Mr. Brightside (Terminado)
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Castle
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Anver escribió:
¿Puedo poner una pega?
¿Porque tan corto?
Supongo que cuando las cosas gustan se hacen cortas.
Castle- Policia de homicidios
- Mensajes : 618
Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Castle escribió:Anver escribió:
¿Puedo poner una pega?
¿Porque tan corto?
Supongo que cuando las cosas gustan se hacen cortas.
Buen intento, pero no me convences...
Mas....
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Anver escribió:Castle escribió:Anver escribió:
¿Puedo poner una pega?
¿Porque tan corto?
Supongo que cuando las cosas gustan se hacen cortas.
Buen intento, pero no me convences...
Mas....
jajaja... A LA ORDEN!
Castle- Policia de homicidios
- Mensajes : 618
Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
ufff pobre castle, espero que kate buelva pronto, ahora castle ira a ver a kate a mexico ajjaja seguro porque ha oido eso, bueno eso es lo que espero
castlelover- As del póker
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 26/02/2012
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Estoy con Anver! Demasiado corto!! En serio, me tienes en un sinvivir!
LeFleur89- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 22/04/2012
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
LeFleur89 escribió:Estoy con Anver! Demasiado corto!! En serio, me tienes en un sinvivir!
No os desesperéis que no es bueno.
Castle- Policia de homicidios
- Mensajes : 618
Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Castle escribió:LeFleur89 escribió:Estoy con Anver! Demasiado corto!! En serio, me tienes en un sinvivir!
No os desesperéis que no es bueno.
Jajaja es que es imposible no desesperarse!
Sufro con Beckett y Castle!
LeFleur89- Actor en Broadway
- Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 22/04/2012
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
- ¿Qué haces en recepción? – Preguntó él entrando.
- Te estaba esperando para salir a dar una vuelta.
Si Casey llega a volver 10 segundos antes le hubiera pillado con el teléfono en la mano.
Castle entró en la comisaria y fue directo al despacho de Gates, llamó y tomó aire:
- Señor Castle ya decía yo que hoy parecía un día muy tranquilo – Sonrió de lado – Tome asiento – El escritor hizo lo propio - ¿Usted dirá?
- Quiero hablar de Katherine Beckett – Gates desvió la mirada y se sentó en su silla.
- ¿De qué exactamente?
- ¿Qué le dijo para darle la excedencia? – Gates negó momentáneamente y su semblante se volvió serio.
- No existe tal excedencia, esa es la versión oficial de lo que pasó.
- ¿Qué quiere decir?
- Que vino aquí y me dio su placa y su arma, me dijo que tenía asuntos pendientes, y que no sabía cuándo volvería. Dijo que lo sentía, pero que no podía.
- ¿Y usted simplemente la dejó ir?
- Por si no se ha dado cuenta la señorita Beckett es mayor de edad.
- Pero no estaba en condiciones… - Dijo triste.
- Eso le dije yo, le dije que se tomara tiempo para pensarlo, que no se precipitara.
- ¿Y?
- Simplemente se fue – Castle se terminó de entristecer.
- Escuche – Su voz se volvió más cariñosa – Tramité la excedencia porque quiero que vuelva, porque sé que es solo una mala etapa. Porque sé lo que le gusta ser policía. Pero no podía detenerla.
- Lo entiendo.
Cuando salió del despacho tanto Ryan como Esposito le esperaban:
- ¿Cómo ha ido?
- No sabe nada.
- ¿Y ahora qué? – Ryan parecía preocupado.
- ¿Hay algo que podamos hacer? – Igual que Esposito.
- De momento yo solo sé que voy a comprar un rastreador para el móvil y otro para casa. Y que la próxima vez que llame sabré exactamente en qué parte de México está.
- ¿Y si no vuelve a llamar?
- Tiene que volver a llamar porque si no, no la encontraré nunca.
Casey la cogió de la mano mientras caminaban tras de Passos y flanqueados por dos de sus hombres. Hacía menos de un segundo que habían bajado del helicóptero, y hasta James había tenido que aguantarse las nauseas.
Entraron por una puerta metálica a una especie de almacén, que era enorme pero que apenas tenía nada:
- Siento esto – Dijo Raúl Passos apenado, pero por su cara no parecía cierto.
Tenían un hombre atado a una silla, parecía que llevaban horas, quizás días golpeándole. Tenía la cara hinchada y amoratada, y sangraba por los pómulos, la nariz y la boca. Parecía que apenas podría volver a andar o a hablar. Ante la impresionante imagen, Beckett le apretó la mano a Casey, sin darse apenas cuenta y él le devolvió un gesto para que supiera que estaba allí junto a ella:
- Hemos tenido algunos problemillas de última hora – Decía Passos quitándose la chaqueta y arremangándose las mangas de la camisa blanca, dejando al descubierto una cartuchera que le sujetaba la espalda y los hombros.
- Lamento escuchar eso – Dijo James Casey metido en su papel de Leo Nolan.
- Yo también – Volvió a sonar apenado, pero esta vez parecía más real – Pero me alegro de que estéis aquí, porque así podremos mantener esto dentro de una democracia – Se acercó al hombre de la silla y le cogió de las mejillas con solo una mano, apretándole con fuerza - ¿Ves Ricardo como no soy tan malo? Si pudierais ayudarme – Miró al matrimonio.
- En lo que podamos – Leo Nolan era un tipo duro, que no se dejaba amedrentar, y que tenía que dejar claro que estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones.
- Así me gusta – Sonrió Passos – Lo importante es tener espíritu. Veamos – Miró con despreció al hombre de la silla. Permíteme querido Ricardo que les ponga en antecedentes.
Dio un pequeño paseo alrededor de aquel hombre, mientras Beckett sopesaba la situación. Casey llevaba dos armas, que apenas darían trabajo a los guardaespaldas de Passos, y mucho menos a él resto de hombres que parecía agazapados esperando cualquier movimiento erróneo:
- Ricardito es uno…Bueno – Aclaró – Era uno de mis transportistas, uno de mis hombres de confianza. De repente me desaparecen 500.000 mil dólares de una entrega que aquí el amigo jura que salió mal. Soy un tipo comprensivo, y – Hizo como si hablara consigo mismo – Dios mío es de mis chicos, pondría la mano en el fuego por ellos. Una semana después Ricardo se muda con su preciosa mujer y sus dos niños a una zona residencial exclusiva y se compra un cochazo. Llámame desconfiado, pero le pregunto amablemente – Se dirigió a Nolan – De donde ha sacado toda esa pasta y es incapaz de darme una respuesta – Suspiró en alto – Así que a mí me falta pasta y tengo un coche siniestro total y tú te compras una mansión y un cochazo – Le soltó un puñetazo a aquel hombre que ahora parecía diminuto – Los Galán lleváis años trabajando para mi familia. Tu abuelo, tu padre, tu hermano Miguel – Señaló con la cabeza una silueta en la oscuridad que se escondía de la realidad – Tu señora es intima de la mía… - Paró de enumerar exhausto.
Entonces como un rayo ese nombre le trajo algo a la cabeza. Beckett no podía recordar exactamente en qué noche hotel de todas las que habían tenido, habían hablado de los hermanos Galán.
Miguel y Ricardo Galán eran de las bajas esferas del imperio Passos. Solo eran transportistas, pero también se encargaban de reclutar críos de 8 años a 13 para que fueran sus “monos” y llevaran la droga de una parte a otra de la ciudad. El índice de mortalidad de aquella ciudad en esa edad era tan alto porque no era raro que los yonkis o los pequeños mafiosos de barrio se cepillaran a aquellos críos por menos de una gramo de cualquier sustancia, la gente no estaba dispuesta a pagar altas cantidades de dinero por material que estaba rebajado casi a un 90% y eran los niños los que le hacían el trabajo sucio a los hermanos Galán:
- Asi que me pregunto – Continuó Passos - ¿Qué harías tú en mi lugar? – Miró a Leo. Quiero decir, si tuvieras que dirigir un imperio como yo. Si estuvieras en mi situación.
