(¿+18?) La tormenta
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Re: (¿+18?) La tormenta
buenisimoo bravo bravo me encanta quien sera ese hombre misterioso ?
moni valdes- As del póker
- Mensajes : 298
Fecha de inscripción : 04/01/2012
Edad : 34
Localización : colombia
Re: (¿+18?) La tormenta
Joder, quien sera el tio misterioso? Y que ganas de leer la luna de miel!!
KBCAlways- As del póker
- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 11/03/2012
Edad : 29
Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 29 Dando la noticia
Pasaron los días y llegó agosto. Beckett y Castle habían disfrutado de la calma y la tranquilidad de tener la casa para ellos solos durante todo julio. Castle seguía organizando el viaje, comprando billetes de avión y de tren, reservando hoteles, buscando lugares que ver, sitios con encanto, espectáculos, la lista era tan variada..., España era un país con cientos de lugares para visitar, así que fue investigando, comprando guías de viajes, siempre teniendo en cuenta los gustos de Beckett. Deseaba que el viaje fura inolvidable para ella. Además en comisaría habían vuelto las absurdas teorías y los deliciosos capuchinos, en este caso solo para los chicos, haciendo que Beckett discutiera con Castle por ese tema, pero él era tajante. Los casos se resolvían con facilidad, a menudo gracias a Castle, aunque Gates nunca lo reconocería.
Estaban sentados cenando tranquilamente, pensando cada uno en sus cosas, hasta que ella rompió el silencio.
-Rick, ¿cómo le diremos a Alexis lo del bebé?
-¿Qué tal esto? Alexis, vas a tener un hermanito, tan fácil como eso.
-Ya…
-Ya empezamos, a ver, ¿qué pasa ahora?
-Bueno, ella y yo hemos tenido algunos problemas y no me gustaría que se lo tomara mal.
-Kate, Alexis es muy madura y sabe de sobra que la llegada del bebé no cambiará en nada lo mucho que yo la quiero. Estoy seguro de que se alegrará por nosotros. Además de pequeña siempre quiso tener un hermano.
-Ya no es tan pequeña.
-Mejor aún, será la hermana mayor, además Alexis irá a la facultad dentro de poco, así que dudo mucho que le molesten los llantos a media noche o cambiar pañales. Kate, tienes que calmarte, cada día tienes una duda nueva con todo esto, te pido por favor, que intentes relajarte, la llegada del bebé supone un bendición para toda la familia, y todo el mundo lo verá así. Ya verás.
-Supongo que tienes razón, perdóname.
-No hay nada que perdonar, entiendo que te sientas insegura, pero tienes que empezar a confiar en mi familia.
-Confío en ellas... –Becket parecía a punto de llorar. Castle suspiró, cada vez que discutían por algo ella acaba así, al borde de las lágrimas. Maldijo en silencio la revolución hormonal. Se acercó a ella y le acarició cariñosamente el rostro. –Vamos cariño no te pongas así, sé que esto está siendo difícil para ti, tranquila.
Despertó de golpe, temblando, Castle a su lado encendió la luz.
-¿Qué ocurre?
-Na… nada, vuelve a dormir.
-Kate estás pálida, ¿has tenido una pesadilla?
-Sí…
-¿Quieres contármela?
-Ha sido horrible… un hombre sin rostro te atacaba a ti en un callejón y yo solo podía verlo, sin poder moverme… yacías en el suelo, desangrándote… luego el hombre se acercó a mí con un cuchillo y…
-Shhh… tranquila, solo era un sueño. Ven aquí. –La abrazó en silencio, dándole besos en el pelo.
-Se llevaba al bebé…
-¿Qué?
-El hombre me apuñalaba y se llevaba a nuestro bebé…
-Eso no va a pasar, solo era un sueño, tranquila, todo está bien, nadie va a llevarse a nuestro bebé. Vamos intenta dormir, mañana vuelven Alexis y mi madre.
Beckett se acomodó sobre su pecho y cerró los ojos, calmándose. Castle sin embargo no pudo pegar ojo, esa pesadilla le había dejado con mal sabor de boca, un mal presentimiento corría por su espalda…
A la mañana siguiente les despertaron unas voces:
-¡Papá!, ¡Kate!, ¿estáis aquí?
-¡Richard!, ¡hemos vuelto!
Castle se apresuró a abrazar a su hija. Llevaba un mes sin verla. Beckett le dio un beso a Martha y luego a Alexis.
-Iba a ir yo a buscaros, ¿por qué no habéis llamado?
-Queríamos daros una sorpresa, ¡papá te he echado tanto de menos!, tengo que contarte un montón de cosas sobre España.
-Yo también, aunque primero voy a darme una ducha, estoy agotada.
Unas horas después estaban los cuatro sentados, comiendo. Alexis hablaba entusiasmada de su viaje, Martha no se mostraba tan entusiasta, algo rarísimo en ella, no dejaba de mirar a Beckett. Sonrió para sí misma. ¿Abuela otra vez?, y estos dos no decían nada, bien, les torturaría un rato.
-Kate, ¿quieres un poco de vino? –Castle y Beckett se miraron. Castle se apresuró a contestar por ella.
-Ahora no puede beber madre, está tomando unas pastillas.
-¿Estás enferma? –Alexis miraba preocupada a Beckett.
-No…, no es nada. Sólo son… unas vitaminas…
-¿Y no puedes beber vino? ¡Qué raro!
-Ya ves…
-Bueno, pues nada de vino. ¿Sabéis? En España conocí a un hombre maravilloso, muy agradable, pero tuve que apartarme…
-¿Y eso por qué?
-A ver si adivino… era demasiado mayor para ti, ¿tenía tu edad?
-No, muy gracioso. Iba a tener un nieto, ¿os imagináis?, un nieto… ¡qué horror!
-Pero Martha, tú eres abuela, y adoras a Alexis ¿no?
-Por supuesto, pero ella ya es mayor, ahora tener un nieto otra vez, me haría sentir tan vieja, menos mal que vosotros no me haríais algo así, ¿verdad?
Beckett miraba a Castle horrorizada quien le respondía con la misma mirada.
-Chicos… ¿ocurre algo?
-No, nada…
-Bueno Alexis, cuéntanos ¿qué tal con Iván?
-Es un chico estupendo, me divertí tanto con él y con su…
-Qué bien…
-Papá cambia esa cara, no me has dejado terminar, con él y con su novio.
-¿Qué?
-Pues eso, Iván es gay, es un chico encantador y lo adoro, ahora somos como hermanos. Le he invitado a venir a casa unos días en Navidad, ¿te parece mal?
Gay… gay… gay… ¡gay! -¿Mal?, ¡me parece genial!, puedes traerlo cuando quieras, y puede dormir en tu cuarto si quieres, ¡seguro que es chico estupendo! –Castle miró a Beckett entusiasmado, pero cambió la cara cuando vio que ella miraba fijamente el suelo, desanimada. Le cogió la mano por debajo de la mesa y le dio un suave apretón. Ella levanto la vista, parecía a punto de echarse a llorar. Martha que la observaba se sintió mal enseguida, quizás se había pasado…
-No me siento muy bien, creo que necesito dormir un poco, disculpad. Luego me sigues contando Alexis. –Se levantó dirigiéndose al dormitorio, Castle la siguió hasta la puerta, pero…
-No, tranquilo, iré yo. Alguien tiene que decirle que era una broma.
-Madre… -La miraba sin entender.
-Hijo, he encontrado sus pastillas para las nauseas en el baño, además de que he visto algunas revistas de bebés y he visto que ya no bebe vino, solo intentaba tomaros el pelo, para ver si conseguía sonsacaros, pero me he pasado, iré a hablar con ella. Pero, ¿cuándo vais a decírselo a Alexis?
-Queríamos decíroslos mañana, cuando venga el padre de Kate a cenar.
-Me parece bien, ahora si me disculpas, tengo que decirle a mi nuera lo mucho que deseo otro nieto.
Entró en la habitación, donde ella estaba llorando sobre su almohada. Se sentó en el borde la cama y le sonrió con ternura.
-Kate, querida, no llores más. Lo sé todo, sé que voy a ser abuela otra vez y soy muy feliz, de verdad, perdona, no quería hacerte sentir mal, solo estaba bromeando. –Beckett se volvió hacia ella, sorprendida. –Pero cómo…
-Las revistas, las pastillas, además por la mañana he visto que tomabas descafeinado, eso acabó por dispersar las dudas.
-Martha yo…
-Escucha, sé que estos son unos momentos muy difíciles, alegres y tristes a la vez. Sé que piensas que es absurdo pasarse todo el día llorando, por tonterías, pero es completamente normal. Kate, entiendo que está siendo muy difícil, yo tampoco tenía a mi madre cuando iba a tener a Richard, pero tú me tienes a mí. No es lo mismo, y nadie jamás podrá sustituir a tu madre, pero espero que si alguna vez necesitas un consejo o simplemente quieres desahogarte con alguien que no sea él, sepas que aquí estoy. Quiero que sepas que eres la mujer ideal para mi hijo, y la madre perfecta para mi nieto. Estoy realmente feliz por tenerte aquí con nosotros, y muy emocionada por saber que voy a tener otro nieto.
Beckett la miró por un momento y se echó a sus brazos. Martha sonrió y respondió al abrazo cariñosamente, cómo si abrazara a una hija. Castle entró, observando la escena.
-¿Todo bien mi amor?
-Sí, todo bien. –Se acercó a él y sonrió, besándole.
El resto de la tarde lo pasaron hablando sobre el viaje a España, el de las chicas y el qué iban a hacer ellos por la Luna de Miel. Alexis les enseñó mil fotos y les entregó sus regalos:
-¡Este es para ti papá!
-¡Vaya!, muchísimas gracias hija, me encanta. –Castle parecía un niño mirando emocionado un avión teledirigido, de último modelo. –Es genial ahora que el helicóptero está roto.
-De nada papá, pero prométeme que no lo usarás en mi cuarto.
-Ni en el mío.
-Ni en el nuestro.
Castle las miró indignado. -¡No soy un niño!
Las tres se rieron, divertidas. –Toma Kate, aquí tienes el tuyo:
-No tenías por qué molestart… ¡vaya!, es preciosa Alexis, mucha gracias. -Beckett sostenía en sus manos una preciosa pulsera de oro con brillantes.De ella colgaban tres letras, una “K” y una “R”, con una “S”, en medio. Kate y Rick, Siempre.
-Lo pusimos en español nos pareció más original.
-Es estupenda Alexis, realmente me encanta, mucha gracias.
Castle sonrió mirando a sus tres mujeres hablando y riendo. Eran su familia, su familia, y las amaba, a las tres, y también a ese bebé que en esos momentos creía dentro de Kate.
Al día siguiente Beckett estuvo realmente nerviosa durante todo el día, lo que se notó en la comisaría.
-¡Kate!, no puedes beber café, suelta eso, vamos.
-¡Maldita sea Castle, solo es un poco de café, no me va a matar, ni tampoco al bebé!
-Él medico te lo ha prohibido, por favor, no seas cabezota.
-¡Déjame en paz!
Castle suspiró. Realmente no quería gritarle, pero se lo estaba poniendo muy difícil.
-Kate… por favor… piensa en el bebé.
-¿Qué crees?, ¿qué soy una mala madre?, ¿qué no pienso en el bebé? Una taza de café no nos hará daño.
-Si el médico lo prohíbe es por algo, suelta la taza ¡YA!
-Señor Castle, inspectora Beckett a mi despacho ¡ahora!
Él suspiró, ella pasó por su lado mirándole furiosa.
-Creí haberles dicho que aquí no pueden actuar cómo una pareja, ¿no es así?
-Sí… lo sentimos capitán.
-Ya… inspectora, ha estado muy nerviosa durante todo la mañana, creo que debería tomarse el resto del día libre.
-Señor, ayer tuve el día libre, eso no será necesario…
-Es una orden, váyase a casa y descanse.
-Está bien, vámonos Castle.
Castle iba a seguirla pero Gates volvió a hablar. –Usted puede quedarse, Ryan y Esposito le esperan para hacer un interrogatorio. –Beckett miró fijamente a Castle y luego a Gates, salió del despacho sin decir palabra, cogiendo sus cosas y marchándose. Él suspiró…
-No me lo está poniendo nada fácil.
-Es normal, créame yo trataba peor a mi marido, pero cuando pasaron los meses se me suavizó el carácter. –Castle miró sorprendido. -¿Qué creía?, no soy una bruja incapaz de tener una familia señor Castle, tengo tres hijos preciosos y un marido al que adoro. Continúe trabajando y luego llévele a casa todo el chocolate que pueda, su favorito, y prepárese para comportarse cómo el novio más comprensivo y más dulce del mundo.
Castle salió asombrado del despacho. Beckett gritándome y Gates apoyándome…, hoy el mundo se ha vuelto loco…
Llegó del trabajo con una caja de bombones y un ramo de rosas rojas, rezando para que no estuviera muy enfadada. Pero no estaba sola…
-¡Jim!, ¿qué tal estás?
-Muy bien, ¿qué tal Richard?
-Bien… eh… mi amor te he traído esto… -Beckett se acercó a él y olió el ramo, sonrió.
-Gracias Rick, son preciosas. –Luego se acercó a su oído: -Lo siento mucho, no sé qué me pasa últimamente.
-Estás embarazada, eso es lo que te pasa, tranquila mi amor, lo entiendo.
-Si queréis hablar a solas puedo…
-No papá, tranquilo, todo va bien. La cena ya está lista.
Durante la cena no hablaron de nada importante, solo de cosas simples, entre risas. Beckett ahora se sentía mucho mejor, aunque seguía preocupada por sus cambios de humor, temía que por su culpa se resintiera la relación con Rick. Alexis sacó una deliciosa tarta helada y mientras que la cortaban Castle se decidió a hablar.
-Bueno, Jim, Alexis, os queremos decir algo muy importante, por eso estamos cenando aquí, todos juntos.
-Vosotros diréis.
-Eso, ¿qué pasa?
-Pues veréis… Kate y yo…
-¿Sí?
-¡Vamos a tener un bebé!
Durante unos segundos nadie habló, Martha observó las expresiones de Jim y de su nieta.
-¿Alguien quiere más tarta?
-¡Papá! ¡Eso es genial!, voy a tener un hermanito o una hermanita. ¡Estupendo! ¡Enhorabuena a los dos! –Abrazó a su padre y a Beckett con una sonrisa en la cara. Ambos se sintieron aliviados al instante.
-¿Papá?, ¿papá no estás contento?
-Katie, no sabes lo feliz que acabas de hacerme, ¡voy a ser abuelo!, tu madre estaría muy orgullosa cariño, yo desde luego lo estoy. –Abrazó a su hija con fuerza, emocionado. Castle sonrió. –En cuanto a ti… más te vale que cuides a mi hija y a mi nieto, o tendremos un problema. –Castle tragó saliva.
-No se preocupe. Mi familia es mi mayor prioridad y voy a cuidarlos como se merecen.
Se encontraban tumbados en la cama, mirándose a los ojos, sin hablar. Castle le sonreía. Adoraba esos pequeños momentos en los que las palabras eran innecesarias. Acarició su rostro con ternura. Ella correspondía acariciando sus labios, suavemente. Él besó sus dedos, con devoción y llevó sus manos hasta el borde de su camisón, quitándoselo. No hablaron, no hizo falta. Se dedicaron a adorarse el uno al otro, sin dejar de mirarse, sin dejar de acariciarse, sin dejar de besarse. Sólo cuando estuvieron completamente saciados el uno del otro, cuando ella se tumbó apoyando la cabeza en su pecho, cuando le dio el último beso en la frente, Castle rompió el silencio, con esas dos palabras que ya eran tan necesarias para ellos como el aire.
-Te quiero.
-Yo también te quiero mi amor.
La verdad es que hoy no estaba muy inspirada... los trabajos de Arte me han quitado toda la energía.
Aún así, muchas gracias por leer y comentar
Continuará…
Pasaron los días y llegó agosto. Beckett y Castle habían disfrutado de la calma y la tranquilidad de tener la casa para ellos solos durante todo julio. Castle seguía organizando el viaje, comprando billetes de avión y de tren, reservando hoteles, buscando lugares que ver, sitios con encanto, espectáculos, la lista era tan variada..., España era un país con cientos de lugares para visitar, así que fue investigando, comprando guías de viajes, siempre teniendo en cuenta los gustos de Beckett. Deseaba que el viaje fura inolvidable para ella. Además en comisaría habían vuelto las absurdas teorías y los deliciosos capuchinos, en este caso solo para los chicos, haciendo que Beckett discutiera con Castle por ese tema, pero él era tajante. Los casos se resolvían con facilidad, a menudo gracias a Castle, aunque Gates nunca lo reconocería.
Estaban sentados cenando tranquilamente, pensando cada uno en sus cosas, hasta que ella rompió el silencio.
-Rick, ¿cómo le diremos a Alexis lo del bebé?
-¿Qué tal esto? Alexis, vas a tener un hermanito, tan fácil como eso.
-Ya…
-Ya empezamos, a ver, ¿qué pasa ahora?
-Bueno, ella y yo hemos tenido algunos problemas y no me gustaría que se lo tomara mal.
-Kate, Alexis es muy madura y sabe de sobra que la llegada del bebé no cambiará en nada lo mucho que yo la quiero. Estoy seguro de que se alegrará por nosotros. Además de pequeña siempre quiso tener un hermano.
-Ya no es tan pequeña.
-Mejor aún, será la hermana mayor, además Alexis irá a la facultad dentro de poco, así que dudo mucho que le molesten los llantos a media noche o cambiar pañales. Kate, tienes que calmarte, cada día tienes una duda nueva con todo esto, te pido por favor, que intentes relajarte, la llegada del bebé supone un bendición para toda la familia, y todo el mundo lo verá así. Ya verás.
-Supongo que tienes razón, perdóname.
-No hay nada que perdonar, entiendo que te sientas insegura, pero tienes que empezar a confiar en mi familia.
-Confío en ellas... –Becket parecía a punto de llorar. Castle suspiró, cada vez que discutían por algo ella acaba así, al borde de las lágrimas. Maldijo en silencio la revolución hormonal. Se acercó a ella y le acarició cariñosamente el rostro. –Vamos cariño no te pongas así, sé que esto está siendo difícil para ti, tranquila.
Despertó de golpe, temblando, Castle a su lado encendió la luz.
-¿Qué ocurre?
-Na… nada, vuelve a dormir.
-Kate estás pálida, ¿has tenido una pesadilla?
-Sí…
-¿Quieres contármela?
-Ha sido horrible… un hombre sin rostro te atacaba a ti en un callejón y yo solo podía verlo, sin poder moverme… yacías en el suelo, desangrándote… luego el hombre se acercó a mí con un cuchillo y…
-Shhh… tranquila, solo era un sueño. Ven aquí. –La abrazó en silencio, dándole besos en el pelo.
-Se llevaba al bebé…
-¿Qué?
-El hombre me apuñalaba y se llevaba a nuestro bebé…
-Eso no va a pasar, solo era un sueño, tranquila, todo está bien, nadie va a llevarse a nuestro bebé. Vamos intenta dormir, mañana vuelven Alexis y mi madre.
Beckett se acomodó sobre su pecho y cerró los ojos, calmándose. Castle sin embargo no pudo pegar ojo, esa pesadilla le había dejado con mal sabor de boca, un mal presentimiento corría por su espalda…
A la mañana siguiente les despertaron unas voces:
-¡Papá!, ¡Kate!, ¿estáis aquí?
-¡Richard!, ¡hemos vuelto!
Castle se apresuró a abrazar a su hija. Llevaba un mes sin verla. Beckett le dio un beso a Martha y luego a Alexis.
-Iba a ir yo a buscaros, ¿por qué no habéis llamado?
-Queríamos daros una sorpresa, ¡papá te he echado tanto de menos!, tengo que contarte un montón de cosas sobre España.
-Yo también, aunque primero voy a darme una ducha, estoy agotada.
Unas horas después estaban los cuatro sentados, comiendo. Alexis hablaba entusiasmada de su viaje, Martha no se mostraba tan entusiasta, algo rarísimo en ella, no dejaba de mirar a Beckett. Sonrió para sí misma. ¿Abuela otra vez?, y estos dos no decían nada, bien, les torturaría un rato.
-Kate, ¿quieres un poco de vino? –Castle y Beckett se miraron. Castle se apresuró a contestar por ella.
-Ahora no puede beber madre, está tomando unas pastillas.
-¿Estás enferma? –Alexis miraba preocupada a Beckett.
-No…, no es nada. Sólo son… unas vitaminas…
-¿Y no puedes beber vino? ¡Qué raro!
-Ya ves…
-Bueno, pues nada de vino. ¿Sabéis? En España conocí a un hombre maravilloso, muy agradable, pero tuve que apartarme…
-¿Y eso por qué?
-A ver si adivino… era demasiado mayor para ti, ¿tenía tu edad?
-No, muy gracioso. Iba a tener un nieto, ¿os imagináis?, un nieto… ¡qué horror!
-Pero Martha, tú eres abuela, y adoras a Alexis ¿no?
-Por supuesto, pero ella ya es mayor, ahora tener un nieto otra vez, me haría sentir tan vieja, menos mal que vosotros no me haríais algo así, ¿verdad?
Beckett miraba a Castle horrorizada quien le respondía con la misma mirada.
-Chicos… ¿ocurre algo?
-No, nada…
-Bueno Alexis, cuéntanos ¿qué tal con Iván?
-Es un chico estupendo, me divertí tanto con él y con su…
-Qué bien…
-Papá cambia esa cara, no me has dejado terminar, con él y con su novio.
-¿Qué?
-Pues eso, Iván es gay, es un chico encantador y lo adoro, ahora somos como hermanos. Le he invitado a venir a casa unos días en Navidad, ¿te parece mal?
Gay… gay… gay… ¡gay! -¿Mal?, ¡me parece genial!, puedes traerlo cuando quieras, y puede dormir en tu cuarto si quieres, ¡seguro que es chico estupendo! –Castle miró a Beckett entusiasmado, pero cambió la cara cuando vio que ella miraba fijamente el suelo, desanimada. Le cogió la mano por debajo de la mesa y le dio un suave apretón. Ella levanto la vista, parecía a punto de echarse a llorar. Martha que la observaba se sintió mal enseguida, quizás se había pasado…
-No me siento muy bien, creo que necesito dormir un poco, disculpad. Luego me sigues contando Alexis. –Se levantó dirigiéndose al dormitorio, Castle la siguió hasta la puerta, pero…
-No, tranquilo, iré yo. Alguien tiene que decirle que era una broma.
-Madre… -La miraba sin entender.
-Hijo, he encontrado sus pastillas para las nauseas en el baño, además de que he visto algunas revistas de bebés y he visto que ya no bebe vino, solo intentaba tomaros el pelo, para ver si conseguía sonsacaros, pero me he pasado, iré a hablar con ella. Pero, ¿cuándo vais a decírselo a Alexis?
-Queríamos decíroslos mañana, cuando venga el padre de Kate a cenar.
-Me parece bien, ahora si me disculpas, tengo que decirle a mi nuera lo mucho que deseo otro nieto.
Entró en la habitación, donde ella estaba llorando sobre su almohada. Se sentó en el borde la cama y le sonrió con ternura.
-Kate, querida, no llores más. Lo sé todo, sé que voy a ser abuela otra vez y soy muy feliz, de verdad, perdona, no quería hacerte sentir mal, solo estaba bromeando. –Beckett se volvió hacia ella, sorprendida. –Pero cómo…
-Las revistas, las pastillas, además por la mañana he visto que tomabas descafeinado, eso acabó por dispersar las dudas.
-Martha yo…
-Escucha, sé que estos son unos momentos muy difíciles, alegres y tristes a la vez. Sé que piensas que es absurdo pasarse todo el día llorando, por tonterías, pero es completamente normal. Kate, entiendo que está siendo muy difícil, yo tampoco tenía a mi madre cuando iba a tener a Richard, pero tú me tienes a mí. No es lo mismo, y nadie jamás podrá sustituir a tu madre, pero espero que si alguna vez necesitas un consejo o simplemente quieres desahogarte con alguien que no sea él, sepas que aquí estoy. Quiero que sepas que eres la mujer ideal para mi hijo, y la madre perfecta para mi nieto. Estoy realmente feliz por tenerte aquí con nosotros, y muy emocionada por saber que voy a tener otro nieto.
Beckett la miró por un momento y se echó a sus brazos. Martha sonrió y respondió al abrazo cariñosamente, cómo si abrazara a una hija. Castle entró, observando la escena.
-¿Todo bien mi amor?
-Sí, todo bien. –Se acercó a él y sonrió, besándole.
El resto de la tarde lo pasaron hablando sobre el viaje a España, el de las chicas y el qué iban a hacer ellos por la Luna de Miel. Alexis les enseñó mil fotos y les entregó sus regalos:
-¡Este es para ti papá!
-¡Vaya!, muchísimas gracias hija, me encanta. –Castle parecía un niño mirando emocionado un avión teledirigido, de último modelo. –Es genial ahora que el helicóptero está roto.
-De nada papá, pero prométeme que no lo usarás en mi cuarto.
-Ni en el mío.
-Ni en el nuestro.
Castle las miró indignado. -¡No soy un niño!
Las tres se rieron, divertidas. –Toma Kate, aquí tienes el tuyo:
-No tenías por qué molestart… ¡vaya!, es preciosa Alexis, mucha gracias. -Beckett sostenía en sus manos una preciosa pulsera de oro con brillantes.De ella colgaban tres letras, una “K” y una “R”, con una “S”, en medio. Kate y Rick, Siempre.
-Lo pusimos en español nos pareció más original.
-Es estupenda Alexis, realmente me encanta, mucha gracias.
Castle sonrió mirando a sus tres mujeres hablando y riendo. Eran su familia, su familia, y las amaba, a las tres, y también a ese bebé que en esos momentos creía dentro de Kate.
Al día siguiente Beckett estuvo realmente nerviosa durante todo el día, lo que se notó en la comisaría.
-¡Kate!, no puedes beber café, suelta eso, vamos.
-¡Maldita sea Castle, solo es un poco de café, no me va a matar, ni tampoco al bebé!
-Él medico te lo ha prohibido, por favor, no seas cabezota.
-¡Déjame en paz!
Castle suspiró. Realmente no quería gritarle, pero se lo estaba poniendo muy difícil.
-Kate… por favor… piensa en el bebé.
-¿Qué crees?, ¿qué soy una mala madre?, ¿qué no pienso en el bebé? Una taza de café no nos hará daño.
-Si el médico lo prohíbe es por algo, suelta la taza ¡YA!
-Señor Castle, inspectora Beckett a mi despacho ¡ahora!
Él suspiró, ella pasó por su lado mirándole furiosa.
-Creí haberles dicho que aquí no pueden actuar cómo una pareja, ¿no es así?
-Sí… lo sentimos capitán.
-Ya… inspectora, ha estado muy nerviosa durante todo la mañana, creo que debería tomarse el resto del día libre.
-Señor, ayer tuve el día libre, eso no será necesario…
-Es una orden, váyase a casa y descanse.
-Está bien, vámonos Castle.
