Para siempre, Último Capítulo
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Hola, soy nuevo, me llamo Alex.
Y bueno yo pienso q a la mera hora
van a terminar siendo gemelos jeje
estaría genial eso
bueno les dejo mi humilde opinión xD
Y bueno yo pienso q a la mera hora
van a terminar siendo gemelos jeje
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ChrisAlex- Escritor novato
- Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 29/09/2011
Edad : 32
Localización : Por ahora en México, DF
Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Hola!, espero que estéis disfrutando de este día de fiesta. Os dejo un nuevo capítulo. Espero que os guste y muchas gracias por vuestros comentarios.
Capítulo 36:
Castle llegó a la comisaría y los chicos le estuvieron contando lo que habían descubierto. Habían matado a un abogado, que estaba defendiendo a un miembro de una familia de la mafia. El tipo que lo había hecho desde una ventana, fue disparado por otro miembro de la familia que iba con el abogado. Lo hirieron en el hombro, y lo cogieron cuando intentaba escapar dejando un reguero de sangre.
El disparo que le dieron al francotirador, fue más aparatoso que grave, así que después de estar diez días en el hospital, bajo vigilancia, fue dado de alta y llevado a los calabozos de la comisaría. Querían interrogarlo antes de llevarlo a prisión.
Lo estuvieron interrogando hasta el cansancio, y el tío no soltaba prenda, pero ellos insistieron tanto que hubo un momento que el prisionero bajó la guardia y sin darse cuenta les preguntó molesto si el acoso al que lo estaban sometiendo tenía algo que ver con la muerte de Dick Coonan, porque él sabía que lo había matado una poli en esa comisaría, pero él no tenía nada que ver con lo que este había hecho.
Esto los puso en alerta y se emplearon en investigar a fondo la vida del asesino. En eso estaban cuando llamaron a Castle para que les echara una mano, ellos tenían además otros casos que resolver y la ayuda del escritor les vendría muy bien.
Estuvieron trabajando bastante, estaban totalmente absortos, era ya bastante tarde cuando a Rick le sonó el móvil. Era un mensaje de Kate que decía:” ¿Vas a tardar mucho?, te echo de menos. Por cierto, la gran ballena blanca necesita helado”. Rick sonrió, cada vez que se miraba al espejo, Kate decía que parecía una gran ballena y él la abrazaba diciéndole que era una ballena preciosa. Como vieron que no les daría tiempo a terminar y como él quería volver junto a ella, lo dejaron por ese día, y Rick les prometió que volvería otro rato al día siguiente y siempre que pudiera.
Parecía que la investigación iría para largo y Rick no le quería decir todavía nada a Kate, así que habló con su madre, y con Jim Becket, para comentarles lo que pasaba. La idea era que Kate no estuviera sola mientras él ayudaba en comisaría. De sobra sabía que si su mujer se enteraba de que tenían nuevas pistas sobre el caso de su madre, sabiendo lo cabezota que era, se metería en toda la investigación aunque estuviera casi a punto de dar a luz. Sabía positivamente que ocultarle a ella esa información le traería problemas en su matrimonio, pero estaba dispuesto a arriesgarse. Lo que no estaba dispuesto era a poner en peligro la vida de ella o la del bebé.
Lo que Rick no podía ni imaginar es que Kate estaba bastante mosqueada. Aunque él quisiera disimularlo, no podía evitar estar más nervioso, y algo distante. Recibía llamadas telefónicas que no quería que ella escuchase, salía a menudo con excusas absurdas y cuando ella le preguntaba preocupada si le pasaba algo, él siempre le decía que no, y que no se preocupase, cosa que cada vez le preocupaba más.
En conclusión, Kate estaba empezando a estar cada vez más enfadada y se le ocurrió la idea de que Rick se veía con otra, por eso estaba así de raro.
Por su parte él seguía yendo a la comisaría casi a diario. Tenían allí en los calabozos al francotirador, este después de meter la pata, se echó para atrás y no quiso hablar más, ellos siguieron insistiendo. Decía que prefería ir a la cárcel, a que pensaran que era un chivato. El tío estaba aterrado, al final le metieron tanto miedo en el cuerpo que lograron convencerle, diciéndole que tenía dos opciones, ir a la cárcel y que allí se encargaran de él, ya que ellos correrían la voz de que había colaborado con la policía, o ayudarles y entonces lo mandarían a una prisión de alta seguridad donde lo mantendrían aislado además de someterlo a un cambio de identidad. El prisionero accedió y empezó a dar información, vino a decir que había ocupado el sitio de Dick Coonan y después de que este fuera disparado por Becket, él se encargaba de los trabajos sucios de alguien muy importante. No sabía quien era la cabeza pensante, pero empezó a largar nombres de gente implicada y por ahí la investigación empezó a dar bastantes frutos.
Un par de semanas después de la llamada de Esposito, estaba en la casa con Lanie y Martha. Ese día estaba especialmente irritable, habían llamado a Rick por la mañana y se marchó muy nervioso y preocupado, dándole una excusa absurda. Al poco rato llegó Martha y un poco más tarde Lanie. Era ya por la tarde y su marido no había aparecido aun por casa, eso la tenía desquiciada, no quería decir nada de él delante de su madre, pero estaba tan angustiada y nerviosa, que solo podía pensar que se él había hartado de ella, porque estaba hecha una vaca y se había buscado a otra mejor que ella. Kate nunca había sido una mujer insegura, pero sus hormonas no la estaba ayudando en absoluto.
Lo que ella no podía saber, aunque su suegra y su amiga si, era que por fin habían dado con el que estaba detrás de todo, o con el dragón como le dijo en esa ocasión Gary McAllister. Gracias a toda la información que obtuvieron por parte del francotirador y a todo lo que ya tenían que había sido recopilado por ella y después de muchos días de ardua investigación, descubrieron que el dragón era Stephen Thompson, juez federal de la Corte Suprema, que se hizo famoso como el juez federal más joven de la historia, que fue nombrado por el presidente Ronald Reagan en 1988, con solo 39 años.
Se comunicaron con el FBI, al ser un juez federal, y estos le confirmaron todo, ellos llevaban ya varios años detrás de Thompson por diferentes delitos de corrupción, pero era un hombre procedente de una importante familia de la política norteamericana, además de tener mucha influencia y mucho dinero, por lo que era muy poderoso. Es por esto que había sido bastante escurridizo y difícil de coger. Gracias a lo que ellos tenían junto con la información que les había aportado los compañeros de la NYPD, pudieron detenerlo con multitud de cargos, ni sus mejores abogados podrían liberarlo de la cárcel.
Ni los chicos, ni Castle participarían en la detención, el juez estaba en Washington D.C., solo estaban en la comisaría esperando. Rick estaba muy nervioso, estaba loco por confesarle todo a Kate, aunque esta le tirara los trastos a la cabeza, no soportaba ocultarle eso por más tiempo.
Por fin ya casi de noche, recibieron un comunicado del FBI, diciéndoles que lo habían detenido y que cuando le leyeron todos los cargos por los que se le imputaba, entre ellos el asesinato de Johanna Becket y sus compañeros abogados, este sonrió con prepotencia y viendo que no tenía nada que hacer, dijo que siempre supo que la hija poli de la abogada acabaría trayéndole problemas y que, que lástima no haber acabado con ella lo mismo que hizo con su madre.
A Castle se le erizó el vello cuando supo lo cerca que había estado Kate de morir y se dijo para si mismo, que aunque ella no volviera a hablarle en la vida, él ya se daba por satisfecho al saber que estaba a salvo.
En la casa, Kate estaba bastante alterada, además estaba asustada, porque no se encontraba bien y no quería decirle nada ni a Lanie ni a Martha, solo deseaba que Rick estuviera con ella. Lo había telefoneado varias veces, pero siempre le salía el buzón de voz.
- ¡No me lo puedo creer! – gritó exasperada – ni siquiera me coge el teléfono.
- Hija, será que está reunido y lo tiene en silencio – dijo Martha conciliadora.
- ¿Reunido?, reunido cono quien si puede saberse, son más de las seis de la tarde, y se fue a las diez de la mañana.
- Tranquila amiga – le dijo Lanie – ya verás como todo tiene una explicación.
- Si, seguro que la explicación tiene nombre de conejita del playboy, como Mitzy, Penny, Cloey, o yo que sé.
- ¿Estás insinuando que Richard tiene una aventura con otra? – preguntó Martha muy seria – mira que puedes arrepentirte de lo que dices.
Kate se sentó llorosa al lado de su suegra.
- Lo siento Martha, ya no sé ni lo que digo, pero es todo tan raro, que no sé que pensar.
- Te entiendo perfectamente hija, mejor de lo que crees, yo también he estado embarazada y sé lo mal que se puede llegar a sentir una.
- Es que Rick, se va a cada poco, le llaman por teléfono y se va a otro sitio para que no lo escuche, lo llamo y no me contesta, ¿que quieres que piense?
- Hija, esa es una acusación muy seria, ¿acaso ya no confías en Richard?
- Claro que confío, sé que me quiere, y no he tenido dudas en todo este tiempo, he sido completamente feliz, pero en estas últimas semanas, ha cambiado tanto, que no puedo dejar de pensar que ya no me quiere, estoy loca, ¿verdad?
- Como una auténtica cabra – respondió Lanie que asistía apurada a la crisis de celos de su amiga, y apenada por no poderle decir la verdad, ya que lo había prometido, tanto a Javier como a Castle – tu chico escritor está loco por ti, gorda y todo, se le llena la boca de orgullo cada vez que te nombra a ti y a vuestro bebé.
- Sigue confiando, verás como todo tiene una explicación – le dijo Martha – conozco a Richard lo suficiente para saber que te adora, eres lo mejor que le ha pasado, y sé también que no tiene ninguna amante, pero si algún día me enterara que te engaña con otra…
- Ya me encargaría yo de caparlo – interrumpió Lanie.
- Y yo te ayudaría – siguió Martha.
- Gracias a las dos, muchas gracias, esperemos que no haga falta deshacernos del pequeño Ricky – dijo seria Kate.
- ¿Cómo has dicho? – preguntó Martha que no estaba muy segura de haber oído lo que en verdad había oído.
- ¿Pequeño Ricky? – preguntó Lanie con una carcajada.
- ¡Huy! – dijo ella apurada – se me ha escapado, por favor no vayáis a decirle nada a Rick, que me va a matar.
- Descuida hija, descuida – dijo una sonriente Martha – si mi hijo se enterara que conozco esa parte de vuestra intimidad, seguro que me repudiaba como madre, jajaja.
- Pues yo no sé si voy a poder callarme – dijo Lanie que seguía riendo.
- Vamos Lanie, no me dirás que Javier no le ha puesto nombre a su cosa.
Martha asistía interesada a la conversación de las dos amigas.
- En mis tiempos no se le ponía nombre, al menos que yo supiera. ¡Ay! Que antigua estoy.
Lanie sonrió:
- Yo guardo el secreto del chico escritor si tú guardas el de Javi.
- Prometido – dijo Kate.
- Lo llama su pequeño comando.
- ¿Comando? – preguntó Martha.
- Si, su comando o su soldado de operaciones especiales.
- Jajaja – rió Kate – eso es mejor que pequeño Ricky.
Estaban tan divertidas, que no oyeron el sonido de la llave en la puerta, ni vieron a un agotado Rick que se acercaba a ellas.
- Vaya, me alegro de veros tan felices, ¿se puede saber de que os reís?
- ¡Hola hijo!, ¿Qué tal todo?
- Bien, muy bien – contestó Rick – ya todo ha terminado.
- ¿El que ha terminado? – preguntó Kate curiosa.
- Ahora te lo contaré todo, estaba loco por poder decírtelo.
Viendo la conversación que se avecinaba, las dos mujeres optaron por irse.
- Muchas gracias por cuidar de ella – les dijo Rick – Lanie, Javier te espera abajo, y me ha dicho que ellos te llevarán a tu casa mamá.
- Claro hijo, muchas gracias – y se despidió de él con un beso.
Luego se acercó a besar a Kate y le dijo flojito:
- No seas muy dura con él, verás como tenía sus razones.
Cuando se hubieron ido, Rick tomó a Kate de la mano, y la invitó a sentarse junto a él en el sofá.
- ¿Qué es lo que pasa Rick?, ¿Qué ha terminado?
- Verás Kate, tengo algo muy importante que decirte.
- ¿Me vas a dejar? – preguntó ella nerviosa – ¿has conocido a alguien?
- ¿Qué? – dijo extrañado – pero ¿de donde has sacado esa idea?
- No sé Rick, dímelo tú.
