In dubio pro reo [COMPLETO]
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ZOMAtitos&Oreos
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
sigueeeeee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Dos capis nuevos en lugar de uno, ¡eso sí que mola! jajajajaja
¡Me encanta el rollito que se traen estos dos! Que risas me echo Y aún así siguen siendo adorables, si es que, es imposible no quererlos
Me alegra ir conociendo más esos secretos de su pasado, creo que está claro que le paso a Rick, pero es tan triste A ver que más se va descubriendo...
¡Y a ver que pasa en esa fiesta! Que peligro madre mía, no lo quiero ni imaginar jajajaja Estoy deseando ver como reaccionan y se comportan los dos
¡Hasta el siguiente!
¡Me encanta el rollito que se traen estos dos! Que risas me echo Y aún así siguen siendo adorables, si es que, es imposible no quererlos
Me alegra ir conociendo más esos secretos de su pasado, creo que está claro que le paso a Rick, pero es tan triste A ver que más se va descubriendo...
¡Y a ver que pasa en esa fiesta! Que peligro madre mía, no lo quiero ni imaginar jajajaja Estoy deseando ver como reaccionan y se comportan los dos
¡Hasta el siguiente!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Como siempre geme PERFECTO si esque me tieenes enganchada a todos los fics que escribes! Continua pronto preciosa. <3
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Perfecto
rubiodav- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 04/03/2012
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta, continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 11:
Beckett estuvo bañándose un buen rato, vigilando siempre por el rabillo del ojo al escritor. Lo hacía de forma inconsciente, pero sabiendo, a la vez, lo que hacía. Echó la cabeza para atrás nada más salir a la superficie, aspirando una buena bocanada de aire, y notando el agua caerle a chorros desde el pelo por la espalda.
Sacudiendo la cabeza para colocarse bien el pelo, se pasó una mano por la cara, retirando cualquier rastro de agua salada que le pudiera haber quedado. Su mirada recorrió la orilla, evitando unos cuantos moscones, buscando al escritor con cierta urgencia. ¿Por qué se sentía así? Beckett reflexionó. Mientras había estado tumbada en la toalla, vigilando por el borde de las gafas al escritor, pero sobre todo a la morena que se le había acercado; una sensación hasta ahora muy poco conocida la embargó haciendo que se levantara y le arruinara el ligue a Castle. Le encantó verle tan fastidiado…
Sin embargo, ahora que le había vuelto a encontrar en la orilla, la que se sintió molesta fue ella. ¿Por qué? Se supone que tenía que ser él el enfadado, no ella. Un gruñido de frustración se le escapó de los labios y pensó que, puestos a dar celos, ella también sabía hacerlo. Se dirigió hacia su toalla, dedicándole una de sus mejores sonrisas y una mirada seductora al surfero cachas que llevaba todo el rato mirándola. En seguida cogió su tabla y se acercó a ella, sonriente.
"La verdad es que es muy mono" pensó la detective, mirándole desde abajo pues ya estaba tumbada en la toalla.
- Debes saber que desde que entraste en la playa no pude apartar la mirada de ti, tienes un cuerpazo – dijo el surfero, mirándola con algo de descaro mientras clavaba la tabla junto a su toalla y se sentaba en la arena. Ella le dedicó una mirada de aprobación desde detrás de sus Ray-Ban rojas.
- Me ha pasado igual. Aunque esa tabla –dijo Beckett, señalándola – ha tenido mucho que ver.
El surfero sonrió, inseguro.
- ¿Bonita, verdad? Es mi pequeño tesoro.
- Es preciosa – dijo la detective, adulándole – Ojalá supiera surfear yo…
- ¿Quieres…? ¿Quieres que te enseñe? – propuso, rascándose la nuca, haciendo que su rubio pelo, que lo llevaba por los hombros, le tapara un poco la cara.
- ¿Lo harías? – preguntó Beckett, entre ilusionada de verdad y fingiendo sorpresa. "Picó el anzuelo".
- ¡Claro! – hizo un gesto con la mano indicando a la detective que se levantara. – Por cierto, soy Sorenson, Will Sorenson.
Kate sonrió, le caía bien aquel tipo.
- Eso te ha quedado muy 007 – dijo, riéndose. Will soltó una carcajada y Beckett se dio cuenta de que Castle se había girado para mirarles, curioso.
- Lo hice aposta – le guiñó un ojo, bromeando.
- Me ha gustado – la detective le sonrió ampliamente y a continuación le tendió la mano – Yo soy Kate Beckett.
- Encantado, Kate.
Beckett hizo una reverencia burlona que hizo reír nuevamente a Sorenson y provocó que a Castle se le borrara la sonrisa de la cara. La detective se sintió satisfecha y feliz. Ahora el celoso era el escritor y ella había ligado y además iba a aprender a hacer surf, cosa que siempre había querido.
Mientras Will le explicaba como colocar las piernas y los brazos en la arena, ella gastaba bromas y se reía de su propia torpeza – fingida en parte.
- ¡Ya lo tienes! ¡Perfecto!
- ¡Boo-ya! – Exclamó la detective, dando un saltito de alegría. Volviendo a subirse a la tabla, que estaba tumbada sobre la arena, colocó la posición de las piernas.
- Bien, ahora para girar usa la de atrás, ¿vale? Moviéndola así – Will se agachó junto a ella y colocando las manos en su pierna, demasiado arriba para Kate, se la movió de un lado a otro.
- Lo tengo – dijo Beckett, concentrada. Repitió el movimiento, recibiendo las alabanzas del surfista.
- Estás preparada para probar en el agua.
- Uuff… - suspiró la detective, aunque estaba deseándolo.
- Yo estaré a tu lado todo el rato, ¿vale? – le dijo Will, con una sonrisa tranquila que transmitía seguridad y confianza.
"Vale ya, Kate. No le des esperanzas al pobre." Se regañó mentalmente. Era mono pero no quería nada con él, básicamente le estaba utilizando. Se sintió mal por ello…
- Oye, Will… - empezó a decir.
- Tranquila, lo harás genial – le cortó el surfista, malinterpretando la situación. Ella suspiró y asintió. Probaría luego otra vez.
Tras unos cuantos chapuzones, gritos de alarma y risas, muchas risas; Beckett consiguió mantenerse en pie encima de la tabla en el agua. Se puso tan contenta que perdió el equilibrio y se cayó.
- ¿Lo viste? ¡Lo hice!
- ¡Esa es mi chica! – respondió Sorenson, chocando los cinco. Riendo, se abrazaron.
El surfero aprovechó la ocasión para susurrarle al oído:
- No es por nada, pero hay un tío muy bueno mirándonos todo el rato con cara de fastidio. ¿Es por ti o por mí?
- Viene conmigo. Bueno, viene… - intentó aclarar Beckett. Will se separó, mirándola a los ojos. – Estamos trabajando juntos, nada más.
- ¿Es hetero u homo? – inquirió Sorenson, sin dar muestras de enfado ni nada. Parecía tan tranquilo como antes.
- Hetero. Y de los desatados… - la detective puso los ojos en blanco para acentuar sus palabras, arrancándole una carcajada al surfero. – Andaba detrás de una morena antes de que yo te conociera.
- Aaah… Ya comprendo… - Will subió y bajó rápido las cejas.
- No, no es lo que crees. – Beckett alzó un dedo antes de que el otro dijera nada, pero ya era demasiado tarde. La habían pillado.
- Es exactamente lo que creo, amiga.
Will pasó un brazo por la cintura de la detective y dejando la tabla clavada en la arena, se fueron a dar un paseo por la orilla mientras conversaban bajo la atenta mirada de un Castle celoso.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
- ¿Lo pasaste bien con el surfero? – pregunté, sin levantar la vista del libro, cuando la oí entrar en la cocina.
- ¡Venga ya! No me digas que… - no terminó de decir lo que quería decir a posta, para tentarme. Cerré el libro un poco bruscamente, y la miré. Tenía las mejillas coloradas, los ojos brillantes y una sonrisa permanente.
- ¿No te digo qué? ¿Qué me ha molestado que te pusieras a ligar?
- No es lo que crees – me avisó mientras metía la cabeza en la nevera, buscando algo.
- ¿Ah, no? ¿Entonces qué es? – pregunté.
- Oye, no tienes motivos para ponerte celoso.
- ¿Yo celoso? ¡Ja!
Beckett me miró como diciendo "¡Venga ya!". Tragué saliva y aguanté su mirada estoicamente.
– Además, tú también estabas ligando. – señaló la detective, apuntándome con un dedo mientras con los demás agarraba la botella de agua.
- ¿Yo? Perdona, estaba promocionando mis libros – me excusé. En parte, era cierto. Ella fingió que le entraba la risa.
- ¿Y lo de darle el número de teléfono también entra dentro de la promoción? – inquirió Beckett, mirándome con una ceja alzada.
- Depende de la chica, pero, venga ya, no me digas que… - dije, imitándola.
- ¿Qué qué?
- Nada, nada. – alcé las manos en señal de sumisión. "La venganza es un plato que se sirve frío" pensé estúpidamente mientras la veía beber agua fría de la botella.
- Ahora me lo dices, Castle.
- ¿El qué? No tengo nada que contarte ya que nada es lo que parece.
- ¡Arg! – soltó un gruñido de exasperación. Contuve una sonrisa a duras penas - ¡Me exasperas cuando te pones filosófico! Me recuerdas a mi profesor de filosofía que siempre nos decía "Lo estáis enfocando mal". – Beckett le imitó, poniendo voz grave y haciendo gestos tranquilizadores con las manos.
Se me escapó una carcajada y algo en su mirada de suavizó. Guardé mi plato en el lavavajillas y dije antes de salir:
– No olvides que esta noche tenemos una cita.
