(¿+18?) La tormenta
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Re: (¿+18?) La tormenta
Siiiiiiiiiiiiiiiiiiii le pidio casamientooo y en la misma iglesia HERMOSOOOOOO
Me encanto, gracias por el turismo y el capitulo
Besosss
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silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Yo creo que están visitando tanta iglesia que al final les dará el gusanillo y se casarán!! Hace un año que visite Sevilla y Córdoba y como Kate, me quedé enamorada de Andalucía.
Zeny_Mackenzie- Moderador
- Mensajes : 1226
Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: (¿+18?) La tormenta
Meriiii!!!! Tienen que casarse aquí, donde se casaron sus padres!!!!! Es de cajón!!!!!! PORFA PORFA PORFAAAAAAAAA!!!!!! Ya después cuando lleguen a NY que lo hagan por lo civil con su familia o como quieran, con la gran fiesta y demás.....pero aquí tienen que casarse, aunque sea de mentirijillas!!!!!!!!
ConchaCarrillo- Escritor novato
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 32
Localización : Huelva, Andalucía (España)
Re: (¿+18?) La tormenta
Próximamente:
La mujer miraba la tumba con la mirada triste, sintiéndose culpable, terriblemente culpable.
-Lo siento, yo no quería hacerlo, pero él me lo pidió. No pude negarme, le quiero.
La mujer miraba la tumba con la mirada triste, sintiéndose culpable, terriblemente culpable.
-Lo siento, yo no quería hacerlo, pero él me lo pidió. No pude negarme, le quiero.
Re: (¿+18?) La tormenta
Eres malaaaa!!!! XD
ConchaCarrillo- Escritor novato
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 32
Localización : Huelva, Andalucía (España)
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 30 La Luna de Miel(última parte)
Cuando volvieron a Sevilla era ya muy tarde, se fueron a dormir de inmediato. O al menos eso intentaron, ninguno de los dos pudo pegar ojo. Sin aguantar más Castle le preguntó:
-Entonces, ¿cuándo nazca la niña?
-Cuando la nazca la niña. –Se pasaron el resto de la noche abrazados, susurrándose palabras de amor y promesas. Beckett no lo sabía, pero en su mente Castle ideaba un plan, iba a darle la boda de sus sueños, aunque tenía que planearlo todo bien, todo muy bien.
Cuando despertó, tras dormir un par de horas, Castle no estaba, se encontró una nota suya:
“Cariño, he ido a ultimar los preparativos para el viaje a Córdoba, Cazorla y Granada, no quería despertarte. Disfruta del spa, nos vemos en la terraza para comer. Te Quiero”
Beckett sonrió, el viaje ya estaba listo, no sabía que se le había ocurrido a Castle ahora. Se levantó y tras desayunar fue al Spa, a recibir otro masaje. Luego marchó a dar una vuelta por el centro. Sonrió al ver un traje de gitana en miniatura, para bebés, imaginándose a su niña con ese traje. Su niña… Que ganas tenía de tenerla en sus brazos, pero aún tenía que esperar, la impaciencia la estaba matando. Siguió paseando, adentrándose en las calles cuando notó un fuerte olor a incienso. Se sentía mareada, pero aún así entró en la basílica, encontrándose de frente con la imagen del Gran Poder. Unos recuerdos le vinieron a la cabeza.
-¿Por qué llora, mamá?
-Porque van a hacerle daño a su hijo.
-¿Por qué?
- Eres muy pequeña, ya lo entenderás.
-¿Cómo se llama?
-Macarena, es la Virgen de la Esperanza Macarena.
-Creía que la virgen se llamaba María.
-Y así es, pero a cada imagen de la virgen le dan un nombre. Es muy bonita, ¿te gusta?
-Sí, pero me gusta más la que vimos en Huelva.
Volvió a la realidad. Una lágrima cayó por su mejilla al ver al Gran Poder, recordando como su madre la había llevado a conocer a otra imagen sevillana, la Macarena. Salió del lugar con el rostro triste, desolado. Cuando llegó al hotel subió a la habitación encontrándolo allí. Se echó a sus brazos, llorando. Castle la miró preocupado.
-Kate, ¿qué ocurre?
-La… echo de… menos. –Castle no tuvo que preguntar a quien se refería, lo sabía perfectamente, la besó con ternura y la dejó llorar hasta que se calmó. –Lo siento…, perdona…
-No hay nada que perdonar, sé los recuerdos que te traen esta ciudad cariño, tranquila. –Acarició su mejilla con cariño, besando su pelo. No bajaron a comer, se quedaron en la cama, ella con la cabeza sobre su pecho, sintiéndose más tranquila, cuidada, amada. Se quedó profundamente dormida, él se limitó a mirarla, sin soltar su mano, acariciándola de vez en cuando. Cuando despertó ya era casi la hora de cenar, se incorporó mirándole, con un débil sonrisa.
-¿Mejor?
-Sí, gracias Rick.
-No me las des, te quiero. ¿Te apetece ir a cenar?, si lo prefieres podríamos pedir el servicio de habitaciones.
-No, vayamos. Pero antes quiero darme una ducha.
Cenaron en la terraza, como siempre, Castle se mostraba muy atento con ella, mirándola a menudo, asegurándose de que estuviera bien. Tras la cena fueron a la habitación dónde él le hizo el amor, lentamente, queriendo que supiera lo mucho que la amaba.
Al día siguiente estaba mucho mejor, más animada. Fue a saludarlo a la ducha, donde cantaba alegremente mientras que se lavaba el pelo.
-Buenos días, me he despertado gracias a tu “maravillosa” voz para cantar.
-Hola, lo sé, ¿verdad que podría grabar un disco? –Ella se rio y cogiendo la esponja empezó a enjabonarlo, lentamente. Luego él le devolvió el favor, no sin antes disfrutar de su ducha juntos. Se vistieron y Castle la llevó hasta el coche de alquiler del otro día, que tenía aparcado cerca.
-¿A dónde vamos?
-A conocer pueblos. Huelva no es una ciudad muy bonita que digamos, aunque no voy a olvidarla jamás, pero la provincia parece increíble. Quiero conocerla, ¿vamos?
Beckett sonrió y asintió. Castle condujo hasta un pueblo sencillo, blanco, que no destacaría si no fuera porque fue la cuna de un gran escritor.
-¿Dónde estamos Rick?
-En Moguer, aquí nació Juan Ramón Jiménez, ¿sabes quién es?
-Claro, un escritor, el autor de Platero y yo.
-Exacto, pensé que ya que estábamos aquí podríamos conocer su casa. Fue un gran escritor.
-Vamos entonces. -Pasearon por el pueblo y conocieron la Casa Natal de Juan Ramón. Por las calles había azulejos con citas de Platero y yo. Entraron en una librería y se llevaron un ejemplar de Platero y yo en español. Luego marcharon hacia Palos de la Frontera, donde en esos momentos se celebraba la Feria Medieval de Descubrimiento, en honor al papel que tuvo el pueblo en el descubrimiento de América. Comieron allí y probaron los fresones caramelizados. Luego se hicieron algunas fotos en la Fontanilla y fueron al muelle de las carabelas, donde había unas tres copias de los famosos barcos en tamaño natural. Fueron a Punta Umbría, el mismo pueblo donde Beckett había llevado a Castle por la noche y dieron un paseo por la playa, que estaba tranquila. Por último se dirigieron a la sierra, conociendo Aracena y la Gruta de las Maravillas, la Peña y al Alosno, dónde vieron a varios muchachos sentados en una plaza, cantando fandangos. Beckett se quedó asombrada al oírlos, Castle sonrió. Cenaron en Aracena, carnes de la sierra y luego volvieron a Sevilla, completamente agotados.
-Voy a ducharme.
-Mientras yo voy a bajar un momento a recepción. Luego nos vemos.
Beckett se dio una ducha cuando salió se encontró con un papel con unas letras.
“No hay cosa que más me guste
Que besarte en silencio
No hay cosa que más me guste
Que rozarte suavemente
Y hablarte de pensamiento
Sin que se entere la gente
Espero que te guste, es un fandango. Te quiero Rick”
Sonrió emocionada, había entendido algunas palabras, buscando el resto en el diccionario. Dejó el papel en la maleta y se puso una bonita y sensual lencería. En cuanto Castle entró por la puerta se echó a sus brazos, besándole. Hicieron el amor apasionadamente, sin el más mínimo síntoma de cansancio.
Al día siguiente recogieron algunas de las cosas que se llevarían y fueron al puerto, donde les esperaba el barco que Castle había alquilado para ir a las Canarias.
-Es precioso Rick, me encanta.
-Me alegro mucho, estaremos un día aquí y otro en las Canarias. El barco es para nosotros solos, bueno el capitán viene con nosotros, pero nuestro camarote está insonorizado. Estoy deseando hacerte el amor en él. –Esto último se lo dijo en un susurro, ella por toda respuesta se mordió el labio, como hacia siempre que quería provocarlo.
Pasaron el día haciéndose fotos, disfrutando de la brisa, besándose, sin hacer nada más. Por la noche cenaron en la cubierta. Ella llevaba un bonito vestido que se había comprado en Sevilla. De palabra de honor y vuelo, disimulando un poco la tripa. Llevaba maquillaje muy natural y lucía una hermosa sonrisa. Castle no podía dejar de mirarla. Beckett sonrió y dejando la cuchara del postre en el plato se levantó.
-Te espero en nuestro camarote, Ricky.
Ricky… solo le llamaba así cuando quería que le hiciera el amor, y no iba a esperar a que se lo repitiera. Se dirigió a su camarote pero cuando cerró la puerta ella le sorprendió, poniéndole una venda en los ojos. Sonrió.
-¿Tienes ganas de jugar cariño?
-No sabes cuánto.
Ella le guió hasta la cama y le hizo tumbarse. Castle sonrió con malicia y murmuró:
-Desnúdate, quiero acariciarte.
Beckett se quitó la ropa lentamente, cogiendo la mano de Castle y colocándola sobre cada parte de su piel que iba desnudando, él se tomaba su tiempo para acariciarla, disfrutando del tacto. Cuando sintió que ella estaba completamente desnuda se quitó los botones de su camisa mientras que Beckett le desabrochaba el pantalón. En pocos segundos ambos estaban desnudos, expectantes.
-Y ahora, ¿por qué no me demuestras qué puedes hacer sin verme? -Castle se rio, esa mujer le volvía loco. La atrajo hacia si atrapando un pezón con sus dientes, mordiéndolo, hasta que sintió como se endurecía. Ella gimió mientras que le mordía el otro.
-Voy a llevarte al límite Kate. –Si dejar de besar sus pechos dirigió sus manos por la espalda, hasta llegar al final, acariciándola, jugando con ella. Buscó su clítoris, sabiendo que lo había encontrado cuando la oyó jadear. Introdujo un dedo dentro de ella y empezó a moverlo, cada vez más rápido, sacándolo después para meterlo en su ano, mientras que besaba su cuello. Beckett gritó de placer. -¡RICK!
-Shhhh, ¿qué pasa inspectora, demasiado para usted? –Ella no le contestó, estaba demasiado ocupada tratando de normalizar su respiración, cuando pudo hablar murmuró sobre su hombro. –Hazme el amor Rick.
Castle no dijo nada, se colocó sobre ella y la penetró lentamente, decidido a torturarla un poco más. Beckett gimió impaciente cuando él empezó un suave movimiento, suficiente para volverse loca, pero no para satisfacerla cómo ella quería.
-Rick…
-Dilo Kate. –Quería oírla rogar, amaba tenerla así, sabiendo que ella le necesitaba tanto. No era orgullo, ni ego, simplemente le gustaba oírla, sentir que él tenía el poder de hacerla feliz, de hacer que se sintiera amada. Tenía su corazón, igual que ella tenía el suyo desde hacía años.
-Rickkkkk… -No quería rogar, se negaba, pero cambió de idea cuando él empezó a acariciar su clítoris, pero sin apenas moverse dentro de ella. –Rick, por favor…
Castle empezó a moverse con rapidez, besándola apasionadamente, se moría de ganas de quitarse la venda y verla, pero estar así también era excitante. No la veía pero sentía su cuerpo bajo el suyo, bajo sus manos. Le gustaba sentirla así.
-Rickkkk… sigue… dios…no pares Rick…
Castle continuó moviéndose, cada vez más rápido, animado por sus palabras. Y de repente la sintió temblar mientras que su cuerpo apretaba el suyo, torturándolo. Gritó al llegar al orgasmo, mientras que ella se recuperaba del suyo. Se tumbó a su lado, quitándose la vena, mirándola. Su pecho subía y bajaba, estaba agitada y empapada de sudor, ella giró la cabeza y le sonrió. La atrajo, abrazándola, besando tiernamente su cabello. Se quedaron profundamente dormidos, despertando por la mañana al oír golpes en la puerta.
-Señor Castle, ya hemos llegado a Tenerife.
-Gracias capitán, enseguida salimos. –Se vistieron con rapidez, con ropa cómoda y bajaron del barco.
En la isla visitaron el Teide, al que fueron en un teleférico. No quisieron subir hasta la cima, Castle no quería que Beckett hiciera el esfuerzo. Luego pasearon por el Parque Nacional y fueron a ver las piscinas naturales de Garachico. Comieron en el Casco Antiguo de La laguna, probando las famosas papas con mojo picón. Compraron varias piezas de artesanía en Orotava, y pasaron el poco tiempo que les quedaba en la playa. Luego de hacerse varias fotos y dar un paseo volvieron al barco, donde cenaron y se quedaron hablando con el capitán un buen rato, hasta bien entrada la madrugada. Llegaron al puerto sobre mediodía, agotados, pasando el resto de la tarde en el hotel, sin ganas de moverse lo más mínimo.
Al día siguiente fueron al barrio de Triana, donde conocieron a una de las reinas de Sevilla, la Esperanza de Triana. Beckett ya conocía la otra y no quería verla, ir a ver a la Macarena le traería muchos recuerdos, recuerdos que prefería no recordar otra vez en ese viaje. Pasearon otra vez por el centro de Sevilla, que ya conocían de memoria, después de entrar en el museo Arqueológico, situado en el Parque de María Luisa, viendo el famoso Tesoro del Carambolo. Cenaron en el hotel y prepararon las cosas que tenían que llevar para el viaje de tres días que les esperaba. Irían en coche, Castle se había asegurado de calcular bien la ruta.
Se marcharon temprano, desayunando por el camino. Llegaron a Cordoba a medio día, donde visitaron la Mezquita, ahora catedral, vestigio del esplendoroso pasado de Córdoba como capital musulmana. Dieron un paseo por la judería, comiendo en uno de los bares de la zona, probando el salmorejo a base de tomate. Les recordó al gazpacho que habían comido más de una vez en Sevilla. Por la judería vieron algunos de los típicos patios.
-En mayo están cubiertos de flores, tienen que ser preciosos.
