Para siempre, Último Capítulo
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por .:DaNu:. Jue Sep 29, 2011 2:53 pm
awww 
quiero ver la reaccion de los niños al ver a la Señora Claus ^_^
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.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Cata Castillo Dom Oct 02, 2011 3:54 am
¡Hola de nuevo! Antes que nada muchas gracias por leer y por dejar vuestra opinión, siempre se agradecen los mensajitos. Me alegro de que os guste la historia. Aquí os dejo el nuevo capítulo. Seguimos celebrando la Navidad. ¡Ho, ho, ho!
Capítulo 33:
Llegó la Nochebuena y se prepararon para ir a cenar al Hogar Infantil. Solo irían los cuatro. Jim Becket había sido invitado a cenar con unos amigos, pero iría a la casa el día de Navidad para almorzar con ellos.
Alexander había vuelto al Valle de Napa, a solucionar algo referente a sus bodegas con la intención de volverse con Lillian y celebrar todos juntos las fiestas, pero a causa de una impresionante tormenta de nieve que había caído sobre Nueva York, se cerró el JFK y se suspendió el vuelo, así que al final no pudieron ir.
Llegaron a Saint Joseph y salió a recibirlos Abigail Green, la directora que los recibió cordialmente. Se interesó por la salud de Richard pues había sabido de su accidente, y le dijo que los niños le habían echado de menos y estaban ansiosos de que esa noche les contara un nuevo cuento.
Entraron a la gran sala y los niños y niñas se acercaron a Rick para saludarlo, lo fueron guiando hasta llevarlo a un sillón al lado de la chimenea.
- ¿Qué cuento nos contará hoy Señor Castle? – preguntó Alfred muy educado.
- La señora Green dice que te pilló un coche, ¿se te han pegado los huesos que estaban “rompidos”? – preguntó Molly.
Y así todos le fueron preguntando cosas, dando a entender que lo habían echado de menos.
Las tres mujeres lo observaban. Kate se sentía terriblemente orgullosa, y al verlo interactuar con los chiquillos, empezaron a entrarle ganas de encargar un mini Castle, aunque de momento le gustaría esperar a hacer por lo menos un año de casados.
Castle le contó a los niños el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, aunque bastante suavizado en el tema de los espíritus por no asustar a los más pequeños.
Después del cuento, llegó la hora de cenar, fue una comida sencilla, pero a Kate le encantó. Al terminar la cena, todos estaban nerviosos, y susurraban entre ellos que ya venía Santa. Volvieron a la sala, todos se sentaron para esperar el gran momento. Kate se volvió para preguntarle algo a Rick, creyendo que iba tras ella, pero no lo vio. Le preguntó a Alexis donde estaba su padre y esta le dijo que en seguida estaría con ellas. Se hizo el silencio, se escuchaba ruido de cascabeles, y la familiar risa “Ho, ho, ho”
Kate miró a Alexis interrogante.
- ¿No me digas que…?
- Si – afirmó la pelirroja con una sonrisa – no creerías que se conformaría solo con pagar los regalos, ¿eh?
- Por supuesto que no – contestó ella – no sería Richard Castle.
Y durante un rato observaron como los chiquillos se acercaban a Santa Claus y le pedían lo que querían, que era sacado por este de unas grandes bolsas a modo de sacos. Algunos se sentaban en sus rodillas, sobre todo los más pequeños, los mayorcitos seguían el juego, pero todos recibían sus regalos emocionados.
- Pero, ¿cómo sabe que quería cada uno? – preguntó Kate.
- Abby manda las cartas de los niños a Papá Noel Castle y él se encarga de todo, ¿no te parece emocionante? – comentó orgullosa Alexis – papá hace feliz a mucha gente.
- Y que lo digas – dijo Kate para sí, pensando en ella misma.
Una vez que todos tuvieron sus regalos, incluido el personal del Hogar, fue Alexis la que se acercó a Santa Claus diciéndole a Kate:
- Sé que no es el de verdad, pero no puedo resistirme, me encanta – y fue a sentarse en las rodillas de su padre.
- Cuando termine Alexis, creo que a Papá Noel, le gustaría hablar contigo – le dijo Martha con una amplia sonrisa.
Le hizo caso y se acercó a él sentándose en sus rodillas.
- ¿Has sido una niña buena? – le preguntó Santa.
- Buenísima – respondió sonriendo.
- ¿Y que vas a querer que te regale? – preguntó muy metido en su papel.
- Creo que mejor el regalo te lo voy a hacer yo esta noche, Santa – dijo con tono infantil – y se me ocurren un montón de ideas para regalarte.
- ¿Sabes que ahora estás siendo una niña muy mala? – preguntó un poco sofocado, pues ella tenía el brazo puesto alrededor de su cuello y le estaba acariciando el cogote y toqueteándole la oreja a través de la peluca.
- Me gusta ser una niña mala – dijo con voz sugerente – aunque me arriesgue a quedarme sin regalos.
- Kate – dijo con voz ahogada – ¿sabes la cantidad de dinero que tendré que gastarme en psicólogos, cuando estos inocentes niños vean que a Papá Noel le crecen los pantalones?
Ella empezó a reír y se levantó de su regazo, pero antes le susurró al oído.
- Te quiero Santa.
- Y yo a ti, Mamá Noel.
Ellos habían dejado la entrega de regalos para la mañana de Navidad. Así que cada uno con cuidado de no ser vistos y en diferentes momentos de la noche, fue bajando al salón a dejar los paquetes debajo del árbol.
La primera en levantarse fue Alexis, empezó a preparar el tradicional chocolate caliente y mientras lo hacía fueron bajando los demás. Se tomaron cada uno una taza y se dispusieron a abrir los regalos. La primera fue Martha, según ella, porque era la mayor y tenía ese privilegio. Rick le regaló de parte de él y Kate, un elegante vestido y un bolso. Además un abrigo, y unos bonitos pendientes. La mujer estaba feliz, ella era de por si bastante agradecida, su hijo tenía buen gusto y cualquier cosa que este le comprara sabía que le iba a gustar.
Alexis había dado con una página en Internet, donde vendían perfumes a un precio bastante asequible y obsequió a cada uno con su perfume favorito, además un paraguas para su abuela, un pañuelo de seda para Kate y una bufanda de cachemira para su padre.
Kate le regaló a Rick, unos zapatos en compensación por aquellos en los que le vomitó y un marco con varias fotos de los dos en distintos momentos de la boda y de la luna de miel. Eran fotos muy personales y a él le encantó el regalo. También le regaló un bonito reloj deportivo, con “Siempre. Kate” grabado por detrás. Martha le regaló una chaqueta.
Llegó el turno de Kate, y él le dio varios paquetes.
- Espero haber acertado, es difícil regalarle a alguien que no quiere que le compren cosas caras – dijo serio – aunque tu no te has aplicado el cuento, y si te has gastado dinero en mí.
- No tanto como piensas, lo que cuenta es la intención.
Ella empezó a abrir paquetes. En el primero había un libro, lo abrió y sonrió al verlo. Estaba escrito por Rick, era sobre ellos dos, su historia pero a modo de cuento de caballeros, princesas y dragones, que también él con bastante buena mano había ilustrado. Luego lo había llevado a la imprenta para que lo imprimieran y encuadernaran. Lo había llamado “La princesa del castillo”.
- Me encanta, es precioso – dijo abriendo ya otro regalo.
Este era un CD de grabación casera, en el que él, había grabado varias canciones románticas. En una dedicatoria le ponía: “Gracias a ti, entiendo las canciones. Te quiero. Rick”
Ella le abrazó susurrándole al oído:
- Yo también entiendo las canciones gracias a ti.
El siguiente paquete tenía una gran tarjeta en forma de corazón, en la que podía leerse: “Ya sabes que me encanta verte con lencería muy sexy. Quiero vértelo puesto esta noche”. No pudo evitar sonrojarse y empezó a abrir el paquete con un poco de apuro, pensando en algún conjunto de encaje y bastante atrevido. Empezó a reír cunado sacó un pijama de pantalón rojo con lunares blancos y camiseta roja con un gran dibujo de Minnie Mouse en la parte delantera.
En el siguiente había un aparatoso reloj despertador con una nota que decía: “Prefiero un solo minuto contigo a una eternidad sin ti”. Ella sonrió y buscó más regalos, pero no había. Rick sonrió también e inocentemente le dijo:
- ¿Te han gustado tus regalos?, como me pediste he intentado gastar poco y ser imaginativo.
- Me han encantado – dijo besándolo y queriendo disimular la pena que le entró.
No pudo evitarlo, porque sabía lo que se había gastado en su madre y en su hija y ella en el fondo esperaba algo mejor, aunque le habían gustado mucho sus regalos y fue ella quien le insistió que no necesitaba regalos caros.
Rick la vio y también sintió pena, se acercó y la abrazó diciendo:
- Se me habían olvidado un par de cositas – y le dio otro paquete.
Ella lo abrió y cuando vio la caja, casi se desmaya al ver escrito en ella “Manolo Blahnik”. La abrió y dentro estaban los zapatos más increíbles que había tenido nunca.
- ¡Oh Rick! – acertó a decir solamente.
- ¿Te gustan? – preguntó el.
- ¿Qué si me gustan?, son maravillosos, pero ¿Cómo…?
- De verdad creías que te iba a hacer caso con lo de los regalos, pues lo siento, vas a tener que aguantarte porque me encanta hacer regalos, y cuando pasé el otro día por la calle 54, sabiendo lo que te gustan unos zapatos y los vi en el escaparate, supe que eran para ti.
- Gracias por no hacerme caso, unos Manolo, ya verás cuando los vea Lanie.
- Y hay otra cosa, estos los vi cuando fui a comprar los de mi madre – y le entregó otro paquetito.
Lo abrió y sacó una cajita con unos bonitos pendientes de oro blanco y esmeraldas.
- Verdes, como tus ojos – y se besaron.
- Bueno, dijo una impaciente Alexis, todo es precioso, pero creo que ahora me toca a mí.
- Pues para ti solo hay esto y su padre le entregó un paquetito.
Lo abrió y cuando vio lo que había dentro empezó a gritar histérica.
- ¿Dónde esta?, ¿Dónde está? – preguntaba con las llaves de un coche en la mano.
- Cariño, no pudimos subirlo a la casa, anda vístete y vamos a verlo.
Subieron todos a vestirse y bien abrigados, bajaron a ver el regalo de Alexis. Debido a la fuerte nevada, estaba guardado en el garaje. Cuando vio el flamante Volkswagen New Beetle, de un brillante color rojo, se volvió loca de alegría. No sabía a quien besar antes si a su coche o a su padre. Se decidió por su padre, este le devolvió el abrazo y le dijo:
- Deberías darle las gracias a Kate, fue ella quien me convenció.
