In dubio pro reo [COMPLETO]
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
6 capitulos, 6 maravillosos y fantanticos capitulos. , que grande ereees!!!!
choleck- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Están geniales todos y cada uno de los capítulos.
Continua cuando puedas porque es fantástico.
Continua cuando puedas porque es fantástico.
rubiodav- Actor en Broadway
- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 04/03/2012
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Bueno, no tengo capítulos nuevos por el mero hecho de que no he parado en casa ni un solo momento desde que llegué. Simplemente, quiero agradeceros a todos y cada unos de mis lectores/as que sigáis mi trabajo y me regaléis esos pedazo de reviews que me alegran el día, la semana ¡y la vida entera!
Tanto a las parrafadas de mis queridas iamapatyplus, SaraS17 y agecastbet; como a los simples comentarios de "genial" y "sigue". Y tengo que mencionar a mi geme del alma y Raquellion: lauracastlebeckett.
Bueno, no me lío más. Millones de gracias. Gracias por leer y comentar, en serio, animáis muchísimo.
Muchos besos,
Raquel.
Tanto a las parrafadas de mis queridas iamapatyplus, SaraS17 y agecastbet; como a los simples comentarios de "genial" y "sigue". Y tengo que mencionar a mi geme del alma y Raquellion: lauracastlebeckett.
Bueno, no me lío más. Millones de gracias. Gracias por leer y comentar, en serio, animáis muchísimo.
Muchos besos,
Raquel.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
lovecastlebeckett escribió:Bueno, no tengo capítulos nuevos por el mero hecho de que no he parado en casa ni un solo momento desde que llegué. Simplemente, quiero agradeceros a todos y cada unos de mis lectores/as que sigáis mi trabajo y me regaléis esos pedazo de reviews que me alegran el día, la semana ¡y la vida entera!
Tanto a las parrafadas de mis queridas iamapatyplus, SaraS17 y agecastbet; como a los simples comentarios de "genial" y "sigue". Y tengo que mencionar a mi geme del alma y Raquellion: lauracastlebeckett.
Bueno, no me lío más. Millones de gracias. Gracias por leer y comentar, en serio, animáis muchísimo.
Muchos besos,
Raquel.
Geme preciosa:) ultimamente no tengo mucho tiempo pero eb cuanto tengo un ratin le dedico a leer tus fics ! Los adoro a ellos y a ti ya sabes que raquellion siempre jjjj y las gracias a ti por hacer estos fics tan sumamente extraordinarios que como ya sabes A TUS PIES y haber si subes pronto que estoy con el mono SE TE QUIERE
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Por favor, no me matéis Sé que vais a querer hacerlo después de este capítulo - honestamente, yo haría lo mismo.
-----------------------------------------------------------------------------------------
- Siento no haber llegado antes… - susurré, apesadumbrado.
Ella negó con la cabeza, ocultando el rostro un momento antes de volver a alzarlo.
- No tendrías que haber pasado por eso.
- Ya ha pasado – articuló la detective, con la voz quebrada. – Ya ha pasado… - murmuró otra vez, como un mantra para mantenerse estable.
Nuestros ojos se encontraron, tan cerca como estábamos el uno del otro. Alcé una mano, despacio, y mis dedos recorrieron el contorno de los labios de Beckett, con cuidado de no hacerle daño. Nos acercamos un poco más, en silencio, sin necesidad de palabras huecas que llenaran el escaso espacio entre ambos. Nuestros cuerpos se amoldaron, y la última lágrima resbaló por la mejilla de la detective, yendo a morir en la comisura de sus labios. Me incliné hacia delante, tranquilamente, sin perder de vista los ojos de Beckett. El espacio se redujo aún más entre nosotros, yo estaba a punto de probar esos labios, y entonces…
La detective reculó, las palmas de sus manos estiradas en mi pecho, empujándome hacia atrás. Se la veía sobrepasada por la situación.
- Lo siento, no… - intentó disculparse, de espaldas a mí.
- Ey, no pasa nada – dije, comprensivo. – Solo… Salgamos de aquí.
Le rocé un brazo con mi mano para indicarle que se diera la vuelta. Ella miró hacia el suelo, sacudiendo la cabeza, resistiéndose a mirarme. Me coloqué frente a ella y le alcé la cara suavemente, empujándole la barbilla.
- Está bien, ¿vale?
Ella asintió, negándose a llorar otra vez.
Caminamos el uno al lado del otro, nuestros brazos rozándose a veces, y nuestro casi momento romántico del granero sin poder sacarlo de mi mente. La miré de reojo, tenía los ojos enrojecidos, única prueba de que se había derrumbado minutos atrás. Su labio se estaba hinchando cada vez más, sin embargo eso no le restaba atractivo al rostro de la detective, al revés, la hacía más sexy.
Sacudí la cabeza, en esos momentos lo último que necesitaba es que yo pensara con la cabeza de abajo y no con la que tenía que usar. Después de lo que casi le habían hecho, necesitaría algún tiempo para superarlo, y si eso significaba pasar noches en el sillón con dolor de espalda y de todo, pues lo haría. Jamás se me borraría de la cabeza su mirada cuando se permitió derrumbarse conmigo delante. Tenía un vórtice de sentimientos acumulados que hacían que el marrón superase al verde en sus ojos. El horror, la desesperación, el alivio, el agradecimiento y el miedo se mezclaban en una mirada que resultaba chocante y que te conmovía hasta la última fibra de tu ser.
Beckett me había dejado claro que era una mujer luchadora, que sabía valerse por sí misma y que no necesitaba depender de nadie para funcionar. Sin embargo, hasta los seres más solitarios necesitaban el contacto humano en sus peores momentos, y al dejarse abrazar y llorar contra mi hombro, me dejaba ver que confiaba lo suficiente en mí como para dejarse ver en ese momento que ella consideraba de debilidad. No era una máquina, solo humana.
En una de las miradas que le dirigí, vi que ella me estaba mirando. Sonreí de lado, un poco inseguro, y Beckett agachó la cabeza, pensativa. Dejó de caminar de golpe, haciéndome frenar en seco.
- No te he dado las gracias por… lo de antes. – dijo, mirándome intensamente.
Consideré todas las respuestas que podía darle, pero mi mente era un lío constante, no estaba seguro de si lo decía por haberla salvado o por haberle ofrecido mi hombro para llorar.
- No hay porque darlas – respondí finalmente. – Es lo que hacen los compañeros, ¿no? – me encogí de hombros.
- Sí… Supongo que sí.
Reanudamos el camino en silencio, llegando a la mansión por un lateral, el que estaba más escondido por la casa. Unas luces rojas y azules iluminaron de repente el camino, solo para volver a desaparecer. Mi instinto saltó y tensé mi cuerpo, esperando un ataque.
Sentí una mano en mi hombro, dubitativa al principio, decidida luego. Miré a la detective, que tenía el cansancio marcado en el rostro.
- Es solo la policía.
Yo sonreí con cierta ironía. Solo la policía, mis mejores amigos… Sin embargo, el contacto de la mano de Beckett en mi hombro logró relajarme un poco, eliminar de mi cuerpo ese estado de alerta y las ganas de huir. Las costumbres de ladrón habían calado más hondo de lo que yo había pensado, creí tenerlas controladas…
Llegamos al frente de la mansión, donde se encontraban varios Suzuki blancos con distintivos azules y amarillos en los laterales, aparcados en la entrada, la grava revuelta tras ellos con las marcas de las ruedas mezclándose, superponiéndose a la de los todoterrenos negros de los atacantes. Varios policías vestidos con las camisas azul clarito y los pantalones negros con una raya roja, el uniforme reglamentario, estaban tomándole declaración a la mujer del alcalde, que apretaba con fuerza a Jace contra su pecho. Busqué a Rob con la mirada, y le encontré sentado en la parte trasera de una ambulancia mientras un paramédico se ocupada de sus heridas. Miré de reojo a la detective y está capto mis intenciones antes de que pudiera decir nada.
- No. Estoy bien.
- ¿Seguro? – Pregunté, preocupado – Quizá deberían ponerte hielo en ese labio, no quiero que mañana parezcas una Bratz.
Las comisuras de sus labios se levantaron en un amago de sonrisa, pero se quedó en eso, en una simple sombra. Todavía seguía traumatizada, y no la culpaba por ello. Llego a estar yo en su lugar y el Dr. Burke me habría tenido en su consulta para toda la eternidad. Me apoyé contra uno de los coches, mientras veía llegar la camioneta azul de la unidad científica en busca de pruebas, los forenses salían cargados de la parte trasera con maletines y máquinas. Al cabo de un rato, sacaron una camilla con un cuerpo tapado metido en las bolsas negras de transporte de cadáveres. Consideré ese momento el indicado para acercarme a un policía y decirles que en el viejo granero encontrarían a dos fiambres más.
- ¿Así que…? ¿Usted disparó a un hombre en el granero y al otro le mato a base de golpes? – me preguntó por décima vez el policía.
- Estaban a punto de violar a mi compañera. – respondí, con voz cansina, llevándome una mano a la cabeza.
- ¿Su compañera? ¿Es usted policía?
- No, soy escritor pero estamos trabajando juntos en un caso.
- Ya veo… ¿Y el arma que utilizó para matar al tirador en la escalera?
- Se la di yo, era la mía de repuesto – dijo una voz a mi espalda.
Me giré, aliviado. Beckett llevaba un paño con hielo en la zona del golpe, una manta sobre sus hombros y lucía muy cansada, pero bien. Volví a mirar al policía, pero esta vez con la satisfacción y la superioridad bien notable en mi cara. Él agachó la cabeza y tomó notas, tal y como llevaba haciendo todo el rato desde que me acerqué para informar de lo que había pasado.
- Mire, recibimos una llamada del niño pequeño a las 4 de la mañana más o menos, llegamos en mi moto, la cual espero que siga aparcada unos metros más allá. Entramos, ella me dio su arma para no entrar desarmado en la casa, nos separamos, cogieron a mi compañera aquí presente y se la llevaron al granero. Yo liberé al alcalde, quien os llamó inmediatamente, y fui a rescatarla.
