(+18) La primera noche

Tenía pensado escribir el último capítulo y nada más. Pero tras alegrarme por la sentencia del Constitucional y sentir nauseas con la portada de La Gaceta, me decido a escribir esto por que sí, porque quiero hacerlo.


-¿Y bien? –Le pregunto con curiosidad, mientras que una parte de mí se pregunta desde cuando me importan la vida sentimental de mis hombres. Ella me sonríe alegremente y me abraza, rodeándome el cuello mientras que yo hago lo mismo con su cintura. –Se arreglan, ahora mismo estarán soltando toda esa rabia y después se arreglarán te lo aseguro. –Me da un beso en los labios y me mira radiante. Ella parece realmente ilusionada, la verdad es que me sorprende, al fin y al cabo apenas los conoce. –Tengo una sorpresa para ti. –La miro, expectante, se da la vuelta y la veo sacar algo de su bolso, es un sobre, me lo entrega. Me basta con leer las primeras líneas, suelto el papel y la abrazo, besándola con entusiasmo. –Genial, ahora eres solo mía. –Asiente y me besa, con dulzura, mientras que juega con un mechón de mi cabello. –Sí, soy libre y tuya. Solo tuya, siempre y cuando tú seas mía. –Me río, como si quisiera estar con cualquier otra. Le doy otro beso y nos abrazamos durante varios largos e intensos minutos. Desde aquí puedo oír el latido de su corazón. –Te quiero Vikcy. –Me separo con suavidad y acaricio su vientre, que empieza a redondearse. –Yo también. –Me toma de la mano y me lleva hasta la habitación. Nos desnudamos la una a la otra y hacemos el amor lentamente, sin saber que al otro lado del Atlántico, en un país que últimamente nunca sale bien parado en la prensa, ha dado un paso más por los derechos de hombre y mujeres como nosotras. La miro mientras que se recupera de un delicioso orgasmo, le sonrío. Dicen que es pecado y nosotras inmorales, que arderemos en el infierno. Bueno, quizás sea así, quizás nuestro hijo no viva en su cielo, puede que viva en el infierno, pero es nuestro infierno.

Es preciosa. No tengo otra palabra para describirla. Me mira con esos ojitos idénticos a los de ella y me llama, mamá, mamá. Y ahí se me enternece la mirada, la cojo en brazos y me siento con ellas en el sofá de nuestra casa. Nuestra casa, que bien sienta volver a decirlo, nuestra casa. Milley se acerca, celosa y se sienta en el regazo de Emma, mira a la niña, la olisquea, pero se aparta cuando el bebé intenta cogerle del cascabel. Emma se rie y regaña a nuestra pequeña, le dice que eso no se hace, que Milley es de la familia y no hay que hacerle daño, pero la nena solo la mira, se ríe y le echa los brazos, a su mamá. Su mamá. Yo. Ella. Las dos. Sus mamás. Las mamás de Laura. Suena bien, muy bien.

-Que paz. –Suspira. Sonrío y asiento, estoy de acuerdo con ella. Se está tan bien aquí, en esta cama, mirando los grandes ventanales de la habitación del hotel, jugando con su pelo y haciendo dibujos en su espalda. Se vuelve y me mira, sonriendo, me acaricia la barba de dos días, me da un corto beso en la mandíbula. –No quiero irme. –Murmura. Ni yo tampoco, me quedaría en este hotel para siempre, pero tenemos trabajo que hacer. Le coloco un mechón rebelde detrás de la oreja y la beso. –Volveremos el año que viene. -Le aseguro. Se ríe y asiente, se despereza y se coloca sobre mí. Llevo mis manos a sus caderas, se agacha para volver a besarme, pero con más de pasión. -¿Es una promesa?

-Es una promesa. –Responde. Sonrío y empezamos de nuevo. Mañana habrá que volver al trabajo, pero hoy el día es para nosotros. De Javi y mío. Nuestro.

-¿Y el niño? –Pregunto, con cierto cansancio. Ha sido un día agotador, al menos mañana vuelve mi compañero y nos repartiremos el trabajo. –Está dormido. –Responde, con voz tranquila, mientras que me acerca una copa de vino. Le doy las gracias con una sonrisa y bebo un poco, mientras que dejo la chaqueta en el perchero y me dirijo a la habitación del bebé. Duerme como un angelito. -Ha pasado toda la tarde llorando. Pobrecito, quizás deberíamos llevarlo al médico. -Asiento, estos días están siendo difíciles, le están saliendo los dientes y apenas nos deja dormir. Jenny está cansada, se lo noto en las ojeras. -Vamos, aprovechemos ahora que está dormido. -La tomo de la mano y salimos de la habitación, apagando la luz. -La cena está... -La hago callar con un beso y la llevo al baño. La desnudo con lentitud y me desnudo yo también, abro el grifo del agua caliente y ella vierte sales aromáticas. Nos metemos en la bañera y suspiramos aliviados. -Que bien sienta esto. -Susurra. La beso en el pelo y hablo sobre su oído. -Te quiero.