- Gracias, gracias – gritó histérica Alexis mientras la abrazaba.
- ¿Podré llevármelo a la universidad?
- Solo si ya no hay nieve y si me prometes que tendrás mucho cuidado.
- Lo prometo, me encanta, es genial. Tengo que llamar a Ashley para contárselo.
Después de ver el coche se volvieron a la casa, era casi la hora de almorzar, y Jim Becket tenía que estar al llegar.
El resto de las fiestas transcurrió de manera muy agradable, disfrutaron de la familia y de su mutua compañía. Kate siempre recordaría esas navidades como una de las mejores de su vida.
CONTINUARÁ…
Capítulo 33:
Llegó la Nochebuena y se prepararon para ir a cenar al Hogar Infantil. Solo irían los cuatro. Jim Becket había sido invitado a cenar con unos amigos, pero iría a la casa el día de Navidad para almorzar con ellos.
Alexander había vuelto al Valle de Napa, a solucionar algo referente a sus bodegas con la intención de volverse con Lillian y celebrar todos juntos las fiestas, pero a causa de una impresionante tormenta de nieve que había caído sobre Nueva York, se cerró el JFK y se suspendió el vuelo, así que al final no pudieron ir.
Llegaron a Saint Joseph y salió a recibirlos Abigail Green, la directora que los recibió cordialmente. Se interesó por la salud de Richard pues había sabido de su accidente, y le dijo que los niños le habían echado de menos y estaban ansiosos de que esa noche les contara un nuevo cuento.
Entraron a la gran sala y los niños y niñas se acercaron a Rick para saludarlo, lo fueron guiando hasta llevarlo a un sillón al lado de la chimenea.
- ¿Qué cuento nos contará hoy Señor Castle? – preguntó Alfred muy educado.
- La señora Green dice que te pilló un coche, ¿se te han pegado los huesos que estaban “rompidos”? – preguntó Molly.
Y así todos le fueron preguntando cosas, dando a entender que lo habían echado de menos.
Las tres mujeres lo observaban. Kate se sentía terriblemente orgullosa, y al verlo interactuar con los chiquillos, empezaron a entrarle ganas de encargar un mini Castle, aunque de momento le gustaría esperar a hacer por lo menos un año de casados.
Castle le contó a los niños el “Cuento de Navidad” de Charles Dickens, aunque bastante suavizado en el tema de los espíritus por no asustar a los más pequeños.
Después del cuento, llegó la hora de cenar, fue una comida sencilla, pero a Kate le encantó. Al terminar la cena, todos estaban nerviosos, y susurraban entre ellos que ya venía Santa. Volvieron a la sala, todos se sentaron para esperar el gran momento. Kate se volvió para preguntarle algo a Rick, creyendo que iba tras ella, pero no lo vio. Le preguntó a Alexis donde estaba su padre y esta le dijo que en seguida estaría con ellas. Se hizo el silencio, se escuchaba ruido de cascabeles, y la familiar risa “Ho, ho, ho”
Kate miró a Alexis interrogante.
- ¿No me digas que…?
- Si – afirmó la pelirroja con una sonrisa – no creerías que se conformaría solo con pagar los regalos, ¿eh?
- Por supuesto que no – contestó ella – no sería Richard Castle.
Y durante un rato observaron como los chiquillos se acercaban a Santa Claus y le pedían lo que querían, que era sacado por este de unas grandes bolsas a modo de sacos. Algunos se sentaban en sus rodillas, sobre todo los más pequeños, los mayorcitos seguían el juego, pero todos recibían sus regalos emocionados.
- Pero, ¿cómo sabe que quería cada uno? – preguntó Kate.
- Abby manda las cartas de los niños a Papá Noel Castle y él se encarga de todo, ¿no te parece emocionante? – comentó orgullosa Alexis – papá hace feliz a mucha gente.
- Y que lo digas – dijo Kate para sí, pensando en ella misma.
Una vez que todos tuvieron sus regalos, incluido el personal del Hogar, fue Alexis la que se acercó a Santa Claus diciéndole a Kate:
- Sé que no es el de verdad, pero no puedo resistirme, me encanta – y fue a sentarse en las rodillas de su padre.
- Cuando termine Alexis, creo que a Papá Noel, le gustaría hablar contigo – le dijo Martha con una amplia sonrisa.
Le hizo caso y se acercó a él sentándose en sus rodillas.
- ¿Has sido una niña buena? – le preguntó Santa.
- Buenísima – respondió sonriendo.
- ¿Y que vas a querer que te regale? – preguntó muy metido en su papel.
- Creo que mejor el regalo te lo voy a hacer yo esta noche, Santa – dijo con tono infantil – y se me ocurren un montón de ideas para regalarte.
- ¿Sabes que ahora estás siendo una niña muy mala? – preguntó un poco sofocado, pues ella tenía el brazo puesto alrededor de su cuello y le estaba acariciando el cogote y toqueteándole la oreja a través de la peluca.
- Me gusta ser una niña mala – dijo con voz sugerente – aunque me arriesgue a quedarme sin regalos.
- Kate – dijo con voz ahogada – ¿sabes la cantidad de dinero que tendré que gastarme en psicólogos, cuando estos inocentes niños vean que a Papá Noel le crecen los pantalones?
Ella empezó a reír y se levantó de su regazo, pero antes le susurró al oído.
- Te quiero Santa.
- Y yo a ti, Mamá Noel.
Ellos habían dejado la entrega de regalos para la mañana de Navidad. Así que cada uno con cuidado de no ser vistos y en diferentes momentos de la noche, fue bajando al salón a dejar los paquetes debajo del árbol.
La primera en levantarse fue Alexis, empezó a preparar el tradicional chocolate caliente y mientras lo hacía fueron bajando los demás. Se tomaron cada uno una taza y se dispusieron a abrir los regalos. La primera fue Martha, según ella, porque era la mayor y tenía ese privilegio. Rick le regaló de parte de él y Kate, un elegante vestido y un bolso. Además un abrigo, y unos bonitos pendientes. La mujer estaba feliz, ella era de por si bastante agradecida, su hijo tenía buen gusto y cualquier cosa que este le comprara sabía que le iba a gustar.
Alexis había dado con una página en Internet, donde vendían perfumes a un precio bastante asequible y obsequió a cada uno con su perfume favorito, además un paraguas para su abuela, un pañuelo de seda para Kate y una bufanda de cachemira para su padre.
Kate le regaló a Rick, unos zapatos en compensación por aquellos en los que le vomitó y un marco con varias fotos de los dos en distintos momentos de la boda y de la luna de miel. Eran fotos muy personales y a él le encantó el regalo. También le regaló un bonito reloj deportivo, con “Siempre. Kate” grabado por detrás. Martha le regaló una chaqueta.
Llegó el turno de Kate, y él le dio varios paquetes.
- Espero haber acertado, es difícil regalarle a alguien que no quiere que le compren cosas caras – dijo serio – aunque tu no te has aplicado el cuento, y si te has gastado dinero en mí.
- No tanto como piensas, lo que cuenta es la intención.
Ella empezó a abrir paquetes. En el primero había un libro, lo abrió y sonrió al verlo. Estaba escrito por Rick, era sobre ellos dos, su historia pero a modo de cuento de caballeros, princesas y dragones, que también él con bastante buena mano había ilustrado. Luego lo había llevado a la imprenta para que lo imprimieran y encuadernaran. Lo había llamado “La princesa del castillo”.
- Me encanta, es precioso – dijo abriendo ya otro regalo.
Este era un CD de grabación casera, en el que él, había grabado varias canciones románticas. En una dedicatoria le ponía: “Gracias a ti, entiendo las canciones. Te quiero. Rick”
Ella le abrazó susurrándole al oído:
- Yo también entiendo las canciones gracias a ti.
El siguiente paquete tenía una gran tarjeta en forma de corazón, en la que podía leerse: “Ya sabes que me encanta verte con lencería muy sexy. Quiero vértelo puesto esta noche”. No pudo evitar sonrojarse y empezó a abrir el paquete con un poco de apuro, pensando en algún conjunto de encaje y bastante atrevido. Empezó a reír cunado sacó un pijama de pantalón rojo con lunares blancos y camiseta roja con un gran dibujo de Minnie Mouse en la parte delantera.
En el siguiente había un aparatoso reloj despertador con una nota que decía: “Prefiero un solo minuto contigo a una eternidad sin ti”. Ella sonrió y buscó más regalos, pero no había. Rick sonrió también e inocentemente le dijo:
- ¿Te han gustado tus regalos?, como me pediste he intentado gastar poco y ser imaginativo.
- Me han encantado – dijo besándolo y queriendo disimular la pena que le entró.
No pudo evitarlo, porque sabía lo que se había gastado en su madre y en su hija y ella en el fondo esperaba algo mejor, aunque le habían gustado mucho sus regalos y fue ella quien le insistió que no necesitaba regalos caros.
Rick la vio y también sintió pena, se acercó y la abrazó diciendo:
- Se me habían olvidado un par de cositas – y le dio otro paquete.
Ella lo abrió y cuando vio la caja, casi se desmaya al ver escrito en ella “Manolo Blahnik”. La abrió y dentro estaban los zapatos más increíbles que había tenido nunca.
- ¡Oh Rick! – acertó a decir solamente.
- ¿Te gustan? – preguntó el.
- ¿Qué si me gustan?, son maravillosos, pero ¿Cómo…?
- De verdad creías que te iba a hacer caso con lo de los regalos, pues lo siento, vas a tener que aguantarte porque me encanta hacer regalos, y cuando pasé el otro día por la calle 54, sabiendo lo que te gustan unos zapatos y los vi en el escaparate, supe que eran para ti.
- Gracias por no hacerme caso, unos Manolo, ya verás cuando los vea Lanie.
- Y hay otra cosa, estos los vi cuando fui a comprar los de mi madre – y le entregó otro paquetito.
Lo abrió y sacó una cajita con unos bonitos pendientes de oro blanco y esmeraldas.
- Verdes, como tus ojos – y se besaron.
- Bueno, dijo una impaciente Alexis, todo es precioso, pero creo que ahora me toca a mí.
- Pues para ti solo hay esto y su padre le entregó un paquetito.
Lo abrió y cuando vio lo que había dentro empezó a gritar histérica.
- ¿Dónde esta?, ¿Dónde está? – preguntaba con las llaves de un coche en la mano.
- Cariño, no pudimos subirlo a la casa, anda vístete y vamos a verlo.