El policía me miró, asintiendo lentamente con la cabeza.
- Está bien, queda claro que todo fue en defensa propia.
Hice un gesto de victoria, con bastante ímpetu, y pude ver por el rabillo del ojo como Beckett se tragaba una sonrisa. Eso me animó mucho y reafirmó mi opinión sobre la detective.
- ¡Tío Rick! – gritó una voz infantil justo antes de que Jace se lanzara a mis brazos.
Esta vez no me pilló desprevenido y le cogí a tiempo para que no me machacara las costillas.
- Hola, pequeñajo. ¿Dónde te habías metido?
- Me escondí en la cabaña del árbol – dijo él, señalando el enorme pino que crecía junto a su casa y donde le habían construido una pequeña guarida.
- Muy bien, colega. Empiezas a pensar como un auténtico poli.
Jace dibujó una sonrisa de oreja a oreja en su cara, y alzó el mentón, orgulloso. Ese gesto me trajo muchos recuerdos sobre una pelirroja, pero los aparté de mi mente rápidamente. No era el momento. Me di cuenta, entonces, de que habíamos dado un poco de lado a la detective. Me giré hacia ella, con el niño en los brazos todavía.
- Somos un poco maleducados, Jace – bromeé. – No te hemos presentado.
Le dejé en el suelo y él miró a la detective con la adoración marcada en sus grandes y marrones ojos.
- Hola, yo soy Kate. – se presentó ella, extendiendo su mano para darle un suave apretón al niño.
- Es detective – añadí en voz baja.
- Reaccionaste muy bien a las órdenes de tu padre antes, serás un policía genial – le alabó Beckett, guiñando un ojo.
Jace se sonrojó hasta las puntas de las orejas, y corrió a contárselo a su padre, todo emocionado. La detective le siguió con la mirada, un brillo especial bien notable en sus ojos. Le di un suave empujón con el hombro y sonreí.
- No te enamores de él, creo que está considerado como pederastia.
Ella puso los ojos en blanco, las comisuras de sus labios alzándose.
- Señor Castle. – me llamó el policía.
Hice una mueca de desagrado que solo pudo ver Beckett y caminé hacia donde estaba el agente parado, al lado de una camilla en la que reposaba un cadáver. Vi que Rob se unía a la reunión y el crujido de la grava tras de mí me indicó que la detective también quería saber que pasaba. El forense a cargo de la camilla bajó la cremallera de la bolsa negra ante la indicación del policía.
- ¿Es este el tirador de la escalera al que mató? – inquirió.
Me incliné hacia delante para verle bien la cara al cadáver, y entonces sentí que toda la sangre huía de mi cuerpo. Me tambaleé hacia atrás, huyendo de la camilla, pálido, mareado y viendo todo borroso. Oí voces distorsionadas que me llamaban, pero no era capaz de contestar. Mi mano fue, involuntariamente, a mi hombro. A ese hombro.
- ¿Rick? ¿Qué pasa? – me preguntó Beckett, sujetándome.
Respiré hondo como pude, notando otra vez la losa gigante aprisionando mis pulmones bajo su peso. Sacudí la cabeza y aclaré la vista.
- No es él.
- Entonces, ¿qué ocurre? – inquirió Rob, apareciendo a mi lado, su mano reposando en mi espalda.
- Ese hombre – dije entrecortadamente, señalándolo con un dedo – Ese mató a Alexis.
-----------------------------------------------------------------------------------------
Capítulo 29:
- Siento no haber llegado antes… - susurré, apesadumbrado.
Ella negó con la cabeza, ocultando el rostro un momento antes de volver a alzarlo.
- No tendrías que haber pasado por eso.
- Ya ha pasado – articuló la detective, con la voz quebrada. – Ya ha pasado… - murmuró otra vez, como un mantra para mantenerse estable.
Nuestros ojos se encontraron, tan cerca como estábamos el uno del otro. Alcé una mano, despacio, y mis dedos recorrieron el contorno de los labios de Beckett, con cuidado de no hacerle daño. Nos acercamos un poco más, en silencio, sin necesidad de palabras huecas que llenaran el escaso espacio entre ambos. Nuestros cuerpos se amoldaron, y la última lágrima resbaló por la mejilla de la detective, yendo a morir en la comisura de sus labios. Me incliné hacia delante, tranquilamente, sin perder de vista los ojos de Beckett. El espacio se redujo aún más entre nosotros, yo estaba a punto de probar esos labios, y entonces…
La detective reculó, las palmas de sus manos estiradas en mi pecho, empujándome hacia atrás. Se la veía sobrepasada por la situación.
- Lo siento, no… - intentó disculparse, de espaldas a mí.
- Ey, no pasa nada – dije, comprensivo. – Solo… Salgamos de aquí.
Le rocé un brazo con mi mano para indicarle que se diera la vuelta. Ella miró hacia el suelo, sacudiendo la cabeza, resistiéndose a mirarme. Me coloqué frente a ella y le alcé la cara suavemente, empujándole la barbilla.
- Está bien, ¿vale?
Ella asintió, negándose a llorar otra vez.
Caminamos el uno al lado del otro, nuestros brazos rozándose a veces, y nuestro casi momento romántico del granero sin poder sacarlo de mi mente. La miré de reojo, tenía los ojos enrojecidos, única prueba de que se había derrumbado minutos atrás. Su labio se estaba hinchando cada vez más, sin embargo eso no le restaba atractivo al rostro de la detective, al revés, la hacía más sexy.
Sacudí la cabeza, en esos momentos lo último que necesitaba es que yo pensara con la cabeza de abajo y no con la que tenía que usar. Después de lo que casi le habían hecho, necesitaría algún tiempo para superarlo, y si eso significaba pasar noches en el sillón con dolor de espalda y de todo, pues lo haría. Jamás se me borraría de la cabeza su mirada cuando se permitió derrumbarse conmigo delante. Tenía un vórtice de sentimientos acumulados que hacían que el marrón superase al verde en sus ojos. El horror, la desesperación, el alivio, el agradecimiento y el miedo se mezclaban en una mirada que resultaba chocante y que te conmovía hasta la última fibra de tu ser.
Beckett me había dejado claro que era una mujer luchadora, que sabía valerse por sí misma y que no necesitaba depender de nadie para funcionar. Sin embargo, hasta los seres más solitarios necesitaban el contacto humano en sus peores momentos, y al dejarse abrazar y llorar contra mi hombro, me dejaba ver que confiaba lo suficiente en mí como para dejarse ver en ese momento que ella consideraba de debilidad. No era una máquina, solo humana.
En una de las miradas que le dirigí, vi que ella me estaba mirando. Sonreí de lado, un poco inseguro, y Beckett agachó la cabeza, pensativa. Dejó de caminar de golpe, haciéndome frenar en seco.
- No te he dado las gracias por… lo de antes. – dijo, mirándome intensamente.
Consideré todas las respuestas que podía darle, pero mi mente era un lío constante, no estaba seguro de si lo decía por haberla salvado o por haberle ofrecido mi hombro para llorar.
- No hay porque darlas – respondí finalmente. – Es lo que hacen los compañeros, ¿no? – me encogí de hombros.
- Sí… Supongo que sí.
Reanudamos el camino en silencio, llegando a la mansión por un lateral, el que estaba más escondido por la casa. Unas luces rojas y azules iluminaron de repente el camino, solo para volver a desaparecer. Mi instinto saltó y tensé mi cuerpo, esperando un ataque.
Sentí una mano en mi hombro, dubitativa al principio, decidida luego. Miré a la detective, que tenía el cansancio marcado en el rostro.
- Es solo la policía.
Yo sonreí con cierta ironía. Solo la policía, mis mejores amigos… Sin embargo, el contacto de la mano de Beckett en mi hombro logró relajarme un poco, eliminar de mi cuerpo ese estado de alerta y las ganas de huir. Las costumbres de ladrón habían calado más hondo de lo que yo había pensado, creí tenerlas controladas…
Llegamos al frente de la mansión, donde se encontraban varios Suzuki blancos con distintivos azules y amarillos en los laterales, aparcados en la entrada, la grava revuelta tras ellos con las marcas de las ruedas mezclándose, superponiéndose a la de los todoterrenos negros de los atacantes. Varios policías vestidos con las camisas azul clarito y los pantalones negros con una raya roja, el uniforme reglamentario, estaban tomándole declaración a la mujer del alcalde, que apretaba con fuerza a Jace contra su pecho. Busqué a Rob con la mirada, y le encontré sentado en la parte trasera de una ambulancia mientras un paramédico se ocupada de sus heridas. Miré de reojo a la detective y está capto mis intenciones antes de que pudiera decir nada.
- No. Estoy bien.
- ¿Seguro? – Pregunté, preocupado – Quizá deberían ponerte hielo en ese labio, no quiero que mañana parezcas una Bratz.
Las comisuras de sus labios se levantaron en un amago de sonrisa, pero se quedó en eso, en una simple sombra. Todavía seguía traumatizada, y no la culpaba por ello. Llego a estar yo en su lugar y el Dr. Burke me habría tenido en su consulta para toda la eternidad. Me apoyé contra uno de los coches, mientras veía llegar la camioneta azul de la unidad científica en busca de pruebas, los forenses salían cargados de la parte trasera con maletines y máquinas. Al cabo de un rato, sacaron una camilla con un cuerpo tapado metido en las bolsas negras de transporte de cadáveres. Consideré ese momento el indicado para acercarme a un policía y decirles que en el viejo granero encontrarían a dos fiambres más.
- ¿Así que…? ¿Usted disparó a un hombre en el granero y al otro le mato a base de golpes? – me preguntó por décima vez el policía.
- Estaban a punto de violar a mi compañera. – respondí, con voz cansina, llevándome una mano a la cabeza.
- ¿Su compañera? ¿Es usted policía?
- No, soy escritor pero estamos trabajando juntos en un caso.
- Ya veo… ¿Y el arma que utilizó para matar al tirador en la escalera?
- Se la di yo, era la mía de repuesto – dijo una voz a mi espalda.
