Para siempre, Último Capítulo
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Cata Castillo
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Después de este capítulo me dan ganas de ir a Tahiti!
Muy linda luna de miel =)
Muy linda luna de miel =)
Re: Para siempre, Último Capítulo
ke bonitoooo...
es-pec-ta-cu-lar!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
me encanta..sigueloo
es-pec-ta-cu-lar!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
me encanta..sigueloo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Ah! qué bonito, me encantó el capi!
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Cata esto es maravilloso,sublime,encantador,precioso,etc
Yo quiero una luna de miel asi
Yo quiero una luna de miel asi
______________________
Grupo de la muerte,división: ALWAYS LOVE
Firma con copyright by MelaDeniz,mil grache
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
Fecha de inscripción : 18/05/2011
Edad : 32
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Me ha encantado, ha sido..... me he quedado sin palabras
Duende- Escritor - Policia
- Mensajes : 1212
Fecha de inscripción : 01/03/2011
Edad : 36
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
Genial, simplemente Genial!!!!!!!
IsaVera- Autor de best-seller
- Mensajes : 762
Fecha de inscripción : 10/01/2011
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Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Precioso! Y ame gustaría a mi ver a esos dos tan tropicales!
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Hola otra vez! Por aquí estoy de nuevo. A ver como les va a nuestros tortolitos la vida de casados.
Gracias por vuestros comentarios.
Capítulo 31:
Después de la luna de miel, volvieron a la ciudad y se reincorporaron a la rutina. No tuvieron más remedio que dar un comunicado de prensa anunciando su matrimonio. Rick prefería hacerlo él mismo y no encontrarse alguna sorpresa de algún periodista mal informado que contase lo que no era. Así que le dejó encargado a su madre que mientras estuvieran de luna de miel, hablara con Gina y Paula, y que les mandara una fotografía para publicar, de la pareja anunciando escuetamente que el escritor Richard Castle recuperado ya de su grave accidente de tráfico, se había casado con la señorita Katherine Becket en la más absoluta intimidad, que eran muy felices y que se encontraban disfrutando de su luna de miel.
Kate regresó a la comisaría, y le preguntó si volvería con ella. Él le dijo que iría cuado tuvieran algún caso, aunque todavía nos se sentía preparado físicamente para meterse en una persecución y además alegó que tenía que plantearse volver a escribir, también le dijo que no quería que se hartase de él al estar todo el día juntos.
- No voy a hartarme de ti, Rick, al contrario, te eché terriblemente de menos cuando estabas convaleciente, y tú antes siempre querías estar conmigo y me seguías a todas partes.
- Siempre he querido estar contigo cielo, pero antes solo podía verte en la comisaría, por eso te seguía a todos lados, ahora que te tengo, creo que no sería mala idea que no fuera todos los días, además ya te he dicho que tendría que ponerme a escribir.
- Voy a echarte de menos, ¿Lo sabes verdad?
- Claro que lo sé, pero tampoco puedo estar eternamente yendo a la comisaría, aunque espero que siempre que haya un caso interesante no te olvides de llamarme.
- Eso ni lo dudes.
Al volver a Nueva York, él le preguntó que si le gustaría que buscasen una nueva casa para empezar su nueva vida como matrimonio. La respuesta de ella fue tajante.
- ¿Bromeas?, le eché el ojo a tu loft desde el momento que lo vi por primera vez, me encanta esa casa y es lo suficientemente grande para todos. Ni se te ocurra buscar otra casa.
- Mi loft, mi casa de los Hamptons, empiezo a creer que te has casado conmigo, no por mi grandísimo encanto sino por mi patrimonio.
- ¿Acaso lo dudabas? – contestó sonriendo y dándole un beso.
- Oye – le dijo él - ¿Qué has pensado hacer con tu apartamento?, hace siglos que no vas por allí.
- Pues debería de traerme todas las cosas que me quedan y dejarlo, es una tontería seguir pagando el alquiler por algo que no usamos – contestó ella – pero es que me da una pereza horrorosa.
- ¿Quieres que me encargue yo? – preguntó él – mientras tu vas a trabajar, yo puedo ir metiendo todas tus cosas en cajas e ir adelantando, claro si no te importa.
- ¿Por qué iba a importarme? – preguntó sorprendida.
- No sé, igual tienes algo que no quieres que vea.
- Pues no – dijo seria – los penes disecados de mis otros amantes los guardo en otro sitio.
- ¡Huys, que sádica inspectora! – dijo él poniéndose las manos de forma protectora sobre la bragueta – espero que seas más benévola con el pequeño Ricky.
- Ya sabes que el pequeño Ricky es el favorito – le dijo sonriendo mientras lo besaba.
- Bueno pues mañana me voy con unas cajas y te lo guardo todo, y si encuentro por ahí algún pene perdido te lo traigo, no vaya a ser que se estropee tu colección.
Tal como habían quedado al día siguiente Kate se marchó a trabajar y antes lo dejó a él en su antiguo apartamento. Rick habló con el portero que le proporcionó varias cajas y una vez en el piso empezó a empaquetar. Primero fue guardando la ropa, que no era mucha ya que ella poco a poco la había ido trasladando al piso de él. Luego se dedicó a los zapatos, Kate tenía bastantes pares, estaba claro que le encantaban. A los pares que ya se había llevado al loft, había que sumar los que quedaban en su casa. “Vaya, su mujercita era una mezcla entre Imelda Marcos y Carrie Bradshaw” – pensó divertido.
Después de empaquetar los objetos personales, pasó a otras cosas. Decidió empezar por los libros. Al ver su obra completa sonrió recordando lo que Jim Becket le contó en su boda. Empezó a ojear los libros y en uno de ellos algo le llamó la atención, era su firma, tras una dedicatoria. “Para Kate, la chica de los ojos bonitos. Richard Castle”
Ella había asistido a una de sus firmas de libros, bueno, una que él supiera. ¿Por qué nunca le dijo nada? Se sintió fatal por no recordarla, si cuando la vio por primera vez cuando fue a buscarlo a la presentación de su último libro de Derrick Storm, no podía dejar de mirarla. ¿Cómo no le llamó la atención entonces? No miró más libros, los recogió y guardó en una caja y siguió con los demás objetos que quedaban. Terminó de embalarlo todo y se marchó diciéndole antes al portero que pasarían de una empresa de mudanzas para llevarse las cajas. Solo quedaban los muebles, no tenía muy claro los que eran de Kate y los que no, como tampoco sabía lo que quería conservar. Tendrían que ir otro día y que ella decidiera. A lo mejor Alexis quería quedarse con algo ahora que se iba a la universidad.
Al principio pensó en ir a Stanford, siguiendo a Ashley, pero a causa de su accidente, Alexis pospuso su entrada a la universidad para el siguiente semestre. Al principio a Rick le apenó que su hija se hubiera tenido que sacrificar y haberse podido marchar con su novio y cumplir el que parecía ser su sueño. Pero luego se alegró, porque aunque los chicos seguían en contacto en la distancia, él cada vez estaba más convencido de que había sido lo mejor para su hija. No le dijo nunca nada solo le agradeció que quisiera quedarse con él. En ese tiempo Alexis, que no sabía como iba a ir la recuperación de su padre, mandó solicitudes a otras universidades más cercanas. Con su extraordinario expediente, fue admitida en la Universidad de Columbia en Nueva York, en Princeton y en Harvard. Eran tres de las mejores universidades del país, ella estuvo tentada en un principio a matricularse en Columbia y así quedarse en casa, pero desaprovechar la ocasión de estudiar en la Escuela de Leyes de Harvard, sería imperdonable. Fue el propio Rick el que le dijo, que era una oportunidad única.
Así que su niña se había hecho mayor y en poco tiempo se iría a Cambridge Massachusetts, que aunque también estaba lejos, a algo más de cuatro horas de Nueva York, no estaba en la costa oeste como Stanford.
Se marchó dando un paseo hasta su casa, ya tenía la rodilla mucho mejor, había tenido cita con el médico del centro de rehabilitación y este se mostró muy satisfecho con sus progresos, le dio el alta y le recomendó que se tomara las cosas con calma, que no forzara en exceso la rodilla, que le iría muy bien pasear y que si tenía algún problema se pasara por allí o fuera a visitar al médico que le atendió en el hospital, y si no que lo vería dentro de seis meses.
