Una broma del destino- Capítulo final y Epílogo...01/11

Hola de nuevo!!! este capítulo seguro que les va a gustar mucho a todos, así que se los dedico a todos los que leen el fic, comenten o no! No podía dormir así que me puse a escribir y esto fue lo que salió...
Es un poco corto pero queria darles este adelanto y Mañana les dejo la segunda parte...
Saludos y muchas gracias!


Capítulo 11: una terraza, unos besos y una pasión descontrolada (parte1)

Llegaron a la terraza. Era una especie de balcón desde el que se podía acceder a un enorme jardín, bajando unas escaleras. Beckett apoyó sus manos en la barandilla y suspiró, no era Castle el único que necesitaba un poco de aire. Él se acercó por detrás y le rodeó la cintura con sus brazos, pegando completamente su torso a la espalda de ella y besándole la piel entre el cuello y la clavícula.

C- Me moría de ganas de tenerte de nuevo así...- Susurraba contra su piel mientras la besaba.- Creo que nunca voy a ser capaz de controlarme si te tengo cerca...- Kate enredó sus dedos en el pelo del escritor y ladeó la cabeza para dejarle un mejor acceso. Con el primer contacto de sus labios, su cuerpo entero se había estremecido y su corazón empezó a latir aceleradamente. Ella también era incapaz de controlarse cuando estaban juntos.

B- Rick...- Gimió al decir su nombre y no pudo pronunciar una palabra más. Él la hizo girar para que quedaran frente a frente. Durante todo el movimiento no dejó de besarla. Desde el rincón de su cuerpo donde había empezado, subió por su cuello, siguió por su mandíbula, su barbilla y, finalmente, llegó a sus labios. Una vez allí, depositó suaves besos, primero en su labio inferior y luego en el superior. Se estaba deleitando en su labor. Poco a poco fue abriendo su boca, queriendo profundizar lo que había comenzado suavemente. La inspectora lo siguió y, en cuestión de segundos, estaban explorando sus bocas. Dentro de ellas, sus lenguas luchaban por llevar el control. En el exterior, sus manos luchaban por ver quién acariciaba más al otro.

Castle sintió como la temperatura aumentaba y, sobretodo, como aumentaba dentro de su pantalón. En un intento de aliviar un poco esa tensión, apretó su cadera a la de ella, al mismo tiempo que la empujaba contra la barandilla. Beckett gritó de dolor por el golpe que se llevó en la parte baja de su espalda, y de sorpresa y excitación, por sentir la erección de su escritor. El deseo había aumentado de golpe varios puntos.

B- Rick...- dijo entre besos.- Creo que deberíamos... Entrar.- Casi no consigue terminar la frase.

C- ¿Ahora?... Ni lo sueñes.- Dijo mientras sonreía, sin despegar los labios de ella.

Las manos de Castle empezaban a moverse desesperadas, buscando un rincón más íntimo en el cuerpo de Kate. Sus respiraciones eran sonoras y aceleradas, acompañadas de innumerables gemidos y suspiros. Cuando la inspectora notó que la mano de su escritor acariciaba su intimidad por encima del vestido, comprendió que la situación se les estaba saliendo de las manos. Estaban jugando con fuego e iban a acabar quemándose. A pesar de ello, no encontraba fuerzas para apartarlo. No podía hacerlo parar porque ella quería con todas sus fuerzas que aquello continuara.

De pronto, se oyó como abrían la puerta de la terraza, hasta el momento solo ocupada por ellos. Beckett rápidamente puso sus manos en el pecho de Rick y se apartó unos centímetros, los suficientes para poder mirarse y para que la situación no fuese tan embarazosa. No prestaron atención a quien había salido. Solo se limitaron a observarse. Tenían los labios hinchados, el pelo un poco revuelto, la mirada cargada de deseo y sus pechos subían y bajaban con rapidez. Ambos entendieron que estaban exactamente en las mismas condiciones que el otro y una sonrisa se dibujó en sus rostros. Delicadamente, ella pasó sus dedos por los labios de él para quitarle una pequeña marca de labial, sin dejar de sonreír. Castle instintivamente cerró los ojos, tomó sus dedos y se los besó con suavidad.

