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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 52 La zorr... la enfermera
-¿Te duele?
-¡Auch!, sí, bastante.
-¿Has hecho algo que no deberías haber hecho?
-¿A qué te refieres?
-Ejercicio extremo, perseguir sospechosos, sexo…
-Pues…
-Rick te lo dije, ahora tendremos que empezar otra vez desde el principio… ¿Qué te dijo la doctora?
-Que se me habían abierto los puntos, ella mismo volvió a coserla.
-No sé en que estabas pensado… y menos tu mujer.
-Molly…
-Rick entiendo que la abstinencia sea dura para los hombres, pero se supone que ella tiene sentido común.
-Esto fue cosa mía, la necesitaba, me daba igual la herida.
-Pues ahora seguro que no te da igual. No te muevas, esto te va a doler. –Castle apretó el puño, conteniendo un grito. Molly acarició suavemente su pecho. –Tranquilo, respira hondo.
Beckett estaba en el sofá, con Lucía en brazos, enseñándole un cuento de animales con sonidos. Por la mañana había ido a visitar a Sarah y le habían dejado jugar con ella y darle el biberón. Sería así hasta que la pequeña pudiera vivir con ellos, además Castle se había ocupado de que la trataran como una reina, a ella y a los otros niños, dando una generosa donación al orfanato. Lucía miraba los animalitos del cuento con curiosidad, se reía, los señalaba y luego se volvía y jugaba con el anillo que colgaba del cuello de su madre, feliz. -¿Te gusta?, es de la abuela Johanna, lo sé, a ella también le hubiera gustado conocerte mi niña, te hubiera querido mucho y tú a ella, igual que a la abuela Martha. De mayor te lo daré cariño, te lo prometo. –Beckett se tumbó en el sofá acomodando a la pequeña sobre ella, que no paraba de reírse. De pronto oyó gritar a Castle. Se apresuró a dejar al bebé en el moisés y fue al dormitorio. Castle estaba temblando, sudoroso. Molly acariciaba su rostro mientras que con la otra mano le daba un suave masaje alrededor de la herida. Se sentó en la cama ignorando la mirada de odio de la enfermera y le cogió la mano, apretándosela con ternura.
–Shhhhh, tranquilo mi amor, tranquilo, estoy aquí,shhhh. ¿No puedes darle nada para el dolor?
-No hasta que acabe y ya sabe que trabajo mejor sin público.
-Haremos una cosa, yo tranquilizo a mi marido y tú lo curas. Yo ejerzo de esposa y tú de enfermera, ¿qué te parece?
Molly la miró con furia. Castle gimió. –Molly… por favor… deja que se quede…
Beckett la miró en silencio, no pensaba tolerar ninguna contestación. Su mirada lo decía todo “No discutas conmigo, saldrás perdiendo.” La chica continuó con la cura, haciendo que Castle apretase con fuerza la mano de su mujer. Ésta acariciaba su rostro con ternura, besaba su mano, le hablaba en voz baja, le decía que todo acabaría pronto. Molly terminó y le colocó un nuevo apósito, mientras que se quitaba los guantes le dijo a Castle que ya había terminado. Le hizo una señal a Beckett, quien la acompañó hasta la puerta.
-Dele las pastillas y déjelo descansar. Y si realmente le quiere no permita que haga ningún esfuerzo, por muy satisfactorio que sea para usted. –Beckett contuvo las ganas de abofetearla, pero la miró y acercándose a ella murmuró, en apenas un susurro.
-Si vuelves a hablarme así te juro que te arrepentirás. Rick es mi marido, ¿me oyes? mi marido, no el tuyo. Tú solo eres su enfermera y cuando esto acabe no dejaré que pongas los pies en esta casa. Ahora lárgate y más te vale que mañana vuelvas con pocas ganas de hablar o te juro que no respondo. ¡Fuera!
Molly salió de la casa sin atreverse a contestar. Quizás por fin se había dado cuenta de que saldría perdiendo si se enfrentaba a ella. Beckett cerró la puerta y tras asegurarse de que Lucía estaba bien en casa fue a ver a Castle. Este seguía en la misma posición en que la enfermera lo había dejado, sin querer moverse. Se acercó a él y le sonrió con ternura.
-Tranquilo cariño, ya pasó, tomate esto. –Le tendió la pastilla y un poco de agua. Luego le ayudó a acomodarse sobre la almohada y se tumbó a su lado, cogiéndole la mano. –Duerme mi amor, descansa.
Lucía los despertó llorando. Beckett también se había quedado dormida, miró a su marido quien sonreía.
-¿Estás mejor?
-Sí, las pastillas y una buena compañía siempre ayudan. Gracias cariño.
-No me las des. Voy a ver qué le pasa. –Cogió a la niña que no paraba de llorar. No había que cambiarla pero hacía varias horas que no había comido. Llevó al bebé con su padre y fue a buscar el biberón. Cuando volvió la niña ya no lloraba, tenía la manita cogiendo un dedo de su padre, quien la miraba con ternura. Beckett dejó el biberón y cogió la cámara que siempre tenían en el salón para situaciones como esa. Sonrió haciéndole varias fotos pero la pequeña empezó a inquietarse. –Ya va, mi amor, ven con mamá. –La acomodó en sus brazos y le dio el biberón, siendo el turno de Castle de tomar algunas fotos. –Es muy guapa, ¿verdad?
-Muchísimo, igual que su madre. –Le sonrió agradecida, luego cambió su expresión. –Rick lo de ayer no va a volver a ocurrir, no hasta que la doctora te lo permita.
-Lo sé, tranquila. Ayer te necesitaba Kate, más que nunca…
-Y yo a ti, pero tendremos que controlarnos, quiero que te recuperes mi amor, y créeme cuando lo hagas no saldremos de esta cama en horas.
El se rio. –Eso suena bien. ¿Irás mañana a ver a Sarah?
-Sí, he quedado con la madre de Jenny. Ojalá esto acabe pronto, quiero tenerla en casa, con nosotros…
-Lo sé cariño y la tendremos, pero habrá que tener paciencia…
-Me cuesta…
Lucía se agitó, rechazando el biberón. Beckett se puso un trapo para evitar mancharse mientras que la niña sacaba los gases. Luego se la tendió a Castle. –Cógela mientras que hago la cena.
-¿Qué tal si pides italiano y te quedas aquí con nosotros?
-Vale. –Le dio un beso en los labios y pidió la comida. Luego se tumbó y jugó con la niña mientras que acariciaba la mano de su marido, sonriendo.
Acostaron a la niña en la cuna y tras cenar se sentaron a ver una película. Castle se levantó y volvió con el portátil. Beckett sonrió. -¿Y eso?
-Las películas de tías buenas siempre me inspiran. –Beckett le golpeó en la pierna. -¡Auch!, ¿a que ha venido eso?
-Aquí la única que te puede inspirar soy yo ¿entendido?
-Vale, vale… pero que sepas que las musas griegas no eran agresivas.
-Yo no soy una musa griega.
-No, tú eres una preciosa musa neoyorkina, divertida, inteligente y con mal carácter.
-¿Mal carácter? –Pero antes de que siguiera hablando Castle la besó sonriendo en su boca. –Sí, y me encantas. –Siguió besándola pero la cosa empezó a calentarse, ella se apartó.
-Rick… ya te lo he dicho, aún no…
-Está bien…, por cierto esta mañana llamó Paula.
-¿Qué quería?
-Hay una fiesta para promocionar la segunda película de Nikki Heat y el director nos ha invitado. Además habrá una firma de libros si voy.
-Rick, ¿crees que es el mejor momento para fiestas?
-Lo sé mi amor, por eso le dije que tendría que consultártelo, pero en realidad no lo veo mala idea. Salir una noche nos va a sentar bien a los dos, nos relajaremos y habrá seguridad. Podemos dejar a Lucía con mi madre.
-No sé… ¿cuándo es?
-Pues, tienes tiempo para pensártelo…
-Rick… ¿cuándo?
-Mañana por la noche.
-¡Rick!, ¿por qué no me lo has comentado antes?
-Paula me ha avisado hoy, no he tenido tiempo…, vamos cariño, sabes que todas esas fiestas son parte de mi trabajo y quiero que vayas conmigo.
-Te das cuenta que mañana no vas a estar para fiestas después de que venga Molly, ¿verdad?
-Le diré que venga por la mañana, Kate necesito que me des una contestación ya, tengo que llamar a Paula y a Molly.
-Está bien, dile que iremos, a ver que me pongo yo ahora…
-Aprovecha la tarjeta que te regalé, estrénala.
-Ni hablar…
-Como quieras… voy a llamar a Paula. –Le dio un corto beso y fue al dormitorio a llamar a su agente. Beckett recogió las cosas de la cena y luego se desnudó mientras que él hablaba por teléfono, ahora con la enfermera. Castle colgó cuando ella estaba poniéndose el camisón. La interrumpió, acercando sus labios a su cuello, mordiendo suavemente. Beckett gimió.
–Rick… no, para…
-Vamos Kate, no estoy haciendo ningún esfuerzo…-Su aliento la quemaba como si fuera fuego, pero no podía seguir, no quería que se le abriesen los puntos. Dios, era demasiado bueno en aquello, demasiado.
-Rick…, tenemos que… oh Rick… -Las manos de Castle bajaban peligrosamente, introduciéndose en su ropa interior. –Por favor… tenemos que… esper… ¡dios Rick!
Castle sonrió en su cuello, produciéndole un agradable cosquilleo mientras que sus manos seguían jugando con la parte más sensible de su cuerpo. La tenía, sabía que ahora ella no iba a negarse, no estaba en condiciones. Él podía esperar, tendría paciencia, aunque la espera lo matase, pero a ella le daría una muestra de lo que iba a ocurrir cuando se recuperara. Siguió moviendo su mano mientras que subía la otra, acariciándola por encima del sujetador, sus labios y dientes seguían jugando con su cuello, provocando en Kate una fiesta de jadeos, gemidos y suspiros.
-Eso es Kate…déjate llevar cariño.
-Ohhhhh…Rick…ahí…justo ahí…mmmmm… Rick… cariño… sí…sí…¡Dios!
Sonrió mientras que la sostenía, esperando a que dejase de temblar y pudiera sostenerse por sí misma. Beckett se apoyó sobre él, aún con la respiración entrecortada. –Rick…
-¿Te ha gustado eso, cariño?
-Mucho. –Aún temblando se volvió, besándolo. –Rick, no quiero hacerte daño…
-Tranquila, lo sé.
Ella lo miró y lo guió hasta la cama, haciendo que se tumbara. Acarició su rostro y murmuró. –No quiero hacerte daño, pero quiero recompensarte por esto… -Él sonrió, asintiendo. Beckett le quitó la ropa, dejándolo libre, aliviándolo. Lo miró a los ojos y añadió. –Párame si lo necesitas.
-Tranquila. –Beckett no dijo nada, sentada en la cama se agachó junto a él y empezó a besar sus labios, lentamente, mordiéndolos, explorando su boca, lamiendo sus dientes, combatiendo con la lengua de Castle. Mientras, su mano lo acariciaba, arriba y abajo, rápido, cada vez más rápido, sonriendo mientras que sus gemidos se ahogaban en su boca. –Kate…
-Vamos Rick, demuéstrame lo mucho que te gusta esto…
Su mano cada vez iba más deprisa. Ella también era buena en eso, muy buena y además lo sabía. Siguió besándolo, sintiendo como llegaba al orgasmo, gritando de placer. -¡Kate!
Se sentó, mirándolo sonriente. -¿Y tú cariño?, ¿has disfrutado con esto?
-No sabes cuánto, te quiero mi amor.
-Y yo a ti.
A la mañana siguiente Beckett fue a visitar a Sarah, que estaba sentada en el parque, jugando con unos cubos de colores. Al ver a la abuela y su nueva mamá les echó los brazos, riéndose.
-Hola mi niña, ven, ¿quieres venir con la abuelita? –La anciana estuvo con la pequeña durante una media hora, luego se levantó, tendiéndosela a Beckett. –Tengo que marcharme ya, muchas gracias por dejar que te acompañe.
-No me dé las gracias, ya se lo he dicho: Sarah es su nieta y puede verla cuando quiera.
-Gracias, querida.
Cuando la anciana se fue Beckett cogió a la pequeña y sonrió. –Hola cariño, ¿te están cuidando bien?, no sabes las ganas que tenemos de que estés en casa con nosotros, te prometo que mientras voy a seguir viniendo todos los días. Mañana te traeré a papá ¿vale?, hoy no ha podido venir porque está con la zorr… con la enfermera que tiene que curarlo. Pero mañana vendremos los dos. –La niña la miraba atenta, como si entendiera cada palabra, luego se rio y señaló los cubos de colores.
Beckett se quedó con ella durante buena parte de la mañana, luego de darle el biberón y ver como se dormía le dio un tierno beso en la frente y la dejó con la cuidadora. Después fue al centro a comprarse un vestido para fiesta, uno bonito y sexy, pero tampoco muy exagerado, no quería animar demasiado a Castle. Por el camino se encontró con Gates, que llevaba de la mano a su hija menor, la mayor la acompañaba al lado.
-Inspect…, Beckett, me alegro verla.
Beckett la miró, no quería contestarle delante de sus hijas así que se limitó a contestar con un corto “yo también”.
-Las niñas quieren un perrito caliente y jugar un poco con las máquinas… ¿Por qué no nos acompaña?
-Tengo prisa…
-Kate, por favor. –La miró durante unos segundos. Siempre podía decirle que llegaba tarde y marcharse sin parecer educada, suspirando asintió. La niña mayor la miró.
-¿Le gustó la muñeca a tu niña?
-Mucho, la tiene en su cuna, duerme con ella todas las noches. Gracias por hacérsela Susan.
-De nada. –La niña más pequeña miró a su madre. –Mami vamos, tengo hambre.
-Vamos cielo.
-¿Y el niño?
-Con su padre, hoy nos tocaba día de chicas y ellos querían ver un partido.
-Entiendo.
Entraron en un local, pidieron la comida y mientras Gates les dio dinero a las niñas para que jugaran con las máquinas. –Ten cuidado con tu hermana, Susan.
-Sí, mamá.
-Victoria, ¿qué es lo qué quiere?
-He estado pensando en todo lo que ha pasado. Su marido habló conmigo cuando usted salió del despacho.
-Lo sé, lo vi.
-¿Le ha contado lo que me dijo?
-No.
-Me dijo que tengo miedo de que descubran que es usted mejor policía que yo.
-Ya…, no pienso excusar a Castle.
-No tiene que hacerlo, si le he pedido que venga aquí es para decirle que Castle tiene razón.
-¿Cómo dice?
-Que Castle tiene razón, y si aún acepta trabajar con una bruja, su placa y su arma la esperan en mi cajón.
-Gates…, no pienso firmar ese papel, es humillante.
-Y no tiene que hacerlo, quiero que vuelva Beckett, que vuelva como inspectora, como lo que es, y lo que debe ser. Piénselo, si acepta mi oferta, la veo el lunes en mi despacho.
-Ya…, lo pensaré. Señor tengo que irme, gracias por esta charla.
-No hay de que, la veré el lunes.
-No he dicho que sí.
-Pero me ha llamado señor. –Ambas mujeres se sonrieron y luego Beckett se marchó. Cuando llegó al loft encontró a Castle tumbado en el sofá, con Lucía encima.
-Rick, ¿cómo estás cariño?
-Bien…, Molly se fue hace un buen rato, ya apenas me duele…
-Me alegro, oye tengo que contarte algo, ¿preparo la comida y hablamos mientras comemos?
-¿Ha pasado algo?
-Nada malo tranquilo, ahora hablamos ¿vale?
-Vale.
Beckett preparó al sencillo y luego le dio el biberón a Lucía mientras que Castle ponía la mesa. Se sentaron a comer. –Esto está buenísimo, Kate adoro tu cocina.
