In dubio pro reo [COMPLETO]
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 45:
- ¡Sabía que no tendría que haberme fiado! – exclamó Beckett, apartándose el pelo de la cara.
- ¡Juro que ese era el truco! – me excusé, taladrando con la mirada la pared de setos.
- Ya, ¿y de donde lo sacaste? ¿De Dora la Exploradora? – se burló la detective.
Me quedé callado, sin atreverme a hablar.
- ¡No me digas que lo sacaste de ahí!
- ¿¡Qué?! ¡No! ¡Lo leí en un libro!
Beckett resopló.
- Oye, pensé que era verdad. – me quejé.
- Eres demasiado ingenuo, Richard Castle. ¿Acaso todo lo que tú escribes es verdad?
- Una gran parte sí, me gusta documentarme para mis libros.
- Ya lo veo.
- ¡Lo digo en serio! – protesté ante su tono de ironía.
- No te digo que no – contestó ella, apaciguadora – Me refería a tu dominio con las ganzúas y eso…
- Pero las ganzúas no es por los libros – dije. – Ya lo sabes.
- ¿Así que lo admites? – inquirió Beckett con una ceja alzada.
- ¿Sirve de algo seguir negándolo?
Ella negó con la cabeza y yo me encogí de hombros. Emprendimos el camino de vuelta, esta vez sin seguir lado alguno, simplemente caminando por encima de la grava, buscando una salida. Seguí dándole vueltas al asunto del truco, estaba seguro de que aparte del libro, lo había oído en más sitios. ¡Tenía que ser verdad! "Pero no nos ha funcionado" pensé. Y entonces…
- ¡Leñe! – Exclamé de repente, sobresaltando a la detective - ¡Ya sé porque no funcionó!
- Castle…
- No, déjame hablar. Te dije que era el lado derecho, pero me había confundido, es el lado izquierdo. Y no, no solo lo saqué de un libro sino también del último superviviente y de otro documental del Discovery Max.
- Sabes que el Último Superviviente está amañado, ¿verdad? – dijo ella como toda respuesta.
- Minucias – deseché eso con un gesto de la mano y me la quedé mirando, expectante.
- ¿Qué?
- ¿Quieres probarlo?
- ¡Oh, no! – Se negó rotundamente – Solo quiero salir de aquí.
- Veeenga – rogué – Por fiiiiiiiis…
- Ni loca, Castle.
- ¿Ni siquiera por mí? – pregunté, haciendo un puchero.
- N… - le falló la determinación – No. – dijo finalmente.
Me acerqué un poco más a ella, agachándome para quedar a la altura de sus verdes ojos.
- Por fa, por fa, por fa…
- Castle… - empezó a decir, tragando saliva.
- Confía en mí – pedí, intensificando mi mirada. Sabía que no podría resistirse.
Beckett se humedeció los labios, haciéndome perder la concentración momentáneamente. Finalmente, apartó sus ojos de los míos y agachó la cabeza, sacudiéndola con resignación. Suspiró, y aceptó.
- Está bien.
- ¡Bieeeen! – exclamé, haciendo mi baile de la victoria.
Siguiendo el lado izquierdo, recorrimos de vuelta el laberinto a paso rápido. Casi corriendo a veces. Mis zancadas, al ser más largas que las de Beckett, me obligaban a ralentizarme ligeramente cuando veía que la estaba dejando atrás; hasta tal punto que terminé por agarrarla de la mano. No quería perderla en aquel lío lioso de arbustos verdes exactamente iguales. Cuando ya teníamos la sensación de estar dando vueltas y vueltas de nuevo, la pared de la izquierda se cortó abruptamente, dando lugar a un claro redondo.
- ¡Hemos…! – exclamé.
Pero, de repente, noté la mano de Beckett cubrir mis labios y empujarme contra unos setos, ocultándonos del centro del laberinto. La miré, interrogante, moviendo los labios dentro de su agarre. Noté cómo rozaba suavemente los dedos de la detective, que se estremeció, y entonces ambos fuimos totalmente conscientes de que el espacio entre nuestros cuerpos era más bien escaso. Beckett me había empujado contra un arbusto y se había apoyado en mí, su mano en mi boca, sus ojos un poco más abajo que los míos. Mi mirada se deslizó, sin ser premeditado, desde su mirada hasta sus labios, donde se quedó clavada, observando cómo se los humedecía. Luego bajé por su cuello hasta la sensible piel que cubría su pulso, podía notar a su corazón latir desbocado contra mi pecho. La tensión sexual entre nosotros se había convertido en un tenso hilo que nos empujaba hacia el otro.
Beckett se llevó un dedo a sus labios, indicándome que me estuviera callado. Yo asentí, y ella liberó su agarre de mi boca.
- ¿Qué pasa? – vocalicé, sin emitir sonido alguno.
La detective se señaló una oreja y apuntó hacia el centro del laberinto. Entonces yo agucé el oído y pude escuchar a un hombre hablando en algún idioma semejante a estar escupiendo continuamente.
- ¿Hablas alemán? – pregunté, en un susurro tan bajo que temí que no me oyera. Pero, tan juntos como estábamos, era inevitable.
Beckett hizo un gesto que no supe distinguir si era de fastidio, y me miró.
- Es ruso. Y sí, chapurreo un poco.
Se me descolgó la mandíbula y ella me la cerró, empujando con una mano mientras una sonrisa burlona aparecía en su rostro.
- Wow – dije, moviendo los labios solo.
- ¿Impresionado? – inquirió ella, alzando una ceja provocadoramente.
- Es muy sexy.
Beckett rodó los ojos y se concentró en escuchar algo de lo que decía el hombre hablando por teléfono. Vi como atrapaba su labio inferior entre los dientes y tuve que apartar la mirada para que cierta parte de mi cuerpo no fantaseara, despertando a otra parte de mi anatomía y la liase parda.
- ¿Oyes algo? – pregunté, en apenas un murmullo.
Ella frunció el ceño, y alzó un dedo, pidiéndome un segundo de silencio. Apreté los labios y me contuve, respirando profundamente. Entre el olor pinoso de los arbustos me llegó un claro aroma a cerezas, procedente de la detective. Carraspeé a pesar de ganarme una mirada fulminante, tragando saliva y rezando para que la conversación terminara ya.
- Están diciendo algo de un muerto y…
Notamos como la voz se acercaba peligrosamente, aumentando en volumen.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 46:
Actué con rapidez, empujando a Beckett lejos de mí para salir de entre las ramas del arbusto y, mientras me sacudía la camiseta, tiré de ella para aparentar que estábamos caminando.
Doblamos la esquina de setos y casi chocamos de bruces con un hombre madurito, con incipientes entradas que no dejaban de hacerle atractivo. Su piel, bastante morena, contrastaba con el pelo rubio y los dientes excesivamente blancos. Iba vestido con unos pantalones de pana color crema y una camisa blanca con tres botones desabrochados, las mangas remangadas. Unas Carrera blancas ocultaban sus ojos tras los cristales tintados. Todo él iba de blanco, parecía un ángel. Su cara de sorpresa solo pudo igualarse a la mía de "Mierda nos han pillado".
- Подождите одну минуту – murmuró el hombre al altavoz del Smartphone. - ¿Quiénes sois? – inquirió.
Para mi sorpresa, habló sin rastro de acento ruso o barbadense.
- Soy Kate Beckett, del NYPD. Este es mi acompañante, Richard Castle. – nos presentó Beckett, dejando ver la placa colgada de su cadera. – Estamos buscando a Alexandre Gabriel.
- Yo soy Alexandre Gabriel.
- Señor Gabriel, querría hacerle algunas preguntas sobre un empleado suyo. Ian Sckuss – añadió, echando un vistazo a las notas que llevaba en el cuaderno Moleskine.
El hombre asintió, como si nos hubiera estado esperando, y por un momento me pregunté si acaso la Señora Gabriel le habría avisado por teléfono de que íbamos a verle. Alexandre destapó el auricular del iPhone, el cual había tapado para que no se oyera nuestra conversación.