El escritor se abrazó a su musa, acariciándole la espalda. Ella respondió al abrazo y a la caricia. Para los dos fue como una tregua, una pausa en la pasión que minutos antes se había forjado. Pero al volver a separarse y mirarse a los ojos, el deseo volvió a estallar y esta vez con mucha más fuerza.

C- Vamos...

B-... A la habitación.- Los dos sonrieron.

C y B- ¡Ya!

Sin dejar de reír se cogieron de la mano y se adentraron de nuevo en la fiesta para salir del salón apresuradamente. Tenían prisa, tenían mucha prisa porque la situación se estaba volviendo incontrolable y ninguno de los dos se hubiese hecho responsable de sus actos si hubiesen permanecido allí. Así que con esas ganas y sin soltares, subieron al ascensor que los llevaría directos a la habitación, donde podrían desatar la pasión que habían estado conteniendo.

Hola a todos!! Ya estoy de nuevo por aquí! Quería pedirles disculpa por mi ausencia pero me ha resultado imposible escribir este último mes.

Aquí les traigo la segunda parte del último capítulo. Es un poco corto pero es que quería continuarlo hoy sí o sí... mañana les prometo una tercera parte larga. Es posible que ya se acuerden de la primera así que les invito a que la vuelvan a leer. Este capítulo va a ser la última parte del viaje en las Bahamas y en el siguiente volverán a Nueva York y veremos cómo sigue todo.

Quiero dedicarle este capítulo a maria_cs porque a pesar de dejarla sin capítulo durante tanto tiempo mientras ella nos regala sus maravillosos fics, me sigue comentando

Un beso a todos y espero que les guste.

Capítulo 11: Una terraza, unos besos y una pasión descontrolada (parte 2)

Entraron al ascensor y se pegaron a la pared sin soltarse de la mano. Subieron con ellos unas cuatro personas más, por lo que no les quedó más remedio que seguir conteniéndose hasta llegar a la habitación. Castle pasó su brazo por la espalda de ella, rodeándola por la cintura y atrayéndola hacia su costado izquierdo. Kate sentía los latidos acelerados de él y pensaba que éste era el viaje en ascensor más largo de su vida.

Llegaron a la puerta de la habitación entre risas y la abrieron rápidamente. Desde que estuvieron dentro, el escritor la acorraló contra la puerta y comenzó a devorarla. En cuestión de segundos los dos volvieron a sentirse como en la terraza y no estaban dispuestos a esperar más. Así que la inspectora empezó a empujarlo hasta el dormitorio, sin dejar de besarse ni un momento.

- Me vuelves loco Kate…- le dijo entre besos y suspiros- Me muero por quitarte ese vestido y ver cómo te queda ese conjunto de lencería.

- Ammjaaa…- ella sonrió de manera pícara y se separó un momento para mirarlo a los ojos. Las miradas de ambos estaban cargadas de pasión. Beckett se mordió el labio inferior y tomó las manos de Rick hasta posarlas en la parte superior de su vestido, a la altura de sus pechos.- Adelante...

Él le sonrió y aceptó su invitación. Sin dejar de mirarla ni un segundo comenzó a deslizar muy lentamente su vestido rojo, dejando al descubierto un conjunto sexy de lencería de encaje del mismo color. Cuando la prenda llegó al suelo, él la tomó con fuerza de la cintura y la levantó en el aire mientras le mordía y le besaba el cuello. Kate enredó sus piernas en la cintura de su escritor y le correspondía con besos y caricias.

