In dubio pro reo [COMPLETO]
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Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Grandes verdades se cuentan en este capítulo, y lo haces con una sencillez asombrosa, siendo algo tan turbio y degenerado, le has puesto las palabras justas en la boca, para hacernos sentir el desasosiego de una mujer que ha sido expuesta a un posible ultraje. Qué fácil, leerlo pero que dificilísimo ha de ser asumir que te puedas encontrar en semejante situación.y qué gran sufrimiento para la persona que sea sometida a tamaño ultraje.
Magnífica exposición, y estupendo capítulo el tuyo, me has dejado cabilando qué decirte, y no se si lo he hecho bien o mal, pero si puedo decir que lo dije desde el máximo respeto hacia ti, y hacia todas aquellas personas que hayan sido agredidas de una forma tan cruel.
Solo puedo poner un pero, y es que siempre nos pones más de un capítulo y a pesar de que no consigo calmar mi curiosidad por lo menos me dura un ratito más tu lectura, asi que por favor, sube el siguiente rápido que ya no tengo uñas, jajajajajaja
Bueno cuando puedas que tampoco hay que pedir tanto, no vaya a ser que se nos aplique el refrán, contra el vicio de pedir, la virtud de no dar, jajajajaja y a mí que dejes de dar, me sentaría fatal, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSS
Magnífica exposición, y estupendo capítulo el tuyo, me has dejado cabilando qué decirte, y no se si lo he hecho bien o mal, pero si puedo decir que lo dije desde el máximo respeto hacia ti, y hacia todas aquellas personas que hayan sido agredidas de una forma tan cruel.
Solo puedo poner un pero, y es que siempre nos pones más de un capítulo y a pesar de que no consigo calmar mi curiosidad por lo menos me dura un ratito más tu lectura, asi que por favor, sube el siguiente rápido que ya no tengo uñas, jajajajajaja
Bueno cuando puedas que tampoco hay que pedir tanto, no vaya a ser que se nos aplique el refrán, contra el vicio de pedir, la virtud de no dar, jajajajaja y a mí que dejes de dar, me sentaría fatal, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Increíble el capítulo. Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
me encanta!! sigue así y ojala subas pronto más capis
lovecaskett- Escritor novato
- Mensajes : 27
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Edad : 33
Localización : Cádiz but I LOVE NYC
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Como si estuviera respondiendo a tu comentario, Sara, no te preocupes que no voy a olvidarme de este fic. Imposible olvidarse
Beckett se despertó cuando el sol estaba tan bajo que lograba colarse por las persianas medio cerradas. El rayo que el astro lanzaba le daba justo en la cara, haciendo que al abrir los ojos se cegara.
Escondió la cabeza en la almohada, abriendo los ojos en la negrura que ésta le proporcionaba, y parpadeando lentamente para acostumbrase. Despacio, levantó la cabeza otra vez y la dejó caer en la almohada, demasiado cansada para moverse. Estaba en la fase uno de despertarse, esa fase en la que todo el cuerpo te pesa, todavía no eres totalmente consciente de tus extremidades, y los ojos te lloran de sueño. Tiró de uno de sus brazos para sacarlo de debajo de su cuerpo, donde había quedado atrapado. Notó un hormigueo recorriéndole el brazo mientras la sangre volvía a llegar a la punta de los dedos.
Se llevó la mano a la cara para quitarse las legañas, frotándose los ojos cual niña pequeña. Finalmente, una vez estuvo lista como para poder ver bien, volvió a dejar caer el brazo pesadamente en la cama y se quedó dónde estaba. Quizá había sido una estupidez secarse los ojos si el sueño provocaba que le lloraran otra vez, pero todavía notaba la cara tirante por las lágrimas de la noche anterior, y lo había sentido como una necesidad. Una forma de quitarse esta tirantez y con ella, librarse de aquella experiencia. Se quedó quieta un buen rato, mientras su cuerpo iba despertándose lentamente.
Podría decirse un millón de cosas para excusar su comportamiento. Después de una experiencia traumática como la suya se necesitaba descansar, o que estaba emocionalmente exhausta, o… Muchas cosas. Pero nada sería más verdad como el simple hecho de que estaba muy cómoda ahí en la cama, destapada, y con Castle abrazándola.
Sobre todo por el abrazo.
Notaba a la perfección la pesada respiración del escritor haciéndole cosquillas en el cuello al expirar. El lento y tranquilo latir de su corazón contra su espalda. El brazo de él rodeándole la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo en una postura de lo más cómoda y natural. Parecían estar hechos para encajar de esa forma… El escritor movió la cabeza un poco, y luego arrugó la nariz cuando algunos de los pelos de Beckett le hicieron cosquillas. Resopló y, como no lograba apartarlos, abrió los ojos lentamente y con una mano, los quitó de su camino. Iba a volver a dormirse pero se topó con la mirada divertida de la detective.
- Hola… - saludó Castle, la voz ronca por acabar de despertarse.
- Buenos días. Tardes – se rectificó solo para volver a cambiarlo - Noches. La verdad es que no sé qué es. – contestó Beckett, frunciendo el ceño.
El escritor se encogió de hombros, restándole importancia. ¿Qué más daba la hora? Les habían dado tiempo para dormir, y estaba agradecido. Rodó sobre su espalda en la cama, liberando a la detective de su abrazo, que notó su ausencia inmediatamente y tuvo que reprimir un suspiro de decepción.
Castle se quedó tumbado de espaldas en la cama y soltó un gemido de placer cuando se estiró cuan largo era, sus brazos extendidos por encima de su cabeza y las puntas de los pies flexionadas.
- Aaah – exclamó, satisfecho – No soy nadie sin mi estiramiento matutino.
- Vespertino, más bien. – corrigió Beckett.
- Pues eso, lo que yo dije, detective.
Kate contuvo una sonrisa y sacudió la cabeza, divertida.
- ¿Cómo has dormido? – inquirió Castle mientras se cambiaba la camiseta y la otra la dejaba en el cesto de la ropa sucia.
"Genial gracias a ti" pensó.
- Mejor – dijo finalmente.
- Me alegro – el escritor le mostró una sonrisa radiante, de esas que enamoran.
Beckett apartó la vista rápidamente, sintiendo un huracán de sentimientos en su interior. Y ella no estaba lista para eso, no en esos momentos. Le dio la espalda a Castle, inclinándose sobre la mesilla. Metió la pistola en su funda, y ésta en la maleta, guardando con ella muchos recuerdos desagradables.
Su móvil estaba encima de la mesilla, al lado de la lamparita. La noche anterior lo había puesto en silencio para poder dormir, y después de todo lo que había pasado, lo último en lo que había pensado era en ponerle el volumen de vuelta. Desbloqueó el iPhone y vio que tenía bastantes cosas que contestar. Ryan y Esposito le habían dejado unas cuantas llamadas perdidas, supuso que sería por la información que les había pedido. Tenía dos whatsapps de Will pidiéndole que fueran a tomar un café para hablar, y otro de Lanie que estaba preocupada por ella. Su madre también se había acordado de que tenía una hija y había usado el método tradicional para preguntarle cómo estaba: un SMS.
Miró todo de nuevo y priorizó las contestaciones, comenzando por sus compañeros. Usó la marcación rápida para llamarles, y contestaron a los 3 bips.
- Esposito.
- Hola, Espo. Perdona por tardar pero… hubo unos cuantos líos por aquí.
- Nada, sabes que me encanta estar en vilo por tus llamadas – bromeó él, haciendo el uso del humor negro tan típico.
- En realidad no puedes vivir sin mí. Acéptalo.
- Touché.
- En fin, ¿qué pasó? – preguntó Beckett, yendo al grano.
- Dont worry, Ryan y yo lo tenemos todo bajo control por aquí, deberías ver lo bien que nos tratan. Pero el caso es que te mandamos los expedientes que pediste por correo, y habríamos metido tu pizarra también pero se nos iba del presupuesto.
- Ja, ja, ja. Detective Esposito está usted muy graciosillo.
- Lo sé – contestó él, con orgullo en la voz – Deben de ser las horas extras.
- Demming está siendo un capullo, ¿no? – preguntó ella, conociendo la respuesta.
- Nooo, yo no lo llamaría capullo. Más bien cabrón.
Ambos se rieron ante el comentario del detective y Beckett suspiró.
- Lo siento, chicos.
- Es lo que toca, pero cuando vuelvas, retuércele bien las pelotas de mi parte, por favor. Sabes que a ti sí te respeta. – pidió Espo, medio en broma, medio en serio.
- ¡A sus órdenes, mi capitán!
- A si me gusta, soldado.
Se despidieron entre bromas y "ten cuidado". Siempre había tenido una muy buena relación con él, era como su hermano mayor, el que la cuidaba y protegía siempre, y cuando no podía se sentía responsable. Eran una pequeña familia en la comisaria y por eso el capitán se sentía amenazado y actuaba como un auténtico gilipollas cuando ella no andaba cerca. Tiró el móvil de cualquier forma a la cama, se puso ropa más cómoda, y luego volvió a coger el Smartphone con la intención de contestar al resto de llamadas-mensajes.
Pero el timbre de la casa sonó y ella bajó corriendo a abrir mientras se guardaba el iPhone en el bolsillo del culo. Ya lo haría luego. Oyó la voz de Castle gritándole algo desde la cocina pero pasó de largo para abrir la puerta.
- Buenas noches. Traigo su compra – saludó un chico, alargándole unas cuantas bolsas.
Beckett se quedó sorprendida por unos segundos y no reaccionó.
- Aaah, perdona – contestó finalmente, cogiéndole las bolsas al repartidor. – Voy a dejarlas y te pago.
La detective desapareció tras la puerta de la cocina, donde encontró a Castle con un delantal puesto y las manos machadas.
- ¿Qué has pedido?
- La compra – respondió, la punta de su lengua asomando un poco por la concentración que requería cortar el tomate
- Eso ya lo veo.