Subieron todos a vestirse y bien abrigados, bajaron a ver el regalo de Alexis. Debido a la fuerte nevada, estaba guardado en el garaje. Cuando vio el flamante Volkswagen New Beetle, de un brillante color rojo, se volvió loca de alegría. No sabía a quien besar antes si a su coche o a su padre. Se decidió por su padre, este le devolvió el abrazo y le dijo:
- Deberías darle las gracias a Kate, fue ella quien me convenció.
- Gracias, gracias – gritó histérica Alexis mientras la abrazaba.
- ¿Podré llevármelo a la universidad?
- Solo si ya no hay nieve y si me prometes que tendrás mucho cuidado.
- Lo prometo, me encanta, es genial. Tengo que llamar a Ashley para contárselo.
Después de ver el coche se volvieron a la casa, era casi la hora de almorzar, y Jim Becket tenía que estar al llegar.
El resto de las fiestas transcurrió de manera muy agradable, disfrutaron de la familia y de su mutua compañía. Kate siempre recordaría esas navidades como una de las mejores de su vida.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Jorja Dom Oct 02, 2011 4:11 am
Gran fiesta de navidad! Me encanta la familia que hacen... Yo me quedo con el regalo de Alexis, puedo? Yo se lo cuido jajaja
Muy buen capítulo!!!
Muy buen capítulo!!!
Jorja- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Teresita_yocastle$$NYPD Dom Oct 02, 2011 5:09 am
que lindo todo el capitulo alucinante 
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Teresita_yocastle$$NYPD- Moderador
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por BrujaAle Dom Oct 02, 2011 5:18 am
Me encanta el capi! la próxima navidad con bebé! jajaja Sigue pronto 
BrujaAle- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por GabiiLovesMela<3 Dom Oct 02, 2011 5:50 am
Me encanta!!!
Qué dulce Rick con los niños!!
Qué dulce Rick con los niños!!
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por castle&beckett..cris Dom Oct 02, 2011 7:50 am
yo tambien kiero un cocheee..jajaajajaj
que pasada..un capi impresionante
que pasada..un capi impresionante
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por rakel Dom Oct 02, 2011 8:08 am
Genial este fic!!!!!!!! cada vez me gusta más!! Muchas gracias por otro capítulo!!
SOY TU FAN!!
SOY TU FAN!!
rakel- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Cata Castillo Miér Oct 05, 2011 3:36 am
Buenas y calurosas tardes. Os dejo un nuevo capítulo. Espero que os guste y muchas gracias por comentar.
Capítulo 34:
La familia volvió a reunirse por completo para la boda de Martha y Alexander. Decidieron casarse en primavera, pues en esa época Alexis tenía vacaciones. Martha llevaba ya un mes en el valle de Napa, y el resto de la familia se reunió allí con ellos.
Alexander estaba tan feliz de casarse con Martha, que literalmente había tirado la casa por la ventana. Había organizado una boda por todo lo alto, quiso invitar a toda la alta sociedad californiana, aunque su futura esposa quiso frenarlo un poco, no hubo manera, estaba tan orgulloso de su familia que quería que todos la conocieran.
Richard no tenía muy claro como su padre iba a manejar eso, al fin y al cabo, él era un personaje público, y no le apetecía en absoluto airear su pasado, a nadie le importaba lo que pasó ni en que circunstancias. Bastante tenían que aguantar Kate y él, las habladurías y cotilleos, desde que se casó con su musa e inspiración para Nikki Heat, para que encima se supiese el culebrón que había sido su vida.
Pero Alexander se portó como un caballero, anunció su boda con la señora Martha Rodgers, pero que Richard era su verdadero hijo quedó en la intimidad de la familia.
Alexis fue la primera en llegar desde Boston. Sus abuelos fueron a recogerla al aeropuerto. Estaba muy contenta porque Ashley también había sido invitado a la boda.
Un par de días más tarde llegaron Rick y Kate, los recogió Lillian, tan cariñosa como siempre. Al llegar a los viñedos Carrington en el Valle de Napa, se quedaron alucinados por las dimensiones de la propiedad, era enorme, Lillian les señaló con la mano los viñedos de la familia, abarcaban gran cantidad de hectáreas.
Así mismo pasaron por delante de los edificios que constituían las bodegas, Lillian les iba explicando para que servía cada lugar y que se hacía en ellos, luego los llevó hasta la casa. Era bastante grande, de estilo colonial, edificada entre árboles y con una extensión de campiña de la que no se veía el fin. Martha salió a recibirlos, muy feliz de volver a verlos. Rick enseguida preguntó por Alexis, no se veían desde Navidad y estaba ansioso por ver a su niña. La abuela les comentó que había salido a montar a caballo con Alexander. Entraron a la casa, Martha le indicó a un empleado que subiese las maletas.
- ¡Vaya mamá! – sonrió Richard – tomando las riendas de tu nuevo hogar.
- Calla, calla – exclamó Martha – que por más que me guste el lujo, yo no estoy hecha para esto. Esta jovencita – dijo señalando a Lillian – ha delegado todas las funciones de señora de la casa en mí, en mí – dijo cómicamente – que no soy capaz de organizar mi armario.
- Yo estaba loca por quitarme eso de encima – contestó Lillian – aunque la casa funciona sola, tenemos un personal de mucha confianza y Lupe lo lleva todo genial.
- ¿Lupe? – preguntó Kate.
- Si hija –respondió Martha – no vas a creértelo pero tenemos un ama de llaves, una cocinera, una doncella, y a Enrique, que es el hijo de Lupe y es quien ha subido vuestro equipaje. Es un poco chico para todo, mantenimiento, chofer, mozo de cuadra.
- Yo me he mudado con Philip a la casa de la piscina, a papá no le ha hecho mucha gracia eso de que me vaya, pero va a tener que acostumbrarse.
En ese momento se oyó el trote de caballos y las voces de Alexis y su abuelo. Rick salió enseguida a recibirla. La chiquilla gritó de alegría cuando lo vio y bajándose del caballo se echó en los brazos de su padre.
Después de saludarse todos alegremente pasaron a la casa, ya que era la hora de almorzar y ya estaba servida la comida.
Terminaron de comer y Rick y Kate subieron a descansar un rato y a instalarse en su cuarto. Era una habitación grande y luminosa, alegremente decorada. Sacaron la ropa de las maletas y la colocaron en los armarios. Una vez colocado todo, Rick se echó en la amplia cama y dando unos golpecitos a su lado, invitó a su esposa a acostarse con él.
- ¿No te apetece estrenar esta monumental cama? – le preguntó con su sonrisa más seductora.
- ¿No se supone que debíamos descansar para la fiesta de esta noche? – le contestó ella.
- ¿Y que mejor forma de hacerlo que jugando un ratito a los médicos? – contestó juguetón – ya sabes lo bien que se te queda la piel y lo radiante que estás después de una de mis tratamientos.
Esa noche habría una cena, para la familia y algunos amigos, ya que la boda era dentro de dos días. Kate sonrió ante las palabras de Rick, era cierto, los tratamientos de su doctor particular la dejaban como nueva. Empezaron a besarse, a acariciarse y a quitarse la ropa, estaban los dos muy excitados, cuando ella lo interrumpió:
- Rick, para, recuerda que tienes que protegerte.
- Lo había olvidado – masculló él levantándose a coger un preservativo.
La ginecóloga le había recomendado a Kate un descanso en los anticonceptivos, por unas leves molestias que se le había presentado. No les dio mayor importancia, pero le comentó que no estaría de más descansar durante un mes. Así que Rick después de bastante tiempo había tenido que volver a comprar condones.
*********************************************************
En la cena fueron presentados a todas las amistades de los Carrington, la mayoría personas muy agradables, aunque había algún que otro estirado por allí.
Una vez terminada la cena, mientras la mayoría tomaban unas copas en el amplio porche, Lillian y Philip, les enseñaron a Rick y Kate, acompañados de Alexis y Ashley que había llegado también esa tarde, todos los alrededores de la casa.
Vieron el cobertizo y las cuadras, que eran impresionantes. Tenían unos cuantos caballos. Rick le preguntó a Kate:
- ¿Sabes montar a caballo?
- He montado algo, pero no mucho, ¿tu si?
- Gracias a la época glamourosa de mi madre, cuando me mandó al internado – comentó sonriente – allí me enseñaron a montar. Fue genial, me sentía como un auténtico caballero de mis novelas favoritas.
- Ya me lo imagino, ya – rió Kate.
- Luego quise que aprendiera Alexis, y la inscribí a unas clases, en Central Park. Cunado aprendió montábamos juntos. ¿Podemos montar mañana? – preguntándole a Lillian.
- Claro, esa sería la mejor forma de que lo conocierais todo, así podré enseñaros toda la propiedad.
- Yo no sé… – titubeó Kate.
- Te ensillaremos a Pandora – dijo Philip – es una yegua muy tranquila, ya verás como no te pasa nada, que tampoco vamos a echar una carrera.
- Y si no quiere ir sola esta bella dama, siempre puede montar con este apuesto caballero – dijo un sonriente Castle.
- Prefiero ir andando detrás – dijo ella.
- Me ofendes, milady – dijo queriendo parecer enfadado.
- Pues oféndete todo lo que quieras, pero no me fío de ti ni un pelo.
- Vuelves a ofenderme.
- ¿Siempre están así? – preguntó Lillian a Alexis con una sonrisa.
- Siempre, siempre no – contestó también riendo – pero si muy a menudo. ¿A que son divertidos?
- Y ahora me ofende mi querido retoño, ¿Cómo crees que se siente tu anciano progenitor al saber que lo consideras una vulgar diversión? – le dijo a su hija mientras la abrazaba.
- Tu nunca serás vulgar papá, diversión si, pero vulgar no – dijo riendo Alexis.
- Anda Sir Castle, volvamos a la fiesta – dijo Kate, que veía que aquella conversación de besugos no tenía trazas de acabar.
Volvieron a la casa y se reunieron con el resto de invitados, para terminar de pasar la velada.
***********************************************
A la mañana siguiente tal y como habían planeado, dieron un largo paseo a caballo por toda la propiedad. Richard se mostraba de lo más interesado, preguntaba por todo, las bodegas, elaboración del vino, la época de vendimia, la casa, la empresa, el vino.
Kate lo miraba alucinada, no se podía imaginar que Rick mostrara tanto interés por ese mundo, así que durante la parada que hicieron para el picnic, ella le preguntó:
- ¿Desde cuando ese interés por ser bodeguero, Rick?
- Y por que no puedo mostrar interés, es un mundo apasionante – contestó él.
- Bueno, cualquiera diría que piensas hacerte cargo de esto en breve – dijo Kate suspicaz.
- ¡Qué bien hermanito!, ¿te vas a venir a vivir aquí y hacerte cargo de tu parte del negocio? – preguntó Lillian jovial.
