(¿+18?) La tormenta
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Re: (¿+18?) La tormenta
Me estás haciendo desconfiar de personas, de las que no quiero desconfiar ....
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 34 Linda y el pequeño Rick
Dos semanas después le dieron el alta a Beckett, aunque debía hacer mucho reposo, seguir con las curas y acudir al médico una vez a la semana. Estaba en una de las consultas cuando recibió una gran noticia.
-Bueno, la cicatriz está perfectamente y su pequeña también, así que puede volver a tener una rutina más o menos normal. Aunque con cuidado, no haga ejercicio físico, como mucho algún paseo de vez en cuando y tiene que seguir con las curas al menos una vez por semana.
-Entonces, ¿ya puedo salir de casa?
-Sí, pero tampoco se pase. –Ella asintió feliz.
-La veré la semana que viene, disfrute de su nueva libertad.
-Gracias doctor, hasta la semana que viene.
Beckett salió de la consulta con una sonrisa en la cara, mientras que se dirigía hacia el parking donde Lanie la esperaba, Castle no la había acompañado, tenía una reunión con Paula, se encontró con Josh.
-¡Kate!, no te veía desde la operación, ¿cómo estás?
-Bien, me alegro de verte. Por fin me han dado la condicional.
-Me alegro, aunque tómatelo con calma… -Ella asintió divertida. -… ¿y tú niña?
-Bien, está perfectamente, y ya hemos decidido el nombre.
-¿Se puede saber?
-Claro, la llamaremos Lucía.
-¡Vaya!, ¿y eso?
-Bueno Rick y yo hicimos un viaje a España y allí nos enteramos de que sería una niña, así que queríamos ponerle un nombre español, y luego la cirujana que me operó se llama Lucía y quiero llamar a la niña así. Rick está de acuerdo.
-Se lo diré a Lucía cuando la vea, le hará mucha ilusión.
-Bueno Josh tengo que irme, Rick me está esperando. Me alegro mucho de haberte visto y ver que estás bien.
-De acuerdo, por cierto ¿ya nunca le llamas Castle?
-Sólo cuando me enfado con él y tengo que reñirle. –Ambos se rieron. Le dio un beso en la mejilla y se marchó, Josh se quedó mirándola, suspiró, ella le veía bien, pero él la echaba de menos. –Debí haberte cuidado más Kate…
-¡Hola mi amor!, ¿qué tal está Beckett?
-Genial, ya puede salir de casa, aunque sea poco tiempo. He pensado en llevármela mañana al cine y a cenar al centro comercial, quiero enseñarle la tienda de bebés donde compramos el cochecito de los gemelos.
-¿Eso no será demasiado para ella?
-Estaremos sentadas la mayor parte del tiempo y si se cansa podemos volver temprano a casa. ¿Podrías quedarte con los niños?
-Por supuesto… Escucha, mi amor, aprovechando que vais a salir yo podría llamar a Ryan e ir a casa de Castle, ya sabes, a tomar unas cervezas y jugar un rato al póker.
-Por mí genial, pero ¿qué hacemos con los niños?
-Me los llevo, no te preocupes, se lo pasarán genial con su papi y con los titos Ryan y Castle ¿verdad? –Cogió a Michael haciéndole cosquillas, el pequeño empezó a reírse, mientras que Alonso reclamaba también la atención de papá.
-Nos hemos quedado sin pañales, bajo un momento a la tienda.
En cuanto Lanie salió por la puerta Esposito se apresuró a coger el móvil y llamar a Ryan.
-¿Ryan?, escucha las chicas van a salir mañana, tendremos unas tres horas más o menos para una despedida decente, yo me encargo de la chica tú lleva la bebida, y recuerda ni una palabra de esto a nuestras mujeres.
-Buenos días cariño.
-Buenos días Rick. –Le dio un beso alegremente, apasionado. Él respondió con la misma intensidad, hasta que ella se apartó.
-Kate… ¿le preguntaste al médico sobre el sexo?
-Pues… la verdad es que se me olvidó completamente, lo siento, pero me dijo que no hiciera ejercicio así que supongo que el sexo también está prohibido. –Castle asintió con la cabeza. -Voy a preparar el desayuno, tú ve a ducharte.
Una media hora después estaban los dos sentados junto a Martha, desayunando. La maleta de la mujer estaba junto a la puerta. La mujer estaba deseando salir de allí y dormir en una cama cómoda, el sofá le había destrozado la espalda, no podía dormir en las habitaciones superiores por que las estaban pintando.
-Dale un beso a Alexis madre y dile que siento no poder ir a verla.
-Lo haré, pero no te preocupes, sólo es un catarro, no tiene nada grave. Bueno queridos yo me voy, mi avión sale en hora y media.
-¿Seguro que no quieres que te acerque?
-No hace falta. –Le dio un beso a los dos y luego se marchó. Castle suspiró.
-Espero que Alexis esté bien de verdad.
-Tranquilo, no creo que le pase nada. ¿Al final van a venir hoy los chicos?
-Sí, les apetece una partida de póker y la verdad es que a mí también, hace mucho desde la última. Tú irás con Lanie, ¿no?
-Sí, iremos al cine y a cenar, además compraremos cosas para la niña, estoy deseando empezar a decorar su cuarto.
-Mañana empezaremos despejando la habitación, los chicos me ayudarán, y no, no puedes ayudar. Tendrás que conformarte con esperar hasta que esté todo despejado. –Beckett puso mala cara pero asintió.
-¿Cuándo compraremos los muebles?
-Podemos mirar la semana que viene, esta semana limpiaremos la habitación y la pintaremos. ¿Habíamos dicho que la pintaríamos de color lavanda verdad?
-Sí, con los muebles en blanco, espero que le guste. ¡Oh! –Beckett se llevó una mano a la tripa, con asombro.
-¿Qué ocurre?, ¿te duele?
-No… Rick, creo que me ha dado una patada. –Castle la miró sorprendido y luego gritó de alegría.
-¡Eso es genial Kate! –Puso la mano sobre la de Kate, deseando sentir a su pequeña. –Vamos Lucía cariño, hazlo por papá. ¡Vaya!, ¿has notado eso Kate?, ¡me reconoce! –Beckett se rio y asintió feliz.
El resto de la mañana Castle no se separó apenas de Beckett, tocando su barriga cada cinco minutos.
-¡Vamos Rick, ya vale!
-Lo siento, pero no puedo evitarlo, es genial Kate, nuestra hija empieza a moverse dentro de ti, ¿no te parece fantástico?
-Sí, pero ahora debe estar dormida así que para ya.
-Vale… ¡aguafiestas! –Ella se rio.
-Voy a darme una ducha, ¿puedes hacer tú la comida?
-¿Te apetece algo en especial?
-¿Lasaña?
-Marchando la Lasaña Castle, especialidad de la casa.
Unos minutos después Castle le gritó desde la cocina.
-Kate, ¿la quieres de carne o de verduras? –No obtuvo respuesta. Se acercó al baño y entró, abriendo la mampara de la ducha. Beckett dio un grito.
-¡Sal ahora mismo de aquí Castle!
-Pero, Kate…
-¡Qué te vayas! –Castle se apresuró a salir del baño, perplejo y a la vez indignado. Volvió a la cocina y empezó a cocinar, haciéndola de carne, pero sin poner mucha atención. Beckett salió de la ducha y se acercó a él.
-Rick… lo siento cariño, no quería gritarte, pero me has asustado.
Castle respiró hondo antes de darse la vuelta y encararla.
-¿Asustado?, soy yo Kate, ¡yo!, te he visto desnuda mil veces, ¿a qué ha venido eso?
-Lo siento… Rick yo…
-Vamos a dejarlo… ¿Te has tomado ya la pastilla?
-Sí… ¿quieres que te ayude con la lasaña?
-No hace falta, gracias, ¿por qué no vas a leer un rato?, te llamaré cuando esto esté terminado.
-De acuerdo… -Beckett se sentía realmente culpable por haberle gritado de esa manera.
-Pero… Kate, ¿por qué hiciste eso?, de verdad amiga a veces no te entiendo –Lanie y Beckett paseaban entre los vestiditos de bebé mientras que hablaban del incidente de esa mañana.
-Lo sé, no sabes lo culpable que me siento, pero me puse tan nerviosa Lanie, no estoy lista para que Castle me vea desnuda todavía, me siento fatal cada vez que me miro al espejo…
-Kate, es tu marido, y te quiere, tienes que perder esos miedos absurdos, o al menos explicárselos, el pobre se tiene que estar sintiendo como un imbécil pensando que ha hecho algo malo.
-Lo sé… hoy hablaré con él.
-¿Y te desnudarás para él? –Beckett la miró con fastidio.
-¡Lanie!
-¿Qué?, cuánto antes lo hagas mejor, es un hombre Kate, y por mucho que te quiera si no le das algo para consolarse mientras que espera hasta que te den el alta sexual acabará buscando otros sitios donde buscarlo.
-Rick nunca me pondría los cuernos.
-Lo sé, pero las revistas y los videos porno no son cuernos, ¿no?
-¿Te gusta este vestidito? –No quería seguir con esa conversación.
-Muy mono…
Las dos estuvieron un buen rato en la tienda. Beckett compró varios vestidos y un gorrito, la niña nacería por marzo y tenía que comprarle ropa de abrigo. Lanie por su parte compró nuevos zapatos para los pequeños y algunos baberos. Después fueron al cine, iban a ir a cenar pero Beckett estaba agotada, necesitaba descansar.
-Creo que ha sido demasiado por hoy. Vamos te llevo a casa.
Beckett paró delante de la puerta, mirando la llave como si fuera un objeto muy interesante.
-¿Kate?, ¿abres o no?
-Lanie, ¿de verdad crees que Castle me sustituiría por unas pelis porno o unas revistas?
-Claro que no, venga abre ya.
Abrió la puerta pero lo que vieron hizo que ambas tirasen las compras al suelo. Castle se encontraba en el sofá, si camisa, con una chica joven de grandes encantos completamente desnuda, meneando el trasero delante de su cara, mientras que Esposito y Ryan se reían.
-Venga Castle, enséñale a esta chica que la edad da experiencia.
-Eso Castle, aprovéchate de nuestro regal… -Se apresuró a callarse, mirando hacia la puerta, dándole una palmada en el hombro a Esposito. Este miró a su vez y se quedó con la boca abierta.
-No, creo que no tienes que preocuparte por revista y pelis, a este le va más las sesiones en directo. –Lanie miraba a su amiga, que parecía a punto de matar a alguien.
Castle miró hacia donde ellos lo hacían y tragó saliva, definitivamente esa noche no iba a olvidarla jamás…
-Kate, mi amor, esto no es lo qué…
-¡Cómo acabes esa frase te la corto!
Ryan susurró a Esposito. –Seguro que no se refiere a la frase.
-¡Calla! –Sonrió a Lanie que le miraba con furia. –Lanie cariño, ¿qué tal la tarde de chicas?
-Genial, ¡si llegamos a saberlo la invitamos a ella también!
Beckett seguía fulminando con la mirada a Castle, quien no sabía que decirle. La stripper por su parte empezó a vestirse, sin mostrar el menor síntoma de arrepentimiento.
-Bueno, ¿me pagáis o no?
-Sí, sí, aquí tienes, gracias Linda.
-Ha sido un placer. –Se dirigió a Castle. –Si quieres que te acabe el número ven a visitarme al club. –Luego fue hacia la puerta y sonrió maliciosa mirando a la inspectora, que se estaba esforzando realmente por no matarla con sus propias manos.-No te enfades amiga, sólo quería darle una alegría a tu chico.
Beckett respiró lentamente, contando mentalmente hasta cinco antes de hablar. –Las alegrías se las daré yo, ¿me oyes?, no vuelvas a acercarte a esta casa.
Linda la miró con desdén y luego se marchó.
-Bueno, yo me voy, Jenny me espera en casa.
Beckett se hizo a un lado, dejándole salir.Esposito miró a su novia. –Cariño…
-¿Dónde están los niños?
-En el estudio, durmiendo como dos angelitos. Te aseguro que no han visto nada de esto.
-¡Sólo faltaba eso!
-Venga cielo no te enfades.
-No me enfado, pero espero que te hayas guardado el número de Linda, por qué lo que es a estas dos… -Se señaló a sus chicas. -… no las vas a ver en tres meses.
-Pero Lanie…
-¡Tres meses he dicho!, voy a por los niños.
Antes de marcharse miró a Beckett y murmuró:
-Enfádate con él, pero que esto no te afecte Kate, Castle sigue sintiendo lo mismo por ti, estoy segura de eso.
Beckett asintió, le dio un beso como despedida y luego miró a Castle que seguía plantado en el sofá, sin atreverse a enfrentarse a ella.
-¿No vas a decir nada?
-Kate… fue idea de los chicos, te lo juro, yo no he tenido nada que ver. Cómo no tuve despedida de soltero, ellos pensaron que… bueno ya sabes…, te juro que yo no lo sabía.
-¿Y tampoco sabías que tenías a una puta meneando el culo delante de ti?
-Kate… era una stripper, las despedidas son así, pero te juro que no he sentido nada…
-Pues tu amiguito no dice lo mismo. –Castle miró hacia abajo, maldiciendo por lo bajo.
-Venga Kate, esto es un acto reflejo, a mí la única que me gustas eres tú, sabes que nunca te engañaría, te quiero. –Se acercó a ella, y la obligó a mirarle. –Perdóname.
-Limpia todo esto, me voy a dormir. –Se dirigió al cuarto.
-Entonces, ¿me perdonas o no?
Ella se giró y sonrió. -¿Sabes?, he hablado con el médico y me ha dicho que en dos semanas podría hacerle una visita al pequeño Rick, pero creo que los tres meses de Lanie me llaman mucho la atención.
-¡Kate!, no puedes hacerme esto.
-Si puedo, y más te vale que te conformes con tu mano y una revista para posibles urgencias, porque si esa chica vuelve a entrar en esta casa el pequeño Rick recibirá un disparo y morirá lentamente.
Castle tragó saliva, pensando solo en la idea.
-Buenas noches Rick.
-Buenas noches cariño, enseguida voy, cuando acabe todo esto.
Beckett le miró y luego miró el sofá, Castle entendió a la primera.
-Kate, ese sofá es horrible, y las habitaciones de arriba están recien pintadas...
-Por cada palabra que digas añadiremos un día más de condena para el pequeño Rick.
Lo miró fijamente, esperando a ver si se atrevía a responder, sonrió satisfecha. -Buenas noches mi amor.
Continuará...
Dos semanas después le dieron el alta a Beckett, aunque debía hacer mucho reposo, seguir con las curas y acudir al médico una vez a la semana. Estaba en una de las consultas cuando recibió una gran noticia.
-Bueno, la cicatriz está perfectamente y su pequeña también, así que puede volver a tener una rutina más o menos normal. Aunque con cuidado, no haga ejercicio físico, como mucho algún paseo de vez en cuando y tiene que seguir con las curas al menos una vez por semana.
-Entonces, ¿ya puedo salir de casa?
-Sí, pero tampoco se pase. –Ella asintió feliz.
-La veré la semana que viene, disfrute de su nueva libertad.
-Gracias doctor, hasta la semana que viene.
Beckett salió de la consulta con una sonrisa en la cara, mientras que se dirigía hacia el parking donde Lanie la esperaba, Castle no la había acompañado, tenía una reunión con Paula, se encontró con Josh.
-¡Kate!, no te veía desde la operación, ¿cómo estás?
-Bien, me alegro de verte. Por fin me han dado la condicional.
-Me alegro, aunque tómatelo con calma… -Ella asintió divertida. -… ¿y tú niña?
-Bien, está perfectamente, y ya hemos decidido el nombre.
-¿Se puede saber?
-Claro, la llamaremos Lucía.
-¡Vaya!, ¿y eso?
-Bueno Rick y yo hicimos un viaje a España y allí nos enteramos de que sería una niña, así que queríamos ponerle un nombre español, y luego la cirujana que me operó se llama Lucía y quiero llamar a la niña así. Rick está de acuerdo.
-Se lo diré a Lucía cuando la vea, le hará mucha ilusión.
-Bueno Josh tengo que irme, Rick me está esperando. Me alegro mucho de haberte visto y ver que estás bien.
-De acuerdo, por cierto ¿ya nunca le llamas Castle?
-Sólo cuando me enfado con él y tengo que reñirle. –Ambos se rieron. Le dio un beso en la mejilla y se marchó, Josh se quedó mirándola, suspiró, ella le veía bien, pero él la echaba de menos. –Debí haberte cuidado más Kate…
-¡Hola mi amor!, ¿qué tal está Beckett?
-Genial, ya puede salir de casa, aunque sea poco tiempo. He pensado en llevármela mañana al cine y a cenar al centro comercial, quiero enseñarle la tienda de bebés donde compramos el cochecito de los gemelos.
-¿Eso no será demasiado para ella?
-Estaremos sentadas la mayor parte del tiempo y si se cansa podemos volver temprano a casa. ¿Podrías quedarte con los niños?
-Por supuesto… Escucha, mi amor, aprovechando que vais a salir yo podría llamar a Ryan e ir a casa de Castle, ya sabes, a tomar unas cervezas y jugar un rato al póker.
-Por mí genial, pero ¿qué hacemos con los niños?
-Me los llevo, no te preocupes, se lo pasarán genial con su papi y con los titos Ryan y Castle ¿verdad? –Cogió a Michael haciéndole cosquillas, el pequeño empezó a reírse, mientras que Alonso reclamaba también la atención de papá.
-Nos hemos quedado sin pañales, bajo un momento a la tienda.