-Gracias cariño.
-Bueno, ¿que querías contarme?
-Pues verás, me he encontrado a Gates en la calle… -Le contó todo a Castle que se quedó mirándola con la incredulidad reflejada en el rostro.
-Entonces, ¿Qué vas a hacer?
-Pues…, quiero volver Rick.
-Entonces vuelve.
-¿Y tú qué vas a hacer?
-Después de la discusión que tuve con Gates no voy a volver, le tengo mucho cariño a mi vida.
-Deja que hable con ella, puedo intentarlo…
-No sé Kate, además, así mientras yo me puedo ocupar de Lucía y escribir el libro. Luego cuando las cosas estén más calmadas ya veremos. ¿Qué te parece?
-Que tienes razón, pero te voy a echar de menos allí.
-Y yo a ti cariño, pero cuando vuelvas a casa estaré aquí esperándote.
Ella sonrió mientras que Castle le cogía la mano, acariciándola. –Rick, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Por supuesto.
-¿Cuántos libros de Nikki Heat tienes planeados?
-Por ahora seis, luego no sé qué haré, terminaré este y haré uno más y después ya veré.
-¿Puedo pedirte un favor?
-Dime.
-Hagas lo que hagas, no mates a Heat, le he cogido cariño.
Castle se rio. –Tranquila, maté a Derrick Storm porque ya era aburrido. Nikki Heat nunca podrá aburrirme, no teniendo a la verdadera durmiendo a mi lado. Cuando llegue la hora de pasar página con esta saga haré algo distinto, pero no la mataré, te lo prometo.
-Gracias.
-Bueno estoy un poco cansado, iré a echarme una siesta o no aguantaré la fiesta.
-Rick, si te noto el menor síntoma de dolor o cansancio en la fiesta nos iremos, te pongas como te pongas.
-Lo sé cariño, te conozco. –Le dio un beso en los labios y fue al dormitorio.
-Kate, mi amor, llegaremos tarde. ¿Te queda mucho?
-No, ya bajo. ¿Le has dicho todo a Martha?
-Sí, no te preocupes, además tu padre está con ella, se las apañará.
-¿Mi padre cuidando de un bebe?, Rick, mi padre ni siquiera sabe cambiar un pañal.
-Ya, bueno la mía sí, creo... –Esto último lo dijo en voz baja. -Venga Kate, baja de una vez.
-Ya estoy. –Beckett bajó la escalera sonriendo. Castle la miró con la boca abierta. Llevaba un vestido largo negro y el pelo recogido, acompañado de unos bonitos tacones y bolso a juego. Además se había puesto unos pendientes de oro blanco que Castle le había regalado cuando nació Lucía. Sacudió la cabeza para despertar y luego le sonrió. –Preciosa, sencillamente preciosa.
-Gracias...- Lo miró con timidez, más de un año de relación y aun se ponía así cuando le dedicaba algún piropo.
-¿Vamos? –Le tendió el brazo, que ella aceptó sonriendo.
-¡Ricky!, ya se te echaba de menos, ¿dónde te habías metido?
-Bueno he estado un poco ocupado, ya sabes el matrimonio, la niña…
-Fingir tu muerte…
-Oh venga, dejemos eso ya por favor.
-La verdad es que lo hiciste bien, la venta de los libros se ha disparado.
Beckett parecía tensa, Castle acarició su brazo. –No lo hice para dar publicidad, mi familia sufrió mucho por aquello, ahora solo queremos olvidarlo.
-Lo entiendo, perdona amigo pero esas preciosidades de allí me reclaman, disfrutad de la fiesta.
-¿Quién era ese?
-Era escritor, escribía novelas de misterio pero se le daba fatal, ahora trabaja en la editorial con la que yo trabajo, por suerte yo no tengo que tratar mucho con él.
-Ya…
-Cariño ¿por qué no vas a por unas copas?, yo tengo que moverme por aquí.
-Rick, no puedes beber.
-Tú sí, y créeme, para sobrevivir en estas fiestas necesitarás mucho alcohol. Enseguida te veo. –La besó y luego fue a saludar a algunos invitados que conocía. Beckett se acercó a la barra y pidió vodka. La verdad es que no le había sentado muy bien que Castle la apartase, se sentía mal. Se sentó en un taburete de la barra y lo observó. Se le veía en su salsa, sonrió pensando en el encanto personal de su marido. Dos mujeres se sentaron detrás de ellas y se pusieron a cotillear.
-¿Has visto a la nueva mujer?
-Sí, no está mal, pero no le pega nada, la editora era más de su tipo.
-Total, no le va a durar mucho. Ya sabes lo que dicen de él.
-Sí, que cambia de mujer como de chaqueta.
-¡Cariño!, ¿te estás divirtiendo?
-Muchísimo, estas señoras estaban a punto de apostar sobre cuanto vamos a tardar en divorciarnos, podríamos darle detalles sobre nuestra vida sexual, a lo mejor eso las ayuda. –Las dos mujeres se pusieron coloradas y se marcharon, Castle la miró.
-¿Estás bien?
-Sí, es que estas cosas me ponen histérica.
-Lo siento, pero no les hagas caso, nosotros sabemos que nos queremos y lo que piensen los demás nos da igual, ven quiero que conozcas a alguien.
Castle la llevó hasta el otro lado de la sala, donde había un hombre hablando con una joven bajita. Cuando la chica se dio la vuelta pudo ver que tenía el síndrome de down. –Cielo este es Nick McThaller, mi primer editor, ella es Alice, su hija.
-Hola, es un placer.
-¡Kate Beckett!, el placer es nuestro, ya me estaba enfadando con Ricky por no presentarnos. Mi hija estaba deseando conocerla, es una gran admiradora suya.
-¿Admiradora?
-Sí, desde que Ricky le conto lo maravillosa que es usted no ha parado de hablar de lo increíble que tiene que ser.
-Vaya. –Se agachó junto a la chica y le sonrió. –Muchas gracias Alice, pero no es para tanto.
Castle la dejó hablando con Alice y mientras fue a saludar a más gente. Una hora después volvió junto a ella. -¿Ya se han marchado?
-Sí, Alice es un encanto, le he dicho que venga este domingo a casa, para que conozca a Lucía.
-Me parece genial.
-¿Qué tal la firma de libros?, ¿muchos autógrafos en los pechos?
-No quieres que te responda a eso ¿verdad?
-No.
-Cariño, se que todo esto te parece frívolo y superficial, pero estoy muy contento de que estés aquí conmigo, de verdad.
-Gracias, y no te preocupes, no está tan mal.
Castle sonrió y la abrazó, susurrando en su pelo. –Mentirosa…
-¡Rick!, por fin, llevo una hora buscándote entre la gente.
-¡¿Mo…Molly?! ¿Qué… haces aquí? –La miraba de arriba abajo. Llevaba un vestido blanco con pedrería, corto, con un escote que no dejaba mucho trabajo para la imaginación. Además el vestido se ajustaba a su cuerpo como un guante y para colmo Castle no paraba de mirarla. Beckett frunció el ceño.
-Mi madre me ha conseguido la invitación, su pareja trabaja en la producción de la película, ¿no es genial?, bueno, ¿no me dices nada de mi vestido?, me sienta mucho mejor que la ropa de esta mañana ¿verdad?
-Sí, estas… increíble, realmente increíble.
Beckett la miró con odio pero no dijo nada.
-Oye, ¿podrías hacerme un favor?
-Claro.
-¿Podrías firmarme un autógrafo?, he traído un bolígrafo.
-¿Tienes un papel?
-Podrías ser un poco más original, ¿no? –Sonrió mirándolo sugerentemente, haciendo que Castle fijase la mirada en su escote. Beckett seguía detrás, haciendo todo lo posible por controlarse. Castle sonrió y asintió. Firmó sobre el pecho de la chica quien miraba con aire triunfante a Beckett. Esta se levantó de golpe, le dio un beso apasionado a Castle que se quedó perplejo y luego se marchó con paso firme.
Castle reaccionó y la siguió. –Cariño espera.
-Déjame.
-Vamos Kate, por favor, no te enfades.
-Quiero irme a casa, estoy cansada.
-De acuerdo, escucha, espérame aquí, voy a despedirme de Paula, enseguida vengo, no te muevas de aquí, por favor.
-Como quieras… -Beckett no tenía ganas de discutir en medio de una fiesta. Castle volvió cinco minutos después. –Vamos cariño.
Cuando llegaron a casa Beckett fue derecha al dormitorio y empezó a desnudarse. Castle se sentó en la cama y la miró. –Kate, mi amor, no siento nada por Molly, ¿de acuerdo?
-Lo sé.
-Entonces…
-Quiero que se lo digas mañana.
-¿Cómo?
-Lo que has oído. Mañana cuando venga a curarte quiero que le digas delante de mí que no sientes nada por ella y que deje este jueguecito absurdo.
-Kate…
-Rick, no aguanto más ¿vas a hacer esto por mí o no?
Continuará...
¿Mato a la enfermera o no? (Se aceptan sugerencias) GRACIAS POR LEER :
-¿Te duele?
-¡Auch!, sí, bastante.
-¿Has hecho algo que no deberías haber hecho?
-¿A qué te refieres?
-Ejercicio extremo, perseguir sospechosos, sexo…
-Pues…
-Rick te lo dije, ahora tendremos que empezar otra vez desde el principio… ¿Qué te dijo la doctora?
-Que se me habían abierto los puntos, ella mismo volvió a coserla.
-No sé en que estabas pensado… y menos tu mujer.
-Molly…
-Rick entiendo que la abstinencia sea dura para los hombres, pero se supone que ella tiene sentido común.
-Esto fue cosa mía, la necesitaba, me daba igual la herida.
-Pues ahora seguro que no te da igual. No te muevas, esto te va a doler. –Castle apretó el puño, conteniendo un grito. Molly acarició suavemente su pecho. –Tranquilo, respira hondo.
Beckett estaba en el sofá, con Lucía en brazos, enseñándole un cuento de animales con sonidos. Por la mañana había ido a visitar a Sarah y le habían dejado jugar con ella y darle el biberón. Sería así hasta que la pequeña pudiera vivir con ellos, además Castle se había ocupado de que la trataran como una reina, a ella y a los otros niños, dando una generosa donación al orfanato. Lucía miraba los animalitos del cuento con curiosidad, se reía, los señalaba y luego se volvía y jugaba con el anillo que colgaba del cuello de su madre, feliz. -¿Te gusta?, es de la abuela Johanna, lo sé, a ella también le hubiera gustado conocerte mi niña, te hubiera querido mucho y tú a ella, igual que a la abuela Martha. De mayor te lo daré cariño, te lo prometo. –Beckett se tumbó en el sofá acomodando a la pequeña sobre ella, que no paraba de reírse. De pronto oyó gritar a Castle. Se apresuró a dejar al bebé en el moisés y fue al dormitorio. Castle estaba temblando, sudoroso. Molly acariciaba su rostro mientras que con la otra mano le daba un suave masaje alrededor de la herida. Se sentó en la cama ignorando la mirada de odio de la enfermera y le cogió la mano, apretándosela con ternura.
–Shhhhh, tranquilo mi amor, tranquilo, estoy aquí,shhhh. ¿No puedes darle nada para el dolor?
-No hasta que acabe y ya sabe que trabajo mejor sin público.
-Haremos una cosa, yo tranquilizo a mi marido y tú lo curas. Yo ejerzo de esposa y tú de enfermera, ¿qué te parece?
Molly la miró con furia. Castle gimió. –Molly… por favor… deja que se quede…
Beckett la miró en silencio, no pensaba tolerar ninguna contestación. Su mirada lo decía todo “No discutas conmigo, saldrás perdiendo.” La chica continuó con la cura, haciendo que Castle apretase con fuerza la mano de su mujer. Ésta acariciaba su rostro con ternura, besaba su mano, le hablaba en voz baja, le decía que todo acabaría pronto. Molly terminó y le colocó un nuevo apósito, mientras que se quitaba los guantes le dijo a Castle que ya había terminado. Le hizo una señal a Beckett, quien la acompañó hasta la puerta.
-Dele las pastillas y déjelo descansar. Y si realmente le quiere no permita que haga ningún esfuerzo, por muy satisfactorio que sea para usted. –Beckett contuvo las ganas de abofetearla, pero la miró y acercándose a ella murmuró, en apenas un susurro.
-Si vuelves a hablarme así te juro que te arrepentirás. Rick es mi marido, ¿me oyes? mi marido, no el tuyo. Tú solo eres su enfermera y cuando esto acabe no dejaré que pongas los pies en esta casa. Ahora lárgate y más te vale que mañana vuelvas con pocas ganas de hablar o te juro que no respondo. ¡Fuera!
Molly salió de la casa sin atreverse a contestar. Quizás por fin se había dado cuenta de que saldría perdiendo si se enfrentaba a ella. Beckett cerró la puerta y tras asegurarse de que Lucía estaba bien en casa fue a ver a Castle. Este seguía en la misma posición en que la enfermera lo había dejado, sin querer moverse. Se acercó a él y le sonrió con ternura.
-Tranquilo cariño, ya pasó, tomate esto. –Le tendió la pastilla y un poco de agua. Luego le ayudó a acomodarse sobre la almohada y se tumbó a su lado, cogiéndole la mano. –Duerme mi amor, descansa.
Lucía los despertó llorando. Beckett también se había quedado dormida, miró a su marido quien sonreía.
-¿Estás mejor?
-Sí, las pastillas y una buena compañía siempre ayudan. Gracias cariño.
-No me las des. Voy a ver qué le pasa. –Cogió a la niña que no paraba de llorar. No había que cambiarla pero hacía varias horas que no había comido. Llevó al bebé con su padre y fue a buscar el biberón. Cuando volvió la niña ya no lloraba, tenía la manita cogiendo un dedo de su padre, quien la miraba con ternura. Beckett dejó el biberón y cogió la cámara que siempre tenían en el salón para situaciones como esa. Sonrió haciéndole varias fotos pero la pequeña empezó a inquietarse. –Ya va, mi amor, ven con mamá. –La acomodó en sus brazos y le dio el biberón, siendo el turno de Castle de tomar algunas fotos. –Es muy guapa, ¿verdad?
-Muchísimo, igual que su madre. –Le sonrió agradecida, luego cambió su expresión. –Rick lo de ayer no va a volver a ocurrir, no hasta que la doctora te lo permita.
-Lo sé, tranquila. Ayer te necesitaba Kate, más que nunca…
-Y yo a ti, pero tendremos que controlarnos, quiero que te recuperes mi amor, y créeme cuando lo hagas no saldremos de esta cama en horas.
El se rio. –Eso suena bien. ¿Irás mañana a ver a Sarah?
-Sí, he quedado con la madre de Jenny. Ojalá esto acabe pronto, quiero tenerla en casa, con nosotros…
-Lo sé cariño y la tendremos, pero habrá que tener paciencia…
-Me cuesta…
Lucía se agitó, rechazando el biberón. Beckett se puso un trapo para evitar mancharse mientras que la niña sacaba los gases. Luego se la tendió a Castle. –Cógela mientras que hago la cena.
-¿Qué tal si pides italiano y te quedas aquí con nosotros?
-Vale. –Le dio un beso en los labios y pidió la comida. Luego se tumbó y jugó con la niña mientras que acariciaba la mano de su marido, sonriendo.
Acostaron a la niña en la cuna y tras cenar se sentaron a ver una película. Castle se levantó y volvió con el portátil. Beckett sonrió. -¿Y eso?
-Las películas de tías buenas siempre me inspiran. –Beckett le golpeó en la pierna. -¡Auch!, ¿a que ha venido eso?
-Aquí la única que te puede inspirar soy yo ¿entendido?
-Vale, vale… pero que sepas que las musas griegas no eran agresivas.
-Yo no soy una musa griega.