Castle iba a seguirla pero Gates volvió a hablar. –Usted puede quedarse, Ryan y Esposito le esperan para hacer un interrogatorio. –Beckett miró fijamente a Castle y luego a Gates, salió del despacho sin decir palabra, cogiendo sus cosas y marchándose. Él suspiró…
-No me lo está poniendo nada fácil.
-Es normal, créame yo trataba peor a mi marido, pero cuando pasaron los meses se me suavizó el carácter. –Castle miró sorprendido. -¿Qué creía?, no soy una bruja incapaz de tener una familia señor Castle, tengo tres hijos preciosos y un marido al que adoro. Continúe trabajando y luego llévele a casa todo el chocolate que pueda, su favorito, y prepárese para comportarse cómo el novio más comprensivo y más dulce del mundo.
Castle salió asombrado del despacho. Beckett gritándome y Gates apoyándome…, hoy el mundo se ha vuelto loco…
Llegó del trabajo con una caja de bombones y un ramo de rosas rojas, rezando para que no estuviera muy enfadada. Pero no estaba sola…
-¡Jim!, ¿qué tal estás?
-Muy bien, ¿qué tal Richard?
-Bien… eh… mi amor te he traído esto… -Beckett se acercó a él y olió el ramo, sonrió.
-Gracias Rick, son preciosas. –Luego se acercó a su oído: -Lo siento mucho, no sé qué me pasa últimamente.
-Estás embarazada, eso es lo que te pasa, tranquila mi amor, lo entiendo.
-Si queréis hablar a solas puedo…
-No papá, tranquilo, todo va bien. La cena ya está lista.
Durante la cena no hablaron de nada importante, solo de cosas simples, entre risas. Beckett ahora se sentía mucho mejor, aunque seguía preocupada por sus cambios de humor, temía que por su culpa se resintiera la relación con Rick. Alexis sacó una deliciosa tarta helada y mientras que la cortaban Castle se decidió a hablar.
-Bueno, Jim, Alexis, os queremos decir algo muy importante, por eso estamos cenando aquí, todos juntos.
-Vosotros diréis.
-Eso, ¿qué pasa?
-Pues veréis… Kate y yo…
-¿Sí?
-¡Vamos a tener un bebé!
Durante unos segundos nadie habló, Martha observó las expresiones de Jim y de su nieta.
-¿Alguien quiere más tarta?
-¡Papá! ¡Eso es genial!, voy a tener un hermanito o una hermanita. ¡Estupendo! ¡Enhorabuena a los dos! –Abrazó a su padre y a Beckett con una sonrisa en la cara. Ambos se sintieron aliviados al instante.
-¿Papá?, ¿papá no estás contento?
-Katie, no sabes lo feliz que acabas de hacerme, ¡voy a ser abuelo!, tu madre estaría muy orgullosa cariño, yo desde luego lo estoy. –Abrazó a su hija con fuerza, emocionado. Castle sonrió. –En cuanto a ti… más te vale que cuides a mi hija y a mi nieto, o tendremos un problema. –Castle tragó saliva.
-No se preocupe. Mi familia es mi mayor prioridad y voy a cuidarlos como se merecen.
Se encontraban tumbados en la cama, mirándose a los ojos, sin hablar. Castle le sonreía. Adoraba esos pequeños momentos en los que las palabras eran innecesarias. Acarició su rostro con ternura. Ella correspondía acariciando sus labios, suavemente. Él besó sus dedos, con devoción y llevó sus manos hasta el borde de su camisón, quitándoselo. No hablaron, no hizo falta. Se dedicaron a adorarse el uno al otro, sin dejar de mirarse, sin dejar de acariciarse, sin dejar de besarse. Sólo cuando estuvieron completamente saciados el uno del otro, cuando ella se tumbó apoyando la cabeza en su pecho, cuando le dio el último beso en la frente, Castle rompió el silencio, con esas dos palabras que ya eran tan necesarias para ellos como el aire.
-Te quiero.
-Yo también te quiero mi amor.
La verdad es que hoy no estaba muy inspirada... los trabajos de Arte me han quitado toda la energía.
Aún así, muchas gracias por leer y comentar
Continuará…
Última edición por maria_cs el Dom Mayo 06, 2012 8:44 am, editado 3 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
¿No estabas inspirada?
A mi me parecio que si Muyy bonitoo escribees
Me encantaa MARIAAA! ;D
Sigue pronto!
A mi me parecio que si Muyy bonitoo escribees
Me encantaa MARIAAA! ;D
Sigue pronto!
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
"La verdad es que hoy no estaba muy inspirada... los trabajos de Arte me han quitado toda la energía. Oops Sad"
MENOS MAL!!!!!! como seria si lo estas!! jajajja
Hermoso como siempre!!!!!!!!!
Pero quieroooo masssssss
MENOS MAL!!!!!! como seria si lo estas!! jajajja
Hermoso como siempre!!!!!!!!!
Pero quieroooo masssssss
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
me ha gustado mucho
rubiodav- Actor en Broadway
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 30 La luna de Miel(Primera parte)
El capítulo 30 es demasiado largo para escribirlo entero, es la Luna de Miel, asi que lo dividiré en varias partes. No le añade nada nuevo a la historia, solo es un viaje de enamorados, asi que no es necesario leerlo, pero me apetecía escribirlo. Un saludo y gracias por leer.
(Un mes después)
-¿Estás bien?, ¿quieres un cojín, una manta, o algo?
-Estoy bien Rick, tranquilo. Voy a dormir un poco, el viaje es muy largo.
-De acuerdo. –Castle miraba a su mujer, sí, su mujer aunque no fuera oficial, para él era su esposa, y ya lo harían oficial cuando naciera el bebé. Ahora se limitarían a disfrutar de la Luna de miel adelantada que le había regalado. Un viaje de un mes a España. Estaba deseando llegar, y mostrarle todo lo que tenía planeado. Por supuesto tendría en cuenta las peticiones de Beckett, al fin y al cabo el regalo era para ella. Sonrió al ver cómo se había quedado dormida, colocó una mano en su vientre, que ya empezaba a redondearse, lo cual aunque fuera una gran noticia a ella le incomodaba un poco, y él lo sabía. Llevaban dos semanas sin hacer el amor, Beckett se sentía incomoda desnudándose delante de él, pero en ese viaje él le quitaría esos miedos absurdos. Ya lo había hecho una vez, cuando ella temía enseñarle sus cicatrices, y lo haría otra vez. Con esos pensamientos se quedó dormido. El vuelo fue muy tranquilo, de vez en cuando sacaban un diccionario y practicaban un poco el idioma o cogían una de las guías y leían algún dato de interés que les llamara la atención.
-Rick, prométeme que no haremos lo que hacen los típicos turistas. Quiero un viaje inolvidable.
-Tranquila, te conozco lo suficiente como para saber que si te llevara a una corrida de toros me dispararías. El viaje será único, créeme, lo tengo todo pensado.
-Estoy deseando llegar a Madrid, ¿tú no?
-Sí, y ya no queda nada, llegamos en una hora.
Llegaron al aeropuerto a las tres de la tarde de España. Beckett se sentía un poco cansada y mareada. Allí les esperaba el coche del hotel que les llevó a la capital enseguida, llegando al hotel Meninas, donde tenían reservada una suite. Al llegar a la habitación Beckett se dirigió rápidamente al baño, sintiendo nauseas. Castle le dio una propina al botones y cerró la puerta, mientras que ella salía, con mala cara. Él la miró preocupado.
-¿Estás mejor cariño?
-Sí, me sentía un poco mareada desde que bajamos del avión, solo es eso. La verdad es que me gustaría descansar un rato pero no quiero desperdiciar una tarde.
-No digas tonterías. Necesitas descansar. Échate un rato mientras que yo deshago el equipaje y hago unas llamadas. Te despertaré en un par de horas, ¿de acuerdo?
-Vale, gracias, ¿podrías llamar tú a mi padre y decirle que hemos llegado bien?
-Por supuesto, descansa.
Castle hizo las llamadas y deshizo el equipaje mientras que Beckett dormía, luego bajo a la recepción a pedir unos planos del centro.
-Gracias, una cosa más, tienen ustedes servicio de masaje, ¿no es cierto?
- Sí, ¿le gustaría contratarlo?
-No exactamente…- Castle explicó su idea al recepcionista que sonrió y le dijo que todo estaría dispuesto. Cuando volvió a la habitación ella ya estaba despierta y estaba dándose una ducha. Castle sonrió al oírla cantar, adoraba su voz.
-Cariño, he pensado que podríamos dar un paseo por aquí cerca, ¿qué te parece?
-De acuerdo, me gusta la idea.
Salió del baño con el pelo mojado y una sonrisa en la cara.-Ese hidromasaje es estupendo. Deberías probarlo.
-Lo probaré esta noche, espero que me acompañes.-Le puso una mirada traviesa, que ella conocía muy bien, Beckett le respondió con un tímida sonrisa, Castle sabía que seguía preocupada por los cambios de su cuerpo, pero en ese momento no dijo nada, ya trataría luego ese tema.
Salieron a visitar el Madrid de los Austria, paseando por las calles y haciéndose fotografías. No les apetecía andar demasiado, así que no se alejaron mucho del hotel. Era una suerte que estuviera situado en pleno centro. No era el típico hotel majestuoso al que solía ir Castle, sino un hotel elegante y tranquilo, estupendo para ellos. Siguieron caminando hasta que se hizo de noche, luego cenaron en un restaurante italiano tranquilo, con pocos clientes. Pagó Rick, como solía hacer, aunque Beckett intentó que la dejara pagar a ella.
-Rick tienes que dejar que de vez en cuando pague yo.
-Vamos Kate sabes que a mí no me importa.
-Pero me siento mal, no quiero ser una mantenida.
-Está bien escucha, yo pago las comidas y tú te encargas de tus compras y de los regalos, ¿de acuerdo?
-¿Y qué hay de tus compras?
-Me las pago yo. –Ella le miró con fastidio. –Aunque siempre puedes comprarme un regalo, sabes que no lo rechazaría. –Beckett suspiró.
-Está bien, como quieras, pero cuando volvamos a Nueva York hablaremos seriamente de este tema.
-Lo que tú digas…, bueno ¿quieres ir a algún sitio más?
-La verdad es qué estoy cansada, prefiero volver al hotel si no te importa.
-Bien.
Cuando volvieron a la habitación ella estaba agotada y le dolía la espalda. Castle la abrazó desde atrás y susurró sobre su pelo:
-¿Por qué no vienes a darte un baño conmigo?, te calmará el dolor. –Ella no contestó enseguida, sabía que no podía negarse y además no quería, pero seguía asustada por lo que el pensaría ahora de su cuerpo. –Kate cariño soy yo, conozco tu cuerpo de memoria, vamos, ven conmigo.-Le dirigió una mirada sensual y llena de confianza, ella sonrió sintiéndose mejor y le siguió. Castle la desnudó acariciando sus hombros y su vientre. La veía hermosa, perfecta. Se desnudó y se metió en la bañera, tendiéndole la mano a Beckett que se colocó sobre él, realmente agradecida cuando los chorros empezaron a acariciar su piel. Ambos suspiraron. –Esto es estupendo, realmente lo necesitaba. Gracias Rick.
-No me las des, no es necesario. ¿Qué tal tu espalda?
-Mejor, aunque sigue dolorida.
-Cuando salgamos te daré un masaje, te sentará bien.
-Rick, no hace falta…
-Quiero hacerlo Kate, déjame cuidarte, además, recuerda que mis masajes pueden resultar muy… eróticos.-Esto último lo dijo susurrando sobre su oído, haciéndola estremecerse. Sus labios buscaron los de él, Rick la besó con pasión, realmente la necesitaba. Dirigió su mano hacia sus piernas y empezó a acariciarla, jugando con su clítoris. Ella empezó a gemir, agitada. Rick rompió el contacto.
-Será mejor que salgamos, quiero darte ese masaje.
-Rick…
-Vamos Kate. –La hizo levantarse, saliendo de la bañera y tendiéndole una toalla. Tras secarse un poco vio que ella tenía pensado envolverse con la toalla, pero Rick se lo impidió.
-No hace falta que te cubras, vamos ven conmigo. –La guió hasta la cama, donde ella se tumbó boca abajo, desnuda. Rick se arrodilló a su lado y cogió uno de los aceites corporales que había pedido en recepción. Olía a vainilla. Sonrió impregnando sus manos con el líquido y acariciando suavemente los hombros de Beckett. Empezó a masajearla, hábilmente, primero sus hombros, luego su espalda. Kate gimió.
-Dios Rick… ¿dónde has aprendido a dar masajes?
-Te lo contaré otro día, ahora relájate. –Siguió masajeando su cuerpo, acariciando ahora su trasero, disfrutando del tacto. Sus manos fueron buscando hasta encontrar su clítoris, lo que la hizo retorcerse.
-Rick… -Castle siguió acariciándola lentamente, disfrutando de sus gemidos. -¿Te gusta esto Kate? –Ella contestó con un gemido aún más fuerte. Él sonrió. –Date la vuelta cariño. –La acarició unos segundos más y empezó a besarla, primero su cuello, luego sus pechos, después sus labios. –Rick, por favor… -Lo necesitaba, y quería sentirlo. Castle le dio un último beso en los labios antes de bajar por todo su cuerpo, hasta hundir su boca entre sus piernas, devorándola. Kate empezó a gritar de placer, Rick introdujo lentamente un dedo dentro de ella y empezó a moverlo, sintiendo como su orgasmo empezaba a atraparla. Suavemente sacó el dedo introduciéndolo en su otro orificio, haciendo que Kate gritara aún más, por el placer y por la sorpresa. Castle se apartó, mirándola, esperando a que se calmara.
Volvieron a besarse, lentamente, dejando que ella se recuperara de la extraña y a la vez placentera sensación, hasta que sintió que ya no podía esperar más. –Rick te necesito, por favor. – Él no se hizo rogar. Se sentó y la atrajo, colocándola sobre sí, dejándola llevar el ritmo. Empezó a moverse, cada vez más rápido, disfrutando de sentirlo dentro. Realmente lo había echado de menos. Castle besaba sus pechos, mientras que acariciaba su espalda –Kate… -Ella aceleró sus movimientos, ayudada por sus manos que ahora volvían a sus caderas. Buscó sus labios, atrapándolos con desesperación, disfrutando de aquello. No duraron mucho más, las ganas de sentirse fueron más fuertes y se dejaron llevar, jadeando agotados cuando el orgasmo los superó. Se quedaron un momento quietos, dejando que sus respiraciones se calmaran. Luego ella se apartó y se tumbaron, descansando su cabeza sobre su pecho. No tenía sueño, aquello había sido maravilloso, pero no podía evitar hacerse una pregunta.
-Rick…
-Dime amor.
-Lo de antes…
-¿No te ha gustado?
-Sí, ha sido increíble, es sólo qué… ¿Rick eso quiere decir que quieres que tengamos sexo anal?
Castle se incorporó y la miró. –Eso quiere decir que quería que disfrutaras al máximo y creí que explorando nuevas partes de tu cuerpo lo conseguiría, y creo que ha funcionado. –Le sonrió.
-Ya…
-Kate, no quiere decir nada, sabes que me encanta hacerte el amor, me da igual cómo, si un día quieres probarlo sólo dímelo. Pero si no es así no pasa nada, no le des más vueltas. –Volvió a echarse, esta vez abrazándola, pero ella siguió hablando.
-No es que no quiera probarlo pero…
-Te asusta, lo entiendo. Kate escucha, esto es decisión tuya, ya te lo he dicho, yo no puedo prometerte que te vaya a gustar o que no te vaya a doler, lo que sí puedo decirte es que si algún día quieres intentarlo haré todo lo posible para que lo disfrutes, y por supuesto tendré cuidado para no hacerte daño. Ahora vamos a dormir cariño, mañana deberíamos levantarnos temprano. –Le dio un beso en los labios y cerró los ojos, dejándola un poco más tranquila.
A la mañana siguiente fueron al Retiro, disfrutando del día soleado, pero no demasiado caluroso. Había sido buena idea dejar el viaje para septiembre, el calor en agosto hubiera sido insoportable y más para Beckett. Castle tomó mil fotos de ella y pidieron a algunas personas que paseaban por allí que les hicieran fotos juntos. Luego fueron al museo del Prado, donde fue Beckett la que le contó a él mil detalles sobre algunos de los cuadros, demostrando ser una experta en todo lo relacionado con Velázquez. Castle la escuchaba con atención, no por qué le interesara mucho el tema, sino porque la gustaba verla así, en plan profesora, hablando tan entusiasmada.
-No sabía que te gustara tanto el arte Kate.
-Me gustan los pintores y los escultores europeos, Velázquez, Murillo, Boticelli, Miguel Angel…
-Vaya, recuérdame que otro año hagamos un viaje por Italia. –Ella le sonrió y le dio un dulce beso.
Antes de salir de la tienda compraron una lámina de Las hilanderas, cuadro que a Beckett le encantaba.
-Bueno, tanto cuadro me ha dado hambre, ¿quieres que vayamos a comer?
-¿Tienes pensado algo?
-Podríamos acercarnos al centro y tomar algo en una de las terrazas, pedir unas tapas.
-Bien.
Comieron en un bar sencillo, pidiendo algunas tapas y una cerveza para Castle. Beckett se conformó con agua. Él sonrió divertido.
-Podrías pedirte una sin alcohol.
-No quiero arriesgarme, casi todas suelen tener algo de alcohol, prefiero el agua.
-Cómo quieras.
-¿Qué vamos a hacer esta tarde?
-Propongo que vayamos un rato al hotel a descansar y luego paseemos por el centro, a ver la Plaza Mayor, la Puerta del Sol y miremos algunas tiendas. No quiero que te canses mucho hoy, esta noche tengo preparada una sorpresa.
-De acuerdo.
Mientras Castle dormía un rato Beckett aprovechó para ver una película. Se habían llevado algunos DVD para esos momentos, ya que ninguno de los dos quería ver la televisión en español. Luego más tarde salieron al centro a pasear y a comprar. Beckett sonrió embobada cuando entraron en una tienda de bebés, donde compró varios baberos y un osito de peluche con los ojos azules, que le recordaba a Castle. –Me gustaría llevarle algo a los gemelos.
-Cómprales unos peluches, hay muchos para elegir.
Salieron de la tienda y siguieron paseando. Castle se quedó entusiasmado al entrar en una tienda de juguetes donde encontró un helicóptero teledirigido, mucho más moderno que el que él había tenido. Beckett se rio.
-Eres como un niño Rick.
-Mira Kate, es chulísimo. –Puso la mirada Castle.
-Cariño no soy tu madre, cómprate lo que quieras, aunque espero que recuerdes que las lámparas de casa son nuevas.
Salieron de la tienda y entraron el La Casa del Libro, donde Beckett no pudo evitar quedarse mirando los libros de Castle, en español. Sonrió mirándolo, parecía orgulloso.
-No sabía que los vendieran en España.
-Tienes un hombre con mucha fama amor.
-Y mucho ego…
-Disculpe, ¿es usted? –Una chica joven, de unos veinte años sonreía entusiasmada. Llevaba en sus manos el último libro de Castle. –Me lo firma. –Castle la miró nervioso, no entendía a la muchacha, el español no era su fuerte. Beckett se rio.
-Creo que quiere que le firmes el libro.
-Ahh claro, ahora entiendo. Pregúntale cómo se llama.
-Dios Rick, no sé para qué he intentando enseñarte nada de español. –Le preguntó a la chica y luego se dirigió hacia él. –Isabel.
-¿Y qué le pongo?
-Prueba esto: “Para Isabel, con cariño Richard Castle”. –Escribió lo que le dijo y sonrió. La chica se fue corriendo a enseñárselo a un grupo de adolescentes, que miraban en otra sección. –Espero que no tengas muchas fans aquí, no quiero pasarme todo el viaje viéndote firmar libros.
-Yo tampoco. –Se dirigió hacia el interior de la tienda. Beckett aprovechó para coger un ejemplar de “Ola de Calor” y dirigirse al mostrador.
-¿Qué has comprado?
-Es una sorpresa, ya lo verás.
-Bueno, podríamos bajar hasta la Puerta del Sol y volvamos al hotel, ¿te parece bien?
-Vale.
Llegaron a la puerta de Sol, donde una española les hizo una foto con el reloj de fondo.
-Entonces, aquí celebran el año nuevo ¿no?
-Sí, además lo hacen de una forma especial. A medianoche ese reloj marca doce campanadas, por cada campanada se comen una uva. Por lo visto piensan que si no te atragantas y te las comes todas tendrás doce meses de buena suerte.
-Absurdo…
-Son tradiciones, tiene que ser muy divertido reunir a la familia a comer uvas, mirar unos a otros haciéndoles reír para que se atraganten.
-No creo que a los que se atragantan les haga mucha gracia…
-Bueno, empieza a ser tarde, vamos al hotel, tenemos que arreglarnos.
-¿Me dirás la sorpresa?
-No.
-¡Rick!
-Paciencia Kate, paciencia.
En el hotel Beckett se metió en la ducha, mientras que Castle guardaba los regalos en la maleta.
-Rick, ¿puedes decirme al menos que me pongo?
-Ropa elegante, pero no muy formal. Simplemente ponte guapa.
-Vaya ayuda…
Salieron del hotel cogidos de la mano, donde les esperaba un taxi. Beckett estaba intrigada. El coche les dejo en la puerta del teatro Lope de Vega, Beckett se bajó sorprendida.
-¡Rick!, ¿me has traído al musical de El Rey León?, ¿en serio?
-¿No gusta la idea? –Parecía preocupado, realmente creía que a ella le encantaría la idea. Ella se apresuró a contestar. –Me encanta Rick, no me lo puedo creer, eres increíble. –Le dio un beso en los labios, haciéndolo reír, aliviado. Entraron al musical, disfrutando completamente del espectáculo, aunque no entendieran el idioma, se conocían la historia de memoria, y la puesta en escena era realmente increíble. Cuando salieron Beckett estaba realmente emocionada, había disfrutado como una niña. Castle sonreía.
-¿Entonces te ha gustado mi sorpresa?
-¿Bromeas?, ha sido increíble Rick, muchas gracias, te quiero.
-Yo también.
Comieron en el hotel, estaban agotados y fueron a dormir directamente.
-Mañana es el último día en Madrid, ¿quieres hacer algo en especial?
-No se la verdad, decide tú. Vamos a dormir, estoy muerta.
-Buenas noches amor.
-Que descanses.
Castle despertó mientras que Beckett recogía las maletas, esa tarde partían a Salamanca y quería tenerlo todo listo. Sonriendo guardó el CD del musical y el libro de Castle en el fondo de la maleta, no quería que viera este último.
-Buenos días.
-Buenos días cariño. Ya está casi todo recogido, solo falta el neceser.
-Bien, voy a darme una ducha, luego ¿damos un paseo de acuerdo?
-Vale.
Salieron del hotel con ropa cómoda, sonriendo. Dieron un último paseo por las calles del centro, visitaron el Barrio de las Letras, donde Castle le dio una clase a Beckett de literatura española, y comieron en un bar, otra vez tapas, nada especial. Al regresar al hotel Castle compró una lata con violetas, dándole a probar una a Beckett, quien la escupió.
-Dios, está demasiado dulce.
-¿Qué dices?, son deliciosas.
-Ya, bueno, guárdatelas para ti, supongo que es el embarazo.
Recogieron sus cosas y se dirigieron a la estación de tren.
-Bueno, próximo destino, Salamanca.
-¿Cuánto estaremos allí?
-Sólo dos días, es suficiente para conocer el centro histórico, que es precioso, te va a encantar.
-Hablas como si ya hubieras estado allí.
-Con internet todo es posible. –Beckett se rió, apoyó su cabeza sobre su hombro, el viaje no sería muy largo, pero aprovecharía para dormir.
En Salamanca se hospedaron en un hotel tranquilo, situado junto a la Casa de las Conchas. Se ducharon y bajaron a dar un paseo, visitando la plaza Mayor.
-Es preciosa, es todo tan diferente a Nueva York…
-Lo sé, ahora entiendo porque te enamoraste de este país.
-¿Vamos a la catedral?, de noche es muy bonita.
-Claro. –Empezaron a caminar pero Beckett se paró de golpe. –Oh, me he olvidado la cámara en el hotel, cariño ¿puedes ir tú a buscarla?
Castle suspiró con fastidio. –Bueno… espérame aquí.
Subió a la habitación a buscarla, pero en la cama le esperaba un paquete envuelto en regalo. Se sentó y lo abrió, sorprendido al ver un ejemplar de Ola de Calor, en español. Lo abrió por la página de la dedicatoria, Kate se lo había firmado:
“Tus palabra enamoran también al otro lado del océano. Estoy muy orgullosa de ti, te quiero, Kate”
Continuará...
Notas:
Como siempre gracias por leer.
Espero no haber ofendido a nadie con la escena de sexo, si es así, lo siento.
Hay muchos lectores que no son españoles así que hago algunas aclaraciones:
-Las violetas son unos caramelos con forma de flores pequeñitas de color morado, con esencia de violeta. Están ricas si te comes una o dos, si te comes más, empalagan.
-El hotel Meninas es un hotel real, y parece muy confortable. Al de Salamanca no le he puesto nombre, (dudo mucho que Castle fuera al hotel al que yo fui y que es el único que conozco)
-Las tiendas de la Gran Vía me las he inventado, excepto La Casa del Libro. Si existen, es pura suerte.
-La tradición de la uvas es real. La verdad es que cuando alguien te hace reír mientras que te las comes y te atragantas es divertido. Comerse las doce uvas sin pelar a tiempo es todo un logro (yo soy incapaz).
-Comer de tapas por España es lo más típico y común, además de ser muy barato.
-El musical El Rey León está actualmente en el teatro Lope de Vega. No lo he descrito por que no lo he visto, para más información visitar la página web.
-Por muy típico que sea no voy a mandarlos a una corrida de toros. Sin querer ofender a nadie me parece un "espectáculo" lamentable y cruel.
-La segunda parte del viaje será en Salamanca, Galicia, Asturias, el País Vasco y Barcelona.
El capítulo 30 es demasiado largo para escribirlo entero, es la Luna de Miel, asi que lo dividiré en varias partes. No le añade nada nuevo a la historia, solo es un viaje de enamorados, asi que no es necesario leerlo, pero me apetecía escribirlo. Un saludo y gracias por leer.
(Un mes después)
-¿Estás bien?, ¿quieres un cojín, una manta, o algo?
-Estoy bien Rick, tranquilo. Voy a dormir un poco, el viaje es muy largo.
-De acuerdo. –Castle miraba a su mujer, sí, su mujer aunque no fuera oficial, para él era su esposa, y ya lo harían oficial cuando naciera el bebé. Ahora se limitarían a disfrutar de la Luna de miel adelantada que le había regalado. Un viaje de un mes a España. Estaba deseando llegar, y mostrarle todo lo que tenía planeado. Por supuesto tendría en cuenta las peticiones de Beckett, al fin y al cabo el regalo era para ella. Sonrió al ver cómo se había quedado dormida, colocó una mano en su vientre, que ya empezaba a redondearse, lo cual aunque fuera una gran noticia a ella le incomodaba un poco, y él lo sabía. Llevaban dos semanas sin hacer el amor, Beckett se sentía incomoda desnudándose delante de él, pero en ese viaje él le quitaría esos miedos absurdos. Ya lo había hecho una vez, cuando ella temía enseñarle sus cicatrices, y lo haría otra vez. Con esos pensamientos se quedó dormido. El vuelo fue muy tranquilo, de vez en cuando sacaban un diccionario y practicaban un poco el idioma o cogían una de las guías y leían algún dato de interés que les llamara la atención.
