Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Continua, que el adelanto da para poco y con eso no puedo averiguar casi nada.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Pues si ya lo llevaba mal, ahora con el adelanto y sin fecha de continuación, peor, pero es que me vas a dejar con la duda tanto tiempo, no hay derecho.
Quiero protestar, y protesto, por ponernos los dientes largos y luego abandonarnos a nuestra suerte, desde luego este foro cada vez se va volviendo más masoca, jajajajajajajaja
Claro que p´a eso estoy yo aquí, para dar la barrila, ¿ falta mucho?, ¿cuándo llegamos?, ¿falta mucho, quiero pis? ............. y así hasta que nos des el siguiente capítulo, jajajajajajaja
Quiero protestar, y protesto, por ponernos los dientes largos y luego abandonarnos a nuestra suerte, desde luego este foro cada vez se va volviendo más masoca, jajajajajajajaja
Claro que p´a eso estoy yo aquí, para dar la barrila, ¿ falta mucho?, ¿cuándo llegamos?, ¿falta mucho, quiero pis? ............. y así hasta que nos des el siguiente capítulo, jajajajajajaja
agecastbet- Escritor - Policia
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castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
siiiii deseosa de leer la contiii subelo prontooo plisss
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Aquí os traigo el nuevo capítulo. Espero que os guste.
CAPÍTULO 3: JUEGOS Y SOSPECHAS
Agitada, con el cuerpo lleno de diminutas gotas y sin dejar de temblar, la inspectora se despertó. En la oscuridad de la habitación buscó el cobijo de los brazos de su marido que permanecía a su lado, acoplado perfectamente a ella, rodeándole la cintura con su brazo. Sentir la respiración acompasada del escritor le hizo tranquilizarse. Se apretó aun más a él provocando que este se despertase.
- ¿Qué hora es? - preguntó somnoliento – Quedémonos un poco más – le pidió sin haberle dado tiempo a contestar.
- Nos queda media hora antes de levantarnos – se giró entre sus brazos para observarlo – Vuelve a dormirte, Rick.
- No creo que pueda teniéndote así – le susurró apartándole algunos rebeldes mechones de pelo de su rostro – Estás temblando ¿Te ocurre algo, cariño? - le preguntó preocupado
- Ha sido solo un mal sueño – le dijo para no preocuparlo. Había intentado que no se diese cuenta del motivo por el que se había despertado, pero su cuerpo le había traicionado.
- ¿Un mal sueño? - inquirió – Ven aquí – la atrajo hacia él y besó su nariz – -Se me ocurre una forma de que olvides ese mal sueño.
- ¿Ah, sí? ¿Cómo? - le preguntó con una pícara sonrisa.
- ¿Qué tal así? - le dio un beso en los ojos, pasando a su nariz para quedarse en su cuello en el que dibujó un camino de húmedos besos.
Beckett echó la cabeza hacia atrás para darle mejor acceso y él siguió jugando con ella para pasar finalmente a sus labios, donde ella lo recibió con apremio.
- Todavía me siguen viniendo algunos recuerdos de ese sueño – le susurró poniendo cara triste.
- Eso no puede suceder. Veamos como lo arreglamos – le dijo en sus labios volviendo de nuevo a su boca.
Beckett se dejó hacer. Generalmente le gustaba llevar el control pero hoy le apetecía que fuese el escritor quien llevase la iniciativa, jugando con ella, volviéndola loca como solo él sabía hacerlo.
Ella, a cambio, se entregó en cuerpo y alma a su marido, llegando ambos a disfrutar de las mil y una maravillas que podían experimentar y sentir en los brazos del otro.
Extasiados, con los cuerpos empapados y una amplia sonrisa, disfrutaban de la satisfacción después de haberse amado con locura.
- ¿Te siente mejor ahora? - le preguntó jugando con el pelo de la detective mientras que el otro brazos permanecía debajo del cuello de Beckett, manteniéndola arropada a su lado.
- Mucho mejor – confesó con una sonrisa.
- Tú lo que querías era comerme a besos y no sabías como decírmelo, pillina – le dijo comenzando a hacerle cosquillas.
- No Rick, cosquillas no, por favor – consiguió decirle sin poder parar de reír.
Después de unos minutos de juegos, Castle volvió a relajarse con Beckett a su lado.
- Te lo tienes muy creído, chico escritor - le dijo usando el modo en que Lanie lo solía llamar para provocarle. Ante su mirada de desconcierto, prosiguió - Te crees un dios del sexo.
- De momento no he escuchado ninguna queja por tu parte en el tiempo que llevamos juntos como para pensar lo contrario - le dijo muy orgulloso de ello.
- Eres un engreído - le contestó intentando contener la risa, dándole un suave empujón con la manos que lo alejó unos centímetros de su lado.
Castle la observó, buscando con la mirada esos ojos que le cautivaban y al final ella no pudo resistirse, dejando escapar una sonrisa. Él la a atraer y ella recostó la cabeza en su pecho.
- Te quiero, Kate – le susurró después de un tiempo de silencio – Te quiero como jamás he querido a otra mujer. Eres lo más importante en mi vida junto a mi madre y mi hija. Quiero que lo tengas muy presente. Ya sé que algunas veces pudo resultar algo insoportable – reconoció – pero si lo hago es porque quiero que todos sepan la maravillosa mujer que tengo a mi lado.
Beckett levantó la cabeza y se acercó a él para fundirse en un tierno beso.
- Yo también te quiero, pese a que algunas veces me irrites y me des dolor de cabeza. Pero si esto tiene que ver con la idea de cambiarme de apellidos, ya sabes la respuesta. No voy a transigir en eso, Rick.
Castle permaneció en silencio. Beckett se recostó y se sumergió entre los brazos de su marido. El escritor besó la cabeza de la inspectora y la estrechó contra él.
Cinco minutos después la alarma del móvil de Kate les avisó que debían levantarse.
- Ahora sí que debemos levantarnos, Rick – le dijo irguiéndose – No te hagas el remolón. Nos esperan en la comisaría – Castle refunfuñó antes de levantarse cogido de la mano de Beckett.
Castle preparaba el café mientras Beckett disfrutaba de la maravillosa vista que el escritor le proporcionaba con su torso al descubierto.
Castle la descubrió observándolo y le dedicó una de sus traviesas sonrisas antes de darle su taza de café.
- ¿Crees que Robert querrá colaborar con nosotros? - le preguntó Beckett.
- No creo que se niegue. No necesitaste mucho tiempo para que hablase. Parece un buen tipo. Nos ayudará.
- Estás muy seguro de ello.
- Parte de mi trabajo consiste en ser capaz de meterme en la mente de otras personas, comprenderlas. Puede que debamos hablar con los compañeros de la víctima. Ellos debían conocerlo y quizás nos puedan ayudar.
- Tienes razón – afirmó Beckett – Le diré a Esposito y Ryan que vuelvan a hablar con Robert. Nosotros nos acercaremos hasta el centro de investigación en el que trabajaba.
Tras hacer las llamadas necesarias, Beckett salió del loft seguida por Castle.
El sol comenzaba a hacer acto de presencia caldeando las calles de Nueva York en un incipiente día de primavera.
Beckett conducía con la mirada fija en la carretera, atenta al tráfico que comenzaba a hacerse patente en la ciudad.
- ¿Vendrá Alexis este fin de semana? - preguntó Beckett.
La pelirroja se había adaptado rápidamente a la vida universitaria. Tenía su propia vida como cualquier joven a ese edad pero siempre tenía muy presente a su familia.
- Este fin de semana se queda en casa de una amiga. Se acercan los exámenes y han quedado para estudiar. Me dijo que cuando este más libre vendrá a vernos. Además, este fin de semana ya tenemos plan, ¿lo recuerdas?
- Como olvidarlo – confesó recordando de nuevo esa conversación en la que le había confesado que su padre le estaba ayudando con lo que estaba preparando - ¿Martha sigue con la obra de teatro?
- Sí. Esta noche estrenan nueva obra. Estarán durante tres meses con ella. Está muy ilusionada.
- Tenemos que ir a verla.
- ¿Qué te parece su vamos esta noche? Le hará mucha ilusión vernos en el estreno.
- Me parece estupendo – dijo Kate sabiendo lo mucho que agradecería la actriz que estuviesen con ella.
El centro Cacytmar se encontraba entre 5 avenue y 42 street. El edificio destacaba por su luminosidad, fruto del reflejo de los rayos del sol sobre los grandes ventanales que recorrían toda la fachada. Un edificio modesto que desprendía frescor y contacto con la naturaleza gracias al cuidado jardín que lo rodeaba.
- No debe estar mal trabajar en un lugar como este – dijo Castle a lo que Beckett asintió, disfrutando del olor que los diversos tipos de flores desprendían a su paso.
Una vez dentro se respiraba austeridad a cada paso que daban. Seguí siendo un edificio muy luminoso con paredes blancas y barandillas metálicas a los lados de las diversas escaleras que llevaban a la segunda planta.
Beckett, seguida por Castle, se acercó a la ventanilla que había en el centro de la primera planta.
- Buscamos al jefe del departamento de zoología – le dijo la inspectora enseñándole la placa a la chica morena de ojos verdes que había tras la ventanilla.
- ¿Ocurre algo? - preguntó alarmada - ¿Es sobre Nick?
- ¿Lo conocía? - preguntó Castle.
- Aquí todo el mundo lo conocía. Era una persona brillante en su campo. En su departamento estaban muy contentos con él, sobre todo el señor Slope, el jefe de Nick.
- ¿Dónde podemos encontrarlo? - preguntó Beckett.
- Planta 35. Despacho número 21.
- Muchas gracias – contestó la inspectora dirigiéndose a la segunda planta.
Beckett golpeó suavemente la puerta con los nudillos y, tras un “adelante”, entró seguida por Castle.
- Señor Slope, soy la inspectora de homicidios Kate Beckett y él es mi compañero Richard Castle. Tenemos algunas preguntas que hacerle.
- Siéntense, por favor – les indicó dos sillas que había delante de su escritorio - Supongo que se trata sobre Nick – dijo mientras jugaba con uno de sus bolígrafos – Un buen tipo – aseguró.
- ¿Cuál era su trabajo exactamente? - preguntó Castle.
