Mr. Brightside (Terminado)

LeFleur89 escribió:Cada vez me gusta más éste fic!! Está muy muy muy interesante!!!

Por cierto, se te ha quitado la idea de acabar pronto el fic, no? NO!?

A ver pronto no sé, quiero darle un buen final de momento veamos como salen de esta

Síguelo yaaaa

Que buen fiiiccc... Ya me puse al dia con todos los capitulos que me faltaban.
Continualo pronto, quiero el reencuentro.

impresionante

Capitulo 22


Apagaron el motor y las luces del coche y miraron por enésima vez el número de la casa que tenían al otro lado de la calle:

- Es aquí – Dijo Casey y abrió la puerta para salir.
- Espera – Suplicó ella desde el asiento del copiloto.

James Casey cerró la puerta, y suspiró:

- ¿No quieres hacerlo?
- ¿Crees que Passos piensa que es una especie de héroe?
- ¿Qué quieres decir?
- Siempre que nos manda matar a alguien se trata de alguien horrible, haciendo que no me sienta culpable cuando acabamos con él.
- Raúl Passos se cree un santo, un revolucionario dispuesto a liberar a su pueblo, pero solo es un camello con mal humor y muchos contactos. No es nadie, solo vive del miedo que le tienen los demás, y si no fuera nuestra última oportunidad para llegar al Dragón ya le hubiera metido un tiro entre ceja y ceja hace tiempo.

Fue sincero, pero ella no parecía muy convencida:

- ¿Quieres quedarte en el coche? – No podía evitar ser protector con ella y más en su estado – No es necesario que los dos lo pasemos mal.
- No quiero dejarte solo ahí dentro, cualquier cosa puede salir mal – Casey le cogió la mano.

Ambos llevaban en este barco demasiado tiempo, se habían convertido en compañeros, quizás era algo más cercano, pasaban horas juntos, y solo podían quitarse el disfraz estando juntos. Se necesitaban y se apoyaban, porque si uno de los dos dudaba el otro caería. Eran un equipo, como ella lo era con Ryan y Esposito, y ahora estaba tan lejos de casa, que se preguntaba si en alguna parte alguien se acordaría de ella. Pensó en Lanie, en sus detectives, en Gates, en la vida que había dejando atrás, en su padre. Y estaba segura de que si hubiera estado en casa hubiera ido a visitar la tumba de su madre.

Pero ahora se sentía demasiado lejos de cualquier lugar al que hubiera podido llamar hogar, y lo único que tenía aquí y ahora era a James Casey, o más bien, a su marido Leonard Nolan:

- Entraremos juntos – Se miraron un instante más, pidiéndose más tiempo porque a cada instante estaban más cerca de volver a casa.

Él tocó su arma con las manos demostrando que estaba preparado, y ella sacó la suya de la guantera, y se fijó en que Casey llevaba la navaja que Passos les había dado.


No se trataba de un asunto sencillo, tenían que entrar en una casa que no conocían, para acabar con un tipo al que no conocían y que podría dormir con una pistola bajo la cama, o tener a treinta matones en la habitación de al lado. Lo cierto es que Casey nunca había leído nada acerca de él, lo que no significaba que no tuviera antecedentes, sino que no estaba ligado oficialmente con el dragón.



La piel de Sofía Tucker permanecía brillante bajo el sol, este pegaba fuerte, y la subinspectora iba en camiseta entallada de tirantes blancas y con sus inseparables gafas de sol:

- No sé si estoy preparado para otro viaje bajo el sol abrasador.
- Eres muy llorica – Rió ella.
- No soy llorica – Puso voz de niño – Es solo que…
- Está bien – Le interrumpió – Tengo una ida – Volvió a sonreír.
- ¿Dónde vas? – La vio alejarse divertida.

Cuando Sofía volvió lo hizo con un helado de hielo y a Castle se le abrieron los ojos y una enorme sonrisa de niño pequeño se le dibujó en los labios.


Llegaron al hotel donde había muerto Kahn y Levine y él se quedó al margen mientras ella hacía las preguntas, cosa que le resultaba familiar. Cuando volvió se pasó la mano por el pelo, en un gesto que al escritor le llamó la atención:

- No creo que haya mucho que rascar aquí – Se mordió el labio inferior.
- ¿Entonces?
- Les han identificado en las fotos, y les vieron junto a las víctimas en el restaurante, pero después simplemente se esfumaron. No dejaron pistas ni nada.

Castle se sintió abatido:

- Oh vamos, no pongas esa cara – Intentó animarle – Aún nos queda una última bala.
- Pero tú misma lo dijiste, solo tenemos una triangulación. Y en ella hay 4 hoteles con esas características.
- He llamado a dos y no tienen a nadie que haya ingresado en el último mes con esas características – Un rayo de esperanza se instaló en el escritor - Piensa que las cicatrices de Casey llaman la atención – Castle la abrazó y ella se dejó.


Era ya de madrugada cuando salieron del coche, la calle estaba silenciosa y apenas ninguna de las casas del bario tenía luz, solo la tenue iluminación de la calle les daba visión y aun así era poca cosa para dos personas vestidas de negro, que saltaron la valla como si nada.

Una vez en el jardín delantero fueron sigilosos y ambos agradecieron en silencio que no hubiera ningún perro.

James se adelantó y forzó la puerta de la entrada con un par de movimientos con las herramientas adecuadas. Los dos sabían que una vez cruzaran el umbral ya habían tomado una decisión por eso Casey se giró y le aguantó la mirada a Beckett, esperando que esta conservara la firmeza de la ultima hora y quisiera hacerlo. Asintió y ambos cruzaron la puerta.

La única ventaja que les había dado Raúl Passos era la clave de la alarma de la casa, la cual Beckett desactivó. Subieron directos al piso de arriba después de cerciorarse que en el de abajo solo estaba la cocina, el salón, un pequeño trastero y la entrada al garaje.

Se hicieron un gesto y subieron despacio las escaleras, no tuvieron que hacerse más preguntas porque los ronquidos les llevaron directos a la habitación del fondo, la única con la puerta abierta.

Atravesaron el pasillo, sigilosos como los gatos, y llegaron a la puerta. Miraron dentro pero no había nada más que un hombre durmiendo, James Casey se aseguró de que Beckett la cubría cuando sacó aquella enorme navaja, y la empuñó con fuerza.

Llegaron a la cama donde aquel hombre dormía a pierna suelta boca abajo y James Casey le tapó la boca a la vez que le enseñaba el filo de la navaja colocándosela después en la garganta. Beckett encendió la luz de la lamparita:

- Si ladras te corto – Murmuró Casey.

