Una broma del destino- Capítulo final y Epílogo...01/11

Hola a tod@s!! Aquí está la segunda parte del capítulo 9, es verdad que la primera me quedó un pelín corta, así que espero recompensarlos!
No estoy muy convencida de cómo me ha quedado, pintaba mejor en mi cabeza... Aún así, Espero q les guste y, como siempre, muchas gracias a todos por leer y, especialmente a los que comentan. Me hace muy feliz cada comentario, sobre todo de aquellos q comentan cada capítulo!
Besitooooss!!!


Capítulo 9: sábado en Bahamas (parte 2)


Rick tenía claras cuáles iban a ser las respuestas de Kate a aquellas preguntas, así que ya tenía todo planeado. Esa mañana hicieron esquí acuático, montaron en kayac y trataron de iniciarse en el surf, aunque ninguno de los dos fue capaz de mantenerse de pie en la tabla. Disfrutaron mucho de esa faceta aventurera. Todo el tiempo estuvieron riéndose como niños en una excursión del colegio, tanto que les supo a poco.

A eso de las dos, terminó su sesión de deportes acuáticos y Castle le dijo que la llevaría a almorzar a un lugar un poco diferente. Caminaron hasta un pequeño muelle que había en el extremo de la playa en la que se habían desarrollado sus actividades. Allí les esperaba un pequeño y precioso barco.

C- Vamos, sube.- Castle subió al barco y le dio la mano a Beckett para que hiciera lo mismo.

B- Pensaba que lo del barco era una broma...¿A dónde vamos?

C- Verás...- La atrajo hacia él, poniendo las manos en la parte baja de su espalda y pegando su frente a la de ella, de manera que respiraban casi el mismo aire- ...hay una pequeña islita a unos minutos de aquí que quiero que conozcas.- Besó sus labios suavemente.- Es una isla desierta, así que podemos hacer nuestra propia versión de El Lago Azul.- Volvió a besarla mientras ella sonreía en sus labios.


Castle puso en marcha el barco con destino a la isla. Beckett lo miraba atentamente, le sorprendía lo bien que se manejaba su escritor al mando de aquel barco. Definitivamente, no conocía tantas cosas de él como pensaba y le encantaba que la siguiera sorprendiendo en cada momento.

C- Cariño, si estás incómoda con esa ropa mojada, puedes cambiarte y ponerte lo que está en esa bolsa.- Le dijo señalándola- Aunque te aviso que te va a durar muy poco.- La miró y le sonrió de forma pícara. Ella le devolvió la sonrisa.

B- Mejor me cambio cuando volvamos, pero sí me voy a quitar esta ropa.- La inspectora hizo lo dicho y se quedó en bikini. Castle la miró embelesado y sintió como la temperatura aumentaba a pasos agigantados. Ese bikini lo llevaba puesto desde esta mañana pero, como mientras estuvieron en la playa llevaban una licra todo el tiempo, no había tenido tiempo de admirar lo bien que le quedaba. A él no le quedó más remedio que hacer lo mismo, así que se quitó la camiseta y el pantalón corto, y se quedó en bañador. Al igual que a su escritor, a Kate se le fue la mirada y tuvo q morderse el labio para reprimir una sonrisa traviesa.


Unos veinte minutos más tarde, llegaron a su destino. Dejaron el barco justo en frente de una de las playas de la isla y nadaron hasta la orilla. Al llegar alli, un joven les tendió unos albornoces, al mismo tiempo que otros dos terminaba de preparar una mesa. Beckett miraba atónita la escena, mientras Castle parecía estar en su salsa.

C-Gracias por todo señores, ha quedado perfecto.

Uno de los chicos- Gracias a usted, señor Castle. Esperamos que disfruten de su almuerzo.


Después de decir esto, se montaron en una zodiac y se marcharon de la isla, dejando a una aún boquiabierta Kate Beckett y a un sonriente Richard Castle. Frente a ellos había una mesa bajo dos grandes sombrillas, perfectamente lista para comer. Todo estaba decorado en blanco y madera. Parecía salido de una revista de decoración de exteriores.

