Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Estoy deseando leer que es lo que tiene preparado Castle a Lanie para escarmentarla, jejejeje. Continúa pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Lanie me da un poco de miedo con sus bromas, pero ya imagino que no llegará la sangre al río.
El niño es una monada. Aunque yo sigo preguntándome si realmente es su hijo.
No queda más remedio que esperar.
El niño es una monada. Aunque yo sigo preguntándome si realmente es su hijo.
No queda más remedio que esperar.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
¡Hola! Aquí os dejo el siguiente capítulo de mi historia. Espero que os guste. Muchas gracias por leer y comentar y ¡Feliz fin de semana!
Capítulo 11:
Llegaron a la 12th. Allí les dijeron que había habido más llamadas denunciando la aparición de más miembros amputados, en Central Park, que los restos estaban siendo trasladados al depósito y que estaban peinando el parque, pero que tardarían debido a las dimensiones del mismo.
Así que hasta que tuvieran algún indicio, de quienes eran las víctimas, fueron interrogando a los desafortunados que se habían tropezado con esos regalitos que algún perturbado había dejado en el parque. Todos eran corredores, ciclistas, gente que frecuentaba el parque por las mañanas para hacer ejercicio. La mayoría de ellos, literalmente habían tropezado, otros miembros habían sido olfateados y encontrados por perros.
Un poco después del almuerzo, los llamó Lanie para que fueran a la morgue, diciendo que ya tenía algo que darles.
Cuando llegaron y antes de entrar donde se encontraba la forense, Castle le dijo:
- ¿Preparada para la actuación inspectora?
- Pues no sé Castle, creo que hay varios forenses trabajando en el caso y no me apetece seguir aireando mi vida privada.
- Creo que conozco lo suficiente a Lanie para saber que no se va a poder aguantar a preguntar por Henry y ya buscará algún lugar donde tengamos intimidad.
- ¿Qué tienes para nosotros doctora Parish? – le preguntó Becket a su amiga cuando la vio, en un tono de lo más profesional.
Lanie levantó la cabeza de donde estaba trabajando, y tal como Castle había predicho, los tomó por los brazos y se los llevó de allí a un espacio más privado. Kate casi no puede reprimir la sonrisa, ante la cara de suficiencia de Castle. Los metió en una sala donde no había nadie, cerró la puerta y poniéndose los brazos en jarras, los encaró.
- ¿Me podéis decir que está pasando con vosotros dos?, porque qué yo sepa estáis juntos así, que, ¿Quién demonios es ese Henry?
Becket miró a Castle, para ver que se le ocurría decir, pero este solo miraba hacia abajo, como si estuviera muy avergonzado.
- ¿No tenéis nada que decir? – siguió increpando Lanie, al ver que no obtenía ninguna respuesta.
- Verás Lanie – dijo Castle levantando la cabeza y con voz lastimera…
- ¿Qué le has hecho a mi amiga? – le amenazó con un bisturí.
- Pero, ¿Por qué tengo que haber sido yo?, empezó ella – señalando a Kate.
- ¿Qué es lo que empezaste? – se volvió hacia su amiga, que no tenía ni idea de lo que decir.
- Esto es algo muy privado – acudió Castle en su ayuda – y nos resulta muy embarazoso tener que compartirlo contigo.
- Kate siempre me lo cuenta todo – excusó su curiosidad Lanie, porque realmente estaba ya que se moría por saber.
- A Henry lo conocimos hace poco – siguió Castle – Kate y él se sintieron inmediatamente atraídos.
A estas alturas de la historia, Kate miraba a Castle, con el mismo interés que lo hacía Lanie, empezaba a sospechar por donde iba a salir, recordando un reportaje de televisión, que habían visto juntos y comentado, pues les había llamado bastante la atención, pero no lo creía capaz. Se equivocó.
- Yo estaba cuando se conocieron y vi como la atracción era irremediable, y me sentí mal, porque veía peligrar nuestra relación.
- ¿Lo habéis dejado?, pero si no lleváis juntos ni dos meses – dijo Lanie que no salía de su asombro – Kate Becket, tanto tiempo suspirando por este hombre y ahora que lo tienes lo dejas por el primero que se te cruza.
- ¡Yo no he dejado a Castle! – protestó ella.
- Claro que no – se apresuró a intervenir Castle – estamos juntos… los tres.
- ¿Los tres?, espera un momento, a ver, ¿Cómo que los tres?
- Eso Castle – intervino Kate – ¿Cómo que los tres? – estuvo a punto de estropearlo Kate, pero él intervino rápidamente.
- Hemos formado un trío – soltó Castle ante el asombro de las dos, pero sobre todo de Lanie, que los miraba fijamente.
- No me lo creo – dijo la forense – esto se lo ha inventado el chico escritor para desviar el tema.
- Pues no te lo creas – dijo Becket, que decidió tirarse a la piscina y apoyar a Castle en la invención de semejante historia, y así de camino castigar un poco a su amiga – pero es cierto – y la miró fijamente a los ojos, intentando no reírse.
- ¿Y tú te acuestas con los dos?, o debería preguntar ¿os acostáis juntos los tres?
- Pues claro – dijo Kate – no querías saber de dónde venía mi cara de satisfecha como tú dices, pues de lo satisfecha que estoy con dos sementales a mi entera disposición.
- Entonces, ¿tú te acuestas con Castle y ese tal Henry? Y tú – dirigiéndose a Castle, ¿también te acuestas con Henry?
- ¡Ah no! – dijo molesto – yo con ese tío no tengo nada – lo dijo totalmente ofendido como si realmente existiera esa tercera persona, que él mismo se había inventado – es un trío doctora Parish, no una relación homosexual. Los dos estamos para complacerla a ella.
- ¿Los dos?, ¿A la vez?, no me lo creo – volvió a decir – tú – mirando y señalando a Castle con un dedo acusador – ¿aceptando que otro se acueste con tu chica?
- A ver Lanie – Castle intentaba aparentar una seriedad que no sentía en absoluto – yo acepto gustoso, que mi misión en ésta vida es hacer feliz a Kate, y esta mujer… ¡Es insaciable! – Kate casi le pega cuando dijo esto – yo solo no puedo, me tiene seco, por eso nos buscamos a otro tipo, apareció, le gustamos, nos lo propuso, lo pensamos y aceptamos.
- ¿Así?, ¿Tan fácil?
- Bueno al principio era un poco raro, pero ya luego te acostumbras.
A Lanie le costaba creérselo, pero la seriedad en la cara de Kate, la estaba haciendo dudar. En ese momento sonó el teléfono de Castle, llamaban de la guardería, como no tenía cobertura tenía que salir de allí y solo dijo.
- Es de Henry, salgo fuera que aquí no oigo nada – y salió.
Lanie miró a Kate como si no la conociera y solo pudo decirle:
- Pervertida, ya hablaremos tú y yo, y ahora voy a enseñarte para lo que te he llamado – y salió muy seria, mientras Kate la seguía.
Cuando Castle volvió a entrar, las encontró en la sala donde tenían los restos, que estaban analizando y juntándolos en mesas, una vez que averiguaban si eran de la misma persona. Con lo que llevaban encontrado, tenían a medio reconstruir los cuerpos de cinco personas, tres hombres y dos mujeres, no se habían encontrado los troncos, ni las cabezas, solo las extremidades. De momento era eso lo que había, y que las victimas llevaban un tiempo muertos cuando fueron descuartizados, pero no sabían cuanto, aún quedaban algunos miembros por analizar. Además cuatro de las víctimas estaban embalsamadas, como si hubiesen estado en algún tipo de funeraria.
- ¿Algún problema con Henry? – preguntó directamente Kate.
- No, solo algo de rutina, de todas formas sabes que lo vemos en un rato.
Lanie los miraba alternativamente a uno y otro, le costaba tanto trabajo creer lo que le habían contado. De Castle, no se fiaba un pelo, pero ¡Kate!, ella prestándose a contar eso de sí misma, y además tan seria, era eso lo que le hacía dudar, tendría que seguir investigando.
- Entonces, podemos irnos – dijo Kate – vuelvo a la 12th, a hablar con Gates, de momento no hay ninguna pista, pondré a los chicos a investigar en las funerarias a ver si faltan cadáveres, pero nosotros por hoy hemos terminado, así puedo acompañarte a recoger a Henry – dijo en voz alta para que se enterara Lanie.
- ¿No descansáis ninguna noche? – preguntó mosqueada.
- ¿No te dije que tu amiga era insaciable? – dijo Castle con una sonrisa, lo que la valió un cate en el brazo por parte de ella.
- Nos vemos Lanie – se despidió Kate con una sonrisa.
- Doctora Parish – dijo Castle.
Una vez fuera, y a buen resguardo dentro del coche.
- Conque insaciable, ¿eh? – preguntó ella – eso tiene como castigo una semana de abstinencia, a ver quién es más insaciable de los dos.
- Pues tú – dijo él con una sonrisa – que estás liada con dos.
- Menuda ocurrencia. Pobre Henry, para lo que hemos usado su nombre, cuando se entere Lanie nos mata – dijo Kate también riendo.
- Creo que es la primera vez que hemos conseguido dejarla callada.
- ¿Callada? – dijo Kate – estupefacta y sin palabras, diría yo.
No pudieron evitar volver a reírse. Dejar a Lanie sin tener nada que decir, era realmente una proeza. Volvieron a la comisaría, pero solo de paso. De momento todavía no había nada, así que como Kate ya terminaba el turno, se pudieron marchar.
La llamada que habían hecho a Castle de la guardería era para saber unos datos del niño que faltaban, para cumplimentar su ficha. Cuando llegaron a recoger a Henry, este salió feliz. Les dijo que le había gustado, que lo había pasado muy bien, y que mañana volvía otro ratito, pero la cara de absoluta felicidad que se le puso, cuando vio que habían ido a recogerlo era tal, que Kate no se resistió y sacando el móvil le hizo una foto. Realmente solo estaría allí unos días, pues pronto empezaría el colegio, pero su padre pensó que le vendría bien ir adaptándose a tener que permanecer en otros sitios y así cuando llegara la hora de ir al colegio le costaría menos trabajo.
Estuvieron hablando un rato con la señora Johnson, ya que Castle estaba un poco preocupado por lo inseguro, y a veces triste que estaba. La directora que se mostró encantada con el niño, dijo que era muy inteligente y observador, que había preguntado muchas veces cuando iban a recogerlo, pero que con lo que había pasado en los últimos años, era normal, esa inseguridad, y que poco a poco iría desapareciendo. Y que lo mejor para él, ahora era una vida estable, con las rutinas propias de su edad y que ya verían como en poco tiempo, era un niño distinto.
Ese día iban los de la tienda de muebles, para llevar y montar el nuevo dormitorio de Henry. Martha les había hecho el favor de esperar en el loft, hasta que todo estuvo arreglado. Alexis se quiso encargar de comprarle las sábanas, y otros detalles para completar la decoración del cuarto
Así que una vez que lo recogieron se fueron a casa, para ver que tal había quedado todo. Cuando Henry vio su nueva habitación, abrió los ojos asombrado, y preguntó:
- ¿Es para mí?
- Toda tuya, campeón.
- ¿Y voy a dormir en esta cama?
- Pues claro, ¿te gusta?
- Sí, me gusta mucho. Hay un barco de piratas – dijo señalando el dibujo de la colcha – y está Nemo – un cojín sobre la cama con la forma del conocido pececito.
- Mira – le dijo Alexis – que también estaba allí para ver en directo la reacción de su hermano – están tus juguetes, tus libros, y algunas cosas que te he comprado nuevas, ¿Te gustan?
- Si – dijo dirigiéndose a una caja con unos puzles, ¿puedo jugar un ratito?
- Pues claro, todo lo que quieras – le dijo Kate.
Fue a poner a Edwin sobre la cama, y vio los marcos con las fotos de su madre sola, y otra de los dos juntos. Se le iluminó la carita:
- Es mi mami, yo tenía muchas ganas de verla – suspiró resignado – pero ya sé que donde está es muy lejos y no puede venir. Es guapa.
- Por eso hemos puesto ahí la foto – le dijo su padre – para que la tengas cerca.
