Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
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Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
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Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Ohh qué penita me da Henry cada vez que cuenta lo de su madre, tiene suerte de tener a Castle y la señora Kate.
______________________
Zeny_Mackenzie- Moderador
- Mensajes : 1226
Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Que bonito capítulo, me ha encantado esa cena, el niño tan gracioso como siempre, me encanta ese pequeño, les ha cambiado la vida totalmente a Castle y Beckett que ahora ejercen de padres con el niño. La cena ha sido preciosa, como dice Beckett, yo tampoco me esperaba que Javi fuera tan cotilla jajaja Precioso, uno de los capítulos que más me ha gustado
______________________
Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
que ricura de niño. Me ha encantado el capítulo. Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
preciosoooo sigue prontooo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Oooooh!
Tenia muchisimas ganas de un nuevo capitulo y este me ha encantado
Continua pronto...Haber si dentro de poco Kate y Rick pueden tener un momento solitos
Tenia muchisimas ganas de un nuevo capitulo y este me ha encantado
Continua pronto...Haber si dentro de poco Kate y Rick pueden tener un momento solitos
Invitado- Invitado
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Muy buena la descripción de este encuentro entre sus amigos.
Cada cual va exponiendo su punto de vista de una manera muy real.
Espero con ganas la continuación
Cada cual va exponiendo su punto de vista de una manera muy real.
Espero con ganas la continuación
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
:O me encanta este fic en serio! la forma en la que kate se implica sin tener ninguna obligación con henry me alucina pero tambien me gustaria que castle y kate en un futuro tuvieran un bebe suyo (posible idea que puedes tomar para futuros capis si quieres) no ahora que esta muy reciente lo de henry pero mas adelante seguro que al niño le haria ilusion tener un "hermanito"
felicidades por este fic tan estupendo !
felicidades por este fic tan estupendo !
simle94- Escritor novato
- Mensajes : 1
Fecha de inscripción : 28/10/2012
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
¡Hola! Aquí os dejo el siguiente capítulo. Espero que os guste. Muchas gracias por leer y comentar.
Capítulo 14:
El domingo se reunieron todos los miembros de las familias Rodgers y Becket, para almorzar juntos. Castle se ofreció a cocinar de nuevo y que la comida fuese en el loft, pero Kate dijo que mejor iban a algún sitio tranquilo, que era domingo y también se merecía descansar.
En honor a Henry y a Alexis, gran aficionada también a la comida italiana, fueron a un restaurante tranquilo y familiar en el East Village. Fue una comida agradable, todos estaban contentos. Henry empezaría el nuevo colegio esa semana, no le hacía mucha gracia, se había acostumbrado a la guardería y a la señora Johnson, y le tenía un poco de miedo al cambio. Alexis solidaria le contaba cosas del colegio, en el que ella curso la educación primaria y le prometía una y mil veces a su hermano, que el nuevo cole le iba a encantar.
A Jim le gustó Henry, el niño era cariñoso y sociable, y en el momento que le prestaban atención, hacía buenas migas con quien fuese. Jim le dijo que le gustaba el beisbol a lo que Henry contesto que a él también y que su mami le enseño a batear y a atrapar la bola, para pasar a explicar luego, que con su papi no podía jugar porque no sabía, que la que si sabía jugar muy bien era la señora Kate, lo que provocó la risa de los demás.
- Así que tú juegas muy bien, ¿no señora Kate? – le dijo Jim a su hija. Le había hecho mucha gracia la forma del niño de llamarla.
- Tuve al mejor de los maestros – le contestó a su padre sonriendo.
Cuando terminaron la comida, fueron dando un paseo hasta un parque cercano donde había una cafetería. Los adultos tomaron café mientras Henry y Alexis iban a dar un paseo, del que Henry volvió emocionado porque habían visto una ardilla, a la que su hermana hizo varias fotos con el móvil.
Ya desde el parque Jim se fue a su casa, prometiéndoles ir con ellos otro día a comer, Martha se marchó con él, pues había quedado con unas amigas y como iban en la misma dirección, aprovechó el taxi. Alexis se quedó con ellos, en unos días se instalaría en el campus y quería disfrutar de la familia.
******************
En los días siguientes ocurrieron varias cosas. Al llegar el lunes a comisaría, se enteraron que Lanie había ido junto a Perlmutter a la exhumación del cadáver de la señora Thompson, que así se llamaba la dueña de las piernas con prótesis de rodilla.
A media mañana Lanie llamó a Kate para decirle que el ataúd de la señora estaba vacío, así que otra vez, estaban como antes. Gates estaba más que desquiciada, y todavía se desquició más cuando el martes, Central Park amaneció con cinco cabezas colgadas de los árboles. Nadie sabía cómo habían podido hacer eso, sin que nadie viera nada.
Las cabezas fueron recogidas y llevadas al depósito, y fueron convocados los forenses que trabajaban para ese distrito de la NYPD, que empezaron a estudiar las mismas. Llegando a la conclusión de que eran las cabezas de los cuerpos desmembrados.
Eran de tres hombres y dos mujeres. Menos una, las demás estaban embalsamadas y maquilladas, era evidente que venían de algún tipo de funeraria, pero no sabían de dónde. Lo que también era evidente es que habían sido congeladas.
Cuando lograron ponerle cara a los cuerpos, se fueron a las funerarias a volver a investigar, sobre todo a la que se había ocupado de la señora Thompson, que había cambiado de dueños y de muchos miembros del personal de la misma.
**********************
En esa semana Henry empezó la escuela. Cuando llegó allí acompañado de su padre y su hermana, no iba feliz precisamente. Estaba más que empeñado en llevarse a Edwin con él, y Castle temía que los otros chicos se burlaran de él al verlo con un muñeco, que se lo quitaran, lo que sería mucho peor, debido al afecto que Henry le tenía a su dragón. Aunque aún era pequeño, podía haber niños muy malintencionados.
Al final lo convencieron de que lo mejor era que lo llevara en la mochila, así estaría acompañado por su amigo, y no correría peligro de secuestro, como dijo muy seria Alexis.
Al llegar Castle se sorprendió al toparse con Ian O’Brien, el dueño de un pub irlandés, cercano a su casa que había frecuentado mucho hasta que se compró su propia taberna.
- ¡Pero si es Richard Castle, el famoso escritor! – dijo con una sonrisa el pelirrojo irlandés – ¡dichosos los ojos que te ven!, ¿Qué?, ¿ya no pasas a saludar a los viejos amigos?, como ahora te dedicas a hacerme la competencia.
- ¡Hombre Ian! – lo saludó Castle – que de tiempo, y si tienes razón, ya no quiero nada contigo, ¿te enteraste que me compré una taberna?
- Caprichoso que has sido siempre, amigo – sonrió – me alegro que no cerraran “La Guarida”, esa vieja taberna del puerto siempre tuvo su encanto.
- Bueno, ¿y que te trae por aquí? – preguntó Castle – no creo que por aquí se beba mucha cerveza.
- Él – dijo señalando a un niño pelirrojo de la edad de Henry – es mi hijo Liam, empieza primer grado y está un poco asustado.
- ¡Hola Liam! – saludó Castle – creo que te gustará conocer a alguien – y llamó a Alexis que se había quedado un poco rezagada con Henry.
Castle hizo las presentaciones, y fueron todos al aula de primero B, donde afortunadamente los dos niños habían coincidido. Entraron y estuvieron un rato hablando con el profesor, un joven de unos treinta años, muy agradable que recibía a los alumnos y hablaba un rato con los padres, para tranquilizarlos.
Llegó la hora de irse, Castle se agachó junto a Henry para desearle un buen día, y que lo pasara muy bien. El niño parecía un poco más conforme, se había sentado junto a Liam, que estaba tan asustado como él.
- ¿Tú vienes luego papi y me llevas a casa?
- Por supuesto, a la hora de salir, yo te estaré esperando y nos iremos a casa – y se despidió de él con un beso, al igual que Alexis.
Después de dejarlo en el colegio, se despidieron de Ian, y cogieron un taxi. Alexis había quedado para ayudar a Lanie, así que su padre decidió acompañarla hasta el depósito.
Lanie que estaba allí trabajando, levantó la cabeza al verlos:
- Pero si son los Castle, ¡Hola Alexis! – dijo saludando a la chica – ¿Te envía Becket chico escritor? No tengo nada para ella.
- No, a Becket no la he visto aun, llevamos unos días de locura, casi ni tenemos tiempo para nosotros – dijo con un suspiro – acabamos de dejar a Henry en el colegio, es su primer día – dijo Castle – solo vine a acompañar a Alexis. Ahora voy a la comisaría.
Mientras Alexis fue a cambiarse, Lanie le preguntó:
- ¿Y cómo se ha quedado el pequeño chico escritor?
- No muy feliz que digamos, pero no tendrá más remedio que acostumbrarse.
- Pobrecillo, muy pequeño y demasiados cambios en tan poco tiempo – y mirándolo atentamente – no os lo merecéis, por la broma que me gastasteis, pero, ¿Quieres que le diga a Becket que venga?, seguro que encuentro algo para hacerla venir y ya sabes el almacén que no se usa para nada que hay en ese pasillo, ¿no?
- Vaya, doctora Parish, ¿harías eso por nosotros? – preguntó Castle sonriendo.
- Más por ella que por ti, estuve hablando hace un rato con Kate y están todos de los nervios.
- Pues entonces llámala y así por lo menos sale y le da un poco el aire, que cuando Gates, se obceca con algo… los tendrá a todos al límite.
- No voy a llamarla solo para que le dé el aire, espero que le des algo más.
- ¡Huy doctora Parish, si Kate se entera que hablamos de esto, me mata!
Así que Lanie llamó a una agobiada Kate, para decirle que tenía algo nuevo para ella, llamada que agradeció, porque el ambiente tan tenso de la comisaría se podía cortar con un cuchillo. Los chicos estaban como decían ellos, de tour por las funerarias, así que dejó dicho a otro compañero que se iba a pasar por el depósito.
Antes de que Alexis volviera, Castle se despidió de Lanie:
- Muchas gracias por el detalle doctora, lo tendré en cuenta y por favor dile a Alexis que me he ido a la comisaria.
- Quizás le diga que traiga una de esas camillas que ya no se usan y que están en ese trastero que siempre está cerrado y tan lleno de cosas que podríamos decir que esta insonorizado.
- No se te ocurriría, ¿verdad?
- Claro que no hombre, pobre niña, no se merece eso, y disfruta del regalito, ya te lo cobraré.
Castle salió al pasillo por el que Kate debería pasar para llegar al laboratorio, donde como dijo Lanie, había un almacén que nunca se utilizaba, así que cuando calculó que estaría al llegar, se metió allí y entornó la puerta, para verla pasar, tampoco era plan de sorprender a alguien que no fuera ella.
Antes de verla, oyó el taconeo característico de su detective favorita. Todo pasó muy deprisa, al pasar por allí, la tomó por sorpresa cogiéndola de un brazo y metiéndola dentro del trastero. Antes de que ella pudiese empezar a gritar, la había pegado a la pared y empezado a besarla. Al ser todo tan rápido Kate, se pensó que alguien la atacaba, y lo empujó dándole un codazo bien fuerte en el costado, cuando iba a levantar la rodilla, para darle en sus partes, oyó la voz ahogada de Rick, que le decía:
- Que soy yo, Kate – mientras intentaba pararle la pierna.
