Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
+27
Kynu
AlwaysSerenity
castle&beckett..cris
meln
L-beckett41319
anaforo
xCaskett
_Caskett_
Solexite
Anver
Beckett_Castle_Alba
agecastbet
trolido
Ale_caskett
KateC_17
Cata Castillo
dary
cris_beckett
MariaRomn@caskett
Zeny_Mackenzie
maria_cs
Delta5
Yaye
castle4ever
Derika_caskett
Fanny_123
trinity640
31 participantes
Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
Página 9 de 9.
Página 9 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Muchas gracias_Caskett_ escribió:Me encanta, muy bueno, continua pronto.
Siento decirte que el siguiente capítulo deberá esperar un par de semanas. Estaré de vacaciones y hasta la vuelta no podré continuarlo.
A la vuelta intentaré seguir con el ritmo que llevaba hasta ahora de un capítulo por semana.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
CAPÍTULO 9: FAMILIA
El silencio instaurado en aquel vehículo era interrumpido por el constante sonido de cláxones así como de personas impacientes por continuar hacia sus diversos destinos. La burbuja en la que habían convertido ese momento único desapareció del mismo modo en que se creó, sin previo aviso, dejándolos descolocados, como si todo lo que había ocurrido fuese producto de sus imaginaciones, un simple espejismo creado en mitad de un desierto.
- Castle, el semáforo – le indicó la inspectora haciendo que éste se girase y se diese cuenta del motivo por el que había provocado un considerable embotellamiento.
- Aun no has respondido a mi pregunta, Kate – le apremió, esperando que ésta contestase antes de que la insistencia del resto de conductores fuese mayor.
- Es que no es el lugar más oportuno para hacerlo. No me gustaría que tuvieran que venir compañeros del gremio para que desalojes la carretera. Creo que no habrá ningún problema si te respondo en el loft.
- Tengo una idea mejor – una sonrisa asomó en sus labios mientras arrancaba.
- ¿Qué se te ha ocurrido ahora? - preguntó temerosa. Conociéndolo, podía haber pensado en alguna locura que no quisiese que supiera hasta que la viera para que de ese modo no se pudiese oponer.
- Ya lo verás – le respondió, centrando su atención en la carretera para evitar que tratase de sacarle más información.
El escritor no dejaba de pensar en cuál sería su respuesta, en si había sido el momento adecuado para proponérselo, en el rumbo que tomaría su matrimonio después de hacer dado un paso más, en las consecuencias que podría traer consigo. Su mente era un mar de dudas, de preguntas sin respuestas, de incertidumbres que decidió dejar apartadas en algún rincón de su cerebro.
Por su parte, la inspectora se sumergió en sus propios pensamientos, aquellos que les había generado la inesperada pregunta de su marido. Resultaba complejos ponerlos en orden y llegar a una conclusión clara y concreta cuando la pregunta le había resultado de lo más inesperada.
De ese modo, el resto del trayecto continuó en el más absoluto de los silencios. Cada uno permanecía sumido en sus propios pensamientos, tratando de darle formas de algún modo.
- Ya hemos llegado – dijo el escritor después de alrededor de veinte minutos conduciendo.
Beckett no necesitó explicación alguna para saber dónde la había llevado. Conocía ese olor a hierba recién cortada, esa humedad que se respiraba creando un microclima en pleno centro de Nueva York, ese color en distintas tonalidades de verde y esa paz que solo un lugar como aquel era capaz de reportarle. Unos simples columpios ocupaban el centro de su visión. Para muchos no significaría más que un elemento de juego y diversión de los más pequeños, el lugar que todo niño querría pisar, el centro de las risas inocentes, la zona donde compartir una tarde con aquellos que siempre nos sacan una sonrisa. En cambio para ella tenía un significado muy distinto del que comúnmente solía generar. Esos columpios rodeados de vegetación a su alrededor le transmitía paz, tranquilidad, calma, serenidad. Era el lugar idóneo para dejar volar la mente, para pensar, para aclarar las ideas, para desconectar del mundo y perderse en algo tan simple como la sonrisa que el balanceo de un columpio puede arrancarte. Ese lugar que podía parecer común e incluso rutinario para muchos, para ella tenía un tinte romántico desde que se convirtió en el lugar de ambos. Algo tan sencillo como un columpio, ese columpio, le hacía sonreír al recordar la infinidad de momentos vividos allí.
Castle se dirigió hacia el columpio para sentarse en el izquierdo y ella lo imitó. Ambos permanecieron en silencio, sin atreverse a romperlo para decir alguna banalidad que pudiese estropear el momento. Sus pensamientos volaban libres, tratando de encontrar un camino por el que encauzar la conversación.
- Lo siento Kate – un hilo de voz apenas audible rompió la quietud. Al ver incomprensión en el rostro de la inspectora, Castle se apresuró a continuar – Siento si te pido demasiado con esto. Llevo mucho tiempo pensando el modo de decírtelo y sé que no ha sido el mejor. Una vez armado de valor decidí seguir adelante. No lo pensé. Quizá debí haberlo hecho.
- ¿Qué es lo que te daba tanto miedo de hacerme la pregunta? - Beckett rozó delicadamente la mano de su marido con la suya y entrelazó sus dedos con los de él en un intento por tratar de que se relajase.
- No lo sé. Supongo que creí que si no era el momento adecuado y te lo proponía, descartarías por completo la idea, no queriendo volver a saber nada de ella. Tenía miedo de que creyeses...
- ¿Qué? - le instó a continuar al ver como Castle permanecía con la cabeza gacha como si tratara de esconderla cual avestruz.
- Que no me dabas lo suficiente y por eso quería un bebé, cuando es justo lo contrario. Kate – Castle tomó las manos de Beckett y encaró su columpio al de ella – eres lo mejor que me ha pasado en la vida junto a mi hija. Eres la única mujer que no me ha hecho pensar en sentar la cabeza, porque directamente lo hice. Luché por ti, seguí a tu lado cada día sin saber si llegarías alguna vez a sentir lo que yo sentía por ti, pero sentía que así debía hacerlo, que tú lo merecías. Kate, me das todo lo que podría desear y soñar...
- No tenías que convencerme de nada, Rick – Castle la interrogó con la mirada – Hace algunos meses que siento que ha llegado el momento de formar una familia a tu lado. Si no lo compartí contigo fue porque necesito encontrar un equilibrio entre mi vida laboral y la personal. No quiero tener un hijo para perderme su infancia y que sea una niñera quien la viva a su lado. Quiero tener un hijo y que seamos los dos quienes lo eduquemos y cuidemos.
- Entonces... ¿es un sí? - le preguntó ansioso.
Beckett no pudo evitar sonreír ante la expresión de alegría que reflejaba su marido.
- Es un sí. Quiero tener un hijo contigo, Rick.
Castle, que rebosaba felicidad, atrajo el columpio de su mujer al suyo y la besó con ímpetu, haciéndole saber la inmensidad de emociones que corrían por él a modo de pequeños susurros en su oído.
A su alrededor el mundo continuaba girando con normalidad, ajeno a lo que aquella pareja estaba viviendo. Las familias pasaban por allí sonriendo ante la estampa de dos adultos transformados en adolescentes viviendo su amor en los columpios. Lo que nadie sabía es que una decisión muy importante había sido tomada, una que cambiaría para siempre la vida de aquel escritor y su musa.
- Se está haciendo tarde – Castle apoyó su frente en la de su mujer, incapaz de separarse de ella – Será mejor que volvamos al coche. Esta noche hay mucho que celebrar.
El escritor se levantó del columpio con una sonrisa y le tendió la mano a la inspectora, quien la tomó correspondiéndole con otra sonrisa igual o más amplia que la de él.
Beckett parecía flotar en una nube mullida y suave. Animada por la conversación mantenida con Castle, la inspectora no paraba de hablar con su marido de sus intenciones de pasar menos tiempo en la comisaría cuando tuvieran al bebé, algo que a él le hacía sonreír como un tonto al saber que tendría más tiempo para disfrutar de su mujer.
Castle le tendió la mano a Kate para bajar del coche cuando llegaron al loft. Poco acostumbrada a esa galantería en él, se sorprendió alagada por aquel sencillo y pequeño gesto. Tomados de la mano, caminaron hacia el que era su hogar.
La inspectora se acercó al sofá y se dejó caer en él, golpeando suavemente el mullido inmueble para que el escritor se sentase a su lado. Castle hizo lo que le pedía, atrayéndola hacia él. Ella apoyó la cabeza en el pecho de su marido, siendo envuelta por los protectores brazos de él mientras escuchaba el rítmico latir de su corazón.
- Podría pasarme horas así; aquí; contigo – le susurró Beckett sin pensarlo, dejando aflorar sus sentimientos, algo que, aun llevado varios años juntos, no solía hacer normalmente.
Conocedor de ello en primera persona, Castle trató de hacer una fotografía en su cabeza en la que guardar aquel mágico momento, aquel que no se volvería a repetir, al menos no del mismo modo ni con la misma intensidad. Esos segundos en los que Beckett dejaba al descubierto su alma sin ninguna coraza que pudiera protegerla, le hacía sentir que no era merecedor de ella, que poseía una belleza interior que él jamás tendría. Sin embargo, esa bondad que había descubierto en su mujer le enseñaba que él era la única persona a la que se había abierto completamente tras demostrarle su infinito amor hacia ella.
- Deberíamos arreglarnos si queremos salir a cenar – Castle usó el mismo tono de voz que Beckett había empleado segundos antes, resultando cálido, dulce.
- Se me está ocurriendo una idea mejor que nada tiene que ver con cenar. Eso podríamos dejarlo para otro día – Beckett giró su rostro encontrándose con los ojos de Castle que la atravesaban, haciéndola sentir vulnerable ante él. Aun así, trató de centrarse en el juego que había comenzado - ¿Te imaginas a qué me refiero? - le susurró traviesa al oído.
