Para siempre, Último Capítulo
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Hola! Ya éstoy de nuevo por aqui. Ya he visto que han salido bastantes noticias y fotos de la nueva temporada y que también hay muchos fics que leer.
Espero que os acordéis de la historia. Hoy os dejo dos capítulos para compensar los días que he estado fuera.
Dedicados a todos los que escriben, leen y participan en este foro.
Ahora me toca ir poniéndome al día, no sé como me va a sentar tanta información
Capítulo 16:
Salieron a la calle y paró un taxi, le indicó al taxista la dirección de “The Old Haunt”. Al entrar al local saludó al camarero y le indicó que estaría abajo, pero que no quería que nadie le molestara, es más, si venía alguien preguntando por él, nadie debía saber que estaba allí.
Bajaron al sótano.
- ¿Esto es tuyo? – le preguntó Alexander.
- Si – respondió Rick escueto.
- Es bonito.
- Lo sé.
Le ofreció asiento y le preguntó si quería tomar algo, mientras él se servía un whisky. Alexander declinó la invitación, no había ido hasta allí para beber una copa.
- Bueno – empezó Richard - ¿Qué es eso tan importante que tiene que hablar con mi madre?
- Me gustaría haberlo hablado directamente con Lilly.
- Ella no se llama Lilly, se llama Martha.
- Cuando yo la conocí se llamaba Lilly, y luego se cambió el nombre.
Castle no entró en explicaciones sobre el nombre de su madre, eso no era lo más importante.
- Me parece que va a tener que conformarse y hablar conmigo.
- Ya me has dicho que sabes quien soy y que tu madre te lo contó todo. ¿También te contó que me engaño respecto a ti?
- ¿Cómo así que le engañó?, ¿Qué quiere decir?
- Ella decidió interrumpir el embarazo, dijo que era demasiado joven para cargar con un niño, se quedó con el dinero y se quitó de en medio.
- Un momento – intervino Rick – no lo entiendo. Ella no abortó, soy la prueba de que no lo hizo.
- Pues eso es lo que tampoco entiendo yo, le dije que me casaría con ella y que formaríamos una familia, pero ella por lo visto prefirió el dinero.
Allí había algo que no cuadraba, la historia que le contó su madre y lo poco que le había contado Alexander aunque se parecían, no coincidían, lo mejor sería empezar por el principio.
- Creo que lo mejor es que me lo cuente todo – le animó Rick.
- De acuerdo – contestó Alexander – tienes derecho a saberlo.
Le habló de su familia, de un padre muy autoritario y exigente y de una madre que no conoció pues murió al poco de nacer él. Él era el único heredero de los viñedos y las bodegas y una vez que terminó los primeros años de universidad, como no se había decidido aún en que especializarse, su padre le buscó un trabajo como administrativo en la empresa de un amigo, para que no estuviera sin hacer nada. Trabajó allí durante un año y fue cuando conoció a Lilly. Le contó como la conoció.
Rick asentía porque todo eso coincidía con la historia contada por su madre.
Siguió hablándole del día que vino Lilly diciéndole que estaba embarazada, que se sorprendió mucho porque no lo esperaba, pero que le hizo ilusión y fue a hablar con su padre.
Richard se puso en guardia. Ahora empezaba la parte de la historia que él no conocía.
- Fui a casa, al Valle de Napa – continuó recordando Alexander – allí estaba mi padre con su abogado.
- Travis Foster – afirmó Richard.
- ¿Le conoces? – preguntó confundido Alexander.
- Digamos que he oído hablar de él, pero no le interrumpo más, siga.
- Mi padre se enfadó mucho, dijo que era tonto por liarme con una cualquiera. Aquello me dolió. Yo quería a Lilly, ella fue mi primer amor, mi primera mujer, estaba loco por ella. Mi padre siguió gritando y diciendo que jamás me dejaría casarme con alguien como ella, y que si se me ocurría hacerlo, me desheredaría. Le grité que no quería su dinero, que podía metérselo por donde le cupiera, pero que me casaría con Lilly aunque tuviese que limpiar baños para mantenerla a ella y a mi hijo.
A Alexander le brillaban los ojos mientras hablaban. Siguió con su historia.
- Me fui a acostar. A la mañana siguiente me levanté igual de enfadado y empecé a recoger mis cosas con intención de dejar la casa para siempre. Era ya por la tarde cuando mi padre me llamó a su despacho y me dio la noticia más horrible que he escuchado nunca. Me dijo que Travis se había encargado de todo, que había ido a hablar con Lilly, porque estaba seguro de que era una buscona y una aprovechada y que la muy sinvergüenza aceptó un cheque de mucho dinero para poder pagarse un aborto y empezar una nueva vida – aquí ya Alexander lloraba abiertamente – me volví loco – continuó – le grité a mi padre que eso era mentira, que Lilly no era así, que me estaría esperando. Mi padre volvió a reír y me dijo que si de verdad no lo creía que fuera a buscarla. Es lo que hice, buscarla por toda la ciudad, por todo el país, contraté a un detective, pero no fue capaz de encontrarla. Y no volví a verla hasta el otro día cuando por casualidad leí la crítica de su obra en la prensa. Busqué por su nuevo nombre en Internet y me salió alguna información de ella, pero sobre todo tuya. Cuando te vi, lo que te pareces a mi padre cuando era joven y vi en una de las páginas tu fecha de nacimiento, me di cuenta que Lilly me engaño, pues me negó la oportunidad de estar con mi hijo – se limpió las lágrimas con el pañuelo.
- Vaya, así que yo me parezco al malo de la película – pensó Rick sorprendido – realmente mi vida es un culebrón, a ver como reacciona, cuando se entere de la otra parte de la historia.
No había que ser muy listo para darse cuenta que el padre de ese señor, o mejor podría decir “su abuelo” lo había tramado todo para separar a la pareja. Los dos, jóvenes y poco experimentados habían caído en el engaño. Ahora él tenía que contarle que su madre no le engañó, y que fue su padre quien lo urdió todo.
Castle cogió la botella y le sirvió una copa.
- Tome esto, creo que le sentará bien.
Alexander dio un sorbo y le miró.
- ¿Entiendes ahora porque tu madre me tiene que dar explicaciones?, te he echado de menos durante toda la vida – suspiró Alexander – siempre me han encantado los niños, quise tener muchos hijos, pero no pudo ser. Ni un solo día he dejado de pensar en el hijo que pude tener con Lilly y que ahora sé que ella se negó a compartir.
- Mi madre no es culpable como crees. Por lo que me contó ella y ahora me has contado tú, los dos fuisteis victima de un engaño.
- ¿Cómo que un engaño? – preguntó sorprendido – el único engaño que hay aquí es el de Lilly.
- La historia no es como cree, o mejor dicho como se la contaron.
- Entonces, ¿Cómo es?
- Crecí sin saber quien era mi padre – empezó Castle – mi madre siempre me contó que no sabía quien era, que se conocieron, estuvieron una noche juntos, y que lo amó con locura la noche que pasó con él. Se quedó embarazada y no supo más de él.
- Pero, no entiendo, ¿Por qué te contó eso?, la historia no es así, ¿Por qué te ocultó la verdad?
- Para protegerme.
- ¿Protegerte?, ¿de quien?
- De ti.
- Pero… - el hombre estaba realmente aturdido – sigo sin entender nada.
- Deje que le cuente – siguió Richard – como le dije crecí sin saber quien era mi padre, nunca lo supe hasta el otro día que se encontraron. Cuando me llamaron para ir a recoger a mi madre al teatro porque no se encontraba bien, al preguntarle que pasaba ella me dijo que lo había visto. Imagínese mi enfado al saber que siempre supo quien era mi padre y me lo ocultó por tanto tiempo. Después de que me calmé le di la oportunidad de explicarse y me lo contó todo.
Castle va narrando todo lo que le contó su madre. Alexander esta cada vez más pálido, no puede creer que toda su vida haya sido una mentira. No fue Lilly quien le negó a su hijo, fue su propio padre. Sentía que se ahogaba, el corazón le latía acelerado y empezó a respirar con dificultad, a tener escalofríos y a sudar.
Richard al darse cuenta le preguntó:
- ¿Se encuentra usted bien?
- Me falta el aire – respondió entre jadeos.
Castle se asustó, parecía que le estaba dando un infarto. Sacó el móvil, pero allí abajo no tenía cobertura, subió corriendo las escaleras y le avisó al camarero para que llamara a una ambulancia.
Volvió con Alexander, estaba cada vez más pálido. Le aflojó el nudo de la corbata y empezó a abanicarlo con lo primero que encontró. Lo que le faltaba es que a aquel hombre le diera un infarto y se le quedara muerto allí mismo. Era una triste guasa, conocer al padre de uno a estas alturas de la vida para saber que podía tener antecedentes de enfermedades cardiacas.
Un camarero bajó precediendo a los paramédicos. Estos se acercaron a Alexander y empezaron a atenderlo, le pusieron oxígeno y lo sentaron en una silla que traían, ya que con la camilla sería muy difícil subirlo por las escaleras. Ya arriba lo metieron en la ambulancia, Castle preguntó si podía ir con él, y le dijeron que no, pero le indicaron al hospital que iban a llevarlo.
Una vez en el hospital, Rick se encargó del papeleo, aunque solo conocía el nombre. Mientras esperaba a que lo atendieran llamó a Kate.
- ¿Rick?, ¿estás bien?
- Yo si, oye, ¿estás con mi madre?
- Si, la recogí en el teatro y estamos ya en la casa, también está aquí Alexis. ¿Tu donde estás?
- Estoy en el hospital…
- ¿Ha pasado algo? – preguntó preocupada – ¿estás bien?
- Si Kate, no estoy aquí por mi, si no por Alexander, creo que le ha dado un infarto.
- ¿Un infarto? – preguntó, mientras por detrás de ella se oían las voces alarmadas de Alexis y Martha
- Por favor Kate diles a mi madre y a mi hija que yo estoy bien, pero que voy a quedarme aquí hasta saber como se encuentra.
- ¿Y sabes por que pudo haber pasado? – preguntó interesada.
- Creo que si, pero es una historia muy larga para contar por teléfono, ya hablaremos cuando vuelva a casa.
- ¿Quieres que vaya allí para estar contigo?
- No sé, ¿cómo esta mi madre?
- Bastante tranquila, la verdad – mientras ella hablaba Martha le hacía señas indicándole que se fuera con él – ¿quieres hablar con ella?
- Si por favor, pásamela.
- Hijo – preguntó preocupada – ¿Qué ha pasado?
- Estuve hablando con Alexander, él me contó su historia y yo le conté la tuya, pasaron cosas y… bueno, se puso muy nervioso y parece que le dio un infarto…
- ¡Válgame el cielo! – le interrumpió su madre – ¿cómo esta?
- Ahora le están atendiendo, aun no sé nada, pero creo que debo quedarme con él, no sé a quien llamar, no sé quien es su familia, y tú ¿Qué tal estas?
- Bien hijo, yo estoy bien, ahora va Kate para hacerte compañía, que yo me quedo aquí con Alexis.
- Gracias, nos vemos luego.
Colgaron el teléfono y Kate se despidió de las dos marchando al hospital.
CONTINUARÁ…
Capítulo 17:
Castle seguía sentado esperando noticias cuando apareció un médico preguntando por los familiares de Alexander Carrington, de momento no reaccionó, luego se levantó diciendo que era él, pero no pudo decirle al médico el parentesco que les unía, simplemente le dijo que era un conocido que estaba con él en el momento de lo ocurrido.
- ¿Cómo está?, ¿Ha sido un infarto?
- Al principio pensamos que pudiera ser una angina de pecho – dijo el doctor – pero después de hacerle pruebas hemos llegado a la conclusión de que ha sido una crisis de ansiedad.
- ¿Una crisis de ansiedad?, pero si le faltaba la vida.
- Así es, muchas veces estas crisis son confundidas con afecciones cardiacas por la similitud de los síntomas, pero el paciente es un hombre fuerte y bastante sano, y tiene un corazón muy fuerte.
- Pues cualquiera lo diría.
- Aunque parezcan algo sin importancia, estas crisis pueden llegar a causar la muerte, pero al señor lo cogimos a tiempo y ya esta estabilizado.
- ¿Puedo verlo? – la verdad es que no sabía si quería verlo o no.
- Ahora esta sedado y duerme, será mejor que espere un rato.
- ¿Tendrá que quedarse mucho tiempo?
- Esta noche sería conveniente que se quedara en observación.
Se sentó a seguir esperando y en ese momento llegó Kate.
- Rick – lo llamó, acercándose a él.
Castle nunca se había alegrado tanto de verla. Se levantó y acercándose a ella la abrazó.
- Te he echado de menos todo el día.
- Yo también – dijo ella apretando el abrazo – ¿sabes algo?, ¿Cómo está?
Richard le explicó lo que le había dicho el médico,
- ¿Qué vas a hacer?, ¿vas a quedarte? No tienes ninguna obligación con él.
- Ya sé que no tengo ninguna obligación con él, pero está solo y siento que mi deber es estar aquí.
- Rick, aunque biológicamente sea tu padre, no le debes nada, se portó fatal con tu madre y contigo.
- No fue así, ¿sabes?
En ese momento y sin poderlo evitar las lágrimas empezaron a caer por el rostro de Rick. Ella nunca lo había visto así y se asustó.
- ¿Qué ha pasado?, ¿Por qué estás así?, Rick me estas preocupando.
- Me contó lo que pasó, mucha parte de la historia coincide con lo que nos contó mi madre, pero otra no.
- ¿Qué quieres decir?
- Él no quiso abandonarnos, ni quiso que mi madre no me tuviera. Todo fue una artimaña, para separarlos – dijo mientras se secaba las lágrimas – ¿ves? Igual que un culebrón.
- No te entiendo – dijo ella – como que una artimaña.
- Ven – dijo cogiéndola de la mano y sentándose juntos – te voy a contar lo que me dijo, ya verás cuando se entere mi madre. Mi vida podría haber sido totalmente diferente si no hubieran separado a mis padres.
Kate observó que se refería a Alexander como su padre.
