(¿+18?) Continuación de La Tormenta
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Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
D: Me siento mal por no tener tiempo para comentarte
entre escuela, trabajo y examenes /: Mariaa! creo que muy mal de tu parte
dejarnos asi ¬¬ haha
extraño escribir y no se me olvida que tenemos algo pendiente... tengo que darme el tiempo y organizar eso
Continua pronto!
entre escuela, trabajo y examenes /: Mariaa! creo que muy mal de tu parte
dejarnos asi ¬¬ haha
extraño escribir y no se me olvida que tenemos algo pendiente... tengo que darme el tiempo y organizar eso
Continua pronto!
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
DannyyFranco escribió:D: Me siento mal por no tener tiempo para comentarte
entre escuela, trabajo y examenes /: Mariaa! creo que muy mal de tu parte
dejarnos asi ¬¬ haha
extraño escribir y no se me olvida que tenemos algo pendiente... tengo que darme el tiempo y organizar eso
Continua pronto!
Bien!!!!!! He recuperado a una de mis habituales!!!!! , ultimamente en alguna de las dos historias estoy perdiendo a muchas
No te preocupes, lo primero es lo primero!!! Un beso
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
OPD!!!! , k paso??, de k me perdi??, xk no haces eso Maria, k no tienes piedad de nosotros???? , espero k lo termines de subir pronto, xk de por si con la espera del 24 de sep y ahora nos sales con esto, me va a dar un infarto , y mira k kiero ver y leer ambas cosas hasta el final ehh!!
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Uno largo, por la espera y la crueldad del adelanto. Espero que os guste y que comenteis, que echo de menos los comentarios de muchos. Gracias por leer!!
CAPITULO 15
-Kate, tengo miedo. –Beckett apretó con fuerza su mano, la acarició con dulzura, dándole ánimos. La mujer no podía creer como su vida había cambiado tanto en solo tres días y al igual que su marido estaba aterrorizada, pero disimulaba, por él. Escuchó unos pasos tras ella y el sonido de la reja, abriéndose. Sintió como Castle le apretaba con fuerza la mano, dirigiéndole una muda súplica. Lo abrazó, susurrando en su oído. –Te prometo que voy a resolver esto, te sacaré de ahí muy pronto mi amor, confía en mí. –Lo ayudó a levantarse, sin soltar su mano aún. Los dos guardias esperaron, ambos conocían al escritor, conocían a la ex-capitana, sabían que esto era difícil, pero era su trabajo, tenían que hacerlo. Uno de ellos carraspeó. –Capitana… tenemos que…
-Un momento más. –Pidió. El hombre asintió. Ella dirigió la mirada a su marido, que se había quedado sin habla. Beckett lo acarició con suavidad, le sonrío unos segundos y lo besó, desesperada por darle fuerzas. Castle pareció despertar con ese beso y se lo devolvió, con la misma intensidad, hasta que ambos se quedaron sin aire. Luego respiró hondo y asintió, dando un paso adelante. –Estoy listo. –El mismo guardia que había hablado le miró avergonzado, pidiéndole disculpas en silencio. Castle extendió sus brazos, dejando que le pusieran las esposas, luego se volvió unos segundos para mirarla. –Te quiero.
-Yo también. –Susurró.
Tres días antes
-Tiene que ser un error.
-Lo he comprobado mil veces Kate, no es un error, lo siento.
-Pero… no puede ser, sabes que es imposible.
-Lo siento Kate, pero no hay error. El ADN es suyo y estaba sobre la última víctima.
Beckett no dijo nada, no podía hablar. Sentía que le faltaba el aire. Lanie la sujetó y la hizo sentarse. –Tranquila Kate, cálmate, por favor, seguro que esto tiene una explicación. –La capitana la miró unos segundos, ambas pensaban lo mismo, no hay explicación posible, aparte la evidente, y eso no podía ser, no, Castle no era un asesino, Castle no había matado a esas chicas. Beckett respiró hondo. Luego miró a su mejor amiga.
-No hables de esto con nadie. –Lanie no contestó, no podía ocultar información relacionada con un caso de asesinato y menos uno de asesinato múltiple. –Por favor Lanie, dame un día. Habla con Esposito y venid a casa en una hora. Deja que hable con Rick primero.
-Está bien, de acuerdo, nos vemos allí.
Condujo esquivando coches y peatones, saltándose varias leyes, pero en esos momentos le daba igual. Llegó al loft en diez minutos, aparcó el coche en el garaje y subió con rapidez.
-¡Rick!, ¿estás ahí?
Castle salió del baño con una toalla en la mano y Sarah de la mano, envuelta en su albornoz de La Sirenita. La miró sorprendido. -¿Kate?, ¿qué haces aquí?, ¿ha pasado algo?
No contestó, miró a la pequeña que tosía y le echaba los brazos, mimosa, para que la cogiera. La sostuvo en sus brazos unos segundos, estrechándola con fuerza, pensando en el dolor que provocaría a sus hijos la pérdida de su padre. Castle no entendía nada. Beckett llevó a la pequeña a su dormitorio y le dijo que se pusiera el pijama y se metiera en la cama.
-Mama vendrá ahora, cielo, pero tengo que hablar con papá.
-Vale mami.
Bajó las escaleras con rapidez, aunque le temblaban las piernas. Su marido la siguió con la mirada, confuso. –Kate, ¿vas a decirme ya lo que está pasando?
-Rick yo… -Le llevó varios minutos controlar su voz y encontrar las palabras adecuadas para explicarle lo que había ocurrido. Castle la miraba fijamente, seguro de haber oído mal.
-Kate, tiene que ser un error.
-Rick…
-No, escucha, es imposible, ¿de acuerdo?, Lanie es muy buena, es la mejor, pero comete errores, como todo el mundo, es un error, ¿vale?, es un error.
-Rick, lo ha comprobado mil veces, no es un error.
-¿Qué quieres decir? ¿Qué soy un asesino? ¿Qué he matado a siete chicas?
-¡¿Cómo puedes decirme eso?!, ¡yo jamás pensaría eso de ti!, ¡lo sabes!
-¿Entonces?
-Tiene que haber alguna explicación, solo hay que buscarla.
-¿Explicación?, ¿se te ocurre algo?, Porqué tú, como capitana de policía que eres, sabes perfectamente que no hay explicación posible, salvo la evidente, que desde luego, no es verdad. –Le dijo con rabia.
-Rick, por favor, no luches conmigo, sabes que yo quiero ayudarte.
Castle no dijo nada, se sentó y se tapó el rostro con las manos. Trató de calmarse y hacer lo que mejor se le daba, pensar como escritor de novelas de misterio. –Alguien me está tendiendo una trampa, es la única explicación.
-¿Se te ocurre alguien?
-No…
-¡Mami!, ¡mami, ven! –Lucía gritaba desde su habitación. Ambos se levantaron y fueron a ver a las niñas. La pequeña señalaba a su hermana desde su cama. Estaba vomitando. Beckett se acercó a ella y le apartó el cabello, sujetándole la frente. Castle fue a por una fregona.
-No pasa nada cielo, échalo todo, tranquila. –La pequeña sintió como la última arcada pasaba y miró a su madre con lágrimas en los ojos. –Lo siento mami.
-Shhh, no pasa nada. Ven, vamos a lavarte. –Castle limpió la habitación mientras que Beckett bañaba a la niña. Luego la dejaron de nuevo en la cama, le dieron otra pastilla disuelta en zumo y se quedaron con ellas unos minutos. Sarah se quedó dormida, Lucía se levantó, dispuesta a bajar con ellos, no tenía sueño. Castle se lo impidió. –Cielo, mamá y yo tenemos que hablar cosas de mayores, quédate aquí, ¿vale?
-¿Me pones el DVD? –Castle asintió, encendió la televisión de las pequeñas, le puso la primera película de Disney que encontró y bajó el volumen para no despertar a Sarah. Antes de salir del dormitorio le dio un beso a ambas niñas, presionando sus labios en sus frentes durante varios segundos. Fue a la habitación de Ryan e hizo lo mismo, luego bajó al salón, donde Beckett le esperaba, con una tila en las manos. Castle cogió una botella de whisky y se sirvió una copa, bebiéndosela de un trago, luego volvió a llenar el vaso.
-Rick, deja de beber, por favor.
-¿Qué vamos a hacer?
-No lo sé.
Llamaron a la puerta. Beckett fue a abrir mientras que el escritor llenaba su vaso por tercera vez. Lanie y Esposito entraron en silencio, Castle los miró. La forense se arrodilló frente al escritor y le cogió la mano. –Lo siento mucho Castle, te juro que lo he comprobado mil veces, no paro de decirme que tiene que haber sido un error, pero…
-Cálmate Lanie, lo sé, esto no es culpa tuya.
-Beckett, tenemos que hacer algo. –Esposito miraba a su amiga, que intentaba aclarar su cabeza. –La prensa está obsesionada con este caso. Tarde o temprano saldrán los resultados de ADN a la luz.
