(¿+18?) La tormenta
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Re: (¿+18?) La tormenta
QUE HICISTE QUEEEEE!!!!!!!!!!!!! YO VOLVIENDO A ESCRIBIR QUE SI MATABAS A ALGUIEN NO LEIA MAS EL FIC! PERO COMO QUIERES QUE VIVA EN PAZ SI LO HAS MATADO!!!!MAS TE VALE QUE PUEDA HABER UNA SALVACION PARA QUE VUELVA A LA VIDA D: ya ni puedo seguir escribiendo... que angustia D:
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
puff se me han saltado las lagrimas y todo. No me lo esperaba para nada. Sigue!
KBCAlways- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Que triste el capitulo jajajaja
Te juro que en toda la lectura pense que el que habia muerto era Esposito, no Ryan... Pobre el rubio
Te juro que en toda la lectura pense que el que habia muerto era Esposito, no Ryan... Pobre el rubio
Maku_Stanathan- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 39 Bienvenida
Habían pasado dos meses desde la muerte de Ryan y todo había cambiado. Beckett estaba sentada en la cocina, bebiéndose un descafeinado. Castle se acercó a ella:
-¿Hoy tampoco vas a hablarme?
No obtuvo respuesta. Castle suspiró:
-Kate no puedes seguir así, no voy a pedirte disculpas por lo que hice, solo quería protegerte.
Beckett siguió sin dirigirle la palabra, le temblaban las manos y no quería mirarlo, sentía que si lo hacía descargaría toda su furia con él.
-Kate por favor, acababan de operarte, no podía decírtelo, ni siquiera estaba seguro, no quería que vivieras con miedo. –Aquello fue la gota que colmó el vaso.
-¿Miedo?, cada vez que oigo un ruido fuerte parecido a un disparo me echo a temblar, la sola idea de que le pase algo a Lucía mientras que siga dentro de mi cuerpo, sin que yo pueda evitarlo me aterroriza. ¿Miedo?, vivo con el miedo todos los días, porque la sola idea de que os pase algo hace que se me pare el corazón, y ¡¿te atreves a decirme qué lo hiciste para que no viviera con el miedo?!
Castle no se atrevió a contestar, veía en sus ojos la pena, el dolor y la rabia. –Kate, solo pensé en ti, me equivoqué al no contártelo, pero no quería hacerte daño, espero que algún día puedas entenderlo… -Se dirigió hacia el estudio dejándola sola, cogió una botella de whisky y se echó un trago. Sintió como el líquido le quemaba la garganta mientras que pensaba en la charla que había provocado que su esposa no le dirigiera la palabra.
-Tiene que saberlo.
-No voy a decírselo, no puedo, no quiero asustarla.
-Castle, tú la ves como una frágil esposa, pero yo la veo como la inspectora Beckett, tiene que saberlo, tienes que decírselo, se trata de su vida.
-No.
-Le vamos a poner escolta, ella no es tonta, atará cabos, díselo.
-No.
-¿Decirme qué?
Beckett miraba a su amigo y su marido. Ambos evitaron su mirada, aquello la puso nerviosa. –Rick, ¿qué pasa?
-Kate…
-Rick, ¿qué me estás ocultando?
Le mantuvo la mirada durante unos segundos, suspiró y se decidió a hablar. No le quedaba más remedio, Esposito tenía razón, ella no era tonta y se acabaría enterando.
-Cuando estabas en el hospital Esposito y Ryan investigaron lo de tu accidente y…
La cara de Beckett fue cambiado de sorpresa a dolor, de miedo a furia. Cuando Castle terminó de hablar ella tomó aire. Se dirigió a Esposito.
-¿Cómo sabéis que fue el mismo que puso la bomba?
-Mandaron una nota a Comisaría, Gates nos la ha enseñado hoy…
-¿Qué dice?
-“No pude matar a tu bebé pero así no te olvidarás de mí”
Beckett hizo un gesto de asco. -¿Wilson?
-No, rotundamente no. Estamos seguros.
-¿Entonces?
-No lo sabemos Beckett, no sabemos nada, pero vamos a ponerte protección.
-Pónsela también a Martha a Lanie y a Jenny. Asesinó a Ryan, nadie está a salvo.
-¿Y qué pasa con Alexis?-Castle miró a su esposa, extrañado de que se hubiera olvidado de su hija.
-Contacta con la policía de Palo Alto, explícales todo esto y diles que envíen a alguien para que cuide de Alexis. Date prisa Esposito. Y mantenme informada con todos los progresos, quiero saber quién es ese cabrón.
-Por supuesto.
-Kate…
-No me hables.
-Pero Kate por favor escúchame.
-No quiero oír nada, déjame en paz.
Ya había un mes desde entonces y ella no había cambiado de opinión. Dormía en la nueva habitación de invitados, donde antes dormía Martha, no lo saludaba y no le dejaba acercarse cuando sentía las patadas de la niña. Castle se sentía fatal, vivían en la misma casa pero eran como dos extraños, la echaba mucho de menos. De repente oyó un grito.
Lanie miraba a su futuro esposo, entristecida. Echaba de menos al hombre alegre y divertido que siempre había sido. Ahora apenas se reía, ni siquiera las primeras palabras de sus hijos lo animaban.
-Papapapa papa papa.
Esposito le sonrió con poco entusiasmo, le dio un beso al pequeño y luego fue a por sus llaves. –Hoy estaré hasta tarde, no me esperes despierta.
-Vale… Javie, he pensado que podríamos dejar a los niños con mi madre e ir a cenar mañana. ¿Te apetece?
-No sé cariño, últimamente tengo mucho trabajo, te avisaré. –Le dio un beso rápido y se marchó, dejándola con la misma expresión triste. Sabía de sobra a donde se dirigía después del trabajo, el camarero de La Guarida se lo había contado todo. No sabía que decirle, entendía el dolor que la muerte de Ryan le había producido, pero Esposito estaba vivo, y sus hijos lo necesitaban, ella lo necesitaba.
-Mamamamama
-Ya, ya va mi amor. –Se acercó a Michael y le sonrió con ternura.
-Hola mi niño, ¿quieres que vayamos al parque con Alonso? Venga vamos, vamos al parque.
Estuvo con los pequeños en el parque hasta que empezó a oscurecer. Después les dio la papilla, los bañó y les puso le pijama. Estuvo un ratito jugando con ellos hasta que los gemelos empezaron a frotarse los ojitos, muertos de sueño. Se quedó con ellos, cantándoles una tierna nana, mirándolos dormir. Tras cenar se fue a la cama y apagó la luz, unas horas después un fuerte ruido la despertó. Aterrada se apresuró a levantarse cogiendo lo primero que encontró como arma. Lo soltó en cuanto vio que era un martillo de juguete, sustituyéndolo por una sartén. Una sombra se asomaba por el pasillo, se colocó a un lado de la puerta y en cuanto la sombra se acercó alzó la sartén.
-¡Quieto ahí!
-¡Ayyyy! –Pero, ¿estás loca?
-¿Dan?
-¿Qué tal hermanita?, ¿Así es como saludas ahora a la gente? ¿A sartenazos?
-¿Qué haces tú aquí?, y ¿cómo diablos has entrado?
-Mamá me dio una llave. Me dijo que viniera a verte, que soy muy mal hermano por no saludarte. Y aquí estoy.
-¿A las dos de la mañana?
-Bueno, Lindsay me ha echado de casa y…
-¡Ya, no digas más! –Lanie suspiró, lo que le faltaba, de repente se fijo en la maleta. –Espera un momento… ¿quedarte?, ¿aquí?, ¿en mi casa?, ¡ni hablar!
-Pero Lanie… no tengo a donde ir.
-Vete con mamá, seguro que te recibirá encantada.
-¡Qué va!, no me dio un sartenazo pero me dijo muy amablemente que en su casa no había sitio. Mi cuarto lo está ocupando un gato, ¿tú te crees? ¡un gato!, ¡yo soy su hijo!
-¿Tengo que comprar un gato para qué te vayas de aquí también?
-Venga hermanita, puedo cuidar de los gemelos.
-Dan, en serio, no puedes quedarte, Javi y yo no estamos en nuestro mejor momento…
-Pero si os habéis comprometido…
-Ya… -El joven se fijo en la mirada triste de su hermana y le sonrió cariñosamente.
-Hagamos una cosa. Sacamos una tarrina de helado de chocolate, dos cucharas, yo te cuento lo que me ha pasado con Lindsay y tú me cuentas de qué va todo esto.
-No te irás aunque saque la sartén, ¿verdad? –
-No. –Sonrió alegremente.
-...y entonces me dijo que me fuera, ¿te parece normal?, ni siquiera me dejó hablar, me sacó de la cama y ¡largo!
–Dan tienes suerte de que tengamos la misma sangre, sino te daría con la sartén hasta hacerte sangrar.
-¡Venga ya!, ¡no es para tanto!
-¡Te estabas tirando a otra en vuestra cama!
-¡Estaba muy buena!, solo fue un momento de debilidad.
-¿Momento de debilidad?, por dios Dan, deja de hablar o acabaré echándote.
-Vale... vale… bueno me cuentas lo de Javier o no, hace nada estabais tan felices y ahora…
Lanie le contó todo con tristeza, sin dejarse ni un detalle. Su hermano la miró con la boca abierta.- ¿Cómo dices que se llama ese bar?
-La Guarida, ¿por qué lo pregunt… ¿Dan?, ¿Dan a dónde vas?
Pero su hermano ya había salido por la puerta. Lanie iba a detenerle pero sonó el móvil.-Dime Castle.
-Otra.
-Javier… ya has bebido bastante…
-¡Eh!, ¿ves a este tío? –Le enseñó un billete. –Pues te está diciendo que te guardes tus consejos y me pongas otra copa. ¡Vamos! –El hombre le echó un poco más. Esposito sonrió. -¿Ves? Así sí, ¿no es tan difícil a qué no? Venga ponte tu otra, ¡yo invito! Y ponle otra a mi amigo Rya… a no, a Ryan no. Ryan ya no está, se largó…
-Será mejor que te llame un taxi.
-¡Eh!, ¡no estoy borracho!, ¡te enteras!, venga ponte un copa, vamos a brindar, por Vasito de Leche, que aunque se haya ido al cielo no para de molestarme, el tío… ya era un pesado vivo y ahora, no me deja dormir, se mete en todos mis sueños…
-¿A sí?, ¿sabes quien más no puede dormir?, ¡Lanie! Así que ya estás moviendo ese culo latino que tienes y nos vamos a casa, venga.
-¡Dan! ¡Cuñado! Venga pídete una copa, y dile a tu hermano que se pida otra. ¡No sabía que tuvieras un gemelo!
-Vale… ya has bebido bastante… oye Lanie me ha contado lo de tu amigo, lo siento tío, pero así no solucionas nada, mi hermana está preocupada, venga, te llevo a casa.
-Deja de darme la charla, no me voy, me quedo aquí, brindando por Vasito de Leche. ¿Quieres brindar conmigo?
-Javier no te lo voy a repetir, me da exactamente igual si te da un coma etílico, pero mi hermana está destrozada y no vas a seguir haciéndole daño, así que muévete ya, ¡andando!
-Joder con mi cuñadito… está bien, pero conduzco yo.
-¡Si claro!, si Lanie se entera de que te dejo conducir en ese estado me corta los huevos.
Sonó el móvil de Esposito. -¡Lanie!, hola amor mío, oye estoy aquí con tus hermanos, ¿por qué no me dijiste que Dan tenía un gemelo?
-Pásame con mi hermano.
-Dime Lanie. –Escuchó a su hermana durante unos segundos. –Bien, entiendo, enseguida estamos ahí. –Se dirigió hacia su cuñado. –Cambio de planes, tienes que despejarte como sea, nos vamos al hospital.
-¡Diooooooooooooooooooooooooooooos!, esto es horrible, ¡no puedo más! –Castle también gimió de dolor cuando su mujer le apretó la mano con todas sus fuerzas.
-Aún tienes que dilatar cuatro centímetros, me voy a por un café, necesito despejarme.
-¿Qué?, ¡pero qué clase de médico es usted!
-Uno con mucho sueño… Tranquila, vendré en veinte minutos.
-¡Rick no puedo más!, me duele mucho.
-Lo sé cielo, pero ya queda menos, en poco tiempo tendremos a nuestra niña, ya verás. Ahora respira. –Una nueva contracción la hizo gritar, Castle cogió un trapo y le limpió la frente, odiaba verla así pero no podía hacer nada, solo esperar.
-¡Y a esto lo llaman el milagro de la vida! Esa frase tuvo que escribirla un hombre, una mujer hubiera dicho el horror de la vida.
-Tranquila Kate, lo estás haciendo muy bien, respira hondo y te dolerá men…
-¡No te atrevas a decirme que me dolerá menos Castle!, Lucía por favor, te lo ruego ¡sal ya!
-No tardará, no ha aguantado los nueves meses, se ve que tiene prisa por salir. –La mirada furibunda que le dirigió su esposa le hizo callar.
-¿Has llamado a mi padre?
-A tu padre, a mi madre, a Alexis y a Lanie. Todos están deseando ver a la niña.
-¡Yo también!, oh… -Una nueva contracción, Kate gritó apretándole la mano con fuerza; Castle gritó también. –Kate te lo prometo ¡no volveré a dejarte embarazada nunca más! pero sí sigues así me vas a romper la mano.
El doctor volvió a entrar. Sonrió alegremente. –Ocho centímetros, ya queda poco.
-¡Sáquela ya por favor!, le daré todo el dinero de éste, pero sáquela.
-Es una oferta tentadora pero aún no puedo, venga ya casi estamos Kate.
Tres cuartos de hora después Beckett estaba en el quirófano, con Castle a su lado, mirando con aprensión la aguja de la epidural. Castle acarició su mano.
-No la mires Kate, no pienses en ello. –Ella asintió, mirándolo asustada. Apretó de nuevo su mano al sentir como la aguja se introducía en su piel. –Tranquila cielo, ya no falta nada, vamos a conocer a Lucía, ¿no es genial?
-Sí, Rick, lo siento mucho, siento haberte tratado tan mal este último mes…
-No pienses en eso ahora, ni nunca más, vas a ser mamá Kate, es lo único que importa. Te quiero.
-Yo también te quiero.
-Muy bien Kate, ahora tienes que hacer todo lo que yo te diga ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
…
-Vamos Kate, lo estás haciendo genial, empuja con fuerza, ya sale la cabecita.
Beckett empujó con fuerza, no sentía el dolor pero era agotador. Castle a su lado le daba ánimos.
-Muy bien Kate, ya ha pasado lo peor, venga un último esfuerzo, ¡empuja!
-No puedo más…
-Sí que puedes, venga, tu niña está deseando conocerte y no creo que quieras que la meta otra vez para dentro, venga, con todas tus fuerzas.
-Vamos mi amor, empuja, Lucía ya está aquí, ¡empuja Kate!
Beckett hizo un último esfuerzo y sacando fuerzas de donde no tenía empujó con toda su alma, dando a luz a la criatura más linda que había visto nunca. El llanto de un bebé llenó la habitación. Tendió los brazos- Dámela, quiero cogerla.
El médico colocó al bebé sobre el pecho de su madre. Castle y Beckett sollozaron de alegría y emoción.- Hola Lucía, que ganas tenía de conocerte, hola mi amor, ¡soy mamá!
Una hora después estaban en la habitación, solos, esperando a que llegasen los demás que habían decidido dejarles un poco de intimidad antes de pasar a conocer al bebé. Beckett tenía a la pequeña en brazos y no podía parar de mirarla. –Es tan hermosa… ¿verdad?
-Sí que lo es, ¿puedo? –Beckett le tendió a la pequeña, Castle sonrió con amor mirando a la pequeña Castle.
-Hola mi amor, no sabes lo feliz que estoy de conocerte por fin. ¿Sabes?, eres la bebé más afortunada del mundo, tienes a la mejor mamá, eres tan guapa como ella, y espero que seas igual de lista, buena y fuerte. Tu hermanita Alexis es igual que tu mamá y tu abuela también, aunque está un poco loca. Sé que estaré tan orgulloso de ti como lo estoy de ellas, te quiero mi niña, te quiero muchísimo. Bienvenida al mundo Lucía Katherine Castle Beckett.
Continuará...
Espero que esto os compensé lo de ayer Gracias por leer
Habían pasado dos meses desde la muerte de Ryan y todo había cambiado. Beckett estaba sentada en la cocina, bebiéndose un descafeinado. Castle se acercó a ella:
-¿Hoy tampoco vas a hablarme?
No obtuvo respuesta. Castle suspiró:
-Kate no puedes seguir así, no voy a pedirte disculpas por lo que hice, solo quería protegerte.
Beckett siguió sin dirigirle la palabra, le temblaban las manos y no quería mirarlo, sentía que si lo hacía descargaría toda su furia con él.
-Kate por favor, acababan de operarte, no podía decírtelo, ni siquiera estaba seguro, no quería que vivieras con miedo. –Aquello fue la gota que colmó el vaso.
-¿Miedo?, cada vez que oigo un ruido fuerte parecido a un disparo me echo a temblar, la sola idea de que le pase algo a Lucía mientras que siga dentro de mi cuerpo, sin que yo pueda evitarlo me aterroriza. ¿Miedo?, vivo con el miedo todos los días, porque la sola idea de que os pase algo hace que se me pare el corazón, y ¡¿te atreves a decirme qué lo hiciste para que no viviera con el miedo?!
Castle no se atrevió a contestar, veía en sus ojos la pena, el dolor y la rabia. –Kate, solo pensé en ti, me equivoqué al no contártelo, pero no quería hacerte daño, espero que algún día puedas entenderlo… -Se dirigió hacia el estudio dejándola sola, cogió una botella de whisky y se echó un trago. Sintió como el líquido le quemaba la garganta mientras que pensaba en la charla que había provocado que su esposa no le dirigiera la palabra.
-Tiene que saberlo.
-No voy a decírselo, no puedo, no quiero asustarla.
-Castle, tú la ves como una frágil esposa, pero yo la veo como la inspectora Beckett, tiene que saberlo, tienes que decírselo, se trata de su vida.
-No.
-Le vamos a poner escolta, ella no es tonta, atará cabos, díselo.
-No.
-¿Decirme qué?
Beckett miraba a su amigo y su marido. Ambos evitaron su mirada, aquello la puso nerviosa. –Rick, ¿qué pasa?
-Kate…
-Rick, ¿qué me estás ocultando?
Le mantuvo la mirada durante unos segundos, suspiró y se decidió a hablar. No le quedaba más remedio, Esposito tenía razón, ella no era tonta y se acabaría enterando.
-Cuando estabas en el hospital Esposito y Ryan investigaron lo de tu accidente y…
La cara de Beckett fue cambiado de sorpresa a dolor, de miedo a furia. Cuando Castle terminó de hablar ella tomó aire. Se dirigió a Esposito.
-¿Cómo sabéis que fue el mismo que puso la bomba?
-Mandaron una nota a Comisaría, Gates nos la ha enseñado hoy…
-¿Qué dice?
-“No pude matar a tu bebé pero así no te olvidarás de mí”
Beckett hizo un gesto de asco. -¿Wilson?
-No, rotundamente no. Estamos seguros.