-No, tú eres una preciosa musa neoyorkina, divertida, inteligente y con mal carácter.
-¿Mal carácter? –Pero antes de que siguiera hablando Castle la besó sonriendo en su boca. –Sí, y me encantas. –Siguió besándola pero la cosa empezó a calentarse, ella se apartó.
-Rick… ya te lo he dicho, aún no…
-Está bien…, por cierto esta mañana llamó Paula.
-¿Qué quería?
-Hay una fiesta para promocionar la segunda película de Nikki Heat y el director nos ha invitado. Además habrá una firma de libros si voy.
-Rick, ¿crees que es el mejor momento para fiestas?
-Lo sé mi amor, por eso le dije que tendría que consultártelo, pero en realidad no lo veo mala idea. Salir una noche nos va a sentar bien a los dos, nos relajaremos y habrá seguridad. Podemos dejar a Lucía con mi madre.
-No sé… ¿cuándo es?
-Pues, tienes tiempo para pensártelo…
-Rick… ¿cuándo?
-Mañana por la noche.
-¡Rick!, ¿por qué no me lo has comentado antes?
-Paula me ha avisado hoy, no he tenido tiempo…, vamos cariño, sabes que todas esas fiestas son parte de mi trabajo y quiero que vayas conmigo.
-Te das cuenta que mañana no vas a estar para fiestas después de que venga Molly, ¿verdad?
-Le diré que venga por la mañana, Kate necesito que me des una contestación ya, tengo que llamar a Paula y a Molly.
-Está bien, dile que iremos, a ver que me pongo yo ahora…
-Aprovecha la tarjeta que te regalé, estrénala.
-Ni hablar…
-Como quieras… voy a llamar a Paula. –Le dio un corto beso y fue al dormitorio a llamar a su agente. Beckett recogió las cosas de la cena y luego se desnudó mientras que él hablaba por teléfono, ahora con la enfermera. Castle colgó cuando ella estaba poniéndose el camisón. La interrumpió, acercando sus labios a su cuello, mordiendo suavemente. Beckett gimió.
–Rick… no, para…
-Vamos Kate, no estoy haciendo ningún esfuerzo…-Su aliento la quemaba como si fuera fuego, pero no podía seguir, no quería que se le abriesen los puntos. Dios, era demasiado bueno en aquello, demasiado.
-Rick…, tenemos que… oh Rick… -Las manos de Castle bajaban peligrosamente, introduciéndose en su ropa interior. –Por favor… tenemos que… esper… ¡dios Rick!
Castle sonrió en su cuello, produciéndole un agradable cosquilleo mientras que sus manos seguían jugando con la parte más sensible de su cuerpo. La tenía, sabía que ahora ella no iba a negarse, no estaba en condiciones. Él podía esperar, tendría paciencia, aunque la espera lo matase, pero a ella le daría una muestra de lo que iba a ocurrir cuando se recuperara. Siguió moviendo su mano mientras que subía la otra, acariciándola por encima del sujetador, sus labios y dientes seguían jugando con su cuello, provocando en Kate una fiesta de jadeos, gemidos y suspiros.
-Eso es Kate…déjate llevar cariño.
-Ohhhhh…Rick…ahí…justo ahí…mmmmm… Rick… cariño… sí…sí…¡Dios!
Sonrió mientras que la sostenía, esperando a que dejase de temblar y pudiera sostenerse por sí misma. Beckett se apoyó sobre él, aún con la respiración entrecortada. –Rick…
-¿Te ha gustado eso, cariño?
-Mucho. –Aún temblando se volvió, besándolo. –Rick, no quiero hacerte daño…
-Tranquila, lo sé.
Ella lo miró y lo guió hasta la cama, haciendo que se tumbara. Acarició su rostro y murmuró. –No quiero hacerte daño, pero quiero recompensarte por esto… -Él sonrió, asintiendo. Beckett le quitó la ropa, dejándolo libre, aliviándolo. Lo miró a los ojos y añadió. –Párame si lo necesitas.
-Tranquila. –Beckett no dijo nada, sentada en la cama se agachó junto a él y empezó a besar sus labios, lentamente, mordiéndolos, explorando su boca, lamiendo sus dientes, combatiendo con la lengua de Castle. Mientras, su mano lo acariciaba, arriba y abajo, rápido, cada vez más rápido, sonriendo mientras que sus gemidos se ahogaban en su boca. –Kate…
-Vamos Rick, demuéstrame lo mucho que te gusta esto…
Su mano cada vez iba más deprisa. Ella también era buena en eso, muy buena y además lo sabía. Siguió besándolo, sintiendo como llegaba al orgasmo, gritando de placer. -¡Kate!
Se sentó, mirándolo sonriente. -¿Y tú cariño?, ¿has disfrutado con esto?
-No sabes cuánto, te quiero mi amor.
-Y yo a ti.
A la mañana siguiente Beckett fue a visitar a Sarah, que estaba sentada en el parque, jugando con unos cubos de colores. Al ver a la abuela y su nueva mamá les echó los brazos, riéndose.
-Hola mi niña, ven, ¿quieres venir con la abuelita? –La anciana estuvo con la pequeña durante una media hora, luego se levantó, tendiéndosela a Beckett. –Tengo que marcharme ya, muchas gracias por dejar que te acompañe.
-No me dé las gracias, ya se lo he dicho: Sarah es su nieta y puede verla cuando quiera.
-Gracias, querida.
Cuando la anciana se fue Beckett cogió a la pequeña y sonrió. –Hola cariño, ¿te están cuidando bien?, no sabes las ganas que tenemos de que estés en casa con nosotros, te prometo que mientras voy a seguir viniendo todos los días. Mañana te traeré a papá ¿vale?, hoy no ha podido venir porque está con la zorr… con la enfermera que tiene que curarlo. Pero mañana vendremos los dos. –La niña la miraba atenta, como si entendiera cada palabra, luego se rio y señaló los cubos de colores.
Beckett se quedó con ella durante buena parte de la mañana, luego de darle el biberón y ver como se dormía le dio un tierno beso en la frente y la dejó con la cuidadora. Después fue al centro a comprarse un vestido para fiesta, uno bonito y sexy, pero tampoco muy exagerado, no quería animar demasiado a Castle. Por el camino se encontró con Gates, que llevaba de la mano a su hija menor, la mayor la acompañaba al lado.
-Inspect…, Beckett, me alegro verla.
Beckett la miró, no quería contestarle delante de sus hijas así que se limitó a contestar con un corto “yo también”.
-Las niñas quieren un perrito caliente y jugar un poco con las máquinas… ¿Por qué no nos acompaña?
-Tengo prisa…
-Kate, por favor. –La miró durante unos segundos. Siempre podía decirle que llegaba tarde y marcharse sin parecer educada, suspirando asintió. La niña mayor la miró.
-¿Le gustó la muñeca a tu niña?
-Mucho, la tiene en su cuna, duerme con ella todas las noches. Gracias por hacérsela Susan.
-De nada. –La niña más pequeña miró a su madre. –Mami vamos, tengo hambre.
-Vamos cielo.
-¿Y el niño?
-Con su padre, hoy nos tocaba día de chicas y ellos querían ver un partido.
-Entiendo.
Entraron en un local, pidieron la comida y mientras Gates les dio dinero a las niñas para que jugaran con las máquinas. –Ten cuidado con tu hermana, Susan.
-Sí, mamá.
-Victoria, ¿qué es lo qué quiere?
-He estado pensando en todo lo que ha pasado. Su marido habló conmigo cuando usted salió del despacho.
-Lo sé, lo vi.
-¿Le ha contado lo que me dijo?
-No.
-Me dijo que tengo miedo de que descubran que es usted mejor policía que yo.
-Ya…, no pienso excusar a Castle.
-No tiene que hacerlo, si le he pedido que venga aquí es para decirle que Castle tiene razón.
-¿Cómo dice?
-Que Castle tiene razón, y si aún acepta trabajar con una bruja, su placa y su arma la esperan en mi cajón.
-Gates…, no pienso firmar ese papel, es humillante.
-Y no tiene que hacerlo, quiero que vuelva Beckett, que vuelva como inspectora, como lo que es, y lo que debe ser. Piénselo, si acepta mi oferta, la veo el lunes en mi despacho.
-Ya…, lo pensaré. Señor tengo que irme, gracias por esta charla.
-No hay de que, la veré el lunes.
-No he dicho que sí.
-Pero me ha llamado señor. –Ambas mujeres se sonrieron y luego Beckett se marchó. Cuando llegó al loft encontró a Castle tumbado en el sofá, con Lucía encima.
-Rick, ¿cómo estás cariño?
-Bien…, Molly se fue hace un buen rato, ya apenas me duele…
-Me alegro, oye tengo que contarte algo, ¿preparo la comida y hablamos mientras comemos?
-¿Ha pasado algo?
-Nada malo tranquilo, ahora hablamos ¿vale?
-Vale.
Beckett preparó al sencillo y luego le dio el biberón a Lucía mientras que Castle ponía la mesa. Se sentaron a comer. –Esto está buenísimo, Kate adoro tu cocina.
-Gracias cariño.
-Bueno, ¿que querías contarme?
-Pues verás, me he encontrado a Gates en la calle… -Le contó todo a Castle que se quedó mirándola con la incredulidad reflejada en el rostro.
-Entonces, ¿Qué vas a hacer?
-Pues…, quiero volver Rick.
-Entonces vuelve.
-¿Y tú qué vas a hacer?
-Después de la discusión que tuve con Gates no voy a volver, le tengo mucho cariño a mi vida.
-Deja que hable con ella, puedo intentarlo…
-No sé Kate, además, así mientras yo me puedo ocupar de Lucía y escribir el libro. Luego cuando las cosas estén más calmadas ya veremos. ¿Qué te parece?
-Que tienes razón, pero te voy a echar de menos allí.
-Y yo a ti cariño, pero cuando vuelvas a casa estaré aquí esperándote.
Ella sonrió mientras que Castle le cogía la mano, acariciándola. –Rick, ¿puedo hacerte una pregunta?
-Por supuesto.
-¿Cuántos libros de Nikki Heat tienes planeados?
-Por ahora seis, luego no sé qué haré, terminaré este y haré uno más y después ya veré.
-¿Puedo pedirte un favor?
-Dime.
-Hagas lo que hagas, no mates a Heat, le he cogido cariño.
Castle se rio. –Tranquila, maté a Derrick Storm porque ya era aburrido. Nikki Heat nunca podrá aburrirme, no teniendo a la verdadera durmiendo a mi lado. Cuando llegue la hora de pasar página con esta saga haré algo distinto, pero no la mataré, te lo prometo.
-Gracias.
-Bueno estoy un poco cansado, iré a echarme una siesta o no aguantaré la fiesta.
-Rick, si te noto el menor síntoma de dolor o cansancio en la fiesta nos iremos, te pongas como te pongas.
-Lo sé cariño, te conozco. –Le dio un beso en los labios y fue al dormitorio.
-Kate, mi amor, llegaremos tarde. ¿Te queda mucho?
-No, ya bajo. ¿Le has dicho todo a Martha?
-Sí, no te preocupes, además tu padre está con ella, se las apañará.
-¿Mi padre cuidando de un bebe?, Rick, mi padre ni siquiera sabe cambiar un pañal.
-Ya, bueno la mía sí, creo... –Esto último lo dijo en voz baja. -Venga Kate, baja de una vez.
-Ya estoy. –Beckett bajó la escalera sonriendo. Castle la miró con la boca abierta. Llevaba un vestido largo negro y el pelo recogido, acompañado de unos bonitos tacones y bolso a juego. Además se había puesto unos pendientes de oro blanco que Castle le había regalado cuando nació Lucía. Sacudió la cabeza para despertar y luego le sonrió. –Preciosa, sencillamente preciosa.
-Gracias...- Lo miró con timidez, más de un año de relación y aun se ponía así cuando le dedicaba algún piropo.
-¿Vamos? –Le tendió el brazo, que ella aceptó sonriendo.
-¡Ricky!, ya se te echaba de menos, ¿dónde te habías metido?
-Bueno he estado un poco ocupado, ya sabes el matrimonio, la niña…
-Fingir tu muerte…
-Oh venga, dejemos eso ya por favor.
-La verdad es que lo hiciste bien, la venta de los libros se ha disparado.
Beckett parecía tensa, Castle acarició su brazo. –No lo hice para dar publicidad, mi familia sufrió mucho por aquello, ahora solo queremos olvidarlo.
-Lo entiendo, perdona amigo pero esas preciosidades de allí me reclaman, disfrutad de la fiesta.
-¿Quién era ese?
-Era escritor, escribía novelas de misterio pero se le daba fatal, ahora trabaja en la editorial con la que yo trabajo, por suerte yo no tengo que tratar mucho con él.
-Ya…
-Cariño ¿por qué no vas a por unas copas?, yo tengo que moverme por aquí.
-Rick, no puedes beber.
-Tú sí, y créeme, para sobrevivir en estas fiestas necesitarás mucho alcohol. Enseguida te veo. –La besó y luego fue a saludar a algunos invitados que conocía. Beckett se acercó a la barra y pidió vodka. La verdad es que no le había sentado muy bien que Castle la apartase, se sentía mal. Se sentó en un taburete de la barra y lo observó. Se le veía en su salsa, sonrió pensando en el encanto personal de su marido. Dos mujeres se sentaron detrás de ellas y se pusieron a cotillear.
-¿Has visto a la nueva mujer?
-Sí, no está mal, pero no le pega nada, la editora era más de su tipo.
-Total, no le va a durar mucho. Ya sabes lo que dicen de él.
-Sí, que cambia de mujer como de chaqueta.
-¡Cariño!, ¿te estás divirtiendo?
-Muchísimo, estas señoras estaban a punto de apostar sobre cuanto vamos a tardar en divorciarnos, podríamos darle detalles sobre nuestra vida sexual, a lo mejor eso las ayuda. –Las dos mujeres se pusieron coloradas y se marcharon, Castle la miró.
-¿Estás bien?
-Sí, es que estas cosas me ponen histérica.
-Lo siento, pero no les hagas caso, nosotros sabemos que nos queremos y lo que piensen los demás nos da igual, ven quiero que conozcas a alguien.
Castle la llevó hasta el otro lado de la sala, donde había un hombre hablando con una joven bajita. Cuando la chica se dio la vuelta pudo ver que tenía el síndrome de down. –Cielo este es Nick McThaller, mi primer editor, ella es Alice, su hija.
-Hola, es un placer.
-¡Kate Beckett!, el placer es nuestro, ya me estaba enfadando con Ricky por no presentarnos. Mi hija estaba deseando conocerla, es una gran admiradora suya.
-¿Admiradora?
-Sí, desde que Ricky le conto lo maravillosa que es usted no ha parado de hablar de lo increíble que tiene que ser.
-Vaya. –Se agachó junto a la chica y le sonrió. –Muchas gracias Alice, pero no es para tanto.
Castle la dejó hablando con Alice y mientras fue a saludar a más gente. Una hora después volvió junto a ella. -¿Ya se han marchado?
-Sí, Alice es un encanto, le he dicho que venga este domingo a casa, para que conozca a Lucía.
-Me parece genial.
-¿Qué tal la firma de libros?, ¿muchos autógrafos en los pechos?
-No quieres que te responda a eso ¿verdad?
-No.
-Cariño, se que todo esto te parece frívolo y superficial, pero estoy muy contento de que estés aquí conmigo, de verdad.
-Gracias, y no te preocupes, no está tan mal.
Castle sonrió y la abrazó, susurrando en su pelo. –Mentirosa…
-¡Rick!, por fin, llevo una hora buscándote entre la gente.
-¡¿Mo…Molly?! ¿Qué… haces aquí? –La miraba de arriba abajo. Llevaba un vestido blanco con pedrería, corto, con un escote que no dejaba mucho trabajo para la imaginación. Además el vestido se ajustaba a su cuerpo como un guante y para colmo Castle no paraba de mirarla. Beckett frunció el ceño.