- En mi bolsillo tienes la cartera, dale una buena propina al chaval. – Castle movió la cadera para indicarle a la detective donde tenía que buscar.
Ésta puso los ojos en blanco y se fijó en que era el bolsillo del culo. Apretando los labios, metió la mano, tratando de que su mente no desvariara o de tocar donde no debía; y cogió la cartera.
Se asomó otra vez a la puerta de la calle, donde el repartidor estaba apoyado contra la pared, fumándose un cigarrillo. En cuanto la vio aparecer tiró el pitillo al suelo y lo apagó con el talón de su converse. Beckett sonrió tranquilamente, y sacudió la cartera.
- No la encontraba - se disculpó.
El chico notó que era una cartera de hombre pero no dijo nada y se limitó a asentir como si le pasara a menudo.
- Son 25 dólares.
Beckett abrió la cartera, sacó el dinero y le pagó. Cuando el repartidor se dio la vuelta para irse, la detective le llamó.
- Yo de ti lo dejaría. – dijo, haciendo un gesto hacia el cigarrillo.
Él se encogió de hombros y se marchó. Beckett cerró la puerta, todavía preguntándose qué a que había venido eso, y fue a la cocina.
- Oh, gracias. ¿Me la guardas? – preguntó Castle, subiendo las cejas.
La detective asintió, apretando la mandíbula, y volvió a meterla en el apretado bolsillo trasero de sus vaqueros. Después, fue hacia donde había dejado las bolsas de la compra e inspeccionó lo que había mientras iba sacando los productos.
- Harina, levadura, sal, aceite, leche, beicon, mozzarella, más tomate... – se quedó callada unos segundos, mirando todo aquello - ¿Vas a hacer pizza?
- Oh, no, detective. Se equivoca.
- Menos mal… - suspiró ella, aliviada. Pero Castle hizo un gesto con la mano y dejó el cuchillo encima de la tabla. Se limpió las manos bajo el agua y se acercó a ella.
- Vamos a hacer pizza. – rectificó él, agarrando a Beckett de la muñeca con las manos húmedas todavía.
Capítulo 33:
Beckett se despertó cuando el sol estaba tan bajo que lograba colarse por las persianas medio cerradas. El rayo que el astro lanzaba le daba justo en la cara, haciendo que al abrir los ojos se cegara.
Escondió la cabeza en la almohada, abriendo los ojos en la negrura que ésta le proporcionaba, y parpadeando lentamente para acostumbrase. Despacio, levantó la cabeza otra vez y la dejó caer en la almohada, demasiado cansada para moverse. Estaba en la fase uno de despertarse, esa fase en la que todo el cuerpo te pesa, todavía no eres totalmente consciente de tus extremidades, y los ojos te lloran de sueño. Tiró de uno de sus brazos para sacarlo de debajo de su cuerpo, donde había quedado atrapado. Notó un hormigueo recorriéndole el brazo mientras la sangre volvía a llegar a la punta de los dedos.
Se llevó la mano a la cara para quitarse las legañas, frotándose los ojos cual niña pequeña. Finalmente, una vez estuvo lista como para poder ver bien, volvió a dejar caer el brazo pesadamente en la cama y se quedó dónde estaba. Quizá había sido una estupidez secarse los ojos si el sueño provocaba que le lloraran otra vez, pero todavía notaba la cara tirante por las lágrimas de la noche anterior, y lo había sentido como una necesidad. Una forma de quitarse esta tirantez y con ella, librarse de aquella experiencia. Se quedó quieta un buen rato, mientras su cuerpo iba despertándose lentamente.
Podría decirse un millón de cosas para excusar su comportamiento. Después de una experiencia traumática como la suya se necesitaba descansar, o que estaba emocionalmente exhausta, o… Muchas cosas. Pero nada sería más verdad como el simple hecho de que estaba muy cómoda ahí en la cama, destapada, y con Castle abrazándola.
Sobre todo por el abrazo.
Notaba a la perfección la pesada respiración del escritor haciéndole cosquillas en el cuello al expirar. El lento y tranquilo latir de su corazón contra su espalda. El brazo de él rodeándole la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo en una postura de lo más cómoda y natural. Parecían estar hechos para encajar de esa forma… El escritor movió la cabeza un poco, y luego arrugó la nariz cuando algunos de los pelos de Beckett le hicieron cosquillas. Resopló y, como no lograba apartarlos, abrió los ojos lentamente y con una mano, los quitó de su camino. Iba a volver a dormirse pero se topó con la mirada divertida de la detective.
- Hola… - saludó Castle, la voz ronca por acabar de despertarse.
- Buenos días. Tardes – se rectificó solo para volver a cambiarlo - Noches. La verdad es que no sé qué es. – contestó Beckett, frunciendo el ceño.
El escritor se encogió de hombros, restándole importancia. ¿Qué más daba la hora? Les habían dado tiempo para dormir, y estaba agradecido. Rodó sobre su espalda en la cama, liberando a la detective de su abrazo, que notó su ausencia inmediatamente y tuvo que reprimir un suspiro de decepción.
Castle se quedó tumbado de espaldas en la cama y soltó un gemido de placer cuando se estiró cuan largo era, sus brazos extendidos por encima de su cabeza y las puntas de los pies flexionadas.
- Aaah – exclamó, satisfecho – No soy nadie sin mi estiramiento matutino.
- Vespertino, más bien. – corrigió Beckett.
- Pues eso, lo que yo dije, detective.
Kate contuvo una sonrisa y sacudió la cabeza, divertida.
- ¿Cómo has dormido? – inquirió Castle mientras se cambiaba la camiseta y la otra la dejaba en el cesto de la ropa sucia.
"Genial gracias a ti" pensó.
- Mejor – dijo finalmente.
- Me alegro – el escritor le mostró una sonrisa radiante, de esas que enamoran.
Beckett apartó la vista rápidamente, sintiendo un huracán de sentimientos en su interior. Y ella no estaba lista para eso, no en esos momentos. Le dio la espalda a Castle, inclinándose sobre la mesilla. Metió la pistola en su funda, y ésta en la maleta, guardando con ella muchos recuerdos desagradables.
Su móvil estaba encima de la mesilla, al lado de la lamparita. La noche anterior lo había puesto en silencio para poder dormir, y después de todo lo que había pasado, lo último en lo que había pensado era en ponerle el volumen de vuelta. Desbloqueó el iPhone y vio que tenía bastantes cosas que contestar. Ryan y Esposito le habían dejado unas cuantas llamadas perdidas, supuso que sería por la información que les había pedido. Tenía dos whatsapps de Will pidiéndole que fueran a tomar un café para hablar, y otro de Lanie que estaba preocupada por ella. Su madre también se había acordado de que tenía una hija y había usado el método tradicional para preguntarle cómo estaba: un SMS.
Miró todo de nuevo y priorizó las contestaciones, comenzando por sus compañeros. Usó la marcación rápida para llamarles, y contestaron a los 3 bips.
- Esposito.
- Hola, Espo. Perdona por tardar pero… hubo unos cuantos líos por aquí.
- Nada, sabes que me encanta estar en vilo por tus llamadas – bromeó él, haciendo el uso del humor negro tan típico.
- En realidad no puedes vivir sin mí. Acéptalo.
- Touché.
- En fin, ¿qué pasó? – preguntó Beckett, yendo al grano.
- Dont worry, Ryan y yo lo tenemos todo bajo control por aquí, deberías ver lo bien que nos tratan. Pero el caso es que te mandamos los expedientes que pediste por correo, y habríamos metido tu pizarra también pero se nos iba del presupuesto.
- Ja, ja, ja. Detective Esposito está usted muy graciosillo.
- Lo sé – contestó él, con orgullo en la voz – Deben de ser las horas extras.
- Demming está siendo un capullo, ¿no? – preguntó ella, conociendo la respuesta.
- Nooo, yo no lo llamaría capullo. Más bien cabrón.
Ambos se rieron ante el comentario del detective y Beckett suspiró.
- Lo siento, chicos.
- Es lo que toca, pero cuando vuelvas, retuércele bien las pelotas de mi parte, por favor. Sabes que a ti sí te respeta. – pidió Espo, medio en broma, medio en serio.
- ¡A sus órdenes, mi capitán!
- A si me gusta, soldado.
Se despidieron entre bromas y "ten cuidado". Siempre había tenido una muy buena relación con él, era como su hermano mayor, el que la cuidaba y protegía siempre, y cuando no podía se sentía responsable. Eran una pequeña familia en la comisaria y por eso el capitán se sentía amenazado y actuaba como un auténtico gilipollas cuando ella no andaba cerca. Tiró el móvil de cualquier forma a la cama, se puso ropa más cómoda, y luego volvió a coger el Smartphone con la intención de contestar al resto de llamadas-mensajes.
Pero el timbre de la casa sonó y ella bajó corriendo a abrir mientras se guardaba el iPhone en el bolsillo del culo. Ya lo haría luego. Oyó la voz de Castle gritándole algo desde la cocina pero pasó de largo para abrir la puerta.
- Buenas noches. Traigo su compra – saludó un chico, alargándole unas cuantas bolsas.
Beckett se quedó sorprendida por unos segundos y no reaccionó.
- Aaah, perdona – contestó finalmente, cogiéndole las bolsas al repartidor. – Voy a dejarlas y te pago.
La detective desapareció tras la puerta de la cocina, donde encontró a Castle con un delantal puesto y las manos machadas.
- ¿Qué has pedido?
- La compra – respondió, la punta de su lengua asomando un poco por la concentración que requería cortar el tomate
- Eso ya lo veo.
- En mi bolsillo tienes la cartera, dale una buena propina al chaval. – Castle movió la cadera para indicarle a la detective donde tenía que buscar.
Ésta puso los ojos en blanco y se fijó en que era el bolsillo del culo. Apretando los labios, metió la mano, tratando de que su mente no desvariara o de tocar donde no debía; y cogió la cartera.
