VOLVER A VERTE, Último capítulo
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Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
dnchjukrdhnjd que interesante lo dejas!! Sigue pronto
KBCAlways- As del póker
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Fecha de inscripción : 11/03/2012
Edad : 29
Localización : Granada
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
jaajajaj preciosooo sigueee pronto
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Cata volvisteeeeeeeeeeee
Como no me va a gustar tu historia, LA AMOOOOO
Ahora no lo tortures mas al pobre hombre...se lo haces dificil...ajjajaja
Excelente como siempre
Quiero masssssssssssssssssssssssss
Como no me va a gustar tu historia, LA AMOOOOO
Ahora no lo tortures mas al pobre hombre...se lo haces dificil...ajjajaja
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silvanalino- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Que bonitoooooooooooo. Me encanta
Muchas gracias
fandecastle- Ayudante de policia
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
¡Hola! Os dejo el siguiente capítulo de la historia. Muchas gracias por leer y comentar. Feliz y caluroso fin de semana.
Capítulo 29
MIÉRCOLES 29 DE FEBRERO
Como habían caminado tanto durante el día, los dos cayeron en un sueño profundo. Por primera vez en muchas noches, Rick no tuvo pesadillas.
Un rayo de sol iluminó la habitación y fue llegando justo a la cara de Kate. Cuando le dio en los ojos se despertó.
Estaba cómodamente instalada en los brazos de Rick, con las piernas enredadas con las suyas. Él dormía apaciblemente, esa noche no había habido pesadillas, ella lo miró y sintió unas enormes ganas de besarlo.
Empezó a acariciar su rostro y a darle besitos. Sabía que estaba jugando con fuego, pero le daba igual, lo deseaba, quería hacer el amor con él, no más esperar, ya habían esperado bastante.
Fue metiendo la mano por debajo del pijama para acariciarlo y se topó con la venda elástica que llevaba para su lesión en las costillas. Eso le frenó un poco, realmente no sabía si se encontraría en condiciones de semejante esfuerzo, pero podían intentarlo, todo era cuestión de ir con cuidado, ella no tenía prisa.
Siguió acariciándolo y besándolo suavecito, él en sueños, empezó a responder a sus besos, los gemidos que daba, la animaron a seguir. Lentamente fue abriendo los ojos.
La tenía encima, besándolo, una de sus mayores fantasías se estaba haciendo realidad. Entre jadeos y gemidos, le dio los buenos días.
Ella al verse pillada, se sonrojó y se paró un poco cohibida. Él sonrió diciendo:
- No te pares ahora inspectora, que me dejas con la miel en los labios.
- No quería despertarte – mintió ella.
- ¡Ah!, ¿no? – sonrió él – ¡ven aquí! – y atrayéndola hacia él empezó a besarla a la vez que se daba la vuelta y se colocaba encima suya – ¡Ah Kate!, si quieres que no siga, dilo ya, porque si no, no voy a ser capaz de parar.
- No quiero que te pares – jadeó ella – y tienes razón quería despertarte porque deseo que me hagas el amor, Rick, no sé si te encontrarás en condiciones, pero te necesito.
- Yo también te necesito mi vida.
Empezó a besarla con vehemencia y con pasión.
- Mi vida, vamos a desnudarnos, vamos a conocer nuestros cuerpos... ¿sí? – le dijo él.
Y besándola con dulzura, en los labios, en la mejillas, por toda la cara, por el cuello y sin dejar de acariciarla, la ayuda a sacarse su camisa del pijama, quedando Kate solo en braguitas.
La luz del sol ilumina la habitación por completo. Cuando la ve, se detiene un momento admirado de la redondez de sus formas, de lo blanco de su piel, de lo firme de sus pechos, más generosos de lo que él sospechaba.
Ella se siente apurada y sin darse cuenta se lleva la mano a la cicatriz del pecho, en un intento de ocultarla. Él que lo nota le retira la mano y dulcemente le dice:
- No tienes de que avergonzarte, eres perfecta para mí.
Suavemente comenzó a pasar las yemas de sus dedos, por aquella extensión aterciopelada que se le ofrecía para él solo.
La acarició con suavidad, con detenimiento, estremeciéndose con ella, al mismo tiempo y recibiendo agradecido sus besos y sus pequeñas manos, recorriendo su cabello, su nuca y su espalda.
Se detuvo especialmente en la cicatrices del costado y del pecho, las besó repetidas veces, en un intento de demostrarle que no sentía por ellas ningún tipo de rechazo.
Las caricias comienzan a cobrar más ritmo, al tiempo que los dos se sienten cada vez más excitados. Kate cree estar flotando en una nube de algodón, mientras su cuerpo le descubre todo un cúmulo de sensaciones, hasta ahora desconocidas, pues aunque había disfrutado del sexo en otras ocasiones, lo que Rick le estaba haciendo sentir era totalmente nuevo para ella.
Él que ya se ha deshecho de toda su ropa, incluido el vendaje y acaba de quitarle a ella, sus braguitas, yace a su lado totalmente desnudo y completamente entregado a ese ritual de besos y caricias, que está celebrando sobre su cuerpo.
Cuando se detiene sobre sus pechos y comienza a besarlos, a pasar su lengua sobre los pezones, a llenarlos de caricias y de palabras amorosas, Kate comienza a gemir de placer y a jadear entrecortadamente, volviéndolo a él loco de deseo y llevándolo a aplicarse aún más, a la tarea de hacerla feliz, de conseguir que se sienta amada y especial, la más bella, la más importante, la única mujer sobre la faz de la tierra.
Ella a su vez, escucha sorprendida su propia voz, gimiente, jadeante, rogando que no pare, diciéndole cuanto goza en sus brazos, lo feliz que es. Sobre su vientre siente palpitante, la virilidad de Rick, a todas vistas preparado desde hace mucho rato, pero él aún se contiene, aún se demora, quiere que ella sea feliz, que se sienta absolutamente preparada y lo desee, del mismo modo que él la desea a ella.
Con delicadeza baja la mano hacia la entrepierna de ella, que al no esperarlo, por un instante se tensa nerviosa al sentirlo allí.
- Tranquila mi vida... déjame que te toque mi amor, solo quiero acariciarte, para que estés preparada.... así cariño, así... abre las piernas...
¡Ay Kate, como te amo!, no sabía que se pudiese amar tanto...
Y mientras la besa con pasión en la boca, con su mano acaricia su intimidad, comprobando que ya está preparada para recibirlo y al tiempo arrancándole a ella los primeros gritos de placer, al detenerse y prodigar sus caricias, en el lugar indicado.
- ¡Ahhhh... Rick... mi amooooorr!… ¡¡¡Ahhhhh… mmmm… ahhhhh!!!…Te amo, mi vida, te amo…
Y es entonces cuando él, se coloca entre sus piernas y comienza a penetrarla lentamente. Con suavidad, con veneración.
Pero ella tiene otros planes, lo necesita en su interior ya, así que lo apremia.
- Por favor, Rick, por favor – le suplicaba.
Rick mareado de deseo, ante los gemidos y súplicas de ella, levanta la cara y mirándola de frente, la penetra con fuerza, sintiendo el mayor de los placeres al entrar al cuerpo de ella, al tiempo que le dice:
- Te amo Kate y jamás amaré a nadie como a ti. Eres el amor de mi vida.
Ella le devolvió una sonrisa, animándolo a seguir. Él no se hizo de rogar y comenzó a moverse con mayor intensidad, siguiendo con sus caricias y besos, y con su lengua en los pechos de ella, dándole pequeños y sensuales mordiscos, acelerando cada vez más el ritmo, hasta que la sintió bajo él estremeciéndose y gimiendo, mientras que lo miraba con una mezcla de deseo y placer, que terminaron en un ahogado grito de su nombre : “¡¡¡Riiiccckkk....!!!”, y entonces él supo que ya podía y aceleró el ritmo un poco más, hasta derramarse dentro de ella, sintiendo el más grande, profundo y placentero orgasmo de toda su vida.
Rick abre los ojos, la mira sonriente y la besa en los labios, se retira de encima de ella, recostándose a su lado, la abraza contra él y tira de las mantas, para cubrirse.
- Gracias Rick, ha sido maravilloso – dijo Kate con una enorme sonrisa, pues realmente tenía que reconocer que el escritor se había superado.
- Kate, lo siento – dijo de repente él con tono preocupado.
- ¿Qué es lo que sientes? – respondió ella con cierto tono de alarma.
- No nos cuidamos, Kate, lo hicimos sin protección – dijo con tono culpable – lo siento de verdad pero es que no me pude resistir.
- No te preocupes – contestó con tono de alivio al saber que era esa la preocupación de Rick – no creo que pase nada, ha sido una sola vez. Y ¿Rick?
- Sí, mi vida.
- Si pasara algo, ¿te importaría?
- ¿Te refieres a si te quedaras embarazada?
- Si.
- Por supuesto que no me importaría, ya sabes que tengo vocación de padre, ¿te importaría a ti?
- Bueno, no está dentro de mis planes ser madre todavía, me gustaría esperar un poco, pero, no, no me importaría.
Él la abrazó y la besó.
- ¿Kate?
- ¿Si?
- Luego cuando nos levantemos y desayunemos vamos a ir al hospital.
- ¿Al hospital? – preguntó con asombro – creo que es demasiado pronto para hacerme una prueba de embarazo.