- Y para que no se le olvide su cara – dijo Kate flojito, pensando más en ella que en el mismo niño, miró a Alexis y Castle – por mucho que no quiera una, hay veces que cuesta recordar, no solo su cara, sino su voz – dijo emocionada.
Castle la abrazó:
- Me hubiera encantado conocer a tu madre, debió ser una gran mujer – le dijo él también emocionado – anda, dejemos que se habitúe a su nuevo espacio y bajamos a tomarnos un café.
- Yo lo voy preparando – dijo Alexis.
- Henry – le dijo al niño – estamos abajo en el salón, ¿vale?
- Vale papi, ahora voy a jugar aquí un ratito.
Y lo dejaron en su nueva habitación. Cuando bajaron Alexis les mostró otra cosa que había comprado:
- Los vi en la tienda y pensé que con lo lejos que esta de vuestra habitación, ibais a necesitarlo – y les dio una caja con unos transmisores para que pudieran estar al tanto de Henry, por si necesitaba algo.
Se tomaron el café y estuvieron hablando sobre varias cosas, entre las que no dejaron pasar, el extraño caso en el que estaban metidos, y lo raro que era que hubieran empezado a aparecer miembros amputados por el parque. Alexis que había estado ayudando a Lanie, opinaba que sería obra de algún perturbado. Los dejó solos, pues se fue a arreglar para salir con unas amigas. Ya estaba preparando las cosas para su mudanza al campus. Su padre no podía evitar entristecerse cada vez que veía las cajas con ropa y libros de su hija.
Estaban sentados juntos en el sofá abrazados y de vez en cuando se daban un besito.
- Estaba pensando – dijo Kate – que ahora que Gates sabe lo nuestro, deberíamos decirles a los chicos, que estamos juntos y también hablarles de Henry.
- ¿Quieres que se enteren todos de que tenemos un trío? – preguntó en broma.
- Tonto – le dijo cariñosamente y poniéndose seria de repente – espero que a Lanie no se le escape nada del trío, la dejamos tan asombrada que lo mismo no es capaz de resistirse y lo comenta con Javi.
- Entonces me quitan la custodia del niño, espero que no se vaya de la lengua, y si, deberíamos decírselo, ¿Organizamos una cena para este viernes?, ni mi madre ni Alexis estarán, ya las oíste hacer planes las dos para la noche del viernes.
- Mañana se lo comento a todos, para que no hagan planes.
No se habían dado cuenta de lo tarde que era, hasta que Henry apareció delante de ellos abrazado a su inseparable Edwin.
- Tengo hambre y Edwin también.
- ¡Huy, que tarde, se nos pasó el tiempo! – dijo Kate – yo preparo la cena mientras tú lo bañas, ¿vale?
- Por supuesto, vamos arriba Henry, antes de cenar hay que bañarse y ponerse el pijama – y lo cogió de la mano para subir las escaleras.
Una vez que estuvo bañado y con el pijama puesto, bajaron hasta la cocina, donde se sentaron en la barra para cenar los tres. Llegó la hora de acostarlo, subieron los dos con él, y Kate esperó mientras Castle le contaba un cuento. Antes de terminar ya se había dormido abrazado a Edwin. Afortunadamente no tenía trastornos de sueño, y acostumbraba a dormir toda la noche de un tirón.
Los dos le dieron un beso en la frente, le conectaron el transmisor y le encendieron una pequeña lamparita.
- ¿Qué te parece si nosotros también nos acostamos señora Kate? – le dijo él, llamándola como lo hacía Henry.
- Estaré encantada de acompañarle, señor Rick.
Y bajaron hacia su habitación para acostarse. Y aunque estaban cansados se dedicaron un buen rato a amarse, apasionadamente y sin prisas como a ellos les gustaba.
CONTINUARÁ…
Capítulo 11:
Llegaron a la 12th. Allí les dijeron que había habido más llamadas denunciando la aparición de más miembros amputados, en Central Park, que los restos estaban siendo trasladados al depósito y que estaban peinando el parque, pero que tardarían debido a las dimensiones del mismo.
Así que hasta que tuvieran algún indicio, de quienes eran las víctimas, fueron interrogando a los desafortunados que se habían tropezado con esos regalitos que algún perturbado había dejado en el parque. Todos eran corredores, ciclistas, gente que frecuentaba el parque por las mañanas para hacer ejercicio. La mayoría de ellos, literalmente habían tropezado, otros miembros habían sido olfateados y encontrados por perros.
Un poco después del almuerzo, los llamó Lanie para que fueran a la morgue, diciendo que ya tenía algo que darles.
Cuando llegaron y antes de entrar donde se encontraba la forense, Castle le dijo:
- ¿Preparada para la actuación inspectora?
- Pues no sé Castle, creo que hay varios forenses trabajando en el caso y no me apetece seguir aireando mi vida privada.
- Creo que conozco lo suficiente a Lanie para saber que no se va a poder aguantar a preguntar por Henry y ya buscará algún lugar donde tengamos intimidad.
- ¿Qué tienes para nosotros doctora Parish? – le preguntó Becket a su amiga cuando la vio, en un tono de lo más profesional.
Lanie levantó la cabeza de donde estaba trabajando, y tal como Castle había predicho, los tomó por los brazos y se los llevó de allí a un espacio más privado. Kate casi no puede reprimir la sonrisa, ante la cara de suficiencia de Castle. Los metió en una sala donde no había nadie, cerró la puerta y poniéndose los brazos en jarras, los encaró.
- ¿Me podéis decir que está pasando con vosotros dos?, porque qué yo sepa estáis juntos así, que, ¿Quién demonios es ese Henry?
Becket miró a Castle, para ver que se le ocurría decir, pero este solo miraba hacia abajo, como si estuviera muy avergonzado.
- ¿No tenéis nada que decir? – siguió increpando Lanie, al ver que no obtenía ninguna respuesta.
- Verás Lanie – dijo Castle levantando la cabeza y con voz lastimera…
- ¿Qué le has hecho a mi amiga? – le amenazó con un bisturí.
- Pero, ¿Por qué tengo que haber sido yo?, empezó ella – señalando a Kate.
- ¿Qué es lo que empezaste? – se volvió hacia su amiga, que no tenía ni idea de lo que decir.
- Esto es algo muy privado – acudió Castle en su ayuda – y nos resulta muy embarazoso tener que compartirlo contigo.
- Kate siempre me lo cuenta todo – excusó su curiosidad Lanie, porque realmente estaba ya que se moría por saber.
- A Henry lo conocimos hace poco – siguió Castle – Kate y él se sintieron inmediatamente atraídos.
A estas alturas de la historia, Kate miraba a Castle, con el mismo interés que lo hacía Lanie, empezaba a sospechar por donde iba a salir, recordando un reportaje de televisión, que habían visto juntos y comentado, pues les había llamado bastante la atención, pero no lo creía capaz. Se equivocó.
- Yo estaba cuando se conocieron y vi como la atracción era irremediable, y me sentí mal, porque veía peligrar nuestra relación.
- ¿Lo habéis dejado?, pero si no lleváis juntos ni dos meses – dijo Lanie que no salía de su asombro – Kate Becket, tanto tiempo suspirando por este hombre y ahora que lo tienes lo dejas por el primero que se te cruza.
- ¡Yo no he dejado a Castle! – protestó ella.
- Claro que no – se apresuró a intervenir Castle – estamos juntos… los tres.
- ¿Los tres?, espera un momento, a ver, ¿Cómo que los tres?
- Eso Castle – intervino Kate – ¿Cómo que los tres? – estuvo a punto de estropearlo Kate, pero él intervino rápidamente.
- Hemos formado un trío – soltó Castle ante el asombro de las dos, pero sobre todo de Lanie, que los miraba fijamente.
- No me lo creo – dijo la forense – esto se lo ha inventado el chico escritor para desviar el tema.
- Pues no te lo creas – dijo Becket, que decidió tirarse a la piscina y apoyar a Castle en la invención de semejante historia, y así de camino castigar un poco a su amiga – pero es cierto – y la miró fijamente a los ojos, intentando no reírse.
- ¿Y tú te acuestas con los dos?, o debería preguntar ¿os acostáis juntos los tres?
- Pues claro – dijo Kate – no querías saber de dónde venía mi cara de satisfecha como tú dices, pues de lo satisfecha que estoy con dos sementales a mi entera disposición.
- Entonces, ¿tú te acuestas con Castle y ese tal Henry? Y tú – dirigiéndose a Castle, ¿también te acuestas con Henry?
- ¡Ah no! – dijo molesto – yo con ese tío no tengo nada – lo dijo totalmente ofendido como si realmente existiera esa tercera persona, que él mismo se había inventado – es un trío doctora Parish, no una relación homosexual. Los dos estamos para complacerla a ella.
- ¿Los dos?, ¿A la vez?, no me lo creo – volvió a decir – tú – mirando y señalando a Castle con un dedo acusador – ¿aceptando que otro se acueste con tu chica?
- A ver Lanie – Castle intentaba aparentar una seriedad que no sentía en absoluto – yo acepto gustoso, que mi misión en ésta vida es hacer feliz a Kate, y esta mujer… ¡Es insaciable! – Kate casi le pega cuando dijo esto – yo solo no puedo, me tiene seco, por eso nos buscamos a otro tipo, apareció, le gustamos, nos lo propuso, lo pensamos y aceptamos.
- ¿Así?, ¿Tan fácil?
- Bueno al principio era un poco raro, pero ya luego te acostumbras.
A Lanie le costaba creérselo, pero la seriedad en la cara de Kate, la estaba haciendo dudar. En ese momento sonó el teléfono de Castle, llamaban de la guardería, como no tenía cobertura tenía que salir de allí y solo dijo.
- Es de Henry, salgo fuera que aquí no oigo nada – y salió.
Lanie miró a Kate como si no la conociera y solo pudo decirle:
- Pervertida, ya hablaremos tú y yo, y ahora voy a enseñarte para lo que te he llamado – y salió muy seria, mientras Kate la seguía.
Cuando Castle volvió a entrar, las encontró en la sala donde tenían los restos, que estaban analizando y juntándolos en mesas, una vez que averiguaban si eran de la misma persona. Con lo que llevaban encontrado, tenían a medio reconstruir los cuerpos de cinco personas, tres hombres y dos mujeres, no se habían encontrado los troncos, ni las cabezas, solo las extremidades. De momento era eso lo que había, y que las victimas llevaban un tiempo muertos cuando fueron descuartizados, pero no sabían cuanto, aún quedaban algunos miembros por analizar. Además cuatro de las víctimas estaban embalsamadas, como si hubiesen estado en algún tipo de funeraria.
- ¿Algún problema con Henry? – preguntó directamente Kate.
- No, solo algo de rutina, de todas formas sabes que lo vemos en un rato.
Lanie los miraba alternativamente a uno y otro, le costaba tanto trabajo creer lo que le habían contado. De Castle, no se fiaba un pelo, pero ¡Kate!, ella prestándose a contar eso de sí misma, y además tan seria, era eso lo que le hacía dudar, tendría que seguir investigando.
- Entonces, podemos irnos – dijo Kate – vuelvo a la 12th, a hablar con Gates, de momento no hay ninguna pista, pondré a los chicos a investigar en las funerarias a ver si faltan cadáveres, pero nosotros por hoy hemos terminado, así puedo acompañarte a recoger a Henry – dijo en voz alta para que se enterara Lanie.
- ¿No descansáis ninguna noche? – preguntó mosqueada.
- ¿No te dije que tu amiga era insaciable? – dijo Castle con una sonrisa, lo que la valió un cate en el brazo por parte de ella.
- Nos vemos Lanie – se despidió Kate con una sonrisa.
- Doctora Parish – dijo Castle.
Una vez fuera, y a buen resguardo dentro del coche.
- Conque insaciable, ¿eh? – preguntó ella – eso tiene como castigo una semana de abstinencia, a ver quién es más insaciable de los dos.
- Pues tú – dijo él con una sonrisa – que estás liada con dos.
