Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Bueno, quien sabe, puede que este divirtiéndose o puede que no... En junio estará la respuestaCata Castillo escribió:Pues si no queda más remedio, esperaremos pacientemente para saber si a Lanie le ha pasado algo malo o muy bueno, que a lo mejor está por ahí disfrutando con su latin lover.
Escenas como las del ascensor, las he echado de menos en esta temporada. Podrían haber explotado más el tema de su relación secreta, creando situaciones divertidas como esta, aunque aquí ya estén casados.
Que te sea leve este mes de estudio y que te vaya muy bien en los exámenes. ¡Ánimo y mucha suerte!
Yo también he echado de menos escenas así, por eso será que siempre meto cosas de ese tipo cada vez que escribo un fic.
¡Muchas gracias! Besos.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Vaya cabeza la mia, que se me ha olvidado comentar, ajjajajaj
Pero me perdonas a que sí.
Laine , laine, laine... seguro que se ha metido en problemas por algo que ha pasado con Espo. Estará en el medico y por eso no responde al movil.
Seguro que no acierto, pero y lo bien que me lo paso haciendo mis conjeturas, qué, jajajaj.
Esperaremos a que termines tus exámenes, que eso es lo importante.
Besossssssssssssssssss
Pero me perdonas a que sí.
Laine , laine, laine... seguro que se ha metido en problemas por algo que ha pasado con Espo. Estará en el medico y por eso no responde al movil.
Seguro que no acierto, pero y lo bien que me lo paso haciendo mis conjeturas, qué, jajajaj.
Esperaremos a que termines tus exámenes, que eso es lo importante.
Besossssssssssssssssss
meln- As del póker
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
¿Perdonarte? Umm no sé yo... jaja Que si, que no te preocupes, que ya sé que lo leíste aunque no comentaste.meln escribió:Vaya cabeza la mia, que se me ha olvidado comentar, ajjajajaj
Pero me perdonas a que sí.
Laine , laine, laine... seguro que se ha metido en problemas por algo que ha pasado con Espo. Estará en el medico y por eso no responde al movil.
Seguro que no acierto, pero y lo bien que me lo paso haciendo mis conjeturas, qué, jajajaj.
Esperaremos a que termines tus exámenes, que eso es lo importante.
Besossssssssssssssssss
Me encantan tus teorías, puede que no aciertes o que si, pero a mi me encanta leerlas jejeje
Muchas gracias Estrella
Besos
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Alba:
Que tome albran en el desayuno? Jaja jajaja
Si le llega a oír, que fijó que si pero se hace la sueca, le mata.
Bueno Alba, tómate tu tiempo de estudio y que todo te salga fenomenal. Tu esfuerzo de ahora será tu futuro, así que tómatelo en serio y ya nos contarás el resto de la historia cuando hayas aprobado esos exámenes.
Mientras tanto... Dos opciones: o le has hecho algo a Lanie, o se lo esta pasando pipa con Espo... Buena intriga, si señora.
Ánimo con esos estudios!!
Que tome albran en el desayuno? Jaja jajaja
Si le llega a oír, que fijó que si pero se hace la sueca, le mata.
Bueno Alba, tómate tu tiempo de estudio y que todo te salga fenomenal. Tu esfuerzo de ahora será tu futuro, así que tómatelo en serio y ya nos contarás el resto de la historia cuando hayas aprobado esos exámenes.
Mientras tanto... Dos opciones: o le has hecho algo a Lanie, o se lo esta pasando pipa con Espo... Buena intriga, si señora.
Ánimo con esos estudios!!
Anver- Policia de homicidios
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Anver escribió:Alba:
Que tome albran en el desayuno? Jaja jajaja
Si le llega a oír, que fijó que si pero se hace la sueca, le mata.
Bueno Alba, tómate tu tiempo de estudio y que todo te salga fenomenal. Tu esfuerzo de ahora será tu futuro, así que tómatelo en serio y ya nos contarás el resto de la historia cuando hayas aprobado esos exámenes.
Mientras tanto... Dos opciones: o le has hecho algo a Lanie, o se lo esta pasando pipa con Espo... Buena intriga, si señora.
Ánimo con esos estudios!!
No todo podía ser tensión en el capítulo, tenía que aparecer algunas de las muchas locuras que Castle dice a lo largo del día jaja
Gates sabe hacerse la sueca muy bien, ya lo hemos comprobado en la serie
Muchas gracias Ana. Lo sé, por eso precisamente no estaré durante un mes, me tengo que preparar a conciencia.
La intriga es lo mio jajaja
¡Gracias Ana!
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Voy escribiendo poco a poco en los huecos que tengo libre, llevo ya buena parte del capítulo adelantado pero como justamente la semana próxima será cuando empiece los exámenes, no podré acabar el capítulo hasta que termine los exámenes.
Mientras tanto, os dejo un adelanto.
__________________
En el próximo capítulo...
- ¿No se te habrá ocurrido aceptar? - le preguntó dirigiéndole una dura mirada.
- No tenía otra opción, es el único modo de cerrar la saga de Nikki Heat, según la editorial. No pararían hasta que aceptase.
- ¡Richard! - le dijo enfadada - Ya sabes que no me gusta mezclarme en ese mundo.
- Lo siento, Kate ¿Qué podía hacer yo?
- Negarte, para empezar - viendo como bajaba la mirada pensó que quizás había sido demasiado dura con él - Ahora tenemos algo que solucionar. Esta noche lo hablamos - le dijo suavizando el tono de voz.
Mientras tanto, os dejo un adelanto.
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En el próximo capítulo...
- ¿No se te habrá ocurrido aceptar? - le preguntó dirigiéndole una dura mirada.
- No tenía otra opción, es el único modo de cerrar la saga de Nikki Heat, según la editorial. No pararían hasta que aceptase.
- ¡Richard! - le dijo enfadada - Ya sabes que no me gusta mezclarme en ese mundo.
- Lo siento, Kate ¿Qué podía hacer yo?
- Negarte, para empezar - viendo como bajaba la mirada pensó que quizás había sido demasiado dura con él - Ahora tenemos algo que solucionar. Esta noche lo hablamos - le dijo suavizando el tono de voz.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Adelanto??????????????????'
Adelanto??????????
mira mejor me callo.
Adelanto??????????
mira mejor me callo.
meln- As del póker
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
meln escribió:Adelanto??????????????????'
Adelanto??????????
mira mejor me callo.
Y DÍJOLE LA SARTÉN AL CAZO........... NO TE ACERQUES QUE ME TIZNAS, jajajajajaja Estrella, Estrellita, jajajajajajaja
agecastbet- Escritor - Policia
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
agecastbet escribió:meln escribió:Adelanto??????????????????'
Adelanto??????????
mira mejor me callo.
Y DÍJOLE LA SARTÉN AL CAZO........... NO TE ACERQUES QUE ME TIZNAS, jajajajajaja Estrella, Estrellita, jajajajajajaja
dejadme a mi Albita quieta eh!!! que está con los exámenes la pobre y tiene que sacarlos!!!
que las DOS!!!! que os he citado teneis a todo un fandom pendiente de fics.. asi que... shhhhhhhhhhhh
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Kynu escribió:agecastbet escribió:meln escribió:Adelanto??????????????????'
Adelanto??????????
mira mejor me callo.
Y DÍJOLE LA SARTÉN AL CAZO........... NO TE ACERQUES QUE ME TIZNAS, jajajajajaja Estrella, Estrellita, jajajajajajaja
dejadme a mi Albita quieta eh!!! que está con los exámenes la pobre y tiene que sacarlos!!!
que las DOS!!!! que os he citado teneis a todo un fandom pendiente de fics.. asi que... shhhhhhhhhhhh
NO SÉ DE QUÉ ME ESTAS HABLANDO .................
agecastbet- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 27/12/2012
Localización : En la colina del loco - Madrid
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Terminado mis exámenes, he tenido tiempo para terminar el capítulo. Sé que esta historia la he tenido durante mucho tiempo bastante abandonada, así que voy a intentar llevarla a la vez que el otro fic ahora que ya han comenzando para mi las vacaciones.
Bueno, no os hago esperar más.
Espero que os guste.
____________
CAPÍTULO 6: CONVICCIÓN
El tráfico, como cada mañana, llenaba las carreteras de Nueva York, siendo necesario conocer bien las calles para poder llegar con relativa rapidez al destino. Por su profesión, Beckett era capaz de reproducir el mapa de la ciudad con los ojos cerrados, así que no le fue difícil sortear el embotellamiento de La Quinta Avenida para llegar a la calle Broadway, donde escasos coches circulaban.
A su lado, Castle la observaba queriendo hablar en varias ocasiones, pero finalmente siempre se arrepentía y volvía a mirar al frente.
- A ver, Castle, ¿qué te pasa?
- ¿Por qué ha de pasarme algo?
- Porque llevas desde que salimos de la comisaría sin quitarme la vista de encima. Suéltalo ya.
- Vale, pero luego no quiero que me amenaces con la pistola – dijo tragando antes de comenzar a hablar – Paula me llamó esta mañana. Mi último libro de la saga Nikki Heat está teniendo más ventas que los anteriores, es el más vendido de los últimos tres meses y la editorial está muy contenta con los resultados. Por eso... - se revolvió el pelo pensando como continuar – Paula me ha pedido que vaya a mi última entrevista sobre Nikki Heat. La decisión no es suya, sino que viene de arriba, y quieren que tú asistas conmigo.
- ¿No se te habrá ocurrido aceptar? - le preguntó dirigiéndole una dura mirada.
- No tenía otra opción, no pararían hasta que aceptase.
- ¡Richard! - le dijo enfadada – Ya sabes que no me gusta mezclarme en ese mundo.
- Lo siento, Kate ¿Qué podía hacer yo?
- Negarte, para empezar – viendo como bajaba la mirada pensó que quizás había sido demasiado dura con él – Ahora tenemos algo que solucionar. Esta noche lo hablamos – le dijo suavizando el tono de voz.
Castle elevó el rostro, encontrándose con los ojos de ella. La conexión fue inmediata, aun eran incapaces de mantenerse en sus posturas cuando sus ojos se encontraban. Beckett desvió la mirada hacia la carretera, no podía dejarse ganar por esos perturbadores ojos azules. Castle volvió a mirar al frente, pero esta vez con una sonrisa en sus labios al saber que había ganado y que esa noche ella intentaría poner miles de excusas que, finalmente, acabarían cayendo por su propio peso.
El resto del trayecto transcurrió en silencio, el cual sólo era interrumpido cuando Beckett giraba hacia una nueva calle y se encontraba con un embotellamiento, lo que le llevaba a soltar innumerables improperios poco propios de ella. Castle trataba de calmarla, pero resultaba en vano. El trayecto de la comisaría a la casa de la forense, que en días normales se podía hacer en 20 minutos, se convirtió en una pesadilla cuando un accidente de tráfico le hizo desviarse, llegando casi una hora después a su destino.
- No ha estado mal el paseo turístico – bromeó Castle cuando la inspectora aparcó enfrente de la casa de su amiga.