- No te entiendo Kate, ¿Qué he hecho para que pienses que quiero dejarte? O que estoy con alguien – preguntó confuso.
- De verdad ¿no lo sabes?, llevas dos semanas que casi ni te veo, estás extrañísimo, serio, preocupado, incluso te has enfadado un par de veces conmigo sin motivo aparente, cuando te llamo al teléfono, ni me contestas… de verdad crees que no tengo motivos para sospechar que te pasa algo.
- ¡Oh cariño! – le dijo mientras la abrazaba dándose cuenta de lo mal que tenía que haberlo pasado, y lamentándose de su torpeza por no haberse percatado – lo siento, lo siento mucho, pero no es nada de lo que crees, tu eres mi vida, nunca podría dejarte, te quiero muchísimo Kate, mucho.
Ella suspiró aliviada, aunque seguía un poco mosqueada porque sabía que había pasado algo.
- Entonces, ¿Qué ha pasado?, cuéntamelo todo Rick.
- Verás Kate, hace un par de semanas recibí una llamada de Esposito…
Rick le va contando todo lo ocurrido durante las últimas semanas, siente que ella se pone tensa en sus brazos, a medida que avanza en su historia, hasta que llega un momento que se gira hacia él y levantándose con dificultad, le grita indignada:
- Pero, ¿cómo has podido ocultarme algo así?, es que acaso no sabes lo importante que es esto para mi.
- Claro que sé lo importante que es para ti, ¿Por qué crees que he estado todo este tiempo ayudando a los chicos?, si no hubiera sido importante, se habrían encargado ellos solos.
- Tendrías que habérmelo dicho, yo tendría que haber estado ahí ayudando.
- No estábamos seguros de si era una pista fiable, no queríamos que te ilusionaras con algo que a lo peor no era nada, no quería verte sufrir otro desengaño, y menos estando como estás. Kate no soporto verte sufrir, lo siento si me he pasado y no he confiado en ti, pero cuando el agente del FBI nos comentó que Thompson te había nombrado directamente, lamentándose de no haberte matado, me alegré de que no hubieras estado allí.
- Lo hubiera soportado, yo tenía que ayudar en eso, yo era quien tenía que descubrir al asesino de mi madre, se lo debía.
- Y has sido tu, Kate, hemos utilizado toda la información que tenías, si no hubiera sido por eso, no lo habríamos conseguido, ha sido gracias a tu investigación, lo del francotirador fue una casualidad.
- ¿Y quien lo sabía?
- Pues tu padre, mi madre, Lanie…
- Por eso siempre había alguien aquí conmigo, ¿no?
- Kate lo siento, lo siento mucho, ya sé que está hecho y probablemente mis disculpas no te sirvan de consuelo, pero…
- No quiero verte – dijo ella sin mirarlo – necesito estar sola, vete de aquí.
- ¿Me estás echando? – preguntó él dolido y sorprendido a la vez.
- ¡Dios, que tonta!, ¿cómo voy a echarte si esta es tu casa?, seré yo quien me vaya – y se dirigió hacia la escalera.
Él se acercó a ella y la detuvo.
- ¡Espera! – le dijo – no tienes porque marcharte, ahora esta también es tu casa, me iré yo – y dejándola perpleja se dirigió a la escalera – subo por algo de ropa y me voy, pero llama a alguien para que se quede contigo, no te quedes sola.
- ¿Y a quien llamo?, todo el mundo me ha traicionado – dijo ofendida.
- Si te consuela saberlo, Lanie nunca estuvo de acuerdo en ocultártelo – dijo – tuvo que prometernos a Javier y a mi, que no te diría nada, llámala a ella, seguro que no le importa venir – y subió a la planta de arriba.
Kate se encontraba fatal, entendía a Rick, probablemente ella hubiese hecho lo mismo para protegerlo, pero se sentía tan traicionada, sentía tanta pena de sí misma.
De repente, sintió un gran dolor en el vientre que la hizo retorcerse y la dejó sin respiración. Se recuperó un poco, y empezó a jadear, al rato otra vez ese dolor, pero más fuerte. Se asustó, le dolía mucho, tanto que gritó:
- ¡Riiiiiick!
CONTINUARÁ…
Decidí resolver el caso de Johanna Becket, por darle la alegría al personaje de Kate y no dejarlo pendiente, siendo algo tan importante en la historia, pero lo he hecho un poco a la ligera, ya que meter aquí toda la trama me parecía excesivo para esta historia y la cosa se iba a alargar y complicar demasiado. Espero que aunque un poco apresurado haya quedado creíble. Gracias por leer
Capítulo 36:
Castle llegó a la comisaría y los chicos le estuvieron contando lo que habían descubierto. Habían matado a un abogado, que estaba defendiendo a un miembro de una familia de la mafia. El tipo que lo había hecho desde una ventana, fue disparado por otro miembro de la familia que iba con el abogado. Lo hirieron en el hombro, y lo cogieron cuando intentaba escapar dejando un reguero de sangre.
El disparo que le dieron al francotirador, fue más aparatoso que grave, así que después de estar diez días en el hospital, bajo vigilancia, fue dado de alta y llevado a los calabozos de la comisaría. Querían interrogarlo antes de llevarlo a prisión.
Lo estuvieron interrogando hasta el cansancio, y el tío no soltaba prenda, pero ellos insistieron tanto que hubo un momento que el prisionero bajó la guardia y sin darse cuenta les preguntó molesto si el acoso al que lo estaban sometiendo tenía algo que ver con la muerte de Dick Coonan, porque él sabía que lo había matado una poli en esa comisaría, pero él no tenía nada que ver con lo que este había hecho.
Esto los puso en alerta y se emplearon en investigar a fondo la vida del asesino. En eso estaban cuando llamaron a Castle para que les echara una mano, ellos tenían además otros casos que resolver y la ayuda del escritor les vendría muy bien.
Estuvieron trabajando bastante, estaban totalmente absortos, era ya bastante tarde cuando a Rick le sonó el móvil. Era un mensaje de Kate que decía:” ¿Vas a tardar mucho?, te echo de menos. Por cierto, la gran ballena blanca necesita helado”. Rick sonrió, cada vez que se miraba al espejo, Kate decía que parecía una gran ballena y él la abrazaba diciéndole que era una ballena preciosa. Como vieron que no les daría tiempo a terminar y como él quería volver junto a ella, lo dejaron por ese día, y Rick les prometió que volvería otro rato al día siguiente y siempre que pudiera.
Parecía que la investigación iría para largo y Rick no le quería decir todavía nada a Kate, así que habló con su madre, y con Jim Becket, para comentarles lo que pasaba. La idea era que Kate no estuviera sola mientras él ayudaba en comisaría. De sobra sabía que si su mujer se enteraba de que tenían nuevas pistas sobre el caso de su madre, sabiendo lo cabezota que era, se metería en toda la investigación aunque estuviera casi a punto de dar a luz. Sabía positivamente que ocultarle a ella esa información le traería problemas en su matrimonio, pero estaba dispuesto a arriesgarse. Lo que no estaba dispuesto era a poner en peligro la vida de ella o la del bebé.
Lo que Rick no podía ni imaginar es que Kate estaba bastante mosqueada. Aunque él quisiera disimularlo, no podía evitar estar más nervioso, y algo distante. Recibía llamadas telefónicas que no quería que ella escuchase, salía a menudo con excusas absurdas y cuando ella le preguntaba preocupada si le pasaba algo, él siempre le decía que no, y que no se preocupase, cosa que cada vez le preocupaba más.
En conclusión, Kate estaba empezando a estar cada vez más enfadada y se le ocurrió la idea de que Rick se veía con otra, por eso estaba así de raro.
Por su parte él seguía yendo a la comisaría casi a diario. Tenían allí en los calabozos al francotirador, este después de meter la pata, se echó para atrás y no quiso hablar más, ellos siguieron insistiendo. Decía que prefería ir a la cárcel, a que pensaran que era un chivato. El tío estaba aterrado, al final le metieron tanto miedo en el cuerpo que lograron convencerle, diciéndole que tenía dos opciones, ir a la cárcel y que allí se encargaran de él, ya que ellos correrían la voz de que había colaborado con la policía, o ayudarles y entonces lo mandarían a una prisión de alta seguridad donde lo mantendrían aislado además de someterlo a un cambio de identidad. El prisionero accedió y empezó a dar información, vino a decir que había ocupado el sitio de Dick Coonan y después de que este fuera disparado por Becket, él se encargaba de los trabajos sucios de alguien muy importante. No sabía quien era la cabeza pensante, pero empezó a largar nombres de gente implicada y por ahí la investigación empezó a dar bastantes frutos.
Un par de semanas después de la llamada de Esposito, estaba en la casa con Lanie y Martha. Ese día estaba especialmente irritable, habían llamado a Rick por la mañana y se marchó muy nervioso y preocupado, dándole una excusa absurda. Al poco rato llegó Martha y un poco más tarde Lanie. Era ya por la tarde y su marido no había aparecido aun por casa, eso la tenía desquiciada, no quería decir nada de él delante de su madre, pero estaba tan angustiada y nerviosa, que solo podía pensar que se él había hartado de ella, porque estaba hecha una vaca y se había buscado a otra mejor que ella. Kate nunca había sido una mujer insegura, pero sus hormonas no la estaba ayudando en absoluto.
Lo que ella no podía saber, aunque su suegra y su amiga si, era que por fin habían dado con el que estaba detrás de todo, o con el dragón como le dijo en esa ocasión Gary McAllister. Gracias a toda la información que obtuvieron por parte del francotirador y a todo lo que ya tenían que había sido recopilado por ella y después de muchos días de ardua investigación, descubrieron que el dragón era Stephen Thompson, juez federal de la Corte Suprema, que se hizo famoso como el juez federal más joven de la historia, que fue nombrado por el presidente Ronald Reagan en 1988, con solo 39 años.
Se comunicaron con el FBI, al ser un juez federal, y estos le confirmaron todo, ellos llevaban ya varios años detrás de Thompson por diferentes delitos de corrupción, pero era un hombre procedente de una importante familia de la política norteamericana, además de tener mucha influencia y mucho dinero, por lo que era muy poderoso. Es por esto que había sido bastante escurridizo y difícil de coger. Gracias a lo que ellos tenían junto con la información que les había aportado los compañeros de la NYPD, pudieron detenerlo con multitud de cargos, ni sus mejores abogados podrían liberarlo de la cárcel.
Ni los chicos, ni Castle participarían en la detención, el juez estaba en Washington D.C., solo estaban en la comisaría esperando. Rick estaba muy nervioso, estaba loco por confesarle todo a Kate, aunque esta le tirara los trastos a la cabeza, no soportaba ocultarle eso por más tiempo.
Por fin ya casi de noche, recibieron un comunicado del FBI, diciéndoles que lo habían detenido y que cuando le leyeron todos los cargos por los que se le imputaba, entre ellos el asesinato de Johanna Becket y sus compañeros abogados, este sonrió con prepotencia y viendo que no tenía nada que hacer, dijo que siempre supo que la hija poli de la abogada acabaría trayéndole problemas y que, que lástima no haber acabado con ella lo mismo que hizo con su madre.
A Castle se le erizó el vello cuando supo lo cerca que había estado Kate de morir y se dijo para si mismo, que aunque ella no volviera a hablarle en la vida, él ya se daba por satisfecho al saber que estaba a salvo.
En la casa, Kate estaba bastante alterada, además estaba asustada, porque no se encontraba bien y no quería decirle nada ni a Lanie ni a Martha, solo deseaba que Rick estuviera con ella. Lo había telefoneado varias veces, pero siempre le salía el buzón de voz.
- ¡No me lo puedo creer! – gritó exasperada – ni siquiera me coge el teléfono.
- Hija, será que está reunido y lo tiene en silencio – dijo Martha conciliadora.
- ¿Reunido?, reunido cono quien si puede saberse, son más de las seis de la tarde, y se fue a las diez de la mañana.
- Tranquila amiga – le dijo Lanie – ya verás como todo tiene una explicación.
- Si, seguro que la explicación tiene nombre de conejita del playboy, como Mitzy, Penny, Cloey, o yo que sé.
- ¿Estás insinuando que Richard tiene una aventura con otra? – preguntó Martha muy seria – mira que puedes arrepentirte de lo que dices.
Kate se sentó llorosa al lado de su suegra.
- Lo siento Martha, ya no sé ni lo que digo, pero es todo tan raro, que no sé que pensar.
- Te entiendo perfectamente hija, mejor de lo que crees, yo también he estado embarazada y sé lo mal que se puede llegar a sentir una.
- Es que Rick, se va a cada poco, le llaman por teléfono y se va a otro sitio para que no lo escuche, lo llamo y no me contesta, ¿que quieres que piense?