Me giré, aliviado. Beckett llevaba un paño con hielo en la zona del golpe, una manta sobre sus hombros y lucía muy cansada, pero bien. Volví a mirar al policía, pero esta vez con la satisfacción y la superioridad bien notable en mi cara. Él agachó la cabeza y tomó notas, tal y como llevaba haciendo todo el rato desde que me acerqué para informar de lo que había pasado.
- Mire, recibimos una llamada del niño pequeño a las 4 de la mañana más o menos, llegamos en mi moto, la cual espero que siga aparcada unos metros más allá. Entramos, ella me dio su arma para no entrar desarmado en la casa, nos separamos, cogieron a mi compañera aquí presente y se la llevaron al granero. Yo liberé al alcalde, quien os llamó inmediatamente, y fui a rescatarla.
El policía me miró, asintiendo lentamente con la cabeza.
- Está bien, queda claro que todo fue en defensa propia.
Hice un gesto de victoria, con bastante ímpetu, y pude ver por el rabillo del ojo como Beckett se tragaba una sonrisa. Eso me animó mucho y reafirmó mi opinión sobre la detective.
- ¡Tío Rick! – gritó una voz infantil justo antes de que Jace se lanzara a mis brazos.
Esta vez no me pilló desprevenido y le cogí a tiempo para que no me machacara las costillas.
- Hola, pequeñajo. ¿Dónde te habías metido?
- Me escondí en la cabaña del árbol – dijo él, señalando el enorme pino que crecía junto a su casa y donde le habían construido una pequeña guarida.
- Muy bien, colega. Empiezas a pensar como un auténtico poli.
Jace dibujó una sonrisa de oreja a oreja en su cara, y alzó el mentón, orgulloso. Ese gesto me trajo muchos recuerdos sobre una pelirroja, pero los aparté de mi mente rápidamente. No era el momento. Me di cuenta, entonces, de que habíamos dado un poco de lado a la detective. Me giré hacia ella, con el niño en los brazos todavía.
- Somos un poco maleducados, Jace – bromeé. – No te hemos presentado.
Le dejé en el suelo y él miró a la detective con la adoración marcada en sus grandes y marrones ojos.
- Hola, yo soy Kate. – se presentó ella, extendiendo su mano para darle un suave apretón al niño.
- Es detective – añadí en voz baja.
- Reaccionaste muy bien a las órdenes de tu padre antes, serás un policía genial – le alabó Beckett, guiñando un ojo.
Jace se sonrojó hasta las puntas de las orejas, y corrió a contárselo a su padre, todo emocionado. La detective le siguió con la mirada, un brillo especial bien notable en sus ojos. Le di un suave empujón con el hombro y sonreí.
- No te enamores de él, creo que está considerado como pederastia.
Ella puso los ojos en blanco, las comisuras de sus labios alzándose.
- Señor Castle. – me llamó el policía.
Hice una mueca de desagrado que solo pudo ver Beckett y caminé hacia donde estaba el agente parado, al lado de una camilla en la que reposaba un cadáver. Vi que Rob se unía a la reunión y el crujido de la grava tras de mí me indicó que la detective también quería saber que pasaba. El forense a cargo de la camilla bajó la cremallera de la bolsa negra ante la indicación del policía.
- ¿Es este el tirador de la escalera al que mató? – inquirió.
Me incliné hacia delante para verle bien la cara al cadáver, y entonces sentí que toda la sangre huía de mi cuerpo. Me tambaleé hacia atrás, huyendo de la camilla, pálido, mareado y viendo todo borroso. Oí voces distorsionadas que me llamaban, pero no era capaz de contestar. Mi mano fue, involuntariamente, a mi hombro. A ese hombro.
- ¿Rick? ¿Qué pasa? – me preguntó Beckett, sujetándome.
Respiré hondo como pude, notando otra vez la losa gigante aprisionando mis pulmones bajo su peso. Sacudí la cabeza y aclaré la vista.
- No es él.
- Entonces, ¿qué ocurre? – inquirió Rob, apareciendo a mi lado, su mano reposando en mi espalda.
- Ese hombre – dije entrecortadamente, señalándolo con un dedo – Ese mató a Alexis.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
no lo puedes dejar en lo mejor!!!! porfavorrrrrrr continua pronto cada vez mejor esto
cururi- As del póker
- Mensajes : 447
Fecha de inscripción : 15/03/2013
Edad : 36
Localización : World Citizen
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
ASSDAFSDFSSDSDFASD ay dios mio, me has tenido con el corazon en un puño al principio. Porque poco, POR QUE POCO . En serio, no puedo mas con la tension sexual de estos dos en tu fic. Me esta dando algo xdd.
El capitulo genial, como siempre. Castle es adorable, PERO ADORABLE. Me encanta esa faceta que saca a relucir cuando esta preocupado por Beckett. Dios, que cosa tan tierna, me muero de amor . Y Beckett... ay mi pobre, que penita me da. Anda que para superar algo asi... .
Y este final ya me ha destrozado. A Alexis la asesinaron? Dios, como un jarro de agua fria me ha sentado eso, en serio. POBRE CASTLE . Tu fic cada vez me enamora más. No puedo esperar a leer el siguiente, de verdad. No puedo asi que no tardes mucho en subirlo, por favooooor!
Pd.: Matarte? A ABRAZOS Y BESOS EN TODO CASO. Menuda historia te estas montando de verdad. Agggggh, me encanta .
El capitulo genial, como siempre. Castle es adorable, PERO ADORABLE. Me encanta esa faceta que saca a relucir cuando esta preocupado por Beckett. Dios, que cosa tan tierna, me muero de amor . Y Beckett... ay mi pobre, que penita me da. Anda que para superar algo asi... .
Y este final ya me ha destrozado. A Alexis la asesinaron? Dios, como un jarro de agua fria me ha sentado eso, en serio. POBRE CASTLE . Tu fic cada vez me enamora más. No puedo esperar a leer el siguiente, de verdad. No puedo asi que no tardes mucho en subirlo, por favooooor!
Pd.: Matarte? A ABRAZOS Y BESOS EN TODO CASO. Menuda historia te estas montando de verdad. Agggggh, me encanta .
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Mato mato mato como que mato :'( me voy a enfadar mucho contigo como no continues pronto juuuuuum Siiigue gemisima!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
así me he quedado con el final. Y de donde ha salido ese si no son los que ha matado Castle?? Cómo es que mató a Alexis?? Uff, como se está poniendo esto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me habías asustado pero... ¡CAPITULAZO! Dios, te amo en serio, ¿como puedes escribir TAN bien?
Ese principio con el casi beso, de infarto, ¿cuando van a liberar la tensión sexual que hay entre ellos? ¡A este paso revientan! jajajaja Aunque imagino que nos tocará esperar, después de todo lo que acaba de pasar la pobre Kate, tiene que recuperarse y le llevará su tiempo. No tengo duda de que Rick estará a su lado, sólo espero que ella se lo permita.
Y lo de Alexis, lo de Alexis... ¡Sospechas confirmadas! Intuía desde hace tiempo que eso era lo que había pasado con ella, pues tenía que ser algo muy fuerte para que Castle hiciese todo lo que está haciendo, lo de los robos y demás, pero ahora ya está confirmado, ¡y de que manera! Imagino que esto dejará muy tocado a Rick, se mundo acaba de tambalearse, ¿le contará ahora toda la verdad a Kate? Pocas alternativas tiene, ¿no? Si ella estaba con él cuando le dice al alcalde quién es ese tipejo, me imagino que querrá una explicación.
Wow, en serio, está increíble, cada día me encanta más este fic, ¿para cuando el próximo capi? jajajaja ¡Abrazote enorme! Que bien lo mereces
Ese principio con el casi beso, de infarto, ¿cuando van a liberar la tensión sexual que hay entre ellos? ¡A este paso revientan! jajajaja Aunque imagino que nos tocará esperar, después de todo lo que acaba de pasar la pobre Kate, tiene que recuperarse y le llevará su tiempo. No tengo duda de que Rick estará a su lado, sólo espero que ella se lo permita.
Y lo de Alexis, lo de Alexis... ¡Sospechas confirmadas! Intuía desde hace tiempo que eso era lo que había pasado con ella, pues tenía que ser algo muy fuerte para que Castle hiciese todo lo que está haciendo, lo de los robos y demás, pero ahora ya está confirmado, ¡y de que manera! Imagino que esto dejará muy tocado a Rick, se mundo acaba de tambalearse, ¿le contará ahora toda la verdad a Kate? Pocas alternativas tiene, ¿no? Si ella estaba con él cuando le dice al alcalde quién es ese tipejo, me imagino que querrá una explicación.
Wow, en serio, está increíble, cada día me encanta más este fic, ¿para cuando el próximo capi? jajajaja ¡Abrazote enorme! Que bien lo mereces
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
sencillamente espectacular
rubiodav- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 04/03/2012
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
.Estoy deseando que sigas...
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Honestamente, me sorprende que haya gente que se haya quedado tan en shock cuando confirmé la muerte de Alexis en el capítulo anterior. Pensé que había quedado claro, en mi mente lo estaba. Pero bueno, mi mente es un lío así que... En fin, ¡espero reviews!
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Alexis. Otra vez ese nombre. Otra vez las dudas la asaltan, y la curiosidad morbosa.
Beckett notó que un escalofrío le recorría la espalda, y se arrebujó más en la áspera manta que le había dado el paramédico. Apartó el hielo de su labio, necesitaba pensar y aquel frío constante la desconcentraba. Miró a Castle, que seguía a su lado, pálido como la nieve y con cara de haber visto al peor fantasma de todos: el de alguien que te ha arrebatado una persona importante de tu vida. La detective conocía bien esos fantasmas. Eran los que más dolían, y los que más te aterrorizaban.
En ese momento, Beckett fue totalmente consciente de que su mano seguía alrededor del brazo del escritor, como si le anclara al suelo para que no se alejara volando. A él no parecía importarle, pero la detective no sabría decir si Castle sabía que ella le estaba agarrando del brazo o no sentía nada. En esos momentos de shock todo lo que te rodea parece desaparecer en la negrura y lo único que podías ver era el origen de tu shock, en ese caso una cara pálida y fría enmarcada por el negro de la bolsa de transportes de cadáveres. El alcalde se llevó a parte al oficial de policía, y el forense se apresuró a cerrar la cremallera, de manera que el negro engulló al cadáver, que se alejó en la camilla camino a la morgue.