- Quizá no.
- Quizá sí, detective. Ya está todo planeado, así que no hay vuelta atrás.
- ¿Por qué insistes tanto en ir de fiesta conmigo? – me preguntó, pillándome desprevenido.
- Mmmm… Será porque nunca te veo divertirte. ¡Ah! Esta mañana si lo vi, cuando estabas "haciendo" – hice las comillas con los dedos en el aire – surf con tu maromo.
- ¡Y dale pedales! Que pesados estáis con los maromos… - murmuró Beckett, recordando su conversación con Lanie. La miré sin comprender hasta que hizo un gesto para que lo olvidara.
Me encogí de hombros y añadí:
- Además, ahora tengo curiosidad en saber que te pones. Para tu información, yo voy a ir enrollado en una sábana al estilo romano. – me puse una mano en el pecho de forma teatral, levanté la barbilla y salí de la cocina con el recuerdo de su sonrisa y la melodía de su risa grabado en mi cabeza.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Uyuyuy, ambos tratando de darle celos al otro, jejejeje, creo que esa salida se va ha animar .
Espero que puedas continuar pronto.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
jjeejejeje sigueee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Genial el capi, que pillines los dos picándose mutuamente, si es que, no lo pueden evitar, están loquitos el uno por el otro
¿Por que cuando yo voy a las playas nunca hay maromos como ese que me enseñen a hacer surf? Yo que fui a clases y me quede a medias, y Beckett con profesor particular, gratis y buenorro jajajajajaja
Y a ver que pasa en esa "cita", ¡muero de ganas por ver como se comportan!
¿Por que cuando yo voy a las playas nunca hay maromos como ese que me enseñen a hacer surf? Yo que fui a clases y me quede a medias, y Beckett con profesor particular, gratis y buenorro jajajajajaja
Y a ver que pasa en esa "cita", ¡muero de ganas por ver como se comportan!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta como se dan celos mutuamente sigue pronto que quiero saber que pasara por la noche, a ver como acaban despues
BESOS
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ZOMAtitos&Oreos- Autor de best-seller
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Edad : 25
Localización : Con los ZOMAtes parlantes XD
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta, muy bueno.
Continua pronto.
Continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Perdonad la tardanza, estuve sin internet Pero os compenso con varios capis nuevos ¡Espero reviews!
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Aprovechando que Beckett aún tenía que comer, me colé en la ducha. Estuve un buen rato bajo el chorro de agua caliente, dejando que cayera por mi espalda y me relajara todos los músculos. Puse la cabeza bajo el agua, cerrando los ojos y abriendo involuntariamente la boca, solo para luego escupirla. Caliente no era agradable…
Me froté los ojos para retirar el champú que se me había escurrido por la cara, y me eché el pelo para atrás, escuchando como Jake Miller proclamaba en su canción que no había otro como él porque somos únicos. Sonreí, me gustaba esa canción, era una lección que todos debíamos aprender. Me sacudí los restos de agua que me quedaban en la piel y saqué una mano por fuera de la cortina, buscando la toalla que había dejado preparada. Tanteé varias cosas pero no la encontraba.
- ¿Buscas esto? – me preguntó Beckett, colocándome la toalla en la mano.
La envolví fuerte en mi cintura y salí de la ducha.
- ¿Qué haces aquí? – inquirí. No me molestaba, al revés.
- Tardabas mucho y necesitaba el lavabo. ¿Cuánto has estado bajo el agua? ¿Media hora?
- ¡Alaaaa! ¡Solo he tardado cuatro canciones! – me defendí.
Beckett soltó una carcajada mientras se peinaba el pelo.
- ¿Tú también cuentas el tiempo en canciones? – Asentí con fuerza, salpicándola con gotitas que aún tenía en el pelo - ¡Ey! ¡Para! – gritó, mientras levantaba los brazos. – Pareces un perro…
- ¿No te duchas? – pregunté, colocándome a su lado en el espejo.
- Me lavé en casa de Will.
Tragué aire bruscamente. ¿En casa de Will? ¿Ducharse? Algo había pasado entre esos dos. "¿Por qué te molesta tanto?" me preguntó la voz repelente de mi cabeza. Borré eso de mi mente y la miré desde el espejo.
- Ah – dije simplemente.
Si no fuera porque no encajaba, juraría que estaba aguantando una sonrisa. Me encogí de hombros, resignado.
- Me voy a vestir y así te puedes maquillar y todo eso.
- Vale – aceptó ella, sin mirarme, su vista fija en el espejo mientras se rizaba las pestañas. Sonreí, pensando que como las rizara más, le darían la vuelta.
Sacudí la cabeza y cerré la puerta a mi espalda. Me apoyé contra ella unos minutos, cerrando los ojos. Que me hubiera contado eso me había dolido, más de lo que debería, pero supongo que lo peor era que lo hubiera dicho tan tranquilamente, como si hubiera tenido que darlo por hecho. Suspiré y rascándome la nuca, bajé al salón para vestirme. Lo de la sábana era una broma pero me lo estaba planteando, ¡con el calor que hacía!
Rebusqué en la maleta, en la cual no había metido ropa de fiesta, así que tendría que hacer un apaño. No pude evitar pensar en la detective. ¿Habría traído ella algún vestido? Aparté ese tema de la mente para no ponerme nervioso, y encontré una camisa de leñador. Me la puse por encima de una básica de tirantes blanca y la dejé abierta para no asarme.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Beckett miró satisfecha su reflejo en el espejo del baño. Frotó los labios entre sí para repartir bien el rojo pasión que había escogido, y echándose un poco hacia delante, se pasó un dedo por las comisuras de los labios, retirando los restos. Aún inclinada sobre el lavabo, se puso rímel y un poco de corrector para evitar las ojeras, resultado de varias noches con poco sueño.
Sonrió, contenta. Ese escritorzuelo se iba a enterar de que Kate Beckett sabía divertirse, vaya si sabía. Afirmó con la cabeza inconscientemente justo cuando Castle pasaba por delante del baño. El escritor retrocedió y asomó la cabeza por la puerta:
- Yo sabía que existe gente con un ego descomunal, pero tanto como para besar a su reflejo…
Kate se echó hacia atrás rápidamente, el rubor acudiendo a sus mejillas. Se enfadó consigo misma por sonrojarse.
- Sabes muy bien que no era eso lo que hacía.
- ¡Oh! "Au contraire, mon amie. *" – Replicó Castle en francés, con una sonrisa burlona que previno a la detective de que llegaba otra broma – "Je sais exactement ce que ti faites. *" Solo te estabas poniendo guapa para mí, "¿vrai? *"
Beckett sonrió maliciosamente. ¿Quería francés? Pues iba a tenerlo.
- "Je vais prendre la robe le plus sexy que j'ai dans le sac. *" – dijo la detective con una impecable pronunciación. Soltó una carcajada ante la cara de confusión del escritor.
- ¡Eh! ¡No vale! ¿Qué has dicho? Solo entendí "vestido, sexy y maleta".
- ¡Aaah! – Exclamó Kate, divertida – Ya lo verás. Ahora… Me voy a vestir.
- Pero… - comenzó a decir el escritor antes de que le cerrara la puerta en la cara.
A salvo en su habitación Beckett contuvo una sonrisa, y mentalmente, agradeció la insistencia de Lanie en meter ropa de fiesta por "si las cosas con el escritor van como tienen que ir". Mientras daba saltitos para meterse en el apretado vestido blanco, su móvil sonó.
- Beckett. – saludó.
- Hola, nena. – respondió Lanie.
- ¡Oh! Estaba pensando en ti ahora.
- Te he dicho millones de veces que tenemos una conexión, ¿me crees ahora? – ambas nos reímos. La forense preguntó con voz llena de curiosidad - ¿Por qué pensabas en mí?
- Me voy de fiesta y estaba agradeciendo el vestido que me metiste.
- ¡Ves! ¡Presentía que lo necesitarías!
- No te… - empezó a decir Kate.
- Espera – la cortó Lanie. - ¿Te vas de fiesta? ¿Cómo es eso?
- Digamos que es como una apuesta con Castle.
- ¡OMG! – soltó la forense, se nos había pegado esa expresión después de tantas coñas. – Mañana quiero TODO tipo de detalles.
- No va a pasar nada Lanie, solo nos vamos a bailar y beber un poco. Voy a demostrarle que tengo un lado fiestero que poca gente conoce.
- Adelante nena, le dejarás boquiabierto.
- ¿Más aún? – replicó Beckett, bromeando mientras oía a su amiga reírse a carcajadas. – Bueno, te dejo que tengo que buscar los tacones.
- ¿Los rojos de 12 centímetros? – inquirió Lanie.
- Esos mismos.
- Definitivamente, y escúchame bien, mañana quiero detalles.
- Lo que tú digas, Lanie. Te voy hablar hasta del sabor, color, textura y temperatura de mi bebida. – dijo Beckett poniendo los ojos en blanco.
- No ruedes los ojos, tonta.
- ¿Cómo…? – empezó la detective.
- ¡Conexión! – gritó Lanie. Hizo el sonido de un beso y se despidió mientras gritaba que la quería.
Beckett colgó, riéndose aún. Echó la mano hacia atrás, pero no era capaz de abrocharse la cremallera, así que tras un suspiro de resignación y fastidio, se calzó los taconazos rojos y salió de la habitación para pedirle ayuda a Castle con la cremallera.
- ¿Castle? – le llamó.
- ¡Aquí! – respondió él. Siguió el sonido de su voz, y vio que estaba en el sillón sentado, leyendo un libro. Se lo arrebató de las manos mientras miraba la portada.
- ¿Beautiful Disaster? No sé por qué pero esperaba algo más de tu… estilo – dijo Beckett.