Se asomó otra vez a la puerta de la calle, donde el repartidor estaba apoyado contra la pared, fumándose un cigarrillo. En cuanto la vio aparecer tiró el pitillo al suelo y lo apagó con el talón de su converse. Beckett sonrió tranquilamente, y sacudió la cartera.
- No la encontraba - se disculpó.
El chico notó que era una cartera de hombre pero no dijo nada y se limitó a asentir como si le pasara a menudo.
- Son 25 dólares.
Beckett abrió la cartera, sacó el dinero y le pagó. Cuando el repartidor se dio la vuelta para irse, la detective le llamó.
- Yo de ti lo dejaría. – dijo, haciendo un gesto hacia el cigarrillo.
Él se encogió de hombros y se marchó. Beckett cerró la puerta, todavía preguntándose qué a que había venido eso, y fue a la cocina.
- Oh, gracias. ¿Me la guardas? – preguntó Castle, subiendo las cejas.
La detective asintió, apretando la mandíbula, y volvió a meterla en el apretado bolsillo trasero de sus vaqueros. Después, fue hacia donde había dejado las bolsas de la compra e inspeccionó lo que había mientras iba sacando los productos.
- Harina, levadura, sal, aceite, leche, beicon, mozzarella, más tomate... – se quedó callada unos segundos, mirando todo aquello - ¿Vas a hacer pizza?
- Oh, no, detective. Se equivoca.
- Menos mal… - suspiró ella, aliviada. Pero Castle hizo un gesto con la mano y dejó el cuchillo encima de la tabla. Se limpió las manos bajo el agua y se acercó a ella.
- Vamos a hacer pizza. – rectificó él, agarrando a Beckett de la muñeca con las manos húmedas todavía.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Ooohhh, que bonito despertar, jejejeje. Un gran capítulo.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
OOOOOOHHHHHHH jajajajajaja me parece que esto está poniéndose muy, pero que muy interesante, aún no le ha disparado, jajajajajaja
Buen capítulo, pero excepto el pequeño detalle de compartir cama, que ya lo habían hecho, y que haga que le meta mano, por así decir, NO NOS HAS CONTADO APENAS NADAAAAAAAAAAA, esto va camino de convertirse en un culebrón de la tele, jooooooooooo. Pero cuando vamos a llegar a la chicha, que esto es solo hueso???
Quiero que esta historia avance un poco más deprisa, que ya estoy hipercuriosa, no dejo de darle vueltas al asunto, y no veo nada claro que estos dos se decidan pronto. No los veo muy por la causa. Haber se han besado, han peleado, se han reído, han bailado, hacen desayunos, comidas y cenas juntos, han compartido cama y hasta han amanecido abrazaditos, que pasaaaaaaaaaaaaaaa, es que necesitan reiniciar cada vez que se pasan de caricias o queeee??? a este paso nos tiramos cuatro años por lo menos hasta que esto empiece a funcionar, vamos que no vamos a oler ni la mitad de la historia. En fin tu continua la historia, haber qué es lo que son capaces de dar de sí, por que no lo veo claro.
Sigue pronto por lo menos que con este goteo, parece que nos estas aplicando las técnicas de la inquisición, para martirizar a los lectores. jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Buen capítulo, pero excepto el pequeño detalle de compartir cama, que ya lo habían hecho, y que haga que le meta mano, por así decir, NO NOS HAS CONTADO APENAS NADAAAAAAAAAAA, esto va camino de convertirse en un culebrón de la tele, jooooooooooo. Pero cuando vamos a llegar a la chicha, que esto es solo hueso???
Quiero que esta historia avance un poco más deprisa, que ya estoy hipercuriosa, no dejo de darle vueltas al asunto, y no veo nada claro que estos dos se decidan pronto. No los veo muy por la causa. Haber se han besado, han peleado, se han reído, han bailado, hacen desayunos, comidas y cenas juntos, han compartido cama y hasta han amanecido abrazaditos, que pasaaaaaaaaaaaaaaa, es que necesitan reiniciar cada vez que se pasan de caricias o queeee??? a este paso nos tiramos cuatro años por lo menos hasta que esto empiece a funcionar, vamos que no vamos a oler ni la mitad de la historia. En fin tu continua la historia, haber qué es lo que son capaces de dar de sí, por que no lo veo claro.
Sigue pronto por lo menos que con este goteo, parece que nos estas aplicando las técnicas de la inquisición, para martirizar a los lectores. jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
¡Me encanta tu manera de responder a mis comentarios!
Me alegra saber que no te olvidarás de este fic, aunque ya lo imaginaba ;)El capítulo fantástico, con ese despertar Y ese buen rollo que se traen, cada vez las cosas están mejor, ¡a saber la que lían ahora para preparar la pizza entre los dos!
Me encanta Demming(y lo buenorro que está Michael, el actor ), eso en primer lugar, pero en tu fic va a ser que no, tratar mal a Espo y a Ryan, ¡que tío! Esperemos que Kate lo ponga en su sitio cuando vuelva Y genial la conversación entre ella y Espo, "habríamos metido tu pizarra también pero se nos iba del presupuesto.", ¡que bueno!
Se me hizo muy corto el capi, pero muchas gracias por subir, espero el próximo con ganas ¡Besos guapa!
Me alegra saber que no te olvidarás de este fic, aunque ya lo imaginaba ;)El capítulo fantástico, con ese despertar Y ese buen rollo que se traen, cada vez las cosas están mejor, ¡a saber la que lían ahora para preparar la pizza entre los dos!
Me encanta Demming(y lo buenorro que está Michael, el actor ), eso en primer lugar, pero en tu fic va a ser que no, tratar mal a Espo y a Ryan, ¡que tío! Esperemos que Kate lo ponga en su sitio cuando vuelva Y genial la conversación entre ella y Espo, "habríamos metido tu pizarra también pero se nos iba del presupuesto.", ¡que bueno!
Se me hizo muy corto el capi, pero muchas gracias por subir, espero el próximo con ganas ¡Besos guapa!
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
genial el capitulo!!! ese despertar muy bello! ese toketeo dejo con ganas a los dos apuesto cmo dije esto cada vez esta mas genial asi k espero con ansias el siguiente capi
cururi- As del póker
- Mensajes : 447
Fecha de inscripción : 15/03/2013
Edad : 36
Localización : World Citizen
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta
evaelica2- Ayudante de policia
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 05/07/2013
Edad : 49
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me gusta,me gusta, me gustaaaaa
evaelica2- Ayudante de policia
- Mensajes : 68
Fecha de inscripción : 05/07/2013
Edad : 49
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Muy bueno, continua.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Lamento la tardanza, pero, a diferencia de vosotros, yo ya empecé el colegio u.u Este año es el más difícil, así que quizá tarde en actualizar, pero prometo esforzarme al máximo. ¡Espero que os guste el de hoy!
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- ¿¡Qué?! – exclamó Beckett, estupefacta. Sus cejas se alzaron rápidamente y abrió los ojos desmesuradamente.
- Lo que has oído – dije, divertido.
- Oh, no, no, no. Yo no.
La detective tiró de su muñeca, y por culpa de tener las manos mojadas todavía se me escapó. Pero reaccioné más rápido que ella y, antes de que pudiera escaparse, la volví a coger del brazo y tiré de su cuerpo hasta que chocó contra el mío.
- Venga, será divertido – prometí, poniendo mi mejor cara de santo.
Ella puso los ojos en blanco, atrapando su labio inferior entre los dientes, pensativa. Mi vista se quedó atrapada allí, era incapaz de apartarla de ese gesto tan sexy que me volvía loco. Beckett resopló, liberando su labio, y desperté de mi ensoñación.
- ¿Es eso un sí? – pregunté, ilusionado.
- ¡Qué remedio! – se quejó ella, aguantando una sonrisa.
- ¡Síííí!
Hice un pequeño baile de la victoria que conllevaba mucho movimiento de pelvis y culo, junto con pequeños circulitos con los brazos. Beckett dejó escapar una carcajada y se giró para poner música y coger un delantal.
- ¿En serio? – dijo, molesta, girándose con la prenda estirada en las manos para que pudiera verla bien.
- Yo creo que te quedaría muy sexy… - opiné, alzando una ceja sugerentemente.
La detective miró de arriba abajo el mío y luego el suyo.
- Cámbiamelo.
- ¿¡Qué?!
- Lo que has oído, cámbiamelo, por favor.
- ¡No! ¡Me gusta el mío!
- Venga, por favor. Si no, no te vas a centrar en la pizza. – suplicó ella.
Resoplé, poniendo los ojos en blanco. Pero acabé cediendo. Me desabroché mi delantal y se lo cambié por el suyo. Cuando estuvo bien sujeto puse una pose sexy y pregunté:
- ¿Qué tal me queda?
Beckett echó la cabeza hacia atrás, riéndose, e inspeccionó el dibujo del cuerpo de una mujer tetuda y caderona en bikini que había en mi delantal.
- Raour – contestó, bromeando. Yo hice una reverencia burlona y volví a mi trabajo.
La detective se me unió al poco rato, con mi perfecto delantal.
- Qué sepas que a ti no te pega.
- Al revés, me pega más que soy la policía.
- Tsss – resoplé, despreciativo.
Ella sonrió victoriosa, y se metió una cuchara de madera en uno de los bolsillos que tenía.
- ¿Ves? Me queda la pistola que dispara whisky – bromeó la detective.
- Tranquila, por tu cumple te la regalo – respondí, mirando como ella seguía metiendo cosas.
El delantal había sido un regalo de Rob, una burla a mi amor por los policías, porque era como el chaleco antibalas de éstos, pero ponía "CHEF" en vez de "POLICÍA".
Uno al lado el otro, nuestros brazos chochándose a veces en la estrecha encimera, fuimos cortando los ingredientes entre los que se encontraba el jamón york, beicon, tomate y despegar la mozzarella, que había llegado hecha un pegote. Lo pusimos todo en boles separados y solo entonces, cuando estábamos listos para empezar a ponerlo todo encima de la masa, caímos en la cuenta de que no estaba hecha.
- Deberíamos haber empezado por la base – comentó Beckett, poniendo en palabras lo obvio.