-¿Entonces?
-No lo sabemos Beckett, no sabemos nada, pero vamos a ponerte protección.
-Pónsela también a Martha a Lanie y a Jenny. Asesinó a Ryan, nadie está a salvo.
-¿Y qué pasa con Alexis?-Castle miró a su esposa, extrañado de que se hubiera olvidado de su hija.
-Contacta con la policía de Palo Alto, explícales todo esto y diles que envíen a alguien para que cuide de Alexis. Date prisa Esposito. Y mantenme informada con todos los progresos, quiero saber quién es ese cabrón.
-Por supuesto.
-Kate…
-No me hables.
-Pero Kate por favor escúchame.
-No quiero oír nada, déjame en paz.
Ya había un mes desde entonces y ella no había cambiado de opinión. Dormía en la nueva habitación de invitados, donde antes dormía Martha, no lo saludaba y no le dejaba acercarse cuando sentía las patadas de la niña. Castle se sentía fatal, vivían en la misma casa pero eran como dos extraños, la echaba mucho de menos. De repente oyó un grito.
Lanie miraba a su futuro esposo, entristecida. Echaba de menos al hombre alegre y divertido que siempre había sido. Ahora apenas se reía, ni siquiera las primeras palabras de sus hijos lo animaban.
-Papapapa papa papa.
Esposito le sonrió con poco entusiasmo, le dio un beso al pequeño y luego fue a por sus llaves. –Hoy estaré hasta tarde, no me esperes despierta.
-Vale… Javie, he pensado que podríamos dejar a los niños con mi madre e ir a cenar mañana. ¿Te apetece?
-No sé cariño, últimamente tengo mucho trabajo, te avisaré. –Le dio un beso rápido y se marchó, dejándola con la misma expresión triste. Sabía de sobra a donde se dirigía después del trabajo, el camarero de La Guarida se lo había contado todo. No sabía que decirle, entendía el dolor que la muerte de Ryan le había producido, pero Esposito estaba vivo, y sus hijos lo necesitaban, ella lo necesitaba.
-Mamamamama
-Ya, ya va mi amor. –Se acercó a Michael y le sonrió con ternura.
-Hola mi niño, ¿quieres que vayamos al parque con Alonso? Venga vamos, vamos al parque.
Estuvo con los pequeños en el parque hasta que empezó a oscurecer. Después les dio la papilla, los bañó y les puso le pijama. Estuvo un ratito jugando con ellos hasta que los gemelos empezaron a frotarse los ojitos, muertos de sueño. Se quedó con ellos, cantándoles una tierna nana, mirándolos dormir. Tras cenar se fue a la cama y apagó la luz, unas horas después un fuerte ruido la despertó. Aterrada se apresuró a levantarse cogiendo lo primero que encontró como arma. Lo soltó en cuanto vio que era un martillo de juguete, sustituyéndolo por una sartén. Una sombra se asomaba por el pasillo, se colocó a un lado de la puerta y en cuanto la sombra se acercó alzó la sartén.
-¡Quieto ahí!
-¡Ayyyy! –Pero, ¿estás loca?
-¿Dan?
-¿Qué tal hermanita?, ¿Así es como saludas ahora a la gente? ¿A sartenazos?
-¿Qué haces tú aquí?, y ¿cómo diablos has entrado?
-Mamá me dio una llave. Me dijo que viniera a verte, que soy muy mal hermano por no saludarte. Y aquí estoy.
-¿A las dos de la mañana?
-Bueno, Lindsay me ha echado de casa y…
-¡Ya, no digas más! –Lanie suspiró, lo que le faltaba, de repente se fijo en la maleta. –Espera un momento… ¿quedarte?, ¿aquí?, ¿en mi casa?, ¡ni hablar!
-Pero Lanie… no tengo a donde ir.
-Vete con mamá, seguro que te recibirá encantada.
-¡Qué va!, no me dio un sartenazo pero me dijo muy amablemente que en su casa no había sitio. Mi cuarto lo está ocupando un gato, ¿tú te crees? ¡un gato!, ¡yo soy su hijo!
-¿Tengo que comprar un gato para qué te vayas de aquí también?
-Venga hermanita, puedo cuidar de los gemelos.
-Dan, en serio, no puedes quedarte, Javi y yo no estamos en nuestro mejor momento…
-Pero si os habéis comprometido…
-Ya… -El joven se fijo en la mirada triste de su hermana y le sonrió cariñosamente.
-Hagamos una cosa. Sacamos una tarrina de helado de chocolate, dos cucharas, yo te cuento lo que me ha pasado con Lindsay y tú me cuentas de qué va todo esto.
-No te irás aunque saque la sartén, ¿verdad? –
-No. –Sonrió alegremente.
-...y entonces me dijo que me fuera, ¿te parece normal?, ni siquiera me dejó hablar, me sacó de la cama y ¡largo!
–Dan tienes suerte de que tengamos la misma sangre, sino te daría con la sartén hasta hacerte sangrar.
-¡Venga ya!, ¡no es para tanto!
-¡Te estabas tirando a otra en vuestra cama!
-¡Estaba muy buena!, solo fue un momento de debilidad.
-¿Momento de debilidad?, por dios Dan, deja de hablar o acabaré echándote.
-Vale... vale… bueno me cuentas lo de Javier o no, hace nada estabais tan felices y ahora…
Lanie le contó todo con tristeza, sin dejarse ni un detalle. Su hermano la miró con la boca abierta.- ¿Cómo dices que se llama ese bar?
-La Guarida, ¿por qué lo pregunt… ¿Dan?, ¿Dan a dónde vas?
Pero su hermano ya había salido por la puerta. Lanie iba a detenerle pero sonó el móvil.-Dime Castle.
-Otra.
-Javier… ya has bebido bastante…
-¡Eh!, ¿ves a este tío? –Le enseñó un billete. –Pues te está diciendo que te guardes tus consejos y me pongas otra copa. ¡Vamos! –El hombre le echó un poco más. Esposito sonrió. -¿Ves? Así sí, ¿no es tan difícil a qué no? Venga ponte tu otra, ¡yo invito! Y ponle otra a mi amigo Rya… a no, a Ryan no. Ryan ya no está, se largó…
-Será mejor que te llame un taxi.
-¡Eh!, ¡no estoy borracho!, ¡te enteras!, venga ponte un copa, vamos a brindar, por Vasito de Leche, que aunque se haya ido al cielo no para de molestarme, el tío… ya era un pesado vivo y ahora, no me deja dormir, se mete en todos mis sueños…
-¿A sí?, ¿sabes quien más no puede dormir?, ¡Lanie! Así que ya estás moviendo ese culo latino que tienes y nos vamos a casa, venga.
-¡Dan! ¡Cuñado! Venga pídete una copa, y dile a tu hermano que se pida otra. ¡No sabía que tuvieras un gemelo!
-Vale… ya has bebido bastante… oye Lanie me ha contado lo de tu amigo, lo siento tío, pero así no solucionas nada, mi hermana está preocupada, venga, te llevo a casa.
-Deja de darme la charla, no me voy, me quedo aquí, brindando por Vasito de Leche. ¿Quieres brindar conmigo?
-Javier no te lo voy a repetir, me da exactamente igual si te da un coma etílico, pero mi hermana está destrozada y no vas a seguir haciéndole daño, así que muévete ya, ¡andando!
-Joder con mi cuñadito… está bien, pero conduzco yo.
-¡Si claro!, si Lanie se entera de que te dejo conducir en ese estado me corta los huevos.
Sonó el móvil de Esposito. -¡Lanie!, hola amor mío, oye estoy aquí con tus hermanos, ¿por qué no me dijiste que Dan tenía un gemelo?
-Pásame con mi hermano.
-Dime Lanie. –Escuchó a su hermana durante unos segundos. –Bien, entiendo, enseguida estamos ahí. –Se dirigió hacia su cuñado. –Cambio de planes, tienes que despejarte como sea, nos vamos al hospital.
-¡Diooooooooooooooooooooooooooooos!, esto es horrible, ¡no puedo más! –Castle también gimió de dolor cuando su mujer le apretó la mano con todas sus fuerzas.
-Aún tienes que dilatar cuatro centímetros, me voy a por un café, necesito despejarme.
-¿Qué?, ¡pero qué clase de médico es usted!
-Uno con mucho sueño… Tranquila, vendré en veinte minutos.
-¡Rick no puedo más!, me duele mucho.
-Lo sé cielo, pero ya queda menos, en poco tiempo tendremos a nuestra niña, ya verás. Ahora respira. –Una nueva contracción la hizo gritar, Castle cogió un trapo y le limpió la frente, odiaba verla así pero no podía hacer nada, solo esperar.
-¡Y a esto lo llaman el milagro de la vida! Esa frase tuvo que escribirla un hombre, una mujer hubiera dicho el horror de la vida.
-Tranquila Kate, lo estás haciendo muy bien, respira hondo y te dolerá men…
-¡No te atrevas a decirme que me dolerá menos Castle!, Lucía por favor, te lo ruego ¡sal ya!
-No tardará, no ha aguantado los nueves meses, se ve que tiene prisa por salir. –La mirada furibunda que le dirigió su esposa le hizo callar.
-¿Has llamado a mi padre?
-A tu padre, a mi madre, a Alexis y a Lanie. Todos están deseando ver a la niña.
-¡Yo también!, oh… -Una nueva contracción, Kate gritó apretándole la mano con fuerza; Castle gritó también. –Kate te lo prometo ¡no volveré a dejarte embarazada nunca más! pero sí sigues así me vas a romper la mano.
El doctor volvió a entrar. Sonrió alegremente. –Ocho centímetros, ya queda poco.
-¡Sáquela ya por favor!, le daré todo el dinero de éste, pero sáquela.
-Es una oferta tentadora pero aún no puedo, venga ya casi estamos Kate.
Tres cuartos de hora después Beckett estaba en el quirófano, con Castle a su lado, mirando con aprensión la aguja de la epidural. Castle acarició su mano.
-No la mires Kate, no pienses en ello. –Ella asintió, mirándolo asustada. Apretó de nuevo su mano al sentir como la aguja se introducía en su piel. –Tranquila cielo, ya no falta nada, vamos a conocer a Lucía, ¿no es genial?
-Sí, Rick, lo siento mucho, siento haberte tratado tan mal este último mes…
-No pienses en eso ahora, ni nunca más, vas a ser mamá Kate, es lo único que importa. Te quiero.
-Yo también te quiero.
-Muy bien Kate, ahora tienes que hacer todo lo que yo te diga ¿de acuerdo?
-De acuerdo.
…
-Vamos Kate, lo estás haciendo genial, empuja con fuerza, ya sale la cabecita.
Beckett empujó con fuerza, no sentía el dolor pero era agotador. Castle a su lado le daba ánimos.
-Muy bien Kate, ya ha pasado lo peor, venga un último esfuerzo, ¡empuja!
-No puedo más…
-Sí que puedes, venga, tu niña está deseando conocerte y no creo que quieras que la meta otra vez para dentro, venga, con todas tus fuerzas.
-Vamos mi amor, empuja, Lucía ya está aquí, ¡empuja Kate!
Beckett hizo un último esfuerzo y sacando fuerzas de donde no tenía empujó con toda su alma, dando a luz a la criatura más linda que había visto nunca. El llanto de un bebé llenó la habitación. Tendió los brazos- Dámela, quiero cogerla.
El médico colocó al bebé sobre el pecho de su madre. Castle y Beckett sollozaron de alegría y emoción.- Hola Lucía, que ganas tenía de conocerte, hola mi amor, ¡soy mamá!
Una hora después estaban en la habitación, solos, esperando a que llegasen los demás que habían decidido dejarles un poco de intimidad antes de pasar a conocer al bebé. Beckett tenía a la pequeña en brazos y no podía parar de mirarla. –Es tan hermosa… ¿verdad?
-Sí que lo es, ¿puedo? –Beckett le tendió a la pequeña, Castle sonrió con amor mirando a la pequeña Castle.
-Hola mi amor, no sabes lo feliz que estoy de conocerte por fin. ¿Sabes?, eres la bebé más afortunada del mundo, tienes a la mejor mamá, eres tan guapa como ella, y espero que seas igual de lista, buena y fuerte. Tu hermanita Alexis es igual que tu mamá y tu abuela también, aunque está un poco loca. Sé que estaré tan orgulloso de ti como lo estoy de ellas, te quiero mi niña, te quiero muchísimo. Bienvenida al mundo Lucía Katherine Castle Beckett.
Continuará...
Espero que esto os compensé lo de ayer Gracias por leer
Última edición por maria_cs el Mar Mayo 22, 2012 10:43 am, editado 4 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
dios pobre esposito ke mal lo pasa....ya llego lucia!!!!!!
sigueee
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castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
que lindo mas te vale que no mates a nadie mas que al tio ese >
.:DaNu:.- Policia de homicidios
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Re: (¿+18?) La tormenta
María no puedo parar de llorar.........es un fic, tampoco hacía falta que fueras tan realista...podía ser un malo que siempre tiene mala suerte, no??? =(
ConchaCarrillo- Escritor novato
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Re: (¿+18?) La tormenta
Precioso Mariaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
tan duro al principio y triste y un final tannnnnnnnnnnnnnnnnnn dulceeeeeeee
tan duro al principio y triste y un final tannnnnnnnnnnnnnnnnnn dulceeeeeeee
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 40 Días de Paz...
-Es preciosa chicos, felicidades.
-Sí, es una monada.
-Muy… muy guapa… sí señor, muy guapa. Venga vamos a pedirle champán a la enfermera para brindar ¿eh?, venga todos, ¡por Lucía y por Vasito de Leche!
Todos lo miraron fijamente, Beckett le dirigió una mirada a Castle quien no necesitó más.-Ven conmigo, ¡ahora!
-¿Estás bien Lanie?
-No te preocupes, es una niña preciosa, se parece mucho a ti, excepto en los ojos.
-Sí, los ojos son como los míos. –Alexis tenía en brazos a su hermanita y la miraba con devoción. Martha y Jim estaban sentados a su lado, mirándola con ternura, intentando fingir que no pasaba nada con Esposito.
-Bueno gente, yo tengo que irme, antes de que mi novia queme la poca ropa que me queda… -Lanie le dirigió una mirada de advertencia. –Hasta luego, y felicidades por la mocosa.
-Gracias. –Se dirigió a su amiga. -¿Quién era ese?
-Mi hermano, aunque suelo dudarlo muy a menudo…
Beckett miró a su hijastra quien entendió a la primera. –Abuela ¿me acompañas a la tienda?, quiero comprarle un peluche a mi hermanita.
-Por supuesto, ¿vienes Jim?
-Claro. -Le dio un beso a su hija en la frente. –Me has hecho el hombre más feliz de este mundo Katie, os quiero, gracias por hacerme abuelo.
Ella le sonrió, realmente se sentía emocionada de ver a su familia tan feliz. Luego miró a su amiga que parecía triste. –Lanie… ¿desde cuándo?
-Hará unas tres semanas, no sé qué hacer, no puedo más Kate.
-Lo siento mucho, tranquila, seguro que todo se arreglará.
-Le echo tanto de menos, ya no es el de antes…
-Lo sé, mi padre era igual, pero lo superó y Esposito también lo hará, confía en mí.
Su amiga sonrió débilmente. El llanto de la pequeña les llamó la atención. Se acercó a la cuna y cogió a la pequeña en brazos. –Hola pequeña, eres tan bonita..., quiero que sepas que tú mamá es la mujer más buena que he conocido jamás y que espero que si algún día necesitas hablar con alguien aquí estoy. Te quiero mucho Lucía.
Beckett sonrió. –Ella también quiere mucho a su tía, y madrina.
Lanie se volvió, Beckett asintió. –Quiero que seas su madrina Lanie, ¿quién si no?
-Pero… ¿y Martha?
-Es la madrina de Alexis, y no le importa. Rick está de acuerdo, ¿aceptas?
-Por supuesto, gracias Kate, gracias.
-¿En qué coño estabas pensando?, ¿cómo se te ocurre venir en ese estado?
-¡Eh!, yo que sabía, se supone que se pare a los nueve meses, ¡no a los ocho!
-Javier, ¿tienes idea del daño qué le estás haciendo a Lanie?
-Era nuestro amigo… ¡nuestro amigo! Y no tenemos ni una pista de quien lo asesinó, ¡ni una puta pista! Veo a Jenny todos los sábados, ¿lo sabías?, me aseguro de qué estén bien ella y la niña, pero está destrozada. Era nuestro amigo Castle, ¿cómo coño haces para que a ti no te afecte?
-Claro qué me afecta, ¿qué te crees?, yo también lo echo de menos, y Kate, pero tenemos que seguir con nuestras vidas. Acabo de tener una hija Javier, ¡una hija!, y no puedo pensar en derrumbarme, tenemos que seguir buscando pistas sobre ese cabrón, pero sin dejar a nuestras familias. Lanie te necesita, tus hijos te necesitan. Necesitas ayuda Javi, Ryan se merece justicia, no que se le llore en la barra de un bar.
-No puedo con esto, no sé cómo salir…
-Te ayudaremos, yo te ayudaré, Lanie te ayudará, la cuestión es ¿quieres ayuda Javier?
Entraron en la habitación. Castle sonrió con ternura, besando a su mujer y a la pequeña. Beckett lo miró preocupada, él sonrió tranquilizándola. Lanie miró a su futuro marido con tristeza. Esposito la miró arrepentido.
-Lo siento, perdóname cariño, lo siento, yo… ayúdame Lanie…por favor. -Lanie lo miró con los ojos llenos de lágrimas y lo abrazó con fuerza, Esposito besó su cabello. Beckett sollozó, los demás la miraron.
-Perdón, son las hormonas…
-Beckett perdona por lo de antes, la niña es preciosa, enhorabuena.
-Gracias Esposito.
En ese momento llegaron Alexis y los abuelos. Martha observó el aspecto agotado de su nuera y sonrió comprensivamente. –Chicos es hora de dejar a los papás descansar, vamos, os invito a desayunar.
En cuanto salieron Esposito se quedó atrás con Jim, quien le escuchó atentamente. El hombre asintió. –Tranquilo, te daré el teléfono. Pareces un hombre fuerte Javi, saldrás de esto. Yo lo hice por Katie, tú lo harás por tus hijos y tu mujer.
-¿Crees que Esposito saldrá de esta?
-Seguro que sí, es un tío fuerte, no te preocupes Kate, todo saldrá bien. Ahora deberías descansar, acabas de dar a luz.
-No tengo sueño, no puedo dejar de mirarla, es increíble.
Castle se rio. Se sentó a su lado y le cogió con ternura la mano. –Vamos Kate, déjala en la cuna, necesitas dormir un poco.