- Вы по-прежнему существуют? – inquirió, cambiando de idioma con una facilidad sorprendente.
Miré disimuladamente a Beckett y vi que estaba jugando la carta de la ignorancia fingida. No quería dejar saber que entendía lo que estaban diciendo.
- Мы будем обсуждать это позже, полиция здесь. – Se quedó escuchando y contestó - Нет, не он, я призываю вас затем.
Vi que la detective estaba garabateando en la libreta, y al mirar de reojo, capté algunas cosas: "Discutiremos eso más tarde, la policía está aquí", y más abajo puso "No, déjalo, te llamo luego". Comprendí, no sin cierto retraso, que estaba anotando lo que Alexandre decía.
- До свидания. - se despidió Gabriel antes de colgar. – Disculpen, eran negocios que había que cerrar – dijo, con una sonrisa torcida.
- No se preocupe, su secreto está a salvo – bromeé. Capté la mirada de advertencia de Beckett y la de desconcierto con cierta amenaza del hombre – Me refiero a que no hemos entendido ni una palabra así que… - expliqué.
El dueño de aquellas tierras asintió, sonriendo, la desconfianza dejando paso al alivio. Le devolví la mirada a Beckett, queriendo decir "Confía un poco más en mí".
- ¿Así que Ian Sckuss? ¿Qué ha hecho ahora? – inquirió.
Beckett y yo intercambiamos una fugaz mirada y fingimos que no sabíamos nada.
- ¿No lo sabe? – pregunté, con voz seria.
- Resultó muerto en un atraco a una casa – informó Beckett.
- ¿Muerto? Vaya… - Alexandre Gabriel se rascó la nuca mientras nos guiaba por el laberinto hacia la salida.
- Lamento mucho su pérdida pero nos gustaría hacerle un par de preguntas, pura rutina.
- Claro, claro.
- Bien. ¿Sabía usted que estaba involucrado en temas de atracos? – preguntó la detective, abriendo la libreta de nuevo.
- No, sabía que había estado en bandas en el pasado pero pensé que al entrar aquí lo había dejado todo. Busco trabajadores honrados, ¿saben, detectives?
Aunque me halagó que me llamara detective, no me creí ni una sola palabra de lo que dijo. Así que tomé el relevo:
- ¿Le notó usted raro los días previos al ataque? ¿Estaba nervioso? ¿Irritable?
Alexandre hizo una mueca de desconcierto, y se quedó pensativo. Capté la mirada apreciativa de Beckett y le dediqué una torcida sonrisa.
- Aprendo rápido – susurré.
- Ahora que lo menciona, el día anterior a su "desaparición" me acerqué a pedirle algo y estaba al teléfono. No oí nada pero cuando se giró y me vio allí parado se volvió loco. Si no fuera porque me caía bien, le habría despedido por faltarme al respeto. – comentó el hombre, colocándose bien el puño de una de las mangas.
- ¿Y no logró oír nada? – preguntó Beckett.
- No, lo siento – se disculpó el señor Gabriel.
- ¿Tenía algún compañero cercano? ¿Amigos?
- No que yo sepa… La verdad es que Ian era un hombre muy reservado. En general, todos los rusos lo son pero él en especial. Siempre vigilaba sus espaldas, como si esperara a que alguien le atacara de repente; siempre callado, y cuando hablaba parecía que te gruñía. – Miró hacia abajo, sacudiendo la cabeza con una sonrisa - A mi querida hermana no le gustaba, pero a mí sí, me hacía sentir seguro. – dijo, encogiéndose de hombros.
- Aja… - masculló Beckett mientras escribía algo con rapidez.
- ¿Tenía familia o novia? ¿Alguien a quien debamos comunicarle su muerte? – inquirí.
- La verdad es que… - Alexandre calló, súbitamente avergonzado – No lo sé. Quizá deberíais preguntarle al resto de mis chicos. Ian no hablaba, pero supongo que alguien habrá visto algo.
- Vale, muchas gracias por su tiempo, señor Gabriel. – dijo la detective, recogiéndose un mechón suelto tras la oreja.
- Un placer, detectives. A parte de pasear y cuidar el jardín, no tengo nada más que hacer – comentó el hombre, jocoso.
Beckett y yo sonreímos, como si supiéramos que es eso. Quizá yo si lo sabía, pero… ¿Kate? ¿Acaso había sido aquello una forma de dejar claro quien tenía el poder allí? La detective y yo emprendimos el camino de vuelta por el sendero de grava, dejando a nuestras espaldas el laberinto y a Alexandre Gabriel, otra vez colgado del móvil.
- ¿Te has creído algo de lo que ha dicho? – pregunté.
- ¿Sinceramente? No. Este hombre debe de saber hasta el número de fibras de algodón que llevan los calzoncillos de sus "chicos", no me trago eso de que no sepa nada de Ian Sckuss.
- ¡Genial! Ya pensé que era yo el desconfiado.
- No, no lo eres. Por cierto, has estado bastante agudo en el interrogatorio – comentó ella, rehuyendo mi mirada.
- ¿En serio? – inquirí, súbitamente ilusionado.
- Sí, pero que no se te suba a la cabeza.
- Oído, cocina.
Me mantuve callado el resto del camino, lo que equivalía a lo que tardamos en encontrar a un armario humano vestido de negro totalmente, al contrario que su jefe. Beckett le llamó y al enseñarle la placa logró hacer que dejara lo que estaba haciendo para hablar con nosotros.
- ¿Son de la policía? – preguntó aquella mole de músculos, con el ceño fruncido y las venas del cuello marcadas.
- Así es. Soy la detective Beckett, este es mi compañero, Castle.
- Ah, yo soy Ragot – contestó, pronunciando una R muy marcada. Comenzaba a hartarme de los rusos…
- Estamos aquí por Ian, ¿le conocía usted?
- ¿A Ian? ¿Conocer? – El ruso soltó una risa socarrona – Era imposible conocer a ese hijo de puta, parecía que no tenía lengua. Creo que nunca le oímos decir más de 4 palabras juntas.
- O sea, que no sabe dónde vive, ¿verdad? ¿O si tiene familia?
- Niet – contestó, negando con la cabeza. – Pero creo que Pike debe de saber algo, un momento.
Beckett asintió, y su alivio me llegó como una oleada. Contuve un suspiro y me limité a observar como el musculitos cogía un walkie-talkie que llevaba colgado de la cadera y pulsaba un botón, cortando el ruido de estática.
- ¿Pike? – preguntó, pegando la boca al aparato.
Se oyó un crujido y - ¡aleluya! – un británico contestó a los cinco segundos.
- Dime, Ragot.
- ¿Tú sabes donde vive Ian?
- Erm… Sí, un día le tuve que llevar porque su moto no funcionaba – dijo Pike. Ragot asintió, confirmando sus sospechas, y Beckett le hizo señas para que pidiera la dirección. Mientras anotaba rápidamente en la libreta, yo me acerqué al ruso para agradecerle su ayuda.
- Un placer. Siempre es bueno colaborar con la policía – contestó él, alargando su mano.
Confiado, extendí la mía para estrechársela en un cortés gesto de respeto. Pero en seguida me arrepentí.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 47:
Mientras entrábamos en el Jeep, sacudí mi mano derecha, sin dejar de quejarme.
- ¡Menudo bestia! ¡Eso no ha sido un apretón, ha sido un rompe-huesos! – exclamé, toqueteándome la mano.
- O que tú eres demasiado delicado – comentó Beckett, concentrada en atinar con las llaves en el contacto.
- Me habría gustado verte a ti aguantar el tipo.
- Seguro que habría sido más discreta.
- ¡Ja!
- Por favor, Castle, el hombre te ha soltado muriéndose de risa…
- Porque soy divertido.
- Sí, sí… - dijo ella, con ese tonito especial.
- ¿Qué quieres decir con eso? – pregunté, con falsa voz dolida.
- Nada, nada. No digo nada que me comes.