B- Madre mía Rick ¿Vas a seguir sorprendiéndome así hasta mañana?

C- Ese es el plan.- Le dio un beso fugaz en los labios. Se acercó junto a la mesa, tomó una de las dos bolsas que había en el suelo y se la tendió. Dentro había un bikini blanco y un vestido del mismo color.- Ven, te ayudo a cambiarte para que no estés mojada.

B- El color es para no desentonar..- Le sonrió mientras se acercaba a èl y se ponía de espaldas para que le ayudara a desabrochar el bikini mojado y le ayudara a ponerse el seco.

C- Por eso y porque el blanco mojado, se transparenta...

Soltó una carcajada y le dio un rápido beso en el cuello cuando acabó de anudarle la parte de arriba del traje de baño. Mientras ella terminaba de cambiarse, él tomó la otra bolsa e hizo lo mismo. Para el escritor, como era de esperar, había un bañador, unos pantalones cortos y una camisa, que se dejó abierta por el calor, todo ello en blanco.


Comieron con bastante apetito. Habían perdido muchas energías por el ejercicio de la mañana y había que recuperarlas. De vez en cuando, y como ya era costumbre entre ellos, se acariciaban, se sonreían, se miraban de manera cómplice, se besaban... Parecía que estaban perfectamente coordinados y que, antes de que alguno de los dos hiciera algo, el otro se anticipaba y hacia exactamente lo mismo. Cualquiera que los viese, pesaría que llevan juntos varios años aunque, de algún modo, así es.

Después del almuerzo, dieron un paseo por la pequeña isla, hasta llegar al mismo punto del que habían salido. Tardaron menos de media hora en recorrerla entera.


Al llegar de nuevo a la playa, se quitaron la ropa y se sentaron en la arena, que el agua cubría en las subidas de las olas. Los dos estaban radiantes y disfrutando como nunca antes. Castle la miró fijamente a los ojos y le pasó un mechón que le caía por un lado de su cara, por detrás de la oreja. Ambos se sonrieron y, como atraídos por una fuerza magnética, fueron acabando con la distancia entre ellos, fundiéndose en un beso apasionado.

Estuvieron varios minutos así, hasta que se separaron para coger aire, aunque no a más distancia de la necesaria. Con los labios hinchados, la respiración agitada y jadeando, el escritor dijo.

C- Definitivamente, el blanco es tu color.- Los dos volvieron a sonreír.

B- También el tuyo.- Mientras le contestaba, con una de sus manos salpico de agua el bañador de Castle, esperando que, como había dicho, se transparentara.

C- Inspectora... No pensaba que fuera tan...- Beso- ...traviesa, pero...- Beso- el mío...- Beso-... Tiene forro.


Sin acabar la frase, la tumbó en la arena en un movimiento rápido y se colocó sobre ella. Empezaron a besarse, desmostrándose la pasión y el deseo que sentían. Las manos comenzaron a viajar a lo largo del cuerpo del otro. Los besos se hacían cada vez más intensos y los gemidos más sonoros.

En cuestión de minutos, la ropa de baño le hizo compañía a la arena, dejando de ser un estorbo para ellos. Y allí, en aquella playa, bajo el sol, y entre arena mojada, agua salada y telas blancas, hicieron el amor. Como Rick le había prometido a su musa, este viaje iba a ser de película y ya tenían una parte más.




Espero que hayan disfrutado leyendo!!!

Hola otra vez!!! Primero que nada, muchas gracias a todos por leer y comentar. De verdad que me hace muy feliz leer a todos los que comentan después de cada capítulo y, también, comentarios de nuevos seguidores. Gracias a ustedes me animo a escribir y a continuar con esta historia.

Aquí les traigo un nuevo capítulo. Estaba un poco indecisa porque no sabia si el viajes está resultando un poco pesado, pero como a nuestra pareja solo les queda el domingo, decidí acabar de contarlo como se merece. De todas formas, acepto críticas si no les parece!