-No, estoy bien. –Suspiró, no la haría cambiar de opinión. No pudo evitar sonreír al verla, se le notaba en el rostro el cansancio y la falta de sueño, pero no quería soltar a su bebé. La pequeña se había quedado profundamente dormida en los brazos de su madre. Castle se dirigió hacia el bolso que estaba encima de la silla y cogió la cámara de fotos. –Sonríe Kate. –Ella le miró y sonrió cariñosamente a la cámara, alzando un poco a la niña para que saliera. Castle asintió. –Preciosas, dámela, quiero hacerme una yo también. –Beckett se estiró para darle a la pequeña pero gimió debido a los puntos. Castle se acercó a ella y la obligó a tumbarse.-Ni un esfuerzo Kate, ahora en serio, tienes que dormir un poco. –Está bien, cógela por favor. –Cogió a la pequeña y se sentó en el sillón con ella, sonriendo, mientras que Beckett cerraba los ojos y se dormía enseguida. Una enferma entró en la habitación y sonrió al ver la escena. –Es una niña guapísima, ¿cómo se encuentra la madre?
-Acaba de dormirse, estaba agotada.
-Entiendo…, la dejaremos dormir un par de horas, luego esta pequeña tendrá que alimentarse.
-¿Puedo hacerle una pregunta?
-Por supuesto.
-¿Pasa algo si no le da el pecho?, quiero decir, ¿podríamos darle el biberón?, las tomas serán más fáciles para los dos si nos turnamos y ella no tiene que pasar las noches en vela.
-Bueno, el médico suele recomendar que las madres den el pecho a sus hijos, pero entre usted y yo, he tenido dos hijos y a los dos los he alimentado con biberón. Y son dos niños sanos, fuertes y guapos.
-Gracias.
-No hay de qué, el doctor vendrá también en un par de horas para examinar los puntos.
-Muy bien.
La enfermera se marchó y Castle se levantó con cuidado y dejó a Lucía en la cuna. Cogió la cámara y le hizo unas cuantas fotos. Era realmente guapa, tenía el cabello castaño y era muy parecida a su madre. Los ojos eran como los de Castle, de un precioso azul claro. Además se veía que iba a ser una niña alta. No podía dejar de mirarla, él ya había pasado por eso cuando nació Alexis y revivir ese momento le llenaba de felicidad. -¿Se puede?
-¡Señor!, claro, pase, no se quede ahí.
-Gracias, he traído esto, lo hizo mi hija mayor, espero que le guste.-Llevaba en sus manos una muñeca de trapo, que en el vestido llevaba bordado el nombre de Lucía. Se acercó a la cuna y sonrió.-Es preciosa, felicidades señor Castle.
-Muchas gracias, señor le pido que hoy no me llame de usted, por favor.
-Claro, Rick, ¿cómo está ella?-Miró a la inspectora que dormía en la cama.
-Bien, le duelen un poco los puntos pero está bien. Me ha costado lo mío convencerla para que deje a la niña y duerma un rato.
-Bueno, a mí mi marido no consiguió convencerme, es difícil dejar de mirarlos cuando te lo ponen en tus brazos, después de tanto meses de espera. Rick, escucha, tengo que decirte algo, es importante.
Castle asintió con la cabeza, preocupado.
-Hemos recibido una llamada en el teléfono del escritorio de Kate. Tienes que escucharla. -Le dejó el móvil y le miró entristecida, Castle cogió el teléfono y lo acercó a su oído. Lo que oyó lo dejó helado. –No puede ser, eso significa…
-¿Señor? –Una Beckett soñolienta los miraba sorprendidos. Gates se acercó a la cama y sonrió, disimulando. –Hola Kate, me alegro de ver que estás bien y enhorabuena, es una monada.
-Gracias señor, ¿y esa muñeca?
-Es un regalo, lo hizo mi hija mayor, espero que le guste. Debo irme ya, tengo trabajo que hacer. Descansa y felicidades a los dos.
Cogió el móvil y le echó una mirada de advertencia a Castle, negando suavemente con la cabeza, él no dijo nada, no quería decirle nada a Beckett, no en el día más feliz de su vida, pero tenía que decirle la verdad pronto, ella debía saberlo, además la última vez que le había ocultado algo se había pasado un mes sin hablarle.
-Rick, ¿estás bien?
-¿Qué?..., sí, tranquila todo bien, es solo que me ha sorprendido ver aquí a Gates.
-Bueno no es un monstruo, de hecho conocí a sus hijos y es una gran madre, los niños la adoran.
-Ya…, por cierto he hablado con la enfermera, vendrá en un rato para darle el biberón a Lucía y a ti te verá el médico.
-Uffff…. Espero que esté todo bien, estoy harta de curas…
-Lo sé, entre esto y las otras operaciones le van a poner tu nombre a una planta del hospital.
-Muy gracioso Rick. –Lucía se puso a llorar en ese mismo momento. Castle se apresuró a cogerla. -Vamos cielo no llores, no llores, papá está aquí, shhh. –Se paseó por la habitación meciendo al bebé, mientras que Beckett lo miraba. Cogió con cuidado la cámara de fotos y tomó unas pocas de Rick con la niña. –¿Interrumpimos la sesión fotográfica?
-No, perdone doctor.
-No te preocupes, ¿qué tal todo?
-Bien, todo bien.
-Bueno, ahora tienen que salir, Susan se llevará a Lucía para darle el biberón, vaya con ella Rick y déselo usted.
-¿No puedo dárselo yo? –Beckett no estaba muy convencida en eso de darle el biberón a la niña, creía que como madre debía darle el pecho, pero Castle la había convencido de que no pasaba nada.
-Tienes que descansar Kate, podrás darle la próxima toma.
-Está bien… -Puso mala cara, no quería perderse la primera toma de su hija, no le hacía la menor gracia. Castle sonrió cariñosamente. –No te enfades cielo, créeme, vamos a tener muchas oportunidades para darle el biberón.
-Tu marido tiene razón, además tengo que revisarte los puntos. –El doctor examinó los puntos y le dijo que todo estaba bien, dejó a la enfermera para que le hiciera las curas. –Vendré a verte mañana y si todo sigue bien te daré el alta pasado mañana.
-¿En serio?
-Sí, tendrás que tener cuidado y venir dos veces por semanas para echarle un vistazo a los puntos, pero si no hay ningún problema tú y tu bebé os iréis a casa.
-Muchas gracias. –Sonrió feliz, estaba deseando poder ir a casa y quedarse con su familia a solas. Castle llegó en el justo momento en que el médico se marchó.
-¿Qué te ha dicho?
-Que si todo está bien me dará el alta en dos días.
-Señor tiene que salir, debo hacerles las curas.
-De acuerdo, vuelvo enseguida. –Un cuarto de hora después volvía a entrar y sonrió.
-¿Ha comido bien?
-No ha comido, no ha querido. La enfermera cree que podrías intentarlo tú.
Ella asintió, en parte preocupada porque la niña no quisiera comer y en parte feliz por poder darle ella el biberón. –Castle le dejó con cuidado al bebé y el biberón y se sentó a esperar. Beckett sonrió tiernamente.
-Vamos mi niña, tienes que comer, vamos, ¡eso es! –Miró a Castle, feliz. –Mira Rick, está comiendo.
-Ya lo veo. –Él le devolvió la sonrisa. –Supongo que solo quería estar con mamá.
Después de la toma dejaron a la pequeña en la cuna y Beckett volvió a dormir. Los dos días siguientes fueron tranquilos, hasta que le dieron el alta.
-Abrígala bien, hace mucho frío fuera.
-Lo sé, tranquila, con toda la ropa que lleva puesta podría vivir en un iglú. Vamos, ¿has cogido todo?
-Sí, todo listo. Vámonos, estoy deseando llegar a casa.
En la casa solo estaba Alexis. Los demás habían decidido dejarles el primer día en casa para ellos solos, no querían molestarles. La pelirroja sonrió en cuanto la pareja llegó con la nueva miembro de la familia.
-Ohhhhh, hola Lucía, hola bonita, mira ya estás en casa, ¿qué tal estás Kate?
-Estoy bien Alexis, gracias. Será mejor que le quitemos algo de ropa a la niña, aquí dentro no hace tanto frío como fuera.
La dos se sentaron en el sofá y le pusieron a la pequeña otra ropa, también muy abrigada, pero no tanto como antes. Castle sonrió mirando a Alexis, su hija mayor estaba realmente entusiasmada con la llegada de su hermanita y quería disfrutar de ella todo lo posible antes de irse a la universidad otra vez. Cogió la cámara y le hizo una foto a las tres. Las tres mujeres de su vida, sonrió al verla. Tenía que revelar esa foto, era muy especial. Beckett sonrió mirándole, se levantó y le pidió la cámara. –Siéntate con ellas Rick, todavía no tienes ninguna foto con tus dos hijas. –Castle se sentó y cogió a la recién nacida, acercando con el otro brazo a Alexis. Beckett miró la foto, iba a revelarla, le encantaba, eran su familia. –Ahora me toca a mí, venga sentaros, no puede ser que no os hayáis echo ninguna foto los tres juntos. –Les hizo la foto y sonrió. Su padre y su hermanita junto a la mujer que era responsable de la felicidad de su familia. La sacaría y la llevaría a su residencia en la universidad, los iba a echar de menos cuando se marchara. –Vamos a poner el temporizador, quiero tener una de los cuatro. –Estuvieron haciéndose varias fotos hasta que llegó la hora de hacer la comida. Castle y Alexis se pusieron a ello mientras que Beckett le daba el biberón a Lucía. La pelirroja miró a su padre.
-Papá, ¿estás bien?
-…¿eh?, sí, sí, estoy bien, tranquila. –Como iba a decirle que temía por su vida y por la de todos sus seres queridos, otra vez. Ella lo había pasado muy mal, el cabello corto que llevaba era testimonio del ataque que había ocurrido un año atrás. Y Kate…, tenía que contárselo, pero ahora estaba más feliz que nunca y no quería arruinar esa felicidad. Ella ya sabía que alguien quería hacerles daño, pero no sabía de quien se trataba, el tampoco sabía exactamente quién era, pero estaba tan asustado, no podía creer que aquello volviera a ocurrir. Miró a su mujer, que en aquello momentos le cambiaba el pañal a su hija y suspiró. Se lo diría cuando Alexis volviera a la universidad.
-La comida está lista, ¿comemos?
Comieron entre risas y charlas, mientras que la niña dormía en el moisés. Castle seguía preocupado aunque disimulaba delante de ellas. De repente la niña empezó a llorar, Castle la cogió e intentó dormirla pero no pudo, ni tampoco Alexis. Por último, y ante las miradas enternecidas de la pelirroja y el escritor, Beckett la meció suavemente mientras que le cantaba una nana en español.
En los campos de mi Andalucía
Los campanilleros por la madrugá
Me despiertan con sus campanillas
Y con sus guitarras me hacen llorar
Y empiezo a cantar
Y al oírme mi niña en mis brazos
Se queda dormida y empieza a soñar.
Continuará…
(Gracias por leer . La nana que canta Beckett es en realidad una canción andaluza que se ha adoptado como villancico muy típico en Andalucía, yo me he inventado las dos últimas líneas para que parezca una nana)
-Es preciosa chicos, felicidades.
-Sí, es una monada.
-Muy… muy guapa… sí señor, muy guapa. Venga vamos a pedirle champán a la enfermera para brindar ¿eh?, venga todos, ¡por Lucía y por Vasito de Leche!
Todos lo miraron fijamente, Beckett le dirigió una mirada a Castle quien no necesitó más.-Ven conmigo, ¡ahora!
-¿Estás bien Lanie?
-No te preocupes, es una niña preciosa, se parece mucho a ti, excepto en los ojos.
-Sí, los ojos son como los míos. –Alexis tenía en brazos a su hermanita y la miraba con devoción. Martha y Jim estaban sentados a su lado, mirándola con ternura, intentando fingir que no pasaba nada con Esposito.
-Bueno gente, yo tengo que irme, antes de que mi novia queme la poca ropa que me queda… -Lanie le dirigió una mirada de advertencia. –Hasta luego, y felicidades por la mocosa.
-Gracias. –Se dirigió a su amiga. -¿Quién era ese?
-Mi hermano, aunque suelo dudarlo muy a menudo…
Beckett miró a su hijastra quien entendió a la primera. –Abuela ¿me acompañas a la tienda?, quiero comprarle un peluche a mi hermanita.
-Por supuesto, ¿vienes Jim?
-Claro. -Le dio un beso a su hija en la frente. –Me has hecho el hombre más feliz de este mundo Katie, os quiero, gracias por hacerme abuelo.
Ella le sonrió, realmente se sentía emocionada de ver a su familia tan feliz. Luego miró a su amiga que parecía triste. –Lanie… ¿desde cuándo?
-Hará unas tres semanas, no sé qué hacer, no puedo más Kate.
-Lo siento mucho, tranquila, seguro que todo se arreglará.
-Le echo tanto de menos, ya no es el de antes…
-Lo sé, mi padre era igual, pero lo superó y Esposito también lo hará, confía en mí.
Su amiga sonrió débilmente. El llanto de la pequeña les llamó la atención. Se acercó a la cuna y cogió a la pequeña en brazos. –Hola pequeña, eres tan bonita..., quiero que sepas que tú mamá es la mujer más buena que he conocido jamás y que espero que si algún día necesitas hablar con alguien aquí estoy. Te quiero mucho Lucía.
Beckett sonrió. –Ella también quiere mucho a su tía, y madrina.
Lanie se volvió, Beckett asintió. –Quiero que seas su madrina Lanie, ¿quién si no?
-Pero… ¿y Martha?
-Es la madrina de Alexis, y no le importa. Rick está de acuerdo, ¿aceptas?
-Por supuesto, gracias Kate, gracias.
-¿En qué coño estabas pensando?, ¿cómo se te ocurre venir en ese estado?
-¡Eh!, yo que sabía, se supone que se pare a los nueve meses, ¡no a los ocho!
-Javier, ¿tienes idea del daño qué le estás haciendo a Lanie?
-Era nuestro amigo… ¡nuestro amigo! Y no tenemos ni una pista de quien lo asesinó, ¡ni una puta pista! Veo a Jenny todos los sábados, ¿lo sabías?, me aseguro de qué estén bien ella y la niña, pero está destrozada. Era nuestro amigo Castle, ¿cómo coño haces para que a ti no te afecte?
-Claro qué me afecta, ¿qué te crees?, yo también lo echo de menos, y Kate, pero tenemos que seguir con nuestras vidas. Acabo de tener una hija Javier, ¡una hija!, y no puedo pensar en derrumbarme, tenemos que seguir buscando pistas sobre ese cabrón, pero sin dejar a nuestras familias. Lanie te necesita, tus hijos te necesitan. Necesitas ayuda Javi, Ryan se merece justicia, no que se le llore en la barra de un bar.
-No puedo con esto, no sé cómo salir…
-Te ayudaremos, yo te ayudaré, Lanie te ayudará, la cuestión es ¿quieres ayuda Javier?
Entraron en la habitación. Castle sonrió con ternura, besando a su mujer y a la pequeña. Beckett lo miró preocupada, él sonrió tranquilizándola. Lanie miró a su futuro marido con tristeza. Esposito la miró arrepentido.
-Lo siento, perdóname cariño, lo siento, yo… ayúdame Lanie…por favor. -Lanie lo miró con los ojos llenos de lágrimas y lo abrazó con fuerza, Esposito besó su cabello. Beckett sollozó, los demás la miraron.
-Perdón, son las hormonas…
-Beckett perdona por lo de antes, la niña es preciosa, enhorabuena.
-Gracias Esposito.
En ese momento llegaron Alexis y los abuelos. Martha observó el aspecto agotado de su nuera y sonrió comprensivamente. –Chicos es hora de dejar a los papás descansar, vamos, os invito a desayunar.
En cuanto salieron Esposito se quedó atrás con Jim, quien le escuchó atentamente. El hombre asintió. –Tranquilo, te daré el teléfono. Pareces un hombre fuerte Javi, saldrás de esto. Yo lo hice por Katie, tú lo harás por tus hijos y tu mujer.
-¿Crees que Esposito saldrá de esta?
-Seguro que sí, es un tío fuerte, no te preocupes Kate, todo saldrá bien. Ahora deberías descansar, acabas de dar a luz.
-No tengo sueño, no puedo dejar de mirarla, es increíble.
Castle se rio. Se sentó a su lado y le cogió con ternura la mano. –Vamos Kate, déjala en la cuna, necesitas dormir un poco.
-No, estoy bien. –Suspiró, no la haría cambiar de opinión. No pudo evitar sonreír al verla, se le notaba en el rostro el cansancio y la falta de sueño, pero no quería soltar a su bebé. La pequeña se había quedado profundamente dormida en los brazos de su madre. Castle se dirigió hacia el bolso que estaba encima de la silla y cogió la cámara de fotos. –Sonríe Kate. –Ella le miró y sonrió cariñosamente a la cámara, alzando un poco a la niña para que saliera. Castle asintió. –Preciosas, dámela, quiero hacerme una yo también. –Beckett se estiró para darle a la pequeña pero gimió debido a los puntos. Castle se acercó a ella y la obligó a tumbarse.-Ni un esfuerzo Kate, ahora en serio, tienes que dormir un poco. –Está bien, cógela por favor. –Cogió a la pequeña y se sentó en el sillón con ella, sonriendo, mientras que Beckett cerraba los ojos y se dormía enseguida. Una enferma entró en la habitación y sonrió al ver la escena. –Es una niña guapísima, ¿cómo se encuentra la madre?
-Acaba de dormirse, estaba agotada.
-Entiendo…, la dejaremos dormir un par de horas, luego esta pequeña tendrá que alimentarse.
-¿Puedo hacerle una pregunta?
-Por supuesto.
-¿Pasa algo si no le da el pecho?, quiero decir, ¿podríamos darle el biberón?, las tomas serán más fáciles para los dos si nos turnamos y ella no tiene que pasar las noches en vela.
-Bueno, el médico suele recomendar que las madres den el pecho a sus hijos, pero entre usted y yo, he tenido dos hijos y a los dos los he alimentado con biberón. Y son dos niños sanos, fuertes y guapos.
-Gracias.
-No hay de qué, el doctor vendrá también en un par de horas para examinar los puntos.
-Muy bien.
La enfermera se marchó y Castle se levantó con cuidado y dejó a Lucía en la cuna. Cogió la cámara y le hizo unas cuantas fotos. Era realmente guapa, tenía el cabello castaño y era muy parecida a su madre. Los ojos eran como los de Castle, de un precioso azul claro. Además se veía que iba a ser una niña alta. No podía dejar de mirarla, él ya había pasado por eso cuando nació Alexis y revivir ese momento le llenaba de felicidad. -¿Se puede?
-¡Señor!, claro, pase, no se quede ahí.
-Gracias, he traído esto, lo hizo mi hija mayor, espero que le guste.-Llevaba en sus manos una muñeca de trapo, que en el vestido llevaba bordado el nombre de Lucía. Se acercó a la cuna y sonrió.-Es preciosa, felicidades señor Castle.
-Muchas gracias, señor le pido que hoy no me llame de usted, por favor.
-Claro, Rick, ¿cómo está ella?-Miró a la inspectora que dormía en la cama.
-Bien, le duelen un poco los puntos pero está bien. Me ha costado lo mío convencerla para que deje a la niña y duerma un rato.
-Bueno, a mí mi marido no consiguió convencerme, es difícil dejar de mirarlos cuando te lo ponen en tus brazos, después de tanto meses de espera. Rick, escucha, tengo que decirte algo, es importante.
Castle asintió con la cabeza, preocupado.