- No es para ti – sonrió él – es para mí. Quiero que me hagan una radiografía para ver cómo están mis costillas, y quiero también que me miren la herida de la ceja a ver si pueden quitarme los puntos. Luego iremos a la farmacia.
- ¿A por una prueba de embarazo?
- No mujer, a comprar condones, pero si estas tan interesada en estar embarazada, a lo mejor no hace falta que nos gastemos el dinero en ellos.
- No es que esté interesada en estar embarazada, pero que conste que si ocurriera no me importaría, y además siento curiosidad por saber que condones usas, si son de una farmacia pija de aquí seguro que son de diseño y firmados por algún conocido diseñador.
- Mis condones solo tienen que ser grandes, Kate, el diseño me da igual.
Ella sonrió y se abrazó a él.
- Te quiero Richard Castle, me lo he negado tanto que me siento en la obligación de decírtelo a cada poco.
- No te sientas obligada, solo dímelo porque te apetezca.
- Es que me apetece mucho, no me cansaría de decírtelo, quiero que te quede bien claro, que Kate Becket está totalmente enamorada de Rick Castle.
- Ya sabes que no me importa que me lo digas muchas veces, porque yo también te quiero Katherine Becket y también me gusta repetírtelo.
Empezaron a besarse y a acariciarse demostrándose su mutuo amor. Viendo que se estaban animando demasiado, fue Rick quien paró diciendo:
- Será mejor que lo dejemos para cuando estemos bien aprovisionados de preservativos. Voy a darme una ducha.
- Aguafiestas – le dijo ella.
- No te enfades, que esta noche nos ponemos al día – le dijo asomando la cabeza por la puerta.
- ¿Hay que esperar hasta la noche? – preguntó inocentemente.
- Huy inspectora, que golosa – dijo mientras reía y se metía para dentro.
Kate sonrió y se desperezó satisfecha. Le daban ganas de meterse con él a la ducha, pero no se quería arriesgar. Tendría que volver a su ginecóloga para que le recetara de nuevo las pastillas anticonceptivas.
Dejó de tomarlas cuando terminó con Josh, desde que lo dejó su vida amorosa había estado bajo mínimos. Tenía muy claro que con quien quería estar era con Castle y no iba a meterse en otras relaciones que no le llevaran a ningún sitio.
Por eso se dedicó a su terapia y a prepararse para poder iniciar una vida con él. Las cosas se dieron de forma distinta a como ella pensaba, pero ahora que estaban juntos no iban a estar pendientes de buscar un preservativo cuando surgiera la ocasión.
En cuanto volviese a Nueva York solucionaría eso. No se dio cuenta que él salía del cuarto de baño, con una toalla envuelta en la cintura y lleno de minúsculas gotitas de agua sobre su piel y su cabello. Le dieron ganas de secarlo a besos, casi se relame de solo pensarlo.
Él la observaba como estaba pensativa en la cama, a medio tapar, ofreciéndole su cuerpo sin ser consciente de ello.
- Kate – dijo llamando su atención.
- ¿Si? – contestó ella saliendo de su ensoñación.
- Será mejor que ahora te duches tú, ¿vale?
Ella vio reflejada en los ojos de él, la misma mirada que tenía que tener puesta ella. Sonrió, levantándose provocativa y luciéndose desnuda delante de él. Le dio un beso en los labios como anticipo a lo que harían después y se metió al cuarto de baño.
Rick sonrió feliz, se vistió con unos vaqueros azul oscuro, camiseta y un jersey gris marengo. Las temperaturas seguían siendo heladoras.
Mientras ella se duchaba, él bajó a la cocina a preparar el desayuno. Ella bajó un rato después con su pijama, para ir a su habitación y vestirse también con ropa cómoda.
Llegó a la cocina donde Rick, le sirvió tortitas con nata y sirope de caramelo. Ella se relamió de gusto, era endemoniadamente golosa y Castle lo sabía. Él también se sirvió tortitas que comió con ganas.
- Veo que tu apetito volvió de las vacaciones – sonrió ella.
- Ha sido el ejercicio de esta mañana mi amor – dijo muy serio.
- ¡Vaya, si llego a saberlo antes te hubiera preparado unas tablas especiales de ejercicios! – dijo ella con tono profesional de entrenador personal.
- Ya habrá tiempo – dijo él – todavía nos quedan muchos días de estar aquí y te aseguro que van a ser inolvidables.
CONTINUARÁ...
Capítulo 29
MIÉRCOLES 29 DE FEBRERO
Como habían caminado tanto durante el día, los dos cayeron en un sueño profundo. Por primera vez en muchas noches, Rick no tuvo pesadillas.
Un rayo de sol iluminó la habitación y fue llegando justo a la cara de Kate. Cuando le dio en los ojos se despertó.
Estaba cómodamente instalada en los brazos de Rick, con las piernas enredadas con las suyas. Él dormía apaciblemente, esa noche no había habido pesadillas, ella lo miró y sintió unas enormes ganas de besarlo.
Empezó a acariciar su rostro y a darle besitos. Sabía que estaba jugando con fuego, pero le daba igual, lo deseaba, quería hacer el amor con él, no más esperar, ya habían esperado bastante.
Fue metiendo la mano por debajo del pijama para acariciarlo y se topó con la venda elástica que llevaba para su lesión en las costillas. Eso le frenó un poco, realmente no sabía si se encontraría en condiciones de semejante esfuerzo, pero podían intentarlo, todo era cuestión de ir con cuidado, ella no tenía prisa.
Siguió acariciándolo y besándolo suavecito, él en sueños, empezó a responder a sus besos, los gemidos que daba, la animaron a seguir. Lentamente fue abriendo los ojos.
La tenía encima, besándolo, una de sus mayores fantasías se estaba haciendo realidad. Entre jadeos y gemidos, le dio los buenos días.
Ella al verse pillada, se sonrojó y se paró un poco cohibida. Él sonrió diciendo:
- No te pares ahora inspectora, que me dejas con la miel en los labios.
- No quería despertarte – mintió ella.
- ¡Ah!, ¿no? – sonrió él – ¡ven aquí! – y atrayéndola hacia él empezó a besarla a la vez que se daba la vuelta y se colocaba encima suya – ¡Ah Kate!, si quieres que no siga, dilo ya, porque si no, no voy a ser capaz de parar.
- No quiero que te pares – jadeó ella – y tienes razón quería despertarte porque deseo que me hagas el amor, Rick, no sé si te encontrarás en condiciones, pero te necesito.
- Yo también te necesito mi vida.
Empezó a besarla con vehemencia y con pasión.
- Mi vida, vamos a desnudarnos, vamos a conocer nuestros cuerpos... ¿sí? – le dijo él.
Y besándola con dulzura, en los labios, en la mejillas, por toda la cara, por el cuello y sin dejar de acariciarla, la ayuda a sacarse su camisa del pijama, quedando Kate solo en braguitas.
La luz del sol ilumina la habitación por completo. Cuando la ve, se detiene un momento admirado de la redondez de sus formas, de lo blanco de su piel, de lo firme de sus pechos, más generosos de lo que él sospechaba.
Ella se siente apurada y sin darse cuenta se lleva la mano a la cicatriz del pecho, en un intento de ocultarla. Él que lo nota le retira la mano y dulcemente le dice:
- No tienes de que avergonzarte, eres perfecta para mí.
Suavemente comenzó a pasar las yemas de sus dedos, por aquella extensión aterciopelada que se le ofrecía para él solo.
La acarició con suavidad, con detenimiento, estremeciéndose con ella, al mismo tiempo y recibiendo agradecido sus besos y sus pequeñas manos, recorriendo su cabello, su nuca y su espalda.
Se detuvo especialmente en la cicatrices del costado y del pecho, las besó repetidas veces, en un intento de demostrarle que no sentía por ellas ningún tipo de rechazo.
Las caricias comienzan a cobrar más ritmo, al tiempo que los dos se sienten cada vez más excitados. Kate cree estar flotando en una nube de algodón, mientras su cuerpo le descubre todo un cúmulo de sensaciones, hasta ahora desconocidas, pues aunque había disfrutado del sexo en otras ocasiones, lo que Rick le estaba haciendo sentir era totalmente nuevo para ella.
Él que ya se ha deshecho de toda su ropa, incluido el vendaje y acaba de quitarle a ella, sus braguitas, yace a su lado totalmente desnudo y completamente entregado a ese ritual de besos y caricias, que está celebrando sobre su cuerpo.
Cuando se detiene sobre sus pechos y comienza a besarlos, a pasar su lengua sobre los pezones, a llenarlos de caricias y de palabras amorosas, Kate comienza a gemir de placer y a jadear entrecortadamente, volviéndolo a él loco de deseo y llevándolo a aplicarse aún más, a la tarea de hacerla feliz, de conseguir que se sienta amada y especial, la más bella, la más importante, la única mujer sobre la faz de la tierra.
Ella a su vez, escucha sorprendida su propia voz, gimiente, jadeante, rogando que no pare, diciéndole cuanto goza en sus brazos, lo feliz que es. Sobre su vientre siente palpitante, la virilidad de Rick, a todas vistas preparado desde hace mucho rato, pero él aún se contiene, aún se demora, quiere que ella sea feliz, que se sienta absolutamente preparada y lo desee, del mismo modo que él la desea a ella.
Con delicadeza baja la mano hacia la entrepierna de ella, que al no esperarlo, por un instante se tensa nerviosa al sentirlo allí.
