Treinta días (Día 30)
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Treinta días (Día 30)
Me he leido de un tirón los tres últimos días y te haré un resumen PRECIOSOS, PERFECTOS, IMPRESIONANTES nada más que añadir
Re: Treinta días (Día 30)
jajajajajaj sigueeee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Treinta días (Día 30)
No había leído los dos últimos...no se cómo se me paso....
Muy buenos!!!! Y las compras....increiblesssss jajajajajaj
Te felicito, sigueeee
Muy buenos!!!! Y las compras....increiblesssss jajajajajaj
Te felicito, sigueeee
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Treinta días (Día 30)
Sara me e leído tu fic en menos de un días y la verdad que lo que dijeron ayer las chicas es cierto escribes muy bien. Solo decirte Sigue por favor.
monsta- Actor en Broadway
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Re: Treinta días (Día 30)
Noveno diaaaaaaaaa. Ah, buenas a todos jajajaja. Con este capitulo me he puesto un poco moñas, espero que no se os haga muy cursi . espero que os guste y tal ^^. Y como siempre digo: MUCHAS GRACIAS POR LOS COMENTARIOOOOOOOOOOOS .
***
Día 9: Fiel compañera
Ir a The Old Haunt después de un eterno e intenso día de trabajo se ha convertido prácticamente en un ritual para cerrar la semana. Todos los viernes, a eso de las nueve y media, Montgomery y sus chicos forman una cadena, bien agarrados por los brazos o bien sueltos y a su bola y se van juntos a lo que ya es su guarida personal, tarareando juntos una canción que se saben todos y recreando una espiritualidad curiosa, pero apacible, y cada uno se siente recogido en los brazos del otro, y viceversa. Además está el pequeño detalle de que uno de sus chicos es dueño del bar y lo tienen todo para ellos solos incluso cuando la gente ya está durmiendo.
Y eso es genial porque se sienten como en el seno de una pequeña familia. No necesitan lazos de sangre de por medio, ellos solos se han ido cosiendo los suyos propios.
También es ritual que, cuando The Old Haunt cierra y solo quedan ellos, cada semana uno se suba a la barra y, casi rozando la más pura ebriedad o prácticamente sufriéndola, reciten un discurso sobre su opinión de esa pequeña familia. Y esta semana es el turno de Castle, que va dibujando espirales perfectas cuando camina sin llegar a rozar el coma etílico, y Beckett se pregunta cómo es capaz de aguantar con esa firmeza sin acabar durmiendo sobre la taza del váter, echando todo lo que ha comido en su primera comunión.
El escritor se sube a la barra, intentando mantenerse estable, pero resignándose a sentarse con las piernas cruzadas ante el evidente hecho de que acabaría cenando el suelo, y la detective no puede evitar musitar una carcajada cuando le ve. Va hasta las cejas de Johnnie Walker, y aún así, en lo más profundo –y no tan profundo- le sigue pareciendo adorable. Tan adorable que incluso empieza a sentarle mal.
-Empieza ya, tío. No te enrolles –la voz de Esposito muestra cierto gangueo y Beckett supone que no va mucho mejor que Castle.
-Eso –insiste Ryan, tambaleándose-. Que hable, que hable.
-Está bien –Castle posa su vaso a su izquierda, aun quedaban tres o cuatro dedos de whisky, la detective se compadece mucho de su hígado-. Pero tengo una cogorza de la leche en el cuerpo, así que no esperéis que os suelte un parrafazo profundo como los de mis libros –se aclara la voz de una forma muy cómica, totalmente improvisada pero que pasaría totalmente por planificada, y todos se ríen-. Solo deciros que es un gran placer estar compartiendo esta velada junto a vosotros, tíos. Y dama –remarca, mirando a Beckett con una sonrisa sincera, dedicada especialmente para ella y esta lucha contra sí misma para no suspirar-. Ya sé que llevo… –hace cuentas con los dedos, soltando una carcajada- mirad, ni me acuerdo. Pero se me ha hecho largo, largo, largo y seguro que a vosotros todavía más. Así que gracias por aguantar el coñazo que os da este escritor. Puede que nunca lo haya demostrado, pero os estoy muy agradecidos. Y siempre lo voy a estar.
-Pues ya podrías dedicar tu próximo libro a tu capitán –exige Montgomery, medio riéndose.
-Palabra de escritor –promete, poniendo su meñique en forma de gancho-. Bueno, Esposito. Tú sabes que te echaría un polvo si no fuera heterosexual, y si Lanie me dejase. Te adoro, macho. Eres genial –dirige su atención hacia Ryan-. Ryan, si no estuvieras a punto de casarte, te pediría que hiciéramos un trío tú, el morenazo –señalando a Javier sin mirarlo- y yo. Pero sería demasiado indecente por mi parte –los demás se ríen-. Capi, tu eres el jefe –le dice, clavando sus ojos ahora en él-. El amo. Y probablemente es gracias a ti por lo que estoy aquí, ahora mismo, rodeado de gente maravillosa. Tú lo vales, de verdad. Y nunca podré agradecerte esto lo suficiente –suspira, y el corazón de Beckett se sobrecoge porque sabe qué es lo que viene ahora. Y lo sabe aún más cuando Castle hace un repentino contacto visual con ella, y hay un momento muy potente de conexión-. Kate, Kate, Kate. Mi compañera. Mi fiel compañera –se sorprende a sí misma porque solo sonríe como si fuera la niña más feliz del mundo, cuando en otras circunstancias, un par de años atrás, le hubiera mandado al carajo o algo parecido-. A ti, ¿qué decirte? Eres mi musa. He escrito dos libros basándome en la inspiración que me das, probablemente estaría haciendo algo poco decente en estos momentos, muriéndome en la miseria o yo qué sé si no te hubiera conocido. En cierto modo me has salvado el pellejo. No solo las cinco o seis que llevas físicamente, sino también de otra forma mucho más… psicológica. Lo peor es que no sé cómo compensártelo.