Beckett aprovechó que todos estaban ocupados con sus cosas para ponerse frente a Castle y traerle a la realidad. Era su manera de devolverle el favor por haberla rescatado, apoyado y comprendido.
- Castle… - llamó, con la voz rota.
Sus ojos azules parecían perdidos cuando la miró, con aquella mirada triste que la detective había visto tantas veces en los consumidores de heroína o marihuana. Contuvo las ganas de darle una pequeña bofetada para espabilarle, y en su lugar le apretó el brazo. El escritor bajó la mirada lentamente y enfocó la vista en la mano de Beckett.
- ¿Dónde le encontraron? – preguntó Castle.
- En una habitación.
Él asintió como si confirmara sus sospechas.
- ¿Y al que maté?
- Ya se lo llevaron. – contestó Beckett, haciendo un gesto de cabeza hacia la furgoneta azul marino de los forenses. – Castle… - comenzó a decir ella.
Pero el escritor no parecía querer oír nada más. Sacudió la cabeza y apretó su cuerpo contra el de la detective.
- Gracias.
- ¿Por? – preguntó Beckett, confusa, todavía con los recuerdos del granero bien presentes en la mente. No era que la cercanía de Castle la molestara, simplemente era que no estaba lista. Por el momento.
El escritor debió de notarlo porque puso un poco de distancia entre ambos.
- Por sujetarme. – señaló su brazo y esbozó una sonrisa algo falsa. – Tenía la sensación de ser una cometa volando en medio de una tormenta.
- Ya… Conozco esa sensación… - susurró Beckett, bajando la mirada.
- ¿Cómo estás?
- Tirando – ahora fue ella la que sonrió forzadamente.
Pero Castle no la juzgó. Él nunca lo haría. Se limitó a asentir con la cabeza y a establecer un metro de distancia entre ambos. A la detective se le escapó un suspiro, mezcla de alivio y tristeza. Mientras ella se debatía en una lucha interna, el alcalde se acercó hasta ellos con paso cansado.
- Iros a casa, chicos. Hablé con la policía y os van a dejar descansar.
- Gracias, Rob. – Castle le dio un suave apretón en el hombro. El alcalde asintió.
- ¿Estáis bien?
- Ahora mismo… Creo que somos dos humanos llenos de traumas – dijo Beckett, haciendo uso del humor que tantas veces la había salvado – Pero lo estaremos.
El escritor se mostró de acuerdo y Rob sonrió ligeramente. Tras unos cuantos agradecimientos más y la promesa por parte de Castle y Beckett de que se presentarían en la comisaria al día siguiente para prestar declaración, fueron libres para irse.
Caminaron el uno junto al otro en harmónico silencio. Solo se oían las olas al romper en la orilla, los grillos que les cantaban y el crujir de la gravilla bajo sus deportivas. Todo era bastante relajante. El cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados por el amanecer, sin embargo ambos se sentían sumidos en la negrura. Beckett se colocó el casco, abrochándolo con cuidado de no pillarse.
- ¿Conduces tú? – preguntó Castle, dejando que las llaves se balancearan en su dedo índice.
- Erm… No. No estoy en condiciones – mintió la detective. Estaba perfectamente, hablando en términos de conducción, pero no le apetecía explicar porque no sabía montar en moto.
- Está bien – contestó el escritor, suspirando.
Arrancó el motor, y una vez se hubo asegurado que ella iba bien sentada, aceleró suavemente. Beckett se sintió insegura agarrada a la parte de atrás de la moto, así que se dijo "¡qué demonios!" y abrazó a Castle por la cintura, recostándose contra su ancha espalda. Ocultó la cara contra la camisa negra del escritor, y se dejó llevar, sin pensar ni nada. Casi parecía que se había quedado dormida…
- ¿Beckett?
La detective despertó de su ensoñación y se dio cuenta de que ya habían llegado al apartamento. Sintiendo la sangre arder en sus mejillas, carraspeó y soltó a Castle. Se bajó de la moto, trastabillando, liándose con sus propios pies.
- Parece que has bebido – bromeó el escritor. El paseo en moto le había ayudado a despejarse, se le notaba.
- Ssshh. Es un secreto.
- Oh, tranquila, tu secreto está a salvo conmigo – dijo él, siguiéndole el rollo.
Beckett se le quedó mirando mientras dejaba la moto en el garaje, pensativa. El nombre de Alexis aun le daba vueltas por la cabeza, haciéndola pensar en quien podría ser y que le podría haber pasado. Ahora que sabía que la habían matado, nuevas preguntas se sumaban al quebradero de cabeza. ¿Quién la había matado? ¿Por qué? Obviando al hecho de que ya habían cogido al hombre que apretó el gatillo, quedaba saber quién era el que había dado la orden. Para la detective estaba claro: había sido el mismo que ordenó matarla a ella. Aunque siempre podría estar equivocada. Esos matones cambiaban de grupito como la gente normal de bragas.
- ¿Vamos? – preguntó Castle, devolviéndola a la realidad.
La detective parpadeó varias veces y vio que la estaba esperando para entrar, la puerta del apartamento abierta y el interior oscuro. Contuvo un escalofrió, recordando el granero, y apretó ambas manos en puños para no desenfundar la pistola. Beckett puso en pie dentro, y estaba a punto de flaquear y rendirse, cuando notó una gentil mano apoyada suavemente en la curva de su espalda. Animándola. Apoyándola.
Tanto Beckett como Castle recorrieron varias veces el apartamento entero, asegurándose de que no había nadie escondido. Ni el váter quedó sin registrar. La detective pensó que estaba mostrando síntomas de Estrés Postraumático, ya que sentía que las paredes tenían ojos, pero había convivido toda su vida con el estrés y no iba a dejarse derrumbar ahora.
Entró en su habitación lentamente, con el cuerpo en tensión, preparada para desenfundar en caso de que alguien la atacara. La sensación de impotencia y miedo que la había poseído cuando casi la violan, seguían bien presentes en su cuerpo, y no podía evitar rehuir el contacto humano. Cuando el paramédico había querido examinar su labio, ella se había encogido instintivamente, como si la fuera a pegar. Cuando Castle casi la besó, a pesar de que una parte de ella lo anhelaba desesperadamente, otra parte bien grande seguía traumada. ¡Casi la violan! Eso no iba a ser fácil de superar. Siempre había rechazado la ayuda de los psicólogos, no le gustaban, ni los veía como médicos; pero la detective debía de empezar a aceptarlos. Quizá necesitaba su ayuda…
- ¿Beckett?
La detective giró sobre sus talones, sobresaltada. Se llevó la mano a la cadera en un gesto reflejo grabado a fuego en su mente. Pero solo era Castle. Se obligó a relajarse y esbozó una sonrisa de disculpa.
- Me asustaste…
- Perdona. Parecías tan pensativa que… Me costó desconcentrarte.
- Hum… Me pasa a menudo, mi padre solía decirme "Cuerpo presente…"
- "Mente ausente" – continuó Castle, cortando a la detective, que le miró, entre confundida y asombrada – También me lo decían a mí.
- Vaya… - murmuró Beckett. Que asombrosa coincidencia…
El silencio duró unos cuantos segundos, en los que cada uno estaba inmerso en sus recuerdos de la infancia-adolescencia.
- ¿Querías algo? - preguntó Beckett, dándose cuenta de que Castle la habría llamado por alguna razón, no para simplemente ayudarle a recordar su infancia.
- ¿Eh? ¡Ah! Sí. Después de hoy… Bueno, venía a decirte que dormiré en el sofá.
- Castle… - empezó a decir ella, pero el escritor la mandó callar alzando un dedo.
- No, no hay ningún problema. En serio.
- Pero…
- Pero no quiero forzar las cosas. Hoy ya has pasado por mucho como para tenerme roncándote en la oreja.
"Pero me encanta que me ronques en la oreja" pensó Beckett. Mitad de su mente se negaba a dormir sola, mientras la otra mitad suspiraba de alivio. "Genial, ahora soy bipolar" se dijo a sí misma. Sonrió al escritor, y agachó la cabeza, dejando que el pelo le ocultara el rostro por unos segundos antes de alzarlo de nuevo.
- Gracias. Y… Siento que tengas que usar ese horror de sillón.
- Hay cosas peores – contestó Castle, encogiéndose de hombros.
Le vio dudar un momento, parado en el marco de la puerta, pero finalmente suspiró y murmuró un quedo "Buenas noches". Sin embargo, apenas habían pasado dos minutos y su cabeza volvió a asomar por el hueco de la puerta.
- Algún día te contaré lo que pasó.
La detective se quedó helada, sin esperarse aquello.
- Cuando estés listo, yo lo estaré.
Él asintió, tragando saliva. Hizo un gesto con la mano y desapareció por el pasillo. Beckett se quitó las deportivas con los pies, y se dejó caer en la cama de espaldas, sin desvestirse siquiera. No tenía ganas de hacer nada…
Dejó la pistola desenfundada en la mesilla, parcialmente ocultada por la lámpara. Apagó la luz, soltó un suspiro, y se hizo una bola en la, ahora enorme, cama.
---------------------------------------------------------------------------------
Capítulo 30:
Alexis. Otra vez ese nombre. Otra vez las dudas la asaltan, y la curiosidad morbosa.
Beckett notó que un escalofrío le recorría la espalda, y se arrebujó más en la áspera manta que le había dado el paramédico. Apartó el hielo de su labio, necesitaba pensar y aquel frío constante la desconcentraba. Miró a Castle, que seguía a su lado, pálido como la nieve y con cara de haber visto al peor fantasma de todos: el de alguien que te ha arrebatado una persona importante de tu vida. La detective conocía bien esos fantasmas. Eran los que más dolían, y los que más te aterrorizaban.