- No estoy para bromas, Richard.
Viendo el temor en los ojos de ella, el escritor la tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los de ella para caminar hacia la casa de Lanie.
Era un barrio moderno cercano a la comisaría. Lanie le había contado una vez a Beckett que la casa se le salía de presupuesto cuando la adquirió, pero el encanto de la zona, rodeada de vegetación, y la cercanía al trabajo, hizo que no se lo pensara y la comprara.
Una casa de color marfil destacaba del resto por una frondosa zona ajardinada que la cubría.
- Es aquí – le dijo Beckett a Castle.
- Bonita casa – respondió el escritor.
La inspectora abrió la cancela, dirigiéndose por un camino de piedras hacia la puerta.
Castle se colocó tras ella y esta llamó, golpeándola con los nudillos. Nada, ni un ruido. Todo permaneció en silencio, aumentando la angustia de Beckett. Se echó hacia atrás para poder ver a través de las ventanas de la casa, pero estas permanecían a oscuras.
- Déjame a mi – Castle se adelantó a ella y volvió a llamar, haciendo fuerza con el puño de la mano en la puerta, generando un gran ruido en el barrio, que permanecía en silencio – Esto da escalofrío – reconoció Castle.
Beckett permanecía tras él y cuando este se giró, la vio temblar. Parecía aterrada, tanto que el escritor sintió la necesidad de abrazarla y hacer que ese miedo se desvaneciera. La inspectora se dejó arropar por los fuertes brazos de Castle, impregnándose de su fragancia, haciéndole sentir con las fuerzas necesarias para averiguar lo que estaba sucediendo.
Beckett se separó de Castle y le dio un cálido beso, antes de agacharse y levantar el felpudo para tomar una pequeña llave que había bajo él.
- La llave de repuesto, por si pasa algo – informó a Castle mientras la introducía en la cerradura.
Con una vuelta de llave, la puerta se abrió y, tras respirar profundamente, Beckett sacó su arma caminando con el brazo extendido y la pistola en sus manos. En momentos como aquel en el que dejaba de lado a la persona para convertirse en la profesional inspectora que era, la adrenalina solía hacer acto de presencia impregnando cada poro de su piel, llevándola a un nivel que solo situaciones como esas podían lograr. Sin embargo nada de eso sentía ahora. La angustia atenazaba cada músculo de su cuerpo, tensándola de un modo que le resultaba difícil sostener el arma y moverse con agilidad.
Porque no se trataba de una persona desconocida para ella, a diferencia del resto de veces que había tenido que acudir a una viviendo en alguno de sus muchos casos y porque esperaba que este no fuese uno de ellos. Solo pensarlo le helaba la sangre y reducía toda esa pericia policial que había adquirido con los años en esquirlas. Y es que inevitablemente, en esta ocasión, la fría detective Kate Beckett se veía recluida por Kate, por la persona de carne y hueso que en ese momento temía por lo que le hubiese sucedido a su amiga y a la persona que consideraba su hermano.
Un carraspeo a su espalda le hizo darse cuenta que llevaba varios segundos petrificada delante de la puerta de la habitación de la forense, la cual permanecía cerrada. Se reprendió a su misma por su falta de profesionalidad, pues de haber habido alguien en aquella casa, no le hubiese sido difícil atacarla sin que se hubiese percatado de ello.
Respiró profundamente y tomó con fuerza el pomo entre sus manos, girándolo levemente. Le hizo un gesto con la cabeza a Castle para que se colocase tras ella y cuando este lo hizo, con el brazo flexionado aguantando la pistola, abrió rápidamente la puerta.
- Policía de Nueva York – gritó tras entrar en la estancia.
- Pero que c... - frente a la inspectora, dos personas se movían en la cama para observar quien había osado entrar de esa forma en la habitación - ¿Beckett? ¿Castle?
- ¿Se puede saber a qué ha venido eso, Kate? - preguntó una aireada Lanie tapándose con la sábana.
- ¿Que a qué ha venido eso? - una sonrisa irónica apareció en sus labios mientras caminaba a lo largo de la habitación – Me paso el día preocupada por ti, temiendo que algo te hubiese sucedido, ¿y a ti sólo se te ocurre preguntar eso? ¿Por qué no me cogías el teléfono?
- ¿A ti que te parece? - se burló la forense – Vamos Kate, te creía más lista ¿Acaso tú me coges las llamadas cuando estás con el escritor?
- Eso es diferente ¿Sabes el miedo que he pasado? - la miró a los ojos para encontrarse con una Lanie sorprendida al no esperarse sus palabras, pero, ¿qué podía esperar? Era su amiga y se preocupaba por ella – Nunca te has ausentado del trabajo ¡Podrías haber avisado! – le dijo tratando de calmarse para que sus palabras no resultasen tan duras.
Estaba enfadada con ella, pero no podía evitar sentir como todo el nerviosismo y el miedo se disipaba y en su lugar se instalaba la alegría de saber que estaba bien.
- Creo que podríamos hablar de esto más tarde – dijo Castle a su espalda, dirigiendo la mirada hacia Esposito y Lanie que seguían envueltos en las sábanas.
- Os necesito en la comisaría, no voy a hacerme responsable si Gates no os ve en vuestros puestos de trabajo – les dijo antes de dirigirles una fulminante mirada y salir de la habitación, seguida por Castle.
- ¿Crees que se le pasará? - escuchó preguntarle Esposito a Lanie – Nunca la había visto así, parecía realmente preocupada.
- Hablaré con ella. No hay nada que una cena de chicas no pueda arreglar.
Beckett salió de la casa con paso firme, sin mirar atrás, sintiéndose una imbécil por no haberse imaginado lo que sucedía. Todos se habían planteado la posibilidad de que estuviesen ocupados jugando a perder la cordura, pero ella había pensado en lo peor. Se dijo a si misma que debía tomarse unas vacaciones, no podía ir por ahí pensando que cuando alguien no contestase a sus llamadas, estaba en serio peligro.
Castle caminaba a su lado, en silencio, temiendo decir algo que alentara a la bestia que Beckett llevaba dentro a salir de nuevo. Creía conocer todas sus facetas, haber visto sus mil y una expresiones, pero sin duda estaba claro que había errado al creerlo. Beckett había estado tan convencida de que algo había sucedido que cuando les vio quiso gritarles y sacar toda esa angustia que llevaba dentro, sorprendiéndolo ante su mirada llena de rabia y, al mismo tiempo, alegría.
La rodeó por la cintura sin decir una palabra. Ella giró su rostro en busca de sus ojos y le devolvió una cálida mirada, agradeciéndole sin palabras que le dejase espacio para relajarse.
De vuelta a la comisaría el tráfico había disminuido considerablemente, algo poco habitual a aquellas horas, así que Beckett, sabedora de ello, aprovechó el momento y piso el acelerador para llegar cuando antes a la comisaría. Necesitaba tener la mente ocupada o acabaría gritando o soltando algún improperio por cualquier nimiedad. Hoy no estaba para no hacer nada, tenía que volver al trabajo.
La 12th parecía una comisaría fantasma. Los pasillos estaban desiertos, nada ni nadie parecía querer perturbar la sepulcral calma impropia de un lugar como aquel, como si aquello fuese un milagro del que todos eran conscientes.
El sonido hueco de los tacones de la inspectora sobre el suelo rompía la tranquilidad que se respiraba, algo que ella mentalmente agradecía. Esa sensación de paz en su lugar de trabajo, de algún modo inexplicable, le erizaba la piel, produciéndole escalofríos.
- Esto está muy silencioso – Castle, tras ella, materializó sus pensamientos en forma de palabras – Parece que no ha habido un caso nuevo ni algún dato sobre "El tiburón", a juzgar por la poca actividad de hoy.
Beckett asintió, dirigiéndose hacia su mesa mientras Castle tomaba asiento en el que desde hacia varios años era su lugar en la comisaría, junto a ella.
Su presencia, a escasos centímetros de su rostro, podía llegar a desquiciarla cuando comenzaba con algunas de sus descabelladas teorías, tirando por tierra todos los argumentos racionales con los que ella trataba de rebatirle. Sin embargo, ganaba esa parte de él que con el tiempo se había convertido en su salvavidas, ese lado divertido que incluso a veces rayaba lo inverosímil, haciéndole amena las arduas horas de trabajo.
A su espalda escuchó una serie de pasos dirigiéndose hacia ella e instintivamente se giró.
- ¿Han preguntado por nosotros? - preocupado, Esposito se colocó frente a ellos con Lanie a su lado.
- Acabamos de llegar y parece que estamos solos – dijo Castle, ya que Beckett no parecía estar dispuesto a ser quien rompiese el silencio.
- Ey, tío, ¿dónde estabas? - preguntó Ryan a su compañero tras salir del ascensor y dirigirse hacia ellos.
- No quieras saberlo – le dijo Castle.
- ¿Pero qué...? - quiso preguntar preguntar Ryan, pero fue interrumpido por la inspectora, incapaz de contenerse por más tiempo.
- Hemos encontrado a los dos en la cama de Lanie. El resto, puedes imaginártelo – le dijo ofuscada.
- ¿Qué habéis ido a casa de Lanie, habéis entrado en su habitación y estaban...? - no pudo seguir la frase antes de romper en sonoras carcajadas.
Todos se le quedaron mirando, hasta que Castle comenzó a ver la situación desde el punto de vista del inspector, dejando que la risa lo invadiera. Poco a poco, todos se contagiaron de esa divertida atmósfera e incluso Beckett acabó soltando toda la tensión acumulada en forma de una cascada de risas.
- ¿Se puede saber qué ocurre? - Gates salió de su despacho observando la escena con notable enfado - ¿Acaso les he dado permiso para descansar? - preguntó elevando el tono de voz para hacerse oír – Les quiero en sus puestos de trabajo, ¡ya! Los casos no se resuelven solos – les dijo antes de volver a su despacho dando un portazo.
Lo que ninguno sabía es que Gates, aprovechando la poco actividad de la comisaría, había dejado la puerta de su despacho entreabierta, lo que le permitió escuchar la conversación. Tras sentarse en su silla, una sonrisa se dibujo en su rostro al imaginarse la situación que minutos antes se había producido en casa de la forense.
- Se acabó la fiesta chicos, ya habéis oído a la dama de hierro – dijo Castle con un atisbo de sonrisa en su cara, lo que hizo que se ganara una colleja por parte de Beckett – Au – se llevó la mano a la zona dolorida, frotándola en un intento de aliviar la quemazón que le había producido.
Con una sonrisa, todos volvieron a sus puestos de trabajo, tratando de averiguar que motivo tendría la víctima y la que fue su pareja en ocultar aquella relación que, en apariencia, parecía tan normal como cualquier otra.
La inspectora se descalzó y se acomodó en el sofá, entre los mullidos cojines, perdiéndose entre ellos. Dejó que la invadiera esa calma que se respiraba, cerrando los ojos como si de algún modo eso le proporcionara una paz sobrecogedora e inexplicable. Con uno de sus sentidos fuera de juego, el resto se agudizaban en un intento por suplir las carencias de estar a oscuras.
