In dubio pro reo [COMPLETO]
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In dubio pro reo [COMPLETO]
Cambiemos los roles... Richard Castle lleva una doble vida secreta desencadenada por un suceso del pasado. Kate Beckett es una detective de robos que está segura de conocer esta doble vida pero no consigue pruebas suficientes. ¿Qué pasará si se ven obligados a trabajar juntos?
- Chicos, ¿podríais no bromear con esto? - pidió Castle, serio y en voz baja.
Esposito y Ryan se giraron para mirarle con el ceño fruncido, intentando averiguar si iba a gastar él mismo una broma o lo decía en serio. Castle sostuvo sus miradas, y, cuando estuvieron convencidos de que no estaba de coña, asintieron, recogieron sus chaquetas y se despidieron del escritor y Beckett con un soso "Buenas noches". No tardaron mucho en ponerse en comentar en voz baja, camino al ascensor, probablemente preguntándose a que venía eso.
Castle suspiró, cerrando un momento los ojos, y los volvió a abrir al instante, sintiéndose observado. Se encontró con una inquisitiva mirada verde avellana que también se estaba preguntando que le pasaba. El escritor levantó la comisura de un labio en un amago de sonrisa, pero que al final quedó como una mueca. Castle siguió con la vista clavada en las fotos de los crímenes: las casas revueltas, los cojines rotos, los muebles desvalijados, la caja fuerte abierta de par en par y manchada de sangre… Aunque dolía mirarlas, era su manera de escapar de lo que se avecinaba, su manera de seguir teniendo esos recuerdos bien empolvados en su caja, al fondo de su mente. Al cabo de un rato, ya no lo soportó más y fue a sentarse en su silla, resignándose a lo inevitable. Beckett se mordió el labio inferior, y se giró para mirarle directamente.
- ¿Qué ocurre, Castle? – mientras hablaba, se echó hacia delante, apoyando los antebrazos en sus piernas, quedando cerca de él. Bastante cerca. Una oleada de olor a cerezas llegó hasta el escritor, haciendo que por un momento perdiera la capacidad del habla.
- Es que… Yo sé cómo se sintieron esas víctimas antes de que las mataran.
Beckett hizo el gesto de preguntar, pero cerró la boca en el último momento, traspasándole con la mirada. Castle se sintió más desnudo que en cualquier otro momento de su vida, y eso que llevaba varias capas de ropa.
- ¿A qué te refieres? – preguntó finalmente. El escritor cogió aire y se dispuso a volver a sacar todos aquellos recuerdos, desempolvarlos, abrir la caja donde estaban enterrados.
- Poco después de que naciera Alexis, Meredith se fue de gira a… - frunció el ceño, intentando recordar - ya ni recuerdo a donde se fue… – sacudió la cabeza, con tristeza. Castle sintió la mano de Beckett en su rodilla, dubitativa. – El caso es que una noche de esa larga semana, yo llevaba sin dormir varios días, intentando compaginar el escribir un libro con cuidar de un bebé que necesitaba a su madre más que a mí. Aquella noche oí ruidos en la parte de abajo, pero mi cansada mente me jugó una mala pasada y pensé que sería Meredith. Por aquel entonces, mi despacho y habitación se encontraban arriba, y al cabo de un rato bajé porque seguía oyendo ruidos y voces.
- ¿Qué pasó? ¿Te habían entrado a robar? – preguntó Beckett, tras una pausa especialmente prolongada. El escritor asintió, con un nudo en la garganta, reviviendo todo el miedo y el llanto de Alexis en el piso de arriba sin que él pudiera hacer nada para calmarla.
- Me dejaron en el suelo, inconsciente, solo me desperté horas después porque los gritos de Alexis callaron de golpe, y algo dentro de mí reaccionó ante otro ataque. Pero solo era Meredith, que me echó la bronca por dejar a la niña llorando y sola. ¿Te lo puedes creer? – miró a Beckett a los ojos, con el tormento reflejado en los de Castle. La detective deslizó su mano hasta coger la de él, entrelazando sus dedos – Ni si quiera se fijó en la herida de mi frente, ni que estaba en el suelo del salón inconsciente.
- ¿Ni cuándo se lo explicaste? – Castle sacudió la cabeza, reprimiendo una sonrisa irónica.
- Se río de mí y me dijo que escribir me estaba haciendo delirar. Supuestamente cuando entran a robar es para llevarse algo que no es suyo – recitó el escritor, imitando a Meredith, haciendo que las comisuras de los labios de la detective se curvaran en una sonrisa. – Pero no se habían llevado nada, supongo que fue porque les pillé en pleno momento.
Beckett le dio un ligero apretón, que le hizo darse cuenta de que estaban completamente solos y rodilla contra rodilla, ambos inclinados hacia delante. Castle prosiguió con su relato:
- No hay día donde no de gracias a dios porque no me mataron. No hay día que no pregunté porque no lo hicieron… Todavía recuerdo cuando bajé las escaleras y aparecieron detrás de mí, por sorpresa…
Capítulo 1
- Chicos, ¿podríais no bromear con esto? - pidió Castle, serio y en voz baja.
Esposito y Ryan se giraron para mirarle con el ceño fruncido, intentando averiguar si iba a gastar él mismo una broma o lo decía en serio. Castle sostuvo sus miradas, y, cuando estuvieron convencidos de que no estaba de coña, asintieron, recogieron sus chaquetas y se despidieron del escritor y Beckett con un soso "Buenas noches". No tardaron mucho en ponerse en comentar en voz baja, camino al ascensor, probablemente preguntándose a que venía eso.
Castle suspiró, cerrando un momento los ojos, y los volvió a abrir al instante, sintiéndose observado. Se encontró con una inquisitiva mirada verde avellana que también se estaba preguntando que le pasaba. El escritor levantó la comisura de un labio en un amago de sonrisa, pero que al final quedó como una mueca. Castle siguió con la vista clavada en las fotos de los crímenes: las casas revueltas, los cojines rotos, los muebles desvalijados, la caja fuerte abierta de par en par y manchada de sangre… Aunque dolía mirarlas, era su manera de escapar de lo que se avecinaba, su manera de seguir teniendo esos recuerdos bien empolvados en su caja, al fondo de su mente. Al cabo de un rato, ya no lo soportó más y fue a sentarse en su silla, resignándose a lo inevitable. Beckett se mordió el labio inferior, y se giró para mirarle directamente.
- ¿Qué ocurre, Castle? – mientras hablaba, se echó hacia delante, apoyando los antebrazos en sus piernas, quedando cerca de él. Bastante cerca. Una oleada de olor a cerezas llegó hasta el escritor, haciendo que por un momento perdiera la capacidad del habla.
- Es que… Yo sé cómo se sintieron esas víctimas antes de que las mataran.
Beckett hizo el gesto de preguntar, pero cerró la boca en el último momento, traspasándole con la mirada. Castle se sintió más desnudo que en cualquier otro momento de su vida, y eso que llevaba varias capas de ropa.
- ¿A qué te refieres? – preguntó finalmente. El escritor cogió aire y se dispuso a volver a sacar todos aquellos recuerdos, desempolvarlos, abrir la caja donde estaban enterrados.
- Poco después de que naciera Alexis, Meredith se fue de gira a… - frunció el ceño, intentando recordar - ya ni recuerdo a donde se fue… – sacudió la cabeza, con tristeza. Castle sintió la mano de Beckett en su rodilla, dubitativa. – El caso es que una noche de esa larga semana, yo llevaba sin dormir varios días, intentando compaginar el escribir un libro con cuidar de un bebé que necesitaba a su madre más que a mí. Aquella noche oí ruidos en la parte de abajo, pero mi cansada mente me jugó una mala pasada y pensé que sería Meredith. Por aquel entonces, mi despacho y habitación se encontraban arriba, y al cabo de un rato bajé porque seguía oyendo ruidos y voces.
- ¿Qué pasó? ¿Te habían entrado a robar? – preguntó Beckett, tras una pausa especialmente prolongada. El escritor asintió, con un nudo en la garganta, reviviendo todo el miedo y el llanto de Alexis en el piso de arriba sin que él pudiera hacer nada para calmarla.
- Me dejaron en el suelo, inconsciente, solo me desperté horas después porque los gritos de Alexis callaron de golpe, y algo dentro de mí reaccionó ante otro ataque. Pero solo era Meredith, que me echó la bronca por dejar a la niña llorando y sola. ¿Te lo puedes creer? – miró a Beckett a los ojos, con el tormento reflejado en los de Castle. La detective deslizó su mano hasta coger la de él, entrelazando sus dedos – Ni si quiera se fijó en la herida de mi frente, ni que estaba en el suelo del salón inconsciente.
- ¿Ni cuándo se lo explicaste? – Castle sacudió la cabeza, reprimiendo una sonrisa irónica.
