Castle---(Pasado por agua)/Atracción fatal--- CAPÍTULOS 1-17/ ACTUALIZADO (20/10)

Hola a Tod@s! Sé que ha pasado bastante tiempo desde mi último capítulo pero no he podido subir antes. Y cuando digo que no he podido, lo digo en serio. He estado bastante bloqueada (en parte porque si os digo la verdad, me sentí un poco cohibida por los pedazo comentarios que hicisteis la última vez... Tenía miedo de defraudaros con el nuevo cap.) Como sé que la escena de sexo de caskett es algo casi imprescindible en un fic, me he visto obligada a escribirla, aunque no me convence mucho el resultado. No quería ser demasiado explícita con la situación así que no sé si se puede considerar como una escena hot! (LOL)
Ya me estoy liando yo sola... en fin, espero que os guste. Ahora intentaré escribir de manera más continua para que no pasen tantos días entre cap y cap. Gracias por leer!

CAPÍTULO 13

Kate se despertó en medio de la noche a causa de la lluvia, que golpeaba el cristal de la ventana sin descanso. Sentía frío por todas partes y observó, para su gran vergüenza, que estaba completamente desnuda. A su lado, profundamente dormido, estaba él. Su corazón comenzó a latir desbocado en cuanto le vio. Le sorprendió comprobar que la última noche no había resultado ser un simple producto de su imaginación. Le costaba creer que se hubiese entregado al escritor sin reservas, sin engaños...

Se quedó observando el tranquilo sueño de Richard y sonrió para sí. No recordaba la última vez que se había sentido tan dichosa. Una enorme sonrisa se extendió por toda su cara y se llevó una mano a la frente, incapaz de aceptar que aquella misma noche hubiese hecho todo lo que llevaba años prohibiéndose a sí misma. “Richard Castle... ¡Guau!” pensó, divertida.

Desde el momento en que le conoció Kate se había hecho prometer a sí misma que jamás se permitiría entablar con el escritor ningún tipo de relación que fuese más allá de lo estrictamente profesional. Y lo había cumplido... con sus más y sus menos, pero lo había cumplido. Jamás se había dejado llevar por sus insinuaciones, ni por las adulaciones de él, ni por sus miradas cargadas de significado, ni por su constante flirteo... Ahora la detective se arrepentía de haber sido tan tonta, sintió tristeza por todo el tiempo desperdiciado... Volvió a reír con ganas en cuanto rememoró la noche anterior y cómo se había dejado llevar con el escritor, dando rienda suelta a sus más profundos deseos.

Giró la cabeza y volvió a clavar su mirada en el rostro sereno de Castle. Toda la rabia y el odio que había ido acumulando hacia el escritor parecían haberse esfumado como por arte de magia. No estaba segura de que aquello fuese a funcionar pero, por primera vez en mucho tiempo, la detective no sintió la imperante necesidad de racionalizar la situación. No quería pensar. Quería disfrutar y dejarse llevar, sentirse libre...y él sabía cómo hacerla sentir así. La conocía mejor que nadie, aunque le costase admitirlo, aunque desearía que no fuese así. Richard la conocía mejor que ella misma.

Con este pensamiento ocupando toda su mente, se arrastró con suavidad hacia él y, utilizando el fuerte brazo del escritor como abrigo, se estrechó contra él hasta que no quedó espacio entre sus cuerpos. Apoyó la cabeza sobre su torso desnudo, suspirando con gratitud ante el cálido contacto de su piel y se acomodó sobre él mientras escuchaba los rítmicos latidos de su corazón.

Comenzó a pasar sus dedos por el pecho del escritor, dibujando figuras abstractas sobre su piel desnuda. En una de estas caricias, Castle se removió en sueños y comenzó a despertarse. La mano de Kate se paralizó de repente y su corazón volvió a latir desenfrenado. No sabía cómo iba a reaccionar al encontrarla allí, abrazada a él.

Richard comenzó a despejarse y miró a sus lados, confundido. Al principio le costó reconocer el lugar. No sabía cómo había llegado hasta allí. ¿Qué hacía tumbado en el suelo? Frunció el ceño, intentando hacer memoria. Tras unos segundos, volvió a abrirlos y recorrió la sala con la mirada, repentinamente ansioso. Ciertos recuerdos habían comenzado a aflorar en su mente y era incapaz de considerarlos como algo más que pura fantasía. Durante su rápido examen, un pequeño movimiento captó su atención. Dirigió su mirada hacia bajo, donde se encontró con los ojos expectantes de Kate, que le observaba con intriga. Una sonrisa se extendió por la cara del escritor. Tenerla allí, estrechada entre sus brazos, no hacía más que corroborar sus, aunque increíbles, deseadas sospechas.

-Kate...-susurró con un hilo de voz. Acarició la cara de la aludida con suavidad. Esta, a su vez, sintió cómo la sangre acudía a sus mejillas rápidamente, demostrando de alguna manera al escritor el gran deleite que sentía ante su roce.

-Te quiero.-susurró él.

Al oír aquello, Kate escondió la cara en su pecho, evitando la profunda mirada del escritor. Se sintió cohibida ante la evidente sinceridad de sus palabras. No estaba preparada para confesarle el amor que, sin poder evitarlo, ella sentía a su vez por él. No se creía capaz de dar semejante paso. Aún era demasiado pronto; seguía hecha un lío. Pero aún así, agradeció con todo su corazón la declaración de él. La necesitaba. Había estado deseando oír aquellas palabras salir de su boca desde hacía once meses, ya que Kate era incapaz de mirar atrás a aquel momento en que por vez primera el escritor le había confesado su amor. Le resultaba demasiado doloroso mirar atrás.

Supo que él aguardaba una respuesta. Una respuesta que no podía darle aún; pero Kate no soportaba la idea de hacerle daño, y quería mostrarle lo importante que era para ella. Por ello, comenzó a descender por su pecho depositando suaves besos por el camino. Cuando llegó a su bajo vientre, alzó la vista y comprobó con satisfacción que el escritor seguía su trayectoria con la mirada, sin perderse ningún detalle de su demostración de afecto. Kate sonrió contra su piel y continuó besando el vientre de Castle, demorándose en aquella zona al comprobar el efecto que tenían sus caricias sobre el escritor.

La respiración de Castle comenzó a entrecortarse. Sentía un deseo irrefrenable de volver a hacer suya a la detective. La necesitaba. Era como un instinto primario, algo natural e ineludible. Estaban hechos el uno para el otro, de eso no le cabía ninguna duda. Cuando sintió descender la boca de Kate más allá de su vientre, se estremeció. Sentía sus manos por todas partes, sus besos, sus caricias... todo su ser se vio repentinamente embargado por la pasión de Kate. La misma pasión que sentía él. La misma pasión que había llevado sintiendo por ella desde el primer día. Aquella pasión que no se apagaría nunca. Sintió cómo la detective comenzaba a tomarse más y más en serio su trabajo y no pudo reprimir un gemido de placer que llenó toda la sala. Al oírle, Kate levantó la vista y volvió a sonreír, satisfecha. Castle aprovechó ese momento de distracción para agarrarla y acercarla hacia su rostro, buscando con ansias su boca. Era lo que más le gustaba de ella, su boca. Aquella boca de labios finos y dulces que le besaban casi con devoción. La misma boca de la que, en ocasiones, conseguía arrancar aquella preciosa sonrisa que continuaba dejando sin respiración al escritor cada vez que la veía. Como el primer día.

Continuaron besándose con vehemencia, sin descanso. Lo único que se oía en la habitación era los crecientes jadeos provenientes de sus respectivos pechos. Kate sintió cómo la manos de Castle iban acariciando su entrepierna con repentina urgencia. Las manos de Kate retorcían el pelo del escritor con fuerza a cada oleada de placer que le provocaban sus caricias. Nunca la habían hecho sentir de esa manera, en toda su vida.

Castle la volvía loca. Siempre lo había hecho, pero nunca como hasta entonces. Mientras la boca del escritor jugaba con su cuello, marcando con los dientes las zonas por donde pasaba, Kate volvió a sentir la necesidad de tenerle dentro de ella. No tenía suficiente con encontrarse sobre sus muslos, abrazando su torso desnudo, susurrando palabras motivadoras en su oído, acariciando con su lengua el interior de su boca... No era suficiente. Jamás se sentía satisfecha, quería más. Su antojo de Castle era insaciable, siempre iba a querer más y más. Volvió a morder el cuello del escritor, provocándolo. Esa noche la detective Beckett quería sentirse complacida, quería ver sus deseos satisfechos, quería llevar hasta final sus más secretas fantasías.

Castle jadeó con fuerza en su oído y la apretó más contra sí. Se sentía arder, por dentro y por fuera. La detective era puro fuego. Arrasaba con todo su ser; lo desestabilizaba por completo. Ni en sus mejores sueños hubiese podido imaginar la pasión con la que le besaba. Aún estaba sorprendido por la forma en la que sus manos se movían juguetonas por todo su cuerpo, cómo le incitaba con palabras sensuales, cómo mordisqueaba su cuello hasta llevarle a la locura. Alguna vez había llegado a pensar que el sexo con Meredith, su primera esposa, era increíble. Esa noche había descubierto que no era el mejor sexo que había tenido en toda su vida. No ahora que lo había practicado con Kate. Tal vez se debiese a que estaba loco por ella, o a que el amor que le profesaba era inabarcable, o a que nunca se había sentido así con nadie antes... Pero a todo ello habría que sumarle la experiencia de la detective. Porque Kate era buena, era muy muy buena... Como para recalcar sus pensamientos Castle gimió ante la nueva posición estratégica que adoptó Beckett, quien de improviso, se había vuelto a deslizar por las piernas del escritor hasta llegar a un nuevo objetivo. Castle sintió que en aquel momento tenía otro motivo más para adorar la boca de la detective... Las suaves caricias de la detective se propagaban como descargas eléctricas por todo el cuerpo del escritor haciendo crecer su ansia por tomarla de nuevo. Tiró casi con violencia de su melena, haciendo que Kate detuviese por un segundo su labor y le mirase fijamente, con el deseo plasmado en sus pupilas.