Con voz entrecortada le fue relatando la parte de la historia que ella desconocía. Mientras él hablaba, ella le secaba alguna que otra lágrima que se le escapaba sin poder evitarlo, le tenía cogido de las manos, le acariciaba en un intento de consolarlo, aunque su cara era de absoluto espanto, ¿Cómo se podía ser tan desalmado con el propio hijo de uno?
Al terminar de hablar, Kate solo pudo decir:
- Pobre Martha, toda la vida sufriendo y escondiéndose, cuando podría haber sido tan feliz.
- ¿Te das cuenta Kate?, mi vida podría haber sido bien distinta, nos negaron la oportunidad de conocernos de ser un padre y un hijo como tantos otros, no puedo dejar de ponerme en su lugar y pensar en como me sentiría si me hubieran negado la posibilidad de ver crecer a Alexis.
- Si, debió ser horrible.
- Me dijo que se llevó toda su vida echándome de menos. Que cada día pensaba en como podría haber sido.
Kate solo pudo abrazarlo y besarlo para demostrarle su apoyo.
- Además le destrozaron la vida a mi madre y todo por el maldito dinero.
- Bueno – dijo ella queriendo animarle – piensa que si hubieras vivido en San Francisco, no nos hubiéramos conocido.
- De eso nada inspectora – le dijo con una sonrisa triste – tu eres mi otra mitad y te hubiera buscado hasta encontrarte, aquí, en San Francisco o en Pekín, nuestras vidas se hubieran cruzado en algún momento, claro que en vez de ser un encantador escritor de novelas de misterio, sería un viticultor y bodeguero ricachón e impertinente.
- Ricachón e impertinente ya lo eres – dijo con una sonrisa.
- ¡Ay Kate! – dijo poniéndose serio de nuevo – ¿Qué voy a hacer ahora?
- Pues ante todo serenarte, ¡estás temblando Rick!, luego esperar a ver como se encuentra y…
- Y tengo que contárselo a mi madre, ¿Cómo va a sentirse después de tantos años pensando que la habían engañado?, ¿y cuándo se de cuenta de lo que pudo ser su vida y no fue?
En ese momento apareció una enfermera comunicándoles que Alexander había despertado y quería verlo.
Se levantó y la miró, invitándola a acompañarle, pero ella negó con la cabeza.
- Es mejor que vayas tu solo, yo te espero aquí.
- De acuerdo.
Entró a la habitación. Alexander tenía un poco de mejor color, respiraba a través de una mascarilla. Al verlo le hizo señas para que se acercara, se quitó la mascarilla y le dijo.
- Quiero disculparme por no haber luchado más por vosotros, tenía que haberos buscado hasta debajo de las piedras. Contraté al mejor investigador que encontré, y por lo visto no fue suficiente.
- Tu ni siquiera sabías que estaba vivo – respondió Castle – ¿quieres que llame a alguien?
- No, aquí en Nueva York no tengo a nadie. Mi hija – lo miró a los ojos – tienes una hermana, ella está en San Francisco, es varios años menor que tú, todavía no sabe nada, le puse Lillian, en recuerdo de tu madre, siempre quiso tener un hermano o hermana, igual que yo quise tener muchos hijos, pero el destino no lo quiso así.
Richard se sintió conmovido por ese hombre que le pedía disculpas por algo que él no hizo y le dijo.
- Mi segundo nombre es Alexander, creo que mi madre tampoco te olvidó.
- Tengo que volver a San Francisco y averiguar que pasó, por que nos hicieron esto.
- ¿Y como vas a averiguarlo? – preguntó interesado Castle – ha pasado mucho tiempo, ¿a quien le vas a preguntar?
- Al mal nacido de Travis Foster, nunca me gustó, mi padre le tenía en gran estima, pero a mí nunca me cayó bien, y sabiendo ahora lo que le hizo a Lilly, todavía me cae peor.
- ¿El abogado ese vive todavía? – preguntó Castle sorprendido.
- Si que vive, está muy mayor e impedido, vive en una residencia en Sausalito, pero a pesar de la edad que tiene no ha perdido la cabeza.
- El médico ha dicho que esta noche debería quedarse en observación, si quiere puedo quedarme a hacerle compañía.
- No hace falta, es mejor que vuelvas a casa con tu familia, yo me quedaré aquí, me encuentro mucho mejor y necesito descansar.
- De acuerdo, pero volveré mañana temprano.
Como si le hubiera oído, en ese momento entró la enfermera, diciendo que el paciente necesitaba descansar y que tenía que marcharse.
Salió de la habitación y se dirigió a donde estaba Kate,
- ¿Cómo se encuentra? – le preguntó.
- Mucho mejor, ahora está descansando.
- ¿Vas a quedarte esta noche?
- Él mismo me ha dicho que me vaya, voy a preguntarle al médico, y según lo que me digan ya veo que hago.
Así lo hizo. El médico le confirmó que el paciente estaba fuera de peligro, que no tenía ninguna afección cardiaca, y que quedarse esa noche en el hospital era solo por prevenir. También le dijo que con total seguridad le darían el alta a la mañana siguiente.
- Entonces mejor me voy a casa y mañana vengo a recogerlo para llevarlo a su hotel y que avise a su hija.
- Si – asintió el doctor – es lo más conveniente.
Salieron del hospital, y se dirigieron al coche de Kate.
- Ahora me toca contarle a mi madre la otra parte de la historia, ¡Buf! – protestó – estoy harto de ser un correveidile.
Viendo lo decaído que estaba le comentó:
- Vamos a mi casa para que pueda recoger ropa y ya luego te llevo a la tuya.
- Gracias por estar conmigo Kate, no sé si lo hubiera podido afrontar estando solo.
- Ya sabes que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, igual que yo sé que siempre estas ahí para mi.
- Siempre – y acercándose le dio un beso – los he echado de menos – le dijo mientras acariciaba los labios que acababa de besar.
- Anda vamos.
*********************************
Al llegar a la casa Martha y Alexis salieron a recibirlos preocupadas y preguntándole como estaba. Él les dio el parte médico y luego sentándose en el sofá, se dirigió a su madre.
- Anda siéntate, tu también Alexis, que os voy a contar lo que me dijo Alexander.
Y durante un gran rato les fue relatando la parte de la historia que ellos desconocían. Castle observaba a su madre, Martha estaba muy triste mientras hablaban, aunque no lloraba.
- Siento que tengas que pasar por esto, madre, pero creo que debías saberlo.
- No hijo, no te preocupes. Siento gran tristeza por lo que pudo haber sido mi vida, pero ya no tiene remedio. Lo que si me da una gran alegría es saber que tu padre no es el desalmado que yo creía, que por lo que parece no me equivoqué al elegirlo como tu padre. Eso siempre me entristeció mucho, no haber sabido escoger un buen padre para ti.
- ¡Que historia tan triste, abuela! – intervino Alexis – ¿Y que vais a hacer ahora? – preguntó dirigiéndose a u padre y a su abuela.
- No sé – contestó Richard – todo esto me ha pillado de sorpresa y la verdad me va a costar asumirlo.
- Bueno, hijos míos – dijo Martha – me retiro a mi habitación. Tengo que pensar en muchas cosas y ordenar mis ideas.
- ¿Estás bien? – le preguntó su hijo – ¿quieres que te acompañemos?
- No, querido, seré capaz de sobrevivir.
- Buenas noches abuela, que descanses, un beso – se despidió cariñosa su nieta.
- ¿Estará bien Martha? – preguntó Kate con preocupación.
- Creo que si, ahora se encerrará en su cuarto y llorará a gusto. Por eso me asustó tanto la llantera del otro día, a mi madre no le gusta demostrar sus emociones en público, dice que es poco glamouroso, así que cuando la vi llorando de esa manera y totalmente hundida me preocupé muchísimo.
- ¡Vaya con Martha!, menudo carácter – exclamó Kate.
- ¿Tenéis hambre? – preguntó Alexis – a mí estas emociones familiares me abren el apetito.
- Yo sí – dijo Kate – ¿y tú? – dirigiéndose a Richard.
- No mucha la verdad.
- Pues yo voy a hacer espaguetis – y se fue a la cocina.
- ¿Quieres que te ayude? – le preguntó Kate.
- No hace falta, ya me apaño yo.
Mientras Alexis preparaba la cena, ellos permanecieron en silencio cogidos de las manos. Él se acercó a darle un beso, pero ella le rechazó mientras con la cabeza señalaba a Alexis, que estaba en la cocina.
- Desde donde está no nos ve – susurró Castle.
- ¿Y si viene? – preguntó ella – me daría mucha vergüenza.
- Ella ya es mayorcita y sabe que estamos juntos, no va a asustarse porque nos demos un beso – y volvió a acercarse a ella que esta vez no le rechazó.
Estuvieron besándose dulcemente, sin prisas, Castle acariciaba con su lengua el interior de la boca de ella, que solo atinaba a gemir recreándose en los besos que él le daba.
- Mmmm inspectora, sabes tan bien – murmuró él – me pasaría la vida entera besándote.
Al rato una tosecita los interrumpió.
- Siento imolestar, pero la cena está lista y ya sabéis lo pronto que se enfría la pasta.
Kate se apartó de Castle un poco apurada, iba a disculparse con la niña pero ésta ya se había ido. Cenaron tranquilamente hablando de una y mil cosas, Alexis le confesó a su padre que había estado investigando a su padre en Internet y este la consoló diciéndole que él también lo había hecho.
Después de cenar y recogerlo todo estuvieron un rato viendo en la tele una comedia. Decidieron acostarse y subieron los tres al piso superior, al pasar por la habitación de la abuela, escucharon los sollozos de esta.
Kate se preocupó y les preguntó si necesitaría algo, pero tanto el hijo, como la nieta que la conocían bien dejaron claro, que lo mejor era dejarla sola con su congoja y que se desahogase.
Se despidieron hasta el día siguiente Alexis entró a su habitación y ellos siguieron hasta el dormitorio principal.
- Me parte el alma oír a Martha tan apenada – dijo Kate – es siempre tan optimista y tan animosa.
- Y a mí – respondió Rick triste – pero sé que lo mejor es dejarla. He vivido con ella casi toda la vida, y te puedo asegurar que hemos pasado por muchos momentos malos, mi madre siempre tira para delante, pero cuando se agobiaba mucho aunque a mí no me lo demostrara, necesitaba su momento de intimidad para desahogarse. Es una luchadora y le debo ser lo que soy, aunque muchas veces no estuviéramos de acuerdo, siempre me apoyó.
- Definitivamente es una gran mujer – corroboró Kate – y tengo que reconocer que hizo un gran trabajo contigo – sonrió ella.
- Y con Alexis – afirmó él – al fin y al cabo es la figura materna más cercana que ha tenido mi hija, y no, no lo ha hecho nada mal.
Se acostaron y reanudaron los besos que antes les interrumpió Alexis. Se amaron dulcemente entre susurros y palabras de amor para terminar durmiéndose abrazados.
CONTINUARÁ…
Espero que os acordéis de la historia. Hoy os dejo dos capítulos para compensar los días que he estado fuera.
Dedicados a todos los que escriben, leen y participan en este foro.
Ahora me toca ir poniéndome al día, no sé como me va a sentar tanta información
Capítulo 16:
Salieron a la calle y paró un taxi, le indicó al taxista la dirección de “The Old Haunt”. Al entrar al local saludó al camarero y le indicó que estaría abajo, pero que no quería que nadie le molestara, es más, si venía alguien preguntando por él, nadie debía saber que estaba allí.
Bajaron al sótano.
- ¿Esto es tuyo? – le preguntó Alexander.
- Si – respondió Rick escueto.
- Es bonito.
- Lo sé.
Le ofreció asiento y le preguntó si quería tomar algo, mientras él se servía un whisky. Alexander declinó la invitación, no había ido hasta allí para beber una copa.
- Bueno – empezó Richard - ¿Qué es eso tan importante que tiene que hablar con mi madre?
- Me gustaría haberlo hablado directamente con Lilly.
- Ella no se llama Lilly, se llama Martha.
- Cuando yo la conocí se llamaba Lilly, y luego se cambió el nombre.
Castle no entró en explicaciones sobre el nombre de su madre, eso no era lo más importante.
- Me parece que va a tener que conformarse y hablar conmigo.
- Ya me has dicho que sabes quien soy y que tu madre te lo contó todo. ¿También te contó que me engaño respecto a ti?
- ¿Cómo así que le engañó?, ¿Qué quiere decir?
- Ella decidió interrumpir el embarazo, dijo que era demasiado joven para cargar con un niño, se quedó con el dinero y se quitó de en medio.
- Un momento – intervino Rick – no lo entiendo. Ella no abortó, soy la prueba de que no lo hizo.
- Pues eso es lo que tampoco entiendo yo, le dije que me casaría con ella y que formaríamos una familia, pero ella por lo visto prefirió el dinero.
Allí había algo que no cuadraba, la historia que le contó su madre y lo poco que le había contado Alexander aunque se parecían, no coincidían, lo mejor sería empezar por el principio.
- Creo que lo mejor es que me lo cuente todo – le animó Rick.
- De acuerdo – contestó Alexander – tienes derecho a saberlo.
Le habló de su familia, de un padre muy autoritario y exigente y de una madre que no conoció pues murió al poco de nacer él. Él era el único heredero de los viñedos y las bodegas y una vez que terminó los primeros años de universidad, como no se había decidido aún en que especializarse, su padre le buscó un trabajo como administrativo en la empresa de un amigo, para que no estuviera sin hacer nada. Trabajó allí durante un año y fue cuando conoció a Lilly. Le contó como la conoció.
Rick asentía porque todo eso coincidía con la historia contada por su madre.
Siguió hablándole del día que vino Lilly diciéndole que estaba embarazada, que se sorprendió mucho porque no lo esperaba, pero que le hizo ilusión y fue a hablar con su padre.
Richard se puso en guardia. Ahora empezaba la parte de la historia que él no conocía.
- Fui a casa, al Valle de Napa – continuó recordando Alexander – allí estaba mi padre con su abogado.
- Travis Foster – afirmó Richard.
- ¿Le conoces? – preguntó confundido Alexander.
- Digamos que he oído hablar de él, pero no le interrumpo más, siga.