- ¿Vivir aquí? – preguntó Rick descolocado – ¿hacerme cargo de mi parte del negocio?, ¿Qué parte? ¿Y que negocio?, no entiendo nada.
- Es que has preguntado por todo papá – dijo Alexis apurada – y esa era la impresión que daba.
- Sigo sin entender nada – dijo Rick.
- Pensé que como vas a ser parte de esto, estabas interesado en conocer como funcionaba todo.
- Perdona, pero ¿de que se supone que voy a ser parte? – preguntó cada vez más mosqueado.
- ¿No te lo contó papá? – preguntó Lillian – ¿tampoco Martha?
- ¿Contarme que?, ¿Qué está pasando?, mira que me estáis asustando.
- Papá ha cambiado su testamento, en vez de dejármelo a mi todo, ha hecho dos partes, una para ti, y otra para mí – dijo su hermana con una sonrisa.
- ¿Y por que haría semejante estupidez? – preguntó molesto – este es tu patrimonio y que conste que yo no le pedí nada. Gracias a Dios, no me hace falta dinero, tengo suficiente.
- Tú también eres su hijo y se siente en deuda contigo por no haber estado a tu lado.
- Ya hablaré yo con él para que vuelva a cambiarlo, oye – dirigiéndose a Lillian – lo siento, te juro que no he tenido nada que ver.
- Ya lo sé, no tienes que disculparte y no creas que me afecta, sé lo que hay y te aseguro que hay más que suficiente para los dos, no voy a planear tu asesinato porque te vas a quedar con la mitad, al contrario, me vas a aliviar la carga.
- ¿Yo? – preguntó Rick – pero si no tengo ni idea de este mundo.
- ¿Y por que preguntabas entonces? – intervino Kate.
- Pues porque se me estaba ocurriendo escribir un libro sobre un crimen en unos viñedos – respondió – por eso me informaba, era simple documentación. ¿Acaso creías que mostraba interés por mi herencia? – dirigiéndose a Lillian.
- Pues creía que si, pero me encantará ayudarte a documentarte.
- Gracias, y por cierto, si hablaré con Alexander para que vuelva a cambiar el testamento, no me parece justo.
- Pues a mí si me lo parece, tienes derecho a tu herencia y piensa que es también la herencia de tu hija.
- Pero tendrás que seguir tu, ocupándote de todo – apostilló Rick,
*********************************************************
La ceremonia de la boda fue preciosa y entrañable. Se celebró en el jardín en una preciosa pérgola blanca que había sido decorada con flores y racimos de uvas.
Martha iba espectacular, con un sencillo y a la vez elegante vestido de color marfil, que completaba con un original tocado en la cabeza. Fue entregada a su futuro marido, por su hijo, que al igual que el novio vestía de chaqué.
Alexis, Lillian y Kate, iban de damas de honor, con vestidos de color verde, que a las tres le sentaban de maravilla.
Habían montado una carpa en el jardín y después de la emotiva ceremonia, hubo una comida y posterior baile. Degustaron los vinos de las bodegas familiares y todos los adultos estaban bastante alegres. Pusieron diferentes tipos de música, Castle estuvo bailando con sus tres mujeres, ya cuatro pues también bailó con su hermana. Esa noche empezó a darle a Kate su primera clase de salsa.
La fiesta siguió muy animada, ellos estaban bastante achispados, el vino estaba delicioso, era muy suave, y al ser servido frío entraba sin dificultad.
Se despidieron de los novios, estos se marchaban a un hotel, y a la mañana siguiente volaban rumbo a Cartagena de Indias, donde embarcarían en un crucero por el Caribe.
Rick y Kate se fueron a dar una vuelta, había demasiado ruido, necesitaban aire fresco y los dos estaban más que alegres. Llegaron hasta las cuadras y entraron porque a Kate le entraron unas repentinas ganas de darle las buenas noches a Pandora y además, las gracias por no haberla tirado el día anterior.
Estaban los dos diciendo pamplinas y con esa risa tonta por cualquier cosa. Se acercaron hasta donde estaba la yegua, que los olisqueó. Kate le dio las gracias solemnemente, Rick también le agradeció que hubiera cuidado de su mujercita. Empezaron a besarse, y fueron interrumpidos por Pandora que les resopló al lado, lo que los asustó y provocó más risas. Siguieron adentrándose en las cuadras, hasta que llegaron a uno de los boxes para caballos que estaba vacío.
Rick empezó a susurrarle que una de sus fantasías era hacerlo en una cuadra, sobre la paja. Ella le siguió el juego. Estaban cada vez más excitados, él solo con los pantalones y ella en ropa interior. De pronto Rick para de besarla y acariciarla, ella protesta, pero el vuelve a retirar sus manos, cuando ella las empieza a meter en sus pantalones, intentando abrir la cremallera, y así liberar al pequeño Ricky que ya no es tan pequeño.
- Kate, no, para, para – le dice entre jadeos.
- ¿Qué me pare por que?, ¿Es que no te gusta?
- Claro que me gusta, me encanta, pero no podemos hacerlo – y volvía a separar sus manos.
- Pero, ¿Por qué? – decía ella jadeando entre susurros.
- No tengo aquí protección – le dijo él.
- Da igual, no quiero que pares, ahora no.
- Pero los preservativos están en el cuarto.
Ella lo miró a los ojos:
- No importa Rick, de veras, no va a pasar nada, sería demasiada casualidad.
- ¿Estás segura?
- Claro que si, segurísima.
- Y si pasa algo y luego me disparas alegando que me aproveché porque estabas beoda.
- No estoy tan borracha, Rick, soy perfectamente consciente de lo que estamos haciendo, vamos a vivir una de tus fantasías, y ahora mismo no quiero parar, ¿quieres parar tu?
- Yo tampoco, mi amor, yo tampoco.
Y siguieron dando rienda suelta a su amor, haciendo realidad uno de los sueños de Rick.
CONTINUARÁ…
Capítulo 34:
La familia volvió a reunirse por completo para la boda de Martha y Alexander. Decidieron casarse en primavera, pues en esa época Alexis tenía vacaciones. Martha llevaba ya un mes en el valle de Napa, y el resto de la familia se reunió allí con ellos.
Alexander estaba tan feliz de casarse con Martha, que literalmente había tirado la casa por la ventana. Había organizado una boda por todo lo alto, quiso invitar a toda la alta sociedad californiana, aunque su futura esposa quiso frenarlo un poco, no hubo manera, estaba tan orgulloso de su familia que quería que todos la conocieran.
Richard no tenía muy claro como su padre iba a manejar eso, al fin y al cabo, él era un personaje público, y no le apetecía en absoluto airear su pasado, a nadie le importaba lo que pasó ni en que circunstancias. Bastante tenían que aguantar Kate y él, las habladurías y cotilleos, desde que se casó con su musa e inspiración para Nikki Heat, para que encima se supiese el culebrón que había sido su vida.
Pero Alexander se portó como un caballero, anunció su boda con la señora Martha Rodgers, pero que Richard era su verdadero hijo quedó en la intimidad de la familia.
Alexis fue la primera en llegar desde Boston. Sus abuelos fueron a recogerla al aeropuerto. Estaba muy contenta porque Ashley también había sido invitado a la boda.
Un par de días más tarde llegaron Rick y Kate, los recogió Lillian, tan cariñosa como siempre. Al llegar a los viñedos Carrington en el Valle de Napa, se quedaron alucinados por las dimensiones de la propiedad, era enorme, Lillian les señaló con la mano los viñedos de la familia, abarcaban gran cantidad de hectáreas.
Así mismo pasaron por delante de los edificios que constituían las bodegas, Lillian les iba explicando para que servía cada lugar y que se hacía en ellos, luego los llevó hasta la casa. Era bastante grande, de estilo colonial, edificada entre árboles y con una extensión de campiña de la que no se veía el fin. Martha salió a recibirlos, muy feliz de volver a verlos. Rick enseguida preguntó por Alexis, no se veían desde Navidad y estaba ansioso por ver a su niña. La abuela les comentó que había salido a montar a caballo con Alexander. Entraron a la casa, Martha le indicó a un empleado que subiese las maletas.
- ¡Vaya mamá! – sonrió Richard – tomando las riendas de tu nuevo hogar.
- Calla, calla – exclamó Martha – que por más que me guste el lujo, yo no estoy hecha para esto. Esta jovencita – dijo señalando a Lillian – ha delegado todas las funciones de señora de la casa en mí, en mí – dijo cómicamente – que no soy capaz de organizar mi armario.
- Yo estaba loca por quitarme eso de encima – contestó Lillian – aunque la casa funciona sola, tenemos un personal de mucha confianza y Lupe lo lleva todo genial.
- ¿Lupe? – preguntó Kate.
- Si hija –respondió Martha – no vas a creértelo pero tenemos un ama de llaves, una cocinera, una doncella, y a Enrique, que es el hijo de Lupe y es quien ha subido vuestro equipaje. Es un poco chico para todo, mantenimiento, chofer, mozo de cuadra.
- Yo me he mudado con Philip a la casa de la piscina, a papá no le ha hecho mucha gracia eso de que me vaya, pero va a tener que acostumbrarse.
En ese momento se oyó el trote de caballos y las voces de Alexis y su abuelo. Rick salió enseguida a recibirla. La chiquilla gritó de alegría cuando lo vio y bajándose del caballo se echó en los brazos de su padre.
Después de saludarse todos alegremente pasaron a la casa, ya que era la hora de almorzar y ya estaba servida la comida.
Terminaron de comer y Rick y Kate subieron a descansar un rato y a instalarse en su cuarto. Era una habitación grande y luminosa, alegremente decorada. Sacaron la ropa de las maletas y la colocaron en los armarios. Una vez colocado todo, Rick se echó en la amplia cama y dando unos golpecitos a su lado, invitó a su esposa a acostarse con él.
- ¿No te apetece estrenar esta monumental cama? – le preguntó con su sonrisa más seductora.
- ¿No se supone que debíamos descansar para la fiesta de esta noche? – le contestó ella.
- ¿Y que mejor forma de hacerlo que jugando un ratito a los médicos? – contestó juguetón – ya sabes lo bien que se te queda la piel y lo radiante que estás después de una de mis tratamientos.
Esa noche habría una cena, para la familia y algunos amigos, ya que la boda era dentro de dos días. Kate sonrió ante las palabras de Rick, era cierto, los tratamientos de su doctor particular la dejaban como nueva. Empezaron a besarse, a acariciarse y a quitarse la ropa, estaban los dos muy excitados, cuando ella lo interrumpió:
- Rick, para, recuerda que tienes que protegerte.
- Lo había olvidado – masculló él levantándose a coger un preservativo.
