¿Quién controla a quién? (Cont. Una broma del destino)- Capítulo 25... 10/Mar

Buenas noche a tod@s!! A continuación les dejo el capítulo de hoy!
Espero que les guste y no olviden comentar!


Capítulo 9: Cena de Navidad

Mientras Kate se duchaba, Castle se puso a jugar con Roy en el sillón. El escritor le hacía carantoñas e imitaba a personajes exageradamente, provocando que el niño riera a carcajadas. –“Tengo que reconocer que eres divertido, papi. Me lo paso muy bien cuando haces el tonto. Pero, en cuanto a mi mami, no voy a ceder, ella es para el niño”.

-Vaya… veo que lo están pasando bien –dijo Beckett sonriente que salía de la habitación con una ropa cómoda.

- Sí, a Roy también le gustan mis imitaciones, como a ti –le contestó Castle de forma sugerente. Los dos se sonrieron. –“¿Qué habrá querido decir con eso? Jo… tienen una complicidad con la que no puedo competir. Mami lo entiende todo sin que él le diga nada”.

- ¿Ah, sí? Pero no creo que al niño le hagas las mismas imitaciones que a mí… –le siguió el juego la inspectora mientras llegaba a la altura del sillón y le acariciaba el pelo a su marido.

-Cómo se le ocurre inspectora, eso sería muy indecente por mi parte… -le respondió, sonriéndole pícaramente. Se quedaron un rato mirándose embobados, con la cabeza en otra parte. Muy probablemente estaban rememorando momentos en los que hubieran recurrido a imitaciones, como cuando se hacían pasar por los personajes de Nikki Heat o Nebula9. Roy miraba alternativamente a uno y a otro. –“Tengo que hacer algo para romper la magia. En marcha mi técnica para llamar la atención”.

-Ma-ma-ma-ma-ma… -Beckett y Castle volvieron a la realidad, miraron al pequeño y se rieron.

-Será mejor que me vaya a bañar o se nos va a hacer tarde –dijo Castle sonriendo antes de poner a Roy en los brazos de su mujer y caminar hacia su habitación.

-Bueno mi príncipe, vamos a darte un baño a ti también. –Beckett le dio un beso al bebé y fue hacia la habitación de este. –“Jaja al final mami baña al niño y papi se baña solito. Soy el rey”.


Alrededor de una hora más tarde ya todos estaban casi listos. Castle estaba terminando de preparar la cena y aún no se había vestido para no manchar la ropa. Beckett, por su parte, estaba terminando de peinarse y pintarse mientras Alexis jugaba con Roy en la cama del matrimonio. La pelirroja ya había terminado y se ofreció encantada a entretener al bebé para que Castle pudiese terminar la cena y Kate se preparara tranquila.

-Y bien Alexis, ahora que estamos solas… ¿algo que contarme que no quieras que sepa tu padre? –le susurró Kate sonriéndole por el espejo mientras se ponía colorete.

–Pues… no estoy segura… –dijo con timidez. Beckett volvió a mirarla a través del espejo animándola a seguir. –Hay un chico –soltó de golpe.

–¿Te gusta?

–Me encanta, Kate. Está en mi clase y es tan mono… -le contó la pelirroja emocionada. –“Oh, vamos… Ahora un tío quiere quitarme a mi hermanita. Esto ya es el colmo”.

–¿Y qué tal? Digo… ¿él lo sabe…? ¿han quedado alguna vez? –se interesó la inspectora.

–Pues si hemos salido muchas veces pero nunca solos. Él está también en mi grupo de amigos de la universidad por lo que pasamos mucho tiempo juntos. Yo creo que también le gusto… Siempre procura estar cerca de mí y se preocupa por todo lo que me pasa...

– Por su tono de voz se notaba que Alexis estaba muy ilusionada con esta historia de su vida que empezaba. Kate se sentía muy feliz de que su hijastra estuviese tan contenta y, sobre todo, de que compartiera esa felicidad con ella.

– Seguro que sí, cómo no ibas a gustarle –las dos se sonrieron.

–Pero, Kate… ¿qué pasa si aún no estoy preparada? Después de lo de Ashley lo pasé mal y no sé si quiero arriesgarme a volver a pasar por eso –el gesto de las dos mujeres se oscureció.