No me enrollo más... Espero q les guste y no olviden comentar...
Siempre que quieran, seguiré...

Capítulo 10: una cena, un baile y un aumento de la temperatura

Pasaron el resto de la tarde disfrutando de la privacidad de aquella isla de ensueño. Era una suerte que ya estuvieran casi en verano y que los días fuesen considerablemente más largos. A eso de las 8, nadaron de nuevo hasta el barco y pusieron rumbo al hotel. Beckett le preguntó al escritor qué pasaría con la mesa, las sombrillas y demás... Pero él le aseguró que se encargaría de todo y que incluso le devolvería la ropa que dejó allí.



Una vez en la suite, tomaron un baño juntos. No se cansaban de la cercanía del otro, todo lo contrario. Cuanto más tiempo pasaban juntos, más tiempo querían pasar así. Era como si un hechizo los envolviera y no les permitiera separase. Habían descubierto que el contacto físico entre ambos era ahora una necesidad.

Tras el baño, Castle volvió a sorprenderla con un elegante vestido para la cena. Pensó que como se trataba de la última noche en las Bahamas, tenía que ser algo verdaderamente espectacular. Él iba con un traje negro y una camisa azul petróleo oscuro. Hacía calor, así que descartó la corbata. Bastante tenía con la chaqueta, el tiempo que aguantase con ella puesta.

Para ella había elegido un vestido largo, ceñido hasta las caderas, de color rojo y paraba de honor. La inspectora se había recogido el pelo, lo que le daba un toque más sofisticado. Castle, una vez más, se quedó embobado al verla. Esta vez sí le parecía verdaderamente una diosa. En estos dos días, su piel se había bronceado y sus ojos parecían más verdes que nunca. Cuando la vio entrar al salón de la suite pensó que ese vestido había sido creado para ella. Definitivamente, a nadie le podría quedar mejor.

Sin quitar la mirada de sus ojos y atraído de nuevo por esa fuerza que últimamente los dominaba, se fue acercando a ella hasta quedar a escasos centímetros. Entonces le dio un dulce beso y susurró.

C- No quiero resultar repetitivo pero estas preciosa. Sólo te falta un pequeño detalle para estar perfecta. No te muevas, ya vengo.- Tras decir esto, entró en el dormitorio y salió en cuestión de segundos con una cajita en las manos. Beckett cuando lo escuchó, se giró a mirarlo.

B- ¿Qué tienes ahí?

C- Eyy! Date la vuelta... ¿Todavía no te has aprendido la dinámica de este viaje?- dijo con un falso tono de ofensa.- Es una Soorpreesaa.- Recalcando la última palabra. Kate lo miró entrecerrando los ojos pero se giró, sin poder ocultar una sonrisa.

C- Bien, ahora cierra los ojos.

B- Tampoco te emociones, Rick.

C- Venga... Cierra los ojos, qué más te da. No seas aguafiestas.- Ella suspiró resignada y cerró los ojos.

B- Ya...

Castle sacó de la caja una fina gargantilla de oro blanco y rubíes, que hacia juego con el vestido. No tenía muy claro si a Kate le iba a gustar que le regalara una joya, por eso no quiso comprarle una que fuese muy ostentosa. Al ver esta, le pareció perfecta. Era sencilla en el diseño pero, al mismo tiempo, preciosa.

Pasó el collar delicadamente por su cuello. Beckett dio un pequeño respingo cuando sintió el frío metal sobre su piel y Castle sonrió. Se lo abrochó y le dio un rápido beso en el hombro, para después tomarla por las caderas y hacerla girar, quedando frente a frente.

C- Sencillamente perfecta.- Ambos sonrieron.

B- Rick, ya te...- Él pegó sus labios a los de ella y no la dejó seguir.

C- Déjame hacerte disfrutar de todo esto.- La besó.- Ahora la noche es nuestra.

Después de decir esto, salieron de la suite para ir a la cena. Esta vez era en un restaurante interior en el que, como cada sábado, después había una fiesta.