- Era uno de los mejores biólogos marinos. Estaba realizando un estudio sobre la abundancia, la estructura social y los parámetros de historia de vida de los delfines en la costa este de Estados Unidos. Era un ambicioso estudios que contaba con el apoyo del centro. Quería comparar los resultados obtenidos de los delfines en libertad con los de los que se encuentran en cautividad.
- Por eso querría que le dejasen entrar en el parque acuático – le susurró Castle a Beckett.
- Señor Slope, ¿sabe si Nick estaba metido en problemas? - preguntó Beckett.
- No lo creo. Nick vivía para su trabajo. Era una persona muy comprometida con la labor científica. No tenía familia. Sus padres lo abandonaron siendo un bebé y fue dado en adopción. A los cuatro años una familia decidió adoptarlo y darle una educación. Hace cinco años el matrimonio murió en un accidente de tráfico. Nick no tenía abuelos ni hermanos; estaba solo. Siempre ha estado volcado en su trabajo, no le he conocido ninguna pareja.
- ¿Notó algún comportamiento extraño en él? - preguntó la inspectora.
- Últimamente pasaba mucho tiempo en aquel acuario. Cuando llegaba por la mañana al despacho parecía encontrarse en otro mundo. Estaba bastante irascible pero pensé que sería por el agotador ritmo de vida que llevaba. Le dije que se tomara una semana de descanso pero me contestó que estaba en medio de algo muy importante y no podía abandonarlo. Pensé que se refería al estudio que estaba realizando, pero después de su muerte he empezado a creer que se trataba de algo más.
- ¿A qué se refiere? - preguntó Beckett.
- No lo sé, pero algo ocurría en ese acuario, estoy seguro.
- Muchas gracias por atendernos, señor Slope. Si recuerda algo más que nos pueda ser de ayuda, no dude en contactar con la comisaría 12th – le indicó Beckett mientras se levantaba de la silla.
- Así lo haré – dijo a modo de despedida.
Castle caminaba junto a Beckett hacia el coche. La inspectora estaba abstraída en sus propios pensamientos cuando sonó su teléfono.
- Beckett, hemos hablado con Robert. Castle tenía razón, nos ha cantado hasta La Traviata. Nos ha contado que Nick se hizo amigo de los que biólogos que cuidaban de los cetáceos. Y, ¿a que no sabes quien era su confidente?
- Esposito, no estoy para juegos. Habla claro – le apremió.
- Según nos ha contado, Nick pasaba mucho tiempo con Mathew Bows.
- Nos mintió. Sabía que escondía algo – dijo Castle llegando a oídos de los inspectores que los escuchaban por el manos libres.
- No te preocupes tío, lo tenemos en la sala de interrogatorios.
- Mantenerlo allí chicos, vamos de camino.
Mathew se mostró irascible durante todo el interrogatorio. No estaba dispuesto a colaborar pero tras ser amenazado por Beckett con pasarse una temporada entre rejas por obstrucción a la justicia, Mathew acabó hablando.
Nick empezaba a sufrir por el frenético ritmo de vida que llevaba. Sufría depresión, se sentía sólo y Mathew se convirtió en su confidente. Se hicieron grandes amigos y poco a poco Nick parecía ser esa persona que empezó a visitar el acuario.
Pasaron la tarde investigando los últimos pasos de Nick hasta que la luna se hizo la protagonista de Nueva York.
Castle y Beckett se despidieron de los inspectores y pusieron rumbo al loft de Castle donde se vistieron para asistir al estreno de la obra de teatro de Martha.
__________________________________________________________________
ANOTACIONES:
El centro Cacytmar (Centro Andaluz de Ciencias y Tegnologías Marinas) existe realmente. Se encuentra en el Campus Universitario de Cádiz junto a las universidades de ciencias. En un centro donde se han llevado a cabo importantes estudios (no sé si alguno habrá escuchado hablar del viaje que se realizó hace dos años con un buque oceanográfico llamado Malaspina que llegaba hasta la Antártida para recoger muestras. Muchos de los científicos de abordo pertenecen a este centro) y tiene gran prestigio.
http://www.uca.es/cacytmar/portal.do
CAPÍTULO 3: JUEGOS Y SOSPECHAS
Agitada, con el cuerpo lleno de diminutas gotas y sin dejar de temblar, la inspectora se despertó. En la oscuridad de la habitación buscó el cobijo de los brazos de su marido que permanecía a su lado, acoplado perfectamente a ella, rodeándole la cintura con su brazo. Sentir la respiración acompasada del escritor le hizo tranquilizarse. Se apretó aun más a él provocando que este se despertase.
- ¿Qué hora es? - preguntó somnoliento – Quedémonos un poco más – le pidió sin haberle dado tiempo a contestar.
- Nos queda media hora antes de levantarnos – se giró entre sus brazos para observarlo – Vuelve a dormirte, Rick.
- No creo que pueda teniéndote así – le susurró apartándole algunos rebeldes mechones de pelo de su rostro – Estás temblando ¿Te ocurre algo, cariño? - le preguntó preocupado
- Ha sido solo un mal sueño – le dijo para no preocuparlo. Había intentado que no se diese cuenta del motivo por el que se había despertado, pero su cuerpo le había traicionado.
- ¿Un mal sueño? - inquirió – Ven aquí – la atrajo hacia él y besó su nariz – -Se me ocurre una forma de que olvides ese mal sueño.
- ¿Ah, sí? ¿Cómo? - le preguntó con una pícara sonrisa.
- ¿Qué tal así? - le dio un beso en los ojos, pasando a su nariz para quedarse en su cuello en el que dibujó un camino de húmedos besos.
Beckett echó la cabeza hacia atrás para darle mejor acceso y él siguió jugando con ella para pasar finalmente a sus labios, donde ella lo recibió con apremio.
- Todavía me siguen viniendo algunos recuerdos de ese sueño – le susurró poniendo cara triste.
- Eso no puede suceder. Veamos como lo arreglamos – le dijo en sus labios volviendo de nuevo a su boca.
Beckett se dejó hacer. Generalmente le gustaba llevar el control pero hoy le apetecía que fuese el escritor quien llevase la iniciativa, jugando con ella, volviéndola loca como solo él sabía hacerlo.
Ella, a cambio, se entregó en cuerpo y alma a su marido, llegando ambos a disfrutar de las mil y una maravillas que podían experimentar y sentir en los brazos del otro.
Extasiados, con los cuerpos empapados y una amplia sonrisa, disfrutaban de la satisfacción después de haberse amado con locura.
- ¿Te siente mejor ahora? - le preguntó jugando con el pelo de la detective mientras que el otro brazos permanecía debajo del cuello de Beckett, manteniéndola arropada a su lado.
- Mucho mejor – confesó con una sonrisa.
- Tú lo que querías era comerme a besos y no sabías como decírmelo, pillina – le dijo comenzando a hacerle cosquillas.
- No Rick, cosquillas no, por favor – consiguió decirle sin poder parar de reír.
Después de unos minutos de juegos, Castle volvió a relajarse con Beckett a su lado.
- Te lo tienes muy creído, chico escritor - le dijo usando el modo en que Lanie lo solía llamar para provocarle. Ante su mirada de desconcierto, prosiguió - Te crees un dios del sexo.
- De momento no he escuchado ninguna queja por tu parte en el tiempo que llevamos juntos como para pensar lo contrario - le dijo muy orgulloso de ello.
- Eres un engreído - le contestó intentando contener la risa, dándole un suave empujón con la manos que lo alejó unos centímetros de su lado.
Castle la observó, buscando con la mirada esos ojos que le cautivaban y al final ella no pudo resistirse, dejando escapar una sonrisa. Él la a atraer y ella recostó la cabeza en su pecho.
- Te quiero, Kate – le susurró después de un tiempo de silencio – Te quiero como jamás he querido a otra mujer. Eres lo más importante en mi vida junto a mi madre y mi hija. Quiero que lo tengas muy presente. Ya sé que algunas veces pudo resultar algo insoportable – reconoció – pero si lo hago es porque quiero que todos sepan la maravillosa mujer que tengo a mi lado.
Beckett levantó la cabeza y se acercó a él para fundirse en un tierno beso.
- Yo también te quiero, pese a que algunas veces me irrites y me des dolor de cabeza. Pero si esto tiene que ver con la idea de cambiarme de apellidos, ya sabes la respuesta. No voy a transigir en eso, Rick.
Castle permaneció en silencio. Beckett se recostó y se sumergió entre los brazos de su marido. El escritor besó la cabeza de la inspectora y la estrechó contra él.
Cinco minutos después la alarma del móvil de Kate les avisó que debían levantarse.
- Ahora sí que debemos levantarnos, Rick – le dijo irguiéndose – No te hagas el remolón. Nos esperan en la comisaría – Castle refunfuñó antes de levantarse cogido de la mano de Beckett.
Castle preparaba el café mientras Beckett disfrutaba de la maravillosa vista que el escritor le proporcionaba con su torso al descubierto.
Castle la descubrió observándolo y le dedicó una de sus traviesas sonrisas antes de darle su taza de café.
- ¿Crees que Robert querrá colaborar con nosotros? - le preguntó Beckett.
- No creo que se niegue. No necesitaste mucho tiempo para que hablase. Parece un buen tipo. Nos ayudará.
- Estás muy seguro de ello.
- Parte de mi trabajo consiste en ser capaz de meterme en la mente de otras personas, comprenderlas. Puede que debamos hablar con los compañeros de la víctima. Ellos debían conocerlo y quizás nos puedan ayudar.
- Tienes razón – afirmó Beckett – Le diré a Esposito y Ryan que vuelvan a hablar con Robert. Nosotros nos acercaremos hasta el centro de investigación en el que trabajaba.
Tras hacer las llamadas necesarias, Beckett salió del loft seguida por Castle.
El sol comenzaba a hacer acto de presencia caldeando las calles de Nueva York en un incipiente día de primavera.
Beckett conducía con la mirada fija en la carretera, atenta al tráfico que comenzaba a hacerse patente en la ciudad.
- ¿Vendrá Alexis este fin de semana? - preguntó Beckett.
La pelirroja se había adaptado rápidamente a la vida universitaria. Tenía su propia vida como cualquier joven a ese edad pero siempre tenía muy presente a su familia.
- Este fin de semana se queda en casa de una amiga. Se acercan los exámenes y han quedado para estudiar. Me dijo que cuando este más libre vendrá a vernos. Además, este fin de semana ya tenemos plan, ¿lo recuerdas?
