Para siempre, Último Capítulo
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Re: Para siempre, Último Capítulo
¡Hola de nuevo! Ante todo muchas gracias por vuestros comentarios, me habéis hecho sonrojar
Me alegro de que os guste y no os resulte aburrida. Ahí os dejo el siguiente capítulo que me acabo de dar cuenta y me ha quedado bastante largo.
Capítulo 22:
Una par de semanas más tardes, la vida transcurría con normalidad. Lillian se volvió a San Francisco, pero antes les hizo prometer a todos que irían a conocer las bodegas de la familia. Alexander se instaló en Nueva York y él y Martha se veían a menudo. Castle ya se había acostumbrado a verlos juntos, Alexander parecía una buena persona y su madre se encontraba a gusto con él. Estaban recuperando el tiempo perdido, a veces los acompañaban él y Kate a alguna salida o cena.
En cuanto al caso de las chicas asesinadas, no tenían mucha más información. Apareció otra chica más, en otro punto de Central Park, en las mismas circunstancias, con la misma vestimenta, estrangulada, con marcas de haber sido atada y violada por varios hombres. No habían tenido más remedio que dar un comunicado de prensa, al haber muerto tres adolescentes, se empezó a correr por la ciudad la noticia de que había un asesino en serie que mataba jovencitas. La prensa había bautizado el caso como el asesino de Central Park.
Estaban todos angustiados, Castle, porque pensaba que la próxima víctima podría ser Alexis, la abuela se había contagiado y también se llevaba gran parte del tiempo previniendo a la nieta y ésta porque su padre había decidido mantenerla al tanto, además que veía las noticias y también estaba asustada. Por su parte tanto Kate como sus compañeros trabajaban a destajo, investigando hasta la última pista que les llegaba.
Estaba cansada, aunque no se había mudado oficialmente, pasaba más tiempo en el loft que en su propia casa, se había acostumbrado y ya no se sentía con ánimos de quedarse sola.
Un día que estaba sola en comisaría, ya que Castle se había quedado en casa escribiendo y los chicos investigaban otra cosa, aprovechaba para poner al día el papeleo, cuando le pasaron una llamada, diciéndole que era alguien que quería hablar con ella.
Al otro lado del teléfono, le sorprendió la voz de una jovencita asustada, que pedía hablar con algún policía sobre el caso de las chicas asesinadas. Ella se identificó, pero la chica solo le dijo que hablaría con ella fuera de comisaría, y que tenía que ir sola, que si alguien se enteraba la próxima chica muerta en el parque sería ella.
Quedó con la chica en unos locales que estaban vacíos, le mandó un mensaje a Esposito diciendo donde iba, pero que tenía que ir sola, pues si no la chica se asustaría, y que no creía que le fuera a hacer nada. Esposito le contestó enseguida diciendo que podría ser una trampa que tuviera cuidado y que ellos estaban por terminar, así que se dirigirían allí para estar cerca por si necesitaba refuerzos.
Al llegar al sitio convenido tuvo que buscar un rato, hasta que sintió que alguien le siseaba. Se volvió y vio a una chica de unos catorce años, rubia y menuda.
- ¿Fuiste tu quien me llamaste? – preguntó Kate.
- Si, y ¿tu eres?...
- Detective Katherine Becket de la policía de Nueva York, he hablado contigo antes – contestó mientras le enseñaba su placa – ¿Qué tienes que contarme?
- ¿Ha venido sola? – preguntó asustada.
- Sola – dijo mientras señalaba a su alrededor – ven sentémonos, y le señaló a la chica una cajas que había allí.
Se sentaron, a la niña le costaba hablar, estaba claro que estaba muy asustada. Trató de animarla.
- ¿Cómo te llamas? – le preguntó.
- Eso da igual, no quiero que nadie se entere de esto.
- ¿Qué se entere de que?
- Si les cuento quien me hizo esto – dijo con miedo – no me creerán.
- Yo si te creo, ¿Quién te lo hizo?
Tardó un rato en responder.
- Fue Nicholas Banks el socio de mi padre.
- ¿Su socio de que?
- Tienen una constructora en Astoria, yo vivo allí.
- Cuéntamelo todo – la animó Kate.
- Un día al salir del colegio, Nick estaba allí esperándome. Me dijo que el me llevaría a casa, yo lo conozco de siempre, así que confié en él. Se paró en un semáforo y de pronto se volvió hacia mi, y me puso un pañuelo que olía muy mal en la nariz, cuando me desperté estaba amarrada en una cama, con la boca tapada – relató.
- Si estabas así, ¿Cómo conseguiste escapar?
- Se descuidaron, pensaron que yo seguía dormida y empezaron a pelearse entre ellos, hablaban de las chicas muertas de Central Park, diciendo que si no tenían cuidado los iban a pillar, pero uno de ellos, decía que nunca los cogerían que ellos eran muy listos y la policía muy tonta. A mi me entró mucho miedo, he escuchado lo de esas chicas en las noticias y ellos hablaban de lo que les hicieron. Decían que la próxima vez debían tener más cuidado. Creo que hablaban de mi, pero no sé – dijo dudosa – siguieron peleándose y se fueron. Yo me desperté del todo y empecé a tirar de las cuerdas, no sé porque pero se aflojaron, me solté y como soy muy delgada me pude salir por una ventanita.
- ¿A dónde saliste?
- No lo sé, parecía una casa en el campo. Corrí mucho y llegué a una carretera, la seguí escondiéndome cuando pasaba algún coche, hasta llegar a una gasolinera. Allí me metí en un camión, que me trajo a la ciudad.
- Tendríamos que avisar a tus padres.
- No, mi padre creería a Nick, antes que a mí.
- ¿Averiguaste algo más?
- Antes de empezar a pelearse, les oí hablar. Escuché la voz de Nick, decía que había sido afortunado por ser uno de los elegidos, peo no sé a que se refería.
- ¿Los elegidos? – pensó Kate, pero sin tener muy claro si los dos casos tenían algo que ver entre ellos.
- ¿Sabes si el amigo de tu padre frecuentaba algún tipo de iglesia o formaba parte de algún grupo religioso? – preguntó por si acaso.
- No sé – continuó la chica – aunque cuando me recogió en el colegio y me monté en el coche empezó a decir cosas raras.
- ¿Qué cosas? – preguntó interesada Kate.
- Decía que iba a vivir el mejor momento de su vida, que había sido elegido – la chica estaba muy confusa. Yo pensé que le habría tocado algún premio, y ya no me acuerdo de más.
- ¿Algún nombre más que puedas darnos además del de Nicholas Banks? – preguntó Kate.
- Escuché que hablaban de un tal Holmes y Trumanti, hablaban de ellos, que eran dos importantes hombres de negocio que no podían perder, que les abrirían muchas puertas y que a Trumanti le gustaban las niñas rubias, y dijeron que él empezaría conmigo – terminó relatando la chica – pero no sé a que iba a empezar conmigo.
Kate se hacía una idea de a lo que iba empezar esa panda de viciosos depravados. Animó a la chica a seguir, pero esta le dijo que no sabía más. Le preguntó si quería que llamara a alguien o que la acercara a algún sitio, pero dijo que no, que ya se las arreglaría para volver a casa. Le insistió diciendo que era menor y que no tenía más remedio, pero la chica se asustó y echó a correr, Kate salió detrás de ella pero se escurrió por una rendija, por la que ella no cabía y le perdió la pista.
Miró el móvil, lo había tenido en silencio, y tenía mensajes de Castle y de sus compañeros. Llamó a Esposito que le dijo que estaban por allí cerca, les preguntó si habían visto a la chica, y al escuchar la negativa de estos les dijo que salía a buscar el coche y que se veían en comisaría.
Una vez allí, les comunicó a todos las novedades y empezaron a investigar. Dieron con un Nicholas Banks constructor de Astoria y pidieron la orden de detención. Como no la tendrían hasta el día siguiente, y el sospechoso no sabía que lo era, decidieron irse a casa. También estuvieron buscando a Trumanti y Holmes, pero había más de uno con esos apellidos.
De igual forma estuvieron buscando datos de alguna chica desaparecida que coincidiera con ella, y aparecieron los datos de Nathalie Wilson de catorce años, llevaba una semana desaparecida. Al ver la foto Becket corroboró que se trataba de la chica que había hablado con ella.
****************************************************************
Esa tarde que Rick se quedó en casa, en vez de escribir como tendría que haber hecho, se puso a investigar sobre el predicador Morgan y su grupo de adeptos.
No había dicho nada en comisaría, pero estaba seguro de que lo del hombre mutilado, las chicas muertas y la llegada de Morgan a Nueva York estaba relacionado.
Tenía la vaga idea de haber visto algo, en algún momento y en algún sitio, que establecería la conexión, pero no sabía donde. Ni siquiera le había dicho nada a Kate, como no estaba seguro, no quería adelantar acontecimientos.
Empezó a navegar en Internet, a registrarse con pseudónimos en foros sobre sectas, a leer opiniones de gente que se había salido, leer los testimonios de algunos… después de un par de horas de estar pegado al ordenador y con los ojos rojos, dio con algo, un hombre explicaba en un foro que el dejó Los Elegidos al saber a que se dedicaban.
El hombre, que se hacía llamar Aterrado_47, explicaba que se atrevía a contar su experiencia, gracias al anonimato que le proporcionaba la red. Narraba como los seguidores no tenían ni idea de a que se dedicaba su predicador, al que muchos consideraban un verdadero santo, aunque era un auténtico pervertido.
Aterrado_47 se definía a sí mismo como un solitario bastante adinerado, que se acercó a una predicación buscando un sentido para su vida, pues hacía poco que había enviudado. Morgan y su grupo de élite, lo captaron, él se entusiasmó con los postulados que predicaban y empezó a dar cuantiosos donativos. Al cabo de un tiempo el mismo predicador le dijo que había notado que tenían los mismos intereses y que había sido elegido para formar parte de su élite. Aquella noche tendría su ceremonia de iniciación.
Comentaba el hombre que nunca había pasado más miedo en toda su vida, pues hasta entonces no se dio cuenta donde se había metido. Lo llevaron a un sitio que no conocía pues le vendaron los ojos, y lo metieron en un coche que tardó mucho en llegar a su destino. Una vez allí, lo invitaron a vestirse con una túnica blanca y lo primero que le hicieron fue un tatuaje que todos los demás vestidos como él, le mostraron orgullosos. Luego lo pasaron a una sala donde ya estaban todos sentados alrededor de una especie de tálamo cubierto de sábanas blancas, rodeado de postes en cada esquina. No tenía ni idea de lo que iba a pasar, pero no le gustaba nada de lo que estaba viendo.
Entraron otros dos llevando a una chica de unos 17 años vestida como ellos y amordazada. La tumbaron, le arrancaron la ropa dejándola desnuda y le quitaron la mordaza. Luego la amarraron de pies y manos a los postes. La chica los miraba aterrada y gritaba como una posesa, mientras se retorcía e intentaba liberarse, pero los tipos que la llevaban eran tan fuertes que poco tenía que hacer. Le ofrecieron ser el primero en estar con la chica para fortalecerse y alimentarse con la energía y la luz de la joven. Él no quería, pero se sintió intimidado y aunque no le apetecía se dispuso a hacerlo. Esta se movía y se negaba todo lo que sus mordazas le dejaban. Explicaba que no sabía como fue capaz de hacerlo, porque más que sentirse excitado lo que estaba era asqueado. Fue capaz de salir más o menos airoso y no acababa de retirarse cuando vio como los demás abusaban salvajemente de la muchacha. Una vez acabaron con ella, fue el propio Morgan quien le apretó el cuello a la chica dejándola sin vida.
Ante su cara de terror, le dijeron que si quería seguir siendo de la élite, sería bienvenido, pero que si no ya se podía imaginar como acabaría, y uno por uno se fueron señalando los ojos, los oídos y se taparon la boca, repitiendo “Ver, oír y callar”. Aceptó seguir siendo de ellos. Al cabo de unos días le propusieron asistir a otra ceremonia de iniciación. Aceptó, pero ya había preparado todo para salir del país e incluso un amigo le proporcionó documentación falsa. Se estableció en el extranjero y solo después de un tiempo fue capaz de contar su experiencia por Internet. Se lamentaba de ser un cobarde pues no había sido capaz de denunciar el caso a la policía.
Rick estaba totalmente asqueado con lo que leía, luego venían varias páginas de otras gentes y de otras sectas, incluso de alguna amenaza. Lo imprimió todo y llamó a Kate pare pedirle que le esperaran en comisaría que tenía algo que enseñarles.
Cuando llegó estuvieron leyendo todo lo que traía, les comentó que eso tenía idea de haberlo leído hacía tiempo, pero que como no estaba muy seguro no quiso decirles nada hasta que volvió a encontrarlo. Si todo eso era verdad, los últimos asesinatos estaban relacionados entre sí.
Castle les comentó que si matar a las chicas y dejarlas en el parque ocurría en Nueva York, en Miami, que era de donde procedían tenían que haber aparecido otros cuerpos.