-¡Ven aquí!-ordenó él intentando conferir a su voz un tono de fiereza. La tomó por los brazos y la volvió a colocar sobre sus muslos. Kate soltó una risita traviesa y pasó su lengua por la boca entreabierta de él. Mientras Richard jugaba con ella, sus manos sujetaron a la detective por la cintura y la alzó en el aire durante unos segundos, introduciéndose en su interior al bajarla de nuevo. Ella gimió de repente, al sentirle en su interior, rompiendo la quietud de la noche. Clavó sus uñas en el cuello del escritor mientras le suplicaba que continuase, que no se detuviese, que la hiciese suya...

Y él no se hizo de rogar.

Ya se echaba de menos este fic. Me encanta este cap. Sigue pronto!!!

Como extrañaba tu fic!!!!!!!!!!!!!!!!!
Gracias por este maravilloso e increible capitulo
Espero que lo puedas seguir muy pronto!!!!

me gusta!

MUY BUENO, CONTINUA
PRONTO

preciosooooo

TODOS LOS CAPITULOS SON IMPRESIONANTES

No me matéis por favor. Sé que llevo casi UN MES sin escribir, pero con el estrés de la selectividad y el agotamiento cerebral que tenía encima necesitaba un descanso de todo! Además, he tenido tiempo para leer decenas de fics geniales así que... I REGRET NOTHING!
Para compensaros, este cap es algo más largo de lo habitual y ahora que tengo tiempo, espero poder subir caps más a menudo. Bueno, eso es todo. Gracias por leer y ENJOY!

(Os recuerdo que caskett ha pasado ya su primera noche juntos. Beckett encuentra a Castle en su portal ya que él había ido a disculparse por haber estado investigando el caso de su madre a sus espaldas. Kate se siente traicionada pero al fin ha admitido que también quiere a Castle... será suficiente? jejeje) Esto vendría a ser "The morning after"

Capítulo 14


Kate rodó sobre sí misma hasta chocar contra un aún dormido Castle. La expresión del escritor transmitía una gran serenidad. La detective alargó el brazo acariciándole la cara con el dorso de la mano y depositó un beso sobre su pelo. Después se irguió sobre sus codos y sonrió hacia el sol que entraba a raudales por la ventana de su habitación. No recordaba cómo habían llegado hasta su cama, pero se alegraba de que lo hubiesen hecho ya que el suelo del salón le había dejado la espalda hecha polvo. Apartó las sábanas que la cubrían y fue de puntillas hacia la puerta, donde descansaba la camisa de él. Se cubrió con ella y aspiró el dulce aroma que esta desprendía: su aroma.

Volvió a girarse y le observó dormir durante un instante antes de dirigirse hacia la cocina. Le apetecía sorprender al escritor con un desayuno en la cama. Le resultaba gracioso recordar cómo, hacía un par de años, había sido él quien le había hecho el desayuno a ella. Cómo habían cambiado las cosas desde entonces, pensó la detective.

Fue danzando hacia la nevera y sacó todo lo necesario para hacer tortitas. Su madre le había enseñado a cocinar cuando aún era una niña y siempre la ayudaba a hacer el brunch los domingos por la mañana...Mientras iba colocando todos los ingredientes en un cuenco, la detective comenzó a reflexionar sobre lo ocurrido la noche anterior. No sabía cómo afectaría todo aquello a su relación con el escritor. Le costaba admitir la posibilidad de que aquello fuese a desembocar en algo más serio con él. Jamás le habían gustado las etiquetas y le parecía imposible llegar a considerar a Castle como su novio. Él le gustaba, siempre lo había hecho, pero estar juntos implicaba mucho más. Más de lo que la detective creía poder dar. Con mano experta, depositó la masa grumosa del cuenco sobre la sartén ya caliente y esperó.

No se arrepentía de sus actos la pasada noche pero temía las consecuencias que pudiese tener. Para Kate no suponía ningún horror mantener una relación informal, más aún sabiendo lo bueno que era el escritor en aquellos temas, pero Castle... Él, que no se contentaba con pequeñeces, a quien le gustaba correr en vez de andar... No sabía si él estaría pensando en “una relación informal” cuando había accedido a acostarse con ella. Aunque “accedido” no parecía el término correcto puesto que ninguno de los dos parecía haber tenido otra posibilidad más que entregarse a la necesidad que sentían el uno del otro.

Dio la vuelta a las tortitas. “Claro que, para qué engañarse. Sabes que te quiere y tú también te preocupas por él.” Una diminuta sonrisa luchaba por extenderse por su cara. “Pero también ha estado investigando a tus espaldas. Te ha engañado.” Kate frunció el ceño; la sonrisa desapareció. “Aunque eso no esté del todo aclarado, no puedo estar enfadada con él.” Agregó una vocecilla en su interior, rememorando la noche anterior. “Sí que ha sido especial, pero...”
“¡Oh, cállate ya!” rugió la otra parte de su conciencia. No quería pensar en los pros y los contras. No en ese momento. No cuando acababa de despertarse de la, posiblemente, mejor noche de su vida.

Sonrió de nuevo mientras se agachaba sobre la nevera para coger el zumo de naranja y cuando se volvió a erguir, notó unas manos fuertes sujetándola por la cintura. Se giró y encaró al somnoliento escritor, que la observaba con una sonrisa radiante que se extendía por toda su cara como un reflejo de la que decoraba la cara de la detective. Kate estiró el brazo hacia atrás para dejar el zumo sobre la encimera. Tanteó a duras penas la superficie y depositó el zumo, tirando a su paso el sirope para las tortitas, que se empezó a extender manchando todo de chocolate. Pero a Kate no le importó, porque ahora sus brazos rodeaban el cuello del escritor mientras que los de él rodeaban su cadera. Le encontró muy atractivo así, vestido tan solo con los bóxers, con el pelo revuelto y la mirada perdida. Estaba tan sexy que la detective no pudo evitar inclinarse sobre él y depositar un suave beso sobre sus labios entreabiertos.

-Buenos días a ti también, princesa.-saludó él, intentando prolongar más el beso.

Kate sonrió sobre sus labios ante su comentario y susurró:

-Estoy haciendo el desayuno...

Castle miró por encima del hombro de ella y vio el despliegue culinario que había montado.

-Pensaba hacerlo yo y darte una sorpresa.-admitió con voz apenada pero luego compuso de nuevo aquella sonrisa radiante que tanto afectaba a la detective.-Gracias.

Castle volvió a besarla con suavidad.

-Gracias.-contestó ella, a su vez. Castle apoyó su frente sobre la de la detective mientras mecía sus cuerpos.

-¿Por qué?-inquirió, curioso.

-Por esto, por anoche...Por todo, en realidad.

Castle le dio un beso en la nariz y susurró sobre su boca:

-Siempre.

Cierto olor a chamusquina les hizo salir del trance en el que estaban. ¡Las tortitas! Kate se pegó la palma de la mano en la frente mientras maldecía su falta de atención. El desayuno se había echado a perder. Pero antes de que ella pudiese hacer nada, Richard ya se había acercado al fuego para ocuparse del incidente. Kate le dejó hacer, a sabiendas de que era todo un experto en la cocina. Se limitó a observarle mientras éste intentaba salvar el desayuno.
Una gran llama saltó de los fogones, incendiando la sartén. Castle, nervioso, miró hacia sus lados buscando algo con lo que apagar el fuego. Kate optó por la vía rápida, y un reguero de zumo cayó sobre la sartén, sobre la pared de la cocina y sobre el mismo Castle. El fuego de la sartén se apagó y la detective sonrió satisfecha.

-¡Pero mira cómo me has puesto!-le reprendió él mientras se daba la vuelta, encarándola. Pero ella le estaba mirando con esa mirada tan sexy que él había descubierto hacía tan solo unas horas, sobre aquella desgastada alfombra del salón. Aquella mirada que le dejaba atontado, indefenso. Fue acercándose a ella, creando una circunferencia con sus brazos a su alrededor.-¿Qué voy a hacer contigo?-inquirió bajando el tono de voz, acercando peligrosamente su boca al cuello de la detective.

-Se me ocurren un par de cosas...-respondió ella mientras acariciaba su espalda.

-¿Ah, sí?-preguntó él, bajando la voz.

-Sí...