-Ahora también lo están, me gustan, son tan distintos a Nueva York.
Por la tarde visitaron el Puente Romano de Córdoba.
-Esto es un puente romano, ¿en serio?
-Bueno, la restauración lo ha dejado así…
-¿A esto le llamas restauración?
-No se Castle, yo no sé nada de estas cosas, a mí no me preguntes.
Volvieron a la otra orilla donde paseando se encontraron con el Cristo de los Faroles. Cenaron de nuevo en uno de los bares, pidiendo unas tapas y probando los flamenquines. Tras dar un paseo cerca de la catedral, iluminada, se fueron al hotel donde pasarían la noche.
-Esta ciudad es realmente bonita, deberíamos volver.
-Te tomo la palabra Rick. –Ambos se rieron y se durmieron abrazados, con él acariciándole el brazo tiernamente.
A la mañana siguiente desayunaron en el hotel, churros con chocolate y luego se dirigieron a Jaén. Visitaron la catedral y luego se dirigieron a la sierra de Cazorla. Visitaron el nacimiento del río Guadalquivir y luego el propio pueblo, donde comieron, probando la pipirrana. Aprovecharon para comprar aceite de oliva, de gran fama y luego volvieron a la capital, pasearon por la Alameda de la Victoria y cenaron en el hotel.
-¿Te ha gustado Jaén?
-La catedral es muy bonita aunque me ha gustado más la sierra, especialmente el Guadalquivir. Se ve tan limpio allí, donde nace, cuesta creer que sea el mismo río que pasa por Sevilla y Córdoba.
-Lo sé, supongo que es normal. Kate, se me está pasando el tiempo tan rápido, no sabes cuánto he disfrutado de este viaje contigo.
-Yo también Rick, no lo voy a olvidar jamás. Muchas gracias por traerme aquí, te quiero.
Despertaron temprano otra vez, conduciendo esta vez hasta Granada, dominada por la Alhambra, el “castillo rojo”.
-¿Qué hacemos primero?
-Ver la Alhambra, tengo las entrada reservadas, vamos.
La Alhambra era un maravilloso conjunto palaciego-fortaleza. Miraras donde miraras solo veías arte y esplendor. El patio de los Leones, la Sala de los Reyes, la de los Abencerrajes, la de las Dos Hermanas, los baños, el palacio de Carlos V y mil lugares más. También el Generalife y sus vistas eran increíbles. Aquel lugar era encantador, había que verlo para creerlo.
-Este sitio es increíble, me encanta.
-Lo sé, fue candidata a ser una Maravilla del Mundo moderno, pero no le dieron el título.
-Pues se lo merecía.
Tras visitar la Alhambra bajaron a la ciudad, paseando por el Albaicín, las Cuevas del Sacromonte, el Paseo de los Tristes… Comieron allí, luego fueron al Museo García Lorca, donde Castle tenía el rostro serio.
-El crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
-¿Cómo dices?
-Es un poema de Antonio Machado a Lorca, lo aprendí de niño. Mi madre ama sus obras y me hizo aprenderme su vida de memoria, además de este poema. No puedo evitar pensar todo lo que podría haber escrito sino lo hubieran matado.
-Lo sé, es horrible, pero será recordado, tanto por sus obras, como por lo que representa.
Salieron del museo cogidos de la mano, dando otro paseo por la ciudad.
-Espera un momento Kate. –Entró en una librería saliendo al poco después, con cuatro libros.
-Bodas de Sangre, Poeta en Nueva York, Romancero Gitano y La casa de Bernarda Alba. ¿Para tu madre?
-Sí, quiero que los tenga, hace mucho que perdió Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba. Los otros creo que le gustarán.
Beckett le sonrió y asintió, besándolo. Cenaron en el Paseo de los Tristes y luego fueron al hotel, a descansar.
Al día siguiente llegaron a Sevilla a la hora de cenar. Ya solo les quedaba dos días allí, Beckett sonrió, subiendo a la terraza, admirando la belleza de la catedral. Castle la sorprendió por detrás, abrazándola, besando su hombro.
-Lo echarás de menos, ¿verdad?
-Sí, aunque por otra parte me alegro de volver, echo de menos a la gente.
-Sí, yo también, estoy deseando ver a Alexis. De todas maneras aún queda una sorpresa más.
-¿De qué hablas?
-Es una sorpresa, vamos dentro, hace frío.
Cuando Beckett despertó al día siguiente Castle no estaba, solo una nota:
“Haz todo lo que te digan, tranquila, confía en mí.”
No entendía nada, pero llamaron a la puerta.
-¿Señorita Beckett?
-Sí…
-Me llamo Nora y ella es Miriam. Vamos a prepararla.
-¿Prepararme?
-Dúchese rápido, tenemos poco tiempo.
Beckett la miró pensando en llamar a Seguridad pero luego recordó la nota, suspiró y las dejó pasar, mientras que iba a la ducha. Al salir las dos mujeres la esperaban con un maravilloso vestido blanco, sencillo, adornado solo con unas pequeñas piedras preciosas en el escote. Beckett se quedó sin habla. Nora sonrió
-Precioso, ¿verdad? Vamos, no hay tiempo.
Una hora Beckett estaba simplemente preciosa. El vestido le sentaba genial y llevaba maquillaje natural, cómo siempre. Su pelo estaba completamente rizado y lo llevaba en un lado, adornado con jazmines. Además llevaba una liga azul en la pierna. Al mirarse al espejo no pudo evitar pensar en él. ¿Por qué Rick le mandaba a dos mujeres para qué la vistieran de novia?
-Está increíble. Vamos, su novio la espera.
La llevaron hacia un coche, donde un chofer esperaba para abrirle la puerta, con algo en la mano.
-Póngase esta venda señorita, por favor.
Ella le miró con desconfianza pero asintió, era cosa de Castle, no podía pasar nada malo. Una hora después sintió que el coche se detenía. El chofer le abrió la puerta y la guió, quitándole luego la venda. Se quedó mirándolos asombrada.
-¿Papá?
Su padre la abrazó emocionado. -Estás preciosa hija, estoy tan orgulloso de ti. –Lanie se acercó y sonrió. -El novio espera Kate, aquí tienes esta pulsera es mía te servirá como algo prestado.
-Y estos pendientes son nuevos. Espero que te gusten, los elegimos la abuela y yo. –Alexis le dio un abrazo feliz.
-¿Martha también está aquí?
-Por supuesto, está dentro, con los chicos y el cura. Por cierto esta Iglesia es preciosa, papá nos contó toda la historia.
-Bueno te falta algo viejo. –Beckett negó con la cabeza, sacando la cadenita con el anillo de su madre. Los demás asintieron y Jim sonrió: -Ella no podía faltar hoy. Vamos cielo, Richard espera.
Entraron en el Santuario donde Castle y Martha esperaban en el altar, junto al cura. Ryan, Jenny y Esposito le sonrieron desde el asiento. Las chicas se sentaron junto a ellos se sentaron junto a ellos. Jim miró a su hija.
-¿Lista?
-Sí.
Caminó hacia el altar, del brazo de su padre, sonriéndole. Castle le cogió la mano, apretándola con fuerza. No le dijo nada, simplemente se lo preguntó con la mirada. Ella asintió, feliz.
-Queridos hermanos…
-Richard Edgar Castle, ¿quieres a Katherine Beckett como tu legítima esposa?
-Sí, quiero.
-Katherine Beckett, ¿quieres a Richar Edgar Castle como tu legítimo esposo?
-Sí, quiero.
-Por el poder que me concede la Santa Madre Iglesia, yo os declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
Se miraron a los ojos, besándose luego dulcemente, escuchando los aplausos de los demás, quienes salieron a esperar fuera.
-Te quiero Kate, no sabes lo feliz que me has hecho hoy.
-Yo también te quiero Rick, gracias por esta sorpresa, nunca pude imaginarme que me casaría en esta Iglesia, es un sueño hecho realidad.
Volvieron a besarse, felices, risueños, saliendo luego para recibir una lluvia de arroz. En el convite oyeron a sus amigos y familia:
-Richard, hijo, no sabes cuánto me alegro de que por fin seáis marido y mujer. Solo te pido que la cuides para siempre, a ella y a la niña que viene en camino. Las cosas puede que algún día sean difíciles, pero nunca os canséis de luchar. Os quiero muchísimo, a los dos. Felicidades.
-Kate, soy el hombre más feliz de este mundo, con permiso de tu marido, por poder verte hoy aquí, casada, feliz. Espero que a partir de ahora dediques el resto de tu vida a ser feliz y a hacerle feliz a él, además de a darme más nietos. Te quiero cielo.
-Papá, Kate, estoy tan emocionada que solo puedo daros la enhorabuena. Espero que seáis muy felices.
Así pasaron el resto de la tarde hasta que llegó la noche, cuando volvieron al hotel. Los demás se hospedaron en habitaciones de la siguiente planta. Castle le sonrió con ternura cuando cerró la puerta.
-¿Eres feliz?
-Mucho, más que nunca en mi vida. Te quiero.
Se miraron a los ojos durante un largo tiempo, luego él la llevó a la cama y le hizo el amor durante toda la noche, con pasión, con amor y ternura, cómo siempre había hecho, pero como marido por primera vez.
Continuará...
Cuando volvieron a Sevilla era ya muy tarde, se fueron a dormir de inmediato. O al menos eso intentaron, ninguno de los dos pudo pegar ojo. Sin aguantar más Castle le preguntó:
-Entonces, ¿cuándo nazca la niña?
-Cuando la nazca la niña. –Se pasaron el resto de la noche abrazados, susurrándose palabras de amor y promesas. Beckett no lo sabía, pero en su mente Castle ideaba un plan, iba a darle la boda de sus sueños, aunque tenía que planearlo todo bien, todo muy bien.
Cuando despertó, tras dormir un par de horas, Castle no estaba, se encontró una nota suya:
“Cariño, he ido a ultimar los preparativos para el viaje a Córdoba, Cazorla y Granada, no quería despertarte. Disfruta del spa, nos vemos en la terraza para comer. Te Quiero”
Beckett sonrió, el viaje ya estaba listo, no sabía que se le había ocurrido a Castle ahora. Se levantó y tras desayunar fue al Spa, a recibir otro masaje. Luego marchó a dar una vuelta por el centro. Sonrió al ver un traje de gitana en miniatura, para bebés, imaginándose a su niña con ese traje. Su niña… Que ganas tenía de tenerla en sus brazos, pero aún tenía que esperar, la impaciencia la estaba matando. Siguió paseando, adentrándose en las calles cuando notó un fuerte olor a incienso. Se sentía mareada, pero aún así entró en la basílica, encontrándose de frente con la imagen del Gran Poder. Unos recuerdos le vinieron a la cabeza.
-¿Por qué llora, mamá?
-Porque van a hacerle daño a su hijo.
-¿Por qué?
- Eres muy pequeña, ya lo entenderás.
-¿Cómo se llama?
-Macarena, es la Virgen de la Esperanza Macarena.
-Creía que la virgen se llamaba María.
-Y así es, pero a cada imagen de la virgen le dan un nombre. Es muy bonita, ¿te gusta?
-Sí, pero me gusta más la que vimos en Huelva.
Volvió a la realidad. Una lágrima cayó por su mejilla al ver al Gran Poder, recordando como su madre la había llevado a conocer a otra imagen sevillana, la Macarena. Salió del lugar con el rostro triste, desolado. Cuando llegó al hotel subió a la habitación encontrándolo allí. Se echó a sus brazos, llorando. Castle la miró preocupado.
-Kate, ¿qué ocurre?
-La… echo de… menos. –Castle no tuvo que preguntar a quien se refería, lo sabía perfectamente, la besó con ternura y la dejó llorar hasta que se calmó. –Lo siento…, perdona…
-No hay nada que perdonar, sé los recuerdos que te traen esta ciudad cariño, tranquila. –Acarició su mejilla con cariño, besando su pelo. No bajaron a comer, se quedaron en la cama, ella con la cabeza sobre su pecho, sintiéndose más tranquila, cuidada, amada. Se quedó profundamente dormida, él se limitó a mirarla, sin soltar su mano, acariciándola de vez en cuando. Cuando despertó ya era casi la hora de cenar, se incorporó mirándole, con un débil sonrisa.
-¿Mejor?
-Sí, gracias Rick.
-No me las des, te quiero. ¿Te apetece ir a cenar?, si lo prefieres podríamos pedir el servicio de habitaciones.
-No, vayamos. Pero antes quiero darme una ducha.
Cenaron en la terraza, como siempre, Castle se mostraba muy atento con ella, mirándola a menudo, asegurándose de que estuviera bien. Tras la cena fueron a la habitación dónde él le hizo el amor, lentamente, queriendo que supiera lo mucho que la amaba.
Al día siguiente estaba mucho mejor, más animada. Fue a saludarlo a la ducha, donde cantaba alegremente mientras que se lavaba el pelo.
-Buenos días, me he despertado gracias a tu “maravillosa” voz para cantar.
-Hola, lo sé, ¿verdad que podría grabar un disco? –Ella se rio y cogiendo la esponja empezó a enjabonarlo, lentamente. Luego él le devolvió el favor, no sin antes disfrutar de su ducha juntos. Se vistieron y Castle la llevó hasta el coche de alquiler del otro día, que tenía aparcado cerca.
-¿A dónde vamos?
-A conocer pueblos. Huelva no es una ciudad muy bonita que digamos, aunque no voy a olvidarla jamás, pero la provincia parece increíble. Quiero conocerla, ¿vamos?
Beckett sonrió y asintió. Castle condujo hasta un pueblo sencillo, blanco, que no destacaría si no fuera porque fue la cuna de un gran escritor.
-¿Dónde estamos Rick?
-En Moguer, aquí nació Juan Ramón Jiménez, ¿sabes quién es?
-Claro, un escritor, el autor de Platero y yo.
-Exacto, pensé que ya que estábamos aquí podríamos conocer su casa. Fue un gran escritor.
-Vamos entonces. -Pasearon por el pueblo y conocieron la Casa Natal de Juan Ramón. Por las calles había azulejos con citas de Platero y yo. Entraron en una librería y se llevaron un ejemplar de Platero y yo en español. Luego marcharon hacia Palos de la Frontera, donde en esos momentos se celebraba la Feria Medieval de Descubrimiento, en honor al papel que tuvo el pueblo en el descubrimiento de América. Comieron allí y probaron los fresones caramelizados. Luego se hicieron algunas fotos en la Fontanilla y fueron al muelle de las carabelas, donde había unas tres copias de los famosos barcos en tamaño natural. Fueron a Punta Umbría, el mismo pueblo donde Beckett había llevado a Castle por la noche y dieron un paseo por la playa, que estaba tranquila. Por último se dirigieron a la sierra, conociendo Aracena y la Gruta de las Maravillas, la Peña y al Alosno, dónde vieron a varios muchachos sentados en una plaza, cantando fandangos. Beckett se quedó asombrada al oírlos, Castle sonrió. Cenaron en Aracena, carnes de la sierra y luego volvieron a Sevilla, completamente agotados.