- Menuda ocurrencia. Pobre Henry, para lo que hemos usado su nombre, cuando se entere Lanie nos mata – dijo Kate también riendo.
- Creo que es la primera vez que hemos conseguido dejarla callada.
- ¿Callada? – dijo Kate – estupefacta y sin palabras, diría yo.
No pudieron evitar volver a reírse. Dejar a Lanie sin tener nada que decir, era realmente una proeza. Volvieron a la comisaría, pero solo de paso. De momento todavía no había nada, así que como Kate ya terminaba el turno, se pudieron marchar.
La llamada que habían hecho a Castle de la guardería era para saber unos datos del niño que faltaban, para cumplimentar su ficha. Cuando llegaron a recoger a Henry, este salió feliz. Les dijo que le había gustado, que lo había pasado muy bien, y que mañana volvía otro ratito, pero la cara de absoluta felicidad que se le puso, cuando vio que habían ido a recogerlo era tal, que Kate no se resistió y sacando el móvil le hizo una foto. Realmente solo estaría allí unos días, pues pronto empezaría el colegio, pero su padre pensó que le vendría bien ir adaptándose a tener que permanecer en otros sitios y así cuando llegara la hora de ir al colegio le costaría menos trabajo.
Estuvieron hablando un rato con la señora Johnson, ya que Castle estaba un poco preocupado por lo inseguro, y a veces triste que estaba. La directora que se mostró encantada con el niño, dijo que era muy inteligente y observador, que había preguntado muchas veces cuando iban a recogerlo, pero que con lo que había pasado en los últimos años, era normal, esa inseguridad, y que poco a poco iría desapareciendo. Y que lo mejor para él, ahora era una vida estable, con las rutinas propias de su edad y que ya verían como en poco tiempo, era un niño distinto.
Ese día iban los de la tienda de muebles, para llevar y montar el nuevo dormitorio de Henry. Martha les había hecho el favor de esperar en el loft, hasta que todo estuvo arreglado. Alexis se quiso encargar de comprarle las sábanas, y otros detalles para completar la decoración del cuarto
Así que una vez que lo recogieron se fueron a casa, para ver que tal había quedado todo. Cuando Henry vio su nueva habitación, abrió los ojos asombrado, y preguntó:
- ¿Es para mí?
- Toda tuya, campeón.
- ¿Y voy a dormir en esta cama?
- Pues claro, ¿te gusta?
- Sí, me gusta mucho. Hay un barco de piratas – dijo señalando el dibujo de la colcha – y está Nemo – un cojín sobre la cama con la forma del conocido pececito.
- Mira – le dijo Alexis – que también estaba allí para ver en directo la reacción de su hermano – están tus juguetes, tus libros, y algunas cosas que te he comprado nuevas, ¿Te gustan?
- Si – dijo dirigiéndose a una caja con unos puzles, ¿puedo jugar un ratito?
- Pues claro, todo lo que quieras – le dijo Kate.
Fue a poner a Edwin sobre la cama, y vio los marcos con las fotos de su madre sola, y otra de los dos juntos. Se le iluminó la carita:
- Es mi mami, yo tenía muchas ganas de verla – suspiró resignado – pero ya sé que donde está es muy lejos y no puede venir. Es guapa.
- Por eso hemos puesto ahí la foto – le dijo su padre – para que la tengas cerca.
- Y para que no se le olvide su cara – dijo Kate flojito, pensando más en ella que en el mismo niño, miró a Alexis y Castle – por mucho que no quiera una, hay veces que cuesta recordar, no solo su cara, sino su voz – dijo emocionada.
Castle la abrazó:
- Me hubiera encantado conocer a tu madre, debió ser una gran mujer – le dijo él también emocionado – anda, dejemos que se habitúe a su nuevo espacio y bajamos a tomarnos un café.
- Yo lo voy preparando – dijo Alexis.
- Henry – le dijo al niño – estamos abajo en el salón, ¿vale?
- Vale papi, ahora voy a jugar aquí un ratito.
Y lo dejaron en su nueva habitación. Cuando bajaron Alexis les mostró otra cosa que había comprado:
- Los vi en la tienda y pensé que con lo lejos que esta de vuestra habitación, ibais a necesitarlo – y les dio una caja con unos transmisores para que pudieran estar al tanto de Henry, por si necesitaba algo.
Se tomaron el café y estuvieron hablando sobre varias cosas, entre las que no dejaron pasar, el extraño caso en el que estaban metidos, y lo raro que era que hubieran empezado a aparecer miembros amputados por el parque. Alexis que había estado ayudando a Lanie, opinaba que sería obra de algún perturbado. Los dejó solos, pues se fue a arreglar para salir con unas amigas. Ya estaba preparando las cosas para su mudanza al campus. Su padre no podía evitar entristecerse cada vez que veía las cajas con ropa y libros de su hija.
Estaban sentados juntos en el sofá abrazados y de vez en cuando se daban un besito.
- Estaba pensando – dijo Kate – que ahora que Gates sabe lo nuestro, deberíamos decirles a los chicos, que estamos juntos y también hablarles de Henry.
- ¿Quieres que se enteren todos de que tenemos un trío? – preguntó en broma.
- Tonto – le dijo cariñosamente y poniéndose seria de repente – espero que a Lanie no se le escape nada del trío, la dejamos tan asombrada que lo mismo no es capaz de resistirse y lo comenta con Javi.
- Entonces me quitan la custodia del niño, espero que no se vaya de la lengua, y si, deberíamos decírselo, ¿Organizamos una cena para este viernes?, ni mi madre ni Alexis estarán, ya las oíste hacer planes las dos para la noche del viernes.
- Mañana se lo comento a todos, para que no hagan planes.
No se habían dado cuenta de lo tarde que era, hasta que Henry apareció delante de ellos abrazado a su inseparable Edwin.
- Tengo hambre y Edwin también.
- ¡Huy, que tarde, se nos pasó el tiempo! – dijo Kate – yo preparo la cena mientras tú lo bañas, ¿vale?
- Por supuesto, vamos arriba Henry, antes de cenar hay que bañarse y ponerse el pijama – y lo cogió de la mano para subir las escaleras.
Una vez que estuvo bañado y con el pijama puesto, bajaron hasta la cocina, donde se sentaron en la barra para cenar los tres. Llegó la hora de acostarlo, subieron los dos con él, y Kate esperó mientras Castle le contaba un cuento. Antes de terminar ya se había dormido abrazado a Edwin. Afortunadamente no tenía trastornos de sueño, y acostumbraba a dormir toda la noche de un tirón.
Los dos le dieron un beso en la frente, le conectaron el transmisor y le encendieron una pequeña lamparita.
- ¿Qué te parece si nosotros también nos acostamos señora Kate? – le dijo él, llamándola como lo hacía Henry.
- Estaré encantada de acompañarle, señor Rick.
Y bajaron hacia su habitación para acostarse. Y aunque estaban cansados se dedicaron un buen rato a amarse, apasionadamente y sin prisas como a ellos les gustaba.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Simplemente perfecto!! Me encanta la relación de ellos con Henry, especialmente la de Kate!!!
Sigue
Sigue
cris_beckett- Autor de best-seller
- Mensajes : 857
Fecha de inscripción : 29/05/2012
Edad : 33
Localización : Madrid
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Jajajahajaja dios mio que buenoooooooooo
me ha encantado
me ha encantado
______________________
CASKETT ALWAYS
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
me encanta tu fic
trinity640- Actor en Broadway
- Mensajes : 204
Fecha de inscripción : 01/07/2012
Edad : 47
Localización : Andalucia
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Me encanta, lo de Lanie ha estado muy bien . Espero que sigas pronto. Un saludo!
okusak- Policia de homicidios
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
De cada vez me gusta maaaas jajaj siguee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
No hay nada mejor que pasarse por el foro y ver que has dejado un capítulo nuevo, la risa está asegurada con tu fic, no he podido parar de reirme con la escenita de Lanie, me imagino la cara de alucine que se le tuvo que quedar cuando le dijeron lo del trio Ha sido una escena divertidisima
Me encanta el pequeño, es tan mono, y Kate se ha adaptado a tenerlo en su vida tan bien que cuida perfectamente de él. Forman una familia estupenda.
Precioso capítulo y de lo más divertido
Me encanta el pequeño, es tan mono, y Kate se ha adaptado a tenerlo en su vida tan bien que cuida perfectamente de él. Forman una familia estupenda.
Precioso capítulo y de lo más divertido
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
jajajaja q bueno como han hecho callar a Lanie por una vez
y Henry cada dia más adorable y todos con él.
y Henry cada dia más adorable y todos con él.
anaforo- Escritor - Policia
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
D: he seguido cada uno de los capitulos de este fic
pero no he tenido tiempo de comentar
Muy bueno, me hace imaginarme a henry como Castle n_n
Continualo pronto! Me encantaa!
pero no he tenido tiempo de comentar
Muy bueno, me hace imaginarme a henry como Castle n_n
Continualo pronto! Me encantaa!
DannyyFranco- Policia de homicidios
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Excelente fic..... espero la continuación
Con tanto sexo, Kate tiene el deber moral de embarazarse!! jajajajaja
Saludos
Con tanto sexo, Kate tiene el deber moral de embarazarse!! jajajajaja
Saludos
Ange- Ayudante de policia
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
jajajajjja continua...
Fanny_123- Autor de best-seller
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Localización : Chile!!! c:
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
La escena con Lanie ha sido de lo más divertido.
Y los cuerpos destrozados de los cadaveres, de lo más macabro.
Resumiendo un capítulo muy ameno.
Y los cuerpos destrozados de los cadaveres, de lo más macabro.
Resumiendo un capítulo muy ameno.
marypaz- Policia de homicidios
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Me ha encantado la verdad. Me has sacado una gran carcaja con lo del trío.
Continua pronto....
Continua pronto....
Invitado- Invitado
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
¡Hola! Os dejo el siguiente capítulo de esta historia, como siempre, espero que os guste. Gracias por leer y comentar.
Capítulo 12:
Se levantaron temprano los dos, querían estar pronto en la comisaría, a ver si se había averiguado algo más sobre el caso que llevaban entre manos. Castle se encargó de levantar a Henry, al que no le hizo mucha gracia, darse tal madrugón, lo ayudó a vestirse y bajaron los dos de la mano a desayunar. El crío seguía refunfuñando un poco, mientras su padre le explicaba, que ellos dos tenían que ir a trabajar porque era su obligación, así como la obligación de él, era quedarse en la guardería y dentro de unos días ir al colegio. Y queriendo consolarlo:
- Además hoy te recogeré más temprano, voy a llevarte a que te hagan un reconocimiento médico – se lo había recomendado la señora Johnson, pues a él ni se le había ocurrido.
- No me gustan los médicos, y yo no estoy malito – dijo serio.
- No van a hacerte nada, solo te auscultará, te mirará la garganta y los oídos, y luego te pesará y te medirá.
- Pero yo no estoy malito – insistió Henry – no se me caen los pelos.
- Ya sé que no estás malito Henry, pero tienes que ir. No va a hacerte daño, yo estaré todo el rato contigo. Voy a salir antes del trabajo.
- Bueno – dijo no muy convencido – ¿dónde está tu trabajo?
- Mi trabajo es escribir libros, como el que tú tienes, y luego voy a ayudar a Kate a la comisaría.
- ¿Qué es la comisaría? – le preguntó a su padre, pero fue Kate que había sido testigo de la conversación, quien contestó.
- En la comisaría trabajamos los policías.
- ¿Tú eres policía? – preguntó sorprendido – no tienes gorra ni pistola.
- Si que las tengo, la gorra solo me la pongo en ocasiones especiales, pero un día te la enseño.
- ¿Y la pistola?
- La pistola está guardada Henry – así era, la dejaba en la caja fuerte del estudio de Rick, desde que el niño llegó a la casa – es una de las de verdad y es muy peligrosa.
- Pero yo quiero verla – dijo insistiendo, con interés.
- Pero no podrá ser amiguito – dijo su padre muy serio – esas cosas mejor de lejos. Y andando que se nos hace tarde – y zanjó la conversación pues como le advirtió la directora del centro de menores, Henry podía llegar a ser muy insistente.