Me giré hacia ella, ligeramente molesto.
- Premio nobel a la inteligencia.
- Oye, no pagues conmigo tu ineptidud culinaria.
- Yo no soy inepto, es simplemente que me distraes. – protesté.
- ¿Te distraigo? ¿Con qué?
- Contigo. Tu presencia aquí. Me inquieta. – dije, haciendo aspavientos con las manos.
Beckett se me quedó mirando, alucinada, no sabiendo si reír o enfadarse.
- ¡Pero si fuiste tú el que insististe en que te ayudara!
- No sabía en lo que me estaba metiendo… - murmuré.
Pero la detective lo oyó. Se sacó la cuchara de madera del bolsillo y me dio con ella en el brazo.
- ¡Auch!
- Mira, le acabo de encontrar la utilidad. Ahora, señor Presencias, vamos a hacer la masa.
Me mordí la lengua para no decir alguna perlita más, y abrí el paquete de harina, echando un buen montón sobre la encimera. Hice una muralla con la propia harina, dejando un agujero en el medio que rellené con agua bajo la atenta mirada de la detective. Beckett se asomó para ver el resultado y asintió satisfecha.
- ¿Viste? Hago un gran trabajo – bromeó.
Me la quedé mirando, con los ojos entrecerrados y sacudiendo la cabeza.
- ¡A mancharse las manos!
Ella fue la primera en hundir las manos, mezclando con cuidado la harina y el agua para hacer una masa pastosa y pegajosa que se quedaba pegada en los brazos. Estuvimos amasando un buen rato, acompañados de la música y mis cantos desafinados. Si algo me faltaba a mí, era vergüenza.
- Cuz I am a champion and you're gonna hear me roar. Louder, louder than a lion. Cuz I am a champion and you're gonna hear me roar. Oh oh oh oh oh oh... You're gonna hear me roar… - canté a grito pelado, robándole la cuchara de madera a Beckett del bolsillo y usándolo de micrófono.
Ella me aplaudió cuando terminó el estribillo, lo único que me sabía.
- Espera un momento que recupere mis tímpanos. – pidió, alzando una mano.
Puse cara de fingida sorpresa mezclada con dolor, y miré a mí alrededor, buscando una forma de vengarme. Podría pegarla con la cuchara como ella había hecho antes conmigo pero aquello era poco, y yo quería escarmentarme. El paquete de harina abierto estaba ahí, al alcance de mi mano, con el blanco reclamando mi atención… La tentación era demasiado grande, sin embargo, algo me retenía. Quizá era la sensación de que aquello iba a ser demasiado. O el pensamiento de que rociarla con harina solo la haría más irresistible. Aparté todo de mi mente y solo dejé que mis impulsos me guiaran.
Sin ser totalmente dueño de mis actos, vi como alargaba mi brazo y hundía la mano en la harina, cogiendo un buen puñado. Y entonces, la harina ya no estaba en mi mano, sino en la cara de una atónita Beckett, que me miraba mientras parpadeaba múltiples veces y soplaba para quitarse el polvo blanco.
- ¿Qu…? – intentó decir.
Pero yo restregué más mi mano contra su mejilla, esparciendo bien la harina.
- ¿Quién dijo que los hombres no sabíamos vengarnos? – repliqué, sonriendo con superioridad.
La detective se limitó a mirarme, boquiabierta. Se acercó a la encimera y se quitó algo de la harina de la cara con la bayeta húmeda que estábamos usando para limpiar la cocina. Yo ensanché aún más la sonrisa de mi cara, y me apoyé en la encimera con los brazos cruzados, sabiendo que había ganado.
- ¿Ves? Nunca… - comencé a decir, girándome para mirar a Beckett.
Pero lo único que pude ver fue su mano llena con la masa de la pizza antes de que estampara aquella cosa pegajosa y fría contra mi cara. Di un salto hacia atrás con el fin de evitarlo al máximo, pero el daño estaba hecho. Me llevé una mano a la cara, apartando la masa de ella con asco, sacudiendo mi mano para que no se quedara pegada ahí.
- Te vas a enterar – amenacé.
Beckett soltó una carcajada y salió corriendo, refugiándose tras la mesa. Yo cogí otro buen puñado de harina, notando como se me hacían pegotes cuando se juntó con los restos de la masa de la pizza. Corrimos alrededor de la mesa, lanzándonos el blanco polvillo a través de la mesa, sin importarnos el estropicio que estábamos montando o sin pensar que eso luego habría que recogerlo. ¡Nada importaba!
Solo nos preocupaba ganar al otro, pringarle de harina mientras nos reíamos. Señalarle con el dedo mientras se limpiaba o cogía provisiones. La bolsa se fue vaciando poco a poco, pero no nos dábamos cuenta.
Habíamos vuelto a nuestra infancia, donde te daba igual si te rompías el pantalón jugando o si te manchabas entero de barro. Mientras te divertías el mundo que te rodeaba parecía desfigurarse y desaparecer tras la felicidad que te invadía por hacer aquello tan divertido, aquello que quizá tus padres te habían prohibido hacer por tu seguridad, pero eso era en lo último en lo que pensabas en aquellos momentos. Cuando llegaras a casa ya afrontarías las consecuencias de tus actos, pero de momento, te ibas a dejar llevar. A ser feliz. A vivir.
Beckett escapó corriendo tras coger harina, y yo salí de detrás de una silla, donde me había agachado para evitar un lanzamiento de la detective. Sacudí la cabeza y un montón de polvillo blanco salió disparado de mi pelo, cayendo como si se tratara de caspa. Estaba listo para probar el champú HS.
- ¿Te rindes? – gritó la detective desde la puerta de la cocina.
- Nunca – respondí, agazapado entre las sillas, sirviéndome de ellas para escapar de su atenta mirada de lince.
Aparecí de repente, corriendo hacia ella con cara de loco. Beckett dejó escapar un grito y trató de escapar, pero al recular, tropezó con una esquina levantada de la alfombra. Agarré su mano para tratar de estabilizarla, pero llevaba demasiada fuerza en la caída y tiró de mí. No sé cómo nos las apañamos, no sé de dónde demonios saqué yo esos movimientos de ninja, pero el caso es que para cuando llegamos al suelo, fue mi espalda la que chocó contra él y la detective la que cayó sobre mí.
Dejé escapar un quejido de dolor y doblé una rodilla, apoyando el pie en el suelo para poder alzar un poco la espalda.
- ¿Castle, estás bien? – me preguntó Beckett, alzando su cuerpo un poco y mirándome.
Giré mi cabeza y me encontré con sus verdes ojos muy cerca, tanto que se podía distinguir perfectamente las motas marrones que los manchaban. Y sus labios también estaban tentadoramente entreabiertos, manchados de harina. Y cerca. Muy cerca.
- Sí – dije, con voz ahogada. ¿Sería por el golpe o por el esfuerzo de mantener el control?
Como si Beckett me hubiera leído la mente y se hubiera empeñado en hacérmelo más difícil, movió su menudo cuerpo, rozándose contra mí. Aspiré aire bruscamente y ella me miró, preocupada.
- ¿Seguro?
- Lo que me pasa no tiene nada que ver con el golpe – aseguré.
- ¿Entonces qué pasa?
"Que estás irresistiblemente cerca" pensé en decir. Me mordí la lengua para no pronunciar aquellas palabras que serían mi sentencia, y volví a fijar la mirada en su boca. Era como si tuvieran un imán que me atraía. Y, por una vez, su dueña no trataba de repelerme…
Beckett se dio cuenta de a donde apuntaban mis ojos, pero no hizo nada. Nos miramos fijamente un momento, verde contra azul. Mar contra campo. Policía contra ladrón. Y sentimos aquella tensión sexual tan fuerte y tirante entre nosotros que casi dolía. La detective deslizó su mirada por mi cara y se fijó en mis labios, entreabriendo los suyos para coger aire en un suave suspiro.
Estábamos cerca. Muy cerca. Tan cerca que yo ya no sabía que aire expiraba yo y cuál expulsaba ella. Y nos íbamos acercando cada vez más hasta que…
"Pininí, pinininí". Los dos dimos un salto, asustados, tratando de localizar de donde venía ese molesto y totalmente inoportuno ruido. "Pininí, pinininí". Beckett miró a su alrededor, y entonces encontré las palabras que había perdido con la caída.
- Creo que viene de tu culo – indiqué, moviendo la cabeza. "Pininí, pinininí".
La detective asintió y pronto pude ver en sus ojos que ya sabía que era eso. Era como si la bombilla que se había encendido en su cabeza hubiera traspasado a su mirada. Se llevó la mano al culo mientras se levantaba rápidamente. Desbloqueó su iPhone con un movimiento rápido de pulgar.
- Hola, Lanie – saludó antes de subir corriendo las escaleras.
Yo me dejé caer contra el suelo, con fuerza.
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Capítulo 34:
- ¿¡Qué?! – exclamó Beckett, estupefacta. Sus cejas se alzaron rápidamente y abrió los ojos desmesuradamente.
- Lo que has oído – dije, divertido.
- Oh, no, no, no. Yo no.
La detective tiró de su muñeca, y por culpa de tener las manos mojadas todavía se me escapó. Pero reaccioné más rápido que ella y, antes de que pudiera escaparse, la volví a coger del brazo y tiré de su cuerpo hasta que chocó contra el mío.
- Venga, será divertido – prometí, poniendo mi mejor cara de santo.
Ella puso los ojos en blanco, atrapando su labio inferior entre los dientes, pensativa. Mi vista se quedó atrapada allí, era incapaz de apartarla de ese gesto tan sexy que me volvía loco. Beckett resopló, liberando su labio, y desperté de mi ensoñación.
- ¿Es eso un sí? – pregunté, ilusionado.
- ¡Qué remedio! – se quejó ella, aguantando una sonrisa.
- ¡Síííí!