- Tranquila mi vida... déjame que te toque mi amor, solo quiero acariciarte, para que estés preparada.... así cariño, así... abre las piernas...
¡Ay Kate, como te amo!, no sabía que se pudiese amar tanto...
Y mientras la besa con pasión en la boca, con su mano acaricia su intimidad, comprobando que ya está preparada para recibirlo y al tiempo arrancándole a ella los primeros gritos de placer, al detenerse y prodigar sus caricias, en el lugar indicado.
- ¡Ahhhh... Rick... mi amooooorr!… ¡¡¡Ahhhhh… mmmm… ahhhhh!!!…Te amo, mi vida, te amo…
Y es entonces cuando él, se coloca entre sus piernas y comienza a penetrarla lentamente. Con suavidad, con veneración.
Pero ella tiene otros planes, lo necesita en su interior ya, así que lo apremia.
- Por favor, Rick, por favor – le suplicaba.
Rick mareado de deseo, ante los gemidos y súplicas de ella, levanta la cara y mirándola de frente, la penetra con fuerza, sintiendo el mayor de los placeres al entrar al cuerpo de ella, al tiempo que le dice:
- Te amo Kate y jamás amaré a nadie como a ti. Eres el amor de mi vida.
Ella le devolvió una sonrisa, animándolo a seguir. Él no se hizo de rogar y comenzó a moverse con mayor intensidad, siguiendo con sus caricias y besos, y con su lengua en los pechos de ella, dándole pequeños y sensuales mordiscos, acelerando cada vez más el ritmo, hasta que la sintió bajo él estremeciéndose y gimiendo, mientras que lo miraba con una mezcla de deseo y placer, que terminaron en un ahogado grito de su nombre : “¡¡¡Riiiccckkk....!!!”, y entonces él supo que ya podía y aceleró el ritmo un poco más, hasta derramarse dentro de ella, sintiendo el más grande, profundo y placentero orgasmo de toda su vida.
Rick abre los ojos, la mira sonriente y la besa en los labios, se retira de encima de ella, recostándose a su lado, la abraza contra él y tira de las mantas, para cubrirse.
- Gracias Rick, ha sido maravilloso – dijo Kate con una enorme sonrisa, pues realmente tenía que reconocer que el escritor se había superado.
- Kate, lo siento – dijo de repente él con tono preocupado.
- ¿Qué es lo que sientes? – respondió ella con cierto tono de alarma.
- No nos cuidamos, Kate, lo hicimos sin protección – dijo con tono culpable – lo siento de verdad pero es que no me pude resistir.
- No te preocupes – contestó con tono de alivio al saber que era esa la preocupación de Rick – no creo que pase nada, ha sido una sola vez. Y ¿Rick?
- Sí, mi vida.
- Si pasara algo, ¿te importaría?
- ¿Te refieres a si te quedaras embarazada?
- Si.
- Por supuesto que no me importaría, ya sabes que tengo vocación de padre, ¿te importaría a ti?
- Bueno, no está dentro de mis planes ser madre todavía, me gustaría esperar un poco, pero, no, no me importaría.
Él la abrazó y la besó.
- ¿Kate?
- ¿Si?
- Luego cuando nos levantemos y desayunemos vamos a ir al hospital.
- ¿Al hospital? – preguntó con asombro – creo que es demasiado pronto para hacerme una prueba de embarazo.
- No es para ti – sonrió él – es para mí. Quiero que me hagan una radiografía para ver cómo están mis costillas, y quiero también que me miren la herida de la ceja a ver si pueden quitarme los puntos. Luego iremos a la farmacia.
- ¿A por una prueba de embarazo?
- No mujer, a comprar condones, pero si estas tan interesada en estar embarazada, a lo mejor no hace falta que nos gastemos el dinero en ellos.
- No es que esté interesada en estar embarazada, pero que conste que si ocurriera no me importaría, y además siento curiosidad por saber que condones usas, si son de una farmacia pija de aquí seguro que son de diseño y firmados por algún conocido diseñador.
- Mis condones solo tienen que ser grandes, Kate, el diseño me da igual.
Ella sonrió y se abrazó a él.
- Te quiero Richard Castle, me lo he negado tanto que me siento en la obligación de decírtelo a cada poco.
- No te sientas obligada, solo dímelo porque te apetezca.
- Es que me apetece mucho, no me cansaría de decírtelo, quiero que te quede bien claro, que Kate Becket está totalmente enamorada de Rick Castle.
- Ya sabes que no me importa que me lo digas muchas veces, porque yo también te quiero Katherine Becket y también me gusta repetírtelo.
Empezaron a besarse y a acariciarse demostrándose su mutuo amor. Viendo que se estaban animando demasiado, fue Rick quien paró diciendo:
- Será mejor que lo dejemos para cuando estemos bien aprovisionados de preservativos. Voy a darme una ducha.
- Aguafiestas – le dijo ella.
- No te enfades, que esta noche nos ponemos al día – le dijo asomando la cabeza por la puerta.
- ¿Hay que esperar hasta la noche? – preguntó inocentemente.
- Huy inspectora, que golosa – dijo mientras reía y se metía para dentro.
Kate sonrió y se desperezó satisfecha. Le daban ganas de meterse con él a la ducha, pero no se quería arriesgar. Tendría que volver a su ginecóloga para que le recetara de nuevo las pastillas anticonceptivas.
Dejó de tomarlas cuando terminó con Josh, desde que lo dejó su vida amorosa había estado bajo mínimos. Tenía muy claro que con quien quería estar era con Castle y no iba a meterse en otras relaciones que no le llevaran a ningún sitio.
Por eso se dedicó a su terapia y a prepararse para poder iniciar una vida con él. Las cosas se dieron de forma distinta a como ella pensaba, pero ahora que estaban juntos no iban a estar pendientes de buscar un preservativo cuando surgiera la ocasión.
En cuanto volviese a Nueva York solucionaría eso. No se dio cuenta que él salía del cuarto de baño, con una toalla envuelta en la cintura y lleno de minúsculas gotitas de agua sobre su piel y su cabello. Le dieron ganas de secarlo a besos, casi se relame de solo pensarlo.
Él la observaba como estaba pensativa en la cama, a medio tapar, ofreciéndole su cuerpo sin ser consciente de ello.
- Kate – dijo llamando su atención.
- ¿Si? – contestó ella saliendo de su ensoñación.
- Será mejor que ahora te duches tú, ¿vale?
Ella vio reflejada en los ojos de él, la misma mirada que tenía que tener puesta ella. Sonrió, levantándose provocativa y luciéndose desnuda delante de él. Le dio un beso en los labios como anticipo a lo que harían después y se metió al cuarto de baño.
Rick sonrió feliz, se vistió con unos vaqueros azul oscuro, camiseta y un jersey gris marengo. Las temperaturas seguían siendo heladoras.
Mientras ella se duchaba, él bajó a la cocina a preparar el desayuno. Ella bajó un rato después con su pijama, para ir a su habitación y vestirse también con ropa cómoda.
Llegó a la cocina donde Rick, le sirvió tortitas con nata y sirope de caramelo. Ella se relamió de gusto, era endemoniadamente golosa y Castle lo sabía. Él también se sirvió tortitas que comió con ganas.
- Veo que tu apetito volvió de las vacaciones – sonrió ella.
- Ha sido el ejercicio de esta mañana mi amor – dijo muy serio.
- ¡Vaya, si llego a saberlo antes te hubiera preparado unas tablas especiales de ejercicios! – dijo ella con tono profesional de entrenador personal.
- Ya habrá tiempo – dijo él – todavía nos quedan muchos días de estar aquí y te aseguro que van a ser inolvidables.
CONTINUARÁ...
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Me ha encantado este capitulo! me encanta tu historia y me encanta como escribes!!!
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Cata te superas cada capitulo, me encanta tu ficccccccccccccccccccccc
QUIERO MILLONES DE CAPITULOS MASSSSSSSSSSSSSSS
QUIERO MILLONES DE CAPITULOS MASSSSSSSSSSSSSSS
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
sigueeeeeeeeeeeeeeeee me encantaaa
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Volvía a casa recién que debía haber nuevo cap de esta historia, y no me equivoque =)
Muy buen capítulo, como siempre!
Muy buen capítulo, como siempre!
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
tremendo capi !!!!!!!!!!!!! sigue pronto
castleaddict- As del póker
- Mensajes : 268
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 37
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Hacia tiempo que no comentaba nada sobre tu historia y quiero decirte que me sigue teniendo tan enganchada como el primer dia. Excelente capitulo... espero que lo continues pronto.
amnigl- Autor de best-seller
- Mensajes : 956
Fecha de inscripción : 23/02/2011
Edad : 55
Localización : Córdoba
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
¡Hola! Os dejo un nuevo capítulo. No me gusta mucho y lo veo ñoño, pero el calor tiene mis neuronas bastante perjudicadas.
Aun así espero que os guste. Gracias por leer y comentar.
Capítulo 30
Una vez que terminaron de desayunar se arreglaron y como Castle había propuesto, fueron hasta el hospital de la zona. Rick conocía a uno de los médicos de allí y cuando pudo atenderle y le explicó lo que le había ocurrido, este lo llevó a hacerle una radiografía de tórax, y comprobó que aunque las costillas iban soldando bastante bien, debía de seguir tomándose las cosas con tranquilidad y hacer todo el reposo que pudiera, que diera paseos tranquilos y que hiciera justo lo que tenía pensado hacer esos días, disfrutar de la paz y la tranquilidad de la zona.