-Voy a ducharme.
-Mientras yo voy a bajar un momento a recepción. Luego nos vemos.
Beckett se dio una ducha cuando salió se encontró con un papel con unas letras.
“No hay cosa que más me guste
Que besarte en silencio
No hay cosa que más me guste
Que rozarte suavemente
Y hablarte de pensamiento
Sin que se entere la gente
Espero que te guste, es un fandango. Te quiero Rick”
Sonrió emocionada, había entendido algunas palabras, buscando el resto en el diccionario. Dejó el papel en la maleta y se puso una bonita y sensual lencería. En cuanto Castle entró por la puerta se echó a sus brazos, besándole. Hicieron el amor apasionadamente, sin el más mínimo síntoma de cansancio.
Al día siguiente recogieron algunas de las cosas que se llevarían y fueron al puerto, donde les esperaba el barco que Castle había alquilado para ir a las Canarias.
-Es precioso Rick, me encanta.
-Me alegro mucho, estaremos un día aquí y otro en las Canarias. El barco es para nosotros solos, bueno el capitán viene con nosotros, pero nuestro camarote está insonorizado. Estoy deseando hacerte el amor en él. –Esto último se lo dijo en un susurro, ella por toda respuesta se mordió el labio, como hacia siempre que quería provocarlo.
Pasaron el día haciéndose fotos, disfrutando de la brisa, besándose, sin hacer nada más. Por la noche cenaron en la cubierta. Ella llevaba un bonito vestido que se había comprado en Sevilla. De palabra de honor y vuelo, disimulando un poco la tripa. Llevaba maquillaje muy natural y lucía una hermosa sonrisa. Castle no podía dejar de mirarla. Beckett sonrió y dejando la cuchara del postre en el plato se levantó.
-Te espero en nuestro camarote, Ricky.
Ricky… solo le llamaba así cuando quería que le hiciera el amor, y no iba a esperar a que se lo repitiera. Se dirigió a su camarote pero cuando cerró la puerta ella le sorprendió, poniéndole una venda en los ojos. Sonrió.
-¿Tienes ganas de jugar cariño?
-No sabes cuánto.
Ella le guió hasta la cama y le hizo tumbarse. Castle sonrió con malicia y murmuró:
-Desnúdate, quiero acariciarte.
Beckett se quitó la ropa lentamente, cogiendo la mano de Castle y colocándola sobre cada parte de su piel que iba desnudando, él se tomaba su tiempo para acariciarla, disfrutando del tacto. Cuando sintió que ella estaba completamente desnuda se quitó los botones de su camisa mientras que Beckett le desabrochaba el pantalón. En pocos segundos ambos estaban desnudos, expectantes.
-Y ahora, ¿por qué no me demuestras qué puedes hacer sin verme? -Castle se rio, esa mujer le volvía loco. La atrajo hacia si atrapando un pezón con sus dientes, mordiéndolo, hasta que sintió como se endurecía. Ella gimió mientras que le mordía el otro.
-Voy a llevarte al límite Kate. –Si dejar de besar sus pechos dirigió sus manos por la espalda, hasta llegar al final, acariciándola, jugando con ella. Buscó su clítoris, sabiendo que lo había encontrado cuando la oyó jadear. Introdujo un dedo dentro de ella y empezó a moverlo, cada vez más rápido, sacándolo después para meterlo en su ano, mientras que besaba su cuello. Beckett gritó de placer. -¡RICK!
-Shhhh, ¿qué pasa inspectora, demasiado para usted? –Ella no le contestó, estaba demasiado ocupada tratando de normalizar su respiración, cuando pudo hablar murmuró sobre su hombro. –Hazme el amor Rick.
Castle no dijo nada, se colocó sobre ella y la penetró lentamente, decidido a torturarla un poco más. Beckett gimió impaciente cuando él empezó un suave movimiento, suficiente para volverse loca, pero no para satisfacerla cómo ella quería.
-Rick…
-Dilo Kate. –Quería oírla rogar, amaba tenerla así, sabiendo que ella le necesitaba tanto. No era orgullo, ni ego, simplemente le gustaba oírla, sentir que él tenía el poder de hacerla feliz, de hacer que se sintiera amada. Tenía su corazón, igual que ella tenía el suyo desde hacía años.
-Rickkkkk… -No quería rogar, se negaba, pero cambió de idea cuando él empezó a acariciar su clítoris, pero sin apenas moverse dentro de ella. –Rick, por favor…
Castle empezó a moverse con rapidez, besándola apasionadamente, se moría de ganas de quitarse la venda y verla, pero estar así también era excitante. No la veía pero sentía su cuerpo bajo el suyo, bajo sus manos. Le gustaba sentirla así.
-Rickkkk… sigue… dios…no pares Rick…
Castle continuó moviéndose, cada vez más rápido, animado por sus palabras. Y de repente la sintió temblar mientras que su cuerpo apretaba el suyo, torturándolo. Gritó al llegar al orgasmo, mientras que ella se recuperaba del suyo. Se tumbó a su lado, quitándose la vena, mirándola. Su pecho subía y bajaba, estaba agitada y empapada de sudor, ella giró la cabeza y le sonrió. La atrajo, abrazándola, besando tiernamente su cabello. Se quedaron profundamente dormidos, despertando por la mañana al oír golpes en la puerta.
-Señor Castle, ya hemos llegado a Tenerife.
-Gracias capitán, enseguida salimos. –Se vistieron con rapidez, con ropa cómoda y bajaron del barco.
En la isla visitaron el Teide, al que fueron en un teleférico. No quisieron subir hasta la cima, Castle no quería que Beckett hiciera el esfuerzo. Luego pasearon por el Parque Nacional y fueron a ver las piscinas naturales de Garachico. Comieron en el Casco Antiguo de La laguna, probando las famosas papas con mojo picón. Compraron varias piezas de artesanía en Orotava, y pasaron el poco tiempo que les quedaba en la playa. Luego de hacerse varias fotos y dar un paseo volvieron al barco, donde cenaron y se quedaron hablando con el capitán un buen rato, hasta bien entrada la madrugada. Llegaron al puerto sobre mediodía, agotados, pasando el resto de la tarde en el hotel, sin ganas de moverse lo más mínimo.
Al día siguiente fueron al barrio de Triana, donde conocieron a una de las reinas de Sevilla, la Esperanza de Triana. Beckett ya conocía la otra y no quería verla, ir a ver a la Macarena le traería muchos recuerdos, recuerdos que prefería no recordar otra vez en ese viaje. Pasearon otra vez por el centro de Sevilla, que ya conocían de memoria, después de entrar en el museo Arqueológico, situado en el Parque de María Luisa, viendo el famoso Tesoro del Carambolo. Cenaron en el hotel y prepararon las cosas que tenían que llevar para el viaje de tres días que les esperaba. Irían en coche, Castle se había asegurado de calcular bien la ruta.
Se marcharon temprano, desayunando por el camino. Llegaron a Cordoba a medio día, donde visitaron la Mezquita, ahora catedral, vestigio del esplendoroso pasado de Córdoba como capital musulmana. Dieron un paseo por la judería, comiendo en uno de los bares de la zona, probando el salmorejo a base de tomate. Les recordó al gazpacho que habían comido más de una vez en Sevilla. Por la judería vieron algunos de los típicos patios.
-En mayo están cubiertos de flores, tienen que ser preciosos.
-Ahora también lo están, me gustan, son tan distintos a Nueva York.
Por la tarde visitaron el Puente Romano de Córdoba.
-Esto es un puente romano, ¿en serio?
-Bueno, la restauración lo ha dejado así…
-¿A esto le llamas restauración?
-No se Castle, yo no sé nada de estas cosas, a mí no me preguntes.
Volvieron a la otra orilla donde paseando se encontraron con el Cristo de los Faroles. Cenaron de nuevo en uno de los bares, pidiendo unas tapas y probando los flamenquines. Tras dar un paseo cerca de la catedral, iluminada, se fueron al hotel donde pasarían la noche.
-Esta ciudad es realmente bonita, deberíamos volver.
-Te tomo la palabra Rick. –Ambos se rieron y se durmieron abrazados, con él acariciándole el brazo tiernamente.
A la mañana siguiente desayunaron en el hotel, churros con chocolate y luego se dirigieron a Jaén. Visitaron la catedral y luego se dirigieron a la sierra de Cazorla. Visitaron el nacimiento del río Guadalquivir y luego el propio pueblo, donde comieron, probando la pipirrana. Aprovecharon para comprar aceite de oliva, de gran fama y luego volvieron a la capital, pasearon por la Alameda de la Victoria y cenaron en el hotel.
-¿Te ha gustado Jaén?
-La catedral es muy bonita aunque me ha gustado más la sierra, especialmente el Guadalquivir. Se ve tan limpio allí, donde nace, cuesta creer que sea el mismo río que pasa por Sevilla y Córdoba.
-Lo sé, supongo que es normal. Kate, se me está pasando el tiempo tan rápido, no sabes cuánto he disfrutado de este viaje contigo.
-Yo también Rick, no lo voy a olvidar jamás. Muchas gracias por traerme aquí, te quiero.
Despertaron temprano otra vez, conduciendo esta vez hasta Granada, dominada por la Alhambra, el “castillo rojo”.
-¿Qué hacemos primero?
-Ver la Alhambra, tengo las entrada reservadas, vamos.
La Alhambra era un maravilloso conjunto palaciego-fortaleza. Miraras donde miraras solo veías arte y esplendor. El patio de los Leones, la Sala de los Reyes, la de los Abencerrajes, la de las Dos Hermanas, los baños, el palacio de Carlos V y mil lugares más. También el Generalife y sus vistas eran increíbles. Aquel lugar era encantador, había que verlo para creerlo.
-Este sitio es increíble, me encanta.
-Lo sé, fue candidata a ser una Maravilla del Mundo moderno, pero no le dieron el título.
-Pues se lo merecía.
Tras visitar la Alhambra bajaron a la ciudad, paseando por el Albaicín, las Cuevas del Sacromonte, el Paseo de los Tristes… Comieron allí, luego fueron al Museo García Lorca, donde Castle tenía el rostro serio.
-El crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
-¿Cómo dices?
-Es un poema de Antonio Machado a Lorca, lo aprendí de niño. Mi madre ama sus obras y me hizo aprenderme su vida de memoria, además de este poema. No puedo evitar pensar todo lo que podría haber escrito sino lo hubieran matado.
-Lo sé, es horrible, pero será recordado, tanto por sus obras, como por lo que representa.
Salieron del museo cogidos de la mano, dando otro paseo por la ciudad.
-Espera un momento Kate. –Entró en una librería saliendo al poco después, con cuatro libros.
-Bodas de Sangre, Poeta en Nueva York, Romancero Gitano y La casa de Bernarda Alba. ¿Para tu madre?
-Sí, quiero que los tenga, hace mucho que perdió Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba. Los otros creo que le gustarán.
Beckett le sonrió y asintió, besándolo. Cenaron en el Paseo de los Tristes y luego fueron al hotel, a descansar.
Al día siguiente llegaron a Sevilla a la hora de cenar. Ya solo les quedaba dos días allí, Beckett sonrió, subiendo a la terraza, admirando la belleza de la catedral. Castle la sorprendió por detrás, abrazándola, besando su hombro.
-Lo echarás de menos, ¿verdad?
-Sí, aunque por otra parte me alegro de volver, echo de menos a la gente.
-Sí, yo también, estoy deseando ver a Alexis. De todas maneras aún queda una sorpresa más.
-¿De qué hablas?
-Es una sorpresa, vamos dentro, hace frío.
Cuando Beckett despertó al día siguiente Castle no estaba, solo una nota:
“Haz todo lo que te digan, tranquila, confía en mí.”
No entendía nada, pero llamaron a la puerta.
-¿Señorita Beckett?
-Sí…
-Me llamo Nora y ella es Miriam. Vamos a prepararla.
-¿Prepararme?
-Dúchese rápido, tenemos poco tiempo.
Beckett la miró pensando en llamar a Seguridad pero luego recordó la nota, suspiró y las dejó pasar, mientras que iba a la ducha. Al salir las dos mujeres la esperaban con un maravilloso vestido blanco, sencillo, adornado solo con unas pequeñas piedras preciosas en el escote. Beckett se quedó sin habla. Nora sonrió
-Precioso, ¿verdad? Vamos, no hay tiempo.
Una hora Beckett estaba simplemente preciosa. El vestido le sentaba genial y llevaba maquillaje natural, cómo siempre. Su pelo estaba completamente rizado y lo llevaba en un lado, adornado con jazmines. Además llevaba una liga azul en la pierna. Al mirarse al espejo no pudo evitar pensar en él. ¿Por qué Rick le mandaba a dos mujeres para qué la vistieran de novia?
-Está increíble. Vamos, su novio la espera.
La llevaron hacia un coche, donde un chofer esperaba para abrirle la puerta, con algo en la mano.
-Póngase esta venda señorita, por favor.
Ella le miró con desconfianza pero asintió, era cosa de Castle, no podía pasar nada malo. Una hora después sintió que el coche se detenía. El chofer le abrió la puerta y la guió, quitándole luego la venda. Se quedó mirándolos asombrada.
-¿Papá?
Su padre la abrazó emocionado. -Estás preciosa hija, estoy tan orgulloso de ti. –Lanie se acercó y sonrió. -El novio espera Kate, aquí tienes esta pulsera es mía te servirá como algo prestado.
-Y estos pendientes son nuevos. Espero que te gusten, los elegimos la abuela y yo. –Alexis le dio un abrazo feliz.
-¿Martha también está aquí?
-Por supuesto, está dentro, con los chicos y el cura. Por cierto esta Iglesia es preciosa, papá nos contó toda la historia.
-Bueno te falta algo viejo. –Beckett negó con la cabeza, sacando la cadenita con el anillo de su madre. Los demás asintieron y Jim sonrió: -Ella no podía faltar hoy. Vamos cielo, Richard espera.
Entraron en el Santuario donde Castle y Martha esperaban en el altar, junto al cura. Ryan, Jenny y Esposito le sonrieron desde el asiento. Las chicas se sentaron junto a ellos se sentaron junto a ellos. Jim miró a su hija.
-¿Lista?
-Sí.
Caminó hacia el altar, del brazo de su padre, sonriéndole. Castle le cogió la mano, apretándola con fuerza. No le dijo nada, simplemente se lo preguntó con la mirada. Ella asintió, feliz.
-Queridos hermanos…
-Richard Edgar Castle, ¿quieres a Katherine Beckett como tu legítima esposa?
-Sí, quiero.
-Katherine Beckett, ¿quieres a Richar Edgar Castle como tu legítimo esposo?