En ese momento, Beckett fue totalmente consciente de que su mano seguía alrededor del brazo del escritor, como si le anclara al suelo para que no se alejara volando. A él no parecía importarle, pero la detective no sabría decir si Castle sabía que ella le estaba agarrando del brazo o no sentía nada. En esos momentos de shock todo lo que te rodea parece desaparecer en la negrura y lo único que podías ver era el origen de tu shock, en ese caso una cara pálida y fría enmarcada por el negro de la bolsa de transportes de cadáveres. El alcalde se llevó a parte al oficial de policía, y el forense se apresuró a cerrar la cremallera, de manera que el negro engulló al cadáver, que se alejó en la camilla camino a la morgue.
Beckett aprovechó que todos estaban ocupados con sus cosas para ponerse frente a Castle y traerle a la realidad. Era su manera de devolverle el favor por haberla rescatado, apoyado y comprendido.
- Castle… - llamó, con la voz rota.
Sus ojos azules parecían perdidos cuando la miró, con aquella mirada triste que la detective había visto tantas veces en los consumidores de heroína o marihuana. Contuvo las ganas de darle una pequeña bofetada para espabilarle, y en su lugar le apretó el brazo. El escritor bajó la mirada lentamente y enfocó la vista en la mano de Beckett.
- ¿Dónde le encontraron? – preguntó Castle.
- En una habitación.
Él asintió como si confirmara sus sospechas.
- ¿Y al que maté?
- Ya se lo llevaron. – contestó Beckett, haciendo un gesto de cabeza hacia la furgoneta azul marino de los forenses. – Castle… - comenzó a decir ella.
Pero el escritor no parecía querer oír nada más. Sacudió la cabeza y apretó su cuerpo contra el de la detective.
- Gracias.
- ¿Por? – preguntó Beckett, confusa, todavía con los recuerdos del granero bien presentes en la mente. No era que la cercanía de Castle la molestara, simplemente era que no estaba lista. Por el momento.
El escritor debió de notarlo porque puso un poco de distancia entre ambos.
- Por sujetarme. – señaló su brazo y esbozó una sonrisa algo falsa. – Tenía la sensación de ser una cometa volando en medio de una tormenta.
- Ya… Conozco esa sensación… - susurró Beckett, bajando la mirada.
- ¿Cómo estás?
- Tirando – ahora fue ella la que sonrió forzadamente.
Pero Castle no la juzgó. Él nunca lo haría. Se limitó a asentir con la cabeza y a establecer un metro de distancia entre ambos. A la detective se le escapó un suspiro, mezcla de alivio y tristeza. Mientras ella se debatía en una lucha interna, el alcalde se acercó hasta ellos con paso cansado.
- Iros a casa, chicos. Hablé con la policía y os van a dejar descansar.
- Gracias, Rob. – Castle le dio un suave apretón en el hombro. El alcalde asintió.
- ¿Estáis bien?
- Ahora mismo… Creo que somos dos humanos llenos de traumas – dijo Beckett, haciendo uso del humor que tantas veces la había salvado – Pero lo estaremos.
El escritor se mostró de acuerdo y Rob sonrió ligeramente. Tras unos cuantos agradecimientos más y la promesa por parte de Castle y Beckett de que se presentarían en la comisaria al día siguiente para prestar declaración, fueron libres para irse.
Caminaron el uno junto al otro en harmónico silencio. Solo se oían las olas al romper en la orilla, los grillos que les cantaban y el crujir de la gravilla bajo sus deportivas. Todo era bastante relajante. El cielo comenzaba a teñirse de tonos anaranjados por el amanecer, sin embargo ambos se sentían sumidos en la negrura. Beckett se colocó el casco, abrochándolo con cuidado de no pillarse.
- ¿Conduces tú? – preguntó Castle, dejando que las llaves se balancearan en su dedo índice.
- Erm… No. No estoy en condiciones – mintió la detective. Estaba perfectamente, hablando en términos de conducción, pero no le apetecía explicar porque no sabía montar en moto.
- Está bien – contestó el escritor, suspirando.
Arrancó el motor, y una vez se hubo asegurado que ella iba bien sentada, aceleró suavemente. Beckett se sintió insegura agarrada a la parte de atrás de la moto, así que se dijo "¡qué demonios!" y abrazó a Castle por la cintura, recostándose contra su ancha espalda. Ocultó la cara contra la camisa negra del escritor, y se dejó llevar, sin pensar ni nada. Casi parecía que se había quedado dormida…
- ¿Beckett?
La detective despertó de su ensoñación y se dio cuenta de que ya habían llegado al apartamento. Sintiendo la sangre arder en sus mejillas, carraspeó y soltó a Castle. Se bajó de la moto, trastabillando, liándose con sus propios pies.
- Parece que has bebido – bromeó el escritor. El paseo en moto le había ayudado a despejarse, se le notaba.
- Ssshh. Es un secreto.
- Oh, tranquila, tu secreto está a salvo conmigo – dijo él, siguiéndole el rollo.
Beckett se le quedó mirando mientras dejaba la moto en el garaje, pensativa. El nombre de Alexis aun le daba vueltas por la cabeza, haciéndola pensar en quien podría ser y que le podría haber pasado. Ahora que sabía que la habían matado, nuevas preguntas se sumaban al quebradero de cabeza. ¿Quién la había matado? ¿Por qué? Obviando al hecho de que ya habían cogido al hombre que apretó el gatillo, quedaba saber quién era el que había dado la orden. Para la detective estaba claro: había sido el mismo que ordenó matarla a ella. Aunque siempre podría estar equivocada. Esos matones cambiaban de grupito como la gente normal de bragas.
- ¿Vamos? – preguntó Castle, devolviéndola a la realidad.
La detective parpadeó varias veces y vio que la estaba esperando para entrar, la puerta del apartamento abierta y el interior oscuro. Contuvo un escalofrió, recordando el granero, y apretó ambas manos en puños para no desenfundar la pistola. Beckett puso en pie dentro, y estaba a punto de flaquear y rendirse, cuando notó una gentil mano apoyada suavemente en la curva de su espalda. Animándola. Apoyándola.
Tanto Beckett como Castle recorrieron varias veces el apartamento entero, asegurándose de que no había nadie escondido. Ni el váter quedó sin registrar. La detective pensó que estaba mostrando síntomas de Estrés Postraumático, ya que sentía que las paredes tenían ojos, pero había convivido toda su vida con el estrés y no iba a dejarse derrumbar ahora.
Entró en su habitación lentamente, con el cuerpo en tensión, preparada para desenfundar en caso de que alguien la atacara. La sensación de impotencia y miedo que la había poseído cuando casi la violan, seguían bien presentes en su cuerpo, y no podía evitar rehuir el contacto humano. Cuando el paramédico había querido examinar su labio, ella se había encogido instintivamente, como si la fuera a pegar. Cuando Castle casi la besó, a pesar de que una parte de ella lo anhelaba desesperadamente, otra parte bien grande seguía traumada. ¡Casi la violan! Eso no iba a ser fácil de superar. Siempre había rechazado la ayuda de los psicólogos, no le gustaban, ni los veía como médicos; pero la detective debía de empezar a aceptarlos. Quizá necesitaba su ayuda…
- ¿Beckett?
La detective giró sobre sus talones, sobresaltada. Se llevó la mano a la cadera en un gesto reflejo grabado a fuego en su mente. Pero solo era Castle. Se obligó a relajarse y esbozó una sonrisa de disculpa.
- Me asustaste…
- Perdona. Parecías tan pensativa que… Me costó desconcentrarte.
- Hum… Me pasa a menudo, mi padre solía decirme "Cuerpo presente…"
- "Mente ausente" – continuó Castle, cortando a la detective, que le miró, entre confundida y asombrada – También me lo decían a mí.
- Vaya… - murmuró Beckett. Que asombrosa coincidencia…
El silencio duró unos cuantos segundos, en los que cada uno estaba inmerso en sus recuerdos de la infancia-adolescencia.
- ¿Querías algo? - preguntó Beckett, dándose cuenta de que Castle la habría llamado por alguna razón, no para simplemente ayudarle a recordar su infancia.
- ¿Eh? ¡Ah! Sí. Después de hoy… Bueno, venía a decirte que dormiré en el sofá.
- Castle… - empezó a decir ella, pero el escritor la mandó callar alzando un dedo.
- No, no hay ningún problema. En serio.
- Pero…
- Pero no quiero forzar las cosas. Hoy ya has pasado por mucho como para tenerme roncándote en la oreja.
"Pero me encanta que me ronques en la oreja" pensó Beckett. Mitad de su mente se negaba a dormir sola, mientras la otra mitad suspiraba de alivio. "Genial, ahora soy bipolar" se dijo a sí misma. Sonrió al escritor, y agachó la cabeza, dejando que el pelo le ocultara el rostro por unos segundos antes de alzarlo de nuevo.
- Gracias. Y… Siento que tengas que usar ese horror de sillón.
- Hay cosas peores – contestó Castle, encogiéndose de hombros.
Le vio dudar un momento, parado en el marco de la puerta, pero finalmente suspiró y murmuró un quedo "Buenas noches". Sin embargo, apenas habían pasado dos minutos y su cabeza volvió a asomar por el hueco de la puerta.
- Algún día te contaré lo que pasó.
La detective se quedó helada, sin esperarse aquello.
- Cuando estés listo, yo lo estaré.