Aquellas miradas expectantes sobre ellos y la mano sudorosa de Casey cogiendo con fuerza la suya no dejaba lugar a dudas para Beckett.
Sabía lo que pasaba por la mente de Casey, como también sabía que si no hacían o decían algo tenían pocas oportunidades de salir con vida, y más aún de llegar hasta el dragón.
Así que se tomó un instante, cerró los ojos, y cuando volvió a abrirlos todo había pasado. El cañón humeante, su dedo apartándose del gatillo, cogiendo con firmeza el arma.
A los ojos del orgulloso Passos había sido rápida, y en un suspiro se hacía soltado de la mano de su marido, le había quitado una de las armas de la funda y le había disparado a aquel amasijo de carne y sangre entre ceja y ceja.
Beckett en ese mismo instante, cuando la cabeza de Ricardo Galán aún rebotaba por el impacto, que lo había hecho por venganza. Que la oscuridad le estaba ganando terreno, y su yo más interno había decidido que si habían llegado hasta allí era para apostarlo todo. No había dejado tantas cosas atrás para rendirse, para titubear delante de un asesino, o de su víctima que llevaba a sus espaldas más muertes de inocentes que nadie en aquella sala, aunque fuera indirectamente:
- Esto se merece un tequila – Y nada más lo dijo todos le rieron la gracia, y caminaron hasta el despacho.
Cuando se quedaron los tres asolas, contemplando aquella especie de obra sin sentido, y aún en shock, sobre todo James y Kate. Se acercó a Liz Nolan y le susurró para que Leo también lo escuchara:
- Me encantan las mujeres con huevos. Que saben lo que hay que hacer y no dudan. Te ha llevado solo un pestañeo. Seguro que tu marido aún se pregunta cómo has sido tan rápida – Le golpeó en el hombro suavemente a Leo.
Casey sonrió orgulloso, y pasó el brazo por los hombros de su esposa, para después besarla en la mejilla. Mirando a Passos que los observaba mientras se alejaban por donde habían ido los demás.
Ambos lo supieron aquel gesto les había salvado la vida en ese instante, pero Raúl Passos estaba con la mosca tras la oreja y aquello no auguraba nada bueno. Pero de momento estaban a salvo.
Durante el trayecto que el coche que Passos les puso para que llegaran a su hotel, estuvieron en silencio. Aquello no había sido agradable para ninguno de los dos, pero Casey había encontrado la respuesta a la pregunta que nunca le había hecho a la detective “¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar?”, ahora sabía que ella tenía más sangre fría y más huevos de los que él había sido capaz de tener, porque estaba seguro que había sido incapaz de apretar el gatillo.
Observaron al coche alejarse detenidos en la puerta del hotel, habían tenido una actitud bastante cariñosa delante de Passos, como venía siendo de costumbre, pero ahora ella se apartaba como si aquello ya no fuera divertido:
- ¿Dónde vas? – Dijo viendo como se alejaba del hotel.
- A dar una vuelta – Agachó la cabeza y buscó la llave de la habitación.
Era posible que a estas alturas lo que pensaba que era admiración por la figura firme y valiente de la detective Beckett, por cómo había sido capaz de pasar por tantas cosas y mantenerse entera, era posible que estuviera sintiendo algo más por ella. Incluso que fuera agradable fingir que era un matrimonio de mafiosos recién casados.
Beckett se deshacía camino al supermercado abierto de madrugada del disfraz interior de Liz Nola, estaba incómoda con ese personaje, e intentaba pensar que era ajena a ella, y que era esa tal Liz la que había apretado el gatillo, y había creado una viuda y había dejado a dos niños sin padre.
20 minutos después no lo pudo aguantar y se encontró a si misma llorando en los servicios del supermercado. Sentada en la taza del váter, con la tapa bajada, y con el bolso a sus pies. Había estado llorando desconsoladamente y le sorprendía que nadie hubiera picado la puerta. Jugueteó con el teléfono de prepago en las manos. Dispuesta a dejar de sentirse así. Ya hacía frente a demasiadas cosas, y la soledad no era algo que pudiera manejar en ese instante.
Cada vez que sonaba el teléfono tenía un pequeño ataque al corazón, y ya había tenido cerca de un millón. Estaba escribiendo en su despacho con su móvil a un lado y el fijo al otro. Comprobando que había línea y diciéndole a Alexis que le llamara cada dos segundos, en llamadas de menos de uno para pensar que en realidad era un fallo telefónico y no que Beckett no quisiera llamar. Pero al final dejó que Alexis se fuera a dormir, y se dedicó a escribir para la columna antes de terminar volviéndose loco.
Por eso cuando su móvil sonó, se sobresaltó, y le tomó un segundo viendo la pantalla parpadear con “número desconocido”. Respiró hondo, cerró los ojos un instante y nada más descolgar puso el rastreador en marcha:
- ¿Sí? – Titubeó aunque quería mantenerse firme.
Pero al otro lado, una vez más no había nada, solo una leve respiración, como si alguien hubiera estado llorando y aún le quedaba algo más por lo que llorar:
- ¿Kate eres tú? – Le salió una súplica de los labios – Si eres tú, escúchame, todo saldrá bien. Puedes sobrevivir a esto, hagas lo que hagas te quiero. Aférrate a eso, nunca te dejaré ir.
Pero al otro lado solo había silencio, por lo que se sintió abatido ese segundo después, hasta que un hilo de voz entre lágrimas salió del otro lado de la línea:
- Estoy embarazada.
FIN?
- Te estaba esperando para salir a dar una vuelta.
Si Casey llega a volver 10 segundos antes le hubiera pillado con el teléfono en la mano.
* * *
Castle entró en la comisaria y fue directo al despacho de Gates, llamó y tomó aire:
- Señor Castle ya decía yo que hoy parecía un día muy tranquilo – Sonrió de lado – Tome asiento – El escritor hizo lo propio - ¿Usted dirá?
- Quiero hablar de Katherine Beckett – Gates desvió la mirada y se sentó en su silla.
- ¿De qué exactamente?
- ¿Qué le dijo para darle la excedencia? – Gates negó momentáneamente y su semblante se volvió serio.
- No existe tal excedencia, esa es la versión oficial de lo que pasó.
- ¿Qué quiere decir?
- Que vino aquí y me dio su placa y su arma, me dijo que tenía asuntos pendientes, y que no sabía cuándo volvería. Dijo que lo sentía, pero que no podía.
- ¿Y usted simplemente la dejó ir?
- Por si no se ha dado cuenta la señorita Beckett es mayor de edad.
- Pero no estaba en condiciones… - Dijo triste.
- Eso le dije yo, le dije que se tomara tiempo para pensarlo, que no se precipitara.
- ¿Y?
- Simplemente se fue – Castle se terminó de entristecer.
- Escuche – Su voz se volvió más cariñosa – Tramité la excedencia porque quiero que vuelva, porque sé que es solo una mala etapa. Porque sé lo que le gusta ser policía. Pero no podía detenerla.
- Lo entiendo.
Cuando salió del despacho tanto Ryan como Esposito le esperaban:
- ¿Cómo ha ido?
- No sabe nada.
- ¿Y ahora qué? – Ryan parecía preocupado.
- ¿Hay algo que podamos hacer? – Igual que Esposito.
- De momento yo solo sé que voy a comprar un rastreador para el móvil y otro para casa. Y que la próxima vez que llame sabré exactamente en qué parte de México está.
- ¿Y si no vuelve a llamar?
- Tiene que volver a llamar porque si no, no la encontraré nunca.
* * *
Casey la cogió de la mano mientras caminaban tras de Passos y flanqueados por dos de sus hombres. Hacía menos de un segundo que habían bajado del helicóptero, y hasta James había tenido que aguantarse las nauseas.