-Sí, quiero.
-Por el poder que me concede la Santa Madre Iglesia, yo os declaro marido y mujer. Puede besar a la novia.
Se miraron a los ojos, besándose luego dulcemente, escuchando los aplausos de los demás, quienes salieron a esperar fuera.
-Te quiero Kate, no sabes lo feliz que me has hecho hoy.
-Yo también te quiero Rick, gracias por esta sorpresa, nunca pude imaginarme que me casaría en esta Iglesia, es un sueño hecho realidad.
Volvieron a besarse, felices, risueños, saliendo luego para recibir una lluvia de arroz. En el convite oyeron a sus amigos y familia:
-Richard, hijo, no sabes cuánto me alegro de que por fin seáis marido y mujer. Solo te pido que la cuides para siempre, a ella y a la niña que viene en camino. Las cosas puede que algún día sean difíciles, pero nunca os canséis de luchar. Os quiero muchísimo, a los dos. Felicidades.
-Kate, soy el hombre más feliz de este mundo, con permiso de tu marido, por poder verte hoy aquí, casada, feliz. Espero que a partir de ahora dediques el resto de tu vida a ser feliz y a hacerle feliz a él, además de a darme más nietos. Te quiero cielo.
-Papá, Kate, estoy tan emocionada que solo puedo daros la enhorabuena. Espero que seáis muy felices.
Así pasaron el resto de la tarde hasta que llegó la noche, cuando volvieron al hotel. Los demás se hospedaron en habitaciones de la siguiente planta. Castle le sonrió con ternura cuando cerró la puerta.
-¿Eres feliz?
-Mucho, más que nunca en mi vida. Te quiero.
Se miraron a los ojos durante un largo tiempo, luego él la llevó a la cama y le hizo el amor durante toda la noche, con pasión, con amor y ternura, cómo siempre había hecho, pero como marido por primera vez.
Continuará...
Última edición por maria_cs el Dom Abr 22, 2012 4:09 am, editado 5 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Vivan los novios!! Ya sabía yo que de tanto ver iglesias y catedrales les iba a entrar el gusanillo de la boda!. Preciosa la escapada a mi tierra, aunque no soy de Tenerife viví allí tres años por estudios y la adoro!!
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Edad : 41
Re: (¿+18?) La tormenta
¡Que bonitoooooooo!
Ah! y gracias por el recorrido turístico.
Te encargarás de mis próximas vacaciones????
Gracias
Ah! y gracias por el recorrido turístico.
Te encargarás de mis próximas vacaciones????
Gracias
fandecastle- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 02/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Me ha encantado! Que ilusion me ha hecho de que pusieras Granada tambien xD Y que mono Castle con Kate
KBCAlways- As del póker
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Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
MIL GRACIAS POR LOS COMENTARIOS
Notas:
-Las imágenes del Gran Poder, la Esperanza Macarena y la Esperanza de Triana son tres imágenes de la Semana Santa sevillana, y son las más veneradas en esa ciudad. Salen en la Madrugá del Jueves Santo.
-La imagen de la que Beckett habla de Huelva es la Virgen de la Esperanza, una dolorosa que para gran parte de los onubenses, entre los que me incluyo, es la reina de Huelva. Procesiona el Miércoles Santo.
-Moguer es un pueblo onubense donde nació Juan Ramón Jiménez, autor de Platero y yo.
-La Feria Medieval de Palos de la Frontera se celebra en realidad en marzo, pero he querido ponerla en el Fic. Palos de la Frontera es también un pueblo onubense. De su puerto salieron las tres carabelas. Sus fresones tienen fama mundial.
-Supongo que no es necesario decirlo, pero las tres carabelas en realidad fueron dos. La Santa María era una nao.
-Punta Umbría es uno de los pueblos más visitados por los onubenses en verano para ir a la playa.
-Aracena y Alosno son dos pueblos de Huelva. El primero es muy conocido por productos como el jamón y la famosa Gruta de las Maravillas. Alosno es conocido por ser la cuna del fandango.
-El fandango que Castle le regala a Beckett es uno de mis favoritos. Para cantar fandangos hay que tener una buena voz y un buen dominio.
-De las Canarias no conozco nada, lo he buscado todo en internet, por eso no he escrito mucho de ellas. (Lo único que sé es que el Teide es el pico más alto de España )
-En el museo Arqueológico de Sevilla está el famoso Tesoro de Carambolo.
-Los lugares descritos de Córdoba, Jaén, Granada y Cazorla son reales.
-Cazorla es un pueblo de la sierra de Cazorla, en Jaén. En la sierra nace el Guadalquivir, el río más importante de Andalucía.
-La Alhambra es para mi gusto el monumento musulmán de más belleza de toda España y desde luego merecía un puesto como Maravilla del Mundo.
-El Puente Romano de Córdoba ha sufrido una restauración que como estudiante de Historia, considero nefasta. Obviamente todavía me queda mucho para tener el título y poder hablar de eso, pero dudo mucho que un romano antiguo aceptara ese puente en su ciudad.
-Los platos que se mencionan son todos platos típicos de cada ciudad. El gazpacho es típico de toda Andalucía, no solo de Sevilla.
-La provincia de Granada es la cuna de Federico García Lorca y desgraciadamente también fue ejecutado allí. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común, aún hoy se desconoce su situación.
-El poema del que habla Castle se llama “El crimen fue en Granada”, de Antonio Machado, podéis buscarlo en Internet.
-Gracias por aguantar los cinco capítulos de la Luna de Miel, reconozco que puede haber sido muy pesado. Desde aquí invito a los extranjeros a visitar cualquiera de los lugares descritos, todos merecen la pena.
Por último, decir que después de este subidón de azucar que ha sido escribir la Luna de Miel volveremos a la idea del Fic, seguro que echais de menos al hombre misterioso .
Notas:
-Las imágenes del Gran Poder, la Esperanza Macarena y la Esperanza de Triana son tres imágenes de la Semana Santa sevillana, y son las más veneradas en esa ciudad. Salen en la Madrugá del Jueves Santo.
-La imagen de la que Beckett habla de Huelva es la Virgen de la Esperanza, una dolorosa que para gran parte de los onubenses, entre los que me incluyo, es la reina de Huelva. Procesiona el Miércoles Santo.
-Moguer es un pueblo onubense donde nació Juan Ramón Jiménez, autor de Platero y yo.
-La Feria Medieval de Palos de la Frontera se celebra en realidad en marzo, pero he querido ponerla en el Fic. Palos de la Frontera es también un pueblo onubense. De su puerto salieron las tres carabelas. Sus fresones tienen fama mundial.
-Supongo que no es necesario decirlo, pero las tres carabelas en realidad fueron dos. La Santa María era una nao.
-Punta Umbría es uno de los pueblos más visitados por los onubenses en verano para ir a la playa.
-Aracena y Alosno son dos pueblos de Huelva. El primero es muy conocido por productos como el jamón y la famosa Gruta de las Maravillas. Alosno es conocido por ser la cuna del fandango.
-El fandango que Castle le regala a Beckett es uno de mis favoritos. Para cantar fandangos hay que tener una buena voz y un buen dominio.
-De las Canarias no conozco nada, lo he buscado todo en internet, por eso no he escrito mucho de ellas. (Lo único que sé es que el Teide es el pico más alto de España )
-En el museo Arqueológico de Sevilla está el famoso Tesoro de Carambolo.
-Los lugares descritos de Córdoba, Jaén, Granada y Cazorla son reales.
-Cazorla es un pueblo de la sierra de Cazorla, en Jaén. En la sierra nace el Guadalquivir, el río más importante de Andalucía.
-La Alhambra es para mi gusto el monumento musulmán de más belleza de toda España y desde luego merecía un puesto como Maravilla del Mundo.
-El Puente Romano de Córdoba ha sufrido una restauración que como estudiante de Historia, considero nefasta. Obviamente todavía me queda mucho para tener el título y poder hablar de eso, pero dudo mucho que un romano antiguo aceptara ese puente en su ciudad.
-Los platos que se mencionan son todos platos típicos de cada ciudad. El gazpacho es típico de toda Andalucía, no solo de Sevilla.
-La provincia de Granada es la cuna de Federico García Lorca y desgraciadamente también fue ejecutado allí. Su cuerpo fue enterrado en una fosa común, aún hoy se desconoce su situación.
-El poema del que habla Castle se llama “El crimen fue en Granada”, de Antonio Machado, podéis buscarlo en Internet.
-Gracias por aguantar los cinco capítulos de la Luna de Miel, reconozco que puede haber sido muy pesado. Desde aquí invito a los extranjeros a visitar cualquiera de los lugares descritos, todos merecen la pena.
Por último, decir que después de este subidón de azucar que ha sido escribir la Luna de Miel volveremos a la idea del Fic, seguro que echais de menos al hombre misterioso .
Re: (¿+18?) La tormenta
Fantastico que bonito.
Ahora no los hagas sufrir
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Duende- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
Precioso!! casi lloro al final...casi!! jaja
Sígue pronto!
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BrujaAle- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
La fábrica Empalagosos S.A. cierra sus puertas. Se acabó la Luna de Miel, no me odieis.
Capítulo 31 Eligiendo nombre
Beckett echaba una ojeada a la pizarra, con fastidio. Estaba sola, los chicos y Castle habían ido otra vez a la escena del crimen, a buscar algo nuevo y ella se había tenido que quedar allí. Aún se sentía un poco cansada y le dolía la espalda más que nunca pero su marido no lo sabía. Su marido… Aún le sonaba raro al decirlo, pero así era. Desde hacía cuatro días Castle era su marido y ella su mujer. Habían vuelto a Nueva York al día siguiente de la boda y habían descansado el día anterior. Ahora había vuelto al trabajo, pero no parecía muy entusiasmada, al contrario que Castle, que se mostraba encantado de volver a participar en los casos. La voz de su jefa la sacó de sus pensamientos.
-¿Beckett?, ¿algo nuevo?
-¿Perdón?
-Lleva cinco minutos sin dejar de mirar la pizarra, ¿se le ha ocurrido algo?
-La verdad es que no… ahora mismo estoy en blanco. No tiene sentido, quiero decir, por qué una mujer felizmente casada, que acaba de tener un bebé, lo deja todo para subirse a un autobús que la lleva a la otra punta del país, acabando muerta. Si al menos el marido no tuviera coartada…
-Quizás todo esto la sobrepasaba, hay algunas mujeres a las que la vida de casada las supera. –Beckett la miró, había entendido muy bien el doble sentido de aquella frase, pero prefirió dejarlo pasar.
-¿Pero por qué justo ahora?, tuvo que pasar algo para que decidiera dar un cambio de vida tan radical…
-¿Quizás un amante?
-Puede ser, sea lo que sea el asesino lo supo y no le hizo la menor gracia…
-Puede que el marido enviara a alguien, no es necesario cometer un crimen físicamente para ser el culpable de la muerte.
-Ya lo había pensado, pero cuando le dimos la noticia parecía realmente sorprendido y dolido, no encaja en el perfil de marido que mata a su mujer en un ataque de celos.
En ese momento se abrió la puerta, Castle le sonrió. Esposito y Ryan se acercaron a ellas.
-Tenemos algo, hemos encontrado un papel con una dirección borrada, es de un hotel de las afueras. Creemos que la victima iba allí a encontrarse con alguien.
-¿Alguna idea de quién puede ser?
-No, íbamos a averiguarlo ahora. ¿Vienes Castle?
Castle iba a asentir pero cambió de idea al ver la expresión de Beckett, que había vuelto a sentarse en el escritorio, con fastidio. –En… no, me quedo. Suerte chicos.
Beckett lo miró con curiosidad. -¿Por qué no has querido ir?
-Quería hacerte compañía, sé que odias el trabajo de escritorio. –Le dedicó una de sus mejores sonrisas, que ella le agradeció.
-Necesito un descafeinado, ¿me acompañas?
-Por supuesto.
Nada más entrar en la sala de descanso él la atrajo hacia sí y la besó. Beckett respondió al beso durante unos segundos y luego se apartó agitada. –Aquí no Rick, ya lo sabes…
-Lo siento, me moría de ganas…
-Espera a que lleguemos a casa. Rick, he estado pensando en la boda y quería decirte algo.
-Tú dirás cariño. –La miró preocupado, ¿y si se había arrepentido?, no lo soportaría.
-Es sólo qué… Rick no quiero cambiarme el apellido.
Castle suspiró aliviado y se echó a reír. Ella le miró como si estuviera loco.
-¿Solo era eso?, dios Kate me estabas asustando.
-Entonces, ¿no te importa?
-No, claro que no, yo te conocí como Kate Beckett, no Kate Castle y si tú quieres seguir así a mí me parece bien. Tampoco Gina se cambió el apellido cuando nos casamos.
-Pero, ¿cómo nombraremos a la niña?
-Con los dos apellidos. Esposito y Lanie lo hicieron con los gemelos y nosotros podemos hacerlo con nuestra hija. Por cierto, deberíamos ir pensando en el nombre, solo quedan cinco meses.
-Lo sé, pero no se me ocurre nada…
-¿Qué te parece Sevilla?
-Nos odiará.
-¿Granada?
-¡Renegará de nosotros nada más nacer!, ¡Rick no podemos ponerle el nombre de una ciudad!
-¿Por qué no?, mira Paris Hilton.
-Si nuestra hija sale como esa mujer yo me desentiendo.
-Vale, vale… No sé, piensa tu alguno, ya que no te gustan los míos.
-¿Qué tal Mar?
-Mar…, no sé yo, no me convence.
-Señor Castle, inspectora Beckett pónganse a trabajar, ¡ya!
-Sí, discúlpenos señor.
Pasaron el resto del día trabajando, sin conseguir nada nuevo sobre el caso. En cuanto llegaron a casa Castle dejó las cosas y le preguntó.
-¿Tailandés o china?
-China, por favor. ¿Has hablado con Alexis hoy?
-Sí, por ahora le va bien en las clases, espero que siga así. Estoy deseando que llegue la navidad, odio tenerla tan lejos.
-Tienes que ir acostumbrándote Rick, Alexis ya es mayor y es universitaria, hay que dejarla volar.
-Lo sé…
Pidió la comida mientras que ella se duchaba y se ponía ropa cómoda.
-¿Qué tal tu espalda?
-¿Cómo lo has sabido?
-Te conozco, ¿estás mejor?
-Sí, bueno, más o menos.
-Luego puedo darte un masaje antes de dormir si quieres, escucha he estado pensando en el nombre, ¿qué te parece Maite?
-¿Maite?
-Sí, es vasco, significa “amada”, es bonito ¿no?
-Me gusta como suena, pero no sé, tenemos que pensarlo bien. Yo también lo he pensado, quería algo más relacionado con Andalucía, cómo nos casamos allí…
-¿Cinta?
-No me gusta.
-¿Qué tal tu nombre en español?
-¿Cómo es?