Y aquel hombre se asustó de verdad porque el miedo en sus ojos hizo que Beckett apartará la mirada.

Los guantes tapándole la boca hacían que respirara con dificultad por la nariz mientras terminaba de darse la vuelta dejando que James Casey lo paralizase, sin quitarle el cuchillo de la cara, y la mano de la boca:

- Tengo un mensaje, de alguien que ha sido incapaz de olvidarte – Murmuró cerca de su oído y el hombre se estremeció.

Le cortó en la cara justo como Raúl Passos tenía la cicatriz en la cara, y el hombre al sentir el cuchillo pataleo levemente, notando como le faltaba el aire. Aunque no le había quitado la mano de la boca, tanto Beckett como Casey sabían que suplicaba por su vida:

- ¿Cariño? – Oyeron una voz al final del pasillo, después de que una puerta se abriese.

Entonces ambos repararon en la foto de familia que había encima de la mesilla. Y se dieron cuenta de que había muchas cosas con las que no habían contado.


- ¿De dónde eres?
- Creía que eras escritor no reportero.
- No puedo seguir más tiempo encerrado en silencio en un coche, no me dejas poner ni la radio.
- Ya te he comprado un helado, ¿Qué más quieres? – Dijo ella divertida.
- Conversación.
- ¿sigue en pie ese estúpido juego de las preguntas?
- ¿Por qué, estás intrigada? – Levantó las cejas coqueto.
- Que tonto eres – Rió entre dientes la subinspectora, cediendo a los encantos del escritor.


Miró el reloj inquieta cayéndose en pedazos, sabiendo que a esas horas ya debían de estar fuera:

- Hay más gente en la casa – Casey intentaba que su voz no detonará que estaba ansioso y sudando.
- ¿Cuál es el problema?
- Hemos tenido – La indiferencia de Passos y el imaginárselo fumando un puro en cualquier bar de striptease – que atar, amordazar, y vendarle los ojos a una familia.
- Insisto, ¿Cuál es el puto problema? – Casi deletreó.
- Que hay niños – Intentó no gritar sabiendo que en la habitación de al lado Becket vigilaba a sus prisioneros, que sollozaban amarrados.
- El plan sigue siendo el mismo – Casey supo entonces que Passos sabía quien había en la casa – Matar a ese cabrón, traed a Diana y matar a esos mocosos. Creo que me explico ¿No?
- Pero…
- De peros nada. Las cosas son como son.


En la otra habitación Katherine Beckett luchaba por quitarse la mirada de la hija pequeña de la mente, como el terror hacía que la mirara como si fuera un monstruo mientras sometían a su madre y a su padre:

- ¿Qué ha dicho? – Murmuró cuando Casey le hizo un gesto para que saliera de la habitación.
- Que el plan sigue igual. Que matemos a todos y nos llevemos a la mujer – Se secó el sudor frio de la frente.
- ¡¿Qué?! – Intentó ahogar su grito desesperado.
- Si no cumplimos estamos fuera, no podemos volver – A Casey le temblaba el labio inferior.


- Así que de Colombia – El ambiente en el coche era mucho mejor.
- Barranquilla – Dijo ella.
- ¿Barranquilla?
- Si, Barranquilla – Sonrió.
- ¿Qué sabes de mí?
- No mucho.
- ¿Y qué quieres saber?
- Si estás realmente enamorado o estás haciendo todo esto porque te gusta la aventura.


- ¿Qué vamos a hacer? – Dijo ajustándose los guantes de cuero sin saber dónde mirar.
- ¿Qué crees que deberíamos hacer? - Miró a los rehenes desde la rendija abierta de la puerta y sacó la navaja otra vez.

Martilleó su arma cuando James Casey se acercó al hombre con el destelló del arma blanca apuntando directamente hacía ella. Al oír el sonido todos sollozaron más fuerte y ser revolvieron en sus ligaduras:

- Te juro que apretaré el gatillo – Casey miró a Beckett que tenía los ojos llorosos.
- No lo harás porque en menos de 5 minutos estaría aquí la policía.
- No creo que entiendas que he llegado al punto en el que todo me da igual.
- Si no nos encargamos de ellos llegar hasta aquí no habrá servido de nada – Se mantuvo en su posición sujetando la navaja.
- Ya no vamos a poder volver a casa – Intentó no deshacerse y Casey se dio cuenta que tenía razón – Ahora lo único que nos queda es arreglar este desastre.
- Lo estoy haciendo por ti – Miró al suelo triste por aquellas palabras – Te lo prometí y ahora…
- Ahora ya no somos los de antes… - Y en aquello también estaban de acuerdo – Dámelo – Suplicó esperando que él no se lo pusiera más difícil.
- ¿Y qué vamos a hacer?


- Siempre he creído que acabaría solo, quiero decir, en mi visión de futuro siempre me he visto sentado solo contemplando una puesta de sol, en el porche de una cabaña, perdido en el bosque. Incluso cuando estuve casado…incluso sujetando a Alexis entre mis brazos – Siempre supe que no encontraría a alguien que me completara. Que me hiciera no tener ganas de salir de casa…Es una locura no sé explicarlo.
- ¿Ella ha cambiado eso? – Hacía tiempo que Sofía no llevaba las gafas de sol y sus ojos color café estaban allí presentes, tristes como siempre que se quitaba las gafas.
- Ella hace que las curvas parezcan rectas – Sonrió medio llorando.


El coche derrapó perdiéndose entre la noche, y Beckett le pidió que se detuviera un segundo y salió del coche. Miró la noche y sacó algo de su bolsillo, y por una vez no pidió lo que pedía siempre. Porque esta vez sabía que no iba a poder volver a casa. Fue entonces cuando lanzó el teléfono de prepago y se despidió besándolo suavemente, como si fuera Castle.

Después volvió al coche, y Casey aceleró a toda prisa. No preguntó cuando ella lloraba en silencio.
 

Era de día cuando llegaron al hotel, Richard y Sofía bajaron y le dieron las llaves al chico para que se lo aparcase. Tanto él como la subinspectora vieron la sonrisa del chico, era la misma que se le ponía al escritor cuando contemplaba el coche:

- Acabas de hacer feliz a alguien.
- Sé cuanta gasolina lleva, y he contado las monedas del salpicadero – Ambos sonrieron.