- Hija, esa es una acusación muy seria, ¿acaso ya no confías en Richard?
- Claro que confío, sé que me quiere, y no he tenido dudas en todo este tiempo, he sido completamente feliz, pero en estas últimas semanas, ha cambiado tanto, que no puedo dejar de pensar que ya no me quiere, estoy loca, ¿verdad?
- Como una auténtica cabra – respondió Lanie que asistía apurada a la crisis de celos de su amiga, y apenada por no poderle decir la verdad, ya que lo había prometido, tanto a Javier como a Castle – tu chico escritor está loco por ti, gorda y todo, se le llena la boca de orgullo cada vez que te nombra a ti y a vuestro bebé.
- Sigue confiando, verás como todo tiene una explicación – le dijo Martha – conozco a Richard lo suficiente para saber que te adora, eres lo mejor que le ha pasado, y sé también que no tiene ninguna amante, pero si algún día me enterara que te engaña con otra…
- Ya me encargaría yo de caparlo – interrumpió Lanie.
- Y yo te ayudaría – siguió Martha.
- Gracias a las dos, muchas gracias, esperemos que no haga falta deshacernos del pequeño Ricky – dijo seria Kate.
- ¿Cómo has dicho? – preguntó Martha que no estaba muy segura de haber oído lo que en verdad había oído.
- ¿Pequeño Ricky? – preguntó Lanie con una carcajada.
- ¡Huy! – dijo ella apurada – se me ha escapado, por favor no vayáis a decirle nada a Rick, que me va a matar.
- Descuida hija, descuida – dijo una sonriente Martha – si mi hijo se enterara que conozco esa parte de vuestra intimidad, seguro que me repudiaba como madre, jajaja.
- Pues yo no sé si voy a poder callarme – dijo Lanie que seguía riendo.
- Vamos Lanie, no me dirás que Javier no le ha puesto nombre a su cosa.
Martha asistía interesada a la conversación de las dos amigas.
- En mis tiempos no se le ponía nombre, al menos que yo supiera. ¡Ay! Que antigua estoy.
Lanie sonrió:
- Yo guardo el secreto del chico escritor si tú guardas el de Javi.
- Prometido – dijo Kate.
- Lo llama su pequeño comando.
- ¿Comando? – preguntó Martha.
- Si, su comando o su soldado de operaciones especiales.
- Jajaja – rió Kate – eso es mejor que pequeño Ricky.
Estaban tan divertidas, que no oyeron el sonido de la llave en la puerta, ni vieron a un agotado Rick que se acercaba a ellas.
- Vaya, me alegro de veros tan felices, ¿se puede saber de que os reís?
- ¡Hola hijo!, ¿Qué tal todo?
- Bien, muy bien – contestó Rick – ya todo ha terminado.
- ¿El que ha terminado? – preguntó Kate curiosa.
- Ahora te lo contaré todo, estaba loco por poder decírtelo.
Viendo la conversación que se avecinaba, las dos mujeres optaron por irse.
- Muchas gracias por cuidar de ella – les dijo Rick – Lanie, Javier te espera abajo, y me ha dicho que ellos te llevarán a tu casa mamá.
- Claro hijo, muchas gracias – y se despidió de él con un beso.
Luego se acercó a besar a Kate y le dijo flojito:
- No seas muy dura con él, verás como tenía sus razones.
Cuando se hubieron ido, Rick tomó a Kate de la mano, y la invitó a sentarse junto a él en el sofá.
- ¿Qué es lo que pasa Rick?, ¿Qué ha terminado?
- Verás Kate, tengo algo muy importante que decirte.
- ¿Me vas a dejar? – preguntó ella nerviosa – ¿has conocido a alguien?
- ¿Qué? – dijo extrañado – pero ¿de donde has sacado esa idea?
- No sé Rick, dímelo tú.
- No te entiendo Kate, ¿Qué he hecho para que pienses que quiero dejarte? O que estoy con alguien – preguntó confuso.
- De verdad ¿no lo sabes?, llevas dos semanas que casi ni te veo, estás extrañísimo, serio, preocupado, incluso te has enfadado un par de veces conmigo sin motivo aparente, cuando te llamo al teléfono, ni me contestas… de verdad crees que no tengo motivos para sospechar que te pasa algo.
- ¡Oh cariño! – le dijo mientras la abrazaba dándose cuenta de lo mal que tenía que haberlo pasado, y lamentándose de su torpeza por no haberse percatado – lo siento, lo siento mucho, pero no es nada de lo que crees, tu eres mi vida, nunca podría dejarte, te quiero muchísimo Kate, mucho.
Ella suspiró aliviada, aunque seguía un poco mosqueada porque sabía que había pasado algo.
- Entonces, ¿Qué ha pasado?, cuéntamelo todo Rick.
- Verás Kate, hace un par de semanas recibí una llamada de Esposito…
Rick le va contando todo lo ocurrido durante las últimas semanas, siente que ella se pone tensa en sus brazos, a medida que avanza en su historia, hasta que llega un momento que se gira hacia él y levantándose con dificultad, le grita indignada:
- Pero, ¿cómo has podido ocultarme algo así?, es que acaso no sabes lo importante que es esto para mi.
- Claro que sé lo importante que es para ti, ¿Por qué crees que he estado todo este tiempo ayudando a los chicos?, si no hubiera sido importante, se habrían encargado ellos solos.
- Tendrías que habérmelo dicho, yo tendría que haber estado ahí ayudando.
- No estábamos seguros de si era una pista fiable, no queríamos que te ilusionaras con algo que a lo peor no era nada, no quería verte sufrir otro desengaño, y menos estando como estás. Kate no soporto verte sufrir, lo siento si me he pasado y no he confiado en ti, pero cuando el agente del FBI nos comentó que Thompson te había nombrado directamente, lamentándose de no haberte matado, me alegré de que no hubieras estado allí.
- Lo hubiera soportado, yo tenía que ayudar en eso, yo era quien tenía que descubrir al asesino de mi madre, se lo debía.
- Y has sido tu, Kate, hemos utilizado toda la información que tenías, si no hubiera sido por eso, no lo habríamos conseguido, ha sido gracias a tu investigación, lo del francotirador fue una casualidad.
- ¿Y quien lo sabía?
- Pues tu padre, mi madre, Lanie…
- Por eso siempre había alguien aquí conmigo, ¿no?
- Kate lo siento, lo siento mucho, ya sé que está hecho y probablemente mis disculpas no te sirvan de consuelo, pero…
- No quiero verte – dijo ella sin mirarlo – necesito estar sola, vete de aquí.
- ¿Me estás echando? – preguntó él dolido y sorprendido a la vez.
- ¡Dios, que tonta!, ¿cómo voy a echarte si esta es tu casa?, seré yo quien me vaya – y se dirigió hacia la escalera.
Él se acercó a ella y la detuvo.
- ¡Espera! – le dijo – no tienes porque marcharte, ahora esta también es tu casa, me iré yo – y dejándola perpleja se dirigió a la escalera – subo por algo de ropa y me voy, pero llama a alguien para que se quede contigo, no te quedes sola.
- ¿Y a quien llamo?, todo el mundo me ha traicionado – dijo ofendida.
- Si te consuela saberlo, Lanie nunca estuvo de acuerdo en ocultártelo – dijo – tuvo que prometernos a Javier y a mi, que no te diría nada, llámala a ella, seguro que no le importa venir – y subió a la planta de arriba.
Kate se encontraba fatal, entendía a Rick, probablemente ella hubiese hecho lo mismo para protegerlo, pero se sentía tan traicionada, sentía tanta pena de sí misma.
De repente, sintió un gran dolor en el vientre que la hizo retorcerse y la dejó sin respiración. Se recuperó un poco, y empezó a jadear, al rato otra vez ese dolor, pero más fuerte. Se asustó, le dolía mucho, tanto que gritó:
- ¡Riiiiiick!
CONTINUARÁ…
Decidí resolver el caso de Johanna Becket, por darle la alegría al personaje de Kate y no dejarlo pendiente, siendo algo tan importante en la historia, pero lo he hecho un poco a la ligera, ya que meter aquí toda la trama me parecía excesivo para esta historia y la cosa se iba a alargar y complicar demasiado. Espero que aunque un poco apresurado haya quedado creíble. Gracias por leer
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Rápido o no, ha quedado muy bien =)
Igual espero que se arreglen pronto con Castle, aunque viendo lo que sucede más pronto de lo imaginado
Muy buen capítulo, como siempre
Igual espero que se arreglen pronto con Castle, aunque viendo lo que sucede más pronto de lo imaginado
Muy buen capítulo, como siempre
Re: Para siempre, Último Capítulo
Otro buen capitulo Cata.
Rapido o no,ha quedado bien,no pongo ningun pero.
Espero que se arregle esto pronto
Rapido o no,ha quedado bien,no pongo ningun pero.
Espero que se arregle esto pronto
Raúl- Moderador
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Re: Para siempre, Último Capítulo
ya viene el bebeeeeee..jijiji..ke bieen
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
ajjajajja Esposito le llama pequeño comando) jajajjajajaj que risa
capitulo espectacular
continua pronto felicidades por el capitulo
capitulo espectacular
continua pronto felicidades por el capitulo
Re: Para siempre, Último Capítulo
¿Pequeño comando?, ¿enserio? jejejejejeje lo que me he podido reir!!
Bueno.......por el grito del final, eso es que el pequeño o pequeña Castle va a nacer.......no?? espero que lo solucionen, aunque nunca mejor que esta ocasión tan bonita que es el nacimiento de su hijo o hija!!
Muchas gracias por el capítulo!! Cada vez me gusta más!!!!!!
Bueno.......por el grito del final, eso es que el pequeño o pequeña Castle va a nacer.......no?? espero que lo solucionen, aunque nunca mejor que esta ocasión tan bonita que es el nacimiento de su hijo o hija!!
Muchas gracias por el capítulo!! Cada vez me gusta más!!!!!!
rakel- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Esto...¿comando? ajja
KATE DE PARTOOOOOOO SIII!
KATE DE PARTOOOOOOO SIII!
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
QUIERO EL PROXIMOOOOOOOOOOOOOOO
GENIA!!!!!! ERES INCREIBLEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!!
Como me gusta tu fic!!!!!
Club de fan de Cata Castillo !!!!!!!!!!!
GENIA!!!!!! ERES INCREIBLEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!!
Como me gusta tu fic!!!!!
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silvanalino- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
que va!! ah quedado bien pero... tenemos que ver en que va kate castle y...el/la pequeñit@ xD
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Hola! Ya llegó el nuevo miembro, ¿o será "miembra"? de la familia Castle. Espero que os guste el capítulo y muchas gracias por vuestros mensajes.
Capítulo 37:
El grito asustado de Kate, lo alarmó y le hizo bajar apresuradamente las escaleras. La vio apoyada contra la pared, sujetándose el vientre y retorciéndose de dolor.
- ¡Kate!, ¿Qué te ocurre? – le preguntó asustado.
- Me duele, me duele mucho – gimió ella.
- Tranquilízate mi vida, ven a sentarte en el sofá, estarás mejor.
- No quiero que le pase nada al bebé, Rick.
- No va a pasarle nada, voy a llevarte al hospital.
- ¡Aahhh! – volvió a quejarse ella, mientras sentía que algo caliente le chorreaba por las piernas – ¡Ay Rick, me hago pis encima!
Él miró hacia abajo:
- No es pis, has roto aguas, te has puesto de parto.
- ¿De parto?, no puede ser todavía quedan dos semanas.
- Pues parece que se ha adelantado.
- ¿Y si al bebé le pasa algo, por eso viene antes de tiempo?, seguro que es por mi culpa, no tenía que haberme enfadado tanto.
- Al bebé no va a pasarle nada – dijo él serio – y tu no tienes la culpa de nada, solo será que se ha adelantado, a veces pasa.
- Pero tengo miedo – dijo ella con cierto tono de culpabilidad, ya que además de estar totalmente convencida que no iba a saber ser una buena madre, ahora con su genio había provocado la llegada prematura del bebé.
- No va a pasar nada – dijo él queriendo aparentar más tranquilidad de la que sentía – hay que llevarte al hospital, pero antes tienes que cambiarte de ropa. Fuera está helando, no puedes salir con la ropa mojada, te vas a enfermar. ¿Puedes quedarte un momento sola?
- ¿Dónde vas? – gimió angustiada pues no quería quedarse sola.
- Voy a subir por ropa limpia y por la maleta.
Avisó al portero por el teléfono interior para que le llamara un taxi y corrió a la habitación por ropa limpia. Cogió también la bolsa que llevaba unos días preparada.