Esposito se puso en contacto con la policía de Miami y dejó el recado. Estuvieron esperando hasta que le pasaron a Myriam Rodríguez, inspectora de homicidios, que les comentó que encontraron los restos de un par de chicas en las mismas circunstancias que las de Central Park, pero en una zona de pantanos de allí, y bastante comidas por los cocodrilos. Estuvieron hablando y la inspectora Rodríguez, les comentó que podía haber habido más chicas, pero que si se las comieron los cocodrilos, sería difícil encontrar los restos. No habían encontrado más pistas y tuvieron que cerrar el caso. Les dijo que vería si podía reabrir la investigación y que estarían en contacto.
Le comunicaron todo al capitán y este les dijo que informaría a sus superiores, porque si las suposiciones eran ciertas, eso se salía de su jurisdicción y tendría que intervenir el FBI.
******************************************************
Empezaba a amanecer cuando a Kate le sonó el teléfono. Intentó cogerlo, pero estaba tan dormida que no podía reaccionar. Sintió el brazo de Rick pasar por encima de ella hasta coger el móvil. Lo miró con el único ojo que tenía abierto y se lo pasó, mientras la sacudía suavemente.
- Es de la comisaría, tienes que cogerlo – le dijo.
- ¡Hummm!, ¿Qué hora es? – preguntó mientras cogía el teléfono que seguían sonando insistentemente.
- Una hora indecente para levantarse – le contestó y siguió durmiendo.
- Becket – contestó aun con voz de sueño.
- ¿Qué jefa?, ¿te he despertado? – le preguntó Ryan al otro lado de la línea, con burla – si son ya las seis y media.
- Que tu no duermas, no quiere decir que los demás no lo hagamos, ¿Qué tenemos? – preguntó.
- Ha aparecido otra chica en el parque, esta es casi una niña. ¿Llamo a Castle?
- No, no hace falta, ya lo llamo yo. Voy para allá – y colgó sabiendo positivamente, que la nueva víctima era la chica con la que habló el día anterior.
- Rick, ha aparecido otra chica en el parque, ¿vas a venir?
- Ve arreglándote tú, ya voy yo después.
- Estoy segura que es la chica de ayer – dijo con un suspiro.
- ¿Estás bien? – le preguntó él, ya bastante más espabilado.
- Estaré bien cuando cojamos a esa panda de asesinos – dijo mientras se dirigía al baño.
Cuando salió, Rick ya no estaba en la cama. Bajó y lo vio en la cocina, en calzoncillos y despeinado, preparándole café. Vio con asombro que se lo servía en un vaso del Starbucks y hasta le ponía su tapa.
- ¿Y ese vaso?
- Millie me ha dado unos cuantos.
- ¿Millie?
- Si, la chica pelirroja del Starbucks que hay cerca de la comisaría. Si te vas a quedar en casa, no voy a ir corriendo a buscarte café, cuando aquí tenemos una cafetera magnifica, así que le pedí unos cuantos vasos y ella muy amable me los dio. Así disimulas y nadie sabe que es mi café lo que llevas ahí.
- ¡Vaya! Que ocurrente, ¿y que te pidió a cambio? – preguntó sarcástica.
- Solo me ha costado un libro de “Calor desnudo” dedicado, no seas mal pensada, detective gruñona – y le dio su café y un beso en los labios.
- Subo a arreglarme y nos vemos en el parque.
Tal como Kate había imaginado la víctima era la chica rubia de la tarde anterior. Presentaba el mismo tipo de muerte que las demás, pero a diferencia de estas parecía que la habían golpeado ensañándose con ella.
- Parece que al final no pudo escapar – dijo Kate, que le confirmó a sus compañeros quien era.
- Pobre niña, morir de esta manera – dijo Ryan con voz triste.
En ese momento llegó Castle.
- Parece que cada vez las chicas son más jóvenes, solo es una niña.
- Si, pobrecilla. Vamos a comisaría, a ver si ya está la orden para detener a Nicholas Banks.
Llegaron a comisaría. El juez había firmado la orden de detención junto con una de registro de la casa. Esposito y Ryan fueron a buscar al tipo, pero este no estaba. Inspeccionaron la casa y no encontraron nada que les pudiera servir.
Ellos fueron a darles a los padres la noticia del asesinato de su hija. La madre empezó a llorar, el padre también parecía bastante afectado. Estuvieron hablando con ellos. No tenían ni idea de donde había estado la niña, hacía una semana que no había vuelto del colegio. Habían dado aviso, aunque siempre pensaron que se había escapado porque no se llevaba muy bien con el padre. Les comentaron sobre la posibilidad de que el socio del padre estuviera implicado, no querían creerlo, Nicholas los había estado ayudando en todo momento desde la desaparición. Y el padre juraba y perjuraba, que su socio era un buen tipo y que a ver en que asuntos se había metido su hija, ya que era una niña bastante difícil.
Becket le explicó al padre que vio a su hija el día anterior y lo que le contó. Al hombre seguía costándole creer lo que le decían de su socio, aludiendo que era un hombre sencillo y amable.
Castle escuchaba al padre hablar de su hija y de su socio de esa manera y de buena gana se hubiera ido a partirle la cara al tipo.
Salieron y se vieron con Esposito y Ryan, que les dijeron que Nicholas Banks no había aparecido por el trabajo ese día y no había manera de localizarle.
Volvieron a la comisaría a seguir investigando. Sonó el teléfono, le pasaban una llamada desde centralita.
- Detective Becket, ¿Quién es?
- Eso no le importa, solo le llamo para decirle que se ande con cuidado, que está jugando con fuego.
Mientras le hablaban le hizo señas a Ryan para que pusieran la llamada en abierto y la localizaran.
- No sé a que se refiere.
- Claro que lo sabe, olvide todo lo que la niña le dijo ayer.
- ¿Cómo sabe que hablé con esa chica?, ¿Quién es usted?
- Ya le he dicho que eso no le importa, solo le digo que olvide lo que dijo la chica.
- No lo puedo olvidar soy detective de homicidios, y tengo que investigar el asesinato de esas chicas, también el de esa niña. ¿La mataron porque habló conmigo?
- Nosotros no matamos a nadie, solo hacemos lo que tenemos que hacer.
Después de la información aportada por Castle, Kate no tenía ninguna duda de que realmente el caso de las chicas tenía algo que ver con Los Elegidos. La verdad es que aunque aún no estaban seguros, lo que habían leído y los indicios que había, daban por sentado que había una conexión. Así que formuló una pregunta que no debería haber hecho, ya que puso a su interlocutor en sobre aviso.
- ¿Tiene usted algo que ver con el predicador Nathaniel Morgan?
Vio como Esposito le hacía señas para que no preguntara sobre eso, pero ella no se pudo callar.
- Claro que no, ¿Quién le habló de eso?, ¿La chica?
Con esa contestación Kate estuvo segura de que allí había algún tipo de vínculo.
El hombre siguió delatándose.
- Deje de investigar sobre nosotros o le pesará.
- Si no tienen nada que ver no debe importarles que investigue sobre ellos.
- Sus vidas son privadas, muy privadas y si sigue investigando le va a ir muy mal.
- ¿Me está amenazando? ¿Esta amenazando a un miembro del departamento de policía de Nueva York?
- Hágame caso, deje de inmiscuirse o lo lamentará.
Y colgó el teléfono. Mientras estuvo hablando, localizaron la llamada, provenía de un sistema de llamadas por Internet, estaban tratando de localizar desde que ordenador había sido hecha.
El capitán había salido de su despacho y había oído la conversación. Le llamó la atención a Kate.
- No debería haber hecho esa pregunta Becket. Ha sido una gran irresponsabilidad – le dijo.
- Tiene razón, ha sido un error de novata. Estoy tan ofuscada con el caso que me he ido de a lengua – dijo enfadada consigo misma.
- Pues hay que cuidar eso, ya no eres una principiante. Tendré que ponerte protección. No me ha gustado esa amenaza.
- No hace falta, son solo palabras de un loco – contestó ella.
- Claro que hace falta, la última vez que no quisiste protección volaron tu casa, ¿ya no te acuerdas? – le dijo Montgomery – y esta vez no quiero ni oí hablar de que despide a los agentes que te asignemos, porque si se te ocurre librarte de ellos te relevo del caso y te mando a tráfico.
- De acuerdo – dijo ella no muy convencida.
- ¿Y que vas a hacer ahora? – preguntó Castle con cara de susto.
- Pues seguir con mi trabajo, no me voy a echar atrás por una simple amenaza, como esta, he recibido miles.
- Si, pero estos locos dan mucho miedo – le dijo preocupado.
- ¡Ah! no te preocupes, mucho hablar, pero esto después queda en nada.
CONTINUARÁ…
Me alegro de que os guste y no os resulte aburrida. Ahí os dejo el siguiente capítulo que me acabo de dar cuenta y me ha quedado bastante largo.
Capítulo 22:
Una par de semanas más tardes, la vida transcurría con normalidad. Lillian se volvió a San Francisco, pero antes les hizo prometer a todos que irían a conocer las bodegas de la familia. Alexander se instaló en Nueva York y él y Martha se veían a menudo. Castle ya se había acostumbrado a verlos juntos, Alexander parecía una buena persona y su madre se encontraba a gusto con él. Estaban recuperando el tiempo perdido, a veces los acompañaban él y Kate a alguna salida o cena.
En cuanto al caso de las chicas asesinadas, no tenían mucha más información. Apareció otra chica más, en otro punto de Central Park, en las mismas circunstancias, con la misma vestimenta, estrangulada, con marcas de haber sido atada y violada por varios hombres. No habían tenido más remedio que dar un comunicado de prensa, al haber muerto tres adolescentes, se empezó a correr por la ciudad la noticia de que había un asesino en serie que mataba jovencitas. La prensa había bautizado el caso como el asesino de Central Park.
Estaban todos angustiados, Castle, porque pensaba que la próxima víctima podría ser Alexis, la abuela se había contagiado y también se llevaba gran parte del tiempo previniendo a la nieta y ésta porque su padre había decidido mantenerla al tanto, además que veía las noticias y también estaba asustada. Por su parte tanto Kate como sus compañeros trabajaban a destajo, investigando hasta la última pista que les llegaba.
Estaba cansada, aunque no se había mudado oficialmente, pasaba más tiempo en el loft que en su propia casa, se había acostumbrado y ya no se sentía con ánimos de quedarse sola.
Un día que estaba sola en comisaría, ya que Castle se había quedado en casa escribiendo y los chicos investigaban otra cosa, aprovechaba para poner al día el papeleo, cuando le pasaron una llamada, diciéndole que era alguien que quería hablar con ella.
Al otro lado del teléfono, le sorprendió la voz de una jovencita asustada, que pedía hablar con algún policía sobre el caso de las chicas asesinadas. Ella se identificó, pero la chica solo le dijo que hablaría con ella fuera de comisaría, y que tenía que ir sola, que si alguien se enteraba la próxima chica muerta en el parque sería ella.
Quedó con la chica en unos locales que estaban vacíos, le mandó un mensaje a Esposito diciendo donde iba, pero que tenía que ir sola, pues si no la chica se asustaría, y que no creía que le fuera a hacer nada. Esposito le contestó enseguida diciendo que podría ser una trampa que tuviera cuidado y que ellos estaban por terminar, así que se dirigirían allí para estar cerca por si necesitaba refuerzos.
Al llegar al sitio convenido tuvo que buscar un rato, hasta que sintió que alguien le siseaba. Se volvió y vio a una chica de unos catorce años, rubia y menuda.
- ¿Fuiste tu quien me llamaste? – preguntó Kate.
- Si, y ¿tu eres?...
- Detective Katherine Becket de la policía de Nueva York, he hablado contigo antes – contestó mientras le enseñaba su placa – ¿Qué tienes que contarme?
- ¿Ha venido sola? – preguntó asustada.
- Sola – dijo mientras señalaba a su alrededor – ven sentémonos, y le señaló a la chica una cajas que había allí.
Se sentaron, a la niña le costaba hablar, estaba claro que estaba muy asustada. Trató de animarla.
- ¿Cómo te llamas? – le preguntó.
- Eso da igual, no quiero que nadie se entere de esto.
- ¿Qué se entere de que?
- Si les cuento quien me hizo esto – dijo con miedo – no me creerán.
- Yo si te creo, ¿Quién te lo hizo?
Tardó un rato en responder.
- Fue Nicholas Banks el socio de mi padre.
- ¿Su socio de que?
- Tienen una constructora en Astoria, yo vivo allí.
- Cuéntamelo todo – la animó Kate.
- Un día al salir del colegio, Nick estaba allí esperándome. Me dijo que el me llevaría a casa, yo lo conozco de siempre, así que confié en él. Se paró en un semáforo y de pronto se volvió hacia mi, y me puso un pañuelo que olía muy mal en la nariz, cuando me desperté estaba amarrada en una cama, con la boca tapada – relató.
- Si estabas así, ¿Cómo conseguiste escapar?