Refunfuñé por lo bajo, masajeándome los nudillos. La verdad es que el tal Ragot me había agarrado la mano como si quisiera convertirla en polvo, me la había dejado espachurrada…
- Ahora tendré que ir a rehabilitación. ¡Y encima es la derecha! ¡Con la que escribo!
Beckett contuvo una carcajada y me miró, con las cejas enarcadas.
- Deja de auto-compadecerte por un momento y ponte el cinturón – ordenó.
Sin dejar de proferir quejas contra el armario andante, me abroché el cinturón y la detective arrancó el Jeep. Por un momento, el rugido del motor ahogó mi voz, y también la de una mujer que nos llamaba a gritos.
- Beckett, espera – dije.
Las ventanillas estaban bajadas, no nos habíamos molestado en subirlas al dejar el coche allí aparcado, así que solo tuve que sacar la cabeza por ella para ver que quien nos llamaba era nada más ni nada menos que la señorita Gabriel.
- Anda, mira, viene tu novia a despedirte – ironizó Kate, con cara de póker.
La miré varias veces de reojo, tratando de averiguar si estaba molesta de verdad o solo quería fastidiarme un poco.
- No es mi novia – mascullé, en un tono bajo pero suficiente para que ella me oyera y soltara una risa sarcástica.
- ¡Ricky! – saludó la mujer, casi sin aliento, cuando llegó a mi ventana. Le regalé una de mis mejores sonrisas, ignorando a la detective y su resentimiento – Ya pensé que no llegaba.
- Pero lo lograste, a pesar de los taconazos.
La señora Gabriel se ruborizó, o el reflejo de su blusa roja así lo hizo parecer, y se miró los tacones, moviendo el pie.
- Esto no es nada, deberías ver los otros – dijo, riéndose.
- Me encantaría – susurré, causando que otra vez sus mejillas se tiñeran de rojo.
Hice oídos sordos al resoplido de Beckett, y sonreí encantadoramente a aquella bella dama que se toqueteaba el pelo coquetamente.
- Bueno, que se me olvidaba, creo que Ian sí tenía una novia o familia.
El interés de la detective despertó súbitamente y prestó atención a nuestra conversación.
- ¿Estás segura? – inquirí.
- Aja – asintió ella – No sé cuál era su relación, solo sé que una noche que a él le tocaba guardia, yo llegué algo tarde de una fiesta de beneficencia y le vi hablando con una joven.
- ¿Y qué le hace pensar que era su novia? – intervino Beckett.
- Pues que, aparte de que Ian le estaba susurrando algo en el oído, tenía una pose como… - la señora Gabriel se quedó callada, pensando cómo definirlo - … protectora, podría decirse.
- ¿Protectora? – pregunté.
- Si, como si no quisiera que la vieran allí.
- ¿Podría describirla ante un retratista? – inquirió la detective, inclinándose hacia mi ventana.
- No, lo siento. Eran las 3 de la mañana, venía cansada de la fiesta, con algunas copas de más y ellos estaban a la sombra de aquel árbol – la rubia señaló con una larga uña pintada de rojo.
- ¿Y así a rasgos muy generales? – pedí, intensificando mi mirada.
- Mmmm… - la mujer se mordió el labio, pensativa, pero ese gesto no provocaba en mí la misma reacción que cuando lo hacía Beckett. – Más o menos como usted, detective: pelo largo y ondulado, de estatura media, esbelta.
Kate asintió, con la tapa del boli entre los dientes mientras escribía en la Moleskine.
- Muchas gracias – dije, sonriendo.
- Me alegro de haberles podido ayudarles en algo.
- Si recuerdas algo más, o si no… - levanté la cadera, buscando en el bolsillo trasero de mis bermudas la cartera. La saqué y le entregué una tarjeta a la señora Gabriel – Llámame, siempre estoy localizable en ese número.
La mujer la aceptó con una sonrisa, recogiéndose un mechón tras la oreja.
- Una última cosa, señora Gabriel – pidió Beckett, deteniéndola cuando ésta estaba a punto de irse ya.
- ¿Sí?
- Si encontráramos a la mujer y usted la viera, ¿sería capaz de identificarla?
- Supongo que sí.
Giré mi cabeza, buscando a la detective, y la encontré muy cerca de mí, todavía inclinada hacia mi lado para tener mejor visibilidad. Nuestras miradas se encontraron y todo pareció desaparecer a nuestro alrededor durante los tres segundos que duró aquella conexión antes de que Beckett la interrumpiera con algo de brusquedad. Puso la marcha atrás y salimos literalmente disparados a través de las grandes verjas de hierro, las que el guardia había abierto para nosotros.
Subí la ventanilla un poco para que el aire no me diera tan fuerte en la cara y encaré a la detective.
- Comprendo que haya gente que no te caiga bien pero podrías ser un poco más amable.
- ¿Con quién? ¿Con la próxima rubia de tu colección? No, gracias – contestó ella, rencorosa.
- ¿Se puede saber que te ha hecho ella?
- Castle, estabas ligando descaradamente enfrente de mí, con una sospechosa, en medio de una visita estrictamente profesional y entorpeciendo la investigación.
- ¿¡Qué?! Por dios bendito, Beckett, solo era un intercambio amistoso de halagos para sacarle algo de información. – me defendí.
- Claro, eso sería para ti – rebatió ella, enfadada - ¿Acaso no has visto cómo te miraba? Para ella no ha sido un intercambio amistoso, la has encandilado vilmente.
- Por favor, ¿de veras crees que la he encandilado? Ella sabía dónde se estaba metiendo. Y si me llama para otra cosa que no sea información, ¿qué más da?
- ¿Qué más da? ¡Estamos en una investigación! ¡Podría ser sospechosa, Castle!
Solté una carcajada.
- Como si esa mujer fuese capaz de matar a alguien con esas uñas y esos tacones.
- Eso no lo sabes, y hasta que no la descartemos no vas a hacer nada.
- ¿Quién te ha dicho a ti que iba a hacer algo de todos modos?
- Por favor… ¡La estabas devorando con la mirada! No sabía si tiraros agua fría o si dejaros solos.
- Oh, Beckett, creo que estás haciendo una montaña de un grano de arena.
- ¡No! ¡No lo estoy! Porque conozco a los hombres como tú, te susurran promesas para enamorarte y luego te abandonan como a una bolsa de basura. Y sé que tú harás eso con ella, utilizarla para satisfacerte. Pero, ¿sabes lo peor? Que yo he estado ahí delante y no tuve valor suficiente para alertarla.
- No pienso utilizarla porque no va a pasar nada entre nosotros – repetí, con voz tranquila.
- ¿Entonces a qué venía tanto peloteo? ¿Para qué molestarse? – preguntó, mirándome interrogadoramente.
"Para ponerte celosa" estuve a punto de decir. Pero me contuve en el último segundo y cambié hábilmente mi respuesta.
- No peloteé, ni es molestia. Mi madre me educó así: si veo a una mujer guapa no puedo evitar halagarla. Soy así – contesté sencillamente.
- Claro, porque no sabes el efecto que tienes sobre nosotras.
Se le escapó. Pude verlo claramente en su cara, como arrugaba la nariz y los labios rápidamente en cuanto fue consciente de lo que había hecho. No había querido decir eso, fue un pensamiento traicionero expresado en alto. Y yo no iba a ser tan tonto de dejar pasar aquello.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 48:
- ¿Nosotras? – inquirí, haciéndome el inocente.
- Castle, no empieces con jueguecitos de palabras.
- Yo no he sido el que se ha equivocado de pronombre personal. Das lugar a confusiones, detective.
- Sabes perfectamente lo que quería decir – dijo ella, con un suspiro.
- No, no lo sé.
- Sí, sí lo sabes.
- ¿Quién sabrá mejor lo que yo sé? ¿Tú o yo? – pregunté, parándome a pensar en lo que había dicho. - ¿Lo dije bien?
- Lo has dicho bien, sí. Pero yo sé mejor lo que tú sabes porque estás usando la táctica del "no saber" para hacerme hablar.
Fruncí el ceño, repitiendo la argumentación de la detective para mis adentros.