Castle tragó sonoramente y negó con la cabeza, pese a saber perfectamente a donde conducía aquel juego. Esta vez prefería que fuese ella quien llevase el control.
- ¿Ah no? - la inspectora se separó de los brazos del novelista y se sentó de tal modo que sus ojos quedasen enfrentados – Me preguntaba si esa propuesta tuya tenía una fecha implícita – la excitación lo estaba llevando a límites insospechados, impidiéndole hablar – Ya veo... Que pena. Había pensado que podríamos comenzar hoy mismo a buscar ese bebé, pero si no tienes prisa... - lo provocó y se levantó del sofá, dándole la espalda mientras una traviesa sonrisa se escapaba de sus labios.
Unos cálidas manos atraparon su cintura y la hicieron girar antes de que los labios de él atrapasen los suyos con urgencia en un beso que los encendió, avivando esa llama que con sus juegos habían prendido.
La insistente melodía del teléfono móvil unida al retumbar que provocaba la vibración del mismo sobre la madera de la mesita de noche , causó que el matrimonio se despertase, removiéndose entre las sábanas que los cubrían.
- ¿Quién llama a esta hora? - preguntó Castle abrazado al cuerpo de Beckett.
La inspectora se giró, quedando frente al móvil para ver quién la había despertado.
- Javi, espero que tengas una buena excusa para llamar a estas horas – le soltó malhumorada.
- Beckett, son las nueve de la mañana. Ryan y yo llevamos una hora esperándoos en comisaría. ¿Se os han pegado las sábanas? - su tono pasó del serio propio de un inspector al bromista propio de un amigo.
- Esperadnos allí. Estaremos en media hora – le respondió dando por finalizada la broma – Castle...
- Mmm...
- Castle, levanta – tironeó de él tratando de que abriese los ojos – Nos hemos quedado dormidos. Vamos – volvió a jalar de él – Tenemos que irnos.
- ¿No podemos darnos una ducha antes? - preguntó arrastrando las palabras, aun somnoliento.
- No, eso lo tendremos que dejar para la noche. Nos esperan en media hora.
- Al menos podrías no ser tan peleona y darme un beso de buenos días, ¿no te parece?
- Ay de verdad, no sé para que acepté tu propuesta si contigo ya tengo el lote completo de marido y niño pequeño.
- ¿Cómo has dicho? Ahora te vas a enterar – Castle se abalanzó sobre ella, haciéndole cosquillas mientras le daba pequeños besos por su cuello, aumentando esa sensación de hormigueo por todo su cuerpo - ¿Me darás ahora mi beso? - le preguntó después de lo que él considero una suficiente sesión de cosquillas.
Beckett se acercó a él y le dio un dulce beso. Por más que intentase negarse a sus peticiones, lo cierto es que no podía resistirse. Le encantaba sus besos, sus caricias, sus juegos y aunque tratase de ponérselo difícil, finalmente no podía hacer otra cosa que ceder y entregarse a él por completo.
- Ahora debemos irnos. No me gustaría tener problemas con Gates recién comenzado el día.
Castle suspiró, sabiendo que para ella eran tan poco agradable como para él el tener que salir de la cama y del calor que sus propios cuerpos se daban. Pero debían ser responsables. Había trabajo que hacer y asesinos que atrapar.
Media hora después, los detectives Ryan y Esposito veían salir del ascensor a Beckett y Castle hablando entre si como si aquella fuese la hora normal de llegada al trabajo.
- Esto se está convirtiendo en un rutina... Otra noche movidita, ¿eh pillines? - Esposito no podía dejar de sonreír mientras seguía con las bromas.
Ryan se acercó a sus compañero, sentándose en el borde del escritorio, para seguir con el juego que este había empezado.
- No es de extrañar tío. Aun estarán recuperando todo el tiempo que perdieron.
- Jajaja, muy gracioso – se burló de ellos Castle.
- Ya vale chicos – les advirtió Beckett a los inspectores para que dejasen sus bromas – Tenemos mucho trabajo que hacer. ¿Tenemos ya la orden?
- Llegó hace... - Ryan consultó su reloj de pulsera – 50 minutos exactamente. Os estábamos esperando para acercarnos a la casa de Morgan.
- Pues vayámonos – Beckett tomó la chaqueta que segundos antes había dejado en la silla de su escritorio y se dirigió junto a Castle al ascensor.
Morgan vivía a escasos diez minutos de la comisaría. Aun así decidieron evitar las grandes avenidas para no encontrarse con posibles embotellamientos.
Un barrio que denotaba cierto poder adquisitivo era el lugar que el inspector fallecido había elegido como residencia.
- Me pregunto como podría pagar una casa en esta zona – dijo pensativo Castle mientras Beckett buscaba un lugar donde poder aparcar.
- Morgan trabajó durante años para el FBI. Supongo que eso lo explica.
- ¿Y por qué lo dejó? - preguntó con curiosidad Castle.
- Secreto de El Estado de Washington. Nunca preguntes nada acerca del FBI porque jamás obtendrás una respuesta, o al menos no como la esperas.
Castle asintió.
Ryan y Esposito fueron los primeros en entrar en la vivienda, seguidos por Beckett y Castle, quien cerraba el grupo.
- Buscad cualquier cosa que nos pueda dar una pista sobre lo que estaba tramando Morgan: objetos extraños, cintas de vídeo sospechosas, documentos con alguna relación a las víctimas del caso, ... Lo que sea.
Todos asintieron. Esposito tomó uno de los pasillos que partía de la estancia principal, el salón, hacia la izquierda. Por el contrario, Ryan eligió el camino hacia la derecha. Beckett, seguida de Castle, continuaron hacia delante.
La casa constaba de una planta con numerosas habitaciones que partían todas de una central, el salón. Cada una de ellas estaba ambientada en un lugar (el salón de estilo parisino, la habitación de invitados con motivos de Londres, la cocina al estilo hindú, …) pero todas ellas guardaban algo en común: las tonalidades en blancos y marrones que daban una sensación de amplitud y luminosidad. La casa estaba rodeada de lujo.
- Esto no me huele bien, Beckett.
- ¿A qué te refieres?
- No sé lo que cobra un agente del FBI, pero algo me dice que una persona con ese cargo no podría permitirse esta casa.
- ¿Quieres decir que estaba metido el algo turbio?
- Esa es la sensación que a mi me da.
- Me cuesta creerlo, pero tengo que admitir que yo tengo la misma sensación que tú. Esta vez, y sin que sirva de precedente, no me parece disparata tu teoría.
Ambos siguieron caminando, deteniéndose en cada estancia por la que pasaban para estudiarlas con detalle en busca de algo que les permitiera desenmarañar ese ovillo que se estaba formando de dudas y sospechas.
La última estancia se encontraba cerrada, a diferencia del resto. Beckett giró el pomo de la superficie de madera, pero de nada sirvió. Parecía estar cerrada con llave.
- Aparta Castle.
No necesitó que se lo repitiera. La había visto actuar muchas veces y sabía lo que venía a continuación. Simplemente obedeció, echándose a un lado. Un estruendo retumbó en la casa tras Beckett abrir la puerta con una patada.
Ninguno de los dos esperaban ver lo que aquella estancia les tenía preparado, esperando pacientemente a que alguien lo descubriera. Los dos se quedaron paralizados delante de la habitación, contemplando, sin dar crédito, lo que ante sus ojos se presentaba . Ambos enmudecieron, sorprendidos por el descubrimiento que acababan de hacer.
- Ryan, Esposito, venid. Hemos encontrado algo - gritó finalmente Beckett, tratando de hacerse dueña de una situación de la que nunca se hubiera imaginado que fuese a ser protagonista.
El silencio instaurado en aquel vehículo era interrumpido por el constante sonido de cláxones así como de personas impacientes por continuar hacia sus diversos destinos. La burbuja en la que habían convertido ese momento único desapareció del mismo modo en que se creó, sin previo aviso, dejándolos descolocados, como si todo lo que había ocurrido fuese producto de sus imaginaciones, un simple espejismo creado en mitad de un desierto.
- Castle, el semáforo – le indicó la inspectora haciendo que éste se girase y se diese cuenta del motivo por el que había provocado un considerable embotellamiento.
- Aun no has respondido a mi pregunta, Kate – le apremió, esperando que ésta contestase antes de que la insistencia del resto de conductores fuese mayor.
- Es que no es el lugar más oportuno para hacerlo. No me gustaría que tuvieran que venir compañeros del gremio para que desalojes la carretera. Creo que no habrá ningún problema si te respondo en el loft.
- Tengo una idea mejor – una sonrisa asomó en sus labios mientras arrancaba.
- ¿Qué se te ha ocurrido ahora? - preguntó temerosa. Conociéndolo, podía haber pensado en alguna locura que no quisiese que supiera hasta que la viera para que de ese modo no se pudiese oponer.
- Ya lo verás – le respondió, centrando su atención en la carretera para evitar que tratase de sacarle más información.
El escritor no dejaba de pensar en cuál sería su respuesta, en si había sido el momento adecuado para proponérselo, en el rumbo que tomaría su matrimonio después de hacer dado un paso más, en las consecuencias que podría traer consigo. Su mente era un mar de dudas, de preguntas sin respuestas, de incertidumbres que decidió dejar apartadas en algún rincón de su cerebro.
Por su parte, la inspectora se sumergió en sus propios pensamientos, aquellos que les había generado la inesperada pregunta de su marido. Resultaba complejos ponerlos en orden y llegar a una conclusión clara y concreta cuando la pregunta le había resultado de lo más inesperada.
De ese modo, el resto del trayecto continuó en el más absoluto de los silencios. Cada uno permanecía sumido en sus propios pensamientos, tratando de darle formas de algún modo.
- Ya hemos llegado – dijo el escritor después de alrededor de veinte minutos conduciendo.