En cuanto Lanie salió por la puerta Esposito se apresuró a coger el móvil y llamar a Ryan.
-¿Ryan?, escucha las chicas van a salir mañana, tendremos unas tres horas más o menos para una despedida decente, yo me encargo de la chica tú lleva la bebida, y recuerda ni una palabra de esto a nuestras mujeres.
-Buenos días cariño.
-Buenos días Rick. –Le dio un beso alegremente, apasionado. Él respondió con la misma intensidad, hasta que ella se apartó.
-Kate… ¿le preguntaste al médico sobre el sexo?
-Pues… la verdad es que se me olvidó completamente, lo siento, pero me dijo que no hiciera ejercicio así que supongo que el sexo también está prohibido. –Castle asintió con la cabeza. -Voy a preparar el desayuno, tú ve a ducharte.
Una media hora después estaban los dos sentados junto a Martha, desayunando. La maleta de la mujer estaba junto a la puerta. La mujer estaba deseando salir de allí y dormir en una cama cómoda, el sofá le había destrozado la espalda, no podía dormir en las habitaciones superiores por que las estaban pintando.
-Dale un beso a Alexis madre y dile que siento no poder ir a verla.
-Lo haré, pero no te preocupes, sólo es un catarro, no tiene nada grave. Bueno queridos yo me voy, mi avión sale en hora y media.
-¿Seguro que no quieres que te acerque?
-No hace falta. –Le dio un beso a los dos y luego se marchó. Castle suspiró.
-Espero que Alexis esté bien de verdad.
-Tranquilo, no creo que le pase nada. ¿Al final van a venir hoy los chicos?
-Sí, les apetece una partida de póker y la verdad es que a mí también, hace mucho desde la última. Tú irás con Lanie, ¿no?
-Sí, iremos al cine y a cenar, además compraremos cosas para la niña, estoy deseando empezar a decorar su cuarto.
-Mañana empezaremos despejando la habitación, los chicos me ayudarán, y no, no puedes ayudar. Tendrás que conformarte con esperar hasta que esté todo despejado. –Beckett puso mala cara pero asintió.
-¿Cuándo compraremos los muebles?
-Podemos mirar la semana que viene, esta semana limpiaremos la habitación y la pintaremos. ¿Habíamos dicho que la pintaríamos de color lavanda verdad?
-Sí, con los muebles en blanco, espero que le guste. ¡Oh! –Beckett se llevó una mano a la tripa, con asombro.
-¿Qué ocurre?, ¿te duele?
-No… Rick, creo que me ha dado una patada. –Castle la miró sorprendido y luego gritó de alegría.
-¡Eso es genial Kate! –Puso la mano sobre la de Kate, deseando sentir a su pequeña. –Vamos Lucía cariño, hazlo por papá. ¡Vaya!, ¿has notado eso Kate?, ¡me reconoce! –Beckett se rio y asintió feliz.
El resto de la mañana Castle no se separó apenas de Beckett, tocando su barriga cada cinco minutos.
-¡Vamos Rick, ya vale!
-Lo siento, pero no puedo evitarlo, es genial Kate, nuestra hija empieza a moverse dentro de ti, ¿no te parece fantástico?
-Sí, pero ahora debe estar dormida así que para ya.
-Vale… ¡aguafiestas! –Ella se rio.
-Voy a darme una ducha, ¿puedes hacer tú la comida?
-¿Te apetece algo en especial?
-¿Lasaña?
-Marchando la Lasaña Castle, especialidad de la casa.
Unos minutos después Castle le gritó desde la cocina.
-Kate, ¿la quieres de carne o de verduras? –No obtuvo respuesta. Se acercó al baño y entró, abriendo la mampara de la ducha. Beckett dio un grito.
-¡Sal ahora mismo de aquí Castle!
-Pero, Kate…
-¡Qué te vayas! –Castle se apresuró a salir del baño, perplejo y a la vez indignado. Volvió a la cocina y empezó a cocinar, haciéndola de carne, pero sin poner mucha atención. Beckett salió de la ducha y se acercó a él.
-Rick… lo siento cariño, no quería gritarte, pero me has asustado.
Castle respiró hondo antes de darse la vuelta y encararla.
-¿Asustado?, soy yo Kate, ¡yo!, te he visto desnuda mil veces, ¿a qué ha venido eso?
-Lo siento… Rick yo…
-Vamos a dejarlo… ¿Te has tomado ya la pastilla?
-Sí… ¿quieres que te ayude con la lasaña?
-No hace falta, gracias, ¿por qué no vas a leer un rato?, te llamaré cuando esto esté terminado.
-De acuerdo… -Beckett se sentía realmente culpable por haberle gritado de esa manera.
-Pero… Kate, ¿por qué hiciste eso?, de verdad amiga a veces no te entiendo –Lanie y Beckett paseaban entre los vestiditos de bebé mientras que hablaban del incidente de esa mañana.
-Lo sé, no sabes lo culpable que me siento, pero me puse tan nerviosa Lanie, no estoy lista para que Castle me vea desnuda todavía, me siento fatal cada vez que me miro al espejo…
-Kate, es tu marido, y te quiere, tienes que perder esos miedos absurdos, o al menos explicárselos, el pobre se tiene que estar sintiendo como un imbécil pensando que ha hecho algo malo.
-Lo sé… hoy hablaré con él.
-¿Y te desnudarás para él? –Beckett la miró con fastidio.
-¡Lanie!
-¿Qué?, cuánto antes lo hagas mejor, es un hombre Kate, y por mucho que te quiera si no le das algo para consolarse mientras que espera hasta que te den el alta sexual acabará buscando otros sitios donde buscarlo.
-Rick nunca me pondría los cuernos.
-Lo sé, pero las revistas y los videos porno no son cuernos, ¿no?
-¿Te gusta este vestidito? –No quería seguir con esa conversación.
-Muy mono…
Las dos estuvieron un buen rato en la tienda. Beckett compró varios vestidos y un gorrito, la niña nacería por marzo y tenía que comprarle ropa de abrigo. Lanie por su parte compró nuevos zapatos para los pequeños y algunos baberos. Después fueron al cine, iban a ir a cenar pero Beckett estaba agotada, necesitaba descansar.
-Creo que ha sido demasiado por hoy. Vamos te llevo a casa.
Beckett paró delante de la puerta, mirando la llave como si fuera un objeto muy interesante.
-¿Kate?, ¿abres o no?
-Lanie, ¿de verdad crees que Castle me sustituiría por unas pelis porno o unas revistas?
-Claro que no, venga abre ya.
Abrió la puerta pero lo que vieron hizo que ambas tirasen las compras al suelo. Castle se encontraba en el sofá, si camisa, con una chica joven de grandes encantos completamente desnuda, meneando el trasero delante de su cara, mientras que Esposito y Ryan se reían.
-Venga Castle, enséñale a esta chica que la edad da experiencia.
-Eso Castle, aprovéchate de nuestro regal… -Se apresuró a callarse, mirando hacia la puerta, dándole una palmada en el hombro a Esposito. Este miró a su vez y se quedó con la boca abierta.
-No, creo que no tienes que preocuparte por revista y pelis, a este le va más las sesiones en directo. –Lanie miraba a su amiga, que parecía a punto de matar a alguien.
Castle miró hacia donde ellos lo hacían y tragó saliva, definitivamente esa noche no iba a olvidarla jamás…
-Kate, mi amor, esto no es lo qué…
-¡Cómo acabes esa frase te la corto!
Ryan susurró a Esposito. –Seguro que no se refiere a la frase.
-¡Calla! –Sonrió a Lanie que le miraba con furia. –Lanie cariño, ¿qué tal la tarde de chicas?
-Genial, ¡si llegamos a saberlo la invitamos a ella también!
Beckett seguía fulminando con la mirada a Castle, quien no sabía que decirle. La stripper por su parte empezó a vestirse, sin mostrar el menor síntoma de arrepentimiento.
-Bueno, ¿me pagáis o no?
-Sí, sí, aquí tienes, gracias Linda.
-Ha sido un placer. –Se dirigió a Castle. –Si quieres que te acabe el número ven a visitarme al club. –Luego fue hacia la puerta y sonrió maliciosa mirando a la inspectora, que se estaba esforzando realmente por no matarla con sus propias manos.-No te enfades amiga, sólo quería darle una alegría a tu chico.
Beckett respiró lentamente, contando mentalmente hasta cinco antes de hablar. –Las alegrías se las daré yo, ¿me oyes?, no vuelvas a acercarte a esta casa.
Linda la miró con desdén y luego se marchó.
-Bueno, yo me voy, Jenny me espera en casa.
Beckett se hizo a un lado, dejándole salir.Esposito miró a su novia. –Cariño…
-¿Dónde están los niños?
-En el estudio, durmiendo como dos angelitos. Te aseguro que no han visto nada de esto.
-¡Sólo faltaba eso!
-Venga cielo no te enfades.
-No me enfado, pero espero que te hayas guardado el número de Linda, por qué lo que es a estas dos… -Se señaló a sus chicas. -… no las vas a ver en tres meses.
-Pero Lanie…
-¡Tres meses he dicho!, voy a por los niños.
Antes de marcharse miró a Beckett y murmuró:
-Enfádate con él, pero que esto no te afecte Kate, Castle sigue sintiendo lo mismo por ti, estoy segura de eso.
Beckett asintió, le dio un beso como despedida y luego miró a Castle que seguía plantado en el sofá, sin atreverse a enfrentarse a ella.
-¿No vas a decir nada?
-Kate… fue idea de los chicos, te lo juro, yo no he tenido nada que ver. Cómo no tuve despedida de soltero, ellos pensaron que… bueno ya sabes…, te juro que yo no lo sabía.
-¿Y tampoco sabías que tenías a una puta meneando el culo delante de ti?
-Kate… era una stripper, las despedidas son así, pero te juro que no he sentido nada…
-Pues tu amiguito no dice lo mismo. –Castle miró hacia abajo, maldiciendo por lo bajo.
-Venga Kate, esto es un acto reflejo, a mí la única que me gustas eres tú, sabes que nunca te engañaría, te quiero. –Se acercó a ella, y la obligó a mirarle. –Perdóname.
-Limpia todo esto, me voy a dormir. –Se dirigió al cuarto.
-Entonces, ¿me perdonas o no?
Ella se giró y sonrió. -¿Sabes?, he hablado con el médico y me ha dicho que en dos semanas podría hacerle una visita al pequeño Rick, pero creo que los tres meses de Lanie me llaman mucho la atención.
-¡Kate!, no puedes hacerme esto.
-Si puedo, y más te vale que te conformes con tu mano y una revista para posibles urgencias, porque si esa chica vuelve a entrar en esta casa el pequeño Rick recibirá un disparo y morirá lentamente.
Castle tragó saliva, pensando solo en la idea.
-Buenas noches Rick.
-Buenas noches cariño, enseguida voy, cuando acabe todo esto.
Beckett le miró y luego miró el sofá, Castle entendió a la primera.
-Kate, ese sofá es horrible, y las habitaciones de arriba están recien pintadas...
-Por cada palabra que digas añadiremos un día más de condena para el pequeño Rick.
Lo miró fijamente, esperando a ver si se atrevía a responder, sonrió satisfecha. -Buenas noches mi amor.
Continuará...
Gracias por leer
Re: (¿+18?) La tormenta
Jajajaja tres mesesss
muere....
Comome divirtio este capitulo
Gracias por subirlooo pero solucionalo pronto, gente mala los rodea...
muere....
Comome divirtio este capitulo
Gracias por subirlooo pero solucionalo pronto, gente mala los rodea...
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
3 meses ya para ese entonces el pequeño ricky habra muerto
.:DaNu:.- Policia de homicidios
- Mensajes : 704
Fecha de inscripción : 13/08/2011
Edad : 25
Localización : Perú
Re: (¿+18?) La tormenta
jajaja ¡3 MESES!.... cuando se cumplan los tres meses habrá llegado Lucía.. ¡y habrá que sumarle LA CUARENTENA (post parto) para ese entonces el pequeño Ricky estará muerto y enterrado ¿aguantará Kate taanto tiempo? o sus hormonas ganaran... mmmm
mary angel 02- Escritor novato
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 25/03/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Comento por primera vez este fic porque de todos los capítulos, este es el que mas me ha gustado: Madre mía, madre mía ........ Si es que Castle no podía ser más tonto (porque no se entrena claro ) y ahora la otra le va a dejar a pan y agua durante.......¡¡3 MESES!!, ya veremos haber quien aguanta mas, si Espósito o Castle jejeje. Pero a quien se le ocurre montar tal despedida de soltero en CASA??!! Imagínate que se despiertan los fríos....a ver que explicaciones les dabas.....
007Castle- As del póker
- Mensajes : 319
Fecha de inscripción : 17/12/2011
Edad : 30
Localización : Madrid
Re: (¿+18?) La tormenta
Muy buen capi, el final es divertido...pero me da que ellas no serán capaces de aguantar tanto tiempo sin sus chicos!! jajaja
BrujaAle- Escritor - Policia
- Mensajes : 1361
Fecha de inscripción : 08/07/2011
Edad : 41
Localización : En el Sur
Re: (¿+18?) La tormenta
Menos mal que me he leido el accidente, la operacion y la recuperación del tirón, porque sino me da algo con tanto sufrimiento.
Eso sí lo de los tres meses, es genial, porque todos sabemos que tanto Lanie como Kate mienten cual bellacas. Pero eso sí, un poquito de sufrimiento es magnífico. (La reconciliación será genial
Epero más. Gracias
Eso sí lo de los tres meses, es genial, porque todos sabemos que tanto Lanie como Kate mienten cual bellacas. Pero eso sí, un poquito de sufrimiento es magnífico. (La reconciliación será genial
Epero más. Gracias
fandecastle- Ayudante de policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
hahahahaha que gracioso xD pero tambien Castle podria haber tenido mas cuidado...
KBCAlways- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
maria, haz q la tortura de esos 2 sea mas cruel como moriria de risa hahahahhaha! si tan solo kate y lanie se vistieran de lo mas ''provocativas'' pero en los dias de castigo... como moririan castle y esposito
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
como no me gusta decir mentiras estoy obligada a decirte la verdad y la verdad es que....ME ENCANTA Y ME HE REIDO MUCHISIMOO
anaforo- Escritor - Policia
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Localización : Murcia. Y en una de las 20 manzanas que hay entre la casa Rick y la de Kate :)
Re: (¿+18?) La tormenta
Antes que nada muchas gracias por los comentarios, nunca había recibido tantos. Este capítulo tiene su parte cómica y su parte del misterio. COMO SIEMPRE, MIL GRACIAS POR LEER
Capítulo 35 Castigados
(Dos semanas después)
Castle y Beckett estaban en la habitación de la niña, colocando las cortinas. Bueno, en realidad el trabajo lo hacía él, ella se limitaba a mirar sentada en un sillón, hasta que sonó su móvil.
-¿Lanie?, espera que vaya al piso de abajo. –En cuanto se aseguró de que Castle no las podía escuchar volvió a hablar. -¿Qué tal amiga?
-Genial, aquí tirada en la cama que acabo de torturar a Javi un ratito.
-¿Qué has hecho esta vez? –Beckett sonrió, su amiga no había parado de torturar a Esposito desde la despedida.
-Pues comprarme un conjunto de lencería de infarto y pasearme por toda la casa. Si vieras como se le iban los ojos.
-¡Lanie!, eres demasiado cruel.
-¡Qué va! Lo de ayer fue peor.
-¡Sorpréndeme!
-Bueno, cuando acosté a los niños, apagué la televisión, puse música y le hice un striptease.
-¿Entonces ya has abandonado?, ¡qué débil eres!
-¡Qué no!, cuando ya estaba desnuda y Javier a punto de echarse sobre mí, me senté sobre él, le di un par de besos y le dije: “el resto del espectáculo lo tendrás dentro de dos meses y dos semanas”.
-¿Me hablas en serio?, Lanie ¡Esposito tiene que tener un límite!
-Bueno, mientras no sabes el ahorro de agua caliente que está haciendo.
Beckett se rio, su amiga era increíble.
-¿Y tú qué?, ya te han dado el alta completo ¿no?, ¿qué tal lo lleva Castle?
-Bueno, digamos que intenta sobornarme.
-¿Sobornarte?
-Sí, en las últimas dos semanas me ha llevado a cenar cuatro veces, me ha regalado siete ramos de rosas, me ha comprado un perfume carísimo y unos pendientes preciosos y me ha regalado también una sesión en un spa. Ah, y cada vez que hay que hacer algo en el cuarto de la niña me dice “tranquila cielo, yo me encargo”. ¡Esto del chantaje sexual es un invento genial!
-En estos momentos te envidio profundamente, mira que quedarme con el poli y no con el rico escritor… Por cierto, ¿yo soy la mala?, por qué tú te aprovechas de él…
-Yo no le torturo, por ahora…
-Bueno te dejo, Javi acaba de llegar de la tienda y tengo que idear un nuevo método de tortura. Un beso amiga.
-¡Hasta luego!
Subió la escalera riéndose, divertida, cuando entró en la habitación lo vio en el suelo gimiendo de dolor. Se acercó preocupada.
-¿Qué te ha pasado?
-Me he caído de la escalera…
-¿Te has hecho daño?
-No mucho, aunque me duele el hombro. –Beckett le ayudo a levantarse y le llevó hasta el sillón.
-Quítate la camisa, déjame ver.
-¿En serio? –Parecía un niño con un juguete nuevo en Navidad.
