Un cuento de Navidad... al estilo Castle

18 DE DICIEMBRE

Aparqué con prisas y me quité el cinturón. Tenía que darme prisa, la fiscalía ya habría dado la orden de que llevasen a Samantha a prisión. Caminé rápidamente, pero me di la vuelta, extrañada, al no oír sus pasos detrás de mí.

-¡Castle, vamos!, ¿qué haces?-Abrió la puerta y salió del coche, pero no se movió.
-Yo… me quedo aquí. –Dijo. Asentí en silencio, no hacía ni un par de horas que le había dicho a Gates que no volvería a comisaria, lo entendía. Apreté el botón del ascensor y esperé con impaciencia. Cada día más lento, pensé, furiosa. Por fin las puertas se abrieron. Dos policías estaban allí, con Samantha esposada junto a ellos. Suspiré aliviada. Me acerqué a ellos, con rapidez.

-Inspectora Kate Beckett, no pueden llevarse a esta mujer.
-Tenemos órdenes.
-Lo sé, yo he llevado el caso, pero cometí un error, es inocente.
-¡Inspectora Beckett! ¡¿Qué diablos hace?! –Gates se acercó a mí, furiosa. –Está suspendida, ¿recuerda?, váyase a casa o la despediré por insubordinación.
-Señor, escúcheme, ha habido un error.
-Debería haberlo pensado antes, váyase a casa, ¡ahora!
-No me refiero a eso, hablo del caso…
-No quiero oír nada m…
-¡Nos hemos equivocado de asesino! –Grité, desesperada. Samantha palideció, Gates me miró, sin entender.

-Explíquese.
-Vayamos a la sala de interrogatorios. –Dije, aliviada de que por fin me escuchase.
-Nosotros tenemos ordene… -Titubeó uno de los agentes.
-Esperen aquí. –Dijo Gates. Entramos en la sala, Samantha se sentó en silencio, temblorosa.

-Samantha… -Dije con suavidad. –Sé que usted es inocente, sé que está encubriendo a alguien, alguien que seguramente le importa, pero así no va a conseguir nada… no le hace ningún favor, solo conseguirá arruinarse la vida.

Ella no dijo nada, mientras que unas lágrimas corrían por sus mejillas.

-Escuche, la persona a la que protege ha matado a un hombre, a un buen hombre. Ese hombre merece justicia, ¿no cree?
-Yo… yo no… -Sollozó.
-Samantha, ¿Quién fue? ¿A quién encubre? –La voz de Gates sonaba amable, tranquilizadora, no pude evitar sorprenderme. –Tiene que decírnoslo, ahora.

Murmuró algo, entre sollozos. Gates y yo nos miramos, suspirando.

(…)

-¿Por qué lo hizo?
-Por Bianca.
-No le hizo daño a la niña, mató a un hombre inocente.
-Lo sé. –Dijo sin más, con la voz fría, como el hielo.
-¿Y le da igual?
-Defendí a una niña.
-Asesinó a un hombre, no es usted ningún héroe.
-¿Sabe a cuantos he visto propasarse con los niños en esos barrios? Les regalan juguetes, una muñeca… un balón… y cuando se ganan su confianza… yo debía protegerlos. Maté al hombre equivocado, pero no me arrepiento.

Me levanté en silencio, sintiendo asco, abrí la puerta, pero antes lo miré.

-¿Cómo pudo dejar que Samantha se inculpara? –Le pregunté con rabia en la voz. Se encogió de hombros.
-Samantha no es nada, me divertía… si ella quería destrozar su vida por mí, ¿por qué iba a impedírselo?

Salí dando un portazo, mascullando un hijo de puta apenas audible. Gates me miró.