- ¡Ey! – se quejó el escritor, alargando la mano con ansia. – ¡Estaba muy interesante!
- ¿Esto? – preguntó Kate, despectiva, sujetándolo entre el dedo índice y pulgar.
- Un respeto, eh. Travis Maddox y Abby akka "Pigeon" hacen una pareja perfecta. Les shippeo.
- ¿Conoces el término "shippear"? – inquirió Beckett, entre divertida y sorprendida.
- ¡Claro que lo conozco! Como buen escritor estoy al tanto de mis fans. ¿Tú de que lo conoces? – contraatacó Castle con mucha curiosidad. La detective negó con la cabeza y omitió la pregunta.
- ¿De dónde lo sacaste?
- Si tuviera una hija adolescente sería el tipo de libro que recomendaría a todas sus amigas. – replicó el escritor.
- ¿Y?
- Pues eso. Trato de imaginar la situación – bromeó. Beckett le escrutó con la mirada, había visto el brillo del dolor cuando dijo "hija adolescente". Se encogió de hombros, rindiéndose.
- Necesito un favor – le pidió.
- Dime – dijo Castle, levantándose del sillón, servicial. Por primera vez desde que Beckett entró en el salón, se fijó en cómo iba vestida, haciendo un recorrido desde sus tacones rojo brillante, el corto vestido blanco con una abertura de encaje en el pecho y el pelo recogido en un moño deshecho dejando que algunos mechones le cayeran por la cara.
- No me mires así – protestó Kate con voz burlona.
- ¿Así como? – replicó el escritor, reaccionando rápido.
- Así – le señaló con la cabeza alzando una ceja – Me vas a quemar el vestido…
Castle soltó una carcajada y cambió de tema:
- ¿Cuál era ese favor?
- ¿Me subes la cremallera? – preguntó la detective, dándose la vuelta, rezando para que lo único que se pudiera ver fuera el broche de encaje del sujetador.
- Erm… Claro. – Castle tragó saliva notablemente y le subió la cremallera.
- Gracias. – dijo Kate, dándose la vuelta.
- Sí que es un poco difícil de subir – comentó el escritor, rascándose la nuca.
- Ya. Es más sencillo quitarlo que ponerlo. – dejó caer. A Castle se le descolgó la mandíbula, y Beckett mostró una sonrisa traviesa y divertida. Suavemente, empujó la boca del escritor para cerrarla. – Es broma.
- Ah – replicó el escritor, recomponiéndose.
- En parte… - dijo la detective en voz más baja.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-TRADUCCIONES-.-.-.-.-.-.-.-.- .-
*Au contraire, mon amie. - "Al contrario, amiga mía".
*Je sais exactement ce que ti faites. - "Sé exactamente lo que hacías".
*¿Vrai? - "¿Verdad?".
*Je vais prendre la robe le plus sexy que j'ai dans le sac. - "Voy a escoger el vestido más sexy de mi maleta".
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Capítulo 12:
Aprovechando que Beckett aún tenía que comer, me colé en la ducha. Estuve un buen rato bajo el chorro de agua caliente, dejando que cayera por mi espalda y me relajara todos los músculos. Puse la cabeza bajo el agua, cerrando los ojos y abriendo involuntariamente la boca, solo para luego escupirla. Caliente no era agradable…
Me froté los ojos para retirar el champú que se me había escurrido por la cara, y me eché el pelo para atrás, escuchando como Jake Miller proclamaba en su canción que no había otro como él porque somos únicos. Sonreí, me gustaba esa canción, era una lección que todos debíamos aprender. Me sacudí los restos de agua que me quedaban en la piel y saqué una mano por fuera de la cortina, buscando la toalla que había dejado preparada. Tanteé varias cosas pero no la encontraba.
- ¿Buscas esto? – me preguntó Beckett, colocándome la toalla en la mano.
La envolví fuerte en mi cintura y salí de la ducha.
- ¿Qué haces aquí? – inquirí. No me molestaba, al revés.
- Tardabas mucho y necesitaba el lavabo. ¿Cuánto has estado bajo el agua? ¿Media hora?
- ¡Alaaaa! ¡Solo he tardado cuatro canciones! – me defendí.
Beckett soltó una carcajada mientras se peinaba el pelo.
- ¿Tú también cuentas el tiempo en canciones? – Asentí con fuerza, salpicándola con gotitas que aún tenía en el pelo - ¡Ey! ¡Para! – gritó, mientras levantaba los brazos. – Pareces un perro…
- ¿No te duchas? – pregunté, colocándome a su lado en el espejo.
- Me lavé en casa de Will.
Tragué aire bruscamente. ¿En casa de Will? ¿Ducharse? Algo había pasado entre esos dos. "¿Por qué te molesta tanto?" me preguntó la voz repelente de mi cabeza. Borré eso de mi mente y la miré desde el espejo.
- Ah – dije simplemente.
Si no fuera porque no encajaba, juraría que estaba aguantando una sonrisa. Me encogí de hombros, resignado.
- Me voy a vestir y así te puedes maquillar y todo eso.
- Vale – aceptó ella, sin mirarme, su vista fija en el espejo mientras se rizaba las pestañas. Sonreí, pensando que como las rizara más, le darían la vuelta.
Sacudí la cabeza y cerré la puerta a mi espalda. Me apoyé contra ella unos minutos, cerrando los ojos. Que me hubiera contado eso me había dolido, más de lo que debería, pero supongo que lo peor era que lo hubiera dicho tan tranquilamente, como si hubiera tenido que darlo por hecho. Suspiré y rascándome la nuca, bajé al salón para vestirme. Lo de la sábana era una broma pero me lo estaba planteando, ¡con el calor que hacía!
Rebusqué en la maleta, en la cual no había metido ropa de fiesta, así que tendría que hacer un apaño. No pude evitar pensar en la detective. ¿Habría traído ella algún vestido? Aparté ese tema de la mente para no ponerme nervioso, y encontré una camisa de leñador. Me la puse por encima de una básica de tirantes blanca y la dejé abierta para no asarme.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Beckett miró satisfecha su reflejo en el espejo del baño. Frotó los labios entre sí para repartir bien el rojo pasión que había escogido, y echándose un poco hacia delante, se pasó un dedo por las comisuras de los labios, retirando los restos. Aún inclinada sobre el lavabo, se puso rímel y un poco de corrector para evitar las ojeras, resultado de varias noches con poco sueño.
Sonrió, contenta. Ese escritorzuelo se iba a enterar de que Kate Beckett sabía divertirse, vaya si sabía. Afirmó con la cabeza inconscientemente justo cuando Castle pasaba por delante del baño. El escritor retrocedió y asomó la cabeza por la puerta:
- Yo sabía que existe gente con un ego descomunal, pero tanto como para besar a su reflejo…
Kate se echó hacia atrás rápidamente, el rubor acudiendo a sus mejillas. Se enfadó consigo misma por sonrojarse.
- Sabes muy bien que no era eso lo que hacía.
- ¡Oh! "Au contraire, mon amie. *" – Replicó Castle en francés, con una sonrisa burlona que previno a la detective de que llegaba otra broma – "Je sais exactement ce que ti faites. *" Solo te estabas poniendo guapa para mí, "¿vrai? *"
Beckett sonrió maliciosamente. ¿Quería francés? Pues iba a tenerlo.
- "Je vais prendre la robe le plus sexy que j'ai dans le sac. *" – dijo la detective con una impecable pronunciación. Soltó una carcajada ante la cara de confusión del escritor.
- ¡Eh! ¡No vale! ¿Qué has dicho? Solo entendí "vestido, sexy y maleta".
- ¡Aaah! – Exclamó Kate, divertida – Ya lo verás. Ahora… Me voy a vestir.
- Pero… - comenzó a decir el escritor antes de que le cerrara la puerta en la cara.
A salvo en su habitación Beckett contuvo una sonrisa, y mentalmente, agradeció la insistencia de Lanie en meter ropa de fiesta por "si las cosas con el escritor van como tienen que ir". Mientras daba saltitos para meterse en el apretado vestido blanco, su móvil sonó.
- Beckett. – saludó.
- Hola, nena. – respondió Lanie.
- ¡Oh! Estaba pensando en ti ahora.
- Te he dicho millones de veces que tenemos una conexión, ¿me crees ahora? – ambas nos reímos. La forense preguntó con voz llena de curiosidad - ¿Por qué pensabas en mí?
- Me voy de fiesta y estaba agradeciendo el vestido que me metiste.
- ¡Ves! ¡Presentía que lo necesitarías!
- No te… - empezó a decir Kate.
- Espera – la cortó Lanie. - ¿Te vas de fiesta? ¿Cómo es eso?
- Digamos que es como una apuesta con Castle.
- ¡OMG! – soltó la forense, se nos había pegado esa expresión después de tantas coñas. – Mañana quiero TODO tipo de detalles.
- No va a pasar nada Lanie, solo nos vamos a bailar y beber un poco. Voy a demostrarle que tengo un lado fiestero que poca gente conoce.
- Adelante nena, le dejarás boquiabierto.
- ¿Más aún? – replicó Beckett, bromeando mientras oía a su amiga reírse a carcajadas. – Bueno, te dejo que tengo que buscar los tacones.
- ¿Los rojos de 12 centímetros? – inquirió Lanie.
- Esos mismos.
- Definitivamente, y escúchame bien, mañana quiero detalles.
- Lo que tú digas, Lanie. Te voy hablar hasta del sabor, color, textura y temperatura de mi bebida. – dijo Beckett poniendo los ojos en blanco.
- No ruedes los ojos, tonta.
- ¿Cómo…? – empezó la detective.
- ¡Conexión! – gritó Lanie. Hizo el sonido de un beso y se despidió mientras gritaba que la quería.