–Lo único que te puedo aconsejar es que vayas con calma y que no hagas nada sin estar segura –la inspectora pensó un segundo antes de continuar–. Pero mira Alexis, yo he sido una experta en ocultar mis sentimientos para no sufrir y eso sí que no lo hagas nunca. Lo que tengo con tu padre no lo cambio por nada y no me importaría sufrir lo que fuese después de todo lo que hemos vivido. – Las dos volvieron a sonreírse.

–Gracias, Kate. –La inspectora la interrogó con la mirada. –Gracias por escucharme y aconsejarme, me hace feliz saber que tengo a alguien con quien puedo hablar de estas cosas. También gracias por hacer feliz a mi padre y por este hermanito que es el más guapo del mundo. –“Lo sé” –. Beckett dejó lo que estaba haciendo y fue hacia Alexis emocionada. Las dos se fundieron en un emotivo abrazo.


A eso de las ocho empezaron a llegar los invitados. Jim y Martha se encargaron de recibirlos con el bebé mientras Alexis ponía la mesa y Beckett ayudaba a Castle a vestirse. La inspectora se había puesto un traje negro muy elegante pero a la vez muy sexy, tal y como el propio escritor le había dicho. Él había elegido lo más clásico para la ocasión un traje negro con camisa negra.

-Kate, ¿la roja o la azul? –dijo desesperado mostrándole las dos corbatas.

-A ver…- empezó a acercarse a él y tomó las dos corbatas, poniéndolas sobre su cuello para ver cual le gustaba más. Estuvo un rato así.

-¿Puedes darte prisa, cariño? –le insistió su marido. Ella sonrió. Sabía que él estaba alterado con la cena, se ponía así cada vez que organizaba algo. Ella se había entretenido apropósito para alterarlo aún más.

-Ya… tranquilízate –le dio un suave beso en los labios–. Me gusta más la roja.

Unos minutos después, los dos llegaron al salón cogidos de la mano. Todos los presentes se habían vestido de manera especial, así como la ocasión lo requería. Castle también le había comprado a Roy un traje en miniatura similar al de la última vez pero en azul. Todos habían decidido comer allí y luego salir a tomarse una copa a un lugar que Rick conocía y que no estaba muy lejos del loft. Jim se había ofrecido a quedarse con el pequeño. Beckett sabía que a su padre no le gustaban las fiestas ni salir por las noches, así que aceptó.


La cena transcurrió con normalidad. Roy les enseñó a todos su nuevo talento varias veces y todos reían cada vez que lo escuchaban. La cena que habían preparado Castle y Beckett estaba exquisita y los invitados la elogiaron varias veces durante la noche. Los temas de conversación en la mesa fueron muy variados, desde los trabajos de cada uno a la moda, costumbres navideñas, etc.

Cuando acabaron se instalaron en el salón para brindar con champán. Castle sirvió las copas y empezó a hablar: –La Navidad es una fiesta especial que se celebra con aquellas personas a las que más quieres. Esta Navidad es la primera con mi esposa y mi hijo, y siento que no podría ser más feliz de lo que lo soy ahora, aquí con mi familia y con mis mejores amigos, compartiendo este momento–. Todos alzaron las copas y brindaron emocionados. Kate se abrazó a Rick y le dio un dulce beso en los labios para transmitirle que ella se sentía exactamente igual.

–“Si al final me va a hacer llorar mi papi” –pensaba el pequeño mientras poco a poco se le iban cerrando los ojos. –“No puedo dormirme. Tengo que ser fuerte o mi mami se irá por ahí y me dejará con el abuelo Jim”. –Por más que lo intentaba, los párpados le pesaban cada vez más. –“Me estoy…(bostezo)bueno… no puedo…soy demasiado débil”.

–Mira, Castle, Roy se ha dormido. Voy a llevarlo a la cuna para que no se despierte con el ruido. –Beckett cogió al bebé y lo llevó a su habitación. Lo acostó, le dio un dulce beso en la frente y conectó el intercomunicador, llevándose el otro para dárselo a su padre. Cuando volvió al salón, Alexis se estaba despidiendo de todos.

–Adiós, Kate. Las chicas me esperan en un taxi en la puerta. Pásenlo bien –dijo antes de darle un beso y un abrazo a la inspectora.

–Tú también. Mañana me cuentas… –esto último se lo dijo en el oído para que solo ella pudiese oírla.

–Yo creo que nosotros deberíamos tomarnos la última e irnos también –propuso Espósito–, que luego va a estar el local abarrotado.