- Se río de mí y me dijo que escribir me estaba haciendo delirar. Supuestamente cuando entran a robar es para llevarse algo que no es suyo – recitó el escritor, imitando a Meredith, haciendo que las comisuras de los labios de la detective se curvaran en una sonrisa. – Pero no se habían llevado nada, supongo que fue porque les pillé en pleno momento.
Beckett le dio un ligero apretón, que le hizo darse cuenta de que estaban completamente solos y rodilla contra rodilla, ambos inclinados hacia delante. Castle prosiguió con su relato:
- No hay día donde no de gracias a dios porque no me mataron. No hay día que no pregunté porque no lo hicieron… Todavía recuerdo cuando bajé las escaleras y aparecieron detrás de mí, por sorpresa…
Última edición por lovecastlebeckett el Jue Sep 18, 2014 5:41 am, editado 2 veces
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 2
"Sentí el golpe en la cabeza. La vista se me nubló, las rodillas se me aflojaron, los brazos no reaccionaron cuando les ordené estirarse para parar el golpe. Me giré, rodando sobre mi espalda, soltando un gemido de dolor cuando noté un líquido caliente resbalar por mi sien. Entonces, delante de mi emborronada visión, apareció el cañón de una pistola, apuntándome directamente a la cara.
- N-No, por favor. – Supliqué. Rogué. Recé.
Parpadeé, en un intento de aclarar mi visión, de despejar mi mente y de eliminar ese molesto zumbido instalado en mis oídos. Moví los ojos en círculo, abriendo y cerrando los párpados, intentando enfocar, deseando que mi mente me estuviera engañando. El cañón seguía apuntándome a la cara, y cuando vi que no se apartaba, cerré los ojos y esperé mi final. Pero éste no llegaba.
Abrí un ojo, y miré a la pistola, directamente en frente de mis ojos. Y justo ahí, dispararon."
- ¡NO! – grité, incorporándome de golpe.
Salté de la cama, mirando a mí alrededor, no sintiéndome seguro hasta que noté la fría pared contra mi espalda. Un violento escalofrío recorrió mi cuerpo al notar el contraste de calor que desprendía yo contra el frío de la madrugada, que entraba por una ventana ligeramente abierta. Lentamente, me separé la camiseta de la piel, pegada por el sudor de la pesadilla, y me aparté un mechón rebelde de los ojos. Con la espalda aun contra la pared, caminé hacia la ventana, y la cerré de golpe, soltando un suspiro de alivio.
El hombro me dolía, como señal de que las pesadillas habían vuelto. Llevé una mano a la zona, pasando los dedos ligeramente por encima de la cicatriz. Sacudí la cabeza y otra vez el mechón cayó sobre mis ojos. Lo aparté con un movimiento de cabeza mientras movía en círculos el hombro, buscando desagarrotarlo. Con un suspiro, miré el reloj de mi mesilla, y vi que faltaba poco para que sonara, por lo menos no me había despertado en medio de la noche. Empecé a moverme, ocupando mi mente con tareas y cosas que hacer, intentando borrar las imágenes de la pesadilla, queriendo volver a encerrar los recuerdos en su caja de pandora personalizada.
Miré el iPhone y vi que tenía tres mensajes, uno de Gina presionándome para que escribiera cinco capítulos más, y otro que era de mi madre. Puse los ojos en blanco y le contesté con un escueto: "Mándame la cuenta, madre. Yo te ingreso el dinero". Ya estaba otra vez en números rojos… La sombra de una sonrisa apareció en las comisuras de mis labios, pero se quedó en eso, una sombra. Pasé una mano por la cadena que colgaba de mi cuello, acariciando por unos segundos la chapa que llevaba un nombre grabado. Cerré los ojos, permitiéndome un segundo de dolor, antes de abrirlos y cerrar cualquier herida que pudiera haber quedado abierta tras la pesadilla. Tenía un juicio esa mañana, e iba a ser divertido. Leí rápidamente el otro mensaje y respondí, tecleando con pericia sobre la pantalla táctil: "Esta noche cerramos el trato y efectúo el trabajo lo antes posible." Asentí, complacido. Quería librarme de ese lio lo antes posible y buscar uno menos… ¿Cómo definirlo? ¿Cercano? Sí, podía ser.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
De espaldas a la puerta, me concentré totalmente en el café que me estaba preparando en la salita del juzgado. Tenían una buena máquina, aunque no tan profesional como la mía, claramente. Aun así, podía hacerme un buen chute de cafeína con ella, y era lo que necesitaba para terminar de deshacerme de los restos del sueño. Oí una maldición femenina tras de mí, y me giré, sonriente. Oh, sí, iba ser divertido…
- Detective Beckett, no esperaba verla por aquí. – dije, dándole un sorbo a mi café. Ella se quedó parada en la puerta, indecisa. Se la veía con ganas de un café pero no quería acercarse a mí. – Oh, perdona mis modales. ¿Quieres pasar y te preparo un café? – bromeé.
Ella sonrió fríamente, haciéndome ver que lo hacía ninguna gracia. Dio dos pasos dentro de la habitación, y se paró a una distancia prudente. Me giré, todavía sonriendo.
- Grande, con leche… - empezó a indicarme. No hacía falta…
- Con leche semidesnatada y dos terrones de vainilla – dije, girándome ligeramente para dedicarle un guiño y disfrutar de su cara de sorpresa. – Soy observador – comenté mientras me encogía de hombros.
Le entregué su café, rozando nuestros dedos ligeramente al intercambiar la taza. Ella sonrió, pero creo que era para el café y no para mí.
- ¿Cómo es que estás aquí, detective? – pregunté.
- Resulta, Sr. Castle…
- Llámame Rick. – pedí.
- Como le iba diciendo, Sr. Castle – dijo, remarcando el "señor" con una sonrisita de autosuficiencia. Sonreí también. Me gustaba esa mujer… - Llevo detrás de usted un tiempo ya, no me iba a perder un juicio suyo.
- Me acusan de chorradas. Soy escritor, ¡por dios bendito! – sobreactué, tal y como mi madre me había enseñado. Beckett reprimió una sonrisa.
- Y un ladrón redomado. Dicen que sabe desaparecer así como así – dijo, chasqueando los dedos. Hice un gesto con la mano, desechando esa posibilidad.
- Falacias…
- No me va a despistar con su vocabulario de escritor – me señaló con un dedo mientras se acercaba a mí. Instintivamente, di un paso atrás, clavándome los mangos de la máquina de café en la espalda. – Le tengo bien pillado, Sr. Castle…
Echó a andar a paso rápido y me quedé admirando el movimiento de sus caderas mientras se alejaba camino de la sala donde se celebraría mi juicio. Sacudí la cabeza, despertando del embobamiento, y salí tras ella. La alcancé junto a la puerta, y le corté el paso, apoyando una mano al lado de su cabeza.
- Sabes que no tienes pruebas suficientes – susurré. Estábamos lo suficientemente cerca como para que no hubiera necesidad de hablar más alto. Abrió la boca para replicar, pero coloqué un dedo sobre sus labios – No me trates de usted, por favor.
- Está bien. Quizá caigas por tu propio peso, Rick – dijo, arrastrando el sonido de la "R" en un ronroneo sensual que hizo que se me secase la boca inmediatamente y perdiera la capacidad del habla. Ella me guiñó un ojo antes de sentarse al lado de sus colegas, una pareja de detectives muy peculiares.
Me sobresalté cuando una mano me toco el hombro, más concretamente, EL hombro, sacándome de golpe de mi fantasía sexual. Me giré para encontrarme con la afable pero nada atractiva cara de mi abogado, Montgomery.
- ¿Estás listo, Rick? Vamos a machacarles, tú no hables a menos que yo te lo diga, ¿de acuerdo?
Asentí, tragando saliva, y entramos brazo con brazo hasta los bancos de los acusados. La jueza Gates, según la placa situada delante de ella, se levantó, agitando en la mano en martillito. Sentí unas ganas locas de quitárselo y dar yo el golpe, pero me contuve y me senté como buen ciudadano que era.
- Damos comienzo al juicio por robo de 3 obras de arte valoradas en 6 millones de euros…
- Cada una – mascullé para mí mismo.
- Que se ponga en pie el acusado – continuó la jueza, sin haberme oído. Me levanté y oí un carraspeo tras mí. Me giré disimuladamente y vi los labios de la detective Beckett moverse silenciosamente.
"Suerte, Rick" decían. Tragué saliva y busqué concentrarme en el caso y no en mis fantasías con aquella detective tan impresionante.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Interesante me gusta continualo pronto que quiero saber que pasa
BESOSS
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Localización : Con los ZOMAtes parlantes XD
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Creo que no había leído nada tuyo.
Escribes genial síguelo vale?
Escribes genial síguelo vale?
Anver- Policia de homicidios
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Localización : Madrid
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
me gusta, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
qué original, continúa pronto!
por cierto... ¿qué significa el título?
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Uhmm... ¿porqué ese sueño? ¿Que nombre habrá en esa placa del cuello? ¿que lios tiene este hombre entre manos?
Uhmmmm me tienes total e incondicionalmente intrigada y enganchada.