-Catalina.
-¡Ni lo sueñes!
-Vale, vale. ¿María?
-Me gusta, pero es el nombre menos original que se me ocurre…
-¿Carmen? –La mirada de Beckett lo dijo todo.
-Era broma…
-¿Y Lucía?
-¿Lucía?, ¿no querías un nombre original?
-Bueno, no sé, se parece a Andalucía, ¿no?
-Bueno, no está mal, suena bien, pero sigamos pensando.
El timbre sonó dando por aplazada la charla sobre nombres. Se sentaron a comer y luego se pusieron a ver una película. Beckett se quedó dormida profundamente con la cabeza apoyada en su regazo. Él sonrió, le encantaba verla dormir, era adorable. Luego la cogió en brazos y la llevó hasta la cama, dejándola suavemente, se acostó a su lado y cerró los ojos. Se quedó dormido mientras que pensaba en el nombre para la pequeña.
A la mañana siguiente Beckett tenía consulta con el ginecólogo y Castle debía ir a la editorial, aunque prefería acompañarla.
-Rick, solo es una consulta rutinaria, no te preocupes, ve a hablar con la editorial…
-Está bien, pero si necesitas algo llámame y estaré ahí en cinco minutos…
-Lo sé, tranquilo, ahora vete, vas a llegar tarde.
Le dio un beso en los labios y se marchó. Beckett desayunó y luego fue hacia su coche. Al parar en un semáforo sintió un escalofrío, mirando por el espejo retrovisor, un coche negro llevaba siguiéndola desde que había salido del loft. Se obligó a sí misma a calmarse, diciéndose que solo eran imaginaciones suyas. Sin embargo, cuando arrancó el coche siguió tras ella, y empezaba a cobrar velocidad. Empezó a ponerse nerviosa, acelerando, queriendo llegar cuanto antes y dejar el coche atrás. Pero de repente el coche pasó a su lado y se puso frente a ella, haciendo que perdiera el control del coche, chocando contra el escaparate de una tienda. Miró a su alrededor viendo una mezcla de humo y de sangre en sus labios, perdiendo lentamente la conciencia.
(En otro lado de la ciudad)
-¿Ha salido bien?
-Sí, todo ha salido según lo previsto.
-Estupendo, estamos muy cerca cariño.
-Esto ha sido… está embarazada, y si pierde al bebé…
-Esa es la idea… cielo, ahora no puedes dudar, necesito saber si puedo confiar en ti.
-Puedes hacerlo, te quiero.
-Buena chica.
Sonrió mirándola, le estaba resultando muy fácil engañarla, demasiado fácil. Ahora esperaría pacientemente, las cosas iban a salir bien, ese bebé no iba a nacer.
-Entonces, ¿nos vemos la semana que viene?
-La semana que viene, y enhorabuena por la boda, felicite a su esposa.
-Gracias, lo haré. –Su móvil empezó a sonar.
-Diga.
-¿Señor Castle?
-Le llamo del hospital, su esposa ha tenido un accidente…
Continuará...
Capítulo 31 Eligiendo nombre
Beckett echaba una ojeada a la pizarra, con fastidio. Estaba sola, los chicos y Castle habían ido otra vez a la escena del crimen, a buscar algo nuevo y ella se había tenido que quedar allí. Aún se sentía un poco cansada y le dolía la espalda más que nunca pero su marido no lo sabía. Su marido… Aún le sonaba raro al decirlo, pero así era. Desde hacía cuatro días Castle era su marido y ella su mujer. Habían vuelto a Nueva York al día siguiente de la boda y habían descansado el día anterior. Ahora había vuelto al trabajo, pero no parecía muy entusiasmada, al contrario que Castle, que se mostraba encantado de volver a participar en los casos. La voz de su jefa la sacó de sus pensamientos.
-¿Beckett?, ¿algo nuevo?
-¿Perdón?
-Lleva cinco minutos sin dejar de mirar la pizarra, ¿se le ha ocurrido algo?
-La verdad es que no… ahora mismo estoy en blanco. No tiene sentido, quiero decir, por qué una mujer felizmente casada, que acaba de tener un bebé, lo deja todo para subirse a un autobús que la lleva a la otra punta del país, acabando muerta. Si al menos el marido no tuviera coartada…
-Quizás todo esto la sobrepasaba, hay algunas mujeres a las que la vida de casada las supera. –Beckett la miró, había entendido muy bien el doble sentido de aquella frase, pero prefirió dejarlo pasar.
-¿Pero por qué justo ahora?, tuvo que pasar algo para que decidiera dar un cambio de vida tan radical…
-¿Quizás un amante?
-Puede ser, sea lo que sea el asesino lo supo y no le hizo la menor gracia…
-Puede que el marido enviara a alguien, no es necesario cometer un crimen físicamente para ser el culpable de la muerte.
-Ya lo había pensado, pero cuando le dimos la noticia parecía realmente sorprendido y dolido, no encaja en el perfil de marido que mata a su mujer en un ataque de celos.
En ese momento se abrió la puerta, Castle le sonrió. Esposito y Ryan se acercaron a ellas.
-Tenemos algo, hemos encontrado un papel con una dirección borrada, es de un hotel de las afueras. Creemos que la victima iba allí a encontrarse con alguien.
-¿Alguna idea de quién puede ser?
-No, íbamos a averiguarlo ahora. ¿Vienes Castle?
Castle iba a asentir pero cambió de idea al ver la expresión de Beckett, que había vuelto a sentarse en el escritorio, con fastidio. –En… no, me quedo. Suerte chicos.
Beckett lo miró con curiosidad. -¿Por qué no has querido ir?
-Quería hacerte compañía, sé que odias el trabajo de escritorio. –Le dedicó una de sus mejores sonrisas, que ella le agradeció.
-Necesito un descafeinado, ¿me acompañas?
-Por supuesto.
Nada más entrar en la sala de descanso él la atrajo hacia sí y la besó. Beckett respondió al beso durante unos segundos y luego se apartó agitada. –Aquí no Rick, ya lo sabes…
-Lo siento, me moría de ganas…
-Espera a que lleguemos a casa. Rick, he estado pensando en la boda y quería decirte algo.
-Tú dirás cariño. –La miró preocupado, ¿y si se había arrepentido?, no lo soportaría.
-Es sólo qué… Rick no quiero cambiarme el apellido.
Castle suspiró aliviado y se echó a reír. Ella le miró como si estuviera loco.
-¿Solo era eso?, dios Kate me estabas asustando.
-Entonces, ¿no te importa?
-No, claro que no, yo te conocí como Kate Beckett, no Kate Castle y si tú quieres seguir así a mí me parece bien. Tampoco Gina se cambió el apellido cuando nos casamos.
-Pero, ¿cómo nombraremos a la niña?
-Con los dos apellidos. Esposito y Lanie lo hicieron con los gemelos y nosotros podemos hacerlo con nuestra hija. Por cierto, deberíamos ir pensando en el nombre, solo quedan cinco meses.
-Lo sé, pero no se me ocurre nada…
-¿Qué te parece Sevilla?
-Nos odiará.
-¿Granada?
-¡Renegará de nosotros nada más nacer!, ¡Rick no podemos ponerle el nombre de una ciudad!
-¿Por qué no?, mira Paris Hilton.
-Si nuestra hija sale como esa mujer yo me desentiendo.
-Vale, vale… No sé, piensa tu alguno, ya que no te gustan los míos.
-¿Qué tal Mar?
-Mar…, no sé yo, no me convence.
-Señor Castle, inspectora Beckett pónganse a trabajar, ¡ya!
-Sí, discúlpenos señor.
Pasaron el resto del día trabajando, sin conseguir nada nuevo sobre el caso. En cuanto llegaron a casa Castle dejó las cosas y le preguntó.
-¿Tailandés o china?
-China, por favor. ¿Has hablado con Alexis hoy?
-Sí, por ahora le va bien en las clases, espero que siga así. Estoy deseando que llegue la navidad, odio tenerla tan lejos.
-Tienes que ir acostumbrándote Rick, Alexis ya es mayor y es universitaria, hay que dejarla volar.
-Lo sé…
Pidió la comida mientras que ella se duchaba y se ponía ropa cómoda.
-¿Qué tal tu espalda?
-¿Cómo lo has sabido?
-Te conozco, ¿estás mejor?
-Sí, bueno, más o menos.
-Luego puedo darte un masaje antes de dormir si quieres, escucha he estado pensando en el nombre, ¿qué te parece Maite?
-¿Maite?
-Sí, es vasco, significa “amada”, es bonito ¿no?
-Me gusta como suena, pero no sé, tenemos que pensarlo bien. Yo también lo he pensado, quería algo más relacionado con Andalucía, cómo nos casamos allí…
-¿Cinta?
-No me gusta.
-¿Qué tal tu nombre en español?
-¿Cómo es?
-Catalina.
-¡Ni lo sueñes!
-Vale, vale. ¿María?
-Me gusta, pero es el nombre menos original que se me ocurre…
-¿Carmen? –La mirada de Beckett lo dijo todo.
-Era broma…
-¿Y Lucía?
-¿Lucía?, ¿no querías un nombre original?
-Bueno, no sé, se parece a Andalucía, ¿no?
-Bueno, no está mal, suena bien, pero sigamos pensando.
El timbre sonó dando por aplazada la charla sobre nombres. Se sentaron a comer y luego se pusieron a ver una película. Beckett se quedó dormida profundamente con la cabeza apoyada en su regazo. Él sonrió, le encantaba verla dormir, era adorable. Luego la cogió en brazos y la llevó hasta la cama, dejándola suavemente, se acostó a su lado y cerró los ojos. Se quedó dormido mientras que pensaba en el nombre para la pequeña.
A la mañana siguiente Beckett tenía consulta con el ginecólogo y Castle debía ir a la editorial, aunque prefería acompañarla.
-Rick, solo es una consulta rutinaria, no te preocupes, ve a hablar con la editorial…
-Está bien, pero si necesitas algo llámame y estaré ahí en cinco minutos…
-Lo sé, tranquilo, ahora vete, vas a llegar tarde.
Le dio un beso en los labios y se marchó. Beckett desayunó y luego fue hacia su coche. Al parar en un semáforo sintió un escalofrío, mirando por el espejo retrovisor, un coche negro llevaba siguiéndola desde que había salido del loft. Se obligó a sí misma a calmarse, diciéndose que solo eran imaginaciones suyas. Sin embargo, cuando arrancó el coche siguió tras ella, y empezaba a cobrar velocidad. Empezó a ponerse nerviosa, acelerando, queriendo llegar cuanto antes y dejar el coche atrás. Pero de repente el coche pasó a su lado y se puso frente a ella, haciendo que perdiera el control del coche, chocando contra el escaparate de una tienda. Miró a su alrededor viendo una mezcla de humo y de sangre en sus labios, perdiendo lentamente la conciencia.
(En otro lado de la ciudad)
-¿Ha salido bien?
-Sí, todo ha salido según lo previsto.
-Estupendo, estamos muy cerca cariño.
-Esto ha sido… está embarazada, y si pierde al bebé…
-Esa es la idea… cielo, ahora no puedes dudar, necesito saber si puedo confiar en ti.
-Puedes hacerlo, te quiero.
-Buena chica.
Sonrió mirándola, le estaba resultando muy fácil engañarla, demasiado fácil. Ahora esperaría pacientemente, las cosas iban a salir bien, ese bebé no iba a nacer.
-Entonces, ¿nos vemos la semana que viene?
-La semana que viene, y enhorabuena por la boda, felicite a su esposa.
-Gracias, lo haré. –Su móvil empezó a sonar.
-Diga.
-¿Señor Castle?
-Le llamo del hospital, su esposa ha tenido un accidente…
Continuará...
Última edición por maria_cs el Dom Abr 22, 2012 4:10 am, editado 2 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Meriiii!!!! Mala....=( Menos mal que eres genial escribiendo cualquier cosa.....
ConchaCarrillo- Escritor novato
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Edad : 32
Localización : Huelva, Andalucía (España)
Re: (¿+18?) La tormenta
DIooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos no nos puedes dejar asi!!! Sigue pronto xd
KBCAlways- As del póker
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Edad : 29
Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
Pero con lo bien que estaban, que manía de no dejarlos tranquilos. Está muy interesante la historia. Sigue así.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) La tormenta
Pero no podemos pasar un dia es paz despues del casamiento que nos metes un accidente con posibilidad de perdida del bebeeeeeeee
Por que te gusta hacerme sufrir tanto!!!!
Si te digo buen capitulo seria verdad, pero como me dejaste asi de angustiada solo te dire....SIGUELOOOOOOOOOOOOOO PRONTOOOOOOOO ... porfi????
Besos
Por que te gusta hacerme sufrir tanto!!!!
Si te digo buen capitulo seria verdad, pero como me dejaste asi de angustiada solo te dire....SIGUELOOOOOOOOOOOOOO PRONTOOOOOOOO ... porfi????
Besos
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Capitulo 32 ¿Cómo está la niña?
Condujo como loco hasta llegar al hospital, saltándose casi todas las leyes de tráfico. En cuanto llegó aparcó cerca de la entrada de Urgencias y se acercó, le costaba respirar y estaba aterrorizado.
-Perdone me han llamado diciendo que mi mujer está aquí, ha tenido un accidente y no se…
-¿Nombre?
-Katherine Beckett, está embarazada.
-Espere un momento. –La mujer hizo una llamada y luego se dirigió a él. –Su mujer está en quirófano, puede esperar en la sala de espera de allí.
-Bien gracias… -En voz baja maldijo a esa mujer que le había dado la noticia de la misma manera que el hombre del tiempo anuncia que va a llover. –Qué le costará mostrar un poco de empatía…
Castle se sentó en la silla de plástico, triste, preocupado, sintiéndose culpable por no haberla llevado a la cita con el médico. Suspirando llamó por teléfono, tenía que decírselo a su suegro, que al escuchar las horribles noticias colgó con rapidez saliendo de la casa para acudir al hospital. Castle pensó en llamar también a Martha, pero prefirió no decirle nada hasta que Beckett saliera del quirófano. Iba a llamar a Lanie cuando se fijo en un médico que salía del quirófano.
-Disculpe, ¿cómo está mi… ¿Josh?
-¿Castle?, ¿qué diablos haces tú aquí?
-Kate está en quirófano, ha tenido un accidente, la están operando, no sé cómo están ella, ni mi hija y no… -Se le quebró la voz, sollozando.
-Castle… Rick, intenta calmarte, ¿qué quieres decir con tu hija?, ¿también iba en el coche con Kate?
-No me refiero a Alexis, sino a nuestra hija. Kate está embarazada de cuatro meses…
-¡Vaya!, ¿entonces estáis juntos?
-Sí, nos casamos hace menos de una semana. Josh, por favor, sé que no nos llevamos bien, pero podrías entrar y preguntar por ella, no soporto esta espera.