Al llegar a casa se preparó algo de comer y se fue a su despacho a ver si era capaz de escribir algo. No lo había vuelto a hacer desde que estaba en el centro de rehabilitación y escribió su libro terapia, como le llamaba. El libro estaba a punto de ser lanzado y él tendría que ir a la presentación, hablar en público, firmar libros, cada vez le apetecía menos eso.
Se comió el sándwich y encendió el ordenador, abrió un nuevo documento y empezó a escribir. Solo fue capaz de poner Capítulo 1, y ahí se quedó parado, solo le venía a la mente el accidente, el coche que se le echaba encima a Kate, el caso del predicador, pero no quería escribir de eso, no quería recordarlo siquiera, pero era lo único que se le venía a la cabeza.
Llamaron al teléfono, pensó que podría ser Kate y descolgó sin mirar. Era Gina, que lo felicitó por su reciente boda para luego empezar a hablarle de la fiesta de lanzamiento de “Entre bambalinas” y pasar a continuación a exigirle que escribiera otro libro lo antes posible. Empezó a discutir con ella y no escuchó el sonido de la cerradura. Kate entró y desde la puerta oyó la voz airada de Rick, supo enseguida con quien hablaba y puso una mueca de fastidio. Esa mujer era una sanguijuela, él estaba todavía convaleciente de un accidente que casi lo mata y allí estaba aquella tirana, exigiendo más y más trabajo. Le dieron ganas de arrancarle el teléfono de las manos y decirle cuatro cosas, pero sabía que era mejor que Rick se entendiera con ella.
Esperó en la puerta a que él terminara de hablar, lo hizo diciéndole a su ex, que de momento no se encontraba lo suficientemente recuperado para escribir otro libro, que afortunadamente seguía teniendo bastante dinero para mantenerse, incluso para afrontar una demanda si era el caso, pero que en el momento que empezara una nueva novela, ella sería la primera en saberlo. Kate se sonrió, la primera en saber si Rick volvía a escribir sería ella y no esa rubia oxigenada.
Rick colgó el teléfono y bufó molesto, estaba de espaldas a la puerta así que no la había visto. Ella lo saludó mientras se acercaba a él.
- ¡Hola cariño!
- ¡Hola!, no te había oído entrar – comentó sorprendido – llevas mucho tiempo ahí.
- El suficiente para haber escuchado las lindezas que le decías a tu ex – sonrió ella sentándose en su regazo.
Él la abrazó y le dio un beso.
- Siento que hayas tenido que oírlo, está preparando con Paula la presentación y casi me ha exigido que vayas, alegando que sería una buena publicidad para el libro – dijo bastante irritado – del tirón le dije que no podrías asistir y enseguida empezó a decirme que tengo que empezar el siguiente libro de Nikki Heat.
- ¿No quieres que vaya contigo a la presentación del nuevo libro? – preguntó extrañada.
- ¡Claro que quiero! – se apresuró a exclamar él – pero solo si tu quieres ir, no porque Gina lo imponga.
- Claro que iré, no voy a dejar que ninguna lagartona de esas que van de fiesta en fiesta, acose a mi marido – y lo besó en los labios.
- Oye Kate, ya recogí y embalé todas tus cosas – dijo él – hay que mandar a buscarlas, aunque los muebles no sabía muy bien que era tuyo y que venía con el apartamento.
- ¡Que bien!, muebles míos poca cosa, algún detalle.
- ¿Por qué no me dijiste nunca nada? – le preguntó de pronto.
- ¿Decirte el que? – preguntó también ella a quien la pregunta había cogido por sorpresa.
- Que nos conocíamos de antes.
- No te entiendo – dijo ella confusa.
- Esto, mira – y cogió el libro que tenía allí y se lo enseñó – nunca me dijiste que estuviste en una firma de mis libros.
- ¿E inflar más tu ego? – preguntó guasona.
- De verdad Kate, no puedo creer que te hubiera visto antes y luego note recordara, si eres inolvidable – dijo él serio.
- Es normal que no me recordaras – dijo ella – había cientos de personas, tuviste que firmar un montón de libros, ¿Cómo ibas a acordarte de mi?
- Debería, me siento mal por no haberte reconocido, tu no eres una más entre las cientos de personas que había, tu eres única.
- Gracias mi amor – dijo besándolo – pero para tu consuelo te diré que era casi imposible que me reconocieras, me dio un siroco y me corté el pelo, me lo puse tieso y me lo teñí de rubio platino, luego me arrepentí y lloré durante tres días por mi melena, así que probablemente iría con algún pañuelo o gorro, me los puse más de una vez, cuando no quería verme la cabeza. Por aquella época parecía una enferma terminal.
- ¿Por qué hiciste esa barbaridad?
- Un arrebato que me dio, y que ni yo misma me explico, supongo que cosas de la edad, ¿has escrito algo? – preguntó – como te veo con el ordenador.
- Solo esto – y le enseño el archivo vacío donde solo ponía el capítulo – cuando intento pensar en algo original solo logro recordar aquel día en la puerta de la comisaría y ese maldito coche echándosete encima.
- No me lo recuerdes – se estremeció ella – Rick, si no puedes, déjalo. Ven conmigo unos días a la comisaría, los chicos y el capitán han preguntado por ti, a lo mejor al estar en alguno de los casos se te ocurre algo, y si no ya vendrán las ideas, no te agobies.
- ¿Te he dicho que te quiero Sra. Castle? – le dijo mimoso.
- Pues desde que llegué ni una sola vez, estaba empezando a preocuparme – rió ella.
Castle decidió volver unos días a la comisaría, a ver si le volvía la inspiración y para alegría de sus compañeros, que le dijeron que aquello no era lo mismo sin él. Cuando le llevó el café a Kate, a ella casi se le saltan las lágrimas, él se sentó en su silla que según le dijo ella había permanecido allí todo ese tiempo y se dedicó a mirarla mientras ella hacía papeleo, que era lo único que tenía que hacer de momento. Estuvo varios días, acompañándola a las salidas que hacía y en los interrogatorios. Fue precisamente en un interrogatorio, al oír la confesión de la sospechosa, cuando se le encendió la bombilla y una idea para una nueva novela de Nikki Heat empezó a fraguarse en su cabeza.
**********************************************************
Llevaban disfrutando de su vida de casados algo más de tres meses. Habían acompañado a Alexis a la universidad y la ayudaron a instalarse.
A Martha después del éxito de “La Madame” le habían ofrecido ir con la obra de gira por toda la costa este y estaría varios meses fuera, aunque de vez en cuando y entre ciudad y ciudad recalaba en Nueva York y quedaban los cuatro para cenar, porque Alexander viajaba con ella, eran inseparables. A Richard cada vez le gustaba más su padre y estaba encantado de que su madre y él estuvieran juntos, pues la veía feliz como hacía tiempo que no estaba.
Uno de los días que Martha estaba en la ciudad, lo llamó Alexander diciéndole que necesitaba hablar con él, que era importante, y que si podían verse en “The Old Haunt”. Rick le dijo que si, se lo comentó a Kate, pues no pudo evitar pensar que a lo peor estaba enfermo, o que iba a abandonar a su madre. Kate le pidió que se tranquilizara y que no se alarmara hasta no saber que ocurría realmente.
Al llegar al bar, Alexander ya estaba allí, lo invitó a bajar, pensando que si tenía que partirle la cara, sería mejor en privado. Le sirvió una copa y le indicó que se sentase.
- Bueno, tú dirás – dijo Rick.
- Hijo – dijo serio Alexander – permíteme que te llame así, quiero casarme con tu madre, pero antes de pedírselo quería decírtelo a ti. Sé que para ella es muy importante lo que tú opines. ¿Qué me dices?
- ¿Me estás pidiendo la mano de mi madre? – preguntó Rick con una sonrisa – a mi me parece estupendo, espero que a mi madre también, no sé que va a parecerle casarse a estas alturas, pero déjame decirte que hacía tiempo que no la veía tan feliz.
- Yo también estoy feliz desde que la encontré, he estado toda la vida añorándola, se lo he comentado a Lillian y está encantada.
- Por mi no hay ningún problema, al contrario, me hace feliz que quieras casarte con ella y hacerla una mujer decente – se le escapó entre risas.
- ¡Eh muchacho!, respete a su madre – le contestó – por cierto quería darte las gracias por haberme aceptado y haberme dejado formar parte de tu familia.
- Eres parte de mi familia, yo también quiero agradecerte el que estuvieras junto a nosotros cuando el accidente, que me aguantaras todas mis neuras y que le hicieras compañía a mi madre, se sintió muy reconfortada.