- Como olvidarlo – confesó recordando de nuevo esa conversación en la que le había confesado que su padre le estaba ayudando con lo que estaba preparando - ¿Martha sigue con la obra de teatro?
- Sí. Esta noche estrenan nueva obra. Estarán durante tres meses con ella. Está muy ilusionada.
- Tenemos que ir a verla.
- ¿Qué te parece su vamos esta noche? Le hará mucha ilusión vernos en el estreno.
- Me parece estupendo – dijo Kate sabiendo lo mucho que agradecería la actriz que estuviesen con ella.
El centro Cacytmar se encontraba entre 5 avenue y 42 street. El edificio destacaba por su luminosidad, fruto del reflejo de los rayos del sol sobre los grandes ventanales que recorrían toda la fachada. Un edificio modesto que desprendía frescor y contacto con la naturaleza gracias al cuidado jardín que lo rodeaba.
- No debe estar mal trabajar en un lugar como este – dijo Castle a lo que Beckett asintió, disfrutando del olor que los diversos tipos de flores desprendían a su paso.
Una vez dentro se respiraba austeridad a cada paso que daban. Seguí siendo un edificio muy luminoso con paredes blancas y barandillas metálicas a los lados de las diversas escaleras que llevaban a la segunda planta.
Beckett, seguida por Castle, se acercó a la ventanilla que había en el centro de la primera planta.
- Buscamos al jefe del departamento de zoología – le dijo la inspectora enseñándole la placa a la chica morena de ojos verdes que había tras la ventanilla.
- ¿Ocurre algo? - preguntó alarmada - ¿Es sobre Nick?
- ¿Lo conocía? - preguntó Castle.
- Aquí todo el mundo lo conocía. Era una persona brillante en su campo. En su departamento estaban muy contentos con él, sobre todo el señor Slope, el jefe de Nick.
- ¿Dónde podemos encontrarlo? - preguntó Beckett.
- Planta 35. Despacho número 21.
- Muchas gracias – contestó la inspectora dirigiéndose a la segunda planta.
Beckett golpeó suavemente la puerta con los nudillos y, tras un “adelante”, entró seguida por Castle.
- Señor Slope, soy la inspectora de homicidios Kate Beckett y él es mi compañero Richard Castle. Tenemos algunas preguntas que hacerle.
- Siéntense, por favor – les indicó dos sillas que había delante de su escritorio - Supongo que se trata sobre Nick – dijo mientras jugaba con uno de sus bolígrafos – Un buen tipo – aseguró.
- ¿Cuál era su trabajo exactamente? - preguntó Castle.
- Era uno de los mejores biólogos marinos. Estaba realizando un estudio sobre la abundancia, la estructura social y los parámetros de historia de vida de los delfines en la costa este de Estados Unidos. Era un ambicioso estudios que contaba con el apoyo del centro. Quería comparar los resultados obtenidos de los delfines en libertad con los de los que se encuentran en cautividad.
- Por eso querría que le dejasen entrar en el parque acuático – le susurró Castle a Beckett.
- Señor Slope, ¿sabe si Nick estaba metido en problemas? - preguntó Beckett.
- No lo creo. Nick vivía para su trabajo. Era una persona muy comprometida con la labor científica. No tenía familia. Sus padres lo abandonaron siendo un bebé y fue dado en adopción. A los cuatro años una familia decidió adoptarlo y darle una educación. Hace cinco años el matrimonio murió en un accidente de tráfico. Nick no tenía abuelos ni hermanos; estaba solo. Siempre ha estado volcado en su trabajo, no le he conocido ninguna pareja.
- ¿Notó algún comportamiento extraño en él? - preguntó la inspectora.
- Últimamente pasaba mucho tiempo en aquel acuario. Cuando llegaba por la mañana al despacho parecía encontrarse en otro mundo. Estaba bastante irascible pero pensé que sería por el agotador ritmo de vida que llevaba. Le dije que se tomara una semana de descanso pero me contestó que estaba en medio de algo muy importante y no podía abandonarlo. Pensé que se refería al estudio que estaba realizando, pero después de su muerte he empezado a creer que se trataba de algo más.
- ¿A qué se refiere? - preguntó Beckett.
- No lo sé, pero algo ocurría en ese acuario, estoy seguro.
- Muchas gracias por atendernos, señor Slope. Si recuerda algo más que nos pueda ser de ayuda, no dude en contactar con la comisaría 12th – le indicó Beckett mientras se levantaba de la silla.
- Así lo haré – dijo a modo de despedida.
Castle caminaba junto a Beckett hacia el coche. La inspectora estaba abstraída en sus propios pensamientos cuando sonó su teléfono.
- Beckett, hemos hablado con Robert. Castle tenía razón, nos ha cantado hasta La Traviata. Nos ha contado que Nick se hizo amigo de los que biólogos que cuidaban de los cetáceos. Y, ¿a que no sabes quien era su confidente?
- Esposito, no estoy para juegos. Habla claro – le apremió.
- Según nos ha contado, Nick pasaba mucho tiempo con Mathew Bows.
- Nos mintió. Sabía que escondía algo – dijo Castle llegando a oídos de los inspectores que los escuchaban por el manos libres.
- No te preocupes tío, lo tenemos en la sala de interrogatorios.
- Mantenerlo allí chicos, vamos de camino.
Mathew se mostró irascible durante todo el interrogatorio. No estaba dispuesto a colaborar pero tras ser amenazado por Beckett con pasarse una temporada entre rejas por obstrucción a la justicia, Mathew acabó hablando.
Nick empezaba a sufrir por el frenético ritmo de vida que llevaba. Sufría depresión, se sentía sólo y Mathew se convirtió en su confidente. Se hicieron grandes amigos y poco a poco Nick parecía ser esa persona que empezó a visitar el acuario.
Pasaron la tarde investigando los últimos pasos de Nick hasta que la luna se hizo la protagonista de Nueva York.
Castle y Beckett se despidieron de los inspectores y pusieron rumbo al loft de Castle donde se vistieron para asistir al estreno de la obra de teatro de Martha.
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ANOTACIONES:
El centro Cacytmar (Centro Andaluz de Ciencias y Tegnologías Marinas) existe realmente. Se encuentra en el Campus Universitario de Cádiz junto a las universidades de ciencias. En un centro donde se han llevado a cabo importantes estudios (no sé si alguno habrá escuchado hablar del viaje que se realizó hace dos años con un buque oceanográfico llamado Malaspina que llegaba hasta la Antártida para recoger muestras. Muchos de los científicos de abordo pertenecen a este centro) y tiene gran prestigio.
http://www.uca.es/cacytmar/portal.do
Última edición por Beckett_Castle_Alba el Mar Mar 26, 2013 3:45 am, editado 1 vez
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Qué bueno Alba, se nota que te apasiona el tema. La relación de ellos está perfectamente definida y el caso es muy interesante. !Ánimo, cuando vayas pudiendo!
Zeny_Mackenzie- Moderador
- Mensajes : 1226
Fecha de inscripción : 07/06/2011
Edad : 41
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Pues si, soy una enamorada del tema desde pequeñitaZeny_Mackenzie escribió:Qué bueno Alba, se nota que te apasiona el tema. La relación de ellos está perfectamente definida y el caso es muy interesante. !Ánimo, cuando vayas pudiendo!
Muchas gracias Zeny
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Un gran capítulo, me ha gustado mucho.
Espero que puedas continuar pronto.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
me encanta, continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
¡Ay, que buena la terapia antipesadilla de Castle!, así da gusto soñar, aunque sean cosas feas, si luego te van a quitar las penas de ese modo.
El caso se pone interesante. Esperaremos lo que haga falta para el siguiente.
El caso se pone interesante. Esperaremos lo que haga falta para el siguiente.
Cata Castillo- Escritor - Policia
- Mensajes : 1729
Fecha de inscripción : 25/09/2010
Localización : Al sur del sur
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
muy interesante el capi me ha gustado mucho sobretodo la escena Caskett jeje
en fin estaré esparando la contii asi que no tardes muchoo ¿si? plissssss que ya quiero leerla
en fin estaré esparando la contii asi que no tardes muchoo ¿si? plissssss que ya quiero leerla
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Yaye escribió:Un gran capítulo, me ha gustado mucho.
Espero que puedas continuar pronto.
Muchas gracias Yaye.
Yo también lo espero, pero el otro fic me quita mucho tiempo y estoy centrada en él...
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Muchas gracias_Casckett_ escribió:me encanta, continua pronto
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Cata Castillo escribió:¡Ay, que buena la terapia antipesadilla de Castle!, así da gusto soñar, aunque sean cosas feas, si luego te van a quitar las penas de ese modo.
El caso se pone interesante. Esperaremos lo que haga falta para el siguiente.
Tienes razón, así da gusto soñar aunque sean pesadillas
Muchas gracias Cata.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Muchas gracias. En esta historia pretendo incluir bastante escenas de la parejaKateC_17 escribió:muy interesante el capi me ha gustado mucho sobretodo la escena Caskett jeje
en fin estaré esparando la contii asi que no tardes muchoo ¿si? plissssss que ya quiero leerla
Intentaré no tardar mucho con el siguiente pero no prometo nada.
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Este capítulo no estaría escrito, o al menos no de este modo, si no fuese el regalo de cumpleaños de Derika (Derika_caskett) y Estrella (meln).
¡Felicidades chicas!
Espero que os guste.
CAPÍTULO 4: DÉJATE LLEVAR
Las manecillas del reloj parecían estar faltas de energía para girar. A ojos de aquel hombre de mirada azul penetrante el tiempo se estaba burlando de él, haciendo interminablemente largo aquel día.
Los brazos de Richard Castle atrajeron con ímpetu a una mujer de larga melena ondulada, ojos del color de la miel y sugerente sonrisa.
- Sólo quedan unos minutos para que sea oficialmente sábado – le susurró sensualmente al oído - ¿No crees que merezco saber qué es lo que tienes preparado?
- Todo a su debido tiempo, cariño – la besó con dulzura - Tú sólo déjate llevar.
- No sé como tomarme eso viniendo de ti – le dijo con una pícara sonrisa, tratando de provocarlo.
- ¿Está tratando de jugar conmigo, inspectora? No quiera seguir por ahí, acabará perdiendo – le sugirió con un tono juguetón - ¿Quieres que te recuerde cómo acabamos hace una semana cuando empezaste con este mismo juego? - le tentó.