-Está bien, tranquilo, veré que puedo hacer, y cálmate Castle, ella es muy fuerte, recuerda lo del disparo, estoy seguro de que se pondrá bien. –Castle asintió con la cabeza mientras que Josh entraba de nuevo a los quirófanos, saliendo unos minutos después.
-Le han extirpado el bazo, la operación ha salido bien y ya ha terminado, enseguida la llevarán a una habitación, pero es muy posible que necesite otra operación.
-¿Y la niña?
-Tendrás que hablarlo con el médico, lo siento Castle no puedo hablarte de eso, si Kate o tú necesitáis algo, decírmelo.
-Gracias… -Estaba preocupado, puede que Kate estuviera bien, pero esa segunda operación le asustaba, y que Josh no hubiera hablado sobre la niña le tenía con el alma en vilo.
Una hora después Castle se encontraba en la habitación, mirándola. Aún no había despertado de la anestesia y no sabía cómo le iba a decir lo que tenía que decirle, pero ella tenía que saberlo. Jim estaba sentado en el sillón, dormido. Beckett empezó a abrir lentamente los ojos, gimiendo. Se acercó a ella con rapidez.
-Mi amor, ¿cómo te sientes, preciosa?
-Rick… ¿qué ha pasado? –Hablaba despacio, trató de mover el brazo pero sintió un dolor insoportable. Castle se apresuró a sujetarla.
-Shhhh, tranquila cariño, no hagas ningún esfuerzo. Has tenido un accidente.
-¿Un accidente?, y… ¡la niña!, ¿cómo está mi niña?, Rick ¿cómo está nuestra hija? –Beckett empezó a agitarse, despertando a Jim, quien se apresuró a llamar a una enfermera. Castle intentó tranquilizarla.
-Calma, calma Kate, la niña está bien, tranquila, no pasa nada, cálmate.
Beckett se calmó al oír esas palabras, iba a llevarse una mano a la barriga, pero volvió a gemir. –Me duele mucho el brazo.
-Lo sé, tranquila cariño, tienes el brazo roto y han tenido que extirparte el bazo, tienes suerte de que no sirva para nada…
-Entonces, ¿las dos estamos bien?
Castle no contestó, no se atrevía. Ella volvió a asustarse.
-¿Qué ocurre Rick?
-Kate…
-Señora Beckett, me alegro de ver que se siente mejor, me llamo Lucía Torres, soy la cirujana que la ha operado. ¿Le ha contado su marido lo qué ha ocurrido?
-Me ha dicho que he tenido un accidente y que han tenido que operarme.
-Entonces… -La doctora miró a Castle, que parecía entristecido, ella le dirigió una mirada compasiva- …verá, en la operación no hemos podido detener una hemorragia interna que le ha producido el accidente, solo mitigarla, pero debemos cortarla, sino podría morir desangrada.
-¿Y por qué no lo han hecho ya?
-Ese es el caso… usted está embarazada y la operación es muy peligrosa para la vida de su bebé. En otras palabras es casi seguro que durante la operación tengamos que provocarle un aborto, sino lo hiciéramos usted podría caer en un coma irreversible o morir. Necesitamos su permiso para provocarle el aborto en caso de que sea necesario.
-¿Qué?, ¡no! –Beckett miró a Castle horrorizada, que era incapaz de mirarla a la cara.
-Kate, tiene que comprender…
-Lo único que comprendo que este bebé es junto con mi marido lo más importante que tengo en mi vida, y no quiero perderla. ¡No pienso darles mi consentimiento!
-Doctora, Jim, podrían dejarnos a solas un momento.
Ambos salieron de la habitación, pero la doctora antes les dijo que tenían que entrar en quirófano en menos de veinticuatro horas.
-No voy a hacerlo Rick, no intentes convencerme de lo contrario, no dejaré que maten a nuestro bebé.
-Kate escúchame por favor. Se lo mucho que quieres a este bebé, yo siento exactamente lo mismo, pero tu vida está por encima de todo, no es seguro que tengan que provocarte el aborto, solo es una posibilidad. Te lo suplico, tienes que dar tu consentimiento.
-No.
-Kate, se trata de tu vida, mi amor acabamos de casarnos, tenemos una vida entera por delante, no podría perderte.
-Yo no puedo perderla a ella, lo siento Rick.
Castle la miró entristecido, no quería hacerle daño, pero tenía que convencerla, daba igual como.
-Kate, a tu padre casi le da algo cuando le he dicho que estabas aquí, ha sido como volver al día del disparo, estaba aterrorizado. Yo tuve a mi hija en coma durante unos días y fue horrible, no te haces ni idea, pero yo sabía que ella iba a despertar. Si a ti te pasa algo nunca lo harás, ¿eso es lo qué quieres?, ¿qué vuelva a pasar por todo esto?, perdió a su mujer, ¿quieres qué pierda también a su única hija? –A medida que iba hablando se sentía cada vez más miserable, pero intentaba disimular. Veía en sus ojos el dolor que sus palabras le estaban causando, no pudo seguir al ver como lloraba, era demasiado.
-Mi amor, sé que esto duele, muchísimo, pero se trata de tu vida, por favor, tienes que hacerlo, podremos tener otros hijos, y puede que todo salga bien y nuestra hija no sufra ningún daño. –Ella siguió llorando. –Kate, podría vivir sin ella pero no sin ti, te lo suplico, hazlo por mí.
Beckett lo miró por un momento y luego le hizo una señal a la doctora, que miraba atentamente por la ventana, esperando una señal.
-¿Qué quiere hacer, Kate?
-Tiene que darme su palabra de que hará todo lo posible por salvar a mi hija antes de hacer algo irreversible.
-Se lo prometo, confíe en mí.
Miró a Castle quien le dirigió una mirada tierna, intentado darle ánimos. -¿Tengo que firmar algo?
La doctora le dio unos papeles a Beckett, que esta firmó temblando.
-Bien, prepararemos todo y vendremos a por usted en media hora. Tranquila, haremos todo lo posible para que esto salga bien.
Jim besó a su hija en la frente y murmuró: -Gracias cielo, se que ha tenido que ser muy difícil. –Ella asintió con la cabeza, luego miró a Castle quien se acercó a ella y le cogió la mano, apretándosela con fuerza. –Jim, podrías llamar a mi madre, creo que le gustaría estar aquí.
-Por supuesto. –Salió de la habitación, dejándolos solos otra vez.
-Gracias mi amor.
-No me las des, me siento como una persona horrible, soy la peor madre del mundo.
-Eso no es cierto y lo sabes. Kate, estoy seguro de que todo saldrá bien, eres muy fuerte y nuestra niña también, ha salido a ti.
Ella le miró y apretó su mano, temblando. –Rick, tengo mucho miedo.
-Lo sé, tranquila cariño, tranquila. –Le dio besos en el pelo, intentando calmarla. La oyó hablar entre sollozos. –Si ese coche no se hubiera puesto delante…
Castle se apartó para mirarla a los ojos. -¿Qué quieres decir, Kate?, ¿qué recuerdas del accidente?
-Creo que un coche me seguía, y de repente se puso delante haciendo que tuviera que frenar… Rick, ¿y si fue a propósito?, ¿y si no ha sido un accidente?
-No pienses en eso ahora, solo preocúpate por ponerte bien. –Mentalmente se dijo a sí mismo que si el accidente había sido intencionado el culpable pagaría por ello, él se encargaría de ello.
Al poco después vinieron a preparar a Beckett para la operación, ella parecía terriblemente asustada, Castle estaba junto a ella y le daba ánimos con sus sonrisas, disimulando el miedo que él también tenía.
En la sala de espera se encontraban Jim, Martha, los chicos y Lanie, esperando a que ella entrara en quirófano. Martha había hablado con Alexis, quien se cogería el primer vuelo para volver a Nueva York, preocupada por Beckett y por su hermanita.
-Bien, tenemos que llevarla ya a quirófano. –Castle asintió, se acercó a ella y la besó amorosamente. –Todo saldrá bien cariño, nos vemos en un rato.
Ella asintió. –Te quiero Rick.
-Yo también te quiero.
Llevaron a Beckett a quirófano y Castle se dirigió a la sala de espera, con los demás. Martha le abrazó.
-Tranquilo hijo, ya verás como todo saldrá bien, Kate es muy fuerte.
-Lo sé, pero tengo tanto miedo…
Jim le puso la mano en su hombro. –Mi hija es la mujer más fuerte que conozco Rick, tenemos que confiar en ella, ya venció a la muerte una vez y lo hará ahora otra vez, y vuestra hija habrá sacado su fortaleza, confía en ellas. –Castle asintió, agradecido. Lanie no le dijo nada, solo le sonrió amablemente y se quedó sentada a su lado, dándole su apoyo. Una hora después Castle decidió que no podía seguir quieto, les hizo una señal a Esposito y a Ryan, llevándolos al fondo del pasillo.
-Escuchad, ahora solo debería estar pensando en la operación de Kate, pero necesito hacer algo mientras, esto es insoportable.
-Lo entendemos, tranquilo, pero, ¿a qué te refieres?
-Kate piensa que el accidente fue provocado, que alguien la seguía y le hizo perder el control del coche, ¿podríais investigarlo?
-Por supuesto, quédate tranquilo, ¿pero estás seguro de esto?
-No, ella estaba aturdida por las heridas y la idea de tener que operarse otra vez, pero estoy preocupado, es muy raro que perdiera el control, sabéis que conduce muy bien.
-Está bien, tranquilo, nosotros nos ocupamos, tú quédate con ella.
-Gracias chicos, una cosa más, no le digáis nada de lo que encontréis a Kate, prefiero saberlo yo primero, cuando la operación acabe necesitará mucho reposo, no más preocupaciones, eso si todo sale bie…
-¡Eh!, no pienses en eso, todo saldrá bien, tranquilo.
Los chicos se acercaron al resto y se despidieron de ellos. Esposito le dio un beso en los labios a Lanie.
-¿Tienes qué irte?
-Lo siento, pero me gustaría hablar con los de tráfico para averiguar algo sobre todo esto, necesito sentirme útil. Llámame cuando Beckett salga del quirófano, ¿de acuerdo?
-Vale, vete tranquilo. Te quiero.
-Y yo a ti.
Tres horas después la doctora Torres salió del quirófano. Castle la miró ansioso.
Beckett despertó aturdida, cansada, mareada. Su marido se acercó a ella, besando su mano delicadamente.
-¿Cómo te sientes cariño?
-Rick… ¿cómo está la niña?
Continuará…
(No tengo ni la menor idea de medicina, me lo he inventado todo.) Gracias por leer
Condujo como loco hasta llegar al hospital, saltándose casi todas las leyes de tráfico. En cuanto llegó aparcó cerca de la entrada de Urgencias y se acercó, le costaba respirar y estaba aterrorizado.
-Perdone me han llamado diciendo que mi mujer está aquí, ha tenido un accidente y no se…
-¿Nombre?
-Katherine Beckett, está embarazada.
-Espere un momento. –La mujer hizo una llamada y luego se dirigió a él. –Su mujer está en quirófano, puede esperar en la sala de espera de allí.
-Bien gracias… -En voz baja maldijo a esa mujer que le había dado la noticia de la misma manera que el hombre del tiempo anuncia que va a llover. –Qué le costará mostrar un poco de empatía…
Castle se sentó en la silla de plástico, triste, preocupado, sintiéndose culpable por no haberla llevado a la cita con el médico. Suspirando llamó por teléfono, tenía que decírselo a su suegro, que al escuchar las horribles noticias colgó con rapidez saliendo de la casa para acudir al hospital. Castle pensó en llamar también a Martha, pero prefirió no decirle nada hasta que Beckett saliera del quirófano. Iba a llamar a Lanie cuando se fijo en un médico que salía del quirófano.
-Disculpe, ¿cómo está mi… ¿Josh?
-¿Castle?, ¿qué diablos haces tú aquí?
-Kate está en quirófano, ha tenido un accidente, la están operando, no sé cómo están ella, ni mi hija y no… -Se le quebró la voz, sollozando.
-Castle… Rick, intenta calmarte, ¿qué quieres decir con tu hija?, ¿también iba en el coche con Kate?
-No me refiero a Alexis, sino a nuestra hija. Kate está embarazada de cuatro meses…
-¡Vaya!, ¿entonces estáis juntos?
-Sí, nos casamos hace menos de una semana. Josh, por favor, sé que no nos llevamos bien, pero podrías entrar y preguntar por ella, no soporto esta espera.
-Está bien, tranquilo, veré que puedo hacer, y cálmate Castle, ella es muy fuerte, recuerda lo del disparo, estoy seguro de que se pondrá bien. –Castle asintió con la cabeza mientras que Josh entraba de nuevo a los quirófanos, saliendo unos minutos después.
-Le han extirpado el bazo, la operación ha salido bien y ya ha terminado, enseguida la llevarán a una habitación, pero es muy posible que necesite otra operación.
-¿Y la niña?
-Tendrás que hablarlo con el médico, lo siento Castle no puedo hablarte de eso, si Kate o tú necesitáis algo, decírmelo.
-Gracias… -Estaba preocupado, puede que Kate estuviera bien, pero esa segunda operación le asustaba, y que Josh no hubiera hablado sobre la niña le tenía con el alma en vilo.
Una hora después Castle se encontraba en la habitación, mirándola. Aún no había despertado de la anestesia y no sabía cómo le iba a decir lo que tenía que decirle, pero ella tenía que saberlo. Jim estaba sentado en el sillón, dormido. Beckett empezó a abrir lentamente los ojos, gimiendo. Se acercó a ella con rapidez.
-Mi amor, ¿cómo te sientes, preciosa?
-Rick… ¿qué ha pasado? –Hablaba despacio, trató de mover el brazo pero sintió un dolor insoportable. Castle se apresuró a sujetarla.
-Shhhh, tranquila cariño, no hagas ningún esfuerzo. Has tenido un accidente.
-¿Un accidente?, y… ¡la niña!, ¿cómo está mi niña?, Rick ¿cómo está nuestra hija? –Beckett empezó a agitarse, despertando a Jim, quien se apresuró a llamar a una enfermera. Castle intentó tranquilizarla.
-Calma, calma Kate, la niña está bien, tranquila, no pasa nada, cálmate.
Beckett se calmó al oír esas palabras, iba a llevarse una mano a la barriga, pero volvió a gemir. –Me duele mucho el brazo.
-Lo sé, tranquila cariño, tienes el brazo roto y han tenido que extirparte el bazo, tienes suerte de que no sirva para nada…
-Entonces, ¿las dos estamos bien?
Castle no contestó, no se atrevía. Ella volvió a asustarse.
-¿Qué ocurre Rick?
-Kate…
-Señora Beckett, me alegro de ver que se siente mejor, me llamo Lucía Torres, soy la cirujana que la ha operado. ¿Le ha contado su marido lo qué ha ocurrido?