-Hemos recibido una llamada en el teléfono del escritorio de Kate. Tienes que escucharla. -Le dejó el móvil y le miró entristecida, Castle cogió el teléfono y lo acercó a su oído. Lo que oyó lo dejó helado. –No puede ser, eso significa…
-¿Señor? –Una Beckett soñolienta los miraba sorprendidos. Gates se acercó a la cama y sonrió, disimulando. –Hola Kate, me alegro de ver que estás bien y enhorabuena, es una monada.
-Gracias señor, ¿y esa muñeca?
-Es un regalo, lo hizo mi hija mayor, espero que le guste. Debo irme ya, tengo trabajo que hacer. Descansa y felicidades a los dos.
Cogió el móvil y le echó una mirada de advertencia a Castle, negando suavemente con la cabeza, él no dijo nada, no quería decirle nada a Beckett, no en el día más feliz de su vida, pero tenía que decirle la verdad pronto, ella debía saberlo, además la última vez que le había ocultado algo se había pasado un mes sin hablarle.
-Rick, ¿estás bien?
-¿Qué?..., sí, tranquila todo bien, es solo que me ha sorprendido ver aquí a Gates.
-Bueno no es un monstruo, de hecho conocí a sus hijos y es una gran madre, los niños la adoran.
-Ya…, por cierto he hablado con la enfermera, vendrá en un rato para darle el biberón a Lucía y a ti te verá el médico.
-Uffff…. Espero que esté todo bien, estoy harta de curas…
-Lo sé, entre esto y las otras operaciones le van a poner tu nombre a una planta del hospital.
-Muy gracioso Rick. –Lucía se puso a llorar en ese mismo momento. Castle se apresuró a cogerla. -Vamos cielo no llores, no llores, papá está aquí, shhh. –Se paseó por la habitación meciendo al bebé, mientras que Beckett lo miraba. Cogió con cuidado la cámara de fotos y tomó unas pocas de Rick con la niña. –¿Interrumpimos la sesión fotográfica?
-No, perdone doctor.
-No te preocupes, ¿qué tal todo?
-Bien, todo bien.
-Bueno, ahora tienen que salir, Susan se llevará a Lucía para darle el biberón, vaya con ella Rick y déselo usted.
-¿No puedo dárselo yo? –Beckett no estaba muy convencida en eso de darle el biberón a la niña, creía que como madre debía darle el pecho, pero Castle la había convencido de que no pasaba nada.
-Tienes que descansar Kate, podrás darle la próxima toma.
-Está bien… -Puso mala cara, no quería perderse la primera toma de su hija, no le hacía la menor gracia. Castle sonrió cariñosamente. –No te enfades cielo, créeme, vamos a tener muchas oportunidades para darle el biberón.
-Tu marido tiene razón, además tengo que revisarte los puntos. –El doctor examinó los puntos y le dijo que todo estaba bien, dejó a la enfermera para que le hiciera las curas. –Vendré a verte mañana y si todo sigue bien te daré el alta pasado mañana.
-¿En serio?
-Sí, tendrás que tener cuidado y venir dos veces por semanas para echarle un vistazo a los puntos, pero si no hay ningún problema tú y tu bebé os iréis a casa.
-Muchas gracias. –Sonrió feliz, estaba deseando poder ir a casa y quedarse con su familia a solas. Castle llegó en el justo momento en que el médico se marchó.
-¿Qué te ha dicho?
-Que si todo está bien me dará el alta en dos días.
-Señor tiene que salir, debo hacerles las curas.
-De acuerdo, vuelvo enseguida. –Un cuarto de hora después volvía a entrar y sonrió.
-¿Ha comido bien?
-No ha comido, no ha querido. La enfermera cree que podrías intentarlo tú.
Ella asintió, en parte preocupada porque la niña no quisiera comer y en parte feliz por poder darle ella el biberón. –Castle le dejó con cuidado al bebé y el biberón y se sentó a esperar. Beckett sonrió tiernamente.
-Vamos mi niña, tienes que comer, vamos, ¡eso es! –Miró a Castle, feliz. –Mira Rick, está comiendo.
-Ya lo veo. –Él le devolvió la sonrisa. –Supongo que solo quería estar con mamá.
Después de la toma dejaron a la pequeña en la cuna y Beckett volvió a dormir. Los dos días siguientes fueron tranquilos, hasta que le dieron el alta.
-Abrígala bien, hace mucho frío fuera.
-Lo sé, tranquila, con toda la ropa que lleva puesta podría vivir en un iglú. Vamos, ¿has cogido todo?
-Sí, todo listo. Vámonos, estoy deseando llegar a casa.
En la casa solo estaba Alexis. Los demás habían decidido dejarles el primer día en casa para ellos solos, no querían molestarles. La pelirroja sonrió en cuanto la pareja llegó con la nueva miembro de la familia.
-Ohhhhh, hola Lucía, hola bonita, mira ya estás en casa, ¿qué tal estás Kate?
-Estoy bien Alexis, gracias. Será mejor que le quitemos algo de ropa a la niña, aquí dentro no hace tanto frío como fuera.
La dos se sentaron en el sofá y le pusieron a la pequeña otra ropa, también muy abrigada, pero no tanto como antes. Castle sonrió mirando a Alexis, su hija mayor estaba realmente entusiasmada con la llegada de su hermanita y quería disfrutar de ella todo lo posible antes de irse a la universidad otra vez. Cogió la cámara y le hizo una foto a las tres. Las tres mujeres de su vida, sonrió al verla. Tenía que revelar esa foto, era muy especial. Beckett sonrió mirándole, se levantó y le pidió la cámara. –Siéntate con ellas Rick, todavía no tienes ninguna foto con tus dos hijas. –Castle se sentó y cogió a la recién nacida, acercando con el otro brazo a Alexis. Beckett miró la foto, iba a revelarla, le encantaba, eran su familia. –Ahora me toca a mí, venga sentaros, no puede ser que no os hayáis echo ninguna foto los tres juntos. –Les hizo la foto y sonrió. Su padre y su hermanita junto a la mujer que era responsable de la felicidad de su familia. La sacaría y la llevaría a su residencia en la universidad, los iba a echar de menos cuando se marchara. –Vamos a poner el temporizador, quiero tener una de los cuatro. –Estuvieron haciéndose varias fotos hasta que llegó la hora de hacer la comida. Castle y Alexis se pusieron a ello mientras que Beckett le daba el biberón a Lucía. La pelirroja miró a su padre.
-Papá, ¿estás bien?
-…¿eh?, sí, sí, estoy bien, tranquila. –Como iba a decirle que temía por su vida y por la de todos sus seres queridos, otra vez. Ella lo había pasado muy mal, el cabello corto que llevaba era testimonio del ataque que había ocurrido un año atrás. Y Kate…, tenía que contárselo, pero ahora estaba más feliz que nunca y no quería arruinar esa felicidad. Ella ya sabía que alguien quería hacerles daño, pero no sabía de quien se trataba, el tampoco sabía exactamente quién era, pero estaba tan asustado, no podía creer que aquello volviera a ocurrir. Miró a su mujer, que en aquello momentos le cambiaba el pañal a su hija y suspiró. Se lo diría cuando Alexis volviera a la universidad.
-La comida está lista, ¿comemos?
Comieron entre risas y charlas, mientras que la niña dormía en el moisés. Castle seguía preocupado aunque disimulaba delante de ellas. De repente la niña empezó a llorar, Castle la cogió e intentó dormirla pero no pudo, ni tampoco Alexis. Por último, y ante las miradas enternecidas de la pelirroja y el escritor, Beckett la meció suavemente mientras que le cantaba una nana en español.
En los campos de mi Andalucía
Los campanilleros por la madrugá
Me despiertan con sus campanillas
Y con sus guitarras me hacen llorar
Y empiezo a cantar
Y al oírme mi niña en mis brazos
Se queda dormida y empieza a soñar.
Continuará…
(Gracias por leer . La nana que canta Beckett es en realidad una canción andaluza que se ha adoptado como villancico muy típico en Andalucía, yo me he inventado las dos últimas líneas para que parezca una nana)
Última edición por maria_cs el Jue Jul 12, 2012 7:59 am, editado 2 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Qué mona que eres Meriii ^^ Oye, pues me gusta mucho como nana ehh, suena bien Habrá que adoptarla jajaja
ConchaCarrillo- Escritor novato
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Edad : 32
Localización : Huelva, Andalucía (España)
Re: (¿+18?) La tormenta
Muy lindo capitulo pero creo que se viene otros mes que no le hablara si no le cuenta toda la verdad. Ademas tiene que saber para estar mas atenta ahora con la bebe y Alexis fuera. Y me gusto la parte de Espo, merecia un amigo que lo ayude
Buen capi, siguelo prontito Maria por favor
Buen capi, siguelo prontito Maria por favor
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 41 Prométemelo
Dejó a la joven en el aeropuerto y le dijo que tuviera cuidado, y que hiciera caso a su escolta, siempre. Cuando llegó a casa Beckett estaba profundamente dormida en el sofá, llevaban tres días sin apenas dormir debido al llanto de Lucía. La niña estaba en el moisés también dormida. Le dio un beso a la pequeña con suavidad, tratando de no despertarla y luego se acercó a ella. Se agachó junto al sofá, apartando suavemente un mechón de su cabello, acariciando su frente. Esa noche hablaría con ella y le diría todo, no sabía cómo se lo iba a tomar, pero era necesario. Tenía que saberlo. La vio moverse y abrir los ojos, cansada, incorporándose.
-¿Rick?..., ¿ya ha salido el avión?
-Sí, nos llamará cuando haya llegado. Duerme un poco más cielo, aprovecha que Lucía está dormida, yo haré la comida.
-Vale, gracias, realmente estoy agotada.
-Lo sé, duerme. –Le dio un beso en los labios y luego fue al baño, a darse una ducha y aclarar sus ideas. Tenía que hablar con tacto, lo último que quería era asustarla, ya lo estaba pasando mal por tener protección en la puerta, además de estar preocupada por la niña. Ese cabrón ya había intentado matarla y había matado a Ryan como venganza. Cerró el grifo y tras ponerse ropa cómoda fue hacia la cocina y empezó a cocinar. Lucía empezó a llorar, Beckett despertó de nuevo y cogió a la niña. No tenía hambre y no había que cambiarla, así que intentó callarla.
-Shhhhh, duerme, vamos duerme cielo. –La pequeña siguió llorando aún con más fuerza, Beckett no podía más, quería dormir y le dolían los puntos del parto, necesitaba descansar. Castle dejó la pasta al fuego y se acercó a ellas, cogiendo a la pequeña y meciéndola. –Shhhhh, duerme Lucía, duerme, shhhhhhhh ea ea eaa.-Unos minutos después la pequeña se había quedado callada y dormidita. La dejó con cuidado en el moisés y luego miró a su mujer. Tenía un aspecto horrible. Se acercó a ella y la abrazó. –Sube arriba y duerme en la habitación de invitados, yo me ocupo de ella.
-Rick tú tampoco has dormido apenas.
-A mí no me han puesto puntos, vamos duerme, no te preocupes por nada. Descansa cariño.
Ella asintió agradecida. –Te quiero.
-Yo también.
Castle pasó el resto del día ocupándose de Lucía mientras que Beckett descansaba. La vio bajar por las escaleras cuando ya había oscurecido. Castle estaba cambiando el pañal de la niña, la verdad es que se le daba bien cuidar del bebé, era un padrazo. Ella sonrió. –Haces que parezca fácil.
-Tengo experiencia, aunque hayan pasado dieciocho años. ¿Cómo te encuentras?
-Mejor, me ha sentido bien dormir toda la tarde, no podía más. Gracias Rick, quiero a Lucía más que a nada en el mundo, pero a veces me siento tan…
-Lo sé, tranquila, lo estás haciendo muy bien. ¿Le das el biberón mientras qué pongo la mesa?
-Claro, ¿Qué has hecho?
-Hay pasta de esta mañana y pescado al horno. Elige.
-Creo que prefiero el pescado.
-Bien. Kate… –Ella lo miró, su tono de voz había cambiado.-…cuando cenemos me gustaría hablar contigo de una cosa, es importante.
-¿Qué ocurre?
-Te lo contaré luego, ahora vamos a cenar. –Asintió cogiendo el biberón y sentándose en el sofá, dándoselo. Lucía comía con avidez, tenía hambre. Beckett sonrió pensando en cómo sería darle el pecho a esa pequeña tragona. Una media hora después la niña dormía mientras que ellos cenaban. Castle no paraba de mirarla, estaba nervioso, ella no quiso preguntar, le dejaría hablar cuando estuviera listo. Lo vio entretenerse frente a la nevera, buscando algo de postre. Ella suspiró, se acercó a él y lo abrazó por detrás. –Cálmate Rick, sea lo que sea puedes contármelo, lo sabes, ¿verdad?
-Está bien… ven vamos al sofá. –Se sentó y le tendió la mano, ella se sentó en su regazo.
La miró por unos segundos y empezó a besarla con pasión y rabia, Beckett le devolvió el beso hasta que notó como sus manos la acariciaban por debajo de su blusa.
-Rick, aún no, lo siento…
Él paró enseguida. –Perdona, solo quería sentirte, lo necesitaba.
-Cariño, ¿qué pasa?
-Escucha… cuando Gates vino a vernos al hospital me dijo algo sobre el asesino de Ryan…
-¿Qué te dijo?
-Me enseñó un mensaje que le había llegado a la comisaría, a tu escritorio…
-¿Qué mensaje?, Rick sé claro.
Sacó su móvil y le dio a varias teclas, la miró entristecido y acariciando suavemente su mejilla, puso el manos libres. El mensaje sonó helándole la sangre.
“Hola preciosa. ¿Te acuerdas de mí? Ha pasado casi un año ¿no? Me dio mucha lástima que cogieras a mi gran amigo Wilson, pero bueno, yo puedo seguir con mi tarea… Te dejaré disfrutar unos días de tu niña, será mejor que la cuides bien, podría tener un accidente como tu gran amigo. Adiós preciosa.”
-No puede ser…
-Kate… -Beckett sintió como le faltaba el aire, le dolía el pecho. Castle la abrazó y la tranquilizó como pudo. –Calma, tranquila mi amor, no os pasará nada, nadie va hacerle daño a nuestra hija, vamos a coger a ese cabrón.
-Rick… tenía un cómplice, tenía un cómplice y ahora quiere hacerle daño a Lucía… ¿qué vamos a hacer?
-Shhhh, nadie le hará daño a Lucía, lo atraparemos, te lo prometo. Tú solo intenta calmarte. Respira hondo mi amor, tranquila. –Pocas veces la veía así, normalmente Beckett era fuerte, pero en ese momento no actuaba como una inspectora experimentada, sino como una madre preocupada. La abrazó y besó en el pelo hasta que sintió como ella se calmaba.
–Tienes razón, perdona, estaba asustada…
-No te preocupes, es normal, tu instinto maternal te obliga a sentirte así, pero todo va a salir bien, confía en mí.
-¿Tenemos alguna pista de quien puede ser ese cabrón?
-Aún no. Esposito ha ido a hablar con Wilson otra vez, eran cómplices, él debe de saber quién es.
-No creo que lo delate…
-Al menos habrá que intentarlo…
El móvil de Castle sonó en ese momento, era Esposito. -¡Castle!
-Castle, escucha tenéis que venir inmediatamente a comisaría, han traído a Wilson para interrogarle pero dice que solo hablará con Beckett.
-Esposito Beckett está de baja y aún no tiene fuerzas para es… -Beckett le quitó el teléfono de las manos.
-¿Qué ocurre Esposito?, bien, vamos para allá. –Se volvió hasta Castle. –Abriga a la niña, la llevaremos a casa de tu madre. Nos vamos.
-Kate…
-Rick, Wilson solo quiere hablar conmigo y no hay tiempo que perder, hay mucho en juego, no te preocupes por mí, estoy bien, confía en mí. –Le dio un beso en los labios y murmuró.-Solo necesito que tú estés conmigo, todo saldrá bien.
-Está bien, vamos. –Dejaron a la niña en casa de Martha no sin antes decirle que no saliera de casa y que dejara al escolta dormir dentro de la casa. Luego se dirigieron a comisaría.
Castle apretó los dientes cuando vio a Wilson sentado en la sala de interrogatorios, sonriendo, como si todo aquello le divirtiera. Beckett fue hacia el despacho de Gates.
-Inspectora, ¿qué hace aquí?, váyase a casa inmediatamente.
-Señor Wilson quiere hablar conmigo, no puedo irme, tengo que interrogarle.
-Le dije hace mucho tiempo que no iba a dejar que nadie llevara un caso personal y no haré una excepción.
-¿Personal?, aunque usted no le vea así esta comisaría es una familia, es personal para todos, han asesinado a nuestro compañero, Ryan se merece justicia y vamos a dársela. –Salió del despacho echa una furia y haciendo caso omiso de las advertencias de su jefa entró en la sala de interrogatorios. Wilson sonrió como un niño en navidad, Castle entró en la sala con ella, borrando su sonrisa.
-A no inspectora, de eso nada, en esta reunión no quiero a nadie más, solo hablaré con usted.
-No estás en condiciones de pedir nada.
-Se equivoca, pedí que viniera usted y aquí está y ahora le pido que él se largue, o no le diré nada y el tiempo pasa.
Beckett miró a Castle y asintió. –Castle, espérame fuera. –Él la miró un momento y se levantó, antes de irse se acercó a Wilson y murmuró:
-Estaré mirando desde el espejo, si haces un solo movimiento te juro que vendré aquí y te mataré.
-¡Castle!, sal, ¡ahora! –Lo vio marcharse y suspiró, entendía su rabia y su odio, pero ahora necesitaba que ese tío cooperara. –Muy bien, ¿quién mató a mi compañero?
-No corra tanto inspectora, ¿no va a preguntarme qué tal por la cárcel?
Beckett maldijo por lo bajo. Empezaban a dolerle los puntos y ese tío le daba nauseas. –Wilson, dame un nombre, ahora.
-No le daré ningún nombre querida, pero puedo decirle que no se va a cansar hasta que consiga su objetivo. –Hablaba con una sonrisa en la boca, Beckett tenía ganas de matarlo pero aguantaba.
-¿Cuál es su objetivo?
-Usted. –Castle desde el otro lado del cristal dio un golpe contra el cristal, rompiéndolo. La sangre empezó a rodear su mano pero le daba igual. El tío volvió a hablar. –No se confunda inspectora, no quiere matarla, quiere poseerla, quiere tenerla en su cama, quiere apoderarse de usted. Y créame, hará lo que sea y matará a quien sea por tal de tenerla. –Beckett no dijo nada, sentía como cada centímetro de su cuerpo temblaba. Se obligo a sí misma a calmarse y hablar.
-¿Como le encuentro?
-Lo hará cuando él quiera que lo encuentre, hasta entonces no sabrá nada.
-¿Por qué mataste a Gina?, ¿por qué quisiste matar a Alexis? ¿qué tienes tú que ver con ese tío?
-¿Todavía no lo entiende?, yo no maté a nadie, todos los crímenes los cometió él, yo solo dejé mi huella en el coche de la rubia y luego conté palabra por palabra todo lo que él hizo. Es una suerte que la niña no recuerde el ataque, no hubiera funcionado…
-Pero, ¿por qué?