La ginecóloga le había recomendado a Kate un descanso en los anticonceptivos, por unas leves molestias que se le había presentado. No les dio mayor importancia, pero le comentó que no estaría de más descansar durante un mes. Así que Rick después de bastante tiempo había tenido que volver a comprar condones.
*********************************************************
En la cena fueron presentados a todas las amistades de los Carrington, la mayoría personas muy agradables, aunque había algún que otro estirado por allí.
Una vez terminada la cena, mientras la mayoría tomaban unas copas en el amplio porche, Lillian y Philip, les enseñaron a Rick y Kate, acompañados de Alexis y Ashley que había llegado también esa tarde, todos los alrededores de la casa.
Vieron el cobertizo y las cuadras, que eran impresionantes. Tenían unos cuantos caballos. Rick le preguntó a Kate:
- ¿Sabes montar a caballo?
- He montado algo, pero no mucho, ¿tu si?
- Gracias a la época glamourosa de mi madre, cuando me mandó al internado – comentó sonriente – allí me enseñaron a montar. Fue genial, me sentía como un auténtico caballero de mis novelas favoritas.
- Ya me lo imagino, ya – rió Kate.
- Luego quise que aprendiera Alexis, y la inscribí a unas clases, en Central Park. Cunado aprendió montábamos juntos. ¿Podemos montar mañana? – preguntándole a Lillian.
- Claro, esa sería la mejor forma de que lo conocierais todo, así podré enseñaros toda la propiedad.
- Yo no sé… – titubeó Kate.
- Te ensillaremos a Pandora – dijo Philip – es una yegua muy tranquila, ya verás como no te pasa nada, que tampoco vamos a echar una carrera.
- Y si no quiere ir sola esta bella dama, siempre puede montar con este apuesto caballero – dijo un sonriente Castle.
- Prefiero ir andando detrás – dijo ella.
- Me ofendes, milady – dijo queriendo parecer enfadado.
- Pues oféndete todo lo que quieras, pero no me fío de ti ni un pelo.
- Vuelves a ofenderme.
- ¿Siempre están así? – preguntó Lillian a Alexis con una sonrisa.
- Siempre, siempre no – contestó también riendo – pero si muy a menudo. ¿A que son divertidos?
- Y ahora me ofende mi querido retoño, ¿Cómo crees que se siente tu anciano progenitor al saber que lo consideras una vulgar diversión? – le dijo a su hija mientras la abrazaba.
- Tu nunca serás vulgar papá, diversión si, pero vulgar no – dijo riendo Alexis.
- Anda Sir Castle, volvamos a la fiesta – dijo Kate, que veía que aquella conversación de besugos no tenía trazas de acabar.
Volvieron a la casa y se reunieron con el resto de invitados, para terminar de pasar la velada.
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A la mañana siguiente tal y como habían planeado, dieron un largo paseo a caballo por toda la propiedad. Richard se mostraba de lo más interesado, preguntaba por todo, las bodegas, elaboración del vino, la época de vendimia, la casa, la empresa, el vino.
Kate lo miraba alucinada, no se podía imaginar que Rick mostrara tanto interés por ese mundo, así que durante la parada que hicieron para el picnic, ella le preguntó:
- ¿Desde cuando ese interés por ser bodeguero, Rick?
- Y por que no puedo mostrar interés, es un mundo apasionante – contestó él.
- Bueno, cualquiera diría que piensas hacerte cargo de esto en breve – dijo Kate suspicaz.
- ¡Qué bien hermanito!, ¿te vas a venir a vivir aquí y hacerte cargo de tu parte del negocio? – preguntó Lillian jovial.
- ¿Vivir aquí? – preguntó Rick descolocado – ¿hacerme cargo de mi parte del negocio?, ¿Qué parte? ¿Y que negocio?, no entiendo nada.
- Es que has preguntado por todo papá – dijo Alexis apurada – y esa era la impresión que daba.
- Sigo sin entender nada – dijo Rick.
- Pensé que como vas a ser parte de esto, estabas interesado en conocer como funcionaba todo.
- Perdona, pero ¿de que se supone que voy a ser parte? – preguntó cada vez más mosqueado.
- ¿No te lo contó papá? – preguntó Lillian – ¿tampoco Martha?
- ¿Contarme que?, ¿Qué está pasando?, mira que me estáis asustando.
- Papá ha cambiado su testamento, en vez de dejármelo a mi todo, ha hecho dos partes, una para ti, y otra para mí – dijo su hermana con una sonrisa.
- ¿Y por que haría semejante estupidez? – preguntó molesto – este es tu patrimonio y que conste que yo no le pedí nada. Gracias a Dios, no me hace falta dinero, tengo suficiente.
- Tú también eres su hijo y se siente en deuda contigo por no haber estado a tu lado.
- Ya hablaré yo con él para que vuelva a cambiarlo, oye – dirigiéndose a Lillian – lo siento, te juro que no he tenido nada que ver.
- Ya lo sé, no tienes que disculparte y no creas que me afecta, sé lo que hay y te aseguro que hay más que suficiente para los dos, no voy a planear tu asesinato porque te vas a quedar con la mitad, al contrario, me vas a aliviar la carga.
- ¿Yo? – preguntó Rick – pero si no tengo ni idea de este mundo.
- ¿Y por que preguntabas entonces? – intervino Kate.
- Pues porque se me estaba ocurriendo escribir un libro sobre un crimen en unos viñedos – respondió – por eso me informaba, era simple documentación. ¿Acaso creías que mostraba interés por mi herencia? – dirigiéndose a Lillian.
- Pues creía que si, pero me encantará ayudarte a documentarte.
- Gracias, y por cierto, si hablaré con Alexander para que vuelva a cambiar el testamento, no me parece justo.
- Pues a mí si me lo parece, tienes derecho a tu herencia y piensa que es también la herencia de tu hija.
- Pero tendrás que seguir tu, ocupándote de todo – apostilló Rick,
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La ceremonia de la boda fue preciosa y entrañable. Se celebró en el jardín en una preciosa pérgola blanca que había sido decorada con flores y racimos de uvas.
Martha iba espectacular, con un sencillo y a la vez elegante vestido de color marfil, que completaba con un original tocado en la cabeza. Fue entregada a su futuro marido, por su hijo, que al igual que el novio vestía de chaqué.
Alexis, Lillian y Kate, iban de damas de honor, con vestidos de color verde, que a las tres le sentaban de maravilla.
Habían montado una carpa en el jardín y después de la emotiva ceremonia, hubo una comida y posterior baile. Degustaron los vinos de las bodegas familiares y todos los adultos estaban bastante alegres. Pusieron diferentes tipos de música, Castle estuvo bailando con sus tres mujeres, ya cuatro pues también bailó con su hermana. Esa noche empezó a darle a Kate su primera clase de salsa.
La fiesta siguió muy animada, ellos estaban bastante achispados, el vino estaba delicioso, era muy suave, y al ser servido frío entraba sin dificultad.
Se despidieron de los novios, estos se marchaban a un hotel, y a la mañana siguiente volaban rumbo a Cartagena de Indias, donde embarcarían en un crucero por el Caribe.
Rick y Kate se fueron a dar una vuelta, había demasiado ruido, necesitaban aire fresco y los dos estaban más que alegres. Llegaron hasta las cuadras y entraron porque a Kate le entraron unas repentinas ganas de darle las buenas noches a Pandora y además, las gracias por no haberla tirado el día anterior.
Estaban los dos diciendo pamplinas y con esa risa tonta por cualquier cosa. Se acercaron hasta donde estaba la yegua, que los olisqueó. Kate le dio las gracias solemnemente, Rick también le agradeció que hubiera cuidado de su mujercita. Empezaron a besarse, y fueron interrumpidos por Pandora que les resopló al lado, lo que los asustó y provocó más risas. Siguieron adentrándose en las cuadras, hasta que llegaron a uno de los boxes para caballos que estaba vacío.
Rick empezó a susurrarle que una de sus fantasías era hacerlo en una cuadra, sobre la paja. Ella le siguió el juego. Estaban cada vez más excitados, él solo con los pantalones y ella en ropa interior. De pronto Rick para de besarla y acariciarla, ella protesta, pero el vuelve a retirar sus manos, cuando ella las empieza a meter en sus pantalones, intentando abrir la cremallera, y así liberar al pequeño Ricky que ya no es tan pequeño.
- Kate, no, para, para – le dice entre jadeos.
- ¿Qué me pare por que?, ¿Es que no te gusta?
- Claro que me gusta, me encanta, pero no podemos hacerlo – y volvía a separar sus manos.
- Pero, ¿Por qué? – decía ella jadeando entre susurros.
- No tengo aquí protección – le dijo él.
- Da igual, no quiero que pares, ahora no.
- Pero los preservativos están en el cuarto.
Ella lo miró a los ojos:
- No importa Rick, de veras, no va a pasar nada, sería demasiada casualidad.
- ¿Estás segura?
- Claro que si, segurísima.
- Y si pasa algo y luego me disparas alegando que me aproveché porque estabas beoda.
- No estoy tan borracha, Rick, soy perfectamente consciente de lo que estamos haciendo, vamos a vivir una de tus fantasías, y ahora mismo no quiero parar, ¿quieres parar tu?
- Yo tampoco, mi amor, yo tampoco.
Y siguieron dando rienda suelta a su amor, haciendo realidad uno de los sueños de Rick.
CONTINUARÁ…
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por silvanalino Miér Oct 05, 2011 4:01 am
QUE BUENA ES TU HISTORIA!!!!!!!!!!!
NO PUEDO PARAR DE LEERLAAAAAAAAAAAAAAAA
GRACIAS POR SEGUIR SUBIENDO CAPITULOS CADA VEZ MEJORESSSSSSSSS
NO PUEDO PARAR DE LEERLAAAAAAAAAAAAAAAA
GRACIAS POR SEGUIR SUBIENDO CAPITULOS CADA VEZ MEJORESSSSSSSSS
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Raúl Miér Oct 05, 2011 4:12 am
Vaya con los regalos,me conformo con el coche jaja.
mmm huelo a babyboom en el box jajaja.
Buenos dos capitulos Cata,esta es una historia magnfica,sigue asi
mmm huelo a babyboom en el box jajaja.
Buenos dos capitulos Cata,esta es una historia magnfica,sigue asi
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Jorja Miér Oct 05, 2011 4:13 am
Jajaja, listo, dentro de 9 meses tenemos un little Castle jajaja
Genial historia!!!
Genial historia!!!