-Espo, si la prensa se entera de esto, la reputación de mi marido estará acabada. –Castle alzó la mirada. Lanie miró con tristeza hacia otro lado, sintiéndose culpable. El inspector miró a su amigo. –Hagamos una cosa. Iremos a comisaria, te llamaré desde allí, cuando la prensa pregunte le diremos que han aparecido pruebas en extrañas circunstancias que te relacionan con esto y que has venido de forma voluntaria para arreglar esta confusión. ¿De acuerdo?
Beckett, Lanie y Castle lo miraron, asintiendo en silencio. –Bien, cielo, quédate aquí con los niños. –La mujer asintió, Castle se levantó. Beckett se acercó a él.
-Date una ducha, relájate, te daremos un tiempo antes de llamar. Todo va a salir bien, ¿vale?
-Vale…
-Te quiero, confía en mí, no va a pasar nada, esto tiene su explicación.
Asintió. Beckett se dio la vuelta pero se vio sujeta por sus fuertes brazos. Castle la besó con ímpetu, Esposito y Lanie se dirigieron a la cocina, dándoles unos segundos de paz a sus mejores amigos. Unos minutos después, la capitana llamó al inspector y tras darle un último beso a su marido salieron del loft. Castle se quedó plantado en medio de salón, en silencio. Lanie se acercó a él. –Ve a ducharte.
Cuando llegaron a la 12 fueron directamente al despacho, Beckett se dejó caer en su silla, agotada. Esposito salió, dejándola sola. –Te daré unos minutos.
Veinte minutos después Beckett salió de su despacho, con los ojos enrojecidos, pero secos. Se apoyó en el marco de la puerta.
-Inspector Esposito. La forense ha encontrado unos cabellos con ADN. Tenemos un sospechoso. –Dijo con su tono más profesional. Todos la miraron, sorprendidos. Por fin había algo nuevo en el caso.
-¿El nombre del sospechoso?
-Richard Castle. –Un silencio eterno se hizo en toda la comisaría. Los dos detectives a cargo de Esposito pasaban la mirada del inspector a la capitana, una y otra vez, como quien ve un partido de tenis. Esposito asintió, también con una fachada de profesional en la mirada. Cogió el teléfono y llamó al loft del escritor.
-¿Señor Castle? Le llamo de la comisaría 12, soy el inspector Esposito, necesito que venga inmediatamente, han aparecido unas pruebas que lo relacionan con un caso de asesinato. –Esposito esperó unos segundos. –Ya, entiendo, lo siento mucho señor Castle, pero no es ningún error, le pido que venga de forma voluntaria o tendré que ordenar su detención.
Beckett vio como su amigo colgaba el teléfono y se dirigía a su detective. –El señor Castle vendrá en breve con su abogado. Avísame cuando venga. Mantened a la prensa apartado de esto, ¿entendido?
Volvió a encerrarse en su despacho, se llevó la mano al cuello como hacia siempre que estaba nerviosa, queriendo tocar el anillo que colgaba de él, pero olvidaba que no lo tenía. Suspiró con frustración. Media hora más tarde Esposito golpeó con suavidad la puerta y abrió, mirándola. Beckett asintió con tristeza y se levantó. Entró en la sala de interrogatorios, con el inspector detrás. Castle estaba sentado, en silencio, con expresión seria. Su abogado, el mismo que le había atendido durante el intento de divorcio, miró a ambos con mal humor. No dejó que se sentaran antes de empezar.
-Que conste que mi cliente ha venido de forma voluntaria.
-Bien.
-Y que se irá de tal manera si empiezan a acusarle de asesinato.
-Abogado, no estamos aquí para acusar a nadie, solo queremos hacerle unas preguntas a su cliente.
-Muy bien.
Castle tenía la mirada fija en su mujer, examinando su aspecto, más preocupado por ella que por él. Esposito empezó a hablar.
-Señor Castle, ¿reconoce a esta mujer?
-Salió ayer en los telediarios, es otra víctima más de ese psicópata.
-Digo si la conoce de forma más… íntima.
-No.
-¿Está seguro?
-Completamente.
-¿No la ha visto nunca?, no sé, en una firma de libros, ¿quizás?
-Si es así, no lo recuerdo. ¿Recuerda usted la cara de todos lo que se han sentado en esta silla? –El abogado sonrió. Beckett se quitó de forma silenciosa el zapato y acarició suavemente su pierna debajo de la mesa. En cualquier otra circunstancia habría sido un gesto sexual, pero aquel momento lo único que quería era calmarle, algo que no podía hacer con su mano.
-Si no la conoce… ¿puede explicarnos como ha llegado su ADN a nuestra victima?
-Debe de haber sido un error.
-No lo es.
-En ese caso no puedo ayudarles, lo siento.
-¿Seguro?, a mí se me ocurre una buena explicación.
-Estoy deseando oírla.
-Mi explicación es que usted mató a esa chica, como mató a las otras seis.
-Hemos terminado. –El abogado se levantó, Castle hizo lo mismo.
-Señor Castle, el forense ha determinado la hora de la muerte entre las siete y las ocho de la mañana de ayer. ¿Tiene coartada para ello?
-Estaba en casa, con mis hijos.
-¿Esa es su coartada? ¿Unos niños?
Beckett no dijo nada. Los pequeños no servirían de coartada, ningún jurado lo aceptaría. Castle estaba en un grave aprieto.
-Esta conversación se ha terminado. Vámonos, Rick. –Siguió al abogado en silencio. Beckett y Esposito suspiraron. La mujer se dirigió a él.
-¿Tenias que ser tan duro?
-¿Qué querías que hiciera? –Replicó, molesto.
-Tiene una coartada muy débil. ¿Qué hacemos ahora?
Se miraron en silencio, durante unos largos segundos. Esposito suspiró. –Está bien, escucha, iré al escenario, puede que se nos haya pasado algo. Nos quedaremos toda la noche repasando uno tras otro los crímenes. Pero si mañana no hay nada nuevo, ambos sabemos lo que tenemos que hacer. –Beckett no dijo nada, se limitó a asentir con la cabeza. Se dirigió al despacho, encontrándose cara a cara con Castle. Cerró la puerta. Los detectives de Esposito cuchichearon en voz baja.
-¿Crees que la capitana detendrá a su marido?
-Lo dudo, quien sabe, a lo mejor no somos los únicos inútiles de esta comisaría. –Repuso él, aunque tuvo la mala suerte de que Esposito los oyó.
-¿Quién coño te crees que eres para dudar de la capitana? Que te quede claro una cosa, jamás serás un policía como ella, ¿me oyes?, no le llegarás ni a la suela de los zapatos. ¡Largo de mi vista! –El joven se marchó en silencio, la detective miró avergonzada a su superior. Esposito no dijo nada mas, le hizo una seña para que lo siguiera a la escena del crimen.
Se miraron en silencio, hasta que ella apartó la mirada. No podía mas, se sentó, mirando al suelo. Castle se acercó a ella lentamente, se arrodillo a su lado y le cogido la mano. –Te quiero.
-Yo también. –No dijeron nada mas, Castle le dio un beso en la frente y luego se marchó, ignorado los murmullos que se oían en toda la comisaria.
Beckett pasó toda la tarde mirando los documentos que tenía en su mesa. No hizo caso al café que le trajo Lanie ni tampoco a la petición de Esposito para que se fuera a casa. Le dolían los ojos, la cabeza, estaba cansada, muy cansada, pero le daba igual. Leyó cada informe mil veces. Revisó cada foto de la pizarra y cada prueba otras mil. Escuchó las grabaciones con los interrogatorios, miró las fotos de los cadáveres, pero no sirvió de nada. No encontró nada que exculpara a su marido. Eran las dos de la mañana cuando Esposito entró en silencio. Alzó la mirada, el negó. Se levantó en silencio. -¿A dónde vas?
-Mañana voy a tener que detener a mi marido. Esta noche quiero pasarla con él.
Le temblaba la mano al meter la llave en la cerradura. Respiró hondo y entró. Castle la esperaba en el sofá. Se acercó a él y lo abrazó con fuera, diciéndole una y otra vez que lo sentía. La separó con suavidad y la tomó de la barbilla. –Esto no es culpa tuya, has hecho lo que has podido. Esta puede ser la última noche que pasamos juntos, no quiero verte llorar, ¿de acuerdo?
-Rick, voy a solucionar esto.
-Eres la mejor policía que he conocido, mi amor, pero ambos sabemos que no es fácil. Tenemos que estar preparados. –La acarició con ternura, recostándose en el sofá, con ella apoyada en su pecho.
-Solo son unos pelos, maldita sea, eso no es suficiente para condenar a un hombre. –Se lamentó.
-Sí para un jurado. –Murmuró sobre su pelo. –Pero ahora no hablemos más de eso, por favor.