-Me ha dicho que he tenido un accidente y que han tenido que operarme.
-Entonces… -La doctora miró a Castle, que parecía entristecido, ella le dirigió una mirada compasiva- …verá, en la operación no hemos podido detener una hemorragia interna que le ha producido el accidente, solo mitigarla, pero debemos cortarla, sino podría morir desangrada.
-¿Y por qué no lo han hecho ya?
-Ese es el caso… usted está embarazada y la operación es muy peligrosa para la vida de su bebé. En otras palabras es casi seguro que durante la operación tengamos que provocarle un aborto, sino lo hiciéramos usted podría caer en un coma irreversible o morir. Necesitamos su permiso para provocarle el aborto en caso de que sea necesario.
-¿Qué?, ¡no! –Beckett miró a Castle horrorizada, que era incapaz de mirarla a la cara.
-Kate, tiene que comprender…
-Lo único que comprendo que este bebé es junto con mi marido lo más importante que tengo en mi vida, y no quiero perderla. ¡No pienso darles mi consentimiento!
-Doctora, Jim, podrían dejarnos a solas un momento.
Ambos salieron de la habitación, pero la doctora antes les dijo que tenían que entrar en quirófano en menos de veinticuatro horas.
-No voy a hacerlo Rick, no intentes convencerme de lo contrario, no dejaré que maten a nuestro bebé.
-Kate escúchame por favor. Se lo mucho que quieres a este bebé, yo siento exactamente lo mismo, pero tu vida está por encima de todo, no es seguro que tengan que provocarte el aborto, solo es una posibilidad. Te lo suplico, tienes que dar tu consentimiento.
-No.
-Kate, se trata de tu vida, mi amor acabamos de casarnos, tenemos una vida entera por delante, no podría perderte.
-Yo no puedo perderla a ella, lo siento Rick.
Castle la miró entristecido, no quería hacerle daño, pero tenía que convencerla, daba igual como.
-Kate, a tu padre casi le da algo cuando le he dicho que estabas aquí, ha sido como volver al día del disparo, estaba aterrorizado. Yo tuve a mi hija en coma durante unos días y fue horrible, no te haces ni idea, pero yo sabía que ella iba a despertar. Si a ti te pasa algo nunca lo harás, ¿eso es lo qué quieres?, ¿qué vuelva a pasar por todo esto?, perdió a su mujer, ¿quieres qué pierda también a su única hija? –A medida que iba hablando se sentía cada vez más miserable, pero intentaba disimular. Veía en sus ojos el dolor que sus palabras le estaban causando, no pudo seguir al ver como lloraba, era demasiado.
-Mi amor, sé que esto duele, muchísimo, pero se trata de tu vida, por favor, tienes que hacerlo, podremos tener otros hijos, y puede que todo salga bien y nuestra hija no sufra ningún daño. –Ella siguió llorando. –Kate, podría vivir sin ella pero no sin ti, te lo suplico, hazlo por mí.
Beckett lo miró por un momento y luego le hizo una señal a la doctora, que miraba atentamente por la ventana, esperando una señal.
-¿Qué quiere hacer, Kate?
-Tiene que darme su palabra de que hará todo lo posible por salvar a mi hija antes de hacer algo irreversible.
-Se lo prometo, confíe en mí.
Miró a Castle quien le dirigió una mirada tierna, intentado darle ánimos. -¿Tengo que firmar algo?
La doctora le dio unos papeles a Beckett, que esta firmó temblando.
-Bien, prepararemos todo y vendremos a por usted en media hora. Tranquila, haremos todo lo posible para que esto salga bien.
Jim besó a su hija en la frente y murmuró: -Gracias cielo, se que ha tenido que ser muy difícil. –Ella asintió con la cabeza, luego miró a Castle quien se acercó a ella y le cogió la mano, apretándosela con fuerza. –Jim, podrías llamar a mi madre, creo que le gustaría estar aquí.
-Por supuesto. –Salió de la habitación, dejándolos solos otra vez.
-Gracias mi amor.
-No me las des, me siento como una persona horrible, soy la peor madre del mundo.
-Eso no es cierto y lo sabes. Kate, estoy seguro de que todo saldrá bien, eres muy fuerte y nuestra niña también, ha salido a ti.
Ella le miró y apretó su mano, temblando. –Rick, tengo mucho miedo.
-Lo sé, tranquila cariño, tranquila. –Le dio besos en el pelo, intentando calmarla. La oyó hablar entre sollozos. –Si ese coche no se hubiera puesto delante…
Castle se apartó para mirarla a los ojos. -¿Qué quieres decir, Kate?, ¿qué recuerdas del accidente?
-Creo que un coche me seguía, y de repente se puso delante haciendo que tuviera que frenar… Rick, ¿y si fue a propósito?, ¿y si no ha sido un accidente?
-No pienses en eso ahora, solo preocúpate por ponerte bien. –Mentalmente se dijo a sí mismo que si el accidente había sido intencionado el culpable pagaría por ello, él se encargaría de ello.
Al poco después vinieron a preparar a Beckett para la operación, ella parecía terriblemente asustada, Castle estaba junto a ella y le daba ánimos con sus sonrisas, disimulando el miedo que él también tenía.
En la sala de espera se encontraban Jim, Martha, los chicos y Lanie, esperando a que ella entrara en quirófano. Martha había hablado con Alexis, quien se cogería el primer vuelo para volver a Nueva York, preocupada por Beckett y por su hermanita.
-Bien, tenemos que llevarla ya a quirófano. –Castle asintió, se acercó a ella y la besó amorosamente. –Todo saldrá bien cariño, nos vemos en un rato.
Ella asintió. –Te quiero Rick.
-Yo también te quiero.
Llevaron a Beckett a quirófano y Castle se dirigió a la sala de espera, con los demás. Martha le abrazó.
-Tranquilo hijo, ya verás como todo saldrá bien, Kate es muy fuerte.
-Lo sé, pero tengo tanto miedo…
Jim le puso la mano en su hombro. –Mi hija es la mujer más fuerte que conozco Rick, tenemos que confiar en ella, ya venció a la muerte una vez y lo hará ahora otra vez, y vuestra hija habrá sacado su fortaleza, confía en ellas. –Castle asintió, agradecido. Lanie no le dijo nada, solo le sonrió amablemente y se quedó sentada a su lado, dándole su apoyo. Una hora después Castle decidió que no podía seguir quieto, les hizo una señal a Esposito y a Ryan, llevándolos al fondo del pasillo.
-Escuchad, ahora solo debería estar pensando en la operación de Kate, pero necesito hacer algo mientras, esto es insoportable.
-Lo entendemos, tranquilo, pero, ¿a qué te refieres?
-Kate piensa que el accidente fue provocado, que alguien la seguía y le hizo perder el control del coche, ¿podríais investigarlo?
-Por supuesto, quédate tranquilo, ¿pero estás seguro de esto?
-No, ella estaba aturdida por las heridas y la idea de tener que operarse otra vez, pero estoy preocupado, es muy raro que perdiera el control, sabéis que conduce muy bien.
-Está bien, tranquilo, nosotros nos ocupamos, tú quédate con ella.
-Gracias chicos, una cosa más, no le digáis nada de lo que encontréis a Kate, prefiero saberlo yo primero, cuando la operación acabe necesitará mucho reposo, no más preocupaciones, eso si todo sale bie…
-¡Eh!, no pienses en eso, todo saldrá bien, tranquilo.
Los chicos se acercaron al resto y se despidieron de ellos. Esposito le dio un beso en los labios a Lanie.
-¿Tienes qué irte?
-Lo siento, pero me gustaría hablar con los de tráfico para averiguar algo sobre todo esto, necesito sentirme útil. Llámame cuando Beckett salga del quirófano, ¿de acuerdo?
-Vale, vete tranquilo. Te quiero.
-Y yo a ti.
Tres horas después la doctora Torres salió del quirófano. Castle la miró ansioso.
Beckett despertó aturdida, cansada, mareada. Su marido se acercó a ella, besando su mano delicadamente.
-¿Cómo te sientes cariño?
-Rick… ¿cómo está la niña?
Continuará…
(No tengo ni la menor idea de medicina, me lo he inventado todo.) Gracias por leer
Última edición por maria_cs el Dom Abr 22, 2012 4:11 am, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
aaaaaaaaaaa muy bueno ojalaa no haya perdido la bebe
moni valdes- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
no eh entendido bien lo del brazo, se le rompio o se lo extirparon (quitaron, sin brazo D:)
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
Ufff!!! Qué intenso espero que se salve la pequeña. Y si se salva, una segerencia para el nombre, con eso de que quieren ponerle uno español, que no sea Macarena. (los del Río traspasaron la frontera de USA y piensa en la brasa que le tocará vivir ccon la cancioncita dichosa )
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: (¿+18?) La tormenta
todo tiene ke ir bien!!!!!!!!!!!!!!!!!! kate estara bien la niña tb y por dios darnos estos sustos despues de su luna de miel .............. no les has dado casi tiempo ni de ke desagan las maletas !!!!!!!!!!!!!!!! salvalos !!!!!!!!!!!!!!!!!! pd: me encanta tu historia no nos hagas esperar mucho para saber si la niña esta bien
castleaddict- As del póker
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Fecha de inscripción : 02/04/2012
Edad : 37
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 33 Más que a mi vida
Beckett lo miraba ansiosa, expectante, asustada. Él sonrió.
-Todo ha salido bien, las dos estáis bien. –Beckett trató de incorporarse para abrazarlo pero gimió dolorida, él la obligó a tumbarse.
-Tranquila, tienes que hacer reposo, ni un solo movimiento brusco, aunque todo ha salido bien aún no estáis fuera de peligro. Ten paciencia cariño, ya verás como en unos días todo habrá acabado.
Ella asintió, acomodándose en la almohada, le dolía todo el cuerpo, solo hacer un simple movimiento como intentar sentarse hacía que la herida le tirase. Castle la miró con ternura. –Les he dicho a los demás que se vayan a casa, mañana vendrán a verte, la doctora pensó que era buena idea, ahora necesitas descansar, intenta dormir.
-Gracias Rick, ¿te quedarás conmigo?
-Por supuesto. –Beckett cerró los ojos y se quedó dormida. Castle la miró durante un rato, quedándose dormido el también en el incomodo sillón. Despertó un par de horas después, ella estaba pálida, temblando. -¿Qué ocurre cielo?
Beckett gimió, llevando su mano sana hasta la herida, sin apenas poder hablar. Castle se apresuró a llamar a la enfermera. –Tranquila cariño, enseguida te darán un calmante, respira hondo.
-¿Va todo bien? –No era una enfermera, sino Josh. Ambos lo miraron sorprendidos. El médico sonrió. –Quería saber cómo estabas, Lucía me ha dicho que la operación ha sido un éxito.
Beckett intentó hablar pero solo le salió un débil gemido, Castle intervino. –Le duele mucho, ¿no podríais darle un calmante o algo?
Por toda respuesta Josh se acercó al gotero y aumentó la dosis, luego se acercó a ella y le sonrió, cariñosamente. –Tranquila Kate, tienes que respirar hondo e intentar calmarte, te hará efecto enseguida. –Ella asintió dándole una débil sonrisa, Castle le dio las gracias. Josh les sonrió y se marchó.
-¿Lo ves cariño?, se te pasará, no te preocupes.
Beckett se fue quedando dormida a medida que el calmante le hacía efecto. Castle suspiró aliviado, se sentó de nuevo en el sofá intentando no dormirse, preocupado por ella, pero el sueño le rindió. Al día siguiente la doctora los despertó, junto con un enfermero.
-Buenos días, ¿cómo se siente hoy Kate?
-Cansada, me duele todo.
-Es normal, no podemos ponerle una dosis muy alta del calmante debido al embarazo, pero se le pasará, no se preocupe. Ahora vamos a ver qué tal está su bebé, ¿de acuerdo? –Beckett asintió, nerviosa. –Señor Castle tiene que salir, le haremos también las curas.
Castle miró a Beckett quien le miró asustada, pero asintió. Le dio un beso en la frente y le sonrió. –Nos vemos enseguida.
-Bien vamos a ver. –Aplicó el gel para la ecografía y luego observó el monitor, sonrió. –La niña está perfecta, todo bien.
Beckett sonrió feliz, su niña estaba bien, hubiera sido insoportable perderla.
-Bueno ahora Davis le hará las curas, vendré a verla mañana por la mañana si todo sigue bien, si le duele mucho no dude en llamar a las enfermeras, y recuerde, nada de esfuerzos. Por cierto, si necesita ayuda de un auxiliar para cambiarse el pijama…
-No es necesario, esperaré a que venga mi amiga, ella me ayudará.
-Bien, como quiera.
Davis se acercó a ella y le sonrió. –Tranquila, esto no le va a doler mucho. –Con cuidado apartó la gasa y limpió la herida despacio, para no hacerle daño. Beckett apartó la vista, la visión le daba nauseas. –Esto ya está. –Le puso un apósito nuevo y se quitó los guantes. –Nos veremos mañana, descanse Kate.
Beckett asintió, el enfermero se marchó y Castle entró sonriéndole.
-Me ha dicho la doctora que todo está bien, es genial ¿verdad?
-Sí, no sé que hubiera hecho si la hubiéramos perdido…
Castle se acercó a ella y sobre sus labios susurró: -No pienses en ello, las dos estáis bien, tranquila. –La besó suavemente durante unos segundos. Beckett se apartó sonriendo:
-Hola papá.
Durante dos horas los chicos, Martha, Alexis y Jim entraron a saludarla. Ella sonrió agradecida, a pesar de que estaba agotada, hasta que Alexis se dio cuenta.
-Abuela, Jim será mejor que nos vayamos ya, Kate está cansada y necesita reposo.
-Tienes razón. Nos vemos mañana querida. Descansa. –Salieron los tres, Castle se acercó a ella con gesto agotado, el tampoco había dormido apenas.
-Rick puedes ir a descansar, estoy bien.
-No quiero dejarte sola…
-Eso no será ningún problema, para eso estoy yo aquí. –Lanie se acercó a su amiga, dándole un beso en la mejilla. –Vete a casa, date una ducha y duerme un poco, yo me quedaré con ella.
-¿Estás segura? –Lo miró dubitativo.
-Sí, tienes un aspecto horrible cariño, tú también tienes que dormir. –Él suspiró y aceptó, dándole un beso de despedida. Se dirigió a Lanie: -Avísame si ocurre algo, vendré en unas horas.
-Bien, vamos vete ya.
Cuando Castle se marchó Beckett la miró agradecida.
-Gracias Lanie, realmente él necesitaba descansar.
-Lo sé, y tú también, intenta dormir Kate.
-En realidad quería pedirte un favor.
-Tú dirás.
-¿Podrías ayudarme a lavarme un poco y cambiarme el pijama?
-Por supuesto, pero ¿por qué no se lo has pedido a Castle?