Hice un pequeño baile de la victoria que conllevaba mucho movimiento de pelvis y culo, junto con pequeños circulitos con los brazos. Beckett dejó escapar una carcajada y se giró para poner música y coger un delantal.
- ¿En serio? – dijo, molesta, girándose con la prenda estirada en las manos para que pudiera verla bien.
- Yo creo que te quedaría muy sexy… - opiné, alzando una ceja sugerentemente.
La detective miró de arriba abajo el mío y luego el suyo.
- Cámbiamelo.
- ¿¡Qué?!
- Lo que has oído, cámbiamelo, por favor.
- ¡No! ¡Me gusta el mío!
- Venga, por favor. Si no, no te vas a centrar en la pizza. – suplicó ella.
Resoplé, poniendo los ojos en blanco. Pero acabé cediendo. Me desabroché mi delantal y se lo cambié por el suyo. Cuando estuvo bien sujeto puse una pose sexy y pregunté:
- ¿Qué tal me queda?
Beckett echó la cabeza hacia atrás, riéndose, e inspeccionó el dibujo del cuerpo de una mujer tetuda y caderona en bikini que había en mi delantal.
- Raour – contestó, bromeando. Yo hice una reverencia burlona y volví a mi trabajo.
La detective se me unió al poco rato, con mi perfecto delantal.
- Qué sepas que a ti no te pega.
- Al revés, me pega más que soy la policía.
- Tsss – resoplé, despreciativo.
Ella sonrió victoriosa, y se metió una cuchara de madera en uno de los bolsillos que tenía.
- ¿Ves? Me queda la pistola que dispara whisky – bromeó la detective.
- Tranquila, por tu cumple te la regalo – respondí, mirando como ella seguía metiendo cosas.
El delantal había sido un regalo de Rob, una burla a mi amor por los policías, porque era como el chaleco antibalas de éstos, pero ponía "CHEF" en vez de "POLICÍA".
Uno al lado el otro, nuestros brazos chochándose a veces en la estrecha encimera, fuimos cortando los ingredientes entre los que se encontraba el jamón york, beicon, tomate y despegar la mozzarella, que había llegado hecha un pegote. Lo pusimos todo en boles separados y solo entonces, cuando estábamos listos para empezar a ponerlo todo encima de la masa, caímos en la cuenta de que no estaba hecha.
- Deberíamos haber empezado por la base – comentó Beckett, poniendo en palabras lo obvio.
Me giré hacia ella, ligeramente molesto.
- Premio nobel a la inteligencia.
- Oye, no pagues conmigo tu ineptidud culinaria.
- Yo no soy inepto, es simplemente que me distraes. – protesté.
- ¿Te distraigo? ¿Con qué?
- Contigo. Tu presencia aquí. Me inquieta. – dije, haciendo aspavientos con las manos.
Beckett se me quedó mirando, alucinada, no sabiendo si reír o enfadarse.
- ¡Pero si fuiste tú el que insististe en que te ayudara!
- No sabía en lo que me estaba metiendo… - murmuré.
Pero la detective lo oyó. Se sacó la cuchara de madera del bolsillo y me dio con ella en el brazo.
- ¡Auch!
- Mira, le acabo de encontrar la utilidad. Ahora, señor Presencias, vamos a hacer la masa.
Me mordí la lengua para no decir alguna perlita más, y abrí el paquete de harina, echando un buen montón sobre la encimera. Hice una muralla con la propia harina, dejando un agujero en el medio que rellené con agua bajo la atenta mirada de la detective. Beckett se asomó para ver el resultado y asintió satisfecha.
- ¿Viste? Hago un gran trabajo – bromeó.
Me la quedé mirando, con los ojos entrecerrados y sacudiendo la cabeza.
- ¡A mancharse las manos!
Ella fue la primera en hundir las manos, mezclando con cuidado la harina y el agua para hacer una masa pastosa y pegajosa que se quedaba pegada en los brazos. Estuvimos amasando un buen rato, acompañados de la música y mis cantos desafinados. Si algo me faltaba a mí, era vergüenza.
- Cuz I am a champion and you're gonna hear me roar. Louder, louder than a lion. Cuz I am a champion and you're gonna hear me roar. Oh oh oh oh oh oh... You're gonna hear me roar… - canté a grito pelado, robándole la cuchara de madera a Beckett del bolsillo y usándolo de micrófono.
Ella me aplaudió cuando terminó el estribillo, lo único que me sabía.
- Espera un momento que recupere mis tímpanos. – pidió, alzando una mano.
Puse cara de fingida sorpresa mezclada con dolor, y miré a mí alrededor, buscando una forma de vengarme. Podría pegarla con la cuchara como ella había hecho antes conmigo pero aquello era poco, y yo quería escarmentarme. El paquete de harina abierto estaba ahí, al alcance de mi mano, con el blanco reclamando mi atención… La tentación era demasiado grande, sin embargo, algo me retenía. Quizá era la sensación de que aquello iba a ser demasiado. O el pensamiento de que rociarla con harina solo la haría más irresistible. Aparté todo de mi mente y solo dejé que mis impulsos me guiaran.
Sin ser totalmente dueño de mis actos, vi como alargaba mi brazo y hundía la mano en la harina, cogiendo un buen puñado. Y entonces, la harina ya no estaba en mi mano, sino en la cara de una atónita Beckett, que me miraba mientras parpadeaba múltiples veces y soplaba para quitarse el polvo blanco.
- ¿Qu…? – intentó decir.
Pero yo restregué más mi mano contra su mejilla, esparciendo bien la harina.
- ¿Quién dijo que los hombres no sabíamos vengarnos? – repliqué, sonriendo con superioridad.
La detective se limitó a mirarme, boquiabierta. Se acercó a la encimera y se quitó algo de la harina de la cara con la bayeta húmeda que estábamos usando para limpiar la cocina. Yo ensanché aún más la sonrisa de mi cara, y me apoyé en la encimera con los brazos cruzados, sabiendo que había ganado.
- ¿Ves? Nunca… - comencé a decir, girándome para mirar a Beckett.
Pero lo único que pude ver fue su mano llena con la masa de la pizza antes de que estampara aquella cosa pegajosa y fría contra mi cara. Di un salto hacia atrás con el fin de evitarlo al máximo, pero el daño estaba hecho. Me llevé una mano a la cara, apartando la masa de ella con asco, sacudiendo mi mano para que no se quedara pegada ahí.
- Te vas a enterar – amenacé.
Beckett soltó una carcajada y salió corriendo, refugiándose tras la mesa. Yo cogí otro buen puñado de harina, notando como se me hacían pegotes cuando se juntó con los restos de la masa de la pizza. Corrimos alrededor de la mesa, lanzándonos el blanco polvillo a través de la mesa, sin importarnos el estropicio que estábamos montando o sin pensar que eso luego habría que recogerlo. ¡Nada importaba!
Solo nos preocupaba ganar al otro, pringarle de harina mientras nos reíamos. Señalarle con el dedo mientras se limpiaba o cogía provisiones. La bolsa se fue vaciando poco a poco, pero no nos dábamos cuenta.
Habíamos vuelto a nuestra infancia, donde te daba igual si te rompías el pantalón jugando o si te manchabas entero de barro. Mientras te divertías el mundo que te rodeaba parecía desfigurarse y desaparecer tras la felicidad que te invadía por hacer aquello tan divertido, aquello que quizá tus padres te habían prohibido hacer por tu seguridad, pero eso era en lo último en lo que pensabas en aquellos momentos. Cuando llegaras a casa ya afrontarías las consecuencias de tus actos, pero de momento, te ibas a dejar llevar. A ser feliz. A vivir.
Beckett escapó corriendo tras coger harina, y yo salí de detrás de una silla, donde me había agachado para evitar un lanzamiento de la detective. Sacudí la cabeza y un montón de polvillo blanco salió disparado de mi pelo, cayendo como si se tratara de caspa. Estaba listo para probar el champú HS.
- ¿Te rindes? – gritó la detective desde la puerta de la cocina.
- Nunca – respondí, agazapado entre las sillas, sirviéndome de ellas para escapar de su atenta mirada de lince.
Aparecí de repente, corriendo hacia ella con cara de loco. Beckett dejó escapar un grito y trató de escapar, pero al recular, tropezó con una esquina levantada de la alfombra. Agarré su mano para tratar de estabilizarla, pero llevaba demasiada fuerza en la caída y tiró de mí. No sé cómo nos las apañamos, no sé de dónde demonios saqué yo esos movimientos de ninja, pero el caso es que para cuando llegamos al suelo, fue mi espalda la que chocó contra él y la detective la que cayó sobre mí.
Dejé escapar un quejido de dolor y doblé una rodilla, apoyando el pie en el suelo para poder alzar un poco la espalda.
- ¿Castle, estás bien? – me preguntó Beckett, alzando su cuerpo un poco y mirándome.
Giré mi cabeza y me encontré con sus verdes ojos muy cerca, tanto que se podía distinguir perfectamente las motas marrones que los manchaban. Y sus labios también estaban tentadoramente entreabiertos, manchados de harina. Y cerca. Muy cerca.
- Sí – dije, con voz ahogada. ¿Sería por el golpe o por el esfuerzo de mantener el control?
Como si Beckett me hubiera leído la mente y se hubiera empeñado en hacérmelo más difícil, movió su menudo cuerpo, rozándose contra mí. Aspiré aire bruscamente y ella me miró, preocupada.
- ¿Seguro?
- Lo que me pasa no tiene nada que ver con el golpe – aseguré.
- ¿Entonces qué pasa?
"Que estás irresistiblemente cerca" pensé en decir. Me mordí la lengua para no pronunciar aquellas palabras que serían mi sentencia, y volví a fijar la mirada en su boca. Era como si tuvieran un imán que me atraía. Y, por una vez, su dueña no trataba de repelerme…
Beckett se dio cuenta de a donde apuntaban mis ojos, pero no hizo nada. Nos miramos fijamente un momento, verde contra azul. Mar contra campo. Policía contra ladrón. Y sentimos aquella tensión sexual tan fuerte y tirante entre nosotros que casi dolía. La detective deslizó su mirada por mi cara y se fijó en mis labios, entreabriendo los suyos para coger aire en un suave suspiro.