La depositó con cuidado delante de la cama y llevó sus manos al trasero de ella para atraerla hacia su cuerpo. Jugó con el lóbulo de su oreja, lo mordía y lo chupaba, provocando en ella más excitación, si era posible. Sin soltarlo entre los dientes, le susurró.- Me encanta …que siempre superes …mis expectativas.

Ella puso las manos en su pecho y lo separó unos centímetros.- Ahora me toca a mí.- Y empezó a quitarle la ropa también muy lentamente, disfrutando de cada segundo y del tacto de la piel que iba descubriendo. Primero la camisa y luego el pantalón. Cuando los dos estuvieron en ropa interior, se dejaron caer sobre la cama y, desde ese momento, no pararon de acariciarse y de besarse con desesperación. Hicieron el amor de la forma más apasionada desde que estaban juntos, buscando siempre más del otro, como si nunca pudieran saciar las ganas que tenían.

Acabaron exhaustos, abrazados y acariciándose, ahora de forma más relajada. Estuvieron así varios minutos. Ella pasando su mano por el torso desnudo de él y dándole pequeños besos en el pecho, mientras Rick enredaba sus dedos en él pelo de ella y acariciaba su espalda. Después de un rato, él le dio un suave beso en los labios y se levantó.

- Voy a preparar una cosa, ahora vuelvo por ti.- Le dijo antes de empezar a caminar hacia el baño.

- ¿Por mí?- Le preguntó mientras se sentaba en la cama. Él se giró

- Kate, cariño, es nuestra última noche aquí… No pensaba que la íbamos a pasar durmiendo.- Él le sonrió de forma pícara y ella le devolvió la sonrisa y volvió a morderse el labio.

- Dormir… no estaba en mis planes. Sólo me pensaba tomar un descanso.

- Pues tienes…- hizo como que miraba un reloj de muñeca imaginario-…unos diez minutos de descanso, aprovéchalos.- Le tiró un beso y terminó de entrar al baño. Ella se dejó caer sobre la cama, de espaldas y suspiró sonoramente. Definitivamente este hombre era insaciable y a ella le encantaba, nunca pensó que el sexo con alguien fuese tan increíble. Ella había tenido otras relaciones y buen sexo, pero con Rick era otro nivel. Era como si estuviesen hechos a medida y disfrutaba como nunca nadie la había hecho disfrutar. Sonrió abiertamente pensando que no le importaría para nada no pegar ojo en toda la noche y, por ahora, tenía toda la pinta.

Aquí está la última parte del capítulo, que como les prometí es más larga que la anterior. Después de este capítulo vuelven a la comisaría y a ver cómo va la cosa, supongo que tendré que dejar un poco las escenas empalagosas jajaja

Espero que les guste y que disfruten leyéndolo. Saludos a todos!!!


Capítulo 11: Una terraza, unos besos y una pasión descontrolada (parte 3)


Casi una hora después se encontraba allí, embriagada por el olor que la envolvía. Si tuviera que definirlo sería una mezcla de vainilla, fresa y melocotón, lo suficientemente fuerte para despertar su sentido del olfato y sumergirla en una atmósfera muy agradable, pero al mismo tiempo suave. Sin llegar a ser demasiado dulce ni empalagoso. Así como una mezcla perfecta. Tenía los ojos cerrados. Ahora mismo, el sentido de la vista le resultaba innecesario y parecía que cerrando los ojos, podía percibir el doble por el resto de sus sentidos.

El agua hacía rato que no estaba tan caliente como al principio pero el calor que desprendían la gran cantidad de velas junto con la falta de entrada de aire del exterior, hacía que la temperatura fuese perfecta. Podía notar como las sales del agua habían hecho que su piel estuviese especialmente suave. Sacó su mano de la bañera, tomó una de las copas de champán que descansaban en el borde del jacuzzi y bebió un sorbo largo, para volverla a dejar donde estaba. Podría pasarse allí horas, en silencio, simplemente disfrutando de ese momento. Todo era sencillamente perfecto.