-Mi madre me ha conseguido la invitación, su pareja trabaja en la producción de la película, ¿no es genial?, bueno, ¿no me dices nada de mi vestido?, me sienta mucho mejor que la ropa de esta mañana ¿verdad?
-Sí, estas… increíble, realmente increíble.
Beckett la miró con odio pero no dijo nada.
-Oye, ¿podrías hacerme un favor?
-Claro.
-¿Podrías firmarme un autógrafo?, he traído un bolígrafo.
-¿Tienes un papel?
-Podrías ser un poco más original, ¿no? –Sonrió mirándolo sugerentemente, haciendo que Castle fijase la mirada en su escote. Beckett seguía detrás, haciendo todo lo posible por controlarse. Castle sonrió y asintió. Firmó sobre el pecho de la chica quien miraba con aire triunfante a Beckett. Esta se levantó de golpe, le dio un beso apasionado a Castle que se quedó perplejo y luego se marchó con paso firme.
Castle reaccionó y la siguió. –Cariño espera.
-Déjame.
-Vamos Kate, por favor, no te enfades.
-Quiero irme a casa, estoy cansada.
-De acuerdo, escucha, espérame aquí, voy a despedirme de Paula, enseguida vengo, no te muevas de aquí, por favor.
-Como quieras… -Beckett no tenía ganas de discutir en medio de una fiesta. Castle volvió cinco minutos después. –Vamos cariño.
Cuando llegaron a casa Beckett fue derecha al dormitorio y empezó a desnudarse. Castle se sentó en la cama y la miró. –Kate, mi amor, no siento nada por Molly, ¿de acuerdo?
-Lo sé.
-Entonces…
-Quiero que se lo digas mañana.
-¿Cómo?
-Lo que has oído. Mañana cuando venga a curarte quiero que le digas delante de mí que no sientes nada por ella y que deje este jueguecito absurdo.
-Kate…
-Rick, no aguanto más ¿vas a hacer esto por mí o no?
Continuará...
¿Mato a la enfermera o no? (Se aceptan sugerencias) GRACIAS POR LEER :
Última edición por maria_cs el Mar Mayo 15, 2012 8:48 am, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
siiiiiiiiiiii!!!!!!!!!!!!!!! por favor matala ya ke le estoy cojiendo una tirria ke pa ke pelandrusca ke es una PELANDRUSCA !!!!!!!!!!!!! jajajajajajajaja
castleaddict- As del póker
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Edad : 37
Re: (¿+18?) La tormenta
Matalaa!!
Kate llego a su limite y yo tambien -.-" hahaha
Me encanta ver que haz subido un nuevo capitulo!
Me fascinan!
Kate llego a su limite y yo tambien -.-" hahaha
Me encanta ver que haz subido un nuevo capitulo!
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DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
Menudo putón es la enfermera. Ahí no me gusta la actitud de Castle, ¿acaso no hay más enfermeras bien cualificadas en NY?, me cuesta creerlo, que despida a la zorra y se busque a un enfermero o a una enfermera más profesional y mejor educada.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) La tormenta
matala, matala jejjeje
que puñetera la dichosa enfermera
genial el capi, como siempre, insuperable
que puñetera la dichosa enfermera
genial el capi, como siempre, insuperable
anaforo- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 31
Localización : Murcia. Y en una de las 20 manzanas que hay entre la casa Rick y la de Kate :)
Re: (¿+18?) La tormenta
no no la mates pica mas a kate para que le de una buena sacudida ella despierta los celos de kate y una buena bofetada o un puño no caeria mal me encanta tu fics lo espero a diario
moni valdes- As del póker
- Mensajes : 298
Fecha de inscripción : 04/01/2012
Edad : 34
Localización : colombia
Re: (¿+18?) La tormenta
no la mates!! es mucho más divertido así! además, así Castle y Beckett tienen una razón para hacer las paces a pesar de los puntos! xDD
castleaddictedforlife- Actor en Broadway
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 01/04/2012
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 53 Mi hogar
Estaba tumbada en la cama, sin poder dormir. ¡Estúpida!, se dijo mentalmente, ya eres mayorcita, aprende a dormir sola Kate. Pero no, no aprendía, no podía dormir sin él, ya no. Se sentía muy sola, humillada, enfadada… Castle y ella no se hablaban y todo por culpa de esa maldita zorra. Escuchó llorar a Lucía y se acercó al cuarto, pero él ya estaba allí, sentado en el sillón, meciéndola. Sus miradas se cruzaron un momento, la de ella mostraba tristeza, la de él…, ella era incapaz de descifrar lo que veía en su rostro. Ambos recordaron la discusión de aquella mañana.
-Rick muchas gracias, de verdad.
-No me las des, esto va a ser desagradable, pero no quiero que estés incomoda en casa Kate.
-Gracias. –Le dio un beso y sonrió, no quería hacer pasar un mal rato a su marido, pero por fin se libraría de la enfermera. No la despediría, Castle aún necesitaba muchas curas, pero por lo menos le haría entender que no tenía nada que hacer. Llamaron al timbre, Castle suspiró y avisó a su mujer. –Déjame hablar a mí.
-Vale.
-Hola Rick, señora Beckett... –Molly sonrió a Castle. –Ayer te fuiste demasiado pronto de la fiesta, ¿te encontrabas mal?
-No, Kate estaba cansada.
-Ya… ¿vamos a tu cuarto?
-Molly…, quería…queríamos hablar contigo, por favor.
-Claro.
-Ven, vamos a sentarnos.
-Bueno…, tú dirás.
-Verás Molly, quiero que sepas que me pareces una maravillosa enfermera y que tenerte aquí cerca me está ayudando muchísimo.
-Pero… por qué hay un pero, ¿verdad?
-Sí, Molly me caes genial, de verdad, pero no quiero que malinterpretes nada, ¿de acuerdo?, quiero mucho a mi mujer, estoy loco por ella.
-¿A qué viene eso? –Molly miró a Beckett, que estaba callada. – Ya, no me digas más, tu mujer cree que siento algo por ti, ¿no?
-Molly…
-No, tranquilo, no te preocupes, a partir de ahora me limitaré a hacerte las curas y no diré ni una palabra amable, y desde luego no te ayudaré a desvestirte, ¡no quiero que tu mujer piense que quiero acostarme contigo!
-¡¿Quieres dejar de hablar como si yo no estuviera aquí?!
-Kate, cálmate por favor.
-No déjala hablar, estoy deseando saber que piensa de mí.
-No voy a entrar en ese juego.
-Claro, es mucho más fácil mandar a tu marido en vez de atreverte a discutir conmigo.
-Molly, ten cuidado…
-¿Por qué no me lo dices di una vez?, vamos dime delante de tu marido que no me soportas.
-¡Claro que no te soporto! ¡Y estoy deseando que te vayas de esta casa de una puta vez!, ¡zorra!
-¡Kate! –Castle la miró furioso, Molly sonreía triunfante. – ¡Pide disculpas inmediatamente!
-¿Qué? –Beckett lo miraba con incredulidad, Molly dejó de sonreír para mostrarse dolida.
-No te preocupes Rick, no quiero que discutáis por mi culpa, será mejor que me vaya…
-No, espera Molly. Kate, estoy harto de tus celos, Molly es una buena mujer y una gran profesional y no tiene porque soportar esto, haz el favor de disculparte. –La miró fijamente, parecía realmente enfadado. Beckett apartó la mirada y salió de la casa, dando un portazo, nunca se había sentido tan humillada. Castle suspiró, arriba Lucía no paraba de llorar, los gritos y el portazo la habían puesto nerviosa. Miró a Molly.
–Voy a ver a Lucía, ve preparando el instrumental, por favor, hoy quiero acabar rápido.
-Por supuesto y Rick…, lo siento, no quiero crearte problemas, puedo hablar con alguna amiga y decirle que me sustituya…
-Eso no será necesario, no te preocupes.
-Gracias Rick. –Le sonrió y se dirigió al cuarto.
Castle fue a ver al bebé, la pequeña ya no lloraba pero algunas lágrimas seguían corriendo por su carita. –Shhhhh, no pasa nada cielo, papá está aquí, no llores mi niña. –Le limpió el rostro y la acarició. Unas horas antes habían visitado a Sarah y se habían llevado a Lucía para que estuvieran un ratito juntas. Sarah no había parado de reírse mirando a la más pequeña con ojitos curiosos. Castle se había sentido feliz en aquel momento, al igual que Beckett, muy feliz. Suspiró y después de asegurarse de que la niña estaba bien, bajó.
Volvieron a la realidad. Castle se había levantado para dejar a la pequeña en la cuna, pero la niña volvió a llorar en cuanto dejó de sentir los brazos de su padre. Beckett se acercó y la cogió, acercándola a su pecho. La pequeña se fue calmando, mientras que cogía el anillo que colgaba de su cuello. Cuando se aseguró de que se había dormido la dejó suavemente y luego la tapó. La miró dormir, era adorable, esa niña conseguía llenarla de paz solo con verla descansar. Se volvió para volver a la cama, Castle seguía ahí, mudo, sin mostrar ninguna expresión. Ella lo miró por unos segundos y luego se dirigió a la puerta, pero el escritor le cortó el paso.
–¿Dónde has estado?
-Con Lanie.
-¿Estás bien?
-No, y no finjas que te importa.
-Kate, por favor, ya basta. ¿De acuerdo?, no sé que tengo que hacer para demostrarte que te quiero, parece que nunca es suficiente, siempre vas a seguir pensando que soy un mujeriego, que hay otra antes que tú, que solo pienso en mí, ¿qué más tengo que hacer?
-No pienso eso.
-No me mientas.
-No lo hago. Te quiero, y sé que me quieres, pero te da igual como me sienta. Solo quiero poder sentirme a gusto en mi casa, pero ya veo que pido demasiado. –Castle iba a hablar pero ella ya estaba bajando las escaleras. Se volvió un segundo para mirarle. –Quizás la culpa es mía, por pensar que este loft podría llegar a ser mi hogar. –Siguió bajando mientras que las lágrimas corrían por sus mejillas, dejándolo parado en la habitación, sin saber que decir.
Continuará...
Hoy estoy agotada así que no daba para más. Espero que aún así os guste, gracias por leer
Estaba tumbada en la cama, sin poder dormir. ¡Estúpida!, se dijo mentalmente, ya eres mayorcita, aprende a dormir sola Kate. Pero no, no aprendía, no podía dormir sin él, ya no. Se sentía muy sola, humillada, enfadada… Castle y ella no se hablaban y todo por culpa de esa maldita zorra. Escuchó llorar a Lucía y se acercó al cuarto, pero él ya estaba allí, sentado en el sillón, meciéndola. Sus miradas se cruzaron un momento, la de ella mostraba tristeza, la de él…, ella era incapaz de descifrar lo que veía en su rostro. Ambos recordaron la discusión de aquella mañana.
-Rick muchas gracias, de verdad.
-No me las des, esto va a ser desagradable, pero no quiero que estés incomoda en casa Kate.
-Gracias. –Le dio un beso y sonrió, no quería hacer pasar un mal rato a su marido, pero por fin se libraría de la enfermera. No la despediría, Castle aún necesitaba muchas curas, pero por lo menos le haría entender que no tenía nada que hacer. Llamaron al timbre, Castle suspiró y avisó a su mujer. –Déjame hablar a mí.
-Vale.
-Hola Rick, señora Beckett... –Molly sonrió a Castle. –Ayer te fuiste demasiado pronto de la fiesta, ¿te encontrabas mal?
-No, Kate estaba cansada.
-Ya… ¿vamos a tu cuarto?
-Molly…, quería…queríamos hablar contigo, por favor.
-Claro.
-Ven, vamos a sentarnos.
-Bueno…, tú dirás.
-Verás Molly, quiero que sepas que me pareces una maravillosa enfermera y que tenerte aquí cerca me está ayudando muchísimo.
-Pero… por qué hay un pero, ¿verdad?
-Sí, Molly me caes genial, de verdad, pero no quiero que malinterpretes nada, ¿de acuerdo?, quiero mucho a mi mujer, estoy loco por ella.
-¿A qué viene eso? –Molly miró a Beckett, que estaba callada. – Ya, no me digas más, tu mujer cree que siento algo por ti, ¿no?
-Molly…
-No, tranquilo, no te preocupes, a partir de ahora me limitaré a hacerte las curas y no diré ni una palabra amable, y desde luego no te ayudaré a desvestirte, ¡no quiero que tu mujer piense que quiero acostarme contigo!
-¡¿Quieres dejar de hablar como si yo no estuviera aquí?!
-Kate, cálmate por favor.
-No déjala hablar, estoy deseando saber que piensa de mí.
-No voy a entrar en ese juego.
-Claro, es mucho más fácil mandar a tu marido en vez de atreverte a discutir conmigo.
-Molly, ten cuidado…
-¿Por qué no me lo dices di una vez?, vamos dime delante de tu marido que no me soportas.
-¡Claro que no te soporto! ¡Y estoy deseando que te vayas de esta casa de una puta vez!, ¡zorra!
-¡Kate! –Castle la miró furioso, Molly sonreía triunfante. – ¡Pide disculpas inmediatamente!
-¿Qué? –Beckett lo miraba con incredulidad, Molly dejó de sonreír para mostrarse dolida.
-No te preocupes Rick, no quiero que discutáis por mi culpa, será mejor que me vaya…
-No, espera Molly. Kate, estoy harto de tus celos, Molly es una buena mujer y una gran profesional y no tiene porque soportar esto, haz el favor de disculparte. –La miró fijamente, parecía realmente enfadado. Beckett apartó la mirada y salió de la casa, dando un portazo, nunca se había sentido tan humillada. Castle suspiró, arriba Lucía no paraba de llorar, los gritos y el portazo la habían puesto nerviosa. Miró a Molly.
–Voy a ver a Lucía, ve preparando el instrumental, por favor, hoy quiero acabar rápido.
-Por supuesto y Rick…, lo siento, no quiero crearte problemas, puedo hablar con alguna amiga y decirle que me sustituya…
-Eso no será necesario, no te preocupes.
-Gracias Rick. –Le sonrió y se dirigió al cuarto.
Castle fue a ver al bebé, la pequeña ya no lloraba pero algunas lágrimas seguían corriendo por su carita. –Shhhhh, no pasa nada cielo, papá está aquí, no llores mi niña. –Le limpió el rostro y la acarició. Unas horas antes habían visitado a Sarah y se habían llevado a Lucía para que estuvieran un ratito juntas. Sarah no había parado de reírse mirando a la más pequeña con ojitos curiosos. Castle se había sentido feliz en aquel momento, al igual que Beckett, muy feliz. Suspiró y después de asegurarse de que la niña estaba bien, bajó.
Volvieron a la realidad. Castle se había levantado para dejar a la pequeña en la cuna, pero la niña volvió a llorar en cuanto dejó de sentir los brazos de su padre. Beckett se acercó y la cogió, acercándola a su pecho. La pequeña se fue calmando, mientras que cogía el anillo que colgaba de su cuello. Cuando se aseguró de que se había dormido la dejó suavemente y luego la tapó. La miró dormir, era adorable, esa niña conseguía llenarla de paz solo con verla descansar. Se volvió para volver a la cama, Castle seguía ahí, mudo, sin mostrar ninguna expresión. Ella lo miró por unos segundos y luego se dirigió a la puerta, pero el escritor le cortó el paso.
–¿Dónde has estado?
-Con Lanie.
-¿Estás bien?
-No, y no finjas que te importa.
-Kate, por favor, ya basta. ¿De acuerdo?, no sé que tengo que hacer para demostrarte que te quiero, parece que nunca es suficiente, siempre vas a seguir pensando que soy un mujeriego, que hay otra antes que tú, que solo pienso en mí, ¿qué más tengo que hacer?