- Se descuidaron, pensaron que yo seguía dormida y empezaron a pelearse entre ellos, hablaban de las chicas muertas de Central Park, diciendo que si no tenían cuidado los iban a pillar, pero uno de ellos, decía que nunca los cogerían que ellos eran muy listos y la policía muy tonta. A mi me entró mucho miedo, he escuchado lo de esas chicas en las noticias y ellos hablaban de lo que les hicieron. Decían que la próxima vez debían tener más cuidado. Creo que hablaban de mi, pero no sé – dijo dudosa – siguieron peleándose y se fueron. Yo me desperté del todo y empecé a tirar de las cuerdas, no sé porque pero se aflojaron, me solté y como soy muy delgada me pude salir por una ventanita.
- ¿A dónde saliste?
- No lo sé, parecía una casa en el campo. Corrí mucho y llegué a una carretera, la seguí escondiéndome cuando pasaba algún coche, hasta llegar a una gasolinera. Allí me metí en un camión, que me trajo a la ciudad.
- Tendríamos que avisar a tus padres.
- No, mi padre creería a Nick, antes que a mí.
- ¿Averiguaste algo más?
- Antes de empezar a pelearse, les oí hablar. Escuché la voz de Nick, decía que había sido afortunado por ser uno de los elegidos, peo no sé a que se refería.
- ¿Los elegidos? – pensó Kate, pero sin tener muy claro si los dos casos tenían algo que ver entre ellos.
- ¿Sabes si el amigo de tu padre frecuentaba algún tipo de iglesia o formaba parte de algún grupo religioso? – preguntó por si acaso.
- No sé – continuó la chica – aunque cuando me recogió en el colegio y me monté en el coche empezó a decir cosas raras.
- ¿Qué cosas? – preguntó interesada Kate.
- Decía que iba a vivir el mejor momento de su vida, que había sido elegido – la chica estaba muy confusa. Yo pensé que le habría tocado algún premio, y ya no me acuerdo de más.
- ¿Algún nombre más que puedas darnos además del de Nicholas Banks? – preguntó Kate.
- Escuché que hablaban de un tal Holmes y Trumanti, hablaban de ellos, que eran dos importantes hombres de negocio que no podían perder, que les abrirían muchas puertas y que a Trumanti le gustaban las niñas rubias, y dijeron que él empezaría conmigo – terminó relatando la chica – pero no sé a que iba a empezar conmigo.
Kate se hacía una idea de a lo que iba empezar esa panda de viciosos depravados. Animó a la chica a seguir, pero esta le dijo que no sabía más. Le preguntó si quería que llamara a alguien o que la acercara a algún sitio, pero dijo que no, que ya se las arreglaría para volver a casa. Le insistió diciendo que era menor y que no tenía más remedio, pero la chica se asustó y echó a correr, Kate salió detrás de ella pero se escurrió por una rendija, por la que ella no cabía y le perdió la pista.
Miró el móvil, lo había tenido en silencio, y tenía mensajes de Castle y de sus compañeros. Llamó a Esposito que le dijo que estaban por allí cerca, les preguntó si habían visto a la chica, y al escuchar la negativa de estos les dijo que salía a buscar el coche y que se veían en comisaría.
Una vez allí, les comunicó a todos las novedades y empezaron a investigar. Dieron con un Nicholas Banks constructor de Astoria y pidieron la orden de detención. Como no la tendrían hasta el día siguiente, y el sospechoso no sabía que lo era, decidieron irse a casa. También estuvieron buscando a Trumanti y Holmes, pero había más de uno con esos apellidos.
De igual forma estuvieron buscando datos de alguna chica desaparecida que coincidiera con ella, y aparecieron los datos de Nathalie Wilson de catorce años, llevaba una semana desaparecida. Al ver la foto Becket corroboró que se trataba de la chica que había hablado con ella.
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Esa tarde que Rick se quedó en casa, en vez de escribir como tendría que haber hecho, se puso a investigar sobre el predicador Morgan y su grupo de adeptos.
No había dicho nada en comisaría, pero estaba seguro de que lo del hombre mutilado, las chicas muertas y la llegada de Morgan a Nueva York estaba relacionado.
Tenía la vaga idea de haber visto algo, en algún momento y en algún sitio, que establecería la conexión, pero no sabía donde. Ni siquiera le había dicho nada a Kate, como no estaba seguro, no quería adelantar acontecimientos.
Empezó a navegar en Internet, a registrarse con pseudónimos en foros sobre sectas, a leer opiniones de gente que se había salido, leer los testimonios de algunos… después de un par de horas de estar pegado al ordenador y con los ojos rojos, dio con algo, un hombre explicaba en un foro que el dejó Los Elegidos al saber a que se dedicaban.
El hombre, que se hacía llamar Aterrado_47, explicaba que se atrevía a contar su experiencia, gracias al anonimato que le proporcionaba la red. Narraba como los seguidores no tenían ni idea de a que se dedicaba su predicador, al que muchos consideraban un verdadero santo, aunque era un auténtico pervertido.
Aterrado_47 se definía a sí mismo como un solitario bastante adinerado, que se acercó a una predicación buscando un sentido para su vida, pues hacía poco que había enviudado. Morgan y su grupo de élite, lo captaron, él se entusiasmó con los postulados que predicaban y empezó a dar cuantiosos donativos. Al cabo de un tiempo el mismo predicador le dijo que había notado que tenían los mismos intereses y que había sido elegido para formar parte de su élite. Aquella noche tendría su ceremonia de iniciación.
Comentaba el hombre que nunca había pasado más miedo en toda su vida, pues hasta entonces no se dio cuenta donde se había metido. Lo llevaron a un sitio que no conocía pues le vendaron los ojos, y lo metieron en un coche que tardó mucho en llegar a su destino. Una vez allí, lo invitaron a vestirse con una túnica blanca y lo primero que le hicieron fue un tatuaje que todos los demás vestidos como él, le mostraron orgullosos. Luego lo pasaron a una sala donde ya estaban todos sentados alrededor de una especie de tálamo cubierto de sábanas blancas, rodeado de postes en cada esquina. No tenía ni idea de lo que iba a pasar, pero no le gustaba nada de lo que estaba viendo.
Entraron otros dos llevando a una chica de unos 17 años vestida como ellos y amordazada. La tumbaron, le arrancaron la ropa dejándola desnuda y le quitaron la mordaza. Luego la amarraron de pies y manos a los postes. La chica los miraba aterrada y gritaba como una posesa, mientras se retorcía e intentaba liberarse, pero los tipos que la llevaban eran tan fuertes que poco tenía que hacer. Le ofrecieron ser el primero en estar con la chica para fortalecerse y alimentarse con la energía y la luz de la joven. Él no quería, pero se sintió intimidado y aunque no le apetecía se dispuso a hacerlo. Esta se movía y se negaba todo lo que sus mordazas le dejaban. Explicaba que no sabía como fue capaz de hacerlo, porque más que sentirse excitado lo que estaba era asqueado. Fue capaz de salir más o menos airoso y no acababa de retirarse cuando vio como los demás abusaban salvajemente de la muchacha. Una vez acabaron con ella, fue el propio Morgan quien le apretó el cuello a la chica dejándola sin vida.
Ante su cara de terror, le dijeron que si quería seguir siendo de la élite, sería bienvenido, pero que si no ya se podía imaginar como acabaría, y uno por uno se fueron señalando los ojos, los oídos y se taparon la boca, repitiendo “Ver, oír y callar”. Aceptó seguir siendo de ellos. Al cabo de unos días le propusieron asistir a otra ceremonia de iniciación. Aceptó, pero ya había preparado todo para salir del país e incluso un amigo le proporcionó documentación falsa. Se estableció en el extranjero y solo después de un tiempo fue capaz de contar su experiencia por Internet. Se lamentaba de ser un cobarde pues no había sido capaz de denunciar el caso a la policía.
Rick estaba totalmente asqueado con lo que leía, luego venían varias páginas de otras gentes y de otras sectas, incluso de alguna amenaza. Lo imprimió todo y llamó a Kate pare pedirle que le esperaran en comisaría que tenía algo que enseñarles.
Cuando llegó estuvieron leyendo todo lo que traía, les comentó que eso tenía idea de haberlo leído hacía tiempo, pero que como no estaba muy seguro no quiso decirles nada hasta que volvió a encontrarlo. Si todo eso era verdad, los últimos asesinatos estaban relacionados entre sí.
Castle les comentó que si matar a las chicas y dejarlas en el parque ocurría en Nueva York, en Miami, que era de donde procedían tenían que haber aparecido otros cuerpos.
Esposito se puso en contacto con la policía de Miami y dejó el recado. Estuvieron esperando hasta que le pasaron a Myriam Rodríguez, inspectora de homicidios, que les comentó que encontraron los restos de un par de chicas en las mismas circunstancias que las de Central Park, pero en una zona de pantanos de allí, y bastante comidas por los cocodrilos. Estuvieron hablando y la inspectora Rodríguez, les comentó que podía haber habido más chicas, pero que si se las comieron los cocodrilos, sería difícil encontrar los restos. No habían encontrado más pistas y tuvieron que cerrar el caso. Les dijo que vería si podía reabrir la investigación y que estarían en contacto.
Le comunicaron todo al capitán y este les dijo que informaría a sus superiores, porque si las suposiciones eran ciertas, eso se salía de su jurisdicción y tendría que intervenir el FBI.
******************************************************
Empezaba a amanecer cuando a Kate le sonó el teléfono. Intentó cogerlo, pero estaba tan dormida que no podía reaccionar. Sintió el brazo de Rick pasar por encima de ella hasta coger el móvil. Lo miró con el único ojo que tenía abierto y se lo pasó, mientras la sacudía suavemente.
- Es de la comisaría, tienes que cogerlo – le dijo.
- ¡Hummm!, ¿Qué hora es? – preguntó mientras cogía el teléfono que seguían sonando insistentemente.
- Una hora indecente para levantarse – le contestó y siguió durmiendo.
- Becket – contestó aun con voz de sueño.
- ¿Qué jefa?, ¿te he despertado? – le preguntó Ryan al otro lado de la línea, con burla – si son ya las seis y media.
- Que tu no duermas, no quiere decir que los demás no lo hagamos, ¿Qué tenemos? – preguntó.
- Ha aparecido otra chica en el parque, esta es casi una niña. ¿Llamo a Castle?
- No, no hace falta, ya lo llamo yo. Voy para allá – y colgó sabiendo positivamente, que la nueva víctima era la chica con la que habló el día anterior.
- Rick, ha aparecido otra chica en el parque, ¿vas a venir?
- Ve arreglándote tú, ya voy yo después.
- Estoy segura que es la chica de ayer – dijo con un suspiro.
- ¿Estás bien? – le preguntó él, ya bastante más espabilado.
- Estaré bien cuando cojamos a esa panda de asesinos – dijo mientras se dirigía al baño.
Cuando salió, Rick ya no estaba en la cama. Bajó y lo vio en la cocina, en calzoncillos y despeinado, preparándole café. Vio con asombro que se lo servía en un vaso del Starbucks y hasta le ponía su tapa.
- ¿Y ese vaso?
- Millie me ha dado unos cuantos.
- ¿Millie?
- Si, la chica pelirroja del Starbucks que hay cerca de la comisaría. Si te vas a quedar en casa, no voy a ir corriendo a buscarte café, cuando aquí tenemos una cafetera magnifica, así que le pedí unos cuantos vasos y ella muy amable me los dio. Así disimulas y nadie sabe que es mi café lo que llevas ahí.
- ¡Vaya! Que ocurrente, ¿y que te pidió a cambio? – preguntó sarcástica.
- Solo me ha costado un libro de “Calor desnudo” dedicado, no seas mal pensada, detective gruñona – y le dio su café y un beso en los labios.
- Subo a arreglarme y nos vemos en el parque.
Tal como Kate había imaginado la víctima era la chica rubia de la tarde anterior. Presentaba el mismo tipo de muerte que las demás, pero a diferencia de estas parecía que la habían golpeado ensañándose con ella.
- Parece que al final no pudo escapar – dijo Kate, que le confirmó a sus compañeros quien era.
- Pobre niña, morir de esta manera – dijo Ryan con voz triste.
En ese momento llegó Castle.
- Parece que cada vez las chicas son más jóvenes, solo es una niña.
- Si, pobrecilla. Vamos a comisaría, a ver si ya está la orden para detener a Nicholas Banks.
Llegaron a comisaría. El juez había firmado la orden de detención junto con una de registro de la casa. Esposito y Ryan fueron a buscar al tipo, pero este no estaba. Inspeccionaron la casa y no encontraron nada que les pudiera servir.
Ellos fueron a darles a los padres la noticia del asesinato de su hija. La madre empezó a llorar, el padre también parecía bastante afectado. Estuvieron hablando con ellos. No tenían ni idea de donde había estado la niña, hacía una semana que no había vuelto del colegio. Habían dado aviso, aunque siempre pensaron que se había escapado porque no se llevaba muy bien con el padre. Les comentaron sobre la posibilidad de que el socio del padre estuviera implicado, no querían creerlo, Nicholas los había estado ayudando en todo momento desde la desaparición. Y el padre juraba y perjuraba, que su socio era un buen tipo y que a ver en que asuntos se había metido su hija, ya que era una niña bastante difícil.