Se siente levemente culpable. Se esperaba algo rimbombante viniendo de él. Alguna proposición indecorosa, algo que levantase incomodidad en el ambiente y estuviesen condenados a aguantarlo en lo que queda de noche, básicamente porque está más ebrio que sobrio. Mucho más. Y no sabe cómo es capaz de sacar a relucir esa madurez que casi siempre se guarda en estos momentos. Pero incluso le ve algo indeciso y, aunque está improvisando todo sobre la marcha, de vez en cuando se muerde la lengua porque no sabe qué decir. Como ahora. Y Kate traga saliva aturdida por sus propias emociones y, sobre todo, preocupada por el incipiente cosquilleo que se está extendiendo por su estómago, nada apropiado y menos en la actualidad.
Pero no va a contenerse. Hoy no le apetece resguardarse en su muralla mental. Hoy quiere ser ella misma. Y Castle la está ayudando.
-Así que… yo… –se muerde el labio, columpiándose levemente de un lado a otro como si fuera un niño pequeño, Beckett sigue a la expectativa-. Muchas gracias, Kate. De verdad. Aunque siempre te esté incordiando, sabes que te apreció. Muchísimo. Y si no lo sabías pues… bueno. Ahí lo tienes.
Kate se acerca hacia él, a paso decidido, de repente en el aire se recrea una tensión que no acaba de ser desagradable, solo curiosa de sentir. Y a Beckett no le oprime demasiado, como las otras veces. Se sigue acercando hasta estar a poco más de medio metro de él, y sonríe con altruismo y dulzura. El contacto visual es demasiado intenso y se le vienen a la mente demasiados recuerdos. El beso, que fue más una artimaña. Pero no deja de ser un beso. Y esos últimos momentos del congelador a su lado antes de perder la razón y lo que podría haberle dicho, pero no dijo -y no sabe muy bien si se alegra de ello o más bie se castiga de todas las maneras posible-, y nada de eso la hace sentir incómoda. Por primera vez.
-Además, estás muy buena –termina por soltar, como era obvio viniendo de alguien como él y Beckett, en lugar de retroceder como suele hacer, solo se rie, negando con la cabeza.
-Richard Castle –se cruza de brazos-. Hay cosas que nunca van a cambiar, ¿verdad?
Él se encoge de hombros de manera inocente, los demás siguen callados a la expectativa, Beckett se relame los labios y el ambiente se sigue templando- Ya me conoces.
-Ya. ¿Y si tanto me aprecias por qué me sigues torturando? –la expresión de Castle se ensombrece un poco, confusa. A Beckett le encanta tomarle el pelo, sobre todo cuando el escritor se encuentra en ese estado. No es hasta que a Beckett le empieza a temblar el labio a causa de contenerse tanto la risa cuando Castle se da cuenta de que puede bajar la guardia.
-Y encima te parece gracioso –Beckett estalla en carcajadas-. Encima que me sincero contigo. Qué vergüenza, Beckett.
El bolsillo de su pantalón empieza a vibrarle y Beckett se extraña. Saca su móvil, mirando la pantalla y se rompe la magia. Es Josh. La está llamando. Tuerce un poco los labios, vuelve a crearse esa nube de inseguridad totalmente apreciable alrededor y Castle, que parecía que estaba a punto de decir algo, se calla. Pero Beckett vuelve a sonreír de la misma manera. Esa manera que solo su compañero es capaz de sacarle y cancela la llamada, le escribe en un sms que no la espere despierta, se lo guarda y vuelve a dirigir su atención hacia Castle.
-Ya, ya. Bueno, Mono escritor –se sienta a su lado, hombro con hombro y una descarga deliciosa al contacto con Castle le recorre por todo el cuerpo-. ¿No me vas a invitar a un trago?
-Vaya, inspectora Heat –imita su rol-. ¿Hoy te vas a desmelenar?
-Si supieras la de tiempo que paso desmelenándome, Rook.
Y los dos se ríen, Castle le pasa una mano por el hombro, rodeando su cuello y la acerca más hacia él, aferrándola y ella se deja. Y respira tranquila, sintiéndose plenamente cómoda y segura a su lado.
Porque cualquier día tiene excusa para ser dura con los demás y consigo misma. Porque cualquier día puede ponerse la placa en el cinturón y desempeñar la función que le es propia, con la actitud retraída y cerrada de siempre.
Pero hoy se ha olvidado la placa en el coche. Y no pasa nada.