Beckett colgó, riéndose aún. Echó la mano hacia atrás, pero no era capaz de abrocharse la cremallera, así que tras un suspiro de resignación y fastidio, se calzó los taconazos rojos y salió de la habitación para pedirle ayuda a Castle con la cremallera.
- ¿Castle? – le llamó.
- ¡Aquí! – respondió él. Siguió el sonido de su voz, y vio que estaba en el sillón sentado, leyendo un libro. Se lo arrebató de las manos mientras miraba la portada.
- ¿Beautiful Disaster? No sé por qué pero esperaba algo más de tu… estilo – dijo Beckett.
- ¡Ey! – se quejó el escritor, alargando la mano con ansia. – ¡Estaba muy interesante!
- ¿Esto? – preguntó Kate, despectiva, sujetándolo entre el dedo índice y pulgar.
- Un respeto, eh. Travis Maddox y Abby akka "Pigeon" hacen una pareja perfecta. Les shippeo.
- ¿Conoces el término "shippear"? – inquirió Beckett, entre divertida y sorprendida.
- ¡Claro que lo conozco! Como buen escritor estoy al tanto de mis fans. ¿Tú de que lo conoces? – contraatacó Castle con mucha curiosidad. La detective negó con la cabeza y omitió la pregunta.
- ¿De dónde lo sacaste?
- Si tuviera una hija adolescente sería el tipo de libro que recomendaría a todas sus amigas. – replicó el escritor.
- ¿Y?
- Pues eso. Trato de imaginar la situación – bromeó. Beckett le escrutó con la mirada, había visto el brillo del dolor cuando dijo "hija adolescente". Se encogió de hombros, rindiéndose.
- Necesito un favor – le pidió.
- Dime – dijo Castle, levantándose del sillón, servicial. Por primera vez desde que Beckett entró en el salón, se fijó en cómo iba vestida, haciendo un recorrido desde sus tacones rojo brillante, el corto vestido blanco con una abertura de encaje en el pecho y el pelo recogido en un moño deshecho dejando que algunos mechones le cayeran por la cara.
- No me mires así – protestó Kate con voz burlona.
- ¿Así como? – replicó el escritor, reaccionando rápido.
- Así – le señaló con la cabeza alzando una ceja – Me vas a quemar el vestido…
Castle soltó una carcajada y cambió de tema:
- ¿Cuál era ese favor?
- ¿Me subes la cremallera? – preguntó la detective, dándose la vuelta, rezando para que lo único que se pudiera ver fuera el broche de encaje del sujetador.
- Erm… Claro. – Castle tragó saliva notablemente y le subió la cremallera.
- Gracias. – dijo Kate, dándose la vuelta.
- Sí que es un poco difícil de subir – comentó el escritor, rascándose la nuca.
- Ya. Es más sencillo quitarlo que ponerlo. – dejó caer. A Castle se le descolgó la mandíbula, y Beckett mostró una sonrisa traviesa y divertida. Suavemente, empujó la boca del escritor para cerrarla. – Es broma.
- Ah – replicó el escritor, recomponiéndose.
- En parte… - dijo la detective en voz más baja.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-TRADUCCIONES-.-.-.-.-.-.-.-.- .-
*Au contraire, mon amie. - "Al contrario, amiga mía".
*Je sais exactement ce que ti faites. - "Sé exactamente lo que hacías".
*¿Vrai? - "¿Verdad?".
*Je vais prendre la robe le plus sexy que j'ai dans le sac. - "Voy a escoger el vestido más sexy de mi maleta".
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 13:
Le ofrecí mi brazo para que se agarrara mientras caminábamos por la calle. Ella aceptó, y noté el calor de su cuerpo alcanzar el mío. Tragué saliva, intentando mantener la calma y la mente fría, pero con aquella mujer a mi lado iba a ser difícil. Debería haberla hecho caso cuando me dijo que llevara servilletas, porque… ¡Joder! ¡Qué buena estaba! "Resiste. No pienses en eso" me recordé a mí mismo, luchando por apartar la imagen del cortito vestido de mi cabeza.
- ¿Está muy lejos la discoteca? – preguntó Beckett, girando la cabeza, haciendo lo que se podría denominar porno, con el movimiento de su pelo.
Encogí las manos en puños, luchando contra el cosquilleo que provocaban las ganas de sujetar esos mechones sueltos tras su oreja. Sonreí, divertido.
- ¿Discoteca? Guapa, ¡estamos en Barbados!
- ¿Y? ¿No hay discotecas aquí? – preguntó, mirándome como si estuviera loco.
- Claro que hay, en todos sitios hay, pero no pretendas que te lleve a una discoteca. La fiesta aquí está en los garitos de reggae.
- Perdone usted mi ignorancia, ya veo que está diplomado en "Donde encontrar la fiesta en Barbados".
- El que se pica, ajos come.
- ¿Qué quieres decir? Yo no me he picado. – se defendió.
- Es un dicho español que decía uno de los exnovios de mi madre. Se dedicaba a tocarme las narices todo el día y cuando yo saltaba y respondía, me venía con eso.
- O sea, que aprendiste del mejor. - Solté una carcajada ante su tono irónico.
Le indiqué un camino que se desviaba de la carretera principal y nos encaminamos hacia allí.
- Veo que conoces esto. ¿Saliste mucho la última vez que estuviste aquí?
Mi sonrisa se ensombreció.
- No. – dije un poco bruscamente. Suavicé el tono y le lancé una mirada de disculpa – En mi última visita no tenía el cuerpo para fiesta, andaba hundido en un pozo negro.
Beckett asintió, como si supiera a la perfección a lo que me refería. La miré con notable curiosidad, pero no hice ninguna pregunta. No estábamos preparados para contarnos nuestros secretos. Todavía…
- Aquí es – dije, parándome delante de un local.
Vi la mirada cínica que Beckett dirigía al porche destartalado y la mecedora solitaria que se mecía suavemente, empujada por un señor mayor fumando una pipa mientras miraba hacia las estrellas.
- ¿Aquí?
- Nunca juzgues un libro por su apariencia, detective. – le susurré.
- ¿Eso también te lo enseñó el exnovio español? – inquirió ella, enarcando una ceja.
- No. Eso fue mi editor - contesté con una carcajada.
Al entrar, el señor de la mecedora se empujó levemente el borde del sombrero de paja que adornaba su cabeza, a modo de saludo. Alcé una mano y Beckett sonrió de forma insegura. Entramos al pequeño recibidor y ella preguntó:
- ¿Por qué no se oye nada de música?
- Es la calma antes de la tormenta – respondí con una enigmática sonrisa.
- Arg, deja de soltarme refranes. – dijo Beckett, molesta. Se adelantó y empujó la única puerta que había en el hall. De repente el estruendo de la música a todo volumen se abrió paso por nuestros oídos y tuve que gritarle para que me oyera.
- Te lo dije.
Ella no me escucho. Entró en el enorme salón lleno de gente bailando en el centro y con una barra de bar en uno de los lados y al otro lado de la habitación había unos sillones para dar un poco de privacidad a las parejas. Sus grandes ojos recorrieron la estancia, maravillada.
- Wow. Esto no es como New York.
- Para nada, detective. Bienvenida a un nuevo mundo. – bromeé. Coloqué mi mano en la base de su espalda, guiándola suavemente hacia la barra.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
La voz de Rihanna sonó por los altavoces, llenando cada rincón de la sala, diciéndole a cada persona que la escuchaba que desearía tener todo lo malo de una relación de vuelta solo para poder disfrutar de lo bueno. Sonreí, ya habían tardado en poner a la joven cantante barbadense. El sonido del trueno antes de la música electrónica de Calvin Harris fue la señal que esperaba. Tiré de la mano de Beckett:
- ¡Vamos! ¡Me encanta esta canción! – dije arrastrándola a través de la multitud en la pista de baile.
- ¡He bebido demasiado! ¡Me voy a caer! – protestó la detective.
Divertido, lancé una mirada hacia el lugar que habíamos ocupado intermitentemente en la barra, estaba lleno de botellas de Coronita y vasitos de chupitos. Ambos habíamos bebido mucho, pero no lo suficiente para estar borrachos. Sonreí y la acerqué a mí, agarrándola de las caderas.
- Ssshh… - coloqué mi dedo índice en sus labios, acariciándolos ligeramente - Déjate llevar y baila.
La tenía bien sujeta, presionándola contra mí. Beckett reaccionó y volvió a mostrarme ese lado salvaje, enganchó sus manos en las hebillas de mi pantalón, pegando nuestros cuerpos mientras los movíamos al ritmo de la música. No pude evitar pensar en que si usaba esos movimientos en la cama, no me extrañaría que tuviera un largo historial de hombres a sus espaldas. Acomodé mis manos alrededor de la cintura de Beckett y me di cuenta de que su expresión era diferente. Tenía una mano alzada por encima de la cabeza, sacudiéndola con la música; se mordía el labio, sensual; tenía los ojos oscurecidos, quizá por las luces, y le brillaban salvajemente, se iba retirando el pelo de la cara mientras seguía la voz de Rihanna. La detective recorrió con sus manos mi pecho y abdomen, volviéndome loco.
Se puso de espaldas a mí, sonriendo cuando restregamos nuestros cuerpos arriba y abajo. El alcohol recorría mis venas como si de fuego se tratara, calentándome y dándome energías, haciendo que cuando Beckett tiró de mi cuerpo contra el suyo las cosas que llegaron a mi mente eran cualquier cosa menos amistosa. "Cálmate fiera" pensé. Necesitaba parar o acabaría perdiendo el control…
La siguiente canción comenzó a sonar, pero esta era sensual, mucho más sensual. Yo ya la conocía.