-Rick, prométeme que no haremos lo que hacen los típicos turistas. Quiero un viaje inolvidable.
-Tranquila, te conozco lo suficiente como para saber que si te llevara a una corrida de toros me dispararías. El viaje será único, créeme, lo tengo todo pensado.
-Estoy deseando llegar a Madrid, ¿tú no?
-Sí, y ya no queda nada, llegamos en una hora.
Llegaron al aeropuerto a las tres de la tarde de España. Beckett se sentía un poco cansada y mareada. Allí les esperaba el coche del hotel que les llevó a la capital enseguida, llegando al hotel Meninas, donde tenían reservada una suite. Al llegar a la habitación Beckett se dirigió rápidamente al baño, sintiendo nauseas. Castle le dio una propina al botones y cerró la puerta, mientras que ella salía, con mala cara. Él la miró preocupado.
-¿Estás mejor cariño?
-Sí, me sentía un poco mareada desde que bajamos del avión, solo es eso. La verdad es que me gustaría descansar un rato pero no quiero desperdiciar una tarde.
-No digas tonterías. Necesitas descansar. Échate un rato mientras que yo deshago el equipaje y hago unas llamadas. Te despertaré en un par de horas, ¿de acuerdo?
-Vale, gracias, ¿podrías llamar tú a mi padre y decirle que hemos llegado bien?
-Por supuesto, descansa.
Castle hizo las llamadas y deshizo el equipaje mientras que Beckett dormía, luego bajo a la recepción a pedir unos planos del centro.
-Gracias, una cosa más, tienen ustedes servicio de masaje, ¿no es cierto?
- Sí, ¿le gustaría contratarlo?
-No exactamente…- Castle explicó su idea al recepcionista que sonrió y le dijo que todo estaría dispuesto. Cuando volvió a la habitación ella ya estaba despierta y estaba dándose una ducha. Castle sonrió al oírla cantar, adoraba su voz.
-Cariño, he pensado que podríamos dar un paseo por aquí cerca, ¿qué te parece?
-De acuerdo, me gusta la idea.
Salió del baño con el pelo mojado y una sonrisa en la cara.-Ese hidromasaje es estupendo. Deberías probarlo.
-Lo probaré esta noche, espero que me acompañes.-Le puso una mirada traviesa, que ella conocía muy bien, Beckett le respondió con un tímida sonrisa, Castle sabía que seguía preocupada por los cambios de su cuerpo, pero en ese momento no dijo nada, ya trataría luego ese tema.
Salieron a visitar el Madrid de los Austria, paseando por las calles y haciéndose fotografías. No les apetecía andar demasiado, así que no se alejaron mucho del hotel. Era una suerte que estuviera situado en pleno centro. No era el típico hotel majestuoso al que solía ir Castle, sino un hotel elegante y tranquilo, estupendo para ellos. Siguieron caminando hasta que se hizo de noche, luego cenaron en un restaurante italiano tranquilo, con pocos clientes. Pagó Rick, como solía hacer, aunque Beckett intentó que la dejara pagar a ella.
-Rick tienes que dejar que de vez en cuando pague yo.
-Vamos Kate sabes que a mí no me importa.
-Pero me siento mal, no quiero ser una mantenida.
-Está bien escucha, yo pago las comidas y tú te encargas de tus compras y de los regalos, ¿de acuerdo?
-¿Y qué hay de tus compras?
-Me las pago yo. –Ella le miró con fastidio. –Aunque siempre puedes comprarme un regalo, sabes que no lo rechazaría. –Beckett suspiró.
-Está bien, como quieras, pero cuando volvamos a Nueva York hablaremos seriamente de este tema.
-Lo que tú digas…, bueno ¿quieres ir a algún sitio más?
-La verdad es qué estoy cansada, prefiero volver al hotel si no te importa.
-Bien.
Cuando volvieron a la habitación ella estaba agotada y le dolía la espalda. Castle la abrazó desde atrás y susurró sobre su pelo:
-¿Por qué no vienes a darte un baño conmigo?, te calmará el dolor. –Ella no contestó enseguida, sabía que no podía negarse y además no quería, pero seguía asustada por lo que el pensaría ahora de su cuerpo. –Kate cariño soy yo, conozco tu cuerpo de memoria, vamos, ven conmigo.-Le dirigió una mirada sensual y llena de confianza, ella sonrió sintiéndose mejor y le siguió. Castle la desnudó acariciando sus hombros y su vientre. La veía hermosa, perfecta. Se desnudó y se metió en la bañera, tendiéndole la mano a Beckett que se colocó sobre él, realmente agradecida cuando los chorros empezaron a acariciar su piel. Ambos suspiraron. –Esto es estupendo, realmente lo necesitaba. Gracias Rick.
-No me las des, no es necesario. ¿Qué tal tu espalda?
-Mejor, aunque sigue dolorida.
-Cuando salgamos te daré un masaje, te sentará bien.
-Rick, no hace falta…
-Quiero hacerlo Kate, déjame cuidarte, además, recuerda que mis masajes pueden resultar muy… eróticos.-Esto último lo dijo susurrando sobre su oído, haciéndola estremecerse. Sus labios buscaron los de él, Rick la besó con pasión, realmente la necesitaba. Dirigió su mano hacia sus piernas y empezó a acariciarla, jugando con su clítoris. Ella empezó a gemir, agitada. Rick rompió el contacto.
-Será mejor que salgamos, quiero darte ese masaje.
-Rick…
-Vamos Kate. –La hizo levantarse, saliendo de la bañera y tendiéndole una toalla. Tras secarse un poco vio que ella tenía pensado envolverse con la toalla, pero Rick se lo impidió.
-No hace falta que te cubras, vamos ven conmigo. –La guió hasta la cama, donde ella se tumbó boca abajo, desnuda. Rick se arrodilló a su lado y cogió uno de los aceites corporales que había pedido en recepción. Olía a vainilla. Sonrió impregnando sus manos con el líquido y acariciando suavemente los hombros de Beckett. Empezó a masajearla, hábilmente, primero sus hombros, luego su espalda. Kate gimió.
-Dios Rick… ¿dónde has aprendido a dar masajes?
-Te lo contaré otro día, ahora relájate. –Siguió masajeando su cuerpo, acariciando ahora su trasero, disfrutando del tacto. Sus manos fueron buscando hasta encontrar su clítoris, lo que la hizo retorcerse.
-Rick… -Castle siguió acariciándola lentamente, disfrutando de sus gemidos. -¿Te gusta esto Kate? –Ella contestó con un gemido aún más fuerte. Él sonrió. –Date la vuelta cariño. –La acarició unos segundos más y empezó a besarla, primero su cuello, luego sus pechos, después sus labios. –Rick, por favor… -Lo necesitaba, y quería sentirlo. Castle le dio un último beso en los labios antes de bajar por todo su cuerpo, hasta hundir su boca entre sus piernas, devorándola. Kate empezó a gritar de placer, Rick introdujo lentamente un dedo dentro de ella y empezó a moverlo, sintiendo como su orgasmo empezaba a atraparla. Suavemente sacó el dedo introduciéndolo en su otro orificio, haciendo que Kate gritara aún más, por el placer y por la sorpresa. Castle se apartó, mirándola, esperando a que se calmara.
Volvieron a besarse, lentamente, dejando que ella se recuperara de la extraña y a la vez placentera sensación, hasta que sintió que ya no podía esperar más. –Rick te necesito, por favor. – Él no se hizo rogar. Se sentó y la atrajo, colocándola sobre sí, dejándola llevar el ritmo. Empezó a moverse, cada vez más rápido, disfrutando de sentirlo dentro. Realmente lo había echado de menos. Castle besaba sus pechos, mientras que acariciaba su espalda –Kate… -Ella aceleró sus movimientos, ayudada por sus manos que ahora volvían a sus caderas. Buscó sus labios, atrapándolos con desesperación, disfrutando de aquello. No duraron mucho más, las ganas de sentirse fueron más fuertes y se dejaron llevar, jadeando agotados cuando el orgasmo los superó. Se quedaron un momento quietos, dejando que sus respiraciones se calmaran. Luego ella se apartó y se tumbaron, descansando su cabeza sobre su pecho. No tenía sueño, aquello había sido maravilloso, pero no podía evitar hacerse una pregunta.
-Rick…
-Dime amor.
-Lo de antes…
-¿No te ha gustado?
-Sí, ha sido increíble, es sólo qué… ¿Rick eso quiere decir que quieres que tengamos sexo anal?
Castle se incorporó y la miró. –Eso quiere decir que quería que disfrutaras al máximo y creí que explorando nuevas partes de tu cuerpo lo conseguiría, y creo que ha funcionado. –Le sonrió.
-Ya…
-Kate, no quiere decir nada, sabes que me encanta hacerte el amor, me da igual cómo, si un día quieres probarlo sólo dímelo. Pero si no es así no pasa nada, no le des más vueltas. –Volvió a echarse, esta vez abrazándola, pero ella siguió hablando.
-No es que no quiera probarlo pero…
-Te asusta, lo entiendo. Kate escucha, esto es decisión tuya, ya te lo he dicho, yo no puedo prometerte que te vaya a gustar o que no te vaya a doler, lo que sí puedo decirte es que si algún día quieres intentarlo haré todo lo posible para que lo disfrutes, y por supuesto tendré cuidado para no hacerte daño. Ahora vamos a dormir cariño, mañana deberíamos levantarnos temprano. –Le dio un beso en los labios y cerró los ojos, dejándola un poco más tranquila.
A la mañana siguiente fueron al Retiro, disfrutando del día soleado, pero no demasiado caluroso. Había sido buena idea dejar el viaje para septiembre, el calor en agosto hubiera sido insoportable y más para Beckett. Castle tomó mil fotos de ella y pidieron a algunas personas que paseaban por allí que les hicieran fotos juntos. Luego fueron al museo del Prado, donde fue Beckett la que le contó a él mil detalles sobre algunos de los cuadros, demostrando ser una experta en todo lo relacionado con Velázquez. Castle la escuchaba con atención, no por qué le interesara mucho el tema, sino porque la gustaba verla así, en plan profesora, hablando tan entusiasmada.
-No sabía que te gustara tanto el arte Kate.
-Me gustan los pintores y los escultores europeos, Velázquez, Murillo, Boticelli, Miguel Angel…
-Vaya, recuérdame que otro año hagamos un viaje por Italia. –Ella le sonrió y le dio un dulce beso.
Antes de salir de la tienda compraron una lámina de Las hilanderas, cuadro que a Beckett le encantaba.
-Bueno, tanto cuadro me ha dado hambre, ¿quieres que vayamos a comer?
-¿Tienes pensado algo?
-Podríamos acercarnos al centro y tomar algo en una de las terrazas, pedir unas tapas.
-Bien.
Comieron en un bar sencillo, pidiendo algunas tapas y una cerveza para Castle. Beckett se conformó con agua. Él sonrió divertido.
-Podrías pedirte una sin alcohol.
-No quiero arriesgarme, casi todas suelen tener algo de alcohol, prefiero el agua.
-Cómo quieras.
-¿Qué vamos a hacer esta tarde?
-Propongo que vayamos un rato al hotel a descansar y luego paseemos por el centro, a ver la Plaza Mayor, la Puerta del Sol y miremos algunas tiendas. No quiero que te canses mucho hoy, esta noche tengo preparada una sorpresa.
-De acuerdo.
Mientras Castle dormía un rato Beckett aprovechó para ver una película. Se habían llevado algunos DVD para esos momentos, ya que ninguno de los dos quería ver la televisión en español. Luego más tarde salieron al centro a pasear y a comprar. Beckett sonrió embobada cuando entraron en una tienda de bebés, donde compró varios baberos y un osito de peluche con los ojos azules, que le recordaba a Castle. –Me gustaría llevarle algo a los gemelos.
-Cómprales unos peluches, hay muchos para elegir.
Salieron de la tienda y siguieron paseando. Castle se quedó entusiasmado al entrar en una tienda de juguetes donde encontró un helicóptero teledirigido, mucho más moderno que el que él había tenido. Beckett se rio.
-Eres como un niño Rick.
-Mira Kate, es chulísimo. –Puso la mirada Castle.
-Cariño no soy tu madre, cómprate lo que quieras, aunque espero que recuerdes que las lámparas de casa son nuevas.
Salieron de la tienda y entraron el La Casa del Libro, donde Beckett no pudo evitar quedarse mirando los libros de Castle, en español. Sonrió mirándolo, parecía orgulloso.
-No sabía que los vendieran en España.
-Tienes un hombre con mucha fama amor.
-Y mucho ego…
-Disculpe, ¿es usted? –Una chica joven, de unos veinte años sonreía entusiasmada. Llevaba en sus manos el último libro de Castle. –Me lo firma. –Castle la miró nervioso, no entendía a la muchacha, el español no era su fuerte. Beckett se rio.
-Creo que quiere que le firmes el libro.
-Ahh claro, ahora entiendo. Pregúntale cómo se llama.
-Dios Rick, no sé para qué he intentando enseñarte nada de español. –Le preguntó a la chica y luego se dirigió hacia él. –Isabel.
-¿Y qué le pongo?
-Prueba esto: “Para Isabel, con cariño Richard Castle”. –Escribió lo que le dijo y sonrió. La chica se fue corriendo a enseñárselo a un grupo de adolescentes, que miraban en otra sección. –Espero que no tengas muchas fans aquí, no quiero pasarme todo el viaje viéndote firmar libros.
-Yo tampoco. –Se dirigió hacia el interior de la tienda. Beckett aprovechó para coger un ejemplar de “Ola de Calor” y dirigirse al mostrador.
-¿Qué has comprado?
-Es una sorpresa, ya lo verás.
-Bueno, podríamos bajar hasta la Puerta del Sol y volvamos al hotel, ¿te parece bien?
-Vale.
Llegaron a la puerta de Sol, donde una española les hizo una foto con el reloj de fondo.
-Entonces, aquí celebran el año nuevo ¿no?
-Sí, además lo hacen de una forma especial. A medianoche ese reloj marca doce campanadas, por cada campanada se comen una uva. Por lo visto piensan que si no te atragantas y te las comes todas tendrás doce meses de buena suerte.
-Absurdo…
-Son tradiciones, tiene que ser muy divertido reunir a la familia a comer uvas, mirar unos a otros haciéndoles reír para que se atraganten.
-No creo que a los que se atragantan les haga mucha gracia…
-Bueno, empieza a ser tarde, vamos al hotel, tenemos que arreglarnos.
-¿Me dirás la sorpresa?
-No.
-¡Rick!
-Paciencia Kate, paciencia.
En el hotel Beckett se metió en la ducha, mientras que Castle guardaba los regalos en la maleta.
-Rick, ¿puedes decirme al menos que me pongo?
-Ropa elegante, pero no muy formal. Simplemente ponte guapa.
-Vaya ayuda…
Salieron del hotel cogidos de la mano, donde les esperaba un taxi. Beckett estaba intrigada. El coche les dejo en la puerta del teatro Lope de Vega, Beckett se bajó sorprendida.
-¡Rick!, ¿me has traído al musical de El Rey León?, ¿en serio?
-¿No gusta la idea? –Parecía preocupado, realmente creía que a ella le encantaría la idea. Ella se apresuró a contestar. –Me encanta Rick, no me lo puedo creer, eres increíble. –Le dio un beso en los labios, haciéndolo reír, aliviado. Entraron al musical, disfrutando completamente del espectáculo, aunque no entendieran el idioma, se conocían la historia de memoria, y la puesta en escena era realmente increíble. Cuando salieron Beckett estaba realmente emocionada, había disfrutado como una niña. Castle sonreía.
-¿Entonces te ha gustado mi sorpresa?
-¿Bromeas?, ha sido increíble Rick, muchas gracias, te quiero.
-Yo también.
Comieron en el hotel, estaban agotados y fueron a dormir directamente.
-Mañana es el último día en Madrid, ¿quieres hacer algo en especial?
-No se la verdad, decide tú. Vamos a dormir, estoy muerta.
-Buenas noches amor.
-Que descanses.
Castle despertó mientras que Beckett recogía las maletas, esa tarde partían a Salamanca y quería tenerlo todo listo. Sonriendo guardó el CD del musical y el libro de Castle en el fondo de la maleta, no quería que viera este último.
-Buenos días.
-Buenos días cariño. Ya está casi todo recogido, solo falta el neceser.
-Bien, voy a darme una ducha, luego ¿damos un paseo de acuerdo?
-Vale.
Salieron del hotel con ropa cómoda, sonriendo. Dieron un último paseo por las calles del centro, visitaron el Barrio de las Letras, donde Castle le dio una clase a Beckett de literatura española, y comieron en un bar, otra vez tapas, nada especial. Al regresar al hotel Castle compró una lata con violetas, dándole a probar una a Beckett, quien la escupió.
-Dios, está demasiado dulce.
-¿Qué dices?, son deliciosas.
-Ya, bueno, guárdatelas para ti, supongo que es el embarazo.
Recogieron sus cosas y se dirigieron a la estación de tren.
-Bueno, próximo destino, Salamanca.
-¿Cuánto estaremos allí?
-Sólo dos días, es suficiente para conocer el centro histórico, que es precioso, te va a encantar.
-Hablas como si ya hubieras estado allí.
-Con internet todo es posible. –Beckett se rió, apoyó su cabeza sobre su hombro, el viaje no sería muy largo, pero aprovecharía para dormir.
En Salamanca se hospedaron en un hotel tranquilo, situado junto a la Casa de las Conchas. Se ducharon y bajaron a dar un paseo, visitando la plaza Mayor.
-Es preciosa, es todo tan diferente a Nueva York…
-Lo sé, ahora entiendo porque te enamoraste de este país.
-¿Vamos a la catedral?, de noche es muy bonita.
-Claro. –Empezaron a caminar pero Beckett se paró de golpe. –Oh, me he olvidado la cámara en el hotel, cariño ¿puedes ir tú a buscarla?
Castle suspiró con fastidio. –Bueno… espérame aquí.
Subió a la habitación a buscarla, pero en la cama le esperaba un paquete envuelto en regalo. Se sentó y lo abrió, sorprendido al ver un ejemplar de Ola de Calor, en español. Lo abrió por la página de la dedicatoria, Kate se lo había firmado:
“Tus palabra enamoran también al otro lado del océano. Estoy muy orgullosa de ti, te quiero, Kate”
Continuará...
Notas:
Como siempre gracias por leer.
Espero no haber ofendido a nadie con la escena de sexo, si es así, lo siento.
Hay muchos lectores que no son españoles así que hago algunas aclaraciones:
-Las violetas son unos caramelos con forma de flores pequeñitas de color morado, con esencia de violeta. Están ricas si te comes una o dos, si te comes más, empalagan.
-El hotel Meninas es un hotel real, y parece muy confortable. Al de Salamanca no le he puesto nombre, (dudo mucho que Castle fuera al hotel al que yo fui y que es el único que conozco)
-Las tiendas de la Gran Vía me las he inventado, excepto La Casa del Libro. Si existen, es pura suerte.
-La tradición de la uvas es real. La verdad es que cuando alguien te hace reír mientras que te las comes y te atragantas es divertido. Comerse las doce uvas sin pelar a tiempo es todo un logro (yo soy incapaz).
-Comer de tapas por España es lo más típico y común, además de ser muy barato.
-El musical El Rey León está actualmente en el teatro Lope de Vega. No lo he descrito por que no lo he visto, para más información visitar la página web.
-Por muy típico que sea no voy a mandarlos a una corrida de toros. Sin querer ofender a nadie me parece un "espectáculo" lamentable y cruel.
-La segunda parte del viaje será en Salamanca, Galicia, Asturias, el País Vasco y Barcelona.
Última edición por maria_cs el Dom Abr 22, 2012 4:01 am, editado 6 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Muy buen capitulo y gracias por ir describiendo los lugares y las cosas, es como estar viajando!
Sigue pronto por favor!!!
Sigue pronto por favor!!!
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
me encanto
y si yo tambien estoy de acuerdo con eso de la corrida de toros, aqui en Perú tambien hacen eso...mas o menos sera por que los españoles años atras vinieron pero bueno, me parece un acto cruel la corrida Y PUNTO (perdon si ofendo pero es mi pensamiento)
POR OTRA PARTE ME ENCANTO
y si yo tambien estoy de acuerdo con eso de la corrida de toros, aqui en Perú tambien hacen eso...mas o menos sera por que los españoles años atras vinieron pero bueno, me parece un acto cruel la corrida Y PUNTO (perdon si ofendo pero es mi pensamiento)
POR OTRA PARTE ME ENCANTO
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
Mira que no traerlos a Andalucía
Un capítulo precioso, que alegría tener tanta pasta para poder viajar así, con lo que a mi me gusta un viaje.
Un capítulo precioso, que alegría tener tanta pasta para poder viajar así, con lo que a mi me gusta un viaje.
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
Me ha gustado mucho, sigue pronto!
Estefanía988- Actor en Broadway
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 30 La Luna de Miel(Segunda parte)
Sonrió sin poder evitar que se le escapase una lágrima. Kate le había dicho mil veces que le encantaban sus libros, que la habían salvado, que había esperado para hacer cola y conseguir su firma, pero nunca le había dicho que estaba orgullosa de él. Sin dejar de sonreír guardó el libro como si fuera un tesoro. Cogió la cámara y bajó, encontrándola sentada en las escaleras que estaban frente a la Casa de las Conchas. Ella se levantó, iba a decirle algo pero Castle no la dejó. La miró unos segundos y luego la atrajo hacia él con ímpetu, besándola apasionadamente, haciendo que algunas personas se quedaran mirándolos.
-Mira mamá, parece una película.
-A lo mejor son actores, ella es muy guapa. Deja de mirar nene, que es de mala educación.
Se separaron cuando la necesidad de aire empezó a ser más fuerte que las ganas de besarse.
-Gracias.
-Siempre. –Castle le dio una última sonrisa y empezaron a caminar. Beckett no pudo evitar admirar la hermosa catedral gótica. Castle sonrió:
-Esta noche te daré un premio si encuentras al astronauta.
-¿Astronauta?
-Sí, en una de las restauraciones de la catedral esculpieron un pequeño astronauta en la fachada. Si lo encuentras te daré un premio.
-¿Tú sabes dónde está?
-No, buscaré también.
Beckett le miró unos segundos y empezó a buscar. Castle se rio al verla tan concentrada. Pasaron unos minutos hasta que ella le miró irritada.
-Me estás engañando. Aquí no hay nada Rick.
-No te engaño, sólo hay que buscar bien. Prueba otra vez.
Beckett volvió a mirar pero se negó a continuar. –Me rindo, no voy a pasarme toda la noche buscando un estúpido astronauta.
-Está bien cariño, no te enfades. Mira, está ahí. –Señaló el lugar justo, haciendo que Beckett le mirara impresionada.
-¿Cómo lo has encontrado tan rápido?
-Porque soy un genio cielo, ya deberías saberlo. –Si ella supiera, la verdad es que se había fijado en que varias personas miraban al mismo lugar justo antes de que ellos llegasen. Por eso la había encontrado tan fácilmente.
-Bueno, sigamos paseando.
-¿Sabes qué esta no es la única catedral?
Beckett negó con la cabeza. –Esta es la catedral nueva, la vieja es mucho más pequeña, románica, muy bella. Hay un patio donde se unen las dos al que llaman patio chico.
-¿Se puede visitar la vieja?
-Sí, mañana lo haremos. Ahora vayamos a la Plaza Mayor, podemos cenar ahí.
-Bien. ¿Qué más vamos a ver?
-Pues la Universidad, por supuesto, la Casa de las Conchas por dentro, que ahora es una biblioteca, el puente romano, el huerto de Calixto y Melibea…
-¿Calixto y Melibea?, ¿los de La Celestina?
-Esos mismos. Se supone que es en ese jardín donde Calixto y Melibea se reunían.
-Veo que has hecho los deberes Rick.
-Por supuesto, quiero regalarte un viaje único, y para eso me he leído todas las guías de viaje que he podido.
Ella sonrió, le acarició tiernamente y murmuró: -Contigo el viaje es único Rick, no necesito nada más.
Fueron hacia la Plaza Mayor cogidos de la mano. Estaba llena de gente que cenaba en las terrazas o paseaba comiendo un helado. Se sentaron en una de las terrazas a cenar, admirando el hermoso lugar. De repente empezaron a escuchar una música cerca de ellos y se volvieron, viendo a un curioso grupo de músicos vestidos de una forma muy peculiar, que cantaban rodeados de una pequeña multitud. Beckett miró con curiosidad a Castle, quien se encogió de hombros. Los músicos se acercaron cantándoles a ellos también que no sabían que decir, sorprendidos. Castle sonrió divertido y sacó un billete de veinte euros, dándoselo al que llevaba una pandereta. El hombre le hizo unas reverencias y se alejaron, buscando a otras parejas.
-¿Quiénes eran esos?
-Ni idea, pero ha sido gracioso. ¿Les has hecho una foto?
-Sí, por supuesto.
-Es tarde, volvamos al hotel.
Cuando llegaron, Kate soltó la cámara y sin pensarlo ni un momento se echó a sus brazos, besándole apasionadamente. Castle sonrió murmurando sobre su cuello:
-No se merece su premio inspectora, no encontró al astronauta.
-Déjate de astronautas y hazme el amor, ahora.
Castle sonrió y le quitó el vestido, y los tacones, dejándola en ropa interior. La dejó un momento para quitarse la ropa, mientras que ella caminaba hacia atrás, arrodillándose en la cama, quitándose el sujetador mientras que se mordía el labio.
-Ven aquí Ricky.
Castle la miró un momento y terminó de desnudarla, besándola mientras que la acariciaba. Ella gimió impaciente, él la besó y tumbándola sobre la cama la penetró despacio, concentrándose al máximo en sentir su piel a su alrededor. Ella envolvió sus piernas en su cintura, gimiendo más fuerte. –Rick…dios…sigue…
Castle sonrió, entusiasmado por su impaciencia y empezó a moverse rápidamente, cada vez más, hasta que los gemidos de ella se convirtieron en gritos. Beckett clavó sus uñas en su espalda, llegando al orgasmo cuando él besó su cuello con desesperación, sin disminuir el ritmo. No tardó en seguirla, quedando agotados. La inspectora le acarició suavemente, dándose cuenta de las marcas que le había dejado.
-Lo siento.
-Yo no. –Se rieron y se besaron, acomodándose luego, abrazados, cayendo en un profundo sueño.
A la mañana siguiente Castle se despertó con el ruido de la ducha y de su voz. Sonrió entrando con ella, abrazándola por detrás.
-Buenos días, preciosa.
-Hola cariño.
-¿Necesitas ayuda con el jabón?
-No, ya he terminado. –Él la miró desilusionado. Beckett sonrió besándolo.