***
Bueno, espero que os haya gustado! Muchas gracias por leer y molestaros en comentar, de verdad. Es todo un honor . Mañana otro! ^^
***
Día 9: Fiel compañera
Ir a The Old Haunt después de un eterno e intenso día de trabajo se ha convertido prácticamente en un ritual para cerrar la semana. Todos los viernes, a eso de las nueve y media, Montgomery y sus chicos forman una cadena, bien agarrados por los brazos o bien sueltos y a su bola y se van juntos a lo que ya es su guarida personal, tarareando juntos una canción que se saben todos y recreando una espiritualidad curiosa, pero apacible, y cada uno se siente recogido en los brazos del otro, y viceversa. Además está el pequeño detalle de que uno de sus chicos es dueño del bar y lo tienen todo para ellos solos incluso cuando la gente ya está durmiendo.
Y eso es genial porque se sienten como en el seno de una pequeña familia. No necesitan lazos de sangre de por medio, ellos solos se han ido cosiendo los suyos propios.
También es ritual que, cuando The Old Haunt cierra y solo quedan ellos, cada semana uno se suba a la barra y, casi rozando la más pura ebriedad o prácticamente sufriéndola, reciten un discurso sobre su opinión de esa pequeña familia. Y esta semana es el turno de Castle, que va dibujando espirales perfectas cuando camina sin llegar a rozar el coma etílico, y Beckett se pregunta cómo es capaz de aguantar con esa firmeza sin acabar durmiendo sobre la taza del váter, echando todo lo que ha comido en su primera comunión.
El escritor se sube a la barra, intentando mantenerse estable, pero resignándose a sentarse con las piernas cruzadas ante el evidente hecho de que acabaría cenando el suelo, y la detective no puede evitar musitar una carcajada cuando le ve. Va hasta las cejas de Johnnie Walker, y aún así, en lo más profundo –y no tan profundo- le sigue pareciendo adorable. Tan adorable que incluso empieza a sentarle mal.
-Empieza ya, tío. No te enrolles –la voz de Esposito muestra cierto gangueo y Beckett supone que no va mucho mejor que Castle.
-Eso –insiste Ryan, tambaleándose-. Que hable, que hable.
-Está bien –Castle posa su vaso a su izquierda, aun quedaban tres o cuatro dedos de whisky, la detective se compadece mucho de su hígado-. Pero tengo una cogorza de la leche en el cuerpo, así que no esperéis que os suelte un parrafazo profundo como los de mis libros –se aclara la voz de una forma muy cómica, totalmente improvisada pero que pasaría totalmente por planificada, y todos se ríen-. Solo deciros que es un gran placer estar compartiendo esta velada junto a vosotros, tíos. Y dama –remarca, mirando a Beckett con una sonrisa sincera, dedicada especialmente para ella y esta lucha contra sí misma para no suspirar-. Ya sé que llevo… –hace cuentas con los dedos, soltando una carcajada- mirad, ni me acuerdo. Pero se me ha hecho largo, largo, largo y seguro que a vosotros todavía más. Así que gracias por aguantar el coñazo que os da este escritor. Puede que nunca lo haya demostrado, pero os estoy muy agradecidos. Y siempre lo voy a estar.
-Pues ya podrías dedicar tu próximo libro a tu capitán –exige Montgomery, medio riéndose.
-Palabra de escritor –promete, poniendo su meñique en forma de gancho-. Bueno, Esposito. Tú sabes que te echaría un polvo si no fuera heterosexual, y si Lanie me dejase. Te adoro, macho. Eres genial –dirige su atención hacia Ryan-. Ryan, si no estuvieras a punto de casarte, te pediría que hiciéramos un trío tú, el morenazo –señalando a Javier sin mirarlo- y yo. Pero sería demasiado indecente por mi parte –los demás se ríen-. Capi, tu eres el jefe –le dice, clavando sus ojos ahora en él-. El amo. Y probablemente es gracias a ti por lo que estoy aquí, ahora mismo, rodeado de gente maravillosa. Tú lo vales, de verdad. Y nunca podré agradecerte esto lo suficiente –suspira, y el corazón de Beckett se sobrecoge porque sabe qué es lo que viene ahora. Y lo sabe aún más cuando Castle hace un repentino contacto visual con ella, y hay un momento muy potente de conexión-. Kate, Kate, Kate. Mi compañera. Mi fiel compañera –se sorprende a sí misma porque solo sonríe como si fuera la niña más feliz del mundo, cuando en otras circunstancias, un par de años atrás, le hubiera mandado al carajo o algo parecido-. A ti, ¿qué decirte? Eres mi musa. He escrito dos libros basándome en la inspiración que me das, probablemente estaría haciendo algo poco decente en estos momentos, muriéndome en la miseria o yo qué sé si no te hubiera conocido. En cierto modo me has salvado el pellejo. No solo las cinco o seis que llevas físicamente, sino también de otra forma mucho más… psicológica. Lo peor es que no sé cómo compensártelo.