El sonido de la cafetera y el aroma que dejaba salir la envolvió por completo, haciéndole esbozar una sonrisa. Escuchó unos pasos alejarse de la cocina y dirigirse a su encuentro con lentitud, algo que el constante tintineo de las tazas de porcelana sobre los platos le hizo comprender.
Se hundió aun más entre los cojines y subió las piernas al sofá, rodeándolas con sus brazos. Sintió como su fragancia se colaba por cada poro de su piel, haciéndole sentir en casa. Abrió los ojos y lo encontró de pie, a su lado.
- Te veías tan agotada que no quise molestarte – le dijo casi en un susurro, como si temiese romper la tranquilidad en la que había estado sumida. Se sentó a su lado y le tendió una de las tazas.
- Necesitaba estos minutos – se acercó a él, con cuidado de no derramar el café, y apoyó la cabeza en su pecho. Castle pasó su brazo izquierdo alrededor de su mujer, atrayéndola hacia él – Este caso está resultando ser más difícil de lo que esperaba.
- Me parece muy raro que nadie supiese nada de su relación. Es imposible que en dos años que duró, pudiesen tenerlo en secreto. Míranos a nosotros – Beckett elevó su rostro con curiosidad por saber que diría a continuación – Hasta Gates lo averiguó sin necesidad de que le dijésemos nada.
- Y yo me pregunto por que será... - se incorporó para dejar la taza de café en la mesa – Vamos Richard, no todo el mundo se lo pone tan fácil a la gente que le rodea.
- ¿Me estás diciendo que es culpa mía? - preguntó haciéndose el sorprendido.
- Yo no he dicho eso – una sonrisa se escapó de sus labios.
- Serás... - Castle la atrapó entre sus brazos y comenzó a hacerle cosquillas, mientras ella se retorcía sin poder dejar de reír.
- Para Rick... por favor.
Castle le permitió que recobrara la respiración y tras ello, Beckett volvió a dejar caer la cabeza sobre su pecho.
- Ya que me culpas de ser el causante de que todos supiesen que estábamos juntos, quiero que lo hagas con razón, por eso vendrás conmigo a la entrevista. Así todos sabrán que eres mi mujer.
- Primero fue el cambiarme de apellidos y ahora es la entrevista, y tu motivo sigue siendo el mismo. De verdad Rick, ahora no, estoy muy cansada ¿No podemos dejar esta conversación para mañana?
- Ah no, de eso nada. No creas que aplazándola vas a conseguir que me dé por vencido.
Castle la abrazó y le dio un tierno beso en la frente, sabiendo que Beckett no cedería bajo presión. Conocía sus puntos débiles y sabía que se la ganaba dándole espacio.
- Vale Rick, tú ganas.
- ¿Así de fácil? - había esperado que cediera, más bien, sabía que lo haría, pero no sin ponerle alguna excusa y hacerle insistir.
- Es un sí pero con condiciones – le susurró al oído con una pícara sonrisa, provocando que él tragara sonoramente.
"Era demasiado fácil para ser cierto", pensó Castle.
- ¿Y cuales son esas condiciones? - consiguió decir mientras notaba como la atmósfera se iba cargando, haciéndose cada vez más densa.
- Todo a su tiempo, Rick – le volvió a susurrar para acercarse a sus labios y besarlo con ímpetu, tomándolo por sorpresa.
"Ya habrá tiempo para averiguarlo", se dijo a si mismo antes de deslizar su mano bajo la camisa de Beckett, pero ella posó su mano sobre la de él, parando su recorrido.
- De eso nada, gatito. Esta noche mando yo – le dijo mordiéndose el labio inferior antes de sentarse sobre él – Te vas a arrepentir de no haberme preguntado antes de aceptar.
Bueno, no os hago esperar más.
Espero que os guste.
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CAPÍTULO 6: CONVICCIÓN
El tráfico, como cada mañana, llenaba las carreteras de Nueva York, siendo necesario conocer bien las calles para poder llegar con relativa rapidez al destino. Por su profesión, Beckett era capaz de reproducir el mapa de la ciudad con los ojos cerrados, así que no le fue difícil sortear el embotellamiento de La Quinta Avenida para llegar a la calle Broadway, donde escasos coches circulaban.
A su lado, Castle la observaba queriendo hablar en varias ocasiones, pero finalmente siempre se arrepentía y volvía a mirar al frente.
- A ver, Castle, ¿qué te pasa?
- ¿Por qué ha de pasarme algo?
- Porque llevas desde que salimos de la comisaría sin quitarme la vista de encima. Suéltalo ya.
- Vale, pero luego no quiero que me amenaces con la pistola – dijo tragando antes de comenzar a hablar – Paula me llamó esta mañana. Mi último libro de la saga Nikki Heat está teniendo más ventas que los anteriores, es el más vendido de los últimos tres meses y la editorial está muy contenta con los resultados. Por eso... - se revolvió el pelo pensando como continuar – Paula me ha pedido que vaya a mi última entrevista sobre Nikki Heat. La decisión no es suya, sino que viene de arriba, y quieren que tú asistas conmigo.
- ¿No se te habrá ocurrido aceptar? - le preguntó dirigiéndole una dura mirada.
- No tenía otra opción, no pararían hasta que aceptase.
- ¡Richard! - le dijo enfadada – Ya sabes que no me gusta mezclarme en ese mundo.
- Lo siento, Kate ¿Qué podía hacer yo?
- Negarte, para empezar – viendo como bajaba la mirada pensó que quizás había sido demasiado dura con él – Ahora tenemos algo que solucionar. Esta noche lo hablamos – le dijo suavizando el tono de voz.
Castle elevó el rostro, encontrándose con los ojos de ella. La conexión fue inmediata, aun eran incapaces de mantenerse en sus posturas cuando sus ojos se encontraban. Beckett desvió la mirada hacia la carretera, no podía dejarse ganar por esos perturbadores ojos azules. Castle volvió a mirar al frente, pero esta vez con una sonrisa en sus labios al saber que había ganado y que esa noche ella intentaría poner miles de excusas que, finalmente, acabarían cayendo por su propio peso.
El resto del trayecto transcurrió en silencio, el cual sólo era interrumpido cuando Beckett giraba hacia una nueva calle y se encontraba con un embotellamiento, lo que le llevaba a soltar innumerables improperios poco propios de ella. Castle trataba de calmarla, pero resultaba en vano. El trayecto de la comisaría a la casa de la forense, que en días normales se podía hacer en 20 minutos, se convirtió en una pesadilla cuando un accidente de tráfico le hizo desviarse, llegando casi una hora después a su destino.
- No ha estado mal el paseo turístico – bromeó Castle cuando la inspectora aparcó enfrente de la casa de su amiga.
- No estoy para bromas, Richard.
Viendo el temor en los ojos de ella, el escritor la tomó de la mano, entrelazando sus dedos con los de ella para caminar hacia la casa de Lanie.
Era un barrio moderno cercano a la comisaría. Lanie le había contado una vez a Beckett que la casa se le salía de presupuesto cuando la adquirió, pero el encanto de la zona, rodeada de vegetación, y la cercanía al trabajo, hizo que no se lo pensara y la comprara.
Una casa de color marfil destacaba del resto por una frondosa zona ajardinada que la cubría.
- Es aquí – le dijo Beckett a Castle.
- Bonita casa – respondió el escritor.
La inspectora abrió la cancela, dirigiéndose por un camino de piedras hacia la puerta.
Castle se colocó tras ella y esta llamó, golpeándola con los nudillos. Nada, ni un ruido. Todo permaneció en silencio, aumentando la angustia de Beckett. Se echó hacia atrás para poder ver a través de las ventanas de la casa, pero estas permanecían a oscuras.
- Déjame a mi – Castle se adelantó a ella y volvió a llamar, haciendo fuerza con el puño de la mano en la puerta, generando un gran ruido en el barrio, que permanecía en silencio – Esto da escalofrío – reconoció Castle.
Beckett permanecía tras él y cuando este se giró, la vio temblar. Parecía aterrada, tanto que el escritor sintió la necesidad de abrazarla y hacer que ese miedo se desvaneciera. La inspectora se dejó arropar por los fuertes brazos de Castle, impregnándose de su fragancia, haciéndole sentir con las fuerzas necesarias para averiguar lo que estaba sucediendo.
Beckett se separó de Castle y le dio un cálido beso, antes de agacharse y levantar el felpudo para tomar una pequeña llave que había bajo él.
- La llave de repuesto, por si pasa algo – informó a Castle mientras la introducía en la cerradura.
Con una vuelta de llave, la puerta se abrió y, tras respirar profundamente, Beckett sacó su arma caminando con el brazo extendido y la pistola en sus manos. En momentos como aquel en el que dejaba de lado a la persona para convertirse en la profesional inspectora que era, la adrenalina solía hacer acto de presencia impregnando cada poro de su piel, llevándola a un nivel que solo situaciones como esas podían lograr. Sin embargo nada de eso sentía ahora. La angustia atenazaba cada músculo de su cuerpo, tensándola de un modo que le resultaba difícil sostener el arma y moverse con agilidad.
Porque no se trataba de una persona desconocida para ella, a diferencia del resto de veces que había tenido que acudir a una viviendo en alguno de sus muchos casos y porque esperaba que este no fuese uno de ellos. Solo pensarlo le helaba la sangre y reducía toda esa pericia policial que había adquirido con los años en esquirlas. Y es que inevitablemente, en esta ocasión, la fría detective Kate Beckett se veía recluida por Kate, por la persona de carne y hueso que en ese momento temía por lo que le hubiese sucedido a su amiga y a la persona que consideraba su hermano.
Un carraspeo a su espalda le hizo darse cuenta que llevaba varios segundos petrificada delante de la puerta de la habitación de la forense, la cual permanecía cerrada. Se reprendió a su misma por su falta de profesionalidad, pues de haber habido alguien en aquella casa, no le hubiese sido difícil atacarla sin que se hubiese percatado de ello.
Respiró profundamente y tomó con fuerza el pomo entre sus manos, girándolo levemente. Le hizo un gesto con la cabeza a Castle para que se colocase tras ella y cuando este lo hizo, con el brazo flexionado aguantando la pistola, abrió rápidamente la puerta.
- Policía de Nueva York – gritó tras entrar en la estancia.
- Pero que c... - frente a la inspectora, dos personas se movían en la cama para observar quien había osado entrar de esa forma en la habitación - ¿Beckett? ¿Castle?
- ¿Se puede saber a qué ha venido eso, Kate? - preguntó una aireada Lanie tapándose con la sábana.
- ¿Que a qué ha venido eso? - una sonrisa irónica apareció en sus labios mientras caminaba a lo largo de la habitación – Me paso el día preocupada por ti, temiendo que algo te hubiese sucedido, ¿y a ti sólo se te ocurre preguntar eso? ¿Por qué no me cogías el teléfono?
- ¿A ti que te parece? - se burló la forense – Vamos Kate, te creía más lista ¿Acaso tú me coges las llamadas cuando estás con el escritor?