Me gusta, me gusta!
Uhmmmm me tienes total e incondicionalmente intrigada y enganchada.
Me gusta, me gusta!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
uuuuuh esto esta realmente interesanteeee ya quiero leer que pasara entre esos dos... que a lejos se ven que se gustan muchooo se sienten atraidos... me encanta
plissss sube la contii prontoo me muero de ganas de leer la conti jajaj ¡nos vemos!
besotesss
plissss sube la contii prontoo me muero de ganas de leer la conti jajaj ¡nos vemos!
besotesss
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
El título está en latín y significa "Inocente hasta que se demuestre lo contrario". Mola más en latín, ¿verdad?xisaa escribió:
qué original, continúa pronto!
por cierto... ¿qué significa el título?
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Parece que no ha quedado muy claro el inicio del capítulo y su continuación. Mis perdones, lector s, en mi cabeza se entendía, pero no me extraña que no lo hagáis, mi mente es un barullo... jajajaja El primer capítulo sería en la serie, y el otro capítulo sería como si Castle se imaginara lo que podría haber pasado. Lo aclararé al final del todo, en todo caso ¡Gracias por leer & comentar!
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- Declaro al acusado… - mi corazón se encogió mientras esperaba el veredicto de la jueza. Sentí las miradas de todos los presentes sobre mí y la tranquilizadora mano de Montgomery en mi brazo. – Inocente por pruebas insuficientes.
No grité, ni salté, ni bailé; pero en mi interior me moría por hacerlo. En lugar de eso, me acerqué al estrado:
- Permiso para acercarse al estrado, señoría – dije, imitando a un abogado.
- Permiso denegado – contestó Gates, sin ni siquiera levantar la vista de los papeles que estaba leyendo. Hice caso omiso de eso:
- ¿Puedo? – pregunté, mirando con deseo el martillito. La jueza Gates enarcó una ceja, y le sostuve la mirada, resistiendo su escrutinio.
- ¿Cuántos años tiene, Señor Castle? ¿Cinco? – preguntó, seria. Oí una carcajada contenida a mi espalda, y al mirar, vi que los compañeros de Beckett estaban atentos a mi conversación con Gates. Les sonreí, divertido.
- No, señora.
- Aha – me miró por encima del borde de sus gafas, esperando algo que yo no le iba a dar.
- Peeeero… - alegué, levantando un dedo y ganándome una mirada reprobatoria - Siempre he deseado hacerlo, está en mi lista de cosas que hacer antes de morir.
- Ya, y en la mía está vivir en una isla desierta y mire donde estoy – dijo Gates, dando por zanjada la conversación, y llevándose el martillito con ella. Hice una mueca de "uuuy, por poco" y los compañeros de la detective se encogieron de hombros.
- ¡Señor Castle! ¡Aquí, Sr. Castle!
- ¿Cómo le ha ido el juicio, Sr. Castle?
- A mi espalda, podéis ver al afamado escritor Richard Castle saliendo del juzgado tras ser acusado de haber robado 3 piezas de arte valoradas en 6 millones de euros cada una. Vamos a ver si podemos acercarnos a él para preguntarle qué tal salió.
Los periodistas me rodearon como tiburones al acecho de carne nada más salir por las puertas del juzgado. De todos lados llegaban preguntas y ruegos para que dedicara unas palabras a la audiencia. Agradecí mentalmente haberme puesto las gafas de sol para que así no pudieran ver mi mirada de desagrado, que se concentraran en mi sonrisa falsa.
- Todo ha salido como esperábamos. Las pruebas eran insuficientes para culpar a mi cliente de algo, y solo tuvimos que dejarles claro que era inocente. – explicó Montgomery, encantado de que todos los micrófonos de concentraran alrededor suya.
Le dejé disfrutar de esos segundos de fama, ya me acercaría luego a agradecérselo y a ofrecerle unos asientos en primera fila para el próximo partido de los Lakers. Mi mirada recorrió la salida del juzgado, buscándola. No quería restregárselo por la cara, sino decirle que quizá la próxima vez lo lograra. La localicé al otro lado de las escaleras de entrada, ya en la acera, hablando por teléfono. Sonreía.
Me sorprendí a mí mismo sonriendo solo porque ella lo hacía. Sacudí la cabeza y bajé los escalones en diagonal, acercándome a ella sigilosamente.
- Está bien, quedamos en – miró el reloj para comprobar si le daba tiempo - ¿20 min donde siempre? – Beckett se río, echando la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados y la cara relajada. Vi que se mordía la lengua al sonreír y pensé que era un gesto tremendamente sexy. – Que sí, mujer. Tú tranquila, pero avisa a mi madre que a lo mejor se olvidó ya. -…- ¡Ni se te ocurra hacer eso Lanie o comes sola! – Se volvió a reír, apartándose el pelo con una mano – Bueno, nos vemos en un rato.
Colgó, sonriendo todavía mientras sacudía la cabeza.
- Parece divertida tu amiga. – comenté, con una sonrisa tonta en la cara. Beckett se sobresaltó, no me había visto.
- Erm… Bueno… Esta loca, eso es lo que le pasa – dijo, guiñando los ojos ante el sol que estaba a mi espalda. Me coloqué de forma que no le molestara y me quité las gafas.
- Lo ha hecho muy bien, detective – tendí mi mano, como ofrenda de paz. Ella se lo pensó por unos segundos, pero la estrechó.
- La próxima vez podré decirte que no va a haber otra próxima vez. Te voy a coger, Castle…
- ¿Sabes? ¿Has visto o leído "A tres metros sobre el cielo"? La novela italiana.
Beckett entrecerró los ojos, extrañada por la pregunta, pero asintió.
- ¿Recuerdas cuando Step le dice a Babi que no va a testificar contra él porque se va a enamorar locamente de él? Pues tengo la sensación de que nos va a pasar igual. – sonreí de lado, traviesamente.
La detective soltó una carcajada, entre divertida e irónica. Se separó la chaqueta, dejándome ver la placa colgada en su cadera.
- ¿Ves eso, Castle? – dijo, señalando las esposas – Pues tengo la sensación de que la próxima vez que nos veamos las llevarás puestas.
Hice un gesto como de dolor mientras me llevaba una mano al pecho.
- Touché, detective.
Beckett vio la diversión en mis ojos, y frunció el ceño:
- ¿Nunca pensaste en cómo se sienten las víctimas de tus robos? – preguntó, metiendo el dedo en la llaga.
Eso sí que me dolió, y pude ver que se daba cuenta por el cambio de su cara al mirarme a los ojos. No dije nada, y Beckett tampoco, solo nos sostuvimos la mirada, dejé que viera el trasfondo de dolor en ella.
- Si me dejaras… - empecé a decir, pero dejé que mi voz se apagara. Me acerqué a la detective y me incliné, depositando un suave beso en su mejilla.
- Quizá nos volvamos a encontrar antes de lo esperado… - susurré, cerca de su oído. La sentí estremecerse y pude ver, con cierta satisfacción, como se le erizaba la piel. Dio un paso atrás, alejándose de mí. – Hasta luego, detective.
- ¿Nunca dices adiós? – preguntó, en voz queda.
- Soy escritor – me encogí de hombros – "Hasta luego" suena más esperanzador.
- Pues yo soy policía… Adiós, Castle. – se despidió, dando media vuelta, haciendo que una ráfaga de olor a cerezas llegara hasta mí. Cerré los ojos momentáneamente, y los abrí al cabo de dos segundos, poniéndome las gafas de sol.
Comprobé el móvil, y vi que tenía un mensaje nuevo. "Esta noche tienes que dar el golpe, ya conoces el objetivo y la casa". Suspiré, cansado. Hora de trabajar…
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Capítulo 3
- Declaro al acusado… - mi corazón se encogió mientras esperaba el veredicto de la jueza. Sentí las miradas de todos los presentes sobre mí y la tranquilizadora mano de Montgomery en mi brazo. – Inocente por pruebas insuficientes.
No grité, ni salté, ni bailé; pero en mi interior me moría por hacerlo. En lugar de eso, me acerqué al estrado:
- Permiso para acercarse al estrado, señoría – dije, imitando a un abogado.
- Permiso denegado – contestó Gates, sin ni siquiera levantar la vista de los papeles que estaba leyendo. Hice caso omiso de eso:
- ¿Puedo? – pregunté, mirando con deseo el martillito. La jueza Gates enarcó una ceja, y le sostuve la mirada, resistiendo su escrutinio.
- ¿Cuántos años tiene, Señor Castle? ¿Cinco? – preguntó, seria. Oí una carcajada contenida a mi espalda, y al mirar, vi que los compañeros de Beckett estaban atentos a mi conversación con Gates. Les sonreí, divertido.
- No, señora.
- Aha – me miró por encima del borde de sus gafas, esperando algo que yo no le iba a dar.
- Peeeero… - alegué, levantando un dedo y ganándome una mirada reprobatoria - Siempre he deseado hacerlo, está en mi lista de cosas que hacer antes de morir.