James y Kate se sentaron en la mesa del restaurante del hotel y se concienciaron desde el ascensor de que eran Liz y Leo Nolan. Se miraron de reojo sabiendo que Raúl Passos no iba a tardar en aparecer. Ambos estaban ansiosos y nerviosos, pero intentaron mantenerse en sus papeles. A Beckett le ayudaba la ropa y las gafas de sol, un look agresivo hacía que la gente no tuviera tanto valor de mirarte a los ojos. Y bajo la chaqueta negra, llevaba una camiseta de tirantes blanca, unos vaqueros negros y unas botas negras. Cualquiera que mirara al matrimonio Nolan pensaría que venían de un concierto de rock.


- Buenos días – Sofía Tucker se acercó al mostrador – Estoy buscando a un matrimonio…


Raul Passos se sentó en la mesa desplegando la servilleta como si estuviera en su propia casa:

- Me muero de hambre – Dijo mientras uno de sus hombres se sentaba a su lado, sin quitarse las gafas de sol - ¿Saben que dicen que el desayuno es la comida más importante del día?


- Si – Dijo el chico de recepción buscando en el ordenador – Tenemos alguien aquí a alguien con esas características – Se mostraba mucho más complaciente después de que Sofía le hubiera enseñado la placa – Según el ordenador deber de estar en el restaurante, tiene reserva.


Sofía y Castle miraron hacía el restaurante, la subinspectora pudo imaginarse sin verlo la cara de anhelo del escritor.


Fueron rápidos en servirles el zumo de naranja y las tostadas, y Passos los degustaba como si vinieran del cielo, siendo incluso un poco pedante en sus gestos:

- No estáis probando nada, es una pena, es una pena… - Repitió saboreando.

Se tomó un instante más antes de ir al grano, mientras su hombre vigilaba constantemente a las otras mesas:

- ¿Terminasteis el trabajo? – Casey asintió - ¿Dónde está la chica?
- En nuestra habitación, fue fácil entrar de madrugada… - Passos sonrió con una sonrisa aceitosa y corrosiva como sonreían los cazadores al divisar una presa fácil y sola.
- Buen trabajo – Siguió comiendo – Después de desayunar mataré a esa zorra.

Beckett quiso reír, aquel hombre les había mandado a matar a una familia, solo porque hacía más de 12 años alguien quitó algo que le gustaba. Y en su cabeza había sido capaz de imaginarse que si no consiguió lo que quería era por culpa de otra persona no porque no se lo mereciera. Aquel hombre, al que Passos pensaba que habían matado, había dejado de trapichear con la droga hacía siglos y buscaba un futuro mejor para él y su familia vendiendo coches.

- Voy a llamar a los refuerzos – Sofía sacó el walkie talkie pero Castle la paró.
- ¿Estás de coña? No son peligrosos…
- ¿Cuánto hace que no la ves? – Castle chasqueó la lengua - ¿Sabes lo que hace esta ciudad con la gente que busca venganza? Los empuja al límite, y no conocen a nadie.
- No lo entiendes, cuando Beckett me vea…
- Puede hasta que pase de largo.
- Se suponía que estabas aquí para ayudarme a encontrarla.
- Y la has encontrado. Pero yo no te dije que os dejaría ir tan felices – Castle le arrebató el walkie.
- Sabes que voy armada y que no tolero gilipolleces. ¿Para qué te arriesgas? – Envolvió el arma con la mano sin llegar a sacarla – No me provoques Richard.
- Solo necesito – Se acercó a ella viendo que estaban llamando la atención – Que me dejes un instante a solas con ella y verás que estás equivocada.

Ambos cogieron el walkie, ella tirando y él manteniéndolo:

- Por favor – Suplicó y ella chasqueó la lengua.
- Está bien, pero conforme vea algo raro o…
- Si, si – La interrumpió.

Fueron a entrar en el restaurante por una puerta y entonces Castle la vio, y el universo, su respiración, la gente, el miedo... todo se detuvo. Ahí estaba Beckett aunque no parecía la misma. Salía por la otra puerta detrás de Casey que la cogía de la mano, la detective andaba dispersa, seguida de un hombre y alguien que parecía un matón. Intentó salir tras de ella pero la subinspectora le cogió fuerte del brazo:

- ¿Te has vuelto loca? – Intentó zafarse mientras miraba a la subinspectora e intentaba no perder a Beckett de vista – Suéltame – Deletreó con mala leche.
- ¿Quieres que te metan un tiro? – Le arrastró hasta ella para susurrarle – Ese es Raúl Passos y tu y yo queremos seguir vivos como mínimo hasta mañana ¿No?

Castle veía a Beckett alejarse rumbo al ascensor y solo quiso deshacerse de la subinspectora:

- No te ha visto, aún podemos trazar un plan.
- No quiero un plan, quiero volver con ella a casa.
- Pues vas a necesitar más paciencia.

Sofía habló de seguirles, de hacer una redada, de detenerlos a todos, y luego dejar en libertada al agente Casey y a la detective Beckett, le habló hasta convencerle de que era la única manera de que volvieran a casa. Y el escritor lo sopesó fuertemente hasta que al final cayó en que era lo mejor.

Era absurdo correr hasta la detective desarmado, mientras ella estaba rodeada, pero al verla se había dado cuenta que la echaba más de menos de lo que imaginaba:

- Vamos a montar guardia, a seguirles, a atrapar a los malos y a volver todos a casa – Castle se limitó a asentir.



Una tarde aburrida y un poco de insomnio me han dado para terminar el capitulo 22. He tomado la decisión de que el capitulo 24 será el último de este fan fic, así que disfrutar lo que queda. Porque no queda demasiado para una season finale

mientras sean igual de buenos que este la espera sera merecida

Tengo que decirte algo que esté a la altura de lo que has escrito y todavía no sé cómo.

Hace mucho tiempo había comenzado a leerte, pero por razones de estudios, vida complicada, etc. lo había dejado aparcado. Tanto que en una tarde me releí la pequeña parte que ya conocía y me leí cuarenta y pico de páginas para quedarme no sé cómo. Sabes jugar con los sentimientos de los lectores de una forma asombrosa, o al menos con los míos, porque me has tenido ahí, enganchadísima a tu forma de escribir y de llevar a los personajes.