- Eso es diferente ¿Sabes el miedo que he pasado? - la miró a los ojos para encontrarse con una Lanie sorprendida al no esperarse sus palabras, pero, ¿qué podía esperar? Era su amiga y se preocupaba por ella – Nunca te has ausentado del trabajo ¡Podrías haber avisado! – le dijo tratando de calmarse para que sus palabras no resultasen tan duras.
Estaba enfadada con ella, pero no podía evitar sentir como todo el nerviosismo y el miedo se disipaba y en su lugar se instalaba la alegría de saber que estaba bien.
- Creo que podríamos hablar de esto más tarde – dijo Castle a su espalda, dirigiendo la mirada hacia Esposito y Lanie que seguían envueltos en las sábanas.
- Os necesito en la comisaría, no voy a hacerme responsable si Gates no os ve en vuestros puestos de trabajo – les dijo antes de dirigirles una fulminante mirada y salir de la habitación, seguida por Castle.
- ¿Crees que se le pasará? - escuchó preguntarle Esposito a Lanie – Nunca la había visto así, parecía realmente preocupada.
- Hablaré con ella. No hay nada que una cena de chicas no pueda arreglar.
Beckett salió de la casa con paso firme, sin mirar atrás, sintiéndose una imbécil por no haberse imaginado lo que sucedía. Todos se habían planteado la posibilidad de que estuviesen ocupados jugando a perder la cordura, pero ella había pensado en lo peor. Se dijo a si misma que debía tomarse unas vacaciones, no podía ir por ahí pensando que cuando alguien no contestase a sus llamadas, estaba en serio peligro.
Castle caminaba a su lado, en silencio, temiendo decir algo que alentara a la bestia que Beckett llevaba dentro a salir de nuevo. Creía conocer todas sus facetas, haber visto sus mil y una expresiones, pero sin duda estaba claro que había errado al creerlo. Beckett había estado tan convencida de que algo había sucedido que cuando les vio quiso gritarles y sacar toda esa angustia que llevaba dentro, sorprendiéndolo ante su mirada llena de rabia y, al mismo tiempo, alegría.
La rodeó por la cintura sin decir una palabra. Ella giró su rostro en busca de sus ojos y le devolvió una cálida mirada, agradeciéndole sin palabras que le dejase espacio para relajarse.
De vuelta a la comisaría el tráfico había disminuido considerablemente, algo poco habitual a aquellas horas, así que Beckett, sabedora de ello, aprovechó el momento y piso el acelerador para llegar cuando antes a la comisaría. Necesitaba tener la mente ocupada o acabaría gritando o soltando algún improperio por cualquier nimiedad. Hoy no estaba para no hacer nada, tenía que volver al trabajo.
La 12th parecía una comisaría fantasma. Los pasillos estaban desiertos, nada ni nadie parecía querer perturbar la sepulcral calma impropia de un lugar como aquel, como si aquello fuese un milagro del que todos eran conscientes.
El sonido hueco de los tacones de la inspectora sobre el suelo rompía la tranquilidad que se respiraba, algo que ella mentalmente agradecía. Esa sensación de paz en su lugar de trabajo, de algún modo inexplicable, le erizaba la piel, produciéndole escalofríos.
- Esto está muy silencioso – Castle, tras ella, materializó sus pensamientos en forma de palabras – Parece que no ha habido un caso nuevo ni algún dato sobre "El tiburón", a juzgar por la poca actividad de hoy.
Beckett asintió, dirigiéndose hacia su mesa mientras Castle tomaba asiento en el que desde hacia varios años era su lugar en la comisaría, junto a ella.
Su presencia, a escasos centímetros de su rostro, podía llegar a desquiciarla cuando comenzaba con algunas de sus descabelladas teorías, tirando por tierra todos los argumentos racionales con los que ella trataba de rebatirle. Sin embargo, ganaba esa parte de él que con el tiempo se había convertido en su salvavidas, ese lado divertido que incluso a veces rayaba lo inverosímil, haciéndole amena las arduas horas de trabajo.
A su espalda escuchó una serie de pasos dirigiéndose hacia ella e instintivamente se giró.
- ¿Han preguntado por nosotros? - preocupado, Esposito se colocó frente a ellos con Lanie a su lado.
- Acabamos de llegar y parece que estamos solos – dijo Castle, ya que Beckett no parecía estar dispuesto a ser quien rompiese el silencio.
- Ey, tío, ¿dónde estabas? - preguntó Ryan a su compañero tras salir del ascensor y dirigirse hacia ellos.
- No quieras saberlo – le dijo Castle.
- ¿Pero qué...? - quiso preguntar preguntar Ryan, pero fue interrumpido por la inspectora, incapaz de contenerse por más tiempo.
- Hemos encontrado a los dos en la cama de Lanie. El resto, puedes imaginártelo – le dijo ofuscada.
- ¿Qué habéis ido a casa de Lanie, habéis entrado en su habitación y estaban...? - no pudo seguir la frase antes de romper en sonoras carcajadas.
Todos se le quedaron mirando, hasta que Castle comenzó a ver la situación desde el punto de vista del inspector, dejando que la risa lo invadiera. Poco a poco, todos se contagiaron de esa divertida atmósfera e incluso Beckett acabó soltando toda la tensión acumulada en forma de una cascada de risas.
- ¿Se puede saber qué ocurre? - Gates salió de su despacho observando la escena con notable enfado - ¿Acaso les he dado permiso para descansar? - preguntó elevando el tono de voz para hacerse oír – Les quiero en sus puestos de trabajo, ¡ya! Los casos no se resuelven solos – les dijo antes de volver a su despacho dando un portazo.
Lo que ninguno sabía es que Gates, aprovechando la poco actividad de la comisaría, había dejado la puerta de su despacho entreabierta, lo que le permitió escuchar la conversación. Tras sentarse en su silla, una sonrisa se dibujo en su rostro al imaginarse la situación que minutos antes se había producido en casa de la forense.
- Se acabó la fiesta chicos, ya habéis oído a la dama de hierro – dijo Castle con un atisbo de sonrisa en su cara, lo que hizo que se ganara una colleja por parte de Beckett – Au – se llevó la mano a la zona dolorida, frotándola en un intento de aliviar la quemazón que le había producido.
Con una sonrisa, todos volvieron a sus puestos de trabajo, tratando de averiguar que motivo tendría la víctima y la que fue su pareja en ocultar aquella relación que, en apariencia, parecía tan normal como cualquier otra.
***
La inspectora se descalzó y se acomodó en el sofá, entre los mullidos cojines, perdiéndose entre ellos. Dejó que la invadiera esa calma que se respiraba, cerrando los ojos como si de algún modo eso le proporcionara una paz sobrecogedora e inexplicable. Con uno de sus sentidos fuera de juego, el resto se agudizaban en un intento por suplir las carencias de estar a oscuras.
El sonido de la cafetera y el aroma que dejaba salir la envolvió por completo, haciéndole esbozar una sonrisa. Escuchó unos pasos alejarse de la cocina y dirigirse a su encuentro con lentitud, algo que el constante tintineo de las tazas de porcelana sobre los platos le hizo comprender.
Se hundió aun más entre los cojines y subió las piernas al sofá, rodeándolas con sus brazos. Sintió como su fragancia se colaba por cada poro de su piel, haciéndole sentir en casa. Abrió los ojos y lo encontró de pie, a su lado.
- Te veías tan agotada que no quise molestarte – le dijo casi en un susurro, como si temiese romper la tranquilidad en la que había estado sumida. Se sentó a su lado y le tendió una de las tazas.
- Necesitaba estos minutos – se acercó a él, con cuidado de no derramar el café, y apoyó la cabeza en su pecho. Castle pasó su brazo izquierdo alrededor de su mujer, atrayéndola hacia él – Este caso está resultando ser más difícil de lo que esperaba.
- Me parece muy raro que nadie supiese nada de su relación. Es imposible que en dos años que duró, pudiesen tenerlo en secreto. Míranos a nosotros – Beckett elevó su rostro con curiosidad por saber que diría a continuación – Hasta Gates lo averiguó sin necesidad de que le dijésemos nada.
- Y yo me pregunto por que será... - se incorporó para dejar la taza de café en la mesa – Vamos Richard, no todo el mundo se lo pone tan fácil a la gente que le rodea.
- ¿Me estás diciendo que es culpa mía? - preguntó haciéndose el sorprendido.
- Yo no he dicho eso – una sonrisa se escapó de sus labios.
- Serás... - Castle la atrapó entre sus brazos y comenzó a hacerle cosquillas, mientras ella se retorcía sin poder dejar de reír.
- Para Rick... por favor.
Castle le permitió que recobrara la respiración y tras ello, Beckett volvió a dejar caer la cabeza sobre su pecho.
- Ya que me culpas de ser el causante de que todos supiesen que estábamos juntos, quiero que lo hagas con razón, por eso vendrás conmigo a la entrevista. Así todos sabrán que eres mi mujer.
- Primero fue el cambiarme de apellidos y ahora es la entrevista, y tu motivo sigue siendo el mismo. De verdad Rick, ahora no, estoy muy cansada ¿No podemos dejar esta conversación para mañana?
- Ah no, de eso nada. No creas que aplazándola vas a conseguir que me dé por vencido.
Castle la abrazó y le dio un tierno beso en la frente, sabiendo que Beckett no cedería bajo presión. Conocía sus puntos débiles y sabía que se la ganaba dándole espacio.
- Vale Rick, tú ganas.
- ¿Así de fácil? - había esperado que cediera, más bien, sabía que lo haría, pero no sin ponerle alguna excusa y hacerle insistir.
- Es un sí pero con condiciones – le susurró al oído con una pícara sonrisa, provocando que él tragara sonoramente.
"Era demasiado fácil para ser cierto", pensó Castle.
- ¿Y cuales son esas condiciones? - consiguió decir mientras notaba como la atmósfera se iba cargando, haciéndose cada vez más densa.
- Todo a su tiempo, Rick – le volvió a susurrar para acercarse a sus labios y besarlo con ímpetu, tomándolo por sorpresa.
"Ya habrá tiempo para averiguarlo", se dijo a si mismo antes de deslizar su mano bajo la camisa de Beckett, pero ella posó su mano sobre la de él, parando su recorrido.
- De eso nada, gatito. Esta noche mando yo – le dijo mordiéndose el labio inferior antes de sentarse sobre él – Te vas a arrepentir de no haberme preguntado antes de aceptar.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
!!Menuda pillada!! !!Kate se agobia por todo!! Mujer, que seguro que la entrevista no es nada. Esto ha sido una vuelta al ruedo por todo lo alto señorita Alba!
Zeny_Mackenzie- Moderador
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Tenía ganas de escribir alguna escena así, algo divertida, y que mejor que una pillada a lo grande jajajaZeny_Mackenzie escribió:!!Menuda pillada!! !!Kate se agobia por todo!! Mujer, que seguro que la entrevista no es nada. Esto ha sido una vuelta al ruedo por todo lo alto señorita Alba!