-El hombro Castle, quiero ver el hombro. –Aguantó una sonrisa, le gustaba verlo tan desesperado, se sentía poderosa.
Castle puso cara de niño enfadado y se quitó la camisa, dejando que le palpara.
-No parece nada grave, pero te saldrá un cardenal, ¿tenemos crema en el botiquín?
-Sí, voy a por ella.
-No digas tonterías, ya voy yo. –Fue a por la crema y volvió a agacharse junto a él, masajeando suavemente sobre su hombro. Castle trató de pensar en otra cosa, llevaba un mes a pan y agua y aquello era demasiado.
-Esto ya está, ¿mejor?
-Sí…, mucho… ¿te importa hacer la cena?, yo creo que voy a darme una ducha…Bien fría. –Esto último lo dijo para sí mismo. Ella asintió.
Un rato más tarde estaban ambos cenando. Castle no paraba de mirarla de reojo, aunque ella intentaba ignorarlo. Suspirando decidió cambiar de táctica, cogió el plato y lo llevó a la cocina, gimiendo y tocándose el hombro cuando volvió junto a ella.
-¿Te duele?
-Sí…, no sé si mañana voy a poder montar la cuna…
-No te preocupes, lo dejaremos para más adelante, aún hay tiempo.
Él asintió. –Voy a acostarme...
Beckett se acostó a su lado, con un libro. Él volvió a mirarla con intención, suspiró.
-Rick, me estás poniendo nerviosa, qué quieres…
-Nada… bueno en realidad quería hablar contigo sobre una cosa… -Hablaba cuidando las palabras, la vida del pequeño Rick estaba en juego.
-Dime. –Ella se imaginaba lo que le iba pedir, y quería divertirse un poco.
-Bueno, he estado pensando que nosotros ya llevamos un mes de castigo...
-Aprende a contar Rick, solo han sido dos semanas.
-Pero si le sumamos las dos semanas desde la operación…, es un mes.
-Incluso aunque lo tenga en cuenta, aún quedan dos meses.
-Pero para entonces tu ya estarás de siete meses y bueno… va a ser difícil hacer nada…
-¿A dónde quieres llegar?
-Pues… he pensado que podríamos dejar los dos meses de castigo para cuando tú estés de siete meses, y serían tres si incluimos la cuarentena después del parto.
-Castle… -El tono de Beckett indicó a Castle que debía cuidar sus próximas palabras.
-Es solo que… no hace falta que tu estés castigada ¿no?, si dejamos el trimestre sin sexo para entonces a ti te dará igual y yo cumpliré mi castigo.
-Pero si sigo con el plan original estarás castigado hasta después de la cuarentena con lo que me aseguraré de que aprendas la lección.
-Pero… -Puso cara de niño bueno, eso solía funcionarle.-… ya la he aprendido Kate.
La miró durante unos segundos ahora intentando seducirla, se acercó a ella susurrando sobre su oído. –Vamos cariño, sabes que el pequeño Rick solo se anima contigo, además te echa mucho de menos…
Ella intentó pensar en otra cosa, pero le estaba siendo muy difícil, además sus hormonas la traicionaban y hubiera caído en la tentación sino hubiera sonado el móvil de Castle en ese momento. Ella se apresuró a levantarse de la cama.
-Voy a lavarme los dientes.
-Pero ¡Kate! –Cogió con odio el móvil. -¿Quién diablos es?
-Hola a ti también papá. –la voz indignada de Alexis hizo que se calmara.
-Ah, hola cielo, perdona, ¿qué tal estás?
Habló con su hija durante unos minutos.
-Entonces, ¿ya es seguro?, ¿la abuela se va a comprar un piso?
-Sí, está aquí cerca a unos diez minutos andando, pero estará en su casa, así todos tendremos intimidad.
-Ya… ¿cómo están Kate y la niña?
-Las dos están bien, bueno cielo, y ¿qué tal con ese chico?
-Se ha echado novia…
-Vaya lo siento cielo.
-No importa, ahora hay un alumno nuevo en clase, es italiano y me encanta.
-¿Cómo?
-Te tengo que dejar papá, un beso, adiós.
-Adi… -Alexis ya había colgado, Castle suspiró, iba dejar el teléfono en la mesita de noche pero volvió a sonar. Era Esposito.
-Castle.
-Castle soy Esposito, escucha reúnete conmigo mañana en la cafetería que está al lado de la comisaría, a las diez. Van a darme información nueva sobre el accidente.
-De acuerdo, nos vemos allí, y recuerda ni una palabra de esto a Lanie ni a Kate.
-Descuida.
-¿Quién era?- Beckett había vuelto a la habitación justo cuando él había colgado, se apresuró a cambiar la cara, no quería decirle nada.
-Alexis. Te manda un beso. ¿Sabes tú algo de un italiano?
-No mucho, solo que es guapo y con los ojos azules.
-¡Para eso ya me tiene a mí!
-Vamos Rick, Alexis ya no es una niña, es normal que quiera salir con chicos.
-Al menos aquí sabía lo que hacía, a saber lo que hace allí…
-Por ahora nada.
-¿Por ahora?
-Es adulta Rick, quieras o no algún día se enamorará de verdad y se acostará con su novio. ¡Asúmelo!
Castle se tapó los oídos. –No digas nada más.
Beckett sonrió y se acarició la tripa. –Tranquila Lucía, cuando seas mayor yo protegeré a tus novios de papá.
Se acostó en la cama y murmuró: -Buenas noches mi amor.
-Pero… estábamos hablando.
-Inténtalo mañana otra vez.
Lanie estaba sentada en el sofá haciéndole cosquillas a Alonso.
-Ahora este pequeñín se tiene que dormir, qué mamá tiene que fastidiar a papá.
El niño se rio.
-Sí, a papá, para que aprenda que las únicas a las que puede mirar son las de mamá.
Dejó al pequeño en la cuna junto con su hermano. Se quedó un rato mirándolos dormir, sonriendo. –Qué pena que luego crezcan y se conviertan en hombres como Javier… -En ese momento sonó la puerta. Sonrió. –Niños, empieza la operación “torturar a papá”
-¡Hola cariño!
-¡Hola mi amor! ¿Qué tal?
-Genial…
-Me alegro… sabes… he hablado con Beckett…
-¿Sobre algo en especial?
-Bueno Castle no se rinde y le ha comprado unos pendientes preciosos, qué lástima que tú no tengas tantas ganas de sexo…-Lo dejo plantado en el salón, hablando solo.
¿Qué no tengo ganas?, ¡qué no tengo ganas!, ¡pero si hace dos semanas que no me ducho con agua caliente!, espera joyas… así qué Lanie quiere joyas…
-Cariño, ¿puedes hacerme un favor?
-¡Claro!
Se dirigió hacia el cuarto donde Lanie lo esperaba desnuda.
Piensa en otra cosa, vamos, tu madre, la madre de Lanie, dios ¡Lanie!, y esas chicas, me están llamando a gritos…
-¿En qué... puedo... ayudarte?
-Me he comprado unos tangas nuevos pero no se cual me queda mejor, ¿me ayudas a decidirme?
Dile que no, esto ya es tortura y es ilegal, ¡dile que no!
-Claro…
Lanie sonrió y se puso uno de color rojo pasión, diminuto. Esposito sintió una gran presión en los pantalones. -¿Te gusta?
-No… me convence…
-Me probaré otro.
Se puso otro, de color lila aún más pequeño que el anterior. –Y ¿este?
Te lo arrancaría a mordiscos…
-No sé…
-También tenemos este. -El último fue ya demasiado cruel, era negro, pero con transparencias por delante.
-Yo… si no te importa me voy a duchar…
-Bueno, pero todavía me tienes que ayudar a elegir el corsé.
-¿Corsé?, ahora sí que necesito una ducha.
-El agua caliente se ha estropeado.
-¡Ya la caliento yo!
Lanie sonrió mientras que lo oía abrir el grifo de la ducha. Se dirigió hacia la habitación de los pequeños.
–Mamá mañana tendrá unos pendientes nuevos, por cortesía de Javier Esposito.
Castle estaba sentado dándoles vueltas a su café. Esposito llegaba media hora tarde. Iba a pedir la cuenta cuando lo vio aparecer.
-¡Ya era hora!
-Lo siento, Gates no me dejaba salir, además no sabes la noche que he pasado, dile a Beckett que no le más ideas a Lanie.
-Se lo diré, aunque no se dé que me hablas. ¿Tienes la información?
-Mi amigo la traerá enseguida.
Un hombre rubio se acercó a ellos y se sentó, sin saludar siquiera empezó a hablar.
-No había cámaras en el lugar del accidente pero las huellas de los neumáticos indican que dos coches participaron en el accidente. Uno se puso delante del Beckett de golpe, haciendo que Beckett tuviera que frenar. Es muy posible que el accidente fuera provocado Rick.
Castle lo miró horrorizado. -¿Quién querría hacer algo así?
-¿No se te ocurre nadie?
-Los únicos que se me ocurre son los que mandaron matar a su madre, pero ese no es su modus operandi…
-No estaba pensando en ellos, sino en Thomas Wilson.
-¿Qué?, pero, ¡está en la cárcel!
-Pero eso no quiere decir que no pueda ponerse en contacto con el exterior.
-Estaba aislado.
-Ya no.
-¿Por qué?
-No lo sé Castle, pero escucha, tienes que estar pendiente de Beckett. Yo iré a la cárcel y hablaré con ese tío, pero tú no la dejes sola.
-Esposito esto no tiene sentido, ese cabrón iba a por mí, no quería hacerle daño a ella.
-Puede que no quisiera hacerle daño a Beckett, sino al bebé…
Castle sintió como le temblaban las piernas, la niña…
-Me voy a casa, avisadme con cualquier cosa.
-Lo haré y tío, ten cuidado.
Cogió aire lentamente y entró. Estaba sentada en el sofá, leyendo una revista sobre partos. Se acercó a ella y atrayéndola por la nuca la besó profundamente. Beckett se quedó sin habla.
-Te quiero Kate.
-Rick… ¿ocurre algo?
-No, solo quería que lo supieras. –La besó en la frente y se dirigió al estudio. Beckett le miró extrañada, quizás estaba siendo muy cruel con él y el celibato obligatorio…
Esposito suspiró, había ido a la cárcel pero le había quedado muy claro que no había sido Wilson, ni siquiera sabía que estaba embarazada. “Mi trabajo ya está terminado, no tengo la menor intención de hacerle daño a la inspectora y no sabía que iba a tener un bebé”. Llamó a Castle y se lo contó, dejándolo más preocupado.
-Castle cálmate, relájate, quizás nos estemos precipitando y sólo haya sido un accidente. Intenta calmarte ¿de acuerdo?
-Está bien, muchas gracias por todo Esposito, buenas noches.
-De nada, te llamaré si encuentro algo nuevo.
Fue hacia el cuarto donde Lanie estaba tumbada en la cama, con un precioso y sensual camisón, muy corto. Esposito suspiró…
-Cariño, mira que pendientes te he comprado…
Continuará...
Capítulo 35 Castigados
(Dos semanas después)
Castle y Beckett estaban en la habitación de la niña, colocando las cortinas. Bueno, en realidad el trabajo lo hacía él, ella se limitaba a mirar sentada en un sillón, hasta que sonó su móvil.
-¿Lanie?, espera que vaya al piso de abajo. –En cuanto se aseguró de que Castle no las podía escuchar volvió a hablar. -¿Qué tal amiga?
-Genial, aquí tirada en la cama que acabo de torturar a Javi un ratito.
-¿Qué has hecho esta vez? –Beckett sonrió, su amiga no había parado de torturar a Esposito desde la despedida.
-Pues comprarme un conjunto de lencería de infarto y pasearme por toda la casa. Si vieras como se le iban los ojos.
-¡Lanie!, eres demasiado cruel.
-¡Qué va! Lo de ayer fue peor.
-¡Sorpréndeme!
-Bueno, cuando acosté a los niños, apagué la televisión, puse música y le hice un striptease.
-¿Entonces ya has abandonado?, ¡qué débil eres!
-¡Qué no!, cuando ya estaba desnuda y Javier a punto de echarse sobre mí, me senté sobre él, le di un par de besos y le dije: “el resto del espectáculo lo tendrás dentro de dos meses y dos semanas”.
-¿Me hablas en serio?, Lanie ¡Esposito tiene que tener un límite!
-Bueno, mientras no sabes el ahorro de agua caliente que está haciendo.
Beckett se rio, su amiga era increíble.
-¿Y tú qué?, ya te han dado el alta completo ¿no?, ¿qué tal lo lleva Castle?
-Bueno, digamos que intenta sobornarme.
-¿Sobornarte?
-Sí, en las últimas dos semanas me ha llevado a cenar cuatro veces, me ha regalado siete ramos de rosas, me ha comprado un perfume carísimo y unos pendientes preciosos y me ha regalado también una sesión en un spa. Ah, y cada vez que hay que hacer algo en el cuarto de la niña me dice “tranquila cielo, yo me encargo”. ¡Esto del chantaje sexual es un invento genial!
-En estos momentos te envidio profundamente, mira que quedarme con el poli y no con el rico escritor… Por cierto, ¿yo soy la mala?, por qué tú te aprovechas de él…
-Yo no le torturo, por ahora…
-Bueno te dejo, Javi acaba de llegar de la tienda y tengo que idear un nuevo método de tortura. Un beso amiga.
-¡Hasta luego!
Subió la escalera riéndose, divertida, cuando entró en la habitación lo vio en el suelo gimiendo de dolor. Se acercó preocupada.
-¿Qué te ha pasado?
-Me he caído de la escalera…
-¿Te has hecho daño?
-No mucho, aunque me duele el hombro. –Beckett le ayudo a levantarse y le llevó hasta el sillón.
-Quítate la camisa, déjame ver.
-¿En serio? –Parecía un niño con un juguete nuevo en Navidad.
-El hombro Castle, quiero ver el hombro. –Aguantó una sonrisa, le gustaba verlo tan desesperado, se sentía poderosa.
Castle puso cara de niño enfadado y se quitó la camisa, dejando que le palpara.
-No parece nada grave, pero te saldrá un cardenal, ¿tenemos crema en el botiquín?
-Sí, voy a por ella.
-No digas tonterías, ya voy yo. –Fue a por la crema y volvió a agacharse junto a él, masajeando suavemente sobre su hombro. Castle trató de pensar en otra cosa, llevaba un mes a pan y agua y aquello era demasiado.
-Esto ya está, ¿mejor?
-Sí…, mucho… ¿te importa hacer la cena?, yo creo que voy a darme una ducha…Bien fría. –Esto último lo dijo para sí mismo. Ella asintió.
Un rato más tarde estaban ambos cenando. Castle no paraba de mirarla de reojo, aunque ella intentaba ignorarlo. Suspirando decidió cambiar de táctica, cogió el plato y lo llevó a la cocina, gimiendo y tocándose el hombro cuando volvió junto a ella.
-¿Te duele?
-Sí…, no sé si mañana voy a poder montar la cuna…
-No te preocupes, lo dejaremos para más adelante, aún hay tiempo.
Él asintió. –Voy a acostarme...
Beckett se acostó a su lado, con un libro. Él volvió a mirarla con intención, suspiró.
-Rick, me estás poniendo nerviosa, qué quieres…
-Nada… bueno en realidad quería hablar contigo sobre una cosa… -Hablaba cuidando las palabras, la vida del pequeño Rick estaba en juego.
-Dime. –Ella se imaginaba lo que le iba pedir, y quería divertirse un poco.
-Bueno, he estado pensando que nosotros ya llevamos un mes de castigo...
-Aprende a contar Rick, solo han sido dos semanas.
-Pero si le sumamos las dos semanas desde la operación…, es un mes.
-Incluso aunque lo tenga en cuenta, aún quedan dos meses.
-Pero para entonces tu ya estarás de siete meses y bueno… va a ser difícil hacer nada…
-¿A dónde quieres llegar?
-Pues… he pensado que podríamos dejar los dos meses de castigo para cuando tú estés de siete meses, y serían tres si incluimos la cuarentena después del parto.
-Castle… -El tono de Beckett indicó a Castle que debía cuidar sus próximas palabras.
-Es solo que… no hace falta que tu estés castigada ¿no?, si dejamos el trimestre sin sexo para entonces a ti te dará igual y yo cumpliré mi castigo.
-Pero si sigo con el plan original estarás castigado hasta después de la cuarentena con lo que me aseguraré de que aprendas la lección.
-Pero… -Puso cara de niño bueno, eso solía funcionarle.-… ya la he aprendido Kate.
La miró durante unos segundos ahora intentando seducirla, se acercó a ella susurrando sobre su oído. –Vamos cariño, sabes que el pequeño Rick solo se anima contigo, además te echa mucho de menos…
Ella intentó pensar en otra cosa, pero le estaba siendo muy difícil, además sus hormonas la traicionaban y hubiera caído en la tentación sino hubiera sonado el móvil de Castle en ese momento. Ella se apresuró a levantarse de la cama.
-Voy a lavarme los dientes.
-Pero ¡Kate! –Cogió con odio el móvil. -¿Quién diablos es?
-Hola a ti también papá. –la voz indignada de Alexis hizo que se calmara.
-Ah, hola cielo, perdona, ¿qué tal estás?
Habló con su hija durante unos minutos.
-Entonces, ¿ya es seguro?, ¿la abuela se va a comprar un piso?
-Sí, está aquí cerca a unos diez minutos andando, pero estará en su casa, así todos tendremos intimidad.
-Ya… ¿cómo están Kate y la niña?
-Las dos están bien, bueno cielo, y ¿qué tal con ese chico?