- Mi padre se enfadó mucho, dijo que era tonto por liarme con una cualquiera. Aquello me dolió. Yo quería a Lilly, ella fue mi primer amor, mi primera mujer, estaba loco por ella. Mi padre siguió gritando y diciendo que jamás me dejaría casarme con alguien como ella, y que si se me ocurría hacerlo, me desheredaría. Le grité que no quería su dinero, que podía metérselo por donde le cupiera, pero que me casaría con Lilly aunque tuviese que limpiar baños para mantenerla a ella y a mi hijo.
A Alexander le brillaban los ojos mientras hablaban. Siguió con su historia.
- Me fui a acostar. A la mañana siguiente me levanté igual de enfadado y empecé a recoger mis cosas con intención de dejar la casa para siempre. Era ya por la tarde cuando mi padre me llamó a su despacho y me dio la noticia más horrible que he escuchado nunca. Me dijo que Travis se había encargado de todo, que había ido a hablar con Lilly, porque estaba seguro de que era una buscona y una aprovechada y que la muy sinvergüenza aceptó un cheque de mucho dinero para poder pagarse un aborto y empezar una nueva vida – aquí ya Alexander lloraba abiertamente – me volví loco – continuó – le grité a mi padre que eso era mentira, que Lilly no era así, que me estaría esperando. Mi padre volvió a reír y me dijo que si de verdad no lo creía que fuera a buscarla. Es lo que hice, buscarla por toda la ciudad, por todo el país, contraté a un detective, pero no fue capaz de encontrarla. Y no volví a verla hasta el otro día cuando por casualidad leí la crítica de su obra en la prensa. Busqué por su nuevo nombre en Internet y me salió alguna información de ella, pero sobre todo tuya. Cuando te vi, lo que te pareces a mi padre cuando era joven y vi en una de las páginas tu fecha de nacimiento, me di cuenta que Lilly me engaño, pues me negó la oportunidad de estar con mi hijo – se limpió las lágrimas con el pañuelo.
- Vaya, así que yo me parezco al malo de la película – pensó Rick sorprendido – realmente mi vida es un culebrón, a ver como reacciona, cuando se entere de la otra parte de la historia.
No había que ser muy listo para darse cuenta que el padre de ese señor, o mejor podría decir “su abuelo” lo había tramado todo para separar a la pareja. Los dos, jóvenes y poco experimentados habían caído en el engaño. Ahora él tenía que contarle que su madre no le engañó, y que fue su padre quien lo urdió todo.
Castle cogió la botella y le sirvió una copa.
- Tome esto, creo que le sentará bien.
Alexander dio un sorbo y le miró.
- ¿Entiendes ahora porque tu madre me tiene que dar explicaciones?, te he echado de menos durante toda la vida – suspiró Alexander – siempre me han encantado los niños, quise tener muchos hijos, pero no pudo ser. Ni un solo día he dejado de pensar en el hijo que pude tener con Lilly y que ahora sé que ella se negó a compartir.
- Mi madre no es culpable como crees. Por lo que me contó ella y ahora me has contado tú, los dos fuisteis victima de un engaño.
- ¿Cómo que un engaño? – preguntó sorprendido – el único engaño que hay aquí es el de Lilly.
- La historia no es como cree, o mejor dicho como se la contaron.
- Entonces, ¿Cómo es?
- Crecí sin saber quien era mi padre – empezó Castle – mi madre siempre me contó que no sabía quien era, que se conocieron, estuvieron una noche juntos, y que lo amó con locura la noche que pasó con él. Se quedó embarazada y no supo más de él.
- Pero, no entiendo, ¿Por qué te contó eso?, la historia no es así, ¿Por qué te ocultó la verdad?
- Para protegerme.
- ¿Protegerte?, ¿de quien?
- De ti.
- Pero… - el hombre estaba realmente aturdido – sigo sin entender nada.
- Deje que le cuente – siguió Richard – como le dije crecí sin saber quien era mi padre, nunca lo supe hasta el otro día que se encontraron. Cuando me llamaron para ir a recoger a mi madre al teatro porque no se encontraba bien, al preguntarle que pasaba ella me dijo que lo había visto. Imagínese mi enfado al saber que siempre supo quien era mi padre y me lo ocultó por tanto tiempo. Después de que me calmé le di la oportunidad de explicarse y me lo contó todo.
Castle va narrando todo lo que le contó su madre. Alexander esta cada vez más pálido, no puede creer que toda su vida haya sido una mentira. No fue Lilly quien le negó a su hijo, fue su propio padre. Sentía que se ahogaba, el corazón le latía acelerado y empezó a respirar con dificultad, a tener escalofríos y a sudar.
Richard al darse cuenta le preguntó:
- ¿Se encuentra usted bien?
- Me falta el aire – respondió entre jadeos.
Castle se asustó, parecía que le estaba dando un infarto. Sacó el móvil, pero allí abajo no tenía cobertura, subió corriendo las escaleras y le avisó al camarero para que llamara a una ambulancia.
Volvió con Alexander, estaba cada vez más pálido. Le aflojó el nudo de la corbata y empezó a abanicarlo con lo primero que encontró. Lo que le faltaba es que a aquel hombre le diera un infarto y se le quedara muerto allí mismo. Era una triste guasa, conocer al padre de uno a estas alturas de la vida para saber que podía tener antecedentes de enfermedades cardiacas.
Un camarero bajó precediendo a los paramédicos. Estos se acercaron a Alexander y empezaron a atenderlo, le pusieron oxígeno y lo sentaron en una silla que traían, ya que con la camilla sería muy difícil subirlo por las escaleras. Ya arriba lo metieron en la ambulancia, Castle preguntó si podía ir con él, y le dijeron que no, pero le indicaron al hospital que iban a llevarlo.
Una vez en el hospital, Rick se encargó del papeleo, aunque solo conocía el nombre. Mientras esperaba a que lo atendieran llamó a Kate.
- ¿Rick?, ¿estás bien?
- Yo si, oye, ¿estás con mi madre?
- Si, la recogí en el teatro y estamos ya en la casa, también está aquí Alexis. ¿Tu donde estás?
- Estoy en el hospital…
- ¿Ha pasado algo? – preguntó preocupada – ¿estás bien?
- Si Kate, no estoy aquí por mi, si no por Alexander, creo que le ha dado un infarto.
- ¿Un infarto? – preguntó, mientras por detrás de ella se oían las voces alarmadas de Alexis y Martha
- Por favor Kate diles a mi madre y a mi hija que yo estoy bien, pero que voy a quedarme aquí hasta saber como se encuentra.
- ¿Y sabes por que pudo haber pasado? – preguntó interesada.
- Creo que si, pero es una historia muy larga para contar por teléfono, ya hablaremos cuando vuelva a casa.
- ¿Quieres que vaya allí para estar contigo?
- No sé, ¿cómo esta mi madre?
- Bastante tranquila, la verdad – mientras ella hablaba Martha le hacía señas indicándole que se fuera con él – ¿quieres hablar con ella?
- Si por favor, pásamela.
- Hijo – preguntó preocupada – ¿Qué ha pasado?
- Estuve hablando con Alexander, él me contó su historia y yo le conté la tuya, pasaron cosas y… bueno, se puso muy nervioso y parece que le dio un infarto…
- ¡Válgame el cielo! – le interrumpió su madre – ¿cómo esta?
- Ahora le están atendiendo, aun no sé nada, pero creo que debo quedarme con él, no sé a quien llamar, no sé quien es su familia, y tú ¿Qué tal estas?
- Bien hijo, yo estoy bien, ahora va Kate para hacerte compañía, que yo me quedo aquí con Alexis.
- Gracias, nos vemos luego.
Colgaron el teléfono y Kate se despidió de las dos marchando al hospital.
CONTINUARÁ…
Capítulo 17:
Castle seguía sentado esperando noticias cuando apareció un médico preguntando por los familiares de Alexander Carrington, de momento no reaccionó, luego se levantó diciendo que era él, pero no pudo decirle al médico el parentesco que les unía, simplemente le dijo que era un conocido que estaba con él en el momento de lo ocurrido.
- ¿Cómo está?, ¿Ha sido un infarto?
- Al principio pensamos que pudiera ser una angina de pecho – dijo el doctor – pero después de hacerle pruebas hemos llegado a la conclusión de que ha sido una crisis de ansiedad.
- ¿Una crisis de ansiedad?, pero si le faltaba la vida.
- Así es, muchas veces estas crisis son confundidas con afecciones cardiacas por la similitud de los síntomas, pero el paciente es un hombre fuerte y bastante sano, y tiene un corazón muy fuerte.
- Pues cualquiera lo diría.
- Aunque parezcan algo sin importancia, estas crisis pueden llegar a causar la muerte, pero al señor lo cogimos a tiempo y ya esta estabilizado.
- ¿Puedo verlo? – la verdad es que no sabía si quería verlo o no.
- Ahora esta sedado y duerme, será mejor que espere un rato.
- ¿Tendrá que quedarse mucho tiempo?
- Esta noche sería conveniente que se quedara en observación.
Se sentó a seguir esperando y en ese momento llegó Kate.
- Rick – lo llamó, acercándose a él.
Castle nunca se había alegrado tanto de verla. Se levantó y acercándose a ella la abrazó.
- Te he echado de menos todo el día.
- Yo también – dijo ella apretando el abrazo – ¿sabes algo?, ¿Cómo está?
Richard le explicó lo que le había dicho el médico,
- ¿Qué vas a hacer?, ¿vas a quedarte? No tienes ninguna obligación con él.
- Ya sé que no tengo ninguna obligación con él, pero está solo y siento que mi deber es estar aquí.
- Rick, aunque biológicamente sea tu padre, no le debes nada, se portó fatal con tu madre y contigo.
- No fue así, ¿sabes?
En ese momento y sin poderlo evitar las lágrimas empezaron a caer por el rostro de Rick. Ella nunca lo había visto así y se asustó.
- ¿Qué ha pasado?, ¿Por qué estás así?, Rick me estas preocupando.
- Me contó lo que pasó, mucha parte de la historia coincide con lo que nos contó mi madre, pero otra no.
- ¿Qué quieres decir?
- Él no quiso abandonarnos, ni quiso que mi madre no me tuviera. Todo fue una artimaña, para separarlos – dijo mientras se secaba las lágrimas – ¿ves? Igual que un culebrón.
- No te entiendo – dijo ella – como que una artimaña.
- Ven – dijo cogiéndola de la mano y sentándose juntos – te voy a contar lo que me dijo, ya verás cuando se entere mi madre. Mi vida podría haber sido totalmente diferente si no hubieran separado a mis padres.
Kate observó que se refería a Alexander como su padre.
Con voz entrecortada le fue relatando la parte de la historia que ella desconocía. Mientras él hablaba, ella le secaba alguna que otra lágrima que se le escapaba sin poder evitarlo, le tenía cogido de las manos, le acariciaba en un intento de consolarlo, aunque su cara era de absoluto espanto, ¿Cómo se podía ser tan desalmado con el propio hijo de uno?
Al terminar de hablar, Kate solo pudo decir:
- Pobre Martha, toda la vida sufriendo y escondiéndose, cuando podría haber sido tan feliz.
- ¿Te das cuenta Kate?, mi vida podría haber sido bien distinta, nos negaron la oportunidad de conocernos de ser un padre y un hijo como tantos otros, no puedo dejar de ponerme en su lugar y pensar en como me sentiría si me hubieran negado la posibilidad de ver crecer a Alexis.
- Si, debió ser horrible.
- Me dijo que se llevó toda su vida echándome de menos. Que cada día pensaba en como podría haber sido.
Kate solo pudo abrazarlo y besarlo para demostrarle su apoyo.
- Además le destrozaron la vida a mi madre y todo por el maldito dinero.
- Bueno – dijo ella queriendo animarle – piensa que si hubieras vivido en San Francisco, no nos hubiéramos conocido.
- De eso nada inspectora – le dijo con una sonrisa triste – tu eres mi otra mitad y te hubiera buscado hasta encontrarte, aquí, en San Francisco o en Pekín, nuestras vidas se hubieran cruzado en algún momento, claro que en vez de ser un encantador escritor de novelas de misterio, sería un viticultor y bodeguero ricachón e impertinente.
- Ricachón e impertinente ya lo eres – dijo con una sonrisa.
- ¡Ay Kate! – dijo poniéndose serio de nuevo – ¿Qué voy a hacer ahora?
- Pues ante todo serenarte, ¡estás temblando Rick!, luego esperar a ver como se encuentra y…
- Y tengo que contárselo a mi madre, ¿Cómo va a sentirse después de tantos años pensando que la habían engañado?, ¿y cuándo se de cuenta de lo que pudo ser su vida y no fue?
En ese momento apareció una enfermera comunicándoles que Alexander había despertado y quería verlo.
Se levantó y la miró, invitándola a acompañarle, pero ella negó con la cabeza.
- Es mejor que vayas tu solo, yo te espero aquí.
- De acuerdo.
Entró a la habitación. Alexander tenía un poco de mejor color, respiraba a través de una mascarilla. Al verlo le hizo señas para que se acercara, se quitó la mascarilla y le dijo.
- Quiero disculparme por no haber luchado más por vosotros, tenía que haberos buscado hasta debajo de las piedras. Contraté al mejor investigador que encontré, y por lo visto no fue suficiente.
- Tu ni siquiera sabías que estaba vivo – respondió Castle – ¿quieres que llame a alguien?
- No, aquí en Nueva York no tengo a nadie. Mi hija – lo miró a los ojos – tienes una hermana, ella está en San Francisco, es varios años menor que tú, todavía no sabe nada, le puse Lillian, en recuerdo de tu madre, siempre quiso tener un hermano o hermana, igual que yo quise tener muchos hijos, pero el destino no lo quiso así.
Richard se sintió conmovido por ese hombre que le pedía disculpas por algo que él no hizo y le dijo.
- Mi segundo nombre es Alexander, creo que mi madre tampoco te olvidó.
- Tengo que volver a San Francisco y averiguar que pasó, por que nos hicieron esto.
- ¿Y como vas a averiguarlo? – preguntó interesado Castle – ha pasado mucho tiempo, ¿a quien le vas a preguntar?
- Al mal nacido de Travis Foster, nunca me gustó, mi padre le tenía en gran estima, pero a mí nunca me cayó bien, y sabiendo ahora lo que le hizo a Lilly, todavía me cae peor.
- ¿El abogado ese vive todavía? – preguntó Castle sorprendido.