Se quedaron en silencio. Castle se levantó y la tomó de la mano, llevándola al dormitorio. La miró a los ojos y empezó a desabrochar su camisa. Ella lo frenó. –Rick, no puedes…
-Esta noche no se trata de mí. –Contestó con tranquilidad, aunque por dentro maldecía a Lanie por las malditas pastillas. Siguió desabrochando los botones y deslizó la camisa por sus brazos, dejándola caer al suelo. Acarició suavemente sus cicatrices, rozándolas con la punta de los dedos. Beckett contuvo un escalofrío. Castle siguió acariciándola, llevando las manos a su espalda, buscando el broche del sujetador. Acarició toda su columna, sintiendo como se le erizaba la piel. Despacio desabrochó la prenda de color negra, que se reunió con la camisa en el suelo. Beckett clavó sus ojos en los de él, soltando un suave gemido cuando sintió como sus dedos acariciaban sus pechos, lento, siempre lento. Gimió de nuevo cuando Castle atrapó un pezón entre sus dientes, sin apenas presionar, lamiendo despacio con la lengua. El escritor notó las manos de su mujer en su nuca, atrayéndolo a sus pechos, mientras que en su boca los gemidos empezaban a convertirse en gritos. Se separó, dejándola jadeando, temblorosa. La llevó hasta la cama y la colocó con suavidad en el centro, tumbada. Su pecho bajaba y subía, sin control. Se sentó a su lado, desabrochando ahora su pantalón. Ella alzó las piernas, ayudándole a librarse de él. Castle se agachó y empezó a dibujar círculos en su ombligo con su lengua, mientras que acariciaba sus largas piernas. Beckett lo tomó de la nuca y lo hizo subir, reclamando su boca con la suya. Mientras que la besaba introdujo la mano en sus braguitas, notándola húmeda y cálida, muy cálida. Sintió como arqueaba las caderas cuando sus dedos encontraron el clítoris, que masajeó con suavidad, durante unos segundos, mientras que seguía besándola. Rompió el beso y fue bajando lentamente, dejando rastros de fuego en su cuello, sus pechos, su abdomen, su ombligo, hasta llegar de nuevo a sus braguitas. Las bajó y luego acarició de nuevo, con la palma de la mano, haciéndola sollozar. –Rick, por favor. –No dijo nada, dio un último beso en su vientre y le dio lo que ella quería. Beckett lloró, gimió, jadeo y gritó, cuando su marido devoró su zona más íntima. Su lengua pasaba una y otra vez por sus pliegues, sus labios succionaban su clítoris, sus dientes mordían con infinita suavidad. Castle la sujetaba con una mano, situada en su abdomen, no quería que se moviera, la necesitaba quieta para darle el mayor placer que un hombre podía darle a su mujer. Notó como la mano de ella se colocaba sobre la suya, apretándola con fuerza, mientras que sus gritos eran cada vez mas histéricos. Introdujo un dedo lentamente dentro de ella y lo movió despacio durante unos segundos, mirándola a los ojos. Luego volvió a lamer y succionar su clítoris, sin dejar de mover su dedo en su interior, ahora con más rapidez, sintiendo como poco a poco su cuerpo lo aprisionaba. Beckett se derritió bajo su boca, su cuerpo se hizo agua cuando llegó al orgasmo, entre gritos y gemidos, con los ojos fuertemente cerrados. Castle le dio un último beso y luego se tumbó a su lado, atrayéndola, acariciando su cabello y su rostro, mientras que la oía respirar con dificultad. –Te quiero. -Pasaron el resto de la noche despiertos, pero sin hablar, haciéndose compañía el uno al otro, pero en silencio. Ese silencio que ambos habían aprendido a compartir y apreciar desde que estaban juntos.
A la mañana siguiente Beckett sentía como las fuerzas le fallaban cuando se sentó en su despacho, con la orden de detención en la mano, esperando para ser firmada. Esposito la miraba con tristeza, sintiendo el dolor de su amiga, pensando en lo que haría si fuese Lanie la acusada de asesinato. Pero llamaron a la puerta del despacho y ambos tuvieron que alzar la mirada, encontrándose con un hombre de aspecto severo y con el jefe de detectives. –¿Capitana Beckett? Soy Mathew Wickney, de Asuntos Internos. Hemos sido avisados por un detective de su comisaría, al parecer ha dejado usted sin detener a un sospechoso de asesinato. ¿Tiene alguna explicación para ello?
-Yo… tengo aquí la orden…
-Que debió haber firmado ayer. Queda destituida de su puesto hasta que esto se aclare, por favor, denos su placa.
Lo hizo sin poder hablar, mientras que Esposito no daba crédito a lo que estaba viendo. El hombre de Asuntos Internos añadió. –Por cierto, el juez ha firmado el ingreso en prisión de su marido, pero dada las circunstancias, pasara este día en el calabozo y mañana será encerrado. Le daremos un día para que lo acompañe.
Y ahora estaba ahí, viendo como se llevaban al hombre de su vida a la cárcel.
CAPITULO 15
-Kate, tengo miedo. –Beckett apretó con fuerza su mano, la acarició con dulzura, dándole ánimos. La mujer no podía creer como su vida había cambiado tanto en solo tres días y al igual que su marido estaba aterrorizada, pero disimulaba, por él. Escuchó unos pasos tras ella y el sonido de la reja, abriéndose. Sintió como Castle le apretaba con fuerza la mano, dirigiéndole una muda súplica. Lo abrazó, susurrando en su oído. –Te prometo que voy a resolver esto, te sacaré de ahí muy pronto mi amor, confía en mí. –Lo ayudó a levantarse, sin soltar su mano aún. Los dos guardias esperaron, ambos conocían al escritor, conocían a la ex-capitana, sabían que esto era difícil, pero era su trabajo, tenían que hacerlo. Uno de ellos carraspeó. –Capitana… tenemos que…
-Un momento más. –Pidió. El hombre asintió. Ella dirigió la mirada a su marido, que se había quedado sin habla. Beckett lo acarició con suavidad, le sonrío unos segundos y lo besó, desesperada por darle fuerzas. Castle pareció despertar con ese beso y se lo devolvió, con la misma intensidad, hasta que ambos se quedaron sin aire. Luego respiró hondo y asintió, dando un paso adelante. –Estoy listo. –El mismo guardia que había hablado le miró avergonzado, pidiéndole disculpas en silencio. Castle extendió sus brazos, dejando que le pusieran las esposas, luego se volvió unos segundos para mirarla. –Te quiero.
-Yo también. –Susurró.
Tres días antes
-Tiene que ser un error.
-Lo he comprobado mil veces Kate, no es un error, lo siento.
-Pero… no puede ser, sabes que es imposible.
-Lo siento Kate, pero no hay error. El ADN es suyo y estaba sobre la última víctima.
Beckett no dijo nada, no podía hablar. Sentía que le faltaba el aire. Lanie la sujetó y la hizo sentarse. –Tranquila Kate, cálmate, por favor, seguro que esto tiene una explicación. –La capitana la miró unos segundos, ambas pensaban lo mismo, no hay explicación posible, aparte la evidente, y eso no podía ser, no, Castle no era un asesino, Castle no había matado a esas chicas. Beckett respiró hondo. Luego miró a su mejor amiga.
-No hables de esto con nadie. –Lanie no contestó, no podía ocultar información relacionada con un caso de asesinato y menos uno de asesinato múltiple. –Por favor Lanie, dame un día. Habla con Esposito y venid a casa en una hora. Deja que hable con Rick primero.
-Está bien, de acuerdo, nos vemos allí.
Condujo esquivando coches y peatones, saltándose varias leyes, pero en esos momentos le daba igual. Llegó al loft en diez minutos, aparcó el coche en el garaje y subió con rapidez.
-¡Rick!, ¿estás ahí?
Castle salió del baño con una toalla en la mano y Sarah de la mano, envuelta en su albornoz de La Sirenita. La miró sorprendido. -¿Kate?, ¿qué haces aquí?, ¿ha pasado algo?
No contestó, miró a la pequeña que tosía y le echaba los brazos, mimosa, para que la cogiera. La sostuvo en sus brazos unos segundos, estrechándola con fuerza, pensando en el dolor que provocaría a sus hijos la pérdida de su padre. Castle no entendía nada. Beckett llevó a la pequeña a su dormitorio y le dijo que se pusiera el pijama y se metiera en la cama.
-Mama vendrá ahora, cielo, pero tengo que hablar con papá.
-Vale mami.
Bajó las escaleras con rapidez, aunque le temblaban las piernas. Su marido la siguió con la mirada, confuso. –Kate, ¿vas a decirme ya lo que está pasando?
-Rick yo… -Le llevó varios minutos controlar su voz y encontrar las palabras adecuadas para explicarle lo que había ocurrido. Castle la miraba fijamente, seguro de haber oído mal.
-Kate, tiene que ser un error.
-Rick…
-No, escucha, es imposible, ¿de acuerdo?, Lanie es muy buena, es la mejor, pero comete errores, como todo el mundo, es un error, ¿vale?, es un error.
-Rick, lo ha comprobado mil veces, no es un error.
-¿Qué quieres decir? ¿Qué soy un asesino? ¿Qué he matado a siete chicas?