Beckett no necesitó explicación alguna para saber dónde la había llevado. Conocía ese olor a hierba recién cortada, esa humedad que se respiraba creando un microclima en pleno centro de Nueva York, ese color en distintas tonalidades de verde y esa paz que solo un lugar como aquel era capaz de reportarle. Unos simples columpios ocupaban el centro de su visión. Para muchos no significaría más que un elemento de juego y diversión de los más pequeños, el lugar que todo niño querría pisar, el centro de las risas inocentes, la zona donde compartir una tarde con aquellos que siempre nos sacan una sonrisa. En cambio para ella tenía un significado muy distinto del que comúnmente solía generar. Esos columpios rodeados de vegetación a su alrededor le transmitía paz, tranquilidad, calma, serenidad. Era el lugar idóneo para dejar volar la mente, para pensar, para aclarar las ideas, para desconectar del mundo y perderse en algo tan simple como la sonrisa que el balanceo de un columpio puede arrancarte. Ese lugar que podía parecer común e incluso rutinario para muchos, para ella tenía un tinte romántico desde que se convirtió en el lugar de ambos. Algo tan sencillo como un columpio, ese columpio, le hacía sonreír al recordar la infinidad de momentos vividos allí.
Castle se dirigió hacia el columpio para sentarse en el izquierdo y ella lo imitó. Ambos permanecieron en silencio, sin atreverse a romperlo para decir alguna banalidad que pudiese estropear el momento. Sus pensamientos volaban libres, tratando de encontrar un camino por el que encauzar la conversación.
- Lo siento Kate – un hilo de voz apenas audible rompió la quietud. Al ver incomprensión en el rostro de la inspectora, Castle se apresuró a continuar – Siento si te pido demasiado con esto. Llevo mucho tiempo pensando el modo de decírtelo y sé que no ha sido el mejor. Una vez armado de valor decidí seguir adelante. No lo pensé. Quizá debí haberlo hecho.
- ¿Qué es lo que te daba tanto miedo de hacerme la pregunta? - Beckett rozó delicadamente la mano de su marido con la suya y entrelazó sus dedos con los de él en un intento por tratar de que se relajase.
- No lo sé. Supongo que creí que si no era el momento adecuado y te lo proponía, descartarías por completo la idea, no queriendo volver a saber nada de ella. Tenía miedo de que creyeses...
- ¿Qué? - le instó a continuar al ver como Castle permanecía con la cabeza gacha como si tratara de esconderla cual avestruz.
- Que no me dabas lo suficiente y por eso quería un bebé, cuando es justo lo contrario. Kate – Castle tomó las manos de Beckett y encaró su columpio al de ella – eres lo mejor que me ha pasado en la vida junto a mi hija. Eres la única mujer que no me ha hecho pensar en sentar la cabeza, porque directamente lo hice. Luché por ti, seguí a tu lado cada día sin saber si llegarías alguna vez a sentir lo que yo sentía por ti, pero sentía que así debía hacerlo, que tú lo merecías. Kate, me das todo lo que podría desear y soñar...
- No tenías que convencerme de nada, Rick – Castle la interrogó con la mirada – Hace algunos meses que siento que ha llegado el momento de formar una familia a tu lado. Si no lo compartí contigo fue porque necesito encontrar un equilibrio entre mi vida laboral y la personal. No quiero tener un hijo para perderme su infancia y que sea una niñera quien la viva a su lado. Quiero tener un hijo y que seamos los dos quienes lo eduquemos y cuidemos.
- Entonces... ¿es un sí? - le preguntó ansioso.
Beckett no pudo evitar sonreír ante la expresión de alegría que reflejaba su marido.
- Es un sí. Quiero tener un hijo contigo, Rick.
Castle, que rebosaba felicidad, atrajo el columpio de su mujer al suyo y la besó con ímpetu, haciéndole saber la inmensidad de emociones que corrían por él a modo de pequeños susurros en su oído.
A su alrededor el mundo continuaba girando con normalidad, ajeno a lo que aquella pareja estaba viviendo. Las familias pasaban por allí sonriendo ante la estampa de dos adultos transformados en adolescentes viviendo su amor en los columpios. Lo que nadie sabía es que una decisión muy importante había sido tomada, una que cambiaría para siempre la vida de aquel escritor y su musa.
- Se está haciendo tarde – Castle apoyó su frente en la de su mujer, incapaz de separarse de ella – Será mejor que volvamos al coche. Esta noche hay mucho que celebrar.
El escritor se levantó del columpio con una sonrisa y le tendió la mano a la inspectora, quien la tomó correspondiéndole con otra sonrisa igual o más amplia que la de él.
Beckett parecía flotar en una nube mullida y suave. Animada por la conversación mantenida con Castle, la inspectora no paraba de hablar con su marido de sus intenciones de pasar menos tiempo en la comisaría cuando tuvieran al bebé, algo que a él le hacía sonreír como un tonto al saber que tendría más tiempo para disfrutar de su mujer.
Castle le tendió la mano a Kate para bajar del coche cuando llegaron al loft. Poco acostumbrada a esa galantería en él, se sorprendió alagada por aquel sencillo y pequeño gesto. Tomados de la mano, caminaron hacia el que era su hogar.
La inspectora se acercó al sofá y se dejó caer en él, golpeando suavemente el mullido inmueble para que el escritor se sentase a su lado. Castle hizo lo que le pedía, atrayéndola hacia él. Ella apoyó la cabeza en el pecho de su marido, siendo envuelta por los protectores brazos de él mientras escuchaba el rítmico latir de su corazón.
- Podría pasarme horas así; aquí; contigo – le susurró Beckett sin pensarlo, dejando aflorar sus sentimientos, algo que, aun llevado varios años juntos, no solía hacer normalmente.
Conocedor de ello en primera persona, Castle trató de hacer una fotografía en su cabeza en la que guardar aquel mágico momento, aquel que no se volvería a repetir, al menos no del mismo modo ni con la misma intensidad. Esos segundos en los que Beckett dejaba al descubierto su alma sin ninguna coraza que pudiera protegerla, le hacía sentir que no era merecedor de ella, que poseía una belleza interior que él jamás tendría. Sin embargo, esa bondad que había descubierto en su mujer le enseñaba que él era la única persona a la que se había abierto completamente tras demostrarle su infinito amor hacia ella.
- Deberíamos arreglarnos si queremos salir a cenar – Castle usó el mismo tono de voz que Beckett había empleado segundos antes, resultando cálido, dulce.
- Se me está ocurriendo una idea mejor que nada tiene que ver con cenar. Eso podríamos dejarlo para otro día – Beckett giró su rostro encontrándose con los ojos de Castle que la atravesaban, haciéndola sentir vulnerable ante él. Aun así, trató de centrarse en el juego que había comenzado - ¿Te imaginas a qué me refiero? - le susurró traviesa al oído.
Castle tragó sonoramente y negó con la cabeza, pese a saber perfectamente a donde conducía aquel juego. Esta vez prefería que fuese ella quien llevase el control.
- ¿Ah no? - la inspectora se separó de los brazos del novelista y se sentó de tal modo que sus ojos quedasen enfrentados – Me preguntaba si esa propuesta tuya tenía una fecha implícita – la excitación lo estaba llevando a límites insospechados, impidiéndole hablar – Ya veo... Que pena. Había pensado que podríamos comenzar hoy mismo a buscar ese bebé, pero si no tienes prisa... - lo provocó y se levantó del sofá, dándole la espalda mientras una traviesa sonrisa se escapaba de sus labios.
Unos cálidas manos atraparon su cintura y la hicieron girar antes de que los labios de él atrapasen los suyos con urgencia en un beso que los encendió, avivando esa llama que con sus juegos habían prendido.
***
La insistente melodía del teléfono móvil unida al retumbar que provocaba la vibración del mismo sobre la madera de la mesita de noche , causó que el matrimonio se despertase, removiéndose entre las sábanas que los cubrían.
- ¿Quién llama a esta hora? - preguntó Castle abrazado al cuerpo de Beckett.
La inspectora se giró, quedando frente al móvil para ver quién la había despertado.
- Javi, espero que tengas una buena excusa para llamar a estas horas – le soltó malhumorada.
- Beckett, son las nueve de la mañana. Ryan y yo llevamos una hora esperándoos en comisaría. ¿Se os han pegado las sábanas? - su tono pasó del serio propio de un inspector al bromista propio de un amigo.
- Esperadnos allí. Estaremos en media hora – le respondió dando por finalizada la broma – Castle...
- Mmm...
- Castle, levanta – tironeó de él tratando de que abriese los ojos – Nos hemos quedado dormidos. Vamos – volvió a jalar de él – Tenemos que irnos.
- ¿No podemos darnos una ducha antes? - preguntó arrastrando las palabras, aun somnoliento.
- No, eso lo tendremos que dejar para la noche. Nos esperan en media hora.
- Al menos podrías no ser tan peleona y darme un beso de buenos días, ¿no te parece?
- Ay de verdad, no sé para que acepté tu propuesta si contigo ya tengo el lote completo de marido y niño pequeño.
- ¿Cómo has dicho? Ahora te vas a enterar – Castle se abalanzó sobre ella, haciéndole cosquillas mientras le daba pequeños besos por su cuello, aumentando esa sensación de hormigueo por todo su cuerpo - ¿Me darás ahora mi beso? - le preguntó después de lo que él considero una suficiente sesión de cosquillas.
Beckett se acercó a él y le dio un dulce beso. Por más que intentase negarse a sus peticiones, lo cierto es que no podía resistirse. Le encantaba sus besos, sus caricias, sus juegos y aunque tratase de ponérselo difícil, finalmente no podía hacer otra cosa que ceder y entregarse a él por completo.
- Ahora debemos irnos. No me gustaría tener problemas con Gates recién comenzado el día.
Castle suspiró, sabiendo que para ella eran tan poco agradable como para él el tener que salir de la cama y del calor que sus propios cuerpos se daban. Pero debían ser responsables. Había trabajo que hacer y asesinos que atrapar.