- No tienes nada que agradecerme, eres mi hijo, y aunque te he conocido tarde he aprendido a quererte como si te hubiera criado yo.
- Gracias – contestó Rick emocionado – esto se merece un brindis.
- Claro que si, ¿Cuándo viene mi nieta?, quiero que venga Lillian y celebremos la pedida de mano como Dios manda.
Richard sonrió al escucharlo hablar de su nieta. Si alguien había aceptado la situación con normalidad esa era Alexis, le llamaba abuelo casi desde el primer día y entre los dos se había establecido una estrecha camaradería. A Alexander se le hinchaba el pecho de orgullo cada vez que hablaba de su inteligente nieta. Alexis se iba a alegrar muchísimo cuando supiera la noticia.
CONTINUARÁ...
Gracias por vuestros comentarios.
Capítulo 31:
Después de la luna de miel, volvieron a la ciudad y se reincorporaron a la rutina. No tuvieron más remedio que dar un comunicado de prensa anunciando su matrimonio. Rick prefería hacerlo él mismo y no encontrarse alguna sorpresa de algún periodista mal informado que contase lo que no era. Así que le dejó encargado a su madre que mientras estuvieran de luna de miel, hablara con Gina y Paula, y que les mandara una fotografía para publicar, de la pareja anunciando escuetamente que el escritor Richard Castle recuperado ya de su grave accidente de tráfico, se había casado con la señorita Katherine Becket en la más absoluta intimidad, que eran muy felices y que se encontraban disfrutando de su luna de miel.
Kate regresó a la comisaría, y le preguntó si volvería con ella. Él le dijo que iría cuado tuvieran algún caso, aunque todavía nos se sentía preparado físicamente para meterse en una persecución y además alegó que tenía que plantearse volver a escribir, también le dijo que no quería que se hartase de él al estar todo el día juntos.
- No voy a hartarme de ti, Rick, al contrario, te eché terriblemente de menos cuando estabas convaleciente, y tú antes siempre querías estar conmigo y me seguías a todas partes.
- Siempre he querido estar contigo cielo, pero antes solo podía verte en la comisaría, por eso te seguía a todos lados, ahora que te tengo, creo que no sería mala idea que no fuera todos los días, además ya te he dicho que tendría que ponerme a escribir.
- Voy a echarte de menos, ¿Lo sabes verdad?
- Claro que lo sé, pero tampoco puedo estar eternamente yendo a la comisaría, aunque espero que siempre que haya un caso interesante no te olvides de llamarme.
- Eso ni lo dudes.
Al volver a Nueva York, él le preguntó que si le gustaría que buscasen una nueva casa para empezar su nueva vida como matrimonio. La respuesta de ella fue tajante.
- ¿Bromeas?, le eché el ojo a tu loft desde el momento que lo vi por primera vez, me encanta esa casa y es lo suficientemente grande para todos. Ni se te ocurra buscar otra casa.
- Mi loft, mi casa de los Hamptons, empiezo a creer que te has casado conmigo, no por mi grandísimo encanto sino por mi patrimonio.
- ¿Acaso lo dudabas? – contestó sonriendo y dándole un beso.
- Oye – le dijo él - ¿Qué has pensado hacer con tu apartamento?, hace siglos que no vas por allí.
- Pues debería de traerme todas las cosas que me quedan y dejarlo, es una tontería seguir pagando el alquiler por algo que no usamos – contestó ella – pero es que me da una pereza horrorosa.
- ¿Quieres que me encargue yo? – preguntó él – mientras tu vas a trabajar, yo puedo ir metiendo todas tus cosas en cajas e ir adelantando, claro si no te importa.
- ¿Por qué iba a importarme? – preguntó sorprendida.
- No sé, igual tienes algo que no quieres que vea.
- Pues no – dijo seria – los penes disecados de mis otros amantes los guardo en otro sitio.
- ¡Huys, que sádica inspectora! – dijo él poniéndose las manos de forma protectora sobre la bragueta – espero que seas más benévola con el pequeño Ricky.
- Ya sabes que el pequeño Ricky es el favorito – le dijo sonriendo mientras lo besaba.
- Bueno pues mañana me voy con unas cajas y te lo guardo todo, y si encuentro por ahí algún pene perdido te lo traigo, no vaya a ser que se estropee tu colección.
Tal como habían quedado al día siguiente Kate se marchó a trabajar y antes lo dejó a él en su antiguo apartamento. Rick habló con el portero que le proporcionó varias cajas y una vez en el piso empezó a empaquetar. Primero fue guardando la ropa, que no era mucha ya que ella poco a poco la había ido trasladando al piso de él. Luego se dedicó a los zapatos, Kate tenía bastantes pares, estaba claro que le encantaban. A los pares que ya se había llevado al loft, había que sumar los que quedaban en su casa. “Vaya, su mujercita era una mezcla entre Imelda Marcos y Carrie Bradshaw” – pensó divertido.
Después de empaquetar los objetos personales, pasó a otras cosas. Decidió empezar por los libros. Al ver su obra completa sonrió recordando lo que Jim Becket le contó en su boda. Empezó a ojear los libros y en uno de ellos algo le llamó la atención, era su firma, tras una dedicatoria. “Para Kate, la chica de los ojos bonitos. Richard Castle”
Ella había asistido a una de sus firmas de libros, bueno, una que él supiera. ¿Por qué nunca le dijo nada? Se sintió fatal por no recordarla, si cuando la vio por primera vez cuando fue a buscarlo a la presentación de su último libro de Derrick Storm, no podía dejar de mirarla. ¿Cómo no le llamó la atención entonces? No miró más libros, los recogió y guardó en una caja y siguió con los demás objetos que quedaban. Terminó de embalarlo todo y se marchó diciéndole antes al portero que pasarían de una empresa de mudanzas para llevarse las cajas. Solo quedaban los muebles, no tenía muy claro los que eran de Kate y los que no, como tampoco sabía lo que quería conservar. Tendrían que ir otro día y que ella decidiera. A lo mejor Alexis quería quedarse con algo ahora que se iba a la universidad.
Al principio pensó en ir a Stanford, siguiendo a Ashley, pero a causa de su accidente, Alexis pospuso su entrada a la universidad para el siguiente semestre. Al principio a Rick le apenó que su hija se hubiera tenido que sacrificar y haberse podido marchar con su novio y cumplir el que parecía ser su sueño. Pero luego se alegró, porque aunque los chicos seguían en contacto en la distancia, él cada vez estaba más convencido de que había sido lo mejor para su hija. No le dijo nunca nada solo le agradeció que quisiera quedarse con él. En ese tiempo Alexis, que no sabía como iba a ir la recuperación de su padre, mandó solicitudes a otras universidades más cercanas. Con su extraordinario expediente, fue admitida en la Universidad de Columbia en Nueva York, en Princeton y en Harvard. Eran tres de las mejores universidades del país, ella estuvo tentada en un principio a matricularse en Columbia y así quedarse en casa, pero desaprovechar la ocasión de estudiar en la Escuela de Leyes de Harvard, sería imperdonable. Fue el propio Rick el que le dijo, que era una oportunidad única.
Así que su niña se había hecho mayor y en poco tiempo se iría a Cambridge Massachusetts, que aunque también estaba lejos, a algo más de cuatro horas de Nueva York, no estaba en la costa oeste como Stanford.
Se marchó dando un paseo hasta su casa, ya tenía la rodilla mucho mejor, había tenido cita con el médico del centro de rehabilitación y este se mostró muy satisfecho con sus progresos, le dio el alta y le recomendó que se tomara las cosas con calma, que no forzara en exceso la rodilla, que le iría muy bien pasear y que si tenía algún problema se pasara por allí o fuera a visitar al médico que le atendió en el hospital, y si no que lo vería dentro de seis meses.
Al llegar a casa se preparó algo de comer y se fue a su despacho a ver si era capaz de escribir algo. No lo había vuelto a hacer desde que estaba en el centro de rehabilitación y escribió su libro terapia, como le llamaba. El libro estaba a punto de ser lanzado y él tendría que ir a la presentación, hablar en público, firmar libros, cada vez le apetecía menos eso.
Se comió el sándwich y encendió el ordenador, abrió un nuevo documento y empezó a escribir. Solo fue capaz de poner Capítulo 1, y ahí se quedó parado, solo le venía a la mente el accidente, el coche que se le echaba encima a Kate, el caso del predicador, pero no quería escribir de eso, no quería recordarlo siquiera, pero era lo único que se le venía a la cabeza.