- Si que vive, está muy mayor e impedido, vive en una residencia en Sausalito, pero a pesar de la edad que tiene no ha perdido la cabeza.
- El médico ha dicho que esta noche debería quedarse en observación, si quiere puedo quedarme a hacerle compañía.
- No hace falta, es mejor que vuelvas a casa con tu familia, yo me quedaré aquí, me encuentro mucho mejor y necesito descansar.
- De acuerdo, pero volveré mañana temprano.
Como si le hubiera oído, en ese momento entró la enfermera, diciendo que el paciente necesitaba descansar y que tenía que marcharse.
Salió de la habitación y se dirigió a donde estaba Kate,
- ¿Cómo se encuentra? – le preguntó.
- Mucho mejor, ahora está descansando.
- ¿Vas a quedarte esta noche?
- Él mismo me ha dicho que me vaya, voy a preguntarle al médico, y según lo que me digan ya veo que hago.
Así lo hizo. El médico le confirmó que el paciente estaba fuera de peligro, que no tenía ninguna afección cardiaca, y que quedarse esa noche en el hospital era solo por prevenir. También le dijo que con total seguridad le darían el alta a la mañana siguiente.
- Entonces mejor me voy a casa y mañana vengo a recogerlo para llevarlo a su hotel y que avise a su hija.
- Si – asintió el doctor – es lo más conveniente.
Salieron del hospital, y se dirigieron al coche de Kate.
- Ahora me toca contarle a mi madre la otra parte de la historia, ¡Buf! – protestó – estoy harto de ser un correveidile.
Viendo lo decaído que estaba le comentó:
- Vamos a mi casa para que pueda recoger ropa y ya luego te llevo a la tuya.
- Gracias por estar conmigo Kate, no sé si lo hubiera podido afrontar estando solo.
- Ya sabes que puedes contar conmigo siempre que lo necesites, igual que yo sé que siempre estas ahí para mi.
- Siempre – y acercándose le dio un beso – los he echado de menos – le dijo mientras acariciaba los labios que acababa de besar.
- Anda vamos.
*********************************
Al llegar a la casa Martha y Alexis salieron a recibirlos preocupadas y preguntándole como estaba. Él les dio el parte médico y luego sentándose en el sofá, se dirigió a su madre.
- Anda siéntate, tu también Alexis, que os voy a contar lo que me dijo Alexander.
Y durante un gran rato les fue relatando la parte de la historia que ellos desconocían. Castle observaba a su madre, Martha estaba muy triste mientras hablaban, aunque no lloraba.
- Siento que tengas que pasar por esto, madre, pero creo que debías saberlo.
- No hijo, no te preocupes. Siento gran tristeza por lo que pudo haber sido mi vida, pero ya no tiene remedio. Lo que si me da una gran alegría es saber que tu padre no es el desalmado que yo creía, que por lo que parece no me equivoqué al elegirlo como tu padre. Eso siempre me entristeció mucho, no haber sabido escoger un buen padre para ti.
- ¡Que historia tan triste, abuela! – intervino Alexis – ¿Y que vais a hacer ahora? – preguntó dirigiéndose a u padre y a su abuela.
- No sé – contestó Richard – todo esto me ha pillado de sorpresa y la verdad me va a costar asumirlo.
- Bueno, hijos míos – dijo Martha – me retiro a mi habitación. Tengo que pensar en muchas cosas y ordenar mis ideas.
- ¿Estás bien? – le preguntó su hijo – ¿quieres que te acompañemos?
- No, querido, seré capaz de sobrevivir.
- Buenas noches abuela, que descanses, un beso – se despidió cariñosa su nieta.
- ¿Estará bien Martha? – preguntó Kate con preocupación.
- Creo que si, ahora se encerrará en su cuarto y llorará a gusto. Por eso me asustó tanto la llantera del otro día, a mi madre no le gusta demostrar sus emociones en público, dice que es poco glamouroso, así que cuando la vi llorando de esa manera y totalmente hundida me preocupé muchísimo.
- ¡Vaya con Martha!, menudo carácter – exclamó Kate.
- ¿Tenéis hambre? – preguntó Alexis – a mí estas emociones familiares me abren el apetito.
- Yo sí – dijo Kate – ¿y tú? – dirigiéndose a Richard.
- No mucha la verdad.
- Pues yo voy a hacer espaguetis – y se fue a la cocina.
- ¿Quieres que te ayude? – le preguntó Kate.
- No hace falta, ya me apaño yo.
Mientras Alexis preparaba la cena, ellos permanecieron en silencio cogidos de las manos. Él se acercó a darle un beso, pero ella le rechazó mientras con la cabeza señalaba a Alexis, que estaba en la cocina.
- Desde donde está no nos ve – susurró Castle.
- ¿Y si viene? – preguntó ella – me daría mucha vergüenza.
- Ella ya es mayorcita y sabe que estamos juntos, no va a asustarse porque nos demos un beso – y volvió a acercarse a ella que esta vez no le rechazó.
Estuvieron besándose dulcemente, sin prisas, Castle acariciaba con su lengua el interior de la boca de ella, que solo atinaba a gemir recreándose en los besos que él le daba.
- Mmmm inspectora, sabes tan bien – murmuró él – me pasaría la vida entera besándote.
Al rato una tosecita los interrumpió.
- Siento imolestar, pero la cena está lista y ya sabéis lo pronto que se enfría la pasta.
Kate se apartó de Castle un poco apurada, iba a disculparse con la niña pero ésta ya se había ido. Cenaron tranquilamente hablando de una y mil cosas, Alexis le confesó a su padre que había estado investigando a su padre en Internet y este la consoló diciéndole que él también lo había hecho.
Después de cenar y recogerlo todo estuvieron un rato viendo en la tele una comedia. Decidieron acostarse y subieron los tres al piso superior, al pasar por la habitación de la abuela, escucharon los sollozos de esta.
Kate se preocupó y les preguntó si necesitaría algo, pero tanto el hijo, como la nieta que la conocían bien dejaron claro, que lo mejor era dejarla sola con su congoja y que se desahogase.
Se despidieron hasta el día siguiente Alexis entró a su habitación y ellos siguieron hasta el dormitorio principal.
- Me parte el alma oír a Martha tan apenada – dijo Kate – es siempre tan optimista y tan animosa.
- Y a mí – respondió Rick triste – pero sé que lo mejor es dejarla. He vivido con ella casi toda la vida, y te puedo asegurar que hemos pasado por muchos momentos malos, mi madre siempre tira para delante, pero cuando se agobiaba mucho aunque a mí no me lo demostrara, necesitaba su momento de intimidad para desahogarse. Es una luchadora y le debo ser lo que soy, aunque muchas veces no estuviéramos de acuerdo, siempre me apoyó.
- Definitivamente es una gran mujer – corroboró Kate – y tengo que reconocer que hizo un gran trabajo contigo – sonrió ella.
- Y con Alexis – afirmó él – al fin y al cabo es la figura materna más cercana que ha tenido mi hija, y no, no lo ha hecho nada mal.
Se acostaron y reanudaron los besos que antes les interrumpió Alexis. Se amaron dulcemente entre susurros y palabras de amor para terminar durmiéndose abrazados.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
fantasticossssssssssssssssss capitulos
y ademas dobles
que mas puedo pedir!!!!!!!!
graciassssssssssssssss
y ademas dobles
que mas puedo pedir!!!!!!!!
graciassssssssssssssss
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Para siempre, Último Capítulo
Muy buenos capítulos!!! Me encantaron!!!
Quiero ver un encuentro entre Martha y Alexander!!!
Genialllll
Quiero ver un encuentro entre Martha y Alexander!!!
Genialllll
Re: Para siempre, Último Capítulo
ole ole vaya capitulos
me encanta
genial capitulos
gracias por los capi
me encanta
genial capitulos
gracias por los capi
Re: Para siempre, Último Capítulo
Menuda doble racion de capitulos,ahora toca hablar con el abogado ese y aclararlo todo.sigue pronto
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
Fecha de inscripción : 18/05/2011
Edad : 32
Localización : Parla City
Re: Para siempre, Último Capítulo
oleee que gusto poder volver a disfrutar de tu fic!!!
Geniales capitulos, me alegro de que Alexander no fuera tan malo y ruin como pensabamos.
Muy buenos los capitulos!!!
Geniales capitulos, me alegro de que Alexander no fuera tan malo y ruin como pensabamos.
Muy buenos los capitulos!!!
IsaVera- Autor de best-seller
- Mensajes : 762
Fecha de inscripción : 10/01/2011
Edad : 40
Localización : Cartagena, Murcia
Re: Para siempre, Último Capítulo
maravillosoooooooooooooooooo...!!!continua asiii me encantaan
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Qué emocionante!! y tierno!
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Dos capitulos realmente buenos, con ganas de saber más cosas, de cómo se irán desarrollando.Felicidades!!!
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Para siempre, Último Capítulo
Wow dos capis!! muchísimas gracias, me encanta este fic!!
Me alegro que todo haya tenido una explicacion y Alexander no sea tan malo como pensaban!!
Me alegro que todo haya tenido una explicacion y Alexander no sea tan malo como pensaban!!
rakel- Escritor - Policia
- Mensajes : 1218
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: Para siempre, Último Capítulo
Muchas gracias por todos los mensajes. Aquí os dejo otro capítulo.
Capítulo 18:
A la mañana siguiente la primera en despertar fue Kate. Estaba prisionera entre las sábanas, los brazos y las piernas de Rick. Era muy temprano aún, y no quiso despertarlo. Salió como pudo de la cama para dirigirse al baño a darse una ducha. Cuando terminó, él seguía durmiendo.
Bajó a la cocina y empezó a rebuscar por la nevera y los armarios para preparar el desayuno.
Mientras preparaba el café, vio como una perfecta y arregladísima Martha bajaba por las escaleras.
- Buenos días, querida ¿estás haciendo café?
- Buenos días Martha, ¿estás mejor?
- Si, hija, ya me siento más animada.
- ¿Mi hijo y mi nieta siguen durmiendo?
- Si, bueno Alexis no lo sé con seguridad, Rick si, era todavía muy temprano y como estos últimos días no ha dormido muy bien, pensé que le vendría bien descansar un poco.
- Pobre hijo mío, la verdad es que han sido unos días muy difíciles para todos.
Kate le sirvió una taza de café.
- ¿Quieres comer algo?, estoy cortando fruta y haciendo unos huevos, ¿Qué te apetece?
- Solo el café y una tostada.
En ese momento bajaba Alexis ya también preparada con su uniforme del colegio.
- Buenos días – saludó alegremente – ¡abuela!, ¿ya estás mejor?
- Si cariño, ya anoche lloré todo lo que tenía que llorar, ya lo que pasó no tiene remedio, así que no merece la pena seguir lamentándose. Hay que seguir viviendo sin mirar atrás.
Rick apareció por la cocina, recién duchado e impecablemente vestido. Kate lo miró cariñosa, pensando lo guapo que estaba. Él saludó con un beso en la mejilla a cada una.
- Me has recordado a Roger cuando decía que nunca había que mirar atrás ni siquiera para coger impulso.
- Si hijo, eso lo aprendí de él. ¿Vas al hospital?
- Si, quiero ver como sigue Alexander y si le dan el alta llevarlo a su hotel.
- Estupendo – dijo Martha – voy contigo.
- ¿Estás segura? – le preguntó su hijo sorprendido – ¿no prefieres que me encargue yo de todo?
- No, ahora que sé lo que ocurrió necesito verlo, quiero que sea él mismo quien me lo cuente todo, como quiero ser yo quien le cuente como fue mi vida desde que dejamos de vernos, aunque ya lo sepa porque tú le dijiste, creo que nos debemos una charla y terminar esta etapa de nuestra vida de la mejor manera posible.
- Estaré encantado de que vengas conmigo – sonrió su hijo.
Alexis se despidió de los tres adultos para marcharse al colegio y ellos terminaron de comer en silencio.
- ¿Queréis que os acerque al hospital antes de ir a comisaría? – preguntó Kate solícita.
- Si, gracias y ya luego volvemos en un taxi.
Martha se excusó, debía subir por una chaqueta. Cuando se fue, Kate le dijo a Rick:
- Martha es una gran mujer, me parece estupendo como lo ha afrontado todo, de mayor no me importaría ser como ella.
- ¿Pelirroja y estrafalaria? – preguntó risueño él.
- Bueno, porque no, tu madre tiene ropa realmente espectacular.
- Ya, mi dinero me cuesta.
Bajó Martha y salieron para dirigirse al hospital.
************************************
Llegaron al hospital y se dirigieron a donde estaba ingresado Alexander. Preguntaron por él, si ya le habían dado el alta y si podían verlo, pero la enfermera que estaba de turno les sorprendió diciéndoles que el paciente fue dado de alta muy temprano y que ya había abandonado el hospital, pero que había dejado un sobre, para que se lo dieran a Richard.
Richard tomó el sobre, pero al verlo se dio cuenta que no era para él, sino para su madre, ya que estaba dirigido a Lilly.
Martha abrió la carta que decía:
“Mi querida Lilly:
Se me hace extraño no llamarte así, aunque sé que ahora te haces llamar de otra manera. No sé como empezar esta carta. ¡Te he echado tanto de menos todos estos años!
Me vuelvo a San Francisco, necesito hablar con alguien, tengo que aclarar muchas cosas, pero te prometo que volveré y espero que para entonces, si quieras verme. Sé que es muy difícil recuperar lo que hemos perdido, pero me gustaría que pudiéramos vivir sin guardarnos rencor por lo que pasó.
Nos vemos a mi regreso. Nunca dejé de amarte.
Siempre tuyo: Alex”
- ¡Oh Alex! – exclamó Martha, supongo que irá a hablar con ese maldito abogado, me dijiste que aun vivía, ¿No Richard?
- Si, por lo visto sigue vivo, ya se dice que bicho malo, nunca muere. ¿Qué vas a hacer ahora?, ¿Quieres que te acompañe a algún sitio?
- Pues pensaba irme de compras, ya sabes lo que me anima gastar dinero en trapos.
- Si, sobre todo cuando el dinero no es tuyo – protestó su hijo.
- ¡No seas gruñón, que te salen arrugas!, y tú, ¿Qué vas a hacer?