***
Media hora después, los detectives Ryan y Esposito veían salir del ascensor a Beckett y Castle hablando entre si como si aquella fuese la hora normal de llegada al trabajo.
- Esto se está convirtiendo en un rutina... Otra noche movidita, ¿eh pillines? - Esposito no podía dejar de sonreír mientras seguía con las bromas.
Ryan se acercó a sus compañero, sentándose en el borde del escritorio, para seguir con el juego que este había empezado.
- No es de extrañar tío. Aun estarán recuperando todo el tiempo que perdieron.
- Jajaja, muy gracioso – se burló de ellos Castle.
- Ya vale chicos – les advirtió Beckett a los inspectores para que dejasen sus bromas – Tenemos mucho trabajo que hacer. ¿Tenemos ya la orden?
- Llegó hace... - Ryan consultó su reloj de pulsera – 50 minutos exactamente. Os estábamos esperando para acercarnos a la casa de Morgan.
- Pues vayámonos – Beckett tomó la chaqueta que segundos antes había dejado en la silla de su escritorio y se dirigió junto a Castle al ascensor.
Morgan vivía a escasos diez minutos de la comisaría. Aun así decidieron evitar las grandes avenidas para no encontrarse con posibles embotellamientos.
Un barrio que denotaba cierto poder adquisitivo era el lugar que el inspector fallecido había elegido como residencia.
- Me pregunto como podría pagar una casa en esta zona – dijo pensativo Castle mientras Beckett buscaba un lugar donde poder aparcar.
- Morgan trabajó durante años para el FBI. Supongo que eso lo explica.
- ¿Y por qué lo dejó? - preguntó con curiosidad Castle.
- Secreto de El Estado de Washington. Nunca preguntes nada acerca del FBI porque jamás obtendrás una respuesta, o al menos no como la esperas.
Castle asintió.
Ryan y Esposito fueron los primeros en entrar en la vivienda, seguidos por Beckett y Castle, quien cerraba el grupo.
- Buscad cualquier cosa que nos pueda dar una pista sobre lo que estaba tramando Morgan: objetos extraños, cintas de vídeo sospechosas, documentos con alguna relación a las víctimas del caso, ... Lo que sea.
Todos asintieron. Esposito tomó uno de los pasillos que partía de la estancia principal, el salón, hacia la izquierda. Por el contrario, Ryan eligió el camino hacia la derecha. Beckett, seguida de Castle, continuaron hacia delante.
La casa constaba de una planta con numerosas habitaciones que partían todas de una central, el salón. Cada una de ellas estaba ambientada en un lugar (el salón de estilo parisino, la habitación de invitados con motivos de Londres, la cocina al estilo hindú, …) pero todas ellas guardaban algo en común: las tonalidades en blancos y marrones que daban una sensación de amplitud y luminosidad. La casa estaba rodeada de lujo.
- Esto no me huele bien, Beckett.
- ¿A qué te refieres?
- No sé lo que cobra un agente del FBI, pero algo me dice que una persona con ese cargo no podría permitirse esta casa.
- ¿Quieres decir que estaba metido el algo turbio?
- Esa es la sensación que a mi me da.
- Me cuesta creerlo, pero tengo que admitir que yo tengo la misma sensación que tú. Esta vez, y sin que sirva de precedente, no me parece disparata tu teoría.
Ambos siguieron caminando, deteniéndose en cada estancia por la que pasaban para estudiarlas con detalle en busca de algo que les permitiera desenmarañar ese ovillo que se estaba formando de dudas y sospechas.
La última estancia se encontraba cerrada, a diferencia del resto. Beckett giró el pomo de la superficie de madera, pero de nada sirvió. Parecía estar cerrada con llave.
- Aparta Castle.
No necesitó que se lo repitiera. La había visto actuar muchas veces y sabía lo que venía a continuación. Simplemente obedeció, echándose a un lado. Un estruendo retumbó en la casa tras Beckett abrir la puerta con una patada.
Ninguno de los dos esperaban ver lo que aquella estancia les tenía preparado, esperando pacientemente a que alguien lo descubriera. Los dos se quedaron paralizados delante de la habitación, contemplando, sin dar crédito, lo que ante sus ojos se presentaba . Ambos enmudecieron, sorprendidos por el descubrimiento que acababan de hacer.
- Ryan, Esposito, venid. Hemos encontrado algo - gritó finalmente Beckett, tratando de hacerse dueña de una situación de la que nunca se hubiera imaginado que fuese a ser protagonista.
Última edición por Beckett_Castle_Alba el Lun Ago 12, 2013 4:27 am, editado 1 vez
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Sigueeee esta super interesanteeeee!! Estoy muy enganchadaaa
L-beckett41319- As del póker
- Mensajes : 355
Fecha de inscripción : 23/02/2013
Edad : 28
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Como lo dejas así???, que será lo que han encontrado??? Me has dejado muy intrigada. Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Muchas gracias.L-beckett41319 escribió:Sigueeee esta super interesanteeeee!! Estoy muy enganchadaaa
La próxima semana intentaré tener el siguiente.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
La semana que viene tendrás el siguiente capítulo.castle&beckett..cris escribió:Sigueeeeee
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Un poco de intriga nunca viene malYaye escribió:Como lo dejas así???, que será lo que han encontrado??? Me has dejado muy intrigada. Espero que puedas continuar pronto.
La próxima semana saldrás de dudas.
Besos.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Como prometí ir dejando un capítulo por semana, y dudo que esta vez lo pueda cumplir, os voy a dejar un adelanto hasta que pueda acabarlo.
_________________
En el próximo capítulo...
Beckett esbozó una sonrisa, agradeciendo que Castle estuviese con ella. De un modo u otro, el novelista siempre tenía las palabras adecuadas para levantarle el ánimo cuando la situación le sobrepasaba, algo a lo que había llegado a acostumbrarse y a necesitar como el oxígeno para respirar.
- Gracias – susurró la inspectora como si hubiese alguien más en la casa y quisiese que solo él la escuchase.
- Siempre – le respondió el escritor sin necesidad de preguntar que era lo que le agradecía, pues su mirada y su expresión lo decían todo.
- Debo volver al despacho. Quiero repasar los documentos que había en la mesa. Puedes esperarme fuera.
- No. Voy contigo – sentenció.
- ¿Estás seguro? Después de lo mal que saliste de esa habitación pensé que no querrías volver a entrar en ella.
- No voy a dejarte sola.
Beckett estuvo tentada de responderle que sabía cuidarse sola, pero finalmente rechazó la idea. Era cierto que siempre se había valido por si misma, y eso era algo de lo que se enorgullecía. Pero no podía ser hipócrita y negar que palabras como esas le hacían sentirse un poco más segura. Pese a no ser policía, Castle se las había ingeniado siempre para guardarle la espalda en cada caso, no separándose de ella aunque la situación se les escapase de las manos. Su aplomo, ya fuese real o fingido, le insuflaba una fuerza inaudita que nunca antes había experimentado. De algún modo le hacía confiar aun más en ella misma y creer que, antes o después, conseguiría hacer justicia.
_________________
En el próximo capítulo...
Beckett esbozó una sonrisa, agradeciendo que Castle estuviese con ella. De un modo u otro, el novelista siempre tenía las palabras adecuadas para levantarle el ánimo cuando la situación le sobrepasaba, algo a lo que había llegado a acostumbrarse y a necesitar como el oxígeno para respirar.
- Gracias – susurró la inspectora como si hubiese alguien más en la casa y quisiese que solo él la escuchase.
- Siempre – le respondió el escritor sin necesidad de preguntar que era lo que le agradecía, pues su mirada y su expresión lo decían todo.
- Debo volver al despacho. Quiero repasar los documentos que había en la mesa. Puedes esperarme fuera.
- No. Voy contigo – sentenció.
- ¿Estás seguro? Después de lo mal que saliste de esa habitación pensé que no querrías volver a entrar en ella.
- No voy a dejarte sola.
Beckett estuvo tentada de responderle que sabía cuidarse sola, pero finalmente rechazó la idea. Era cierto que siempre se había valido por si misma, y eso era algo de lo que se enorgullecía. Pero no podía ser hipócrita y negar que palabras como esas le hacían sentirse un poco más segura. Pese a no ser policía, Castle se las había ingeniado siempre para guardarle la espalda en cada caso, no separándose de ella aunque la situación se les escapase de las manos. Su aplomo, ya fuese real o fingido, le insuflaba una fuerza inaudita que nunca antes había experimentado. De algún modo le hacía confiar aun más en ella misma y creer que, antes o después, conseguiría hacer justicia.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Gracias por este adelanto.
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
De nada.choleck escribió:Gracias por este adelanto.
Estoy falta de ideas para terminar el capítulo así que pensé que lo justo era dejaros al menos un adelanto mientras consigo encontrar lo que busco para terminarlo.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Después de pasarme el día tratando de encontrar la idea que me faltaba, he podido acabar el capítulo. Ya que como dije, iba a ser un capítulo por semana y esta que ha pasado no he podido tenerlo a tiempo, intentaré subir uno nuevo a finales de esta misma semana para compensaros, aunque no prometo nada.
Os dejo con el nuevo capítulo.
Espero que os guste.
____________
CAPÍTULO 10: ATANDO CABOS
El corazón parecía querérsele salir de la caja torácica, resultándole cada vez más difícil respirar. El oxígeno escasamente llegaba a sus pulmones, haciéndola sentir mareada. Retrocedió dos pasos y su espalda rozó el pecho de Castle, que permanecía como una pétrea figura de mármol en la entrada de la habitación.
- ¿Qué ocurre Beckett? - preguntó Esposito entrando en la habitación.
- Míralo tu mismo – Castle señaló el interior.
- Este olor... - confundido, Ryan siguió caminando.