Becket le explicó al padre que vio a su hija el día anterior y lo que le contó. Al hombre seguía costándole creer lo que le decían de su socio, aludiendo que era un hombre sencillo y amable.
Castle escuchaba al padre hablar de su hija y de su socio de esa manera y de buena gana se hubiera ido a partirle la cara al tipo.
Salieron y se vieron con Esposito y Ryan, que les dijeron que Nicholas Banks no había aparecido por el trabajo ese día y no había manera de localizarle.
Volvieron a la comisaría a seguir investigando. Sonó el teléfono, le pasaban una llamada desde centralita.
- Detective Becket, ¿Quién es?
- Eso no le importa, solo le llamo para decirle que se ande con cuidado, que está jugando con fuego.
Mientras le hablaban le hizo señas a Ryan para que pusieran la llamada en abierto y la localizaran.
- No sé a que se refiere.
- Claro que lo sabe, olvide todo lo que la niña le dijo ayer.
- ¿Cómo sabe que hablé con esa chica?, ¿Quién es usted?
- Ya le he dicho que eso no le importa, solo le digo que olvide lo que dijo la chica.
- No lo puedo olvidar soy detective de homicidios, y tengo que investigar el asesinato de esas chicas, también el de esa niña. ¿La mataron porque habló conmigo?
- Nosotros no matamos a nadie, solo hacemos lo que tenemos que hacer.
Después de la información aportada por Castle, Kate no tenía ninguna duda de que realmente el caso de las chicas tenía algo que ver con Los Elegidos. La verdad es que aunque aún no estaban seguros, lo que habían leído y los indicios que había, daban por sentado que había una conexión. Así que formuló una pregunta que no debería haber hecho, ya que puso a su interlocutor en sobre aviso.
- ¿Tiene usted algo que ver con el predicador Nathaniel Morgan?
Vio como Esposito le hacía señas para que no preguntara sobre eso, pero ella no se pudo callar.
- Claro que no, ¿Quién le habló de eso?, ¿La chica?
Con esa contestación Kate estuvo segura de que allí había algún tipo de vínculo.
El hombre siguió delatándose.
- Deje de investigar sobre nosotros o le pesará.
- Si no tienen nada que ver no debe importarles que investigue sobre ellos.
- Sus vidas son privadas, muy privadas y si sigue investigando le va a ir muy mal.
- ¿Me está amenazando? ¿Esta amenazando a un miembro del departamento de policía de Nueva York?
- Hágame caso, deje de inmiscuirse o lo lamentará.
Y colgó el teléfono. Mientras estuvo hablando, localizaron la llamada, provenía de un sistema de llamadas por Internet, estaban tratando de localizar desde que ordenador había sido hecha.
El capitán había salido de su despacho y había oído la conversación. Le llamó la atención a Kate.
- No debería haber hecho esa pregunta Becket. Ha sido una gran irresponsabilidad – le dijo.
- Tiene razón, ha sido un error de novata. Estoy tan ofuscada con el caso que me he ido de a lengua – dijo enfadada consigo misma.
- Pues hay que cuidar eso, ya no eres una principiante. Tendré que ponerte protección. No me ha gustado esa amenaza.
- No hace falta, son solo palabras de un loco – contestó ella.
- Claro que hace falta, la última vez que no quisiste protección volaron tu casa, ¿ya no te acuerdas? – le dijo Montgomery – y esta vez no quiero ni oí hablar de que despide a los agentes que te asignemos, porque si se te ocurre librarte de ellos te relevo del caso y te mando a tráfico.
- De acuerdo – dijo ella no muy convencida.
- ¿Y que vas a hacer ahora? – preguntó Castle con cara de susto.
- Pues seguir con mi trabajo, no me voy a echar atrás por una simple amenaza, como esta, he recibido miles.
- Si, pero estos locos dan mucho miedo – le dijo preocupado.
- ¡Ah! no te preocupes, mucho hablar, pero esto después queda en nada.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Uy pobre Kate... No entiende que si le ponen custodia se van a enterar que duerme en lo de Castle? jajaja, creo que es hora de decirle al mundo de su relación!!!
Muy buen capítulo, hasta a mi me dieron miedo esos muchachos!!!
Muy buen capítulo, hasta a mi me dieron miedo esos muchachos!!!
Re: Para siempre, Último Capítulo
Ay beckett que la has cagado muy seriamente,no te fies,que van a ir a por ti.
Buen capi Cata,sigue pronto dandonos el coñazo
Buen capi Cata,sigue pronto dandonos el coñazo
Raúl- Moderador
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Edad : 32
Localización : Parla City
Re: Para siempre, Último Capítulo
que miedoooooooo
impresionante capitulo
oh pobrecita la niña
continua
pronto
gracias por otro capitulo
impresionante capitulo
oh pobrecita la niña
continua
pronto
gracias por otro capitulo
Re: Para siempre, Último Capítulo
Luego me dicen a mi psicopata, me da que por aqui hay otraaaaaaa..
Que sepas que me gusta mucho el fic, pero me has puesto de mala hostia, con el testimonios del hombre que escribe en el foro.
Kate debe de ser un poco lerda, la van a pillarrrrrrrr
Sigue pronto el fic, please
Que sepas que me gusta mucho el fic, pero me has puesto de mala hostia, con el testimonios del hombre que escribe en el foro.
Kate debe de ser un poco lerda, la van a pillarrrrrrrr
Sigue pronto el fic, please
moth13- Policia de homicidios
- Mensajes : 695
Fecha de inscripción : 24/04/2011
Localización : Madrid
Re: Para siempre, Último Capítulo
Kate, Kate...........ten cuidado mujer, que ya verás que algo malo pasa
Gracias por otro capítulo!!!!!! Es genial!!
Gracias por otro capítulo!!!!!! Es genial!!
rakel- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: Para siempre, Último Capítulo
Muy buen capi! sigue pronto
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
aiii..con beckettt
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Os dejo un nuevo capítulo. Gracias por comentar.
Capítulo 23:
Kate no tuvo más remedio que aguantarse con los agentes que le pusieron para protegerla. Para no levantar sospechas y evitar poner en un posible peligro a la familia de él, ella decidió que dormiría en su casa. Castle le dijo que se iba con ella, que no pensaba dejarla sola.
- No quiero que nadie vea que te quedas conmigo – protestó ella molesta.
- Me da igual que nos vean, no voy a dejarte sola, pienso quedarme contigo – respondió con firmeza.
Ella fue a protestar de nuevo, pero fue tal la determinación que vio en los ojos de Rick, que decidió callarse. En el fondo no quería quedarse sola, ansiaba y necesitaba su compañía, que pensasen lo que quisiesen. Cada vez tenía más claro que tenía que contarles a todos su relación con Castle, tenía que encontrar el mejor momento para hacerlo.
Pasaron unos días. La situación por la que pasaban había hecho que la tensión se instalara entre ellos. Rick estaba realmente asustado, mientras más investigaban, más seguros estaban que los dos casos estaban conectados, y más cuenta se daban de lo poderoso e influyente que era ese predicador. No paraba de advertirla y prevenirla y ella se estaba empezando a cansar de sus contantes avisos.
- Ya te vale Rick, a ver si dejas de tratarme como a una niña pequeña – protestó ella.
- Siento que te moleste tanto que me preocupe por ti – contestó serio – pero no puedo evitarlo, me preocupa que te pase algo.
- De veras que en estos momentos que te pones así compadezco a Alexis – dijo ella ofuscada.
- ¡Vaya! – exclamó muy serio – ya veo que soy un autentico incordio, siento ser tan pesado.
- No eres pesado y de verdad que te entiendo, pero no puedes estar todo el día preocupado, ya han pasado varios días y no ha ocurrido nada. Le diré al capitán que me retire la protección.
- Vale, pero no creo que Montgomery ceda, aunque si le digo que estamos juntos a lo mejor accede a quitarte la protección – dijo él suponiendo que ella seguía sin querer que nadie se enterase de lo suyo.
- De acuerdo, tú ganas, pero deja de decirme lo que tengo que hacer y vamos para la comisaría.
En la comisaría también estaban tensos, aunque habían conseguido alguna información, la investigación avanzaba lentamente.
Llegó Esposito y al ver las caras largas les dijo:
- Venga chicos, animaros. Vengo a haceros una invitación.
Los demás lo miraron.
- ¿Te ha tocado la lotería? – preguntó Ryan.
- No, es otra cosa – dijo Esposito – mi primo Pedro ha abierto un bailadero en Queens, se inaugura esta noche. Pensé que os apetecería un poco de rumba.
- ¿Rumba? – preguntó Becket.
- Si, aguardiente, ron, salsa y un poco de diversión, nos vendría bien para mejorar los ánimos, estamos muy decaídos.
- Esposito es jueves, mañana hay que trabajar.
- ¡Que más da! – interviene Castle – tampoco tenemos que quedarnos hasta muy tarde, y como dice Javier nos vendrá bien cambiar de aires.
- Bueno, pues por mi vale – dijo Kate – que no se diga que soy una aguafiestas.
Así que esa noche se encontraron todos en el local del primo de Esposito. Hasta el capitán Montgomery se apuntó con su esposa. La música sonaba muy fuerte, les recibió Pedro y los acompañó hasta una mesa. Les llevó una botella de aguardiente, que probaron haciendo algunas muecas pues estaba muy fuerte. Al estar presente el capitán se moderaron bastante en el consumo de alcohol, además que sabían que si no lo hacían tendrían una resaca espantosa a la mañana siguiente.
Lanie llevaba el ritmo en el cuerpo y se le iban los pies. Estaba deseando bailar, así que tiró de su novio y se lanzaron a la pista. Esposito llevaba bien el ritmo y se defendía, pero no era capaz de seguirla aunque se esforzaba y lo intentaba. Los demás observan sonrientes a la pareja. Por el momento ninguno se animaba a bailar salsa, era un ritmo que conocían poco y demasiado rápido para ellos. Ryan comentaba alegremente que lo único que sabía bailar era la jiga irlandesa y algo de claque y Jenny le decía que tendría que aprender a bailar el vals si pensaba casarse con ella.
Castle le preguntó bajito a Kate:
- ¿Te apetece un baile detective?
- Estás loco, ¿Qué van a pensar los demás? – respondió intentando disimular, lo que ya todos sospechaban – además yo no sé bailar esto.
- Solo hay que dejarse llevar por la música – le dijo él.
- No me digas que sabes bailar salsa, Castle – le dijo ella con sorna y en un tono de voz que ya escucharon los demás.
- Bueno, me defiendo – dijo él.
- No me lo puedo creer.
Lanie y Esposito continuaban bailando, aunque a él seguía costándole llevar el ritmo de ella que bailaba bastante bien. Ya la había pisado un par de veces y los demás sonreían desde la mesa, al ver la cara de mosqueo que ponía la forense, cada vez que su pareja se equivocaba.
Fue entonces cuando Castle los sorprendió a todos, se levantó de su sitio y acercándose a la pareja que bailaba, le dijo muy caballeroso a Esposito:
- ¿Me permites?
Y ante el asombro y asentimiento de Esposito y después de que este se apartara, tomó la mano de Lanie y empezó a bailar con ella. Lo hacía realmente bien, se movía con soltura y se ajustó perfectamente al ritmo de la forense. Los demás lo miraban asombrados mientras los animaban, silbaban y los jaleaban. Hacían una bonita pareja de baile. Terminó la música y mientras todos aplaudían, Castle se inclinó muy galante ante Lanie y tomándola de la mano la acompañó hasta la mesa.
- ¡Vaya! – exclamó el capitán – no sabía de este talento oculto Castle.
- ¿Quién te enseñó a bailar? – preguntó sorprendida Kate – ¿tu madre? Lo haces muy bien.
- No, me enseñó Eddie – dijo con una sonrisa.
- A ver si aprendes – dijo Lanie dirigiéndose a Esposito, eso si que es bailar.
- Me has dejado totalmente sorprendida – dijo sonriente la señora Montgomery – ¿Qué más habilidades tienes?
- Bueno, Eddie también me enseñó a bailar el tango.
- ¿No me digas? – exclamó gratamente sorprendida la señora Montgomery – me encanta bailar tango, pero no consigo que Roy aprenda.
- Pues cuando quieras, nos marcamos unos pasos – y ya Castle no siguió ante la mirada que le echó el capitán.
Siguieron disfrutando de una divertida noche, se animaron y bailaron un poco, pero las estrellas de la noche fueron la forense y el escritor. Decidieron recogerse pronto. A la hora de irse tomaron varios taxis. Castle y Becket se fueron en el mismo sin pensar en que dirían los demás. Esposito mirando a los demás y especialmente a Lanie.
- Estos dos están juntos, ¿no?
- Yo que sé, habrán querido aprovechar el viaje – intentó disimular Lanie.
- Claro que están juntos – afirmó la señora Montgomery – tan juntos como Roy y yo, solo hay que ver como se miran. Buenas noches chicos.
Y cada pareja tiró para su casa.