Entraron por una puerta metálica a una especie de almacén, que era enorme pero que apenas tenía nada:
- Siento esto – Dijo Raúl Passos apenado, pero por su cara no parecía cierto.
Tenían un hombre atado a una silla, parecía que llevaban horas, quizás días golpeándole. Tenía la cara hinchada y amoratada, y sangraba por los pómulos, la nariz y la boca. Parecía que apenas podría volver a andar o a hablar. Ante la impresionante imagen, Beckett le apretó la mano a Casey, sin darse apenas cuenta y él le devolvió un gesto para que supiera que estaba allí junto a ella:
- Hemos tenido algunos problemillas de última hora – Decía Passos quitándose la chaqueta y arremangándose las mangas de la camisa blanca, dejando al descubierto una cartuchera que le sujetaba la espalda y los hombros.
- Lamento escuchar eso – Dijo James Casey metido en su papel de Leo Nolan.
- Yo también – Volvió a sonar apenado, pero esta vez parecía más real – Pero me alegro de que estéis aquí, porque así podremos mantener esto dentro de una democracia – Se acercó al hombre de la silla y le cogió de las mejillas con solo una mano, apretándole con fuerza - ¿Ves Ricardo como no soy tan malo? Si pudierais ayudarme – Miró al matrimonio.
- En lo que podamos – Leo Nolan era un tipo duro, que no se dejaba amedrentar, y que tenía que dejar claro que estaba acostumbrado a ese tipo de situaciones.
- Así me gusta – Sonrió Passos – Lo importante es tener espíritu. Veamos – Miró con despreció al hombre de la silla. Permíteme querido Ricardo que les ponga en antecedentes.
Dio un pequeño paseo alrededor de aquel hombre, mientras Beckett sopesaba la situación. Casey llevaba dos armas, que apenas darían trabajo a los guardaespaldas de Passos, y mucho menos a él resto de hombres que parecía agazapados esperando cualquier movimiento erróneo:
- Ricardito es uno…Bueno – Aclaró – Era uno de mis transportistas, uno de mis hombres de confianza. De repente me desaparecen 500.000 mil dólares de una entrega que aquí el amigo jura que salió mal. Soy un tipo comprensivo, y – Hizo como si hablara consigo mismo – Dios mío es de mis chicos, pondría la mano en el fuego por ellos. Una semana después Ricardo se muda con su preciosa mujer y sus dos niños a una zona residencial exclusiva y se compra un cochazo. Llámame desconfiado, pero le pregunto amablemente – Se dirigió a Nolan – De donde ha sacado toda esa pasta y es incapaz de darme una respuesta – Suspiró en alto – Así que a mí me falta pasta y tengo un coche siniestro total y tú te compras una mansión y un cochazo – Le soltó un puñetazo a aquel hombre que ahora parecía diminuto – Los Galán lleváis años trabajando para mi familia. Tu abuelo, tu padre, tu hermano Miguel – Señaló con la cabeza una silueta en la oscuridad que se escondía de la realidad – Tu señora es intima de la mía… - Paró de enumerar exhausto.
Entonces como un rayo ese nombre le trajo algo a la cabeza. Beckett no podía recordar exactamente en qué noche hotel de todas las que habían tenido, habían hablado de los hermanos Galán.
Miguel y Ricardo Galán eran de las bajas esferas del imperio Passos. Solo eran transportistas, pero también se encargaban de reclutar críos de 8 años a 13 para que fueran sus “monos” y llevaran la droga de una parte a otra de la ciudad. El índice de mortalidad de aquella ciudad en esa edad era tan alto porque no era raro que los yonkis o los pequeños mafiosos de barrio se cepillaran a aquellos críos por menos de una gramo de cualquier sustancia, la gente no estaba dispuesta a pagar altas cantidades de dinero por material que estaba rebajado casi a un 90% y eran los niños los que le hacían el trabajo sucio a los hermanos Galán:
- Asi que me pregunto – Continuó Passos - ¿Qué harías tú en mi lugar? – Miró a Leo. Quiero decir, si tuvieras que dirigir un imperio como yo. Si estuvieras en mi situación.
Aquellas miradas expectantes sobre ellos y la mano sudorosa de Casey cogiendo con fuerza la suya no dejaba lugar a dudas para Beckett.
Sabía lo que pasaba por la mente de Casey, como también sabía que si no hacían o decían algo tenían pocas oportunidades de salir con vida, y más aún de llegar hasta el dragón.
Así que se tomó un instante, cerró los ojos, y cuando volvió a abrirlos todo había pasado. El cañón humeante, su dedo apartándose del gatillo, cogiendo con firmeza el arma.
A los ojos del orgulloso Passos había sido rápida, y en un suspiro se hacía soltado de la mano de su marido, le había quitado una de las armas de la funda y le había disparado a aquel amasijo de carne y sangre entre ceja y ceja.
Beckett en ese mismo instante, cuando la cabeza de Ricardo Galán aún rebotaba por el impacto, que lo había hecho por venganza. Que la oscuridad le estaba ganando terreno, y su yo más interno había decidido que si habían llegado hasta allí era para apostarlo todo. No había dejado tantas cosas atrás para rendirse, para titubear delante de un asesino, o de su víctima que llevaba a sus espaldas más muertes de inocentes que nadie en aquella sala, aunque fuera indirectamente:
- Esto se merece un tequila – Y nada más lo dijo todos le rieron la gracia, y caminaron hasta el despacho.
Cuando se quedaron los tres asolas, contemplando aquella especie de obra sin sentido, y aún en shock, sobre todo James y Kate. Se acercó a Liz Nolan y le susurró para que Leo también lo escuchara:
- Me encantan las mujeres con huevos. Que saben lo que hay que hacer y no dudan. Te ha llevado solo un pestañeo. Seguro que tu marido aún se pregunta cómo has sido tan rápida – Le golpeó en el hombro suavemente a Leo.
Casey sonrió orgulloso, y pasó el brazo por los hombros de su esposa, para después besarla en la mejilla. Mirando a Passos que los observaba mientras se alejaban por donde habían ido los demás.
Ambos lo supieron aquel gesto les había salvado la vida en ese instante, pero Raúl Passos estaba con la mosca tras la oreja y aquello no auguraba nada bueno. Pero de momento estaban a salvo.
* * *
Durante el trayecto que el coche que Passos les puso para que llegaran a su hotel, estuvieron en silencio. Aquello no había sido agradable para ninguno de los dos, pero Casey había encontrado la respuesta a la pregunta que nunca le había hecho a la detective “¿Hasta dónde estarías dispuesta a llegar?”, ahora sabía que ella tenía más sangre fría y más huevos de los que él había sido capaz de tener, porque estaba seguro que había sido incapaz de apretar el gatillo.
Observaron al coche alejarse detenidos en la puerta del hotel, habían tenido una actitud bastante cariñosa delante de Passos, como venía siendo de costumbre, pero ahora ella se apartaba como si aquello ya no fuera divertido:
- ¿Dónde vas? – Dijo viendo como se alejaba del hotel.
- A dar una vuelta – Agachó la cabeza y buscó la llave de la habitación.
Era posible que a estas alturas lo que pensaba que era admiración por la figura firme y valiente de la detective Beckett, por cómo había sido capaz de pasar por tantas cosas y mantenerse entera, era posible que estuviera sintiendo algo más por ella. Incluso que fuera agradable fingir que era un matrimonio de mafiosos recién casados.
* * *
Beckett se deshacía camino al supermercado abierto de madrugada del disfraz interior de Liz Nola, estaba incómoda con ese personaje, e intentaba pensar que era ajena a ella, y que era esa tal Liz la que había apretado el gatillo, y había creado una viuda y había dejado a dos niños sin padre.