- Adoro está canción – me gritó Beckett para hacerse oír por encima del estruendo de la joven cantante barbadense.
"Skin" nos transportó a un mundo donde solo existía el cuerpo del otro, e igual que Rihanna, pedíamos sentir solo nuestras pieles, sin ropa ni nada, solo piel. Beckett no mostró signos de querer volver a la barra a por más bebidas, así que yo le seguí el juego, mi cuerpo convirtiéndose en un reloj de arena en el que cada granito que caía era el control que iba perdiendo. Una gota de sudor resbaló por la parte trasera de mi cuello, siguiendo prácticamente el mismo recorrido que el dedo de Beckett en mi pecho, descendiendo hacia lugares peligrosos. Su mano y las luces multicolores tan cambiantes me hicieron sentir un poco mareado, pero ella se detuvo justo al llegar al botón de mi pantalón, entonces cerró los ojos y apoyó su cabeza en mi hombro, rodeándome el cuello con sus manos, trazando un camino de fuego en todos aquellos lugares que acariciaba. Recorrí sus brazos, bajé por sus costillas y finalmente me quedé quieto en sus caderas, con el último granito de arena cayendo del reloj.
Vi su cuello, descubierto, brillante por el sudor y las luces, con su apetecible olor a cerezas, y no resistí más. Incliné mi cabeza y recorrí su cuello con mis labios y dientes, suavemente.
- He estado distraído toda la noche, con tu pelo recogido y el cuello al descubierto.
Beckett se apartó de mí y yo la miré entre confuso, deseoso y sorprendido. ¿Me había precipitado?
- ¿Qué ocurre? – pregunté.
- Sigue...
Se pegó de nuevo a mí, rozando nuestros cuerpos arriba y abajo continuamente, siguiendo el ritmo de la parte final de la canción. No pude aguantar por más tiempo el cosquilleo de mis dedos y le coloqué un rizo suelto detrás de la oreja, acariciando cada tramo de piel que encontré en mi camino. Me incliné, y le susurré al oído:
- Me muero por besarte…
Ella me miró fijamente a los ojos y se mordió el labio, volviéndome loco.
- Pues hazlo – murmuró finalmente, con la vista clavada en mis labios.
Una sensación triunfal se extendió por mi pecho, y si aún me quedaba algún resto de autocontrol, se disipó mientras recorría con besos el contorno de la mandíbula de Beckett, camino de sus labios.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 14:
Estaba a punto de probar sus labios cuando una mano cayó sobre mi hombro, sobresaltándome y provocando que me apartara de golpe de Beckett. Me giré, molesto por semejante interrupción y mi cara de mala leche solo se hizo más y más notable cuando miré quien era.
- ¡WIIIILL! – gritó Beckett, quitando sus manos de mi cuello para saltarle al otro en sus brazos - ¡Viniste!
El surfista la cogió en el aire, sonriendo ampliamente mientras me guiñaba un ojo:
- Te dije que vendría.
Puse los ojos en blanco ante semejante demostración de afecto por parte de ambos. Por el amor de dios, ¡solo se conocían de esa mañana! Aguanté un resoplido, y puse mi mejor sonrisa para saludar a Will.
- Hola, yo soy Will Sorenson – dijo mientras alargaba una de sus manos, la otra sujeta alrededor de la cintura de Beckett.
- Castle, Richard Castle.
Para no parecer maleducado, le estreché la mano. Él me analizó con la mirada, pensativo.
- Me suena mucho tu nombre…
- Soy escritor. Quizá te suene la saga de "Nikki Heat".
- ¡AAAAHmigo! – Sorenson llevó una mano a su cabeza, sonriendo – Los he leído todos, y los de Derrick Storm también.
- ¿Ah, sí? – inquirí. En otra situación habría estado muy feliz de conocer a alguien que apreciara mi trabajo pero no cuando la que estaba colgando de su cuello era Beckett, la mujer por la que estaba empezando a sentir algo más que tensión sexual.
Él asintió con ímpetu:
- Sí, señor. No me puedo creer que te haya conocido.
Le sonreí amablemente, me sabía todo aquel discurso de memoria, pero si fuera de otra persona habría prestado más atención. En este caso mi mente trabajaba a toda velocidad, procesando el alegre recibimiento que le había dado Beckett incluso cuando estábamos a punto de besarnos, y luego recordé lo tranquila que había estado al decirme que se había duchado en casa de aquel surfero. Nos encaminamos a la barra, ellos dos juntos, hablando, y yo por detrás, algo perdido. Fije mi mirada en la mano de Sorenson, que seguía en la cintura de Beckett, quién iba medio apoyada en él debido al alcohol. Mi cabeza también trabajaba bastante lento, y en medio de mi estupidez provocada por la bebida, decidí que si ella iba a estar toda la noche con el "suferito" ese, yo también me buscaría a alguien.
Alcé la mano para avisar al camarero, que se apresuró a atendernos:
- Dos Martini y… - miré a Sorenson esperando a que dijera algo.
- Una Coca-Cola, por favor – respondió, sonriendo de lado al joven camarero. Éste le dirigió una última mirada antes de servirnos las bebidas.
- ¿Solo Coca-Cola, Will? – preguntó Beckett acariciándole el pecho con la mano. Él sonrió y le cogió la mano con la que le rozaba, entrelazando sus dedos. Yo lo miré todo, resistiendo las ganas de apartarle de un golpe de ella.
- Sí, Kate. No bebo, cosa que deberías hacer tú.
- ¿Debería beber? Dicho y hecho – bromeó la detective, dando un trago a su Martini.
Will soltó una risotada, y sacudió la cabeza.
- Sabes que no me refería a eso.
Beckett le sonrió de forma traviesa, y tiró de su mano hacia la pista de baile. Comenzaron a bailar como habíamos hecho nosotros antes, rozándose por todos lados. Aparté la mirada de ellos, molesto y bebí de un trago mi Martini. Alcé un dedo hacia el camarero y señalé mi copa para que me sirviera otra, necesitaba olvidar todo aquello y dejar de ver a Beckett deslizarse sensualmente por el musculoso cuerpo del surfista. Y pensar que hacía menos de media hora estaba yo en aquella situación, era a mí a quien miraba fijamente, era su risa la que resonaba en mi oído, eran sus manos las que recorrían mi cuerpo y sus caderas las que se chocaban contra las mías. Sacudí la cabeza y pedí otro Martini, vaciando de golpe el que me acababa de traer el camarero. En ese momento una rubia de cuerpo despampanante se sentó a mi lado en la barra, pidiendo su bebida y regalándole al camarero una preciosa sonrisa. Despertó mi interés en seguida y me arrastré a su lado.
- ¿Te invito? – pregunté.
- No, gracias. Tengo mi propio dinero.
- Perdona, que maleducado… Soy Castle, Richard Castle.
- ¿El escritor?
- El mismo – contesté con una sincera sonrisa. ¡Me conocía! Esa mujer iba ganando puntos.
- Me leí varios de tus libros, están bastante bien.
Hice una burlona reverencia, y a ella se le escapó una sonrisa. Se sentó en el taburete de la barra, y apoyando el codo en ella, me miró fijamente.
- Por cierto, yo soy Gina. – dijo, extendiendo su mano.
La cogí y deposite un suave beso en ella. Ella sonrió y bebió de su coctel, mirándome por encima del borde del vaso.
- ¿Bailas conmigo? – pregunté, señalando con la cabeza la pista de baile.
- Porque no. – contestó, divertida.
La guie hacia la pista de baile, bailando desenfrenadamente sin hacer caso del cansancio, del dolor de pies o incluso la borrachera. Gina se fue bebiendo más y más cocteles, pasándose al whisky o Martini llegado un momento. Rozamos nuestros cuerpos en todos los lugares posibles sin llegar a montar un escándalo en público, recorrimos la pista de baile y esa chica rubia consiguió que Beckett y Will desaparecieran de mi mente por un ratito. Pero entonces…
- ¡Auch! – protestó una voz conocida cuando chocamos contra otra pareja en la pista. Me giré, sonriendo.
- Detective, perdona, no os vi. – me disculpé, burlón. Ella entrecerró los ojos y analizó con la mirada a Gina.
- Soy Gina – se presentó. Will le sonrió y se inclinó para darle dos besos mientras le decía su nombre. Beckett se cruzó de brazos y dijo:
- Yo soy Beckett.
- ¿No tienes nombre? – bromeó Gina, intentando romper el hielo.
- Katherine. – respondió la detective, un poco brusca.
- Erm… Vale. – Gina me miró y reaccioné inmediatamente.
- Nos vemos luego, Beckett. – dije a modo de despedida. Cogí del codo a Gina y seguimos bailando enfrente de ellos, sin preocuparnos que nos vieran movernos así, tan confiados el uno con el otro. Nos fuimos apartando cada vez más hasta que llegamos a la zona donde estaban los sillones del reservado. Cansados, nos apoyamos un momento contra la pared, y no sé como pero de estar apoyada en mi pecho, riéndose, pasó a estar entre la pared y mi cuerpo y nos estábamos besando salvajemente. Abrí mi boca y pronto noté su juguetona lengua contra la mía, sus manos por dentro de mi camisa, las mías perdidas por su rubio cabello. Me pasé a su cuello, mordisqueando suavemente, notando sus uñas en mi espalda, pidiendo más, y sus suspiros en mi oreja.