Se siente levemente culpable. Se esperaba algo rimbombante viniendo de él. Alguna proposición indecorosa, algo que levantase incomodidad en el ambiente y estuviesen condenados a aguantarlo en lo que queda de noche, básicamente porque está más ebrio que sobrio. Mucho más. Y no sabe cómo es capaz de sacar a relucir esa madurez que casi siempre se guarda en estos momentos. Pero incluso le ve algo indeciso y, aunque está improvisando todo sobre la marcha, de vez en cuando se muerde la lengua porque no sabe qué decir. Como ahora. Y Kate traga saliva aturdida por sus propias emociones y, sobre todo, preocupada por el incipiente cosquilleo que se está extendiendo por su estómago, nada apropiado y menos en la actualidad.
Pero no va a contenerse. Hoy no le apetece resguardarse en su muralla mental. Hoy quiere ser ella misma. Y Castle la está ayudando.
-Así que… yo… –se muerde el labio, columpiándose levemente de un lado a otro como si fuera un niño pequeño, Beckett sigue a la expectativa-. Muchas gracias, Kate. De verdad. Aunque siempre te esté incordiando, sabes que te apreció. Muchísimo. Y si no lo sabías pues… bueno. Ahí lo tienes.
Kate se acerca hacia él, a paso decidido, de repente en el aire se recrea una tensión que no acaba de ser desagradable, solo curiosa de sentir. Y a Beckett no le oprime demasiado, como las otras veces. Se sigue acercando hasta estar a poco más de medio metro de él, y sonríe con altruismo y dulzura. El contacto visual es demasiado intenso y se le vienen a la mente demasiados recuerdos. El beso, que fue más una artimaña. Pero no deja de ser un beso. Y esos últimos momentos del congelador a su lado antes de perder la razón y lo que podría haberle dicho, pero no dijo -y no sabe muy bien si se alegra de ello o más bie se castiga de todas las maneras posible-, y nada de eso la hace sentir incómoda. Por primera vez.
-Además, estás muy buena –termina por soltar, como era obvio viniendo de alguien como él y Beckett, en lugar de retroceder como suele hacer, solo se rie, negando con la cabeza.
-Richard Castle –se cruza de brazos-. Hay cosas que nunca van a cambiar, ¿verdad?
Él se encoge de hombros de manera inocente, los demás siguen callados a la expectativa, Beckett se relame los labios y el ambiente se sigue templando- Ya me conoces.
-Ya. ¿Y si tanto me aprecias por qué me sigues torturando? –la expresión de Castle se ensombrece un poco, confusa. A Beckett le encanta tomarle el pelo, sobre todo cuando el escritor se encuentra en ese estado. No es hasta que a Beckett le empieza a temblar el labio a causa de contenerse tanto la risa cuando Castle se da cuenta de que puede bajar la guardia.
-Y encima te parece gracioso –Beckett estalla en carcajadas-. Encima que me sincero contigo. Qué vergüenza, Beckett.
El bolsillo de su pantalón empieza a vibrarle y Beckett se extraña. Saca su móvil, mirando la pantalla y se rompe la magia. Es Josh. La está llamando. Tuerce un poco los labios, vuelve a crearse esa nube de inseguridad totalmente apreciable alrededor y Castle, que parecía que estaba a punto de decir algo, se calla. Pero Beckett vuelve a sonreír de la misma manera. Esa manera que solo su compañero es capaz de sacarle y cancela la llamada, le escribe en un sms que no la espere despierta, se lo guarda y vuelve a dirigir su atención hacia Castle.
-Ya, ya. Bueno, Mono escritor –se sienta a su lado, hombro con hombro y una descarga deliciosa al contacto con Castle le recorre por todo el cuerpo-. ¿No me vas a invitar a un trago?
-Vaya, inspectora Heat –imita su rol-. ¿Hoy te vas a desmelenar?
-Si supieras la de tiempo que paso desmelenándome, Rook.
Y los dos se ríen, Castle le pasa una mano por el hombro, rodeando su cuello y la acerca más hacia él, aferrándola y ella se deja. Y respira tranquila, sintiéndose plenamente cómoda y segura a su lado.
Porque cualquier día tiene excusa para ser dura con los demás y consigo misma. Porque cualquier día puede ponerse la placa en el cinturón y desempeñar la función que le es propia, con la actitud retraída y cerrada de siempre.
Pero hoy se ha olvidado la placa en el coche. Y no pasa nada.
***
Bueno, espero que os haya gustado! Muchas gracias por leer y molestaros en comentar, de verdad. Es todo un honor . Mañana otro! ^^
Última edición por iamaplatypus el Sáb Ene 05, 2013 3:06 pm, editado 6 veces
Re: Treinta días (Día 30)
Me ha encantado, Castle es adorable, me ha resultado un capítulo divertido y a la vez tierno
Espero con ganas el capi de reyes
PD: Justo cuando enviaba el mensaje veo que has dejado un capi nuevo, así que voy a leerlo y ahora comento
Acabo de terminar de leer el día 9 y solo puedo decirte que si es un capítulo moña como tú dices, yo quiero capítulos moñas todos los días!! Me encanta las palabras de Castle a Beckett y como ella, aun estando con Jos, prefiere quedarse con Castle. Precioso, como siempre
Espero con ganas el capi de reyes
PD: Justo cuando enviaba el mensaje veo que has dejado un capi nuevo, así que voy a leerlo y ahora comento
Acabo de terminar de leer el día 9 y solo puedo decirte que si es un capítulo moña como tú dices, yo quiero capítulos moñas todos los días!! Me encanta las palabras de Castle a Beckett y como ella, aun estando con Jos, prefiere quedarse con Castle. Precioso, como siempre
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Treinta días (Día 30)
Increible,maravilloso sigue asi escribes de maravilla..