-¿Tiene la confesión?
-Sí, el cabrón piensa que es un héroe…
-¿Ha preguntado por Samantha?
-No, dice que solo era una diversión. –Escupí, enfurecida.
-Hijo de puta… pobre mujer…
-¿Ha hablado con ella? –Le pregunté.
-Está destrozada, dijo que confesó en un ataque de locura… para ella no es ninguna diversión, lo quiere…
-Realmente tiene que quererlo para querer destrozar su vida por él. –Suspiré.
-Sí, pero no importa, ese cabrón pasará el resto de su vida en una celda… aunque parece que nunca sabremos quién es nuestra víctima.
-Será un desconocido para siempre. –Dije, con tristeza.
-Dígame una cosa… ¿le ha dicho que usó para arrojarlo al parque? –Negué.
-No. Dice que no sabe de qué le hablo, que él no lo tiró desde ningún sitio. Otra cosa que nunca sabremos…
-Ya… al menos tenemos al asesino, ha hecho un buen trabajo inspectora.
-Gracias… señor. Ahora… la veré el mes que… viene. –Ella asintió, en silencio.

Me dirigí al garaje, Castle seguía allí, después de dos horas. Me senté a su lado, le sonreí con dulzura.

-Creía que te habrías aburrido y te habrías ido.
-¿Y perderme quien fue el asesino? ¡Jamás! –Me miró, ansioso. Le conté todo, él me escuchó atentamente, al final suspiró.
-Así que John se aprovechó del amor que Samantha sentía por él… cabrón…

Asentí en silencio.

-¿Vamos a casa?
-Sí…

Volvimos a mi casa y pedimos a domicilio, no teníamos ganas de cocinar, estábamos cansados, había sido un día duro. Tras la cena tiré los envoltorios y fregué los cubiertos, mientras que él limpiaba la mesa. Cuando terminé fue él el que cerró el grifo, mientras que me daba un beso en el cuello.

-Ha sido un día muy largo…
-Estoy agotada. –Murmuré.
-¿Por qué no te das un baño de espuma? –Sugirió. Sonreí, dándome la vuelta, apoyando mi frente contra la suya.
-¿Me acompañas?
-Siempre



Suspiré al sentir como me enjabonaba pasando lentamente la esponja por mis piernas. Me acomodé sobre su torso, cerré los ojos, completamente relajada. Dejó la esponja y colocó las manos sobre mi abdomen, dandome un beso en el pelo.

-Que bien sienta esto...
-Deberíamos hacerlo más a menudo...
-Ahora vamos a tener tiempo... -Murmuré.
-Tranquila, solo será un mes, después podrás volver a ir a por los malos. -Me consoló.
-No será igual... voy a echar de menos tus locas y ridículas teorías.
-Nunca reconocerás eso delante de otros, ¿verdad? -Dijo, divertido. Ladeé un poco la cabeza para besarlo, cariñosamente.
-No, nunca.
-Lo suponía. -Me dio otro beso, lento, mordió suavemente mi labio. Volví a recostarme sobre él. Estaba suspendida y no volvería a tener a Castle trabajando conmigo, pero ahora mismo decidí dejar esos pensamientos de lado y simplemente disfrutar de su compañía y relajarme.

(...)

-Cielo, ¿qué es eso?
-Mi regalo para el Santa Secreto.
-¿Quién te ha tocado?
-Castle.


Espero que os haya gustado. Ahora noticias. El caso se queda ahí, no hay más =) jamás diré de donde se cayó Santa Claus Como ya sabéis este fic se acaba en muy poquito tiempo, se me ha pasado el mes volando,
Los pocos episodios que quedan estarán dedicados exclusivamente a los temas navideños de este fic (el Santa Secreto, el regalo para adultos de cierta inspectora y puede que veamos a Castle vestido de Santa Claus) Habrá alguna sorpresita. Besos a todos y gracias por comentar y por seguir esta historia.

19 DE DICIEMBRE

Me acerqué a él, estaba sentando en el sofá, vestido. Parecía que llevaba ya un buen rato despierto y que había salido a la calle.

-Buenos días. –Lo saludé. Levantó la cabeza y me sonrió. Me senté a su lado, dándole un beso. Vi el sobre que tenía en las manos, lo miré, sorprendida.