Me aparté un momento para mirarla a la cara, sus brillantes ojos azules y la comisura de sus labios enrojecida. Me acerqué y le mordí el labio inferior, suave, sensual. Un gruñido gutural escapó de su garganta y enredó su pierna en mi cintura mientras yo la recorría con la mano. Volvimos a devorarnos la boca, con pasión, necesidad y desesperación, como si ambos supiéramos que eso estaba mal. Fuera lo que fuera, no hicimos caso a aquella sensación y seguimos a lo nuestro, besándonos con desenfreno. Enredé mis dedos en su cabello rubio, mientras la notaba tirar del mío con fuerza, luego sus uñas en mi espalda, sus dientes en mis labios, su lengua contra la mía en una especie de lucha. Mi mano ascendió por su pierna camino a debajo de su falda, sin ningún tipo de reparo ni control sobre mí mismo, ahora mismo pensaba con la cabeza de abajo.
- ¡Ey! – gritó Beckett detrás de mí, tirando de mi hombro para separarme bruscamente de Gina.
Ésta abrió los ojos de golpe y se bajó el vestido. Yo me froté la cara y miré enfadado a Beckett.
- ¿¡Qué coño haces?! – la encaré. Ella me miró fijamente, echando chispas.
- ¡No! ¿Qué haces tú? ¿Queréis una cama o algo?
- ¿Y qué más te da? – respondí, acercándome a ella.
- ¡Se supone que estabas aquí de fiesta conmigo! – me gritó.
- ¿Celos, detective? – sonreí desdeñoso. Beckett me miró con rabia y por un momento temí que me cruzara la cara de un bofetón. Miré hacia Gina, y la vi mirarme con tristeza y comprensión.
- No os peleéis por mí. Ya lo entiendo todo… - dijo.
Antes de marcharse me puso una suave mano en el hombro y metió una tarjeta suya en el bolsillo de mi camisa.
- Adiós, Castle.
No reaccioné, mi cabeza aun bullía con los gritos de Beckett. Cuando se fue Gina me giré hacia Kate otra vez:
- ¿¡Contenta?! Ya es la segunda.
- Pues mejor, estamos aquí juntos ¿no? – preguntó con la voz rebosando sarcasmo.
- ¿¡Juntos?! ¡Hasta que apareció el surfero y me dejaste plantado!
- ¿Will? Castle, él no… - empezó a decir pero yo la corté.
- ¡No! Ya veo que estáis genial. Hoy desapareces por la mañana y luego resulta que te duchaste en su casa y ahora os restregáis de esa manera. – le eché en cara.
- Pero no es…
- No quiero oírlo. Que seáis muy felices. Pero ¡déjame vivir!
- ¡CASTLE! – Gritó ella, exasperada – Will y yo no somos ¡nada!
- ¿Así lo llaman ahora? – pregunté con ironía.
- ¡Joder! ¿¡No lo ves?! ¡Es gay! – dijo, haciendo aspavientos con las manos.
- ¡Me da…! – Me callé de golpe, recapacitando lo que acababa de decir – Espera. ¿Has dicho gay?
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
ASDJSDHGASDKFSHDFSDÑFHSDFDSHAÑGKJHDSAÑKGHDAFÑKJGHAÑDFJGHAÑGHSGÑJSFAHGÑSJHGASÑLKFHGSALFHGASLKGNHSÑKVJBRÑABAKJHRBÑJKHBSBVSVGEA
Ante que nada hago una aclaracion: soy iamaplatypus usurpando el pc de Kynu y tal y para economizar dejo mi comentario desde su cuenta xddd.
A veeeeeer: ME ENCANTA. ME ENCANTA ME ENCANTA ME ENCANTA Y ME CONVERTIRE EN TU ACOSADORA PERSONAL SI NO SUBES EL SIGUIENTE PRONTO PERO PRONTO, EH?
Vaaale, me relajo. Adoro tu fic, chica. En serio. Tu forma de escribir y narrar los hechos es geniaaaaal, la trama cada vez mas enganchadiza y aaaaaaggggghhhh. La tension sexual que pintas es tremenda . De verdad, aqui Kynu y yo hemos fangirleado con los tres captulos xdd. Y el momento "es gay"? UN PASOTE. DE VERDAD XDDDDD. Nos has enamorado, en serio.
Bueno, que me has dejado super dfsdafsdsfdf con ese final (y me imagino lo que pasara en el siguiente capi ) asi que, por favor. ACTUALIZA YAAAAA que tu no sabes lo que sufro yo con estas esperas xddd.
Aaaaale, espero leerte pronto!
Ante que nada hago una aclaracion: soy iamaplatypus usurpando el pc de Kynu y tal y para economizar dejo mi comentario desde su cuenta xddd.
A veeeeeer: ME ENCANTA. ME ENCANTA ME ENCANTA ME ENCANTA Y ME CONVERTIRE EN TU ACOSADORA PERSONAL SI NO SUBES EL SIGUIENTE PRONTO PERO PRONTO, EH?
Vaaale, me relajo. Adoro tu fic, chica. En serio. Tu forma de escribir y narrar los hechos es geniaaaaal, la trama cada vez mas enganchadiza y aaaaaaggggghhhh. La tension sexual que pintas es tremenda . De verdad, aqui Kynu y yo hemos fangirleado con los tres captulos xdd. Y el momento "es gay"? UN PASOTE. DE VERDAD XDDDDD. Nos has enamorado, en serio.
Bueno, que me has dejado super dfsdafsdsfdf con ese final (y me imagino lo que pasara en el siguiente capi ) asi que, por favor. ACTUALIZA YAAAAA que tu no sabes lo que sufro yo con estas esperas xddd.
Aaaaale, espero leerte pronto!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
pero como se te ocurre dejarme así geme??? SIGUE QUE ME ACABA DE ENTRAR EL MONO!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
gay, resulta que al final castle no tenia motivos para ponerse celoso. jajaja
Muy bueno, continua.
Muy bueno, continua.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Joeee, lo has dejado en lo mas interesante jaja
Me encanta tu historia, espero que puedas subir capi nuevo pronto
Me encanta tu historia, espero que puedas subir capi nuevo pronto
forever23- As del póker
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Edad : 32
Localización : Bilbao
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
jajajajajajajaja xD ptm es gayyy xd
castle4ever- Actor en Broadway
- Mensajes : 174
Fecha de inscripción : 14/04/2012
Edad : 25
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encantaa peroo
¡¡por que lo dejas asiiii!!!
Continualo pronto que quiero leer MASSSS muuuucho massss
SIGUEEEEEE!!!!!!
BESOSS
¡¡por que lo dejas asiiii!!!
Continualo pronto que quiero leer MASSSS muuuucho massss
SIGUEEEEEE!!!!!!
BESOSS
ZOMAtitos&Oreos- Autor de best-seller
- Mensajes : 863
Fecha de inscripción : 02/02/2013
Edad : 25
Localización : Con los ZOMAtes parlantes XD
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
¡WOW! ¡IMPRESIONANTE!
No hay duda de que vuelves pisando fuerte, me quito el sombrero
Como ya te dije, escribes de vicio, narras todo de una manera increíble y enganchas a la historia al instante. Alucinante como describes esa tensión sexual entre ellos, y esos golpes de celos, de verdad, te quedó genial
Beckett quiso jugar con fuego y se quemó, al final no tuvo más remedio que pararle los pies a Castle con Gina y contarle la verdad sobre Will, ¡que bueno! Y esa manera de terminar, hace que el próximo capítulo se presente interesante, MUY interesante, así que por favor, no tardes mucho en seguirlo o moriré, y eso quedará en tu conciencia
Y no todo es tensión sexual, esos toques dramáticos te quedan muy sutiles, y además muy bien colocados, la complicidad que los une al compartir secretos dolorosos de su pasado... ¡que ganas de que se sinceren y saber toda la verdad!
¡Espero con ganas el siguiente!
No hay duda de que vuelves pisando fuerte, me quito el sombrero
Como ya te dije, escribes de vicio, narras todo de una manera increíble y enganchas a la historia al instante. Alucinante como describes esa tensión sexual entre ellos, y esos golpes de celos, de verdad, te quedó genial
Beckett quiso jugar con fuego y se quemó, al final no tuvo más remedio que pararle los pies a Castle con Gina y contarle la verdad sobre Will, ¡que bueno! Y esa manera de terminar, hace que el próximo capítulo se presente interesante, MUY interesante, así que por favor, no tardes mucho en seguirlo o moriré, y eso quedará en tu conciencia
Y no todo es tensión sexual, esos toques dramáticos te quedan muy sutiles, y además muy bien colocados, la complicidad que los une al compartir secretos dolorosos de su pasado... ¡que ganas de que se sinceren y saber toda la verdad!
¡Espero con ganas el siguiente!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Wow, tres grandes capítulos. Lo has dejado en lo mejor, jejejeje, a ver como reacciona Rick ante la confesión de Kate, aunque a esta ya le vale, no debía haber dejado de lado a Rick cuando apareció su amigo.
Espero que puedas continuar pronto.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 15:
La agarré suavemente del codo, guiándola hacia los sillones que había ahí al lado, tan llamativos. El alcohol estaba empezando a pasarme factura, andaba ligeramente mareado y mi cerebro funcionaba muy lentamente. Nos sentamos en un sillón, notando el fresco cuero rojo bajo nuestras piernas.
- Sí, es gay. Le gustan los hombres – explicó Beckett, suspirando con cansancio.
Me llevé una mano al pelo, alborotándolo, mientras procesaba la información. Hacía poco pensaba que Sorenson y Kate se habían acostado juntos, que estaban de rollo o quizá algo serio; ¡y resulta que es gay! No iba a negar que aquella confesión me había dejado en shock.
- Wow… Yo… - intenté empezar una frase coherente, hilando las palabras que se apelotonaban en mi mente, luchando por salir.
- ¿Tanto te choca oír que alguien es gay? – inquirió la detective, un poco molesta.
– ¡No! – Me apresuré a decir – Es solo que… Me imaginaba que, no sé, estabais liados… O algo…
- ¿¡Qué?! ¿¡De dónde sacas eso?!