Se recostó un poco más, dejándose caer totalmente sobre el torso de él. Rick la sujetó con una mano del abdomen y con la otra empezó a acariciar su mulso. Estaba tan relajada que ante este contacto se estremeció un poco. Puso una de sus manos sobre la que él tenía a la altura de su cintura y con la otra empezó a acariciarle en la parte alta de su espalda, en la nuca y, finalmente, enredándola en su pelo. Como respuesta, el comenzó por besarle delicadamente el hombro, pasando por su clavícula, subiendo por su cuello hasta llegar a su oreja. La envolvió completamente con su boca, jadeando en su oído, lo que provocó en ella un sonoro gemido.

El escritor apretó más la mano de su abdomen, queriendo tenerla lo más cerca posible. Ahora chupó sonoramente su lóbulo, lo mordió suavemente, lo lamió. Ella sólo podía cerrar los ojos y dejarse envolver por todo aquello, Rick estaba totalmente acorde con el ambiente magnético, sensual, erótico, envolvente… Podría decir infinidad de adjetivos para calificarlo y el resultado sería el mismo.

De su oreja pasó a su mandíbula. Hizo un recorrido lento, saboreando cada centímetro de su piel. Fue alternando los labios, la lengua y los dientes, en una combinación perfecta. Ella ladeó ligeramente la cabeza hacia él y la dejó caer despacio sobre su hombro, para facilitarle seguir con su labor. Cuando Castle llegó a su mentón, lo saboreó aún más, parecía haber encontrado el rincón que estaba buscando. Bajó un poco por su cuello y volvió a subir, deleitándose de nuevo en su barbilla pronunciada. Ella volvió a gemir, prácticamente en su boca. Rick subió la mano que tenía en el muslo de su musa y con el dedo pulgar acarició los labios de su boca entreabierta, deteniéndose en su labio inferior.

- No sabes cuánto… cuánto…te deseo- le dijo a un centímetro de su boca, con la voz entrecortada y prácticamente en un susurro.- Me vuelves completamente loco Kate.

Tras decir esto empezó a besarla apasionadamente, pasando sus dedos entre su pelo y atrayéndola aún más a su boca. Cuando sintieron la necesidad de aire se separaron, aún así, quedando solamente a unos centímetros. Ella abrió los ojos y se topó directamente con los azules de él, que estaban oscurecidos y cargados de deseo. Al mirarlo, el deseo terminó de avivarse dentro de ella.

Se incorporó un poco para girarse, pasó una de sus piernas por encima de las del escritor y quedó a horcajadas sobre él, que la miraba expectante, atento a cada uno de sus movimientos. La inspectora la pasó las dos manos a los lados de su cabeza, haciendo surcos en su pelo con los dedos hasta llegar a la parte de atrás, justo encima de su nuca. Tiró ligeramente por él hacia atrás, dejando su cabeza un poco inclinada, a la altura perfecta ahora que ella estaba sobre él. Le mordió el labio inferior y tiró de él, provocando un gemido en Castle.

- Tu también me vuelves loca…- La voz de Kate sonaba exactamente igual que la de él hace un momento, se podía notar su excitación.- Hazme el amor Rick…


El escritor no se hizo de rogar, la tomó por los glúteos y la levantó hasta colocarla sobre su erección, penetrándola de golpe al bajarla. Los dos gimieron de placer ante este nuevo contacto. Kate llevó sus manos más atrás, agarrándose del borde del jacuzzi y apoyando sus codos en los hombros de Rick. Él puso sus manos firmemente en sus caderas, ayudándola en cada subida y bajada, haciendo cada embestida más fuerte y profunda. Los dos estaban totalmente entregados al placer. El escritor echó su cabeza un poco más hacia atrás pero sin dejar de mirarla a los ojos. En ese momento a ella su mentón le pareció también apetecible y lo envolvió con sus dientes y sus labios, sin dejar de jadear.