Bueno, es que ella no está acostumbrada a las cámaras y las entrevistas, es lógico que no le guste.
Muchas gracias Zeny
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
molaaaaaaaaaaaa, me he partido de risa.
Ya sabía yo que a la forense no le pasaba nada, jajajajja. Bueno nada malo, jajajajaj
A ver que ha pensado Kate para hacer pagar a Castle.
Besossssssssssssss
Ya sabía yo que a la forense no le pasaba nada, jajajajja. Bueno nada malo, jajajajaj
A ver que ha pensado Kate para hacer pagar a Castle.
Besossssssssssssss
meln- As del póker
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
meln escribió:molaaaaaaaaaaaa, me he partido de risa.
Ya sabía yo que a la forense no le pasaba nada, jajajajja. Bueno nada malo, jajajajaj
A ver que ha pensado Kate para hacer pagar a Castle.
Besossssssssssssss
Entonces he conseguido lo que me proponía, haceros reír un poco
Tenía que crear un poco de intriga en el anterior capítulo pero no pretendía que le pasará nada, al menos nada no malo jajaja
Eso aun lo tengo que pensar...
Besos!
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Jajajajajajaja, menuda pillada, que cara se le quedarían a los cuatros ante esa situación, jajajajaja,
Seguro que el castigo que va a recibir Castle por aceptar la entrevista va a gustarle demasiado.
Espero que puedas continuar pronto.
Seguro que el castigo que va a recibir Castle por aceptar la entrevista va a gustarle demasiado.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Jajaaja muy buenoo, sigus pronto pliss
treinta y uno- As del póker
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
jajaja vaya "PILLADOS" jajaja Kate tan preocupada y ella pasándoselo bien jeje ay que risa por dios... me encantó esa escena
Me encanta esos momentos que hay entre ellos... como se entienden con esos abrazos y besos... que tierno... (ains me derrito...)
jeje pues si que aceptó (y ese castigo seguro que le gusta ) vamos a ver que pasara... ya quiero saberlo
Capítulo, maravilloso y buenísimo, me ha gustado mucho y deseando leer la conti jeje ¡nos vemos!
besotessss
Me encanta esos momentos que hay entre ellos... como se entienden con esos abrazos y besos... que tierno... (ains me derrito...)
jeje pues si que aceptó (y ese castigo seguro que le gusta ) vamos a ver que pasara... ya quiero saberlo
Capítulo, maravilloso y buenísimo, me ha gustado mucho y deseando leer la conti jeje ¡nos vemos!
besotessss
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
preciosooo sigueee
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
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Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Yaye escribió:Jajajajajajaja, menuda pillada, que cara se le quedarían a los cuatros ante esa situación, jajajajaja,
Seguro que el castigo que va a recibir Castle por aceptar la entrevista va a gustarle demasiado.
Espero que puedas continuar pronto.
Umm el castigo aun tengo que pensarlo, tiene que ser algo a la altura de lo que Castle ha hecho jajaja
Yo también lo espero, de momentos la inspiración sigue conmigo y espero que siga así mucho tiempo
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
treinta y uno escribió:Jajaaja muy buenoo, sigus pronto pliss
Muchas gracias, estoy en ello.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
KateC_17 escribió: jajaja vaya "PILLADOS" jajaja Kate tan preocupada y ella pasándoselo bien jeje ay que risa por dios... me encantó esa escena
Me encanta esos momentos que hay entre ellos... como se entienden con esos abrazos y besos... que tierno... (ains me derrito...)
jeje pues si que aceptó (y ese castigo seguro que le gusta ) vamos a ver que pasara... ya quiero saberlo
Capítulo, maravilloso y buenísimo, :happyclap:me ha gustado mucho y deseando leer la conti :bigcrying:jeje ¡nos vemos!
besotessss
Kate tenía que preocuparse, era su amiga y como ella le dijo, nunca faltaba al trabajo, pero Lanie tenía derecho a disfrutar un poco jajajaja Me alegro que te gustara.
Son mis momentos favoritos de la serie, muchas veces transmiten más con un simple abrazo o roce que con un beso y eso es lo que intento transmitir en este fic.
Aceptó pero con condiciones que sabréis muy pronto
Muchas gracias.
Besos.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Me encanta, un capi muy bueno.
Continuaaaa qu equiero saber que pasa.
Continuaaaa qu equiero saber que pasa.
_Caskett_- Escritor - Policia
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Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Os traigo un nuevo capítulo de este fic. Como ya dije, voy a intentar escribir un capítulo por semana, para ir adelantándolo un poco y a ser posible que esté acabado al terminar el verano.
Aviso que este capítulo contiene escenas no aptas para menores de 18 años.
Zeny, gracias por eliminar mis dudas
Espero que os guste.
_________________
CAPÍTULO 7: EL CASTIGO
Como un día más, el sol daba los buenos días a los ciudadanos neoyorquinos con una gran luminosidad. El verano se acercaba y los días grises pasaban a ser un mero espejismo del que había sido un duro año.
Ryan y Esposito deambulaban de un lado a otro de la comisaría como alma en pena. Toda la 12th parecía haberse contagiado de aquel mal, llevándoles a minimizar el trabajo, como si los asesinos hubiesen decidido tomarse unas vacaciones y la ciudad de Nueva York estuviese exenta de crímenes por un tiempo.
Beckett era conocida por todos como una policía que buscaba pruebas para solucionar los casos sin dejarse llevar por sus impulsos, era envidiada por muchos por su buen hacer que le reportaba grandes resultados cuando de resolver crímenes se trataba. Sin embargo, esta vez era diferente. Tan solo al poner un pie en la comisaría supo que algo que no iba bien. Podía notar la pesadez con la que los detectives realizaban sus trabajos, algo que nunca antes había visto. Se sintió fuera de lugar, siendo incapaz de reconocer en lo que veía a su propia comisaría y eso le dio miedo. Un lugar como aquel no podía estar nunca con la guardia baja, no podían ser un blanco fácil de aquellos por los que cada día se dejaban la piel para atrapar. Suponía que toda esa falta de interés que veía en las caras de sus compañeros tenía alguna explicación e iba a averiguarlo.
Castle miraba de un lado a otro mientras caminaba junto a Beckett. Pese a que no era su trabajo, aunque se empeñara en hacérselo creer a todos e incluso a él mismo, y que solo llevaba siete años en aquella comisaría, el escritor conocía bien el trabajo constante que allí se realizaba, algo que distaba de lo que estaba viendo.
- ¿Qué es lo que ocurre, Kate? - le preguntó de modo que solo ella pudiese oírle - ¿Es que Gates ha sufrido alguna clase de mutación y ahora es una persona que os deja los días libres?
Kate miró inmediatamente en todas las direcciones, esperando que la capitana no estuviese cerca para oír lo que Castle había dicho.
- Da gracias de que no te haya oído – le susurró haciéndose la dura inspectora, aunque no podía evitar reírse ante sus absurdos comentarios – Vamos a hablar con Esposito y Ryan, así saldremos de duda.
Los inspectores estaban inmersos en documentos que revisaban con hastío, suspirando cada vez que pasaban a enfrascarse en un nuevo informe.
- Espo – llamó Beckett sin pararse a darle los buenos días - ¿qué ocurre aquí?
- ¿A qué te refieres? - preguntó el aludido.
- Nunca he visto la comisaría así, parecéis zombies – dijo Castle, ganándose una reprobatoria mirada de Beckett.
- ¿Es que no os habéis enterado? - preguntó Ryan sin dar crédito a sus miradas de desconcierto – Han asesinado a uno de los nuestros.
- ¿Qué? - preguntaron la detective y el escritor al unísono - ¿Cómo? - Beckett no podía creer lo que su compañero había dicho.
- Morgan era uno de los detectives que estaba investigando la muerte de Elsa Fincher, la supuesta novia de nuestra víctima. Hemos tenido días de mucho trabajo, con varios casos por día, así que delegamos parte de la investigación en Nolan y Morgan – contestó Esposito.
- ¿Sabemos que ocurrió? - preguntó Beckett en su papel de inspectora. No podía dejarse llevar por sus sentimientos en ese momento, alguien debía tomar las riendas de aquella situación.
- Nolan y Morgan habían concertado una cita con Donald Fincher en la cárcel, donde lleva cumpliendo condena desde que su hija fue asesinada – explicó Ryan – Según nos ha contado Nolan, a él le surgió un problema familiar y tras hablarlo con Morgan, éste decidió ir solo a hablar con Donald. Eso fue lo último que Nolan supo de él. Hoy lo han encontrado en otro de los puertos de la ciudad, asesinado del mismo modo que Elsa Fincher y Nick Barry.
- Alguien no quiere que se siga investigando – aventuro Castle – Esto se pone interesante.
- Castle, no estamos jugando – le advirtió Beckett – Debemos actuar con cuidado, no sabemos a quien nos enfrentamos.
Castle notó en su voz ese tono serio e imperativo que solía usar cuando algún caso comenzaba a complicarse. Sabía que en momentos como ese, Beckett prefería que él no estuviese junto a ella, sino con su familia, protegido de todo aquel riesgo que venía ligado a un caso de grandes dimensiones. Para ella suponía mayor presión el que él la siguiese y se involucrase en su trabajo, pero pese a ello, el escritor nunca se apartaba de su lado. Le gusta tratar de inventar teorías que ella considera disparatadas y que le ayuda a buscar una razón lógica para refutar su idea, le gusta poder sacarle una sonrisa cuando la situación se vuelve complicada, le gusta poder llevarle un café cada mañana para empezar un nuevo día y, por encima de todo, le gusta estar para protegerla en situaciones de peligro. Puede que suene a locura, puede que muchos en su lugar no arriesgasen de ese modo su vida, puede que... El novelista sabe que habrá muchos que opinen que no valora su vida, pero también sabe que de conocerla, se tragarían lo que piensan. Jamás ha conocido a nadie con esa fuerza, tenacidad, capacidad de superación, valentía y necesidad de hacer justicia. Nadie ha conseguido despertar en él ese amor que siente por la detective. Creyó estar enamorado tanto de Gina como de Meredith cuando se casó con ellas, pero ahora sabe que el amor verdadero solo lo ha experimentado con ella, con la que desde hace un año es su mujer, con Kate.
Esta vez no va a ser diferente al resto, esta vez no la dejará sola porque, aunque suene irónico, siente que estando junto a ella, nada malo le va a pasar, porque no necesita haberse unido al cuerpo de policía para dar su vida por ella, porque no hay nada ni nadie que le impida protegerla y salvarla del peligro aunque fuese poniéndose él en riesgo, un riesgo que asumía sin pensárselo si con ello conseguía que estuviese a salvo.
- No voy a irme a ningún lado – le respondió a aquellas palabras que sabía que surcaban por su mente – No voy a dejarte sola.
- Entonces me tocará soportar tus teorías durante todo el trayecto – bufó y Castle sonrió, sabiendo que ese era su modo de darle las gracias – Espero que te comportes – le dijo como si de un niño pequeño se tratase.
- No tendrás ninguna queja de mí.