-Quiero salir cuanto antes, hay muchas cosas que ver. Vamos, dúchate y puede que esta noche salude al pequeño Rick.
Salió de la ducha dejándolo con la boca abierta y cerrando el grifo de agua caliente, no la necesitaba, le bastaba con la fría.
Salieron del hotel sonriendo como dos enamorados. Fueron a la plaza mayor a desayunar y luego se dirigieron a la catedral. Beckett se enamoró de la catedral vieja, tan pequeña y a la vez bella.
-Es tan hermosa. Esta iglesia es preciosa Rick, me encanta.
-A mí también, no me extraña que las jóvenes se quieran casar aquí.
Salieron de la catedral aún maravillados.
-Vamos a la universidad, ¿de acuerdo?
-Bien.
Por el camino Castle decidió fastidiar un poco a Beckett.
-Aquí también tienes que hacer una búsqueda.
-No me digas, y ahora ¿qué hay que buscar?
-Una rana.
-¿Qué?
-Una rana. Está en la fachada, dicen que da buena suerte si la encuentras sin ayuda.
-Uvas, ranas, los españoles son muy afortunados ¿no?
Castle se rio. Fueron a la universidad por una callejuela, antes de llegar Beckett gritó de alegría:
-Ya la he visto, está ahí, ¡la he visto Rick!
-¡Venga ya Kate!, es imposible que la hayas encontrado tan rápido.
-No, está ahí, justo encima de la calavera. ¡Ahora he ganado yo!
Castle no tuvo más remedio que darle la razón cuando él, quince minutos después la encontró. Entraron a la catedral, antigua y hermosa, como todo lo que habían visto. Realmente esa ciudad merecía la pena. Cuando salieron de la universidad fueron a ver la Casa de las Conchas.
-Me pregunto cuantas conchas habrá.
-Más de trescientas, según la guía. Me gusta que la usen de biblioteca, es un honor para la literatura.
Beckett le sonrió.
-Estoy hambrienta. ¿Comemos?
-¿Qué te apetece?
-La verdad es que me ha entrado un antojo de pollo frito. Podríamos comer en el Burguer King.
-Como quieras, pero que conste que no vamos a comer comida basura a menudo. No es bueno para el bebé.
-No empieces Rick.
Comieron allí y luego fueron al hotel, a descansar un rato. Por la tarde se dirigieron al Huerto de Calixto y Melibea, sonriendo. Era un jardín pequeño, pero elegante, sencillo, pero con un encanto especial. Después de hacerse unas fotos y darse unos besos como un par de adolescentes se dirigieron al puente romano.
-Este es el toro donde se supone que el ciego hirió al lazarillo de Tormes.
-¿Esto es un toro?, ¿en serio?
-Se supone que sí.
-Hay que tener mucha imaginación.
-Bueno, lo único que le falta es la cabeza.
Volvieron a cenar en la Plaza Mayor, donde Beckett contempló los relieves de los reyes, hasta entonces no se había fijado en ellos.
-No lo entiendo.
-¿Qué?
-Las reinas eran Isabel y Juana, pero las ponen detrás de sus maridos, que eran regentes.
-Ya sabes, el machismo de la época. ¿Quieres un helado?
-Sí por favor. –Tomaron un helado mientras que paseaban por las calles. Luego se dirigieron al hotel.
-Será mejor que recojamos, mañana salimos a las dos. Antes daremos una vuelta y haremos algunas compras, si te parece, claro.
-Genial.
-Ahora, creo que tú ibas a hacerle una visita a alguien...
Beckett se rio y desnudándolo rápidamente empezó a besarle, bajando lentamente hasta quedar de rodillas. Lamió suavemente, volviéndolo loco, hasta que él no pudo más. Acabaron haciendo el amor en el suelo, a pesar de que tenían la cama al lado. A la mañana siguiente hicieron algunas compras, entre ellas una postal con una frase en latín, muy conocida allí. Se fueron a la estación de tren, cogiendo el que les llevaba a Santiago de Compostela.
-Santiago es una ciudad muy bonita, te va a encantar Rick.
-Seguro que sí. Aunque espero que no llueva.
-La lluvia es parte de su encanto. Sólo estaremos un día, pero es suficiente para conocer la catedral y pasear por sus calles. Estoy deseando llegar.
-Lo sé, se te nota.
Llegaron a Santiago dónde por supuesto, estaba lloviendo. Rick sonrió Beckett parecía realmente ilusionada y feliz de volver allí. Dejaron las cosas en el hotel y bajaron a pasear. Castle observó a un grupo de chiquillos que llevaban a su espalda mochilas, bastones y conchas, parecían agotados, pero felices. Beckett le sonrió.
-Son peregrinos. Vienen de hacer el camino de Santiago. El final es la Catedral de Santiago, donde está enterrado el apóstol.
Castle asintió. Él ya sabía todo eso, pero le gustaba verla tan entusiasmada.
-Es tarde y estoy agotado. Cenemos algo y vayamos al hotel.
Cenaron en un restaurante tranquilo, de comida casera, probando la empanada gallega. Castle se fijo en unas tartas que habían el mostrador, con una cruz de adorno.
-Son tartas de Santiago, ¿compramos una para probarla?
-De acuerdo.
Se llevaron la tarta al hotel donde la probaron, ambos sonrieron, estaba deliciosa.
-Vamos a dormir amor, estoy muy cansada.
-Buenas noches.
Se levantaron temprano, dirigiéndose a la hermosa catedral, tumba del apóstol. Castle observó por un momento el pórtico de la Gloria y luego se giró hacia ella:
-¿Son figuras decorativas o las hicieron por algo?
-Tenían fines educativos. La Iglesia usaba estas portadas para enseñar a los fieles, ya que en aquella época no sabían leer. ¿Sabes que antiguamente estaban pintadas?
-Cualquiera lo diría. Entremos dentro.
-Es preciosa.
Realmente la catedral de Santiago era digna de ver.
-Sí que lo es.
-Además es la obra cumbre del románico español, siendo la catedral por excelencia del camino de Santiago. Se construyó precisamente porque la antigua iglesia no podía acoger a todos los peregrinos que hacían el camino.
-Viaja contigo es como ir con un profesor de arte.
-¿Te aburro? –Ahora parecía preocupada. Castle se apresuró a contestar.
-¡No! claro que no, me encanta oírte y verte tan entusiasmada, es estupendo. –Le sonrió cariñosamente.
Salieron de la catedral. El sol había salido, aunque amenazaba con llover. Pasearon por las calles, visitando otros monumentos. Era una ciudad encantadora. Castle entró en una tienda mientras que Beckett estaba en otra, compró tres colgantes con una bonita concha de plata pintada. Sonrió guardándolas en su bolsillo, no quería que las viera. Fueron a comer y pasearon por un bonito parque, desde el cual se veía la catedral. Beckett sonrió.
-Rick gracias por traerme aquí. No sabes lo feliz que soy.
-Me alegro mucho cariño, no tienes que darme las gracias, me gusta verte así, te lo mereces. –Acarició con ternura su rostro y luego colocó sus manos en su vientre. –Te quiero Kate, este viaje es mi forma de darte las gracias por hacerme tan feliz, y por hacerme padre otra vez. Gracias.
Ella le sonrió y le besó, un grupo que pasaba por ahí sonrió mirándolos. Castle se separó de ella sin dejar acariciarla.
-Vamos, tenemos que recoger. El tren sale en dos horas.
Recogieron lo poco que habían sacado y fueron a la estación.
-¿Has estado en Asturias?
-No, aunque dicen que es muy bonita. ¿Cuántos estaremos allí?
-Dos días. He alquilado un coche para visitar los pueblos y los lagos.
Llegaron a Oviedo donde cogieron el coche alquilado.
-¿Dónde nos hospedaremos?
-En Ribadesella. Es un pueblo costero muy bonito, seguro que te encantará.
El pueblo era realmente hermoso, tranquilo. El hotel era una pequeña casa rural, los dueños eran amables. Beckett se quedó mirando el escaparate de una chocolatería. Castle la miró, fastidiándola.
-Kate… ya sabes que no puedes comer muchos dulces.
-Rick, pienso probar esos bombones me des permiso o no, así que ni lo intentes.
Él suspiró, la comprendía perfectamente, esos bombones tenían una pinta estupenda. Entraron y compraron cuatro, rellenos de canela, frambuesa, naranja y café. Dieron un paseo por el puerto, se hicieron fotos, y acabaron en la pequeña playa situada cerca del colegio. En esos momentos estaba vacía así que se tumbaron y empezaron a besarse disfrutando de la intimidad, hasta que el estómago de Kate empezó a sonar, haciéndolos reír.
-Vamos.
Comieron en uno de los bares del puerto, donde Beckett se rio con ganas cuando Castle intentó escanciar la sidra, derramándola por toda su camisa.
-Rick, mejor deja que lo haga el camarero. –Él la miro como un niño pequeño, tendiéndole la botella a regañadientes. Antes de marcharse Castle preguntó:
-Perdonen, ¿venden botellas de sidra?
-Sí señor.
-Pónganos tres, por favor.
-Rick, no fastidies, sabes que no puedo beber.
-Por eso mismo, las llevaremos a casa donde podrás probarla cuando nazca el bebé.
Ella le miró agradecida, asintiendo con la cabeza. En el hotel ella suspiró.
-Dios, no sé que voy a hacer cuando esté de ocho meses, me duele muchísimo la espalda.
-¿Quieres que te de otro masaje?
-Rick, estoy muy cansada, lo siento…
-No lo digo en ese sentido Kate, venga túmbate, solo quiero aliviarte. –Ella le miró un momento y se quitó la blusa, tumbándose boca abajo. Suspiró aliviada cuando él empezó a masajearla con uno de los aceites que había traído de Madrid.
-Dios Rick, amo tus manos. ¿Quién te enseñó a hacer esto?
-La verdad es que se lo tienes que agradecer a Meredith. A ella también le dolía mucho la espalda durante el embarazo así que hice un curso para aprender a dar masajes. Ella nunca me reconoció que le ayudaban.
-Pues yo sí. Me encantan gracias, me ayudan muchísimo. –Castle terminó el masaje y le dio un tierno beso en el pelo.
-Esto ya está. ¿Te sientes mejor?
-Mucho mejor cariño, gracias.
-Bien, será mejor que durmamos, mañana vamos a andar muchísimo.
-Buenas noches mi amor, te quiero.
-Yo también te quiero, que descanses.
Continuará…
Notas
Primero pedirle mil disculpas a Duende, por la visión tan pobre que he echo de Galicia. Pero lo único que conozco es Santiago y fui hace años, así que solo me acuerdo de la catedral. Perdón, perdón perdón
Dije que en esta parte hablaría también del País Vasco y Barcelona, pero según iba escribiendo veía que era demasiado, así que al final la Luna de Miel tendrá cuatro apartados, no tres (Prometo compensar con algo interesante sobre vuestro amigo misterioso)
-Todos los lugares descritos de Salamanca son reales, y merece la pena verlos.
-El astronauta y la rana realmente se encuentran en las fachadas de la catedral y de la universidad, y encontrarlos es uno de los pasatiempos favoritos de los turistas (El astronauta lo encontré igual que Castle, dejandome llevar por la gente. La rana igual que Beckett, mirar arriba y listo )
-La casa de las Conchas recibe su nombre por las más de trescientas conchas que adornan la fachada. Es algo bastante curioso.
-En la Plaza Mayor están los relieves de los reyes, reinas y dictadores de España. El apunte que hace Beckett sobre los relieves de los reyes católicos y Juana la loca y su marido es real. Ellas eran la reinas y ellos los regentes, pero las colocan detrás de ellos.
-A la catedral vieja se accede desde la nueva. Ambas son preciosas.
-El toro del que habla Castle es un bloque de piedra al que, con mucha imaginación, le podemos ver la forma de toro (sin cabeza). Según el Lazarillo de Tormes, aquí fue donde el ciego le estampó por no me acuerdo qué. (Para más información leer el libro)
-La inscripción latina que se menciona es "Lo que natura no da, Salamanca no presta." Traducido a nuestro idioma "Lo qué la naturaleza no da, Salamanca no lo presta."
-Supongo que os habréis dado cuenta,pero el grupo de músicos vestido de forma peculiar es la famosa tuna.
-Todo lo que dice Beckett sobre la catedral de Santiago es real.
-La empanada gallega es una empanada típica en Galicia y en España. Está rellena de verduras y atún. Es fácil hacerla en casa, yo le echo gambas, está deliciosa.
-La tarta de Santiago es dulce típico de allí que, sinceramente, yo no he probado.
-Una vez más pido disculpas por hablar tan poco de Santiago y de Galicia, pero una visita de dos días que hice con un día anulado por la lluvia no da para más.
-Ribadesella es un pueblo real asturiano, costero y muy bonito. Realmente recomendado.
-Los bombones de los que habla Bekcett son bombones rellenos de cremas de sabores, con forma de cubo. Son grandes así que basta con comerse uno.
Hasta aquí la clase de turismo, perdón si aburro a alguien. XD Muchas gracias por leer. =)
Sonrió sin poder evitar que se le escapase una lágrima. Kate le había dicho mil veces que le encantaban sus libros, que la habían salvado, que había esperado para hacer cola y conseguir su firma, pero nunca le había dicho que estaba orgullosa de él. Sin dejar de sonreír guardó el libro como si fuera un tesoro. Cogió la cámara y bajó, encontrándola sentada en las escaleras que estaban frente a la Casa de las Conchas. Ella se levantó, iba a decirle algo pero Castle no la dejó. La miró unos segundos y luego la atrajo hacia él con ímpetu, besándola apasionadamente, haciendo que algunas personas se quedaran mirándolos.
-Mira mamá, parece una película.
-A lo mejor son actores, ella es muy guapa. Deja de mirar nene, que es de mala educación.
Se separaron cuando la necesidad de aire empezó a ser más fuerte que las ganas de besarse.
-Gracias.
-Siempre. –Castle le dio una última sonrisa y empezaron a caminar. Beckett no pudo evitar admirar la hermosa catedral gótica. Castle sonrió:
-Esta noche te daré un premio si encuentras al astronauta.
-¿Astronauta?
-Sí, en una de las restauraciones de la catedral esculpieron un pequeño astronauta en la fachada. Si lo encuentras te daré un premio.
-¿Tú sabes dónde está?
-No, buscaré también.
Beckett le miró unos segundos y empezó a buscar. Castle se rio al verla tan concentrada. Pasaron unos minutos hasta que ella le miró irritada.
-Me estás engañando. Aquí no hay nada Rick.
-No te engaño, sólo hay que buscar bien. Prueba otra vez.
Beckett volvió a mirar pero se negó a continuar. –Me rindo, no voy a pasarme toda la noche buscando un estúpido astronauta.
-Está bien cariño, no te enfades. Mira, está ahí. –Señaló el lugar justo, haciendo que Beckett le mirara impresionada.
-¿Cómo lo has encontrado tan rápido?
-Porque soy un genio cielo, ya deberías saberlo. –Si ella supiera, la verdad es que se había fijado en que varias personas miraban al mismo lugar justo antes de que ellos llegasen. Por eso la había encontrado tan fácilmente.
-Bueno, sigamos paseando.
-¿Sabes qué esta no es la única catedral?
Beckett negó con la cabeza. –Esta es la catedral nueva, la vieja es mucho más pequeña, románica, muy bella. Hay un patio donde se unen las dos al que llaman patio chico.
-¿Se puede visitar la vieja?
-Sí, mañana lo haremos. Ahora vayamos a la Plaza Mayor, podemos cenar ahí.
-Bien. ¿Qué más vamos a ver?
-Pues la Universidad, por supuesto, la Casa de las Conchas por dentro, que ahora es una biblioteca, el puente romano, el huerto de Calixto y Melibea…
-¿Calixto y Melibea?, ¿los de La Celestina?
-Esos mismos. Se supone que es en ese jardín donde Calixto y Melibea se reunían.
-Veo que has hecho los deberes Rick.
-Por supuesto, quiero regalarte un viaje único, y para eso me he leído todas las guías de viaje que he podido.
Ella sonrió, le acarició tiernamente y murmuró: -Contigo el viaje es único Rick, no necesito nada más.
Fueron hacia la Plaza Mayor cogidos de la mano. Estaba llena de gente que cenaba en las terrazas o paseaba comiendo un helado. Se sentaron en una de las terrazas a cenar, admirando el hermoso lugar. De repente empezaron a escuchar una música cerca de ellos y se volvieron, viendo a un curioso grupo de músicos vestidos de una forma muy peculiar, que cantaban rodeados de una pequeña multitud. Beckett miró con curiosidad a Castle, quien se encogió de hombros. Los músicos se acercaron cantándoles a ellos también que no sabían que decir, sorprendidos. Castle sonrió divertido y sacó un billete de veinte euros, dándoselo al que llevaba una pandereta. El hombre le hizo unas reverencias y se alejaron, buscando a otras parejas.
-¿Quiénes eran esos?
-Ni idea, pero ha sido gracioso. ¿Les has hecho una foto?
-Sí, por supuesto.
-Es tarde, volvamos al hotel.
Cuando llegaron, Kate soltó la cámara y sin pensarlo ni un momento se echó a sus brazos, besándole apasionadamente. Castle sonrió murmurando sobre su cuello:
-No se merece su premio inspectora, no encontró al astronauta.
-Déjate de astronautas y hazme el amor, ahora.
Castle sonrió y le quitó el vestido, y los tacones, dejándola en ropa interior. La dejó un momento para quitarse la ropa, mientras que ella caminaba hacia atrás, arrodillándose en la cama, quitándose el sujetador mientras que se mordía el labio.
-Ven aquí Ricky.
Castle la miró un momento y terminó de desnudarla, besándola mientras que la acariciaba. Ella gimió impaciente, él la besó y tumbándola sobre la cama la penetró despacio, concentrándose al máximo en sentir su piel a su alrededor. Ella envolvió sus piernas en su cintura, gimiendo más fuerte. –Rick…dios…sigue…
Castle sonrió, entusiasmado por su impaciencia y empezó a moverse rápidamente, cada vez más, hasta que los gemidos de ella se convirtieron en gritos. Beckett clavó sus uñas en su espalda, llegando al orgasmo cuando él besó su cuello con desesperación, sin disminuir el ritmo. No tardó en seguirla, quedando agotados. La inspectora le acarició suavemente, dándose cuenta de las marcas que le había dejado.
-Lo siento.
-Yo no. –Se rieron y se besaron, acomodándose luego, abrazados, cayendo en un profundo sueño.
A la mañana siguiente Castle se despertó con el ruido de la ducha y de su voz. Sonrió entrando con ella, abrazándola por detrás.
-Buenos días, preciosa.
-Hola cariño.
-¿Necesitas ayuda con el jabón?
-No, ya he terminado. –Él la miró desilusionado. Beckett sonrió besándolo.
-Quiero salir cuanto antes, hay muchas cosas que ver. Vamos, dúchate y puede que esta noche salude al pequeño Rick.
Salió de la ducha dejándolo con la boca abierta y cerrando el grifo de agua caliente, no la necesitaba, le bastaba con la fría.
Salieron del hotel sonriendo como dos enamorados. Fueron a la plaza mayor a desayunar y luego se dirigieron a la catedral. Beckett se enamoró de la catedral vieja, tan pequeña y a la vez bella.
-Es tan hermosa. Esta iglesia es preciosa Rick, me encanta.
-A mí también, no me extraña que las jóvenes se quieran casar aquí.
Salieron de la catedral aún maravillados.
-Vamos a la universidad, ¿de acuerdo?
-Bien.
Por el camino Castle decidió fastidiar un poco a Beckett.
-Aquí también tienes que hacer una búsqueda.
-No me digas, y ahora ¿qué hay que buscar?
-Una rana.
-¿Qué?
-Una rana. Está en la fachada, dicen que da buena suerte si la encuentras sin ayuda.
-Uvas, ranas, los españoles son muy afortunados ¿no?
Castle se rio. Fueron a la universidad por una callejuela, antes de llegar Beckett gritó de alegría:
-Ya la he visto, está ahí, ¡la he visto Rick!
-¡Venga ya Kate!, es imposible que la hayas encontrado tan rápido.
-No, está ahí, justo encima de la calavera. ¡Ahora he ganado yo!
Castle no tuvo más remedio que darle la razón cuando él, quince minutos después la encontró. Entraron a la catedral, antigua y hermosa, como todo lo que habían visto. Realmente esa ciudad merecía la pena. Cuando salieron de la universidad fueron a ver la Casa de las Conchas.
-Me pregunto cuantas conchas habrá.
-Más de trescientas, según la guía. Me gusta que la usen de biblioteca, es un honor para la literatura.
Beckett le sonrió.
-Estoy hambrienta. ¿Comemos?
-¿Qué te apetece?
-La verdad es que me ha entrado un antojo de pollo frito. Podríamos comer en el Burguer King.
-Como quieras, pero que conste que no vamos a comer comida basura a menudo. No es bueno para el bebé.
-No empieces Rick.
Comieron allí y luego fueron al hotel, a descansar un rato. Por la tarde se dirigieron al Huerto de Calixto y Melibea, sonriendo. Era un jardín pequeño, pero elegante, sencillo, pero con un encanto especial. Después de hacerse unas fotos y darse unos besos como un par de adolescentes se dirigieron al puente romano.
-Este es el toro donde se supone que el ciego hirió al lazarillo de Tormes.
-¿Esto es un toro?, ¿en serio?
-Se supone que sí.
-Hay que tener mucha imaginación.
-Bueno, lo único que le falta es la cabeza.
Volvieron a cenar en la Plaza Mayor, donde Beckett contempló los relieves de los reyes, hasta entonces no se había fijado en ellos.
-No lo entiendo.
-¿Qué?
-Las reinas eran Isabel y Juana, pero las ponen detrás de sus maridos, que eran regentes.
-Ya sabes, el machismo de la época. ¿Quieres un helado?
-Sí por favor. –Tomaron un helado mientras que paseaban por las calles. Luego se dirigieron al hotel.
-Será mejor que recojamos, mañana salimos a las dos. Antes daremos una vuelta y haremos algunas compras, si te parece, claro.
-Genial.
-Ahora, creo que tú ibas a hacerle una visita a alguien...
Beckett se rio y desnudándolo rápidamente empezó a besarle, bajando lentamente hasta quedar de rodillas. Lamió suavemente, volviéndolo loco, hasta que él no pudo más. Acabaron haciendo el amor en el suelo, a pesar de que tenían la cama al lado. A la mañana siguiente hicieron algunas compras, entre ellas una postal con una frase en latín, muy conocida allí. Se fueron a la estación de tren, cogiendo el que les llevaba a Santiago de Compostela.
-Santiago es una ciudad muy bonita, te va a encantar Rick.
-Seguro que sí. Aunque espero que no llueva.
-La lluvia es parte de su encanto. Sólo estaremos un día, pero es suficiente para conocer la catedral y pasear por sus calles. Estoy deseando llegar.
-Lo sé, se te nota.
Llegaron a Santiago dónde por supuesto, estaba lloviendo. Rick sonrió Beckett parecía realmente ilusionada y feliz de volver allí. Dejaron las cosas en el hotel y bajaron a pasear. Castle observó a un grupo de chiquillos que llevaban a su espalda mochilas, bastones y conchas, parecían agotados, pero felices. Beckett le sonrió.
-Son peregrinos. Vienen de hacer el camino de Santiago. El final es la Catedral de Santiago, donde está enterrado el apóstol.
Castle asintió. Él ya sabía todo eso, pero le gustaba verla tan entusiasmada.
-Es tarde y estoy agotado. Cenemos algo y vayamos al hotel.
Cenaron en un restaurante tranquilo, de comida casera, probando la empanada gallega. Castle se fijo en unas tartas que habían el mostrador, con una cruz de adorno.
-Son tartas de Santiago, ¿compramos una para probarla?
-De acuerdo.
Se llevaron la tarta al hotel donde la probaron, ambos sonrieron, estaba deliciosa.
-Vamos a dormir amor, estoy muy cansada.
-Buenas noches.
Se levantaron temprano, dirigiéndose a la hermosa catedral, tumba del apóstol. Castle observó por un momento el pórtico de la Gloria y luego se giró hacia ella:
-¿Son figuras decorativas o las hicieron por algo?
-Tenían fines educativos. La Iglesia usaba estas portadas para enseñar a los fieles, ya que en aquella época no sabían leer. ¿Sabes que antiguamente estaban pintadas?
-Cualquiera lo diría. Entremos dentro.
-Es preciosa.
Realmente la catedral de Santiago era digna de ver.
-Sí que lo es.
-Además es la obra cumbre del románico español, siendo la catedral por excelencia del camino de Santiago. Se construyó precisamente porque la antigua iglesia no podía acoger a todos los peregrinos que hacían el camino.
-Viaja contigo es como ir con un profesor de arte.
-¿Te aburro? –Ahora parecía preocupada. Castle se apresuró a contestar.
-¡No! claro que no, me encanta oírte y verte tan entusiasmada, es estupendo. –Le sonrió cariñosamente.
Salieron de la catedral. El sol había salido, aunque amenazaba con llover. Pasearon por las calles, visitando otros monumentos. Era una ciudad encantadora. Castle entró en una tienda mientras que Beckett estaba en otra, compró tres colgantes con una bonita concha de plata pintada. Sonrió guardándolas en su bolsillo, no quería que las viera. Fueron a comer y pasearon por un bonito parque, desde el cual se veía la catedral. Beckett sonrió.
-Rick gracias por traerme aquí. No sabes lo feliz que soy.
-Me alegro mucho cariño, no tienes que darme las gracias, me gusta verte así, te lo mereces. –Acarició con ternura su rostro y luego colocó sus manos en su vientre. –Te quiero Kate, este viaje es mi forma de darte las gracias por hacerme tan feliz, y por hacerme padre otra vez. Gracias.
Ella le sonrió y le besó, un grupo que pasaba por ahí sonrió mirándolos. Castle se separó de ella sin dejar acariciarla.
-Vamos, tenemos que recoger. El tren sale en dos horas.
Recogieron lo poco que habían sacado y fueron a la estación.
-¿Has estado en Asturias?
-No, aunque dicen que es muy bonita. ¿Cuántos estaremos allí?
-Dos días. He alquilado un coche para visitar los pueblos y los lagos.
Llegaron a Oviedo donde cogieron el coche alquilado.
-¿Dónde nos hospedaremos?
-En Ribadesella. Es un pueblo costero muy bonito, seguro que te encantará.
El pueblo era realmente hermoso, tranquilo. El hotel era una pequeña casa rural, los dueños eran amables. Beckett se quedó mirando el escaparate de una chocolatería. Castle la miró, fastidiándola.
-Kate… ya sabes que no puedes comer muchos dulces.
-Rick, pienso probar esos bombones me des permiso o no, así que ni lo intentes.
Él suspiró, la comprendía perfectamente, esos bombones tenían una pinta estupenda. Entraron y compraron cuatro, rellenos de canela, frambuesa, naranja y café. Dieron un paseo por el puerto, se hicieron fotos, y acabaron en la pequeña playa situada cerca del colegio. En esos momentos estaba vacía así que se tumbaron y empezaron a besarse disfrutando de la intimidad, hasta que el estómago de Kate empezó a sonar, haciéndolos reír.