- Ya, y en la mía está vivir en una isla desierta y mire donde estoy – dijo Gates, dando por zanjada la conversación, y llevándose el martillito con ella. Hice una mueca de "uuuy, por poco" y los compañeros de la detective se encogieron de hombros.
- ¡Señor Castle! ¡Aquí, Sr. Castle!
- ¿Cómo le ha ido el juicio, Sr. Castle?
- A mi espalda, podéis ver al afamado escritor Richard Castle saliendo del juzgado tras ser acusado de haber robado 3 piezas de arte valoradas en 6 millones de euros cada una. Vamos a ver si podemos acercarnos a él para preguntarle qué tal salió.
Los periodistas me rodearon como tiburones al acecho de carne nada más salir por las puertas del juzgado. De todos lados llegaban preguntas y ruegos para que dedicara unas palabras a la audiencia. Agradecí mentalmente haberme puesto las gafas de sol para que así no pudieran ver mi mirada de desagrado, que se concentraran en mi sonrisa falsa.
- Todo ha salido como esperábamos. Las pruebas eran insuficientes para culpar a mi cliente de algo, y solo tuvimos que dejarles claro que era inocente. – explicó Montgomery, encantado de que todos los micrófonos de concentraran alrededor suya.
Le dejé disfrutar de esos segundos de fama, ya me acercaría luego a agradecérselo y a ofrecerle unos asientos en primera fila para el próximo partido de los Lakers. Mi mirada recorrió la salida del juzgado, buscándola. No quería restregárselo por la cara, sino decirle que quizá la próxima vez lo lograra. La localicé al otro lado de las escaleras de entrada, ya en la acera, hablando por teléfono. Sonreía.
Me sorprendí a mí mismo sonriendo solo porque ella lo hacía. Sacudí la cabeza y bajé los escalones en diagonal, acercándome a ella sigilosamente.
- Está bien, quedamos en – miró el reloj para comprobar si le daba tiempo - ¿20 min donde siempre? – Beckett se río, echando la cabeza hacia atrás, con los ojos cerrados y la cara relajada. Vi que se mordía la lengua al sonreír y pensé que era un gesto tremendamente sexy. – Que sí, mujer. Tú tranquila, pero avisa a mi madre que a lo mejor se olvidó ya. -…- ¡Ni se te ocurra hacer eso Lanie o comes sola! – Se volvió a reír, apartándose el pelo con una mano – Bueno, nos vemos en un rato.
Colgó, sonriendo todavía mientras sacudía la cabeza.
- Parece divertida tu amiga. – comenté, con una sonrisa tonta en la cara. Beckett se sobresaltó, no me había visto.
- Erm… Bueno… Esta loca, eso es lo que le pasa – dijo, guiñando los ojos ante el sol que estaba a mi espalda. Me coloqué de forma que no le molestara y me quité las gafas.
- Lo ha hecho muy bien, detective – tendí mi mano, como ofrenda de paz. Ella se lo pensó por unos segundos, pero la estrechó.
- La próxima vez podré decirte que no va a haber otra próxima vez. Te voy a coger, Castle…
- ¿Sabes? ¿Has visto o leído "A tres metros sobre el cielo"? La novela italiana.
Beckett entrecerró los ojos, extrañada por la pregunta, pero asintió.
- ¿Recuerdas cuando Step le dice a Babi que no va a testificar contra él porque se va a enamorar locamente de él? Pues tengo la sensación de que nos va a pasar igual. – sonreí de lado, traviesamente.
La detective soltó una carcajada, entre divertida e irónica. Se separó la chaqueta, dejándome ver la placa colgada en su cadera.
- ¿Ves eso, Castle? – dijo, señalando las esposas – Pues tengo la sensación de que la próxima vez que nos veamos las llevarás puestas.
Hice un gesto como de dolor mientras me llevaba una mano al pecho.
- Touché, detective.
Beckett vio la diversión en mis ojos, y frunció el ceño:
- ¿Nunca pensaste en cómo se sienten las víctimas de tus robos? – preguntó, metiendo el dedo en la llaga.
Eso sí que me dolió, y pude ver que se daba cuenta por el cambio de su cara al mirarme a los ojos. No dije nada, y Beckett tampoco, solo nos sostuvimos la mirada, dejé que viera el trasfondo de dolor en ella.
- Si me dejaras… - empecé a decir, pero dejé que mi voz se apagara. Me acerqué a la detective y me incliné, depositando un suave beso en su mejilla.
- Quizá nos volvamos a encontrar antes de lo esperado… - susurré, cerca de su oído. La sentí estremecerse y pude ver, con cierta satisfacción, como se le erizaba la piel. Dio un paso atrás, alejándose de mí. – Hasta luego, detective.
- ¿Nunca dices adiós? – preguntó, en voz queda.
- Soy escritor – me encogí de hombros – "Hasta luego" suena más esperanzador.
- Pues yo soy policía… Adiós, Castle. – se despidió, dando media vuelta, haciendo que una ráfaga de olor a cerezas llegara hasta mí. Cerré los ojos momentáneamente, y los abrí al cabo de dos segundos, poniéndome las gafas de sol.
Comprobé el móvil, y vi que tenía un mensaje nuevo. "Esta noche tienes que dar el golpe, ya conoces el objetivo y la casa". Suspiré, cansado. Hora de trabajar…
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
O.O oooooooooooooh myyyyyyyyyyy goooooooooooood
y tan pancha lo dejas ahi! xD q mala persona!!! sigueeeeeeeeee
y tan pancha lo dejas ahi! xD q mala persona!!! sigueeeeeeeeee
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Está muy interesante. Este Castle es todo un ladrón, espero que en golpe que dará esa noche no lo cogan, jejejeje.
Continúa pronto.
Continúa pronto.
Yaye- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Ay dios, este fic tiene pinta de molar muchisimo! Me gusta el rollo ese del poli y el caco tonteando, esos dos acaban liandose fijo! Ademas, me encanta esa forma que tienes de escribir. Haces que sea tan, TAN ellos. Y eso es genial porque es ver como un capitulo de la serie.
Ay dios, chica, tienes que continuarlo ya! Quiero saber como se va a desarrollar la historia entre estos dos y de paso saber un poco de que va la historia, que de momento estoy un poquito perdida . Pero vamos, que la dinamica entre Castle y Beckett en tu fic lo borda eh? Pero genialisimo es.
Yo estare aqui esperando la conti como tu fan numero 1!
Ay dios, chica, tienes que continuarlo ya! Quiero saber como se va a desarrollar la historia entre estos dos y de paso saber un poco de que va la historia, que de momento estoy un poquito perdida . Pero vamos, que la dinamica entre Castle y Beckett en tu fic lo borda eh? Pero genialisimo es.
Yo estare aqui esperando la conti como tu fan numero 1!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 4
Beckett entró en el restaurante, buscando con la mirada a su amiga. La vio saludándola desde la mesa de la esquina, y se dio cuenta de que era la última de todas. Se apresuró a llegar a la mesa, disculpándose por el retraso:
- Perdonad, me entretuve a la salida del juzgado.
- Sí, sí, sí… Puedes decir que te entretuvieron, guapa. – dijo Lanie, divertida. Beckett la miró, entrecerrando los ojos, intentando averiguar cómo lo sabía. – Nena, el juzgado estaba lleno de cámaras dispuestas a pillar una exclusiva de Richard Castle.
- Mierda… - masculló, al darse cuenta de aquel detalle.
- Eso lo dices ahora, señorita, pero no mientras te daba un beso, ¿eh? – intervino su madre, dándole un suave codazo a la anonadada detective.
- ¿¡Qué?! – exclamó, demasiado alto. Varias cabezas se giraron a mirarla y bajó el tono - ¿Qué? – repitió.
- Vamos, no te hagas la escandalizada, lo hemos visto todo – Lanie señaló con un tenedor lleno de lechuga una televisión con el canal de las noticias puesto. Reconoció la cadena porque hacía media hora, la habían entrevistado a la salida del juzgado.
Se hundió en la silla, tapándose la cara con las manos.
- ¿Cuánto se ha visto? – preguntó, preocupada.
- Nada… Solo tú y él hablando. Ah, y el morreo.
A Beckett se le abrió la boca, intentando recordar algún morreo.
- No me habías contado que os habíais acostado – comentó su madre, con una ceja levantada y aguantando la sonrisa.
- ¡Es que no lo hemos hecho! – Volvió a bajar el tono ante la mirada fulminante de la que parecía una abogada – Me dio un beso en la mejilla, no en los labios.
- Ah, eso lo explica todo – dijo Lanie, intercambiando una mirada cómplice con Johanna Beckett, quién le sonrió.
- ¿Explicar el que? – preguntó Beckett, perdida.
- Tu… ¿Cómo decirlo para que no enfades? – Ante la mirada molesta de su hija, Johanna contestó directamente – Tu sosería.