-¡¿Cómo puedes decirme eso?!, ¡yo jamás pensaría eso de ti!, ¡lo sabes!
-¿Entonces?
-Tiene que haber alguna explicación, solo hay que buscarla.
-¿Explicación?, ¿se te ocurre algo?, Porqué tú, como capitana de policía que eres, sabes perfectamente que no hay explicación posible, salvo la evidente, que desde luego, no es verdad. –Le dijo con rabia.
-Rick, por favor, no luches conmigo, sabes que yo quiero ayudarte.
Castle no dijo nada, se sentó y se tapó el rostro con las manos. Trató de calmarse y hacer lo que mejor se le daba, pensar como escritor de novelas de misterio. –Alguien me está tendiendo una trampa, es la única explicación.
-¿Se te ocurre alguien?
-No…
-¡Mami!, ¡mami, ven! –Lucía gritaba desde su habitación. Ambos se levantaron y fueron a ver a las niñas. La pequeña señalaba a su hermana desde su cama. Estaba vomitando. Beckett se acercó a ella y le apartó el cabello, sujetándole la frente. Castle fue a por una fregona.
-No pasa nada cielo, échalo todo, tranquila. –La pequeña sintió como la última arcada pasaba y miró a su madre con lágrimas en los ojos. –Lo siento mami.
-Shhh, no pasa nada. Ven, vamos a lavarte. –Castle limpió la habitación mientras que Beckett bañaba a la niña. Luego la dejaron de nuevo en la cama, le dieron otra pastilla disuelta en zumo y se quedaron con ellas unos minutos. Sarah se quedó dormida, Lucía se levantó, dispuesta a bajar con ellos, no tenía sueño. Castle se lo impidió. –Cielo, mamá y yo tenemos que hablar cosas de mayores, quédate aquí, ¿vale?
-¿Me pones el DVD? –Castle asintió, encendió la televisión de las pequeñas, le puso la primera película de Disney que encontró y bajó el volumen para no despertar a Sarah. Antes de salir del dormitorio le dio un beso a ambas niñas, presionando sus labios en sus frentes durante varios segundos. Fue a la habitación de Ryan e hizo lo mismo, luego bajó al salón, donde Beckett le esperaba, con una tila en las manos. Castle cogió una botella de whisky y se sirvió una copa, bebiéndosela de un trago, luego volvió a llenar el vaso.
-Rick, deja de beber, por favor.
-¿Qué vamos a hacer?
-No lo sé.
Llamaron a la puerta. Beckett fue a abrir mientras que el escritor llenaba su vaso por tercera vez. Lanie y Esposito entraron en silencio, Castle los miró. La forense se arrodilló frente al escritor y le cogió la mano. –Lo siento mucho Castle, te juro que lo he comprobado mil veces, no paro de decirme que tiene que haber sido un error, pero…
-Cálmate Lanie, lo sé, esto no es culpa tuya.
-Beckett, tenemos que hacer algo. –Esposito miraba a su amiga, que intentaba aclarar su cabeza. –La prensa está obsesionada con este caso. Tarde o temprano saldrán los resultados de ADN a la luz.
-Espo, si la prensa se entera de esto, la reputación de mi marido estará acabada. –Castle alzó la mirada. Lanie miró con tristeza hacia otro lado, sintiéndose culpable. El inspector miró a su amigo. –Hagamos una cosa. Iremos a comisaria, te llamaré desde allí, cuando la prensa pregunte le diremos que han aparecido pruebas en extrañas circunstancias que te relacionan con esto y que has venido de forma voluntaria para arreglar esta confusión. ¿De acuerdo?
Beckett, Lanie y Castle lo miraron, asintiendo en silencio. –Bien, cielo, quédate aquí con los niños. –La mujer asintió, Castle se levantó. Beckett se acercó a él.
-Date una ducha, relájate, te daremos un tiempo antes de llamar. Todo va a salir bien, ¿vale?
-Vale…
-Te quiero, confía en mí, no va a pasar nada, esto tiene su explicación.
Asintió. Beckett se dio la vuelta pero se vio sujeta por sus fuertes brazos. Castle la besó con ímpetu, Esposito y Lanie se dirigieron a la cocina, dándoles unos segundos de paz a sus mejores amigos. Unos minutos después, la capitana llamó al inspector y tras darle un último beso a su marido salieron del loft. Castle se quedó plantado en medio de salón, en silencio. Lanie se acercó a él. –Ve a ducharte.
Cuando llegaron a la 12 fueron directamente al despacho, Beckett se dejó caer en su silla, agotada. Esposito salió, dejándola sola. –Te daré unos minutos.
Veinte minutos después Beckett salió de su despacho, con los ojos enrojecidos, pero secos. Se apoyó en el marco de la puerta.
-Inspector Esposito. La forense ha encontrado unos cabellos con ADN. Tenemos un sospechoso. –Dijo con su tono más profesional. Todos la miraron, sorprendidos. Por fin había algo nuevo en el caso.
-¿El nombre del sospechoso?
-Richard Castle. –Un silencio eterno se hizo en toda la comisaría. Los dos detectives a cargo de Esposito pasaban la mirada del inspector a la capitana, una y otra vez, como quien ve un partido de tenis. Esposito asintió, también con una fachada de profesional en la mirada. Cogió el teléfono y llamó al loft del escritor.
-¿Señor Castle? Le llamo de la comisaría 12, soy el inspector Esposito, necesito que venga inmediatamente, han aparecido unas pruebas que lo relacionan con un caso de asesinato. –Esposito esperó unos segundos. –Ya, entiendo, lo siento mucho señor Castle, pero no es ningún error, le pido que venga de forma voluntaria o tendré que ordenar su detención.
Beckett vio como su amigo colgaba el teléfono y se dirigía a su detective. –El señor Castle vendrá en breve con su abogado. Avísame cuando venga. Mantened a la prensa apartado de esto, ¿entendido?
Volvió a encerrarse en su despacho, se llevó la mano al cuello como hacia siempre que estaba nerviosa, queriendo tocar el anillo que colgaba de él, pero olvidaba que no lo tenía. Suspiró con frustración. Media hora más tarde Esposito golpeó con suavidad la puerta y abrió, mirándola. Beckett asintió con tristeza y se levantó. Entró en la sala de interrogatorios, con el inspector detrás. Castle estaba sentado, en silencio, con expresión seria. Su abogado, el mismo que le había atendido durante el intento de divorcio, miró a ambos con mal humor. No dejó que se sentaran antes de empezar.
-Que conste que mi cliente ha venido de forma voluntaria.
-Bien.
-Y que se irá de tal manera si empiezan a acusarle de asesinato.
-Abogado, no estamos aquí para acusar a nadie, solo queremos hacerle unas preguntas a su cliente.
-Muy bien.
Castle tenía la mirada fija en su mujer, examinando su aspecto, más preocupado por ella que por él. Esposito empezó a hablar.
-Señor Castle, ¿reconoce a esta mujer?
-Salió ayer en los telediarios, es otra víctima más de ese psicópata.
-Digo si la conoce de forma más… íntima.
-No.
-¿Está seguro?
-Completamente.
-¿No la ha visto nunca?, no sé, en una firma de libros, ¿quizás?
-Si es así, no lo recuerdo. ¿Recuerda usted la cara de todos lo que se han sentado en esta silla? –El abogado sonrió. Beckett se quitó de forma silenciosa el zapato y acarició suavemente su pierna debajo de la mesa. En cualquier otra circunstancia habría sido un gesto sexual, pero aquel momento lo único que quería era calmarle, algo que no podía hacer con su mano.
-Si no la conoce… ¿puede explicarnos como ha llegado su ADN a nuestra victima?
-Debe de haber sido un error.
-No lo es.
-En ese caso no puedo ayudarles, lo siento.
-¿Seguro?, a mí se me ocurre una buena explicación.
-Estoy deseando oírla.
-Mi explicación es que usted mató a esa chica, como mató a las otras seis.
-Hemos terminado. –El abogado se levantó, Castle hizo lo mismo.
-Señor Castle, el forense ha determinado la hora de la muerte entre las siete y las ocho de la mañana de ayer. ¿Tiene coartada para ello?
-Estaba en casa, con mis hijos.
-¿Esa es su coartada? ¿Unos niños?
Beckett no dijo nada. Los pequeños no servirían de coartada, ningún jurado lo aceptaría. Castle estaba en un grave aprieto.
-Esta conversación se ha terminado. Vámonos, Rick. –Siguió al abogado en silencio. Beckett y Esposito suspiraron. La mujer se dirigió a él.
-¿Tenias que ser tan duro?
-¿Qué querías que hiciera? –Replicó, molesto.
-Tiene una coartada muy débil. ¿Qué hacemos ahora?
Se miraron en silencio, durante unos largos segundos. Esposito suspiró. –Está bien, escucha, iré al escenario, puede que se nos haya pasado algo. Nos quedaremos toda la noche repasando uno tras otro los crímenes. Pero si mañana no hay nada nuevo, ambos sabemos lo que tenemos que hacer. –Beckett no dijo nada, se limitó a asentir con la cabeza. Se dirigió al despacho, encontrándose cara a cara con Castle. Cerró la puerta. Los detectives de Esposito cuchichearon en voz baja.