Llamaron al teléfono, pensó que podría ser Kate y descolgó sin mirar. Era Gina, que lo felicitó por su reciente boda para luego empezar a hablarle de la fiesta de lanzamiento de “Entre bambalinas” y pasar a continuación a exigirle que escribiera otro libro lo antes posible. Empezó a discutir con ella y no escuchó el sonido de la cerradura. Kate entró y desde la puerta oyó la voz airada de Rick, supo enseguida con quien hablaba y puso una mueca de fastidio. Esa mujer era una sanguijuela, él estaba todavía convaleciente de un accidente que casi lo mata y allí estaba aquella tirana, exigiendo más y más trabajo. Le dieron ganas de arrancarle el teléfono de las manos y decirle cuatro cosas, pero sabía que era mejor que Rick se entendiera con ella.
Esperó en la puerta a que él terminara de hablar, lo hizo diciéndole a su ex, que de momento no se encontraba lo suficientemente recuperado para escribir otro libro, que afortunadamente seguía teniendo bastante dinero para mantenerse, incluso para afrontar una demanda si era el caso, pero que en el momento que empezara una nueva novela, ella sería la primera en saberlo. Kate se sonrió, la primera en saber si Rick volvía a escribir sería ella y no esa rubia oxigenada.
Rick colgó el teléfono y bufó molesto, estaba de espaldas a la puerta así que no la había visto. Ella lo saludó mientras se acercaba a él.
- ¡Hola cariño!
- ¡Hola!, no te había oído entrar – comentó sorprendido – llevas mucho tiempo ahí.
- El suficiente para haber escuchado las lindezas que le decías a tu ex – sonrió ella sentándose en su regazo.
Él la abrazó y le dio un beso.
- Siento que hayas tenido que oírlo, está preparando con Paula la presentación y casi me ha exigido que vayas, alegando que sería una buena publicidad para el libro – dijo bastante irritado – del tirón le dije que no podrías asistir y enseguida empezó a decirme que tengo que empezar el siguiente libro de Nikki Heat.
- ¿No quieres que vaya contigo a la presentación del nuevo libro? – preguntó extrañada.
- ¡Claro que quiero! – se apresuró a exclamar él – pero solo si tu quieres ir, no porque Gina lo imponga.
- Claro que iré, no voy a dejar que ninguna lagartona de esas que van de fiesta en fiesta, acose a mi marido – y lo besó en los labios.
- Oye Kate, ya recogí y embalé todas tus cosas – dijo él – hay que mandar a buscarlas, aunque los muebles no sabía muy bien que era tuyo y que venía con el apartamento.
- ¡Que bien!, muebles míos poca cosa, algún detalle.
- ¿Por qué no me dijiste nunca nada? – le preguntó de pronto.
- ¿Decirte el que? – preguntó también ella a quien la pregunta había cogido por sorpresa.
- Que nos conocíamos de antes.
- No te entiendo – dijo ella confusa.
- Esto, mira – y cogió el libro que tenía allí y se lo enseñó – nunca me dijiste que estuviste en una firma de mis libros.
- ¿E inflar más tu ego? – preguntó guasona.
- De verdad Kate, no puedo creer que te hubiera visto antes y luego note recordara, si eres inolvidable – dijo él serio.
- Es normal que no me recordaras – dijo ella – había cientos de personas, tuviste que firmar un montón de libros, ¿Cómo ibas a acordarte de mi?
- Debería, me siento mal por no haberte reconocido, tu no eres una más entre las cientos de personas que había, tu eres única.
- Gracias mi amor – dijo besándolo – pero para tu consuelo te diré que era casi imposible que me reconocieras, me dio un siroco y me corté el pelo, me lo puse tieso y me lo teñí de rubio platino, luego me arrepentí y lloré durante tres días por mi melena, así que probablemente iría con algún pañuelo o gorro, me los puse más de una vez, cuando no quería verme la cabeza. Por aquella época parecía una enferma terminal.
- ¿Por qué hiciste esa barbaridad?
- Un arrebato que me dio, y que ni yo misma me explico, supongo que cosas de la edad, ¿has escrito algo? – preguntó – como te veo con el ordenador.
- Solo esto – y le enseño el archivo vacío donde solo ponía el capítulo – cuando intento pensar en algo original solo logro recordar aquel día en la puerta de la comisaría y ese maldito coche echándosete encima.
- No me lo recuerdes – se estremeció ella – Rick, si no puedes, déjalo. Ven conmigo unos días a la comisaría, los chicos y el capitán han preguntado por ti, a lo mejor al estar en alguno de los casos se te ocurre algo, y si no ya vendrán las ideas, no te agobies.
- ¿Te he dicho que te quiero Sra. Castle? – le dijo mimoso.
- Pues desde que llegué ni una sola vez, estaba empezando a preocuparme – rió ella.
Castle decidió volver unos días a la comisaría, a ver si le volvía la inspiración y para alegría de sus compañeros, que le dijeron que aquello no era lo mismo sin él. Cuando le llevó el café a Kate, a ella casi se le saltan las lágrimas, él se sentó en su silla que según le dijo ella había permanecido allí todo ese tiempo y se dedicó a mirarla mientras ella hacía papeleo, que era lo único que tenía que hacer de momento. Estuvo varios días, acompañándola a las salidas que hacía y en los interrogatorios. Fue precisamente en un interrogatorio, al oír la confesión de la sospechosa, cuando se le encendió la bombilla y una idea para una nueva novela de Nikki Heat empezó a fraguarse en su cabeza.
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Llevaban disfrutando de su vida de casados algo más de tres meses. Habían acompañado a Alexis a la universidad y la ayudaron a instalarse.
A Martha después del éxito de “La Madame” le habían ofrecido ir con la obra de gira por toda la costa este y estaría varios meses fuera, aunque de vez en cuando y entre ciudad y ciudad recalaba en Nueva York y quedaban los cuatro para cenar, porque Alexander viajaba con ella, eran inseparables. A Richard cada vez le gustaba más su padre y estaba encantado de que su madre y él estuvieran juntos, pues la veía feliz como hacía tiempo que no estaba.
Uno de los días que Martha estaba en la ciudad, lo llamó Alexander diciéndole que necesitaba hablar con él, que era importante, y que si podían verse en “The Old Haunt”. Rick le dijo que si, se lo comentó a Kate, pues no pudo evitar pensar que a lo peor estaba enfermo, o que iba a abandonar a su madre. Kate le pidió que se tranquilizara y que no se alarmara hasta no saber que ocurría realmente.
Al llegar al bar, Alexander ya estaba allí, lo invitó a bajar, pensando que si tenía que partirle la cara, sería mejor en privado. Le sirvió una copa y le indicó que se sentase.
- Bueno, tú dirás – dijo Rick.
- Hijo – dijo serio Alexander – permíteme que te llame así, quiero casarme con tu madre, pero antes de pedírselo quería decírtelo a ti. Sé que para ella es muy importante lo que tú opines. ¿Qué me dices?
- ¿Me estás pidiendo la mano de mi madre? – preguntó Rick con una sonrisa – a mi me parece estupendo, espero que a mi madre también, no sé que va a parecerle casarse a estas alturas, pero déjame decirte que hacía tiempo que no la veía tan feliz.
- Yo también estoy feliz desde que la encontré, he estado toda la vida añorándola, se lo he comentado a Lillian y está encantada.
- Por mi no hay ningún problema, al contrario, me hace feliz que quieras casarte con ella y hacerla una mujer decente – se le escapó entre risas.
- ¡Eh muchacho!, respete a su madre – le contestó – por cierto quería darte las gracias por haberme aceptado y haberme dejado formar parte de tu familia.
- Eres parte de mi familia, yo también quiero agradecerte el que estuvieras junto a nosotros cuando el accidente, que me aguantaras todas mis neuras y que le hicieras compañía a mi madre, se sintió muy reconfortada.
- No tienes nada que agradecerme, eres mi hijo, y aunque te he conocido tarde he aprendido a quererte como si te hubiera criado yo.
- Gracias – contestó Rick emocionado – esto se merece un brindis.
- Claro que si, ¿Cuándo viene mi nieta?, quiero que venga Lillian y celebremos la pedida de mano como Dios manda.
Richard sonrió al escucharlo hablar de su nieta. Si alguien había aceptado la situación con normalidad esa era Alexis, le llamaba abuelo casi desde el primer día y entre los dos se había establecido una estrecha camaradería. A Alexander se le hinchaba el pecho de orgullo cada vez que hablaba de su inteligente nieta. Alexis se iba a alegrar muchísimo cuando supiera la noticia.