Maria_ARM- Escritor novato
- Mensajes : 47
Fecha de inscripción : 20/12/2012
Edad : 28
Localización : Venezuela
Re: Treinta días (Día 30)
Muy bonito
Yo soy bastante ñoña, asi que me encanta...
P.D:Odio a JOSH siempre se esta entrometiendo y rompiendo momentos Caskett...
Yo soy bastante ñoña, asi que me encanta...
P.D:Odio a JOSH siempre se esta entrometiendo y rompiendo momentos Caskett...
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: Treinta días (Día 30)
cuando deja de ser Beckett para ser Kate... es adorable
gracias por otro capi mas
gracias por otro capi mas
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: Treinta días (Día 30)
Joee Sara que bien escribes! Estoy encantada de tener una historia cada día
forever23- As del póker
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Edad : 32
Localización : Bilbao
Re: Treinta días (Día 30)
Si esto es ser moñas yo debo serlo y mucho porque el capítulo me ha parecido adorable y muy tierno. Me encantan todas las escenas que escribes, son una pasada, de verdad.
Re: Treinta días (Día 30)
La verdad ya no se q decir... tus capis son lo mejor...
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: Treinta días (Día 30)
Me dejaste sin palabras... escribes realmente bien. Acabo de descubrir el fic, y aunque solo leí dos capítulos, no pude dejar la tentación de ponerte algún comentario. Cuando pueda leeré el resto, tengo ganas de leer más. Me encanta tu forma de narrar.
Un saludo!
Un saludo!
okusak- Policia de homicidios
- Mensajes : 749
Fecha de inscripción : 03/05/2012
Edad : 34
Localización : Entre la nebulosa Nervitana y el país de nunca jamás.
Re: Treinta días (Día 30)
Si supieras lo moña que puedo ser yo... pf jajaja
El capitulo increible, precioso me ha encantada, eso dulzura natural que tiene Castle incluso cuando esta borracho... es ADORABLE!!!
Y el maldiito Josh que asco le tengoo!!!!!
Esperare con ansias tu proximo capi
El capitulo increible, precioso me ha encantada, eso dulzura natural que tiene Castle incluso cuando esta borracho... es ADORABLE!!!
Y el maldiito Josh que asco le tengoo!!!!!
Esperare con ansias tu proximo capi
RcKb- As del póker
- Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 21/08/2012
Edad : 25
Localización : NY, Sacramento & Tokyo
Re: Treinta días (Día 30)
Bueno sara he comentado tarde pero comento xD Ya te lo he dicho que me encanta aquí tienes una fiel seguidora esperando el siguiente cap estoy xD
Sigueeee
Sigueeee
monsta- Actor en Broadway
- Mensajes : 170
Fecha de inscripción : 24/04/2012
Edad : 32
Localización : madrid
Re: Treinta días (Día 30)
Definitivamente, tenían que haber puesto esto en la serie...muchos de aquí deberíais ser los guionistas de Castle ...ha sido precioso y el detalle de colgarle el teléfono a Josh, genial y la última frase me ha terminado de convencer...me enamoré de tu escritura, de todo lo que escribes, y da igual si es gracioso, tráguco o de drama...es ALUCINANTE a la vez que MARAVILLOSO, Sigue! Te espero cada día con ansias.
MariaRomn@caskett- Policia de homicidios
- Mensajes : 502
Fecha de inscripción : 08/10/2012
Edad : 26
Localización : Ceuta (España)
Re: Treinta días (Día 30)
Yyyyyy llegamos al decimo. Hola otra vez, he de decir que este ha sido demasiado raro de escribir. No he sabido ni por dónde cogerlo xd pero bueno, se ha intentado. A ver qué opináis jajaja. Muchisimas gracias por leer y comentar, eso de que me dediqueis un ratito me pone muy ñoña . Bueno, que aquí os lo dejo!
***
Día 10: Playboy
Toc, toc, toc.
Unos suaves golpes contra la puerta de su loft le sobresaltan. Mira el reloj de su muñeca, las ocho y media, y sabe que ha llegado justo a tiempo.
Cuando abre la puerta, recibiendo a su invitada, esta lo mira de arriba abajo, con suspicacia levantando una ceja y, tras unos pocos segundos en los que Castle puede apreciar cómo hace una profunda reflexión mental –porque cuando ella se muerde el labio de esa manera tan inquieta, es porque está maquinando algo- pasa a su casa soltando una leve carcajada.
-Vale, Castle. Lo que no sé es por qué me sorprende que me recibas así. Eres tú, y era de esperar que algún día salieras con algo así.
Castle se extraña, mirándola interrogativo y ella le señala algo por encima de su cabeza con los ojos- Ah, sí –y cae en la cuenta-. Esto –pasa con suavidad sus dedos pulgar e índice por una larga, aterciopelada oreja, presumiblemente de conejo, de color rosa y el también se ríe. La diadema de conejo, se le ha olvidado totalmente-.
