso si que era reprochable para toda la vida.
Volvió a llamar, estaba vez más intensamente, creyendo que ella estaba al otro lado de la puerta pensándose si él merecía una nueva oportunidad, mordiéndose el labio inferior, inquieta. Beckett era complicada, eso estaba claro, y aquello no iba a ser fácil, por eso volvió a llamar, y al final decidió coger sus llaves y entrar, eso si, muy despacio:
- ¿Kate? – Murmuró asomando la cabeza, intentando poner una sonrisa encantadora – Kate.
Pero el piso estaba vacío, y el sol se esfumaba de la ciudad. Dejó el ramo y recorrió toda la casa, pero no había ni rastro de ella.
Se sentó en el sofá, dejándose caer pensando que esperaría hasta que ella apareciera, aunque se tuviera que pasar otra noche en vela.
Cruzó las puertas metálicas de la morgue, iba tan elegante como la noche anterior, y con cara de haberse quedado dormido en el sofá de la detective. Lanie le vio llegar y le pidió a su ayudante que los dejara solos:
- Sé lo que ella te habrá contado – Dijo cuando se quedaron a solas – Sé que he sido un capullo y que no tiene ganas de verme. Pero dime donde está y juro que intentaré arreglarlo – Suplicó.
- No está aquí – Dijo en un suspiro.
- ¿Qué?
- Se ha ido de la ciudad.
- ¿A dónde? – Su voz pendía de un hilo.
- No lo sé… - Lanie se sentía culpable y él no podía creer nada de lo que escuchaba.
- ¿Qué? – La voz se le llenó de angustia y tuvo que apoyarse en una de las camillas.
- James Casey se siente en deuda con ella, y… - Castle entendió que Lanie ya había estado llorando por esto – Le ha ofrecido la oportunidad de matar al dragón.
- No puede ser – Negó varias veces - ¿Se ha ido con él?
- No sé donde está, no sé que piensa hacer, no sé como ha conseguido que Gates le dé una excedencia, no sé cuanto tiempo piensa estar fuera….No sé nada. No me lo ha querido decir y yo…
Castle se acercó a ella y la abrazó con fuerza, y ella se aferró a su abrazo dejando brotar las lágrimas otra vez:
- Me dio esto para ti – Dijo entre sollozos, entregándole un sobre bastante sobado - Y me pidió que no la buscaras.
Así fue como Beckett desapareció, y de eso hacía ya más de 2 meses. El escritor tomó muchas copas con Esposito y Ryan, leyó mil veces la carta que Beckett le escribió, y hubiera deseado tener una pista, solo una, para buscarla, pero ni siquiera tenía eso. Y ya no sabía que hacer.
Había estado bebiendo más de la cuenta, solo por no pensar, había empezado a ir a un psiquiatra para poder estar mejor si ella volviera. Para solucionar todo lo que tenía pendiente, pero con el paso de los días entendió que era muy posible que ella no volviera, ya porque el dragón la matara o porque simplemente no quería volver a saber nada de él.
El escritor se sujetaba a duras penas como a duras penas lograba estar de pie. Dejó las llaves en la entrada y cuando vio la cara de desaprobación de ella también supo que aquello no iba a terminar bien. Así que se mantuvo de pie como pudo esperando que ella atacara primero:
- ¿Sabes? Estaba contenta porque pensaba que habías decidido tomar el aire, y que estabas mejor – Miró al suelo tensando la mandíbula – Pero me ha llamado Kevin, tu camarero, para decirme que tu solo ibas a llevar a la ruina tu propio bar – Castle sonrió orgulloso.
- La pregunta es…¿Dónde has estado tu? – Ella se quedó extrañada – Porque si vuelvo a oír que has quedado con Casey voy a volverme loco.
- ¿A qué viene eso?
- Dímelo tu – Arrastró las palabras.
- ¿Celos? ¿En serio?
- Celos no. Es que tengo la impresión de que buscas cualquier excusa para joderme, como todos los demás.
- ¿Qué? – Aquello era delirante.
- Parece – Dijo pareciendo confuso y apoyándose en la encimera de la cocina – que todo el mundo espera tener su oportunidad para joderme, y que tu no vas a ser diferente.
- No sé que crees que está pasando con James pero no es así.
- ¿James? – Se rió como si aquello no tuviera gracia y su carcajada retumbó en todo el piso – Ahora es ¿James?
- No eres el único que lo esta pasando mal, eso lo sabes ¿No?
- ¿A ti tu padre no te ha dado una patada en el culo desde que naciste?
Ambos se quedaron en silencio, Beckett recordando a su madre mientras apartaba la vista de él, y Castle viendo en la mirada de ella que había metido la pata hasta el fondo:
- Por lo visto crees que disfruto viéndote tan jodido – Sus ojos se llenaron de lágrimas – Y últimamente no haces más que estar equivocado.
- Kate yo… - Intentó disculparse pero ella no estaba dispuesta.
- No, no quiero saberlo… - Se puso seria secándose las lágrimas – Ya no quiero saberlo.
Se quedó callado esperando poder intentar un acercamiento, pero ella desapareció, y él supo que había llegado demasiado lejos.
Beckett se tumbó en la cama y empezó a llorar en silencio abrazada a la almohada. Solo escuchó el portazo de la puerta y no supo sin sentirse mejor o totalmente perdida.