Lanie soltó una escandalosa carcajada, ganándose un manotazo de la detective. Ésta se concentró por unos segundos en su comida.
- Lo que me faltaba ya… Que vosotras dos – dijo, señalándolas con el tenedor – os aliéis. ¡Menudas sois!
La forense y Johanna compartieron sendas miradas divertidas, sonriendo abiertamente. Entonces, su madre entró en lo que de verdad les interesaba:
- Y… ¿Tienes pensado acostarte con él?
Beckett intentó no escupirle a la de la mesa de al lado el vino, y tragó a duras penas, tosiendo porque se había atragantado con la sorpresa.
- ¿Qu…? – un nuevo ataque de tos impidió que soltara todo lo que quería decir. Su madre le dio suaves palmaditas en la espalda, hasta que Lanie le dijo que no hiciera eso que no era bueno.
Tras un trago de agua, la detective consiguió volver a respirar bien. Se aclaró la garganta, y preguntó con voz calmada:
- ¿De dónde has sacado esa idea? - pero fue Lanie quien contestó:
- Oh, vamos, nena. ¡Es obvio que ese tío te pone!
- ¡Ssshh! Baja el tono – la reprendió Beckett tras ver las miradas curiosas de las mesas vecinas. Lanie hizo un gesto con la mano, como diciendo que daba igual.
- Yo solo digo, hija, que como madre, me preocupa que estés en la treintena y sin pareja. Quiero nietos, ya sabes…
La detective enterró la cara en las manos, maldiciéndose por haber aceptado esa invitación para comer. Gran error juntar a esas dos…
- Entonces... ¿Cuándo es la cita? – preguntó la forense, mientras mordía lo que tenía en el tenedor.
- No hay ninguna cita, no sé qué película os habéis montado.
- ¿Y de qué hablabais pues? Porque hay un momento donde parece que metiste la pata hasta el fondo…
Beckett cerró los ojos, recordándolo.
- Hice una pregunta que no debería haber hecho. Parece que, a pesar de ser un ladrón, tiene remordimientos.
Johanna frunció el ceño, pensando en algo.
- Creo haber leído algo sobre este hombre, algo que me llamó mucho la atención.
Las miradas de ambas amigas se centraron en Johanna, que sacudió la cabeza, sin poder recordarlo.
- Lo buscaré por casa, a ver si tu padre no me lo tiró.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Caminé por el oscuro pasillo con el iPhone en una mano y una bolsa en la otra, mirando a los lados mientras buscaba el número 105. Cuando encontré la puerta correcta, dejé la bolsa en el suelo, arrodillándome para buscar lo que necesitaba.
Iluminándome con el móvil, tardé exactamente 15 segundos en doblegar la cerradura de la casa. Guardé las ganzúas en el bolsillo, y cogí la bolsa mientras apagaba el iPhone y lo guardaba. Entré silenciosamente y reprimí un silbido ante la inmensidad del piso. El dueño era un ricachón, compañero mío de partidas de póker, que había comprado todos los pisos del lado izquierdo de esa planta y había derribado las paredes para comunicarlos. Centrándome en el trabajo, coloqué un dispositivo al lado de un enchufe, puenteando la luz y logrando interferir en las cámaras y alarmas de seguridad. Bendita tecnología.
Comprobé que la pistola que llevaba tuviera el cargador lleno de dardos tranquilizantes, y recorrí con cuidado la casa, buscando mi objetivo. Por el camino me encontré con un guarda de seguridad que recorría la casa armado con una linterna y una porra colgada en el cinturón. Reprimí la risa y le disparé. Corrí y le sujeté antes de que cayera al suelo, depositándole yo suavemente para que no hiciera ruido. Comprobando que todo estuviera bien, seguí mi camino.
Disparé a dos guaridas más y al dueño de la casa, por si las moscas. Tras quitarles los dardos y guardarlos en un bolsillo, encontré la urna que buscaba. Por los pasillos había bastantes esculturas y cuadros caros, pero yo tenía un objetivo específico: una estatua del tamaño de mi antebrazo, bañada en oro, y que representaba a un puño sujetando un billete hecho con esmeraldas y diamantes.
Con sumo cuidado, retiré la urna y reemplacé rápidamente la escultura con una piedra, por si había alguna alarma en la base. Guardé el puño en la bolsa, coloqué la urna otra vez y salí del piso silenciosamente, fundiéndome con las sombras de la casa. Ya fuera, me dirigí al lugar de encuentro, donde había quedado con el que quería la obra de arte. Una furgoneta negra se acercó al callejón, iba sin matrícula y con las luces apagadas. Abrieron una ventana y me encontré con el cañón de una pistola apuntándome directamente.
Me bloqueé. Se me olvidó como respirar, quien era… Todo. Volví tiempo atrás, al suelo de mi casa, notando la sangre caer por un lado de mi cara y con la camisa empapada en ella, mientras el acero de la bala me quemaba el hombro.
- ¡Entrégame el puño! – volvieron a gritar, haciendo que reaccionara.
Levanté las manos, para tranquilizarles, y extendí la bolsa con la escultura. El cañón de pistola se retiró mientras comprobaban que era la verdadera.
- Un placer hacer negocios contigo.
Me tiraron una bolsa de cuero a la cara mientras daban marcha atrás y salían pitando de allí. Tragué saliva, normalizando los latidos de mi corazón, e inconscientemente, toqué la chapa que llevaba colgada al cuello. Cerré los ojos, conteniendo el dolor y las lágrimas. Me agaché a recoger mi dinero, aspirando el aroma a gasolina y goma quemada que dejaron en el callejón. Con un sonoro suspiro, me quité la máscara de Linterna Verde que usaba en mis trabajos, y me alejé con paso cansado hacia donde había dejado aparcado el coche.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Muchas gracias a mi Duncaniana / Raquellion por resolverme las dudas a última hora sobre el nombre del Alcade --> Información falsa... ¡Te loveo Duncaniana!
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La canción de "Champion" me despertó a las 9 de la mañana, sacándome de mi sueño bruscamente. Abrí un ojo y me di cuenta de que tenía la boca abierta. La cerré y me masajeé el cuello, dolorido por haberme quedado dormido en el sillón. Localicé mi iPhone en la mesa y me estiré para cogerle, aprovechando la situación para estirar las articulaciones.
- ¿Sí? – contesté, aclarándome la garganta para no tener voz ronca.
- ¿Rick? Gracias a dios que contestas. Llevo llamándote todo el día.
- ¿Día? ¡Son las 9 de la mañana! – dije, frotándome un ojo y dejando caer la cabeza en el cojín.
- Lo sé, lo sé. Pero… Tengo un problema. Anoche me entraron a robar.
Eso me despejó totalmente la cabeza, haciendo que me irguiera y prestara la máxima atención.
- ¿Cómo? ¿Qué se han llevado?
- Nah, una falsificación de un grabado de Sargent.
- ¿Pero tú estás bien? – pregunté, preocupado.
- Sí, sí. No te preocupes. Oye… Esto es muy violento para mí, pero nos conocemos de siempre y… No has sido tú, ¿verdad?
- ¿¡Qué?! ¡Claro que no, Rob! ¡A ti nunca!
- Lo sé, pero mi mujer no me dejaba en paz… Lo siento si te he ofendido, Rick. No pretendía hacerlo. – se disculpó.
- No, tío, comprendo tu preocupación. Pero eres el único al que se lo he contado, el único que conoce los verdaderos motivos de que lo haga… - me levanté, dando vueltas por el salón mientras me pasaba una mano por la cara.
- Tienes tus razones… Créeme cuando te digo que confío en ti. Ahora mismo está la policía en mi casa, empolvándolo todo para sacar huellas. Me siento invadido e impotente.
Solté una carcajada:
- ¿Has hablado con tu médico? Podría recetarte viagra o algo – oí su risa al otro lado del teléfono, pillando mi broma.
- No en ese sentido, mente sucia. – Aclaró – Es solo que me tratan con tanta reverencia. ¡Soy su alcalde pero no es para tanto!
- Tú manejas sus sueldos, comprende que te tengan respeto, Rob.
Su amigo suspiró desde el otro lado:
- ¡Al diablo con el respeto! Ojalá me trataran como a uno más, me estresa que sean tan respetuosos solo por ser yo… La única que no se corta ni un pelo conmigo es esa detective… ¿Cómo se llamaba?
- ¿Beckett? ¿Detective Kate Beckett de Robos? – pregunté, ahora sí que totalmente interesado.
- ¡Esa misma! – Dijo Rob, chascando los dedos – Noto interés por tu parte… Espera. ¿No es esa con la que saliste el otro día en la tele?
- Arg… Cada día les tengo más asco a los periodistas… - dije, con desagrado.
- Mientras no me mates a Rook, puedes odiarles cuanto quieras. – bromeó el alcalde. Me reí con él y le pregunté si quería que me pasara por allí.
- Eso te iba a pedir. Somos colegas desde siempre, y yo no me chivé de lo tuyo porque tienes tus motivos, además de que luego las obras robadas aparecen gracias a una "pista anónima".