- ¡Castle!, pero ¿Qué demonios haces? – explotó ella – me has asustado.
- Y tu casi me matas – jadeó él, que le costaba respirar después del golpe de ella – has estado a punto de convertirme en un eunuco.
- Pero, ¿a quién se le ocurre?, ni siquiera sabía que estabas aquí. ¿Te encuentras bien?
- Si – dijo ya más recuperado – era una sorpresa.
Y le contó lo que Lanie le había dicho y que la llamada era para que saliera un poco de la comisaría y se desestresase. Ella sonrió, realmente necesitaba un respiro, vale que no había sido una gran idea, pero sí que había sido un bonito detalle.
- Bueno, ¿Y a qué esperas? – le dijo.
- ¿Cómo? – preguntó él, al que parecía que el golpe había dejado un poco tarumba.
- Que a qué esperas para empezar a quitarme todo el estrés que tengo – mientras decía esto lo agarraba de las solapas de la camisa y lo atraía hacia ella.
Se fue acercando hasta posar los labios sobre los de ella, y empezar un beso tierno y delicado, pero insistente, hasta que abrió la boca y empezaron como una vez dijo Lanie, a “explorarse la garganta con las lenguas”. Mientras se besaban, las manos de ella no perdían el tiempo y quitaban los botones y abría la camisa, que sacaba de sus vaqueros. Él, que tampoco se había quedado atrás, ya que había desabotonado su blusa completamente, le desabrochó el sujetador, para acariciarle los pechos, a los que dedicó sus siguientes besos, mientras ella jadeaba, aguantándole la cabeza.
Volvió a sus labios, Castle estaba más que excitado, pero saber que su hija y Lanie estaban a pocos pasos le hicieron refrenarse un poco.
- ¡Dios Kate!, necesitaba tanto esto.
- Pues no te pares, sigue, aquí no nos ve nadie.
- Pero Alexis y Lanie están aquí cerca y no me siento cómodo.
- Pues yo estoy comodísima. Las dos son adultas y aunque no creo que nos oigan, si lo hacen imaginaran lo que está pasando – y le volvía a besar y a tocar, mientras desabrochaba el cinturón y el botón de los pantalones.
- Estoy a punto de explotar – jadeó Rick – no sé si podré aguantar, mejor lo dejamos y seguimos luego en casa.
- Estoy tan caliente como tú – dijo apartándose un poco y mirándole a los ojos – como se te ocurra dejarme a medias, despídete de esto que vamos a hacer durante una temporada. ¿Querías sorprenderme?, pues quiero la sorpresa completa.
Y tuvieron la fiesta completa. Los pantalones de él, cayeron al suelo junto a sus calzoncillos. Ella ya se había encargado también de bajarse sus propios pantalones y sus bragas, y allí sobre una vieja camilla del depósito, que a saber cuantos cadáveres habría llevado, hicieron el amor de manera desenfrenada, hasta caer Rick, rendido sobre ella, que con una sonrisa de oreja a oreja le acariciaba el pelo.
- ¡Ha sido genial, Castle!, me gustan estas sorpresas, puedes sorprenderme así, siempre que quieras.
- Mientras no me des un rodillazo, en tu sabes donde.
- Lo siento – rio ella – y lo del codazo, pero me asustaste. Oye, ¿Te has parado a pensar la de muertos que habrá habido en ésta camilla?
- Pues ahora estamos dos, que están muy vivos, detective. Creo que este es el polvo más gore de toda mi vida.
- Tampoco tanto, que no ha habido sangre ni vísceras – volvió a reírse ella, mientras lo abrazaba y besaba – te echaba de menos.
- Y yo – dijo él respondiendo al beso – me quedaría aquí todo el día pero será mejor que nos vayamos.
- Si – dijo ella, mientras se levantaba y empezaba a ponerse bien toda la ropa.
Castle también se puso bien la camisa y se subió los calzoncillos y los pantalones. Ella sacó del bolso un espejito y un cepillo para peinarse la cabeza de loca que se le había puesto. Una vez arreglada le dijo:
- Ven aquí, anda – y empezó a peinar los desordenados cabellos de él.
Una vez adecentados y cogidos de la mano, se asomaron al pasillo y al ver que no había nadie, salieron.
- ¿Entonces no tengo que ver a Lanie? – preguntó ella.
- Bueno – dijo él sonriendo – si quieres que te vea con ese brillo en los ojos, esa sonrisa y esos colores, por mí no hay problema, pero ya sabes que te va a preguntar hasta el color de mis calzoncillos, y mi hija anda por ahí.
- Azules – sonrió – tus calzoncillos son azules, te sienta condenadamente bien ese color, anda vamos, que nos queda un largo día por delante.
Lograron salir del depósito sin que nadie los viera, menos mal que hacía fresco, lo que le vino bastante bien a los dos, para apaciguarse un poco.
- ¿Qué tal se quedó Henry en el cole? – le preguntó con interés.
- Bueno, no es que estuviera muy feliz, pero parece que bien – dijo él – creo que ha hecho un amigo.
- Eso es genial, y ¿Quién es?
- ¿Recuerdas a Ian, el dueño del pub irlandés cerca de casa, al que fuimos alguna vez?
- Si, ese pelirrojo alto con barbas, ¿no?
- Ese, pues tiene un hijo de la edad de Henry, se llama Liam y han coincidido en la misma clase. Se sentaron juntos y estaban los dos igual de asustados – sonrió Castle – pobrecillos por lo menos se consolarán el uno al otro.
- Me alegro, además viven cerca de casa, a lo mejor hasta coinciden alguna vez para jugar fuera del colegio.
Llegaron a la comisaría. Gates los vio llegar y enseguida le preguntó a Kate, si había algo nuevo. Ella le dijo un poco sonrojada, al recordar para lo que había ido a la morgue, que lo que le dijo la forense no era relevante, pero que seguían investigando. Gates bufó ofuscada y se metió en el despacho.
Siguieron trabajando durante toda la jornada. Estaban interrogando a varios empleados de la funeraria que enterró a la señora Thompson, había uno en especial, un auténtico nerd* que divagaba en las contestaciones y se contradecía a cada poco, pero realmente no tenían nada contra él. Volvía a interrogarlo otra vez, Ryan y Esposito, mientras por el otro lado del cristal estaban Becket, Castle y Gates.
- Estoy seguro que sabe más de lo que nos cuenta – dijo Castle concentrado.
- ¿Por qué dice eso señor Castle? – le preguntó Gates con interés.
- No estoy seguro, pero la historia que cuenta no se sostiene, yo no le perdería de vista.
- Es que no tenemos nada contra él, para retenerlo – dijo Becket – vamos a tener que dejarlo que se marche.
- ¿Y si le hacéis creer que necesitáis su ayuda? – dijo Castle – a lo mejor pica y se descubre.
- ¿Nos ayudaría en el interrogatorio? – dijo Gates.
- Me encantaría, pero tengo que ir a recoger a mi hijo al colegio.
- ¿Y no tiene nadie que se encargue de hacerlo? – refunfuñó el capitán.
- No, le prometí a Henry que yo mismo iría a recogerlo, es su primer día y se lo he prometido, no pienso faltar a mi promesa – dijo Castle firme.
- Por Dios es solo un crio, qué más da quien lo recoja, si quiere mando una patrulla para que lo traiga aquí – dijo Gates categórica.
- ¡Está loca! – no pudo menos que exclamar Castle – ¡Huy perdón!, no quise decir eso. Capitán, mi hijo ha pasado por una situación traumática debido a la muerte de su madre, si ve que en vez de recogerlo yo, va una pareja de policías, el departamento no va a tener más remedio que costearle un tratamiento psicológico del susto que se va a llevar.
- Sí, pero aunque me cueste reconocerlo, sería interesante que estuviera usted en el interrogatorio.
- Si me lo permite, recojo a Henry y luego nos venimos, no tengo en este momento a nadie con quien dejarle, me puede esperar en la sala de descanso.
- De acuerdo – dijo Gates – no me gusta mucho que haya niños por aquí, nunca se sabe lo que puede pasar, pero haremos una excepción por hoy. Recoja al chico y lo espero aquí de vuelta – y dirigiéndose a Becket que miraba alucinada a Rick y a Gates – a ver que se nos ocurre para retenerlo hasta que el señor Castle vuelva.
CONTINUARÁ…
*http://es.wikipedia.org/wiki/Nerd
Realmente no sé qué nombre se le daría a este tipo de gente aquí en España. De donde soy, probablemente, le llamaríamos “pringao” o “carajote”.
Capítulo 14:
El domingo se reunieron todos los miembros de las familias Rodgers y Becket, para almorzar juntos. Castle se ofreció a cocinar de nuevo y que la comida fuese en el loft, pero Kate dijo que mejor iban a algún sitio tranquilo, que era domingo y también se merecía descansar.
En honor a Henry y a Alexis, gran aficionada también a la comida italiana, fueron a un restaurante tranquilo y familiar en el East Village. Fue una comida agradable, todos estaban contentos. Henry empezaría el nuevo colegio esa semana, no le hacía mucha gracia, se había acostumbrado a la guardería y a la señora Johnson, y le tenía un poco de miedo al cambio. Alexis solidaria le contaba cosas del colegio, en el que ella curso la educación primaria y le prometía una y mil veces a su hermano, que el nuevo cole le iba a encantar.
A Jim le gustó Henry, el niño era cariñoso y sociable, y en el momento que le prestaban atención, hacía buenas migas con quien fuese. Jim le dijo que le gustaba el beisbol a lo que Henry contesto que a él también y que su mami le enseño a batear y a atrapar la bola, para pasar a explicar luego, que con su papi no podía jugar porque no sabía, que la que si sabía jugar muy bien era la señora Kate, lo que provocó la risa de los demás.
- Así que tú juegas muy bien, ¿no señora Kate? – le dijo Jim a su hija. Le había hecho mucha gracia la forma del niño de llamarla.
- Tuve al mejor de los maestros – le contestó a su padre sonriendo.
Cuando terminaron la comida, fueron dando un paseo hasta un parque cercano donde había una cafetería. Los adultos tomaron café mientras Henry y Alexis iban a dar un paseo, del que Henry volvió emocionado porque habían visto una ardilla, a la que su hermana hizo varias fotos con el móvil.
Ya desde el parque Jim se fue a su casa, prometiéndoles ir con ellos otro día a comer, Martha se marchó con él, pues había quedado con unas amigas y como iban en la misma dirección, aprovechó el taxi. Alexis se quedó con ellos, en unos días se instalaría en el campus y quería disfrutar de la familia.
******************
En los días siguientes ocurrieron varias cosas. Al llegar el lunes a comisaría, se enteraron que Lanie había ido junto a Perlmutter a la exhumación del cadáver de la señora Thompson, que así se llamaba la dueña de las piernas con prótesis de rodilla.