Kate estaba sentada en el sofá, respirando agitadamente. La ayudó a sacarse la ropa mojada, la secó con una toalla, y le puso ropa seca.
- ¡Vamos!
Con cuidado la ayudó a levantarse, la llevaba cogida por la cintura. Bajaron a la calle y allí ya los esperaba el taxi. Le dieron la dirección del hospital y el taxista, al ver el panorama, se dio bastante prisa. Lo último que quería era un parto en su taxi. Entró al hospital en silla de ruedas, y en seguida se hicieron cargo de ella. La llevaron a una habitación y para suerte de Kate, dio la casualidad de que era su ginecóloga quien estaba de guardia.
La revisó y la monitorizó y le dijo que estuviera tranquila, que había empezado a dilatar, pero que todavía le quedaba un rato.
- ¿Está bien el bebé? – preguntó preocupada – Cómo me he puesto de parto antes de tiempo.
- El bebé está perfectamente – la tranquilizó la doctora – solo que es grande y ya necesita salir.
- ¡Uf! – los dos suspiraron de alivio.
- Tal vez el papá quiera ir a admisiones a arreglar todo el papeleo – dijo la doctora sonriente – a la mamá le queda un ratito y dentro de poco va a necesitarte.
Rick obedeció a la médica. Se dirigió al mostrador y fue rellenando todos los formularios que le presentaron. Aprovechó para llamar a su madre, a su suegro y a Lanie, y volvió a la habitación con Kate.
Cinco horas estuvo de parto, Rick la cogía de la mano, le secaba el sudor de la frente y respiraba con ella, tal como habían practicado en las clases de parto sin dolor.
Llegó el momento, la doctora les dijo que el bebé estaba listo para salir, y que ahora es cuando tenía que empujar. Empezó a hacerlo, le dolía mucho y gritaba, mientras le estrujaba la mano a su marido que en silencio rezaba, pidiendo que ella recordara que era escritor y necesitaba sus manos para ganarse la vida.
Llegó el último empujón y la cabeza del bebé empezó a asomar, la doctora la animó hasta que salió completo.
- ¡Es un chico!, vaya papá – dijo la doctora muy sonriente – siento comunicarte que has errado en tus predicciones y que en vez de una linda princesa como querías, has sido padre de un principito – mientras decía esto, reía con ganas.
- ¿Está bien? – preguntó Kate.
- Está prefecto – contestó la doctora, mientras se oía el llanto del recién nacido – escucha que buenos pulmones tiene.
- Lo siento Rick – le dijo ella – ya sé que querías una niña…
- ¿Bromeas? – dijo un sonriente papá que miraba orgulloso a su retoño – yo lo decía porque pensaba que no sabía hacer niños, pero estoy encantado, otro machote a la familia, así equiparamos fuerzas.
Habían limpiado un poco al niño y se lo acercaron a los padres para que lo vieran. Lo colocaron sobre el vientre de su madre. Cuando Kate vio a esa cosita tan sucia, congestionada y llena de sangre, que lloraba abriendo una boca enorme, sintió que todas sus dudas, sobre sus sentimientos maternales se disipaban.
El bebé se tranquilizó cuando lo pusieron en contacto con su madre. Estuvieron así un rato, los dos mirando a su hijo con cara de bobos. Vino una enfermera a llevárselo, para asearlo y vestirlo. A Kate iban a tener que hacerle una episiotomía, así que la prepararon y Rick se salió del paritorio.
Fue a ver si había llegado su familia. Allí estaban todos, esperando. Se acercó a ellos sonriente. Les comunicó que había sido un niño, noticia que alegró muchísimo sobre todo a Jim y a Alexander y que tanto el bebé como la madre estaban muy bien.
- ¿Ya habéis pensado como vais a llamarle? – preguntó la abuela.
- Pues no, habíamos pensado llamarla Sarah, porque yo estaba tan convencido de que sería una niña, que al final os convencí a todos y encima me he equivocado.
- ¿Desilusionado por que no es otra niña? – le preguntó Jim Becket.
- Para nada, estoy encantado de que haya llegado otro hombre a la familia – dijo con una sonrisa de oreja a oreja – vuelvo con ella, ahora os aviso cuando podáis pasar a verla.
Entró a la habitación. Ella todavía no estaba allí, llegó al rato, la habían aseado y estaba medio adormilada.
- ¡Hola bella durmiente! – le dijo dándole un besito en los labios.
- Hola – dijo en mitad de un bostezo – estoy muy cansada – ¿has visto al bebé?
- No, aun no. Oye están todos ahí fuera, esperando para conocer al nuevo miembro de la familia. Me han preguntado que como va a llamarse. No hemos pensado un nombre para él, no podemos llamarle Sarah.
- Claro que no vamos a llamarle Sarah, ¿Qué te parece Samuel? – preguntó ella – siempre me ha gustado ese nombre.
- Me gusta – dijo él – Samuel Rodgers, suena bien.
- Samuel Richard Rodgers – corroboró ella.
- ¿Richard? No – dijo él – quedamos que nada de nombres de nadie, debe tener su propio nombre.
- Y va a tener su propio nombre, no hay otro Samuel en la familia que sepamos, y quiero que lleve de segundo nombre, el de su padre…
- Pero si a mi no me gusta mi nombre… – empezó a quejarse Rick – no quiero cargar a mi hijo con el nombre de Richard, es un nombre repelente.
- No sé porque no te gusta tu nombre, Richard es un nombre bonito, un nombre como otro cualquiera, era el nombre de tu abuelo y es tu nombre y así como tú llevas de segundo el nombre de tu padre, nuestro hijo lo llevará también.
- Pero es que… - empezó a protestar de nuevo.
- No hay discusión – zanjó ella.
- Mandona – le dijo él mientras sonreía y la besaba de nuevo.
Se abrió la puerta y entró la enfermera con el niño en brazos.
- Aquí tienen a su hijo, ya limpito y preparado – dijo la enfermera sonriente mientras colocaba el bebé en brazos de Kate – el pediatra lo ha revisado y dice que está en perfectas condiciones.
Cuando Kate miró a su niño, sintió que una gran ternura la embargaba, a la vez que no pudo evitar pensar en lo feo que era. Se sintió muy culpable por pensar eso, pero realmente su niño, porque era suyo y ella ya lo quería con locura, era muy feito. Era muy largo, había medido 54 cm, y delgado, pesó 3.100 kg, estaba arrugado y muy rojo, tenía la cabeza, cubierta por una gran mata de pelo negro y tieso. No era capaz de decidir si le recordaba a un monito o a un renacuajo.
Lo abrazó y le besó la cabeza. Estaba dormido.
A su lado Rick, los miraba con la baba caída.
- ¡Es precioso! – dijo su padre orgulloso.
Kate lo miró extrañada, pero no quiso discutir con él. Si a Rick, su hijo le parecía guapo, no iba a ser ella quien lo contradijese.
- ¿Por qué no sales y les dices a los abuelos que entren?
- Vale, ahora vengo.
Acunó al bebé y le dijo flojito:
- Te quiero mucho, aunque no seas muy guapo. Mamá siempre te va a querer.
Entraron los tres felices abuelos. Tanto Jim Becket como Alexander, estaban pletóricos de felicidad. Saludaron a la nueva mamá y al recién nacido con un beso y después de ver bien a la criatura, empezaron a hablar con Rick. Allí estaban los dos dándole la enhorabuena al padre y los tres felicitándose por el bebé.
Martha que también había saludado a Kate y besado al bebé, estaba junto a su nuera y miraban a los tres hombres alucinadas.
- Y tú hija, ¿Cómo te encuentras? – le preguntó Martha.
- Bien, teniendo en cuenta por lo que acabo de pasar, a este caballero – dijo con una sonrisa mirando a su hijo – le costó un poco salir.
- Igual que su padre, que también se hizo esperar, además se le parece tanto – dijo con añoranza.
- ¿Tú crees? – preguntó Kate esperanzada, ya que Rick había sido un bebé y un niño muy guapo.
- Claro que si – contestó la abuela mirándola – hija, ¿te pasa algo? – le preguntó pues la notaba un poco intranquila.
- No, nada – contestó ella mirando a los tres hombres que seguían hablando alegremente y dándose palmadas en la espalada.
- Mírales, hija – dijo la mujer con una gran sonrisa – son tal para cual, ahí están los tres congratulándose por el nacimiento del niño, y ninguno de ellos ha tenido que parirlo.
- Si, es como si todo el mérito fuera de ellos – y mirando al bebé – tu no vayas a ser así de mayor, ¿eh?
Kate empezaba a dar muestras de estar cansada, Martha que se dio cuenta se acercó a los hombres y les dijo con su diplomacia habitual:
- ¿Por qué estos hombres no se van a tomar un café y dejan descansar a la mamá?
- Cariño, ¿te sientes mal? – le preguntó Rick preocupado.
- Solo estoy un poco cansada – le sonrió para tranquilizarle – y sé que estáis felices, pero habláis muy fuerte.
- ¡Ay Katie!, lo sentimos – dijo su padre – si quieres ya nos vamos todos.
- No quiero que os vayáis todavía, pero si no os importa me gustaría descansar un ratito, Martha se queda conmigo – dijo pues quería preguntarle una cosa a su suegra.
- Bueno, pues nos tomamos un café y ahora volvemos.
Y uno por uno la besaron a ella y luego al bebé.
- Y ahora, ¿vas a decirme que te pasa? – preguntó Martha – te noto inquieta y preocupada.
- Martha – dijo sin dar rodeos – ¿crees que se parece a RicK?
- Si, bastante, cuando Rick nació era igual que él.
- ¿Igual de feo? – preguntó dudosa.
- Jajaja, si hija, igual de feo – Martha no podía dejar de reír – te confesaré algo, pero nunca se lo cuentes a Richard. Cuando lo pusieron en mis brazos, y lo vi, me puse a llorar y llegué a pensar que no había merecido la pena el sacrificio que había hecho para acabar teniendo un bebé así.
- Cuando lo he visto, he sentido un gran cariño por él, y además me he sentido la peor madre del mundo.
- Hija, está así porque nacer es un duro trabajo, ya verás lo guapo que se pone en un par de días. ¿Era eso lo que te preocupaba?
- Si, te habré parecido odiosa, ¿no?
- Que va, ya te he dicho que a mi me pasó lo que a ti, con la diferencia que yo estaba sola con Richard y todo se me hacía un mundo.
- Debió ser muy duro – dijo Kate solidaria.
- Lo fue, pero las satisfacciones que me dio ser madre compensó con creces cualquier otra cosa que pudo pasar.
El bebé empezó a lloriquear. Entró la enfermera preguntando si el niño había comido. Ella le dijo que acababa de despertarse y empezar a protestar. La enfermera dijo que estaría hambriento y le sugirió que se lo pusiese al pecho. Lo hizo tal como le dijeron, y cuando el bebé notó el pezón de su madre en la boca, empezó a chupar con ganas.
Entraron el papá y los abuelos, estuvieron todos pendientes del momento hasta que decidieron marcharse, era de madrugada y prometieron volver más tarde.
Cuando el bebé terminó de comer, la enfermera se lo llevó para cambiarlo, prometiéndoles que lo traería de vuelta en seguida. A Kate se le cerraban los ojos, y Rick le dijo que se durmiera tranquila.
No sabía cuanto tiempo había estado durmiendo, cuando despertó. Oía a Rick hablar, pero no sabía con quien, hasta que se dio cuenta que hablaba con su hijo.
- ¿Sabes Sam?, me gusta tu nombre, chico. Espero que a ti también, porque a mi no me gusta mucho el mío, pero es el que tengo. Siento que mamá te lo haya querido poner de segundo nombre, pero no te puedes imaginar lo mandona que es, ya la irás conociendo. Pero también es muy buena y guapa. Ahora está durmiendo porque traerte al mundo ha sido un gran trabajo y está muy cansada, por eso no tienes que llorar, para no despertarla.
Estaba frente a la ventana, meciendo al crío que por lo visto se había despertado.
- Te quiero mucho, y a mamá también. Creo que todavía esta un poco enfadada conmigo, pero no quería que se llevase una desilusión. Quiero que sepas una cosa, hijo, yo siempre voy a estar a tu lado, siempre voy a estar ahí y no te voy a dejar. Yo no tuve un padre que cuidara de mí de pequeño y lo eché de menos, pero a ti no va a pasarte lo mismo. Si tuve una madre, tu abuela Martha, está un poco loca, pero ya verás como te gusta. Tú también tienes una madre maravillosa, la mejor mamá del mundo y la más preciosa, la vas a adorar, igual que yo. También tienes una hermana mayor, que ya está en la universidad y dos abuelos. Tienes mucha suerte Sam, tienes una familia que te quiere mucho. Yo no podré enseñarte a jugar al béisbol, no se me da muy bien, porque de pequeño nadie me enseñó. De eso tendrá que ocuparse tu mamá, o los abuelos, yo me encargaré de contarte cuentos, eso si que se me da bien.