- No estaría mal – le dijo mientras se mordía el labio inferior, provocándole – Sería un buen modo de comenzar el sábado.
- Así que esas tenemos...
Castle atrapó los labios de su mujer con los suyos, besándola con ansias, desesperación, como si fuese la primera vez que la besaba. Tras separarse cuando respirar les resultaba imposible, la tomó entre sus brazos y la llevó a la habitación, donde disfrutaron de una apasionada noche. Con el ambiente caldeado y sus cuerpos empapados, se fueron entregando a un dulce y reparador sueño, arropados por los brazos del otro.
Los días anteriores habían sido caóticos. Los psicópatas y asesinos parecían haberse apoderado de la vorágine en la que estaba sumido Estados Unidos tras las explosiones en Boston, para acometer toda clase de asesinatos.
La comisaría 12th era un continuo entrar y salir de sospechosos así como de víctimas que llegaban para aumentar el listado de trabajo pendiente de Lanie.
Con todo ello, Kate y su equipo habían tenido que dejar en un segundo lugar el caso del que se habían estado ocupando para tratar de encontrar a los responsables del caos que se estaba sembrando en Nueva York.
Toda la comisaría había trabajado a destajo. Apenas habían dormido en cuarenta y ocho horas y el cansancio se iba haciendo patente. Gates, que no era ajena a todo ello, no tuvo ninguna duda en mantener lo que prometió, llegando a darles libre el sábado completo, asegurándoles que con el personal que había en la comisaría lo tendrían todo bajo control.
Castle, con el brazo izquierdo flexionado y la cabeza apoyada en la mano, miraba embelesado a Beckett murmurar algo inaudible a sus oídos. Los diversos tonos violetas se iban quedado atrás para dar paso a una gama de colores ocres, fruto del inminente amanecer, creando una combinación de colores cálidos.
Castle rozó levemente la mejilla de Beckett al apartarle un mechón de pelo, provocando que esta se removiera entre las sábanas.
- Buenos días, Rick.
- Buenos días, mi amor – le respondió en sus labios – Te ves preciosa esta mañana.
- Mmm, sabes como hacer que empiece de maravilla el día – le dijo con una sonrisa - ¿Qué tienes pensado para hoy? - le preguntó con curiosidad.
- Ya lo irás comprobando. Ahora disfruta un poco más en la cama, yo vengo en unos minutos.
- ¿A dónde vas?
- Hoy solo te pido una cosa: no hagas preguntas. Te conozco lo suficientemente bien como para saber lo que te gusta y lo que no. Sólo tienes que saber que será un día que no olvidarás nunca.
En el tiempo que llevaba a su lado había aprendido a dejarse llevar, a disfrutar de él, sabiendo que no había un lugar en el que quisiese estar que no fuese a su lado, así que asintió y se acomodó entre las blancas sábanas de seda.
Diez minutos después, Castle entró en la habitación con una bandeja que dejó en el regazo de Beckett. Esta pasó la vista por todo lo que allí había: una taza de un humeante café con una fina capa de espuma y un dulce olor a vainilla, tostadas, zumo de naranja y tortitas.
Esparcidos por la bandeja había pétalos de rosas rojas y blancas y lo había completado con una rosa roja a la que iba sujeta una rosa. Le quitó la goma que la sujetaba y la leyó.
Beckett se lanzó a sus brazos, besándolo con ímpetu.
- Ese don tuyo con la pluma me vuelve loca – le confesó – Te quiero, Rick.
- Y yo a ti, Kate. Y ahora, desayuna, que te tengo preparada una sorpresa para después. Tienes exactamente... - consultó el reloj del despertador de su mesilla de noche – quince minutos.
- No me dará tiempo acabármelo todo ¿Por qué no me ayudas? - le pidió.
Castle asintió y se sentó a su lado, compartiendo el desayuno con su mujer, entre risas y miradas cómplices.
Tras acabar, Castle retiró la bandeja y desde la cocina le habló a Beckett.
- Ponte ropa cómoda.
Beckett, intrigada, asintió y abrió el armario. Decidió ponerse una camiseta negra de manga transparente al codo con el dibujo de un tigre que se colocó dejando al descubierto uno de sus hombros. Lo completó con un pantalón vaquero y unas sandalias de color dorado, a juego con las tachuelas que tenía la camiseta en los bordes de las mangas.
Cuando salió de la habitación sorprendió a Castle fregando las cosas del desayuno. Este, que la había escuchado acercarse, se giró y la observó detenidamente.
- Perfecta – le dijo provocando que se ruborizase.
Aun llevando un año casados aun no se había acostumbrado a ese lado adulador de su marido. Se acercó a él para besarlo como modo de darle las gracias ante sus palabras.
- Espérame. Ahora me toca cambiarme a mí.
Beckett, con una sonrisa, lo vio alejarse hacia la habitación. Minutos después, aparecía con un pantalón vaquero y una camiseta de color malva.
- Te sienta muy bien ese color – le dijo acercándose a él.
Castle la rodeó por la cintura y con sus brazos la besó. Tomándola de la mano, caminó con ella hacia la salida del loft.
Una suave y fresca brisa recorría las calles de la ciudad, disminuyendo considerablemente el calor que comenzaba a hacer aquel día de primavera. La cálida temperatura hacía apetecible a los niños jugar en los parques acompañados de sus madres que no los perdían de vistas.
Castle le abrió la puerta la puerta del coche a Beckett y tras entrar, él rodeó el coche y se sentó al volante.
- ¿Confías en mí? - le preguntó.
Beckett se giró y tras contemplar la profundidad de su mirada, asintió.
- No hay nadie en quien confíe más que en ti.
Castle le dedicó una cálida sonrisa y del bolsillo de su pantalón sacó un pañuelo de seda.
- Póntelo – se lo tendió y ella, tras comprobar que no era una broma, lo cogió.
- Espero que merezca la pena. No querrás enfadar a una inspectora – le dijo mientras se colocaba la venda en los ojos.
- No cometería semejante osadía – le susurró al oído mientras comprobaba que ella no veía nada.
Estar con los ojos vendados a merced de Castle que no dejaba de susurrarle al oído hacía que sintiera un calor asfixiante. La situación le resultaba embriagadora y hacía que todos sus sentidos se despertasen.
- No tardaremos mucho, cariño – le volvió a susurrar provocando que se removiera en el asiento de copiloto ante el tono sugerente de su voz.
Castle colocó la llave en el contacto y, con sutileza, arrancó, dejando atrás la ciudad. Beckett, a tientas, localizó el botón de la ventanilla y lo pulsó, haciendo que esta bajara.
Necesitaba disminuir su temperatura corporal.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó Castle.
Beckett sabía que bajo aquella inofensiva pregunta en la que utilizaba un tono de voz neutral, intentaba disimular la risa que toda aquella situación le provocaba.
- Muy bien - "No pienso aumentar tu ego, Richard" dijo para sí misma.
Tras calmarse, Beckett disfrutó del trayecto en coche, manteniendo alerta sus sentidos. Así pudo notar como salían de la ciudad, ya que el ruido del tráfico se hacía casi imperceptible y el olor le hacía imaginarse lejos de la gran urbe neoyorquina.
- Ya casi hemos llegado – le informó Castle, haciendo que volviera a ponerse nerviosa.
Parecía que habían pasados horas para Beckett cuando Castle aparcó. La inspectora se dispuso entonces a quitarse el pañuelo, pero él se lo impidió colocando sus manos sobre las de ella.
- Aun no, Kate. Yo te guiaré – le volvió a susurrar al oído.
- Si no quieres que saque mi arma, no vuelvas a hacer eso.
- ¿Desde cuando la llevas para pasar el día conmigo?
- Nunca se sabe cuando puede hacer falta – le dijo intentando contener la risa.
- ¿Estás diciendo que la usarías contra mí? - le preguntó con la voz de un niño pequeño preocupado.
- No quieras saberlo – Beckett giró la cabeza para evitar que Castle la descubriera sonriendo.
Castle bajó del coche y lo rodeó para abrirle la puerta a Beckett. Esta salió de él y tomó la mano que el escritor le tendía.
Cogidos de la mano caminaron durante unos segundos.
- Voy a quitarte el pañuelo – le dijo mientras rosaba su cuello para apartarle el pelo y darle un cálido beso, lo que provocó que Beckett se estremeciera.
Con delicadeza, fue desatando el nudo del pañuelo hasta dejarlo caer.
Cuando Beckett acomodó sus ojos a la luminosidad que el sol aportaba, se quedó absorta.
- Rick, esto es...
- Precioso, lo sé – completó él – El olor que desprendías cada mañana cuando iba a llevarte un café me hacía transportarme a este lugar, a este olor, a esta belleza.
- Es maravilloso.
Castle la rodeó con sus brazos y ella se dejó abrazar, recostando su espalda sobre el pecho de él.
- Ven, quiero enseñarte algo – le dijo tomándola de la mano.
Caminaron disfrutando del olor a naturaleza, a aire puro, a hierba recién mojada, a flores, mientras Richard le contaba a Beckett la historia del lugar.
- El Jardín Botánico de Brooklyn fue fundado en 1910 por Charles Stuart, en los treinta y nueve acres que el Estado de Nueva York cedió en 1987 para ello. Un año después, en 1911, se seleccionó la flora local que ahora conforma el "Jardín de flora nativa". A partir de ahí, en los años posteriores, se fueron construyendo y plantando lo que vemos actualmente, como el "Jardín de Shakespeare", completándose con zonas acuáticas, tropicales, desérticas,… Además, se construyó una librería, una terraza e incluso una tienda de souvenir. Ahora, el Jardín Botánico de Brooklyn es todo un reclamo turístico, sobre todo en primavera. En unos minutos entenderás el motivo.
Beckett había permanecido atenta a la explicación de Castle, asombrada de que conociera tanto de aquel lugar.
- Veo que lo conoces muy bien.
- Cuando Alexis era pequeña le gustaba venir a ver la zona dedicada a Japón. La buena reconstrucción que hicieron haces que creas que estás en oriente. Deberías verlo nevado, es un espectáculo. He de reconocer que es una de mis zonas favoritas del jardín botánico.
- ¿Una de las favoritas? ¿Es que tienes más?
- Cuando has visto el jardín botánico completo no puedes quedarte solo con una. Hoy entenderás lo que digo.
Tras unos minutos más caminando, Castle se detuvo.