Alcé una ceja, como si fuera evidente. De hecho, era evidente.
- No sé, ¿quizá por vuestra forma de bailar? Prácticamente te estaba violando con esos movimientos.
Beckett resopló sonoramente.
- Y te duchaste en su casa, eso es signo de que hubo sexo. – añadí, señalándola con la mano.
- ¿Sexo?
- Mira, cuando un hombre y una mujer se sienten atraídos, ocurre… - empecé a explicarle, bromeando.
- Castle ya sé que es el sexo – me cortó con exasperación. Se llevó las manos a la cara, con cuidado de no emborronarse el maquillaje y parecer un mapache. – Me estuvo enseñando a hacer surf, fuimos a su casa a tomar algo y me duché para estar más cómoda.
Asentí, era una historia factible, aunque parecería la típica que usas de excusa cuando le has puesto los cuernos a tu pareja. ¿O eso era solo yo? Sacudí la cabeza, buscando centrarme en lo importante.
- ¿Y vuestra forma de bailar? Porque o bien está confuso sobre su sexualidad o tú eres un poco… - dejé que mi voz se apagara, no queriendo decir lo que estaba pensando.
- ¿Un poco qué? Ahora lo dices, no me seas gallina. – se me acercó, deslizándose por el sillón, con los ojos entrecerrados.
- Te he visto usar ese método antes. Cuando me interrogaste sobre los robos…
- Y funciona, ¿verdad? – susurró, prácticamente encima de mí, nuestras caras muy cerca. Tragué saliva sonoramente, buscando controlar mi respiración para que no enloqueciese como mi corazón.
- Quizá – murmuré, rozando con mis labios la piel de su mejilla, cuello y el lóbulo de la oreja. La oí suspirar en mi oído, y agarró mi brazo, clavándome las uñas suavemente para acercarme a su cuerpo. Atrapó su labio inferior entre sus dientes, de esa forma tan sensual que me volvía loco.
Deslicé mi boca por la curva de su cuello, dando suaves mordiscos a su piel para luego besarla. Ascendí por la piel de su cuello, me pasé a la mandíbula y cuando estaba a punto de rozar sus labios, me separé ligeramente y la miré. Estaba con los ojos cerrados, la cabeza inclinada hacia un lado para facilitarme el acceso a su cuello, los labios ligeramente entreabiertos, esperando con anticipación los míos. Sonreí, estaba muy sexy…
- Pero no te funciona conmigo – dije en voz bastante alta, separándome de ella.
Beckett abrió los ojos de golpe y me miró, furiosa.
- ¡Eres un…! – no completó la frase pero me podía hacer una idea de lo que quería decir.
- Exacto. ¿Ves? Tu tampoco has terminado la frase – sonreí de lado, traviesamente. "¿Quién dijo que los hombres no sabíamos vengarnos?" Esquivé un golpe bien dirigido de la detective, sin dejar que me borrara la sonrisa de la cara.
- ¿Le hiciste lo mismo a la rubia? – me preguntó Beckett, todavía enfadada. "¡Auch!" pensé.
- No hizo falta, se abalanzó sobre mí directamente. Sin preámbulos.
Beckett masculló algo entre dientes, pero no alcancé a oírlo por la música.
- ¿Dónde está Will? – pregunté, sospechando ya.
- Por alguna esquina con el camarero, parece ser que saltaron chispas cuando se miraron.
Solté una risita, sin poder contenerme. Me había imaginado la escena pero con chispas de verdad saliendo de ellos… Sacudí la cabeza, pensando que vaya chorradas se me ocurrían. Me incliné hacia ella aunque se echó hacia atrás ligeramente e intenté transmitir confianza con mi sonrisa.
- ¿Sabes que vamos a hacer? – le guiñé un ojo, cómplice.
- No sé si tú y yo vamos a volver a hacer algo juntos.
- Todavía tenemos un caso que resolver, detective.
Ella resopló mientras ponía los ojos en blanco:
- A ver, sorpréndeme – dijo finalmente, resignada. Sonreí, bastante complacido.
- Tú y yo vamos a bailar para que se dé cuenta de lo que se pierde.
Me levanté, controlando el mareo y extendí la mano hacia Beckett, quien, con una sonrisa ampliándose cada vez más por su cara, la aceptó. Tiró de su vestido hacia abajo al levantarse, aunque no pudo evitar que mis ojos alcanzaran a ver el color negro de su ropa interior. Aparté la vista rápidamente, sintiéndome mal y notando el rubor subir por mis mejillas.
- Creo que necesito un poco de agua – dijo Beckett, expresando en voz alta lo mismo que yo estaba pensando. Asentí, y nos dirigimos a la barra, donde un nuevo camarero estaba atendiendo a los clientes. La mirada del barman recorrió el cuerpo de la detective de arriba a abajo de forma muy descarada, por lo que pasé mi brazo alrededor de su cintura de forma posesiva. Kate me miró extrañada así que le dije al oído:
- El camarero te acaba de desnudar con la mirada.
- Pues déjale que lo haga. – replicó ella.
- Pues no – rebatí, molesto.
- ¿Celoso, Castle? – preguntó mientras sonreía sensualmente.
- Puede…
Tras beber varios vasos de agua, nos fuimos a la pista de baile, desde un sitio donde podíamos ver a Sorenson y el camarero dándole a la lengua, y no precisamente por estar hablando. A pesar de todo, esa imagen era un poco chocante. Aparté la mirada de ellos y me centré en el cuerpo de Beckett, moviéndome con ella al ritmo de Ke$ha. Ya no bailábamos como antes, de forma sensual, sino que ahora estábamos divirtiéndonos, haciendo el tonto e inventando pasos de baile patosos por el alcohol. Las Coronitas, los chupitos de tequila y Martinis corrían por nuestras venas, llenándonos de calor y vida pero los efectos secundarios ya se dejaban notar. El mareo era un poco desconcertante, y la risa floja nos dejaba sin fuerzas y con dolor de barriga.
Sobre las 5:30 de la madrugada decidimos retirarnos, con los pies machacados y el cansancio haciéndose notar. Nos dirigimos por la carretera camino al apartamento apoyado el uno contra el otro para no caernos, mi mano en la cintura de Beckett y su cabeza apoyada en mi hombro. La risa no nos abandonó y seguíamos recordando anécdotas y metiéndonos el uno con el otro, como si la parte de la noche en la que nos gritamos no hubiese existido. Beckett se paró de golpe, haciéndome perder el equilibrio:
- ¡Ey! Avisa cuando vayas a hacer eso – me quejé, tambaleándome.
Ella hizo un gesto con la mano, restándole importancia, mientras se inclinaba hacia delante, sin pensar que con ese gesto su escote jugaba en su contra. Mi mirada se quedó clavada en el sujetador de encaje que llevaba puesto, sin avergonzarme cuando Beckett se dio cuenta de a donde apuntaban mis ojos. Intenté tragar saliva pero tenía la garganta seca desde el último tequila que bebí, así que me limité a dejar de mirarle las tetas a la detective y a concentrarme en averiguar porque se había parado.
- ¿Qué haces?
- Quitarme los tacones, me están matando los pies – me explicó Beckett mientras se agarraba a mi brazo para quitarse uno de los zapatos rojos.
- Aaah. Y yo que pensaba que tenías más aguante – comenté para picarla.
- Ja, ja, ja. Quisiera verte yo a ti desde las 10 hasta las 6 con estos taconazos y sin sentarte más que 20 minutos.
- Cuando quieras lo hago. – dije medio en broma.
Ella me miró, alzando una ceja, divertida.
- ¡No me lo perdería por nada del mundo!
- ¡Claro que no! Te haré un pase de modelos si quieres – comencé a andar de un lado a otro de la carretera con una mano en la cintura y bamboleándome al caminar. Beckett comenzó a reírse, sujetándose la barriga mientras yo decía "o sea" y "magnífico" al aire.
- Basta…. Ay… Castle, para… - intentó decir Kate, luchando por conseguir aire.
- Vale, vale, pero que conste en acta. – señalé alzando el dedo índice – Esto queda entre tú y yo, ¿eh?
La detective luchó por dejar de reírse y me miró, secándose un ojo:
- ¿Y que el resto del mundo se pierda al gran Richard Castle haciendo de modelo? No, no, no…
Sonreí, sabía que estaba de broma. Me coloqué a su lado, sujetándola por la cintura y recolocándonos en la cómoda posición de antes. Seguimos bromeando camino al apartamento, Beckett balanceando los tacones en la mano y yo contando chistes y relatando historietas de mi infancia con la diva de Broadway, Martha Rodgers. La detective habló bien poco de su infancia, la mayoría de las anécdotas que contaba eran de su época en la Academia o algunos casos de robos. Nos paramos en la puerta del apartamento 47, y nos miramos mutuamente a la espera de que uno de nosotros sacara las llaves.
- Las tienes tú – dije mientras me apoyaba en la puerta.
- No, te las di a ti porque no tenía bolsillos, ¿recuerdas?
Fruncí el ceño, rebuscando en mi mente, pero tenía cosas muy borrosas.
- Yo creo que no… - me llevé una mano al pelo, alborotándolo.
- Joder, ¡no me digas que no podemos entrar! – exclamó Kate.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 16:
Miré fijamente a Beckett, un poco temeroso. Esperaba que se enfadara pero le dio por reírse.
- Ay, me río por no llorar… - se quejó, con una mano en la cadera.
Resoplé, mirando a mí alrededor en busca de signos de vida.
- ¿Y ahora qué hacemos? – pregunté cuando me di cuenta de que a las 6 de la mañana no habría nadie despierto.
- No sé pero me niego a dormir aquí.