A media mañana Lanie llamó a Kate para decirle que el ataúd de la señora estaba vacío, así que otra vez, estaban como antes. Gates estaba más que desquiciada, y todavía se desquició más cuando el martes, Central Park amaneció con cinco cabezas colgadas de los árboles. Nadie sabía cómo habían podido hacer eso, sin que nadie viera nada.
Las cabezas fueron recogidas y llevadas al depósito, y fueron convocados los forenses que trabajaban para ese distrito de la NYPD, que empezaron a estudiar las mismas. Llegando a la conclusión de que eran las cabezas de los cuerpos desmembrados.
Eran de tres hombres y dos mujeres. Menos una, las demás estaban embalsamadas y maquilladas, era evidente que venían de algún tipo de funeraria, pero no sabían de dónde. Lo que también era evidente es que habían sido congeladas.
Cuando lograron ponerle cara a los cuerpos, se fueron a las funerarias a volver a investigar, sobre todo a la que se había ocupado de la señora Thompson, que había cambiado de dueños y de muchos miembros del personal de la misma.
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En esa semana Henry empezó la escuela. Cuando llegó allí acompañado de su padre y su hermana, no iba feliz precisamente. Estaba más que empeñado en llevarse a Edwin con él, y Castle temía que los otros chicos se burlaran de él al verlo con un muñeco, que se lo quitaran, lo que sería mucho peor, debido al afecto que Henry le tenía a su dragón. Aunque aún era pequeño, podía haber niños muy malintencionados.
Al final lo convencieron de que lo mejor era que lo llevara en la mochila, así estaría acompañado por su amigo, y no correría peligro de secuestro, como dijo muy seria Alexis.
Al llegar Castle se sorprendió al toparse con Ian O’Brien, el dueño de un pub irlandés, cercano a su casa que había frecuentado mucho hasta que se compró su propia taberna.
- ¡Pero si es Richard Castle, el famoso escritor! – dijo con una sonrisa el pelirrojo irlandés – ¡dichosos los ojos que te ven!, ¿Qué?, ¿ya no pasas a saludar a los viejos amigos?, como ahora te dedicas a hacerme la competencia.
- ¡Hombre Ian! – lo saludó Castle – que de tiempo, y si tienes razón, ya no quiero nada contigo, ¿te enteraste que me compré una taberna?
- Caprichoso que has sido siempre, amigo – sonrió – me alegro que no cerraran “La Guarida”, esa vieja taberna del puerto siempre tuvo su encanto.
- Bueno, ¿y que te trae por aquí? – preguntó Castle – no creo que por aquí se beba mucha cerveza.
- Él – dijo señalando a un niño pelirrojo de la edad de Henry – es mi hijo Liam, empieza primer grado y está un poco asustado.
- ¡Hola Liam! – saludó Castle – creo que te gustará conocer a alguien – y llamó a Alexis que se había quedado un poco rezagada con Henry.
Castle hizo las presentaciones, y fueron todos al aula de primero B, donde afortunadamente los dos niños habían coincidido. Entraron y estuvieron un rato hablando con el profesor, un joven de unos treinta años, muy agradable que recibía a los alumnos y hablaba un rato con los padres, para tranquilizarlos.
Llegó la hora de irse, Castle se agachó junto a Henry para desearle un buen día, y que lo pasara muy bien. El niño parecía un poco más conforme, se había sentado junto a Liam, que estaba tan asustado como él.
- ¿Tú vienes luego papi y me llevas a casa?
- Por supuesto, a la hora de salir, yo te estaré esperando y nos iremos a casa – y se despidió de él con un beso, al igual que Alexis.
Después de dejarlo en el colegio, se despidieron de Ian, y cogieron un taxi. Alexis había quedado para ayudar a Lanie, así que su padre decidió acompañarla hasta el depósito.
Lanie que estaba allí trabajando, levantó la cabeza al verlos:
- Pero si son los Castle, ¡Hola Alexis! – dijo saludando a la chica – ¿Te envía Becket chico escritor? No tengo nada para ella.
- No, a Becket no la he visto aun, llevamos unos días de locura, casi ni tenemos tiempo para nosotros – dijo con un suspiro – acabamos de dejar a Henry en el colegio, es su primer día – dijo Castle – solo vine a acompañar a Alexis. Ahora voy a la comisaría.
Mientras Alexis fue a cambiarse, Lanie le preguntó:
- ¿Y cómo se ha quedado el pequeño chico escritor?
- No muy feliz que digamos, pero no tendrá más remedio que acostumbrarse.
- Pobrecillo, muy pequeño y demasiados cambios en tan poco tiempo – y mirándolo atentamente – no os lo merecéis, por la broma que me gastasteis, pero, ¿Quieres que le diga a Becket que venga?, seguro que encuentro algo para hacerla venir y ya sabes el almacén que no se usa para nada que hay en ese pasillo, ¿no?
- Vaya, doctora Parish, ¿harías eso por nosotros? – preguntó Castle sonriendo.
- Más por ella que por ti, estuve hablando hace un rato con Kate y están todos de los nervios.
- Pues entonces llámala y así por lo menos sale y le da un poco el aire, que cuando Gates, se obceca con algo… los tendrá a todos al límite.
- No voy a llamarla solo para que le dé el aire, espero que le des algo más.
- ¡Huy doctora Parish, si Kate se entera que hablamos de esto, me mata!
Así que Lanie llamó a una agobiada Kate, para decirle que tenía algo nuevo para ella, llamada que agradeció, porque el ambiente tan tenso de la comisaría se podía cortar con un cuchillo. Los chicos estaban como decían ellos, de tour por las funerarias, así que dejó dicho a otro compañero que se iba a pasar por el depósito.
Antes de que Alexis volviera, Castle se despidió de Lanie:
- Muchas gracias por el detalle doctora, lo tendré en cuenta y por favor dile a Alexis que me he ido a la comisaria.
- Quizás le diga que traiga una de esas camillas que ya no se usan y que están en ese trastero que siempre está cerrado y tan lleno de cosas que podríamos decir que esta insonorizado.
- No se te ocurriría, ¿verdad?
- Claro que no hombre, pobre niña, no se merece eso, y disfruta del regalito, ya te lo cobraré.
Castle salió al pasillo por el que Kate debería pasar para llegar al laboratorio, donde como dijo Lanie, había un almacén que nunca se utilizaba, así que cuando calculó que estaría al llegar, se metió allí y entornó la puerta, para verla pasar, tampoco era plan de sorprender a alguien que no fuera ella.
Antes de verla, oyó el taconeo característico de su detective favorita. Todo pasó muy deprisa, al pasar por allí, la tomó por sorpresa cogiéndola de un brazo y metiéndola dentro del trastero. Antes de que ella pudiese empezar a gritar, la había pegado a la pared y empezado a besarla. Al ser todo tan rápido Kate, se pensó que alguien la atacaba, y lo empujó dándole un codazo bien fuerte en el costado, cuando iba a levantar la rodilla, para darle en sus partes, oyó la voz ahogada de Rick, que le decía:
- Que soy yo, Kate – mientras intentaba pararle la pierna.
- ¡Castle!, pero ¿Qué demonios haces? – explotó ella – me has asustado.
- Y tu casi me matas – jadeó él, que le costaba respirar después del golpe de ella – has estado a punto de convertirme en un eunuco.
- Pero, ¿a quién se le ocurre?, ni siquiera sabía que estabas aquí. ¿Te encuentras bien?
- Si – dijo ya más recuperado – era una sorpresa.
Y le contó lo que Lanie le había dicho y que la llamada era para que saliera un poco de la comisaría y se desestresase. Ella sonrió, realmente necesitaba un respiro, vale que no había sido una gran idea, pero sí que había sido un bonito detalle.
- Bueno, ¿Y a qué esperas? – le dijo.
- ¿Cómo? – preguntó él, al que parecía que el golpe había dejado un poco tarumba.
- Que a qué esperas para empezar a quitarme todo el estrés que tengo – mientras decía esto lo agarraba de las solapas de la camisa y lo atraía hacia ella.
Se fue acercando hasta posar los labios sobre los de ella, y empezar un beso tierno y delicado, pero insistente, hasta que abrió la boca y empezaron como una vez dijo Lanie, a “explorarse la garganta con las lenguas”. Mientras se besaban, las manos de ella no perdían el tiempo y quitaban los botones y abría la camisa, que sacaba de sus vaqueros. Él, que tampoco se había quedado atrás, ya que había desabotonado su blusa completamente, le desabrochó el sujetador, para acariciarle los pechos, a los que dedicó sus siguientes besos, mientras ella jadeaba, aguantándole la cabeza.
Volvió a sus labios, Castle estaba más que excitado, pero saber que su hija y Lanie estaban a pocos pasos le hicieron refrenarse un poco.
- ¡Dios Kate!, necesitaba tanto esto.
- Pues no te pares, sigue, aquí no nos ve nadie.
- Pero Alexis y Lanie están aquí cerca y no me siento cómodo.
- Pues yo estoy comodísima. Las dos son adultas y aunque no creo que nos oigan, si lo hacen imaginaran lo que está pasando – y le volvía a besar y a tocar, mientras desabrochaba el cinturón y el botón de los pantalones.
- Estoy a punto de explotar – jadeó Rick – no sé si podré aguantar, mejor lo dejamos y seguimos luego en casa.
- Estoy tan caliente como tú – dijo apartándose un poco y mirándole a los ojos – como se te ocurra dejarme a medias, despídete de esto que vamos a hacer durante una temporada. ¿Querías sorprenderme?, pues quiero la sorpresa completa.
Y tuvieron la fiesta completa. Los pantalones de él, cayeron al suelo junto a sus calzoncillos. Ella ya se había encargado también de bajarse sus propios pantalones y sus bragas, y allí sobre una vieja camilla del depósito, que a saber cuantos cadáveres habría llevado, hicieron el amor de manera desenfrenada, hasta caer Rick, rendido sobre ella, que con una sonrisa de oreja a oreja le acariciaba el pelo.
- ¡Ha sido genial, Castle!, me gustan estas sorpresas, puedes sorprenderme así, siempre que quieras.
- Mientras no me des un rodillazo, en tu sabes donde.
- Lo siento – rio ella – y lo del codazo, pero me asustaste. Oye, ¿Te has parado a pensar la de muertos que habrá habido en ésta camilla?
- Pues ahora estamos dos, que están muy vivos, detective. Creo que este es el polvo más gore de toda mi vida.
- Tampoco tanto, que no ha habido sangre ni vísceras – volvió a reírse ella, mientras lo abrazaba y besaba – te echaba de menos.
- Y yo – dijo él respondiendo al beso – me quedaría aquí todo el día pero será mejor que nos vayamos.
- Si – dijo ella, mientras se levantaba y empezaba a ponerse bien toda la ropa.
Castle también se puso bien la camisa y se subió los calzoncillos y los pantalones. Ella sacó del bolso un espejito y un cepillo para peinarse la cabeza de loca que se le había puesto. Una vez arreglada le dijo:
- Ven aquí, anda – y empezó a peinar los desordenados cabellos de él.
Una vez adecentados y cogidos de la mano, se asomaron al pasillo y al ver que no había nadie, salieron.
- ¿Entonces no tengo que ver a Lanie? – preguntó ella.