Estábamos cerca. Muy cerca. Tan cerca que yo ya no sabía que aire expiraba yo y cuál expulsaba ella. Y nos íbamos acercando cada vez más hasta que…
"Pininí, pinininí". Los dos dimos un salto, asustados, tratando de localizar de donde venía ese molesto y totalmente inoportuno ruido. "Pininí, pinininí". Beckett miró a su alrededor, y entonces encontré las palabras que había perdido con la caída.
- Creo que viene de tu culo – indiqué, moviendo la cabeza. "Pininí, pinininí".
La detective asintió y pronto pude ver en sus ojos que ya sabía que era eso. Era como si la bombilla que se había encendido en su cabeza hubiera traspasado a su mirada. Se llevó la mano al culo mientras se levantaba rápidamente. Desbloqueó su iPhone con un movimiento rápido de pulgar.
- Hola, Lanie – saludó antes de subir corriendo las escaleras.
Yo me dejé caer contra el suelo, con fuerza.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Lástima que no se dan ese famoso beso!!
Ruth Maria- Policia de homicidios
- Mensajes : 565
Fecha de inscripción : 14/11/2012
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Me encanta, continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Como lo dejas así?? Que cerquita han estado esta vez de besarse, esperemos que a la tercera sea la vencida, ya que esta ha sido interrumpida por Lanie jajajajaja, ¿se lo contará por teléfono?. Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Uf por los pelos, estoy deseando que empiecen a sincerarse y contarse todo sobre sus pasados
erikal- Actor en Broadway
- Mensajes : 153
Fecha de inscripción : 21/07/2013
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Por Dios esto dos no encuetran el momento nunca vamos que todos queremos ese ansiado beso de una vez!!! tu fic cada vez me encanta mas! continua pronto y ojala k este se un muy buen año de clases para ti!
cururi- As del póker
- Mensajes : 447
Fecha de inscripción : 15/03/2013
Edad : 36
Localización : World Citizen
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Leña al mono que es de goma¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Pero con lo cerquita que estaban como es que no has aprovechado la ocasión, mira que la pintan calva, jajajajaja y una vez que pierdes esa ocasión lo mismo no vuelves a recuperarla. jajajajaja
Muy entretenido y divertido este capítulo, han estado muy a gusto haciendo de las suyas, lástima que al final se cortara la cosa, jajajaja esta vez Lanie se merece un buen capón, por interrumpir en lo mejor del momento.
Espero que a la próxima sea la vencida y se decida alguno de los dos, pues parecen memos, es como si no fueran capaces de dejar escapar sus deseos, por si no son correspondidos, cuando de sobra saben que los dos están igual de colgados por el otro, jajajajaja
Bueno este capi se terminó, así que ya estoy esperando con más que impaciencia el siguiente, pues con un poco de suerte lo mismo lo que no han sido capaces de hacer en éste, lo consiguen en el siguiente, jajajajajaja
Sigue cuanto antes, haber si tengo suerte, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSS
Pero con lo cerquita que estaban como es que no has aprovechado la ocasión, mira que la pintan calva, jajajajaja y una vez que pierdes esa ocasión lo mismo no vuelves a recuperarla. jajajajaja
Muy entretenido y divertido este capítulo, han estado muy a gusto haciendo de las suyas, lástima que al final se cortara la cosa, jajajaja esta vez Lanie se merece un buen capón, por interrumpir en lo mejor del momento.
Espero que a la próxima sea la vencida y se decida alguno de los dos, pues parecen memos, es como si no fueran capaces de dejar escapar sus deseos, por si no son correspondidos, cuando de sobra saben que los dos están igual de colgados por el otro, jajajajaja
Bueno este capi se terminó, así que ya estoy esperando con más que impaciencia el siguiente, pues con un poco de suerte lo mismo lo que no han sido capaces de hacer en éste, lo consiguen en el siguiente, jajajajajaja
Sigue cuanto antes, haber si tengo suerte, jajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Lo siento, esto me duele hasta a mí... Pero es esencial para el desarrollo de los acontecimientos.
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Mientras Castle seguía tirado en el suelo del salón, lamentándose, y reuniendo las fuerzas suficientes para levantarse y seguir con su vida; la detective subió rápidamente las escaleras, indicándole a su amiga con un gesto que no dijera nada.
- Ya puedes hablar – dijo, apoyando la cabeza contra la puerta cerrada de su habitación.
No sabía si sentirse tremendamente fastidiada o agradecida por la interrupción. ¡Estaba a punto de besarle! Aún no se lo creía, era como si no hubiera sido ella la que minutos antes había estado tumbada encima del cuerpo del escritor, preguntándole si se encontraba bien, sintiendo una creciente preocupación adueñándose de su interior.
- ¿¡Qué demonios te ha pasado?! – exclamó la forense, totalmente sorprendida.
Beckett se miró en la miniatura de su cara que aparecía en la parte inferior de la pantalla, y vio que tenía el pelo alborotado y manchado de blanco, igual que la cara. Se pasó una mano por los rizos, sacudiéndolos lo máximo que pudo, y se dejó la cara a rayas cuando se restregó para quitarse la harina. Volvió la vista hacia la imagen de Lanie, no le veía el cuerpo pero Beckett sabía a ciencia cierta que ella estaba con los brazos cruzados por la cara que tenía. Y esperaba una explicación.
- Erm… Resulta que estábamos haciendo pizza y… - comenzó a explicar la detective, sin saber muy bien que decirle.
- ¿Cocinando? ¿Tú? ¿La reina de las comidas a domicilio?
- Me obligó. No había escape posible. – sonaba a excusa pobre. Quizá porque lo era…
Lanie asintió lentamente, recelosa de la explicación de su amiga.
- Y me metí con su forma de cantar y comenzamos a lanzarnos harina.
- ¿Hicisteis una guerra de harina? – preguntó la forense, incrédula.
- Sí – contestó Beckett, insegura.
- Aquí hay algo que no me has contado…
- Eso es todo, Lanie. – mintió Beckett.
- Mentirosa.
- Verdadera.
-Suéltalo. – ordenó su amiga, agitando un dedo enguantado frente a la cámara – Lo estás deseando.
Beckett suspiró, y fue a sentarse en la cama. Se quedó unos segundos en silencio, mirando las sábanas, pensando cómo decirlo. Y al final decidió soltarlo directamente, sin rodeos ni nada, como siempre hacia ella antes de que Richard Castle la enredara en aquel embrollo.
- Casi nos besamos.
- ¿¡QUÉ?! – gritó Lanie, acercándose inmediatamente a la pantalla, una sonrisa en su rostro.
- Llamaste justo cuando íbamos a hacerlo – dejó caer Beckett. No sabía si aquello pretendía ser un agradecimiento o un reproche.
- Vaya, hombre… Que mala puntería. – se quejó la forense, haciendo una mueca.
La detective se quedó callada, tratando de poner cara de póker mientras deshacía el lio que eran en esos momentos sus sentimientos y pensamientos. ¿Había sido mala puntería? ¿Había sido una llamada inoportuna? ¿O en realidad era una señal del destino? Como si tratara de decirles que no debían estar juntos, que no podían. O quizás solo fue una casualidad y no había más vueltas que darle. Pero entonces, ¿Dónde la dejaba a ella? ¿Y a Castle? ¿Y a los dos? ¿Qué eran ahora?
- Beckett, deja de comerte la cabeza.
- No estoy… - discutió ella, pero Lanie le hizo un gesto, callándola inmediatamente.
- Nos conocemos desde hace mucho, nena. Sé que ahora mismo te estás haciendo un millón de preguntas sin respuesta, dibujando en tu mente una pizarra como la que usas en tus casos. Lo sé porque tienes exactamente la misma cara que cuando estás en la comisaria, la dura y fría detective analizándolo todo, buscando la causa de todo. Su historia, su relación, su detonante, su porqué.
›› Déjame decirte una cosa, Kate. A veces, ocurren cosas inexplicables. A veces, no todo tiene un porqué, una causa de ser. A veces, simplemente, debes desconectar la cabeza y sentir. Porque te conozco y sé que después de lo que pasó, creaste una muralla interior que te protege de todo lo externo. Dejas pasar a cierta gente, como tu madre, los chicos, yo… Pero todo aquello que es raro, diferente, nuevo; lo bloqueas. Te encierras en ti misma y no dejas que nada ni nadie entre.
Beckett se secó una lágrima con rabia. Sabía que Lanie tenía razón, y eso lo hacía más doloroso aún.
- Pero con Castle es diferente. Por una vez tienes a alguien que entiende tu dolor, alguien que te puede ayudar a superarlo, que se preocupa por ti y que está pillado hasta las trancas. ¡Y te empeñas en rechazarle! Le empujas fuera cada vez que se acerca demasiado. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que ese hombre te quiere? Tanto como para que, a pesar de todas las piedras, flechas, y hasta el aceite hirviendo que le has lanzado desde tus murallas; él recula y vuelve al ataque. Sin cansarse. Sin reprocharte nada.
›› Y eso, Kate, ESO es amor. Y no es algo que puedas rechazar una y otra vez. Porque tiene fecha de caducidad… El hombre no va a esperar eternamente a que tomes una decisión. Se terminará cansando, harto, sintiéndose como un gilipollas al que le han estado tomando el pelo continuamente. Y cuando por fin te decidas, él ya estará casado y con hijos. Así que, despierta.
- No puedo, Lanie. No puedo… - dijo Beckett, con voz ahogada por las lágrimas. – Estoy emocionalmente dañada, demasiado dañada. Ahora mismo, pensar en abrirle las "murallas", como tú las has llamado, a un extraño, me aterra enormemente. Este… Este trauma me dejó marcada con una huella imborrable. Esa huella me hace buena en mi trabajo pero una completa inútil en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Y por más que me diga que este es el correcto, no puedo. Mi padre siempre decía que todos llevamos una carga, nuestro mayor problema o defecto. Yo tengo una gran maleta de traumas. Pensar en una relación ahora es imposible… Quizá cuando me haya desecho de unas cuantas maletas.