CONTINUARÁ...
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Que pareja más linda la de estos dos... Era hora que Alexander se decidiera a proponerle casamiento a Martha!!!
Muy buen capítulo =)
Muy buen capítulo =)
Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Qué bien que me cae Alex!
Me encanta, es un personaje muy bien creado y bien metido en la trama, simplemente perfecto.
Me encanta lo bien que se llevan los dos tortolitos
Me encanta, es un personaje muy bien creado y bien metido en la trama, simplemente perfecto.
Me encanta lo bien que se llevan los dos tortolitos
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
precioso capitulo!!!!!!!!!!
me encanta!!!!
Viva la boda de martha y Alexander que grandes!!!!!!
jajajaj Gran capitulo enhorabuena
me encanta!!!!
Viva la boda de martha y Alexander que grandes!!!!!!
jajajaj Gran capitulo enhorabuena
IsaVera- Autor de best-seller
- Mensajes : 762
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Edad : 40
Localización : Cartagena, Murcia
Re: Para siempre, Último Capítulo
que maravilllaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...me encantaaaaaaaa
siguelooo
siguelooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Precioso! me encata este fic! el capi genial! sigue pronto
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Exelente capitulo!!!!
amy_beckett- Escritor novato
- Mensajes : 29
Fecha de inscripción : 11/01/2011
Edad : 27
Localización : ... ()()¡¡¡En mI MUnDo!!!()()...
Re: Para siempre, Último Capítulo
Aquí os dejo el siguiente capítulo. La verdad es que no pega mucho el tema, con el calor que hace todavía, pero me apetecía mucho escribirlo.
Ya que Marlowe no nos lo da de momento, yo me lo invento. Espero que os guste y aunque un poco pronto aún ¡Feliz Navidad!
Capítulo 32:
Se acercaba el día de Acción de Gracias y querían aprovechar los días de fiesta y celebrar también la cena de compromiso de Martha y Alexander. A Martha le sorprendió bastante la propuesta de matrimonio, pero en el fondo estaba encantada, por fin iba a cumplir su sueño desde que era jovencita, casarse con aquel apuesto muchacho del que se enamoró como una loca y nunca había podido olvidar.
Ella le puso una sola condición, que seguiría actuando mientras le ofrecieran papeles que valieran la pena. Él le puso dos, que se casaran en su casa del valle de Napa y que cuando acabara la temporada de teatro, se fueran a California. A ella le pareció justo y aceptó la propuesta, se lo comunicaron a Rick y a Kate, aunque estos ya lo sabían y salieron a cenar para celebrarlo. Llamaron a Alexis y a Lillian por teléfono y las dos gritaron de felicidad al saber la noticia.
El miércoles antes del día de Acción de Gracias, Rick que ya estaba totalmente recuperado fue a la universidad a recoger a su hija. Kate tenía trabajo y no pudo acompañarle, al menos tendría los cuatro días libres y podría celebrar las fiestas en familia. Alexander había comprado un fantástico penthouse en Park Avenue y quería que la cena de Acción de Gracias se celebrara allí. Él mismo se ocupó de encargarlo todo a un restaurante. El compromiso lo celebrarían al día siguiente en “Balthazar” un restaurante cerca de la casa de Castle.
Los abuelos y Kate esperaban en el loft a que llegaran Rick y Alexis, charlaban animadamente cuando escucharon la cerradura y una exhalación pelirroja entró corriendo y gritando:
- ¡Abuela!, ¡Abuelo!, que ganas tenía de veros, os he echado tanto de menos.
- Cariño – decía una emocionada Martha – nosotros también, la casa no es lo mismo sin ti.
Después de saludar a sus abuelos le tocó el turno a Kate. Se besaron cariñosamente, mientras Alexis le decía flojito:
- Gracias por cuidar tan bien de papá, hacía tiempo que no lo veía tan feliz.
- Él también me hace muy feliz a mi, Alexis, ¿Qué tal por la universidad?
- ¡Oh! – exclamó la pelirroja – es emocionante, mi profesor de historia…
Y empezó a relatarle a su familia las mil y una anécdotas que tenía de sus primeros meses de universitaria. Todos la escuchaban atentamente y se alegraban de que estuviera tan contenta y tan bien adaptada.
Alexis venía con muchas ganas de familia y de Nueva York. Asistieron al desfile tradicional del día de acción de gracias, organizado por el centro comercial Macy’s, fueron a ver el árbol de navidad del Rockefeller Center, aunque no se encendería hasta la semana siguiente.
Pasaron un estupendo fin de semana, toda la familia, hasta Lillian vino desde San Francisco, para festejar esos días con ellos. Alexander y Martha decidieron que se casarían la próxima primavera.
*******************************************************************
Se acercaba la Navidad, que sería la primera que ellos pasarían juntos. Alexis volvería a casa por vacaciones y toda la familia se reuniría en el loft para celebrar las fiestas. Había estado nevando abundantemente, y al ser época de fiesta había bastante actividad en comisaría.
Rick era feliz, su libro “Entre bambalinas” se estaba vendiendo como rosquillas, y su nueva novela de Nikki Heat estaba muy adelantada. Kate llevaba bastante bien, ser la tercera esposa de Richard Castle, asistían a pocas fiestas, no les apetecía, solo iban a las que no tenían más remedio que ir, porque eran de la editorial y en cierto modo eran parte de su contrato. Además los periodistas estaban siendo bastante benévolos con ellos, había otros temas más interesantes. Un escritor casado que iba a todos lados con su esposa no era de mucho interés, aunque esta fuera su fuente de inspiración creativa.
Llevaban una vida bastante tranquila, y realmente estaban a gusto. Mientras ella estaba en comisaría, él se dedicó a decorar la casa de navidad, puso el árbol, los adornos, mientras ideaba que les regalaría a los miembros de su familia. Con su madre acertaba siempre, ropa, complementos, alguna joya, a Alexander lo iba conociendo, y sabía que le podría gustar.
El regalo de Alexis lo tenía decidido hacía ya tiempo y Kate terminó de convencerlo, pero era a ella a la que no tenía muy claro que regalarle, no porque no se le ocurrieran ideas, sino porque siempre le decía que no hacía falta que se gastara esa cantidad de dinero cada vez que le hacía un regalo, pues ella no podía corresponderle. A pesar de hacerle ver, que se gastaba el dinero con mucho gusto, no quería hacerle regalos ostentosos, así que tuvo que poner a trabajar su imaginación.
A Kate le ilusionaban las próximas fiestas de navidad, pues hacía tiempo que no las pasaba tan en familia. Desde que murió su madre, ella cenaba con su padre en nochebuena, y almorzaban juntos el día de navidad y año nuevo. La noche de fin de año si no iba a alguna fiesta la pasaba en casa, o haciéndole compañía a su padre. La verdad es que desde que faltaba Johanna las navidades eran una fecha muy triste para los dos.
Ahora tenía una familia, y estaba casada con un crío encantador que lo único que hacía era decirle lo bien que lo iban a pasar, lo bonitas que eran esas fiestas, lo importante que era el espíritu de la navidad, y tantas cosas le decía que empezaba a ponerse nerviosa.
Cuando Rick apareció por el loft, con aquel abeto más grande que él, Kate pensó que se había vuelto loco, pero cuando empezó a sacar cajas de adornos del armario del vestíbulo, lo confirmó del todo. Y ya cuando él le preguntó que donde guardaba sus adornos navideños y ella le dijo que no tenía, fue tal la cara que se le puso de pena, que casi llora con él.
- No importa – dijo él – ahora mismo lo solucionamos. No hay nada que no se pueda arreglar.
Cogió los abrigos del armario, ayudándola a ponerse el suyo. Le rodeó el cuello con la bufanda y le puso el gorro, como si de una niña se tratase. Ella sonriente se dejaba hacer. Cuando él estuvo listo, la cogió de la mano y juntos salieron de la casa.
- ¿Se puede saber a donde vamos? – preguntó divertida.
- A impregnarte de espíritu navideño.
Y se subieron a un taxi que a indicaciones de Rick, los llevó al 871 de la séptima avenida, a una preciosa tienda de adornos navideños. Entraron y el solo le dijo:
- Elige lo que quieras.
- Pero Rick, en casa ya hay muchos adornos no nos hacen falta más.
- Es nuestro primer abeto familiar, hay adornos de Alexis, de mi madre y míos, ahora solo faltan los tuyos – le dijo solemne – así que ya puedes empezar – y le dio una cesta para que la fuese llenando con lo que quisiese.