- Bueno – dijo él sonriendo – si quieres que te vea con ese brillo en los ojos, esa sonrisa y esos colores, por mí no hay problema, pero ya sabes que te va a preguntar hasta el color de mis calzoncillos, y mi hija anda por ahí.
- Azules – sonrió – tus calzoncillos son azules, te sienta condenadamente bien ese color, anda vamos, que nos queda un largo día por delante.
Lograron salir del depósito sin que nadie los viera, menos mal que hacía fresco, lo que le vino bastante bien a los dos, para apaciguarse un poco.
- ¿Qué tal se quedó Henry en el cole? – le preguntó con interés.
- Bueno, no es que estuviera muy feliz, pero parece que bien – dijo él – creo que ha hecho un amigo.
- Eso es genial, y ¿Quién es?
- ¿Recuerdas a Ian, el dueño del pub irlandés cerca de casa, al que fuimos alguna vez?
- Si, ese pelirrojo alto con barbas, ¿no?
- Ese, pues tiene un hijo de la edad de Henry, se llama Liam y han coincidido en la misma clase. Se sentaron juntos y estaban los dos igual de asustados – sonrió Castle – pobrecillos por lo menos se consolarán el uno al otro.
- Me alegro, además viven cerca de casa, a lo mejor hasta coinciden alguna vez para jugar fuera del colegio.
Llegaron a la comisaría. Gates los vio llegar y enseguida le preguntó a Kate, si había algo nuevo. Ella le dijo un poco sonrojada, al recordar para lo que había ido a la morgue, que lo que le dijo la forense no era relevante, pero que seguían investigando. Gates bufó ofuscada y se metió en el despacho.
Siguieron trabajando durante toda la jornada. Estaban interrogando a varios empleados de la funeraria que enterró a la señora Thompson, había uno en especial, un auténtico nerd* que divagaba en las contestaciones y se contradecía a cada poco, pero realmente no tenían nada contra él. Volvía a interrogarlo otra vez, Ryan y Esposito, mientras por el otro lado del cristal estaban Becket, Castle y Gates.
- Estoy seguro que sabe más de lo que nos cuenta – dijo Castle concentrado.
- ¿Por qué dice eso señor Castle? – le preguntó Gates con interés.
- No estoy seguro, pero la historia que cuenta no se sostiene, yo no le perdería de vista.
- Es que no tenemos nada contra él, para retenerlo – dijo Becket – vamos a tener que dejarlo que se marche.
- ¿Y si le hacéis creer que necesitáis su ayuda? – dijo Castle – a lo mejor pica y se descubre.
- ¿Nos ayudaría en el interrogatorio? – dijo Gates.
- Me encantaría, pero tengo que ir a recoger a mi hijo al colegio.
- ¿Y no tiene nadie que se encargue de hacerlo? – refunfuñó el capitán.
- No, le prometí a Henry que yo mismo iría a recogerlo, es su primer día y se lo he prometido, no pienso faltar a mi promesa – dijo Castle firme.
- Por Dios es solo un crio, qué más da quien lo recoja, si quiere mando una patrulla para que lo traiga aquí – dijo Gates categórica.
- ¡Está loca! – no pudo menos que exclamar Castle – ¡Huy perdón!, no quise decir eso. Capitán, mi hijo ha pasado por una situación traumática debido a la muerte de su madre, si ve que en vez de recogerlo yo, va una pareja de policías, el departamento no va a tener más remedio que costearle un tratamiento psicológico del susto que se va a llevar.
- Sí, pero aunque me cueste reconocerlo, sería interesante que estuviera usted en el interrogatorio.
- Si me lo permite, recojo a Henry y luego nos venimos, no tengo en este momento a nadie con quien dejarle, me puede esperar en la sala de descanso.
- De acuerdo – dijo Gates – no me gusta mucho que haya niños por aquí, nunca se sabe lo que puede pasar, pero haremos una excepción por hoy. Recoja al chico y lo espero aquí de vuelta – y dirigiéndose a Becket que miraba alucinada a Rick y a Gates – a ver que se nos ocurre para retenerlo hasta que el señor Castle vuelva.
CONTINUARÁ…
*http://es.wikipedia.org/wiki/Nerd
Realmente no sé qué nombre se le daría a este tipo de gente aquí en España. De donde soy, probablemente, le llamaríamos “pringao” o “carajote”.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Dios mio, no sabes la sonrisa que me has logrado sacar con este capítulo. Los pobres que con Henry en casa nunca tienen tiempo de hacer nada, que gore jajajaja En una camilla de muertos, pero más a gusto que todas las cosas que es lo que realmente importa. Un capitulo explendido. Espero que Henry dentro de poco llame a Kate "madre" o tan solo "Kate"
Continua pronto...¡ya estoy impaciente por el siguiente!
Continua pronto...¡ya estoy impaciente por el siguiente!
Invitado- Invitado
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
jsjsjssj me a encantadooo cataaa....no falla nunca cada vez ke tengo naturales en la escuela tengo un capi nuevo de este fic no falla jajajaajaj
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Cata
Me esta costando ponerme al día, pero no podía terminar de leer todo lo que llevas escrito sin decirte que ole olé y ole a lo que voy leyendo, me esta gustando mucho la historia aunque no se yo, me da que no va a ser su hijo... Aunque se lo quede como tal
Muy buena tu historia!!
Me esta costando ponerme al día, pero no podía terminar de leer todo lo que llevas escrito sin decirte que ole olé y ole a lo que voy leyendo, me esta gustando mucho la historia aunque no se yo, me da que no va a ser su hijo... Aunque se lo quede como tal
Muy buena tu historia!!
Anver- Policia de homicidios
- Mensajes : 711
Fecha de inscripción : 14/06/2012
Localización : Madrid
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Que alegría da después de un día duro pasarse por aquí y ver un nuevo capítulo de este maravilloso fic. Lo que me he podido reir con el momento codazo de Beckett a Castle, el pobre que solo quería que se desestresara un poco jajaja La escena en el almacen ha sido fantástica, si que estaban necesitados de un momento a sola la parejita jaja Y que fuese precisamente Lanie la que se le ocurriera la idea me hizo gracia, nunca me la imaginé haciendole esa clase de favores a su amiga. El final del capítulo me ha encantado, Castle medio gritándole a Gates y esta diciéndole que lo necesita en el interrogatorio, me gusta esa Gates!
Estupendo capítulo!!
Estupendo capítulo!!
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Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Pobres Castle y Beckett que tienen que hacer por ahí lo que en casa no pueden jajajaja
Y joder con Gates, mandar una patrulla a recoger al niño aunque, por lo menos reconoce, lo útil que puede resultar Castle en un interrogatorio. A ver cómo se las apañan con Henry por la comisaría y si va a ser Beckett la que tendrá que hacer de mamá
Sigueeee
Y joder con Gates, mandar una patrulla a recoger al niño aunque, por lo menos reconoce, lo útil que puede resultar Castle en un interrogatorio. A ver cómo se las apañan con Henry por la comisaría y si va a ser Beckett la que tendrá que hacer de mamá
Sigueeee
cris_beckett- Autor de best-seller
- Mensajes : 857
Fecha de inscripción : 29/05/2012
Edad : 33
Localización : Madrid
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Pues la verdad es que toda la historia está muy bien. Tiene un encanto especial sobre todo cuando sale el pequeño.
Y lo del encuentro ¡¡¡en las camillas para cadaveres!!!! una pasada, divertida. Demuestran los dos tenerse muchas ganas. A mi ante esta situación, mejor lo dejaría para otro momento.
Y lo del encuentro ¡¡¡en las camillas para cadaveres!!!! una pasada, divertida. Demuestran los dos tenerse muchas ganas. A mi ante esta situación, mejor lo dejaría para otro momento.
marypaz- Policia de homicidios
- Mensajes : 687
Fecha de inscripción : 09/06/2011
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
WOWWWWW Impresionante
buen trabajo
buen trabajo
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CASKETT ALWAYS
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
¡Hola de nuevo! Os dejo el siguiente capítulo de mi historia. Espero que os guste. Muchas gracias por leer y dejar comentarios.
¡Feliz fin de semana!
Capítulo 15:
Cuando Henry salió del colegio mirando para todos lados y vio a su padre esperándolo en la puerta, una enorme sonrisa iluminó su cara, mientras corría hacia Castle, que al verlo venir, abrió los brazos para recibirlo.
- ¡Papi, has venido! – dijo feliz mientras Castle lo alzaba en brazos y lo abrazaba.
- Pues claro que he venido, ¿Qué te creías?, ¿Qué ibas a dormir aquí?
- No – dijo riendo – que en el cole no hay camas y no se duerme.
- ¿Cómo te lo has pasado?, ¿Te ha gustado este cole?
- Sí, me gusta este cole, el señor March – el maestro – es muy bueno y sabe tocar la guitarra, hemos cantado canciones y he pintado un dibujo para ti, bájame – dijo a su padre para que lo pusiera en el suelo.
Se descolgó la mochila de la espalda y sacó un papel en el que había pintado dos figuras, una muy grande, con el pelo marrón que de la mano, llevaba a otra más pequeña, con el pelo pintado de amarillo. Los ojos de los dos, eran unas bolitas azules. Al lado de cada uno, con una caligrafía irregular, ponía respectivamente “papá” y “Henry”. Aunque estaban vestidos de calle, era evidente que estaban en la playa, pues había dibujado la arena, con un castillo, su cubo y su pala, el mar, y por supuesto su adorado Nemo, que nadaba con una sonrisa feliz en la playa de Los Hamptons.
- Somos yo y tú – explicó el chiquillo – yo te lo regalo.
- Muchas gracias hijo – dijo su padre – es muy bonito y vamos a ponerlo en el estudio, ¿Qué te parece?, así podré verlo siempre que quiera mientras escribo.
- ¿Vamos a casa y lo ponemos ya? – preguntó ilusionado e impaciente.
- Ahora vas a venir conmigo a la comisaría, tengo que terminar allí un trabajo, solo será un ratito.
- ¿Allí está la señora Kate?
- Si, allí es donde trabajan Kate y Javier y Kevin, los amigos que vinieron a cenar a casa, ¿te acuerdas de ellos?
- Si – dijo el crío – ¿la señora Kate se pone la gorra de policía?
- No – rió Castle – Kate no se pone la gorra, pero verás a más policías con la gorra puesta – dijo ante el aparente interés del niño por policías con gorra.
Castle no se había llevado el coche, así que volvió a la comisaria de la misma forma que fue al colegio, en taxi. Al llegar, Henry se asustó un poco al ver a tantos policías y tanto movimiento, así que agarró con fuerza la mano de su padre.
En la planta de homicidios, el ambiente estaba un poco más tranquilo. Kate que estaba pendiente de que llegaran, levantó la cabeza al oír el ascensor, Henry que la vio se soltó de la mano de Castle y corrió a saludarla.
- ¡Hola señora Kate! – dijo contento – mira que dibujo le he hecho a papi – y se apresuró a sacar su dibujo de la mochila.
- ¡Vaya Henry! – exclamó Kate con admiración – es precioso, toda una obra de arte – realmente al chiquillo no se le daba mal el dibujo, era muy observador y bastante detallista.