- Y no sabes cuánto te lo agradezco, Rob. – dije rápidamente, pero de todo corazón.
- Sí que lo sé y por eso me voy a cobrar el favor ahora. Me gustaría que colaboraras con la policía, tú eres de este mundillo y conoces los trucos. Aunque la obra no tiene valor, es más el orgullo y asegurarme de que no vuelva a pasar. ¿Comprendes?
- Por supuesto. Iré en cuanto pueda. – respondí. Ya me había alegrado el día, la semana, el mes… ¡La vida entera!
- Gracias, Rick. Te la debo…
- No seas tonto. No te debo yo cosas ni nada… - mientras hablaba, iba metiendo ropa en una maleta. - ¿Estáis en…? – empecé.
- Sí, pero nos vamos a la isla. Trabajaréis desde allí. – me cortó. Asentí y cuando me di cuenta de que no podía verme, respondí afirmativamente y tras unas bromas, colgamos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
James Arthur despertó a Beckett con su "Impossible". Ésta alargó un brazo, tanteando en la mesilla y tirando varias cosas en el intento de hacer callar a su teléfono. Cuando logró cogerlo, desbloqueó la pantalla mientras parpadeaba para enfocar la vista, luchando con el sueño.
- Beckett. – respondió, con voz dormida todavía.
- Detective Beckett, reunión en mi despacho en media hora. Hay novedades en el caso de robo al alcalde.
- Perdone, señor, pero pensé que hoy era mi día libre.
- Ya no, detective.
- Además – continuó ésta - ¿No le iban a dar el caso a otro?
- El alcalde me ha pedido que sea usted la que lo investigue. Así que levántese ya y venga para aquí, no quisiera hacerle esperar.
El capitán colgó sin darle tiempo a Beckett a replicar, ni siquiera a responder. Se quedó tirada en la cama, con el iPhone apoyado en la mejilla, oyendo el pitido de cuando se corta la comunicación.
- ¡Es una persona! No entiendo porque todos le tratan como a un dios… - refunfuñó, desenredándose las sábanas a patadas. Acordándose de toda la familia del alcalde, se levantó, se vistió y se lavó la cara a conciencia, pero hasta que no se tomara su café no sería persona.
Salió del despacho del capitán con mala cara. Se le había estropeado el día, la semana, el mes… ¡La vida entera!
- ¿Qué pasa, Beckett? – preguntó Esposito, quitando los pies de la mesa y haciendo rodar su silla hasta acercarse a su compañera.
- Tengo que irme a la isla privada del alcalde para desentrañar el robo.
- Tampoco está tan mal, ¿no? – opinó Ryan, sentándose en el borde de la mesa de Beckett. Ésta le miró, y añadió:
- Es que eso es la parte buena.
- ¿Entonces…? – dijo Esposito, esperando la respuesta…
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La canción de "Champion" me despertó a las 9 de la mañana, sacándome de mi sueño bruscamente. Abrí un ojo y me di cuenta de que tenía la boca abierta. La cerré y me masajeé el cuello, dolorido por haberme quedado dormido en el sillón. Localicé mi iPhone en la mesa y me estiré para cogerle, aprovechando la situación para estirar las articulaciones.
- ¿Sí? – contesté, aclarándome la garganta para no tener voz ronca.
- ¿Rick? Gracias a dios que contestas. Llevo llamándote todo el día.
- ¿Día? ¡Son las 9 de la mañana! – dije, frotándome un ojo y dejando caer la cabeza en el cojín.
- Lo sé, lo sé. Pero… Tengo un problema. Anoche me entraron a robar.
Eso me despejó totalmente la cabeza, haciendo que me irguiera y prestara la máxima atención.
- ¿Cómo? ¿Qué se han llevado?
- Nah, una falsificación de un grabado de Sargent.
- ¿Pero tú estás bien? – pregunté, preocupado.
- Sí, sí. No te preocupes. Oye… Esto es muy violento para mí, pero nos conocemos de siempre y… No has sido tú, ¿verdad?
- ¿¡Qué?! ¡Claro que no, Rob! ¡A ti nunca!
- Lo sé, pero mi mujer no me dejaba en paz… Lo siento si te he ofendido, Rick. No pretendía hacerlo. – se disculpó.
- No, tío, comprendo tu preocupación. Pero eres el único al que se lo he contado, el único que conoce los verdaderos motivos de que lo haga… - me levanté, dando vueltas por el salón mientras me pasaba una mano por la cara.
- Tienes tus razones… Créeme cuando te digo que confío en ti. Ahora mismo está la policía en mi casa, empolvándolo todo para sacar huellas. Me siento invadido e impotente.
Solté una carcajada:
- ¿Has hablado con tu médico? Podría recetarte viagra o algo – oí su risa al otro lado del teléfono, pillando mi broma.
- No en ese sentido, mente sucia. – Aclaró – Es solo que me tratan con tanta reverencia. ¡Soy su alcalde pero no es para tanto!
- Tú manejas sus sueldos, comprende que te tengan respeto, Rob.
Su amigo suspiró desde el otro lado:
- ¡Al diablo con el respeto! Ojalá me trataran como a uno más, me estresa que sean tan respetuosos solo por ser yo… La única que no se corta ni un pelo conmigo es esa detective… ¿Cómo se llamaba?
- ¿Beckett? ¿Detective Kate Beckett de Robos? – pregunté, ahora sí que totalmente interesado.
- ¡Esa misma! – Dijo Rob, chascando los dedos – Noto interés por tu parte… Espera. ¿No es esa con la que saliste el otro día en la tele?
- Arg… Cada día les tengo más asco a los periodistas… - dije, con desagrado.
- Mientras no me mates a Rook, puedes odiarles cuanto quieras. – bromeó el alcalde. Me reí con él y le pregunté si quería que me pasara por allí.
- Eso te iba a pedir. Somos colegas desde siempre, y yo no me chivé de lo tuyo porque tienes tus motivos, además de que luego las obras robadas aparecen gracias a una "pista anónima".
- Y no sabes cuánto te lo agradezco, Rob. – dije rápidamente, pero de todo corazón.
- Sí que lo sé y por eso me voy a cobrar el favor ahora. Me gustaría que colaboraras con la policía, tú eres de este mundillo y conoces los trucos. Aunque la obra no tiene valor, es más el orgullo y asegurarme de que no vuelva a pasar. ¿Comprendes?
- Por supuesto. Iré en cuanto pueda. – respondí. Ya me había alegrado el día, la semana, el mes… ¡La vida entera!
- Gracias, Rick. Te la debo…
- No seas tonto. No te debo yo cosas ni nada… - mientras hablaba, iba metiendo ropa en una maleta. - ¿Estáis en…? – empecé.
- Sí, pero nos vamos a la isla. Trabajaréis desde allí. – me cortó. Asentí y cuando me di cuenta de que no podía verme, respondí afirmativamente y tras unas bromas, colgamos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
James Arthur despertó a Beckett con su "Impossible". Ésta alargó un brazo, tanteando en la mesilla y tirando varias cosas en el intento de hacer callar a su teléfono. Cuando logró cogerlo, desbloqueó la pantalla mientras parpadeaba para enfocar la vista, luchando con el sueño.
- Beckett. – respondió, con voz dormida todavía.
- Detective Beckett, reunión en mi despacho en media hora. Hay novedades en el caso de robo al alcalde.
- Perdone, señor, pero pensé que hoy era mi día libre.
- Ya no, detective.
- Además – continuó ésta - ¿No le iban a dar el caso a otro?
- El alcalde me ha pedido que sea usted la que lo investigue. Así que levántese ya y venga para aquí, no quisiera hacerle esperar.
El capitán colgó sin darle tiempo a Beckett a replicar, ni siquiera a responder. Se quedó tirada en la cama, con el iPhone apoyado en la mejilla, oyendo el pitido de cuando se corta la comunicación.
- ¡Es una persona! No entiendo porque todos le tratan como a un dios… - refunfuñó, desenredándose las sábanas a patadas. Acordándose de toda la familia del alcalde, se levantó, se vistió y se lavó la cara a conciencia, pero hasta que no se tomara su café no sería persona.
Salió del despacho del capitán con mala cara. Se le había estropeado el día, la semana, el mes… ¡La vida entera!
- ¿Qué pasa, Beckett? – preguntó Esposito, quitando los pies de la mesa y haciendo rodar su silla hasta acercarse a su compañera.
- Tengo que irme a la isla privada del alcalde para desentrañar el robo.
- Tampoco está tan mal, ¿no? – opinó Ryan, sentándose en el borde de la mesa de Beckett. Ésta le miró, y añadió:
- Es que eso es la parte buena.
- ¿Entonces…? – dijo Esposito, esperando la respuesta…
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Y lo dejas asi? eso no se hace
Me encanta, continua pronto.