- Kate… - Lanie intentó hablar pero la detective la cortó con un gesto.
- No… No puedo…
El suspiro de la forense resonó en la habitación de Beckett. Un suspiro de resignación, de tristeza, de preocupación.
- Está bien – dijo su amiga, rindiéndose – Pero no le hagas daño.
- Lo intentaré.
La detective intentó sonreír, pero no pudo. Le dio al botón rojo de colgar y escuchó el ruidito de succión del Skype cuando se tragó la cara de su amiga. Beckett vio a una joven copia de ella misma y de su madre sonriéndole desde su fondo de pantalla, un soleado día en Central Park. Recuerdos de tiempos mejores…
Tiró el móvil de cualquier manera en la cama y se dirigió al baño tras coger ropa limpia. Se metió en la ducha y dejó que el agua templada recorriera su cuerpo, llevándose los últimos restos de harina de su cara y pelo. Relajó los músculos bajo el chorro de agua, los ojos cerrados y la cara alzada, notando cada gota impactar con fuerza contra su piel y luego recorrer su cuerpo, dejando un húmedo rastro tras ella. Era como si cada gota de agua fueran sus sentimientos, y Beckett les viera resbalar por su piel, para luego desaparecer, tragados por el desagüe.
Minutos más tarde, desempañó el cristal del baño con la mano, y el espejo le mostró su cara. Seria. Fría. Dura. Su cara de detective, de mujer en un mundo de hombres. De persona que su vida no ha sido un picnic.
- Todos dicen que tengo una armadura, ¿no? – dijo, hablando con su reflejo como si esperara que éste le respondiera afirmativamente. – Pues vamos a probarla.
Asintió, reafirmando su decisión, aquella decisión que había tomado bajo el chorro de agua. Iba a mantener la relación con Richard Castle en un plano estrictamente profesional, y si eso requería hacerle un poco de daño, sería por su bien.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Tiré el contenido del recogedor en la basura, viendo la harina caer en un gran pegote. Resoplé, y vi un poco de polvillo blanco volar frente a mis ojos, recordándome que el siguiente en ser limpiado debía de ser yo. Me pasé el brazo por la frente, secando una gotita de sudor que se había atrevido a bajar por mi sien.
Miré el reloj de la cocina por el rabillo del ojo, tal y como llevaba haciendo desde que Beckett se había marchado para hablar por teléfono. ¿No estaba tardando demasiado? Aunque teniendo en cuenta la cháchara de las mujeres cuando se juntaban con otras… Aun recordaba aquellas horribles tardes de barbacoas familiares a las que Meredith me arrastraba, sin dejarme quedar en casa para escribir más. Y te sentabas allí, cerveza en mano, a sonreír como un poseso para que la gente no te tachara de borde, y a oír a los hombres de pantalón blanco hablar sobre la economía y a las mujeres de hombres que no eran sus maridos, ropa, y sus hijos.
Estaba seguro de que Lanie estaría haciéndole el tercer grado a Beckett y por eso ella tardaba tanto. Pero, entonces, ¿por qué tenía esta sensación en el pecho? Esa sensación de que algo iba mal. ¿Sería por el casi beso? ¿Se suponía que no debíamos? ¿O que sí? Sacudí la cabeza, desesperado, y cerré ambas manos en puños para resistir la tentación de coger el teléfono y pedir una sesión en la distancia con el Dr. Burke. Aunque sus afirmaciones al estilo Yoda no me sirvieran de nada, siempre tenía la sensación de que él me comprendía mejor de lo que yo lo hacía. ¿Preocupante? Puede… Quizá por eso había dejado de ir a las sesiones, por mucho que me dijera a mí mismo que era porque ya estaba bien.
No estaba bien, y lo sabía. Pero quería fingir que sí que lo estaba. Quizá fingiendo terminara por pasar. ¿No dicen que ocurre así con los enfermos? ¿Qué hacerles pensar positivamente les alargaba la vida o curaba? Yo pensaba en mí mismo como un enfermo. ¿Cuál era mi enfermedad? Estar hundido en un pozo desde la muerte de Alexis. A veces había más luz, otras veces estaba negro… Todo dependía de como estuviera mi ánimo.
Últimamente estaba bastante iluminado, y yo estaba convencido de que era gracias a…
- ¿Lo recogiste tú? – preguntó Beckett a mis espaldas, interrumpiendo mis pensamientos.
Asentí, viendo caer harina frente a mis ojos. Y entonces me fijé en que ella se había duchado ya. Pero había algo raro. Estaba algo distante…
- Gracias.
- Nada – respondí, sintiéndome inquieto repentinamente. La miré fijamente, tratando de buscar señales de porque la encontraba tan rara. No sonreía, sus ojos parecían más duros… Me recordaba a la Detective Beckett, aquella que fue a buscarme a mi casa una mañana y me rodeó las muñecas con las esposas mientras me leía mis derechos. Aquella que no dejó de perseguirme hasta que me vio en un tribunal. Aquella que nunca dejaría de hacerlo.
- ¿Estás bien? – pregunté, dubitativo.
- Perfectamente – contestó, con voz neutra, apartando la mirada rápidamente mientras giraba la cara.
Me giré, rindiéndome, resignándome a volver a conquistarla poco a poco. Pasara lo que pasara, estaba convencido de que había tenido algo que ver con nuestra reciente cercanía.
- Ah, Castle – llamó, haciéndome parar al pie de las escaleras, con esperanzas renovadas. - ¿Me traes el periódico del otro día luego?
Y mi pozo particular se sumió en la oscuridad.
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Capítulo 35:
Mientras Castle seguía tirado en el suelo del salón, lamentándose, y reuniendo las fuerzas suficientes para levantarse y seguir con su vida; la detective subió rápidamente las escaleras, indicándole a su amiga con un gesto que no dijera nada.
- Ya puedes hablar – dijo, apoyando la cabeza contra la puerta cerrada de su habitación.
No sabía si sentirse tremendamente fastidiada o agradecida por la interrupción. ¡Estaba a punto de besarle! Aún no se lo creía, era como si no hubiera sido ella la que minutos antes había estado tumbada encima del cuerpo del escritor, preguntándole si se encontraba bien, sintiendo una creciente preocupación adueñándose de su interior.
- ¿¡Qué demonios te ha pasado?! – exclamó la forense, totalmente sorprendida.
Beckett se miró en la miniatura de su cara que aparecía en la parte inferior de la pantalla, y vio que tenía el pelo alborotado y manchado de blanco, igual que la cara. Se pasó una mano por los rizos, sacudiéndolos lo máximo que pudo, y se dejó la cara a rayas cuando se restregó para quitarse la harina. Volvió la vista hacia la imagen de Lanie, no le veía el cuerpo pero Beckett sabía a ciencia cierta que ella estaba con los brazos cruzados por la cara que tenía. Y esperaba una explicación.
- Erm… Resulta que estábamos haciendo pizza y… - comenzó a explicar la detective, sin saber muy bien que decirle.
- ¿Cocinando? ¿Tú? ¿La reina de las comidas a domicilio?
- Me obligó. No había escape posible. – sonaba a excusa pobre. Quizá porque lo era…
Lanie asintió lentamente, recelosa de la explicación de su amiga.
- Y me metí con su forma de cantar y comenzamos a lanzarnos harina.
- ¿Hicisteis una guerra de harina? – preguntó la forense, incrédula.
- Sí – contestó Beckett, insegura.
- Aquí hay algo que no me has contado…
- Eso es todo, Lanie. – mintió Beckett.
- Mentirosa.
- Verdadera.
-Suéltalo. – ordenó su amiga, agitando un dedo enguantado frente a la cámara – Lo estás deseando.
Beckett suspiró, y fue a sentarse en la cama. Se quedó unos segundos en silencio, mirando las sábanas, pensando cómo decirlo. Y al final decidió soltarlo directamente, sin rodeos ni nada, como siempre hacia ella antes de que Richard Castle la enredara en aquel embrollo.
- Casi nos besamos.
- ¿¡QUÉ?! – gritó Lanie, acercándose inmediatamente a la pantalla, una sonrisa en su rostro.
- Llamaste justo cuando íbamos a hacerlo – dejó caer Beckett. No sabía si aquello pretendía ser un agradecimiento o un reproche.
- Vaya, hombre… Que mala puntería. – se quejó la forense, haciendo una mueca.
La detective se quedó callada, tratando de poner cara de póker mientras deshacía el lio que eran en esos momentos sus sentimientos y pensamientos. ¿Había sido mala puntería? ¿Había sido una llamada inoportuna? ¿O en realidad era una señal del destino? Como si tratara de decirles que no debían estar juntos, que no podían. O quizás solo fue una casualidad y no había más vueltas que darle. Pero entonces, ¿Dónde la dejaba a ella? ¿Y a Castle? ¿Y a los dos? ¿Qué eran ahora?
- Beckett, deja de comerte la cabeza.
- No estoy… - discutió ella, pero Lanie le hizo un gesto, callándola inmediatamente.
- Nos conocemos desde hace mucho, nena. Sé que ahora mismo te estás haciendo un millón de preguntas sin respuesta, dibujando en tu mente una pizarra como la que usas en tus casos. Lo sé porque tienes exactamente la misma cara que cuando estás en la comisaria, la dura y fría detective analizándolo todo, buscando la causa de todo. Su historia, su relación, su detonante, su porqué.
›› Déjame decirte una cosa, Kate. A veces, ocurren cosas inexplicables. A veces, no todo tiene un porqué, una causa de ser. A veces, simplemente, debes desconectar la cabeza y sentir. Porque te conozco y sé que después de lo que pasó, creaste una muralla interior que te protege de todo lo externo. Dejas pasar a cierta gente, como tu madre, los chicos, yo… Pero todo aquello que es raro, diferente, nuevo; lo bloqueas. Te encierras en ti misma y no dejas que nada ni nadie entre.