- Esto es lo que quería mostrarte – le dijo mientras observaba como Beckett paseaba la vista por su alrededor – Es la explanada de las cerezas. Cuando llega el mes de abril se llena de turistas deseosos de ver este espectáculo.
Ante ellos, más de doscientos cerezos en flor le daban un color rozado al jardín. Con la brisa, las flores iban cayendo creando una alfombra natural. A lo largo de los bordes este y oeste Beckett observó dos alamedas de lo que le parecieron robles. Castle siguió con la mirada lo que la inspectora observaba.
- Son robles escarlatas. Están plantados en recuerdo a las víctimas del atentado del 11 de septiembre – tras un breve silencio, continuó hablando – Esta es la única parte del jardín donde los visitantes se pueden sentar en la hierba e incluso, en las noches de verano, se hacen picnics.
- Tenemos que venir el próximo año para hacerlo – le pidió Beckett y Castle asintió.
Caminaron disfrutando del mágico ambiente que creaban los cerezos, pasando posteriormente al jardín de las rosas, el jardín de Shakespeare y el Jardín Japonés. Durante toda la visita no dejaron de hacer fotos, tantos a las distintas zonas del jardín como a ellos mismos, pidiéndoles a otros turistas que los inmortalizaran.
El tiempo se les pasó sin darse cuenta, así que decidieron acortar la visita para ir a almorzar.
Castle, que conocía la zona, llevó a Beckett a un coqueto restaurante de comida italiana cuyo dueño era amigo suyo.
Entre risas y buena música disfrutaron de una agradable comida.
- ¿Qué propones hacer ahora? - le preguntó Beckett cuando salieron del restaurante después de que Castle le hubiese dado las gracias a Mark, el dueño de dicho restaurante, por haberle buscado una mesa en un día en el que estaban completos.
- Tengo todo pensado pero tendrás que esperar para verlo.
Se dirigieron al coche y tras quince minutos, llegaron a Alpine Cinemas.
- ¿El cine? - preguntó Beckett sorprendida.
- Después de una mañana andando, creo que una tarde de cine sería lo mejor. Te dejo elegir película – le dijo mientras caminaban hacia el cine.
Beckett paseó la vista por las diversas películas que había en cartelera hasta que encontró la que buscaba.
- ¿La noche más oscura? ¿Estás segura?
- ¿Acaso tienes miedo, Rick? - le preguntó divertida.
- Eh.. no, claro que no – le dijo haciéndose el valiente pese a que no era el estilo de películas que más le agradase ir a ver al cine.
Durante todo la película Castle intentó mantener la compostura aunque hubo momentos en que acabó agarrándose tan fuerte del brazo de Beckett que esta creyó que se lo acabaría rompiendo.
Tras terminar la película, decidieron ir a tomar café a una cafetería cercana.
- Debemos volver al loft – dijo Castle tras pagar.
- Creía que pasaríamos el día fuera de casa.
- Y así lo haremos, pero antes tenemos que acercarnos. Y nada de preguntas – le advirtió sabiendo que Beckett insistiría.
- Vamos... ya me has tenido suficiente tiempo intrigada. Quiero saber que plan tienes para los chicos y para mí – trató de persuadirlo.
- Nada de eso.
- Pues entonces no te diré lo que tenía planeado para el final del día.
- Eres muy mala – le dijo provocando la risa de Beckett.
Castle condujo hasta el loft, aparcando cerca para no perder tiempo.
- ¿Cómo llegarán los chicos? - le preguntó mientras subían al loft en un intento por sacarle alguna información.
- Por ellos no te preocupes. Le he dado a Esposito la dirección del lugar. No tiene perdida; llegarán sin ningún problema.
Beckett desistió en su intento de descubrir el plan de Castle ya que sabía que no lo lograría, por lo que decidió dejarse sorprender.
Castle la tomó de la mano entrando con ella en el loft.
- Espérame aquí hasta que yo te diga – le dijo dejándola en el salón mientras él se dirigía a la habitación.
- ¿Puedo ir ya? - le preguntó tras varios minutos de espera.
- Un segundo... - le dijo desde la habitación – Acércate – le pidió.
Beckett se dirigió a la habitación y vio a Castle frente a la cama, donde había una caja estrecha con un lazo rojo.
- Ábrelo – le pidió.
Beckett se aceró a él y tras este asentirle para que lo hiciera, Beckett tiró del lazo, dejándolo sobre la cama. Ansiosa, la abrió y descubrió un vestido de color verde agua. Lo cogió y lo desdobló, notando la suave seda bajo sus dedos. El vestido, con una sola manga que caía llegando hasta la altura del codo, tenían un cinturón negro con hebilla dorada bajo el pecho para estilizar la figura.
- Esto es demasiado Castle – le dijo admirando el vestido.
- No es nada comparado con lo que tú me das día a día – le dijo al oído rodeándola por la espalda – Quiero que lo estrenes esta noche con eso de ahí – le señaló otra caja que había junto a la que había abierto junto a la que había una cartera de mano con finos hilos dorados.
Beckett abrió la segunda caja y encontró unas sandalias de tacón negras a juego con el bolso. Incapaz de articular palabra, se quedó observándolo todo.
- Yo voy a vestirme también. He dejado la ropa en la habitación de Alexis, así te puedes vestir sin que nos entretengamos – le dijo antes de besarla – Date prisa, he quedado con los chicos a las ocho y queda una hora.
Beckett era incapaz de volver en sí ante aquello. Seguía en una nube de la que parecía no bajar en todo el día. Un golpe proveniente de la habitación donde estaba Castle la hizo volver en si.
- ¿Estás bien, Rick?
- Sí, perfectamente. Sólo se me han caído los zapatos al sacarlo de la caja – le informó.
Beckett comenzó a reír mientras tomaba el vestido y comenzaba a vestirse. Tras colocarselo decidió recogerse un poco el pelo, solo lo justo. Se rizó el pelo con un poco de espuma y se recogió hacia atrás algunos mechones que caían sobre su rostro para poder colocarse los pendientes que finalmente Castle le regalo en su primer San Valentín como pareja. Usó un maquillaje de colores naturales y se puso los zapatos. Una vez vestida se miró al espejo para comprobar el resultado.
"Que bien me conoces, Rick" dijo para sí misma al ver como todo le quedaba perfecto.
Se acercó hasta la habitación de Alexis donde observó desde el umbral como Castle se peleaba con la chaqueta al no encontrar la manga.
- Déjame a mí – le dijo acercándose a él.
- Eres una diosa griega con ese vestido – le dijo cuando la tuvo cerca.
- Adulador – le dijo sonriendo mientras le colocaba la chaqueta.
Castle llevaba un traje de chaqueta negro y una camisa en el mismo tono que el vestido de Beckett.
- Los chicos se van a reír cuando nos vean aparecer a los dos vestidos con el mismo color – le dijo Beckett.
Castle se imaginó lo que dirían al verlos y comenzó a reír, contagiándola a ella.
- Coge la cartera. No quiero hacerlos esperar – le dijo Castle.
Como había hecho por la mañana, Castle le pidió a Beckett que se colocase el pañuelo de seda en los ojos para evitar que viese hacia donde se dirigían.
- ¿Es necesario que sigamos con esto?
- Sí, es necesario, así que colócatelo.
Beckett hizo lo que le pedía, realizando la misma operación que cuando fueron al jardín botánico: permanecer atenta a cualquier ruido u olor que le pudiese indicar donde la llevaba. Pero esta vez no tuvo tanta suerte y no supo averiguar nada.
- Los chicos no están esperando. Voy a quitarte el pañuelo.
Esta vez a Beckett le resultó más fácil acostumbrar sus ojos ya que el sol se estaba escondiendo y el cielo comenzaba a oscurecerse.
- ¿La cabaña de mi padre? - le preguntó contrariada.
- Así es. Hoy es un día especial, hoy hace cinco años de nuestro primer beso y quería que lo celebráramos con nuestros amigos en una noche diferente y especial como lo es la fecha. Por eso le pedí a tu padre que nos dejase la casa, como aquella noche, ¿recuerdas?
- Cómo olvidarlo... - dijo Beckett dejando volar la imaginación hasta ese día.
Era un día de comienzos de verano. Pese a ello, los días aun seguían siendo frescos; estaba siendo un año de bajas temperaturas.
- Castle, ¿qué te ocurre? Es solo una cena con mi padre en la cabaña que tiene en el bosque – le dijo mientras observaba a Castle conducir visiblemente nervioso.
- Lo sé, no te preocupes, no me pasa nada – le mintió intentando disimular esos nervios ante lo que iba a suceder aquella noche.
- Hace mucho tiempo que no lo veo. Ahora paso más tiempo en tu casa que en otro lugar, así que supongo que solo quiere vernos – le dijo para tranquilizarlo.
Castle asintió y tras girar la cabeza para observala y dedicarle una sonrisa, volvió a centrar su atención en la carretera durante el resto del trayecto.
Tras llegar al lugar indicado por Beckett, Castle aparcó y la invitó a salir del coche. Con ella de la mano, caminaron por una escalera de madera hasta la entrada de la casa.
- Este lugar es precioso, nunca dejó de asombrarme – dijo Beckett respirando el aire puro del bosque - ¡Papá! - lo llamó una vez estuvo dentro de la casa - ¡Papá! - volvió a insistir al no obtener respuesta – Que raro – dijo extrañada de que su padre no contestase.
- No es raro – dijo Castle, provocando que ella se girará para observarlo – Hace una semana fui a verlo y le pregunté si podía dejarme la casa un día para ti y para mi.
- ¿Que has hecho qué?
- Llevamos semanas casi sin vernos. Aunque prácticamente vives en mi loft, yo siempre estoy de promociones y tú cada vez tienes más trabajo. Me apetecía disfrutar de un noche para los dos solos.
Beckett se acercó a él y lo besó con ternura hasta que el beso fue tomando otro rumbo.
- Espera, o no llegaremos a cenar – le pidió Castle
- ¿Y a quién le importa la cena?
- A mi – le dijo, desconcertándola – Vamos, he pedido la cena en uno de los mejores restaurante de la ciudad.
Cuando se dirigieron al salón, un maître los hizo pasar retirándole a Beckett la silla para que se sentase.
- ¿Desde cuando mi padre tiene un restaurante en esta casa?
- Desde hoy – le dijo con una sonrisa.