-Se ha echado novia…
-Vaya lo siento cielo.
-No importa, ahora hay un alumno nuevo en clase, es italiano y me encanta.
-¿Cómo?
-Te tengo que dejar papá, un beso, adiós.
-Adi… -Alexis ya había colgado, Castle suspiró, iba dejar el teléfono en la mesita de noche pero volvió a sonar. Era Esposito.
-Castle.
-Castle soy Esposito, escucha reúnete conmigo mañana en la cafetería que está al lado de la comisaría, a las diez. Van a darme información nueva sobre el accidente.
-De acuerdo, nos vemos allí, y recuerda ni una palabra de esto a Lanie ni a Kate.
-Descuida.
-¿Quién era?- Beckett había vuelto a la habitación justo cuando él había colgado, se apresuró a cambiar la cara, no quería decirle nada.
-Alexis. Te manda un beso. ¿Sabes tú algo de un italiano?
-No mucho, solo que es guapo y con los ojos azules.
-¡Para eso ya me tiene a mí!
-Vamos Rick, Alexis ya no es una niña, es normal que quiera salir con chicos.
-Al menos aquí sabía lo que hacía, a saber lo que hace allí…
-Por ahora nada.
-¿Por ahora?
-Es adulta Rick, quieras o no algún día se enamorará de verdad y se acostará con su novio. ¡Asúmelo!
Castle se tapó los oídos. –No digas nada más.
Beckett sonrió y se acarició la tripa. –Tranquila Lucía, cuando seas mayor yo protegeré a tus novios de papá.
Se acostó en la cama y murmuró: -Buenas noches mi amor.
-Pero… estábamos hablando.
-Inténtalo mañana otra vez.
Lanie estaba sentada en el sofá haciéndole cosquillas a Alonso.
-Ahora este pequeñín se tiene que dormir, qué mamá tiene que fastidiar a papá.
El niño se rio.
-Sí, a papá, para que aprenda que las únicas a las que puede mirar son las de mamá.
Dejó al pequeño en la cuna junto con su hermano. Se quedó un rato mirándolos dormir, sonriendo. –Qué pena que luego crezcan y se conviertan en hombres como Javier… -En ese momento sonó la puerta. Sonrió. –Niños, empieza la operación “torturar a papá”
-¡Hola cariño!
-¡Hola mi amor! ¿Qué tal?
-Genial…
-Me alegro… sabes… he hablado con Beckett…
-¿Sobre algo en especial?
-Bueno Castle no se rinde y le ha comprado unos pendientes preciosos, qué lástima que tú no tengas tantas ganas de sexo…-Lo dejo plantado en el salón, hablando solo.
¿Qué no tengo ganas?, ¡qué no tengo ganas!, ¡pero si hace dos semanas que no me ducho con agua caliente!, espera joyas… así qué Lanie quiere joyas…
-Cariño, ¿puedes hacerme un favor?
-¡Claro!
Se dirigió hacia el cuarto donde Lanie lo esperaba desnuda.
Piensa en otra cosa, vamos, tu madre, la madre de Lanie, dios ¡Lanie!, y esas chicas, me están llamando a gritos…
-¿En qué... puedo... ayudarte?
-Me he comprado unos tangas nuevos pero no se cual me queda mejor, ¿me ayudas a decidirme?
Dile que no, esto ya es tortura y es ilegal, ¡dile que no!
-Claro…
Lanie sonrió y se puso uno de color rojo pasión, diminuto. Esposito sintió una gran presión en los pantalones. -¿Te gusta?
-No… me convence…
-Me probaré otro.
Se puso otro, de color lila aún más pequeño que el anterior. –Y ¿este?
Te lo arrancaría a mordiscos…
-No sé…
-También tenemos este. -El último fue ya demasiado cruel, era negro, pero con transparencias por delante.
-Yo… si no te importa me voy a duchar…
-Bueno, pero todavía me tienes que ayudar a elegir el corsé.
-¿Corsé?, ahora sí que necesito una ducha.
-El agua caliente se ha estropeado.
-¡Ya la caliento yo!
Lanie sonrió mientras que lo oía abrir el grifo de la ducha. Se dirigió hacia la habitación de los pequeños.
–Mamá mañana tendrá unos pendientes nuevos, por cortesía de Javier Esposito.
Castle estaba sentado dándoles vueltas a su café. Esposito llegaba media hora tarde. Iba a pedir la cuenta cuando lo vio aparecer.
-¡Ya era hora!
-Lo siento, Gates no me dejaba salir, además no sabes la noche que he pasado, dile a Beckett que no le más ideas a Lanie.
-Se lo diré, aunque no se dé que me hablas. ¿Tienes la información?
-Mi amigo la traerá enseguida.
Un hombre rubio se acercó a ellos y se sentó, sin saludar siquiera empezó a hablar.
-No había cámaras en el lugar del accidente pero las huellas de los neumáticos indican que dos coches participaron en el accidente. Uno se puso delante del Beckett de golpe, haciendo que Beckett tuviera que frenar. Es muy posible que el accidente fuera provocado Rick.
Castle lo miró horrorizado. -¿Quién querría hacer algo así?
-¿No se te ocurre nadie?
-Los únicos que se me ocurre son los que mandaron matar a su madre, pero ese no es su modus operandi…
-No estaba pensando en ellos, sino en Thomas Wilson.
-¿Qué?, pero, ¡está en la cárcel!
-Pero eso no quiere decir que no pueda ponerse en contacto con el exterior.
-Estaba aislado.
-Ya no.
-¿Por qué?
-No lo sé Castle, pero escucha, tienes que estar pendiente de Beckett. Yo iré a la cárcel y hablaré con ese tío, pero tú no la dejes sola.
-Esposito esto no tiene sentido, ese cabrón iba a por mí, no quería hacerle daño a ella.
-Puede que no quisiera hacerle daño a Beckett, sino al bebé…
Castle sintió como le temblaban las piernas, la niña…
-Me voy a casa, avisadme con cualquier cosa.
-Lo haré y tío, ten cuidado.
Cogió aire lentamente y entró. Estaba sentada en el sofá, leyendo una revista sobre partos. Se acercó a ella y atrayéndola por la nuca la besó profundamente. Beckett se quedó sin habla.
-Te quiero Kate.
-Rick… ¿ocurre algo?
-No, solo quería que lo supieras. –La besó en la frente y se dirigió al estudio. Beckett le miró extrañada, quizás estaba siendo muy cruel con él y el celibato obligatorio…
Esposito suspiró, había ido a la cárcel pero le había quedado muy claro que no había sido Wilson, ni siquiera sabía que estaba embarazada. “Mi trabajo ya está terminado, no tengo la menor intención de hacerle daño a la inspectora y no sabía que iba a tener un bebé”. Llamó a Castle y se lo contó, dejándolo más preocupado.
-Castle cálmate, relájate, quizás nos estemos precipitando y sólo haya sido un accidente. Intenta calmarte ¿de acuerdo?
-Está bien, muchas gracias por todo Esposito, buenas noches.
-De nada, te llamaré si encuentro algo nuevo.
Fue hacia el cuarto donde Lanie estaba tumbada en la cama, con un precioso y sensual camisón, muy corto. Esposito suspiró…
-Cariño, mira que pendientes te he comprado…
Continuará...
Re: (¿+18?) La tormenta
Jjajajajajaj me encanta el castigo!!!!!!
Y los consejos que se dan entre ellas mas!!!
Muy bueno como siempre!!!!!
Y los consejos que se dan entre ellas mas!!!
Muy bueno como siempre!!!!!
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
ya espero la siguente entrega, muy bueno como siempre
LEILAKB- Actor en Broadway
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Re: (¿+18?) La tormenta
aki hay tomate !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! jajjajaaj pk si despues de ke javi le regale los pendientes no lo hay el pobre se nos cuelga de un pino jajajjajajajajjajajaajaj sgue pronto me rio un monton
castleaddict- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 36 Cicatrices, interrupciones y reconciliaciones, (para algunos)
Beckett se miraba al espejo con tristeza. Odiaba profundamente las tres cicatrices que ahora adornaban su cuerpo. Podía ser peor, serían cuatro si la cirujana hubiera hecho una nueva incisión para la segunda operación… Pero eso no la consolaba, se veía horrible y realmente agradecía no tener que mostrarse frente a Castle hasta después del parto, aunque le estaba costando mucho. Llevaba más de un mes sin sexo y sus hormonas estaban furiosas. Además Castle se mostraba raro, más atento que nunca. Ella lo relacionaba con la táctica de sobornos, no sabía que estaba preocupado por su vida. Suspirando terminó de vestirse y salió del cuarto, encontrándose con él, quien la había estando observando en el baño.
-¿Cuánto durará esto?
-Dije tres meses ¿no?, -Intentó bromear.
-Kate, me he dado cuenta, si realmente quieres castigarme por mí bien, pero no te castigues a ti misma.
-Rick…
-Quítate la camiseta, por favor.
-Rick…
-Kate, por favor. –No se lo decía con su voz seductora de siempre, sino con preocupación. Beckett se quito la camiseta sin mirarle a los ojos, avergonzada. Castle la miró por un momento y acarició suavemente la cicatriz de la bala, situada entre sus pechos. –Esta, me recuerda lo cerca que estuve de perderte, y lo fuerte que eres. –Ella le miró. –Esta… -Señaló a la cicatriz de su costado. –…me recuerda las mil gracias que tengo que dar por tenerte aquí conmigo, por qué estés viva, por poder verte dormir a mi lado y abrazarte por las noches. –Una lágrima cayó por las mejillas de la mujer. Castle se la secó con el pulgar. Por último rozó suavemente la reciente cicatriz, con cuidado, sabía que aún le dolía a veces. –Y esta de aquí me recuerda lo fuerte que es nuestra niña y las gracias que tengo que darte a ti por tenerla en tu vientre y protegerla hasta que nazca. Te quiero Kate y estas cicatrices me hacen amarte aún más. No lo olvides nunca. –Beckett no lo soportó más y se echó a sus brazos, besándolo apasionadamente, Castle tardó unos segundos en responder pero luego la alzó llevándola hasta el dormitorio, echándola sobre la cama. Se quitó la camisa y se acercó a ella besándola. Desabrochó su sujetador justo cuando sonó el móvil de Beckett.
-No lo cojas. –Beckett siguió besándolo pero el móvil no paró de sonar, así que con un gemido de frustración se acercó y lo cogió.
-Hola Alexis.
-Hola Kate, ¿puedes hablar? –Beckett miró a Castle quien le dirigió una mirada de súplica, pero no podía negarse. –Sí claro, espera un momento. –Tapó el móvil mirando, culpable. -¿Seguimos luego?
-Kate, ahora mismo odio profundamente a mi hija y eso no me había pasado nunca, así que más te vale que vuelvas aquí en diez minutos o cometeré un homicidio. –Ella asintió, le besó en la mejilla y luego se dirigió hacia la habitación del bebé. –Ya estoy, dime…
Veinte minutos después Beckett se acercó a él. -¿Listo?
-¿Qué quería Alexis?
-Nada importante, ya sabes, hablar un rato.
-¿De qué?
-Nada, tranquilo.
-Kate…
-Escucha todo está bien de acuerdo, no te preocupes, si pasara algo te lo diría. ¿De acuerdo?
-Está bien, ahora… ¿por dónde íbamos?
-Pues por… -Otra vez sonó su móvil. Ahora era Martha.
-¿Martha?, ¿ocurre algo?
-Nada querida, solo quería decirte que ya tengo todo listo para firmar las escrituras de la casa, que se lo digas a Richard.
-Lo haré, descuida.
-Bueno, y tú, ¿cómo estás?
-Pues… -Beckett suspiró, no quería parecer maleducada así que estuvo hablando un rato con ella mientras que Castle contaba mentalmente para no quitarle el teléfono y decirle a su madre que los dejara en paz. Diez minutos después colgó.
Se dirigió hacia él y sonrió.-Lo siento Ricky, ¿seguimos?
Volvieron a besarse con entusiasmo, Castle le quitó el sujetador y atrapó un pecho con sus labios, pero el móvil volvió a sonar. Castle apretó los dientes y se apresuró a coger el móvil.
-¿Quién coño es? -Se puso blanco de golpe. –Jim…, hola…
Beckett le miró con odio y le quitó el móvil. -¿Papá?, si perdona Rick está un poco nervioso, claro que puedo hablar. –Estuvo hablando unos cinco minutos sobre cómo estaban ella y la niña y colgó.
-No volveré a mirar a tu padre a la cara.
-Ya… te manda saludos por cierto…
-Bueno… ¿seguimos?
Se miraron un momento y luego miraron el móvil. Cómo no, volvió a sonar.
-Déjame adivinar, ¿Lanie?
-Sí. ¿Lanie?, escucha ahora no puedo hablar, ¿te importa qué quedemos hoy a cenar?, dile a Esposito que se venga. Vale adiós. –Se dirigió a él. –Vienen esta noche.
-Genial, mientras podemos hacer el amor por favor. –Beckett se rio, le echó los brazos al cuello y le besó lentamente, mordiendo su oído. –No sabes cuánto he extrañado al pequeño Rick.
-Y él a ti. –Beckett le estaba desabrochando el cinturón cuando el móvil volvió a sonar, Castle lo cogió furioso. -¡Intentamos echar un polvo joder!... hola señor… sí, está aquí, se la paso…
Beckett le miró susurrando –Dime que no es Gates… -Castle asintió.
-¿Señor?, sí, por supuesto, enseguida vamos, no, no tardaremos. –Lo miró furiosa. –Vístete, tenemos que ir a comisaría.
-¿Qué?, pero… Kate estás de baja, además, ir a ver a Gates ahora sería un suicidio psicológico y profesional.
-Haberlo pensado antes, no vuelvo a dejar que cojas mi móvil y solo por la vergüenza que voy a pasar ahora sí que vamos a volver con el castigo, vamos levanta el culo Castle.
Suspiró, viendo como se dirigía al baño, le gritó desde la cama: -¿Hasta cuándo va a durar la huelga sexual?
-Dos meses y doce días, ¡empieza a hacer cruces en el calendario!
-Ya podría ser una huelga a la japonesa…
-¡Castle!, ¡muévete de una vez!
Llagaron a la comisaria con rapidez, entrando en el despacho de Gates sin saludar siquiera a Esposito y Ryan.
-Vaya, qué pronto, ahora entiendo lo que quiere decir su esposa cuando dice que es usted muy rápido.- Gates lo miró con una sonrisa burlona, Castle planeó en ese momento el asesinato más cruel que se le podía ocurrir a alguien, mientras que Beckett miraba al suelo, muerta de vergüenza.
-Señor… ¿quería algo?
-Sí, verán he estado pensando que obviamente usted está de baja hasta dentro de mucho tiempo, pero el señor Castle no está embarazado ¿no?
-¿Quiere que vuelva?, ¿en serio?
-No se emocione, estamos faltos de personal y a usted no hay que pagarle.
-Ya.- Castle lo miró con fastidio, Beckett intentó no reírse.
-Entonces…
-Venga aquí lunes, martes y jueves, solo por las mañana, no quiero quitarle mucho tiempo para echar polvos. –La inspectora deseó que se la tragase la tierra, Castle la miró ofendido.
-Y una cosa más, un poco de prensa no nos vendrá mal, ¿no cree?
-Llamaré a una amiga periodista…
-Bien, ya pueden irse, le veo este jueves señor Castle. Inspectora, ¿qué tal la pequeña?
-Bien, hoy está tranquila.
-¿En serio?, por teléfono no parecía estar tranquila, es más parecía con ganas de jugar y cabreada por ser interrumpida.
En cuanto salieron del despacho Beckett le tiró de la oreja, furiosa.
-Ayyyyyyyyy, Kate para para, ¿qué he hecho?
-¡Si vuelvo a pasar por una vergüenza así tú y tu amiguito os quedareis en ayunas hasta que la niña vaya a la universidad!
Castle se frotó el oído, dolorido, mientras que ella pasaba por el escritorio de los chicos y se marchaba tras saludarlos. Esposito lo miró sin entender.
-No preguntes, nos vemos esta noche, ven tú también Ryan. Adiós. ¡Kate espera!
Beckett pasó el resto de la tarde cocinando, necesitaba tener las manos ocupadas para no echarse sobre Castle y arrancarle la ropa. Quería ser tajante con el castigo, estaba muerta de vergüenza. Castle por su parte se mostraba muy solícito.
-Kate… he estado pensando qué si quieres podríamos ir este fin de semana a los Hamptons, la decoradora me ha avisado de que ya está todo listo, incluso la habitación de Lucía…
-¡Vale!
-¿En serio?
-Sí, ¿por qué no?
Castle sonrió feliz. Estaban en pleno noviembre y no podrían salir a la playa, quizás estando los dos solos, con la chimenea y él todo el día atento serviría para hacerla cambiar de opinión.
Beckett sonrió pensando para sí misma. Lo que me voy a divertir este fin de semana, pobre no sabes lo que te espera…
Sobre los nueve llegaron Jenny y Ryan. Este último se apresuró a acercarse a Beckett. –Beckett podría pedirte un favor…
-Claro.
-Jenny no sabe nada de Linda… ¿podríais intentar disimular delante de ella?
-Tranquilo, no te preocupes, no le diré nada.
-¡Gracias!
Lanie y Esposito llegaron poco después, con los pequeños profundamente dormidos. Lanie iba guapísima, con un vestido nuevo, y luciendo unos preciosos pendientes de oro blanco y una pulsera de plata. Beckett se acercó a ella.
-¿Sobornos?