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por castle&beckett..cris Miér Oct 05, 2011 5:06 am
chica estas que te sales...en las cuadras!!!!madre miaaaa
jajajaja...ya seria casualidad que se quedara embarazada...
muy vuenooo...siguee prontoo
jajajaja...ya seria casualidad que se quedara embarazada...
muy vuenooo...siguee prontoo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Teresita_yocastle$$NYPD Miér Oct 05, 2011 6:26 am
me encanta tu capitulo como siempre maravilloso
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por GabiiLovesMela<3 Jue Oct 06, 2011 2:51 am
NO me hables de caballos!! Qué hace mil que no monto y lo echo de menos muchísimo!! 
Kate se nos queda embarazadaaaaa!!
Kate se nos queda embarazadaaaaa!!
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Cata Castillo Sáb Oct 08, 2011 6:10 am
¡Hola! Aquí estoy de nuevo con un capítulo de mi historia interminable. Estoy intentando a ver si la acabo, pero no hay manera. 
Espero no aburriros y que os guste el capítulo. ¡Ah! un premio para todos los que adivinastéis que Kate está embarazada. 
Ya que Marlowe no nos da los castkettitos que quiere Stana, lo hago yo. 
Capítulo 35:
Rick empezó a sospechar que Kate estaba embarazada incluso antes de que ella se diera cuenta. Conocía a la perfección el cuerpo de su mujer, cada centímetro de piel, cada lunar, cada peca. Le notó los pechos más llenos y los pezones más grandes y oscuros, pero ella parecía no haberlo advertido.
Cuando aquella mañana le dio un ataque de nauseas al oler los huevos revueltos, estuvo casi seguro que iba a ser padre de nuevo, pero cuando volvió aquella noche de la reunión con su agente y la encontró sentada en el sofá, con un enorme cuenco de palomitas y llorando como una magdalena viendo “Magnolias de acero”, terminó de confirmarlo.
- ¡Ey!, ¿Qué pasa?, ¿Por qué lloras de esa manera? – le preguntó preocupado.
- ¡Es tan triste!, Shelby ha muerto y no podrá ver crecer a su bebé – dijo gimoteando.
- Kate, es una película, y además de las que a ti no te gustan, ¡que más da quien se haya muerto!
- ¿Y quien dice que no me gusta? – siguió llorando – no la conocía y es preciosa, y yo tengo tanta pena.
Él la abrazó tratando de consolarla.
- Kate, ¿te encuentras bien?
- Si, ¿Por qué lo preguntas?
- No sé, últimamente te veo algo cambiada, ¿no te has notado nada distinto?
- Probablemente es que me tiene que venir el periodo, estoy inflamada, sensible y me duele el vientre. ¿Es por eso que me preguntas?
- ¿No crees que puedes estar embarazada?
- ¿Embarazada?, pero ¿Cómo?
- ¿Cómo?, no será por falta de práctica.
- Si Rick, pero nos cuidamos. Quedamos en que esperaríamos un tiempo para tener un bebé. ¿No lo recuerdas?
- Claro que lo recuerdo, pero también recuerdo cierto día hace poco más de un mes, en una cuadra, con una yegua resoplándonos al lado y que tuvimos una urgencia y no nos cuidamos.
- ¡Uf! ¿Tú crees?
- Podría ser, porque no, ¿te importaría mucho?
- Bueno, no entraba dentro de mis planes inmediatos, pero… – y se miró la plana barriga – ¿Crees que hay un pequeño Castle ahí dentro?
- ¿Quieres que baje a la farmacia por un test de embarazo?
- ¿Ahora?
- ¿Y por que no?, cuanto antes lo sepamos mejor que mejor.
- Bueno, ve por uno.
- En seguida vuelvo, ¡Ah! y bebe agua, tendrás que hacer pis en un palito.
Al rato volvió Rick con una bolsa de la farmacia.
- Ven, vamos al baño.
- ¿Vamos?, dirás, voy.
- ¿No me vas a dejar estar contigo?
- Esperar conmigo, si, pero estar conmigo mientras hago pis, ni se te ocurra.
- Ya te he visto hacer pis antes, no tienes de que avergonzarte.
- Si, ya lo sé, pero así no lo he hecho nunca y eso quiero hacerlo con intimidad.
- ¡Vale!
Ella cogió la bolsa.
- ¡Por Dios, Rick!, ¿Cuántos test has comprado?
- Cinco, quiero estar bien seguro.
- Te gustaría que estuviera embarazada, ¿verdad? – dijo ella sonriendo ante la cara de entusiasmo de él.
- Me encantaría, ya sé que a ti no te apetece todavía, pero te aseguro que si se nos ha colado una pequeña Castle, vas a cambiar pronto de opinión. Sé que te va a encantar ser madre, y sé también que vas a ser una madre estupenda.
- Ya – dijo no muy convencida – si tú lo dices – y se metió al baño.
Estaba nerviosa. Era algo que no se había planteado todavía, pero en el fondo le hacía ilusión tener un bebé con Rick. Abrió un test, leyó las instrucciones y antes de hacer lo que le indicaban, terminó abriendo los demás por si acaso y al final usó los cinco.
Una vez que dejó los tubos en la encimera del baño, abrió la puerta. Rick esperaba paciente sentado en la cama.
- ¿Y? – preguntó ansioso.
- Y nada, hay que esperar cinco minutos y se sentó junto a él.
- Ya verás – empezó a animarla mientras le pasaba el brazo por los hombros y la atraía hacia él – tener un bebé va a ser la mejor experiencia de tu vida, y te lo digo yo, que nunca he estado embarazado, porque…
- Rick para – le dijo riendo – no tienes que convencerme, si se nos ha colado un pequeño Castle, lo voy a querer mucho, aunque no lo hayamos planeado, es nuestro bebé y a su casa viene. Y vamos a ver si viene o no, ya ha pasado el tiempo.
Fueron juntos al baño y miraron los test uno por uno, todos coincidían. Las pruebas habían dado positivas ¡Estaban embarazados!
Él está emocionado, la abraza y besa apasionadamente.
- Te quiero Katherine Becket, eres lo mejor que me ha pasado nunca – y la volvió a besar.
- Y yo a ti, pero no sigas estrujándome de esa manera, vamos a asfixiar al pobre bebé.
- Perdón, perdón – y poniendo la boca sobre el vientre de ella – perdón princesa que papá no quería hacerte daño.
- ¡Ay Rick! – dijo riendo mientras le acariciaba el cabello – no sé que va a ser más duro, si cargar con un bebé en la barriga o aguantarte a ti con tanto empalago.
- Te prometo que voy a portarme bien y no voy a ser un pesado, me has hecho muy feliz, Kate y tenemos que celebrarlo y contárselo a todos.
- Todavía no, es demasiado pronto, me gustaría esperar a estar seguros.
- Pero si los cinco test han dado positivo, ¿como no vamos a estar seguros?
- Voy a pedir hora a la ginecóloga, haremos las cosas bien y poco a poco.
*******************************************************
El embarazo de Kate marchaba bastante bien. Solo había tenido nauseas algunos días al levantarse, pero se le quitaron pronto. Lo que si estaba era muy cansada y tenía siempre mucho sueño. También le aumentó el apetito, pero afortunadamente, no cogió mucho peso. Como le decía Rick parecía que tenía una pierna hueca.
Ya tenía cuatro meses de embarazo y había tenido que comprar ropa más ancha, porque aunque era delgada y casi no se le notaba, las cinturillas de los pantalones le apretaban demasiado.
Se lo habían comunicado a la familia y se lo contaron a sus compañeros que recibieron la noticia con alegría. Castle se estaba portando muy bien y aunque la consentía bastante no llegaba a ser cargante. Solo le pidió que tuviera mucho cuidado cuando saliera a detener a alguien, y ella le dijo que desde que sabía que estaba embarazada salía lo menos posible y cuando lo hacía, siempre dejaba a Ryan y Esposito ir delante.
Esa tarde tenían cita con la ginecóloga para hacer una ecografía. Les habían dicho que ya podrían saber el sexo del bebé. Kate quería confirmarlo, aunque Rick estaba absolutamente seguro de que era una niña.
Llegaron a la consulta, pasaron dentro y Kate se preparó para la prueba. La doctora le untó el frío gel en el vientre y se dispuso a empezar.
A los dos les emocionaba oír los latidos tan fuertes del corazón de su bebé, la doctora estuvo un rato pasando el ecógrafo, mientras les indicaba en la pantalla. Después de un rato les dijo que no conseguía ver el sexo del bebé, que estaba de espaldas y que cuando le daba suavemente para que se girara, se movía pero no lo suficiente.
Así que se marcharon a casa con un DVD, varias fotos y sin saber si su hijo sería niño o niña.
Volvieron a casa paseando, todavía no le habían comprado muchas cosas, pasaron por una tienda de muebles infantiles y Rick se empeñó en entrar. Estuvieron viendo los muebles, pues pensaban que ya era tiempo de ir preparándole su habitación. Al final se decidieron por muebles blancos, él quería pintar la pared de rosa y ella se negó, diciendo que si no sabían que iban a tener no iban a pintar el cuarto de rosa, así que al final se decidieron por un tono amarillo, con adornos en otros tonos pastel. Lo dejaron todo encargado, en la tienda se encargaban de todo el tema de la decoración y quedaron con ellos para dentro de un par de meses.
Luego entraron en una de ropita, Castle se fue del tirón a por vestidos, jerseys, patucos de color rosa y se los enseñó ilusionado a Kate. Ella sin querer armar un escándalo le dijo:
- ¿Qué manía te ha entrado por el rosa Rick?, creía que lo sabías pero odio ese color y por encima de mi cadáver una hija mía se va a vestir con ropa rosa, y más cuando aun no sabemos si va a ser un niño.
- ¿Odias el rosa? – le preguntó extrañado – juraría que te he visto ropa de ese color.
- Rosa fucsia si tengo algo, pero este rosa chicle que se empeñan en decir que es color de niñas, lo odio profundamente, es más me produce pesadillas.
Y volviéndose empezó a coger algunas cosas blancas, celestes y de otros tonos. Como siempre les pasaba, ella tuvo que poner un poco de cordura. Él se empeñaba en comprar todo y ella devolvía la mitad de las cosas, diciéndole con una sonrisa que ni con tres vidas le daría tiempo al niño de ponerse toda esa ropa.
******************************************************
Quedaba algo más de un mes para que fuera Navidad y Kate saldría de cuentas unos días antes de las fiestas. Tenía un vientre enorme, parecía que el bebé iba a ser grande. Aun así no había cogido mucho peso, por detrás casi ni se le notaba que estaba embarazada, todo lo había echado hacia delante.
Se sentía molesta, con los pies hinchados y muy pesada, así que estaba bastante irritable. Ya no iba a trabajar, estuvo aguantando todo lo que pudo haciendo papeleo, pero era tanto el cansancio y el sueño que siempre tenía que haciéndole caso a Rick, que no paraba de decirle que debía dedicarse a descansar, se dio de baja.