–Por eso no te preocupes porque tenemos pases VIP –dijo Castle presumiendo–, pero aún así no podemos tardar mucho. No quiero que Roy se despierte y no deje dormir a Jim. Cuanto antes vayamos, antes volveremos. –Tras decir esto atrajo a Kate por la cintura y le dio un beso. Era la primera vez que iban a salir desde que habían tenido al bebé y, en realidad, les apetecía mucho tomarse unas copas con sus amigos.

Todos cogieron sus abrigos, ya que hacía bastante frío en la calle, y se despidieron de Jim antes de salir. Castle se había encargado de llamar al servicio de taxis y pedir dos, para que ninguno tuviera que conducir. Martha también tenía una fiesta y aprovechó para coger el taxi con ellos. Una media hora más tarde, las tres parejas entraban a uno de los locales de moda de Nueva York para disfrutar de la larga noche que les esperaba.

Hola a todos!! Aquí les traigo un nuevo capítulo de este fic. Hoy la verdad es que no estoy muy inspirada pero espero que les guste. Va a ser un capítulo doble…
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Capítulo 10: Una noche de fiesta, copas y juegos de seducción (Parte 1)

–Vamos por aquí… –dijo el escritor mientras caminaba hacia una segunda entrada con una alfombra roja por la que sólo podían acceder los asistentes con pase VIP. Beckett iba agarrada a su brazo.

Cuando llegaron a la puerta, Castle le mostró los pases al empleado de seguridad y los dejó pasar inmediatamente. Dentro los recibió una joven muy guapa, que los llevó hasta la zona VIP. Se encontraba en la parte alta de la discoteca, que era como una especie de anfiteatro y si te asomabas podías ver toda la pista general. Sin embargo, a esa planta sólo podían acceder los clientes que tenían estos pases, entre los que se encontraba toda la alta sociedad de Nueva York. Dejaron los abrigos en el ropero y fueron hacia el reservado guiados por la chica, en el que se acomodaron en los sillones sentándose por parejas.

–Vaya Castle… Esto sí que es nivel –dijo Espósito emocionado mirando a su alrededor.

–Bueno… digamos que el dueño es un gran fan y me ha hecho el favor… –le contestó orgulloso. Beckett lo miró entrecerrando los ojos, frunciendo los labios para reprimir una sonrisa, aunque ese gesto no pasó desapercibido para escritor. Fue a decirle algo pero en ese momento llegó la camarera, le pidieron lo que iban a tomar y, en pocos minutos, volvió con las bebidas.


La sala ya estaba bastante llena, pero aún así se veía que en la pista se podía bailar cómodamente. Ellos empezaron a beber y a conversar de temas que no estuviesen relacionados con el trabajo, ya que habían acordado que esa noche quedaba prohibido hablar de ello.

–¿Y ustedes qué tal? ¿Cómo se sienten en su primera salida nocturna después de llevar un año enclaustrados? –preguntó Lanie en tono de burla mirando a Beckett y a Castle.

–Pues, aunque te burles –recalcó la inspectora – la verdad es que nos apetecía muchísimo. Últimamente el bebé no nos deja mucho tiempo para nosotros y nos hacía falta una noche así –la pareja se miró con complicidad, mientras el escritor besaba la mano de su mujer que tenía entrelazada con la suya–. Pero bueno… tú sabrás lo que es eso cuando tengas un niño –añadió dirigiéndose a la forense.

–Cariño… para eso queda mucho tiempo. Aún soy muy joven para ser madre. –Beckett la miró con las cejas levantadas y empezó a reírse acompañada por todos los demás.


Estuvieron un par de horas sentados, tomando copas y charlando. Llegó el momento en el que decidieron acercarse a la pista de baile y empezar a bailar. La música que sonaba era, por lo general, canciones modernas y pachangueo, aunque por ser navidad, de vez en cuando ponían una canción lenta para bailar en pareja.

–Ven aquí… -dio Castle tirando de la mano de Kate y la pegándola a su cuerpo mientras empezaba a moverse. Empezaron a bailar al ritmo de la música, que ahora era rápida, mientras sus amigos hacían lo mismo. Se dejaron llevar y se mezclaron con el resto de la gente pero centrándose el uno en el otro.