-Vamos.
Comieron en uno de los bares del puerto, donde Beckett se rio con ganas cuando Castle intentó escanciar la sidra, derramándola por toda su camisa.
-Rick, mejor deja que lo haga el camarero. –Él la miro como un niño pequeño, tendiéndole la botella a regañadientes. Antes de marcharse Castle preguntó:
-Perdonen, ¿venden botellas de sidra?
-Sí señor.
-Pónganos tres, por favor.
-Rick, no fastidies, sabes que no puedo beber.
-Por eso mismo, las llevaremos a casa donde podrás probarla cuando nazca el bebé.
Ella le miró agradecida, asintiendo con la cabeza. En el hotel ella suspiró.
-Dios, no sé que voy a hacer cuando esté de ocho meses, me duele muchísimo la espalda.
-¿Quieres que te de otro masaje?
-Rick, estoy muy cansada, lo siento…
-No lo digo en ese sentido Kate, venga túmbate, solo quiero aliviarte. –Ella le miró un momento y se quitó la blusa, tumbándose boca abajo. Suspiró aliviada cuando él empezó a masajearla con uno de los aceites que había traído de Madrid.
-Dios Rick, amo tus manos. ¿Quién te enseñó a hacer esto?
-La verdad es que se lo tienes que agradecer a Meredith. A ella también le dolía mucho la espalda durante el embarazo así que hice un curso para aprender a dar masajes. Ella nunca me reconoció que le ayudaban.
-Pues yo sí. Me encantan gracias, me ayudan muchísimo. –Castle terminó el masaje y le dio un tierno beso en el pelo.
-Esto ya está. ¿Te sientes mejor?
-Mucho mejor cariño, gracias.
-Bien, será mejor que durmamos, mañana vamos a andar muchísimo.
-Buenas noches mi amor, te quiero.
-Yo también te quiero, que descanses.
Continuará…
Notas
Primero pedirle mil disculpas a Duende, por la visión tan pobre que he echo de Galicia. Pero lo único que conozco es Santiago y fui hace años, así que solo me acuerdo de la catedral. Perdón, perdón perdón
Dije que en esta parte hablaría también del País Vasco y Barcelona, pero según iba escribiendo veía que era demasiado, así que al final la Luna de Miel tendrá cuatro apartados, no tres (Prometo compensar con algo interesante sobre vuestro amigo misterioso)
-Todos los lugares descritos de Salamanca son reales, y merece la pena verlos.
-El astronauta y la rana realmente se encuentran en las fachadas de la catedral y de la universidad, y encontrarlos es uno de los pasatiempos favoritos de los turistas (El astronauta lo encontré igual que Castle, dejandome llevar por la gente. La rana igual que Beckett, mirar arriba y listo )
-La casa de las Conchas recibe su nombre por las más de trescientas conchas que adornan la fachada. Es algo bastante curioso.
-En la Plaza Mayor están los relieves de los reyes, reinas y dictadores de España. El apunte que hace Beckett sobre los relieves de los reyes católicos y Juana la loca y su marido es real. Ellas eran la reinas y ellos los regentes, pero las colocan detrás de ellos.
-A la catedral vieja se accede desde la nueva. Ambas son preciosas.
-El toro del que habla Castle es un bloque de piedra al que, con mucha imaginación, le podemos ver la forma de toro (sin cabeza). Según el Lazarillo de Tormes, aquí fue donde el ciego le estampó por no me acuerdo qué. (Para más información leer el libro)
-La inscripción latina que se menciona es "Lo que natura no da, Salamanca no presta." Traducido a nuestro idioma "Lo qué la naturaleza no da, Salamanca no lo presta."
-Supongo que os habréis dado cuenta,pero el grupo de músicos vestido de forma peculiar es la famosa tuna.
-Todo lo que dice Beckett sobre la catedral de Santiago es real.
-La empanada gallega es una empanada típica en Galicia y en España. Está rellena de verduras y atún. Es fácil hacerla en casa, yo le echo gambas, está deliciosa.
-La tarta de Santiago es dulce típico de allí que, sinceramente, yo no he probado.
-Una vez más pido disculpas por hablar tan poco de Santiago y de Galicia, pero una visita de dos días que hice con un día anulado por la lluvia no da para más.
-Ribadesella es un pueblo real asturiano, costero y muy bonito. Realmente recomendado.
-Los bombones de los que habla Bekcett son bombones rellenos de cremas de sabores, con forma de cubo. Son grandes así que basta con comerse uno.
Hasta aquí la clase de turismo, perdón si aburro a alguien. XD Muchas gracias por leer. =)
Última edición por maria_cs el Dom Abr 22, 2012 4:02 am, editado 8 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Puff que dulces son los dos Y me hiciste recordar mi viaje a Asturias cuando fui de pequeña haha me ha encantado el cap.
KBCAlways- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Me encanta la clase de turismo!!!!
siguelo por favor, es como estar viajando. Espero visitarlos pronto personalmente
un beso enorme y gracias!!!!
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un beso enorme y gracias!!!!
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
me encanto lo de calixto y melibea
justo tengo que leer el libro xD (ya temrine el cantar del mio cid :3)
pero juro que me encanta tu fic
justo tengo que leer el libro xD (ya temrine el cantar del mio cid :3)
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.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
Me encanta van a pasar por donde yo vivo País Vasco que guay! Me encanta las clases de turismo e historia con castle y beckett ojala mis clases fueran asi de verdad molaría mucho Nno he ido a Santiago todavía habrá que ir jeje
Mery2912- Escritor novato
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Localización : En algún lugar de mi pequeño mundo
Re: (¿+18?) La tormenta
No te preocupes mujer, lo has descrito muy bien para solo estar dos dias, y si en santiago es raro que no lluevo como en el resto de galicia.
Ya sabes cuando quiere vente por Galicia y conoceras mas sitios a parte de Santiago, como los Balnearios y las Termas que son geniales para relajarse.
Ya sabes cuando quiere vente por Galicia y conoceras mas sitios a parte de Santiago, como los Balnearios y las Termas que son geniales para relajarse.
Duende- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 30 La Luna de Miel(Tercera parte)
Beckett despertó de repente. Miró su reloj, eran las siete de la mañana, aún no tenían que levantarse pero no tenía ganas de quedarse en la cama… ¿o sí? Sonrió maliciosamente mirándolo dormir. La noche anterior él había sido un encanto con ella, ese majase le había sentado de maravilla y ahora podría pagárselo.
-Ricky… -Susurró suavemente sobre su oído. Él se movió un poco…-Cinco minutos más…
-Ricky…
-Mmmmm…
-Es temprano y me apetece una ducha en compañía… si te gusta la idea te espero allí…
Se levantó y se metió en la ducha sonriendo y contando.-Cinco…cuatro…tres…dos…uno…
-¡Buenos días preciosa!, ¿decías algo de una ducha en compañía? –Ella se rio dándose la vuelta, besándolo. Él vio en sus ojos un hermoso brillo, reflejaban todo el amor que sentía por él, sus labios en cambio dejaban ver la lujuria y el deseo. No la hizo esperar. Empezó a masajear sus pechos colocando una pierna entre sus muslos, impidiendo que se escapara. ¡Cómo si ella quisiera escapar! Besó su cuello con pasión, sabiendo que era su punto débil. Ella gimió.
-Rick…mmmm
Él sonrió, le encantaba verla tan desesperada, quizás porque sentía lo mismo por ella. Dirigió una mano suavemente por su vientre hasta encontrar su clítoris, masajeándolo con rapidez.
-¡Ohhh, sigue, no pares!
¿Parar?, no desde luego no iba a parar, no hasta oírla gritar su nombre. Bajó sus labios hacia su pecho, mordiendo su pezón, sabía que la tenía cuando ella le agarró del pelo, gritando.
-¡RICK!
Paró escuchando su respiración entrecortada, dándole unos segundos. Ella se apartó el cabello de la cara, mirándolo. –Rick…
-¿Seguimos o ya ha sido suficiente? –Le miró un momento, viendo como se burlaba de ella. Se mordió el labio, pasando su lengua por su cuello. Envolvió sus piernas en su cintura, susurrando sobre su oído…
-¿No será que no puedes hacerlo mejor?
La miró a los ojos y la besó penetrándola con fuerza, moviéndose rápidamente dentro de ella, que le rodeó con los brazos, aferrándose a él.
-Rick… dios… sigue mi amor… sigue, ¡Rickkkk!
-¡Kate!
Se dejó caer completamente agotada, abrazándole. Él le dio tiernos besos en el pelo. Se miraron a los ojos sonriendo.
-¿Lo hice mejor?
Ella se rio, besándolo cariñosamente. –Te quiero Rick.
Se enjabonaron el uno al otro. Beckett parecía especialmente contenta esa mañana, cantando a pleno pulmón, su alegría era contagiosa.
-Vamos a desayunar, nos esperan muchos pueblos y lugares para visitar.
Ella asintió dándole un último beso antes de coger su bolso y salir. Desayunaron en la casa y luego salieron al coche. Beckett se sentó en el asiento del conductor.
-¡Kate!, quería conducir yo.
-Tú puedes leer el mapa.
-Tenemos GPS, venga Kate déjame a mí. –Castle empezó a poner su mirada de niño pequeño. Kate se reía de él.
-Con GPS o no, seguro que si conduces tú nos perderemos.
-Vale, como quieras. –Se subió al coche de mal humor, como un niño al que le han quitado un globo. Kate sonrió, acercándose a él y besándolo cariñosamente.
-Era broma tonto, vamos conduce tú.
Castle la besó ilusionado, divertido. –Te gusta verme como a un niño ¿verdad?
-Es muy divertido, aunque te prefiero como un hombre, cómo esta mañana. Arranca de una vez.
La miró una última vez y arrancó el coche. Condujo hasta llegar a un pueblo cercano.
-¿Dónde estamos?
-En Cangas de Onís, tienes que ver el puente, vamos. –Bajaron del coche a ver el puente, con su cruz colgante.
-¿Romano?
-La verdad es que no. Se construyó en la Edad Media, la cruz que cuelga es una copia de la Cruz de la Victoria, la original está en la catedral de Oviedo.
-Me gusta, no sé, tiene cierto encanto.
-Lo imaginaba, por eso te he traído aquí. Vamos, quiero llevarte a los lagos.
Castle condujo hasta llegar a la basílica de Covadonga. Bajaron del coche y admiraron la explanada, con la iglesia de color rosáceo, destacando entre el bello paisaje, tan verde.
-Es muy bonita, pero ¿qué pinta esta iglesia aquí?
-Se construyó cuando se incendió la antigua. Forma parte del santuario de Covadonga. Aquí tuvo lugar la batalla entre Pelayo, el de la estatua y los musulmanes, perdiendo estos últimos. Esta batalla se considera el inicio de la Reconquista. Ahora iremos a ver a la virgen, está en una cueva, dónde también está enterrado Pelayo.
-Ahora tú pareces un profesor de historia. –Se rieron y fueron a ver a la virgen, donde Beckett se quedó impresionada, por la belleza del lugar.
-Este lugar es increíble, parece sencillo, pero me encanta.
-Me alegro que te guste cariño. Vamos, tienes que ver los lagos.
A pesar de la niebla se quedó maravillada, el paisaje era realmente hermoso.
-Rick…,- se dirigió hacia él y le sonrió. -… esto es precioso, adoro Nueva York, pero esto es tan diferente, tan sencillo, me encanta. No sé cómo darte las gracias por traerme aquí.
-No tienes que dármelas, ya te lo dije mi amor, te mereces este regalo y más.
Se besaron durante unos segundos, hasta que Castle habló
-Será mejor que volvamos al coche. Es hora de comer.
-Claro.
Por el camino de vuelta Beckett le pidió que parara pues se sentía mal, mareada. Castle la miró preocupado.
-Cariño, si necesitas vomitar…
-No, estoy bien, ya se me pasa…
Mientras que esperaba a que sintiera mejor se fijó en una curiosa construcción situada al lado de la carretera. Una especie de casa de madera que se sostenía sobre cuatro pilares.
-Mira Kate, ¿te has fijado en esa casa? –Ella miró hacia allí y asintió.
-No es una casa Rick, es un hórreo.
-¿Un qué?
-Un hórreo, es cómo una especie de granero. Por Galicia y Asturias hay muchos.
-Baja, quiero hacerte una foto con la casucha. –Ella se rio, dejando que le hiciera varias. Cuando volvieron a Ribadesella se sentía mejor pero no tenía hambre.
-Rick, ve tú a comer. Yo prefiero quedarme aquí y descansar un rato.
La miró preocupado. -¿Quieres que me quede contigo?
-No es necesario, gracias. Ve a comer, te espero aquí.
Castle fue a comer y a la vuelta se pasó por la chocolatería, a comprarle algunos bombones. Sabía que le habían encantado. La encontró en la cama, estaba sudando y tenía mala cara.
-Kate cariño, ¿qué te ocurre?
-Creo que tengo fiebre, pero no es nada Rick, no te preocupes…
-Déjame ver. –Se acercó a ella tocando su frente y sus mejillas. –Vamos a un médico, ahora.
-No es necesar…
-Kate tienes fiebre y estás embarazada, aunque solo sea un simple catarro es mejor que te vean. Vamos.
Castle condujo hasta Oviedo al hospital. Había buscado hospitales en todos los sitios a donde iban a ir y se había asegurado de que les pudieran atender allí. Una hora después el médico hablaba con ellos en la consulta. Era una suerte que supiera inglés.
-A simple vista no es nada grave, sólo un simple resfriado y no tiene mucha fiebre, puede que mañana ya se le haya pasado pero vamos a hacerle una ecografía para que se queden tranquilos.
-Bien gracias doctor.
-Esto está un poco…
-Frío, lo sé. –Él médico sonrió y asintió.
-Bueno parece que su hija está perfectamente.
-¿Hija?
-Oh… ¿no lo sabían? –Negaron con la cabeza.-Bueno pues… ya lo saben, su bebé es una niña. ¡Felicidades!
Castle y Beckett miraron emocionados la ecografía. –Disculpe, pero por casualidad ¿no podría darnos una copia?
-Por supuesto, esperen un momento.
-Rick, es una niña, ¿no es increíble?
-Sí, mi amor, es maravilloso. ¡Otra niña! Voy a estar rodeado de mujeres hermosas en casa, es estupendo. –Le dio un tierno beso en los labios, sonriéndole.
-Bueno aquí tienen, le aconsejo que se quede el resto del día en la cama, descansando y con paños de agua fría. No cene mucho y si le sube la fiebre de golpe vuelvan al hospital. Les aseguro que no parece nada grave, seguro que mañana se le ha pasado.
-Muchas gracias doctor.
-Gracias.
De vuelta al hotel Castle aún no se lo podía creer. ¡Una niña!, era increíble. Beckett le sacó de sus pensamientos.
-Rick, te importaría bajar a pedir unos paños a la dueña, por favor.
-En absoluto, tú túmbate y descansa, enseguida vuelvo.
Pasaron el resto de la tarde hablando del bebé, tumbados en la cama, descansando.
-Bueno, ahora podemos elegir nombres. ¿Tienes pensado alguno?
-Aún no, ¿y tú?
-No… podríamos llamarla como tu madre.
-No. Mi madre me hizo jurar de niña que si alguna vez tenía una hija no la llamaría Johannna. Ella odiaba su nombre. ¿Qué tal como la tuya?
-Alexis ya tiene su nombre.-Beckett lo miró sorprendida. –Sí, se llama Alexis Martha Castle. Meredith quería ponerle de segundo nombre el de su madre, pero me negué a que mi hija se llamara Alexis Harper, es horrible.
-Bueno, aún tenemos tiempo para pensarlo.
-¿Qué tal el tuyo? Katherine Castle, y pensamos un segundo nombre.
-No sé, tengo que pensarlo.
-Cómo quieras, ahora será mejor que descanses, espero que mañana te sientas mejor, no quiero que viajes estando enferma, podrías empeorar.
-Ya me siento mucho mejor Rick, apenas tenía fiebre, tranquilo. Buenas noches cariño.
-Que descanses.
A la mañana siguiente se sentía mucho mejor, además no tenía fiebre. Estaba realmente feliz, por tener una niña. Se dedicó a guardar las cosas que habían comprado en la maleta de regalos y probó uno de los bombones que Castle le había traído. Sabía a fresa, delicioso. Castle se despertó con el ruido que hacía organizando las maletas.
-Kate, veo que te sientes mejor.
-Estoy genial Rick, levántate y vamos a dar una última vuelta, anda. Esta tarde partimos para Bilbao.
-Vale, voy a la ducha. ¿Seguro que estás bien?
-Segurísima, mira no tengo fiebre. –Le dio un beso en los labios. – ¿Ves? Y tengo hambre, vamos dúchate, quiero bajar a desayunar.
-Vale, vale, ya voy. ¿Oye cómo va la maleta de compras?
-Pues veamos, los aceite para masajes, la lámina de las Hilanderas, las violetas, el helicóptero, el CD del musical, el libro y los peluches y los baberos de Madrid, las postales y la rana de Salamanca para Alexis, el libro de cocina gallega y los colgantes que nos has comprado… -Castle la miró sorprendido, ella se rio. -…tranquilo, no he visto como son, pero me fijé en ellos cuando intentaste esconderlos, y aquí en Asturias la sidra, los bombones que espero que duren el resto del viaje y la lámina de Ribadesella. No está mal.
-Al final tendremos que comprar otra maleta más. Nos queda el País Vasco, Barcelona, Toledo, Andalucía y las Canarias.
-Nos las apañaremos. ¿Estás listo?, pues vamos por favor, estoy hambrienta.
Desayunaron abundantemente y fueron a dar una última vuelta por el pueblo. Lo iban a echar de menos, aunque apenas hubieran estado dos días allí. Comieron en un bar situado al lado de la playa, Castle probó la famosa fabada asturiana pero Beckett se limitó a una ensalada y pescado a la plancha, ya había comido demasiado en el desayuno. Volvieron al hotel, se despidieron de los dueños prometiendo que volverían y marcharon a Oviedo, cogiendo el tren camino a Bilbao.
-Pasaremos tres días en Bilbao, ¿verdad?
-Sí, en esos tres días conoceremos Bilbao, Donosti y algunos pueblos. Espero que no haya problemas con el idioma, si el castellano se me da mal, imagínate el euskera.
-Tranquilo, nos la apañaremos. Castle he estado pensando que podríamos ponerle a nuestra hija un nombre español, en recuerdo de este viaje.
-¡Es una gran idea!, ¿has pensado alguno?
-Todavía no, podríamos decidirlo al final del viaje, ¿te parece bien?
-De acuerdo, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Que de segundo nombre le pongamos el tuyo, quiero que lo tenga, por favor.
-De acuerdo.
Llegaron a la estación de tren de Bilbao, donde cogieron un tren que les llevó al hotel. Caía una llovizna suave.
-Genial, ya vuelve a llover.
-Esto también es normal aquí, a esta la lluvia la llaman sirimiri y a veces ni te das cuenta de que llueve.
-Bueno, dejemos las cosas y salgamos a dar una vuelta por aquí cerca, podríamos comer unos pintxos para cenar.
-¿Pintxos?
-Son como tapas, más o menos.
Fueron a un bar donde comieron unos pintxos, acompañados por vino y por agua. Luego dieron una vuelta por el Casco Viejo y volvieron al hotel.
-Mañana iremos al Guggenheim y por la tarde a Portugalete, a conocer el puente Colgante y a algunos pueblos. A San Sebastián iremos pasado mañana.
-¿San Sebastián?
-Donosti. San Sebastián se dice en español.
-De acuerdo. Rick he estado pensando en lo del otro día.
-¿El otro día?
-Sí, lo que me dijiste sobre el sexo anal…
-¿Otra vez con eso?, Kate, ya te he dicho que no tenemos que hacerlo si no quie…
-Quiero probarlo. –Lo dejó con la boca abierta.
-¿Cómo dices?
-Que quiero probarlo, si aún quieres…
-Claro… por supuesto, ¿estás segura?
-Sí. –Se acercó a él y mirándolo a los ojos empezó a besarlo, se la veía nerviosa. Rick interrumpió el beso. –Mejor lo dejamos para mañana.
-¿Qué?, ¿por qué?, Rick estoy bien, solo estoy nerviosa…
-No es eso, pero quiero asegurarme de que disfrutes de esto y para eso prefiero comprar un lubricante. No quiero hacerte daño cariño. –Ella le miró un poco confundida, Castle la acarició con ternura. –Tranquila, mañana lo probaremos, te lo prometo, pero déjame hacerlo bien. –Le sonrió un poco más tranquila. –Mientras, podemos hacer algo para que la espera se haga más corta, ¿no? –Empezó a besarla, primero en el pelo, luego en los ojos, los labios, el cuello…Fue desnudándola lentamente, llevándola a la cama, recostándola. Hicieron el amor lentamente, disfrutando de la sensación de sentirse parte del otro, mirándose a los ojos.
Al día siguiente fueron al Guggenheim, donde Castle no pudo evitar hablar…
-¿Estos es arte?
-Sí, arte moderno.
-¿Te gusta esto?, ¿en serio?
-Sigamos mirando…
-Lo mejor son la araña y el perro gigante de flores, son originales.
-El perro se llama Puppy, es muy famoso aquí. Demos un paseo, me apetece mirar tiendas.
Entraron en una pequeña tienda situada al lado del museo, de artículos de regalo y de hogar, donde compraron una bonita lata con dibujos de bombones y chucherías para el cuarto de la niña. Luego se dirigieron a las Siete Calles donde pasearon por las tiendas. Compraron unos cuantos jabones y bombas de baño en una jabonería situada en frente de la catedral. Se dirigieron a comer a un restaurante chino, hacía mucho que no comían comida china y les apetecía. No era igual que la de Nueva York, pero estaba buena. Después dieron un paseo y luego volvieron al hotel.
-Cariño voy a bajar un momento a comprar una nueva memoria para la cámara, enseguida vuelvo.
-De acuerdo. –No dijo nada pero sabía que no iba a comprar la memoria, al menos no solo. Estaba nerviosa, le asustaba la idea del sexo anal pero aún así sentía curiosidad, realmente había disfrutado cuando Castle se había tomado la libertad de explorar esa parte de su cuerpo. Se tumbó mientras a ver una película, quedándose dormida.
Sonrió al verla, guardó el lubricante y unos preservativos en el cajón de la mesita de noche y cambió la memoria a la cámara. Luego la despertó suavemente.
-Kate, Kate cariño despierta.
-Hola… me he quedado dormida… ¿qué hora es?
-Las seis…, si quieres seguir durmiendo…
-No, espera que me arregle un poco.
Bajaron y cogieron el metro, que les llevó a Portugalete. Caminaron hasta el puente Colgante, subiendo a la parte alta, y paseando por el paseo del río, haciéndose mil fotos.
-Cuando volvamos pienso revelarlas todas, voy a llenar la casa con fotos tuyas.
-Te hartarías de mí.
-Eso es imposible. –Ella le besó cariñosamente, divertida. Cenaron allí, pintxos otra vez. Beckett probó un huevo cocido con bechamel rebozado, realmente bueno. Luego cogieron el metro otra vez, no sin antes hacerse algunas fotos de noche. Cuando llegaron al hotel Beckett temblaba, hacía frío.
-Voy a darme una ducha caliente, lo necesito.
-Te espero aquí. – Se acercó a ella y le acarició el cuello con los labios, pasando a su oído: -No te vistas luego, no hace falta.
Se tomó su tiempo para darse la ducha y relajarse, necesitaba calmar sus nervios. Finalmente salió, se secó un poco y se dirigió hacia la cama envuelta en la toalla, dónde él le esperaba con la camisa desabrochada. Le sonrió con ternura.
-Ven aquí amor. Escucha, sé que estás nerviosa pero recuerda que sólo soy yo y que te quiero. Si en cualquier momento te sientes mal y quieres parar sólo dilo, ¿de acuerdo?
Ella le miró un momento y asintió llena de confianza. Se echó a su lado, quitándole la camisa mientras que él la acariciaba, besándola. Gimió de placer cuando Castle le quitó la toalla y cogió uno de sus pechos con sus dientes, mordiendo lentamente. Mientras su mano iba más abajo, buscando su clítoris. Ella gimió más fuerte cuando lo encontró. Castle sonrió animado y fue bajando por su vientre, dejando una serie de besos dulces y húmedos. Ella enredó sus dedos por su pelo, sin dejar de suspirar y gemir. Castle separó sus piernas y empezó a estimularla con más rapidez, mirándola a los ojos. Unos segundos después apartó sus dedos y empezó a lamer con lentitud, disfrutando del sabor, sintiendo como ella se retorcía bajo las caricias de su lengua.
-Rickkk… dios amor…. –Él siguió jugando con su clítoris introduciendo suavemente un dedo en su ano, despacio, haciendo que se acostumbrara. Kate gritó, llegando al orgasmo, jadeando. –Rick, eso ha sido… -Él sonrió asintiendo. –Lo sé… soy muy bueno en esto amor. –Ella se rio, ni siquiera estando en la cama podía dejar su ego detrás. Él la miró unos momentos y empezó a jugar cariñosamente con el lóbulo de su oreja, mordiéndolo provocativamente. –Date la vuelta cariño. –Ella le miró durante unos instantes, excitada y asustada a la vez. Pero en sus ojos vio la intensa adoración que Castle sentía por ella, le besó apasionadamente antes de darse la vuelta, adoptando la posición indicada. Castle la tranquilizó besando sus hombros, su espalda, mordiendo suavemente sus nalgas, acariciándolas. Luego cogió un condón y el lubricante de la mesita de noche. Se puso el preservativo y aplicó un poco de lubricante sobre él. Luego lubricó su ano, haciendo que Beckett contuviera un estremecimiento.
-Tranquila cariño, relájate. –Volvió a besar su espalda y acarició su clítoris con habilidad, estimulándola. –Te quiero Kate, te quiero tanto… -Suavemente la penetró, muy despacio, para que ella se adaptara. –Rick… -Beckett sentía una mezcla de placer y de dolor, mientras que intentaba relajarse. –Eso es Kate, concéntrate en mis caricias, te quiero mi amor. –Siguió acariciándola mientras que entraba en ella un poco más, despacio, con suavidad. Luego se quedó quieto, esperando a que hiciera alguna señal de que estaba disfrutando. –Kate, mi amor, si quieres que pare…
-No… solo dame un minuto Rick… -Kate estaba bien. Sentía un dolor suave, pero que no ganaba al placer que sentía gracias a sus caricias. –Sigue Rick, te quiero…
Castle empezó a moverse lentamente, sin dejar de jugar con su clítoris. Cuando sintió que ella empezaba a disfrutar realmente de aquello empezó a acelerar el ritmo, pero siempre despacio, no quería hacerle daño. Beckett gimió…
-Rick… mmmm… sigue… se siente tan bien…
Él siguió moviéndose, ahora mucho más rápido, con confianza, sabiendo que ella lo estaba disfrutando. –Rick, mi amor, ¡Rickkkkkkkk! –Castle gritó de placer cuando llegó al orgasmo, poco después que ella. Se apartó lentamente de ella, fue al baño a tirar el preservativo y luego se tumbó a su lado. Ella colocó su cabeza a sobre su pecho, suspirando.