Kate no pudo evitar, que las lágrimas cayeran por sus mejillas, “Malditas hormonas”, pensó, pero presenciar esa declaración de amor de Rick a su hijo y a ella misma, la convenció de una cosa: quizás ella no sería la mejor madre del mundo, pero no cabía duda que había elegido el mejor padre para su hijo.
CONTINUARÁ…
Capítulo 37:
El grito asustado de Kate, lo alarmó y le hizo bajar apresuradamente las escaleras. La vio apoyada contra la pared, sujetándose el vientre y retorciéndose de dolor.
- ¡Kate!, ¿Qué te ocurre? – le preguntó asustado.
- Me duele, me duele mucho – gimió ella.
- Tranquilízate mi vida, ven a sentarte en el sofá, estarás mejor.
- No quiero que le pase nada al bebé, Rick.
- No va a pasarle nada, voy a llevarte al hospital.
- ¡Aahhh! – volvió a quejarse ella, mientras sentía que algo caliente le chorreaba por las piernas – ¡Ay Rick, me hago pis encima!
Él miró hacia abajo:
- No es pis, has roto aguas, te has puesto de parto.
- ¿De parto?, no puede ser todavía quedan dos semanas.
- Pues parece que se ha adelantado.
- ¿Y si al bebé le pasa algo, por eso viene antes de tiempo?, seguro que es por mi culpa, no tenía que haberme enfadado tanto.
- Al bebé no va a pasarle nada – dijo él serio – y tu no tienes la culpa de nada, solo será que se ha adelantado, a veces pasa.
- Pero tengo miedo – dijo ella con cierto tono de culpabilidad, ya que además de estar totalmente convencida que no iba a saber ser una buena madre, ahora con su genio había provocado la llegada prematura del bebé.
- No va a pasar nada – dijo él queriendo aparentar más tranquilidad de la que sentía – hay que llevarte al hospital, pero antes tienes que cambiarte de ropa. Fuera está helando, no puedes salir con la ropa mojada, te vas a enfermar. ¿Puedes quedarte un momento sola?
- ¿Dónde vas? – gimió angustiada pues no quería quedarse sola.
- Voy a subir por ropa limpia y por la maleta.
Avisó al portero por el teléfono interior para que le llamara un taxi y corrió a la habitación por ropa limpia. Cogió también la bolsa que llevaba unos días preparada.
Kate estaba sentada en el sofá, respirando agitadamente. La ayudó a sacarse la ropa mojada, la secó con una toalla, y le puso ropa seca.
- ¡Vamos!
Con cuidado la ayudó a levantarse, la llevaba cogida por la cintura. Bajaron a la calle y allí ya los esperaba el taxi. Le dieron la dirección del hospital y el taxista, al ver el panorama, se dio bastante prisa. Lo último que quería era un parto en su taxi. Entró al hospital en silla de ruedas, y en seguida se hicieron cargo de ella. La llevaron a una habitación y para suerte de Kate, dio la casualidad de que era su ginecóloga quien estaba de guardia.
La revisó y la monitorizó y le dijo que estuviera tranquila, que había empezado a dilatar, pero que todavía le quedaba un rato.
- ¿Está bien el bebé? – preguntó preocupada – Cómo me he puesto de parto antes de tiempo.
- El bebé está perfectamente – la tranquilizó la doctora – solo que es grande y ya necesita salir.
- ¡Uf! – los dos suspiraron de alivio.
- Tal vez el papá quiera ir a admisiones a arreglar todo el papeleo – dijo la doctora sonriente – a la mamá le queda un ratito y dentro de poco va a necesitarte.
Rick obedeció a la médica. Se dirigió al mostrador y fue rellenando todos los formularios que le presentaron. Aprovechó para llamar a su madre, a su suegro y a Lanie, y volvió a la habitación con Kate.
Cinco horas estuvo de parto, Rick la cogía de la mano, le secaba el sudor de la frente y respiraba con ella, tal como habían practicado en las clases de parto sin dolor.
Llegó el momento, la doctora les dijo que el bebé estaba listo para salir, y que ahora es cuando tenía que empujar. Empezó a hacerlo, le dolía mucho y gritaba, mientras le estrujaba la mano a su marido que en silencio rezaba, pidiendo que ella recordara que era escritor y necesitaba sus manos para ganarse la vida.
Llegó el último empujón y la cabeza del bebé empezó a asomar, la doctora la animó hasta que salió completo.
- ¡Es un chico!, vaya papá – dijo la doctora muy sonriente – siento comunicarte que has errado en tus predicciones y que en vez de una linda princesa como querías, has sido padre de un principito – mientras decía esto, reía con ganas.
- ¿Está bien? – preguntó Kate.
- Está prefecto – contestó la doctora, mientras se oía el llanto del recién nacido – escucha que buenos pulmones tiene.
- Lo siento Rick – le dijo ella – ya sé que querías una niña…
- ¿Bromeas? – dijo un sonriente papá que miraba orgulloso a su retoño – yo lo decía porque pensaba que no sabía hacer niños, pero estoy encantado, otro machote a la familia, así equiparamos fuerzas.
Habían limpiado un poco al niño y se lo acercaron a los padres para que lo vieran. Lo colocaron sobre el vientre de su madre. Cuando Kate vio a esa cosita tan sucia, congestionada y llena de sangre, que lloraba abriendo una boca enorme, sintió que todas sus dudas, sobre sus sentimientos maternales se disipaban.
El bebé se tranquilizó cuando lo pusieron en contacto con su madre. Estuvieron así un rato, los dos mirando a su hijo con cara de bobos. Vino una enfermera a llevárselo, para asearlo y vestirlo. A Kate iban a tener que hacerle una episiotomía, así que la prepararon y Rick se salió del paritorio.
Fue a ver si había llegado su familia. Allí estaban todos, esperando. Se acercó a ellos sonriente. Les comunicó que había sido un niño, noticia que alegró muchísimo sobre todo a Jim y a Alexander y que tanto el bebé como la madre estaban muy bien.
- ¿Ya habéis pensado como vais a llamarle? – preguntó la abuela.
- Pues no, habíamos pensado llamarla Sarah, porque yo estaba tan convencido de que sería una niña, que al final os convencí a todos y encima me he equivocado.
- ¿Desilusionado por que no es otra niña? – le preguntó Jim Becket.
- Para nada, estoy encantado de que haya llegado otro hombre a la familia – dijo con una sonrisa de oreja a oreja – vuelvo con ella, ahora os aviso cuando podáis pasar a verla.
Entró a la habitación. Ella todavía no estaba allí, llegó al rato, la habían aseado y estaba medio adormilada.
- ¡Hola bella durmiente! – le dijo dándole un besito en los labios.
- Hola – dijo en mitad de un bostezo – estoy muy cansada – ¿has visto al bebé?
- No, aun no. Oye están todos ahí fuera, esperando para conocer al nuevo miembro de la familia. Me han preguntado que como va a llamarse. No hemos pensado un nombre para él, no podemos llamarle Sarah.
- Claro que no vamos a llamarle Sarah, ¿Qué te parece Samuel? – preguntó ella – siempre me ha gustado ese nombre.
- Me gusta – dijo él – Samuel Rodgers, suena bien.
- Samuel Richard Rodgers – corroboró ella.
- ¿Richard? No – dijo él – quedamos que nada de nombres de nadie, debe tener su propio nombre.
- Y va a tener su propio nombre, no hay otro Samuel en la familia que sepamos, y quiero que lleve de segundo nombre, el de su padre…
- Pero si a mi no me gusta mi nombre… – empezó a quejarse Rick – no quiero cargar a mi hijo con el nombre de Richard, es un nombre repelente.
- No sé porque no te gusta tu nombre, Richard es un nombre bonito, un nombre como otro cualquiera, era el nombre de tu abuelo y es tu nombre y así como tú llevas de segundo el nombre de tu padre, nuestro hijo lo llevará también.
- Pero es que… - empezó a protestar de nuevo.
- No hay discusión – zanjó ella.
- Mandona – le dijo él mientras sonreía y la besaba de nuevo.
Se abrió la puerta y entró la enfermera con el niño en brazos.
- Aquí tienen a su hijo, ya limpito y preparado – dijo la enfermera sonriente mientras colocaba el bebé en brazos de Kate – el pediatra lo ha revisado y dice que está en perfectas condiciones.
Cuando Kate miró a su niño, sintió que una gran ternura la embargaba, a la vez que no pudo evitar pensar en lo feo que era. Se sintió muy culpable por pensar eso, pero realmente su niño, porque era suyo y ella ya lo quería con locura, era muy feito. Era muy largo, había medido 54 cm, y delgado, pesó 3.100 kg, estaba arrugado y muy rojo, tenía la cabeza, cubierta por una gran mata de pelo negro y tieso. No era capaz de decidir si le recordaba a un monito o a un renacuajo.
Lo abrazó y le besó la cabeza. Estaba dormido.
A su lado Rick, los miraba con la baba caída.
- ¡Es precioso! – dijo su padre orgulloso.
Kate lo miró extrañada, pero no quiso discutir con él. Si a Rick, su hijo le parecía guapo, no iba a ser ella quien lo contradijese.
- ¿Por qué no sales y les dices a los abuelos que entren?
- Vale, ahora vengo.
Acunó al bebé y le dijo flojito:
- Te quiero mucho, aunque no seas muy guapo. Mamá siempre te va a querer.
Entraron los tres felices abuelos. Tanto Jim Becket como Alexander, estaban pletóricos de felicidad. Saludaron a la nueva mamá y al recién nacido con un beso y después de ver bien a la criatura, empezaron a hablar con Rick. Allí estaban los dos dándole la enhorabuena al padre y los tres felicitándose por el bebé.
Martha que también había saludado a Kate y besado al bebé, estaba junto a su nuera y miraban a los tres hombres alucinadas.
- Y tú hija, ¿Cómo te encuentras? – le preguntó Martha.
- Bien, teniendo en cuenta por lo que acabo de pasar, a este caballero – dijo con una sonrisa mirando a su hijo – le costó un poco salir.
- Igual que su padre, que también se hizo esperar, además se le parece tanto – dijo con añoranza.
- ¿Tú crees? – preguntó Kate esperanzada, ya que Rick había sido un bebé y un niño muy guapo.
- Claro que si – contestó la abuela mirándola – hija, ¿te pasa algo? – le preguntó pues la notaba un poco intranquila.
- No, nada – contestó ella mirando a los tres hombres que seguían hablando alegremente y dándose palmadas en la espalada.
- Mírales, hija – dijo la mujer con una gran sonrisa – son tal para cual, ahí están los tres congratulándose por el nacimiento del niño, y ninguno de ellos ha tenido que parirlo.
- Si, es como si todo el mérito fuera de ellos – y mirando al bebé – tu no vayas a ser así de mayor, ¿eh?
Kate empezaba a dar muestras de estar cansada, Martha que se dio cuenta se acercó a los hombres y les dijo con su diplomacia habitual:
- ¿Por qué estos hombres no se van a tomar un café y dejan descansar a la mamá?
- Cariño, ¿te sientes mal? – le preguntó Rick preocupado.
- Solo estoy un poco cansada – le sonrió para tranquilizarle – y sé que estáis felices, pero habláis muy fuerte.
- ¡Ay Katie!, lo sentimos – dijo su padre – si quieres ya nos vamos todos.
- No quiero que os vayáis todavía, pero si no os importa me gustaría descansar un ratito, Martha se queda conmigo – dijo pues quería preguntarle una cosa a su suegra.
- Bueno, pues nos tomamos un café y ahora volvemos.
Y uno por uno la besaron a ella y luego al bebé.
- Y ahora, ¿vas a decirme que te pasa? – preguntó Martha – te noto inquieta y preocupada.
- Martha – dijo sin dar rodeos – ¿crees que se parece a RicK?
- Si, bastante, cuando Rick nació era igual que él.
- ¿Igual de feo? – preguntó dudosa.
- Jajaja, si hija, igual de feo – Martha no podía dejar de reír – te confesaré algo, pero nunca se lo cuentes a Richard. Cuando lo pusieron en mis brazos, y lo vi, me puse a llorar y llegué a pensar que no había merecido la pena el sacrificio que había hecho para acabar teniendo un bebé así.
- Cuando lo he visto, he sentido un gran cariño por él, y además me he sentido la peor madre del mundo.