-¡Te vas a caer! -Le grito preocupada, él me sonríe y niega, con una alegre sonrisa, mientras que sube un peldaño más y consigue llegar al tejado. Dos segundos después la pluma cae. Me río divertida, dejo la raqueta en el suelo y la cojo. Él baja y da un salto, ignorando los dos últimos escalones, hace una reverencia y una señal de triunfo. -Mi héroe. Aunque creo que ha sido demasiado riesgo por una pluma de badminton, ¿no? -Se encoge de hombros y me da un beso, antes de ir a por su raqueta. -Solo nos quedaba esa, deberíamos jugar cerca de la piscina, al menos allí solo nos mojamos si se cae. -Se quita la camiseta, hace mucha calor, estamos muy morenos, bueno, él lo está, yo tengo la piel enrojecida, la crema protectora no me sirve de mucho. Me gusta estar así con él, en la casa de la playa juntos y solos. Una vez más le doy las gracias mentalmente a mi padre por habernos cedido la casa. Podría haber venido el con Beckett, pero prefirió que viniéramos nosotros. -¿Vamos? -Me apremia. Asiento y le sigo. Me quito las chanclas, él me imita y coge la pluma, esperando a que me prepare. Hace un intento, pero la pluma se cae a pocos centímetros de él, me río y me mira ofendido. Vuelve a hacer un segundo intento, esta vez la pluma se le queda enredada en la raqueta, suelto una carcajada. Deja la raqueta y se acerca a mí, suelto la mía, me abraza por la cintura. -¿Te estás riendo de mí, pelirroja? -Me encojo de hombros, lo miro con inocencia y le doy un corto beso, me acaricia la cara. -Gracias por estar aquí. -Susurro. Él niega, profundiza el beso y me abraza. -No hay otro sitio donde quiera estar. -Soy feliz con él y lo mejor es que él lo es conmigo. No he olvidado lo ocurrido el año pasado, nunca lo haré, pero ahora soy feliz, él me hace feliz.

Miro mi nueva casa con una sonrisa, emocionada. Richard detrás espera, me doy la vuelta. -Querido... esto es demasi... -Pero él niega con la cabeza, me impide seguir hablando. Mi nuevo estudio está en la misma calle que el loft, es precioso, espacioso y luminoso, está amueblado a mi gusto. -Te mereces esto y más, madre. Esta casa es mi regalo por haber estado ahí todos estos años. Disfrútala. -Lo abrazo, veo en sus ojos sinceridad, no hace esto de forma egoísta, no quiere librarse de mí, solo quiere que tenga mi espacio, sin preocuparme por nada. Ahora que es feliz estoy tranquila, puedo disfrutar de esta maravillosa casa sin miedo, sabiendo que está cerca, a solo unos pasos y sabiendo que está bien. -Ven, te enseñaré lo mejor. -Me lleva hasta la zona de la cocina y me indica una esquina. La pared está cubierta por un enorme botellero, lleno de vino de las mejores bodegas. Me río, mi hijo me conoce bien, ¿qué sería de mí sin una buena copa de vino? -Richard no sé que... -Y vuelve a hacerme callar, me coge la mano y coloca un llavero en ella, cerrándomela después cariñosamente. -Disfruta de tu nueva casa, te quiero madre. -Me da un beso en la mejilla y sonriendo se marcha, cerrando la puerta con suavidad. Suspiro, sentándome en el cómodo sillón. He criado a un buen hombre, que ha cumplido todos sus sueños y es feliz, ¿qué más puede pedir una madre?