Beckett se centró en sus ojos durante una milésima de segundo, lo suficiente como para que se mar en calma le transmitiese toda esa paz y tranquilidad gracias a la cual podía navegar incluso a contracorriente. Se podía perder en la inmensidad de aquel mar azul, sintiéndose a flote, como si tuviese un salvavidas que le protegiese de hundirse en la espiral que las corrientes crean en los océanos.
Es su océano, ese en el que se puede sumergir sin miedos, en el que la inseguridad a caer ha desaparecido, ese en el que disfruta cada día del año sin importar la estación, ya que cada una de ellas conlleva algo especial.
Sonríe al recordar como años atrás le daba miedo nadar, creyendo que habría algún tiburón que le pudiese atacar y, sin embargo, ahora no quiere hacer otra cosa que no sea divertirse en esas aguas azules mientras nada e incluso bucea.
Desvía la mirada, perdiendo esa calma que la ha invadido durante una fracción de segundos, y se gira hacia los detectives.
- Ryan, Esposito, necesito que vayáis al lugar del crimen. Hablad con las personas de la zona, buscad testigos, investigad si hay cámaras por los alrededores,... Tratad de encontrar pruebas que puedan esclarecer su muerte. Castle y yo iremos a hablar con Donald, quizá el pueda ayudarnos.
El moreno asintió, dirigiéndose hacia su escritorio para tomar su chaqueta antes de salir con Ryan en dirección al ascensor.
- ¿En serio crees que Donald nos va a ayudar? - le preguntó Castle a Beckett.
- ¿Y por qué no iba a hacerlo?
- No tiene sentido que de saber algo, se lo haya mantenido callado durante tantos años... A no ser que...
- ¿Qué? - preguntó Beckett esperando escuchar una de sus absurdas teorías.
- Que Donald estuviese amenazado y por eso no haya hablado.
Beckett se pasó su mano derecha por el pelo, echándoselo hacia atrás.
- En ese caso, puede que Donald haya sido acusado por algo que no hizo... - comenzó Beckett.
- … y aunque él trató de demostrar su inocencia al comienzo, poco a poco dejaría de hacerlo, porque...
- Supo que llevaron a cabo las amenazas – concluyeron los dos a la vez, provocando que en sus rostros apareciese una sonrisa.
- Debemos irnos y tratar de hablar con Donald.
Castle asintió y se colocó junto a ella, caminando hacia el ascensor.
Beckett pulsó el botón pero la cabina parecía no querer bajar. Ambos se quedaron mirando al frente, esperando que las puertas se abrieran.
- ¿Sabes en que estoy pensando ahora? - le susurró Castle a Beckett al oído. Esta negó – En tu tortura de anoche...
- Te lo merecías.
- ¿Cómo puedes decir eso? Fuiste muy cruel conmigo.
- Lo que fui es bastante benevolente – respondió la detective con una amplia sonrisa.
Beckett se sentía poderosa sabiendo que era capaz de volver loco a Castle, así que decidió aprovecharse de ello. Su boca se apoderó de la del escritor, tomando el control, buscando con su lengua la de él, saboreando cada rincón de esa boca sin la que no podía vivir. Sintió las manos del novelista deslizándose por su espalda y, esta vez, no lo detuvo. Siguió ahondando en ese beso, sintiendo como su temperatura corporal comenzaba a aumentar considerablemente. Castle trataba de cambiar el rumbo, siendo él quien llevase el control, pero Beckett no estaba dispuesta a ello, lo que le hizo saber mordiendo su labio inferior. Cuando el aire comenzaba a faltarles, la inspectora se separó, fijando sus ojos en los de él, que mostraban una tonalidad azul oscuro. Beckett se levantó del regazo de Castle tendiéndole la mano. El escritor la tomó y se vio arrastrado por ella, quien tiró de él provocando que sus cuerpos se unieran, quedando sus labios a escasos milímetros. La respiración de ambos se entremezclaba en aquel condensado y soporífero calor que sus cuerpos emanaban. Sus bocas volvieron a encontrarse como si hiciese años que no lo hacían, devorándose sin piedad.
Sin separarse, andaron hacia la habitación de Castle. Beckett agradeció hacerse aprendido el camino de memoria en el tiempo que llevaba junto a él, lo que evitó que acabasen dándose de bruces con alguna de las paredes o mobiliario del loft. Sin dejar de besarse, Beckett le quitó la chaqueta que Castle aun llevaba, para luego él hacer lo posible, estando de espaldas, para abrir la puerta de su habitación.
Castle creyó que estaba en alguno de sus sueños, dejándose llevar a la gloria por su musa, pero cuando entraron en la habitación y ella lo empujó hacia la cama, supo que lo que estaba viviendo era real.
El novelista apoyó los brazos en la cama, flexionándolos para mantener el cuello erguido y poder ver a Beckett, quien se contoneaba hacia él. Al llegar a la cama, colocó ambas rodillas a los lados del cuerpo del escritor y comenzó a andar apoyando las manos en el mullido colchón hasta que sus labios estuvieron a la altura de los de él.
- Prepárate para una noche intensa – le susurró al oído, provocándolo.
Solo había empezado y el escritor ya notaba el dolor en su entrepierna. Se mordió la lengua y se lanzó a besarla, pero ella le colocó un dedo en sus labios.
- Nada de eso, Rick. Ya te dije que esta noche, el mando lo tengo yo.
Castle se mantuvo en su postura, esperando el siguiente paso de su musa. Beckett comenzó a desabrocharle lentamente los botones, tratando de alargar lo máximo posible aquel juego, pero hacia la mitad del camino, las fuerzas le flaquearon y acabó provocando que los botones saltasen por la habitación. Castle colocó sus manos en la cintura de su mujer y comenzó a subir su camisa con ayuda de ella. Pese a llevar ya un año casados y conocer cada centímetro del cuerpo de la inspectora, Castle no podía dejar de admirar a aquella diosa griega que cada noche tenía entre sus brazos. Con agilidad, el novelista pasó sus manos por los tirantes del sujetador de Beckett, bajándoselos para pasar a continuación a desabrocharlo, dejándolo esparcido junto al resto de ropa que ya cubrían parte de la habitación. Segundos después, ambos sentían el roce de sus pieles empapadas amoldándose una a la otra. Beckett se acercó a los labios de su marido para besarlo con urgencia, bajando por su cuello para seguir dejando un camino húmedo por su pecho. Podía notar la respiración entrecortada de Castle mientras seguía bajando. Se detuvo unos segundos en su ombligo y alzó la vista para mirarle a los ojos, unos ojos que le suplicaban clemencia, pero ella no estaba dispuesta a parar aquello, no en ese momento, no esa noche. Le bajó la cremallera del pantalón con parsimonia, escuchando los ruegos de Castle porque no fuese cruel y, ayudada por él, le quitó los pantalones junto a los boxers. Al igual que había hecho él con ella, Beckett se detuvo unos segundos a admirar a su marido, jactándose de lo divertido que podía ser hacerle perder la cabeza, lo que hizo que no viese las intenciones de Castle y acabara bajo su cuerpo.
- Ahora me toca a mi – le susurró el novelista al oído.
Besó su cuello, haciendo que ella se arqueara y así le diera mejor acceso. Se detuvo unos minutos en saborear su dulce piel, bajando lentamente del mismo modo que ella había hecho con él. Beckett se agarraba a las sábanas, tratando de contenerse. El escritor bajó hasta sus pechos, pasando sus labios por el derecho, subsionándolo mientras jugaba con el izquierdo, pellizcándolo, haciendo que Beckett se retorciera de puro placer entre sus brazos. Siguió jugando con él unos minutos, notando como su musa perdía el control. Luego volvió a hacer la misma operación pasando su boca al pecho izquierdo y su mano por el derecho. Beckett no dejaba de gemir, haciendo que Castle sonriera. Finalmente no había podido resistirse a él. Subió a sus labios y sus lenguas volvieron a encontrarse en una lucha por el control. Con sus manos y sin dejar de besarla, Castle desabrochó el pantalón de Beckett. La inspectora alzó la cadera para ayudarlo y, tal y como minutos antes había hecho ella, el escritor le quitó el pantalón junto con su tanga.
Sus cuerpos, libres de prendas, se encontraron generando un intenso fuego que ni el más experimentado y eficiente de los bomberos de Nueva York hubiese sido capaz de apagar.
Beckett giró sobre el cuerpo de su marido y elevó su rostro, encontrándose con sus ojos. Se levantó de la cama sin decir una palabra, provocando la mirada de desconcierto de Castle.
- ¿Me vas a dejar así?
- No es eso lo que pensaba, aunque si lo prefieres...
- No, por favor – le suplicó, haciendo que ella sonriese.
La inspectora se dirigió a la mesilla de noche y extrajo algo que Castle no pudo ver. Luego se volvió a subir a la cama, acercándose hacia él para mostrarle dos anillos de silicona. El escritor enmudeció.
Desde hacía algo más de un año, había surgido la fama de los libros eróticos a través de la trilogía Cincuenta Sombras. Su aceptación entre el público no había pasado desapercibido para él, quien vio como sus ventas bajaban considerablemente por unos libros que nada de literatura tenían. Muchos le decían que su animadversión por ese tipo de "novelas" se debía a que con el boom de ellos, sus libros se vendían menos, pero esa no era la razón. No podía considerar literatura libros como Cincuenta Sombras y todos aquellos que le seguían. Para pasar un rato, no negaba que estuviese bien, pero no podía considerarlos literatura porque no lo era.
Nunca leyó ninguno de los libros de esa temática, no lo necesitaba, tenía a la persona con la que saciar su apetito sin necesidad de perder el tiempo leyendo aquellos libros. Lo que nunca imaginó es que sería protagonista de una escena que muchos de los lectores asiduos a aquellos libros, querrían leer.
Beckett bajó lentamente hasta el miembro erecto del escritor, rozándolo deliberadamente, haciendo que Castle se retorciera bajo ella. Con su boca lo lubrico con varias pasadas, provocando que de los labios de Castle salieran gemidos ahogados. Con destreza, masajeándolo, coloco las dos anillas. Al sentir la presión en su miembro junto a aquellas pequeñas descargas, Castle volvió a retorcerse. Necesitaba liberarse pero empezaba a comprender que Beckett no quería dejarlo. Beckett se apoderó de su boca, besándolo con ímpetu. Castle se perdió en sus labios, tratando de ignorar el dolor mezclado con el placer que aquellas anillas le producían. La inspectora se acercó a su oreja derecha, mordiendo el lóbulo de ella, haciendo que aumentara la presión que las anillas ejercían.
- Por favor, Kate – susurró.
Beckett fue bajando por su torso, llenándolo de besos hasta bajar a su miembro. Elevó su rostro y nuevamente se encontró con una súplica en su mirada.
Con la misma delicadeza que se los había puesto, Beckett retiró las anillas, no sin hacerle una pequeña aclaración.
- Queda prohibido correrse, Castle.
- Pero...
- No, nada de peros.