Kate cerró los ojos ante su cercanía y se dejó llevar por el susurro ronroneante de su pecho. Inspiró con suavidad dejando que su aroma la aturdiese. Mientras, Richard fue cercándola más aún con sus brazos, impidiendo su movimiento. Sus cuerpos estaban pegados, sus alientos se entremezclaban, sus miradas se retaban, tentadoras. Kate acercó su boca a la de él, pero Castle quería devolverle la gracia del zumo, quería jugar, por lo que se apartó justo en el momento en el que sus labios se iban a juntar. Kate bufó y frunció el ceño, lo que divirtió al escritor, que continuaba mirándola con ojos retadores. La detective volvió a intentar alcanzar su objetivo, pero en vano, porque Richard se volvió a apartar un segundo después, dejando insatisfecha a la boca de Kate, que permanecía entreabierta.

Ella, cansada de su juego, fijó su vista en los labios de él y se mordió su propio labio inferior, evitando su mirada. Sabía que aquel gesto le volvía loco. Era gracioso cuánto se podía aprender en tan solo una noche... La detective dejó que el cebo actuase y esperó la reacción del escritor, quien seguía con la vista el recorrido de la lengua de Kate, que repasaba sin descanso el borde de sus labios. El escritor tragó convulsivamente y sus manos apretaron inconscientemente la cadera de la detective.

Kate sabía que iba ganando y también sabía lo que tenía que hacer para derrotarle por completo. Inclinó la cabeza, haciendo que su larga melena cayese hacia un lado. Con el movimiento, todo su aroma se dispersó por el pequeño espacio que los separaba, quemando la garganta del escritor. Castle no pudo evitar cerrar los ojos y recrearse en aquel aroma delicioso, proveniente del cuello desnudo de su musa. Un segundo después, notó sobre su propio cuello, los dientes perfectos de la detective, marcando su piel. Richard soltó un ronroneo gutural, proveniente de lo más profundo de su pecho, y el animal que llevaba dentro saltó. La cercanía en la que se encontraban le pareció un abismo, por lo que sus manos aferraron con fuerza los muslos de la detective, elevándola en el aire mientras la apretaba más contra sí. Segundos después, como un toro bravucón, empotró a ambos contra la encimera de la cocina. Sin dejar de sujetarla con fuerza, Castle colocó a la detective sobre la lisa superficie, lo que hizo que esta se quejara.

-¡Me estoy manchando de sirope!-le recriminó mientras observaba que la encimera se hallaba completamente sumergida en chocolate. Castle, que seguía muy ocupado besando con pasión el cuello de la detective, marcando su piel con el paso de su boca, apenas la escuchó.

Tras besar por última vez la base de su cuello, el escritor levantó la vista y observó cómo Kate le mostraba una de sus piernas, manchada de chocolate. Rió con picardía mientras se acercaba a su muslo y lamía la parte manchada de sirope, manteniendo la mirada fija en la de ella. Kate suspiró ante el contacto cálido de su lengua y enterró sus dedos en el pelo del escritor, retorciéndolo. Mientras Castle continuaba con sus caricias, Kate, que se había contagiado de su estado anímico, soltó la cabellera del escritor y se untó un dedo con chocolate y fue manchando distintas partes de su cuerpo, los brazos, el vientre, el pecho, los labios... Por eso cuando Richard volvió a dirigirse hacia su boca para besarla con pasión y notó el sabor dulzón de sus labios le sonrió con complicidad.

-¡Detective Beckett!-murmuró sobre su boca entreabierta mientras sus manos se deslizaban hasta el pecho de la mujer y desabrochaba con facilidad los dos únicos botones que le separaban de su objetivo-Está siendo usted muy traviesa...

Ella soltó una risita nerviosa y estiró el cuello para atrás, dejándole una carretera de piel desnuda a la vista. Castle maldijo en su interior su propia debilidad: Kate sabía que le tenía dominado. Lanzó un suspiro mientras admiraba su desnudez con deseo y se sumergió en un mar de caricias y besos por el cuerpo de la detective.

Y comenzó a descender por su cuello, lamiendo todas las superficies de su piel que iba encontrando, demorándose en aquellas zonas cubiertas de dulce. Las respiraciones de Kate comenzaron a hacerse cada vez más entrecortadas y a subir de volumen, haciendo que la detective se avergonzase ligeramente. En cambio, a Castle, aquellos jadeos tan solo le motivaban más para continuar con su tarea, con la certeza de que lo estaba haciendo bien.

Cuando llegó a su vientre comenzó a dar pequeños mordisquitos al rededor de su ombligo, por encima de las costuras de sus braguitas... Los jadeos de Kate se hicieron más y más continuados, y sus manos se volvieron a aferrar con fuerza al pelo del escritor. Aún sirviéndose tan solo de la boca, comenzó a bajar las braguitas de ella con suavidad, sin prisas. Kate se reclinó por completo sobre la encimera, sin importarle mancharse el pelo ni nada más que la sensación de la boca de Castle sobre su ardiente piel. Tenía todos los sentidos puestos en las caricias del escritor sobre su cuerpo.

La lengua de Castle se deslizó con maestría por la entrepierna de la detective, llevando a esta al séptimo cielo. Se creía morir, desfallecer ante el gozo que la embargaba. No podía sentirse más dichosa que en aquel momento, sintiéndole a él, sobre ella, acariciándola. Pero todo lo bueno siempre se acaba, y el teléfono de Castle comenzó a sonar. El sonido provenía de algún lugar escondido del salón, fuera de la vista de la detective. Richard se detuvo durante un segundo, dubitativo. Al notar su titubeo, Kate le convino:

-Ni se te ocurra.

Pero Castle temía que fuese su hija, que se hubiese alarmado al no encontrarle en casa por la mañana y no quería que se preocupase. Kate le miró con los ojos entrecerrados, amenazadores.

-Podría ser Alexis.-se excusó él. Kate bufó y se soltó del pelo del escritor, quien le agradeció el gesto con un beso fugaz en el muslo.

Richard fue corriendo a la sala para recoger el móvil y volvió sobre sus pasos acercándose de nuevo a la detective, que seguía recostada sobre la encimera. Observó la pantalla del móvil y compuso una cara de extrañeza.

-Es Ryan.-gesticuló el escritor antes de aceptar la llamada. Kate no pudo evitar sino sentirse extrañada a su vez. ¿Por qué iba a llamar Ryan a Castle?

-¡Ryan!-exclamó él a modo de saludo.-¿Qué pasa?

Debido a la cercanía, Kate pudo escuchar al detective.

-Hola, Castle. ¿Cómo va eso?

Pero antes de que el escritor pudiese contestar el detective le interrumpió:

-Te llamaba porque estamos preocupados por Beckett. Ayer desapareció de la comisaría y dice Donald que la vio salir corriendo del edificio y que parecía agitada...-la voz de Ryan mostraba su creciente ansiedad.-Y... sus cosas están aquí... ¿y si le ha pasado algo?-añadió en un susurro.

Richard miró a Kate fijamente, inquiriéndole con la mirada. Ella empezó a negar vehementemente.

-No, no la he visto. Pero, ¿estáis seguros de que no se fue sin más?-dijo Castle mientras seguía observando fijamente a su musa, que permanecía a la escucha.

-¿Y dejar sus cosas aquí? Tío, Beckett no es así. Es raro en ella... y pensaba que tal vez tú y ella... ya sabes.-el detective comenzó a tartamudear.

-¿Que ella y yo, qué?-inquirió Castle, interesado. Beckett también se irguió, acercándose más al auricular para poder escuchar mejor.

-Ya sabes... que tal vez...-el detective no lograba encontrar las palabras adecuadas para exponer sus sospechas.

Se oyó un suspiro impaciente al otro lado de la línea. Ryan no estaba solo.

-Que tal vez fueses a verla o ella a ti.-gritó, tajante, Esposito, quien no había podido aguantar un segundo más la timidez de su compañero.-Ya sabes, para... arreglar las cosas.

Kate entrecerró los ojos, ¿cómo iban a saber ellos que habían discutido la noche anterior? Y cayó en la cuenta. ¿Quién sino la gran diva Martha Rodgers iba a alertar a los chicos de la 12? Cambió su expresión, inculpando al escritor con la mirada mientras clavaba su índice en el pecho de Castle. Este, que parecía haber llegado a la misma conclusión, la miró con cara de disculpa. Kate, indignada, se levantó de la encimera y se cubrió de nuevo con la camisa, manchada de chocolate. A sus espaldas, Castle maldijo a su madre en voz baja.

-¿Y bien?-dijeron al unísono Esposito y Ryan, que seguían a la espera de una respuesta. Castle puso mayor atención y llegó a distinguir un ruido monótono y constante al otro lado de la línea. ¿Era un motor? ¿Acaso estaban en el coche patrulla?

-Está bien.-admitió el escritor. Les habían cazado y, además, no quería que los chicos se preocupasen por nada.-Sí, la vi.

Kate comenzó a dar vueltas por la cocina como una fiera en su jaula. Apreciaba mucho a Martha pero odiaba su tendencia a entrometerse en la vida de su hijo. Ahora los chicos se enterarían de todo lo que había ocurrido entre Castle y ella. No sabía cómo, pero estaba segura de que lo acabarían descubriendo.

-Bueno, ¿y qué más?-ninguno de los detectives se querían dar por vencidos. Castle oyó cómo detenían el motor y distinguió el ruido de dos puertas al abrirse a la vez. Efectivamente, se trataba de un coche.

-¿Cómo que qué más?-exclamó el escritor, algo irritado por el interrogatorio matutino que acababa de reventar la pompa de felicidad en la que se encontraba minutos antes.-Eso es todo. La vi anoche y estaba bien.