-¿Estás bien cariño?
-Sí, ha sido increíble, gracias por cuidarme mi amor. Te quiero.
-Y yo a ti.
El sol les despertó dándoles en la cara. Se ducharon y cogieron un autobús que los llevó a San Sebastián. Era una ciudad muy bella, edificios antiguos, la playa de la Concha, el paseo. Entraron en el acuario, disfrutando de la belleza de las especies. En la tienda compraron un peluche para la niña y un colgante con forma de delfín para Alexis. Comieron en un restaurante situado cerca del puerto. Luego volvieron a Bilbao, donde cogieron otro autobús, para visitar algunos pueblos de la zona. Uno era precioso, muy pequeño, pero con un sendero paralelo a un río, rodeado de verde y algunos caseríos. En una tienda vieron varias esculturas de distintos tamaños que representaban a un carbonero viejo y de aspecto simpático. Beckett se quedó mirando, Castle sonrió:
-Es el olentzero, el carbonero que lleva regalo a los niños en Navidad. Podríamos decir que es una especia de Santa Claus.
-Creía que en España los regalos los traían los Reyes Magos.
-Así es, pero aquí también lo hace el olentzero.
-Me gustan, podríamos llevar uno de recuerdo, además vamos a necesitar algo con lo que decorar la casa de la playa cuando esté arreglada. –Entraron en la tienda y compraron uno de tamaño medio.
-Bueno, vayamos a cenar y volvamos al hotel a recoger. El avión sale temprano.
Cenaron en un restaurante de comida casera, pidiendo goxua de postre.
-Esto está delicioso. Realmente la gastronomía española es increíble.
-Desde luego.
Volvieron al hotel guardando todo y durmiéndose enseguida. El avión salió temprano, llegando al aeropuerto de Barcelona en una hora. Cogieron un taxi que les llevó al hotel, situado cerca de La Rambla. Dejaron las cosas y dieron una vuelta por allí, pero Beckett empezó a sentirse mal.
-¿Qué ocurre Kate?
-Nada… la espalda otra vez, se me pasará…
-Volvamos al hotel, descansaremos un rato hasta la hora de comer. Vamos.
Beckett se tumbó en la cama mientras que Castle la miraba, serio.
-No es nada Rick, estoy bien, ya sabes que es normal.
-No se Kate, quizás no fue buena idea hacer este viaje, no he pensado en lo cansado que deber ser para ti en este estado.
Beckett le miró fijamente.
-¿En serio?
-Kate…
-Rick, solo me duele un poco la espalda y en Nueva York me iba a doler igual. Este está siendo el mejor viaje de toda mi vida, estoy disfrutando de cada segundo. Hemos visitados lugares maravillosos, la gastronomía es estupenda, no cambiaría ninguna de las veces en las que hicimos el amor y además aquí nos hemos enterado de que vamos a tener una niña. Pero lo mejor de todo el viaje es que estoy contigo y te quiero. Por favor, no me lo estropees ahora.
Él la miró y asintió, besándola.-Tienes razón cariño, perdona, solo estaba preocupado.
-Lo sé y te lo agradezco, pero tranquilo si me pasara algo grave te lo diría. –Le besó con dulzura, murmurando sobre su oído: -Si quieres cuidarme podrías darme uno de tus masajes, si luego me siento mejor te recompensaré.
La besó alegremente, acariciándola. –Por supuesto inspectora, túmbate.
Continuará…
Notas
Como siempre MIL GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR
Si alguien se ha ofendido por la escena de sexo anal lo lamento.
Empecemos con la clase de turismo:
-Cangas de Onís, el santuario y los lagos de Covadonga son lugares reales. Recomiendo verlos, Asturias es preciosa.
-La batalla de Pelayo y los musulmanes es real, pero a pesar de lo que se diga, fue una simple batalla, sin mucho interés histórico.
-El hórreo es una especie de granero antiguo levantado sobre cuatro pilares, para resguardarlo de la humedad y de los roedores. Hay muchos por Galicia y Asturias.
-La fabada y la sidra son típicos de la gastronomía asturiana.
-El sirimiri es la llovizna que no para de caer en el País Vasco. El proceso es así: abrir el paraguas, caminar cinco minutos, no ver la lluvia, cerrar el paraguas, caminar cinco segundos, mojarte y volver a abrir el paraguas. -.- (Es parte del encanto de allí, en verano es genial, aquí en Andalucía no bajamos de los 30 grados -.-)
-El euskera es junto al castellano la lengua oficial del País Vasco.
-San Sebastián o Donosti es una ciudad muy bonita y elegante. El acuario es real.
-Puppy es un perro gigante de flores situado al lado del Guggenheim. La araña es otra escultura también gigante situada en el otro lado.
-En el Guggenheim se exponen obras de arte contemporáneo. No es que me guste mucho ese arte, pero el museo está muy bien, vale la pena ir.
-Los pintxos son como las tapas en el País Vasco, mas o menos. Que ningún vasco me mate, es que no se cómo definirlos. Él del huevo duro cubierto de bechamel y rebozado está muy rico.
-Las Siete Calles es cómo se conoce al Casco Viejo de Bilbao.
-El pueblo con el sendero del río se llama Usansolo, y en realidad no es pueblo, sino un barrio de Galdakao,pueblo vasco. Es pequeño, pero el paisaje es muy bonito, le tengo mucho cariño a ese pueblo.
-El goxua es un postre vasco que se hace con bizcocho, crema pastelera, nata y caramelo líquido. Está delicioso y es muy fácil de hacer.
-El caserío, por así decirlo, es la típica casa rural vasca.
-En Portugalete está el famoso puente colgante, por donde se puede cruzar tanto por la pasarela alta a pie como por la "barca" que cruza el río.
-El olentzero es un personaje navideño vasco que lleva regalos a los niños buenos la noche de Nochebuena. El seis de enero son visitados por los Reyes Magos, como en el resto de España.
-La Rambla de Barcelona es el famoso paseo que transcurre entre la Plaza de Catalunya y el puerto antiguo. Siempre está abarrotada de gente.
Hasta aquí la clase de turismo español. Nos vemos mañana por la noche.
Beckett despertó de repente. Miró su reloj, eran las siete de la mañana, aún no tenían que levantarse pero no tenía ganas de quedarse en la cama… ¿o sí? Sonrió maliciosamente mirándolo dormir. La noche anterior él había sido un encanto con ella, ese majase le había sentado de maravilla y ahora podría pagárselo.
-Ricky… -Susurró suavemente sobre su oído. Él se movió un poco…-Cinco minutos más…
-Ricky…
-Mmmmm…
-Es temprano y me apetece una ducha en compañía… si te gusta la idea te espero allí…
Se levantó y se metió en la ducha sonriendo y contando.-Cinco…cuatro…tres…dos…uno…
-¡Buenos días preciosa!, ¿decías algo de una ducha en compañía? –Ella se rio dándose la vuelta, besándolo. Él vio en sus ojos un hermoso brillo, reflejaban todo el amor que sentía por él, sus labios en cambio dejaban ver la lujuria y el deseo. No la hizo esperar. Empezó a masajear sus pechos colocando una pierna entre sus muslos, impidiendo que se escapara. ¡Cómo si ella quisiera escapar! Besó su cuello con pasión, sabiendo que era su punto débil. Ella gimió.
-Rick…mmmm
Él sonrió, le encantaba verla tan desesperada, quizás porque sentía lo mismo por ella. Dirigió una mano suavemente por su vientre hasta encontrar su clítoris, masajeándolo con rapidez.
-¡Ohhh, sigue, no pares!
¿Parar?, no desde luego no iba a parar, no hasta oírla gritar su nombre. Bajó sus labios hacia su pecho, mordiendo su pezón, sabía que la tenía cuando ella le agarró del pelo, gritando.
-¡RICK!
Paró escuchando su respiración entrecortada, dándole unos segundos. Ella se apartó el cabello de la cara, mirándolo. –Rick…
-¿Seguimos o ya ha sido suficiente? –Le miró un momento, viendo como se burlaba de ella. Se mordió el labio, pasando su lengua por su cuello. Envolvió sus piernas en su cintura, susurrando sobre su oído…
-¿No será que no puedes hacerlo mejor?
La miró a los ojos y la besó penetrándola con fuerza, moviéndose rápidamente dentro de ella, que le rodeó con los brazos, aferrándose a él.
-Rick… dios… sigue mi amor… sigue, ¡Rickkkk!
-¡Kate!
Se dejó caer completamente agotada, abrazándole. Él le dio tiernos besos en el pelo. Se miraron a los ojos sonriendo.
-¿Lo hice mejor?
Ella se rio, besándolo cariñosamente. –Te quiero Rick.
Se enjabonaron el uno al otro. Beckett parecía especialmente contenta esa mañana, cantando a pleno pulmón, su alegría era contagiosa.
-Vamos a desayunar, nos esperan muchos pueblos y lugares para visitar.
Ella asintió dándole un último beso antes de coger su bolso y salir. Desayunaron en la casa y luego salieron al coche. Beckett se sentó en el asiento del conductor.
-¡Kate!, quería conducir yo.
-Tú puedes leer el mapa.
-Tenemos GPS, venga Kate déjame a mí. –Castle empezó a poner su mirada de niño pequeño. Kate se reía de él.
-Con GPS o no, seguro que si conduces tú nos perderemos.
-Vale, como quieras. –Se subió al coche de mal humor, como un niño al que le han quitado un globo. Kate sonrió, acercándose a él y besándolo cariñosamente.
-Era broma tonto, vamos conduce tú.
Castle la besó ilusionado, divertido. –Te gusta verme como a un niño ¿verdad?
-Es muy divertido, aunque te prefiero como un hombre, cómo esta mañana. Arranca de una vez.
La miró una última vez y arrancó el coche. Condujo hasta llegar a un pueblo cercano.
-¿Dónde estamos?
-En Cangas de Onís, tienes que ver el puente, vamos. –Bajaron del coche a ver el puente, con su cruz colgante.
-¿Romano?
-La verdad es que no. Se construyó en la Edad Media, la cruz que cuelga es una copia de la Cruz de la Victoria, la original está en la catedral de Oviedo.
-Me gusta, no sé, tiene cierto encanto.
-Lo imaginaba, por eso te he traído aquí. Vamos, quiero llevarte a los lagos.
Castle condujo hasta llegar a la basílica de Covadonga. Bajaron del coche y admiraron la explanada, con la iglesia de color rosáceo, destacando entre el bello paisaje, tan verde.
-Es muy bonita, pero ¿qué pinta esta iglesia aquí?
-Se construyó cuando se incendió la antigua. Forma parte del santuario de Covadonga. Aquí tuvo lugar la batalla entre Pelayo, el de la estatua y los musulmanes, perdiendo estos últimos. Esta batalla se considera el inicio de la Reconquista. Ahora iremos a ver a la virgen, está en una cueva, dónde también está enterrado Pelayo.
-Ahora tú pareces un profesor de historia. –Se rieron y fueron a ver a la virgen, donde Beckett se quedó impresionada, por la belleza del lugar.
-Este lugar es increíble, parece sencillo, pero me encanta.
-Me alegro que te guste cariño. Vamos, tienes que ver los lagos.
A pesar de la niebla se quedó maravillada, el paisaje era realmente hermoso.
-Rick…,- se dirigió hacia él y le sonrió. -… esto es precioso, adoro Nueva York, pero esto es tan diferente, tan sencillo, me encanta. No sé cómo darte las gracias por traerme aquí.
-No tienes que dármelas, ya te lo dije mi amor, te mereces este regalo y más.
Se besaron durante unos segundos, hasta que Castle habló
-Será mejor que volvamos al coche. Es hora de comer.
-Claro.
Por el camino de vuelta Beckett le pidió que parara pues se sentía mal, mareada. Castle la miró preocupado.
-Cariño, si necesitas vomitar…
-No, estoy bien, ya se me pasa…
Mientras que esperaba a que sintiera mejor se fijó en una curiosa construcción situada al lado de la carretera. Una especie de casa de madera que se sostenía sobre cuatro pilares.
-Mira Kate, ¿te has fijado en esa casa? –Ella miró hacia allí y asintió.
-No es una casa Rick, es un hórreo.
-¿Un qué?
-Un hórreo, es cómo una especie de granero. Por Galicia y Asturias hay muchos.
-Baja, quiero hacerte una foto con la casucha. –Ella se rio, dejando que le hiciera varias. Cuando volvieron a Ribadesella se sentía mejor pero no tenía hambre.
-Rick, ve tú a comer. Yo prefiero quedarme aquí y descansar un rato.
La miró preocupado. -¿Quieres que me quede contigo?
-No es necesario, gracias. Ve a comer, te espero aquí.
Castle fue a comer y a la vuelta se pasó por la chocolatería, a comprarle algunos bombones. Sabía que le habían encantado. La encontró en la cama, estaba sudando y tenía mala cara.
-Kate cariño, ¿qué te ocurre?
-Creo que tengo fiebre, pero no es nada Rick, no te preocupes…
-Déjame ver. –Se acercó a ella tocando su frente y sus mejillas. –Vamos a un médico, ahora.
-No es necesar…
-Kate tienes fiebre y estás embarazada, aunque solo sea un simple catarro es mejor que te vean. Vamos.
Castle condujo hasta Oviedo al hospital. Había buscado hospitales en todos los sitios a donde iban a ir y se había asegurado de que les pudieran atender allí. Una hora después el médico hablaba con ellos en la consulta. Era una suerte que supiera inglés.
-A simple vista no es nada grave, sólo un simple resfriado y no tiene mucha fiebre, puede que mañana ya se le haya pasado pero vamos a hacerle una ecografía para que se queden tranquilos.
-Bien gracias doctor.
-Esto está un poco…
-Frío, lo sé. –Él médico sonrió y asintió.
-Bueno parece que su hija está perfectamente.
-¿Hija?
-Oh… ¿no lo sabían? –Negaron con la cabeza.-Bueno pues… ya lo saben, su bebé es una niña. ¡Felicidades!
Castle y Beckett miraron emocionados la ecografía. –Disculpe, pero por casualidad ¿no podría darnos una copia?
-Por supuesto, esperen un momento.
-Rick, es una niña, ¿no es increíble?
-Sí, mi amor, es maravilloso. ¡Otra niña! Voy a estar rodeado de mujeres hermosas en casa, es estupendo. –Le dio un tierno beso en los labios, sonriéndole.
-Bueno aquí tienen, le aconsejo que se quede el resto del día en la cama, descansando y con paños de agua fría. No cene mucho y si le sube la fiebre de golpe vuelvan al hospital. Les aseguro que no parece nada grave, seguro que mañana se le ha pasado.
-Muchas gracias doctor.
-Gracias.
De vuelta al hotel Castle aún no se lo podía creer. ¡Una niña!, era increíble. Beckett le sacó de sus pensamientos.
-Rick, te importaría bajar a pedir unos paños a la dueña, por favor.
-En absoluto, tú túmbate y descansa, enseguida vuelvo.
Pasaron el resto de la tarde hablando del bebé, tumbados en la cama, descansando.
-Bueno, ahora podemos elegir nombres. ¿Tienes pensado alguno?
-Aún no, ¿y tú?
-No… podríamos llamarla como tu madre.
-No. Mi madre me hizo jurar de niña que si alguna vez tenía una hija no la llamaría Johannna. Ella odiaba su nombre. ¿Qué tal como la tuya?
-Alexis ya tiene su nombre.-Beckett lo miró sorprendida. –Sí, se llama Alexis Martha Castle. Meredith quería ponerle de segundo nombre el de su madre, pero me negué a que mi hija se llamara Alexis Harper, es horrible.
-Bueno, aún tenemos tiempo para pensarlo.
-¿Qué tal el tuyo? Katherine Castle, y pensamos un segundo nombre.
-No sé, tengo que pensarlo.
-Cómo quieras, ahora será mejor que descanses, espero que mañana te sientas mejor, no quiero que viajes estando enferma, podrías empeorar.
-Ya me siento mucho mejor Rick, apenas tenía fiebre, tranquilo. Buenas noches cariño.
-Que descanses.
A la mañana siguiente se sentía mucho mejor, además no tenía fiebre. Estaba realmente feliz, por tener una niña. Se dedicó a guardar las cosas que habían comprado en la maleta de regalos y probó uno de los bombones que Castle le había traído. Sabía a fresa, delicioso. Castle se despertó con el ruido que hacía organizando las maletas.
-Kate, veo que te sientes mejor.
-Estoy genial Rick, levántate y vamos a dar una última vuelta, anda. Esta tarde partimos para Bilbao.
-Vale, voy a la ducha. ¿Seguro que estás bien?
-Segurísima, mira no tengo fiebre. –Le dio un beso en los labios. – ¿Ves? Y tengo hambre, vamos dúchate, quiero bajar a desayunar.
-Vale, vale, ya voy. ¿Oye cómo va la maleta de compras?
-Pues veamos, los aceite para masajes, la lámina de las Hilanderas, las violetas, el helicóptero, el CD del musical, el libro y los peluches y los baberos de Madrid, las postales y la rana de Salamanca para Alexis, el libro de cocina gallega y los colgantes que nos has comprado… -Castle la miró sorprendido, ella se rio. -…tranquilo, no he visto como son, pero me fijé en ellos cuando intentaste esconderlos, y aquí en Asturias la sidra, los bombones que espero que duren el resto del viaje y la lámina de Ribadesella. No está mal.
-Al final tendremos que comprar otra maleta más. Nos queda el País Vasco, Barcelona, Toledo, Andalucía y las Canarias.
-Nos las apañaremos. ¿Estás listo?, pues vamos por favor, estoy hambrienta.
Desayunaron abundantemente y fueron a dar una última vuelta por el pueblo. Lo iban a echar de menos, aunque apenas hubieran estado dos días allí. Comieron en un bar situado al lado de la playa, Castle probó la famosa fabada asturiana pero Beckett se limitó a una ensalada y pescado a la plancha, ya había comido demasiado en el desayuno. Volvieron al hotel, se despidieron de los dueños prometiendo que volverían y marcharon a Oviedo, cogiendo el tren camino a Bilbao.
-Pasaremos tres días en Bilbao, ¿verdad?
-Sí, en esos tres días conoceremos Bilbao, Donosti y algunos pueblos. Espero que no haya problemas con el idioma, si el castellano se me da mal, imagínate el euskera.
-Tranquilo, nos la apañaremos. Castle he estado pensando que podríamos ponerle a nuestra hija un nombre español, en recuerdo de este viaje.
-¡Es una gran idea!, ¿has pensado alguno?
-Todavía no, podríamos decidirlo al final del viaje, ¿te parece bien?
-De acuerdo, pero con una condición.
-¿Cuál?
-Que de segundo nombre le pongamos el tuyo, quiero que lo tenga, por favor.
-De acuerdo.
Llegaron a la estación de tren de Bilbao, donde cogieron un tren que les llevó al hotel. Caía una llovizna suave.
-Genial, ya vuelve a llover.
-Esto también es normal aquí, a esta la lluvia la llaman sirimiri y a veces ni te das cuenta de que llueve.
-Bueno, dejemos las cosas y salgamos a dar una vuelta por aquí cerca, podríamos comer unos pintxos para cenar.
-¿Pintxos?
-Son como tapas, más o menos.
Fueron a un bar donde comieron unos pintxos, acompañados por vino y por agua. Luego dieron una vuelta por el Casco Viejo y volvieron al hotel.
-Mañana iremos al Guggenheim y por la tarde a Portugalete, a conocer el puente Colgante y a algunos pueblos. A San Sebastián iremos pasado mañana.
-¿San Sebastián?
-Donosti. San Sebastián se dice en español.
-De acuerdo. Rick he estado pensando en lo del otro día.
-¿El otro día?
-Sí, lo que me dijiste sobre el sexo anal…
-¿Otra vez con eso?, Kate, ya te he dicho que no tenemos que hacerlo si no quie…
-Quiero probarlo. –Lo dejó con la boca abierta.
-¿Cómo dices?
-Que quiero probarlo, si aún quieres…
-Claro… por supuesto, ¿estás segura?
-Sí. –Se acercó a él y mirándolo a los ojos empezó a besarlo, se la veía nerviosa. Rick interrumpió el beso. –Mejor lo dejamos para mañana.
-¿Qué?, ¿por qué?, Rick estoy bien, solo estoy nerviosa…
-No es eso, pero quiero asegurarme de que disfrutes de esto y para eso prefiero comprar un lubricante. No quiero hacerte daño cariño. –Ella le miró un poco confundida, Castle la acarició con ternura. –Tranquila, mañana lo probaremos, te lo prometo, pero déjame hacerlo bien. –Le sonrió un poco más tranquila. –Mientras, podemos hacer algo para que la espera se haga más corta, ¿no? –Empezó a besarla, primero en el pelo, luego en los ojos, los labios, el cuello…Fue desnudándola lentamente, llevándola a la cama, recostándola. Hicieron el amor lentamente, disfrutando de la sensación de sentirse parte del otro, mirándose a los ojos.
Al día siguiente fueron al Guggenheim, donde Castle no pudo evitar hablar…
-¿Estos es arte?
-Sí, arte moderno.
-¿Te gusta esto?, ¿en serio?
-Sigamos mirando…
-Lo mejor son la araña y el perro gigante de flores, son originales.
-El perro se llama Puppy, es muy famoso aquí. Demos un paseo, me apetece mirar tiendas.
Entraron en una pequeña tienda situada al lado del museo, de artículos de regalo y de hogar, donde compraron una bonita lata con dibujos de bombones y chucherías para el cuarto de la niña. Luego se dirigieron a las Siete Calles donde pasearon por las tiendas. Compraron unos cuantos jabones y bombas de baño en una jabonería situada en frente de la catedral. Se dirigieron a comer a un restaurante chino, hacía mucho que no comían comida china y les apetecía. No era igual que la de Nueva York, pero estaba buena. Después dieron un paseo y luego volvieron al hotel.
-Cariño voy a bajar un momento a comprar una nueva memoria para la cámara, enseguida vuelvo.
-De acuerdo. –No dijo nada pero sabía que no iba a comprar la memoria, al menos no solo. Estaba nerviosa, le asustaba la idea del sexo anal pero aún así sentía curiosidad, realmente había disfrutado cuando Castle se había tomado la libertad de explorar esa parte de su cuerpo. Se tumbó mientras a ver una película, quedándose dormida.
Sonrió al verla, guardó el lubricante y unos preservativos en el cajón de la mesita de noche y cambió la memoria a la cámara. Luego la despertó suavemente.
-Kate, Kate cariño despierta.
-Hola… me he quedado dormida… ¿qué hora es?
-Las seis…, si quieres seguir durmiendo…
-No, espera que me arregle un poco.
Bajaron y cogieron el metro, que les llevó a Portugalete. Caminaron hasta el puente Colgante, subiendo a la parte alta, y paseando por el paseo del río, haciéndose mil fotos.
-Cuando volvamos pienso revelarlas todas, voy a llenar la casa con fotos tuyas.
-Te hartarías de mí.
-Eso es imposible. –Ella le besó cariñosamente, divertida. Cenaron allí, pintxos otra vez. Beckett probó un huevo cocido con bechamel rebozado, realmente bueno. Luego cogieron el metro otra vez, no sin antes hacerse algunas fotos de noche. Cuando llegaron al hotel Beckett temblaba, hacía frío.
-Voy a darme una ducha caliente, lo necesito.
-Te espero aquí. – Se acercó a ella y le acarició el cuello con los labios, pasando a su oído: -No te vistas luego, no hace falta.
Se tomó su tiempo para darse la ducha y relajarse, necesitaba calmar sus nervios. Finalmente salió, se secó un poco y se dirigió hacia la cama envuelta en la toalla, dónde él le esperaba con la camisa desabrochada. Le sonrió con ternura.
-Ven aquí amor. Escucha, sé que estás nerviosa pero recuerda que sólo soy yo y que te quiero. Si en cualquier momento te sientes mal y quieres parar sólo dilo, ¿de acuerdo?
Ella le miró un momento y asintió llena de confianza. Se echó a su lado, quitándole la camisa mientras que él la acariciaba, besándola. Gimió de placer cuando Castle le quitó la toalla y cogió uno de sus pechos con sus dientes, mordiendo lentamente. Mientras su mano iba más abajo, buscando su clítoris. Ella gimió más fuerte cuando lo encontró. Castle sonrió animado y fue bajando por su vientre, dejando una serie de besos dulces y húmedos. Ella enredó sus dedos por su pelo, sin dejar de suspirar y gemir. Castle separó sus piernas y empezó a estimularla con más rapidez, mirándola a los ojos. Unos segundos después apartó sus dedos y empezó a lamer con lentitud, disfrutando del sabor, sintiendo como ella se retorcía bajo las caricias de su lengua.
-Rickkk… dios amor…. –Él siguió jugando con su clítoris introduciendo suavemente un dedo en su ano, despacio, haciendo que se acostumbrara. Kate gritó, llegando al orgasmo, jadeando. –Rick, eso ha sido… -Él sonrió asintiendo. –Lo sé… soy muy bueno en esto amor. –Ella se rio, ni siquiera estando en la cama podía dejar su ego detrás. Él la miró unos momentos y empezó a jugar cariñosamente con el lóbulo de su oreja, mordiéndolo provocativamente. –Date la vuelta cariño. –Ella le miró durante unos instantes, excitada y asustada a la vez. Pero en sus ojos vio la intensa adoración que Castle sentía por ella, le besó apasionadamente antes de darse la vuelta, adoptando la posición indicada. Castle la tranquilizó besando sus hombros, su espalda, mordiendo suavemente sus nalgas, acariciándolas. Luego cogió un condón y el lubricante de la mesita de noche. Se puso el preservativo y aplicó un poco de lubricante sobre él. Luego lubricó su ano, haciendo que Beckett contuviera un estremecimiento.
-Tranquila cariño, relájate. –Volvió a besar su espalda y acarició su clítoris con habilidad, estimulándola. –Te quiero Kate, te quiero tanto… -Suavemente la penetró, muy despacio, para que ella se adaptara. –Rick… -Beckett sentía una mezcla de placer y de dolor, mientras que intentaba relajarse. –Eso es Kate, concéntrate en mis caricias, te quiero mi amor. –Siguió acariciándola mientras que entraba en ella un poco más, despacio, con suavidad. Luego se quedó quieto, esperando a que hiciera alguna señal de que estaba disfrutando. –Kate, mi amor, si quieres que pare…
-No… solo dame un minuto Rick… -Kate estaba bien. Sentía un dolor suave, pero que no ganaba al placer que sentía gracias a sus caricias. –Sigue Rick, te quiero…
Castle empezó a moverse lentamente, sin dejar de jugar con su clítoris. Cuando sintió que ella empezaba a disfrutar realmente de aquello empezó a acelerar el ritmo, pero siempre despacio, no quería hacerle daño. Beckett gimió…
-Rick… mmmm… sigue… se siente tan bien…
Él siguió moviéndose, ahora mucho más rápido, con confianza, sabiendo que ella lo estaba disfrutando. –Rick, mi amor, ¡Rickkkkkkkk! –Castle gritó de placer cuando llegó al orgasmo, poco después que ella. Se apartó lentamente de ella, fue al baño a tirar el preservativo y luego se tumbó a su lado. Ella colocó su cabeza a sobre su pecho, suspirando.