-No pienso eso.
-No me mientas.
-No lo hago. Te quiero, y sé que me quieres, pero te da igual como me sienta. Solo quiero poder sentirme a gusto en mi casa, pero ya veo que pido demasiado. –Castle iba a hablar pero ella ya estaba bajando las escaleras. Se volvió un segundo para mirarle. –Quizás la culpa es mía, por pensar que este loft podría llegar a ser mi hogar. –Siguió bajando mientras que las lágrimas corrían por sus mejillas, dejándolo parado en la habitación, sin saber que decir.
Continuará...
Hoy estoy agotada así que no daba para más. Espero que aún así os guste, gracias por leer
Re: (¿+18?) La tormenta
Maten a esa tipa yaaa!
Jajajaja cada capitulo que subes me encanta
Rick se pasa de verdad -.-" en lugar de que defienda a Kate...
pero bueno, veremos que pasa
Jajajaja cada capitulo que subes me encanta
Rick se pasa de verdad -.-" en lugar de que defienda a Kate...
pero bueno, veremos que pasa
DannyyFranco- Policia de homicidios
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Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
Wooow me dejaste sin palabras, siplemente genial, solo k me puso triste el hecho de k esten enojados por culpa de la bitch!!
Re: (¿+18?) La tormenta
La enfermera es una z.....pero Kate también está un poco impertinosa...me da mucha penita Sarah
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Re: (¿+18?) La tormenta
hazme caso, no la mates! es lo peor que podrías hacer!! me divierte mucho ver cómo se desenvuelven las cosas entre caskett.. la verdad es q son muy monos y todo eso pero todo el rato besitos y caricias no molan tanto! quiero sangreee!
MUY BUEN CAPITULO, POR CIERTO!!
MUY BUEN CAPITULO, POR CIERTO!!
castleaddictedforlife- Actor en Broadway
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Re: (¿+18?) La tormenta
por cierto se me ha olvidado preguntarte si vas a subir un trozo nuevo
porfa subee nuevo y arreglaloo
porfa subee nuevo y arreglaloo
anaforo- Escritor - Policia
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Localización : Murcia. Y en una de las 20 manzanas que hay entre la casa Rick y la de Kate :)
Re: (¿+18?) La tormenta
Maria por fin puedo alcanzarte
Debo decirte que empece con tu fic esta semana y solo puedo decir que me ENCANTA
Eres una gran escritora TE FELICITO.... por favor sigue así y publica pronto
PD: mata a esa z... yaaa me tiene cansada!, es cierto que le agrega emoción pero creo que ya ha sido suficiente
Debo decirte que empece con tu fic esta semana y solo puedo decir que me ENCANTA
Eres una gran escritora TE FELICITO.... por favor sigue así y publica pronto
PD: mata a esa z... yaaa me tiene cansada!, es cierto que le agrega emoción pero creo que ya ha sido suficiente
Re: (¿+18?) La tormenta
porfavor has dicho esta tarde lo subias subelo rapido nos tienes en asquas
castlelover- As del póker
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Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 54 (Una zorra, un imbécil, decepciones y una carta)
-¿A dónde vas? –Castle miraba a su mujer, que estaba poniéndole un gorrito a Lucía, ya sentaba en el cochecito.
-Al parque, hace un buen día, volveremos para la hora de comer.
Castle suspiró. –Kate, no tienes que salir de casa cada vez que viene Molly a curarme… -Llevaban tres días así, hablaban poco y ella se marchaba cada vez que la enfermera iba a la casa. Al día siguiente Beckett empezaría a trabajar y entonces apenas se verían.
-Sí, si tengo que salir. Porque no pienso darte otra oportunidad para que me grites delante de ella.
-Por favor…, ya te he pedido perdón por lo del hospital, y lo del otro día… tienes que reconocer que te pasaste.
-Vamos a dejarlo Castle, no tengo ganas de discutir. –Castle gruñó cuando escuchó la puerta cerrarse, estaba harto de aquella situación. Sonó el teléfono.
-Hola madre.
-Hola querido, hace tiempo que no os llamaba, ¿qué tal va todo?
-Pues…, no muy bien, la verdad.
-¿Qué ocurre?, Richard, ¿ha ocurrido algo entre Kate y tú? –Castle se levantó para abrir la puerta, Molly sonrió. –Madre tengo que dejarte, ¿por qué no vienes en una hora y hablamos?
-De acuerdo, un beso.
-¿Estás bien?
-Sí, bien… ¿vamos?
-Sí, claro. –Molly observó la herida y sonrió. –Vamos, alégrate, esto está bastante bien, en unos días te librarás de mí.
Castle sonrió, por fin se acabarían las curas, aunque por otro lado no le gustaba la idea, la verdad es que en esa semana solo se reía cuando estaba con la enfermera, con Beckett apenas podía hablar. Se sintió culpable por esos pensamientos, quería a su mujer y le dolía pensar que ella no era feliz en esa casa. Castle había hecho todo lo posible para que se sintiera a gusto, ya no sabía que mas hacer y había tirado la toalla. Tampoco le gustaba la actitud de Beckett, cada vez que se marchaba se llevaba a Lucía, ni siquiera le preguntaba. Entendía su enfado, sabía que estaba dolida, al fin y al cabo se trataba de una mujer orgullosa, pero odiaba que le alejase de la niña. –Rick, Rick, ¿me estás escuchando?
-¿Qué?, perdona, sí, dime.
-Te estaba diciendo que tendrás que adelantar la cita con la doctora, ella te podrá decir cuando dejar las curas.
-De acuerdo, lo haré. Molly, muchas gracias por todo, eres una increíble enfermera.
-No exageres, además te he traído muchos problemas…
-No digas eso.
-Rick, no se te ve muy bien últimamente, unos amigos me han invitado a una fiesta esta noche, pero no quiero ir sola, ¿por qué no vienes conmigo?, despejarte te sentará bien.
-Molly no puedo…
-Rick, solo como amigos, vamos, no va pasar nada… -O sí, pensó para sí misma.
-Deja que me lo piense, te llamaré.
-Genial, ahora voy a curarte, no te muevas y tranquilo, esto ya está casi cicatrizado, no te va a doler mucho.
Una hora después Castle estaba sentado en el sofá, hablando con su madre. Martha lo escuchaba pacientemente, mientras que bebía la tercera copa de su vino favorito.
-Madre, de verdad ya no sé qué hacer, esto es insoportable, no quiero hacerle daño, pero Kate no pone mucho de su parte.
-Richard… -La puerta los interrumpió, ambos la miraron, Beckett miró a Martha sorprendida.
-¡Martha!
-Hola querida, ¿qué tal estás?
-Bien, gracias. –Ella contestó en tu tono cortante. Martha asintió y se agachó junto al cochecito. -¿Y esta chiquitina?
-Bien, hemos ido a una juguetería y se ha quedado embobada con unos títeres como los que tú le regalaste.
-¡Vaya!, aparece que mi nieta quiere seguir mis pasos, eso está bien, ¿verdad preciosa? –Lucía se rio, echando lo brazos a su abuela. La mujer sonrió y luego se dirigió a su nuera. –Kate, querida, quería pedirte un favor.
-Tú dirás.
-Bueno, quiero hacerle un regalo especial a tu padre por su cumpleaños pero no se me ocurre nada…
-Pinceles y pintura. –Martha la miró sin entender. –A mi padre le encantaba pintar y lo hace genial, pero hace mucho que lo dejó. Regálale cosas para pintar, créeme, le encantará.
-Gracias querida, ya no sabía qué hacer… -Beckett le sonrió. –Tengo que irme, mis alumnos me esperan. –Su nuera subió las escaleras, aprovechó para hablar con su hijo. –Ven mañana conmigo a comprar el regalo de Jim, tenemos que terminar esta conversación.
-Vale, nos vemos mañana madre. –La besó y cogió a Lucía en brazos, acompañando a la mujer hasta la puerta. Beckett bajaba en ese momento, fue a la cocina. Castle suspiró, dejó a la niña en el moisés y se acercó a su mujer. – ¿Qué tal la mañana?
-Bien, he comprado los regalos de los niños.
-El cumpleaños es el miércoles, ¿verdad?
-Sí, iré directa desde la comisaría, para ayudar a Lanie a prepararlo todo.
-Bien…, por cierto estoy a punto de acabar con las curas.
-Genial. –Beckett se volvió y le sonrió por un momento. Castle le devolvió la sonrisa. Vamos mejorando, pensó.
-Cariño, he estado pensando que Lucía todavía no conoce la casa de los Hamptons, podríamos llevarla este fin de semana, ¿qué te parece?
-¿Y Sarah?, quiero ir a verla todos los días, ya lo sabes. –Castle asintió, no se había acordado de eso. Su móvil sonó. -¿Molly?, la fiesta de esta noche, pues… espera un momento. –Beckett lo miraba furiosa mientras que se marchaba al dormitorio, indignada. –Kate, espera. Molly te llamo ahora.
La siguió hasta el cuarto. –Kate por favor, no pienses cosas que no son.
-¿Te vas a una fiesta?, ¿con ella?
-Iba a decirle que no.
-Te lo has pensado, ¡ya tendrías que haberle dicho que no!
-Kate, no me grites, no le he dicho que no directamente para no quedar mal, no tenía pensado decirle que sí.
-¿Para no quedar mal?, ¡¿desde cuándo te importa tanto quedar bien delante de esa mujer?!
-Kate, cálmate y haz el favor de escucharme. Molly es una buena mujer, ¿vale?, y después de cómo la trataste no quiero incomodarla más.
-No puedo creer lo que estoy oyendo. –Beckett lo miraba con incredulidad, se dirigió hacia la puerta pero Castle se lo impidió.
-Kate por favor, no soporto que estemos así, no podemos seguir así.
-No, está claro que últimamente prefieres estar con ella. Que te diviertas en la fiesta.
-¿Sabes qué?, hago todo lo posible para hacerte feliz pero ya veo que no se me da muy bien, y tranquila, si lo que quieres es un motivo para odiarla aún más te lo daré. –Cogió el móvil y llamó a la enfermera para confirmarle que iría a la fiesta. Luego miró a su mujer. Beckett lo miró durante unos segundos y luego cogió su cazadora y a Lucía y se marchó.
-Vamos Kate cálmate, todo se arreglará, no te preocupes. –Lanie miraba a su amiga que no paraba de llorar.
-Lo…, estoy…, perdiendo… No quiero perderlo Lanie. –Siguió llorando mientras que la forense la miraba preocupada.
-Tranquila, Castle te quiere, no puede vivir sin ti, no lo vas a perder. Esto solo es un bache, pero lo superareis, ya habéis discutido antes y simple lo arregláis. –La abrazó y la dejó llorar mientras que Esposito estaba en la otra habitación, jugando con los gemelos y con Lucía.
-Vamos Rick, alegra esa cara, ven, vamos a bailar. –Molly estaba encantada, cada vez veía más cerca la separación entre la inspectora y el escritor.
-Molly no tengo ganas de fiestas, de verdad, no debería haber venido.
-Vámonos entonces, podemos ir a dar una vuelta, venga. –Tiró de él y se lo llevó del local. Dieron una vuelta en silencio, Castle parecía deprimido, ella lo miró, decidida. –Rick, ¿qué ha ocurrido?
-Discutimos…
-¿Otra vez?, ¿qué ha pasado ahora?
-Se enteró de lo de esta fiesta y se enfadó.
-Vaya, si que se toma en serio lo de la propiedad privada, ni siquiera te dejar ir a una fiesta con una amiga…
-Molly…
-Rick, una mujer tan orgullosa, manipuladora, asfixiante, no sé… ¿de verdad vale la pena?
-La quiero.
-Eso no es suficiente. Te he visto con ella, se lo has dado todo y te lo paga desconfiando y gritándote…, quizás deberías replantearte todo esto.
-Molly, no tengo ganas de hablar de esto, creo que me voy a casa, necesito descansar, vamos, te acercaré.
-No es necesario, vivo aquí al lado. -Le dio un beso en la mejilla y susurró. –Llámame si necesitas hablar con alguien.
Castle suspiró, entró en la casa y se dirigió al dormitorio. Miró el móvil, estaba agotado, triste, preocupado. Marcó el número de Lanie, ella sabría donde estarían Beckett y su hija.
-¿Castle?
-Lanie… ¿está Kate contigo?
-Sí, está aquí con Lucía.
-Pásamela por favor…
-Castle…, no se encontraba muy bien y le he dado una pastilla para que se calmase.
-Dime al menos si están bien.
-Lucía está muy bien, mis niños la adoran, Kate está destrozada, dime ¿en que estabas pensando?
-Lanie...
-Castle entiendo que las cosas no os vayan muy bien pero nunca la había visto asi, cree que la vas a abandonar, ¿tanto te importa la enfermera?
-No quiero hacerle daño, pero no puedo darle la razón en todo Lanie, no es sano y lo sabes.
-¿Eso crees?, ¿Qué quiere tener la razón en todo?, Castle ¿te has parado a pensar en todo lo que ha sufrido Kate en este ultimo año?
-Yo…
-Rick, un psicópata quiere matarla o hacerle dios sabe que, ha matado a su amigo, Ryan era para ella como un hermano, y también a Jenny, se siente culpable de esas muertes. Creyó que estabas muerto, no sabes cómo fue ese mes, no comía, no hablaba, apenas cogía a la niña, simplemente no tenía ganas de vivir. Ese tío intentó arrebatarle a Lucía con ese accidente y está asustada, tiene miedo Rick, por ella misma, pero sobretodo por vosotros y ahora por si fuera poco teme que te canses y la dejes. Castle, lo ha pasado muy mal, se que tu también, pero antes ella tenía un refugio donde podía ser feliz y ese refugio era vuestra casa, ahora ya no tiene donde sentirse segura, protegida. Rick, Kate necesita un lugar donde ser feliz, donde la ames y la cuides y esa bruja se lo está quitando, y lo peor es que tú lo sabes y la dejas.
Castle no dijo nada, nunca se había sentido tan miserable. Le estaba haciendo daño a la mujer a la que más quería y ella no se lo merecía. –Lanie, necesito pedirte un favor.
-Dime.
Beckett despertó sobre las seis, se sentía desorientada. Recordó que estaba en casa de su amiga. Se levantó pero su mano rozó con un sobre. Lo miró extrañada. “Para Kate”. Distinguió la letra de su marido, abrió la carta y la leyó.
“Mi amor:
He estado toda la noche despierto, aspirando tu aroma en la almohada, sin dormir, porque te necesitaba. Kate no sé como pedirte perdón, nunca quise hacerte daño ni que te sintieras mal en nuestra casa. Eres la mujer de mi vida, estos días sin apenas hablarnos han sido una tortura. Voy a despedir a Molly, no quiero que nada se interponga entre nosotros. Te quiero Kate, como nunca he querido a nadie y espero que me perdones y vuelvas a casa. Quiero hacerte feliz mi amor, deja que te haga feliz, deja que te demuestre lo mucho que te quiero, como antes, como en nuestra Luna de Miel. Te esperaré en casa esta noche cuando llegues de trabajar, te prometo que será una noche que nunca olvidarás. Te quiero mi vida. Rick, SIEMPRE”
Beckett acarició la carta con los ojos llenos de lágrimas, tomando una decisión.
Continuará…
¿Qué decisión tomará Beckett?
¿Cómo se va a tomar Molly el despido?
¿Qué ha sido de vuestro amigo “misterioso”?
¿Cómo diablos voy a llamar a este capítulo?
Si queréis respuestas yo quiero comentarios XD. GRACIAS POR LEER!!!
-¿A dónde vas? –Castle miraba a su mujer, que estaba poniéndole un gorrito a Lucía, ya sentaba en el cochecito.
-Al parque, hace un buen día, volveremos para la hora de comer.