Él asintió, tragando saliva. Hizo un gesto con la mano y desapareció por el pasillo. Beckett se quitó las deportivas con los pies, y se dejó caer en la cama de espaldas, sin desvestirse siquiera. No tenía ganas de hacer nada…
Dejó la pistola desenfundada en la mesilla, parcialmente ocultada por la lámpara. Apagó la luz, soltó un suspiro, y se hizo una bola en la, ahora enorme, cama.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 31:
Me senté en el sillón, dejando escapar un quejido de cansancio. Mis músculos agradecieron dejar de estar tan tensos, poder relajarse. Pero siempre sería una relajación parcial, desde aquella noche nunca pude volver a quedarme tranquilo al 100%. Esa fue una de los motivos de las discusiones constantes con mi madre y la razón de su partida. Aunque ella alegó que estar encerrada en una casa en la que la tristeza y el desamparo campaban a sus anchas por cada esquina le dañaban el aura y la hacían sentirse deprimida y sin alegría. Dijo que necesitaba salir y vivir. Que le quedaban pocos años, como para pasárselos pegada a la botella de whisky lamentando la pérdida de su nieta. Ella dijo que iba a vivir por Alexis. Iba a recorrer todas aquellas ciudades que a la pequeña le habría encantado visitar…
Pero claro, era su nieta. No su hija. Aquel había sido otro motivo de su partida. Yo recordaba habérselo echado en cara muchas veces cuando era pequeño, reprocharle que le importara más su carrera en Broadway que su propio hijo. Carne de su carne. Sangre de su sangre. Pero cuando murió Alexis y mi madre siempre me venía con el cuento de que debía dejar marchar su recuerdo y seguir adelante, terminábamos discutiendo, porque yo le dejaba bien claro que para ella era fácil olvidarla porque era su nieta. La mayor parte de las veces, sino todas, terminaban con un portazo mío, los sollozos apagados de mi madre, y otra botella de alcohol más en la basura.
Los meses posteriores a la muerte de mi hija pequeña habían sido horribles. Básicamente me los había pasado tirado en cualquier lugar, vaciando mis reservas de alcohol, pensando en el suicidio, escribiendo porquerías que terminaban con la muerte de todos, rehuyendo de la gente, sin afeitar ni duchar. Hecho una piltrafa, una mierda… Sin embargo, y de esto era consciente ahora, después de tanto tiempo; mi madre, la gran Martha Rodgers, diva de Broadway, se había mantenido a mi lado y había tirado las cuerdas de las que yo luego tiraría para salir de aquel pozo sin fondo. Pero yo no había sido capaz de verlo en aquel momento, y ahora nuestra relación era demasiado fría y distante. Podría decirse que carecíamos de relación alguna. Hasta me llevaba mejor con el portero del cementerio que con mi madre.
Pensé, amargamente, que si alguien me pidiera que escribiera en un diario la cosa de la que más me arrepentía, como pedía un profesor a sus alumnos en la serie de The Fosters; probablemente pondría en letras grandes y claras "Mi madre". No arrepentirme por tener una, al revés. Por haberla perdido y haber sido tan estúpido y orgulloso como para no intentar reconciliarme con ella. ¿Realmente había merecido la pena? ¿Haber estado tan sumido en la pérdida de alguien, en el pasado, como para no ver el presente y no ser consciente de lo que te estás perdiendo? En una lista de pros y contras, creo que mi elección salía perdiendo. Eran demasiadas personas a las que había herido y dejado atrás. Quizá algunas se lo merecieran, pero las otras no…
Pero, ¿de qué servía el arrepentimiento ahora? Para nada. Para ahogarte en él. Para sentir que la culpabilidad y los remordimientos te corroen por dentro, tal y como la rabia lo había hecho en el pasado. ¿Me estaba poniendo demasiado metafórico y filosófico? Podía ser… Sacudí la cabeza para salir de Pensamiento-landia, y me levanté del sillón, ignorando las quejas de mis cansados músculos.
Bajé las persianas, sumiendo la casa en una oscuridad absoluta bastante aceptable si se tenía en cuenta que ya había amanecido y que el sol quería entrar a raudales por las ventanas para ir despertando a la gente. Total, ese era su trabajo. Iluminar el mundo. Pero ahí estaba yo, bajando las persianas, buscando la oscuridad. Quizá era un vampiro y todavía no me había enterado. "O quizá eres gilipollas" pensé. ¿Qué demonios me pasaba? ¿A qué venían todos aquellos pensamientos? Encendí una lamparita, dejando que su luz amarillenta iluminara escasamente la gran habitación. Noté que las metáforas comenzaban a florecer en mi mente, comparando la luz de la lámpara con todo lo que se me ocurría, y decidí que ya era hora de darle a mi cabeza un descanso. Llevaba demasiado acumulado… Miré el vaso que aún tenía en la mano, el líquido ambarino despedía destellos al entrar en contacto con la luz. Bebí el culito que me quedaba, manteniéndolo por un segundo en mi boca, degustando su sabor dulce antes de tragarlo y notar el calor recorriéndome la tráquea al mismo ritmo que el whisky bajaba. Quizá haber elegido ese tipo de alcohol, justo cuando salía una nueva pista sobre el caso de Alexis, era cosa del destino. Eso era lo que yo había estado bebiendo la noche que entraron a robar, lo mismo con lo que había ahogado las penas y matado lentamente a mi hígado tras la muerte de mi hija, y ahora que encontraba a ese hijo de puta que había tenido el valor de disparar a una niña indefensa de 4 años, volvía a recaer en esa dulce droga.
Dejé el vaso en la mesa del salón, con cuidado de no hacer mucho ruido. Beckett había pasado por mucho hoy… Ambos nos habíamos llevado un golpe duro en los cimientos que nos sostenían como personas. Nos habían hecho tambalear, dudar de nosotros mismos, de nuestras fuerzas. Inclinarnos ante ellos, temblar de miedo, y rezar para ser capaces de resistir. Y cuando las grietas habían comenzado a apoderarse de nosotros, cuando nos habíamos empezado a derrumbar y caer, había aparecido el otro y nos había sujetado. Mutuamente, nos habíamos curado las heridas, puesto cemento por encima, y nos habíamos hecho más fuertes. Siempre se dice que lo que no te mata, te hace más fuerte. Bien, pues, han omitido una parte importante, que es que lo que no te mata, te debilita, hasta que llega otro y te ayuda a ser fuerte.
Ya era suficiente, estaba delirando. Dentro de nada me convertiría en un existencialista que se tiraría media hora incluso para decidir que quería de comer. Podía imaginarlo ya: "¿Carne o pescado? ¿Vino o agua? ¿Tiene algún sentido elegir? Si luego morimos y no somos nada…". Me entró la risa y enterré la cara en un cojín para no hacer ruido. ¿Qué me estaba pasando? ¿A caso esta era mi forma de sacar toda la tensión acumulada? Menos mal que me estaba guardando esto para mí mismo…
- A dormir, Castle – me ordené, en voz alta.
Me retorcí en el sillón hasta que encontré una postura cómoda.
- Lo que hago por ti, Kate – susurré.
Finalmente, el sueño me fue venciendo poco a poco.
"Un ruido resonó por toda la casa. Una pistola.
Me retorcí en el suelo, ignorando el dolor de mi hombro, o la sensación de la sangre empapando mi camisa, que comenzaba a pegarse a mi piel y a formar una costra asquerosa. El olor a óxido era lo único que podía notar en esos momentos, y luchaba por enfocar la vista, haciendo caso omiso a las horriblemente dolorosas punzadas que me daban en la nuca.
- ¿¡Qué le habéis hecho, animales?! – grité, tosiendo sangre.
Mis costillas seguían doloridas por la patada, y los constantes golpes que recibía no ayudaban. Gemí, luchando por encontrar aire, por ir junto a Alexis, rezando para que estuviera bien y ese disparo fuera solo una advertencia.
- Abre la puerta – ordenó un enmascarado al otro.
- Vaya, vaya, vaya. El señor Castle, supongo – dijo un hombre de mediana edad, entrando por la puerta, manteniéndose astutamente fuera de mi campo de visión.
- ¿Y Alexis? ¿Está bien? – dije, como contestación.
El hombre miró a uno de sus esbirros, quien sacudió la cabeza y señaló el despacho. El recién llegado pareció enfurecerse, por el tono de voz que usaba, ya que no era capaz de entender su idioma. Parecía ruso. O Alemán…
Apreté la mandíbula, con fuerza, luchando contra el dolor.
- Se ha metido usted con la gente equivocada, Señor Castle – continuó el jefe del grupo. – Y lo ha pagado con creces.
- ¡NO! – grité, desesperando. - ¡Solo tiene cuatro años!
- Ah, bueno, usted nos robó… ¿Cuánto? ¿4.000 dólares?
- No haber apostado si no tenías el dinero – protesté. El hombre se río.
- Lo tenía, pero no pensaba perderlo. Sin embargo, me doy por satisfecho. Vámonos, chicos. – ordenó.
Los matones fueron saliendo uno por uno, y quedando el cabecilla de último.
- Lamento su pérdida, Señor Castle… - dijo, con la sonrisa traspasándose a su voz al oír mi grito.
Intenté moverme para verle, pero no era capaz. El hombro me lo impedía, las costillas también.
- Alexis… - lloré, la cabeza contra el suelo, mis lágrimas mezclándose con la sangre. – Alexis… Lo siento, cariño…
Me arrastré por el suelo, ignorando el dolor a pesar de que me estaba matando. No paré hasta que no llegué al despacho, encontrando primero aquella mata de pelo pelirrojo, tan brillante siempre…
- Alexis… - llamé, luchando con los sollozos.
Su rostro estaba mortalmente pálido, y manaba sangre lentamente de una herida en el pecho. Llegué junto a ella y le acaricié la fría mejilla. No me importó estar tumbado sobre su sangre, solo quería estar junto a ella. Agarré fuertemente su mano, sin notar respuesta alguna, y me dejé caer contra el suelo, al lado de su inmóvil cuerpo.
- Te quiero – susurré una última vez, antes de abandonarme a la inconsciencia."
Desperté de golpe, con el corazón latiéndome a mil y la garganta seca como un desierto.
- Solo ha sido un sueño – dije, con los brazos apoyados en la rodilla y la cabeza entre las manos. – Solo un sueño – repetí.
Había sido tan real, era como si pudiera volver a sentir el dolor recorriéndome el cuerpo, acalambrando los músculos, mientras la camiseta empapada de sangre se pegaba a mi piel. La inconsciencia a la que me rendí cuando descubrí que Alexis estaba muerta, me esperaba con su bruma indolora. Cuando dejé de luchar, se acercó a mí rápidamente y me envolvió en un abrazo del que no fui capaz de librarme hasta tiempo atrás. Esa falta de sensaciones, era como estar muerto pero a la vez horriblemente vivo. Lo ves todo demasiado nítido, los sonidos demasiado claros, los colores demasiado fuertes, al igual que los sabores y olores. Todo está multiplicado en intensidad, y, sin embargo, eres incapaz de sentirlo.