Beckett se secó una lágrima con rabia. Sabía que Lanie tenía razón, y eso lo hacía más doloroso aún.
- Pero con Castle es diferente. Por una vez tienes a alguien que entiende tu dolor, alguien que te puede ayudar a superarlo, que se preocupa por ti y que está pillado hasta las trancas. ¡Y te empeñas en rechazarle! Le empujas fuera cada vez que se acerca demasiado. ¿Cuándo te vas a dar cuenta de que ese hombre te quiere? Tanto como para que, a pesar de todas las piedras, flechas, y hasta el aceite hirviendo que le has lanzado desde tus murallas; él recula y vuelve al ataque. Sin cansarse. Sin reprocharte nada.
›› Y eso, Kate, ESO es amor. Y no es algo que puedas rechazar una y otra vez. Porque tiene fecha de caducidad… El hombre no va a esperar eternamente a que tomes una decisión. Se terminará cansando, harto, sintiéndose como un gilipollas al que le han estado tomando el pelo continuamente. Y cuando por fin te decidas, él ya estará casado y con hijos. Así que, despierta.
- No puedo, Lanie. No puedo… - dijo Beckett, con voz ahogada por las lágrimas. – Estoy emocionalmente dañada, demasiado dañada. Ahora mismo, pensar en abrirle las "murallas", como tú las has llamado, a un extraño, me aterra enormemente. Este… Este trauma me dejó marcada con una huella imborrable. Esa huella me hace buena en mi trabajo pero una completa inútil en lo que a relaciones sentimentales se refiere. Y por más que me diga que este es el correcto, no puedo. Mi padre siempre decía que todos llevamos una carga, nuestro mayor problema o defecto. Yo tengo una gran maleta de traumas. Pensar en una relación ahora es imposible… Quizá cuando me haya desecho de unas cuantas maletas.
- Kate… - Lanie intentó hablar pero la detective la cortó con un gesto.
- No… No puedo…
El suspiro de la forense resonó en la habitación de Beckett. Un suspiro de resignación, de tristeza, de preocupación.
- Está bien – dijo su amiga, rindiéndose – Pero no le hagas daño.
- Lo intentaré.
La detective intentó sonreír, pero no pudo. Le dio al botón rojo de colgar y escuchó el ruidito de succión del Skype cuando se tragó la cara de su amiga. Beckett vio a una joven copia de ella misma y de su madre sonriéndole desde su fondo de pantalla, un soleado día en Central Park. Recuerdos de tiempos mejores…
Tiró el móvil de cualquier manera en la cama y se dirigió al baño tras coger ropa limpia. Se metió en la ducha y dejó que el agua templada recorriera su cuerpo, llevándose los últimos restos de harina de su cara y pelo. Relajó los músculos bajo el chorro de agua, los ojos cerrados y la cara alzada, notando cada gota impactar con fuerza contra su piel y luego recorrer su cuerpo, dejando un húmedo rastro tras ella. Era como si cada gota de agua fueran sus sentimientos, y Beckett les viera resbalar por su piel, para luego desaparecer, tragados por el desagüe.
Minutos más tarde, desempañó el cristal del baño con la mano, y el espejo le mostró su cara. Seria. Fría. Dura. Su cara de detective, de mujer en un mundo de hombres. De persona que su vida no ha sido un picnic.
- Todos dicen que tengo una armadura, ¿no? – dijo, hablando con su reflejo como si esperara que éste le respondiera afirmativamente. – Pues vamos a probarla.
Asintió, reafirmando su decisión, aquella decisión que había tomado bajo el chorro de agua. Iba a mantener la relación con Richard Castle en un plano estrictamente profesional, y si eso requería hacerle un poco de daño, sería por su bien.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Tiré el contenido del recogedor en la basura, viendo la harina caer en un gran pegote. Resoplé, y vi un poco de polvillo blanco volar frente a mis ojos, recordándome que el siguiente en ser limpiado debía de ser yo. Me pasé el brazo por la frente, secando una gotita de sudor que se había atrevido a bajar por mi sien.
Miré el reloj de la cocina por el rabillo del ojo, tal y como llevaba haciendo desde que Beckett se había marchado para hablar por teléfono. ¿No estaba tardando demasiado? Aunque teniendo en cuenta la cháchara de las mujeres cuando se juntaban con otras… Aun recordaba aquellas horribles tardes de barbacoas familiares a las que Meredith me arrastraba, sin dejarme quedar en casa para escribir más. Y te sentabas allí, cerveza en mano, a sonreír como un poseso para que la gente no te tachara de borde, y a oír a los hombres de pantalón blanco hablar sobre la economía y a las mujeres de hombres que no eran sus maridos, ropa, y sus hijos.
Estaba seguro de que Lanie estaría haciéndole el tercer grado a Beckett y por eso ella tardaba tanto. Pero, entonces, ¿por qué tenía esta sensación en el pecho? Esa sensación de que algo iba mal. ¿Sería por el casi beso? ¿Se suponía que no debíamos? ¿O que sí? Sacudí la cabeza, desesperado, y cerré ambas manos en puños para resistir la tentación de coger el teléfono y pedir una sesión en la distancia con el Dr. Burke. Aunque sus afirmaciones al estilo Yoda no me sirvieran de nada, siempre tenía la sensación de que él me comprendía mejor de lo que yo lo hacía. ¿Preocupante? Puede… Quizá por eso había dejado de ir a las sesiones, por mucho que me dijera a mí mismo que era porque ya estaba bien.
No estaba bien, y lo sabía. Pero quería fingir que sí que lo estaba. Quizá fingiendo terminara por pasar. ¿No dicen que ocurre así con los enfermos? ¿Qué hacerles pensar positivamente les alargaba la vida o curaba? Yo pensaba en mí mismo como un enfermo. ¿Cuál era mi enfermedad? Estar hundido en un pozo desde la muerte de Alexis. A veces había más luz, otras veces estaba negro… Todo dependía de como estuviera mi ánimo.
Últimamente estaba bastante iluminado, y yo estaba convencido de que era gracias a…
- ¿Lo recogiste tú? – preguntó Beckett a mis espaldas, interrumpiendo mis pensamientos.
Asentí, viendo caer harina frente a mis ojos. Y entonces me fijé en que ella se había duchado ya. Pero había algo raro. Estaba algo distante…
- Gracias.
- Nada – respondí, sintiéndome inquieto repentinamente. La miré fijamente, tratando de buscar señales de porque la encontraba tan rara. No sonreía, sus ojos parecían más duros… Me recordaba a la Detective Beckett, aquella que fue a buscarme a mi casa una mañana y me rodeó las muñecas con las esposas mientras me leía mis derechos. Aquella que no dejó de perseguirme hasta que me vio en un tribunal. Aquella que nunca dejaría de hacerlo.
- ¿Estás bien? – pregunté, dubitativo.
- Perfectamente – contestó, con voz neutra, apartando la mirada rápidamente mientras giraba la cara.
Me giré, rindiéndome, resignándome a volver a conquistarla poco a poco. Pasara lo que pasara, estaba convencido de que había tenido algo que ver con nuestra reciente cercanía.
- Ah, Castle – llamó, haciéndome parar al pie de las escaleras, con esperanzas renovadas. - ¿Me traes el periódico del otro día luego?
Y mi pozo particular se sumió en la oscuridad.
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
A este paso no estan juntos ni en mil años.
Continua pronto.
Continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
Estupendo capítulo, incluso divertido, hasta que llaman al teléfono, jajajajajaja
La verdad es que has descrito muy bien las diversas sensaciones y sentimientos de ambos, captando muy bien la forma de ser de cada uno. Y Lanie ha estado magistral, tal cual es en la serie, siempre siendo sincera, aunque le duela a su interlocutor lo que dice, pero siendo fiel así misma y a la verdad.
No así Kate que ha tomado como siempre la decisión incorrecta, va a poner trabas, pero no se si va a conseguir hacerlo mucho tiempo, pues aunque no lo quiera reconocer, está tan enganchada como Castle, pero tiene más perjuicios que éste. Claro que la verdad, siempre termina por salir a flote, por mucho que intentemos hundirla y esconderla. jajajajaja
Cuando termine de saber toda la historia de él y los sentimientos de éste hacia ella, seguro que su muro se cae de golpe, sólo tiene que llegar el momento para que así sea.
Sigue pronto que cada vez me tienes más intrigada por lo que vayas a hacer, pues no se por dónde vas a salir ahora, jajajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
La verdad es que has descrito muy bien las diversas sensaciones y sentimientos de ambos, captando muy bien la forma de ser de cada uno. Y Lanie ha estado magistral, tal cual es en la serie, siempre siendo sincera, aunque le duela a su interlocutor lo que dice, pero siendo fiel así misma y a la verdad.
No así Kate que ha tomado como siempre la decisión incorrecta, va a poner trabas, pero no se si va a conseguir hacerlo mucho tiempo, pues aunque no lo quiera reconocer, está tan enganchada como Castle, pero tiene más perjuicios que éste. Claro que la verdad, siempre termina por salir a flote, por mucho que intentemos hundirla y esconderla. jajajajaja
Cuando termine de saber toda la historia de él y los sentimientos de éste hacia ella, seguro que su muro se cae de golpe, sólo tiene que llegar el momento para que así sea.
Sigue pronto que cada vez me tienes más intrigada por lo que vayas a hacer, pues no se por dónde vas a salir ahora, jajajajajajaja
BESOTESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
agecastbet- Escritor - Policia
- Mensajes : 2971
Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: In dubio pro reo [COMPLETO]
jo... asi no se puede dios como tanta terkedad de no aceptar los hechos?
estos 2 aunk mas beckett k castle es como si le gustara darse siempre con la misma pared!!!
continua pronto k me encata este fic!
estos 2 aunk mas beckett k castle es como si le gustara darse siempre con la misma pared!!!
continua pronto k me encata este fic!
cururi- As del póker
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