Castle suspiró cuando las anillas estuvieron fuera de su miembro, pero dudó que fuese capaz de contenerse un solo minuto más, no creía que fuese capaz de hacer lo que Beckett le pedía, necesitaba liberarse.
Castle giró sobre la inspectora, sabiendo que sería incapaz de seguir con aquel juego. Beckett sonrió, sabiendo que estaba consiguiendo su propósito. Castle deslizó su mano haciendo dibujos en el cuerpo de su mujer hasta llegar a su vientre. La miró esperando que ella aceptase y entonces vio que su mirada estaba tan llena de deseo como la de él. Sin más juegos, palpó su humedad e introdujo un dedo en su clítoris, moviéndolo en círculos. Beckett gimió y Castle sonrió. El escritor siguió jugando con la inspectora, introduciendo otro dedo, haciendo que ésta notase el inminente orgasmo. Se sintió el la cúspide de la montaña rusa, apunto de caer y bastó unos segundos más para que Beckett tocase el cielo con los dedos. El clímax se apoderó de ella mientras gritaba el nombre del escritor. Una vorágine de sensaciones se apoderó de ella durante unos segundos, hasta que el escritor se aventuró a sus labios, volviendo a encender aquel fuego. Beckett volvió a girar sobre Castle y rozó su miembro antes de introducírselo y cabalgar sobre él.
- Recuerda lo que te dije, Castle – dijo entrecortadamente.
El escritor era incapaz de pensar en nada, no era capaz de contenerse. Beckett aumentó el ritmo, volviendo loco al escritor. Finalmente la inspectora sucumbió a aquella espiral en la que se encontraba, sintiendo como un nuevo orgasmo luchaba por apoderarse de ella. Una embestida más bastó para que Beckett llegase de nuevo al clímax, dejándose caer sobre el pecho del escritor. Este se mordió la lengua una vez más, sintiendo como su miembro, aun dentro de su mujer, luchaba por ser liberado.
- Has estado increíble, Castle – le susurró, aumentando la tensión en él.
- Esta me la pagas – dijo entre dientes.
- Me debes una.
- Y a mi que me parece que no te debo nada... Anda, sube – le dijo cuando las puertas del ascensor se abrieron – Tenemos una cita importante.
Aviso que este capítulo contiene escenas no aptas para menores de 18 años.
Zeny, gracias por eliminar mis dudas
Espero que os guste.
_________________
CAPÍTULO 7: EL CASTIGO
Como un día más, el sol daba los buenos días a los ciudadanos neoyorquinos con una gran luminosidad. El verano se acercaba y los días grises pasaban a ser un mero espejismo del que había sido un duro año.
Ryan y Esposito deambulaban de un lado a otro de la comisaría como alma en pena. Toda la 12th parecía haberse contagiado de aquel mal, llevándoles a minimizar el trabajo, como si los asesinos hubiesen decidido tomarse unas vacaciones y la ciudad de Nueva York estuviese exenta de crímenes por un tiempo.
Beckett era conocida por todos como una policía que buscaba pruebas para solucionar los casos sin dejarse llevar por sus impulsos, era envidiada por muchos por su buen hacer que le reportaba grandes resultados cuando de resolver crímenes se trataba. Sin embargo, esta vez era diferente. Tan solo al poner un pie en la comisaría supo que algo que no iba bien. Podía notar la pesadez con la que los detectives realizaban sus trabajos, algo que nunca antes había visto. Se sintió fuera de lugar, siendo incapaz de reconocer en lo que veía a su propia comisaría y eso le dio miedo. Un lugar como aquel no podía estar nunca con la guardia baja, no podían ser un blanco fácil de aquellos por los que cada día se dejaban la piel para atrapar. Suponía que toda esa falta de interés que veía en las caras de sus compañeros tenía alguna explicación e iba a averiguarlo.
Castle miraba de un lado a otro mientras caminaba junto a Beckett. Pese a que no era su trabajo, aunque se empeñara en hacérselo creer a todos e incluso a él mismo, y que solo llevaba siete años en aquella comisaría, el escritor conocía bien el trabajo constante que allí se realizaba, algo que distaba de lo que estaba viendo.
- ¿Qué es lo que ocurre, Kate? - le preguntó de modo que solo ella pudiese oírle - ¿Es que Gates ha sufrido alguna clase de mutación y ahora es una persona que os deja los días libres?
Kate miró inmediatamente en todas las direcciones, esperando que la capitana no estuviese cerca para oír lo que Castle había dicho.
- Da gracias de que no te haya oído – le susurró haciéndose la dura inspectora, aunque no podía evitar reírse ante sus absurdos comentarios – Vamos a hablar con Esposito y Ryan, así saldremos de duda.
Los inspectores estaban inmersos en documentos que revisaban con hastío, suspirando cada vez que pasaban a enfrascarse en un nuevo informe.
- Espo – llamó Beckett sin pararse a darle los buenos días - ¿qué ocurre aquí?
- ¿A qué te refieres? - preguntó el aludido.
- Nunca he visto la comisaría así, parecéis zombies – dijo Castle, ganándose una reprobatoria mirada de Beckett.
- ¿Es que no os habéis enterado? - preguntó Ryan sin dar crédito a sus miradas de desconcierto – Han asesinado a uno de los nuestros.
- ¿Qué? - preguntaron la detective y el escritor al unísono - ¿Cómo? - Beckett no podía creer lo que su compañero había dicho.
- Morgan era uno de los detectives que estaba investigando la muerte de Elsa Fincher, la supuesta novia de nuestra víctima. Hemos tenido días de mucho trabajo, con varios casos por día, así que delegamos parte de la investigación en Nolan y Morgan – contestó Esposito.
- ¿Sabemos que ocurrió? - preguntó Beckett en su papel de inspectora. No podía dejarse llevar por sus sentimientos en ese momento, alguien debía tomar las riendas de aquella situación.
- Nolan y Morgan habían concertado una cita con Donald Fincher en la cárcel, donde lleva cumpliendo condena desde que su hija fue asesinada – explicó Ryan – Según nos ha contado Nolan, a él le surgió un problema familiar y tras hablarlo con Morgan, éste decidió ir solo a hablar con Donald. Eso fue lo último que Nolan supo de él. Hoy lo han encontrado en otro de los puertos de la ciudad, asesinado del mismo modo que Elsa Fincher y Nick Barry.
- Alguien no quiere que se siga investigando – aventuro Castle – Esto se pone interesante.
- Castle, no estamos jugando – le advirtió Beckett – Debemos actuar con cuidado, no sabemos a quien nos enfrentamos.
Castle notó en su voz ese tono serio e imperativo que solía usar cuando algún caso comenzaba a complicarse. Sabía que en momentos como ese, Beckett prefería que él no estuviese junto a ella, sino con su familia, protegido de todo aquel riesgo que venía ligado a un caso de grandes dimensiones. Para ella suponía mayor presión el que él la siguiese y se involucrase en su trabajo, pero pese a ello, el escritor nunca se apartaba de su lado. Le gusta tratar de inventar teorías que ella considera disparatadas y que le ayuda a buscar una razón lógica para refutar su idea, le gusta poder sacarle una sonrisa cuando la situación se vuelve complicada, le gusta poder llevarle un café cada mañana para empezar un nuevo día y, por encima de todo, le gusta estar para protegerla en situaciones de peligro. Puede que suene a locura, puede que muchos en su lugar no arriesgasen de ese modo su vida, puede que... El novelista sabe que habrá muchos que opinen que no valora su vida, pero también sabe que de conocerla, se tragarían lo que piensan. Jamás ha conocido a nadie con esa fuerza, tenacidad, capacidad de superación, valentía y necesidad de hacer justicia. Nadie ha conseguido despertar en él ese amor que siente por la detective. Creyó estar enamorado tanto de Gina como de Meredith cuando se casó con ellas, pero ahora sabe que el amor verdadero solo lo ha experimentado con ella, con la que desde hace un año es su mujer, con Kate.
Esta vez no va a ser diferente al resto, esta vez no la dejará sola porque, aunque suene irónico, siente que estando junto a ella, nada malo le va a pasar, porque no necesita haberse unido al cuerpo de policía para dar su vida por ella, porque no hay nada ni nadie que le impida protegerla y salvarla del peligro aunque fuese poniéndose él en riesgo, un riesgo que asumía sin pensárselo si con ello conseguía que estuviese a salvo.
- No voy a irme a ningún lado – le respondió a aquellas palabras que sabía que surcaban por su mente – No voy a dejarte sola.
- Entonces me tocará soportar tus teorías durante todo el trayecto – bufó y Castle sonrió, sabiendo que ese era su modo de darle las gracias – Espero que te comportes – le dijo como si de un niño pequeño se tratase.
- No tendrás ninguna queja de mí.
Beckett se centró en sus ojos durante una milésima de segundo, lo suficiente como para que se mar en calma le transmitiese toda esa paz y tranquilidad gracias a la cual podía navegar incluso a contracorriente. Se podía perder en la inmensidad de aquel mar azul, sintiéndose a flote, como si tuviese un salvavidas que le protegiese de hundirse en la espiral que las corrientes crean en los océanos.
Es su océano, ese en el que se puede sumergir sin miedos, en el que la inseguridad a caer ha desaparecido, ese en el que disfruta cada día del año sin importar la estación, ya que cada una de ellas conlleva algo especial.
Sonríe al recordar como años atrás le daba miedo nadar, creyendo que habría algún tiburón que le pudiese atacar y, sin embargo, ahora no quiere hacer otra cosa que no sea divertirse en esas aguas azules mientras nada e incluso bucea.
Desvía la mirada, perdiendo esa calma que la ha invadido durante una fracción de segundos, y se gira hacia los detectives.
- Ryan, Esposito, necesito que vayáis al lugar del crimen. Hablad con las personas de la zona, buscad testigos, investigad si hay cámaras por los alrededores,... Tratad de encontrar pruebas que puedan esclarecer su muerte. Castle y yo iremos a hablar con Donald, quizá el pueda ayudarnos.
El moreno asintió, dirigiéndose hacia su escritorio para tomar su chaqueta antes de salir con Ryan en dirección al ascensor.
- ¿En serio crees que Donald nos va a ayudar? - le preguntó Castle a Beckett.
- ¿Y por qué no iba a hacerlo?
- No tiene sentido que de saber algo, se lo haya mantenido callado durante tantos años... A no ser que...
- ¿Qué? - preguntó Beckett esperando escuchar una de sus absurdas teorías.
- Que Donald estuviese amenazado y por eso no haya hablado.
Beckett se pasó su mano derecha por el pelo, echándoselo hacia atrás.
- En ese caso, puede que Donald haya sido acusado por algo que no hizo... - comenzó Beckett.
- … y aunque él trató de demostrar su inocencia al comienzo, poco a poco dejaría de hacerlo, porque...
- Supo que llevaron a cabo las amenazas – concluyeron los dos a la vez, provocando que en sus rostros apareciese una sonrisa.
- Debemos irnos y tratar de hablar con Donald.
Castle asintió y se colocó junto a ella, caminando hacia el ascensor.