Recogieron las cosas del desayuno y salieron de la casa. Ni Alexis, ni Martha se habían levantado, así que Castle les dejó una nota. Kate los dejó en la puerta de la guardería y ella se fue para la comisaría. Castle entró con el niño, estuvo un rato hablando con la señora Johnson y luego salió para buscar un taxi.
Llegó a la comisaría y ya estaban allí todos, alrededor de la pizarra de las pistas. La verdad es que era un caso raro, en ninguna funeraria habían denunciado la desaparición de ningún cuerpo. Según el ADN de las víctimas, eran gente corriente, pues no había coincidencias en el sistema, y lo que era más extraño aún solo habían aparecido las piernas y los brazos, así que, ¿Dónde estaban los troncos y las cabezas?
Así que realmente no sabían por donde empezar, no tenían pistas. Se había hecho una batida por todo Central Park, y no habían encontrado más restos y en los sitios donde estos se encontraron, no había huellas determinantes, pues por ahí pasaban miles de personas, andando, corriendo o en bicicleta, así que iba a ser difícil, dar con alguna pista.
Gates estaba desesperada, técnicamente el caso era de su competencia, se habían encontrado restos humanos y se suponía que había habido uno o varios asesinatos, que tampoco estaba claro, pues con lo que había aparecido no se podía determinar la causa de las muertes, además no había cuerpo o cuerpos enteros. En fin, que estaba que echaba chispas e incluso llegó a decirle a Castle, cuando este entró por las puertas, que cualquier teoría por descabellada que fuese, sería bienvenida.
Un poco antes de la hora de almorzar, los llamó Lanie, al parecer había encontrado algo y los esperaba en el depósito. Cuando llegaron, saludaron a la forense, que estaba en su despacho, con total normalidad, pero esta no podía olvidar lo que le habían contado el día anterior, así que los miró a los dos, con cara muy seria, pero como era de natural cotilla, no se pudo aguantar y preguntó:
- ¿Habéis pasado buena noche?, ¿los tres?
- Una noche magnífica, gracias – dijo Castle por toda respuesta.
- ¿Y tú?, ¿Pasaste buena noche Lanie?
- Muy buena – lo cual no era del todo cierto, pues había estado toda la noche, dándole vueltas a la relación de trío en que su amiga se había metido – ¿Y Henry está bien? – les preguntó.
Y antes de que Castle pudiera contestar, a Kate se le escapó:
- Muy bien también, lo dejamos en la guardería antes de venir aquí.
A Lanie se le cambió el color de la cara.
- ¿En la guardería?, ¿Henry es profesor de guardería?, no me lo puedo creer, eso es asqueroso. Esos pobres padres dejando a sus hijos en manos de un pervertido – Lanie empezó a divagar, era más que evidente que se había montado su propia película.
Kate y Rick se miraron, estaba claro que había llegado la hora de contarle a Lanie la verdad, antes de que le diera un infarto.
- Lanie – dijo Kate muy seria – dinos para que hemos venido y luego te invitamos a comer, tenemos que decirte algo.
- ¡Ah no!, conmigo no contéis, ni se os ocurra, que yo soy una mujer liberada, pero hay ciertas cosas que no las tolero, a mí me dejáis de vuestros jueguecitos.
- Pero, ¿de que estas hablando? – preguntó Kate sorprendida.
- De que no pienso formar parte de vuestras porquerías, de eso.
- Solo he dicho que queremos decirte una cosa – dijo Kate con una sonrisa, pues se había dado cuenta de por donde iba su amiga – no invitarte a participar, jajaja.
- Si, tu ríete, pero eso tiene que ser malo para la salud.
- No tiene por que – dijo Castle interviniendo – a lo mejor es muy bueno. Y por cierto, tengo que comer temprano, así que si la doctora Parish es tan amable de decirnos, para que nos quería, antes nos podemos ir a comer.
Lanie lo miró con cara de pocos amigos, estaba seguro de que esas cosas raras en las que Kate se había metido, eran idea de Castle que seguro que habría ido a más de una orgía en sus tiempos.
Los llevó a la sala de autopsias y les enseñó las radiografías que había hecho de los miembros. En dos de ellas, que eran de las piernas de una mujer, había indicios de prótesis de rodilla. Les dijo que iban a extraer las prótesis, para ver si tenían algún número de serie y por ahí podían averiguar el nombre de esa víctima en concreto y quizás, a partir de ahí pudiesen esclarecer algo.
Una vez que Lanie terminó toda su exposición lo cual hizo de la forma más profesional, Becket le dijo que la esperaban fuera para ir a comer.
- ¿Te importa que le hablemos de Henry a Lanie? – le preguntó Kate a Castle.
- ¿Importarme?, para nada, Lanie me mira como si me hubieran anunciado como uno de los americanos más buscados, y si no le contamos la verdad, la veo denunciándome y al final voy a terminar saliendo como uno de esos.
- Creo que ya nos hemos burlado de ella lo suficiente, espero que no se enfade mucho.
- Mira y si se enfada, lo siento, no tengo nada de lo que avergonzarme, a lo mejor si fuera menos cotilla, no le pasaban estas cosas.
Salió Lanie y le dijo a Castle muy seria:
- Espero que por lo menos me lleves a un buen sitio para comer, y no me vayas a invitar a un sándwich.
- ¿Qué os parece La Riviera? – era un restaurante que había relativamente cerca.
- Me parece perfecto, lástima que tengamos que comer con agua – dijo Kate.
Llegaron al restaurante y fueron atendidos por el maître, que conocía a Castle y le buscó una mesa en un sitio bastante tranquilo. Kate esperó hasta que les hubieron tomado nota.
- Te hemos invitado a comer para aclararte la situación en la que estamos – le dijo Kate seria.
- Mira – dijo Lanie seria también – si me vais a seguir contando vuestras intimidades sexuales, prefiero irme y comer cualquier cosa por ahí.
- Lanie, no es verdad lo que te contamos de Henry, todo se lo inventó él – señaló acusadoramente a Castle.
- Como que siempre es bueno que haya niños en casa – dijo Castle para sí mismo, aunque fue oído por las otras dos.
- Entonces, ¿Henry no existe? – preguntó confundida.
- Si que existe – dijo Castle y sacando el móvil buscó una foto del niño y se la enseñó – este es Henry.
Lanie miró la foto y luego miró a Castle.
- Pero si solo es un niño, ¿Qué tiene que ver con vosotros un niño? No lo entiendo.
- Es mi hijo Lanie.
Y empezó a contarle lo que había sido sus vidas desde que llegó Henry. Solo se interrumpió cuando el camarero les llevó los platos. Lanie no salía de su asombro, aunque también se sintió molesta por el engaño que le habían hecho sus amigos, a lo que Kate le explicó que había sido una pequeña venganza por ponerla en evidencia delante de los chicos.
- ¿Y a ti no te ha molestado? – le preguntó a Kate, sin importarle que Castle estuviera delante.
- La verdad es que me sorprendió, y al principio no sabía como nos iba a afectar, pero en un niño encantador, se hace querer y él no tiene la culpa de lo que ha pasado.
- No, claro que no – dijo Lanie pensativa – de todas formas ha sido un bonito detalle que lo hayas aceptado, en realidad que los dos lo hayáis aceptado, porque para ti tampoco tiene que haber sido fácil – dijo mirando a Castle.
- Pues no, que te aparezca un hijo, ya crecido del que no sabías nada es cuanto menos una situación extraña.
- ¿Y lo dejáis en la guardería, claro?, y yo pensando que os lo montabais con un profesor de niños pequeños. ¿Cómo se os ocurrió, o debo decir se te ocurrió – dijo mirando a Castle – contarme semejante cosa?
- La otra noche estuvimos viendo un programa sobre relaciones de trío, y cuando empezaste a insistir con Henry… es lo primero que se me pasó por la cabeza, lo siento Lanie, sé que me pasé un poco – se disculpó Castle.
- ¿Un poco?, yo diría un mucho.
- Me vas a disculpar doctora Parish, pero dejarte callada y sin palabras mereció la pena.
- ¿Lo saben los chicos?, lo de Henry, vamos – les preguntó Lanie.
- No, no lo saben, ni siquiera saben que estamos juntos, las únicas que lo saben además de ti, son Martha, Alexis y Gates – dijo Kate.
- ¿Gates? – preguntó sorprendida.
- Si, si supieras que apuro…
Y Kate le contó como se encontraron con ella en Central Park.
- ¿Así que en Central Park?, pues menos mal que no os encontrasteis un brazo o una pierna por ahí. Entonces, ¿vosotros estáis bien juntos?
- Muy bien Lanie – respondió Castle – mejor que bien.
- Pues que sepas que me debéis un besito en los morros – dijo.
- ¿Quieres que te besemos en los morros? – preguntó Kate sonriendo.
- Oh, la doctora Parish al final se ha decidido a unirse a nosotros para formar un…
- Ni se te ocurra terminar la frase Castle – dijo Lanie enfadada – y por supuesto que no quiero que ninguno de los dos me dé un beso en los morros. Lo que quiero es veros besaros a los dos, me lo debéis.
- Vaya con la doctora Parish, que nos salió voyeur – dijo Castle con una sonrisa – buenos señoras, ha sido un placer invitarlas a comer, pero me esperan – y para placer de Lanie se despidió de Kate con un beso en la boca – nos vemos luego.
Castle pagó la cuenta antes de salir del restaurante para recoger a Henry. Lanie y Kate se terminaron el postre tranquilamente y luego se fueron hasta sus trabajos dando un paseo.
- Me alegro mucho Kate – le dijo su amiga – de verdad te veo muy bien, y me asombra que hayas aceptado tan bien a ese niño, ¿ni siquiera tuviste unos poquitos de celos?
- Te confieso que cuando me habló de Rachel, si sentí celos, pero cuando me dijo que había muerto, me sentí bastante culpable. Y después de conocer a Henry, lo amable y educado que es, creo que hasta me hubiese caído bien Rachel.
- ¿Te gusta ese niño, eh? – dijo Lanie con una sonrisa – ¿se han despertado todos tus instintos maternales?
- Si no todos, al menos unos pocos – dijo Kate sonriendo – y sí, me gusta Henry, es adorable.
- ¿Tan adorable como su papá?
- Pues sí, y más adorable es verlos juntos.
- Si que estás pillada, hija, ¡qué barbaridad! – dijo su amiga con una sonrisa.
- Por cierto, Castle va a organizar una cena para el viernes, para contarle lo nuestro a los chicos y para presentaros a Henry, espero que no tengas planes.
- Y aunque los tuviera, los cancelaba. Cena en casa de Castle y ver las caras de Ryan y Javi, cuando se enteren, no tiene precio.
Habían llegado a la puerta de la comisaría y se despidieron, encaminándose cada una a sus respectivos puestos de trabajo.
Mientras Castle ya había llegado hasta la guardería y recogido a un feliz Henry, que cada vez se ponía más contento, cuando su padre iba a recogerlo. Tomaron un taxi, y cuando vio que lo llevaba a la consulta del médico, ya no le gustó tanto y empezó a protestar, diciendo una y otra vez que él no estaba malito.
Se puso un tanto insistente, alegando que no quería ir al hospital, que se quería ir a su casa, de tal modo que Castle tuvo que sacarlo de la consulta y convencerlo de que no lo iban a dejar allí, y que sabía que no estaba malito, explicándole que los niños tienen que hacerse revisiones de vez en cuando.
Pero Henry estaba aterrado, en su corta vida, había pasado bastante tiempo en los hospitales, pues acompañó a su madre más de una vez. Era cuando esta se ingresaba para pasar varios días cuando él iba al centro de acogida, pero consultas y pruebas se había tragado bastantes.
- Pero a mi mamá le pinchan con agujas y se muere – estalló por fin llorando.
Castle se agachó y lo abrazó:
- Te prometo que no van a hacerte daño, solo es una revisión rutinaria, y no te van a pinchar con ninguna aguja, ¿confías en mí?
- Vale – dijo entre hipidos – pero tú no te vas.
- Claro que no me voy, estaré contigo todo el rato.