-¿Entonces por qué no contesta al teléfono? Esto no pinta bien...-continuó Ryan, hablando más para sí que para el resto.-Estábamos a punto de a reunir a un grupo de búsqueda.

-¡No!-saltó Castle. Se hizo el silencio al otro lado de la línea y Kate detuvo su ida y venida por la sala, alarmada por el cambio efectuado en el tono de voz del escritor.

-Pero,-continuó Ryan. Por su tono de voz, Castle supuso que se estarían riendo de su repentino cambio de humor.-Espo me ha convencido para recurrir a ello solo en última instancia. Por eso vamos a subir a su casa.

-¿A casa de quién?-preguntó un temeroso Castle.

-Del duque de York, no te fastidia.-se mofó Esposito.-De Beckett, tío, de Beckett.

Castle pudo oír cómo Ryan hablaba con alguien y cómo un segundo después abrían una puerta pesada. Bien podía ser la puerta del portal...

-¿Pero estáis ya aquí... allí?-preguntó alarmado.

Al escuchar esto último, Kate le miró horrorizada mientras se atusaba el pelo con las dos manos. No tenían tiempo de construirse una coartada, ni si quiera una excusa lo suficientemente creíble para explicar la presencia de Castle en su apartamento. Comenzó a dar vueltas sobre sí misma, fijándose más detenidamente en el caos que les rodeaba. La cocina estaba patas arriba, el salón cubierto por sus ropas húmedas... Y desde allí podía distinguir la pequeña jungla en la que se había convertido su habitación... Maldijo su mala suerte y echó a correr hacia la sala de estar para recoger sus pertenencias a toda prisa.

-Sí.-contestó el detective.-Tenemos que asegurarnos de que está bien y que no...

Pero Castle había parado de escucharle y echó a correr tras su musa, ayudándola a recoger aquel estropicio en el que se había convertido su apartamento. Juntos, intentaron colocar todo de manera que no fuese tan evidente que horas antes aquella sala había sido escenario de su arrolladora pasión. Kate pudo distinguir el sonido del ascensor subiendo y su corazón comenzó a latir desbocado.

-Pantalones. ¡Pásame los pantalones!-urgió a su amante, que continuaba recogiendo pertenencias esparcidas por el suelo.

Y el ascensor se paró en su planta. La puerta chirrió estridentemente mientras Kate se embutía sus aún húmedos pantalones. Castle llevaba los brazos enterrados bajo una pila de ropa empapada, junto con sus zapatos y la observaba con ojos de cachorrito perdido. Ella comenzó a empujarle hacia la habitación para que se escondiese. El timbre de la puerta comenzó a sonar.

-¡Mierda!-maldijeron los dos a la vez. Kate le susurró un “No hagas ruido” y le dio un leve beso en los labios antes de cerrarle la puerta en las narices.

Corrió hacia la puerta mientras se abrochaba los botones de la camisa... ¡de Castle!. No podía creer su mala suerte. Ya no había tiempo para cambiarse, porque los timbrazos de la puerta comenzaban a ser más constantes y ahora iban acompañados de las voces preocupadas de sus compañeros, que la llamaban a gritos desde el descansillo. Kate se metió la camisa por el pantalón y deseó con todo su ser que los chicos no se diesen cuenta de nada. Inspiró un par de veces antes de abrir la puerta y encarar a sus amigos...

me gustaaaaaaaaaaaaa muchoooooooooooooo quiero mas


impresionante todos los capi

Sigue pronto!! hahaha que gracia, espero que no les descubran

Volviste, que buenooo
y QUE GENIAL CAPITULOOOOO
ME GUSTO MUCHISIMOOOOO
espero que puedas subir pronto el proximo para ver que pasa!!!!

SIGUEEEEE

muy bueno, continua pronto

me encanta, gracias por volver, sigue por favor!!!!

Aquí está el siguiente cap de mi fic. He de avisaros que posiblemente sea el peor de todos y que no estoy nada convencida con él pero no me queda más remedio que escribirlo para poder seguir con el siguiente (el cual ya tengo escrito y listo para subir). De hecho, subo solo este para que os sea más fácil seguir la lectura, pero esta noche subo el siguiente. Espero de verdad que no os aburra demasiado y pido perdón por mi falta de humor (me resulta complicadísimo escribir escenas "cómicas" ). Bueno, os dejo en paz. Sed buenas por favor

Capítulo 15

-¡Beckett!-exclamaron Ryan y Esposito al unísono, sorprendidos de verla allí.

La detective compuso una media sonrisa a través de la puerta entornada.

-¡Hola, chicos!-saludó ocultando su ligeramente la cara tras la puerta, como si la hubiesen pillado en falta.

Castle apoyó la oreja contra la puerta de la habitación para intentar escuchar, pero no se oía nada. Suspiro de alivio y dejó la ropa apilada en el suelo y se dejó caer sobre la cama deshecha. Habían estado tan cerca... El corazón del escritor aún latía a gran velocidad a causa de la emoción, pero lo habían conseguido, habían conseguido evitar que les pillasen. Ahora Beckett solo tenía que ser rápida y deshacerse de ellos cuanto antes, así evitaría preguntas indiscretas.

Miró el reloj, que marcaba las 11:13 AM. Al escritor le extrañó que Alexis no hubiese mandado una patrulla de SWAT a buscarle aún. "A lo mejor no se ha despertado todavía" pensó. "aunque bien pensado, debería mandarle un mensaje para que no se preocupe".
Castle se incorporó para coger el móvil, pero de repente cayó en la cuenta de que lo había dejado sobre la encimera cuando aún seguía hablando con Ryan. "¡Mierda!" pensó. Corrió hacia la puerta y pegó la oreja a la lisa superficie, comprobando que no hubiese nadie al otro lado...

- ¿Qué hacéis aquí?-preguntó Beckett mientras fingía un bostezo. Aún seguía sin saber qué les iba a contar a aquellos dos.

Los aludidos la miraron de arriba a bajo, con la boca entreabierta. Ambos tenían la convicción de que le había pasado algo y se extrañaron mucho al comprobar que realmente se encontraba allí, en el umbral de la puerta, sonriéndoles como si nada. Como los dos seguían sin habla, ella los invitó a entrar. Los detectives se limitaron a caminar tras la puerta, aún en silencio. Cuando los 3 policías se hallaban ya dentro del recibidor, Esposito saltó:

-¿Pero qué te ha pasado?

Beckett, que no entendía por qué Esposito la miraba con aquella mueca de horror, se dio la vuelta y comprendió la razón. El reflejo que le devolvió el espejo de la entrada la dejó helada; su aspecto era mil veces peor del que había esperado. Su pelo, cual almiar, estaba completamente revuelto, sus labios se encontraban hinchados a causa de los besos de su escritor y una fina capa oscura se extendía uniformemente por sus párpados debido, seguramente, a que la máscara se le había corrido durante la noche. Pero lo peor era la camisa, tres veces más grande que ella, manchada de chocolate y aún remangada, lo que dejaba a la vista sus brazos, cubiertos del sirope que el escritor había olvidado hacer desaparecer con su boca. La sangre acudió rápidamente a las mejillas de la detective. Su defensa iba a ser muy débil...

Por lo que pudo entender, debían de seguir en la entrada. Era ahora o nunca. No quería arriesgarse a que su hija, su madre, o cualquier otra persona en el mundo le llamasen al móvil en aquel momento. Entonces sí que la habrían cagado. Pero la pregunta era, ¿se debía arriesgar? Si le pillaban in fraganti, Beckett lo iba a matar, y no sabía si merecía la pena enfrentarse al mal genio de la detective por aquello. ¿Pero qué es la vida sin un poco de aventura? se preguntó el escritor a sí mismo mientras giraba el picaporte de la puerta cuidadosamente.


Kate se dio la vuelta hacia sus compañeros con la cabeza gacha y la cara sonrojada. No se podía creer que aquello le estuviese pasando a ella. Sus compañeros seguían esperando una explicación por su parte.

-Esto...-comenzó a excusarse.-ha sido una noche...larga.

Levantó la vista y comprobó que sus amigos seguían mirándola con cara de "esta ha perdido el norte", así que decidió dejar que se creasen una historia ellos solitos y se limitó a arreglarse un poco el pelo mientras aguardaba en silencio a que llegase el interrogatorio al que iba a ser sometida..

-Ahora que lo mencionas…-comenzó Ryan, que seguía observando el atuendo de su compañera con ojos sospechosos.- ¿Qué pasó anoche?

-¿Anoche?-preguntó a su vez ella, intentando sonar confusa. Aunque se esperaba todo aquello no significaba que no fuese a pelear con uñas y dientes por defender su privacidad. “No quieras saber lo que pasó anoche...” pensó en su fuero interno mientras una sonrisa delatora luchaba por abrirse camino en su cara.

-Sí, anoche.-convino Esposito, que veía los esfuerzos que estaba haciendo Kate por no reírse.

-Anoche, ¿eh?

Los detectives parecían estar disfrutando de la manifiesta incomodidad de su compañera. Se miraron el uno al otro con complicidad mientras esperaban una respuesta.

-Anoche…-dudó ella. Se llevó la mano a la boca y comenzó a tamborilear sus dedos contra sus labios mientras fingía reflexionar.-Mmmm… no entiendo, ¿a qué os referís?-preguntó con aire inocente.