Me encanta la virtud que tienes para poder decir justo lo que hay que decir, no sé si me entiendes, para decir exactamente lo que hace falta, ni más ni menos. Tu manera de describir los casos, las situaciones... es como ver un capítulo de la serie. Y dónde has llevado a Beckett recuerda a los libros de intriga, crimen y misterio, en serio, siempre he deseado tener una imaginación así. Eso sí, aunque me lo creo porque en tu historia queda bien con la Beckett que has descrito, no creo que la Kate Beckett de la serie fuese capaz de matar a gente inocente (o no tan inocente) por su madre. No creo que esa sea la clase de justicia que su madre querría, porque entonces Kate se estaría convirtiendo también en una asesina. No sé, es mi punto de vista. De todas maneras ya te he dicho, dentro de tu historia me lo creo.

No sé que más decirte, creo que con todo lo que he dicho creo que ya sabes que has creado una historia increíble. Continúa cuando puedas, pero eso sí, danos un final lo más "feliz" posible dentro de la situación en la que se encuentran los personajes.

(Espero no haberte aburrido mucho).

Sofia escribió:Tengo que decirte algo que esté a la altura de lo que has escrito y todavía no sé cómo.

Hace mucho tiempo había comenzado a leerte, pero por razones de estudios, vida complicada, etc. lo había dejado aparcado. Tanto que en una tarde me releí la pequeña parte que ya conocía y me leí cuarenta y pico de páginas para quedarme no sé cómo. Sabes jugar con los sentimientos de los lectores de una forma asombrosa, o al menos con los míos, porque me has tenido ahí, enganchadísima a tu forma de escribir y de llevar a los personajes.

Me encanta la virtud que tienes para poder decir justo lo que hay que decir, no sé si me entiendes, para decir exactamente lo que hace falta, ni más ni menos. Tu manera de describir los casos, las situaciones... es como ver un capítulo de la serie. Y dónde has llevado a Beckett recuerda a los libros de intriga, crimen y misterio, en serio, siempre he deseado tener una imaginación así. Eso sí, aunque me lo creo porque en tu historia queda bien con la Beckett que has descrito, no creo que la Kate Beckett de la serie fuese capaz de matar a gente inocente (o no tan inocente) por su madre. No creo que esa sea la clase de justicia que su madre querría, porque entonces Kate se estaría convirtiendo también en una asesina. No sé, es mi punto de vista. De todas maneras ya te he dicho, dentro de tu historia me lo creo.

No sé que más decirte, creo que con todo lo que he dicho creo que ya sabes que has creado una historia increíble. Continúa cuando puedas, pero eso sí, danos un final lo más "feliz" posible dentro de la situación en la que se encuentran los personajes.

(Espero no haberte aburrido mucho).

Lo primero que tengo que decir es GRACIAS, así, en mayúsculas, en negrita y subrayado;

Como ya he comentado por aquí es bastante laborioso hacer un fan fic que funcione bien, manteniendo casos que han requerido estructurar una buena historia, y a la vez no abandonar lo que interesa, la historia de Castle & Beckett.

Gracias por tus palabras amables y tu crítica constructiva. Sé que mi Beckett no es como la de la serie, pero quería llevar al personaje a otro tipo de límite, volverla oscura e impredecible, capaz de hacer lo que en la serie no sería capaz de hacer, llegando al límite y dando un paso sin retorno. También quería que Castle tuviera que seguirla de una manera mucho más profunda que en la serie original, quería que no tuviera reparos en cruzar otro país para encontrarla y traerla a casa.

Lo que peor llevo es no darles tanta importancia a Lanie, Esposito, Ryan, Martha, Alexis o incluso Gates, pero después de tantos casos quiero que el final se centre en ellos, y en una historia que fuera (al menos) atractiva para mi.

No me has aburrido para nada y me ha encantado leerte. Espero que el final del fan fic no decepcione.

Capitulo 23


- Perdí a alguien importante hace tiempo.

Sofía rompía el silencio después de casi dos horas esperando en el coche frente al hotel:

- Alguien a quien me recuerdas y que me quería como tú la quieres.
- ¿Qué pasó? – Allí estaba la tristeza infinita de la subinspectora.
- Éramos compañeros, Danny estaba infiltrado en la banda de Passos, una noche iban a hacer una venta en un almacén, hacía tanto que no le veía que… – Desvió la mirada y el escritor supo que lloraba – Me acerqué más de la cuenta en lugar de esperar refuerzos, y él corrió por el fuego cruzado hasta donde estaba yo para protegerme y recibió varios tiros por mí.
- Lo siento mucho – Agachó la cabeza.
- De eso ya hace demasiado, pero es como si no pudiera deshacerme de todo eso, lo llevo conmigo y…
- Pesa – Dijo el escritor sabiendo que es lo que se sentía – No puedo permitirme que le pase nada.
- Lo sé – Ella también sabía lo que se sentía – Solo te estoy pidiendo que tengas cuidado.

En ese instante James Casey, Katherine Beckett y Raúl Passos abandonaban el hotel y esperaban su coche en la puerta. Quizás a los ojos de los demás no fuera evidente, pero Beckett encañonaba por la espalda a Raúl Passos que no tenía cara de muchos amigos:

- ¿Qué está pasando aquí? – Preguntó el escritor mientras la subinspectora arrancaba.
- Se han cansado de aguantarle – Sonrió Sofía – Apuesto a que el guardaespaldas está muerto en la habitación.
- Que estúpidos – Protestó Castle temiendo por sus vidas.
- Todo lo contrario, Passos está tan confiado que ha acudido solo con un hombre, cosa no muy común. Si existía un momento para hacer esto, era justo este.

Salieron detrás del coche, los siguieron a una distancia prudencial:

- Los vamos a perder – Protestó él.
- Es que no sé si te has dado cuenta de que este coche es llamativo.
- Es que… - Fue a decir algo inoportuno pero ella atajó por unos callejones y volvieron a estar un coche por detrás – Wooo.
- Un poco de fe – Parecía comodísima en las persecuciones de coches.

Les siguieron algunas calles más y Castle no tenía ni la más remota idea de donde iban:

- Habrán obligado a Passos a que llame a El Dragón para verse.
- ¿Sabrá que es una trampa?
- No creo que en todo este tiempo Passos no le haya hablado de sus nuevos amigos. Así es como le presentaron al asesino de Johanna Beckett.
- ¿Quieres decir que Passos le llevó hasta El Dragón, y este le mandó la muerte de Johanna Beckett? – Sofía asintió sin quitar la vista de la carretera - ¿Crees que Beckett lo sabe?
- Creo que tanto ella como Casey ya lo saben todo.