Ya un poco más calmado entraron en la consulta. Le dijo al niño que se sentara a mirar unos cuentos mientras él, rellenaba el formulario con todos los datos. La enfermera le preguntó si estaba más tranquilo, y le dijo que sí, que había tenido una mala experiencia con los médicos y por eso se puso tan nervioso.
Después de un rato, pasaron a la consulta. El doctor Walton, que también había sido el pediatra de Alexis, fue quien los atendió. Estaba a punto de jubilarse y les dijo entre otras cosas, que su hijo se quedaría con la consulta, que ya llevaba tiempo ayudándolo, pero que ahora estaba haciendo un master y por eso no estaba allí.
Mientras que lo dejaban sentado en una mesita jugando con unos puzles, Castle le comentó al pediatra, al que le unía una antigua amistad, las circunstancias del niño y su deseo de tomarle una muestra para hacerse las pruebas de paternidad, pero sin que tuvieran que pincharle. El doctor Walton le dijo que no se preocupara y que él se encargaba de todo.
Reconoció a Henry, convirtiendo todo en un juego, le miró los oídos, los dientes y la garganta, en ese momento aprovechó para tomar una muestra de saliva con un bastoncillo que precintó.
Luego para regocijo de Henry, también le tomó muestras a Castle, y le preguntó al médico si a su papá no le miraban los oídos y los dientes como a él. Castle muy serio dijo que a él solo tenían que mirarle la lengua, porque había estado allí hacía poco y con esto Henry se quedó tranquilo.
Después lo pesó y lo midió. Una vez que terminó el reconocimiento, sacó un tarro con piruletas de colores y se lo ofreció a Henry, para que cogiera la que quisiera.
- Se supone que no les deberíamos regalar caramelos, por el tema del azúcar y los dientes – explicó el doctor – pero una chuchería de vez en cuando no sienta mal, y este jovencito ha sido todo un valiente y se lo ha merecido.
- Si que ha sido un valiente, ¿Qué se dice, Henry?
- Gracias – dijo Henry escuetamente.
- De nada hijo – dijo el doctor, y dirigiéndose a Castle – está en perfecto estado de salud, con el peso adecuado, y es alto para su edad, tráigalo de nuevo dentro de seis meses, pero no creo que haya ningún problema.
Se despidieron del doctor y cuando cogieron el ascensor, subieron a la planta veinticuatro, donde estaban los laboratorios a los que Castle había llamado para hacer las pruebas de paternidad, el edificio entero estaba dedicado a consultas médicas y laboratorios. Dejaron las muestras y le dijeron que tardarían alrededor de diez o quince días, pues estaban realmente ocupados. A Rick, francamente le dio igual, sentía que Henry era su hijo, y no necesitaba ningún análisis para que se lo confirmaran.
Cuando salieron, Castle pensó que el chiquillo se merecía un premio, así que fueron andando hasta la famosa juguetería FAO Schwarz, de la quinta avenida, donde estuvieron un rato mirando los juguetes. Allí demostró Henry que no era nada caprichoso. Todo le gustaba y le provocaba admiración, pero no pidió nada, solo se conformaba con mirar.
- Puedes elegir un juguete Henry – le dijo su padre.
- ¿Sí?
- Si, ¿Qué te gustaría?
- No sé – dijo dudoso – ¿Esto? – señalando una caja de Lego con piezas para construir un castillo.
- ¿Te gusta ese?
- Sí, me gustan los castillos. Edwin vivía en un castillo, me lo dijo mi mami.
- Seguro que si – sonrió Castle.
Pagaron el juguete y como aún era temprano, se acercaron a Central Park para que Henry correteara un poco. Desde allí llamó a Kate, que les dijo que la esperaran, pues les daría en encuentro.
Cuando llegó y se acercó a Castle, este le dio un beso, que ella correspondió gustosa. Henry correteaba por allí como si fuera un avión con los brazos extendidos y haciendo un ruido de motor. Castle lo llamó:
- ¡Eh Henry, mira quien ha venido!
El niño le dedicó una radiante sonrisa y se acercó corriendo hasta ella y le dijo:
- ¡Hola señora Kate!, soy un niño muy valiente.
- ¡Hola Henry! – lo saludó alegre, y dirigiéndose a Castle – ¿Qué tal todo?
Mientras el niño jugaba y correteaba por allí cerca, le estuvo contando lo asustado que estaba, pero que luego se portó muy bien.
- Ya veo que le has comprado un regalo.
- No me pude resistir, lo lleve a la FAO para que se le pasara el susto, y es increíble, todo le llamaba la atención, pero no me pidió nada, fui yo quien le dije que podía elegir un juguete.
- Pues en lo caprichoso parece que no se parece a ti – dijo con una sonrisa.
- Muy graciosa – por cierto – ya dejé las muestras para hacerme la prueba de paternidad.
- ¿Al final te decidiste?
- Sabes que por mí no lo hubiese hecho, pero mi madre sigue insistiendo, así que me voy a gastar el dinero para que me digan lo que ya sé, que Henry es mi hijo.
Estuvieron un buen rato paseando, mientras Henry correteaba y se subía por todos lados, hasta que llegó la hora de marcharse a casa.
CONTINUARÁ…
Capítulo 12:
Se levantaron temprano los dos, querían estar pronto en la comisaría, a ver si se había averiguado algo más sobre el caso que llevaban entre manos. Castle se encargó de levantar a Henry, al que no le hizo mucha gracia, darse tal madrugón, lo ayudó a vestirse y bajaron los dos de la mano a desayunar. El crío seguía refunfuñando un poco, mientras su padre le explicaba, que ellos dos tenían que ir a trabajar porque era su obligación, así como la obligación de él, era quedarse en la guardería y dentro de unos días ir al colegio. Y queriendo consolarlo:
- Además hoy te recogeré más temprano, voy a llevarte a que te hagan un reconocimiento médico – se lo había recomendado la señora Johnson, pues a él ni se le había ocurrido.
- No me gustan los médicos, y yo no estoy malito – dijo serio.
- No van a hacerte nada, solo te auscultará, te mirará la garganta y los oídos, y luego te pesará y te medirá.
- Pero yo no estoy malito – insistió Henry – no se me caen los pelos.
- Ya sé que no estás malito Henry, pero tienes que ir. No va a hacerte daño, yo estaré todo el rato contigo. Voy a salir antes del trabajo.
- Bueno – dijo no muy convencido – ¿dónde está tu trabajo?
- Mi trabajo es escribir libros, como el que tú tienes, y luego voy a ayudar a Kate a la comisaría.
- ¿Qué es la comisaría? – le preguntó a su padre, pero fue Kate que había sido testigo de la conversación, quien contestó.
- En la comisaría trabajamos los policías.
- ¿Tú eres policía? – preguntó sorprendido – no tienes gorra ni pistola.
- Si que las tengo, la gorra solo me la pongo en ocasiones especiales, pero un día te la enseño.
- ¿Y la pistola?
- La pistola está guardada Henry – así era, la dejaba en la caja fuerte del estudio de Rick, desde que el niño llegó a la casa – es una de las de verdad y es muy peligrosa.
- Pero yo quiero verla – dijo insistiendo, con interés.
- Pero no podrá ser amiguito – dijo su padre muy serio – esas cosas mejor de lejos. Y andando que se nos hace tarde – y zanjó la conversación pues como le advirtió la directora del centro de menores, Henry podía llegar a ser muy insistente.
Recogieron las cosas del desayuno y salieron de la casa. Ni Alexis, ni Martha se habían levantado, así que Castle les dejó una nota. Kate los dejó en la puerta de la guardería y ella se fue para la comisaría. Castle entró con el niño, estuvo un rato hablando con la señora Johnson y luego salió para buscar un taxi.
Llegó a la comisaría y ya estaban allí todos, alrededor de la pizarra de las pistas. La verdad es que era un caso raro, en ninguna funeraria habían denunciado la desaparición de ningún cuerpo. Según el ADN de las víctimas, eran gente corriente, pues no había coincidencias en el sistema, y lo que era más extraño aún solo habían aparecido las piernas y los brazos, así que, ¿Dónde estaban los troncos y las cabezas?
Así que realmente no sabían por donde empezar, no tenían pistas. Se había hecho una batida por todo Central Park, y no habían encontrado más restos y en los sitios donde estos se encontraron, no había huellas determinantes, pues por ahí pasaban miles de personas, andando, corriendo o en bicicleta, así que iba a ser difícil, dar con alguna pista.
Gates estaba desesperada, técnicamente el caso era de su competencia, se habían encontrado restos humanos y se suponía que había habido uno o varios asesinatos, que tampoco estaba claro, pues con lo que había aparecido no se podía determinar la causa de las muertes, además no había cuerpo o cuerpos enteros. En fin, que estaba que echaba chispas e incluso llegó a decirle a Castle, cuando este entró por las puertas, que cualquier teoría por descabellada que fuese, sería bienvenida.
Un poco antes de la hora de almorzar, los llamó Lanie, al parecer había encontrado algo y los esperaba en el depósito. Cuando llegaron, saludaron a la forense, que estaba en su despacho, con total normalidad, pero esta no podía olvidar lo que le habían contado el día anterior, así que los miró a los dos, con cara muy seria, pero como era de natural cotilla, no se pudo aguantar y preguntó:
- ¿Habéis pasado buena noche?, ¿los tres?
- Una noche magnífica, gracias – dijo Castle por toda respuesta.
- ¿Y tú?, ¿Pasaste buena noche Lanie?
- Muy buena – lo cual no era del todo cierto, pues había estado toda la noche, dándole vueltas a la relación de trío en que su amiga se había metido – ¿Y Henry está bien? – les preguntó.
Y antes de que Castle pudiera contestar, a Kate se le escapó:
- Muy bien también, lo dejamos en la guardería antes de venir aquí.
A Lanie se le cambió el color de la cara.
- ¿En la guardería?, ¿Henry es profesor de guardería?, no me lo puedo creer, eso es asqueroso. Esos pobres padres dejando a sus hijos en manos de un pervertido – Lanie empezó a divagar, era más que evidente que se había montado su propia película.
Kate y Rick se miraron, estaba claro que había llegado la hora de contarle a Lanie la verdad, antes de que le diera un infarto.
- Lanie – dijo Kate muy seria – dinos para que hemos venido y luego te invitamos a comer, tenemos que decirte algo.
- ¡Ah no!, conmigo no contéis, ni se os ocurra, que yo soy una mujer liberada, pero hay ciertas cosas que no las tolero, a mí me dejáis de vuestros jueguecitos.
- Pero, ¿de que estas hablando? – preguntó Kate sorprendida.
- De que no pienso formar parte de vuestras porquerías, de eso.
- Solo he dicho que queremos decirte una cosa – dijo Kate con una sonrisa, pues se había dado cuenta de por donde iba su amiga – no invitarte a participar, jajaja.
- Si, tu ríete, pero eso tiene que ser malo para la salud.
- No tiene por que – dijo Castle interviniendo – a lo mejor es muy bueno. Y por cierto, tengo que comer temprano, así que si la doctora Parish es tan amable de decirnos, para que nos quería, antes nos podemos ir a comer.
Lanie lo miró con cara de pocos amigos, estaba seguro de que esas cosas raras en las que Kate se había metido, eran idea de Castle que seguro que habría ido a más de una orgía en sus tiempos.
Los llevó a la sala de autopsias y les enseñó las radiografías que había hecho de los miembros. En dos de ellas, que eran de las piernas de una mujer, había indicios de prótesis de rodilla. Les dijo que iban a extraer las prótesis, para ver si tenían algún número de serie y por ahí podían averiguar el nombre de esa víctima en concreto y quizás, a partir de ahí pudiesen esclarecer algo.
Una vez que Lanie terminó toda su exposición lo cual hizo de la forma más profesional, Becket le dijo que la esperaban fuera para ir a comer.
- ¿Te importa que le hablemos de Henry a Lanie? – le preguntó Kate a Castle.
- ¿Importarme?, para nada, Lanie me mira como si me hubieran anunciado como uno de los americanos más buscados, y si no le contamos la verdad, la veo denunciándome y al final voy a terminar saliendo como uno de esos.