La habitación, de pequeñas dimensiones, era una oficina con una mesa en la que había diversas hojas esparcidas por ella y una silla sobre la que había colocada una chaqueta. La decoración tenía como hilo conductor la literatura, con frases célebres escritas sobre la pared, la cual estaba pintada en un tono marrón muy suave. Además, toda la habitación estaba repleta de estanterías de libros. El único elemento que rompía la estética del lugar era una bañera blanca, de patas metálicas a modo de garras, de aire clásico.
- ¿Qué ha pasado aquí? - gritó Ryan tras acercarse a la bañera y observar en su interior.
- Parece que hayan.. - comenzó Beckett, pero le resultaba imposible verbalizar lo que a ojos de todos parecía evidente.
- Matado a alguien – completó Castle.
- No puede ser. Era un policía.
- Eso no quiere decir nada, Ryan – le dijo el escritor – No sería la primera persona que se aprovecha de su cargo. Lo que no entiendo es ¿por qué?
- No te adelantes Castle. Solo tenemos sangre en una bañera. Eso no quiere decir nada. Puede que tuviese un accidente y la sangre sea suya – conjeturó, algo impropio en ella pero necesario en esa momento para eliminar cualquier indicio que pudiese llevar a confirmar la teoría de Castle.
- No recuerdo haberlo visto herido. Algo me dice que estás equivocada... Y luego está la otra cuestión.
- ¿Qué otra cuestión? - preguntó Ryan.
- ¿Qué hace una bañera en un despacho?
- Podría ser un elemento de decoración... - aventuró Esposito.
- ¿De estilo clásico? No creo que Morgan tuviese un sentido estético tan malo, a juzgar por el resto de habitaciones, como para introducir una bañera de este estilo que nada tiene que ver con la decoración del despacho.
- ¿Qué quieres decir? - le preguntó Beckett.
- Que Morgan colocó esta bañera aquí por algún motivo. Y algo me dice que su localización en esta habitación ha sido reciente. Y ahora, si no os importa, ¿podemos salir de esta habitación? Este hedor a estas horas de la mañana me está dando fatiga.
- Creía que ya te habrías acostumbrado a estos olores fétidos, Castle – bromeó Esposito al ver la cara pálida del escritor a consecuencia de la intensa pestilencia que se respiraba.
- Estamos trabajando, Esposito – le reprendió Beckett – Llamaré a Lanie para que tome muestras y las mande a analizar.
La inspectora salió de la habitación seguida por Castle, quien exhaló profundamente cuando pudo respirar aire puro, libre del maloliente olor a sangre seca. A su espalda, Ryan y Esposito reían ante la expresión de alivio del escritor. No podían evitar que les pareciese irónico que después de haber estado junto a ellos en cientos de casos y haber visto escenas difícilmente posibles de olvidar, se incomodara por el tufo que desprendía la bañera.
- ¿Sabéis si Morgan tenía algún familiar? Era una persona reservada y no recuerdo haberlo escuchado hablar nunca de ningún miembro de su familia.
- Una vez nos habló de su madre – le respondió Ryan – pero lo hizo en pasado y preferimos no ahondar en el tema. Como tú dices, Morgan rara vez hablaba de su vida, así que nos pareció que preguntar más de lo que él nos estaba contando le resultaría violento.
- Quiero que tratéis de contactar con su familia. Quizá ellos nos puedan ayudar a entender como era la vida de Morgan.
Los inspectores asintieron y salieron de la casa, dejando a Castle y Beckett solos.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó la inspectora al escritor.
- Eso debería preguntártelo yo. No debe ser fácil asimilar todo esto.
- No, no lo es. Me cuesta hacerme a la idea de que Morgan fuese capaz de matar a alguien. Era una buena persona que se ganó la confianza de todos los que trabajábamos con él.
- Solo tenemos sangre en una bañera – rozó su codo con el de ella en un gesto de complicidad, tras soltarle las palabras que ella misma le había dicho minutos antes.
Beckett esbozó una sonrisa, agradeciendo que Castle estuviese con ella. De un modo u otro, el novelista siempre tenía las palabras adecuadas para levantarle el ánimo cuando la situación le sobrepasaba, algo a lo que había llegado a acostumbrarse y a necesitar como el oxígeno para respirar.
- Gracias – susurró la inspectora como si hubiese alguien más en la casa y quisiese que solo él la escuchase.
- Siempre – le respondió el escritor sin necesidad de preguntar que era lo que le agradecía, pues su mirada y su expresión lo decían todo.
- Debo volver al despacho. Quiero repasar los documentos que había en la mesa. Puedes esperarme fuera.
- No. Voy contigo – sentenció.
- ¿Estás seguro? Después de lo mal que saliste de esa habitación pensé que no querrías volver a entrar en ella.
- No voy a dejarte sola.
Beckett estuvo tentada de responderle que sabía cuidarse sola, pero finalmente rechazó la idea. Era cierto que siempre se había valido por si misma, y eso era algo de lo que se enorgullecía. Pero no podía ser hipócrita y negar que palabras como esas le hacían sentirse un poco más segura. Pese a no ser policía, Castle se las había ingeniado siempre para guardarle la espalda en cada caso, no separándose de ella aunque la situación se les escapase de las manos. Su aplomo, ya fuese real o fingido, le insuflaba una fuerza inaudita que nunca antes había experimentado. De algún modo le hacía confiar aun más en ella misma y creer que, antes o después, conseguiría hacer justicia.
- En ese caso, no toques nada Castle.
El escritor conocía el lenguaje policial como si fuese uno más. Era algo a lo que se había acostumbrado en poco tiempo por su curioso modo de maquillar las palabras. Dejarse llevar por el sentimentalismo no tenía cabida en un trabajo en el que había que crear una coraza para que, al final del día, no se viesen sobrepasados por sus propios sentimientos. Así fabricaban entre ellos un lenguaje que les permitía expresarse sin necesidad de caer en una vorágine de la que luego no pudiesen salir. Al comienzo, para el novelista había sido como un juego cual niño pequeño, pero con el paso del tiempo descubrió que era algo mucho más intenso e importante de lo que él pensaba. Entendía el doble sentido que para muchos pasaría desapercibido en aquella frase, creyendo que simplemente lo estaba avisando como si fuese un niño travieso. Sin embargo, él sabía que había un trasfondo en esas palabras.
- Me portaré bien, inspectora.
El empleo del mismo lenguaje hizo que Beckett sonriese.
Tras más de media hora con la mente entre informes y documentos, Beckett suspiró y se llevó las manos a la cabeza, exasperada por los escasos o nulos avances que estaban haciendo. Cada vez que creía que estaba un paso más de cerca de dar con el asesino de Nick Barry, el caso daba un giro de 180º y volvían a estar como al principio. Tenían muchos datos pero todos les llevaban a un callejón sin salida. Pensó que si con todo ello lo que trataba el asesino era despistarlos y confundirlos, sin duda lo estaba logrando. Necesitaba tomar distancia, lograr un poco de perspectiva y volver a ver el caso con ojos nuevos. "Quizá ese sea el modo de ver qué se nos ha pasado y encontrar un punto desde el que seguir" se dijo a sí misma.
- Aquí no hay nada - informó el escritor.
- Volvamos a comisaría. Estoy segura de que algo se nos está pasando y no logro verlo. Necesito empezar de cero con este caso.
Castle asintió, entendiendo lo que Beckett trataba de de decirle. El caso se les estaba yendo de las manos y la inspectora se negaba a que eso pudiese suceder, una actitud que el escritor, después de años a su lado, conocía muy bien. Sabía que les esperaba un día duro (nunca había sido su mejor basa el trabajar rodeado de informes) pero también sabía que, aunque no se lo dijese, su presencia le hacía más llevadero días como aquel. Así que simplemente camino delante de ella hacia el coche de la inspectora, dispuesto a ayudarla en lo que fuese necesario.
Ryan y Esposito trabajaban a destajo en la tarea encomendada por Beckett de buscar a algún miembro de la familia de Morgan. Cuando la inspectora y el escritor llegaron, ambos levantaron la vista de los informes sobre los que estaban trabajando y le prestaron toda su atención.
- Chicos, volvamos al principio. Necesito revisar de nuevo toda la información que tenemos.
Ambos se miraron sin entender nada. Les había mandado buscar a la familia de Morgan y ahora, de repente, les pedía que lo dejasen y volviesen al principio.
- Necesita ver el caso con nuevos ojos – les explicó Castle sin necesidad de que los inspectores preguntasen.
Tras la explicación del novelista, comprendieron lo que la inspectora les pedía, pues la objetividad era el punto clave para llegar a resolver los casos y en ocasiones como aquella, esa objetividad quedaba relegada a astillas tras días sin una salida posible.
Castle y Beckett se dirigieron a la pizarra blanca, seguidos de Ryan y Esposito. Esta permanecía llena de datos inconexos que rellenaban la línea temporal en un caos.
- Comencemos desde cero – dijo Beckett mientras se paseaba delante de la pizarra - ¿Qué tenemos?
- Hace una semana encontramos el cuerpo de Nick Barry en una de las piscinas del acuario de Nueva York – comenzó Esposito – La hora de la muerte se situó en torno a la una de la madrugada y la causa fue decapitación.
- Nick era un reputado biólogo y buceador conocido como "El tiburón" - continuó Ryan- Robert García, vigilante del acuario donde fue hallado muerto, entabló amistad con la víctima un mes antes de su asesinato tras pasarse todos los días por allí. Así consiguió que Robert le dejase entrar al parque acuático cada noche para ver el trabajo que el equipo realizaba en sus oficinas.
- Después pudimos saber gracias a su jefe, el señor Slope, que el objetivo de Nick para querer pasar todas las noches en el acuario era su nuevo estudio, en el que trataba de comparar el comportamiento de los delfines en libertad y en cautividad a través de diversos parámetros – Beckett hablaba mientras paseaba contemplando la pizarra y los datos que en ella había.