Castle había trasladado el personal del restaurante a la casa tras pagar una cuantiosa cantidad de dinero. De ese modo estuvieron perfectamente atendidos durante todo la noche, disfrutando de los deliciosos manjares que el restaurante preparaba. Tras el postre, Castle tomó a Beckett de la mano por encima de la mesa.
- ¿Te apetece salir a dar un paseo? - le preguntó.
Beckett asintió
- Vamos – le dijo ella.
Salieron de la cabaña de madera por la puerta trasera de la casa, el lugar donde las vistas eran mejores.
El bosque les ofrecía cobijo en una noche de luna llena donde las estrellas eran las firmes protagonistas.
Castle tomó a Beckett de la mano y caminó con ella hasta el borde del pequeño riachuelo que discurría por el lado oeste de la casa. Con ese idílico paisaje, Castle la hizo girar quedando frente a ella.
- Kate, si te he tenido engañada y le he pedido a tu padre que nos dejase la casa no era solo para que disfrutásemos de la noche. Kate, cuando te conocí tuve la sensación de haber descubierto a la persona indicada. Si estuve junto a ti cuatro años pese a tu insistencia por no ver lo evidente fue porque me enamoré de ti. No sabría decirte en que momento ocurrió eso, porque desde el primer instante me tuviste hechizado. Sé que a veces puedo ser irritante, que puedo ponerte de los nervios, pero también sé que no hay otra persona que te haga reír como yo, que te anime y esté a tu lado como yo, que te quiera como yo. Kate, quiero que siempre seas la primera persona en quien piense antes de irme a dormir. Quiero poder hacerte feliz el resto de mi vida, y quiero que me dejes la oportunidad de hacerlo. Te garantizo que habrá épocas difíciles y te garantizo que en algún momento uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo. Pero también te garantizo que si no te pido que seas mía, me arrepentiré durante el resto de mi vida. Porque sé en lo más profundo de mi ser, que estás hecha para mí.
Castle sacó una caja y la abrió, dejando a la vista de Beckett un sencillo anillo de oro blanco con una montura entrelazada y un pequeño diamante en el centro.
Con lágrimas en los ojos, Beckett asintió y Castle le colocó el anillo. El escritor la tomó entre sus brazos y mientras caminaba con ella hacia la casa se fundieron en un apasionado besó.
- Tenías todo muy bien preparado, tanto como esta noche – le dijo Beckett tras recordar aquella la pedida de matrimonio de hacía algo más de un año.
- Todo menos el hecho de que comenzase a llover. Por suerte, nosotros ya estábamos en la habitación cuando eso ocurrió – dijo haciéndola reír – Vamos, los chicos se deben estar impacientando.
- Espera – le dijo agarrándolo de la mano para evitar que bajase del coche para besarlo con ímpetu – Gracias por este día. Gracias por todos los días que estás a mi lado.
- Siempre.
____________________________________
Todo lo que describo del Jardón Botánico de Brooklyn es real: http://www.bbg.org/
La declaración de Castle es una mezcla mia y de la declaración de Richard Gere a Julia Roberts en la película "Novia a la fuga".
¡Felicidades chicas!
Espero que os guste.
CAPÍTULO 4: DÉJATE LLEVAR
Las manecillas del reloj parecían estar faltas de energía para girar. A ojos de aquel hombre de mirada azul penetrante el tiempo se estaba burlando de él, haciendo interminablemente largo aquel día.
Los brazos de Richard Castle atrajeron con ímpetu a una mujer de larga melena ondulada, ojos del color de la miel y sugerente sonrisa.
- Sólo quedan unos minutos para que sea oficialmente sábado – le susurró sensualmente al oído - ¿No crees que merezco saber qué es lo que tienes preparado?
- Todo a su debido tiempo, cariño – la besó con dulzura - Tú sólo déjate llevar.
- No sé como tomarme eso viniendo de ti – le dijo con una pícara sonrisa, tratando de provocarlo.
- ¿Está tratando de jugar conmigo, inspectora? No quiera seguir por ahí, acabará perdiendo – le sugirió con un tono juguetón - ¿Quieres que te recuerde cómo acabamos hace una semana cuando empezaste con este mismo juego? - le tentó.
- No estaría mal – le dijo mientras se mordía el labio inferior, provocándole – Sería un buen modo de comenzar el sábado.
- Así que esas tenemos...
Castle atrapó los labios de su mujer con los suyos, besándola con ansias, desesperación, como si fuese la primera vez que la besaba. Tras separarse cuando respirar les resultaba imposible, la tomó entre sus brazos y la llevó a la habitación, donde disfrutaron de una apasionada noche. Con el ambiente caldeado y sus cuerpos empapados, se fueron entregando a un dulce y reparador sueño, arropados por los brazos del otro.
Los días anteriores habían sido caóticos. Los psicópatas y asesinos parecían haberse apoderado de la vorágine en la que estaba sumido Estados Unidos tras las explosiones en Boston, para acometer toda clase de asesinatos.
La comisaría 12th era un continuo entrar y salir de sospechosos así como de víctimas que llegaban para aumentar el listado de trabajo pendiente de Lanie.
Con todo ello, Kate y su equipo habían tenido que dejar en un segundo lugar el caso del que se habían estado ocupando para tratar de encontrar a los responsables del caos que se estaba sembrando en Nueva York.
Toda la comisaría había trabajado a destajo. Apenas habían dormido en cuarenta y ocho horas y el cansancio se iba haciendo patente. Gates, que no era ajena a todo ello, no tuvo ninguna duda en mantener lo que prometió, llegando a darles libre el sábado completo, asegurándoles que con el personal que había en la comisaría lo tendrían todo bajo control.
Castle, con el brazo izquierdo flexionado y la cabeza apoyada en la mano, miraba embelesado a Beckett murmurar algo inaudible a sus oídos. Los diversos tonos violetas se iban quedado atrás para dar paso a una gama de colores ocres, fruto del inminente amanecer, creando una combinación de colores cálidos.
Castle rozó levemente la mejilla de Beckett al apartarle un mechón de pelo, provocando que esta se removiera entre las sábanas.
- Buenos días, Rick.
- Buenos días, mi amor – le respondió en sus labios – Te ves preciosa esta mañana.
- Mmm, sabes como hacer que empiece de maravilla el día – le dijo con una sonrisa - ¿Qué tienes pensado para hoy? - le preguntó con curiosidad.
- Ya lo irás comprobando. Ahora disfruta un poco más en la cama, yo vengo en unos minutos.
- ¿A dónde vas?
- Hoy solo te pido una cosa: no hagas preguntas. Te conozco lo suficientemente bien como para saber lo que te gusta y lo que no. Sólo tienes que saber que será un día que no olvidarás nunca.
En el tiempo que llevaba a su lado había aprendido a dejarse llevar, a disfrutar de él, sabiendo que no había un lugar en el que quisiese estar que no fuese a su lado, así que asintió y se acomodó entre las blancas sábanas de seda.
Diez minutos después, Castle entró en la habitación con una bandeja que dejó en el regazo de Beckett. Esta pasó la vista por todo lo que allí había: una taza de un humeante café con una fina capa de espuma y un dulce olor a vainilla, tostadas, zumo de naranja y tortitas.
Esparcidos por la bandeja había pétalos de rosas rojas y blancas y lo había completado con una rosa roja a la que iba sujeta una rosa. Le quitó la goma que la sujetaba y la leyó.
"Pequeños gestos son los que hacen especial un día.
Espero que cada detalle de hoy te haga recordarlo siempre.
Te quiero, Kate.
Tu marido,
Richard"
Espero que cada detalle de hoy te haga recordarlo siempre.
Te quiero, Kate.
Tu marido,
Richard"
Beckett se lanzó a sus brazos, besándolo con ímpetu.
- Ese don tuyo con la pluma me vuelve loca – le confesó – Te quiero, Rick.
- Y yo a ti, Kate. Y ahora, desayuna, que te tengo preparada una sorpresa para después. Tienes exactamente... - consultó el reloj del despertador de su mesilla de noche – quince minutos.
- No me dará tiempo acabármelo todo ¿Por qué no me ayudas? - le pidió.
Castle asintió y se sentó a su lado, compartiendo el desayuno con su mujer, entre risas y miradas cómplices.
Tras acabar, Castle retiró la bandeja y desde la cocina le habló a Beckett.
- Ponte ropa cómoda.
Beckett, intrigada, asintió y abrió el armario. Decidió ponerse una camiseta negra de manga transparente al codo con el dibujo de un tigre que se colocó dejando al descubierto uno de sus hombros. Lo completó con un pantalón vaquero y unas sandalias de color dorado, a juego con las tachuelas que tenía la camiseta en los bordes de las mangas.
Cuando salió de la habitación sorprendió a Castle fregando las cosas del desayuno. Este, que la había escuchado acercarse, se giró y la observó detenidamente.
- Perfecta – le dijo provocando que se ruborizase.
Aun llevando un año casados aun no se había acostumbrado a ese lado adulador de su marido. Se acercó a él para besarlo como modo de darle las gracias ante sus palabras.
- Espérame. Ahora me toca cambiarme a mí.
Beckett, con una sonrisa, lo vio alejarse hacia la habitación. Minutos después, aparecía con un pantalón vaquero y una camiseta de color malva.
- Te sienta muy bien ese color – le dijo acercándose a él.
Castle la rodeó por la cintura y con sus brazos la besó. Tomándola de la mano, caminó con ella hacia la salida del loft.
Una suave y fresca brisa recorría las calles de la ciudad, disminuyendo considerablemente el calor que comenzaba a hacer aquel día de primavera. La cálida temperatura hacía apetecible a los niños jugar en los parques acompañados de sus madres que no los perdían de vistas.
Castle le abrió la puerta la puerta del coche a Beckett y tras entrar, él rodeó el coche y se sentó al volante.
- ¿Confías en mí? - le preguntó.
Beckett se giró y tras contemplar la profundidad de su mirada, asintió.
- No hay nadie en quien confíe más que en ti.
Castle le dedicó una cálida sonrisa y del bolsillo de su pantalón sacó un pañuelo de seda.
- Póntelo – se lo tendió y ella, tras comprobar que no era una broma, lo cogió.
- Espero que merezca la pena. No querrás enfadar a una inspectora – le dijo mientras se colocaba la venda en los ojos.
- No cometería semejante osadía – le susurró al oído mientras comprobaba que ella no veía nada.