Castle suspiró. –Kate, no tienes que salir de casa cada vez que viene Molly a curarme… -Llevaban tres días así, hablaban poco y ella se marchaba cada vez que la enfermera iba a la casa. Al día siguiente Beckett empezaría a trabajar y entonces apenas se verían.
-Sí, si tengo que salir. Porque no pienso darte otra oportunidad para que me grites delante de ella.
-Por favor…, ya te he pedido perdón por lo del hospital, y lo del otro día… tienes que reconocer que te pasaste.
-Vamos a dejarlo Castle, no tengo ganas de discutir. –Castle gruñó cuando escuchó la puerta cerrarse, estaba harto de aquella situación. Sonó el teléfono.
-Hola madre.
-Hola querido, hace tiempo que no os llamaba, ¿qué tal va todo?
-Pues…, no muy bien, la verdad.
-¿Qué ocurre?, Richard, ¿ha ocurrido algo entre Kate y tú? –Castle se levantó para abrir la puerta, Molly sonrió. –Madre tengo que dejarte, ¿por qué no vienes en una hora y hablamos?
-De acuerdo, un beso.
-¿Estás bien?
-Sí, bien… ¿vamos?
-Sí, claro. –Molly observó la herida y sonrió. –Vamos, alégrate, esto está bastante bien, en unos días te librarás de mí.
Castle sonrió, por fin se acabarían las curas, aunque por otro lado no le gustaba la idea, la verdad es que en esa semana solo se reía cuando estaba con la enfermera, con Beckett apenas podía hablar. Se sintió culpable por esos pensamientos, quería a su mujer y le dolía pensar que ella no era feliz en esa casa. Castle había hecho todo lo posible para que se sintiera a gusto, ya no sabía que mas hacer y había tirado la toalla. Tampoco le gustaba la actitud de Beckett, cada vez que se marchaba se llevaba a Lucía, ni siquiera le preguntaba. Entendía su enfado, sabía que estaba dolida, al fin y al cabo se trataba de una mujer orgullosa, pero odiaba que le alejase de la niña. –Rick, Rick, ¿me estás escuchando?
-¿Qué?, perdona, sí, dime.
-Te estaba diciendo que tendrás que adelantar la cita con la doctora, ella te podrá decir cuando dejar las curas.
-De acuerdo, lo haré. Molly, muchas gracias por todo, eres una increíble enfermera.
-No exageres, además te he traído muchos problemas…
-No digas eso.
-Rick, no se te ve muy bien últimamente, unos amigos me han invitado a una fiesta esta noche, pero no quiero ir sola, ¿por qué no vienes conmigo?, despejarte te sentará bien.
-Molly no puedo…
-Rick, solo como amigos, vamos, no va pasar nada… -O sí, pensó para sí misma.
-Deja que me lo piense, te llamaré.
-Genial, ahora voy a curarte, no te muevas y tranquilo, esto ya está casi cicatrizado, no te va a doler mucho.
Una hora después Castle estaba sentado en el sofá, hablando con su madre. Martha lo escuchaba pacientemente, mientras que bebía la tercera copa de su vino favorito.
-Madre, de verdad ya no sé qué hacer, esto es insoportable, no quiero hacerle daño, pero Kate no pone mucho de su parte.
-Richard… -La puerta los interrumpió, ambos la miraron, Beckett miró a Martha sorprendida.
-¡Martha!
-Hola querida, ¿qué tal estás?
-Bien, gracias. –Ella contestó en tu tono cortante. Martha asintió y se agachó junto al cochecito. -¿Y esta chiquitina?
-Bien, hemos ido a una juguetería y se ha quedado embobada con unos títeres como los que tú le regalaste.
-¡Vaya!, aparece que mi nieta quiere seguir mis pasos, eso está bien, ¿verdad preciosa? –Lucía se rio, echando lo brazos a su abuela. La mujer sonrió y luego se dirigió a su nuera. –Kate, querida, quería pedirte un favor.
-Tú dirás.
-Bueno, quiero hacerle un regalo especial a tu padre por su cumpleaños pero no se me ocurre nada…
-Pinceles y pintura. –Martha la miró sin entender. –A mi padre le encantaba pintar y lo hace genial, pero hace mucho que lo dejó. Regálale cosas para pintar, créeme, le encantará.
-Gracias querida, ya no sabía qué hacer… -Beckett le sonrió. –Tengo que irme, mis alumnos me esperan. –Su nuera subió las escaleras, aprovechó para hablar con su hijo. –Ven mañana conmigo a comprar el regalo de Jim, tenemos que terminar esta conversación.
-Vale, nos vemos mañana madre. –La besó y cogió a Lucía en brazos, acompañando a la mujer hasta la puerta. Beckett bajaba en ese momento, fue a la cocina. Castle suspiró, dejó a la niña en el moisés y se acercó a su mujer. – ¿Qué tal la mañana?
-Bien, he comprado los regalos de los niños.
-El cumpleaños es el miércoles, ¿verdad?
-Sí, iré directa desde la comisaría, para ayudar a Lanie a prepararlo todo.
-Bien…, por cierto estoy a punto de acabar con las curas.
-Genial. –Beckett se volvió y le sonrió por un momento. Castle le devolvió la sonrisa. Vamos mejorando, pensó.
-Cariño, he estado pensando que Lucía todavía no conoce la casa de los Hamptons, podríamos llevarla este fin de semana, ¿qué te parece?
-¿Y Sarah?, quiero ir a verla todos los días, ya lo sabes. –Castle asintió, no se había acordado de eso. Su móvil sonó. -¿Molly?, la fiesta de esta noche, pues… espera un momento. –Beckett lo miraba furiosa mientras que se marchaba al dormitorio, indignada. –Kate, espera. Molly te llamo ahora.
La siguió hasta el cuarto. –Kate por favor, no pienses cosas que no son.
-¿Te vas a una fiesta?, ¿con ella?
-Iba a decirle que no.
-Te lo has pensado, ¡ya tendrías que haberle dicho que no!
-Kate, no me grites, no le he dicho que no directamente para no quedar mal, no tenía pensado decirle que sí.
-¿Para no quedar mal?, ¡¿desde cuándo te importa tanto quedar bien delante de esa mujer?!
-Kate, cálmate y haz el favor de escucharme. Molly es una buena mujer, ¿vale?, y después de cómo la trataste no quiero incomodarla más.
-No puedo creer lo que estoy oyendo. –Beckett lo miraba con incredulidad, se dirigió hacia la puerta pero Castle se lo impidió.
-Kate por favor, no soporto que estemos así, no podemos seguir así.
-No, está claro que últimamente prefieres estar con ella. Que te diviertas en la fiesta.
-¿Sabes qué?, hago todo lo posible para hacerte feliz pero ya veo que no se me da muy bien, y tranquila, si lo que quieres es un motivo para odiarla aún más te lo daré. –Cogió el móvil y llamó a la enfermera para confirmarle que iría a la fiesta. Luego miró a su mujer. Beckett lo miró durante unos segundos y luego cogió su cazadora y a Lucía y se marchó.
-Vamos Kate cálmate, todo se arreglará, no te preocupes. –Lanie miraba a su amiga que no paraba de llorar.
-Lo…, estoy…, perdiendo… No quiero perderlo Lanie. –Siguió llorando mientras que la forense la miraba preocupada.
-Tranquila, Castle te quiere, no puede vivir sin ti, no lo vas a perder. Esto solo es un bache, pero lo superareis, ya habéis discutido antes y simple lo arregláis. –La abrazó y la dejó llorar mientras que Esposito estaba en la otra habitación, jugando con los gemelos y con Lucía.
-Vamos Rick, alegra esa cara, ven, vamos a bailar. –Molly estaba encantada, cada vez veía más cerca la separación entre la inspectora y el escritor.
-Molly no tengo ganas de fiestas, de verdad, no debería haber venido.
-Vámonos entonces, podemos ir a dar una vuelta, venga. –Tiró de él y se lo llevó del local. Dieron una vuelta en silencio, Castle parecía deprimido, ella lo miró, decidida. –Rick, ¿qué ha ocurrido?
-Discutimos…
-¿Otra vez?, ¿qué ha pasado ahora?
-Se enteró de lo de esta fiesta y se enfadó.
-Vaya, si que se toma en serio lo de la propiedad privada, ni siquiera te dejar ir a una fiesta con una amiga…
-Molly…
-Rick, una mujer tan orgullosa, manipuladora, asfixiante, no sé… ¿de verdad vale la pena?
-La quiero.
-Eso no es suficiente. Te he visto con ella, se lo has dado todo y te lo paga desconfiando y gritándote…, quizás deberías replantearte todo esto.
-Molly, no tengo ganas de hablar de esto, creo que me voy a casa, necesito descansar, vamos, te acercaré.
-No es necesario, vivo aquí al lado. -Le dio un beso en la mejilla y susurró. –Llámame si necesitas hablar con alguien.
Castle suspiró, entró en la casa y se dirigió al dormitorio. Miró el móvil, estaba agotado, triste, preocupado. Marcó el número de Lanie, ella sabría donde estarían Beckett y su hija.
-¿Castle?
-Lanie… ¿está Kate contigo?
-Sí, está aquí con Lucía.
-Pásamela por favor…
-Castle…, no se encontraba muy bien y le he dado una pastilla para que se calmase.
-Dime al menos si están bien.
-Lucía está muy bien, mis niños la adoran, Kate está destrozada, dime ¿en que estabas pensando?
-Lanie...
-Castle entiendo que las cosas no os vayan muy bien pero nunca la había visto asi, cree que la vas a abandonar, ¿tanto te importa la enfermera?
-No quiero hacerle daño, pero no puedo darle la razón en todo Lanie, no es sano y lo sabes.
-¿Eso crees?, ¿Qué quiere tener la razón en todo?, Castle ¿te has parado a pensar en todo lo que ha sufrido Kate en este ultimo año?
-Yo…
-Rick, un psicópata quiere matarla o hacerle dios sabe que, ha matado a su amigo, Ryan era para ella como un hermano, y también a Jenny, se siente culpable de esas muertes. Creyó que estabas muerto, no sabes cómo fue ese mes, no comía, no hablaba, apenas cogía a la niña, simplemente no tenía ganas de vivir. Ese tío intentó arrebatarle a Lucía con ese accidente y está asustada, tiene miedo Rick, por ella misma, pero sobretodo por vosotros y ahora por si fuera poco teme que te canses y la dejes. Castle, lo ha pasado muy mal, se que tu también, pero antes ella tenía un refugio donde podía ser feliz y ese refugio era vuestra casa, ahora ya no tiene donde sentirse segura, protegida. Rick, Kate necesita un lugar donde ser feliz, donde la ames y la cuides y esa bruja se lo está quitando, y lo peor es que tú lo sabes y la dejas.
Castle no dijo nada, nunca se había sentido tan miserable. Le estaba haciendo daño a la mujer a la que más quería y ella no se lo merecía. –Lanie, necesito pedirte un favor.
-Dime.
Beckett despertó sobre las seis, se sentía desorientada. Recordó que estaba en casa de su amiga. Se levantó pero su mano rozó con un sobre. Lo miró extrañada. “Para Kate”. Distinguió la letra de su marido, abrió la carta y la leyó.
“Mi amor:
He estado toda la noche despierto, aspirando tu aroma en la almohada, sin dormir, porque te necesitaba. Kate no sé como pedirte perdón, nunca quise hacerte daño ni que te sintieras mal en nuestra casa. Eres la mujer de mi vida, estos días sin apenas hablarnos han sido una tortura. Voy a despedir a Molly, no quiero que nada se interponga entre nosotros. Te quiero Kate, como nunca he querido a nadie y espero que me perdones y vuelvas a casa. Quiero hacerte feliz mi amor, deja que te haga feliz, deja que te demuestre lo mucho que te quiero, como antes, como en nuestra Luna de Miel. Te esperaré en casa esta noche cuando llegues de trabajar, te prometo que será una noche que nunca olvidarás. Te quiero mi vida. Rick, SIEMPRE”
Beckett acarició la carta con los ojos llenos de lágrimas, tomando una decisión.
Continuará…
¿Qué decisión tomará Beckett?
¿Cómo se va a tomar Molly el despido?
¿Qué ha sido de vuestro amigo “misterioso”?
¿Cómo diablos voy a llamar a este capítulo?
Si queréis respuestas yo quiero comentarios XD. GRACIAS POR LEER!!!
Última edición por maria_cs el Lun Mayo 28, 2012 2:36 pm, editado 2 veces
Re: (¿+18?) La tormenta
Estoy viendo que Molly va hacer alguna de las suyas... odio a esa tia xDD
y que ganas de ver que hace Kate aunque ya me lo imagino xD
y que ganas de ver que hace Kate aunque ya me lo imagino xD
KBCAlways- As del póker
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Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
Puedes llamarle "Decepciones" (porque Kate se decepciona de que Castle se vaya de fiesta) Espero que Kate decida volver a casa y que el amigo misterioso no aparezca más!! bueno...si aparece para llevarse a la enfermera con él, no me importa.
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: (¿+18?) La tormenta
Valio la pena la espera! XD
Me encanta tu fic maria hahah y se que sonara muy impaciente pero
muero por leer el otro :B
Continuaaloo yaaa! ;D
Me encanta tu fic maria hahah y se que sonara muy impaciente pero
muero por leer el otro :B
Continuaaloo yaaa! ;D
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) La tormenta
Un buen nombre para el capítulo a mi parecer, sería "El gilipollas sin cerebro" o "El gilipollas con el cerebro entre las piernas".
Nunca llegué a pensar que este Castle fuera tan egoista y tan imbécil, pero ¡que le vamos a hacer!
Excelente capítulo, como siempre.
Nunca llegué a pensar que este Castle fuera tan egoista y tan imbécil, pero ¡que le vamos a hacer!
Excelente capítulo, como siempre.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) La tormenta
Solo esto: Lanie es mi idola, al fin alguien le abrio los ojos!!!!
Tan dificil era????
Tan dificil era????
silvanalino- Escritor - Policia
- Mensajes : 2439
Fecha de inscripción : 01/12/2010
Edad : 51
Re: (¿+18?) La tormenta
Esta tarde-noche capitulo nuevo, creo que os gustará, gracias por todos los comentarios.
Re: (¿+18?) La tormenta
Capítulo 55 Perdonar
-Inspectora Beckett, me alegro de que esté de vuelta, aquí tiene. –La capitana le tendió la placa y la pistola. Beckett sonrió agradecida. –Esposito le está esperando, parece que tienen nuevas pistas sobre el caso.
-Bien.
-Una cosa más. –Beckett se volvió. –Dejaré que usted y el detective Esposito lleven este caso aunque sea personal, pero esto no volverá a suceder.
-Sí, señor.
-¿Qué te ha dicho?
-Se alegra de verme de vuelta. –Esposito sonrió.
-Beckett, ¿qué vas a hacer con lo de Castle?
-Eso es cosa mía Esposito, pero no te preocupes, esta noche no dormiré en vuestra casa.
-Sabes que puedes quedarte todo el tiempo que quieras.
-Lo sé, gracias. Ahora, ¿qué tenemos?
-Verás, ¿recuerdas que Lanie dijo que el asesino había querido estrangular a Jenny antes de dispararle?
-Sí…
-Bien, pues tenemos una teoría.
-¿Cuál?
-Creemos que tiene un cómplice, que este debía ser quien la asesinara pero no fue capaz y por eso el psicópata le disparó.
-¿Cómo has llegado a esa conclusión?
-Bueno he pensado que ese tío necesita ayuda para llevar a cabo sus planes, para guardarse las espaldas. Primero tenía a Wilson, pero como lo cogimos se buscó a otro.
-Tiene sentido, pero no podemos probarlo.
-Lo sé… pero sin pruebas he pensado que podemos seguir el estilo Castle.
-¿Decir teorías sin ton ni son hasta que tengamos razón con una?
-Más o menos, si por lo menos encontramos algo nuevo...