- Cuando creíamos que llevábamos encauzado el caso, aparece la relación entre la muerte de Nick y la de Elsa Ficher, la reputada bióloga hallada hace un año decapitada en el puerto pesquero de Nueva York – Castle tomó el relevo – Pero Nick y Elsa no solo comparten similitud en el modo de sus muertes, sino que también compartían sus vidas antes de que la bióloga fuese asesinada. Además, ambos habían estado ligado de algún modo al acuario.
- Encargamos el caso a Morgan y Nolan – dijo Ryan un tanto apesadumbrado – La explosión de las bombas en Boston nos impedía seguir con el caso así que les pedimos a los dos detectives que se encargasen de ello. Dos días después nos informaron que Morgan había muerto, siguiendo el patrón de las anteriores víctimas.
Repentinamente, se hizo el silencio. Tras las palabras de Ryan, los inspectores y el escritor se veían sin fuerzas para continuar con aquello. El caso resultaba cada vez más complejo y enrevesado.
- Morgan había decidido ir él solo ha hablar con Donald Ficher a la cárcel – Castle, el menos afectado de todos ellos, decidió romper el silencio - Donald era el padre de Elsa Ficher, y había sido acusado y condenado por el asesinato de su hija. Sin embargo, Morgan nunca llegó a ir a la cárcel para hablar con él. Ese día se dirigió al puerto para hacerle preguntas a un joven que había allí tomando muestras, llamado Omar Whasington. Omar trabaja en el acuario donde fue hallado muerto Nick, algo que Morgan parecía conocer por todas las preguntas que le hizo. Después de esto pedimos una orden de registro para la casa de Morgan y encontramos una bañera en el despacho llena de sangre. De modo que la única relación que tenemos entre todas las víctimas es, de algún modo, el acuario – dijo pensativo el escritor.
- ¿Cómo has dicho? - le preguntó Beckett.
- Nick y Elsa estaban ligados al acuario. Morgan, aunque no trabajaba allí ni estudiaba nada referente al parque, estaba investigando la muerte de ambos biólogos. Si en ese acuario ocurría algo inusual...
- … Nick y Elsa lo descubireron... - Beckett se fue acercando a Castle.
- … y eso no debía interesarle a los responsables del parque acuático, así que...
- ¡Los asesinaron! - dijeron los dos al unísono muy cerca uno del otro.
Ryan y Esposito contemplaban, apoyados en la mesa del segundo, la escena como si de un torneo de tenis se tratase, sonriendo ante la complicidad que siempre habían demostrado el escritor y la detective.
- Primero fue Elsa quien metió las narices donde no debía – siguió Castle con su teoría – Cuando descubrieron que se proponía hacerlo público, decidieron silenciarla asesinándola.
- Nick no se creyó que fuese Donald quien la asesinase – continuó Beckett – Sabía que algo pasaba y, con la excusa del nuevo proyecto, se pasaba las noches averiguando que es lo que Elsa descubrió.
- Pero alguien se dio cuenta de lo que tramaba y acabaron con él del mismo modo en que lo hicieron con Elsa – completó Castle.
- Entonces Morgan vuelve a remover el caso y en el acuario temen de nuevo ser descubiertos – ambos sonríen, triunfantes, como si hubiesen dado con la pieza que les faltaba en el rompecabezas.
- Muy bien chicos. Una buena teoría, pero ¿dónde están las pruebas? - bromista, Esposito había usado el mismo tono y las mismas palabras que Beckett usaba cuando a alguno de los tres se les ocurría montar toda una teoría sin una base tangible.
- Muy gracioso Esposito – se intentó burlar la inspectora de él - ¿Sabemos algo de la sangre que hallamos en la bañera?
Esposito y Ryan negaron.
- Lanie nos dijo que en el laboratorio estaban desbordados de trabajo – le informó el moreno – Puede que las pruebas tarden más de lo normal en llegar.
- En ese caso, trabajaremos sobre lo que tenemos. Ryan, Esposito, quiero que sigáis tratando de localizar a algún familiar de Morgan. Si estaba tras alguna pista, lo debió compartir con alguien. Castle y yo trataremos de encontrar algún indicio de lo que se pudiese estar llevando a cabo en el acuario que tanto interesase a Nick y Elsa.
Con la certeza de que estaban un paso más cerca de encontrar al asesino, trabajaron durante todo el día sin ser conscientes de que las manecillas del reloj seguían su ritmo normal y el sol comenzaba a ponerse.
- ¿Tenéis algo nuevo? ¿Habéis podido localizar a algún familiar de Morgan? - preguntó Beckett a los inspectores cuando el reloj marcaba las ocho.
- Hemos conseguido encontrar los datos familiares de la madre pero no logramos contactar con ella. Seguiremos insistiendo.
- Creo que por hoy ha sido suficiente chicos. Iros a casa y descansad. Mañana, con los datos que Lanie nos de, podremos continuar.
Había sido un día duro y Beckett estaba agotada. Después de horas en la comisaría necesitaba despertar su cuerpo, así que mientras Castle preparaba la cena, decidió darse un baño de sales.
- Te tengo preparada una sorpresa para cenar – le susurró Castle al oído rodeando su cintura y atrayéndola hacia él, quedando su pecho en contacto con la espalda de ella – Relájate que yo te avisaré cuando este – le dijo antes de darle un beso en el cuello. Beckett se giró entre sus brazos y lo besó con dulzura – Vamos, vete o no respondo.
Con una sonrisa triunfante tras conseguir activar todo su cuerpo gracias a los besos de su marido y a aquel pequeño juego que habían empezado, se dirigió a la ducha. Lo que no esperaba es que al abrir la puerta del cuarto de baño, lo encontrara de aquel modo. Pétalos de rosas cubrían parcialmente el suelo, siendo visibles gracias a la luz de las velas que había colocadas estratégicamente. Las sales de baño daban un aroma tropical mezclado con la sugerente melodía que provenía del salón. No entendía cómo podía estar todo aquello allí. Castle había llegado junto a ella, era imposible que lo hubiese podido preparar sin que se diese cuenta. Sin embargo, ahí estaba, rodeada de una combinación de olores imposibles de describir. Sus labios se curvaron en una amplia sonrisa, imaginando lo difícil que le habría resultado prepararle aquella sorpresa sin que se diese cuenta. Se sintió plena, como si de algún modo Castle le hubiese dado todo lo que necesitaba. Y es que así era. No había un solo día que no la sorprendiera, enamorándose cada día un poco más de él. Siempre estaba atento a ella, cuidándola y asombrándola día a día con pequeños detalles que le hacían sentirse especial.
Se desvistió y se metió en la bañera, sintiendo como su cuerpo se iba relajando y acomodando a aquel baño. Pero le faltaba algo para que fuese perfecto.
- Castle – lo llamó.
- ¿Si? - respondió llegando hasta ella un hilo de voz.
- ¿Puedes venir? Se me ha olvidado algo.
Pudo escuchar los pasos acercándose y, sin explicación alguna, su corazón comenzó a latir a una velocidad vertiginosa.
- ¿Qué se te ha olvidado? - le preguntó entreabriendo la puerta.
- Ven.
Castle obedeció y entró, descubriendo a su mujer relajada en la bañera. Se acercó hasta ella, quedando a escasos centímetros de la espectacular visión que se le presentaba.
- Y bien. ¿Qué se te ha olvidado? - le volvió a preguntar.
- Tú – le dijo mientras se levantaba y tiraba de él hacia ella, besándolo con ímpetu.
Empapado y lleno de espuma del cuerpo de su mujer, ambos rieron cuando se separaron después de aquel intenso beso.
- Báñate conmigo – le pidió seductoramente.
Éste no necesitó ninguna palabra más. Se desvistió con rapidez, dejando la ropa esparcida por el suelo, y se introdujo en la bañera con su mujer, disfrutando de uno de sus mayores placeres. Ella.
Os dejo con el nuevo capítulo.
Espero que os guste.
____________
CAPÍTULO 10: ATANDO CABOS
El corazón parecía querérsele salir de la caja torácica, resultándole cada vez más difícil respirar. El oxígeno escasamente llegaba a sus pulmones, haciéndola sentir mareada. Retrocedió dos pasos y su espalda rozó el pecho de Castle, que permanecía como una pétrea figura de mármol en la entrada de la habitación.
- ¿Qué ocurre Beckett? - preguntó Esposito entrando en la habitación.
- Míralo tu mismo – Castle señaló el interior.
- Este olor... - confundido, Ryan siguió caminando.
La habitación, de pequeñas dimensiones, era una oficina con una mesa en la que había diversas hojas esparcidas por ella y una silla sobre la que había colocada una chaqueta. La decoración tenía como hilo conductor la literatura, con frases célebres escritas sobre la pared, la cual estaba pintada en un tono marrón muy suave. Además, toda la habitación estaba repleta de estanterías de libros. El único elemento que rompía la estética del lugar era una bañera blanca, de patas metálicas a modo de garras, de aire clásico.
- ¿Qué ha pasado aquí? - gritó Ryan tras acercarse a la bañera y observar en su interior.
- Parece que hayan.. - comenzó Beckett, pero le resultaba imposible verbalizar lo que a ojos de todos parecía evidente.
- Matado a alguien – completó Castle.
- No puede ser. Era un policía.
- Eso no quiere decir nada, Ryan – le dijo el escritor – No sería la primera persona que se aprovecha de su cargo. Lo que no entiendo es ¿por qué?
- No te adelantes Castle. Solo tenemos sangre en una bañera. Eso no quiere decir nada. Puede que tuviese un accidente y la sangre sea suya – conjeturó, algo impropio en ella pero necesario en esa momento para eliminar cualquier indicio que pudiese llevar a confirmar la teoría de Castle.
- No recuerdo haberlo visto herido. Algo me dice que estás equivocada... Y luego está la otra cuestión.
- ¿Qué otra cuestión? - preguntó Ryan.