Estar con los ojos vendados a merced de Castle que no dejaba de susurrarle al oído hacía que sintiera un calor asfixiante. La situación le resultaba embriagadora y hacía que todos sus sentidos se despertasen.
- No tardaremos mucho, cariño – le volvió a susurrar provocando que se removiera en el asiento de copiloto ante el tono sugerente de su voz.
Castle colocó la llave en el contacto y, con sutileza, arrancó, dejando atrás la ciudad. Beckett, a tientas, localizó el botón de la ventanilla y lo pulsó, haciendo que esta bajara.
Necesitaba disminuir su temperatura corporal.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó Castle.
Beckett sabía que bajo aquella inofensiva pregunta en la que utilizaba un tono de voz neutral, intentaba disimular la risa que toda aquella situación le provocaba.
- Muy bien - "No pienso aumentar tu ego, Richard" dijo para sí misma.
Tras calmarse, Beckett disfrutó del trayecto en coche, manteniendo alerta sus sentidos. Así pudo notar como salían de la ciudad, ya que el ruido del tráfico se hacía casi imperceptible y el olor le hacía imaginarse lejos de la gran urbe neoyorquina.
- Ya casi hemos llegado – le informó Castle, haciendo que volviera a ponerse nerviosa.
Parecía que habían pasados horas para Beckett cuando Castle aparcó. La inspectora se dispuso entonces a quitarse el pañuelo, pero él se lo impidió colocando sus manos sobre las de ella.
- Aun no, Kate. Yo te guiaré – le volvió a susurrar al oído.
- Si no quieres que saque mi arma, no vuelvas a hacer eso.
- ¿Desde cuando la llevas para pasar el día conmigo?
- Nunca se sabe cuando puede hacer falta – le dijo intentando contener la risa.
- ¿Estás diciendo que la usarías contra mí? - le preguntó con la voz de un niño pequeño preocupado.
- No quieras saberlo – Beckett giró la cabeza para evitar que Castle la descubriera sonriendo.
Castle bajó del coche y lo rodeó para abrirle la puerta a Beckett. Esta salió de él y tomó la mano que el escritor le tendía.
Cogidos de la mano caminaron durante unos segundos.
- Voy a quitarte el pañuelo – le dijo mientras rosaba su cuello para apartarle el pelo y darle un cálido beso, lo que provocó que Beckett se estremeciera.
Con delicadeza, fue desatando el nudo del pañuelo hasta dejarlo caer.
Cuando Beckett acomodó sus ojos a la luminosidad que el sol aportaba, se quedó absorta.
- Rick, esto es...
- Precioso, lo sé – completó él – El olor que desprendías cada mañana cuando iba a llevarte un café me hacía transportarme a este lugar, a este olor, a esta belleza.
- Es maravilloso.
Castle la rodeó con sus brazos y ella se dejó abrazar, recostando su espalda sobre el pecho de él.
- Ven, quiero enseñarte algo – le dijo tomándola de la mano.
Caminaron disfrutando del olor a naturaleza, a aire puro, a hierba recién mojada, a flores, mientras Richard le contaba a Beckett la historia del lugar.
- El Jardín Botánico de Brooklyn fue fundado en 1910 por Charles Stuart, en los treinta y nueve acres que el Estado de Nueva York cedió en 1987 para ello. Un año después, en 1911, se seleccionó la flora local que ahora conforma el "Jardín de flora nativa". A partir de ahí, en los años posteriores, se fueron construyendo y plantando lo que vemos actualmente, como el "Jardín de Shakespeare", completándose con zonas acuáticas, tropicales, desérticas,… Además, se construyó una librería, una terraza e incluso una tienda de souvenir. Ahora, el Jardín Botánico de Brooklyn es todo un reclamo turístico, sobre todo en primavera. En unos minutos entenderás el motivo.
Beckett había permanecido atenta a la explicación de Castle, asombrada de que conociera tanto de aquel lugar.
- Veo que lo conoces muy bien.
- Cuando Alexis era pequeña le gustaba venir a ver la zona dedicada a Japón. La buena reconstrucción que hicieron haces que creas que estás en oriente. Deberías verlo nevado, es un espectáculo. He de reconocer que es una de mis zonas favoritas del jardín botánico.
- ¿Una de las favoritas? ¿Es que tienes más?
- Cuando has visto el jardín botánico completo no puedes quedarte solo con una. Hoy entenderás lo que digo.
Tras unos minutos más caminando, Castle se detuvo.
- Esto es lo que quería mostrarte – le dijo mientras observaba como Beckett paseaba la vista por su alrededor – Es la explanada de las cerezas. Cuando llega el mes de abril se llena de turistas deseosos de ver este espectáculo.
Ante ellos, más de doscientos cerezos en flor le daban un color rozado al jardín. Con la brisa, las flores iban cayendo creando una alfombra natural. A lo largo de los bordes este y oeste Beckett observó dos alamedas de lo que le parecieron robles. Castle siguió con la mirada lo que la inspectora observaba.
- Son robles escarlatas. Están plantados en recuerdo a las víctimas del atentado del 11 de septiembre – tras un breve silencio, continuó hablando – Esta es la única parte del jardín donde los visitantes se pueden sentar en la hierba e incluso, en las noches de verano, se hacen picnics.
- Tenemos que venir el próximo año para hacerlo – le pidió Beckett y Castle asintió.
Caminaron disfrutando del mágico ambiente que creaban los cerezos, pasando posteriormente al jardín de las rosas, el jardín de Shakespeare y el Jardín Japonés. Durante toda la visita no dejaron de hacer fotos, tantos a las distintas zonas del jardín como a ellos mismos, pidiéndoles a otros turistas que los inmortalizaran.
El tiempo se les pasó sin darse cuenta, así que decidieron acortar la visita para ir a almorzar.
Castle, que conocía la zona, llevó a Beckett a un coqueto restaurante de comida italiana cuyo dueño era amigo suyo.
Entre risas y buena música disfrutaron de una agradable comida.
- ¿Qué propones hacer ahora? - le preguntó Beckett cuando salieron del restaurante después de que Castle le hubiese dado las gracias a Mark, el dueño de dicho restaurante, por haberle buscado una mesa en un día en el que estaban completos.
- Tengo todo pensado pero tendrás que esperar para verlo.
Se dirigieron al coche y tras quince minutos, llegaron a Alpine Cinemas.
- ¿El cine? - preguntó Beckett sorprendida.
- Después de una mañana andando, creo que una tarde de cine sería lo mejor. Te dejo elegir película – le dijo mientras caminaban hacia el cine.
Beckett paseó la vista por las diversas películas que había en cartelera hasta que encontró la que buscaba.
- ¿La noche más oscura? ¿Estás segura?
- ¿Acaso tienes miedo, Rick? - le preguntó divertida.
- Eh.. no, claro que no – le dijo haciéndose el valiente pese a que no era el estilo de películas que más le agradase ir a ver al cine.
Durante todo la película Castle intentó mantener la compostura aunque hubo momentos en que acabó agarrándose tan fuerte del brazo de Beckett que esta creyó que se lo acabaría rompiendo.
Tras terminar la película, decidieron ir a tomar café a una cafetería cercana.
- Debemos volver al loft – dijo Castle tras pagar.
- Creía que pasaríamos el día fuera de casa.
- Y así lo haremos, pero antes tenemos que acercarnos. Y nada de preguntas – le advirtió sabiendo que Beckett insistiría.
- Vamos... ya me has tenido suficiente tiempo intrigada. Quiero saber que plan tienes para los chicos y para mí – trató de persuadirlo.
- Nada de eso.
- Pues entonces no te diré lo que tenía planeado para el final del día.
- Eres muy mala – le dijo provocando la risa de Beckett.
Castle condujo hasta el loft, aparcando cerca para no perder tiempo.
- ¿Cómo llegarán los chicos? - le preguntó mientras subían al loft en un intento por sacarle alguna información.
- Por ellos no te preocupes. Le he dado a Esposito la dirección del lugar. No tiene perdida; llegarán sin ningún problema.
Beckett desistió en su intento de descubrir el plan de Castle ya que sabía que no lo lograría, por lo que decidió dejarse sorprender.
Castle la tomó de la mano entrando con ella en el loft.
- Espérame aquí hasta que yo te diga – le dijo dejándola en el salón mientras él se dirigía a la habitación.
- ¿Puedo ir ya? - le preguntó tras varios minutos de espera.
- Un segundo... - le dijo desde la habitación – Acércate – le pidió.
Beckett se dirigió a la habitación y vio a Castle frente a la cama, donde había una caja estrecha con un lazo rojo.
- Ábrelo – le pidió.
Beckett se aceró a él y tras este asentirle para que lo hiciera, Beckett tiró del lazo, dejándolo sobre la cama. Ansiosa, la abrió y descubrió un vestido de color verde agua. Lo cogió y lo desdobló, notando la suave seda bajo sus dedos. El vestido, con una sola manga que caía llegando hasta la altura del codo, tenían un cinturón negro con hebilla dorada bajo el pecho para estilizar la figura.
- Esto es demasiado Castle – le dijo admirando el vestido.
- No es nada comparado con lo que tú me das día a día – le dijo al oído rodeándola por la espalda – Quiero que lo estrenes esta noche con eso de ahí – le señaló otra caja que había junto a la que había abierto junto a la que había una cartera de mano con finos hilos dorados.
Beckett abrió la segunda caja y encontró unas sandalias de tacón negras a juego con el bolso. Incapaz de articular palabra, se quedó observándolo todo.
- Yo voy a vestirme también. He dejado la ropa en la habitación de Alexis, así te puedes vestir sin que nos entretengamos – le dijo antes de besarla – Date prisa, he quedado con los chicos a las ocho y queda una hora.
Beckett era incapaz de volver en sí ante aquello. Seguía en una nube de la que parecía no bajar en todo el día. Un golpe proveniente de la habitación donde estaba Castle la hizo volver en si.
- ¿Estás bien, Rick?
- Sí, perfectamente. Sólo se me han caído los zapatos al sacarlo de la caja – le informó.
Beckett comenzó a reír mientras tomaba el vestido y comenzaba a vestirse. Tras colocarselo decidió recogerse un poco el pelo, solo lo justo. Se rizó el pelo con un poco de espuma y se recogió hacia atrás algunos mechones que caían sobre su rostro para poder colocarse los pendientes que finalmente Castle le regalo en su primer San Valentín como pareja. Usó un maquillaje de colores naturales y se puso los zapatos. Una vez vestida se miró al espejo para comprobar el resultado.