20 minutos después no lo pudo aguantar y se encontró a si misma llorando en los servicios del supermercado. Sentada en la taza del váter, con la tapa bajada, y con el bolso a sus pies. Había estado llorando desconsoladamente y le sorprendía que nadie hubiera picado la puerta. Jugueteó con el teléfono de prepago en las manos. Dispuesta a dejar de sentirse así. Ya hacía frente a demasiadas cosas, y la soledad no era algo que pudiera manejar en ese instante.
Cada vez que sonaba el teléfono tenía un pequeño ataque al corazón, y ya había tenido cerca de un millón. Estaba escribiendo en su despacho con su móvil a un lado y el fijo al otro. Comprobando que había línea y diciéndole a Alexis que le llamara cada dos segundos, en llamadas de menos de uno para pensar que en realidad era un fallo telefónico y no que Beckett no quisiera llamar. Pero al final dejó que Alexis se fuera a dormir, y se dedicó a escribir para la columna antes de terminar volviéndose loco.
Por eso cuando su móvil sonó, se sobresaltó, y le tomó un segundo viendo la pantalla parpadear con “número desconocido”. Respiró hondo, cerró los ojos un instante y nada más descolgar puso el rastreador en marcha:
- ¿Sí? – Titubeó aunque quería mantenerse firme.
Pero al otro lado, una vez más no había nada, solo una leve respiración, como si alguien hubiera estado llorando y aún le quedaba algo más por lo que llorar:
- ¿Kate eres tú? – Le salió una súplica de los labios – Si eres tú, escúchame, todo saldrá bien. Puedes sobrevivir a esto, hagas lo que hagas te quiero. Aférrate a eso, nunca te dejaré ir.
Pero al otro lado solo había silencio, por lo que se sintió abatido ese segundo después, hasta que un hilo de voz entre lágrimas salió del otro lado de la línea:
- Estoy embarazada.
FIN?
Última edición por Castle el Jue Jul 12, 2012 11:04 pm, editado 1 vez
Castle- Policia de homicidios
- Mensajes : 618
Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Entiendo que el fan fic tiene mucho tiempo y es normal que la gente piense que la historia flojea o que merece ya un final. Así que lo dejo abierto a votación. Sentiros libres de dar vuestra opinión siempre que sea constructiva y no destructivamente.
Castle- Policia de homicidios
- Mensajes : 618
Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Como que, fin??? No no tienes qe seguir esta superhistoria!! Me encanta
LEILAKB- Actor en Broadway
- Mensajes : 202
Fecha de inscripción : 08/11/2011
Edad : 34
Localización : madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Fin!? Como que fin!? Dios no!!! Suplico, imploro que no se acabe este fic!!
Adoro este fic! Me registré en el foro por él!!
En mi opinión no flojea para nada al contrario, está en su mejor momento!!
Continúalo por favor!!!
Adoro este fic! Me registré en el foro por él!!
En mi opinión no flojea para nada al contrario, está en su mejor momento!!
Continúalo por favor!!!
LeFleur89- Actor en Broadway
- Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 22/04/2012
Edad : 35
Localización : Madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Fin??? como que fin??? estarás de coña ¿¿¿no???
Sigue!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Por cierto muy bueno el capítulo, no me esperaba que Beckett fuera capaz de tanto por encontrar al Dragón
Sigue!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Por cierto muy bueno el capítulo, no me esperaba que Beckett fuera capaz de tanto por encontrar al Dragón
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Aaaaiiiinnnnnnssssssssss!!!! Nada de fin, no puedes dejarnos así jajaja
Me encantaaaaa!! Sigueee
Me encantaaaaa!! Sigueee
cris_beckett- Autor de best-seller
- Mensajes : 857
Fecha de inscripción : 29/05/2012
Edad : 34
Localización : Madrid
Re: Mr. Brightside (Terminado)
FIN!!??? Pero ahora es que se está poniendo bueno el relato
Ademas el relato nunca estubo flojo te tomaste tu tiempo para hacerlo y cada capitulo era excepcional.
Asi que Sigueee!!!
Ademas el relato nunca estubo flojo te tomaste tu tiempo para hacerlo y cada capitulo era excepcional.
Asi que Sigueee!!!
Re: Mr. Brightside (Terminado)
continuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa por favor por favor
no lo dejes a si nooo por favor
continua quierooooooooooooo masssssssssssss
no lo dejes a si nooo por favor
continua quierooooooooooooo masssssssssssss
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Nada de fin, esta historia me la lei 3 veces completas!!! porque me encanta como esta escrita, el tira y afloja de castle y becket me encanta como esta descripta...se que debe ser dificil inpirarse por tanto tiempo, pero creo q la historia tiene un poco mas sacarle jugo!!! mas capitulos por favor!!!
Isana- As del póker
- Mensajes : 389
Fecha de inscripción : 18/11/2011
Localización : Argentina
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Después de las palabras de animo no me podría atrever a darle fin a la historia
Por lo que estoy terminado de montar el capitulo 21.
De momento y para ir abriendo boca dejo esto...ya sé que es poco, pero darme algo de tiempo.
Capitulo 21
Se aferró fuerte al asa de la bolsa de deporte que usaba como maleta, se quitó las gafas de sol e intentó encuadrarse para no venirse abajo:
- Déjanos acompañarte.
- Ni puedo pediros algo así, ni pienso dejaros hacerlo – Dijo firme.
- ¿Y si necesitas refuerzos? – A Ryan le temblaba la barbilla.
- Tengo contactos, sabré apañármelas.
- Pero… ¿Y si no? – Castle le puso la mano en el hombro.
- Si necesito algo llamaré, lo prometo – Abrazó a Ryan mirando como Esposito se intentaba mantener al margen, con aspecto de tío duro, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada en cualquier otra parte.
- Dile a Lanie que lo siento pero que es algo que debo hacer.
- ¿Por qué no nos lo cuentas todo? – Murmuró Esposito.
- Porque tengo que encontrarla antes.
Dieron el último aviso para su vuelo, y Castle cogió su bolsa a punto de darse media vuelta e irse, cuando Esposito se lanzó a sus brazos y le abrazó con fuerza, como a un hermano que se va a cumplir con su país:
- Encuéntrala – Le murmuró cerca de la oreja aguantando las lágrimas.
No quiso admitir delante de nadie que estaba muerto de miedo, no quiso decírselo a Alexis cuando prácticamente le había obligado a quedarse en la universidad para no despedirse de ella. No se lo dijo a su madre cuando le despidió llorando mientras su taxi se alejaba. Ni a Lanie cuando se enfadó y se marchó al no ver bien que el escritor se fuera solo a otro país a encontrar a alguien que parecía que no quería que le encontraran. Ni se lo había dicho a Ryan y Esposito que simplemente estuvieron a su lado, aunque todo aquello fuera una locura.
Parecía que la confesión que Beckett le había hecho por teléfono era solo cosa de ellos dos, porque nadie más parecía saberlo, ni siquiera habían tenido noticias de ella. Por lo que él también decidió continuar con el silencio.
- No sé dónde está mi hija – Le sirvió el té sin mirarle directamente a los ojos.
- La conozco, sé por lo que ha pasado, sé lo importante que era su madre para ella y no me creo que no haya llamado ni una sola vez – Se mantuvo firme mientras su acompañante se sentaba.
- Como ya te he dicho…
- Está lejos de casa, sola y asustada…Quiere volver y es demasiado orgullosa como para admitirlo – Negó con la cabeza mirando al suelo, estremeciéndose ante la verdad – Sabes que estoy enamorado de ella, lo sabes desde el día que me viste por primera vez – Se empezó a emocionar y Jim Beckett miró al suelo – Por favor.
Jim desapareció de escena y casi un minuto después llegó con un fajo de postales:
- Lo que hay aquí es todo lo que sé.