- ¡No me estoy haciendo el ignorante a posta! – me quejé. – Solo que quiero que me quede claro lo que querías decir.
- ¡Pero ya lo tienes claro! – exclamó ella, exasperada.
- Si lo tuviera no preguntaría.
- Si lo harías porque va en tu naturaleza, Castle. Te encanta liarnos.
- ¿A vosotras? – pregunté, con una sonrisilla de autosuficiencia.
- A todos.
- Menuda fama que tengo…
- Ya, bueno, la gente se gana la fama por algo, ¿no?
- "Por una vez que maté a un perro, mataperros me llamaron" – recité.
- No es tu caso – comentó Beckett con una risa.
- Pero sí es el caso de que se te da muy bien enredarme y alejarme del meollo del asunto – ante la mirada de la detective, añadí – Me apetecía decirlo, ¿vale? No me juzgues.
- Vale, vale – respondió, sonriendo.
- ¿Qué querías decir con "nosotras"?
- Me refería a nosotras en términos generales – aclaró Beckett, demasiado rápido, demasiado poco convincente. – Como mujeres.
- Claro, claro…
- ¿Qué insinúas?
La detective disminuyó la velocidad cuando nos encontramos a otro tractor circulando a dos por hora por todo el medio de la carretera. "Como Pedro por su casa" pensé antes de centrarme en la interesante conversación con Beckett.
- Nada. Solo que no me lo creo.
- ¿No? – inquirió, con una ceja levantada.
- Para nada. Y como dijiste antes, estoy aumentando mis habilidades detectivescas.
- Para el carro, Sherlock Holmes. También te dije que no te lo creyeras mucho.
- Eso es irrelevante en esta discusión, el tema no es mi ego, sino tu inútil encubrimiento.
- ¿Inútil?
- Sí, vas delante mía en tus deducciones, mi neurona no sigue tu razonamiento. Pero – dije, remarcando la palabra al mismo tiempo que alzaba un dedo – sé que no me estás diciendo la verdad.
- De mí – me corrigió.
- Es lo mismo – comenté, haciendo un gesto con la mano.
- No, no lo es. ¿Y tú eres escritor?
- Tsss, existe el corrector.
Beckett hizo puso una mueca que me hizo reír.
- ¡Pero hazme caso! – exclamé, como un niño pequeño.
Ella resopló y se centró en la conversación.
- A ver, ¿qué quieres saber?
- ¿Qué efecto provoco en las mujeres, detective? Ilústrame – pedí, con voz repentinamente suave y calmada.
- Las desconcentras – contestó, carraspeando. Me miró brevemente antes de fijar otra vez sus decididos ojos verdes en la carretera – Las descolocas con la mirada, esos ojos azules tan intensos que cambian de color según tus emociones, y cuando las miras se vuelven de un azul límpido, inocente, la clase de color que te hace pensar que esa persona jamás podría hacerte daño. Luego las hipnotizas con tu sonrisa, una sonrisa torcida y atraes su atención sobre ti; un guiño cómplice y esa postura que adoptas de ricachón rebelde y haces que se interesen; una mirada penetrante y las dejas con ganas de más. Y entonces das el "coup de grace" cuando mezclas todo de una forma única, solo tuya, y logras tocar hasta la última fibra de su ser. Las conmueves, las excitas, despiertas su lado más coqueto y salvaje a la vez. Irremediablemente, las vuelves locas por ti.
Tragué saliva. Ni yo sabía qué hacía eso. La detective había ido bajando el volumen progresivamente hasta terminar casi en un susurro, con la mirada perdida o sin atreverse a mirarme. Entonces el hombre que nos ralentizaba se cruzó con otro tractor, y se pararon ambos en medio de la carretera a dialogar animadamente, haciendo que tuviéramos que frenar y esperar. Finalmente, Beckett se atrevió a mirarme, y pareció que la – escasa - distancia entre ambos no existía.
Nuestros ojos se encontraron y saltaron chispas. El magnetismo entre ambos se tensó, como si fuera una cuerda atada a nuestros cuerpos que tiraba de nosotros para juntarnos. Me humedecí los labios, notando la penetrante mirada de Beckett clavada en mí. La distancia se hizo insufrible, parecía que nos quemaba, obligando a reducirla. La tensión sexual enrareció el ambiente del coche, elevando la temperatura más aún, ejerciendo presión sobre nosotros. Parecía que todos los elementos se habían aliado para hacernos sufrir, y solo pararían cuando la distancia que nos separaba, tan poca y a la vez tanta, se volviera inexistente.
Como en un acuerdo tácito no hablado, ambos nos inclinamos al mismo tiempo y los ojos, ahora oscurecidos, de la detective se deslizaron hasta mis labios. Comencé a respirar de forma más superficial, mi corazón lanzándose a un galope tremendamente alocado, tanto que parecía que iba a salírseme del pecho en cualquier instante.
- ¿Hago lo mismo contigo? – pregunté yo en el mismo tono, apenas un susurro.
- Lo estás haciendo ahora – murmuró.
Me entraron ganas de contener la respiración bruscamente. Había dicho que las volvía locas, que las hacía enamorarse. ¿Era aquello una declaración indirecta?
- ¿Y funciona?
Beckett abrió la boca para contestar, atrayendo mi vista hacia sus carnosos labios. Dudó por un instante, la sombra de la incertidumbre cruzando su cara, pero se decidió y volvió a coger aire. Deseé que dijera que sí, en mi mente crucé todos los dedos, rezando para que contestara una simple palabra de dos letras que lo cambiaría todo.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
A TUS PIES increible la manera en la que escribes, me mantiene enganchada durante toda la historia, leo muchisimos fics pero sin duda el tuyo gemisima es sino el que mas de los que mas me gustan! ENGANCHADISIMA ME TIENES! Puuuuues eso que a tus pies! ESTUPENDO GEME'
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
No manches aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh! K manera de describir a Rick y por fin lo admite, si k termine lo que ya empezo ! Por fa no se nos vaya a acobardar a la mera! Lanzate Kate por todo! Continua pf
Verispu- As del póker
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Edad : 46
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Bueno, bueno en tu linea de siempre regalándonos capítulos estupendos, llenos de matices y descripciones muy acertadas de lo que son nuestros personajes favoritos. La historia en la cúspide de mi curiosidad, pues tienes una habilidad innata para darnos muy poca información de la que a nosotros más nos interesa y nos tienes sobre ascuas, hasta el final, para volver a dejarnos a medias. jajajajajajaja
Bueno se de los problemas de tiempo que todos tenemos así que no voy a decir nada más. Solo que sigas que siempre esperaré para leerte.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Bueno se de los problemas de tiempo que todos tenemos así que no voy a decir nada más. Solo que sigas que siempre esperaré para leerte.
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agecastbet- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Wow, que tres grandes capítulos!!! Cada vez me gusta más, jejeje. A ver ahora como sale Kate del conentario que ha hecho de forma inintecionada, creo que le va ha resultar un poco difícil.
Espero que puedas continuar pronto
Espero que puedas continuar pronto
Yaye- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Y nos dejas asi?? seras mala persona.
Ojala que diga que si.
Muy bueno, me encanta, es genial.
Continua pronto.
Ojala que diga que si.
Muy bueno, me encanta, es genial.
Continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
guauuuuu
Anita-C&Kalways- Ayudante de policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
tienes que continuar:D ,soy nueva leyendo esto ,pero deje de hacer muchas cosas para leer este fanfic,es tan genial y esta tan bien escrito ,y la historia es impresionante
Castlefica- Escritor novato
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
buenisimos como siempre vamos k al final castle la esta doblegando!!! continua pronto
cururi- As del póker
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Por favor continua en cuanto te sea posible porque es realmente genial.
Me encanta la historia y como los personajes van encajando poco a poco entre ellos.
Me encanta la historia y como los personajes van encajando poco a poco entre ellos.
rubiodav- Actor en Broadway
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Lamento tardar tanto pero los exámenes iban primero... ¡Espero vuestros comentarios!
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"- ¿Y funciona?