También le miró la herida de la ceja y aunque pudo quitarle algunos puntos, la herida era profunda y se le había abierto varias veces, así que tuvo que dejarle otros para que hubiera una buena cicatrización, que le recomendó que se revisara en Nueva York cuando volviera.
Después de la visita al hospital estuvieron paseando por los distintos pueblos de la zona, Bridgehampton, Southhampton, pasearon por sus calles que como pasaba en East Hampton estaban repletas de tiendas de las mejores marcas.
A la hora de comer entraron en un restaurante especializado en pescados de la zona. Durante el suculento almuerzo, Rick le estuvo proponiendo varios planes para hacer los días que le quedaban de pasar allí.
Después de comer, decidieron volver a la casa. Pasaron por una farmacia para comprar más apósitos para la herida de él, y otras cositas que les hacían falta.
Una vez de vuelta en la casa y en vista de que hacía una tarde esplendida Rick le dijo si le apetecía pasear por la playa, ella dijo que llevaban toda la mañana paseando y que estaba cansada, a lo que él le respondió que si volvía a llover se iba a marchar de allí sin haber pisado la playa, y ella le dijo que le daba igual, que estaba demasiado cansada y que le apetecía mucho más sumergirse en ese estupendo jacuzzi que él tenía en su baño.
Castle se quedó un poco cortado, lo del jacuzzi no se le había ocurrido y no tenía ni idea de si ella iba a querer compañía. Kate se había ido a la habitación en la que se instaló el día que llegó allí. Al poco rato la vio salir cargando todas sus cosas y dirigirse muy decidida hacia las escaleras. La siguió y vio como entraba en su dormitorio y guardaba sus cosas en su armario, haciéndose sitio también en los cajones de la cómoda.
Sin ningún tipo de pudor, empezó a quitarse la ropa, quedándose solo en camiseta y bragas. Vestida de esa guisa entró al cuarto de baño y empezó a llenar la bañera. Salió al cuarto de nuevo y allí se encontró a un Rick, que aún no había salido de su asombro, al que le preguntó:
- ¿Tienes sales de baño?
- Tengo algo mejor – le dijo él.
Entró al baño que empezaba a caldearse con el agua caliente y de un cajón sacó una bolsa de red con unas bolas de diferentes aromas.
- Solo tienes que echarlo en la bañera, la presión del agua hará el resto, ¿de qué olor prefieres?
- ¿Cuál te gusta a ti? – dijo ella.
- Uno de mis favoritos es la lavanda – le contestó mientras sacaba una bola de color malva.
Kate la cogió de su mano y la echó a la bañera. Al entrar en contacto con el agua caliente y las burbujas, fue como si la bola explotase o entrara en ebullición y la bañera empezó a llenarse de olorosa espuma.
- ¡Wow! – exclamó Kate mientras se quitaba la camiseta y empezaba a desabrocharse el sujetador – Castle te vas a quedar ahí mirando o vas a compartir este estupendo baño conmigo.
- Claro que lo comparto contigo, me voy quitando la ropa.
Se fue a la habitación y se desnudó dejándose solo puestos los calzoncillos. Se dirigió al baño y ella ya estaba metida dentro del jacuzzi.
- Castle, esto es una auténtica maravilla, ven métete.
Rick no se hizo de rogar, se quitó los calzoncillos y entró en el agua poniéndose junto a ella que tenía la cabeza apoyada en el borde de la bañera, sobre una almohadilla. El cogió otra almohadilla y también reposó la cabeza sobre ella.
Por debajo del agua sintió la mano de Kate que buscaba la suya para tomarla, al tiempo que le decía:
- Gracias por estos días maravillosos, mi amor, muchas gracias.
- No tienes nada que agradecer, soy feliz si tú lo eres.
Siguieron tomados de la mano y hablando bajito, como si temieran que alguien pudiera oírlos.
Estuvieron así mucho rato, disfrutando de las agradables sensaciones que les proporcionaban el agua caliente y las burbujas.
Estaban absolutamente relajados, tanto que el agua se enfriaba y empezaban a adormecerse.
- Será mejor que salgamos, nos vamos a arrugar – dijo él.
- Sí, pero se está tan bien aquí – contestó ella.
- Salgo yo primero – dijo él mientras salía de la bañera y se envolvía en un albornoz. Luego sacó otro del armario y se dirigió a ella.
- ¡Vamos Ariel! Que se te van a arrugar las escamas.
Ella sonrió y se incorporó, ofreciéndole toda su desnudez. Él le acercó el albornoz y la envolvió abrazándola.
- ¿Cómo te sientes?
- Tan relajada que me echaría a dormir.
- Eso está hecho, ven vamos a la cama.
- Estoy mojada.
- No te preocupes, voy a encender la chimenea y a caldear la habitación, ya verás que pronto entras en calor.
Y dejándola sentada en la cama, se aplicó a encender la chimenea. Cuando volvió a acercarse a la cama Kate se había recostado y suspiraba placenteramente.
- ¡Ven Castle, hazme compañía!
No lo pensó dos veces, se acercó a la cama y se acostó junto a ella que enseguida se abrazó a él e incorporándose un poco empezó a besarlo por toda la cara.
- ¡Te quiero, Castle, te quiero tanto! – le decía entre susurros y gemidos.
- Yo también te quiero, vida mía, pero, ¿crees que podrías llamarme Rick ahora que tenemos cierta intimidad?
- No creo que me salga – dijo ella decidida – siempre serás Castle para mí y aunque intente llamarte Rick o Richard, seguro que lo primero que me sale es Castle… o a lo mejor te digo gatito.
- No por favor – masculló él – ni Richard, que es como me llama mi madre, ni gatito, odio ese mote.
- No te preocupes – dijo ella riendo – no tienes nada de gatito, más bien de tigre.
Siguieron besándose cada vez más entusiasmados, ella empezó a abrirle el albornoz y a besar cada lugar de su cuerpo que dejaba al descubierto. Ninguno de los dos tenía nada puesto debajo.
En esta ocasión es Kate la que lleva la voz cantante, no deja de acariciarle, de besarle, quiere sorprenderlo. La noche anterior le hizo el amor con tanta dedicación y tanta entrega, que sentía que debía de corresponderle de alguna manera, así que poco a poco va bajando su mano hasta el bajo vientre de él, y empieza a acariciar esa zona.
A la vez sigue jugando con su lengua y va besando y lamiendo lo que antes ha acariciado y cuando llega a ese lugar, se detiene y se esmera y va recorriendo centímetro a centímetro, esa zona del cuerpo de Rick
Al poco rato es Castle, quién vuelve a dominar la situación, y se dedica a prodigar a Kate, caricias que siempre deseó hacerle. Su lengua ocupo y recorrió cada rincón de su cuerpo y con el único objetivo de hacerla gozar más que nunca, la llevó hasta cimas de placer, que Kate nunca antes había experimentado...
Se amaron con el cuerpo y con el alma, en diferentes posturas, experimentaron sensaciones que no pensaron jamás que existiesen... llegaron al éxtasis, tantas veces, que Rick sonriente, se dijo a sí mismo: “¡Castle, esta noche has estado superior, has batido el récord!”, para terminar dormidos, exhaustos de amor, sudorosos de pasión y agotados de deseo.
Kate se despertó sobre las ocho de la tarde, feliz, satisfecha y hambrienta.
Rick dormía apaciblemente a su lado, estaba tan mono, la había hecho sentirse tan bien, que empezó a darle besitos por toda la cara.
Como respuesta, él bostezó, abrió los ojos y le sonrió mirándola con adoración.
- ¿Todavía no estás satisfecha inspectora? – preguntó con una sonrisa pícara.
- No – dijo ella mordiéndose el labio inferior – pero eso lo dejamos para después. Ahora tengo otras necesidades básicas que satisfacer.
- ¿Cómo cuáles? – le preguntó él, pero antes de que ella pudiera responder, le oyó rugir las tripas – ¡ah!, ya oigo cuáles son esas necesidades. Pues venga vamos a comer algo.
- ¿Se puede pedir pizza a algún sitio?, me muero por una pizza de queso – se relamió de gusto solo de pensarlo.
- Claro que sí, enseguida la encargo.
Se levantó, y acercándose a la cómoda la abrió cogiendo unos calzoncillos limpios. Ella lo miraba recreándose en su cuerpo. Luego se puso ropa cómoda y sacando ropa de ella de otro cajón, se la acercó diciendo:
- Anda vístete, yo bajo a encargar las pizzas.
Ella se vistió y entró al baño a dejar colgados los dos albornoces, vació la bañera y lo recogió un poco.
Intentó peinarse pero haber estado retozando y luego haberse quedado dormida, no había sido muy bueno para su cabeza, así que se peinó lo mejor que pudo y se recogió el cabello en una cola de caballo.
Cuando bajó, la mesa estaba puesta y antes de que se diera cuenta, el repartidor de pizza llegaba con su encargo.
Comieron con apetito, luego se sentaron a ver un maratón de películas de miedo. Como habían dormido siesta, aguantaron dos películas. Fue Castle quien pasó más miedo de los dos y más de una vez escondió la cabeza en el regazo de ella.
Cuando iba a empezar la emisión de la tercera película, Castle dijo que se iba a la cama, y con carita de niño y poniendo pucheritos, le dijo que tenía mucho miedo y no quería ir solo hasta el cuarto, que si le acompañaba.