-Me pagó, y lo hizo muy bien, y como yo no maté a nadie y pienso revocar mi confesión, se me acortará la condena y cuando salga de la cárcel seré rico. ¿No es genial?
-¡Estás loco!
-Puede ser, pero deja que este loco te de un consejo: aléjate de todos tus seres queridos, abandónalos y quédate sola, así cuando ese tío quiera follarte no tendrá que matar a nadie. Sería una pena que por no querer abrir las piernas tu hijita o los bebés de tus amigas tuvieran un accidente… Es una pena que estén tan indefensos a esa edad, ¿no?
-¡Hijo de puta! -Se abalanzó sobre él furiosa y lo golpeó con fuerza. En esos momentos entraron Esposito y Castle. El primero obligó a Wilson a levantarse y se lo llevó, aguantando las ganas de matarlo por haberse atrevido a amenazar a sus hijos. Castle se acercó a su mujer y la abrazó, le dolía la mano pero no le importó, solo quería que ella se calmara. –Vamos a casa cariño. –Beckett sollozó sobre su pecho pero intentó calmarse. –Ese hijo de…
-Lo sé mi amor, tranquila, vamos, necesitas descansar.
Caminaron hasta el escritorio donde Beckett había dejado sus cosas pero la mujer hizo un gesto de dolor.
-¿Te duele?
-Se me pasará en cuanto me tumbe, no te preocup… ¡Rick!, ¿qué te ha pasado en la mano?
-Me corté con el cristal, tranquila no es nada. Vámonos.
-¡Inspectora Beckett!, ¡a mi despacho!
Beckett suspiró, no se sentía con fuerzas de enfrentar a Gates ahora, pero no tenía más opción, eso le pasaba por llevarle la contraria a su jefa. Castle le dirigió una mirada de ánimo. En cuanto entró se quedó helada.
-Inspectora… -No pudo contestar, se limitó a mirar a Gates con una mirada de súplica, pero esta miró hacia otro lado mientras que el jefe de inspectores extendía su mano. –Está expulsada del cuerpo de policía de Nueva York por revelarse contra su superiora y saltarse las órdenes y las reglas de esta comisaría. Entre su placa y su arma.
Aquello no podía estar pasando… Se dirigió a Gates. –Señor, por favor…
-Lo siento Kate, pero no me ha dejado otra opción. Créame algún día me lo agradecerá.
-Señor…
-Entregue su placa y su arma o tendré que detenerla. –Beckett hizo lo que le pedía y luego salió del despacho con los ojos llenos de lágrimas. Lo abrazó sollozando. Castle no entendió nada hasta que vio salir al jefe seguido de Gates. No lo conocía, pero se imaginaba quien era. –Shhhhh, tranquila cielo, respira…
-Me han… me han expul… expulsado…del cuerpo. –Lloró sobre su pecho, Gates no pudo evitar sentirse como una bruja, pero realmente pensaba que era lo mejor para ella. Trabajar en ese caso podría ponerla en un grave peligro y más ahora que sabían que era el objetivo de ese psicópata.
-Tranquila amor, todo se arreglará. No llores más.
Gates se acercó a ellos. –Kate…, escucha, sé que me odias pero tenía que hacerlo. Tienes que dejar que los demás investiguemos…
-Vámonos Rick. –Se marchó seguida por su marido, sin querer mirar a su jefa.
En cuanto llegaron a casa después de recoger a la niña Beckett fue derecha al baño, cogió el botiquín y limpió y vendó la herida de Castle. Éste no puedo evitar quejarse, su mujer estaba tan enfadada que no tenía el menor cuidado con la herida.
-Kate, por favor, deja que lo haga yo.
Ella lo miró sintiéndose culpable. –Perdona, no quería hacerte daño. –Empezó a vendarle la mano con más cuidado. –Rick yo no… no sé que voy a…
-Shhh, no pienses en eso, escucha, deja que Esposito busque a ese tío oficialmente, yo lo haré fuera de comisaría. Y tú mientras cuida de nuestra hija. No soportaría que os pasara algo.
-Rick, no puedo dejar que investigues, podría matarte. Sí al menos supiéramos donde buscar…
-Déjamelo a mí, mi amor, mírame. –Le cogió la mano y se miraron a los ojos fijamente.-Necesito que me prometas que me dejarás hacer esto y que te quedarás a un lado. Prométemelo Kate.
Continuará...
Muchas gracias por leer y por comentar PD: los comentarios suben el ánimo para seguir escribiendo, así que, ya sabeis, comentad
Dejó a la joven en el aeropuerto y le dijo que tuviera cuidado, y que hiciera caso a su escolta, siempre. Cuando llegó a casa Beckett estaba profundamente dormida en el sofá, llevaban tres días sin apenas dormir debido al llanto de Lucía. La niña estaba en el moisés también dormida. Le dio un beso a la pequeña con suavidad, tratando de no despertarla y luego se acercó a ella. Se agachó junto al sofá, apartando suavemente un mechón de su cabello, acariciando su frente. Esa noche hablaría con ella y le diría todo, no sabía cómo se lo iba a tomar, pero era necesario. Tenía que saberlo. La vio moverse y abrir los ojos, cansada, incorporándose.
-¿Rick?..., ¿ya ha salido el avión?
-Sí, nos llamará cuando haya llegado. Duerme un poco más cielo, aprovecha que Lucía está dormida, yo haré la comida.
-Vale, gracias, realmente estoy agotada.
-Lo sé, duerme. –Le dio un beso en los labios y luego fue al baño, a darse una ducha y aclarar sus ideas. Tenía que hablar con tacto, lo último que quería era asustarla, ya lo estaba pasando mal por tener protección en la puerta, además de estar preocupada por la niña. Ese cabrón ya había intentado matarla y había matado a Ryan como venganza. Cerró el grifo y tras ponerse ropa cómoda fue hacia la cocina y empezó a cocinar. Lucía empezó a llorar, Beckett despertó de nuevo y cogió a la niña. No tenía hambre y no había que cambiarla, así que intentó callarla.
-Shhhhh, duerme, vamos duerme cielo. –La pequeña siguió llorando aún con más fuerza, Beckett no podía más, quería dormir y le dolían los puntos del parto, necesitaba descansar. Castle dejó la pasta al fuego y se acercó a ellas, cogiendo a la pequeña y meciéndola. –Shhhhh, duerme Lucía, duerme, shhhhhhhh ea ea eaa.-Unos minutos después la pequeña se había quedado callada y dormidita. La dejó con cuidado en el moisés y luego miró a su mujer. Tenía un aspecto horrible. Se acercó a ella y la abrazó. –Sube arriba y duerme en la habitación de invitados, yo me ocupo de ella.
-Rick tú tampoco has dormido apenas.
-A mí no me han puesto puntos, vamos duerme, no te preocupes por nada. Descansa cariño.
Ella asintió agradecida. –Te quiero.
-Yo también.
Castle pasó el resto del día ocupándose de Lucía mientras que Beckett descansaba. La vio bajar por las escaleras cuando ya había oscurecido. Castle estaba cambiando el pañal de la niña, la verdad es que se le daba bien cuidar del bebé, era un padrazo. Ella sonrió. –Haces que parezca fácil.
-Tengo experiencia, aunque hayan pasado dieciocho años. ¿Cómo te encuentras?
-Mejor, me ha sentido bien dormir toda la tarde, no podía más. Gracias Rick, quiero a Lucía más que a nada en el mundo, pero a veces me siento tan…
-Lo sé, tranquila, lo estás haciendo muy bien. ¿Le das el biberón mientras qué pongo la mesa?
-Claro, ¿Qué has hecho?
-Hay pasta de esta mañana y pescado al horno. Elige.
-Creo que prefiero el pescado.
-Bien. Kate… –Ella lo miró, su tono de voz había cambiado.-…cuando cenemos me gustaría hablar contigo de una cosa, es importante.
-¿Qué ocurre?
-Te lo contaré luego, ahora vamos a cenar. –Asintió cogiendo el biberón y sentándose en el sofá, dándoselo. Lucía comía con avidez, tenía hambre. Beckett sonrió pensando en cómo sería darle el pecho a esa pequeña tragona. Una media hora después la niña dormía mientras que ellos cenaban. Castle no paraba de mirarla, estaba nervioso, ella no quiso preguntar, le dejaría hablar cuando estuviera listo. Lo vio entretenerse frente a la nevera, buscando algo de postre. Ella suspiró, se acercó a él y lo abrazó por detrás. –Cálmate Rick, sea lo que sea puedes contármelo, lo sabes, ¿verdad?
-Está bien… ven vamos al sofá. –Se sentó y le tendió la mano, ella se sentó en su regazo.
La miró por unos segundos y empezó a besarla con pasión y rabia, Beckett le devolvió el beso hasta que notó como sus manos la acariciaban por debajo de su blusa.
-Rick, aún no, lo siento…
Él paró enseguida. –Perdona, solo quería sentirte, lo necesitaba.
-Cariño, ¿qué pasa?
-Escucha… cuando Gates vino a vernos al hospital me dijo algo sobre el asesino de Ryan…
-¿Qué te dijo?
-Me enseñó un mensaje que le había llegado a la comisaría, a tu escritorio…
-¿Qué mensaje?, Rick sé claro.
Sacó su móvil y le dio a varias teclas, la miró entristecido y acariciando suavemente su mejilla, puso el manos libres. El mensaje sonó helándole la sangre.
“Hola preciosa. ¿Te acuerdas de mí? Ha pasado casi un año ¿no? Me dio mucha lástima que cogieras a mi gran amigo Wilson, pero bueno, yo puedo seguir con mi tarea… Te dejaré disfrutar unos días de tu niña, será mejor que la cuides bien, podría tener un accidente como tu gran amigo. Adiós preciosa.”
-No puede ser…
-Kate… -Beckett sintió como le faltaba el aire, le dolía el pecho. Castle la abrazó y la tranquilizó como pudo. –Calma, tranquila mi amor, no os pasará nada, nadie va hacerle daño a nuestra hija, vamos a coger a ese cabrón.
-Rick… tenía un cómplice, tenía un cómplice y ahora quiere hacerle daño a Lucía… ¿qué vamos a hacer?
-Shhhh, nadie le hará daño a Lucía, lo atraparemos, te lo prometo. Tú solo intenta calmarte. Respira hondo mi amor, tranquila. –Pocas veces la veía así, normalmente Beckett era fuerte, pero en ese momento no actuaba como una inspectora experimentada, sino como una madre preocupada. La abrazó y besó en el pelo hasta que sintió como ella se calmaba.
–Tienes razón, perdona, estaba asustada…
-No te preocupes, es normal, tu instinto maternal te obliga a sentirte así, pero todo va a salir bien, confía en mí.
-¿Tenemos alguna pista de quien puede ser ese cabrón?
-Aún no. Esposito ha ido a hablar con Wilson otra vez, eran cómplices, él debe de saber quién es.
-No creo que lo delate…
-Al menos habrá que intentarlo…
El móvil de Castle sonó en ese momento, era Esposito. -¡Castle!
-Castle, escucha tenéis que venir inmediatamente a comisaría, han traído a Wilson para interrogarle pero dice que solo hablará con Beckett.
-Esposito Beckett está de baja y aún no tiene fuerzas para es… -Beckett le quitó el teléfono de las manos.
-¿Qué ocurre Esposito?, bien, vamos para allá. –Se volvió hasta Castle. –Abriga a la niña, la llevaremos a casa de tu madre. Nos vamos.
-Kate…
-Rick, Wilson solo quiere hablar conmigo y no hay tiempo que perder, hay mucho en juego, no te preocupes por mí, estoy bien, confía en mí. –Le dio un beso en los labios y murmuró.-Solo necesito que tú estés conmigo, todo saldrá bien.
-Está bien, vamos. –Dejaron a la niña en casa de Martha no sin antes decirle que no saliera de casa y que dejara al escolta dormir dentro de la casa. Luego se dirigieron a comisaría.
Castle apretó los dientes cuando vio a Wilson sentado en la sala de interrogatorios, sonriendo, como si todo aquello le divirtiera. Beckett fue hacia el despacho de Gates.
-Inspectora, ¿qué hace aquí?, váyase a casa inmediatamente.
-Señor Wilson quiere hablar conmigo, no puedo irme, tengo que interrogarle.
-Le dije hace mucho tiempo que no iba a dejar que nadie llevara un caso personal y no haré una excepción.
-¿Personal?, aunque usted no le vea así esta comisaría es una familia, es personal para todos, han asesinado a nuestro compañero, Ryan se merece justicia y vamos a dársela. –Salió del despacho echa una furia y haciendo caso omiso de las advertencias de su jefa entró en la sala de interrogatorios. Wilson sonrió como un niño en navidad, Castle entró en la sala con ella, borrando su sonrisa.
-A no inspectora, de eso nada, en esta reunión no quiero a nadie más, solo hablaré con usted.
-No estás en condiciones de pedir nada.
-Se equivoca, pedí que viniera usted y aquí está y ahora le pido que él se largue, o no le diré nada y el tiempo pasa.
Beckett miró a Castle y asintió. –Castle, espérame fuera. –Él la miró un momento y se levantó, antes de irse se acercó a Wilson y murmuró:
-Estaré mirando desde el espejo, si haces un solo movimiento te juro que vendré aquí y te mataré.
-¡Castle!, sal, ¡ahora! –Lo vio marcharse y suspiró, entendía su rabia y su odio, pero ahora necesitaba que ese tío cooperara. –Muy bien, ¿quién mató a mi compañero?
-No corra tanto inspectora, ¿no va a preguntarme qué tal por la cárcel?
Beckett maldijo por lo bajo. Empezaban a dolerle los puntos y ese tío le daba nauseas. –Wilson, dame un nombre, ahora.
-No le daré ningún nombre querida, pero puedo decirle que no se va a cansar hasta que consiga su objetivo. –Hablaba con una sonrisa en la boca, Beckett tenía ganas de matarlo pero aguantaba.
-¿Cuál es su objetivo?
-Usted. –Castle desde el otro lado del cristal dio un golpe contra el cristal, rompiéndolo. La sangre empezó a rodear su mano pero le daba igual. El tío volvió a hablar. –No se confunda inspectora, no quiere matarla, quiere poseerla, quiere tenerla en su cama, quiere apoderarse de usted. Y créame, hará lo que sea y matará a quien sea por tal de tenerla. –Beckett no dijo nada, sentía como cada centímetro de su cuerpo temblaba. Se obligo a sí misma a calmarse y hablar.
-¿Como le encuentro?
-Lo hará cuando él quiera que lo encuentre, hasta entonces no sabrá nada.
-¿Por qué mataste a Gina?, ¿por qué quisiste matar a Alexis? ¿qué tienes tú que ver con ese tío?
-¿Todavía no lo entiende?, yo no maté a nadie, todos los crímenes los cometió él, yo solo dejé mi huella en el coche de la rubia y luego conté palabra por palabra todo lo que él hizo. Es una suerte que la niña no recuerde el ataque, no hubiera funcionado…
-Pero, ¿por qué?
-Me pagó, y lo hizo muy bien, y como yo no maté a nadie y pienso revocar mi confesión, se me acortará la condena y cuando salga de la cárcel seré rico. ¿No es genial?
-¡Estás loco!
-Puede ser, pero deja que este loco te de un consejo: aléjate de todos tus seres queridos, abandónalos y quédate sola, así cuando ese tío quiera follarte no tendrá que matar a nadie. Sería una pena que por no querer abrir las piernas tu hijita o los bebés de tus amigas tuvieran un accidente… Es una pena que estén tan indefensos a esa edad, ¿no?
-¡Hijo de puta! -Se abalanzó sobre él furiosa y lo golpeó con fuerza. En esos momentos entraron Esposito y Castle. El primero obligó a Wilson a levantarse y se lo llevó, aguantando las ganas de matarlo por haberse atrevido a amenazar a sus hijos. Castle se acercó a su mujer y la abrazó, le dolía la mano pero no le importó, solo quería que ella se calmara. –Vamos a casa cariño. –Beckett sollozó sobre su pecho pero intentó calmarse. –Ese hijo de…
-Lo sé mi amor, tranquila, vamos, necesitas descansar.
Caminaron hasta el escritorio donde Beckett había dejado sus cosas pero la mujer hizo un gesto de dolor.
-¿Te duele?
-Se me pasará en cuanto me tumbe, no te preocup… ¡Rick!, ¿qué te ha pasado en la mano?
-Me corté con el cristal, tranquila no es nada. Vámonos.
-¡Inspectora Beckett!, ¡a mi despacho!
Beckett suspiró, no se sentía con fuerzas de enfrentar a Gates ahora, pero no tenía más opción, eso le pasaba por llevarle la contraria a su jefa. Castle le dirigió una mirada de ánimo. En cuanto entró se quedó helada.
-Inspectora… -No pudo contestar, se limitó a mirar a Gates con una mirada de súplica, pero esta miró hacia otro lado mientras que el jefe de inspectores extendía su mano. –Está expulsada del cuerpo de policía de Nueva York por revelarse contra su superiora y saltarse las órdenes y las reglas de esta comisaría. Entre su placa y su arma.
Aquello no podía estar pasando… Se dirigió a Gates. –Señor, por favor…
-Lo siento Kate, pero no me ha dejado otra opción. Créame algún día me lo agradecerá.
-Señor…
-Entregue su placa y su arma o tendré que detenerla. –Beckett hizo lo que le pedía y luego salió del despacho con los ojos llenos de lágrimas. Lo abrazó sollozando. Castle no entendió nada hasta que vio salir al jefe seguido de Gates. No lo conocía, pero se imaginaba quien era. –Shhhhh, tranquila cielo, respira…
-Me han… me han expul… expulsado…del cuerpo. –Lloró sobre su pecho, Gates no pudo evitar sentirse como una bruja, pero realmente pensaba que era lo mejor para ella. Trabajar en ese caso podría ponerla en un grave peligro y más ahora que sabían que era el objetivo de ese psicópata.
-Tranquila amor, todo se arreglará. No llores más.
Gates se acercó a ellos. –Kate…, escucha, sé que me odias pero tenía que hacerlo. Tienes que dejar que los demás investiguemos…
-Vámonos Rick. –Se marchó seguida por su marido, sin querer mirar a su jefa.
En cuanto llegaron a casa después de recoger a la niña Beckett fue derecha al baño, cogió el botiquín y limpió y vendó la herida de Castle. Éste no puedo evitar quejarse, su mujer estaba tan enfadada que no tenía el menor cuidado con la herida.
-Kate, por favor, deja que lo haga yo.
Ella lo miró sintiéndose culpable. –Perdona, no quería hacerte daño. –Empezó a vendarle la mano con más cuidado. –Rick yo no… no sé que voy a…
-Shhh, no pienses en eso, escucha, deja que Esposito busque a ese tío oficialmente, yo lo haré fuera de comisaría. Y tú mientras cuida de nuestra hija. No soportaría que os pasara algo.
-Rick, no puedo dejar que investigues, podría matarte. Sí al menos supiéramos donde buscar…
-Déjamelo a mí, mi amor, mírame. –Le cogió la mano y se miraron a los ojos fijamente.-Necesito que me prometas que me dejarás hacer esto y que te quedarás a un lado. Prométemelo Kate.