Beckett abrió la boca para contestar, atrayendo mi vista hacia sus carnosos labios."
- Sí – murmuró ella, casi sin voz.
Sentí mi pecho estallar de emoción, mi corazón rebasar de alegría y ponerse a bailar claqué en mi pecho. Me quedé sin aire en los pulmones, pero no me importó, solo podía pensar en que Beckett había dicho que sí. ¡Había dicho que SÍ! Aun no terminaba de creérmelo pero había algo más importante: estábamos muy cerca, nuestras narices casi rozándose, resultaba difícil mirarse a los ojos sin ponerse bizco, y quizá no habría otra oportunidad como aquella para hacerlo de una vez por todas. Iba a besarla.
Me incliné hasta que ya no podía más, la suave piel de su nariz haciéndome cosquillas en la mía, una sonrisa casi escapándose de mis labios. Cerré los ojos, lentamente, y busqué sus tentadores labios. Ahí estaban, húmedos y entreabiertos, temblando ligeramente por la anticipación, esperándome… Nuestros labios se tocaron suavemente en un primer beso, más que beso fue un roce, una prueba. Y supo tan bien que fuimos a por más.
Cuando estábamos a punto de besarnos, esta vez darnos realmente un beso, alguien golpeó la ventanilla del lado del conductor, sobresaltándonos.
- Tortolitos, si queréis os pago una habitación de hotel pero estáis parados en medio de la carretera y no me dejáis pasar. – se quejó un hombre, con cara entre divertida y molesta.
Beckett y yo nos apartamos el uno del otro de golpe, ella con las mejillas sonrojadas ligeramente, yo terriblemente molesto. ¿No podría haberse esperado un poco más? ¿No podrían haber seguido con su cháchara los de los tractores? Resoplé y me senté bien en mi asiento, haciéndole un gesto al hombre para que se marchara. La detective encendió el coche, sin hacer ni un solo comentario y evitando mirarme a los ojos. ¿Estaba arrepentida? ¿Necesitaba tiempo? ¿Querría que pasara lo que casi pasó? Millones de preguntas rondaban por mi mente, haciendo ruido, confundiéndome, mareándome…
Beckett me tendió su iPhone y me lo quedé mirando sin saber qué hacer, teniendo que procesar que era un teléfono y que querría que llamara a alguien. Unos segundos más tarde cogí el móvil, rozando sin querer sus dedos y viendo que la piel de sus brazos se erizaba con mi contacto. ¿Era eso una señal de deseo o de repulsión?
- ¿Castle? – preguntó ella, y, por su tono, no era la primera vez.
Volví a la realidad, pestañeando varias veces para despertarme.
- ¿Decías?
- Llama a Espo, por favor. – repitió, con paciencia.
Encontré su teléfono entre los últimos marcados y enseguida estábamos escuchando los bips a través del altavoz. No tuvimos que esperar mucho antes de que el detective contestara con su nombre a modo de saludo, sin sorprenderse en absoluto al ver que éramos otra vez nosotros.
- Me pillas por poco, Beckett, estaba recogiendo para irme – comentó Esposito, escuchándose el "fiu" que desprendió su silla al sentarse.
- ¿Tan pronto? – inquirió ella, extrañada, mirando el reloj del salpicadero.
- Es una hora más tarde aquí, detective. Debería repasarse las zonas horarias… - bromeó su compañero, arrancándole una sonrisa.
- Perdone usted, detective Esposito, tengo la cabeza en otro sitio.
Alcé la cabeza, súbitamente interesado, y la miré intensamente, tratando de descifrar su cara de póker. Pero esa cara había soportado a las peores especies de la raza humana así que no se iba a descomponer ante mi escrutinio, por muy bueno que fuera descifrando expresiones. Beckett seguía siendo un misterio sin solución para mí…
- ¿Qué necesitas?
- Necesito que mires los registros telefónicos y las tarjetas de crédito de nuestro querido Ian, a ver si puedes identificar algo relacionado con una hermana o novia o mujer joven con la que tenga algún tipo de vínculo, sea del tipo que sea.
- Vale – contestó Esposito, notándose en su voz que estaba concentrado escribiendo – Los registros llegarán mañana como muy pronto si los dejo ahora pedidos, ¿te corre prisa? Si no, cancelo mi cita y me quedo.
- No, no – le interrumpió Beckett cuando aún él no había acabado – No dejes tirada a Lanie que no te lo perdonará en la vida.
- Yo no he dich…
- Espo, es mi mejor amiga, me sé su vida tan bien como la mía así que no cuela…
- ¿Está…? – trató de preguntar.
- Sí, estoy aquí pero soy una tumba, tranquilo. Tu secreto está a salvo conmigo – intervine, adivinando su pregunta.
Se oyó un suspiro de derrota por parte del detective y Beckett y yo no pudimos evitar sonreír. Cuando nos dimos cuenta, y nuestras miradas se encontraron, la sonrisa de la detective se desvaneció con la misma rapidez con la que apartó sus verdes ojos de los míos, rehuyendo mi mirada, sin atreverse o sin querer enfrentarme. Aquello me dolió profundamente, la felicidad que me había invadido con su sí había sido rápidamente sustituida por incertidumbre y la sensación de que no debía de haberla besado, por mucho que el momento y sus labios lo pidieran a gritos.
- Bueno, pues quedan ya pedidos, ¿vale? Mañana te llamo en cuanto haya encontrado a vuestra chica desaparecida.
- Genial. Gracias, Espo.
- Me debes unas cuantas… - bromeó el latino.
- Ya te las pagaré – respondió Kate, ronroneando.
Una carcajada se escuchó a través del altavoz del iPhone y yo tuve que contener mis celos repitiéndome que Esposito estaba en una relación con Lanie.
- Mejor que no se entere tu mejor amiga.
- No lo hará.
- Anda, Beckett, céntrate que no te sienta bien estar así. – Dijo el detective, con voz divertida - Llámame sin necesitas algo más.
- Lo haré – contestó ella, sonriendo.
Esposito colgó y yo bloqueé el iPhone, sin saber muy bien qué hacer con él.
- Castle, dámelo – dijo Beckett, pareciendo que lo había dicho ya varias veces.
- Ah, perdona – me excusé, tratando de centrarme.
Le di el móvil, nuestros dedos esta vez sin rozarse porque la detective los evitó. Cada pequeño detalle dolía cada vez más, y recordar una y otra vez el roce de sus labios no ayudaba.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó ella desinteresadamente, como si hablara del tiempo que hacía.
- ¿Yo? Claro – mentí, sabiendo esconder a la perfección lo que sentía tras una máscara prefabricada tras años y años contestando "bien" a la pregunta de "¿cómo estás?" cuando realmente la idea del suicidio rondaba por mi mente.
Yo podría haber vivido yendo a llorar a Alexis a una tumba, podría haberme llegado a acostumbrarme a su ausencia, a no tener con quien hablar por las tardes cuando llegaba a casa, a no tener a quien leerle cuentos por la noche antes de irse a dormir, a no tener a quien abrazar cuando me sentía triste. Podría haberme llegado a acostumbrar a la idea de que había cuidado de mi hija lo mejor que había podido y que se había marchado de mi lado por una causa natural, por una broma pesada del destino. Pero saber que había sido mi culpa, mis ansías de más, mi estúpida ambición… Eso pesaba en mi conciencia y era una piedra que arrastraba a todos los sitios a donde iba, como una maleta con la palabra "Culpa" escrita en un lateral para que todo el mundo viera que yo era un imbécil que había logrado que se cargaran a su hija. Como había dicho Sherlock Holmes "La culpa es el peor veneno de todos".
- ¿Por qué preguntas? – inquirí, metiendo un poco más del dedo en la llaga. Alguien me había dicho una vez que era masoca, y no podía hacer nada más que darle la razón.
- Porque estás despistado, como preocupado – contestó ella, encogiéndose de hombros, sin tocar el tema.
- Será porque tengo muchas cosas rondándome en la cabeza.
- Ah, te entiendo.