- Hija, está así porque nacer es un duro trabajo, ya verás lo guapo que se pone en un par de días. ¿Era eso lo que te preocupaba?
- Si, te habré parecido odiosa, ¿no?
- Que va, ya te he dicho que a mi me pasó lo que a ti, con la diferencia que yo estaba sola con Richard y todo se me hacía un mundo.
- Debió ser muy duro – dijo Kate solidaria.
- Lo fue, pero las satisfacciones que me dio ser madre compensó con creces cualquier otra cosa que pudo pasar.
El bebé empezó a lloriquear. Entró la enfermera preguntando si el niño había comido. Ella le dijo que acababa de despertarse y empezar a protestar. La enfermera dijo que estaría hambriento y le sugirió que se lo pusiese al pecho. Lo hizo tal como le dijeron, y cuando el bebé notó el pezón de su madre en la boca, empezó a chupar con ganas.
Entraron el papá y los abuelos, estuvieron todos pendientes del momento hasta que decidieron marcharse, era de madrugada y prometieron volver más tarde.
Cuando el bebé terminó de comer, la enfermera se lo llevó para cambiarlo, prometiéndoles que lo traería de vuelta en seguida. A Kate se le cerraban los ojos, y Rick le dijo que se durmiera tranquila.
No sabía cuanto tiempo había estado durmiendo, cuando despertó. Oía a Rick hablar, pero no sabía con quien, hasta que se dio cuenta que hablaba con su hijo.
- ¿Sabes Sam?, me gusta tu nombre, chico. Espero que a ti también, porque a mi no me gusta mucho el mío, pero es el que tengo. Siento que mamá te lo haya querido poner de segundo nombre, pero no te puedes imaginar lo mandona que es, ya la irás conociendo. Pero también es muy buena y guapa. Ahora está durmiendo porque traerte al mundo ha sido un gran trabajo y está muy cansada, por eso no tienes que llorar, para no despertarla.
Estaba frente a la ventana, meciendo al crío que por lo visto se había despertado.
- Te quiero mucho, y a mamá también. Creo que todavía esta un poco enfadada conmigo, pero no quería que se llevase una desilusión. Quiero que sepas una cosa, hijo, yo siempre voy a estar a tu lado, siempre voy a estar ahí y no te voy a dejar. Yo no tuve un padre que cuidara de mí de pequeño y lo eché de menos, pero a ti no va a pasarte lo mismo. Si tuve una madre, tu abuela Martha, está un poco loca, pero ya verás como te gusta. Tú también tienes una madre maravillosa, la mejor mamá del mundo y la más preciosa, la vas a adorar, igual que yo. También tienes una hermana mayor, que ya está en la universidad y dos abuelos. Tienes mucha suerte Sam, tienes una familia que te quiere mucho. Yo no podré enseñarte a jugar al béisbol, no se me da muy bien, porque de pequeño nadie me enseñó. De eso tendrá que ocuparse tu mamá, o los abuelos, yo me encargaré de contarte cuentos, eso si que se me da bien.
Kate no pudo evitar, que las lágrimas cayeran por sus mejillas, “Malditas hormonas”, pensó, pero presenciar esa declaración de amor de Rick a su hijo y a ella misma, la convenció de una cosa: quizás ella no sería la mejor madre del mundo, pero no cabía duda que había elegido el mejor padre para su hijo.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Pero que bonito, ha sido increible, no tengo palabras para decirte lo que me ha gustado.
Sigue asi, esperamos el siguiente.
Duende- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 01/03/2011
Edad : 36
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
que bonitoooo..me a encantadooo..
siguelooo
siguelooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
preciosisimo!!!!!!!!!!!!!!!
me encantan tus capitulos!!!!!!!!
me encantan tus capitulos!!!!!!!!
IsaVera- Autor de best-seller
- Mensajes : 762
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Edad : 40
Localización : Cartagena, Murcia
Re: Para siempre, Último Capítulo
Cata, lejos, el mejor capitulooooooooooooooooooo
Tan dulce y con tanto amor, que mori. Es increible!!!!!!!!!
Gracias por escribir capitulos maravillosos!!!!
Espero que sigas de por vida con este fic.
Besosssssssss
Tan dulce y con tanto amor, que mori. Es increible!!!!!!!!!
Gracias por escribir capitulos maravillosos!!!!
Espero que sigas de por vida con este fic.
Besosssssssss
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Para siempre, Último Capítulo
¡OMG! Un mini Castle!
Me encanta!
Tendrá sus ojos o los de su madre?
Precioso el capi
Me encanta!
Tendrá sus ojos o los de su madre?
Precioso el capi
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
aw! que bien que no compraron cosas de color rosa =3 xD
.:DaNu:.- Policia de homicidios
- Mensajes : 704
Fecha de inscripción : 13/08/2011
Edad : 25
Localización : Perú
Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Hola de nuevo! Aquí os dejo un nuevo capítulo lleno de pasteleo familiar. Espero que os guste. Muchas gracias por vuestros comentarios.
Capítulo 38:
Como Martha predijo a medida que fue ganando peso y fueron pasando los días, Sam se iba convirtiendo en un precioso bebé. Fue perdiendo el pelo tieso y negro con el que nació que fue sustituido por una espesa pelusa castaña. Había heredado los preciosos ojos azules de su padre, al que se parecía más, cada día que pasaba.
Kate estaba absolutamente enamorada de su hijo, de momento era un bebé bastante tranquilo, lloraba poco, se sentía querido y seguro, así que era un niño feliz. Los compañeros de la comisaría le habían regalado entre todos, una gran cesta con ropa y utensilios para el bebé y otras cosas, entre ellas un coche patrulla de goma, una placa de policía de chocolate, un cuento de tela llamado “Albie, el policía”, y una gorra, y varias camisetas y sudaderas de la NYPD del tamaño del niño.
Así que cuando llevó a su hijo para que lo conocieran sus compañeros, encima de su pelele celeste llevaba puesta la sudadera azul marino con las siglas NYPD en amarillo. Todos le hicieron muchas fiestas y carantoñas, él se pasó la mayor parte del tiempo durmiendo en los brazos de su madre.
Llegó la Navidad, su hermana mayor que solo lo conocía por fotos o videos que le enviaba su padre llegó a Nueva York para pasar las fiestas cargada de regalos para el bebé, estaba deseando conocerlo.
Sam tenía apenas dos semanas, así que su padre pensó que al ser tan pequeño, ese año no irían a cenar a Saint Joseph, que ya llevaría él los regalos cuando pudiera, pero Kate lo convenció de lo contrario, diciendo que no iban a romper la tradición por la llegada del crío, que lo abrigaban bien y cenarían allí como otros años. Este año si pudieron asistir Alexander y Lillian, además de Jim Becket, que desde que nació su nieto pasaba gran parte de su tiempo en casa de su hija.
Aunque Rick le insistió en que podía estar de excedencia maternal el tiempo que quisiera Kate le dijo que solo estaría los tres meses que podía, él volvió a insistirle que podía permitirse estar más tiempo, pero ella en un arranque de honestidad le dijo que no quería que él la mantuviera, que tenía su trabajo y que además le gustaba, que sería una madre trabajadora como tantas otras y que se acostumbraría a ello. Su marido que la conocía bien, no le insistió, si quería volver a trabajar que lo hiciera, como él trabajaba en casa podía ocuparse del niño tal como hizo con Alexis.
Richard estaba atravesando una fructífera etapa literaria. Su novela “Entre bambalinas” iba por la 12ª edición, estuvo varios meses en los primeros puestos de la lista de los más vendidos. Había escrito y publicado una nueva novela de Nikki Heat, y tenía otra en mente. Además su novela de misterio en una bodega ya estaba terminada y sería lanzada en esa navidad.
Cuando Sam cumplió su primer mes, era ya un niño adorable. El día que le dedicó a su mamá su primera sonrisa, a esta casi se la cae la baba de la emoción. Rick presenciaba divertido la metamorfosis de la dura detective Becket en amorosa mamá.
Kate no sabía que hacer, por una parte le apetecía muchísimo quedarse cuidando a Sam, cada día la sorprendía con una nueva monería, y solo pensar no estar allí para verlo, le daba mucha pena, por otra, su sentido del deber le decía que debía volver al trabajo a su debido tiempo, así que estaba bastante indecisa. Con Rick no podía hablarlo, porque este sencillamente le decía que se podía quedar cuidando al niño tanto tiempo como le apeteciera, así que lo consultó con Lanie.
Su amiga le dijo, que si de ella se tratase intentaría pasar el mayor tiempo posible con su hijo, que el trabajo siempre estaba ahí y luego el tiempo pasa rápido y añoraría no haberle visto crecer.
Así que sin comentarlo con Rick, una mañana se fue y solucionó todo, pidiéndose otros tres meses más de excedencia sin sueldo.
Cuando llegó a la casa, Castle estaba escribiendo totalmente absorto en su trabajo y ni los oyó entrar. Ella llegó con el niño en brazos al despacho y se quedó allí parada, hasta que él notó su presencia.
- ¿Lleváis mucho tiempo ahí? – preguntó al notarlos.
- Un ratito, pero no queríamos interrumpir tu proceso creativo.
- ¿Dónde habéis estado toda la mañana?, os he echado de menos.
Ella con el crío dormido en brazos se acercó y se sentó en sus rodillas.
- Tengo que decirte algo importante y muy doloroso para mi – dijo muy seria.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó preocupado – me estás asustando.
- He estado hablando con Sam y hemos decidido…
- ¿Qué? – dijo impaciente.
- Que vas a tener que mantenerme otros tres meses más.
- ¿Quieres decir que…?
- Si, vengo de arreglarlo todo, he solicitado otros tres meses más de excedencia, así que no tendré que volver al trabajo hasta que Sam tenga seis meses.
- Me encantará mantenerte todo el tiempo que tu quieras – le dijo sonriente mientras la besaba – sé lo duro que será para ti, pero haremos un sacrificio.
- Siempre puedo pagarte en especies – dijo ella con sonrisilla pícara, mientras se movía seductoramente encima de él.
- Inspectora – dijo escandalizado – que hay menores delante.
- El menor está profundamente dormido, si te parece lo dejo en el cochecito y te abono el primer plazo de mi manutención.
- Me parece perfecta tu idea.
********************************************************
El día que Kate volvió a la comisaría le costó la misma vida dejar su plácida existencia de madre y ama de casa. Jamás pensó que se sentiría tan realizada y tan llena ocupándose de su hijo y sin tener que ir a trabajar. Rick volvió a decirle que si quería podía seguir quedándose en casa, pero ella sabía que había llegado el momento de volver y establecer de nuevo una rutina. No sería ni la primera ni la última mujer policía casada y con hijos, tenía así muchas compañeras. Mientras más retrasara la vuelta, más trabajo le costaría.
Cuando llegó los compañeros la recibieron con alegría. En seguida le pusieron una montaña de papeleo por delante y ella se enfrascó en el trabajo, claro que a cada rato llamaba a ver como estaba su niño. Rick pacientemente le contestaba que igual de bien que hacía diez minutos que había llamado.
Ella misma se sonreía diciéndose que se estaba convirtiendo en una madre histérica y pesada, pero Rick no le reclamaba, él sabía que el primer día de separación iba a ser duro para los dos, porque Sam también extrañaba a su mamá.
Después de una de sus llamadas, le llegó al móvil una foto de Sam, sentado en su trona, con una cara de felicidad absoluta, una cuchara de plástico en una mano, y un plato que se suponía era de papilla delante ya que esta, estaba en todos lados menos en el plato, en su babero, en su ropa, en su cara, en su pelo, en la silla. El mensaje que acompañaba a la foto decía: “Cuando me volví a coger el teléfono para contestar a tu llamada, Sam decidió experimentar y comer solo. No ha ocurrido nada que no se solucione con un buen baño y un nuevo plato de papilla. Te queremos. Besitos de los dos”.
A Kate se le instaló una gran sonrisa en la cara. Decidió que era hora de almorzar e iría a hacerle compañía a la tía Lanie, tendría que pasarla la nueva foto de Sam, Lanie tenía una carpeta con fotos de su sobrino favorito como ella le llamaba, y en realidad el único que tenía, porque la hermana de Lanie no tenía niños.
- ¡Hola tía Lanie! – Kate últimamente siempre la llamaba así.
- ¿Qué tal mamá?, ¿Cómo llevas este primer día sin tus hombres?, ¿Echas mucho de menos al chico escritor y al bebé?
- ¡Ay Lanie!, los echo terriblemente de menos, venía a enseñarte la última proeza de Sam – dijo mientras le pasaba el móvil.