No habían conseguido saber el sexo del bebé, cada vez que le hacían una ecografía estaba de espaldas, ella lo sentía moverse, era como si tuviera un alien creciendo dentro de su barriga. No podía evitar pensar en su hijo como un alien, que crecía dentro de ella. Estaba agobiada porque a pesar de todos los ánimos que Rick le daba, tenía la impresión de que no iba a saber ser una buena madre y eso la angustiaba.
Habían estado pensando nombres para el bebé. Rick le preguntó si le gustaría que la niña, siempre hablaba del bebé en femenino, se llamara Johanna, y ella le dijo que no, quería que su hija o hijo tuviera su propio nombre, y no llevara el nombre de nadie. Le estuvieron dando vueltas a varios nombres, y al final decidieron que se llamaría Sarah, pero no terminaron de decidir un nombre por si era niño. Y es que Rick estaba tan absolutamente convencido de que sería una niña, que hasta la terminó convenciéndola a ella y no se ocuparon de buscar más.
Tanto los abuelos, como la hermana mayor, como la tía estaban encantados con la llegada del nuevo miembro de la familia. Sobre todo los dos abuelos, Jim y Alexander estaban felices.
Estaban en la casa esa tarde tranquilamente los dos viendo una película cuando sonó el móvil de Castle. Lo cogió y antes de poder contestar Esposito lo cortó diciéndole muy serio:
- Tío si no estás solo, disimula y no digas que soy yo.
- ¿Qué pasa Paula? – contestó diciendo lo primero que se le ocurrió.
- Castle tenemos un detenido por homicidio, que se ha ido de la lengua hablando y estamos casi seguros que este tío está relacionado de alguna manera, con el caso de la madre de Becket.
- ¿Cómo? – preguntó Castle casi en un grito levantándose del sofá para que Kate no pudiera oírlo.
- ¿Puedes venir un rato a comisaría? – preguntó Esposito – estamos investigando y tenemos muchos datos nuevos y nos vendría bien que nos echaras una mano. ¿Se lo vas a decir a Becket?
- Hasta que no estemos seguros no, si es una falsa alarma no quiero ilusionarla o ponerla demasiado nerviosa. No sería bueno ni para ella, ni para el bebé.
- ¿Vas a venir entonces? – le preguntó.
- Si claro, voy para allá, pero no quisiera dejar a Kate sola.
- ¿Quieres que le cuente a Lanie y que ella se aparezca por allí como por casualidad?
- Si, muchas gracias, eso estaría bien. Nos vemos.
Kate no había perdido detalle de la conversación, aunque no se había enterado de mucho, ya que Rick se fue a otro sitio. Eso la molestó bastante, hacía tiempo que entre ellos no había ningún secreto, tenían absoluta confianza el uno en el otro, y su alterado estado de ánimo le hizo preguntar de manera suspicaz:
- ¿Quién era?
- Paula, quiere que vaya a la agencia para consultarme un par de cosas – respondió evasivo.
- ¿Y no puedes resolverlo por teléfono?
- Pues no, tengo que ir. Oye, ¿te importaría quedarte sola? – le dijo sabiendo que Lanie llegaría en un rato.
- Bueno, si prefieres ir a la agencia a quedarte conmigo – respondió mohína.
- Kate, se supone que el infantil en esta relación soy yo, no te pongas así – le dijo mientras se sentaba a su lado de nuevo y la abrazaba – estaré aquí en un rato y si necesitas algo solo tienes que llamarme o ponerme un mensaje, estaré pendiente del móvil todo el tiempo.
- Lo siento Rick, pero no puedo evitar estar susceptible – le dijo ella.
- Lo sé cariño, te prometo que tardaré lo menos posible. Te quiero.
- Y yo a ti.
CONTINUARÁ…
Después de escribir el capítulo y poner que Kate se daba de baja, como hacen muchas embarazadas unos días antes de dar a luz, estuve buscando en internet información sobre las bajas maternales en EEUU y resulta que allí, en ese país que se vanagloria de ser la primera potencia del mundo y el país más civilizado no hay baja maternal
las mujeres que dan a luz, solo pueden cogerse una excedencia de 12 semanas sin sueldo y a mí que la baja maternal española me parecía corta... muerta me he quedado, pero bueno como Rick Castle tiene posibles, su señora se va a coger el tiempo que le de la gana, ¡ea!
Espero no aburriros y que os guste el capítulo. ¡Ah! un premio para todos los que adivinastéis que Kate está embarazada. Ya que Marlowe no nos da los castkettitos que quiere Stana, lo hago yo. Capítulo 35:
Rick empezó a sospechar que Kate estaba embarazada incluso antes de que ella se diera cuenta. Conocía a la perfección el cuerpo de su mujer, cada centímetro de piel, cada lunar, cada peca. Le notó los pechos más llenos y los pezones más grandes y oscuros, pero ella parecía no haberlo advertido.
Cuando aquella mañana le dio un ataque de nauseas al oler los huevos revueltos, estuvo casi seguro que iba a ser padre de nuevo, pero cuando volvió aquella noche de la reunión con su agente y la encontró sentada en el sofá, con un enorme cuenco de palomitas y llorando como una magdalena viendo “Magnolias de acero”, terminó de confirmarlo.
- ¡Ey!, ¿Qué pasa?, ¿Por qué lloras de esa manera? – le preguntó preocupado.
- ¡Es tan triste!, Shelby ha muerto y no podrá ver crecer a su bebé – dijo gimoteando.
- Kate, es una película, y además de las que a ti no te gustan, ¡que más da quien se haya muerto!
- ¿Y quien dice que no me gusta? – siguió llorando – no la conocía y es preciosa, y yo tengo tanta pena.
Él la abrazó tratando de consolarla.
- Kate, ¿te encuentras bien?
- Si, ¿Por qué lo preguntas?
- No sé, últimamente te veo algo cambiada, ¿no te has notado nada distinto?
- Probablemente es que me tiene que venir el periodo, estoy inflamada, sensible y me duele el vientre. ¿Es por eso que me preguntas?
- ¿No crees que puedes estar embarazada?
- ¿Embarazada?, pero ¿Cómo?
- ¿Cómo?, no será por falta de práctica.
- Si Rick, pero nos cuidamos. Quedamos en que esperaríamos un tiempo para tener un bebé. ¿No lo recuerdas?
- Claro que lo recuerdo, pero también recuerdo cierto día hace poco más de un mes, en una cuadra, con una yegua resoplándonos al lado y que tuvimos una urgencia y no nos cuidamos.
- ¡Uf! ¿Tú crees?
- Podría ser, porque no, ¿te importaría mucho?
- Bueno, no entraba dentro de mis planes inmediatos, pero… – y se miró la plana barriga – ¿Crees que hay un pequeño Castle ahí dentro?
- ¿Quieres que baje a la farmacia por un test de embarazo?
- ¿Ahora?
- ¿Y por que no?, cuanto antes lo sepamos mejor que mejor.
- Bueno, ve por uno.
- En seguida vuelvo, ¡Ah! y bebe agua, tendrás que hacer pis en un palito.
Al rato volvió Rick con una bolsa de la farmacia.
- Ven, vamos al baño.
- ¿Vamos?, dirás, voy.
- ¿No me vas a dejar estar contigo?
- Esperar conmigo, si, pero estar conmigo mientras hago pis, ni se te ocurra.
- Ya te he visto hacer pis antes, no tienes de que avergonzarte.
- Si, ya lo sé, pero así no lo he hecho nunca y eso quiero hacerlo con intimidad.
- ¡Vale!
Ella cogió la bolsa.
- ¡Por Dios, Rick!, ¿Cuántos test has comprado?
- Cinco, quiero estar bien seguro.
- Te gustaría que estuviera embarazada, ¿verdad? – dijo ella sonriendo ante la cara de entusiasmo de él.
- Me encantaría, ya sé que a ti no te apetece todavía, pero te aseguro que si se nos ha colado una pequeña Castle, vas a cambiar pronto de opinión. Sé que te va a encantar ser madre, y sé también que vas a ser una madre estupenda.
- Ya – dijo no muy convencida – si tú lo dices – y se metió al baño.
Estaba nerviosa. Era algo que no se había planteado todavía, pero en el fondo le hacía ilusión tener un bebé con Rick. Abrió un test, leyó las instrucciones y antes de hacer lo que le indicaban, terminó abriendo los demás por si acaso y al final usó los cinco.
Una vez que dejó los tubos en la encimera del baño, abrió la puerta. Rick esperaba paciente sentado en la cama.
- ¿Y? – preguntó ansioso.
- Y nada, hay que esperar cinco minutos y se sentó junto a él.
- Ya verás – empezó a animarla mientras le pasaba el brazo por los hombros y la atraía hacia él – tener un bebé va a ser la mejor experiencia de tu vida, y te lo digo yo, que nunca he estado embarazado, porque…
- Rick para – le dijo riendo – no tienes que convencerme, si se nos ha colado un pequeño Castle, lo voy a querer mucho, aunque no lo hayamos planeado, es nuestro bebé y a su casa viene. Y vamos a ver si viene o no, ya ha pasado el tiempo.
Fueron juntos al baño y miraron los test uno por uno, todos coincidían. Las pruebas habían dado positivas ¡Estaban embarazados!
Él está emocionado, la abraza y besa apasionadamente.
- Te quiero Katherine Becket, eres lo mejor que me ha pasado nunca – y la volvió a besar.
- Y yo a ti, pero no sigas estrujándome de esa manera, vamos a asfixiar al pobre bebé.
- Perdón, perdón – y poniendo la boca sobre el vientre de ella – perdón princesa que papá no quería hacerte daño.
- ¡Ay Rick! – dijo riendo mientras le acariciaba el cabello – no sé que va a ser más duro, si cargar con un bebé en la barriga o aguantarte a ti con tanto empalago.
- Te prometo que voy a portarme bien y no voy a ser un pesado, me has hecho muy feliz, Kate y tenemos que celebrarlo y contárselo a todos.
- Todavía no, es demasiado pronto, me gustaría esperar a estar seguros.
- Pero si los cinco test han dado positivo, ¿como no vamos a estar seguros?
- Voy a pedir hora a la ginecóloga, haremos las cosas bien y poco a poco.
*******************************************************
El embarazo de Kate marchaba bastante bien. Solo había tenido nauseas algunos días al levantarse, pero se le quitaron pronto. Lo que si estaba era muy cansada y tenía siempre mucho sueño. También le aumentó el apetito, pero afortunadamente, no cogió mucho peso. Como le decía Rick parecía que tenía una pierna hueca.