-Chantaje sexual amiga, chantaje sexual. –Ambas se rieron. –Bueno, ¿y tú qué?
Beckett estuvo contándole todo lo sucedido mientras que Lanie la escuchaba atenta.
-¡Vaya!, Castle fue muy bueno contigo, siento haberos interrumpido, pero lo de Gates ha sido… -Lanie intentaba no reírse.
-¡Lanie!, no seas mala. ¡No sabes la vergüenza que he pasado en su despacho!
-¡Venga ya!, ¡sí es buenísimo!
Beckett la miró y aunque intentó no reírse no pudo evitarlo...
-Dios Lanie, ha sido tan vergonzoso y encima Gates no paraba de soltar indirectas, cómo “¿qué tal la pequeña?”, quería que me tragara la tierra.
-Bueno, pero ha sido divertido ¿no?
-Supongo que sí… entonces… ¿crees qué me he pasado?
-Bueno, yo sigo torturando a Javi, no soy la más indicada para decir si te has pasado o no…
-Lo sé, pero… Lanie por un lado pienso que debería ser tajante con esto y asegurarme de que no lo vuelva a encontrar con otra puta en el salón, pero por otro me digo, “venga Kate, solo era su despedida de soltero, y ha sido tan bueno contigo con todo lo de la operación, te ha regalado la boda y la Luna de Miel de tus sueños y te quiere”. Y yo también lo quiero a él Lanie, con todo mi corazón y realmente quiero hacer el amor con él.
-Entonces hazlo, además estás embarazada y créeme, tus hormonas están tomando el mando, si lo que quieres es hacer el amor, hazlo, castiga a Castle de otra forma.
-Creo que tienes razón… bueno, ¿y tú?, ¿seguirás torturando a Esposito?
-¡Desde luego! Nunca me lo había pasado tan bien.
-Lanie, ¿tú no echas de menos el sexo?
-Bueno…
-¿Lanie? –Su amiga sonrió y se acercó a ella, diciéndole algo al oído.
-¡Lanie!
-¿Qué?, ¡eso no son cuernos! Y es muy práctico.
-No es lo mismo…
-Lo sé, pero me ayuda a esperar. No sé si aguantaré los tres meses, pero cuánto más pueda sacarle a Javi mejor. Al menos un viajecito a París…
-Lanie, sabes qué el suelo de un poli no da para mucho, ¿verdad?
-Lo sé, pero está desesperado, si vieras al pobre, aunque ya no se que más hacer para torturarle…
-¿Aceptas ideas?
-¡Claro! –Beckett susurró algo sobre su oído, haciendo que Lanie la mirase asombrada.
-¡Kate!, eso sí que es cruel, lo probaré.
-¿Os interrumpo?
-No Jenny, tranquila, estábamos hablando de una tontería, la cena ya está lista, vamos a cenar.
Cenaron entre risas, Ryan y Jenny no paraban de mirarse. Castle sonrió.
-¿Nos lo contáis o no?
-Eso, estáis más empalagosos que nunca, ¿qué ocurre?
-¡Venga díselo!
-No, díselo tú cariño, son tus amigos.
-Vale, veréis, ya sabéis que Jenny y yo no podemos tener hijos pero, ¡vamos a adoptar a un bebé!
-¿En serio?, ¡chicos felicidades!
-¡Eso es genial!
-¡Enhorabuena!, esto se merece un brindis, voy a por champán.
-Échame a mí también Rick, solo para brindar.
-Está bien, pero no lo bebas.
Brindaron todos por la feliz pareja y el futuro bebé. Beckett sonrió.
-Lucía parece feliz por la idea de tener otro primito, acaba de darme una patada. –Todos se rieron, mientras que Castle ponía la mano sobre la tripa de su mujer, mirándola. Ella aprovechó para dirigirle una mirada realmente intensa. Lanie sonrió.
-Bueno, ¿tomamos el postre?
Tras la cena jugaron al póker durante un rato, ganando Beckett todas las partidas.
-¡Venga ya Beckett!
-¡Retírate por una partida por favor!
-Es trampa, ¡cómo estáis jugando dos!
-Qué mal perder tenéis.
Los chicos se fueron tras jugar unas partidas más, no sin que Lanie le guiñara un ojo. Beckett sonrió, sabía que su amiga iba a poner en práctica su consejo. Castle recogía los platos cantando tranquilamente. La inspectora se dirigió hacia su dormitorio y buscó varias velas del baño, encendiéndolas. Luego se desnudó y se puso una bata de seda, dejándola abierta. Se cepilló el pelo y se maquilló muy suavemente, poniéndose un pintalabios rosado, no muy fuerte. Se echó unas gotas de su perfume de cerezas, aroma que siempre le había vuelto loco. Luego se tumbó en la cama y respiró suavemente.
-¿Castle?, ¿puedes venir un momento?
Se dirigió hacia el cuarto, preguntándose qué pasaba ahora. Se quedó con la boca abierta.
-¿Kate?, cariño si lo que quieres es torturarme tienes que saber que yo no tengo el aguante de Esposito…
-No mi amor, no quiero torturarte, quiero que hagamos el amor, estoy cansada de este castigo, te quiero, ven aquí cariño y hazme el amor.
Castle la miró, intentado asimilar lo que acababa de oír. Ella se levantó y dejó caer su bata de seda, tendiéndole su mano. Castle se acercó lentamente a ella y mirándola a los ojos la besó con pasión. La guió hasta la cama y se echó sobre ella, sin dejar de besarla. Sus labios y sus manos recorrieron todo su cuerpo, sin dejar ni un solo centímetro de su piel sin acariciar ni besar. Ella gemía, no sabía si era por el mes de abstinencia o por las hormonas del embarazo, pero en aquel momento sabía que nunca había sentido un placer así. Castle siguió besándola, lamiendo suavemente su clítoris, muy despacio, quería hacerle el amor como nunca lo había hecho e iba por muy buen camino. Kate gritó de placer.
-Rick, mi amor, sigueeeeee…
Sintió como sus ojos se nublaban cuando el orgasmo llegó de golpe, atrapando todas sus células. Su pecho subía y bajaba sin control y sus labios estaban entreabiertos, intentando recuperar el aire. Castle se tumbó a su lado, abrazándola con cariño, esperando a que se calmara.
-Rick, eres increíble, te quiero tanto mi amor.
-Y yo a ti. –Volvió a besarla, pero ahora fue ella la que llevó el control, colocándose sobre él. Se miraron a los ojos cuando ella descendió lentamente, gimiendo al sentir como sus cuerpos se unían. Empezó a moverse con rapidez, mientras que él la guiaba colocando las manos en sus caderas, acelerando el ritmo. Castle se incorporó, haciéndola jadear. La atrajo por la nuca y la besó con pasión, besando luego sus pechos, mordiendo su pezón. Beckett gimió de placer y se movió durante unos segundos más, llegando al orgasmo los dos juntos, gritando. Beckett se dejó caer a su lado, con una dulce sonrisa en sus labios. El la besó cariñosamente.
-Te quiero mi amor, gracias por perdonarme.
-Yo también te quiero, y perdóname tú por haber sido tan cruel.
Se dio la vuelta, para dormir más cómoda. Él la abrazó por detrás, cerrando los ojos, agotado.
-Oh, sí cariño, sí justo ahí, dios Javi, ¡Javiiiiiii!
Javi la miró sin apenas separar su rostro de entre sus piernas. -¿Te ha gustado eso, cariño?
-Eres muy bueno en esto mi amor, ya lo sabes.
-Gracias, y ahora… -Fue dejando un rastro de besos por su vientre y sus pechos, terminando en sus labios. Ella se separó.
-Ahora ¿qué?
-¿Hablas en serio?
-Javi ya lo sabes, dos meses y doce días, no voy a ceder.
-Pero, yo creía… qué esto significaba…
-Qué yo no estoy castigada, eso significa, buenas noches mi amor. –Le dio un beso rápido y se dio la vuelta, sonriendo satisfecha. Esposito la miró sin poder creérselo.
-Mujeres...
Continuará...
Esto de torturar a Esposito me está gustando MIL GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR
Beckett se miraba al espejo con tristeza. Odiaba profundamente las tres cicatrices que ahora adornaban su cuerpo. Podía ser peor, serían cuatro si la cirujana hubiera hecho una nueva incisión para la segunda operación… Pero eso no la consolaba, se veía horrible y realmente agradecía no tener que mostrarse frente a Castle hasta después del parto, aunque le estaba costando mucho. Llevaba más de un mes sin sexo y sus hormonas estaban furiosas. Además Castle se mostraba raro, más atento que nunca. Ella lo relacionaba con la táctica de sobornos, no sabía que estaba preocupado por su vida. Suspirando terminó de vestirse y salió del cuarto, encontrándose con él, quien la había estando observando en el baño.
-¿Cuánto durará esto?
-Dije tres meses ¿no?, -Intentó bromear.
-Kate, me he dado cuenta, si realmente quieres castigarme por mí bien, pero no te castigues a ti misma.
-Rick…
-Quítate la camiseta, por favor.
-Rick…
-Kate, por favor. –No se lo decía con su voz seductora de siempre, sino con preocupación. Beckett se quito la camiseta sin mirarle a los ojos, avergonzada. Castle la miró por un momento y acarició suavemente la cicatriz de la bala, situada entre sus pechos. –Esta, me recuerda lo cerca que estuve de perderte, y lo fuerte que eres. –Ella le miró. –Esta… -Señaló a la cicatriz de su costado. –…me recuerda las mil gracias que tengo que dar por tenerte aquí conmigo, por qué estés viva, por poder verte dormir a mi lado y abrazarte por las noches. –Una lágrima cayó por las mejillas de la mujer. Castle se la secó con el pulgar. Por último rozó suavemente la reciente cicatriz, con cuidado, sabía que aún le dolía a veces. –Y esta de aquí me recuerda lo fuerte que es nuestra niña y las gracias que tengo que darte a ti por tenerla en tu vientre y protegerla hasta que nazca. Te quiero Kate y estas cicatrices me hacen amarte aún más. No lo olvides nunca. –Beckett no lo soportó más y se echó a sus brazos, besándolo apasionadamente, Castle tardó unos segundos en responder pero luego la alzó llevándola hasta el dormitorio, echándola sobre la cama. Se quitó la camisa y se acercó a ella besándola. Desabrochó su sujetador justo cuando sonó el móvil de Beckett.
-No lo cojas. –Beckett siguió besándolo pero el móvil no paró de sonar, así que con un gemido de frustración se acercó y lo cogió.
-Hola Alexis.
-Hola Kate, ¿puedes hablar? –Beckett miró a Castle quien le dirigió una mirada de súplica, pero no podía negarse. –Sí claro, espera un momento. –Tapó el móvil mirando, culpable. -¿Seguimos luego?
-Kate, ahora mismo odio profundamente a mi hija y eso no me había pasado nunca, así que más te vale que vuelvas aquí en diez minutos o cometeré un homicidio. –Ella asintió, le besó en la mejilla y luego se dirigió hacia la habitación del bebé. –Ya estoy, dime…
Veinte minutos después Beckett se acercó a él. -¿Listo?
-¿Qué quería Alexis?
-Nada importante, ya sabes, hablar un rato.
-¿De qué?
-Nada, tranquilo.
-Kate…
-Escucha todo está bien de acuerdo, no te preocupes, si pasara algo te lo diría. ¿De acuerdo?
-Está bien, ahora… ¿por dónde íbamos?
-Pues por… -Otra vez sonó su móvil. Ahora era Martha.
-¿Martha?, ¿ocurre algo?
-Nada querida, solo quería decirte que ya tengo todo listo para firmar las escrituras de la casa, que se lo digas a Richard.
-Lo haré, descuida.
-Bueno, y tú, ¿cómo estás?
-Pues… -Beckett suspiró, no quería parecer maleducada así que estuvo hablando un rato con ella mientras que Castle contaba mentalmente para no quitarle el teléfono y decirle a su madre que los dejara en paz. Diez minutos después colgó.
Se dirigió hacia él y sonrió.-Lo siento Ricky, ¿seguimos?
Volvieron a besarse con entusiasmo, Castle le quitó el sujetador y atrapó un pecho con sus labios, pero el móvil volvió a sonar. Castle apretó los dientes y se apresuró a coger el móvil.
-¿Quién coño es? -Se puso blanco de golpe. –Jim…, hola…
Beckett le miró con odio y le quitó el móvil. -¿Papá?, si perdona Rick está un poco nervioso, claro que puedo hablar. –Estuvo hablando unos cinco minutos sobre cómo estaban ella y la niña y colgó.
-No volveré a mirar a tu padre a la cara.
-Ya… te manda saludos por cierto…
-Bueno… ¿seguimos?
Se miraron un momento y luego miraron el móvil. Cómo no, volvió a sonar.
-Déjame adivinar, ¿Lanie?
-Sí. ¿Lanie?, escucha ahora no puedo hablar, ¿te importa qué quedemos hoy a cenar?, dile a Esposito que se venga. Vale adiós. –Se dirigió a él. –Vienen esta noche.
-Genial, mientras podemos hacer el amor por favor. –Beckett se rio, le echó los brazos al cuello y le besó lentamente, mordiendo su oído. –No sabes cuánto he extrañado al pequeño Rick.
-Y él a ti. –Beckett le estaba desabrochando el cinturón cuando el móvil volvió a sonar, Castle lo cogió furioso. -¡Intentamos echar un polvo joder!... hola señor… sí, está aquí, se la paso…
Beckett le miró susurrando –Dime que no es Gates… -Castle asintió.
-¿Señor?, sí, por supuesto, enseguida vamos, no, no tardaremos. –Lo miró furiosa. –Vístete, tenemos que ir a comisaría.
-¿Qué?, pero… Kate estás de baja, además, ir a ver a Gates ahora sería un suicidio psicológico y profesional.
-Haberlo pensado antes, no vuelvo a dejar que cojas mi móvil y solo por la vergüenza que voy a pasar ahora sí que vamos a volver con el castigo, vamos levanta el culo Castle.
Suspiró, viendo como se dirigía al baño, le gritó desde la cama: -¿Hasta cuándo va a durar la huelga sexual?
-Dos meses y doce días, ¡empieza a hacer cruces en el calendario!
-Ya podría ser una huelga a la japonesa…
-¡Castle!, ¡muévete de una vez!
Llagaron a la comisaria con rapidez, entrando en el despacho de Gates sin saludar siquiera a Esposito y Ryan.
-Vaya, qué pronto, ahora entiendo lo que quiere decir su esposa cuando dice que es usted muy rápido.- Gates lo miró con una sonrisa burlona, Castle planeó en ese momento el asesinato más cruel que se le podía ocurrir a alguien, mientras que Beckett miraba al suelo, muerta de vergüenza.
-Señor… ¿quería algo?
-Sí, verán he estado pensando que obviamente usted está de baja hasta dentro de mucho tiempo, pero el señor Castle no está embarazado ¿no?
-¿Quiere que vuelva?, ¿en serio?
-No se emocione, estamos faltos de personal y a usted no hay que pagarle.
-Ya.- Castle lo miró con fastidio, Beckett intentó no reírse.
-Entonces…
-Venga aquí lunes, martes y jueves, solo por las mañana, no quiero quitarle mucho tiempo para echar polvos. –La inspectora deseó que se la tragase la tierra, Castle la miró ofendido.
-Y una cosa más, un poco de prensa no nos vendrá mal, ¿no cree?
-Llamaré a una amiga periodista…
-Bien, ya pueden irse, le veo este jueves señor Castle. Inspectora, ¿qué tal la pequeña?
-Bien, hoy está tranquila.
-¿En serio?, por teléfono no parecía estar tranquila, es más parecía con ganas de jugar y cabreada por ser interrumpida.
En cuanto salieron del despacho Beckett le tiró de la oreja, furiosa.
-Ayyyyyyyyy, Kate para para, ¿qué he hecho?
-¡Si vuelvo a pasar por una vergüenza así tú y tu amiguito os quedareis en ayunas hasta que la niña vaya a la universidad!
Castle se frotó el oído, dolorido, mientras que ella pasaba por el escritorio de los chicos y se marchaba tras saludarlos. Esposito lo miró sin entender.
-No preguntes, nos vemos esta noche, ven tú también Ryan. Adiós. ¡Kate espera!
Beckett pasó el resto de la tarde cocinando, necesitaba tener las manos ocupadas para no echarse sobre Castle y arrancarle la ropa. Quería ser tajante con el castigo, estaba muerta de vergüenza. Castle por su parte se mostraba muy solícito.
-Kate… he estado pensando qué si quieres podríamos ir este fin de semana a los Hamptons, la decoradora me ha avisado de que ya está todo listo, incluso la habitación de Lucía…
-¡Vale!
-¿En serio?
-Sí, ¿por qué no?
Castle sonrió feliz. Estaban en pleno noviembre y no podrían salir a la playa, quizás estando los dos solos, con la chimenea y él todo el día atento serviría para hacerla cambiar de opinión.
Beckett sonrió pensando para sí misma. Lo que me voy a divertir este fin de semana, pobre no sabes lo que te espera…
Sobre los nueve llegaron Jenny y Ryan. Este último se apresuró a acercarse a Beckett. –Beckett podría pedirte un favor…
-Claro.
-Jenny no sabe nada de Linda… ¿podríais intentar disimular delante de ella?
-Tranquilo, no te preocupes, no le diré nada.
-¡Gracias!
Lanie y Esposito llegaron poco después, con los pequeños profundamente dormidos. Lanie iba guapísima, con un vestido nuevo, y luciendo unos preciosos pendientes de oro blanco y una pulsera de plata. Beckett se acercó a ella.