- ¡Ay, que me lo como! – dijo Lanie con cara de boba – ¡está precioso, ay que ver como crece, y lo que se parece a su padre!
- Pues si, cada día se parece más a Rick, menos mal, porque con lo feito que era cuando nació…
Lanie estaba al corriente de los sentimientos de Kate cuando vio a su hijo por primera vez.
- Madre desnaturalizada, que madre dice que su hijo es feo.
- Yo – dijo Kate – Sam era feo, ya luego se ha puesto precioso, pero he de ser realista.
Después de comer y hablar un rato, Kate se volvió al trabajo.
Poco a poco se fue acostumbrando a su nueva rutina, lo que si notó es que aunque seguía gustándole ser policía, y salir a investigar casos e ir a la escena del crimen, cuando había que hacer algún operativo y sacar la pistola, ya no le gustaba tanto ser la que lo dirigía todo e ir la primera, ahora cada vez más a menudo procuraba ir detrás, realmente cada vez le apetecía exponerse menos al peligro.
Le encantaba llegar a casa y compartir el resto de la tarde con Rick y Sam, su marido la ponía al corriente de las nuevas hazañas de su hijo, como se acercaba el verano, algunas tardes iban al parque, o a ver a los abuelos. Otras veces, ella se quedaba pendiente del niño y Rick aprovechaba para escribir.
Aquel día había muchísimo trabajo en comisaría, así que no tuvo más remedio que quedarse a hacer horas extras junto con Ryan y Esposito. La verdad es que no le apetecía, quería volver a casa, pero el capitán le pidió por favor que se quedase unas horas más. Se habían presentado varios casos y hubo que hacer interrogatorios, papeleo. Llamó a Rick para avisarle de su tardanza, este le dijo que no se preocupase que él se hacía cargo de todo.
Cuando llegó a la casa eran casi las nueve de la noche, menos mal que era viernes, y libraría el sábado y el domingo. Entró y vio que todas las luces de abajo estaban apagadas, sabía que Sam estaría durmiendo, pero deseaba que Rick la estuviera esperando despierto, estaba agotada, pero realmente necesitaba una buena ración de mimos, solo unos besos, caricias y abrazos, porque la verdad es que no tenía cuerpo para nada más. Se quitó los zapatos y la chaqueta, hacía calor y ellos no querían abusar del aire acondicionado con un niño tan pequeño.
Subió las escaleras casi a rastras, y lo primero que hizo fue dirigirse a la habitación de su hijo, pero el bebé no estaba en su cuna, así que se dirigió a la habitación principal. Solo estaba encendida la luz de las mesillas. La imagen que vio la embargó de una gran ternura. En el centro de la cama y recostado sobre almohadones y rodeado de cojines, a modo de barrera protectora estaba Rick, vestido solo con unos calzoncillos. Boca abajo sobre su pecho desnudo estaba Sam solo con su pañal puesto. Los dos estaban profundamente dormidos. La gran mano de Rick reposaba suavemente sobre el trasero del bebé, como queriendo evitar que se pudiera caer. Los dos respiraban acompasados, y los dos emitían un ruidito a la vez que sacaban un poco el labio inferior hacia fuera, cada vez que respiraban. Se parecían cada vez más.
Kate sonrió y no pudo evitar sacar el móvil y empezar a hacerles fotos, además de un par de videos.
Después del pequeño reportaje que les sacó, se dispuso a hacer lo único que le apetecía en ese momento, se desnudó y se quedó solo con las bragas y una camiseta de tirantes. Empezó a retirar los cojines de un lado y se acostó al lado de sus dos hombres. Rick la sintió y se espabiló un poco.
- ¡Hola cielo!, ¿ya llegaste?
- Si, por fin – dijo ella sofocando un bostezo – ha sido un día larguísimo.
- ¿Has comido algo?, en la nevera te he dejado cena preparada. ¿Quieres que deje a Sam en la cuna y te prepare algo?
- No quiero que te muevas de ahí, ya tomé un sándwich antes de venir en la comisaría, no tengo hambre, solo quiero dormir a vuestro lado.
- Como quieras – y pasando un brazo por debajo de ella, la atrajo hacia su cuerpo – te hemos echado de menos todo el día, buenas noches amor.
- Buenas noches – dijo ya casi dormida.
Se despertó a la mañana siguiente muy descansada. Miró el reloj y vio que eran las 10:30, Rick la había dejado dormir muchísimo. Estaba sola en la cama. Se levantó y después de pasar por el baño se dirigió al cuarto del niño. Estaba despierto y tranquilo en su cuna. Cuando vio a su mamá le dedicó su mejor sonrisa desdentada y llena de babas. Kate lo cogió y lo achuchó, besándole la cabecita.
- Mi niño, te he extrañado mucho, ¿me has echado de menos?
- Agggúuu, oggs, bababab – le contestó el niño.
- Yo también, mi vida – le dijo volviéndolo a besar.
Bajó con él a la cocina. Allí estaba Rick preparando el desayuno.
- Buenos días, ¿has dormido bien? – dándole un beso en los labios, y dirigiéndose a su hijo – pero ¿tu no estabas durmiendo?
- Aaagggúuu, bababbbaba – dedicándole a su padre otra gran sonrisa.
- He ido a verlo y ya se había despertado, así que lo he bajado para que desayune con nosotros.
- No hace ni media hora que le cambié el pañal y estaba como una marmota, le voy a preparar el biberón.
Desayunaron tranquilos, estuvieron conversando y haciéndose arrumacos. Decidieron preparar comida e ir de picnic a Central Park, ya hacía bastante calor y allí se estaba más fresco. Pensaron también en invitar a los abuelos, los tres accedieron gustosos y quedaron en verse allí.
Estando en el parque sentados en una manta bajo un frondoso árbol, los adultos charlaban, mientras Sam dormía apaciblemente su siesta en su hamaca.
- Me asombra que sea un niño tan tranquilo, yo de chica era una polvorilla – comentó Kate.
- Y que lo digas – recordó su padre con una sonrisa – tu madre y yo no ganábamos para sustos contigo, eras muy inquieta.
- ¿Y como era Rick de pequeño? – le preguntó Kate a Martha – Rick me ha contado cosas, pero necesito una opinión más fiable.
- Pues Sam se le parece mucho, no solo físicamente sino en su forma de ser – recordó Martha – antes de empezar a andar era un bebé bastante tranquilo, pero cuando dio sus primeros pasos, empezó a volverme loca.
- ¿Por qué? – preguntó Kate curiosa.
- Si, mamá, ¿Por qué? – preguntó también Rick.
- En el momento que echó a andar se convirtió en el Richard que conocemos… ya sabes hija, un culo de mal asiento.
- ¡Vaya, gracias por la parte que me toca! – protestó Rick.
- No te quejes – le dijo su madre pellizcándole un cachete – eras un niño adorable, pero un autentico trasto.
- Pero, ¿Por qué?, yo no recuerdo haber sido un niño travieso.
- No hijo, eras inquieto y curioso, justo como eres ahora, tenías que experimentar con todo, así que no había cosa que no te llamase la atención y no tocases. Preguntabas por cualquier cosa, querías saberlo todo, no te puedes ni imaginar la paciencia que había que tener contigo, no es que fueras malo, solo un poco pesado. Pero había algo a tu favor, si encontrabas algo que te atrajese, eras capaz de estar quieto bastante rato. Por eso fue un alivio cuando aprendiste a leer.
Kate se reía con ganas.
- Bueno, si Sam se parece tanto a Rick, me temo que vamos a tener que armarnos de paciencia cuando empiece a andar, menos mal que ya estoy bastante entrenada contigo – dirigiéndose a su marido con una sonrisa – va a ser el doble de divertido.
- No tienes ni idea de lo que me ofendes cuando hablas así de mí, delante mía – dijo queriendo parecer molesto.
- ¿Te has enfadado? – le dijo mimosa – si me encanta como eres, contigo nunca me aburro.
- Solo un poco, ya sabes que no puedo estar mucho rato enfadado contigo.
Terminaron de pasar el día. Fue una alegre jornada familiar, prefacio de las vacaciones de verano. Kate estaba deseando irse a Los Hamptons y hartarse de playa, piscina y vida familiar.
CONTINUARÁ…
Capítulo 38:
Como Martha predijo a medida que fue ganando peso y fueron pasando los días, Sam se iba convirtiendo en un precioso bebé. Fue perdiendo el pelo tieso y negro con el que nació que fue sustituido por una espesa pelusa castaña. Había heredado los preciosos ojos azules de su padre, al que se parecía más, cada día que pasaba.
Kate estaba absolutamente enamorada de su hijo, de momento era un bebé bastante tranquilo, lloraba poco, se sentía querido y seguro, así que era un niño feliz. Los compañeros de la comisaría le habían regalado entre todos, una gran cesta con ropa y utensilios para el bebé y otras cosas, entre ellas un coche patrulla de goma, una placa de policía de chocolate, un cuento de tela llamado “Albie, el policía”, y una gorra, y varias camisetas y sudaderas de la NYPD del tamaño del niño.
Así que cuando llevó a su hijo para que lo conocieran sus compañeros, encima de su pelele celeste llevaba puesta la sudadera azul marino con las siglas NYPD en amarillo. Todos le hicieron muchas fiestas y carantoñas, él se pasó la mayor parte del tiempo durmiendo en los brazos de su madre.
Llegó la Navidad, su hermana mayor que solo lo conocía por fotos o videos que le enviaba su padre llegó a Nueva York para pasar las fiestas cargada de regalos para el bebé, estaba deseando conocerlo.
Sam tenía apenas dos semanas, así que su padre pensó que al ser tan pequeño, ese año no irían a cenar a Saint Joseph, que ya llevaría él los regalos cuando pudiera, pero Kate lo convenció de lo contrario, diciendo que no iban a romper la tradición por la llegada del crío, que lo abrigaban bien y cenarían allí como otros años. Este año si pudieron asistir Alexander y Lillian, además de Jim Becket, que desde que nació su nieto pasaba gran parte de su tiempo en casa de su hija.
Aunque Rick le insistió en que podía estar de excedencia maternal el tiempo que quisiera Kate le dijo que solo estaría los tres meses que podía, él volvió a insistirle que podía permitirse estar más tiempo, pero ella en un arranque de honestidad le dijo que no quería que él la mantuviera, que tenía su trabajo y que además le gustaba, que sería una madre trabajadora como tantas otras y que se acostumbraría a ello. Su marido que la conocía bien, no le insistió, si quería volver a trabajar que lo hiciera, como él trabajaba en casa podía ocuparse del niño tal como hizo con Alexis.
Richard estaba atravesando una fructífera etapa literaria. Su novela “Entre bambalinas” iba por la 12ª edición, estuvo varios meses en los primeros puestos de la lista de los más vendidos. Había escrito y publicado una nueva novela de Nikki Heat, y tenía otra en mente. Además su novela de misterio en una bodega ya estaba terminada y sería lanzada en esa navidad.
Cuando Sam cumplió su primer mes, era ya un niño adorable. El día que le dedicó a su mamá su primera sonrisa, a esta casi se la cae la baba de la emoción. Rick presenciaba divertido la metamorfosis de la dura detective Becket en amorosa mamá.
Kate no sabía que hacer, por una parte le apetecía muchísimo quedarse cuidando a Sam, cada día la sorprendía con una nueva monería, y solo pensar no estar allí para verlo, le daba mucha pena, por otra, su sentido del deber le decía que debía volver al trabajo a su debido tiempo, así que estaba bastante indecisa. Con Rick no podía hablarlo, porque este sencillamente le decía que se podía quedar cuidando al niño tanto tiempo como le apeteciera, así que lo consultó con Lanie.
Su amiga le dijo, que si de ella se tratase intentaría pasar el mayor tiempo posible con su hijo, que el trabajo siempre estaba ahí y luego el tiempo pasa rápido y añoraría no haberle visto crecer.
Así que sin comentarlo con Rick, una mañana se fue y solucionó todo, pidiéndose otros tres meses más de excedencia sin sueldo.
Cuando llegó a la casa, Castle estaba escribiendo totalmente absorto en su trabajo y ni los oyó entrar. Ella llegó con el niño en brazos al despacho y se quedó allí parada, hasta que él notó su presencia.
- ¿Lleváis mucho tiempo ahí? – preguntó al notarlos.
- Un ratito, pero no queríamos interrumpir tu proceso creativo.
- ¿Dónde habéis estado toda la mañana?, os he echado de menos.
Ella con el crío dormido en brazos se acercó y se sentó en sus rodillas.
- Tengo que decirte algo importante y muy doloroso para mi – dijo muy seria.
- ¿Qué ha pasado? – preguntó preocupado – me estás asustando.