-¿Es eso chocolate?-preguntó de improviso Ryan, claramente extrañado. A Kate le ardían las mejillas. Se bajó con disimulo las mangas de la camisa con la vista fijada en el suelo.

Castle abrió la puerta rápidamente y la cerró tras de sí sin hacer ruido. Había salido. Ahora les oía hablar con claridad y, de repente, su plan dejó de parecerle tan brillante. Pero ya estaba hecho, estaba fuera, tenía que ponerse manos a la obra. Fue de puntillas hacia la encimera, deseando con toda su alma que no le descubriesen así, en ropa interior, corriendo semi-desnudo por la casa de Beckett.


- Venga Beckett, hemos hablado con Castle.-se limitó a decir Ryan mientras observaba cómo su compañera ideaba un plan para salir del atolladero.

-¿Ah, sí?-preguntó Kate con una gran sonrisa, preguntándose si estaría sonando tan estúpida como le parecía.- ¿Y qué tal?

Los detectives se miraron el uno al otro antes de estallar en una carcajada. En cambio, la expresión de Kate se torció en una mueca de horror.

De repente, oyó las risas, primero la de Esposito y luego, acompañando a esta, la de Ryan. Se dio la vuelta, ya poco podían hacer, le habían cazado. Pero lo que vio le sorprendió. No eran Espo y Ryan quien le observaba. Era Kate, con expresión de incredulidad y la mandíbula totalmente desencajada. Pero lo peor era su mirada, aquella mirada que echaba chispas y se clavaba directamente en su persona, como atravesándolo con rayos X.

-¡Qué mal actúas, Beckett!-rio Esposito, que no había advertido la expresión de su amiga.

-Ya lo creo, ¿verdad?-comentó Ryan.-No tendrías futuro como actriz, menos mal que te hiciste poli.

¿Pero qué demonios estaba haciendo? ¿Acaso quería que les pillasen? Le iba a matar, eso era seguro. Le vio componer un “lo siento” con los labios y escabullirse un segundo después tras el mueble de la cocina. Notó cómo le temblaban las manos. “Te odio, Richard Castle” blasfemó en su fuero interno. Kate recompuso la expresión. Parecía que sus compañeros no se habían percatado del circo que se había montado a sus espaldas y dio gracias al cielo por ello.

Cuando las risas de sus colegas fueron atenuándose, Beckett sonrió a modo de disculpa a sus expectantes amigos. Esperaron en silencio a que ella se sincerase, en vano.

-Veo que te niegas a cooperar con el departamento de policía...-la regañó Ryan, con ojos entrecerrados.

-¿Y tú te haces llamar una buena ciudadana?-preguntó con tono ofendido Esposito mientras negaba con la cabeza con fingida incredulidad.

Kate esbozó una sonrisa de gratitud. Aquellos chicos eran, sin lugar a dudas, los mejores. La iban a dejar salir impune de aquella, sin dar explicaciones. Al menos, sin explicaciones que incluyesen detalles muy muy íntimos de su vida privada. Aún así, decidió disculparse por su extraño comportamiento, era lo menos que podía hacer.

-Siento de veras haberos preocupado con mi repentina desaparición de ayer.-dijo, al fin.- Lo siento, chicos., en serio; pero me surgió algo de improviso y tuve que irme.

Les miró por el rabillo del ojo, comprobando su expresión. Sabía que sabían que mentía. O que no les estaba contando toda la historia. Y ellos seguían sin estar convencidos del todo, pero si ella no quería contárselo, le dejarían su espacio. Sabían que si necesitase ayuda, ella no dudaría en acudir a ellos.

-Entonces, ¿seguro que está todo bien?-preguntó de nuevo Ryan, apoyando su mano en el hombro de Kate. Esta se limitó a asentir. “Todo va a estar bien” afirmó en su interior mientras lanzaba una última mirada de odio hacia el mueble de su cocina.

-Bueno, me alegro de que no haya sido nada.-admitió a modo de despedida.-Si necesitas algo... ya sabes.

-¿Vienes a la 12?-preguntó Esposito, siguiendo a su compañero hasta la puerta.

Beckett negó con la cabeza.

-Ahora no. Me pasaré luego. Pero si Gates pregunta, cubridme, por favor.-pidió Kate. Entonces, se le ocurrió algo.-Por cierto, ¿qué tal vais con el caso de Tyler Jacobson?

Había dejado aparcado por completo el caso del joven ahogado, en contra de todo precedente. Hasta la fecha, para la detective cada caso había ido antes que cualquier otra cosa, por importante que fuese. Aquella era su misión: cerciorarse de que la familia de la víctima recibiese justicia, o al menos, respuestas. Por eso, se sentía culpable por su comportamiento, pero al menos tenía la certeza de que había dejado el caso en buenas manos.

Esposito le informó de sus nuevas pesquisas. Habían hablado con los amigos del joven y habían dado con algunas discrepancias en sus coartadas. Ahora el mayor sospechoso era uno de sus presuntos mejores amigos, que alegaba haber estado en una fiesta la noche del asesinato, pero al que nadie recordaba haber visto en toda la velada.

-Si necesitáis ayuda, avisadme.-les pidió Beckett. Ellos asintieron una vez y se volvieron hacia la salida.

Kate sujetó la puerta mientras sus amigos salían al descansillo. Ryan se limitó a sonreírle al pasar, pero Esposito rodeó su cintura con su brazo durante un instante mientras le susurraba algo al oído. Ella le contestó pegando su boca a su oreja y sonrió. La escena no le pasó desapercibida a Castle, que observaba la marcha de los policías desde detrás de la encimera.

-Y gracias.-añadió Beckett, dirigiéndose a sus compañeros una vez hubieron salido del piso. Cerró la puerta con suavidad, dejándose caer sobre ella.

En ese momento, Castle salió de su escondrijo para enfrentarse a su iracunda musa.


_

Lo siento, lo siento. Esta noche intento mejorar con el capítulo 16!!

sigueee la que le espera a castle!!!!! ajajaj

Quiero cer lo que ella le haceee!!!
A mi me gusto muchisimo el capi. Espero el proximoooo

Muy bueno, continua pronto

A mi me gusto mucho!!! a no tirarse palos que escribis re bien!!

Muchas gracias por todos los comentarios! En realidad a mí sigue sin convencerme este cap pero como os prometí, el siguiente lo subo en nada! (iba a hacerlo anoche pero claro mi ROJA ganó a Portugal y claro... una que es débil ) Esta tarde subo el siguiente cap, Y GRACIAS POR SEGUIR LEYENDO Y POR ANIMARME A CONTINUAR! Os quieroooo!

A mi me encanto el capitulo! pobre Castle lo que le espera...

El capítulo tremendo, realmente me encanto
no puedo esperar al siguiente fic

Me encantaaaaaaaaaaaaaa!
Cuanto más lo leo más nervios, la verdad es que el principio del FIC no me habia gustado mucho, pero ahora que paso la primera noche, que nervios, casi lo pillan y el semi.desnudo, que pillana xDDDD
Me encanta cuando ella está desaliñada y con los labios hinchados de los besos

"su iracunda musa" notable esa frase!!
Espero a ver que hace la iracunda musa.
Saludos

Antes de empezar, muchas gracias por todos los comentarios.. la verdad es que me porto fatal con vosotros por esperar tanto tiempo en subir los capítulos, pero la verdad es que soy lo más vago que se ha visto por aquí.. Así que, lo siento. Para recompensaros por la espera he escrito 10 caras de Word (aunque no sé si es lo que os estabais esperando) ^^En fin, espero que os guste! Comentad tanto lo bueno como lo malo GRACIAS POR LEER

PD: no he comprobado muy a fondo los fallos :s Avisadme si veis alguno, por fa!

Capítulo 16


¿Pero en qué estabas pensando?-saltó ella, manteniendo su voz en un tono inaudible por si acaso se les oía desde el descansillo. Su cara estaba completamente roja a causa del enfado. Se acercó a él con la mano boca arriba como preguntando “¿estás majara?”.

Castle la miró con cara de disculpa y le mostró el pequeño móvil. Ella le observó sin comprender.

-Me lo había dejado aquí,-dijo señalando la superficie cubierta de sirope.-y temía que Alexis llamara justo ahora.

Kate comenzó a negar con la cabeza, incrédula.

-Intentaba que no nos pillaran.-se disculpó él mientras se acercaba a Beckett.

-No tienes remedio...-suspiró ella más para sí misma que para él antes de dirigirse hacia el sofá.

Castle trotó tras ella y la tomó por el brazo, deteniendo su avance.

-Kate,-pidió con un susurró de voz. Hizo que se girase y clavó sus grandes ojos azules en su rostro. Ella evitó su mirada mientras intentaba calmarse.- ... no te enfades.

El escritor besó con suavidad su mejilla y pegó su boca al oído de la detective. En realidad se había esperado una reacción mayor por su parte, un enfado capaz de hacer empequeñecer a Conan el Bárbaro y le preocupó comprobar que más que enfadada, la detective parecía decepcionada.

-¿Por favor?-rogó en un susurro. No quería que la mañana más perfecta de su vida se viese ensombrecida por aquel nimio incidente.

Volvió a posar sus labios en su cuello y comenzó a marcar su piel con los labios. La detective cerró los ojos y se dejó llevar por la grata sensación de sus caricias. Su ceño se relajó ligeramente, pero permaneció rígida en los brazos de él. Al escritor no le cupo la menor duda de que algo rondaba por su mente.