- Papá lo va a poner en su estudio, para mirarlo siempre – dijo orgulloso.
- Seguro que queda precioso – dijo Kate sonriendo.
Gates salió de su despacho, cuando Henry la vio, la recordó del día de Central Park, era muy fisonomista y tenía una memoria prodigiosa.
- ¡Hola señor capitán de los piratas! – saludó a la mujer – ¿este también es tu trabajo?
- ¡Hola jovencito!, si, este también es mi trabajo.
Y se dirigió a Castle y Becket, apremiándolos para hacer el interrogatorio, pues no podían retener al sospechoso por más tiempo. A Henry no le hizo mucha gracia, cuando le dijeron que tenía que esperar un rato, a que su padre terminara, pues no quería quedarse solo.
Gates miró a Esposito.
- Lo siento señor – se excusó Javier con cara de susto – pero no me van los niños.
- No le creía tan cobarde detective Esposito – dijo con desprecio – es un niño, no le va a morder.
A continuación miró a Ryan.
- Yo cuidaré de él, le buscaré alguna página de internet para que juegue – y agachándose a la altura de Henry, le dijo – ¿quieres quedarte conmigo un rato, mientras tu padre habla con un señor?, tengo un montón de juegos en el ordenador.
- Vale – dijo más animado – pero tu vienes pronto, ¿eh papi? – dijo dirigiéndose a su padre.
- Lo más pronto que pueda – contestó Castle – Kevin te cuidará muy bien, él es mi amigo, así que también es amigo tuyo.
Castle se fue con Kate a interrogar al nerd y Ryan se llevó a Henry al que sentó delante de su ordenador y le buscó una página de juegos infantiles. Él mientras, revisaba unas declaraciones de otros sospechosos.
Durante la declaración de Archibald Lester, Archie para los amigos, Castle, fue capaz de llevar la conversación a su terreno, de tal forma, que Archie terminó confesándose el autor de haber dejado los miembros amputados y las cabezas en Central Park.
Junto a un par de amigos habían querido demostrar que podrían poner patas arriba a la NYPD y a toda la ciudad de Nueva York, con un hecho que los volviera locos, y que nunca podrían descubrirlos, así que mientras trabajaba en la funeraria, se agenció cuatro cadáveres de personas sin familia y a las que nadie reclamaría, y que estaban allí por que habían dejado en su testamento una cantidad de dinero para pagar su entierro.
Una vez que se cerraban los ataúdes y antes de ser enterrados, Archie junto con sus amigos tan nerds como él, cambiaron los cuerpos por sacos de arena, y luego en la furgoneta de uno de ellos, los llevaban hasta la casa de este en Nueva Jersey y los dejaban en un gran arcón congelador que tenía en el sótano. Así se hicieron con los cadáveres de dos hombres y dos mujeres. El tercer hombre era un indigente que vieron en un callejón una noche, cuando investigaban las mejores rutas y las menos vigiladas para ir a dejar sus regalos. El hombre estaba tirado entre escombros y al parecer llevaba un par de días muerto. Archie que trabajaba habitualmente con cadáveres, había hecho un cálculo aproximado. Lo metieron en la furgoneta y le dejaron en el congelador. Luego en el mismo sótano, desmembraron los cuerpos y eligieron el día que les pareció más propicio para dejarlos en el parque.
Y esa era la historia, tres tíos aparentemente simplones, montan un tinglado para poner en un brete a la policía de la capital del mundo. Aunque no se les podía acusar da asesinato, si les imputaron una decena de cargos, entre ellos, robo y manipulación de cadáveres y alteración del orden público. A Gates que había seguido el interrogatorio desde la sala de observación, le dieron ganas de entrar ahí y darle unos cuantos bofetones a semejante individuo, por lo que le había hecho pasar en esos días.
Mientras Archie, declaraba, una patrulla y otros detectives fueron a arrestar a sus dos amigos y cómplices, Leonard Childs y Daniel Turner. Los encontraron enseguida y los llevaron a comisaría. Cuando Castle, que ya había dejado la sala de interrogatorios los vio pensó que parecían sacados de un episodio de “The Big Bang theory”.
Gates agradeció a Castle su agudeza y perspicacia, y en vista de lo tarde que era, y de la cantidad de horas extras que habían hecho para resolver el caso, les dijo a Becket, Ryan y Esposito que se tomaran libre el día siguiente.
Castle fue a donde estaba Henry, un poco aburrido ya de esperar, pues el interrogatorio había durado bastante. El niño veía un canal de dibujos animados en el ordenador de Ryan. Lo avisó:
- Henry, nos vamos a casa.
- ¡Qué bien papi! – exclamo el niño con un bostezo – tengo hambre y sueño.
- Yo también hijo, nada más llegar te damos un buen baño, la cena y a la cama.
- Si, a la camita – dijo el niño – ¿la señora Kate también viene? – preguntó inocente captando la atención de Ryan y Esposito, que aunque ya sabían que estaban juntos, sentían una enorme curiosidad por la relación de sus amigos.
- Si, Henry – dijo Kate con firmeza – me voy con vosotros a casa. Nos vemos chicos.
- Adiós Becket, que disfrutes de tu día libre – dijo Esposito con ironía – y tú también Castle – dijo con el mismo tono.
- Por supuesto que pienso disfrutarlo, Javi. Lástima que no te pueda desear lo mismo – dijo mordaz – ya sé que Lanie tiene guardia mañana.
- Henry – dijo Castle a su hijo – dale las gracias a Kevin por quedarse contigo, te ha cuidado muy bien.
- Gracias por cuidarme, Kevin – dijo obediente – otro día vengo y sigo jugando con tu ordenador.
- Cuando quieras hombre – dijo Ryan con una sonrisa.
- Muchas gracias – le dijo también Castle – aun no le resulta fácil quedarse con desconocidos.
- De nada, tío – dijo Ryan – para eso están los amigos y voy a avisar a Jenny, le deben algunos días. A ver si se puede pedir mañana, y podemos estar juntos los dos.
- Pues que lo disfrutéis vosotros también – le dijo Becket a su compañero.
Y salieron los tres de la comisaría. Subieron al ascensor y bajaron directamente al sótano, al coche de Kate. Castle ayudó a subir a Henry y le puso el cinturón de seguridad.
Cuando llegaron a la casa, Kate preparó algo de cena, mientras Castle, se ocupaba del baño de Henry, tarea de la que él siempre se hacía cargo. Cenaron tranquilamente y mientras ella recogía, Castle subió a acostarlo y leerle su cuento diario, pero no había llegado ni a la mitad, cuando ya el niño se había dormido.
Al bajar no la vio por ningún sitio, así que se fue a la habitación. Tampoco estaba allí, la puerta del baño estaba entreabierta, así que se asomó. La vio dentro de la bañera, con el pelo recogido en un moño alto, para no mojárselo, con los ojos cerrados y disfrutando de un baño de espuma. Hacía calor dentro del cuarto de baño, a causa del vapor que había. Se quitó la ropa quedándose en calzoncillos y camiseta y entrando al baño se acercó a ella que seguía sin darse cuenta de su presencia y la besó suavemente en los labios.
- ¿Quieres que te frote la espalda? – le dijo al oído mientras llevaba sus labios por el cuello de ella.
- ¿Por qué mejor no me acompañas? – respondió melosa.
- Enseguida estoy contigo – dijo mientras se deshacía de su ropa interior y se metía junto a ella.
- ¡Aahh! – Kate no pudo reprimir el bostezo – estoy agotada. Menos mal que ya terminó este caso, ¿Qué quieres que hagamos mañana?
- Pensaba proponerte una tranquila jornada familiar, ¿Qué te parece?
- Lo que quieras, ahora mismo no soy capaz ni de pensar.
Estuvieron un rato en remojo, hasta que Castle advirtió que Kate se había quedado profundamente dormida.
- ¡Kate despierta!, tienes que salir del baño, el agua se está enfriando.
- Un ratito más… – dijo por toda respuesta.
Castle sonrió, si no fuera porque ella apoyaba la cabeza en el borde de la bañera, se habría sumergido hacía ya un rato. Quitó el tapón del baño y salió poniéndose un albornoz, preparando una toalla para ella.
- ¡Vamos Kate!, no puedes quedarte ahí.
Abrió los ojos con pesadez.
- ¿Me ayudas?
- Claro – y la ayudó a incorporarse y a salir del baño.
Una vez fuera la envolvió en la toalla, y la ayudó a secarse mientras la llevaba hasta la cama donde la ayudó a sentarse.
- ¿Me has puesto algo en el vino? – preguntó volviendo a bostezar.
- ¿Me estás acusando de drogarte? – preguntó risueño.
- Es que no es normal, que casi ni puedo abrir los ojos.
- La gran Katherine Becket es humana, y se cansa como todo el mundo – dijo con sorna – anda ponte la camiseta y duerme.
La ayudó a ponerse la camiseta y a meterse dentro de la cama, la arropó y le dio un besito en la frente.
- ¡Buenas noches detective, que descanses!
- ¡Mmmm! – fue lo único capaz de decir ella.
Habían sido unos días de tanta tensión en el trabajo que era normal que una vez todo había terminado se hubiese relajado, el baño había terminado de dejarla extenuada. Él volvió al baño a recoger la ropa de los dos, para terminar metiéndose junto a ella en la cama.
Cuando llegó la mañana, sonó la alarma del móvil, la apagó enseguida para dejarla dormir. Se levantó y poniéndose una bata, subió a despertar a Henry. Mientras el niño se lavaba la cara y se vestía, el ya preparaba el desayuno. Lo dejó sentado en la cocina, tomándose unos cereales, mientras el volvía a su cuarto para arreglarse. Procurando no hacer ruido para no molestarla, se fue vistiendo cuando la escuchó preguntarle:
- ¿Qué hora es?
- Muy temprano, voy a llevar a Henry al colegio y cuando vuelva te traigo el desayuno, ahora puedes seguir durmiendo si quieres.
- Vale – y dándose a vuelta volvió a dormirse.
El olor del café la despertó. Se levantó para ir al baño y se miró al espejo. Realmente el sueño había sido reparador. Escuchó la puerta del cuarto que se abría y un alegre:
- ¡Buenos días!
Salió y allí estaba Rick, con la bandeja del desayuno.
- ¡Qué bien! – dijo ella – desayuno en la cama, como una autentica reina – ¿Eso son croissants?
- Sus deseos son ordenes, majestad – dijo ceremonioso – como sé que le encantan los croissants recién hechos, a la vuelta del colegio paré en la pastelería a comprarlos.
- Es todo un detalle, Castle, no esperaba menos de ti.
Desayunaron tranquilamente hablando de cualquier cosa, hasta que ella le preguntó, que le apetecía hacer ese día.
- Realmente no me apetece hacer nada, está nublado y parece que va a llover, y yo tendría que ponerme a escribir, así que había pensado quedarnos aquí en casa, claro que si te apetece hacer otra cosa…
- ¿Bromeas? – sonrió ella – en este momento mi idea del paraíso es quedarme todo el día en pijama en el sofá leyendo o viendo alguna de esas pelis de tu magnifica videoteca.