- Creo que ya nos hemos burlado de ella lo suficiente, espero que no se enfade mucho.
- Mira y si se enfada, lo siento, no tengo nada de lo que avergonzarme, a lo mejor si fuera menos cotilla, no le pasaban estas cosas.
Salió Lanie y le dijo a Castle muy seria:
- Espero que por lo menos me lleves a un buen sitio para comer, y no me vayas a invitar a un sándwich.
- ¿Qué os parece La Riviera? – era un restaurante que había relativamente cerca.
- Me parece perfecto, lástima que tengamos que comer con agua – dijo Kate.
Llegaron al restaurante y fueron atendidos por el maître, que conocía a Castle y le buscó una mesa en un sitio bastante tranquilo. Kate esperó hasta que les hubieron tomado nota.
- Te hemos invitado a comer para aclararte la situación en la que estamos – le dijo Kate seria.
- Mira – dijo Lanie seria también – si me vais a seguir contando vuestras intimidades sexuales, prefiero irme y comer cualquier cosa por ahí.
- Lanie, no es verdad lo que te contamos de Henry, todo se lo inventó él – señaló acusadoramente a Castle.
- Como que siempre es bueno que haya niños en casa – dijo Castle para sí mismo, aunque fue oído por las otras dos.
- Entonces, ¿Henry no existe? – preguntó confundida.
- Si que existe – dijo Castle y sacando el móvil buscó una foto del niño y se la enseñó – este es Henry.
Lanie miró la foto y luego miró a Castle.
- Pero si solo es un niño, ¿Qué tiene que ver con vosotros un niño? No lo entiendo.
- Es mi hijo Lanie.
Y empezó a contarle lo que había sido sus vidas desde que llegó Henry. Solo se interrumpió cuando el camarero les llevó los platos. Lanie no salía de su asombro, aunque también se sintió molesta por el engaño que le habían hecho sus amigos, a lo que Kate le explicó que había sido una pequeña venganza por ponerla en evidencia delante de los chicos.
- ¿Y a ti no te ha molestado? – le preguntó a Kate, sin importarle que Castle estuviera delante.
- La verdad es que me sorprendió, y al principio no sabía como nos iba a afectar, pero en un niño encantador, se hace querer y él no tiene la culpa de lo que ha pasado.
- No, claro que no – dijo Lanie pensativa – de todas formas ha sido un bonito detalle que lo hayas aceptado, en realidad que los dos lo hayáis aceptado, porque para ti tampoco tiene que haber sido fácil – dijo mirando a Castle.
- Pues no, que te aparezca un hijo, ya crecido del que no sabías nada es cuanto menos una situación extraña.
- ¿Y lo dejáis en la guardería, claro?, y yo pensando que os lo montabais con un profesor de niños pequeños. ¿Cómo se os ocurrió, o debo decir se te ocurrió – dijo mirando a Castle – contarme semejante cosa?
- La otra noche estuvimos viendo un programa sobre relaciones de trío, y cuando empezaste a insistir con Henry… es lo primero que se me pasó por la cabeza, lo siento Lanie, sé que me pasé un poco – se disculpó Castle.
- ¿Un poco?, yo diría un mucho.
- Me vas a disculpar doctora Parish, pero dejarte callada y sin palabras mereció la pena.
- ¿Lo saben los chicos?, lo de Henry, vamos – les preguntó Lanie.
- No, no lo saben, ni siquiera saben que estamos juntos, las únicas que lo saben además de ti, son Martha, Alexis y Gates – dijo Kate.
- ¿Gates? – preguntó sorprendida.
- Si, si supieras que apuro…
Y Kate le contó como se encontraron con ella en Central Park.
- ¿Así que en Central Park?, pues menos mal que no os encontrasteis un brazo o una pierna por ahí. Entonces, ¿vosotros estáis bien juntos?
- Muy bien Lanie – respondió Castle – mejor que bien.
- Pues que sepas que me debéis un besito en los morros – dijo.
- ¿Quieres que te besemos en los morros? – preguntó Kate sonriendo.
- Oh, la doctora Parish al final se ha decidido a unirse a nosotros para formar un…
- Ni se te ocurra terminar la frase Castle – dijo Lanie enfadada – y por supuesto que no quiero que ninguno de los dos me dé un beso en los morros. Lo que quiero es veros besaros a los dos, me lo debéis.
- Vaya con la doctora Parish, que nos salió voyeur – dijo Castle con una sonrisa – buenos señoras, ha sido un placer invitarlas a comer, pero me esperan – y para placer de Lanie se despidió de Kate con un beso en la boca – nos vemos luego.
Castle pagó la cuenta antes de salir del restaurante para recoger a Henry. Lanie y Kate se terminaron el postre tranquilamente y luego se fueron hasta sus trabajos dando un paseo.
- Me alegro mucho Kate – le dijo su amiga – de verdad te veo muy bien, y me asombra que hayas aceptado tan bien a ese niño, ¿ni siquiera tuviste unos poquitos de celos?
- Te confieso que cuando me habló de Rachel, si sentí celos, pero cuando me dijo que había muerto, me sentí bastante culpable. Y después de conocer a Henry, lo amable y educado que es, creo que hasta me hubiese caído bien Rachel.
- ¿Te gusta ese niño, eh? – dijo Lanie con una sonrisa – ¿se han despertado todos tus instintos maternales?
- Si no todos, al menos unos pocos – dijo Kate sonriendo – y sí, me gusta Henry, es adorable.
- ¿Tan adorable como su papá?
- Pues sí, y más adorable es verlos juntos.
- Si que estás pillada, hija, ¡qué barbaridad! – dijo su amiga con una sonrisa.
- Por cierto, Castle va a organizar una cena para el viernes, para contarle lo nuestro a los chicos y para presentaros a Henry, espero que no tengas planes.
- Y aunque los tuviera, los cancelaba. Cena en casa de Castle y ver las caras de Ryan y Javi, cuando se enteren, no tiene precio.
Habían llegado a la puerta de la comisaría y se despidieron, encaminándose cada una a sus respectivos puestos de trabajo.
Mientras Castle ya había llegado hasta la guardería y recogido a un feliz Henry, que cada vez se ponía más contento, cuando su padre iba a recogerlo. Tomaron un taxi, y cuando vio que lo llevaba a la consulta del médico, ya no le gustó tanto y empezó a protestar, diciendo una y otra vez que él no estaba malito.
Se puso un tanto insistente, alegando que no quería ir al hospital, que se quería ir a su casa, de tal modo que Castle tuvo que sacarlo de la consulta y convencerlo de que no lo iban a dejar allí, y que sabía que no estaba malito, explicándole que los niños tienen que hacerse revisiones de vez en cuando.
Pero Henry estaba aterrado, en su corta vida, había pasado bastante tiempo en los hospitales, pues acompañó a su madre más de una vez. Era cuando esta se ingresaba para pasar varios días cuando él iba al centro de acogida, pero consultas y pruebas se había tragado bastantes.
- Pero a mi mamá le pinchan con agujas y se muere – estalló por fin llorando.
Castle se agachó y lo abrazó:
- Te prometo que no van a hacerte daño, solo es una revisión rutinaria, y no te van a pinchar con ninguna aguja, ¿confías en mí?
- Vale – dijo entre hipidos – pero tú no te vas.
- Claro que no me voy, estaré contigo todo el rato.
Ya un poco más calmado entraron en la consulta. Le dijo al niño que se sentara a mirar unos cuentos mientras él, rellenaba el formulario con todos los datos. La enfermera le preguntó si estaba más tranquilo, y le dijo que sí, que había tenido una mala experiencia con los médicos y por eso se puso tan nervioso.
Después de un rato, pasaron a la consulta. El doctor Walton, que también había sido el pediatra de Alexis, fue quien los atendió. Estaba a punto de jubilarse y les dijo entre otras cosas, que su hijo se quedaría con la consulta, que ya llevaba tiempo ayudándolo, pero que ahora estaba haciendo un master y por eso no estaba allí.
Mientras que lo dejaban sentado en una mesita jugando con unos puzles, Castle le comentó al pediatra, al que le unía una antigua amistad, las circunstancias del niño y su deseo de tomarle una muestra para hacerse las pruebas de paternidad, pero sin que tuvieran que pincharle. El doctor Walton le dijo que no se preocupara y que él se encargaba de todo.
Reconoció a Henry, convirtiendo todo en un juego, le miró los oídos, los dientes y la garganta, en ese momento aprovechó para tomar una muestra de saliva con un bastoncillo que precintó.
Luego para regocijo de Henry, también le tomó muestras a Castle, y le preguntó al médico si a su papá no le miraban los oídos y los dientes como a él. Castle muy serio dijo que a él solo tenían que mirarle la lengua, porque había estado allí hacía poco y con esto Henry se quedó tranquilo.
Después lo pesó y lo midió. Una vez que terminó el reconocimiento, sacó un tarro con piruletas de colores y se lo ofreció a Henry, para que cogiera la que quisiera.
- Se supone que no les deberíamos regalar caramelos, por el tema del azúcar y los dientes – explicó el doctor – pero una chuchería de vez en cuando no sienta mal, y este jovencito ha sido todo un valiente y se lo ha merecido.
- Si que ha sido un valiente, ¿Qué se dice, Henry?
- Gracias – dijo Henry escuetamente.
- De nada hijo – dijo el doctor, y dirigiéndose a Castle – está en perfecto estado de salud, con el peso adecuado, y es alto para su edad, tráigalo de nuevo dentro de seis meses, pero no creo que haya ningún problema.
Se despidieron del doctor y cuando cogieron el ascensor, subieron a la planta veinticuatro, donde estaban los laboratorios a los que Castle había llamado para hacer las pruebas de paternidad, el edificio entero estaba dedicado a consultas médicas y laboratorios. Dejaron las muestras y le dijeron que tardarían alrededor de diez o quince días, pues estaban realmente ocupados. A Rick, francamente le dio igual, sentía que Henry era su hijo, y no necesitaba ningún análisis para que se lo confirmaran.
Cuando salieron, Castle pensó que el chiquillo se merecía un premio, así que fueron andando hasta la famosa juguetería FAO Schwarz, de la quinta avenida, donde estuvieron un rato mirando los juguetes. Allí demostró Henry que no era nada caprichoso. Todo le gustaba y le provocaba admiración, pero no pidió nada, solo se conformaba con mirar.
- Puedes elegir un juguete Henry – le dijo su padre.
- ¿Sí?
- Si, ¿Qué te gustaría?
- No sé – dijo dudoso – ¿Esto? – señalando una caja de Lego con piezas para construir un castillo.
- ¿Te gusta ese?
- Sí, me gustan los castillos. Edwin vivía en un castillo, me lo dijo mi mami.
- Seguro que si – sonrió Castle.
Pagaron el juguete y como aún era temprano, se acercaron a Central Park para que Henry correteara un poco. Desde allí llamó a Kate, que les dijo que la esperaran, pues les daría en encuentro.
Cuando llegó y se acercó a Castle, este le dio un beso, que ella correspondió gustosa. Henry correteaba por allí como si fuera un avión con los brazos extendidos y haciendo un ruido de motor. Castle lo llamó:
- ¡Eh Henry, mira quien ha venido!
El niño le dedicó una radiante sonrisa y se acercó corriendo hasta ella y le dijo:
- ¡Hola señora Kate!, soy un niño muy valiente.
- ¡Hola Henry! – lo saludó alegre, y dirigiéndose a Castle – ¿Qué tal todo?
Mientras el niño jugaba y correteaba por allí cerca, le estuvo contando lo asustado que estaba, pero que luego se portó muy bien.
- Ya veo que le has comprado un regalo.
- No me pude resistir, lo lleve a la FAO para que se le pasara el susto, y es increíble, todo le llamaba la atención, pero no me pidió nada, fui yo quien le dije que podía elegir un juguete.
- Pues en lo caprichoso parece que no se parece a ti – dijo con una sonrisa.
- Muy graciosa – por cierto – ya dejé las muestras para hacerme la prueba de paternidad.
- ¿Al final te decidiste?