–Estás animado, Rick… -le dijo mientras se llevaba un dedo a la boca y lo miraba de forma pícara, pero sin dejar de moverse. Castle no le contestó, sólo se limitó a observarla. Le encantaba verla así, seduciéndole. Le parecía terriblemente sexy. Beckett se dio la vuelta y se pegó al cuerpo de su escritor todo lo que pudo. Empezó a bailar sensualmente, pasándose una mano a su pelo para provocarlo. Castle rápidamente llevó sus manos a las caderas de ella y se dejó arrastrar por su sensualidad. La acompañaba en cada movimiento, disfrutando de la cercanía. Le apartó el pelo con una mano y llevó su boca a la oreja de Beckett.

–No empieces a provocarme… –ella sonrió descaradamente y volvió a girarse, quedando frente a frente y mirándolo con una expresión de triunfo. Castle pasó la mano por su cintura y la atrajo hacia su cuerpo, volviendo a su oído. –No pongas esa cara preciosa, esto acaba de empezar... –Los dos se miraron, retándose y, al mismo tiempo, con deseo, deseo por el otro y deseo por conocer su propio límite. En ese momento, acabó la canción y el escritor la tomó de la mano para llevarla de vuelta con sus amigos, ya que sin darse cuenta se habían alejado un poco.


Bailaron varias canciones sueltos, pasándoselo bien todos juntos. Se habían bebido varias copas y ya los efectos del alcohol empezaban a notarse, sobretodo, en Ryan que bailaba animadamente a pesar de su timidez. Castle y Beckett se miraban continuamente, sonriéndose, insinuándose.

Después de un buen rato, las chicas fueron al lavabo mientras los chicos volvieron al reservado a sentarse. Cuando las chicas llegaron, ellos habían pedido copas para todos y estaban hablando de baloncesto. Kate pasó conscientemente su trasero por la cara de Castle antes de sentarse pegada a él, muy pegada a él. El escritor se bebió más de la mitad de la copa de golpe pero no dijo nada. Ella lo miró de reojo, evitando sonreír, pero tampoco habló. El resto se bebía las copas tranquilamente hasta que sonó una canción que enloqueció a Lanie.

–¡Me encanta esta canción! –gritó mientras arrastraba literalmente a Espósito a la pista.

–Vamos... –se entusiasmo Ryan mientras cogía a Jenny de la mano y empezaba a moverse al ritmo de la música.

–¿Vienen? –Preguntó la rubia. Castle hizo por levantarse pero Beckett lo frenó.

–Vaya ustedes… Ahora vamos –dijo la inspectora y se volvió hacia su marido mirándolo divertida. – ¿Cómo lo llevas, Rick? –volvió con su tono sensual.

–¿El qué? –susurró haciéndose el confundido.

–Pues… no sé… esta noche…yo ya empiezo a notar los efectos del alcohol en mi cuerpo. Tengo, mucho, mucho calor… –su sensualidad aumentaba con cada una de sus palabras, sabiendo perfectamente el efecto que estaba causando en Castle. Él la miraba con la boca entreabierta mientras notaba como lo empezaba a invadir un calor intenso. – ¿Tú no tienes calor, Rick? –Él tragó saliva sonoramente y asintió enérgicamente con la cabeza. Ella sonrió, sentándose en uno de sus muslos. –Espera… voy a quitarte eso… – Le aflojó la corbata y se la sacó, para después empezar a desabrocharle los primeros botones de la camisa. Lo hizo en movimientos lentos y sin dejar de mirarlo a los ojos con intensidad. Después, le sopló con suavidad la parte entre el pecho y el cuello que le dejó descubierta. Castle contuvo la respiración. –Te veo agitado… –dijo mientras le sonreía provocativamente.

–Está bien, Kate… Tú ganas –dijo mientras la cogía de la cara con una mano y pegaba su frente a la de ella, respirando pesadamente. –Me vuelves completamente loco… –Acabó con la distancia que los separaba y la besó con urgencia. Cuando se separaron, ella estaba tan agitada como él. Castle apartó el pelo de su cuello y empezó a besarlo, arrancándole un gemido que lo hizo sonreír contra su piel. –Al final… no se me da tan mal este juego… –dijo separándose de golpe y mirándola divertido–. Te veo agitada…

Ella lo miró sorprendida. Todo había sido un engaño para torturarla y realmente lo había conseguido. Esos besos la habían encendido y ahora sentía unas ganas enormes de tirarse sobre él, arrancarle la ropa y hacerle el amor allí mismo. Sin embargo, tenía su orgullo y no iba a ceder. Se levantó del regazo de él y lo tomó de la mano para llevarlo a la pista con el resto, dejando la corbata tirada en el sillón.