- En la playa hay hamacas – propuse.
- Bueno, lo utilizaremos como último recurso – dijo tras meditarlo.
- Creo que ya es nuestro último recurso, Beckett.
- No. A ver, pensemos…
Puse mi mente de ladrón en modo ON y analicé todas las posibilidades.
- ¿Dejaste alguna ventana abierta? – pregunté, esperanzado.
- Mmmm… No. Como íbamos a salir las cerré todas. – Beckett se apoyó en la pared, a mi lado, derrotada. La luz del porche hizo relucir algo en su pelo y una bombilla se encendió en mi cabeza. La cogí de la muñeca, tirando de su cuerpo hacia mí.
- ¿Qué demonios haces? – preguntó tragando saliva, nerviosa.
- Quieta – pedí, mientras llevaba las manos a su pelo. Le cogí unas horquillas que llevaba para sujetar algunos mechones, que cayeron sueltos por su espalda. Me agaché frente a la puerta y coloqué ambas horquillas de forma que me sirvieran de ganzúa. Beckett se inclinó sobre mi espalda para mirar que hacía.
- Kate, me tapas la luz.
- Ooops, perdona. – se disculpó, echándose hacia un lado.
Me arrodillé frente a la cerradura, con las horquillas era más difícil y yo estaba borracho, así que tardaría más de lo normal.
- Eres un ladrón de pacotilla… - se quejó la detective 3 minutos después.
- ¡Ssshh!
- A mí no me mandas callar, ¿eh? Cuidadito… - me amenazó con su dedo índice y yo la miré alzando una ceja. Si no estuviera borracha la habría tomado en serio, pero ahora no. - ¿En serio tardas tanto cuando robas? – se movió, paseando impaciente por la entrada.
- Normalmente no tengo una mosca cojonera comiéndome la oreja.
- ¡Ey! – protestó Beckett, golpeándome en la espalda. Sonreí y la miré a modo de disculpa.
- Además, yo no robo. Soy escritor…
- ¡Ja! ¿Entonces donde aprendiste? – dijo la detective, señalando con la cabeza las ganzúas improvisadas.
- Para un libro de Nikki Heat estuve haciendo investigaciones, quería que la escena del robo fuera real.
- Seguro…
Sabía que Beckett no me creía y que tenía sospechas muy acertadas sobre mi segunda vida. La gran pregunta era cómo había llegado hasta mí, era bastante cuidadoso con lo que hacía, desde la cárcel no podría hacer nada útil.
- En serio, cubrí toda una pared de mi casa con candados y me pasaba el día entero enfrente de ellos con las ganzúas en la mano.
- ¿Cómo Sherlock Holmes en Elementary? – preguntó Beckett, divertida.
- Exactamente – contesté sonriendo. Me había gustado esa comparación. – Cuando fui a la ferretería a comprar 100 candados la dependiente me miró como si estuviera loco.
- No me extraña, yo habría pensado lo mismo.
Solté una carcajada al recordar el momento, y continué moviendo las horquillas rezando por oír el familiar "click" de la cerradura.
- Mi madre se los llevó cuando terminé el libro porque los quería para una obra, además Alex… - me callé de golpe, cortándome a la mitad del nombre. Había hablado demasiado, el alcohol me soltaba la lengua…
- ¿Eh? – inquirió la detective, con el ceño fruncido. Parecía que no me había estado haciendo mucho caso. "Pues mejor…"
- Nada, nada. Estaba hablando solo – mentí. Ella asintió, creyéndoselo o así parecía. Volví mi atención a la cerradura y dije:
- ¡Lo tengo!
- ¡Aleluya! – exclamó Beckett alzando los brazos al cielo. Me reí entre dientes y afronté el nuevo problema: no era capaz de lograr el click, las tenía mal agarradas.
- Necesito tu ayuda, ven aquí – pedí. Ella se situó a mi lado, inclinándose hacia delante hasta quedar su cara junto a la mía.
- Dime.
- Empuja esta hacia arriba – ordené, señalando mi mano izquierda con la cabeza. Kate colocó su mano encima de la mía y empujó, mientras yo tiré de la horquilla de la derecha hacia abajo. La cerradura giró ligeramente y se oyó el familiar y tranquilizador "click" que esperábamos.
- ¡Sí! – gritó Beckett, alegre. Se giró para mirarme justo cuando yo hacía lo mismo, así que quedamos cara a cara, a escasos centímetros uno de otro, de tal forma que podía distinguir con total claridad las motas marrones que manchaban sus ojos verdes.
Carraspeó y se levantó, empujando la puerta para abrirla. Yo la imité y quité las horquillas de la cerradura.
- Supongo que ya no las quieres – dije, mirando los alambres retorcidos que reposaban en mi mano. Ella sonrió y negó con la cabeza. – Vaya, pues son un bonito recuerdo de cuando el escritor Richard Castle te salvó de tener que dormir en unas hamacas de playa.
Beckett se río y se acercó a mí, quitándome las horquillas de la mano.
- Si lo pintas así… - dijo, fingiendo tono de resignación. Una amplia sonrisa se extendió por mi cara, borrada por un bostezo que no pude contener. – Vayámonos a dormir.
Asentí, y nos dirigimos los dos hacia el piso de arriba, bamboleándonos por las escaleras y llevándonos unos cuantos golpes contra la pared. Las risitas ascendieron con nosotros y nos acompañaron hasta el baño, donde ambos nos lavamos los dientes conteniendo la risa por nuestras bocas manchadas con espuma de la pasta de dientes. Entre empujones y piques, nos refrescamos un poco y Beckett se desmaquilló y trenzó el pelo.
Me desvestí en el salón, tirando mi ropa de cualquier manera encima de la maleta, ya la guardaría al día siguiente. Caminé hasta la cocina, rascándome un ojo y bostezando otra vez. Abrí un armario pero allí no estaban los vasos, así que abrí otros dos más antes de dar con el de las tazas y vasos, de donde cogí uno y fui al fregadero para llenarlo de agua. El tequila me había dejado la garganta seca…
Mientras bebía, apoyado en la encimera, Beckett entró también en la cocina. Llevaba su camiseta rosa extra-grande y juraría que no se había puesto los shorts que normalmente usaba, pero la camiseta le llegaba a la mitad del muslo y no estaba seguro. Aparté la mirada de su culo y la vi buscar vasos por los armarios.
- Ese de allí – dije, señalando el de la esquina. Ella me sonrió, agradecida, y sacó un vaso para llenarlo de agua también.
Me hice a un lado ya que estaba justo frente al grifo, y Kate se apoyó junto a mí en la encimera, bebiendo agua.
- Hace un rato estábamos igual, pero con Coronitas en la mano – comentó. Sonreí de lado.
- Nada es para siempre.
- ¿De verdad? – preguntó.
- Bueno, depende… - opiné, pensando que algunas cosas sí eran para siempre. Ella asintió, demasiado cansada para discutir o filosofar.
- Sé que estoy borracha y no debería pedirte esto pero… - empezó a decir Beckett, con voz quebrada por el cansancio.
- No vamos a tener sexo. – la corté, antes de que si quiera terminara. Me miró, entre escandalizada y… Espera, ¿eso era fastidio? Descarté la idea, era imposible…
- ¡No! ¡No me refiero a eso! Dios, que mal pensado eres…
- ¿Entonces?
- Solo te iba a decir que durmieras conmigo. La cama es bastante ancha y me sabe mal que estés en el sillón, el otro día bajé mientras dormías y estabas todo retorcido porque no cabes bien.
Me encogí de hombros, sin darle mucha importancia, pero la miré fijamente y vi que lo decía en serio.
- Bueno, si insistes tanto… - bromeé, bostezando.
La seguí por las escaleras, yendo yo detrás, con unas vistas muy interesantes. "Dios, que mal estás hoy" pensé, intentando mirar a otro sitio. Mi mirada se mantuvo en el suelo hasta que llegué a su cama, donde por fin la levanté para examinar la habitación. Ese toque femenino le sentaba muy bien… Entre los dos abrimos la cama, dejando todas las mantas en la parte baja y solo la sábana libre. Beckett me tiró uno de los cojines a la cara y yo se la devolví en cuanto se despistó un ratito.
- Pásame ese cojín alargado – me pidió la detective, con la mano extendida. Se lo alargué y lo colocó en el medio de la cama, mientras ella se tumbaba a la izquierda. La miré, curioso y divertido.
- Me pides que duerma contigo pero pones un cojín entre los dos… - comenté.
- Sip. No me fío de ti, hoy estás muy salido, llevas toda la noche devorándome con la mirada.
- ¿¡Yo?! – exclamé, fingiendo sorpresa. "¡Pilladooo!" me decía la voz de mi mente. – Será porque no has parado de provocarme en toda la noche.
- Ya te previne de que llevaras servilletas. Katherine Beckett de fiesta es muy sexy.
Solté una sincera carcajada. Apoyé el peso de mi cuerpo en el hombro y la miré por encima del cojín:
- Cierto es. Mis más sinceras disculpas, detective, tienes mucha marcha.
- Gracias, gracias – dijo Beckett, bromeando.
El brazo me empezó a doler y me dejé caer de espaldas en el colchón. Mirando las sombras que hacía la cortina al moverse con la brisa de la ventana abierta, susurré:
- Buenas noches, Kate.
- Buenas noches, Rick – me respondió en un murmullo, casi sin voz, pero aun así ronroneó como siempre hacía cuando me llamaba "Rick". Contuve un suspiro y cerré los ojos, dejándome llevar por el sueño.
Las sombras me rodearon pero el olor a cerezas y el calor de su cuerpo al lado del mío, a pesar del cojín, mantuvo las pesadillas apartadas. Ella era el antídoto que llevaba buscando tantos años.
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