Siguieron al coche hasta un restaurante familiar en las afueras, fuera había pocos coches y no fue difícil aparcar dos líneas delante de ellos. Casey aparcó al fondo, y la subinspectora y el escritor vieron como ataban y amordazaban a Raúl Passos y lo metían en el maletero. Después se miraron y guardaron las armas, tomaron aire y se dirigieron a la puerta:

- ¿Qué vamos a hacer? – Preguntó Castle agachándose para que no le vieran.
- Vamos a entrar, vamos a mirar y si la cosa está fea vamos a llamar a refuerzos.
- ¿Y si la cosa se pone realmente fea?
- Bueno – Sacó su arma y se aseguró de que estaba carga – Si quieren bailar, bailaremos.

Al salir del coche y dirigirse hacia la puerta del restaurante se dio cuenta de que era como caminar en espiral. Todo le decía que iba a salir mal. Por eso se alegró de haber llamado a casa y a Alexis antes de poner un pie en aquel lugar:

- Una mesa para dos – Dijo Sofía cogiéndole de la mano, fingiendo ser una pareja.
- En seguida – Dijo el metre.

Ya antes de sentarse su mirada la buscó entre las mesas, hasta dar con ella. Estaba relativamente lejos, y en todo el restaurante no había más de 20 personas.
Beckett estaba sentada con Casey y se levantaron cuando vieron entrar a un hombre de unos 40 años, con traje y semblante serio, como si no fuera muy dado a sonreír:

- Hola soy Duke Park – Saludó a Beckett y a Casey – Supongo que vosotros sois el famoso matrimonio Nolan.
- Eso dicen – Soltó en tono de broma Casey y todos se rieron, para después sentarse.

Castle se dijo en los movimientos de Beckett ocultándose tras la carta para pedir. Así vio como ella se mantenía callada y observadora, sobre todo a su alrededor. Estaba tensa y pudo notar las ganas que tenía de saltar sobre la mesa y matar a aquel hombre. También se fijó en que debía de hacer siglos que no sonreía, porque el gesto le costaba horrores, y pensó que ojalá estuviesen en casa y que ojalá fueran los de antes:

- Deja de mirarla así – Protestó murmurando Sofía escondida también tras su carta.
- No puedo evitarlo…
- Se va a dar cuenta.
- Quizás es lo que quiero – Lo dijo despacio como si se lo dijera así mismo aún sabiendo que no era lo más recomendable.



Pidieron y sonrieron al camarero mientras se llevaba las cartas, Sofía miraba a su alrededor, igual que Castle y Beckett, como si algo extraño sucediese sin saber exactamente que era. El único que parecía distendido era Casey que hablaba con naturalidad con Duke mientras sus dos guardaespaldas armados hasta las cejas hacían guardia tras él, atentos a cualquier movimiento:

- Raúl me ha hablado muy bien de vosotros. Me ha insistido tanto en que erais lo que busco que casi no he podido negarme.
- Es un honor – Casey parecía cómodo.
- Hace ya algún tiempo que perdí a uno de mis mejores hombres y no he podido cubrir su plaza.
- Lamento escuchar eso.
- Raúl me ha asegurado que su esposa es igual de buena con el cuchillo – Beckett se tensó sobre la mesa, apretando los nudillos por debajo de la misma – Necesito a alguien sigiloso, que entre y salga sin ser visto, y que sea extraordinario camuflándose y cambiando de identidad.
- Entonces ha dado con la pareja adecuada – Mustió Beckett intentando sacar lo mejor de ella.
- Vaya – Sonrió duramente – Me gusta escuchar eso. Es justo lo que pensaba. He estado siguiendo vuestro trabajo y quizás deba de daros todo mi apoyo después del pequeño trabajito que tengo para vosotros. Aunque todavía no sé cual porque tengo varias cosas encima de la mesa tanto en este país como en Estados Unidos y Europa. Lo que pasa es que tengo a la policía un poco encima – Dijo con desdén como si no le preocupara – Y quiero seguir manteniendo el anonimato, así que os podéis considerar unos afortunados.
- Casi nos consideramos así – Casey habló viendo como Beckett se iba tensando – Es para nosotros un honor compartir mesa con usted. Admiramos tu trabajo.
- Tengo el culo para sentarme no para que me lo laman – Le advirtió mirando de reojo a la detective – Me gusta la gente profesional no los lame culos – Casey se limitó a asentir – Cenemos, estoy hambriento.

Le pidió al camarero que se acercara:

- Por cierto ¿Sabéis algo de Raúl? Pensaba que llegaría con vosotros – El ambiente se tensó.
- Nos dio la dirección y dijo que nos veríamos aquí – Beckett se mostró firme dispuesta a interpretar bien su papel.


Beckett desvió la mirada, y entonces le quedaron claros varios puntos; como mínimo 3 de los 4 camareros que había en el local no eran simples camareros. Miró disimuladamente a las mesas, haciendo un barrido silencioso con la mirada, y vio que de las pocas mesas que estaban ocupadas más de la mayoría no eran lo que parecía, y esperaban una señal de su jefe para vaciar los cargadores, miró como Casey hablaba con Park distendidamente, como si aquello estuviera solo en su cabeza y ella estuviera paranoica. Incluso tenía tanta idea de lo que pasaba se lo estaba imaginando que le había parecido hasta ver a Castle, pero eso era imposible.

No necesitó ver ningún gesto, ningún movimiento extraño, aquello era una trampa, simplemente lo sabía, se lo decían sus huesos, sus años como policía, sus cansadas vigilancias, y el nudo en el estomago que tenía desde que obligaron a Raúl Passos a llamar a su jefe. Estaban esperando una señal para saltar sobre Casey y ella y despedazarlos como si nada. Pero se alegró de no haber dejado sus armas en el coche.

Puede que Sofía viera lo mismo que Beckett o puede que también mandara sobre ella su instinto, pero sacó un arma y la dejó sobre el regazo del escritor:

- ¿Qué haces? – Dijo intentando disimular.
- ¿Sabes usar una o no? Porque este es un mal momento para enseñarte.
- Claro que sé.
- Me alegro porque en cuestión de segundos podemos necesitar toda tu habilidad.

OMG!! No puedo creer que ya este por terminar falta tampoco, realmente he disfrutado mucho esta historia y me gustaría leer a futuro otras.
Continua pronto

Sofía le cogió la mano a Castle encima de la mesa para que él le prestara un instante de atención:

- Escúchame, ellos lo saben – El escritor no entendió – Toda su mesa, e incluso algunas de las de al lado – Castle miró sin saber que mesas eran – Él lo sabe, sabe quien es ella, sabe quien es su “marido” y cree que va a ganar la partida, lo que no sabe es que estamos aquí y somos su única oportunidad.
- ¿Qué vamos a hacer? – Se sintió agobiado.
- Vamos a sobrevivir y a intentar que el mayor número de nosotros salga de pie de esta - Los refuerzos tardaría como mínimo 30 minutos, y cada minuto iba a ser eterno.