-¿Crees que la capitana detendrá a su marido?
-Lo dudo, quien sabe, a lo mejor no somos los únicos inútiles de esta comisaría. –Repuso él, aunque tuvo la mala suerte de que Esposito los oyó.
-¿Quién coño te crees que eres para dudar de la capitana? Que te quede claro una cosa, jamás serás un policía como ella, ¿me oyes?, no le llegarás ni a la suela de los zapatos. ¡Largo de mi vista! –El joven se marchó en silencio, la detective miró avergonzada a su superior. Esposito no dijo nada mas, le hizo una seña para que lo siguiera a la escena del crimen.
Se miraron en silencio, hasta que ella apartó la mirada. No podía mas, se sentó, mirando al suelo. Castle se acercó a ella lentamente, se arrodillo a su lado y le cogido la mano. –Te quiero.
-Yo también. –No dijeron nada mas, Castle le dio un beso en la frente y luego se marchó, ignorado los murmullos que se oían en toda la comisaria.
Beckett pasó toda la tarde mirando los documentos que tenía en su mesa. No hizo caso al café que le trajo Lanie ni tampoco a la petición de Esposito para que se fuera a casa. Le dolían los ojos, la cabeza, estaba cansada, muy cansada, pero le daba igual. Leyó cada informe mil veces. Revisó cada foto de la pizarra y cada prueba otras mil. Escuchó las grabaciones con los interrogatorios, miró las fotos de los cadáveres, pero no sirvió de nada. No encontró nada que exculpara a su marido. Eran las dos de la mañana cuando Esposito entró en silencio. Alzó la mirada, el negó. Se levantó en silencio. -¿A dónde vas?
-Mañana voy a tener que detener a mi marido. Esta noche quiero pasarla con él.
Le temblaba la mano al meter la llave en la cerradura. Respiró hondo y entró. Castle la esperaba en el sofá. Se acercó a él y lo abrazó con fuera, diciéndole una y otra vez que lo sentía. La separó con suavidad y la tomó de la barbilla. –Esto no es culpa tuya, has hecho lo que has podido. Esta puede ser la última noche que pasamos juntos, no quiero verte llorar, ¿de acuerdo?
-Rick, voy a solucionar esto.
-Eres la mejor policía que he conocido, mi amor, pero ambos sabemos que no es fácil. Tenemos que estar preparados. –La acarició con ternura, recostándose en el sofá, con ella apoyada en su pecho.
-Solo son unos pelos, maldita sea, eso no es suficiente para condenar a un hombre. –Se lamentó.
-Sí para un jurado. –Murmuró sobre su pelo. –Pero ahora no hablemos más de eso, por favor.
Se quedaron en silencio. Castle se levantó y la tomó de la mano, llevándola al dormitorio. La miró a los ojos y empezó a desabrochar su camisa. Ella lo frenó. –Rick, no puedes…
-Esta noche no se trata de mí. –Contestó con tranquilidad, aunque por dentro maldecía a Lanie por las malditas pastillas. Siguió desabrochando los botones y deslizó la camisa por sus brazos, dejándola caer al suelo. Acarició suavemente sus cicatrices, rozándolas con la punta de los dedos. Beckett contuvo un escalofrío. Castle siguió acariciándola, llevando las manos a su espalda, buscando el broche del sujetador. Acarició toda su columna, sintiendo como se le erizaba la piel. Despacio desabrochó la prenda de color negra, que se reunió con la camisa en el suelo. Beckett clavó sus ojos en los de él, soltando un suave gemido cuando sintió como sus dedos acariciaban sus pechos, lento, siempre lento. Gimió de nuevo cuando Castle atrapó un pezón entre sus dientes, sin apenas presionar, lamiendo despacio con la lengua. El escritor notó las manos de su mujer en su nuca, atrayéndolo a sus pechos, mientras que en su boca los gemidos empezaban a convertirse en gritos. Se separó, dejándola jadeando, temblorosa. La llevó hasta la cama y la colocó con suavidad en el centro, tumbada. Su pecho bajaba y subía, sin control. Se sentó a su lado, desabrochando ahora su pantalón. Ella alzó las piernas, ayudándole a librarse de él. Castle se agachó y empezó a dibujar círculos en su ombligo con su lengua, mientras que acariciaba sus largas piernas. Beckett lo tomó de la nuca y lo hizo subir, reclamando su boca con la suya. Mientras que la besaba introdujo la mano en sus braguitas, notándola húmeda y cálida, muy cálida. Sintió como arqueaba las caderas cuando sus dedos encontraron el clítoris, que masajeó con suavidad, durante unos segundos, mientras que seguía besándola. Rompió el beso y fue bajando lentamente, dejando rastros de fuego en su cuello, sus pechos, su abdomen, su ombligo, hasta llegar de nuevo a sus braguitas. Las bajó y luego acarició de nuevo, con la palma de la mano, haciéndola sollozar. –Rick, por favor. –No dijo nada, dio un último beso en su vientre y le dio lo que ella quería. Beckett lloró, gimió, jadeo y gritó, cuando su marido devoró su zona más íntima. Su lengua pasaba una y otra vez por sus pliegues, sus labios succionaban su clítoris, sus dientes mordían con infinita suavidad. Castle la sujetaba con una mano, situada en su abdomen, no quería que se moviera, la necesitaba quieta para darle el mayor placer que un hombre podía darle a su mujer. Notó como la mano de ella se colocaba sobre la suya, apretándola con fuerza, mientras que sus gritos eran cada vez mas histéricos. Introdujo un dedo lentamente dentro de ella y lo movió despacio durante unos segundos, mirándola a los ojos. Luego volvió a lamer y succionar su clítoris, sin dejar de mover su dedo en su interior, ahora con más rapidez, sintiendo como poco a poco su cuerpo lo aprisionaba. Beckett se derritió bajo su boca, su cuerpo se hizo agua cuando llegó al orgasmo, entre gritos y gemidos, con los ojos fuertemente cerrados. Castle le dio un último beso y luego se tumbó a su lado, atrayéndola, acariciando su cabello y su rostro, mientras que la oía respirar con dificultad. –Te quiero. -Pasaron el resto de la noche despiertos, pero sin hablar, haciéndose compañía el uno al otro, pero en silencio. Ese silencio que ambos habían aprendido a compartir y apreciar desde que estaban juntos.
A la mañana siguiente Beckett sentía como las fuerzas le fallaban cuando se sentó en su despacho, con la orden de detención en la mano, esperando para ser firmada. Esposito la miraba con tristeza, sintiendo el dolor de su amiga, pensando en lo que haría si fuese Lanie la acusada de asesinato. Pero llamaron a la puerta del despacho y ambos tuvieron que alzar la mirada, encontrándose con un hombre de aspecto severo y con el jefe de detectives. –¿Capitana Beckett? Soy Mathew Wickney, de Asuntos Internos. Hemos sido avisados por un detective de su comisaría, al parecer ha dejado usted sin detener a un sospechoso de asesinato. ¿Tiene alguna explicación para ello?
-Yo… tengo aquí la orden…
-Que debió haber firmado ayer. Queda destituida de su puesto hasta que esto se aclare, por favor, denos su placa.
Lo hizo sin poder hablar, mientras que Esposito no daba crédito a lo que estaba viendo. El hombre de Asuntos Internos añadió. –Por cierto, el juez ha firmado el ingreso en prisión de su marido, pero dada las circunstancias, pasara este día en el calabozo y mañana será encerrado. Le daremos un día para que lo acompañe.
Y ahora estaba ahí, viendo como se llevaban al hombre de su vida a la cárcel.
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
uffff que dramatico arreglalo porfavor!!!
castlelover- As del póker
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Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Buuuf Maria no se odiar o quererte.
~Quererte: Por la escena, intima y la vez tierna.
~Odiarte: ¡Porque le has hecho a Castle!
Me ha encantado por favor no tardes en continuar, simplemente creo que nos ha matado a cada de los que seguimos tu FIC, al leerlo me ha venido a la mente la famosa frase de Martha que dice en el capítulo 3X05- Anatomía de un asesinato, cuando le dice que "Si estaría dispuesto a sacarla de la carcél, porque eso es verdadero amor."
Continuá pronto pliiiiiiiiiiiiis....
~Quererte: Por la escena, intima y la vez tierna.
~Odiarte: ¡Porque le has hecho a Castle!
Me ha encantado por favor no tardes en continuar, simplemente creo que nos ha matado a cada de los que seguimos tu FIC, al leerlo me ha venido a la mente la famosa frase de Martha que dice en el capítulo 3X05- Anatomía de un asesinato, cuando le dice que "Si estaría dispuesto a sacarla de la carcél, porque eso es verdadero amor."
Continuá pronto pliiiiiiiiiiiiis....