¿Ya está? ¿Eso era todo lo que me iba a decir? ¿No iba a sacar a relucir el hecho de que casi nos besamos? ¿De qué me había confesado que mis ojos la afectaban? ¿Iba a dar por hecho que lo iba a dejar pasar así como así? Porque no, no iba a hacerlo. Iba a luchar hasta que consiguiera una respuesta.
- ¿Me entiendes? – pregunté, mirándola intensamente.
Ella se giró hacía mí brevemente, sin apartar por mucho tiempo la vista de la carretera. Cuando vio que estaba serio, hablando totalmente centrado y que no iba a dejar pasar ni una, ella cambió de actitud y se puso a la defensiva.
- Sí, hay muchas cosas dándome vueltas en la cabeza ahora mismo. – dijo, cautelosa.
- ¿Cosas como el hecho de que casi nos besamos?
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Capítulo 49:
"- ¿Y funciona?
Beckett abrió la boca para contestar, atrayendo mi vista hacia sus carnosos labios."
- Sí – murmuró ella, casi sin voz.
Sentí mi pecho estallar de emoción, mi corazón rebasar de alegría y ponerse a bailar claqué en mi pecho. Me quedé sin aire en los pulmones, pero no me importó, solo podía pensar en que Beckett había dicho que sí. ¡Había dicho que SÍ! Aun no terminaba de creérmelo pero había algo más importante: estábamos muy cerca, nuestras narices casi rozándose, resultaba difícil mirarse a los ojos sin ponerse bizco, y quizá no habría otra oportunidad como aquella para hacerlo de una vez por todas. Iba a besarla.
Me incliné hasta que ya no podía más, la suave piel de su nariz haciéndome cosquillas en la mía, una sonrisa casi escapándose de mis labios. Cerré los ojos, lentamente, y busqué sus tentadores labios. Ahí estaban, húmedos y entreabiertos, temblando ligeramente por la anticipación, esperándome… Nuestros labios se tocaron suavemente en un primer beso, más que beso fue un roce, una prueba. Y supo tan bien que fuimos a por más.
Cuando estábamos a punto de besarnos, esta vez darnos realmente un beso, alguien golpeó la ventanilla del lado del conductor, sobresaltándonos.
- Tortolitos, si queréis os pago una habitación de hotel pero estáis parados en medio de la carretera y no me dejáis pasar. – se quejó un hombre, con cara entre divertida y molesta.
Beckett y yo nos apartamos el uno del otro de golpe, ella con las mejillas sonrojadas ligeramente, yo terriblemente molesto. ¿No podría haberse esperado un poco más? ¿No podrían haber seguido con su cháchara los de los tractores? Resoplé y me senté bien en mi asiento, haciéndole un gesto al hombre para que se marchara. La detective encendió el coche, sin hacer ni un solo comentario y evitando mirarme a los ojos. ¿Estaba arrepentida? ¿Necesitaba tiempo? ¿Querría que pasara lo que casi pasó? Millones de preguntas rondaban por mi mente, haciendo ruido, confundiéndome, mareándome…
Beckett me tendió su iPhone y me lo quedé mirando sin saber qué hacer, teniendo que procesar que era un teléfono y que querría que llamara a alguien. Unos segundos más tarde cogí el móvil, rozando sin querer sus dedos y viendo que la piel de sus brazos se erizaba con mi contacto. ¿Era eso una señal de deseo o de repulsión?
- ¿Castle? – preguntó ella, y, por su tono, no era la primera vez.
Volví a la realidad, pestañeando varias veces para despertarme.
- ¿Decías?
- Llama a Espo, por favor. – repitió, con paciencia.
Encontré su teléfono entre los últimos marcados y enseguida estábamos escuchando los bips a través del altavoz. No tuvimos que esperar mucho antes de que el detective contestara con su nombre a modo de saludo, sin sorprenderse en absoluto al ver que éramos otra vez nosotros.
- Me pillas por poco, Beckett, estaba recogiendo para irme – comentó Esposito, escuchándose el "fiu" que desprendió su silla al sentarse.
- ¿Tan pronto? – inquirió ella, extrañada, mirando el reloj del salpicadero.
- Es una hora más tarde aquí, detective. Debería repasarse las zonas horarias… - bromeó su compañero, arrancándole una sonrisa.
- Perdone usted, detective Esposito, tengo la cabeza en otro sitio.
Alcé la cabeza, súbitamente interesado, y la miré intensamente, tratando de descifrar su cara de póker. Pero esa cara había soportado a las peores especies de la raza humana así que no se iba a descomponer ante mi escrutinio, por muy bueno que fuera descifrando expresiones. Beckett seguía siendo un misterio sin solución para mí…
- ¿Qué necesitas?
- Necesito que mires los registros telefónicos y las tarjetas de crédito de nuestro querido Ian, a ver si puedes identificar algo relacionado con una hermana o novia o mujer joven con la que tenga algún tipo de vínculo, sea del tipo que sea.
- Vale – contestó Esposito, notándose en su voz que estaba concentrado escribiendo – Los registros llegarán mañana como muy pronto si los dejo ahora pedidos, ¿te corre prisa? Si no, cancelo mi cita y me quedo.
- No, no – le interrumpió Beckett cuando aún él no había acabado – No dejes tirada a Lanie que no te lo perdonará en la vida.
- Yo no he dich…
- Espo, es mi mejor amiga, me sé su vida tan bien como la mía así que no cuela…
- ¿Está…? – trató de preguntar.
- Sí, estoy aquí pero soy una tumba, tranquilo. Tu secreto está a salvo conmigo – intervine, adivinando su pregunta.
Se oyó un suspiro de derrota por parte del detective y Beckett y yo no pudimos evitar sonreír. Cuando nos dimos cuenta, y nuestras miradas se encontraron, la sonrisa de la detective se desvaneció con la misma rapidez con la que apartó sus verdes ojos de los míos, rehuyendo mi mirada, sin atreverse o sin querer enfrentarme. Aquello me dolió profundamente, la felicidad que me había invadido con su sí había sido rápidamente sustituida por incertidumbre y la sensación de que no debía de haberla besado, por mucho que el momento y sus labios lo pidieran a gritos.
- Bueno, pues quedan ya pedidos, ¿vale? Mañana te llamo en cuanto haya encontrado a vuestra chica desaparecida.
- Genial. Gracias, Espo.
- Me debes unas cuantas… - bromeó el latino.
- Ya te las pagaré – respondió Kate, ronroneando.
Una carcajada se escuchó a través del altavoz del iPhone y yo tuve que contener mis celos repitiéndome que Esposito estaba en una relación con Lanie.
- Mejor que no se entere tu mejor amiga.
- No lo hará.
- Anda, Beckett, céntrate que no te sienta bien estar así. – Dijo el detective, con voz divertida - Llámame sin necesitas algo más.
- Lo haré – contestó ella, sonriendo.
Esposito colgó y yo bloqueé el iPhone, sin saber muy bien qué hacer con él.
- Castle, dámelo – dijo Beckett, pareciendo que lo había dicho ya varias veces.
- Ah, perdona – me excusé, tratando de centrarme.
Le di el móvil, nuestros dedos esta vez sin rozarse porque la detective los evitó. Cada pequeño detalle dolía cada vez más, y recordar una y otra vez el roce de sus labios no ayudaba.
- ¿Te encuentras bien? – preguntó ella desinteresadamente, como si hablara del tiempo que hacía.
- ¿Yo? Claro – mentí, sabiendo esconder a la perfección lo que sentía tras una máscara prefabricada tras años y años contestando "bien" a la pregunta de "¿cómo estás?" cuando realmente la idea del suicidio rondaba por mi mente.