Ella no pudo evitar echarse a reír ante la cara de cordero degollado de él, y gastándole bromas por su miedo, fueron subiendo las escaleras.
Al llegar a la habitación y como si tuvieran un imán, empezaron a besarse y a abrazarse. Era como si se estuvieran poniendo al día de todo el tiempo que se habían deseado mutuamente. Entre jadeos cayeron en la cama, donde poco a poco se fueron desnudando y volvieron a hacer el amor con la pasión que se estaba haciendo costumbre en ellos.
CONTINUARÁ…
Aun así espero que os guste. Gracias por leer y comentar.
Capítulo 30
Una vez que terminaron de desayunar se arreglaron y como Castle había propuesto, fueron hasta el hospital de la zona. Rick conocía a uno de los médicos de allí y cuando pudo atenderle y le explicó lo que le había ocurrido, este lo llevó a hacerle una radiografía de tórax, y comprobó que aunque las costillas iban soldando bastante bien, debía de seguir tomándose las cosas con tranquilidad y hacer todo el reposo que pudiera, que diera paseos tranquilos y que hiciera justo lo que tenía pensado hacer esos días, disfrutar de la paz y la tranquilidad de la zona.
También le miró la herida de la ceja y aunque pudo quitarle algunos puntos, la herida era profunda y se le había abierto varias veces, así que tuvo que dejarle otros para que hubiera una buena cicatrización, que le recomendó que se revisara en Nueva York cuando volviera.
Después de la visita al hospital estuvieron paseando por los distintos pueblos de la zona, Bridgehampton, Southhampton, pasearon por sus calles que como pasaba en East Hampton estaban repletas de tiendas de las mejores marcas.
A la hora de comer entraron en un restaurante especializado en pescados de la zona. Durante el suculento almuerzo, Rick le estuvo proponiendo varios planes para hacer los días que le quedaban de pasar allí.
Después de comer, decidieron volver a la casa. Pasaron por una farmacia para comprar más apósitos para la herida de él, y otras cositas que les hacían falta.
Una vez de vuelta en la casa y en vista de que hacía una tarde esplendida Rick le dijo si le apetecía pasear por la playa, ella dijo que llevaban toda la mañana paseando y que estaba cansada, a lo que él le respondió que si volvía a llover se iba a marchar de allí sin haber pisado la playa, y ella le dijo que le daba igual, que estaba demasiado cansada y que le apetecía mucho más sumergirse en ese estupendo jacuzzi que él tenía en su baño.
Castle se quedó un poco cortado, lo del jacuzzi no se le había ocurrido y no tenía ni idea de si ella iba a querer compañía. Kate se había ido a la habitación en la que se instaló el día que llegó allí. Al poco rato la vio salir cargando todas sus cosas y dirigirse muy decidida hacia las escaleras. La siguió y vio como entraba en su dormitorio y guardaba sus cosas en su armario, haciéndose sitio también en los cajones de la cómoda.
Sin ningún tipo de pudor, empezó a quitarse la ropa, quedándose solo en camiseta y bragas. Vestida de esa guisa entró al cuarto de baño y empezó a llenar la bañera. Salió al cuarto de nuevo y allí se encontró a un Rick, que aún no había salido de su asombro, al que le preguntó:
- ¿Tienes sales de baño?
- Tengo algo mejor – le dijo él.
Entró al baño que empezaba a caldearse con el agua caliente y de un cajón sacó una bolsa de red con unas bolas de diferentes aromas.
- Solo tienes que echarlo en la bañera, la presión del agua hará el resto, ¿de qué olor prefieres?
- ¿Cuál te gusta a ti? – dijo ella.
- Uno de mis favoritos es la lavanda – le contestó mientras sacaba una bola de color malva.
Kate la cogió de su mano y la echó a la bañera. Al entrar en contacto con el agua caliente y las burbujas, fue como si la bola explotase o entrara en ebullición y la bañera empezó a llenarse de olorosa espuma.
- ¡Wow! – exclamó Kate mientras se quitaba la camiseta y empezaba a desabrocharse el sujetador – Castle te vas a quedar ahí mirando o vas a compartir este estupendo baño conmigo.
- Claro que lo comparto contigo, me voy quitando la ropa.
Se fue a la habitación y se desnudó dejándose solo puestos los calzoncillos. Se dirigió al baño y ella ya estaba metida dentro del jacuzzi.
- Castle, esto es una auténtica maravilla, ven métete.
Rick no se hizo de rogar, se quitó los calzoncillos y entró en el agua poniéndose junto a ella que tenía la cabeza apoyada en el borde de la bañera, sobre una almohadilla. El cogió otra almohadilla y también reposó la cabeza sobre ella.
Por debajo del agua sintió la mano de Kate que buscaba la suya para tomarla, al tiempo que le decía:
- Gracias por estos días maravillosos, mi amor, muchas gracias.
- No tienes nada que agradecer, soy feliz si tú lo eres.
Siguieron tomados de la mano y hablando bajito, como si temieran que alguien pudiera oírlos.
Estuvieron así mucho rato, disfrutando de las agradables sensaciones que les proporcionaban el agua caliente y las burbujas.
Estaban absolutamente relajados, tanto que el agua se enfriaba y empezaban a adormecerse.
- Será mejor que salgamos, nos vamos a arrugar – dijo él.
- Sí, pero se está tan bien aquí – contestó ella.
- Salgo yo primero – dijo él mientras salía de la bañera y se envolvía en un albornoz. Luego sacó otro del armario y se dirigió a ella.
- ¡Vamos Ariel! Que se te van a arrugar las escamas.
Ella sonrió y se incorporó, ofreciéndole toda su desnudez. Él le acercó el albornoz y la envolvió abrazándola.
- ¿Cómo te sientes?
- Tan relajada que me echaría a dormir.
- Eso está hecho, ven vamos a la cama.
- Estoy mojada.
- No te preocupes, voy a encender la chimenea y a caldear la habitación, ya verás que pronto entras en calor.
Y dejándola sentada en la cama, se aplicó a encender la chimenea. Cuando volvió a acercarse a la cama Kate se había recostado y suspiraba placenteramente.
- ¡Ven Castle, hazme compañía!
No lo pensó dos veces, se acercó a la cama y se acostó junto a ella que enseguida se abrazó a él e incorporándose un poco empezó a besarlo por toda la cara.
- ¡Te quiero, Castle, te quiero tanto! – le decía entre susurros y gemidos.
- Yo también te quiero, vida mía, pero, ¿crees que podrías llamarme Rick ahora que tenemos cierta intimidad?
- No creo que me salga – dijo ella decidida – siempre serás Castle para mí y aunque intente llamarte Rick o Richard, seguro que lo primero que me sale es Castle… o a lo mejor te digo gatito.
- No por favor – masculló él – ni Richard, que es como me llama mi madre, ni gatito, odio ese mote.
- No te preocupes – dijo ella riendo – no tienes nada de gatito, más bien de tigre.
Siguieron besándose cada vez más entusiasmados, ella empezó a abrirle el albornoz y a besar cada lugar de su cuerpo que dejaba al descubierto. Ninguno de los dos tenía nada puesto debajo.
En esta ocasión es Kate la que lleva la voz cantante, no deja de acariciarle, de besarle, quiere sorprenderlo. La noche anterior le hizo el amor con tanta dedicación y tanta entrega, que sentía que debía de corresponderle de alguna manera, así que poco a poco va bajando su mano hasta el bajo vientre de él, y empieza a acariciar esa zona.
A la vez sigue jugando con su lengua y va besando y lamiendo lo que antes ha acariciado y cuando llega a ese lugar, se detiene y se esmera y va recorriendo centímetro a centímetro, esa zona del cuerpo de Rick
Al poco rato es Castle, quién vuelve a dominar la situación, y se dedica a prodigar a Kate, caricias que siempre deseó hacerle. Su lengua ocupo y recorrió cada rincón de su cuerpo y con el único objetivo de hacerla gozar más que nunca, la llevó hasta cimas de placer, que Kate nunca antes había experimentado...
Se amaron con el cuerpo y con el alma, en diferentes posturas, experimentaron sensaciones que no pensaron jamás que existiesen... llegaron al éxtasis, tantas veces, que Rick sonriente, se dijo a sí mismo: “¡Castle, esta noche has estado superior, has batido el récord!”, para terminar dormidos, exhaustos de amor, sudorosos de pasión y agotados de deseo.
Kate se despertó sobre las ocho de la tarde, feliz, satisfecha y hambrienta.
Rick dormía apaciblemente a su lado, estaba tan mono, la había hecho sentirse tan bien, que empezó a darle besitos por toda la cara.
Como respuesta, él bostezó, abrió los ojos y le sonrió mirándola con adoración.
- ¿Todavía no estás satisfecha inspectora? – preguntó con una sonrisa pícara.
- No – dijo ella mordiéndose el labio inferior – pero eso lo dejamos para después. Ahora tengo otras necesidades básicas que satisfacer.
- ¿Cómo cuáles? – le preguntó él, pero antes de que ella pudiera responder, le oyó rugir las tripas – ¡ah!, ya oigo cuáles son esas necesidades. Pues venga vamos a comer algo.
- ¿Se puede pedir pizza a algún sitio?, me muero por una pizza de queso – se relamió de gusto solo de pensarlo.
- Claro que sí, enseguida la encargo.