Invitado- Invitado
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Ya nose qe ponerte ya sabes q me encanta cómo escribes..espero qe tardes poco en subir la siguiente entrega!
LEILAKB- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 08/11/2011
Edad : 34
Localización : madrid
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
*Inspira...Expira*
Este fic me tiene ESTRESADA!!!!! Siento como si estuviera viendo el final de una temporada y me encanta!! *eso sonó bipolar*
PD.: Si lo admito, soy masoquista a mas no poder, pero que se le hace con fic tan bueno como este
Este fic me tiene ESTRESADA!!!!! Siento como si estuviera viendo el final de una temporada y me encanta!! *eso sonó bipolar*
PD.: Si lo admito, soy masoquista a mas no poder, pero que se le hace con fic tan bueno como este
Última edición por Massycb el Vie Sep 07, 2012 3:36 am, editado 1 vez
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Hay madre maria lo primero decirte que sigo amando tu fic y tu forma de escribir como siempre eres superdetallista y emocionarias y hasta a una estatua no me puedo despegar de la pantalla!!
lo segundo ..... COMO HAS PODIDO HACERLES ESTO?? de momento conservo la fe en que lo arregles (Y ESPERO QUE SEA ASIII )
porfis no lo dejes asiii (o si no )
un besazo hemosa sigue asi (bueno, asi NO castle fuera de la carcel y rapidito )
lo segundo ..... COMO HAS PODIDO HACERLES ESTO?? de momento conservo la fe en que lo arregles (Y ESPERO QUE SEA ASIII )
porfis no lo dejes asiii (o si no )
un besazo hemosa sigue asi (bueno, asi NO castle fuera de la carcel y rapidito )
María Caskett- Actor en Broadway
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Fecha de inscripción : 19/05/2012
Edad : 24
Localización : Madrid-España
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
joooo pobre castle, solo le falta que en la carcel se le caiga el jabon en las duchas y ¡zas!, estoy impaciente por ver como lo arreglas, gracias por seguir escribiendo
choleck- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
choleck escribió:joooo pobre castle, solo le falta que en la carcel se le caiga el jabon en las duchas y ¡zas!
No me des ideas XD
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
maria_cs escribió:choleck escribió:joooo pobre castle, solo le falta que en la carcel se le caiga el jabon en las duchas y ¡zas!
No me des ideas XD
Que le una paliza esta bien, pero que se le caiga el jabon!!!! Noooo!!!!
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ,muy bueno aprovechando que estoy en la u sin nada que hacer y entre y vi capitulo nuevo esta superrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr sigueloooooo y una paliza no estaría mal o tal vez popularidad en la cárcel ya sabes es castle
moni valdes- As del póker
- Mensajes : 298
Fecha de inscripción : 04/01/2012
Edad : 34
Localización : colombia
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Massycb escribió:maria_cs escribió:choleck escribió:joooo pobre castle, solo le falta que en la carcel se le caiga el jabon en las duchas y ¡zas!
No me des ideas XD
Que le una paliza esta bien, pero que se le caiga el jabon!!!! Noooo!!!!
Impotente, calvo, sin poderse lavar en condiciones porque se le ha caído el jabón, y violentado... definitivamente a Castle no le quieres nada de nada
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Cata Castillo escribió:Massycb escribió:maria_cs escribió:choleck escribió:joooo pobre castle, solo le falta que en la carcel se le caiga el jabon en las duchas y ¡zas!
No me des ideas XD
Que le una paliza esta bien, pero que se le caiga el jabon!!!! Noooo!!!!
Impotente, calvo, sin poderse lavar en condiciones porque se le ha caído el jabón, y violentado... definitivamente a Castle no le quieres nada de nada
Yo adoro a Castle, las que quieren que se le caiga el jabón o que le den una paliza son ellas, yo... solo tomo nota de las ideas XD.
Y no le he dejado calvo, yo siempre dejo pelos en el peine y tengo una buena melena =)
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
siguelooooooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Hola !!!!
Hace ya siete horas que he leido el capitulo y hasta ahora no he podido comentar !! I'm so sorry !!!
Cuando lo termine de leer quede en shockkkkkkkkkk!!!!!!! Y todavia lo digo estando ..
Vale lo siguiente que quiero decir , tiene dos partes , una buena y otra mal ( pero eso depende como te lo quieras tomar )
Parte buena :
Ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah !!!!! Maria es buenisimo el capitulo , como lo has descrito detalladamente todo , parces tu la que lo esta viviendo , muy bueno ..
Parte mala :
Ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah !!!!!! Maria esto no se hace , me dijiste que iba a ver cosas no tan felices ( creo que eso eran cosas "tristes ") Pero castle en la carcel , beckett destituida , y la hija de ambos "malita" ..... Maria esto no son cosas " tristes" , son tragedias y desgracias que van en cadena....
(No quiero ofenderte , antes quiero halagarte )
PD : mi madre casi llama al samur , cuando termine de leer el capitulo , me quede paralizada, palida , sin respiracion , con el corazon dando un vuelco a medida que los latidos aumentaban y el corazon se me encogia como un puño .....
Si llegados el momento y al ritmo que voy ,,, estais todos invitados a mi entierro ,, peroooo,
!! DESPEDIDME A LO GRANDE !!! !!! EEEHHH !!
Maria una pregunta : Eres una escritora famosa ????
Maria porfavor algo de felicidad porfa , porfa , porfa , plis , plis,
Hace ya siete horas que he leido el capitulo y hasta ahora no he podido comentar !! I'm so sorry !!!
Cuando lo termine de leer quede en shockkkkkkkkkk!!!!!!! Y todavia lo digo estando ..
Vale lo siguiente que quiero decir , tiene dos partes , una buena y otra mal ( pero eso depende como te lo quieras tomar )
Parte buena :
Ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah !!!!! Maria es buenisimo el capitulo , como lo has descrito detalladamente todo , parces tu la que lo esta viviendo , muy bueno ..
Parte mala :
Ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah ah !!!!!! Maria esto no se hace , me dijiste que iba a ver cosas no tan felices ( creo que eso eran cosas "tristes ") Pero castle en la carcel , beckett destituida , y la hija de ambos "malita" ..... Maria esto no son cosas " tristes" , son tragedias y desgracias que van en cadena....
(No quiero ofenderte , antes quiero halagarte )
PD : mi madre casi llama al samur , cuando termine de leer el capitulo , me quede paralizada, palida , sin respiracion , con el corazon dando un vuelco a medida que los latidos aumentaban y el corazon se me encogia como un puño .....
Si llegados el momento y al ritmo que voy ,,, estais todos invitados a mi entierro ,, peroooo,
!! DESPEDIDME A LO GRANDE !!! !!! EEEHHH !!
Maria una pregunta : Eres una escritora famosa ????
Maria porfavor algo de felicidad porfa , porfa , porfa , plis , plis,
rickk y katee- Actor en Broadway
- Mensajes : 170
Fecha de inscripción : 22/08/2012
Edad : 27
Localización : solo yo se , dond stoy !
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
que no maria, que todas queremos mucho a castle, y nos gustaria que en las duchas de la carcel tengan dosificador de jabon pegado a la pared, que el pompazo de castle tan respingon es muy goloson
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Mariaa! que capitulo tan intenso... pobre Kate, dejo de ser capitana y encierran a Castle yo no me olvido de tu fic
quiero mas!!
quiero mas!!
DannyyFranco- Policia de homicidios
- Mensajes : 686
Fecha de inscripción : 24/01/2012
Edad : 31
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
CAPÍTULO 16
-Y por la atrocidad de los crímenes, solo perpetrados por alguien sin escrúpulos y de una crueldad extrema, La Fiscalía de Nueva York pide para el acusado, Richard Edgar Castle, la Pena capital.
Beckett sintió como le fallaban las piernas, un grito de horror salió de sus labios y resonó por toda la sala. Todo se volvió negro, lo último que oyó fue su voz...
-¡Kate!
-Kate, Kate cielo, Kate. –Lentamente abrió los ojos. Lanie la miraba con preocupación. La ayudó a incorporarse.
-Rick… -Gimió.
-Shhh, tranquila, la vista ha terminado, el juez ha rechazado la petición del fiscal, pero pide cadena perpetua.
No contestó, estaba temblando y no tenía fuerzas. No había comido nada en las últimas horas, apenas dormía, ni pasaba tiempo con sus hijos. Se pasaba el día entero trabajando, desde hacía un mes, buscando desesperada algo que pudiera exculpar a su marido. Pero era difícil, teniendo en cuenta que debía hacerlo en secreto, puesto que no solo le habían quitado el puesto de capitana, sino que la tenían apartada de comisaría. Esposito la ayudaba, y también Ellie, la detective. No era así con el otro, responsable de su suspensión y que se pasaba el día entero haciendo papeleo, sin que Esposito le quitase ojo de encima. Lanie acarició su frente con un trapo húmedo y la ayudó a levantarse.
-¿Dónde está?