Jim Beckett sabía quién era su hija, sabía que era tenaz y cabezota y que si se había arriesgado a llamar al escritor por teléfono es que realmente estaba al borde del abismo.
Se despertó de golpe con la llamada de la azafata de vuelo avisándole de que ya habían llegado. Sacudió la cabeza intentando quitarse de encima el recuerdo.
Cuando el avión aterrizó se sintió un poco aturdido, las gafas de sol tapaban sus ojeras, y parecía que en aquel país celebraban el día más luminoso y perfecto del mundo. Era una pena que hubiera dormido mal durante el trayecto y que tuviera, como venía siendo costumbre, un nudo en el estomago por verla.
Pudo oír a lo lejos su nombre en los labios de una mujer, que se abría paso entre la gente, pero pensó que quizás era alguien que le había reconocido y quería que le firmara un autógrafo por eso se hizo el sueco y continuó caminando hacia la salida:
- Señor Castle – Le tocó el hombro despacio y él se giró intentando parecer amable.
- Hola, ¿Dónde lo quieres? – Dijo sacando su pluma.
- ¿Qué? – Dijo riendo, ella también llevaba gafas de sol y se las quitó.
Vio en sus ojos su sorpresa y él frunció el ceño confundido:
- Me llamo Sofía Tucker – Tenía un marcado acento español, dando a entender que era nativa de allí o de alrededores.
- Me alegro – Y quiso seguir caminando.
- Estoy aquí para ayudarle.
- No lo creo – Ella ya estaba a su altura, caminado deprisa como él.
- Vale, será mejor hacer las cosas bien – Se plantó delante de él – Soy la subinspectora Tucker – Sacó su placa y se la puso en la cara.
Castle leyó y volvió a leer esa placa, quitándose las gafas de sol:
- ¿Y qué puedo hacer por usted? – Siguió caminando, después de esquivarla.
Ella resopló como si se le hubiera acabado la paciencia, se guardó la sonrisa que llevaba desde hacía rato, se puso las gafas de sol e hizo un gesto con la cabeza.
Fue entonces cuando tres agentes vestidos como paramilitares lo acorralaron, dos de ellos lo arrastraron, llevándole en volandas por delante, mientras que otro se ocupaba del equipaje.
Lo encerraron en una sala que solo tenía un escritorio y dos sillas, parecida a la de interrogatorios pero más sosa e impersonal. Le habían quitado su equipaje, su cartera, su móvil y todo lo que llevaba encima. Después le dejaron cerca de una hora allí.
Fue entonces cuando pensó que Dios tenía un extraño sentido del humor y que quizás todas sus sucesiones de desgracias eran fruto de su ateísmo, y su sentido del humor.
Se pasó la mano por el flequillo y se dio cuenta de que sudaba en abundancia, y que le habían quitado el aire acondicionado como castigo, de lo último estaba convencido.
Por lo que estoy terminado de montar el capitulo 21.
De momento y para ir abriendo boca dejo esto...ya sé que es poco, pero darme algo de tiempo.
Capitulo 21
Se aferró fuerte al asa de la bolsa de deporte que usaba como maleta, se quitó las gafas de sol e intentó encuadrarse para no venirse abajo:
- Déjanos acompañarte.
- Ni puedo pediros algo así, ni pienso dejaros hacerlo – Dijo firme.
- ¿Y si necesitas refuerzos? – A Ryan le temblaba la barbilla.
- Tengo contactos, sabré apañármelas.
- Pero… ¿Y si no? – Castle le puso la mano en el hombro.
- Si necesito algo llamaré, lo prometo – Abrazó a Ryan mirando como Esposito se intentaba mantener al margen, con aspecto de tío duro, con los brazos cruzados sobre el pecho y la mirada en cualquier otra parte.
- Dile a Lanie que lo siento pero que es algo que debo hacer.
- ¿Por qué no nos lo cuentas todo? – Murmuró Esposito.
- Porque tengo que encontrarla antes.
Dieron el último aviso para su vuelo, y Castle cogió su bolsa a punto de darse media vuelta e irse, cuando Esposito se lanzó a sus brazos y le abrazó con fuerza, como a un hermano que se va a cumplir con su país:
- Encuéntrala – Le murmuró cerca de la oreja aguantando las lágrimas.
* * *
No quiso admitir delante de nadie que estaba muerto de miedo, no quiso decírselo a Alexis cuando prácticamente le había obligado a quedarse en la universidad para no despedirse de ella. No se lo dijo a su madre cuando le despidió llorando mientras su taxi se alejaba. Ni a Lanie cuando se enfadó y se marchó al no ver bien que el escritor se fuera solo a otro país a encontrar a alguien que parecía que no quería que le encontraran. Ni se lo había dicho a Ryan y Esposito que simplemente estuvieron a su lado, aunque todo aquello fuera una locura.
Parecía que la confesión que Beckett le había hecho por teléfono era solo cosa de ellos dos, porque nadie más parecía saberlo, ni siquiera habían tenido noticias de ella. Por lo que él también decidió continuar con el silencio.
* * *
- No sé dónde está mi hija – Le sirvió el té sin mirarle directamente a los ojos.
- La conozco, sé por lo que ha pasado, sé lo importante que era su madre para ella y no me creo que no haya llamado ni una sola vez – Se mantuvo firme mientras su acompañante se sentaba.
- Como ya te he dicho…
- Está lejos de casa, sola y asustada…Quiere volver y es demasiado orgullosa como para admitirlo – Negó con la cabeza mirando al suelo, estremeciéndose ante la verdad – Sabes que estoy enamorado de ella, lo sabes desde el día que me viste por primera vez – Se empezó a emocionar y Jim Beckett miró al suelo – Por favor.
Jim desapareció de escena y casi un minuto después llegó con un fajo de postales:
- Lo que hay aquí es todo lo que sé.
Jim Beckett sabía quién era su hija, sabía que era tenaz y cabezota y que si se había arriesgado a llamar al escritor por teléfono es que realmente estaba al borde del abismo.
* * *
Se despertó de golpe con la llamada de la azafata de vuelo avisándole de que ya habían llegado. Sacudió la cabeza intentando quitarse de encima el recuerdo.
Cuando el avión aterrizó se sintió un poco aturdido, las gafas de sol tapaban sus ojeras, y parecía que en aquel país celebraban el día más luminoso y perfecto del mundo. Era una pena que hubiera dormido mal durante el trayecto y que tuviera, como venía siendo costumbre, un nudo en el estomago por verla.
Pudo oír a lo lejos su nombre en los labios de una mujer, que se abría paso entre la gente, pero pensó que quizás era alguien que le había reconocido y quería que le firmara un autógrafo por eso se hizo el sueco y continuó caminando hacia la salida:
- Señor Castle – Le tocó el hombro despacio y él se giró intentando parecer amable.
- Hola, ¿Dónde lo quieres? – Dijo sacando su pluma.
- ¿Qué? – Dijo riendo, ella también llevaba gafas de sol y se las quitó.
Vio en sus ojos su sorpresa y él frunció el ceño confundido:
- Me llamo Sofía Tucker – Tenía un marcado acento español, dando a entender que era nativa de allí o de alrededores.
- Me alegro – Y quiso seguir caminando.
- Estoy aquí para ayudarle.
- No lo creo – Ella ya estaba a su altura, caminado deprisa como él.
- Vale, será mejor hacer las cosas bien – Se plantó delante de él – Soy la subinspectora Tucker – Sacó su placa y se la puso en la cara.
Castle leyó y volvió a leer esa placa, quitándose las gafas de sol:
- ¿Y qué puedo hacer por usted? – Siguió caminando, después de esquivarla.
Ella resopló como si se le hubiera acabado la paciencia, se guardó la sonrisa que llevaba desde hacía rato, se puso las gafas de sol e hizo un gesto con la cabeza.