-Sí. Eso –enfatiza, su cara es de película y Castle se está muriendo de risa por dentro.
-Te pone, Beckett. Lo veo en tus ojos.
Ella contrapone su argumento soltando un “ja” que le resta toda credibilidad a las palabras de Castle, mirándolo con los ojos en blanco- De momento no tengo ningún fetiche de tipo zoofílico, Castle. Así que no te hagas ilusiones –sonríe, con suficiencia y Castle le devuelve la mirada, escéptico-. Ahora dime qué haces con eso puesto, anda.
Castle le da la espalda, dirigiéndose hacia un montón de cajas que hay apiladas cerca de su sofá. Coge una, con las dos manos y vuelve a dirigirse hacia Beckett, que lo mira con confusión. Con las dos manos ocupadas, se las acaba apañando para, con un leve movimiento sutil combinando cintura y cabeza, pedirle que se siente en el sofá. Mientras él deja caer su peso sobre la esponjosa superficie, coloca esa caja sobre su regazo, y la detective lo imita sin borrar de su rostro ese ansia de curiosidad. Castle traga saliva.
-Ya sabes, Alexis se ha ido a Columbia y no se ha llevado la mitad de sus cosas. Aún no sé por dónde empezar a recoger este desorden, así que he ido a por una caja al azar -golpea con sus dedos el cartón, en un acompasado traqueteo-. Se me ha ocurrido mirar dentro y me encontré con esto –aparta su vista de Beckett para mirar hacia arriba, indicando el accesorio que todavía lleva puesto-. Me acordé de que se lo compré a Alexis cuando tenía siete años –Alexis le mira con rareza y una pizca de terror, y Castle la regaña de una ojeada-. No me malinterpretes. Las vio en el escaparate de una tienda de disfraces y se la antojaron. No había una talla más pequeña, y además eran muy graciosas. Así que se las cogí –pone la caja en el suelo, se las quita de la cabeza, y siente como se le embarga el cuerpo con una mezcla de tristeza y añoranza por el recuerdo de aquel día-. Tenías que haberlo visto, la quedaban grandes y no paraban de caerse, era muy gracioso –cuando su atención vuelve a recaer sobre Beckett, esta le está mirando preocupada, con cierto trasfondo de dulzura y Castle vuelve a sentirse, de alguna manera, reconfortado-. ¿Qué pasa?
-Parecías triste –sonríe, no demasiado, para que no parezca forzado. A esas alturas no necesitaba esconderse de Beckett. Ya no.
-Es solo que… –mira de reojo la diadema, acariciándola levemente y suspirando al mismo tiempo- ha crecido tanto. Y en tan poco tiempo. Ya no es mi pequeña, Beckett. Está hecha toda una mujer, viviendo día sí y día también en la universidad. Me va a costar acostumbrarme a no tenerla todos los días calentándome la oreja con sus cosas y demostrando cómo su nivel de madurez es claramente superior al mío, a pesar de ser yo el padre.
En medio de aquel arrebato de sinceridad, Castle deja soltar un suspiro mientras percibe como en el ambiente se empieza a recrear una esencia de nostalgia paternofilial. No está muy seguro de que la sensación sea del todo agradable. Está orgulloso de su hija, pero le cuesta sobrellevar el hecho de que Alexis no necesita un centinela –porque le hace sentir totalmente prescindible en la vida de su hija-. De que es prácticamente una mujer adulta, y solo de pensar en lo rápido que va el tiempo, se asusta de tal manera que el pecho se le encoge y se atraganta con su propia respiración.
No le gusta admitir que, dentro de nada, tendrá un niño a sus pies llamándole “abuelo”. Es demasiado abrumador.
Un suave, cálido beso sobre su mejilla le saca de su pequeña enajenación física y mental. Cuando se gira para volver a encontrarse visualmente con Beckett nota, de forma prácticamente sorpresiva, ese mismo beso, pero esta vez sobre sus labios. Cierra sus ojos, ante el contacto y al mismo tiempo que siente que vuela, también siente como aquel ambiente tan raro que se había formado se va disipando lentamente. Y lo agradece.
Y puede que haya perdido una parte de él con Alexis. Pero de alguna forma, Kate le ayuda a que sea más fácil vivir con esa ausencia.
Se separan -Cuando te pones a soltar esas cosas me dan ganas de comerte. A besos, quiero decir –susurra Beckett, volviendo a dar un suave beso, rápido pero vertiginoso, tanto que Castle de sobrecoge emocionado-. Porque eres adorable. Has sido un buen padre, Castle. Lo eres –rectifica-, y estoy segura de que es algo que Alexis se va a llevar allá donde vaya. A la universidad, a su nuevo piso, adonde sea. Y con saber eso debería bastarte –le acaricia las manos con delicadeza, Castle se siente bastante mejor. Beckett aprovecha ese gesto para quitarle la diadema y ponérsela-. ¿Cómo me queda? –pregunta.
Una explosión de fantasías muy poco adecuadas para ser dichas en alto se expande por el cerebro de Castle. Este se muerde el labio, retorciéndose levemente en su sitio y observa como la expresión de Kate cambia, levantando una ceja con sutileza. Demasiada sutileza. Tanta que el mensaje le ha quedado sobradamente claro por desgracia, y solo son las nueve menos veinte.