Ella empezó a mirar y poco a poco fue escogiendo los detalles que más le llamaban la atención, hasta que ya le pareció que tenía bastantes.
- ¿Te parecen bien? – le preguntó risueña.
- Me parecen perfectos – y cogiendo la cesta se acercó a pagar a la caja.
- ¿No debería pagar yo mis adornos?, si los pagas tu, no serán míos, ¿no?
- Serán tuyos si yo te los regalo – dijo callándola con un beso.
Y se fueron paseando hasta que se cansaron y tomaron otro taxi para regresar a la casa.
Quedaban solo dos días para la Navidad. Alexis ya estaba de vacaciones y feliz de estar de regreso. La casa estaba alegremente adornada, Kate nunca se pudo imaginar que se iba a impregnar tanto del espíritu navideño de su familia. Esa tarde nevaba copiosamente y estaba la familia reunida en el salón, con la chimenea encendida, además del extraordinario árbol de navidad que ella misma ayudó a adornar.
Rick estaba escribiendo en su despacho, Alexis, Martha y Kate, conversaban animadamente.
- ¿Te ha contado ya papá donde cenamos la noche de Navidad? – le preguntó Alexis interesada.
- ¿No cenaremos aquí en la casa? – preguntó a su vez Kate.
- Papá – protestó la pelirroja – no le has dicho nada a Kate de donde vamos y a lo mejor a ella no le apetece.
- Pero, ¿A dónde vais? – preguntó curiosa – ¿a un restaurante?
- Yo pensaba que fuera una sorpresa – intervino Rick desde el despacho – pero mi queridísima hija no se ha podido callar.
- No a todo el mundo tiene que gustarle cenar allí en Navidad, hijo – comentó Martha – es mejor que Kate lo sepa, igual prefiere ir a otro sitio.
- Espero que no, porque me gustaría que cenáramos juntos – dijo él.
- Pero, ¿se puede saber a donde vais y que es lo que ocurre allí?
- Cenamos en Saint Joseph – dijo Alexis.
- ¿Es un hotel? – preguntó Kate – no me suena el nombre, será que no lo conozco.
- Bueno, podría decirse que es una especie de hotel – dijo Rick, que se había levantado de escribir y se sentó con ellas en el salón.
- Entonces, ¿qué es? – preguntó Kate impaciente.
- Es un hogar infantil – dijo Rick – un lugar donde viven niños sin familia.
- ¿Un orfanato? – preguntó extrañada – ¿celebráis la cena de Nochebuena en un orfanato?, y eso, ¿Por qué?
- El espíritu navideño de papá – rió Alexis – desde que leyó “Cuento de Navidad” de Dickens, se porta así, no quiere ser un millonario al que visiten los fantasmas.
- Pero, ¡que ocurrente que está mi niña desde que es universitaria! – dijo Castle con ironía – sabes perfectamente que no es por eso.
- Claro que lo sé – la chica besó y abrazó a su padre – por eso me encanta acompañarte, para mi las navidades no serían lo mismo si no las celebráramos con los niños de Saint Joseph.
- Sigo aquí – dijo Kate – ¿alguien puede explicarme que es lo que ocurre?
- Un día en una lectura y posterior firma de libros una mujer me preguntó si podría hablar conmigo al terminar. Le dije que si. Estuvo esperando más de tres horas. Cuando hablé con ella me comentó que me había oído hablar de mi hija y que a ella le encantaba que le contara cuentos y entonces me preguntó si me gustaría contarle cuentos a otros niños que no tenían la suerte de tener un padre que lo hiciera. Le dije que si y me dijo que ella era la directora del Hogar Infantil Saint Joseph y que le dijera que día podría ir. Quedé con ella una tarde y cuando llegué estaban allí todos esos niños, sentados esperándome como si yo fuera Santa Claus, ella me presentó como el cuenta cuentos y todos me miraron con sus caritas anhelantes. No he estado más nervioso en mi vida, no quería defraudar a ese público que seguro iba a ser el más exigente que había tenido nunca.
- ¿Y que ocurrió? – preguntó ella con gran curiosidad – ¿te pusiste muy nervioso e hiciste el ridículo ante los niños porque no te salían las palabras?
- Mujer de poca fe – respondió con falso tono de ofensa – salí bastante airoso.
- Papá les contó el cuento de “Los músicos de Bremen” que siempre ha sido mi favorito – intervino Alexis y a los niños les encantó.
- Me gustó tanto la experiencia que seguí yendo siempre que podía y empecé a colaborar con el hogar.
- ¿Le das donativos? – preguntó Kate.
- Cuando alguien como yo, que tiene recursos sale en la prensa, empiezan a acechar los buitres. Te llueven ofertas y solicitudes de ayuda de todos lados. Siempre me he considerado un hombre generoso, pero he de reconocer que precisamente por eso más de una vez han intentado estafarme. Al conocer a esos niños supe que ese era el lugar adecuado para prestar mi ayuda.
- ¿Eres uno de esos ricachones que se lava la conciencia de Navidad en Navidad? – le preguntó ella mordaz.
- Me ofendes Katherine Becket – colaboro con ellos siempre que puedo y no solo en Navidad.
- Este hijo mío se deja allí sus buenas cantidades de dinero, que si una caldera nueva, que si la ortodoncia de Annie, que si las nuevas gafas de Billy, que si el tratamiento para el asma de Phoebe, que si regalos para todos en Navidad, que si…
- Ya vale – dijo Rick un poco apurado – no hace falta que enumeres cada factura que he pagado y no me mires de esa forma señora Castle – ella lo miraba con una mezcla de sorpresa y admiración – te prometo que a ti tampoco te faltará nunca nada y si alguna vez quieres dejarme todavía podré pasarte una sustanciosa pensión.
A Kate le molestó bastante el comentario de él, tanto que cogió lo primero que tenía a mano, una figurilla de adorno y se la lanzó a la cabeza.
- Ahora eres tu quien me ofendes Richard Castle – dijo enfadada – que te quede muy claro que no me he casado contigo por tu dinero, ¡serás cretino!
Él logró apartarse y la figurilla se estrelló contra la pared.
- ¡Eh! Que te vas a quedar viuda ante de que pueda firmar los papeles de mi nuevo testamento.
- ¡Huyy!, no te soporto cuando te pones así – le espetó ella.
Mientras, Alexis y Martha observaban la escena divertidas, como si siguieran atentamente un partido de tenis.
- No te enfades conmigo cariño – le dijo mientras intentaba besarla – solo era una broma, ya sé que además de por mi dinero te casaste conmigo por mi encanto y otras cosas que te hago, que no voy a decir delante de mi madre y de mi hija.
Por respuesta su mujer le dio con un cojín en la cabeza diciéndole:
- No te doy con algo más duro porque luego la sangre es muy difícil de limpiar, que si no…
- Yo también te quiero mi vida – le dijo pudiéndola besar por fin.
- Bueno – dijo ella – así que cenar en el hogar infantil es tu buena obra, pues no quedará más remedio que acompañarte.
- ¿Sabes?, siempre me han encantado las navidades – le dijo él ya serio – han sido para mí unas fechas mágicas, pero nunca las he celebrado de manera tradicional.
- Richard siempre añoró tener una familia convencional – intervino Martha – y en Navidad es cuando más la ha echado de menos.
- No te reprocho nada mamá – dijo Rick – lo hiciste lo mejor que pudiste y a mi me encantaba celebrar la Navidad en el teatro, allí todo era mágico – dijo con añoranza.
- Lo sé hijo, siempre he pensado que leíste “Mujercitas” demasiadas veces – sonrió su madre.
- ¿”Mujercitas”? – se rió Kate de él – no es una lectura muy varonil que digamos, ¿Quién querías ser?, ¿Jo?, como también escribía…
- Eres cruel conmigo, además es un clásico de la literatura y no, no quería ser Jo, quería ser Laurie – replicó molesto – me gusta ir al Hogar y llevarles regalos a esos niños, me gusta ayudarles a disfrutar de una Navidad mejor.
- Pues entonces compraremos regalos para todos y se los llevaremos Papá Noel – le dijo ella.
- Me va a encantar presentarles a los niños a la Señora Claus – y le dio un besito en los labios.
CONTINUARÁ…
Ya que Marlowe no nos lo da de momento, yo me lo invento. Espero que os guste y aunque un poco pronto aún ¡Feliz Navidad!