Se levantó, y acercándose a la cómoda la abrió cogiendo unos calzoncillos limpios. Ella lo miraba recreándose en su cuerpo. Luego se puso ropa cómoda y sacando ropa de ella de otro cajón, se la acercó diciendo:
- Anda vístete, yo bajo a encargar las pizzas.
Ella se vistió y entró al baño a dejar colgados los dos albornoces, vació la bañera y lo recogió un poco.
Intentó peinarse pero haber estado retozando y luego haberse quedado dormida, no había sido muy bueno para su cabeza, así que se peinó lo mejor que pudo y se recogió el cabello en una cola de caballo.
Cuando bajó, la mesa estaba puesta y antes de que se diera cuenta, el repartidor de pizza llegaba con su encargo.
Comieron con apetito, luego se sentaron a ver un maratón de películas de miedo. Como habían dormido siesta, aguantaron dos películas. Fue Castle quien pasó más miedo de los dos y más de una vez escondió la cabeza en el regazo de ella.
Cuando iba a empezar la emisión de la tercera película, Castle dijo que se iba a la cama, y con carita de niño y poniendo pucheritos, le dijo que tenía mucho miedo y no quería ir solo hasta el cuarto, que si le acompañaba.
Ella no pudo evitar echarse a reír ante la cara de cordero degollado de él, y gastándole bromas por su miedo, fueron subiendo las escaleras.
Al llegar a la habitación y como si tuvieran un imán, empezaron a besarse y a abrazarse. Era como si se estuvieran poniendo al día de todo el tiempo que se habían deseado mutuamente. Entre jadeos cayeron en la cama, donde poco a poco se fueron desnudando y volvieron a hacer el amor con la pasión que se estaba haciendo costumbre en ellos.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
muy bueno sigue pronto esta muy bien
castlelover- As del póker
- Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 26/02/2012
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Tenia tantas ganas de leer tu fic que se me hizo corto xD sigue pronto
KBCAlways- As del póker
- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 11/03/2012
Edad : 29
Localización : Granada
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
No se por que no te gusta, a mi me encantoooo
Cata, ya solo me queda decirte SIGUELOOOOO a pesar que tengas calor, no dejes de escribir, de ultima te mando un aire acondicionado!!!
Cata, ya solo me queda decirte SIGUELOOOOO a pesar que tengas calor, no dejes de escribir, de ultima te mando un aire acondicionado!!!
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
preciosoooo sigueee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Hermoso capítulo!!! La verdad que escribis fantástico, no me canso ni me cansaré de repetirlo =)
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
Bueno ya he podido ponerme al día, la verdad es que se suben tantos fics que se necesita tiempo para ir leyendolos todos.
Muy romántico todo en general. Describes escenas de esas que hacen soñar, y eso es bueno.
Felicidades, imagino que ya debe quedar poco para el final. Espero que no tardes demasiado.
Muy romántico todo en general. Describes escenas de esas que hacen soñar, y eso es bueno.
Felicidades, imagino que ya debe quedar poco para el final. Espero que no tardes demasiado.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
continua pronto
castleaddict- As del póker
- Mensajes : 268
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 37
Re: VOLVER A VERTE, Último capítulo
¡Hola! Siento la tardanza, pero el tiempo va en mi contra. A ver si este fin de semana me da tiempo a escribir otro, que tendría que terminar la historia, pero los personajes se me rebelan.
Espero que os guste el capítulo. Gracias por leer y comentar.
¡Feliz fin de semana!
Capítulo 31
JUEVES 1 DE MARZO
Amaneció como el día anterior, fresco y soleado. Kate se despertó descansada y relajada. Esos días de asueto en Los Hamptons, dedicándose por primera vez en mucho tiempo a vivir en paz y a disfrutar de la vida, le estaban sentando de maravilla.
Había cogido algo de peso, y el sol había coloreado sus mejillas. El amor y la pasión que Castle le estaba prodigando la hacían sentirse tan importante y tan amada, que por primera vez en mucho tiempo Kate se dio cuenta que era completamente feliz.
Se volvió a mirarlo. Yacía boca arriba y dormía tranquilo. La primera noche que durmieron juntos fue la última noche que Castle tuvo pesadillas. Desde ese día había dormido tranquilo y relajado. También había recuperado el apetito y como Kate estaba más repuesto.
Miró el reloj de la mesilla y como era temprano aun decidió dejarlo dormir un poco más. Se acercó a besarlo, y luego se levantó y se metió en la ducha.
Terminó de arreglarse y bajó a preparar el desayuno. Le encantaba esa casa y poder cocinar mirando al mar. Estaba totalmente abstraída mientras preparaba unos huevos revueltos y no se dio cuenta que no estaba sola, hasta que sintió unos brazos que le rodeaban la cintura y la cabeza de Castle que se apoyaba en su hombro dándole los buenos días y un tierno beso.
Ella sonrió y giró la cara para responderle.
- ¡Buenos días dormilón!, ¿descansaste?
- De maravilla, desde que estás en mi vida, duermo como un angelito – le dijo mimoso, mientras volvía a besarla.
- ¿Angelito?, ya será menos – rió alegre – ¿tienes hambre?
- Un poco si – dijo él – veo que ya te has arreglado del todo.
Ella se volvió para servirle el desayuno y comprobó que él todavía estaba en pijama, con los pelos revueltos y descalzo.
- Pero, ¿Cómo bajas así?, te vas a resfriar.
- Me desperté y estaba solito – dijo poniendo puchero – me dio pena de mí mismo y bajé enseguida a buscarte.
- ¡Ay que penita de mi niño! – dijo ella mientras lo besaba y le pellizcaba el cachete – anda siéntate a desayunar.
Desayunaron tranquilos, charlando. Kate le preguntó qué es lo que iban a hacer ese día y él le dijo que podían salir a navegar o ir a visitar un viñedo en East Hampton, Kate dijo que le gustaría hacer las dos cosas y él le dijo que no había problema, pues podían hacer las dos.
Kate decidió que ese día le apetecía navegar, y le preguntó.
- ¿Acaso tienes un barco?
- ¡Que va! – respondió él – solo lo alquilo, es más cómodo, y aunque casi siempre suelo alquilar el mismo, puedo cambiar cuando quiero.
- ¿Sabes navegar? – le preguntó curiosa.
- Tuve que documentarme para un libro y recibí algunas lecciones y si al capitán del barco le ocurriese algo sería perfectamente capaz de manejar el barco y llevarlo a puerto.
- ¡Menos mal! – dijo ella con un alivio exagerado y sin poder evitar la risa – me alegra saber que estaré a salvo contigo.
- Conmigo siempre estarás a salvo, inspectora – la abrazó – además soy un experto poniendo chalecos salvavidas, y no digamos quitándolos.
Una vez que terminaron el desayuno, Rick subió a ducharse, a arreglarse y también aprovechó para llamar a quien solía alquilarle el barco, que era un viejo amigo. Bajó al rato con un tubo de protección solar, para que ella se pusiera en la cara. Se la ofreció y dándole un beso en la punta de la nariz le dijo:
- No quiero que se queme esa preciosa nariz tuya.
Cogieron el coche y él le dijo que iban a Montauk, que allí es donde siempre alquilaba el barco. Aparcaron en la calle principal y fueron a una coqueta tienda de alimentos, que preparaba bolsas de picnic por encargo. Se podía elegir entre varios surtidos. Eligieron dos distintas para poder compartirlo todo.
A Kate se le hacía la boca agua solo de ver las fotos e de esas delicatesen y leer el contenido de cada una. Le pusieron todo en una coqueta cesta de mimbre con mantel y servilletas de cuadros, rojos y blancos. También llevaban agua y una botella de vino.
- ¡Dios, Castle!, esto es una auténtica pijada, pero me encanta.
- ¿A que si? Y ya verás lo exquisito que está todo.
Cuando fue a pagar ella abrió unos ojos como platos.
- Es carísimo – le susurró – ¿No hubiera sido mejor comprar unos sándwiches en una gasolinera?
- Pero mi vida – dijo sonriendo – que poco glamour.
- No es cuestión de glamour Castle, sino de no derrochar.
- No es derroche, solo son pequeños placeres de la vida que tienes que aprender a disfrutar sin agobiarte ni sentirte culpable – le dijo serio – esto no lo hago todos los días, solo a veces y hoy quería compartirlo contigo.
Ella lo besó y se disculpó diciéndole:
- No me hagas caso, ya sabes que soy así.
En ese instante le sonó el teléfono a Castle. Al ir a descolgar vio que quien llamaba era Lanie. Se lo enseñó a Kate, que puso cara de sorpresa. Descolgó.
- ¿Doctora Parish?, ¿A que se debe el placer de su llamada?
- Te llamaba para agradecerte el detalle que has tenido conmigo, es impresionante, pero ¿por qué chico escritor?
- Hombre escritor, Lanie, hombre escritor, y solo es una sencilla forma de agradecerte lo que has hecho por Kate y por Alexis.
- Bueno, para eso están los amigos, ¿no?, por cierto, ¿cómo estás tratando a mi amiga?
- Me parece que no tiene quejas, ¿quieres que te la pase?
- Ahora mejor no, dile que la quiero, que disfrute mucho y que ya hablaremos con tranquilidad. Dale un beso de mi parte.
- ¿Y para mí no hay beso? - preguntó apenado - ¿a mi no me quieres ni un poquito?
- Un beso también para tí, chi... perdón hombre escritor.