-Venga, Kate-la animó Richard, cogiéndole de las manos.-Ni si quiera me han visto...

-Sabes tan bien como yo que ha faltado poco...-dijo sin mucha emoción. Su debilidad ante el roce del escritor era algo que aún no podía controlar. Odiaba sentirse así de vulnerable, pero Castle ejercía una fuerza sobre ella imposible de evitar.

-Pero no lo han hecho. -ronroneó él.- Además, habríamos ideado alguna excusa lo suficientemente buena como para distraerles…-sonrió con su boca aún pegada a su oído.- Podríamos haber dicho que estábamos... ¿cazando mariposas?.

-¿Desnudos?-preguntó ella enarcando una ceja.

-Es primavera.-contestó él, haciendo referencia a la primera conversación que mantuvieron, muchos años atrás, en la sala de interrogatorios de la 12. Ella sonrió al recordar aquel primer momento, aquel primer encuentro en el que el escritor ya había conseguido sacarla de sus casillas. Formaba parte de sus recuerdos más preciados ; el principio de una larga historia...

Suspiró sobre la piel de su cuello y le apartó con suavidad mientras empezaba a desabrocharse la camisa de él y se la tendía. Recordó que no llevaba nada debajo demasiado tarde, Castle ya la estaba devorando con la mirada. Ella no pudo sino sentirse halagada al sentir su ansiosa mirada recorriendo con avaricia todo su cuerpo. El escritor tragó ruidosamente; la desnudez de la detective le había hecho recordar la magnífica noche que habían pasado juntos tan solo unas horas antes...

A Kate se le escapó una pequeña sonrisa de suficiencia, pero no cedió ante su mirada de cachorrito abandonado. En cambio, Castle, que había malinterpretado las intenciones de la detective al quitarse la camisa, se dejó llevar por su lado más salvaje y volvió a pegar sus labios a los de ella una vez se convenció a sí mismo de que no era lo suficientemente fuerte como para resistirse a la tentación que suponía la imagen de su musa desnuda ante él. “La carne es débil” pensó en su fuero interno mientras succionaba la piel del cuello de la detective.

Kate le recibió de buena gana, no había cosa que le gustase más que los besos de su escritor, pero a los pocos segundos se volvió a apartar de él. Había cogido al vuelo sus intenciones y ella seguía enfadada.

-No, Castle.-susurró sobre su cuello mientras Richard jugaba con su mandíbula.-Ahora, no.

Castle entendió a la primera que la detective no estaba para bromas y se apartó de ella de mala gana, simulando un puchero.

-Eres mala, Katherine Beckett.-gimoteó mientras, a regañadientes, se colocaba la camisa. Kate le ignoró y se dirigió hacia el baño para ducharse. Cuando volvió, el escritor estaba completamente vestido y la esperaba maniobrando en la cocina.
Kate se acercó a él con desconfianza.

-¿Qué haces?-preguntó mientras se colocaba a su lado.

Castle se limitó a inclinarse sobre ella y depositar un beso sobre su mejilla, haciendo que Kate sonriese.

-¡Por fin!-exclamó él elevando los brazos al aire.-¡Una sonrisa! Estaba empezando a preocuparme.

Kate hizo desaparecer la sonrisa de su cara y frunció el ceño en su dirección.

-Ya me extrañaba a mí...-bromeó Castle al ver su expresión.-La gruñona detective ha vuelto...

-Yo no soy gruñona...-refunfuñó ella haciendo un puchero.

-No, claro que no, cielo.-respondió él ocultando una sonrisa.- Siéntate que el desayuno está casi listo.

Hizo lo que le ordenó y se sentó en la silla del comedor. Kate se sorprendió a sí misma al quedarse embobada observando la retaguardia del escritor, que seguía completamente absorto en su proyecto culinario. Una sonrisa se extendió por su cara; nunca antes se había permitido hacer aquello. Claro que alguna vez no lo había podido evitar mientras estaban en la comisaría trabajando... al menos, no lo había hecho con tanto descaro como en aquel momento. Kate se sonrojó y se obligó a bajar la vista. En ese momento Richard, que le había pillado en mitad de su “estudio”, se acercó a la mesa trayendo consigo una bandeja.

La depositó en frente de Kate, quien abrió la boca desmesuradamente.

-¡Pero cuánta comida has hecho!

-Es que he visto que estabas hambrienta...-comentó mientras se inclinaba sobre la mesa para servir el zumo de naranja, colocando ostentosamente su trasero en frente de sus ojos.-¿Ves mejor así?

Kate volvió a sonrojarse pero no dijo nada; se limitó a darle un cachete y a empujarle con la mano.

-¡Ey! ¿Qué tienes ahí?-preguntó ella con intriga al palpar un objeto extraño en su bolsillo trasero.

El escritor se dio la vuelta rápidamente con una sonrisa y le tendió el zumo de naranja.

-Bébetelo, que se le van las vitaminas.

Kate le miró con desconfianza pero hizo lo que le pidió. Se bebió el vaso de un trago y le cuestionó con la mirada, pero el escritor parecía querer evitar su pregunta porque comenzó a desperdigar todos los platos por la mesa evitando su mirada inquisitoria.

-Castle...

-No es nada, en serio.-la miro con preocupación, como si le hubiesen pillado en falta.

-¿Entonces por qué no me lo quieres decir?-preguntó ella. No sabía de qué podría tratarse... Algo que él no quería que ella descubriese... Una idea comenzó a formarse en su mente-¡No!

La cara de Castle se convirtió en una cara de pánico al ver su expresión.

-Castle, dime que no has...-la voz de Kate tembló mientras dirigía su mirada hacia sus vaqueros, preguntándose qué le estaba ocultando.

-Kate, es una tontería. No tienes qué preocuparte.-dijo tratando de calmarla, aunque sin resultados

-No...tú no...-negó Kate con voz ahogada mientras agitaba vehementemente su cabeza.- otra vez, no.

-Otra vez... ¿qué?-preguntó con angustia el escritor, que no entendía la reacción de Kate.-Kate, ¿qué pasa?

El labio inferior de la detective comenzó a temblar incontrolablemente. No podía mirarle a la cara. Castle, alarmado por los fugaces cambios de humor en su pareja, se metió la mano en el bolsillo de su vaquero y rápidamente sacó lo que tenía guardado ahí. Se arrodilló a su lado y le mostró una cajita cuadrada de terciopelo turquesa con los bordes blancos. Kate levantó la vista y frunció el ceño, extrañada, al leer el la inscripción bordada en la caja.

-¿Tifanny's?-preguntó, extrañada, con un hilo de voz Con mano temblorosa cogió la cajita que le estaba tendiendo Castle. De repente, cayó en la cuenta y se quedó mirando con horror la postura del escritor, que seguía arrodillado a su lado.-Tú... no... ¿no habrás?

Castle estalló en una carcajada al ver el temor con el que sostenía Kate la cajita, pellizcando la tapa con dos dedos, sin llegar a abrirla.

-Tranquila, no te voy a pedir que te cases conmigo...-rió el escritor.- Aunque siempre está bien saber cuál sería tu respuesta.

Kate no pudo ni componer una media sonrisa; aún sentía el corazón latir enloquecido.

-Es un regalo de cumpleaños...-explicó él, atento a la reacción de la detective.

Ella le miro con cara de no entender. La comisaría le había hecho un regalo conjunto, ni más ni menos que un viaje a París, para dos. No se esperaba otro regalo por parte del escritor.

-Ya sabes, tenía pensado dártelo después de la fiesta... pero te quedaste dormida... y luego...-calló al recordar las angustiosas horas que había pasado tras su marcha nocturna.

Beckett asintió levemente. También ella había recordado lo que había sucedido después de la fiesta sorpresa... cómo había descubierto todo aquello que había cambiado su relación con el escritor para siempre. Sintió un escalofrío recorrerle toda la espalda. Castle seguía esperando que se decidiese a abrir su regalo, pero la detective parecía reticente a hacerlo. Finalmente, se obligó a levantar con cuidado la tapa de la caja, dejando a la vista una preciosa pulsera plateada de cadena sencilla. Acarició la fría plata con la yema del dedo, recorriendo el contorno de la joya. Kare se quedó sin aliento.

-Está grabada.-dijo él aún con la vista fijada en su rostro.

Kate le dio la vuelta a la delicada pulsera y observó con detenimiento las estilizadas letras colocadas de tal manera que compusiesen la palabra “siempre”.

A Kate se le escapó una lágrima que fue a parar sobre la cajita, humedeciendo los bordes de terciopelo.

-¿Estás llorando?-preguntó, alarmado, Richard.-Si quieres, la puedo devolver... Había otras muchas joyas...

Kate llevó un dedo a sus labios y cerró con fuerza los ojos, intentando controlar sus emociones. Aún seguía con el corazón desbocado por el susto de hacía unos momentos y odiaba hacerle dudar de esa manera. No quería estropearlo ni herirle por su falta de tacto.

-Es preciosa, Rick.-susurró.

El aludido sonrió abiertamente y acercó su rostro al de la detective, que permanecía con la cabeza gacha.

Kate levantó la vista al verle acercarse y posó sus labios sobre los del escritor, que seguía algo preocupado por la reacción de su compañera.

-Kate, ¿seguro que está todo bien?-preguntó.

-Sí... todo está bien.-mintió ella con un hilo de voz.-Gracias.