-¿Sobornos?
-Chantaje sexual amiga, chantaje sexual. –Ambas se rieron. –Bueno, ¿y tú qué?
Beckett estuvo contándole todo lo sucedido mientras que Lanie la escuchaba atenta.
-¡Vaya!, Castle fue muy bueno contigo, siento haberos interrumpido, pero lo de Gates ha sido… -Lanie intentaba no reírse.
-¡Lanie!, no seas mala. ¡No sabes la vergüenza que he pasado en su despacho!
-¡Venga ya!, ¡sí es buenísimo!
Beckett la miró y aunque intentó no reírse no pudo evitarlo...
-Dios Lanie, ha sido tan vergonzoso y encima Gates no paraba de soltar indirectas, cómo “¿qué tal la pequeña?”, quería que me tragara la tierra.
-Bueno, pero ha sido divertido ¿no?
-Supongo que sí… entonces… ¿crees qué me he pasado?
-Bueno, yo sigo torturando a Javi, no soy la más indicada para decir si te has pasado o no…
-Lo sé, pero… Lanie por un lado pienso que debería ser tajante con esto y asegurarme de que no lo vuelva a encontrar con otra puta en el salón, pero por otro me digo, “venga Kate, solo era su despedida de soltero, y ha sido tan bueno contigo con todo lo de la operación, te ha regalado la boda y la Luna de Miel de tus sueños y te quiere”. Y yo también lo quiero a él Lanie, con todo mi corazón y realmente quiero hacer el amor con él.
-Entonces hazlo, además estás embarazada y créeme, tus hormonas están tomando el mando, si lo que quieres es hacer el amor, hazlo, castiga a Castle de otra forma.
-Creo que tienes razón… bueno, ¿y tú?, ¿seguirás torturando a Esposito?
-¡Desde luego! Nunca me lo había pasado tan bien.
-Lanie, ¿tú no echas de menos el sexo?
-Bueno…
-¿Lanie? –Su amiga sonrió y se acercó a ella, diciéndole algo al oído.
-¡Lanie!
-¿Qué?, ¡eso no son cuernos! Y es muy práctico.
-No es lo mismo…
-Lo sé, pero me ayuda a esperar. No sé si aguantaré los tres meses, pero cuánto más pueda sacarle a Javi mejor. Al menos un viajecito a París…
-Lanie, sabes qué el suelo de un poli no da para mucho, ¿verdad?
-Lo sé, pero está desesperado, si vieras al pobre, aunque ya no se que más hacer para torturarle…
-¿Aceptas ideas?
-¡Claro! –Beckett susurró algo sobre su oído, haciendo que Lanie la mirase asombrada.
-¡Kate!, eso sí que es cruel, lo probaré.
-¿Os interrumpo?
-No Jenny, tranquila, estábamos hablando de una tontería, la cena ya está lista, vamos a cenar.
Cenaron entre risas, Ryan y Jenny no paraban de mirarse. Castle sonrió.
-¿Nos lo contáis o no?
-Eso, estáis más empalagosos que nunca, ¿qué ocurre?
-¡Venga díselo!
-No, díselo tú cariño, son tus amigos.
-Vale, veréis, ya sabéis que Jenny y yo no podemos tener hijos pero, ¡vamos a adoptar a un bebé!
-¿En serio?, ¡chicos felicidades!
-¡Eso es genial!
-¡Enhorabuena!, esto se merece un brindis, voy a por champán.
-Échame a mí también Rick, solo para brindar.
-Está bien, pero no lo bebas.
Brindaron todos por la feliz pareja y el futuro bebé. Beckett sonrió.
-Lucía parece feliz por la idea de tener otro primito, acaba de darme una patada. –Todos se rieron, mientras que Castle ponía la mano sobre la tripa de su mujer, mirándola. Ella aprovechó para dirigirle una mirada realmente intensa. Lanie sonrió.
-Bueno, ¿tomamos el postre?
Tras la cena jugaron al póker durante un rato, ganando Beckett todas las partidas.
-¡Venga ya Beckett!
-¡Retírate por una partida por favor!
-Es trampa, ¡cómo estáis jugando dos!
-Qué mal perder tenéis.
Los chicos se fueron tras jugar unas partidas más, no sin que Lanie le guiñara un ojo. Beckett sonrió, sabía que su amiga iba a poner en práctica su consejo. Castle recogía los platos cantando tranquilamente. La inspectora se dirigió hacia su dormitorio y buscó varias velas del baño, encendiéndolas. Luego se desnudó y se puso una bata de seda, dejándola abierta. Se cepilló el pelo y se maquilló muy suavemente, poniéndose un pintalabios rosado, no muy fuerte. Se echó unas gotas de su perfume de cerezas, aroma que siempre le había vuelto loco. Luego se tumbó en la cama y respiró suavemente.
-¿Castle?, ¿puedes venir un momento?
Se dirigió hacia el cuarto, preguntándose qué pasaba ahora. Se quedó con la boca abierta.
-¿Kate?, cariño si lo que quieres es torturarme tienes que saber que yo no tengo el aguante de Esposito…
-No mi amor, no quiero torturarte, quiero que hagamos el amor, estoy cansada de este castigo, te quiero, ven aquí cariño y hazme el amor.
Castle la miró, intentado asimilar lo que acababa de oír. Ella se levantó y dejó caer su bata de seda, tendiéndole su mano. Castle se acercó lentamente a ella y mirándola a los ojos la besó con pasión. La guió hasta la cama y se echó sobre ella, sin dejar de besarla. Sus labios y sus manos recorrieron todo su cuerpo, sin dejar ni un solo centímetro de su piel sin acariciar ni besar. Ella gemía, no sabía si era por el mes de abstinencia o por las hormonas del embarazo, pero en aquel momento sabía que nunca había sentido un placer así. Castle siguió besándola, lamiendo suavemente su clítoris, muy despacio, quería hacerle el amor como nunca lo había hecho e iba por muy buen camino. Kate gritó de placer.
-Rick, mi amor, sigueeeeee…
Sintió como sus ojos se nublaban cuando el orgasmo llegó de golpe, atrapando todas sus células. Su pecho subía y bajaba sin control y sus labios estaban entreabiertos, intentando recuperar el aire. Castle se tumbó a su lado, abrazándola con cariño, esperando a que se calmara.
-Rick, eres increíble, te quiero tanto mi amor.
-Y yo a ti. –Volvió a besarla, pero ahora fue ella la que llevó el control, colocándose sobre él. Se miraron a los ojos cuando ella descendió lentamente, gimiendo al sentir como sus cuerpos se unían. Empezó a moverse con rapidez, mientras que él la guiaba colocando las manos en sus caderas, acelerando el ritmo. Castle se incorporó, haciéndola jadear. La atrajo por la nuca y la besó con pasión, besando luego sus pechos, mordiendo su pezón. Beckett gimió de placer y se movió durante unos segundos más, llegando al orgasmo los dos juntos, gritando. Beckett se dejó caer a su lado, con una dulce sonrisa en sus labios. El la besó cariñosamente.
-Te quiero mi amor, gracias por perdonarme.
-Yo también te quiero, y perdóname tú por haber sido tan cruel.
Se dio la vuelta, para dormir más cómoda. Él la abrazó por detrás, cerrando los ojos, agotado.
-Oh, sí cariño, sí justo ahí, dios Javi, ¡Javiiiiiii!
Javi la miró sin apenas separar su rostro de entre sus piernas. -¿Te ha gustado eso, cariño?
-Eres muy bueno en esto mi amor, ya lo sabes.
-Gracias, y ahora… -Fue dejando un rastro de besos por su vientre y sus pechos, terminando en sus labios. Ella se separó.
-Ahora ¿qué?
-¿Hablas en serio?
-Javi ya lo sabes, dos meses y doce días, no voy a ceder.
-Pero, yo creía… qué esto significaba…
-Qué yo no estoy castigada, eso significa, buenas noches mi amor. –Le dio un beso rápido y se dio la vuelta, sonriendo satisfecha. Esposito la miró sin poder creérselo.
-Mujeres...
Continuará...
Esto de torturar a Esposito me está gustando MIL GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR
Última edición por maria_cs el Jue Abr 26, 2012 2:25 am, editado 3 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Hasta que decidio ceder Kate.. hahaha
pobre Castle! como lo interrumpen xD lo bueno fue... qe tuvo su recompensa
Me encanta
pobre Castle! como lo interrumpen xD lo bueno fue... qe tuvo su recompensa
Me encanta
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
ke pasadaaaaa y ke harto se interrupciones....
me a encantadoooo y me he reido muchisimooo
sigue prontooo
me a encantadoooo y me he reido muchisimooo
sigue prontooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (¿+18?) La tormenta
Es francamente muy divertido .
No me quiero imaginar la cara de exposito cuando Lanier se dio la vuelta
Más le vale luego ser buena porque sino es capaz de tirarla del avion que les lleva a París
ME encanta la historia. Es genial y muy divertida. Muchas gracias
fandecastle- Ayudante de policia
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Fecha de inscripción : 02/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Excelenteeeeeeeeeeeeeeeeee
Las charlas Lanie y Kate me encantannnnnnnnnnn
genial!!!!!!!!!!!!!!
Muchas gracias
Las charlas Lanie y Kate me encantannnnnnnnnnn
genial!!!!!!!!!!!!!!
Muchas gracias
silvanalino- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 37 Felicidad
-Hola Lanie.
-Hola amiga, necesito tu ayuda.
-¿Ha pasado algo?
-Este castigo me está matando y quedan dos meses todavía…
-Pues abandona, castígalo de otra manera, como hago yo.
-¿A qué te refieres?
-Bueno, ya sabes que cuando vuelva tengo que hacer montañas de papeleo ¿no?
-Sí…
-Ahora ya no.
-¿Castle?
-No sabes lo práctico qué es tener a un escritor de marido, el pobre está desquiciado, pero es lo que hay. Además por la noche se lo compenso.
-Yo tengo otra cosa mucho más cruel, pero necesito tu ayuda.
-Por supuesto, cuenta. –Lanie le contó su plan a Beckett quien escuchó atenta y con entusiasmo.
-No puedo más, quiero morir, Ryan si alguna vez me has querido pégame un tiro.
-¿Ir a la cárcel por ti?, ¡pídeselo a Castle!
-Gracias amigo… -lo miró con fastidio.
-¡Buenos días a todos!, ¿no hace una mañana estupenda?
Esposito lo miró con odio. Ryan se rio. –Para él no.
-¡Venga ya!, ¿Lanie sigue sin ceder?
-¿Tú qué crees?, ¡joder!, ¡ya no sé qué mas hacer para convencerla!
-Seguro qué hay más opciones…
-¿Más?, le he comprado unos pendientes y una pulsera, la he llevado un fin de semana a París, la he llevado a bailar, ahora los hijos del de la floristería van a un colegio privado gracias a mí, incluso… -Paró de golpe.
-¿Incluso qué?-Ryan y Castle lo miraron. Esposito suspiró y les hizo un gesto para que se acercaran. –Pues el día que fuimos a vuestra casa, cuando volvimos ella se desnudó y yo creía que ya por fin iba a ceder pero lo único que pasó… -lo último lo dijo en un susurro.
-Tío, eres patético
-¿Cómo dejas que te trate así?
-¿Yo soy patético?, a ti tu mujer te dice hasta el color de los calzoncillos que debes llevar, y a ti te obliga a hacer su trabajo.
-Lo que tú digas, pero nosotros hacemos más cosas en la cama aparte de dormir.
-Sé, de hecho si hoy vengo tan contento es porque Kate está más apasionada que nunca, y lo único que tengo que hacer es su papeleo. Tú mientras tendrás que seguir satisfaciendo a Lanie sin recibir nada a cambio. –Castle le miró burlón mientras que se sentaba en el escritorio de su mujer y se ponía a organizar los papeles.
Esposito miró al detective. -¿Soy patético verdad?
Ryan asintió con la cabeza, varias veces. En ese momento sonó el móvil.
-¡Hola cariño!, sí, de acuerdo, se lo diré, te quiero. ¡Castle!, cuando salgamos de aquí las chicas quieren vernos.
Castle asintió extrañado, ¿y ahora qué?
Cuando terminaron el trabajo se dirigieron al loft, nerviosos. Al entrar encontraron a Beckett y a Lanie con una gran sonrisa, acompañadas de un musculitos rubio con uniforme de poli. Se quedaron mirando sin entender.
-¿Chicas…?
-Hola cariño, os presento a Matt.
-¿Matt?
-Sí, venid a la cocina, queremos explicaros algo.
Por el camino le lanzaron una mirada asesina al chico. Beckett y Lanie sonrieron.
-Seremos breves. Creemos que esto de los castigos ha sido suficiente y ya es hora de terminar.
-¡¿En serio?!-Parecían como dos niños en Navidad.
-Por supuesto, pero hay una pequeña condición.
-¿Cual?
-Bueno, como esto empezó debido a que os vimos bailando con una tía que meneaba el culo y las tetas, creemos que es justo que vosotros nos veáis a nosotras bailando con ese tío.
-¡¿Qué?!
-Lanie, cielo, yo no bailé con ella, fue Castle. –El aludido le lanzó una mirada furiosa a su compañero.
-Puede ser, pero a la chica la buscaste tú, y estoy segura de que ya la conocías.
-¿Por qué dices que fui yo?
-Vamos Javi, Ryan no es de los que buscan a la chica, sino de los que llevan las bebidas.
Esposito maldijo mentalmente el carácter de su compañero. Castle se dirigió a su esposa con carita de cachorro.-Kate, cariño, no podéis hacernos esto.
-Vamos Rick no pongas esa cara, solo será un rato.
-Exacto, una media hora como mucho y después cada uno a volver con su vida. Ella dejará de torturarle con el papeleo y tú y yo echaremos un buen polvo por fin.
Esposito la miró al oír esa última frase, sonaba tan bien. Castle le hizo una seña a Beckett, dirigiéndose con ella al estudio.
-Kate, esto no puede ir en serio, dime que hay una cámara oculta en casa por favor.
-Vamos Rick ¿qué te pasa?, sería algo muy rápido, unos bailecitos, unas caricias, unos ánimos, algún billete en su tanga, poco más…
-Kate, haré lo que sea, pero no quiero verte tocándole a ese tío el paqu…
-Yo tampoco quería ver a mi marido con las manos en el culo de esa chica.
-Kate, te haré el papeleo durante el resto de mi vida, le cambiaré los pañales a la niña, me levantaré por las noches para darle el biberón, te haré la cena, te compensaré con sexo oral siempre que tú quieras, sin pedir nada a cambio, pero por favor, no me hagas esto.
Beckett aguantó la risa, mirándole maliciosamente. -¿En serio?
-Te lo prometo, palabra de hombre escritor.
-Bueno, podría pensármelo…
Castle la cogió por la cintura y la acercó hacia él. - ¿Sabes lo enfadado qué estará el pequeño Rick si te ve bailando con ese tío?, puede que se coja un trauma de por vida, con lo contento que se pondría esta noche, seguro que te saludaría como te mereces.
-Bueno, dile al pequeño Rick que puede estar tranquilo, solo tengo ojos para ti.
Ambos se rieron, ella triunfante, él aliviado. –Pero que conste que pienso tomarte la palabra con todo lo que me has dicho sobre la niña, las cenas, el papeleo y el sexo.
-Sabía que lo harías.
Volvieron a la cocina donde Lanie miraba a Esposito, quien rogaba. – Vamos cariño, haré lo que tú quieras, pero no seas tan cruel.
-No, tienes dos opciones, me ves bailando con él o no hay sexo hasta dentro de dos meses.
-Lanie por favor.
-Elige.
-Está bien, de acuerdo, seguiremos con el castigo.
Lanie lo miró asombrada. - ¿En serio?
-Sí, prefiero tenerte a mi lado aunque no pueda tocarte que verte con ese tío. Me moriría de celos, y debes recordar que voy armado.
Lanie sonrió- Matt, ya puedes irte cielo.
-Espero haberte sido útil, adiós nena, avísame cuando vayáis de compras.
-Espera, ¿qué?
-O, perdona, se me olvidó deciros que Matt es gay. Lo sentimos.
Castle miró a Beckett con mirada de odio, ella sonrió: -Recuerda tu promesa cariño. Gracias Matt, aunque lamento no haberte visto bailar.
-Tranquila nena, cuando queráis ya sabéis, aunque se me da mejor bailar para chicos. Así que si queréis un día… –Se acercó a Esposito con una mirada sugerente-…puede haceros un bailecito especial a vosotros.
-¡Eh!, las manos quietas.
-Lo siento cariño, este hombre ya tiene dueña. Un beso. –Se despidió del chico y se dirigió a Esposito. –Muchas gracias mi amor, te quiero.
-Pero, no lo entiendo.
-Necesitaba saber que te morirías de celos si me vieras con otro y cuando has dicho que prefieres la abstinencia al baile me has convencido.
-Entonces… ¿se acabó el castigo?
-Se acabó el castigo. –Se besaron apasionadamente, Castle carraspeó.
-Chicos, no nos apetece un show en directo, además seguro que preferís hacer esto en privado.
Ambos se rieron y tras despedirse de ellos se marcharon. Castle se dirigió hacia su esposa. –Bueno, nosotros podríamos tomar su ejemplo, ¿no crees?
-No sé…, quizás el pequeño Rick prefiere conocer a Matt.
-¡Kate!
-Era broma tonto, ven aquí. –Le atrajo por la nunca y le besó profundamente. Hicieron el amor con ternura, en una mezcla de pasión y romanticismo que les llevó al límite.