Yo podría haber vivido yendo a llorar a Alexis a una tumba, podría haberme llegado a acostumbrarme a su ausencia, a no tener con quien hablar por las tardes cuando llegaba a casa, a no tener a quien leerle cuentos por la noche antes de irse a dormir, a no tener a quien abrazar cuando me sentía triste. Podría haberme llegado a acostumbrar a la idea de que había cuidado de mi hija lo mejor que había podido y que se había marchado de mi lado por una causa natural, por una broma pesada del destino. Pero saber que había sido mi culpa, mis ansías de más, mi estúpida ambición… Eso pesaba en mi conciencia y era una piedra que arrastraba a todos los sitios a donde iba, como una maleta con la palabra "Culpa" escrita en un lateral para que todo el mundo viera que yo era un imbécil que había logrado que se cargaran a su hija. Como había dicho Sherlock Holmes "La culpa es el peor veneno de todos".
- ¿Por qué preguntas? – inquirí, metiendo un poco más del dedo en la llaga. Alguien me había dicho una vez que era masoca, y no podía hacer nada más que darle la razón.
- Porque estás despistado, como preocupado – contestó ella, encogiéndose de hombros, sin tocar el tema.
- Será porque tengo muchas cosas rondándome en la cabeza.
- Ah, te entiendo.
¿Ya está? ¿Eso era todo lo que me iba a decir? ¿No iba a sacar a relucir el hecho de que casi nos besamos? ¿De qué me había confesado que mis ojos la afectaban? ¿Iba a dar por hecho que lo iba a dejar pasar así como así? Porque no, no iba a hacerlo. Iba a luchar hasta que consiguiera una respuesta.
- ¿Me entiendes? – pregunté, mirándola intensamente.
Ella se giró hacía mí brevemente, sin apartar por mucho tiempo la vista de la carretera. Cuando vio que estaba serio, hablando totalmente centrado y que no iba a dejar pasar ni una, ella cambió de actitud y se puso a la defensiva.
- Sí, hay muchas cosas dándome vueltas en la cabeza ahora mismo. – dijo, cautelosa.
- ¿Cosas como el hecho de que casi nos besamos?
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 50:
El silencio se adueñó del coche por un buen rato, yo seguía mirándola fijamente, sin apartar ni un segundo los ojos de su rostro para no perderme ni el más mínimo cambio en su expresión. Si iba a mostrar algún signo de debilidad yo iba a estar atento. Atrapó su labio inferior entre los dientes y tuve que contenerme para no decirle algo, alzando la vista para concentrarme en cualquier otra parte de su cara y no en sus labios.
Beckett respiró hondo, cerrando los ojos momentáneamente para volver a abrirlos enseguida, poniendo el intermitente de la izquierda y girando el Jeep. Me di cuenta de que estábamos entrando en el camino de tierra que llevaba a nuestro apartamento. La puerta del garaje apareció delante de los faros y la detective pisó el freno, parándose varios metros antes de llegar a ella. Apagó el coche y dejó escapar un casi inaudible suspiro.
- ¿Vas a contestarme o seguirás haciendo como que nada ha pasado? – pregunté, sin darla tregua.
- Voy a contestar – susurró ella, casi haciéndome sentir como un monstruo por atosigarla.
Me crucé de brazos, dando la espalda a la puerta para mirarla de frente más cómodamente. Beckett estaba con la vista perdida en algún lugar de sus vaqueros, sin saber cómo empezar siquiera a hablar.
- Casi nos besamos – dijo, como si yo no lo supiera ya. Enarqué una ceja, intentando averiguar que pretendía. – Y respondí a tu pregunta con un sí. Ya está.
- ¿Ya está? Yo creo que ambas cosas merecen una discusión.
- ¿Por qué? Estaba actuando sin pensar, no preví tu beso, ni que te tomarías mi contestación como un permiso para hacer lo que querías.
- ¿Qué? – Exclamé, sorprendido - ¿O sea que el malo de la película resulto ser yo? ¿Por haber entendido que el hecho de que tú no te apartaras era una señal clara? Beckett llevamos tonteando desde que nos conocimos y lo sabes bien.
- Una cosa es tontear, un juego despreocupado entre dos personas con química; y otra cosa es pasar ya al siguiente nivel, tomarse un sí como un permiso para actuar. ¿No me aparté? Claro, porque no sabía cómo reaccionar.
Solté una carcajada irónica, sabiendo que estaba mintiendo, se le notaba a la legua en la cara. Me acerqué a ella, demasiado, y la obligué a mirarme a los ojos.
- ¿No significó nada para ti? – pregunté, casi escupiendo las palabras.
- No – contestó ella, rehuyendo mi mirada.
- Mírame a los ojos y dime que realmente no significó nada para ti.
Ella cerró los ojos unos segundos, respirando hondo mientras se mordía el labio. Mantuve mi vista centrada donde tenía que estar, sin dejar que ese gesto me despistara. Quería logar mi objetivo: ver un signo de duda en sus transparentes ojos u olvidarme para siempre de ella. Beckett alzó la mirada, centrándose en mi cara.
- No. – repitió, totalmente segura de sí misma y sin un solo rastro de duda o dolor en su mirada.
Me alejé de ella lentamente, dolido. Tenía la certeza de que no iba a poder contestarme así, pero parecía ser que mis impresiones eran falsas. Solo era un tonteo para ella, sin interés en nada más. Asentí, asimilando aquello, dejando que el sentimiento de traición calara hondo para no volver a cometer el mismo error.
- Vale… - murmuré – Olvida esta conversación, olvida que alguna vez traté de besarte, que alguna vez me mostré interesado en algo más que en una amistad contigo. Hazlo tú y lo haré yo. Te prometo que a partir de ahora me mostraré contigo cariñoso en el más estricto sentido de la palabra.
Beckett tragó saliva y entonces sí que apareció un trazo de dolor en sus ojos.
- Lo siento, Castle… Siento haberte hecho pensar algo que no era…
- No pasa nada. Más siento yo haberlo pensado.
Le dirigí una última sonrisa triste y me disculpé, saliendo del coche sin tan siquiera volver a mirarla. Necesitaba el aire fresco del mar en la cara, necesitaba centrar mis pensamientos y ver cómo afrontar aquello. Me iba a costar perder todos aquellos sentimientos pero lo lograría con el tiempo…
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
La detective respiró hondo, viendo a Castle marcharse, cabizbajo, camino de la playa. Había visto el dolor bien claro en sus ojos azules, había visto su reacción al contestarle con tanta determinación. Para ser sincera, no sabía cómo había logrado responder tan seguramente, cuando en realidad la voz le fallaba, el nudo de su garganta estaba más apretado que nunca y el corazón se le había disparado.
Para ella también había significado mucho aquel beso pero no podía permitirse una relación ahora. No así… Eso no hacía que aquello doliera menos. Se secó una lágrima que se había aventurado por su mejilla con un manotazo, sintiéndose estúpida por su debilidad: si alguien tenía derecho a llorar por aquello, era Castle, no ella. Un sollozo murió ahogado en su garganta y apoyó la frente en el volante, sin saber qué hacer.
Solo había una persona a la que podía recurrir, a la que siempre recurría cuando aquello pasaba.
- ¿Kate? – inquirió una voz medio dormida. Solo entonces a Beckett se le ocurrió mirar el reloj y vio que eran casi las 10, es decir, casi las 11 en New York.
- Lo siento… - trató de decir, pero se le quebró la voz.
- ¿Kate? ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? ¿Qué ha pasado? – las preguntas se superponían unas a otras, sin darle tiempo a contestar antes de que la siguiente llegara, con urgencia y preocupación.
- Soy tan tonta, Lanie… ¡Soy imbécil! – exclamó ella, dándose un suave golpe en la frente mientras más lágrimas caían por sus mejillas.
- ¿Qué? Katherine Houghton Beckett, cálmate y empieza a explicarme todo desde el principio – exigió su amiga, sabiendo que la detective nunca decía palabrotas a menos que algo gordo hubiera pasado.
- Lo he fastidiado todo… Castle me odia ahora mismo, o intenta odiarme para dejar de sentir lo que siente por mí… ¡Y todo porque soy sumamente gilipollas!
- ¿Te odia? ¿Pero qué ha pasado? ¡Kate, por favor! ¡Explícate! – Lanie sonaba exasperada mientras trataba de enterarse que había pasado, hilando los comentarios de su amiga.