Duke seguía cenando y parecía contento mientras Beckett miraba a su alrededor sin mirar, intentando centrarse en los sonidos, en las voces, en los detalles. Cuando Duke se terminó el plato dejó los cubiertos dentro del mismo y alzó la mirada para fijarla en ella:

- Y dígame detective – Casey y ella lo miraron fijamente, y la mirada de ella se encendió - ¿Aún tiene pesadillas con el día de la muerte de su madre? – Sonrió con malicia y todo empezó.

El restaurante se quedó en silencio y antes de que Castle se diera cuenta Sofía había volcado la mesa y disparaba protegiéndose tras la misma, el escritor quiso asomarse para ver que había sido de la detective, pero las balas silbaban tan de cerca y estaba tan congelado que no se movió.

Al apoyarse en la mesa con las patas y el resto cubriéndole notó los golpes de las balas sobre la mesa de madera, y se alegró infinitamente que se tratara de madera gruesa.

En un instante Sofía desapareció y se cubrió en otra parte, sabiendo que era necesario desviar la atención. Los gritos de los inocentes atrapados en el fuego cruzado dejaron de oírse pronto y Castle seguía congelado detrás de la misma mesa.
Pesó en Alexis, en su madre, en Ryan y Esposito, pero sobre todo en Beckett, en ella y todo lo que ella significaba y lo que conllevaba amarla.

Entonces lo notó, oyó como una bala atravesó la mesa cuando ya eran incontables las que silbaban, entonces atravesó el hombro que tenía apoyado en la mesa, y notó como le rozaba el hueso después de cruzarse con su músculo, para al final salir por delante haciendo que emanara sangre.

Se aterró olvidando como se cogía un arma, como se apuntaba y disparaba. Tembló y quiso ser valiente cuando una sombra se cubrió a su lado en la gruesa mesa. Y oyó como cambiaba el cargador de su arma.

Cerró los ojos dispuesto a morir, a dejarse arrastrar en unos segundos por lo que llevaba meses luchando. Cerró los ojos y entendió que no iba a volver a casa, que no iba a ganar esta partida.


Notó como una mano cálida le guiaba el rostro y aún con los ojos cerrados, notó sus labios calientes contra los de él, y sintió que ese calor se le centraba en el estomago y le daba fuerzas y ya estaba en casa. Después oyó un disparó, pero supo que estaba bien, mejor que en los últimos meses. Y al abrir los ojos vio a Beckett más que preciosa, al alcance de su mano, más real que nunca, y empuñaba una pistola que echaba humo mientras un cuerpo cerca de él se desplomaba y sabía que ella le había salvado la vida.

Después se arrodillo delante de él y le taponó la herida de la bala, después de examinársela unos segundos. No decía nada, y Castle aún estaba abrumado por tenerla tan cerca y volver a sentir su aroma, que entornó los ojos venciéndose ante ella, que le miraba fijamente con esos ojos que se habían tornado oscuros y salvajes.

Se le olvidaron las balas que corrían, los cuerpos que se desplomaban, la gente cubriéndose mientras ella le sonreía débilmente acariciándole la cara, y el escritor supo que, conforme, estaban las cosas, esa era la manera más entusiasta que tenía de alegrarse de verle.

Volvió a besarle, ladeando un poco la cabeza y el escritor supo porque estaba allí, juntó su frente con la de él y todo estuvo claro, ella también necesitaba la energía de él, necesitaba volver a creer, recuperar fuerzas. Y allí estaba todo el valor que necesitaba.

Dejó un beso menudo en sus labios, y salió de allí disparando y con sus ojos oscuros llenos de odio eliminado todo lo que se cruzaba a su paso.

Ella no había dicho nada, ni siquiera había sonreído enseñando sus preciosos dientes, no había hecho ni dicho nada más, pero le parecía escuchar su voz dentro de su cabeza pidiéndole que despertara.



James Casey contaba de memoria las balas que tenía en la recámara y los cargadores que le quedaban y pensó que eran insuficientes. Pero se encendió en maldad cuando vio a el dragón escapándose flanqueados por dos hombres, y pensó que así era como había actuado siempre, escapándose cuando los demás morían o mataban por él. Salió tras de él cubriéndose como podía y mató a uno de sus hombres antes de que llegaran al coche.

Nadie había visto nunca a el Dragón empuñar un arma, tenía la lengua lo bastante larga para convencer a cualquiera de que lo hicieran por él.

Por eso no dudó en disparar de nuevo pese a haber recibido un tiro en el brazo de la mano que ahora agonizaba al recibir su tiro, dejando a el Dragón solo y desprotegido. Miró su brazo sangrante, y se acercó hacía él que se apoyaba contra el coche. Mientras Casey sonreía débilmente:

- ¿Dolió? – Preguntó el Dragón refiriéndose a las quemaduras del agente del FBI.
- Sobreviví – Sonrió de lado apretando la empuñadura de su arma.
- Pero no es lo que más le ha dolido, ¿Cierto?
- Hay cosas más dolorosas – Terminó de acercarse viendo a el Dragón titubeante, queriendo ganar minutos.
- ¿El amor no correspondido? – Dijo divertido, Casey no contestó y tampoco apartó la mirada – He visto como la miras ¿Ella lo sabe? ¿Es difícil estar de rodillas al borde de su cama mientras ella solo tiene ojos para otro? – Le apoyó el arma en la frente mientras el Dragón sonreía como si aquello no fuera el final.

Se oyó una bala, y al Dragón no se le fue la sonrisa, ni siquiera cuando la sangre cubrió su cara, y Casey se resbalaba lentamente hasta el suelo sangrando y muerto. Después rió a carcajadas mientras Raúl Passos aún llevaba arrastrando las cuerdas y empuñaba un arma con firmeza. James Casey murió al instante.

Sofía intentó cambiar el cargador de su arma, mientras se escondía detrás de otra mesa, a su lado una figura grande se erguía y sonreía con maldad, pensó que era el final, pero Castle le disparó en el momento preciso y deseó abrazarle aunque estaba a metros de distancia.

Pero no tenía tiempo, salió por la puerta llegando a la salida de atrás donde vio el cuerpo entre el barro de Casey, Raúl Passos andaba hacía el coche, sonriendo absurdamente, esperando entrar en la puerta del coche que se mantenía abierta. Sofía entendió que el Dragón estaba dentro del coche.