Mientras iban en el taxi, Castle empezó a decirle que tenían que planear las próximas vacaciones. Que fuera pensando destino y que él, el lunes sin falta se ocuparía de todo. Ella no tenía muy claro lo de irse juntos, pero él no le dio opción, y ella se dejó llevar por su imaginación y empezó a fantasear con ellos haciendo turismo por Europa y luego holgazaneando en una paradisíaca playa del Caribe.
Ya en casa de ella, le dijo que no se decidía si por playa o por turismo cultural, ya que le apetecían las dos opciones y él simplemente le dijo que muy bien podían hacer las dos cosas. Ella le contestó que eso sería un gran gasto, él respondió que podía permitírselo y que ya se encargaría.
En la habitación empezaron a desnudarse para irse a la cama. Ella lo recordó bailando, lo bien que lo hacía y lo sexy que estaba. Al acostarse ella se acercó a él y le dijo seria.
- Quiero que me prometas algo.
- Lo que quieras – contestó él rápidamente al verla tan seria.
- Que me enseñarás a bailar salsa.
- Cuando quieras inspectora – le sonrió dándole un beso – no empiezo ahora con la primera clase, porque estoy cansado.
- ¿Ah si?, ¿Muy cansado? – preguntó ella con voz de fingida pena – con las ganas que yo tenía de jugar a los médicos.
- No he querido decir cansado – sonrió él – lo que estoy es enfermo, muy enfermo – poniendo cara de dolor – necesito que me cuiden.
Ella no se hizo de rogar y mimosa empezó a preguntarle donde le dolía. En cada lugar del cuerpo que señalaba, ella le daba un beso y así poco a poco se fueron entusiasmando con besos y caricias para terminar haciendo el amor de manera apasionada.
A la mañana siguiente Castle recibió un mensaje de Paula. Tenía que presentarse en la agencia para resolver un problema que se había presentado con la campaña publicitaria de su último libro. La llamó para excusarse, no le apetecía ir, pero ella le insistió. Se habían equivocado en algo el y ella quería que él lo viese, a ver si lo podían solucionar. Así que no tuvo más remedio que ir.
Casi al mismo tiempo la avisaron a ella que había aparecido el cuerpo de otra chica en el parque. A Castle le fastidió no poder acompañarla. Se despidió de ella, diciéndole que en cuanto pudiera se pasaría por la comisaría y antes de irse, volvió a advertirle que tuviera mucho cuidado. Ella, que estaba mosqueada por que él no pudiera acompañarla, y por la nueva víctima, le contestó de muy malos modos, diciéndole por enésima vez, que ya era mayorcita y además policía, que sabía cuidarse sola, y que era un pesado y un paranoico. Así que se fueron cada uno por su lado, enfadados y sin despedirse.
****************************************************************
A eso del mediodía, Castle había terminado de solucionar sus asuntos en la agencia, y fue a reunirse con ella. Como no le cogió el teléfono y no sabía por donde andaba, cogió un taxi y se dirigió a la comisaría. El tráfico era denso, por lo que el taxista lo dejó en la esquina de la calle. Se bajó y de lejos la vio venir andando y acompañada de Esposito, Ryan y Lanie. Se encontraron en la puerta de la comisaría y se quedaron allí hablando. Los chicos le empezaron a contar lo de la nueva víctima y se entretuvieron un rato en la calle.
Aquel tipo llevaba varios días vigilando a Kate. A él solo le habían dicho que le iban a pagar muy bien por eliminar a esa policía tan metomentodo y que sabía más de la cuenta. Le habían dado vía libre para que lo hiciera de la forma que quisiera y él había preferido usar el coche. No era la primera vez que quitaba a alguien de en medio de esa manera, y si lo pillaban siempre podía alegar que fue un desafortunado accidente, para intentar atenuar la condena. Tenía un amigo que trabajaba en un taller, que le proporcionaba los coches por lo que procuraba no repetir y cada día llevaba uno distinto para así no levantar sospechas.
Siempre se paraba al otro lado de la calle, frente a la comisaría. Mantenía el coche cerrado a cal y canto, y se cubría con chaqueta, gorra y gafas negras. El horario de la policía era de ocho a cuatro, pero esta en concreto, había días que no salía hasta su hora y otros que salía y entraba frecuentemente, casi siempre acompañada de aquel tipo corpulento que él suponía era también policía. Así que pensó que lo mejor era ir allí todos los días, estar con el coche preparado, ser paciente y actuar cuando llegara el momento.
Ese día, la vio llegar acompañada por dos tipos y otra mujer. En la misma puerta de la comisaría se encontraron al compañero de ella, se pararon y empezaron a hablar.
El grupo conversaba animadamente y parecía que de momento no se iban a mover de allí.
De repente la policía que acechaba se bajó de la acera y no lo pensó dos veces, había llegado el momento. Puso el coche en marcha, aceleró y se dirigió hacia Becket con gran velocidad, todo pasó en una milésima de segundos, solo se escuchó un golpe seco y un grito que desgarró el aire: ¡¡¡KAAATTEEE!!!....
CONTINUARÁ…
Capítulo 23:
Kate no tuvo más remedio que aguantarse con los agentes que le pusieron para protegerla. Para no levantar sospechas y evitar poner en un posible peligro a la familia de él, ella decidió que dormiría en su casa. Castle le dijo que se iba con ella, que no pensaba dejarla sola.
- No quiero que nadie vea que te quedas conmigo – protestó ella molesta.
- Me da igual que nos vean, no voy a dejarte sola, pienso quedarme contigo – respondió con firmeza.
Ella fue a protestar de nuevo, pero fue tal la determinación que vio en los ojos de Rick, que decidió callarse. En el fondo no quería quedarse sola, ansiaba y necesitaba su compañía, que pensasen lo que quisiesen. Cada vez tenía más claro que tenía que contarles a todos su relación con Castle, tenía que encontrar el mejor momento para hacerlo.
Pasaron unos días. La situación por la que pasaban había hecho que la tensión se instalara entre ellos. Rick estaba realmente asustado, mientras más investigaban, más seguros estaban que los dos casos estaban conectados, y más cuenta se daban de lo poderoso e influyente que era ese predicador. No paraba de advertirla y prevenirla y ella se estaba empezando a cansar de sus contantes avisos.
- Ya te vale Rick, a ver si dejas de tratarme como a una niña pequeña – protestó ella.
- Siento que te moleste tanto que me preocupe por ti – contestó serio – pero no puedo evitarlo, me preocupa que te pase algo.
- De veras que en estos momentos que te pones así compadezco a Alexis – dijo ella ofuscada.
- ¡Vaya! – exclamó muy serio – ya veo que soy un autentico incordio, siento ser tan pesado.
- No eres pesado y de verdad que te entiendo, pero no puedes estar todo el día preocupado, ya han pasado varios días y no ha ocurrido nada. Le diré al capitán que me retire la protección.
- Vale, pero no creo que Montgomery ceda, aunque si le digo que estamos juntos a lo mejor accede a quitarte la protección – dijo él suponiendo que ella seguía sin querer que nadie se enterase de lo suyo.
- De acuerdo, tú ganas, pero deja de decirme lo que tengo que hacer y vamos para la comisaría.
En la comisaría también estaban tensos, aunque habían conseguido alguna información, la investigación avanzaba lentamente.
Llegó Esposito y al ver las caras largas les dijo:
- Venga chicos, animaros. Vengo a haceros una invitación.
Los demás lo miraron.
- ¿Te ha tocado la lotería? – preguntó Ryan.
- No, es otra cosa – dijo Esposito – mi primo Pedro ha abierto un bailadero en Queens, se inaugura esta noche. Pensé que os apetecería un poco de rumba.
- ¿Rumba? – preguntó Becket.
- Si, aguardiente, ron, salsa y un poco de diversión, nos vendría bien para mejorar los ánimos, estamos muy decaídos.
- Esposito es jueves, mañana hay que trabajar.
- ¡Que más da! – interviene Castle – tampoco tenemos que quedarnos hasta muy tarde, y como dice Javier nos vendrá bien cambiar de aires.
- Bueno, pues por mi vale – dijo Kate – que no se diga que soy una aguafiestas.
Así que esa noche se encontraron todos en el local del primo de Esposito. Hasta el capitán Montgomery se apuntó con su esposa. La música sonaba muy fuerte, les recibió Pedro y los acompañó hasta una mesa. Les llevó una botella de aguardiente, que probaron haciendo algunas muecas pues estaba muy fuerte. Al estar presente el capitán se moderaron bastante en el consumo de alcohol, además que sabían que si no lo hacían tendrían una resaca espantosa a la mañana siguiente.
Lanie llevaba el ritmo en el cuerpo y se le iban los pies. Estaba deseando bailar, así que tiró de su novio y se lanzaron a la pista. Esposito llevaba bien el ritmo y se defendía, pero no era capaz de seguirla aunque se esforzaba y lo intentaba. Los demás observan sonrientes a la pareja. Por el momento ninguno se animaba a bailar salsa, era un ritmo que conocían poco y demasiado rápido para ellos. Ryan comentaba alegremente que lo único que sabía bailar era la jiga irlandesa y algo de claque y Jenny le decía que tendría que aprender a bailar el vals si pensaba casarse con ella.
Castle le preguntó bajito a Kate:
- ¿Te apetece un baile detective?
- Estás loco, ¿Qué van a pensar los demás? – respondió intentando disimular, lo que ya todos sospechaban – además yo no sé bailar esto.
- Solo hay que dejarse llevar por la música – le dijo él.
- No me digas que sabes bailar salsa, Castle – le dijo ella con sorna y en un tono de voz que ya escucharon los demás.
- Bueno, me defiendo – dijo él.
- No me lo puedo creer.
Lanie y Esposito continuaban bailando, aunque a él seguía costándole llevar el ritmo de ella que bailaba bastante bien. Ya la había pisado un par de veces y los demás sonreían desde la mesa, al ver la cara de mosqueo que ponía la forense, cada vez que su pareja se equivocaba.
Fue entonces cuando Castle los sorprendió a todos, se levantó de su sitio y acercándose a la pareja que bailaba, le dijo muy caballeroso a Esposito:
- ¿Me permites?
Y ante el asombro y asentimiento de Esposito y después de que este se apartara, tomó la mano de Lanie y empezó a bailar con ella. Lo hacía realmente bien, se movía con soltura y se ajustó perfectamente al ritmo de la forense. Los demás lo miraban asombrados mientras los animaban, silbaban y los jaleaban. Hacían una bonita pareja de baile. Terminó la música y mientras todos aplaudían, Castle se inclinó muy galante ante Lanie y tomándola de la mano la acompañó hasta la mesa.
- ¡Vaya! – exclamó el capitán – no sabía de este talento oculto Castle.
- ¿Quién te enseñó a bailar? – preguntó sorprendida Kate – ¿tu madre? Lo haces muy bien.
- No, me enseñó Eddie – dijo con una sonrisa.
- A ver si aprendes – dijo Lanie dirigiéndose a Esposito, eso si que es bailar.
- Me has dejado totalmente sorprendida – dijo sonriente la señora Montgomery – ¿Qué más habilidades tienes?
- Bueno, Eddie también me enseñó a bailar el tango.
- ¿No me digas? – exclamó gratamente sorprendida la señora Montgomery – me encanta bailar tango, pero no consigo que Roy aprenda.
- Pues cuando quieras, nos marcamos unos pasos – y ya Castle no siguió ante la mirada que le echó el capitán.
Siguieron disfrutando de una divertida noche, se animaron y bailaron un poco, pero las estrellas de la noche fueron la forense y el escritor. Decidieron recogerse pronto. A la hora de irse tomaron varios taxis. Castle y Becket se fueron en el mismo sin pensar en que dirían los demás. Esposito mirando a los demás y especialmente a Lanie.
- Estos dos están juntos, ¿no?
- Yo que sé, habrán querido aprovechar el viaje – intentó disimular Lanie.
- Claro que están juntos – afirmó la señora Montgomery – tan juntos como Roy y yo, solo hay que ver como se miran. Buenas noches chicos.
Y cada pareja tiró para su casa.
Mientras iban en el taxi, Castle empezó a decirle que tenían que planear las próximas vacaciones. Que fuera pensando destino y que él, el lunes sin falta se ocuparía de todo. Ella no tenía muy claro lo de irse juntos, pero él no le dio opción, y ella se dejó llevar por su imaginación y empezó a fantasear con ellos haciendo turismo por Europa y luego holgazaneando en una paradisíaca playa del Caribe.
Ya en casa de ella, le dijo que no se decidía si por playa o por turismo cultural, ya que le apetecían las dos opciones y él simplemente le dijo que muy bien podían hacer las dos cosas. Ella le contestó que eso sería un gran gasto, él respondió que podía permitírselo y que ya se encargaría.
En la habitación empezaron a desnudarse para irse a la cama. Ella lo recordó bailando, lo bien que lo hacía y lo sexy que estaba. Al acostarse ella se acercó a él y le dijo seria.
- Quiero que me prometas algo.
- Lo que quieras – contestó él rápidamente al verla tan seria.