* * *
Miro sus guantes de cuero marrón y su traje chaqueta azul marino. Reparó en cada detalle de su camisa blanca, de sus zapatos negros, de su barba, su pelo largo y sus gafas de sol. Llevaba un par de noches sin dormir y cada detalle era analizado y recordado por su cerebro. Hasta el niño de la tercera fila jugando con su avión de juguete, la mujer del pelo rubio con su martini blanco, la pareja de recién casados dormitando, el abuelo discutiendo con su mujer en voz baja, el hombre de mediana edad calvo que salía del baño subiéndose la bragueta.
Sacudió la cabeza intentando sacarse a toda esa gente de su cabeza, y volvió a centrarse en Casey:
- Cuando lleguemos al hotel seré más preciso. De momento solo puedo decirte que tendrás al dragón frente a frente. Que tendrás tu oportunidad.
Ella asintió débilmente y miró por la ventanilla del avión. Pensó en el escritor, en su excedencia, en Lanie diciéndole que se precipitaba, que se equivocaba.
* * *
Llamó a la puerta nervioso, se ajustó la corbata, se colocó bien los gemelos y miró por enésima vez el ramo de rosas rojas, enorme y precioso, que sostenía, lo olió y sonrió de lado.
Tenía en mente una gran noche, una gran disculpa, un gran lo siento que sabía que era necesario. Solo había necesitado una noche entera para verlo todo claro. Después de salir del apartamento de Beckett estaba furioso, quería romperlo todo, empezar de cero. Pero luego pensó en ella, en como la necesitaba, como era lo único indispensable en su vida, como su madre y su hija.
Entendió que ya tenía una familia, que no necesitaba a Patrick Doyle, ni su cariño, no necesitaba un medio hermano como Tomasso, engominado y con el gatillo fácil. No necesitaba a un hombre mezquino que no se preocupaba más que de si mismo. Y que pese a que sabía que existía, que era su hijo, decidió que era mejor que creciera solo, a la sombra de las niñeras que le ignoraban o de los maridos de su madre, que o pasaban de él o tenía la mano muy larga. Prefirió ver como se consumía en aquel internado siendo solo un niño. Y pensó que ojalá le compensaran los cumpleaños a los que faltó, los días del padre que no disfrutó, las navidades, las vacaciones…Pero lo que más le hubiera gustado echarle en cara es que se había perdido a Alexis. Y eso si que era reprochable para toda la vida.
Volvió a llamar, estaba vez más intensamente, creyendo que ella estaba al otro lado de la puerta pensándose si él merecía una nueva oportunidad, mordiéndose el labio inferior, inquieta. Beckett era complicada, eso estaba claro, y aquello no iba a ser fácil, por eso volvió a llamar, y al final decidió coger sus llaves y entrar, eso si, muy despacio:
- ¿Kate? – Murmuró asomando la cabeza, intentando poner una sonrisa encantadora – Kate.
Pero el piso estaba vacío, y el sol se esfumaba de la ciudad. Dejó el ramo y recorrió toda la casa, pero no había ni rastro de ella.
Se sentó en el sofá, dejándose caer pensando que esperaría hasta que ella apareciera, aunque se tuviera que pasar otra noche en vela.
* * *
Cruzó las puertas metálicas de la morgue, iba tan elegante como la noche anterior, y con cara de haberse quedado dormido en el sofá de la detective. Lanie le vio llegar y le pidió a su ayudante que los dejara solos:
- Sé lo que ella te habrá contado – Dijo cuando se quedaron a solas – Sé que he sido un capullo y que no tiene ganas de verme. Pero dime donde está y juro que intentaré arreglarlo – Suplicó.
- No está aquí – Dijo en un suspiro.
- ¿Qué?
- Se ha ido de la ciudad.
- ¿A dónde? – Su voz pendía de un hilo.
- No lo sé… - Lanie se sentía culpable y él no podía creer nada de lo que escuchaba.
- ¿Qué? – La voz se le llenó de angustia y tuvo que apoyarse en una de las camillas.
- James Casey se siente en deuda con ella, y… - Castle entendió que Lanie ya había estado llorando por esto – Le ha ofrecido la oportunidad de matar al dragón.
- No puede ser – Negó varias veces - ¿Se ha ido con él?
- No sé donde está, no sé que piensa hacer, no sé como ha conseguido que Gates le dé una excedencia, no sé cuanto tiempo piensa estar fuera….No sé nada. No me lo ha querido decir y yo…
Castle se acercó a ella y la abrazó con fuerza, y ella se aferró a su abrazo dejando brotar las lágrimas otra vez:
- Me dio esto para ti – Dijo entre sollozos, entregándole un sobre bastante sobado - Y me pidió que no la buscaras.
Así fue como Beckett desapareció, y de eso hacía ya más de 2 meses. El escritor tomó muchas copas con Esposito y Ryan, leyó mil veces la carta que Beckett le escribió, y hubiera deseado tener una pista, solo una, para buscarla, pero ni siquiera tenía eso. Y ya no sabía que hacer.
Había estado bebiendo más de la cuenta, solo por no pensar, había empezado a ir a un psiquiatra para poder estar mejor si ella volviera. Para solucionar todo lo que tenía pendiente, pero con el paso de los días entendió que era muy posible que ella no volviera, ya porque el dragón la matara o porque simplemente no quería volver a saber nada de él.
* * *
Última edición por Castle el Lun Jul 09, 2012 7:54 am, editado 1 vez
Castle- Policia de homicidios
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