Beckett pulsó el botón pero la cabina parecía no querer bajar. Ambos se quedaron mirando al frente, esperando que las puertas se abrieran.
- ¿Sabes en que estoy pensando ahora? - le susurró Castle a Beckett al oído. Esta negó – En tu tortura de anoche...
- Te lo merecías.
- ¿Cómo puedes decir eso? Fuiste muy cruel conmigo.
- Lo que fui es bastante benevolente – respondió la detective con una amplia sonrisa.
Beckett se sentía poderosa sabiendo que era capaz de volver loco a Castle, así que decidió aprovecharse de ello. Su boca se apoderó de la del escritor, tomando el control, buscando con su lengua la de él, saboreando cada rincón de esa boca sin la que no podía vivir. Sintió las manos del novelista deslizándose por su espalda y, esta vez, no lo detuvo. Siguió ahondando en ese beso, sintiendo como su temperatura corporal comenzaba a aumentar considerablemente. Castle trataba de cambiar el rumbo, siendo él quien llevase el control, pero Beckett no estaba dispuesta a ello, lo que le hizo saber mordiendo su labio inferior. Cuando el aire comenzaba a faltarles, la inspectora se separó, fijando sus ojos en los de él, que mostraban una tonalidad azul oscuro. Beckett se levantó del regazo de Castle tendiéndole la mano. El escritor la tomó y se vio arrastrado por ella, quien tiró de él provocando que sus cuerpos se unieran, quedando sus labios a escasos milímetros. La respiración de ambos se entremezclaba en aquel condensado y soporífero calor que sus cuerpos emanaban. Sus bocas volvieron a encontrarse como si hiciese años que no lo hacían, devorándose sin piedad.
Sin separarse, andaron hacia la habitación de Castle. Beckett agradeció hacerse aprendido el camino de memoria en el tiempo que llevaba junto a él, lo que evitó que acabasen dándose de bruces con alguna de las paredes o mobiliario del loft. Sin dejar de besarse, Beckett le quitó la chaqueta que Castle aun llevaba, para luego él hacer lo posible, estando de espaldas, para abrir la puerta de su habitación.
Castle creyó que estaba en alguno de sus sueños, dejándose llevar a la gloria por su musa, pero cuando entraron en la habitación y ella lo empujó hacia la cama, supo que lo que estaba viviendo era real.
El novelista apoyó los brazos en la cama, flexionándolos para mantener el cuello erguido y poder ver a Beckett, quien se contoneaba hacia él. Al llegar a la cama, colocó ambas rodillas a los lados del cuerpo del escritor y comenzó a andar apoyando las manos en el mullido colchón hasta que sus labios estuvieron a la altura de los de él.
- Prepárate para una noche intensa – le susurró al oído, provocándolo.
Solo había empezado y el escritor ya notaba el dolor en su entrepierna. Se mordió la lengua y se lanzó a besarla, pero ella le colocó un dedo en sus labios.
- Nada de eso, Rick. Ya te dije que esta noche, el mando lo tengo yo.
Castle se mantuvo en su postura, esperando el siguiente paso de su musa. Beckett comenzó a desabrocharle lentamente los botones, tratando de alargar lo máximo posible aquel juego, pero hacia la mitad del camino, las fuerzas le flaquearon y acabó provocando que los botones saltasen por la habitación. Castle colocó sus manos en la cintura de su mujer y comenzó a subir su camisa con ayuda de ella. Pese a llevar ya un año casados y conocer cada centímetro del cuerpo de la inspectora, Castle no podía dejar de admirar a aquella diosa griega que cada noche tenía entre sus brazos. Con agilidad, el novelista pasó sus manos por los tirantes del sujetador de Beckett, bajándoselos para pasar a continuación a desabrocharlo, dejándolo esparcido junto al resto de ropa que ya cubrían parte de la habitación. Segundos después, ambos sentían el roce de sus pieles empapadas amoldándose una a la otra. Beckett se acercó a los labios de su marido para besarlo con urgencia, bajando por su cuello para seguir dejando un camino húmedo por su pecho. Podía notar la respiración entrecortada de Castle mientras seguía bajando. Se detuvo unos segundos en su ombligo y alzó la vista para mirarle a los ojos, unos ojos que le suplicaban clemencia, pero ella no estaba dispuesta a parar aquello, no en ese momento, no esa noche. Le bajó la cremallera del pantalón con parsimonia, escuchando los ruegos de Castle porque no fuese cruel y, ayudada por él, le quitó los pantalones junto a los boxers. Al igual que había hecho él con ella, Beckett se detuvo unos segundos a admirar a su marido, jactándose de lo divertido que podía ser hacerle perder la cabeza, lo que hizo que no viese las intenciones de Castle y acabara bajo su cuerpo.
- Ahora me toca a mi – le susurró el novelista al oído.
Besó su cuello, haciendo que ella se arqueara y así le diera mejor acceso. Se detuvo unos minutos en saborear su dulce piel, bajando lentamente del mismo modo que ella había hecho con él. Beckett se agarraba a las sábanas, tratando de contenerse. El escritor bajó hasta sus pechos, pasando sus labios por el derecho, subsionándolo mientras jugaba con el izquierdo, pellizcándolo, haciendo que Beckett se retorciera de puro placer entre sus brazos. Siguió jugando con él unos minutos, notando como su musa perdía el control. Luego volvió a hacer la misma operación pasando su boca al pecho izquierdo y su mano por el derecho. Beckett no dejaba de gemir, haciendo que Castle sonriera. Finalmente no había podido resistirse a él. Subió a sus labios y sus lenguas volvieron a encontrarse en una lucha por el control. Con sus manos y sin dejar de besarla, Castle desabrochó el pantalón de Beckett. La inspectora alzó la cadera para ayudarlo y, tal y como minutos antes había hecho ella, el escritor le quitó el pantalón junto con su tanga.
Sus cuerpos, libres de prendas, se encontraron generando un intenso fuego que ni el más experimentado y eficiente de los bomberos de Nueva York hubiese sido capaz de apagar.
Beckett giró sobre el cuerpo de su marido y elevó su rostro, encontrándose con sus ojos. Se levantó de la cama sin decir una palabra, provocando la mirada de desconcierto de Castle.
- ¿Me vas a dejar así?
- No es eso lo que pensaba, aunque si lo prefieres...
- No, por favor – le suplicó, haciendo que ella sonriese.
La inspectora se dirigió a la mesilla de noche y extrajo algo que Castle no pudo ver. Luego se volvió a subir a la cama, acercándose hacia él para mostrarle dos anillos de silicona. El escritor enmudeció.
Desde hacía algo más de un año, había surgido la fama de los libros eróticos a través de la trilogía Cincuenta Sombras. Su aceptación entre el público no había pasado desapercibido para él, quien vio como sus ventas bajaban considerablemente por unos libros que nada de literatura tenían. Muchos le decían que su animadversión por ese tipo de "novelas" se debía a que con el boom de ellos, sus libros se vendían menos, pero esa no era la razón. No podía considerar literatura libros como Cincuenta Sombras y todos aquellos que le seguían. Para pasar un rato, no negaba que estuviese bien, pero no podía considerarlos literatura porque no lo era.
Nunca leyó ninguno de los libros de esa temática, no lo necesitaba, tenía a la persona con la que saciar su apetito sin necesidad de perder el tiempo leyendo aquellos libros. Lo que nunca imaginó es que sería protagonista de una escena que muchos de los lectores asiduos a aquellos libros, querrían leer.
Beckett bajó lentamente hasta el miembro erecto del escritor, rozándolo deliberadamente, haciendo que Castle se retorciera bajo ella. Con su boca lo lubrico con varias pasadas, provocando que de los labios de Castle salieran gemidos ahogados. Con destreza, masajeándolo, coloco las dos anillas. Al sentir la presión en su miembro junto a aquellas pequeñas descargas, Castle volvió a retorcerse. Necesitaba liberarse pero empezaba a comprender que Beckett no quería dejarlo. Beckett se apoderó de su boca, besándolo con ímpetu. Castle se perdió en sus labios, tratando de ignorar el dolor mezclado con el placer que aquellas anillas le producían. La inspectora se acercó a su oreja derecha, mordiendo el lóbulo de ella, haciendo que aumentara la presión que las anillas ejercían.
- Por favor, Kate – susurró.
Beckett fue bajando por su torso, llenándolo de besos hasta bajar a su miembro. Elevó su rostro y nuevamente se encontró con una súplica en su mirada.
Con la misma delicadeza que se los había puesto, Beckett retiró las anillas, no sin hacerle una pequeña aclaración.
- Queda prohibido correrse, Castle.
- Pero...
- No, nada de peros.
Castle suspiró cuando las anillas estuvieron fuera de su miembro, pero dudó que fuese capaz de contenerse un solo minuto más, no creía que fuese capaz de hacer lo que Beckett le pedía, necesitaba liberarse.
Castle giró sobre la inspectora, sabiendo que sería incapaz de seguir con aquel juego. Beckett sonrió, sabiendo que estaba consiguiendo su propósito. Castle deslizó su mano haciendo dibujos en el cuerpo de su mujer hasta llegar a su vientre. La miró esperando que ella aceptase y entonces vio que su mirada estaba tan llena de deseo como la de él. Sin más juegos, palpó su humedad e introdujo un dedo en su clítoris, moviéndolo en círculos. Beckett gimió y Castle sonrió. El escritor siguió jugando con la inspectora, introduciendo otro dedo, haciendo que ésta notase el inminente orgasmo. Se sintió el la cúspide de la montaña rusa, apunto de caer y bastó unos segundos más para que Beckett tocase el cielo con los dedos. El clímax se apoderó de ella mientras gritaba el nombre del escritor. Una vorágine de sensaciones se apoderó de ella durante unos segundos, hasta que el escritor se aventuró a sus labios, volviendo a encender aquel fuego. Beckett volvió a girar sobre Castle y rozó su miembro antes de introducírselo y cabalgar sobre él.
- Recuerda lo que te dije, Castle – dijo entrecortadamente.
El escritor era incapaz de pensar en nada, no era capaz de contenerse. Beckett aumentó el ritmo, volviendo loco al escritor. Finalmente la inspectora sucumbió a aquella espiral en la que se encontraba, sintiendo como un nuevo orgasmo luchaba por apoderarse de ella. Una embestida más bastó para que Beckett llegase de nuevo al clímax, dejándose caer sobre el pecho del escritor. Este se mordió la lengua una vez más, sintiendo como su miembro, aun dentro de su mujer, luchaba por ser liberado.
- Has estado increíble, Castle – le susurró, aumentando la tensión en él.
- Esta me la pagas – dijo entre dientes.
- Me debes una.
- Y a mi que me parece que no te debo nada... Anda, sube – le dijo cuando las puertas del ascensor se abrieron – Tenemos una cita importante.
Última edición por Beckett_Castle_Alba el Vie Jul 05, 2013 7:56 am, editado 1 vez
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
!De nada! Gracias a ti también por todo. Ya te dije que me encantaba esta escenita hot que nos has dado. Perfecta.
Zeny_Mackenzie- Moderador
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