"Que bien me conoces, Rick" dijo para sí misma al ver como todo le quedaba perfecto.
Se acercó hasta la habitación de Alexis donde observó desde el umbral como Castle se peleaba con la chaqueta al no encontrar la manga.
- Déjame a mí – le dijo acercándose a él.
- Eres una diosa griega con ese vestido – le dijo cuando la tuvo cerca.
- Adulador – le dijo sonriendo mientras le colocaba la chaqueta.
Castle llevaba un traje de chaqueta negro y una camisa en el mismo tono que el vestido de Beckett.
- Los chicos se van a reír cuando nos vean aparecer a los dos vestidos con el mismo color – le dijo Beckett.
Castle se imaginó lo que dirían al verlos y comenzó a reír, contagiándola a ella.
- Coge la cartera. No quiero hacerlos esperar – le dijo Castle.
Como había hecho por la mañana, Castle le pidió a Beckett que se colocase el pañuelo de seda en los ojos para evitar que viese hacia donde se dirigían.
- ¿Es necesario que sigamos con esto?
- Sí, es necesario, así que colócatelo.
Beckett hizo lo que le pedía, realizando la misma operación que cuando fueron al jardín botánico: permanecer atenta a cualquier ruido u olor que le pudiese indicar donde la llevaba. Pero esta vez no tuvo tanta suerte y no supo averiguar nada.
- Los chicos no están esperando. Voy a quitarte el pañuelo.
Esta vez a Beckett le resultó más fácil acostumbrar sus ojos ya que el sol se estaba escondiendo y el cielo comenzaba a oscurecerse.
- ¿La cabaña de mi padre? - le preguntó contrariada.
- Así es. Hoy es un día especial, hoy hace cinco años de nuestro primer beso y quería que lo celebráramos con nuestros amigos en una noche diferente y especial como lo es la fecha. Por eso le pedí a tu padre que nos dejase la casa, como aquella noche, ¿recuerdas?
- Cómo olvidarlo... - dijo Beckett dejando volar la imaginación hasta ese día.
Era un día de comienzos de verano. Pese a ello, los días aun seguían siendo frescos; estaba siendo un año de bajas temperaturas.
- Castle, ¿qué te ocurre? Es solo una cena con mi padre en la cabaña que tiene en el bosque – le dijo mientras observaba a Castle conducir visiblemente nervioso.
- Lo sé, no te preocupes, no me pasa nada – le mintió intentando disimular esos nervios ante lo que iba a suceder aquella noche.
- Hace mucho tiempo que no lo veo. Ahora paso más tiempo en tu casa que en otro lugar, así que supongo que solo quiere vernos – le dijo para tranquilizarlo.
Castle asintió y tras girar la cabeza para observala y dedicarle una sonrisa, volvió a centrar su atención en la carretera durante el resto del trayecto.
Tras llegar al lugar indicado por Beckett, Castle aparcó y la invitó a salir del coche. Con ella de la mano, caminaron por una escalera de madera hasta la entrada de la casa.
- Este lugar es precioso, nunca dejó de asombrarme – dijo Beckett respirando el aire puro del bosque - ¡Papá! - lo llamó una vez estuvo dentro de la casa - ¡Papá! - volvió a insistir al no obtener respuesta – Que raro – dijo extrañada de que su padre no contestase.
- No es raro – dijo Castle, provocando que ella se girará para observarlo – Hace una semana fui a verlo y le pregunté si podía dejarme la casa un día para ti y para mi.
- ¿Que has hecho qué?
- Llevamos semanas casi sin vernos. Aunque prácticamente vives en mi loft, yo siempre estoy de promociones y tú cada vez tienes más trabajo. Me apetecía disfrutar de un noche para los dos solos.
Beckett se acercó a él y lo besó con ternura hasta que el beso fue tomando otro rumbo.
- Espera, o no llegaremos a cenar – le pidió Castle
- ¿Y a quién le importa la cena?
- A mi – le dijo, desconcertándola – Vamos, he pedido la cena en uno de los mejores restaurante de la ciudad.
Cuando se dirigieron al salón, un maître los hizo pasar retirándole a Beckett la silla para que se sentase.
- ¿Desde cuando mi padre tiene un restaurante en esta casa?
- Desde hoy – le dijo con una sonrisa.
Castle había trasladado el personal del restaurante a la casa tras pagar una cuantiosa cantidad de dinero. De ese modo estuvieron perfectamente atendidos durante todo la noche, disfrutando de los deliciosos manjares que el restaurante preparaba. Tras el postre, Castle tomó a Beckett de la mano por encima de la mesa.
- ¿Te apetece salir a dar un paseo? - le preguntó.
Beckett asintió
- Vamos – le dijo ella.
Salieron de la cabaña de madera por la puerta trasera de la casa, el lugar donde las vistas eran mejores.
El bosque les ofrecía cobijo en una noche de luna llena donde las estrellas eran las firmes protagonistas.
Castle tomó a Beckett de la mano y caminó con ella hasta el borde del pequeño riachuelo que discurría por el lado oeste de la casa. Con ese idílico paisaje, Castle la hizo girar quedando frente a ella.
- Kate, si te he tenido engañada y le he pedido a tu padre que nos dejase la casa no era solo para que disfrutásemos de la noche. Kate, cuando te conocí tuve la sensación de haber descubierto a la persona indicada. Si estuve junto a ti cuatro años pese a tu insistencia por no ver lo evidente fue porque me enamoré de ti. No sabría decirte en que momento ocurrió eso, porque desde el primer instante me tuviste hechizado. Sé que a veces puedo ser irritante, que puedo ponerte de los nervios, pero también sé que no hay otra persona que te haga reír como yo, que te anime y esté a tu lado como yo, que te quiera como yo. Kate, quiero que siempre seas la primera persona en quien piense antes de irme a dormir. Quiero poder hacerte feliz el resto de mi vida, y quiero que me dejes la oportunidad de hacerlo. Te garantizo que habrá épocas difíciles y te garantizo que en algún momento uno de los dos o los dos querremos dejarlo todo. Pero también te garantizo que si no te pido que seas mía, me arrepentiré durante el resto de mi vida. Porque sé en lo más profundo de mi ser, que estás hecha para mí.
Castle sacó una caja y la abrió, dejando a la vista de Beckett un sencillo anillo de oro blanco con una montura entrelazada y un pequeño diamante en el centro.
Con lágrimas en los ojos, Beckett asintió y Castle le colocó el anillo. El escritor la tomó entre sus brazos y mientras caminaba con ella hacia la casa se fundieron en un apasionado besó.
- Tenías todo muy bien preparado, tanto como esta noche – le dijo Beckett tras recordar aquella la pedida de matrimonio de hacía algo más de un año.
- Todo menos el hecho de que comenzase a llover. Por suerte, nosotros ya estábamos en la habitación cuando eso ocurrió – dijo haciéndola reír – Vamos, los chicos se deben estar impacientando.
- Espera – le dijo agarrándolo de la mano para evitar que bajase del coche para besarlo con ímpetu – Gracias por este día. Gracias por todos los días que estás a mi lado.
- Siempre.
____________________________________
Todo lo que describo del Jardón Botánico de Brooklyn es real: http://www.bbg.org/
La declaración de Castle es una mezcla mia y de la declaración de Richard Gere a Julia Roberts en la película "Novia a la fuga".
Última edición por Beckett_Castle_Alba el Sáb Abr 27, 2013 8:38 am, editado 2 veces
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
GRACIASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS.
Pedazo regalo que me has hecho ( a deri seguro que tb le encanta, jajajajja).Que mejor regalo que un capitulazo como éste.
Joooooooooooo ha sido super bonito, me encanta tanto romanticismo por parte de Castle. En el fondo soy una romántica, jajajjaja ( pero es un secreto, que sino mi chica lo explotaría constantemente, jajajjaja)
Millones de gracias Alba.
millones de besos ESCRITORA
Pedazo regalo que me has hecho ( a deri seguro que tb le encanta, jajajajja).Que mejor regalo que un capitulazo como éste.
Joooooooooooo ha sido super bonito, me encanta tanto romanticismo por parte de Castle. En el fondo soy una romántica, jajajjaja ( pero es un secreto, que sino mi chica lo explotaría constantemente, jajajjaja)
Millones de gracias Alba.
millones de besos ESCRITORA
meln- As del póker
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
meln escribió:GRACIASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS.
Pedazo regalo que me has hecho ( a deri seguro que tb le encanta, jajajajja).Que mejor regalo que un capitulazo como éste.
Joooooooooooo ha sido super bonito, me encanta tanto romanticismo por parte de Castle. En el fondo soy una romántica, jajajjaja ( pero es un secreto, que sino mi chica lo explotaría constantemente, jajajjaja)
Millones de gracias Alba.
millones de besos ESCRITORA
De nada Estrella, te mereces un capítulo así, os lo merecéis las dos
Jajaja mira que tu chica no sepa de ese lado tuyo, muy mal
Millones de de nadas Estrella.
Besos y mil gracias por lo de "escritora".
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Así da gusto cumplir años. Felicidades a las dos cumpleañeras y a Alba por este pedazo de regalo, me has emocionado y todo, este Castle es todo un detallista.
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
muy bonito, me a encantado, continua pronto
_Caskett_- Escritor - Policia
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Localización : en un mundo feliz
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Que bonitooooo. Que me ha gustado la declaración, jejejeje, y mientras la leía, estaba pensando, en que peli he escuchado esto??? La de veces que la he visto
Continua pronto.
Continua pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Muy romantico todo!
Felicidades a Estrella y a Deri (aunque ya os lo haya dicho xD )
Y felicidades a ti, Alba, por haber hecho este gran capitulo de esta maravillosa historia...
Felicidades a Estrella y a Deri (aunque ya os lo haya dicho xD )
Y felicidades a ti, Alba, por haber hecho este gran capitulo de esta maravillosa historia...
AlwaysSerenity- Autor de best-seller
- Mensajes : 966
Fecha de inscripción : 14/10/2012
Edad : 27
Localización : Málaga (Andalucia) España
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
muy bonitooo el capii se ven tan emamorados ¡que monos!!!
en fin sigueee prontoo plisss que ya quiero leer la contiii ¡nos tardess!! y nos vemos!
en fin sigueee prontoo plisss que ya quiero leer la contiii ¡nos tardess!! y nos vemos!
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