-Siempre.

Y volvió a besarla.

_


Como el escritor la vio desanimada durante el desayuno, le propuso ver una película y ella aceptó pues no se sentía con ganas de ir a trabajar. Castle, que había quedado con Gina aquella mañana para revisar unos detalles de su novela, canceló su reunión porque temía dejar a Kate sola en su estado. Así, se acomodaron en el sofá mientras los títulos de crédito de “El gran dictador” inundaban la pantalla del televisor.

Kate se recostó sobre Castle, apoyando su cabeza en la base de su cuello mientras él jugaba con su pelo. Cerró los ojos y se sumió en sus pensamientos. Lo último que le apetecía en aquel momento era ver una comedia, pero aquello le proporcionaría el tiempo que necesitaba para reflexionar. No podía dejar de pensar en la desconfianza que había sentido cuando Castle se había negado a enseñarle lo que tenía guardado en el bolsillo. Desde el primer momento le había embargado un sentimiento de soledad, de abandono, de traición... Había desconfiado de él, sin tan si quiera esperar una explicación, sin otorgarle el beneficio de la duda... Había dado por hecho que la estaba engañando, y eso le hacía sentir ruin, despreciable. ¿Cómo podía desconfiar tanto de él? Se aferró con fuerza al cuello de su camisa y Castle acarició su espalda inconscientemente mientras observaba la película.

¿Pero qué había pensado que le ocultaba? ¿Otra mentira acerca del caso de su madre? ¿O acaso ya no importaba de qué se tratase? Tan solo le preocupaba el hecho de que el escritor le ocultase algo. Era como si lo hubiese estado esperando... ¿Y si no podía volver a confiar en él? En ese caso... todo aquello estaba mal, no debería encontrarse aferrada a su cuello mientras aspiraba su aroma. Se sentía como si ella misma le estuviese engañando a él al guardarse todos aquellos pensamientos.

¿Pero y qué había de la noche anterior? Había supuesto el comienzo de algo que ambos habían estado esperando durante mucho tiempo; tal vez demasiado... La detective se centró en cómo se habían ido sucediendo los acontecimientos la noche pasada. Recordaba que había llegado a odiar al escritor más de lo que jamás se hubiese creído capaz de hacer... Entonces, ¿cómo había acabado entre sus brazos? Recordaba haberse sentido necesitada... recordaba la sensación de desasosiego y tristeza que la había embargado al pensar que jamás volvería a verlo...¿Acaso había sido todo resultado de un deseo desesperado por encontrar una vía de escape a todo el dolor y el horror que sentía en aquel momento? Había llegado a reconocer su amor por el escritor en frente de su psicoanalista; se lo había demostrado a sí misma, que llevaba negándose a aceptarlo durante meses... Al fin lo había conseguido reconocer, pero aún así había creído que aquello jamás sería suficiente como para dejar atrás todas las mentiras y los engaños... ¿Cómo es que había acabado entregándose a él sin reservas?

¿Qué había hecho? Aquello estaba mal, muy mal. Si todo había resultado ser un intento desesperado por sentirse a salvo, querida, protegida... No quería ni pensarlo. Se había estado engañando a sí misma; se había creído que el estar por fin con él se llevaría todos los recuerdos desagradables, todas las mentiras, todos sus temores, todas sus inseguridades... ¿Pero y si se habían estado negando a mirar la realidad a la cara? Aún así, Castle parecía conforme con el transcurso de los hechos... Es más, parecía feliz de tenerla por fin entre sus brazos. ¿Cómo iba a arrebatarle la felicidad al hombre que amaba?

La detective comenzó a llorar de nuevo al comprender que seguía sin encontrarse donde quería estar. Se había precipitado, se había dejado caer y nadie había estado allí para recogerla. Castle y ella no estaban en el mismo lugar; había sido una necia al pensar lo contrario. Creyó que al entregarse a él todo sería perfecto... pero no era más que otra mentira, otro engaño. La detective no esta preparada, nunca avanzaban; dudaba que jamás fueran a ser capaces de hacerlo. Acarició el relieve de la pulsera que colgaba de su muñeca y fijó la vista en sus manos entrelazadas, que descansaban sobre sobre su regazo. No quería perderle, no quería herirle... le dolía de tan solo pensarlo. Una lágrima rodó por su mejilla hasta estrellarse sobre el brazalete plateado. “Siempre”.

Castle paró la película al notar las convulsiones sobre su pecho. Llevó una mano al pelo de Kate y le retiró el mechón que le impedía contemplar su rostro. Estaba llorando de nuevo. Algo iba mal. Algo iba terriblemente mal. Se incorporó despacio con cuidado de no lastimarla.

-Kate, cielo....-le levantó el mentón suavemente con un dedo, obligándola a devolverle la mirada.-¿Qué pasa?

Posó la vista sobre la boca de la detective, que se había convertido en una mueca de tristeza. El escritor estaba preocupado por sus rápidos cambios de humor, no sabía cómo actuar. Sus manos vacilaron sobre la espalda de la detective y comenzaron a frotarla con suavidad intentando darle consuelo.

-¿Kate?-preguntó con preocupación.-¿Qué es lo que va mal?

Ella le sostuvo la mirada durante unos segundos, mientras intentaba leer lo más profundo de su ser y volvió a esconder su cara sobre el pecho del escritor. Castle llevó su mano al pelo de Kate y trató de calmarla.

-Shhh, shhh... Ya está Kate. Estoy aquí... Shhh, cielo, estoy aquí.

Kate apoyó sus manos sobre el pecho de Castle, sintiendo los latidos de su corazón. Lo que estaba a punto de hacer le rompía el alma.

-Rick...-susurró sobre el cuello de su camisa.-...te quiero.

Una lágrima se escapó de sus ojos llorosos y Castle la atrapó mientras le acariciaba la cara y le susurraba promesas de amor.

-Y yo a ti, mi vida. Te quiero.-no aguantó la imagen de su rostro compungido por el dolor. No quería más que ella fuese feliz; besó su frente.- Te quiero, Kate.-susurró sobre su pelo mientras volvía a besarla. Seguía sin entender nada; quería ayudarla y se veía incapaz.-Puedes contármelo, Kate. Estoy aquí.

Kate descubrió su rostro y le besó con pasión. Castle respondió de buen grado pero comenzó a retirarla porque sabía que algo no marchaba bien. Ella intentó prolongar el beso mientras memorizaba la forma de sus labios, el modo en que sus manos se estrechaban contra sus caderas, su aroma... No quería olvidar ningún segundo a su lado, pero tenía que dejarle ir. Separó levemente sus labios de los del confundido escritor.

-No puedo, Castle.-gimió aún pegada a él. Sintió cómo él apoyaba su frente contra la suya, expectante.-Lo siento... lo siento mucho.

Castle esperaba alguna explicación. Veía que se estaba derrumbando y no sabía cómo evitarlo. Kate estaba destrozada y él no sabía cómo reconfortarla. Se sentía completamente inútil. La mirada horrorizada de ella le rompía el corazón... Era un inútil.

-Kate, por favor...-pidió con un hilo de voz.-Déjame ayudarte.

-Rick...-gimió ella.-No...p-p-puedo...-sollozó mientras clavaba su mirada en la de él, que expresaba la agonía de verla así de destrozada.-no p-p-puedo hacer e-e-esto...

-¿El qué, Kate? Confía en mí...

-No puedo.-repitió ella con voz temblorosa. Clavó su mirada en la profundidad de los ojos marinos del escritor, que se achicaron al oír aquellas palabras.

Richard no sabía qué pensar. ¿Aquel “no puedo” se refería a que Kate no podía confiar en él o se trataba de otra cosa? La miró con miedo a descubrir los secretos que salían a voces de sus ojos torturados.

-¿Kate?-preguntó con un hilo de voz.

-No puedo hacerlo.-confesó una vez logró calmar su agitada respiración.-Cuando esto acabe...-continuó ella haciendo caso omiso de los aspavientos del escritor al escuchar sus palabras.- ...me derrumbaré y no podré recomponerme, lo sé.-al decir esto, la detective clavó la vista en sus ojos.-Ya he vivido esto... con el caso de mi madre... Tú lo has visto... no lo soportaría.

-Claro que lo sé.-contestó él con nerviosismo.-Lo he vivido contigo, y lo superaste. Lo hemos superado, juntos.-aferró sus manos con fuerza recalcando sus palabras.

-Exacto. Eres... eres el pilar sobre el que me sostengo... si esto acaba, no lo soportaría.

-Kate... estoy aquí, siempre voy a estar aquí... contigo.-rogó el escritor. La veía tan destrozada... besó las comisuras de sus labios pero ella volvió a apartarse.

-Por favor, Castle, no lo hagas...-le pidió. Esto solo hizo enfadar al escritor que la sujetó por los hombros.

-No, Kate. No lo hagas tú.-dijo agitándola con sus fuertes brazos.- ¿Por qué estás empeñada en destruir lo nuestro?

Ella le miró directamente a los ojos coléricos de él, que la observaban esperando una respuesta. La detective pudo sentir como aquello ya no tenía vuelta atrás. Acarició con el dorso de su mano la mejilla de Castle.

-Porque no puedo confiar en ti.-soltó en un suspiro cargado de pesar.-Rick, lo siento mucho...-presionó levemente su mejilla.