- Sabes que por mí no lo hubiese hecho, pero mi madre sigue insistiendo, así que me voy a gastar el dinero para que me digan lo que ya sé, que Henry es mi hijo.
Estuvieron un buen rato paseando, mientras Henry correteaba y se subía por todos lados, hasta que llegó la hora de marcharse a casa.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Localización : Al sur del sur
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Jajaja q risas Lanie!!! Me encanta la nueva familia Castle!
Siguee
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cris_beckett- Autor de best-seller
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Edad : 33
Localización : Madrid
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Lo que me he reído con la escena de Lanie, esta mujer es genial, siempre cotilleando y al final se lo hicieron pagar. Me encanta este capítulo, la confesión de Beckett a Lanie de lo mucho que le gusta el pequeño y ver a Castle con él, la escena de Henry en el médico y como Castle intentaba hacerle ver que no le iban a hacer daño fue muy tierna, a Castle se le cae la baba con el niño y como él mismo dice, no creo que la prueba de paternidad tenga alguna importancia ya para él que lo veo como su hijo.
Precioso capítulo, da gusto pasarse por el foro y ver que has subido un nuevo capítulo
Precioso capítulo, da gusto pasarse por el foro y ver que has subido un nuevo capítulo
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
PRECIOSOOOSIGUE PRONTOOOOOO
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Jejej me alegro de que Lanie sepa la verdad, aunque la broma me encanto solo de imaginarme sus caras.
Genial el capi nuevo sigue pronto pliss
Genial el capi nuevo sigue pronto pliss
anaforo- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 31
Localización : Murcia. Y en una de las 20 manzanas que hay entre la casa Rick y la de Kate :)
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Muy buen capítulo, ya con muchas ganas de saber el resultado del ADN, que ya estoy viendo sea cual sea, Castle lo aceptará como a un hijo.
Serán divertidas las reacciones de Ryan y Expósito cuando les pongan al corriente de todo.
Serán divertidas las reacciones de Ryan y Expósito cuando les pongan al corriente de todo.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
¡Hola! Por fin viernes. Os dejo el siguiente capítulo se esta historia. Espero que os guste. Muchas gracias a todos los que leéis y a los que os entretenéis en dejar un mensajito.
Ya nos queda menos para el lunes. Y que conste que creo en Castle ¡Feliz fin de semana!
Capítulo 13:
El caso de los miembros humanos aparecidos en Central Park, estaba parado. Todo lo que se había encontrado estaba en el depósito. Habían localizado a la mujer que tenía las prótesis de rodilla, una señora de setenta y cinco años, que había muerto sola y sin familia. Investigaron en la funeraria donde fue enterrada y no eran conscientes de que hubiese habido alguna anomalía, por lo que se había pedido al juez, una orden para exhumar el cadáver de la mujer. Y esperando la orden, estaban.
En esa semana Kate quedó con su padre para almorzar y así contarle lo suyo con Castle. Entre que Jim había estado fuera de la ciudad, unas cosas y otras se le había ido pasando el tiempo. Se llamaban a menudo y para saber como estaban, pero Kate no había entrado en contarle las últimas novedades. Además ese viernes habían quedado con sus amigos, y quería que su padre lo supiese antes que ellos, además de hablarle de Henry.
A Jim le alegró saber que su hija estaba con Castle. No había que ser muy listo para no darse cuenta de los sentimientos de los dos, y cuando su hija le contó con todo lujo de detalles, lo que había pasado con Maddox, lo cerca que estuvo de morir otra vez y que eso le había servido para darse cuenta de cuales eran sus prioridades, el hombre suspiró.
- Hija, no sabes la alegría que me das, y estoy seguro que tu madre también se alegraría. Por mucho que lo desees la venganza no trae nada bueno, fíjate si no en lo que te pasó. Ahora puedo respirar tranquilo y quiero que sepas que me alegro muchísimo de lo tuyo con Castle, me gusta ese hombre y sé que te quiere bien.
Kate se conmovió con las palabras de su padre, y luego le habló de Henry y como había aparecido en sus vidas.
- Esto me ratifica que Castle es una buena persona – dijo Jim – no cualquiera se hace cargo así como así de un niño sin ni siquiera saber si es su hijo o no.
- Se ha hecho las pruebas de paternidad, pero porque le insistió su madre, si fuera por él, no lo hubiese hecho.
- Un gran tipo, tu Rick, cielo – dijo Jim con una sonrisa ante el rubor de su hija, cuando le dijo “tu Rick”
- El viernes hemos quedado con los chicos de la 12th para contarles que estamos juntos, pero ¿te gustaría venir el domingo a comer con nosotros?, será una comida familiar, Alexis se va a la universidad y está preparando su traslado al campus, así comes con nosotros y conoces a Henry.
- ¿Sabes que cuando no sabíamos lo que serías pensamos en el nombre de Henry si hubieras sido un chico? – le dijo Jim – sabes que te quiero con locura Katie – dijo mientras le acariciaba la cara – pero siempre me quedaron ganas de tener un niño. Mamá y yo lamentamos siempre no poder darte un hermano, pero las cosas se dieron así.
- Me parece que va a gustarte Henry – dijo Kate sonriendo.
- Estoy seguro de que así será.
Tal como habían planeado, organizaron una velada con sus amigos para el viernes. A los chicos les gustaba ir a casa de Castle. Este era un buen anfitrión y un excelente cocinero, sabía organizar las cosas, y todo lo que ofrecía era de excelente calidad, así que las dos parejas, estaban más que ansiosas de reunirse, sobre todo Lanie, que sabía de antemano, el motivo de dicha reunión.
Javier le preguntó a Kate esa tarde, si iba a ir a casa de Castle en su coche o si quería que él la recogiese, y así no tenía que conducir de vuelta, por si quería tomarse alguna copa.
- ¿Qué pasa?, ¿Tu no vas a beber? – dijo ella por respuesta, pues como era lógico pensaba pasar la noche en el loft.
- Bueno, si, tomaré algo, pero de todas formas…
- Como Lanie no bebe, ella será la que conduzca, ¿No? – dijo con una sonrisa.
- Si, me has pillado, Lanie conducirá a la vuelta, ¿entonces?
- No te preocupes, yo ya me apaño, además Castle me ha pedido ayuda, y llegaré a su casa un poco antes.
Quedaron en verse en el loft. Ella argumentó unos asuntos personales y salió más temprano de la comisaría. Cuando llegó a la casa no puedo menos que sonreír, Castle con un delantal puesto picaba varios alimentos, mientras otros se hacían al fuego. A su lado, sentado en la encimera de la cocina y sujetando un bol entre los brazos Henry batía unos huevos.
- ¡Hola! – dijo alegre.
- ¡Hola! – la saludó Castle dándole un beso cuando llegó junto a ellos.
- ¡Hola señora Kate! – dijo alegremente Henry – ¿tú también vas a ayudar a papi a hacer la comida para sus amigos?
- Bueno si puedo ser de ayuda en algo, estaré encantada, ¿Qué haces tú Henry?
- Papi va a hacer una tarta de chocolate, hay un cacharro grande lleno de chocolate – refiriéndose a la cobertura de la tarta – y yo he chupado la cuchara – dijo con cara golosa – estaba muy rico, me gusta mucho el chocolate, ¿a ti te gusta el chocolate, señora Kate?
- Me encanta, pero ya te he dicho que puedes llamarme solo Kate – le dijo al niño.
- Mi vecino Jimmy le dice a las señoras viejas y tías. Un día yo le dije vieja a una enfermera del hospital y mami se enfadó mucho y me dice que se llama señor y señora a los hombres y las mujeres y no vieja.
- Creo que es la forma de decirte que le gustas y está siendo educado contigo – le dijo Rick con una sonrisa – no te preocupes ya se acostumbrará a llamarte Kate, solo dale tiempo.
- Me alegro de que no me llames vieja – le dijo ella.
- Si tú no eres vieja señora Kate – dijo el chiquillo.
Castle estaba preparando ensalada, un rollo de carne con salsa de champiñones y la tarta de postre. Ya solo le quedaba terminar de hacer el bizcocho de la tarta. Le pidió a Henry el bol, y le fue echando los demás ingredientes, para hacer la masa. Henry miraba atentamente como su padre mezclaba todo con energía y luego lo echaba a un molde, metiéndolo en el horno.
- Y ahora vamos a poner la mesa – dijo Castle.
- ¿Yo te ayudo papi? – preguntó Henry.
- Por supuesto, sin ti no hubiera sido posible preparar esta cena.
- Aprovecho y mientras me voy a dar una ducha.
- De acuerdo – dijo Rick, que extendía el mantel con ayuda del niño – y ahora los cubiertos.
Mientras él, llevaba los platos y los vasos, Henry se encargó de llevar los cubiertos, aunque no le dejó coger los cuchillos. Terminaron de poner la mesa, la comida se hacía poco a poco, al igual que el bizcocho.
- ¡Hummm! – dijo Henry aspirando – me gusta como huele la tarta.
- Eres un bichito muy goloso – le dijo su padre mientras lo abrazaba y le hacía cosquillas.
- Si – reía el chiquillo – yo me como todo el chocolate.
Kate salía del estudio, con una malla y una camiseta. Todavía era pronto para vestirse. Sonrió al ver la escena de padre e hijo.
- ¿Qué os parece si mientras se termina de hacer la comida vemos una peli? – les preguntó.
- Siiii – dijo Henry – vemos Nemo.
- ¿Otra vez? – dijo Castle con cara y voz de estar harto.
- Si papi, que me gusta mucho.
- Bueno, si no hay más remedio.
Henry se escurrió de los brazos de su padre y corrió al estudio a abrir el mueble donde se guardaban las películas para coger la de “Buscando a Nemo”, que era una de las muchas que habían venido en las cajas con sus cosas, luego se encargó de encender la TV y meterla en el DVD, para sentarse a continuación en uno de los sillones a ver su película favorita y recitar los diálogos de la misma de memoria.
- ¿Me pregunto si no debería quemar la película? – dijo Castle.
- Y matar al niño de un disgusto, es solo Nemo, hombre, ni que estuviera viendo una de tiros o de vampiros.
- Ahora que me acuerdo, Alexis se sabía de memoria Cenicienta y La Bella y la Bestia.
Ellos se sentaron en el otro sillón a ver también la película. Castle no desaprovechó la ocasión y empezó a meterle mano a Kate y a darle besitos por el cuello.
- ¡Castle!, aquí no, que está Henry delante – protestó ella.
- Henry está en el fondo del mar con Nemo, no siquiera se dará cuenta.
- Pues por si acaso, deja de toquetearme – mientras le sacaba la mano de debajo de la camiseta.
- No te toqueteo, te acaricio – y volvió a meter la mano con cuidado por debajo de la amplia camiseta, para acariciarle los pechos, cosa fácil pues no llevaba sujetador.
- ¡Quieres dejar de tocarme las tetas, Castle! – dijo enfadada, pero sin querer levantar la voz para que Henry no se diese cuenta – ahora no es precisamente el momento para hacer esto.
- ¡Aguafiestas! – dijo malhumorado.
En ese momento sonó el horno, avisando que el bizcocho estaba hecho.
- Te salvaste – le dijo con una sonrisa.
Y se fue a la cocina para sacar el bizcocho y terminar de hacer la tarta. Cuando todo estuvo listo, fue a buscar ropa limpia para Henry al que dijo que era la hora del baño. El niño protestó pues quería seguir viendo la película, pero el padre apagó la tele y le dijo que se les hacía tarde y había que bañarse. No le hizo mucha gracia, pero era obediente, así que se levantó y arrastrando los pies caminó detrás de Castle, hacia su cuarto de baño.
- ¿Hoy me lavo en tu baño?
- Hoy si, tienes que estar muy guapo, para que te conozcan mis amigos, y no te vean como un monito lleno de chocolate – tenía algunos churretes en la camiseta y la cara.
Lo ayudó a desnudarse y a meterse en la bañera.
- Aquí no están mis juguetes – protestó.
- Hoy no hay tiempo para jugar, te duchamos y otro día si quieres hacemos una carrera de barcos.