Fue entonces cuando tres agentes vestidos como paramilitares lo acorralaron, dos de ellos lo arrastraron, llevándole en volandas por delante, mientras que otro se ocupaba del equipaje.
Lo encerraron en una sala que solo tenía un escritorio y dos sillas, parecida a la de interrogatorios pero más sosa e impersonal. Le habían quitado su equipaje, su cartera, su móvil y todo lo que llevaba encima. Después le dejaron cerca de una hora allí.
Fue entonces cuando pensó que Dios tenía un extraño sentido del humor y que quizás todas sus sucesiones de desgracias eran fruto de su ateísmo, y su sentido del humor.
Se pasó la mano por el flequillo y se dio cuenta de que sudaba en abundancia, y que le habían quitado el aire acondicionado como castigo, de lo último estaba convencido.
* * *
Castle- Policia de homicidios
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
No lo dejes así quiero massssssss
LEILAKB- Actor en Broadway
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Allí estaba otra vez, y entendió nada más verla que la primera vez no se había fijado bien en ella. Morena, de pelo largo, piel tostada, ojos marrones profundos, demasiado agradable para la vista, y se imaginó a si mismo tiempo atrás siendo encantador solo por meterse en sus pantalones:
- Buenos días – Le miraba encantadora, con ese punto canalla de saber que si él llevaba allí más de tres horas aislado era por no haberle hecho caso la primera vez.
- Así que aún es de día – Mustió él y ella sonrió maliciosa mostrando unos impecables dientes blancos.
- He estado algo liada.
- Entiendo – Asintió haciéndole saber con la mirada que era consciente de todo.
- Señor Castle aunque no me crea estoy aquí para ayudarle.
- Ya lo veo – Miró a su alrededor para que ella se diera cuenta.
- ¿Sabe quién es este hombre? – Sacó la primera fotografía de la carpeta que había dejado sobre la mesa y él ni siquiera se había dado cuenta.
- No – Fue rotundo.
- ¿Está seguro?
Volvió a fijarse, era una fotografía tomada de lejos, en la puerta de un hotel:
- No tengo ni la más remota idea de quién es – Dijo casi deletreando, ella ladeo la cabeza y se puso seria.
- ¿Y estos dos?
- No – Casi lo canturreó ya con cachondeo.
- ¿Y este otro?
- No – Intentó poner la voz de Freddy Mercury.
- ¿Y ella? – Parecía la última foto de la carpeta.
- No – Empezó a reírse por la monotonía.
- Fijese bien.
Cogió entre las manos la fotografía, estaba hecha desde la misma distancia, en la puerta del mismo hotel. Una mujer morena, con gafas de sol, camiseta de tirantes negra ajustada, pantalones de vaquero negros ajustados, zapatos negros…:
- Nooooo – Le devolvió la foto hasta que se dio cuenta de un detalle – Un segundo.
La volvió a tener entre las manos, y allí estaba el colgante con el anillo de bodas de su madre, y el reloj de su padre en la muñeca, reconocería eso a miles de kilómetros. Aunque ella ahora fuera morena, con el pelo liso y largo, y escondida bajo esa ropa que no era la suya:
- ¿Qué demonios es todo esto?
- Estos dos son Joseph Kahn y su guardaespaldas Jack Levine, les encontraron en un hotel de 5 estrellas a 200 km de aquí, con las gargantas cortadas – Le enseñó una foto de los baños llenos de sangre, pero sin los cadáveres y aquella era mucha sangre.
- ¿A nombre de quien estaba la habitación? – Ella sonrió al ver que él mostraba interés.
- Leo y Liz Nolan, un matrimonio.
- Identidades falsas – Murmuró el viendo el resto de fotos del crimen.
- No tanto, este es Leo Nolan.
Le dio la foto de un hombre rapado con barba y quemaduras, que iba con una camiseta de tirantes blanca y una camisa hawaiana encima, llena de colores, y pantalones caquis. Se le veía la bandolera bajo la camisa, y las gafas de sol:
- Ya le he dicho que no tengo ni idea de quién es. Podría explicarme lo de la detective…
- Todo a su tiempo – Le interrumpió.
Se quedó pensativo y ella movió ficha:
- No tenemos nada acerca de Leonard Nolan, es como si hubiera nacido ayer y tuviera esa cara de mala leche.
- Pues no sé cómo puedo ayudarle.
- Este otro hombre es Raúl Passos.
- Me alegro – Dijo como si nada.
- No lo entiende señor Castle este hombre es el mismísimo Lucifer, una de las personas más horribles, mezquinas y malvadas del planeta – El escritor frunció el ceño sin comprender.
Se tomó un instante, estaba echándole mierda a un hombre que merecía no comprender nada:
- Esto no es un juego, este hombre – Puso su dedo índice sobre la foto del tal Raúl Passos – Organiza saqueos en las casas de la gente modesta de las afueras de la ciudad, matando, violando y marcando con cuchillas de afeitar las caras de los niños. Cuando no los está usando como mulas, dentro y fuera del país, para que lleven droga, organiza pateras para esclavizar a familias enteras tanto a este lado como al otro de la frontera. Manipula, extorsiona y somete a toda la ciudad.
- Lo entiendo, es un hijo de puta, pero no sé que me quiere decir…
- No lo entiende señor Castle, el señor Leonard Nolan está intentando convertirse en su mano derecha.
- No puedo lidiar con toda la maldad de este país, más que nada porque no me ha dejado salir de aquí.
- La mujer de Leo, Liz es su adorada Katherine Beckett, y el señor Raúl Passos la mano derecha de quien en su país – Deletreo – Llaman “El Dragón”.
* * *
Ahora Sofía Tucker conducía con sus Ray Ban aviador puestas y dejando que el aire que llegaba por la ventanilla le moviera el pelo.
Ella tenía razón Beckett y Casey no tenían que estar pasando por un camino de rosas para llegar a ganar la confianza de Passos, y así llegar hasta el dragón. Y parecía que iba a tener que acostumbrarse a otra mujer armada, con carácter y acostumbrada a tener la razón:
- Le aviso para que vea que a esta gente no le tiembla el pulso a la hora de apretar el gatillo, les da igual que quieras salvar a tu chica o que hayas matado a su madre, en ambos casos te trataran igual.
* * *
La vida en un Camaro ss 1969 gris y negro le hacía plantearse porque en Nueva York hacía un tiempo tan horrible, que parecía que tenían que cantar cada vez que saliera el sol, y conducir un coche feo y gris era el colmo mientras ahí todo parecía las vacaciones den sueño pero con ese sentimiento vació en el corazón.
Pararon en una gasolinera, y solo ella salió, el escritor se había mantenido callado todo el tiempo. Tragó agua y cuando entro se la dejó en el regazo:
- Tenía entendido de que era mucho más hablador señor Castle.
- Puedes tutearme, es más, te suplico que me llames Rick – Murmuró ella sonrió viendo lo difícil que tenía que ser para él.
- Todo saldrá bien.
- ¿Cómo lo sabes?
- Porque nos conviene que sea así – Arrancó y se fueron.
Sofía le había dado una par de cal y otro par de arena de camino:
- Sabes que los localizadores triangulan, no dan posiciones fijas. Podríamos encontrarles a la primera o no, no quiero que lloriquees mientras buscamos.
* * *
Castle- Policia de homicidios
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Re: Mr. Brightside (Terminado)
Castle colgó y volvió hasta donde le esperaba Sofía, dentro del coche, bajo la mirada de ella:
- He llamado a Alexis – Sofía no dijo nada – Mi hija.
No dijo nada, arrancó sin quitarse en ningún momento las gafas de sol:
- Sé que sabes cosas de mí, y yo en cambio….¿Tienes familia? – Ella sonrió de lado, dejando ver sus dientes blancos y brillantes que contrastaba con su piel color oliva.
- Vamos a ahorrarnos sentimentalismos, así si a uno de los dos le meten un tiro al otro no le dolerá tanto – Fue tajante aunque divertida.