Aquella simple frase cayó cual bomba en la conciencia del escritor. Al oír aquellas seis palabras sintió cómo una descarga eléctrica le recorría el cuerpo. Se soltó del abrazos de la detective mientras sentía algo en su interior romperse en pedazos. Pudo leer la honestidad en su mirada, era lo que realmente sentía. Sin trucos, sin engaños... Después de tanto tiempo... Negó vehementemente con la cabeza mientras intentaba buscarle el sentido a sus palabras, en vano.

-¿Que no confías en mí?-rugió furioso. No podía dar crédito a lo que estaba escuchando.-¿Que no confías en mí?

Ella dio un brinco al observar, alarmada, el cambio operado en su voz.

-No puedo.-replicó ella con la voz ahogada.- Me gustaría poder hacerlo, pero me traicionaste, Rick.-sus labios comenzaron a temblar de nuevo mientras pronunciaba aquellas palabras.

-¿Que te traicioné?-saltó del sofá con los brazos en alto. La miró con furia.-Trataba de salvarte la vida, Kate. ¿Es que no lo ves?

-¡Me mentiste!-exclamó ella, levantándose a su vez.

-¡Sí, porque te quiero!-bramó. Sentía su corazón desbocado, notaba la adrenalina correr por sus venas. Cerró sus manos con fuerza, convirtiéndolas en puños.

-Eso no te da ningún derecho sobre mí, Castle.-soltó ella con decisión. Ya estaba, el daño ya estaba hecho, ya poco se podía hacer al respecto. Al menos aprovecharía el momento para ser completamente franca con él.-Castle, es mi vida, no la tuya. Tú no tienes derecho a decidir por mí.

-Te iban a matar, Kate.-respondió Castle con un bufido. Aquella conversación le parecía absurda, tan absurda como los motivos que ella le estaba dando.

-¿Y por eso me tuviste que mentir, Castle?-gimió ella. ¿Por qué le costaba tanto entender que se sentía traicionada?-Confié en ti, Castle. Tú eras mi guarida, el único que me entendía, el único que siempre estaba ahí... y me fallaste.

-Kate, ya te vi tirar tu vida por la borda una vez y no estaba dispuesto a... Espera,-paró en medio de su frase al caer en la cuenta.-... ¿confiabas en mí? ¿Es eso lo que quieres decir? ¿Que ya no lo haces?

Kate le sostuvo la mirada a duras penas. Podía ver el dolor que le estaba infligiendo con sus palabras y se sentía cual monstruo. Era cruel y ruin; Castle no se merecía todo aquello. Intentó salirse por la tangente.

-Rick... esto no va a funcionar.

-¿Que no va a funcionar?-preguntó con incredulidad el escritor.-¿Y eso a qué viene?

Ella clavó la vista en el suelo, en espera a que la tormenta se cerniese sobre ella.

-Castle...

-No, Kate. No me vengas con esas ahora.-replicó.-¿Y qué pasa con lo de anoche?

-Rick... anoche... los dos estábamos heridos.-contestó ella con voz de súplica.-Te necesitaba...

-¿Esa es tu defensa?-preguntó, colérico. Su pulso volvió a acelerarse incontrolablemente.- Me necesitabas... ¿y ya está? ¿Eso es todo, Kate?

A cada palabra que pronunciaba, Beckett se sentía caer más hondo dentro de un pozo sin fin. Cada palabra se clavaba en su pecho como un puñal.

-Castle, me heriste y yo también te herí.-suspiró ella mientras intentaba buscar las palabras correctas.- Anoche...nos necesitábamos el uno al otro...

-El problema, Kate-comenzó a decir.- es que no sabes lo que quieres. Nunca lo has sabido, y eso me mata.

Ella abrió los ojos con incredulidad, no se podía creer que le estuviese echando eso en cara.

-¿Y quién lo tiene claro, Rick?-se limitó a preguntar. Aquello había sido un golpe bajo, muy bajo.

-Yo, Kate. Yo lo tengo muy claro.-se limitó a decir.

-Ya, claro. Richard Castle siempre lo tiene todo resuelto.-rió sarcásticamente.-¿Y qué es lo que quieres, Castle?

- Te quiero a ti, con eso me basta. No necesito nada más.

A ella se le borró la sonrisa de la cara. No había estado esperando aquella respuesta.

-Richard, yo...-comenzó. Aquello era lo último que había querido conseguir... no había nada que detestase más que hacerle sufrir. Pero Castle la interrumpió al subir los brazos en el aire.

-No importa, Kate. No te estoy pidiendo que sientas lo mismo que yo, nunca lo he hecho...-volvió a dejar caer los brazos y relajó el ceño.- Habría estado dispuesto a esperar por ti porque de verdad creía que podría hacerte feliz...Pero sigues como al principio, entregada a los recuerdos. Es como si no quisieses avanzar...

Aquello le dolió como si le hubiese dado una bofetada. Había ido demasiado lejos... y ella no pudo contenerse.

-No tienes idea de lo que estás hablando. ¡Se trata del asesinato de mi madre! ¡Mi madre, Castle! ¡Se lo debo!-gritó haciendo aspavientos con los brazos.-¿Qué harías tú?

-No tiraría mi vida por la borda, de eso estoy seguro.-contestó en voz baja y se acercó unos pasos a ella. Sabía que le había hecho daño con sus anteriores palabras y se sentía muy mal por ello, pero a la vez sentía la necesidad de decirle todo aquello que había estado reprimiendo durante tanto tiempo.- No cuando tengo a gente que me quiere esperando por mí, no cuando podría ser feliz a tu lado.-los ojos del escritor se anegaron en lágrimas. Le estaba costando horrores pronunciar aquellas palabras.- Kate, no le debes nada a nadie. Sabes que no es esto lo que tu madre querría, lo sabes... No querría verte desperdiciar tu vida encerrándote en el pasado. Querría que vivieses y que fueses feliz.

El enfado parecía haber desaparecido de su ser; había sido sustituido por un aura de decepción que tan solo incrementó el pesar que sentía Kate. Ninguno de los dos podía comprender por qué el amor que sentían hacia el otro era insuficiente.

Alargó una mano, intentando acariciar su rostro. Odiaba herirla de aquella manera. Kate se echó hacia atrás, evitando su roce.

-¿Vas a decirme cómo he de vivir mi vida? ¿En serio, Castle?-el tono que empleó fue más agresivo de lo que había querido, pero no le importó ser brusca con él ahora que sabía lo que pensaba en realidad.

El aludido dejó caer su brazo y lanzó un profundo suspiro.

-No, Kate. No trato de decirte cómo vivir tu vida. De hecho, no tengo nada más que decirte.-se encogió levemente de hombros.-No puedo ayudarte si tú no quieres ayuda...

-No eres mi salvador, Castle.-soltó con rabia ella. Una lágrima se escapó de la comisura de sus ojos. Aquello había ido demasiado lejos...

-Eso ya lo sé... Y veo que aquí no hago ningún bien, así que...

Hizo amago de acariciarla de nuevo pero se lo pensó mejor y se limitó a dirigirse hacia la puerta. A pesar de sentirse dolida y humillada por sus palabras, Kate no pudo reprimir la necesidad de agarrar su mano, pero Castle evitó el contacto con su mano y continuó su camino.

-Rick, por favor...-suplicó con un hilo de voz.

No sabía qué le estaba pidiendo, no sabía por qué le había querido detener, tan solo sabía que no quería dejarle marchar. No de ese modo. No quería que todo acabase allí, en aquel momento. Para eso no estaba preparada, dudaba que jamás lo llegase a estar. Castle la miró con pesar.

-Kate, si no soy yo lo que quieres, deberías dejarme ir. Es lo mejor, para los dos. Te mereces ser feliz, aunque sea a tu manera...-dijo esbozando una diminuta sonrisa forzada. Aquello le estaba partiendo el corazón.

Ella le sostuvo la mirada durante unos segundos y luego el escritor se giró dándole la espalda recorriendo los pocos metros que lo separaban de la salida.

-Richard...

El aludido tan solo giró levemente la cabeza al oír su nombre.

-Adiós, Kate.-susurró.

Al oír sus palabras, la detective entró en una especie de trance, incapaz de aceptar todo lo que estaba ocurriendo. Cuando oyó el sonido de la puerta al cerrarse se dejó caer sobre sus rodillas en el suelo de madera, desmadejada. Se hizo el silencio en la habitación y permitió que las lágrimas recorriesen su rostro con total libertad.

Permaneció agazapada en el suelo durante lo que le pareció una eternidad, sin moverse. No supo cómo ni por qué salió de su trance, tan solo pudo escucharse a sí misma repetir una y otra vez las mismas palabras, palabras que nadie más que ella pudo escuchar.

-Te quiero a ti.


__


No me matéis! Sé que no es lo que os estabais esperando, pero no puedo complacer a todo el mundo xDD
La verdad es que una de las razones por las que tardé tanto en subir fue porque con los comentarios me sentí mal al saber que lo que tenía en mente no era lo que vosotras queríais y no sabía si cambiar la escena o dejarla como estaba.
Al fic no le quedan muchos caps, la verdad es que soy demasiado vaga como para escribir seguido y sé que es una put*** tener que estar esperando un capítulo de un fic así que supongo que terminaré este y luego me dedicaré a subir escenas, que es algo más llevadero!!
De nuevo, muchas gracias por vuestros comentarios y por leer! Es un gustazo escribir para vosotras!!