Castle colgó y le dio a Kate el recado de su amiga.
Fueron paseando hasta el muelle. Había unos yates preciosos, algunos eran auténticos palacios flotantes. Allí como en toda la zona, el lujo estaba a la orden del día.
Kate se preguntaba qué tipo de barco habría elegido Castle, había algunos que eran cruceros en miniatura. Castle se paró delante de un bonito velero de casco azul. Era grande, pero bastante modesto en comparación con la mayoría de los que allí había.
Castle la ayudó a subir a bordo, donde los recibió el capitán, un alegre cincuentón de cabellos y barba, plateados y ojos azules.
Rick lo saludó alegre:
- ¡Hola Mike!, ¿Qué tal estás?
- Rick, viejo amigo – le saludó el hombre efusivamente.
- Te presento a mi novia, Kate. Kate, este es Mike.
Los dos se estrecharon las manos cordialmente.
- Encantado Kate, será un placer llevaros a navegar.
Subieron al barco, dejaron el picnic en la pequeña cocina del mismo, y Rick le enseñó el interior de la nave, que además tenía un camarote, una especia de salita y comedor y un pequeño baño.
- Esto es precioso – dijo ella emocionada – es la primera vez que navego en un barco así, he estado en barcos más grandes de pasajeros, pero no en uno así.
- Me alegro de que esta primera vez, sea conmigo – le dijo él besándola suavemente – ven vamos a salir, ya verás lo bonito que se ve el pueblo y el muelle, a medida que nos alejamos de él.
El barco empezó a desatracar, era cierto lo que decía Rick, se veía todo precioso. Estuvieron la mayor parte del tiempo, asomados a la borda.
Afortunadamente el día estaba bueno y la mar muy tranquila, así que pasaron una jornada muy agradable, comprobando Kate lo bonita que era la costa de esa zona y lo encantadores que eran los pueblos a los que se acercaba el barco.
A mediodía decidieron almorzar todas esas delicias que había comprado. Pusieron el mantel sobre la cubierta y comieron y bebieron con apetito, mientras la suave brisa marina, les agitaba los cabellos.
Era ya media tarde, cuando pusieron rumbo de vuelta a Montauk. Rick salía del baño y cuando subió a cubierta, vio a Kate asomada a la proa, su silueta se recortaba contra la luz del sol.
Era una vista preciosa. No pudo resistirse, así que se acercó a ella y poniéndose justo detrás cogió las manos de ella y le levantó los brazos, mientras él la tomaba por la cintura y con guasa le decía:
- Me moría de ganas por hacer un “Titanic” contigo – mientras intentaba emular la famosa escena de la conocida película.
Ella no pudo evitar soltar una carcajada ante la ocurrencia del escritor, y volviéndose hacia él, lo besó en los labios diciendo:
- A mí me hubiese gustado más emular la escena del coche en la bodega.
- A mí también, pero esto es muy pequeño y él único medio de transporte que hay dentro es la bicicleta de Mike, y no tiene que ser muy cómodo hacerlo ahí encima, pero si quieres luego cuando lleguemos a casa lo hacemos en tu coche dentro del garaje y nos imaginamos que estamos en un barco.
Ella siguió riendo.
- Te tomo la palabra y te confieso que nunca lo he hecho en el asiento trasero de un coche.
- ¡Humm! – dijo él – otra primera vez en algo conmigo, esto me gusta. Es bueno crear recuerdos que sean solo de los dos.
- Es buenísimo – murmuró ella que se había vuelto completamente hacia él y lo besaba con pasión – ¿se te ocurre alguna otra escena de Titanic para emular?
- No dibujo muy bien, pero sí sé mirar con atención, si quieres te puedes desnudar para mí y posar, intentaré que no me salga un garabato – él le devolví el beso y le susurraba al oído – mientras no quieras representar cuando el barco se hunde y me eches del tablón.
- Siempre he pensado que Jack también cabía en el tablón – dijo ella - nunca le perdoné a Rose que lo dejara morir de frío. Yo nunca te echaría, nosotros siempre juntos.
- Siempre – contestó emocionado, mientras la abrazaba.
Terminaron de ver como se ponía el sol y como este como una gran bola de fuego se ocultaba en el mar.
Llegaron a Montauk, atracaron el barco y después de recoger sus cosas, se despidieron de Mike, dándole las gracias por el excelente día de navegación y prometiéndole que cuando volvieran a pasar unos días en Los Hamptons volverían a quedar con él, para navegar.
Fueron a buscar el coche, y se dirigieron a la casa. Cuando llegaron, Rick usó el mando a distancia para abrir la puerta del garaje, Kate aparcó y él iba a abrir la puerta para salir cuando ella agarrándole por un brazo le dijo sugerente:
- ¿Te parece un buen momento para terminar de vivir nuestro “Titanic” particular?
- ¿Me estas proponiendo lo que creo?
- Sin lugar a dudas – le dijo con una sonrisa.
Se quitó el chaquetón y se pasó al asiento de atrás.
- ¿No es más cómodo salir y volver a entrar por detrás? – preguntó ella.
- Sí, pero es más emocionante pasarte así desde el asiento de delante – dijo él.
- Pues de acuerdo, allá vamos – y también se quitó su chaqueta de cuero.
Una vez atrás los dos, empezaron a besarse. Poco a poco el ambiente se fue caldeando, terminaron de quitarse la ropa el uno al otro, entre suspiros, besos y jadeos. Estaban cada vez más excitados, aunque el sitio era un poco incómodo, los dos estaban disfrutando de la experiencia.
Ella se subió encima de él a horcajadas y fue así como la penetró. Verla así, jadeando de placer y sudorosa, cabalgando encima suya, tenían a Castle a mil por hora. Sus alientos se mezclaban, al igual que su sudor. Los cristales del coche estaban empañados. Llegaron casi a la vez a un explosivo orgasmo, que los dejó agotados y satisfechos con ella dejada caer sobre el pecho de él.
- Esta ha sido alucinante, una de las mejores veces de mi vida – dijo ella.
- ¿Ah sí? – preguntó él – ¿Cuándo fue la mejor?
- La primera vez que lo hicimos, fue tan maravilloso y sorprendente.
Nunca nadie me ha hecho sentir lo que tú.
- Pues a partir de ahora prepárate amor mío, porque te prometo que cada vez va a ser mejor que la anterior.
- No me cabe ninguna duda.
CONTINUARÁ…
Espero que os guste el capítulo. Gracias por leer y comentar.
¡Feliz fin de semana!
Capítulo 31
JUEVES 1 DE MARZO
Amaneció como el día anterior, fresco y soleado. Kate se despertó descansada y relajada. Esos días de asueto en Los Hamptons, dedicándose por primera vez en mucho tiempo a vivir en paz y a disfrutar de la vida, le estaban sentando de maravilla.
Había cogido algo de peso, y el sol había coloreado sus mejillas. El amor y la pasión que Castle le estaba prodigando la hacían sentirse tan importante y tan amada, que por primera vez en mucho tiempo Kate se dio cuenta que era completamente feliz.
Se volvió a mirarlo. Yacía boca arriba y dormía tranquilo. La primera noche que durmieron juntos fue la última noche que Castle tuvo pesadillas. Desde ese día había dormido tranquilo y relajado. También había recuperado el apetito y como Kate estaba más repuesto.
Miró el reloj de la mesilla y como era temprano aun decidió dejarlo dormir un poco más. Se acercó a besarlo, y luego se levantó y se metió en la ducha.
Terminó de arreglarse y bajó a preparar el desayuno. Le encantaba esa casa y poder cocinar mirando al mar. Estaba totalmente abstraída mientras preparaba unos huevos revueltos y no se dio cuenta que no estaba sola, hasta que sintió unos brazos que le rodeaban la cintura y la cabeza de Castle que se apoyaba en su hombro dándole los buenos días y un tierno beso.
Ella sonrió y giró la cara para responderle.
- ¡Buenos días dormilón!, ¿descansaste?
- De maravilla, desde que estás en mi vida, duermo como un angelito – le dijo mimoso, mientras volvía a besarla.
- ¿Angelito?, ya será menos – rió alegre – ¿tienes hambre?
- Un poco si – dijo él – veo que ya te has arreglado del todo.
Ella se volvió para servirle el desayuno y comprobó que él todavía estaba en pijama, con los pelos revueltos y descalzo.
- Pero, ¿Cómo bajas así?, te vas a resfriar.
- Me desperté y estaba solito – dijo poniendo puchero – me dio pena de mí mismo y bajé enseguida a buscarte.
- ¡Ay que penita de mi niño! – dijo ella mientras lo besaba y le pellizcaba el cachete – anda siéntate a desayunar.
Desayunaron tranquilos, charlando. Kate le preguntó qué es lo que iban a hacer ese día y él le dijo que podían salir a navegar o ir a visitar un viñedo en East Hampton, Kate dijo que le gustaría hacer las dos cosas y él le dijo que no había problema, pues podían hacer las dos.
Kate decidió que ese día le apetecía navegar, y le preguntó.
- ¿Acaso tienes un barco?
- ¡Que va! – respondió él – solo lo alquilo, es más cómodo, y aunque casi siempre suelo alquilar el mismo, puedo cambiar cuando quiero.
- ¿Sabes navegar? – le preguntó curiosa.
- Tuve que documentarme para un libro y recibí algunas lecciones y si al capitán del barco le ocurriese algo sería perfectamente capaz de manejar el barco y llevarlo a puerto.