-¿Estás bien cariño?
-Sí, ha sido increíble, gracias por cuidarme mi amor. Te quiero.
-Y yo a ti.
El sol les despertó dándoles en la cara. Se ducharon y cogieron un autobús que los llevó a San Sebastián. Era una ciudad muy bella, edificios antiguos, la playa de la Concha, el paseo. Entraron en el acuario, disfrutando de la belleza de las especies. En la tienda compraron un peluche para la niña y un colgante con forma de delfín para Alexis. Comieron en un restaurante situado cerca del puerto. Luego volvieron a Bilbao, donde cogieron otro autobús, para visitar algunos pueblos de la zona. Uno era precioso, muy pequeño, pero con un sendero paralelo a un río, rodeado de verde y algunos caseríos. En una tienda vieron varias esculturas de distintos tamaños que representaban a un carbonero viejo y de aspecto simpático. Beckett se quedó mirando, Castle sonrió:
-Es el olentzero, el carbonero que lleva regalo a los niños en Navidad. Podríamos decir que es una especia de Santa Claus.
-Creía que en España los regalos los traían los Reyes Magos.
-Así es, pero aquí también lo hace el olentzero.
-Me gustan, podríamos llevar uno de recuerdo, además vamos a necesitar algo con lo que decorar la casa de la playa cuando esté arreglada. –Entraron en la tienda y compraron uno de tamaño medio.
-Bueno, vayamos a cenar y volvamos al hotel a recoger. El avión sale temprano.
Cenaron en un restaurante de comida casera, pidiendo goxua de postre.
-Esto está delicioso. Realmente la gastronomía española es increíble.
-Desde luego.
Volvieron al hotel guardando todo y durmiéndose enseguida. El avión salió temprano, llegando al aeropuerto de Barcelona en una hora. Cogieron un taxi que les llevó al hotel, situado cerca de La Rambla. Dejaron las cosas y dieron una vuelta por allí, pero Beckett empezó a sentirse mal.
-¿Qué ocurre Kate?
-Nada… la espalda otra vez, se me pasará…
-Volvamos al hotel, descansaremos un rato hasta la hora de comer. Vamos.
Beckett se tumbó en la cama mientras que Castle la miraba, serio.
-No es nada Rick, estoy bien, ya sabes que es normal.
-No se Kate, quizás no fue buena idea hacer este viaje, no he pensado en lo cansado que deber ser para ti en este estado.
Beckett le miró fijamente.
-¿En serio?
-Kate…
-Rick, solo me duele un poco la espalda y en Nueva York me iba a doler igual. Este está siendo el mejor viaje de toda mi vida, estoy disfrutando de cada segundo. Hemos visitados lugares maravillosos, la gastronomía es estupenda, no cambiaría ninguna de las veces en las que hicimos el amor y además aquí nos hemos enterado de que vamos a tener una niña. Pero lo mejor de todo el viaje es que estoy contigo y te quiero. Por favor, no me lo estropees ahora.
Él la miró y asintió, besándola.-Tienes razón cariño, perdona, solo estaba preocupado.
-Lo sé y te lo agradezco, pero tranquilo si me pasara algo grave te lo diría. –Le besó con dulzura, murmurando sobre su oído: -Si quieres cuidarme podrías darme uno de tus masajes, si luego me siento mejor te recompensaré.
La besó alegremente, acariciándola. –Por supuesto inspectora, túmbate.
Continuará…
Notas
Como siempre MIL GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR
Si alguien se ha ofendido por la escena de sexo anal lo lamento.
Empecemos con la clase de turismo:
-Cangas de Onís, el santuario y los lagos de Covadonga son lugares reales. Recomiendo verlos, Asturias es preciosa.
-La batalla de Pelayo y los musulmanes es real, pero a pesar de lo que se diga, fue una simple batalla, sin mucho interés histórico.
-El hórreo es una especie de granero antiguo levantado sobre cuatro pilares, para resguardarlo de la humedad y de los roedores. Hay muchos por Galicia y Asturias.
-La fabada y la sidra son típicos de la gastronomía asturiana.
-El sirimiri es la llovizna que no para de caer en el País Vasco. El proceso es así: abrir el paraguas, caminar cinco minutos, no ver la lluvia, cerrar el paraguas, caminar cinco segundos, mojarte y volver a abrir el paraguas. -.- (Es parte del encanto de allí, en verano es genial, aquí en Andalucía no bajamos de los 30 grados -.-)
-El euskera es junto al castellano la lengua oficial del País Vasco.
-San Sebastián o Donosti es una ciudad muy bonita y elegante. El acuario es real.
-Puppy es un perro gigante de flores situado al lado del Guggenheim. La araña es otra escultura también gigante situada en el otro lado.
-En el Guggenheim se exponen obras de arte contemporáneo. No es que me guste mucho ese arte, pero el museo está muy bien, vale la pena ir.
-Los pintxos son como las tapas en el País Vasco, mas o menos. Que ningún vasco me mate, es que no se cómo definirlos. Él del huevo duro cubierto de bechamel y rebozado está muy rico.
-Las Siete Calles es cómo se conoce al Casco Viejo de Bilbao.
-El pueblo con el sendero del río se llama Usansolo, y en realidad no es pueblo, sino un barrio de Galdakao,pueblo vasco. Es pequeño, pero el paisaje es muy bonito, le tengo mucho cariño a ese pueblo.
-El goxua es un postre vasco que se hace con bizcocho, crema pastelera, nata y caramelo líquido. Está delicioso y es muy fácil de hacer.
-El caserío, por así decirlo, es la típica casa rural vasca.
-En Portugalete está el famoso puente colgante, por donde se puede cruzar tanto por la pasarela alta a pie como por la "barca" que cruza el río.
-El olentzero es un personaje navideño vasco que lleva regalos a los niños buenos la noche de Nochebuena. El seis de enero son visitados por los Reyes Magos, como en el resto de España.
-La Rambla de Barcelona es el famoso paseo que transcurre entre la Plaza de Catalunya y el puerto antiguo. Siempre está abarrotada de gente.
Hasta aquí la clase de turismo español. Nos vemos mañana por la noche.
Última edición por maria_cs el Vie Jul 06, 2012 8:35 am, editado 5 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
xD
ojala luego se te ocurra hacerles un viaje a latinoamerica naa mentira pero eso ya lo vez tu, en fin,capi estupendo...y el proximo??? D:
ojala luego se te ocurra hacerles un viaje a latinoamerica naa mentira pero eso ya lo vez tu, en fin,capi estupendo...y el proximo??? D:
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
Pedazo capitulo! Me ha encantado Estoy aprendiendo un monton de las ciudades españolas gracias a ti y que ganas tengo de que lleguen a Andalucia! a ver si se pasan por Granada xd
KBCAlways- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Entre la paliza del viaje y el ajetreo nocturno, estos van a estar para el arrastre cuando lleguen a NY. Muy bonito e instructivo capítulo.
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) La tormenta
Me encanta Merii eres genial!!!! Pero tráetelos ya para el sur, que el nombre de la niña tienen que elegirlo aquí!!!!! Jajajajaja
Te está quedando súper bonito y dulce todoooo *__*
Te está quedando súper bonito y dulce todoooo *__*
ConchaCarrillo- Escritor novato
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Re: (¿+18?) La tormenta
Si estaria bueno que hicieran despues un viajecito por latinoamerica.
Luisana- Escritor novato
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capitulo 30 La Luna de Miel(Cuarta parte)
Beckett despertó unas horas después. Castle estaba sentado en el borde de la cama, leyendo atentamente una guía de Barcelona. Se le acercó por detrás, abrazándolo.
-Me muero de hambre, ¿bajamos a comer?
-Por supuesto, ¿algún lugar en especial?
-¿Algo típico?, me gustaría probar los canelones.
-Cómo quieras.
Después de arreglarse un poco fueron a comer a un restaurante de comida casera. Los canelones estaban deliciosos, al igual que la escalivada. De postre pidieron crema catalana. Tras la comida fueron a dar un paseo por La Rambla, antes interrumpido por el dolor de espalda de Beckett. Por la tarde visitaron la Sagrada Familia.
-¿Así qué esta es la famosa Sagrada Familia?
-Sí, ¿te gusta?
-Mucho, es tan distinta de lo que hemos visto hasta ahora. ¿Sabes por qué todavía no está terminada?
-No estoy seguro, pero creo que Gaudí quiso que fuera subvencionada por donaciones. Supongo que eso tendrá algo que ver.
-¿Crees que la terminarán algún día?
-Supongo que sí, la verdad es que merece la pena terminarla.
Tras salir de la Iglesia fueron a ver otros monumentos de Gaudí, la casa Milá, la casa Batlló y la casa Calvet. Cuando terminaron ya era tarde así que fueron a cenar.
-Sigo diciendo que tanto pollo frito no es bueno para el bebé.
-Rick, en los once días que llevamos aquí solo he comido fritos una sola vez.
-¿Y los dulces?
-Me pesé el otro día en una farmacia. Estoy perfectamente y la niña también.
Castle suspiró. Había aceptado comer en el KFC aprovechando que estaba al lado de la Iglesia, pero seguía sin hacerle mucha gracia que ella comiera tantos fritos, aunque tampoco podía decirle nada, decirle a una embarazada que come demasiado no es buena idea. Además, a él también le encantaba.
-Rick, estoy agotada, ¿podríamos volver ya al hotel?
-Por supuesto.
En cuanto llegaron ella se puso el pijama y se fue a dormir inmediatamente, él la miró dormir durante un rato, era adorable, poco a poco se fue quedando dormido.
A la mañana siguiente se levantaron pronto y fueron a visitar el parque Güell, obra también de Gaudí. Tras esperar un buen rato consiguieron acercase a la famosa Salamandra, luego dieron un paseo por la sala Hipóstila, la plaza y el resto del parque. Allí se hicieron mil fotos, aprovechando la belleza del lugar. A la hora de comer fueron a un italiano, Castle pidió pasta y Beckett solo una ensalada.
-¿Sólo vas a comer eso?
-Sí.
-¿Te encuentras bien?
-Sí. –Castle la miró un momento, la verdad es que la había notado un poco rara durante la mañana. No comentó nada, aunque se quedó preocupado.
-Podríamos ir ahora al barrio Gótico y luego al hotel ¿te parece bien?
-Sí.
Dieron una vuelta por el barrio Gótico, paseando por sus calles que parecían un laberinto.
-Rick, estoy cansada, me gustaría volver al hotel un rato.
-Cómo tú quieras cariño, vamos.
Cuando llegaron al hotel Castle le dijo que subiera ella, que quería preguntar una cosa en recepción. Tras hablar con la recepcionista subió a la habitación, ella estaba en el baño, hablando por teléfono, no estaba bien escuchar conversaciones ajenas, pero no lo pudo evitar.
-¿Qué tal los gemelos?
-Bien, muy lindos, ¿y vosotros, qué tal esa Luna de Miel?
-Genial, realmente increíble…
-Entonces ¿por qué tienes ese tono?, ¿ocurre algo?
-No, nada…
-Kate…
-Se trata de Castle, creo qué piensa que estoy gorda.
-¡¿Me estás hablando en serio?! Kate, no te ofendas pero eres una canina viviente, ¡si tú estás gorda yo soy mamá elefanta!
-Lanie, cada vez que me ve comiendo me dice que como demasiado, pone como excusa la salud del bebé, pero no sé…
-Kate, habla con él, estoy segura de que solo se preocupa por el bebé. Dudo mucho que piense que estás gorda.
En ese momento entró Castle que cogió el teléfono.
-Lanie, perdona, pero tengo que matar los pájaros que esta mujer tiene en la cabeza. Un beso para los gemelos. Llamaremos cuando lleguemos a Toledo. –Se volvió hacia ella. -¿De verdad crees eso?
Beckett miró hacia otro lado, no sabía que decir. Castle tomó aire y lo soltó lentamente, luego le cogió la mano y la miró.
-Escúchame bien: eres la mujer más increíble que he visto jamás y te quiero, y si me pongo tan pesado con lo de la comidas es sólo porque me preocupáis, tú y el bebé. Siempre te he visto cómo una mujer preciosa Kate, creía que lo sabías.
Beckett no le contestó, se sentía estúpida y avergonzada. Castle acarició su rostro dulcemente. –Mi amor cuando tengas dudas de ese estilo tienes que contármelas. Me estaba volviendo loco, preocupado por qué no sabía que te pasaba. –La miró a los ojos durante unos segundos y luego la besó. Ella le respondió echando sus brazos detrás de su cuello, mientras que él le quitaba la ropa. Hicieron el amor con furia, hasta quedar agotados sobre la cama.
-Gracias Rick y perdóname por ser tan estúpida.
-Te quiero.
Se quedaron el resto de la tarde en la cama, sin ganas de moverse, luego Castle se levantó y le sonrió.
-Vístete y ponte guapa, quiero llevarte a cenar.
-¿A dónde?
-Tú ponte elegante, vamos, tenemos una reserva.
Casle la llevó al restaurante Arola, situado en el hotel Arts, donde se sentaron en la terraza. La comida, de Sergi Arola, estaba increíble.
-¿Te gusta?
-Esto está increíble, Rick muchas gracias por traerme aquí, aunque con todo lo que hemos pedido ahora sí que voy a engordar.
-Lo dudo, cuando volvamos al hotel me encargaré de que hagas ejercicio.-Ambos se rieron.
Nada más volver al hotel Beckett le aprisionó contra la puerta besándolo apasionadamente, mientras que desabrochaba su pantalón. Le sonrió con lujuria, provocándole.
-Kate…
Ella sonrió mirándolo, se le veía agitado.
Castle la miró y se acercó a ella, empujándola a la cama. Se echó sobre ella y la desnudó con rapidez, pero Beckett enseguida le dio la vuelta a la situación colocándose sobre él. Le sonrío y cogiendo la corbata que le había quitado segundos antes ató sus manos al cabecero de la cama.
-¡Kate!
-O vamos Ricky, ¿es qué te da miedo que te haga daño?
Castle recordó el caso de la dominatrix, cuando ella le había dicho una frase parecida.
-Kate, cuando me suelte pienso hacerte pagar por esto. –Ella sonrió lamiendo su cuello, susurrando sobre su oído. –Pero mientras, voy a hacer contigo todo lo que yo quiera, si es que puedes soportarlo…
Él sonrió. -¿sólo vas a hablar, Kate?
Ella sonrió y empezó a besarlo, en los labios, en el cuello, fue bajando lentamente y le miró:
-Me parece que el pequeño Rick quiere algo de atención. –Empezó a besarlo lentamente, mientras que le acariciaba. Castle gimió, tratando de soltarse, pero ella lo había atado bien, quien iba a decir que una corbata pudiera hacer un nudo tan fuerte.
-Kateee….., por favor cariño, suéltame…
Ella sonrió y lo ignoró, lamiendo con más rapidez, utilizando su mano para darle aún más placer. Castle se retorció.
-Kate…oooo… Kate…
Siguió cada vez más rápido, pero cuando sabía que él estaba a punto paró. Él la miró mientras que su pecho subía y bajada rápidamente, intentó calmarse. –¿Kate?
Ella se agachó besándolo, recorriendo cada centímetro de su boca con su lengua, susurró sobre sus labios. -¿Aguantarás por mí, cariño? –Castle asintió con la cabeza, ansioso. Ella le miró y lo guió, alzando un poco su cuerpo, descendiendo lentamente. Él soltó un sonido parecido entre un gemido y un gruñido.
-Katee...
-Rickkk…
Se movió con rapidez, ella también estaba muy cerca, tener a Castle atado la excitaba muchísimo. Sus movimientos eran cada vez más intensos, rápidos, no pudo más y se dejó llevar. -¡RICK!
-¡KATE! –Con la respiración entrecortada se dejo caer sobre él, apoyando la cabeza en su pecho, agotada. Castle murmuró sobre su pelo: -Mi amor me encanta tenerte así pero empiezan a dolerme los brazos. -Ella se apresuró a soltarlo.-Perdona.
-Kate, no voy a olvidar esta noche jamás.
-Yo tampoco.
-Además yo tenía razón.
Ella le miró sin entender.
-Te gusta atar a los hombres. Cuando investigamos el caso de la dominatrix me lo negaste, pero sabía que era mentira.
Ella se rio. –No puedo creer que sigas pensando en eso.
Se besaron cariñosamente y luego se quedaron dormidos, abrazados, por supuesto.
A la mañana siguiente Castle la despertó haciéndole cosquillas. –Vamos Kate, levanta, quiero llevarte a Port Aventura.
Beckett lo miró: -¿Vamos a un parque de atracciones?
-Sí, puede que no puedas montarte en muchas atracciones, pero créeme solo por los decorados te merecerá la pena. Vamos levanta, comeremos allí y pasaremos la tarde, luego cogeremos el avión hasta Madrid, de allí iremos hasta Toledo en tren.
Beckett suspiró y se levantó. Castle tenía razón Port Aventura era increible, los decorados estaban muy bien cuidados. Se hicieron miles de fotos. Castle intentaba no montarse en muchas atracciones, para no dejarla sola muy a menudo, pero ella le animaba. Era como un niño y él lo sabía, quería que disfrutara de la visita al parque. En las tiendas compraron un peluche de la pantera rosa, para la niña cómo no, y unas graciosas tazas para los chicos, para la comisaría.
-A este paso vamos a comprarle todos los peluches aquí, en España.
-Bueno, tendrá un nombre español, así que va a estar muy ligada a este país. -Sonrieron.
-Vamos, tenemos que volver al hotel.
En el avión Beckett estaba entusiasmada. –Ya queda menos para llegar a Andalucía, lo estoy deseando.
-Si quieres podemos ir directamente, no hace falta que vayamos a Toledo si no te apetece.
-No, quiero ir. En las fotos he visto que es precioso, es sólo que Andalucía es…
-El lugar donde pasaste casi todo el viaje, después de ir a Santiago. Lo sé, tranquila, intentaré que disfrutes tanto de este viaje como del que hiciste con tus padres.
Ella le sonrió apoyando la cabeza en su hombro, pensando en lo maravilloso que estaba siendo ese viaje. Llegaron a Toledo por la noche, hospedándose en un hotel situado al lado de la catedral. El día había sido agotador, así que bajaron a cenar a un restaurante italiano, cercano al hotel y luego fueron a dormir directamente.
Durante el día siguiente visitaron todo el Casco Viejo de Toledo, empezando por la catedral de estilo gótico y siguiendo por el alcázar. Tras dar una vuelta y ver algunas tiendas, dónde Castle se empeñó en comprar una espada, visitaron el museo de El Greco. Comieron en un restaurante de comida casera, donde probaron un asado de cordero y después visitaron la sinagoga de Él Tránsito. Por último visitaron la Puerta Bisagra y fueron a cenar. Beckett no tenía mucha hambre, y estaba agotada así que se limitó a mirarlo mientras que el disfrutaba de unas tapas.
-A ver Kate, ¿qué pasa?
-Sigo pensando que esa espada va a ser peligrosa cuando nazca la niña.
-No la pondré a su alcance Kate, tranquila, no te preocupes.
-Estoy agotada, Toledo es una ciudad maravillosa, pero no puedo dar ni un paso más.
-Ahora iremos al hotel, mañana visitaremos el monasterio de Santo Domingo de Silos por la mañana y luego volveremos a Madrid, a coger el tren que nos llevará a Sevilla.
-De acuerdo.
Llegaron al hotel donde Beckett se quitó los zapatos, gimiendo de alivio. Castle se sentó a su lado y acarició sus pies con cariño, masajeándolos.
-Mmmmmmmmmm… dios Rick muchas gracias.
Él se rió. –Relájate y disfruta, ¿te duelen mucho?
-Ahora no tanto, de verdad, si algún día te cansas de escribir podrías trabajar de masajista, eres muy bueno en esto.
-Gracias, lo tendré en cuenta.
Al día siguiente fueron al monasterio como dijo Rick y rápidamente se dirigieron al tren, comieron en la estación de Madrid y después llegaron a Sevilla, cogieron un taxi que les llevó al EME catedral hotel, un lujoso hotel situado justo enfrente de la catedral, en pleno centro. De apariencia sencilla, el hotel era increíble por dentro, especialmente la terraza y el Spa. Dejaron las cosas en el hotel y subieron a la terraza a cenar, admirando una hermosa vista de la catedral gótica, completamente iluminada.
-Es preciosa, no recordaba que fuera tan bonita, ¿la veremos mañana?
-La verdad es que he pensado que podrías estar cansada de tanto monumento, por eso creo que podríamos dar una vuelta por la ciudad y nada más. Limitarnos a descansar, probar el Spa, ya sabes, tomar un día de relax.
-Me parece genial, la verdad es que un día tranquilo nos vendría muy bien.
Tras la cena bajaron a dar una vuelta, haciéndose algunas fotos con la catedral, impresionados por la belleza de la giralda.
-¿Quieres que vayamos al Barrio de Santa Cruz, o prefieres volver ya?
-La verdad es que prefiero subir, estoy cansada.
Se fueron a la cama enseguida, Beckett se quedó dormida nada más cerrar los ojos, Castle aprovechó para jugar un rato con su móvil, después de hablar con Alexis y con su madre.
A la mañana siguiente hicieron lo que Castle había dicho. Por la mañana fueron al Barrio de Santa Cruz y al Spa, donde Beckett disfrutó de los masajes y de las aguas. Tras el almuerzo dieron un paseo por las tiendas, donde les sorprendió una bonita tienda de galletas y caramelos llamada La Cure Gourmande. A parte de galletas, caramelos, piruletas y chocolates artesanales también había latas decoradas, muy bonitas, donde se vendían los productos. Compraron varias latas en tonos pasteles, para Alexis y Lanie y otra también para el cuarto de la pequeña, todas ellas rellenas de galletas y de piruletas. Luego dieron una vuelta por el parque María Luisa, haciéndose fotos en la plaza España y después vieron la conocida Torre del Oro, situada al lado del río. Beckett se quedó mirando un escaparate donde se vendían trajes de gitana.
-Vaya, siempre había pensado que estos trajes eran feos, pero son preciosos.
-Bueno, los turistas sueles comprar algunos horribles que parecen de plástico y se venden en tiendas souvenir, pero los de verdad son bonitos. Podrías comprarte uno.
-Claro, estaría preciosa paseando por Central Park con ese vestido. –Ambos se rieron al imaginar la escena.
-Es tarde, vayamos a cenar.
Cenaron en un italiano, cercano al río. Beckett le miró un momento y después de pensarlo se decidió a hablar.
-Rick…,¿ mañana por la tarde tienes planeado algo?
-No, ¿qué quieres hacer?
-Es una sorpresa, pero necesito que alquiles un coche.
-De acuerdo, ¿no me darás ni una pista?
-No. –Sonrió.
Volvieron al hotel, donde subieron a tomar una copa en la terraza, con vistas a la giralda. Beckett sin alcohol, por supuesto, luego se fueron a dormir.
Al día siguiente visitaron la catedral gótica, enorme, admirando el Retablo. Subieron a lo alto de la Giralda, era una suerte que se subiera por rampas no por escaleras, sino hubiera sido agotador. Desde lo alto había una hermosa vista. Se hicieron fotografías por toda la catedral, incluido el Patio de los Naranjos. Después fueron al museo de Bellas Artes, donde Beckett se ilusionó como una niña al ver algunos cuadros de Murillo. Comieron otra vez en la terraza del hotel y luego fueron a la habitación a descansar. Cuando era cerca de las seis Beckett lo despertó y le pidió que se pusiera ropa cómoda.
Condujeron saliendo de la ciudad.
-¿A dónde vamos?
-Quiero que conozcas un sitio de otra ciudad andaluza.
-¿Qué sitio?
-Ahora lo verás
Beckett condujo durante una hora y luego aparcó. Estaban en Huelva, una ciudad sencilla. Le llevó hasta el Santuario de la Cinta.
-Baja Rick.
-¿Dónde estamos?
-Este es el Santuario de la Cinta. Aquí se casaron mis padres por la Iglesia, fue una sorpresa de mi padre para mi madre. Ella era católica pero mi padre no quiso casarse por la Iglesia. En la Luna de Miel la trajo aquí y contrajeron matrimonio. Es un Santuario sencillo y modesto pero muy bello, sobretodo los jardines. Quería traerte aquí, quería enseñártelo.
-Es precioso Kate, gracias por compartir este lugar conmigo.
-Ven, quiero que veas esto.
Andaron cogidos de la mano, hasta que Beckett le hizo parar.
-Mira.
Castle se quedó sin habla. Puede que el mirador no fuera muy bonito, pero ver el atardecer desde allí, con la vista de la ría, no tenía precio. Era sencillamente espectacular.
-Kate…
-También quería compartir esto, espero que te guste.
Por toda respuesta Castle la besó con pasión, haciéndola suspirar. Luego ella la cogió de la mano y fueron hasta el coche. Cenaron en un restaurante donde pidieron productos típicos de la provincia de Huelva: jamón, gambas blanca, coquinas… Estaba todo increíble.
-Vamos, aún tienes que ver una última cosa.
Castle la miró intrigado pero asintió. Beckett condujo durante unos veinte minutos, ya fuera de la ciudad. Llegaron a un pueblo costero y aparcó cerca de la playa, de arena blanca. Estaba vacía. Ella le sonrió quitándose los zapatos y tendiéndole la mano. Castle hizo lo mismo y pasearon por la orilla del mar, escuchando el sonido de las olas al romper.
-Esta playa es preciosa.
-Lo sé, quería traerte de noche, de día suele haber mucha gente.
-Gracias mi amor.
Se miraron un momento y se besaron. Beckett empezó a quitarle la camisa, desabrochándola con manos temblorosas. Castle le sonrió y empezó a besar su cuello, despacio, lentamente. Le quitó la blusa que llevaba puesta y la tumbó con cuidado sobre la arena. Se miraron a los ojos y ambos asintieron. Él la besó en los pechos mientras que sus manos le quitaban el pantalón que llevaba. Ella le desabrochó el suyo y lo desnudó. Hacía fresco, pero no lo sentían. Castle acarició suavemente cada centímetro de su cuerpo, escuchando sus suspiros y gemidos, como si fueran la mejor de las canciones. Suavemente dejó un rastro de besos sobre su vientre, paró para mirarla a los ojos y luego volvió a subir, buscando sus labios. Mordiéndolos, acariciándolos, disfrutándolos. Exploró su boca con lentitud, sintiendo como ella se desesperaba por la lentitud de sus caricias. Le acariciaba la espalda, mientras que él seguía explorando, despacio, sin prisas.
-Mi amor… por favor…
No la hizo esperar más, la penetró lentamente, entre besos, oyéndola gemir. Empezó a moverse con lentitud, quería dejarla al límite. Kate gimió.
-Rick… por favor…
Atento a sus ruegos empezó a moverse cada vez más rápido, sintiendo como ella le envolvía con sus largas piernas, haciendo que fuera más profundo. Llegaron al orgasmo juntos, quedándose completamente quietos. En la playa sólo se oían sus respiraciones rápidas y el sonido del mar. El resto era silencio, silencio que se rompió cuando ella habló.