- No es muy justo – Protestó él como un niño.
Ella soltó una carcajada, y el escritor se fijo en como su pelo largo y negro se movía con el viento que entraba por la ventanilla:
- Sé que tienes una visión de mi, pero no se ajusta mucho a la realidad – Desde que la había conocido ella ya daba por sentado que él era un jeta, y en eso le recordó demasiado a Beckett.
- ¿Así que no es cierto que robaras un caballo de la policía de Nueva York y te pasearas con él, cabalgando desnudo? – El escritor intentó aguantarse la risa.
- Es que claro sin contar el marco de la historia, dicho así parezco algo descerebrado.
- Bastante descerebrado – Ella le miró y el atardecer del sol poniéndose reflejó en sus gafas.
Se quedó mirando su móvil jugando con él entre los dedos esperando que sonara:
- ¿La echas de menos? – Parecía que Sofía si tenía algo de corazón.
- No debería de contestarte a eso, basándome en cómo me llevas tratando.
- Bien – Sonó rotunda y de su voz se había escapado la complicidad de segundos antes.
- Podríamos hacer algo justo, tú me preguntas y yo contesto y tú haces lo mismo.
- Eres como un niño grande.
- Te sorprendería la de veces que me han dicho eso – Calló en una idea – Estaba pensando, que ya ha anochecido y que si quieres que yo conduzca para que descanses.
- No creo que eso ocurra – Rió – Jamás le dejaría mi coche a alguien como tú.
- ¿Cómo yo?
Sofía Tucker había sido herida en algún momento de su vida, y su herida era profunda y dolorosa. Eso lo supo desde el primer día, cuando ella se colocó las gafas de sol de aviador, tapando sus ojos, que eran los que estaban tristes:
- Dormiremos en ese motel – Señaló.
Más tarde mientras ella ya dormía, él miró por la ventana hacia la nada, algunas luces de ciudad, y las de neón de algunos establecimientos ofrecían tequila a buen precio y tuvo ganas, muchas ganas, pero había estado yendo a terapia para beber lo justo, para poder mantenerse firme. Aunque tenía cierto agujero en el corazón que le decía que Sofía no estaba allí por casualidad ni por ninguna otra persona que no fuera su padre, Patrick Doyle.
Pero deseaba tanto encontrar a Beckett que le daba igual que la hubiera mandado el mismísimo demonio.
Gracias a las postales de Jim Beckett pudieron seguir, por el matasellos de las postales, los hoteles donde habían estado el señor y la señora Nolan. Y estaba convencido de que si Sofía se tiraba tantas horas al volante era para que no se alejaran más. Hasta llegar al hotel desde donde ella le había llamado. Y como tenían que hacer el camino de todas maneras, mejor parar y preguntar por ellos.
La siguiente parada era donde habían aparecido los cuerpos de Kahn y Levine.
Sentado allí se preguntó si ella también estaría viendo la noche oscura y pensando en él.
Ella, no muy lejos de allí, también miraba la noche oscura y también pensaba en él.
James Casey salió de la ducha con una toalla atada a la cintura, dejando sus cicatrices a cubierto, parte de su espalda y su lateral estaban cubiertas por las cicatrices del fuego, pero a parte de esos, estaba fuerte y encuadrado. Se había vuelto a rapar el pelo y se había recortado la barba, para no tenerla tan espesa. Lo cierto era que si ella no le conociera, por su aspecto y la actitud que mostraba de puertas para afuera era un mal tipo. Serio, rudo y poco amable:
- Estoy cansada de los encargos absurdos de Passos – Suspiró ella y Casey vio en el reflejo de la ventana que estaba triste.
Se acercó lo bastante:
- A cada minuto estamos más cerca, en cuestión de semanas esto no será más que un recuerdo.
- Quiero que sea ya – Masculló y se tocó sutilmente el vientre, detalle que para Casey no pasó desapercibido.
- ¿Estás embarazada?
Ella se dio media vuelta para mirarle, mientras lloraba, y se lanzó a sus brazos para abrazarle, allí era su único compañero, su único amigo, y él le devolvió un abrazo firme y afectuoso.
Entendió que si ella no se lo había dicho antes era porque sabría que él le animaría a dejarlo, a volver a casa y a olvidarse, pero esa misma noche le prometió que en menos de un mes tendrían en asunto solucionado.
Sofía tenía los pies apoyados en una silla cercana, hacía pasatiempos mientras desayunaba zumo de naranja y un croissant, llevaba las gafas de sol, y parecía contenta:
- Un sinónimo de atormentado – Dijo viéndole acercarse, con ojeras marcadas, y cara de llevar siglos sin dormir nada.
- Richard Castle – Masculló dejándose caer en la silla.
Estaban en el despacho de Raúl Passos viendo como este se comía una naranja pelándola con una navaja afilada:
- Como ya os dije tengo un asunto especial para vosotros – No les miraba, se había acostumbrado a ellos, para darles a entender que no eran importantes – Necesito ajustar algunas cuentas más. Y habéis resultado ser unos genios en eso.
- Tú dirás – Dijo Casey preparado.
- ¿Veis esto? – Clavó la navaja en la mesa, y se señaló la mejilla donde se veía una cicatriz alargada – Hace algunos años me colé por un chica preciosa, que vivía cerca de mí. Yo era un crio y no sabía muy bien como acercarme a ella, así que solo se me ocurrió compartir con ella el mismo grupo de amigos – Se rió para sí mismo – Que tonto era en aquella época.
Tiró los restos de la naranja y empezó a limpiar la navaja dejándola reluciente:
- Esa chica salía con un matón del barrio que le vendía droga mal cortada a los críos y que se llevó por delante a más de uno. Un día me llevó con un amigo suyo y su perro, un pitbull, en su coche a dar una vuelta. Yo acepté encantado, pensaba que eso me hacía estar más integrado en el grupo y por extensión más cerca de mi amada Diana. Pero lejos de eso, y de creerme un pequeño gánster, ese hijo de puta me llevó a un descampado, sacó una navaja enorme y me cortó en la cara. Me dijo que me alejará de su chica y yo me cagué de miedo viendo a aquel pitbull tirando de la correa y ladrando como un loco mientras esos dos cabrones se descojonaban de mi. Para terminar, me dio una puñalada de la que por suerte me aparté y acabó en mi brazo. Esos desgraciados se reían como locos mientras me veían sangrar y me tiraban al perro para que continuara inmóvil. Logré escapar corriendo, y corrí y corrí hasta mi casa, casi 5 km. ¿Sabéis que hice después de currarme a mí mismo? – Casey negó con el semblante serio – Rompí mi hucha y me compré una navaja igual de grande – La señaló encima de la mesa – Y me prometí no volver a dejar que nadie me acojonará así. Desde entonces la llevo siempre encima.
- ¿Qué quieres que hagamos? – Casey miró de reojo a Beckett.
- Quiero que vayáis a su casa. Le cortéis la cara, y le pinchéis en el estomago. Después le atáis a algún lado para que se muera desangrado como un perro, le sacáis fotos y me traéis un bonito recuerdo – Guardó la navaja y se la acercó arrastrándola encima de la mesa – Es más cuando este todo hecho me llamáis – También les tendió una cuerda dura que supusieron que era para que lo ataran.
- He llamado a Alexis – Sofía no dijo nada – Mi hija.
No dijo nada, arrancó sin quitarse en ningún momento las gafas de sol:
- Sé que sabes cosas de mí, y yo en cambio….¿Tienes familia? – Ella sonrió de lado, dejando ver sus dientes blancos y brillantes que contrastaba con su piel color oliva.
- Vamos a ahorrarnos sentimentalismos, así si a uno de los dos le meten un tiro al otro no le dolerá tanto – Fue tajante aunque divertida.
- No es muy justo – Protestó él como un niño.