- Creo que iré a la comisaría, a ver si hay algún caso interesante, así descanso de dramas familiares. Voy a tomar un taxi, te dejo donde quieras.
*************************************
Cuando Castle apareció por la comisaría los chicos se alegraron mucho de verle.
- ¡Hey Castle!, cuanto tiempo – exclamó Ryan.
Al escuchar el saludo Kate levantó la vista y lo miró interrogante, se suponía que tenía que estar con Martha y Alexander en el hospital.
- ¡Vaya Castle! – dijo ella – no te esperábamos por aquí. No tenemos ningún caso.
- Pues espero que ocurra algo interesante, necesito cambiar de ambiente.
- Tú siempre tan morboso, el que haya un caso significa que alguien ha tenido que morir.
- No seas mal pensada, no deseo que nadie muera, solo que haya algo interesante, no tiene porque morir nadie, puede ser un atraco a un banco, sin víctimas, claro, o un secuestro, también sin víctimas…
- ¡Ya, ya! – exclamó ella – pero ya sabes que esos casos no los resolvemos aquí, y calla que empiezas a divagar. Ahora tengo que terminar este papeleo, así que no me molestes.
- ¡Qué borde te pones a veces, jefa! – dijo solidario Esposito.
- Me pondré a jugar con mi Iphone mientras espero por si ocurre algo, no te molestaré más, seré un niño bueno – y acercándose le dijo muy flojito para que solo ella pudiera escucharlo – pero te prometo que ésta noche voy a ser muy, muy malo.
Después de la mirada asesina que le echó y que al igual que el comentario que él había hecho por lo bajini no había pasado desapercibido por sus compañeros, Castle se calló la boca y se puso a trastear en el teléfono.
No habían pasado ni cinco minutos cuando se levantó anunciando que iba por café, y preguntándole a los chicos si ellos también querían.
Les trajo el café, y consiguió estar otra media hora callado y medio quieto, aprovechando que no podía dejar de mirarla, y recrearse en ella. Le encantaba verla tan seria, tan concentrada en su trabajo, ella lo miraba de reojo como para recordarle que para el resto del mundo ellos dos solo eran compañeros de trabajo. Y que tenía que disimular, aunque les costara, porque les costaba disimularlo a los dos.
Becket estaba empezando a ponerse nerviosa, o llamaban con un caso para poder salir o el asesinato iba a ocurrir allí mismo.
Ya estaba Castle empezando a levantarse para ir a buscar algo de comer, cuando salió el capitán anunciando que tenían un cuerpo en Central Park. Castle saltó emocionado, pero se contuvo de manifestar su alegría ante la mirada que le echó Kate. Iban a coger el coche cuando a ella le sonó el teléfono, era Lanie que ya estaba allí y que le pidió específicamente que llamara a Castle.
- Al chico escritor le va a gustar esto, aunque espero que tenga estómago para aguantarlo.
- Ya viene conmigo, estaba en comisaría ¿tan desagradables es?
- Si, y extraño, muy extraño, nunca antes había visto algo así.
- Pues ahora nos vemos Lanie.
- ¿Qué te ha contado Lanie? – preguntó curioso.
- Que es algo bastante extraño y desagradable.
- ¡Huy que emocionante! – exclamó él restregándose las manos y mirándola muy serio – ¡te juro que no me estoy alegrando, solo es una forma de hablar!
- ¿Qué tal Martha? – cambió de tema interesándose por su madre - ¿Cómo que volviste tan pronto?
- A Alexander le dieron el alta temprano y se ha vuelto a San Francisco, le dejó una nota diciendo que volverá pronto. Y mi madre, ahora concretamente está dilapidando mi fortuna. Se fue de compras para animarse – y ya más serio – parece que lo está llevando bastante bien, mejor de lo que me esperaba.
Pararon en un semáforo, Castle seguía parloteando hablando de su madre. Kate no se pudo resistir y acercándose le besó.
- ¡Huy!, ¿Y esto? – preguntó sorprendido ante la demostración pública de afecto por parte de ella – ¿y si nos ve alguien?
- Una forma como otra cualquiera de hacerte callar y que me apetecía, además por aquí no hay nadie conocido – y volvió a besarlo hasta que el conductor del coche de atrás empezó a pitarles porque el semáforo ya estaba en verde.
Llegaron al lugar del crimen, ya estaba la zona acordonada. Pasaron al lugar y lo que vieron les dejó totalmente asombrados. Detrás de uno de los setos del parque había un cuerpo de hombre, de mediana edad, vestido solo con una especie de túnica blanca. Las cuencas de los ojos estaban vacías, la boca abierta y le faltaban las orejas. Estaba boca arriba, las manos abiertas con las palmas también hacia arriba. En una mano estaban los globos oculares, en la otra las dos orejas, y sobre el vientre la lengua.
- ¡Oh, por favor! – exclamó Esposito con cara de asco, vaya carnicería, se lo han cortado todo.
- ¿Todo? – preguntó Castle – también su…
- Pues eso no lo sé – contestó la forense – ahí todavía no he mirado.
- Que extraño, con lo que le han hecho es raro que no haya sangre por ningún lado – comentó Ryan.
- Si, parece que lo han limpiado después de matarlo – siguió comentando Lanie.
Castle observaba atentamente el cuerpo, eso le resultaba extrañamente familiar. Kate lo observaba a él, sabía que cuando Castle miraba de esa forma un cuerpo, era porque sabía algo que les podría ayudar.
- ¿Alguna idea de lo que haya podido pasar? – preguntó dirigiéndose a todos en general y a él en particular.
Castle seguía callado mirando el cuerpo.
- ¿Podrías mirar si tiene un símbolo tatuado en el pecho? – le preguntó Castle a Lanie.
- ¿Por qué?, ¿Qué sabes de esto? – inquirió Becket curiosa.
Lanie apartó la tela de la túnica. Sobre el pecho del cadáver había un extraño símbolo tatuado.
- ¿De que ganadería será? – preguntó Esposito intentando hacer una broma que no tenía mucha gracia.
- “Ver, oír y callar” – murmuró Castle – el símbolo son las letras V, O y C (En inglés serán otras iniciales evidentemente, yo lo pongo en español) entrelazadas.
- ¿De que estás hablando? – le preguntó curioso Ryan.
- Había oído hablar de esta gente – comentó Castle – investigando para una de mis novelas, estuve leyendo cosas sobre diferentes tipos de predicadores, religiones, sectas, pero esto en concreto siempre pensé que era una leyenda urbana, pero parece que me equivoqué.
- ¿De que estás hablando? – preguntó Becket con interés.
- ¿Nunca habéis oído hablar del predicador Nathaniel Morgan y de Los Elegidos?
- Si – dijo Ryan – he visto a ese tío por la tele, tiene miles de adeptos, aunque él siempre se defiende diciendo que no son una secta sino un modo de conocer a Dios.
- Según como se mire – respondió Castle – él se vende como alguien que predica la palabra de Dios, pero cuando estuve investigando encontré historias y declaraciones de personas que decían que además de los seguidores de la religión o lo que sea eso, había un cuerpo de élite de la misma que se dedicaban a asuntos que podrían considerarse ilegales y que se tatuaban su lema y que una vez se entraba a formar parte de Los elegidos, ya no se podía salir y que los que contaban los secretos de ellos eran eliminados de esta peculiar forma. Este por lo visto, vio, oyó y habló más de la cuenta, por eso le han cortado las orejas y le lengua y le han sacado los ojos.
- Yo también he oído algo de ellos – añadió Esposito – pero pensaba que solo actuaban por el sur, en Miami.
- ¿Sabes a que asuntos ilegales se referían? – preguntó Lanie curiosa – yo nunca los había oído nombrar.
- Pues ahora no me acuerdo de más – respondió Castle.
- ¡Joder, vaya pandilla de locos! – exclamó Esposito – ¿Y podrías decirnos donde encontrar información sobre esta pandilla de lunáticos espirituales? – preguntó.
- Tendría que mirar en casa, normalmente suelo archivar las notas que tomo para los libros y de donde las tomo, por si me sirven para algún otro libro.
- ¿Guardas todo esa información tío? – le pregunta curioso Ryan – ¿y donde?, te ocupará mucho sitio ¿no?
- ¿Has oído hablar de discos duros, pen drive, CD, y esas cosas Kevin Picapiedra?, ¿Qué creías que guardaba cuadernos y cuadernos de notas?
- Las notas se guardan en cuadernos, ¿no?, y por eso se dice cuaderno de notas.
- Yo he evolucionado, hace ya unos años que Alexis me estuvo ayudando a informatizar todo mi archivo. Tengo varias copias de seguridad y no veas la de sitio que he recuperado en mi casa.
- Bueno – dijo Lanie – me llevo al difunto al laboratorio, ya os avisaré cuando tenga alguna novedad.
- Pues yo creo que me voy a casa a buscar todo lo que tenga de Los Elegidos, por si puede servir para algo – dijo Castle.
- Me voy contigo, así te ayudo a buscar – dijo Becket sin ningún tipo de disimulo – si tenéis algo me llamáis al móvil.
- Nosotros también podemos ir y así os echamos una mano – intervino Ryan – la casa de Castle es mucho más cómoda y divertida que la comisaría.
- De eso nada – respondió rápidamente Becket – si llaman avisando de alguna novedad no van a hacerlo a la casa de Castle, tenéis que estar en comisaría.
- Si jefa – contestaron Esposito y Ryan a la vez y con cierto tonito de recochineo.
Se fueron hasta el coche bajo las atentas miradas de los dos policías y de Lanie que aun estaba allí esperando a que el juez ordenara el levantamiento del cadáver.
- Oye Lanie – dijo Esposito – ¿estos dos están juntos?
Lanie se limitó a encogerse de hombros sin decir nada. No quería delatar a su amiga, pero tampoco le gustaba mentirle a nadie, y menos a Javier.
- ¡Ay Katherine Becket! – pensó Lanie – ante quien quieres disimular.
CONTINUARÁ…
Capítulo 18:
A la mañana siguiente la primera en despertar fue Kate. Estaba prisionera entre las sábanas, los brazos y las piernas de Rick. Era muy temprano aún, y no quiso despertarlo. Salió como pudo de la cama para dirigirse al baño a darse una ducha. Cuando terminó, él seguía durmiendo.
Bajó a la cocina y empezó a rebuscar por la nevera y los armarios para preparar el desayuno.
Mientras preparaba el café, vio como una perfecta y arregladísima Martha bajaba por las escaleras.
- Buenos días, querida ¿estás haciendo café?
- Buenos días Martha, ¿estás mejor?
- Si, hija, ya me siento más animada.
- ¿Mi hijo y mi nieta siguen durmiendo?
- Si, bueno Alexis no lo sé con seguridad, Rick si, era todavía muy temprano y como estos últimos días no ha dormido muy bien, pensé que le vendría bien descansar un poco.
- Pobre hijo mío, la verdad es que han sido unos días muy difíciles para todos.
Kate le sirvió una taza de café.
- ¿Quieres comer algo?, estoy cortando fruta y haciendo unos huevos, ¿Qué te apetece?
- Solo el café y una tostada.
En ese momento bajaba Alexis ya también preparada con su uniforme del colegio.
- Buenos días – saludó alegremente – ¡abuela!, ¿ya estás mejor?
- Si cariño, ya anoche lloré todo lo que tenía que llorar, ya lo que pasó no tiene remedio, así que no merece la pena seguir lamentándose. Hay que seguir viviendo sin mirar atrás.
Rick apareció por la cocina, recién duchado e impecablemente vestido. Kate lo miró cariñosa, pensando lo guapo que estaba. Él saludó con un beso en la mejilla a cada una.
- Me has recordado a Roger cuando decía que nunca había que mirar atrás ni siquiera para coger impulso.
- Si hijo, eso lo aprendí de él. ¿Vas al hospital?
- Si, quiero ver como sigue Alexander y si le dan el alta llevarlo a su hotel.
- Estupendo – dijo Martha – voy contigo.
- ¿Estás segura? – le preguntó su hijo sorprendido – ¿no prefieres que me encargue yo de todo?
- No, ahora que sé lo que ocurrió necesito verlo, quiero que sea él mismo quien me lo cuente todo, como quiero ser yo quien le cuente como fue mi vida desde que dejamos de vernos, aunque ya lo sepa porque tú le dijiste, creo que nos debemos una charla y terminar esta etapa de nuestra vida de la mejor manera posible.
- Estaré encantado de que vengas conmigo – sonrió su hijo.
Alexis se despidió de los tres adultos para marcharse al colegio y ellos terminaron de comer en silencio.
- ¿Queréis que os acerque al hospital antes de ir a comisaría? – preguntó Kate solícita.
- Si, gracias y ya luego volvemos en un taxi.
Martha se excusó, debía subir por una chaqueta. Cuando se fue, Kate le dijo a Rick:
- Martha es una gran mujer, me parece estupendo como lo ha afrontado todo, de mayor no me importaría ser como ella.
- ¿Pelirroja y estrafalaria? – preguntó risueño él.
- Bueno, porque no, tu madre tiene ropa realmente espectacular.
- Ya, mi dinero me cuesta.
Bajó Martha y salieron para dirigirse al hospital.
************************************
Llegaron al hospital y se dirigieron a donde estaba ingresado Alexander. Preguntaron por él, si ya le habían dado el alta y si podían verlo, pero la enfermera que estaba de turno les sorprendió diciéndoles que el paciente fue dado de alta muy temprano y que ya había abandonado el hospital, pero que había dejado un sobre, para que se lo dieran a Richard.
Richard tomó el sobre, pero al verlo se dio cuenta que no era para él, sino para su madre, ya que estaba dirigido a Lilly.
Martha abrió la carta que decía:
“Mi querida Lilly:
Se me hace extraño no llamarte así, aunque sé que ahora te haces llamar de otra manera. No sé como empezar esta carta. ¡Te he echado tanto de menos todos estos años!
Me vuelvo a San Francisco, necesito hablar con alguien, tengo que aclarar muchas cosas, pero te prometo que volveré y espero que para entonces, si quieras verme. Sé que es muy difícil recuperar lo que hemos perdido, pero me gustaría que pudiéramos vivir sin guardarnos rencor por lo que pasó.
Nos vemos a mi regreso. Nunca dejé de amarte.