- Que me enseñarás a bailar salsa.
- Cuando quieras inspectora – le sonrió dándole un beso – no empiezo ahora con la primera clase, porque estoy cansado.
- ¿Ah si?, ¿Muy cansado? – preguntó ella con voz de fingida pena – con las ganas que yo tenía de jugar a los médicos.
- No he querido decir cansado – sonrió él – lo que estoy es enfermo, muy enfermo – poniendo cara de dolor – necesito que me cuiden.
Ella no se hizo de rogar y mimosa empezó a preguntarle donde le dolía. En cada lugar del cuerpo que señalaba, ella le daba un beso y así poco a poco se fueron entusiasmando con besos y caricias para terminar haciendo el amor de manera apasionada.
A la mañana siguiente Castle recibió un mensaje de Paula. Tenía que presentarse en la agencia para resolver un problema que se había presentado con la campaña publicitaria de su último libro. La llamó para excusarse, no le apetecía ir, pero ella le insistió. Se habían equivocado en algo el y ella quería que él lo viese, a ver si lo podían solucionar. Así que no tuvo más remedio que ir.
Casi al mismo tiempo la avisaron a ella que había aparecido el cuerpo de otra chica en el parque. A Castle le fastidió no poder acompañarla. Se despidió de ella, diciéndole que en cuanto pudiera se pasaría por la comisaría y antes de irse, volvió a advertirle que tuviera mucho cuidado. Ella, que estaba mosqueada por que él no pudiera acompañarla, y por la nueva víctima, le contestó de muy malos modos, diciéndole por enésima vez, que ya era mayorcita y además policía, que sabía cuidarse sola, y que era un pesado y un paranoico. Así que se fueron cada uno por su lado, enfadados y sin despedirse.
****************************************************************
A eso del mediodía, Castle había terminado de solucionar sus asuntos en la agencia, y fue a reunirse con ella. Como no le cogió el teléfono y no sabía por donde andaba, cogió un taxi y se dirigió a la comisaría. El tráfico era denso, por lo que el taxista lo dejó en la esquina de la calle. Se bajó y de lejos la vio venir andando y acompañada de Esposito, Ryan y Lanie. Se encontraron en la puerta de la comisaría y se quedaron allí hablando. Los chicos le empezaron a contar lo de la nueva víctima y se entretuvieron un rato en la calle.
Aquel tipo llevaba varios días vigilando a Kate. A él solo le habían dicho que le iban a pagar muy bien por eliminar a esa policía tan metomentodo y que sabía más de la cuenta. Le habían dado vía libre para que lo hiciera de la forma que quisiera y él había preferido usar el coche. No era la primera vez que quitaba a alguien de en medio de esa manera, y si lo pillaban siempre podía alegar que fue un desafortunado accidente, para intentar atenuar la condena. Tenía un amigo que trabajaba en un taller, que le proporcionaba los coches por lo que procuraba no repetir y cada día llevaba uno distinto para así no levantar sospechas.
Siempre se paraba al otro lado de la calle, frente a la comisaría. Mantenía el coche cerrado a cal y canto, y se cubría con chaqueta, gorra y gafas negras. El horario de la policía era de ocho a cuatro, pero esta en concreto, había días que no salía hasta su hora y otros que salía y entraba frecuentemente, casi siempre acompañada de aquel tipo corpulento que él suponía era también policía. Así que pensó que lo mejor era ir allí todos los días, estar con el coche preparado, ser paciente y actuar cuando llegara el momento.
Ese día, la vio llegar acompañada por dos tipos y otra mujer. En la misma puerta de la comisaría se encontraron al compañero de ella, se pararon y empezaron a hablar.
El grupo conversaba animadamente y parecía que de momento no se iban a mover de allí.
De repente la policía que acechaba se bajó de la acera y no lo pensó dos veces, había llegado el momento. Puso el coche en marcha, aceleró y se dirigió hacia Becket con gran velocidad, todo pasó en una milésima de segundos, solo se escuchó un golpe seco y un grito que desgarró el aire: ¡¡¡KAAATTEEE!!!....
CONTINUARÁ…
Última edición por Cata Castillo el Lun Ago 29, 2011 10:19 am, editado 1 vez
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
ya te vale.....me as dejado...dios miooooo!!!!
ke no le haya pasado nadaaa
ke no le haya pasado nadaaa
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Necesito el siguiente capítulo YA!!!!
Excelente, pero lo encesito jajaja
Excelente, pero lo encesito jajaja
Re: Para siempre, Último Capítulo
nOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO Nooooooooooooooooooo
beckett nOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
madre miaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa continua prontoooo por favor
increíble capituloo
beckett nOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
madre miaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa continua prontoooo por favor
increíble capituloo
Re: Para siempre, Último Capítulo
Necesio saber qué le ha pasado a Beckett, por dios!! no me puedes dejar así.......
Gracias por otro capítulo, como siempre GENIAL, SIMPLEMENTE MARAVILLOSO!!
Gracias por otro capítulo, como siempre GENIAL, SIMPLEMENTE MARAVILLOSO!!
rakel- Escritor - Policia
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Edad : 32
Re: Para siempre, Último Capítulo
NOOOOOOOOOOOOO me puedes dejar asi!!!!!!!!!!
Muy buen capitulo pero por favor continualo pronto!!!
Muy buen capitulo pero por favor continualo pronto!!!
silvanalino- Escritor - Policia
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Edad : 51
Re: Para siempre, Último Capítulo
Muy buen capi! pobre Kate! espero que no quede en nada. Sigue pronto!
BrujaAle- Escritor - Policia
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Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
mira por donde el "asesino" ha aparecido,ahora vuelve a decir que no va pasar nada,madre espero que no la pase nada,tienes que subir el siguiente pronto
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
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Edad : 32
Localización : Parla City
Re: Para siempre, Último Capítulo
Comooooooooooooooooooooooooooo??????????''
Nooooooooooooooooo kate no puede... nooooo
Jou espero el seguiente muy pronto esta incertidumbre no es buena
Nooooooooooooooooo kate no puede... nooooo
Jou espero el seguiente muy pronto esta incertidumbre no es buena
Duende- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 01/03/2011
Edad : 36
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
Os dejo un nuevo capítulo. Gracias por comentar.
Capítulo 24:
Esposito se giró hacia Becket al oír el grito de Lanie y alcanzó a ver como Castle la empujaba con fuerza desviándola de la trayectoria de aquel coche negro que a gran velocidad se le echaba encima a ella, recibiendo él mismo todo el impacto y saliendo volando por los aires, para caer pesadamente sobre el asfalto, metros adelante y como aquel maldito coche salía huyendo y desaparecía de la calle.
Esposito corrió hacia Kate, que aturdida se intentaba levantar del suelo, mientras se quejaba sujetándose el brazo izquierdo.
- Becket, ¿estás bien? – le pregunto Esposito preocupado.
- Si, estoy bien, solo me he lastimado el brazo, Castle me salvó, ¿Dónde está?
Alrededor de Richard Castle se había formado un remolino de gente, entre los que estaban Lanie y Ryan, así como otros policías que habían acudido al escuchar el golpe y ver el accidente. Estaba bocabajo en el suelo, inconsciente y sangraba abundantemente por una herida que tenía en la cabeza.
Esposito y Becket se acercaron. Lanie estaba agachada junto al cuerpo de Castle buscándole el pulso, vio venir a su amiga y quiso evitar que lo viera en ese estado.
- ¡Kate, no!, ¡no te acerques! – le pidió Lanie – ya Ryan ha llamado a una ambulancia, ya vienen para acá.
Pero Becket no la escuchaba, y se acercó hasta él. Cuando lo vio con su imponente envergadura tirado en medio de un charco de sangre y desmadejado como un muñeco roto se arrodilló a su lado mirándolo horrorizada y llorando como una niña, se dirigió a Lanie.
- ¿Está…? – preguntó con un hilo de voz.
- Aún tiene pulso contestó Lanie, pero muy débil.
- ¡Castle! – gritó – ¡Rick, por favor no te mueras, aguanta!
Pero Castle no contesta, está tan pálido que parece muerto.
- Rick, por favor, no me dejes – lloraba histérica – te quiero Rick, te quiero, por favor no te mueras, no lo soportaría. ¡Rick!
Becket empieza a ponerse muy nerviosa, es consciente de que Castle le ha salvado, ella por su parte está muy magullada y parece que con el brazo izquierdo muy lastimado, pero nada más.
A lo lejos se oye la sirena de la ambulancia, en seguida se para allí cerca y se acercan los médicos, pidiendo que les dejasen espacio para actuar.
Entre Ryan, Esposito y Lanie apartan a Kate, los médicos se acercan a Castle, lo atienden y con el mayor de los cuidados lo suben a una camilla y se lo llevan en la ambulancia.
Becket grita desesperada porque quiere ir con él, pero sus amigos le dicen que no puede, que ellos irán detrás en el coche, después de informarse a que hospital van a llevarlo.
En la sala de espera del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, Becket, Esposito, Ryan y Lanie, esperaban a que los médicos les diesen noticias sobre el estado de Castle. Montgomery se quedó encargado de avisar a Martha y a Alexis y él mismo se ocuparía de recogerlas y llevarlas al hospital. Después de mucho insistirle, pues no quería apartarse de allí, Lanie consiguió que a Becket le hicieran un exhaustivo reconocimiento médico.
Una vez hecho este le confirmaron que estaba bien, solo se había hecho algunas magulladuras y fracturado la muñeca izquierda al caer al suelo, pero había sido una fractura limpia. Tuvieron que inyectarle un sedante pues estaba tan nerviosa, que no podían hacerle las placas, después le escayolaron el brazo y le dieron dos analgésicos para el dolor. El médico que la atendió dijo que pasaría algunos días con dolores, pero más nada.
Llevaban allí ya un rato, sin tener noticias de Castle, cuando Martha y Alexis, cogidas de la mano y acompañadas del capitán Montgomery se acercaron por el pasillo.
Becket las vio llegar y se levantó enseguida acercándose a ellas.
- Martha, Alexis, lo siento, lo siento mucho, fue mi culpa, si no hubiera sido por mi no hubiera pasado esto.
- ¿Cómo está mi padre?, ¿os han dicho algo? – preguntó Alexis con voz temblorosa.
- Si, ¿se sabe algo? – preguntó también el capitán.
- Solo sabemos que llegó con vida, todavía sigue en quirófano, los médicos siguen con él – dijo Lanie acercándose a ellas – venid, sentaos aquí.
- Lo siento, lo siento – volvía a repetir Kate una y otra vez – no paraba de decirme que tuviera cuidado y no quise hacerle caso.
- Tranquila hija, no ha sido tu culpa – la consoló Martha – el capitán nos contó como sucedió todo. No se pudo evitar. Richard hizo lo que tenía que hacer. ¿Tu como estás?
- Si Kate, tu no tienes la culpa de nada – le dijo Alexis, mientras se acercaba a ella y la abrazaba – me alegro que al menos tu estés bien. ¿Te lastimaste el brazo?
- Si, al caer, me fracturé la muñeca, pero solo eso.
- ¿Te duele mucho? – preguntó de nuevo la pelirroja.
- No, no duele – dijo ella llorosa – esto no duele.
Se sentaron juntas a esperar. Castle debía estar muy mal, pues pasaba el tiempo y no tenían noticias.
Casi nueve horas después de haber llegado al hospital por fin un médico aún con la ropa de quirófano y con el rostro marcado por el agotamiento llegó a la sala.
- ¿Familiares de Richard Castle? – preguntó este.
- Somos nosotros – contestó Martha y todos se levantaron – ¿Cómo está?
- La verdad es que está muy grave – respondió el médico con
seriedad – las próximas 72 horas son cruciales. Ahora mismo descansa en la Unidad de Cuidados Intensivos. El impacto del coche fue brutal… presenta politraumatismos en todo el cuerpo. Tiene fracturadas las dos piernas y la pelvis, así como varias costillas y el hombro izquierdo. Pero la fractura más grave es la de cráneo, así como la conmoción cerebral que padece. En la operación le hemos colocado una placa de platino para remplazar el fragmento de cráneo que ha perdido.
Alexis lloraba quedamente abrazada a Kate, que permanecía agarrando fuertemente a la chica, casi sin reaccionar. Martha trataba de hacerse la fuerte, pero sus ojeras y su cara pálida demostraban por el trance que estaba pasando.
- Doctor ¿tiene posibilidades? – preguntó Lanie haciéndose cargo de la situación.
- Es un hombre joven y fuerte, y al parecer muy sano. Le hemos inducido el coma hasta que se reduzca la inflamación del cerebro. Estará así durante diez días, y luego habrá que ver si despierta y si hay lesiones irreversibles. Así que debemos esperar.
- Doctor – preguntó Becket con voz temblorosa – si ese impacto lo hubiera recibido yo, ¿Qué me habría pasado?
- Mire señora, yo no estuve presente en el accidente, pero vistos los resultados se puede calcular la violencia del impacto, alguien más menuda que el señor Castle, como es usted, casi seguro hubiese fallecido en el acto.