-Ha vuelto a la prisión. El abogado dice que podrás verlo mañana, que te han concedido el vis a vis. –Beckett suspiró, al menos una buena noticia. Aunque después de saber que pedían la Cadena Perpetua para él nada la podría hacer sonreír. Pensó en su escritor, tan bueno generoso, tierno, sincero, incapaz de hacerle daño a nadie. Se preguntó quien lo odiaría tanto para hacerle esto. Pero la única persona que se le ocurría, la madre de Alexis, había muerto hacía ya dos años, de una sobredosis. Lanie interrumpió sus pensamientos.
-Vamos cielo, deberías descansar. Los niños no paran de preguntar por ti, dicen que ya no les quieres.
Beckett la miró horrorizada, se había empeñado tanto en el caso, que no había tenido tiempo para sus hijos. Y los pequeños sufrían la falta de su padre y también la de su madre. Se sintió terriblemente culpable, pero no tenía fuerzas. Lanie la llevó a casa. En cuanto abrió la puerta se encontró con la mirada triste de sus hijos y también la de Alexis. Natan estaba en la cocina, preparando el almuerzo. Lanie fue a ayudarle.
-¿No venís a darme un abrazo? –Extendió los brazos mirando a los pequeños, que fueron rápidamente a abrazar a su madre. Los sostuvo durante unos minutos y luego se caminó al sofá, con los niños enganchados a sus ropas. Se sentó al lado de Alexis, que tenía los ojos enrojecidos. La joven había oído la resolución de la vista en los telediarios. Cadena Perpetua… para su padre, el mejor hombre que podía existir. Sarah se tumbó en el sofá y puso la cabeza en regazo de su madre, mientras que Ryan se acomodaba en sus brazos. Lucía se sentó en el suelo, entre sus piernas. La pequeña rompió el silencio.
-¿Cuándo vuelve papá? –De nuevo la misma pregunta. Los mayores miraban con pena, la pequeña no lo entendía. Papá estaba de viaje porque su último libro iba muy bien, ¿porqué mamá y Alexis se ponían tristes cuando pensaban en ese viaje? ¿Y porqué papá nunca llamaba a casa? Alexis no lo soportó más y fue hacia el baño, llorando. Nathan se apresuró a seguirla. Beckett no contestó a su hija, se limitó a darle una tierna caricia en sus castaños cabellos, mientras que apretaba aún más a Sarah y a Ryan a su cuerpo.
-¡No es justo!, mi pa…dre no… no ha… no ha hecho nada… -Sollozó. Nathan la besó con dulzura y la sostuvo en su regazo hasta que dejó de llorar. Quería consolarla, pero nada de lo que le dijera la ayudaría así que se limitó a darle su cariño.
El resto de la tarde fue triste y silencioso. Lanie se quedó en la casa, al igual que Nathan y Alexis. Jim y Martha no acudieron. Martha había sufrido una angina de pecho hacía una semana y estaba ingresada en el hospital. Jim querría estar con su hija, pero no podía dejar a su mujer sola. Kate hablaba con él todos los días y le preguntaba por la salud de la actriz, suspirando aliviada cuando oía un “está mejor”, le darán el alta muy pronto. Alexis iba a verla todos los días, pero ese no tenía fuerzas, no después de esa horrible mañana.
La pelirroja se fue a acostar en la cama supletoria que le habían puesto. Nathan se quedó con ella hasta que se durmió y luego se marchó a buscar ropa para ambos, se quedarían en la casa, al menos durante unos días. Los niños ya hacía rato que se habían acostado, aunque se habían negado a cerrar los ojos hasta que mamá llegó y les cantó una nana. Luego se hizo el silencio. Fue a su dormitorio y se desnudó para ponerse el pijama. Lanie entró y la miró.
-¡No pensarás irte a la cama!
-Sí, ¿acaso no debería?
-No, claro que no. –Beckett la miró sin comprender. Lanie la tomó de la mano y la llevó frente al espejo. -¿Qué ves?
-A mí, en bragas y sujetador.
-Ya, ¿sabes que veo yo? –Beckett negó. –A una mujer con el pelo enredado y enmarañado, la piernas sin depilar, con unas horribles ojeras y las uñas desarregladas.
Se apartó de ella y la miró, con rabia. -¿Crees qué con lo qué está pasando tengo tiempo para pensar en esto?
Lanie la miró con ternura y negó. –No, claro que no. Pero mañana estarás con tu marido, a solas, después de un mes sin poder hacerlo. Siempre con un funcionario de prisiones o con el abogado, nunca sola. Castle está destrozado, Kate, él te necesita y si mañana te ve así se preocupará aún más. El pobre necesita un rato de paz, un rato con su esposa. Por favor, al menos hazlo por él. –No le contestó, se limitó a sollozar y echarse a sus brazos. Lanie la besó en el pelo. –Vamos, no llores cielo.
-Lo… echo… de… me… lo echo de menos…
-Lo sé, por eso mañana tienes que aprovechar, ¿de acuerdo? Al menos deja que te vea guapa.
-Ayúdame. –Le suplicó. Lanie asintió. La acompañó hasta el baño y cogió un cepillo, crema desenredante, serum para el pelo, y una cinta. Le hizo un moño con casi todo el cabello y empezó a arreglar el suelto. Poco a poco y tras varios tirones y peleas con el peine consiguió desenredarlo y darle el brillo y el bello aspecto que solía tener. Se lo recogió en dos colas para que pudiera dormir sin que se le enredase. Cuando terminó sacó una lima y un pinta-uñas y le hizo la manicura. Luego rebuscó en el cajón donde Beckett guardaba su maquillaje y encontró una crema antiojeras. La dejó en el lavabo y miró a su amiga.
-Mañana te aplicarás una buena cantidad y te maquillarás de forma natural, como a él le gusta. ¿De acuerdo?
Se limitó a asentir. Luego vio como su amiga buscaba por los cajones. –Si buscas la epilady está en ese cajón de ahí. –Lanie la miró entrecerrando los ojos, cogió la máquina y apretó el botón, comprobando que funcionaba. Luego se la tendió. –Te espero fuera.
Se depiló lentamente, sin hacer el menor caso a los tirones. Tampoco los sentía apenas, las ganas de ver a su escritor eran más fuertes que cualquier tipo de dolor. Cuando terminó se acarició las piernas, comprobando la suavidad. Salió del baño y miró a su mejor amiga, que le sonrió. –Ahora si vuelves a ser tú.
A la mañana siguiente Alexis se llevó a los niños al parque de atracciones. No le apetecía nada, pero Kate se lo había suplicado y Nathan le había dicho que la ayudaría a distraerse. La joven aceptó, pero antes le pidió un favor a su madrastra.
-Dásela, por favor. –Le tendió un sobre. Ella asintió. Cogió la carta y luego fue al coche. Suspiró, pensando en la cantidad de veces que había estado allí. Fue a la zona de los vis a vis y esperó una eternidad. Pero por fin la condujeron hasta una habitación y de nuevo la dejaron esperando. Un funcionario de prisiones le pidió que le siguiese y la llevó hasta otra habitación. Abrió la puerta y la dejó pasar.
-Una hora. –La avisó. Beckett asintió y se dio la vuelta, mirando al centro de la habitación. Una cama, nada más y sentado en ella el hombre de su vida.
-Y por la atrocidad de los crímenes, solo perpetrados por alguien sin escrúpulos y de una crueldad extrema, La Fiscalía de Nueva York pide para el acusado, Richard Edgar Castle, la Pena capital.
Beckett sintió como le fallaban las piernas, un grito de horror salió de sus labios y resonó por toda la sala. Todo se volvió negro, lo último que oyó fue su voz...
-¡Kate!
-Kate, Kate cielo, Kate. –Lentamente abrió los ojos. Lanie la miraba con preocupación. La ayudó a incorporarse.
-Rick… -Gimió.
-Shhh, tranquila, la vista ha terminado, el juez ha rechazado la petición del fiscal, pero pide cadena perpetua.
No contestó, estaba temblando y no tenía fuerzas. No había comido nada en las últimas horas, apenas dormía, ni pasaba tiempo con sus hijos. Se pasaba el día entero trabajando, desde hacía un mes, buscando desesperada algo que pudiera exculpar a su marido. Pero era difícil, teniendo en cuenta que debía hacerlo en secreto, puesto que no solo le habían quitado el puesto de capitana, sino que la tenían apartada de comisaría. Esposito la ayudaba, y también Ellie, la detective. No era así con el otro, responsable de su suspensión y que se pasaba el día entero haciendo papeleo, sin que Esposito le quitase ojo de encima. Lanie acarició su frente con un trapo húmedo y la ayudó a levantarse.
-¿Dónde está?
-Ha vuelto a la prisión. El abogado dice que podrás verlo mañana, que te han concedido el vis a vis. –Beckett suspiró, al menos una buena noticia. Aunque después de saber que pedían la Cadena Perpetua para él nada la podría hacer sonreír. Pensó en su escritor, tan bueno generoso, tierno, sincero, incapaz de hacerle daño a nadie. Se preguntó quien lo odiaría tanto para hacerle esto. Pero la única persona que se le ocurría, la madre de Alexis, había muerto hacía ya dos años, de una sobredosis. Lanie interrumpió sus pensamientos.