-Tenemos que encontrar su guarida, el lugar donde comete los crímenes.
-¿Cómo lo hacemos?
-No lo sé, es todo tan frustrante, tenemos que encontrarlo Esposito, no podemos dejar que siga destruyendo nuestras vidas.
-Lo encontraremos Beckett, no sé cómo pero lo encontraremos.
-He pensado que podemos establecer un perímetro relacionando los sitios donde dejó a Alexis, a la doctora y a Jenny, Nueva York es enorme y así podemos reducir un poco la búsqueda en los edificios de dentro del perímetro.
-¿Ves?, por eso te echaba de menos.
-Me sorprende que no lo hayáis hecho antes.
-Ya bueno, no hurgues en la herida, vamos.
Cogieron un mapa y trazaron el perímetro. Beckett frunció el ceño. –Demasiado terreno.
-Pero es mejor que toda la ciudad, ¿no?
-Sí, ordena que busquen todas las videocámaras que grabasen en ese perímetro el día en que encontramos a Jenny.
-¿Todas?
-Sí, empezando por las que estén en estos cuatro edificios. –Señaló los cuatro edificios cercanos al descampado donde habían encontrado el cuerpo de su amiga. –Yo mientras haré lo mismo pero mirando el día que mataron a la doctora. Avisa si encuentras algo.
-Claro.
Estuvieron todo el día haciendo llamadas y recibiendo y mirando videos. Beckett se frotó los ojos, agotada. Miró el reloj, eran las siete. Tenía que ir a por Lucía a casa de Lanie. Dan le sonrió.
-Hola Kate, Lanie aún no ha llegado, ¿quieres esperarla?
-No Dan, tengo prisa, ¿cómo se ha portado Lucía?
-Genial, mucho mejor que este par de bichos, los prefería cuando no sabían andar.
Beckett se rio. –Muchas gracias por cuidarla Dan, puedo pagarte como niñera...
-Ni hablar, yo vivo aquí y a cambio cuido de los bebés, ese es el trato con mi hermana.
-Bien, tengo que irme, muchas gracias otra vez.
-No hay de qué. –Cogió a la pequeña y tras hacerle unas cosquillas se marchó. Condujo hasta llegar a la casa, golpeando la puerta.
-¡Kate, querida!
-Hola Martha, escucha, ya sé que es muy tarde y que no te he avisado pero… ¿podrías quedarte con Lucía esta noche?
-Por supuesto, no te preocupes, me encantará quedarme con mi niña, aunque si me cuentas el motivo…
-Bueno, digamos que Rick y yo merecemos una noche para hablar y estar solos.
-Por supuesto, disfruta de la noche querida, y si ves que mi hijo va a meter la pata bésalo y llévatelo al dormitorio, no dejes que lo arruine.
-Seguiré tu consejo, gracias Martha. –Le dio un beso y otro a la niña y se marchó.
Se paró frente a la puerta, respirando hondo. Abrió y se quedó con la boca abierta.
Castle se había tomado en serio lo de darle una noche especial. Había decorado la sala con cientos de velas, algunas aromáticas que daban una sensación muy agradable. La mesa estaba lista, con un bonito mantel y un precioso ramo de rosas de varios colores en el centro. Sonaba música lenta y romántica. Además un camino de pétalos, también de rosas, llevaba hasta el dormitorio. Por último él estaba en la cocina, de espaldas a la puerta, con el delantal. Estaba muy guapo, con unos simples vaqueros y una camisa roja que le sentaba genial. Se acercó a la mesa al darse cuenta de que había una tarjeta en el ramo.
“He pensado en recorrer todas las floristerías de Nueva York para encontrar unas flores que igualaran tu belleza, pero me he dado cuenta de que sería una tarea inútil. Aún así, espero que te gusten.”
Sonrió, él seguía de espaldas a ella, como si no hubiera notado su presencia. Aprovechó para marchar hasta el dormitorio, con cuidado de no pisar las flores. Se duchó a toda prisa y luego buscó en el armario hasta encontrar el vestido que quería. Se dejó el pelo recogido a un lado, rizado y se maquilló suavemente, excepto en los ojos, con la intención de reforzar esa belleza que ya de por sí tenían. Se puso unos tacones a juego con el vestido y luego salió.
Castle estaba colocando los platos en la mesa, olía de maravilla. Se acercó a él, sonriendo. Su marido levantó la mirada y la miró sin poder hablar.
-¿Te gusta?
-Mucho. No sabía que lo conservaras.
-Me lo regalaste tú, no iba a tirarlo.
-Estás preciosa, te queda incluso mejor que antes ahora que tienes el pelo largo. –Castle sonrió, recordando el día, cinco años atrás, que le había llevado ese vestido con una tarjeta como si fuera el hada madrina de Cenicienta. Entonces no sabía si ella iba a aceptarlo, pero cuando la vio entrar en su casa mientras que su madre le ponía su collar se dijo así mismo que era la mujer más hermosa que había visto nunca, y ahora la veía incluso más guapa que antes. Se acercó a ella y la miró, antes de besarla suavemente en los labios. –Gracias por haber venido.
-Gracias por haber hecho todo esto, las flores son preciosas Rick, me encantan.
-Me alegro, ven vamos a sentarnos, estarás muerta de hambre. –La acercó a la mesa y se sentó enfrente de ella. –Me ha llamado mi madre, me alegro de que hayas dejado a la niña con ella, así tendremos más tiempo para nosotros.
-Lo sé, aún así me gustaría que este fin de semana fuéramos a algún lado los tres juntos, hace mucho que no pasamos un día en familia.
-Por supuesto. –Se quedaron en silencio mirándose. Castle estaba pendiente a cada gesto de ella. -¿Te sirvo?
-Por favor. –Se fijó en algo. –Rick, no puedes beber…
-Hoy he tenido cita, ya no me duele y voy a dejar las pastillas, tengo el alta completa, puedo volver a beber y hacer otras… cosas.
-No sabes cómo me alegra oír eso.
Volvieron a quedarse en silencio. Beckett probó la carne que Castle había preparado y sonrió. –Esto está delicioso.
-Gracias. ¿Qué tal la vuelta al trabajo?
-Muy bien, Gates estaba muy simpática.
-Genial. –Otra vez silencio. Se concentraron cada uno en su plato, sin dejar de echarse alguna mirada. Cuando terminaron Castle sonrió. –Tengo una sorpresa de postre, aunque antes prefiero tomarme una copa contigo en el sofá.
-Vamos entonces.
Se sentaron en el sofá, con las copas de vino. Castle la miró y después de aclarar algunas cosas es su cabeza le cogió la mano y empezó a hablar.
-Mi amor creo que nos debemos una charla, ¿no?
-Sí, Rick yo… -Él la interrumpió, poniendo un dedo en sus labios.
-Deja que empiece yo, por favor.
-De acuerdo.
-Kate, antes que nada quiero que sepas que esta mañana he despedido a Molly.
-Gracias, Rick sé qué piensas que son imaginaciones mías, pero de verdad no puedo con ella…
-Shhhh, déjame hablar cariño. No me importa, lo único que me importa es que tú seas feliz y que podamos volver a estar como antes. Te quiero Kate y odio verte triste o herida… Sé que durante estos días he sido un imbécil y que no he pensado en ti como debería haber hecho, pero ahora estoy aquí y quiero que sepas que todo va a cambiar. La vida se nos ha complicado mucho gracias a ese psicópata, pero quiero que dentro de esta casa olvidemos las preocupaciones e intentemos ser felices, como cualquier otra pareja que vive su primer año de matrimonio. Este será nuestro refugio Kate, tuyo y mío, de los dos, para ser felices. ¿Qué me dices?
Por toda respuesta lo tomó de la nuca y lo besó profundamente, susurrando un “Te quiero” sobre sus labios. Apoyó la cabeza en su hombro y sonrió feliz.
-¿Eso significa que me perdonas?
-¿Tengo que decírtelo todo?
-Por favor, necesito oírlo.
-Sí, te perdono, te quiero, gracias por todo lo qué has preparado esta noche.
-Gracias cariño.
-No me las des, gracias por comprenderme Rick, sé que he podido parecer una caprichosa…
-No digas eso, todos queremos estar a gusto en nuestro hogar ¿no?
-Te quiero.
-Yo también.
Estuvieron un rato abrazados en el sofá, sin moverse. Beckett se incorporó y lo miró. -¿Quién va a hacerte las curas ahora?
-Pues solo se trata de echarme alcohol con un algodón y ponerme un apósito nuevo, podré hacerlo.
-Si necesitas ayudas…
-Lo tendré en cuenta.
Volvieron a quedarse en silencio, mientras que él acariciaba su mano. Beckett lo miró de nuevo, esta vez un poco nerviosa.
-¿Estás bien?
-De maravilla… Rick, lo de que ya tienes el alta… ¿es verdad?
Castle la miró y sonrió levantando las cejas, con ese gesto tan suyo. –Sí mi amor, de hecho esos pétalos me están pidiendo a gritos que te lleve a nuestra cama.
-Deberías hacerles caso. –Se rieron. Castle se levantó y le tendió la mano, que ella aceptó, feliz con una mirada sensual y llena de deseo. La guió por el camino de rosas y la miró sonriendo. Al entrar en la habitación la abrazó por detrás, besando lentamente su cuello, oyéndola gemir.
-Rick… como te echaba de menos…
-Y yo a ti cariño. –Desabrochó su vestido y fue bajándolo hasta que cayó al suelo, dejándola solo con tacones y con un tanga diminuto, rojo. La acarició con las manos, pero también con la mirada.
-¿Disfrutando de la vista?
-Sí, echaba de menos este paisaje, es precioso. –Se volvió sonriéndole, mordiéndose el labio, como solía hacer para volverlo loco. Lo miró a los ojos, nunca lo había visto tan entregado. Él le tomó el rostro con las manos y la besó apasionadamente haciéndola caminar hacia atrás, hasta que chocó contra la cama. La hizo recostar y se tumbó sobre ella, concentrándose en su cuello, notando sus dedos en su pelo. Sonrió sobre su hombro.
-No te muevas, vengo enseguida.
-¿A dónde…vas? –Lo miró extrañada, no quería que se apartara de ella ni un segundo, no ahora que la estaba matando de deseo.
-Ya te dije que tenía una sorpresa para el postre.
-Rick… -Lo escuchó en la cocina.-Rick olvídate del postre y vuelve aquí. –El hombre la miró divertido, llevaba dos cuencos en las manos, se acercó a ella y los dejó sobre la mesita, quitándose la camisa.
-¿Impaciente, inspectora?
-Sí, ¿qué es eso? –Miró con curiosidad los cuencos, sonriendo al ver el contenido. -¿Recordando una buena noche, Ricky?
-De las mejores. –Castle se quitó la ropa que le quedaba y tras quitarle el tanga se volvió a tumbar sobre ella, atrapando sus labios con los suyos, mordiéndolos, provocándola. –Te quiero Kate, quiero que esta noche sea especial. –Bajó dejándole un rastro de besos cortos hasta llegar a sus pechos, mordió uno mientras que su mano se dirigía hasta el cuenco con chocolate, manchando el otro pezón. Kate gimió de placer al sentir como su lengua lamía con avidez, endureciéndolo. –Rick…
-¿Quieres probar?
Ella sonrió y asintió. Castle mojó una fresa en chocolate y la miró, colocó la fresa sobre sus labios, mirándola morder. Luego le limpió los labios con su lengua y se manchó los dedos con el chocolate, acercándolos a su boca. Beckett los lamió sensualmente sin apartar la mirada de la de él, Castle gimió solo con verla hacer aquello. Cogió el cuenco del chocolate y sonriendo dejó un rastro desde sus pechos hasta su vientre, la miró durante unos segundos, pidiendo permiso. Ella asintió, observando cómo derramaba un poco del dulce sobre su clítoris. El escritor sonrió satisfecho y volviendo a sus pechos empezó a limpiar el chocolate, atento a sus gemidos. Beckett estaba ya completamente enloquecida cuando su marido separó sus piernas y comenzó a saborearla. Castle sentía como se retorcía de placer ante las caricias de su lengua. Introdujo dos dedos dentro de ella y los movió con rapidez sintiendo como el orgasmo empezaba a poseerla, haciéndola temblar y gritar. –Rick, no pares…, sigue mi amor, sigue…, ohhhh, ¡RICK!
Cuando pudo respirar con normalidad se incorporó, arrodillándose en la cama, tomándolo de la nuca y besándolo con pasión. –Ahora me toca a mí. –Lo obligó a tumbarse y lo miró con deseo. Acarició su pecho, con cuidado de no tocar el apósito. Cogió el cuenco del chocolate y sonrió. –Es usted muy goloso señor Castle, apenas me ha dejado nada para jugar.
-La culpa es suya, no debería ser tan irresistible inspectora. –Ella lo miró y agachándose besó sus labios, su cuello, su torso, bajando sin dejar de mirarlo provocativamente. Lo tomó con la mano, apretando suavemente. –Dios Kate, vas a matarme.
-Creía que tenía usted mejor resistencia señor escritor. –Lo miró una última vez antes de echar lo poco que quedaba del dulce sobre él y empezar a lamerlo, primero despacio, luego rápido, arriba, abajo, uniendo su mano a ese juego. Castle no paraba de gemir. –Kate…, por favor…, deja que te haga el amor… -Sonrió y tras acariciarlo unos segundos más volvió a su rostro, mordiéndole el lóbulo de la oreja. – Te quiero..., te deseo..., te necesito..., hazme el amor Ricky…
La tumbó y la penetró mirándola a los ojos, soltando ambos un gemido cuando sintieron como los cuerpos se unían. Castle empezó a moverse, despacio, tratando de retrasar su orgasmo todo lo posible, pero los días de abstinencia, unidos a las palabras y las caricias de su mujer se lo estaban poniendo difícil. Beckett también sentía como estaba cerca, solo necesitaba un poco más. –Rick…,sigue mi amor, más rápido, vamos mi amor, te quiero…
Aumentó el ritmo, mientras que se centraba en morder ese punto débil de su cuello, animándola. –Vamos Kate, vamos, te quiero… -Llevó su mano hasta su clítoris y la acarició haciéndola gritar.
-¡RICK!
-¡KATE!
El orgasmo los atrapó a ambos, sintiendo como perdían todo contacto con la realidad. Beckett se aferró a sus hombros, clavándole las uñas, respirando con dificultad. Castle se dejó caer, completamente rendido, respirando con dificultad. Acarició su rostro, sonriendo, ella le miró emocionada, con los ojos llorosos.
-Te quiero.
-Y yo a ti, siempre.
Continuará...
Gracias por leer y por comentar
-Inspectora Beckett, me alegro de que esté de vuelta, aquí tiene. –La capitana le tendió la placa y la pistola. Beckett sonrió agradecida. –Esposito le está esperando, parece que tienen nuevas pistas sobre el caso.
-Bien.
-Una cosa más. –Beckett se volvió. –Dejaré que usted y el detective Esposito lleven este caso aunque sea personal, pero esto no volverá a suceder.
-Sí, señor.
-¿Qué te ha dicho?
-Se alegra de verme de vuelta. –Esposito sonrió.
-Beckett, ¿qué vas a hacer con lo de Castle?
-Eso es cosa mía Esposito, pero no te preocupes, esta noche no dormiré en vuestra casa.
-Sabes que puedes quedarte todo el tiempo que quieras.
-Lo sé, gracias. Ahora, ¿qué tenemos?
-Verás, ¿recuerdas que Lanie dijo que el asesino había querido estrangular a Jenny antes de dispararle?
-Sí…
-Bien, pues tenemos una teoría.
-¿Cuál?
-Creemos que tiene un cómplice, que este debía ser quien la asesinara pero no fue capaz y por eso el psicópata le disparó.
-¿Cómo has llegado a esa conclusión?