Cogí el vaso que había dejado en la mesa y fui al fregadero para echarme agua. Lo aclaré varias veces, intentando eliminar cualquier rastro que quedara de whisky, y lo llene de agua una vez. Y otra. Y otra. Necesitaba beber, borrar los recuerdos. Lo llené por última vez, como reserva, y decidí irme a dormir.
Estaba caminando de vuelta al salón, arrastrando los pies, ese conocido frufrú como acompañante, cuando oí un grito.
- ¡NO! ¡SUÉLTAME! – gritó Beckett.
El vaso cayó al suelo, y cuando se rompió contra éste, esparciendo agua y cristales en todas direcciones, yo ya estaba subiendo las escaleras a toda prisa.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
WOWWW, menudo par de capítulos, casi he ido viviendo uno a uno todos los recuerdos que han ido apareciendo por sus mentes. Esto si que es mágia, mágia con palabras, jajajajajajaja
Vaya escalofríos me has hecho tener, si me hubiera pasado a mí no podría haberlos expresado mejor, menuda clase magistral, para encoger el corazón del lector, y visualizar todos sus recuerdos, incluidos todos su sueños, WAAWWW.
Lastima de su niña, eso es lo peor de todo, que siempre que hay niños por medio en una desgracia todo se vuelve peor, pues ellos son por los que todos tendemos a mejorar e intentar que este mundo funcione. Ellos no tendrían que sufrir las consecuencias de los actos de los mayores nunca.
Así es la vida, nos quita y nos da según le apetece y no nos queda otro remedio que seguir adelante.
Claro que no creo que haya terminado, pues solo ha sido Castle, y ahora falta Beckett que me temo va por el mismo camino. Ya lo dice el refrán Dios los cría y ellos se juntan, jajajajaja
Bueno a la espera de los siguientes capítulos me quedo, pues no es plan de quedarme sin saber con la curiosidad morbosa que tengo ahora mismo, jajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Vaya escalofríos me has hecho tener, si me hubiera pasado a mí no podría haberlos expresado mejor, menuda clase magistral, para encoger el corazón del lector, y visualizar todos sus recuerdos, incluidos todos su sueños, WAAWWW.
Lastima de su niña, eso es lo peor de todo, que siempre que hay niños por medio en una desgracia todo se vuelve peor, pues ellos son por los que todos tendemos a mejorar e intentar que este mundo funcione. Ellos no tendrían que sufrir las consecuencias de los actos de los mayores nunca.
Así es la vida, nos quita y nos da según le apetece y no nos queda otro remedio que seguir adelante.
Claro que no creo que haya terminado, pues solo ha sido Castle, y ahora falta Beckett que me temo va por el mismo camino. Ya lo dice el refrán Dios los cría y ellos se juntan, jajajajaja
Bueno a la espera de los siguientes capítulos me quedo, pues no es plan de quedarme sin saber con la curiosidad morbosa que tengo ahora mismo, jajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSS
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
otra vez, pero ... pero... como nos dejas asi esto es un delito!!!
asi no se puede como me dejas con tremenda angustia al no saber k va a pasar?
por dios espero que continues muy pronto porfi! y k sea solo una pesadilla la de beckett!
asi no se puede como me dejas con tremenda angustia al no saber k va a pasar?
por dios espero que continues muy pronto porfi! y k sea solo una pesadilla la de beckett!
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Wow, sin duda dos capítulos cargaditos, no se por dónde empezar a comentar. En primer lugar, agradecer que hayas subido :DLa verdad es que leerte es como ver una película, haces que sea fácil imaginarse a la perfección lo que narras, ¡enhorabuena!
Me encanta como Kate apoya a Rick, imaginando a la perfección lo que siente y todo lo que está sufriendo porque ella también lo vivió. Está claro que los malos rollos y la desconfianza quedaron atrás, y ahora se apoyan el uno al otro, se ayudan mutuamente y se dan fuerzas para mantenerse en pie.
No sé si tu cabeza es un lío o no, pero si estaba bastante claro que Alexis había muerto, por lo menos para mi. Eso si, este último capítulo me ha puesto los pelos de punta. Las reflexiones de Rick son tan... ciertas, tan verdaderas,como va contando todo lo que ocurrió después de su muerte, lo que él sintió, como alejó de su lado a la gente que lo quería, como su madre, y cuando se dio cuenta no hizo nada por orgullo, muy buenas reflexiones, muy... profundas. Y el sueño en el que recuerda como fue la muerte de Alexis, la noche en la que entraron en su casa, sin palabras, la verdad es que hay que tener muy pocos escrúpulos para matar a una niña de 4 años, encima Rick se siente culpable, tuvo que sufrir mucho, y es normal que reaccionase así al ver al asesino metido en la bolsa. No sé por que, pero conociéndote, siento que el momento en el que se lo cuente a Kate será realmente increíble.
Y ese final, ¡espero que Kate este soñando! Tiene que estarlo, no tendría sentido que nadie entrase en casa, y además sería raro que Rick no se haya enterado... aún así, a ver que es lo que pasa, y que es lo que hace él para calmarla, cada vez hay más acercamiento entre los dos y más complicidad, eso me gusta
Y no me voy a liar más, espero haber comentado todo, pero entre que es tarde y estoy cansada, y que me has dejado descolocada(para bien), no sé muy bien que más decirte, solo felicitarte una vez más y suplicarte que no tardes mucho en subir el siguiente, ¡abrazo!
Me encanta como Kate apoya a Rick, imaginando a la perfección lo que siente y todo lo que está sufriendo porque ella también lo vivió. Está claro que los malos rollos y la desconfianza quedaron atrás, y ahora se apoyan el uno al otro, se ayudan mutuamente y se dan fuerzas para mantenerse en pie.
No sé si tu cabeza es un lío o no, pero si estaba bastante claro que Alexis había muerto, por lo menos para mi. Eso si, este último capítulo me ha puesto los pelos de punta. Las reflexiones de Rick son tan... ciertas, tan verdaderas,como va contando todo lo que ocurrió después de su muerte, lo que él sintió, como alejó de su lado a la gente que lo quería, como su madre, y cuando se dio cuenta no hizo nada por orgullo, muy buenas reflexiones, muy... profundas. Y el sueño en el que recuerda como fue la muerte de Alexis, la noche en la que entraron en su casa, sin palabras, la verdad es que hay que tener muy pocos escrúpulos para matar a una niña de 4 años, encima Rick se siente culpable, tuvo que sufrir mucho, y es normal que reaccionase así al ver al asesino metido en la bolsa. No sé por que, pero conociéndote, siento que el momento en el que se lo cuente a Kate será realmente increíble.
Y ese final, ¡espero que Kate este soñando! Tiene que estarlo, no tendría sentido que nadie entrase en casa, y además sería raro que Rick no se haya enterado... aún así, a ver que es lo que pasa, y que es lo que hace él para calmarla, cada vez hay más acercamiento entre los dos y más complicidad, eso me gusta
Y no me voy a liar más, espero haber comentado todo, pero entre que es tarde y estoy cansada, y que me has dejado descolocada(para bien), no sé muy bien que más decirte, solo felicitarte una vez más y suplicarte que no tardes mucho en subir el siguiente, ¡abrazo!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Con lo bueno que seria que amboos se cuenten lo que les ha pasado en su pasado y que así se ayuden mutuamente a superarlo, jeje. Han sido dos capítulos geniales, a la espera de leer el siguiente para ver que es lo que le pasa a Kate y la reacción de ésta cuando Rick entre en la habitación preocupado por sus voces.
Yaye- Escritor - Policia
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Capítulo 32:
El vaso golpeó con fuerza el suelo, haciéndose añicos inmediatamente después del choque, lanzando trozos de cristal y agua en todas direcciones.
Pero a mí me daba igual. Tenía puesto un pie en el primer escalón cuando Beckett se calló de golpe, sus gritos de súplica cesaron, los sollozos se cortaron abruptamente. Me asusté. ¿La habían callado o era una simple pesadilla? Subí las escaleras a toda velocidad, tropezándome en una y teniendo que parar el golpe con las manos.
Los músculos de mis brazos protestaron cuando tuve que apoyar todo mi peso en ellos para evitar comerme el escalón. Me levanté rápidamente, ignorando el dolor de mi espinilla, y seguí con mi carrera. Corrí por el pasillo lo más rápido que podía, derrapando antes de llegar a la puerta de Beckett, dejando que el impulso me hiciera deslizar por el suelo de madera.
Tratando de regular mi respiración para que no fuera tan oíble, apoyé un oído en la puerta, esperando captar algún sonido de pelea por parte de la detective o algo que me indicara si había alguien más dentro, pero solo oí lo que parecían sollozos acallados por una almohada. ¿Y si la estaban ahogando?
Abrí la puerta precipitadamente, apoyándome en ella por si habían puesto algo para sujetarla. Pero no había nada. La dejé suelta y el pomo golpeó con fuerza la pared de detrás. Me encogí momentáneamente, sabiendo que eso dejaría una buena marca. Pero aquella preocupación pronto quedó atrás por un tema más importante: Beckett. Miré la habitación, ningún violador a la vista, aparentemente. Entonces, un movimiento en la cama captó mi atención y me giré hacia allí.
Y vi que una pistola me estaba apuntando directamente.
Por un momento, me quedé paralizado, los recuerdos de mi pesadilla demasiado recientes. ¿Iba a superar alguna vez aquel trauma? ¿O me quedaría paralizado cada vez que viera una pistola apuntarme? Como si de una señal del destino se tratara, alcé las manos lentamente, recuperando el mando de mi cuerpo.
- Beckett, tranquila, soy yo.
La detective apretó la mandíbula, sus labios en una fina línea, los brazos en tensión y los dedos que agarraban la empuñadura de la pistola estaban blancos por la fuerza con la que la sujetaba. Ella estaba de rodillas en la cama, las sábanas revueltas y tiradas de cualquier manera, una almohada caída frente a ella.