El restaurante estaba abarrotado. Nada que ver con la cena del viernes. En el salón se podía escuchar el murmullo de las conversaciones de los presentes y, muy de fondo, una música que apenas se distinguía. Tomaron asiento y disfrutaron de la cena.

Beckett de vez en cuando miraba a los alrededores, ver tanta gente la hacia sentirse un poco incómoda, pero cuando se encontraba con los ojos de Castle, se tranquilizaba. Además, estaba empezando a notar que el vino estaba haciendo efecto y la estaba ayudando a relajarse.

Cuando acabaron de cenar, pidieron unas copas y se acercaron a la zona de baile. En ese momento sólo había dos parejas en la pista, así que decidieron sentarse en unos de los sillones a un extremo del salón.



Una hora más tarde, seguían en el mismo lugar. Ya en la pista había bastante gente, pero estaban tan cómodos y se lo estaban pasando tan bien, que no habían sentido la necesidad de salir a bailar. El alcohol seguía subiendo...

Castle ya se había quitado la chaqueta, se había remangado la camisa hasta los codos y se había desabrochado los primeros botones. Esto hizo que Beckett lo viera más que irresistible y que le entrasen ganas de lanzarse sobre él allí mismo. Pero tuvo que controlarse y no lo hizo.

El escritor estaba haciendo uso de su gracia, contándole a su musa algunas de sus interminables batallitas. Ella pensaba que ya lo había escuchado todo, pero aquel hombre tenía historias para aburrir. La inspectora no podía parar de reírse.

B- Venga ya, Rick. Te lo estás inventando sólo para hacerme reír.- Reía sonoramente.- Es imposible que hayas hecho eso.

C- Pues si señorita, ya sabe que yo no miento.- Él también reía.


Después de unos segundos recuperando la compostura, salieron a bailar. La música era lenta, por lo que bailaban muy pegados. De repente, las luces cambiaron, quedando el salón ambientado como una discoteca, y empezó a sonar una música movidita. Rick sorprendió a Kate agarrándola con decisión y haciendo que lo siguiera en un baile bastante acertado.

La atmósfera empezó a caldearse rápidamente. Los dos estaban entregados a ese baile. Estaban perfectamente compenetrados, como si hubiesen bailado juntos miles de veces y lo tuviesen más que ensayado. Mientras seguían el ritmo de la música, no paraban de reírse, de acariciarse y de decirse cosas al oído, que hacía que volviesen a reír.

Después de varias canciones movidas, volvió la música lenta. El escritor la pegó a su cuerpo atrayéndola por la cintura con uno de sus brazos. Los dos estaban un poco sudorosos por los bailes anteriores. Kate enterró su cara entre el cuello y el hombro de Rick. Aspiró su aroma y sintió como una excitación la invadía. Esta vez olía incluso más a él, a ese olor único e inconfundible que la volvía loca. No pudo evitar posar los labios sobre su cuello y, como impulsado por un acto reflejo, él la apretó aún más contra su cuerpo. Las respiraciones se agitaron, ahora la excitación era doble.

Obligados por la situación, se separaron un poco y se miraron a los ojos. Los dos vieron en el otro como su mirada se había oscurecido y cargado de deseo. Rick tragó saliva sonoramente. Estas situaciones lo asustaban porque sabía que con ella era incapaz de controlarse. La tomó de la mano mientras se dirigía a la barra.

C- Necesito tomar algo para refrescarme... Tengo... Mucho calor.- En las últimas palabras su voz perdió una fuerza considerable, fue más bien un susurro. Ella lo agarró del brazo y le dijo sensualmente en el oído.

B- No creo que otra copa te ayude con el calor. Será mejor que salgamos a tomar aire.

Después de decir esto, mordió el lóbulo de su oreja, se giró y empezó a caminar con paso firme y sonriendo descaradamente segura del efecto que había causado en su escritor. A él le costó unos instantes reaccionar. Cuando lo consiguió, suspiró y siguió a su musa a una de las terrazas del hotel, desando conseguir un poco de intimidad...