-Vamos cielo, deberías descansar. Los niños no paran de preguntar por ti, dicen que ya no les quieres.
Beckett la miró horrorizada, se había empeñado tanto en el caso, que no había tenido tiempo para sus hijos. Y los pequeños sufrían la falta de su padre y también la de su madre. Se sintió terriblemente culpable, pero no tenía fuerzas. Lanie la llevó a casa. En cuanto abrió la puerta se encontró con la mirada triste de sus hijos y también la de Alexis. Natan estaba en la cocina, preparando el almuerzo. Lanie fue a ayudarle.
-¿No venís a darme un abrazo? –Extendió los brazos mirando a los pequeños, que fueron rápidamente a abrazar a su madre. Los sostuvo durante unos minutos y luego se caminó al sofá, con los niños enganchados a sus ropas. Se sentó al lado de Alexis, que tenía los ojos enrojecidos. La joven había oído la resolución de la vista en los telediarios. Cadena Perpetua… para su padre, el mejor hombre que podía existir. Sarah se tumbó en el sofá y puso la cabeza en regazo de su madre, mientras que Ryan se acomodaba en sus brazos. Lucía se sentó en el suelo, entre sus piernas. La pequeña rompió el silencio.
-¿Cuándo vuelve papá? –De nuevo la misma pregunta. Los mayores miraban con pena, la pequeña no lo entendía. Papá estaba de viaje porque su último libro iba muy bien, ¿porqué mamá y Alexis se ponían tristes cuando pensaban en ese viaje? ¿Y porqué papá nunca llamaba a casa? Alexis no lo soportó más y fue hacia el baño, llorando. Nathan se apresuró a seguirla. Beckett no contestó a su hija, se limitó a darle una tierna caricia en sus castaños cabellos, mientras que apretaba aún más a Sarah y a Ryan a su cuerpo.
-¡No es justo!, mi pa…dre no… no ha… no ha hecho nada… -Sollozó. Nathan la besó con dulzura y la sostuvo en su regazo hasta que dejó de llorar. Quería consolarla, pero nada de lo que le dijera la ayudaría así que se limitó a darle su cariño.
El resto de la tarde fue triste y silencioso. Lanie se quedó en la casa, al igual que Nathan y Alexis. Jim y Martha no acudieron. Martha había sufrido una angina de pecho hacía una semana y estaba ingresada en el hospital. Jim querría estar con su hija, pero no podía dejar a su mujer sola. Kate hablaba con él todos los días y le preguntaba por la salud de la actriz, suspirando aliviada cuando oía un “está mejor”, le darán el alta muy pronto. Alexis iba a verla todos los días, pero ese no tenía fuerzas, no después de esa horrible mañana.
La pelirroja se fue a acostar en la cama supletoria que le habían puesto. Nathan se quedó con ella hasta que se durmió y luego se marchó a buscar ropa para ambos, se quedarían en la casa, al menos durante unos días. Los niños ya hacía rato que se habían acostado, aunque se habían negado a cerrar los ojos hasta que mamá llegó y les cantó una nana. Luego se hizo el silencio. Fue a su dormitorio y se desnudó para ponerse el pijama. Lanie entró y la miró.
-¡No pensarás irte a la cama!
-Sí, ¿acaso no debería?
-No, claro que no. –Beckett la miró sin comprender. Lanie la tomó de la mano y la llevó frente al espejo. -¿Qué ves?
-A mí, en bragas y sujetador.
-Ya, ¿sabes que veo yo? –Beckett negó. –A una mujer con el pelo enredado y enmarañado, la piernas sin depilar, con unas horribles ojeras y las uñas desarregladas.
Se apartó de ella y la miró, con rabia. -¿Crees qué con lo qué está pasando tengo tiempo para pensar en esto?
Lanie la miró con ternura y negó. –No, claro que no. Pero mañana estarás con tu marido, a solas, después de un mes sin poder hacerlo. Siempre con un funcionario de prisiones o con el abogado, nunca sola. Castle está destrozado, Kate, él te necesita y si mañana te ve así se preocupará aún más. El pobre necesita un rato de paz, un rato con su esposa. Por favor, al menos hazlo por él. –No le contestó, se limitó a sollozar y echarse a sus brazos. Lanie la besó en el pelo. –Vamos, no llores cielo.
-Lo… echo… de… me… lo echo de menos…
-Lo sé, por eso mañana tienes que aprovechar, ¿de acuerdo? Al menos deja que te vea guapa.
-Ayúdame. –Le suplicó. Lanie asintió. La acompañó hasta el baño y cogió un cepillo, crema desenredante, serum para el pelo, y una cinta. Le hizo un moño con casi todo el cabello y empezó a arreglar el suelto. Poco a poco y tras varios tirones y peleas con el peine consiguió desenredarlo y darle el brillo y el bello aspecto que solía tener. Se lo recogió en dos colas para que pudiera dormir sin que se le enredase. Cuando terminó sacó una lima y un pinta-uñas y le hizo la manicura. Luego rebuscó en el cajón donde Beckett guardaba su maquillaje y encontró una crema antiojeras. La dejó en el lavabo y miró a su amiga.
-Mañana te aplicarás una buena cantidad y te maquillarás de forma natural, como a él le gusta. ¿De acuerdo?
Se limitó a asentir. Luego vio como su amiga buscaba por los cajones. –Si buscas la epilady está en ese cajón de ahí. –Lanie la miró entrecerrando los ojos, cogió la máquina y apretó el botón, comprobando que funcionaba. Luego se la tendió. –Te espero fuera.
Se depiló lentamente, sin hacer el menor caso a los tirones. Tampoco los sentía apenas, las ganas de ver a su escritor eran más fuertes que cualquier tipo de dolor. Cuando terminó se acarició las piernas, comprobando la suavidad. Salió del baño y miró a su mejor amiga, que le sonrió. –Ahora si vuelves a ser tú.
A la mañana siguiente Alexis se llevó a los niños al parque de atracciones. No le apetecía nada, pero Kate se lo había suplicado y Nathan le había dicho que la ayudaría a distraerse. La joven aceptó, pero antes le pidió un favor a su madrastra.
-Dásela, por favor. –Le tendió un sobre. Ella asintió. Cogió la carta y luego fue al coche. Suspiró, pensando en la cantidad de veces que había estado allí. Fue a la zona de los vis a vis y esperó una eternidad. Pero por fin la condujeron hasta una habitación y de nuevo la dejaron esperando. Un funcionario de prisiones le pidió que le siguiese y la llevó hasta otra habitación. Abrió la puerta y la dejó pasar.
-Una hora. –La avisó. Beckett asintió y se dio la vuelta, mirando al centro de la habitación. Una cama, nada más y sentado en ella el hombre de su vida.
Última edición por maria_cs el Mar Sep 11, 2012 11:24 am, editado 1 vez
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
QUEEEE??????????????????????!!!!!!!!!!!!NOOOOOOOOOOO.....
SUBELOOOOOOOOO
SUBELOOOOOOOOO
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa como que aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
moni valdes- As del póker
- Mensajes : 298
Fecha de inscripción : 04/01/2012
Edad : 34
Localización : colombia
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
¡¿NO lo pueden matas!? ¡¿NOOOOOOOOOOO?!
Maria porfavor continualo pronto, y no nos hagas esto pobre Richard
Maria porfavor continualo pronto, y no nos hagas esto pobre Richard
Invitado- Invitado
Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
oh dios a este paso me va a dar un atake al corazon!!
por favor maria siguelo pronto xk el jueves empiezo las clases y no se si podre seguirte como lo e venido aciendo todo el verano
Lo k si te pido es k no mates al pobre castle como mucho encierralo en la carcel unos diitas pero no le mates!!
si kieres justificar lo k as escrito pues yo k se.... k lo estaba soñando kate o algo asii pero no nos mates a nuestro escritor favorito!!
por favor maria siguelo pronto xk el jueves empiezo las clases y no se si podre seguirte como lo e venido aciendo todo el verano
Lo k si te pido es k no mates al pobre castle como mucho encierralo en la carcel unos diitas pero no le mates!!
si kieres justificar lo k as escrito pues yo k se.... k lo estaba soñando kate o algo asii pero no nos mates a nuestro escritor favorito!!
RcKb- As del póker
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Re: (¿+18?) Continuación de La Tormenta
Querida maria, aunque suelo leer casi todos los fics que escribis todos /as no soy muy dada a comentar (muy mal hecho por mi parte lo se, debería ser algo reciproco). Me gusta mucho la historia pero ruego... no, exijo... que esta noche o mañana por la mañana tengamos nuevo capitulo de esta historia que estoy en ascuas. Ya tenemos bastante con promos, spoilers y sneak peek de la seire para que nosotros encima estemos con adelantos de capitulos de fics... que me pongo de los nervios (jeje que es broma, pero mañana capitulo).
amnigl- Autor de best-seller
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