- He estado hablando con Sam y hemos decidido…
- ¿Qué? – dijo impaciente.
- Que vas a tener que mantenerme otros tres meses más.
- ¿Quieres decir que…?
- Si, vengo de arreglarlo todo, he solicitado otros tres meses más de excedencia, así que no tendré que volver al trabajo hasta que Sam tenga seis meses.
- Me encantará mantenerte todo el tiempo que tu quieras – le dijo sonriente mientras la besaba – sé lo duro que será para ti, pero haremos un sacrificio.
- Siempre puedo pagarte en especies – dijo ella con sonrisilla pícara, mientras se movía seductoramente encima de él.
- Inspectora – dijo escandalizado – que hay menores delante.
- El menor está profundamente dormido, si te parece lo dejo en el cochecito y te abono el primer plazo de mi manutención.
- Me parece perfecta tu idea.
********************************************************
El día que Kate volvió a la comisaría le costó la misma vida dejar su plácida existencia de madre y ama de casa. Jamás pensó que se sentiría tan realizada y tan llena ocupándose de su hijo y sin tener que ir a trabajar. Rick volvió a decirle que si quería podía seguir quedándose en casa, pero ella sabía que había llegado el momento de volver y establecer de nuevo una rutina. No sería ni la primera ni la última mujer policía casada y con hijos, tenía así muchas compañeras. Mientras más retrasara la vuelta, más trabajo le costaría.
Cuando llegó los compañeros la recibieron con alegría. En seguida le pusieron una montaña de papeleo por delante y ella se enfrascó en el trabajo, claro que a cada rato llamaba a ver como estaba su niño. Rick pacientemente le contestaba que igual de bien que hacía diez minutos que había llamado.
Ella misma se sonreía diciéndose que se estaba convirtiendo en una madre histérica y pesada, pero Rick no le reclamaba, él sabía que el primer día de separación iba a ser duro para los dos, porque Sam también extrañaba a su mamá.
Después de una de sus llamadas, le llegó al móvil una foto de Sam, sentado en su trona, con una cara de felicidad absoluta, una cuchara de plástico en una mano, y un plato que se suponía era de papilla delante ya que esta, estaba en todos lados menos en el plato, en su babero, en su ropa, en su cara, en su pelo, en la silla. El mensaje que acompañaba a la foto decía: “Cuando me volví a coger el teléfono para contestar a tu llamada, Sam decidió experimentar y comer solo. No ha ocurrido nada que no se solucione con un buen baño y un nuevo plato de papilla. Te queremos. Besitos de los dos”.
A Kate se le instaló una gran sonrisa en la cara. Decidió que era hora de almorzar e iría a hacerle compañía a la tía Lanie, tendría que pasarla la nueva foto de Sam, Lanie tenía una carpeta con fotos de su sobrino favorito como ella le llamaba, y en realidad el único que tenía, porque la hermana de Lanie no tenía niños.
- ¡Hola tía Lanie! – Kate últimamente siempre la llamaba así.
- ¿Qué tal mamá?, ¿Cómo llevas este primer día sin tus hombres?, ¿Echas mucho de menos al chico escritor y al bebé?
- ¡Ay Lanie!, los echo terriblemente de menos, venía a enseñarte la última proeza de Sam – dijo mientras le pasaba el móvil.
- ¡Ay, que me lo como! – dijo Lanie con cara de boba – ¡está precioso, ay que ver como crece, y lo que se parece a su padre!
- Pues si, cada día se parece más a Rick, menos mal, porque con lo feito que era cuando nació…
Lanie estaba al corriente de los sentimientos de Kate cuando vio a su hijo por primera vez.
- Madre desnaturalizada, que madre dice que su hijo es feo.
- Yo – dijo Kate – Sam era feo, ya luego se ha puesto precioso, pero he de ser realista.
Después de comer y hablar un rato, Kate se volvió al trabajo.
Poco a poco se fue acostumbrando a su nueva rutina, lo que si notó es que aunque seguía gustándole ser policía, y salir a investigar casos e ir a la escena del crimen, cuando había que hacer algún operativo y sacar la pistola, ya no le gustaba tanto ser la que lo dirigía todo e ir la primera, ahora cada vez más a menudo procuraba ir detrás, realmente cada vez le apetecía exponerse menos al peligro.
Le encantaba llegar a casa y compartir el resto de la tarde con Rick y Sam, su marido la ponía al corriente de las nuevas hazañas de su hijo, como se acercaba el verano, algunas tardes iban al parque, o a ver a los abuelos. Otras veces, ella se quedaba pendiente del niño y Rick aprovechaba para escribir.
Aquel día había muchísimo trabajo en comisaría, así que no tuvo más remedio que quedarse a hacer horas extras junto con Ryan y Esposito. La verdad es que no le apetecía, quería volver a casa, pero el capitán le pidió por favor que se quedase unas horas más. Se habían presentado varios casos y hubo que hacer interrogatorios, papeleo. Llamó a Rick para avisarle de su tardanza, este le dijo que no se preocupase que él se hacía cargo de todo.
Cuando llegó a la casa eran casi las nueve de la noche, menos mal que era viernes, y libraría el sábado y el domingo. Entró y vio que todas las luces de abajo estaban apagadas, sabía que Sam estaría durmiendo, pero deseaba que Rick la estuviera esperando despierto, estaba agotada, pero realmente necesitaba una buena ración de mimos, solo unos besos, caricias y abrazos, porque la verdad es que no tenía cuerpo para nada más. Se quitó los zapatos y la chaqueta, hacía calor y ellos no querían abusar del aire acondicionado con un niño tan pequeño.
Subió las escaleras casi a rastras, y lo primero que hizo fue dirigirse a la habitación de su hijo, pero el bebé no estaba en su cuna, así que se dirigió a la habitación principal. Solo estaba encendida la luz de las mesillas. La imagen que vio la embargó de una gran ternura. En el centro de la cama y recostado sobre almohadones y rodeado de cojines, a modo de barrera protectora estaba Rick, vestido solo con unos calzoncillos. Boca abajo sobre su pecho desnudo estaba Sam solo con su pañal puesto. Los dos estaban profundamente dormidos. La gran mano de Rick reposaba suavemente sobre el trasero del bebé, como queriendo evitar que se pudiera caer. Los dos respiraban acompasados, y los dos emitían un ruidito a la vez que sacaban un poco el labio inferior hacia fuera, cada vez que respiraban. Se parecían cada vez más.
Kate sonrió y no pudo evitar sacar el móvil y empezar a hacerles fotos, además de un par de videos.
Después del pequeño reportaje que les sacó, se dispuso a hacer lo único que le apetecía en ese momento, se desnudó y se quedó solo con las bragas y una camiseta de tirantes. Empezó a retirar los cojines de un lado y se acostó al lado de sus dos hombres. Rick la sintió y se espabiló un poco.
- ¡Hola cielo!, ¿ya llegaste?
- Si, por fin – dijo ella sofocando un bostezo – ha sido un día larguísimo.
- ¿Has comido algo?, en la nevera te he dejado cena preparada. ¿Quieres que deje a Sam en la cuna y te prepare algo?
- No quiero que te muevas de ahí, ya tomé un sándwich antes de venir en la comisaría, no tengo hambre, solo quiero dormir a vuestro lado.
- Como quieras – y pasando un brazo por debajo de ella, la atrajo hacia su cuerpo – te hemos echado de menos todo el día, buenas noches amor.
- Buenas noches – dijo ya casi dormida.
Se despertó a la mañana siguiente muy descansada. Miró el reloj y vio que eran las 10:30, Rick la había dejado dormir muchísimo. Estaba sola en la cama. Se levantó y después de pasar por el baño se dirigió al cuarto del niño. Estaba despierto y tranquilo en su cuna. Cuando vio a su mamá le dedicó su mejor sonrisa desdentada y llena de babas. Kate lo cogió y lo achuchó, besándole la cabecita.
- Mi niño, te he extrañado mucho, ¿me has echado de menos?
- Agggúuu, oggs, bababab – le contestó el niño.
- Yo también, mi vida – le dijo volviéndolo a besar.
Bajó con él a la cocina. Allí estaba Rick preparando el desayuno.
- Buenos días, ¿has dormido bien? – dándole un beso en los labios, y dirigiéndose a su hijo – pero ¿tu no estabas durmiendo?
- Aaagggúuu, bababbbaba – dedicándole a su padre otra gran sonrisa.
- He ido a verlo y ya se había despertado, así que lo he bajado para que desayune con nosotros.
- No hace ni media hora que le cambié el pañal y estaba como una marmota, le voy a preparar el biberón.
Desayunaron tranquilos, estuvieron conversando y haciéndose arrumacos. Decidieron preparar comida e ir de picnic a Central Park, ya hacía bastante calor y allí se estaba más fresco. Pensaron también en invitar a los abuelos, los tres accedieron gustosos y quedaron en verse allí.
Estando en el parque sentados en una manta bajo un frondoso árbol, los adultos charlaban, mientras Sam dormía apaciblemente su siesta en su hamaca.
- Me asombra que sea un niño tan tranquilo, yo de chica era una polvorilla – comentó Kate.
- Y que lo digas – recordó su padre con una sonrisa – tu madre y yo no ganábamos para sustos contigo, eras muy inquieta.
- ¿Y como era Rick de pequeño? – le preguntó Kate a Martha – Rick me ha contado cosas, pero necesito una opinión más fiable.
- Pues Sam se le parece mucho, no solo físicamente sino en su forma de ser – recordó Martha – antes de empezar a andar era un bebé bastante tranquilo, pero cuando dio sus primeros pasos, empezó a volverme loca.
- ¿Por qué? – preguntó Kate curiosa.
- Si, mamá, ¿Por qué? – preguntó también Rick.
- En el momento que echó a andar se convirtió en el Richard que conocemos… ya sabes hija, un culo de mal asiento.
- ¡Vaya, gracias por la parte que me toca! – protestó Rick.
- No te quejes – le dijo su madre pellizcándole un cachete – eras un niño adorable, pero un autentico trasto.
- Pero, ¿Por qué?, yo no recuerdo haber sido un niño travieso.
- No hijo, eras inquieto y curioso, justo como eres ahora, tenías que experimentar con todo, así que no había cosa que no te llamase la atención y no tocases. Preguntabas por cualquier cosa, querías saberlo todo, no te puedes ni imaginar la paciencia que había que tener contigo, no es que fueras malo, solo un poco pesado. Pero había algo a tu favor, si encontrabas algo que te atrajese, eras capaz de estar quieto bastante rato. Por eso fue un alivio cuando aprendiste a leer.
Kate se reía con ganas.
- Bueno, si Sam se parece tanto a Rick, me temo que vamos a tener que armarnos de paciencia cuando empiece a andar, menos mal que ya estoy bastante entrenada contigo – dirigiéndose a su marido con una sonrisa – va a ser el doble de divertido.
- No tienes ni idea de lo que me ofendes cuando hablas así de mí, delante mía – dijo queriendo parecer molesto.
- ¿Te has enfadado? – le dijo mimosa – si me encanta como eres, contigo nunca me aburro.
- Solo un poco, ya sabes que no puedo estar mucho rato enfadado contigo.
Terminaron de pasar el día. Fue una alegre jornada familiar, prefacio de las vacaciones de verano. Kate estaba deseando irse a Los Hamptons y hartarse de playa, piscina y vida familiar.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Cada día me gusta más y más esta historia!
Me imagino un Castle pequeño y muero de ternura! Genial como siempre =)
Me imagino un Castle pequeño y muero de ternura! Genial como siempre =)
Re: Para siempre, Último Capítulo
Los dos últmos capítulos realmente dulces y tiernos. Reales como la vida misma
Felicidades.....
Felicidades.....
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Para siempre, Último Capítulo
Muy buen capitulo Cata,ay a ese bebe es para comerselo
Una pregunta,segun tu hay 3 abuelos pero cual es el 3º???
Una pregunta,segun tu hay 3 abuelos pero cual es el 3º???
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
Fecha de inscripción : 18/05/2011
Edad : 32
Localización : Parla City
Re: Para siempre, Último Capítulo
Raul escribió:Muy buen capitulo Cata,ay a ese bebe es para comerselo
Una pregunta,segun tu hay 3 abuelos pero cual es el 3º???
Hablaba, o mejor dicho escribía de forma genérica, y me refería a Martha, Alexander y Jim.
Soy de las antiguas y lo de los abuelos y la abuela, todos y todas, ellos y ellas, y miembros y "miembras", me parece una total pérdida de tiempo.
Espero haberte aclarado la duda y siento no haberme explicado mejor. Gracias por seguir la historia.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
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