-Rick, te quiero.
-Yo también te quiero cariño.
-Cásate conmigo.
Continuará...
Beckett despertó unas horas después. Castle estaba sentado en el borde de la cama, leyendo atentamente una guía de Barcelona. Se le acercó por detrás, abrazándolo.
-Me muero de hambre, ¿bajamos a comer?
-Por supuesto, ¿algún lugar en especial?
-¿Algo típico?, me gustaría probar los canelones.
-Cómo quieras.
Después de arreglarse un poco fueron a comer a un restaurante de comida casera. Los canelones estaban deliciosos, al igual que la escalivada. De postre pidieron crema catalana. Tras la comida fueron a dar un paseo por La Rambla, antes interrumpido por el dolor de espalda de Beckett. Por la tarde visitaron la Sagrada Familia.
-¿Así qué esta es la famosa Sagrada Familia?
-Sí, ¿te gusta?
-Mucho, es tan distinta de lo que hemos visto hasta ahora. ¿Sabes por qué todavía no está terminada?
-No estoy seguro, pero creo que Gaudí quiso que fuera subvencionada por donaciones. Supongo que eso tendrá algo que ver.
-¿Crees que la terminarán algún día?
-Supongo que sí, la verdad es que merece la pena terminarla.
Tras salir de la Iglesia fueron a ver otros monumentos de Gaudí, la casa Milá, la casa Batlló y la casa Calvet. Cuando terminaron ya era tarde así que fueron a cenar.
-Sigo diciendo que tanto pollo frito no es bueno para el bebé.
-Rick, en los once días que llevamos aquí solo he comido fritos una sola vez.
-¿Y los dulces?
-Me pesé el otro día en una farmacia. Estoy perfectamente y la niña también.
Castle suspiró. Había aceptado comer en el KFC aprovechando que estaba al lado de la Iglesia, pero seguía sin hacerle mucha gracia que ella comiera tantos fritos, aunque tampoco podía decirle nada, decirle a una embarazada que come demasiado no es buena idea. Además, a él también le encantaba.
-Rick, estoy agotada, ¿podríamos volver ya al hotel?
-Por supuesto.
En cuanto llegaron ella se puso el pijama y se fue a dormir inmediatamente, él la miró dormir durante un rato, era adorable, poco a poco se fue quedando dormido.
A la mañana siguiente se levantaron pronto y fueron a visitar el parque Güell, obra también de Gaudí. Tras esperar un buen rato consiguieron acercase a la famosa Salamandra, luego dieron un paseo por la sala Hipóstila, la plaza y el resto del parque. Allí se hicieron mil fotos, aprovechando la belleza del lugar. A la hora de comer fueron a un italiano, Castle pidió pasta y Beckett solo una ensalada.
-¿Sólo vas a comer eso?
-Sí.
-¿Te encuentras bien?
-Sí. –Castle la miró un momento, la verdad es que la había notado un poco rara durante la mañana. No comentó nada, aunque se quedó preocupado.
-Podríamos ir ahora al barrio Gótico y luego al hotel ¿te parece bien?
-Sí.
Dieron una vuelta por el barrio Gótico, paseando por sus calles que parecían un laberinto.
-Rick, estoy cansada, me gustaría volver al hotel un rato.
-Cómo tú quieras cariño, vamos.
Cuando llegaron al hotel Castle le dijo que subiera ella, que quería preguntar una cosa en recepción. Tras hablar con la recepcionista subió a la habitación, ella estaba en el baño, hablando por teléfono, no estaba bien escuchar conversaciones ajenas, pero no lo pudo evitar.
-¿Qué tal los gemelos?
-Bien, muy lindos, ¿y vosotros, qué tal esa Luna de Miel?
-Genial, realmente increíble…
-Entonces ¿por qué tienes ese tono?, ¿ocurre algo?
-No, nada…
-Kate…
-Se trata de Castle, creo qué piensa que estoy gorda.
-¡¿Me estás hablando en serio?! Kate, no te ofendas pero eres una canina viviente, ¡si tú estás gorda yo soy mamá elefanta!
-Lanie, cada vez que me ve comiendo me dice que como demasiado, pone como excusa la salud del bebé, pero no sé…
-Kate, habla con él, estoy segura de que solo se preocupa por el bebé. Dudo mucho que piense que estás gorda.
En ese momento entró Castle que cogió el teléfono.
-Lanie, perdona, pero tengo que matar los pájaros que esta mujer tiene en la cabeza. Un beso para los gemelos. Llamaremos cuando lleguemos a Toledo. –Se volvió hacia ella. -¿De verdad crees eso?
Beckett miró hacia otro lado, no sabía que decir. Castle tomó aire y lo soltó lentamente, luego le cogió la mano y la miró.
-Escúchame bien: eres la mujer más increíble que he visto jamás y te quiero, y si me pongo tan pesado con lo de la comidas es sólo porque me preocupáis, tú y el bebé. Siempre te he visto cómo una mujer preciosa Kate, creía que lo sabías.
Beckett no le contestó, se sentía estúpida y avergonzada. Castle acarició su rostro dulcemente. –Mi amor cuando tengas dudas de ese estilo tienes que contármelas. Me estaba volviendo loco, preocupado por qué no sabía que te pasaba. –La miró a los ojos durante unos segundos y luego la besó. Ella le respondió echando sus brazos detrás de su cuello, mientras que él le quitaba la ropa. Hicieron el amor con furia, hasta quedar agotados sobre la cama.
-Gracias Rick y perdóname por ser tan estúpida.
-Te quiero.
Se quedaron el resto de la tarde en la cama, sin ganas de moverse, luego Castle se levantó y le sonrió.
-Vístete y ponte guapa, quiero llevarte a cenar.
-¿A dónde?
-Tú ponte elegante, vamos, tenemos una reserva.
Casle la llevó al restaurante Arola, situado en el hotel Arts, donde se sentaron en la terraza. La comida, de Sergi Arola, estaba increíble.
-¿Te gusta?
-Esto está increíble, Rick muchas gracias por traerme aquí, aunque con todo lo que hemos pedido ahora sí que voy a engordar.
-Lo dudo, cuando volvamos al hotel me encargaré de que hagas ejercicio.-Ambos se rieron.
Nada más volver al hotel Beckett le aprisionó contra la puerta besándolo apasionadamente, mientras que desabrochaba su pantalón. Le sonrió con lujuria, provocándole.
-Kate…
Ella sonrió mirándolo, se le veía agitado.
Castle la miró y se acercó a ella, empujándola a la cama. Se echó sobre ella y la desnudó con rapidez, pero Beckett enseguida le dio la vuelta a la situación colocándose sobre él. Le sonrío y cogiendo la corbata que le había quitado segundos antes ató sus manos al cabecero de la cama.
-¡Kate!
-O vamos Ricky, ¿es qué te da miedo que te haga daño?
Castle recordó el caso de la dominatrix, cuando ella le había dicho una frase parecida.
-Kate, cuando me suelte pienso hacerte pagar por esto. –Ella sonrió lamiendo su cuello, susurrando sobre su oído. –Pero mientras, voy a hacer contigo todo lo que yo quiera, si es que puedes soportarlo…
Él sonrió. -¿sólo vas a hablar, Kate?
Ella sonrió y empezó a besarlo, en los labios, en el cuello, fue bajando lentamente y le miró:
-Me parece que el pequeño Rick quiere algo de atención. –Empezó a besarlo lentamente, mientras que le acariciaba. Castle gimió, tratando de soltarse, pero ella lo había atado bien, quien iba a decir que una corbata pudiera hacer un nudo tan fuerte.
-Kateee….., por favor cariño, suéltame…
Ella sonrió y lo ignoró, lamiendo con más rapidez, utilizando su mano para darle aún más placer. Castle se retorció.
-Kate…oooo… Kate…
Siguió cada vez más rápido, pero cuando sabía que él estaba a punto paró. Él la miró mientras que su pecho subía y bajada rápidamente, intentó calmarse. –¿Kate?
Ella se agachó besándolo, recorriendo cada centímetro de su boca con su lengua, susurró sobre sus labios. -¿Aguantarás por mí, cariño? –Castle asintió con la cabeza, ansioso. Ella le miró y lo guió, alzando un poco su cuerpo, descendiendo lentamente. Él soltó un sonido parecido entre un gemido y un gruñido.
-Katee...
-Rickkk…
Se movió con rapidez, ella también estaba muy cerca, tener a Castle atado la excitaba muchísimo. Sus movimientos eran cada vez más intensos, rápidos, no pudo más y se dejó llevar. -¡RICK!
-¡KATE! –Con la respiración entrecortada se dejo caer sobre él, apoyando la cabeza en su pecho, agotada. Castle murmuró sobre su pelo: -Mi amor me encanta tenerte así pero empiezan a dolerme los brazos. -Ella se apresuró a soltarlo.-Perdona.
-Kate, no voy a olvidar esta noche jamás.
-Yo tampoco.
-Además yo tenía razón.
Ella le miró sin entender.
-Te gusta atar a los hombres. Cuando investigamos el caso de la dominatrix me lo negaste, pero sabía que era mentira.
Ella se rio. –No puedo creer que sigas pensando en eso.
Se besaron cariñosamente y luego se quedaron dormidos, abrazados, por supuesto.
A la mañana siguiente Castle la despertó haciéndole cosquillas. –Vamos Kate, levanta, quiero llevarte a Port Aventura.
Beckett lo miró: -¿Vamos a un parque de atracciones?
-Sí, puede que no puedas montarte en muchas atracciones, pero créeme solo por los decorados te merecerá la pena. Vamos levanta, comeremos allí y pasaremos la tarde, luego cogeremos el avión hasta Madrid, de allí iremos hasta Toledo en tren.
Beckett suspiró y se levantó. Castle tenía razón Port Aventura era increible, los decorados estaban muy bien cuidados. Se hicieron miles de fotos. Castle intentaba no montarse en muchas atracciones, para no dejarla sola muy a menudo, pero ella le animaba. Era como un niño y él lo sabía, quería que disfrutara de la visita al parque. En las tiendas compraron un peluche de la pantera rosa, para la niña cómo no, y unas graciosas tazas para los chicos, para la comisaría.
-A este paso vamos a comprarle todos los peluches aquí, en España.
-Bueno, tendrá un nombre español, así que va a estar muy ligada a este país. -Sonrieron.
-Vamos, tenemos que volver al hotel.
En el avión Beckett estaba entusiasmada. –Ya queda menos para llegar a Andalucía, lo estoy deseando.
-Si quieres podemos ir directamente, no hace falta que vayamos a Toledo si no te apetece.
-No, quiero ir. En las fotos he visto que es precioso, es sólo que Andalucía es…
-El lugar donde pasaste casi todo el viaje, después de ir a Santiago. Lo sé, tranquila, intentaré que disfrutes tanto de este viaje como del que hiciste con tus padres.
Ella le sonrió apoyando la cabeza en su hombro, pensando en lo maravilloso que estaba siendo ese viaje. Llegaron a Toledo por la noche, hospedándose en un hotel situado al lado de la catedral. El día había sido agotador, así que bajaron a cenar a un restaurante italiano, cercano al hotel y luego fueron a dormir directamente.
Durante el día siguiente visitaron todo el Casco Viejo de Toledo, empezando por la catedral de estilo gótico y siguiendo por el alcázar. Tras dar una vuelta y ver algunas tiendas, dónde Castle se empeñó en comprar una espada, visitaron el museo de El Greco. Comieron en un restaurante de comida casera, donde probaron un asado de cordero y después visitaron la sinagoga de Él Tránsito. Por último visitaron la Puerta Bisagra y fueron a cenar. Beckett no tenía mucha hambre, y estaba agotada así que se limitó a mirarlo mientras que el disfrutaba de unas tapas.
-A ver Kate, ¿qué pasa?
-Sigo pensando que esa espada va a ser peligrosa cuando nazca la niña.
-No la pondré a su alcance Kate, tranquila, no te preocupes.
-Estoy agotada, Toledo es una ciudad maravillosa, pero no puedo dar ni un paso más.
-Ahora iremos al hotel, mañana visitaremos el monasterio de Santo Domingo de Silos por la mañana y luego volveremos a Madrid, a coger el tren que nos llevará a Sevilla.
-De acuerdo.
Llegaron al hotel donde Beckett se quitó los zapatos, gimiendo de alivio. Castle se sentó a su lado y acarició sus pies con cariño, masajeándolos.
-Mmmmmmmmmm… dios Rick muchas gracias.
Él se rió. –Relájate y disfruta, ¿te duelen mucho?
-Ahora no tanto, de verdad, si algún día te cansas de escribir podrías trabajar de masajista, eres muy bueno en esto.
-Gracias, lo tendré en cuenta.
Al día siguiente fueron al monasterio como dijo Rick y rápidamente se dirigieron al tren, comieron en la estación de Madrid y después llegaron a Sevilla, cogieron un taxi que les llevó al EME catedral hotel, un lujoso hotel situado justo enfrente de la catedral, en pleno centro. De apariencia sencilla, el hotel era increíble por dentro, especialmente la terraza y el Spa. Dejaron las cosas en el hotel y subieron a la terraza a cenar, admirando una hermosa vista de la catedral gótica, completamente iluminada.
-Es preciosa, no recordaba que fuera tan bonita, ¿la veremos mañana?
-La verdad es que he pensado que podrías estar cansada de tanto monumento, por eso creo que podríamos dar una vuelta por la ciudad y nada más. Limitarnos a descansar, probar el Spa, ya sabes, tomar un día de relax.
-Me parece genial, la verdad es que un día tranquilo nos vendría muy bien.
Tras la cena bajaron a dar una vuelta, haciéndose algunas fotos con la catedral, impresionados por la belleza de la giralda.
-¿Quieres que vayamos al Barrio de Santa Cruz, o prefieres volver ya?
-La verdad es que prefiero subir, estoy cansada.
Se fueron a la cama enseguida, Beckett se quedó dormida nada más cerrar los ojos, Castle aprovechó para jugar un rato con su móvil, después de hablar con Alexis y con su madre.
A la mañana siguiente hicieron lo que Castle había dicho. Por la mañana fueron al Barrio de Santa Cruz y al Spa, donde Beckett disfrutó de los masajes y de las aguas. Tras el almuerzo dieron un paseo por las tiendas, donde les sorprendió una bonita tienda de galletas y caramelos llamada La Cure Gourmande. A parte de galletas, caramelos, piruletas y chocolates artesanales también había latas decoradas, muy bonitas, donde se vendían los productos. Compraron varias latas en tonos pasteles, para Alexis y Lanie y otra también para el cuarto de la pequeña, todas ellas rellenas de galletas y de piruletas. Luego dieron una vuelta por el parque María Luisa, haciéndose fotos en la plaza España y después vieron la conocida Torre del Oro, situada al lado del río. Beckett se quedó mirando un escaparate donde se vendían trajes de gitana.
-Vaya, siempre había pensado que estos trajes eran feos, pero son preciosos.
-Bueno, los turistas sueles comprar algunos horribles que parecen de plástico y se venden en tiendas souvenir, pero los de verdad son bonitos. Podrías comprarte uno.
-Claro, estaría preciosa paseando por Central Park con ese vestido. –Ambos se rieron al imaginar la escena.
-Es tarde, vayamos a cenar.
Cenaron en un italiano, cercano al río. Beckett le miró un momento y después de pensarlo se decidió a hablar.
-Rick…,¿ mañana por la tarde tienes planeado algo?
-No, ¿qué quieres hacer?
-Es una sorpresa, pero necesito que alquiles un coche.
-De acuerdo, ¿no me darás ni una pista?
-No. –Sonrió.
Volvieron al hotel, donde subieron a tomar una copa en la terraza, con vistas a la giralda. Beckett sin alcohol, por supuesto, luego se fueron a dormir.
Al día siguiente visitaron la catedral gótica, enorme, admirando el Retablo. Subieron a lo alto de la Giralda, era una suerte que se subiera por rampas no por escaleras, sino hubiera sido agotador. Desde lo alto había una hermosa vista. Se hicieron fotografías por toda la catedral, incluido el Patio de los Naranjos. Después fueron al museo de Bellas Artes, donde Beckett se ilusionó como una niña al ver algunos cuadros de Murillo. Comieron otra vez en la terraza del hotel y luego fueron a la habitación a descansar. Cuando era cerca de las seis Beckett lo despertó y le pidió que se pusiera ropa cómoda.
Condujeron saliendo de la ciudad.
-¿A dónde vamos?
-Quiero que conozcas un sitio de otra ciudad andaluza.
-¿Qué sitio?
-Ahora lo verás
Beckett condujo durante una hora y luego aparcó. Estaban en Huelva, una ciudad sencilla. Le llevó hasta el Santuario de la Cinta.
-Baja Rick.
-¿Dónde estamos?
-Este es el Santuario de la Cinta. Aquí se casaron mis padres por la Iglesia, fue una sorpresa de mi padre para mi madre. Ella era católica pero mi padre no quiso casarse por la Iglesia. En la Luna de Miel la trajo aquí y contrajeron matrimonio. Es un Santuario sencillo y modesto pero muy bello, sobretodo los jardines. Quería traerte aquí, quería enseñártelo.
-Es precioso Kate, gracias por compartir este lugar conmigo.
-Ven, quiero que veas esto.
Andaron cogidos de la mano, hasta que Beckett le hizo parar.
-Mira.
Castle se quedó sin habla. Puede que el mirador no fuera muy bonito, pero ver el atardecer desde allí, con la vista de la ría, no tenía precio. Era sencillamente espectacular.
-Kate…
-También quería compartir esto, espero que te guste.
Por toda respuesta Castle la besó con pasión, haciéndola suspirar. Luego ella la cogió de la mano y fueron hasta el coche. Cenaron en un restaurante donde pidieron productos típicos de la provincia de Huelva: jamón, gambas blanca, coquinas… Estaba todo increíble.
-Vamos, aún tienes que ver una última cosa.
Castle la miró intrigado pero asintió. Beckett condujo durante unos veinte minutos, ya fuera de la ciudad. Llegaron a un pueblo costero y aparcó cerca de la playa, de arena blanca. Estaba vacía. Ella le sonrió quitándose los zapatos y tendiéndole la mano. Castle hizo lo mismo y pasearon por la orilla del mar, escuchando el sonido de las olas al romper.
-Esta playa es preciosa.
-Lo sé, quería traerte de noche, de día suele haber mucha gente.
-Gracias mi amor.
Se miraron un momento y se besaron. Beckett empezó a quitarle la camisa, desabrochándola con manos temblorosas. Castle le sonrió y empezó a besar su cuello, despacio, lentamente. Le quitó la blusa que llevaba puesta y la tumbó con cuidado sobre la arena. Se miraron a los ojos y ambos asintieron. Él la besó en los pechos mientras que sus manos le quitaban el pantalón que llevaba. Ella le desabrochó el suyo y lo desnudó. Hacía fresco, pero no lo sentían. Castle acarició suavemente cada centímetro de su cuerpo, escuchando sus suspiros y gemidos, como si fueran la mejor de las canciones. Suavemente dejó un rastro de besos sobre su vientre, paró para mirarla a los ojos y luego volvió a subir, buscando sus labios. Mordiéndolos, acariciándolos, disfrutándolos. Exploró su boca con lentitud, sintiendo como ella se desesperaba por la lentitud de sus caricias. Le acariciaba la espalda, mientras que él seguía explorando, despacio, sin prisas.
-Mi amor… por favor…
No la hizo esperar más, la penetró lentamente, entre besos, oyéndola gemir. Empezó a moverse con lentitud, quería dejarla al límite. Kate gimió.
-Rick… por favor…
Atento a sus ruegos empezó a moverse cada vez más rápido, sintiendo como ella le envolvía con sus largas piernas, haciendo que fuera más profundo. Llegaron al orgasmo juntos, quedándose completamente quietos. En la playa sólo se oían sus respiraciones rápidas y el sonido del mar. El resto era silencio, silencio que se rompió cuando ella habló.
-Rick, te quiero.
-Yo también te quiero cariño.
-Cásate conmigo.
Continuará...
Última edición por maria_cs el Dom Mayo 27, 2012 4:38 am, editado 5 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
No quería romper el momento de ese episodio asi que escribo aquí el apartado turistico.
Antes que nada, cómo siempre gracias por leer.
El siguiente capítulo será el último de la Luna de Miel, dónde se verán más sitios de Andalucía y un poquito de las Afortunadas. Después se acabó el romance y la felicidad, alguien morirá.....
Notas:
-La escalivada, la crema catalana y los canelones son típicos de Cataluña. Estos últimos son tradicionales en el día de San Esteban, (26 de diciembre).
-La Sagrada Familia es una de las obras emblemáticas de Gaudí. Se inició en 1882 y hoy en día sigue en construcción. (Me pregunto si la acabarán alguna vez), aún así es muy bonita.
-Las casas de las que se hablan son también obra de Gaudí, al igual que el famoso Parque Güell.
-La Sala Hipostila o Sala de las Cien columnas nos recuerda a las Salas Hipostilas de los Templos Egipcios, que intentaban representar también un bosque de columnas.
-No conozco el Barrio Gótico, por eso no lo he descrito, para más información, con internet todo es posible.
-El restaurante Arola es real y está situado realmente en el Hotel Arts.
-Port Aventura es un parque tematico que para mí, es el mejor de los cuatro parques temáticos españoles. Los escenarios son preciosos y las atracciones espectaculares. Merece la pena ir al menos dos días, para disfrutar del parque y de algún espectáculo.
-No conozco Toledo, lo haré en verano,pero los sitios descritos son reales. Otra vez, para más información INTERNET
-Sevilla es la capital de Andalucía y una de las ciudades más conocidas españolas a nivel mundial. Todos los sitios descritos son reales, incluido el hotel (no apto para bolsillos como el mío, lo único que conozco de ese hotel es la fachada, que está situada a la salida de la catedral).
-Actualmente el Retablo de la Catedral de Sevilla está siendo restaurado. Cómo el viaje se realiza en septiembre soy optimista y me imagino que para entonces estará listo.
-La subida a la Giralda no es muy cansina, gracias a las rampas. Merece la pena subir y además no hay que pagar aparte, viene incluido en el precio de la entrada a la catedral.
-El barrio de Santa Cruz es uno de los barrios con más encanto de la ciudad.
-La Cure Gourmande es una tienda real que parece sacada de un cuento de hadas. Vale la pena simplemente verla y además las piruletas están buenisimas.
-El traje de gitana o traje de flamenca es el vestido típico de Andalucía. Los más típicos son de lunares, pero los hay de flores, lisos, motivos... La variedad es infinita. Son vestidos preciosos y muy elegantes. El traje que Castle describe y dice que es horrible es un traje que parece de gitana, de color rosa o rojo con lunares que es de malisima calidad, vendido en las tiendas para turistas, símbolo del mal gusto. Comprar eso debería ser ilegal -.-
-Huelva es la capital de la provincia andaluza de Huelva. No es una ciudad turística, pero tiene lugares con mucho encanto, cómo el Santuario de la Cinta, y no lo digo porque yo sea de allí.
-El jamón y la gamba blanca son típicos de Huelva y tienen fama mundial. Otro producto reconocido son las fresas y los fresones.
-Un atardecer en el Conquero es algo que todo el mundo debería ver. MARAVILLOSO
-La Virgen de la Cinta, o Virgen Chiquita es la patrona de mi ciudad. Su festividad es en septiembre.
-La provincia de Huelva goza de unas playas increibles, kilómetros y kilómetros de playa de arena blanca. Es muy dificil que esten vacías, pero bueno.
-Por último decir que la provincia de Huelva no goza de mucho reconocimiento turistico lo que es verdaderamente una lástima. Puede que la ciudad no sea muy bonita, pero las playas y la sierra son preciosas.
GRACIAS POR LEER.
Antes que nada, cómo siempre gracias por leer.
El siguiente capítulo será el último de la Luna de Miel, dónde se verán más sitios de Andalucía y un poquito de las Afortunadas. Después se acabó el romance y la felicidad, alguien morirá.....
Notas:
-La escalivada, la crema catalana y los canelones son típicos de Cataluña. Estos últimos son tradicionales en el día de San Esteban, (26 de diciembre).
-La Sagrada Familia es una de las obras emblemáticas de Gaudí. Se inició en 1882 y hoy en día sigue en construcción. (Me pregunto si la acabarán alguna vez), aún así es muy bonita.
-Las casas de las que se hablan son también obra de Gaudí, al igual que el famoso Parque Güell.
-La Sala Hipostila o Sala de las Cien columnas nos recuerda a las Salas Hipostilas de los Templos Egipcios, que intentaban representar también un bosque de columnas.
-No conozco el Barrio Gótico, por eso no lo he descrito, para más información, con internet todo es posible.
-El restaurante Arola es real y está situado realmente en el Hotel Arts.
-Port Aventura es un parque tematico que para mí, es el mejor de los cuatro parques temáticos españoles. Los escenarios son preciosos y las atracciones espectaculares. Merece la pena ir al menos dos días, para disfrutar del parque y de algún espectáculo.
-No conozco Toledo, lo haré en verano,pero los sitios descritos son reales. Otra vez, para más información INTERNET
-Sevilla es la capital de Andalucía y una de las ciudades más conocidas españolas a nivel mundial. Todos los sitios descritos son reales, incluido el hotel (no apto para bolsillos como el mío, lo único que conozco de ese hotel es la fachada, que está situada a la salida de la catedral).
-Actualmente el Retablo de la Catedral de Sevilla está siendo restaurado. Cómo el viaje se realiza en septiembre soy optimista y me imagino que para entonces estará listo.
-La subida a la Giralda no es muy cansina, gracias a las rampas. Merece la pena subir y además no hay que pagar aparte, viene incluido en el precio de la entrada a la catedral.
-El barrio de Santa Cruz es uno de los barrios con más encanto de la ciudad.
-La Cure Gourmande es una tienda real que parece sacada de un cuento de hadas. Vale la pena simplemente verla y además las piruletas están buenisimas.
-El traje de gitana o traje de flamenca es el vestido típico de Andalucía. Los más típicos son de lunares, pero los hay de flores, lisos, motivos... La variedad es infinita. Son vestidos preciosos y muy elegantes. El traje que Castle describe y dice que es horrible es un traje que parece de gitana, de color rosa o rojo con lunares que es de malisima calidad, vendido en las tiendas para turistas, símbolo del mal gusto. Comprar eso debería ser ilegal -.-
-Huelva es la capital de la provincia andaluza de Huelva. No es una ciudad turística, pero tiene lugares con mucho encanto, cómo el Santuario de la Cinta, y no lo digo porque yo sea de allí.
-El jamón y la gamba blanca son típicos de Huelva y tienen fama mundial. Otro producto reconocido son las fresas y los fresones.
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-Por último decir que la provincia de Huelva no goza de mucho reconocimiento turistico lo que es verdaderamente una lástima. Puede que la ciudad no sea muy bonita, pero las playas y la sierra son preciosas.
GRACIAS POR LEER.
Última edición por maria_cs el Lun Abr 16, 2012 11:36 am, editado 3 veces
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