-¿Qué es eso?
-El regalo para Gates, del Santa Secreto.
-¿Vas a regalarle algo a pesar de lo... ocurrido? –Pregunté, sorprendida.
-Claro, es un juego.
-Y… ¿qué harás con el otro que ya tenías… para caerle mejor?
-Aún no lo sé… no creo que quiera aceptar un regalo mío, sería… incómodo para ella. Supongo que lo guardaré y ya veré que hago con él.
-¿Qué era?
-¿Recuerdas las muñecas que le rompí? –Asentí. –Encontré dos idénticas.
-Vaya… es todo un detalle, Castle. –Se encogió de hombros.
-¿Y tú? ¿Quién te ha tocado en el Santa?
-Ryan. Encargué un reloj por internet a una tienda cercana a comisaria. Sé que le gusta, le he visto mirarlo más de una vez en el escaparate.
-Es un buen regalo. –Sonrió.
-Puedo… ¿saber que hay en el sobre?
-Preferiría que sea ella la primera en verlo. Ya sabes, esas tonterías mías. –Le sonreí con cariño, acariciando suavemente su mejilla.
-Eres un buen hombre, Castle, Gates se dará cuenta tarde o temprano. –Le di un beso y me levanté, para ir a ducharme.

El caso estaba resuelto y yo estaba suspendida, así que no teníamos nada que hacer. Fuimos a por el reloj a la tienda y después pasamos por su casa, donde Alexis y Martha hablaban, animadamente. En cuanto entramos Alexis miró a su padre con preocupación.

-¿Va todo bien?
-Sí… todo bien cielo. –Murmuró. ¿Te quedas a comer? –Me preguntó. Asentí en silencio.

Almorzamos los cuatro juntos, Martha amenizó la comida con algunas anécdota de su escuela y Alexis nos habló sobre cómo iba la universidad, pero no vi a Castle sonreír en toda la comida. Sabía que estaba triste, esa noche era Nochebuena y su madre y su hija no estarían allí. Cuando terminamos de comer Castle se levantó y le pidió a su madre que recogiera, diciendo que tenía cosas que hacer en el despacho. Le seguí, preocupada.

-Castle… ¿estás bien?
-Estoy bien Kate, de verdad. –Aseguró, pero no le creí. Suspiré, decidí cambiar mis planes; había decidido mentirle y decirle que no cenaría con él en Nochebuena y después darle una sorpresa pero no soportaba verlo así.

-Tengo algo que decirte. –Me miró con curiosidad. –Mi padre se va a Los Angeles, tiene un juicio muy importante y pasará la Navidad fuera. Si todavía sigue en pie la invitación, me gustaría cenar contigo esa noche. –Se le iluminó la cara y se levantó del escritorio.
-¡En serio!
-Sí, quiero pasar esta noche contigo. –Le sonreí. Me tomó de la nuca y me besó, apasionadamente, gemí en su boca, pero me obligué a separarme.

-Rick… habíamos quedado en dar los regalos hoy, deberíamos ir a comisaría. –Le dije.
-Está bien. –Murmuró, con resignación.

Fuimos de nuevo al salón, a coger nuestros abrigos, cuando vi un periódico en la mesa. Lo cogí para echarle un vistazo mientras que Castle iba a por el regalo de Gates. Miré la portada.

-¿Vamos? –Preguntó; asentí en silencio, mirándolo fijamente.
-Eres increíble, Castle. –Y lo besé de nuevo.

-Mira esto. –Esposito y Ryan esperaban junto a Lanie y Jenny, preguntándose si tras lo ocurrido Beckett y Castle irían a repartir los regalos; Gates estaba en su despacho, junto a su marido. Esposito le entregó un periódico a Ryan, señalando la portada.

-¡Vaya!, no sabía nada de esto.
-Ni yo, pero es todo un detalle por su parte.
-Desde luego, Castle es un buen tío. –Ryan dejó el periódico, donde en la portada había un anuncio que decía así:

“Richard Castle subastará el próximo 26 de diciembre un ejemplar firmado de cada uno de sus Best-seller. Los fondos recaudados irán destinados a la ONG Ayuda En Nueva York. La subasta se realizará a las 15:00 en la sede de la ONG, tras la función infantil en la que se representa “Un cuento de Navidad” ”