Pude suponer que se había despertado de golpe, asustada por la pesadilla, y había abrazado la almohada para llorar en ella. Poco a poco, la detective bajó el arma, la razón ganándole la batalla al miedo. La dejó de nuevo en la mesilla y relajó el cuerpo, medianamente. Me acerqué despacio, y tras pedir permiso con la mirada, me senté en el borde de la cama, lo más lejos de ella que pude.
Beckett se abrazó las rodillas con los brazos y hundió la cabeza en ellas, suspirando con fuerza.
- Lo siento – dijo, con la voz ahogada.
- No pasa nada, ¿a quién no le gusta que le apunten con un arma? – bromeé, tratando de quitarle hierro al asunto.
Ella sacudió la cabeza y me miró:
- ¿Cómo lo haces?
Mi cara de confusión fue tal que la detective alzó las comisuras de sus labios en la sombra de una sonrisa.
- Hacer como que nada ha pasado. Hace poco has encontrado al tipo que mató a una persona importante para ti y aquí estas, bromeando para levantarme la moral.
Me encogí de hombros. La verdad es que nunca me lo había planteado…
- ¿La educación? Mi madre eludía los problemas y las preocupaciones con una gran maestría. Solía decir que hasta que el edificio no se derrumbara entero, no iba a comerse la cabeza por una grieta.
- Es una gran filosofía – murmuró Beckett, con el ceño fruncido.
Yo me senté mejor en la cama, aprovechando el gesto para acercarme un poco más a ella. Si se dio cuenta, no pareció molestarle, porque no dio señales de ello. Lo tomé como algo bueno y proseguí.
- Mi madre, a pesar de sus muchos defectos, también tenía grandes virtudes – no pude evitar que un tono de añoranza se colara en mi voz al pronunciar estas palabras.
Miré hacia la ventana con aire soñador, quizá era el momento de arreglar o, por lo menos tratar de arreglar las cosas con mi madre. Al fin y al cabo, era mi madre, y se dice que los padres no pueden odiar a sus hijos. Pase lo que pase.
- ¿Qué pasó con ella? – preguntó Beckett con curiosidad.
- Vio hundirse a su hijo en el alcohol y la depresión. Aquella gran actriz de Broadway presenció cómo me eché a perder. Soportó más de lo que yo jamás le habría pedido, pero al final, como cualquier persona con dos dedos de frente, se marchó.
- ¿Y?
- Desde entonces solo me llama, bueno, me manda mensajes – rectifiqué, aunque sin ningún reproche – cuando tiene problemas de dinero.
- Algo es algo – dijo Beckett, rehuyendo mi mirada.
Fruncí el ceño, extrañado. Yo sabía que ella tenía madre, la había visto a la salida de los juicios un par de veces. ¿Quizá una mala relación con el padre? A pesar de que la curiosidad me comía por dentro, me mordí la lengua y busqué cambiar de tema. Se veía a leguas que ella no estaba dispuesta a revelar aquello.
- ¿Pesadillas? – pregunté.
La detective asintió lentamente, bajando la mirada a la almohada.
- Revivir aquello una y otra vez. Es… horrible – dijo, con la voz quebrada.
Me acerqué más a ella, apoyando una mano suavemente en la suya.
- ¿Quieres hablar de ello? Dicen que tengo grandes capacidades de psicólogo. Por eso gusto a las mujeres, sé escuchar.
Beckett sacudió la cabeza con una sonrisa triste dibujada en su rostro. "Algo es algo" pensé. Nos quedamos unos minutos en silencio, escuchando las olas romper contra la orilla.
- Pensé que lo iban a lograr. – murmuró la detective, rompiendo el silencio.
Mi corazón se rompió al oírlo, y tragué saliva. Nunca podría llegar a comprender como se sentía.
- Estaban tan determinados y yo tan indefensa. No podía hacer nada para evitarlo, y nadie les iba a parar. Simplemente, lo harían y me dejarían allí. Rápido, limpio y sin testigos. No hay nada mejor para un delincuente, como ya sabrás.
Resoplé ante la pulla, pero en seguida volví a centrarme en ella.
- Lo he oído tantas veces. Millones de mujeres son violadas día a día y no hay nada que podamos hacer excepto oírlas contar su historia llorando, apuntarlo en un block, y hacerles promesas vanas sobre que nos vamos a esforzar al máximo en encontrarle y que no tienen nada de lo que preocuparse. Lo vivo día a día. ¡Hasta lo que tenido que hacer! – la detective sacudió la cabeza, una solitaria lágrima descendiendo por su mejilla. Ella sorbió y se secó la lágrima con el dorso de la mano. Cuando la volvió a depositar junto a la mía, le di un suave apretón. – Pero cuando estaba allí, atada de pies y manos, mirando como ese… ese hombre se desnudaba frente a mí… Por fin las comprendí. Esa desesperación, la frustración, la impotencia… Tú sabías que lo iban a hacer y no podías hacer nada para evitarlo.
- Pero tú te has librado – le recordé.
- Sí, gracias a ti. Pero, ¿y si hubieras llegado tarde?
- Entonces nunca me lo habría perdonado – confesé.
- No. No habría sido tu culpa, ni era mi intención que sonara así. A donde quiero llegar es que no todas tienen a un salvador. Cuando te conviertes en policía juras proteger a los inocentes, sin embargo; terminamos delegando algunos casos para no perder el tiempo. Muchos de esos casos terminan en el fondo de un cajón, Castle, todavía en la hoja del block.
- Beckett, no puedes cambiar el mundo.
- ¿No? Y yo que pensé que estaría sexy vestida de justiciera.
Sonreí de lado, viendo que aplicaba bien la filosofía de mi madre. Bromea mientras puedas.
- Escúchame. – Dije, apretando su mano para que me mirara – Tomarse la justicia a tu manera y aplicarla según tu criterio es muy duro. Créeme. Más siendo una policía. Lo único que puedes hacer es tragar todo eso y poner más esmero con los casos que caigan en tu mesa. ¿Vale?
La detective asintió, con un poco de resignación. Asentí, conforme, y me levanté de la cama. Pero su voz me llamó justo cuando iba a salir de su habitación. Me paré en el marco de la puerta y giré sobre mis talones.
- ¿Puedes dormir aquí? Sino, las pesadillas no me dejarán en paz.
La miré ligeramente sorprendido. Y yo que pensaba que estaría mejor durmiendo sola… Pero parecía tan perdida y vulnerable, con un sentido de la justicia tan correcto para el mundo en el que vivíamos…
- Por supuesto. – respondí finalmente.
Me tumbé a su lado, dándole espacio para que colocara su sofisticada barrera de cojines. Sin embargo, me sorprendió sobremanera que ella colocara su almohada de cualquier forma y se acercara a mí. Se tumbó cerca, dándome la espalda, su castaño cabello desparramado de cualquier forma.
Despacio, y temiendo estarme pasando cuatro pueblos, lo que haría que me ganara un ticket de permanencia en el sillón; reduje el espacio entre nosotros y pasé un brazo por su cintura. Ella amoldó su cuerpo al mío y suspiró, cerrando los ojos.
- Solo esta noche, ¿vale? – murmuró Beckett, ya medio dormida.
Yo abrí los ojos, encontrándome con la tentadora piel de su cuello. El calor de su cuerpo contra el mío…
- Solo una noche – suspiré.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta, es genial, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 22/01/2013
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Wow! Una vez más nos traes otro capítulo increíble
¡Menos mal que todo fue una pesadilla! Era de suponer, pero había una mínima posibilidad de que alguien entrará en la casa, y eso no molaría nada.
Creo que lo dije ya miles de veces, pero es que me encanta el Rick protector Como sube corriendo las escaleras hasta su habitación, ignorando incluso su propio dolor para acudir en su ayuda, ¡es tan mono! Y como a pesar de los malos recuerdos del pasado cuando ella le apunta con la pistola, es capaz de recomponerse y soltar una broma para subirle el ánimo, sin duda, es increíble. Y la conversación que tienen aún más, Kate se permitió derrumbarse ante él y confesarle sus miedos, y Rick estuvo a la altura, escuchándola y dándole ánimos. Poco a poco van abriendo sus corazones y dejando ver sus secretos mejor guardados, Rick ya le habló de su madre, y ella estuvo a punto de hablarle de su padre, que por cierto, tengo ganas de saber que fue lo que pasó.
Y para poner la guinda al pastel, ese final. De dormir separados por cojines y a regañadientes, a perdirle que se quede a dormir con ella y además dejar que la abrace, que agfhajsdfgh
En serio, gracias por esta gran historia. Y sólo un favor, nos tienes muy mal acostumbrados a que subas varios capítulos juntos, así que porfa no tardes en subir el siguiente, ¡un besazo!
¡Menos mal que todo fue una pesadilla! Era de suponer, pero había una mínima posibilidad de que alguien entrará en la casa, y eso no molaría nada.
Creo que lo dije ya miles de veces, pero es que me encanta el Rick protector Como sube corriendo las escaleras hasta su habitación, ignorando incluso su propio dolor para acudir en su ayuda, ¡es tan mono! Y como a pesar de los malos recuerdos del pasado cuando ella le apunta con la pistola, es capaz de recomponerse y soltar una broma para subirle el ánimo, sin duda, es increíble. Y la conversación que tienen aún más, Kate se permitió derrumbarse ante él y confesarle sus miedos, y Rick estuvo a la altura, escuchándola y dándole ánimos. Poco a poco van abriendo sus corazones y dejando ver sus secretos mejor guardados, Rick ya le habló de su madre, y ella estuvo a punto de hablarle de su padre, que por cierto, tengo ganas de saber que fue lo que pasó.
Y para poner la guinda al pastel, ese final. De dormir separados por cojines y a regañadientes, a perdirle que se quede a dormir con ella y además dejar que la abrace, que agfhajsdfgh
En serio, gracias por esta gran historia. Y sólo un favor, nos tienes muy mal acostumbrados a que subas varios capítulos juntos, así que porfa no tardes en subir el siguiente, ¡un besazo!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Es genial. Continua en cuanto puedas por favor
rubiodav- Actor en Broadway
- Mensajes : 240
Fecha de inscripción : 04/03/2012
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