Sofía tomó una decisión y le pudo la venganza sobre todas las cosas, y le disparó en la rodilla a Raúl Passos mientras el coche se alejaba, entonces tiró toda la carne en el asador y disparó a la rueda, mientras el coche perdía el control y se estrellaba contra el muro.

Al fin se encontraron!!!!
Me encanta este fic.

Lastima que el final se acerca

Guau

¿Y lo dejas aqui?... ¿en lo más interesante?....

Madre de dios! ¿¡Pero cómo nos dejas ésto así!?

Ains así que el próximo capítulo ya es el último, ¿no? Joe qué pena me da! ¿No se puede alargar un poquito más? jeje ¡Me encanta ésta historia!

Capitulo 24


Tomó un instante aire, llenó sus pulmones, y se sintió segura:

- Es para mi un honor estar aquí – Sonrió mirando a los presentes – Rodeada de tanta gente importante para mi. Ha sido un camino largo y pesado, pero todos los caminos son menos inclinados si tienes alguien con quien compartir el viaje. Hay tanta gente a la que me gustaría agradecerle su fe en mi, que no sé por donde empezar. Pero si que sé a quien quiero dedicarle mis primeras palabras. Quiero decir que me siento muy afortunada de mis padres, Johanna y Jim – Miró a su padre a los ojos – Porque si hay algo de lo que me sienta orgullosa es de lo que me habéis enseñado y apenas tengo certeza de saber si alguna vez podré dejar de sentirme en deuda – Sé dio un instante para no romper en lágrimas – Pero mi familia no es solo esa, y eso si que me hace sentirme mejor, por lo que tengo que nombrar a Gates, Lanie, Ryan, Esposito y Sofía – Les miró agradecida – Porque con vosotros nunca me he sentido sola por muy lejos que estuviera de casa. A ellos y a todos mis compañeros de la 12 – Miró al suelo sabiendo lo que venía ahora – a James Casey por ser más que mi protector y por haber dado su vida, y a el capitán Montgomery por su dedicación incluso en su eterna ausencia. Y por ultimo quiero darle las gracias a más miembros de mi gran familia; Martha, Alexis…por acogerme tan bien y nunca hacer que me sienta extraña.

Hubo un instante de silencio mientras recorría con la mirada a todos los que había nombrado hasta reparar en él, que estaba allí de pie, guapo y orgulloso, dándole vueltas a su anillo de bodas en su dedo anular, sonriendo encantador:

- A mi marido Richard Castle, porque nunca se ha rendido conmigo, e iría al fin del mundo a buscarme, aunque ahora sé con total certeza que cualquier sitio donde esté contigo será mi casa, sé que no tuvimos el mejor de los principios, pero tu me has enseñado que lo importante es tener finales – Se sonrieron con ternura – Y cuando pensaba que no podía estar más feliz por volver a casa, por poder volver a ser la versión más genuina de mi. Tengo que dar las gracias por mi pequeño regalo, Max – Sonrió orgullosa.

Entre un estruendo de aplausos bajó las escaleras, después de haber recibido su condecoración y su ascenso. Cayó entre un montón de besos y abrazos, de la gente que había nombrado y de otra mucha que sentía admiración por ella o como había sobrevivido a las cosas que le habían pasado:

- Estoy orgulloso de ti – Su padre la abrazó con una gran sonrisa – No hay día que no lo haya estado.
- Gracias papá, es importante para mi.

Alexis sujetaba a Max entre los brazos, con apenas 6 meses dormía como un ángel, mientras Martha se sumaba tras Esposito, Lanie, Ryan y Jenny para darle la enhorabuena. Después Beckett le acarició la mejilla a Alexis que sonreía y besó en la frente a Max.

Después levantó la cabeza y buscó entre las cabezas de la gente, que ya estaban tomando algo, a Castle, pero no había ni rastro de él. Miró su anillo de bodas y pensó como hacía menos de 3 meses sintió el mismo nudo en el estomago, nerviosa vestida de blanco.


- ¿Has visto a Castle? – Esposito tomaba algo con Ryan.
- No, no le he visto – Los tres miraron a su alrededor – Pero no andará lejos.
- Más le vale – Murmuró tomando un trajo de lo que Ryan le acababa de conseguir.
- Enhorabuena jefa – Sonrió, y ella le puso la mano en el hombro.


- No sabía que ahora te escondías de mi – Se sentó a su lado sonriendo en el banco de piedra – o es que, quizás, no eres capaz de soportar no ser el centro de atención – Dijo divertida y él fingió reír.
- No me veía capaz de aguantar las lágrimas mucho más – Beckett le cogió la mano con fuerza y ambos las estrecharon.
- Ya somos dos.
- Siempre has sido más fuerte que yo – Ella soltó una carcajada – y más inteligente, guapa, atractiva…
- Tú no te quedas atrás – Se miraron y sonrieron - Hacemos un buen equipo.
- El mejor equipo – Se besaron.

Volvieron a la fiesta cogidos de la mano.

* * *

Cuando Castle llegó a la zona del accidente de coche, minutos después, Beckett apuntaba a Raúl Passos que a su vez abrazaba por la espalda a Sofía Tucker apuntándola con un arma en la cabeza:

- Ni se te ocurra – La detective solo esperaba que Passos no reparara en Castle al que Beckett con la mirada le había pedido que se cubriese.
- Creo que hoy es mi día de suerte – Señalo con una sonrisa corrosiva el cuerpo del agente James Casey que aún estaba hundido en el suelo.

Los hombres del Dragón o había muerto o se había esfumado. Y el escritor solo podía maldecirse por haberse quedado sin balas en el peor momento.

Pudo ver la rodilla sangrante de Passo empapando su pantalón, y una brecha en la cabeza, lo que indicaba que no había sido capaz de cazar a Sofía sin llevarse una buena paliza.

Beckett no titubeó ni un instante, no tenía miedo, no lo había.

Dos segundos le llevó a Beckett hacerle un gesto a Sofía, esta le dio un cabezazo a Passos que al echarse para atrás e intentar volver con la nariz sangrando para tomar represarías, Beckett le metió un tiro entre ceja y ceja.

Cuando mientras la pistola aún estaba humeante, y Sofía cercenándose de que Passos había muerto. Miró en el interior del coche y no había nadie en la parte trasera. Y en la delantera solo estaba uno de los hombres de el Dragón, sin vida.