-No quiero que me vea, estoy horrible.
-¿Qué dices?
-Lanie ahora tengo tres cicatrices en el cuerpo, ¡tres!, no volverá a verme atractiva nunca más.
-No digas tonterías, él te quiere y le vuelves loco.
-Pero por qué me quiere, pero si no fuera por eso ni se acercaría a mí, son horribles.- Beckett parecía triste y avergonzada, Lanie suspiró.
-No voy a sacarte de tu error Kate, eso se lo dejaré a Castle, pero quiero que sepas que te equivocas. Vamos, voy a quitarte la ropa.
La ayudó y luego la dejó dormir. Estuvieron el resto de la tarde hablando tranquilas, de los gemelos, de la pequeña, de Carmen.
-Entonces, ¿te has librado por fin?
-Sí, me tenía al borde del asesinato, así que le pedí a Javi que la metiera en una residencia.
-¿Aceptó sin más?
-Después de una sesión de sexo salvaje los hombres hacen todo lo que les pidamos.
Beckett se rio pero gimió dolorida.
-Perdona, no debería hacerte reír. ¿Te duele mucho?
-Estoy bien, ya se me pasa…
Lanie observó el gotero y llamó a una enfermera. -¿Podrían ponerle un calmante?
-Por supuesto, enseguida. Esto ya está, le hará efecto en unos minutos.
-Gracias.
Un par de horas después llegó Castle sonriendo, se acercó a ella y la abrazó con cuidado.
-¿Cómo estás?
-Bien, solo un poco cansada.
-Bueno, yo me voy ya chicos, quiero ver a los gemelos antes que Esposito los duerma. Buenas noches.
-Buenas noches y muchas gracias Lanie.
Cuando Lanie se marchó Castle la acarició cariñosamente. –Entonces, ¿ya no te duele?
-Me han puesto un calmante, ahora estoy bien. Rick, he estado pensando, y si lo apruebas me gustaría llamar a la niña Lucía.
-¿La doctora? –Adivinó.
-Sí, es un nombre español como queríamos, nos recordará la Luna de Miel especialmente Andalucía y también a la mujer que le ha salvado la vida. ¿Te parece bien?
-Lucía Katherine Castle Beckett, me parece perfecto. –La besó unos segundos y añadió: -Ahora descansa, buenas noches.
(En otra parte de la ciudad)
La niña había sobrevivido, maldita cirujana, se encargaría de ella por frustrar sus planes, eso estaba claro, pero ahora se vengaría de ellos, no les había quitado a la niña pero podía hacerles daño de otra manera, sus seres queridos... Sonrió pensando en quien sería el afortunado, aún no lo sabía, pero les iba a doler, muchísimo, y se arrepentirían de haberle cabreado.
-Mi amor, ¿ocurre algo?
La miró fijamente y se echó sobre ella, rasgando su ropa, besándola con fuerza. La mujer le respondió con el mismo entusiasmo, quitándole la camisa y el cinturón. Él mismo terminó de desnudarse y la empujó hacia la cama, ella separó las piernas, dispuesta a recibirle pero el negó:
-Date la vuelta. –Le obedeció a pesar de que prefería verle, pero sabía que no debía llevarle la contraria. Gimió al sentir como la penetraba con brusquedad, cómo empezaba a moverse dentro de ella con rabia, furia, desesperación. No quería verle la cara, prefería desahogarse así, sin tener que ver sus ojos, imaginando que era la detective quien estaba en esa cama, no ella. Siguió moviéndose con rapidez.
-Cariño, para, me haces daño. –Por toda respuesta siguió ahora furioso, indignado, no solo interrumpía sus fantasías sino que se atrevía a pedirle que parase. Llegó al orgasmo y se separó de ella, yendo a por su ropa. La escuchó sollozar y suspiró. No podía permitirse que ella abandonara el plan, o que fuera a la policía, no le venía nada bien, la necesitaba. Se acercó a ella y la besó, fingiendo preocupación y amor.
-Lo siento mi amor, no quería hacerte daño, pero sabes que cuando hacemos el amor me vuelves loco, no volverá a pasar. ¿Me perdonas?
Ella asintió, devolviéndole el beso, creyéndole. – ¿Me quieres?
-Por supuesto, más que a mi vida. –Se quedó satisfecha con esas palabras, el se tumbó a su lado y la abrazó, la observó dormir durante unos minutos, pensando en cómo se desharía de ella cuando todo acabara, cuando fuera Beckett la que ocupara ese espacio en su cama.
Continuará...
Gracias por leer y por comentar
Beckett lo miraba ansiosa, expectante, asustada. Él sonrió.
-Todo ha salido bien, las dos estáis bien. –Beckett trató de incorporarse para abrazarlo pero gimió dolorida, él la obligó a tumbarse.
-Tranquila, tienes que hacer reposo, ni un solo movimiento brusco, aunque todo ha salido bien aún no estáis fuera de peligro. Ten paciencia cariño, ya verás como en unos días todo habrá acabado.
Ella asintió, acomodándose en la almohada, le dolía todo el cuerpo, solo hacer un simple movimiento como intentar sentarse hacía que la herida le tirase. Castle la miró con ternura. –Les he dicho a los demás que se vayan a casa, mañana vendrán a verte, la doctora pensó que era buena idea, ahora necesitas descansar, intenta dormir.
-Gracias Rick, ¿te quedarás conmigo?
-Por supuesto. –Beckett cerró los ojos y se quedó dormida. Castle la miró durante un rato, quedándose dormido el también en el incomodo sillón. Despertó un par de horas después, ella estaba pálida, temblando. -¿Qué ocurre cielo?
Beckett gimió, llevando su mano sana hasta la herida, sin apenas poder hablar. Castle se apresuró a llamar a la enfermera. –Tranquila cariño, enseguida te darán un calmante, respira hondo.
-¿Va todo bien? –No era una enfermera, sino Josh. Ambos lo miraron sorprendidos. El médico sonrió. –Quería saber cómo estabas, Lucía me ha dicho que la operación ha sido un éxito.
Beckett intentó hablar pero solo le salió un débil gemido, Castle intervino. –Le duele mucho, ¿no podríais darle un calmante o algo?
Por toda respuesta Josh se acercó al gotero y aumentó la dosis, luego se acercó a ella y le sonrió, cariñosamente. –Tranquila Kate, tienes que respirar hondo e intentar calmarte, te hará efecto enseguida. –Ella asintió dándole una débil sonrisa, Castle le dio las gracias. Josh les sonrió y se marchó.
-¿Lo ves cariño?, se te pasará, no te preocupes.
Beckett se fue quedando dormida a medida que el calmante le hacía efecto. Castle suspiró aliviado, se sentó de nuevo en el sofá intentando no dormirse, preocupado por ella, pero el sueño le rindió. Al día siguiente la doctora los despertó, junto con un enfermero.
-Buenos días, ¿cómo se siente hoy Kate?
-Cansada, me duele todo.
-Es normal, no podemos ponerle una dosis muy alta del calmante debido al embarazo, pero se le pasará, no se preocupe. Ahora vamos a ver qué tal está su bebé, ¿de acuerdo? –Beckett asintió, nerviosa. –Señor Castle tiene que salir, le haremos también las curas.
Castle miró a Beckett quien le miró asustada, pero asintió. Le dio un beso en la frente y le sonrió. –Nos vemos enseguida.
-Bien vamos a ver. –Aplicó el gel para la ecografía y luego observó el monitor, sonrió. –La niña está perfecta, todo bien.
Beckett sonrió feliz, su niña estaba bien, hubiera sido insoportable perderla.
-Bueno ahora Davis le hará las curas, vendré a verla mañana por la mañana si todo sigue bien, si le duele mucho no dude en llamar a las enfermeras, y recuerde, nada de esfuerzos. Por cierto, si necesita ayuda de un auxiliar para cambiarse el pijama…
-No es necesario, esperaré a que venga mi amiga, ella me ayudará.
-Bien, como quiera.
Davis se acercó a ella y le sonrió. –Tranquila, esto no le va a doler mucho. –Con cuidado apartó la gasa y limpió la herida despacio, para no hacerle daño. Beckett apartó la vista, la visión le daba nauseas. –Esto ya está. –Le puso un apósito nuevo y se quitó los guantes. –Nos veremos mañana, descanse Kate.
Beckett asintió, el enfermero se marchó y Castle entró sonriéndole.
-Me ha dicho la doctora que todo está bien, es genial ¿verdad?
-Sí, no sé que hubiera hecho si la hubiéramos perdido…
Castle se acercó a ella y sobre sus labios susurró: -No pienses en ello, las dos estáis bien, tranquila. –La besó suavemente durante unos segundos. Beckett se apartó sonriendo:
-Hola papá.
Durante dos horas los chicos, Martha, Alexis y Jim entraron a saludarla. Ella sonrió agradecida, a pesar de que estaba agotada, hasta que Alexis se dio cuenta.
-Abuela, Jim será mejor que nos vayamos ya, Kate está cansada y necesita reposo.
-Tienes razón. Nos vemos mañana querida. Descansa. –Salieron los tres, Castle se acercó a ella con gesto agotado, el tampoco había dormido apenas.
-Rick puedes ir a descansar, estoy bien.
-No quiero dejarte sola…
-Eso no será ningún problema, para eso estoy yo aquí. –Lanie se acercó a su amiga, dándole un beso en la mejilla. –Vete a casa, date una ducha y duerme un poco, yo me quedaré con ella.
-¿Estás segura? –Lo miró dubitativo.
-Sí, tienes un aspecto horrible cariño, tú también tienes que dormir. –Él suspiró y aceptó, dándole un beso de despedida. Se dirigió a Lanie: -Avísame si ocurre algo, vendré en unas horas.
-Bien, vamos vete ya.
Cuando Castle se marchó Beckett la miró agradecida.
-Gracias Lanie, realmente él necesitaba descansar.
-Lo sé, y tú también, intenta dormir Kate.
-En realidad quería pedirte un favor.
-Tú dirás.
-¿Podrías ayudarme a lavarme un poco y cambiarme el pijama?
-Por supuesto, pero ¿por qué no se lo has pedido a Castle?
-No quiero que me vea, estoy horrible.
-¿Qué dices?
-Lanie ahora tengo tres cicatrices en el cuerpo, ¡tres!, no volverá a verme atractiva nunca más.
-No digas tonterías, él te quiere y le vuelves loco.
-Pero por qué me quiere, pero si no fuera por eso ni se acercaría a mí, son horribles.- Beckett parecía triste y avergonzada, Lanie suspiró.
-No voy a sacarte de tu error Kate, eso se lo dejaré a Castle, pero quiero que sepas que te equivocas. Vamos, voy a quitarte la ropa.
La ayudó y luego la dejó dormir. Estuvieron el resto de la tarde hablando tranquilas, de los gemelos, de la pequeña, de Carmen.
-Entonces, ¿te has librado por fin?
-Sí, me tenía al borde del asesinato, así que le pedí a Javi que la metiera en una residencia.
-¿Aceptó sin más?
-Después de una sesión de sexo salvaje los hombres hacen todo lo que les pidamos.
Beckett se rio pero gimió dolorida.
-Perdona, no debería hacerte reír. ¿Te duele mucho?
-Estoy bien, ya se me pasa…
Lanie observó el gotero y llamó a una enfermera. -¿Podrían ponerle un calmante?
-Por supuesto, enseguida. Esto ya está, le hará efecto en unos minutos.
-Gracias.
Un par de horas después llegó Castle sonriendo, se acercó a ella y la abrazó con cuidado.
-¿Cómo estás?
-Bien, solo un poco cansada.
-Bueno, yo me voy ya chicos, quiero ver a los gemelos antes que Esposito los duerma. Buenas noches.
-Buenas noches y muchas gracias Lanie.
Cuando Lanie se marchó Castle la acarició cariñosamente. –Entonces, ¿ya no te duele?
-Me han puesto un calmante, ahora estoy bien. Rick, he estado pensando, y si lo apruebas me gustaría llamar a la niña Lucía.
-¿La doctora? –Adivinó.
-Sí, es un nombre español como queríamos, nos recordará la Luna de Miel especialmente Andalucía y también a la mujer que le ha salvado la vida. ¿Te parece bien?
-Lucía Katherine Castle Beckett, me parece perfecto. –La besó unos segundos y añadió: -Ahora descansa, buenas noches.
(En otra parte de la ciudad)
La niña había sobrevivido, maldita cirujana, se encargaría de ella por frustrar sus planes, eso estaba claro, pero ahora se vengaría de ellos, no les había quitado a la niña pero podía hacerles daño de otra manera, sus seres queridos... Sonrió pensando en quien sería el afortunado, aún no lo sabía, pero les iba a doler, muchísimo, y se arrepentirían de haberle cabreado.
-Mi amor, ¿ocurre algo?
La miró fijamente y se echó sobre ella, rasgando su ropa, besándola con fuerza. La mujer le respondió con el mismo entusiasmo, quitándole la camisa y el cinturón. Él mismo terminó de desnudarse y la empujó hacia la cama, ella separó las piernas, dispuesta a recibirle pero el negó:
-Date la vuelta. –Le obedeció a pesar de que prefería verle, pero sabía que no debía llevarle la contraria. Gimió al sentir como la penetraba con brusquedad, cómo empezaba a moverse dentro de ella con rabia, furia, desesperación. No quería verle la cara, prefería desahogarse así, sin tener que ver sus ojos, imaginando que era la detective quien estaba en esa cama, no ella. Siguió moviéndose con rapidez.
-Cariño, para, me haces daño. –Por toda respuesta siguió ahora furioso, indignado, no solo interrumpía sus fantasías sino que se atrevía a pedirle que parase. Llegó al orgasmo y se separó de ella, yendo a por su ropa. La escuchó sollozar y suspiró. No podía permitirse que ella abandonara el plan, o que fuera a la policía, no le venía nada bien, la necesitaba. Se acercó a ella y la besó, fingiendo preocupación y amor.
-Lo siento mi amor, no quería hacerte daño, pero sabes que cuando hacemos el amor me vuelves loco, no volverá a pasar. ¿Me perdonas?
Ella asintió, devolviéndole el beso, creyéndole. – ¿Me quieres?
-Por supuesto, más que a mi vida. –Se quedó satisfecha con esas palabras, el se tumbó a su lado y la abrazó, la observó dormir durante unos minutos, pensando en cómo se desharía de ella cuando todo acabara, cuando fuera Beckett la que ocupara ese espacio en su cama.
Continuará...
Gracias por leer y por comentar
Re: (¿+18?) La tormenta
Te perdono porque estan las dos vivas
Pero quien demonios son estos??????? es Josh seguraaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Gracias por seguir subiendo capis de esta apasionante historia
Besos
Pero quien demonios son estos??????? es Josh seguraaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
Gracias por seguir subiendo capis de esta apasionante historia
Besos
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