- ¿Qué hace una bañera en un despacho?
- Podría ser un elemento de decoración... - aventuró Esposito.
- ¿De estilo clásico? No creo que Morgan tuviese un sentido estético tan malo, a juzgar por el resto de habitaciones, como para introducir una bañera de este estilo que nada tiene que ver con la decoración del despacho.
- ¿Qué quieres decir? - le preguntó Beckett.
- Que Morgan colocó esta bañera aquí por algún motivo. Y algo me dice que su localización en esta habitación ha sido reciente. Y ahora, si no os importa, ¿podemos salir de esta habitación? Este hedor a estas horas de la mañana me está dando fatiga.
- Creía que ya te habrías acostumbrado a estos olores fétidos, Castle – bromeó Esposito al ver la cara pálida del escritor a consecuencia de la intensa pestilencia que se respiraba.
- Estamos trabajando, Esposito – le reprendió Beckett – Llamaré a Lanie para que tome muestras y las mande a analizar.
La inspectora salió de la habitación seguida por Castle, quien exhaló profundamente cuando pudo respirar aire puro, libre del maloliente olor a sangre seca. A su espalda, Ryan y Esposito reían ante la expresión de alivio del escritor. No podían evitar que les pareciese irónico que después de haber estado junto a ellos en cientos de casos y haber visto escenas difícilmente posibles de olvidar, se incomodara por el tufo que desprendía la bañera.
- ¿Sabéis si Morgan tenía algún familiar? Era una persona reservada y no recuerdo haberlo escuchado hablar nunca de ningún miembro de su familia.
- Una vez nos habló de su madre – le respondió Ryan – pero lo hizo en pasado y preferimos no ahondar en el tema. Como tú dices, Morgan rara vez hablaba de su vida, así que nos pareció que preguntar más de lo que él nos estaba contando le resultaría violento.
- Quiero que tratéis de contactar con su familia. Quizá ellos nos puedan ayudar a entender como era la vida de Morgan.
Los inspectores asintieron y salieron de la casa, dejando a Castle y Beckett solos.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó la inspectora al escritor.
- Eso debería preguntártelo yo. No debe ser fácil asimilar todo esto.
- No, no lo es. Me cuesta hacerme a la idea de que Morgan fuese capaz de matar a alguien. Era una buena persona que se ganó la confianza de todos los que trabajábamos con él.
- Solo tenemos sangre en una bañera – rozó su codo con el de ella en un gesto de complicidad, tras soltarle las palabras que ella misma le había dicho minutos antes.
Beckett esbozó una sonrisa, agradeciendo que Castle estuviese con ella. De un modo u otro, el novelista siempre tenía las palabras adecuadas para levantarle el ánimo cuando la situación le sobrepasaba, algo a lo que había llegado a acostumbrarse y a necesitar como el oxígeno para respirar.
- Gracias – susurró la inspectora como si hubiese alguien más en la casa y quisiese que solo él la escuchase.
- Siempre – le respondió el escritor sin necesidad de preguntar que era lo que le agradecía, pues su mirada y su expresión lo decían todo.
- Debo volver al despacho. Quiero repasar los documentos que había en la mesa. Puedes esperarme fuera.
- No. Voy contigo – sentenció.
- ¿Estás seguro? Después de lo mal que saliste de esa habitación pensé que no querrías volver a entrar en ella.
- No voy a dejarte sola.
Beckett estuvo tentada de responderle que sabía cuidarse sola, pero finalmente rechazó la idea. Era cierto que siempre se había valido por si misma, y eso era algo de lo que se enorgullecía. Pero no podía ser hipócrita y negar que palabras como esas le hacían sentirse un poco más segura. Pese a no ser policía, Castle se las había ingeniado siempre para guardarle la espalda en cada caso, no separándose de ella aunque la situación se les escapase de las manos. Su aplomo, ya fuese real o fingido, le insuflaba una fuerza inaudita que nunca antes había experimentado. De algún modo le hacía confiar aun más en ella misma y creer que, antes o después, conseguiría hacer justicia.
- En ese caso, no toques nada Castle.
El escritor conocía el lenguaje policial como si fuese uno más. Era algo a lo que se había acostumbrado en poco tiempo por su curioso modo de maquillar las palabras. Dejarse llevar por el sentimentalismo no tenía cabida en un trabajo en el que había que crear una coraza para que, al final del día, no se viesen sobrepasados por sus propios sentimientos. Así fabricaban entre ellos un lenguaje que les permitía expresarse sin necesidad de caer en una vorágine de la que luego no pudiesen salir. Al comienzo, para el novelista había sido como un juego cual niño pequeño, pero con el paso del tiempo descubrió que era algo mucho más intenso e importante de lo que él pensaba. Entendía el doble sentido que para muchos pasaría desapercibido en aquella frase, creyendo que simplemente lo estaba avisando como si fuese un niño travieso. Sin embargo, él sabía que había un trasfondo en esas palabras.
- Me portaré bien, inspectora.
El empleo del mismo lenguaje hizo que Beckett sonriese.
***
Tras más de media hora con la mente entre informes y documentos, Beckett suspiró y se llevó las manos a la cabeza, exasperada por los escasos o nulos avances que estaban haciendo. Cada vez que creía que estaba un paso más de cerca de dar con el asesino de Nick Barry, el caso daba un giro de 180º y volvían a estar como al principio. Tenían muchos datos pero todos les llevaban a un callejón sin salida. Pensó que si con todo ello lo que trataba el asesino era despistarlos y confundirlos, sin duda lo estaba logrando. Necesitaba tomar distancia, lograr un poco de perspectiva y volver a ver el caso con ojos nuevos. "Quizá ese sea el modo de ver qué se nos ha pasado y encontrar un punto desde el que seguir" se dijo a sí misma.
- Aquí no hay nada - informó el escritor.
- Volvamos a comisaría. Estoy segura de que algo se nos está pasando y no logro verlo. Necesito empezar de cero con este caso.
Castle asintió, entendiendo lo que Beckett trataba de de decirle. El caso se les estaba yendo de las manos y la inspectora se negaba a que eso pudiese suceder, una actitud que el escritor, después de años a su lado, conocía muy bien. Sabía que les esperaba un día duro (nunca había sido su mejor basa el trabajar rodeado de informes) pero también sabía que, aunque no se lo dijese, su presencia le hacía más llevadero días como aquel. Así que simplemente camino delante de ella hacia el coche de la inspectora, dispuesto a ayudarla en lo que fuese necesario.
Ryan y Esposito trabajaban a destajo en la tarea encomendada por Beckett de buscar a algún miembro de la familia de Morgan. Cuando la inspectora y el escritor llegaron, ambos levantaron la vista de los informes sobre los que estaban trabajando y le prestaron toda su atención.
- Chicos, volvamos al principio. Necesito revisar de nuevo toda la información que tenemos.
Ambos se miraron sin entender nada. Les había mandado buscar a la familia de Morgan y ahora, de repente, les pedía que lo dejasen y volviesen al principio.
- Necesita ver el caso con nuevos ojos – les explicó Castle sin necesidad de que los inspectores preguntasen.
Tras la explicación del novelista, comprendieron lo que la inspectora les pedía, pues la objetividad era el punto clave para llegar a resolver los casos y en ocasiones como aquella, esa objetividad quedaba relegada a astillas tras días sin una salida posible.
Castle y Beckett se dirigieron a la pizarra blanca, seguidos de Ryan y Esposito. Esta permanecía llena de datos inconexos que rellenaban la línea temporal en un caos.
- Comencemos desde cero – dijo Beckett mientras se paseaba delante de la pizarra - ¿Qué tenemos?
- Hace una semana encontramos el cuerpo de Nick Barry en una de las piscinas del acuario de Nueva York – comenzó Esposito – La hora de la muerte se situó en torno a la una de la madrugada y la causa fue decapitación.
- Nick era un reputado biólogo y buceador conocido como "El tiburón" - continuó Ryan- Robert García, vigilante del acuario donde fue hallado muerto, entabló amistad con la víctima un mes antes de su asesinato tras pasarse todos los días por allí. Así consiguió que Robert le dejase entrar al parque acuático cada noche para ver el trabajo que el equipo realizaba en sus oficinas.
- Después pudimos saber gracias a su jefe, el señor Slope, que el objetivo de Nick para querer pasar todas las noches en el acuario era su nuevo estudio, en el que trataba de comparar el comportamiento de los delfines en libertad y en cautividad a través de diversos parámetros – Beckett hablaba mientras paseaba contemplando la pizarra y los datos que en ella había.
- Cuando creíamos que llevábamos encauzado el caso, aparece la relación entre la muerte de Nick y la de Elsa Ficher, la reputada bióloga hallada hace un año decapitada en el puerto pesquero de Nueva York – Castle tomó el relevo – Pero Nick y Elsa no solo comparten similitud en el modo de sus muertes, sino que también compartían sus vidas antes de que la bióloga fuese asesinada. Además, ambos habían estado ligado de algún modo al acuario.
- Encargamos el caso a Morgan y Nolan – dijo Ryan un tanto apesadumbrado – La explosión de las bombas en Boston nos impedía seguir con el caso así que les pedimos a los dos detectives que se encargasen de ello. Dos días después nos informaron que Morgan había muerto, siguiendo el patrón de las anteriores víctimas.
Repentinamente, se hizo el silencio. Tras las palabras de Ryan, los inspectores y el escritor se veían sin fuerzas para continuar con aquello. El caso resultaba cada vez más complejo y enrevesado.
- Morgan había decidido ir él solo ha hablar con Donald Ficher a la cárcel – Castle, el menos afectado de todos ellos, decidió romper el silencio - Donald era el padre de Elsa Ficher, y había sido acusado y condenado por el asesinato de su hija. Sin embargo, Morgan nunca llegó a ir a la cárcel para hablar con él. Ese día se dirigió al puerto para hacerle preguntas a un joven que había allí tomando muestras, llamado Omar Whasington. Omar trabaja en el acuario donde fue hallado muerto Nick, algo que Morgan parecía conocer por todas las preguntas que le hizo. Después de esto pedimos una orden de registro para la casa de Morgan y encontramos una bañera en el despacho llena de sangre. De modo que la única relación que tenemos entre todas las víctimas es, de algún modo, el acuario – dijo pensativo el escritor.