Dos semanas después

-Deberíamos levantarnos. -Murmura. No contesto, no tengo intención de levantarme de aquí, estoy cómoda, muy cómoda y no quiero moverme, aunque empiece a hacer fresco. Una suave brisa marina levanta un poco de arena, me hace cosquillas en la piel. Su mano acaricia justo ahí donde la arena se ha posado y la aparta. Él también me hace cosquillas. Sonrío y hundo el rostro en su pecho, su piel está tibia, después de habernos pasado todo el día tomando el sol. Se incorpora un poco y a regañadientes hago lo mismo, quedándome sentada en la toalla. No hay nadie a nuestro alrededor, por el día hay mucha gente, pero ahora, esta playa está vacía. Se arrodilla a mi lado y busca dentro de la mochila que hemos traído, me pasa mi vestido, verde agua. -Póntelo, empieza a hacer frío. -Me levanto y me cubro con el vestido, cojo las sandalias,medio enterradas en la arena y las sacudo. Él se pone una camiseta y se cuelga la mochila al hombro, tras guardar la toalla. Coge sus zapatos y me da la mano, empieza a caminar hacia el pueblo, pero yo niego, tirando de él, estando a punto de hacerlo caer. -Caminemos un rato por la orilla. -Sugiero. Me sonríe y lo llevo hasta el mar, el agua está fría, damos un largo paseo, cogidos de la mano, hablando de tonterías, disfrutando de la compañía. Él hace círculos con su pulgar en mi mano,sus caricias siguen erizándome la piel, no entiendo como después de un año aún provoca esa sensación en mí. Me nota temblar. -Vamos, volvamos al hotel.

-Espera. -Me pide. La miro preocupado, está seria, nada que ver con la feliz sonrisa que la ha caracterizado estas dos semanas. Parece luchar consigo misma durante unos minutos, recuerdo aquella vez, hace ya cuatro años, cuando quiso decirme algo pero Gina apareció en comisaria y nos marchamos. Le cojo de la mano. -¿Qué ocurre, Kate? -Deja de discutir mentalmente y alza la mirada, veo horrorizado su mirada, humedecida y brillante. Repaso con rapidez estos últimos días, preguntándome si he hecho algo mal, pero no se me ocurre nada. No, hasta cinco minutos todo iba bien. Por fin se decide a hablar. -Rick, yo... sé que estos años no han sido fáciles, que nos hemos hecho daño con otras personas y a veces... sin necesidad de ellas. Nos costó, mejor dicho, me costó ver lo que siento por ti y me encerré en mí misma, detrás de ese muro durante mucho tiempo, sin querer atreverme a ser feliz. -La escucho atentamente, no sé a donde quiere llegar con todo esto, pero ya no tengo miedo, ahora parece tranquila e incluso sonríe. -Tú me enseñaste a ser feliz, a disfrutar de la vida, disfrutar de verdad, algo que había olvidado. Tenerte cerca fue... no se me ocurre una palabra que pueda describirlo... por eso esa noche, cuando llegué a tu casa, empapada solo había una cosa que me asustara, que te hubieses cansado de mí y... -La acaricio y niego con la cabeza, intento interrumpirla, pero ella me lo impide, pellizcando mis labios. -... esa fue la mejor noche de mi vida, nuestra noche, nuestra primera noche. y después de eso, ese verano en Italia... -Ambos sonreímos. Le propuse repetirlo, pero me dijo que quería cambiar de destino, por eso estamos aquí, en España, aprovechando el maravilloso clima que solo sus playas pueden ofrecer. Y ahora estamos aquí, en esta orilla y ella intenta decirme algo.- Fue maravilloso Rick. No sé como lo hiciste, pero me hiciste olvidar que estábamos allí huyendo del asesino de mi madre, fueron dos meses... supongo que la palabra que tú usarías sería mágicos. -Asiento. -Y después, esa discusión... fueron días horribles... -Murmura con tristeza, me siento culpable, intento hablar de nuevo, pero otra vez me interrumpe. -... y aún así aprendí de ellos. Entendí que por fin soy libre para vivir la vida que quiero, entendí que aunque mi madre engañase a mi padre... ella me quería y a mi padre también, o al menos lo quiso. Hubiera deseado poder hablar con ella de aquello, saber lo que sentía pero... me basta con saber que era una buena mujer. Ella me quería Rick y yo a ella también. Y saber que por fin descansa en paz, que su asesino está en la cárcel... todo eso me da paz. Este año ha sido como... he vuelto a vivir de nuevo Rick y ha sido gracias a ti. Si tú no hubieras abierto el caso de mi madre yo jamás hubiera cerrado esa herida y con esa herida cerrada por fin puedo ser feliz. Sé que te dije que estaba dispuesta a vivir, sin encontrar justicia, pero, te mentiría si te dijera que no me siento aliviada. Ahora estoy lista, lo estoy desde hace un año, desde que tú formas parte de mi vida de una forma tan... íntima. -Ambos sonreímos. -Estoy lista para tener esa vida que quiero tener, una vida contigo. Richard Castle, una vez te dije que a la tercera va la vencida, ¿quieres casarte conmigo?



Muchas gracias a todo el que haya seguido/leído/comentado este fic. Espero que os haya gustado tanto como me ha gustado a mí escribirlo.

Un especial saludo a Geonise, (siento haberlo terminado, pero algún día tenía que acabar) y a Beckett_Castle_Alba (gracias por haber seguido este fic con tanto entusiasmo)

GRACIAS!!!