A los dos ahora les parecía que el agua estaba hirviendo, a la misma temperatura a la que estaban sus cuerpos. Los movimientos fueron cada vez más rápidos y los jadeos y gemidos pasaron a ser gritos. No fueron conscientes de cuánto tiempo pasaron así, abandonados a la pasión. Llegaron juntos al clímax y ella se dejó caer sobre Castle agotada, respirando con dificultad, al igual que él. El escritor acarició con suavidad su rosto, apartando los cabellos mojados, de sudor o de agua, y le beso en la frente, presionando sus labios varios segundos.

-Te quiero tanto, Kate.- le dijo sin despegar los labios de su piel.

-Yo también te quiero, Rick.- le contestó mientras le acariciaba la mejilla con el dorso de una de sus manos. Sonrieron y él volvió a hacerla girar, quedando de nuevo recostada sobre su pecho, hasta que sus respiraciones se normalizaron y pudieron salir del agua.





Tiempo después, ella salía a la terraza envuelta en un albornoz. El clima seguía siendo muy agradable por lo que, a pesar de estar mojada, no tenía nada de frío. Estaba amaneciendo y los primeros rayos de sol asomaban por el horizonte. Mientras, Rick había estado recogiendo el baño y juntando las velas y el resto de las cosas que había utilizado. Cuando acabó se reunió con ella y la abrazó por detrás. Kate entrelazó sus dedos con los de él y sonrió.

- Sabes… Voy a echar mucho de menos este sitio cuando estemos en Nueva York.- le dijo ella.

- Volveremos. Podemos venir aquí en las siguientes vacaciones.

Ella se giró quedando frente a él, le tomó las mejillas con sus manos y le dijo:

- Este viaje ha sido maravilloso. Tú has hecho que cada momento sea completamente perfecto, más de lo que podía soñar. De verdad, gracias por estos días tan increíbles, nunca los voy a olvidar.- Los dos sonrieron y ella acarició la nariz de él con la suya.

- Sabes que nada es suficiente para ti pero aún así lo intento.- Se rieron.- Ahora enserio, Kate, lo único que yo quiero es hacerte feliz. Eres la persona más extraordinaria que he conocido, así que te mereces todo lo mejor.- La inspectora se perdió en sus ojos durante unos segundos, hasta que sintió que los suyos se estaban humedeciendo un poco y se abrazó a él con todas sus fuerzas.

- Prométeme que cuando volvamos a Nueva York nada va a cambiar.- le dijo sin soltarse de su abrazo. Él le besó el cabello y apretó un poco más el abrazo.

- Te lo prometo cariño. Estaremos juntos, así, siempre. Sólo hay una cosa que no te puedo prometer. – Ella se apartó un poco para mirarlo a la cara, con un reflejo de preocupación en sus ojos.

- ¿Qué?

- Lo siento pero las vistas no serán tan buenas como estas.- Los dos se rieron y ella le golpeó el hombro con suavidad.

Volvieron a abrazarse y miraron al frente para disfrutar del amanecer, el último en sus días de vacaciones. En unas horas tendrían que volver a la rutina, al día a día, a la comisaría y a los crímenes de Nueva York. No tenían del todo claro cómo iban a ser las cosas ahora, lo que si sabían los dos es que no querían pasar ni un día lejos del otro. Con este viaje habían comprobado que se compenetraban mejor de lo que esperaban, que si estaban juntos el resto del mundo no tenía importancia, que se amaban con locura, que se deseaban y que no podrían vivir sin el otro. Ahora este viaje había llegado a su fin pero este amanecer, abrazados y después de todo lo vivido, era la mejor manera de acabarlo. Atrás quedarían los paseos por la playa, las cenas, las sorpresas, los bailes, las noches de pasión y todo lo que habían pasado allí. Cada uno lo guardaría como un gran tesoro en su memoria y en su corazón. Pero ahora les espera la vida real, una vida que estará llena de nuevos momentos de felicidad.