Siempre tuyo: Alex”
- ¡Oh Alex! – exclamó Martha, supongo que irá a hablar con ese maldito abogado, me dijiste que aun vivía, ¿No Richard?
- Si, por lo visto sigue vivo, ya se dice que bicho malo, nunca muere. ¿Qué vas a hacer ahora?, ¿Quieres que te acompañe a algún sitio?
- Pues pensaba irme de compras, ya sabes lo que me anima gastar dinero en trapos.
- Si, sobre todo cuando el dinero no es tuyo – protestó su hijo.
- ¡No seas gruñón, que te salen arrugas!, y tú, ¿Qué vas a hacer?
- Creo que iré a la comisaría, a ver si hay algún caso interesante, así descanso de dramas familiares. Voy a tomar un taxi, te dejo donde quieras.
*************************************
Cuando Castle apareció por la comisaría los chicos se alegraron mucho de verle.
- ¡Hey Castle!, cuanto tiempo – exclamó Ryan.
Al escuchar el saludo Kate levantó la vista y lo miró interrogante, se suponía que tenía que estar con Martha y Alexander en el hospital.
- ¡Vaya Castle! – dijo ella – no te esperábamos por aquí. No tenemos ningún caso.
- Pues espero que ocurra algo interesante, necesito cambiar de ambiente.
- Tú siempre tan morboso, el que haya un caso significa que alguien ha tenido que morir.
- No seas mal pensada, no deseo que nadie muera, solo que haya algo interesante, no tiene porque morir nadie, puede ser un atraco a un banco, sin víctimas, claro, o un secuestro, también sin víctimas…
- ¡Ya, ya! – exclamó ella – pero ya sabes que esos casos no los resolvemos aquí, y calla que empiezas a divagar. Ahora tengo que terminar este papeleo, así que no me molestes.
- ¡Qué borde te pones a veces, jefa! – dijo solidario Esposito.
- Me pondré a jugar con mi Iphone mientras espero por si ocurre algo, no te molestaré más, seré un niño bueno – y acercándose le dijo muy flojito para que solo ella pudiera escucharlo – pero te prometo que ésta noche voy a ser muy, muy malo.
Después de la mirada asesina que le echó y que al igual que el comentario que él había hecho por lo bajini no había pasado desapercibido por sus compañeros, Castle se calló la boca y se puso a trastear en el teléfono.
No habían pasado ni cinco minutos cuando se levantó anunciando que iba por café, y preguntándole a los chicos si ellos también querían.
Les trajo el café, y consiguió estar otra media hora callado y medio quieto, aprovechando que no podía dejar de mirarla, y recrearse en ella. Le encantaba verla tan seria, tan concentrada en su trabajo, ella lo miraba de reojo como para recordarle que para el resto del mundo ellos dos solo eran compañeros de trabajo. Y que tenía que disimular, aunque les costara, porque les costaba disimularlo a los dos.
Becket estaba empezando a ponerse nerviosa, o llamaban con un caso para poder salir o el asesinato iba a ocurrir allí mismo.
Ya estaba Castle empezando a levantarse para ir a buscar algo de comer, cuando salió el capitán anunciando que tenían un cuerpo en Central Park. Castle saltó emocionado, pero se contuvo de manifestar su alegría ante la mirada que le echó Kate. Iban a coger el coche cuando a ella le sonó el teléfono, era Lanie que ya estaba allí y que le pidió específicamente que llamara a Castle.
- Al chico escritor le va a gustar esto, aunque espero que tenga estómago para aguantarlo.
- Ya viene conmigo, estaba en comisaría ¿tan desagradables es?
- Si, y extraño, muy extraño, nunca antes había visto algo así.
- Pues ahora nos vemos Lanie.
- ¿Qué te ha contado Lanie? – preguntó curioso.
- Que es algo bastante extraño y desagradable.
- ¡Huy que emocionante! – exclamó él restregándose las manos y mirándola muy serio – ¡te juro que no me estoy alegrando, solo es una forma de hablar!
- ¿Qué tal Martha? – cambió de tema interesándose por su madre - ¿Cómo que volviste tan pronto?
- A Alexander le dieron el alta temprano y se ha vuelto a San Francisco, le dejó una nota diciendo que volverá pronto. Y mi madre, ahora concretamente está dilapidando mi fortuna. Se fue de compras para animarse – y ya más serio – parece que lo está llevando bastante bien, mejor de lo que me esperaba.
Pararon en un semáforo, Castle seguía parloteando hablando de su madre. Kate no se pudo resistir y acercándose le besó.
- ¡Huy!, ¿Y esto? – preguntó sorprendido ante la demostración pública de afecto por parte de ella – ¿y si nos ve alguien?
- Una forma como otra cualquiera de hacerte callar y que me apetecía, además por aquí no hay nadie conocido – y volvió a besarlo hasta que el conductor del coche de atrás empezó a pitarles porque el semáforo ya estaba en verde.
Llegaron al lugar del crimen, ya estaba la zona acordonada. Pasaron al lugar y lo que vieron les dejó totalmente asombrados. Detrás de uno de los setos del parque había un cuerpo de hombre, de mediana edad, vestido solo con una especie de túnica blanca. Las cuencas de los ojos estaban vacías, la boca abierta y le faltaban las orejas. Estaba boca arriba, las manos abiertas con las palmas también hacia arriba. En una mano estaban los globos oculares, en la otra las dos orejas, y sobre el vientre la lengua.
- ¡Oh, por favor! – exclamó Esposito con cara de asco, vaya carnicería, se lo han cortado todo.
- ¿Todo? – preguntó Castle – también su…
- Pues eso no lo sé – contestó la forense – ahí todavía no he mirado.
- Que extraño, con lo que le han hecho es raro que no haya sangre por ningún lado – comentó Ryan.
- Si, parece que lo han limpiado después de matarlo – siguió comentando Lanie.
Castle observaba atentamente el cuerpo, eso le resultaba extrañamente familiar. Kate lo observaba a él, sabía que cuando Castle miraba de esa forma un cuerpo, era porque sabía algo que les podría ayudar.
- ¿Alguna idea de lo que haya podido pasar? – preguntó dirigiéndose a todos en general y a él en particular.
Castle seguía callado mirando el cuerpo.
- ¿Podrías mirar si tiene un símbolo tatuado en el pecho? – le preguntó Castle a Lanie.
- ¿Por qué?, ¿Qué sabes de esto? – inquirió Becket curiosa.
Lanie apartó la tela de la túnica. Sobre el pecho del cadáver había un extraño símbolo tatuado.
- ¿De que ganadería será? – preguntó Esposito intentando hacer una broma que no tenía mucha gracia.
- “Ver, oír y callar” – murmuró Castle – el símbolo son las letras V, O y C (En inglés serán otras iniciales evidentemente, yo lo pongo en español) entrelazadas.
- ¿De que estás hablando? – le preguntó curioso Ryan.
- Había oído hablar de esta gente – comentó Castle – investigando para una de mis novelas, estuve leyendo cosas sobre diferentes tipos de predicadores, religiones, sectas, pero esto en concreto siempre pensé que era una leyenda urbana, pero parece que me equivoqué.
- ¿De que estás hablando? – preguntó Becket con interés.
- ¿Nunca habéis oído hablar del predicador Nathaniel Morgan y de Los Elegidos?
- Si – dijo Ryan – he visto a ese tío por la tele, tiene miles de adeptos, aunque él siempre se defiende diciendo que no son una secta sino un modo de conocer a Dios.
- Según como se mire – respondió Castle – él se vende como alguien que predica la palabra de Dios, pero cuando estuve investigando encontré historias y declaraciones de personas que decían que además de los seguidores de la religión o lo que sea eso, había un cuerpo de élite de la misma que se dedicaban a asuntos que podrían considerarse ilegales y que se tatuaban su lema y que una vez se entraba a formar parte de Los elegidos, ya no se podía salir y que los que contaban los secretos de ellos eran eliminados de esta peculiar forma. Este por lo visto, vio, oyó y habló más de la cuenta, por eso le han cortado las orejas y le lengua y le han sacado los ojos.
- Yo también he oído algo de ellos – añadió Esposito – pero pensaba que solo actuaban por el sur, en Miami.
- ¿Sabes a que asuntos ilegales se referían? – preguntó Lanie curiosa – yo nunca los había oído nombrar.
- Pues ahora no me acuerdo de más – respondió Castle.
- ¡Joder, vaya pandilla de locos! – exclamó Esposito – ¿Y podrías decirnos donde encontrar información sobre esta pandilla de lunáticos espirituales? – preguntó.
- Tendría que mirar en casa, normalmente suelo archivar las notas que tomo para los libros y de donde las tomo, por si me sirven para algún otro libro.
- ¿Guardas todo esa información tío? – le pregunta curioso Ryan – ¿y donde?, te ocupará mucho sitio ¿no?
- ¿Has oído hablar de discos duros, pen drive, CD, y esas cosas Kevin Picapiedra?, ¿Qué creías que guardaba cuadernos y cuadernos de notas?
- Las notas se guardan en cuadernos, ¿no?, y por eso se dice cuaderno de notas.
- Yo he evolucionado, hace ya unos años que Alexis me estuvo ayudando a informatizar todo mi archivo. Tengo varias copias de seguridad y no veas la de sitio que he recuperado en mi casa.
- Bueno – dijo Lanie – me llevo al difunto al laboratorio, ya os avisaré cuando tenga alguna novedad.
- Pues yo creo que me voy a casa a buscar todo lo que tenga de Los Elegidos, por si puede servir para algo – dijo Castle.
- Me voy contigo, así te ayudo a buscar – dijo Becket sin ningún tipo de disimulo – si tenéis algo me llamáis al móvil.
- Nosotros también podemos ir y así os echamos una mano – intervino Ryan – la casa de Castle es mucho más cómoda y divertida que la comisaría.
- De eso nada – respondió rápidamente Becket – si llaman avisando de alguna novedad no van a hacerlo a la casa de Castle, tenéis que estar en comisaría.
- Si jefa – contestaron Esposito y Ryan a la vez y con cierto tonito de recochineo.
Se fueron hasta el coche bajo las atentas miradas de los dos policías y de Lanie que aun estaba allí esperando a que el juez ordenara el levantamiento del cadáver.
- Oye Lanie – dijo Esposito – ¿estos dos están juntos?
Lanie se limitó a encogerse de hombros sin decir nada. No quería delatar a su amiga, pero tampoco le gustaba mentirle a nadie, y menos a Javier.
- ¡Ay Katherine Becket! – pensó Lanie – ante quien quieres disimular.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
maravillosooooooo..siguee asiii
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Si son más lindo esos dos!
Quiero saber más del caso!!! Muy bueno el cap!!!
Quiero saber más del caso!!! Muy bueno el cap!!!
Re: Para siempre, Último Capítulo
genial capitulo
me encanta el capitulo
interesante el caso
gracias por el capitulo
me encanta el capitulo
interesante el caso
gracias por el capitulo
Re: Para siempre, Último Capítulo
Gran Capituloooo Genialisimo
Que yuyu el muerto....
Que ganas de que sigas...!!!!!!!!
Que yuyu el muerto....
Que ganas de que sigas...!!!!!!!!
IsaVera- Autor de best-seller
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Re: Para siempre, Último Capítulo
Kevin Picapiedra
3 capítulos seguidos,como me gusta ésto
3 capítulos seguidos,como me gusta ésto
mdm- Policia de homicidios
- Mensajes : 656
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Edad : 45
Localización : Granada
Re: Para siempre, Último Capítulo
Nos vas a mal acostumbrar, con tres capis seguidos, pero me encantaaaaaaaaa
Enhorabuena, aqui me tienes enganchada da tu fic, no tardes en subir el siguiente
Enhorabuena, aqui me tienes enganchada da tu fic, no tardes en subir el siguiente
moth13- Policia de homicidios
- Mensajes : 695
Fecha de inscripción : 24/04/2011
Localización : Madrid
Re: Para siempre, Último Capítulo
Ne gusta mucho, síguelo!
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
- Mensajes : 1195
Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
Jeje, ya no pueden disimular!! Se les nota a leguas que están juntos!!
Muchas gracias por otro capítulo!!
Muchas gracias por otro capítulo!!
rakel- Escritor - Policia
- Mensajes : 1218
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: Para siempre, Último Capítulo
me encantaaaa!!
continua prontooo!!
continua prontooo!!
kate_beckett- As del póker
- Mensajes : 430
Fecha de inscripción : 07/07/2011
Edad : 30
Localización : Huelva, Andalucia / NYK (L)
Re: Para siempre, Último Capítulo
MUchas gracias por todos vuestros comentarios. Os dejo el siguiente capítulo.
Capítulo 19:
Mientras se alejaban de la escena del crimen, Castle no pudo evitar la sonrisa que se le instaló en la cara. Kate casi se delata delante de los demás. Ella lo miró y lo vio sonreírse.
- Y tú, ¿de que te ríes? – preguntó mosqueada.
- ¿Yo?, de nada, faltaría más.
Ella se quedó un poco pensativa.
- Se me ha notado mucho, ¿no?
- Notársete, ¿el que? – intentó disimular él.
- Ya sabes que, pero mira que te gusta que te regalen los oídos, ¿eh?
- Pues ya que estamos, si, me encanta, ¿Qué es lo que dices que se te ha notado? – rió él.
- Richard Castle, a menudo eres un auténtico incordio.
- Si, pero a ti te gusto así – y antes de que ella pudiese reaccionar la sorprendió con un beso en los labios.
- ¿Estás loco? – ella se apartó corriendo – pueden vernos.
- Si, estoy loco por ti, y no creo que hayan podido vernos, ni que Ryan y Esposito tuvieran superpoderes.
Subieron al coche. Ella de morros, más que con él, consigo misma. Nunca le habían gustado las demostraciones de afecto en público, pensaba que esos momentos formaban parte de la intimidad de cada persona, pero con Castle era totalmente diferente, no sabía porque sentía esa imperiosa necesidad de estar con él y besarlo todo el rato.
Llegaron al loft. Como era de esperar no había nadie. Castle muy diligente se acercó al despacho por el portátil y por la caja donde guardaba sus archivos, lo llevó todo al salón y fue buscando los CD que pudiera tener la información que buscaba.