- Pues eso está hecho, ahora voy a recoger esto – refiriéndose a la bandeja que había dejado en el suelo – me pongo cómodo y le hacemos un homenaje al sofá.
- Si – dijo ella arrodillándose sobre la cama y tirando de él – pero antes de ir al sofá, vamos a darnos un homenaje nosotros.
- ¿Sabe inspectora que mientras nosotros desayunábamos, mi hija y mi madre se comían sus croissants en la cocina?
- Pues espero que sean muy prudentes las dos y ni se les ocurra entrar aquí – dijo totalmente lanzada y desinhibida, empezando a desabrocharle la camisa.
- ¡Ay, Kate! – suspiró mientras se dejaba arrastrar hasta la cama.
Le quitó la camisa y luego fue por los pantalones, que desabrocho y empezó a bajar.
- Ya me los quito yo – dijo suspirando.
Ella se quitó la camiseta y como no llevaba nada debajo, se mostró ante él, en toda su espléndida desnudez.
- Eres una autentica diosa – jadeó él – mientras empezaba a recorrer su cuerpo con sus besos.
- Pues hoy quiero que me rindas tributo – le dijo ella.
Y eso hizo Castle, la acarició y besó por todo el cuerpo, deteniéndose en aquellos lugares que sabía que a ella la volvían loca. Ella se dejó hacer durante un rato, hasta que la llevó a un explosivo orgasmo, él se apremió a besarla para apagar sus gemidos. Una vez un poco repuesta se dio hábilmente la vuelta y se puso sobre él a horcajadas diciéndole:
- Ahora te toca a ti.
Y pasando inmediatamente a la acción, besándolo ahora ella a él, hasta llegar a su miembro que la esperaba palpitante. Pero él volvió a sorprenderla y antes de que pudiese seguir la volteó de nuevo y se colocó sobre ella.
- Habíamos quedado en que hoy tocaba rendir tributo a la diosa, y en eso estamos.
Volvió a besarla y a acariciarla mientras se colocaba entre sus piernas, para penetrarla con una rápida embestida, que la hizo gemir. Una vez dentro empezó a moverse, primero lentamente y luego más rápido hasta que la hizo gritar de nuevo al tener otro orgasmo, que terminó provocando el de él.
Se retiró de ella y se tumbó a su lado, abrazándola.
- ¡Hummm! – dijo Kate perezosamente – me gusta tu idea de jornada familiar, ¿vamos a quedarnos todo el día aquí en la cama?
- Tenemos todo el día por delante – dijo subiendo la sábana para taparlos a ambos – y aunque tengo que escribir no tengo demasiada prisa.
Se quedaron dormidos. Cuando Kate despertó estaba sola en la cama. Eran más de las doce del mediodía. Se levantó y poniéndose la bata de él, salió al estudio, donde un Castle con pantalón de pijama y camiseta escribía con entusiasmo. Fuera llovía torrencialmente. Levantó la cabeza al oírla.
- ¡Buenos días bella durmiente! – le dijo sonriendo.
- Buenos días príncipe azul – le contestó siguiendo el juego – ¿has escrito mucho?
- No está mal la cosa – dijo él – sigo escribiendo un rato hasta la hora de comer, ¿te importa?
- Para nada – dijo ella – voy a ponerme otra ropa – por cierto ¿Alexis y Martha?
- Las dos han salido y ninguna vendrá a comer.
Y se metió al cuarto para salir un rato después de haber hecho la cama, con unos leggins y una camiseta de él, que le quedaba enorme.
- Voy a prepararme un café, ¿quieres?
- De acuerdo.
Preparó café para los dos, y le llevó a él una taza. Luego se acercó a la librería y escogió un libro, sentándose después en uno de los sillones y poniéndose a leer.
Estuvieron así hasta que les entró hambre y se decidieron a pedir comida china, pues ninguno de los dos tenía ganas de cocinar.
Fuera seguía lloviendo, por lo que después de comer, se sentaron juntos a ver una de las muchas películas de Castle. Estaban en lo mejor de la trama, cuando a él le sonó el móvil. Ella paró el reproductor de DVD, para que atendiese la llamada. Solo lo escuchaba a él, pero se estaba enfadando por momentos.
- Pero, ¿Cómo es posible? – respondía airado – se supone que son ustedes unos profesionales…
- …
- Si, ya… entiendo, esas cosas pasan.
- …
- De acuerdo, pasaremos por ahí mañana. Espero que esta vez no haya problemas – y colgó el móvil con un bufido.
- ¿Qué ocurre? – preguntó ella – ¿Algún problema?
- Pues si – respondió exasperado – ¿puedes creer que a los inútiles del laboratorio se les ha estropeado una máquina y Henry y yo tenemos que repetirnos las pruebas?, menos mal que solo es una muestra de saliva y no hay que sacarle sangre…
- Vaya, que contrariedad – dijo ella – pero bueno tampoco es tan malo, solo que se van a retrasar los resultados, ¿eso te importa?
- Ya sabes que no, que por mí no me haría nada, pero ya que he ido, volveré a hacerlo, mañana recogeré a Henry antes y volveremos al laboratorio.
- ¡Anda ven aquí! – le dijo ella haciéndole sitio – vamos a terminar de ver la película, que nos hemos quedado en lo mejor.
En eso estuvieron, hasta que llegó la hora en que Castle tenía que ir a buscar a Henry al colegio.
- ¿Quieres que te acompañe y te espere fuera con el coche?
- ¿Y salir con el día que hace?
- No me voy a mojar, salimos directamente del garaje y yo me quedo en el coche.
- ¿No te importa? – preguntó él – no veas como se pone la puerta del colegio los días de lluvia.
- Claro que no, anda vamos a vestirnos.
Ambos se cambiaron de ropa. Castle cogió el impermeable de Henry y un gran paraguas, pues además de llover hacía bastante viento. Bajaron al garaje para coger el coche e ir por el niño.
Como Castle había predicho, la puerta del colegio estaba atestada de coches con padres para recoger a sus hijos. Mientras ella lo esperaba en doble fila, el salió abriendo el paraguas, que tuvo que cerrar a causa del fuerte viento, volviendo un rato después con Henry en brazos, bien protegido por su impermeable. Lo subió al coche y lo puso en su silla. El niño cuando la vio la saludó alegre.
- ¡Hola señora Kate, está lloviendo mucho y no hemos podido salir al patio! – explicó – a papi se le han mojado los pelos como en la playa.
- ¡Qué pena Henry! – dijo solidaria – seguro que mañana ya hace mejor día.
- Si porque yo, Liam y Mark y Lizzie, vamos a jugar a Peter Pan.
- Vaya ese juego parece muy divertido – dijo ella con una sonrisa, mientras arrancaba el motor.
Ya en casa y en vista de la tarde que hacía, Castle bañó a Henry y le puso directamente el pijama. Martha y Alexis, que se mudaba al campus ese fin de semana, ya estaban las dos allí.
Estuvieron jugando a un juego de mesa hasta la hora de la cena. Castle fue el primero en perder, así que se puso a escribir, mientras Kate, que se había entusiasmado con el juego, seguía jugando con Henry. Al final, le dio lástima y dejó ganar al niño. Castle que a pesar de escribir estaba atento a lo que pasaba, la miró y le dijo que también tenía que acostumbrarse a perder, que no siempre iba a ganar.
- Pobrecillo, para la próxima vez, con lo ilusionado que estaba.
- Blandengue – le dijo con una sonrisa.
- ¿Quién yo? – preguntó ella – por lo menos tengo corazón. Seguro que tú te hubieras enfadado con él si no ganases. Eres más crio que Henry.
- ¿Jugamos otra partida? – preguntó Henry totalmente ajeno a la conversación que los mayores tenían.
- Ya es tarde – dijo su padre – ahora hay que cenar, ya la abuela lo ha preparado todo, ¿no te has dado cuenta lo bien que huele?
- Es verdad – dijo Henry que tenía un olfato de lo más desarrollado – huele bien, bien, bien.
- Si quieres, después de cenar puedes ver un poquito la tele hasta la hora de dormir.
- Vale – dijo el niño – veo los dibujos.
Y terminaron el día tan tranquilamente como se lo habían propuesto, lo cual le vino muy bien a ambos, a Castle porque había adelantado bastante de su novela y a Kate porque realmente le hacía falta descansar después del caso que habían resuelto el día anterior.
CONTINUARÁ…
¡Feliz fin de semana!
Capítulo 15:
Cuando Henry salió del colegio mirando para todos lados y vio a su padre esperándolo en la puerta, una enorme sonrisa iluminó su cara, mientras corría hacia Castle, que al verlo venir, abrió los brazos para recibirlo.
- ¡Papi, has venido! – dijo feliz mientras Castle lo alzaba en brazos y lo abrazaba.
- Pues claro que he venido, ¿Qué te creías?, ¿Qué ibas a dormir aquí?
- No – dijo riendo – que en el cole no hay camas y no se duerme.
- ¿Cómo te lo has pasado?, ¿Te ha gustado este cole?
- Sí, me gusta este cole, el señor March – el maestro – es muy bueno y sabe tocar la guitarra, hemos cantado canciones y he pintado un dibujo para ti, bájame – dijo a su padre para que lo pusiera en el suelo.
Se descolgó la mochila de la espalda y sacó un papel en el que había pintado dos figuras, una muy grande, con el pelo marrón que de la mano, llevaba a otra más pequeña, con el pelo pintado de amarillo. Los ojos de los dos, eran unas bolitas azules. Al lado de cada uno, con una caligrafía irregular, ponía respectivamente “papá” y “Henry”. Aunque estaban vestidos de calle, era evidente que estaban en la playa, pues había dibujado la arena, con un castillo, su cubo y su pala, el mar, y por supuesto su adorado Nemo, que nadaba con una sonrisa feliz en la playa de Los Hamptons.
- Somos yo y tú – explicó el chiquillo – yo te lo regalo.
- Muchas gracias hijo – dijo su padre – es muy bonito y vamos a ponerlo en el estudio, ¿Qué te parece?, así podré verlo siempre que quiera mientras escribo.
- ¿Vamos a casa y lo ponemos ya? – preguntó ilusionado e impaciente.
- Ahora vas a venir conmigo a la comisaría, tengo que terminar allí un trabajo, solo será un ratito.
- ¿Allí está la señora Kate?
- Si, allí es donde trabajan Kate y Javier y Kevin, los amigos que vinieron a cenar a casa, ¿te acuerdas de ellos?
- Si – dijo el crío – ¿la señora Kate se pone la gorra de policía?
- No – rió Castle – Kate no se pone la gorra, pero verás a más policías con la gorra puesta – dijo ante el aparente interés del niño por policías con gorra.
Castle no se había llevado el coche, así que volvió a la comisaria de la misma forma que fue al colegio, en taxi. Al llegar, Henry se asustó un poco al ver a tantos policías y tanto movimiento, así que agarró con fuerza la mano de su padre.
En la planta de homicidios, el ambiente estaba un poco más tranquilo. Kate que estaba pendiente de que llegaran, levantó la cabeza al oír el ascensor, Henry que la vio se soltó de la mano de Castle y corrió a saludarla.