Continuará...
Muchas gracias por leer y por comentar PD: los comentarios suben el ánimo para seguir escribiendo, así que, ya sabeis, comentad
Última edición por maria_cs el Jue Mayo 03, 2012 6:55 am, editado 3 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Que tipo hdp!!!!!! Que lo maten castle y espositooooo
pobre kate, no tiene paz esta mujer
pobre kate, no tiene paz esta mujer
silvanalino- Escritor - Policia
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Re: (¿+18?) La tormenta
woooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooowwwwwwww capitulazooooooooooooooooooooooooooooo !!!!!!!!!!!!!!!!!!! veo ke me voy a kedar sin uñas, y sin dedos de tanto ke nos vas hacer sufrir .......... ten piedad de nosotras/os ke estamos a 5 dias de el 4x23 y estamos muy alterados !!!!!!!!! jajajaj sigue pronto
castleaddict- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Qué pena por Dios....no intentes humanizar a Gates Meri, no queda nada natural, es una bruja jajajajajaja Buena, pero bruja...
ConchaCarrillo- Escritor novato
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Localización : Huelva, Andalucía (España)
Re: (¿+18?) La tormenta
La verdad es que tus capitulos ayudan bastante a pasar estos 5 dias hasta el capitulo de always
Que cabron los dos tios D: Y kate, pobretica, que ya que tiene a la niña y esta con Castle y no la dejan en paz
Sigue pronto
Que cabron los dos tios D: Y kate, pobretica, que ya que tiene a la niña y esta con Castle y no la dejan en paz
Sigue pronto
KBCAlways- As del póker
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Edad : 29
Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
Acabo de ponerme al día y me parece fatal, que te hayas cargado al pobre de Vasito de leche, con lo mono que era.
Pero bueno, tu escribes, así que tu decides.
Me gusta como vas desarrollando lahistoria, Cruela.
Pero bueno, tu escribes, así que tu decides.
Me gusta como vas desarrollando lahistoria, Cruela.
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) La tormenta
Es la primera vez que escribo en tu fic y esta genial ... debo ser el único al que le gusta que hayas matado a un personaje xD
Lo único que me decepciona de la historia es Castle en este último cápitulo. Quiero decir se rie el hombre de tí diciendo que saldrá en breve y además siendo rico, vale que no le pegues pero una vez en frio dar una respuesta respuesta en plan
"no se si sabes que yo también soy rico, por sino lo sabes soy Richard Castle escritor millonario y digamos que uno de los gajes de mi oficio es investigar para mis novelas ... en la parte de investigar va desde trabajar con la policia hasta hacer amistades con la mafia (esto salía en un cápitulo), así que creeme que desearás no salir de la carcel ... o prefieres decirme el nombre??"
pues me encantaría xD ... que hasta el momento es un calzonazos hasta con la mujer, toda despedida de soltero tiene striptease en USA y eso es así.
Pero lo dicho que me mola mazo ... debes ser la primera que se ha cargado un personaje, así que ole tú.
Lo único que me decepciona de la historia es Castle en este último cápitulo. Quiero decir se rie el hombre de tí diciendo que saldrá en breve y además siendo rico, vale que no le pegues pero una vez en frio dar una respuesta respuesta en plan
"no se si sabes que yo también soy rico, por sino lo sabes soy Richard Castle escritor millonario y digamos que uno de los gajes de mi oficio es investigar para mis novelas ... en la parte de investigar va desde trabajar con la policia hasta hacer amistades con la mafia (esto salía en un cápitulo), así que creeme que desearás no salir de la carcel ... o prefieres decirme el nombre??"
pues me encantaría xD ... que hasta el momento es un calzonazos hasta con la mujer, toda despedida de soltero tiene striptease en USA y eso es así.
Pero lo dicho que me mola mazo ... debes ser la primera que se ha cargado un personaje, así que ole tú.
masqga- Ayudante de policia
- Mensajes : 71
Fecha de inscripción : 16/02/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 42 Derrotado
Despertó con un horrible dolor de cabeza. Era insoportable. Se llevó la mano a la nuca, gimiendo, sintió la sangre. Apenas veía nada, la habitación estaba en penumbra. Oyó unos pasos que se acercaban, unos tacones. La voz de una mujer sonó muy cerca de ella.
-¿Ya te has despertado?, toma esto, es un analgésico, te aliviará el dolor.
-¿Dónde estoy?, ¿Quién eres tú?
-No hagas preguntas, bebe, rápido.
-Ayúdame, por favor. –Estaba aterrorizada, quería salir de ahí, su familia la esperaba en casa. Sollozó. –Por favor.
La mujer no volvió a hablar, sintió como sacaba un objeto metálico y cogía sus muñecas, atadas por cuerdas. –Por favor, suéltame. –La esposó a lo que parecía una tubería. –Por favor, no diré nada, te lo juro, suel…ta…suelta…-Empezó a llorar, quería salir, le dolía la cabeza y quería volver a casa. Pero la mujer no se apiadó de ella, se aseguró de que las esposas estaban bien y luego se marchó, cerrando la puerta. Una figura se adivinaba en la oscuridad, en ese momento comprendió que nadie iba a ayudarla.
Beckett estaba sentada en el sillón de la habitación de Lucía, con la niña en brazos. Le cantaba suavemente una nana. Castle se acercó a ella. –Tienes que dejarla en la cuna, Kate, necesitas dormir. Vamos, cariño.
-No quiero soltarla, ¿y si fuera la última que la ve…?
-¡No te atrevas a terminar esa frase! –Lucía empezó a llorar, el grito de su padre la había asustado. Beckett la meció mientras que miraba a Castle, quien respiró hondo antes de volver a hablar. –No os va a pasar nada, a ninguna de las dos. ¿Me oyes?, no vuelvas a decir eso, ¡ni te atrevas a pensarlo!
Dejó a la niña en la cuna y se acercó a él. –Rick, tengo miedo.
La abrazó en silencio, no le dijo nada, no hacía falta, solo la abrazó y la dejó llorar hasta que sintió como se calmaba en sus brazos.
A la mañana siguiente lo escuchó hablar con Esposito por teléfono, pero cuando se acercó a él éste negó con la cabeza.
-Tengo que irme, Gates quiere verme.
Ella asintió, pasando por su lado cogiendo a la pequeña que la miraba en la cuna.
-Kate… -Ella lo miró. -… recuperarás tu puesto, créeme, cuando todo esto haya acabado, conozco a Gates, no va a renunciar a su mejor inspectora. –Le dio un beso en los labios y luego se marchó.
-Lucía Torres… pero, ¿por qué?
-Operó a Kate y salvó a nuestra hija, debe odiarla.
-Debemos encontrarla, antes de que sea tarde…
-Solo nos ha dejado cuatro horas, no tenemos por dónde empezar, ¿qué hacemos, señor?
Gates no contestó, no sabía qué hacer, por primera vez en su vida, no sabía qué hacer, apretó la nota con furia. Castle tendió la mano. –Deme la nota, Gates. –Esta lo miró fijamente, era la primera vez que Caste la llamaba así, de hecho era la primera vez que alguien la llamaba así y no señor o capitán, pero vio en los ojos de ese hombre que en aquel momento no era el payaso bromista al que la tenía acostumbrada, sino un hombre lleno de rabia que haría cualquier cosa por salvar a su familia. Castle leyó la nota de nuevo.
“¿Te han echado?, es una lástima, pero bueno, así podrás proteger a tu niña, aprovecha ahora que sigue contigo, seguro que es una monada… Hablando de la niña, supongo que te gustará saber que tengo a su tocaya y salvadora…, espero que la encuentres pronto, muy pronto, esta vez no voy a darte tiempo. TIENES HASTA LAS DOS DE LA TARDE.”
Nada más, ni una huella, ni una simple referencia de donde podía estar, nada. Y el muy cabrón había usado a un niño para llevar la nota a comisaría. El chiquillo estaba en la sala de descanso, tomando un zumo. Se acercó a él.
-¡Hola campeón!, escucha, necesito que me digas si sabes quién te puso la nota en la mochila, ¿de acuerdo?
-Lo siento señor, ya le he dicho a su amigo que no lo sé, la encontré en mi mochila nada más abrirla en clase…, estaba en un sobre que ponía: “LLÉVALA A LA COMISARÍA 12”
-¿Y no viste a ningún hombre cerca?, ¿a nadie raro?
-No…, lo siento mucho.
-Está bien, tranquilo, muchas gracias por traer la nota, enseguida vendrá tu madre a por ti, ¿vale? –Acarició la cabeza del niño y suspiró con frustración. Se volvió a Esposito. -¿Sigue Wilson en el calabozo?
-Se lo llevan esta tarde.
-Vamos a hacerle una visita.
-Castle… ¿qué quieres hacer?
-Ese cabrón ha amenazado también a tus hijos, y a la hija de Ryan, ahora tiene a una mujer inocente, una mujer que no ha hecho nada malo, solo por operar a mi mujer, tenemos que hacer algo, ¿estás conmigo o no?
-Está bien, pero escucha, si Gates se entera de esto nos echará a los dos o nos mandará detener, lo sabes, ¿verdad?
-Pues será mejor que no se entere. ¡Vamos!
Esposito le hizo un gesto al guardia quien asintió, abriendo la celda y dejándolos solos. Lo miró con asco, y giró la cámara, asegurándose de que no quedara grabado lo que iban a hacer. El hombre los miró con desdén.
-¿Qué coño queréis?
Castle se acercó a él y mirándolo durante dos segundos le dio una patada en el estómago, con todas tus fuerzas. Wilson se dobló de dolor, pero se rio.
-¡Vaya!, y yo que pensaba que la que tenía los cojones en tu casa era tu mujer, ¿qué pasa?, ¿hoy te ha dejado ser el tío?
Castle volvió a golpearlo, haciendo que se encogiera. Esposito le dirigió una mirada.
-Tu amigo ha secuestrado a una mujer, y sabemos qué tienes cierta idea de dónde está. ¡Habla!
-¿Otra mujer?, no será la tuya ¿no?, sería una lástima que tus bebés se quedarán huerfanitos, sobre todo ahora que no tienen al tío Ryan para que les haga de mamá postiza.
Ahora fue el turno de Esposito de golpearle. Tenían mucho cuidado de no darle en la cara, no querían que sangrara. -¡Habla!, ¿dónde la ha llevado?, ¡habla!
Ese golpe lo dejó sin respiración, tuvo que esperar hasta recuperar el aire para poder hablar.
-¡Que os jodan! –Miró a Castle con una sonrisa burlona. -¿Qué vas a hacer cuando te obligue a elegir entre ver como se folla a tu mujer o como mata a tu bebé?
Aquello fue suficiente. Empezó a golpearlo sin darle tiempo a recuperarse, con rabia, furia, odio. Esposito tuvo que detenerle. -¡Ya basta Castle!, vamos, no vamos a sacar nada de este cabrón. –El hombre estaba en el suelo sin poder moverse. Esposito se agachó junto a él y cogiendo su pistola la colocó dentro de su boca. –Una palabra de todo esto y te arrepentirás, quizás no venga yo a pegarte el tiro pero créeme, no saldrás vivo de la cárcel, no eres el único que tiene buenos amigos.
Salieron de la celda, pero antes de dar dos pasos…
-Un sótano… -Apenas se le oía. Castle se dio la vuelta.
-¿Qué sótano?, ¡habla!, ¡ahora!
-No sé… dónde está… no lo encontrareis a tiempo, tendréis… otra muerte… en vuestra… conciencia… como la de la… rubia… -Hablaba sin aliento, pero aún así seguía riéndose, Castle se dio la vuelta con asco, ¡ese hombre estaba loco! Esposito se dirigió al guardia que tenía las llaves. –Pide a la enfermería de comisaría que venga a ver a este tío, que le ha dado por golpearse contra el banco.
-Bien. –No dijo nada más, también ese hombre tenía aprecio a Esposito y a Castle, si le habían dado una paliza a ese tío, bien merecida se la tenía. –Vamos, ¡levanta!, ¡nos vamos a la enfermería!
-¿Dónde se habían metido?
-Fuimos a hablar con Wilson.
-¿Hablar?
-Mencionó un sótano.
-¿Un sótano?, ¿no fue más explícito?
-No señor.
-Hay miles de sótanos en esta ciudad, ¡joder!, se nos acaba el tiempo, quedan dos horas y media…
-Señor, podemos descartar los de la zona del sur de Central Park, no volvería a esa zona después de tanto tiempo…, no la verá segura.
-Eso tampoco nos quita mucho… siguen habiendo miles de posibilidades.
En ese momento sonó el móvil de Castle. –Dime Kate.
-Rick, ¿qué está pasando?, acaba de llamarme, ¡dice que le he decepcionado!, ¿qué ocurre?
Castle miró a su compañero, tragó saliva. -¿Qué te ha dicho Kate?, palabra por palabra.
-“Ni siquiera has intentado buscarla, no has querido jugar a mi juego y eso me cabrea. Despídete de ella.”, ¡Rick!, ¡¿qué está pasando?!
-Kate…, yo…
Esposito cogió el teléfono de su escritorio que había empezado a sonar. – ¡Esposito!
-Vamos… para allá. Castle… -Su amigo lo miró negando con la cabeza, rogando. –Han encontrado a Lucía Torres muerta, le han disparado…
Cuatro horas después un Richard Castle derrotado llegó a casa. Beckett lo esperaba en el sofá, había sido Gates quien le había contado todo, él había ido al escenario del crimen colgándole el teléfono sin darles más explicaciones. Se sentó junto a ella.
-No voy a pedirte perdón por no habértelo dicho.
-No voy a pedirte que lo hagas.
-Kate, no sé qué…
-Rick, por favor, no. Una mujer ha muerto por mi culpa, no quiero discutir.
La miró fijamente, suspirando, esa era su mujer, capaz de culparse de todo, llevaba el peso del mundo en los hombros, una carga demasiado grande para una persona. Acarició su rostro suavemente y murmuró: -No es tu culpa, nada de esto es culpa tuya. Kate, tú no le has disparado.
-Si la hubiera buscado estaría viva…
-Si la hubieras buscado estaría muerta, pero además le habrías dado a ese animal la satisfacción de jugar. Lanie ha determinado la hora de la muerte, diez de la mañana, cuando llegó la nota ya estaba muerta, solo quería jugar con nosotros. No es culpa tuya cielo.
Ella lo miró y apoyó la cabeza en su pecho, temblando. -¿Por qué nos hace esto…?
-No lo sé mi amor, te juro que no lo sé. Lo que sí sé es que no dejaré que te haga daño, ni a ti, ni a nuestra familia.
Continuará...
MIL GRACIAS POR LEER Y COMENTAR
Despertó con un horrible dolor de cabeza. Era insoportable. Se llevó la mano a la nuca, gimiendo, sintió la sangre. Apenas veía nada, la habitación estaba en penumbra. Oyó unos pasos que se acercaban, unos tacones. La voz de una mujer sonó muy cerca de ella.
-¿Ya te has despertado?, toma esto, es un analgésico, te aliviará el dolor.
-¿Dónde estoy?, ¿Quién eres tú?
-No hagas preguntas, bebe, rápido.
-Ayúdame, por favor. –Estaba aterrorizada, quería salir de ahí, su familia la esperaba en casa. Sollozó. –Por favor.
La mujer no volvió a hablar, sintió como sacaba un objeto metálico y cogía sus muñecas, atadas por cuerdas. –Por favor, suéltame. –La esposó a lo que parecía una tubería. –Por favor, no diré nada, te lo juro, suel…ta…suelta…-Empezó a llorar, quería salir, le dolía la cabeza y quería volver a casa. Pero la mujer no se apiadó de ella, se aseguró de que las esposas estaban bien y luego se marchó, cerrando la puerta. Una figura se adivinaba en la oscuridad, en ese momento comprendió que nadie iba a ayudarla.
Beckett estaba sentada en el sillón de la habitación de Lucía, con la niña en brazos. Le cantaba suavemente una nana. Castle se acercó a ella. –Tienes que dejarla en la cuna, Kate, necesitas dormir. Vamos, cariño.
-No quiero soltarla, ¿y si fuera la última que la ve…?
-¡No te atrevas a terminar esa frase! –Lucía empezó a llorar, el grito de su padre la había asustado. Beckett la meció mientras que miraba a Castle, quien respiró hondo antes de volver a hablar. –No os va a pasar nada, a ninguna de las dos. ¿Me oyes?, no vuelvas a decir eso, ¡ni te atrevas a pensarlo!
Dejó a la niña en la cuna y se acercó a él. –Rick, tengo miedo.
La abrazó en silencio, no le dijo nada, no hacía falta, solo la abrazó y la dejó llorar hasta que sintió como se calmaba en sus brazos.
A la mañana siguiente lo escuchó hablar con Esposito por teléfono, pero cuando se acercó a él éste negó con la cabeza.
-Tengo que irme, Gates quiere verme.
Ella asintió, pasando por su lado cogiendo a la pequeña que la miraba en la cuna.
-Kate… -Ella lo miró. -… recuperarás tu puesto, créeme, cuando todo esto haya acabado, conozco a Gates, no va a renunciar a su mejor inspectora. –Le dio un beso en los labios y luego se marchó.
-Lucía Torres… pero, ¿por qué?
-Operó a Kate y salvó a nuestra hija, debe odiarla.
-Debemos encontrarla, antes de que sea tarde…
-Solo nos ha dejado cuatro horas, no tenemos por dónde empezar, ¿qué hacemos, señor?
Gates no contestó, no sabía qué hacer, por primera vez en su vida, no sabía qué hacer, apretó la nota con furia. Castle tendió la mano. –Deme la nota, Gates. –Esta lo miró fijamente, era la primera vez que Caste la llamaba así, de hecho era la primera vez que alguien la llamaba así y no señor o capitán, pero vio en los ojos de ese hombre que en aquel momento no era el payaso bromista al que la tenía acostumbrada, sino un hombre lleno de rabia que haría cualquier cosa por salvar a su familia. Castle leyó la nota de nuevo.
“¿Te han echado?, es una lástima, pero bueno, así podrás proteger a tu niña, aprovecha ahora que sigue contigo, seguro que es una monada… Hablando de la niña, supongo que te gustará saber que tengo a su tocaya y salvadora…, espero que la encuentres pronto, muy pronto, esta vez no voy a darte tiempo. TIENES HASTA LAS DOS DE LA TARDE.”
Nada más, ni una huella, ni una simple referencia de donde podía estar, nada. Y el muy cabrón había usado a un niño para llevar la nota a comisaría. El chiquillo estaba en la sala de descanso, tomando un zumo. Se acercó a él.
-¡Hola campeón!, escucha, necesito que me digas si sabes quién te puso la nota en la mochila, ¿de acuerdo?
-Lo siento señor, ya le he dicho a su amigo que no lo sé, la encontré en mi mochila nada más abrirla en clase…, estaba en un sobre que ponía: “LLÉVALA A LA COMISARÍA 12”
-¿Y no viste a ningún hombre cerca?, ¿a nadie raro?
-No…, lo siento mucho.
-Está bien, tranquilo, muchas gracias por traer la nota, enseguida vendrá tu madre a por ti, ¿vale? –Acarició la cabeza del niño y suspiró con frustración. Se volvió a Esposito. -¿Sigue Wilson en el calabozo?