- ¡Menos mal! – dijo ella con un alivio exagerado y sin poder evitar la risa – me alegra saber que estaré a salvo contigo.
- Conmigo siempre estarás a salvo, inspectora – la abrazó – además soy un experto poniendo chalecos salvavidas, y no digamos quitándolos.
Una vez que terminaron el desayuno, Rick subió a ducharse, a arreglarse y también aprovechó para llamar a quien solía alquilarle el barco, que era un viejo amigo. Bajó al rato con un tubo de protección solar, para que ella se pusiera en la cara. Se la ofreció y dándole un beso en la punta de la nariz le dijo:
- No quiero que se queme esa preciosa nariz tuya.
Cogieron el coche y él le dijo que iban a Montauk, que allí es donde siempre alquilaba el barco. Aparcaron en la calle principal y fueron a una coqueta tienda de alimentos, que preparaba bolsas de picnic por encargo. Se podía elegir entre varios surtidos. Eligieron dos distintas para poder compartirlo todo.
A Kate se le hacía la boca agua solo de ver las fotos e de esas delicatesen y leer el contenido de cada una. Le pusieron todo en una coqueta cesta de mimbre con mantel y servilletas de cuadros, rojos y blancos. También llevaban agua y una botella de vino.
- ¡Dios, Castle!, esto es una auténtica pijada, pero me encanta.
- ¿A que si? Y ya verás lo exquisito que está todo.
Cuando fue a pagar ella abrió unos ojos como platos.
- Es carísimo – le susurró – ¿No hubiera sido mejor comprar unos sándwiches en una gasolinera?
- Pero mi vida – dijo sonriendo – que poco glamour.
- No es cuestión de glamour Castle, sino de no derrochar.
- No es derroche, solo son pequeños placeres de la vida que tienes que aprender a disfrutar sin agobiarte ni sentirte culpable – le dijo serio – esto no lo hago todos los días, solo a veces y hoy quería compartirlo contigo.
Ella lo besó y se disculpó diciéndole:
- No me hagas caso, ya sabes que soy así.
En ese instante le sonó el teléfono a Castle. Al ir a descolgar vio que quien llamaba era Lanie. Se lo enseñó a Kate, que puso cara de sorpresa. Descolgó.
- ¿Doctora Parish?, ¿A que se debe el placer de su llamada?
- Te llamaba para agradecerte el detalle que has tenido conmigo, es impresionante, pero ¿por qué chico escritor?
- Hombre escritor, Lanie, hombre escritor, y solo es una sencilla forma de agradecerte lo que has hecho por Kate y por Alexis.
- Bueno, para eso están los amigos, ¿no?, por cierto, ¿cómo estás tratando a mi amiga?
- Me parece que no tiene quejas, ¿quieres que te la pase?
- Ahora mejor no, dile que la quiero, que disfrute mucho y que ya hablaremos con tranquilidad. Dale un beso de mi parte.
- ¿Y para mí no hay beso? - preguntó apenado - ¿a mi no me quieres ni un poquito?
- Un beso también para tí, chi... perdón hombre escritor.
Castle colgó y le dio a Kate el recado de su amiga.
Fueron paseando hasta el muelle. Había unos yates preciosos, algunos eran auténticos palacios flotantes. Allí como en toda la zona, el lujo estaba a la orden del día.
Kate se preguntaba qué tipo de barco habría elegido Castle, había algunos que eran cruceros en miniatura. Castle se paró delante de un bonito velero de casco azul. Era grande, pero bastante modesto en comparación con la mayoría de los que allí había.
Castle la ayudó a subir a bordo, donde los recibió el capitán, un alegre cincuentón de cabellos y barba, plateados y ojos azules.
Rick lo saludó alegre:
- ¡Hola Mike!, ¿Qué tal estás?
- Rick, viejo amigo – le saludó el hombre efusivamente.
- Te presento a mi novia, Kate. Kate, este es Mike.
Los dos se estrecharon las manos cordialmente.
- Encantado Kate, será un placer llevaros a navegar.
Subieron al barco, dejaron el picnic en la pequeña cocina del mismo, y Rick le enseñó el interior de la nave, que además tenía un camarote, una especia de salita y comedor y un pequeño baño.
- Esto es precioso – dijo ella emocionada – es la primera vez que navego en un barco así, he estado en barcos más grandes de pasajeros, pero no en uno así.
- Me alegro de que esta primera vez, sea conmigo – le dijo él besándola suavemente – ven vamos a salir, ya verás lo bonito que se ve el pueblo y el muelle, a medida que nos alejamos de él.
El barco empezó a desatracar, era cierto lo que decía Rick, se veía todo precioso. Estuvieron la mayor parte del tiempo, asomados a la borda.
Afortunadamente el día estaba bueno y la mar muy tranquila, así que pasaron una jornada muy agradable, comprobando Kate lo bonita que era la costa de esa zona y lo encantadores que eran los pueblos a los que se acercaba el barco.
A mediodía decidieron almorzar todas esas delicias que había comprado. Pusieron el mantel sobre la cubierta y comieron y bebieron con apetito, mientras la suave brisa marina, les agitaba los cabellos.
Era ya media tarde, cuando pusieron rumbo de vuelta a Montauk. Rick salía del baño y cuando subió a cubierta, vio a Kate asomada a la proa, su silueta se recortaba contra la luz del sol.
Era una vista preciosa. No pudo resistirse, así que se acercó a ella y poniéndose justo detrás cogió las manos de ella y le levantó los brazos, mientras él la tomaba por la cintura y con guasa le decía:
- Me moría de ganas por hacer un “Titanic” contigo – mientras intentaba emular la famosa escena de la conocida película.
Ella no pudo evitar soltar una carcajada ante la ocurrencia del escritor, y volviéndose hacia él, lo besó en los labios diciendo:
- A mí me hubiese gustado más emular la escena del coche en la bodega.
- A mí también, pero esto es muy pequeño y él único medio de transporte que hay dentro es la bicicleta de Mike, y no tiene que ser muy cómodo hacerlo ahí encima, pero si quieres luego cuando lleguemos a casa lo hacemos en tu coche dentro del garaje y nos imaginamos que estamos en un barco.
Ella siguió riendo.
- Te tomo la palabra y te confieso que nunca lo he hecho en el asiento trasero de un coche.
- ¡Humm! – dijo él – otra primera vez en algo conmigo, esto me gusta. Es bueno crear recuerdos que sean solo de los dos.
- Es buenísimo – murmuró ella que se había vuelto completamente hacia él y lo besaba con pasión – ¿se te ocurre alguna otra escena de Titanic para emular?
- No dibujo muy bien, pero sí sé mirar con atención, si quieres te puedes desnudar para mí y posar, intentaré que no me salga un garabato – él le devolví el beso y le susurraba al oído – mientras no quieras representar cuando el barco se hunde y me eches del tablón.
- Siempre he pensado que Jack también cabía en el tablón – dijo ella - nunca le perdoné a Rose que lo dejara morir de frío. Yo nunca te echaría, nosotros siempre juntos.
- Siempre – contestó emocionado, mientras la abrazaba.
Terminaron de ver como se ponía el sol y como este como una gran bola de fuego se ocultaba en el mar.
Llegaron a Montauk, atracaron el barco y después de recoger sus cosas, se despidieron de Mike, dándole las gracias por el excelente día de navegación y prometiéndole que cuando volvieran a pasar unos días en Los Hamptons volverían a quedar con él, para navegar.
Fueron a buscar el coche, y se dirigieron a la casa. Cuando llegaron, Rick usó el mando a distancia para abrir la puerta del garaje, Kate aparcó y él iba a abrir la puerta para salir cuando ella agarrándole por un brazo le dijo sugerente:
- ¿Te parece un buen momento para terminar de vivir nuestro “Titanic” particular?
- ¿Me estas proponiendo lo que creo?
- Sin lugar a dudas – le dijo con una sonrisa.
Se quitó el chaquetón y se pasó al asiento de atrás.
- ¿No es más cómodo salir y volver a entrar por detrás? – preguntó ella.
- Sí, pero es más emocionante pasarte así desde el asiento de delante – dijo él.
- Pues de acuerdo, allá vamos – y también se quitó su chaqueta de cuero.
Una vez atrás los dos, empezaron a besarse. Poco a poco el ambiente se fue caldeando, terminaron de quitarse la ropa el uno al otro, entre suspiros, besos y jadeos. Estaban cada vez más excitados, aunque el sitio era un poco incómodo, los dos estaban disfrutando de la experiencia.
Ella se subió encima de él a horcajadas y fue así como la penetró. Verla así, jadeando de placer y sudorosa, cabalgando encima suya, tenían a Castle a mil por hora. Sus alientos se mezclaban, al igual que su sudor. Los cristales del coche estaban empañados. Llegaron casi a la vez a un explosivo orgasmo, que los dejó agotados y satisfechos con ella dejada caer sobre el pecho de él.
- Esta ha sido alucinante, una de las mejores veces de mi vida – dijo ella.
- ¿Ah sí? – preguntó él – ¿Cuándo fue la mejor?
- La primera vez que lo hicimos, fue tan maravilloso y sorprendente.
Nunca nadie me ha hecho sentir lo que tú.
- Pues a partir de ahora prepárate amor mío, porque te prometo que cada vez va a ser mejor que la anterior.
- No me cabe ninguna duda.
CONTINUARÁ…
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