Mala cosa, piensa.
-¿Sabes? –la analiza cuidadosamente, sin dejarse ningún rincón de aquella figura tan perfectamente esbelta olvidado, y Kate se debe de haber dado cuenta de cómo la desnuda mentalmente porque se desabrocha el primer botón de su camisa. Y Castle siente que el vapor es hielo a su lado- Con esas orejitas puestas es difícil no imaginarte con… –se desabrocha el siguiente botón, y Castle lucha contra sí mismo para no devorarla como un animal. Suspira, tragando saliva con mucha dificultad.
-¿Con qué? –pregunta, sugerente, y adiós al tercer botón.
-Solo diré que Hugh Hefner iría al infierno por la envidia que me tendría en estos momentos –se relame los labios, nervioso pero a la vez ansioso.
Beckett se ríe, Castle tiembla ante la expresión de su novia y reza para llegar vivo a los entrantes. Porque esa mujer es puro fuego, y él se derrite con demasiada facilidad.
Hay que decir que, contra todo pronóstico, Castle y Beckett aguantaron hasta después de su cena.
También hay que decir que prefirieron saltarse el postre.
***
Pues muchas gracias otra vez por leerlo . nos vemos mañana! ^^
***
Día 10: Playboy
Toc, toc, toc.
Unos suaves golpes contra la puerta de su loft le sobresaltan. Mira el reloj de su muñeca, las ocho y media, y sabe que ha llegado justo a tiempo.
Cuando abre la puerta, recibiendo a su invitada, esta lo mira de arriba abajo, con suspicacia levantando una ceja y, tras unos pocos segundos en los que Castle puede apreciar cómo hace una profunda reflexión mental –porque cuando ella se muerde el labio de esa manera tan inquieta, es porque está maquinando algo- pasa a su casa soltando una leve carcajada.
-Vale, Castle. Lo que no sé es por qué me sorprende que me recibas así. Eres tú, y era de esperar que algún día salieras con algo así.
Castle se extraña, mirándola interrogativo y ella le señala algo por encima de su cabeza con los ojos- Ah, sí –y cae en la cuenta-. Esto –pasa con suavidad sus dedos pulgar e índice por una larga, aterciopelada oreja, presumiblemente de conejo, de color rosa y el también se ríe. La diadema de conejo, se le ha olvidado totalmente-.
-Sí. Eso –enfatiza, su cara es de película y Castle se está muriendo de risa por dentro.
-Te pone, Beckett. Lo veo en tus ojos.
Ella contrapone su argumento soltando un “ja” que le resta toda credibilidad a las palabras de Castle, mirándolo con los ojos en blanco- De momento no tengo ningún fetiche de tipo zoofílico, Castle. Así que no te hagas ilusiones –sonríe, con suficiencia y Castle le devuelve la mirada, escéptico-. Ahora dime qué haces con eso puesto, anda.
Castle le da la espalda, dirigiéndose hacia un montón de cajas que hay apiladas cerca de su sofá. Coge una, con las dos manos y vuelve a dirigirse hacia Beckett, que lo mira con confusión. Con las dos manos ocupadas, se las acaba apañando para, con un leve movimiento sutil combinando cintura y cabeza, pedirle que se siente en el sofá. Mientras él deja caer su peso sobre la esponjosa superficie, coloca esa caja sobre su regazo, y la detective lo imita sin borrar de su rostro ese ansia de curiosidad. Castle traga saliva.
-Ya sabes, Alexis se ha ido a Columbia y no se ha llevado la mitad de sus cosas. Aún no sé por dónde empezar a recoger este desorden, así que he ido a por una caja al azar -golpea con sus dedos el cartón, en un acompasado traqueteo-. Se me ha ocurrido mirar dentro y me encontré con esto –aparta su vista de Beckett para mirar hacia arriba, indicando el accesorio que todavía lleva puesto-. Me acordé de que se lo compré a Alexis cuando tenía siete años –Alexis le mira con rareza y una pizca de terror, y Castle la regaña de una ojeada-. No me malinterpretes. Las vio en el escaparate de una tienda de disfraces y se la antojaron. No había una talla más pequeña, y además eran muy graciosas. Así que se las cogí –pone la caja en el suelo, se las quita de la cabeza, y siente como se le embarga el cuerpo con una mezcla de tristeza y añoranza por el recuerdo de aquel día-. Tenías que haberlo visto, la quedaban grandes y no paraban de caerse, era muy gracioso –cuando su atención vuelve a recaer sobre Beckett, esta le está mirando preocupada, con cierto trasfondo de dulzura y Castle vuelve a sentirse, de alguna manera, reconfortado-. ¿Qué pasa?
-Parecías triste –sonríe, no demasiado, para que no parezca forzado. A esas alturas no necesitaba esconderse de Beckett. Ya no.
-Es solo que… –mira de reojo la diadema, acariciándola levemente y suspirando al mismo tiempo- ha crecido tanto. Y en tan poco tiempo. Ya no es mi pequeña, Beckett. Está hecha toda una mujer, viviendo día sí y día también en la universidad. Me va a costar acostumbrarme a no tenerla todos los días calentándome la oreja con sus cosas y demostrando cómo su nivel de madurez es claramente superior al mío, a pesar de ser yo el padre.