Me encanta, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Vaya y hasta hoy no me había leído nada de este relato, que me ha encantado, está muy interesante, jajajajaja
Asesor en técnicas de robo, jajajaja
Ahora sí que creo que se pone interesante el asunto de juntar a estos dos, jajajajaja
Sigue prontito, que me quiero enterar de dónde tiene la isla el Alcalde, jajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Asesor en técnicas de robo, jajajaja
Ahora sí que creo que se pone interesante el asunto de juntar a estos dos, jajajajaja
Sigue prontito, que me quiero enterar de dónde tiene la isla el Alcalde, jajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
agecastbet escribió:Vaya y hasta hoy no me había leído nada de este relato, que me ha encantado, está muy interesante, jajajajaja
Asesor en técnicas de robo, jajajaja
Ahora sí que creo que se pone interesante el asunto de juntar a estos dos, jajajajaja
Sigue prontito, que me quiero enterar de dónde tiene la isla el Alcalde, jajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Muy mal por no haberlo leido antes!! CASTIGADA!!
Bueno, para no desviarme del tema.... lovecastlebeckett, esta historia ya te lo dije en otra página me parece curioso por romper la monotonía de lo real, y ver ese "tira y afloja" entre el ladrón y policía me gusta mucho ^^
Aunque nos has dejado ahí en mitad de la aventura!!! Vuelve prontito anda!!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Ahora van a trabajar juntos??? Ladrón con detective de robos??? Jajajaja. Muy bueno, en el momento en que empiecen a trabajar juntos compadezco a la pobre Kate, la que le van a dar su madre y su queridisima amiga, jejejeje, creo que no va ha quedar con ellas solas para cooer por un tiempo
Espero que puedas continuar pronto.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
- ¡OH DIOS MIO! ¿¡Con Richard Castle?! ¿¡TU Richard Castle?! – Gritó Lanie, eufórica.
Estaban en el apartamento de Beckett, haciendo las maletas para que la detective se fuera a la isla. Había llamado a Lanie desde la oficina, bajo la estupefacta mirada de sus compañeros, que aún seguían en shock cuando les dijo que se iba a casa a prepararlo todo. Nadie se esperaba aquello…
- Uno, no grites, Lanie. Dos, no es MI Richard Castle, es el ladrón / escritor que llevo intentando pillar desde que empezaron sus hurtos. Tres, ¿se puede saber porque estás tan contenta? Deberías estar dándome el pésame o algo así. – dijo Beckett, marcando con los dedos cada punto.
- ¿Estas de coña? ¿Tú sabes lo que significa esto? – preguntó Lanie. Ante el silencio de su amiga, continuó - ¡Aquí va a haber tema!
Beckett puso los ojos en blanco y fue a la cocina a buscar una cerveza, aunque preferiría algo más fuerte. La forense la siguió de cerca, mientras conspiraba y se montaba una historia sobre lo que iba a pasar, dando completos detalles. La detective se paró de golpe, haciendo que chocaran la una contra la otra, se giró y dijo:
- Si no quieres que te eche de mi piso, te sugiero que cierres la boquita, guapa.
- Nena, necesitas un buen polvo que te quite ese mal humor.
- Ya me buscaré a algún desesperado – dijo Beckett, de broma.
- Oh, yo conozco a uno. Está en una isla y ha hablado con su "BFF" – Lanie hizo el gesto en el aire de la comillas – el alcalde para poder trabajar contigo.
- Fue al revés. Yo creo que deberíais invitar al alcalde "llámame Rob" a vuestras reuniones de "Vayamos a juntar a Beckett con un maromo". – la detective imitó a su amiga haciendo el gesto de las comillas con los dedos.
Lanie se empezó a reír al ver a Kate tan enfadada. Cuando vio que a ésta no le hacía ni pizca de gracia, intentó parar pero no podía.
- Que… - dijo, sin aire y 5 minutos después – ¡Qué bueno…! ¿Te lo puedo copiar?
- ¿Me vas a dar los derechos de autor? – contraatacó Beckett, sonriendo. Su amiga siempre lograba hacerla sonreír…
Lanie desapareció un momento mientras la detective hacía la maleta, y cuando volvió, metió una caja disimuladamente entre la ropa, pero Beckett se dio cuenta:
- ¿Qué haces? – preguntó, entrecerrando los ojos.
- Nada, siendo una buena amiga y asegurándome de que de momento no le haces nietos a tu madre.
Beckett abrió los ojos de par en par y dejó caer los zapatos que tenía en la mano. Saltó hacia la maleta y sacó a cajita, confirmando sus sospechas.
- ¡Lanie! Tú tienes un concepto de mí muy malo. ¿Te piensas que yo me abro de piernas así como así o qué? – preguntó, medio en broma, medio escandalizada.
- Si se trata de un maromo como Castle… - la forense fingió que lo pensaba - ¡Sí!
Kate sacudió la cabeza y dejó la caja encima de la cama, y aunque se dio cuenta de que Lanie la volvía a meter cuando se giró para recoger los zapatos del suelo, se hizo la tonta.
Cuando estaba cerrando las maletas, con Lanie encima de una de ellas para poder hacerlo, alguien llamó a la puerta. Beckett suspiró y puso cara de póker, lo que hizo que a la forense solo se le ensanchara aún más la sonrisa. Fue a abrir dando saltitos.
- ¡Pareces Heidi! – le gritó la detective desde la puerta de la habitación, riéndose cuando su amiga empezó a cantar "Iodelé hihú".
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Me abrió la puerta una chica latina muy sexy. Puse mi sonrisa de seductor y me pasé una mano por el pelo para retirarme el mechón rebelde de siempre.
- Richard Castle, supongo – me saludó, ronroneando al pronunciar la "R" también, pero no causó la misma reacción en mí que la persona que vi moverse por la habitación.
- El mismo que viste y calza – respondí, sonriendo ampliamente – Pero no tengo el placer de conocerla, señorita.
- Lanie. Soy Lanie – aclaró ella.
- Aaah, la amiga loca. – dije, relacionándola con la chica que hizo reír tanto a Beckett en el juzgado.
- La misma que viste y calza – imitó, haciendo una burlona reverencia. Solté una carcajada, sí que era divertida. Me incliné para intercambiar dos besos con ella.
- Kate estará lista en unos minutillos, puedes pasar si quieres. – se echó a un lado mientras me contaba que era forense y como conoció a Beckett. Yo escuchaba todo atento pero con la atención dividida entre su historia y la figura de la detective, que se recortaba contra la puerta y que se estaba cambiando de ropa. Tragué saliva y desvié la mirada antes de que Lanie se diera cuenta.
- ¿Me esperas un momentito? Vuelvo enseguida – dijo ella, entrando a paso rápido en la habitación.
Recorrí con la mirada el loft de la detective, con especial atención de los cuadros y estatuillas que decoraban paredes y estanterías. Me llamó la atención el cuadro que ocupaba toda una pared del salón y que mostraba a una chica con una capa morada cruzando un puente, mientras un bebé lloraba en una esquina y un avión de guerra surcaba el cielo. Curiosa elección para una casa…
- ¿Pensando en robarlo, Castle? – preguntó una inconfundible voz a mi espalda.
Me giré, sonriendo de lado.
- Mmmm… No es de mi estilo – respondí, evasivo como siempre.
- ¿Demasiado grande?
- Demasiado tétrico – opiné, mirándola inquisitivamente – Estaba pensando en que es una curiosa elección para un cuadro.
Beckett se me acercó y entonces vi que llevaba ya las maletas en las manos, y por desgracia, ya iba vestida…
- ¿Te cuento un secreto? – susurró. Asentí, divertido. – La anterior propietaria hizo unos destrozos enormes en la pared y colgó ese cuadro para disimularlo. Podría haberlo pintado pero… Puf, solo de pensarlo me da pereza.
Me reí, descubriendo esa nueva faceta en la detective. Parecía tan incansable, tan salvaje… No pude evitar preguntarme si sería igual en todos los aspectos. "Relájate, mente sucia" pensé.
- ¿Estás lista? – pregunté para distraer a mi mente.
Ella echó un vistazo a su alrededor y asintió. Le cogí las maletas y me dirigí a la puerta para dejar a ambas amigas un poco de intimidad. A los cinco minutos, Beckett salió al pasillo, donde yo la esperaba medio sentado en una maleta. Venía sonriendo por alguna broma entre ellas, y yo me alegré de que estuviera así y no a la defensiva. Esperamos a que el ascensor subiera y Lanie apareció en la puerta de la casa, con una amplia sonrisa.
- Ten cuidado chico escritor. Como le hagas algo, tengo un bisturí y se utilizarlo…
Solté una carcajada y levanté las manos como había hecho la noche anterior en el callejón:
- Soy inocente, lo juro.
- Depende de para que, ¿no crees? – me picó Beckett. Me giré hacia ella, con la sonrisa todavía puesta.
- Uy, detective. No sabes la razón que tienes… - se lo susurré de forma sensual y lo acompañé de un guiño. Saludé a Lanie por última vez mientras entraba en el ascensor, pero por el rabillo del ojo vi a Beckett cerrar los ojos y tragar saliva.