- ¡Hola señora Kate! – dijo contento – mira que dibujo le he hecho a papi – y se apresuró a sacar su dibujo de la mochila.
- ¡Vaya Henry! – exclamó Kate con admiración – es precioso, toda una obra de arte – realmente al chiquillo no se le daba mal el dibujo, era muy observador y bastante detallista.
- Papá lo va a poner en su estudio, para mirarlo siempre – dijo orgulloso.
- Seguro que queda precioso – dijo Kate sonriendo.
Gates salió de su despacho, cuando Henry la vio, la recordó del día de Central Park, era muy fisonomista y tenía una memoria prodigiosa.
- ¡Hola señor capitán de los piratas! – saludó a la mujer – ¿este también es tu trabajo?
- ¡Hola jovencito!, si, este también es mi trabajo.
Y se dirigió a Castle y Becket, apremiándolos para hacer el interrogatorio, pues no podían retener al sospechoso por más tiempo. A Henry no le hizo mucha gracia, cuando le dijeron que tenía que esperar un rato, a que su padre terminara, pues no quería quedarse solo.
Gates miró a Esposito.
- Lo siento señor – se excusó Javier con cara de susto – pero no me van los niños.
- No le creía tan cobarde detective Esposito – dijo con desprecio – es un niño, no le va a morder.
A continuación miró a Ryan.
- Yo cuidaré de él, le buscaré alguna página de internet para que juegue – y agachándose a la altura de Henry, le dijo – ¿quieres quedarte conmigo un rato, mientras tu padre habla con un señor?, tengo un montón de juegos en el ordenador.
- Vale – dijo más animado – pero tu vienes pronto, ¿eh papi? – dijo dirigiéndose a su padre.
- Lo más pronto que pueda – contestó Castle – Kevin te cuidará muy bien, él es mi amigo, así que también es amigo tuyo.
Castle se fue con Kate a interrogar al nerd y Ryan se llevó a Henry al que sentó delante de su ordenador y le buscó una página de juegos infantiles. Él mientras, revisaba unas declaraciones de otros sospechosos.
Durante la declaración de Archibald Lester, Archie para los amigos, Castle, fue capaz de llevar la conversación a su terreno, de tal forma, que Archie terminó confesándose el autor de haber dejado los miembros amputados y las cabezas en Central Park.
Junto a un par de amigos habían querido demostrar que podrían poner patas arriba a la NYPD y a toda la ciudad de Nueva York, con un hecho que los volviera locos, y que nunca podrían descubrirlos, así que mientras trabajaba en la funeraria, se agenció cuatro cadáveres de personas sin familia y a las que nadie reclamaría, y que estaban allí por que habían dejado en su testamento una cantidad de dinero para pagar su entierro.
Una vez que se cerraban los ataúdes y antes de ser enterrados, Archie junto con sus amigos tan nerds como él, cambiaron los cuerpos por sacos de arena, y luego en la furgoneta de uno de ellos, los llevaban hasta la casa de este en Nueva Jersey y los dejaban en un gran arcón congelador que tenía en el sótano. Así se hicieron con los cadáveres de dos hombres y dos mujeres. El tercer hombre era un indigente que vieron en un callejón una noche, cuando investigaban las mejores rutas y las menos vigiladas para ir a dejar sus regalos. El hombre estaba tirado entre escombros y al parecer llevaba un par de días muerto. Archie que trabajaba habitualmente con cadáveres, había hecho un cálculo aproximado. Lo metieron en la furgoneta y le dejaron en el congelador. Luego en el mismo sótano, desmembraron los cuerpos y eligieron el día que les pareció más propicio para dejarlos en el parque.
Y esa era la historia, tres tíos aparentemente simplones, montan un tinglado para poner en un brete a la policía de la capital del mundo. Aunque no se les podía acusar da asesinato, si les imputaron una decena de cargos, entre ellos, robo y manipulación de cadáveres y alteración del orden público. A Gates que había seguido el interrogatorio desde la sala de observación, le dieron ganas de entrar ahí y darle unos cuantos bofetones a semejante individuo, por lo que le había hecho pasar en esos días.
Mientras Archie, declaraba, una patrulla y otros detectives fueron a arrestar a sus dos amigos y cómplices, Leonard Childs y Daniel Turner. Los encontraron enseguida y los llevaron a comisaría. Cuando Castle, que ya había dejado la sala de interrogatorios los vio pensó que parecían sacados de un episodio de “The Big Bang theory”.
Gates agradeció a Castle su agudeza y perspicacia, y en vista de lo tarde que era, y de la cantidad de horas extras que habían hecho para resolver el caso, les dijo a Becket, Ryan y Esposito que se tomaran libre el día siguiente.
Castle fue a donde estaba Henry, un poco aburrido ya de esperar, pues el interrogatorio había durado bastante. El niño veía un canal de dibujos animados en el ordenador de Ryan. Lo avisó:
- Henry, nos vamos a casa.
- ¡Qué bien papi! – exclamo el niño con un bostezo – tengo hambre y sueño.
- Yo también hijo, nada más llegar te damos un buen baño, la cena y a la cama.
- Si, a la camita – dijo el niño – ¿la señora Kate también viene? – preguntó inocente captando la atención de Ryan y Esposito, que aunque ya sabían que estaban juntos, sentían una enorme curiosidad por la relación de sus amigos.
- Si, Henry – dijo Kate con firmeza – me voy con vosotros a casa. Nos vemos chicos.
- Adiós Becket, que disfrutes de tu día libre – dijo Esposito con ironía – y tú también Castle – dijo con el mismo tono.
- Por supuesto que pienso disfrutarlo, Javi. Lástima que no te pueda desear lo mismo – dijo mordaz – ya sé que Lanie tiene guardia mañana.
- Henry – dijo Castle a su hijo – dale las gracias a Kevin por quedarse contigo, te ha cuidado muy bien.
- Gracias por cuidarme, Kevin – dijo obediente – otro día vengo y sigo jugando con tu ordenador.
- Cuando quieras hombre – dijo Ryan con una sonrisa.
- Muchas gracias – le dijo también Castle – aun no le resulta fácil quedarse con desconocidos.
- De nada, tío – dijo Ryan – para eso están los amigos y voy a avisar a Jenny, le deben algunos días. A ver si se puede pedir mañana, y podemos estar juntos los dos.
- Pues que lo disfrutéis vosotros también – le dijo Becket a su compañero.
Y salieron los tres de la comisaría. Subieron al ascensor y bajaron directamente al sótano, al coche de Kate. Castle ayudó a subir a Henry y le puso el cinturón de seguridad.
Cuando llegaron a la casa, Kate preparó algo de cena, mientras Castle, se ocupaba del baño de Henry, tarea de la que él siempre se hacía cargo. Cenaron tranquilamente y mientras ella recogía, Castle subió a acostarlo y leerle su cuento diario, pero no había llegado ni a la mitad, cuando ya el niño se había dormido.
Al bajar no la vio por ningún sitio, así que se fue a la habitación. Tampoco estaba allí, la puerta del baño estaba entreabierta, así que se asomó. La vio dentro de la bañera, con el pelo recogido en un moño alto, para no mojárselo, con los ojos cerrados y disfrutando de un baño de espuma. Hacía calor dentro del cuarto de baño, a causa del vapor que había. Se quitó la ropa quedándose en calzoncillos y camiseta y entrando al baño se acercó a ella que seguía sin darse cuenta de su presencia y la besó suavemente en los labios.
- ¿Quieres que te frote la espalda? – le dijo al oído mientras llevaba sus labios por el cuello de ella.
- ¿Por qué mejor no me acompañas? – respondió melosa.
- Enseguida estoy contigo – dijo mientras se deshacía de su ropa interior y se metía junto a ella.
- ¡Aahh! – Kate no pudo reprimir el bostezo – estoy agotada. Menos mal que ya terminó este caso, ¿Qué quieres que hagamos mañana?
- Pensaba proponerte una tranquila jornada familiar, ¿Qué te parece?
- Lo que quieras, ahora mismo no soy capaz ni de pensar.
Estuvieron un rato en remojo, hasta que Castle advirtió que Kate se había quedado profundamente dormida.
- ¡Kate despierta!, tienes que salir del baño, el agua se está enfriando.
- Un ratito más… – dijo por toda respuesta.
Castle sonrió, si no fuera porque ella apoyaba la cabeza en el borde de la bañera, se habría sumergido hacía ya un rato. Quitó el tapón del baño y salió poniéndose un albornoz, preparando una toalla para ella.
- ¡Vamos Kate!, no puedes quedarte ahí.
Abrió los ojos con pesadez.
- ¿Me ayudas?
- Claro – y la ayudó a incorporarse y a salir del baño.
Una vez fuera la envolvió en la toalla, y la ayudó a secarse mientras la llevaba hasta la cama donde la ayudó a sentarse.
- ¿Me has puesto algo en el vino? – preguntó volviendo a bostezar.
- ¿Me estás acusando de drogarte? – preguntó risueño.
- Es que no es normal, que casi ni puedo abrir los ojos.
- La gran Katherine Becket es humana, y se cansa como todo el mundo – dijo con sorna – anda ponte la camiseta y duerme.
La ayudó a ponerse la camiseta y a meterse dentro de la cama, la arropó y le dio un besito en la frente.
- ¡Buenas noches detective, que descanses!
- ¡Mmmm! – fue lo único capaz de decir ella.
Habían sido unos días de tanta tensión en el trabajo que era normal que una vez todo había terminado se hubiese relajado, el baño había terminado de dejarla extenuada. Él volvió al baño a recoger la ropa de los dos, para terminar metiéndose junto a ella en la cama.
Cuando llegó la mañana, sonó la alarma del móvil, la apagó enseguida para dejarla dormir. Se levantó y poniéndose una bata, subió a despertar a Henry. Mientras el niño se lavaba la cara y se vestía, el ya preparaba el desayuno. Lo dejó sentado en la cocina, tomándose unos cereales, mientras el volvía a su cuarto para arreglarse. Procurando no hacer ruido para no molestarla, se fue vistiendo cuando la escuchó preguntarle:
- ¿Qué hora es?
- Muy temprano, voy a llevar a Henry al colegio y cuando vuelva te traigo el desayuno, ahora puedes seguir durmiendo si quieres.
- Vale – y dándose a vuelta volvió a dormirse.
El olor del café la despertó. Se levantó para ir al baño y se miró al espejo. Realmente el sueño había sido reparador. Escuchó la puerta del cuarto que se abría y un alegre:
- ¡Buenos días!
Salió y allí estaba Rick, con la bandeja del desayuno.
- ¡Qué bien! – dijo ella – desayuno en la cama, como una autentica reina – ¿Eso son croissants?
- Sus deseos son ordenes, majestad – dijo ceremonioso – como sé que le encantan los croissants recién hechos, a la vuelta del colegio paré en la pastelería a comprarlos.
- Es todo un detalle, Castle, no esperaba menos de ti.
Desayunaron tranquilamente hablando de cualquier cosa, hasta que ella le preguntó, que le apetecía hacer ese día.