Ella lo miraba hacer, sin poder dejar de pensar en las pocas ganas que tenía de trabajar y las muchas que tenía de… mejor no pensaba en eso.
- Oye, ¿quieres tomar algo? – le preguntó solícito.
- ¿Una ducha fría? – pensó ella, aunque respondió que un café estaría bien.
Él le dio unos CD, en los que creía que podía estar lo que buscaban para que ella fuera mirando y se fue a la cocina a preparar la cafetera. No se pudo aguantar, se levantó y se fue a la cocina, se situó detrás y lo abrazó por la espalda. Él le separó las manos para poder darse la vuelta y encararse a ella, mientras le acariciaba el pelo y se dirigía a su boca, a esos labios que lo enloquecían. Entre beso y beso ella murmuró:
- ¿Uno rapidito antes de empezar a buscar en tus archivos? – y enseguida se puso roja de la vergüenza al darse cuenta que había expresado sus pensamientos en voz alta – ¿Yo he dicho eso? – y escondió la cara en el pecho de él.
- ¡Inspectora!, me está usted escandalizando – rió divertido Castle – eso es abuso de poder.
- Lo siento, lo siento, no pensé que iba a decirlo en voz alta – seguía con la cabeza gacha.
Él le tomó la cara y se la alzó, mirándola fijamente a los ojos le dijo:
- Nunca te avergüences de lo que sientes, y menos conmigo. Yo también deseo hacerte el amor Kate, es más, lo deseo a cada rato, creo que en este momento de mi vida, mi estado ideal sería estar metido en la cama amándote sin descanso, pero como no puede ser, nos conformaremos con los ratos que nos podamos dedicar.
Ella pasó sus manos por detrás de su cuello y le besó, le besó como nunca antes había besado a otro hombre, porque nunca antes se había enamorado de nadie como lo había hecho de Richard Castle, quererlo de esa manera le hacía sentirse vulnerable, pero también le hacía sentirse más feliz que nunca.
- Mejor nos ponemos a buscar en tus archivos y esta noche nos dedicamos a nosotros con más tranquilidad – le dijo ella.
- ¿Es una promesa? – preguntó él.
- No, es una orden – le contestó seria.
- ¡Ay! – suspiró – que me gusta que me mandes.
Se sirvieron unas tazas de café y se fueron a sentar a la mesa. Estuvieron bastante rato mirando información, buscando en Internet, en direcciones Web que él guardaba, claro que a cada ratito y aprovechando que estaban solos se daban algún que otro besito.
Al final lo único que sacaron en claro es que existía ese grupo religioso o secta, que tenía su sede principal en Miami, que tenían un canal de TV que retransmitía su ideología y sermones a la mayor parte del país pero no entendían como había aparecido ese cuerpo en la ciudad y que su doctrina se basaba en que eran los elegidos por el poder supremo de la luz divina y el nuevo renacer, aunque no entendieron muy bien a que se referían con esto.
El predicador Nathaniel Morgan era un hombre de unos 45 años bastante atractivo y bien arreglado. Al parecer tenía una cadena de TV y un canal de radio con un enorme aparato publicitario y de marketing y era casi imposible acercarse a él, debido a la gran cantidad de guardaespaldas que lo protegían. Estuvieron también viendo videos de algunas de sus predicaciones en Youtube y era asombrosa la cantidad de gente que asistía a sus sermones.
Siguieron mirando algunas direcciones de Internet y dieron con una donde aparecía una lista de los lugares por los que el predicador iba a hacer una gira, para extender su palabra. La primera de las ciudades a visitar era Nueva York.
A Castle se le ocurrió poner la TV y buscar el canal del predicador Morgan. Dio con él, y entre reportajes de seguidores que contaban sus testimonios y predicaciones, salían como cuñas publicitarias anunciando la gira del predicador que habían visto en Internet, así como anuncios de la apertura de una sede de dicha asociación en Manhattan.
Tendrían que seguir investigando, ya que con todo esto no tenían bastante, aunque si algo por donde empezar. Luego de recoger y anotar todo lo que les pudiera ser útil, se volvieron a la comisaría.
Allí los chicos también habían encontrado alguna información, aunque no mucha más de la que traían ellos. Becket lo fue colocando todo en el panel, más que nada a la espera de los resultados de la autopsia y de seguir investigando.
Terminó la jornada laboral y se despidieron todos hasta el día siguiente. Ellos se fueron juntos. Kate le propuso ir a su casa, a lo que él accedió, llamó a Alexis y esta le dijo que tanto ella como su abuela estaban bien, que Martha se había marchado para el teatro y que estaba bastante tranquila. Ella se quedaría estudiando, pues tenía muchos deberes por hacer y no le importaba estar sola, hasta que su abuela regresase.
- ¿Ya te han dado permiso para que pases la noche conmigo? – le preguntó con sorna.
- Si, esto de tener tantas mujeres guapas pendientes de uno, es verdaderamente agotador.
- ¿Nos tomamos algo en Remy?
- De acuerdo.
Cenaron tranquilamente, hablando de muchas cosas.
- ¿Puedo preguntarte algo sin que te enfades? – le dijo Rick.
Automáticamente ella se puso en guardia, si le preguntaba eso es porque seguro le iba a molestar.
- ¿Qué? – preguntó con cautela.
- Prométeme que no te enfadarás.
- Castle como no me digas de que se trata, me voy a enfadar pero de verdad.
- Vaaleee… ¿estas ya preparada?
- Claro, dime lo que quieres.
- Eso, te preguntaba si estabas ya preparada.
- ¿Preparada para que?
- Para decirle al resto del mundo que estamos juntos.
- Castle ya te he dicho, que tengo que tomarme mi tiempo.
- Lo sé y lo he respetado, pero ya llevamos varios meses saliendo juntos, tenemos una relación bastante sólida, por lo menos a mi me lo parece y la verdad es que empiezo a estar cansado de tener que ocultarnos de todos cuando no estamos haciendo nada malo.
- ¿Sabes la de bromas que nos gastarían si supieran que estamos juntos?
- Yo creo que se alegrarían, Lanie y Esposito están juntos y nadie les gasta bromas.
- No sé Castle, todos estarían pendiente de nosotros cada vez que nos acercáramos.
- Kate, ya están pendiente de nosotros, yo creo que sospechan algo y están esperando a que bajemos la guardia para pillarnos.
- ¿Tú crees?
- Estoy totalmente seguro, y si es eso lo que te molesta dejaré de ir a la comisaría.
- No quiero que dejes de venir por comisaría, sé que con lo que voy a decirte te voy a engordar el ego, más de lo que ya lo tienes, pero me gusta tenerte cerca, además nos ayudas bastante – dijo ella mirándole – Fíjate, sin ti no hubiéramos tenido ni idea de porque la víctima de esta mañana estaba mutilada de aquella manera.
- Ya lo hubierais averiguado.
- ¿No quieres venir más por comisaría? ¿Vas a dejarnos?
- No, no voy a dejaros y seguiré colaborando con vosotros si es eso lo que quieres – contestó él – pero me gustaría poder llevarte a otros sitios, a otro tipo de restaurantes, me gusta Alfredo y también esto, pero me encantaría llevarte a lugares mejores, sin miedo a que nos hagan una foto y salir en la prensa, porque todo el mundo sabría que voy con mi novia a cenar y daría igual si nos fotografiasen.
- Me han gustado cada uno de los sitios a los que me has llevado. Es más he disfrutado mucho en más de uno.
Y era cierto, los fines de semana con Rick habían sido de lo más diversos y divertidos que había pasado nunca, no solo por los sitios a donde la llevaba sino también por el placer de su compañía, ya que cuando estaban cansados, o simplemente decidían quedarse en la casa de alguno de ellos, aunque solo vieran la tele o ella leyera un libro mientras él escribía, disfrutaba mucho el estar junto a él.
Además de haber estado en Los Hamptons, y de ir algún que otro domingo de picnic a Central Park, donde aprovecharon para ir al zoo, fueron al parque de atracciones de Coney Island, que a Castle le encantaba y a ella también pues iba con frecuencia con sus padres y volver a ir con él le trajo gratos recuerdos. Claro que ella también organizó alguna que otra salida y lo llevó un fin de semana a un encantador hotelito de las afueras con un spa increíble donde pasaron unos días de relax absoluto entre baños y masajes. Hicieron el viaje en su moto y comprobó que le encantaba conducirla con Richard muy pegado a ella y agarrándola fuertemente de la cintura. Pero no podía dejar de pensar que no disfrutarían lo mismo si estuvieran expuestos al ojo público. Así que lo miró seria y le dijo:
- Lo siento Rick, pero todavía …
- No estás preparada – la interrumpió él – no importa Kate, seguiré esperando a que lo estés, voy a demostrarte que esto que tenemos no es un capricho pasajero, que es para siempre.
- Lo sé Rick, me lo demuestras cada día, soy yo que no puedo evitarlo.
- Anda vamos – habían terminado de comer hacía ya un rato – que estoy cansado, estos últimos días han sido agotadores – dijo decaído.
- Recuerda que tenemos trabajo pendiente esta noche – intentó animarlo ella – me lo prometiste.
- Creo recordar que fuiste tu quien me lo ordenó – contestó él mientras subía al coche.
Ya en la casa, él se mostró más animado. Aunque estaba un poco molesto con ella, intentaba entender porque a sus otros novios, los mostraba sin problemas y con él no era lo mismo. Es por lo que estaba haciendo gala de esa paciencia infinita además que no podía estar enfadado con ella mucho rato. La quería demasiado como para perder tiempo en discusiones.
No entendía la inseguridad que sentía respecto a él, si ni siquiera podía mirar a otra que no fuera ella, es más, estaba absolutamente seguro que aunque le provocara la más encantadora y atrevida de las mujeres no podría funcionar con ninguna, porque solo deseaba estar con ella.
Ya llegaría el día es que ella levantara la veda y entonces iba a enterarse como Rick Castle hacía las cosas, hasta sería capaz de alquilar un dirigible para que sobrevolara la ciudad comunicándole al mundo que ella era su novia.
Una vez en la cama hicieron el amor sin prisas, Richard se dedicó a venerarla como solo él sabía hacerlo. Aquella noche Kate fue besada con mimo y con pasión desde la raíz del pelo hasta la punta de los pies. Depositó besos en cada centímetro de su cuerpo. Jugó hábilmente con su lengua en sus zonas más íntimas provocándole oleadas de placer. Ella jamás se había sentido tan amada y deseada como cuando estaba con él. Cuando ya no pudo resistirlo más, lo recibió en su interior terminando la danza amorosa con un explosivo orgasmo primero ella y enseguida él, que los dejó agotados y satisfechos.
Un rayo de sol tempranero la despertó. Se incorporó y se apoyó en un codo mientras lo observaba. Rick dormía plácidamente boca arriba, con el cabello desordenado sobre la frente. Cada respiración terminaba en un pequeño ronquido, que casi ni se oía.
Lo miró y empezó a pensar en lo que le gustaba ese hombre. No es que fuera el hombre más guapo del mundo, aunque a ella se lo parecía, pues era tremendamente atractivo. Le encantaban sus ojos y como la miraba. Tampoco es que fuera un adonis, había salido con tíos más cachas que Castle, pero él tenía un encanto y un no sabía qué, que realmente la volvía loca. Era un hombre detallista, generoso, divertido, la hacía reír, se preocupaba por ella, y cuando compartían sus ratos de intimidad la adoraba y le hacía sentir lo que nadie le había hecho sentir nunca.
- ¡Reconócelo Katherine Becket! – se dijo a sí misma mientras le apartaba el pelo de la frente y le acariciaba la cara con ternura – estás enamorada de Richard Castle hasta los huesos. Vas a tener que plantearte eso de declarar públicamente el amor que sientes por él.
Él seguía durmiendo, pero a ella le habían entrado unas enormes ganas de jugar un rato, antes de ir a trabajar, así que sin pensarlo dos veces se arrodilló a su lado y empezó a besarlo despacito por los párpados, las mejillas, la nariz. Él empezó a moverse al sentir sus besos e inconscientemente abrió los labios esperando que ella llegara allí. Mientras se dedicaba a su boca, con las manos empezó a acariciarlo, luego fue bajando con un reguero de besos por el pecho de él, hasta llegar a su vientre bajo y a cierta parte de su anatomía que empezó a animarse como resultado de los besos y caricias.
- ¡Huy Castle!, parece que el pequeño Ricky se ha despertado antes que tú.
- Estoy muy cansado – respondió él con voz de sueño – pero te doy permiso para que juegues conmigo y con el pequeño Ricky, todo lo que quieras.
No se hizo de rogar, con el mayor de los cariños, le devolvió cada caricia y cada beso que él le regaló la noche anterior, hasta que se espabiló del todo y terminaron haciendo el amor con la misma pasión de siempre.
CONTINUARÁ…
Capítulo 19:
Mientras se alejaban de la escena del crimen, Castle no pudo evitar la sonrisa que se le instaló en la cara. Kate casi se delata delante de los demás. Ella lo miró y lo vio sonreírse.
- Y tú, ¿de que te ríes? – preguntó mosqueada.
- ¿Yo?, de nada, faltaría más.
Ella se quedó un poco pensativa.
- Se me ha notado mucho, ¿no?
- Notársete, ¿el que? – intentó disimular él.
- Ya sabes que, pero mira que te gusta que te regalen los oídos, ¿eh?
- Pues ya que estamos, si, me encanta, ¿Qué es lo que dices que se te ha notado? – rió él.
- Richard Castle, a menudo eres un auténtico incordio.
- Si, pero a ti te gusto así – y antes de que ella pudiese reaccionar la sorprendió con un beso en los labios.
- ¿Estás loco? – ella se apartó corriendo – pueden vernos.
- Si, estoy loco por ti, y no creo que hayan podido vernos, ni que Ryan y Esposito tuvieran superpoderes.
Subieron al coche. Ella de morros, más que con él, consigo misma. Nunca le habían gustado las demostraciones de afecto en público, pensaba que esos momentos formaban parte de la intimidad de cada persona, pero con Castle era totalmente diferente, no sabía porque sentía esa imperiosa necesidad de estar con él y besarlo todo el rato.