-Se lo llevan esta tarde.
-Vamos a hacerle una visita.
-Castle… ¿qué quieres hacer?
-Ese cabrón ha amenazado también a tus hijos, y a la hija de Ryan, ahora tiene a una mujer inocente, una mujer que no ha hecho nada malo, solo por operar a mi mujer, tenemos que hacer algo, ¿estás conmigo o no?
-Está bien, pero escucha, si Gates se entera de esto nos echará a los dos o nos mandará detener, lo sabes, ¿verdad?
-Pues será mejor que no se entere. ¡Vamos!
Esposito le hizo un gesto al guardia quien asintió, abriendo la celda y dejándolos solos. Lo miró con asco, y giró la cámara, asegurándose de que no quedara grabado lo que iban a hacer. El hombre los miró con desdén.
-¿Qué coño queréis?
Castle se acercó a él y mirándolo durante dos segundos le dio una patada en el estómago, con todas tus fuerzas. Wilson se dobló de dolor, pero se rio.
-¡Vaya!, y yo que pensaba que la que tenía los cojones en tu casa era tu mujer, ¿qué pasa?, ¿hoy te ha dejado ser el tío?
Castle volvió a golpearlo, haciendo que se encogiera. Esposito le dirigió una mirada.
-Tu amigo ha secuestrado a una mujer, y sabemos qué tienes cierta idea de dónde está. ¡Habla!
-¿Otra mujer?, no será la tuya ¿no?, sería una lástima que tus bebés se quedarán huerfanitos, sobre todo ahora que no tienen al tío Ryan para que les haga de mamá postiza.
Ahora fue el turno de Esposito de golpearle. Tenían mucho cuidado de no darle en la cara, no querían que sangrara. -¡Habla!, ¿dónde la ha llevado?, ¡habla!
Ese golpe lo dejó sin respiración, tuvo que esperar hasta recuperar el aire para poder hablar.
-¡Que os jodan! –Miró a Castle con una sonrisa burlona. -¿Qué vas a hacer cuando te obligue a elegir entre ver como se folla a tu mujer o como mata a tu bebé?
Aquello fue suficiente. Empezó a golpearlo sin darle tiempo a recuperarse, con rabia, furia, odio. Esposito tuvo que detenerle. -¡Ya basta Castle!, vamos, no vamos a sacar nada de este cabrón. –El hombre estaba en el suelo sin poder moverse. Esposito se agachó junto a él y cogiendo su pistola la colocó dentro de su boca. –Una palabra de todo esto y te arrepentirás, quizás no venga yo a pegarte el tiro pero créeme, no saldrás vivo de la cárcel, no eres el único que tiene buenos amigos.
Salieron de la celda, pero antes de dar dos pasos…
-Un sótano… -Apenas se le oía. Castle se dio la vuelta.
-¿Qué sótano?, ¡habla!, ¡ahora!
-No sé… dónde está… no lo encontrareis a tiempo, tendréis… otra muerte… en vuestra… conciencia… como la de la… rubia… -Hablaba sin aliento, pero aún así seguía riéndose, Castle se dio la vuelta con asco, ¡ese hombre estaba loco! Esposito se dirigió al guardia que tenía las llaves. –Pide a la enfermería de comisaría que venga a ver a este tío, que le ha dado por golpearse contra el banco.
-Bien. –No dijo nada más, también ese hombre tenía aprecio a Esposito y a Castle, si le habían dado una paliza a ese tío, bien merecida se la tenía. –Vamos, ¡levanta!, ¡nos vamos a la enfermería!
-¿Dónde se habían metido?
-Fuimos a hablar con Wilson.
-¿Hablar?
-Mencionó un sótano.
-¿Un sótano?, ¿no fue más explícito?
-No señor.
-Hay miles de sótanos en esta ciudad, ¡joder!, se nos acaba el tiempo, quedan dos horas y media…
-Señor, podemos descartar los de la zona del sur de Central Park, no volvería a esa zona después de tanto tiempo…, no la verá segura.
-Eso tampoco nos quita mucho… siguen habiendo miles de posibilidades.
En ese momento sonó el móvil de Castle. –Dime Kate.
-Rick, ¿qué está pasando?, acaba de llamarme, ¡dice que le he decepcionado!, ¿qué ocurre?
Castle miró a su compañero, tragó saliva. -¿Qué te ha dicho Kate?, palabra por palabra.
-“Ni siquiera has intentado buscarla, no has querido jugar a mi juego y eso me cabrea. Despídete de ella.”, ¡Rick!, ¡¿qué está pasando?!
-Kate…, yo…
Esposito cogió el teléfono de su escritorio que había empezado a sonar. – ¡Esposito!
-Vamos… para allá. Castle… -Su amigo lo miró negando con la cabeza, rogando. –Han encontrado a Lucía Torres muerta, le han disparado…
Cuatro horas después un Richard Castle derrotado llegó a casa. Beckett lo esperaba en el sofá, había sido Gates quien le había contado todo, él había ido al escenario del crimen colgándole el teléfono sin darles más explicaciones. Se sentó junto a ella.
-No voy a pedirte perdón por no habértelo dicho.
-No voy a pedirte que lo hagas.
-Kate, no sé qué…
-Rick, por favor, no. Una mujer ha muerto por mi culpa, no quiero discutir.
La miró fijamente, suspirando, esa era su mujer, capaz de culparse de todo, llevaba el peso del mundo en los hombros, una carga demasiado grande para una persona. Acarició su rostro suavemente y murmuró: -No es tu culpa, nada de esto es culpa tuya. Kate, tú no le has disparado.
-Si la hubiera buscado estaría viva…
-Si la hubieras buscado estaría muerta, pero además le habrías dado a ese animal la satisfacción de jugar. Lanie ha determinado la hora de la muerte, diez de la mañana, cuando llegó la nota ya estaba muerta, solo quería jugar con nosotros. No es culpa tuya cielo.
Ella lo miró y apoyó la cabeza en su pecho, temblando. -¿Por qué nos hace esto…?
-No lo sé mi amor, te juro que no lo sé. Lo que sí sé es que no dejaré que te haga daño, ni a ti, ni a nuestra familia.
Continuará...
MIL GRACIAS POR LEER Y COMENTAR
Última edición por maria_cs el Jue Mayo 03, 2012 12:05 pm, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
me tienes loca tu fic en serio me encanta y me esta entrando paniko solo de pensar ke le haga algo al bebe o a kate sigue pronto
castleaddict- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
María la Sanguinaria.....te crees la sustituta de Juana de Arco o algo así???? Jajajajajaja Me gusta mucho la narrativa de los últimos capítulos, la forma de confundir, hacer que nos montemos teorías que después no son.... Perfe Meri!!
ConchaCarrillo- Escritor novato
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Re: (¿+18?) La tormenta
Joder, quiero saber ya quien es el tio ese D: como sea alguien que conocemos.... Sigue
KBCAlways- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capitulo 43 Paz en medio de la tormenta
Sonrió mirándolo dormir. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien con un hombre, se levantó y fue a ducharse. Tenía que salir a trabajar, sus alumnos no tardarían en llegar, pero últimamente era así. Cuando él pasaba la noche en su casa siempre tenía que correr para no llegar tarde. Lo escuchó moverse y le sonrió.
-Buenos días, preciosa.
-Buenos días, ¿has dormido bien?
-De maravilla, tengo que irme, ¿me recoges luego y almorzamos juntos?
-Muy bien. –Le dio un tierno beso en los labios y la dejó irse. Desayunó algo y salió de la casa.
Castle se rio. –Vamos cielo, tomate el biberón, hoy te tienes que conformar conmigo, mamá no está. –Pero la niña se negaba a comer. Castle suspiró, la pequeña estaba a punto de cumplir dos meses pero ya había elegido quien quería que le diera el biberón, y desde luego no era su padre. En esos momentos entró Beckett por la puerta, después de despedirse de su escolta. Le dio un beso en los labios sonriendo.
-¿No ha habido suerte?
-Tu hija es una caprichosa, si no se lo da mamá, no come.
Beckett cogió al bebé y el biberón. –No me extraña que no quiera, está frío Castle, caliéntalo.
-Estaba caliente hace una hora… -Calentó el biberón en la cocina mientras que su mujer miraba a su niña embelesada. –Kate, ¿qué te ha dicho el médico?
-Que todo está bien.
-Entonces… ¿ya podemos…?, ya sabes. –Castle la miró nervioso, Beckett se rio.
-¿Hacer el amor?, que gracia que a estas alturas te de vergüenza decirlo, cualquiera diría que has sido un mujeriego toda tu vida. –Cogió el biberón que el mujeriego le tendía y se lo acercó a la niña. Lucía empezó a comer, Castle no pudo evitar reírse.
-Hay que enseñarla a comer conmigo, la estamos malcriando.
-Es un bebé, no creo que lo entienda.
-Te equivocas, los bebés son muy listos, lloran porque saben que así se les coge de la cuna, y no come conmigo porque sabe que así se lo darás tú.
-Supongo que tienes razón…
Castle se fijo en que Beckett no había contestado a su pregunta, pero no comentó nada, prefirió hablar con ella después, cuando fueran a dormir. Se dirigió a su estudio tras darle un beso a su mujer y empezó a mirar fotografías y documentos del caso de Lucía Torres. El asesino no había vuelto a actuar desde entonces y ya había pasado un mes, pero estaban en constante alerta. Seguían buscando el lugar donde había sido asesinada, pero no habían tenido suerte. Ese tío era como un fantasma. Había sido horrible tener que darles la noticia a los familiares de la doctora y más aún enterarse de que la mujer estaba embarazada de dos meses. Habían ido al hospital a hablar con compañeros de trabajo, pero nada. Allí se encontraron con Josh, quien parecía afectado, la doctora y él eran buenos amigos. De repente se quedó pensando en algo…
-¿Rick?-Alzó la vista, Beckett lo miraba con la pequeña en brazos, que se estaba quedando dormida. -¿Por qué tienes esa mirada?
-¿Qué mirada? –Intentó engañarla, no quería decirle nada sin haber investigado un poco más.
-Tu mirada, la mirada de “tengo una teoría absurda pero puede que sea cierta”. Sabes muy bien a que me refiero. ¿Has encontrado algo nuevo?
-No cariño, no tengo nada nuevo, lo siento. Qué más quisiera…
-Ya… ¿Te apetece almorzar con Martha?, hace mucho que no la vemos.
-Claro, invítala. Espero que no nos ponga otra excusa, como la otra vez.
-A lo mejor no era una excusa.
-“Tengo que ensayar para mi papel de Julieta”-Dijo imitando el tono de voz de su madre.- ¡Venga ya Kate, mi madre ya no está para hacer Julieta, como mucho podría hacer de su abuela!
-Bueno, puede que haya conocido a alguien y no quiera decírtelo.
-También lo he pensado, pero mi madre nunca me ha ocultado esas cosas, no sé…
Beckett aprovechó que su marido se quedaba pensando para llamar a su suegra.
-Vale, de acuerdo, entonces nos vemos a la una. Un beso.
-¿No hay excusas?
-No.
-¿Cariño?, lo siento no podemos comer hoy, he quedado con Richard para comer. Vale, de acuerdo, hasta esta noche.
Miraba la pizarra con frustración. Observó los escritorios vacios de Beckett y de Ryan. Sintió una punzada de dolor al recordar en este último y no pudo evitar pensar en una copa, pero no iba a caer otra vez. Llevaba desde el nacimiento de Lucía sin beber, se lo había prometido a Lanie e iba a cumplir su promesa, por ella y por sus hijos. Se acercó a su cuaderno con notas y leyó las declaraciones de los compañeros de la doctora Torres. Se fijo en algo, en lo que no había caído antes. Miró a su jefa que salía de su despacho y le hizo una señal. Hablaron durante unos segundos y asintió.
-Interróguelo mañana, ahora es hora de que se vaya a casa. Se ha pasado toda la noche aquí, tómese el resto del día libre, así Castle podrá participar en esto.
-Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?
-Adelante.
-¿Por qué no deja a Beckett trabajar en esto pero sí a Castle? Es personal para ambos.
-Porque Beckett es el principal objetivo de ese tío y prefiero tenerla al margen. Sin embargo sé que si echara también a Castle ambos se pondrían a investigar por su cuenta y eso es más peligroso aún. Con él aquí puedo vigilar sus movimientos y protegerlos a los dos.
-Entiendo…
-Váyase a casa Esposito, le veo mañana.
-Bien, señor.
Fue al ascensor y pulsó el botón de llamada. Al salir se despidió de sus compañeros.
-Adiós Tom, Mark.
-Nos vemos Esposito.
-¡Madre!, que honor tenerte por aquí. –Se despidió del escolta tras decirle la hora a la que debía volver.
-Oh vamos Richard, no te quejes, fuiste tú el que montó una fiesta cuando me compré el piso, y ni siquiera había empezado con la mudanza. –Dio un beso a su hijo y luego se acercó al moisés, donde dormía su nieta. -¿Cómo está esta preciosidad?
-Muy bien, hoy nos ha dejado dormir.
-Eso es estupendo, recuerdo que tú te pasaste todo un año llorando y sin dejarme dormir.
-¡Querrás decir sin dejar dormir a las niñeras!
-¡Martha! –Saludó a su nuera con un abrazo y le hizo un gesto a Castle para que se callase. Éste suspiró, cuando su mujer y su madre se ponían de acuerdo no tenía nada que hacer. -¿Cómo te va todo?
-Muy bien, en la escuela está todo listo para estrenar la obra, espero que vengáis al estreno.
-Por supuesto.
-¿Y qué hay de Julieta?
-¡¿Julieta?! -La mujer lo miró sin entender, Castle sonrió, la había pillado.
-Julieta madre, la prueba que tenías, ¿recuerdas?
-¿Qué?, ¡ah, la prueba!, bueno tenía razón, soy demasiado mayor para eso, no me presenté.
-Ya… madre ¿hasta cuándo vas a estar fingiendo? –Beckett se apresuró a intervenir.
-¿Rick me ayudas a poner la mesa?
Se sentaron a comer, Martha parecía nerviosa, Castle no paraba de mirarla con intención. Beckett suspiró. –Está bien, ya vale. Martha, Rick piensa que sales con un hombre y que no estás mintiendo, ¿es verdad?
-¡¿Era eso?! Richard ya eres mayorcito para esto, ¿no te parece?
-Madre, no soy yo el que miente como un adolescente para ocultar una relación.
-Está bien, sí, salgo algo con un hombre. ¿Contento?
-¿Por qué no me lo habías contado?
-Estaba esperando a que la relación cuajara.
-¿Y ya ha cuajado?
-Podríamos decir que sí.
-¿Nos lo presentarás?
-Aún no, más adelante.
-¡Madre!
-¡Tranquilo!, te prometo que te lo contaré todo, pero más adelante, primero quiero hablarlo con él.
-Está bien…
-Bueno ¿qué tal Alexis?, se la echa mucho de menos…
-Está bien, hablamos con ella ayer, han empezado las prácticas con cadáveres, pero ella ya tiene práctica. Tres de sus compañeros se desmayaron cuando el profesor abrió el cadáver.
-Pobres…
El resto de la comida transcurrió tranquilamente, aunque con muchas alusiones de Castle sobre su misterioso padrastro, hasta que Beckett le dio un suave puntapié bajo la mesa para que se callara. Cuando tomaron el postre Martha se levantó y cogió su bolso.
–Bueno yo tengo que irme ya, mis alumnos me esperan. Recordad que la semana que viene es el estreno, no faltéis.
-Tranquila madre, no nos lo perderemos. –Se despidieron de ella y tras asegurarse de que se iba con el escolta se sentaron en el sofá. Beckett apoyó la cabeza en el hombro de Castle y cerró los ojos, medio dormida. Éste recibió un mensaje de Esposito que leyó a toda prisa y contestó de igual modo, esperando que ella no preguntara.
Pasaron la tarde en casa, tranquilos, hasta que dejaron a la niña en la cuna y se fueron a dormir, aunque aún les quedaba una conversación pendiente.
-Kate… ¿podemos hablar?
-Claro.
-Verás, antes, cuando te pregunté sobre el médico, no me respondiste…
-Ya… Rick, no quiero hacer el amor todavía. –Castle asintió con la cabeza, intentando ocultar su desilusión. Beckett se apresuró a explicarle. –No es que no quiera, no me malinterpretes, pero aunque el médico me haya dicho que no hay problema yo todavía no me siento lista…
-Entiendo, ¿por qué no me lo has dicho?
-Pensé que se me pasaría, no quiero hacerte esperar, pero aún no… -Castle tomó su rostro con ambas manos y la besó suavemente.
-Esperaremos hasta que te sientas bien, tranquila, no hay prisas.
-Entonces… ¿no estás enfadado?
-¡Claro que no, Kate! Mi amor, lo entiendo perfectamente, es normal, no te preocupes.
-Ha hablado con Lanie sobre esto.
-¿Y qué te ha dicho?
-Que muchas mujeres se sienten así después de dar a luz, pero que se acaba pasando. Pero yo no puedo evitar pensar que no se me va a pasar…
-Kate, sabes qué cuando lo intentemos si sientes el menor dolor pararemos, ¿verdad?
-¡No quiero dejarte a medias!
-Cariño, mírame. Cuando hacemos el amor lo primero y principal para mí es que tú disfrutes, créeme, si supiera que te sientes mal o que te estoy haciendo daño yo no disfrutaría para nada. Necesito que entiendas que cuando te sientas lista para intentarlo voy a estar pendiente de ti en todo momento, y que si algo va mal, lo dejaremos para otra ocasión.
Ella le miró y tomó una decisión. Lo atrajo hacia ella y lo besó, apasionadamente, tomándolo por sorpresa, entre besos consiguió hablar. –¿Has… oído… lo de… que voy a …esperarte?
-Sí, pero he cambiado de opinión.
-¿En dos minutos?
-Sí. ¡Cállate y bésame, Castle!
Castle sintió como se excitaba cuando lo llamó así. La vio segura de sí misma y le quitó el camisón que llevaba, dejándola en ropa interior. Le quedaba poco para recuperar su estupenda figura, cosa que estaba consiguiendo con el yoga, pero él la veía absolutamente perfecta. Ella gimió impaciente cuando sintió como le desabrochaba el sujetador y se lo quitaba, atrapando un pezón y lamiéndolo, suavemente. Castle se incorporó un poco para quitarse el pantalón del pijama, la camiseta ya se la había quitado ella con rapidez. Se echó sobre su cuerpo y empezó a recorrer su cuerpo con sus labios, concentrándose en su cuello, sus pechos, sus labios. Era un terreno que conocía de memoria y sabía muy bien donde besar y acariciar para llevarla al límite. Mientras que exploraba ella metió las manos bajo su ropa interior acariciando su trasero, haciendolo sonreír. Aquel gesto siempre había sido un código entre ellos, una forma de decir que lo necesitaba, pero él tenía otras intenciones. Mordió suavemente el lóbulo de su oreja, susurrando. –Todavía no, déjame jugar un poco más. –Ella gimió, Castle fue bajando suavemente por su cuerpo y se arrodilló en la cama, metiendo las manos por sus braguitas de encaje, acariciando suavemente, lo que la hizo gemir aún más fuerte. Se las quitó lentamente, torturándola y luego recorrió lentamente sus piernas con besos. –Rick, por favor… -La miró e introdujo suavemente un dedo dentro de ella, notando que estaba lista. Pero no quería terminar, todavía no. Hundió otro dedo y empezó a moverlos, notando como su respiración se hacía cada vez más rápida y viendo como se retorcía de placer. Paró de golpe y acercó su rostro, saboreándola. Aquello fue suficiente para llevar a Beckett al límite.