Lo enjabonó y lo enjuagó. Luego lo sacó en peso y lo envolvió en una toalla, sentándolo en un taburete, mientras con otra toalla, le secaba la cabeza, para después peinarlo. Una vez seco, quiso ayudarlo a vestirse, pero el niño protestó.
- Yo soy mayor y me visto solo.
- De acuerdo, mientras yo recojo un poco esto.
Se fue vistiendo poco a poco, aunque hubo que quitarle la camiseta y ponérsela de nuevo, pues se la puso al revés. Vestido con unos vaqueros y camiseta celeste, estaba muy guapo. Castle le ayudó a atarse las zapatillas, y una vez listo, le dijo:
- Ahora voy a ducharme yo, si quieres puedes terminar de ver la película.
- Vale – y salió al estudio.
Cuando Castle salió arreglado, Henry terminaba de ver la película, Kate le hacía compañía. Ella lo miró, estaba realmente atractivo, con los vaqueros y camisa negros.
- Voy a vestirme yo – y pasó al cuarto.
Le habían dicho a sus amigos que era una cena informal, así que ella también se puso vaqueros, unos muy ajustados azul oscuros y una bonita blusa en color maquillaje.
Cuando llamaron al timbre, Castle le dijo a Henry que podía mirar otra película mientras él recibía a sus amigos, y que lo avisaba para la cena. El niño se quedó tranquilo y él entornó la puerta del estudio que comunicaba con el salón. Fue a abrir la puerta y se encontró con los cuatro, que fueron pasando uno detrás de otro.
- ¡Hola Becket! – dijo Ryan – ¿ya llegaste?
- Si – dijo esta – vine antes para ayudarle con todo esto.
- ¡Qué buena amiga eres! – dijo Lanie con una sonrisilla.
- ¿Os voy sirviendo algo de beber? – dijo Castle.
- Lo que quieras, ya sabes que no somos delicados – dijo Esposito con una sonrisa.
Castle sirvió las bebidas, y puso sobre la mesa algo para picar hasta la hora de la cena. Luego de forma muy ceremoniosa les anunció que quería decirles algo.
- Oye tío, ¿no será que vas a dejar de venir por la 12th? – preguntó Ryan.
- Mientras Gates no me eche, no pienso dejaros – dijo Castle – es otra cosa, que además creo que os va a alegrar.
- ¿Vas a regalarnos un Ferrari como el tuyo? – preguntó Esposito.
- ¿Unas cuantas noches en un hotel de cinco estrellas? – esto lo dijo Ryan.
- ¿Queréis dejar los dos de decir tonterías?, es que empezáis y no termináis nunca, lo que Castle quiere decirnos es que Becket y él POR FIN ESTÁN JUNTOS – esto último lo dijo alzando un poco la voz.
- Vaya, muchas gracias Lanie por la ayuda ¿quieres que te abra la ventana para que lo grites a toda la isla?
- Es que entre tus rodeos para decirlo y las sandeces de estos dos, no veía yo que nos contaras algo.
Los dos policías se levantaron para darle la mano y la enhorabuena, tanto a él como a Kate.
- Ya era hora, ¿Y desde cuando estáis juntos?, ¿Esta cena es para contarnos todo?
- Además de contaros lo nuestro, quería presentaros a alguien que también va a cenar con nosotros, pero antes os cuento como ocurrió todo – dijo Castle contento.
- ¡Hum, que interesante?, Así que ¿nos lo vas a contar todo, todo?, chico escritor – dijo Lanie pícaramente.
- Ni lo sueñes Lanie – dijo Becket – solo os contará lo que se pueda contar – y no pudo evitar ruborizarse al decir esto.
Entre los dos les fueron contando lo que habían pasado, desde que Kate casi la vuelven a matar, omitiendo evidentemente todo lo referente a Henry.
Castle iba a hablarles de la llegada de su hijo, cuando este cansado ya de ver películas, salió del despacho abrazado a Edwin y llegando donde estaba su padre dijo:
- Papi, tengo hambre.
- ¿Este niño te ha llamado papi? – le pregunto Ryan.
- Joder Castle, acabáis de juntaros y ya tenéis un hijo de esta edad – dijo Esposito – pues sí que os teníais ganas.
- Papi – dijo asombrado el niño – este señor ha dicho joder, y mi mami dice que esa palabra no se dice y se tiene que lavar la boca con jabón.
- Mira que eres burro Javier Esposito – le reprendió Lanie – no digas esas cosas delante del niño.
- ¿Y que hace aquí este niño?, ¿Tú quién eres? – dijo dirigiéndose al pequeño.
- Yo soy Henry, Henry Rodgers – se presentó como era habitual en él – y ¿tu cómo te llamas señor?
- Yo me llamo Javi – dijo Esposito que seguía mirando al niño alucinado.
- En el centro había un niño que se llama Javi, pero no tiene estos dientes – y se señaló las paletas.
- Antes de que digáis alguna inconveniencia más – Castle cortó la conversación – quiero presentaros a Henry. Es mi hijo, lo conocí hace algunos días y ha venido a vivir aquí conmigo.
- Pero… – Ryan también estaba confuso.
- Es la persona que os quería presentar y que va a cenar con nosotros – aclaró Castle – luego cuando terminemos la cena y él vaya a acostarse os contaré como nos conocimos.
Y pasó a presentarles a sus amigos.
- Será mejor que pasemos al comedor – dijo Kate.
Todos se sentaron en la mesa, mientras que Castle iba a la cocina a traer los diversos alimentos. Kate ayudó a sentarse a Henry al lado de su padre en una silla con cojines para que estuviese más alto. Sirvieron primero la ensalada, así como un excelente vino de la bodega Castle, y zumo para Henry. Estuvieron comiendo un rato en silencio, porque todos se habían quedado un poco cortados. Henry rompió el silencio.
- Mi papa hace una tarta para el postre y yo le ayudo – dijo orgulloso.
- ¿Has ayudado a hacer la comida? – preguntó Jenny – que suerte tiene tu padre de que lo ayudes.
- Si – dijo Castle sonriendo – me ayudó a limpiar la cuchara.
- Yo no limpio la cuchara, yo la chupo y me como el chocolate – dijo muy serio.
Todos rieron ante el comentario del niño, lo que relajó un poco la tensión que se había creado. Después de la ensalada Castle sirvió la carne. Se estableció una cómoda conversación sobre temas intrascendentes, entre los que salieron varias alabanzas a lo buena que estaba la comida.
- Gracias, me alegro que os guste y a ti, ¿Te gusta Henry? – le preguntó su padre que no estaba muy seguro de que le gustara la cocina más elaborada, aunque la ensalada la había comido sin problemas.
- Está rica. Mi mami dice que se come todo lo que está en el plato.
- Oye chico ¿y dónde está tu mamá? – preguntó Esposito que no se pudo callar y que soltó un quejido cuando Lanie le dio una patada por debajo de la mesa.
- Mi mami está en el cielo, señor – dijo con tristeza – se pone malita y se le caen todos los pelos – era evidente que ver a su madre calva era lo que más había llamado la atención y afectado a Henry.
A Castle le dieron ganas de darle un puñetazo a Esposito por imprudente.
- Lo siento mucho Henry – dijo el policía que se había quedado cortado ante la franca respuesta del chiquillo.
- Mi papá no me veía porque es importante y trabaja mucho, pero ahora me encuentra y ya no vivo solito – dijo con una sonrisa, para seguir comiendo.
Siguieron comiendo en silencio, que fue de nuevo interrumpido por Henry cuando terminó todo lo que le habían puesto en el plato.
- ¿Ahora nos comemos un poquito de tarta? – preguntó goloso.
- Pero solo un poquito, ¿eh? – le dijo su padre – a ver si te va a sentar mal la cena.
- Ya voy yo por ella – dijo Kate – mientras Castle también se levantaba e iba retirando los platos sucios de la mesa.
Kate trajo la tarta, que tenía una pinta de lo más apetitosa.
- Por Dios Castle, cada vez que vengo a cenar a tu casa, engordo dos o tres kilos. Otra vez que me invites, a ver si me acuerdo de traer puesta ropa más suelta – dijo Lanie que iba fantástica enfundada en un ceñido vestido de color fucsia.
Comieron la tarta, a la que le hicieron grandes fiestas, sobre todo Henry, que hasta le aplaudió al trozo que le pusieron por delante. Una vez terminada la cena, Kate los acompañó al salón, les sirvió unas copas y fue a ayudar a Castle a recoger la mesa. Este había sentado a Henry al lado del fregadero, para que se encargase de enjuagar los platos que su padre metía en el lavavajillas.
- Será mejor que vayas con ellos, en cuanto ponga el lavavajillas subo a acostar a Henry.
- De acuerdo.
Cuando terminó de llenar el aparato ayudó a bajar al niño y con el de la mano se dirigió al salón para que este se despidiera de todos pues se iba a acostar.
- Henry viene a daros las buenas noches – dijo Castle – despídete Henry.
- Buenas noches – dijo educado – ya me voy a la cama.
Todos le desearon buenas noches y que durmiera bien. Castle subió con él, lo ayudó a desvestirse y a ponerse el pijama, luego lo acompañó al baño para que se lavara los dientes e hiciera pis. Cuando se acostó lo arropó y se sentó en el borde de la cama para leerle un cuento, como se había hecho costumbre todas las noches. Al terminar le dio un beso y las buenas noches.
- Yo te quiero papi – dijo el niño medio dormido.
- Yo también te quiero hijo, no te imaginas cuanto – dijo Castle, pensando en lo imprescindible que el niño se le había hecho en unos pocos días.
Cuando bajó, Kate y los demás tomaban unas copas y hablaban animadamente. Él se sirvió un whiskey y se sentó al lado de Kate que le dio la mano.
- ¿Ya se durmió?
- Si, le conté un cuento y ni terminó de oírlo.
- Bueno, ahora es cuando nos cuentas lo de tu hijo, ¿No tío? – preguntó Esposito.
- Nunca pensé que fueras tan cotilla, Javi – dijo Kate sonriendo.
- Ni yo – corroboró Lanie.
Castle les contó como había conocido a Henry y las circunstancias de este.
- ¿Y no temes que se te presenten otros hijos desconocidos? – preguntó Esposito, con cierto tonito de recochineo.
- Espero que no, siempre he sido bastante cuidadoso, ¿puedes decir tú lo mismo Javier? – dijo Castle un poco picado – quien sabe, a lo mejor tienes por ahí algún que otro hijo secreto, has estado en muchos sitios cuando estuviste en el ejército.
- No te enfades tío, que solo es una broma – rectificó Javier – y realmente espero no tener ningún hijo por ahí, cuando decida tener hijos quiero criarlos yo y conocerlos desde que nazcan.
- A mí también me hubiese gustado haber conocido a Henry desde siempre, pero de todos modos me alegro de haberlo hecho, aunque haya sido ahora.
- Es un niño muy guapo – dijo Lanie – y realmente ha tenido suerte de que tú seas su padre.
- Estoy de acuerdo – dijo Jenny – lo importante es que ahora está contigo, y como dijo ya no está solito, me dio mucha tristeza cuando le oí hablar de su madre y de no estar solito – volvió a decir la rubia mujer de Kevin.
Estuvieron hablando un rato más y Castle muy serio les dijo que si de verdad eran sus amigos, esperaba que aceptaran a su hijo y las circunstancias en que había llegado a su vida, que las personas que más le importaban en el mundo, que eran Kate, Alexis y Martha, lo habían aceptado sin problemas, y que de verdad esperaba que ellos hicieran lo mismo.
Sus amigos le dijeron que Henry sería como un sobrino para ellos, incluso Jenny, a la que le encantaban los niños, se ofreció a cuidar de él, si en algún momento necesitaban una canguro. Castle les dio las gracias, y terminaron con más copas y risas esa agradable velada.
CONTINUARÁ...
Cata Castillo- Escritor - Policia
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Localización : Al sur del sur
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Excelente capitulo me gusta
Gracias por subir fic
Gracias por subir fic
______________________
CASKETT ALWAYS
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Me gusta mucho tu fic!! Henry es muy tierno
Sigueeeee
Sigueeeee
cris_beckett- Autor de best-seller
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