Estaban en el apartamento de Beckett, haciendo las maletas para que la detective se fuera a la isla. Había llamado a Lanie desde la oficina, bajo la estupefacta mirada de sus compañeros, que aún seguían en shock cuando les dijo que se iba a casa a prepararlo todo. Nadie se esperaba aquello…
- Uno, no grites, Lanie. Dos, no es MI Richard Castle, es el ladrón / escritor que llevo intentando pillar desde que empezaron sus hurtos. Tres, ¿se puede saber porque estás tan contenta? Deberías estar dándome el pésame o algo así. – dijo Beckett, marcando con los dedos cada punto.
- ¿Estas de coña? ¿Tú sabes lo que significa esto? – preguntó Lanie. Ante el silencio de su amiga, continuó - ¡Aquí va a haber tema!
Beckett puso los ojos en blanco y fue a la cocina a buscar una cerveza, aunque preferiría algo más fuerte. La forense la siguió de cerca, mientras conspiraba y se montaba una historia sobre lo que iba a pasar, dando completos detalles. La detective se paró de golpe, haciendo que chocaran la una contra la otra, se giró y dijo:
- Si no quieres que te eche de mi piso, te sugiero que cierres la boquita, guapa.
- Nena, necesitas un buen polvo que te quite ese mal humor.
- Ya me buscaré a algún desesperado – dijo Beckett, de broma.
- Oh, yo conozco a uno. Está en una isla y ha hablado con su "BFF" – Lanie hizo el gesto en el aire de la comillas – el alcalde para poder trabajar contigo.
- Fue al revés. Yo creo que deberíais invitar al alcalde "llámame Rob" a vuestras reuniones de "Vayamos a juntar a Beckett con un maromo". – la detective imitó a su amiga haciendo el gesto de las comillas con los dedos.
Lanie se empezó a reír al ver a Kate tan enfadada. Cuando vio que a ésta no le hacía ni pizca de gracia, intentó parar pero no podía.
- Que… - dijo, sin aire y 5 minutos después – ¡Qué bueno…! ¿Te lo puedo copiar?
- ¿Me vas a dar los derechos de autor? – contraatacó Beckett, sonriendo. Su amiga siempre lograba hacerla sonreír…
Lanie desapareció un momento mientras la detective hacía la maleta, y cuando volvió, metió una caja disimuladamente entre la ropa, pero Beckett se dio cuenta:
- ¿Qué haces? – preguntó, entrecerrando los ojos.
- Nada, siendo una buena amiga y asegurándome de que de momento no le haces nietos a tu madre.
Beckett abrió los ojos de par en par y dejó caer los zapatos que tenía en la mano. Saltó hacia la maleta y sacó a cajita, confirmando sus sospechas.
- ¡Lanie! Tú tienes un concepto de mí muy malo. ¿Te piensas que yo me abro de piernas así como así o qué? – preguntó, medio en broma, medio escandalizada.
- Si se trata de un maromo como Castle… - la forense fingió que lo pensaba - ¡Sí!
Kate sacudió la cabeza y dejó la caja encima de la cama, y aunque se dio cuenta de que Lanie la volvía a meter cuando se giró para recoger los zapatos del suelo, se hizo la tonta.
Cuando estaba cerrando las maletas, con Lanie encima de una de ellas para poder hacerlo, alguien llamó a la puerta. Beckett suspiró y puso cara de póker, lo que hizo que a la forense solo se le ensanchara aún más la sonrisa. Fue a abrir dando saltitos.
- ¡Pareces Heidi! – le gritó la detective desde la puerta de la habitación, riéndose cuando su amiga empezó a cantar "Iodelé hihú".
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Me abrió la puerta una chica latina muy sexy. Puse mi sonrisa de seductor y me pasé una mano por el pelo para retirarme el mechón rebelde de siempre.
- Richard Castle, supongo – me saludó, ronroneando al pronunciar la "R" también, pero no causó la misma reacción en mí que la persona que vi moverse por la habitación.
- El mismo que viste y calza – respondí, sonriendo ampliamente – Pero no tengo el placer de conocerla, señorita.
- Lanie. Soy Lanie – aclaró ella.
- Aaah, la amiga loca. – dije, relacionándola con la chica que hizo reír tanto a Beckett en el juzgado.
- La misma que viste y calza – imitó, haciendo una burlona reverencia. Solté una carcajada, sí que era divertida. Me incliné para intercambiar dos besos con ella.
- Kate estará lista en unos minutillos, puedes pasar si quieres. – se echó a un lado mientras me contaba que era forense y como conoció a Beckett. Yo escuchaba todo atento pero con la atención dividida entre su historia y la figura de la detective, que se recortaba contra la puerta y que se estaba cambiando de ropa. Tragué saliva y desvié la mirada antes de que Lanie se diera cuenta.
- ¿Me esperas un momentito? Vuelvo enseguida – dijo ella, entrando a paso rápido en la habitación.
Recorrí con la mirada el loft de la detective, con especial atención de los cuadros y estatuillas que decoraban paredes y estanterías. Me llamó la atención el cuadro que ocupaba toda una pared del salón y que mostraba a una chica con una capa morada cruzando un puente, mientras un bebé lloraba en una esquina y un avión de guerra surcaba el cielo. Curiosa elección para una casa…
- ¿Pensando en robarlo, Castle? – preguntó una inconfundible voz a mi espalda.
Me giré, sonriendo de lado.
- Mmmm… No es de mi estilo – respondí, evasivo como siempre.
- ¿Demasiado grande?
- Demasiado tétrico – opiné, mirándola inquisitivamente – Estaba pensando en que es una curiosa elección para un cuadro.
Beckett se me acercó y entonces vi que llevaba ya las maletas en las manos, y por desgracia, ya iba vestida…
- ¿Te cuento un secreto? – susurró. Asentí, divertido. – La anterior propietaria hizo unos destrozos enormes en la pared y colgó ese cuadro para disimularlo. Podría haberlo pintado pero… Puf, solo de pensarlo me da pereza.
Me reí, descubriendo esa nueva faceta en la detective. Parecía tan incansable, tan salvaje… No pude evitar preguntarme si sería igual en todos los aspectos. "Relájate, mente sucia" pensé.
- ¿Estás lista? – pregunté para distraer a mi mente.
Ella echó un vistazo a su alrededor y asintió. Le cogí las maletas y me dirigí a la puerta para dejar a ambas amigas un poco de intimidad. A los cinco minutos, Beckett salió al pasillo, donde yo la esperaba medio sentado en una maleta. Venía sonriendo por alguna broma entre ellas, y yo me alegré de que estuviera así y no a la defensiva. Esperamos a que el ascensor subiera y Lanie apareció en la puerta de la casa, con una amplia sonrisa.
- Ten cuidado chico escritor. Como le hagas algo, tengo un bisturí y se utilizarlo…
Solté una carcajada y levanté las manos como había hecho la noche anterior en el callejón:
- Soy inocente, lo juro.
- Depende de para que, ¿no crees? – me picó Beckett. Me giré hacia ella, con la sonrisa todavía puesta.
- Uy, detective. No sabes la razón que tienes… - se lo susurré de forma sensual y lo acompañé de un guiño. Saludé a Lanie por última vez mientras entraba en el ascensor, pero por el rabillo del ojo vi a Beckett cerrar los ojos y tragar saliva.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Mira que me gusta la pareja, pero Lanie es mi preferida, jajajajajaja
Está por encima del bien y del mal, es lo más divertido de toda la serie, incluido Castle, es un personaje completamente desaprovechado, me encantaría que la dieran más tiempo, jajajajajaja
Bueno a lo que iba, esto se está poniendo al rojo como asegura Lanie, así que no tardes mucho que ya estoy impaciente por seguir leyendo, jajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS
Está por encima del bien y del mal, es lo más divertido de toda la serie, incluido Castle, es un personaje completamente desaprovechado, me encantaría que la dieran más tiempo, jajajajajaja
Bueno a lo que iba, esto se está poniendo al rojo como asegura Lanie, así que no tardes mucho que ya estoy impaciente por seguir leyendo, jajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me gusta continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
agecastbet escribió:Mira que me gusta la pareja, pero Lanie es mi preferida, jajajajajaja
Está por encima del bien y del mal, es lo más divertido de toda la serie, incluido Castle, es un personaje completamente desaprovechado, me encantaría que la dieran más tiempo, jajajajajaja
Bueno a lo que iba, esto se está poniendo al rojo como asegura Lanie, así que no tardes mucho que ya estoy impaciente por seguir leyendo, jajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSS
lo tuyo conmigo asusta! jajaj opino lo mismo y en este fic aun mas!
me encanta de verdad, sigueeeeeee jijijiii vaaaaaaaya cachondeito le espera a Beckett jajajajajajajajajajaja la verdad que teniendo amigas asi es normal
en cuantito puedas ya sabes!! continuaaaaaaaaaaaa
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