Ya tenía cuatro meses de embarazo y había tenido que comprar ropa más ancha, porque aunque era delgada y casi no se le notaba, las cinturillas de los pantalones le apretaban demasiado.
Se lo habían comunicado a la familia y se lo contaron a sus compañeros que recibieron la noticia con alegría. Castle se estaba portando muy bien y aunque la consentía bastante no llegaba a ser cargante. Solo le pidió que tuviera mucho cuidado cuando saliera a detener a alguien, y ella le dijo que desde que sabía que estaba embarazada salía lo menos posible y cuando lo hacía, siempre dejaba a Ryan y Esposito ir delante.
Esa tarde tenían cita con la ginecóloga para hacer una ecografía. Les habían dicho que ya podrían saber el sexo del bebé. Kate quería confirmarlo, aunque Rick estaba absolutamente seguro de que era una niña.
Llegaron a la consulta, pasaron dentro y Kate se preparó para la prueba. La doctora le untó el frío gel en el vientre y se dispuso a empezar.
A los dos les emocionaba oír los latidos tan fuertes del corazón de su bebé, la doctora estuvo un rato pasando el ecógrafo, mientras les indicaba en la pantalla. Después de un rato les dijo que no conseguía ver el sexo del bebé, que estaba de espaldas y que cuando le daba suavemente para que se girara, se movía pero no lo suficiente.
Así que se marcharon a casa con un DVD, varias fotos y sin saber si su hijo sería niño o niña.
Volvieron a casa paseando, todavía no le habían comprado muchas cosas, pasaron por una tienda de muebles infantiles y Rick se empeñó en entrar. Estuvieron viendo los muebles, pues pensaban que ya era tiempo de ir preparándole su habitación. Al final se decidieron por muebles blancos, él quería pintar la pared de rosa y ella se negó, diciendo que si no sabían que iban a tener no iban a pintar el cuarto de rosa, así que al final se decidieron por un tono amarillo, con adornos en otros tonos pastel. Lo dejaron todo encargado, en la tienda se encargaban de todo el tema de la decoración y quedaron con ellos para dentro de un par de meses.
Luego entraron en una de ropita, Castle se fue del tirón a por vestidos, jerseys, patucos de color rosa y se los enseñó ilusionado a Kate. Ella sin querer armar un escándalo le dijo:
- ¿Qué manía te ha entrado por el rosa Rick?, creía que lo sabías pero odio ese color y por encima de mi cadáver una hija mía se va a vestir con ropa rosa, y más cuando aun no sabemos si va a ser un niño.
- ¿Odias el rosa? – le preguntó extrañado – juraría que te he visto ropa de ese color.
- Rosa fucsia si tengo algo, pero este rosa chicle que se empeñan en decir que es color de niñas, lo odio profundamente, es más me produce pesadillas.
Y volviéndose empezó a coger algunas cosas blancas, celestes y de otros tonos. Como siempre les pasaba, ella tuvo que poner un poco de cordura. Él se empeñaba en comprar todo y ella devolvía la mitad de las cosas, diciéndole con una sonrisa que ni con tres vidas le daría tiempo al niño de ponerse toda esa ropa.
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Quedaba algo más de un mes para que fuera Navidad y Kate saldría de cuentas unos días antes de las fiestas. Tenía un vientre enorme, parecía que el bebé iba a ser grande. Aun así no había cogido mucho peso, por detrás casi ni se le notaba que estaba embarazada, todo lo había echado hacia delante.
Se sentía molesta, con los pies hinchados y muy pesada, así que estaba bastante irritable. Ya no iba a trabajar, estuvo aguantando todo lo que pudo haciendo papeleo, pero era tanto el cansancio y el sueño que siempre tenía que haciéndole caso a Rick, que no paraba de decirle que debía dedicarse a descansar, se dio de baja.
No habían conseguido saber el sexo del bebé, cada vez que le hacían una ecografía estaba de espaldas, ella lo sentía moverse, era como si tuviera un alien creciendo dentro de su barriga. No podía evitar pensar en su hijo como un alien, que crecía dentro de ella. Estaba agobiada porque a pesar de todos los ánimos que Rick le daba, tenía la impresión de que no iba a saber ser una buena madre y eso la angustiaba.
Habían estado pensando nombres para el bebé. Rick le preguntó si le gustaría que la niña, siempre hablaba del bebé en femenino, se llamara Johanna, y ella le dijo que no, quería que su hija o hijo tuviera su propio nombre, y no llevara el nombre de nadie. Le estuvieron dando vueltas a varios nombres, y al final decidieron que se llamaría Sarah, pero no terminaron de decidir un nombre por si era niño. Y es que Rick estaba tan absolutamente convencido de que sería una niña, que hasta la terminó convenciéndola a ella y no se ocuparon de buscar más.
Tanto los abuelos, como la hermana mayor, como la tía estaban encantados con la llegada del nuevo miembro de la familia. Sobre todo los dos abuelos, Jim y Alexander estaban felices.
Estaban en la casa esa tarde tranquilamente los dos viendo una película cuando sonó el móvil de Castle. Lo cogió y antes de poder contestar Esposito lo cortó diciéndole muy serio:
- Tío si no estás solo, disimula y no digas que soy yo.
- ¿Qué pasa Paula? – contestó diciendo lo primero que se le ocurrió.
- Castle tenemos un detenido por homicidio, que se ha ido de la lengua hablando y estamos casi seguros que este tío está relacionado de alguna manera, con el caso de la madre de Becket.
- ¿Cómo? – preguntó Castle casi en un grito levantándose del sofá para que Kate no pudiera oírlo.
- ¿Puedes venir un rato a comisaría? – preguntó Esposito – estamos investigando y tenemos muchos datos nuevos y nos vendría bien que nos echaras una mano. ¿Se lo vas a decir a Becket?
- Hasta que no estemos seguros no, si es una falsa alarma no quiero ilusionarla o ponerla demasiado nerviosa. No sería bueno ni para ella, ni para el bebé.
- ¿Vas a venir entonces? – le preguntó.
- Si claro, voy para allá, pero no quisiera dejar a Kate sola.
- ¿Quieres que le cuente a Lanie y que ella se aparezca por allí como por casualidad?
- Si, muchas gracias, eso estaría bien. Nos vemos.
Kate no había perdido detalle de la conversación, aunque no se había enterado de mucho, ya que Rick se fue a otro sitio. Eso la molestó bastante, hacía tiempo que entre ellos no había ningún secreto, tenían absoluta confianza el uno en el otro, y su alterado estado de ánimo le hizo preguntar de manera suspicaz:
- ¿Quién era?
- Paula, quiere que vaya a la agencia para consultarme un par de cosas – respondió evasivo.
- ¿Y no puedes resolverlo por teléfono?
- Pues no, tengo que ir. Oye, ¿te importaría quedarte sola? – le dijo sabiendo que Lanie llegaría en un rato.
- Bueno, si prefieres ir a la agencia a quedarte conmigo – respondió mohína.
- Kate, se supone que el infantil en esta relación soy yo, no te pongas así – le dijo mientras se sentaba a su lado de nuevo y la abrazaba – estaré aquí en un rato y si necesitas algo solo tienes que llamarme o ponerme un mensaje, estaré pendiente del móvil todo el tiempo.
- Lo siento Rick, pero no puedo evitar estar susceptible – le dijo ella.
- Lo sé cariño, te prometo que tardaré lo menos posible. Te quiero.
- Y yo a ti.
CONTINUARÁ…
Después de escribir el capítulo y poner que Kate se daba de baja, como hacen muchas embarazadas unos días antes de dar a luz, estuve buscando en internet información sobre las bajas maternales en EEUU y resulta que allí, en ese país que se vanagloria de ser la primera potencia del mundo y el país más civilizado no hay baja maternal
las mujeres que dan a luz, solo pueden cogerse una excedencia de 12 semanas sin sueldo y a mí que la baja maternal española me parecía corta... muerta me he quedado, pero bueno como Rick Castle tiene posibles, su señora se va a coger el tiempo que le de la gana, ¡ea!
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Jorja Sáb Oct 08, 2011 6:25 am
Kate completamente susceptible, genial jajaja
Y los va a engañar a todos ahora el bebe y es un nene, si que si?
Me ecnantó el capítulo =)
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Me ecnantó el capítulo =)
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por silvanalino Sáb Oct 08, 2011 6:27 am
Primero excelente capitulo, no puedo dejar de leer tu historia, cada capitulo me gusta mas, es increible, mantienes el romance, la intriga, el humor, todooooooo
MIL GRACIAS, NO TE DETENGAS NUNCA DE ESCRIBIR.
Ahora, 12 semanas y sin sueldo???' wowwwww no lo sabia. es terrible eso.
MIL GRACIAS, NO TE DETENGAS NUNCA DE ESCRIBIR.
Ahora, 12 semanas y sin sueldo???' wowwwww no lo sabia. es terrible eso.
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por amnigl Sáb Oct 08, 2011 6:34 am
Uyyyy, que emocionante se ha puesto esto con el tema de la madre de Beckett. Y que sea un principe de ojos azules para fastidiar a su padre (aunque estoy segura que en el fondo si es un niño a él tambien le ilusionara. Un compañero de juergas dentro de veinte años jeje).
Sigue pronto.
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Teresita_yocastle$$NYPD Sáb Oct 08, 2011 7:00 am
me encanta el capitulo quiero saber si sera niña o niño xD 
interesante capitulo
perfecto como siempre
continua pronto
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por castle&beckett..cris Sáb Oct 08, 2011 7:05 am
maravillosoooo....sigueeeloo..
aver ke pasaaa...
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por GabiiLovesMela<3 Sáb Oct 08, 2011 9:16 am
¡Va a acabar siendo niño! Para tocar las narices! ajjaa
Que asco que no haya baja por maternidad!
Aún así yo me iré a vivir allí
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Aún así yo me iré a vivir allí
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por BrujaAle Dom Oct 09, 2011 4:27 am
Muy interesante el giro al final del capi. Sigue porque lo llevas muy bien y está muy interesante! Además, ya sabemos algo nuevo de estos americanos...mira que son rancios a veces...
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por Raúl Dom Oct 09, 2011 4:42 am
Jajaja que bueno,se esta formando un alien dentro de Beckett,a que sera niño.
Veremos que pasa con el testigo ese,que tendra que contar.
Cata sigue con esta aburrida historia
Veremos que pasa con el testigo ese,que tendra que contar.
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Re: Para siempre, Último Capítulo
por moth13 Lun Oct 10, 2011 3:20 am
Tomaaaaaaaaaaa, Kate embarazada y susceptible. Y Castle como cuida de sus chicas. por que va ha ser niña, seguro
Me encanta el fic ya lo sabes cata, pero no tardes en poner el siguiente.
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