En medio de aquel arrebato de sinceridad, Castle deja soltar un suspiro mientras percibe como en el ambiente se empieza a recrear una esencia de nostalgia paternofilial. No está muy seguro de que la sensación sea del todo agradable. Está orgulloso de su hija, pero le cuesta sobrellevar el hecho de que Alexis no necesita un centinela –porque le hace sentir totalmente prescindible en la vida de su hija-. De que es prácticamente una mujer adulta, y solo de pensar en lo rápido que va el tiempo, se asusta de tal manera que el pecho se le encoge y se atraganta con su propia respiración.
No le gusta admitir que, dentro de nada, tendrá un niño a sus pies llamándole “abuelo”. Es demasiado abrumador.
Un suave, cálido beso sobre su mejilla le saca de su pequeña enajenación física y mental. Cuando se gira para volver a encontrarse visualmente con Beckett nota, de forma prácticamente sorpresiva, ese mismo beso, pero esta vez sobre sus labios. Cierra sus ojos, ante el contacto y al mismo tiempo que siente que vuela, también siente como aquel ambiente tan raro que se había formado se va disipando lentamente. Y lo agradece.
Y puede que haya perdido una parte de él con Alexis. Pero de alguna forma, Kate le ayuda a que sea más fácil vivir con esa ausencia.
Se separan -Cuando te pones a soltar esas cosas me dan ganas de comerte. A besos, quiero decir –susurra Beckett, volviendo a dar un suave beso, rápido pero vertiginoso, tanto que Castle de sobrecoge emocionado-. Porque eres adorable. Has sido un buen padre, Castle. Lo eres –rectifica-, y estoy segura de que es algo que Alexis se va a llevar allá donde vaya. A la universidad, a su nuevo piso, adonde sea. Y con saber eso debería bastarte –le acaricia las manos con delicadeza, Castle se siente bastante mejor. Beckett aprovecha ese gesto para quitarle la diadema y ponérsela-. ¿Cómo me queda? –pregunta.
Una explosión de fantasías muy poco adecuadas para ser dichas en alto se expande por el cerebro de Castle. Este se muerde el labio, retorciéndose levemente en su sitio y observa como la expresión de Kate cambia, levantando una ceja con sutileza. Demasiada sutileza. Tanta que el mensaje le ha quedado sobradamente claro por desgracia, y solo son las nueve menos veinte.
Mala cosa, piensa.
-¿Sabes? –la analiza cuidadosamente, sin dejarse ningún rincón de aquella figura tan perfectamente esbelta olvidado, y Kate se debe de haber dado cuenta de cómo la desnuda mentalmente porque se desabrocha el primer botón de su camisa. Y Castle siente que el vapor es hielo a su lado- Con esas orejitas puestas es difícil no imaginarte con… –se desabrocha el siguiente botón, y Castle lucha contra sí mismo para no devorarla como un animal. Suspira, tragando saliva con mucha dificultad.
-¿Con qué? –pregunta, sugerente, y adiós al tercer botón.
-Solo diré que Hugh Hefner iría al infierno por la envidia que me tendría en estos momentos –se relame los labios, nervioso pero a la vez ansioso.
Beckett se ríe, Castle tiembla ante la expresión de su novia y reza para llegar vivo a los entrantes. Porque esa mujer es puro fuego, y él se derrite con demasiada facilidad.
Hay que decir que, contra todo pronóstico, Castle y Beckett aguantaron hasta después de su cena.
También hay que decir que prefirieron saltarse el postre.
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Pues muchas gracias otra vez por leerlo . nos vemos mañana! ^^
Re: Treinta días (Día 30)
Todavia no se como puedes poner un capi por dia y q sean tan BUENOS... GENIALES... FABULOSOS
Sigue...
Sigue...
Fanny_123- Autor de best-seller
- Mensajes : 831
Fecha de inscripción : 15/09/2012
Edad : 24
Localización : Chile!!! c:
Re: Treinta días (Día 30)
Sara ya sabes que me encantan como escribes.
Estoy deseando todos los días que llegen tus Fics
Estoy deseando todos los días que llegen tus Fics
forever23- As del póker
- Mensajes : 382
Fecha de inscripción : 09/09/2012
Edad : 32
Localización : Bilbao
Re: Treinta días (Día 30)
Solo una palabra SIGUEEE por dios esta genial ya te lo e dicho me encanta
monsta- Actor en Broadway
- Mensajes : 170
Fecha de inscripción : 24/04/2012
Edad : 32
Localización : madrid
Re: Treinta días (Día 30)
Jajajaa a sido muy tierno y la ultima parte picane...
ME ENCANTA ORNITORRINCO! Grrrrr Grrrrr Grrrr (Enhorabuena Sara, a lo ornitorrinco)
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AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: Treinta días (Día 30)
PRECIOSOOO SIGUEEE
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Treinta días (Día 30)
Muy bueno, sigue
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: Treinta días (Día 30)
Estas haciendo un gran trabajo. Ánimo y continualo a diario.
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
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