Mientras, en otra casa, una pareja de enamorados hacían exactamente lo mismo, disfrutando el uno del otro, lentamente, tomándose su tiempo en demostrarse el amor que se tenían. Esa noche Javier Esposito le hizo el amor a su novia poniendo los cinco sentidos en hacerla disfrutar, pensando en ella y no en su propio placer y esto le llevó a disfrutar él mismo más que nunca.
-Oh cariño, ha sido increíble. Te quiero.
-Yo también te quiero mi amor. –Se acercó a la mesita de noche y sacó una diminuta caja aterciopelada.
-¿Qué es esto?
-Ábrelo.
Un precioso anillo de oro blanco descansaba sobre el pequeño cojín de la cajita. Lo miró sin poder hablar.
-Lanie, te quiero como nunca he querido una mujer, eres la madre de mis hijos y sois lo mejor que me ha pasado en la vida. Cariño, cásate conmigo.
Él la miró expectante. Lanie miró el anillo y se echó a sus brazos.
-¡Sí!, sí sí sí sí ¡siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
Él la abrazó feliz, hicieron el amor otra vez, felices ante la nueva promesa.
(5 de diciembre)
Se acercaba la Navidad y la vida estaba siendo muy fácil para los miembros de la comisaría.
Beckett estaba ya de seis meses y se sentía más feliz que nunca, la habitación de Lucía estaba completamente terminada, y había quedado preciosa. Estaba pintada de color lavanda, suave y los muebles eran de color blanco. La cuna estaba situada debajo de la ventana y a su lado habían colocado un cómodo sillón. En el resto de la estancia habían colocado el mueble cambiador y una estantería con numerosos cuentos, al fin y al cabo la pequeña sería hija de un gran escritor y de una amante de la literatura, tenían que fomentar en ella esa pasión por los libros. En las paredes Castle había colocado algunos dibujos de cuando Alexis era pequeña. Por último, en una mesita había un gracioso teatro de marionetas, regalo de Martha. La inspectora estaba mirando la habitación con una dulce sonrisa, Castle la abrazó por detrás.
-¿En qué piensas?
-No soporto esta espera, aún quedan tres meses.
-Lo sé mi amor, pero tranquila, pronto tendremos a nuestra pequeña en nuestros brazos. Estoy deseando verte sentada en ese sillón cantándole una nana con esa voz tan dulce que tienes.
-Yo quiero verte leyéndole cuentos. Rick tengo tanto miedo de no hacerlo bien…
-Serás una madre perfecta, créeme, te quiero y te ayudaré en todo lo que necesites. Nunca olvides que estoy aquí.
-No lo haré, Rick, todavía no puedo creerme lo fácil que está siendo nuestra vida. Lanie y Esposito prometidos, nosotros a punto de tener una niña y Ryan y Jenny deben de estar recogiendo a su hija en esos mismos momentos.
-Sí, es maravilloso.
-Vamos cariño cálmate, ya verás como todo va a salir bien.
-Tengo tanto miedo, ¿y si se niegan a dárnosla?
-Jenny, ya está todo listo, nos van a dar a la niña y todo va a ser genial. Hoy empieza nuestra familia. Te quiero.
-Yo también te quiero.
-¿Señores Ryan?, aquí tienen a su preciosa hija, Sarah.
Jenny lloró emocionada al ver a la preciosa bebé de ojos azules y cabello rubio de tres meses que la asistente les entregaba.
-¡Hola!, hola preciosa, hola, ya estás en casa, somos tus papás, hola mi vida, ¡hola!
Ryan no pudo evitar soltar un par de lágrimas al ver a su mujer con su hija.
-Mira, mira Sarah a tu papá, mira, ¿quieres ir con papá?
-Ven cariño, soy tú papá, ven aquí. Soy papá. –La pequeña puso su manita en la mejilla del detective, quien mentalmente dio gracias al cielo por esa preciosidad. Ryan miró a su esposa a los ojos y sonrió entre lágrimas. –Te quiero mi amor.
-Yo también te quiero.
(10 de diciembre)
-Me voy a trabajar cariño, nos vemos luego.
-Vale, un beso, te quiero.
Salió de la casa sonriendo, pensando en lo feliz que era en esos momentos. Se montó en el coche y arrancó. Esa fue la última vez que sonrió.
Continuará…
En estos momentos sé que me odiais profundamente, pero la culpa es de mi hermano que quería sangre y muertes
Como siempre mil gracias por leer, y comentar que es de lo poco que queda gratis hoy en día
-Hola Lanie.
-Hola amiga, necesito tu ayuda.
-¿Ha pasado algo?
-Este castigo me está matando y quedan dos meses todavía…
-Pues abandona, castígalo de otra manera, como hago yo.
-¿A qué te refieres?
-Bueno, ya sabes que cuando vuelva tengo que hacer montañas de papeleo ¿no?
-Sí…
-Ahora ya no.
-¿Castle?
-No sabes lo práctico qué es tener a un escritor de marido, el pobre está desquiciado, pero es lo que hay. Además por la noche se lo compenso.
-Yo tengo otra cosa mucho más cruel, pero necesito tu ayuda.
-Por supuesto, cuenta. –Lanie le contó su plan a Beckett quien escuchó atenta y con entusiasmo.
-No puedo más, quiero morir, Ryan si alguna vez me has querido pégame un tiro.
-¿Ir a la cárcel por ti?, ¡pídeselo a Castle!
-Gracias amigo… -lo miró con fastidio.
-¡Buenos días a todos!, ¿no hace una mañana estupenda?
Esposito lo miró con odio. Ryan se rio. –Para él no.
-¡Venga ya!, ¿Lanie sigue sin ceder?
-¿Tú qué crees?, ¡joder!, ¡ya no sé qué mas hacer para convencerla!
-Seguro qué hay más opciones…
-¿Más?, le he comprado unos pendientes y una pulsera, la he llevado un fin de semana a París, la he llevado a bailar, ahora los hijos del de la floristería van a un colegio privado gracias a mí, incluso… -Paró de golpe.
-¿Incluso qué?-Ryan y Castle lo miraron. Esposito suspiró y les hizo un gesto para que se acercaran. –Pues el día que fuimos a vuestra casa, cuando volvimos ella se desnudó y yo creía que ya por fin iba a ceder pero lo único que pasó… -lo último lo dijo en un susurro.
-Tío, eres patético
-¿Cómo dejas que te trate así?
-¿Yo soy patético?, a ti tu mujer te dice hasta el color de los calzoncillos que debes llevar, y a ti te obliga a hacer su trabajo.
-Lo que tú digas, pero nosotros hacemos más cosas en la cama aparte de dormir.
-Sé, de hecho si hoy vengo tan contento es porque Kate está más apasionada que nunca, y lo único que tengo que hacer es su papeleo. Tú mientras tendrás que seguir satisfaciendo a Lanie sin recibir nada a cambio. –Castle le miró burlón mientras que se sentaba en el escritorio de su mujer y se ponía a organizar los papeles.
Esposito miró al detective. -¿Soy patético verdad?
Ryan asintió con la cabeza, varias veces. En ese momento sonó el móvil.
-¡Hola cariño!, sí, de acuerdo, se lo diré, te quiero. ¡Castle!, cuando salgamos de aquí las chicas quieren vernos.
Castle asintió extrañado, ¿y ahora qué?
Cuando terminaron el trabajo se dirigieron al loft, nerviosos. Al entrar encontraron a Beckett y a Lanie con una gran sonrisa, acompañadas de un musculitos rubio con uniforme de poli. Se quedaron mirando sin entender.
-¿Chicas…?
-Hola cariño, os presento a Matt.
-¿Matt?
-Sí, venid a la cocina, queremos explicaros algo.
Por el camino le lanzaron una mirada asesina al chico. Beckett y Lanie sonrieron.
-Seremos breves. Creemos que esto de los castigos ha sido suficiente y ya es hora de terminar.
-¡¿En serio?!-Parecían como dos niños en Navidad.
-Por supuesto, pero hay una pequeña condición.
-¿Cual?
-Bueno, como esto empezó debido a que os vimos bailando con una tía que meneaba el culo y las tetas, creemos que es justo que vosotros nos veáis a nosotras bailando con ese tío.
-¡¿Qué?!
-Lanie, cielo, yo no bailé con ella, fue Castle. –El aludido le lanzó una mirada furiosa a su compañero.
-Puede ser, pero a la chica la buscaste tú, y estoy segura de que ya la conocías.
-¿Por qué dices que fui yo?
-Vamos Javi, Ryan no es de los que buscan a la chica, sino de los que llevan las bebidas.
Esposito maldijo mentalmente el carácter de su compañero. Castle se dirigió a su esposa con carita de cachorro.-Kate, cariño, no podéis hacernos esto.
-Vamos Rick no pongas esa cara, solo será un rato.
-Exacto, una media hora como mucho y después cada uno a volver con su vida. Ella dejará de torturarle con el papeleo y tú y yo echaremos un buen polvo por fin.
Esposito la miró al oír esa última frase, sonaba tan bien. Castle le hizo una seña a Beckett, dirigiéndose con ella al estudio.
-Kate, esto no puede ir en serio, dime que hay una cámara oculta en casa por favor.
-Vamos Rick ¿qué te pasa?, sería algo muy rápido, unos bailecitos, unas caricias, unos ánimos, algún billete en su tanga, poco más…
-Kate, haré lo que sea, pero no quiero verte tocándole a ese tío el paqu…
-Yo tampoco quería ver a mi marido con las manos en el culo de esa chica.
-Kate, te haré el papeleo durante el resto de mi vida, le cambiaré los pañales a la niña, me levantaré por las noches para darle el biberón, te haré la cena, te compensaré con sexo oral siempre que tú quieras, sin pedir nada a cambio, pero por favor, no me hagas esto.
Beckett aguantó la risa, mirándole maliciosamente. -¿En serio?
-Te lo prometo, palabra de hombre escritor.
-Bueno, podría pensármelo…
Castle la cogió por la cintura y la acercó hacia él. - ¿Sabes lo enfadado qué estará el pequeño Rick si te ve bailando con ese tío?, puede que se coja un trauma de por vida, con lo contento que se pondría esta noche, seguro que te saludaría como te mereces.
-Bueno, dile al pequeño Rick que puede estar tranquilo, solo tengo ojos para ti.
Ambos se rieron, ella triunfante, él aliviado. –Pero que conste que pienso tomarte la palabra con todo lo que me has dicho sobre la niña, las cenas, el papeleo y el sexo.
-Sabía que lo harías.
Volvieron a la cocina donde Lanie miraba a Esposito, quien rogaba. – Vamos cariño, haré lo que tú quieras, pero no seas tan cruel.
-No, tienes dos opciones, me ves bailando con él o no hay sexo hasta dentro de dos meses.
-Lanie por favor.
-Elige.
-Está bien, de acuerdo, seguiremos con el castigo.
Lanie lo miró asombrada. - ¿En serio?
-Sí, prefiero tenerte a mi lado aunque no pueda tocarte que verte con ese tío. Me moriría de celos, y debes recordar que voy armado.
Lanie sonrió- Matt, ya puedes irte cielo.
-Espero haberte sido útil, adiós nena, avísame cuando vayáis de compras.
-Espera, ¿qué?
-O, perdona, se me olvidó deciros que Matt es gay. Lo sentimos.
Castle miró a Beckett con mirada de odio, ella sonrió: -Recuerda tu promesa cariño. Gracias Matt, aunque lamento no haberte visto bailar.
-Tranquila nena, cuando queráis ya sabéis, aunque se me da mejor bailar para chicos. Así que si queréis un día… –Se acercó a Esposito con una mirada sugerente-…puede haceros un bailecito especial a vosotros.
-¡Eh!, las manos quietas.
-Lo siento cariño, este hombre ya tiene dueña. Un beso. –Se despidió del chico y se dirigió a Esposito. –Muchas gracias mi amor, te quiero.
-Pero, no lo entiendo.
-Necesitaba saber que te morirías de celos si me vieras con otro y cuando has dicho que prefieres la abstinencia al baile me has convencido.
-Entonces… ¿se acabó el castigo?
-Se acabó el castigo. –Se besaron apasionadamente, Castle carraspeó.
-Chicos, no nos apetece un show en directo, además seguro que preferís hacer esto en privado.
Ambos se rieron y tras despedirse de ellos se marcharon. Castle se dirigió hacia su esposa. –Bueno, nosotros podríamos tomar su ejemplo, ¿no crees?
-No sé…, quizás el pequeño Rick prefiere conocer a Matt.
-¡Kate!
-Era broma tonto, ven aquí. –Le atrajo por la nunca y le besó profundamente. Hicieron el amor con ternura, en una mezcla de pasión y romanticismo que les llevó al límite.
Mientras, en otra casa, una pareja de enamorados hacían exactamente lo mismo, disfrutando el uno del otro, lentamente, tomándose su tiempo en demostrarse el amor que se tenían. Esa noche Javier Esposito le hizo el amor a su novia poniendo los cinco sentidos en hacerla disfrutar, pensando en ella y no en su propio placer y esto le llevó a disfrutar él mismo más que nunca.
-Oh cariño, ha sido increíble. Te quiero.
-Yo también te quiero mi amor. –Se acercó a la mesita de noche y sacó una diminuta caja aterciopelada.
-¿Qué es esto?
-Ábrelo.
Un precioso anillo de oro blanco descansaba sobre el pequeño cojín de la cajita. Lo miró sin poder hablar.
-Lanie, te quiero como nunca he querido una mujer, eres la madre de mis hijos y sois lo mejor que me ha pasado en la vida. Cariño, cásate conmigo.
Él la miró expectante. Lanie miró el anillo y se echó a sus brazos.
-¡Sí!, sí sí sí sí ¡siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!
Él la abrazó feliz, hicieron el amor otra vez, felices ante la nueva promesa.
(5 de diciembre)
Se acercaba la Navidad y la vida estaba siendo muy fácil para los miembros de la comisaría.
Beckett estaba ya de seis meses y se sentía más feliz que nunca, la habitación de Lucía estaba completamente terminada, y había quedado preciosa. Estaba pintada de color lavanda, suave y los muebles eran de color blanco. La cuna estaba situada debajo de la ventana y a su lado habían colocado un cómodo sillón. En el resto de la estancia habían colocado el mueble cambiador y una estantería con numerosos cuentos, al fin y al cabo la pequeña sería hija de un gran escritor y de una amante de la literatura, tenían que fomentar en ella esa pasión por los libros. En las paredes Castle había colocado algunos dibujos de cuando Alexis era pequeña. Por último, en una mesita había un gracioso teatro de marionetas, regalo de Martha. La inspectora estaba mirando la habitación con una dulce sonrisa, Castle la abrazó por detrás.
-¿En qué piensas?
-No soporto esta espera, aún quedan tres meses.
-Lo sé mi amor, pero tranquila, pronto tendremos a nuestra pequeña en nuestros brazos. Estoy deseando verte sentada en ese sillón cantándole una nana con esa voz tan dulce que tienes.
-Yo quiero verte leyéndole cuentos. Rick tengo tanto miedo de no hacerlo bien…
-Serás una madre perfecta, créeme, te quiero y te ayudaré en todo lo que necesites. Nunca olvides que estoy aquí.
-No lo haré, Rick, todavía no puedo creerme lo fácil que está siendo nuestra vida. Lanie y Esposito prometidos, nosotros a punto de tener una niña y Ryan y Jenny deben de estar recogiendo a su hija en esos mismos momentos.
-Sí, es maravilloso.
-Vamos cariño cálmate, ya verás como todo va a salir bien.
-Tengo tanto miedo, ¿y si se niegan a dárnosla?
-Jenny, ya está todo listo, nos van a dar a la niña y todo va a ser genial. Hoy empieza nuestra familia. Te quiero.
-Yo también te quiero.
-¿Señores Ryan?, aquí tienen a su preciosa hija, Sarah.
Jenny lloró emocionada al ver a la preciosa bebé de ojos azules y cabello rubio de tres meses que la asistente les entregaba.
-¡Hola!, hola preciosa, hola, ya estás en casa, somos tus papás, hola mi vida, ¡hola!
Ryan no pudo evitar soltar un par de lágrimas al ver a su mujer con su hija.
-Mira, mira Sarah a tu papá, mira, ¿quieres ir con papá?
-Ven cariño, soy tú papá, ven aquí. Soy papá. –La pequeña puso su manita en la mejilla del detective, quien mentalmente dio gracias al cielo por esa preciosidad. Ryan miró a su esposa a los ojos y sonrió entre lágrimas. –Te quiero mi amor.
-Yo también te quiero.
(10 de diciembre)
-Me voy a trabajar cariño, nos vemos luego.
-Vale, un beso, te quiero.
Salió de la casa sonriendo, pensando en lo feliz que era en esos momentos. Se montó en el coche y arrancó. Esa fue la última vez que sonrió.
Continuará…
En estos momentos sé que me odiais profundamente, pero la culpa es de mi hermano que quería sangre y muertes
Como siempre mil gracias por leer, y comentar que es de lo poco que queda gratis hoy en día
Última edición por maria_cs el Sáb Mayo 12, 2012 12:30 pm, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
Pero si quiere sangre matalo a el.y la vera!!!
No a nuestros protagonistassssss por favorrrr!!!
Lo de Matt increible, como me rei!!
Sube pronto porfiiiii
No a nuestros protagonistassssss por favorrrr!!!
Lo de Matt increible, como me rei!!
Sube pronto porfiiiii
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Y para que le pides opinión a tu hermano?????