Sofía parecía mucho más decepcionada que Beckett, Castle se acercó despacio sin saber muy bien como actuar, y ella simplemente dejó la pistola y le abrazó con fuerza.

En el hotel esperando impacientes el tiempo para coger el avión, el escritor abrió la caja de Pandora:

- ¿Cómo estás?
- Bien.
- ¿Seguro? – Ella se enterneció la verle tan preocupado.
- Es la primera vez en un millón de años, en que digo que estoy bien de verdad – Le acarició la cara y él intentó que perdurará el contacto.
- ¿Y qué pasa con el Dragón? – Ella soltó aire mientras con la mano libre se acarició la barriga.
- Me da igual. Esa es la verdad. Tardará mucho en volver a tener la posición que tenía, y lo cierto es que no me apetece pensar en nada más que en nosotros.
- ¿Seguro? – Era consciente de que había estado peleando mucho para llegar hasta allí y ver la oportunidad desvanecerse.
- A partir de ahora seremos un par de optimistas – Se besaron despacio.

* * *

FIN

Gracias a tod@s por vuestras palabras de aliento, vuestra paciencia y vuestra lectura constante, que han hecho que me haya divertido y me haya encantado escribir este fan fic, que espero que no sea el último.

Un abrazo.

Cuanto voy a extrañar este fic

Este relato lo sufrí y disfruté en la misma medida

Espero que pronto nos puedas deleitar con otra historia

Mi enhorabuena...

He descubierto tu fic y mira las horas que se me hacen para irme a dormir!
no puedo despegarme de la pantalla. Chico por dios, escribe un libro, seguro que estás a la altura de Castle, jaja. Escribe pronto, anda!

Me acabo de dar cuenta que nunca escribi acerca del final... Segui la historia desde el principio, en algunos momentos comentaba y en otros no (de colgada que soy). Me gustó mucho, el principio, el medio y el final. La verdad que genial

Castle escribió:Capitulo 1

Dio una vuelta más en la cama sin abrir los ojos, pero escuchó unos pasos descalzos sobre el parquet y, aun somnoliento, estiró la mano entre las sabanas y se dio cuenta de que el sitio donde debería estar ella estaba vacío. Eso fue lo que le hizo abrir los ojos.

Fue difícil enfocar y cuando lo hizo ella terminaba de abrocharse la camisa, tenía el abrigo cerca y no fue difícil adivinar que intentaba hacer poco ruido para marcharse sin decir nada. Pero entonces, su móvil empezó a sonar y aunque se esforzó por cogerlo deprisa, no se dio cuenta de que él ya la observaba desde la cama. Murmuró mientras se sentaba y se colocaba las botas, aguantando el teléfono contra la oreja.

Le fue fácil ver en ella algún tipo de remordimiento sobre la noche anterior, lo que la hizo quedarse en silencio y cabizbaja después de colgar, como si guardara un gran suspiro y algunas reprimendas para sí misma.
Decididamente esa no era la mañana que él tenía en mente, aunque la noche anterior, entre besos y demás, no le dio mucho tiempo a pensar:

- Haré café – Se frotó los ojos y bostezó, y a ella le dio tiempo a mirarle y a esbozar una pequeña sonrisa que él no vio.
- Siento haberte despertado – Se levantó y cogió su abrigo – No te preocupes, tomaré algo en comisaría, duerme un poco más.

Él intento ser rápido, todo lo rápido que se puede ser cuando aun estás medio dormido y quieres ser amable, salió de entre las sabanas y casi se resbala con su ropa interior:

- No, enserio puedo… - Después de colocarse los calzoncillos buscó sus pantalones sin mucha suerte.
Pero ella ya estaba en la puerta y no parecía dispuesta a enfrentarse al silencio de no saber qué decir, él la miró algo triste, acababa de encontrar sus pantalones, pero ella no se lo iba a pensar y a quedarse, por lo que sonrió débilmente:
- Nos vemos luego.

Fue algo tajante, y si, le dejó un mal sabor de boca, tanto que cuando cerró la puerta, lanzó los pantalones lejos y se dejó caer sobre la cama, maldiciéndose.

* * *

hola me encanta tu fics, quería preguntar si esto es la continuación de algún otro tema... gracias

Bonita historia.

WOW aun no creo q no haya leido esta historia muy buena me encanto...

Castle escribió:Capitulo 1

Dio una vuelta más en la cama sin abrir los ojos, pero escuchó unos pasos descalzos sobre el parquet y, aun somnoliento, estiró la mano entre las sabanas y se dio cuenta de que el sitio donde debería estar ella estaba vacío. Eso fue lo que le hizo abrir los ojos.

Fue difícil enfocar y cuando lo hizo ella terminaba de abrocharse la camisa, tenía el abrigo cerca y no fue difícil adivinar que intentaba hacer poco ruido para marcharse sin decir nada. Pero entonces, su móvil empezó a sonar y aunque se esforzó por cogerlo deprisa, no se dio cuenta de que él ya la observaba desde la cama. Murmuró mientras se sentaba y se colocaba las botas, aguantando el teléfono contra la oreja.

Le fue fácil ver en ella algún tipo de remordimiento sobre la noche anterior, lo que la hizo quedarse en silencio y cabizbaja después de colgar, como si guardara un gran suspiro y algunas reprimendas para sí misma.
Decididamente esa no era la mañana que él tenía en mente, aunque la noche anterior, entre besos y demás, no le dio mucho tiempo a pensar:

- Haré café – Se frotó los ojos y bostezó, y a ella le dio tiempo a mirarle y a esbozar una pequeña sonrisa que él no vio.
- Siento haberte despertado – Se levantó y cogió su abrigo – No te preocupes, tomaré algo en comisaría, duerme un poco más.

Él intento ser rápido, todo lo rápido que se puede ser cuando aun estás medio dormido y quieres ser amable, salió de entre las sabanas y casi se resbala con su ropa interior:

- No, enserio puedo… - Después de colocarse los calzoncillos buscó sus pantalones sin mucha suerte.
Pero ella ya estaba en la puerta y no parecía dispuesta a enfrentarse al silencio de no saber qué decir, él la miró algo triste, acababa de encontrar sus pantalones, pero ella no se lo iba a pensar y a quedarse, por lo que sonrió débilmente:
- Nos vemos luego.

Fue algo tajante, y si, le dejó un mal sabor de boca, tanto que cuando cerró la puerta, lanzó los pantalones lejos y se dejó caer sobre la cama, maldiciéndose.

* * *

Este tema viene de algun otro terminado, por lo que veo dice que pasaron la noche junto, o comienza acá..gracias