- ¿Sabe doctor?, ese golpe iba destinado a mi, solo que él me apartó y recibió el impacto por mí – dijo Becket con voz temblorosa y sin poder evitar las lágrimas.
- Pues señora – dijo el médico con gravedad – puede usted decir sin miedo a mentir, que ese hombre le ha salvado la vida, que hoy ha vuelto a nacer. Bien, ahora deben marcharse a su casa y descansar, aquí no hacen nada, no pueden estar con él. Nos dejan un teléfono y nosotros los llamamos y les informamos, si hay alguna novedad.
- ¿No podríamos pasar a verlo aunque fuesen unos minutos? – preguntó Alexis, con una cara tan triste que consiguió conmover al médico.
- De acuerdo vengan conmigo, pero solo unos minutos – contestó este.
Martha y Alexis siguieron al médico. Kate se quedó allí parada, deseaba ir, pero se sentía tan culpable que no se atrevió a moverse. Martha se volvió hacia ella y la tomó de la mano.
- Vamos hija, tu también tienes que verlo. Debes venir con nosotras.
A través de los cristales de la UCI, pudieron ver conmocionadas, la fragilidad de Castle, tendido en aquella cama de hospital, conectado a un montón de aparatos y con un gran vendaje en la cabeza.
Preguntaron si podían pasar a verle, y el médico les dijo que solo una. Becket se dirigió a las otras dos mujeres y les dijo:
- No sé cual de vosotras va a entrar, pero por favor decidle que estoy bien, que me salvó la vida y que no me ha pasado nada.
Martha miró a Alexis y las dos asintieron como poniéndose de acuerdo.
- Debes entrar tu Kate, y decirle que estas bien, si puede escucharte, él tiene que oír tu voz y así sabrá con toda seguridad que no te pasó nada – le dijo Martha con lágrimas en los ojos – dile también que Alexis y yo estamos aquí y que no vamos a dejarle solo.
- Gracias – susurró Kate – gracias por dejarme pasar a mí.
Antes de entrar la vistieron con ropas esterilizadas y una vez dentro se acercó hasta la cama.
- Rick – dijo con voz emocionada, mientras con cuidado le cogía la mano – Rick, soy yo Kate, estoy segura de que puedes oírme por eso estoy aquí. Me salvaste la vida, otra vez Rick, gracias a ti estoy sana y salva. No te preocupes por quien te hizo esto, le cogeremos y tendrá que pagarlo. Tu solo tienes que preocuparte de ponerte bien y recuperarte pronto, tu madre y Alexis están aquí también contigo, entre todas te vamos a cuidar. Vamos a luchar juntos. Te quiero Rick, y a través de la mascarilla le besó en la mano.
Kate sonrió entre las lágrimas, porque antes de retirar su mano, sintió como de modo, casi imperceptible, Castle le apretaba la suya. Fue el modo, que tuvo de decirle, que lo había oído todo.
Kate salió y se encontró con Martha y Alexis.
- ¿Y…? – inquirió Martha sin atreverse a preguntar como estaba su hijo.
- No sé – contestó Kate llorosa – le dije que estaba bien, que me había salvado, le cogí la mano y juraría que me ha escuchado, que me apretó la mano muy débilmente, pero realmente no sé que pensar.
- ¿Y si se muere? – preguntó Alexis de pronto.
- No pienses en eso – le contestó su abuela – hay que ser fuertes y esperar un milagro, mientras tenga vida hay esperanza.
Salieron a la sala de espera donde estaban los demás. Se acercaron a ellas que les informaron de cómo estaba Castle. A pesar de lo tarde que era, Esposito y Ryan, dijeron que se iban a comisaría, no querían perder ni un minuto en empezar a averiguar algo e intentar coger al tipo que le había hecho eso a su amigo.
Lanie les preguntó que iban a hacer.
- Yo me quedo – dijo resuelta Kate.
- Y yo – dijo Alexis.
Martha las miró a las dos. Era tardísimo. Su nieta estaba pálida y temblorosa. Kate, hecha una pena. Ella las entendía, lo que realmente deseaba era quedarse allí y no moverse del lado de Richard, pero realmente allí no hacían nada, no podían estar con él, estaban agotadas, y lo peor, si ocurría alguna desgracia, prefería que Alexis no estuviera presente. Así que se hizo la fuerte y dijo:
- Aquí no hacemos nada, ya lo dijo el doctor, le dejamos los teléfonos y nos vamos a descansar.
- Pero abuela… – protestó Alexis.
- Nada de abuela, aquí no podemos quedarnos, volvemos mañana.
- Iros vosotras – dijo Kate obstinada – yo me quedó aquí.
- Pero Kate – dijo Lanie – estás agotada y dolorida. Llevas en el cuerpo un tranquilizante y varios analgésicos, tienes que irte a descansar.
- Me da igual – contestó terca – no voy a separarme de Rick.
- No te voy a dejar aquí en el estado en que te encuentras y durmiendo en una silla, Richard no me lo perdonaría, así que te vienes a casa con nosotras – dijo Martha firme – dormimos unas horas, nos aseamos y cambiamos de ropa y estamos aquí de nuevo a primera hora de la mañana.
- Pero… – volvió a intervenir Kate.
- Pero nada, te vienes con nosotras y no se hable más – replicó Martha con firmeza.
Así hicieron, después de dejar los números de teléfono, tomaron un taxi que las llevó hasta la casa. Iban las tres muy calladas. Cuando llegaron, Martha propuso que deberían comer algo, pero ninguna tenía hambre. Ella de todas formas preparó un chocolate caliente y casi obligó a las dos tomar una taza con unas galletas, al igual que se obligaba a ella a comer algo, aunque todo le sabía a tierra.
Se fueron a la cama, pero ninguna podía dormir. Kate se fue al dormitorio de él, que también era el suyo. Sacó la camiseta que él se ponía para dormir y se la puso, tenía su olor, sin poderlo evitar se puso a llorar. Era la primera vez que dormía sola desde hacía meses y lo echaba terriblemente de menos.
Pensar que podía morirse y no verlo nunca más, y recordar además que esa mañana se fueron enfadados cada uno por un lado y que él tenía razón en lo de que podía pasarle algo, empezó a angustiarla. Sentía como si una mano de hierro le atenazase la garganta y no la dejase respirar. Si hubiera estado sola se habría puesto a gritar como una loca.
Se abrió la puerta y una cabeza se asomó.
- ¿Kate? – preguntó Alexis.
- ¿Si? – hipó ella.
- ¿Puedo pasar?
- Claro – dijo mientras se limpiaba las lágrimas que no dejaban de caer.
- No quiero estar sola, la abuela está encerrada en su cuarto llorando… ¿puedo quedarme contigo?
- Claro, ven – dijo haciéndole sitio en la cama.
- Tengo miedo – dijo la niña – no quiero que se muera.
Kate intentó hacerse la fuerte, pero no podía.
- Yo también tengo miedo, Alexis, mucho miedo.
- No quiero dormirme, ¿y si llaman del hospital y no nos enteramos?
- No te preocupes, yo estoy aquí.
Alexis se arrimó a ella buscando consuelo. Se abrazaron.
- Papá te quiere mucho, ¿sabes?
- Lo sé – respondió, pensando con amargura, que ella nunca le había dicho que lo quería, hasta esa tarde en que él no pudo enterarse.
Guardaron silencio y a pesar de los esfuerzos para no dormirse, el cansancio las venció y las dos se quedaron dormidas.
Amanecía cuando Kate se despertó. De momento pensó que todo lo ocurrido el día anterior había sido una pesadilla, pero al ir a levantarse y ver a Alexis allí acostada comprendió que no había sido un mal sueño.
Se metió en la ducha con cuidado de no mojarse el brazo escayolado, menos mal que tenía allí ropa, así que pudo cambiarse. Bajó y en la cocina estaba Martha. Kate nunca le había visto tan mala cara, ni cuando apareció Alexander de manera repentina. Vestía de negro y apenas si llevaba maquillaje, por lo que las ojeras y la palidez estaban más acentuadas.
- Buenos días, querida, ¿dormiste algo?
- Algo si, el cansancio pudo conmigo.
- ¿Ha estado Alexis contigo? – preguntó – no la he visto en su habitación esta mañana.
- Si, no quería estar sola, y como tu estabas…
- Si, ya sé, ¿un poco de café?
- Si, por favor.
Toma – le dijo ofreciéndole una taza – voy a despertar a Alexis. Hay que volver al hospital.
CONTINUARÁ...
NOTA: Pido disculpas de antemano si he escrito alguna barbaridad médica. Mis conocimientos de medicina, se limitan a lo aprendido viendo "Urgencias" y "Anatomía de Grey"
Capítulo 24:
Esposito se giró hacia Becket al oír el grito de Lanie y alcanzó a ver como Castle la empujaba con fuerza desviándola de la trayectoria de aquel coche negro que a gran velocidad se le echaba encima a ella, recibiendo él mismo todo el impacto y saliendo volando por los aires, para caer pesadamente sobre el asfalto, metros adelante y como aquel maldito coche salía huyendo y desaparecía de la calle.
Esposito corrió hacia Kate, que aturdida se intentaba levantar del suelo, mientras se quejaba sujetándose el brazo izquierdo.
- Becket, ¿estás bien? – le pregunto Esposito preocupado.
- Si, estoy bien, solo me he lastimado el brazo, Castle me salvó, ¿Dónde está?
Alrededor de Richard Castle se había formado un remolino de gente, entre los que estaban Lanie y Ryan, así como otros policías que habían acudido al escuchar el golpe y ver el accidente. Estaba bocabajo en el suelo, inconsciente y sangraba abundantemente por una herida que tenía en la cabeza.
Esposito y Becket se acercaron. Lanie estaba agachada junto al cuerpo de Castle buscándole el pulso, vio venir a su amiga y quiso evitar que lo viera en ese estado.
- ¡Kate, no!, ¡no te acerques! – le pidió Lanie – ya Ryan ha llamado a una ambulancia, ya vienen para acá.
Pero Becket no la escuchaba, y se acercó hasta él. Cuando lo vio con su imponente envergadura tirado en medio de un charco de sangre y desmadejado como un muñeco roto se arrodilló a su lado mirándolo horrorizada y llorando como una niña, se dirigió a Lanie.
- ¿Está…? – preguntó con un hilo de voz.
- Aún tiene pulso contestó Lanie, pero muy débil.
- ¡Castle! – gritó – ¡Rick, por favor no te mueras, aguanta!
Pero Castle no contesta, está tan pálido que parece muerto.
- Rick, por favor, no me dejes – lloraba histérica – te quiero Rick, te quiero, por favor no te mueras, no lo soportaría. ¡Rick!
Becket empieza a ponerse muy nerviosa, es consciente de que Castle le ha salvado, ella por su parte está muy magullada y parece que con el brazo izquierdo muy lastimado, pero nada más.
A lo lejos se oye la sirena de la ambulancia, en seguida se para allí cerca y se acercan los médicos, pidiendo que les dejasen espacio para actuar.
Entre Ryan, Esposito y Lanie apartan a Kate, los médicos se acercan a Castle, lo atienden y con el mayor de los cuidados lo suben a una camilla y se lo llevan en la ambulancia.
Becket grita desesperada porque quiere ir con él, pero sus amigos le dicen que no puede, que ellos irán detrás en el coche, después de informarse a que hospital van a llevarlo.
En la sala de espera del Hospital Monte Sinaí de Nueva York, Becket, Esposito, Ryan y Lanie, esperaban a que los médicos les diesen noticias sobre el estado de Castle. Montgomery se quedó encargado de avisar a Martha y a Alexis y él mismo se ocuparía de recogerlas y llevarlas al hospital. Después de mucho insistirle, pues no quería apartarse de allí, Lanie consiguió que a Becket le hicieran un exhaustivo reconocimiento médico.
Una vez hecho este le confirmaron que estaba bien, solo se había hecho algunas magulladuras y fracturado la muñeca izquierda al caer al suelo, pero había sido una fractura limpia. Tuvieron que inyectarle un sedante pues estaba tan nerviosa, que no podían hacerle las placas, después le escayolaron el brazo y le dieron dos analgésicos para el dolor. El médico que la atendió dijo que pasaría algunos días con dolores, pero más nada.
Llevaban allí ya un rato, sin tener noticias de Castle, cuando Martha y Alexis, cogidas de la mano y acompañadas del capitán Montgomery se acercaron por el pasillo.
Becket las vio llegar y se levantó enseguida acercándose a ellas.
- Martha, Alexis, lo siento, lo siento mucho, fue mi culpa, si no hubiera sido por mi no hubiera pasado esto.
- ¿Cómo está mi padre?, ¿os han dicho algo? – preguntó Alexis con voz temblorosa.
- Si, ¿se sabe algo? – preguntó también el capitán.
- Solo sabemos que llegó con vida, todavía sigue en quirófano, los médicos siguen con él – dijo Lanie acercándose a ellas – venid, sentaos aquí.
- Lo siento, lo siento – volvía a repetir Kate una y otra vez – no paraba de decirme que tuviera cuidado y no quise hacerle caso.