Supongo que un poco de sangre no viene mal entre tanto azucar, pero por dios que sea de los malos
En fin seguro que lo haces genial y nos gustara. Confiamos en ti
Gracias por escribir
fandecastle- Ayudante de policia
- Mensajes : 106
Fecha de inscripción : 02/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 38 Te esperaré
El día había amanecido gris, como si quisiera acompañarlos en ese triste momento. Miraban en silencio la lápida, con el nombre de su amigo. Ya se habían marchado los demás, el funeral había terminado, recordaba tanto al del capitán… Beckett tenía un nudo en la garganta, le costaba respirar. A su lado una mano la sujetaba, sabiendo que si la soltaba no lo soportaría. Martha la miraba con ternura, entristecida. Alexis lloraba sin poder remediarlo, aquello era demasiado. Miraba con tristeza a la mujer que lloraba destrozada delante de ella, sin poder creérselo, pensando que realmente aquello era una pesadilla y que iba a despertar.
Dos días antes
Cuando recibió la noticia se le cayó el teléfono. No era posible, tenía que estar soñando, se dejó caer en el suelo, temblando, sujetando su vientre.
-¿Kate?, ¿Kate mi amor qué ocurre? ¿Qué te pasa cariño?
-No… no puede ser… tiene que ser mentira… -Castle la miró sin entender, su esposa parecía al borde de un ataque de nervios. Fue a por un vaso de agua y se lo tendió.
-Toma cielo, bébetelo. Respira hondo Kate, ¿qué ocurre?
-Una bomba… no pudieron hacer… no pudo salva… salvarse… ¡está muerto! –Hundió la cabeza en su cuerpo, llorando. Castle la miraba horrorizado. ¿Muerto?, ¿pero quién?
-Mi amor, calma, calma, Kate, necesito que me digas de quien estás hablando.
Ella intentó calmarse, lo justo para poder hablar.
Se encontraba sola en su casa, sin atender al llanto que se oía desde la cuna. No podía ir y consolar a nadie. Era incapaz de ofrecer consuelo. En esos momentos se sentía muerta, muerta como él, y los muertos no ofrecen consuelo. Acarició el anillo que llevaba en el dedo anular. Como podía ser que la vida se lo hubiera quitado. Eran una familia, eran felices y de pronto, todo se acababa. No se lo explicaba, pero le daba igual. Ella ya no sentía nada. Estaba muerta, muerta en vida, seguía oyendo el llanto pero no fue, no quería ir, no tenía fuerzas para ir. Se dejo caer en la cama, abrazando la almohada, recordando los momentos que había vivido en esa habitación. La risas, las charlas, los besos, las caricias… Sus manos, como la habían acariciado cuando le hacía el amor, como sus brazos la habían abrazado cuando tenía alguna pesadilla o cuando sentía que no sería una buena madre. Lloró durante horas, abrazada a esa almohada que olía a él, pero no era él. No, no era él. Él ya no estaba. Se había marchado, para siempre, dejándola sola.
Lloraba, mientras que ella le acariciaba tiernamente el rostro, dejándolo desahogarse y lamentar la muerte de su amigo, de su hermano. Ella también lamentaba su muerte, pero no era nada comparado a lo que sentía él. Oyó un llanto desde la cuna pero no se levantó. En aquel momento sólo estaba pendiente de él, quien no se atrevía a soltarla. Tenerla a su lado le daba fuerzas, pero no quitaba el dolor, ni la furia. Alguien había matado a su compañero, su amigo, su hermano. Había robado su vida justo en el mejor momento de su vida, cuando era feliz junto con su familia. Cerró los ojos aún abrazado a ella, quien no lo soltó ni un segundo, no hasta que se aseguro de que se había quedado dormido. Solo entonces ella se permitió llorar en silencio, temiendo que él compartiera la misma suerte que su amigo.
Estaba tumbado a su lado, viéndola dormir. Las huellas de sus lágrimas perduraban en su rostro, le dolía verla así, como le dolía la muerte de su amigo. Y tenía miedo, mucho miedo, miedo por creer que esa muerte tenía algo que ver con su accidente, miedo por pensar que alguien quisiera hacerle daño a ella. Colocó una mano en su vientre, acariciándoselo, sintió una patadita de Lucía. Suspiró derramando una lágrima, pensado en la familia de su amigo, familia que ya él no podría cuidar, familia a la que había dejado huérfana. La sintió temblar a su lado, estaba despierta. La atrajo hacia su pecho y la besó con ternura.
-Lo sé mi amor, lo sé. Tranquila, todo saldrá bien, tranquila.
Ella se abrazó a él, llorando.
-¡No es justo!
-Lo sé mi vida, tranquila, yo estoy aquí, shhhhhh, no llores más mi amor, tranquila.
Acarició su nombre en la lápida de mármol. A su lado ellas le daban fuerza, sosteniéndola, no soportaba el dolor y la angustia, el vacío. Rogaba porque alguien le arrancase el corazón y aquella sensación se fuera. Pero no se iba, nadie era compasivo con ella, nadie cedía a dispararle en el pecho para que todo acabara. Y de repente lo oyó.
-No puedes seguir pensando así, yo ya no estoy, tienes que cuidar de nuestra familia.
-No tengo fuerzas…¿por qué te has ido?
-No quise irme, pero os cuidaré desde el cielo, lo prometo.
-No, por favor, vuelve te necesito…
-Lo siento mi amor, pero no puedo, tengo que irme, me están llamando, solo me han dejado volver para despedirme de ti. Te quiero.
-¡Espera!
-Mira en el tercer cajón de mi mesita, te quiero. Adiós mi vida, te espero allí arriba.
-¡Quiero irme contigo!, por favor.
-Algún día mi amor, te esperaré, te quiero.
Se marchó, dejándola con esa cruel sensación…
-¿Estás bien? –Beckett la miró preocupada.
-Lo he visto, he hablado con él, estaba aquí… ¡estaba aquí!, pero ya no está, ¡ya no está!, quiero… que vuelva, por favor…, quiero que… vuelva, no puedo vivir sin él…, por favor, ¡quiero que vuelva! –Se abrazó a ella sin dejar de llorar, gritando por su perdida, por su dolor. Beckett sujetó a su amiga durante unos segundos, luego la madre de la mujer se acercó y la abrazó consolándola.
Castle se acercó a su esposa.-Empieza a llover mi amor, será mejor que nos vayamos a casa, ya no podemos hacer nada, vamos a casa cielo.
Se dejó llevar por él. A su lado sus amigos también dejaron a la mujer desconsolada con su familia y se marcharon. También la mujer aceptó marcharse, sostenida por su madre, sin poder dejar de llorar.
Unas horas después
La mujer miraba la tumba con la mirada triste, sintiéndose culpable, terriblemente culpable.
-Lo siento, yo no quería hacerlo, pero él me lo pidió. No pude negarme, le quiero.
Estaba tirada en la cama, su madre se había quedado junto a la cuna, ella se lo había pedido. Quería estar sola. Recordó sus palabras, mira en el cajón, no tenía fuerzas pero se arrastró y lo abrió. En él había una cajita, de color roja, la sacó y la abrió. Dentro no había mucho, unas fotografías de ellos, de sus amigos y un papel. Cogió la foto en la que estaban ellos en un viaje y lloró mojándola, acariciando su cara, destrozada. Luego cogió el papel y lo miró, era una carta, con los ojos aún llorosos la leyó.
“Mi amor.
Si estás leyendo está carta es porque yo ya no estoy en esa cama, a tu lado, abrazándote. Si la he escrito es porque ahora que os veo jugando en esa alfombra, riendo, me doy cuenta de que mi trabajo es peligroso y todos los días me levanto temiendo en que llegue el momento en que yo ya no esté ahí. Lo siento mucho mi vida, siento haberos dejado, siento que ahora estés sola, pero quiero que sepas que os he querido más que a mi vida, y que siempre os querré, espero poder ir al cielo para seguir amándoos desde allí arriba y esperaros. Te pido por favor que no abandones nunca, debes cuidar de nuestra familia, yo estaré allí arriba, esperando. Cariño, te quiero y no quiero que sufras, quiero que sepas que si algún día vuelves a amar a alguien como sé que me has amado a mí tienes que aferrarte a esa persona y no dejarla escapar. Eres la mujer más maravillosa de este mundo y te mereces ser feliz. Te quiero mi vida, te quiero, gracias por haber aparecido en mi vida. Alegraste mis días y mis noches y solo lamento no haber podido hacer más para devolverte todo lo que tú me has dado. Te quiero.
Ryan”
Lloró atrayendo la carta a su pecho. Oyó el llanto de Sarah y se levantó, se dirigió a la cuna. Su madre dormía en el sillón, ajena al llanto del bebé. Cogió a la pequeña en brazos y la acunó.
-No llores mi vida, papá te quiere, papá está en el cielo cuidándonos. Papá te quiere Sarah, no llores mi amor.
Continuará...
El día había amanecido gris, como si quisiera acompañarlos en ese triste momento. Miraban en silencio la lápida, con el nombre de su amigo. Ya se habían marchado los demás, el funeral había terminado, recordaba tanto al del capitán… Beckett tenía un nudo en la garganta, le costaba respirar. A su lado una mano la sujetaba, sabiendo que si la soltaba no lo soportaría. Martha la miraba con ternura, entristecida. Alexis lloraba sin poder remediarlo, aquello era demasiado. Miraba con tristeza a la mujer que lloraba destrozada delante de ella, sin poder creérselo, pensando que realmente aquello era una pesadilla y que iba a despertar.
Dos días antes
Cuando recibió la noticia se le cayó el teléfono. No era posible, tenía que estar soñando, se dejó caer en el suelo, temblando, sujetando su vientre.
-¿Kate?, ¿Kate mi amor qué ocurre? ¿Qué te pasa cariño?
-No… no puede ser… tiene que ser mentira… -Castle la miró sin entender, su esposa parecía al borde de un ataque de nervios. Fue a por un vaso de agua y se lo tendió.
-Toma cielo, bébetelo. Respira hondo Kate, ¿qué ocurre?
-Una bomba… no pudieron hacer… no pudo salva… salvarse… ¡está muerto! –Hundió la cabeza en su cuerpo, llorando. Castle la miraba horrorizado. ¿Muerto?, ¿pero quién?
-Mi amor, calma, calma, Kate, necesito que me digas de quien estás hablando.
Ella intentó calmarse, lo justo para poder hablar.
Se encontraba sola en su casa, sin atender al llanto que se oía desde la cuna. No podía ir y consolar a nadie. Era incapaz de ofrecer consuelo. En esos momentos se sentía muerta, muerta como él, y los muertos no ofrecen consuelo. Acarició el anillo que llevaba en el dedo anular. Como podía ser que la vida se lo hubiera quitado. Eran una familia, eran felices y de pronto, todo se acababa. No se lo explicaba, pero le daba igual. Ella ya no sentía nada. Estaba muerta, muerta en vida, seguía oyendo el llanto pero no fue, no quería ir, no tenía fuerzas para ir. Se dejo caer en la cama, abrazando la almohada, recordando los momentos que había vivido en esa habitación. La risas, las charlas, los besos, las caricias… Sus manos, como la habían acariciado cuando le hacía el amor, como sus brazos la habían abrazado cuando tenía alguna pesadilla o cuando sentía que no sería una buena madre. Lloró durante horas, abrazada a esa almohada que olía a él, pero no era él. No, no era él. Él ya no estaba. Se había marchado, para siempre, dejándola sola.
Lloraba, mientras que ella le acariciaba tiernamente el rostro, dejándolo desahogarse y lamentar la muerte de su amigo, de su hermano. Ella también lamentaba su muerte, pero no era nada comparado a lo que sentía él. Oyó un llanto desde la cuna pero no se levantó. En aquel momento sólo estaba pendiente de él, quien no se atrevía a soltarla. Tenerla a su lado le daba fuerzas, pero no quitaba el dolor, ni la furia. Alguien había matado a su compañero, su amigo, su hermano. Había robado su vida justo en el mejor momento de su vida, cuando era feliz junto con su familia. Cerró los ojos aún abrazado a ella, quien no lo soltó ni un segundo, no hasta que se aseguro de que se había quedado dormido. Solo entonces ella se permitió llorar en silencio, temiendo que él compartiera la misma suerte que su amigo.
Estaba tumbado a su lado, viéndola dormir. Las huellas de sus lágrimas perduraban en su rostro, le dolía verla así, como le dolía la muerte de su amigo. Y tenía miedo, mucho miedo, miedo por creer que esa muerte tenía algo que ver con su accidente, miedo por pensar que alguien quisiera hacerle daño a ella. Colocó una mano en su vientre, acariciándoselo, sintió una patadita de Lucía. Suspiró derramando una lágrima, pensado en la familia de su amigo, familia que ya él no podría cuidar, familia a la que había dejado huérfana. La sintió temblar a su lado, estaba despierta. La atrajo hacia su pecho y la besó con ternura.
-Lo sé mi amor, lo sé. Tranquila, todo saldrá bien, tranquila.
Ella se abrazó a él, llorando.
-¡No es justo!
-Lo sé mi vida, tranquila, yo estoy aquí, shhhhhh, no llores más mi amor, tranquila.
Acarició su nombre en la lápida de mármol. A su lado ellas le daban fuerza, sosteniéndola, no soportaba el dolor y la angustia, el vacío. Rogaba porque alguien le arrancase el corazón y aquella sensación se fuera. Pero no se iba, nadie era compasivo con ella, nadie cedía a dispararle en el pecho para que todo acabara. Y de repente lo oyó.
-No puedes seguir pensando así, yo ya no estoy, tienes que cuidar de nuestra familia.
-No tengo fuerzas…¿por qué te has ido?
-No quise irme, pero os cuidaré desde el cielo, lo prometo.
-No, por favor, vuelve te necesito…
-Lo siento mi amor, pero no puedo, tengo que irme, me están llamando, solo me han dejado volver para despedirme de ti. Te quiero.
-¡Espera!
-Mira en el tercer cajón de mi mesita, te quiero. Adiós mi vida, te espero allí arriba.
-¡Quiero irme contigo!, por favor.
-Algún día mi amor, te esperaré, te quiero.
Se marchó, dejándola con esa cruel sensación…
-¿Estás bien? –Beckett la miró preocupada.
-Lo he visto, he hablado con él, estaba aquí… ¡estaba aquí!, pero ya no está, ¡ya no está!, quiero… que vuelva, por favor…, quiero que… vuelva, no puedo vivir sin él…, por favor, ¡quiero que vuelva! –Se abrazó a ella sin dejar de llorar, gritando por su perdida, por su dolor. Beckett sujetó a su amiga durante unos segundos, luego la madre de la mujer se acercó y la abrazó consolándola.
Castle se acercó a su esposa.-Empieza a llover mi amor, será mejor que nos vayamos a casa, ya no podemos hacer nada, vamos a casa cielo.
Se dejó llevar por él. A su lado sus amigos también dejaron a la mujer desconsolada con su familia y se marcharon. También la mujer aceptó marcharse, sostenida por su madre, sin poder dejar de llorar.
Unas horas después
La mujer miraba la tumba con la mirada triste, sintiéndose culpable, terriblemente culpable.
-Lo siento, yo no quería hacerlo, pero él me lo pidió. No pude negarme, le quiero.
Estaba tirada en la cama, su madre se había quedado junto a la cuna, ella se lo había pedido. Quería estar sola. Recordó sus palabras, mira en el cajón, no tenía fuerzas pero se arrastró y lo abrió. En él había una cajita, de color roja, la sacó y la abrió. Dentro no había mucho, unas fotografías de ellos, de sus amigos y un papel. Cogió la foto en la que estaban ellos en un viaje y lloró mojándola, acariciando su cara, destrozada. Luego cogió el papel y lo miró, era una carta, con los ojos aún llorosos la leyó.
“Mi amor.
Si estás leyendo está carta es porque yo ya no estoy en esa cama, a tu lado, abrazándote. Si la he escrito es porque ahora que os veo jugando en esa alfombra, riendo, me doy cuenta de que mi trabajo es peligroso y todos los días me levanto temiendo en que llegue el momento en que yo ya no esté ahí. Lo siento mucho mi vida, siento haberos dejado, siento que ahora estés sola, pero quiero que sepas que os he querido más que a mi vida, y que siempre os querré, espero poder ir al cielo para seguir amándoos desde allí arriba y esperaros. Te pido por favor que no abandones nunca, debes cuidar de nuestra familia, yo estaré allí arriba, esperando. Cariño, te quiero y no quiero que sufras, quiero que sepas que si algún día vuelves a amar a alguien como sé que me has amado a mí tienes que aferrarte a esa persona y no dejarla escapar. Eres la mujer más maravillosa de este mundo y te mereces ser feliz. Te quiero mi vida, te quiero, gracias por haber aparecido en mi vida. Alegraste mis días y mis noches y solo lamento no haber podido hacer más para devolverte todo lo que tú me has dado. Te quiero.
Ryan”
Lloró atrayendo la carta a su pecho. Oyó el llanto de Sarah y se levantó, se dirigió a la cuna. Su madre dormía en el sillón, ajena al llanto del bebé. Cogió a la pequeña en brazos y la acunó.
-No llores mi vida, papá te quiere, papá está en el cielo cuidándonos. Papá te quiere Sarah, no llores mi amor.
Continuará...
Última edición por maria_cs el Sáb Abr 28, 2012 1:10 pm, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
por que me haces estooooooooooooo
era necesario??? son un equipo, siempre, por que lo mataste....
la angustia es muy fuerte para seguir escribiendo...
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