Capítulo 32:
Se acercaba el día de Acción de Gracias y querían aprovechar los días de fiesta y celebrar también la cena de compromiso de Martha y Alexander. A Martha le sorprendió bastante la propuesta de matrimonio, pero en el fondo estaba encantada, por fin iba a cumplir su sueño desde que era jovencita, casarse con aquel apuesto muchacho del que se enamoró como una loca y nunca había podido olvidar.
Ella le puso una sola condición, que seguiría actuando mientras le ofrecieran papeles que valieran la pena. Él le puso dos, que se casaran en su casa del valle de Napa y que cuando acabara la temporada de teatro, se fueran a California. A ella le pareció justo y aceptó la propuesta, se lo comunicaron a Rick y a Kate, aunque estos ya lo sabían y salieron a cenar para celebrarlo. Llamaron a Alexis y a Lillian por teléfono y las dos gritaron de felicidad al saber la noticia.
El miércoles antes del día de Acción de Gracias, Rick que ya estaba totalmente recuperado fue a la universidad a recoger a su hija. Kate tenía trabajo y no pudo acompañarle, al menos tendría los cuatro días libres y podría celebrar las fiestas en familia. Alexander había comprado un fantástico penthouse en Park Avenue y quería que la cena de Acción de Gracias se celebrara allí. Él mismo se ocupó de encargarlo todo a un restaurante. El compromiso lo celebrarían al día siguiente en “Balthazar” un restaurante cerca de la casa de Castle.
Los abuelos y Kate esperaban en el loft a que llegaran Rick y Alexis, charlaban animadamente cuando escucharon la cerradura y una exhalación pelirroja entró corriendo y gritando:
- ¡Abuela!, ¡Abuelo!, que ganas tenía de veros, os he echado tanto de menos.
- Cariño – decía una emocionada Martha – nosotros también, la casa no es lo mismo sin ti.
Después de saludar a sus abuelos le tocó el turno a Kate. Se besaron cariñosamente, mientras Alexis le decía flojito:
- Gracias por cuidar tan bien de papá, hacía tiempo que no lo veía tan feliz.
- Él también me hace muy feliz a mi, Alexis, ¿Qué tal por la universidad?
- ¡Oh! – exclamó la pelirroja – es emocionante, mi profesor de historia…
Y empezó a relatarle a su familia las mil y una anécdotas que tenía de sus primeros meses de universitaria. Todos la escuchaban atentamente y se alegraban de que estuviera tan contenta y tan bien adaptada.
Alexis venía con muchas ganas de familia y de Nueva York. Asistieron al desfile tradicional del día de acción de gracias, organizado por el centro comercial Macy’s, fueron a ver el árbol de navidad del Rockefeller Center, aunque no se encendería hasta la semana siguiente.
Pasaron un estupendo fin de semana, toda la familia, hasta Lillian vino desde San Francisco, para festejar esos días con ellos. Alexander y Martha decidieron que se casarían la próxima primavera.
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Se acercaba la Navidad, que sería la primera que ellos pasarían juntos. Alexis volvería a casa por vacaciones y toda la familia se reuniría en el loft para celebrar las fiestas. Había estado nevando abundantemente, y al ser época de fiesta había bastante actividad en comisaría.
Rick era feliz, su libro “Entre bambalinas” se estaba vendiendo como rosquillas, y su nueva novela de Nikki Heat estaba muy adelantada. Kate llevaba bastante bien, ser la tercera esposa de Richard Castle, asistían a pocas fiestas, no les apetecía, solo iban a las que no tenían más remedio que ir, porque eran de la editorial y en cierto modo eran parte de su contrato. Además los periodistas estaban siendo bastante benévolos con ellos, había otros temas más interesantes. Un escritor casado que iba a todos lados con su esposa no era de mucho interés, aunque esta fuera su fuente de inspiración creativa.
Llevaban una vida bastante tranquila, y realmente estaban a gusto. Mientras ella estaba en comisaría, él se dedicó a decorar la casa de navidad, puso el árbol, los adornos, mientras ideaba que les regalaría a los miembros de su familia. Con su madre acertaba siempre, ropa, complementos, alguna joya, a Alexander lo iba conociendo, y sabía que le podría gustar.
El regalo de Alexis lo tenía decidido hacía ya tiempo y Kate terminó de convencerlo, pero era a ella a la que no tenía muy claro que regalarle, no porque no se le ocurrieran ideas, sino porque siempre le decía que no hacía falta que se gastara esa cantidad de dinero cada vez que le hacía un regalo, pues ella no podía corresponderle. A pesar de hacerle ver, que se gastaba el dinero con mucho gusto, no quería hacerle regalos ostentosos, así que tuvo que poner a trabajar su imaginación.
A Kate le ilusionaban las próximas fiestas de navidad, pues hacía tiempo que no las pasaba tan en familia. Desde que murió su madre, ella cenaba con su padre en nochebuena, y almorzaban juntos el día de navidad y año nuevo. La noche de fin de año si no iba a alguna fiesta la pasaba en casa, o haciéndole compañía a su padre. La verdad es que desde que faltaba Johanna las navidades eran una fecha muy triste para los dos.
Ahora tenía una familia, y estaba casada con un crío encantador que lo único que hacía era decirle lo bien que lo iban a pasar, lo bonitas que eran esas fiestas, lo importante que era el espíritu de la navidad, y tantas cosas le decía que empezaba a ponerse nerviosa.
Cuando Rick apareció por el loft, con aquel abeto más grande que él, Kate pensó que se había vuelto loco, pero cuando empezó a sacar cajas de adornos del armario del vestíbulo, lo confirmó del todo. Y ya cuando él le preguntó que donde guardaba sus adornos navideños y ella le dijo que no tenía, fue tal la cara que se le puso de pena, que casi llora con él.
- No importa – dijo él – ahora mismo lo solucionamos. No hay nada que no se pueda arreglar.
Cogió los abrigos del armario, ayudándola a ponerse el suyo. Le rodeó el cuello con la bufanda y le puso el gorro, como si de una niña se tratase. Ella sonriente se dejaba hacer. Cuando él estuvo listo, la cogió de la mano y juntos salieron de la casa.
- ¿Se puede saber a donde vamos? – preguntó divertida.
- A impregnarte de espíritu navideño.
Y se subieron a un taxi que a indicaciones de Rick, los llevó al 871 de la séptima avenida, a una preciosa tienda de adornos navideños. Entraron y el solo le dijo:
- Elige lo que quieras.
- Pero Rick, en casa ya hay muchos adornos no nos hacen falta más.
- Es nuestro primer abeto familiar, hay adornos de Alexis, de mi madre y míos, ahora solo faltan los tuyos – le dijo solemne – así que ya puedes empezar – y le dio una cesta para que la fuese llenando con lo que quisiese.
Ella empezó a mirar y poco a poco fue escogiendo los detalles que más le llamaban la atención, hasta que ya le pareció que tenía bastantes.
- ¿Te parecen bien? – le preguntó risueña.
- Me parecen perfectos – y cogiendo la cesta se acercó a pagar a la caja.
- ¿No debería pagar yo mis adornos?, si los pagas tu, no serán míos, ¿no?
- Serán tuyos si yo te los regalo – dijo callándola con un beso.
Y se fueron paseando hasta que se cansaron y tomaron otro taxi para regresar a la casa.
Quedaban solo dos días para la Navidad. Alexis ya estaba de vacaciones y feliz de estar de regreso. La casa estaba alegremente adornada, Kate nunca se pudo imaginar que se iba a impregnar tanto del espíritu navideño de su familia. Esa tarde nevaba copiosamente y estaba la familia reunida en el salón, con la chimenea encendida, además del extraordinario árbol de navidad que ella misma ayudó a adornar.
Rick estaba escribiendo en su despacho, Alexis, Martha y Kate, conversaban animadamente.
- ¿Te ha contado ya papá donde cenamos la noche de Navidad? – le preguntó Alexis interesada.
- ¿No cenaremos aquí en la casa? – preguntó a su vez Kate.
- Papá – protestó la pelirroja – no le has dicho nada a Kate de donde vamos y a lo mejor a ella no le apetece.
- Pero, ¿A dónde vais? – preguntó curiosa – ¿a un restaurante?
- Yo pensaba que fuera una sorpresa – intervino Rick desde el despacho – pero mi queridísima hija no se ha podido callar.
- No a todo el mundo tiene que gustarle cenar allí en Navidad, hijo – comentó Martha – es mejor que Kate lo sepa, igual prefiere ir a otro sitio.