- Tranquila hija, no ha sido tu culpa – la consoló Martha – el capitán nos contó como sucedió todo. No se pudo evitar. Richard hizo lo que tenía que hacer. ¿Tu como estás?
- Si Kate, tu no tienes la culpa de nada – le dijo Alexis, mientras se acercaba a ella y la abrazaba – me alegro que al menos tu estés bien. ¿Te lastimaste el brazo?
- Si, al caer, me fracturé la muñeca, pero solo eso.
- ¿Te duele mucho? – preguntó de nuevo la pelirroja.
- No, no duele – dijo ella llorosa – esto no duele.
Se sentaron juntas a esperar. Castle debía estar muy mal, pues pasaba el tiempo y no tenían noticias.
Casi nueve horas después de haber llegado al hospital por fin un médico aún con la ropa de quirófano y con el rostro marcado por el agotamiento llegó a la sala.
- ¿Familiares de Richard Castle? – preguntó este.
- Somos nosotros – contestó Martha y todos se levantaron – ¿Cómo está?
- La verdad es que está muy grave – respondió el médico con
seriedad – las próximas 72 horas son cruciales. Ahora mismo descansa en la Unidad de Cuidados Intensivos. El impacto del coche fue brutal… presenta politraumatismos en todo el cuerpo. Tiene fracturadas las dos piernas y la pelvis, así como varias costillas y el hombro izquierdo. Pero la fractura más grave es la de cráneo, así como la conmoción cerebral que padece. En la operación le hemos colocado una placa de platino para remplazar el fragmento de cráneo que ha perdido.
Alexis lloraba quedamente abrazada a Kate, que permanecía agarrando fuertemente a la chica, casi sin reaccionar. Martha trataba de hacerse la fuerte, pero sus ojeras y su cara pálida demostraban por el trance que estaba pasando.
- Doctor ¿tiene posibilidades? – preguntó Lanie haciéndose cargo de la situación.
- Es un hombre joven y fuerte, y al parecer muy sano. Le hemos inducido el coma hasta que se reduzca la inflamación del cerebro. Estará así durante diez días, y luego habrá que ver si despierta y si hay lesiones irreversibles. Así que debemos esperar.
- Doctor – preguntó Becket con voz temblorosa – si ese impacto lo hubiera recibido yo, ¿Qué me habría pasado?
- Mire señora, yo no estuve presente en el accidente, pero vistos los resultados se puede calcular la violencia del impacto, alguien más menuda que el señor Castle, como es usted, casi seguro hubiese fallecido en el acto.
- ¿Sabe doctor?, ese golpe iba destinado a mi, solo que él me apartó y recibió el impacto por mí – dijo Becket con voz temblorosa y sin poder evitar las lágrimas.
- Pues señora – dijo el médico con gravedad – puede usted decir sin miedo a mentir, que ese hombre le ha salvado la vida, que hoy ha vuelto a nacer. Bien, ahora deben marcharse a su casa y descansar, aquí no hacen nada, no pueden estar con él. Nos dejan un teléfono y nosotros los llamamos y les informamos, si hay alguna novedad.
- ¿No podríamos pasar a verlo aunque fuesen unos minutos? – preguntó Alexis, con una cara tan triste que consiguió conmover al médico.
- De acuerdo vengan conmigo, pero solo unos minutos – contestó este.
Martha y Alexis siguieron al médico. Kate se quedó allí parada, deseaba ir, pero se sentía tan culpable que no se atrevió a moverse. Martha se volvió hacia ella y la tomó de la mano.
- Vamos hija, tu también tienes que verlo. Debes venir con nosotras.
A través de los cristales de la UCI, pudieron ver conmocionadas, la fragilidad de Castle, tendido en aquella cama de hospital, conectado a un montón de aparatos y con un gran vendaje en la cabeza.
Preguntaron si podían pasar a verle, y el médico les dijo que solo una. Becket se dirigió a las otras dos mujeres y les dijo:
- No sé cual de vosotras va a entrar, pero por favor decidle que estoy bien, que me salvó la vida y que no me ha pasado nada.
Martha miró a Alexis y las dos asintieron como poniéndose de acuerdo.
- Debes entrar tu Kate, y decirle que estas bien, si puede escucharte, él tiene que oír tu voz y así sabrá con toda seguridad que no te pasó nada – le dijo Martha con lágrimas en los ojos – dile también que Alexis y yo estamos aquí y que no vamos a dejarle solo.
- Gracias – susurró Kate – gracias por dejarme pasar a mí.
Antes de entrar la vistieron con ropas esterilizadas y una vez dentro se acercó hasta la cama.
- Rick – dijo con voz emocionada, mientras con cuidado le cogía la mano – Rick, soy yo Kate, estoy segura de que puedes oírme por eso estoy aquí. Me salvaste la vida, otra vez Rick, gracias a ti estoy sana y salva. No te preocupes por quien te hizo esto, le cogeremos y tendrá que pagarlo. Tu solo tienes que preocuparte de ponerte bien y recuperarte pronto, tu madre y Alexis están aquí también contigo, entre todas te vamos a cuidar. Vamos a luchar juntos. Te quiero Rick, y a través de la mascarilla le besó en la mano.
Kate sonrió entre las lágrimas, porque antes de retirar su mano, sintió como de modo, casi imperceptible, Castle le apretaba la suya. Fue el modo, que tuvo de decirle, que lo había oído todo.
Kate salió y se encontró con Martha y Alexis.
- ¿Y…? – inquirió Martha sin atreverse a preguntar como estaba su hijo.
- No sé – contestó Kate llorosa – le dije que estaba bien, que me había salvado, le cogí la mano y juraría que me ha escuchado, que me apretó la mano muy débilmente, pero realmente no sé que pensar.
- ¿Y si se muere? – preguntó Alexis de pronto.
- No pienses en eso – le contestó su abuela – hay que ser fuertes y esperar un milagro, mientras tenga vida hay esperanza.
Salieron a la sala de espera donde estaban los demás. Se acercaron a ellas que les informaron de cómo estaba Castle. A pesar de lo tarde que era, Esposito y Ryan, dijeron que se iban a comisaría, no querían perder ni un minuto en empezar a averiguar algo e intentar coger al tipo que le había hecho eso a su amigo.
Lanie les preguntó que iban a hacer.
- Yo me quedo – dijo resuelta Kate.
- Y yo – dijo Alexis.
Martha las miró a las dos. Era tardísimo. Su nieta estaba pálida y temblorosa. Kate, hecha una pena. Ella las entendía, lo que realmente deseaba era quedarse allí y no moverse del lado de Richard, pero realmente allí no hacían nada, no podían estar con él, estaban agotadas, y lo peor, si ocurría alguna desgracia, prefería que Alexis no estuviera presente. Así que se hizo la fuerte y dijo:
- Aquí no hacemos nada, ya lo dijo el doctor, le dejamos los teléfonos y nos vamos a descansar.
- Pero abuela… – protestó Alexis.
- Nada de abuela, aquí no podemos quedarnos, volvemos mañana.
- Iros vosotras – dijo Kate obstinada – yo me quedó aquí.
- Pero Kate – dijo Lanie – estás agotada y dolorida. Llevas en el cuerpo un tranquilizante y varios analgésicos, tienes que irte a descansar.
- Me da igual – contestó terca – no voy a separarme de Rick.
- No te voy a dejar aquí en el estado en que te encuentras y durmiendo en una silla, Richard no me lo perdonaría, así que te vienes a casa con nosotras – dijo Martha firme – dormimos unas horas, nos aseamos y cambiamos de ropa y estamos aquí de nuevo a primera hora de la mañana.
- Pero… – volvió a intervenir Kate.
- Pero nada, te vienes con nosotras y no se hable más – replicó Martha con firmeza.
Así hicieron, después de dejar los números de teléfono, tomaron un taxi que las llevó hasta la casa. Iban las tres muy calladas. Cuando llegaron, Martha propuso que deberían comer algo, pero ninguna tenía hambre. Ella de todas formas preparó un chocolate caliente y casi obligó a las dos tomar una taza con unas galletas, al igual que se obligaba a ella a comer algo, aunque todo le sabía a tierra.
Se fueron a la cama, pero ninguna podía dormir. Kate se fue al dormitorio de él, que también era el suyo. Sacó la camiseta que él se ponía para dormir y se la puso, tenía su olor, sin poderlo evitar se puso a llorar. Era la primera vez que dormía sola desde hacía meses y lo echaba terriblemente de menos.
Pensar que podía morirse y no verlo nunca más, y recordar además que esa mañana se fueron enfadados cada uno por un lado y que él tenía razón en lo de que podía pasarle algo, empezó a angustiarla. Sentía como si una mano de hierro le atenazase la garganta y no la dejase respirar. Si hubiera estado sola se habría puesto a gritar como una loca.
Se abrió la puerta y una cabeza se asomó.
- ¿Kate? – preguntó Alexis.
- ¿Si? – hipó ella.
- ¿Puedo pasar?
- Claro – dijo mientras se limpiaba las lágrimas que no dejaban de caer.
- No quiero estar sola, la abuela está encerrada en su cuarto llorando… ¿puedo quedarme contigo?
- Claro, ven – dijo haciéndole sitio en la cama.
- Tengo miedo – dijo la niña – no quiero que se muera.
Kate intentó hacerse la fuerte, pero no podía.
- Yo también tengo miedo, Alexis, mucho miedo.
- No quiero dormirme, ¿y si llaman del hospital y no nos enteramos?
- No te preocupes, yo estoy aquí.
Alexis se arrimó a ella buscando consuelo. Se abrazaron.
- Papá te quiere mucho, ¿sabes?
- Lo sé – respondió, pensando con amargura, que ella nunca le había dicho que lo quería, hasta esa tarde en que él no pudo enterarse.
Guardaron silencio y a pesar de los esfuerzos para no dormirse, el cansancio las venció y las dos se quedaron dormidas.
Amanecía cuando Kate se despertó. De momento pensó que todo lo ocurrido el día anterior había sido una pesadilla, pero al ir a levantarse y ver a Alexis allí acostada comprendió que no había sido un mal sueño.
Se metió en la ducha con cuidado de no mojarse el brazo escayolado, menos mal que tenía allí ropa, así que pudo cambiarse. Bajó y en la cocina estaba Martha. Kate nunca le había visto tan mala cara, ni cuando apareció Alexander de manera repentina. Vestía de negro y apenas si llevaba maquillaje, por lo que las ojeras y la palidez estaban más acentuadas.
- Buenos días, querida, ¿dormiste algo?
- Algo si, el cansancio pudo conmigo.
- ¿Ha estado Alexis contigo? – preguntó – no la he visto en su habitación esta mañana.
- Si, no quería estar sola, y como tu estabas…
- Si, ya sé, ¿un poco de café?
- Si, por favor.
Toma – le dijo ofreciéndole una taza – voy a despertar a Alexis. Hay que volver al hospital.
CONTINUARÁ...
NOTA: Pido disculpas de antemano si he escrito alguna barbaridad médica. Mis conocimientos de medicina, se limitan a lo aprendido viendo "Urgencias" y "Anatomía de Grey"
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
pobre castle pobre castle dios mioooooooooo NOOOOOOOOOOOO jou
continua pronto gracias por el capitulo escribes excelente
jouuuuuuuuuu
continua pronto gracias por el capitulo escribes excelente
jouuuuuuuuuu
Re: Para siempre, Último Capítulo
Qué triste por favor! pero muy bien escrito, que es lo que hace que se transmita la tristeza, está claro...Espero el siguiente a ver qué tal Castle, pobre! y las chicas también, qué mal lo están pasando!
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: Para siempre, Último Capítulo
Pobre Castle no puedo parar de llorar
Espero que se salve y no le queden secuelas.
Duende- Escritor - Policia
- Mensajes : 1212
Fecha de inscripción : 01/03/2011
Edad : 36
Localización : Galicia
Re: Para siempre, Último Capítulo
sigueloooooo...que no se me mueraaaa
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Para siempre, Último Capítulo
Castle!! Por dios!!
Gracias por otro capítulo!!
Gracias por otro capítulo!!
rakel- Escritor - Policia
- Mensajes : 1218
Fecha de inscripción : 08/01/2011
Edad : 32
Re: Para siempre, Último Capítulo
la virgen,esa escena me ha matado,que no estoy ya para aguantar ciertas cosas jajaja.siguelo cata,que se recupere pronto
Raúl- Moderador
- Mensajes : 1189
Fecha de inscripción : 18/05/2011
Edad : 32
Localización : Parla City
Re: Para siempre, Último Capítulo
CATA, me dejaste sin poder respirar, cada palabra que leia sufria mas!!!!!!!!
Por favor, que se recupere y pueda escuchar el "te quiero" de Kate!!!!!!!!!
No dejes nunca de escribir!!!!!!!!!!!
Gracias por compartirlo con nosotros.
Besosssssssssssssss
Por favor, que se recupere y pueda escuchar el "te quiero" de Kate!!!!!!!!!
No dejes nunca de escribir!!!!!!!!!!!
Gracias por compartirlo con nosotros.
Besosssssssssssssss
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
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