Ella soltó una carcajada, y el escritor se fijo en como su pelo largo y negro se movía con el viento que entraba por la ventanilla:
- Sé que tienes una visión de mi, pero no se ajusta mucho a la realidad – Desde que la había conocido ella ya daba por sentado que él era un jeta, y en eso le recordó demasiado a Beckett.
- ¿Así que no es cierto que robaras un caballo de la policía de Nueva York y te pasearas con él, cabalgando desnudo? – El escritor intentó aguantarse la risa.
- Es que claro sin contar el marco de la historia, dicho así parezco algo descerebrado.
- Bastante descerebrado – Ella le miró y el atardecer del sol poniéndose reflejó en sus gafas.
* * *
Se quedó mirando su móvil jugando con él entre los dedos esperando que sonara:
- ¿La echas de menos? – Parecía que Sofía si tenía algo de corazón.
- No debería de contestarte a eso, basándome en cómo me llevas tratando.
- Bien – Sonó rotunda y de su voz se había escapado la complicidad de segundos antes.
- Podríamos hacer algo justo, tú me preguntas y yo contesto y tú haces lo mismo.
- Eres como un niño grande.
- Te sorprendería la de veces que me han dicho eso – Calló en una idea – Estaba pensando, que ya ha anochecido y que si quieres que yo conduzca para que descanses.
- No creo que eso ocurra – Rió – Jamás le dejaría mi coche a alguien como tú.
- ¿Cómo yo?
Sofía Tucker había sido herida en algún momento de su vida, y su herida era profunda y dolorosa. Eso lo supo desde el primer día, cuando ella se colocó las gafas de sol de aviador, tapando sus ojos, que eran los que estaban tristes:
- Dormiremos en ese motel – Señaló.
Más tarde mientras ella ya dormía, él miró por la ventana hacia la nada, algunas luces de ciudad, y las de neón de algunos establecimientos ofrecían tequila a buen precio y tuvo ganas, muchas ganas, pero había estado yendo a terapia para beber lo justo, para poder mantenerse firme. Aunque tenía cierto agujero en el corazón que le decía que Sofía no estaba allí por casualidad ni por ninguna otra persona que no fuera su padre, Patrick Doyle.
Pero deseaba tanto encontrar a Beckett que le daba igual que la hubiera mandado el mismísimo demonio.
Gracias a las postales de Jim Beckett pudieron seguir, por el matasellos de las postales, los hoteles donde habían estado el señor y la señora Nolan. Y estaba convencido de que si Sofía se tiraba tantas horas al volante era para que no se alejaran más. Hasta llegar al hotel desde donde ella le había llamado. Y como tenían que hacer el camino de todas maneras, mejor parar y preguntar por ellos.
La siguiente parada era donde habían aparecido los cuerpos de Kahn y Levine.
Sentado allí se preguntó si ella también estaría viendo la noche oscura y pensando en él.
* * *
Ella, no muy lejos de allí, también miraba la noche oscura y también pensaba en él.
James Casey salió de la ducha con una toalla atada a la cintura, dejando sus cicatrices a cubierto, parte de su espalda y su lateral estaban cubiertas por las cicatrices del fuego, pero a parte de esos, estaba fuerte y encuadrado. Se había vuelto a rapar el pelo y se había recortado la barba, para no tenerla tan espesa. Lo cierto era que si ella no le conociera, por su aspecto y la actitud que mostraba de puertas para afuera era un mal tipo. Serio, rudo y poco amable:
- Estoy cansada de los encargos absurdos de Passos – Suspiró ella y Casey vio en el reflejo de la ventana que estaba triste.
Se acercó lo bastante:
- A cada minuto estamos más cerca, en cuestión de semanas esto no será más que un recuerdo.
- Quiero que sea ya – Masculló y se tocó sutilmente el vientre, detalle que para Casey no pasó desapercibido.
- ¿Estás embarazada?
Ella se dio media vuelta para mirarle, mientras lloraba, y se lanzó a sus brazos para abrazarle, allí era su único compañero, su único amigo, y él le devolvió un abrazo firme y afectuoso.
Entendió que si ella no se lo había dicho antes era porque sabría que él le animaría a dejarlo, a volver a casa y a olvidarse, pero esa misma noche le prometió que en menos de un mes tendrían en asunto solucionado.
* * *
Sofía tenía los pies apoyados en una silla cercana, hacía pasatiempos mientras desayunaba zumo de naranja y un croissant, llevaba las gafas de sol, y parecía contenta:
- Un sinónimo de atormentado – Dijo viéndole acercarse, con ojeras marcadas, y cara de llevar siglos sin dormir nada.
- Richard Castle – Masculló dejándose caer en la silla.
* * *
Estaban en el despacho de Raúl Passos viendo como este se comía una naranja pelándola con una navaja afilada:
- Como ya os dije tengo un asunto especial para vosotros – No les miraba, se había acostumbrado a ellos, para darles a entender que no eran importantes – Necesito ajustar algunas cuentas más. Y habéis resultado ser unos genios en eso.
- Tú dirás – Dijo Casey preparado.
- ¿Veis esto? – Clavó la navaja en la mesa, y se señaló la mejilla donde se veía una cicatriz alargada – Hace algunos años me colé por un chica preciosa, que vivía cerca de mí. Yo era un crio y no sabía muy bien como acercarme a ella, así que solo se me ocurrió compartir con ella el mismo grupo de amigos – Se rió para sí mismo – Que tonto era en aquella época.
Tiró los restos de la naranja y empezó a limpiar la navaja dejándola reluciente:
- Esa chica salía con un matón del barrio que le vendía droga mal cortada a los críos y que se llevó por delante a más de uno. Un día me llevó con un amigo suyo y su perro, un pitbull, en su coche a dar una vuelta. Yo acepté encantado, pensaba que eso me hacía estar más integrado en el grupo y por extensión más cerca de mi amada Diana. Pero lejos de eso, y de creerme un pequeño gánster, ese hijo de puta me llevó a un descampado, sacó una navaja enorme y me cortó en la cara. Me dijo que me alejará de su chica y yo me cagué de miedo viendo a aquel pitbull tirando de la correa y ladrando como un loco mientras esos dos cabrones se descojonaban de mi. Para terminar, me dio una puñalada de la que por suerte me aparté y acabó en mi brazo. Esos desgraciados se reían como locos mientras me veían sangrar y me tiraban al perro para que continuara inmóvil. Logré escapar corriendo, y corrí y corrí hasta mi casa, casi 5 km. ¿Sabéis que hice después de currarme a mí mismo? – Casey negó con el semblante serio – Rompí mi hucha y me compré una navaja igual de grande – La señaló encima de la mesa – Y me prometí no volver a dejar que nadie me acojonará así. Desde entonces la llevo siempre encima.
- ¿Qué quieres que hagamos? – Casey miró de reojo a Beckett.
- Quiero que vayáis a su casa. Le cortéis la cara, y le pinchéis en el estomago. Después le atáis a algún lado para que se muera desangrado como un perro, le sacáis fotos y me traéis un bonito recuerdo – Guardó la navaja y se la acercó arrastrándola encima de la mesa – Es más cuando este todo hecho me llamáis – También les tendió una cuerda dura que supusieron que era para que lo ataran.
Castle- Policia de homicidios
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Fecha de inscripción : 15/11/2010
Localización : Valencia
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Muy interesante como siempre!!! Tu fan soy tu fan!!! Felicitaciones por semejante historia....
Isana- As del póker
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Fecha de inscripción : 18/11/2011
Localización : Argentina
Re: Mr. Brightside (Terminado)
Cada vez me gusta más éste fic!! Está muy muy muy interesante!!!
Por cierto, se te ha quitado la idea de acabar pronto el fic, no? NO!?
Por cierto, se te ha quitado la idea de acabar pronto el fic, no? NO!?
LeFleur89- Actor en Broadway
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