- Nos besamos, o casi nos besamos, fue un roce tonto causado por una pregunta y… Cuando me dijo si había significado algo para mí tuve el valor suficiente para mirarle a los ojos directamente y decir sin dudar que no. – explicó Beckett, entre sollozos y protestas.
- ¿¡Pero tú eres tonta o qué te pasa?! ¡Vamos a ver, Beckett! ¿¡Qué demonios pasaba por esa cabecita tuya en ese momento?!
- ¡Lanie! ¡Llamo en busca de consuelo no para que me recuerdes que soy tonta!
- Lo siento pero… ¡Joder, Kate! – Su amiga resopló, desesperada - ¿Cómo se te ocurrió? ¿En que estabas pensando?
- Yo… - Beckett se calló, sin saber qué decir, como excusarse de ese comportamiento inexcusable – No pensaba en nada, ¿vale? Simplemente soy imbécil. Ya está.
- Tiene que haber una razón. La Beckett que yo conozco no actúa sin una razón.
- Ya sabes la razón, Lanie. No estoy lista para una relación y nunca lo estaré. Estoy demasiado dañada emocionalmente como para que un hombre jamás pueda llegar a quererme, ¿y sabes por qué? Porque no les dejo entrar. Porque tengo estas horribles murallas que se abalanzan sobre mí en cuanto alguien se interesa demasiado, en cuanto siento demasiado. ¡Y estoy harta! ¿¡Por qué no puedo ser normal?!
- Cariño, te lo he advertido demasiadas veces. El hombre que consiga derrumbar tus muros debería recibir un premio… - ante el resoplido de la detective, Lanie continuó – Pero no es nada que no se pueda arreglar.
- Ya, claro… Pues dime como soluciono esto ahora. Le he perdido, Lanie, para siempre. Le he destrozado… ¡Si es que soy tonta! – exclamó Beckett, llena de rabia, dando un golpe al volante. Con el enfado, calculó mal y le dio sin querer al claxon, sobresaltándose ella y a la forense.
La detective seguía llamándose de todo mientras Lanie trataba de calmarla cuando Castle apareció corriendo por un lateral de la casa, con la alarma claramente escrita en su rostro.
- No, no, no, no – empezó a mascullar Beckett mientras se secaba a toda prisa las lágrimas. No quería que Castle la odiara aún más.
- ¿Qué ocurre? – inquirió Lanie, asustada.
- Es él, ha vuelto y yo estoy aquí llorando como la tonta que soy…
- Habla con él, Beckett. Explícale lo que te pasa. Es el indicado, lo presiento, y sé que lo entenderá. Pero tienes que contarle el porqué de todo esto, ya sabes a lo que me refiero.
- Lanie… - empezó a decir la detective, insegura.
- Ni Lanie, ni leches, Katherine Beckett, vas a contarle TODO porque se lo merece tras lo que has hecho.
- No puedo hablar así como así de lo que pasó, sabes que me cuesta a horrores.
- Pues tendrás que hacerlo si no quieres perderle. A tu elección queda, querida amiga.
Y tras decir esto, Lanie colgó el teléfono, sin darle la oportunidad de decir la réplica que sabía que vendría después. La detective soltó una maldición y se quedó mirando el iPhone, sin saber qué hacer. Pero Castle ya había llegado al coche y abierto la puerta del conductor, descubriendo a una Beckett aun secándose alguna lágrima apresuradamente.
- ¿Estás bien? – preguntaron ambos a la vez.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
que genial estuvo ,no para Kate claro esta ,pero esta genial la historia ,continua la pronto no quiero esperar
Castlefica- Escritor novato
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
A ver si hablan ya de una vez y dejan de hacerse daño mutuamente. Dos grandes capitulos. Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Pero como has, ha podido, hacer esoooooo, si lo estaba deseando???? como te atreves, buenos se atreve a mentir en esoooooo como lo vais a arreglar ahoraaaaaa.
Increíble pero cierto, como te has dejado manejar por la detective de esta forma, que la que tiene el muro es ella, pero tú eres la que tiene en su mano hacer y desacerrrrrr. Como es posible que ese muro no se haya esfumado cuando él la ha besadooooooo. y tú no tienes perdón, mira que dejar que se le escape esa oportunidaddddddd. Mucho vas a tener que trabajar ahora para conseguir que esto salga a flote, jajajajajajaja puesto que lo has escogorciado, del siguiente capítulo no puede pasar que me declaro en huelgaaaaaa. De ojos caídos y no vuelvo a leer hasta que estén en el altar y eso siempre que tenga seguro que no se arrepienten y salen por patas,jajajajajajaja Me tienes al borde del abismo, mi curiosidad por saber por un lado me tiene frita, pero la intriga no me da tampoco tregua, y cuando ya estoy lanzando cohetes, vas y me das un tajo que no ha sangrado porque se me ha quedado toda la sangre helada en las venas, no echo ni gota, ni gota. Tú estás pensando en matarme verdad???? porque como sigas así seguro que no llego a navidad a este paso. jajajajajaja
Te daré una oportunidad más, para ver si me convences y como no lo hagas te voy a preparar una huelga general en toda regla. Avisada quedas.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSS
Increíble pero cierto, como te has dejado manejar por la detective de esta forma, que la que tiene el muro es ella, pero tú eres la que tiene en su mano hacer y desacerrrrrr. Como es posible que ese muro no se haya esfumado cuando él la ha besadooooooo. y tú no tienes perdón, mira que dejar que se le escape esa oportunidaddddddd. Mucho vas a tener que trabajar ahora para conseguir que esto salga a flote, jajajajajajaja puesto que lo has escogorciado, del siguiente capítulo no puede pasar que me declaro en huelgaaaaaa. De ojos caídos y no vuelvo a leer hasta que estén en el altar y eso siempre que tenga seguro que no se arrepienten y salen por patas,jajajajajajaja Me tienes al borde del abismo, mi curiosidad por saber por un lado me tiene frita, pero la intriga no me da tampoco tregua, y cuando ya estoy lanzando cohetes, vas y me das un tajo que no ha sangrado porque se me ha quedado toda la sangre helada en las venas, no echo ni gota, ni gota. Tú estás pensando en matarme verdad???? porque como sigas así seguro que no llego a navidad a este paso. jajajajajaja
Te daré una oportunidad más, para ver si me convences y como no lo hagas te voy a preparar una huelga general en toda regla. Avisada quedas.
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Lo mejor es que kate se sinceré y deje que rick la quiera, entiendo que es difícil para ella con su pasado pero el sin saberlo desea estar a su lado
Ruth Maria- Policia de homicidios
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
buenisimo!!! por dios esta mujer es incriblemente terca!!! menos mal lanie no esta en la isla sino xk va donde ella y la abofetea claramente! vamos a ver si es k despues del reto se le ordenan un poco las ideas y se sincera de una vez! continua pronto porfa
cururi- As del póker
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Edad : 36
Localización : World Citizen
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
me encanta, continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Es genial que de misterio respecto a ella.
Continua cuando puedas porque esta genial
Continua cuando puedas porque esta genial
rubiodav- Actor en Broadway
- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 04/03/2012
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Que decir cuando ya se ha dicho todo.Llevo leyendo este fic desde que lo empezaste,y he de decirte que tiene una adicción increíble.Me he mordido las uñas a más no poder,he gritado,emocionado...Un cantidad de sentimientos enormes,y comento bastante tarde,porque es ahora cuando me he atrevido a hacerlo.Eres genial,y eso se nota,que eres de las grandes del foro,y espero que sigas con el listón tan alto,que es bastante difícil de superar,por lo genial que eres.Ánimo y sigue así,tan excelentemente como siempre.Un abrazo enorme,y muchos besotes:happyclap:
laurichitorres10- Ayudante de policia
- Mensajes : 53
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 28
Localización : New York-DC-LA.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Es francamente genial, me ha mantenido pegado a la pantalla desde el momento en que he empezado a leer.
Espero que cuando puedas continúes esta historia.
Espero que cuando puedas continúes esta historia.
rubiodav- Actor en Broadway
- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 04/03/2012
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