-¡RICK! –Se arrodilló de nuevo en la cama, mirándola. En ese momento se preguntó porque las mujeres pasaban horas en el espejo, maquillándose, peinándose. Él jamás la había visto tan hermosa como la estaba viendo ahora. Empapada, con el cabello alborotado y la respiración entrecortada, sin una pizca de maquillaje. Y el pequeño Rick estaba de acuerdo con él, de hecho se moría por sentir a su querida inspectora, y la presión que sentía bajo su ropa interior era su forma de hacérselo saber. Terminó de desnudarse y se colocó sobre ella, notando aún su respiración rápida. Besó suavemente sus labios y acarició su rostro, clavando sus ojos en los de ella, mirándola como si fuera el mayor de los tesoros. Beckett acarició su nuca y fue bajando lentamente su mano por su cuello, su espalda, acariciándolo. –Hazme el amor, Rick.
Lo hizo lentamente, pendiente de sus gestos. Se quedó quieto unos segundos mirándola. -¿Estás bien cariño?- Llevaban mucho tiempo sin hacer el amor y ella había pasado por un parto, sabía que necesitaría un momento para adaptarse. Beckett se dio a sí misma un tiempo para relajarse y asintió. Castle empezó a moverse lentamente, oyendo sus suspiros y gemidos. Se centró en sus labios, besándolos sin llegar a cansarse. Nunca se cansaría de ellos, eran adictivos. Sintió como ella le rodeaba con una de sus largas piernas, gimiendo en su boca. Aceleró el ritmo acariciando su cuerpo mientras que seguía devorandola a besos, explorando con su lengua. Sus gemidos empezaban a convertirse en gritos, que acaban perdiendose en su boca. Estaba muy cerca y lo sabía, la sentía. Llevó su mano hasta aquel punto donde sus cuerpos se habían unido y la acarició, haciéndola gritar.
-Rick, sigue, ¡sigue mi amor!, ¡RICK!
Siguió moviéndose dentro de ella, llegando al orgasmo unos segundos después, sintiendo como lo atrapaba. El movimiento se detuvo, y se dejó caer suavemente sobre ella, enredando sus dedos en su pelo. Ella besó su cuello, feliz. –Te quiero Rick, gracias.
-¿Gracias? –La miró, ¿su mujer le daba las gracias por hacerle el amor?, era él quien debía dar gracias por poder estar así con ella, por tenerla entre sus brazos.
-Sí, por quererme, por darme paz en medio de esta tormenta, gracias mi amor. Te quiero.
Por toda respuesta la besó suavemente y murmuró. –SIEMPRE.
Continuará...
(Un poco de paz y cariño nunca vienen mal ¿no?) GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR
Sonrió mirándolo dormir. Hacía mucho tiempo que no se sentía tan bien con un hombre, se levantó y fue a ducharse. Tenía que salir a trabajar, sus alumnos no tardarían en llegar, pero últimamente era así. Cuando él pasaba la noche en su casa siempre tenía que correr para no llegar tarde. Lo escuchó moverse y le sonrió.
-Buenos días, preciosa.
-Buenos días, ¿has dormido bien?
-De maravilla, tengo que irme, ¿me recoges luego y almorzamos juntos?
-Muy bien. –Le dio un tierno beso en los labios y la dejó irse. Desayunó algo y salió de la casa.
Castle se rio. –Vamos cielo, tomate el biberón, hoy te tienes que conformar conmigo, mamá no está. –Pero la niña se negaba a comer. Castle suspiró, la pequeña estaba a punto de cumplir dos meses pero ya había elegido quien quería que le diera el biberón, y desde luego no era su padre. En esos momentos entró Beckett por la puerta, después de despedirse de su escolta. Le dio un beso en los labios sonriendo.
-¿No ha habido suerte?
-Tu hija es una caprichosa, si no se lo da mamá, no come.
Beckett cogió al bebé y el biberón. –No me extraña que no quiera, está frío Castle, caliéntalo.
-Estaba caliente hace una hora… -Calentó el biberón en la cocina mientras que su mujer miraba a su niña embelesada. –Kate, ¿qué te ha dicho el médico?
-Que todo está bien.
-Entonces… ¿ya podemos…?, ya sabes. –Castle la miró nervioso, Beckett se rio.
-¿Hacer el amor?, que gracia que a estas alturas te de vergüenza decirlo, cualquiera diría que has sido un mujeriego toda tu vida. –Cogió el biberón que el mujeriego le tendía y se lo acercó a la niña. Lucía empezó a comer, Castle no pudo evitar reírse.
-Hay que enseñarla a comer conmigo, la estamos malcriando.
-Es un bebé, no creo que lo entienda.
-Te equivocas, los bebés son muy listos, lloran porque saben que así se les coge de la cuna, y no come conmigo porque sabe que así se lo darás tú.
-Supongo que tienes razón…
Castle se fijo en que Beckett no había contestado a su pregunta, pero no comentó nada, prefirió hablar con ella después, cuando fueran a dormir. Se dirigió a su estudio tras darle un beso a su mujer y empezó a mirar fotografías y documentos del caso de Lucía Torres. El asesino no había vuelto a actuar desde entonces y ya había pasado un mes, pero estaban en constante alerta. Seguían buscando el lugar donde había sido asesinada, pero no habían tenido suerte. Ese tío era como un fantasma. Había sido horrible tener que darles la noticia a los familiares de la doctora y más aún enterarse de que la mujer estaba embarazada de dos meses. Habían ido al hospital a hablar con compañeros de trabajo, pero nada. Allí se encontraron con Josh, quien parecía afectado, la doctora y él eran buenos amigos. De repente se quedó pensando en algo…
-¿Rick?-Alzó la vista, Beckett lo miraba con la pequeña en brazos, que se estaba quedando dormida. -¿Por qué tienes esa mirada?
-¿Qué mirada? –Intentó engañarla, no quería decirle nada sin haber investigado un poco más.
-Tu mirada, la mirada de “tengo una teoría absurda pero puede que sea cierta”. Sabes muy bien a que me refiero. ¿Has encontrado algo nuevo?
-No cariño, no tengo nada nuevo, lo siento. Qué más quisiera…
-Ya… ¿Te apetece almorzar con Martha?, hace mucho que no la vemos.
-Claro, invítala. Espero que no nos ponga otra excusa, como la otra vez.
-A lo mejor no era una excusa.
-“Tengo que ensayar para mi papel de Julieta”-Dijo imitando el tono de voz de su madre.- ¡Venga ya Kate, mi madre ya no está para hacer Julieta, como mucho podría hacer de su abuela!
-Bueno, puede que haya conocido a alguien y no quiera decírtelo.
-También lo he pensado, pero mi madre nunca me ha ocultado esas cosas, no sé…
Beckett aprovechó que su marido se quedaba pensando para llamar a su suegra.
-Vale, de acuerdo, entonces nos vemos a la una. Un beso.
-¿No hay excusas?
-No.
-¿Cariño?, lo siento no podemos comer hoy, he quedado con Richard para comer. Vale, de acuerdo, hasta esta noche.
Miraba la pizarra con frustración. Observó los escritorios vacios de Beckett y de Ryan. Sintió una punzada de dolor al recordar en este último y no pudo evitar pensar en una copa, pero no iba a caer otra vez. Llevaba desde el nacimiento de Lucía sin beber, se lo había prometido a Lanie e iba a cumplir su promesa, por ella y por sus hijos. Se acercó a su cuaderno con notas y leyó las declaraciones de los compañeros de la doctora Torres. Se fijo en algo, en lo que no había caído antes. Miró a su jefa que salía de su despacho y le hizo una señal. Hablaron durante unos segundos y asintió.
-Interróguelo mañana, ahora es hora de que se vaya a casa. Se ha pasado toda la noche aquí, tómese el resto del día libre, así Castle podrá participar en esto.
-Señor, ¿puedo hacerle una pregunta?
-Adelante.
-¿Por qué no deja a Beckett trabajar en esto pero sí a Castle? Es personal para ambos.
-Porque Beckett es el principal objetivo de ese tío y prefiero tenerla al margen. Sin embargo sé que si echara también a Castle ambos se pondrían a investigar por su cuenta y eso es más peligroso aún. Con él aquí puedo vigilar sus movimientos y protegerlos a los dos.
-Entiendo…
-Váyase a casa Esposito, le veo mañana.
-Bien, señor.
Fue al ascensor y pulsó el botón de llamada. Al salir se despidió de sus compañeros.
-Adiós Tom, Mark.
-Nos vemos Esposito.
-¡Madre!, que honor tenerte por aquí. –Se despidió del escolta tras decirle la hora a la que debía volver.
-Oh vamos Richard, no te quejes, fuiste tú el que montó una fiesta cuando me compré el piso, y ni siquiera había empezado con la mudanza. –Dio un beso a su hijo y luego se acercó al moisés, donde dormía su nieta. -¿Cómo está esta preciosidad?
-Muy bien, hoy nos ha dejado dormir.
-Eso es estupendo, recuerdo que tú te pasaste todo un año llorando y sin dejarme dormir.
-¡Querrás decir sin dejar dormir a las niñeras!
-¡Martha! –Saludó a su nuera con un abrazo y le hizo un gesto a Castle para que se callase. Éste suspiró, cuando su mujer y su madre se ponían de acuerdo no tenía nada que hacer. -¿Cómo te va todo?
-Muy bien, en la escuela está todo listo para estrenar la obra, espero que vengáis al estreno.
-Por supuesto.
-¿Y qué hay de Julieta?
-¡¿Julieta?! -La mujer lo miró sin entender, Castle sonrió, la había pillado.
-Julieta madre, la prueba que tenías, ¿recuerdas?
-¿Qué?, ¡ah, la prueba!, bueno tenía razón, soy demasiado mayor para eso, no me presenté.
-Ya… madre ¿hasta cuándo vas a estar fingiendo? –Beckett se apresuró a intervenir.
-¿Rick me ayudas a poner la mesa?
Se sentaron a comer, Martha parecía nerviosa, Castle no paraba de mirarla con intención. Beckett suspiró. –Está bien, ya vale. Martha, Rick piensa que sales con un hombre y que no estás mintiendo, ¿es verdad?
-¡¿Era eso?! Richard ya eres mayorcito para esto, ¿no te parece?
-Madre, no soy yo el que miente como un adolescente para ocultar una relación.
-Está bien, sí, salgo algo con un hombre. ¿Contento?
-¿Por qué no me lo habías contado?
-Estaba esperando a que la relación cuajara.
-¿Y ya ha cuajado?
-Podríamos decir que sí.
-¿Nos lo presentarás?
-Aún no, más adelante.
-¡Madre!
-¡Tranquilo!, te prometo que te lo contaré todo, pero más adelante, primero quiero hablarlo con él.
-Está bien…
-Bueno ¿qué tal Alexis?, se la echa mucho de menos…
-Está bien, hablamos con ella ayer, han empezado las prácticas con cadáveres, pero ella ya tiene práctica. Tres de sus compañeros se desmayaron cuando el profesor abrió el cadáver.
-Pobres…
El resto de la comida transcurrió tranquilamente, aunque con muchas alusiones de Castle sobre su misterioso padrastro, hasta que Beckett le dio un suave puntapié bajo la mesa para que se callara. Cuando tomaron el postre Martha se levantó y cogió su bolso.
–Bueno yo tengo que irme ya, mis alumnos me esperan. Recordad que la semana que viene es el estreno, no faltéis.
-Tranquila madre, no nos lo perderemos. –Se despidieron de ella y tras asegurarse de que se iba con el escolta se sentaron en el sofá. Beckett apoyó la cabeza en el hombro de Castle y cerró los ojos, medio dormida. Éste recibió un mensaje de Esposito que leyó a toda prisa y contestó de igual modo, esperando que ella no preguntara.
Pasaron la tarde en casa, tranquilos, hasta que dejaron a la niña en la cuna y se fueron a dormir, aunque aún les quedaba una conversación pendiente.
-Kate… ¿podemos hablar?
-Claro.
-Verás, antes, cuando te pregunté sobre el médico, no me respondiste…
-Ya… Rick, no quiero hacer el amor todavía. –Castle asintió con la cabeza, intentando ocultar su desilusión. Beckett se apresuró a explicarle. –No es que no quiera, no me malinterpretes, pero aunque el médico me haya dicho que no hay problema yo todavía no me siento lista…
-Entiendo, ¿por qué no me lo has dicho?
-Pensé que se me pasaría, no quiero hacerte esperar, pero aún no… -Castle tomó su rostro con ambas manos y la besó suavemente.
-Esperaremos hasta que te sientas bien, tranquila, no hay prisas.
-Entonces… ¿no estás enfadado?
-¡Claro que no, Kate! Mi amor, lo entiendo perfectamente, es normal, no te preocupes.
-Ha hablado con Lanie sobre esto.
-¿Y qué te ha dicho?
-Que muchas mujeres se sienten así después de dar a luz, pero que se acaba pasando. Pero yo no puedo evitar pensar que no se me va a pasar…
-Kate, sabes qué cuando lo intentemos si sientes el menor dolor pararemos, ¿verdad?
-¡No quiero dejarte a medias!
-Cariño, mírame. Cuando hacemos el amor lo primero y principal para mí es que tú disfrutes, créeme, si supiera que te sientes mal o que te estoy haciendo daño yo no disfrutaría para nada. Necesito que entiendas que cuando te sientas lista para intentarlo voy a estar pendiente de ti en todo momento, y que si algo va mal, lo dejaremos para otra ocasión.
Ella le miró y tomó una decisión. Lo atrajo hacia ella y lo besó, apasionadamente, tomándolo por sorpresa, entre besos consiguió hablar. –¿Has… oído… lo de… que voy a …esperarte?
-Sí, pero he cambiado de opinión.
-¿En dos minutos?
-Sí. ¡Cállate y bésame, Castle!
Castle sintió como se excitaba cuando lo llamó así. La vio segura de sí misma y le quitó el camisón que llevaba, dejándola en ropa interior. Le quedaba poco para recuperar su estupenda figura, cosa que estaba consiguiendo con el yoga, pero él la veía absolutamente perfecta. Ella gimió impaciente cuando sintió como le desabrochaba el sujetador y se lo quitaba, atrapando un pezón y lamiéndolo, suavemente. Castle se incorporó un poco para quitarse el pantalón del pijama, la camiseta ya se la había quitado ella con rapidez. Se echó sobre su cuerpo y empezó a recorrer su cuerpo con sus labios, concentrándose en su cuello, sus pechos, sus labios. Era un terreno que conocía de memoria y sabía muy bien donde besar y acariciar para llevarla al límite. Mientras que exploraba ella metió las manos bajo su ropa interior acariciando su trasero, haciendolo sonreír. Aquel gesto siempre había sido un código entre ellos, una forma de decir que lo necesitaba, pero él tenía otras intenciones. Mordió suavemente el lóbulo de su oreja, susurrando. –Todavía no, déjame jugar un poco más. –Ella gimió, Castle fue bajando suavemente por su cuerpo y se arrodilló en la cama, metiendo las manos por sus braguitas de encaje, acariciando suavemente, lo que la hizo gemir aún más fuerte. Se las quitó lentamente, torturándola y luego recorrió lentamente sus piernas con besos. –Rick, por favor… -La miró e introdujo suavemente un dedo dentro de ella, notando que estaba lista. Pero no quería terminar, todavía no. Hundió otro dedo y empezó a moverlos, notando como su respiración se hacía cada vez más rápida y viendo como se retorcía de placer. Paró de golpe y acercó su rostro, saboreándola. Aquello fue suficiente para llevar a Beckett al límite.
-¡RICK! –Se arrodilló de nuevo en la cama, mirándola. En ese momento se preguntó porque las mujeres pasaban horas en el espejo, maquillándose, peinándose. Él jamás la había visto tan hermosa como la estaba viendo ahora. Empapada, con el cabello alborotado y la respiración entrecortada, sin una pizca de maquillaje. Y el pequeño Rick estaba de acuerdo con él, de hecho se moría por sentir a su querida inspectora, y la presión que sentía bajo su ropa interior era su forma de hacérselo saber. Terminó de desnudarse y se colocó sobre ella, notando aún su respiración rápida. Besó suavemente sus labios y acarició su rostro, clavando sus ojos en los de ella, mirándola como si fuera el mayor de los tesoros. Beckett acarició su nuca y fue bajando lentamente su mano por su cuello, su espalda, acariciándolo. –Hazme el amor, Rick.
Lo hizo lentamente, pendiente de sus gestos. Se quedó quieto unos segundos mirándola. -¿Estás bien cariño?- Llevaban mucho tiempo sin hacer el amor y ella había pasado por un parto, sabía que necesitaría un momento para adaptarse. Beckett se dio a sí misma un tiempo para relajarse y asintió. Castle empezó a moverse lentamente, oyendo sus suspiros y gemidos. Se centró en sus labios, besándolos sin llegar a cansarse. Nunca se cansaría de ellos, eran adictivos. Sintió como ella le rodeaba con una de sus largas piernas, gimiendo en su boca. Aceleró el ritmo acariciando su cuerpo mientras que seguía devorandola a besos, explorando con su lengua. Sus gemidos empezaban a convertirse en gritos, que acaban perdiendose en su boca. Estaba muy cerca y lo sabía, la sentía. Llevó su mano hasta aquel punto donde sus cuerpos se habían unido y la acarició, haciéndola gritar.
-Rick, sigue, ¡sigue mi amor!, ¡RICK!
Siguió moviéndose dentro de ella, llegando al orgasmo unos segundos después, sintiendo como lo atrapaba. El movimiento se detuvo, y se dejó caer suavemente sobre ella, enredando sus dedos en su pelo. Ella besó su cuello, feliz. –Te quiero Rick, gracias.
-¿Gracias? –La miró, ¿su mujer le daba las gracias por hacerle el amor?, era él quien debía dar gracias por poder estar así con ella, por tenerla entre sus brazos.
-Sí, por quererme, por darme paz en medio de esta tormenta, gracias mi amor. Te quiero.
Por toda respuesta la besó suavemente y murmuró. –SIEMPRE.
Continuará...
(Un poco de paz y cariño nunca vienen mal ¿no?) GRACIAS POR LEER Y POR COMENTAR
Última edición por maria_cs el Sáb Mayo 05, 2012 3:05 am, editado 9 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Ya se echaban de menos estos momentos tan apasionados xD y el final muy bonito
KBCAlways- As del póker
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Edad : 29
Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
ay ay !!!!! muy bien ke relajen tensiones ke con la ke les esta cayendo mejor estar satisfechos ... fisicamente jajjajajjajajajaajajajajajaja precioso de verdad sigue pronto
castleaddict- As del póker
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