- ¿Cómo has dicho? - le preguntó Beckett.
- Nick y Elsa estaban ligados al acuario. Morgan, aunque no trabajaba allí ni estudiaba nada referente al parque, estaba investigando la muerte de ambos biólogos. Si en ese acuario ocurría algo inusual...
- … Nick y Elsa lo descubireron... - Beckett se fue acercando a Castle.
- … y eso no debía interesarle a los responsables del parque acuático, así que...
- ¡Los asesinaron! - dijeron los dos al unísono muy cerca uno del otro.
Ryan y Esposito contemplaban, apoyados en la mesa del segundo, la escena como si de un torneo de tenis se tratase, sonriendo ante la complicidad que siempre habían demostrado el escritor y la detective.
- Primero fue Elsa quien metió las narices donde no debía – siguió Castle con su teoría – Cuando descubrieron que se proponía hacerlo público, decidieron silenciarla asesinándola.
- Nick no se creyó que fuese Donald quien la asesinase – continuó Beckett – Sabía que algo pasaba y, con la excusa del nuevo proyecto, se pasaba las noches averiguando que es lo que Elsa descubrió.
- Pero alguien se dio cuenta de lo que tramaba y acabaron con él del mismo modo en que lo hicieron con Elsa – completó Castle.
- Entonces Morgan vuelve a remover el caso y en el acuario temen de nuevo ser descubiertos – ambos sonríen, triunfantes, como si hubiesen dado con la pieza que les faltaba en el rompecabezas.
- Muy bien chicos. Una buena teoría, pero ¿dónde están las pruebas? - bromista, Esposito había usado el mismo tono y las mismas palabras que Beckett usaba cuando a alguno de los tres se les ocurría montar toda una teoría sin una base tangible.
- Muy gracioso Esposito – se intentó burlar la inspectora de él - ¿Sabemos algo de la sangre que hallamos en la bañera?
Esposito y Ryan negaron.
- Lanie nos dijo que en el laboratorio estaban desbordados de trabajo – le informó el moreno – Puede que las pruebas tarden más de lo normal en llegar.
- En ese caso, trabajaremos sobre lo que tenemos. Ryan, Esposito, quiero que sigáis tratando de localizar a algún familiar de Morgan. Si estaba tras alguna pista, lo debió compartir con alguien. Castle y yo trataremos de encontrar algún indicio de lo que se pudiese estar llevando a cabo en el acuario que tanto interesase a Nick y Elsa.
Con la certeza de que estaban un paso más cerca de encontrar al asesino, trabajaron durante todo el día sin ser conscientes de que las manecillas del reloj seguían su ritmo normal y el sol comenzaba a ponerse.
- ¿Tenéis algo nuevo? ¿Habéis podido localizar a algún familiar de Morgan? - preguntó Beckett a los inspectores cuando el reloj marcaba las ocho.
- Hemos conseguido encontrar los datos familiares de la madre pero no logramos contactar con ella. Seguiremos insistiendo.
- Creo que por hoy ha sido suficiente chicos. Iros a casa y descansad. Mañana, con los datos que Lanie nos de, podremos continuar.
***
Había sido un día duro y Beckett estaba agotada. Después de horas en la comisaría necesitaba despertar su cuerpo, así que mientras Castle preparaba la cena, decidió darse un baño de sales.
- Te tengo preparada una sorpresa para cenar – le susurró Castle al oído rodeando su cintura y atrayéndola hacia él, quedando su pecho en contacto con la espalda de ella – Relájate que yo te avisaré cuando este – le dijo antes de darle un beso en el cuello. Beckett se giró entre sus brazos y lo besó con dulzura – Vamos, vete o no respondo.
Con una sonrisa triunfante tras conseguir activar todo su cuerpo gracias a los besos de su marido y a aquel pequeño juego que habían empezado, se dirigió a la ducha. Lo que no esperaba es que al abrir la puerta del cuarto de baño, lo encontrara de aquel modo. Pétalos de rosas cubrían parcialmente el suelo, siendo visibles gracias a la luz de las velas que había colocadas estratégicamente. Las sales de baño daban un aroma tropical mezclado con la sugerente melodía que provenía del salón. No entendía cómo podía estar todo aquello allí. Castle había llegado junto a ella, era imposible que lo hubiese podido preparar sin que se diese cuenta. Sin embargo, ahí estaba, rodeada de una combinación de olores imposibles de describir. Sus labios se curvaron en una amplia sonrisa, imaginando lo difícil que le habría resultado prepararle aquella sorpresa sin que se diese cuenta. Se sintió plena, como si de algún modo Castle le hubiese dado todo lo que necesitaba. Y es que así era. No había un solo día que no la sorprendiera, enamorándose cada día un poco más de él. Siempre estaba atento a ella, cuidándola y asombrándola día a día con pequeños detalles que le hacían sentirse especial.
Se desvistió y se metió en la bañera, sintiendo como su cuerpo se iba relajando y acomodando a aquel baño. Pero le faltaba algo para que fuese perfecto.
- Castle – lo llamó.
- ¿Si? - respondió llegando hasta ella un hilo de voz.
- ¿Puedes venir? Se me ha olvidado algo.
Pudo escuchar los pasos acercándose y, sin explicación alguna, su corazón comenzó a latir a una velocidad vertiginosa.
- ¿Qué se te ha olvidado? - le preguntó entreabriendo la puerta.
- Ven.
Castle obedeció y entró, descubriendo a su mujer relajada en la bañera. Se acercó hasta ella, quedando a escasos centímetros de la espectacular visión que se le presentaba.
- Y bien. ¿Qué se te ha olvidado? - le volvió a preguntar.
- Tú – le dijo mientras se levantaba y tiraba de él hacia ella, besándolo con ímpetu.
Empapado y lleno de espuma del cuerpo de su mujer, ambos rieron cuando se separaron después de aquel intenso beso.
- Báñate conmigo – le pidió seductoramente.
Éste no necesitó ninguna palabra más. Se desvistió con rapidez, dejando la ropa esparcida por el suelo, y se introdujo en la bañera con su mujer, disfrutando de uno de sus mayores placeres. Ella.
Última edición por Beckett_Castle_Alba el Mar Ago 20, 2013 6:51 am, editado 1 vez
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Que pedazo de capitulo
choleck- Escritor - Policia
- Mensajes : 1967
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Localización : en la parra
castle&beckett..cris- Escritor - Policia
- Mensajes : 5471
Fecha de inscripción : 20/03/2011
Edad : 33
Localización : Menorca..I LOVE NEW YORK..NYPD..RICK CASTLE & KATE BECKETT
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Muchas graciascholeck escribió:Que pedazo de capitulo
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Intenteré tener el próximo capítulo para finales de esta semana.castle&beckett..cris escribió:Sigueeeeee
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Wow, parece que ya van encontrando mejores pistas sobre el caso, jejejeje.
Espero que puedas continuar pronto.
Espero que puedas continuar pronto.
Yaye- Escritor - Policia
- Mensajes : 1751
Fecha de inscripción : 05/06/2012
Localización : Huelva
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Estaban en un túnel oscuro y han empezado a ver la luz jejeYaye escribió:Wow, parece que ya van encontrando mejores pistas sobre el caso, jejejeje.
Espero que puedas continuar pronto.
Si puedo, esta semana estaré el siguiente.
Un saludo.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
He empezado a leer y no e podido parar hasta terminar me encanta sigue por favor
CovadongaNathan- Ayudante de policia
- Mensajes : 139
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Edad : 24
Localización : Malaga
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
No deja de sorprenderme ver lectores nuevos por aquí como tú, y que te leas todos los capítulos de seguido. Eso me dice que no lo estoy haciendo malCovadongaNathan escribió:He empezado a leer y no e podido parar hasta terminar me encanta sigue por favor
Muchas gracias.
El próximo capítulo intentaré tenerlo a finales de semana.
Un saludo.
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Me encanta, continua pronto.
_Caskett_- Escritor - Policia
- Mensajes : 2936
Fecha de inscripción : 22/01/2013
Localización : en un mundo feliz
Re: Y después... ¿qué? - Capítulo 10: Atando cabos (pg. 15) 19/08
Continuaaaaaaaaaaaaa , me gusta , me gusta , gracias
Aylin_NYPD- Actor en Broadway
- Mensajes : 187
Fecha de inscripción : 03/09/2013
Localización : madrid
Página 9 de 9. • 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9
Temas similares
» Aunque no te guste lo hare. Capitulo 4 (volver a escriber despues de casi un mes)
» PARA PRESUMIR HUBO QUE SUFRIR (PERDONADME!!!)
» Carnaval en New York-Capitulo I, Capitulo II Capitulo III, Capitulo IV, Capitulo V, Capitulo VI, Capitulo VII. Capitulo VIII, Capitulo IX, Capitulo X: PARTE II Cap XI ÚLTIMA PARTE (Terminado))
» Algunos años después (Short) Continuación de Me Fui y Seis años despues
» después de la tormenta
» PARA PRESUMIR HUBO QUE SUFRIR (PERDONADME!!!)
» Carnaval en New York-Capitulo I, Capitulo II Capitulo III, Capitulo IV, Capitulo V, Capitulo VI, Capitulo VII. Capitulo VIII, Capitulo IX, Capitulo X: PARTE II Cap XI ÚLTIMA PARTE (Terminado))
» Algunos años después (Short) Continuación de Me Fui y Seis años despues
» después de la tormenta
Foro Castle :: OffTopic :: Fan Fics
Página 9 de 9.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.