- Espero que no, porque me gustaría que cenáramos juntos – dijo él.
- Pero, ¿se puede saber a donde vais y que es lo que ocurre allí?
- Cenamos en Saint Joseph – dijo Alexis.
- ¿Es un hotel? – preguntó Kate – no me suena el nombre, será que no lo conozco.
- Bueno, podría decirse que es una especie de hotel – dijo Rick, que se había levantado de escribir y se sentó con ellas en el salón.
- Entonces, ¿qué es? – preguntó Kate impaciente.
- Es un hogar infantil – dijo Rick – un lugar donde viven niños sin familia.
- ¿Un orfanato? – preguntó extrañada – ¿celebráis la cena de Nochebuena en un orfanato?, y eso, ¿Por qué?
- El espíritu navideño de papá – rió Alexis – desde que leyó “Cuento de Navidad” de Dickens, se porta así, no quiere ser un millonario al que visiten los fantasmas.
- Pero, ¡que ocurrente que está mi niña desde que es universitaria! – dijo Castle con ironía – sabes perfectamente que no es por eso.
- Claro que lo sé – la chica besó y abrazó a su padre – por eso me encanta acompañarte, para mi las navidades no serían lo mismo si no las celebráramos con los niños de Saint Joseph.
- Sigo aquí – dijo Kate – ¿alguien puede explicarme que es lo que ocurre?
- Un día en una lectura y posterior firma de libros una mujer me preguntó si podría hablar conmigo al terminar. Le dije que si. Estuvo esperando más de tres horas. Cuando hablé con ella me comentó que me había oído hablar de mi hija y que a ella le encantaba que le contara cuentos y entonces me preguntó si me gustaría contarle cuentos a otros niños que no tenían la suerte de tener un padre que lo hiciera. Le dije que si y me dijo que ella era la directora del Hogar Infantil Saint Joseph y que le dijera que día podría ir. Quedé con ella una tarde y cuando llegué estaban allí todos esos niños, sentados esperándome como si yo fuera Santa Claus, ella me presentó como el cuenta cuentos y todos me miraron con sus caritas anhelantes. No he estado más nervioso en mi vida, no quería defraudar a ese público que seguro iba a ser el más exigente que había tenido nunca.
- ¿Y que ocurrió? – preguntó ella con gran curiosidad – ¿te pusiste muy nervioso e hiciste el ridículo ante los niños porque no te salían las palabras?
- Mujer de poca fe – respondió con falso tono de ofensa – salí bastante airoso.
- Papá les contó el cuento de “Los músicos de Bremen” que siempre ha sido mi favorito – intervino Alexis y a los niños les encantó.
- Me gustó tanto la experiencia que seguí yendo siempre que podía y empecé a colaborar con el hogar.
- ¿Le das donativos? – preguntó Kate.
- Cuando alguien como yo, que tiene recursos sale en la prensa, empiezan a acechar los buitres. Te llueven ofertas y solicitudes de ayuda de todos lados. Siempre me he considerado un hombre generoso, pero he de reconocer que precisamente por eso más de una vez han intentado estafarme. Al conocer a esos niños supe que ese era el lugar adecuado para prestar mi ayuda.
- ¿Eres uno de esos ricachones que se lava la conciencia de Navidad en Navidad? – le preguntó ella mordaz.
- Me ofendes Katherine Becket – colaboro con ellos siempre que puedo y no solo en Navidad.
- Este hijo mío se deja allí sus buenas cantidades de dinero, que si una caldera nueva, que si la ortodoncia de Annie, que si las nuevas gafas de Billy, que si el tratamiento para el asma de Phoebe, que si regalos para todos en Navidad, que si…
- Ya vale – dijo Rick un poco apurado – no hace falta que enumeres cada factura que he pagado y no me mires de esa forma señora Castle – ella lo miraba con una mezcla de sorpresa y admiración – te prometo que a ti tampoco te faltará nunca nada y si alguna vez quieres dejarme todavía podré pasarte una sustanciosa pensión.
A Kate le molestó bastante el comentario de él, tanto que cogió lo primero que tenía a mano, una figurilla de adorno y se la lanzó a la cabeza.
- Ahora eres tu quien me ofendes Richard Castle – dijo enfadada – que te quede muy claro que no me he casado contigo por tu dinero, ¡serás cretino!
Él logró apartarse y la figurilla se estrelló contra la pared.
- ¡Eh! Que te vas a quedar viuda ante de que pueda firmar los papeles de mi nuevo testamento.
- ¡Huyy!, no te soporto cuando te pones así – le espetó ella.
Mientras, Alexis y Martha observaban la escena divertidas, como si siguieran atentamente un partido de tenis.
- No te enfades conmigo cariño – le dijo mientras intentaba besarla – solo era una broma, ya sé que además de por mi dinero te casaste conmigo por mi encanto y otras cosas que te hago, que no voy a decir delante de mi madre y de mi hija.
Por respuesta su mujer le dio con un cojín en la cabeza diciéndole:
- No te doy con algo más duro porque luego la sangre es muy difícil de limpiar, que si no…
- Yo también te quiero mi vida – le dijo pudiéndola besar por fin.
- Bueno – dijo ella – así que cenar en el hogar infantil es tu buena obra, pues no quedará más remedio que acompañarte.
- ¿Sabes?, siempre me han encantado las navidades – le dijo él ya serio – han sido para mí unas fechas mágicas, pero nunca las he celebrado de manera tradicional.
- Richard siempre añoró tener una familia convencional – intervino Martha – y en Navidad es cuando más la ha echado de menos.
- No te reprocho nada mamá – dijo Rick – lo hiciste lo mejor que pudiste y a mi me encantaba celebrar la Navidad en el teatro, allí todo era mágico – dijo con añoranza.
- Lo sé hijo, siempre he pensado que leíste “Mujercitas” demasiadas veces – sonrió su madre.
- ¿”Mujercitas”? – se rió Kate de él – no es una lectura muy varonil que digamos, ¿Quién querías ser?, ¿Jo?, como también escribía…
- Eres cruel conmigo, además es un clásico de la literatura y no, no quería ser Jo, quería ser Laurie – replicó molesto – me gusta ir al Hogar y llevarles regalos a esos niños, me gusta ayudarles a disfrutar de una Navidad mejor.
- Pues entonces compraremos regalos para todos y se los llevaremos Papá Noel – le dijo ella.
- Me va a encantar presentarles a los niños a la Señora Claus – y le dio un besito en los labios.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Es mas tierno Castle... La discusión con Kate me rei a lo linod jajaja
Muy buen capitulo!!!
Muy buen capitulo!!!
Re: Para siempre, Último Capítulo
Que bonito lo que hace la familia Castle que tierno todo el capitulo me ha encantado
Muchas gracias por otro capitulo
Muchas gracias por otro capitulo
______________________
CASKETT ALWAYS
Re: Para siempre, Último Capítulo
me encanta! La señora Claus! Ya sabemos quién es por lo menos!
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
Pero como escribes tan bien a sido increíble, fenomenal, ya se me ha contagiado el espíritu navideño jajaja
Que mono es castle, la pelea con Kate me he reido mucho son geniales.
Que mono es castle, la pelea con Kate me he reido mucho son geniales.
Duende- Escritor - Policia
- Mensajes : 1212
Fecha de inscripción : 01/03/2011
Edad : 36
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
Qué chulo!! si es que ellos también son como niños en sus peleas! sigue pronto!
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
aajajajajajajjaajaj ke bueno..la señora claus...ajjaajajcomo mola
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Que bien, nuestra Martha se casa y con el hombre de su vida, eso quiere decir que este será el definitivo, no??
Y qué decir de esta parejota, me he reido mucho con la pequeña discusión.
Gracias por otro capítulo, es genial este fic!!
Y qué decir de esta parejota, me he reido mucho con la pequeña discusión.
Gracias por otro capítulo, es genial este fic!!
rakel- Escritor - Policia
- Mensajes : 1218
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: Para siempre, Último Capítulo
y el mini CasKett cuando??? ..... está quedando de lujo el fic.
Gracias
Gracias
Ange- Ayudante de policia
- Mensajes : 83
Fecha de inscripción : 14/09/2011
Re: Para siempre, Último Capítulo
Cata que decirte, me encanta tu fic, y ya quiero el proximo capiiiiiiiiiii
moth13- Policia de homicidios
- Mensajes : 695
Fecha de inscripción : 24/04/2011
Localización : Madrid
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