- Realmente no me apetece hacer nada, está nublado y parece que va a llover, y yo tendría que ponerme a escribir, así que había pensado quedarnos aquí en casa, claro que si te apetece hacer otra cosa…
- ¿Bromeas? – sonrió ella – en este momento mi idea del paraíso es quedarme todo el día en pijama en el sofá leyendo o viendo alguna de esas pelis de tu magnifica videoteca.
- Pues eso está hecho, ahora voy a recoger esto – refiriéndose a la bandeja que había dejado en el suelo – me pongo cómodo y le hacemos un homenaje al sofá.
- Si – dijo ella arrodillándose sobre la cama y tirando de él – pero antes de ir al sofá, vamos a darnos un homenaje nosotros.
- ¿Sabe inspectora que mientras nosotros desayunábamos, mi hija y mi madre se comían sus croissants en la cocina?
- Pues espero que sean muy prudentes las dos y ni se les ocurra entrar aquí – dijo totalmente lanzada y desinhibida, empezando a desabrocharle la camisa.
- ¡Ay, Kate! – suspiró mientras se dejaba arrastrar hasta la cama.
Le quitó la camisa y luego fue por los pantalones, que desabrocho y empezó a bajar.
- Ya me los quito yo – dijo suspirando.
Ella se quitó la camiseta y como no llevaba nada debajo, se mostró ante él, en toda su espléndida desnudez.
- Eres una autentica diosa – jadeó él – mientras empezaba a recorrer su cuerpo con sus besos.
- Pues hoy quiero que me rindas tributo – le dijo ella.
Y eso hizo Castle, la acarició y besó por todo el cuerpo, deteniéndose en aquellos lugares que sabía que a ella la volvían loca. Ella se dejó hacer durante un rato, hasta que la llevó a un explosivo orgasmo, él se apremió a besarla para apagar sus gemidos. Una vez un poco repuesta se dio hábilmente la vuelta y se puso sobre él a horcajadas diciéndole:
- Ahora te toca a ti.
Y pasando inmediatamente a la acción, besándolo ahora ella a él, hasta llegar a su miembro que la esperaba palpitante. Pero él volvió a sorprenderla y antes de que pudiese seguir la volteó de nuevo y se colocó sobre ella.
- Habíamos quedado en que hoy tocaba rendir tributo a la diosa, y en eso estamos.
Volvió a besarla y a acariciarla mientras se colocaba entre sus piernas, para penetrarla con una rápida embestida, que la hizo gemir. Una vez dentro empezó a moverse, primero lentamente y luego más rápido hasta que la hizo gritar de nuevo al tener otro orgasmo, que terminó provocando el de él.
Se retiró de ella y se tumbó a su lado, abrazándola.
- ¡Hummm! – dijo Kate perezosamente – me gusta tu idea de jornada familiar, ¿vamos a quedarnos todo el día aquí en la cama?
- Tenemos todo el día por delante – dijo subiendo la sábana para taparlos a ambos – y aunque tengo que escribir no tengo demasiada prisa.
Se quedaron dormidos. Cuando Kate despertó estaba sola en la cama. Eran más de las doce del mediodía. Se levantó y poniéndose la bata de él, salió al estudio, donde un Castle con pantalón de pijama y camiseta escribía con entusiasmo. Fuera llovía torrencialmente. Levantó la cabeza al oírla.
- ¡Buenos días bella durmiente! – le dijo sonriendo.
- Buenos días príncipe azul – le contestó siguiendo el juego – ¿has escrito mucho?
- No está mal la cosa – dijo él – sigo escribiendo un rato hasta la hora de comer, ¿te importa?
- Para nada – dijo ella – voy a ponerme otra ropa – por cierto ¿Alexis y Martha?
- Las dos han salido y ninguna vendrá a comer.
Y se metió al cuarto para salir un rato después de haber hecho la cama, con unos leggins y una camiseta de él, que le quedaba enorme.
- Voy a prepararme un café, ¿quieres?
- De acuerdo.
Preparó café para los dos, y le llevó a él una taza. Luego se acercó a la librería y escogió un libro, sentándose después en uno de los sillones y poniéndose a leer.
Estuvieron así hasta que les entró hambre y se decidieron a pedir comida china, pues ninguno de los dos tenía ganas de cocinar.
Fuera seguía lloviendo, por lo que después de comer, se sentaron juntos a ver una de las muchas películas de Castle. Estaban en lo mejor de la trama, cuando a él le sonó el móvil. Ella paró el reproductor de DVD, para que atendiese la llamada. Solo lo escuchaba a él, pero se estaba enfadando por momentos.
- Pero, ¿Cómo es posible? – respondía airado – se supone que son ustedes unos profesionales…
- …
- Si, ya… entiendo, esas cosas pasan.
- …
- De acuerdo, pasaremos por ahí mañana. Espero que esta vez no haya problemas – y colgó el móvil con un bufido.
- ¿Qué ocurre? – preguntó ella – ¿Algún problema?
- Pues si – respondió exasperado – ¿puedes creer que a los inútiles del laboratorio se les ha estropeado una máquina y Henry y yo tenemos que repetirnos las pruebas?, menos mal que solo es una muestra de saliva y no hay que sacarle sangre…
- Vaya, que contrariedad – dijo ella – pero bueno tampoco es tan malo, solo que se van a retrasar los resultados, ¿eso te importa?
- Ya sabes que no, que por mí no me haría nada, pero ya que he ido, volveré a hacerlo, mañana recogeré a Henry antes y volveremos al laboratorio.
- ¡Anda ven aquí! – le dijo ella haciéndole sitio – vamos a terminar de ver la película, que nos hemos quedado en lo mejor.
En eso estuvieron, hasta que llegó la hora en que Castle tenía que ir a buscar a Henry al colegio.
- ¿Quieres que te acompañe y te espere fuera con el coche?
- ¿Y salir con el día que hace?
- No me voy a mojar, salimos directamente del garaje y yo me quedo en el coche.
- ¿No te importa? – preguntó él – no veas como se pone la puerta del colegio los días de lluvia.
- Claro que no, anda vamos a vestirnos.
Ambos se cambiaron de ropa. Castle cogió el impermeable de Henry y un gran paraguas, pues además de llover hacía bastante viento. Bajaron al garaje para coger el coche e ir por el niño.
Como Castle había predicho, la puerta del colegio estaba atestada de coches con padres para recoger a sus hijos. Mientras ella lo esperaba en doble fila, el salió abriendo el paraguas, que tuvo que cerrar a causa del fuerte viento, volviendo un rato después con Henry en brazos, bien protegido por su impermeable. Lo subió al coche y lo puso en su silla. El niño cuando la vio la saludó alegre.
- ¡Hola señora Kate, está lloviendo mucho y no hemos podido salir al patio! – explicó – a papi se le han mojado los pelos como en la playa.
- ¡Qué pena Henry! – dijo solidaria – seguro que mañana ya hace mejor día.
- Si porque yo, Liam y Mark y Lizzie, vamos a jugar a Peter Pan.
- Vaya ese juego parece muy divertido – dijo ella con una sonrisa, mientras arrancaba el motor.
Ya en casa y en vista de la tarde que hacía, Castle bañó a Henry y le puso directamente el pijama. Martha y Alexis, que se mudaba al campus ese fin de semana, ya estaban las dos allí.
Estuvieron jugando a un juego de mesa hasta la hora de la cena. Castle fue el primero en perder, así que se puso a escribir, mientras Kate, que se había entusiasmado con el juego, seguía jugando con Henry. Al final, le dio lástima y dejó ganar al niño. Castle que a pesar de escribir estaba atento a lo que pasaba, la miró y le dijo que también tenía que acostumbrarse a perder, que no siempre iba a ganar.
- Pobrecillo, para la próxima vez, con lo ilusionado que estaba.
- Blandengue – le dijo con una sonrisa.
- ¿Quién yo? – preguntó ella – por lo menos tengo corazón. Seguro que tú te hubieras enfadado con él si no ganases. Eres más crio que Henry.
- ¿Jugamos otra partida? – preguntó Henry totalmente ajeno a la conversación que los mayores tenían.
- Ya es tarde – dijo su padre – ahora hay que cenar, ya la abuela lo ha preparado todo, ¿no te has dado cuenta lo bien que huele?
- Es verdad – dijo Henry que tenía un olfato de lo más desarrollado – huele bien, bien, bien.
- Si quieres, después de cenar puedes ver un poquito la tele hasta la hora de dormir.
- Vale – dijo el niño – veo los dibujos.
Y terminaron el día tan tranquilamente como se lo habían propuesto, lo cual le vino muy bien a ambos, a Castle porque había adelantado bastante de su novela y a Kate porque realmente le hacía falta descansar después del caso que habían resuelto el día anterior.
CONTINUARÁ…
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Qué bonito! Me encanta esta historia, es preciosa y muy dulce. El niño es un amor! un auténtico pequeño Castle.
______________________
Zeny_Mackenzie- Moderador
- Mensajes : 1226
Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Me encanta la historia! Y Henry por muy lindo y tierno que sea, ya cansa a cada rato preguntandole al padre si lo va a buscar, entiendo el trauma, pero cansa
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
ok Kate está en verdad muy agotada (cosa rara, pues está acostumbrada) o tenemos un baby caskett en camino
mary angel 02- Escritor novato
- Mensajes : 42
Fecha de inscripción : 25/03/2012
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
preciosooo sigueloo
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Que tierno y que familiar el capítulo, un día estupendo para la pareja recuperar el tiempo perdido los días pasados. El niño es una monada y muy gracioso. Me encanta, como cada capítulo,me tienes totalmente enganchada a tu fic
______________________
Castlet: What happens if you don’t like what you see?
Beckett: What happens if you don’t let me look?
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Me gusta mucho este fic!! El niño es muy lindo y me encanta la relación que tiene con Castle y la señora Kate jajaja
Espero con muchas ganas el siguiente!!
Espero con muchas ganas el siguiente!!
cris_beckett- Autor de best-seller
- Mensajes : 857
Fecha de inscripción : 29/05/2012
Edad : 33
Localización : Madrid
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Me ha encantado, que mi parte favorito es "un homenaje a nosotros". Dios ahí me has matado, me ha encantado, fascinado, enamorado,...Que ganas de que algún día aunque sea corta, nos den un pedacito de ese modo. Muchas gracias por el capítulo me ha encantado me repito una y otra vez, pero es que me ha fasinado
Continua pronto...
Continua pronto...
Invitado- Invitado
Re: Y tú, ¿Quién eres?, Epílogo
Pero que cosa más bonita y adorable de niño, me encantan la familia que están construyendo, esa rutina familiar tan maravillosa de madre, padre e hijos e incluso abuela.
Da igual los análisis, aunque no fuera hijo de Castle, este lo adoptaría y Kate también y no cambiaría nada, ellos ya no pueden vivir separados...
Sigue pronto
Da igual los análisis, aunque no fuera hijo de Castle, este lo adoptaría y Kate también y no cambiaría nada, ellos ya no pueden vivir separados...
Sigue pronto
anaforo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1090
Fecha de inscripción : 06/02/2012
Edad : 31
Localización : Murcia. Y en una de las 20 manzanas que hay entre la casa Rick y la de Kate :)
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