-Bueno he pensado que ese tío necesita ayuda para llevar a cabo sus planes, para guardarse las espaldas. Primero tenía a Wilson, pero como lo cogimos se buscó a otro.
-Tiene sentido, pero no podemos probarlo.
-Lo sé… pero sin pruebas he pensado que podemos seguir el estilo Castle.
-¿Decir teorías sin ton ni son hasta que tengamos razón con una?
-Más o menos, si por lo menos encontramos algo nuevo...
-Tenemos que encontrar su guarida, el lugar donde comete los crímenes.
-¿Cómo lo hacemos?
-No lo sé, es todo tan frustrante, tenemos que encontrarlo Esposito, no podemos dejar que siga destruyendo nuestras vidas.
-Lo encontraremos Beckett, no sé cómo pero lo encontraremos.
-He pensado que podemos establecer un perímetro relacionando los sitios donde dejó a Alexis, a la doctora y a Jenny, Nueva York es enorme y así podemos reducir un poco la búsqueda en los edificios de dentro del perímetro.
-¿Ves?, por eso te echaba de menos.
-Me sorprende que no lo hayáis hecho antes.
-Ya bueno, no hurgues en la herida, vamos.
Cogieron un mapa y trazaron el perímetro. Beckett frunció el ceño. –Demasiado terreno.
-Pero es mejor que toda la ciudad, ¿no?
-Sí, ordena que busquen todas las videocámaras que grabasen en ese perímetro el día en que encontramos a Jenny.
-¿Todas?
-Sí, empezando por las que estén en estos cuatro edificios. –Señaló los cuatro edificios cercanos al descampado donde habían encontrado el cuerpo de su amiga. –Yo mientras haré lo mismo pero mirando el día que mataron a la doctora. Avisa si encuentras algo.
-Claro.
Estuvieron todo el día haciendo llamadas y recibiendo y mirando videos. Beckett se frotó los ojos, agotada. Miró el reloj, eran las siete. Tenía que ir a por Lucía a casa de Lanie. Dan le sonrió.
-Hola Kate, Lanie aún no ha llegado, ¿quieres esperarla?
-No Dan, tengo prisa, ¿cómo se ha portado Lucía?
-Genial, mucho mejor que este par de bichos, los prefería cuando no sabían andar.
Beckett se rio. –Muchas gracias por cuidarla Dan, puedo pagarte como niñera...
-Ni hablar, yo vivo aquí y a cambio cuido de los bebés, ese es el trato con mi hermana.
-Bien, tengo que irme, muchas gracias otra vez.
-No hay de qué. –Cogió a la pequeña y tras hacerle unas cosquillas se marchó. Condujo hasta llegar a la casa, golpeando la puerta.
-¡Kate, querida!
-Hola Martha, escucha, ya sé que es muy tarde y que no te he avisado pero… ¿podrías quedarte con Lucía esta noche?
-Por supuesto, no te preocupes, me encantará quedarme con mi niña, aunque si me cuentas el motivo…
-Bueno, digamos que Rick y yo merecemos una noche para hablar y estar solos.
-Por supuesto, disfruta de la noche querida, y si ves que mi hijo va a meter la pata bésalo y llévatelo al dormitorio, no dejes que lo arruine.
-Seguiré tu consejo, gracias Martha. –Le dio un beso y otro a la niña y se marchó.
Se paró frente a la puerta, respirando hondo. Abrió y se quedó con la boca abierta.
Castle se había tomado en serio lo de darle una noche especial. Había decorado la sala con cientos de velas, algunas aromáticas que daban una sensación muy agradable. La mesa estaba lista, con un bonito mantel y un precioso ramo de rosas de varios colores en el centro. Sonaba música lenta y romántica. Además un camino de pétalos, también de rosas, llevaba hasta el dormitorio. Por último él estaba en la cocina, de espaldas a la puerta, con el delantal. Estaba muy guapo, con unos simples vaqueros y una camisa roja que le sentaba genial. Se acercó a la mesa al darse cuenta de que había una tarjeta en el ramo.
“He pensado en recorrer todas las floristerías de Nueva York para encontrar unas flores que igualaran tu belleza, pero me he dado cuenta de que sería una tarea inútil. Aún así, espero que te gusten.”
Sonrió, él seguía de espaldas a ella, como si no hubiera notado su presencia. Aprovechó para marchar hasta el dormitorio, con cuidado de no pisar las flores. Se duchó a toda prisa y luego buscó en el armario hasta encontrar el vestido que quería. Se dejó el pelo recogido a un lado, rizado y se maquilló suavemente, excepto en los ojos, con la intención de reforzar esa belleza que ya de por sí tenían. Se puso unos tacones a juego con el vestido y luego salió.
Castle estaba colocando los platos en la mesa, olía de maravilla. Se acercó a él, sonriendo. Su marido levantó la mirada y la miró sin poder hablar.
-¿Te gusta?
-Mucho. No sabía que lo conservaras.
-Me lo regalaste tú, no iba a tirarlo.
-Estás preciosa, te queda incluso mejor que antes ahora que tienes el pelo largo. –Castle sonrió, recordando el día, cinco años atrás, que le había llevado ese vestido con una tarjeta como si fuera el hada madrina de Cenicienta. Entonces no sabía si ella iba a aceptarlo, pero cuando la vio entrar en su casa mientras que su madre le ponía su collar se dijo así mismo que era la mujer más hermosa que había visto nunca, y ahora la veía incluso más guapa que antes. Se acercó a ella y la miró, antes de besarla suavemente en los labios. –Gracias por haber venido.
-Gracias por haber hecho todo esto, las flores son preciosas Rick, me encantan.
-Me alegro, ven vamos a sentarnos, estarás muerta de hambre. –La acercó a la mesa y se sentó enfrente de ella. –Me ha llamado mi madre, me alegro de que hayas dejado a la niña con ella, así tendremos más tiempo para nosotros.
-Lo sé, aún así me gustaría que este fin de semana fuéramos a algún lado los tres juntos, hace mucho que no pasamos un día en familia.
-Por supuesto. –Se quedaron en silencio mirándose. Castle estaba pendiente a cada gesto de ella. -¿Te sirvo?
-Por favor. –Se fijó en algo. –Rick, no puedes beber…
-Hoy he tenido cita, ya no me duele y voy a dejar las pastillas, tengo el alta completa, puedo volver a beber y hacer otras… cosas.
-No sabes cómo me alegra oír eso.
Volvieron a quedarse en silencio. Beckett probó la carne que Castle había preparado y sonrió. –Esto está delicioso.
-Gracias. ¿Qué tal la vuelta al trabajo?
-Muy bien, Gates estaba muy simpática.
-Genial. –Otra vez silencio. Se concentraron cada uno en su plato, sin dejar de echarse alguna mirada. Cuando terminaron Castle sonrió. –Tengo una sorpresa de postre, aunque antes prefiero tomarme una copa contigo en el sofá.
-Vamos entonces.
Se sentaron en el sofá, con las copas de vino. Castle la miró y después de aclarar algunas cosas es su cabeza le cogió la mano y empezó a hablar.
-Mi amor creo que nos debemos una charla, ¿no?
-Sí, Rick yo… -Él la interrumpió, poniendo un dedo en sus labios.
-Deja que empiece yo, por favor.
-De acuerdo.
-Kate, antes que nada quiero que sepas que esta mañana he despedido a Molly.
-Gracias, Rick sé qué piensas que son imaginaciones mías, pero de verdad no puedo con ella…
-Shhhh, déjame hablar cariño. No me importa, lo único que me importa es que tú seas feliz y que podamos volver a estar como antes. Te quiero Kate y odio verte triste o herida… Sé que durante estos días he sido un imbécil y que no he pensado en ti como debería haber hecho, pero ahora estoy aquí y quiero que sepas que todo va a cambiar. La vida se nos ha complicado mucho gracias a ese psicópata, pero quiero que dentro de esta casa olvidemos las preocupaciones e intentemos ser felices, como cualquier otra pareja que vive su primer año de matrimonio. Este será nuestro refugio Kate, tuyo y mío, de los dos, para ser felices. ¿Qué me dices?
Por toda respuesta lo tomó de la nuca y lo besó profundamente, susurrando un “Te quiero” sobre sus labios. Apoyó la cabeza en su hombro y sonrió feliz.
-¿Eso significa que me perdonas?
-¿Tengo que decírtelo todo?
-Por favor, necesito oírlo.
-Sí, te perdono, te quiero, gracias por todo lo qué has preparado esta noche.
-Gracias cariño.
-No me las des, gracias por comprenderme Rick, sé que he podido parecer una caprichosa…
-No digas eso, todos queremos estar a gusto en nuestro hogar ¿no?
-Te quiero.
-Yo también.
Estuvieron un rato abrazados en el sofá, sin moverse. Beckett se incorporó y lo miró. -¿Quién va a hacerte las curas ahora?
-Pues solo se trata de echarme alcohol con un algodón y ponerme un apósito nuevo, podré hacerlo.
-Si necesitas ayudas…
-Lo tendré en cuenta.
Volvieron a quedarse en silencio, mientras que él acariciaba su mano. Beckett lo miró de nuevo, esta vez un poco nerviosa.
-¿Estás bien?
-De maravilla… Rick, lo de que ya tienes el alta… ¿es verdad?
Castle la miró y sonrió levantando las cejas, con ese gesto tan suyo. –Sí mi amor, de hecho esos pétalos me están pidiendo a gritos que te lleve a nuestra cama.
-Deberías hacerles caso. –Se rieron. Castle se levantó y le tendió la mano, que ella aceptó, feliz con una mirada sensual y llena de deseo. La guió por el camino de rosas y la miró sonriendo. Al entrar en la habitación la abrazó por detrás, besando lentamente su cuello, oyéndola gemir.
-Rick… como te echaba de menos…
-Y yo a ti cariño. –Desabrochó su vestido y fue bajándolo hasta que cayó al suelo, dejándola solo con tacones y con un tanga diminuto, rojo. La acarició con las manos, pero también con la mirada.
-¿Disfrutando de la vista?
-Sí, echaba de menos este paisaje, es precioso. –Se volvió sonriéndole, mordiéndose el labio, como solía hacer para volverlo loco. Lo miró a los ojos, nunca lo había visto tan entregado. Él le tomó el rostro con las manos y la besó apasionadamente haciéndola caminar hacia atrás, hasta que chocó contra la cama. La hizo recostar y se tumbó sobre ella, concentrándose en su cuello, notando sus dedos en su pelo. Sonrió sobre su hombro.
-No te muevas, vengo enseguida.
-¿A dónde…vas? –Lo miró extrañada, no quería que se apartara de ella ni un segundo, no ahora que la estaba matando de deseo.
-Ya te dije que tenía una sorpresa para el postre.
-Rick… -Lo escuchó en la cocina.-Rick olvídate del postre y vuelve aquí. –El hombre la miró divertido, llevaba dos cuencos en las manos, se acercó a ella y los dejó sobre la mesita, quitándose la camisa.
-¿Impaciente, inspectora?
-Sí, ¿qué es eso? –Miró con curiosidad los cuencos, sonriendo al ver el contenido. -¿Recordando una buena noche, Ricky?
-De las mejores. –Castle se quitó la ropa que le quedaba y tras quitarle el tanga se volvió a tumbar sobre ella, atrapando sus labios con los suyos, mordiéndolos, provocándola. –Te quiero Kate, quiero que esta noche sea especial. –Bajó dejándole un rastro de besos cortos hasta llegar a sus pechos, mordió uno mientras que su mano se dirigía hasta el cuenco con chocolate, manchando el otro pezón. Kate gimió de placer al sentir como su lengua lamía con avidez, endureciéndolo. –Rick…
-¿Quieres probar?
Ella sonrió y asintió. Castle mojó una fresa en chocolate y la miró, colocó la fresa sobre sus labios, mirándola morder. Luego le limpió los labios con su lengua y se manchó los dedos con el chocolate, acercándolos a su boca. Beckett los lamió sensualmente sin apartar la mirada de la de él, Castle gimió solo con verla hacer aquello. Cogió el cuenco del chocolate y sonriendo dejó un rastro desde sus pechos hasta su vientre, la miró durante unos segundos, pidiendo permiso. Ella asintió, observando cómo derramaba un poco del dulce sobre su clítoris. El escritor sonrió satisfecho y volviendo a sus pechos empezó a limpiar el chocolate, atento a sus gemidos. Beckett estaba ya completamente enloquecida cuando su marido separó sus piernas y comenzó a saborearla. Castle sentía como se retorcía de placer ante las caricias de su lengua. Introdujo dos dedos dentro de ella y los movió con rapidez sintiendo como el orgasmo empezaba a poseerla, haciéndola temblar y gritar. –Rick, no pares…, sigue mi amor, sigue…, ohhhh, ¡RICK!
Cuando pudo respirar con normalidad se incorporó, arrodillándose en la cama, tomándolo de la nuca y besándolo con pasión. –Ahora me toca a mí. –Lo obligó a tumbarse y lo miró con deseo. Acarició su pecho, con cuidado de no tocar el apósito. Cogió el cuenco del chocolate y sonrió. –Es usted muy goloso señor Castle, apenas me ha dejado nada para jugar.
-La culpa es suya, no debería ser tan irresistible inspectora. –Ella lo miró y agachándose besó sus labios, su cuello, su torso, bajando sin dejar de mirarlo provocativamente. Lo tomó con la mano, apretando suavemente. –Dios Kate, vas a matarme.
-Creía que tenía usted mejor resistencia señor escritor. –Lo miró una última vez antes de echar lo poco que quedaba del dulce sobre él y empezar a lamerlo, primero despacio, luego rápido, arriba, abajo, uniendo su mano a ese juego. Castle no paraba de gemir. –Kate…, por favor…, deja que te haga el amor… -Sonrió y tras acariciarlo unos segundos más volvió a su rostro, mordiéndole el lóbulo de la oreja. – Te quiero..., te deseo..., te necesito..., hazme el amor Ricky…
La tumbó y la penetró mirándola a los ojos, soltando ambos un gemido cuando sintieron como los cuerpos se unían. Castle empezó a moverse, despacio, tratando de retrasar su orgasmo todo lo posible, pero los días de abstinencia, unidos a las palabras y las caricias de su mujer se lo estaban poniendo difícil. Beckett también sentía como estaba cerca, solo necesitaba un poco más. –Rick…,sigue mi amor, más rápido, vamos mi amor, te quiero…
Aumentó el ritmo, mientras que se centraba en morder ese punto débil de su cuello, animándola. –Vamos Kate, vamos, te quiero… -Llevó su mano hasta su clítoris y la acarició haciéndola gritar.
-¡RICK!
-¡KATE!
El orgasmo los atrapó a ambos, sintiendo como perdían todo contacto con la realidad. Beckett se aferró a sus hombros, clavándole las uñas, respirando con dificultad. Castle se dejó caer, completamente rendido, respirando con dificultad. Acarició su rostro, sonriendo, ella le miró emocionada, con los ojos llorosos.
-Te quiero.
-Y yo a ti, siempre.
Continuará...
Gracias por leer y por comentar
Última edición por maria_cs el Sáb Mayo 19, 2012 10:58 am, editado 1 vez
Re: (¿+18?) La tormenta
Siguee! espero que ya cojan al psicopata, tengo ganas de saber quien es!
KBCAlways- As del póker
- Mensajes : 444
Fecha de inscripción : 11/03/2012
Edad : 29
Localización : Granada
Re: (¿+18?) La tormenta
PERFECTO! me encanta que hayan vuelto las cosas a su lugar entre castle y kate, se merecen un respiro (aunque de verdad esperaba que hubiese sangre). xD
tienes que seguir pronto porque mee encanta tu ficcc por favor!
tienes que seguir pronto porque mee encanta tu ficcc por favor!
castleaddictedforlife- Actor en Broadway
- Mensajes : 186
Fecha de inscripción : 01/04/2012
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