Llegaron al loft. Como era de esperar no había nadie. Castle muy diligente se acercó al despacho por el portátil y por la caja donde guardaba sus archivos, lo llevó todo al salón y fue buscando los CD que pudiera tener la información que buscaba.
Ella lo miraba hacer, sin poder dejar de pensar en las pocas ganas que tenía de trabajar y las muchas que tenía de… mejor no pensaba en eso.
- Oye, ¿quieres tomar algo? – le preguntó solícito.
- ¿Una ducha fría? – pensó ella, aunque respondió que un café estaría bien.
Él le dio unos CD, en los que creía que podía estar lo que buscaban para que ella fuera mirando y se fue a la cocina a preparar la cafetera. No se pudo aguantar, se levantó y se fue a la cocina, se situó detrás y lo abrazó por la espalda. Él le separó las manos para poder darse la vuelta y encararse a ella, mientras le acariciaba el pelo y se dirigía a su boca, a esos labios que lo enloquecían. Entre beso y beso ella murmuró:
- ¿Uno rapidito antes de empezar a buscar en tus archivos? – y enseguida se puso roja de la vergüenza al darse cuenta que había expresado sus pensamientos en voz alta – ¿Yo he dicho eso? – y escondió la cara en el pecho de él.
- ¡Inspectora!, me está usted escandalizando – rió divertido Castle – eso es abuso de poder.
- Lo siento, lo siento, no pensé que iba a decirlo en voz alta – seguía con la cabeza gacha.
Él le tomó la cara y se la alzó, mirándola fijamente a los ojos le dijo:
- Nunca te avergüences de lo que sientes, y menos conmigo. Yo también deseo hacerte el amor Kate, es más, lo deseo a cada rato, creo que en este momento de mi vida, mi estado ideal sería estar metido en la cama amándote sin descanso, pero como no puede ser, nos conformaremos con los ratos que nos podamos dedicar.
Ella pasó sus manos por detrás de su cuello y le besó, le besó como nunca antes había besado a otro hombre, porque nunca antes se había enamorado de nadie como lo había hecho de Richard Castle, quererlo de esa manera le hacía sentirse vulnerable, pero también le hacía sentirse más feliz que nunca.
- Mejor nos ponemos a buscar en tus archivos y esta noche nos dedicamos a nosotros con más tranquilidad – le dijo ella.
- ¿Es una promesa? – preguntó él.
- No, es una orden – le contestó seria.
- ¡Ay! – suspiró – que me gusta que me mandes.
Se sirvieron unas tazas de café y se fueron a sentar a la mesa. Estuvieron bastante rato mirando información, buscando en Internet, en direcciones Web que él guardaba, claro que a cada ratito y aprovechando que estaban solos se daban algún que otro besito.
Al final lo único que sacaron en claro es que existía ese grupo religioso o secta, que tenía su sede principal en Miami, que tenían un canal de TV que retransmitía su ideología y sermones a la mayor parte del país pero no entendían como había aparecido ese cuerpo en la ciudad y que su doctrina se basaba en que eran los elegidos por el poder supremo de la luz divina y el nuevo renacer, aunque no entendieron muy bien a que se referían con esto.
El predicador Nathaniel Morgan era un hombre de unos 45 años bastante atractivo y bien arreglado. Al parecer tenía una cadena de TV y un canal de radio con un enorme aparato publicitario y de marketing y era casi imposible acercarse a él, debido a la gran cantidad de guardaespaldas que lo protegían. Estuvieron también viendo videos de algunas de sus predicaciones en Youtube y era asombrosa la cantidad de gente que asistía a sus sermones.
Siguieron mirando algunas direcciones de Internet y dieron con una donde aparecía una lista de los lugares por los que el predicador iba a hacer una gira, para extender su palabra. La primera de las ciudades a visitar era Nueva York.
A Castle se le ocurrió poner la TV y buscar el canal del predicador Morgan. Dio con él, y entre reportajes de seguidores que contaban sus testimonios y predicaciones, salían como cuñas publicitarias anunciando la gira del predicador que habían visto en Internet, así como anuncios de la apertura de una sede de dicha asociación en Manhattan.
Tendrían que seguir investigando, ya que con todo esto no tenían bastante, aunque si algo por donde empezar. Luego de recoger y anotar todo lo que les pudiera ser útil, se volvieron a la comisaría.
Allí los chicos también habían encontrado alguna información, aunque no mucha más de la que traían ellos. Becket lo fue colocando todo en el panel, más que nada a la espera de los resultados de la autopsia y de seguir investigando.
Terminó la jornada laboral y se despidieron todos hasta el día siguiente. Ellos se fueron juntos. Kate le propuso ir a su casa, a lo que él accedió, llamó a Alexis y esta le dijo que tanto ella como su abuela estaban bien, que Martha se había marchado para el teatro y que estaba bastante tranquila. Ella se quedaría estudiando, pues tenía muchos deberes por hacer y no le importaba estar sola, hasta que su abuela regresase.
- ¿Ya te han dado permiso para que pases la noche conmigo? – le preguntó con sorna.
- Si, esto de tener tantas mujeres guapas pendientes de uno, es verdaderamente agotador.
- ¿Nos tomamos algo en Remy?
- De acuerdo.
Cenaron tranquilamente, hablando de muchas cosas.
- ¿Puedo preguntarte algo sin que te enfades? – le dijo Rick.
Automáticamente ella se puso en guardia, si le preguntaba eso es porque seguro le iba a molestar.
- ¿Qué? – preguntó con cautela.
- Prométeme que no te enfadarás.
- Castle como no me digas de que se trata, me voy a enfadar pero de verdad.
- Vaaleee… ¿estas ya preparada?
- Claro, dime lo que quieres.
- Eso, te preguntaba si estabas ya preparada.
- ¿Preparada para que?
- Para decirle al resto del mundo que estamos juntos.
- Castle ya te he dicho, que tengo que tomarme mi tiempo.
- Lo sé y lo he respetado, pero ya llevamos varios meses saliendo juntos, tenemos una relación bastante sólida, por lo menos a mi me lo parece y la verdad es que empiezo a estar cansado de tener que ocultarnos de todos cuando no estamos haciendo nada malo.
- ¿Sabes la de bromas que nos gastarían si supieran que estamos juntos?
- Yo creo que se alegrarían, Lanie y Esposito están juntos y nadie les gasta bromas.
- No sé Castle, todos estarían pendiente de nosotros cada vez que nos acercáramos.
- Kate, ya están pendiente de nosotros, yo creo que sospechan algo y están esperando a que bajemos la guardia para pillarnos.
- ¿Tú crees?
- Estoy totalmente seguro, y si es eso lo que te molesta dejaré de ir a la comisaría.
- No quiero que dejes de venir por comisaría, sé que con lo que voy a decirte te voy a engordar el ego, más de lo que ya lo tienes, pero me gusta tenerte cerca, además nos ayudas bastante – dijo ella mirándole – Fíjate, sin ti no hubiéramos tenido ni idea de porque la víctima de esta mañana estaba mutilada de aquella manera.
- Ya lo hubierais averiguado.
- ¿No quieres venir más por comisaría? ¿Vas a dejarnos?
- No, no voy a dejaros y seguiré colaborando con vosotros si es eso lo que quieres – contestó él – pero me gustaría poder llevarte a otros sitios, a otro tipo de restaurantes, me gusta Alfredo y también esto, pero me encantaría llevarte a lugares mejores, sin miedo a que nos hagan una foto y salir en la prensa, porque todo el mundo sabría que voy con mi novia a cenar y daría igual si nos fotografiasen.
- Me han gustado cada uno de los sitios a los que me has llevado. Es más he disfrutado mucho en más de uno.
Y era cierto, los fines de semana con Rick habían sido de lo más diversos y divertidos que había pasado nunca, no solo por los sitios a donde la llevaba sino también por el placer de su compañía, ya que cuando estaban cansados, o simplemente decidían quedarse en la casa de alguno de ellos, aunque solo vieran la tele o ella leyera un libro mientras él escribía, disfrutaba mucho el estar junto a él.
Además de haber estado en Los Hamptons, y de ir algún que otro domingo de picnic a Central Park, donde aprovecharon para ir al zoo, fueron al parque de atracciones de Coney Island, que a Castle le encantaba y a ella también pues iba con frecuencia con sus padres y volver a ir con él le trajo gratos recuerdos. Claro que ella también organizó alguna que otra salida y lo llevó un fin de semana a un encantador hotelito de las afueras con un spa increíble donde pasaron unos días de relax absoluto entre baños y masajes. Hicieron el viaje en su moto y comprobó que le encantaba conducirla con Richard muy pegado a ella y agarrándola fuertemente de la cintura. Pero no podía dejar de pensar que no disfrutarían lo mismo si estuvieran expuestos al ojo público. Así que lo miró seria y le dijo:
- Lo siento Rick, pero todavía …
- No estás preparada – la interrumpió él – no importa Kate, seguiré esperando a que lo estés, voy a demostrarte que esto que tenemos no es un capricho pasajero, que es para siempre.
- Lo sé Rick, me lo demuestras cada día, soy yo que no puedo evitarlo.
- Anda vamos – habían terminado de comer hacía ya un rato – que estoy cansado, estos últimos días han sido agotadores – dijo decaído.
- Recuerda que tenemos trabajo pendiente esta noche – intentó animarlo ella – me lo prometiste.
- Creo recordar que fuiste tu quien me lo ordenó – contestó él mientras subía al coche.
Ya en la casa, él se mostró más animado. Aunque estaba un poco molesto con ella, intentaba entender porque a sus otros novios, los mostraba sin problemas y con él no era lo mismo. Es por lo que estaba haciendo gala de esa paciencia infinita además que no podía estar enfadado con ella mucho rato. La quería demasiado como para perder tiempo en discusiones.
No entendía la inseguridad que sentía respecto a él, si ni siquiera podía mirar a otra que no fuera ella, es más, estaba absolutamente seguro que aunque le provocara la más encantadora y atrevida de las mujeres no podría funcionar con ninguna, porque solo deseaba estar con ella.
Ya llegaría el día es que ella levantara la veda y entonces iba a enterarse como Rick Castle hacía las cosas, hasta sería capaz de alquilar un dirigible para que sobrevolara la ciudad comunicándole al mundo que ella era su novia.
Una vez en la cama hicieron el amor sin prisas, Richard se dedicó a venerarla como solo él sabía hacerlo. Aquella noche Kate fue besada con mimo y con pasión desde la raíz del pelo hasta la punta de los pies. Depositó besos en cada centímetro de su cuerpo. Jugó hábilmente con su lengua en sus zonas más íntimas provocándole oleadas de placer. Ella jamás se había sentido tan amada y deseada como cuando estaba con él. Cuando ya no pudo resistirlo más, lo recibió en su interior terminando la danza amorosa con un explosivo orgasmo primero ella y enseguida él, que los dejó agotados y satisfechos.
Un rayo de sol tempranero la despertó. Se incorporó y se apoyó en un codo mientras lo observaba. Rick dormía plácidamente boca arriba, con el cabello desordenado sobre la frente. Cada respiración terminaba en un pequeño ronquido, que casi ni se oía.
Lo miró y empezó a pensar en lo que le gustaba ese hombre. No es que fuera el hombre más guapo del mundo, aunque a ella se lo parecía, pues era tremendamente atractivo. Le encantaban sus ojos y como la miraba. Tampoco es que fuera un adonis, había salido con tíos más cachas que Castle, pero él tenía un encanto y un no sabía qué, que realmente la volvía loca. Era un hombre detallista, generoso, divertido, la hacía reír, se preocupaba por ella, y cuando compartían sus ratos de intimidad la adoraba y le hacía sentir lo que nadie le había hecho sentir nunca.
- ¡Reconócelo Katherine Becket! – se dijo a sí misma mientras le apartaba el pelo de la frente y le acariciaba la cara con ternura – estás enamorada de Richard Castle hasta los huesos. Vas a tener que plantearte eso de declarar públicamente el amor que sientes por él.
Él seguía durmiendo, pero a ella le habían entrado unas enormes ganas de jugar un rato, antes de ir a trabajar, así que sin pensarlo dos veces se arrodilló a su lado y empezó a besarlo despacito por los párpados, las mejillas, la nariz. Él empezó a moverse al sentir sus besos e inconscientemente abrió los labios esperando que ella llegara allí. Mientras se dedicaba a su boca, con las manos empezó a acariciarlo, luego fue bajando con un reguero de besos por el pecho de él, hasta llegar a su vientre bajo y a cierta parte de su anatomía que empezó a animarse como resultado de los besos y caricias.
- ¡Huy Castle!, parece que el pequeño Ricky se ha despertado antes que tú.
- Estoy muy cansado – respondió él con voz de sueño – pero te doy permiso para que juegues conmigo y con el pequeño Ricky, todo lo que quieras.
No se hizo de rogar, con el mayor de los cariños, le devolvió cada caricia y cada beso que él le regaló la noche anterior, hasta que se espabiló del todo y terminaron haciendo el amor con la misma pasión de siempre.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
beckett si estas mas enamorada de castle no puedes vivir sin el xD xDDDDDDDDDDD OJOJOJO
( ¡Huy Castle!, parece que el pequeño Ricky se ha despertado antes que tú.)
QUE RISAS por dios ajjajajajjajajajjajajjajajaj
oleeeeeeeeeeeee oleeeeeeeeeeeeeeeeeee capitulazo si es que escribes divinooooooooooooooo
MARAVILLOSOOOOOOOOOOOOOO
OHHHHHHHHHHH ME GUSTA MUCHO
gracias por el captuloi
Re: Para siempre, Último Capítulo
Qué bonito!
Dentro de poco Kate se animará a anunciar su relación públicamente no?
Eso espero ^^
Sigue escribiendo
Dentro de poco Kate se animará a anunciar su relación públicamente no?
Eso espero ^^
Sigue escribiendo
GabiiLovesMela<3- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 24/07/2011
Edad : 29
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
CAPITULAZOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!...ME HA ENCANTADOOOO
SIGUELO PRONTO..AVER QUE PASAA
SIGUELO PRONTO..AVER QUE PASAA
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
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Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Que se deje de tonterias y lo grite a los 4 vientos,en serio menos polvos y que se aclare ya,buen capitulo cata,sigue asi
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
Fecha de inscripción : 18/05/2011
Edad : 32
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